16 Interés general HISTORIAS EN LA La Plata, domingo 19 de mayo de 2002 BIBLIOTECA BRAILLE TRABAJA CON SU PADRE Y HERMANA Lecturas con el corazón: cuando lo esencial es invisible a los ojos Las vivencias del director de la entidad Cientos de personas prestan sus ojos para que otros puedan escuchar cuentos, historias y relatos apasionantes. El lugar de reunión es la Biblioteca Braille, una institución señera de La Plata. Un hecho que trasciende la solidaridad Por Jimena Lachalde Especial para Hoy “... la maestría de Dios, que con magnifica ironía, me dio a la vez los libros y la noche. De esta ciudad de libros hizo dueños a unos ojos sin luz, que sólo pueden leer en las bibliotecas de los sueños, los insensatos párrafos que ceden...” Así se refirió Jorge Luis Borges al estado de ceguera al que el destino lo sometió de manera paulatina. Idéntica paradoja viven a diario todos aquellos amantes de los libros que -por su condición de no videntes- necesitan de la mirada de los otros para gozar del placer de la lectura. En nuestra ciudad, la Biblioteca Braille es desde hace 55 años el espacio en el cual los disminuidos visuales pueden sentir cumplidos sus sueños: no sólo los de acercarse a obras literarias y de estudio de diversa índole, sino también todos aquellos que les permiten comprobar que las cosas más significativas de la vida se descifran con los ojos del alma. Fue a mediados de 1997, cuando serias dificultades en su vista obligaron a Mario Córdoba (30) a viajar periódicamente desde su Tandil natal para tratarse con especialistas platenses. Pese a que las consultas médicas no le demandaban mucho tiempo de estadía en La Plata, el joven comenzó a pasar cada vez más horas en la biblioteca incentivado por la cantidad de títulos que se encontraban a su disposición. Pero con el transcurso de los meses, Marcelo Calvo -director de dicha dependencia- descubrió que existía una razón más para que Mario viajara cada vez con mayor frecuencia. Y esa causa tenía nombre y apellido: Karina Bianchi (28), una joven no vidente del partido de Verónica que colaboraba desde hacía varios años en el tradicional edificio de 47 y 5. Fue entonces cuando los viajes a Tandil se suspendieron, y las visitas a Verónica comenzaron a ser más esporádicas. “Nos casamos al poco tiempo y decidimos instalarnos definitivamente en “Todos nos nutrimos de las jornadas. Para los videntes también es maravilloso”, dice Asunción González La Plata, además de continuar colaborando con la biblioteca”, cuenta Mario, quien no deja de reconocer que hace un año y medio la vida del matrimonio terminó de iluminarse por completo y para siempre con la llegada al mundo de Mariana Luz, su primera hija. “Aquí dentro se conocieron, y también se enamoraron. Fue maravilloso descubrir que este lugar podía ofre- Marcelo Calvo. Tiene 59 años Un encuentro distinto. Todos los viernes se juntan alrededor de esta mesa de madera “Las ganas de colaborar no se terminan” Blanca Petrucelli lleva un mes en la biblioteca. Ama de casa y abuela de siete nietos, fue su hija quien la incentivó a que se acercara a la Biblioteca Braille de La Plata, ya que las dificultades en su vista con el paso de los días son cada vez mayores. “Sólo veo sombras y ya no alcanzo a leer. Entonces vengo a escuchar lo que leen los demás y eso me regocija, me hace sentir que aún puedo disfrutar de las historias y el conocimiento que esconden los cerles la oportunidad de encontrar a la persona de sus sueños”, recuerda Calvo, quien además destaca el doble mérito que tuvieron los jóvenes al convertirse en padres. “Las familias de ambos no viven en la ciudad, y ellos supieron desde un primer momento arreglárselas solos y perfectamente bien para cuidar y criar al bebé”. La vida de Silvia Mantellari (39) también tiene un antes y después de su llegada a la biblioteca. A los 14 años los médicos le diagnosticaron una retinosis aguda que le costó la vista. Cinco años más tarde, la joven terminó sus estudios secundarios e ingresó a trabajar en dicho centro cultural. Hoy es una de las empleadas con más antigüedad y experiencia. “Aquí dentro somos una gran familia. Los voluntarios que se acercan no dejan de resaltar el gran cariño con el cual los recibimos, pero la verdad es que se trata de un ida y vuelta que nos genera a ambos un mutuo sentimiento de agradecimiento”, explica la mujer, que tiene un hijo (Javier) de 9 años. Justamente esto es lo que siente Mila- libros”. Pero si hay una función que la Biblioteca Braille no cumple, es la de ser un espacio exclusivo para los no videntes. Allí trabajan 12 empleados (videntes y no videntes) y 37 voluntarios que editan, corrigen y graban material de lectura. Es el caso de Vilma Richi, quien desde hace 23 años colabora en la institución. Resultaría imposible contabilizar la cantidad de casettes que grabó, así como el importante material que pasó por sus manos gros Donofrio desde hace 6 años, cuando su esposo, el reconocido penalista platense José María Roberts Alcorta (80) quedó ciego. “Las cosas se dieron de un día para el otro y me hallé con la necesidad de encontrar el camino que me permitiera ubicar a mi marido en su nueva situación. El era un ávido lector”, expli- En la biblioteca trabajan 12 empleados y 37 voluntarios que editan, corrigen y graban lecturas ca Milagros. Y agrega: “a José María mi paso por este lugar le embelleció la vida, le allanó los problemas y le permitió sentirse inserto de nuevo en la sociedad”. Cargada de libros de historia, novelas, política y ciencia ficción, la mujer visita cada semana la biblioteca en busca de material de lectura, el cual más tarde le leerá a su esposo, con quien comparte al momento de la corrección. Abuela de cinco nietos, la mujer encontró en la biblioteca un ámbito en el cual desplegar sus ganas de ayudar al prójimo. “Cuando entré me tendieron una mano, y yo, les ofrecí mi corazón. Desde entonces el vínculo es gigante y las ganas de seguir colaborando no se terminan”. El último martes la Biblioteca cumplió 55 años de vida. Al festejo no faltó ninguno de los voluntarios. la vida desde hace 30 años. “Por horas le presto, de alguna manera, mis ojos y ambos disfrutamos de lo que a él siempre le gustó tanto: la lectura de un buen libro”, señala. Sentados en torno a una gran mesa de madera, los viernes por la tarde videntes y no videntes tienen una cita en común: la jornada de lectura. Allí, las diferencias entre unos y otros resultan imperceptibles. Quienes forman parte de este emprendimiento -que nació un 14 de mayo de 1947- coincidieron en un punto: “entrar a este lugar es formar parte de un milagro”. También Borges definió en una de sus obras a la ceguera como “un don” de Dios. El don de aquellos que pueden observarse en los demás, pese a no distinguir su reflejo, y aún así permitirse llevar. El don de amar y aceptar aquello que el prójimo es y no sólo lo que su imagen dice ser. Porque pese a las limitaciones de unos y otros y las imposibilidades que se presentan a lo largo de una vida, existe un único lazarillo que guía a todos los hombres por igual: el corazón. De personalidad avasallante y gran contextura física, Marcelo Calvo (59) -no vidente de nacimiento- es desde 1978 quien lleva al frente los destinos de la Biblioteca Braille de nuestra ciudad. Con el título de bibliotecario que obtuvo en el Instituto Nº 8 de La Plata, convirtió al lugar en uno de los siete centros culturales que existen en nuestro país. En la actualidad ofrece a sus ávidos lectores más de 4 mil títulos, de la más diversa índole. Pero Marcelo no está solo, porque en su trabajo diario lo acompañan su hermana Cristina (58)- también no vidente- y su padre, Marcelo Jacinto (85). “Siento que mi padre es un héroe con todas las letras, ya que para él fue un golpe muy fuerte que sus dos únicos hijos nacieran imposibilitados de ver. Sin embargo, él nunca dejó de estar al lado nuestro. Incluso en la actualidad; ya que vivimos todos en el mismo edificio y continuamos desayunando juntos en su casa. Nos espera todas las mañanas con el desayuno preparado”, comenta entusiasmado y conmovido Marcelo. A su lado, su hermana escucha con atención cada una de sus palabras. Viuda, madre de 3 hijos -Ariel (27); Silvia (22) y Marcelo (20)- y abuela de 2 nietos, Cristina en la actualidad se encarga de la traducción de libros para los más chicos. Y justamente, quien le dicta aquellas lecturas es su padre. Sucede que a la hora de transcribir textos y manuales de aprendizaje, la figura y el dibujo suelen convertirse en grandes dificultades. “De pronto te encontrás con un mapa en el que se señala la zona más poblada, y la indicación es a color. Entonces quien traduce necesita en dos palabras describir cuál es la zona para que el chico lo entienda”, indica la mujer, quien reconoce que la cultura de la imagen y el video clip los afecta en gran medida para el aprendizaje de los más chicos no videntes.