KURDOS Los parias de Oriente Medio Habitan las montañas entre Turquía, Siria, Irak e Irán desde tiempo inmemorial, pero siguen sin tener su propio Estado. Hoy treinta millones de kurdos miran expectantes hacia el Kurdistán iraquí, conscientes de que lo que allí pase marcará su futuro… y el de todo Oriente Medio. Texto: KARLOS ZURUTUZA • Fotografías: AGENCIAS y K. ZURUTUZA Jacob Silbelberg/Pool Cementerio de Sewsenan, al norte de Irak, donde descansan los restos de cientos de kurdos exterminados en la llamada “campaña de Anfal”, ejecutada en la década de los ochenta del pasado siglo. A quí somos todos kurdos», dice Arif en voz baja, señalando a sus compañeros de trabajo en una céntrica terraza de Estambul. Nada extraño en la ciudad del mundo en la que más kurdos viven, aunque nadie sepa exactamente cuántos. Para Ankara, los kurdos simplemente no existen y, además, sería muy difícil hacer un censo en los gecekondus (las favelas turcas). El negocio donde sirven las mesas Arif, Mehmet, Serdal y otros cinco compañeros está inmejorablemente situado entre la Mezquita Azul y Santa Sofía, y ofrece un espectáculo de un giróvago derviche. Salvo algún despistado que otro, la mayoría de los turistas sabe que no ha de aplaudir cuando el danzante deja de girar; un detalle sutil que mencionan todas las guías de viaje. No obstante, ninguna destaca el hecho de que, casi con toda seguridad,el camarero que atiende en Estambul o en cualquiera de las otras ciudades dentro del exitoso circuito turístico turco venga del lejano “Sudeste”, un eufemismo necesario para evitar el chirrido que aquí produce un topónimo prohibido: Kurdistán. «Nací en una aldea cerca de la frontera de Siria que ya no existe –relata Arif en voz baja, mientras vigila que su jefe no le vea–. Soy el mayor de doce hermanos y envío todo el dinero que puedo a casa, pero nunca es suficiente». Un problema para Arif, pero también para Ankara puesto que la tasa de natalidad kurda triplica a la de los turcos.De ahí los esfuerzos para desperdigar a la población kurda por todo el país y romper así la hegemonía de un pueblo que se sigue mostrando compacto en su propio territorio. No es casual que todos estos camareros hayan realizado su servicio militar en las regiones turísticas y desarrolladas del oeste para que, “cegados” por la Turquía que aspira a ingresar en la Unión Europea, se queden y no vuelvan a casa. La otra cara de la moneda es la de los jóvenes de ciudades como Estambul o Ankara, sistemáticamente destinados al “Sudeste”. Las deserciones son aún múltiples cuando ven su nombre en una lista junto a destinos como Sirnak, Diyarbakir o Hakkari. Los que realizan el servicio regresan a casa jurando no volver, con un odio hacia los kurdos estigmati8•7K Policías turcos disuelven con violencia una manifestación de kurdos en apoyo a Abdullah Oçalan, zado por los cuarteles y las escaramuzas en la frontera de Irak. El viaje en autobús de Estambul hasta Diyarbakir dura unas 20 horas durante las cuales se deja atrás gran parte de la península de Anatolia. Diyarbakir, la capital no oficial del Kurdistán turco, se llama Amed en kurdo, y los ríos Tigris y Eufrates entre los que se encuentra, Dicle y Firat.A pesar de su privilegiada posición y su muralla romana de basalto negro sólo superada en extensión por la de China, ningún circuito turístico llega hasta Amed. La mayoría de los extranjeros que se dejan caer por la ciudad son periodistas o refugiados en tránsito de camino a Irak, que raras veces pasan aquí más de un día. Kaplan hace el turno de noche en la recepción del hotel Dicle. No hay mucho movimiento, así que tiene tiempo de sobra para echar una cabezada o estudiar inglés cuando el sueño se lo permite.«Quiero aprender idiomas y traba- EPA/STR lider del PKK, en Diyarbakir. jar de guía en el oeste», dice este joven de 19 años. Le habría gustado ir a la universidad,pero dejó la escuela tras acabar la primaria. En realidad, sólo uno de cada diez jóvenes acaba la secundaria en el “Sudeste”, donde, al igual que en el resto de Turquía, las clases se imparten única y exclusivamente en turco. El que Kaplan no pudiera estudiar en su idioma no es, ni de lejos, la mayor de sus pesadillas. Lo trajeron a Amed con tan sólo dos años, justo después de que el Ejército turco quemara su aldea en Sirnak,cerca de la frontera de Irak.Su pueblo fue uno de los más de 3.000 que Ankara arrasó siguiendo las pautas marcadas de una limpieza étnica de la que apenas se supo en Occidente. Nada extraño, por otra parte, siendo Turquía miembro de la OTAN con una posición estratégica entre los Balcanes, Oriente Medio y la extinta URSS,además de una gran compradora de armas. La empresa española Casa puede dar buena fe de es- to último. Esta industria aeronáutica no sólo suministraba aviones para el transporte de tropas al “Sudeste”, sino que además desplazaba temporalmente a técnicos españoles para realizar labores de mantenimiento. El periodista vasco Manuel Martorell lo describe así en su libro “Kurdistán: viaje al país prohibido” (Foca 2005): «Si un avión se averiaba mientras transportaba soldados al Kurdistán para quemar y destruir pueblos, asesinar a militares kurdos, expulsar a 7K•9 Pueblo escalonado en el valle de Howraman. Karlos Zurutuza Mercado de ganado al aire libre en el Kurdistán bajo dominio turco. los campesinos y violar a sus mujeres, hasta allí se desplazaban los técnicos españoles para que pudieran realizar su “trabajo” en las mejores condiciones». Pero Casa no es la única.También están los Cetme de la Jandarma (una especie de Guardia Civil turca), las pistolas Astra de los oficiales o las miles de bombas de aviación que Expal (Explosivos Alaveses) vendió a Turquía a mediados de los noventa. La magnitud de los intereses comerciales españoles y vascos quedó manifiesta cuando, en febrero de 1999, el Parlamento de Gasteiz aprobó la cesión simbólica de la Cámara a una represen10•7K tación de kurdos en el exilio. La iniciativa, calificada como una «lamentable acción en favor del terrorismo» por el entonces ministro del Interior español Jaime Mayor Oreja, resultó finalmente abortada tras amenazar Ankara con severos recortes comerciales. Ese mismo mes de febrero fue capturado el líder de la resistencia armada kurda,Abdullah Oçalan.Tras pedir asilo político en diversas embajadas europeas, el fundador del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) fue detenido nada más salir de la embajada de Grecia en Kenya, en una operación en la que colaboraron los servicios secretos de Israel y Estados Unidos, ambos grandes aliados de Turquía. La detención de Oçalan trajo consigo una tregua del PKK, que se retiraba a sus campamentos en el norte de Irak. La guerra había dejado miles de muertos y familias sin hogar, las cuales habían emigrado en masa a ciudades como Amed, que casi triplicó su población entre 1990 y 1995. A los desplazados por la guerra se les sumaron los más de 200.000 desposeídos de unas tierras en la frontera con Siria e Irak que iban a ser anegadas por el GAP (acrónimo turco de Proyecto para el Sudeste de Anatolia). Esta faraónica obra de más de vein- te presas y otras tantas centrales eléctricas en los cauces del Tigris y el Eufrates es el mayor complejo hidroeléctrico de Oriente Medio, a la vez que una eficaz medida de presión para mantener a raya a sus molestos vecinos del sur: tan sencillo como cerrar un grifo. Quizás hayan sido los kurdos nómadas los que menos han sufrido la represión y el subdesarrollo en el Kurdistán turco. Los kurdos Jelali siguen practicando el nomadismo vertical, ascendiendo por las faldas del monte Ararat al ritmo que marcan las estaciones del año. Un modo de vida ancestral que se conserva en muchos otros lugares del Vista de la ciudad de Dohuk. Kurdistán, desde el monte Aragats en Armenia a la cordillera del Zagros entre Irak e Irán. Tras la frontera iraquí Los montes Badinán son hoy la frontera natural que separa Turquía de Irak, a la vez que refugio y centro de operaciones de la guerrilla del PKK. Es una frontera porosa, testigo del éxodo de miles de refugiados kurdos que huían de la represión del régimen de Saddam Hussein, para acabar siendo pasto de los lobos o de la Jandarma. Para cruzarla de forma legal, hay que atravesar el puente sobre el río Habur entre el pueblo de Si- Karlos Zurutuza Karlos Zurutuza lopi, en el lado turco, y Zacho, en el iraquí. La cercanía a su vez de la vecina Siria, donde viven más de un millón de kurdos, hace de este lugar uno de los puntos más calientes de todo Oriente Medio. El pasado octubre, sin ir más lejos, el Ejército turco realizaba ahí mismo unas maniobras a gran escala en las que sus tanques disparaban a blancos pintados con la bandera kurda. El puesto de frontera turco tiene una cafetería, un duty free bien provisto gracias al cual los taxistas maximizan sus viajes, y una habitación abarrotada que resulta ser una mezquita. Ninguna de ellas sobra, ya que las colas para obte7K•11 AP Photo/STR tes kurdos muestran fotos de la masacre de Zalmay Khalilzad, durante una rueda de prensa. Efe Ali Abbas/Efe Unos peshmerga, guerrilleros kurdos, del Partido Democrático del Kurdistán Iraní, en unas maniobras en Irak. Abajo, izquierda, unos estudianHalabja. A la derecha, el presidente del gobierno regional kurdo, Massoud Barzani; el presidente iraquí, Jalal Talabani, y el embajador de EEUU, ner innumerables certificados y sellos se prolongan durante horas. Una vez al otro lado, el enfado de los turcos es más que comprensible: la bandera tricolor kurda con el sol mitraico en el centro es omnipresente, tanto en los mástiles como en los hombros de los peshmergas (los soldados kurdos), y un letrero en árabe, kurdo e inglés reza: “Welcome to Kurdistan of Iraq” (Bienvenido al Kurdistán de Irak). Un sencillo interrogatorio al que se responde tras aceptar una taza de té es el único trámite para obtener un sello del “Kurdistán iraquí” en el pasaporte. Así ha sido desde que en 1991 Estados Unidos concediera a los kurdos de Irak una región autónoma tras la primera Guerra del Golfo. Esto, por otra parte, no impedía los ataques desde Turquía, potestad plenamente garantizada por su pertenencia a la OTAN. «Sabemos que no nos podemos fiar de los Estados Unidos pero, hasta el momento, los kurdos de Irak no hemos recibido ayuda de nadie más», dice Massud. Este veterano de la guerra Irak-Irán desertó y pidió asilo político en Holanda, donde obtuvo la doble nacionalidad a finales de los ochenta del pasado siglo. «No podía soportar la idea de que estuviésemos matando a otros kurdos luchando bajo las órdenes de otro tirano, así que deserté.Cuando se creó la región autónoma del Kurdistán me llamaron para ingresar en los mandos del Ejército kurdo con el rango de coronel. Desde entonces paso tres meses en Holanda con mi mujer e hijos y tres aquí». Massud se identifica siempre con su pasaporte comunitario para evitar problemas en el lado turco, como un exiliado más, pero los peshmergas se cuadran apenas pone un pie al otro lado del puente: un drástico cambio de estatus en apenas 500 metros. Y no es lo único que parece cambiar al otro lado del río Habur. A menos de una hora de coche desde la frontera está Dohuk, una ciudad de casi 300.000 habitantes que cuenta con un parque de atracciones llamado Dreamland, y el supermercado mejor provisto de todo Irak,donde se pueden comprar televisores de plasma o teléfonos móviles de última generación. De no ser por el detector de metales y el peshmerga armado a la entrada, nada lo distinguiría de cualquier centro comercial europeo. La cercanía de la frontera supone una riada de dólares que fluye hacia Dohuk,siempre y cuando el petróleo de contrabando lo siga haciendo en sentido contrario. A pesar de su aparente riqueza, repartida de manera desigual como en todas partes, la capital administrativa de la región autónoma de Kurdistán no es Dohuk sino Arbil. Ciertamente no podía ser de otra manera: Arbil es la antigua Arbela griega, aunque su historia se remonte miles de años atrás.Habitada,entre otros,por persas, asirios, medos, árabes y kurdos, los arqueólogos la consideran la ciudad más antigua habitada ininterrumpidamente. Hoy es la sede del Gobierno kurdo, así como la del PDK (Partido Democrático de Kurdistán), del cual Massud Barzani es líder indiscutible desde que sucediera a su padre en el cargo en 1979. La foto de Barzani, de traje y corbata, o vestido de kurdo con pantalones bombachos y turbante, es omnipresente en la zona controlada por su partido: desde las oficinas gubernamentales a las barberías, pasando por las casas de té o los ruinosos autobuses que transitan por las castigadas carreteras de esta parte del mundo. El rival histórico de Barzani es Jalal Talabani, líder de la UPK (Unión Patriótica del Kurdistán) y primer presidente del Irak post-Saddam Hussein. Su sede está en Suleimaniya, muy cerca de la frontera de Irán y de la tristemente famosa Halabja, ciudad donde en marzo de 1988 murieron miles de personas víctimas de las armas químicas de Saddam Hussein. Era el último año de la guerra Irak-Irán, conflicto para el que Hussein contó con el apoyo de Estados Unidos en su lucha contra los ayatollahs iraníes. De hecho, fue la administración Reagan la que suministró los gases neurotóxicos del tipo sarin, tabun y VX que se utilizaron en Halabja. Catorce años más tarde, Bush hijo hacía la pantomima de buscar las armas de destrucción masiva. Nunca aparecieron, pero habría bastado con enseñar los recibos de su antecesor para justificar su existencia. Al nordeste de Arbil se encuentra la región de Sheiján, la Tierra de los Sheijs, donde la diversidad religiosa de los kurdos es quizá más evidente que en ningu7K•13 Karlos Zurutuza Kurdos yezidis en un campamento de verano ante el monte Aragats, en Armenia. Karlos Zurutuza Escuela femenina de estudios medios en la localidad de Irbil, dentro de territorio bajo dominio iraquí. na otra parte. Un humilde cementerio cristiano a un lado de la carretera nos recuerda que, a pesar de ser el Islam la religión mayoritaria de los kurdos,algunos todavía conservan cultos anteriores, como los zoroástricos adoradores del fuego, los yezidis, o los kurdos judíos. Estos últimos emigraron en masa a Israel hace ya años.Y es que nacer kurdo y judío en Oriente Medio es más una broma del destino que una simple cuestión de azar. De los yezidis se dice que son los únicos que conservan la religión kurda original, un complicado culto que mezcla elementos animistas con otros zoroástricos, mazdeístas, judeocristianos y musulmanes. Creen en un único dios, Khuda, pero rezan hacia el sol y rinden culto a un pavo real al que llaman Malak Tawus. Sus pueblos se distinguen de los demás por unos pequeños templos de forma cónica, réplicas de las tres cúpulas que coronan Lalesh,su templo sagrado en las faldas del monte Arafat. «El Gobierno kurdo destina muchísimo dinero para construir mezquitas, pero apenas nada para nuestros templos», se queja Suleyman, arquitecto yezidi de 28 años, encargado de la reconstrucción de Lalesh. «Los yezidis tenemos vetados los puestos de responsabilidad –explica–. Yo mismo perdí una plaza de profesor en la universidad kurda de Dohuk por ser yezidi. A pesar de haber mantenido vivo el antiguo credo de los kurdos, se nos trata como a parias en nuestra propia tierra». Que esta gente siga practicando su culto hasta hoy es un milagro. La identificación de Malak Tawus con un ángel caído les ha costado el calificativo de “adoradores del diablo” que aún muchos les adjudican, y ha sido la causa de una cruel persecución durante siglos. La región autónoma del Kurdistán es un lugar de descanso tanto para los árabes del sur como para las tropas de ocupación,gracias a su benigno clima de montaña y a su estabilidad.No obstante, ambos factores empequeñecen ante el paraíso natural que atraviesa la Ruta Sasa Kralij/AP Unos kurdos conversan en una calle de Dohuk, en el Kurdistán iraquí. Abajo, un grupo de kurdos baila en una calle de Damasco, Siria, otro país con población de esa etnia. Hamilton. Esta carretera debe su nombre al ingeniero neozelandés que la diseñó en los años 30 del pasado siglo y une a los kurdos de Irak e Irán a través de los montes Zagros. Dos de sus principales atracciones son el cañón de Ali Beg, con paredes que superan los 500 metros, y las cataratas de Beijal, lugar de peregrinaje de miles de turistas, a la vez que precioso escenario para las fotos de los recién casados como Abdullah y Fatima. Volaron de Bagdad a Arbil, pero el viaje en coche desde allí ha resultado eterno debido a los estrictos controles peshmergas: «Si eres árabe, registran tu coche una y otra vez en busca de armas o explosivos. Un control tras otro, a la en- 14•7K Youssef Badawi/Efe trada o salida de cada pueblo, o simplemente en mitad de la carretera. Hemos tenido que dar también alguna que otra propina a más de un soldado pero, a pesar de todo, ha merecido la pena». Luces y sombras en Irán En la película “La Pizarra”, la cineasta de 20 años Samira Majmalbaf narraba la huida por las montañas hacia ninguna parte de un grupo de mujeres y ancianos kurdos atrapados por el fuego cruzado de la guerra irano-iraquí. La belleza de los paisajes del Zagros, los trajes tradicionales de los protagonistas o la imagen de un profesor con su pizarra a la espalda conferían cierto toque de lirismo a los ojos del espectador occidental. Fue quizás este factor lo que le reportó el premio del jurado en el Festival de Cannes en 2000, aunque prácticamente nada de lo que en ella se cuenta sea figurado. La película se rodó en el valle de Howraman, en pleno corazón del Kurdistán sur, donde los hombres se visten con unos curiosos chalecos con hombros en forma de cuerno, los kolobal, y todo el mundo calza unas peculiares alpargatas blancas llamadas klash,que tienen la punta y el tacón reforzados con clavos para caminar entre las piedras. Los pueblos de Howraman son como los más de 4.000 que destruyó el régimen de Saddam Hussein al otro lado de la frontera: casas cúbicas y escalonadas, siendo el tejado de una la terraza de la otra,espacio que sirve para dormir en verano o para dejar secar al sol una preciosa alfombra local. Por si fuera poco,los locales tienen su propio dialecto del kurdo, el howramaní, que da una idea del aislamiento de este lugar en las montañas. Pero la belleza de esta “Arcadia kurda” es sólo comparable a su atraso, todavía mayor que el del resto del Kurdistán iraní. Teherán, no obstante, reconoce una provincia llamada Kurdistán, aunque ésta sea mucho menor que la franja real de tierra que ocupan los kurdos al oeste del país. Su capital es Sanandaj, una ciudad que carece del bullicio de Teherán, pero también del sofocante control que ejerce la Policía islámica en el resto del país. Los kurdos son suníes en su mayoría, por lo que resulta raro encontrar mujeres cubiertas con chador por la calle Ferdosi, donde hay dos salas 16•7K Banderas kurdas y retratos del líder del PKK, Abdullah Oçalan, en las celebraciones del Newroz de cine, hoteles y varias pastelerías. Sin embargo, la aparente normalidad de la avenida principal de Sanandaj no es, ni mucho menos, reflejo del subdesarrollo de la región kurda de Irán. «En Irán los kurdos, los azeríes, los baluchis… todos los que no somos farsis no tenemos ninguna oportunidad de conseguir un empleo digno o de respon- sabilidad», se queja Astkhar, joven de 25 años que ha encontrado en la lejana Tailandia una alternativa a la escasez de oportunidades de su tierra. Allí es campeón de kick-boxing, subcampeón del mundo para ser exactos, y le conocen por el sobrenombre de Oscar. «No encontrarás un piloto de aviación kurdo o un arquitecto azerí. Esos puestos son (Año nuevo), en Francfort, Alemania. para los farsis. A nosotros nos toca conducir taxis o vender sandías en el bazar», se lamenta Astkhar. Hay aproximadamente siete millones de kurdos en Irán, el 10% de la población total. El grupo étnico mayoritario es el de los farsis o persas, que controla las principales esferas del poder político y religioso. Boris Roessler/Efe Los kurdos comparten un origen indoeuropeo común con los farsis.Sus lenguas son muy parecidas y ambos pueblos celebran el Nowruz,el Año nuevo,con la llegada de la primavera el 21 de marzo. Jenofonte mencionaba a los “carducos” refiriéndose a los kurdos, los cuales no son otros que los descendientes de los antiguos medos. Resulta paradójico que los kurdos sean la tribu irania más antigua de Irán y la más castigada. Los lazos históricos entre ambos pueblos no justifican la asimilación que sufren los kurdos en ese país. Cualquier protesta, por pacífica que sea, es respondida con brutalidad por la Policía, como en el caso de Shivan Qaderi, al que, tras matar a tiros, ataron a una furgoneta y arrastraron por las calles de Mahabad el pasado año. Su castigo ejemplar no tuvo el efecto deseado y las manifestaciones se extendieron por todo el Kurdistán iraní durante seis semanas, con un número indeterminado de muertos y encarcelados. Los periodistas kurdos son también objeto de una salvaje persecución, como Siamuk Purzand, que se volvió loco tras ser torturado a sus 78 años, o Alí Reza Jabari, de 60, condenado a 253 latigazos «por atentar sus artículos contra los valores fundamentales de la República Islámica». Por si fuera poco, los asesinatos políticos están a la orden del día y su práctica trasciende las fronteras de Irán. El propio presidente del país, Mahmud Ahmadinejad, según denuncias de grupos kurdos y organizaciones internacionales de derechos humanos, torturó y ejecutó en persona a presos políticos, y organizó, entre otros, el atentado del disidente kurdo Abderraman Qasemlu en Viena en 1989. Al igual que la capital austríaca, otras ciudades europeas o de Oriente Medio han sido el escenario en el que disidentes kurdos han perdido la vida a manos de sicarios de Teherán. «Vivo con el miedo constante a que me detengan», confiesa Neriman, cuyo único delito consiste en escribir una columna en kurdo en el periódico de Sanandaj. «Mi hermano fue amenazado por un oficial de la embajada iraní en su librería de Uppsala [Suecia]. ¡Ni siquiera allí estamos a salvo!», revela. Hace 60 años surgió en Irán una república kurda independiente nada más finalizar la Segunda Guerra Mundial. La República de Mahabad no abarcaba más que la región del mismo nombre y apenas duró un año, pero es un símbolo para los kurdos. Massud Barzani, el actual presidente del Kurdistán iraquí, nació en Mahabad, «a la sombra de la bandera kurda»,como le gusta repetir.Hoy,treinta millones de kurdos se preguntan cuál será el final de esta historia. 7K•17