l-~~~''''';,:L BIBLIOTECA DEL OBR£RO Y CAMPESINO N U MER 0 DIE Z RORIDA ATLANTIC UNIVERSITY LIBRARY . LUIS CHAVEZ OROZCO PREHISTORIA DEL SOCIALISMO EN MEXICO .~ .. ~:... ' ". .' DE PUBLICACIONES DEL DEPARTAMENTO DE BIBLIOTECAS DE LA SECRETARIA DE EDUCACION PUBL CA PREH ISTORIA DEL SOCIALISMO EN MEXICO BIBLIOTECA DEL OBRERO Y CAMPESINO LUIS CHAVEZ OROZCO PREHISTORIA. DEL SOCIALISMO EN MEXICO MEXICO PUBLICACIONES DEL DEPARTAMENTO DE BIBLIOTECAS DE LA SECRETARIA DE EDUCACION PUBLICA 1936 PREHISTORIA DEL SOCIALISMO EN MEXICO Oonocemos mas del hombre del Ped1'egal, que de l08 oriqenee del Socf.alis1no en MeaJico. Hasta hoy, Ia Reforma en Mexico ha sido estudiada tan solo en dos de sus aspectos: el relativo a su orlgen y el referente a su consumacion. Nada se ha dicho acerca de sus consecuencias. En esto radica la causa de que la dictadura de Porfirio Diaz este arin por definirse. La Ref'orma fue una luella en que intervinieron, de un lado, el clero y parte de Ia aristocracia semifeudal con el vinculada, y, de otro, Ia pequefia burguesia y el resto de Ia aristoeracia. Al ser de· rrotado, el clero Iue despojado de su preponderancia economica, y, como consecuencia, de su preeminencia politica. La desamortizaci6n de los bienes de 'comunidades; ' t ant o religiosas como civiles, tuvo como prin5 cipales consecuencias, por una parte, el fortalecimiento in contrastable de la aristocracia semifeudal y, por otra, Ia conaoltdacion de Ia pequefia burguesia, La nrIstocracla semifeudal se aproveeho, apropiandoaelas, de las haciendas desamortizadas del clero y de los terrenos comunales de los pueblos, cuyos habitantes se vleron conver'tidos en peones de los latifundlos, y parte de la pequefia burguesia supo sacar provecho de las propiedades urbanas que. antes poseia el clero y de los "bienes de comunidades" de los pueblos Indigenas. (1) Algunos escritores, preocupados por las apartencias superficiales de las cosas, se han empefiado en relacionar, identtficandolas, Ia Reforma en Mexico con la Revoluci6n burguesa de fines del siglo XVIII. Pero si nos desentendemos, como es forzoso, para acertar con la verdad, de todo linaje de preocupaciones, para atenernos exclusivamente a la realidad objetiva, se advierte que ni la consideraci6n de que los reformistas mexicanos normaron su actitud porIa que adoptaron los jacobinos franceses, ni el hecho de que los mlsmos reo formistas conformaran sus ideales con el pensamiento social y politico de los corifeos de Ia burguesia norteamericana y francesa del siglo XVIII, estatuyendo un regimen federal, la separaci6n de (1) Acerca de 10. bienes de comunidades Indlgenas. veaae el Vol. V de la Colecci6n de Documentos para la Historla Econ6mloa de Mexico. Ia Iglesia y del Estado, ellaicismo en Ia educaci6n, y, en general, la supremacia del individuo sobre la colectividad, bastan para equiparar Ia evoluci6n social mexicana de mediados del siglo XIX, con Ia franresa de las postrimerias de la centuria decimoctava. La Revoluci6n Francesa, es la consumaci6n de la bancarrota del orden social heredado de Ia Edad Media, despues que el desarrollo de Ia industria, no s610 de Francia, sino de toda Europa, 10 habia condenado a muerte. Es, en otros terminos, la Gran Revoluci6n, la maniobra por medio de la cual Ia burguesia, vigorizada ya en varias centurias de desarrollo, consigui6 sobreponerse a la arlstocracia feudal. POl' el contrario, en :l\Iexico, el desarrollo de las fuerzas productivas, por ser demasiado precario todavia, Impedia que Ia burguesia se sobrepusiera a la c1ase semifeudal. De ahi que, en lugar de pasar nuestro pais, despues de la Reforma, u un reg-imen de produccion netamente capitalista, fataimente tuvo que estacionarse por algun tiem po dentro del semifeudal. Si fuera forzoso comparar las circunstanclas economicas que engendr6 Ia Reforma en Mexico, con algun eplsodio de la evoluci6n econ6mica europea, quizas conviniera referir esta comparaci6n a las consecuencias que tuvo en Inglaterra la Be7 forma, en donde el coiosa1 despo]o de los bienes de Ia Iglesia (entregados a Ia rapacidad de los favoritos del rey 0 vendidos por precios ridiculos a especuladores, arrendatarios y burgueses de la ciudad), trajo como resultados -la expulsi6n en masa de los antiguos ocupantes hereditarios, que se vieron convertidos en jornaleros de los beneficiarios de Ia Reforma. (Marx, El Capital, Lib. I. Cap. XXIV.) EI anhelo de los reformlstas mexicanos, no iba mas alla que a destruir el monopolio de los medios de producci6n en manos del clero, y por mas que la mayor parte de aquellos eran de mentalidad pequeno-burguesa, se desentendieron siempre de todo objetivo de aniquilar el regimen semifeudal de producci6n, establecido desde Ia epoca colonial, y antes, pOI' el contrario, 10 favorecieron, a merced de las propiedades comunales de los pueblos. De este modo, 10 unico que consigui6 la Reforma rue cambiar la relaci6n en que antes se hallaban las fuerzas que desarrollaban las clases sociales. En 10 sucesivo, no sera el clero Ia clase en cuyas manos se halle Ia preponderancia econ6mica, sino los senores semifeudales de las haciendas. "Dna , aociedad -dice Marx, en el Pr610go de su Oritica de la Economia PoUtica-, no desaparece nunca antes de que sean desarrolladas todas las fuerzas productoras que pueda contener, y las re8 Iaciones de producci6n nuevas y auperiores no se substitnyen jamas en ella antes de que las condiciones materiales de existencia de esas relaciones hayan sido incubadas en el seno mismo de la vieja sociedad." La Revoluci6n Industrial, que habia sacudido 31 mundo, engendrando en la civilizaci6n. occidental In era de Ia producci6n capitalista, no habia penetrado atin a mediados del siglo XIX, en Mexico, cuya estructura econ6mica (en donde el monopolio de Ia propiedad en manos del clero daba la regIa) , cerraba el paso a las innovaciones tecnicas, por mas que algunos esfuerzos se hubieran hecho para conseguirlo. (1) De esta manera, cuando, con Ia Reforma, la naciente burguesia se via triunfante del clero, fue incapaz de aprovecharse ella sola de los beneficios creados por los circunstancias, Y tuvo que compartirlos con la' clase semifeudal, cuyas fuerzas se vieron, por su parte, acrecentadas. Asf, hubo un momento dentro de la Historia de Mexico, en que ambas clases, en sl mismas antag6nicas por naturaleza, entraron en una especie de acuerdo 0 tregua que les permitia florecer una al par de la otra, sin grandes conflictos que las arrastraran, por de pronto, a Ia Iucha. Tal estado de cosas cre6 la oportunidad hist6rica para que Mexico penetrara en Ia epoca de paz porfiriana, ca(1) Nos reterlmos a la politica econ6mica de Alarniin. Vease el Vol I de la eitada Coleccl6n de Documentos. 9 racterizada por el equilibrio de los intereses burgueses y semi-feudales. Los benefieios obtenidos porIa burguesia con la desamortizaci6n, que puso en sus manos grandes sumas de capitales, por una parte, y, por ott-a, la circunstancia de que a la saz6n empezaba a rnadural' Ia forma imperialista del capitallsmo europeo y norteamericano, permitieron el desarrollo de las fuerzas productivae mexicanas, con un ritmo acelerado que antes [amas se habia manifestado dentro de las fronteras nacionales. Se inici6 entonces la· eonstrucci6n de las grandes vias .de comunicacion (telegratos y ferrocarriles), la apertura de )as fabricas de hilados y tejidos movidas por electricidad, etc., etc. A medida que, con los eapitales nacionales acumulados porIa burguesia y Ia ayuda de las inversiones extranjeras, Ia producci6n capitalista se desarrollaba en Mexico cada vez con mayor vehemeneia, se iba manifestando el fen6meno de Ia disgregaci6n del artesanado, Esta clase social, incapaz de competir COIl los nuevos procedimientos capitalistas de producci6n, se veia bajo la arnenaza inminente de tener que abandonar sus herramientas rudimentarlas, por inrrtlles ya, al empuje arrollador de la maquina, para eonvertirse en asalariado del capitallsmo. EI artesanado de la epoca colonial tuvo que luchar para subsistlr como clase social contra 10Q 10 repetidos intentos de producci6n capltalista -mas bien semicapitalista-, que ae manifestaban en la apertura de los obrajes, y, principalmente, en la de las fabricas monopolizadas por eIEstado. Es mas: pas6, sin grandes riesgos, porIa prueba de la abolici6n de sus privilegios, dictada en 1815. Pero ni aquello ni esto bastaron para disgregarlo como clase. Los ensayos iniciados en 1830, por Alaman, para la creaci6n de la gran industria nacionaI, fracasaron ante Ia imposibilidad de crear simultaneamente el credito, alli donde Ia mayor parte de los capitales estaban en manos del clero 0 se dedicaban exclusivamente a especular usurariamente con el gobierno, y asi el artesanado pudo subsistir sin grandes conflictos. Pero apenas la Reforma empez6 a manitestarse con la industrializaci6n del pais, el artesanado .inici6 su penosa agonia. La agonia del artesanado es uno de los episodios mas interesantes -aunque, sin duda, el menos estudiado-, de la Historia de Mexico, en el ultimo tereio del siglo XIX. Al consolidarse, por el 70, Ia produeci6n capitalista en Mexico, se produjo en nuestro pais el fen6meno que se habia presentado algunas decadas antes en Europa, a saber: la proletarizaci6n del artesanado. 11 Ahora bien, l. de que modo el instinto de conservacion de eata clase vs o ci al reacciono ante el empuje del capitalismo? En la hlstorta de los pueblos occidentales trecuentemente se advierteque dos clases sociales, ell sl rnismas antagonicas, hacen causa: comtin para l nchar en con t r a de un enemigo. Ya vimos que en Mexico In naciente burguesia y parte de la artstocracia semifeudal se aliaron para aniquilar al clero. En F rancia, durante las postrfmerias del Siglo XVIII, se advirti6 que burgueses y proletarios se confabularon para destruir a las clases pr-ivilegiadas de la nobleza y del clero. Otro tanto -su cedio en . Mexico en Ia septhna decada del SigIo XIX. La pequefia burguesia -el artesanado-s-, para defenderse en contra del capitalismo, se alio con las masas asalariadas y las dtrigi6 'en la Iucha contra el adversario comun. La lucha de Ia pequefia burguesia, puesta a Ia cabeza de las masas proletarias, persigui6 dos objetivos: primero, defenderse a si misma; segundo, defender a su aliado, para debilitar asi al adversario de ambos. EI primer objetivo -el de propia defensa-, se deseaba obtener pOI' diversos procedimientos de organizaci6n, a saber: Ia organizacion mutualista y Ia organizaci6n cooperativa. EI segundo objetivo -el de Ia defensa de las masas proletarias-c-, se pretendia alcanzarlo por 12 el fomento del espu-itu de solidartdad, por la reglamentacion del trabajo -jornadas y salarios-, por la conquista del -der echo de huelga, y porIa amenaza de la revoluci6n social. La mas antigua .a gr upacion mutualista -la .Bocledad Particular de Socorros Mutuos-, data, en realidad, del de junio de 1853, fecha en que se organiz6; pero nQ..f.lliJ;hiO liasta el -a fio de 186·1, euando esta forma de defensa del artesanado co- ' inenzo a desarrollarse plenamente (1). He aqui como el maestro zapatero Fortino C, Diosdail pinta, en el estilo romantico de la epoca, el desarrollo del ideal mutualista en Mexico y el modo como habla de sus excelencias : "Cuando, en los tlempos anteriores, el laborioso artesano, el honrado menestral, el infatigable hijo del trabajo, con la frente mustia y In cabeza inclinada sobre au pecho, en sefial de la mas completa restguacion, se dirigia solo y cabizbajo, sin conocer en BU marcha otro camino que el de su casa al taller 0 la labor, encomendada a sus multiplicados esfuerzos; cuando, repetimos, este ser estaba condenado a trabajar de un modo irracional, superior a su fuerza natural y aim a sn misma existencia, al hundirse en la tumba s610 era sentido pOI' au familia, a quien dejaba en In - (1) Las AsocIaciones MutualIstas, en "El Obrero Inlernacional" de 22 de Sept. de 1874. Vease tambien II Justicia 11 II Justicia 11. de Juan B. ViIlarrecl. en "EI Hijo del Trabajo," de S de Sept., 1876. . 13 mtserla mas completa, y por In que habia uttlizado sus fuerzas en particular provecho; pues bien, entonces aparecia como un nuevo redentor para la clase desheredada, yel principio salvador de Ia asociaci6n era visto cual estrella refulgente que traia Ia noble misi6n de iluminar el camino del porvenir, de aquella laboriosa muchedumbre que naufragaba ya en el caos de la desesperaci6n, pero que, asidos de Ia barca salvadora de la esperanza, lucharon de una manera incesante con el trabajo y la uni6n, para llevar siquiera a sus sutrIdas tanriliaa el pan amasado con el sudor de su frente; buscando, a la vez, en su hunrilda habitacion, el descanso tan necesario a sus fatigados miembros; para volvel' a otro dia con denodados esfuerzos, a sus cotidianas tareas, teniendo presente que: "el hombre naci6 para el trabajo como el ave para volar." "EI espiritu de asociacion, al tender su mano henefactora entre aquellas masas menesterosaa, para reunir en su seno a todos los que sin patrimonio, y aislados, vagaban sin conocerse, vivian sin amarse y morian sin sentirse; les hizo comprender que 8610 unidos y con los sentimientos fraternales, podian hacerse trtilea los unos a los otros; porque en Ia uni6n esta la fuerza, y que si los obreros querian ser grandes y eolocarse en e1 lugar que deben tener, era preciso que estuviesen unidos, porque 8610 de este modo podian haeer frente a los ataques 14 de Ia adversldad y de Ia miseria, con que ternan que luchar por haber nacido pobres," "Ardua tarea, mision sublime, tuvo que desempenal' aquel pufiado de insignes obreros, para des arrollar poco a poco este benefice espiritu, y merced a sus heroicos sacrificios, Iograron difundirlo, esencialmente en las elases humildes, hasta obtener una brillante conquista: sus esfnerzos no fueron esteriles, a pesar de haber tenido que emprender un largo y quebrada camino, lleno de espinas ; Ilevarou cual los apostoles de la redenci6n, BU predicacion a las humildes chozas, a lo s desmantelados talleres ; y alIi, en donde el Ienguaje de Ia persuacion y del convencimiento lograba encender Ia antorcha luminosa de Ia filantropia, derramaron todo genero de beneficios en favor de los artesanos y de ]013 agricultores. "~Iisi6n dificil de Ilenar, por 10 elevado de su objeto, y que para conseguirlo eran precisos hechos materiales y evidentes para su propaganda, y un lenguaje bastante expresivo para Sl1 enaltecimiento. "Fue precise decirle a1 artesano, que el espiritu de asociacion se aumentaba, y que se hacia necesario trabajar con todo empefio para cerrar las puertas de los hospitales, para que no penetrasen a ellos los sacerdotes del trabajo, que despues de estar consagrados a el, por mucho tiempo, tuvieran la desgracia de enfermarse, y que qulza, abruma- 16 dos porIa pobreza en que habitualmente VIVIan, tuviesen la pena de dar el ultimo adios a su familia ' p ar a encerrarse en esas mansiones de dolor y llanto; donde, indefectiblemente, despues de dural' algunos dias al borde del sepulcro, exhalan eI ultimo aliento, lejos de los seres 'ma s queridos y que tan caros son para el ; evitar, a la vez, que sus familias tuvieseneI cruento martirio de esperar a que llevasen eI cadaver de su deudo al camposanto para verlo porIa vez postrera, y de que se diese eI caso, tan repetido muchas veces, de que al preguntar Ia desconsolada familia en Ia administracion de los hospitales porel estado de salud de su dendo, se Ies dijese que ya tenia tres 0 mas dias de sepultado. "EI mutualismo 11a venido a dulcificar esos sinsabores y a derramar eI precioso balsamo del consuelo en eI hogar domestico ; porqne pOl' este medio se obtiene, que el enfermo, sin' salir de su casa, sin retlrarse de au familia, sea atendido y medicinado, y en caso de fallecimiento, sepultado con mu eha decencia, igualando su cortejo funebre al que Ileva una persona acomodada en ignaIdad de ' circnnstancias." (1) EI mntualismo tuvo un notable florecimiento. Una much edumbre de sociedades se formaron sobre la ba se de In ayuda mutua. Los socios pagaban u) Prouestfeo, de For-tino G. D'iosdado, en "El Hijo del b " jo," de 13 <It' agOilto de 1876. 16 'rr"b:<· una c uota ordinaria de cincuenLa cell tu vos diarlos, y esto les daba derecho a un salario de un peso durante los primeros cuarenta dias de enfermedad y de veinticinco centavos en los sucesivos. Ademas, recibian asistencia medica gratuita, y corrtan PQr cuenta de Ia sociedad los gastos de entierro en caso de muerte. (1) Serin dificH apreciar el infantH entusiasmo que los artesanos experimentarou al descubrir ell Ia solidaridad de clase el mejor medio para def'en derse. Podemos, sin embargo, adivinar algo de 10 que pudo haber sido ese movimiento de repliegue general de las fuerzas del artesanado frente al avance amenazador del capitaltsmo, si tenemos en consideraci6n el modo como brotaban ·en las principales ciudades (Mexico, Puebla, Oaxaca, Zacatecas, etc.), las agrupaciones mutualistas. EI ideal mutualista no tard6, Sill embargo, en desvanecerse. Pronto se advirti6, en su intima naturaleza, su infecundidad, su incapacidad, para ser esgrimido como una arma eficaz de defensa. As! 10 demostraron los hechos, con evidencia aterrado- ~ J os~_ ~~ G~nzal~z, ) .en un articulo titulado publicado a princlpios de agosto de 1~, en "E)...:e:ijo del Trabajo," ,'. hablaba de este modo del fracaso del mutualismo: Las A83Fiumon,es Mutualistas,y (1) Las Soc:Jedades IIIlltualistu. de Jose Marfa GondIez, en "EI Hljo del Trl'lb"jo," de 6 de Agosto de 1876. 17 "A uiuchos llOl1l"UUOI:l urtesauos COUOCClUOtl, que ticnen algunoa .anos de pertenecer, no a una sino a varias sociedades, que han pagado con religiosidad sus cuotas y los impuestos extraordinartos, y que, sin embargo, nunca han recibido ni la mas pequeiIa cantidad de auxilio, porque nunca tampoco, han padecido de la mas ligera enfermedad. "Es cierto que ninguna culpa tienen las corporaclones que cuentan con socios en buen estado de salud ; pero tambien es cierto que el dinero que se va depositando para crear el fondo, debia producir alguna utilidad a aquellos que nunca son gravo80S. "POI' el contrario, hay socios que padecen males interiores, que se desarrollan peri6dicamente, 0 que no aparecen a primera vista, y estos socios, con la conciencia de que casi siempre estan enfermos, se inscriben en una 0 mas mutualistas y procuran pagar con puntualidad sus cuotas mensuales todo el tiempo necesario para llegar a gozar el derecho de auxilio, y que una vez llegado este tiempo, se declaran enfermos y empiezan a recibir el fruto de su mala fe. Supongamos, por ejemplo, que un hombre de los que acabamos de mencionar, se inscribe en cuatro sociedades mutualistas; por el pronto, desembolsa un peso por derecho de inscripci6n; por termino medio en esas sociedades se fijan cuatro meses de plazo para llegar a tener derecho de auxilio; ahora bien, en esos cuatro meses paga 18 ocho pesos de cuotas, y sumando, resulta que ha desembolsado nueve pesos; se declara enfermo, e inmediatamente comienza a recibir cuatro pesos diaries, por espacio de cuarenta dias, que hacen la insignificante cantidad de ciento sesenta pesos; ademas, tiene medicos y recetas pagadas; y todavia Ie queda el recurso de que, si al terminal' los cuarenta dias, no se ha restablecido completamente, se Ie sigue ministrando una cantidad menor, es cierto, perc que, todavia entre las cuatro, no baja de un peso. tty aun hay todavia mas. Hemos presentado ya las ventajas que obtienen aquellos individuos que, perteneciendo a tres 0 cuatro sociedades, adquieren por medio de su buena 0 mala fe, en sus enfermcdades, pagando con puntualidad Ia cuota asignada. Pero aquellos que se desvelaron pOI' fundal' una sociedad, que emplearon su tiempo y su dinero pOI' conseguirlo, que durante euatro alios fueron los mas eumplidos con sus eomisiones y pago de euotas, y que no recibieron en ese transcurso de tiempo el mas minimo auxilio, ;,sera justo, sera eonveniente, que por su triste situaci6n despues, que les impide haeer sus pagos, pierdan sus derechos adquiridos, sus desvelos, y hasta se les expulse de In corporaei6n que ayer eatableeieran? ~'Contestese con franqneza: ;,hay compensaclon entre Ia entrada y Ia salida? ;,Es justa que el que ha 19 pagado en cinco afios en euatro sociedades, SUpOniendo las cuotas de eineuenta centavos mensuales, ciento veintepesos, no haya recibido ninguna utilidad, y el que s610 ha dado nueve pesos en cuatro meses, reciba ciento sesenta 0 doscientos, en menos de dos meses? Y no hablamos aqui de los gastos de entierro, luto de familia, auxilio ulttmo extraordinario, que hay que dar a esa misma familia, cuando fallece un socio ; no mencionamos tampoeo las faltas que suele haber en los fondos al hacer balance, ni las cantidades que desaparecen repentinamente juntas con los colectores; ni la renta de la casa, papel para la secretaria, alumbrado, mozo de oficios, conserje y otros muchos gastos que se erogan. "s Se puede progresar asi? l. Hay, repetimos, compensaci6n ,ent re e1 debe y el haber? "POl' mucho que se arguya en favor de las sociedades mutualistas, nunca los argumentos seran tan s6lidos que convenzan," Perdida Ia confianza en el mutualismo, el artesanado puso en sus ojos en el ideal cooperativo : "Las sociedades mutualistas -decia Diosdado, en 'lEI Hijo del Trabajo," el 13 de agosto de 181,6-, mas tarde 0 mas temprano tendran que adoptar el sistema cooperativo." EI artesanado creta que el tinlco medio de que podia echar mano para hacer frente al capital, era 20 el cooperativismo: "Nosotros -decia Ricardo Velati~, pobres sofiadores, con la felicidad y mejoramiento material de nuestros hermanos, no dudamos ni un momento que el sistema cooperativo de consumo les sera mas benefico que el mutualista, pues este los libra de un hospital y aquel los salva de la miseria, y 10 que es mas, de la garra venenosa del hambre y de la codicia del capital, que hoy, mas que nunca, es el mayor y mas encarnizado enemigo del trabajo." El objetivo pequefio-burguea del artesanado mexicano descubrta, ademas, en el cooperativismo, un medic muy adecuado para alejar la amenaza de Ia revoluci6n social: "Nuestras justus aspiraciones -decia Velati, en su trabajo sobre Las Asoc-iaciones Oooperatioas, que antes hemos citado--, nuestras justas aspiraciones para 10 futuro, deben irnpulsar a todos los que hoy estan asociados, para que el sistema cooperativo llegue cuanto antes a ser una verdad en nuestra patria, con tanta mas raz6n, cuanto que el capital extorsiona casi ya por completo al trabajo, sin que por nuestra parte, tcngamos con que hacer frente al capitalista, J0 c ual traera funestos resultados para toda la clase trabajadora, no tan 13610 de la capital, sino de toda Ill. nacion en general. Esto, por un lado; por el otro, tal vez una guerra social, pues obligados a trabajar por up mezquino salario, no po dremos subvenir a las necesidades del hogar. In21 dispensable es que procuremos no llegar a tal extremo, cuando nosotros mismos podemos crearnos fondos cuantiosos que nos presenten un capital propio, por medio de las grandes colectividades, pues segun nosotros, el sistema cooperativo es la tabla de salvacion del proletario." Los directores del movimiento artesano de Mexico, se entregaron con entusiasmo delirante a propagar, por todos los medios, entre las masas, la idea del cooperativismo; pero a pesar de tantos y tan prodigados esfuerzos no consiguieron que se realizara nada eteetivo, comparable siquiera COil 10 que pocos alios antes se habia conseguido con el mutualismo. La explicaci6n de este fracaso habra de buscarse, tal vez, ell la desorganizaci6n en que se hallaban envueltos los artesanos, que se traducia en una carencia casi total de medios pecuniarios para dar los prhneros pasos en una empresa que requeria gran suma de recursos, y una gran disciplina entre las filas del artesanado, a "Ia saz6n disperse 0 , euando menos, encerrado en su propio egoismo. Los titubeos con que se movia el artesanado mexicano eran nn indice de su profunda desorientaci6n. Sin embargo, bacia grandee esf'uerzos por adquirir, cuando men os, la cohesi6n necesaria para luchar con ventajas en contra de sri adversario. 22 La primer-a manifestacion de esta actitud del artesanado, la encontramos en la integracion del Circulo de Obreros (16 de septiembrede _1872). Esta instituci6il fue creada con el objeto de vigilar los intereses del trabajo y Iuchar porIa majora de las clases obreras y proletartas, (1) Con todo, si examinamos el "Reglamento Genei-al para regir el orden del trabajo en las fabricas unidas del Valle de Mexico, formado s aprobado por todos sus representantes en el salon del Gran Circulo de Obreros de :Mexico," de 20 de noviembre de 1874, descubrimos, desde luego, en In mayor parte de sus clausnlas, una mentalidad que no diferia gran cosa de la que normaba la vida ecouomica de los prlmitlvos gremios colonialcs. El Reglamcnto, esta concebido asi: "Articulo 1Q Los trabajos deben comenzar desde el momenta en que el dia nos proteja con la luz natural, y parar cuaudo el sol cumpla su carrera y las tinieblas se apoderen de su Iuz ; tiempo sefialado en que el obrero debe ir a nutrIr su entendimiento con los conocimientos que deben elevar su situaci6n, en el intervalo que deja de velar. "Articulo 29 Es obligaci6n de los obreros de cada fabrica, poner un esta blecimiento de ensefianza en distintos ramos, segtin 10 requieran las circunstancias, para que los trabajadores ocurran con pun(1) EI H1jo del Traba,io. de G de abrll .de 1879. 23 tualidad a recibir las clases nocturnas que nos exige el descubrimiento de las luces, y el deber que tiene cada uno de educar a sri familia, para el porvenir y buen exito de nuestra amada patria. "Articulo 39 Es deber forzoso de la junta die rectiva de cada sucursal, estimular a todos los trabajadores, primero a que ocurran al establecimiento de instrucci6n, todos los que necesiten de ella; segundo, exigir a todos los que tengan mas conocimientos, a que ayuden al maestro, en sus trabajos para el adelanto y cultivo de los mismos trabajadores; tercero, prohibir toda alternativa polrtica o religiosa, para evitar el desorden 0 tal vez una desgracia en el establecimiento; cum-to, proeurar que exista un fondo para eubrir los gastos que se originen en BU instrucclon ; quinto, exigir a los trabajadores, el cumplimiento d~ las obligaciones que se han impuesto en el trabajo, segtin la justicia, para que se hagan acreedores a un buen trato. "Articulo 4Q Al dirigirse un trabajador a eualqu iera de las fubrieas en solicit ud de trabajo, ticne la forzosa obligaci6n de presentarse al C. Presiderite de la Sociedad, para que en junta general, se haga una calificaci6n de las cualidades de sn persona, segtin las fraceiones siguientes: 11), por medio de nn informe que de la sociedad a que haya pertenecido, con la nota de buen 0 mal comportamiento, para evitar Jas desgracias que continuamente acontecenj. 2'l-, que se vea que es ritil, para 24 desempefiar el trabajo que sulicrta ; ;1:'<, que desde el momento en que reciba el trabajo, quede Inscrito en el registro de la sociedad, con la obligaci6n de ser util a ella; 41J, si el informe que diere fuera falso, sera aprehendido y entregado a las autoridades mas inmediatas, quedando responsable la persona que falsamente haya acreditado su conducta ; 5~, si su conducta fuere buena, la mesa directiva interpondra su influencia a quien corresponda, para que llegue a obtener el trabajo. "Articulo 5Q Este reglamento se conservara en Ia parte mas publica del local, donde se considere que los trabajadores puedan estar al tanto de los arttculos que contiene," EI Oirculo de Obreros, a poco de haber Iniciado su vida, tuvo un considerable incremento. En octubre de 1874, el mimero de asociados ascendia a 8,000 trabajadores, que en su mayor parte eran artesanos y obreros de hilados y tejidos. (Ricardo Vilati, "Las Sociedades Cooperativas," en EL OBRERO INTERNACIONAL, de 27 de octubre de 1874.) Este auge inesperado del Circnlo de Obreros determin6 a sus dirigentes a eonvocar un congreso permanente, en cuyo seno estuvieron representadas todas las agrupaciones artesanas y proletarias de la Republica. En el manifiesto publicado con motivo de la inauguraci6n del Congreso, Be sefialaban los slgutentes objetivos: 25 ".Primero. La instruccion de 108 obreros adult08 y la ensefianza y la educaci6n obligatoria de los hijos de estos. "Segundo. El establecimiento de talleres, en los que se proporcione trabajo al artesano, con in dependencia del particular y del capitalista, para ponerlo a cubierto de la miseria, auxiliarlo en sus enfermedades, ampararlo en todas sus desgracias y alejarlo de la posibilidad de que sea deudor, porque el hambre avasalla muchas veces el decoro personal. "Tercero. EI empeiio eficaz de conseguir que sean en todo tiempo una verdad para el obrero las garantias poltticas y sociales, y que el servicio militar no recaiga exclusivamente en elIos, sino que se distribuya de una manera equitativa por medio de una ley especial, entre todos los hijos de la Republica, ya sean sables 0 ignorantes, ya fueren po· bres 0 ricos. "Cuarto. EI aseguramiento 'de la mas plena Iibertad en la elecci6n de los funcionarios publicos ; la absoluta autonomia en su concienela y en su culto ; Ia defensa legal contra las exageraciones 0 desigualdades de que pudieran revestirse los im puestos, y un sistema de protecci6n ilustrada para la industria y para las artes. "Quinto. El nom bramiento de proeuradores generales de los obreros, encargados de gestionar y promover ante las autoridades federales y de los 26 ese Codlgo necesita del ap0,Y0 LIe todus las asociaciones y de todas las clases trabajadoras que aun no se organizan en sociedades especiales, Besuelto porIa Asamblea que ninguna asociaci6n pueda acreditar ante ella mas de cinco delegados, se espera POl' los que suscriben, que las Sociedades que no hayan nombrado atin sus representantes en e1 Congreso, los nombren cuanto antes, y que las que hubieren designado para representarlas a una comisi6n menor de cinco ciudadanos, Ia hagan llegar al numero citado, a fin de que todas las asociaciones tengan la misma fuerza de voz y voto en el Congreso, pues cualquiera que sea Ia cantidad de sus miembros, no por eso dejan , de signifiear 10 mismo que las otras, como entidades morales ; esa es la teoria esencial de toda federaei6n. "POl' 10 que queda expuesto, el Congreso desea que desde hoy se Ie reeonozea como centro de Ia Gran Confederaei6n de las clases trabajadoras, y que todas las Soeiedades se entiendan y relacionen con eI, para tener el prestigio y Ia fuerza de la uni6n tinica, con que podemos salvarnos." (1) EI Congreso Obrero, vivi6 una vida llena de vlclsitudes, desde ei princlplo de su organizaclou hasta que se extingui6, pOI' el afio de 1880. Era natural que asi sucediera ; sus intereses pequefioburgueses chocaban, con los capitaltstas, y no se (l) Mllnlfl('jjto del Consrreso Obrero, de 17 de Ilbrl! d<> 1576, 28 resolvia francamente por otra parte, a respaldar la causa del proletariado. Asi, por ejemplo, pugnaba por una politica proteccionista, en la que cifraba la base de su existencia, como clase social, porIa creaci6n del credito que 10 salvara de las garras de los agiotistas, porIa difusi6n de la educaci6n publica, como medio para obtener una mejor preparaeion en la lucha econ6mica, Y. por estable eel' una concordia quimerica entre el capital Y el trabajo, pOI' media dela cual pretendia conjurar los conflietos, principalmente el de las huelgas, contra las cuales fue casi siempra adverso. La vida del Congreso Obrero sefiala muy claramente la actitud de Ia pequefia burguesia frente al maquinismo, cuya siniestra amenaza hacia decir el primero de mayo de 1876, a uno de sus miembros: "Ahora 0 nunca debemos afianzar nuestros dereehos; todavia es tiempo de ser libres; mas tarde no sera posible, porque pesaran sobre nuestros hombres las cadenas de Ia esclavitud ; todavia podemos ser hombres, mas tarde seremos parias, seremos maquinas." Mientras de este modose debatia el artesanado nacional, envuelto en los mil conflictos que Ie creaban las cireunstancias de una epoca para eI adversa, por el desarrollo aeelerado que adoptaban las fuerzas productivas del eapltalismo, Burgia en el horizonte social la nueva clase del proletariado. En Mexico, como en los deuias paises de la civilizaci6n occidental, el nacimiento de esta nueva clase social, se manifesto tragicamente. Surgi6 a la vida en medio de dolor y del hambre, agobiada con la pesadumbre de todas las desgracias, flagelada por todas las infamias, y, 10 que es peor, encadenada a su propia debilidad. Conocemos la vida del campesino mexicano desde sus ma s remotos origenes, que arrancan del siglo XVI, con la instituci6n del peonaje, pues a partir de la apocaliptica DESTRUCCION DE LAS INDIABJ del apostolico Las Casas, las obras historicas han r econstruido en sus paginas, con mas 0 menos fidelidad, con colores mas 0 menos vigoresos, Ia tragedia en que se ha debatido Ia masa an6nima y callada, sobre cuyas espaldas ha pesado se· cularmeute Ia tarea de hacer producir Ia tierra para los otros. 'I'ambien conocemos el dcsenvolvimiento paulatino del artesanado, al traves de la muchedumlire de ordenanzas dictadas para perpetual' sus privilegios durante Ia epoca colonial: pero nada sabemos, pues nada se ha escrito, acerca de las circunstancias en que se r ealiz6 cl fcn6meno de la proletarizaci6n del artesanado. Pocos datos tenemos, por otra parte, para reconstruir ahora ese momenta de nuestra Historia Social y Economica, que, por mas doloroso y terrible que fue, pocas huellas documentarias dej6. Sin embargo, podemos formamos una idea de la forma como se manifesto 30 esc renomeno, echando mano de las noticiaa que tenemos acerca de las circunstancias en que vivian los obreros queretanos de Ia fabrica de "Hercules." "La fabrica "Hercules," la han convertido los sefiores Rubio, en una especie de REPUBLICA, porque ellos, y no el gobierno, son los que alli dictan leyes, las hacen obedecer, castigan a sus Infractores, juzgan a los delincuentes y criminales, pues hay que udver tir que en el punto donde esta situada esta fabrica, han -manda do los seiiores Rubio edificar tantas fincas, que ya estas forman hoy un slnntimero de calles, en cuyas fincas habitan mas de la mitad de los operarios de las fabricas, porque los dueiios de ellas les han impuesto horas tan precisas para entrar a trabajar, que no tendrian tiempo para ir y vol vel' a Queretaro, si vivieran allt, no coneediendoseles ni un minuto mas de la hora que se les fija, so pena de que, sl no entran, por ejemplo, en punto de las cinco de la manana, son despojados irremisiblemente del trabajo, validos los patrones de la escasez de recursos que Queretaro tiene, valldos de la pobreza que 10 oprime, de In miseria que 10 desgarra ; y como los operarios, no siendo del trabajo de las fabricas, no tienen otra industria 0 profesi6n de que vivir, porque todo el movimiento que el Estado tiene es el que aquellas le dan, tienen que resignarse con tan triste suerte ; tienen que vlvir, quieran 0 no, en las estrechas accesorias 0 casas que los dueflos de 31 "Hercules" han editicado en el ruisuio pun to, COIl objeto de especular con ellas el trabajo de sus operarios. "Tambien hay, como es natural, en el mismo paraje en que estan las referidas fabr.ieas, todos cnantos elementos y viveres necesitan los que alli liabltan para vivir, Ray, como si fnere una capital de primer orden, numerosas tiendas de ropa, infinitas tiendas de abarrotes y bastantes sastrerias, zapaterlas, boticas, etc., etc., con el objeto de que los trabajadores no vayan a Queretaro a comprar en sus mercados todos estos articulos; y para mas obligarseles a hacerlo asi, se les da un sinnumero . de vales, especie de papel moneda, s610 para eJ comercio de aquellas Ulbricas; en tal virtud, cuando estos desdichados operarios reciben su mezquina raya, casi entera vuelve a entrar a la caja de sus patrones, porque tienen que descontar de ella todos - los vales que redben para surtirse de viveres en las casas de comercio que les han puesto alli, tienen que descontar la renta de las casas en que viven, y, en fin, tienen que descontar semanariamente, todo cuanto necesitan para vivir, cuyo dine1'0, como ya se dijo, vuelve a la caja de los senores Rubio, pues ellos son los duefios, tambien, de todas las tiendas y mercados que existen en aquel punto; y por esta raz6n, esos operarios, siempre obligados, porque siempre estan endrogados con sua patrones, a trabajarles donde ellos quieren, a 32 la .hora que quieren y como ellos quieren, y Ios susodichos patrones mas y mas se enriquecen cada dia, y, en consecuencia, mas injustos son, mas exigentes y mas infames con los desgraclados traba- [adores, "Para probar, hasta la evidencia, que Ia U· brica "Hercules" la han convertido los senores Ru bio en una especie de Republica, como decimos mas arriba, existe alli, para vergiienza de casi todos los gobernantes de Queretaro, una numerosa y disciplinada fuerza, que no paga el gobierno, sino los duefios de la fabrica, para que solo a' ellos este subordinada, para que a s6Io eUos reconozca como jefes, fuerza que sirve no s610 para el resguardo de la fabrica, sino para guardar el orden en aquella pequefia Republica; para castigar alli al que falta a su deber, y conducirlo a la inmunda mazmorra, que tambien tienen a su disposiclon los senores nubia, para en cerrar en ella, despues de [uzgar y sentenciar e110s mlsmos, al infeliz operario." Un industrial, Carlos Ariste, pintaba de este modo Ia situaci6n de los obreros de las fabricas de algod6n del Valle de Mexico: "Trabajan ... hasta las nueve, las diez, y en algunas fabricas hasta las once de la noche. EI obrero ocupado en estas tabricas, dejando au trabajo a esas horas, teniendo que atravesar mnchas veces la regular distancia que 16 separa de 8U morada, bajo un copioso agua 33 cero, sin otra ropa que ponerse, sin otro recurso que el de secar su vestido a la lumbre, que a veces tiene que hacer el mismo la cena que 10 ha de alimental', se acuesta a las diez, las once, 0 las doce de la noche, para levantarse al dia siguiente a las cuatro de la manana a volver a sus tareas." (1) La situaci6n del obrero de la metr6poli de la Republica, se agravaba aun mas porque la demanda de brazos de las fabricas era comparativamente pequefia, Con relaci6n a la oferta tan copiosa que resultaba de la despoblacion de los campos ante el desmoronamiento del regimen de propiedad comunal de los campesinos. En efecto, los que no querian enfeudarse con los hacendados, acudian a las ciudades en busca del trabajo, y esta ola constante que invadia las ciudades, no s610 estacionaba los salarios, sino que los hacia bajar. Esfo puc de comprobarse con el siguiente parrafo, de un articulo de Ram6n Felix Delvaille, publicado en 1894, en que dice, en tono de alarma: "De los Estados de la Republica han venido a la capital gran ntime1'0 de trabajadores que han invadldo, por decirlo asi, los talleres, causando con esto un gran perjuicio a los obreros de aqui (Ia ciudad de Mexi.co), pues esta invasion repentina los ha puesto en (1)) En 1877 ya se hablaba en Mlixico de superprodueeldn, Para evl tar la, Ariste pedfa una dlsmlnuciou L'e III jornada del trcbajo en todas la s flibriclls de 10 Republica . 34 el caso de trabajar menos y malbaratar su traba[o," (1) La consolidaci6n del ca pitalismo destruy6 'la s primitivas relaciones en que se movian, dentro de Ia organizaci6n artesana, maestros y oficiales, relacioues que se caracterizaban por su armonia y cordialidad. En su lugar surgi6 un estado de perpetua Iucha entre capitalistas y asalariados. La actitud que adopt6 el asalariado mexicano en esta pugna, fue Ia de Ia huelga. Las huelgas, es cierto, datan, en Mexico, del afio de 1865, en que se advirti6 el primer brote, pcro esta tactica de lucha del proletariado fue propagandose a medida que avanzaba Ia industrializaci6n del pais y la proletarizaci6n de las rna sas, de tal modo que, cuando en 1877 llegaron a Mexico las noticias de los disturbios huelguisticos de los ferrocarrileros norteamerlcanos, el campo estaba ya suficientemente preparado para que las multitudes proletarias se excitaran con el ejemplo que Ies llegaba de allende el Bravo. En efecto, Iue precisamente entonces (1877) , cuando el mo vimiento huelguistico tuvo en :M6xico un desusado florecimiento, y el momenta en que empezaron a manifestarse de un modo claro las aspiraciones (1) Superaba tanto la oferta de t rabafo a In dsmanda, que ni In corrlente migratoria m exicana, con Bel' ten copfosa, que se Inlci6 en el te rcer tercio del BigJo XIX hacia los Elsta d.:>. U n tdoa, comigui6 elevnr 10. oalarica. 35 por conquistar unaumento en los aalarios y una rebaja en la [ornada de trabajo. No seria posible que, dentro del reducido espacio de que dieponemos, pudieramos agotar el terna del movimiento huelgutstieo mexicano, en el tercer tercio del siglo XIX. . Sin embargo, euando menos debemos caracterizarlo. La caracteristlca principal de este movimiento, la debemos buscar en el heeho de que fue di rlgido, no por los lideres obreros, que a Ia sazon aiin no surgian de entre la masa proletaria, sino por periodistas pequefio-burgueses, que desde las col umna s de sus publicaciones hacian prodigiosos esfuerzos por oriental' a los asalariados. Las causas principales de las huelgas fueron, en primer lugar, los abusos pavorosos de los patrones, que no querian despojarse de la dureza del sefior feudal, euya actitud 'todavia remedaban, y el espiritu de imitacion, que arrastraba a los direetores del movimiento social a remedar en Mexico 10 que entonces se hacia en Europa y en los Estados Unidos, adonde el proletariado se Ianzaba audazmente a la eonquista de sus derechos. En efeeto, la actitud .ment al de los dirigentes del movimiento social mexicano, no estuvo determinada exclusivamente por las condiciones economicas locales, sino tambien, y en grado muy eminente, porIa influencia que sufrieron de la literatura socialista enropea. No se ha ahondado todavia, por desgracla, en una investigaci6n bibliografica, que nos exhiba de un modo claro la filiaci6n de las corrientes intelectuales extranjeras, que en el terreno de las doctrinas economico-sociales conmovieron a la pequefia burguesia mexicana, del tercer tercio del siglo XIX·, por mas que este tema, al desarrollarse, proporcionaria Ia base para expltcar una muchedumbre de fen6menos nacionales, Sin embargo, des de luego puede afirmarse, sin temor ninguno al error, que la lectura de las obras de Proudhon, Y aun Ia de El Oapital, de Marx, no fueron ajenas a la estructuraci6n de la mentalidad de los escriteres socialistas mexicanos. Uno de los temas mas socorridos porIa literatura socialista mexicana, del 74 al 80, fue el de la revoluci6n social, y au estudio, sin duda alguna, es el mejor medio para apreciar Ia influencia que Ia literatura europea, de la epoca, ejercia entre los directores mexicanos de la cuesti6n social. "Delante de nosotros -decia un editorial de un periodico en julio de 1878, parodiando el Manijiesto Oomunista de Marx-Engels--, delante de nos otros se presenta cada dia y se va acercando mas y mas cada vez un fantasma terrible y amenazadol', que viene escoltado pOI' el hambre y los dolores, los padecimientos y las injusticias que oprimen a la familia humana, y que hay que mirar a ese ser formidable, porque es la personlficacion de 37 la ira desesperante del pueblo, es Ia encarnaciou de Ia miseria publica." (1) EI te6rico mas distinguido de la revoluclon social, fue el anarquista J ose Maria Gonzalez, asiduo lector de Proudhon. Este artesano, desde las paginas de El Hijo del Trabajo, al mismo tiempo que divulgaba y promovia el cooperativismo, esp arcia con sus articulos el espanto entre las filas burguesas. Con motive de la determinacion que tomaron los duefios de las fabric as del Valle de Mexico con los huelguistas de Queretaro, Gonzalez publico una candente requisitoria contra los rices, en que les decia : "Vosotros, los que comeis y sois ricos pOI' 10 que robais al trabajador, pronto estareis de rodillas implorando misericordia de los que hoy son vuestras victimas. Verdugos implacables : pensad bien 10 que haceis. Estais coaligados para atormentar y humillar a los obreros, creyendo ,q u e sols fuertes, y no sabeis que vuestra fuerza es ilusoria. Miserables: especulals con el trabajador ; el sudor que cae de su frente amenaza el pan que comeis ; y a pesar de eso no 10 consideraia como a hermano: vestis con lujo, ostentais ricas alhajas, paseais en elegante carruaje, teneis una numerosa servidumbre, cis divertis, os reis estrepitosamente, apurais el placer, y no os acordais que una muchedumbre de desheredados se cansa, se fatiga, se (1) La Internaelonal, de 14 de julio de 1878. 38 muere por proporclonaros todas esas comodidades. .. Que ;,no ois el eco aterrador de millones de voces de obreros norteamericanos, que ya no piden pan, sino sangre? Que ;,no comprendeia que Ia Internacional ha tenido mejor acogida en America que en Europa? Si, la Internacional (no cambleis de color, ni frunzals el eefio}, la Intemacional que es vuestro juez y que os pide cuentas del trabajo de los pobres ... Que no te culpen mafiafia -exclama, dirigiendose al trabajador-, que no te culpen manana, si haciendo a un Iado a ese fantasma que se llama gobierno, te gobiemas por ti mismo ; que no te culpen manana si, despreciando a esa meretriz que se llama Justicia, te haces [usticia por tu mano." Y para terminal', vaticina tragtcamente : "Si algtin dia, en vez de tabrlcas contemplals ruinas, en vez de telares veis cenlzas, .en vez de riquezas teneis miseria, en vez de pi sal' alfombras, pisals sangre, no pregunteis por que." La actitud de Jose Maria Gonzalez. provoc6 una reaccion vigorosa en la prensa burguesa, Ia que desde Iuego se enfrent6 con el -en forma decidida e implacable. El mismo Juvenal que domingo a domingo deleitaba con articulos literarios a los Iectores burgueses de El Monitor Republicano, abandon6 su postura para combatir al sastre iletrado que se atrevia a Ianzar aquellas pavorosas amenazas de revoluci6n social en los moment08 en que la gran burguesia empezaba a disfrn- 39 tarde los despojos de la Reforma, bajo el cobijo de la democracia, c6modo refugio ideologico para quienes recibian sus beneficios economicos, Para Juoenai Ia lueha de clases habia terminado desde el instante en que la Constitucion de 1857 "dio a I desheredado como al rico iderrticos derechos ante 1a ley, les ha Ilamado a un mismo camino, les ha hecho, no solo semejantes sino iguales, ante los ' dereehos que el pacto social acuerda a los individuos que viven en comunidad." -"Los rtcos y los pobres -agregaba JU4Jenal-, los ricos y los pobres en las reptiblicas modernas, en Ia nuestra principalmente, no forman ya Ia clase alta y la clase baja de otros tiempos, notemos bien como a nuestras costumbres no cuadra la arlstocracia, como esta palabra se recibe hasta con risa por Ia gran mayoria de Ia nacion, portodos los que saben que la aristocraeia esta en el genio, esta en Ia virtud, esta en Ia moral y Ia hon- . radez, "En eat a consecuencia -saca como conclusion Jucenal-« la rlvalidad entre el capital y el trabajo 'iiene mucha menos raz6n de ser, a la sombra de nuestras costurubres y de nuestras instttuciones, porque si las primeras han borrado odiosas diferencias, las segundas garantizan la libertad del trabajo. Nuestra Constitucion, Ia base de nuestras leyes, : COD signa .ese gran principio en BU articulo 40 5"', uno de los que mas honran Ias grandes ideas (IUC han venido preconizaudo los Iegisladores de 57." La argnmentaci6n de 'Juoeno; 110 couvencia ya a las masas oprlmidas, que para entonces habian perdido defiuitivamente la fe en la libertad precouizada por Ia democracia. ": Puede haber, en general Iibertad -se preguntaba La Oomuna, en un articulo an6nimo publicado el 24 de septiembre de 187G--, 110S recuerdan que "el respeto al derecho pendeucia, ell el hombre que se halla bajo la presion de la pobreza ? l La puede huber en el hombre que en todas las horus del dia se presenta a su hnaglnaclon Ia desesperante contemplaci6n de ' que hal;a "para comer, 0 para dar de comer a 'su familia, siht tiene? El pesimismo de .las masas era, a la saz6n, espantoso, como que ya. 110 creia slquiera en el Cl:Cdo liberal, pOl' . cuyo tt-iunfo habia luchado con tanto heroismo : "Siempl'e los ricos Y los adnladores' -decia El Hijo' ~et i'rab.ajo~ ~ 15 ~e mayo de 1876 -nos recuerdan que "el respeto al derecho ajeno es la paz," y nosotros preguntamos: t. quien respeta nuestros derechos?, llos tenemos por ventura? ;. Doude estan nuestros derechos como ciudadanos, donde estrin como obreros, donde como hombres, pues hasta los derechos naturales nos han quitado? 41 , La Reforma uiisma ;, que signifieaba ya por entonees para las masas oprimidas? EI engaiio mas infame. J. ~Iuiiuzuri, en septiembre de 76, de cia, refiriendose a los trabajadores: "Recufuodese y tengase en cuenta que esta- parte importante de la sociedad, en Ia lucha de Ia libertad contra Ia tirania, de Ia opresi6n contra el derecho, y de Ia intervenci6n en defensa de Ia independencia, ha olvidado su hogar, sus hijos, madre y esposa, pOI' defender Ia tierra en que nacio, y adonde no tiene como propiedad ni una vara de terreno en que se le sepulte manana." Los te6ricos de la Revoluci6n Social, por muy claramente que. expresaran sus ideas y sefialaran los objetivos de luella, no conseguian conmover a las masas proletarias. Era Inutil que estas engrosaran sus filas cada dia mas y mas con Ia panperizaci6n del artesanado de las ciudadss y con el despojo de los campeslnos. Su incremento rapldo, no obstante que contribuia a darles una cenclencia de elase cada vez .mas clara, de poco servia para que realizaran una acci6n eficaz en favor ·de sus propios intereses.Sucedia que Ia propagaci6n del proletariado en medlo de la generalizaci6n de la miseria de las masas, estaba aparejada con el fortalecimiento in contrastable de la burgueeia, aduefiada del poder publico. La integraci6n definitiva de la dictadura por firiana, por el 84 ~primera reelecci6n-, ahog6 42 nor Ia fuerza la fuente de las inquietudes sociales con Ia persecuci6n de los periodicos socialistas. Las masas asalariadas, ya sin guias te6rieos pequefio-burgueses que las orientaran en Ia Iucha contra el capitalismo, se vieron abandonadas a sus propios re cursos, que al principio fueron pequeflos, perc que poco a poeo fueron multtplicandose a medida que Ia clase numericamente se multiplieaba eon la difusi6n de Ia tecnica industrial. Asi, hubo un momento -principios del siglo XX-. en que Ia masa proletaria pudo ya enfrentarse, por si misma, respaldada en su propia fuerza, al ca pitalismo. Esta actitud -huelgas de Cananea y Rio Blanco-, es el primer paso que di6 el proletariado mexicano hacia la conquista de sus dereehos y el primer anuncio de que la quimera de Ia Revoluci6n Social. seria con el tiempo una realidad. 43 Tallerea Crafieo. de 18 N acion. BiblioteGa oel Obrero yGampesino " NUMEROS rUBlIGf\DOS ": ·~ 'l. :i'.Mt!-~x,,, por Jose Mancisidor. :.1...._. ~ "La Huelga de Rio Blanco," por German y Armando List Arzubide, 3 "Lo que Marx quiso decir" (EI Proletariado) , por G. D. Oole. 4 "Como se organiza y funciona un Sindicato," por Mario Pavon Flores. 5 "Zapata," por German List Arzubide. 6 "La edad de Ia maquina," por Hendrik Van Loon. 7 ""La rebelion sindicalista," trand "R u ssell. por Ber- 8 " P r a xed is Guerrero," por E. Barreiro Tablada. 9 " D iez Corridos Mexicanos." ( Not a s de Hector Perez Martmez.) 10 " P l'eh ist oria del S oc ia l ismo en xi co." pOI' Ln is Ch ri vez Orozco. )[e-