ISSN: 1888-9891 REVISTA DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL ADASUVE® CONTROLA RÁPIDAMENTE LA AGITACIÓN 1-3 Revista de Psiquiatría y Salud Mental Órgano Oficial de la Sociedad Española de Psiquiatría y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica Volumen 7, Número 2. Abril-Junio 2014 EDITORIAL ¿Qué hemos aprendido de la investigación en primeros episodios psicóticos? ORIGINALES Estudio retrospectivo del tratamiento y uso de consultas en un grupo clínico de pacientes con trastorno delirante Estado nutricional, ingesta alimentaria y riesgo de enfermedad cardiovascular en individuos con esquizofrenia en el sur de Brasil: estudio de casos-controles ψ Prevalencia del trastorno negativista desafiante en España 1 min. 2 min. 3 min. 4 min. 5 min. 6 min. 7 min. 8 min. 9 min. 10 min. REVISIÓN ¿Cuál es la relevancia real y el manejo de las principales alteraciones tiroideas en los pacientes bipolares? Indicado para el tratamiento rápido de la agitación leve-moderada en adultos con esquizofrenia o trastorno bipolar1 CARTA CIENTÍFICA Acidosis metabólica y topiramato. Utilidad de la fórmula de Winters CARTA AL DIRECTOR Diferencias de grupo en la sobrecarga: ¿cuánto es la diferencia? Rápido inicio, liberación Tratamiento no invasivo, Fácil de administrar, rápida y fiable1 sin agujas activado por inhalación1 www.ferrerfarma.com ABRIL-JUNIO 2014 - VOLUMEN 7 - NUMERO 2 minutos AGENDA Factor de impacto 2012: 0.667 www.elsevier.es/saludmental Indexada en Index Medicus/Medline, SSCI/JCR (Social Science Citation Index / Journal of Citation Reports) Revista de Psiquiatría y Salud Mental Órgano Oficial de la Sociedad Española de Psiquiatría y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica www.sepsiq.org www.sepb.es Sociedad Española de Psiquiatría Sociedad Española de Psiquiatría Biológica Junta Directiva Junta Directiva Presidente: M. Gutiérrez Fraile Presidente: M. Bernardo Arroyo Vicepresidente: J. Bobes García Vicepresidenta: A. González-Pinto Arrillaga Secretario: J.I. Eguiluz Uruchurtu Secretario: M. Urretavizcaya Sarachaga Vicesecretaria: M.P. García-Portilla González Vicesecretaria: M.J. Parellada Redondo Vocales: M. Torrens Melich J. Sáiz Ruiz M. Páramo Fernández D. Palao Vidal J. Cano Valero L. Caballero Martínez Vocal Expresidentes: C. Leal Cercós Vocal Investigadores de Referencia: B. Arranz Martí Vocal Jóvenes Investigadores Acreditados: M. Arrojo Romero Vocal Asamblea General: E. Aguilar García-Iturrospe Edición y publicidad: ELSEVIER ESPAÑA, S.L. Travessera de Gràcia, 17-21. 08021 Barcelona - Teléfono 932 000 711. Fax: 932 091 136 José Abascal, 45. 28003 Madrid (España) - Teléfono 914 021 212. Fax: 914 250 424 Indexada en Index Medicus/Medline, IBECS, Social Sciences Citation Index® Journal Citation Reports/ Social Sciences Edition Current Contents®/Social and Behavioral Sciences REVISTA DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL es el órgano oficial de expresión de la Sociedad Española de Psiquiatría y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica. Publicación trimestral. Copyright 2014 Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos. Copyright 2014 Sociedad Española de Psiquiatría y Sociedad Española de Psiquiatría Biológica. Reservados todos los derechos. El contenido de la presente publicación no puede ser reproducido, ni transmitido por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética, ni registrado por ningún sistema de recuperación de información, en ninguna forma, ni por ningún medio, sin la previa autorización por escrito del titular de los derechos de explotación de la misma. 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REVISTA DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL se distribuye exclusivamente entre los profesionales de la medicina. Impreso en España. Depósito Legal: B-28877-2008 ISSN: 1888-9891 Revista de Psiquiatría y Salud Mental Órgano Oficial de la Sociedad Española de Psiquiatría y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica COMITÉ EDITORIAL Director: J. Bobes Universidad de Oviedo. CIBERSAM. Oviedo Editores Asociados: C. Arango M. Bernardo J.M. Menchón P.A. Sáiz Hospital Gregorio Marañón. CIBERSAM. Madrid. Hospital Clínic. CIBERSAM. Barcelona. Hospital Universitari de Bellvitge. CIBERSAM. Barcelona. Universidad de Oviedo CIBERSAM.Oviedo. E. Baca J. Cervilla J. Sáiz E. Vieta Fundación Jiménez Díaz. CIBERSAM. Madrid. Hospital Universitario San Cecilio. CIBERSAM UGR. Granada. Hospital Universitario Ramón y Cajal.. CIBERSAM. Madrid. Hospital Clínic, Universidad de Barcelona, IDIBAPS. CIBERSAM. Barcelona CONSEJO EDITORIAL R. Alarcón J. García-Sevilla J. Lieberman Mayo Clinic. Rochester, MN (USA) Universitat de les Illes Balears. Palma de Mallorca, Illes Balears (Spain) New York State Psychiatric Institute. New York (USA) M. Alegría J. Garrabé de Lara A. Lobo Center for Multicultural Mental Health Research. Somerville, MA Boston (USA) Fondation Henry Ey. Perpignan (France) Hospital Clínico. Universitario. Zaragoza (Spain) F. Artigas C. Gastó M. Maj Institut d’Investigacions Biomédiques de Barcelona. Barcelona (Spain) Hospital Clínico de Barcelona. Barcelona (Spain) University of Naples SUN. Naples (Italy) J.L. Ayuso Gutiérrez M. Gaviria J. Mann Universidad Complutense de Madrid. Madrid (Spain) University of Illinois. Chicago (USA) New York State Psychiatric Institute. New York (USA) J.L. Ayuso J. Gibert-Rahola J.E. Mezzich Hospital Universitario de La Princesa. Madrid (Spain) Universidad de Cádiz. Cádiz (Spain) International Center for Mental health. New York (USA) E. Baca J. Giner H.J. Möller Universidad Autónoma de Madrid. Madrid (Spain) Universidad de Sevilla. Sevilla (Spain) P. Bech T.E. Goldberg Psychiatry of the University of Munich (LMU). München (Germany) Frederiksborg General Hospital. Hillerød (Denmark) Zucker Hillside Hospital. Glen Oaks, NY (USA) M. Oquendo G. Berrios G. Goodwin University of Cambridge Fellow Vitalicio, Robinson College. Cambridge (UK) Warneford Hospital. Oxford (UK) Division of Molecular Imaging and Neuropathology. Columbia University. New York (USA) A. Blanco P. Gorwood Universidad de Sevilla. Sevilla (Spain) Hopital Louis Mourier. Paris (France) C. Blanco J. Guimón New York State Psychiatric Institute. New York (USA) Universidad del País Vasco. Bilbao (Spain) A. Bulbena M. Gutiérrez Hospital del Mar. Institut d’Atenció Psiquiàtrica. Barcelona (Spain) Universidad del País Vasco. Vitoria (Spain) J. M. Cañive M. Hammon University of New Mexico. Albuquerque, NM (USA) W. Carpenter Faculty du Medicine Pierre et Marie Curie Faculty Pitié-Salpétrière. Paris (France) University of Maryland School of Medicine. Baltimore, MD (USA) E. Hollander MRC Unit on Anxiety Disorders. Cape Town (South Africa) M. Casas Mount Sinai School of Medicine. New York (USA) M. Trujillo Hospital Universitari Vall d’Hebron. Barcelona (Spain) E. Ibáñez New York University School of Medicine. New York (USA) F.X. Castellanos Universidad de Valencia. Valencia (Spain) J. Van Os NYU Child Study Center. New York (USA) B. Kirkpatrick P. Delgado Medical College of Georgia. Augusta, GA (USA) School for Mental Health and Neuroscience. Maastricht (Nederland) Cleveland (USA) A. Labad J.M. Delgado HPU Institut Pere Mata. Tarragona (Spain) Universidad Central de Barcelona. Barcelona (Spain) Universidad Pablo de Olavide. Sevilla (Spain) C. Leal J.L. Vázquez-Barquero T. Palomo Hospital Doce de Octubre. Madrid (Spain) L. Rojo Hospital Universitario La Fe. Valencia (Spain) F. Rubia Universidad Complutense de Madrid. Madrid (Spain) P. Ruiz University of Texas-Houston Medical School. Houston, TX (USA) D. Stein J. Vallejo Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Santander (Spain) J. Escobar Hospital Clínico Universitario. Valencia (Spain) Robert Wood Johnson Medical School Clinical Academic Building. New Brunswick, NJ (USA) J. de León J. Fernández J. Licinio Universidad Autónoma de Madrid. Madrid (Spain) Miller School of Medicine. University of Miami. Miami, FL (USA) M. Weisman NYS Psychiatric Institute. New York (USA) Eastern State Hospital. Lexington, KY (USA) COMITÉ DE EXPERTOS L. Agüera (Madrid) E.J. Aguila (Valencia) C. Álamo (Madrid) E. Álvarez (Barcelona) B. Arranz (Barcelona) V. Balanzá (Valencia) J. Ballesteros (Bilbao) A. Benabarre (Barcelona) H. Blasco (Madrid) M. Bousoño (Oviedo) M. Camacho (Sevilla) F. Cañellas (Palma de Mallorca) J.L. Carrasco (Madrid) J. Castro (Barcelona) A. Ceverino (Madrid) I. Corripio (Barcelona) B. Crespo (Santander) J.M. Crespo (Barcelona) R. de Frutos (Valencia) J.M. de la Fuente (Lannemezan, France) C. de las Cuevas (Tenerife) M. Desco (Madrid) M. Díaz-Marsá (Madrid) M.C. Díaz (Madrid) J.I. Eguiluz (Bilbao) L. Fañanás (Barcelona) M. Farré (Barcelona) E. Fernández (Cambridge, UK) J. Fernández (Madrid) D. Fraguas (Albacete) M.D. Franco (Sevilla) J. García (Zaragoza) C. García (Barcelona) M. García (Palma de Mallorca) M.P. García-Portilla (Oviedo) L. Giner (Sevilla) A.M. González-Pinto (Vitoria) M. Gurpegui (Granada) B. Gutiérrez (Granada) J.M. Haro (Barcelona) A. Ibáñez (Madrid) M.A. Jiménez-Arriero (Madrid) J. López (Madrid) P. López (Navarra) M. Martín (Pamplona) F. Mayoral (Málaga) A. Mané (Barcelona) J. Martí (Barcelona) I. Mata (Santander) J. Meana (Bilbao) J.A. Micó (Cádiz) V. Molina (Salamanca) A.L. Montejo (Salamanca) J.M. Montes (Madrid) D. Moreno (Madrid) C. Moreno (Madrid) M. Mur (Lleida) V. Navarro (Barcelona) R. Navinés (Barcelona) J.M. Olivares (Vigo) F. Ortuño (Pamplona) M. Parellada (Madrid) J.C. Pascual (Barcelona) A. Pazos (Santander) R. Pérez (Santander) V. Pérez (Barcelona) J. Pifarré (Lleida) J.A. Ramos (Barcelona) M. Roca (Palma de Mallorca) M.D. Sáiz (Madrid) L. Salvador (Barcelona) L. San (Barcelona) J. Sanjuán (Valencia) P. Sierra (Valencia) C. Soutullo (Pamplona) R. Tabares (Valencia) M. Torrens (Barcelona) M. Urretavizcaya (Barcelona) M. Valdés (Barcelona) F. Vaz (Badajoz) Sumario Volumen 7, Número 2/2014 EDITORIAL 61 ¿Qué hemos aprendido de la investigación en primeros episodios psicóticos? M. Bernardo y M. Bioque ORIGINALES 64 Estudio retrospectivo del tratamiento y uso de consultas en un grupo clínico de pacientes con trastorno delirante A. González-Rodríguez, O. Molina-Andreu, M.L. Imaz Gurrutxaga, R. Catalán Campos y M. Bernardo Arroyo 72 Estado nutricional, ingesta alimentaria y riesgo de enfermedad cardiovascular en individuos con esquizofrenia en el sur de Brasil: estudio de casos-controles D. Nunes, B. Eskinazi, F. Camboim Rockett, V.B. Delgado e I.D. Schweigert Perry 80 Prevalencia del trastorno negativista desafiante en España J.A. López-Villalobos, J.M. Andrés-De Llano, L. Rodríguez-Molinero, M. Garrido-Redondo, A.M. Sacristán-Martín, M.T. Martínez-Rivera, S. Alberola-López y M.I. Sánchez-Azón REVISIÓN 88 ¿Cuál es la relevancia real y el manejo de las principales alteraciones tiroideas en los pacientes bipolares? P. Sierra, R. Cámara, H. Tobella y L. Livianos CARTA CIENTÍFICA 96 Acidosis metabólica y topiramato. Utilidad de la fórmula de Winters P. Rubio, A. Supervía, A. Aguirre y J.L. Echarte CARTA AL DIRECTOR 97 Diferencias de grupo en la sobrecarga: ¿cuánto es la diferencia? C. Merino-Soto, M. Angulo-Ramos y A. Boluarte-Carbajal AGENDA 99 Agenda Contents Volume 7, Number 2/2014 EDITORIAL 61 What have we learned from research into first-episode psychosis? M. Bernardo and M. Bioque ORIGINAL ARTICLES 64 A descriptive retrospective study of the treatment and outpatient service use in a clinical group of delusional disorder patients A. González-Rodríguez, O. Molina-Andreu, M.L. Imaz Gurrutxaga, R. Catalán Campos and M. Bernardo Arroyo 72 Nutritional status, food intake and cardiovascular disease risk in individuals with schizophrenia in southern Brazil: A case-control study D. Nunes, B. Eskinazi, F. Camboim Rockett, V.B. Delgado and I.D. Schweigert Perry 80 Prevalence of oppositional defiant disorder in Spain J.A. López-Villalobos, J.M. Andrés-De Llano, L. Rodríguez-Molinero, M. Garrido-Redondo, A.M. Sacristán-Martín, M.T. Martínez-Rivera, S. Alberola-López and M.I. Sánchez-Azón REVIEW ARTICLE 88 What is the real significance and management of major thyroid disorders in bipolar patients? P. Sierra, R. Cámara, H. Tobella and L. Livianos SCIENTIFIC LETTER 96 Metabolic acidosis and topiramate. Use of Winters’ formula P. Rubio, A. Supervía, A. Aguirre and J.L. Echarte LETTER TO THE DIRECTOR 97 Inter-group differences for burnout: How much is the difference? C. Merino-Soto, M. Angulo-Ramos and A. Boluarte-Carbajal CALENDAR 99 Calendar Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.). (2014);7(2):61---63 www.elsevier.es/saludmental EDITORIAL ¿Qué hemos aprendido de la investigación en primeros episodios psicóticos? What have we learned from research into first-episode psychosis? Miguel Bernardo ∗ y Miquel Bioque Unidad Esquizofrenia Clínic, Instituto Clínic de Neurociencias, Hospital Clínic de Barcelona, Universidad de Barcelona, Barcelona, España, IDIBAPS, CIBERSAM Se ha iniciado una nueva etapa en la conceptualización de la esquizofrenia, que se define por un mayor optimismo ante un futuro para los que sufren esta enfermedad, no tan de teriorante y fatalista como el que se ha postulado hasta muy recientemente. Hoy la psiquiatría se encuentra en una encrucijada. La investigación ha realizado grandes avances y ha llegado la hora de consolidar un cambio cualitativo importante de la visión de los trastornos psiquiátricos en general y de la esquizofrenia en particular, y propuestas como la controvertida nueva edición del DSM51 o posicionamientos como el de Jeffrey Lieberman, presidente de la Asociación Americana de Psiquiatría, así lo reclaman2---5 . El vertiginosa acumulación de nuevos hechos y evidencias que progresivamente se están incorporando a la práctica clínica ha derivado en una corriente renovadora. A esta nueva etapa la denominamos coloquialmente como la del «re» en la esquizofrenia, al haberse promovido nuevas iniciativas de reformulación, reconceptualización, replanteamiento e incluso de nuevas propuestas de nombres alternativos o renombramiento del trastorno en los últimos años6---9 , que se suman a propuestas ya «clásicas» como la de Colodrón10 . Este nuevo paradigma11 pretende abordar las principales controversias que han de superarse en la investigación ∗ Autor para correspondencia. Correo electrónico: bernardo@clinic.ub.es (M. Bernardo). en esquizofrenia: especialmente la heterogeneidad clínica y la variabilidad de diseños en la investigación, que impiden obtener una visión global que aúne la ingente cantidad de evidencia que equipos de investigación de todo el mundo están generando, sin parar de crecer año tras año12 , pero que a menudo adolecen de esta visión integradora13 . Tal y como sostienen Kapur, Philips e Insel (este último actualmente director del Instituto Nacional de Salud Mental norteamericano), este sesgo o mala selección de las muestras de estudio es uno de los principales motivos por los que la psiquiatría biológica está tardando tanto en encontrar test clínicos válidos y aplicables14 . El foco debería centrarse en la identificación de subtipos homogéneos, mediante estudios longitudinales que utilicen evaluaciones estandarizadas y que permitan ser compartidas y comparadas entre diferentes ensayos14,15 . La realización de estudios longitudinales en las primeras etapas de la esquizofrenia, el primer episodio psicótico (PEP), identificado como tal, es especialmente importante, ya que evita el efecto de variables de confusión tales como la influencia del tratamiento antipsicótico o la cronicidad, factores bien conocidos como provocadores de cambios estructurales a largo plazo y que pueden explicar parte de la inconsistencia de los hallazgos obtenidos hasta el momento16 . Los PEP son, por lo tanto, un excelente grupo para estudiar los factores de riesgo ligados al desarrollo de los trastornos relacionados con la esquizofrenia12,17 . El estudio de esta población, más homogénea, aumenta la validez de http://dx.doi.org/10.1016/j.rpsm.2014.03.001 1888-9891/© 2014 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. 62 los hallazgos y posibilita la obtención de biomarcadores adecuados para el diagnóstico precoz, la monitorización de la respuesta a una intervención terapéutica o de evolución de la enfermedad. En nuestro pasado reciente, la investigación de esta población ha permitido a nuestro grupo, junto a otros, caracterizar una serie de biomarcadores como son la presencia de una tolerancia anormal a la glucosa y diabetes18---20 , de síndrome metabólico21 y de un acortamiento del telómero e incremento de la presión del pulso22 , que indicarían la presencia de una aceleración en los procesos de envejecimiento23 , explicando (al menos en parte) la disminución de la esperanza de vida que sufren estos pacientes con aumento de la mortalidad cardiovascular24 . Grupos europeos y americanos, mediante grandes estudios longitudinales de poblaciones con un PEP, también han podido determinar hallazgos relevantes, como la presencia de cambios progresivos en neuroimagen25 , el establecimiento de los predictores de recuperación en seguimientos de hasta 10 años26 y las ventajas de un tratamiento antipsicótico adecuado27 y temprano28 . Durante el pasado año se han ido presentando los primeros resultados del Proyecto PEPs12 .Se trata de un estudio multicéntrico, prospectivo, longitudinal, naturalístico y de seguimiento, diseñado para evaluar variables clínicas, neuropsicológicas, bioquímicas, genéticas y de neuroimagen en una muestra que ha incluido a 335 pacientes con un PEP en España emparejados por edad, género y nivel socioeconómico con 253 controles sanos. Este proyecto está financiado por el sistema sanitario público español a través del Fondo de Investigación Sanitaria (FIS) y en él han participado 16 centros españoles, 14 de los cuales son integrantes del Centro de Investigaciones Biomédicas en Red en Salud Mental (CIBERSAM) (www.cibersam.es). En el Proyecto PEPs ya se ha descrito una pérdida del equilibrio pro/antiinflamatorio29 , así como una alteración en la regulación del sistema endocannabinoide periférico30 . La experiencia acumulada durante todos estos años en la investigación con PEP, acompañada de la obtención de resultados y biomarcadores prometedores, nos permiten compartir una perspectiva esperanzadora. En los próximos años, probablemente apasionantes en esta área, la investigación verá cómo sus frutos repercuten en cambios relevantes en la conceptualización, diagnóstico, abordaje y pronóstico de una enfermedad tan compleja y desafiante como la esquizofrenia. Bibliografía 1. Bernardo Arroyo M, Bioque Alcázar M. 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De Hert M, Schreurs V, Vancampfort D, van Winkel R. Metabolic syndrome in people with schizophrenia: A review. World Psychiatry. 2009;8:15---22. 22. Fernandez-Egea E, Bernardo M, Heaphy CM, Griffith JK, Parellada E, Esmatjes E, et al. Telomere length and pulse pressure in newly diagnosed, antipsychotic-naive patients with nonaffective psychosis. Schizophr Bull. 2009;35:437---42. 23. Kirkpatrick B, Messias E, Harvey PD, Fernandez-Egea E, Bowie CR. Is schizophrenia a syndrome of accelerated aging? Schizophr Bull. 2008;34:1024---32. 24. Davidson M. Risk of cardiovascular disease and sudden death in schizophrenia. J Clin Psychiatry. 2002;63 Suppl 9:5---11. 25. Arango C, Rapado-Castro M, Reig S, Castro-Fornieles J, Gonzalez-Pinto A, Otero S, et al. Progressive brain changes in children and adolescents with first-episode psychosis. Arch Gen Psychiatry. 2012;69:16---26. 26. Austin SF, Mors O, Secher RG, Hjorthoj CR, Albert N, Bertelsen M, et al. 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Bioque M, Garcia-Bueno B, Macdowell KS, Meseguer A, Saiz PA, Parellada M, et al. Peripheral endocannabinoid system dysregulation in first-episode psychosis. Neuropsychopharmacology. 2013;38:2568---77. Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.). (2014);7(2):64---71 www.elsevier.es/saludmental ORIGINAL Estudio retrospectivo del tratamiento y uso de consultas en un grupo clínico de pacientes con trastorno delirante Alexandre González-Rodríguez a,∗ , Oriol Molina-Andreu b , María Luisa Imaz Gurrutxaga a , Rosa Catalán Campos a,c y Miquel Bernardo Arroyo a,c,d,e,f a Servicio de Psiquiatría, Hospital Clínic de Barcelona, Barcelona, España Servicio de Psiquiatría, Hospital Universitari Mútua de Terrassa, Terrassa, España c Unidad de Esquizofrenia, Instituto Clínico de Neurociencias, Hospital Clínic de Barcelona, Barcelona, España d Departamento de Psiquiatría y Psicobiologia Clínica, Universitat de Barcelona, Barcelona, España e Institut d’ Investigacions Biomèdiques August Pi i Sunyer (IDIBAPS), Barcelona, España f Centro de Investigación Biomèdica en Red de Salud Mental (CIBERSAM), España b Recibido el 26 de noviembre de 2012; aceptado el 15 de enero de 2013 Disponible en Internet el 13 de marzo de 2013 PALABRAS CLAVE Trastorno delirante; Trastornos paranoides; Género; Efectividad terapéutica ∗ Resumen Introducción: Las diferencias de género en la asistencia a consultas por trastorno delirante han sido escasamente estudiadas. Además, el trastorno delirante es tradicionalmente considerado como un trastorno resistente al tratamiento. Material y métodos: Se llevó a cabo un estudio retrospectivo longitudinal que incluyó 78 pacientes con trastorno delirante (DSM-IV-TR) que ingresaron consecutivamente en nuestro centro en un período de 10 años. Se realizó un seguimiento de los pacientes durante un año con el objetivo de describir variables demográficas y clínicas y comparar la efectividad terapéutica. En este estudio, debido a su naturaleza no intervencionista, se realizó un análisis de las medidas de efectividad indirecta. La muestra se dividió en 3 grupos según el tratamiento antipsicótico recibido en el primer ingreso. Resultados: Veintitrés pacientes recibieron risperidona inyectable de acción prolongada (RILD), 30 risperidona oral y 25 otros antipsicóticos atípicos orales. Las mujeres con trastorno delirante presentaron un inicio más tardío del trastorno y requirieron un mayor tiempo de hospitalización. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre los 3 grupos de tratamiento con respecto a los datos demográficos, al funcionamiento social y personal, así como a la psicopatología en el ingreso. En el seguimiento durante un año el grupo RILD mostró un mayor porcentaje de permanencia al final del período evaluado. Además, el grupo RILD requirió con menor frecuencia un tratamiento con antidepresivos y benzodiazepinas. Conclusiones: Concluimos que el tratamiento con RILD podría disminuir las pérdidas en el seguimiento del trastorno delirante en comparación con otros antipsicóticos atípicos. © 2012 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. Autor para correspondencia. Correo electrónico: alexgonzalezrguez@gmail.com (A. González-Rodríguez). 1888-9891/$ – see front matter © 2012 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. http://dx.doi.org/10.1016/j.rpsm.2013.01.004 Estudio retrospectivo del tratamiento y uso de consultas en un grupo clínico de pacientes con trastorno delirante KEYWORDS Delusional disorder; Paranoid disorders; Gender; Treatment effectiveness 65 A descriptive retrospective study of the treatment and outpatient service use in a clinical group of delusional disorder patients Abstract Introduction: Gender differences in attendance rates for appointments in delusional disorder have been poorly studied. Furthermore, delusional disorder is traditionally considered a treatment-resistant disorder. Material and methods: We conducted a longitudinal retrospective study with a one-year followup, including 78 delusional disorder patients (DSM-IV-TR), consecutively admitted over a period of 10 years. We performed a follow-up for one year in order to describe demographic and clinical variables, and to compare the therapeutic effectiveness. In this study, due to the non-interventional nature of this study, indirect measures were used to measure treatment effectiveness. The sample was divided into three groups according to the antipsychotic received at the first admission. Results: Twenty-three patients received Risperidone Long-Acting Injection (RILD), 30 oral risperidone, and 25 patients received other oral atypical antipsychotics. Delusional disorder women had a later age at onset and needed a longer duration of hospitalization. No statistically significant differences were found between the three treatment groups as regards demographic data, social and personal functioning, and psychopathology at admission. The RILD group showed higher maintenance rates at the end of the follow-up period. Furthermore, the RILD group required treatment with antidepressants and benzodiazepines less often. Conclusions: We concluded that treatment with RLAI may increase maintenance rates at followup in DD patients when compared with other oral atypical antipsychotics. © 2012 SEP y SEPB. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción El trastorno delirante (TD) se caracteriza por la presencia de una o más ideas delirantes, una aparición insidiosa y un desenlace y curso de la enfermedad de carácter crónico1,2 . Normalmente aparece durante la mediana edad, entre los 35 y los 55 años3---5 . Los estudios epidemiológicos sobre el trastorno delirante han demostrado que es más frecuente en mujeres que en hombres6---8 . Sin embargo, autores clásicos como Bleuler indicaban que era predominante (70%) en hombres1 . Respecto al tema del delirio el tipo más común es el persecutorio. Su frecuencia varía ligeramente según los distintos autores (Someya et al. un 64%, de Portugal et al. un 58%). Le sigue el tipo celotípico o el mixto9---11 , de nuevo dependiendo de las fuentes. En el 33,1 y el 64,8% de los pacientes se observan otros trastornos psiquiátricos comórbidos12,13 , siendo el trastorno afectivo14 el que más prevalece (53,1%). Existe amplia literatura que apoya la existencia de diferencias de género en el trastorno delirante5,15 . La enfermedad aparece más tarde en las mujeres que en los hombres y la mayoría de ellas presentan un menor funcionamiento social en el momento del ingreso; la hospitalización también es más prolongada15---17 . El estudio de Wusstman et al. parte del estudio HADES (del inglés Halle Delusional Syndromes Study)6 , no obtuvo diferencias de género en cuanto al tipo de TD ni a la frecuencia de síntomas depresivos. Sin embargo, las mujeres presentaban un mayor cumplimiento, recibían más medicación psicofarmacológica y las tasas de uso de los servicios sanitarios era más elevada que en los hombres. El cumplimiento del tratamiento en estos pacientes es bajo, por lo que tradicionalmente se considera una enfermedad resistente al tratamiento18 , lo que probablemente esté relacionado con lo primero. Los antipsicóticos se consideran el tratamiento de elección debido a que reducen la agitación, la ansiedad y las perturbaciones conductuales y, por otra parte, está bien establecido que, si el tratamiento se cumple adecuadamente, el pronóstico mejora18,19 . Una causa común del fracaso del tratamiento es el deficiente cumplimiento del tratamiento y el escaso porcentaje de asistencia a las consultas psiquiátricas18,20 . En estos casos una opción podría ser el uso de un antipsicótico atípico de acción prolongada ya que en la práctica clínica se ha observado un mayor cumplimiento del tratamiento y mayores porcentajes de asistencia con este tipo de fármacos. A pesar de ello, existe una falta absoluta de información respecto al tratamiento con antipsicóticos atípicos de acción prolongada más allá de informes de casos de pacientes con TD. Es un hecho bien establecido que la falta de asistencia a las consultas ambulatorias es un problema clínico en psiquiatría. Los pacientes que no acuden a sus citas psiquiátricas ambulatorias se encuentran socialmente más deteriorados que aquellos que acuden21 . Esto es importante porque solo se mantiene el 42% de las primeras citas concertadas tras el alta en la unidad de hospitalización psiquiátrica y el 25---50% de los pacientes que no acude a la consulta de salud mental abandona el tratamiento farmacológico22 . En un estudio que investigó los datos disponibles acerca del cumplimiento del tratamiento y los porcentajes de asistencia a la consulta por TD se observó que el 17% de los pacientes con TD presentaban una tasa de cumplimiento del tratamiento baja, en el 42% era media y en el 38,6% el cumplimiento era alto. Es posible encontrar más información sobre el diseño y las variables evaluadas en este estudio en otras publicaciones15 . 66 Por lo tanto, nuestro estudio tiene 2 objetivos principales: (1) Investigar las diferencias de género en cuanto a características demográficas y clínicas y el comportamiento durante el seguimiento en una muestra de pacientes hospitalizados con TD. (2) Llevar a cabo un análisis indirecto de la efectividad de la administración de risperidona inyectable de larga duración (RILD) respecto a la risperidona oral y a otros antipsicóticos atípicos mediante un registro de los porcentajes de asistencia a las consultas entre los grupos de tratamiento y cualquier otro medicamento psicoactivo distinto de los antipsicóticos clínicamente necesarios para mejorar los síntomas. Métodos Mediante un diseño retrospectivo se incluyeron todos los casos consecutivos de pacientes hospitalizados por TD ingresados en el Servicio de Psiquiatría (Hospital Clínic, Barcelona) de 2000 a 2011. Todos los pacientes fueron ingresados por primera vez en nuestro Servicio de Hospitalización Psiquiátrica y fueron evaluados mediante una entrevista semiestructurada. Un psiquiatra recogió los datos sociodemográficos, clínicos y de tratamiento durante el primer ingreso y en las citas ambulatorias tras el alta. La recogida de datos fue revisada por un consultor. Se utilizó una revisión sistemática de todos los registros médicos informatizados para establecer el criterio de diagnóstico según DSM-IV-TR23 en el primer ingreso, así como en el seguimiento. El episodio índice se definió como el primer ingreso hospitalario tras establecerse un diagnóstico de TD. Tras el alta los pacientes recibieron un seguimiento durante un año. Durante el seguimiento se registraron de modo sistemático las características sociodemográficas y clínicas, la comorbilidad psiquiátrica, la asistencia a las citas médicas y de enfermería y el uso de antipsicóticos a largo plazo u orales, así como los antidepresivos y las benzodiacepinas recetadas. Debido al diseño retrospectivo y observacional del estudio los pacientes no fueron asignados a un grupo de tratamiento de forma randomizada. La elección del antipsicótico fue realizada por los psiquiatras durante el primer ingreso de cada paciente teniendo en cuenta los aspectos que se detallan a continuación pero no criterios clínicos tales como el tipo de TD, la comorbilidad ansiosa o depresiva y otras características clínicas. (1) La historia clínica de los pacientes. No se prescribió clozapina a pacientes con riesgo de agranulositosis o leucopenia. (2) La edad del paciente. En las personas mayores se prescribieron antipsicóticos solo si su uso estaba autorizado en pacientes de edad avanzada. (3) El peso del paciente. Se evitaron antipsicóticos sedantes que aumentan de forma significativa el peso en los pacientes con sobrepeso u obesidad. A. González-Rodríguez et al Respecto a los datos sociodemográficos, se consideró un nivel educativo muy bajo tener menos de 8 años de escolarización; el nivel bajo se estableció en una escolaridad de 8 o 9 años, el medio en 10 o 11 años y el alto en 12 o más años de educación regulada. También se registraron como principales factores psicosociales el número de cohabitantes y de hijos, el estado civil y la situación laboral de los pacientes. En cuanto a las variables clínicas se registraron la edad en el momento del índice de admisión, la edad de inicio del TD, la duración de la hospitalización en días, el subtipo delirante, las alucinaciones asociadas no prominentes y los síntomas afectivos o de ansiedad, aun cuando no cumpliesen el umbral de un trastorno específico. El funcionamiento general se evaluó mediante la Escala de Evaluación Global del Funcionamiento (GAF, por su nombre en inglés Global Assessment of Functioning Scale). También se registraron la ruta de ingreso hospitalario, los motivos que conducen a la consulta y la tasa de comportamiento suicida. En el momento del ingreso se registraron los motivos que condujeron a la consulta clasificados de acuerdo con los siguientes 5 términos: ideas delirantes puras, síntomas depresivos, síntomas de ansiedad, trastornos de conducta y comportamiento suicida. Se registraron las variables indirectas de la efectividad durante el seguimiento atendiendo a la práctica clínica rutinaria, tales como el uso de antidepresivos y benzodiacepinas, y los porcentajes de asistencia durante el primer año a las consultas psiquiátricas tras el alta hospitalaria. Se establecieron definiciones operacionales para evaluar los porcentajes de asistencia a las citas psiquiátricas durante el primer año de seguimiento. Los pacientes se clasificaron en aquellos que dejaron de asistir a las citas antes de los 6 meses, aquellos que lo hicieron entre los 6 y los 12 meses a partir del índice de admisión y aquellos que a los 12 meses mantenían la asistencia a las citas. Por otra parte, el cumplimento de asistencia a las citas se definió según los criterios de clasificación utilizados por Grover et al15 . Los autores de dicho estudio dividieron a los pacientes en 2 grupos: aquellos que acudieron a < 50% o a > 50% de las citas de seguimiento programadas. Sin embargo, la mayoría de los pacientes incluidos en nuestro estudio acudieron a alrededor del 50% de las citas programadas y otros pacientes en un porcentaje cercano al 10%. Por esta razón se dividieron a los pacientes en 3 grupos: aquellos que acudieron a < 25% de las citas programadas durante el período de contacto, los que acudieron entre el 25 y el 75% de las citas y los que acudieron a > 75% de las citas. Todos los datos fueron analizados con el programa estadístico SPSS para Windows (versión 19). Se hizo uso de la estadística descriptiva para las variables categóricas, tales como las características sociodemográficas y clínicas, y se calculó la media (± desviación estándar) en las variables continuas. Las diferencias univariantes respecto a las características demográficas y clínicas entre hombres y mujeres y entre los grupos de tratamiento se calcularon mediante la prueba de MannWhitney U y las pruebas de 2 . El nivel de significación se fijó en p < 0,05. Las diferencias multivariantes respecto a la interrupción de las citas y los porcentajes de asistencia a la consulta fueron establecidas mediante una regresión logística Estudio retrospectivo del tratamiento y uso de consultas en un grupo clínico de pacientes con trastorno delirante multinomial. Las variables dependientes fueron los casos perdidos durante el seguimiento (< 6 meses, entre 612 meses y > 12 meses) y los porcentajes de asistencia a la consulta (< 25%, 25-75%, > 75%); los grupos de tratamiento (RILD u otros antipsicóticos) se incluyeron como factores. Por otra parte, para investigar si las diferencias entre los grupos de tratamiento respecto a las variables dependientes presentaban sesgo por la presencia de variables de confusión, las variables género, edad en el primer ingreso y años acumulados de trastorno delirante se incluyeron en los modelos como covariables. Resultados Características sociodemográficas y factores de riesgo La muestra estuvo compuesta por 78 pacientes que cumplían los criterios DSM-IV-TR para el TD. Veinte de ellos eran hombres (25,6%) y 58 mujeres (74,4%). El estado civil más frecuente fue el de soltero (46,2%), seguido de casado (25,6%) y divorciado o separado (21,8%). El número medio de cohabitantes (DE) fue de 0,88 (1,08) y el número de niños 0,74 (1,11). Respecto al nivel de estudios, 17 sujetos pertenecían al grupo de nivel muy bajo, 24 al nivel bajo, 16 presentaban un nivel medio y 21 un nivel alto. En cuanto a la situación laboral, 22 pacientes estaban desempleados o eran amas de casa, 30 tenían empleo, 24 presentaban un nivel económico aceptable debido a su incapacidad legal y 2 pacientes estaban en prisión en el momento de la hospitalización. Cerca del 29,5% de los pacientes tenían antecedentes familiares de enfermedad psiquiátrica. Los trastornos más frecuente en los familiares de primer grado eran: esquizofrenia en 12 casos (15,4%), seguida de TD (n = 4, 5,1%), depresión mayor (n = 4, 5,1%), trastorno de ansiedad (n = 2, 2,6%) y trastorno bipolar en un caso (1,3%). Respecto a la presencia comórbida de déficit sensorial, 4 pacientes (5,1%) presentaban pérdida auditiva conductiva y 2 sujetos (2,6%) sordera neurosensorial. Características clínicas La edad media del inicio del TD (DE) fue de 49,13 (12,04) años y la edad media del episodio índice de 55,38 (12,57) años. La vía más común que condujo a la hospitalización fue el Servicio de Urgencias (61,5%), seguido de una orden judicial (16,7%) y el ingreso voluntario (10,3%). Otras razones fueron menos frecuentes. El funcionamiento global al ingreso, evaluado mediante la escala GAF, fue menor de lo esperado con una puntuación media GAF de 39,08 (6,14). La duración media del índice de admisión (DE) fue de 25 d (14,84). Cincuenta y dos pacientes (66,7%) fueron ingresados por trastornos del comportamiento, 11 (14,1%) debido a ideas delirantes aisladas, 6 (7,7%) presentaban síntomas de ansiedad y 6 (7,7%) fueron admitidos por presentar una conducta suicida. En la evaluación índice se identificaron tendencias suicidas en 9 pacientes: uno presentaba ideación suicida, 5 tomaron drogas/fármacos para quitarse la vida, uno intentó 67 la autodefenestración, uno ingirió un agente cáustico y uno intentó una sobredosis de insulina. El delirio más común fue la persecución (n = 58, 74,4%), seguido de la erotomanía (n = 6, 7,7%), los delirios de grandeza (n = 2, 2,6%), el delirio somático (n = 5, 6,4%), los celos (n = 4, 5,1%) y los delirios mixtos (n = 3, 3,8%). Como fenomenología asociada se observaron alucinaciones auditivas no prominentes en 6 casos (7,7%), alucinaciones visuales no prominentes en un caso (1,3%), fenómenos táctiles en 6 sujetos (7,7%) y 4 pacientes (5,1%) presentaban alucinaciones olfativas. Todos los pacientes fueron tratados con antipsicóticos y un tercio recibió una combinación de antipsicóticos y antidepresivos; los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) se utilizaron con frecuencia (26,9%). El 56% de los pacientes recibieron también benzodiazepinas como tratamiento ansiolítico: 22 sujetos (28,2%) fueron tratados con lorazepam, 13 (16,7%) recibieron lormetazepam, 2 diazepam (2,6%), 5 (6,4%) clonazepam y en 2 casos (2,6%) se prescribió bromazepam. Solo 4 pacientes recibían estabilizadores del estado de ánimo (n = 3 carbamazepina, n = 1 valproato) y 9 pacientes recibían biperideno debido a efectos extrapiramidales secundarios. Comorbilidad Cuarenta y siete pacientes (60,3%) no presentaban trastornos psiquiátricos comórbidos a comparar con el 39,7% que presentaba otras condiciones comórbidas. Los trastornos depresivos eran la comorbilidad observada con más frecuencia (23,1%), seguida de los trastornos de ansiedad (16,7%). En el 23,1% de los pacientes se observó tabaquismo. Tres sujetos de la muestra total (3,8%) fumaban menos de 10 cigarrillos, 9 pacientes (11,5%) entre 10 y 20 cigarrillos y 6 fumaban más de 20 cigarrillos. Once pacientes reunían en el pasado los criterios de abuso de alcohol y otros 4 sujetos presentaban antecedentes de consumo de cocaína pero no era así durante el índice de hospitalización. Diferencias de género La idea delirante más común, tanto en mujeres como en hombres, era el delirio de persecución, seguido de la erotomanía y los delirios somáticos en las mujeres y los delirios celotípicos en los hombres. No se observaron diferencias estadísticamente significativas entre mujeres y hombres respecto al estado civil, el nivel educativo, el número de cohabitantes, el número de hijos y la situación laboral (tabla 1). Las mujeres fueron ingresadas con más frecuencia debido a una ideación delirante aislada o comportamientos delirantes y los hombres a causa de los síntomas depresivos (p = 0,011). Además, las mujeres enfermaron más tarde que los hombres (50,05 frente a 46,45 años) y la edad del primer ingreso fue superior en las mujeres (56,71 frente a 51,55), aunque la diferencia no fue estadísticamente significativa (tabla 2). La duración de la hospitalización fue mayor en las mujeres que en los hombres (p = 0,045) y las mujeres recibieron más antidepresivos (p = 0,029) y presentaron menores porcentajes de asistencia a la consulta durante los primeros 6 meses (fig. 1). No se apreciaron diferencias entre 68 Tabla 1 A. González-Rodríguez et al Datos sociodemográficos en el índice de admisión por género Mujeres (n = 58) Hombres (n = 20) Estado civil en el índice de admisión (%) Soltero Casado/con pareja de hecho Divorciado/separado Viudo 41,4 24,1 25,9 8,6 60 30 10 0 Nivel educativo (%) Muy bajo Bajo Medio Alto 24,1 36,2 17,2 22,4 15 15 30 40 Número de cohabitantes, media (DE) Número de hijos, media (DE) Valor de p 0,190a 0,131a 0,83 (1,05) 0,84 (1,15) 1,05 (1,19) 0,45 (0,5) 0,343b 0,090b p < 0,05. a Prueba del chi-cuadrado. b Prueba U de Mann-Whitney. sexos respecto al período medio entre el primer y el segundo ingreso. Curso y desenlace Veintitrés (29,5%) pacientes recibieron RILD, 30 (38,5%) risperidona oral y 25 (32,1%) otros antipsicóticos atípicos. La muestra se dividió en 3 grupos para la comparación dependiendo del antipsicótico recibido: RILD, risperidona oral u otros antipsicóticos atípicos orales. No se observaron diferencias estadísticamente significativas entre los 3 grupos de tratamiento con respecto a los datos sociodemográficos y clínicos, a los motivos de hospitalización y a la psicopatología en el ingreso. Durante el seguimiento no se observaron diferencias entre los 3 grupos de tratamiento en los porcentajes de asistencia a los 6 meses. Sin embargo, el grupo de RILD Tabla 2 mostró mayores porcentajes de asistencia a la consulta tras el alta (14/23 pacientes con una asistencia a las citas superior al 75%) y también mayores porcentajes de mantenimiento al final del periodo (figs. 2 y 3). Además, el grupo RILD precisó el uso de antidepresivos y benzodiazepinas con frecuencia significativamente menor que los pacientes tratados con otros antipsicóticos (tabla 3). Las diferencias multivariantes respecto al abandono de las citas se investigaron mediante la aplicación de una regresión logística multinomial. Para los casos de abandono antes de los 6 meses respecto a los que dejaron de asistir a consulta entre los 6 y los 12 meses el valor de chi-cuadrado para el predictor género fue de 3,085 (p = 0,079), lo que indica que el género no es estadísticamente diferente de cero dado que se incluyeron en el modelo la edad del primer ingreso, los años acumulados de enfermedad y el grupo de tratamiento. El chi-cuadrado de Wald para la variable predictora edad del primer ingreso fue de 0,806 Características clínicas en el índice de admisión por género Mujeres (n = 58) Hombres (n = 20) Valor de p Edad de inicio en años, media (DE) Edad en índice de admisión, media (DE) Duración de la hospitalización en días, media (DE) GAF en ingreso, media (DE) Número de problemas médicos, media (DE) 50,05 (11,9) 56,71 (13,08) 26,69 (15,44) 38,93 (6,51) 1,40 (1,39) 46,45 (12,34) 51,55 (10,33) 20,05 (11,94) 39,50 (5,05) 1,30 (1,46) 0,272b 0,200b 0,045b 0,499b 0,691b Razones del ingreso (%) Trastorno de ideación puro Perturbación de la conducta Anxiedad Síntomas depresivos Conducta suicida 19 65,5 8,6 0 6,9 0 70 5 15 10 p < 0,05. a Prueba del chi-cuadrado. b Prueba U de Mann-Whitney. 0,011a Estudio retrospectivo del tratamiento y uso de consultas en un grupo clínico de pacientes con trastorno delirante Tabla 3 69 Uso de antidepresivos y benzodiazepinas por grupo de tratamiento antipsicótico (%) Sin AD RILD Risperidona oral Otros antipsicóticos atípicos Total 18 20 14 52 AD (78,3%) (66,7%) (56%) (66,7%) 5 10 11 26 (21,7%) (33%) (44%) (33,3%) Total 23 30 25 78 Sin BZD (100%) (100%) (100%) (100%) 10 15 9 34 BZD (43,5%) (50%) (36%) (43,6%) 13 15 16 44 (56,5%) (50%) (64%) (56,4%) Total 23 30 25 78 (100%) (100%) (100%) (100%) AD: antidepresivos; BZD: benzodiacepinas; RILD: risperidona inyectable de acción prolongada. 90 80 80 70 70 60 60 50 50 40 40 30 30 20 20 10 10 0 <25% 0 6 meses 6-12 meses Mujeres >12 meses Hombres Figura 1 Interrupción de la asistencia a las citas durante el seguimiento a los 6 meses y a los 6-12 meses y porcentajes de mantenimiento a los 12 meses por sexo (%). 90 80 70 60 50 40 30 RLAI 25-75% Oral risperidone >75% Other atypical antipsychotics Figura 3 Porcentajes de asistencia a la consulta por grupo de tratamiento antipsicótico (%). (p = 0,061), para los años de trastorno acumulados fue de 0,341 (p = 0,097) y para el grupo de tratamiento fue de 1,428 con un valor de p asociado de 0,041. Además, las diferencias multivariantes en los porcentajes de asistencia a la consulta también se determinaron mediante una regresión logística multinomial. Para una asistencia a la consulta < 25% respecto al 25-75% no se obtuvieron factores o covariables estadísticamente diferentes de cero, lo que indica que las diferencias en los porcentajes de asistencia no se pueden explicar por el género, la edad del primer ingreso, los años de enfermedad acumulados ni los grupos de tratamiento. Discusión 20 10 0 6 months RLAI 6-12 months Oral risperidone >12 months Other atypical antipsychotics Figura 2 Interrupción de la asistencia a la consulta durante el seguimiento a los 6 meses, a los 6-12 meses y porcentaje de permanencia a los 12 meses por grupo de tratamiento antipsicótico (%). Mediante un diseño retrospectivo se realizaron comparaciones a través de análisis transversales en el momento del ingreso y al año del seguimiento por la inclusión de todos los pacientes que ingresaron con TD en nuestro Departamento de Psiquiatría (Hospital Clínic, Barcelona) entre 2000 y 2011. El objetivo de este estudio fue investigar las diferencias de género respecto a las características demográficas y clínicas, los intentos de suicidio y los porcentajes de asistencia a la consulta en una muestra de 78 pacientes con TD. Por otra parte, nuestro objetivo fue realizar un análisis indirecto de la efectividad del tratamiento recibido en pacientes con TD. 70 Nuestros resultados confirman que los TD son más frecuentes en mujeres que en hombres. Las mujeres enfermaron a una edad más tardía y recibieron atención psiquiátrica más tarde que los hombres. Estos resultados son consistentes con estudios recientes6,8 que observaron una edad de inicio de los síntomas más temprana en hombres que en mujeres y una edad más tardía de la primera consulta psiquiátrica en mujeres que en hombres. Sin embargo, como ya se ha informado, algunos autores clásicos y contemporáneos, como Winokur, han encontrado una sobrerrepresentación de hombres1,15 . Atendiendo a los datos sociodemográficos la mayoría de los pacientes hospitalizados con TD eran solteros o divorciados o separados, lo que contrasta con estudios anteriores en los que el estado civil de casado era el más frecuente en esta población5 . En nuestro estudio la edad media de inicio del trastorno es de 49 años, que es similar a la publicada en estudios recientes en nuestra área de población7,9 . La idea delirante más frecuente fue la persecutoria, seguida de la erotomanía. Estos hallazgos coinciden parcialmente con los de Portugal et al.9 que encontraron como tipos delirantes más frecuentes el persecutorio, el celotípico y el mixto. Además, muchos estudios recientes también han informado de una preponderancia de los casos persecutorios10,16 . No obstante, la validez y la utilidad de la clasificación actual de TD en tipos es motivo de controversia. En un estudio transversal realizado por de Portugal et al.24 se identificaron 4 factores psicopatológicos (dimensiones paranoide, cognitiva, afectiva y esquizoide) mediante el análisis factorial de las puntuaciones PANSS. Estos factores estaban relacionados con el funcionamiento cognitivo, el abuso de sustancias, el funcionamiento global y otras variables clínicas, lo que podría proporcionar una mejor conceptualización de los tipos de TD. La elevada comorbilidad psiquiátrica prevalente (39,8%), aun cuando es inferior a los hallazgos de otros estudios, indica que los síntomas depresivos y de ansiedad se pueden considerar parte de la sintomatología inicial y podría ser una causa de hospitalización15,16 . Por otra parte, nuestros resultados muestran que las mujeres presentaron más hospitalizaciones y necesitaron más tratamiento farmacológico y que los porcentajes de asistencia a la consulta durante el seguimiento fueron menores. Estos resultados coinciden con los de Wusstmann et al.6 quienes observaron que las mujeres necesitan otros tratamientos farmacológicos, como las benzodiazepinas, con más frecuencia que los hombres. El segundo delirio más común en las mujeres fue la erotomanía, mientras que en los hombres los tipos más comunes fueron el persecutorio y el celotípico. Sin embargo, no hubo diferencias de género estadísticamente significativas en cuanto al tipo de TD. Este resultado también es compatible con los hallazgos de Wusstman et al.6 quienes no obtuvieron diferencias de género respecto a los tipos de TD. Todos los pacientes ingresados en nuestro Servicio Psiquiátrico recibieron antipsicóticos atípicos y otros tratamientos farmacológicos cuando lo necesitaron. No existe información sobre tratamientos con suficiente poder estadístico y basados en estudios controlados aleatorios y enmascarados de TD. Debido a dicha escasez de información nuestro objetivo fue describir un perfil de efectividad de los A. González-Rodríguez et al antipsicóticos que se utilizan rutinariamente en la práctica clínica. Nuestros hallazgos coinciden parcialmente con los de Grover et al.15 que observaron, en la India, que la respuesta al tratamiento con risperidona era mejor que la de otros antipsicóticos pero indicaba la necesidad de realizar nuevos estudios para examinar la efectividad de los tratamientos en los TD. A pesar de que una revisión sistemática del tratamiento antipsicótico en los TD no reveló diferencias significativas entre los distintos tipos de tratamiento respecto al desenlace25 , según nuestro conocimiento, este es el primer estudio de TD que intenta de forma específica describir los porcentajes de asistencia a las citas en relación con los fármacos antipsicóticos administrados. En el presente estudio se encontró que los pacientes tratados con RILD presentaban porcentajes más elevados de asistencia a la consulta durante el seguimiento que los tratados con otros antipsicóticos o con risperidona oral. En la regresión logística multinomial las diferencias en los porcentajes de asistencia a la citas se podrían explicar según los grupos de tratamiento, aun cuando el género, la edad del primer ingreso y los años de trastorno acumulados se incluyeron en el modelo como covariables. Por otro lado, los pacientes tratados con RILD presentaban mayores porcentajes de asistencia a la consulta ambulatoria tras el alta y mayores porcentajes de mantenimiento de las citas al final del seguimiento. Sin embargo, cuando se realizó la regresión logística multinomial con el género, la edad del primer ingreso y los años acumulados de enfermedad incluidos, el grupo de tratamiento no resultó ser un predictor de los porcentajes de asistencia a la consulta. Además de la observación anterior, los pacientes tratados con RILD requieren el uso menos frecuente de antidepresivos o benzodiacepinas, lo que sería un buen hallazgo de efectividad. Fortalezas/limitaciones A diferencia de otros estudios los puntos fuertes de nuestro estudio fueron la investigación de las diferencias de género en la comorbilidad depresiva, la ideación y el comportamiento suicida y los porcentajes de asistencia a las citas durante el seguimiento de una muestra de 78 pacientes con TD. A pesar de utilizar un análisis de variables indirectas de la efectividad, realizamos una comparación de los tratamientos antipsicóticos en los TD más a menudo utilizados en la práctica clínica. Una limitación es el tamaño reducido de la muestra, así como la falta de instrumentos de evaluación para valorar los síntomas psicopatológicos, como por ejemplo, las escalas de evaluación psicopatológica PANSS o BPRS debido al diseño naturalista y retrospectivo del estudio. Por estas razones consideramos que son necesarios estudios más prolongados y de mayores dimensiones para dilucidar mejor la ausencia de diferencias de género en el seguimiento y la efectividad de los antipsicóticos atípicos recientes. Conclusiones Se puede concluir que existen diferencias de género en los TD respecto a la edad de aparición de la enfermedad, la edad del primer ingreso y la edad del primer uso de los servicios psiquiátricos y en la duración del primer ingreso. Estudio retrospectivo del tratamiento y uso de consultas en un grupo clínico de pacientes con trastorno delirante Las mujeres necesitan más tratamientos farmacológicos y muestran menores porcentajes de asistencia a la consulta que los hombres, lo que podría indicar que el TD es más grave en las mujeres que en los hombres. El tratamiento con RILD en los TD podría aumentar las tasas de mantenimiento de las citas durante el seguimiento pero no se puede concluir que los porcentajes de asistencia a la consulta fuesen mayores. Por otra parte, los pacientes tratados con RILD parecen requerir con menos frecuencia la prescripción de otras agentes psicoactivos tales como los antidepresivos y las benzodiazepinas. Sin embargo, son necesarios más estudios para confirmar estos resultados preliminares. Responsabilidades éticas Protección de personas y animales. Los autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales. Confidencialidad de los datos. Los autores declaran que han seguido los protocolos de su centro de trabajo sobre la publicación de datos de pacientes y que todos los pacientes incluidos en el estudio han recibido información suficiente y han dado su consentimiento informado por escrito para participar en dicho estudio. Derecho a la privacidad y consentimiento informado. Los autores han obtenido el consentimiento informado de los pacientes y/o sujetos referidos en el artículo. Este documento obra en poder del autor de correspondencia. Conflicto de intereses Los Dres. González-Rodríguez, Molina-Andreu, Imaz Gurrutxaga y Rosa Catalán no tienen nada que declarar respecto a los conflictos de intereses. El Dr. Bernardo recibió honorarios como consultor de Bristol-Meyer-Squibb y Wyeth y honorarios de Janssen-Cilag, Eli Lilly, Pfizer, Synthelab, Glaxo Smith Kline y Astra-Zeneca pero dichas relaciones personales no están relacionadas con el contenido de nuestro manuscrito. Agradecimientos Nos gustaría dar las gracias al Gobierno de Cataluña, al Comissionat per Universitats Recerca I del Departament d‘Innovació, Universitats i Empresa (DIUE) 2009SGR1295 y al Instituto de Salud Carlos III, al Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental de Cataluña (CIBERSAM) y a todo el personal por su colaboración en la realización de los datos demográficos y clínicos en los sistemas de registros médicos. El trabajo se llevó a cabo (en parte) en el Centro Esther Koplowitz de Barcelona. Bibliografía 1. Bleuler E. Lehrbuch der Psychiatrie. Berlin: Ed. Springer-Verlag; 1983. 2. Kretschmer E. El delirio sensitivo de referencia. Madrid: Ed. Triacastela; 2000. 3. Moya J. Clásicos de la paranoia. (Recopilación y selección: José María Alvarez y Fernando Colina). Barcelona: Ed. Paidós; 1997. 71 4. Munro A. Delusional disorder: paranoia and related illnesses. New York: Cambridge University Press; 1999. 5. Marneros A, Pillmann F, Wustmann T. Delusional disorders– are they simply paranoid schizophrenia? Schizophr Bull. 2012;38:561---8. 6. Wustmann T, Pillmann F, Marneros A. Gender-related features of persistent delusional disorders. Eur Arch Psychiatry Clin Neurosci. 2011;261:29---36. 7. De Portugal E, Martínez C, González N, del Amo V, Haro JM, Cervilla JA. Clinical and cognitive correlates of psychiatric comorbidity in delusional disorder outpatients. Aust N Z J Psychiatry. 2011;45:416---25. 8. De Portugal E, González N, Miriam V, Haro JM, Usall J, Cervilla JA. Gender differences in delusional disorder: evidence from an outpatient sample. Psychiatry Res. 2010;177(1---2):235---9. 9. De Portugal E, González N, Haro JM, Autonell J, Cervilla JA. A descriptive case-register study of delusional disorder. Eur Psychiatry. 2008;23:125---33. 10. Yamada N, Nakajima S, Noguchi T. Age at onset of delusional disorder is dependent on the delusional theme. Acta Psychiatr Scand. 1998;97:122---4. 11. 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(2014);7(2):72---79 www.elsevier.es/saludmental ORIGINAL Estado nutricional, ingesta alimentaria y riesgo de enfermedad cardiovascular en individuos con esquizofrenia en el sur de Brasil: estudio de casos-controles Daniela Nunes a,b , Bianca Eskinazi b , Fernanda Camboim Rockett b,c , Vera Beatriz Delgado d e Ingrid Dalira Schweigert Perry b,e,∗ a Multidisciplinary Integrated Residency in Health Program with emphasis in Mental Health, Hospital de Clínicas de Porto Alegre, Porto Alegre, Brasil b Food and Nutrition Research Center, Hospital de Clínicas de Porto Alegre/Universidade Federal do Rio Grande do Sul, Porto Alegre, Rio Grande do Sul, Brasil c Post-Graduation Program in Medicine, Medical Sciences, Universidade Federal do Rio Grande do Sul, Porto Alegre, Rio Grande do Sul, Brasil d Psychiatric Nursing Service, Hospital de Clínicas de Porto Alegre, Porto Alegre, Brasil e Department of Internal Medicine, Universidade Federal do Rio Grande do Sul, Porto Alegre, Rio Grande do Sul, Brasil Recibido el 3 de abril de 2013; aceptado el 10 de julio de 2013 Disponible en Internet el 18 de septiembre de 2013 PALABRAS CLAVE Esquizofrenia; Enfermedades cardiovasculares; Obesidad; Sobrepeso; Ingesta de alimentos ∗ Resumen Objetivos: Verificar los patrones de ingesta alimentaria y la presencia de parámetros antropométricos de riesgo en pacientes esquizofrénicos, al mismo tiempo que tratamos de valorar algunos factores de riesgo cardiovascular modificables. Métodos: Se incluyeron 25 pacientes ambulatorios esquizofrénicos, atendidos en el Hospital de Clínicas de Porto Alegre, Brasil, y a 25 individuos de control, sanos, emparejados por sexo, edad e índice de masa corporal (IMC). Se obtuvieron las características demográficas (edad, sexo y posición socioeconómica), antropométricas (peso, estatura y perímetro de la cintura), clínicas (antipsicóticos) y datos del consumo de alimentos (cuestionario de frecuencia de alimentos). Resultados: Hubo una frecuencia de sobrepeso del 40% y de obesidad del 40%, según lo verificado por el IMC, y un aumento del riesgo de complicaciones metabólicas del 80%, según lo determinado por el perímetro de la cintura. La mayoría de pacientes (68%) utilizaban antipsicóticos atípicos y no se encontró una asociación entre la distribución del estado nutricional de acuerdo con el IMC y el tipo de antipsicótico usado. Entre los casos se identificó una mayor ingesta de calorías totales, calorías y proteínas por kilogramo de peso corporal, porcentaje de hidratos de carbono y una menor ingesta de ácidos grasos omega 6, fitoesteroles, vitamina A y ␣-tocoferol. La ingesta de colesterol y de sodio no difirió entre el grupo Autor para correspondencia. Correo electrónico: atputp@gmail.com (I.D. Schweigert Perry). 1888-9891/$ – see front matter © 2013 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. http://dx.doi.org/10.1016/j.rpsm.2013.07.001 Estado nutricional, ingesta alimentaria y riesgo de enfermedad cardiovascular 73 de casos (365 ± 152 mg de colesterol en los casos y 313 ± 146 mg en los individuos de control; 3.499 ± 1.695 mg de sodio entre los casos y 2.874 ± 800 entre los individuos de control). Conclusión: En la muestra de pacientes esquizofrénicos del presente estudio se observó un mayor consumo de calorías y un menor consumo de ␣-tocoferol y fitoesteroles, comparado con individuos de control. También fue evidente una ingesta elevada de sodio y colesterol y una alta frecuencia de sobrepeso y obesidad centrípeta. © 2013 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. KEYWORDS Schizophrenia; Cardiovascular diseases; Obesity; Overweight; Food intake Nutritional status, food intake and cardiovascular disease risk in individuals with schizophrenia in southern Brazil: A case-control study Abstract Objectives: To verify food consumption patterns and presence of risk anthropometric parameters in schizophrenic patients, trying to assess some modifiable cardiovascular risk. Method: Twenty-five schizophrenic outpatients, attended at the Hospital de Clínicas de Porto Alegre, Brazil, and 25 healthy controls matched by sex, age and body mass index (BMI) were included. Demographic (age, sex and socioeconomic status), anthropometric (weight, height and waist circumference), clinical (antipsychotics) and dietary consumption data (food frequency questionnaire) were obtained. Results: There was a 40% frequency of overweight and 40% of obesity as verified by BMI, and 80% of increased risk of metabolic complications as measured by waist circumference. Most of the patients (68%) used atypical antipsychotics and no association was found between the distribution of the nutritional status according to BMI and type of antipsychotic used. There was a higher intake of total calories, calories and protein per kilogram of body weight, percentage of carbohydrates, and lower intake of omega-6, phytosterols, vitamin A and ␣-tocopherol by cases. Cholesterol and sodium intake did not differ between groups (365 ± 152 mg of cholesterol in cases and 313 ± 146 mg in controls; (3499 ± 1695 mg sodium by cases and 2874 ± 800 by controls). Conclusion: In this sample of schizophrenic patients there was a higher intake of calories and lower consumption of ␣-tocoferol and phitosterols, compared to controls. There was also elevated sodium, and cholesterol intake, and high frequency of overweight and central obesity. © 2013 SEP y SEPB. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción La esquizofrenia es una enfermedad psiquiátrica crónica, que incluye manifestaciones psicopatológicas relacionadas con el pensamiento, percepción, emociones, movimiento y conducta, y que causa un deterioro considerable del funcionamiento social1 . En pacientes con esquizofrenia se ha encontrado una tasa de mortalidad el doble de alta que en la población general, al igual que una esperanza de vida un 20% menor debido a la mayor prevalencia y gravedad de enfermedades. A pesar de que se ha considerado que el suicidio es la causa principal de mortalidad, con frecuencia, estos pacientes padecen enfermedades prevalentes, siendo las cardiovasculares la causa principal de mortalidad, al igual que en la población general2 . La obesidad, cuya prevalencia es alta en pacientes con esquizofrenia y se asocia con la propia enfermedad o con la administración de antipsicóticos3 , es un factor de riesgo importante para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares en estos pacientes, ya que se relaciona directamente con la aparición de dislipemia, resistencia a la insulina, diabetes e hipertensión arterial. Aunque es bien conocido que el patrón de ingesta de alimentos tiene una notable influencia en la etiología de estas enfermedades en la población general, apenas se han publicado estudios de investigación que describan los patrones de ingesta y preferencias de alimentos entre pacientes esquizofrénicos4 . En uno de los pocos estudios que han prestado atención a estos aspectos se demostró que los individuos esquizofrénicos consumían más alimentos ricos en grasas y azúcares, comparado con individuos de control, sanos. En comparación, consumían menos leche y productos lácteos, verduras y fruta fresca5 . El exceso de energía dietética, hidratos de carbono simples, ácidos grasos saturados (AGS), colesterol y sodio se considera un factor de riesgo de enfermedades crónicas y de obesidad6 . Por otra parte, el consumo de fibra, fitoesteroles, antioxidantes y ácidos grasos no saturados, en particular omega 3, se relaciona con la prevención de diferentes enfermedades, con efectos sobre la salud cardiovascular7,8 . Además de estos aspectos, es posible que los factores dietéticos agraven o alivien los síntomas de esquizofrenia. Christensen y Christensen8 encontraron una asociación entre un bajo consumo de grasa total y grasa de origen animal, que están constituidas sobre todo por AGS, y una mejoría del pronóstico de la enfermedad. Además, se demostró que el bajo consumo de ácidos grasos omega 3, en particular de ácido eicosapentaenoico (EPA), se asociaba a síntomas más graves de la enfermedad9 . Por consiguiente, destacamos la importancia de la investigación para confirmar los patrones de consumo de 74 alimentos y la presencia de parámetros antropométricos de riesgo, en especial entre poblaciones que manifiestan algún grado de vulnerabilidad, como aquellas con enfermedades psiquiátricas, tratando de valorar el riesgo cardiovascular modificable. Materiales y métodos Se diseñó un estudio de casos-controles. Se incluyeron consecutivamente 25 individuos con un diagnóstico de esquizofrenia durante al menos un año (de acuerdo con la Clasificación Internacional de las Enfermedades [CIE-10]1 , establecido por un psiquiatra) y tratados en el servicio ambulatorio de psiquiatría del Hospital de Clínicas de Porto Alegre, en Porto Alegre, Rio Grande do Sul (RS), Brasil, de 18-59 años de edad, de ambos sexos, y emparejados con 25 individuos sanos, de acuerdo con la edad, sexo e índice de masa corporal (IMC). Los individuos de control se reclutaron entre amigos de los pacientes e individuos voluntarios y no presentaban alteraciones metabólicas ni enfermedades psiquiátricas. Se excluyó del estudio a los individuos con un diagnóstico de retraso mental, a analfabetos o a aquellos que ya participaban en un programa de intervención nutricional. Se informó a los participantes en el estudio de los procedimientos y objetivos del estudio, y autorizaron su participación firmando el formulario de consentimiento informado. El estudio se efectuó tras la aprobación del Comité de Investigación del Hospital de Clínicas de Porto Alegre, RS, Brasil (protocolo #11-0106) y, por consiguiente, cumple con los estándares establecidos por la Declaración de Helsinki. La obtención de los datos transcurrió entre abril y septiembre de 2011. Mediante una entrevista y una exploración física se obtuvieron las variables sociodemográficas (edad, sexo y posición socioeconómica), clínicas (antipsicóticos usados), antropométricas (peso corporal, estatura y perímetro de la cintura [PC]) y dietéticas (ingesta de alimentos). En los participantes el peso corporal se determinó en una báscula digital (Urano® , Canoas, RS, Brasil), con una capacidad máxima de 300 kg y una precisión de 100 g. Se les proporcionaron instrucciones para que se colocaran en el centro de la báscula sin calzado y con ropa ligera. La estatura se determinó sin calzado utilizando un tallímetro portátil, con una longitud de 2,1 m y una precisión de 1 mm (Sanny®, São Bernando do Campo - SBC, São Paulo- SP, Brasil), permaneciendo el individuo de pie con los talones en contacto con el plano vertical del tallímetro, los tobillos juntos, los brazos extendidos a ambos lados del cuerpo y manteniendo la cabeza en el plano de Frankfort. Para la determinación del PC se usó una cinta métrica flexible e inextensible de 200 cm (Sanny®, SBC, SP, Brasil); el individuo se mantuvo en bipedestación, permaneciendo erguido, con el abdomen relajado, los brazos a ambos lados del cuerpo y los pies juntos. El parámetro se mesuró a nivel de la cintura natural del individuo, que es la parte más estrecha del tronco. El IMC se calculó dividiendo el peso corporal total (en kilogramos) por la estatura en metros al cuadrado (en m2 ), y la clasificación del estado nutricional correspondió a los puntos de corte establecidos por la Organización Mundial de la D. Nunes et al Salud (OMS). La determinación del PC también se clasificó de acuerdo con las directrices de la OMS, representando valores de ≥ 94 cm o ≥ 80 cm, en hombres y mujeres, respectivamente, un alto riesgo de complicaciones cardiovasculares y metabólicas10 . Se estimó el consumo de alimentos durante el último mes utilizando un cuestionario validado y reproducible de frecuencia de alimentos (FFQ), que contenía 127 alimentos, considerado apropiado para una valoración semicuantitativa de la ingesta alimentaria de la población adulta del área metropolitana de Porto Alegre, RS, Brasil11 . La frecuencia mensual de consumo de cada alimento se multiplicó por el contenido en nutrientes de la ración respectiva, dividido por 30 días, lo que proporcionó el consumo medio diario. La ingesta calórica total y las cantidades relacionadas con los macronutrientes y micronutrientes se calcularon individualmente a través del programa informático NUTRIBASE Clinical Edition, versión 7.18. La evaluación del poder adquisitivo de los individuos se efectuó utilizando el Critério de Classificação Econômica Brasil (Associação Brasileira de Empresas de Pesquisa [ABEP]). De acuerdo con la puntuación obtenida, se estiman los ingresos familiares de cada individuo y, por consiguiente, su poder adquisitivo, que se clasifica en 5 grupos: A a E, representando el primero la parte más rica de la sociedad y el último, la más pobre. Las variables categóricas se presentan como frecuencias y porcentajes y las variables continuas como media y desviación estándar (DE) o mediana y límites intercuartil. Para probar la asociación entre variables categóricas se usó la prueba de la 2 y para comparar la media o la mediana, respectivamente, se usó la prueba de la t de Student o la U de Mann-Whitney. Se usaron pruebas paramétricas o no paramétricas en función de la normalidad de la distribución de los datos. Los datos se analizaron utilizando el programa estadístico SPSS, 18.0 para ciencias sociales y se consideraron significativos cuando el valor de p fue ≤ 0,05. Resultados En la tabla 1 se muestran las características sociodemográficas y antropométricas de la población estudiada, no encontrando diferencias entre grupos con respecto a la edad, sexo, PC e IMC. La edad media de toda la muestra fue de 38,9 ± 10,9 años, el IMC medio fue de 28,0 ± 5,5 kg/m2 , y se les clasificó en su mayor parte como individuos con sobrepeso y obesos. Según lo determinado por el PC, con respecto a la obesidad centrípeta, alrededor del 70% de participantes corrían riesgo de complicaciones metabólicas. Aunque la clase económica B se asoció a individuos de control y la clase C se asoció a los casos, una alta frecuencia de pacientes e individuos de control se clasificaron como de clase C (tabla 1). La obesidad estaba presente en el 40% de pacientes. Cuando se considera junto con el sobrepeso, este porcentaje aumenta hasta el 80%, que concuerda con el elevado perímetro de la cintura obtenido (tabla 1). Con respecto al uso de fármacos, el 68% utilizaban antipsicóticos atípicos, el 28%, antipsicóticos típicos, y el 4%, ambos. No se identificó una asociación entre la distribución del estado nutricional de acuerdo con el IMC y el tipo de antipsicótico utilizado (2 ; NS). A pesar de esto, de los 10 Estado nutricional, ingesta alimentaria y riesgo de enfermedad cardiovascular 75 Tabla 1 Características sociodemográficas y antropométricas de los pacientes ambulatorios con esquizofrenia y los individuos de control, sanos Características Casos (n = 25) Controles (n = 25) Valor de p* Edad, años (media ± DE) 40,5 ± 9,2 37,2 ± 12,4 0,290 Sexo (frecuencia y %) Varones Mujeres 15 (60) 10 (40) 13 (52) 12 (48) 0,569 ABEP-CCEB (frecuencia y %) B C D E 0 15 (60) 9 (36) 1 (4) 4 (16) 18 (72) 3 (12) 0 0,041 IMC, kg/m2 (media ± DE)a < 18,5 (%) 18,5 a < 25 (%) 25 a < 30 (%) 30 a < 35 (%) 35 a < 40 (%) ≥ 40 (%) 29,09 ± 6,30 1 (4) 4 (16) 10 (40) 6 (24) 3 (12) 1 (4) 26,91 ± 4,39 0 8 (32) 11 (44) 5 (20) 1 (4) 0 0,162 0,484 PC (frecuencia y %)b ≥ 94 cm para varones; ≥ 80 cm para mujeres < 94 cm para varones y < 80 cm para mujeres 20 (80%) 5 (20%) 15 (60%) 10 (40%) 0,123 ABEP-CCEB: Associação Brasileira de Pesquisa, Critério de Classificação Econômica Brasil (ABEP, 2011); DE: desviación estándar; IMC: índice de masa corporal; PC: perímetro de la cintura. * Prueba de la X2 para ABEP-CCEB, PC e IMC (los valores en negrita son significativos mediante análisis residual); prueba de la t de Student para otras variables. a IMC ≤ 18,5: desnutrición; 18,5 a < 25: peso normal; 25 a < 30: sobrepeso; 30 a < 35: obesidad de grado 1; 35 a < 40: obesidad de grado 2,; ≥ 40: obesidad de grado 3. b Puntos de corte establecidos por la OMS (2008). pacientes obesos, 9 eran tratados con antipsicóticos atípicos y, entre los 10 pacientes con sobrepeso, 6 eran tratados solo con antipsicóticos atípicos o combinados con antipsicóticos típicos (datos no mostrados). En la tabla 2 se muestran los datos relacionados con la ingesta de alimentos. Entre los casos hubo una mayor ingesta de calorías totales, calorías y proteínas por kilogramo de peso corporal, porcentaje de hidratos de carbono y ácidos grasos trans (AG trans). Por otra parte, entre los casos, era evidente una menor ingesta de AGS, ácidos grasos poliinsaturados (AGPI), ácidos grasos monoinsaturados (AGMI), ácidos grasos omega 6, fitoesteroles, vitamina A y ␣-tocoferol, junto con ausencia de consumo de alcohol. Aunque no difirió entre grupos cuando se ajustó para la energía total, el consumo de hidratos de carbono simples fue mayor entre pacientes cuando se consideró en valores absolutos, con una ingesta de 151 g (59-349) entre los casos y 111 g (45-303) entre individuos de control (p = 0,016). Lo mismo ocurrió con la ingesta de vitaminas B6 , B12 , folato, al igual que cinc y selenio (p = 0,038, p = 0,034, p = 0,023, p = 0,006 y p = 0,018, respectivamente). Con respecto al consumo de grasa total, AGS, AGMI y AGPI, aunque es más alto en el grupo de control cuando se ajusta para la energía total (como puede observarse en la tabla 2), no difiere entre grupos cuando se considera en valores absolutos (datos no mostrados). Sin embargo, entre los casos (tabla 2), el mayor consumo de AG trans persiste cuando se consideran los valores absolutos, con una ingesta de 0,17 g (0-1,24) en este grupo y de 0,05 g (0-0,25) entre individuos de control (p = 0,001). El consumo de colesterol no difirió entre grupos, con independencia de la forma de expresión, siendo de 365 ± 152 mg entre los casos y de 313 ± 146 mg entre individuos de control (p = 0,226). Lo mismo ocurrió con el consumo de fibra y vitamina C. Por lo que respecta al consumo de ácidos grasos omega 6 y omega 3, tanto el consumo absoluto en gramos (p = 0,854 y 0,691, respectivamente), como el cociente omega 6: omega 3 (tabla 2) no difirió entre grupos; sin embargo, cuando se consideró relativo a la energía total, el consumo de ácidos grasos omega 6 fue mayor entre individuos de control (tabla 2). Con independencia de la forma de expresión, el consumo de EPA no difirió entre grupos (p = 0,464 para los valores absolutos en gramos). Lo mismo ocurrió con el consumo de sodio (3.499 ± 1.695 mg entre los casos y 2.874 ± 800 entre individuos de control, p = 0,104). Discusión La elevada frecuencia de sobrepeso y obesidad en pacientes esquizofrénicos, atendidos en un ámbito ambulatorio, observada en el presente estudio, también se describe en un estudio sobre pacientes hospitalizados en el área metropolitana de Porto Alegre, Brasil, donde se encontró un exceso de peso del 57,2%12 . Por otra parte, en diversas investigaciones efectuadas en Europa y Norteamérica, se encontró 76 Tabla 2 D. Nunes et al Consumo de energía y nutrientes en pacientes ambulatorios con esquizofrenia e individuos de control, sanos Ingesta diaria Casos (n = 25) Media ± DE o mediana (LIC) Controles (n = 25) Media ± DE o mediana (LIC) Valor de p* Energía (kcal) Kcal/kg/peso corporal Hidratos de carbono (% de energía) Azúcar (% de energía) Proteínas (% de energía) Proteínas (g/kg/peso corporal) Grasas (% de energía) AGS (% de energía) AGPI (% de energía) AGMI (% de energía) AG trans (% de energía) Colesterol (mg/1.000 kcal) AGPI -6 (g/1.000 kcal) AGPI -3 (g/1.000 kcal) Cociente -6: -3 EPA (mg/1.000 kcal) Fibra dietética (g/1.000 kcal) Alcohol (% de energía) Fitoesteroles (mg/1.000 kcal) Vitamina A (RAE g/1.000 kcal) Vitamina C (g/1.000 kcal) ␣-tocoferol (mg/1.000 kcal) Vitamina B6 (mg/1.000 kcal) Vitamina B12 (g/1.000 kcal) Folato (g/1.000 kcal) Sodio (mg/1.000 kcal) Cinc (mg/1.000 kcal) Selenio (g/1.000 kcal) 3.305 ± 1.113 41 ± 15 56,7 ± 4,8 19,2 ± 5,0 18,3 ± 2,8 1,8 ± 0,6 24,9 ± 3,4 8,8 ± 1,3 4,5 ± 1,2 9,1 ± 1,7 0,068 ± 0,057 110,8 ± 25,3 3,3 (2,7-3,7) 0,3 (0,2-0,4) 8,9 ± 4,1 2,3 (0-26,2) 12,3 ± 2,9 0 21,9 (17,1-28,2) 309,2 ± 251,7 58,8 ± 34,2 1,9 ± 0,5 0,82 ± 0,15 2,32 (1,64 --- 2,97) 229,5 ± 43,6 1029 ± 232 6,4 ± 1,7 53,3 ± 9,3 2.692 ± 661 34 ± 6 50,4 ± 7,4 18,3 ± 5,7 17,2 ± 3,9 1,5 ± 0,4 30,0 ± 7,4 10,1 ± 2,6 5,9 ± 2,5 11,5 ± 3,7 0,026 ± 0,023 117,8 ± 54,0 3,7 (2,9-5,6) 0,5 (0,3-0,8) 8,8 ± 4,8 8,3 (1,5-23,5) 12,5 ± 3,2 1,42 (0-7) 57,4 (17,5-79,7) 513,8 ± 303,4 67,7 ± 45,4 2,4 ± 0,9 0,82 ± 0,20 2,09 (1,62 --- 3,03) 216,4 ± 74,5 1074 ± 211 5,9 ± 1,3 52,7 ± 15,8 0,023 0,037 0,001 0,477 0,274 0,024 0,004 0,030 0,016 0,005 0,002 0,563 0,048 0,118 0,940 0,257 0,864 --0,005 0,013 0,391 0,036 0,937 0,479 0,452 0,475 0,298 0,876 AG trans: ácidos grasos trans; AGMI: ácidos grasos monoinsaturados; AGS: ácidos grasos saturados; EPA: ácido eicosapentaenoico; Kcal: kilocalorías; LIC: límites intercuartil (percentil 25-75); PUFA: ácidos grasos poliinsaturados; RAE: actividad en equivalentes de retinol; -3: ácidos grasos omega 3; -6: ácidos grasos omega 6. * Prueba de la U de Mann Whitney U para los ácidos grasos -3 y -6, EPA y vitamina B . Para las otras variables, se usó la prueba de 12 la t de Student. que alrededor del 36% de pacientes esquizofrénicos tenían sobrepeso; en el primero, el 20% eran obesos13 y en el segundo, efectuado en Canadá14 , la tasa del 36% solo hacía referencia a la obesidad, mientras que, en la población canadiense en general, la prevalencia disminuye hasta el 14%14 . Los datos del Ministerio Brasileño de Salud demuestran una prevalencia de sobrepeso del 32% y una prevalencia de obesidad del 8% en la población general, por lo que los datos del presente estudio sugieren que la obesidad se ha convertido en un problema más frecuente entre pacientes con esquizofrenia que en el resto de la población. Además de la alta frecuencia de sobrepeso y obesidad, observada en la muestra del presente estudio, una elevada obesidad central indica una posible influencia en la salud cardiovascular de los pacientes, que, con frecuencia, se asocia a procesos como dislipemia, hipertensión arterial, resistencia a la insulina y diabetes, que favorecen los acontecimientos cardiovasculares, en particular la coronariopatía15 . Aunque hay pruebas de que la esquizofrenia en sí y/o la administración de antipsicóticos se asocian con el aumento de peso observado en esta población3 , en el presente estudio no hubo una asociación significativa entre el tipo de antipsicótico utilizado y el sobrepeso. Sin embargo, la mayoría de pacientes que habían utilizado antipsicóticos atípicos tenían sobrepeso. La potencia y las características de los efectos adversos de los antipsicóticos son muy variables. En diversas publicaciones se menciona un aumento del peso corporal en más del 50% de pacientes con esquizofrenia que reciben estos fármacos16 ; sin embargo, los antipsicóticos atípicos se asocian con un aumento de peso significativamente mayor con un tratamiento tanto a corto como a largo plazo, comparado con los antipsicóticos típicos16 . De acuerdo con Leitão-Azevedo et al.17 , a los efectos de la medicación se añade la creciente epidemia de exceso de peso que se observa en la población general, que induce mayores efectos lesivos sobre estos pacientes que ya experimentan los problemas inherentes de su enfermedad, como discapacidad, una jubilación temprana y una disminución de la calidad de vida. A pesar de que los efectos adversos metabólicos de los fármacos contribuyen sustancialmente al elevado grado de Estado nutricional, ingesta alimentaria y riesgo de enfermedad cardiovascular exceso de peso, en pacientes con esquizofrenia no tratados con antipsicóticos también se observan obesidad tanto total como central18,19 , lo que demuestra aspectos relacionados con el estilo de vida, entre los que los hábitos de alimentación y el sedentarismo podrían exacerbar este problema. Es importante destacar que, incluso antes de la administración de antipsicóticos, los pacientes esquizofrénicos experimentan diversos tipos de alteraciones metabólicas20 y antropométricas21 que podrían interferir con estos resultados. Los resultados del presente estudio demuestran una mayor ingesta de energía entre pacientes esquizofrénicos, comparado con individuos de control, sanos. En un estudio, Amani5 ha demostrado un mayor consumo de refrescos y bebidas dulces por parte de pacientes esquizofrénicos, lo que posiblemente podría contribuir a la obesidad, aunque el análisis del consumo se efectuó prestando atención a los grupos de alimentos y no a la ingesta calórica o de nutrientes, lo que dificulta el objetivo de la comparación con el presente estudio. A diferencia de Archie et al.14 , no observamos un mayor consumo de grasa total entre pacientes del presente estudio. Encontramos un elevado cociente omega 6: omega 3, lo que podría significar un exceso de los primeros y un déficit de los segundos. Esta situación podría ser motivo de preocupación, porque en un estudio, una alimentación deficiente en ácidos grasos omega 3 (en especial, EPA), en pacientes con la enfermedad, se asoció con una agravación de los síntomas psicóticos22 y con complicaciones derivadas de los mayores riesgos cardiovasculares en esta población23 . Sin embargo, los valores absolutos de ingesta de ambos se encuentran dentro de los límites recomendados24 . Además, el mayor consumo de ácidos grasos trans (cuyo efecto sobre el aumento de la concentración de colesterol unido a LDL es similar al de los ácidos grasos saturados) entre pacientes, aunque es motivo de preocupación, se sitúa por debajo de la ingesta energética diaria recomendada del 1%25 . No obstante, encontramos un bajo consumo de fitoesteroles, cuyo efecto se relaciona con la competición en la absorción intestinal de colesterol y, por lo tanto, con la modulación de la concentración plasmática de colesterol total25 . Por otra parte, el consumo de ácidos grasos saturados, aunque representó menos del 10% de la ingesta calórica total (valor asociado con niveles plasmáticos más apropiados), sigue siendo superior a los valores establecidos como óptimos (< 7%) en presencia de hipercolesterolemia25 . Junto a esto, el consumo de colesterol también fue alto entre pacientes y entre individuos de control. De acuerdo con la publicación de las IV Guías Brasileñas sobre Prevención de las Dislipemias y Aterosclerosis6 , el consumo de colesterol debe ser inferior a 300 mg/día, porque su ingesta excesiva se asocia a un aumento de la concentración de lipoproteínas de baja densidad (LDL)7 . El consumo de hidratos de carbono totales permanece dentro de los valores recomendados. Sin embargo, el consumo de azúcares no debe superar el 10% del consumo energético diario (además de la cantidad presente en los alimentos naturales). En caso de requerir una reducción de peso o de hipertrigliceridemia se recomiendan valores más bajos de ingesta25 . 77 La hiperhomocisteinemia, un importante factor de riesgo independiente de enfermedad vascular, trombosis y aterosclerosis, incluida la coronariopatía, refleja un déficit de folato, vitamina B6 y B12 26 . Haidemenos et al.27 sugieren que la hiperhomocisteinemia es un factor de riesgo de la propia esquizofrenia, puesto que se considera un aminoácido neurotóxico en concentraciones elevadas. Las recomendaciones para la ingesta de estas vitaminas se cumplían en el grupo estudiado24 . Entre individuos esquizofrénicos se observó una elevada ingesta diaria estimada de sodio, que ascendía a alrededor de 9 g/día de cloruro sódico. La recomendación actual de la American Heart Association28 es de 6 g/día. Una ingesta elevada de sodio se ha asociado a una alta prevalencia de hipertensión arterial, que ha demostrado ser un importante factor de influencia en la morbimortalidad cardiovascular29 . Por otra parte, el presente estudio demuestra una ingesta adecuada de fibra, un factor protector frente a las enfermedades cardiovasculares. El consumo recomendado de fibra es de 25-40 g/día, en forma de verdura, legumbres, cereales y fruta25 . Los datos del presente estudio difieren de los documentados por Amani5 , en cuyo estudio, un menor consumo de fruta y verdura sugiere un menor consumo de fibra. Aunque los resultados de los estudios epidemiológicos e intervencionistas que han evaluado el efecto cardiometabólico de los antioxidantes son controvertidos, indican algunas asociaciones beneficiosas30 . A pesar de que se ha demostrado una disminución de la ingesta de vitamina A en el grupo de casos, cuando se ajustó para la energía, ambos grupos alcanzaron la cantidad diaria recomendada (CDR). Por otra parte, la ingesta de vitamina C, cinc y selenio también alcanzó la CDR. No obstante, la ingesta de ␣-tocoferol fue inferior a las recomendaciones24 . Es necesario considerar que, aunque hubo diferencias de la ingesta energética entre los casos y los individuos de control, no difirieron en relación con el IMC, lo que puede generar algunas cuestiones sobre la precisión de los relatos de los individuos. Es preciso considerar que hay limitaciones en la aplicabilidad de los instrumentos de evaluación de la ingesta de alimentos. Los déficits cognitivos de la esquizofrenia, al igual que la falta de conocimientos y de comprensión de la asistencia sanitaria podrían haber dado lugar a una sobreestimación de la ingesta de alimentos, comparado con individuos sin la enfermedad. También es predecible que, por lo que respecta a los individuos de control, hubieran subestimado su consumo energético en la valoración de la ingesta dietética. Entre pacientes con una enfermedad mental, los investigadores apenas han prestado atención a la obesidad, lo que queda patente por la falta de estudios de valoración de las intervenciones sobre la prevalencia creciente de obesidad, riesgo cardiovascular y enfermedades metabólicas en esta población19 . De acuerdo con Archie et al.14 , muchas de las estrategias de control de peso usadas en la población general podrían aplicarse a individuos con enfermedades mentales, pero apenas se conoce el efecto de estas estrategias o si hay una necesidad de adaptarlas a esta población. Los autores sugieren que muchos pacientes pueden estar preparados para considerar cambios en el estilo de vida. Con frecuencia, los profesionales expertos en salud mental pasan por alto el cambio de la alimentación y de la actividad física 78 como una intervención viable para esta población. Aunque apenas hay estudios, algunos demuestran que, a través de las intervenciones en el estilo de vida, pueden obtenerse mejoras modestas31,32 . El presente estudio es una investigación exploradora con algunas limitaciones, como el uso de cuestionarios FFQ inespecíficos para esta población, la interferencia de los factores cognitivos y subjetivos en los FFQ y la imposibilidad de emparejarlos por posición socioeconómica, lo que puede ser una fuente sustancial de variación no tenida en cuenta. Es preciso efectuar nuevos estudios con muestras de mayor tamaño. En conclusión, el presente estudio preliminar indica una elevada ingesta de calorías, sodio, colesterol y un bajo consumo de ␣-tocoferol y fitoesteroles en este grupo de pacientes esquizofrénicos. Estos aspectos, al igual que la elevada frecuencia de sobrepeso y obesidad central son potenciales factores de riesgo cardiovascular y justifican la introducción de cambios en el estilo de vida, poniendo el acento en la mejoría de los patrones de consumo de alimentos. Responsabilidades éticas Protección de personas y animales. Los autores declaran que los procedimientos seguidos se conformaron a las normas éticas del comité de experimentación humana responsable y de acuerdo con la Asociación Médica Mundial y la Declaración de Helsinki. Confidencialidad de los datos. Los autores declaran que han seguido los protocolos de su centro de trabajo sobre la publicación de datos de pacientes y que todos los pacientes incluidos en el estudio han recibido información suficiente y han dado su consentimiento informado por escrito para participar en dicho estudio. Derecho a la privacidad y consentimiento informado. Los autores han obtenido el consentimiento informado de los pacientes y/o sujetos referidos en el artículo. Este documento obra en poder del autor de correspondencia. Financiación Los autores agradecen la ayuda del Fundo de Incentivo à Pesquisa e Eventos (FIPE/HCPA) en la financiación del presente estudio. Conflicto de intereses Los declaran no tener ningún conflicto de intereses. Bibliografía 1. WHO. 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(2014);7(2):80---87 www.elsevier.es/saludmental ORIGINAL Prevalencia del trastorno negativista desafiante en España José Antonio López-Villalobos a,∗ , Jesús María Andrés-De Llano b , Luis Rodríguez-Molinero c , Mercedes Garrido-Redondo c , Ana María Sacristán-Martín d , María Teresa Martínez-Rivera c , Susana Alberola-López d y María Isabel Sánchez-Azón e a Salud Mental Infanto Juvenil, Hospital San Telmo, Palencia, Sanidad de Castilla y León, España Servicio de Pediatría, Hospital Río Carrión, Complejo Asistencial de Palencia, Sanidad de Castilla y León, España c Atención Primaria, Valladolid, Sanidad de Castilla y León, España d Atención Primaria, Palencia, Sanidad de Castilla y León, España e Diputación de Palencia, Servicio de Juventud, España b Recibido el 22 de mayo de 2013; aceptado el 17 de julio de 2013 Disponible en Internet el 23 de octubre de 2013 PALABRAS CLAVE Prevalencia; Trastorno negativista desafiante; Trastornos del comportamiento perturbador; Niño; Adolescente ∗ Resumen Introducción: El trastorno negativista desafiante (TND) se caracteriza por un patrón de comportamiento negativista, desafiante, desobediente y hostil, dirigido a las figuras de autoridad. El TND es uno de los motivos más frecuentes de consulta clínica en salud mental durante la infancia y adolescencia. Presenta gran morbilidad y disfuncionalidad, mostrando repercusiones futuras si no es tratado de forma temprana. Objetivo: Determinar la tasa de prevalencia de TND en escolares de 6-16 años de Castilla y León (España). Material y métodos: Estudio epidemiológico poblacional, con diseño muestral polietápico estratificado, proporcional y por conglomerados. Muestra analizada: 1.049 sujetos. Casos definidos según criterios DSM-IV. Resultados: La prevalencia de TND es 5,6% (IC 95%: 4,2-7%). Prevalencia género masculino = 6,8%; femenino = 4,3%. Prevalencia educación secundaria = 6,2%; educación primaria = 5,3%. No existen diferencias significativas en función del sexo, edad, tipo de centro, ni por zona sociodemográfica. La prevalencia de TND sin considerar deterioro funcional aumentaría al 7,4%. Los casos de TND presentan significativamente peores resultados académicos (resultados académicos globales, lectura, matemáticas y expresión escrita) y peor conducta en clase (relación con compañeros, respeto a las normas, destrezas de organización, realización de tareas académicas e interrupción de la clase). Conclusiones: Castilla y León presenta una tasa de prevalencia de TND levemente superior a la observada en publicaciones internacionales. En función de su distribución por edad, morbilidad y repercusión clínica disfuncional, parece necesaria una planificación sanitaria que incida en un diagnóstico temprano e intervención preventiva. © 2013 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. Autor para correspondencia. Correo electrónico: villalobos@cop.es (J.A. López-Villalobos). 1888-9891/$ – see front matter © 2013 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. http://dx.doi.org/10.1016/j.rpsm.2013.07.002 Prevalencia del trastorno negativista desafiante en España KEYWORDS Prevalence; Oppositional defiant disorder; Disruptive behavior disorders; Child; Adolescent 81 Prevalence of oppositional defiant disorder in Spain Abstract Introduction: Oppositional defiant disorder (ODD) is characterized by a pattern of negative, defiant, disobedient and hostile behavior toward authority figures. ODD is one of the most frequent reasons for clinical consultation on mental health during childhood and adolescence. ODD has a high morbidity and dysfunction, and has important implications for the future if not treated early. Objective: To determine the prevalence of ODD in schoolchildren aged 6-16 years in Castile and Leon (Spain). Material and methods: Population study with a stratified multistage sample, and a proportional cluster design. Sample analyzed: 1,049. Cases were defined according to DSM-IV criteria. Results: An overall prevalence rate of 5.6% was found (95% CI: 4.2%---7%). Male gender prevalence = 6.8%; female = 4.3%. Prevalence in secondary education = 6.2%; primary education = 5.3%. No significant differences by gender, age, grade, type of school, or demographic area were found. ODD prevalence without considering functional impairment, such as is performed in some research, would increase the prevalence to 7.4%. ODD cases have significantly worse academic outcomes (overall academic performance, reading, maths and writing), and worse classroom behavior (relationship with peers, respect for rules, organizational skills, academic tasks, and disruption of the class). Conclusions: Castile and Leon has a prevalence rate of ODD slightly higher to that observed in international publications. Depending on the distribution by age, morbidity and clinical dysfunctional impact, an early diagnosis and a preventive intervention are required for health planning. © 2013 SEP y SEPB. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción El trastorno negativista desafiante (TND), según criterios DSMIV-TR1 , se caracteriza por un patrón recurrente de comportamiento negativista, desafiante, desobediente y hostil, dirigido a las figuras de autoridad. Los comportamientos deben aparecer con más frecuencia de la típicamente observada en sujetos de edad y nivel de desarrollo similar, produciendo deterioro significativo de la actividad social, académica o laboral. El TND manifiesta un interés relevante en la actualidad y es un motivo frecuente, en población infantil, de remisión a psiquiatras infantiles y psicólogos clínicos2---4 . Los síntomas del trastorno suelen aparecer antes de los 8 años, presentan escasa variabilidad en el desarrollo y se mantienen desde preescolar hasta la adolescencia5 . El TND presenta comorbilidad frecuente con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), trastorno disocial (TD), trastorno por ansiedad, trastorno depresivo y trastorno del aprendizaje1,6,7 . En este contexto, diversos autores sugieren que TND y TD están muy relacionados, considerando que el primero es una forma leve del segundo o su precursor. Sin embargo, estudios recientes se inclinan a considerar que el TND es una entidad propia que tiene factores genéticos y socioculturales diferentes8 . Estudios con TND reflejan que predice trastornos como depresión, ansiedad, TDAH y TD; así como mal ajuste psicosocial en forma de futuros actos delictivos y más problemas sociales y familiares6,7,9,10 . En la misma línea predictiva, estudios longitudinales observan que los niños con problemas de conducta tienen más probabilidades cuando llegan a adultos de cometer actos delictivos, abusar de drogas, sufrir ansiedad o depresión, intentar suicidarse, tener múltiples parejas sexuales, manifestar violencia y tener hijos prematuramente4 . Un estudio longitudinal reflejó similares variables predictoras para TND y TD que incluían consumo de tabaco de la madre durante el embarazo, exposición a adversidad socioeconómica, conducta paternal inadaptada, exposición a abuso y violencia entre padres, habilidades cognitivas deficitarias y asociación con compañeros inadecuados en la adolescencia9 . Tras una revisión del concepto de TND, comorbilidad y dimensiones que predice y/o predicen el trastorno, observamos que se trata de un trastorno con importante relevancia clínica y gran disfuncionalidad. La tasa de prevalencia más citada entre los niños en edad escolar oscila entre 2-16%1 . En la misma línea, dejamos constancia de un grupo de estudios cuyas cifras de prevalencia oscilan entre el 1,8-14,1% (tabla 1) y tienen como elemento común el utilizar criterios DSM-IV y un margen de edad que incluye el de nuestra investigación. La variabilidad observada en estas cifras de prevalencia está influenciada por la determinación de la muestra, la estrategia clínica y/o psicométrica, el punto de corte utilizado en las escalas, el informante o número de informantes, la edad, la fuente de información, el criterio diagnóstico y la inclusión de deterioro en la definición. Investigaciones previas han encontrado que las estimaciones de prevalencia poblacional de la mayoría de los trastornos infantiles varían dependiendo de la presencia o ausencia de disfuncionalidad social, laboral o académica 82 Tabla 1 J.A. López-Villalobos et al Estudios epidemiológicos sobre el trastorno negativista desafiante (criterios DSM-IV) Autor Edad Prevalencia % sin considerar deterioro Angold et al.12 Bird et al.13 Canino et al.14 Costello et al.15 Emberley et al.16 Ersan et al.17 Fleitlich-Bilik et al.18 Ford et al.19 Gul et al.20 Lahey et al.21 Maughan et al.22 Meltzer et al.23 Rowe et al.8 Zwirs et al.24 9-17 5-13 4-17 9-16 12-16 6-15 7-14 5-15 6-12 9-17 5-15 5-15 9-16 6-10 2,7 4,8 5,5 2,7 3,7 11,5 3,2 2,3 14,1 11 como criterio diagnóstico. La tabla 1 presentada en este estudio refleja que cuando los estudios epidemiológicos incluyen deterioro en la definición de TND, la prevalencia disminuye. Tras esta revisión de estudios de prevalencia, reflejamos que el objetivo principal de nuestra investigación es determinar la prevalencia de TND en niños entre 6-16 años en Castilla y León y los objetivos secundarios son los siguientes: - Determinar las diferencias entre personas con TND y aquellas que no tienen este problema en función de variables sociodemográficas. - Determinar las diferencias entre personas con TND y aquellas que no tienen este problema en resultados académicos. - Determinar las diferencias entre personas con TND y aquellas que no tienen este problema en conducta global en clase. La pertinencia de nuestro estudio radica en que el TND es un importante problema clínico en términos de morbilidad y disfuncionalidad en población infanto-juvenil y parece necesaria la realización de estudios que investiguen la magnitud específica del problema, con la finalidad de planificar programas sanitarios institucionales ajustados a las necesidades observadas. Si consideramos la disfuncionalidad, criterio imprescindible desde la perspectiva clínica para considerar un trastorno, no existen estudios de prevalencia con población general en nuestro país. Nuestro análisis pretende colaborar en esta dimensión. Prevalencia % considerando deterioro Sexo masculino Sexo femenino 2,4 6,6 1,2 2,9 3,1 6,2 12,8 2,1 1,4 10,15 3,2 1,3 4 3,2 3,9 2 13 2 1,4 1,8 1,5 9 3,4 3 2,3 2,9 1,8 4 El cálculo del tamaño muestral se realizó según la formulación n = N* Z ␣ 2 p * q/d2 (N-1) + Z ␣ 2 * p * q. La población total es 212.567. Se consideró un error muestral de 0,05 para una prevalencia esperada del 6% y precisión ± 1,5. Nivel confianza 95%. Con estos datos, el tamaño mínimo de la muestra es de 959 alumnos (fracción de muestreo % = 0,451), ampliado a 1.100 en previsión de pérdidas. Instrumentos Los padres implementaron un cuestionario sobre TND que incluye los ítems del DSM-IV, según modelo incluido en la categoría B del Child Symptom Inventory (CSI)25 . En nuestro estudio utilizamos una valoración categorial donde un síntoma es considerado clínicamente relevante si ocurre «a menudo» o «muy a menudo» (puntuación = 1) y no es considerado relevante si ocurre «algunas veces» o «nunca» (puntuación = 0). Cuando el número de síntomas es igual o superior al requerido por la DSMIV en TND (≥ 4), se valora el diagnóstico como presente y en caso contrario se considera ausente. Esta clasificación la denominaremos TND categorial (TND-C). La fiabilidad del cuestionario TND para padres medida a través de Alpha de Cronbach es de 0,90 y la fiabilidad test retest de 0,80. El estudio de la validez de criterio presentó sensibilidad para el diagnóstico clínico de TND de 0,79 y especificidad de 0,75. Con finalidad de observar disfuncionalidad de TND (criterio clínico DSM-IV), los padres implementaron un apartado de la escala de evaluación Vanderbilt NICHQ26 . Material y métodos Procedimiento La población incluye a los alumnos de educación primaria y secundaria entre 6-16 años de la Comunidad de Castilla y León. El diseño muestral es polietápico, estratificado y proporcional por conglomerados. La distribución geográfica incluyó centros educativos de Valladolid (n = 3), Zamora (n = 2), León (n = 2), Burgos (n = 2), Salamanca (n = 2), Ávila (n = 2), Palencia (n = 2) y Segovia (n = 1). Se selecciona de forma aleatoria 16 centros escolares, y posteriormente mediante otra selección aleatoria 33 unidades de primaria y 20 de secundaria, respetando la proporcionalidad sobre el tipo de centro y zona sociodemográfica. El trabajo de campo consta de una fase consistente en la recogida de datos sociodemográficos, respuesta por parte de Prevalencia del trastorno negativista desafiante en España padres a la categoría B de TND incluida en el CSI e implementación de un apartado de la escala de evaluación Vanderbilt NICHQ26 que alude a resultados académicos globales y conducta global. Los resultados académicos globales incluyen 4 categorías valoradas según una escala tipo Likert que oscila entre 15 (resultados académicos globales, lectura, matemáticas y expresión escrita). La conducta global incluye 5 categorías valoradas según una escala tipo Likert que oscila entre 1-5 (relación con compañeros, respeto a las normas, destrezas de organización, realización de tareas académicas e interrupción de la clase). La escala tipo Likert de resultados académicos globales y conducta global presenta las categorías: muy inferior a los compañeros de clase (puntuación 1), inferior a los compañeros de clase (puntuación 2), similar a la media de los compañeros de clase (puntuación 3), superior a la media de los compañeros de clase (puntuación 4) y muy superior a la media de los compañeros de clase (puntuación 5). Hablaremos de disfunción de la actividad social o académica cuando existan puntuaciones ≤ 2 en resultados académicos globales o conducta global. Criterio de inclusión/exclusión de casos: • Se considera caso de TND cuando en el cuestionario CSI (categoría B) de padres el número de síntomas categoriales es igual o superior al requerido por la DSMIV (≥ 4) y cuando se observa disfunción de la actividad social o académica, valorada mediante al menos una puntuación ≤ 2 en conducta global y/o resultados académicos globales. Esta situación será denominada TND categorial disfuncional (TND-CD). • No se considera caso de TND-CD cuando se incumplen las condiciones referenciadas previamente. Temas éticos y legales Este proyecto ha recibido el aval de la comisión de investigación y comité ético de ensayos clínicos. Los padres de los niños incluidos en el estudio aceptaron y firmaron un documento de consentimiento informado. Resultados Datos sociodemográficos La tabla 2 refleja un resumen de los principales datos sociodemográficos de la muestra en función del sexo. La media de edad de la muestral global es 10,9 (DE = 3,06), observándose un 51,6% del sexo masculino (media edad = 10,77; DE = 3,01) y 48,4% del femenino (media edad 11,04; DE = 3,10). Resultados básicos principales: estudio de prevalencia El conjunto de los resultados sobre la prevalencia pueden observarse en las tablas 3 (TND-CD) y 4 (TND-C). La prevalencia de TND-CD en Castilla y León es 5,6% y considerando 83 Tabla 2 Datos sociodemográficos de la muestra Sexo masculino Sexo femenino Total Perfil educativo Educación primaria Educación secundaria Total 338 204 542 290 217 507 628 421 1.049 Tipo de centro Público Privado Total 276 266 542 268 239 507 544 505 1.049 Zona demográfica Rural Urbano Total 175 367 542 164 343 507 339 710 1.049 TND-C se incrementa a 7,4%. Esta diferencia es significativa [2 (1 , n = 1.049) = 778; p = 0,000]. Los casos de TND-CD presentan una media de edad de 11,41 años (DE = 3,11) e incluyen un 62,7% del sexo masculino (media edad = 11,05; DE = 2,97) y 37,3% del femenino (media edad = 12; DE = 3,32). Los casos de TND-C, presentan una media de edad de 11,53 años (DE = 3,10) e incluyen un 57,7% del sexo masculino (media edad = 11; DE = 2, 90) y 42,3% del femenino (media edad = 12,24; DE = 3,26). Distribución del trastorno negativista desafiante/sexo La prevalencia de TND-CD (tabla 3) y TNC-C (tabla 4) en el sexo masculino es superior a la del sexo femenino, no observándose diferencias significativas. Las diferencias en la prevalencia a favor del sexo masculino son mayores cuando existe más disfunción de la actividad social o académica. La proporción sexo masculino a femenino oscila entre 1,27/1 en TND-C y 1,58/1 en TND-CD. Distribución del trastorno negativista desafiante/nivel educativo La prevalencia de TND-CD (tabla 3) y TND-C (tabla 4) en educación primaria es inferior a la observada en educación secundaria, no observándose diferencias significativas. El análisis de los casos de TND-CD no reflejó diferencias significativas en función del sexo entre los bloques de educación primaria y secundaria. Como en análisis previos, siempre existían más casos del sexo masculino en una proporción de 2/1 en educación primaria y de 1,36/1 en secundaria. Distribución del trastorno negativista desafiante/zona sociodemográfica La prevalencia de TND-CD (tabla 3) y TND-C (tabla 4) en zona urbana es inferior a la de la zona rural, no observándose diferencias significativas. El análisis de los casos de TND-CD no reflejó diferencias significativas en función del sexo en las diferentes zonas sociodemográficas. Como en análisis previos, siempre 84 J.A. López-Villalobos et al Tabla 3 Prevalencia de trastorno negativista desafiante categorial-disfuncional en Castilla y León TND-CDa Factor Prevalenciab IC 95% OR (IC 95%)c Prevalencia n/N (%) Total 59/1.049 (5,6) 4,2-7,0 Sexo Masculino Femenino 37/542 22/507 (6,8) (4,3) 5,0-8,6 2,8-5,8 1,6 (0,9-2,7) 0,6 (0,3-1,0) Nivel educativo Primaria Secundaria 33/628 26/421 (5,3) (6,2) 3,5-7,0 3,9-8,5 0,8 (0,4-1,4) 1,1 (0,7-2,0) Zona Urbana Rural 38/710 21/339 (5,4) (6,2) 3,7-7,0 3,6-8,8 0,8 (0,4-1,4) 1,1 (0,6-2,0) Tipo colegio Privado Público 29/505 30/544 (5,7) (5,5) 3,7-7,8 3,6-7,4 1,0 (0,6-1,7) 0,9 (0,5-1,6) a b c TND-CD: trastorno negativista desafiante categorial y disfuncional. IC95%: intervalo de confianza del 95%. OR: odds ratio. existían más casos del sexo masculino en una proporción de 2/1 en zona rural y de 1,53/1 en urbana. Distribución del trastorno negativista desafiante/tipo de colegio La prevalencia de TND-CD (tabla 3) en colegio privado es similar a la observada en colegio público y en TND-C Tabla 4 (tabla 4) se observa más prevalencia en colegio público que en el privado. En ambos casos no se observan diferencias significativas. El análisis de los casos de TND-CD reflejó diferencias significativas en función del sexo según el tipo de colegio [ 2 (1 , n = 59) = 4,218; p = 0,04]. Existían más casos del sexo masculino en una proporción de 3,14/1 en colegio privado y no existían diferencias en colegio público (proporción 1/1). Prevalencia de trastorno negativista desafiante categorial en Castilla y León TND-Ca Factor Prevalenciab IC 95% OR (IC 95%)c Prevalencia n/N (%) Total 78/1.049 (7,4) 5,8-9,0 Sexo Masculino Femenino 45/542 33/507 (8,3) (6,5) 6,6-10,0 4,7-8,3 1,3 (0,8-2,0) 0,7 (0,4-1,2) Nivel educativo Primaria Secundaria 41/628 37/421 (6,5) (8,8) 4,6---8,5 6,1---11,5 0,7 (0,4-1,1) 1,3 (0,8-2,1) Zona Urbana Rural 50/710 28/339 (7,0) (8,3) 5,4-9,2 5,8-11,7 0,8 (0,5-1,3) 1,1 (0,7-1,9) Tipo colegio Privado Publico 35/505 43/544 (6,9) (7,9) 5,0-9,5 5,9-10,5 0,8 (0,5-1,3) 1,1 (0,7-1,8) a b c TND-C: trastorno negativista desafiante categorial. IC95%: intervalo de confianza del 95%. OR: odds ratio. Prevalencia del trastorno negativista desafiante en España Distribución del trastorno negativista desafiante/resultados académicos y conducta global La utilización de la escala de evaluación Vanderbilt, refleja diferencias significativas en rangos promedios (prueba U de Mann-Whitney) en las que los casos de TND-CD, respecto a los que no tienen esa condición, tienen peores resultados académicos globales (U = 14.042; p = 0,000) e inferiores resultados en lectura (U = 16.571; p = 0,000), matemáticas (U = 15.460; p = 0,000) y expresión escrita (U = 15.872; p = 0,000). El mismo cuestionario refleja que los casos de TND-CD tienen peor conducta global en la clase (U = 8.489; p = 0,000), peor relación con los compañeros (U = 15.189; p = 0,000), menor respeto a las normas y reglas (U = 11.096; p = 0,000), mayores interrupciones de la clase (U = 18.263; p = 0,000), menores destrezas de organización (U = 15.279; p = 0,000) y conducta más problemática para hacer deberes (U = 12.889; p = 0,000). Se observaron diferencias significativas con la misma tendencia en TND-C. Discusión La prevalencia de TND-CD en Castilla y León (España) es del 5,6%. Si únicamente considerásemos el criterio categorial de la DSM-IV (TND-C) la cifra se incrementaría al 7,4%. Nuestros resultados reflejan que considerar la existencia de disfunción como criterio epidemiológico para el TND reduce la prevalencia, siendo compatible con la verdadera magnitud del problema y con el criterio clínico. La tasa de prevalencia más citada entre los niños en edad escolar oscila entre 2-16%1 . Paralelamente, el grupo de estudios que hemos considerado en la introducción, por ajustarse a criterios DSM-IV y tener un margen de edad que incluye el de nuestra investigación, presenta cifras entre 1,8-14,1%. Los estudios referenciados observan que considerar la disfuncionalidad reduce la prevalencia a un margen entre el 1,8-4%. Nuestros datos se encuentran levemente por encima de esa banda de prevalencia. La prevalencia de TND-CD de nuestro estudio en el sexo masculino es superior a la del sexo femenino. Esta diferencia no es significativa (p = 0,081) y es mayor cuando existe más disfuncionalidad. Las publicaciones científicas tienden generalmente a considerar mayor frecuencia del sexo masculino en TND en estudios de prevalencia y contexto clínico2,4,16,27 . Entre estas referencias encontramos algunas en las que, aunque se observa mayor frecuencia de TND en el sexo masculino, las diferencias en función del sexo no son significativas11,17,21,22 . En cuanto al factor edad, la tasa de prevalencia de nuestro estudio en TND-CD en educación primaria es inferior a la observada en educación secundaria, no observándose diferencias significativas. Se aprecia incremento no significativo de TND-CD, quizás compatible con la referencia DSM del incremento de síntomas de TND con la edad. Nuestros datos no son compatibles con algunas revisiones que observan que la tasa de TND decrece en la adolescencia28 . El TND, según nuestro estudio, no tiende a disminuir espontáneamente con la edad e incide en la necesidad de intervenciones preventivas tempranas que disminuyan su 85 repercusión en cuanto a morbilidad y disfuncionalidad. La evidencia tiende a mostrar que una parte importante de los trastornos de salud mental tienen su inicio en la infancia y adolescencia, así como que la atención precoz en las primeras etapas de la vida puede prevenir sus consecuencias29 . Si consideramos los ciclos de educación, con nuestros datos no existen diferencias significativas en función del sexo en casos de TND-CD, aunque se observa mayor frecuencia del sexo masculino en ambos ciclos educativos y especialmente en educación primaria. Esta circunstancia es compatible con estudios que citan menores diferencias por sexo en la adolescencia30 . Los casos de TND-CD, respecto a los que no tienen esa condición, tienen significativamente peores resultados académicos globales e inferiores resultados en lectura, matemáticas y expresión escrita. Esta circunstancia es compatible con su frecuente comorbilidad con trastornos del aprendizaje1,6,7 y con el requerimiento DSM-IV de presentar deterioro significativo de la actividad social o académica. A pesar de este requerimiento, también es cierto que podemos diagnosticar TND sin la presencia de deterioro de la actividad académica y parece que esta repercusión escolar se produce con mayor frecuencia que la encontrada en la población de control. Fuera causa o consecuencia del TND, parece necesario mostrar una actitud preventiva de esta situación escolar. Dejamos constancia de que en población clínica el bajo rendimiento escolar tiende a asociarse con trastornos del comportamiento y diversos estudios muestran vinculación entre síntomas de TND y problemas académicos2,31 . Los casos de TND-CD tienen significativamente peor conducta global en la clase. Se observa peor relación con los compañeros, menor respeto a las normas y reglas, mayores interrupciones de la clase, menores destrezas de organización y conducta más problemática para hacer los deberes. Este conjunto de resultados parecen compatibles con el TND, aunque es posible su diagnóstico sin la concurrencia de todos ellos. En estas circunstancias nos parece importante una actitud preventiva en cuanto a la relación con su grupo de iguales y conductas inadaptadas en el entorno escolar. En cuanto a las limitaciones de nuestro estudio, valoramos el interés que hubiera podido tener una entrevista clínica estructurada con los casos para tener mayor precisión en el diagnóstico de TND y valorar comorbilidad. En síntesis, el TND en la comunidad castellano leonesa presenta una prevalencia que se sitúa en una posición levemente superior respecto a los límites habituales cuando se utilizan criterios DSM-IV en muestras internacionales, reflejando afectación significativa en el rendimiento académico y conducta escolar. Paralelamente a nuestro análisis, estudios longitudinales muestran que un número considerable de niños que muestran síntomas tempranos de conducta antisocial (el TND a los 3 años es la segunda cifra más alta de prevalencia en población general española32 ), continúan en la adolescencia/edad adulta experimentando importantes problemas de salud mental, problemas de salud física, problemas académicos, problemas económicos y la participación en actos de violencia33---34 . En función de la relevancia de TND en términos de morbilidad y repercusión clínica disfuncional, debemos estar atentos a su diagnóstico temprano, intervención preventiva y/o tratamiento del trastorno mediante procedimientos validados científicamente. 86 El tratamiento precisará profesionales de salud mental especializados en infancia y adolescencia, que deberán estar adecuadamente formados en este periodo vital e integrados en un trabajo coordinado y multidisciplinar29 . Proporcionar tratamiento temprano destinado a reducir los síntomas de TND debe ser prioritario para los planificadores de salud pública, ya que incluso una pequeña reducción de las consecuencias a largo plazo de estos problemas sería beneficiosa para el individuo, familia y sociedad. Es relevante recordar que la carga de enfermedad en adolescentes y jóvenes en España es fundamentalmente atribuible a enfermedades mentales y neurológicas35 , siendo imprescindible reducir el peso de los problemas de salud mental en el presente y en las generaciones futuras, con la finalidad de favorecer un adecuado desarrollo de aquellos niños que sean más vulnerables36 . J.A. López-Villalobos et al 6. 7. 8. 9. 10. Responsabilidades éticas 11. Protección de personas y animales. Los autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales. Confidencialidad de los datos. Los autores declaran que han seguido los protocolos de su centro de trabajo sobre la publicación de datos de pacientes y que todos los pacientes incluidos en el estudio han recibido información suficiente y han dado su consentimiento informado por escrito para participar en dicho estudio. 12. 13. 14. Derecho a la privacidad y consentimiento informado. Los autores han obtenido el consentimiento informado de los pacientes y/o sujetos referidos en el artículo. Este documento obra en poder del autor de correspondencia. 15. Financiación 16. El estudio forma parte de la investigación GRS 595/B/11 apoyada por la Gerencia Regional de Salud de Castilla y León, así como por la Fundación Ernesto Sánchez Villares. 17. Conflicto de intereses 18. Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. 19. Bibliografía 20. 1. American Psychiatric Association. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Barcelona: Masson; 2002. 2. López-Villalobos JA, Andrés-De Llano J, Sánchez-Azón MI, Sanguino-Andrés R, Alberola-López S. Disruptive behavior disorders: Multidimensional analysis. Int J Clin Health Psychol. 2012;12:405---17. 3. López-Villalobos JA, Serrano I, Delgado J. Attention deficit hyperactivity disorder: A predictive model of comorbidity with behaviour disorder. Psychol Spain. 2005;9:63---74. 4. Rey JM, Domínguez MD. Trastorno negativista desafiante y trastorno de conducta. En: Soutullo C, Mardomingo MJ, editores. Manual de psiquiatría del niño y del adolescente. Madrid: Editorial Médica Panamericana; 2010. p. 79---93. 5. Lavigne JV, Cicchetti C, Gibbons RD, Binns HJ, Larsen L, DeVito C. Oppositional defiant disorder with onset in preschool 21. 22. 23. years: Longitudinal stability and pathways to other disorders. J Am Acad Child Adolesc Psychiatry. 2001;40:1393---400. Boylan K, Vaillancourt T, Boyle M, Szatmari P. Comorbidity of internalizing disorders in children with oppositional defiant disorder. Eur Child Adolesc Psychiatry. 2007;16: 484---94. Pardini DA, Fite PJ. Symptoms of conduct disorder, oppositional defiant disorder, attention-deficit/hyperactivity disorder, and callous-unemotional traits as unique predictors of psychosocial maladjustment in boys: Advancing an evidence base for DSM-V. J Am Acad Child Adolesc Psychiatry. 2010;49:1134---44. Rowe R, Maughan B, Costello EJ, Angold A. 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Pilar Sierra a,∗ , Rosa Cámara b , Helena Tobella c y Lorenzo Livianos a a Servicio de Psiquiatría, Hospital Universitario La Fe, Facultad de Medicina, Valencia, España Servicio de Endocrinología y Nutrición, Hospital Universitario La Fe, Valencia, España c Servicio de Psiquiatría, Hospital Universitario La Fe, Valencia, España b Recibido el 3 de mayo de 2013; aceptado el 26 de julio de 2013 Disponible en Internet el 24 de enero de 2014 PALABRAS CLAVE Litio; Tiroides; Hipotiroidismo; Trastorno bipolar; Bocio; Hipertiroidismo; Autoinmunidad tiroidea KEYWORDS Lithium; Thyroid; Hypothyroidism; Bipolar disorder; Goitre; Hyperthyroidism; Thyroid autoimmunity ∗ Resumen Las alteraciones del funcionamiento de la glándula tiroidea influyen en la estabilidad afectiva repercutiendo negativamente en el curso clínico de la enfermedad bipolar. El principal estabilizador utilizado en este trastorno, las sales de litio, ejerce numerosos efectos sobre la fisiología del tiroides. La inhibición del recambio de la hormona tiroidea, que puede producirse con niveles terapéuticos de sales de litio, es el que tiene mayor relevancia clínica. Por otro lado, la disfunción tiroidea también parece ser más frecuente en pacientes bipolares no tratados con litio. Al margen de las numerosas complicaciones médicas y afectivas, también el sistema perceptivo o el cognitivo pueden verse afectados. De hecho, la presencia de una enfermedad tiroidea aumenta las tasas de trastorno obsesivo compulsivo, fobias, trastorno de pánico, trastorno depresivo mayor, ciclotimia o trastorno bipolar (TB). En casos de hipotiroidismo grave, la clínica puede ser semejante a una depresión melancólica o a una demencia. Por ello, en la práctica clínica diaria, es importante conocer bien los efectos de las sales de litio sobre la función tiroidea. En esta revisión abordaremos las principales disfunciones tiroideas presentes en los pacientes bipolares, generadas o no por el tratamiento con sales de litio, y aportaremos una serie de recomendaciones para su manejo clínico. © 2013 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. What is the real significance and management of major thyroid disorders in bipolar patients? Abstract Thyroid disfunction affects negatively emotional stability and worsens the clinical course of bipolar affective disorder. The main stabilizer used in this illness, lithium carbonate has numerous effects on the physiology of the thyroid, with the most significant being the inhibition of thyroid hormone release that may occur at therapeutic levels. These dysfunctions have also been reported most frequently in bipolar patients not undergoing treatment with lithium, and was not completely explained by the effects of this drug. Apart from the numerous medical complications and mood disturbances, the cognitive or perceptual system may also be Autor para correspondencia. Correo electrónico: sierrasanmiguel@hotmail.com (P. Sierra). 1888-9891/$ – see front matter © 2013 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. http://dx.doi.org/10.1016/j.rpsm.2013.07.005 Relevancia y manejo de las alteraciones tiroideas en pacientes bipolares 89 affected. In fact, the presence of thyroid disease increases the rates of obsessive compulsive disorder, phobias, panic disorder, major depressive disorder, cyclothymia, or bipolar disorder. In severe cases of hypothyroidism, the clinical symptoms and signs can be similar to a melancholic depression or dementia. It is therefore important to know well all these possible complications in daily clinical practice. This review will cover the main thyroid dysfunctions present in bipolar patients, whether ot not produced by treatment with lithium carbonate, and will provide a series of recommendations for clinical management. © 2013 SEP y SEPB. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción Material y métodos Se ha encontrado una mayor prevalencia de alteraciones en el eje hipotálamo-hipofisario-tiroideo (HHT) en pacientes con trastornos del humor respecto a la población general1 . Sin embargo, en la mayoría de trabajos publicados se ha incluido un número importante de pacientes en tratamiento con litio o carbamacepina, aspecto que puede explicar la elevada prevalencia encontrada. En cualquier caso, la asociación entre trastorno bipolar (TB) y disfunción tiroidea no se explica completamente por los efectos de dichos fármacos. En un estudio realizado en bipolares no tratados previamente con estos estabilizadores se detectó un 9% de pacientes con hipofunción tiroidea, mientras que la tasa de hipotiroidismo primario en la población general alcanza el 3%2 . Por otra parte, el hipotiroidismo puede mimetizar síntomas depresivos y, a su vez, algunos pacientes con trastornos afectivos responden favorablemente al tratamiento tiroideo coadyuvante. Por ello, algunos autores sugieren que estos enfermos podrían presentar anomalías en su metabolismo tiroideo no detectadas con los test estándares utilizados habitualmente3 . De hecho, hasta un 90% de los pacientes con trastornos afectivos primarios tienen niveles de hormonas tiroideas en el rango eutiroideo4 . La elevación de las concentraciones séricas de tiroxina (T4) total y libre con niveles de triyodotironina (T3) normales es la alteración tiroidea más frecuente durante la fase depresiva de la enfermedad, en comparación con controles y sujetos sanos. El hecho de sufrir más episodios afectivos y mayor gravedad de la depresión durante el tratamiento con litio se ha asociado en algunos estudios con niveles bajos de T4 libre en pacientes bipolares5 . Los mecanismos que subyacen en la asociación entre patología tiroidea y trastornos afectivos siguen siendo inciertos. La hipótesis planteada es que podría deberse a la disrupción de los ritmos circadianos o a la disregulación de la sensibilidad del receptor catecolaminérgico asociada a la tiroiditis y tirotoxicosis6 . Por tanto, parece que las hormonas tiroideas modulan la gravedad y el curso de la depresión, más que jugar un papel patogénico específico. Esta hipótesis se ve reforzada por la relación encontrada en algunos estudios entre la función tiroidea y el curso clínico del TB, especialmente en los casos de ciclación rápida7 . Se realizó una búsqueda sistemática en las bases de datos Pubmed, Medline y Embase (1965-abril 2013). Los términos de búsqueda fueron: bipolar disorder OR Lithium, Thyroid, Hypothyroidism, Goitre, Hyperthyroidism. Al mismo tiempo se realizó una búsqueda manual y mediante las referencias de los artículos obtenidos se localizaron artículos adicionales. Se obtuvieron 578 estudios que cumplían los criterios de búsqueda. Se revisaron los abstract y finalmente se excluyeron 125 por no estar escritos en inglés o español o por tratar otra patología u objetivos. El artículo se dividió en varios subapartados que aparecen a continuación. Autoinmunidad tiroidea y sales de litio El litio afecta a muchos aspectos de la inmunidad celular y humoral, tanto in vitro como en vivo, pero hay controversia sobre si es capaz de inducir autoinmunidad tiroidea por sí mismo. Se sabe que la afectación del tiroides por el litio puede ocurrir sin la presencia de autoinmunidad tiroidea, y que la prevalencia de los anticuerpos tiroideos específicos entre los pacientes tratados con litio varía en diferentes estudios. De hecho, hay 2 factores importantes, edad y sexo, que influyen sobre la incidencia de autoinmunidad tiroidea. Esta es mayor en mujeres y el rango de mayor riesgo es la edad mediana8 . Algunos estudios han encontrado una alta prevalencia de anticuerpos antitiroideos en pacientes con trastornos afectivos que reciben tratamiento con litio. Parece que esta sal puede acelerar el desarrollo de una tiroiditis existente, tal y como se evidencia por un incremento en la tasa de anticuerpos circulantes. Se supone que el litio no es capaz de estimular la producción de anticuerpos de novo en humanos, pero se ha demostrado que la administración de sales de litio se puede asociar con un aumento en la tasa de anticuerpos en pacientes que ya los tenían elevados al inicio del tratamiento9 . Esta situación puede implicar un mayor riesgo de desarrollar hipotiroidismo mientras reciben este tratamiento. Sin embargo, el estudio de este tema es complejo dado que la prevalencia de los anticuerpos antiperoxidasa varía en función de la sensibilidad y especificidad del método de medición empleado, así como del sexo y de la edad, como ya se ha comentado. También 90 Tabla 1 tiroides P. Sierra et al Efectos del litio en el eje hipotálamo-hipófisis- • Afecta la señal de transducción del inositol al interferir con su metabolismo. Principal mecanismo de acción para el tratamiento de la enfermedad bipolar • Aumenta contenido de yodo intratiroideo • Inhibe liberación de hormonas tiroideas • Inhibe organificación, a dosis altas • Inhibe de captación de yodo por tiroides • Inhibe de la actividad ATPasa • Inhibe la actividad adenilato-ciclasa estimulada por TSH • Inhibe enzimas intracelulares • Altera la estructura de la tiroglobulina • Inhibe la deyodasa tipo I: inhibe el paso de T4 a T3 • Disminuye disponibilidad de T3 en sistema nervioso central • Aumenta concentración de anticuerpos antitiroideos en pacientes con autoinmunidad tiroidea previa T4: tiroxina; T3; triyodotironina. puede influir en la interpretación de resultados, el hecho de que se incluyan con más frecuencia en los estudios los individuos con enfermedad tiroidea conocida o aquellos con mayor riesgo de padecerla. Bocchetta et al. encontraron una elevación transitoria de los niveles de tirotropina (TSH) en 116 pacientes bipolares en tratamiento con litio seguidos durante 2 años. También observaron que el riesgo de desarrollar hipotiroidismo era mayor en mujeres con anticuerpos antitiroideos elevados y que la exposición al litio podía suponer un factor de riesgo adicional para estas pacientes10 . Otros estudios no han encontrado una mayor prevalencia de anticuerpos antitiroideos en pacientes afectivos tratados con litio en comparación con la población general, controles normales o controles con otros trastornos psiquiátricos11 . También se ha hipotetizado que la enfermedad tiroidea autoinmune, con anticuerpos antiperoxidasa elevados como marcador, puede ser un potencial endofenotipo para el TB. La tiroiditis autoinmune se relaciona más con la vulnerabilidad genética a desarrollar TB que con el proceso de la enfermedad en sí. En resumen, no está claro si el litio es el causante directo de la formación de anticuerpos tiroideos. Algunos estudios transversales muestran una mayor prevalencia de anticuerpos en los pacientes tratados con litio, hecho no confirmado en estudios más recientes. Otros trabajos muestran que el litio únicamente induce un pequeño aumento en el título de anticuerpos8 . Esto sugeriría que la patogénesis del hipotiroidismo inducido por litio puede ser, tanto autoinmune, como mediada por la acción directa del litio sobre la secreción hormonal. Efectos del litio en la fisiología tiroidea Las sales de litio se concentran en el tiroides en niveles 3 o 4 veces mayores que en el plasma y sus efectos antitiroideos están bien documentados (tabla 1) aunque los mecanismos responsables de los mismos son complejos. Inhiben, tanto los procesos celulares mediados por el AMP cíclico, como la acción de la enzima inositol monofosfatasa bloqueando así la vía del fosfoinositol. Aunque estos 2 efectos explican las alteraciones intracelulares, el mecanismo en su conjunto no se conoce por completo. Además, las sales de litio están implicadas en la posible estabilización de los microtúbulos tiroideos, con la consecuente afectación del recambio de la hormona tiroidea, y en la inhibición de la transformación de T4 a T3 en la periferia y en las neuronas. También altera la estructura de la tiroglobulina, y puede provocar una respuesta exagerada de TSH tras el estímulo con hormona liberadora de tirotropina (TRH)7 . Hipotiroidismo y enfermedad bipolar El hipotiroidismo es el cuadro clínico producido por una disminución de la actividad de la glándula tiroides. Las hormonas tiroideas (T4 y T3) se ocupan fundamentalmente de regular las acciones metabólicas, siendo imprescindibles para que se realicen la mayoría de las funciones del organismo. Por ello, el hipotiroidismo se caracteriza por una disminución global de la actividad orgánica: metabólica, neuronal, cardiocirculatoria, digestiva, etc. Cuando los niveles de hormonas tiroideas disminuyen, como ocurre en el hipotiroidismo, la secreción de TSH aumenta para intentar estimular la función tiroidea. El hipotiroidismo puede presentar varios niveles de gravedad y de anormalidades bioquímicas. En general se caracteriza por tener concentraciones séricas bajas de T4 libre y altas de TSH. La disminución de T4 plasmática se relaciona con más episodios afectivos y más síntomas depresivos mayores5 . En el hipotiroidismo subclínico, el nivel sérico de TSH es elevado (> 5 U/l) pero el de T4 libre es normal (0,7-1,4 ng/dL), y los síntomas clínicos están ausentes. La respuesta al tratamiento es más favorable en estos casos que en el hipotiroidismo franco establecido. La tasa de hipotiroidismo en pacientes bipolares no tratados con litio es del 9,2-10,8% frente al 28-32% en los tratados12,13 . Según un estudio longitudinal de 10 años, la tasa anual de hipotiroidismo subclínico en pacientes tratados con litio es de un 1,7%14 . Se estima que la relación hombre/mujer es aproximadamente 1:515 . Un factor de peso en esta diferencia en la prevalencia en función del sexo es la tiroiditis autoinmune que aparece con una frecuencia 7 veces superior en mujeres con un incremento en la incidencia a partir de la edad media de la vida16 . En resumen, más de un tercio de los pacientes tratados con carbonato de litio puede sufrir elevación transitoria de TSH y aproximadamente un 10%, hipotiroidismo persistente, especialmente si hay tiroiditis autoinmune subyacente17 . En una población de 1.705 pacientes tratadas con litio por primera vez, se encontró una tasa de hipotiroidismo de 5,65 por cada 100 personas y por año, lo que supone casi el 6% de los pacientes que seguían este tratamiento. Esto indica que la frecuencia con la que se desarrolla el hipotiroidismo en estos enfermos es el doble de la esperada en la población general18 . Los mecanismos compensatorios, que habitualmente se ponen en marcha al inicio de la terapia con litio para evitar la alteración de la función tiroidea, se pueden anular por diversos factores de riesgo para el desarrollo del hipotiroidismo como la autoinmunidad preexistente, el déficit de yodo o la vulnerabilidad genética8 . Relevancia y manejo de las alteraciones tiroideas en pacientes bipolares 9 Tabla 2 Frecuencia acumulada de hipotiroidismo 8 91 Manifestaciones clínicas del hipotiroidismo Sistema nervioso 7 6 Sistema músculoesquelético Sistema cardiovascular 5 4 3 2 1 0 –12 12 24 36 48 60 72 80 90 96 106 120 132 144 156 168 180 192 204 Tiempo de tratamiento con litio (meses) Figura 1 Tiempo hasta el diagnóstico de hipotiroidismo en 25 pacientes tras el inicio de tratamiento con sales de litio. Adaptado de van Melick et al.21 . La mayoría de los pacientes son diagnosticados de hipotiroidismo en los primeros años tras iniciar tratamiento con litio, siendo el tiempo medio de duración del tratamiento previo con este fármaco hasta el diagnóstico de hipotiroidismo de unos 18 meses19 . El hecho de que el hipotiroidismo se inicie tras un periodo relativamente corto de tratamiento sugiere que debe haber una susceptibilidad individual, con cierta predisposición genética20 . En la figura 1 se presentan los resultados de una muestra de 25 pacientes mayores de 65 años que desarrollaron un hipotiroidismo clínico o subclínico durante el tratamiento con litio, 17 de ellos fueron diagnosticados en los 3 primeros años y medio de tratamiento21 . También se ha intentado estudiar la relación entre el subtipo de TB y la alteración de la función tiroidea. Algunos autores han encontrado que los bipolares tipo II, no tratados con litio o carbamacepina, muestran niveles significativamente más bajos de TSH que los bipolares tipo I12 . La presentación clínica del hipotiroidismo secundario al tratamiento con sales de litio no es diferente al debido a otras causas de hipotiroidismo (tabla 2). Al margen de los síntomas y signos habituales también puede ocasionar déficits neurocognitivos que afectan especialmente a la memoria. De hecho, el hipotiroidismo, tradicionalmente se ha incluido en el diagnóstico diferencial de las demencias que aparecen en ancianos. Implicaciones clínicas del hipotiroidismo en el TB. La relevancia clínica del hipotiroidismo en el TB es especialmente importante. En un estudio realizado en un grupo de 65 pacientes bipolares tipo I en fase depresiva, con valores cercanos al límite inferior de la normalidad de T4 y en el límite superior de TSH, se encontró que presentaban periodos más prolongados hasta alcanzar la remisión y una respuesta más lenta al tratamiento agudo22 . En otro estudio similar se concluyó que, en los pacientes con disfunción tiroidea, la remisión de un episodio agudo era más larga y tendían a presentar más síntomas depresivos durante el tratamiento de mantenimiento23 . También se ha descrito que niveles bajos de T3 y altos de TSH se asocian Somnolencia. Dificultad para la concentración. Pérdida de memoria. Lentitud psicomotora. Depresión. Ataxia cerebelosa. Cefalea Artromialgias. Disminución de fuerza Bradicardia. Tonos cardiacos apagados. Derrame pericárdico. Disminución de gasto cardiaco. Edema palpebral y pretibial sin fóvea Aparato respiratorio Disnea. Derrame pleural. Síndrome de apnea-hipopnea del sueño. Hipoventilación Piel y faneral Piel seca, fría y descamativa. Fragilidad ungueal. Caída de cabello y de cola de cejas Aparato digestivo Estreñimiento. Distensión abdominal Metabolismo Disminución del gasto energético energético y del consumo de O2 . Intolerancia al frío. Aumento de peso Bocio Presente según la etiología Función gonadal Oligomenorrea. Infertilidad. Abortos significativamente con episodios afectivos más frecuentes, una mayor gravedad de los síntomas maníacos en pacientes maníacos tratados con litio, el sexo femenino y una mayor duración de la enfermedad13 . En resumen, los síntomas psiquiátricos más ligados al hipotiroidismo son la depresión y los problemas cognitivos. Existen algunos casos descritos de manía o hipomanía pero son prácticamente anecdóticos. En una revisión retrospectiva de 18 pacientes, Evans et al. encontraron que la aparición de manía orgánica al poco tiempo de iniciar el tratamiento sustitutivo con hormona tiroidea era más frecuente en mujeres y se asociaba a la coexistencia con síntomas psicóticos, historia familiar o personal de enfermedad psiquiátrica y al tratamiento con dosis de levotiroxina (L-T4) superiores a 150 g/día. Los autores sugieren que la rápida administración de levotiroxina podría incrementar bruscamente la sensibilidad del receptor catecolaminérgico precipitando un estado hipercatecolaminérgico y consecuentemente síntomas maníacos en estos pacientes23 . Bocio y enfermedad bipolar El aumento en el tamaño de la glándula tiroidea por parte de las sales de litio se observó al poco tiempo de su introducción. Ya en 1968, Schou señaló una incidencia anual de bocio del 4% en los pacientes en tratamiento mantenido con litio en comparación con una incidencia del 1% en la población general de la misma área geográfica24 . Debido a la inhibición de la secreción de hormona tiroidea por el litio, se produce un aumento en la concentración de TSH que estimula el crecimiento del tiroides. Además de este efecto, el litio activa la tirosin-cinasa y altera la señal de transducción intracelular y la función del factor de crecimiento similar a la insulina (IGF). Todo esto favorece la proliferación celular. El momento de aparición del bocio es 92 incierto. Puede producirse desde el momento del inicio de la terapia con litio o bien aparecer meses o años después9 . Las tasas encontradas de bocio son variables ya que dependen de diversos factores como la muestra poblacional, la duración de la terapia, la experiencia del observador o el método de diagnóstico. Mientras algunos grupos no han encontrado una mayor incidencia de bocio en pacientes tratados con sales de litio, otros la sitúan en el 30-60% de pacientes25 . En un estudio transversal danés realizado a 100 pacientes, empleando métodos de ultrasonografía para medir el volumen tiroideo, se detectó bocio en el 40% de enfermos tratados de 1-5 años y, en el 50%, si habían recibido tratamiento durante más de 10 años, en comparación con el 16% encontrado en sujetos control26 . En otro estudio alemán con resultados similares, en pacientes que siguen terapia con litio a largo plazo se recomienda utilizar la ultrasonografía de modo regular para detectar el aumento tiroideo por su eficacia superior a la palpación27 . Hipofunción tiroidea y ciclación rápida Las cifras acerca de la prevalencia de ciclación rápida en bipolares son inconsistentes. Se ha estimado una prevalencia del 16,3%, con un rango entre 12-24%28 . También la fuerza de la asociación entre las anormalidades tiroideas y el desarrollo de ciclación rápida es incierta. La mayoría de estudios incluyen pacientes que han recibido tratamiento preventivo con litio a largo plazo, tienen un diseño retrospectivo, carecen de grupo control sano o predominan las mujeres. Algunos estudios muestran una asociación entre hipotiroidismo y ciclación rápida, así Bauer et al., en una muestra de 30 pacientes cicladores rápidos encuentran un 60% con hipotiroidismo29 . Sin embargo, en general, los estudios transversales de pacientes sin medicar con ciclación rápida no han encontrado anormalidades en los niveles basales de TSH y T4. Se postula que los cicladores rápidos pueden no manifestar alteraciones tiroideas hasta que tienen lugar cambios fisiológicos por los llamados «estresores antitiroideos» que incluyen fármacos como el litio. Una hipofunción latente en el sistema HHT, puede explicar por qué dosis altas de T4 añadidas al litio pueden revertir el patrón de ciclación rápida30 . Hipofunción tiroidea y estados mixtos Los estudios sobre la relación entre disfunción tiroidea y la presencia de estados mixtos son menos concluyentes que los realizados en ciclación rápida. Mientras algunos han sido incapaces de hallar dicha asociación31 , otros encuentran niveles significativamente más bajos de T4 y más altos de TSH en cuadros mixtos, en comparación con manías puras que no se asocian con la exposición al litio; así como tasas más elevadas de anticuerpos antitiroideos en estos pacientes en comparación con grupos uni o bipolares32 . Hipertiroidismo En el hipertiroidismo o tirotoxicosis existe una hipersecreción de T4 y/o T3, con los consiguientes niveles plasmáticos elevados. Se acompaña con frecuencia de ansiedad, labilidad en el humor, depresión e insomnio. También, aunque P. Sierra et al con menor frecuencia, puede asociarse a episodios maníacos, e incluso a cuadros mixtos33 , delirios y alucinaciones. Lo más frecuente es que los pacientes que sufren un episodio maníaco en relación con el hipertiroidismo, tengan ya previamente un trastorno del humor subyacente o bien antecedentes familiares afectivos34 . Los síntomas como ansiedad o manía están mediados por la hiperactividad beta adrenérgica. El cuadro de hiperfunción tiroidea puede deberse a enfermedad tiroidea autoinmune (enfermedad de Graves), bocio tóxico nodular o tiroiditis silente. La etiología más frecuente de la tirotoxicosis que aparece en pacientes tratados con litio es la tiroiditis transitoria granulomatosa. En una importante revisión retrospectiva, Miller et al. encontraron que la tiroiditis silente y la tirotoxicosis tienen mucha mayor incidencia en pacientes expuestos al litio que en la población general35 . Es probable que el litio enmascare el hipertiroidismo subyacente al reducir las hormonas tiroideas y que en el momento en el que se interrumpe esta terapia, aparezca el hipertiroidismo. Dado que el litio es un potente inhibidor del recambio hormonal tiroideo, se planteó su uso en el tratamiento de la tirotoxicosis por hipertiroidismo primario. Sin embargo, Lehman et al., en una revisión reciente, alertan sobre la inducción de hipercalcemia e hiperparatiroidismo por el litio, cuadros especialmente peligrosos en ancianos. Por ello recomiendan determinar la calcemia antes de iniciar la terapia con sales de litio y, al menos de forma anual, posteriormente36 . Implicaciones pronósticas de la disfunción tiroidea Existen datos clínicos que confirman la repercusión de las alteraciones de la función tiroidea a nivel pronóstico en los pacientes bipolares. Se ha descrito una respuesta más rápida al tratamiento antidepresivo y estancias hospitalarias más cortas en depresión bipolar con niveles de T4 libre elevados37 . Parece que los niveles de hormona tiroidea en el rango bajo-normal o por debajo del rango normal pueden generar una respuesta subóptima al tratamiento. De hecho, niveles séricos más bajos de T4 libre y más altos de TSH se asocian, de forma significativa, a una peor respuesta al tratamiento en bipolares durante la fase depresiva22 . La respuesta al litio también se puede modificar, así, los niveles altos de T3 predicen una mejor respuesta al litio y una menor probabilidad de recurrencias depresivas durante los primeros años38 . Además, los pacientes tratados con litio que requieren una intervención por una fase depresiva tienen una elevación significativa de los niveles de TSH en comparación con sujetos que no requieren dicha intervención39 . Manejo/consideraciones prácticas Antes de iniciar la profilaxis con litio se recomienda una valoración de la función tiroidea en todos los pacientes que debería incluir niveles plasmáticos de TSH y anticuerpos antitiroideos. La determinación de T4 libre se debería añadir en los casos en los que TSH esté suprimida, para descartar hipertiroidismo o hipotiroidismo de origen central, o elevada, para confirmar la presencia de hipotiroidismo. Relevancia y manejo de las alteraciones tiroideas en pacientes bipolares Tabla 3 Factores que aumentan la sensibilidad a los efectos inhibitorios del litio sobre el tiroides • • • • Radiación sobre tiroides Enfermedad tiroidea autoinmune Historia familiar de enfermedad tiroidea Tabaquismo: mayor frecuencia de tiroiditis autoinmune en fumadores • Sexo: mayor riesgo de tiroiditis autoinmune en mujeres • Tratamiento con valproato: posibles efectos inhibitorios suaves Modificada de: Correll40 . Una vez iniciado el tratamiento con sales de litio, las determinaciones analíticas para estudiar la función tiroidea se deben repetir anualmente. En presencia de hipotiroidismo subclínico (TSH ≥ 5 mU/ml y ≤ 10 mU/mL con T4 libre normal) se recomiendan intervalos más cortos, cada 4-6 meses. También puede ser aconsejable monitorizar la función tiroidea cada 6 meses en algunos enfermos en los que concurren ciertos factores que los hacen más sensibles a los efectos inhibitorios del litio sobre el tiroides40 (tabla 3). El paciente debería ser remitido a una consulta de endocrinología si las concentraciones de TSH son repetidamente anormales o se detecta bocio o nódulos tiroideos8 . La evaluación de la función tiroidea es especialmente importante en cicladores rápidos, pacientes resistentes al tratamiento, episodios mixtos, pacientes psicóticos o tratamiento con litio, sobre todo si son mujeres41 . A nivel práctico, es importante considerar que tras el inicio de la terapia con litio, los niveles plasmáticos de TSH aumentan en la mayoría de los pacientes aunque normalmente se mantienen dentro del rango de normalidad. Tras 2 o 3 meses, la concentración sérica de TSH desciende prácticamente a niveles previos al tratamiento con litio, acompañándose de niveles plasmáticos de T4 normales42 . También puede detectarse elevación transitoria de los niveles de T4 total o T4 libre en algunos pacientes con manía poco después de la hospitalización que gradualmente descienden hasta normalizarse pocas semanas después del tratamiento, conforme remite la clínica. Se ha sugerido que esta elevación se relaciona directamente con la gravedad sintomática y que el descenso de estos niveles se asocia a un mejor pronóstico43 . En cuanto a la polimedicación, hecho habitual en los pacientes bipolares, se ha descrito una interacción significativa entre el uso de litio y valproato; es decir, una asociación lineal positiva entre el número de estabilizadores y el riesgo de hipotiroidismo. Por eso se recomienda ser cautos a la hora de combinar eutimizantes en pacientes hipotiroideos o con un mayor riesgo de serlo44 . No hay unanimidad entre los clínicos sobre el manejo del hipotiroidismo diagnosticado tras el inicio del tratamiento con sales de litio. En general, aunque los consensos recomiendan no tratar a los pacientes con hipotiroidismo subclínico con niveles plasmáticos de TSH menores de 10 mU/mL45 , el tratamiento de los mismos podría estar justificado en algunos casos, sobre todo si existe bocio y/o valores elevados de anticuerpos antitiroideos46 . En la práctica clínica, anteriormente era más habitual retirar el litio ante la aparición de hipotiroidismo. Actualmente 93 se tiende a optar por mantenerlo, suplementando con L-T4. En general, la presencia de anormalidades en la función tiroidea no debería constituir una contraindicación para el tratamiento con litio, asimismo, este fármaco no debería ser interrumpido si un paciente desarrolla anormalidades tiroideas. De todas formas, cualquier decisión debe individualizarse y considerar la eficacia del litio como estabilizador y como reductor del suicidio47 . Los efectos adversos sobre la glándula tiroidea normalmente son reversibles cuando se discontinua el tratamiento o al iniciar la terapia de sustitución tiroidea. En los casos en los que se precisa tratamiento sustitutivo con L-T4 se puede empezar empleando dosis de 1-1,5 g/kg/día (unos 100 g/día) en pacientes jóvenes sin riesgo cardiovascular. En pacientes ancianos o con riesgo cardiovascular la dosis de inicio será menor: 12,5-25 g/día con incrementos de unos 25 g/día cada 14-28 días hasta llegar a la dosis adecuada. No es útil realizar ninguna evaluación analítica antes de trascurridas 6 semanas del inicio del tratamiento, o tras la modificación de una dosis, ya que este es el tiempo mínimo necesario para alcanzar niveles plasmáticos hormonales estables. El objetivo del tratamiento sustitutivo es conseguir niveles de hormonas tiroideas dentro de la normalidad con TSH no estimulada. También se ha postulado que en los pacientes en los que coexisten enfermedad tiroidea y psiquiátrica, los niveles de TSH deben ser menores de 3 mUI/ml, y no de 5 mUI/ml como se propone para población libre de patología psiquiátrica48 . El manejo terapéutico del bocio inducido por litio es el mismo que el del originado por cualquier otra etiología. La ecografía es el método de elección para la valoración inicial del bocio. El aumento difuso de tamaño tiroideo orienta hacia la etiología medicamentosa. Si hay signos recientes de aumento nodular o algún nódulo dominante en un bocio multinodular, se debe investigar mediante citología por aspiración fina, para descartar la malignidad. Es discutible el tratamiento del bocio con L-T4 en ausencia de hipotiroidismo aunque algunos autores recomiendan incluso la profilaxis con L-T4 en todos los pacientes en los que se inicia litio si provienen de áreas de bocio endémico49 . Sin embargo, otros autores desaconsejan el tratamiento con LT4 por sus posibles efectos adversos (tirotoxicosis, pérdida de masa ósea, riesgos vasculares) y falta de resultados probados sobre la evolución del bocio. Además, el bocio visible y/o palpable puede disminuir de tamaño a lo largo de la evolución, incluso sin tratamiento con L-T4 y manteniendo la exposición al litio14 . La resección estará indicada en el bocio nodular de gran tamaño, especialmente cuando ocasiona síntomas compresivos. En el caso del hipertiroidismo, en función de la etiología el manejo será distinto. Es necesario restablecer en primer lugar el estado eutiroideo para que remitan los síntomas psiquiátricos secundarios. Están indicadas las terapias antitiroideas, el tratamiento esteroideo en algunos casos, o bien la cirugía. Los antagonistas betaadrenérgicos, así como los fármacos antimaníacos, pueden ser también útiles en algunas ocasiones. Además, como el litio inhibe el recambio hormonal de la glándula tiroidea, se puede usar como terapia adyuvante en el manejo del hipertiroidismo grave junto con tionamida. Con respecto al uso de L-T4 como tratamiento coadyuvante a la estabilización de los pacientes con enfermedades 94 afectivas, aunque existen algunos datos a favor en un subgrupo de pacientes con formas crónicas y refractarias de TB, la evidencia es todavía escasa7 , ya que no existen ensayos controlados aleatorizados y el número incluido en los estudios publicados es demasiado pequeño. Así pues, esta estrategia se debe considerar únicamente como un último recurso en pacientes que no han respondido a otros tratamientos. En caso de utilizarla se debe iniciar a dosis de 50-100 g/día y se debe aumentar 25-50 g/día por semana, hasta un máximo de 500 g/día. La respuesta al tratamiento normalmente es evidente dentro de las 2 primeras semanas. Si el paciente responde, el tratamiento se puede continuar unos meses, si no responde, la T4 se debe suprimir progresivamente puesto que una discontinuación brusca puede generar un hipotiroidismo iatrogénico. Aunque revisiones recientes señalan dosis máximas de hasta 500 g/día7 , en la práctica diaria tendemos a alcanzar dosis inferiores, además se debe tener una especial precaución en trastornos endocrinos o cardiovasculares y en pacientes ancianos. No se recomienda la administración durante la gestación. Líneas futuras de investigación En la actualidad, estudios de neuroimagen y genéticos tratan de explicar la conexión entre la disfunción en el eje HHT y los trastornos del humor. En cuanto a los primeros, un trabajo reciente en el que se realiza tomografía cerebral por emisión de positrones (PET) a pacientes hipotiroideos con tratamiento de sustitución tiroidea, encuentra una asociación entre la mejoría clínica durante la terapia y la restauración de la actividad metabólica en áreas cerebrales que son parte integral de la regulación del afecto y la cognición50 . Algunos de estos hallazgos explicarían los efectos terapéuticos de las hormonas tiroideas en bipolares. Aunque los estudios genéticos se encuentran aún en fase preliminar, los hallazgos sugieren que las anomalías en el eje HHT pueden ser potenciales endofenotipos para el TB. También se ha sugerido que la tiroiditis autoinmune, con una elevación en el título de anticuerpos como marcadores, podría ser un endofenotipo para el TB y se podría relacionar con la vulnerabilidad genética a desarrollar un TB51 . Conclusiones La asociación entre la disfunción tiroidea y los trastornos del humor es un hecho demostrado y de relevancia en la práctica clínica. La etiopatogénesis, curso clínico, pronóstico y tratamiento del TB se pueden ver influenciados por la alteración en el eje HHT. El litio sigue siendo el tratamiento estabilizador de elección en los pacientes bipolares, aunque puede generar diversas anomalías tiroideas. Tras iniciarse el tratamiento con litio, la mayoría de pacientes desarrolla mecanismos compensatorios que impiden la aparición de alteraciones tiroideas clínicamente relevantes. Sin embargo, en algunos casos esos mecanismos pueden bloquearse por la existencia de factores de riesgo adicionales tanto intrínsecos, de origen genético, como ambientales (deficiencia de yodo, algunos tipos de dietas, tabaco). Finalmente se producen consecuencias clínicas relevantes. Las más frecuentes, el P. Sierra et al hipotiroidismo y el bocio, se producen fundamentalmente por la inhibición en el recambio de las hormonas tiroideas. Por otra parte, incluso mínimas alteraciones del eje HHT pueden afectar al pronóstico del TB, por ello es importante que el médico realice una monitorización cuidadosa de la función tiroidea y considere la prescripción de suplementos tiroideos cuando sea necesario. El tratamiento con sales de litio tiene indudables beneficios y la terapia del hipotiroidismo con L-T4 es efectiva. Por eso, la administración de litio no se debería interrumpir por norma general ante la detección de hipofunción tiroidea en el paciente bipolar. En la actualidad se están llevando a cabo estudios genéticos y de neuroimagen en este terreno. Las líneas de investigación futuras se deben centrar en el objetivo de identificar, mediante marcadores genéticos, a aquellos pacientes bipolares que más se pueden beneficiar del tratamiento de las alteraciones detectadas en el eje HHT. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Bibliografía 1. Goodwin FK, Jamison KR. Manic-depressive illness: Bipolar disorders and recurrent depression. New York: Oxford University Press; 2007. p. 241. 2. Flynn RW, MacDonald TM, Morris AD, Jung RT, Leeser GP. The thyroid epidemiology, audit and research study: Thyroid dysfunction in the general population. J Clin Endocrinol Metab. 2004;89:3879---84. 3. Yatham L, Maj M. Bipolar Disorder Clinical and neurobiological foundations. En: Neuroendocrinology of Bipolar Illness, editor. Wiley-Blackwell. Chichester, UK; 2010. p. 255---62. 4. O’Connor D, Gwirtsman H, Loosen PT. 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Uno de sus efectos secundarios es la acidosis metabólica hiperclorémica sin hiato aniónico1,2 , la cual puede aparecer hasta en un 40% de los pacientes que reciben topiramato en dosis terapéuticas, siendo más frecuente y grave en caso de intoxicación aguda1 . No obstante, en los casos de intoxicación aguda se suelen asociar otros fármacos, lo cual puede influir también en el equilibrio ácido-base. Se presenta el caso de una paciente que presentó acidosis metabólica tras sobreingesta de 2 fármacos, uno de ellos el topiramato. Mujer de 38 años con antecedentes de reducción gástrica por obesidad y trastorno de personalidad clúster B. Seguía tratamiento con venlafaxina, mirtazapina, topiramato y lorazepam. Acudió a urgencias por sobreingesta medicamentosa con intención autolítica de topiramato y lorazepam en dosis y tiempo incierto. A la llegada destacaba una paciente en Glasgow 14, con tendencia a la somnolencia, siendo el resto de la exploración normal. Se le administró carbón activo. La analítica mostró acidosis metabólica hiperclorémica con hiato aniónico normal: pH 7,29; PCO2 41 mm Hg; bicarbonato 19,7 mmol/l; exceso de bases ⵦ6,9; cloro: 113,4 mmol/l; anión GAP 14,6. Al cabo de 18 h había mejorado el nivel de conciencia, encontrándose en Glasgow 15 y se había corregido el pH, si bien persistían niveles bajos de bicarbonato (18,2 mmol/l) e hipercloremia (117 mmol/l). No obstante, ante la estabilidad clínica la paciente fue dada de alta tras ser valorada por psiquiatría. El topiramato, además de ser un potencial generador de acidosis metabólica, también puede producir hiperventilación neurogénica central, probablemente debido a su efecto inhibitorio de la anhidrasa carbónica en el cerebro y a la acidosis subsiguiente del LCR2 . En dicha situación, la clínica cursa con hiperventilación, hipotensión arterial y grados variables de alteración del nivel de conciencia y de funciones cognitivas1 . En estas situaciones, el lavado gástrico y la administración de carbón activo tienen poca utilidad debido a la rápida absorción del topiramato1 . La perfusión de bicarbonato sódico para el tratamiento de la intoxicación aguda que cursa con acidosis es controvertida1,2 , aunque hay autores que recomiendan la administración de alcalinos en caso de acidosis secundaria a tratamiento crónico3 . En el caso aquí presentado, el topiramato podría ser el responsable de la acidosis metabólica con anión gap normal que presenta la paciente. No obstante, al aplicar la fórmula de Winters (pCO2 esperada = 1,54 × HCO3 + 8,36 ± 1,11), vemos que la pCO2 esperada sería de 38,7 ± 1,11 mm Hg, valor inferior al que presentaba nuestra paciente. Esta fórmula es sumamente útil para calcular el valor de pCO2 partiendo de un valor determinado de bicarbonato sérico. Así, cuando los valores de pCO2 difieren de los esperados al aplicar la fórmula de Winters se infiere que existe otro proceso que está influyendo en la génesis de la acidosis. En este caso, la discordancia entre el valor de pCO2 esperado y el real hace sospechar la presencia de un componente de depresión respiratoria atribuible a las benzodiacepinas. Se puede interpretar que la presencia de otros tóxicos, como en este caso las benzodiacepinas, pueden suprimir el efecto compensatorio respiratorio secundario a la acidosis producida por el topiramato. Se concluye que el hallazgo de una pCO2 anormalmente elevada con relación al grado de acidosis existente alerta de la posible presencia de un componente de depresión respiratoria que puede estar producido por otros tóxicos. Bibliografía 1. García-Gil D, Pérez Vázquez V, Asencio Méndez C, GarcíaTorrejón J. Intoxicación aguda por topiramato con intención suicida. Med Clin (Barc). 2009;133:766---7. 2. Franco Hidalgo S, Prieto de Paula JM. 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Sr. Director: Recientemente, Caqueo-Urízar et al.1 expusieron sus hallazgos sobre la experiencia de sobrecarga entre 2 grupos culturalmente diferentes (aymaras vs no aymaras), valorados por un eficaz instrumento de evaluación de esta experiencia psicológica2 . Sus resultados indicaron diferencias entre los grupos comparados que convergieron con la literatura respecto a la influencia de la experiencia de sobrecarga en grupos con menor influencia de la cultura occidental y pobre nivel educativo. Pero sus análisis enfatizaron únicamente métodos estadísticos que contrastaron la hipótesis nula de igualdad de medias, concluyendo que algunos aspectos de la sobrecarga fueron valorados como estadísticamente significativos. Lo que no tuvieron en cuenta es la magnitud de las diferencias3 para la interpretación de sus resultados cuantitativos. Afortunadamente, Caqueo-Urízar et al. reportaron los estadísticos necesarios para obtener directamente las estimaciones de magnitud de las diferencias (media y la desviación estándar de cada grupo). Con esta información elaboramos la tabla 1, donde aparecen 2 indicadores de magnitud de las diferencias: la diferencia estandarizada d (Cohen, 1988), junto a sus intervalos de confianza y la corrección por el sesgo de muestras pequeñas3 , y Common Language (CL)3 , que informa el grado de solapamiento entre 2 distribuciones. La previa asunción para interpretar apropiadamente Tabla 1 estos indicadores es que las puntuaciones tienen distribución normal. Desde esta perspectiva, se observan interpretaciones no sugeridas directamente por los estadísticos de prueba de hipótesis usados en el estudio. Primero, aun cuando se observaron diferencias que no son estadísticamente significativas (p > 0,05), todas las diferencias estandarizadas pueden considerarse moderadas, según las sugerencias habituales (≤ 0,19: trivial; entre 0,20 y 0,49: pequeño; entre 0,50 y 0,79: moderado, ≥ 0,80: grande3 ). Segundo, la variación de las diferencias es bastante amplia (usando el intervalo de confianza), sugiriendo que se pueden encontrar entre los grupos diferencias estandarizadas desde d = 0,0 o menos (efecto trivial) hasta diferencias muy grandes (alrededor de d = 1,35), al menos para las subescalas Sobrecarga y Rechazo. Tercero, en todas las puntuaciones, el porcentaje estimado de hallar sujetos aymaras experimentando más sobrecarga en comparación con sujetos no aymaras varía entre 65% (CL en la puntuación Sobrecarga) y 70% (CL en la puntuación Incompetencia). Las diferencias no significativas y la magnitud de las diferencias estandarizadas pueden ser en parte un artefacto estadístico del sesgo ocurrido por pequeño tamaño muestral usado en el estudio3 , y esto debe balancear las conclusiones que Caqueo-Urízar et al. hicieron sobre los resultados estadísticamente no significativos. Analizar los resultados de Caqueo-Urízar desde las estimaciones de magnitud de las diferencias pone en relevancia que la hipótesis nula de igualdad de medias no es información cuantitativa suficiente aun cuando los resultados no muestren significación estadística3 . Esta metodología de obtener la cuantificación de las diferencias ayudaría a la mejor comprensión de los resultados cuando se comparan grupos. Estimaciones de magnitud del efecto para el estudio de Caqueo-Urízar et al. Puntuaciones Zarit Sobrecarga Rechazo Incompetencia Total d Cohen CL d d corregido IC 95% 0,609 0,612 0,792 0,743 0,598 0,601 0,778 0,730 ---0,06-1,26 ---0,06-1,26 0,11-1,45 0,06-1,39 CL: estimador Common Language. 1888-9891/$ – see front matter © 2013 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. http://dx.doi.org/10.1016/j.rpsm.2013.05.002 65,4% 69,9% 70,7% 68,9% 98 Bibliografía 1. Caqueo-Urízar A, Gutérrez-Maldonado J, Ferrer-García M, Darrigrande-Molina P. Sobrecarga en cuidadores aymaras de pacientes con esquizofrenia. Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc). 2012;5:191---6. 2. Zarit S, Reever K, Bach-Peterson J. Relatives of the impaired elderly: Correlates of feeling of burden. Gerontologist. 1980;20:649---55. 3. McGraw KO, Wong SP. A common language effect size statistic. Psychol Bull. 1991;111:361---5. César Merino-Soto a,∗ , Marisol Angulo-Ramos b y Alicia Boluarte-Carbajal c CARTA AL DIRECTOR a Instituto de Investigación, Universidad de San Martín de Porres, Lima, Perú b Práctica Privada, Lima, Perú c Instituto Nacional de Rehabilitación «Adriana Rebaza Flores», Lima, Perú ∗ Autor para correspondencia. Correo electrónico: sikayax@yahoo.com.ar (C. Merino-Soto). Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.) 2014;7(2):99 www.elsevier.es/saludmental AGENDA 2014 XXIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Psiquiatría Legal 59º Congreso de Asociación Española de Psiquiatría y Adolescencia, AEPNYA 2014 Valencia, 2-4 de abril Correo electrónico: info@verummedica.com www.psiquiatrialegal2014.org Santander, 29-31 de mayo Correo electrónico: www.afidcongresos.com www.santander2014aepnya.es/ IX Reunión Nacional Medicina de la Adicción XI Curso Fases iniciales de los trastornos psicóticos Barcelona, 3 de abril Correo electrónico: inscripciones@medicina-adiccion.com www.medicina-adiccion.com/ Oviedo, 5 de junio XLI Jornadas Nacionales Socidrogalcohol Oviedo, 6-7 de junio Correo electrónico: psiovi@uniovi.es www.unioviedo.es/psiquiatria Sevilla, 3-5 de abril www.socidrogalcohol.org/ ECNP School of Child and Adolescent Neuropsychopharmacology 14º Debates en Psiquiatría XXIII Congreso Nacional de Psiquiatría Legal (SEPL) Venecia, 6-11 de abril Valencia, 11-13 de junio Correo electrónico: psiquiatrialegal@gmail.com www.psiquiatrialegal.org X Congreso Nacional de Trastorno de la Personalidad XVI Jornadas Nacionales de Patología Dual Barcelona, 231-25 de abril Correo electrónico: barcelona@geyseco.es http://www.geyseco.es/cntp2014/ Valencia, 12-14 de junio Correo electrónico:jornadas@patologiadual.es www.patologiadual.es/jornadas2014/ 5º Encuentros en Psiquiatría X Conferencias POST-APA 2012 Sevilla, 25-26 de abril Correo electrónico: info@iawmh.org www.encuentrosenpsiquiatria.com/ Barcelona, 17 de junio 7th Biennial Congress of The International Society of Affective Disorders Vancouver, 22-26 de junio Correo electrónico:cinp2014@cpo-hanser.de www.cinp2014.com Berlín, 28-30 de abril Correo electrónico: isad@kenes.com http://isadconference.com/ X Conferencias POST-APA 167th Annual Meeting APA Nueva York, 3-7 de mayo Correo electrónico: apa@psych.org http://annualmeeting.psychiatry.org/ VII Congreso Nacional de la Asociación Española de Psiquiatría Privada (ASEPP) San Sebastián, 23-24 de mayo Correo electrónico: asepp2014@pacifico-meetings.com http://asepp2014.pacifico-meetings.com/ doi:10.1016/j.rpsm.2014.03.002 29th CINP Congreso Mundial de Neuropsicofarmacologia Madrid, 24 de junio 15th European Symposium on Suicide and Suicidal Behaviour Tallinn (Estonia), 27-30 de agosto Correo electrónico:esssb15@gmail.com http://esssb15.org/ XVI World Congress of Psychiatry Madrid, 14-18 de septiembre Correo electrónico:secretariat@wpamadrid2014.com http://www.wpamadrid2014.com/