LA MEMORIA CONTRA LA VERDAD Mark Roseman 33 1. El presente artículo. es fruto de mi experiencia reciente con motivo de la elaboración de la biografía de una superviviente del Holocausto, la señora Marianne Ellenbogen, de soltera Strauss. Uno de los aspectos más inesperados y sorprendentes de mi investigación fue el hallazgo de documentos escritos de muy diverso tipo que pude contrastar con el testimonio oral de mi biografiada. Quizá debería hablar más bien de la posibilidad de yuxtaponer distintas fuentes con diferentes grados de contemporaneidad, ya que en muchos casos lo revelador no es el contraste específico entre lo escrito y lo dicho, sino más bien el que se observa entre las impresiones y memorias «fijadas,.o registradas con una distancia temporal distinta de los sucesos descritos, o sea, en documentos y cartas de aquel entonces y en entrevistas y conversaciones actuales. En cualquier caso, la comparación entre lo que me contaba mi biografiada y el relato de fuentes contemporáneas reveló una serie de diferencias y discrepancias importantes. Hasta el extremo de que el proceso de reconstrucción de la vida pasada de Marianne en el presente, llegó a recordar en algunos momentos una novela de detectives (aunque con un argumento trágico y desgarrador) a medida que una cadena de indicios y testimonios me obligaban a reevaluar una y otra vez los sucesos ocurridos más de cincuenta años atrás. Las discrepancias entre los documentos yel testimonio se presentaron bajo diversas formas. Muy a menudo, el testimonio de Marianne y de otros testigos indicaba que los documentos contemporáneos eran engañosos, bien porque su objetivo deli- l. Versión modificada de la ponencia presentada originariamente en el X Congreso Internacional de Historia Oral de Río de )aneiro (junio de 1998). Deseo expresar mi agradecimiento a la Fundación Nuffield, que financió mi asistencia a dicho encuentro y parte del trabajo de investigación en el que se basa el artículo. También estoy en deuda con la Universidad de Keele por el apoyo recibido para la investigación y a Vivían EIlenbogen, que me facilitó el acceso a los documentos de la familia. Historia, Antropología y Fuentes Orales, 2, 20, 1998 "",,1< ''',sr.""". berado era inducir a engaño -como, por ejemplo, en el caso de los archivos de la Gestapo-, o bien porque el autor no disponía de toda la información. Algunas de las discrepancias no respondían en absoluto a errores, sino que reflejaban más bien las visiones distintas del observador contemporáneo y el retrospectivo. En el presente texto vaya centrarme, no obstante, sobre todo en una tercera forma de dLscrepancia, a saber, la de los casos en los que los documentos contemporáneos revelaron que los recuerdos de Marianne (y de otros supeIVivientes) no eran exactos y se habían modificado con el paso del tiempo. Este tipo de imprecisiones me parecieron importantes y reveladoras, pero al examinar la bibliografia y, más concretamente, los análisis recientes sobre el testimonio de las víctimas del Holocausto, pude constatar que otros estudiosos les habían prestado es<.:asaatenciÓn. De hecho, muchos de ellos expresan explícitamente dudas en cuanto a la conveniencia de debatir sobre la fiabilidad de la memoria. Así lo expresa con toda claridad y muy explícitamente Lawrence Langer, uno de los estudiosos menos pretenciosos y más dignos de admiración que se han ocupado de los testimonios sobre el Holocausto:2 «Queda pendiente una cuestión previa que es la de la fiabilidad de la memoria en la que deben basarse estos testimonios para garantizar la exactitud e intensidad de los detalles. ¿Hasta qué punto puede ser creíble una memoria reavivada que intenta resucitar unos sucesos al cabo de muchos decenios de haber ocurrido? Yo creo que la terminología misma falla en este contexto. No es necesario resucitar lo que nunca ha muerto. Además, aunque una memoria amodolT"ddapuede desvariar al despertar, en estos relatos lo que queda más claro es que el recuerdo del Holocausto es una facultad insomne, cuyos ojos mentales jamás se han cerrado para dormir. Asimismo, puesto que los testimonios son documentos humanos y no meramente históricos, la difícil interacción entre el pasado y el presente alcanza una seriedad que supera la preocupación por la prelisión. De vez en cuando se producen errores en relación con hechos concretos, al igual que simples lapsus, pero éstos resultan triviales en comparación con los complejos estratos de recuerdos que se plasman en las versiones del yo que examinaremos en este libro». Mi propósito no es criticar el trabajo de Langer. Es evidentes que existen muchos temas relativos a la memoria y la identidad que es posible examinar y resolver sin 2. LAWRENCE L. UoNGER,Ho/ocaust Testimonies. Tbe ruins of memory influyentes sobre el testimonio de los supervivientes the Ho/ocaust (1986); CArnvCAJ¡!JTH,comp., Trauma: R. HAJmw¡, comp., Ho/ocaust Embatt/ed Ho/ocaust Remembrance. se/ves. An investigation survivors (1994). consultadas: Exp/orations The shapes ofmemory into tbe nature of identity, (1991), p. XV. Otras obras BRUNOBETTEUiEIM, Surviving inMemory (1995); GEOFFREY (1994); KENNETH]ACOBSON, tbrough oral histories of entrar en la cuestión de la exactitud de dichos recuerdos. No obstante, según mi experiencia -y este es el núcleo central del presente texto-, la «preocupación por la precisión», que Langer deja de lado, contribuye en realidad a la comprensión de esos «complejos estratos de recuerdos» que él intenta desvelar. 2. Ante todo, quisiera presentar brevemente a la persona, Marianne Ellenbogen, cuya biografía constitUye el punto de partida de las presentes consideraciones. Marianne nació en 1923 en el seno de una familia judía próspera de Essen, en la zona del Ruhr, donde se crió, como la mayor de dos hermanos. Sus padres eran judíos alemanes muy patriotas -su padre había sido condecorado con la Cruz de Hierro en la Primera Guerra Mundial- y no intentaron salir del país hasta que ya fue demasiado tarde. Como resultado, su familia quedó atrapada en la Alemania nazi. Marianne sobrevivió a la guerra y no salió del país hasta diciembre de 1946, fecha en la que se trasladó a Gran Bretaña. Vivió los cincuenta años siguientes en liverpool, donde falleció en 1996. A pesar de que en su vida hay muchos aspectos realmente notables, en el presente contexto es preciso destacar, ya de entrada, dos de ellos. El primero es que, a diferencia de la mayoría de los miembros de su familia y muchos de sus amigos más íntimos, no estuvo nunca en un campo de concentración: durante la guerra vivió primero con su familia bajo la protección oficial, sumamente desusada de laAbwebr-e1 servicio de contraespionaje de la Wehrmacht-j y, a partir de 1943, cuando la familia fue deportada a Theresienstadt y luego a Auschwitz, Marianne se ocultó con la ayuda de un grupo de izquierdas poco conocido, llamado el «Bund».' Estuvo huyendo durante dos años, viajando de un extremo al otro de Alemania, alojándose durante periodos de pocos días en las casas de diferentes miembros de dicho grupo. Durante este periodo de su vida desplegó una enorme energía y,valor: lejos de la pasividad o la inactividad que uno podría tender a asociar con una persona obligada a esconderse. 3. la familia figuraba entre los probablemente varios centenares de judíos que recibieron protección de la Abwehr, el servicio de contraespionaje de la Wehrmacht. Todavía no se ha contado la historia completa de dicha protección, que tuvo su origen sobre todo en las convicciones antin:vjs de Oster y Dohnanyi. La mejor descripción disponible hasta ahora es la de WINFRlr,D MEYF.R, Unternehmen Sieben. Eine Rettungsaktion für vom Ho/ocaust Bedrobte aus dem Amt Aus/and/Abwehr im Oberkommando der Wehrmacht (FrankfurtIM 1993). Se dio protección a los judíos con el pretexto de su utilización como agentes en el extranjero y algunos fueron trasladados, de hecho, a través de la frontera con destino a Suiza y otros lugares. LaAbwehr perdió, sin embargo, en el verano de 1943 la independencia de que había gozado hasta entonces con respecto a las SS y se vio obligada a abandonar al resto de sus «agentes» judíos. 4. El nombre completo de este grupo, que tenía su ba~e en Essen, era «Bund Gemeinschaft fijr sozialistisches Leben». No tenía ninguna relación con el «Bund. judío de Polonia, más famoso. 35 Por lo tanto, es muy posible que su experiencia no incluyese algunas de las características definitorias del o de la supeIViviente arquetípicos del Holocausto. No obstante, me propongo argumentar que muchas de las experiencias traumáticas características -el hecho de ser definida, señalada y perseguida por el Estado, de verse obligada a vivir en una situación de permanente amenaza y ansiedad, de la pérdida de los seres queridos y la incertidumbre sobre su suerte, de tener que luchar con recuerdos traumáticos y con la culpa de haber sobrevivido a diferencia de tantos son voluminosos y ofrecen mucha información sobre la vida de la familia antes de la guerra. También se conservan muchas cartas familiares, incluidas tarjetas postales remitidas a Suecia desde Theresienstadt e incluso una enviada desde AuschwitzBirkenau. 3. otros- dominaron la vida posterior de Marianne y su testimonio en igual medida que en el caso de otros y otras supervivientes del Holocausto. Como muchos otros supervivientes, no habló nunca de sus experiencias hasta poco antes del fin de su vida, e incluso entonces la convicción de que era preciso dar cuenta de lo ocurrido le permitió superM a durd.'i penas su extrema reticencia a hablar. Su silencio fue tan total hasta que mantuvo sus conversaciones conmigo que, después de su muerte, constaté que incluso su hijo y sus nietos tenían sólo una ligerísima idea sobre su vida antes dt; su llegada a Grdn Bretaña. El segundo aspecto que llama la atención es la diversidad de fuentes supeIVivientes. El punto de partida de mi investigación fue obviamente el testimonio de Marianne, recogido en una serie de entrevistas realizadas en 1989 y 1996.' Sin embargo, a continuación pude ampliarlo con otras fuentes orales, incluido el testimonio personal o de expertos recogido a través de entrevistas, conversaciones telefónica., y correspondencia con más de 100 interlocutores en Gran Bretaña, Alemania, Israel, Estados Unidos, Suecia, Francia y Argentina. Las fuentes escritas, igualmente numerosas, fueron de muy diverso tipo.' Entre ellas figuran documentos oficiales, incluidas las fichas desusadamente amplias de los archivos de la Gestapo sobre la familia y también documentos municipales sobre la expropiación de sus bienes. Una de las fuentes más dramática., son los documentos personales de Marianne, incluidos dos detallados diarios de la guerra, uno de ellos sobre su periodo de clandestinidad, y una vasta correspondencia, incluido un prolongado y singular intercambio de cartas entre ella y su prometido, que se encontraba en Izbica, a partir de 1942. También se conserva parte de la correspondencia que mantuvo con miembros del «Bund», el grupo que la protegió, al igual que el diario personal de Artur ]acobs, la personalidad que estaba detrás de dicho grupo. Los documentos relativos a la restitución 5. En este artículo no ofrezco referencias detalladas de las entrevistas con Marianne y de los documentos en su posesión. Sólo doy las referencias de los materiales de procedencia externa. l.as referencias completas se incluirán en mi biografía de Marianne de próxima publicación, Tbe Past in Hiding (título provisional). I 6. Muchas de ellas estaban en manos de la propia Marianne. Además, entre los archivos consultados figuran los siguientes: Alte Synagoge de Essen, Stadtarchiv de Essen, Hauptstaatsarchiv de Düsseldorf, el Archivo Federal Alemán de Berlín, Zentrum für Antisemitismusforschung de Berlín, Yad Vashem de Jerusalén, Leo Baeck Institute de Nueva York y ~ener library de Londres. I ¡ í I ! ¡ ! ¡ Lo primero que suscitó la comparación entre los recuerdos de Marianne y los documentos contemporáneos fue una cierta polarización de su testimonio en varios casos. Por un lado, se observaban pequeñas exageraciones o engrandedmientos de algunas experiencias. Sobre todo, cuando había intervenido algún suceso traumático, las circunstancias que lo rodearon habían adquirido dimensiones ligeramente exageradas en el recuerdo de Marianne. Los periodos de tiempo se habían duplicado o triplicado en su recuerdo; el internamiento de su padre en Dachau después de la «Noche de los cristales», en 1938, adquirió una duración de tres meses en su memoria, cuando en realidad duró tres semanas. Análogamente, después de su huida en 1943, su familia fue encarcelada en Essen, mientras la Gestapo abrigaba la esperanza de que Marianne reaparecería. Este periodo de detención transitoria antes de su deportación a Theresienstadt duró en realidad poco más de una semana, mientras que Marianne lo recordaba como si hubiesen sido tres semanas. Un detalle que observé no sólo en su testimonio sino también en el de otros testigos judíos a quienes consulté fue que portadores de muy diversos uniformes se habían metamorfoseado en su memoria en «hombres de las SS».Soldados de la Wehrmacht, funcionarios de ferrocarriles, policías corrientes que vigilaban los trenes y otros personajes se fundían en la figura amenazadora arquetípica del hombre de las SS. De manera más sutil, el relato de Marianne sobre sus años escolares también exageraba retrospectivamente, a mi parecer; el grado de persecución. Las declaraciones de otros testigos son, sin embargo, contradictorias. En este aspecto, donde se trata de impresiones más que de incidentes concretos, es posible que el recuerdo de Marianne refleje con exactitUd su propia percepción subjetiva del momento. En otros aspectos, en cambio, la memoria más bien había reducido o minimizado la importancia de los sucesos ocurridos. Por ejemplo, los recuerdos orales de Marianne sobre las personas que la ayudaron, sobre todo los de los diversos miembros del Bund que la acogieron en sus casas durante periodos de un par de semanas (a veces en ocasiones distintas), no incluían ninguna referencia a las tensiones y conflictos que luego salieron a la luz en su diario y en la correspondencia incluida en el mismo. El diario revelaba una lucha permanente de Marianne para olvidarse de sí misma y pensar en los demás, para superar su sufrimiento y su dolor subjetivos. Como parte de este esfuerzo, se entregó a la tarea de convertirse en consejera y confidente de sus anfitriones, a veces con consecuendas más bien desafortunadas, pues la bella y audaz muchacha en su afán por ayudar a sus amigos del Bund a resolver sus diferentes problemas de relación llegó a provocar trifulcas en más de una ocasión. De vez en cuando también se mencionan disputas de carácter más filosófico. Todos 37 estos problemas se habían bOIT'adO,sin embargo, de su memoria, no en último lugar por el deseo de no empañar de ningún modo la imagen de quienes la habían ayudado. 4. No obstante, más interesante que esta tendencia de la memoria a polarizar lo bueno y lo malo, es el hecho de que la cadena de acontecimientos descrita en su relato personal no coincidía en diversos puntos con la descripción ofrecida por otras fuentes. Por ejemplo, en abril de 1942, mientras la familia de Marianne seguía viviendo bajo protecciÓn oficial, su prometido, Ernst Krombach, y sus padres fueron seleccionados para ser deportados al R<;te.Su destino final fue Izbica, un gueto poco conocido de Polonia al que fueron deportados muchos millares de judíos alemanes, austríacos y checos, como IUI,>ar de detención intermedio en el camino hacia los campos de la muerte.7 Según Marianne, la víspera de su deportaciÚn, los Krombach fueron traslados a los barracones donde permanecían internados muchos judíos de Essen ya la mañana siguiente los trasladaron a la estaciÓn. Marianne dijo que les había acompañado a los baIT'acones, donde pasó la noche con Emst y le suplicó que intentara huir. Me dijo que entonces ya sabía que el Bund había ofrecido su ayuda en caso necesario. Acompañar a la familia a los barracones parecía un acto de increíble coraje, dado el considerable riesgo de ser deportada simplemente con el resto de los Krombach si la encontraban allí. Más adelante descubrí, sin embargo, diversos documentos que probaban que los Krombach pasaron la última noche en su apartamento y que Marianne no permaneciÓ allí esa noche. De hecho, Emst le escribiÓ esa misma noche una carta de despedida que, según se desprende claramente de su correspondencia, ella recibió uno o dos días después. Por consiguiente, no cabe la menor duda sobre e] lugar donde se encontraba la familia y sobre la ausencia de Marianne. Luego encontré entre los recuerdos de judíos de Essen publicados, un relato de una mujer llamada Hannah Aron que describía la deportaciÓn de su novio, también con destino a Izbica, en un transporte posterior de Essen al citado gueto, en junio de 1942."Aron contaba que ella había pasado la noche con su novio en los barracones de Essen la víspera de su partida. El relato de Aron coincidía en lo esencia] con lo que me había contado Marianne y, en este caso, no existían pruebas documenta- 7. I.as mejOl' fuentes sobre lzbica en lengua Cuide lO}ewish Luhlin andsurroundings inglesa son las siguientes: les que indicasen que no hubiera ocurrido así. Yo no tenía, sin embargo, ningún motivo que me permitiera suponer que Marianne había leído los recuerdos de Aran. La compilación publicada de memorias de Essen no formaba parte de su biblioteca. No obstante, luego supe que Hannah Aran y su madre se habían traslado a vivir, de hecho, en casa dela familia de Marianne en marzo de 1943, un año después del citado incidente, y habían pasado seis meses allí hasta la deportación de la familia de la propia Marianne.9 Posteriores conversaciones con la señora Aran, que ahora reside en Connecticut, me confirmaron que Marianne debía haber escuchado el relato, que luego adoptó como propio. Veamos un segundo ejemplo. En agosto de 1943, se acabó la protección de la Abwehr y la familia Strauss quedó expuesta al riesgo de ser deportada. El 31 de agosto se presentaron en su casa dos oficiales de la Gestapo y les dieron un plazo de dos horas para prepararse para partir rumbo al Este. Su destino sería Theresienstadt. Esas dos horas previas y la huida de Marianne de la casa, habían quedado grabadas indudablemente en su memoria como las dos horas más intensas de su vida. En sus conversaciones conmigo volvía a menudo sobre ellas. Los pasajes más vibrantes y dramáticos de un breve relato escrito de su vida, que redactó en la década de los ochenta, eran los relativos a ese momento. 10 Miimpresión al escucharlafue que hasta el último detalle había quedado grabado en su memoria, y lo que me contó en los noventa coincidía, desde luego, con lo que había escrito en los ochenta. Marianne me dijo que sus padres estaban al corriente de sus planes. Ella le preguntó discretamente a su padre si podía llevarse a su hermano con ella. El padre accediÓ y le dio un grueso fajo de billetes que conservaba ilegalmente en casa. Marianne me dijo que Richard, de diecisiete años y un chico muy apegado a la familia, no quiso dejar a sus padres. Los oficiales bajaron al sótano para inspeccionar el botín que la familia tenía guardado en cajas. Mientras estaban allí, Marianne consideró que ésa era su oportunidad. AgitÓbrevemente la mano en señal de adiÓs para despedirse de su madre que se encontraba en la cocina, se escabulló escaleras abajo y echó a correr, esperando que en cualquier momento se disparara una pistola, pero no hubo ningún disparo. Cuando viajé a Düsseldorf después del fallecimiento de Marianne y descubrí los voluminosos archivos de la Gestapo, pude constatar que uno de los dos oficiales de la Gestapo, e] secretario de asuntos criminales Kosthorst, tuvo que presentar el 3 de septiembre un informe detallado sobre la desaparición de Marianne.1ISu descripción de los hechos difería un poco de la de ella. Según su informe, él se encontraba en el ANDRZE)TRZClNSKI,A (Luhlin, Varsovia 1991); YrrzHAKAHAD,Bezlec, Sohihor, Trehlinka. The operalion Reinhard dealh camps (Bloomington BJA"lT,From Ihe ashes olSobibor. A slOry 01 survival (Evanston, e Indianapolis 1987); THOMAS IIIinois 1997). 8. En EDNABHOCKE,BARBARA VÓGEIF.R,MICHAEI.ZIMERMANN el al., Stationen jüdischen Lebens: van der Emanzipation bis zur Gegenwart. Katalogbuch zur Ausslellung ~Stationen jüdischen Lebens» in der Allen Synagoge Essen (Bonn 1990). 9. Información de la señora Hannah Aron, West Harrford, Connecticut. 10. MAluANNE EU.F.NBOGEN, «Flucht und ilIegales Leben wahrend 1954», en Das Münster am Hel/weg, der Nazi-Verfolgungsjahre 1943- núm. 37 (1984), ps. 135-142. 11. Haupt Stastsarchiv Düsseldorf (HStaD) RW58 , 74234, folio titulado )üdin Marianne Sara StrauIL.», Essen 3.9.1943. «Betrifft: Flucht der 39 primer piso vigilando a la familia de Siegfried Strauss, mientras el primer adjunto de asuntos criminales Hahn vigilaba a la familia de Alfred Strauss, el tío de Marianne, en el segundo piso. Ella les pidió permiso para bajar a buscar comida para el viaje. Accedieron a su petidón y entonces ella desapareció. Diríase que intentaban encubrir su propia negligencia. En vez de estar fisgoneando las riqueza.~de la familia en el sÓtano, ellos se encontraban arriba y tuvieron la <<generosidad»de permitir que Marianne bajase en busca de comida; ella había abusado de su confianza. Me dije que probablemente yo era la primera y la última persona que leía el informe a sabiendas de que el relato de la Gestapo era falso. Sin embargo, algún tiempo después, conocí la otra testigo que me dijo que había mantenido contacto con Marianne durante un breve tiempo después de la guerra. 12 Sin que yo se lo pidiera, me ofreció su propio y vívido recuerdo del relato que le había hecho Marianne de su huida: la Gestapo estaba vigilando a la familia, ella pidió permiso para ir a buscar pan y entonces se esfumÓ. Esto parecía indicar que inmediatamente después de la guerra, la descripciÓn de la huida de Marianne coincidía con la de la Gestapo y sÓlo se modificaría más adelante. s. Evidentemente, no es mi propÓsito poner en entredicho la veracidad funda- mental del testimonio de los supervivientes del Holocausto. El tipo de discrepancias que aquí cito son triviales en comparaciÓn con los hechos fundamentales de la persecuciÓn y las pérdidas. l.as demás fuentes corroboraron casi en su totalidad los recuerdos de Marianne sobre los hechos fundamentales. Muchas de las cosas que me contÓ parecían muy improbables a primera vista, pero luego quedaron corroboradas. Por ejemplo, hasta a ella misma le sonaban implausibles sus alegaciones sobre la protecciÓn prestada por laAbwebr a la familia; los archivos de la Gestapo prueban, sin embargo, su veracidad. Parecía improbable que pudiera haberse graduado, como afirmaba, en el Institu[() judío para maestras y jardineras de infancia en febrero de 1942, después de superar un examen estatal alemán; el hallazgo del certificado oficial, con el sello de la esvástica, demostró que así fue, en efecto. Posiblemente lo mi" difícil de creer era su recuerdo de que en 1944 había logrado obtener informaci6n muy precisa a través de la BBC sobre la suerte que habían corrido sus padres en Auschwitz. Sin embargo, otras pruebas también lo corroboraron. B Por consiguiente, 12. Entrevista con lily Arras, Geldern, 13. BBC Written Archive Centre, 10.1.1997. German Service, Sonderbericht scripts,]an. 43-Apr. 45. Los citados documentos confirman que la BBC remitió en 1944 información muy detallada sobre la suene de los ocu pantes de transpones específicos de Theresienstadt a Auschwitz. Marianne supo a través de otras fuentes que sus padres se encontraban en uno de estOs transportes. Le estOy muy agradecido a Gabriel MilIand por esta referencia de la BBC. DanUta Czech también menciona los informes de la BBC, que se escucharon C7.F.CH, Kalendarium der Ereignisse (Hamburgo 1989), ps. 800-801. también im Konzentrationslager en Auschwitz; Auschwitz Birkenau todas las discrepancias citadas tienen que considerarse dentro del contexto de esa veracidad de fondo. En este sentido, mi limitada experiencia coincide ciertamente con la de Langer. Es necesario hacer también otra matización importante. Como ya apuntaba en la introducción, el proceso de dilucidación y corroboración no opera en una sola dirección. Los documentos escritos no pueden aceptarse como la «verdad indiscutible», en contraste con la cual pueden criticarse las deficiencias del testimonio oral «imperfecto». Al contrario, muchos de los documentos de la Gestapo y otros materiales estaban pensados para inducir a error. Cuando leemos en el informe del secretario de asuntos criminales Kosthorst que concedió a la familia Strauss «un plazo fijo (eine befristete Auflage) para empaquetar los objetos necesarios»," sólo el relato de Marianne de las angustias de la familia para reunir en apenas dos horas lo mínimo necesario, nos permite apreciar la atmósfera del momento. E incluso cuando los autores de los documentos no recurren al lenguaje oficial para encubrir su barbarie, existen grandes lagunas en lo que cuentan los informes y cartas, que sólo el testimonio personal de Marianne puede llenar. Sin embargo, aun así subsiste el hecho de que en su recuerdo aparecen, en efecto, interesantes imprecisiones. Éstas no ponen, en realidad, en entredicho su testimonio en ningún sentido, pero sí revelan los devaneos de la memoria en torno a un núcleo central ineludible e incontrolable, en un esfuerzo por establecer un cierto dominio sobre la experiencia traumática. En efecto, yo no tuve la impresión de que el tipo de discrepancias que he señalado aquí -y hay muchas otras- respondiesen al simple deterioro o fluctuación casuales de la memoria de una persona mayor. También cometió, evidentemente, desliz de ese tipo; pero en el caso que nos ocupa parecían responder demasiado a una pauta y coincidir con situaciones en relación con las cuales los recuerdos de Marianne seguían siendo tan vivos en otros aspectos como si acabasen de ocurrir ayer. ¿Cómo interpretar, entonces, las diferencias? Parece bastante evidente que las alteraciones corresponden a momentos muy traumáticos. En el caso de Marianne, esos recuerdos no correspondían nunca a hechos que le hubiesen ocurrido directamente a ella; a fin de cuentas, se había salvado de lo peor y demostró una capacidad absolutamente extraordinaria para hacer frente a la permanente amenaza contra su seguridad. Sus traumas estaban relacionados, por el contrario, con el sentimientO de culpa, sobre todo por haber dejado a su familia y por haber permitido que otros la dejaran a ella. le resultaba insoportable haber permitido que se llevasen a su prometido. Como también le resultaba insoportable haber dejado a su familia. El enorme peso de su supervivencia bajo esas circunstancias era un tema sobre el que volvió muchas veces, explícita e implícitamente, en el curso de nuestras conversaciones. <<Puse en peligro a mis propios padres, puse terriblemente en peligro a mi propia véase DANUTA 1939-1945 14. HStaD RW58 74234, citado en la nota 10. 41 familia. Ellos {la Gestapo, MR] podrían haber hecho lo que les hubiese dado la Rana», son palabras que expresan de manera característica estos sentimientos. Yo argumentaría que las pequeñas alteraciones de su testimonio indicaban los esfuer/.os de Ma.;anne para hacer frente a esos sentimientos de pérdida y de culpa. A-;í,por ejemplo, incorporÓ a su testimonio (y estoy seguro de que creía sinceramente que eso cOlTespondía a su propio recuerdo) la historia de Hannah Aron sobre la noche que pasÓ en compañía de su prometido antes de partir. Ella incorporó esta idea, aunque en .-ealidad no fue exactamente éso. El relato de su huida de la casa era un poco más complejo y me estuve preguntando durante algún tiempo cuál podría ser el significado de los cambios. ¿Deseaba negar Marianne el hecho de que su huida se había apoyado en un cierto «abuso» de confiani'.a, o sea, que había engañado a la Gestapo? Esto, sin embargo, es poco probable, ya que se mostraba a menudo muy menta a los matices en las actitudes buenas y malas de quienes la rodeaban. Por el contrario, llegué a la conclusiÓn de que había inventado una vía de escape en la que podría haberla acompañado su hermano. Ambos podrían haberse escabullido escaleras abajo mientras los de la Gestapo estaban en el sÓtano. En cambio, pedir permiso pard ir a buscar pan a la cocina era un ardid que difícilmente podía justificar que bajaran ambos jÓvenes; sÓlo permitía la huida de uno de ellos. En ()tras palabras, las discrepancias sugerían que en aquellos aspectos que correspondían a sus experiencias más traumáticas, el trauma la incapacitÓ para hacer frente al recuerdo real, una presiÓn que generÓ, por un lado, una reticencia a comunicar dichas vivencias al mundo exterior y, por el Otro, el proceso de introducciÓn de sutiles alteraciones. 6. Aunque podamos comprender el proceso que dio lugar a esas sutiles alteraciones de su recuerdo, también podemos pensar que aunque esa<;versiones alternativa-; fuesen ciertas, ello no la haría menos «culpable». Desde nuestro pUnto de vista de observadores, ella no era culpable en ningún caso. Por otro lado, desde la perspectiva de Marianne, aunque hubiese seguido una vía de huida que Richard podría haber tomado también, pero no tomÓ, aunque hubiese pasado la noche con Emst, no se hubiera sentido menos culpable una vez acabada la guerra. Es muy posible que hubiese sentido la necesidad de introducir otras alteraciones, de realizar otros ajustes, para afrontar el pasado. Por lo tanto, los detal/es no son cruciales en sí mismos y no alteran, de hecho, su posiciÓn. Lo importante, creo yo, fue que le permitieron establecer un cierto distanciamiento psicolÓgico con respeCto a una realidad insoportable, imponer un con/rol S()bre la memoria y sobre esos momentos que le causaban tanto dolor. Otro aspeCto de su testimonio y de los de Otras personas sugiere, a mi parecer, que se trataba en gran parte de imponer un cierto control sobre un recuerdo que de otro modo resultaba intolerable, a saber: la creación de leyendas sobre el destino de sus seres queridos. Considérese, por ejemplo, la suerte que corriÓ su prometido, Em<;t. Como ya he señalado antes, Marianne consiguió mantener por diversa<;vias una corres- ~__~n pondencía con Emst mientras se encontraba en Izbica. En agosto, noviembre y diciembre de 1942, un contacto de la Wehrmacht visitó e! gueto y a su regreso le llevó carta<;de Emst en agosto y noticias de Emst y su familia en noviembre y diciembre. En diciembre de 1942, según me contó Marianne, ésta se enteró de que Emst había quedado ciego como resultado de unos experimentos médicos. Se sabe muy poco sobre lo que ocurrió en el gueto, pero yo no tenía ninguna información sobre la realización de experimentos médicos allí. Mantuve correspondencia con Thomas Blatt, un superviviente de Izbica bien informado y uno del puñado de supervivientes de la rebelión de Sobibor, que ahora vive en Estados Unidos. Éste insistió en que allí no había ningún servicio de ese tipo. Más adelante conseguí establecer contacto con el hermano de Emst, Heinz (que luego adoptó el nombre de Enrique Krombach) que en los años treinta se encontraba en Argentina. Su versión -basada en informaciones más remota<;-era que la<;SS habían dejado ciego a Emst durante un intento de huida." Esta versión se ha publicado ahora en un relato escrito de la vida de su padre, incluido dentro de un libro en memoria de los abogados judíos de Essen.'6 Sin embargo, e! hallazgo de la correspondencia de Marianne y del diario de! dirigente del Bund, Artur Jacobs, deja claro que, si bien ambos relatos parecen basarse en hechos reales -Ernst al parecer perdió efectivamente la vista en diciembre de 1942-, ambos han añadido una nota persecutoria adicional al trágico fin de su vida. Según parece, Emst quedó ciego en un accidente industrial. Queda claro que, en 1942, Marianne conocía este hecho, como también lo sabía Enrique Krombach en la inmediata postguerra. Con el paso de los años, ambos desarrollaron, cada uno por su cuenta, diferentes versiones. En una línea análoga, encontré cuatro versiones distinta<;sobre la muerte de la tía de Marianne en las escrituras de restitución y otros documentos. Sin embargo, Marianne había tenido noticia en 1946 -a través de una carta que le envió desde Suecia una persona que había estado con su tía en Theresienstadt, Auschwitz y los campos de la muerte- de los detalles exactos de su muerte causada por un disparo de las SS,porque estaba demasiado enferma para emprender una «marcha de la muerte». Ninguna de las otra<;versiones era más «soportable» de por sí; lo que estaba en juego, una vez más, era el «control» sobre el pasado. 7. En el caso de muchos supervivientes del Holocausto resulta sencillamente imposible el tipo de comparaciÓn que he intentado realizar brevemente aquí. El número 15. Lainformante de Enrique fue una enfermera de la Cruz Roja en Suecia,Judith Koppel, origina¡;a de Essen. De la correspondencia de Marianne se desprende claramente que Koppel se basaba en la información recibida de la propia Marianne. 16. BERND SCHMAIHAUSEN, Schicksalejüdischer juristen aus Essen 1933-1945 (Essen 1994), ps. 81-82. 43 . .. 44 de documentos conservados que arrojan alguna luz sobre las experiencias de Marianne en la Alemania nazi es excepcional. Por lo tanto, con frecuencia tenemos que conformamos con el testimonio aislado del o la superviviente y dejar de lado el tema de su exactitud. Lo que deseo argumentar es simplemente que cuando es posible comparar el testimonio de los supervivientes con otras fuentes, no es una falta de respeto hacia éstos el hacerla. Ello no implica el deseo o la expectativa de poner en entredicho la veracidad fundamental de su testimonio. Al contrario, contribuye a iluminar los procesos mismos de la memoria que intentamos comprender. El hecho de que Marianne muriera sin haberme revelado la existencia de la mayoría de los documentos que poseía hace aun más conmovedora la yuxtaposición de su testimonio con los documentos y también confirma la impresión de que era incapaz de enfrentarse a su pasado tal como era. Durante las conversaciones que mantuve con ella, ella sabía que su casa estaba llena de documentos y recuerdos, cosa que ignoraba yo. Evidentemente se sentía in<..'apazde enfrentarse a ellos. Su hijo me dijo que su madre era habitualmente muy ordenada y lo archivaba todo en el lugar que correspondía. Sin embargo, todos esos papeles estaban metidos en sobres y carpetas, conservados sin tirar nada, pero sin catalogar, dispersos por toda la casa en rincones y recovecos. La cac¡amisma estaba muy deteriorada y presentaba grandes grieta<;en las paredes de los cuartos trac¡eros. No podría encontrarse un símbolo más elocuente de la pesada carga que arrostraba Marianne que el progresivo deterioro de toda la estructura de la vivienda, como si se estuviese desplomando bajo el peso de su indomeñahle pasado. Traducción de Mireia Bofill