Las voces del campo - Universidad del Norte

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U R Í D I C A
J
C T U A L I D A D
Las voces del campo
disparos, todas las noches. La gente no tenía vida
tranquila
Orlando de la Hoz*
Mi caso de desplazamiento fue en 1996; tenía a
mi esposa embarazada; cuando salgo de allá salgo con mi hijo de 1 año y el otro de 2 meses. Actualmente tengo 6 hijos. Uno de ellos, que nació
dentro de la violencia, tiene 16 años; todavía tiene
ciertos problemas; usted habla con él y parece que
no estuviera hablando con él. La salida mía sucedió
realmente en el 99; en el 96 empezaron a bajar la
gente, pero nosotros aún nos sentíamos tranquilos, no nos habían dicho nada. En el 99 llegaron a
mi casa y me dijeron: “Bueno, compañero, a ustedes les toca esta semana”. No tenemos claro qué
grupo fue, porque en ese instante todo el mundo vestía igual; entonces ahí no se sabe quién es:
si fueron ejército, guerrilla o lo que sea. Lo único
que nos dijeron fue que nos daban 24 horas para
que nadie estuviera en la zona. Imagínese, salir
nosotros sin ningún destino. Nadie se atrevía a ir
a las autoridades, porque uno no sabía con quién
hablaba. Lo que sí es que en ese momento nadie
sabía quiénes eran: si eran guerrilla, paramilitares
o ejército. Porque si en este instante, pasan frente
a su casa 50 hombres armados, usted lo único que
ve son las armas.
A
A
continuación se presentará apartes de
una entrevista llevada a cabo en las instalaciones de la Universidad del Norte. La
misma tiene como protagonistas a dos
campesinos de la región de los Montes de María.
Lo que empezó como una entrevista sobre víctimas terminó en mucho más que eso. Por razones
de seguridad, las identidades de los entrevistados
se mantendrán en reserva y nos referiremos a ellos
por nombres ficticios. A continuación se ofrecen
algunos fragmentos:
Empecemos por el inicio. ¿Cuál fue el origen del desplazamiento?
RICARDO: Yo no sufrí el desplazamiento, mi actividad surge porque mi esposa fue desplazada; ella
solía tener otro esposo, al cual lo mataron en el 91;
de mi relación con ella surge el hecho de que yo
esté aquí apoyando esta causa. Siempre he dejado
claro que todo aquello yo no lo viví; en ese entonces me hallaba yo residenciado en la ciudad de Barranquilla. La conocí en el 94, una vez me traslade
a María la Baja. Para el año de 1998 la ONG Corporación Desarrollo solidario nos ofrece un terreno en donde nos acomodamos la comunidad, sin
embargo, quiero dejar claro que no tuvo nada que
ver en este proceso el Estado; todo esto fue trámite
únicamente de la ONG.
DAVID: La época más fuerte fue de 1990, hasta el
2002, fue una ola muy fuerte. Del 91 al 94 hubo
un momento pesado, luego hubo un pare por un
año; luego en el 95 empiezan los enfrentamientos,
hubo entonces varios grupos que empezaron a
entregarse. Es en el 97 donde empiezan los desplazamientos de verdad verdad, bajan las familias
de Montes de María, todos los días, asesinatos,
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* Estudiante de sexto semestre de Derecho de la Universidad del
Norte (Barranquilla, Colombia). odelahoz@gmail.com
Fue algo muy cruel; usted veía hombres armados
y no podía preguntar quiénes eran, porque eran
ellos quienes tenían las armas; teníamos era que
obedecer; nos decían: “Váyanse para la casa”, y
teníamos que irnos. Lo que aparecían eran campesinos asesinados. Los que amanecían asesinados
a veces les dejaban una lista engrapada en su cuerpo, o en su camisa, con los nombres de las personas que debían abandonar la zona; fue algo muy
fuerte. No ha sido fácil la restitución de tierras en
Montes de María.
Viendo todo esto, ¿puede contarnos acerca de los efectos que todo este proceso ha
conllevado? Más allá de solo las tierras, seguramente ha habido problemas en la familia y demás
DAVID: Claro que hubieron problemas; cuando
usted tiene una familia muy unida dentro de una
comunidad o una vereda, cuando llegamos a un
pueblo como Soledad, los niños tienen otro origen,
ya usted no puede gobernar a la familia; primero
porque usted no tiene cómo sostenerla; segundo,
los problemas que se dan dentro del hogar, enfrentamientos con la mujer y los hijos.
En mi caso, tenía 6 hijos; fue algo muy fuerte, y
todavía lo sigue siendo. No tengo ninguna protección de trabajo, entonces andábamos pendientes a
cualquier cosa que nos rasguñábamos para mantener la alimentación. No teníamos cómo capacitar
a los niños como queríamos, ni para alimentarlos
como se debía. Es difícil para nosotros incluso estar aquí en esta entrevista y no poder dejar nada
para la casa. A veces si se desayuna no se almuerza, y si se almuerza no se cena. En nuestras tierras
teníamos todo; nuestra alimentación la teníamos
segura; tener que trabajar para comprar la comida
es una cosa diferente. Teníamos cultivos, animales,
de los cuales cogíamos para nuestra alimentación
y vendíamos un poquito. Vendíamos yuca, ñame,
maíz, ahuyama, plátano, gallinas. En cambio, acá
tener que comprarlo todo, desde agua. Es algo que
a nosotros nos limita. Nosotros en el campo podíamos comer tres veces al día; acá no es así. Hay
veces que nos toca desayunar a las 11 para que nos
sirva de almuerzo, y luego por la tarde comernos
el poquito de arroz. Estamos en estos momentos
recolectando unas memorias que ojalá podamos
traérselas para que vean cómo era la vida en el
campo; nosotros nos sentábamos afuera en el patio a ver los luceros, las estrellas; esas costumbres
de nuestros abuelos se han perdido. Como nos decían nuestros abuelos: “oiga que está cantando la
suiri”, es decir, que es tal hora, y coja usted un reloj
para que vea. Nos decían: “Mañana hay que trabajar temprano porque va a soplar una tempestad”;
esto que los noticieros están diciendo ellos ya lo
sabían; nos decían que este año hay que picar el
monte en enero porque en marzo viene agua, y era
efectivo, marcaban el tiempo. Todo esta tradición
se ha perdido; y aunque nosotros guardamos un
poquito, no hemos podido metérselas a los hijos
nuestros porque no estamos allá, están en la tecnología, y con un televisor por delante, qué van a
ponerse a ver las estrellas. Por ejemplo, cuando se
ponía una nube como una palma era porque había
muerto una muchacha señorita, así nos decían los
abuelos nuestros; cuando eran las 12 de la noche,
que nadie sabe qué hora era porque nadie tenía
como, nos decían cuando este lucero esta acá es
porque son las 12, y efectivamente. Hoy día la tecnología ha hecho que las muchachas se han dejado
hacer lo que se dé su gana; eso antes no era así;
eso ahora hay que hacerle una prueba; eso antes
no aceptaba pruebas, sino desde su misma casa se
decía que ella estaba embarazada, no engañaba a
sus padres. En esos tiempos se decía, y enseguida
se le decía al muchacho: “Si usted usó de ella fue
porque la necesitaba, entonces se la lleva. Y si usted quiere trabaja con nosotros”; entonces había
como una integración. Entonces, nosotros queremos que eso se trate de recuperar, porque es eso
lo que el campesino ha perdido, además de sus tierras, y todo esto lo ha roto es la violencia.
RICARDO: Yo comparto toda su opinión; yo soy
mayor que él, entonces puedo dar fe de lo bonito
que era el campo en ese entonces. En este mundo
la tecnología ha promovido esta corrupción en los
jóvenes. La patrocina, y la generación actual camina al lado de la tecnología; es un mundo muy
diferente el de ahora al de 40 o 45 años atrás. Y
todas las historias que dice el yo las confirmo. Anteriormente, antes que llegara el mes de enero, mis
abuelos recogían 12 checas, o tapas de botellas de
ron, y las enumeraban con cada mes a cada una, y
les echaban una tierra pesada y las dejaban ahí. Al
día siguiente levantaban las tapas y decían: “Este
mes sale veranoso; este sale con mucha lluvia”, y
así sabían qué sembrar en cada mes; y todo eso salía verídico. Sin embargo, no significa que sea solo
el desplazamiento que contribuya a la pérdida de
todo esto que hemos hablado, sino la tecnología,
que en el afán del hombre en hacer el mundo más
pequeño, se hace daño a sí mismo.
Todo lo que él dijo y lo confirmo, todo se daba con
un orden, con una consideración y con un respeto:
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de hijo a padre, de padre a hijo, de esposo a esposa, cosa que ahora ya no se ve.
¿Cómo era la vida en el campo? ¿Qué tan
distinta es de su situación actual?
A
DAVID: Nosotros todo lo teníamos en el campo,
plantaciones de todo, y animales. Encontrándonos
hoy en día desplazados, ya no tenemos cómo. Antes cazábamos animales para el sustento familiar,
cosas que estaban en el hábitat; todo lo teníamos
en el campo.
Lo que pasa ahora es que los campesinos nos encontramos en un hábitat que no podemos desarrollar como estábamos. Y los pedacitos de tierra
que nos dan son muy pocos para cultivar todo lo
que cultivábamos. Ahora, tampoco podemos
enseñar a nuestros niños, porque ya se fueron al
pueblo por el desplazamiento; con la tecnología,
ya ellos no quieren saber de esa vida, que era lo
mejor que había, ellos creen que la tecnología
puede brindarles todo lo que ellos necesitan, pero
no es así. A mí me dicen de cambiar el campo por
la ciudad, y yo digo que no, porque yo no voy a
comer de tecnología, yo voy es a comer del
campo, y de ahí puedo ven-der a la ciudad, que
era lo que hacíamos.
RICARDO: Yo voy a aclararte un punto acá acerca
de lo que es el campesino en su trabajo. Lamentablemente, algunas personas, toman su condición
de desplazados para decir que están abatidos,
mientras otras han podido adaptarse, y han socializado y sacado un poco adelante su situación.
A veces, la comunidad no empuja, no anima, solo
se quedan en lo malo, sin intentar mejorar su situación.
¿Cómo se maneja su comunidad? No debe
ser una situación fácil de sobrellevar cuando hay que tener en cuenta a tantas personas
DAVID: Es que hay personas que han salido del
campo y se han sentido como menos que otras
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personas; empiezan a decir que: “No, lo mío está
es allá en el campo, yo no sirvo para esto, yo cojo
mucha rabia”, y no dialogan.
La idea es no quedarnos en el pasado, sino vivir e
intentar solucionar en el presente, porque si no podemos volver a nuestra situación pasada, tenemos
que vivir el presente.
Que nos devuelvan a la situación pasada o nos reubiquen, pero que nos digan: “Bueno, ustedes van a
quedar aquí y ya de aquí nadie los va a sacar”.
También queremos dejar de lado la agresividad de
la sociedad, dejemos atrás la violencia y las peleas,
cosa que mucho daño nos hace.
RICARDO: Es que el tejido social está roto. Son muchos factores: primero es el factor dinero, lo otro
el poco entendimiento, y lo final el poco interés.
El Gobierno está obligado a reconocer mi interés
desde Bogotá hasta donde sea, pero eso no ha sido
así.
Ahora quisiera preguntarles sobre su percepción acerca de las instituciones del Estado. ¿Cuál es su opinión sobre ellas?
RICARDO: Primeramente, en cuanto a lo que es reparación, no se puede hablar de que ninguna comunidad, ni pueblo, ni asentamiento aún ha sido
reparada por la vía administrativa. Entonces la Ley
1448 para nosotros no es una ley ni que nos favorece ni que nos hace un lado, porque esa ley aún
no se ha podido ejecutar; estamos a la expectativa
de ver cómo empieza a funcionar, pero en estos
momentos ni nos quita ni nos da.
Para mí entonces, es una expectativa y además,
una familia que haya perdidos dos o tres seres,
¿con que plata le van a pagar eso?
Por ejemplo, yo podría pedir que me pagaran a mí
la muerte de mi hermano, y podría con esa plata,
por ejemplo, financiar lo que iba a ser la crianza de
sus hijos. Pero que yo compré una libra de arroz, y
sepa que estoy comiendo de la muerte de mi hermano; no, no sería capaz.
DAVID: Es una ley que ha hecho muchas llamadas,
porque la idea ha sido que las negociaciones se
puedan dar de forma individual. Sin embargo, hemos hablado con varias personas y nos dicen es
eso: “No, a mí me llamaron, y ahí estamos”, y más
nada; todos están a la espera.
Pero nosotros no queríamos que esta reparación se
diera individual, sino que nosotros pudiéramos discutirlas y establecer qué zona nos iban a restablecer. En las reparticiones de los dineros también se
presentan problemas, con familiares que se niegan
a entregarlos, robos que ocurren entre los mismos
familiares.
Sin embargo, lo que está es lo que está, y nos vamos con la Ley 1448, que nos favorece un poco,
aunque no totalmente como debiera.
Para concluir, quisiera preguntarles a ustedes, protagonistas del problema, ¿qué tendría que hacer el Estado para que se sientan
reparados? Eso sí, suponiendo que la misma es posible
RICARDO: En el alcanzar eso está esperar los resultados del proceso; ahora, si en estos momentos
David fuera el presidente Santos y yo tuviera que
decirle qué tiene que hacer para que un campesino se sienta reparado, yo le diría primeramente: mi
vivienda; segundo tierra o empleo; tercero, que si
yo voy para el campo nos den una porción y una
dotación de herramientas con las que yo me pueda
sentir tranquilo en que voy a poder trabajar la tierra de la mejor manera.
Si estas cosas no se dan, no se podría hablar acerca
de reparación.
DAVID: Yo les diría: “Ombe, no me den plata”, que
me den tierras donde yo trabajar. Que me dé el anzuelo con el que yo pueda pescar, no que me dé el
pescado. La plata se va, las tierras no. Porque no es
pensar en lo que hay sino en lo que viene.
Estoy también de acuerdo con el compañero: que
me den algo para poder producir y poder trabajar
mi tierra de la mejor manera. Para así poder retornar al campo, que fue el que nos mantuvo vivos
todo este tiempo.
La historia es que me enseñen a trabajar, que me
capaciten, no que me den 200.000 pesos; todo esto,
claro, si es que ya no puedo volver al monte, porque
esa es mi primera opción. Si ya me dicen que me
toca quedarme en el pueblo y retornar al campo es
imposible, al menos capacíteme y enséñeme a hacer algo para poder trabajar. Ahora, tampoco estoy
de acuerdo en que un campesino de los Montes de
María le vaya a restituir en el Catatumbo; eso no va
a servir de nada, va a ser una víctima más. Cómo se
sentiría un campesino así, lejos de su familia y desplazado; no va a ser sino una víctima más.
RICARDO: La gente cree que a veces la reparación
en dinero es igual, y que esto reemplaza la tierra en
el caso en que no puedan dármela. No, eso nunca
es igual.
DAVID: Si a mí el Estado me dice aquí te tenemos
100 millones de pesos o 20 hectáreas de tierra, yo
cojo la tierra, así sea que me toque trabajarla a mí
solo, pero cojo la tierra. ¿Por qué? Porque ahí está.
Eso yo no me lo voy a comer de la noche a la mañana. Yo sé que la plata no va a parir. A mi papá
le hacían ofertas por sus tierras, y él decía que si
yo decía que sí, con mucho gusto; nosotros somos
varios hermanos. Pero siempre le dije que mientras
a mis hermanos yo los pueda gobernar, esas tierras
no se vendían. Si las hubiésemos vendido, ¿que tuviéramos ahora? Na’, ahora no tuviéramos na’. Y
todos conocemos que el campesino que no tiene
na’, no vale na’. Todos estamos entre 3 opciones:
primero que todo, el agro, si no se puede el agro,
pues una vivienda, y sino pues…
RICARDO: ¡Lo que a ellos les dé su gana!
DAVID: (risas). Así es, lo que ellos les dé su gana, y
ver cómo nos podemos amparar.
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