orillas de ese inmenso mar que es la música reposa también el metal, un género muchas veces olvidado –incluso defenestrado– que día a día sigue ingresando adeptos a sus ya largas y nutridas filas. Y en esa orilla, reflexionando cómo surcar nuevos mares, se encuentra Gojira, probablemente el grupo vasco de mayor proyección internacional. Con una trayectoria discográfica impecable, en la que con cada trabajo ha ido dando un nuevo paso en su crecimiento, en los últimos años la banda se ha dado a conocer prácticamente en todos los rincones del planeta, hasta el punto de que no hay festival metalero que se precie que no cuente con Gojira en su cartel. Quizás aprovechando esa buena ola, los hermanos Mario y Joseph Duplantier han decidido afincarse en New York, la ciudad del comercio y las finanzas, y han creado su propio estudio allí, Silver Cord Studio, construido cuidando hasta el más mínimo detalle. Fueron ellos mismos quienes diseñaron el proyecto, encofraron la madera y repartieron la pintura. Está claro que sus manos no solo son hábiles para tocar instrumentos musicales. En Silver Cord Studio grabaron los temas de su nuevo disco, llamado “Magma” y que ha visto la luz este pasado viernes, 17 de junio. El sexto trabajo de estudio de Gojira había levantado enormes expectativas entre los seguidores del metal meses antes de su publicación, y aún más después de que la banda de Baiona adelantara dos temas que venían a ofrecer algo que no se les había escuchado hasta ahora. Tanto “Stranded” como “Silvera“ suenan más directos, con esos riff potentes sonando de entrada, más cortos de duración y que sin rodeos entran al trapo, dejando claro que están abiertos a experimentar nuevos sonidos. Aunque, quizás, sea solamente un espejismo, porque los propios Gojira nos cuentan que el resto del disco no tiene nada que ver con esas dos canciones de adelanto. Nos reunimos con ellos a orillas del mar Kantauri, en la costa de Lapurdi, en la sala Atabal de Biarritz, donde a puerta cerrada preparan su próxima gira mundial y aprovechan el tiempo restante para relajarse, revisitar sus lugares predilectos, recibir a los amigos... y también para conversar con 7K, en su primera entrevista para un medio de comunicación vasco. Ultiman los detalles de su nuevo show y tenemos la oportunidad de escuchar algunas de las nuevas A 8 zazpika canciones en el largo e intenso ensayo que precede a esta charla. Es difícil explicar a qué suena “Magma” en un local vacío, pero la primera impresión es brutal; suena a metal, suena a decibelios, suena a Gojira. Fichaje estrella de Warner Music. Después de posar para las fotografías exteriores, nos reciben en un pequeño salón donde aprovechan para comer y recuperar fuerzas, ya que después de atendernos proseguirán su labor de preparar minuciosamente la puesta en escena de este potente disco. Es el vocalista y guitarrista Joseph –o Joe, como también se le conoce– Duplantier (Baiona, 1976) quien nos da la bienvenida amablemente junto con su hermano Mario (Baiona, 1981), batería de la banda. El tercer componente que participará en la entrevista es el bajista Jean-Michel Labadie (Kanbo, 1974). Enseguida nos damos cuenta de que la entrevista va a resultar sencilla. Irradian simpatía, humildad, y muestran un humor fuera de lo común. Quizás sea un falso mito, pero a la mayoría de las estrellas del rock se les presupone la condición de divos. No es el caso de un cuarteto baionarra que, aunque se haya convertido en el fichaje estrella de Warner Music, no olvida sus orígenes ni los lugares en los que tocaba cuando daba sus primeros pasos en el mundo musical, entre ellos varios gaztetxes y locales de la zona. La primera pregunta es casi obligada, ya que en ocasiones se les sitúa en Ondres y en muchos lugares se habla de ellos como grupo de las Landas francesas. Sin perder la sonrisa, se ponen a la tarea. Es Mario quien rompe el hielo: «Nacimos en Baiona, porque no había un hospital en Ondres, que es donde nuestros padres vivían». Le sigue su hermano mayor en la explicación: «Nuestra madre era americana, por eso cantamos en inglés, que es una de las preguntas que nos repiten mucho, y para nosotros hablarlo es una cosa natural, tanto como el francés. Nuestro padre era de Burdeos, un artista, un poco loco, y fuimos a parar a Ondres. Pero nuestra vida cotidiana no transcurría allí, ya que apenas nos relacionábamos con nadie. Nosotros hemos crecido en Baiona, estudiamos en el Liceo, hicimos amigos del interior del País Vasco Norte y del otro lado, del Sur, que venían a estudiar aquí». Es entonces cuando conocen la escena vasca. «Había grupos que nos gustaban, Su Ta Gar por ejemplo, que era al que íbamos a ver tocar en directo, y también