Barroco - Nuove Scuole

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PROGRAMMA 5 LICEO LINGUISTICO
3 LINGUA STRANIERA: SPAGNOLO
INDICE
Barroco
Francisco Gómez de Quevedo
Félix Lope de Vega
Mariano José de Larra
El Naturalismo en España
Benito Pérez Galdós
Barroco
El Barroco fue un periodo de la historia de la cultura occidental que
produjo obras en el campo de la literatura, la escultura, la pintura, la
arquitectura, la danza y la música, y que abarca desde el año 1600 hasta
el año 1750 aproximadamente. Se suele situar entre el Renacimiento y el
Neoclásico, en una época en la cual la influyente Iglesia Católica europea
tuvo que reaccionar contra muchos movimientos revolucionarios
culturales que produjeron una nueva ciencia y una religión disidente
dentro del propio catolicismo dominante: la Reforma protestante.
Como estilo artístico el barroco surgió a principios del siglo XVII y de
Italia se irradió hacia la mayor parte de Europa. Durante mucho tiempo
(siglos XVIII y XIX) el término barroco tuvo un sentido peyorativo, con
el significado de recargado, desmesurado e irracional, hasta que
posteriormente fue revalorizado a fines de siglo XIX por Jacob
Burckhardt y luego por Benedetto Croce y Eugenio d'Ors.
La palabra barroco fue inventada por críticos posteriores, más que por los
practicantes de las artes en el siglo XVII y principios de siglo XVIII, es
decir, los artistas que plasmaban dicho estilo. Es una traducción francesa
de la palabra portuguesa "barroco" (en español sería "barrueco"), que
significa "perla de forma irregular", o "joya falsa". Una palabra antigua
similar, "barlocco" o "brillocco", es usada en el dialecto romano con el
mismo sentido. También se le llama "barro-coco". Todas ellas significan
lo mismo. Otro interpretación lo deriva del sustantivo "Baroco", usado en
tono sarcástico y polémico para indicar un modo de razonar artificioso y
pedante. En ambos casos el término expresa el concepto de artificio
confuso eimpuro,deengaño,de capricho de la naturaleza, de extravagancia
del pensamiento.
El término "barroco" fue después usado con un sentido despectivo, para
subrayar el exceso de énfasis y abundancia de ornamentación, a
diferencia de la racionalidad más clara y sobria de la Ilustración (siglo
XVIII ). Fue finalmente rehabilitado en 1888 por el historiador alemán de
arte Heinrich Wölfflin (1864-1945), quién identificó al Barroco como
oponente al Renacimiento y como una clase diferente dentro del arte
"elaborado".
Francisco Gómez de Quevedo y Santibáñez Villegas
(Madrid, 14 de septiembre de 1580[1] — Villanueva de los Infantes,
Ciudad Real, 8 de septiembre de 1645) fue un noble, político y escritor
español del Siglo de Oro, uno de los más destacados de la historia de la
literatura española. Ostentó los títulos de Señor de La Torre de Juan Abad
y Caballero de la Orden de Santiago. Lo más original de la obra literaria
de Quevedo radica en el estilo, vinculado al Conceptismo barroco y por
lo tanto muy amigo de la concisión, de la elipsis y del cortesano juego de
ingenio con las palabras mediante el abuso de la anfibología. Amante de
la retórica, ensayó a veces un estilo oratorio lleno de simetrías, antítesis e
isocola que lució más que nunca en su Marco Bruto. De léxico muy
abundante,
creó
además
muchos
neologismos
por
derivación,
composición y estereotipia y flexibilizó notablemente el mecanismo de la
aposición especificativa en castellano ("clérigo cerbatana, zapatos
galeones..."), mecanismo que los escritores barrocos posteriores imitaron
de él. En su sátira se acerca a veces a la estética del expresionismo al
degradar a las personas mediante la reificación o cosificación, y la
animalización. Se ha señalado, además, como un rasgo característico de
su verso, la esticomitía, esto es, la tendencia a transformar cada verso en
una sentencia de sentido completo, lo cual hace a sus poemas muy densos
de significado, como era prioritario en su poética, radicada en los
principios del conceptismo barroco.
La mayor parte de la producción poética de Quevedo es satírica, pero
como ya apercibió el abate José Marchena sus sátiras están mal dirigidas
y, aunque consciente de las causas verdaderas de la decadencia general,
es para él más un mero ejercicio de estilo que otra cosa y se vierte contra
el bajo pueblo más que contra la nobleza, en lo cual no tuvo el
atrevimiento de, por ejemplo, el otro gran satírico de su época, Juan de
Tassis y Peralta, segundo Conde de Villamediana. Cultivó también una
fina lírica cortesana realizando un cancionero petrarquista en temas, estilo
y tópicos, prácticamente perfecto en técnica y fondo, en torno a la figura
de Lisi, que no hay que identificar como se ha querido con ninguna dama
concreta, sino con un arquetipo quintaesenciado de mujer. Destacan sobre
todo sus sonetos metafísicos y sus salmos, donde se expone su más
íntimo desconsuelo existencial. La visión que da su filosofía es
profundamente pesimista y de rasgos preexistencialistas. El cauce
preferido para la abundante vena satírica de que hizo gala es sobre todo el
romance, pero también la letrilla ("Poderoso Caballero es Don Dinero"),
vehículo de una crítica social a la que no se le esconden los motivos más
profundos de la decadencia de España, y el soneto. Abominó de la
estética del Culteranismo cuyo líder, Luis de Góngora, fue violentamente
atacado por Quevedo en sátiras personales. Contra la pedantería y
obscuridad que le imputaba se propuso también editar las obras de los
poetas renacentistas Francisco de la Torre y Fray Luis de León.
La poesía amorosa de Quevedo, considerada la más importante del Siglo
XVII, es la producción más paradójica del autor: misántropo y misógino,
fue, sin embargo, el gran cantor del amor y de la mujer. Escribió
numerosos poemas amorosos (se conservan más de doscientos),
dedicados a varios nombres de mujer: Flora, Lisi, Jacinta, Filis, Aminta,
Dora. Consideró el amor como un ideal inalcanzable, una lucha de
contrarios, una paradoja dolorida y dolorosa, en donde el placer queda
descartado. Su obra cumbre en este género es, sin duda, su "Amor
Constante Más Allá De La Muerte".
Félix Lope de Vega y Carpio
(Madrid, 25 de noviembre de
1562 – 27 de agosto de 1635) es uno de los más importantes poetas y
dramaturgos del Siglo de Oro español y, por la extensión de su obra, uno
de los más prolíficos autores de la literatura universal.
El llamado Fénix de los ingenios y Monstruo de la Naturaleza (por
Miguel de Cervantes), renovó las fórmulas del teatro español en un
momento en que el teatro comienza a ser un fenómeno cultural y de
masas. Máximo exponente, junto a Tirso de Molina y Calderón de la
Barca, del teatro barroco español, sus obras siguen representándose en la
actualidad y constituyen una de las más altas cotas alcanzadas en la
literatura y las artes españolas. Fue también uno de los grandes líricos de
la lengua castellana y autor de muchas novelas.
Se le atribuyen unos 3.000 sonetos, 3 novelas, 4 novelas cortas, 9
epopeyas, 3 poemas didácticos, y varios centenares de comedias (1.800
según Juan Pérez de Montalbán). Amigo de Quevedo y de Juan Ruiz de
Alarcón, enemistado con Góngora y envidiado por Cervantes, su vida fue
tan extrema como su obra.
as obras dramáticas de Lope fueron compuestas sólo para la escena y el
autor no se reservaba ninguna copia. El ejemplar sufría los cortes,
adecuaciones, ampliaciones y retoques de los actores, alguno de ellos
escritores de comedias también.
Entre 1604 y 1647 se publican veinticinco tomos de Partes que recopilan
las comedias de Lope, aunque los primeros salieron a la luz sin el
consentimiento del dramaturgo. Éste sólo tomó las riendas de la edición
de su propia obra a partir de la Parte IX (1617) y hasta su muerte, cuando
tenía en imprenta las partes XXI y XXII. Juan Pérez de Montalbán,
escritor de comedias discípulo suyo, afirma en su Fama póstuma que
escribió unas mil ochocientas comedias y cuatrocientos autos
sacramentales, de las que se ha perdido una gran parte. El propio autor
fue más modesto y en sus obras estimó que había escrito unas mil
quinientas, lo que puede entenderse incluyendo incluso los autos
sacramentales y otras obras escénicas; pero aun así resulta una cifra muy
crecida. Para explicarlo Charles Vincent Aubrun ha supuesto que el
dramaturgo sólo trazaba el plan y componía algunas escenas sueltas,
mientras que otros poetas y actores de su taller completaban la obra; sin
embargo los poetas de la época no tenían empacho en declarar su autoría
en obras en colaboración de hasta tres ingenios, así que no puede
sostenerse ese punto de vista, por más que la fama del autor hiciese
prudente ocultar sus ayudas para vender mejor la obra. Rennert y Castro
hicieron un serio estudio que concluye que la megalómana cifra anda
exagerada y que se le pueden atribuir con firmeza 723 títulos, de los
cuales 78 son de atribución dudosa o errada y 219 se han perdido, así que
el repertorio dramático de Lope se reduciría a 426 piezas. No obstante
Morley y Bruerton, valiéndose, aunque no exclusivamente, de criterios
métricos que después se han comprobado muy seguros, estrecharon aún
más los criterios y establecieron indudablemente como suyas 316
comedias, 73 como dudosas y 87 que, comúnmente atribuidas a Lope, no
son suyas.
La lista de comedias notables es ciertamente muy crecida. Pueden citarse
La discreta enamorada, El acero de Madrid, Los embustes de Celauro,
El bobo del colegio, El amor enamorado, Las bizarrías de Belisa, La
esclava de su galán, La niña de plata, El arenal de Sevilla, Lo cierto por
lo dudoso, La hermosa fea, Los milagros del desprecio, El anzuelo de
Fenisa, El rufián Castrucho, El halcón de Federico, La doncella Teodor,
La difunta pleiteada, La desdichada Estefanía o El rey don Pedro en
Madrid.
De todas éstas se reconocen como obras maestras, si bien en toda obra de
Lope siempre hay alguna escena que delata su genialidad, un par de
docenas, entre las que se encuentran Peribáñez y el comendador de
Ocaña (1610), Fuenteovejuna (1612-1614), La dama boba (1613), Amar
sin saber a quién (1620-1622), El mejor alcalde, el rey (1620-1623), El
caballero de Olmedo (1620-1625), El castigo sin venganza (1631), El
perro del hortelano, El villano en su rincón, El duque de Viseo o Lo
fingido verdadero.
El Caballero de Olmedo es una de sus obras más líricas, a la vez que
trágica. Está dividida en tres episodios, que se corresponden con el
planteamiento el nudo y el desenlace. Don Alonso (caballero de Olmedo)
le pide ayuda a su criado Tello para conquistar a Inés, de ese modo Tello
entra en contacto con Fabia (dotada de rasgos celestinescos) que ayuda a
estos dos para que se "correspondan" y se lleguen a casar. Sin embargo
Rodrigo y su hermano Fernando tratarán de impedirlo. Por fatal
desenlace, Alonso muere cerca de un arroyo cuando se dirigía a Olmedo,
aún siendo avisado por sueños, etc. en manos de Rodrigo, pero Tello pide
justicia al Rey, que los condena a muerte.
Marcelino Menéndez Pelayo, uno de los primeros editores de su teatro,
usando por criterio la temática de estas obras y sus fuentes, en once
bloques, aunque su clasificación se presenta algo confusa porque a veces
se puede clasificar en dos o más categorías una misma comedia:
•
1. Dramas heroicos y de honor; poseen temas de historia nacional
y personajes reales, e ideas nacionalistas y protodemocráticas; se
idealiza a los labradores ricos (Peribáñez y el comendador de
Ocaña, 1605-12) o a los campesinos, como en Fuenteovejuna
(1612-14), este último caracterizado por tener un protagonista
colectivo, como en la Numancia (1585) cervantina o Los persas de
Esquilo. Obras: Los comendadores de Córdoba (1598), El mejor
alcalde el rey (1620-23), El rey don Pedro en Madrid (1618),
Audiencias del rey don Pedro (1613-20) y La estrella de Sevilla
(1623), considerada de Lope hasta 1920.
•
2. Temas de honor y venganza. Los comendadores de Córdoba,
El médico de su honra -no el de Calderón-, El alcalde de Zalamea
-no el de Calderón-, Las paces de los reyes y judía de Toledo
(1610-12), sobre Alfonso VIII, que dio tema a las piezas de
Antonio Mira de Amescua, Juan Bautista Diamante y el austriaco
Franz Grillparzer; El castigo sin venganza, inspirado en una
novella de Mateo Bandello; El castigo del discreto (1598-1601);
Las ferias de Madrid (1585-89); La locura por la honra (1610-12);
El bastardo Mudarra (1612), que se inspira en el Cantar de los
siete infantes de Lara del siglo X, que se parece a una obra de Juan
de la Cueva sobre el mismo tema y tiene puntos en común con la
Electra de Sófocles y El rey Lear de Shakespeare.
•
3. Dramas de historia de España: Las almenas de Toro (161213), única obra lopesca que trata el tema del Cid. El mejor alcalde
el rey (Alfonso VII). El mejor mozo de España (sobre Fernando el
Católico). El cerco de Santa Fe (Granada). A veces se cruzan con
el tema anterior, como en La campana de Aragón (h. 1600), que
recoge la leyenda de venganza de la Campana de Huesca e historia
también los reinados de Pedro I de Aragón, Alfonso I el Batallador
y Ramiro II el Monje. Lope siempre tuvo afición al género
histórico e incluso pretendió ser cronista real con poca fortuna;
escribió en la dedicatoria de La campana de Aragón que:
La fuerza de la historia representada es tanto mayor que leída
cuanta diferencia se advierte de la verdad a la pintura y del
original al retrato, porque en un cuadro están las figuras mudas y
en una sola acción las personas... Pues, con esto, nadie podrá
negar que las famosas hazañas o sentencias referidas al vivo con
sus personas no sean de grande efecto para renovar la fama desde
los teatros a la memoria de las gentes, donde los libros lo hacen
con menor fuerza y mayor dificultad y espacio.
Lope de Vega se documentaba para las comedias de historia nacional en
diversas crónicas históricas, en especial en frey Francisco de Rades de
Andrada y su Crónica de las tres órdenes y caballerías de Santiago,
Calatrava y Alcántara, de la que salió, por ejemplo, el argumento de
Fuenteovejuna, o la Crónica de Enrique IV de Alfonso de Palencia.
•
4. Dramas basados en el Romancero. Durante el siglo XVI y
XVII las colecciones de romances se hicieron muy populares y se
imprimieron (Romancero general, 1600), coleccionaron y cantaron
muchos, componiéndose incluso el llamado Romancero nuevo. A
los españoles les fascinaba oír los romances incompletos en los
dramas y Guillén de Castro impuso el modelo de este tipo de
comedias escribiendo Las mocedades del Cid; Lope correspondió
con El caballero de Olmedo (1622), sobre tiempos de Juan II
(1406-54), y otras comedias.
•
5. Dramas de asuntos extranjeros. El duque de Viseo [1608-09].
Roma abrasada (1598-1600). El gran duque de Moscovia (1606).
La reina Juana de Nápoles (1597-1603).
•
6. Comedias de costumbres, sobre estereotipos culturales
españoles y costumbres urbanas, campesinas o simplemente malas,
de intención satírica y moral. El villano en su rincón (1614-1616),
sobre la vida rural de Juan Labrador, glorifica el tópico literario del
beatus ille, etc. Castelvines y Monteses (1606-12) se funda en una
novela de Mateo Bandello que utilizói también Shakespeare para
su Romeo y Julieta, aunque en la obra de Lope los amantes
terminan casándose y las familias quedan en paz; Tirso de Molina
imitó esta comedia en su Los amantes de Teruel y Hartzenbusch,
ya en el XIX; Los novios de Hornachuelos. Muchas son llamadas
también comedias urbanas o comedias palatinas
•
7. Las comedias de capa y espada tienen por personajes a la
aristocracia y la alta burguesía, y sus intrigas son siempre amorosas
y cómicas, sin venganzas sangrientas, de forma opuesta al drama
de honor: La noche de San Juan (1631) fue escrita en una hora.
•
8 Comedias de enredo, en las que las mujeres son los personajes
principales: La dama boba (1613). Los melindres de Belisa (1608).
Las bizarrías de Belisa (1634). El perro del hortelano (1613). El
acero de Madrid [1610]. La viuda valenciana (1604). La mal
casada (1610-15). En estas comedias terminaría por hacerse un
maestro su discípulo Tirso de Molina.
•
9. Dramas bucólicos o pastoriles. De imitacion italiana
renacentista, inspiradas en La Arcadia de Jacopo Sannazaro, las
Églogas de Juan del Encina y Garcilaso de la Vega, la Diana de
Jorge de Montemayor etc. El pastor Fido (1585), por ejemplo, se
inspira en la famosa novela pastoril de Guarini.
•
10.
De
asunto
mitológico;
utilizan
como
material
las
Metamorfosis de Ovidio, y son dramas cortesanos representados
para la alta aristocracia, incluso para los mismos reyes o nobles,
quienes a veces actuaban en ellas. Disponían de más aparato
escenográfico y a veces incluso de música. También eran llamadas
comedias de teatro, comedias de cuerpo o comedias de ruido, con
finales deus ex machina: Adonis y Venus, El vellocino de oro
(1620), El laberinto de Creta (1612-15).
•
11. Dramas religiosos, de historia vetero o neotestamentaria, de
vidas de santos o de leyendas piadosas; muchas se representaban
en los días de la festividad de un santo: La creación del mundo
(1631-35), La hermosa Ester (1610), Barlaan y Josafat (1611,
sobre la versión occidental de la leyenda de Buda), El divino
africano (1610), sobre la vida de San Agustín, San Isidro de
Madrid (1604-06), San Diego de Alcalá (1613), y autos
sacramentales, todavía poco evolucionados hacia las abstractas y
espectaculares psicomaquias de Pedro Calderón de la Barca, como
El tirano castigado, obra de la que se conserva hoy una copia
manuscrita de Ignacio de Gálvez.
Félix Lope de Vega
(Cádiz, 8 de octubre de 1741 – San Roque, 26 de
febrero de 1782) fue un literato y militar español.
La vida de José Cadalso se conoce no ya únicamente a través de
documentos y testimonios de sus contemporáneos, sino, de un modo más
valioso, por la visión que él mismo nos ofrece en su Memoria de los
acontecimientos más particulares de mi vida y de las cartas conservadas
(1773–1780).
José Cadalso y Vázquez nació en Cádiz, el 8 de octubre de 1741. La
familia, sin embargo, procedía por línea paterna del señorío de Vizcaya.
La madre murió a consecuencia del parto, y el padre, ausente por
negocios en América, iba a tardar casi trece años en conocer al niño.
Tuvo que encargarse de su educación un tío jesuita, el padre Mateo
Vázquez. Él fue quien envió al futuro escritor a estudiar a Francia. Vuelto
el padre de Indias, desembarcó en España y se dirigió a París a conocer a
su hijo. Y ansioso siempre de nuevos ambientes, se fue después a
Inglaterra, donde tanto se entusiasmó, que llamó con él a Londres al
educando. También viajaría por Italia y Alemania, cuyos idiomas, igual
que el latín y el inglés, dominaba. Tras otro año de estancia en París,
pasando por Holanda, regresó por fin a España el cosmopolita muchacho,
recibiendo una impresión muy negativa de un país que no había apenas
conocido en contraste con su experiencia europea; ello marcará
fuertemente la índole de sus posteriores Cartas marruecas.
Ingresó entonces por orden de su padre y con dieciséis años en el
Seminario de Nobles de Madrid, según cuenta, «con todo el desenfreno
de un francés y toda la aspereza de un inglés», ya que su padre quería
corregir en él las costumbres y la religión, y prepararle para un empleo de
covachuelista, que detestaba; a ese fin fingió sentir inclinación por ser
jesuita, sabedor de que su padre detestaba a los de la Compañía, y le sacó
de allí; intentó persuadirle entonces de que lo que le gustaba era la carrera
militar, lo que tampoco placía a su padre; se valió de estos tormentos para
que su padre le devolviera a Europa y, entre los dieciocho y los veinte
años vivió de nuevo en París y Londres, hasta que le llegó la noticia de la
muerte de su padre en Copenhague (1761).
Tuvo entonces que regresar a España para arreglar el papeleo de su
herencia, lo que hizo de forma tan apresurada que años después se
encontró sin ningún patrimonio familiar; y se alistó en el regimiento de
caballería de Borbón en 1762, participando en la campaña de Portugal,
donde tuvo un violento duelo a espada con su antiguo condiscípulo el
Marqués de Tabuérniga, con el que se había emborrachado, que terminó
tan súbitamente como se había producido. Encontrándose en Madrid en
marzo de 1766, sigue con interés el motín de Esquilache, salvando con su
intervención la vida del Conde de O’Reilly; «aquel día conocí el
verdadero carácter del pueblo», escribió en su Autobiografía. En ese
mismo año obtuvo el hábito de Santiago.
Trasladado su regimiento a Madrid, Cadalso se enamora sucesivamente
de la hija del consejero Codallos, con la que estuvo a punto de casarse, y
de la frívola Marquesa de Escalona y, con la venta a él de un caballo que
le gustaba, tiene ocasión de introducirse con el entonces todopoderoso
Conde de Aranda, presidente del Consejo de Castilla, al que le entrega un
manuscrito de una novela, de carácter utópico por lo que indica el título:
Observaciones de un oficial holandés en el recién descubierto reino de
Feliztá.
Con gran escándalo de la nobleza y de encopetadas damas de la corte,
circuló por Madrid un libelo titulado Calendario manual y guía de
forasteros en Chipre (1768), parodia de la Guía común de forasteros,
donde se hacía una descripción de las costumbres amorosas típicas de la
sociedad dieciochesca. El público, confiesa el mismo Cadalso, «me hizo
el honor de atribuírmelo, diciendo que era muy chistoso». Como
consecuencia de ello, tuvo que salir desterrado de Madrid a Zaragoza. El
escritor militar permaneció en Zaragoza hasta 1770. Y fue allí donde
empezó a dedicarse más intensamente a la poesía.
Pasados los seis meses del destierro, regresa Cadalso a Madrid, donde
permanece entre 1770 y 1772. A esta etapa pertenece uno de los
episodios más significativos de la vida del escritor. Se trata de sus amores
con una de las más notables actrices de la época, María Ignacia Ibáñez,
que han dado lugar a toda una leyenda de marcado sabor romántico. Lo
indiscutiblemente cierto es la sinceridad de ese amor y su breve duración,
por la muerte inesperada de María Ignacia, de tifus, a los veinticinco
años, el 22 de abril de 1771. La leyenda cuenta que Cadalso, desesperado
ante tan repentina muerte, intento desenterrar a su amada para darle el
último adiós. Inmediatamente escribió Noches lúgubres, obra que
describe este suceso. Posteriormente también escribirá poemas en los que
la actriz aparece con el nombre de Filis.
Sufrió una tremenda depresión pero sin duda le sirvieron, si no de
consuelo, de distracción, sus contactos con los salones y los círculos
literarios madrileños, sobre todo con la famosa tertulia de la Fonda de
San Sebastián, de la que eran asiduos sus amigos Nicolás Fernández de
Moratín y Tomás de Iriarte.
Cadalso dio término a las Cartas marruecas durante su breve estancia en
Salamanca (1773–1774). Fue un corto periodo, pero suficiente para que
se formara en torno a él un círculo de amistad y de convivencia literaria.
Allí, además de su afectuosa relación con fray Diego González, y con
Juan Pablo Forner, a quien inclinó definitivamente hacia la literatura,
estrechó gran amistad con León de Arroyal y sobre todo con dos jóvenes
poetas, el salmantino José Iglesias de la Casa y el extremeño, estudiante
en la Universidad de Salamanca, Juan Meléndez Valdés. Sobre ellos
ejerció una sugestiva influencia humana y literaria, que ambos
proclamaron ostentosamente» (CADALSO [1997: 20]). En 1777 fue
ascendido a comandante de escuadrón. Dos años más tarde participó en el
asedio de Gibraltar (que duraría hasta 1783) y fue ascendido a coronel en
1781. Sin embargo José Cadalso murió, el 27 de febrero de 1782, tras
recibir el impacto en la sien de un casco de metralla o granada. Tenía sólo
cuarenta años y apenas hacía un mes que le había sido conferido el grado
de coronel. Su tumba se encuentra en la Iglesia Parroquial Santa María La
Coronada en la Ciudad de San Roque, donde reside la de Gibraltar.
Obras poéticas
El conjunto de las composiciones líricas que escribió durante su destierro
aragonés forman el libro Ocios de mi juventud. Son poesías que
pertenecen a los distintos géneros típicos del momento: anacreónticas,
pastoriles, amatorias, filosóficas y satíricas. Los modelos abarcan desde
Anacreonte y Ovidio hasta Tasso y Garcilaso. Los Ocios se editaron
también en 1781, 1782 y 1786. Aparecieron nuevos poemas de Cadalso
en años sucesivos.
Obras dramáticas
Perdida La Numantina o Numancia, solo nos restan:
•
Solaya o los circasianos fue presentada a la censura en noviembre
de 1770; no obtuvo, sin embargo, la necesaria aprobación. La
tragedia se sitúa en un escenario exótico, Circasia, región de la
Rusia meridional, y se atiene a las reglas neoclásicas para la
tragedia. El príncipe tártaro Selín, que ha llegado a Circasia para
cobrar un tributo de doncellas, se enamora de Solaya, perteneciente
a una de las familias principales.
•
Don Sancho García (1771) fue estrenada privadamente en el
palacio del conde de Aranda en 1771. Responde formalmente al
tipo de tragedia neoclásica, en cinco actos, sometida a las tres
unidades y en endecasílabos pareados. Por complacer a su amante
Almanzor, rey moro de Córdoba, la condesa viuda de Castilla,
doña Ava, papel que representó María Ignacia, intenta envenenar a
su hijo Sancho García; pero al final es la condesa quien bebe el
veneno preparado para su hijo.
Obras en prosa
Es muy probable que la primera obra escrita por Cadalso sea Defensa de
la nación española contra la carta persiana LXXVIII de Montesquieu
(hacia 1768).
A los años comprendidos entre 1771–1774 corresponde su más efectiva
actividad literaria. Los eruditos a la violeta (1772) es una sátira breve y
ligera contra un tipo de educación entonces frecuente: la erudición
meramente superficial. El contenido y estructura quedan claramente
reflejados en el subtítulo puesto por su propio autor: «Curso completo de
todas las ciencias, dividido en siete lecciones, para los siete días de la
semana, publicado en obsequio de los que pretenden saber mucho
estudiando poco». El título alude a uno de los perfumes, el de la violeta,
preferidos por los jóvenes a la moda. La obra tuvo un éxito inmediato y el
título acabó proverbializándose. El Suplemento (1772) consiste en una
serie de traducciones poéticas con comentarios, destinadas a ilustrar las
lecciones del martes; cinco cartas de ex-alumnos del curso; y una breve
noticia sobre los orígenes y la composición de la obra. El buen militar a
la violeta es una continuación póstuma, aplicada especialmente a la
profesión militar.
De manera póstuma fueron publicados sus dos textos más conocidos:
Noches lúgubres, aparecidas en El Correo de Madrid entre 1789 y 1790,
y las Cartas marruecas, que vieron la luz por vez primera, en entregas y
en el mismo diario, a lo largo del año 1789. En éste, tomando como
pretexto un viaje por España del árabe Gazel, hace una crítica de las
costumbres y defectos nacionales (a la vez que defiende el sentido
reformador del despotismo ilustrado). El modelo que sigue es el de las
Cartas Persas (1721) del barón de Montesquieu.
Mariano José de Larra
Mariano José de Larra y Sánchez de Castro (Madrid, 24 de marzo de
1809 – Ibídem, 13 de febrero de 1837) fue un escritor y periodista
español y uno de los más importantes exponentes del romanticismo
español.
Es considerado, junto a Espronceda, Bécquer y Rosalía de Castro, la más
alta cota del romanticismo literario español. Periodista, crítico satírico y
literario, y escritor costumbrista, publica en prensa más de doscientos
artículos a lo largo de tan sólo ocho años. Impulsa así el desarrollo del
género ensayístico. Escribe bajo los seudónimos Fígaro, Duende,
Bachiller y El pobrecito hablador. De acuerdo con Iris M. Zavala, Larra
representa el «romanticismo democrático en acción». Lejos de la
complacencia en las efusiones del sentimiento, Fígaro sitúa España en el
centro de su obra crítica y satírica. Su obra ha de entenderse en el
contexto de las Cortes recién nacidas tras la década ominosa (1823–
1833), y de la primera guerra carlista (1833–1840).
Tras el temprano suicidio de Larra a los 27 años de edad, José Zorrilla lee
en su entierro una elegía con la que se da a conocer.
En 1908 algunos de los representantes de la generación del 98, Azorín,
Unamuno y Baroja, llevan una corona de flores a su tumba, homenaje que
significa su redescubrimiento y la identificación del grupo con el
pensamiento de Larra y con su preocupación por España.
Larra fue un eminente articulista, con una gran claridad y vigor en su
prosa. En sus artículos combate la organización del estado, ataca al
absolutismo y al carlismo, se burla de la sociedad, y rechaza la vida
familiar. Representa el romanticismo democrático en acción: los males de
España son el tema central de su obra crítica y satírica. Descontento con
el país y con sus hombres, escribe artículos críticos (En este país, El
castellano viejo, El día de difuntos de 1836, Vuelva usted mañana...),
contra la censura (Lo que no se puede decir no se debe decir), la pena
capital (Los barateros o El desafío y la pena de muerte), contra el
pretendiente carlista (¿Qué hace en Portugal su majestad?) y el carlismo
(Nadie pase sin hablar al portero), contra el uso incorrecto del lenguaje
(Por ahora, Cuasi, Las palabras), etc. También cultivó la novela
histórica (El doncel de don Enrique el Doliente) y la tragedia (Macías).
Artículos
Periódicos en los que se publican los artículos de Larra y seudónimos
utilizados por el autor:
•
1828, El Duende Satírico del Día es el primer folleto que comienza
a escribir Larra, con el seudónimo de El Duende.
•
1832, El Pobrecito Hablador, en el cual escribió con el seudónimo
de Bachiller Juan Pérez de Murguía.
•
1833, La Revista Española, con el seudónimo de Fígaro.
Cabe decir además que sus artículos están divididos según el tipo de
artículo que sean, dependiendo en el tema y según su fecha; reconocemos
en total 3 tipos de artículos: -los de costumbre -los politicos
El Naturalismo en España
El Naturalismo fue apoyado por los sectores republicanos y demócratas
de España, la izquierda de época, y se enfrentó con una firme resistencia
de los sectores conservadores que veían en él la disolución de los valores
cristianos. Se difundió principalmente a principios de los 80, cuando se
fueron dando una serie de pasos que terminaron por aclimatar esta
estética en una parte de la literatura española de entonces:
•
Traducción en 1880 de varias novelas de Zola.
•
Aparición de La desheredada, de Benito Pérez Galdós, y crítica a
la misma por Clarín, que vino a ser un manifiesto teórico del
Naturalismo en España.
•
Aparición de Un viaje de novios, de Emilia Pardo Bazán (1881),
cuyo prólogo es otro manifiesto del movimiento.
•
Discusiones en el Ateneo (finales de 1881 - principios de 1882)
sobre el Naturalismo.
•
Publicación efímera de la revista Arte y Letras desde agosto de
1882 propiciada por Galdós, Sellés, Clarín, etc.
•
Artículos de Clarín (en La Diana) titulados Del Naturalismo
(1882).
•
Publicación por Pardo Bazán, desde noviembre de 1882, de La
cuestión palpitante.
•
Publicación efímera de la Revista Ibérica (desde abril de 1883),
por Clarín, Jacinto Octavio Picón, etc.
•
Homenaje a Galdós por el Bilis club (1883), que fue una
multitudinaria manifestación pública de apoyo al autor de La
desheredada. En ella nació la idea de un centro de propaganda
naturalista.
•
Otros artículos dispersos en diversas publicaciones sobre el
naturalismo y la finalidad docente o no del arte.
Empero, y con la excepción de algunos ensayos serios, como La
desheredada, de Galdós, lo que se practica en España no es un auténtico
naturalismo zolesco, sino una fórmula conciliadora que extrae algunos
recursos formales de Zola sin seguir su doctrina ideológica (ateísmo,
positivismo, determinismo). Este sincretismo es el que practican Pardo
Bazán o el marqués de Figueroa.
En España participaron de este movimiento hombres comprometidos con
posturas cercanas al Krausismo o la izquierda como Galdós (La
desheredada), Clarín y Vicente Blasco Ibáñez. Desde la óptica
conservadora puede también hablarse de un Naturalismo cristiano no
rigurosamente pesimista ni determinista en el que militaron autores como
Pardo Bazán, Luis Coloma, José María de Pereda (que se acercó al
naturalismo en su novela La Puchera), Juan Armada y Losada, José de
Siles, Francisco Tusquets, Ángel Salcedo y Ruiz y Alfonso Pérez Gómez
Nieva. Otro tercer grupo estaría integrado por los hombres de la revista
Gente Nueva, luego ampliado en otra revista, Germinal, de ideología más
extremista y que estaría integrado por los escritores del llamado
Naturalismo radical: Eduardo López Bago, José Zahonero, Remigio
Vega Armentero, Enrique Sánchez Seña, Joaquín de Arévalo, Jose María
Matheu Aybar, Manuel Martínez Barrionuevo, Eugenio Antonio Flores,
Silverio Lanza, Emilio Bobadilla, Alejandro Sawa, Joaquín Dicenta
(quizá el poeta y dramaturgo del naturalismo más importante en
castellano), José Ortega Munilla, Jacinto Octavio Picón, Ernesto Bark,
Ricardo Macías Picavea y algunos otros más. Epígonos del naturalismo
son en cierta medida Felipe Trigo y Augusto Martínez Olmedilla. No han
sido estudiados todavía suficientemente José González Serrano, Juan
García Nieto, Francisco Martín Arrúe, Enrique García Ceñal, E. García
Alemán, Ángel Salcedo Ruiz, Leopoldo García Ramón, Francisco Utrilla
y José Fraguas.
Benito Pérez Galdós
Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 10 de mayo de 1843
- Madrid, 4 de enero de 1920) fue un novelista, dramaturgo y cronista
español. Se trata de uno de los principales representantes de la novela
realista del siglo XIX y uno de los más importantes escritores en lengua
española.
Obras
De su muy amplia producción literaria podemos citar las siguientes obras:
•
En Doña Perfecta se hace el estudio de una ciudad imaginaria,
Orbajosa, anclada en una tradición cerril de inmovilismo. Al llegar
el ingenuo ingeniero progresista Pepe Rey para casarse con la hija
de la mujer que da título al libro, doña Perfecta, comienza una serie
de intrigas en que crecientemente se empieza a desacreditar al
ingeniero por parte del sector reaccionario y el clero de la ciudad.
La obra termina trágicamente.
•
En Marianela, Galdós construye una sólida narración en torno al
pobre personaje huérfano que le da título, deforme y enamorada
del joven burgués ciego al que sirve de lazarillo y al que la ciencia
le hace recobrar la vista, en el ambiente de un pueblo minero. El
final de la obra es trágico.
•
Fortunata y Jacinta, novela realista cuyo eje argumental es el
enamoramiento de dos mujeres de diferentes clases sociales de un
mismo hombre: Juan Santa Cruz, prototipo del hijo de familia
acomodada. Jacinta, mujer de alta condición social, estéril, acaba
casándose con Santa Cruz y adoptando al hijo que su marido ha
tenido con Fortunata, de baja condición. Uno de los personajes
secundarios de esta novela, el usurero Torquemada, protagonizó
otras cuatro obras (Torquemada en la hoguera, Torquemada en la
cruz, Torquemada en el purgatorio, Torquemada y San Pedro).
•
Cabría agrupar varias novelas unidas por la problemática religiosa.
Si en Doña Perfecta Galdós se muestra anticlerical al modo de
entonces y refleja un impactante panorama de la hostilidad
provinciana conservadora a un recién venido de ideas modernas, en
cambio, en Ángel Guerra y, sobre todo, en Nazarín, se advierte que
no hay en él irreligiosidad, sino al contrario, un profundo sentir
cristiano, disconforme con los compromisos temporales y sociales
de los hombres de la Iglesia.
•
También hay que destacar Miau, que es la pequeña epopeya del
cesante, del funcionario de Hacienda que, dejado en la calle por un
cambio ministerial, se alimenta de la esperanza, mientras detrás de
él su inconsciente familia trata de mantener las apariencias de la
«gente bien». Por otro lado, Misericordia nos sumerge en los
estratos más bajos del Madrid de entonces, en contraste con la
gente acomodada pero venida a menos. En ella encontramos una
espléndida pareja de figuras: el moro ciego Almudena y la criada
Benina, que representa la exaltación de la caridad. Otras novelas
suyas son Tormento, relato del conflicto entre la imaginación y la
realidad, entre la libertad de elegir el propio destino y las
resistencias
del
ambiente
a
permitirlo
y
finalmente
La
desheredada.
•
Galdós ensayó también el teatro, insistiendo a veces en temas ya
tocados en sus novelas, como El abuelo. En su momento algunas
de sus composiciones teatrales fueron muy celebradas.
Fórmulas narratives
Galdós empezó cultivando una novela de tesis en que los personajes
aparecían cortados por un patrón maniqueo, que los dividía entre
reaccionarios y liberales. Después empezó a interesarse por los aspectos
más costumbristas y por facetas más espirituales e intentó describir la
burguesía española de su época y buscar sus orígenes en la historia
reciente, mediante el uso de la novela histórica. También ensayó otras
fórmulas narrativas, como la novela dialogada.
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