MEDIEVALISTA Y MODERNIDAD EN EL LIBRO DE BUEN AMOR (Notas para un Estudio) I LA POSICIÓN ESPIRITUAL DEL ARCIPRESTE DE HITA La primera impresión que deja la lectura del Libro deBuen Amor es la de ser una obra de gran atrevimiento en las ideas y ca el lenguaje . Si consideramos ahora la condición de su autor y la época en que vivió, la perplejidad sube de punto, y de aquí deriva sin duda el desconcierto que desorienta a la crítica al considerar la figura enigmática del Arcipreste de Hita . Pocas personalidades literarias han despertado tantas sospechas, pocas aparecen envueltas en tan densas dificultades para la interpretación, pocas despiertan tanta curiosidad en el sentido de conocer si la obra es fruta cle una experiencia vivida o si responda simplemente a los resulto-,?,,, de una observación aguda, adornada con todas las galas de la imaginación . Los críticos incurren en frecuentes contradicciones ni juzgar la figura del Arcipreste . Hay quien le considera un modelo de buenas costumbres, un alma recta hondamente afectada por la vida licenciosa de su tiempo, que declara los vicios, sobre todo los de los clérigos, con sentido aleccionador . Hay quien, partiendo de la sinsingular complacencia que experimenta el Arcipreste al describir sin inmutarse escenas escabrosas, le considera un espíritu regocijado . un, hombre poco menos que libertino para el cual no tienen secreto las liviandades humanas . No se concibe a un clérigo hablando con tanto desparpajo, ni, sobre la base de las ideas corrientes acerca de la Edad Media, se acepta sin reparos el Libro de Buen Amor dentro del rigor ascético que nos figuramos consustancial con la época, Pero se debe tener en cuenta que ni los clérigos eran modelos de virtud entonces, ni la vida estaba sujeta a normas de estricta moralidad . Y principalmente, que el siglo del Arcipreste es un siglo -74- de crisis aguda para el medievalismo, un siglo donde luchan la tra dición y el espíritu nuevo, de tal manera que no predomina sino la confusión v el desconcierto, ya advertido en la nobleza que pugna por avasallar el poder real, ya en la crisis del poder religioso, ya en el relajamiento de costumbres que invade las distintas esferas de la vida social . En este ambiente de confusión, caótico en muchos aspectos, surge la figura del Arcipreste de Hita, mas no con las vestiduras y el continente severos de un predicador que pugna por sobreponerse al desmoronamiento de la vieja moral, sino con aires de hombre que sabe acomodarse a la vida, tomándola tal como se le ofrece, para vivirla y describirla sin falsas reconvenciones de moralista y sin repugnancias de ningún género . Poco importa que el Arcipreste viviése o no las aventuras nu merosas que corren a lo largo de su obra . Lo importante es que el Libro de Buen Amor, diferenciándose profundamente de toda la literatura española que le p recede. s e nos presenta con tal cantidad de observación directa de la realidad, con tan honda penetración en el conocimiento de los hombres, con tal libertad de pensamiento y de palabra, que marca sin duda una fecha importante entreenlavouciódeltrauspñol,cmazdeunió dos épocas . Hay en el alma del Arcipreste un dualismo profundo . De una harte es el escritor de la Edad Media, hondamente penetrado de sentido religioso, que se arrepiente de sus pecados y formula sentidas invocaciones a los santos . Tampoco se aparta, en lo literario, de tenias y procedimientos propios de la época . Mas por otro lado y quizá con mayor fuerza y arraigo, es un escritor cuya sensibilidad dista mucho del medievalismo, y de aquí el gran contraste que se advierte al compararle con los autores que le preceden, ante los cuales aparece con un desenfado y un atrevimiento que desconcierta a la critica . Sin proponernos hacer un estudio con pretensiones acerca de este dualismo que liemos señalado en la figura interesantísima del Arcipreste, intentaremos exponer algunos de los rasgos que caracterizan una y otra modalidad, colocándole como un escritor de transición entre la Edad Media y el Renacimiento . Creemos que en este conflicto de su alma reside todo el enigma que su obra suscita en la posteridad . - 75 - II MEDIEVALISMO En una era de acentuada vida religiosa, en la cual el espíritu cristiano dirige las actividades de los hombres, no podrá ser una excepción cl Arcipreste de Hita, quien, en este aspecto por lo menos, no desmiente su condición de clérigo ni su filiación en el tiempoSu he en Dios aparece bien demostrada en toda la obra, cuyo comienzo, a semejanza de otros autores medievales --recuérdese a Berceo- es una invocación a la omnipotencia divina . La invoca Pa ra que le saque de la prisión donde yace, la invoca también, más adelante, para obtener la "gracia que podiese hacer este libro" . Y como la Virgen María es comienzo de todo bien, el Arcipreste le compone Gozos a fin de que lleve a feliz término su empresa . Con cantares a Santa María ha de terminar también su libro", como obscurecibuen cristiano . Sus sentimientos religiosos no quedan dos a pesar de las escabrosidades frecuentes en el texto, y esto cons' constiuyepramntsugorinaldyquehadomrgn a tan encontradas interpretaciones . En este fondo religioso está vaciada toda la densa humanidad de la obra, lo cual lleva a pensar que Juan Ruiz no tiene inconve rnietohacunlrgdofesiónpcaomudnels,gncontrar absolución en esa divinidad tutelar a quien se acoge en sus horas de dolor y arrepentimiento . El Libro de Buen Amor presenta otro aspecto típicamente me dieval . Nos referimos a la tradición juglaresca visiblemente recogida en muchas de sus páginas . Los siguientes versos ponen en evidencia que el Arcipreste era un poeta dado a los asuntos propios de la juglaría ; Después fice muchas cantigas de danza e troteras, Para judías e moras, c pasa entendederas ; Para en instrumentos de comunales maneras ; El cantar que non sabes, óilo a cantaderas . Cantares fiz algunos de los que dicen los ciegos, E para escolares que andan nocherniegos, E para muchos otros por puertas andariegos, Cazurros c de burlas, non cabrian en diez priegos ." • Est . 1 .626 " Estrofas 1 .513 y 1 .514 -- 76 - la Arcipreste no tiene, según se deja ver, grandes pretensiones respecto a la calidad de su poesía ; no se desliga de la condición eminentemente popular del poeta juglaresco ; y no tiene inconveniente en decirnos, casi al final de su libro : Señores : hevos servida con poca sabidoría, Por vos dar solaz a todos fablevos en juglería,** A continuación pide una recompensa que no es por cierto la habitualmente solicitada por los juglares, sino un Pater Noster y una Ave María, recordando acaso su condición de poeta religioso . Las cántigas de serrana, género bien representado en el Libro de Buen Amor, imprimen también un sello medieval a la obra . De gran originalidad por la rudeza en el lenguaje y en el tipo de la serra na, constituyen un documento del mayor valor en la investigación relativa a los orígenes de la lírica* . Enlazan con la tradición literaria de las serranillas, sin perder por esto su recio vigor castellano, típico de la región y de la edad ruda en que aparecen . El espíritu medieval surge vigorosamente, además, en la preocupación objetiva que caracteriza el modo literario del Arcipreste, Ha de hablar de virtudes y de vicios, del amor, con sus mentiras y excelencias, de pecados capitales y otros temas abstractos ; pero acude con frecuencia al ejemplo que ilustra, a la fábula que se ofrece como dato sensible, a las formas concretas cuya enseñanza objetiva, entrando por los sentidos, retrata el pensamiento mejor que las palabras . Con esto se relaciona también el crudo realismo en la expresión, la ausencia de eufemismos en el lenguaje de Juan Ruiz, que habla en todo momento con franqueza ruda, sin velos ni pudores . No disimula su pensamiento con retoricismos, pues no ha llegado aun la era de pudibundez que retuerce la idea entre las palabras, obligándola a ocultar sus desnudeces . Y de aquí que su libro constituya la más extraña amalgama de lo humano y lo divino, ofreciéndonos junto a una fervorosa plegaria religiosa una escena del más subido color mundano . ** Est . 1 .633 . * Vid . Menéndez Nidal . La Primitiva poesía lírica española . Public. Ateneo de Madrid . 1919, pág . 32 . - 77 - 111 MODERNIDAD El lirismo es el cauce por donde la poesía medieval se aden tsreaní*lhodusernacimto,Cudelptacn mientas individuales, cuando vuelca la intimidad de su ser en Ja for• ma externa de los versos, el hombre adquiere una personalidad auténtica noesyalóimoutrdelaépicsnodefirsu propias inquietudes espirituales . En el proceso de la Edad Media hacía el Renacimiento . el das' cubrimiento del individuo que implica la lírica tiene sin duda gran importancia. De la misma manera que el gótico está más cerca que el románico cle la sensibilidad renacentista, con el anhelo místico, de elevación, que representan las flechas destacándose sobre cl caer' cuerpodlif,conelprdmi agldquestryd mil modos las pesadas murallas del románico la lírica es un anhelo de espiritualidad, urca puerta por donde se escapa el individuo, antes -atado y como hundido en el anónimo de la épica, Las pesadas ar maduras del cruzado, el hierro que cubre su cuerpo . son también cano una cárcel donde quedan ahogados todos los anhelos que se salen de la consigna religiosa o política que le lleva a la guerra . Los tiempos heroicos que refleja la épica medieval son tiempos de hie vida rro, sordos a los clamores del amor y a las delicadeza de la Y el Arcipreste de Hita es, ante todo, un gran lírico . Su poesía está por encima de todo convencionalismo de forum o de loa' do . La gran variedad de metros que contiene su libro es una prueba inequívoca de que repugna a su estética de versificador el so metimiento a determinados tipos de versos . La forma que escoge en cada caso viene a ser aquella más adecuada, por decisión con" ciento o inconsciente, a la expresión de sus sentimientos : con l o casi, rebelde a las imposiciones externas, se ciñe únicamente a su código supremo de poeta . Antes que el Arcipreste, ningún otro versificador se había Permitido tantas libertades métricas . De manera que en este aspecto su posición marca rumbos enterament nuevos y en cierto modo revolucionarios . e Lo interesante de comprobar no es tanto que tras el A r cipreste una serie de poetas, siguiendo su ejemplo, se lance a la tarea de - 78 - hacer versos sin sujeción a cánones determinados, sino que nuestro autor se encuentra fundamentalmente alejado de sus coetáneos en cuanto a recursos de expresión . El verso en sus manos adquiere una flexibilidad antes no conocida, y esta flexibilidad responde sin duda a una inquietud espiritual nueva e implica una reacción contra las normas tradicionales . La inquietud revolucionaria de Juan Ruíz no se ha de ceñir, por lo demás, a procedimientos externos . Tiene también una gran singularidad ideológica, que contrasta, desde luego, con la servidumbre intelectual de sus contemporáneos, sometidos totalmente a la ortodoxia religiosa . La audacia de Juan Ruiz al hablar del amor y la mujer : no tiene paralelo en su tiempo . El Arcipreste de Talavera, con posterioridad, escribirá ciñéndose aun a la tradición de menosprecio, vecina del anatema, que cruza la Edad Media en torno a la mujer. Pero nuestro poeta, aunque hace concesiones a las ideas de su época y habla en este sentido de "sus malas maestrías e su mucho mal saber"*, está muy lejos de condenarla radicalmente . Por el contrarío, adopta una posición de franca discrepancia con las ideas corrientes : Si Dios, cuando formó el home, entendiera Que era mala cosa la mujer, non la diera Al home por compañera, nin dél non la feciera ; Si para bien non fuera, tan noble non saliera .** En la opinión del Arcipreste, por tanto, la mujer se eleva considerablemente sobre el nivel de ser bajo y despreciable, origen de las desdichas del género humano, como instigadora del pecado original . Es, según su manera de pensar, la compañera del hombre, de quien fue formada y cuyas buenas cualidades conserva . Tal declaración, de tono polémico al parecer, implica, como se ve, una novedad inusitada para aquellos tiempos, y coloca a su autor en los: linderos del renacimiento . Por otra parte, la predilección de Juan Ruiz por los autores clásicos latinos de más acentuado paganismo, la influencia directa " Est. 469 . *' Est . 109. - 79 - o indirecta que ejerce sobre su espíritu la obra de Ovidio . nos mues tra otra fase interesante de su personalidad . Es necesario desprenderse de muchas ideas recibidas, reaccionar contra determinadas ¡niposiciones religiosas, para poder, siendo clérigo el Arcipreste, ideaidentificarse espiritualmente con un autor pagano, henchido de munda nidad y de licencia así en las ideas como en la expresión . La alegría del Arcipreste, su fino humorismo, la amable filosodispocón fía de la vida que se desprende de su libro, esa para entregarse a los placeres del amor y a los su constante goces de la exis tencia, se salen sin duda del marco austero de la Edad Media, y le colocan mas bien, entre las sensibilidades fronterizas del mundo re nacentista. MARCELINO MENENDEZ Y PELAYO (1856-1912) SEMBLANZA DE MENENDEZ Y PELAYO (1856 - 1912) El 3 de noviembre último acaba de cumplirse el primer centenario del nacimiento en Santander de don Marcelino Menéndez y Pelayo, personalidad de máximo relieve en las letras españolas . En todos los pueblos de habla hispana se siente con este motivo el deber de rendir homenaje a este insigne varón en quien estuvieron afortunadamente reunidas prendasicanptelsu dcomnes, de asegurarle el acatamiento general de maestro en las disciplinas históricas v literarias que absorbieron su fecunda existencia . Temperamento apasionado en su juventud, dueño de una briosa pluma que se ensayó desde temprano en durísimas batallas por su patria y por su fe, ha sido en ocasiones abanderado póstumo de sectarismos intransigentes, que mirados desde la trinchera contraria mas bien disminuyen que exaltan sus grandes cualidades ad.Plirenstocu piónmeostablque condición juvenil o el celo religioso forzosamente dejaron en la vast eitcandvplrqouó sMetinéydhozmubrPlas,páidgencormluístqjeaic interpretar histórica y estéticamente la marcha de las letras españ.olas rgdelosi Es, pues, de justísima razón que quienes nos preocupamos por los valores permanentes de la cultura hispánica recordemos con orgul o, en esta sazón de centenario, la personalida emine te del maes piqueta desbrozó senderos y abrió tro santanderino, cuya certera guían a cuantos, afasurcos de fecunda trayectoria que ilustran y seriamente en el conocimiento nosos de saber, quieran adentrarse cle la literatura española . AÑOS DE F0RMACION su nativa ciudad de Santander evidenció Menéndez y Pe layo,Endesde bien temprana edad. su extraordinaria vacación intelect.uParleocpbsmadre,uypticlarmen, csable propensión a la lectura, impropia de sus años . que el pequeño mos jar.Ytulegcsbon,dp móxtzeuasrcoinbjdvqles,at condilargsh concentraba sur afanes en la adquisición de libros, primer engendro de la que habría de ser, pasados leo años, una de las miss nutridas y valiosas bibliotecas particulares formadas en la península . En Santander, gracias a su maestro don Francisco Ganuza, ad quirió una magnífica preparación en la lengua latina, que le franqueó el acceso a los grandes escritores de ese idioma v con ello la posibilidad de compenetrarse Intimamente con aquella cultura . que nu trió su espíritu y disciplinó su estilo, ganándole definitivamente pa .proatelmcáusvfirdoalntesigücvdaá,queconstiyól . El trato continuo con los poetas latinos le convirtió en devoto admirador de los mismos, y no sólo se contentó con gustarlo en su idioma original sino que los tradujo decorosamente en lengua es .Cpoamñuls vezroslatin,quesganldomi alcanzado en el idioma de Horacio, su poeta predilecto, a quien consagró una oda en fidelísimo tributo de admiración . Ya en posesión del titulo de Bachiller, en 1871 marchó Menen .LdeaisotzpurPfnlvycBesaoUiprdmneBacloqu id s sobre otras de España fue determinad a por el interés de un catedrá acentmiplgod f,yaporescidnt prevención del padre del joven montañés contra las doctrinas racion.QuaelistqprognabeMdrilgunospfer determinación fue acertada lo demuestran las dificultades, originadas en esas previstas incompatibilidades i ideológicas, con que Menéndez Pelayo tropezó más tarde en Madrid' y sus propias declaraciones cuando . al hacer en ocasión memorable el elogio de Milá y Fonta nals, el gran maestro Catalán que tanto contribuyó a formarle inte lectuamn,detagrcidelosña benficosqu -- 82 - le proporcionó su paso por los claustros barceloneses . En ese discurso, que traduce el recuerdo emocionado de un discípulo que conservó vivos, a través de los años, la gratitud y el afecto a la Universidad de . Barcelona, Menéndez Pelayo declara con nobleza : "En esta escuela me eduqué primeramente, y aunque la vida deI hombre sea perpetua educación y otras muchas ir fluencias hayan podido telar con sus varios colores mi espíritu, que, a falta de otras condiciones, nunca ha dejado de ser indagador y curioso, mi primitivo fondo es el que debo a la antigua escuela de Barcelona y creo que sustancialmente no se lm modificado nunca . A cota escuela debí, en tiempos verda deramente críticos para la juventud española, el no ser ni krausista ni escolástico, cuando estos dos verbalismos, menos distantes de lo que parece sedivíanlcmpofisó,y convertían en gárrulos sofistas o en repetidores adocenados a los que, creían encontrar en una habilidosa construcción día (.mhl1"aué)ncotiyedsvr lacienyúltmarzóndeol De sus maestros barceloneses Menéndez Pelayo recuerda a dos ron especial devoción : don Francisco Javier Llorens y don Manuel Milá y Fontanals . La educación filosófica de Cataluña en aquellos tiempos debió al primero una de sus más firmes influencias, aun cuando, a la manera de Sócrates, no dejó obra escrita, sino grabada en las mentes jóvenes que recibieron su enseñanza . "Maestro del recto pensar y del recto vivir" le proclama con efusión sincera . El joven santanderino sólo alcanzó la benéfica influencia de Llorens durante el penúltimo año de su profesorado . En cambio, mantuvo un estrecho contacto con el gran maestro Milá y Fontanales, no sólo durante el período de los estudios sino posteriormente . flMuáieacrobnótdsimac ngulrísima,qe Pelayo. Tesmedida que crecía la figura intelectual de Menéndez y de sus timonio evidente de ello es el haberle constituido en heredero papeles literarios. El discípulo, por su parte, encontró en Milá, a poco de conocerle y escucharlo en la cátedra, el orientador seguro y comprensivo que su vasto afán de saber reclamada . `Recogí de sus labios -dice textualmente- la mejor parte de la doctrina literaria - 83 - que en mi vida de profesor y de critico he tenido ocasión de aplicar y de exponer (2) . El nombre de Milá era conocido fuera de España como el de un investigador serio y documentado, que cebando a un lado los devaneos retóricos y la erudiclón confusa, fundamen tan sus trabajos en un exigente análisis de las fuentes documentales, elevándose luego a interpretaciones a tono con los requisitos del método histórico, que implantó el primero en España y gracias al cual obtuvo cop su obra De la poesía heroico-popular castellana, impresa . en 1874 un triunfo resonante en los círculos científicos de Europa Acerca de la manera como el maestro catalán actuaba en la cátedra nos ha dejado el propio Menéndez y Pelayo In siguiente es tampa, que extraigo del memorable discurso con que le rindió pú: bilochmenaj "Su dicción era pausada, lenta, premiosa, monótona el ademán y el gesto, algo opaca la voz y canto velada . Había conseguido a fuerza de estudio dominar su acento nadir° Y limar las asperezas del lenguaje, y hablaba con, tan rara co r.oPecniósqvuíahbérlnpiodgúcestamrodl,nqiuecayór en artificios indignos de la severa exposición doctrinal . No ha blaba al sentimiento sino a la razón, y era tan sobrio y reos'' mico de palabras hablando como escribiendo . Amplificaba lo menos posible, pero fijaba con mucha insistencia las pun tos culminantes pura que sirviesen como tema de meditación a sus alumnos y fuesen despertando en ellos el hábito de pensar, al cual solían ser ajenos por su educación primera . . . Aclarbleciónoprtusejmloq íaevrscito tos, no fiándose ni aúna en esto de su felicísima y bien arde • nada memoria . Receloso contra las vaguedades de la e stética pura, presentaba siempre el hecho artístico al lado de la leo . teoria, y hacía frecuentes aplicaciones a las diversas artes, con . lo cual agrandaba de un modo insensible el horizonte finto" intelectual de sus discípulos ... En la clase de Milá no se hablaba más que de arte y de literatura, pero se respiraba una atmósfera de pureza ideal, y Se sentía uno mejor después de oir aquellas platicas, tan doctas y serenas, en que se reflejaban la conciencia fiel varón justo cuyos labios jamás se mancharon con la hipocresía sin ni con la mentira" . (3) Tal fue el hombre que mayor influjo ejerció sobre la formación intelectual de Menéndez Pelayo . Todo lo contrario por cierto de las figuras retoricistas, de gran frondosidad exterior, que todavía se agitaban en el escenario, como rezagadas del tablado romántico . El contacto eficacísimo de Milá sirvió para que se templase un tan to en el joven de Santander el impetuoso tumulto de la pasión, que sobre todo cuando la espolean el celo religioso y patriótico, brotará con fuerza de su pluma ; sirvió para disciplinarle en la búsqueda erudita, haciéndole huir del fárrago inútil, incoherente e inexpresivo ; le enseñó el camino cauteloso pero seguro del método científico, que preserva de falsas generalizaciones y de extravíos imaginativos ; le introdujo con pase firme en el ámbito de la poesía popular, enseñándole a interpretarla y a percibir sus valores ; le comunicó, en fin, el gusto por la belleza serena, que el joven literato había bebido ya con avidez en las fuentes clásicas, guiándole hábilmente por las sendas en donde se hermanan en todo tiempo los productos genuinos del arte . En 1873 se trasladó Meléndez Pelayo a Madrid para proseguir sus estudios universitarios . Mas acá no lo esperaba la plácida ni hospitalaria acogida que obtuvo en Catuluña, sino una grave con trariedad determinada por el predominio que en la cátedra de Meta física ejercían las ideas krausistas, incompatibles del todo con la men talidad del discípulo de Milá, forjada en el culto de ideales estéticos y afanosa de la claridad expositiva a que le tenían acostumbrado los autores clásicos . La repugnancia experimentada por Menéndez Pelayo ante aquellas extrañas elucubraciones le acompañó toda la vida y a ella debe asociarse el notorio despego que. manifestó bien pronto hacia la cultura germánica, achacándole una impenetrable nebulosidad, repulsiva para el espíritu de claridad mediterránea . En el tono tercero de la Historia de los heterodoxos españoles, publicado en 1882, arremetió fieramente contra los krausistas, apos trofándoles en los siguientes términos : "Es una mala verguenza para España que cuando ya todo el mundo culto, sin distinción de impíos y creyentes, se mofa . ha con homérica risa de tales visiones, dignas de la cueva de Montesinos, uña horda de sectarios fanáticos, a quienes sólo daba fuerza el barbarismo (en parte calculado, en parte espora . - 85 - dmeuisrpanot,lácg)jheynioósltgruad,cefminolysdrtvaíigbe nuestras cátedras una tiniebla más espesa que la de los campos Cimmerios . Bien puede decirse de los krausistas lo que de los averroístas dijo Luis Vives : "Llenó Dios el inundo de luz y de flores y de hermosura, y estos bárbaros le han llenado de cruces y de potros, para descoyuntar el entendimiento huma P,.no"rquelskaithnsdouíqenascl, han sido una logia, una sociedad de socorros mutuos . una ti" suma, te bu, un círculo de alumbrados, nebroso y repugnante a toda alma una fratría,...algo, independiente y en aborre •.(c9e)dora tmpnjos" Como resultado de su enemiga contra el krausisnro M enéndez Pelayo abandonó la Universidad Central para terminar en la de Valdoi, lucidamente, la Licenciatura en Filosofía Y Letras. En esta ciudad inició una fraternal amistad con don Gumersindo Laverde, en quien halló el joven santanderino un consejero bondadoso y Pródigo en sugestiones, una vez que Laverde se dió cuenta cabal de los ritos intelectuales sobresalientes que l o distinguían, di' su formidable capacidad de trabajo y de sus admirables dotes .lc escrito . Las relaciones intelectuale s entre uno v otro están abundantemente docu mentadas en la correspondencia que mantuvieron desde octubre de 1874, hasta fines de 1890, cuando ocurrió l a muerte de Laverde. R ecordándole con piadosa emoción en 1911, decía Menéndez Pelayo "Varón de dulce memoria y modesta fama, recto en el pensar, elegante en el decir, alma suave y cándida, llena de virtud y de patriotismo, purificada en el yunque del dolor hasta llegar a la perfección ascética . , , escribió poco, pero muy selecto, y su nombre va unido a todos los conatos de la historia de la ciencia española, , muy especialmente a los míos, que acaso sill su estímulo y dirección no se hubiesen realizado" . El maestro montañés reconoce con singular lealtad, como puede en aquella obra verse, hasta qué punto Laverde ejerció influencia la uya de juventud que se llamó s La Ciencia española : A través de correspondencia sostenida entre ambos se advierte, en efecto, que La' verde le sugiere programas de trabajo de largo alcance, confiando - 86 - en. la extraordinaria capacidad de su joven amigo, en quien columbraba un providencial realizador de proyectos intelectuales a los cuales no podrían dar cima sus propias y menguadas fuerzas . De la estrecha relación intelectual con Laverde surgen trabajos fundamentales como la Biblioteca de traductores españoles, los Estudias sobre escritores montañeses, la Historia de los heterodoxas españoles y la Historia de las ideas estéticas, a los cuales Menéndez Pelayo consagró una gran parte de sus prodigiosas energías de investigador . Muestra de esa bondadosa tutoría intelectual es, para citar un caso, la carta que Laverde le dirigió el 7 de abril de 1876, a la cual pertenecen los siguientes extractos : "En una serie de artículos que Gumersindo de Azcárate está publicando con el título de El Self :hqMlGauo"ínvSergdúmctsi,yp árafo ejemplo, el Estado ampare o niegue la libertad de la Ciencia, así la energía de un pueblo mostrará más o menos su peculiar ge nialidad en este orden y podrá hasta darse el caso de que se ahogue por completo su actividad, como ha sucedido en España durante tres siglos" . Estos tres siglos ya se sube que para el señor Azcárate son el siglo, XVI, el XVII y el XVIII . No puede uno leer con calma afirmaciones tan desprovistas de fundamento, que contribuyen a generalizar erróneas creencias respecto a nuestro pasado científico . . . El asunto, como usted ve, es de importancia y de honra nacional, y, ya que yo no puedo, desearía que usted empuñase la pluma y refutase, con la extensión conveniente, en forma de artículo c de carta, el aserto infundado del buen Azcárate (y que no es una opinión suya tan solo), que se conoce estar más versado en la lectura de libros extranjeros que en la de españoles . . . Usted puede como nadie escribir dicho artículo ; mándemelo y yo cuidaré de publicarle donde más convenga . Tiene esto tanto mayor interés, cuanto quo el ataque ya indirectamente contra el catolicismo' . Menéndez Pelayo acogió con el mayor interés la sugestión del amigo y se dio a la tarea de componer el escrito solicitado, que vino a ser el primero de les que forman La Ciencia Española. Laverde se mostró entusiasmado con el mismo, considerándolo una refutación contundente del aserto de Azcárate, y lo remitió, con algunas .- 8 7 ligeras modificaciones, a la Revista Europeas parquefsblicado . Este trabajo de Menéndez y Pelayo, al cual siguieron otros como continuación, atrajo en seguida la atención del público pensante de España en torno al fogosa defensor de los valores científicos de la península, y se inicia desde entonces su brillante carrera de escritor público, entre los fragores de una enconada polémica . Hacia 1875 había terminado Menéndez Pelayo en Madrid sus estudios del doctorado, que remató con una tesis sobre La Novela entre los latinos, calificada por sus jueces con la nota de sobresa .lient Obtuvo, además, en reñido concurso, el premio extraordinario del doctorado ; todo lo cual, unido a la fama creciente que sus triunfos como escritor le tenían ya conquistada, llenó de orgullo a sus paisanos de Santander, quienes se dispusieron con la mayor espontaneidad a propiciar el desenvolvimiento intelectual del distinguido conterráneo, ofreciéndole la oportunidad de ampliar estudios en diferentes capitales de Europa . El Ayuntamiento de Santander, con tal fin, acordó otorgarle una subvención e invitó, a su vez, a la Diputación provincial para que hiciese otro tanto . Con tales subsidios, que Menéndez Pelayo agradeció en un sentido oficio dirigido al Ayuntamiento de su ciudad natal, se dispuso a emprender viaje, guiado, afirmaba, por dos objetivos fundamentales : dirigido al uno a extender el radio de sus investigaciones, mediante el conocimiento de las literaturas extranjeras, cuyo estudio estaba sobre manera descuidado en España ; centrado el otro en la posibilidad de consultar directamente en las bibliotecas europeas libros españoles rarísimos, de los cuales no había ejemplares en la península, impresos en ciudades de Italia, de los Países Bajos y de Alemania durante la época renacentista . Pensaba de tal suerte acrecentar los materiales indispensables para su comenzada Historia de los Heterodoxos españoles, mediante detenidas pesquisas en los fondos bibliográficos de Inglaterra, Bélgica y Alemania, donde había ejemplares de libros comprados por exilados españoles en los siglos XVI, XVII y XVIII . En el oficio de gracias dirigido a la Diputación Provincial habla además de su proyectada Bibliografía de traductores españoles de la antigüedad, que habría de enriquecerse con las indagaciones logradas en bibliotecas extranjeras, . Con la ayuda de la Diputación Provincial podría detenerse ahora con más espacio en Francia, Italia y Austria, para ensanchar el área de sus investiga- 88 - investigaciones . Promete aún, en gesto de agradecimiento, dedicar parte de sus actividades a la historia de las letras montañesas . La excursión intelectual de Menéndez Pelayo por las naciones cultas de Europa, gracias a la munificencia de sus comprensivos paisanos nos, resultó, corno era de esperarse, de incalculables beneficios para aquella mente abierta con avidez a los estímulos Culturales . Su erudiccion, ya muy vasta, se acrecentó considerablemente con las exploraciones directas que consiguió realizar en las bibliotecas y archivos europeos de mayor importancia. Se agrandaron también los horizontes de su saber histórico, y afinó, mediante el contacto con culturas extrañas, su capacidad de comprensión hacia las mismos, reduciendo así las estridencias iniciales de su españolismo exclusivista. Desde entonces sus obras, concebidas al principio como empeños de circuito doméstico, cobrarán lineamientos y proyecciones de amplitud insospechada, como ocurre singularmente con la Historia de las ideas estéticas y los Orígenes de la novela, que no se circunscriben, ni con mucho, al marco de la península, sino que son extensísimas calas en ámbitos culturales de muy amplio volumen . El Menéndez Pelayo historiador de las letras será, de tal suerte, un vigoroso escudriñador del pasado, capaz de abarcar, con mirada de soberano empuje, las raíces próximas o lejanas que nutren, como obedientes a una empresa común, la historia literaria del viejo continente. Aquel generoso gesto de los santanderinos dejó en el alma sen sible de Menéndez Pelayo una imperecedera deuda de gratitud . Conocedor como nadie de los extraordinarios beneficios que el viaje a través de la Europa culta hubo de proporcionarle, se sintió cada vez más ligado a su tierra por vínculos de amor y de profundo agradecimiento . Y cuando ya su biblioteca particular había crecido hasta el punto de convertirse en una de las más valiosas de propiedad privada existentes en España, decidió legarla, por acto testamentario, a su amada ciudad de Santander, donde actualmente recibe la visita diaria de sus paisanos y la de cuantos estudiosos se acercan a la costa cantábrica en busca de las copiosas fuentes de saber atesoradas por el maestro montañés . Y no sólo con el legado de su biblioteca quiso exteriorizar la noble espontaneidad de su reconocimiento a los santanderinos sino que hubo de exaltar públicamente la trascendencia de la ayuda reci bida, vinculándola a los mejores logros de su carrera . En discurso - 89 - dirigido a la nueva generación hace este sentido recuerdo de bondades pretéritas : "Yo sería ingrato, ciertamente, si no declarase en tan solemne ocasión como ésta que, gracias al generoso arranque (quizá olvidado ya en Santander) de los que os precedieron en el regimiento de la villa y en la administración de la provincia, pude llegar a sor un modesto, pero asiduo, trabajador de la cien cia literaria, importar a España algunas novedades útiles y educarme en la gimnasia del método histórico-crítico, en que tanto comienzan a aventajarme mis discípulos ; entender con más alto sentido lo español, y acrisolar el amor a la patria en el contraste con lenguas y literaturas extrañas" . LOS COMPONENTES DE LA PERSONALIDAD daproicasprunadrsenoydesmbarzdo .Unambiet Menéndez Pelayo emerge a la vida pública en circunstancias na político turbulento, escindido entre quienes, como Castelar, que fue, su profesor en la Universidad de Madrid, defendían abiertamente las ideas liberales junto con el sistema republicano de gobierno, 1' los que se aferraban tozudamente a la institución monárquica, considerándol a hondamente, arraigada en la vida española . Es de advertir, además, que en el fondo do esa pugna política había también, por lo menos en señalados casos, urca fuerte disidencia ideológica, que abanderaba (lo un lado a los librepensadores y adversarios del catolicismo, y arremolinaba en otro bando a fervientes defensores de la le católica, para quienes la acción contraria envolvía una especie de traición contra fundamentos esenciales del ser histórico de España . Menéndez Pelayo habrá de tomar partido en defensa de la tradición cristiana de su patria . Pero su posición no es de entrega inc ondicalutoicsmdenraigcs lvabe,comh querido verse en distintas ocasiones . Debe recordarse que desde temprana edad forja su espíritu en la lectura deleitosa (le los clási cos latinos y griegos, que le enseñaron el amor a la verdad y a la li bre expresión del pensamiento ; que le acostumbraron a no encajarse en fórmulas de cerrado sectarismo ; que le abrieron los ojos hacia mundos de belleza ideal no sometidos a ninguna clase de limitaciones dogmáticas . - 90 - En el Prólogo a los Poetas bucólicos griegos, de don Ignacio Montes de Oca, obra publicada en 1880, el crítico santanderino dice con entera convicción : "¿Y quien negará las grandezas morales e inintelectuales de griegos y latinos? Cuanto pueden alcanzar por sus fuerzas el entendimiento y la voluntad humana, otro tanto alcanzaron ellos" . Palabras que evidencian la hondísima huella que en la men te del gran escritor había dejado el trato asiduo con los autores de la antiguedad clásica . Admirador ferviente de Platón y de Aristóte les, dirá sin reticencias que la verdad total está en la deseada armonía de ambos filósofos (5), pensando acaso que el vuelo poético del uno debía hermanarse con la seguridad metódica del otro . Lector apasionado del poeta latino Horacio, consideraba que la forma lírica más perfecta es la oda horaciana ; y tenía a Fray Luis de León por la más alta cima de la poesía española del siglo de oro, reconociendo que consiguió como ninguno otro impregnarse de las esencias líricas atesoradas en las obras del vate venusino y adueñarse además de los recursos técnicos de aquél hasta tal punto que no vaciló en llamarle el Horacio cristiano . La oda horaciana, sostenía, no consiste en la imitación pura de Horacio en pensamien tos, frases, etc., sino que "tiene por caracteres propios sobriedad de pensamiento, ligereza rítmica, ausencia de postizos adornos, grande esmero de ejecución . ., y generalmente es muy breve . Cumplidas estas y las demás condiciones externas del estilo de Horacio .) la composición (acertdous lepítos,raniceápds,tc será horaciana, aunque exprese pensamientos españoles y cristianos, y hasta místicos" (6), En la poesía de los clásicos, en la de Horacio particularmente, forjó Menéndez Pelayo, como puede verse, su concepción estética del verso . Nunca encontró, a pesar de su andar interminable por las praderas líricas de copiosas literaturas, nada superior a las exquisitas cadencias que desde niño aprendió a gustar en las odas de Horacio, refiriéndose al cual dijo, en un arranque de suprema exaltación : La belleza eres tú ; tú la encarnaste . Y en otra ocasión, reiterando una vez más su estrecha compenetración con los valores estéticos de la cultura clásica, no superados en su concepto por los de ninguna otra, declaró enfáticamente, desechando los reparos de algunos autores españoles acerca de ciertos pecados contra fa moral que se advierten en escritores griegos y latinos : En arte soy pagano hasta los huesos. Otro ingrediente de poderosa raigambre en la personalidad intelectual de Menéndez Pelayo en su pasión por la historia . Al lle gar en 1871 a la Universidad de Barcelona tuvo la singular fortuna de encontrar en Milá y Fontanals un maestro de riguroso saber, que le inició en la historia literaria, dándole a conocer sus magnificos . En hael llazgos en fa investigación de la tradición épica castellana elogio de Milá al cual me he referido antes Menéndez Pelayo afirma que a la escuela de Barcelona debió, en tiempos sobremanera crítios para la juventud española, el no desviarse hacía ninguno de los dos sectarismos que, excluyéndose fieramente uno a otro, se repartían las preferencias de los jóvenes . Escuchando la palabra pausada y sesegura de Milá, el joven montañés percibió cómo un modo de pensar histórico, encauzado metódicamente, que rehuye fa improvisación y se abroquela contra el apasionamiento, puede conducir a resultados del más alto valor . Reprochaba, contrariamente, al Padre Fonseca, en un escrito de juventud, su carencia de sentido histórico, por encastillarse en un dogmatismo cerrado ; pues la historia, sostenía, no tiene autoridad ni valor cuando sirve de arma para defender una tesis apologética (7) . "Quien posea el verdadero sentido histórico -declara textualmente -podrá entusiasmarse con sistemas distintos del suyo, y no los traerá para acomodarlos a sus ideas, sino que los pondrá en el medio en que se desarrollaron, y comprenderá su razón de ser en el mundo" (8) . Hay, sin embargo, en el Menéndez Pelayo joven, en el ardoroso polemista de La Ciencia Española y de Los Heterodoxos, materiales sobrados para contradecir su propio pensamiento sobre la imparcialidad del historiador, enunciado con tanta convicción en sus reproches al Padre Fonseca . Se deja arrastrar en las obras citadas por la impetuosidad del combatiente, que triunfa visiblemente sobre los dictados de la reflexión serena . Pero es necesario contar también con este elemento de índole pasional para una comprensión adecuada de la personalidad del escritor santanderino, pues una buena parte de su obra, la comprendida entre 1876 y 1882, que corresponde al período polémico de su vida literaria, ofrece un evidente predominio de ingredientes emotivos determinados por causas de orden religioso y patriótico que se compadecen muy poco con las exigencias de una ajustada exposición doctrinal. He indicado ya que una firme sedimentación clásica, en la que sobrenadan, como frutos de suprema excelencia, el amor a la verdad y el culto a la belleza, constituye la savia primordial que nutre con su vigoroso impulso la vida intelectual de don Marcelino . Por otra parte, una decidida vocación histórica facilita grandemente sus búsquedas en el caudal inagotable de la cultura antigua, y le orienta también para adentrarse, como en casa propia, en el pasado cultural de España . Este será, por cierto, el área donde se espaciará definitivamente su prodigiosa actividad de investigador, aunque, según dejo expuesto, abarcando un amplísimo campo de relaciones con otros orbes culturales . Las preferencias de Menéndez Pelayo se concentrarán, ahora bien, en el Renacimiento español, porque en esta época se hermanan magníficamente, según su modo de pensar, el espíritu clásico, fecundado por el cristianismo, y el genio nacional de España, que fue entonces un recio valladar contra el germanismo . En un arranque de apasionamiento juvenil se ensaña, en efecto, contra el influjo germánico, considerándolo nocivo para los pueblos mediterráneos . El sobrenombre de "bárbaros" con que se designa en la historia europea a los invasores que destruyeron con sus feroces acometidas los cimientos del Imperio romano, continuaba siendo, para aquel fogoso defensor de la fe católica, una calificación de vigencia permanente, y no dudaba por ello en juzgar la Reforma como un nuevo brote de barbarie nórdica que vino a turbar profundamente la existencia de las naciones europeas de origen latino. `La propagación rápida del protestantismo -afirma en los Heterodoxos -ha de atribuirse, entre otras causas, al odio inveterado de los pueblos del Norte contra Italia, a esa antipatía de razas, que explica gran parte de la historia de Europa desde la invasión de los bárbaros hasta las luchas del Sacerdocio y el Imperio, o cuestión de las Investiduras, y desde ésta a la Reforma . En los germanos corre siempre la sangre de Arminio, -93- el que destruyó las legiones de Varo . Hay en ella una tendencia a la división, que ha tropezado siempre con la unidad romana y con la unidad católica" (9) . Si bien con el avance de los años y mediante un serio esfuerzo en el sentido de estudiar y comprender mejor la cultura germánica, Menéndez Pelayo mitigó un tanto la acritud de sus juicios de mocedad contra élla, debe aceptarse que no modificó radicalmente su posición, acaso porque no pudo vencer los prejuicios formados desde mozo al calor de su intemperancia religiosa . En su Brindis del Retiro, pronunciado en 1881, con motivo del banquete ofrecido en aquel recodo madrileño a los profesores extranjeros que asistían a los actos conmemorativos del centenario de Calderón, Menéndez Pelayo hizo declaraciones que suscitaron acalorados comentarios entre los concurrentes y luego en la prensa, por la vehemencia de las ideas expresadas ante un público forastero, que debió sentirse violentamente sacudido ante la inesperada agresividad del orador . Esas declaraciones tienen, sin embargo, el singular valor de una confesión palmaria, sin reticencias ni estudiados eufemismos, de cuanto pensaba y sentía el gran autor montañés sobre cuestiones esenciales referentes al significado de la cultura hispánica, y por ello me permito transcribirlas parcialmente en esta hora de recordación, creyendo que ilustran de modo inequívoco su intimidad espiritual. "Brindo -dijo- por lo que nadie ha brindado hasta ahora : por las grandes ideas que fueron alma e inspiración de los poemas calderoniamos. En primer lugar, por la fe católica, apostólica, romana, que en siete siglos de lucha nos hizo re conquistarelpou,qenlosabrdeRncimto abrió a los castellanos las vírgenes selvas de América y a los portugueses los fabulosos santuarios de la india . Por la fe católica, que es el sustantivo, la esencia y lo más grande y lo más hermoso de nuestra teología, de nuestra filosofía, de muestra literatura y de nuestro arte . Brindo por la nación española, amazona de la raza latina, de la cual fue escudo y valladar firmísimo contra la barbarie - 96 - germánica y el espíritu de disgregación y de herejía que separó de nosotros las razas septentrionales . En suma, brindo por todas las ideas, por todos los senti mientos que Calderón ha traído al arte ; sentimientos e ideas que son los nuestros, que aceptamos por propios, con los cuales nos enorgullecemos y vanagloriamos nosotros, los que sentimos y pensamos como él, los únicos que con razón y con justicia y derecho podemos enaltecer su memoria, la memoria del poeta español y católico por excelencia ; del poeta de todas las intolerancias e intransigencias católicas ; del poeta teólogo, del poeta inquisitorial . . ." (10) . Los párrafos transcritos parecen dar la razón a quienes, buscando afanosamente un abanderado de prestigio para intransigencias sectarias, miran en el gran escritor una especie de máximo pontífice ideológico con el cual se sienten fuertemente abroquelados para la . lucha . Cuando se deja llevar por impulsos instintivos, que brotan do su temperamento apasionado, sobre todo en la etapa combativa de su vida, Menéndez Pelayo extrema, es verdad, la violencia de la expresión verbal, incurriendo en pecados de grave intolerancia . En 1881 era todavia un mozo de veinticinco años, si bien con la aureola que sus trabajos de sabio en edad temprana le habían ganado en el consenso público . Con la circunstancia excepcional, en su favor de haber obtenido muy joven, tras reñidísimas oposicio nes, la cátedra del doctorado en la Universidad de Madrid, y de ocupar en la Academia Española uno dedos sillones reservados por la tradición a varones encanecidos en laboriosas faenas literarias. Las declaraciones del Brindis tienen en algunos aspectos, cuando se vuelca contra la barbarie germánica o exalta la intransigencia religiosa y hasta la política inquisitorial, una insólita virulencia . Pero en lo fundamental representan el credo religioso y patriótico de Menéndez Pelayo, que nunca ocultó su fervoroso catolicismo ni el . entrañable apego a la misión secular cle su raza . Amazona de la raza latina llamó a España, y este pensamiento, aun cuando el propio autor se encarga de explayarlo en el pasaje citado, en cuanto concierne a la resistencia española contra el - 95 - germanismo luterano, requiere algunas otras precisiones que pongan de relieve el valor fundamental que Menéndez Pelayo otorgaba a la raza en el desenvolvimiento de un pueblo . Impregnado de las ideas predominantes en el siglo XIX, que postulan la capacidad intrínseca de cada nación para forjar su pro pia historia, el escritor santanderino hace recaer ese modo de ser espcífico,peculiardeloshombresquecompne una nació,el virtualidad creadora de la raza . Lo que suele llamarse el genio nacio enxoaplrsivtc,enuoptqelamodi de los ingredientes raciales . Hay, sostiene, un vínculo más o menos íntimo entre los pensadores de un mismo pueblo y ninguno carece, por ello, de una filosofía nacional más o menos influyente o desarrollada (11) . La idea del lenguaje como signo distintivo fundamental de 101 hombres que integran una nación, formulada a su vez por pensa dores alemanes de comienzos del siglo XIX, debió llegar también a Menéndez Pelayo, en natural asociación con las ya mencionadas. En el programa redactado en 1878 para las oposiciones a la Cátedra del doctorado en la Universidad de Madrid, declara que no desconoce ni niega en modo alguno la importancia de la lengua como prenda de nacionalidad y signo de raza . Mas afirma que "ni lo sustancial ni lo formal lo da la lengua, sino el estilo ." Considera que la lengua es el instrumento mediante el cual se manifiesta el estilo propio de una raza, es el vehículo expresivo del genio nacional, cuya existencia es supuesto previo de toda manifestación lingüística (12) . La raza, la casta y por tanto "lo castizo" tienen para nuestro autor un valor especialísimo, como fundamento primordial y último de toda acción histórica. Por ello, al calificar a España de "amazona de la raza latina", está significando que su razón de ser étnica es la raíz sustantiva de su comportamiento en la historia . A la abrumadora tarea .de investigar cuál fuese el contenido básico de ese comportamiento consagró Menéndez Pelayo sus mejores esfuerzos . Desengañado de la España en que le tocó vivir y pensando que las acciones de sus contemporáneos se encaminaban, renegando de las tradiciones nativas, a socavar los cimientos de la cultura patria, quiso honradamente demostrar que sí había un pasado - 96 - .del cual los españoles pudieran sentirse orgullosos . Una mirada de certera penetración histórica le hizo ver que el Renacimiento hispánico, donde se enlazaron armoniosament e la herencia greco-latina y el sedimento religioso cristiano, haciendo de la península un baluarte de la fe, emporio de intensa cultura y atalaya de empresas descubridoras, había sido el momento histórico que concentró con mayor vigor y lucimiento las energías creadoras de los españoles . Nostálgico de esos tiempos gloriosos, buscaba en ellos refugio donde mitigar la insatisfacción que le producía la esterilidad intelectual de su época, importadora de novedades forasteras y desdeñosa de los propios valores . El remedio para los males de España residía, por el contrario, en volver con afanes de conocimiento sincero a las viejas fuentes donde los mayores encontraron impulso e inspiración para lanzarse a grandes empresas . Durante toda su vida le amargó duramente el despego de sus compatriotas hacia esa España pretérita donde él, en cambio, había hallado los mayores halagos para su celo patriótico . En el homenaje que se le tributó en octubre de 1910, cuando fue elegido Director de la Academia de la Historia, se declaró a sí mismo obrero firme y constante de la historia intelectual de la península, y ampliando conceptualmente esta idea añadió : "Lo que honráis en mi no es mi persona, no es mi labor, cuya endeblez reconozco, sino el pensamiento capital que la informa, y que desde las indecisiones y tanteos de la mocedad me ha ido llevando a una comprensión cada vez menos incompleta del genio nacional y de los inmortales destinos de España ." (13) NOTAS ; (1) Menéndez y Pelayo, Estudios y discursos de crítica histórica y literaria . Tomo X, pág. gas,134, Edic . di rigida por Miguel Arti Santander, 1942 . (4) Op, cit. pág . 136 . Op, cit. pág . 155 . Heterodoxos, III, págs . 731-732. (5) La Ciencia Española, I, pág . 294 . (2) (3) " " " " " - 97 - (6) (7) (8) (9) Vid. Menéndez y Pelayo, Orígenes de la novela, Torno IV, Nue va Biblioteca de Autores Españoles . Introducción do Adolfo Bonilla y San Martín pág . 68 . . Laín Entralgo, Menéndez y Pelayo, Edit, juventud, 1945, Cfr p . 117. Menéndez y Pelayo, Ciencia, 11, 185 . " " " Hotorodoxos, IV, 16 . (10) Vid . Miguel Artigas, Menéndez y Pelayo, Santander, 1027, pág . 172, (11) Menéndez y Pelayo, Ciencia, I, 290-291, Ver sobre esto Laín Estralgo, Menéndez Pelayo, 171-174 . (12) (13) Cfr, Lain Entralgo, Op. cit . 175-176. Cfr . Menéndez Pelayo, Orígenes de la novela IV, Introducción de Adolfo Bonilla, pág . 57. ESTUDIO SOBRE LA VOLUNTAD, OBRA AUTOBIOGRÁFICA DE AZORIN I LOS PERSONAJES Azorín constituye la figura central del libro, si bien se encuen tra supeditado, en la primera parte, a la personalidad de su maestro . La primera etapa de la vida de Azorín transcurre en el apartamien to de un pueblo, donde recibe las enseñanzas de un viejo desengañado que ejercerá funesta influencia en su formación espiritual . De natural ensimismado y taciturno, pocos esfuerzos serán necesarios para apartarle de toda ilusión mundana . Una tristeza honda va formando el sedimento fundamental de su vida interior, y esta tristeza, que le impide ver con algún entusiasmo las promesas de la existencia, le llevará a un renunciamiento anticipado, a una actitud pesimista que no es producto de experiencias amargas sino el resultado de una educación tendenciosa proyectada sobre un alma impresionable . Muerto su maestro y lanzado a la vida madrileña, en busca de la gloria literaria, única verdadera aspiración acariciada en su mocedad, ya que el amor no ha sido algo esencial sino episódico, dada su incapacidad temperamental para sobreponerse a las dificultades que el tutor de Justina opuso a su matrimonio, pronto habrá de sufrir también una gran desilusión por lo tocante a sus ilusiones literarias . Las pequeñeces, las debilidades humanas no están excluidas del inundo intelectual ; le socavan profundamente, a tal punto que no hay en Madrid un literato de corazón ancho . Le consume un hastío indefinible . Todos sus ardimientos pa sados le han ido abandonando, de tal [nodo que ahora se encuentra -.- 9 9 - ante el triste espectáculo de la disgregación de su voluntad, perdida la fe idealista de sus primeros tiempos . Al final de la segunda parte tiene ya por seguro su fracaso irremediable . Todos los estímulos que impulsan la vida de los demás hombres están alejados de la suya ; de manera que, en este momento, es el hombre desorientado y abúlico, propenso a dejarse arrastrar por cualquier viento . La tercera parte de la obra nos lo presentará, en efecto, en plena dispersión vital, haciendo una vida errabunda de pueblo en pueblo, sin encontrar en ninguno el sosiego necesario a su espíritu . Ni siquiera los libros, que antes lo apasionaban, sirven de bálsamo que mitigue sus inquietudes . La vida literaria se le ha hecho insoportable y la detesta . Ha llegado a despreciarse a sí mismo profunda mente, considerándose un pobre hombre, un ser inapto para continuar soportando la carga del vivir . a x r Justina e Iluminada, las dos mujeres que se cruzan con pers pectivas matrimoniales en la vida de Azorin, ofrecen un contraste violento entre sí : la primera es la voluntad sometida y la segunda, la voluntad dominadora . Justina, incapaz de sustraerse a los deseos de su tutor, sacrifica sus ilusiones amorosas para consagrarse a la vida religiosa . Su psi cología tiene evidentes coincidencias con la de Azorín, en cuanto ambos están sometidos al yugo de sus respectivos maestros y ahogan todo impulso individual, toda tendencia reveladora de su propia per sonalidad . Así, ninguno de los dos hace nada para oponerse a la ruptura de sus relaciones, impuesta por el celo religioso del tío de Justina, que, trueca su posible felicidad terrena en una especie de suplicio en el cual ella encontrará la muerte . Iluminada, en cambio, es una mujer dueña de sí misma, rebelde a toda imposición . Cuando su maestro muere, Azorín, el hombre incompleto, siente la necesidad de unirse a esa fuerza libre de la na turaleza, "enhiesta, fuerte, imperativa, sana", para que le ayude a vivir . Como piensa que en ella todo es exuberancia, le halaga la idea de cobijarse en su feminidad desbordante, como niño que necesita de la tutela maternal . - 1 00 -. fl LAS IDEAS EN LA VOLUNTAD Desde luego, al autor le preocupan las amarguras que afligen a España . Se desprende del libro algo así como una nostalgia de la tradición que perece. Azorín, que lleva incrustada el alma de la provincia y más que de la provincia, del pueblo humilde y apartado, siente una gran repugnancia por el avance del internacionalismo, mediante el cual desaparecen las fisonomías nacionales para format una gran masa humana, uniforme y monótona . La vieja España, la legendaria y heroica, hoy que buscarla en los modestos labradores, cuya vida de resignación, ungida de hondo sentimiento cristiano, constituye el patrimonio del pasado . Sus ideas al respecto no tienen, sin embargo, consistencia, Más adelante le veremos clamar contra el ritmo insoportable de la vida del pueblo, llena de vulgaridad y monotonía . Todo se repita diariamente, del mismo modo, y acaba por sumirle en el fastidio . Reconoce la necesidad de cambiar la estructura actual ,de Es paña y habla de regeneración. Esta palabra se oye en labios de todos, se impone con suprema urgencia para acabar con una serie de vicios nacidos del industrialismo, que ha convertido en fuentes de aprovechamiento personal las actividades más desinteresadas . Ya no existe el romanticismo de los viejos tiempos, hoy nada se expli ca sino a base de dinero . La regeneración, por eso mismo, no pasa de un deseo platónico . Un gran escepticismo se encuentra por debajo de las apariencias regeneradoras ; los que disfrutan del orden establecido acogen la palabra con entusiasmo hipócrita, porque en el fondo sólo desean que continúen las cosas cono están, a fin de aprovecharse personalmen te . Con lo cual la idea de regenerar a España no pasa de ser una hermosa quimera . M k k En punto a literatura, Azorín declara que su época se diferencia notablemente del pasado literario español . El ritmo acelerado de Ia vida impone ahora un ritmo acelerado en el arte de escribir . La tendencia mecanicista, característica de lo moderno, determina la - 10L -- producción rápida de ta novela o el estudio crítico, supeditando el arte a la celeridad, Señala la emoción del paisaje como una conquista moderna ¿el arte literario y le concede tanta importancia que en su concepto es ,e1 grado más alto a que puede llegar un escritor . Otro carácter esencial de la estética nueva es la enemiga contra . Censura una y otra tanto en el diá la coherencia y la corrección .loEgstacúmien,hvldsrunaimged la vida, ha de captarla con la diversidad y le incoherencia propias de la vida, que no obedece a un plan ni puede aceptarse literariamen te sino en fragmentos, sensaciones separadas y hasta contradictorias, La vida es eso, una contradicción . Con semejantes ideas Azorín no puede en rigor lógico, acercar se devotamente a los clásicos.Habrá de pronunciar juicios implacables contra la dramaturgia artificiosa del siglo de oro, estimando que no hay en ninguna literatura un ejemplo de teatro más enfático e Insoportable . Sólo en los primitivos, el Arcipreste de Hita, el Romancero, la Celestina, encuentra algo espontáneo, jovial, plástico, íntimo . El ar te de estas obras y autores no es aparatoso, no suena a declamación, no hiere con el.C artifco onstituye, por esto razón, su arte predilecto dentro de la literatura española . w r a 'It LA CONCEPCIÓN DE LA VIDA Representa la obra un intento frustrado de darnos una filosofía de la vida española, con referencia especial a una hora de profunda crisis : la hora en que el ; autor surge a la vida literaria . Sobre este fondo que constituya lo que podríamos llamar, el sus , ira¿mm del libro, destacan filos dimensiones importantes, Una, en sentido amplificador, pretende extender el marco, elevándolo a una concepción general de la vida que pasa por encima de las fronteras . Otra dimensión, en sentido restrictivo, se circunscribe al protagonis ta , Azorín, aunque su existencia simboliza, según expresión del autor, las inquietudes de la juventud de su tiempo . - 102 - LA VOLUNTAD es sin duda un libro de emoción, y como tal libro, a través de sus páginas pueden seguirse fielmente las distintas etapas de un hondo dramatismo vital : se trata de buscar sentido, de buscar significado a una existencia que carece de razón fundamental de ser, que ha nacido sin una base sólida donde poder asentarse, que encuentra insegura la tierra bajo sus pies y forcejea inútilmente por hallar solución al enigma de su propio existís . ¿Qué le ocurre a este hombre joven, huérfano de patria y de ideales? Desde luego, el pasado no- le proporciona un contenido alentador, una base histórica sobre la cual comenzar a forjarse un presente con sentido retrospectivo . Es decir, la historia de España no es una fuente de ejemplaridad, no surgen de su seno los estímulos necesarios para que la juventud hinque fuertemente su timón en el pasado . En efecto, nada hay más desolador y melancólico que esta tierra española . La historia de su cultura es una historia triste : "No bus quemos en nuestro arte --nos dice--- un soplo de amplio y dulce hu manismo, una vibración íntima por el dolor universal, una ternura, una delicadeza, un consuelo sosegador y confortante . Acaso lo más íntimo y confortador de toda nuestra literatura es la maravillosa epístola de Fernández de Andrade, y su lectura deja en el ánimo la impresión del más amargo pesimismo" . La lectura de la Epístola Moral, a la que Azorín se refiere, deja en su espíritu terribles huellas : son falsos los esplendores mundanos : todo es vanidad y mentira . Y cle Fray Luis, el gran lírico, tampoco obtiene una solución consoladora : el maestro predica la excelencia de la vida retirada, desengañado del mundo y sus mentiras . Sólo un refugio queda para el hombre de bien : la celda escondida, la intimidad consigo mismo, el consuelo en el propio dolor . Y esta invitación nos lleva a un primer plano de LA VOLUN TAD, el ruralismo, en medio del cual Azorín comienza su peregrinaje por la vida . Conviene señalar antes, sin embargo, algún aspecto esencial que da tono general a la obra y a la interpretación de la vida española . La condición temperamental del español es una condición estática. La reconquista, dentro de la península, y el descubrimiento de América, más tarde, le transforman en hombre de acción, pero uno uno y otro fenómeno obedecen a razones en cierto modo extrañas a su propia psicología . - 1 03 - Tomemos ahora al español en el apartado pueblo de Yecla, pue blo de labradores ingenuos y sencillos, a quienes mueve la fe de los antiguos místicos . Y aquí vamos a encontrarnos a la tierra obrando sobre el hombre de manera imperativa : "conforma los espíritus en modalidades rígidas y los forja con actitudes rectilíneas, austeras . inflexibles, propicias a las decididas afirmaciones de la tradición o del progreso". En este pueblo humilde viven dos clases de gentes : de una parte, los labradores ingenuos y sencillos, cuya vida se desliza sin graves complicaciones . De otra parte, seres de mayor categoría intelectual, que viven en hondo dramatismo . En calidad de directores espirituales destacan Pucho, un viejo clérigo, y Yuste, el maestro de Azorín . Predica el primero a su sobrina, con unción religiosa, la conveniencia de abandonar las miserias terrenales, insinuándole la beatitud de la vida perfecta . Yuste ha llegado también al desengaño, mas desde el punto de vista metafísico : la lectura de Schopenhauer, el filósofo del pesimismo, del cual conserva tres gruesos volúmenes en su biblioteca, ha obrado, pm' lo- visto, el prodigio de convertirle en un desengañado teórico que moldea el alma de Azorín en términos de su irremediable escepticismo . El camino que se les ofrece a Justina y Azorín, sometidos a la influencia negativa del medio y a la autoridad dogmática de sus maestros respectivos, queda bien claro : ambos serán víctimas, la una de un misticismo mal aprendido, el otro de una enseñanza peor digerida . La condición estática, a que antes aludimos, malogra la vida de estos jóvenes, incapaces de libertarse del yugo que les oprime . La es una solución para esta quietud, para esta falta de horizon ,mística tes vitales : es uno de los grandes recursos de que pueden disponer las atinas reducidas a vivir sin contacto con el universo, en el aislamiento .ylahumidenvarul Azorín es un, temperamento también dado a la mística . Pero su maestro, algo escéptico además en materia religiosa, no ha encauza de su vida por tales derroteros . Yuste es el símbolo de las existen cias fracasadas : la muerte obscura que le aguarda al término de la primera parte del libro, es el remate lógico de su incapacidad para enfrentarse a las luchas de la existencia . Tiene de antemano una pa- labra desgarradora para oponerse a toda actitud en la cual alumbre una esperanza. Azorín, a su lado, es el dócil instrumento de sus doctrinas nega tivas : la expresión que confirma la palabra o la frase categóricas . El ensimismamiento en que vive, fruto del desconcierto espiritual a que. le conducen las predicaciones de Yuste, constituye el único haber de su vida. teórica y parasitaria, cuya continuación la tendremos en la segunda porte, ya arrojado al inundo de la propia experiencia . Peru no han de faltarle, con todo, la autoridad y la memoria constantes de quien le ha condenado para siempre a vivir con absoluta ignorancia cle su propio destino. Iv EL VALOR LITERARIO DE LA VOLUNTAD Nos encontramos con un tipo de obra que proclama abiertamente su ninguna relación con la novela del viejo régimen . La estética de lo fragmentario, quo deriva de una concepción también fragmentaria de la vida, y más que todo, de una especie de incoherencia espiritual en el autor, comunica al libro ese carácter extraño (le miscelánea filosófico-descriptiva, en la cual, a la verdad, lo .nmoesiprta lnove Los elementos que habrían podido darle unidad de acción, for mando la trama novelesca en torno al personaje principal, son casi episódicos : las figuras de mujer que aparecen en el libro apenas tie nen intervención en la primera parte . Luego se esfuman, dejando a Azorín en absoluta soledad . La acción, por tanto, es casi nula . Carece de complicaciones . La obra se mueve en el plano de lo estático, como lo requiere la vi da ensimismada .d el personaje central . De aquí que lo descriptivo adquiera un lugar preponderante desde los primeros momentos, dom n.iYasdóoletgrcpvaádltneor diálog deton filosófico almonólgodetipocnfesional . Porque las conversaciones corrientes, la comunicación directa entre los personajes, el reflejo de la vida en sus pormenores cotidia . -105- nos, todo esto ha desaparecido : los contados encuentros de la mucnjoemryslahb noprestacmonrad, vivida . Según propia confesión, la sencillez en la forma es la nota dominante de su estilo . Mediante la sencillez ha llegado a poder decir todo cuanto quiere, que es el mayor triunfo que puede alcanzar un escritor sobre el idioma. Mediante la admisión de las palabras humildes, prosaicas, ha logrado ensanchar su vocabulario ; de manera que no 1v asalta la tentación de ser un escritor excesivamente escrupuloso en la elección de su léxico . Huye, además, de la ampulosidad oratoria . Contra esa tendencia, que censura duramente, considerándola uno delosmá graves defectos del teatro clásico, procura destruir la extensión de los párrafos, fragmentándolos en frases numerosas, entrecortadas, breves, que intentan ser, además, un recurso realista, porque el lenguaje usual de la vida contiene pausas e incoherencias . En suma, Azorín quiere ser un escritor nuevo, hijo de su tiempeoin,dycsuóratqelofjnsprleida hombres que sintiendo la necesidad de romper con el pasado se encuentran, no obstante, desorientados ante el porvenir .