El periodismo en Cuba: La Revolución (Cap. 13) Algunas páginas sucias Juan Marrero En 1959 también se radicaron expedientes por el Colegio Nacional de Periodistas contra un grupo de 29 reporteros policiacos que habían firmado un pergamino y rendido un homenaje el 20 de mayo de 1958 al coronel Orlando Piedra, jefe del Buró de Investigaciones de la Policía Nacional de la derrocada dictadura, y autor de numerosos crímenes. El texto de dicho pergamino expresaba: “Al Coronel Orlando Piedra Negueruela Jefe del Departamento de Investigación Policía Nacional Como constancia por las continuas pruebas de afecto y comprensión hacia la labor que realizan los reporteros de su sector Por su esfuerzo en ofrecer todas las facilidades posibles a la prensa desde su responsable cargo Y su comportamiento siempre caballeroso y leal con los periodistas, con los cuales ha sabido estrechar afectuosos vínculos de compenetración Este Pergamino se emite como fiel exponente del reconocimiento a sus personales méritos, como testimonio de las cordiales relaciones que ha sabido cimentar por su hombría de bien y recto proceder Una semana antes de haber sido suscrito ese pergamino por 29 reporteros de la llamada crónica roja, la policía batistiana, esa misma de la que Orlando Piedra era jefe de su Departamento de Investigaciones, asesinó al periodista ecuatoriano Carlos Bastidas en una céntrica calle de La Habana; solamente mes y medio había transcurrido de la huelga del 9 de abril, reprimida sangrientamente por esa misma policía; y menos de dos meses antes había ocurrido el asesinato del estudiante de periodismo Juan Carlos Alvarado. La censura de prensa estaba vigente en los momentos en que se rindió ese homenaje a Orlando Piedra. Cuba, en fin, estaba ensangrentada y amordazada. No fue el primero ni el único caso. Antes habían ocurrido otros similares. Los periodistas destacados en la Ciudad Militar de Columbia impusieron una medalla al comandante Policarpo S. Chaviano, jefe del Negociado de Prensa y Radio del Ejército, como reconocimiento a los servicios prestados a los periodistas. Le otorgaron la “Medalla del Recuerdo”, el 28 de enero de 1957. Una semana después del asalto a Palacio, el 20 de marzo de 1957, los reporteros policiacos participaron en un agasajo que les fue ofrecido por el capitán José R. Valdés Delgado, jefe de la Décimocuarta Estación de Policia. Fotos e informaciones sobre tal actividad merecieron espacios en la prensa de la época. Estrechos fueron, en realidad, los vínculos de la mayoría de los periodistas que atendían esos sectores con los criminales batistianos. Algunos pertenecían a esos cuerpos represivos, tenían carnets de la policía nacional, de la policía secreta y del Servicio de Inteligencia Militar, y recibían dinero por sus servicios. Documentos existentes en los archivos son reveladores. Pedro Aníbal Duarte Dally, quien trabajaba en el periódico Mañana, fue agente de la Policía Secreta Nacional desde 1944. Fue director del Instituto de Segunda Enseñanza del Vedado durante los años de la dictadura de Batista. Actuó como un agente secreto de la dictadura al denunciar ante los cuerpos represivos los planes y actividades de los jóvenes revolucionarios. En 1957, por ejemplo, denunció a cuatro jóvenes, entre ellos a Luis Rivera, quienes fueron detenidos por el personal de la Quinta Estación a las órdenes del comandante Esteban Ventura Novo. La implicación de Duarte en la captura de esos jóvenes quedó revelada en una carta que el 6 de septiembre de 1957 le envía el Coronel F. Tabernilla Palmero, Jefe de Despacho de la Oficina del Presidente Fulgencio Batista en Ciudad Militar, al Coronel Hernando Hernández, Jefe de la Policía Nacional, donde se menciona que los jóvenes presos habían sido acusados de actividades subversivas por el director del Instituto de Segunda Enseñanza del Vedado. Esa carta la motivó otra que recibió la Oficina de la Presidencia de un fraile de la Santa Iglesia Catedral de Cienfuegos interesándose por la suerte del joven Rivera. Jorge y Esteban Yaniz Pujol estaban entre los encausados. Eran sobrinos de Sergio Carbó, director de Prensa Libre. Ambos eran inteligentes para el oficio y para la extorsión. Esteban, quien era catalogado como un magnífico reportero, fue jefe de la página de crónica roja de Información. Tenía un nivel de vida no correspondiente a un periodista, sino a un ricachón burgués. Mantenía tres casas, tenía dos carros con chófer y gastaba 200 pesos mensuales en cocaína. Su hermano Jorge era un aprendiz de brujo. Alcanzó notoriedad con la sección “Detrás del Suceso”, que publicaba todas las semanas la revista Bohemia. También trabajaba en Prensa Libre. Ambos eran vigilantes de la Policía Nacional, adscriptos al Negociado de Prensa y Radio. La ética periodística estaba totalmente ausente en esos hermanos. Un ejemplo: en cierta ocasión, Jorge le hizo un reportaje a la famosa estigmatizada de Güira de Melena. Para fotografiarla le pintó un INRI con lápiz labial y le echó salsa de tomate por todo el cuerpo para simular la sangre. Aquella embustera anunció que iría desde Güira de Melena hasta El Cobre a pie. En realidad, hizo el viaje en un jeep, del cual se bajaba cuando faltaban cuatro o cinco kilómetros para llegar a un poblado. Cuando esos reporteros policiacos fueron llamados a declarar ante la Comisión de Justicia del Colegio Provincial de Periodistas para que explicasen ese acto de firmar un pergamino en favor del coronel Piedra, otorgarle una medalla a Chaviano o asistir a un homenaje dado por el jefe de la Decimocuarta Estación de la Policía, algunos de ellos trataron de justificarse diciendo que “buscaban atenuar la tensión existente, buscar una apertura de las noticias en esas dependencias y gestionar la libertad, localización, etc, de elementos revolucionarios que eran detenidos por los cuerpos represivos”. Tirso Martínez, fotógrafo de Información, y quien había presentado el caso ante las autoridades del Colegio Nacional de Periodistas, en carta del 23 de febrero de 1959, les respondió: “A esos señores periodistas, no se les puso ninguna pistola en el pecho. Lo cierto es que no había interés de protesta. Lo que se ponía en juego era el cheque de la jefatura y del mismo buró. Lo que se contrapesó (...) era ganarse la simpatía del mandante policiaco y asegurar la moneda. Nunca pasó por sus mentes que la justicia tenía que triunfar.” En el odioso Servicio de Inteligencia Militar (SIM) había seis periodistas que recibían un salario de esa dependencia represiva: Eduardo Hernández Toledo (Guayo), camarógrafo, recibía 150 pesos mensuales, y Luis Felipe Bryón, reportero de Radio Reloj, Serafín García, Antonio Gil, Francisco González Diez y Juan Francisco Pedroso Camacho tenían asignados 100 pesos mensuales. En su carta, el fotógrafo revolucionario Tirso Martínez también exponía: “Bueno, después de todo, a Batista le dieron diplomas, los comerciantes, los industriales... Pero era lógico: los comerciantes y los industriales, se plegaban a la dictadura para defender sus negocios, cosa que personalmente censuro acremente... Pero la misión del periodismo es sagrada, está supuesta a ser sagrada; por eso es que solicito la expulsión de esos colegiados de nuestro seno, para que la opinión pública conozca que hay periodistas dignos, y que somos los más... Ha llegado la hora de hacer algo digno, y depurar las lacras de nuestra clase... La depuración de nuestra clase no debe concebirse como un castigo. Está supuesta a ser un acto de higiene...” Sobre los que eran miembros del SIM, Tirso puntualizaba: “Estos señores, además de merecer sean separados de nuestra clase, deben ser llevados a los tribunales revolucionarios” porque “estos colegiados eran capaces de condecorar hasta el mismísimo Trujillo”. Lo expuesto explica diáfanamente los frecuentes elogios hechos por los personeros del régimen de Batista para directores de medios o periodistas que escribiesen o hablasen en favor de los cuerpos represivos. Ejemplo 1: Texto de la carta que envíase el 1 de abril de 1958 al director del periódico El Mundo, Dr. Raúl Alfonso Gonsé, el capitán del Ejército Armando González de Acevedo: “Distinguido amigo: Mucho me complace dirigir a Ud. la presente para dejar constancia de nuestra gratitud a ese diario por el magnífico reportaje que publicara en la tirada de hoy, con la ocupación de armas por miembros de este Cuerpo en el Reparto Nuevo Santa Fé. Al propio tiempo, mucho lo estimaría hiciera extensiva esta gratitud nuestra a los señores Rafael Carbonell, que trabajara en la redacción de ese trabajo, y Luis Sánchez, que tomara las fotografías del caso. Con un saludo del Brigadier Pilar D. García, Jefe de la Policía Nacional (...) me reitero cordialmente a su disposición.” (Raoul Alfonso Gonsé era favorecido con 16 mil pesos mensuales por las oficinas del Palacio Presidencial durante los años de la dictadura de Batista). Ejemplo 2: Texto de la carta que el mayor general Francisco Tabernilla Dolz dirigió el 17 de octubre de 1956 al reportero Francisco González Diez, del periódico Alerta: “Estimado periodista y amigo: Me complazco en expresarle el agradecimiento por su interesante y bien documentado artículo publicado en el periódico Alerta, edición correspondiente al día 11 de octubre, en el que expresa la labor que realiza la Guardia Rural de Cuba, en su doble condición de organismo militar y policía rural”. (La Guardia Rural fue un cuerpo nefasto en la República. Era un instrumento al servicio de latifundistas, terratenientes y mayorales para reprimir las protestas campesinas y desalojarlos de sus tierras cuando así lo estimasen los grandes explotadores. Entre los crímenes cometidos por este cuerpo represivo está el del patriota Quintín Banderas, a principios del siglo XX). Ejemplo 3: Nick Machado fue director del periódico La Correspondencia, de Cienfuegos. En marzo de 1955 escribió un artículo de elogio sobre Pilar García cuando este oficial del Ejército batistiano estaba al frente del cuartel “Leoncio Vidal”, de Santa Clara. Nick Machado escribió: “Mientras estuvo en Las Villas, el coronel Pilar García dio inequívocas pruebas de ser un hombre cordial y de tener un elevado concepto sobre la labor de la prensa”. Se equivocó totalmente, y no hubo que esperar mucho. Al año siguiente, su entraña asesina se conoció en los sucesos del cuartel Goicuría, en Matanzas, al ordenar el asesinato de los asaltantes prisioneros, y después, aún más, cuando fue Jefe de la Policía Nacional. Semanas después del 13 de marzo de 1957, en su sección “Opinando”, Nick Machado puso de manifiesto su servilismo cuando escribió: “Todo el mundo lo vio por televisión. Todo el mundo lo escuchó por radio. Todo el mundo lo ha leído en los periódicos: el pueblo de Cuba ha desagraviado a su Presidente. “Rompieron el fuego los Veteranos. ¡Oh, nuestros gloriosos mambises e ilustres varones! Seguidos de los hacendados, grandes señores de nuestra principal industria, y los Colonos (grandes y pequeños); los representativos de la banca nacional y extranjera; los industriales; los comerciantes mayoristas; Lonja del Comercio; Cámara de Comercio Norteamericana y China; detallistas, caficultores, Confederación Patronal de Cuba; cosecheros, almacenistas, exportadores y fabricantes de tabacos y cigarros; aviación civil y extranjera; Comité de sociedades regionales; Federación de sociedades cubanas; porteadores de carga, porteadores por carretera, expresos por carretera, y el Ejecutivo de la CTC con el inmenso Mujal a la cabeza. En fin todos los sectores de la economía nacional desfilaron por Palacio para congratular a Batista por haber salido ileso del artero ataque a la mansión palatina el pasado 13 de marzo. “(...) La CTC y sus integrantes pudieron respirar el aire de la calle y cruzar por delante de la terraza norte de Palacio para congratular al Presidente por resultar indemne en el asalto de sus enemigos el día 13 y agradecerle todo cuanto está haciendo en favor de los obreros. Era la primera vez, desde la fundación de la CTC, que los trabajadores cubanos desfilaban para agradecer “lo que les ha dado un Presidente”...Y tenían razón, porque los obreros cubanos jamás han vivido mejor que a partir del 10 de marzo de 1952”. Y concluía su comentario diciendo: “¿Por qué el pueblo quiere tanto a Batista? ¿Por qué si el pueblo reconoce que Batista es el mejor Presidente que ha tenido Cuba, unos cuantos insensatos piden que se vaya?” (Por 400 pesos mensuales, una suma ínfima, la menor que recibiese un director de periódico como subvención por parte de las oficinas de Batista en Palacio, Nick Machado escribía cosas tan miserables y repudiables como esas, día tras día en La Correspondencia de Cienfuegos). Los procesos contra los reporteros policiacos, servidores y halagadores de la dictadura, y a los que cobraban por el SIM se dilataron. No se tomó decisión alguna en 1959.