II ENCUENTRO DE HERMANAS EN FORMACIÓN DE AMÉRICA LATINA ESCLAVAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS 1 – 10 Agosto de 2013 Cuenca – Ecuador Triduo de Renovación – Jueves 02 de enero 2014 Invitadas a entrar en Betania… COMUNIDAD DE AMOR Nos seguimos adentrando en Betania… hoy como comunidad de amor… El texto que nos acompaña es el de Jn 11, 1-44 (Jesús resucita a Lázaro). Es un texto cargado de imágenes, no pasemos de largo o demasiado rápido junto a ellas… el mosaico de Rupnik nos puede ir ayudando. En algún momento nos hablarán… y, sobre todo, el Señor nos hablará en ellas… Ls invito, hoy especialmente, a la “ascesis” que supone esta fidelidad a la escucha honda. Porque toca disponerse a esperar, a estar atentas, y en muchos momentos puede hacerse aburrido, duro, pesado. Pero cuando llega la voz del Señor… ¡hace que valga la pena todo! No queramos llenarnos de palabras nuestras, ni de ninguna otra persona tampoco. Busquemos Su voz… su Palabra para mí hoy… Atrevámonos también a llegar enteras y en verdad al encuentro con el Señor y con esa Palabra que nos quiere regalar. La comunidad es el lugar donde vivimos, donde somos… nos habla de nuestras identidades, las que vamos aprendiendo y ensayando a lo largo de la vida, y de ese irse tejiendo nuestra propia identidad… como don recibido, como fruto de la vida que se me da, de lo que va haciendo el Señor en mí (contando, como diría Teilhard, con las circunstancias de la vida y con mi buena voluntad)… La comunidad de Betania parece que acoge dos identidades (o las da a luz!): hay “hermanas/os”, y “amigas/os”. El único “mérito” de Lázaro en el evangelio es el de ser amigo de Jesús… ¡que no es poca cosa! No se dice de él que lo siguiera, nada. Era un amigo, a cuya casa a Jesús le gustaba llegar. Y en este texto es el amigo muerto, al que Jesús resucita, sin que él mismo haga nada… Esa es la identidad que conocemos de él… Algo más nos podemos asomar a la identidad de las dos hermanas, por sus diálogos con Jesús, la expresión mutua de sentimientos, etc. “Actividades” y “pasividades” que van tejiendo nuestra identidad… Y yo… ¿Cómo se viene forjando en mí esta identidad, en estos años…? ¿Qué “actividades” y “pasividades” me van marcando más significativamente? ¿Quién soy? ¿Quién me siento llamada a ser? ¿En qué momento vital me encuentro hoy? ¿Cómo va siendo mi camino de aprender a ser hermana, amiga…? La comunidad nos habla también de nuestras pertenencias… y de nuestra más radical pertenencia… ahí donde se va tejiendo lo que somos… Las hermanas del relato hacen una lectura muy honda y de fe de la muerte de Lázaro. No se trata solo de no haber podido vencer una enfermedad física. Cada una de ellas se lo declara a Jesús, en cuanto él aparece: “Si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto…”. Quiere decir que Lázaro –y, con él, la comunidad– no habría muerto si Jesús hubiera estado ahí. No solo es Lázaro el muerto, sino se presenta aquí a una comunidad que tiene la muerte en su interior. Tanto, que ya “huele mal”… II ENCUENTRO DE HERMANAS EN FORMACIÓN DE AMÉRICA LATINA ESCLAVAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS 1 – 10 Agosto de 2013 Cuenca – Ecuador ¿Qué espacios vienen siendo para mí “comunidad de amor” en este tiempo? ¿Qué espacios, en cambio, me significan muerte: no como la de Jesús, entrega libre de la vida, para que otras/os tengan vida, sino sepulcros cerrados, mal olor, ausencia, dolor…? ¿Cómo se vienen tejiendo mis pertenencias en estos años…? ¿Mi pertenencia más honda? ¿Cómo me la viene regalando el Señor? ¿Cómo le vengo respondiendo yo? Entre identidad y pertenencia se da uno de esos flujos de mutua influencia, en que es imposible sacar uno de los términos: vamos siendo –contrariamente a lo que muchas veces podemos pensar– en la medida en que vamos perteneciendo… y, al mismo tiempo, solo pertenecemos de verdad cuando somos quienes somos… Lo que soy, cómo soy, el modo en que se realiza mi ser (pensamientos, sentimientos, acciones, omisiones…) va construyendo mis pertenencias de una determinada manera. Y, al mismo tiempo, esas pertenencias van configurando mi ser… Este centro personal, hecho de conciencia, de intelecto, de corazón, de libertad, de voluntad –como “sede”, quizá, de lo más hondo de la persona– no lo tenemos siempre a mano ni está siempre listo para responder con libertad a la Voz del Señor. A lo largo de la vida va siendo necesario –y es lo que hace Dios en nosotras– rescatar ese centro de la persona… en el que Dios mismo habita… darnos cuenta de Su presencia ahí en lo más hondo de nosotras… que Su Voz nos despeje de otras voces, de otros apremios, que nos sacan de ese centro, nos confunden y nos hacen errar en el camino (los reclamos y huellas de nuestras heridas, nuestras necesidades no domesticadas, el modo en que nos afectan las expectativas y juicios de otras personas, los miedos que vamos arrastrando…). Necesitamos que Dios haga Suyo nuestro centro, lo más hondo de lo que somos. Y aprender, también nosotras, a vivir desde él. No podemos renunciar a vivir desde él, aunque nos perdamos a veces… Este aprendizaje es parte esencial de nuestra formación para la misión, para la vida a la que estamos llamadas. Y vivir, en ese centro, con el Dios – siempre mayor– que nos habita. Rafaela decía eso de “no dejar a Jesús solo en mi corazón…” Renunciar a vivir desde ese centro es renunciar a cualquier posibilidad de discernimiento… y también a toda posibilidad de verdadera humanización y realización. Es viviendo desde ese centro que vamos siendo más auténticamente nosotras mismas (identidad), no en la defensa cerrada de nuestros miedos y necesidades, sino en la libertad de la que se sabe alcanzada y sostenida más allá de sí misma… Es viviendo desde ese centro que podemos construir relaciones que se van alimentando de la elección libre de amar, de perdonar, de no poseer, de cuidar la vida en la otra persona… Es viviendo desde ese centro que podemos vincularnos profundamente sin dejar de ser nosotras mismas (pertenencia). Ni las circunstancias más extremas pueden quitarnos la posibilidad de situarnos en la vida desde eso más hondo donde Dios mismo habita en nosotras. Ni las más extremas. Es gracia pedida y recibida… Mirando a Jesús… su tremenda libertad para vivirlo todo… para vivir el éxito y el fracaso… la fama y el abandono… las relaciones, en medio de una sociedad cargada de prejuicios sociales y religiosos… Testimonio de Dietrich Bonhoeffer… Nuestras propias elecciones de mayor libertad, en circunstancias adversas… A este “centro personal”, a lo más hondo de Marta y de María, apela Jesús, cuando pregunta: ¿crees? ¿Crees en mí? ¿Crees de verdad que Yo soy tu resurrección y tu vida? II ENCUENTRO DE HERMANAS EN FORMACIÓN DE AMÉRICA LATINA ESCLAVAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS 1 – 10 Agosto de 2013 Cuenca – Ecuador Así a mí, a nosotras hoy… Y esa fe pide acciones, elecciones, pide expresarse: “saquen la piedra”. Es un acto comunitario: si bien es Jesús el que llama a Lázaro fuera de la tumba, la comunidad está implicada en la resurrección del hermano… tiene que correr las piedras… sacar las vendas… dejar caminar libremente… Es como una liturgia de confianza en el Señor, en lo que Él hace… ¿Dónde (en qué situaciones, vivencias, relaciones…) me pide el Señor que “crea en Él” y saque la piedra que esconde la muerte? ¿De qué me hablan esas vendas, el sepulcro, el mal olor…? ¿Qué saltos de confianza me mueve a dar hoy el Señor? ¿En qué espacios de mi vida siento resonar su voz, diciéndome con fuerza: “Sal fuera”? ¿Vivo desde ese “centro personal”, desde eso más hondo de mí donde Él mismo me habita? ¿A qué plenitud aspiro? ¿Es la que Él me promete o la que yo me construyo? Ir relacionando, entretejiendo, entonces… dejar que nuevamente los personajes del texto, así como las figuras e imágenes, nos hablen de nosotras mismas, de nuestra vivencia de los votos, de la relación con el Señor y con las y los demás (las Hermanas con las que vivimos, las y los compañeros de curso y de trabajo, las personas a las que somos enviadas en este tiempo, lo que el Señor nos mueva a mirar)… Miremos sobre todo a Jesús hoy día… su manera de vivir: las relaciones, las elecciones que hace, las renuncias que le suponen… lo que le llena el corazón y la vida… todo… su manera de amar… de ser pobre… obediente… y que en eso el mismo Señor nos vaya hablando… nos lleve a más, en el amor, en la vivencia de nuestra consagración… La formulación de los votos que hacen nuestras Constituciones, aun cuando podamos sentirla incompleta y estemos tratando de enriquecerla con esta profundización desde nuestra misión, nace de la contemplación que hacemos de Jesús desde el carisma y la misión que recibimos. Tiene detrás lo que Jesús nos muestra de sí mismo, como cuerpo apostólico. Lo que el cuerpo reconoce también, paradigmáticamente, en la vida de Rafaela y las primeras Esclavas. Como si el cuerpo hiciera la dinámica de los Ejercicios: contemplar a las personas… oír lo que dicen… mirar lo que hacen… y con esto “reflectir en mí misma y sacar algún provecho…”, reconocer lo que mueve en mí el contemplar a Jesús, que me lleva a identificarme con él, a desear vivir como Él, con Él, para Él… Las Constituciones son como la voz del cuerpo apostólico, que dice, “esto es lo que mueves en nosotras”, así nos has invitado a vivir, en la Iglesia y para el mundo. El texto nos acerca esas mociones, y algo del modo en que el mismo cuerpo las ha ido concretando históricamente. Esto es lo que abrazamos con nuestros votos. Y lo abrazamos entero. Aquí no cabe el “esto sí, esto no, esto me lo salto”. Por supuesto que vamos haciendo camino, pero al menos de intención, de “deseo”, diría Ignacio… Entonces quizá hoy podemos tener a la vista el capítulo II (Consagración y Votos), mientras contemplamos a Jesús y nos dejamos llevar a más por Él. Reconocer los rasgos suyos que esas formas concretas de nuestras Constituciones y Aplicaciones tratan de reproducir, porque ese es el sentido hondo de nuestras prácticas, no se trata de cumplir por cumplir. En poder situarnos en la clave y el la corriente viva del sentido de nuestros votos está no solo la posibilidad de vivirlos como camino de plenitud, de libertad, de alegría –como, de hecho, están planteados– sino también de ir aportando a nuevas concreciones, que los hagan hoy más transparentes y significativos, en nuestros contextos.