SAGRADA BIBLIA VERSIÓN DIRECTA DE LAS LENGUAS ORIGINALES POR E L O Í N O N Á C A R FUSTER (t) CANÓNIGO LECTORAL DE LA S. I . C. DE SALAMANCA Y A L B E R T O C O L U N G A , O . P. PROFESOR DE SAGRADA ESCRITURA EN EL CONVENTO DE SAN ESTEBAN Y EN LA PONTIFICIA U N I V E R S I D A D DE SALAMANCA PRÓLOGO DK S. JCMCIA, RVDMA. El* CARDENAL GAETANO ANTIGUO N U N C I O DE S U UNDÉCIMA BIBLIOTECA CICOGNANI SANTIDAD EN ESPAÑA EDICIÓN DE AUTORES MADRID . MCMLXI CRISTIANOS Í N D I C E G E N E R A L NihU obstat: Pr. E. Cuervo, O. P . , Bac. S. Theol. l'r, K. ilt> Tuya, O. P . , S. Theol. Lect. Imprimí potes!: l'r. A. l'i-rnandez, O. P. Prior Provincialis. NIMl obstat: Imprimatur: Dr. Iv. Turrado, Censor. t Fr. Franciscus, ü . P., Epise. Salmant. Saloianticae, 30 octobris 1960. Págs. Prólogo de S. Bmcia. Rvdtna. el Card. Gaetano Cicognani, antiguo Nuncio de S. S. en España ix Encíclica «Divino afilante Spiritu», de S. S. Pío X I I xxm Prólogo de los traductores : A la i. a edición xxxix A la 2. a y 3. a edición xu A la 4. a , 5. a , 6. a , 7. a , 8. a , 9. a , io.» y 11. a edición xuv Consejos de San Agustín a los lectores de la Sagrada Escritura ... xuv Siglas xuv Introducción general a los libros de la Sagrada Escritura 1 Introducción especial a los libros históricos 12 ANTIGUO Begistro núm. 5.786-1960 Depósito legal M 4.180-1961 Pentateuco Génesis Éxodo I/evítico Números Deuteronomio Josué Jueces Rut Samuel I Samuel II Samuel Reyes I Reyes II Reyes Paralipómenos o Crónicas I Crónicas II Crónicas Esdras y Nehemías Esdras Nehemías Tobías Judit TESTAMENTO 20 24 84 131 161 201 238 262 286 290 291 322 348 349 384 414 415 439 469 470 480 493 503 ÍNDICE GENERAL VI VII PÍÍS. Ester I Macabeos I I Macabeos Libros sapienciales Job Salmos Proverbios Eclesiastés Bl Cantar de los Cantares Sabiduría Eclesiástico I/ibros proféticos Isaías Jeremías I/amentaciones Barnc Ezequie1. Daniel Oseas Joel Amos Aibdías Jonás Miqueas Nahurn Habacuc Sofonías Aigeo Zacarías Malaquías NUEVO .' , _. 516 527 556 576 578 601 67a 694 702 711 727 767 772 819 869 874 881 926 946 952 956 961 962 964 969 971 973 975 977 985 TESTAMENTO Introducción general al Nuevo Testamento Introducción general a los Evangelios San Mateo San Marcos San i/ucas San Juan Hechos de los Apóstoles Epístolas de San Pablo A los Romanos I a los Corintios I I a los Corintios ¡. 989 999 1000 1041 1063 1103 1136 1167 1170 1185 1199 ÍNDICE GENERAL Págs. A los Gálatas Epístolas de la cautividad A los Efesios A los Filipenses A los Colosenses Epístolas a los Tesalonicenses I a los Tesalonicenses I I a los Tesalonicenses Epístolas pastorales I a Timoteo II a Timoteo A Tito A Filemón A los Hebreos Santiago Epístolas de San Pedro I de San Pedro II de San Pedro Epístolas de San Juan I de San Juan II de San Juan III de San Juan San Judas Apocalipsis índice bíblico doctrinal Mapas 1207 1213, 1214 1219 1223 1227 1228 1231 1232 1233 1237 1240 1241 1242 1253 1257 1258 1261 1264 1265 1268 1269 1269 1271 1296 1333 577 SAPIENCIALES En los Proverbios y el Eclesiástico, los sabios de Israel nos han dejado el fruto de sus meditaciones, que nos enseñan a gobernarnos según la voluntad de Dios. Finalmente, el Cantar de los Cantares es obra de sabiduría por su exquisita forma poética y por su pensamiento, que es la idea mesiánica, contenida en los profetas y expuesta en una serie de cantos que giran en torno de una imagen también profética, la del matrimonio, aplicada a las relaciones de Dios con su pueblo. 4. Como de lo dicho se colige, el principio de la sabiduría de Israel, más que su ingenio, es la revelación divina. Por eso debieran colocarse los libros sapienciales después de los profetas. A la luz de las enseñanzas de éstos meditaban los sabios sobre la naturaleza y sobre la vida de los hombres, y de aquí se levantaban a escudriñar los misterios de la sabiduría divina. A esta consideración, que pudiéramos llamar teológica, de la naturaleza creada y de la providencia y misterios divinos, basada en la Ley y los Profetas y en la historia de Israel, se añadía en los sabios que escribieron los libros sagrados la iluminación del Espíritu Santo, que, al mismo tiempo que elevaba su mente, daba valor a sus enseñanzas. 5. Decíamos que el arte de la poesía era una de las manifestaciones de la sabiduría hebrea. Porque es de saber que existe en la Biblia hebrea un arte poético. San Jerónimo y algunos antiguos asimilaron el verso hebreo al griego y al latino. Era, sin duda, una equivocación. Pero los esfuerzos hasta ahora realizados para definir la naturaleza del verso hebreo sólo han dado de sí una multitud de opiniones, que muestran en su misma multitud la dificultad del asunto y la imposibilidad de llegar hasta ahora a conclusiones ciertas. Una cosa es clara: que además de ese artificio poético, el ritmo tónico, hay en la poesía hebrea un ritmo lógico del pensamiento, que se ha llamado paralelismo de los miembros. A una línea o verso se añade otro que expresa el mismo pensamiento (paralelismo sinónimo), o un pensamiento que desarrolla y completa el primero (paralelismo sintético), o un pensamiento contrapuesto al primero (paralelismo antitético), Véanse los siguientes ejemplos: LIBROS SAPIENCIALES i. Tenemos que empezar por explicar lo que es la sabiduría para los hebreos. No es, como para Aristóteles, la ciencia de las últimas causas, sino cierta agudeza y prontitud de ingenio para hallar una salida en casos apurados. Tal era la sabiduría de la mujer de Tecua (2 Sam 14,2 ss.), de la mujer de Abel (ibid. 20,16 ss.) y la de Salomón (1 Re 3,12 ss.). Análoga a ésta es la agudeza para hallar solución a los enigmas y acertijos de que tanto gustaban los orientales. Véase en Jue 14,10 ss. el enigma de Sansón a los filisteos, y en 1 Re 10,3 ss. los de Salomón y la reina de Soba. 2. Extiéndese esta sabiduría a la observación de la naturaleza, de los instintos de los animales, del obrar del hombre, para sacar de todo esto enseñanzas útiles a la dirección de la vida humana; pues Dios, al crear las cosas, derramó en ellas los ricos tesoros de su sabiduría. Pero más que en la naturaleza, depositó Dios su sabiduría en la Ley, que, al decir de Moisés, viene a ser para los israelitas la sabiduría y la inteligencia que los haga célebres entre todos los pueblos (Dt 4,6 ss.). Apoyados en este doble principio, los sabios de Israel se levantan al conocimiento de aquella sabiduría que asistió a Dios en la creación del mundo y que se derramó en las cosas creadas, sobre todo en el hombre. Otra forma más modesta de sabiduría era el ingenio artístico para ejecutar obras de orfebrería, para componer poesías y para cantarlas con acompañamiento de instrumentos. Todas estas manifestaciones de la sabiduría, así como podían ser naturales o adquiridas, así también pueden ser infundidas por Dios, como se dice de José, Salomón y Daniel. 3. Conforme a esto, los sabios de Israel nos han dejado libros, como el de Job, el Eclesiastés y la Sabiduría, en que se debate el grave problema del proceder de Dios con los justos y los impíos. En el Salterio nos han legado una riquísima colección de cantos, los cuales, en artística forma, exponen los misterios de Dios reflejados en la naturaleza, su providencia con Israel, la que guarda con los justos y los malvados, etc. No prevalecerán los impíos en el juicio, Ni los pecadores en la congregación de los justos (Sal 1,5). Bienaventurado el varón que no anda en consejo de impíos, Ni camina por las sendas de los pecadores, Ni se sienta en compañía de malvados (Sal 1,1). Siéntate a mi diestra, En tanto que pongo a tus enemigos Por escabel de tus pies (Sal 110,1). Extenderá Y ave desde Sión tu poderoso cetro: «Domina en medio de tus enemigos» (Sal 110,2). Una respuesta blanda calma la ira, Una respuesta áspera la enciende. La boca del sabio hace amable la sabiduría. La del necio sólo profiere sandeces (Prov 15,1-2). 6. Estos versos paralelos se agrupan con frecuencia formando estrofas. El número de los versos de cada estrofa puede variar hasta en un mismo poema. La distinción de las estrofas supone, por lo general, un nuevo aspecto del tema que el poema desarrolla. Mas este principio no suele ser en la práctica norma segura para distinguir las estrofas. Lo es el alfabetismo de algunos salmos (g-10.111.112), de las Lamentaciones, del cántico de Habacuc, etc., o algún refrán, verso o estrofa intercalada que al fin de cada estrofa se repite, verbigracia, salmos 42-43, y el signo sela, que se halla con frecuencia en los salmos, aunque muchas veces fuera de lugar. Nótase también, a veces, la asonancia de las palabras y la repetición regular de ciertos vocablos o expresiones, y otros artificios literarios que muestran el ingenio de los poetas y su propósito de embellecer con ellos sus poemas. 7. Es muy digno de notar que no son sólo los libros sapienciales los que están escritos en forma métrica: son numerosísimas las partes de otros libros, sobre todo los proféticos, que nos ofrecen la misma forma y emplean idéntico lenguaje. Isaías habla Nácar-Colunga 18 JOB 578 casi siempre en verso; en Jeremías y Ezequiel abunda también la forma poética; y los oráculos de Joel, Nahum y Habacuc son modelos maravillosos de poesía. La literatura eclesiástica nos ofrece un ejemplo análogo, que conviene advertir. San Efrén, en su lengua siriaca, compuso infinidad de sermones y tratados en forma poética, que luego enseñaba al pueblo para que los cantase. Por este medio le adoctrinaba en los dogmas de la fe y en las normas de la vida cristiana. De igual modo los profetas componían en verso sus oráculos para que mejor corriesen entre el pueblo. 8. Son siete los libros comprendidos en esta categoría de sapienciales: Job, los Salmos, los Proverbios, el Eclesiastés, el Cantar de los Cantares, la Sabiduría y el Eclesiástico. Algunos apócrifos de la última época del judaismo podrían servirnos también para estudiar este género literario. J O B i . Se discute en el libro de Job una cuestión que hallamos muchas veces planteada, o por lo menos indicada, en el Antiguo Testamento, y que es el tormento de todos los ingenios de la literatura sagrada precristiana: el problema del infortunio del justo. La Escritura repite muchas veces, como un axioma, que Dios da a cada uno según sus obras. Todos aceptamos este principio, que es de elemental justicia, como la cosa más natural, porque responde enteramente a los sentimientos de equidad impresos en el corazón del hombre. Pero cuando se miran las cosas de tejas abajo parece que tal principio flaquea no pocas veces, pues se ven justos en la miseria e impíos en la prosperidad. Y al flaquear el principio es como si la misma justicia divina se tambalease, viniendo a poner a dura prueba la fe de los creyentes en Dios. Los Salmos nos ofrecen con frecuencia el cuadro desgarrador que se desarrolla en el corazón de los fieles; y es, a nuestro juicio, la mejor prueba de su gran fe el verlos sobreponerse a esta tentación en medio de la obscuridad en que vivían respecto a las sanciones de la vida futura. Ni es este problema sólo del pueblo hebreo. La literatura caldea nos presenta una lamentación del justo que expresa ante sus dioses sentimientos análogos a los del salmista. El autor de nuestro libro quiso estudiar el problema con toda la amplitud que el estado de la revelación en su tiempo le permitía; y para ello acudió a este personaje, Job, que, a juzgar por la mención de Ezequiel (14,14), había pasado a la posteridad como modelo de justicia y de paciencia. 2. El libro consta de tres partes: un prólogo (1 -2) y un epílogo en prosa (42,7-16), y el cuerpo de la obra en verso. El prólogo nos da a conocer las pruebas a que Job fue sometido por Dios y los motivos por que a ellas le sometió. Sigue luego la disputa. Tres amigos de Job, al saber las calamidades que de repente habían caído sobre él, vienen a visitarle y a condolerse con su amigo. Al verle sentado en la ceniza, rayéndose con un tejón, la estupefacción se apodera de ellos, y por espacio de siete días y siete noches se están mirando sin hablar palabra. Al fin prorrumpe Job en un monólogo (3), en que expresa la grandeza de su dolor. Sus palabras parecen una amplificación de las que en caso análogo profirió Jeremías (20,14 ss.). Esta queja de Job es la señal de ataque por parte de los amigos. Los que habían venido a consolarle se convierten en acusadores, aunque con la sana intención de reducirle a penitencia. No tienen prueba alguna concreta de la culpabilidad de Job, pero les basta verle de aquel modo herido de Dios. Era ésta una prueba que no admitía réplica, a menos de negar la justicia divina. Por espacio de once capítulos van los tres amigos repitiendo en variadas formas el mismo argumento, y Job respondiendo a cada uno (4-14). No contentos con esto, vuelven todavía a la carga y consumen un segundo turno, respondiendo Job a cada réplica (i$-2i). Todavía insisten con una réplica los amigos. Job les responde (22-31). Antes de esta respuesta se intercala un elogio de la Sabiduría que parece desprenderse del resto, pues no sabemos siquiera en boca de quién se pone (28). Los tres amigos desisten por fin de acusar a Job al ver cómo él persiste en declararse justo. Entonces aparece un cuarto acusador, que, irritado, ataca a Job y a los tres amigos. Empieza en un tono ampuloso, expo- JOB 1 579 niendo la doctrina de que los castigos impuestos por Dios tienen un valor educativo. Es la nueva idea que nos aporta Eliú—así se llama el nuevo orador—en los cuatro discursos que pronuncia, sin que el acusado profiera una palabra de respuesta (32-3 7). 3. Finalmente, del seno de la tempestad, como en otro tiempo en el Sinaí, se aparece el Señor, que hace oir su voz (38-1-42,6). El lector creerá que viene como maestro soberano a definir la cuestión, poniendo en claro el valor de los argumentos con tanta insistencia repetidos. Pero no es así, porque el Señor, dirigiéndose a Job, intenta aplanarle con la descripción de las obras en que se descubre la grandeza de su poder y de su sabiduría, para que Job entienda que los juicios de Dios son inescrutables. Y así termina el cuerpo de la obra. En el epílogo, Dios se muestra irritado contra los tres amigos por no haber hablado según verdad, como su siervo Job, y les manda ofrecer un sacrificio de siete toros y siete carneros y que Job ore por ellos. Y termina el epílogo diciendo que Job recibió la salud, y los bienes que antes poseía se le duplicaron; que vivió ciento cuarenta años y murió harto de días. 4. Del autor del libro nada podemos decir sino que era un altísimo poeta. De su época algo nos indica la comparación con Jeremías y con algunos salmos en que se expone el mismo problema. El libro de Job sería posterior a estos otros escritos, del tiempo, por tanto, de la cautividad o inmediatamente posterior a ella. CTTTVr A P T O Prólogo histórico f i - 2 j . Primer debate entre Job y sus amiOUlVlü.-rU-V; (yl4)_ Segundo debate (15-21). Tercer debate (22-31). gQS Intervención de Eliú (32-37). Aparición de Dios (38,1-42,6). Epílogo (42.7-16). J o b , v a r ó n r e c t o y justo 1 Había en tierra de Hus un varón llamado Job, hombre recto y justo, temeroso de Dios y apartado del mal. * 2 Naciéronle siete hijos y tres hijas; 3 y era su hacienda de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas y siervos en gran número, siendo grande aquel varón entre todos los orientales. 4 Acostumbraban sus hijos a tener banquetes en sus casas, cada uno en su día, invitando a sus tres hermanas a comer y beber con ellos; 5 cuando se completaba la rueda de los días de convite, iba Job y los purificaba, y levantándose de madrugada, ofrecía por ellos holocaustos según su número; pues decía Job: « N o sea que hayan pecado mis hijos y hayan bendecido a Dios * en su corazón». Así hacía siempre. 1 Satán: «Vengo de dar una vuelta a la tierra y pasearme por ella». 8 Y dijo Yavé a Satán: «¿Y has reparado en mi siervo Job, que no lo hay como él en la tierra, varón íntegro y justo, temeroso de Dios y apartado del mal?» 9 Respondió Satán a Yavé: «¿Acaso teme Job a Dios en balde? 10 ¿No le has rodeado de un vallado protector a él, a su casa y a todo cuanto tiene? Has bendecido el trabajo de sus manos y ha crecido así su hacienda sobre la tierra. u Pero anda, extiende tu mano y tócale en lo suyo, a ver si no te vuelve la espalda». 12 Entonces dijo Yavé a Satán: «Mira, todo cuanto tiene lo dejo en tu mano, pero a é! no le toques». Y salió Satán de la presencia de Yavé. 13 Estaban un día sus hijos y sus hijas comiendo y bebiendo vino en la casa de su hermano primogénito;* l 4 y llegó a Job un mensajero, que le dijo: «Estaban arando los bueyes y pacían cerca de ellos las asnas, 1 5 y de repente se echaron sobre J o b , p r o b a d o p o r la a d v e r s i d a d ellos los sábeos y los cogieron, y a los 6 Vinieron un día los hijos de Dios a siervos los hirieron a filo de espada. Y o escapar para darte la presentarse delante de Yavé, y vino tam- solo he podido 6 bién entre ellos Satán, * 7 a quien pregun- noticia». ' Todavía estaba éste hablando, cuando llegó otro, que dijo: «Ha caído tó Yavé: «¿De dónde vienes?» Respondió 1 No se conoce la patria precisa de Job. Sólo podemos asegurar que fue árabe, pues en el v.3 se dice de él que era grande «entre todos los orientales». 56 Bendecir aquí es un eufemismo por maldecir, blasfemar u otro verbo. Esta representación que aqui se nos hace de la corte divina, en que los ángeles, «los hijos de Dios», vienen como a presentar a Dios sus respetos en día solemne, y entre ellos Satanás, es de lo más atrevido que hallamos en el Antiguo Testamento, sólo comparable al cuadro que nos ofrece Miqueas de Jimia en i Re 22,18-23J8 Después del cuadro de felicidad que nos trazó el autor en el v.3 ss., ahora, en un instante, para que la impresión en Job sea más fuerte, se ve privado de cuanto poseía, con excepción de la mujer, guardada para mayor tormento suyo. 1 580 JOB 1-3 del cielo fuego de Dios, que abrasó a las ovejas y a los mozos, consumiéndolos. Sólo he escapado yo p a r a darte la noticia», i ' T o d a v í a e s t a b a éste h a b l a n d o , cuando vino otro, que dijo: «Los caldeos, divididos en tres tropeles, han dado sobre los camellos, apoderándose de ellos, y a los siervos los hirieron a filo de espada. Y o solo he podido escapar para traerte la noticia». ls Mientras hablaba éste todavía llegó otro, que dijo: «Estaban tus hijos y tus hijas comiendo y bebiendo vino en la casa de su hermano el primogénito, 1 9 y vino del otro lado del desierto un torbellino y conmovió las cuatro esquinas de la casa, que cayó sobre los jóvenes, y todos han muerto. Y o solo he escapado para darte la noticia». Fidelidad de J o b Levantóse entonces J o b , rasgó sus vestiduras, rasuró su cabeza y, echándose en tierra, adoró, diciendo: 2i «Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo tornaré allá. Yavé m e lo dio, Yavé me lo h a quitado. ¡Sea bendito el n o m b r e de Yavé!»* 2 2 E n t o d o esto n o pecó J o b ni atribuyó a D i o s insipiencia. 20 tejón y estaba sentado sobre ceniza. 9 Díjole entonces su mujer: «¿Aún sigues tú aferrado a t u integridad? 10 ¡Bendice a Dios y muérete!» El le respondió: «Has hablado como habla la mujer necia. ¿No recibimos de Dios los bienes? ¿Por qué no vamos a recibir también los males?» En t o d o esto no pecó J o b con sus labios. * V i e n e n a consolar a J o b tres d e sus amigos 11 Tres amigos de J o b : Elifaz, temanita; Bildad, suhita, y Sofar, namatita, cuando supieron todas las desgracias que le habían sobrevenido, vinieron cada u n o de su lugar, habiendo convenido en juntarse p a r a condolerse y consolarle. * i 2 Y a de lejos alzaron sus ojos y no le reconocier o n ; se pusieron a llorar a voz en grito, rasgando cada u n o sus vestiduras y esparciendo al aire polvo sobre sus cabezas. 13 Estuvieron con él sentados en tierra por espacio de siete días y siete noches, y ninguno habló palabra viendo cuan grande era su dolor. L a m e n t o s d e Job 1 Después de esto abrió J o b su boca para maldecir el día de su nacimienMayores pruebas 2 1 Vinieron otro día los hijos de Dios to, * y t o m a n d o la palabra, dijo: 3 Perezca el día en que nací a presentarse ante Yavé, y vino también Satán entre ellos, presentándose ante y la noche en que se dijo: H a sido conce[bido u n niño. Yavé, 2 y dijo Yavé a S a t á n : «¿De dónde vienes?» Respondió Satán a Y a v é : «Ven- 4 Conviértase ese día en tiniebla, go de dar una vuelta por la tierra y pa- n o se cuide de él Dios desde el cielo, searme por ella». 3 Y dijo Yavé a Satán: no resplandezca sobre él un rayo de luz. «¿Y has reparado en mi siervo J o b , que 5 Apodérense de él obscuridad y som[bras de muerte. no hay como él en la tierra, varón íntegro y justo, temeroso de Dios y apartado Encobe sobre él negra nube, del mal, y que aún persevera en su perfec- llénelo de terrores la negrura del día. ción a pesar de que tú m e incitaste contra 6 H a g a n presa de aquella noche las ti[nieblas, él p a r a que en vano le afligiese?» 4 Res- desaparezca del año, pondióle Satán a Yavé: «¡Piel por piel! no sea contada en los meses. 7 Sea noche de soledad, C u a n t o el h o m b r e tiene lo d a r á gustoso p o r su vida. 5 Anda, pues; extiende tu no haya en ella regocijos. m a n o y tócale en su hueso y en su carnej 8 Maldíganla los que saben maldecir el día, a ver si no te vuelve la espalda». 6 Yavé los que saben despertar al Leviatán. 9 Háganse tinieblas las estrellas de su credijo entonces a Satán: «Ahí le tienes; en púsculo. t u m a n o le pongo, pero guarda su vida». 7 Salió Satán de la presencia de Yavé Que espere la luz y n o le venga e hirió a J o b con una ulceración maligna y n o vea los parpadeos de la aurora, desde la planta de los pies hasta la coro- i" p o r no haberme cerrado las puertas del [seno materno nilla de la cabeza. * 8 Rascábase con un ( 3 2 21 Admirable expresión de la fe de Job y de su conformidad con la voluntad divina, cuando en un instante se ve despojado de sus bienes y de sus hijos. 7 El texto no permite concretar la enfermedad de Job; lo que si nos pone bien de manifiesto es la paciencia y la plena conformidad con el querer de Dios. La mujer viene aquí como auxiliar 10 de Satanás para aumentar el dolor de Job. El texto dice: «Bendice a Dios y muérete», o por ironía o por un eufemismo, como en 1,5. 1 1 La llegada de los tres amigos anuncia la proximidad del debate. Pero el autor lo retrasa siete días con sus noches, en las que, a la vista del cambio verificado en su amigo, meditan sobre las causas de él, que serán luego la materia de sus discursos. 1 Este monólogo de Job es una expresión de la grandeza de los dolores que padece, a que la naturaleza se resiste, no obstante la resignación en la voluntad de Dios. 2 3 581 JOB y no haber substraído a mis ojos tanta [miseria, n ¿Por qué no expiré en el seno de mi [madre? ¿Por qué no pereci al salir de sus entrañas? l 2 ¿ P o r qué hallé rodillas que me acoy pechos que me a m a m a n t a r o n ? [gieron 1 3 Pues ahora, muerto, descansaría, dormiría y reposaría 1 4 con los reyes y los grandes de la tierra, que se construyen mausoleos; 1 5 con los príncipes ricos en oro, que llenan de plata sus moradas. 16 O ni hubiera existido, c o m o aborto [secreto o como los que, concebidos, no llegaron [a ver la luz. 1 7 Allí n o perturban ya los impíos con sus [perversidades, allí descansan los que codiciosos se afa[naron, 1 8 allí están en paz los esclavos, allí no oyen ya la voz del capataz, 1 9 allí son iguales grandes y pequeños y el esclavo no está sometido al a m o . 20 ¿A qué dar luz al desdichado, dar vida al de amargado corazón, 2t a los que esperan la muerte y no les [llega y la buscan más que si malhiriesen un 22 los que saltarían de júbilo [tesoro; y se llenarían de alegría si hallasen el [sepulcro; 23 al h o m b r e que n o sabe p o r dónde ir, a quien le cierra D i o s toda salida? 24 Son los suspiros mi comida y mis rugidos se derraman c o m o aguas. 25 L o que temo, eso me llega; lo que m e atemoriza, eso me coge. 26 N o tengo tranquilidad, paz ni descanso; se h a a d u e ñ a d o de mi la turbación. R e p r o c h e s d e Elifaz 4 3-5 ¿Qué justos fueron jamás exterminados? * 8 Por lo que siempre vi, los que aran la [iniquidad y siembran la injusticia son los que cose[chan sus frutos. 9 U n soplo de Dios los destruye, el aliento de sus narices los abate. i" Los rugidos del león, los bramidos del [rugiente, los dientes de los cachorros de león son [quebrantados. 11 Perece el león falto de presa, y se dispersan los cachorros de la leona. Aparición nocturna 12 Llegóme calladamente una palabra, mis orejas percibieron sólo u n murmullo, 3 1 al tiempo en que agitan el alma las [visiones nocturnas, cuando duermen los hombres profundo [sueño. 14 Apoderóse de mí el terror y el espanto, temblaron todos mis huesos, •5 u n viento azotó mi rostro, un torbellino erizó el pelo de mi cuerpo. 16 Estaba uno ante mis ojos, pero no le coestaba ante mí un fantasma, [nocía; y oí u n a voz que blandamente m u r m u [raba: 1 7 ¿Hay mortal que pueda tenérselas con [Dios? ¿Se tendrá nadie p o r inocente ante su [Hacedor? 18 M i r a : a u n a sus ministros n o se confía, aun en sus ángeles halla tacha. 1 9 ¡Cuánto más en los que habitan mora[das de barro y del polvo traen su origen! Q u e son aplastados como un gusano, 20 son acabados de la noche a la mañana, desaparecen p a r a siempre sin darse cuenta 2 i se rompe el hilo de su vida [nadie; y mueren sin saberse cómo. 1 T o m ó la palabra Elifaz, temanita, 1 Y a puedes gritar: ¿quién h a de oirte? y dijo: ¿A cuál de los santos (ángeles) te vol2 2 T e enfadará que te hablemos; Al insensato le m a t a su ira; [verás? pero ¿quién es capaz de contener la pa- al loco, su despecho. 3 T ú antes enseñaste a muchos, [labra? 3 Vi al necio echar raíces, confortaste muchas m a n o s débiles. pero al instante maldije su morada. 4 Con tu palabra sostuviste a los vari- 4 N o prosperan sus hijos, llantes y en el juicio son condenados sin defensa. y fortaleciste rodillas que se doblaban. 5 Devoran los hambrientos sus cosechas, 5 Y ¿ahora que ha venido sobre ti decaes? y aun entre las espinas las recogen, C u a n d o te h a tocado, ¿te turbas? y el sediento chupa su jugo. 6 ¿ N o es ya el temor de Dios tu con- 6 Que no brota de la tierra la desventura [fianza? ni es el suelo el que produce el infortunio: ¿ N o es la rectitud de tus caminos la es- 7 del h o m b r e es de quien viene, [peranza tuya? c o m o del fuego vuelan los chispazos. 7 Recuerda bien: ¿Qué inocente fue jalmas destruido? | 5 A 7 Aquí está contenida toda la argumentación de Elifaz contra Job. Nunca vimos perecer un " inocente ni un impío que no recogiera el fruto de sus obras. Aprovéchese Job del castigo para volverse a Dios, y se verá colmado de bienes. 582 JOB 5-6 L a justicia de Dios 8 Yo que tú, me volvería a Dios, y en sus manos pondría mi causa. ' El que hace cosas tan grandes e insonmaravillas sin fin; [dables, 10 que derrama la lluvia sobre la tierra y manda las aguas sobre los campos. 11 Ensalza a los humildes, alivia al afligido y le prospera. 12 Aventa las tramas del astuto para que no ejecuten sus manos sus concejos. 13 Coge a los sabios en sus propias redes y14 frustra los designios del malvado. De día tropiezan con tinieblas, y van a tientas en pleno día, como si [fuera de noche. 15 Así protege al desamparado contra su [rabia, y salva al mísero de sus potentes garras, l* y sostiene la esperanza del desdichado, y cierra su boca la iniquidad. L a felicidad está en Dios ¡Dichoso el hombre a quien castiga [Dios! No desdeñes, pues, el castigo del Omni[potente. 18 El es el que hace la herida; El quien [la venda; El quien hiere y quien cura con su mano. 19 Seis veces te sacará de la tribulación, y a la séptima no te alcanzará el muí. 17 20 En tiempos de hambre te salvará de la muerte; en tiempo de guerra, de los golpes de la [espada. 21 Te preservará del azote de las lenguas, no temerás la desventura si viniere, 22 te reirás de la devastación y del hamno temerás a las fieras salvajes. [bre, 23 H a r á s alianza con las piedras del camy paces con las bestias de la selva. [po 24 p r o b a r á s las delicias de tu tienda, nada echarás de menos al visitar tus apris25 Verás multiplicarse tu prole [eos. y serán tus rebaños como la hierba de los [campos. 26 Bajarás al sepulcro en madurez, como a su tiempo se recogen los haces. 27 Esto es lo que yo he observado. Así es; así lo hemos o í d o ; sábelo tú p a r a bien. Respuesta de Job a Elifaz 1 Entonces tomó Job la palabra y dijo: 2 ¡Oh! Si mis quejas pudieran pesarse, y a un tiempo se pusiera mi desdicha en [una balanza, 3 luego ésta pesaría más que las arenas [del mar. Par eso han sido destemplados mis la[mentos, 6 4 porque se han clavado en mí todas las [saetas del Omnipotente, y me ha dado a beber su veneno, y los terrores de Dios combaten contra [mi. 5 ¿Rebuzna el onagro junto a la hier¿Muge el buey ante su pesebre? [ba? 6 ¿Gusta lo insípido sin sal? ¿Sabe bien el caldo de malvas? 7 Por eso mi alma se niega a tomarlo. ¿Va a ser esa repugnante comida mi pan? 8 ¡Oh si se cumpliesen mis deseos, y9 colmase Dios mis esperanzas, y pluguiera a Dios destruirme, y extendiera su mano libertadora para [triturarme! 1° Ese aún sería mi consuelo; exultaría en medio de mi extremada amar[gura, por no haber moderado mis palabras al [Santo. 11 ¿Cuál es mi fortaleza para esperar to[davía? ¿Cuál mi fin para llevarlo en paciencia? 12 ¿Es mi fortaleza la de las piedras o3 es de bronce mi carne? i No hay en mí ayuda alguna; todo socorro me ha sido negado. 14 ¿Es amistad desalentar al amigo para apartarle del temor de Dios? 15 Mis hermanos me han engañado como [arroyo seco, cual corrientes que desaparecen en el valle. 6 i Antes se enturbiaban por el hielo y7 sobre ellos se acumulaba la nieve. 1 Pero apenas viene el calor, se secan, a18 los primeros calores desaparecen, se pierden las trazas de su curso, se9 evaporan y mueren. 1 Búscanlos las caravanas de Tema, los mercaderes de Saba suspiran por ellos; 20 pero llegados a ellos, se quedan confuy se queda frustrada su esperanza. [sos 21 Eso sois ahora vosotros para mí; habéis visto mi angustia y teméis por vos22 ¿Os he pedido yo alguna cosa? [otros. ¿Os he pedido algo de vuestra hacienda? 23 ¿Os he dicho: Libradme de la mano del [opresor, libradme de las manos del tirano? 24 Enseñadme vosotros, y yo me callaré; si he errado, hacédmelo ver. 25 ¿Cómo pueden ofender palabras llenas [de rectitud y qué prueba vuestra alegación? 26 Creéis que son prueba las palabras; pero las palabras del desesperado, ¿no [son como viento? 27 Os encolerizáis contra un huérfano y caváis la fosa a vuestro amigo. 28 Miradme, por favor, pues no puedo mentiros en vuestra cara. 29 Reflexionad, por favor, y desaparezca [la injusticia. 583 Reparad, y triunfará mi rectitud. 30 ¿Hay en mi lengua iniquidad; no distingue mi boca la maldad? JOB 6-9 y serán tus palabras cual viento impetuoso? 3 ¿Puede Dios juzgar injustamente? ¿Puede el Omnipotente pervertir la justi1 ¿No es milicia la vida del hombre so- 4 Si pecaron tus hijos contra El, [cia? [bre la tierra El hizo ya recaer sobre su cabeza el pey son como los de un jornalero sus días? leado. 2 5 Como el siervo anhelando la sombra, Pero tú, si diligentemente le buscas, como el jornalero esperando su salario, e imploras al Omnipotente, 3 así he pasado yo meses llenos de desen- 6 y vives en limpieza y rectitud, canto luego se volverá El a ti, y me han tocado noches llenas de dolor. y prosperará la morada de tu justicia, 4 Si me acuesto, digo: ¿Cuándo llegará el 7 y tu anterior fortuna será pequeña [día? comparada con la grandeza de la segunda. Si me levanto: ¿Cuándo vendrá la noche? 8 Pregunta, si no, a las generaciones preY no hago más que dar vueltas de la nocedentes; [che a la mañana. atiende a la sabiduría de los padres. 5 9 Mi carne está cubierta de gusanos y de Nosotros somos de ayer y no sabemos [escamas terrosas, [nada, mi piel se arruga y se deshace; porque son una sombra nuestros días so6 mis días corrieron más rápidos que la [bre la tierra. pasaron sin dejar esperanza, [lanzadera, 1° Pero ellos te enseñarán, ellos te ha7 Acuérdate de que mi vida es un soplo, con palabras llenas de cordura, [blarán 11 mis ojos no verán más la felicidad. ¿Puede crecer el papiro fuera de las la8 No me verán más ojos de hombre. [gunas? Me buscarás con los tuyos, y ya no seré. ¿Puede el junco prosperar donde no hay 9 Como se deshace una nube y se va, [agua? 12 así el que baja al sepulcro no sube más, Verde aún, sin que mano le toque, 10 no vuelve más a su casa, se seca antes que cualquier otra hierba. no le reconoce ya su morada. 13 Tal es la suerte de los que se olvidan de 11 Por eso no reprimiré mi boca, [Dios. hablaré en la angustia de mi alma, La esperanza del impío se desvanecerá. 4 me quejaré de la amargura de mi vida. 1 Serále tronchada su esperanza. 12 ¿Soy yo el mar o un monstruo marino Es tela de araña su confianza. para que me hayas rodeado de una guar- 15 Se apoya en una casa que se arruina, [dia? en casa que no tiene consistencia. 13 Cuando me digo: En mi cama hallaré i 6 Por lleno de jugo que estuviera a la faz el lecho aliviará mis dolores, [consuelo, [del sol, 14 tú me aterras con sueños, extendiendo sus retoños en el huerto ? me espantas con visiones. l y sus raíces entre las piedras, 15 Por eso preferiría ser ahogado, metiéndolas hasta la roca, preferiría la muerte a estos tormentos. 18 en cuanto se la arranca de su sitio, 16 Me consumo, no seré eterno. éste le renegará: «Nunca te vi». 19 Déjame, que mi vida es un soplo. Esta es la buena suerte que le espera, 17 ¿Qué es el hombre para que en tanto le y brotarán otros en su lugar. y8 pongas en él tu atención, [tengas 20 Así, pues, Dios no rechaza al justo 1 para que le visites cada día ni da la mano al malvado. y a cada momento le pruebes? 21 Aún llenará tu boca de sonrisas 19 ¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu y de júbilo tus labios. [mirada 22 Cubriránse de confusión tus enemigos. sin dejarme siquiera tragar la saliva? Y no subsistirá la tienda de los malos. 20 Si pequé, ¿qué daño te inferí con esto, oh protector de los hombres? Respuesta de Job ¿Por qué me haces blanco tuyo, cuando ni a mí mismo puedo soportarme? Q 1 Respondió Job, diciendo: 2 21 ¿Por qué no perdonar mi pecado Sé muy bien que es así. y borrar mi culpa? ¿Cómo pretenderá el hombre tener razón Pues pronto me dormiré en el polvo, [contra Dios? 3 y si me buscas, ya no me hallarás. Si quisiera contender con El, de mil cargos no podría responder a uno. 4 El es sapientísimo y potentísimo, Discurso de Bildad ¿quién se le opondrá?, ¿saldría ileso? 1 Tomó la palabra Bildad, suhita, di- 5 El descuaja los montes de improviso ciendo : y6 en su ira los trastorna. 2 ¿Hasta cuándo vas a hablar así El sacude la tierra en su sitio, 7 8 JOB 9-11 estremécense sus columnas. El manda al sol, y el sol no brilla. El guarda bajo sello las estrellas. 8 El solo tiende los cielos y camina sobre las crestas del mar. 9 El creó la Osa, el Orion y las Pléyades, y las cámaras del cielo austral. 10 El obra cosas grandes e incomprensimaravillas sin cuento. [bles 11 Pasa ante mí, y yo no le veo; se aleja de mí, y no lo advierto. 12 Si coge una presa, ¿quién se la arrebatará? ¿Quién podrá decirle: Qué es lo que hatees? 12 La cólera de Dios no hay quien la retenga; bajo El se encorvan los más soberbios. 14 ¡Cuánto menos podría yo responderle y rebuscar razones contra El! 15 Aun teniendo razón, no podría responderle, y habría de implorar misericordia para [mi causa. 16 Aunque le hablara yo y El me respondiese, no osaría creer que había oído mi voz. 17 El es quien cual torbellino me acomete y18 multiplica sin motivo mis heridas, que ni respirar me deja y me harta de amarguras. 19 Si quisiera recurrir a la fuerza, el fuerte [es El. Si al juicio, ¿quién podrá emplazarle? 20 Aunque creyera tener razón, su boca [me condenaría; aunque me creyera inocente, El probaría [mi culpabilidad. 21 Si me creyera inocente, es que no me [conocería a mí mismo, y yo mismo tendría que renunciar a mi [justificación. 22 Esta es la vardad; por eso lo digo: que consume al inocente y al culpable. 23 Cuando de repente una plaga los mata, El se ríe del tormento de los inocentes. 24 La tierra es entregada a las manos de [los impíos y El tapa el rostro de los jueces de ella. Que si no es El, ¿quién va a ser? 25 Mis días pasaron más veloces que un huyeron sin gustar la felicidad, [correo; 26 volaron como lancha de papiro, como águila que se lanza sobre la presa. 27 Si me digo: Voy a olvidar mis gemidos, voy a alegrar mi rostro, a regocijarme: 28 temo todos mis dolores, conozco que tú no me perdonas. 29 Si soy ciertamente tenido por culpable, ¿a qué fatigarme en vano? 3° Aunque me lavase con agua de nieve y purificase mis manos con lejía, 31 todavía me hundirías en el lodo, y mis vestidos me aborrecerían. 32 No es El un hombre como soy yo, no 7 584 Vamos los dos a juicio, [puedo decirle: No hay entre nosotros arbitro que entre los dos pueda interponerse. 34 Que retire su vara de sobre mí, que no me espante su terror. 35 Entonces hablaré sin temor, pues de mi parte no tengo de qué. 33 •| n l Estoy hastiado de mi vida, *•" voy a dar libre curso a mis quejas, a hablar con la amargura de mi corazón. 2 Quiero decir a Dios: ¡No me condenes! Dame a saber por qué me afliges así. 3 ¿Es decoroso para ti oprimirme, desdeñar la obra de tus manos y favorecer los designios de los perversos? 4 ¿Tienes tú acaso ojos de carne y miras como mira el hombre? 5 ¿Son tus días los de un mortal, son tus años los años del hombre 6 para que tengas que inquirir mi culpa y andar rebuscando mi pecado 7 cuando sabes que no soy culpable y8 nadie puede sacarme de tus manos? Tus manos me hicieron y me formaron, ¿y de repente vas a aniquüarme? 9 Acuérdate de que me modelaste como ¿y vas a tornarme al polvo? [al barro, 10 ¿No me exprimiste como leche, no me cuajaste como queso? 11 Me revestiste de piel y de carne y con huesos y músculos me consolidaste. 12 Me diste vida y me favoreciste y tu protección me conservó. 13 ¿Y me guardabas esto en tu corazón? Bien veo que esto entraba en tus desig14 Si peco, tu me ves [nios. y15 no me dejarás impune. Si prevarico, ¡ay de mí! [beza, Si soy inocente, no podré alzar mi caharto de amargura y colmo de miserias, i* Y si la alzo, me cazarás como león y17 volverás a mostrarte terrible contra mí. Renovarás tus pruebas contra mí, acrecentarás conmigo tus iras, como tropas de refresco. [madre? 18 ¿Por qué me sacaste del vientre de mi Muriera yo sin que ojos me vieran. 19 Fuera como si nunca hubiera existido, llevado del vientre al sepulcro. 20 ¿No son cortos los días de la vida? Déme, pues, treguas; aparte de mí su 21 y déjeme ver un poco de alegría [mano antes que me vaya, para no volver, 22 a la región de las tinieblas y sombra de [muerte, tierra de espantosa confusión, donde la [claridad misma es noche obscura. Discurso de Sofar Comenzó a hablar Sofar, namatita, y dijo: 2 La multitud de las palabras, ¿no va a te[ner respuesta? H 1 JOB 11-13 585 ¿Va a ser el hombre verboso quien por eso [tenga razón? 3 ¿Tus declamaciones van a hacer callar [a los hombres? ¿Vas a burlarte sin que nadie te confunda? 4 Tú dices: «Mi doctrina es la verdadera, yo estoy limpio en su presencia». 5 ¡Ojalá hablara Dios y6 El abriera sus labios contigo para descubrirte los secretos de la sabiduría!, y verías que Dios te ha condonado buena parte de tus culpas. 7 ¿Crees tú poder sondear a Dios, llegar al fondo de su omnipotencia? 8 Es más alto que los cielos. ¿Qué harás? Es más profundo que el abismo. ¿Qué en9 Es más extenso que la tierra, [tenderás? más ancho que el mar. 10 Cuando acomete, aprisiona y cita a ¿quién podrá contrarrestarle? [juicio, 11 Conoce a los perversos. Ve la iniquidad donde nadie podría sos12 Así el necio se hace discreto [pecharla, y el estúpido onagro se humaniza. 13 Si tú dispusieras tu corazón y alzaras a El tus manos; 14 si limpiaras de tus manos la iniquidad y no dieras acogida en tu tienda a la injusticia, 15 alzarías tu cabeza de la ignominia, te sentirías seguro y nada temerías, 16 te olvidarías entonces del dolor, de él te acordarías, como de agua que [pasó. 17 Sería esplendente tu vida como el méy18 tus tinieblas como la mañana, [diodía Vivirías seguro de lo que te esperaba, y mirando en torno te acostarías tran[quilo. 19 Mientras durmieras nadie te turbaría, y muchos, al contrario, buscarían tu ros[tro. 2 0Pero los ojos del malvado se consuno habrá para él escape alguno [miran, y su esperanza será el último suspiro. y están seguros los que provocan a Dios, como si todo lo hubiera puesto Dios en [sus manos. 7 Pregunta a las bestias, y ellas te ensea las aves del aire, y te lo dirán; [fiarán; 8 a los reptiles de la tierra, y te instrui[rán, y9 te lo harán saber los peces del mar. ¿Quién no ve en todo esto que es la mano de Dios quien lo hace; io de Dios, que es el dueño de todo vi[viente y11 del espíritu de todos los hombres? ¿No se ha hecho la oreja para oir, como el paladar para gustar? 12 Está en las canas el saber y13 en la ancianidad la sensatez. Pero en El están la sabiduría y el poder; suyo es el consejo, suya la prudencia. 14 Lo que El destruye no puede recons[truirse; 10 que El aprisiona, nadie lo liberta. 15 Si retiene las aguas, todo se seca; si les da suelta, devastan la tierra. 16 De El vienen el poder y el consejo; El es el señor del engañado y del enga[ñador; 17 El despoja de consejo al consejero; entontece a los jueces, lü desciñe el tahalí de los reyes y ciñe una cuerda a su cintura; 19 despoja al sacerdote de su gloria, abate a los poderosos, 20 quita a los elocuentes la palabra y priva del consejo a los ancianos; 21 arroja sobre los grandes el desprecio y desciñe la cintura de los fuertes; 22 descubre lo más oculto en las tinieblas y saca a la luz lo más recóndito; 23 eleva a los pueblos y los abate, dilata a las naciones y las abandona, 24 quita el sentido a los gobernantes y los hace errar en un desierto sin ca[minos; 25 caminan a tientas en las tinieblas sin y hace que como beodos vacilen, [luz, Respuesta de J o b a Sofar l O ' Todo esto lo ven mis ojos, * •* lo ha oído mi oído y lo entendió. Lo que vosotros sabéis, lo sé yo tamno soy menos que vosotros. [bien; 3 Pero yo quisiera hablar con el Ómni[potente y quisiera venir a cuentas con Dios. 4 Pues vosotros sois fabricantes de inútiles remedios, sois médicos que nada curáis. 5 Si al menos os callarais, os sería contado como acto de prudencia. 6 Oíd, pues, os ruego, mi querella; atended las razones de mi defensa. 7 ¿Queréis, para justificar a Dios, usar de defenderle con mentiras? [la falsedad, 8 ¿Queréis mostraros como parciales suser los abogados de su causa? [yos, 2 •| n i Respondió Job, diciendo: ™ 2 Cierto que sois vosotros la hu[manidad toda, y con vosotros va a morir todo el saber. 3 También tengo yo, como vosotros, aly no cedo ante vosotros. [gún seso, Esas cosas, ¿quién las ignora? 4 Ludibrio de los amigos soy, yo que cla[mo a Dios para que me oiga; ludibrio el justo, el reeto. [dichoso. 5 Desprecio al desgraciado. Así piensa el Desprecio a aquel cuyos pies están para [resbalar. 6 Sin embargo, paz gozan las tiendas de [los devastadores JOB 13-15 586 9 Sería bueno que El os sondease. ¿Creéis poder engañarle como se engafla a un hombre? 10 El ciertamente os reprendería con severidad, por más que pretendáis aparecer parciales 11 Su majestad, ¿no os aterrará, [suyos. no os llenará de espanto? [polvo, 12 Vuestros apotegmas son verdades de vuestras defensas son defensas de barro. 13 Callad, y dejadme que hable yo, y venga sobre mí lo que viniere. [tes 14 Aunque llevara mi carne entre mis dieny tuviera mi vida en las palmas de mis [manos, 15 aunque El me matara, no me dolería, y defenderé ante El mi conducta, 16 y El vendrá a ser mi justificador, pues no hay impío que sostenga su prel ' Oíd atentamente mis palabras, [sencia. fijad vuestra atención en mi razonamiento. i 8 ¡Ea! Pronta está mi defensa. Persuadido estoy de que seré absuelto. 19 ¿Quién pretende litigar conmigo? Porque si resignado callara, moriría. 20 Asegúrame de dos cosas y no esquivaré tu presencia: 21 Que alejarás de mí tu mano y que tu indignación no me aterrará. 22 Entonces, pregúntame, y yo te respon0 hablaré yo y tú me replicarás. [deré, 23 ¿Cuáles son mis delitos y maldades? Dame a conocer mi iniquidad y mis pe24 ¿Por qué esconderme tu rostro [cados. y tenerme por enemigo tuyo? 25 A una hoja que arrebata el viento in[fundes terror, una paja seca persigues, [gura, 6 ¿dictando contra mí sentencia de amarimputándome las faltas de mi mocedad? 27 Pones en el cepo mis pies, acechas todos mis pasos, señalas las huellas de mis pies. 28 Me deshago como leño carcomido, como vestido que roe la polilla. y le pusiste un término que no podrá [traspasar, 6 aparta de él tu mirada y déjale hasta que, como jornalero, termine su [jornada. 7 Porque todavía para el árbol hay especortado, reverdece [ranza; y echa nuevos retoños: 8 aunque haya envejecido su raíz y9 haya muerto en el suelo su tronco, en sintiendo el agua, rebrota y echa follaje como planta nueva. 10 Pero el hombre, en muriendo, se acabó. En expirando, ¿qué es de él? 11 Se agotarán las aguas en el mar, secaráse un río y se consumirá; 12 pero el hombre, una vez que se acuesta, [no se levantará más. Cuanto duren los cielos, no se despertará, no se despertará de su sueño. 13 ¡Oh! Si me escondiera en el seol y allí me ocultaras hasta que se aplacase [tu ira, fijando un término para volver a acordarl e de mí. * 14 Si muerto el hombre reviviera, esperaría que pasara el tiempo de mi mi[licia, hasta que me llegara la hora del relevo. 15 Llamaríasme entonces, y yo te respon[dería, y te mostrarías propicio a la obra de tus [manos. 16 Entonces seguirías, sí, mis pasos, pero no atenderías tanto a mis pecados. 17 Los encerrarías como en un saco y18 borrarías mi iniquidad. [pedazos, Pero ¡ay!, que el monte se deshace en y19 se remueve de su lugar la roca, y el agua corroe las piedras, y se lleva la inundación los terrones, y por modo semejante destruyes la esperanza del hombre; 20 le destruyes de una vez, y él se va; desfiguras su rostro, y le alejas. 21 Tengan honores sus hijos, él no lo sabe; sean despreciados, él no tiene noticia; 1 A ' E l hombre, nacido de mujer, 22 sólo siente los dolores de su carne, *• ™ vive corto tiempo y lleno de mise[rias, sólo sobre sí llora su alma. 2 brota como una flor y se marchita, Segundo discurso de Elifaz huye como sombra y no subsiste. 3 ¿Y a un tal le persigues con abiertos ojos •i. C • Entonces replicó Elifaz, temaniy le citas a tu tribuna? 4 ¿Quién podrá sacar pureza de lo impuro? * «» ta, diciendo: * 2 Nadie. ¿Es de sabios responder con vanos razo3 Pues que tienes contados sus días, [namientos, y definido el número de sus meses, tener el pecho lleno de viento, I "Id. 13. ^ s t e versículo parece expresar el deseo de volver a la vida una vez que pasara la cólera de * * Dios, que le privaría de ella. Pero los versículos siguientes parecen no admitir la realización de tal deseo, porque el muerto no revivirá. Los caminos de la vida aún estaban ocultos para nuestro autor. I1 R * Comienza el segundo turno. Las palabras de EHfaz no pueden ser más graves. Todos los ** razonamientos de Job no tienen consistencia; si así fuera, como él dice, la piedad quedaría destruida. 587 3 defenderse con palabras vanas y con razones inconsistentes? Pero es más: tú destruyes la piedad, socavas la plegaría que a Dios se hace. 5 Tu misma boca revela tu impiedad y6 hablas el lenguaje de los malvados. Es tu boca, no soy yo, quien te condena; son tus labios los que atestiguan contra ti. 7 ¿Eres tú, por ventura, el primer nacido? ¿Viniste al mundo antes que los montes? 8 ¿Fuiste admitido a consejo con Dios y9 te has apropiado toda la sabiduría? ¿Qué sabes tú que nosotros no sepamos? ¿Qué entiendes tú que no entendamos nos[otros? 10 También hay entre nosotros ancianos [encanecidos, de más edad aún que tu padre, ti ¿Tienes en poco los consuelos de Dios y las blandas palabras que te dirigimos? i 2 ¿Adonde te arrastra tu corazón y por qué centellean tus ojos? 13 Vuélveste sañudo contra Dios y4 salen de tu boca dicterios contra El. 1 ¿Qué es el hombre para creerse puro, para decirse inocente el nacido de mujer? 15 Si ni sus santos gozan de su confianza y los mismos cielos no son bastante puros [a sus ojos, 16 ¡cuánto menos este ser odioso y co[rrompido, el hombre, que se bebe como agua la im[piedad! 17 Escúchame, que quiero enseñarte; te diré lo que sé por experiencia, i 8 lo que enseñaron los sabios, lo que no les ocultaron sus padres, 19 aquellos que poseyeron su tierra, sin que por ella pasara el extranjero. 20 Mientras vive, el impío es atormentado, por los pocos años que se le dan al opre[sor. 2 1 Suenan siempre en sus oídos gritos de [espanto, en tiempo de paz se ve asaltado por el [devastador. 22 No espera poder substraerse a las tiniesiempre espera el golpe de la espada, [blas, 23 Es dado en pasto a los buitres; sabe que le amenaza ruina, 24 El día tenebroso le aterra, la angustia y la tribulación le acometen como rey pronto al asalto, 23 porque extendió su mano contra Dios, y se hizo fuerte contra el Omnipotente, 26 y corrió contra El con erguida cerviz, protegido con yelmo y escudo. 27 Porque tenía el rostro abotargado de gordura, y de grosura sus lomos. 28 Y habitaba ciudades derribadas, casas inhabitadas, destinadas a ser montón de ruinas. 29 No prosperará, ni se mantendrá su opuni echará raíces en la tierra. [lencia, 30 N o escapará a las tinieblas. 4 JOB 15-16 Sus renuevos los devorará la llama, su flor caerá a impulsos del viento. No se fie de su vanidad, se equivoca, pues la vanidad será su recompensa, 32 y a destiempo será cortado su ramaje, y sus ramas no reverdecerán. 33 Será despojado, como de las uvas la vid, [aún en agraz, y como el olivo dejará caer sus flores. 34 La prole de los impíos será estéril, y el fuego devorará la casa del soborno. 35 Concibe el dolor y engendra la desveny nutre en su seno el desengaño, [tura, 3i Respuesta de Job a Elifaz ' Respondió Job, diciendo: 2 He oído ya muchos discursos se[mejantes. Duros consoladores sois todos vosotros. 3 ¿Tendrán término los vanos discursos? ¿Qué es lo que a responder así te incita? 4 También podría yo hablar como vos[otros, si vosotros estuvierais en mi lugar. Podría hilvanar palabras con que deslum[braros, mover mi cabeza sobre vosotros. Os alentaría con palabras, y daría rienda suelta a mis labios. 6 Pero ¿qué hacer? Si hablo, no por eso [cesa mi dolor. Si callo, ¡qué se ha de apartar de mí! 7 Ahora estoy abrumado; has destruido toda mi familia. 8 Y me has aferrado. Se ha alzado contra mí y contra mí ates9 Su furor me hace trizas, [tigua. se ha encarnizado contra mí. Me rechinan los dientes, y alza torvos sus ojos contra mi. 1° Abren su boca contra mí, abofetean con afrenta mis mejillas, todos a una se lanzan contra mí. II Dios me ha entregado a los impíos, me ha arrojado en manos de los perversos. i 2 Feliz era yo, y El me arruinó, me cogió por el cuello y me estrelló. Púsome por blanco de sus saetas. 13 Me cercan sus arqueros, me traspasan los ríñones sin piedad, derrama por tierra mi hiél. 1* Me hace herida sobre herida, y15 me acomete como fuerte guerrero. He cosido un saco sobre mi piel, he hundido mi frente en la ceniza; 16 está mi rostro hinchado por el llanto y cubre mis ojos denso velo, 17 aunque no hubo en mis manos injusy8 fue limpia mi oración. [ticia i No cubras, ¡oh tierra!, mi sangre, no cese mi clamor. [tigo, 19 Ahora, pues, en los cielos está mi tesallá arriba está mi fiador. 20 Mi oración llegó a Dios, I R J O B 16-19 las lágrimas do mis ojos corren ante El. 21 ¡Oh, si hubiera arbitro entre Dios y el [hombre como le hay entre el hombre y su pró[jimo!, 22 pues pocos son los años que me restan, y es sin vuelta el camino por do voy. n i Ya mi vida se acaba, extínguense mis días, sólo me queda el sepulcro. [junto a mí! 2 ¡Si al menos n o tuviera escarnecedores Pero mis ojos pasan la noche sumidos en [la amargura. 3 Dame, ¡oh Dios!, seguro cerca de ti, que entonces, ¿quién podrá apretarme? 4 Has cerrado su mente al conocimiento, pero no dejarás que prevalezcan. 5 Invita uno a sus amigos a la presa, mientras desfallecen los ojos de sus hijos. 6 M e ha hecho la fábula de las gentes, soy para todos objeto de mofa. 7 Mis ojos los consume la tristeza, y8 mis miembros son todos una sombra. Y pásmanse de ello los buenos, y9 los inocentes se alzan contra el perverso. Pero el justo persevera en su camino, y quien tiene limpias las manos se afirma [siempre más. 10 Pero, en fin, volved todos, volved, que n o hallaré entre vosotros un solo [discreto. 11 Pasaron mis dias, se desvanecieron mis las prendas de mi corazón. [proyectos, 12 La noche me la convierten en día [luz. y de las tinieblas me prometen próxima 13 ¿Qué puedo esperar? El sepulcro será [mi morada, en las tinieblas dispondré mi lecho. 14 D i r é al sepulcro: ¡Tú eres mi padre! Y a los gusanos: ¡Mi madre y mis her15 ¿Dónde está mi esperanza? [manos! Mi fortuna, ¿quién la verá? 16 ¿Van a bajar detrás de mi al sepulcro? ¿Vamos a caer juntos en el polvo? Segundo discurso de Bildad •i O ' R e p l i c ó B i l d a d , s u h i t a , di* * ' ciendo: 2 ¿Cuándo pondrás fin a los vanos dis[cursos? Reflexiona primero y luego hablaremos. 3 ¿Por qué nos tomas como bestias y pasamos a tus ojos por estúpidos? 4 Tú, que en tu furor te desgarras a ti [mismo, ¿crees acaso que sin ti quedará despoblab a la tierra, y lanzarás de su lugar las rocas? 5 Sí, se apagará la luz de los perversos, no brillará la llama de su hogar. 6 Apagaráse la luz en su tienda, se extinguirá su lámpara. 7 El cepo impedirá sus pasos vigorosos 588 y8 su propio consejo le precipitará. Se enredarán en red sus pies y9 caminará sobre una trampa; un lazo le atará los tobillos, se le enredará fuertemente, 10 se le ocultará la cuerda en la tierra, y la trampa estará en su misma senda. 11 D e todas partes le asaltarán terrores; le seguirán, pisando sus talones. 1 2 Su opulencia se tornará en hambre y la perdición le acompañará. 13 L a enfermedad roerá su piel y devorará sus miembros el primogénito [de la muerte. 14 Será arrancado del apoyo de su tienda y le bajarán al rey de los terrores. 15 Otros, no él, habitarán su tienda, lloverá azufre sobre su morada. 16 Secaránse sus raíces por debajo, cortaránle por arriba sus ramas. 17 Desaparecerá de la tierra su recuerdo, no tendrá ya nombre en la extensión del [desierto. 18 Le lanzarán de la luz a las tinieblas, le exterminarán del mundo. 19 N o tendrá familia ni parentela en el ni sobreviviente en su tierra. [pueblo 20 D e s u c a { ¿ a s e espantarán los occideny se horrorizarán los orientales. [tales 21 Esa es la suerte del malvado, el destino del que desconoce a Dios. Respuesta de Job a Bildad i Respondió Job, diciendo: 2 ¿Hasta cuándo afligiréis mi alma y me majaréis con vanos discursos? 3 Ya me habéis afrentado diez veces y m e maltratáis sin avergonzaros. 4 Aun siendo verdad que yo haya errado, sobre mí recaería mi yerro. 5 ¿A qué alzaros contra mí, aduciendo como prueba mis oprobios? * Sabed, pues, que Dios me ha oprimido y me h a envuelto en sus redes, [respuesta; 7 Grito contra la opresión, y n o obtengo pido justicia, y n o la hay para m í ; 8 h a cerrado mis caminos, y no tengo [salida; ha llenado de tinieblas mis senderos. 9 M e ha despojado de mi gloria, arrancó de mi cabeza la corona. 10 M e ha demolido del todo, y perezco; descuajó como árbol mi esperanza. 11 Encendióse contra mí su cólera y me contó entre sus enemigos. 12 Vinieron contra mí todas sus milicias, se h a n atrincherado en mi camino y13 han acampado en torno de mi tienda. Alejáronse de mí mis hermanos, y14 mis amigos se me han hecho extraños. Desaparecieron mis vecinos y cono[cidos, me han olvidado hasta los huéspedes de [mi casa. |Q J O B 19-21 589 15 Mis criados m e reputan por extraño; soy a sus ojos un forastero, i* Llamo a mi siervo, y n o me responde, y tengo que suplicarle con mi boca, [jer, 1 7 Hízose mi aliento repugnante a mi m u y yo fétido a los hijos de mis entrañas. 18 Hasta los niños me desdeñan, y me insultan si intento levantarme. 19 M e h a n aborrecido todos mis confi[dentes, los más caros amigos se vuelven con[tra mi. 20 pégase mi piel a mis huesos descariñados, y apenas si conservo la piel junto a mis [dientes. 21 Apiadaos, apiadaos de mí, siquiera vos[otros, mis amigos, porque m e h a herido la m a n o de Dios. 22 ¿Por qué, como Dios, m e perseguís [vosotros también, y n o os hartáis de mis carnes? 23 ¡Quién m e diera que se escribiesen mis y se consignaran en un libro, * [palabras 24 que con punzón d e hierro se grabasen [sobre el plomo, o en la piedra se esculpiesen para siempre! 25 Porque lo sé: mi redentor vive, y al fin se erguirá como fiador sobre el [polvo: 26 y después que mi piel se desprenda de [mi carne, en mi carne contemplaré a Dios. 27 ¡Yo le veré, veránle mis ojos, n o otro! Abrásense en mi seno mis entrañas. 28 S Í decís: «¡Oh, si pudiéramos escru[tarle, en El hallaríamos la raíz de la causa!», 29 temed la espada, pues la espada es la vengadora de la y sabed que hay un juez. [iniquidad, 8 Desaparecerá como un sueño y n o le huirá como visión nocturna, [hallarán, Los ojos que le vieron no le verán más, su morada n o le percibirá ya más. 10 Sus hijos tendrán que reparar el daño [de los pobres, sus propias manos restituirán su riqueza. 11 Sus huesos, llenos aún de juvenil vigor, bajarán con él al polvo del sepulcro. 12 Aunque él dulcificará la maldad y la ocultará bajo su lengua, 1 3 la saboreará antes de tragarla; reteniéndola en su paladar; [jar, 1 4 se corromperá en su vientre aquel manhiel de víboras se volverá en sus entrañas. 15 Devoró riquezas, pero las vomitará, de su vientre se las sacará Dios. 16 Chupa veneno de áspides, y lengua de áspid le matará. [aceite, 1 7 N o gozará a la vista de los arroyos de de ríos de leche y de miel. 18 Devolverá la ganancia, que n o podrá el fruto de su tráfico no gozará, [tragar; 1 9 pues oprimió violentamente a los por o t o casas que no construyó; [bres, 20 pues no conoció hartura en su avaricia, no salvará lo que tanto codició. 21 N a d a escapaba a su voracidad; ior eso su bienestar n o fue durable. 2 En el colmo de la abundancia todo le [es poco, y le sobrevienen desventuras de toda [suerte. 23 Cuando esté para llenar su vientre, mandará Dios contra él la llama de su hará llover sobre él sus saetas, [furor, 24 Si escapa a las armas de hierro, le traspasará arco de bronce. 25 Disparó la saeta que le traspasa y sale [por su espalda, cual rayo por sus entrañas. 26 Sobre él caerán los terrores, [vadas; toda suerte de tinieblas le están reserle abrasará fuego n o encendido por h o m [bre, y será destrozado cuanto de su tienda que27 Revelará al cielo su impiedad [daré, y la tierra se alzará contra él. 28 Desaparecerá de su casa toda su riarrasada será en el dia del furor, [queza, 29 Esta es la suerte que al perverso reserva [Dios, ésta es la parte que el Omnipotente le [adjudica. 9 f Réplica de Sofar O A 1 Tomó Sofar, namatita, la pala&" bra, y dijo: 2 P o r eso me hacen responder mis penque se agitan dentro de mí. [samientos 3 H e oído tu ignominiosa reprensión, y la indignación me impulsa a responder [según mi saber. 4 ¿No sabes ya de siempre, desde que vive el hombre sobre la tierra, 5 que es breve el tiempo de los malvados y dura un instante la alegría de los perversos? Respuesta de Job a Sofar 6 Si hasta el cielo subiere su arrogancia O I 1 Respondió Job, diciendo: y tocare en las nubes su cabeza, [pre; 2 7 Escuchad atentamente mis palacual un fantasma, desaparece para siem- ™ [bras y los q u e le vieron dirán: ¿Dónde está? dadme siquiera este consuelo. 1 Q" 23 Este deseo de Job de ver grabadas sus palabras indica claro que va a decir algo muy importante. Lo que sigue está obscuro y es objeto de diversas interpretaciones. La traducción bien conocida de la Vulgata expresa la esperanza de la resurrección; la nuestra, sin estar tan clara, todavía parece reducirse al mismo pensamiento. No obstante, todo el debate del libro se desenvuelve en la antigua concepción de la justicia divina, que se realiza en la vida presente. JOB 21-22 590 J O B 22-24 591 3 Tolerad que hable, qué fue de la tienda en que m o r a b a n los y cuando haya terminado, burlaos. [perversos? 4 2 ¿Es de un h o m b r e de quien yo me quejo? 9 ¿No se lo habéis preguntado a los ca¿Por qué no habré de impacientarme? rminantes, 5 Volved a mí vuestros ojos y espantaos, y no habéis conocido su respuesta? poned el dedo sobre vuestros labios. 30 Q U e en el día de la ira se salva el mal6 Y o , sólo de pensarlo, me horrorizo y en el día del furor está contento, [vado, 31 y tiemblan todas mis carnes. ¿Quién le echa en cara su maldad? 7 ¿Cómo es que viven los impíos, [poder? ¿Quién le da su merecido por sus iniquise prolongan sus días y se aseguran en su dades? 8 Su prole persiste con ellos a su presencia, 3 2 Es llevado con acompañamiento al sey tienen ante sus ojos a sus retoños. pulcro, 9 Sus casas son paz, no hay en ellas temor, y en su sepulcro se m o n t a la guardia; 33 no cae sobre ellos la vara de Dios. le son leves los terrones del valle, 10 Sus toros fecundan y no languidecen, arrastra a los hombres tras de sí, y sus vacas paren y n o abortan. y va delante de él gente sin n ú m e r o . 11 Sacan fuera a sus pequeños cual rebaño, 3 4 ¿A qué, pues, me dais tan vanos cony sus niños saltan de contento; suelos, 12 bailan al son del tambor y de la cítara, si en vuestras respuestas n o hay m á s que y saltan al son de la flauta. [falacia? 13 Pasan sus días placenteramente, R é p l i c a d e Elifaz y tranquilamente bajan al sepulcro. l 14 Volvió a t o m a r la palabra Elifaz, Y eso que decían a D i o s : Apártate lejos O O temanita, y dijo: [Dios? [de nosotros, ~ « 2 no queremos saber de tus caminos. ¿Qué favor puede el h o m b r e hacer a 15 ¿Qué es el Omnipotente p a r a que le Sólo a sí mismo aprovecha su sensatez. [sirvamos, 3 ¿Qué le importa al Omnipotente que tú y qué provecho sacamos de rogarle? [seas justo? 16 N o está en su m a n o su fortuna. ¿Gana algo con que sean limpios tus El consejo de los malvados esté lejos de él. [caminos? " ¿ C u á n t a s veces se apaga la lámpara de 4 ¿Será p o r tu piedad p o r lo que El te Tíos malos, y entra en juicio contigo? [castiga 5 los coge la merecida desventura, ¿No es más bien p o r tus muchas culpas, y los castiga en su furor, [viento, por tus pecados sin número? [manos, 18 y son como paja arrastrada p o r el 6 Exigiste injustamente prenda a tus hery como t a m o que se lleva el torbellino? despojaste de sus ropas al harapiento, 19 Que Dios reserva el castigo p a r a sus 7 n o diste de beber al sediento, [hijos... al hambriento le negaste el pan. [la tierra; Déle a él mismo su merecido, que lo 8 Y de quien tenía m a n o fuerte, suya era [sienta él, el que se hacia temer, ése se adueñaba de 20 que vean sus propios ojos su ruina, [ella. 9 y beba el furor del Omnipotente. Despediste a la viuda con las m a n o s 21 ¿Qué le importa a él de su casa para [vacías [después de él, y quebrantaste los brazos al huérfano. cuando fuere cortado el número de sus 10 P o r eso te hallas preso en lazos, [días? y te sorprende de improviso el terror; 22 ¿Quién es el que puede enseñar a Dios 11 y te rodean las tinieblas y no ves, [sabiduría, y te inundan aguas desbordadas. 12 a El, que juzga a los más altos? ¿No está D i o s en lo alto de los cielos? 23 Muere éste en plena prosperidad, M i r a las estrellas, ¡qué altas! 13 cuando todo florecía y estaba en seguro, Y tú dirás: ¿Qué sabe Dios? 24 cuando estaban sus lomos cubiertos de ¿Puede juzgar a través de las nubes? 14 [grosura Las nubes le cubren como velo, y n o v e ; y bien regada la m e d u l a de sus huesos. se pasea por la bóveda de los cielos. 25 15 Muere aquél en medio de la amargura ¿Quieres seguir el antiguo sendero [de su alma, por donde caminaron los impíos, 16 sin haber gozado de bien alguno. que fueron arrebatados antes de tiempo, 26 Y con todo, juntamente yacerán en el y u n a inundación arrancó sus cimientos? 17 [sepulcro, Que decían a D i o s : Apártate de nosy a u n o y a o t r o los recubren los gusanos. [otros, 27 Bien adivino vuestros pensamientos ¿qué puede hacernos el Omnipotente? 18 y los improperios que contra m í maquiY El llenaba sus casas de riquezas. l á i s . Pero el consejo de los impíos estaba lejos 28 [de El. Vosotros decís: «¿Dónde está la casa [del opresor, 1 9 Viéronlo los justos y se alegraron, 1 ¿Por qué el Omnipotente no selos inocentes se rieron de ellos: 20 [ñala sus tiempos, «¿No ha sido aniquilada su fortuna, y sus residuos devorados por el fuego? y por qué deja a los que le conocen en la 21 [ignorancia de su día? Reconcíliate con El y tendrás paz, 2 Los malvados invaden los términos ajey de ello te vendrá bien. 22 roban los ganados con su pastor; [nos, Recibe la ley de su boca, 3 se llevan el asno del huérfano pon sus preceptos en tu corazón. [tente 23 Si humillándote te vuelves al Omnipo- y toman en prenda el buey de la viuda; 4 el pobre se aparta del camino, y alejas de tu tienda la iniquidad, 24 y se esconden los humildes campesinos. tendrás el oro como polvo, 5 C o m o onagros salvajes en el desierto y como chinarros del torrente el Ofir; 25 tienen que salir en busca de su presa. será el Omnipotente tu tesoro La buscan hasta la tarde, y plata a montones refinada para ti; 26 hallarás en el Omnipotente tus delicias, pero no logran p a n p a r a sus hijos. ° D u r a n t e la noche siegan los campos de alzarás tu rostro hacia Dios. 27 y vendimian las viñas del impío, [otros, El escuchará tus ruegos 7 Pasan desnudos las noches, sin ropa, y tú le cumplirás tus votos. 28 sin más abrigo en medio del frío. H a r á s proyectos y te saldrán bien, ' Se mojan con los aguaceros en los mony brillará la luz en tu camino. 29 sin más asilo que las rocas. [tes, El humilla la altivez del soberbio, 9 Arrancan de los pechos al niño huérfano. pero salva a los humildes. 10 30 Van desnudos, sin vestido, El liberta al inocente, p o r la pureza de sus manos será libertado. y hambrientos acarrean las gavillas. 11 En sus lagares exprimen el aceite, Respuesta de Job y sedientos pisan las uvas. [dos; O O 1 J o b respondió, diciendo: [quejas, t 2 D e la ciudad salen gritos de moribun2 Cierto que son hoy acerbas mis clama por socorro el alma de los vejados pero es m á s pesada su m a n o que mis y Dios no atiende a estos clamores. 3 ¡Oh, si supiese cómo hallarle, [gemidos, 13 Hay quienes aborrecen la luz, y no ven los caminos, cómo llegar hasta su mismo trono! 4 y no siguen sus trazas. Expondría ante El mi causa, 14 Antes del día so levanta el asesino, tendría la boca llena de razones. 5 para m a t a r al desvalido y al necesitado. Sabría lo que me respondería, D e noche a n d a el salteador, oiría lo que me diría. 6 ¿Contendería conmigo alegando su gran y se cubre el rostro con una máscara. Seguro que n o . M e atendería. [poder? 1 5 Espera la obscuridad el ojo del adúltero, 7 diciendo: Nadie me verá. Así el justo podría disputar con El, y mi juez p a r a siempre me absolvería. 16 E n las tinieblas asaltan las casas 8 que durante el día han señalado. Pero si voy al oriente, n o está allí; 17 N o quieren cuentas con la luz. si a occidente, n o le veo. 9 Para ellos el alba es sombra de muerte, Si le busco al norte, n o le halló; el aclarar del día los aterra mortalmente. si al mediodía, no le descubro. 8 10 M a s ya que El conoce mis marchas y 1 Huyen veloces como curso de aguas; [mis paradas, es maldita su posesión sobre la tierra, [nieve, que m e escudriñe y m e acrisole como el oro. n o se pisa el fruto de sus viñas. 11 P o r sus huellas marchó siempre m i pie, 1 9 C o m o la sequedad y el calor funden la sus caminos seguí sin apartarme, [labios, así arrebata a los malvados el seol. 12 no m e desvié de los mandatos de sus 2 0 Le olvida el seno materno, he guardado las palabras en mi seno. ni se menciona siquiera su nombre. 13 Pero cuando El decide u n a cosa, ¿quién Tronchada como el árbol la iniquidad, [podrá disuadirle? 21 p o r haber maltratado a la estéril sin hiy haber hecho mal a la viuda. [jos L o que quiere es lo que hace. i4 A s í cumple hoy en mi sus designios, " E l , con su fuerza, derriba a) poderoso, y todavía mucho más tiene El de seme- se alza, y ya n o cuenta para n a d a su vida. j a n t e en su pensamiento. 2 3 Déjale apoyarse en su seguridad, pero tiene sus ojos en todos sus caminos. 15 Por eso m e estremezco ante El, 24 le contemplo, y tiemblo ante El. Están un tiempo en auge, y luego des16 aparecen, D i o s m e quita t o d a mi fuerza, perecen como hierba que se siega, el Omnipotente me aterra, 17 m á s que las tinieblas que m e envuelven, son segados como espigas. más que la obscuridad que cubre m i 2 5 Si n o es así, ¿quién me desmentirá [rostro. y reducirá mis discursos a la nada? * O A. 2S Parece indudable la trastrocación del trozo 18-24, Que, lejos de convenir a la respuesta * * de Job, no es más que una confirmación de la tesis de uno de sus amigos, y pertenece probablemente a la réplica de Sofar, que en el texto, según está, no aparece. 24 JOB 25-28 592 Tercera réplica de Bildad n p i Volvió a decir Bildad, suhita: 2 Suyos son el poder y la majesy El mantiene la paz en sus alturas, [tad, 3 ¿Tienen número sus ejércitos? ¿Sobre quién no caen sus emboscadas? 4 ¿Cómo, pues, justificarse el hombre ante cómo ser puro el nacido de mujer? [El, 5 La luna misma no brilla, [ojos. ni resplandecen bastante las estrellas a sus 6 ¡Cuánto menos el hombre, un gusanillo, el hijo de Adán, un vil insecto! 1 4 jamás mis labios proferirán una ¡njusjamás mi lengua dirá una mentira, [ticia, 5 Lejos de mí daros la razón; mientras yo viva no dejaré que me arran[quen mi inocencia. 6 Mantendré con firmeza mi justicia y no [la negaré, no me arguye mi conciencia por uno solo [de mis días. 7 Sea a mi adversario a quien le falte la [razón, sea mi enemigo como el reo condenado. 8 ¿En qué podrá confiar el impío cuando cuando a Dios levanta su alma? [ora, 9 ¿Escuchará Dios sus gritos cuando le llegue la desventura? 10 ¿Podrá complacerse en el Omnipotente, podrá jamás invocar a Dios? 11 Os mostraré la mano de Dios, [tente. No os celaré los designios del Omnipo2 1 Vosotros mismos podéis verlo. [nes? ¿Por qué pues, perderos en vanas ilusio- Respondió Job, diciendo: [fl aco ¡Qué gran ayuda la que das al qué socorro traes al brazo desmayado! 3 ¡Qué bien has aconsejado al ignorante, qué profundo saber has manifestado! 4 ¿A quién has dirigido tus palabras? ¿Qué espíritu es el que ha hablado por tu [boca? 5 Hasta los muertos tiemblan debajo de la Tercera réplica de Sofar los mares y cuanto en ellos mora, [tierra, 6 El abismo está ante El desnudo, 13 He aquí la suerte que destina Dios al sin velos el sepulcro. 7 [hombre culpable, El tendió el septentrión sobre el vacío, la porción que del Omnipotente recibe el El colgó la tierra sobre la nada. s [impío: * Encierra las aguas en las nubes, 14 Si tiene muchos hijos, destíñanse a la y las nubes no se rasgan a su peso. 9 su prole no se hartará de pan. [espada; El roba a la vista su trono, 15 A los sobrevivientes los sepultará la cubriéndose de nubes. [círculo, [pestilencia, w Trazó en derredor de los mares un lfsus viudas no los llorarán. > Aunque acumule la plata como tierra, hasta el confín entre la luz y las tinieblas. 11 aunque amontone, como el lodo, los vesLas columnas del cielo tiemblan tridos, y se estremecen a una amenaza suya, [res 17 12 los prepara él, pero se los vestirá ei El, con su pujanza, conmueve los may su plata irá a manos del inocente, [justo, y con su poder doma los monstruos. 18 13 Hizo su casa, pero viene a serle como A su soplo centellean los cielos, como cabafla de guarda. [nido, y4 su mano atraviesa la serpiente tortuosa. 19 Se acuesta rico, pero será por última i Y todo esto no es, sin embargo, más en un instante dejará de existir. [vez, [que la orla de sus obras. 20 Vendrá sobre él el terror en pleno día, Es un leve susurro de su palabra; en la noche le arrastra el torbellino. que el estallido de trueno de su poder, 21 Le arrebata el viento solano y se lo [¿quién podría oírlo? y le arranca lejos de su lugar [lleva, 22 Le asaetea Dios sin piedad, Respuesta de J o b y vanamente se esforzará para escapar de n m i Tomó de nuevo Job la palabra» 23 Batirán palmas contra él, [su mano. ¿ » y en forma de sentencia dijo: [ticia; y en su mismo lugar le silbarán. 2 ¡Por el Dios vivo, que me rehusa juspor el Omnipotente, que me ha colmado L a sabiduría [de amargura! 3 Que mientras en mí quede un soplo de i Tiene la plata sus veneros, y el oro lugar en que se acrisola. * [vida 2 y el hálito de Dios aliente en mis narices, Sácase el hierro de la tierra, 26 2 28 <ym 13 Parece que los discursos de los tres amigos habrían de cerrarse con una réplica de Sofar ™ • que siguiera a la de los otros dos; pero ésta no va indicada en el texto con la ordinaria frase introductoria. Es, por tanto, probable que debería reconstituirse con los trozos 24,18-24 y 27,14-23» obteniéndose así la simetría de las partes que se da en las primeras intervenciones; de lo contrario, resultarían puestas en boca de Job afirmaciones que son las mismísimas de los amigos que con él discuten. OlGf l * El texto no indica quién pronuncia estas palabras en elogio de la sabiduría. Al crear Dios " el mundo la difundió en la creación; por eso Dios la conoce, pero los hombres no alcanzan a conocer sus secretos. 593 y de la roca fundida sale el cobre. El hombre alumbra las tinieblas y escudriña en lo profundo, las rocas en densa obscuridad. 4 Abre galerías lejos de lo habitado, en lugares inaccesibles; se suspenden y ba'ancean lejos del alcan[ce de los hombres. 5 La tierra, que produce el pan, está por debajo como fuego; 6 sus rocas son la morada del zafiro, y sus terrones contienen oro. 7 Por caminos desconocidos de las águiimpenetrables al ojo del azor, [las, 8 no pisados por las fieras, inaccesibles al león. * Mete su mano en el pedernal y subvierte los montes. 10 Abre cauces en las rocas y descubren sus ojos en ellas lo precioso. 11 Explora las filtraciones de las aguas y saca a luz los tesoros. 12 Pero la sabiduría, ¿dónde hallarla, dónde el entendimiento? 13 No conoce el hombre el camino, ni se halla en la tierra de los mortales. 14 El abismo dice: No está en mí. Y el mar: Dentro de mí no se halla. 15 No se compra con el oro más fino, ni se pesa la plata para comprarla. [Ofir, • 6 No se pone en balanza con el oro de ni con el precioso berilo, ni el zafiro. 17 No se equipara al oro ni al cristal, ni se cambia por vasos de oro puro, [les; 18 No cuentan a su lado corales y cristavale más que las perlas. [Etiopía, ,s> No puede comparársele el topacio de no entra en balanza con el oro más puro. 20 ¿De dónde, pues, viene la sabiduría, dónde hallar la inteligencia? [les. 21 Se oculta a los ojos de todos los mortay aun a las aves del cielo está vedada. 22 El infierno y la muerte dicen: Sólo de ella sabemos por su fama. 23 Dios es el que conoce sus caminos, El sabe su morada; 24 porque con su mirada abarca los con[fines de la tierra y ve cuanto hay bajo la bóveda del cielo. 25 Cuando dio su peso al viento y dispuso las aguas con medida, 26 cuando dio la ley a la lluvia y camino al rayo, 27 entonces la vio y la midió, la fundó y la conoció a fondo; 28 y dijo al hombre: El temor de Dios, ésa [es la sabiduría; apartarse del mal, ésa es la inteligencia. 3 JOB 28-29 Respuesta de Job O Q í Volvió a tomar Job la palabra * ¡ » y dijo: * [ s a d o s tiempos, 2 ¡Oh! ¡Si volviera a ser como en los pacomo en los días en que Dios me protegía! 3 Cuando resplandecía su luz sobre mi ca[beza y a su resplandor marchaba en las tinie4 A lo que fui en mis días otoñales, [blas. cuando protegía mi morada, 5 cuando el Omnipotente era conmigo y tenía en torno mío a mis hijos; 6 cuando me lavaba en leche los pies y me daba la piedra arroyos de aceite; 7 cuando iba a las puertas de la ciudad y8 se alzaba en la plaza mi silla, los jóvenes, al verme, se escondían y los viejos se alzaban en pie; 9 los grandes contenían la palabra, y ponían el dedo sobre sus labios, 10 y callaba la voz de los caudillos, y11 se pegaba su lengua al paladar. El oído que me oía me llamaba feliz, y los ojos que me veían se declaraban en [mi favor, 12 porque libraba al pobre que clamaba y al huérfano que no tenía valedor. [ble, 13 Caía sobre mí la bendición del miseray el corazón de la viuda se colmaba de [gozo. 14 Vestíame de justicia, y ella me rodeaba [como vestido, era mi equidad cual túnica y turbante. 15 Yo era ojos para el ciego, era para el cojo pies, 16 era el padre de los pobres, y estudiaba la causa aun del desconocido. 17 Quebrantaba los molares del soberbio, y de sus dientes le arrancaba la presa. 18 Decíame yo: Moriré viejo, prolongaré mis días como la palmera; 9 1 extenderánse mis raíces hasta las aguas, y caerá de noche sobre mis ramas el rocío. 2 " Renovaráse conmigo mi gloria, y mi arco se fortalecerá en mis manos. * 21 Para escucharme me esperaban, y callaban hasta oir mi opinión. 22 Nadie replicaba a mis palabras, [so. suavemente penetraba en ellos mi discur23 Esperábanme como se espera la lluvia, y abrían su boca como el agua tardía. 24 Si les sonreía, no acertaban a explicármelo, y acogían con ansia la luz de mi rostro. 25 Cuando acudía a sus reuniones me sen[taba a la cabeza; moraba entre ellos como un rey entre sus [huestes, y a donde los conducía se dejaban llevar. O Q * Las palabras de Job responden a las de su objetante; hay que pasar por encima del capí" ^ tulo 28, que está intercalado en la discusión. 20 Los w.21-25 están en perfecto contexto después de I - I I , mientras que 12-20 dan razón del respeto con que era tratado Job y de sus halagüeñas esperanzas para el futuro. JOB 30-31 594 venido sobre mí días de aflicción. O f l ' Y ahora me hacen burla los más 2han 8 A n d o en torno enlutado, sin consuelo, «5" [mozos que yo, a cuyos padres m e hubiera yo desdeñado 2y9 me pongo a gritar entre la turba. H e venido a tener p o r hermanos a los [de contar [chacales entre los perros de mis ganados. 2 y p o r compañeros a los avestruces, [piel, A u n el vigor de sus brazos, 3" Ennegrecida se va desprendiendo mi ¿de qué podía servirme? y mis huesos queman por el ardor. N o tenían fuerza alguna 31 3 Hase trocado en duelo mi cítara, Flacos por la miseria y el hambre, y mi flauta en lamentos. roían las raíces del desierto; la tierra, árida y desolada, era su nodriza. 4 0 1 ' Había hecho pacto con mis ojos Recogían bledos entre la maleza, ** + de n o mirar a virgen. con raíces de retama se alimentaban. 2 5 Pues ¿qué porción m e reservaría Dios Arrojados de en medio de los hombres, [desde lo alto, perseguidos a gritos como ladrones, 6 habitaban en lo escarpado de los torren- y q u é heredad el Omnipotente desde las [alturas? en cuevas y entre rocas, [tes, 3 7 ¿No es la perdición la que espera al inirugiendo entre la maleza [cuo, y reuniéndose entre la enramada. 8 y el infortunio a los obradores de la malGente innoble, pueblo sin nombre, 4 ¿No está El mirando mis caminos [dad? arrojados de su misma tierra. 9 y contando todos mis pasos? ¡Y de ésos soy yo objeto de burla, 5 Ni anduve con engaños les sirvo de canción! ni corrieron hacia el fraude mis pies; >° Abominan de mí, me esquivan, y hasta se atreven a escupirme a la cara. ' péseme Dios en balanza justa, 11 y Dios reconocerá mi inocencia. Perdido todo respeto, me insultan, 7 Si se apartaron mis pasos de tus sendas, rompen todo freno en mi presencia. 2 y tras mis ojos se fué mi corazón, i A mi derecha se alza al populacho, o se pegó algo a mis manos, y prepara los caminos para perderme. 8 13 Destruyen mis sendas, procuran mi rui- siembre yo y coseche otro, y no hay quien los detenga. [na, y sean arrancadas mis plantaciones. 9 Si mi corazón se dejó seducir por mujer 14 Irrumpen contra mí como por ancha surgen de debajo de las ruinas, [brecha, y estuve en acecho a la puerta de mi pró10 5 muela para otro mi mujer [juno, 1 H a n arremetido contra mí terrores, y sea entregada a ajenos brazos; se fue como viento mi prosperidad, 11 pues maldad grande es ésta. pasó cual nube mi ventura, i 6 y ahora se derrite mi vida dentro de mí, es un grave crimen, 12 fuego que devora hasta la destrucción, y m e agarran días de aflicción. y consumiría toda mi hacienda. 1 7 La noche m e taladra los huesos, 13 Si desdeñé el derecho de mi siervo (mí, y no descansan los q u e me roen. 18 M e envuelven como vestido con fuerza, y el de mi sierva c u a n d o se quejaron d e 14 ¿qué haría cuando se alzara Dios para me ciñen como la orla de mi túnica. [juzgar?; " H a n m e arrojado al fango, [niza. y h e venido a ser como el polvo y la ce- cuando me pidiere cuentas, ¿qué respon20 dería? ¡Clamo a ti, y tú n o m e respondes; insisto, y n o me haces caso! [enemigo, 15 El que me hizo a mí en el materno seno, 2 [¿no le hizo también a él? > T e h a s tornado para mí en despiadado ¿No fue el mismo el q u e al u n o y al otro y con t o d a tu fuerza m e persigues; 22 me alzas en alto, m e haces cabalgar so[nos formó en el vientre? [bre el vien'o, 16 Si negué al indigente su satisfacción hasta que la tormenta se deshace en lluvia. y defraudé la esperanza de la viuda, 23 Bien sé q u e m e llevas a la muerte, 1 7 si comí solo mi bocado al lugar de reunión de todos los mortales. sin dar de comer de él al huérfano; [padre 24 Sin embargo, yo n o alcé la mano contra 1 8 antes desde mi infancia le atendía como [el pobre, y desde el seno materno le protegía; 19 le salvé en su angustioso gritar. si vi al miserable sin vestido 25 ¿No lloraba yo todos los días con el y al pobre que carecía de ropas, [afligido? 20y no me bendijeron sus carnes, [jas; ¿No se llenaba de tristeza mi alma por el y se calentaron con el vellón de mis ove[pobre? 21 si alcé mi m a n o contra el inocente, 26 Y cuando esperaba el bien, vínome el por verme superior a él en la puerta, [mal; 2 2 despréndase mí h o m b r o de la espalda cuando esperaba la luz, vino la osbcu- y arranqúese del hombro mi brazo. [ridad. 2 3 Pues temía el castigo de Dios 27 Mis entrañas se agitan sin descanso, y n o habría podido resistir a su majestad. 595 JOB 24 Si puse en el dinero mi confianza y dije al o r o : Tú eres mi esperanza; 25 si m e gocé en mis muchos bienes y en q u e mi m a n o mucho atesoraba, 26 si mirando al sol cuando brilla y a la luna al caminar resplandeciente 27 se engañó en secreto mi corazón [boca, y les mandé con la m a n o el beso de mi 28 que es también gravísimo delito, pues habría negado a Dios, que está en lo [alto; 29 si m e alegré del mal de mi enemigo y m e gocé en q u e le sobreviniera la des[gracia, 30 pues n o di mi lengua al pecado ni conjuré al sepulcro contra su vida; 31 si n o decían las gentes de mi tienda: ¿Dónde hallar quien de su mesa no se [sacie? 32 Antes bien no se quedaba fuera el exy abría mi puerta al viandante; [tranjero 33 si encubri c o m o h o m b r e m i pecado, ocultando en mi seno la maldad, 34 pues habría temido de la muchedumbre, me habría aterrado el desprecio de las gentes y mudo me habría estado sin salir de casa. 35 ¡Oh, si hubiera quien me escuchase! ¡Ahí va mi firma! Respóndame el Todopoderoso. Ahí está el libelo de la acusación escrito [por el adversario. 36 Ciertamente yo le llevaré sobre mis m e lo ceñiré c o m o corona, [hombros, 37 le daré a conocer el número de mis pay me acercaré a él como un príncipe, [sos 38 Si clamó la tierra contra mí, si a una lloraban sus surcos, 39 si comí de su substancia sin pagarla, si afligí el ánimo de los que la cultivaban, io názcanme cardos en vez de trigo y cizaña en vez de cebada. * 31-33 de aquellos tres hombres, se encendió su cólera. * 6 H a b l ó , pues. Eliú, hijo d e Beraquel, buzita, y dijo: Y o soy joven todavía y vosotros ancianos; por eso dudaba, temeroso, en exponer mi pensamiento. 7 Pensaba que hablaría la ancianidad y q u e los muchos años mostrarían la sa[biduria; 8 pero ésta es en el hombre una inspira[ción, es el soplo del Todopoderoso el que la 9 N o son los ancianos los sabios, [enseña, no siempre los viejos tienen el entendi[miento. 10 P o r eso m e atrevo a decir: Oídme y daré yo también mi parecer. " Y a veis, he estado esperando vuestros [discursos y escuchando vuestras razones; 12 mientras tuvisteis algo q u e decir estuve atento. [Job, Pero ya n o hay quien pueda convencer a no hay entre vosotros quien responda a [sus razones. 13 N o digáis: Nosotros hemos hallado la [sabiduría, es Dios, no es hombre alguno, quien n o s 14 A mi nada me ha dicho [adoctrina, y yo no voy a responderle con vuestros argumentos. 15 Están desconcertados, no responden ya, les falta la palabra. 16 Comenzaré yo, pues, ya q u e n o hablan y se están ahí sin responder. [ellos 17 Diré yo también lo mío, también yo expondré mi parecer. 18 M e siento lleno de cosas que decir y me insta el espíritu que hay dentro de mí. 19 Mirad, mi interior está como vino encerrado, como odre nuevo pronto a estallar. Fin de los discursos de Job 20 Hablaré, pues, para desahogarme y abriré mis labios para responder. Intervención de Eliú 2 1 N o haré acepción de personas, o O ' Dejaron aquellos tres hombres de llamaré a cada u n o p o r su nombre, « « replicar a Job, viendo que él se 22 n o m e andaré con circunloquios obstinaba en declararse inocente a los y m e soportará p o r un poco mi Hacedor. ojos de ellos; 2 pero Eliú, hijo de Beraquel, buzita, de la tribu de R a m , se encendió en cólera contra J o b porque se Reproches a Job declaraba justo ante Dios. 3 También contra los tres amigos ardió su cólera por- n o • Oye, pues, ¡oh Job!, mis palabras que n o tenían qué responder a J o b y con- «5 «5 y presta atención a mis discursos. denaban a Dios. 4 Había esperado Eliú 2 Mira, soy yo, abro la boca, [dar. mientras hablaban con J o b porque ellos es mi lengua la q u e se mueve en mi pala5 3 eran m á s entrados en días q u e él; m a s M i corazón m e dicta palabras sabias al ver q u e n o había respuesta en la boca y mis labios hablarán con franqueza. 31 40 Los w.38-40 están, sin duda, trastrocados. Deberían leerse a continuación del v.32. *> O 5 Este pequeño prólogo nos presenta a Eliú y los motivos de su injerencia en el debate. " ~ El argumento nuevo que aporta es el valor educativo del dolor, que justifica la conducta de Dios y es motivo para que Job guarde silencio. JOB 33-34 4 El espíritu de Dios me creó; el soplo del Todopoderoso me da vida. 5 Respóndeme, si puedes. Disponte a la defensa y pónteme delante. 6 También yo soy lo que tú ante Dios; también yo fui formado del barro. 7 Mira, nada tienes que temer de mí; no te abrumará mi majestad. 8 Dijiste, pues, ante mí, yo escuché bien el sonido de tus palabras : '«Puro soy, sin pecado; limpio estoy, no hay culpa en mí, 10 y, con todo, El halla pretextos contra y me toma por enemigo suyo. [mí 11 Pone mis pies en el cepo y espía todos mis pasos». 12 Mira, en esto no tienes razón. Yo te respondo que Dios es más grande [que el hombre. 13 ¿A qué quejarte contra El de que no dé razón de todo lo que hace? 14 Habla Dios de un modo, habla de otro, pero el hombre no le entiende. 15 En sueños o en visión nocturna, cuando desciende el sueño sobre los homcuando duerme en el lecho, [bres, 16 entonces abre sus oídos y le aterra con sus apariciones 17 para retraerle del mal y precaverle contra la soberbia; *8 para salvar su alma del sepulcro y19 librar su vida del seol. Le corrige con dolores en su lecho, con dolor continuo de sus huesos; 20 su vida tiene asco del pan, y su alma, del manjar más exquisito, [cer, 21 y se consume su carne hasta desaparey aparecen los huesos, que antes no se [veían; 22 está su vida próxima al sepulcro; su alma, a la compañía de los muertos; 23 pero si para él hay un ángel, un intercesor entre mil, que haga ver al hombre su deber, 24 tenga piedad de él y diga: «Líbrale del sepulcro; yo hallé el rescate de su vida»; [ventud, 25 reverdecerá su carne m á s que en su juvolverá a los días de la adolescencia. 26 Suplicará a Dios y éste le acogerá, le dará benigno su esplendente rostro y volverá el nombre a su justicia. 27 El entonces, dirigiéndose a los hom[bres, les dirá: «Había pecado, había violado la justicia, y Dios no me retribuyó según mis obras. 28 He salvado mi vida del sepulcro y vuelvo a ver la luz». 29 Mira, todo esto lo hace Dios dos y aun tres veces con el hombre, 30 para retraer su alma de la tumba, para alumbrarle con la luz de la vida. 3 > Atiende Job; escúchame. Calla mientras hablo yo; 32 O si tienes que replicar, respóndeme; 596 habla, que yo deseo darte la razón. 33 Si no, haz por escucharme; calla, y te enseñaré sabiduría. Segundo discurso de Eliú OJI Í Prosiguió Elíu hablando así: Oíd, hombres sabios, mis pala[bras. Prestadme, hombres doctos, vuestro oído, 3 pues el oído discierne las palabras, como prueba los manjares el paladar. 4 Examinemos la causa, veamos entre nosotros dónde está lo justo. 5 Puesto que Job dice: «Yo soy inocente, pero Dios me niega mi derecho, 6 y contra mi derecho padezco, y es mi llaga atroz sin culpa mía». 7 ¿Quién jamás como Job, que se bebe los insultos como agua 8 y se va en la compañía de los obradores [de la maldad, por los caminos de los hombres perversos? 9 Puesto que ha dicho: «No aprovecha al estar a bien con Dios». [hombre 10 Oídme, sesudos varones: ¡Lejos de Dios la maldad! ¡Lejos del Todopoderoso la injusticia! 11 El retribuye al hombre según sus obras, según su conducta le trata. 12 N o , cierto, no es injusto Dios; no tuerce el Todopoderoso la justicia. 13 ¿A quién confió la tierra para que la go[bernara? ¿A quién ha dado cargo del universo todo? 14 Si él volviera a sí su soplo y15 retrajera a sí su aliento, en un instante moriría toda carne y el hombre se tornaría polvo. 16 Si entiendes, oye esto y escucha el sonido de mis palabras. 17 ¿Podrá gobernar un enemigo del derecho? ¿Y quieres tú condenar al justo supremo, 18 al que puede decir a un rey «malvado», y «criminal» a un soberano? 19 ¿Al que no mira a la cara de los podey no prefiere el rico al pobre, [rosos porque todos son hechura suya? 20 Mueren de improviso en el corazón de [la noche, son sacudidos los poderosos y desapa releen. El valiente se va sin poder hacer uso de [su fuerza, 21 pues El tiene su mirada sobre el obrar y cuenta todos sus pasos. [de cada uno 22 No hay obscuridad, no hay densa tinie[bla donde puedan esconderse los malhecho23 Fija plazo al hombre [res. para presentarse al tribunal de Dios. 24 Quebranta al fuerte sin andar en averiy pone otro en su lugar. [guaciones 25 Conocedor de sus acciones todas, 2 JOB 34-36 597 14 menos todavía cuando tú dices que no los derriba en una noche y quedan aplas[lo ve. tados. 26 Ante El está la causa; espera en El. En castigo de su maldad los flagela 15 allí donde sean vistos, Al decir, pues, que no es su ira la que 27 [castiga, porque se alejaron de El que no atiende gran cosa a la iniquidad, y no quisieron saber de sus caminos, 16 abrió Job vanamente su boca 28 y llegó a El el clamor del oprimido en cuanto se hizo oír el lamento de los y multiplicó insensatamente las palabras. [desvalidos. 29 Si El calla, ¿quién podrá condenar? Si El esconde su rostro, ¿quién ya le verá? El cela sobre las naciones y sobre los in[dividuos 30 para que no campe el impío por sus [respetos, para que no sufra el pueblo vejaciones. 31 Si alguno dice a Dios: «Me he engreído, pero no volveré a hacer 32 si he pecado, adoctríname; [el mal; si he hecho el mal, no lo haré más». 33 ¿Castigará El según tu consejo? ¿Te dirá: Juzga tú en lugar mío? Di tú lo que sepas. 34 Háblenme los sensatos, atiéndanme los prudentes. 35 No habló Job cuerdamente; fueron imprudentes sus discursos. 36 ¿No será Job probado a fondo por sus respuestas, propias de un impío, 37 pues a su pecado añade la rebelión, bate palmas contra nosotros y multiplica sus quejas contra Dios? T e r c e r discurso de Eliú Tomó Eliú la palabra y dijo: 2 ¿Te parece haber pensado justamenal decir: «Tengo razón contra Dios», [te 3 y diciendo: «¿De qué me sirve, qué ventaja he tenido por no haber pe4 Voy a responderte, [cado?» y a responder contigo a tus amigos. 5 Contempla el cielo y mira; considera las nubes; son más altas que tú. 6 Si pecas tú, ¿qué mal haces? Si multiplicas tus pecados, ¿qué perjuicio 7 Y con ser justo, ¿qué le das? [le causas? ¿Qué recibe El de tu mano? [obrar; 8 A un hombre como tú perjudica tu mal a un hijo de hombre aprovecha tu justicia. 9 Gritan por la gravedad de la opresión, piden socorro contra la tiranía de los poderosos ; i°pero nadie dice: «¿Dónde está el Dios [que nos creó, que da en la noche cantares de júbilo, 11 que nos da inteligencia mayor que a las [bestias de la tierra y nos hace sabios más que a las aves del [cielo?» 12 Y, claro, por mucho que griten. El no [responde viendo la soberbia de los malvados. 13 Un vano gritar, cierto, no lo escucha el Todopoderoso no lo atiende, [Dios; 1 C u a r t o discurso de Eliú Continuó Eliú diciendo: 2 Espera un poco y te enseñaré, todavía hay más razones en favor de Dios. 3 Sacaré de lejos mi saber y vindicaré la justicia de mi Hacedor. 4 Cierto, no son falaces mis razones, te habla un perfecto conocedor. 5 Mira: Dios es poderoso, y6 el puro de corazón no lo desprecia. No deja florecer al impío y hace justicia al desvalido. 7 No aparta sus ojos de los justos, y al fin los sienta en tronos con los reyes, y son exaltados. [la miseria, 8 Encadenados, oprimidos en los lazos de El les hará reconocer sus obras, 9 sus pecados, porque se ensoberbecieron. Abre sus oídos a la corrección 10 y los exhorta a que se aparten del mal. Si le oyen, si se le someten, 11 terminarán felizmente sus días y sus años transcurrirán en la dicha. 12 Pero si le desoyen, acabarán malamente y morirán cuando menos lo esperaban. 13 Los de corazón protervo se airan y14 no claman a Dios cuando los encadena; por eso se extingue su alma en la ju[ventud y acaba su vida entre los infames. 15 Salva al pobre por su pobreza y con la tribulación abre sus oídos. 16 También a ti te sacará de las fauces [de la angustia a lugar holgado, sin estrecheces, a mesa llena de selectos manjares. 17 Pero si sigues los senderos del impío, la culpa y la pena se corresponderán. 18 No te lleve, pues, la ira al arrebato y no te deprima la cuantía del rescate. 19 ¿Puede acaso sacarte de la angustia tu [clamor y a todos tus vigorosos esfuerzos? 20 No anheles, pues, tanto la noche de la [muerte, que va arrebatando a unos tras otros. 2i Guárdate de dejarte llevar a la iniquidad, pues por eso fuiste probado con la aflic[ción. 22 Mira: Dios es sublime en su poder, ¿quién como El es maestro? [ducta? 23 ¿Quién jamás le dio normas de con¿Quién jamás pudo decirle: Has hecho [mal? OC 1 J O B 36-38 24 Acuérdate de que debes ensalzar sus de tantos hombres celebradas. [obras, 23 Todos los hombres las contemplan y todos las miran de lejos, [conocemos; 26 M i r a : Es Dios tan grande que no le el número de sus años no es investigable. 27 El hace subir las gotas de agua y descender en lluvia sus vapores. 28 Destilan las nubes y llueve sobre el h o m b r e en abundancia. 29 ¿Quién será capaz de conocer la extens i ó n de las nubes, los fragores de su pabellón? 30 El las extiende en derredor suyo i oculta las cumbres de los montes, 1 pues con esto alimenta a los pueblos / con eso da pan a los mortales. 2 T o m a el rayo en sus manos f le m a n d a herir al blanco; 3 el trueno le anuncia [menta, y el ganado siente la amenaza de la torO 'J ' Esto hace saltar mi corazón •* • y le llena de espanto. Oid e. estallido de su voz, el estampido que sale de su b o c a ; 3 se extiende por t o d o s los ámbitos del [cielo y llega su fulgor hasta los confines de la [tierra. 4 Y después de él resuena el trueno. Brama con voz majestuosa y nada puede retener el rayo cuando se oye su voz. [voz. 5 Truena Dios portentosamente con su Hace cosas grandes que no comprendefinos. 6 El dice a la nieve: «Baja a la tierra», y a las lluvias copiosas: «Abundad». 7 Sobre t o d o h o m b r e pone un sello, para que todos reconozcan que es obra 8 Las fieras se meten en su cubil [de El. y se quedan en sus guaridas; 9 del austro viene el huracán, viene del septentrión el frío. 10 Al soplo de Dios se forma el hielo y se solidifica la extensión de las aguas. 11 El carga de rayos las nubes difunde la nube su luz, 2 que va t o d o en t o r n o , donde la lleva la voluntad del gobernante para hacer lo que le m a n d a El en la superficie del orbe, 13 ya para castigar como azote, ya para favorecer al hombre. 14 Atiende a esto, J o b , [Dios. y detente a considerar las maravillas de 15 ¿Sabes tú los designios de Dios sobre [ellas? ¿Sabes por qué hace brillar el relámpago [en sus nubes? 2 L 598 599 J O B 38-39 16 ¿Conoces el equilibrio de las nubes en [el aire, los prodigios del que todo lo sabe? 17 ¿Sabes por qué se calientan tus vestidos cuando el viento solano abochorna la tie[rra? 18 ¿Extenderás tú con El el firmamento, terso como fundido espejo? 19 Enséñanos lo que hemos de decirle, pues nosotros no sabemos, envueltos en [tinieblas. 20 ¿Quién irá a darle cuenta si hablare yo? ¿Podrá decirle nadie: «Me veo avasa21 Ahora no puede verse la luz, [liado»? está obscurecida por las nubes; de pronto pasa el viento y barre las nubes; 22 viene del aquilón áureo resplandor y se viste Dios de terrible majestad. 23 Al Omnipotente no le alcanzamos; grande es su poder, grande es su juicio, es mucha su justicia, no oprime a nadie. 24 Por eso h a n de temerle los hombres y no mira El al que se cree sabio. Intervención de Dios O O ' Entonces dirigió Dios a J o b su «*'* palabra de en medio de u n torbellino, diciendo: * 2 ¿Quién es este que empaña mi provicon imprudentes discursos? [dencia 3 Cíñete como varón tus lomos. Voy a preguntarte, respóndeme tú. 4 ¿Dónde estabas al fundar yo la tierra? Dímelo, si tanto sabes. [mensiones? 5 ¿Quién determinó, si lo sabes, sus di¿Quién tendió sobre ella la regla? 6 ¿Sobre qué descansan sus cimientos o quién asentó su piedra angular [tutinos 7 entre las aclamaciones de los astros may los aplausos de todos los hijos de Dios? 8 ¿Quién cerró con puertas el mar cuando impetuoso salía del seno, 9 dándole yo las nubes por mantillas y los densos nublados por pañales, 1° dándole yo la ley y poniéndole puertas y cerrojos, 11 diciéndole: D e aquí no pasarás, ahí se romperá la soberbia de tus olas? 12 ¿Acaso has m a n d a d o tú en tu vida a [la m a ñ a n a y has enseñado su lugar a la aurora 13 para que ocupe los extremos de la y eche fuera a los malhechores, [tierra 14 modelándose entonces la tierra como [el barro bajo el sello y apareciendo vestida, 15 privando a los malvados de su luz y rompiendo el brazo de los soberbios? 16 ¿Has bajado tú hasta las fuentes del [mar, 3 Q 1 Dios aparece al fin, y, dirigiéndose a Job, trata de aplanarle presentándole la grandeza de ^^ su sabiduría, revelada en la creación. Es magnifica la descripción del caballo, del hipopótamo y del cocodrilo. te h a s paseado por las profundidades del [abismo? 17 ¿Se te han abierto las puertas de la [muerte? ¿Has visto las puertas de la región tene[brosa? 18 ¿Abarcas la inmensidad de la tierra? Dilo si la conoces. [de la luz?; 19 ¿Cuál es el camino para las moradas y las tinieblas, ¿dónde habitan? 20 ¿Sabrás tú conducirlas a sus dominios y tornarlas a los senderos de su m o r a d a ? 21 ¡Seguro lo sabrás, pues ya habías na[cido y era ya entonces grande el número de [tus días! 22 ¿Has ido a los escondrijos de la nieve? ¿Has entrado en los almacenes del granizo, 23 que guardo yo para los tiempos de la [desdicha, para el día de la guerra y de la batalla? 24 ¿Cuál es el camino p o r donde se difunde [la niebla? ¿Por dónde se echa sobre la tierra el [viento solano? 25 ¿Quién abre el camino de la inundación y sus sendas al rayo tonante [sierta, 26 para hacer llover sobre la tierra desobre desiertos inhabitados por el hombre, 27 para empapar las áridas llanuras y hacer brotar la verde hierba? 28 ¿Tiene padre la lluvia? ¿Quién engendra a las gotas del rocío? 29 ¿De qué seno sale el hielo?, y la escarcha del cielo, ¿quién la engendra? 30 Se endurecen las aguas como piedra y se congela la superficie del abismo. 31 ¿Atarás tú los lazos de las Pléyades o puedes soltar las ataduras del Orion? 32 ¿Eres tú quien a su tiempo hace salir [la corona boreal y quien guía a la Osa con sus hijos? 33 ¿Conoces tú las leyes de los cielos y has determinado su influjo sobre la 34 ¿Alzas tu voz hasta las nubes, [tierra? para que te cubran de copiosas aguas? 35 ¿Mandas tú a los relámpagos y van ellos, diciéndote: Henos aquí? 36 ¿Quién puso sabiduría en el ibis y al gallo quién le dio inteligencia? 37 ¿Quién dispone las nubes con cuenta y [número y quién derrama los odres de los cielos 38 c u a n d o se hace una masa el polvo y se pegan unos a otros los terrones? 39 ¿Eres tú quien proporciona su presa al y sacia el alma de los leoncillos [león 40 c u a n d o están agazapados en sus cubiles o se ponen en acecho en la espesura? 41 ¿Quién prepara su alimento al cuervo cuando sus polluelos gritan a Dios y graznan por falta de comida? O Q ' ¿Sabes tú el tiempo en que pir«ín •5*' Has gamuzas? ¿Asististe al parto de la cierva? 2 ¿Contaste los meses de su preñez o conoces el tiempo de su parto? 3 Se encorvan, echan su cría, poniendo fin a sus dolores. 4 Se hacen grandes sus crías, crecen en el salen y no vuelven más a ellas, [campo, 5 ¿Quién da libertad al asno salvaje? ¿Quién rompe las ataduras al onagro, 6 al que por casa di el desierto, por guarida las estériles estepas? 7 Se ríe del estrépito de las ciudades y n o oye las voces del arriero; 8 vaga por los montes al pasto, se va tras de toda hierba verde. 9 ¿Consentirá el búfalo en servirte y en pasar la noche a tu pesebre? 10 ¿Podrás atarle el yugo con tus coyundas y hacerle arar los surcos delante de ti? 11 ¿Contarás con él por su gran fuerza y le encomendarás tus labores? 12 ¿Le fiarás la recogida de tu grano y el amontonamiento de tus mieses en la [era? 13 Agítase graciosa el ala del avestruz, que posee hermoso plumaje. 14 Abandona sus huevos a la tierra y los deja que se calienten en la arena, 15 sin pensar que un pie puede romperlos, puede aplastarlos un animal salvaje. 16 Es cruel con sus hijos, como si no [fueran suyos, y no se cuida de que sea vana su fatiga, 17 porque le negó Dios la sabiduría y no le dio parte en la inteligencia; 18 pero en cuanto se yergue en alto, se n e del caballo y del jinete. 19 ¿Das tú al caballo la fuerza, revistes su cuello de ondulantes crines? 20 ¿Le enseñas tú a saltar como la langosta? Su relincho es fiero y terrible. 21 Hiere la tierra con su casco, lánzase sale al encuentro de las armas, [audaz, 22 -ríese del miedo, no se empavorece, no retrocede ante la espada, 23 cruje sobre él la aljaba, la llama de la lanza y la saeía; 24 con estrépito y resoplido sorbe la tierra, no se contiene al sonido del clarín. 25 C u a n d o suena la trompeta, dice: ¡Sus! Y huele de lejos la batalla, [batalla el clamor de los jefes y el tumulto de. la 26 ¿Se alza a lo alto el azor por tu sabiduría, tendiendo sus alas hacia el mediodía? 27 ¿Se remonta por orden tuya el águila y hace su nido en las alturas? 28 Habita en las rocas y allí pasa la noche, en la cresta de las rocas, en lo más 29 Acecha desde allí la presa, [abrupto que de muy lejos descubren sus ojos30 Soi betean la sangre sus polluelos, y donde hubiere muertos, allí está ella. JOB 39-41 31 0 ) Y continuando Yavé en responder a J o b , dijo: 32 2 ( ) ¿Querrá el censor contender todavía [con el Omnipotente? El que pretende enmendar la plana a [Dios, responda. 600 22 (27) ¿Te dirigirá ruegos suplicantes o te lisonjeará con palabras? 23 28 ( ) ¿Hará pacto contigo, lo tomarás a tu servicio? 24 29 i ) ¿Jugarás con él como con un pájaro, le atarás para juguete de tus niños? 25 (30) ¿ I x cogerán los pescadores en sus se !o lepartirán los mercaderes? [redes, Respuesta de J o b 26 31 ( ) ¿Cubrirás tú de flechas su piel 33 3 ( ) Y Job respondió a Yavé, diciendo: y le hundirás el arpón en la cabeza? 34 4 ( ) H e hablado de ligero. ¿Qué voy a 27 (32) Ponle encima la m a n o ; Pondré mano a mi boca. [responder? te quedará recuerdo de la riña y n o 35 (5) u n a v e z hablé, no hablaré más. [volverás. 28 Dos veces, no añadiré palabra. (i) Si alguno se atreviere, le engañó su [ilusión; Prosigue Yavé a su sola vista quedará aterrado. 6 1 2 A A ' ( ) Siguió Yavé replicando a Job Al ( ) N a d i e se atreve a provocarle " " desde el torbellino, y dijo: * *• ni puede estar a pie firme delante 2 (7) Ciñe tu cintura, cual varón; yo [de él. 2 3 te preguntaré, enséñame tú. ( ) ¿Quién jamás le hizo frente y quedó 3 8 ( ) ¿Aún pretenderás menoscabar mi jus- N o lo hay debajo del cielo. [salvo? ticia? 3 ( 4 ) N o callaré la forma de sus miembros; ¿Me condenarás a mi para justificarte tú? no tiene igual en la fuerza. 4 9 ( ) ¿Tienes los brazos tú como los de Dios 4 (5) ¿Quién jamás le despojó de su manto, y puedes tronar con voz semejante a la quién exploró la doble fila de sus dientes, [suya? 5 (*) le abrió las puertas de la boca? 5 (l°) Revístete, pues, de gloria y majestad, El círculo de sus dientes infunde terror; 6 cúbrete de magnificencia y esplendor, (7) su dorso está armado de láminas de 6 (H) distribuye a torrentes tu ira [escudos, y humi'la al soberbio sólo ~on mirarle. compactas y cerradas como un guijarro; 2 7 7 (i ) Mira al orgulloso y abátele, (8) únese la una a la otra sin dejar resy aplasta a los malvados. y8 un soplo no entra por ellas. [quicio, 8 (13) Ocúltalos a todos en el polvo (») Están pegadas una con otra, y9 cubre su faz da eternas tinieblas. bien trabadas, no pueden separarse. 9 (i 4 ) Y o entonees también te alabaré, (i°) Sus estornudos son llamaradas, y diré que tu diestra es capaz de vencer. sus ojos son como los párpados de la 10 (15) Mira al hipopótamo, creado por mí, io ( n i de su boca salen llamas, [aurora; [como lo fuiste tú, se escapan centellas de fuego; que se apacienta de hierba, como el buey. 11 ( 12 ) sale de sus narices humo, 11 (16) Mírale; su fuerza está en sus lomos, como de olla al fuego, hirviente. y su vigor en los músculos de su vientre. 12 (13) Su aliento enciende los carbones, 12 (17) Endereza su cola como un cedro, saltan llamas de su boca; los nervios de sus costillas se entrelazan. 13 (I 4 ) en su cuello está su fuerza, 13 (18) Sus huesos son como tubos de y ante él tiemblan de horror. [bronce, 14 ( l s ) Las papadas de su carne son duras, sus costillas son como palancas de hierro. apretadas, no se mueven. [nal, 14 (19) Es obra maestra de Dios, 15 (16) s u corazón es duro como el pederduro como la piedra inferior de la muela. hecho para rey de sus compañeros. 15 (20) Los montes le ofrecen sus tributos, 16 (17) D e su majestad temen las olas, mientras retozan allí todas las bestias del las ondas del m a r se tetiran. [campo. 17 (18) L a espada que le ataca se rompe, 16 (21) Echase debaje de los lotos, no resisten la lanza, ni el dardo, ni el en medio de los juncos del pantano; [venablo; . 17 (22) los lotos de la orilla le dan sombra, 18 (19) para él el hierro es como paja, le rodean las mimbreras del torrente. y el bronce cual madera carcomida. 19 (20) El hijo del arco no le hace huir, 18 (23) Crezca el río, él n o se espanta, está24seguro, aunque le llegue un Jordán al las piedras de la honda son para él estopas, i ' ( ) ¿Le cogerán a sus ojos? [hocico. 20 (21) i a maza le es como paja, ¿Taladrará nadie con el anillo su nariz? y se22burla del vibrar del venablo. 20 25 ( ) ¿Puedes tú coger con anzuelo al 21 ( ) Debajo lleva agudos tejos, [cocodrilo que arrastra como un trillo sobre el cieno. 22 (23) Hace hervir el abismo como olla, y atarle una cuerda a la lengua? 21 (26) ¿Le meterás un lunco por la n a r ú y espumar como vasija de ungüentos. o atravesarás con el anillo sus mandíbulas? 23 (24) D e j a en p o s d e sí blanco s u c a m i n o . 601 SALMOS no os haré mal, pues no hablasteis9 de cual si fuese una cana cabellera. 24 (25) N o hay en la tierra semejante a él, mí rectamente, como mi siervo J o b . Vinieron, pues, Elifaz, temanita; Bildad, hecho para no tener miedo. suhita, y Sofar, namatita, e hicieron lo 25 (2&) Todo lo ve desde arriba, que les mandara Yavé, y Yavé atendió a es el rey de todas las fieras. los ruegos de Job. * i° Yavé restableció a J o b en su estado, Respuesta de J o b después de haber él rogado por sus amiÁf ! Respondió Job, diciendo: gos, y acrecentó Yavé hasta el duplo todo cuanto antes poseyera. ll Vinieron a él 2 Sé que lo puedes todo todos sus hermanos y hermanas y todos y que no hay nada que te cohiba. 3 sus anteriores conocidos, y comieron con Cierto que proferí lo que n o sabía, él en su casa, se condolieron y le consolacosas difíciles para mí, que no conocía. ron por todo el mal que sobre él hiciera (4) venir Yavé, y le regalaron cada u n o una 5 Sólo de oídas te conocía; moneda y un anillo de oro. 12 Yavé benmas ahora te han visto mis ojos. dijo las postrimerías de J o b más que sus 6 Por todo me retracto y hago penitencia principios, y llegó a poseer J o b catorce entre el polvo y la ceniza. mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. 13 Tuvo catorce Epílogo hijos y tres hijas; i 4 a la primera le puso 7 Jemina (Paloma), a la seDespués de haber hablado Yavé a por nombre Quesia (Casia) y a la tercera 1 QueJob estas palabras, dijo Yavé a Elifaz, gunda ren-Happuc (Cuerno de Afeites). 5 N o temanita: Se h a encendido mi ira contra había en toda aquella tierra mujeres más ti y contra tus dos compañeros, porque hermosas que ias hijas de Job, y su padre no hablasteis de mí rectamente, como mi les dio herencia entre sus hermanos. 16 Visiervo Job. vió J o b después de esto ciento cuarenta 8 Así, pues, tomad siete becerros y siete años, y vio a sus hijos y a los hijos de carneros e id a mi siervo J o b y ofreced sus hijos hasta la cuarta generación, 17 y por vosotros sacrificio; y J o b , mi siervo, murió J o b anciano y colmado de días. rogará por vosotros, y en atención a él j n 9 El desenlace sorprende un poco. Cuando creíamos que los amigos de Job recibirían un * ^ elogio de Dios, sucede al revés; es Job el elogiado y ellos son declarados en falta, necesitando de la intercesión del acusado para alcanzar perdón de Dios. Al fin viene a cumplirse la sentencia de que Dios colma de bendiciones a los que le temen. Job tenía razón al decir que sus sufrimientos no eran proporcionados a sus pecados; los amigos, demasiado absolutos en interpretar el principio de que Dios, justo, da a cada uno según sus obras, se convirtieron en duros acusadores de Job. Este sufría para glorificación de Dios en sus siervos, para prueba de su virtud y para dar con ella en rostro a Satán. M O 1. E ¡ título que este libro lleva en el texto masore'ttco significa en general cantos, himnos, salmos, loas, etc. El libro está dividido en cinco. El primero contiene los salmos 1-41. El segundo, los salmos 42-72. El tercero, los salmos 73-89. El cuarto, los salmos 90-106, y el quinto, los salmos 107-150. Probablemente estos cinco libros son otras tantas colecciones de salmos, hechas en distintas épocas y por distintos autores, como lo prueba el terminar cada una de ellas con una doxologia final, y principalmente la nota que se halla al fin del segundo libro (Sal 72): «Aquí terminan los salmos de David, hijo de Jesé»; pues a pesar de ella son no pocos los salmos que a David atribuyen las inscripciones. Se confirma este modo de ver por hallarse algunos repetidos en los varios libros, con más o menos ligeras variaciones. Así, por ejemplo, 14 — 53, y el estar algunos de ellos compuestos de parte de otros, como, por ejemplo, el salmo 69, que es parte del 39, w. 14-18; el 107, compuesto de fragmentos del 56, vv.8-12, y del 59, vv.7-14. Sólo pueden explicarse estos hechos suponiendo que al tiempo en que fué hecha la colección general gozaban ya de tal prestigio las varias colecciones particulares, que el autor de aquélla las aceptó cuales eran, sin atreverse a suprimir nada en ellas. Se confirma esto mismo por el uso sistemático que en los distintos libros se hace de los nombres divinos de Yavé y Elohim. En el libro primero aparece generalmente el SALMOS 602 nombre de Yavé; en el segundo, generalmente el nombre de Elohim; en el tercero, casi tanto el de Yavé como el de Elohim; en el cuarto, exclusivamente, y en el quinto, casi exclusivamente, el de Yavé. 2. El libro de los Salmos o Salterio suele llamarse Salterio de David, y asi lo llamó el Concilio Tridentino; pero esto no quiere decir que sea David el único autor de todo él, sino que es el principal autor, pues son muchos los salmos que él compuso, y se le considera como el más eximio de los salmistas de Israel: «Egregius psaltes Israeh (2 Sam 23,1). Las inscripciones atribuyen a Moisés uno, el 90; a David, sesenta y cuatro; a Salomón, uno, el 72, según la interpretación que de la inscripción hacen muchos intérpretes, que, sin embargo, no nos parece la más probable; a Asaf, levita, doce; a los coreitas o hijos de Coré, doce; a Etán, uno, el 89. Los restantes, cincuenta y nueve, son anónimos—«huérfanos» los llaman los judíos—; la inscripción, si la llevan, no indica el autor. El autor de la colección general, según todas las probabilidades, parece haber sido Esdras. La época en que fueron escritos los salmos abarca un largo período, que va desde los comienzos de la monarquía, siglo XI a. C, hasta después de la cautividad babilónica, siglo V a. C; sin que podamos con certeza señalar fechas más recientes para algunos, como creen ciertos intérpretes, y mucho menos todavía decir que muchos de éstos sean del tiempo de los Macabeos. 3. Las inscripciones que preceden a tantos salmos, aunque no pueda afirmarse que sean de los autores, son, sin embargo, antiquísimas, muy anteriores al tiempo en que fue hecha la versión de los LXX, como lo prueba el hecho de que muchas de ellas ya eran ininteligibles para los autores de esta versión. Son estas indicaciones del autor, del género de la composición, de la melodía a cuyo tenor había de cantarse el salmo, de los instrumentos músicos con que el canto había de acompañarse, de la tesitura de las voces y el cantor que había de dirigirlo o personalmente cantarlo. Por desgracia se perdió entre los judíos la tradición de casi todo cuanto concernía al canto litúrgico, y hoy muchas de estas indicaciones son, para nosotros, o enteramente indescifrables o sólo muy problemáticamente conjeturables. Las que se refieren al género de la composición distinguen varias clases de salmos: mizmor, higgayon, mictam, sir, masquil. Qué signifiquen no podemos hoy colegirlo. Los que indican la melodía suelen repetir la primera o primeras palabras de un canto ya conocido; así, por ejemplo: MutIabben, Ajelet-Saar, etc. Indicadoras de los instrumentos hallamos neguinot, instrumentos de cuerda; nejilot, instrumentos de aire, etc. Referentes a la tesitura hallamos seminit, a la octava; alemot, a voces blancas, voces de doncella, etc. Finalmente se repite muchas veces «del director del canto, de fedutún», etc., que parecen indicar quién había de cantarlo o quién había de dirigirlo. Todas estas indicaciones, si nos fueran ciertamente conocidas, tendrían para nosotros un valor artístico muy estimable, pero no el valor histórico que tienen las que se refieren al autor del salmo o a las circunstancias históricas en que fue compuesto. Además del autor, indican varias inscripciones las circunstancias históricas en que el salmo fue compuesto. Así, por ejemplo, el 7 lleva la inscripción: «Sigayon de David, que cantó a Yavé con ocasión de lo de Cus, benjaminita». El 18: «Al maestro del coro, salmo de David, siervo de Yavé, que dijo las palabras de este canto cuando le libró Yavé de todos sus enemigos y de la mano de Saúl», etc. 4. La autoridad de estas inscripciones históricas es, como hemos dicho, muy grande, por su gran antigüedad; no es, sin embargo, del todo decisiva. Como norma en cuanto a esto, debemos seguir las respuestas dadas por la Comisión Pontificia Bíblica en 1 de mayo de 1910. Para apreciar en su justa medida lo que vale para la interpretación de un salmo el conocimiento de su autor, hemos de tener ante los ojos cuan frecuente es en la poesía, sobre todo en la lírica, que el poeta se revista, o revista a la persona a quien canta, de una vaga personalidad, que trasciende la realidad de la misma y acumule sobre ella no sólo notas reales de otras, sino también notas ideales a que su mente se eleva. Así, por ejemplo, nuestro Gabriel y Galán, al cantar al «Ama», ve en ella no sólo las cualidades de la esposa muerta, de quien generalmente se cree, quizá sin razón, que 603 SALMOS es la persona cantada en el poema, sino las de otras amas a quienes conoció, y quizá las de una ama ideal que sólo en su mente tuvo vida. Esto mismo sucede en la lírica sagrada; y por eso sería desacertado querer interpretar muchos salmos que llevan una inscripción histórica encerrándose dentro de las circunstancias históricas a que se refiere la inscripción. El poeta, aunque compusiera sus salmos en las circunstancias históricas que la inscripción menciona, rompe generalmente ese marco y, elevándose muy por encima de él, expresa pensamientos y sentimientos que no caben dentro del mismo. A esto parece aludir San fuan de la Cruz cuando, en el prólogo de su «Cántico Espiritual», nos dice que estas canciones fueron compuestas «en amor de abundante inteligencia mística», y que «los dichos de amor es mejor declararlos en su anchura, para que cada uno se aproveche según su modo y el caudal de su espíritu, que no abreviarlos a un sentido a que no se acomode todo paladar». Si además tenemos en cuenta, como hemos indicado, la ilustración divina de la mente del salmista y el ambiente mesiánico de que estaba rodeado, se verá la justeza de estas observaciones acerca del mesianismo de muchos salmos. 5. El orden de los salmos no es ni lógico ni cronológico. Tampoco la numeración es la misma en los códices hebreos y en las diversas versiones. La Vulgata sigue en esto a los LXX. El 9 de la Vulgata son el 9 y el 10 en hebreo, y por eso a partir del tola numeración de la Vulgata y el Hebreo se separan, siendo siempre en una unidad inferior la numeración de la Vulgata a la del Hebreo: Vulg 10-112, Hebr n - 1 1 3 . El 113 de la Vulgata es en Hebreo el 114 y 115, mientras que el 114 y el 115 de la Vulgata son el 116 en el Hebreo, continuando, por tanto, la numeración de aquélla en la unidad inferior a la de éste desde el 114-115 Vulgata, i r 6 Hebreo, hasta el 145 Vulgata, 146 Hebreo. El 146 y 147 de la Vulgata son el 147 del Hebreo; por tanto, se iguala ya la numeración en la una y el otro hasta el fin del Salterio. Cada uno de los libros lleva al fin una doxología, que viene a equivaler a una inscripción, y el conjunto del Salterio termina con el salmo 150, que más que salmo es propiamente la doxología final de todo el Salterio. 6. El argumento de los salmos es variadísimo. Es todo cuanto puede afectar al alma sensible de los salmistas: el espectáculo de la naturaleza, la historia de Israel, algún suceso culminante de esa historia, la lucha continua entre el bien y el mal, entre los seguidores de Dios y los que viven de espaldas a El, la confianza del justo en la providencia divina, la confesión humilde de los pecados, la gloria de Dios, su poder, su sabiduría, etc. Todo esto contemplado a la luz de la revelación divina y de los destinos divinos de Israel. Como el mesianismo se hallaba tan hondamente impreso en el alma de los salmistas, en todas partes lo revelan, y en forma variadísima, igual que vemos acontece en los profetas. 7. La lucha entre el bien y el mal, entre los fieles de Dios y los impíos, da lugar a ciertas manifestaciones que necesitan alguna aclaración. Dios en la Ley promete bendiciones copiosas a los que vivan fieles a su alianza, pero amenaza con gravísimos castigos a los que de esa alianza se olvidan (Lev 26; Dt 28-30). Aquí se inspiran los profetas en sus oráculos conminatorios contra los prevaricadores de la Ley o en las bendiciones que predicen para los tiempos mesiánicos. Estas sanciones son temporales, como que iban dirigidas al pueblo. Ahora bien, cuando los salmistas toman por argumento de sus cantos la lucha entre el pueblo de Dios, el único que lo conoce y rinde culto, y las naciones idólatras, que le desconocen y que, confiadas en la ayuda de sus dioses, tratan de esclavizar al pueblo elegido, los salmistas piden a Dios descargue todos los azotes que en la Ley conmina sobre los pueblos enemigos de Israel y, por tanto, de Dios. Igual acontece cuando el salmista pone los ojos en sí mismo y en sus amigos los justos, amigos también de Dios, convertidos en blanco de las persecuciones de los impíos. La causa de Dios, que los justos representan en el mundo, se halla interesada, y los salmistas claman al cielo pidiendo justicia, una justicia dura como la de la Ley, para que los malvados sean abatidos y los justos levanten cabeza y se animen a seguir en el servicio de Dios. Tales plegarias se hallan expresadas con la fuerza y el realismo propios de un poeta 604 SALMOS 1 oriental y no pueden menos de impresionar a las almas educadas en la doctrina evangélica. Pero, entendidas a la luz de las precedentes consideraciones, no son sino clamores vehementes por el triunfo de la justicia de Dios sobre los impíos, para los cuales, después que Cristo satisfizo a la divina justicia por todas sus impiedades, no podemos pedir sino aquella gracia y misericordia que el Salvador nos mereció a todos. 8. De entre los libros de la Sagrada Escritura es el de los Salmos uno de los más leídos y estimados. Los judíos los sabían de memoria y los cantaban con frecuencia. En la primitiva Iglesia cristiana sucedía otro tanto. San Cipriano, San Basilio, San Jerónimo, etc., nos ofrecen testimonios de la universal difusión de los Salmos entre losfielesde su tiempo, que llegaba hasta él punto de cantarse los salmos por los ocupados en las faenas agrícolas; no digamos los monjes, una de cuyas principales obligaciones era aprenderlos todos de memoria. Quizá la principal razón por que no fue recibida en la Iglesia la versión de los Salmos hecha por San Jerónimo del texto hebreo fue la gran difusión de la versión antigua entre el pueblo fiel, que se habría visto perturbado por una tal traducción. Si, en general, los libros poéticos hebreos son como la flor de toda la divina revelación del Antiguo Testamento, mucho más lo son los Salmos. Debería ser este libro el devocionario de los devocionarios, pues por el hecho mismo de ser inspirado por Dios podemos decir que es el devocionario que nos ha dado el mismo Dios. Tienen los Salmos una fuerza singular para excitar en nosotros los más elevados pensamientos, los más piadosos sentimientos. Son como fragante jardín, en que no falta ninguna de las flores de las virtudes y abundan los más exquisitos frutos de virtud, piedad y devoción. o. Entre las versiones de los Salmos, lo mismo que de todas las Escrituras del Antiguo Testamento, la más antigua es la Alejandrina o de los LXX. Es, por lo general, demasiado servil. De ella procede la antigua latina o ítala, que participa, por tanto, de su principal defecto. De ésta hizo San Jerónimo una primera revisión o corrección, ajusfándola al texto griego de los LXX, y es tradicionalmente conocida con el nombre de «Psaíterium Romanum». Después hizo una nueva revisión, según el texto hexaplar de Orígenes, generalmente conocida con el nombre de «Psalterium Gallicanum.it, que, fuera de una pequeña parte, es la que figura actualmente en las ediciones de la Vulgata y en los Breviarios. Finalmente, hizo el santo Doctor una versión directa del texto hebreo al latín, que, a pesar de algunos lunares, es mucho mejor que ninguna de las anteriores y sobremanera estimable. Recientemente la Santa Sede ha dado a la Iglesia una nueva versión latina hecha por los profesores del Instituto Bíblico. A ella principalmente nos atendremos en la corrección y traducción que ofrecemos a nuestros lectores. SUMARIO Libro primero (1-4.1). Libro segundo (42-72). Libro tercer0 (73-90)- Libro cuarto (gi-106). Libro quinto (107-150). 2 Antes tiene en la Ley de Yavé su complacencia, I y a ella día y noche atiende. 3 Este será como árbol plantado a la 1 vera del arroyo, | que a su tiempo da sus Las dos sendas: la del justo y la frutos, I cuyas hojas no se marchitan. I Cuanto emprenda tendrá buen suceso. del impío 4 No asi los impíos, | sino como paja 1 Bienaventurado el varón | que no anda que arrebata el viento. 5 en consejo de los impíos, | ni camina por No prevalecerán los impíos en el juilas sendas de los pecadores ni se sienta cio, I ni los pecadores en la congregación de los justos. en compañía de malvados. * -I 1 Este salmo no lleva la inscripción que indique el autor. Es el primero de los «huérfanos». * Canta la bienaventuranza del justo y el desastroso fin del impío. Compara al primero a un árbol frondoso y fructífero; al segundo, a una paja seca arrebatada por el huracán, cuyo fin será la perdición. Hay entre la descripción que de la suerte del justo se hace y la que hace Jeremías (17,7) una íntima d«p«ndencia, sin que podamos determinar quién depende de quién, si el salmista de Jeremías o Jeremías del salmista. Los Santos Padres le consideran como introductorio de todo el Salterio. L I B R O P R I M E R O (1,41) SALMOS 1-4 605 6 Porque conoce Yavé el camino de los justos, pero la senda de los pecadores acaba mal. * 2 Rebelión de las gentes contra Yavé y contra su ungido y exaltación de éste 1 ¿Por qué se amotinan las gentes | y trazan las naciones planes vanos? 2 Se reúnen los reyes de la tierra | y a una se confabulan los príncipes I contra3 Yavé y contra su ungido: * Rompamos sus coyundas, I lejos de nosotros arrojemos sus ataduras. 4 El que mora en los cielos se ríe, | Yavé se 5burla de ellos. A su tiempo les hablará en su ira I y los consternará en su furor. 6 Yo he constituido mi rey | sobre Sión, mi monte santo. 7 Voy a promulgar el decreto del Señor. I Yavé me ha dicho: 8 «Tú eres mi hijo, hoy te he engendrado yo. I Pídeme y haré de las gentes tu heredad, | te daré en posesión los confines de9 la tierra. Podrás regirlos con. cetro de hierro, ( romperlos como vasija de alfarero». 10 Ahora, pues, ¡oh reyes!, obrad prudentemente; I dejaos persuadir, rectores todos de la tierra. 11 Servid a Yavé con temor, | rendidle homenaje con temblor. 12 No se aire y caigáis en la ruina, I pues se inflama de pronto su ira. | ¡Venturosos los que a éi se acogen! 3 y 4 Oración de un justo perseguido 1 Salmo de David al huir de Absalón, su2 hi'O. * ¡Oh Yavé! ¡Cómo se han multiplicado mis enemigos! | ¡Cuántos son los que se alzan contra mí! * 3 ¡Cuántos los que de mi vida dicen: | «No tiene ya en Dios salvación»! (Sela.) * 4 Pero tú, ¡oh Yavé!, eres escudo en torno mío, I mi gloria, el que me hace erguir la cabeza. 5 Clamaba con mi voz a Yavé, | y El me6 oyó desde su monte santo. (Sela.) A veces me acostaba y me dormía, | y despertaba incólume, porque Yavé me defendía. 7 No temo a los muchos millares del pueblo I que en derredor se vuelven contra mí. 8 ¡Álzate, Yavé! ¡Sálvame, Dios mío! I Tú hieres en la mejilla a todos mis enemigos, I tú le rompes los dientes al impío. 9 Tuya es, ¡oh Yavé!, la victoria. | Venga sobre tu pueblo tu bendición. * • * 1 Al maestro del coro. A la cuerda. Salmo de David. * 2 ¡Óyeme, pues te invoco, Dios de mi justicia! I Tú en la angustia me salvas. I Ten piedad de mí y oye mi súplica. 3 ¿Hasta cuándo los grandes habéis de ser insensatos? | ¿Por qué amáis la vanidad y seguís la mentira? (Sela.) 4 Pues sabed que Dios distingue al que le es grato, | que me oye Yavé cuando le invoco. 5 Temblad y no pequéis. I Meditad esto en vuestros corazones, en vuestras alcobas, y pensad. (Sela.)* 6 Conocer el Señor el camino de los justos es mirarlos con solícita benevolencia y guiarlos por buen camino. 2 O Este salmo es el primero de los mesiánicos. Nos representa el salmista, que, según Act 4,25, ~ es David, a las naciones conjuradas contra el Señor y su Cristo. El Ungido de Yavé es entronizado en Sión como Rey universal y amonestados los pueblos a que prudentemente se le sometan. La entronización de que aquí se habla se realizó en la resurrección de Cristo, según la exégesis de San Pablo (Act 13,33). O * Aunque distintos en el texto, los salmos 3 y 4 son uno solo. Muchas razones persuaden de ^ 2esto. Por el contrarío, no se nos alcanza la razón de que el salmo haya sido dividido en dos. El título indica que el salmo hace referencia a la situación de David cuando hubo de salir de Jerusalén huyendo de Absalón, su hijo; que se había levantado contra él. En todo caso expresa la situación del salmista, rodeado de enemigos, pero que vive tranquilo, porque tiene puesta en Dios su confianza. 5 La significación de la palabra Sela no la conocemos con certeza. Lo más probable parece que es un término que indicaba algo perteneciente a la música litúrgica, o respecto de la alternancia de los coros, o de interludios de los instrumentos, o de mayor fuerza que al canto habla de darse. Quizá con ella se distinguen las estrofas; pero en este caso habría que reconocer que muchas veces no está puesta en el lugar debido. A ' El salmista se siente rodeado de descontentos que le acusan, mientras él se siente alegre y ™ 5confiado; por esto se acuesta tranquilo bajo la protección de Dios. Este versículo es obscuro. Los LXX y la Vulgata traducen «irritaos», lo que significa una perturbación del ánimo, que puede ser de ira o de temor. San Pablo, aludiendo, sin duda, a este texto, dice: «Si os enojáis, no pequéis ni se ponga el sol sobre vuestra iracundia» (Ef 4,26). SALMOS 4-7 6 Sacrificad sacrificios de justicia I y esperad en Yavé. 7 Son muchos los que dicen: «¿Quién va a favorecernos?» | Alza, ¡oh Yavé!, sobre nosotros tu serena faz. * 8 Tú pones en mi corazón una alegría mayor que la del tiempo | de copiosa cosecha de trigo, vino y aceite. 9 En paz me duermo luego en cuanto me acuesto, | porque tú, ¡oh Yavé!, a mí, desolado, me das seguridad. D e p r e c a c i ó n d e u n justo 1 606 3 >2 Alégrense cuantos a ti se acogen, | alégrense por siempre. | Que gocen de tu protección | y puedan en ti regocijarse cuantos te aman. 13 Pues al justo, ¡oh Yavé!, tú le bendices | y le rodeas de tu benevolencia | como de escudo protector. D e p r e c a c i ó n d e u n justo e n f e r m o • AI maestro del coro. A la cuerda. Sobre la octava. Salmo de David. * 2 ¡Oh Yavé! N o me castigues en tu ira, | no me aflijas en tu indignación. 3 Ten misericordia de mí, ¡oh Yavé!, pues que soy débil. I Sáname, Yavé, | tiemblan todos mis huesos. 4 Está mi alma toda conturbada. I Y tú, ¡oh Yavé!, ¿hasta cuándo? s Vuélvete, ¡oh Yavé!, y libra mi alma, | sálvame en tu piedad. 6 Pues en la muerte no se hace ya memoria de ti, | en el sepulcro, ¿quién te alabará? 7 Consumido estoy a fuerza de gemir, ! todas las noches inundo mi lecho | y con mis lágrimas humedezco mi estrado. 8 Ya están casi ciegos mis ojos por la tristeza, | envejecieron en medio de tantos como me son hostiles. 0 Apartaos de mí todos los obradores de la maldad, | pues ha oido Yavé la voz de mis llantos. 10 Ha escuchado Yavé mis oraciones, I ha acogido mi deprecación. 11 Confundidos sean y vehementemente perturbados I todos mis enemigos; | apártense, sean luego confundidos. Al maestro del coro. A la flauta. Salmo de David. * 2 Escucha mis palabras, ¡oh Yavé!; I oye mis gemidos. 3 Atiende a las voces de mi súplica, I Rey mió y Dios mío, cuando te suplico. 4 Ya de mañana. Señor, te hago oir mi voz, | temprano me pongo ante ti, esperándote. 5 Pues no eres Dios tú que se agrade del impío, ! no goza de tu amistad el perverso. 6 N o puede el insolente estar ante tus ojos, | odias a todos los obradores de la maldad. 7 Das a la perdición al mentiroso; I al sanguinario, al fraudulento, los abomina Yavé. 8 Mas yo, fiado en la muchedumbre de tu piedad, I entro en tu morada | y me prosterno ante tu santo templo en tu temor, ¡oh Yavé! 9 Condúceme en tu justicia, a causa de mis enemigos, | y allana tus caminos ante mí. l° N o hay en la boca de ésos sinceridad, | henchido está su pecho de malicia, | un D e p r e c a c i ó n d e l justo c a l u m n i a d o abierto sepulcro es su garganta, | bruñen con el dolo sus lenguas. 1 Endecha de David, que cantó a Yavé H Castígalos, ¡oh Dios!, malogra sus cuando lo de Cus, benjaminita. * 2 Yavé, mi Dios, a ti me acojo; | sálvaconsejos. | Por sus muchos crímenes, recházalos, I ya que se rebelan contra ti. me de cuantos me persiguen, líbrame. 7 La Vulgata ha sugerido a algunos una como impresión de la mente divina en el alma humana, por la cual ésta participa de la naturaleza intelectual de Dios; pero el texto hebreo no apoya esta explicación. En la situación en que se hallan, ¿quién les mostrará el bien y los sacará a feliz término? Dios hará brillar sobre ellos su faz serena, según la bendición de Núm 6,26. El v.8 confirma esto mismo. 1 El poeta, consciente de su fidelidad a Yavé, se presenta ante El, por la mañana, muy confiado, porque sabe que Dios, siendo justo y amando la justicia, no puede dar buena acogida al impío y al embustero. En la lucha que existe en el mundo pide al Señor que le allane el camino, librándolo de las tentaciones y confundiendo a los impíos. Con esto alegrará a cuantos en El confían. 5 ' El principio, tan justo y tan repetido en el Antiguo Testamento, de que Dios da a cada uno según sus obras, entendido materialmente daba ocasión para ver en las enfermedades y otros males temporales, como los de Job, una señal de la cólera divina, del abandono de Dios. Tal es el motivo que inspira este salmo, en que el salmista pide la salud. 6 1 El argumento de este salmo lo hemos de ver repetido en otros muchos. Los salmistas, almas justas, acaso profetas, como Jeremías, y, por tanto, representantes de la causa de Dios en la tierra, se ven hechos el blanco de las iras y persecuciones del mundo, es decir, de los que no sienten la causa de Dios por dejarse llevar de los vicios y de la idolatría. En esta situación piden a Dios que defienda en ellos su propia causa. Tales salmos adquieren un sentido mesiánico, considerando al 7 607 N o sea que como león me arrebate alguno el alma I y me desgarre, sin que haya quien me libre. 4 Yavé, mi Dios: si hice yo esto, si hay crimen en mis manos, 5 Si pagué con mal a quien estaba en paz conmigo, I si aun al enemigo le despojé sin razón, 6 Persiga el enemigo mi alma, I alcáncela y échela por tierra, I y arrastre mi gloria por el polvo. 7 Álzate, ¡oh Yavé!, en tu ira, | yérguete contra la rabia de mis enemigos j y hazme la justicia que tú mandaste. 8 Rodéate del consejo de las naciones | y siéntate en lo alto sobre él. 9 Es Yavé quien juzga a los pueblos. | Defiende mi causa, ¡oh Yavé!, según la justicia y la inocencia que hay en mí. 10 Acabe de una vez la malicia del impío, y confirma al justo. | Dios, justo, escudriñador del corazón y de los ríñones. 11 Mi escudo es Dios, [ que salva a los rectos de corazón. 12 Dios es justo juez, | cada día los amenaza con su ira. 13 Si no se convierten, afila su espada, | tiende su arco y apunta; 14 Apareja las saetas mortíferas, | saetas que El enciende. 15 El que concibió maldad, se preñó de iniquidad | y pare el fraude. 16 El que cava y ahonda la cisterna, | caerá en la hoya que él mismo hizo. 17 Recaerá sobre su cabeza su maldad, | y su crimen sobre su misma frente. 18 Yo alabaré a Yavé por su justicia, | cantaré el nombre del Señor Altísimo. SALMOS 7-9 ¡Cómo cantan los altos cielos su majestad! 3 Las bocas mismas de los niños y I de los que maman | son ya fuerte argumento contra tus adversarios, | para reducir al silencio al enemigo y al perseguidor. 4 Cuando contemplo los cielos, obra de tus manos, | la luna y las estrellas, que tú has establecido: 5 ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, | o el hijo del hombre para que tú cuides de él? 6 Y le has hecho poco menor que Dios; | le has coronado de gloria y de honor. * 7 Le diste el señorío sobre las obras de tus manos, | todo lo has puesto debajo de sus pies: 8 Las ovejas, los bueyes, todo juntamente, I y todas las bestias del campo. 9 Las aves del cielo, los peces del mar, | todo cuanto corre por los senderos dei mar. 10 ¡Oh Yavé, Señor nuestro, I cuan magnífico es tu nombre en toda la tierra! D i o s , j u e z s u p r e m o , q u e j u z g a y castiga a las g e n t e s y a los i m p í o s d e su p u e b l o 1 Al maestro del coro. A la muerte del hijo. Salmo de David. * 2 Alef. Quiero, ¡oh Yavé!, darte gracias con todo mi corazón, | cantar tus maravillas. 3 Alegrarme y regocijarme en ti | y cantar salmos a tu nombre, ¡oh Altísimo! 4 Bet. Por haber retrocedido mis enemigos, I por haber caído y perecido ante tu faz; 8 5 Por haber tú defendido mi causa y mi B o n d a d d e D i o s al s o m e t e r al derecho, | sentándote en tu trono, justo h o m b r e t o d a la c r e a c i ó n juez. 6 1 Al maestro del coro. En la Getea, SalGuímel. Reprimiste a las gentes, him o de David. * ciste perecer al impío, | borrando por 2 ¡Oh Yavé, Señor nuestro, cuan mag- siempre jamás su nombre. 7 nifico es tu nombre | en toda la tierra! | Aniquilaste al enemigo, hecho perpefuturo Mesías como principal representante de esa causa de Dios, por la cual sufrió persecución y hasta la muerte misma. Vienen a ser estos salmos como tipos de los vaticinios de Isaías sobre el Siervo de Yavé, que muere por la salud del mundo. 1 Es este salmo un comentario poético del relato de la creación del hombre (Gen 1,26). Elevando el pensamiento del salmista hasta el hombre por excelencia, que es Jesucristo, y en quien el salmo se realiza de un modo más alto y perfecto, el salmo puede considerarse como mesiánico. 6 El texto lee Elohim, Dios, pues, en efecto, Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Q 0 Q ] El salmo 9 en el original hebreo ha sido erróneamente dividido en dos por copistas y tra-* ductores, originándose asi dos salmos, 9 y 10. Que son realmente uno solo lo prueba la sucesión de los caracteres alfabéticos hebreos en su orden en ambos salmos, pues éste es el primer salmo alfabético. De aquí arranca la divergencia en la numeración de los salmos entre el texto hebreo, de una parte, y el griego y el latino, de otra, como advertimos en 1 (Introducción al Salterio. En la numeración, V. significa Vulgata). El salmista contempla a Dios, Rey de los siglos, que desde su alto trono gobierna la humanidad. Empieza por darle gracias por la victoria otorgada a Israel sobre las naciones que fueron cogidas en sus propios lazos, y pide al Señor acabe la obra comenzada. Los impíos presumen todavía de si, hablan con desdén del Señor, persiguen a los buenos y a los débiles; por eso el salmista ruega a Yavé que haga ostentación de su poder contra ellos. SALMOS 9-11 tua ruina; | destruíste las ciudades: pereció8 la memoria de ellos. He. Asiéntase Yavé en su trono, firme por toda la eternidad; | establemente fundó su trono para juzgar. 9 Para regir justamente el orbe de la tierra, | para gobernar con equidad. 10 Vau. Para que sea Yavé el asilo del oprimido, | asilo al tiempo de la calamidad; 11 Para que confíen en El cuantos conocen su nombre, I pues no abandonas, ¡oh Yavé!, a los que te buscan. 12 Zain. Cantad a Yavé, que mora en Sión; | contad a los pueblos sus grandes portentos. 13 Pues acordóse, vengador, de la sangre de aquéllos derramada, | y no se olvida de los clamores de los oprimidos. 14 Jet. Acuérdate, Yavé, de mí; | mírame reducido por mis enemigos a la angustia y sácame de las puertas de la muerte. 15 Para poder cantar tus alabanzas en las puertas de la hija de Sión | y regocijarme por tu salvador auxilio. 16 Tet. Cayeron las gentes en la hoya que ellos mismos excavaron, I enredáronse sus pies en la red que oculta tendieron. 17 Mostróse Yavé, dio su juicio, | y quedó preso el impío en la obra misma de sus manos. (Higgayón. Sela.) 18 Yod. Caerán los impíos en el sepulcro, | todas las gentes que no se acuerdan de Dios. 19 Álzate, ¡oh Yavé!, no prevalezca el hombre, I sean juzgadas ante él todas las gentes. 20 Caf. Que no ha de ser dado el pobre a perpetuo olvido, | no ha de ser por siempre fallida la esperanza del mísero. 21 ¡Oh Yavé! Arroja sobre ellos el terror, | sepan las gentes que son hombres. i Lamed. ¿Por qué, ¡oh Yavé!, te mantienes tan alejado, | y te escondes al tiempo de la calamidad, 2 Y por la soberbia del impío son consumidos los infelices | cogidos en los lazos que les tienden? 5 Mem. Gloríase el malvado en la ambición de su alma, | y el avaro se aparta de Yavé con desprecio; 4 Y dice el soberbio en su fatuidad: «¡No atiende! | No hay Dios». Estos son sus pensamientos. 5 Nun. Siempre son perversos sus caminos, | son para él tus juicios muy lejanos en la altura, I a cuantos se le oponen pretende apartarlos con su soplo. 6 Y se dice en su corazón: «¡No hay 608 quien me mueva, | siempre seré feliz, jamás infortunado!» 7 Pe. Su boca está llena de fraude y de engaño; | lleva bajo su lengua la vejación y la opresión. 8 Siéntase al acecho en las aldeas, en sus guaridas, para devorar al inocente; | Ayin. Acechan al pobre sus ojos, 9 e insidian en lo escondido, como león en la madriguera, para cogerle, para coger al miserable | y enredarle en sus redes. 10 Sade. Le espía y se arroja sobre él, | y caen los infelices en sus garras; 11 Y dice en su corazón: «¡No se acuerda Dios, | ha escondido su rostro, no ve nada!» 12 Qof. ¡Álzate, Señor Dios! ¡Alza tu mano, I no te olvides de los desvalidos. 13 ¿Cómo puede el impío despreciar a Dios | y decir en su corazón que no castigas? 14 Res. Tú lo ves, porque miras las penas y los trabajos I para retribuir con tu mano. | A ti se te confía el miserable, | tú eres el auxilio del huérfano. 15 Sin. Quebranta el brazo del impío, | castiga la impiedad del malvado, I que no pueda más ser hallada. 16 Es Yavé rey de los siglos eternos, | las gentes han sido barridas de su tierra. 17 Tau. Tú, ¡oh Yavé!, oyes las preces del humilde, | fortaleces su corazón, le das oídos. 18 Y defiendes el derecho del huérfano y del oprimido, 1 para que no se atreva a ensoberbecerse el hombre en la tierra. I I (V. io) Absoluta confianza del justo en el Señor 1 Al maestro del coro. De David. Yo confío en Yavé. | ¿Cómo, pues, me decís: «Vuélvete, pájaro, a tu monte»?* 2 Tienden los impíos su arco, | ajustan a la cuerda sus saetas, | para asaetear en lo oculto a los rectos de corazón. 3 Si los fundamentos se destruyen, | ¿qué podrá hacer el justo? * Está Yavé en su santo palacio; | tiene Yavé en los cielos su trono; | ven sus ojos, | y sus párpados escudriñan a los hijos de los hombres. 5 Yavé prueba al justo y al impío, | y su alma aborrece al que ama la violencia. 6 Lloverá sobre los impíos carbones encendidos; | fuego y azufre, huracanado torbellino, será la parte de su cáliz. 7 Porque justo es Yavé y ama lo justo, | y los rectos verán su benigna faz. •I *| 1 Una idea dominante en los salmos es la de la contienda que en el mundo se desarrolla * ' entre los buenos y los malos a la vista de Dios, que los contempla desde su alto trono. El salmista vive confiado en Dios, que es justo y que a los justos mostrará su benigna faz. 609 SALMOS 12-15 i a (V. n ) Deprecación contra los impíos 1 Al maestro del coro. A la octava. Salmo2 de David. * Salva tú, ¡oh Yavé!, porque ya no hay piadosos, | ya no hay fieles entre los hijos de3 los hombres. Engáñanse los unos a los otros, | hablan con labios fraudulentos y con doblado corazón. 4 Estermine Yavé todo labio fraudulento, | toda lengua jactanciosa. 5 De esos que dicen: «Con nuestra lengua dominaremos, | nuestros labios están por nosotros: | ¿Quién es nuestro dueño?» 6 Por la opresión de los pobres, | por los gemidos de los menesterosos, | ahora mismo me levantaré, dice Yavé, | y les daré la salud por que suspiran. 7 Las palabras de Yavé son palabras limpias, | son plata acrisolada en el crisol,8 | siete veces purgada de tierra. Pero tú, ¡oh Yavé!, los guardarás, | tú eternamente los preservarás de esta generación. 9 Paséanse en torno los impíos, | prevalecen insolentes sobre los hijos de los hombres. 13 (V. 12) 14 (V. 13) Seguridad del justo en el castigo de los impíos 1 Al maestro del coro. De David. Dice en su corazón el necio: «No hay Dios». | Todos obran torpemente, no hay quien haga el bien. * 2 Mira Yavé desde lo alto de los cielos a los hijos de los hombres | para ver si hay entre ellos algún cuerdo que busque a Dios. 3 Todos van descarriados, todos a una se han corrompido, | no hay quien haga el 4bien, no hay uno solo. ¿Se han vuelto del todo locos los obradores de la iniquidad, [ que devoran a mi pueblo como se come el pan, | sin acordarse de Dios para nada? 5 Ya temblarán con terror a su tiempo, | porque está Dios con la generación de6 los justos. Queréis frustrar los consejos del desvalido, | pero es Yavé su seguro refugio. 7 Venga ya de Dios la salvación de Israel, | y mudando Yavé la suerte de su pueblo, | ¡ubilee Jacob y alégrese Israel. 15 (V. 14) E l justo, en peligro, implora el auxilio Condiciones de pureza del que h a 1 de estar ante el Señor Al maestro del coro. Salmo de David. * 2 1 Salmo de David. ¿Hasta cuándo, por fin, te olvidarás, ¡Oh Yavé! ¿Quién es el que podrá haYavé, de mí? | ¿Hasta cuándo esconderás bitar en tu tabernáculo, | residir en tu de3 mí tu rostro? santo? * ¿Hasta cuándo mandarás dolores so- monte 2 El que anda en integridad y obra la bre mi alma | y penas de continuo sobre mi corazón? | ¿Hasta cuándo mis enemi- justicia, | el que en su corazón habla verdad; gos4 triunfarán de mí? 3 El que con su lengua no detrae, | el ¡Mírame ya, óyeme, Yavé, Dios mío! | Alumbra mis ojos, no me duerma en la que no hace mal a su prójimo | ni a su cercano infiere injuria; muerte. 4 5 El que a sus ojos se menosprecia y se Que no pueda decir mi enemigo: «Le vencí». | Que mis enemigos se regocijarían humilla | y honra a los temerosos de Yavé; | el que, aun jurando en daño suyo, si 6yo cayese. Después de haber esperado en tu pie- no5 se muda; El que no da a usura sus dineros | y dad, | que se alegre mi corazón con tu socorro, | que pueda cantar de Yavé: no admite cohecho para condenar al inocente. | Al que tal hace, nadie jamás le «Bien me proveyó». hará vacilar. I O^ 1 "0 1 *M * Ante la general prevaricación, el salmista, como Ellas (i Re 19,10), se cree solo en el mundo y el único representante de la causa de Dios. 1 ^e ' Hermoso salmo, que nos declara cómo la santidad de vida es la condición para poder acercarse al Dios santo. 1 En la lucha que sostiene contra la impiedad se cree el salmista a punto de sucumbir y ver sucumbir con él la causa de Dios, y clama al Señor en demanda de socorro. 1 Más que ateos teóricos, son los impios ateos prácticos, que viven como si Dios no contempiara su vida malvada. El salmista espera la intervención del Señor, que aplastará a los impíos, restableciendo el orden y la paz en Israel. Nácar-Colunea 2° SALMOS 16-18 610 16 (V. i S ) E l j u s t o e s p e r a e n el S e ñ o r a u n p a r a d e s p u é s d e su m u e r t e 1 Mictam de David. G u á r d a m e , Yavé, que a ti me confío. * Y o digo a Yavé: M i señor eres tú, | n o hay dicha para mí fuera de ti. 3 Los santos que en la tierra están, son de mí muy h o n r a d o s ; | en ellos tengo todas mis delicias. 4 Multiplican sus dolores los que se van tras los dioses ajenos. I N o libaré yo sus sangrientas libaciones, | no mancharé mis labios con sus nombres. 5 Yavé es la parte de mi heredad y de mi cáliz; | El es quien me sostiene mi heredad. 6 Cayeron para mí las cuerdas en lo más selecto, | y es excelente a mis ojos mi heredad. 7 Bendigo a Yavé, que es quien me adoctrina; | a u n de noche m e incitan a ello mis entrañas. 8 Siempre tengo ante mí a Yavé. | Si El está a mi diestra, nunca resbalaré. 9 Por eso se alegra mi corazón y jubila m i alma, | y a u n m i carne se siente segura. 10 Que no dejarás tú mi alma en el sepulcro, | ni dejarás que tu santo experimente la corrupción. 11 T ú m e enseñarás el camino de la vida, | la hartura de tus bienes junto a ti, I las eternas delicias junto a tu diestra. 2 17 (V. 16) C o n f i a n z a d e l j u s t o e n el j u i c i o del Señor 1 Oración. D e David. Oye, Yavé, mi justa causa, | atiende a mi súplica, | escucha mi oración, no de labios dolosos. * 2 Proceda de ante ti mi juicio, | vean mis ojos lo justo. 3 Si escudriñas mi corazón y de noche me visitas y examinas, | no hallarás que yo haya pensado cosa que no pueda proferirse. 4 En las obras h u m a n a s he guardado los caminos de la divina ley, | conforme a las palabras de tus labios. Y mis pies, sin titubear, se mantuvieron firmes en tus caminos. 6 Te invoco porque sé, [oh Dios!, que tú me oyes. | Inclina tus oídos hacia mí y oye mis palabras. 7 Ostenta tu magnífica piedad, I tú que salvas del enemigo a los que se acogen a tu diestra. 8 G u á r d a m e como a la niña de tus ojos, | escóndeme bajo la sombra de tus alas. 9 D e los malos, que pretenden oprimirm e ; | de mis enemigos, que furiosos m e rodean. 10 Cierran su duro corazón | y hablan jactanciosamente con su boca. 11 Y a me cercan sus pasos | y en mí clavan sus ojos para echarme por tierra. 12 Parecen leones que se disponen a devorar la presa, | cachorros de león que acechan en la madriguera. 13 Álzate, Yavé; sal a su encuentro, derríbalos; | con tu espada salva mi alma del impío. 14 D e esos que ya h a n vivido demasiado, | que tienen su vientre ahito de tus bienes, | que de ellos hartan a sus hijos | y para sus niños dejan las sobras. 15 Vea yo en justicia tu faz, | y sacíeme, al despertarme, de tu gloria. 18 (V. 17) C a n t o triunfal d e D a v i d 1 Para el maestro del coro. Del siervo de Dios David, que dirigió a Yavé las palabras de este canto cuando le h u b o librado Dios de las manos de todos sus enemigos y de la m a n o de Saúl. * 2 Dijo, pues: ¡Yo te amo a ti, Yavé, fortaleza mía! 3 Yavé es mi roca, mi ciudadela, mi refugio, | mi Dios, mi roca, a quien me acojo; | mi escudo, cuerno de mi salud, mi asilo. 4 Alabándole, invoco a Yavé, | y de mis enemigos quedo a salvo. 5 Ya con estrépito me rodeaban las olas de la muerte, ] ya me aterrorizaban los terrores del averno. 6 Ya me aprisionaban las ataduras del sepulcro, | ya me habían cogido los lazos de la muerte; 7 Y en mi angustia invoqué a Yavé | e imploré el auxilio de mi Dios. ¡ Y oyó El mi •J £ * El salmista, tomando la persona del Mesías, ora al Señor y expresa su firme confianza de • " que le librará del poder de la muerte y le hará conocer los caminos de la vida eterna. Los apóstoles lo citan como vaticinio de la resurrección del Mesías (Act 2,25 ss.; 13,35)- 1 *7* 611 SALMOS 18-19 5 * El salmista se nos presenta rodeado de impíos, que pretenden acabar con él, y en este aprieto recurre a Dios en demanda de auxilio. •f Q J Este salmo se lee también en 2 Sam 22. Como lo dice el titulo, fue compuesto por el Real l ^ Profeta cuando ya se vio libre de todos sus enemigos. Es digna de notarse en él la forma en que Dios se aparece, envuelto en una tempestad. La descripción de la teofanía es enteramente de estilo apocalíptico, y de ella han tomado no pocos elementos descriptivos los autores posteriores. voz desde sus palacios, I y mi clamor llegó a sus oídos. 8 Conmovióse y tembló la tierra, | vacilaron los fundamentos de los montes, | se estremecieron ante el Señor airado. 9 Subía de sus narices el h u m o de su ira, | y de su boca fuego abrasador, ¡ carbones por él encendidos. 10 Abajó los cielos y descendió; I negra obscuridad tenía a sus pies. 11 Subió sobre los querubines y voló, | voló sobre las alas de los vientos. 2 i Puso en derredor suyo tinieblas por velo, | se cubrió con calígine acuosa, con densas nubes. ,3 Ante su resplandor, las nubes se deshicieron | en granizo y centellas de fuego. 14 T r o n ó Yavé desde los cielos, I el Altísimo hizo sonar su voz. 15 Lanzóles sus saetas y los desbarató, I fulminó sus muchos rayos y los consternó. 16 Y aparecieron arroyos de aguas, y q u e d a r o n al descubierto los fundamentos del orbe, | ante la ira increpadora de Yavé, | al soplo del huracán de su furor. 17 Y extendió desde lo alto su m a n o , | y m e cogió, me sacó de la muchedumbre d e las aguas. 18 M e arrancó de mi feroz enemigo, I de los que me aborrecían y eran más fuertes que yo. 19 Que querían asaltarme en día para mí fatal, | pero fue Yavé mi fortaleza. 20 Y me puso en seguro, salvándome, ¡ p o r q u e se agradó de mí. 21 Remunerábame Yavé mi justicia, I conforme a la pureza de mis m a n o s me pagaba. 22 Pues yo había seguido los caminos de Yavé I y no me había impíamente apartado de mi Dios. 23 Tenía ante mis ojos todos sus mandatos | y no rehuía sus leyes, 24 sino que con El fui íntegro I y me guardé de la iniquidad. 23 Y me retribuyó Yavé conforme a mi justicia | y según la limpieza de mis manos ante sus ojos. 26 Con el piadoso muéstraste piadoso, I íntegro con el íntegro. 27 Limpio con el limpio, | y sagaz con el perverso astuto. 28 Tú salvas al humilde | y humillas al soberbio. 29 Y tú eres quien hace lucir mi lámpara, ¡oh Yavé! | Tú, mi Dios, que iluminas mis tinieblas. 30 Cierto que, fiado en ti, soy capaz de romper ejércitos; i fiado en mi Dios, asalto las murallas. 31 Son perfectos los caminos de Dios, I acrisolada es la palabra de Yavé. | El 9 es el escudo de cuantos a El se acogen. 32 ¿Qué dios hay fuera de Yavé? I ¿Qué roca fuera de nuestro Dios? 33 El Dios fuerte, que me ciñó de fortaleza | y prosperó mis caminos. 34 Q u e me dio pies como de ciervo i y me puso sobre las alturas, 35 Q u e adiestró mis m a n o s para el combate | y mis brazos para tender el arco de bronce. 3 6 Tú me entregaste tu salvador escudo, 1 tu diestra me fortaleció | y tu solicitud me engrandeció. 37 M e hacías correr a largos pasos, I sin que se cansaran mis pies. 38 Perseguía a mis enemigos, y los alcanzaba, | y no me volvía sin haberlos desbaratado. 39 Los machacaba, sin que pudieran resurgir; [ caían bajo mis pies. 40 M e ceñiste de fortaleza para la guerra, | sometiste a los que se alzaban contra mí. 41 Obligaste a mis enemigos a darme las espaldas | y exterminaste a cuantos me odiaban. 42 Vociferaban, pero no tenían quien les respondiese; I a Yavé, pero El no los oía. 43 Y los dispersaba como al polvo lo dispersa el viento, I y como al barro de las plazas los pulverizaba. 44 Me libraste de las sediciones del pueblo | y me pusiste a la cabeza de las gentes. | Pueblo que no conocía me sirvió. 45 En cuanto oían mi nombre, me obedecían; | los extraños me lisonjeaban. 46 Los extraños palidecían, | salían temblando de sus fortalezas. 47 Viva Ya vé y bendita sea mi R o c a ; | sea ensalzado Dios, mi salvador. 48 Dios, que me otorga la venganza j y me somete los pueblos. 49 El que me libra de mis enemigos, I el que me hace superar a los que se alzan contra mí, I el que me libra del hombre violento. 50 Por eso te daré gracias, ¡oh Yavé!, entre las gentes, | y cantaré salmos en tu honor. 51 El que da grandes victorias a su rey,! el que hace misericordia a su ungido, | a David y a su descendencia por la eternidad. 19 (V. 18) L o s cielos c a n t a n la g l o r i a d e l S e ñ o r , c u y a L e y es p e r f e c t í s i m a 1 Al maestro del coro. Salmo de David. * 2 Los cielos pregonan la gloria de Dios I 1 Este salmo consta evidentemente de dos partes. La primera habla de los cielos; la segunda, de la Ley. La misma traducción deja ver claramente la diferencia de metro entre una SALMOS 19-21 612 y el firmamento anuncia la obra de sus manos. 3 El día habla al día | y la noche comunica sus pensamientos a la noche. • N o hay discursos ni palabras | cuya voz deje de oirse. 5 Su pregón sale por la tierra toda | y sus palabras llegan a los confines del orbe de la tierra. | Puso en ellos una tienda para el sol; 6 Que, semejante al esposo que sale de su tálamo, | se lanza alegre a recorrer cual gigante su camino. 7 Sale de un extremo | y llega en su curso a los últimos confines, I y nada se substrae a su calor. 8 La Ley de Yavé es perfecta, restaura el alma. | El testimonio de Yavé es fiel, hace sabio al rudo. 9 Los preceptos de Yavé son rectos, | alegran el corazón. | Los mandatos de Yavé son limpios, | iluminan los ojos. 10 El temor de Yavé es puro, | permanece por siempre. | Los juicios de Yavé son verdad del todo justos. n Más estimables que el oro acrisolado, | más dulces que la miel, que el contenido del panal. 12 También a tu siervo le alumbran, | y en guardarlos halla gran merced. 13 ¿Quién será capaz de conocer los deslices? | Absuélveme de los que se me ocultan. 14 Retrae también a tu siervo de los movimientos de soberbia, | no se adueñen de mí; | entonces seré perfecto, libre de todo crimen. 15 Séante gratas las palabras de mi boca | y los pensamientos de mi corazón. | Yavé, tú eres mi roca y mi redentor. 20 (V. 19) Deprecación por el rey que va a la guerra 1 Al maestro del coro. Salmo de David. * 2 Óigate Yavé en el día del conflicto; | protéjate el nombre del Dios de Jacob. 3 Envíete su auxilio desde su santuario, | sosténgate desde Sión. 4 Acuérdese de todas tus oblaciones | y séale grato tu holocausto. (Sela.) 3 Llene los deseos de tu corazón, | todos los anhelos de tu alma. 6 Que podamos cantar tu victoria | y triunfar en el nombre de Dios; | acceda Yavé a cuanto le pidas. 7 Ahora ya sé que da Yavé la victoria a su ungido | que le escucha desde lo alto de sus santos cielos | y le socorre con la fuerza salvadora de su diestra. 8 Estos por sus carros, aquéllos por sus caballos; | pero nosotros en el nombre de Yavé, nuestro Dios, somos fuertes. 9 Ellos vacilaron y cayeron, | pero nosotros nos alzamos y nos mantenemos firmes. 10 Da, ¡oh Yavé!, al rey la victoria | y óyenos el día en que te invocamos. 21 (V. 20) Canto de gracias por las victorias del rey 1 Al maestro del coro. Salmo de David. * 2 En tu poder, ¡oh Yavé!, se goza el rey. I ¡Cuan jubiloso está de tu socorro! 3 Le diste cuanto su corazón deseaba, | no4 le negaste los deseos de sus labios. Más bien te le adelantaste con faustas bendiciones | y pusiste en su cabeza la diadema de oro. 5 Te pidió vida, | y se la diste larga, eterna. 6 Por tu protección es magnífica su gloria, I y acumulaste sobre él honras y honores. 7 Le has bendecido con eterna bendición I y le das a gozar la alegría de tu rostro.8 Porque en Yavé confía el rey, ¡ y por el favor del Altísimo permanece inconmovible. 'Caiga tu mano sobre todos tus enemigos, I alcance tu diestra a cuantos te aborrecen. 10 Ponlos como en horno de fuego. | Al tiempo en que te mostrares, | Yavé los consumirá en su ira, | el fuego los abrasará. 11 Borrarás de la tierra su progenie, | su descendencia de entre los hijos de los hombres. 12 Si algo malo trazan contra ti, | si maquinan engaños, de nada les valdrá; 13 Los pondrás en fuga, | apuntando tu tenso arco contra su pecho. y otra. Disputan los autores si se trata de dos salmos unidos en uno o de uno solo dividido en dos partes. En este último caso, la primera parte sería como el elemento de comparación para la segunda. O A 1 Los salmistas nos presentan a Dios morando en el templo y reinando desde allí sobre su ^ ^ pueblo; por esto piden que proteja al rey desde Sión y le dé la victoria. O "I 1 Es uno de los muchos regios. El rey de Israel es un rey teocrático, instituido por Dios, ^ ' encargado de una misión divina y sujeto de las promesas mesiánicas hechas a David y a su descendencia; por esto es fácil ver en estos salmos un sentido más alto que el histórico, en que el autor se eleva hasta «el hijo de David», corona de la dinastía davídica. 613 14 ¡Álzate, Yavé, en tu fortaleza! | Que podamos en himnos y salmos cantar tu poderío. 22 (V. 2l) Quejas del justo perseguido y acción de gracias por la liberación 1 Al maestro del coro. Sobre la cierva de2 la aurora. Salmo de David. * ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has desamparado? | Lejos están de la salvación mis rugidos. 3 ¡Dios mío!, clamo de día, y no me respondes; I de noche, y no hallo remedio. 4 Con todo, tú eres el Santo, | tú habitas entre las alabanzas de Israel. 5 En ti esperaron nuestros padres; | esperaron, y tú los libraste. 6 A ti clamaron, y fueron salvados; | en ti confiaron, y no fueron confundidos. 7 Verdad que yo soy un gusano, no un hombre; | el oprobio de los hombres y el desprecio del pueblo. 8 Búrlanse de mí cuantos me ven, I abren los labios y mueven la cabeza. 9 «Se encomendó a Yavé—dicen—; líbrele El, I sálvele El, pues dice que le es grato». 10 Y es verdad, tú eres mi esperanza desde el útero, I mi seguro refugio desde el seno de mi madre. 11 Desde mi nacimiento fui entregado a ti, I desde que colgaba de los pechos de mi madre; tú eres mi Dios. 12 No te apartes de mí, que se acerca el peligro; I ven en mi ayuda, que a nadie tengo que me socorra. 13 Rodéanme toros en gran número; | cércanme novillos de Basan. 14 Abren sus bocas contra mí | cual león rapaz y rugiente. 15 Me derramo como agua; I todos mis huesos están dislocados. | Mi corazón es como cera I que se derrite dentro de mis entrañas. 16 Seco está como un tejón mi paladar, | mi lengua está pegada a las fauces | y me has echado al polvo de la muerte. 17 Me rodean como perros, | me cerca una turba de malvados, | han taladrado mis manos y mis pies, 18 puedo contar todos mis huesos. | Pero ellos me miran, me contemplan con gozo. SALMOS 21-23 19 Se han repartido mis vestidos I y echan suertes sobre mi túnica. 20 Tú, pues, ¡oh Yavé!, no retrases tu socorro; | apresúrate a venir en mi auxilio. 21 Libra mi alma de la espada, I y mi vida del poder de los perros; 22 Sálvame de la boca del león, | a este miserable de los cuernos de los búfalos. 23 Que pueda yo hablar de tu nombre a mis hermanos | y ensalzarte en medio de la congregación. 24 ¡Los que temáis a Yavé, alabadle! | ¡Descendencia toda de Jacob, glorificadle! I ¡Reverenciadle todos los descendientes de Israel! 23 Porque no desdeñó ni despreció la miseria del mísero, | ni apartó de él su rostro, I antes oyó al que imploraba su socorro. 26 Por tu favor resonarán mis himnos en la numerosa congregación, I y cumpliré 27mis votos ante los que te temen. Comerán los pobres, y se saciarán, | y alabarán a Yavé los que le buscan. | «Viva vuestro corazón siempre». 28 Se acordarán, y se convertirán a Yavé todos los confines de la tierra, I y se postrarán delante de El todas las familias de las gentes. 29 Porque de Yavé es el reino, | y El dominara a las gentes. 30 Comerán y se regocijarán ante El todos los grandes de la tierra; | se curvarán los que al polvo cayeron. Mi alma vivirá para El. 51 Mi posteridad te servirá, | hablará de Yavé a las generaciones venideras; 32 Y predicarán tu justicia al pueblo que ha de nacer. | Esto es obra de Yavé. 23 (V. 22) Dios, pastor del justo 1 Salmo de David. Es Yavé mi pastor; nada me falta. * 2 Me pone en verdes pastos | y me lleva a 3frescas aguas. Recrea mi alma | y me guía por las rectas sendas, | por amor de su nombre. 4 Aunque haya de pasar por un valle tenebroso, | no temo mal alguno, porque tú estás conmigo. | Tu clava y tu cayado son mi consuelo. 22 * Lo que del salmo 7 dejamos dicho tiene especialísima aplicación a éste, en que los ~ *• padecimientos del salmista son más atroces y la paciencia con que los sufre perfecta, sin una palabra en que pida el castigo de sus perseguidores. Es el que más de cerca preludia al «Siervo de Yavé», del que se diferencia, sin embargo, en que aquí no muere y en que el resultado de su salvación es la alegría de los justos por verle salvo y triunfante en él la causa de Dios, que es también la de ellos mismos, mientras que en el «Siervo de Yavé» su muerte por los pecados de todos es la redención del mundo (Is 52,13-53,12). OlXO 1 Siendo la vida pastoril tan conocida en Israel, es natural que los profetas y salmistas den ~ * a Dios el nombre de Pastor del pueblo, o de los fieles de él. Además, los rectores del pueblo son llamados sus pastores, y, por tanto, Yavé es su Pastor supremo (cf. Jer 23,1 ss.; Ez 34,1 ss.; Zac 11,4 ss.; Jn 11,14 ss.). SALMOS 23-25 614 5 Tú pones ante mí una mesa, 1 enfrente de mis enemigos. | Has derramado el óleo sobre mi cabeza, | y mi cáliz rebosa. 6 Sólo bondad y benevolencia me acompañan | todos los días de mi vida, | y estaré en la casa de Yavé | por muy largos años. porque tú eres mi Dios, mi salvador, | y en6 ti espero siempre. * Zain. Acuérdate, ¡oh Yavé!, de tus misericordias, | de tus gracias, que son imperecederas. 7 Jet. No te acuerdes de los pecados de mi mocedad y de mis faltas; | acuérdate de mí conforme a tu misericordia | y se24 (V. 23) gún tu bondad, ¡oh Yavé! 8 Canto procesional Tet. Bueno y recto es Yavé, | por eso señala a los errados el camino. 9 1 Salmo de David. Yod. Y guía a los humildes por la De Yavé es la tierra y cuanto la llena, | justicia I y adoctrina a los mansos en sus el orbe de la tierra y cuantos le habitan; * sendas. 2 10 Pues El es quien lo fundó sobre los Caf. Todas las sendas de Yavé son mares, | y sobre las olas lo estableció. misericordia y verdad I para los que guar3 ¿Quién subirá al monte de Yavé, | se dan su pacto y sus mandamientos. 11 estará en su lugar santo? Lamed. Por la gloria de tu nombre, 4 El de limpias manos y puro corazón, | ¡oh Yavé!, | perdona mis culpas, que son el que no lleva su alma al fraude | y no jura grandes. * 12 con mentira. Mem. ¿Quién es el hombre temeroso 5 Ese alcanza de Yavé bendición | y jus- de Dios? I El le enseñará el camino que ticia de Dios, su salvador. ha13de seguir. 6 Esa es la raza de los que le buscan, | Nun. Su alma vivirá feliz I y su desde los qué buscan el rostro del Dios de Ja- cendencia poseerá la tierra. 14 cob. (Sela.) Sámec. Yavé descubre sus secretos a ' 7 Alzad, ¡oh puertas!, vuestras frentes; | los que le temen | y les da a conocer su alzaos más, ¡oh antiguas entradas!, | que alianza. 15 va a entrar el Rey de la gloria. Ayin. Mis ojos siempre están en Ya8 ¿Quién es ese Rey de la gloria? | Es vé, I porque El es quien saca mis pies de Yavé, el fuerte, el poderoso; | es Yavé po- la red. 16 deroso en la batalla. Pe. Vuélvete a mí y ten de mi pie9 Alzad, ¡oh puertas!, vuestras frentes; | dad, I que estoy solo y afligido. alzaos más, ¡oh antiguas entradas! | Que 17 Sade. Ensancha mi angustiado corava a entrar el Rey de la gloria. zón I y sácame de mis estrechuras. 10 18 ¿Quién es ese Rey de la gloria? | Es Qof. Mira mi pena y mi miseria | y Yavé Sébaot; I El es el Rey de la gloria. perdona todos mis pecados. 19 (Sela.) * Res. Mira cuan numerosos son mis enemigos, | que me odian con un odio 25 (V. 24) feroz. 20 Confianza del justo en el Señor Sin. Guarda mi vida y sálvame, I no me21vea confundido de haber acudido a ti. 1 De David. * Tau. No me abandonen la integridad 2 Alef. A ti alzo mi alma, | Yavé, mi y la rectitud, | pues que en ti espero, Yavé. 22 Dios. I Bet. En ti confío, no sea confunLibra, ¡oh Dios!, a Israel | de todas dido, I no se gocen de mí mis enemigos. sus tribulaciones. 3 Guímel. No; quien espera en ti, no es confundido; | confundido el que en balde se 4rebela contra ti. Dálet. Muéstrame, ¡oh Yavé!, tus caminos ; I adiéstrame en tus sendas. 5 He. Guíame en tu verdad y enséñame, I *}A 1 Cuando el Señor sacó a Israel de Egipto y le condujo por el desierto hasta la tierra de "• * Canán, El mismo fue su guía, que por medio de un ángel, y simbolizado por la nube, iba a la cabeza del pueblo (Ex 14,19; 23,20). Asi los fieles que venían en peregrinación a Jerusalén y en la explanada del templo hacían procesiones como la de Neh 12,27.43, s e representan al Señor caminando a su cabeza y entrando en el templo delante de ellos. 10 Algunos modernos expositores de los salmos querrían poner el salmo 15 a continuación del 24 y formando un solo salmo con él. O, xK 1 Con gran sosiego y placidez, como quien todo lo confía a la bondad de Dios, el salmista ^ ^ levanta a El su alma, pidiéndole perdón de sus pecados, que no sea por ellos confundido y que al mismo tiempo le libre de toda angustia y de las molestias de sus enemigos, 3 Falta en el texto el verso que corresponde a la letra vau. 1 * Las causas que a Dios mueven a perdonar y tener misericordia no son extrañas a El mismo; son, en suma, la gloria de su nombre. 615 a6 (V. 25) Oración confiada del justo 1 De David. Hazme justicia, ¡oh Yavé!, porque he andado en integridad | y he confiado en Yavé sin vacilar. * 2 Ponme a prueba, ¡oh Yavé!, y examíname, I acrisola mis entrañas y mi corazón. 3 Porque tengo siempre ante mis ojos tus misericordias | y ando en tu verdad. 4 No me siento con hombres falaces, I no5 me acompaño de los fingidos. Aborrezco el consorcio de los malignos I y no me siento con impíos. * Yo lavaré mis manos en la inocencia I y andaré en derredor de tu altar, ¡oh Yavé! 7 Haciendo resonar cantos de alabanza 8 I y ensalzando todos tus prodigios. ¡Oh Yavé!, yo amo la morada de tu casa, I el lugar en que se asienta tu ma9 No juntes con los pecadores mi alma, I ni mi vida con los sanguinarios, 1° Cuyas manos están llenas de maldad, cuyas diestras están llenas de sobornos. 11 Yo, por el contrario, marcharé en mi integridad; I rescátame, ¡oh Yavé!, y ten misericordia de mí. 12 Ya están mis pies en tierra firme, | bendeciré en la congregación a Yavé. SALMOS 26-28 5 Pues él me pondrá a seguro en su tienda el día de la desventura, | me tendrá a cubisrto en su pabellón, I me pondrá en alto sobre su roca. 6 Alzo luego mi cabeza I sobre los enemigos que me cercan, | y ofreceré en su tienda sacrificios de júbilo, I cantando y salmodiando a Yavé. 7 Oye, ¡oh Yavé!, el clamor con que te invoco, I ten de mi piedad y escúchame. 8 De tu parte me dice el corazón: «Buscad mi rostro», | y yo, Yavé, tu rostro buscaré. 9 No me escondas tu rostro, | no rechaces con ira a tu siervo; | sé mi socorro, no me rechaces, no me abandones, ¡oh Dios, mi salvador! 10 Aunque me abandonaren mi padre y mi madre, | Yavé me acogerá. 11 Muéstrame, ¡oh Yavé!, tus caminos, I guíame por la recta senda, a causa de mis enemigos. 12 No me entregues a la rabia de mis adversarios, | que se alzan contra mí falsos testigos I y gente que respira crueldad. 13 ¡Ay si no creyera que he de gozar de la bondad de Yavé | en la tierra de los vivos! 14 Espera en Yavé, esfuérzate, | ten gran valor y espera en Yavé. 28 (V. 27) Oración del salmista en u n grave 27 (V. 26) aprieto Confianza del justo en medio 1 De David. del peligro A ti clamo, ¡oh Yavé, mi roca! | No te desentiendas de mí, | pues dejándome 1 De David. Yavé es mi luz y mi salud, ¿a quién tú, vendría a ser | como los que bajan temer? | Yavé es el baluarte de mi vida, al 2 sepulcro.* ¿ante quién temblar?* Oye la voz de mi súplica cuando te 2 Cuando los malignos me asaltan para invoco, I cuando alzo mis manos hacia devorar mis carnes, | son ellos, mis ad- tu 3 santo templo. No me arrebates juntamente con los versarios y enemigos, los que vacilan y malvados, | con los obradores de la inicaen. 3 Aunque acampe contra mí un ejér- quidad, I los que hablan paz a su prójimo, | cito, no teme mi corazón; I aunque me mientras está su corazón lleno de malden la batalla, también estoy tranquilo. dad. 4 4 Trátalos conforme a sus obras, | conUna cosa pido a Yavé, y ésa procuro: I habitar en la casa de Yavé todos forme a la malicia de sus acciones, | los días de mi vida | para gozar del en- retribuyeles conforme a la obra de sus canto de Yavé | y visitar su santuario; * manos, | dales su merecido. O £ * El salmista nos representa a un justo cuidadoso de servir al Señor y que vive en lucha con ^ ** los impíos. Por esto pide a Dios que salga por su causa. O "7 l En este salmo, que expresa la gran confianza del salmista en su Dios, algunos autores ^ • modernos quieren ver dos salmos: el uno (1-6), que canta esta confianza en que desafía a sus enemigos; el otro (7-14), que nos revela el estado de angustia en que los enemigos le tienen puesto. 4 Este versículo nos muestra cuánta parte ocupaba en la vida religiosa de Israel el templo de Jerusalén. Los justos, llenos de fe de la presencia de Dios en su morada, no tienen otro placer que asistir a ella y a las solemnidades de su culto. O O ! A l a súplica por que Dios le salve y no le deje perecer con los malvados sigue la acción "" ° de gracias del que se cree escuchado. Los postreros versículos extienden la oración y piden por el rey y por la salud de su pueblo. No faltan autores que quieran ver aquí dos salmos: 1-5 y 6-9. SALMOS 28-91 616 5 Porque no atienden a las obras de Yavé, | a la obra de sus manos. | ¡Derríbalos y no los edifiques! 6 ¡Bendito sea Yavé, | que oyó la voz de mis súplicas! 7 Yavé es mi fortaleza, es m i escud o ; i en El confió mi corazón y fui socorrido, | y mi corazón salta de gozo, | y le alabaré con mis cantos. 8 Es Yavé la fortaleza de su pueblo, | es el salvador escudo de su ungido. 9 ¡Salva, Señor, a tu pueblo y bendice t u heredad, 1 sé su pastor y condúcelos p o r siempre! 2 9 (V. 28) L a g l o r i a d e Y a v é e n la t e m p e s t a d i D e David. D a d a Yavé, hijos de Dios, | dad a Yavé la gloria y el poder. * 2 D a d a Yavé la gloria debida a su nombre, | postraos ante Yavé con sacras vestiduras. 3 ¡La voz de Yavé sobre las aguas! | Truena el Dios de la majestad, | Yavé, sobre la inmensidad de las aguas. 4 Es poderosa la voz de Y a v é ; I la voz de Yavé es majestuosa; s La voz de Yavé rompe los cedros, I troncha Yavé los cedros del Líbano. 6 Y hace saltar al Líbano como un ternero, | y al Sarión como u n ternero de búfalo. 7 La voz de Yavé hace estallar llamas de fuego; 8 L a voz de Yavé sacude el desierto, | sacude Yavé el desierto de Cades. 9 La voz de Yavé retuerce las encinas, despoja las selvas, | y en su templo todo dice: «¡Gloria!» 10 Siéntase Yavé sobre aguas diluviales, | siéntase como Rey eterno. 11 Yavé dará fortaleza a su pueblo. | Yavé bendecirá a su pueblo con la paz. 30 (V. 29) Acción de gracias después de enfermedad grave una 1 Canto p o r la dedicación de la casa. Salmo de David. 2 Quiero ensalzarte, ¡oh Yavé!, porque me has puesto en salvo I y n o has alegrado a mis enemigos en mi daño. * 1 3 Yavé, mi Dios, | clamé a ti y tú m e sanaste. 4 ¡Oh Yavé!, has sacado mi alma del sepulcro, | m e has llamado a la vida de entre los que bajan a la fosa. 5 C a n t a d a Yavé vosotros, sus santos, I y ensalzad su n o m b r e santo. 6 Porque un instante dura su cólera, | y su benevolencia es de p o r vida. | Alberga la tarde llantos, | m a s viene a la m a ñ a n a la alegría. 7 Y o dije en mi fortuna: | N o seré jamás conmovido. 8 Pues tú, ¡oh Yavé!, por tu benevolencia m e asegurabas h o n o r y poderío. | Apenas escondiste tu rostro, fui conturbado. 9 Pero clamé a ti, ¡oh Yavé!, | pedí piedad a mi D i o s : 10 ¿Qué provecho hay en m i muerte, I en que yo descienda a la t u m b a ? I ¿Te alabará el polvo? | ¿Cantará tus misericordias? 11 Escúchame, Yavé, y ten piedad de mí. I Ven Yavé, en mi socorro. 12 Y mudaste en júbilo mi luto, | desataste mi saco I y me ceñiste de gloria. 13 ¡Por eso te cantaré, y no callaré I y te alabaré, Yavé, D i o s mío, p o r la eternidad! 3 1 (V. 30) Plegaria de u n angustiado y acción d e gracias p o r la l i b e r a c i ó n 1 Al director del canto. Salmo de D a vid.* 2 E n ti, ¡oh Yavé!, confío; ] N o sea yo nunca confundido, | líbrame en tu justicia. 3 Inclina a mí tus oídos, | apresúrate a librarme, | sé p a r a mí roca inexpugnable, I ciudadela de mi salvación. 4 T ú eres ciertamente mi roca, mi ciudadela; 1 por el h o n o r de t u n o m b r e t ú me guiarás y me conducirás. 5 M e sacarás de la red que m e h a n tendido, | porque tú eres mi fortaleza. 6 En tus manos encomiendo mi espíritu; I tú me has rescatado, ¡oh Yavé!, Dios de verdad. 7 T ú aborreces a los seguidores de los vanos ídolos, | pero yo sólo espero en Yavé. 8 M e alegraré y m e gozaré en tu mi- Bellísimo salmo, en que se revela Yavé en medio de la tempestad como Rey eterno, que desde el cielo bendice a su pueblo y le colma de paz. 2 OA La enfermedad, como cualquier otro mal que pueda venir sobre el hombre, sería una 0 v señal de la cólera de Dios. Oyendo el Señor la oración del salmista, no sólo le libra de aquel mal, sino también de los escarnios de los impíos, que se alegraban de verle humillado y confundido por su Dios. 1 Í1 Recordemos a Job acusado por sus amigos; con más razón ei salmista puede temer su con*•* • fusión ante las acusaciones y los escarnios de sus enemigos al verle afligido y como herido por la mano de Dios. 29 SALMOS 31-33 617 sericordia, I pues has visto mi aflicción | y en las angustias salvaste m i alma. * N o me entregaste en m a n o s del enemigo, I pusiste mis pies en anchura. i° Ten piedad de mí, ¡oh Yavé!, I porque estoy en tribulación; I l a tristeza consume mis ojos, I mi alma y mis entrañas. 11 Sí, mi vida se gasta en el dolor, | y mis años en gemidos. | Mi vigor enflaquece por la tribulación, | y se consumen mis huesos. i 2 S o y el oprobio de t o d o s mis perseguidores, I objeto de terror p a r a mis vecinos | y de espanto p a r a cuantos m e conocen; | todos los que me ven huyen de mí. 13 C o m o muerto he sido b o r r a d o de todos los corazones | y parezco u n a vasija rota. 1 4 Oigo el m u r m u r a r de muchos, | esp a n t o p o r todas partes, | c u a n d o a una se confabulan contra mí | y t r a m a n arreb a t a r m e la vida. 15 Pero yo confío en ti, ¡oh Yavé! I Y o digo: T ú eres mi Dios, t<> E n tus m a n o s están mis días; I líb r a m e de la m a n o de mis enemigos y d e mis perseguidores. 1 7 H a z resplandecer tu faz sobre tu siervo I y sálvame en t u misericordia * i 8 Yavé, que n o sea yo confundido, pues te invoco; | confundidos sean los malvados y que m u d o s bajen al sepulcro;* 1 9 Q u e callen para siempre los labios mentirosos, I que, soberbios y despectivos, I lanzan insolencias contra el justo. 20 ¡Qué grande es, oh Yavé, la misericordia I que guardas para los que te temen, I que a la vista de todos | haces a los que en ti confían! 2 1 T ú haces de tu presencia su defensa I contra la crueldad de los hombres, I y c o m o e n u n tabernáculo los pones a cubierto I de los azotes de las lenguas. 22 ¡Bendito sea Yavé, que en mí hace admirable su misericordia I c o m o ciudad fortificada! 23 Y o , en mi turbación, había ya dic h o : I H e sido arrojado de ante tus ojos; I pero tú has oído mi voz suplicante I c u a n d o a ti clamé. 24 A m a d a Yavé vosotros todos, sus santos; I a los fieles conserva Yavé, | y paga con usura a los soberbios. 25 Esforzaos y fortaleced vuestro corazón I todos cuantos esperáis en Yavé. 32 (V. 31) C o n f e s i ó n d e los p e c a d o s y a c c i ó n d e g r a c i a s p o r el p e r d ó n 1 D e David. Masquil. ¡Bienaventurado aquel a quien le ha sido perdonado su pecado, | a quien le h a sido remitida s u iniquidad! * 2 ¡Bienaventurado aquel a quien no imputa Yavé la iniquidad | y en cuya alma n o hay mentira! 3 Mientras callé, consumíanse mis huesos, I con mi gemir durante todo el día, 4 Pues día y noche tu m a n o pesaba sobre mí, I y tornóse mi vigor en sequedades de estío. (Sela.) 5 Pero te confesé mi pecado | y te descubrí mi iniquidad. I Dije: «Confesaré a Yavé mi pecado», I y tú perdonaste mi iniquidad. (Sela.) 6 Por eso te invocarán todos los piadosos al tiempo propicio, | y la inundación de las copiosas aguas n o llegará a ellos. 7 Tú eres mi asilo, tú m e preservas de la adversidad | y m e rodeas de cantos de liberación. (Sela.) 8 «Yo te haré saber y te enseñaré el camino que debes seguir; | seré tu consejero, y estarán mis ojos sobre ti. 9 N o seas sin entendimiento, como el caballo y el mulo, | a los que pones brid a y freno, | p o r q u e si n o , n o se acercan a ti.» 10 M u c h o s son los dolores del impío, I pero la misericordia ceñirá al que espera en Yavé. 11 Alegraos en Yavé, regocijaos, ¡oh justos!; I saltad de gozo todos los rectos d e corazón. 3 3 (V. 32) A l a b a n z a del p o d e r y la p r o v i d e n c i a del Señor 1 ¡Alegraos, justos, en Yavé! J Bien está a los rectos la alabanza. * 2 Cantad a Yavé con la cítara, | ensalzáosle con el arpa de diez cuerdas. * ? Haz resplandecer sobre mí tu rostro y devuélveme la alegría y la paz (Sal 4.7 s.; Núm 6,25-26). 1 8 El justo, fiel a su Dios, ve enfrente de sí a los malvados, enemigos de Yavé, que se burlan de él y de lo que él representa, que es la causa de Dios. El salmista pide a Dios que salga por la causa suya y la de sus fieles, castigando a los impíos según su justicia. O O 1 El salmista se congratula de haber obtenido el perdón de su pecado cuando se lo confesó " " a Yavé, lo que debe ser una lección para todos y un argumento de la bondad de Dios, que se constituye en maestro del hombre si éste se le muestra dócil. O O l El salmista invita a alabar a Yavé, omnipotente, que hace fracasar los planes de las na* * " ciones contra su pueblo, el cual por esto puede vivir en seguridad bajo la mirada y la protección de Yavé, que desde lo alto de los cielos contempla la conducta de los hombres. SALMOS 33-34 3 Cantadle un canto nuevo | y tañed bien a una con júbilo la lira. 4 Porque es recta la palabra de Yavé | y toda su obra es obra de verdad. 5 El ama la justicia y el derecho, | y de la misericordia de Yavé está llena la tierra. 6 Por la palabra de Yavé fueron hechos los cielos, | y todo su ejército por el 7aliento de su boca. El reúne como en odre las aguas del mar | y hace de los abismos como estanques. 8 Tema a Yavé toda la tierra, | témanle todos los habitantes del universo; 'Porque dijo El, y fue hecho; | mandó, y así fue. io Anula Yavé el consejo de las gentes | y frustra las maquinaciones de los pueblos. 11 El consejo de Yavé permanece por la eternidad; I los designios de su corazón, por todas las generaciones. 12 ¡Venturoso el pueblo cuyo Dios es Yavé, ! el pueblo que El se eligió por heredad! 13 Mira Yavé desde los cielos, | y ve a 14 todos los hijos de los hombres. Desde la morada en que se asienta | ve15a todos los habitantes de la tierra. Es El quien ha hecho todos los corazones | y conoce a fondo todas sus obras. 16 No es la muchedumbre de los ejércitos la que salva al rey, | ni se salva el guerrero por su gran robustez. 17 Vano es para la salvación el caballo;18 | su gran vigor no librará al jinete. Están los ojos de Yavé sobre los que le temen, | sobre los que esperan en19su misericordia, Para salvar sus almas de la muerte, | para nutrirlas en tiempo de hambre. 20 Nuestra alma confia en Yavé; | El es nuestro auxilio y nuestro escudo. 21 En El se regocija nuestro corazón, | en22su santo nombre está nuestra confianza. Sea, ¡oh Yavé!, sobre nosotros tu misericordia, I como esperamos «a ti. 34 (V. 33) Alabanza de Dios, protector del justo 1 D e David. C u a n d o se i n g i ó loco ante Abim«l«c, que la echó da si, pudíendo así escapar. * 2 Alef. Y o bendeciré siampra a Yavé, | su alabanza estará siampra e s mi boca. 618 3 Bet. En Yavé se gloriará mi alma, lo 4 oirán los justos y se alegrarán. Guímel. ¡Cantad conmigo la grandeza de Yavé! I ¡Ensalcemos a una su nombre! 5 Dálet. Yo he buscado a Yavé, y El me ha escuchado, | librándome de todos mis terrores. 6 He. Volveos todos a El, y seréis alumbrados | y no cubrirá el oprobio vuestros rostros. 7 Zain. Miró el desvalido a Yavé, y El le escuchó, | y le salvó de todas sus angustias. 8 Jet. Acampa el ángel de Yavé | en derredor de los que le temen, y los salva del peligro. 9 Tet. Gustad y ved cuan bueno es Yavé; I bienaventurado el hombre que se acoge a El! 10 Yod. Temed a Yavé vosotros sus santos, I pues nada falta a los que le temen. 11 Caf. Empobrecen los ricos, y en la penuria pasan hambre; | pero a los que buscan a Yavé no les falta bien alguno. 12 Lamed. Venid, hijos, oidme, | y os enseñaré el temor de Yavé. 13 Mem. ¿Quién es el hombre que ama la 14 vida | y desea ver días felices? Nun. Pues preserva del mal tu lengua, I y tus labios de palabras mentirosas. 15 Sámec. Aléjate del mal y haz el bien, | busca y persigue la paz. 16 Ayin. Los ojos de Yavé están sobre los justos, I y sus oídos atentos a sus clamores. 17 Pe. La faz de Yavé está contra los que hacen el mal | para borrar de la tierra su memoria. 18 Sade. Clamaron los justos, y Yavé los oyó I y los libró de todas sus angustias. 19 Qof. Está Yavé vecino a los de corazón contrito, I salva a los afligidos de espíritu. 20 Res. Muchas son las aflicciones del justo, I pero de todas le libra Yavé. 21 Sin. Toma a su cuidado todos sus huesos, I y ni uno solo de ellos será roto. 22 Tau. La desgracia matará al impío, | y los que aborrecen al justo serán destruidos. 23 Yavé redime el alma de sus siervos, | y cuantos en él confían no serán castigados. O A * La indicación histórica del salmo se refiere al episodio narrado en i Sam 21,10-15. El " ^ salmo es un himno alfabético, e» que David da gracias a Dios por haberle libertado de los peligros; de aquí se levanta a celebrar la providencia de Dios sobre los justos y exhorta a éstos a confiar en £1 y temerle. SALMOS 35-36 619 35 (V. 34) Plegaria del justo contra sus perseguidores 1 De David. Oponte, ¡oh Yavé!, a cuantos a mí se oponen, | combate a los que a mí me combaten. * 2 Echa mano al escudo y a la adarga | y álzate en ayuda mía. 3 Enristra la lanza y cierra contra mis enemigos, | di a mi alma: «Yo soy tu salvación». 4 Sean confundidos y avergonzados los que ponen asechanzas a mi vida; I sean puestos en fuga y cubiertos de ignominia los que maquinan mi ruina. * s Sean como paja al viento, | persígalos el 6ángel de Yavé. Sea su camino tiniebla y resbaladero, | y el ángel de Yavé los acose. 7 Porque sin causa me tendieron su red, I sin razón cavaron una fosa para mí. 8 Cójalos inesperadamente la ruina, | y enrédense en la red misma que tendieron, | y caigan en la fosa que cavaron. 9 Entonces se alegrará mi alma en Yavé l y se gozará en su salvación. 10 Todos mis huesos dirán: | ¿Quién semejante a ti. ¡oh Yavé!, | que libras al desvalido dei poderoso, | al pobre y al afligido de quien le despoja? 11 Alzáronse contra mi testigos falsos | para demandarme lo que ni sabía. 12 Volviéronme mal por bien I para abatir mi alma. 13 Cuando ellos estuvieron enfermos, yo me vestí de saco, | afligiendo con el ayuno mi alma, | y repetía en mi pecho las plegarias. 14 Me porté con ellos como con un pariente o un hermano; | como si llevase luto por mi madre, me enlutaba y me humillaba; 15 Pero ellos se alegran de mi mal y se confabulan; | se confabulan contra mí para herirme a traición, | me destrozan sin descanso. 16 Se burlan de mí, de mí hacen mofa, | y rechinan sus dientes contra mi. 17 ¿Hasta cuándo, ¡oh Yavé!, estarás viendo esto? I Arranca mi alma de su tormento, I mi vida de las garras del león. * 18 Te alabaré en medio de la asamblea, I te ensalzaré en medio de un pueblo numeroso. 19 No triunfen contra mí los que sin causa son enemigos míos; I no se guiñen el ojo los que injustamente me aborrecen. 20 No hablan de paz | y urden tramas contra los pacificos de la tierra. 2 i Abren sus bocas contra mí, diciendo: I «¡Ah, ah! Lo vieron por fin nuestros ojos». 22 ¿No lo Tes, oh Yavé? ¡No calles! | ¡Dios mío, no te alejes de mí! 23 ¡Despierta, álzate en favor mió, I Dios mío, Señor mío, en mi defensa! 24 ¡Hazme justicia según tu justicia, Señor mío! ] ¡Dios mió, no triunfen contra mí! 2 5 Q u e no puedan decir en su corazón: «Lo conseguimos». | N o digan: «Le hemos devorado». 26 Sean confundidos y avergonzados | cuantos se gozan de mi mal. I Sean cubiertos de vergüenza y confusión I los que orgullosamente se alzan contra mí. 27 Y alégrense y salten de júbilo los que están en favor de mi inocencia | y digan siempre: «¡Ensalzado sea Yavé, | que dio paz a su siervo!» 28 Mi lengua cantará tu justicia, todos los días tus alabanzas. 36 (V. 35) Bondad de Dios y maldad del impío 1 Al maestro del coro. De David, siervo de2 Yavé. * Habla la impiedad al impío en su corazón; I no hay ante sus ojos temor de Dios. 3 Lisonjéase de que, a su parecer, | no será hallada y castigada su culpa. 4 Las palabras de su boca son injusticia y fraude, | no se cuida de ser cuerdo y obrar el bien. 5 En su lecho maquina iniquidades | y emprende caminos no buenos; no se aparta del mal. « Se levanta hasta los cielos, ¡oh Yavé!, tu misericordia, | y hasta las nubes tu verdad. Oe * Este salmo desarrolla el mismo pensamiento del salmo 6. **** 4 Libre el justo de la opresión de los impíos, éstos quedaran confundidos, mientras el justo se alegrará viendo triunfante la causa de Dios, que es la suya. 17 Este trozo nos hace entrar en el ánimo del salmista y entender la razón de aquellas súplicas, que nos dejan desconcertados. Los impíos le persiguen, se burlan de él, tnuéstranse contentos de verle humillado y abatido; el salmista entiende que todo esto va contra Dios, cuya causa representa él en la tierra con los demás justos, y pide que sus enemigos sean confundidos y esta confusión traiga la siegrfo a los que con él forman, como si dijéramos, el partido de Yavé. O C l A l a malicia del implo, que en su corazón maquina todo género de maldades, pensando " v que Dios no lo ve, opone el salmista la bondad de Dios y su misericordia, que salva a sus fieles y castiga a los malvados. SALMOS 36-37 620 621 7 13 T u justicia es c o m o los montes de Pero Yavé se ríe de él, | porque ve Dios, | tus juicios son u n insondable abis- que su día se acerca. mo. | Tú, ¡oh Yavé!, conservas a hombres 14 Jet. Desenvainaron los malvados su y animales. espada, tendieron el arco, | para destruir 8 ¡Cuan magnífica es, oh Yavé, tu mi- al pobre y al menesteroso, | p a r a asesisericordia; | ampáranse los hombres a la nar a los que van p o r el camino recto. sombra de tus alas! 15 Su espada se hundirá en su propio 9 Sácianse de la abundancia de tu casa | corazón | y se quebrantarán sus arcos. y los abrevas en el torrente de tus de16 Tet. Mejor le es al justo lo poco | licias. I q u e la gran opulencia de los impíos. 10 17 Porque en ti está la fuente de la Porque los brazos del impío serán vida, | y en tu luz vemos la luz. rotos, | mientras que Yavé sostiene al 11 Extiende tu misericordia a los que justo. te conocen, | y tu justicia a los rectos de 18 Y o d . Conoce Yavé los días del justo, I corazón. y su posesión será eterna. 12 N o me pise el pie del soberbio, | n o 1 9 N o serán confundidos al tiempo m a m e eche fuera la m a n o del impío. lo | y serán saciados en el día del hambre. 13 20 Sí, caerán los obradores de la iniCaf. Cierto, los impíos perecerán, I quidad, | serán abatidos y n o podrán m á s y los enemigos de Dios, como la lozanía levantarse. de los prados, se marchitarán, | se desvanecerán como el h u m o . 21 37 (V. 36) Lamed. Pide prestado el impío y n o pagar, | el justo se compadece y da. L a p r o v i d e n c i a d i v i n a s o b r e e l j u s t o puede 22 Sí, los benditos de Dios heredarán la y s o b r e el i m p í o tierra, I los malditos de El serán exter1 D e David. minados. 23 Alef. N o te impacientes p o r los malM e m . Yavé ordena los pasos del vados, | n o envidies a los que hacen el h o m b r e | y se complace en sus caminos. 24 mal.* Si cayere, n o yacerá postrado, | por2 Porque presto serán segados como el que Yavé le tiende su m a n o . 25 heno, | y como la hierba tierna se secarán. N u n . Fui m o z o y ya soy viejo, | y 3 Bet. T ú confía en Yavé y obra el bien, | jamás vi a b a n d o n a d o al justo, | ni a su y habitarás en la tierra y serás apacenta- prole mendigar el pan. 26 do en la verdad. Siempre se compadece y presta, | y 4 H a z de Yavé tus delicias, | y El te es bendecida su descendencia. 27 dará lo que tu corazón desea. S á m e c . Apártate del mal y haz el 5 Guímel. Encomienda a Yavé tus ca- bien, | y vivirás para siempre; 28 minos, | en El espera y El h a r á ; Porque a m a Yavé la rectitud | y n o 6 H a r á resplandecer como la luz tu desampara a sus santos. justicia, | y tu derecho como la luz del Ayín. Los impíos serán borrados para mediodía. siempre, | y la prole del impío será exter7 Dálet. Aquiétate en Yavé y espera en minada. 29 El; | n o te impacientes p o r la prosperidad Los justos poseerán la tierra, | y será de esos otros, I de los que obran la maldad. eterna en ella su morada. 8 3 H e . D e p o n el enojo y deja la cólera, | » Pe. La boca del justo habla sabidun o te excites, n o te dejes llevar al pecado. ría, | y su lengua profiere palabras de 9 Porque los malvados serán extermi- rectitud. 3 nados, | pero los que esperan en Yavé i Lleva en el corazón la ley de su D i o s | poseerán la tierra. y n o vacilan sus pasos. 32 io Vau. Si, u n poco todavía, y el impío Sade. El malvado espía al justo | y ya n o será; I le buscarás en su lugar, y ya busca m o d o de arrebatarle la vida, 33 no le hallarás. Pero Yavé n o se lo entrega en sus u Pero los mansos poseerán la tierra | y m a n o s I y n o permite que sea condenado gozarán de gran paz. en el juicio. 12 34 Z a i n . Maquina el impío contra el Qof. Confía en Yavé | y sigue sus justo | y rechina los dientes contra él. * caminos, | y El te ensalzará para que O y 1 El problema de la existencia del mal en el mundo y las razones del gobierno divino, bajo " * el cual se ve con frecuencia padecer a los justos y prosperar a los malvados, inquietaba grandemente a los autores del Antiguo Testamento, a quienes aún no había sido revelado el misterio de la cruz y de la resurrección de Cristo. No obstante, el verso 18 expresa abiertamente la aprobación divina a la conducta de los justos y lo eterno de su recompensa. 12 El salmista nos describe en esta larga estrofa (12-22) la suerte desdichada de los impíos, y prosigue en las siguientes (23-34) pintándonos la amorosa providencia con que Dios vela sobre los justos. poseas la tierra, I y gozarás a la vista del exterminio de los impíos. 35 Res. H e visto al impío altamente ensalzado [ y extenderse como árbol vigoroso. * 36 Pero pasé de nuevo, y ya n o e r a ; | le busqué, y n o le hallé. 37 Sin. Considera al recto y mira al justo, I y verás que su fin es feliz. 38 Los impíos, por el contrario, serán exterminados; | la posteridad de los malvados será tronchada. 39 T a u . D e Yavé viene la salvación de los justos, I es su refugio al tiempo de la adversidad. 40 Yavé los socorre y los libra; I del impío los libra y los salva, ¡ porque se acogen a El. SALMOS 37-39 te I y en cuya boca n o hay respuesta. 16 Porque es en ti, ¡oh Yavé!, en quien confío, I y serás tú quien por mí respondas, I ¡Yavé, Dios m í o ! 1 7 Pero te digo: «Que n o se gocen en mi mal | y n o se engrían contra mí cuando resbale mi pie». 18 Mira que estoy p a r a caer, | tengo siempre a mis ojos mi maldad. 19 Pues yo confieso mi culpa | y que peno mi pecado. 20 Pero viven y son fuertes mis enemigos I y se multiplican los que injustamente me odian; 21 Y los que vuelven mal p o r bien | me hostigan por seguir el bien. 22 N o me abandones, ¡oh Yavé!; I no te estés alejado de mí, ¡Dios m í o ! 23 ¡Corre en mi auxilio! | ¡Señor mío, 38 (V. 37) mi salud! Oración de u n pecador arrepentido 3 9 (V. 38) 1 Salmo de David. Para memoria. * Deprecación del justo atribulado 2 N o m e castigues, Yavé, en tu furor, | no me corrijas en tu ira. 1 Al maestro del coro. D e Idutún. Salmo 3 Q u e tus saetas h a n penetrado en mí | de David. • 2 y pesa gravemente sobre mí tu m a n o . Y o me dije: Atenderé a mis caminos | 4 N a d a hay sano en mi carne a causa para n o pecar con mi lengua; I pondré un de tu ira; | n a d a íntegro en mis huesos a freno a mi boca | mientras tenga al impío causa de m i pecado. frente a mí. 3 5 Quedé silencioso, m u d o ; cahé aun el Pasan p o r encima de mi cabeza mis iniquidades, | pesan sobre mí c o m o pesada bien; | pero mi dolor se exacerbaba. 4 carga. M e ardía el corazón dentro del pecho; | 6 H e d i o n d a podre supuran mis llagas | se encendía el fuego en mi meditación, | a causa de m i locura. y prorrumpí con mi lengua: 5 7 D a m e a conocer, ¡oh Yavé!, mi fin | Voy encorvado y en gran manera humillado, I t o d o el día en l u t o ; y cuál sea la medida de mis días; I que 8 Porque están mis huesos abrasados, | sepa cuan caduco soy. 6 y n o hay en m i carne parte sana. H a s reducido a u n palmo mis días, I 9 Estoy desfallecido y sobremanera aca- y mi existencia delante de ti es la n a d a ; | b a d o , I y la conmoción en m i corazón me n o dura más que un soplo t o d o hombre. hace rugir. (Sela.) 10 7 Mis deseos, ¡oh Yavé!, ante ti están, | Muévese el h o m b r e cual un fantasma, I y n o se te ocultan mis gemidos. por un soplo solamente se afana; ! amon1 1 Está lleno de congoja m i corazón, m e tona sin saber para quién. 8 faltan las fuerzas, I y a u n la misma luz ¿Qué podría yo entonces esperar, oh de mis ojos me abandona. Yavé? I Pero está en ti mi esperanza. 9 i 2 Mis amigos y mis compañeros se Líbrame de todas mis iniquidades, | alejan p o r mis llagas, I y mis vecinos se n o m e hagas el escarnio del malvado. quedan lejos. 1° Enmudezco, n o abro m i boca, I pero 13 Tiéndenme lazos los q u e buscan mi sé que tú lo haces. vida I y m e amenazan los que desean m i 11 Desvía de mi tu azote, | q u e el rigor ruina; | t o d o el día están m a q u i n a n d o de tu m a n o m e consume. 12 engaños. T ú vengas con castigos la iniquidad 14 Y o hago que n o oigo, c o m o sordo, | del h o m b r e I y destruyes su soberbia como y c o m o m u d o n o a b r o la boca. la polilla; cierto que t o d o h o m b r e es un 15 Soy como h o m b r e q u e n o sien- soplo. (Sela.) 35 Esta última estrofa es la suma de todo el salmo: los impíos perecerán los justos tienen en Dios asegurada su salvación. O O * El salmista padece una grave enfermedad, que él mismo tiene por pena de sus pecados, " ^ los cuales con humildad confiesa a Dios. Lejos de compadecerse, sus amigos y compañeros le escarnecen y le tienden lazos. En el silencio se encomienda a Dios, pidiéndole que le libre y no le deje caer en manos de sus enemigos ni permita que se regocijen viendo su ruina. O Q 1 Como Job sentado en la ceniza, así el salmista, oprimido por la tribulación que Dios le ** ** envía, y que le convierte en escarnio de sus enemigos, que son los de Dios, enmudece hasta que por fin prorrumpe en quejas al Señor. SALMOS 39-41 622 13 Oye, ¡oh Vavé!, mi plegaria; | da número a los cabellos de mi cabeza, | y oídos a mis clamores, I no seas insensible por14 eso desfallece mi corazón. Agrádete librarme, ¡oh Yavé! | Coa mis lágrimas. I Porque yo no soy más que un extranjero para ti, I un advenedizo, rre,15 ¡oh Yavé!, en mi ayuda. Sean confundidos y avergonzados | como todos mis padres. H Déjame que me reconforte un poco | los que buscan arrebatarme la vida. ! Sean puestos en fuga y cubiertos de ignoantes que me vaya y ya no sea. minia I aquellos que se alegran de mi mal. 16 Consumidos sean por su afrenta | los 40 (V. 39) que me gritan: «¡Ah, ah!» 7 Acción de gracias por el auxilio re1 Salten de gozo y alégrense en ti todos cibido y petición de nuevo auxilio aquellos que te buscan; | los que aman la 1 Al maestro del coro. Salmo de Da- salud que de ti viene | exclamen siempre: «¡Ensalzado sea Yavé!» vid. * 18 Cuanto a mí, pobre y menesteroso, | 2 Confiadamente esperé en Yavé, | y Yavé cuidará de mí. se inclinó y escuchó mi clamor. Tú eres mi socorro y mi libertador. | 3 Y me sacó de una hoya de ruina, I del fango cenagoso, I y afirmó mis pies sobre ¡Dios mío, no te tardes! piedra | e hizo seguros mis pasos. 4 41 (V. 40) Puso en mi boca un cántico nuevo, | una alabanza a nuestro Dios. | Muchos Oración de un enfermo grave verán esto y temerán, | y esperarán en 1 Yavé. Al maestro del coro. Salmo de Da5 Bienaventurado el hombre cuya es- vid. * 2 peranza es el nombre de Yavé | y no se Bienaventurado el que piensa en el vuelve a los soberbios ni a los mentirosos. necesitado y el pobre; | en el día malo 6 Tú, ¡oh Yavé, Dios mío!, has multi- Yavé le librará. 3 plicado tus maravillas I y tus trazas en Le protegerá Yavé y le dará vida; | favor nuestro. | Yo quisiera contarlas, será bienaventurado sobre la tierra, | hablar de ellas, | pero sobrepasan todo pues no le entregará al odio de sus enenúmero. migos. 7 4 No deseas tú el sacrificio y la ofrenLe sostendrá Yavé en el lecho del doda, I pero me has dado oído abierto. | No lor; I en la enfermedad tú le aliviarás. 5 buscas el holocausto y el sacrificio exYo digo: ¡Oh Yavé, ten piedad de piatorio. * mí! I Sana mi alma, que pequé contra ti. 8 6 Y me dije: «Heme aquí; I en el rollo Mis enemigos lanzan imprecaciones de la Ley se escribió de mí; contra mí, diciendo: | «¿Cuándo se morirá 9 En hacer tu voluntad, ¡Dios mío!, éste y será borrado su nombre?» 7 tengo mi complacencia, | y dentro de Si vienen a verme hablan mentirosami corazón está tu ley». mente, I acumulan en su corazón malos 10 He proclamado tu justicia a nume- deseos, | y cuando salen fuera, hablan. rosa asamblea; I no cerré mis labios; tú, 8 Reunidos, murmuran contra mí los lOh Yave!, lo sabes. que me odian | y descuentan mi ruina: 11 9 No he tenido encerrada en mi cora«Un mal terrible se ha apoderado de zón tu justicia; | he anunciado tu verdad él; I se acostó para no levantarse ya más». 10 v tn fi^-S'T,' N o c e l é t u misericordia Aun el que tenía paz conmigo, | aquel y u fidelidad I a la numerosa asamblea. a quien yo me confiaba y comía mi pan, | . ™ apartes de mí, ¡oh Yavé' tu alzó contra mí su calcañal. 11 | tu piedad'y tu jusucia 1 Pero tú, ¡oh Yavé!, ten piedad de ^misericordia; g u a r d a r á n eternamente.mi, I haz que me levante, | y entonces les r U m r dean m a l e s s i n su merecido. se mre ch an en ° ""mero I daré 12 En esto conoceré que me amas: I en que no triunfe mi enemigo contra mí. ™„o j m e r a te-iO^que"^! S ^ n ° S p r e l , e n d en ver en este salmo dos composiciones; la priswando que no a los sacrifinls s • ' e s c u c h a ( i o d e Dios en un grave peligro, le da gracias, pre« 7 * « que Dios fe h a y " ° ' ™ aSsu confianza en el Señor y a la obediencia a sus preceptos e B d a p a r t e M saí a E L° e 1 , a a n 8ustia,seaSdo 1 . ^ ™° («*-!*) sería un apremiante llamaalegria Jubilosa p a r a íos qué am a n a lf e " ? 1 1 " p i d i e n d o l a confusión para sus perseguidores y la , '-«atienen estos versl 1 Señor. la sino eaftSe(|V2) fl mtta felsa p L c S c P o v I ^ r ? , pS aeCsr aÍ fni ctÍ 0í sqi ume oD,i oque es el tema del primer sermóa s d e s e a n o e s el d e ! o s becerrOS que ¿ a s aí ll í ° u n t a d . con 1. perfed í b ^ ™ e l fin 3 a s u le Est ^ cumplió la voluntan ^ I D ' T " V° «= "¡alizo plenisimamente en Cristo, M V a S P e C t e l S a m 6S m e s i a n i c o 4 1 i, ^ e salmo es parecdo *" *""' ° ' ° 8 T a m b i é n la osículo 14 es lídoxo'oU ' rasión de él es una enfermedad del salmista. 81a c o n 1 u e '«mina el libro primero del Salterio. 623 SALMOS 41-44 1 Júzgame, ¡oh Yavé!, y defiende mi 13 Tú manténme incólume | y consércausa; | líbrame de esta gente malvada, | vame por siempre en tu presencia. 14 ¡Bendito Yavé, Dios de Israel, por de2 esos inicuos traidores. Pues que eres tú mi refugio, ¿por qué los siglos de los siglos! | Amén, amén. me rechazas? | ¿Por qué he de andar en luto, bajo la opresión del enemigo? 3 Manda tu luz y tu verdad; ellas me % I B R O SEGUNDO guiarán | y me acompañarán a tu monte (42-72) santo, I a tus tabernáculos. 4 ¡Oh si pudiera acercarme al altar de 42 (V. 41), 43 (V. 42) Dios, I al Dios de mi alegría y de mi gozo, | y cantarle a la cítara! ¡Oh Dios, Dios mío! Ardientes deseos del desterrado por 5 ¿Por qué te abates, alma mía? | ¿Por ver nuevamente el santuario qué te turbas dentro de mi? | Espera en 1 que aún le alabaré. | ¡El es la alegría Al maestro del coro. Masquil, de los Dios, de mi rostro, El es mi Dios! hijos de Coré. * 2 Como anhela la cierva las corrientes 44 (V. 43) aguas, I así te anhela a ti mi alma, ¡oh Dios! Lamentación-por el estado de opre3 Mi alma está sedienta de Dios, del sión en que se halla el pueblo Dios vivo. I ¿Cuándo vendré y veré la 1 faz de Dios? Al maestro del coro. Masquil, de los 4 de Coré. * Mis lágrimas son día y noche mi pan, | hijos 2 Con nuestros oídos, ¡oh Dios!, hemos mientras continuamente me dicen: I oído; I nos contaron nuestros padres | la «¿Dónde está tu Dios?» 5 ¡Ay! ¡Cómo estalla en mi corazón el obra que tú hiciste en sus días, | en los antiguos. recuerdo | de cuando en medio de la tiempos 3 muchedumbre | iba en procesión a la casa Tú, con tu mano, echaste a las gentes de Dios, I entre voces de júbilo y alaban- y los plantaste a ellos; | afligiste a los za I del pueblo en fiesta! pueblos y los arrojaste, y a ellos los di6 ¿Por qué te abates, alma mía? | ¿Por lataste. 4 No se apoderaron de la tierra por su qué te turbas dentro de mí? | Espera en Dios, que aún le alabaré. | ¡El es la alegría espada | ni les dio su brazo la victoria; | fue tu diestra, tu brazo, la luz de tu rosde mi rostro, El es mi Dios! 7 I porque te complaciste en ellos. Abatida está mi alma, Dios mío; | tro, 5 Tú, ¡oh Dios!, eres mi rey; | tú diste siempre estoy acordándome de ti, desde a Jacob; la tierra del Jordán, | de las cumbres del victorias 6 Hermón y del monte Meser. Contigo batimos a nuestros enemi8 Un remolino llama al otro remolino; | gos; ! en tu nombre, pisotearemos a nuesadversarios. con el rumor de tus cascadas, | todas tus tros 7 ondas y tus olas pasan sobre mí. Pues no confié en mi arco, | no me 9 De día dispensa Dios su gracia; | de dio8 mi espada la victoria. Eres tú quien nos dio la victoria sobre noche me acompaña su cántico, | una nuestros enemigos, | el que confundió a oración al Dios de mi vida. 10 cuantos nos odian. Digo a Dios: «¡Oh Roca mía! ¿Por 9 Y nosotros nos gloriaremos siempre qué te has olvidado de mí? | ¿Por qué he de andar en luto bajo la opresión del en Yavé | y eternamente cantaremos su nombre. (Sela.) enemigo?» 10 11 Pero ahora nos has abandonado, nos Mientras quebrantan mis huesos, mis opresores se burlan de mí, | diciéndome has hecho caer en la ignominia, | no sales ya con nuestros ejércitos. continuamente: «¿Dónde está tu Dios?» 11 12 Nos has hecho huir ante el enemigo, [ ¿Por qué te abates, alma mía? | ¿Por qué te turbas dentro de mí? | Espera en y los que nos aborrecían se enriquecieron Dios, que aún le alabaré. I El es la alegría con2 la presa. de mi rostro, El es mi Dios! i Nos has hecho como ovejas destinaAunque distintos en el texto, los salmos 42 y 43 son un salmo único. Basta para convencerse de ello atender a la estrofa intercalar, que en uno y otro es la misma. El salmo es una bellísima explosión de los suspiros y anhelos del salmista por el templo, en que siente la presencia de su Dios, en quien se goza. 42 1 La memoria de la conquista de Canán, como de la salida de Egipto, por la protección de Yavé, está siempre en la memoria del israelita fiel. Por eso se maravilla al presente de que el Señor los haya abandonado entregándolos a sus enemigos, que, infatuados con su victoria, escarnecen al pueblo de Yavé. Esta triste situación mueve al salmista a clamar al Señor en demanda de auxilio. Tal vez responde a los tiempos tristes de la invasión asiría en los días de Ezequías. 44 SALMOS 44-45 624 das al matadero | y nos has dispersado canto | que al rey voy a cantar. | Sea mi entre las gentes. lengua como el cálamo de veloz escriba. 13 Has vendido de balde a tu pueblo 3 Eres el más hermoso de los hijos de no14subiste mucho su precio. los hombres; | en tus labios se ha derraNos has hecho el oprobio de nuestros mado la gracia | y te ha bendecido Dios vecinos, | el ludibrio y la mofa de cuantos con eterna bendición. 4 nos rodean. Cíñete la espada sobre el muslo, ¡oh/ 15 nos has hecho la fábula de las gen- héroe!; | tus galas y preseas, / 5 tes ; | todas al vernos yerguen su cabeza. Y marcha, cabalga por la verdad y la i* Mi ignominia está delante de mi todo justicia; | enséñete tu diestra portentosas el 17 día; I cubre mi rostro la vergüenza. hazañas. 6 Ante los insultos y los ultrajes | del Agudas son tus saetas; | ante ti caen enemigo, del vengativo. los pueblos; | van derechas al corazón de 18 Todo esto ha venido sobre nosotros los enemigos del rey. 7 sin haberte olvidado | ni haber roto tu Tu trono, ¡oh Dios!, es por siempre pacto. jamás, | y cetro de equidad es el cetro 19 No se ha rebelado nuestro corazón, | de tu reino. * 8 no se salieron de tus caminos nuestros Amas la justicia y aborreces la iniquipasos. dad; | por eso Dios, tu Dios, te ha ungido | 20 Y tú nos aplastaste en esta guarida de con el óleo de la alegría más que a tus chacales I y nos cubriste de sombras de compañeros. 9 muerte. Mirra, áloe, casia exhalan tus vesti21 Si hubiéramos olvidado el nombre de dos, | y el sonido de los instrumentos de nuestro Dios, I si hubiéramos tendido cuerda te alegra en tus marfileñas esnuestras manos a los dioses extraños, tancias. 22 10 ¿No había de saberlo Dios, ! que Hijas de reyes figuran en tu corte | y a conoce los secretos del corazón? tu diestra está la reina, toda oro de Ofir. 23 Antes por tu causa nos entregan a la n Oye, hija; mira, dame tu oido; olvímuerte cada día | y somos tenidos por date de tu pueblo y de la casa de tu ovejas para el matadero. padre; 24 12 ¡Despierta! ¿Cómo es que estás dorQue prendado está el rey de tu hermido, Yavé? | ¡Despierta, no nos dejes mosura. | Pues que él es tu señor, sírvele del25 todo! a él. ¿Por qué escondes tu rostro, | olvidalí Los tirios vienen con dones, | los do de nuestra miseria, de nuestra opre- ricos del pueblo buscan tu favor. sión? i* Enteramente gloriosa llega la hija del 26 Está nuestra alma postrada en el rey; | su vestido es tejido de oro. polvo, I está nuestro cuerpo pegado a la is Vestida de diversos colores es l'evada tierra. al rey; | detrás de ella, las vírgenes, sus 27 ¡Levántate y ayúdanos! | ¡Rescátanos amigas, le son introducidas. por el honor de tu nombre! * i* Acompañadas de música y júbilo, | entran en el real palacio. i 7 A tus padres sucederán tus hijos; ( 45 (V. 44) los constituirás príncipes por toda la Canto nupcial tierra. 18 Celebre yo tu nombre por generai Al maestro del coro. Sobre los lirios. Masquil, de los hijos de Coré. Canto de ciones y generaciones. | ¡Alábente los pueblos por los siglos eternos! amor. * 2 Bullendo está en mi corazón un bello 27 No los méritos del pueblo, sino el honor del nombre de Yavé, es el motivo que invoca el salmista aquí y en otros lugares. Los gentiles dirán que Dios abandonaba a su pueblo porque no podía librarle. J AK Nuestro salmo es un epitalamio, en que, con ocasión de las bodas de un rey de Judá, se ^ ^ celebran primero la gallardía, el valor, la justicia del rey novio, y luego las gracias de la novia, de origen extranjero, como la hija del Faraón, esposa de Salomón. En esto tiene cierta semejanza con el Cantar de los Cantares. Pero el salmista contempla a los novios como orlados de la gloria de la dinastía davídica, por las promesas mesiánicas que los envuelve, y que ellos representan en este momento histórico. De aquí procede cierta idealización, que presta al salmo un sentido mesiánico. 7 Este verso es variamente interpretado. Unos ven en él una expresión elíptica que se declara así: «Tu trono es trono de Dios, divino». Otros en el Elohim ven una incorrección del copista por Yavé y dan a esta palabra el valor de verbo ser, lo que daría este sentido: «Tu trono es o será por los siglos», etc. Una tercera exposición se apoya en el Sal 82,6; 8,6, donde los jueces son llamados «Elohim» e «hijos del Altísimo», lo que conviene más al rey, sobre todo cuando se le considera como sujeto de la promesa mesiánica. En la persona del futuro Mesías alcanzará esta expresión un pleno sentido, porque será el Hijo de Dios. 625 46 (V. 45) Dios, protector de su pueblo 1 Al maestro del coro. De los hijos de Coré. Para voces altas. Cántico. * 2 Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, I nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. 3 Por eso no hemos de temer aunque tiemble la tierra, I aunque caigan los montes al seno del mar. 4 Y bramen y espumen sus olas, I y tiemblen sacudidos los montes. Yavé Sebaot está con nosotros, | el Dios de Jacob es nuestra roca. (Sela.)* 5 Un río con sus brazos alegra la ciudad de Dios, I santificó su tienda el Altísimo. 6 En medio de ella está Dios; no será conmovida; | Dios la socorrerá desde el clarear de la mañana. 7 Túrbanse las naciones, se agitan los reinos, | da El su voz, se derrite la tierra. 8 Yavé Sebaot está con nosotros, | el Dios de Jacob es nuestra roca. (Sela.) 9 Venid y ved las obras de Yavé, | los prodigios que ha ejecutado El sobre la tierra. 10 El es quien hace cesar la guerra I hasta los confines de la tierra. El rompe el arco, troncha la lanza | y hace arder los escudos en el fuego. 11 «Aquietaos y reconoced que yo soy Dios, I poderoso entre las gentes, poderoso sobre la tierra». i 2 Yavé Sebaot está con nosotros, | el Dios de Jacob es nuestra roca. (Sela.) 47 (V. 46) Venida de las gentes al reino de Dios 1 Al maestro del coro. De los hijos de Coié. Salmo.* 2 ¡Oh pueblos todos, batid palmas! | Cantad a nuestro Dios con voces jubilosas. 3 Porque es Yavé, el Altísimo; es terrible, I es el gran Rey de toda la tierra. 4 El ha sujetado los pueblos bajo su yugo; I El ha puesto las gentes bajo sus pies. SALMOS 46-48 5 El ha elegido para sí nuestra heredad, | la hermosura de Jacob, su amado. (Sela.) 6 Sube Dios entre voces de júbilo; [ Yavé, entre el resonar de las trompetas. 7 ¡Cantad a Yavé, cantadle! | ¡Cantad a nuestro rey, cantadle! 8 Porque es Yavé el rey de toda la tierra, | cantadle con maestría. 9 Es Dios el rey de las naciones, | que se asienta sobre su santo trono. i° Los príncipes de los pueblos se reunen con el pueblo del Dios de Abraham; I pues de Dios son los grandes de la tierra; | de Dios, que a todos sobrepuja. 48 (V. 47) Canto a la liberación de Jerusalén 1 Cántico. Salmo de los hijos de Coré. * 2 Grande es Yavé y muy glorioso | en la ciudad de Yavé, en su monte santo. 3 El monte de Sión, delicia de toda la tierra, | se yergue bello al lado del aquilón, | de la ciudad del gran rey. 4 Dios en su palacio | es conocido refugio. 5 Habíanse aliado los reyes, | y unidos avanzaban. 6 Pero en cuanto la vieron, quedáronse espantados | y, aterrados, se dieron a la fuga. 7 Apoderóse de ellos el terror, I una angustia como de mujer en parto. 8 Como el viento solano, | que hace pedazos las naves de Tarsis. 9 Como lo habíamos oído, así lo hemos visto I en la ciudad de Yavé Sebaot, | en la ciudad de nuestro Dios. | Dios la hará subsistir siempre. (Sela.) 1° Acordémonos, Dios, de tus favores I aquí en tu templo. 11 ¡Oh Dios! Cual es tu nombre, I así es tu gloria en los confines de la tierra; | tu diestra está llena de justicia. i 2 Alégrese el monte de Sión, I salten de júbilo las ciudades de Judá I por tus juicios, ¡oh Yavé! 13 Recorred a Sión, dad la vuelta en torno de ella; | contad sus torres, 1* Poned atención a sus murallas, | enu- 1 Se canta en este salmo una victoria de Israel atribuida a la asistencia de Yavé. De esta victoria se eleva el salmista a la proclamación de Yavé como Rey universal, reconocido y acatado de todos los pueblos. Tiene, pues, un sentido ciertamente mesiánico: el reinado universal de Yavé realizado por el Mesías, Jesucristo. 4 Suplimos después de la primera estrofa el versículo intercalar, repetido luego en 8 y 12, al fin de las estrofas segunda y tercera. 46 My ! Diversos autores juntan este salmo con el precedente. Y no puede dudarse que su argu» ' mentó es un gran triunfo de Yavé, reconocido hasta por las naciones extrañas, que se juntan a Israel para celebrar la gloria de Dios. En esto se echa de ver su mesianismo. 10 1 Es un canto de triunfo. Parece responder a la derrota de Senaquerib, debida únicamente * ° al poder de Dios, sin la intervención de las armas de Judá. Esta exaltación de Yavé reinando en Jerusalén, en el monte santo de Sión, refleja el pensamiento mesiánico de que están llenos los capítulos de Isaías 54,1 ss.; 60,1 ss., y otros pasajes proféticos. 626 627 merad sus palacios | para poder contár- der del abismo, | porque m e elevará a sí. (Sela.) * selo a las generaciones venideras. 17 15 N o te impacientes, pues, si ves a u n o P o r q u e éste es Dios y lo será siemenriquecerse I y se acrecienta la gloria de p r e ; | El nos regirá. su casa; 18 Porque a su muerte n a d a se llevará 49 (V. 4») consigo I ni le seguirá su gloria. T o d o h o m b r e es m o r t a l , p e r o el i ' A u n q u e en su vida se congratulase: | j u s t o t i e n e la firme e s p e r a n z a e n la «Te alabarán porque has logrado tu feinmortalidad licidad» ; 20 Tendrá que irse a la m o r a d a de sus 1 Al maestro del coro. Salmo de los padres I para no ver ya jamás la luz. hijos de Coré. * 21 Pues el hombre, puesto en suma 2 ¡Oíd, oíd, oh pueblos todos! | Esdignidad, no entiende; | es semejante a c u c h a d t o d o s v o s o t r o s , h a b i t a n t e s del los animales, perecedero. mundo. 3 ¡Plebeyos y nobles, I ricos y pobres! 4 SO (V. 49) M i boca proferirá sabias palabras, | y palabras de sensatez serán las de m i coEl culto aceptable a D i o s razón. 1 5 Salmo de Asaf. Tenderé mis oídos al proverbio, | y al El Dios soberano, Yavé, habla, | conarpa expondré mi sentencia. 6 «¿Por qué temer yo el día de la des- voca a la tierra de levante a poniente. * 2 Brilla desde Sión, perfección de la ventura, I cuando la perfidia m e pise los hermosura. talones; 3 7 Viene nuestro Dios, y n o en silencio. | La perfidia de los que confían en su hacienda y se glorían de la abundancia Le precede ardiente fuego, | le rodea furiosa tempestad. de sus riquezas?» 4 8 Llama arriba a los cielos y a la tieNadie puede rescatar al h o m b r e de la muerte, I nadie puede dar a Dios su pre- rra I para juzgar a su p u e b l o : 5 «Reunidme a mis santos, I los que con cio; 9 Pues muy elevado es el rescate de la sacrificios sellaron mi alianza». 6 Y los cielos promulgan su justicia, | vida, I y no se llegará jamás a él, 10 Para que pueda u n o vivir por siem- porque Dios mismo es el juez. (Sela.) 7 ¡Oye, pueblo mío, que te hablo yo, | pre I sin ver el sepulcro. 11 ¡Sí, lo verán! Mueren los sabios, | que te amonesto yo, o h Israel! | Y o soy desaparecen el necio y el estulto, | dejan Dios, tu Dios. 8 N o te reprendo p o r tus sacrificios | ni a otros sus haciendas. 12 Pensaban que duraría su casa una p o r tus holocaustos, que están siempre eternidad, | que subsistiría perpetuamente ante mí. 9 Y o n o t o m o becerros de t u casa I ni su morada, | y ponían sus nombres a sus de tus apriscos machos cabríos: tierras. 13 "> Porque mías son todas las bestias de Pero el hombre, aun puesto en suma dignidad, n o d u r a ; 1 es semejante a los los bosques | y los miles d e animales de los montes. animales, perecedero. 14 11 Y en mi m a n o están todas las aves Tal es su camino, su locura; | y con todo, los que vienen detrás | siguen sus del cielo I y todos los animales del c a m p o . 12 Si tuviera hambre, n o te lo diría a ti, | mismas máximas. (Sela.) 15 mío es el m u n d o y cuanto lo llena. C o m o rebaños son echados en el porque 13 ¿Como yo acaso la carne de los toseol, I devóralos la muerte, | y dominan sobre ellos los justos. | P r o n t o será ros? I ¿Bebo acaso la sangre de los carneconsumida su lozanía, I y el seol será su ros? 14 Ofrece a Dios sacrificios de alabanmorada. 16 Pero D i o s rescatará mi alma del p o - za I y cumple tus votos al Altísimo. 15 SALMOS 48-50 1 En este salmo, cuyo tema es la sentencia de muerte que pesa sobre todos los hombres, es muy de notar la seguridad que en el v.16 expresa el salmista de ser por Dios librado de la muerte. „ . , , ., 16 Los antiguos justos, que desconocían las alegres esperanzas que Cristo nos descubrió con su resurrección, no entreveían para después de la muerte otra cosa que el seo!, que Job nos pinta con tan tristes colores (10,12). Pero en este salmo, a semejanza del salmo 16, se nos ofrece la esperanza del rescate del abismo. El libro de la Sabiduría (3,1 ss.) declarará mejor este pensamiento. 49 1 Este salmo desarrolla un pensamiento semejante al del Sal 40; más claramente aún al del primer discurso de Isaías (1,2 ss.). No son los sacrificios de los toros los que agradan a Dios, el cual no come su carne ni bebe su sangre. El sacrificio de alabanza y el cumplimiento de la ley divina es lo que ei Señor desea de nosotros. 50 SALMOS 50-52 E invócame en el día de la angustia ; I yo te libraré y tú cantarás mi gloria. (Sela.) 16 Pero al impío dícele D i o s : ¡ ¡Cómo! ¿Te atreves tú a hablar de mis mandamientos, I a t o m a r en tu boca mi alianza, " T e n i e n d o luego en aborrecimiento mis enseñanzas I y echándote a las espaldas mis palabras? 18 Si veías a un ladrón, corrías a unirte a él, I y tenías tu parte con el adúltero. 19 Ponías el mal en tu boca j y urdía tu lengua el engaño. 20 Sentado, difamabas a tu h e r m a n o | y esparcías la calumnia contra el hijo de tu madre. 21 Esto lo he visto yo, y porque callaba, I creíste que de cierto era yo como tú. I Pues te corregiré poniendo esto ante tus ojos. 22 Entended, pues, los que os olvidáis de Dios, I no sea que os arrebate, sin que haya quien os libre. 23 El que m e ofrece sacrificios de alabanza, ése me h o n r a ; | el que ordena sus caminos, | a ése le mostraré yo la salud de Dios. lávame, y emblanqueceré más que la nieve. 10 D a m e a sentir el gozo y la alegría, ¡ y saltarán de gozo los huesos que humillaste. 11 Aparta tu faz de mis pecados | y borra todas mis iniquidades. 12 Crea en mí, ¡oh Dios!, un corazón p u r o , I renueva dentro de mi un espíritu recto. * 13 N o me arrojes de tu presencia I y no quites de mí tu santo espíritu. 14 Devuélveme el gozo de tu salvación, | sosténgame un espíritu generoso. 15 Y o enseñaré a los malos tus caminos, I y los pecadores se convertirán a ti. 16 Líbrame de la sangre, ¡oh Dios!, Dios de mi salvación, | y cantará mi lengua tu justicia. 17 Abre tú, Señor, mis labios, | y cantará mi boca tus alabanzas. 18 Porque no es sacrificio lo que tú quieres; I si te ofreciere un holocausto, no lo aceptarías. 19 El sacrificio grato a Dios es un corazón contrito. I Tú, ¡oh Dios!, no desdeñas un corazón contrito y humillado. * 20 Sé benévolo cu tu buena voluntad ha5 i (V. 50) cía Sión; I edifica los muros de Jerusalén. 21 C o n f e s i ó n d e l o s p e c a d o s y súplica Entonces te agradarás de los sacrificios legítimos, I de las oblaciones y holodel perdón caustos; I entonces pondrán becerros en 1 Al maestro del coro. Salmo de D a - tu altar. vid. * 2 C u a n d o fue a él el profeta N a t á n des52 (V. S i ) pués de lo de Betsabé. Oración contra u n enemigo 3 Apiádate de mí, ¡oh Dios!, según tus jactancioso piedades; I según la muchedumbre de tu 1 misericordia, | borra mi iniquidad. Al maestro del coro. Masquil de D a 4 Lávame más y más de mi iniquidad | y vid. 2 limpíame de mi pecado. C u a n d o Doeg, idumeo, fue a infor3 Pues reconozco mis culpas, | y mi pe- m a r a Saúl, diciéndole: «David ha ido a cado está siempre ante mí. casa de Abimelec». * 6 3 Contra ti, sólo contra ti he pecado, | ¿Por qué te glorías en tu maldad | tú, he hecho lo malo a tus ojos para que sea poderoso p a r a la infamia? 4 reconocida la justicia de tus palabras | y Tu lengua medita continuamente la seas vencedor en el juicio. * m a l d a d ; ] es como afilada navaja, artífice 7 Mira que en maldad fui formado | y de engaños. 5 en pecado m e concibió mi madre. Amas el mal y no el bien, | la menti8 ¡Oh tú, que amas la sinceridad del co- ra y n o la verdad. (Sela.) razón, ] descúbreme los secretos de tu sa* N o tienes más que palabras perniciobiduría! sas, I lengua engañosa. 9 7 Aspérgeme con hisopo, y seré p u r o ; | P o r eso Dios te destruirá del t o d o , I te rT-l ! Verdadero canto de penitencia que brotó del corazón y de los labios de David cuando ** * Natán le reprendió por su pecado. Los versículos 20 y siguientes son una adición, hecha después de la cautividad, para adaptar el salmo al estado del pueblo y a sus necesidades de entonces. 6 El salmista, confesando sus pecados, hace patente la justicia de Dios, que por ellos no puede dejar1 2 de castigarle. El corazón puro y el espíritu de santidad que le anima en su obrar son dos hermosas expresiones que indican la espiritualidad de este salmo. 19 Ño menos hermosa es esta otra expresión del «corazón contrito y humillado» como sacrificio grato al Señor. ? 2 2 Lo más que puede decirse detesta referencia histórica a 1 Sam 21,2 ss. es que fue la ocasión ' de componer este salmo, que viene a ser casi una sátira contra los fanfarrones que se glorian de sus maldades, y a quienes el salmista augura el castigo de Dios y la rechifla de los buenos. v fc 628 629 Sálvame, ¡oh Dios!, p o r el h o n o r de tu n o m b r e ; | defiéndeme con t u poder. 4 Oye, ¡oh Dios!, mi oración, | d a oídos a las palabras de mi boca. 5 P o r q u e los soberbios se h a n levantad o contra m í ; | poderosos q u e n o tienen a Dios ante sus ojos [ ponen asechanzas a mi vida. (Sela.) 6 Pero es D i o s quien m e defiende; | es el Señor el sostén de mi vida. 7 Vuelve el m a l contra mis enemigos. I ¡Por t u verdad, extermínalos! 8 Y o te ofreceré voluntario sacrificio; | cantaré, ¡oh Yavé!, t u n o m b r e , p o r q u e es bueno. 9 M e libró de toda angustia | y pudieron ver mis ojos la ruina de mis enemigos. 13 SALMOS 52-55 abatirá y te arrancará de t u m o r a d a , I te desarraigará de la tierra de los vivos. (Sela.) 8 Verán esto los justos, y temerán I y se reirán d e é l : 9 « H e ahí el q u e n o temía a Dios | p o r su fortaleza, | y confiaba en sus muchas riquezas, | y se hacía fuerte en su opulencia». 10 M a s yo estaré en la casa de Dios, I como fructífero olivo, I siempre confiado en la misericordia de Dios. * 11 Siempre te alabaré p o r lo q u e h a s hecho | y esperaré en tu nombre, | porque eres benigno en la presencia de t u s santos. 53 (V. 52) C a s t i g o d e los e n e m i g o s d e Israel 1 Al maestro del coro. A las flautas. Masquil de David. * 2 Dice el necio en su c o r a z ó n : « N o h a y Dios». Están corrompidos, cometen abominables maldades, i n o h a y quien haga el bien. 3 M i r a Dios desde los cielos a los hijos de los hombres I p a r a ver si hay algún cuerdo q u e busque a Dios. 4 T o d o s se h a n descarriado, todos se h a n c o r r o m p i d o ; I n o hay quien haga el bien; | n o hay ni u n o solo. 5 ¿ N o lo reconocerán los q u e o b r a n la iniquidad, I y devoran a mi pueblo como se come el p a n , | y n o invocan a Dios? 6 Ved: Tiemblan d e miedo | donde n o hay q u e temer. | D i o s esparcirá los huesos del q u e te asedia, | y se cubrirán de ignominia, porque D i o s los rechazó. 7 ¿Quién traerá de Sión la salud p a r a Israel? | C u a n d o librará Dios de la esclavitud a su pueblo, | saltará de gozo Jacob y se regocijará Israel. 3 55 (V. 54) O r a c i ó n contra los e n e m i g o s 1 Al maestro del coro. A las cuerdas. Masquil de David. * 2 D a oídos, ¡oh Dios!, a mi oración; I n o te escondas a m i súplica. 3 Atiéndeme y respóndeme, | pues lloro y gimo en mi oración. 4 Estoy aturdido ante los gritos del enemigo, I ante la presión del malvado, I pues m e echan encima el infortunio | y m e persiguen con furor. 5 M e tiembla el corazón dentro del p e cho, I asáltanme terrores de muerte. 6 M e invade el terror y el temblor, | m e envuelve el espanto, 7 Y exclamo: ¡Quién m e diera alas c o m o de paloma!, | y volaría a u n lugar d e r e poso. 8 Huiría lejos ] y moraría en el desierto. (Sela.) 9 Apresurariame a salvarme | del viento impetuoso, d e la tempestad. 10 Confunde, Sefior; divide sus lenguas, I p o r q u e veo en la ciudad la violen54 (V. 53) cia y la discordia. O r a c i ó n c o n t r a los e n e m i g o s 11 Q u e día y noche giran sobre sus m u 1 A l maestro del coro. A las cuerdas. rallas, I y en medio de ella la iniquidad Masquil d e David. y la maldad. 2 12 C u a n d o vinieron los de Zif a decir a D e n t r o d e ella la insidia; | de sus plaSaúl: «Mira q u e David está escondido zas n o se a p a r t a n nunca | la mentira y entre nosotros». * el fraude. 10 Muy otra es la suerte que el salmista espera. El morará, como olivo siempre verde y fructuoso, en la casa del Señor, confiado en su misericordia. E O * La corrupción es universal entre los grandes, que devoran al pueblo sin acordarse de que v v hay un Dios que juzgará a unos y a otros, cuando de Sión derramará la salud sobre su pueblo y lo librará de la esclavitud que padece. Tiempos mesiánicos. SZA 2 El texto alude a 1 Sam 23,19 ss., y el salmista pide a Dios que acabe con cuantos se han ^ *" levantado contra él y ponen asechanzas a su vida. El honor de su nombre obliga a Dios a salir por aquellos que forman su pueblo: de otro modo, le declararían impotente los impíos. Es idea frecuente en los profetas. E E 1 El salmista ha sido víctima de una traición. Amigos íntimos le han vuelto las espaldas y " ^ se han juntado a sus enemigos, que por todas partes le acosan. Contra todos ellos recurre al Señor, suplicándote la muerte de sus adversarios y para él la salud, puesto que en Dios tiene puesta su confianza. N o , n o es un enemigo quien m e afrent a ; I eso lo soportaría. I N o es u n o de los q u e m e aborrecen | el q u e se insolenta contra m í ; | m e ocultaría de él. 14 Eres tú, un otro y o , | mi amigo, m i íntimo. 15 í b a m o s ambos juntos, en dulce compañía, I a la casa de Dios entre la multitud. 16 ¡Sorpréndalos la muerte! Desciendan vivos al sepulcro, | porque n o hay sino maldad en sus moradas, en su corazón. * 17 Y o , al contrario, invocaré a Dios, | y Yavé m e salvará. 18 A la tarde, a la m a ñ a n a , al mediodía, I le rogaré y gemiré, | y El oirá mi voz. 19 Y m e sacará sano y salvo I de la guerra q u e me hacen, | aunque son muchos contra mí. 20 D i o s oye, y El les responderá; I El, q u e permanece desde la eternidad (Sela.); j p o r q u e ellos n o se enmiendan, n o temen a Dios; 21 Tienden sus manos | contra los q u e con ellos están en paz, | violan el pacto. 22 Es blanda su boca, m á s q u e la manteca, I pero llevan la guerra en el corazón. | Son sus palabras suaves m á s q u e el aceite, I pero son afilados cuchillos. 23 Echa sobre Yavé el cuidado de ti, y El te sostendrá, I pues n o permitirá jamás q u e el justo vacile. 24 Tii, ¡oh Dios!, arrojarás a ésos | a lo profundo del sepulcro. | H o m b r e s sanguinarios y dolosos, I n o llegarán a la mitad de sus días, I m a s yo confiaré en ti. 56 (V. 55) F i r m e confianza e n D i o s e n m e d i o d e los peligros 1 Al maestro del coro. Sobre « L a palom a muda de los lejanos terebintos». Mictam de David cuando los filisteos le acogieron en Gat. * 2 Ten misericordia de mí, ¡oh Dios!, porque m e persiguen, I m e oprimen y m e combaten constantemente. 3 Sin cesar m e persiguen mis enemigos; I y son muchos, en verdad, los q u e m e combaten. 4 ¡Oh Altísimo! C u a n d o m e invade el temor, | sólo en ti confio. SALMOS 55-57 5 C o n el favor d e Dios celebraré su promesa, I en Dios m e confío y nada temo. | ¿Qué podrá hacer el h o m b r e contra mí? 6 Todos los días pretenden mi mal, I t o d o s sus pensamientos son en d a ñ o mío. 7 Se conjuran, están al acecho, | espían mis pasos | y esperan arrebatarme la vida. 8 Pésalos, ¡oh D i o s ! ; a la medida de su iniquidad | abate a los pueblos en tu cólera. 9 Tienes cuenta de mi vida errante, | pon mis lágrimas en tu redoma. I ¿ N o están escritas en tu libro? 10 C u a n d o yo te invoque, | volverán la espalda mis enemigos, I y en esto sabré que está Dios conmigo. 1! C o n el favor de Dios celebraré su promesa. 12 En Dios m e confío y n a d a temo. I ¿Qué podrá el h o m b r e contra mí? 13 Y o te debo, ¡oh Dios!, mis ofrendas votivas, I te ofreceré sacrificios eucarísticos. 14 P o r q u e tú arrancas mi vida de la muerte, I y t ú libras mis pies de falsos pasos I para que pueda andar en la presencia de Dios, I en la luz de los vivos. 57 (V. 56) O r a c i ó n confiada e n el peligro 1 Al maestro del canto. Sobre « N o destruyas». Mictam de David cuando huyó delante de Saúl en la caverna. * 2 Ten misericordia de m í , ¡oh D i o s ! ; ten misericordia de mí, | porque a ti he confiado mi alma, | y m e ampararé a la sombra de tus alas I mientras pasa la angustia. 3 Y o invocaré al Dios Altísimo, | al Dios q u e siempre m e favorece. 4 Y El m a n d a r á desde los cielos quien me socorra ¡ y confunda al enemigo que m e acosa. (Sela.) | M a n d a r á Dios su misericordia y su verdad. 5 Estoy en medio de leones; I yazgo entre hombres encendidos en furor, | cuyos dientes son lanzas y saetas, | cuya lengua es tajante espada. 6 Álzate, ¡oh Dios!, allá en lo alto de los cielos; I haz esplender en toda la tierra t u gloria. 7 Tendieron u n a red a mis pies | para 16 Descender vivos al seol no significa otra cosa que una muerte repentina, como la de Datan y Abirón (Núm 16,1-40). Todos los males que aquí el salmista desea a estos malvados son los mismos con que los conmina la justicia divina en Lev 26 y Dt 28, por no citar a los profetas. El deseo, pues, del salmista se reduce al cumplimiento de la justicia de Dios para defensa del orden moral en el mundo. E £ 1 Alude el título a 1 Sam 21,10-15. El salmo se halla dividido en estrofas por el verso in* ' " tercalar v.5, repetido en el v.I2 y, sin duda, omitido después del v.8 y alfindel salmo. Tampoco aquí se trata de otros enemigos que de los domésticos o connacionales, de los cuales confía verse libre el salmista por el favor del Señor, E7 t No es seguro a qué caverna alude el título, si a la de Odulam (1 Sam 22,1-5) o a la de ** ' Engadi (i Sam 24,1-23). Los w.6 y 12 dividen en dos estrofas este salmo, en que el salmista invoca al Señor en medio de una grave prueba y, luego de haber triunfado, da gracias a Dios. SALMOS 57-59 630 que sucumbiera. I Cavaron ante mf una 12 Y dirá cada uno: «¡Hay premio pafosa; | fueron ellos los que cayeron en ra el justo, I hay un Dios que hace jusella. (Sela.) ticia al mundo!» 8 Pronto está mi coraron, está mi corazón dispuesto | a cantarte y entonar 59 (V. 5 8) salmos. 9 ¡Despierta, gloria mía; despierta, salOración contra los enemigos terio y cítara, | y despertaré a la aurora! 10 1 Te alabaré entre los pueblos, ¡oh Al maestro del coro. Sobre «No desSeñor! | Te cantaré salmos entre las na- truyas». Mictam de David cuando mandó ciones. * Saúl vigilar la casa para matarle. * 11 Porque sobrepasa a los cielos tu mi- 2 Líbrame de mis enemigos, ¡Dios mío!, | sericordia, | y a las nubes tu verdad. defiéndeme de los que se alzan contra 12 Álzate, ¡oh Dios!, allá, en lo alto de mí. 3 los cielos; I haz esplender en toda la Líbrame de los que obran la iniquitierra tu gloria. dad, I sálvame de los hombres sanguinarios; 4 Porque ya ves que ponen asechanzas 58 (V. 57) a vida | y se conjuran contra mí Increpación contra los jueces injustos losmi poderosos. 5 1 Sin crimen ni pecado de parte mía, Al maestro del coro. Sobre «No des¡oh Yavé!, | sin culpa mía corren y me truyas». Mictam de David. * 2 Despierta, ven y mira: ¿Hacéis justicia en verdad, oh prín- acometen. 6 Porque tú, ¡oh Yavé Sebaot!, eres cipes? ] ¿Juzgáis rectamente a los homDios de Israel. | Despierta para castigar bres? 3 No. A sabiendas obráis la iniquidad, | a todas las gentes, ¡ no perdones a ninvuestras manos hacen que en la tierra guno I de los que obran pérfidamente. (Sela.) domine la injusticia. 7 4 Vuelven por la tarde ladrando como Estos inicuos se han desviado desde el seno de su madre; I estos menti- perros I y dan vueltas en torno a la ciudad. * rosos se han extraviado desde que na- 8 cieron. Abren su boca y llevan la espada en 5 Tienen veneno semejante al veneno sus9 labios. I «¿Quién oye?», dicen. Pero tú, ¡oh Yavé!, te ríes de ellos, | de las serpientes; I son áspides sordos, haces burla de todas las gentes. que cierran sus oídos. 10 A ti recurro, fortaleza mía, | porque * Para no oír la voz del encantador, | tú,11Dios, eres mi refugio. por hábil que éste sea. 7 Dios mío, misericordia mía. | Dios Quiébrales, ¡oh Dios!, los dientes en la boca. | Rompe, ¡oh Yavé!, las quija- mío, presérvame con tu favor | y hazme mirar triunfante a mis enemigos. das de estos leoncillos. 12 8 Mátalos, Dios, no hagan caer a Desaparezcan como agua que se va; | que no puedan lanzar más que dardos mi pueblo; | hazlos errar con tu fuerza y abátelos, | ¡oh Yavé!, escudo nuestro. despuntados. 13 9 Pecado es en su boca toda palabra Sean como el caracol, que se deshace en baba; | como aborto de mujer, que de sus labios; | queden presos en su soberbia, I en las maldiciones y mentiras no ve el sol. profieren. '"Antes que vuestras calderas sientan que 14 Acábalos en tu furor, acábalos y deel fuego de las espinas, | espinas y fuego jen de ser, | y sepan que hay un Dios lléveselos el torbellino. 11 Gozará el justo al ver el castigo, | que domina en Jacob | hasta los confines bañará sus pies en la sangre del im- de la tierra. pío. * 15 Vuelven por la tarde ladrando como •o Este será un modo de pregonar la gloria de Dios, preparando su reconocimiento entre los gentiles y los tiempos mesiánicos (Tob 13,3). EO " ^ ' Otra calamidad de Israel, contra la cual gritan lo» profetas y que el salmista pide a Dios que la haga desaparecer de la tierra, afianzando con esto la £e de los justos. 11 Éstos dos versículos nos dan la clave de todas las séplicas en que los salmistas piden el castigo de los adversarios. Es la justicia de Dios la que desean ver brillar, esa justicia que tantas veces parece obscurecerse y pone a muy dura prueba las almas. C Q l La referencia del título mira a 1 Sam 19,11. El v.io divide el salmo en dos partes. En la ^ ^ primera se nos presenta el salmista inocente y atacado en toda» partes por sus enemigos, aunque lleno de conñanza en el Señor; en la segunda pide que Dios los aniquile, para que todos sepan que Yavé es quien reina en Jacob. 7 En las ciudades orientales, los perros, animales inmundos, vagan libres en tomo a las ciudades, haciendo la limpieza de las mismas. 631 SALMOS 59-62 perros | y dan vueltas en torno a la ciudad. !«Van en busca de su comida, | pero no17se saciarán, y gritarán. Mas yo cantaré tu poder, I y de mañana alabaré tu misericordia, | porque fuiste mi refugio | y mi amparo en el día18 de la angustia. A ti, fortaleza mía, te cantaré salmos, I porque eres, ¡oh Dios!, mi refugio, I Dios mío, misericordia mía. 60 (V. 59) Petición de la victoria después de u n a derrota 1 Al maestro del coro. Sobre «Los lirios del testimonio». Mictam de David. Para ser aprendido. 2 Cuando venció a Aram Naharaím y a Aram de Soba y se volvió Joab y derrotó en el valle de la Sal a doce mil edomitas. * 3 Tú, ¡oh Dios!, nos rechazaste y nos derrotaste, | te airaste; restituyenos. 4 Hiciste temblar nuestra tierra y la quebraste. | Sana sus quiebras, porque vacila. 5 Hiciste ver a tu pueblo cosas duras, I nos diste a beber el vino del vértigo. 6 Pero has dado bandera a los que te temen I para que se recojan ante el arco. (Sela.) 7 Para que sean liberados tus dilectos, [ danos la victoria con tu diestra, óyenos. 8 Dijo Dios por su santidad: «Yo triunfaré, I dividiré a Siquem y mediré el valle de Sucot. * 9 Mío es Galad, mío es Manases, I y Efraím es el yelmo de mi cabeza, Judá mi cetro. 10 Moab es la bacía para lavarme, | sobre Edom arrojaré mi calzado, | y sobre ti, Filistea, cantaré yo victoria». 11 ¿Quién me conducirá a la ciudad fortificada? | ¿Quién me llevará a Edom? 12 ¿No serás tu, ¡oh Dios!, que nos has rechazado, I tú que no sales ya con nuestros ejércitos? 13 Danos auxilio contra nuestros ene- migos, I porque vano es el auxilio del hombre. 14 Con Dios haremos proezas, I y El aplastará a nuestros enemigos. 61 (V. 60) Oración después del triunfo 1 Al maestro del coro. Sobre las cuerdas. Salmo de David. * 2 Oye, ¡oh Dios!, mi clamor, I atiende3 mi oración. Desde el cabo de la tierra clamo a ti I cuando se angustia mi corazón. | Me pondrás en una roca inaccesible, | me darás descanso, 4 Pues tú eres mi refugio, | la torre fuerte frente al enemigo. 5 Habite yo para siempre en tu tabernáculo, I me acogeré al amparo de tus alas. (Sela.) 6 Tú, ¡oh Dios!, has escuchado mis deseos I y me diste por heredad los que temen tu nombre. 7 Añadirás días a los días del rey, | y sus años serán como los días de muchos generaciones. 8 Siéntese siempre a la presencia de Dios I y guárdenle la misericordia y la clemencia; 9 Así podré cantar siempre tu nombre, I cumpliendo mis votos cada día. 62 (V. 6 0 Sólo en Dios hay q u e esperar 1 Al maestro del coro. A Idutún. Salmo de David. * 2 Sólo en Dios se aquieta mi alma; | El solo me socorre. 3 El solo es mi roca y mi salvación, | mi refugio; no vacilaré nunca. 4 ¿Hasta cuándo habéis de ensañaros contra un hombre, | golpeando todos contra pared inclinada, | como contra muro ruinoso? 5 Sólo buscan derribarme. | Se deleitan con la mentira, | bendicen con su boca, y en su corazón maldicen. (Sela.) * Sólo en Dios aquiétate, alma mía, | porque sólo de El viene lo que espero. 7 El solo es mi roca y mi salvación, | mi refugio; no vacilaré nunca. 2 Este título alude a Sam 8 y 10. El salmista nos cuenta con gran dolor una grave derrota 60 experimentada por su pueblo (3-5); pero luego levanta su ánimo con la confianza en el Señor, que ha prometido a su pueblo las conquistas de Canán y de los pueblos vecinos y que por sí mismo conduciría a Israel a la victoria. 8 Los vv.8-12 se leen luego en el salmo 108,8-12. 1 El salmista, tal vez un levita de los cantores del templo, desde los confines del reino se dirige a Yavé, pidiendo que le ampare y ie conceda morar para siempre en su tabernáculo; luego le ruega por el rey, pidiendo para él largos días de vida. Esta oración nos trae a la memoria lo dicho sobre los salmos 21 y 45. 61 £^y "™ l En medio de la lucha intestina que se desarrolla en Israel, el salmista pone en Dios su confianza; en El están el poder y la misericordia; El dará a cada uno según sus obras. SALMOS 62-65 632 8 De Dios me viene protección y glo64 (V. 63) ria,9 | Dios es mi fuerte roca, mi asilo. Los consejos del impío, frustrados ¡Oh pueblo!, confía siempre en El. I por Dios Derramad ante El vuestros corazones, | que Dios es nuestro asilo. (Sela.) 10 1 Al maestro del coro. Salmo de DaComo un soplo son los hijos de * los hombres, ] una mentira los grandes. | vid. 2 Oye, ¡oh Dios!, la voz de mis quePuestos en balanza, suben; | juntos pejas, I defiende mi vida del terrible enesan11 menos que un soplo. No confíes en la violencia ni en la migo. 3 Protégeme de la conjuración de los rapiña os gloriéis; | si abundan las riquezas, no apeguéis a ellas vuestro co- malvados, j de la conspiración de los malignos. razón. 4 12 Que afilan como espada su lengua I y Una vez habló Dios, y estas dos colanzan como flechas sus amargas palasas le oí yo: | Que sólo en Dios está el bras. poder. 5 13 Para asaetear desde sus guaridas al Y en ti, ¡oh Señor!, está la misericordia, | pues das a cada uno según sus justo; I y de improviso le asaetean sin temor. obras. 6 Obstínanse en sus malvados designios, I se conciertan para tenderle ocul63 (V. 62) tos lazos, I diciendo: «¿Quién los descuOración de David fugitivo en el brirá?» 7 Apuran criminales proyectos, I oculdesierto tan lo que proyectaron, | y todos tienen 1 Salmo de David. Cuando estaba en una mente y un corazón obscuro. 8 el 2desierto de Judá. * Pero dispara Dios contra ellos su Dios, tú eres mi Dios, a ti te busco saeta, | y de improviso son heridos. 9 solícito, I sedienta de ti está mi alma, Su lengua se vuelve contra ellos, | y mi carne te desea, | como tierra árida, cuantos los vean moverán su cabeza. 10 sedienta, sin aguas. Y temerán todos los hombres y pro3 ¡Cómo te contemplaba en tu santua- clamarán la obra de Dios, | y pensarán rio, I ponderando tu grandeza y tu glo- en lo que El hace. 11 ria! Mientras que el justo se regocijará 4 Porque es tu misericordia mejor que en Yavé | y en El confiará, I y se gloriala vida, | y te alabarán mis labios. rán todos los rectos de corazón. 5 Así te bendeciré toda mi vida | y en6 tu nombre alzaré mis manos. 65 (V. 64) Mi alma se saciará como de medula y grosura, | y mi boca te cantará Acción de gracias p o r una abundante con7 labios jubilosos. cosecha Aun en mi lecho me acuerdo de ti; | 1 en ti pienso en las vigilias, Al maestro del coro. Salmo de Da8 Cántico. * Pues tú eres mi asilo, | y salto de vid. 2 A ti, ¡oh Dios!, se te debe la alabangozo a la sombra de tus alas. 9 Mi alma está apegada a ti, | y tu za de Sión I y a ti el cumplimiento de los3 votos. diestra me sostiene; A ti, que escuchas las plegarias; I a ÍO Pero los que tienden asechanzas a mi vida I bajarán a lo profundo de la ti 4recurren todos los hombres. A causa de las maldades. | Prevaletierra. 11 Serán dados a la espada, | serán cen sobre nosotros nuestros delitos; | tú los5 perdonas. pasto de chacales, 12 ¡Bienaventurado aquel a quien eliges Y el rey se gloriará en Dios, I se gloriarán los que juran en El, | mien- tú I para estar cerca de ti, | habitar en tras que la boca de los mentirosos se tus atrios | y saciarse de la dicha de tu casa, I de la santidad de tu templo! cerrará. CO 1 El título se refiere a 2 Sam 15,23 ss. El salmista, que toma la persona del rey y que mora " * * lejos del templo, siente la nostalgia de los días pasados en él contemplando la grandeza y la gloria de Dios. Aun en el lecho se acuerda de su Dios, a quien su alma está unida; pero los que a su vida tienden asechanzas perecerán a la espada. 64 65 1 El salmista se ve acosado por sus enemigos; pero Dios viene en su auxilio y con sus saetas acaba con los malvados, alegrando el corazón de los justos. 1 Hermoso himno, en que el salmista contempla a Yavé en su templo, desde el cual derrama sus bendiciones sobre los campos, enriqueciéndolos de sus bienes. 633 SALMOS 65-68 6 Tú nos respondes juntamente con estupendos prodigios, I ¡oh Dios de nuestra salvación!, | esperanza de todas las gentes de la tierra, I de los más alejados confines. 7 Ceñido de poder, | das firmeza a los montes, 8 Aplacas el furor de los mares, el furor de sus olas, | el tumulto de los pueblos. 9 Y temen por tus prodigios aun los más remotos habitantes; | tú alegras las regiones del oriente y del poniente. 10 Tú visitas la tierra y la abrevas I y en mil maneras la enriqueces. | Con grandes ríos y abundantes aguas | preparas sus trigos. I Así la dispones: 11 Regando sus surcos, I humedeciendo sus terrones, | temperándola con la lluvia I y bendiciendo sus gérmenes. 12 Coronas la añada con toda suerte de bienes, I y tu carro destila la abundancia. 13 La derramas sobre los, pastizales del desierto, | y los collados se ciñen de alegría. 14 Vístense los campos de rebaños de ovejas, I y los valles se cubren de mieses, | y todos cantan y saltan de júbilo. H Nos metiste en la red, | pusiste tu pie12 en nuestros lomos. Hiciste cabalgar hombres sobre nuestras cabezas. | Pasamos por el fuego y por el agua, I pero al fin nos pusiste en refrigerio. 13 Entraré en tu casa con holocausto,14I te cumpliré mis votos, Los que pronunciaron mis labios I y profirió mi boca en mi angustia. 15 Te ofreceré pingüe holocausto con perfume de carneros, | te sacrificaré bueyes16 y machos. (Sela.) Vosotros todos, cuantos teméis a Dios, venid y escuchad, I y os contaré cuanto ha hecho por mí. 17 Le invocaré con mi boca, | le cantaré himnos con mi lengua. 18 Si yo hubiera tenido iniquidad en mi corazón, | no me hubiera escuchado el 19Señor. Pero me oyó Dios | y atendió a la voz de mi plegaria. 20 ¡Bendito sea Dios, | que no desechó mi oración ni me negó su misericordia! 67 (V. 66) Conozcan a Dios todos los pueblos 1 Al maestro del coro. A las cuerdas. Salmo. Cántico. * 2 Apiádese Dios de nosotros y bendíganos, I haga resplandecer su faz sobre nosotros. (Sela.) 3 Para que se reconozcan en la tierra tus caminos I y los pueblos todos conozcan4 tu salvación. Dente gloria, ¡oh Dios!, los pueblos, | dente gloria los pueblos todos. 5 Alégrense las naciones y salten de gozo, I porque tú gobiernas a los pueblos con equidad | y riges a las naciones de6 la tierra. (Sela.) Dente gloria, ¡oh Dios!, los pueblos, | dente gloria los pueblos todos. 7 Dio la tierra sus frutos. I Bendícenos, Dios, Dios nuestro. 8 Bendíganos Dios | y témanle todos los confines de la tierra. 66 (V. 65) Acción de gracias por una liberación 1 Al maestro del coro. Cántico. Salmo. | ¡Cantad a Dios, oh tierra toda!* 2 Cantad la gloria de su nombre, | dadle 3la gloria de la alabanza. Di a Dios: ¡Cuan admirables son tus obras! | A la grandeza de tu poder tienen que ceder tus enemigos. 4 Póstrese toda la tierra y entone salmos, I cante salmos a tu nombre. (Sela.) 5 Venid y ved las obras de Dios; I cosas magnificas ha hecho en favor del hombre. 6 El secó el mar; por el río pasaron a 7pie enjuto. | Alegrémonos de ello. El con su poder domina por la eternidad; I sus ojos observan a las gentes, I a los rebeldes, para que no se ensoberbezcan. (Sela.) 8 68 (V. 67) Bendecid, ¡oh pueblos!, a nuestro Dios; I haced oir las voces de sus alaCanto triunfal banzas. 9 1 Al maestro del coro. Salmo de DaEl ha conservado nuestra vida | y Cántico. * no10ha dejado que vacilaran nuestros pies. vid. 2 ¡Alzase Dios! Desaparecen sus eneTú, ¡oh Dios!, nos has probado, | nos has examinado como se examina la migos, I huyen a su vista todos los que le odian. plata. 66 67 68 1 La invitación que el salmista hace a todas las naciones para que alaben a Dios es una expresión del pensamiento mesiánico, del reino universal de Dios. 1 1 Véase la nota al salmo precedente. La especial forma poética de este bellísimo salmo ha sido causa de su defectuosa conservación y de la dificultad que hoy tenemos para entenderle. Es un canto triunfal, que idealiza 634 SALMOS 68-69 3 20 Se desvanecen como se desvanece el Bendito sea todos los dias Yavé. I El humo; | como al fuego se funde la cera, | lleva nuestra carga, | el D i o s de nuestra perecen los impíos ante la presencia de salvación. (Sela.) 2Í Dios. Dios es Dios nuestro p a r a salvar- 4 ¡Alégranse, por el contrario, los justos, | gózanse y saltan de júbilo ante Dios! 5 C a n t a d a Dios, ensalzad su n o m bre, | allanad el camino al que viene cabalgando sobre las nubes; | Y a vé es su n o m b r e ; saltad de júbilo ante El. 6 El padre de los huérfanos, el defensor de las viudas, | es Dios en su santo tabernáculo; 7 Dios, que da casa a los desamparados, | que pone en prosperidad a los cautivos; | sólo los rebeldes se quedarán al seco. 8 C u a n d o ibas, ¡oh Dios!, a la cabeza de tu pueblo, I cuando avanzabas por el desierto. (Sela.) 9 Tembló la tierra y se deshicieron los cielos ante t i ; I tembló el Sinaí ante Dios, el Dios de Israel. i" T ú llovías, ¡oh Dios!, una lluvia de dones sobre tu heredad, | y cuando ésta desfallecía, tú la recreabas. 11 Tus animales se posaron en ella; | tú preparaste tus bienes a los menesterosos. 12 D a su voz de m a n d e el Señor; | vienen en tropel los portadores de buenas nuevas: «Huyen los reyes de los ejércitos, h u yen; 13 a u n la mujer casera | participa en el botín». i* Y mientras vosotros reposáis entre los oviles, | ella, como alas de paloma, está cubierta de plata, | y como plumas de amarillo oro. 1 5 Al dispersar el Omnipotente los reyes en la tierra, | cayó en el Salmón la nieve. i* Montes de Dios son los montes de Basan; | montes llenos de cumbre los montes de Basan. 1 7 M a s ¿por qué miráis con malos ojos vosotros, montes encumbrados, | al monte que eligió Dios para morada suya, | en el que por siempre habitará Yavé? 18 Los carros de Dios son millares y millares de millares; | viene entre ellos Yavé del Sinaí a su santuario. 19 Subiste a lo alto, llevando cautivos, | recibiendo hombres como presentes, | a u n de los que se resistían a habitar allí, ¡oh Yavé Dios! nos, | y es Yavé quien tiene en su m a n o las evasiones de la muerte. 22 Pues Dios rompe la cabeza a sus enemigos | y el cuero cabelludo al que persiste en su maldad. 23 Dijo el Señor: Te haré volver de Basan, | te sacaré del fondo de los mares. 24 Para que puedas enrojecer tus pies en la sangre, | y la lengua de tus perros en la sangre de tus enemigos. 25 Aparece tu cortejo, ¡oh Yavé!, I el cortejo de mi Dios, de mi Rey, en el santuario. 26 Preceden los cantores, detrás los m ú sicos, | en medio los coros de vírgenes con címbalos. 27 Bendecid a D i o s en las asambleas, i a Yavé, vosotros, príncipes de Israel. 28 Allí está Benjamín, el m á s joven, a la cabeza; | allí los príncipes de J u d á en m u c h e d u m b r e ; | allí los príncipes de Zabulón, los de Neftalí. 29 M a n d a , Dios, tus ejércitos; | confirma, ¡oh Señor!, lo que en favor nuestro has hecho. 30 Por tu templo, en Jerusalén, | te ofrecen dones los reyes. 3i Espanta a las fieras de! cañaveral, I la m a n a d a de los toros, los novillos de los pueblos; I prostérnense ofreciendo b a rras de plata; | dispersa a los pueblos que se deleitan en la guerra. 32 Vienen príncipes de Egipto, | y Etiopía se apresura a presentar sus m a n o s a Dios. 33 Reinos de la tierra, cantad a Dios, | entonad salmos* a Yavé. (Sela.) 34 Al que cabalga sobre los cielos de los cielos eternos, I al que hace oir su voz, su voz potente. 35 Dad a Dios e' poder. | Resplandezca su gloria sobre Israel, | y su majestad en las nubes. 36 Terrible es Dios en su santuario, I el Dios de Israel, I el que da a su pueblo fuerza y poderío. | ¡Bendito sea Dios! 69 (V. 68) Oración del pueblo vejado 1 Al maestro del coro. Sobre «Los lirios». D e David. * 2 Sálvame, ¡oh Dios!, p o r q u e amenazan ya mi vida las aguas. la venida de Israel, guiado por su Dios, hasta tomar posesión del monte de Sión, donde se edificó su santuario; y termina con una invitación a todos los reinos para alabar a Dios. En la restitución del texto, indudablemente deformado, hemos seguido las conjeturas que más probables nos parecen, aunque no puedan darse por seguras. 69 1 El salmista se siente anegado en un torrente de males, y, considerando la unión de su causa con la de todos los justos, para que éstos no sean confundidos, pide a Dios que por 635 3 SALMOS 69-70 H ú n d o m e en profundo cieno, donde n o puedo hacer pie; | me sumerjo en el abismo y me ahogo en la hondura. 4 Cansado estoy de clamar, ha enronquecido mi garganta | y desfallecen mis ojos en espera de mi Dios. 5 Son más que los cabellos de mi cabeza los que sin causa me aborrecen; | se h a n hecho más fuertes que mis huesos los que quieren destruirme sin razón, | y tengo que pagar lo que nunca tomé. 6 T ú , ¡oh Dios!, conoces mi estulticia; | no se te ocultan mis pecados. 7 N o sean p o r mi causa confundidos [ los que en ti esperan, ¡oh Yavé Sebaot! I N o sean por mí confundidos los que te buscan, ¡oh Dios de Israel! 8 Mira que p o r ti sufro afrentas 1 y cubre mi rostro la vergüenza. 9 He venido a ser extraño para mis hermanos, I extraño a los hijos de mi madre. 1° Porque m e consume el celo de tu casa; | los denuestos de los que te vituperan caen sobre mí. 11 Lloro y ayuno, | y de esto t o m a n pretexto para insultarme. 12 P o r vestido me cubro de saco, I y he venido a ser fábula para ellos. 13 Hablan contra mí los que se sientan en las puertas; I soy la cantilena de los bebedores de vino. 14 Y o p o r eso o r o a ti, ¡oh Yavé!; I en tiempo oportuno, ¡oh Dios!, | por la muchedumbre de tu misericordia, óyem e ; ! p o r la verdad de tu salud. 1 5 Sácame del lodo, no me sumerja; | líbrame de los que m e aborrecen, de lo profundo de las aguas; 16 N o me anegue el ímpetu de las aguas, | n o m e trague la h o n d u r a , | no cierre el pozo su boca sobre mí. 1 7 Óyeme, Yavé, que es benigna tu misericordia ; I mírame según la muchedumbre de tus piedades. 1 8 N o escondas de tu siervo tu rost r o ; I porque estoy en angustia, apresúrate a oirme. 19 Acércate a mi alma y redímela, | líb r a m e por causa de mis enemigos. 20 T ú conoces el oprobio, el vituperio, la afrenta que se me hace; I todos mis enemigos los tienes a tu vista. 2 i El oprobio me destroza el corazón y desfallezco; | esperé que alguien se com- padeciese de mí, y n o h u b o nadie; | alguien que me consolase, y no lo hallé; 22 Díéronme a comer hiél, | y en mi sed me dieron a beber vinagre. 23 Sea para ellos su mesa lazo, | y red para sus amigos. 24 Obscurézcanse sus ojos y no vean, i y que sus lomos vacilen siempre. 2 5 D e r r a m a sobre ellos tu ira, I alcáncelos el furor de tu cólera. 2 <* Asoladas sean sus m o r a d a s I y n o h a y a quien habite sus tiendas, 27 Porque persiguieron al que tú habías herido | y acrecentaron el dolor del que tú llagaste. 28 Añade esta iniquidad a sus iniquidades I y no tenga parte en tu justicia. 29 Sean borrados del libro de los vivos I y no sean escritos con los justos. 3 ° En verdad que estoy afligido y dolorido; ] sosténgame, ¡oh Dios!, tu ayuda. 3 i Y cantaré cantos al nombre de Dios I y le ensalzaré con himnos de alabanza. 32 M á s gratos a D i o s que u n becer r o , I m i s que becerro que echa cuernos y pezuñas. 33 Lo verán los afligidos y se consolarán, I y se fortalecerá vuestro corazón, los que buscáis a Dios. 34 Porque oye Yavé a los afligidos | y no desdeña a sus prisioneros. 35 Alábenle los cielos y la tierra, [ los mares y cuanto en ellos se mueve. 36 Pues salvará Dios a Sión | y reedificará las ciudades de J u d á ; | habitarán allí y las poseerán. 37 Y serán la heredad de la descendencia de sus siervos ! y morarán en ellas los que aman su nombre. 70 (V. 69) Instante petición de socorro 1 Al maestro del coro. D e David. Para memoria. * 2 Ven, ¡oh Dios!, a librarme!; | apresúrate, ¡oh Dios!, a socorrerme. 3 Sean confundidos y avergonzados | los que buscan mi vida, I puestos en huida y cubiertos de ignominia | los que se alegran de mi mal. 4 Sean consumidos p o r la afrenta | los que me gritan: «¡Ah, ah!» 5 Alégrense y regocíjense en ti 1 cuan- su misericordia le escuche y le sostenga. Luego se revuelve en imprecaciones contra los malvados, terminando con unos versos que hablan de los pobres y cautivos. Al fin pide la restauración de Sión. Es uno de los salmos en que lat imprecaciones son más fuertes. Para explicárselas, vea el lector lo dicho en la Introducción al Salterio, n.8, y tenga presente que, viviendo los salmistas en obscuridad acerca del modo de realizarse las sancione* divinas en la otra vida, creían que la justicia de Dios había de tener cabal cumplimiento en ésta. 1 El salmista, a punto de sucumbir, clama a su Dios en demanda de auxilio, lo que será motivo de alegría para los justos. SALMOS 70-72 tttt r buscan, | y los que aman tu salvación exclamen: | «Glorificado sea Dios». * Yo soy un pobre menesteroso. ¡Socórreme, oh Dios! | Tú eres mi ayuda y mi libertador. | ¡Oh Yavé, no te detengas! 71 (V. 7 o) Oración de un justo en su ancianidad 1 En ti, Yavé, he esperado; no sea nunca2 confundido. * En tu justicia líbrame y sálvame, | dame oidos y socórreme. 3 Sé para mí roca de refugio, | una ciudadela fuerte donde me ampare, I porque eres mi baluarte y mi fortaleza. 4 Sálvame, Dios mío, de las manos del malvado, | de las manos del perverso y del5 violento. Porque tú, ¡oh Señor!, eres mi esperanza, | mi confianza desde mi juventud. 6 Desde que comencé a existir fuiste mi apoyo; | desde las entrañas de mi madre, tú fuiste mi protector; en tí esperé siempre. 7 He sido para muchos un asombro, | porque tú siempre fuiste mi seguro asilo. 8 Llénese mi boca de tus alabanzas, | de tu 9gloria continuamente. No me rechaces al tiempo de la vejez; [ cuando ya me faltan las fuerzas, no me10 abandones. Porque hablan contra mí mis enemigos, | y los que me espían se conjuran contra mí. 11 Diciendo; «Dios le ha dejado; I perseguidle y cogedle, | que no habrá quien le 12 libre». ¡Oh Dios, no te alejes de mí! | Acude presto, Dios mío, en mi socorro. 13 Sean confundidos y exterminados mis enemigos; | cúbranse de vergüenza y de ignominia los que buscan mi mal. 14 Yo siempre esperaré, | y a tus alabanzas añadiré nuevas alabanzas. 15 Proclamará mi boca tu justicia; todos los días, tus prodigios salvadores, | aunque no conozco su número. 16 Contaré en las maravillas de Yavé, | recordaré ahora sólo tu justicia. 17 Tú, ¡oh Dios!, me adoctrinaste desde mi juventud, | y hasta ahora he pregonado tus grandezas. 18 No me abandones, pues, ¡oh Dios!, 636 637 en la vejez y en la canicie; | que pueda yo manifestar tu poderío a esta generación, | y tus proezas a la venidera. 19 Y tu justicia, ¡oh Dios!, tan excelsa, | porque tú haces grandes cosas. | ¿Quién, ¡oh Dios!, como tú? 20 Tú me has hecho probar muchas angustias y tribulaciones; | pero de nuevo me darás vida I y de nuevo me sacarás de los abismos de la tierra. 21 Acrecienta mi dignidad I y vuelve a consolarme. 22 Y yo alabaré, ¡Dios mío!, al sonido del arpa, tu fidelidad; | te salmodiaré a la cítara, ¡oh Santo de Israel! 23 Te cantarán mis labios entonando salmos, | y mi alma, por ti rescatada. 24 Mi lengua ensalzará tu justicia todo el día | por haber confundido y avergonzado a los que buscaban mi mal. 3 72 (V. 71) El rey Mesías 1 De Salomón. Da, ¡oh Dios!, al rey tu juicio, | y tu justicia al hijo del rey, * 2 Para que gobierne a tu pueblo con justicia, | y a tus oprimidos con juicio. 3 Germinarán los montes la paz para el 4pueblo, I y los collados, la justicia. Hará justicia a los oprimidos del pueblo, | defenderá a los hijos del menesteroso5 ¡ y quebrantará a los opresores. Vivirá mientras perdure el sol, | mientras permanezca la luna, de generación en6 generación.. Caerá como lluvia sobre prado segado,7 | como lluvia que penetra en la tierra. Florecerá en sus días la justicia I y habrá mucha paz mientras dure la luna. 8 Dominará de mar a mar, I del río hasta 9los cabos de la tierra. Ante él se inclinarán los habitantes del desierto, | y sus enemigos morderán el 10 polvo. Los reyes de Tarsis y de las Islas le ofrecerán sus dones, | y los reyes de Seba y 11 de Saba le pagarán tributo. Postraránse ante él todos los reyes 1 y le2 servirán todos los pueblos. i Porque protegerá al desvalido que le implora | y al oprimido que no tiene quien le ayude. • El anciano, que había vivido fiel a Dios y seguro bajo su amparo, ahora se siente más acosado de sus enemigos, que, sin duda, se alientan al verle viejo y desfallecido. Pero él confía en Dios, que le dará nuevo motivo de alabanza. 71 1 El título del salmo es ambiguo, ya que puede interpretarse que Salomón es el autor o que es la persona a quien el salmo se dedica. Parece esto último lo más probable. Según esta hipótesis, el salmo, que es mesiánico, debe explicarse a tenor de la promesa mesiánica, que leemos en 2 Sam 7,75 ss. El rey e hijo de rey es el heredero de la gloriosa promesa, que transmitirá a sus herederos hasta llegar aquel para quien el trono eterno está reservado (Gen 49,10). La obra de su gobierno está descrita con los más vivos colores con que los profetas nos pintan la obra del Rey Mesías. 72 SALMOS 72-74 1 Tendrá misericordia del pobre y del menesteroso | y defenderá la vida de los pobres. 14 Rescatará su vida de la opresión y de la violencia | y será preciosa su sangre a los ojos de él. 15 Y será feliz, y le darán oro de Seba; | y ellos elevarán de continuo preces por él I y por siempre le bendecirán. 16 Habrá abundancia de trigo en el llano; I en la cima de los montes ondularán las mieses como el Líbano | y florecerán las ciudades como la hierba de la tierra. 17 Será su nombre bendito por siempre; | durará mientras dure el sol. | Y le bendecirán todas las tribus de la tierra; | todas las naciones le aclamarán bienaventurado. Doxología final del libro segundo 18 Sea bendito el nombre de Yavé, Dios de Israel, I el único que hace maravillas. * 19 Y bendito sea por siempre su glorioso nombre ! y llénese de su gloria toda la tierra. Amén, amén. 20 Aquí acaban las preces de David, hijo de Jesé. LIBRO TERCERO (73-89) 1° Por eso seduce a mi pueblo su palalabrería | y se sorben a boca llena esas aguas. " Y dicen: «¿Lo sabe acaso Dios, lo conoce el Altísimo?» 12 Esos impíos son, | y, con todo, a mansalva amontonan grandes riquezas. 13 En vano, pues, he conservado limpio mi corazón I y he lavado mis manos en la inocencia, 14 Y fui flagelado de continuo | y cada mañana con una nueva pena. 15 Pero si yo dijere: «Hablaré como ellos», I renegaría de la comunidad de tus hijos. 16 Púseme a pensar para poder entender esto, I pues era ciertamente cosa ardua a mis ojos; 17 Hasta que penetré en el secreto de Dios I y puse atención a las postrimerías de éstos. 18 Ciertamente los pones tú en resbaladero I y los precipitas en la ruina. 19 ¡Oh, cómo en un punto son asolados; I acaban y son consumidos espantosamente! 20 Son como sueño de que se despierta, I y tú, Señor, cuando despertares, despreciarás su apariencia. 21 Si se exacerbaba mi corazón I y me atormentaban mis pensamientos, 22 Es porque era un necio y no sabía nada; | era ante ti como un bruto animal. 23 Pero no, yo estaré siempre a tu lado,24 I pues tú me has tomado de la diestra, Me gobiernas con tu consejo | y al fin me acogerás en gloria. 25 ¿A quién tengo yo en los cielos? | Fuera de ti, nada deseo sobre la tierra. 26 Desfallece mi carne y mi corazón; | la Roca de mi corazón y mi porción es Dios por siempre. 27 Porque los que se alejan de ti perecerán; I arruinas a cuantos te son infieles ; 28 Pero mi bien es estar apegado a Dios, I tener en Yavé Dios mi esperanza I para poder anunciar tus grandezas | en las puertas de Sión. 73 (V. 72) Vanidad de la dicha del impío 1 Salmo de Asif. ¡Oh, cuan bueno es Dios para los buenos, I para los limpios de corazón! * 2 Estaban ya deslizándose mis pies, | casi me había resbalado. 3 Porque miré con envidia a los impíos I viendo la prosperidad de los malos. 4 Pues no hay para ellos dolores; | su vientre está sano y pingüe. 5 No tienen parte en las humanas aflicciones I y no son atribulados como los otros hombres. 6 Por eso la soberbia los ciñe como collar, ] y los cubre la violencia como vestido. 7 Sus O'os se les saltan de puro gordos | 74 (V. 73) y deian traslucir los malos deseos de su corazón. L a desolación del t e m p l o destruido 8 Motejan y hablan malignamente, | al1 taneramente amenazan. Masquil de Asaf. 9 Ponen su boca en el cielo, | y su len¿Por qué, ¡oh Dios!, nos has rechazagua atruena la tierra. do por siempre? | ¿Por qué arde tu filis Los w.18 s. forman la doxología final del libro segundo del Salterio. "7 'i 1 El tema de este salmo es el problema que plantea la prosperidad de los impíos y el infor* " tunio de los justos, problema que en otros muchos salmos y escritos del Antiguo Testamento se desarrolla. La solución es que la prosperidad de los malvados es efímera (17-22), mientras que el justo tiene su dicha en estar con Dios (23-28). En estos versículos se deja entrever la recompensa del justo en la vida futura al lado del Señor y se preludia la consoladora doctrina del libro de la Sabiduría. 638 SALMOS 74-76 ror contra las ovejas de tu pastizal?* 2 Acuérdate de tu comunidad, aquella que desde el principio hiciste tuya, | la que redimiste para hacerla tu tribu propia, | del monte de Sión, en que pusiste tu morada. 3 Recorre con tus pies estas completas ruinas; | el enemigo lo destruyó todo en el santuario. 4 Rugían tus enemigos en el lugar de tu asamblea | y pusieron allí p o r trofeos sus enseñas. 5 Parecían c o m o gente que alza el hacha | en medio de tupido bosque, 6 Y hasta las puertas las destruyeron | con el hacha y el martillo. ' P r e n d i e r o n fuego a tu santuario | y profanaron, arrasándola, la m o r a d a de t u nombre. 8 Se decían: «Hagamos cesar todas las solemnidades de Dios en la tierra». * Y a n o vemos señales prodigiosas a favor nuestro; I ya n o hay ningún profeta, | ni nadie entre nosotros que sepa hasta cuándo. ' " ¿ H a s t a cuándo, ¡oh Dios!, insultará el adversario | y sin cesar blasfemará tu nombre el enemigo? 11 ¿Por qué retraes tu m a n o | y retienes tu diestra en el seno? 12 Pues Dios es ya de antiguo mi rey, | el que obra salvaciones en la tierra. 13 Con tu poder dividiste el m a r | y rompiste en las aguas las cabezas de las fieras. 4 i T ú aplastaste la cabeza del Leviatán | y le diste en pasto a los monstruos marinos. 15 Tú hiciste brotar fuentes y torrentes, | secaste ríos caudalosos. i* Tuyo es el día, tuya la noche; | tú estableciste la luna y el sol. " T ú marcaste los límites a la tierra, | tú fijaste el verano y el invierno. i 8 Acuérdate de esto: que el enemigo blasfema de Yavé I y un pueblo insensato ultraja tu nombre. 19 N o entregues a las fieras el alma de tu tortolilla ! y no tengas por tanto tiempo en olvido a tus desvalidos. 2° Mira tu alianza; | está la desdichada tierra toda llena de violencias. 21 Q u e n o se vea confuso el afligido, | y el pobre y el menesteroso alaben tu nombre. 22 Álzate, ¡oh Dios!, y defiende tu cau- sa; | acuérdate de los ultrajes que continuamente te hace el insensato. 23 N o olvides los gritos de tus enemigos, | el tumulto siempre creciente de los que se alzan contra ti. 75 (V. 74) D i o s , j u e z d e los e n e m i g o s d e su p u e b l o 1 Al maestro del coro. A las cuerdas. Salmo de Asaf. Cántico. * 2 Dárnoste gracias, ¡oh Dios!, dárnoste gracias, | invocamos tu n o m b r e y ensalzamos tus grandes maravillas. 3 «Cuando me tome yo el tiempo oportuno, | juzgaré justamente. 4 A u n q u e se disolviese la tierra con todos sus habitantes, | yo solidificaría sus columnas». (Sela.) 5 Y o digo a los soberbios: « N o os ensoberbezcáis». | Y a los impíos: « N o irgáis vuestra cabeza. * N o levantéis en alto vuestras frentes, | no habléis con erguida cerviz». 7 Ciertamente, ni de oriente, ni de occidente, | ni del desierto vendrá la salvación. 8 Pero es Dios quien juzga, | y a unos humilla y ensalza a otros. 9 Pues tiene Dios en su m a n o el cáliz | de espumoso vino, lleno de mixtura, | y lo da a beber; | a p u r a r á n hasta las heces, | beberán todos los impíos de la tierra. 10 Mientras que yo siempre cantaré | y entonaré salmos al Dios de Jacob. 11 Yo quebrantaré toda la fuerza de los impíos, | y se acrecentará el poder de los justos. 76 (V. 7S) C a n t o t r i u n f a l d e s p u é s d e la v i c t o r i a 1 Al maestro del coro. A las cuerdas. Salmo de Asaf. Cántico. * 2 Glorioso es Dios en Judá, | grande es su nombre en Israel. 3 Tiene en Salem su tabernáculo, I su morada en Sión. 4 Allí rompe los rayos del arco, I el escudo, la espada y todo aparato bélico. (Sela.) 5 Eres resplandeciente y majestuoso, | ¡oh Dios!, I cuando apareces desde los montes eternos. 6 Los fuertes guerreros fueron allí des- 1 El salmista nos pone ante la más triste situación del pueblo. El templo se halla devastado por enemigos que blasfeman de Dios y de la religión de Israel. Recordando los tiempos antiguos, en que Dios dio tantas pruebas de su poder, el salmista pide al Señor que se acuerde de su pueblo y de su alianza y confunda a los que se levantan contra El. 74 1 75 Dios es el juez soberano, que a su tiempo hará justicia a todos; a los impíos les hará beber el cáliz de su cólera y a los justos les dará la saiud. 76 i El salmo canta la gran derrota de Senaquerib, rey de Asiría, y de ella se levanta a cantar el reinado universal de Dios, dando con esto al salmo un carácter mesiánico. 639 SALMOS 76-78 pojados, | durmieron su sueño, | y n o hicieron uso de su m a n o s los hombres fuertes. ' A tu amenaza, ¡oh Dios de Jacob!, | quedáronse pasmados carros y caballos. 8 Eres terrible tú, ¡oh Dios! | ¿Quién puede estar ante ti cuando te airas? 9 D a s desde los cielos tu sentencia, I y la tierra se estremece y calla, 10 C u a n d o se levanta Dios para hacer justicia, | para salvar a los oprimidos de la tierra. (Sela.) 11 A u n el furor de E d o m sirve a tu gloria, | y los restos de H e m a t te alabarán. 12 Haced votos a Yavé, vuestro Dios, y cumplidlos; | cuantos están en derredor traigan dones al terrible. 13 Pues El corta el soberbio respiro de los príncipes | y es terrible a los reyes de la tierra. ¿Qué D i o s es grande como nuestro Dios? 13 T ú eres el Dios que obras prodigios; I tú mostraste tu poder entre las gentes. 16 C o n tu brazo rescataste a tu pueblo, | los hijos de Jacob y de José. (Sela.) 17 Viéronte las aguas, ¡oh Dios!; I viéronte las aguas y se turbaron, | y temblaron aun los mismos abismos. 18 A r r o j a r o n las nubes torrentes de aguas, | y dieron los nublados su voz, y volaron tus saetas. 19 Estalló tu trueno en el torbellino, | alumbraron los relámpagos el orbe, | y, sacudida, tembló la tierra. 20 p u e e ¡ m a r ( U camino, I y tu senda la inmensidad de las aguas, I aunque n o dejabas huellas en él. 21 Condujiste como grey a t u pueblo | p o r m a n o de Moisés y de A r ó n . 77 (V. 76) 78 (V. 77) L o s antiguos p o r t e n t o s , c o n s u e l o del L a historia d e los p a d r e s , e n s e ñ a n z a pueblo perseguido p a r a los h i j o s 1 Al maestro del coro. Para Idutún. Salm o de Asaf. * 2 Y o alzo mi voz a Dios y clamo, | alzo mi voz a Dios y El me escucha. 3 E n el día de mi tribulación busqué a Yavé, | y se alzaban a El mis manos sin descanso p o r la noche, | y rehusaba mi alma t o d o consuelo. 4 Se acuerda m i alma de Dios y gime, | medito y se angustia mi corazón. (Sela.) 5 N o me dejas pegar los ojos, | y me siento turbado y sin palabras. 6 Pienso en los días antiguos, | recuerdo los años lejanos. 7 Pienso por la noche en mi corazón, | reflexiona e inquiere mi alma: 8 «¿Acaso el Señor nos rechazará por los siglos | y n o n o s será ya nunca favorable? 9 ¿Cesó ya para siempre su piedad, | se acabó lo que prometió para generaciones de generaciones? 10 ¿Se ha olvidado ya Dios de hacer clemencia | y cerró airado su misericordia?» (Sela.) 11 M e digo: «Mi dolor es éste: | que se ha m u d a d o la diestra del Altísimo». 12 M e acuerdo de las obras de Dios, | recuerdo tus antiguas maravillas, 13 Considero tus grandes hechos y reflexiono sobre tus hazañas. 14 ¡Oh Dios!, santos son tus caminos. | *7 y 1 * 1 Masquil. D e Asaf. Atiende, pueblo mío, a mi doctrina; | dad vuestros oídos a las palabras de mi boca. * 2 Abriré mi boca a las sentencias | y evocaré las enseñanzas de los tiempos antiguos. 3 L o que hemos oído y sabemos, I lo que n o s contaron nuestros padres.* 4 N o lo encubriremos a sus hijos, | contaremos a las generaciones posteriores | las glorias de D i o s ; y su gran poderío, | y los prodigios que ha obrado. s C o m o dio u n a n o r m a Jacob | y estableció una ley en Israel; I como m a n d ó a nuestros padres | enseñar estas cosas a sus hijos; * Para que las conociese la generación venidera, j y los hijos que habían de nacer | se las contasen a sus propios hijos; 7 Para que éstos pusieran en Dios su confianza | y n o olvidasen las obras de D i o s | y guardasen sus mandatos. 8 Y n o se hiciesen c o m o sus padres, | gente contumaz y rebelde, | generación de corazón indócil | y de espíritu infiel a su Dios. 9 Los hijos de Efraím, muy diestros arqueros, | volvieron la espalda el día del combate; 10 N o m a n t u v i e r o n su a l i a n z a c o n D i o s ] y rehusaron seguir su ley; * En un momento de gran tribulación, el salmista medita en las maravillas realizadas de antiguo por Dios y en la grandeza de su poder, que se muestra en la naturaleza. J uQ l A la luz de aquellos principios que la profecía nos enseña acerca de la providencia divina * sobre Israel, el salmista recorre la historia del pueblo elegido, dirigida toda ella hacia la realización de sus altos destinos mesiánicos. 3 En la Ley muchas veces se encarga a los padres que recuerden a sus hijos las antiguas maravillas de Dios a favor de Israel, para excitar en ellos sentimientos de gratitud y fidelidad (Ex 12,26; t 3 ,8; Dt 4,9)- SALMO 78 640 34 u Dieron al olvido sus obras | y las maCuando los hería de muerte, le busravillas que a sus ojos había o b r a d o . caban, | se convertían y se volvían a Dios; 12 Ante sus padres había obrado maravillas, | en la tierra de Egipto, en la región3 de Tanis. * 1 Dividió el mar para darles paso, | y paró las aguas como si les pusiera un dique. 14 Los guiaba de día en la nube | y durante toda la noche con resplandor de fuego. 15 Hendió las rocas en el desierto | y les proveyó de raudales inexhauribles, 16 Hizo salir arroyos de la piedra, | hizo correr las aguas como río. 17 Y con todo, volvieron a pecar contra El y a rebelarse contra el Altísimo en el desierto. 18 Tentaron a Dios en su corazón, | y pidieron comida a su gusto. 19 Hablaron contra Dios, diciendo: | «¿Podrá acaso Dios poner mesa en el desierto? 20 Hirió la peña y brotaron las aguas, | y corrieron como un torrente; | ¿pero podrá también darnos pan | y preparar en el desierto carne a su pueblo?» 21 Oyólo Yavé y se indignó, | y se encendió su furor contra Jacob, | y subió su ira22contra Israel. Porque no creían en Dios | y no tenían confianza en su protección. 23 D i o orden a sus nubes, | abrió las puertas del cielo, 24 Y llovió sobre ellos el maná, para que comieran, | dándoles un trigo de los cielos. 2 5 Comió el h o m b r e p a n de ángeles, | y les dio comida hasta la saciedad. * 26 Hizo soplar en el cielo el viento solano, | y con su poder hizo soplar el austro. 27 Y caer como polvo sobre ellos la carne, | como arenas del mar aves aladas. 2 8 Hízolas caer dentro del campament o mismo | y en derredor de las tiendas de ellos; 29 Y comieron y se hartaron, | y así les dio lo que ansiaban. 30 Pero apenas habían acabado de saciar su avidez, I todavía tenían en su boca la comida, 31 Y montó Dios en cólera contra ellos, | e hirió de muerte a los robustos, | y abatió a la flor de Israel. 32 Con t o d o , volvieron a pecar | y n o dieron crédito a sus maravillas; 33 Y consumió c o m o un soplo sus días, | y sus afios en calamidades imprevistas. 35 Y se acordaban de que era Dios su Roca, | y el Dios Altísimo, su redentor. 36 Pero le engañaban con su boca | y con su lengua le mentían, 37 Y su corazón no era sincero para El | y no eran fíeles a su alianza. 38 Pero es misericordioso, y perdonaba la iniquidad, | y no los exterminó; antes refrenó muchas veces su ira | y no dejó que se desfogara toda su cólera. 39 Se acordó de que eran carne, un soplo que pasa y ya no vuelve. * 40 ¡Cuántas veces se rebelaron en el desierto | y le contristaron en la soledad! 41 Siguieron tentando a Dios y enojaron al Santo de Israel. 42 No se acordaron de su gran poder, | ni del día en que los libertó de la opresión; 43 Ni de cómo obró en Egipto sus prodigios, | y sus portentos en la región de Tanis, 44 Mudando sus aguas en sangre | para que no pudiesen beber en sus canales; 45 Mandando contra ellos tábanos que los devorasen | y ranas que los infestasen; 46 Dando sus cosechas al pulgón | y sus frutos a la langosta; 47 Devastando con el granizo sus viñas, | y sus higuerales con la piedra; 48 Dando al pedrisco sus ganados | y al rayo sus rebaños. 49 Derramó sobre ellos su tremenda cólera, | la ira, el furor, la angustia, | como un tropel de malignos espíritus. 50 Dio rienda suelta a su enojo, I no substrajo su vida a la muerte, | dio sus ganados en presa a la peste, si Y mató a todos los primogénitos de Egipto, | a los primogénitos de las tiendas de Cam. 52 Pero sacó a su pueblo como un rebaño, | los condujo como grey por el desierto ; 53 Y los guió seguros y sin temor, | mientras se tragaba el mar a sus enemigos. 54 Los llevó hasta sus santas fronteras, | a los montes que conquistó su diestra. 55 Arrojó ante ellos a las naciones, I dividió en partes su tierra en heredad | e hizo habitar en las tiendas de aquéllos a las tribus de Israel. 56 Y todavía volvieron a tentar y provocaron a Dios Altísimo, | y no guardaron sus mandatos. 57 Volviéndole las espaldas, prevarica- 12 Es éste un dato interesante sobre la región de Tanis, teatro de los prodigios de Moisés. Con2 5esto se suple la deficiente información geográfica del Éxodo acerca de este punto. Pan de los ángeles llaman los LXX y la Vulgata al maná porque baja del cielo, morada de ios ángeles, que asisten ante Dios (Sal 29,1 ss.). El texto hebreo dice pan de nobles, de principes: «pan blanco» diríamos hoy. 39 Acordándose de que eran de carne, y por esto mal inclinados, Dios se movia a tener de ellos piedad. 641 ron como sus padres, | fallaron como engañoso arco. 58 Le irritaron con sus altos | y le provocaron con sus esculturas. 59 Sintió Dios toda su cólera al verlo, | y rechazó con aspereza a Israel; 60 Y dejó el tabernáculo de Silo, I la tienda que fue su morada entre los hombres. * 61 Dio a la esclavitud su fuerza, | y a manos del enemigo su gloria. 62 Condenó a su pueblo a la espada | y se enfureció contra su heredad. 63 D e v o r ó el fuego a sus jóvenes | y n o cantaron sus vírgenes el canto nupcial. 64 Sus sacerdotes perecieron a la espada,65 I y no los lloraron sus viudas. Mas despertóse entonces el Señor, como quien duerme, | como el valiente oprimido por el vino; 66 E hirió a sus enemigos por la espalda,61 I cubriéndolos de eterna ignominia. Y rechazó a la tienda de José | y no eligió a la tribu de Efraím, 68 Pero eligió a la tribu de Judá, I el monte de Sión, monte de su predilección. 69 Edificó su santuario con alturas de cielo I y firme como la tierra, que cimentó 70por los siglos. Y eligió a David, su siervo, | y le tomó71 de las majadas de ovejas; De tras de las ovejas que cría le tomó, I para que apacentase a Jacob, su pueblo; I a Israel, su heredad. 72 Y él, con corazón recto, los apacentó I y los condujo con la prudencia de sus manos. 79 (V. 78) Oración pidiendo la restauración de las ruinas y el castigo de los enemigos 1 Salmo de Asaf. ¡Oh Dios! Han invadido las gentes tu heredad, | han profanado tu santo templo I y han reducido a Jerusaíén a un montón de escombros. * 2 Dieron los cuerpos de tus siervos por pasto a las aves del cielo, | y la carne de tus3 santos a las bestias de la tierra; Derramaron como agua su sangre en los alrededores de Jerusaíén, | sin que hubiese quien les diera sepultura. SALMOS 78-80 4 Somos el escarnio de nuestros vecinos, I la irrisión y el ludibrio de los que nos5 rodean. ¿Hasta cuándo, oh Yavé? ¿Habrás de estar airado para siempre? | ¿Arderá siempre como fuego tu furor? 6 Derrama tu ira sobre las gentes que no te conocen, | sobre los reinos que no invocan tu nombre. 7 Porque han devorado a Jacob, | han asolado sus moradas. 8 No recuerdes para nuestro mal las iniquidades antiguas; | sálgannos al encuentro tus misericordias, I que estamos muy abatidos. 9 Socórrenos, ¡oh Dios, salvador nuestro!, por el honor de tu nombre; | socórrenos y perdona nuestros pecados por tu nombre. l" ¿Por qué han de poder decir las gentes: «¿Dónde está su Dios?» | Sea notoria a las gentes y a los ojos nuestros | la venganza de la sangre derramada de tus siervos. " Llegue a tu presencia el gemido de los cautivos, I con el poder de tu brazo salva a los condenados a muerte. i 2 Haz recaer sobre la cabeza de nuestros enemigos el séxtuplo | de la afrenta con que quieren afrentarte, ¡oh Yavé! 13 Y nosotros, tu pueblo, grey de tu pastizal, I te alabaremos eternamente I y cantaremos tus alabanzas por generaciones y generaciones. 80 (V. 79) Oración p o r el pueblo perseguido 1 Al maestro del coro. Sobre «Los lirios del testimonio». Salmo de Asaf. * 2 ¡Oh pastor de Israel!, escucha. I Tú que conduces a José como un rebaño, | que te sientas entre los querubines, muéstrate. 3 Ante Efraím, Benjamín y Manases. | Despierta tu poder, | ven y sálvanos. 4 ¡Oh Dios!, restaúranos, | haz esplender tu rostro, y seremos | salvos. 5 ¡Oh Yavé, Dios Sebaot! | ¿Hasta cuándo seguirás desdeñando la oración de tu pueblo? «Les das a comer pan de lágrimas, | les haces beber lágrimas en abundancia; 60 Silo, situada en la tribu de Efraím, fue durante la época de los jueces el asiento del tabernáculo. De Silo, después de algunos accidentes que se traslucen en el libro primero de Samuel, el arca y el santuario nacional pasaron a Jerusaíén, donde reinaba la dinastía de David en virtud de la elección divina (2 Sam. 7,13-16; Jer 7,12). 1 El salmo hace relación a un momento triste de la historia de Jerusaíén, cuyo templo está profanado, la ciudad en ruinas y rodeada de cadáveres, y, para colmo de miseria, los pueblos vecinos escarnecen al pueblo elegido y blasfeman de su Dios. El salmista pide misericordia para su nación y justicia para loa que así ultrajen al pueblo y a Yavé. El salmo conviene bien a los días de la toma de Jerusaíén por los caldeos. 8 0 l ^ n u n a *"s*e situación del pueblo, que recuerda la que Nehemías encontró en Jerusaíén (1-2), el salmista acude a Dios pidiendo la restauración de Israel, que representa bajo la imagen de rebaño de Dios y de viña plantada por El mismo. 79 Náowr-'Colunga 20. SALMOS 80-83 642 7 N o s has hecho objeto de contienda para nuestros vecinos, | y nuestros enemigos se burlan de nosotros. 8 Dios Sebaot, restaúranos, I haz esplender tu rostro y seremos salvos. 9 T ú trajiste de Egipto una vid, arrojaste a las gentes y las trasplantaste aquí. 10 Le pusiste en derredor u n a albarrada, | y extendió sus raíces y llenó la tierra. 11 Cubriéronse los montes de su sombra, | y sus sarmientos llegaron a ser como los altos cedros. 12 Extendió sus ramas hasta el m a r , | y hasta el río sus vastagos. 13 ¿Por qué has derribado su albarrada | y la vendimian cuantos pasan p o r el camino? 14 La devastan los jabalíes del m o n t e | y pastan en ella las bestias del campo. 15 Dios Sebaot, vuélvete ya, | mira desde los cielos y contempla, | y visita esta viña. 16 Y defiende esta viña que plantó tu diestra, I el renuevo que t ú hiciste fuerte. 17 Los que la abrasan por el fuego y la asolan, | perezcan p o r el enojo de tu faz; 18 Sea tu m a n o sobre el varón de t u diestra, I sobre el h o m b r e a quien para ti corroboraste. 19 Y n o nos apartemos más de t i ; | nos darás la vida e invocaremos tu nombre. 20 Yavé, Dios Sebaot, restaúranos, | haz esplender tu faz sobre nosotros, y seremos salvos. 81 (V. 8o) Exhortación a celebrar la P a s c u a dignamente 8 M e llamaste en la tribulación y te saqué, I y te hablé oculto entre los truenos, [ te probé en las aguas de Meribá. 9 Oye, pueblo mío, que quiero amonestarte. I ¡Oh Israel, ojalá m e escucharas! 10 N o haya en ti dios ajeno, | n o adores a ningún dios extranjero. 11 Y o soy Yavé, tu Dios, | que te quéas de la tierra de E g i p t o ; | ensancha tu b o c a y yo la llenaré». 12 Pero n o m e obedeció mi pueblo, | n o cumplió Israel lo que le m a n d é . 13 Y los a b a n d o n é a su obstinado corazón, I que siguieran sus consejos. 14 ¡Oh si mi pueblo m e oyera, | si m a r chara Israel por mis caminos, 15 Presto humillaría yo a sus enemigos | y volvería a extender mi m a n o contra sus adversarios! 16 Los que aborrecen a Israel le adularán, I y será perpetuo su temor. 17 Los mantendría de la flor del trigo, | y de miel salida de la piedra los saciaría. 82 (V. 81) I n c r e p a c i ó n c o n t r a los j u e c e s injustos 1 Salmo de Asaf. Está Dios en el consejo divino, | en medio de los dioses juzga. * 2 ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente, I haciendo con los impíos acepción de personas? (Sela.) 3 Haced justicia al pobre, al huérfano; | tratad justamente al desvalido y al menesteroso. 4 Librad al pobre y al necesitado, | sacadle de las garras del impío. 5 Pero n o saben ni entienden, a n d a n en tinieblas, | vacilan los cimientos todos de la tierra. 6 Y o dije: «Sois dioses, I todos vosotros sois hijos del Altísimo. 7 Pero moriréis como hombres, | caeréis c o m o cualquiera de los príncipes». 8 ¡Levántate, oh D i o s ! Juzga la tierra, | pues tuyas h a n de ser todas las gentes. 1 Al maestro del coro. Sobre «La Ge" tea». D e Asaf. * 2 Saltad de júbilo en h o n o r de Dios, nuestra fuerza; [ aclamad al Dios de Jacob. 3 E n t o n a d un canto, tocad los címbalos, | la dulce cítara y el arpa. 4 Haced resonar en el novilunio las trompetas, | en el plenilunio, en nuestra fiesta. 5 P o r q u e ésta es la ley de Israel, | pre83 (V. 82) cepto del Dios de Jacob, 6 D a d a por El como rito a José I cuando D e p r e c a c i ó n c o n t r a l o s e n e m i g o s salió contra la tierra de Egipto. I Oí una aliados c o n t r a Israel lengua que n o conocía: 1 7 Cántico. Salmo de Asaf. * «Ya voy a quitarle la carga de sobre 2 N o reposes, ¡oh D i o s ! I N o enmudezel h o m b r o , | ya sus m a n o s cesarán de cas, n o te aquietes. cargar con los cestos. Q-| i El salmo es un himno para cantar en la fiesta de Pascua. En él se recuerdan los trabajos ® ' de Egipto, la liberación y el viaje del desierto, terminando con deseos de que Israel marche por los caminos de Dios. Q O 1 El salmista comienza por representarnos a Dios sentado en su trono y rodeado de los " ^ jueces de Israel, a quienes califica de dioses por la facultad que para juzgar tienen de Dios, y reprende duramente su conducta, de verdaderos prevaricadores (cf. Sal 58; Is 3,13). Q O ! El poeta ve a su pueblo estrechado y perseguido por todos los pueblos circunvecinos y ^ ^ * pide a Dios le libre y le vengue de ellos, haciéndoles reconocer el sumo poderlo de Yavé sobre toda la tierra. 64S SALMOS 83-85 3 Mira que bravean tus enemigos | y yerguen la cabeza los que te aborrecen. 4 Tienden asechanzas a tu pueblo [ y se conjuran contra tus protegidos. 5 Dicen: «Ea, borrémoslos del número de las naciones, | n o haya más memoria del n o m b r e de Israel». 6 T o d o s a una se h a n confabulado, | se h a n ligado estrechamente contra ti. 7 Las tiendas de E d o m , los ismaelitas. I M o a b , los agarenos, 8 Gebal y A m m ó n y Amalee, | los filisteos con los habitantes de Tiro. 9 También se ha unido a ellos Asur, | d a n d o su apoyo a los hijos de Lot. (Sela.) 1° Hazles como hiciste a M a d i á n , | a Sisara, a Jabín en el torrente de Cisón. H Que perecieron en E n d o r | y vinieron a ser estiércol de la tierra. 12 H a z a éstos y a sus jefes c o m o a Oreb y Zeb, I como a Zebe y a Salmana, y a todos sus príncipes. * 13 Que dijeron: | «Apoderémonos de las tierras de Dios». 14 Hazlos, Dios mío, c o m o polvo q u e arrastra el torbellino, | como pajuela al viento: 15 C o m o abrasa el fuego la selva, | como quema la llama los m o n t e s ; 6 i Persigúelos así con tu tormenta, | atérralos con tu huracán. 17 Cubre su rostro de ignominia, | y busquen tu nombre, ¡oh Yavé! * 18 Sean para siempre confundidos y ater r a d o s ; I sean llenos de vergüenza y perezcan, 1 9 Y reconozcan que tu n o m b r e es Yavé I y que sólo tú eres el Altísimo sobre toda la tierra. 84 (V. 83) A n h e l o d e la p r e s e n c i a d e D i o s e n el t e m p l o 1 Al maestro del coro. Sobre «La G e tea». Salmo de los hijos de Coré. * 2 ¡Cuan amables son tus m o r a d a s , oh Yavé Sebaot! 3 Anhela mi alma y ardientemente desea los atrios de Y a v é ; | mi corazón y mi carne saltan de júbilo por el D i o s vivo. 4 Halla una casa el pájaro, | y la golondrina un nido donde poner sus polluel o s ; I yo he hallado tus altares, ¡oh Yavé Sebaot, | rey mío y Dios m í o ! 5 Bienaventurados los que m o r a n en tu casa I y continuamente te alaban. (Sela.) 6 Bienaventurado el h o m b r e que tiene en ti su fortaleza | y anhela frecuentar tus subidas. 7 A u n pasando p o r el árido valle de Baca, I se le hace t o d o fuentes, | c o m o cubierto de las bendiciones de la lluvia temprana. 8 Y siguen cada vez m á s animosos I p a r a ver al Dios de los dioses en Sión. 9 Oye mi oración, ¡oh Yavé, D i o s Seb a o t ! ; I atiéndela, D i o s de Jacob. (Sela.) 10 Escudo nuestro, Dios, mira, I y p o n los ojos en el rostro de tu ungido. * 11 Porque m á s que mil vale un día en tus atrios, | y prefiero estar a la puerta de la casa de mi Dios I a m o r a r en las tiendas de la iniquidad. 12 Porque sol y escudo es Yavé, Dios, I y d a Yavé la gracia y la gloria, | y n o niega sus bienes a los que caminan en la inocencia. '•' ¡Oh Yavé Sebaot! I ¡Bienaventurado el h o m b r e que en ti confía! 85 (V. 84) O r a c i ó n p i d i e n d o la s a l u d d e l p u e b l o 1 Al maestro del coro. Salmo de los hijos de Coré. * 2 H a s sido benévolo c o n t u tierra, ¡oh Yavé! I Mejoraste la suerte de Jacob. 3 H a s p e r d o n a d o la iniquidad de tu pueblo I y h a s ocultado t o d o s sus pecados. 4 H a s apartado tu furor | y has desistido del ardor de t u cólera. 5 Vuélvete a nosotros, Dios, nuestra salvación, | y haz cesar tu ira contra nosotros. 6 ¿Vas a estar siempre irritado contra nosotros | y vas a prolongar tu cólera de generación en generación? 7 ¿No vas a devolvernos la vida, ! p a r a que tu pueblo pueda gozarse en ti? 12 17 Son éstos los jefes madianitas vencidos por Gedeón (Jue 6-7). Estos castigos que el salmista pide para los enemigos de su pueblo no terminan con su ruina, sino con su salud, puesto que, cotno fin del castigo, pide que reconozcan a Yavé y le busquen. Tal petición se inspira en los vaticinios mesiánicos de la vocación de las gentes. QA 1 Este salmo es un cántico de peregrinación. Los peregrinos, llenos de devoción hacia el *" santuario, expresan sus ansias de llegar a contemplarle y ponderan la dicha de quienes viven cerca de él, que es como vivir cerca de Yavé, que más fácilmente oye las plegarias de los que están vecinos a Él. 1 ° El defensor y el ungido es el rey, por quien el salmista pide a Dios. 0 Q R 1 Celebra el salmista la vuelta del cautiverio y la restauración nacional. Pero ésta iba muy ' lentamente; ni se ajustaba a las hermosas promesas contenidas en los oráculos de Isaías, Jeremías y Ezequiel. Por eso pide que llegue esa plena restauración, en la cual va ya implicada, lo mismo que en las aludidas profecías, la promesa mesiánica. ü v 644 SALMOS 85-88 8 Haznos ver, |oh Yavé!, tus piedades | y danos tu ayuda salvadora. 9 Yo bien sé lo que dirá Dios. | Que sus palabras sean palabras de paz | para su pueblo y para sus santos | y para cuantos se vuelven a El de corazón. 1° Si, su salvación esta cercana para los que le temen, I y bien pronto habitará la gloria en nuestra tierra. 11 Se encontrarán la benevolencia y la fidelidad, | se darán el abrazo la justicia y la paz. 12 Brota de la tierra la fidelidad | y mira la justicia desde lo alto de los cielos. 13 Sí, Yavé nos otorgará sus bienes, | y la4 tierra dará sus frutos. i Va delante de su faz la justicia, | y la paz sigue sus pasos. 86 (V. 85) Petición del auxilio d e Dios 1 Oración. De David. Inclina, Yavé, tus oídos y óyeme, I porque estoy afligido y soy un menesteroso. * 2 Guarda mi alma, pues que soy tu devoto; I salva, mi Dios, a tu siervo, que en ti confía. 3 Ten misericordia de mí, loh Yavé!, | pues te invoco cada día. 4 Alegra el alma de tu siervo, | porque a ti alzo mi alma, 5 Pues tú eres, Señor, indulgente y piadoso I y de gran misericordia para los que te invocan. 6 Escucha, ¡oh Yavé!, mi oración | y atiende a la voz de mis plegarias. 7 En el día de la angustia te llamo, | porque sé que me oyes. s No hay, Señor, en los dioses semejante a ti, ¡ y nada hay que iguale tus obras. 9 Todas las gentes que tú hiciste, | vendrán, ¡oh Yavé!, a postrarse ante ti | y honrarán tu nombre; * 10 Pues que tú eres grande y obras maravillas, I tú eres el solo Dios. 11 Enséñame, ¡oh Yavé!, tus caminos, para que ande yo en tu verdad, | y lleva mi corazón únicamente a reverenciar tu nombre. i 2 Pueda yo darte gracias, Yavé, mi Dios, con todo mi corazón, | y glorificar tu nombre por la eternidad. 3 1 Por tu gran misericordia para conmigo, I por haber sacado mi alma del profundo averno. 14 ¡Oh Dios! Gentes soberbias se alzaron contra mí, | una turba feroz busca mi alma, | y no te ponen delante de sí. 15 Pero tú, ¡oh Yavé!, eres Dios misericordioso y clemente, | magnánimo y de gran piedad y fidelidad. 16 Mírame y ten piedad de mí, | fortalece a tu siervo | y salva al hijo de tu esclava. i ' H a z conmigo muestra de ti para bien, I y viéndola confúndanse los que me odian, | vean que tú eres Yavé, que me socorres y me consuelas. 87 (V. 86) L a gloria d e la Jerusalén mesiánica 1 Salmo de los hijos de Coré. Cántico. Fundada está sobre los santos montes. * 2 Ama Dios las puertas de Sión I más que todas las tiendas de Jacob. 3 Muy gloriosas cosas se han dicho de ti, 4 I ciudad de Dios. (Sela.) Contaré a Rahab y a Babilonia entre los que me conocen; | la Filistea, Tiro con los etiopes, | éstos allí nacieron. 5 Y de Sión dirán: «Este y el otro allí han nacido, | y es el Altísimo mismo el que la fundó». 6 Inscribirá Yavé en el libro de los pueblos: I «Este nació allí». (Sela.) 7 Y cantarán saltando de júbilo: | «En ti están mis fuentes todas». 88 (V. 87) Oración d e u n afligido 1 Al maestro del coro. Cántico de los hijos de Coré. Sobre «Mahalat». Para cantar.2 Masquil de Ernán, ezraíta. * ¡Oh Yavé, Dios mío!, I día y noche clamo a ti. 3 Llegue mi oración a tu presencia, I inclina tu oído a mi clamor. 4 Harta de males está mi alma, | mi vida al borde del sepulcro. 5 Ya me cuentan entre los que bajan a la fosa; I soy ya hombre sin fuerzas. 6 Abandonado entre los muertos, | o como los traspasados que moran en el sepulcro, I de quienes ya nadie se acuer- üf 1 Esta petición tan apremiante del auxilio divino, hecha por el salmista contra las gentes " ' ' soberbias que se levantan contra él, no parece que cuadre a un particular, sino a un príncipe, cuya causa es la causa común del pueblo. • ,. 9 En el v.o se augura la venida de las naciones todas a honrar a Dios en el templo, lo que implica francamente la idea mesiánica. Q «y ! Bellísimo salmo mesiánico. Jerusalén vendrá a ser la ciudad cosmopolita en que todas las " ' naciones gozarán de los derechos de ciudadanía, como si en ella hubieran nacido (Is 4,3). Con esto preludia la doctrina de San Pablo de que en Cristo no hay judío ni griego, bárbaro ni escita, porque todos son uno en Cristo (Col 3,11 s.). O Q ' E l profeta, profundamente afligido y contristado, pide a Dios humildemente le libre de ^ " tantas penas y le salve la vida. 645 SALMOS 88-89 da,7 I y que fueron arrancados a tus manos. Hasme puesto en lo profundo de la hoya, I entre las tinieblas del abismo. 8 Pesa tu ira sobre mí | y has desencadenado contra mí todos tus furores. (Sela.) 9 Has alejado de mi a mis conocidos, | me has hecho para ellos abominable, | estoy encerrado y no tengo salida. 10 Mis ojos languidecen por la aflicción; I te invoco, ¡oh Yavé!, todo el dia, | y tiendo mis manos hacia ti. 11 ¿Harás tú ya prodigio alguno para los muertos? | ¿Se levantarán los muertos para alabarte? (Sela.)* 12 ¿Cantará nadie en el sepulcro tus piedades, | ni en el averno tu fidelidad? 13 ¿Será conocido prodigio alguno tuyo en las tinieblas, I ni tu justicia en la tierra del14 olvido? A ti clamo, pues, ¡oh Yavé!, | y mis plegarias van a ti desde la mañana. 15 ¿Por qué, ¡oh Yavé!, me rechazas | y me16escondes tu rostro? Soy un mísero afligido desde mi mocedad, I siempre en espanto, lleno de terrores. 17 Derrámanse sobre mí tus furores | y me oprimen tus espantos. 18 Continuamente me invaden como aguas, I y todas a una me sumergen. 19 Has alejado de mí amigos y compañeros, I y son mis parientes las tinieblas. 89 (V. 88) Quejas p o r el abatimiento del rey a pesar de las promesas hechas a David 1 2 Masquil de Etán, ezraíta. * Cantaré siempre las misericordias de Yavé I y daré a conocer por mi boca a las3 generaciones todas tu fidelidad; Porque dijiste: «La misericordia es eterna; | tu fidelidad se apoya en los mismos cielos. 4 He hecho alianza con mi elegido, | he5 jurado a David, mi siervo: Haré durar por siempre tu prole | y estableceré tu trono por las generaciones». (Sela.) 6 Los cielos cantan tus maravillas, ¡oh Yavé!, I y tu fidelidad en la asamblea de los santos. 7 ¿Quién sobre las nubes semejante al Señor? | ¿Quién semejante a Yavé entre los8 hijos de Dios? Terrible es Dios en la congregación de los santos, | grande y formidable más que cuantos le rodean. * 9 Yavé, Dios Sebaot, ¿quién hay que te iguale? I Eres poderoso, ¡oh Yavé!, ceñido de tu fidelidad. l°Tú dominas la soberbia del mar; | cuando se embravecen sus olas, tú lus contienes. n Tú quebrantaste a Rahab, como a un herido enemigo, | y con tu fuerte brazo dispersas a tus enemigos. * 12 Tuyos son los cielos, tuya la tierra, I el orbe de la tierra y cuanto lo llena, tú lo formaste; 13 Tú creaste el aquilón y el austro; I el Tabor y el Hermón saltan al oir tu nombre. 14 Tú tienes un brazo lleno de vigor, I fuerte es tu mano, amenazadora tu diestra. 15 La justicia y el juicio son e! asiento de tu trono, I y la misericordia y la fidelidad, tus heraldos. i* Bienaventurado el pueblo que sabe cantarte; | andará, ¡oh Yavé!, a la luz de tu 17faz. Gozarán siempre de la alegría de tu nombre | y se alegrarán en tu justicia. 18 Tú eres nuestra gloria y nuestra fuerza, I y por tu benevolencia se acrecienta nuestro poderío. 19 Pues de Yavé es nuestro escudo | y nuestro rey del Santo de Israel. 20 Tú en tiempos hablaste en visión a tus predilectos, y dijiste: | «He dado mi ayuda a un valiente, | he alzado en la nación a un valeroso. 21 He hallado a David, mi siervo; | lo he ungido con mi óleo consagrado. 22 Mi mano le sostendrá con firme apoyo23I y mi brazo le hará fuerte. No le vencerá enemigo, | no le abatirá inicuo. 24 Destruiré ante él a sus enemigos | y 25quebrantaré a los que le aborrecen. Serán con él mi verdad y mi misericordia I y en mi nombre se alzará su poder. 26 Pondré su mano sobre el mar, | y su diestra en los ríos. 27 El me invocará, diciendo: «Tú eres 11 Estos versículos nos dan a conocer la idea triste que los hebreos se formaban de la región de los muertos. Era esto un motivo más para pedir a Dios que les diese largos días en la tierra de los vivos. Q Q ' Salmo de inspiración enteramente mesiánica, basada en la alianza de Dios con Israel, en la ^ -^ promesa divina hecha a David. Lo uno y lo otro eran motivos para esperar de Dios una mejor suerte para Israel que la que entonces tenía y para pedir al Señor que se acordase de sus palabras y las cumpliese cuanto antes. 8 Los «santos» son los «hijos de Dios», los ángeles, que forman la corte de Dios y a veces se nos presentan como formando su consejo (r Re 22,19-23). 11 Rahab es aquí el océano primitivo, caótico, que los antiguos concebían como muy agitado y embravecido. 646 647 [oh Yavé!, | las que por tu verdad juraste a 51 David? Acuérdate, ¡oh Yavé!, del oprobio de tus siervos | y de cómo llevo yo en mi seno las afrentas de muchos pueblos. 52 Las que arrojan tus enemigos, ¡oh Yavé!, | sobre los pasos de tu ungido. 14 SALMOS 8 9 - 9 0 mi padre, I mi Dios, la roca de mi salvación». * 28 Y yo le haré mi primogénito, | el más excelso de los reyes de la tierra. 29 Yo guardaré eternamente con él mi misericordia, | y mi alianza con él no será rota. 30 Haré subsistir por siempre su descendencia | y su trono mientras subsistan los cielos. 31 Si traspasan sus hijos mi ley | y no siguen mis mandatos, 32 Si violan mis preceptos | y no hacen caso de mis mandamientos, 33 Yo castigaré con vara sus rebeliones | y con azotes sus pecados. 34 Pero no apartaré de él mi piedad | ni 35faltaré a mi fidelidad; No quebrantaré mi alianza | y no retractaré cuanto ha salido de mis labios. 36 Una cosa he jurado por mi santidad, | y no romperé la fe a David: 37 Su descendencia durará eternamente | y su trono durará ante mí cuanto el sol. 38 Y | como la luna I permanecerá eternamente | y será testigo fiel en el cielo». (Sela.) 39 Pero, con todo, has rechazado, has alejado a tu ungido, | te has indignado contra él. 40 Has roto la alianza con tu siervo, | has profanado y echado a tierra su diadema. 41 Has arruinado todas sus murallas, | has42 reducido a escombros sus fortalezas. Cuantos pasan por el camino le saquean, | es el oprobio de sus vecinos. 43 Has robustecido la diestra de sus enemigos, | has alegrado a todos sus adversarios. 44 Has embotado el filo de su espada | y no le has socorrido en el combate. 43 Le has despojado de su majestad I y has46 echado por tierra su trono. Has acortado los días de su juventud47 | y le has cubierto de oprobio. (Sela.) ¿Hasta cuándo, ¡oh Yavé!, estarás siempre escondido? I ¿Arderá tu ira como fuego? 48 Acuérdate de cuan breve es la vida [ y de cuan para poco hiciste a todos los mortales. 49 ¿Quién es el hombre que viva y no haya de ver la muerte? | ¿Quién puede substraerse al poder del sepulcro? (Sela.) 5" ¿Dónde están tus antiguas piedades, Doxologia ñnal del libro Bendito sea Yavé por la eternidad. Amén, amén. 53 L I B R O CUARTO (90-106) 90 (V. 89) Deprecación de misericordia 1 Oración de Moisés, varón de Dios. Yavé, tú has sido refugio para nosotros I de generación en generación. * 2 Antes que los montes fuesen | y fuesen paridos la tierra y el orbe, | eres tú desde la eternidad hasta la eternidad, 3 Reduces al polvo al hombre, | diciéndole: «Volved, hijos de la tierra». 4 Mil años son a tus ojos I como el día de ayer, que ya pasó; | como una vigilia de la noche. 5 Los arrebatas; son como sueño mañanero, I como hierba verde. * Que a la mañana florece y verdeguea, | a la tarde se marchita y se seca. 7 Consúmenos tu ira I y nos conturba tu 8indignación. Has puesto nuestros pecados frente a ti, I nuestros pecados secretos a la luz de tu 9faz. Y todos nuestros días transcurren bajo tu ira, I y acaban nuestros años como un suspiro. 10 Los días de nuestros años son setenta años, I y ochenta en los más robustos; | pero también la robustez es apariencia, un nada, | porque pasa en un instante, y volamos. 11 ¿Quién pesa a lo justo la severidad de tu ira I y tu indignación en lo que debes ser temido? 12 Enséñanos, pues, a contar nuestros días, I para que adquiramos un corazón sabio. 13 Vuélvete, ¡oh Yavé!, ya por fin | y ten compasión de tus siervos. 27 En virtud de la especial predilección de Dios por Israel, éste es llamado hijo y aun primogénito de Dios entre todos los pueblos de la tierra. David, por las mismas razones, recibe los mismos títulos, e igual sus herederos. Estos títulos alcanzarán plenísima realización en el Mesías, Hijo d e Dios. Q A l Comienza el salmo con una meditación sobre la eternidad de Dios y la caducidad del •J^ hombre. La causa de esta última son los pecados, los cuales atraen sobre nosotros los castigos de Dios. Termina el salmista pidiendo la benevolencia divina para el pueblo, q u e desde hace muchos años se halla en la miseria. SALMOS 90-98 Sacíanos pronto de tu gracia | para que jubilemos y nos alegremos todos los días de nuestra vida. 13 Alégranos por tantos días como nos humillaste, | por tantos años como probamos la aflicción. !6 Véase tu obra sobre tus siervos, | y tu 17grandeza sobre sus hijos. Sea sobre nosotros la suavidad de Yavé, nuestro Dios, | y dirige la obra de nuestras manos. 92 (V. 91) Alabanza de la providencia divina 1 Salmo. Cántico. Para el día del sábado. * 2 Justo es alabar a Yavé | y cundir tu nombre, ¡oh Altísimo!; 3 Alabar de mañana tu piedad y de noche tu fidelidad. 4 Al salterio decacordio y a la lira, | con las melodías de la cítara. 5 Pues me has alegrado, ¡oh Yavé!, con tus obras I y me gozo en las obras de tus manos. 6 ¡Qué magníficas son tus obras, oh Yavé! I ¡Cuan profundos son tus pensamientos! 7 No conoce esto el hombre necio, | no entiende esto el insipiente. 8 Que germinan los impíos como la hierba, I y florecen tantos malhechores, | para ser destruidos por la eternidad. 9 Pero tú eres excelso por la eternidad, ¡oh Yavé! 10 Pues tus enemigos, ¡oh Yavé!, | tus enemigos perecerán | y serán disipados todos los que obran el mal. 11 Acrecentaste mi fuerza como la del unicornio; | de verde aceite me inundaste. 12 Y miro desde arriba a mis enemigos I y oyó mi oído cosas gratas contra los malvados que se alzan contra mí. 13 Florecerá el justo como la palma, | crecerá como el cedro del Líbano. 14 Plantado en la casa de Yavé, | florecerá en los atrios de nuestro Dios. 13 Fructificarán, aun en la senectud, | sanos y vigorosos. 16 Para anunciar cuan recto es Yavé, | que es mi roca y que no hay en El iniquidad. 91 (V. 90) Canto a la providencia de Dios sobre el justo 1 El que habita bajo la protección del Altísimo I y mora a la sombra del Todopoderoso, * 2 Diga a Dios: «Tú eres mi refugio y mi roca, I mi Dios, en quien confío». 3 Y El te librará de la red del cazador, | de4 la peste exterminadora; Te cubrirá con sus plumas, 1 hallarás seguro bajo sus alas, | y su fidelidad te será escudo y adarga. 5 No tendrás que temer los espantos nocturnos, I ni las saetas que vuelan de día, 6 Ni la pestilencia que vaga en las tinieblas, I ni la mortandad que devasta en pleno día. 7 Caerán a tu lado mil | y a tu derecha diez mil; | a ti no llegará. 8 Con tus mismos ojos mirarás | y verás el castigo de los impíos. 9 Teniendo a Yavé por refugio tuyo, I al 10Altísimo por fortaleza tuya, No te llegará la plaga | ni se acercará el mal a tu tienda, 11 Pues te cometerá a sus ángeles | para que te guarden en todos tus caminos. 12 Y ellos te llevarán en sus manos I para que no tropieces en las piedras. 13 93 (V. 92) Pisarás sobre áspides y víboras | y hollarás al león y al dragón. 14 «Porque me amó, yo le salvaré; I yo G r a n d e z a de dominio de Dios en la creación le defenderé, porque confesó mi nombre. 15 Me invocará él y yo le oiré, | estaré 1 Reina, Yavé; se vistió de majestad, | con él en la tribulación, | le sacaré y le vistióse de poder Yavé y se ciñó, | cimentó honraré. 16 Le saciaré de días | y le daré a ver mi el 2mundo; no se conmoverá. * Firme tu trono desde el principio, | salvación». desde la eternidad eres tú. 3 Alzan los ríos, ¡oh Yavé!, | alzan los ríos su voz, I alzan los ríos su estrépito. 4 Más que los bramidos de las aguas Q •§ l Hermoso canto a la benigna providencia de Dios sobre los justos, a quienes salva de todos - 7 • los peligros, por muchos que sean los que los rodeen, y a quienes pone bajo la protección de sus ángeles. 92 1 Como el precedente, celebra este salmo la providencia de Dios, que castiga a los impíos haciendo efímera su prosperidad, pero que la da larga y duradera a los justos. 1 Breve, pero magnífico canto a la grandeza de Dios, q u e inmensamente supera a lo mas grande de la creación. 648 SALMOS 93-96 2i tumultuosas, I más que los furores del ¿Los que se echan sobre la vida del mar, I eres tú magnifico en las alturas, justo | y condenan la sangre inocente? 22 |oh5 Yavé! Pero Yavé es refugio para mí, | y mi Tus testimonios son firmísimos, | con- Dios es la roca de mi salvación. 23 viene a tu casa la santidad, ¡oh Yavé!, | El arrojará sobre ellos su misma perpor los siglos de los siglos. versidad, | y con su misma malicia los aniquilará, I los aniquilará Yavé, nuestro Dios. 94 (V. 93) 95 (V. 94) Invocación a Dios, que castiga a los Exhortación a la alabanza y impíos y protege a los justos 1 obediencia de Dios ¡Dios de las venganzas, Yavé, | Dios 1 de las venganzas, muéstrate!* ¡Venid, cantemos jubilosamente a Ya2 Álzate, juez de la tierra, I da a los vé; | cantemos gozosos a la roca de soberbios su merecido. nuestra salvación! * 3 2 ¿Hasta cuándo los impíos, ¡oh Yavé!, | Lleguémonos a El con alabanzas, | hasta cuándo los impíos triunfarán? aclamémosle con cánticos. 4 3 ¿Hablarán proterva y jactanciosamenPorque Dios grande es Yavé, | Rey te | los que obran la iniquidad? grande sobre todos los dioses. 5 4 Aplastan, Yavé, a tu pueblo, | opriPorque tiene en sus manos las promen a tu heredad. fundidades de la tierra I y suyas son tam6 Dan muerte a la viuda y al peregrino | bién las cumbres de los montes. 5 y a7 los huérfanos quitan la vida. Suyo es el mar, pues El lo hizo; | suya Y se dicen: «No ve Yavé, | no lo sabe la tierra, formada por sus manos. 6 el 8Dios de Jacob». * Venid, postrémonos en tierra ante El; | Entended, necios del pueblo, | y vos- doblemos nuestra rodilla ante Yavé, nuesotros, fatuos, ¿cuándo seréis cuerdos? tro Hacedor. 9 El que hizo el oido, ¿no va a oir? | El 7 Porque El es nuestro Dios, y nosotros que formó el ojo, ¿no ha de ver? el pueblo que El apacienta | y el rebaño 10 El que educa a los pueblos, ¿no va a que El guía. | ¡Oh si oyerais hoy su voz! 8 reprender? | ¿El que da al hombre la sa«No endurezcáis vuestro corazón cobiduría? mo en Meribá, I como el día de Masa, en 11 Conoce Yavé los pensamientos de los el desierto, 9 hombres, I cuan vanos son. Donde me tentaron vuestros padres, I 12 Bienaventurado el hombre a quien tú me probaron, a pesar de haber visto mis educas, ¡oh Yavé!, | al que das sabiduría obras. 10 con tu ley. Cuarenta años anduve desabrido de 13 Para que esté tranquilo en los días aquella generación, I y tuve que decirme: de aflicción, | en tanto que se cava para Estos son gente de torcido corazón, | que el 14 impío la fosa. desconoce mis caminos. No abandona Yavé a su pueblo, | no 11 Por esto les juré en mi ira | que no desampara su heredad. entrarían en mi reposo». 15 Volverán a la justicia los juicios | y la 16seguirán todos los rectos de corazón. 96 (V. 95) ¿Quién se levantará por mi contra Alabanza del Señor, único Dios los malvados? | ¿Quién estará conmigo 1 Cantad a Yavé un cántico nuevo, | contra los obradores de la iniquidad? 17 a Yavé la tierra toda. * Si Yavé no me hubiera ayudado, | ya cantad 2 Cantad a Yavé y bendecid su nomhabitaría mi alma en el sepulcro. 18 | anunciad de día en día su salvación. Apenas decía yo: «Vacilan mis pies», I bre, 3 Celebrad su gloria entre las gentes, | tu 19gracia, ¡oh Yavé!, me sostenía. Y en las grandes angustias de mi co- en4 todos los pueblos sus maravillas, Porque grande es Yavé y digno de razón | alegraban mi alma tus consuelos. 20 ¿Puede acaso ser aliado tuyo el trono toda alabanza, | terrible sobre todos los de la iniquidad? | ¿Puede la tiranía sofocar dioses. 5 Porque todos los dioses de los pueblos el derecho. 1 En vano pretenden los impíos tranquilizarse y persuadirse de que Dios no ve sus malas obras. Las ve y las castigará, mientras que al justo nunca le abandonará. 7 Tal era el ateísmo práctico de los impíos de Israel. Para ellos Dios estaba tan alto, que no se ocupaba de las miserias humanas. Invita el poeta a todos los fieles de Yavé a postrarse ante El y prestarle obediencia cumpliendo sus leyes, y a no rebelarse contra El, como los israelitas en el desierto. 1 La invitación a los pueblos todos a venir a adorar al Señor implica la universalidad del % reino de Dios, reconocido por todas las naciones, y, por tanto, el reino mesiánico. 94 95 649 SALMOS 96-99 son vanos ídolos; | pero Yavé hizo los cielos. 6 Delante de El van la magnificencia y la alabanza; I en su santuario están la 7fortaleza y la gloria. Dad a Yavé, ¡oh familias de los pueblos!, | dad a Yavé la gloria y el poderío. 8 Dad a Yavé el honor debido a su nombre, [ tomad ofrendas y venid a sus atrios. 9 Inclinaos ante Yavé en la pompa sagrada; | tiemble ante El toda la tierra. 10 Decid entre las gentes: «¡Reina Yavé!» | Decid también: «El afirmó el orbe y no se conmueve, | El gobierna con equidad a 11 los pueblos». Alégrense los cielos, regocíjese la tierra, | truene el mar y cuanto en él se contiene. 12 Salte de júbilo el campo y todo cuanto hay en él | y alégrense también los árboles de la selva 13 Ante la presencia de Dios, que viene, | que viene a regir la tierra. | Regirá el mundo con justicia | y a los pueblos con su fidelidad. 11 Ya alumbra la luz al justo | y la alegría a los rectos de corazón. 12 Alegraos en Yavé, ¡oh justos!, | y honrad su santo nombre. 98 (V. 97) Canto de alabanza a Dios después de la victoria 1 Salmo. Cantad a Yavé un cántico nuevo, | porque El ha hecho maravillas; | han vencido su diestra y su santo brazo. * 2 Ha mostrado Yavé su salvación | y ha3 revelado su justicia a ojos de las gentes. Se ha acordado de su benignidad | y de su fidelidad a la casa de Israel; | todos los confines de la tierra vieron la victoria de4 nuestro Dios. Saltad de júbilo ante Yavé toda la tierra; I a El las voces, los cantos y los salmos. 5 Cantad a Yavé con la citara, | con la cítara y con voces de canto. 6 Con las trompetas y los sones de la bocina; | saltad de júbilo ante el rey Yavé. 7 Brame el mar y cuanto él contiene, | 97 (V. 96) ol 8mundo y todos sus habitantes. Gloria de la venida de Dios Bulan palmas los ríos, | regocíjense a a juzgar su 9vez los montes. 1 Delante de Yavé, que viene, | que viene Dios reina, gócese la tierra, | alégrena juzgar la tierra. I Y juzgará al mundo con se sus muchas islas. * 2 Hay en torno de El nube y calígine; | justicia, I y a los pueblos con equidad. la justicia y el juicio son las bases de su trono. 99 (V. 98) 3 Precédele fuego, | que abrasa en de- Gloria del Señor en su santo monte rredor a todos sus enemigos. 4 1 Sus rayos alumbran el mundo; | tiemDios reina, tiemblan los pueblos. | bla la tierra al verle. Se asienta entre los querubines, tiembla la 5 * Derrítense como cera los montes ante tierra. 2 Grande es Dios en Sión, | excelso soYavé, I ante el Señor de toda la tierra. 6 Anuncian los cielos su justicia | y to- bre3 todos los pueblos. dos los pueblos ven su gloria. Alabado sea tu grande y terrible nom7 Queden confundidos todos los que ado- bre4 ; I es santo su nombre. ran sus simulacros, | los que se glorian de Y poderoso el rey que ama la justisus ídolos; I se postran ante El todos los cia. I Tú estableciste las normas de la recdioses. titud, I tú hiciste en Jacob juicio y justicia. 8 5 Óyelo Sión y se alegra; | regocíjanse Ensalzad a Yavé, nuestro Dios, | y las ciudades de Judá I por tus juicios, postraos ante el escabel de sus pies, I porYavé. que es santo. 9 6 Porque tú eres Yavé, el Altísimo, soMoisés y Arón están entre sus sacerbre toda la tierra, | inmensamente ensal- tes; I Samuel, con los que invocan su nomzado sobre todos los dioses. bre. 10 Aborreced el mal los que amáis a Invocaban a Yavé, y El los oía. Yavé, I que El defiende la vida de sus san- 7 Les hablaba en columna de nube, | y tos ! y los libra de la mano de los impíos. aíon sus testimonios | y la Ley que les dio. 97 1 Canta el reino de Dios sobre Israel, precedido del juicio sobre los que adoran a los ídolos. Canto indudablemente mesiánico. QFQ1 J * Una victoria del pueblo sirve de ocasión al poeta para dirigir a todas las naciones una ~ invitación para que concurran a cantar a Yavé, reconociendo su poderío y su fidelidad a las promesas hechas a su pueblo. 99 1 Yavé, Rey justo, reina sobremanera en Sión, en medio de sus santos. A El vendrán los pueblos todos de la tierra (Is 6,1 ss.; 2,2 ss.). SALMOS 99-102 650 8 ¡Oh Yavé, Dios nuestro, tú los oías | 102 (V. 101) y fuiste con ellos indulgente, | aunque Plegaria de u n afligido q u e desfallece castigaste sus pecados. 9 y se lamenta Ensalzad a Yavé, nuestro Dios, I y postraos ante su monte santo, | porque 1 Plegaria de un afligido que desfallece santo es Yavé, nuestro Dios. y 2se lamenta ante Yavé. * Escucha, ¡oh Yavé!, mi oración | y loo (V. 99) llegue a ti mi clamor. 3 Acción de gracias No escondas de mí tu rostro mientras estoy en aflicción; | inclina tus oídos a 1 Salmo. Para dar gracias. mí; i cuando te invoco, apresúrate a oirme. 4 Cantad a Yavé toda la tierra. * Pues se desvanecen como humo mis 2 Servid a Yavé con júbilo, | venid go- días I y se tuestan mis huesos como en zosos a su presencia. horno. 5 3 Sabed que Yavé es Dios, | que El nos Está seco mi corazón y consumido hizo y suyos somos, | su pueblo y la grey como heno, | y me olvido de comer mi de4 su pastizal. pan. 6 Entrad por sus puertas dándole graPor la vehemencia del gemir | se pecias; I en sus atrios, alabándole; | dadle gan mis huesos a la piel. 7 gracias y bendecid su nombre, Y he venido a ser como pelícano del 5 Porque bueno es Yavé; | es eterna su desierto; | soy como buho entre las ruinas. 8 piedad I y perpetua por todas las generaNo duermo y sollozo, | como pájaro ciones su fidelidad. solitario sobre el tejado. 9 Continuamente se burlan de mí mis 101 (V. 100) enemigos, | y se enfurecen contra mí, y execran mi nombre. N o r m a s de vida de u n príncipe 10 Como el pan como si comiera cenibueno za,11 I y mi bebida se mezcla con lágrimas. 1 Salmo de David. Por tu indignación y tu ira, | porque Quiero cantarte misericordia y justi- me cogiste y me lanzaste. 12 cia; I quiero cantarte a ti, ¡oh Yavé!, * Mis días son como sombra que se 2 Y entender el camino de la rectitud. | alarga, | y me he secado como hierba. 13 ¿Cuándo vendrás a mí? | Andaré yo en inY con todo, ¡oh Yavé!, tú te sientegridad de corazón | en mi casa. tas en tu trono, | y tu memoria permane3 No pongo mi ojos en cosa injusta; | ce por generaciones y generaciones. 14 aborrezco cometer injusticia; | no se me Tú te alzarás y tendrás misericordia pegará. de Sión, ] porque tiempo es ya de que le 4 Lejos de mí estará el corazón perver- seas propicio; | llegó ya su hora, 15 so;5 I desconoceré la maldad. Porque aman tus siervos sus piedras | Reduciré al silencio al que en secreto y se compadecen de sus ruinas. 16 detrae a su prójimo; | no toleraré al de Y temerán todas las gentes el nomaltivos ojos y corazón soberbio. bre de Yavé, | y todos los reyes de la tie6 Pondré mis ojos en los fieles de la tie- rra tu gloria. 17 rra para tenerlos conmigo; | los que anCuando reedifique Yavé a Sión, | dan por el camino de la rectitud serán mi- cuando aparezca en su gloria, 18 nistros míos. Y convirtiéndose a la oración de los 7 No habitará en mi casa el que cometa despojados, | no desprecie su plegaria. 19 fraude; | el que habla mentirosamente no Esto se escribirá para la generación permanecerá ante mí. posterior | y un pueblo nuevo alabará a 8 De mañana haré perecer a todos los Yavé. 20 impíos de la tierra | y exterminaré de la Por haber echado Yavé su mirada ciudad de Yavé | a todos los obradores de desde su excelsa santa morada | y haber la iniquidad. mirado desde los cielos a la tierra, 1 00 ' " " -1 ^ a 8 u m a bondad de Dios, hacedor de todo y pastor de su pueblo, pide que se le den incesantes gracias. 1 1 0 1 ^ salmo nos presenta un soberano íntegro, justiciero, que, consciente de sus deberes, • VJ 1 se propone combatir la impiedad hasta hacerla desaparecer de la tierra. M u y temprano se sienta en el tribunal para administrar justicia. Parece la imagen de Ezequías o Josías llevando a cabo la reforma religiosa. A esta luz se ha d e entender el v.8. 1 no 1 El mesianismo de este salmo es claro. Se nos presenta el salmista agobiado de miserias; mas no son las suyas personales las que lamenta, sino las del pueblo, a juzgar por la firme esperanza que muestra de que Dios haga ostentación de su misericordia con Sión, con lo cual temerán y reverenciarán a Yavé las naciones y los reyes reunidos todos en uno. Esto anuncia el reino universal del Señor, y, por tanto, el reino mesiánico. 651 21 Escuchando el gemir de los cautivos | y 22 librando a los destinados a la muerte. Para que sea cantado en Sión el nombre de Yavé I y sus alabanzas en Jerusalén. 23 Cuando se reunirán todos los pueblos I y todos los reinos para servir a Yavé. 24 A medio camino quebrantó mis fuerzas, I abrevió mis días. 25 Yo clamo: ¡Dios mío!, | no me lleves en la mitad de mis días; I tú, cuyos años son por generaciones y generaciones. 26 Desde el principio fundaste tú la tierra, | y obra de tus m a n o s es el cielo; 27 Pero éstos perecerán y tú permanecerás, I mientras todo envejece como un vestido. I Los mudas como se muda una veste. 28 Pero tú siempre el mismo, | y tus días no29tienen fin. Habitarán los hijos de tus siervos allí I y permanecerá ante ti su posteridad. 103 (V. 102) Alabanza de la providencia de Dios 1 De David. ¡Bendice, alma mía, a Yavé; I bendiga todo mi ser su santo nombre! * 2 ¡Bendice, alma mía, a Yavé, | y no olvides ninguno de sus favores! 3 El perdona tus pecados, | El sana todas4 tus enfermedades. El rescata tu vida del sepulcro I y derrama sobre tu cabeza gracia y misericordia. 5 El sacia tu boca de todo bien | y renueva tu juventud como la del águila. 6 Hace Yavé justicia | y juicio a todos los7 oprimidos. Dio a conocer a Moisés sus caminos, I y sus obras a los hijos de Israel. 8 Es Yavé piadoso y benigno, | tardo a la 9ira, clementísimo. No está siempre acusando l y no se aira para siempre. 10 No nos castiga a la medida de nuestros pecados, I no nos paga conforme a nuestras iniquidades. 11 Sino que cuanto sobre la tierra se alzan los cielos, I tanto se eleva su misericordia sobre los que le temen. 12 Cuan lejos está el oriente del occidente, I tanto aleja de nosotros nuestras culpas. 13 Cuan benigno es un padre para con SALMOS 162-104 sus hijos, I tan benigno es Dios para con los14que le temen. Pues él conoce bien de qué hemos sido hechos, I sabe que no somos más que lodo. 15 Los días del hombre son como la hierba; I como flor del campo, así florece. '6 Pero sopla sobre ella el viento, y ya no es más, ] ni se sabe siquiera dónde estuvo. 17 Pero la misericordia de Yavé es eterna para los que le temen; | y su justicia para los hijos de los hijos, 18 Para los que son fieles a su alianza | y tienen presentes sus mandamientos para ponerlos por obra. 19 Ha establecido Yavé en los cielos su trono, I y su reino lo abarca todo. 20 Bendecid a Yavé, vosotros, sus ángeles, I que sois poderosos y cumplís sus órdenes, | prontos a la voz de su palabra. 21 Bendecid a Yavé, vosotras todas, sus milicias, I que le servís y obedecéis su voluntad. 22 Bendecid a Yavé, todas sus obras, I en cualquier lugar de su imperio. | ¡Bendice, alma mía, a Yavé. 104 (V. 103) Gloria de Dios en la creación 1 ¡Bendice, alma mía, a Yavé! | Yavé, Dios mío, tú eres grande, I tú estás rodeado de esplendor y majestad. * 2 Revestido de luz como de un manto, | como una tienda tendiste los cielos; 3 Alza tus moradas sobre las aguas. | Haces de las nubes tu carro | y vuelas sobre las plumas de los vientos. 4 Tienes por mensajeros a los vientos, | y por ministros llamas de fuego. 5 Fundaste la tierra sobre sus bases I para que nunca después vacilara. 6 La cubriste de los mares como de vestido, I y las aguas cubrieron los montes. 7 A tu increpación huyeron, 1 al sonido de 8tu voz se precipitaron, Y se alzaron los montes y se abajaron los valles | hasta el lugar que les habías señalado. 9 Pusísteles un límite que no traspasarán, I no volverán a cubrir la tierra. 10 Haces brotar en los valles los manantiales, I que corren luego entre los montes. 11 Allí beben todos los animales del campo, I allí matan su sed los asnos salvajes. 1 El poeta invita a los ángeles y a todas las obras de la creación a alabar a Dios por tantos favores como a todos, y principalmente a su pueblo, tiene hechos, y con los q u e dio muestras de su infinita bondad y misericordia. I "AO^ A J 1 L a gloria de Dios es inmensa, se refleja en todas las obras de sus manos y resplandece ^ * en su admirable providencia. N u n c a serán suficientes nuestras acciones da gracias y núes* tras alabanzas. I SALMOS 1U4-J.05 12 652 Allí cerca se posan las aves del cie105 (V. 104) lo, | que cantan en la fronda. 13 Fidelidad de Dios a la alianza De tus moradas mandas las aguas sobre los montes, | y del fruto de tus obras i Alabad a Yavé, invocad su nombre, I se 14sacia la tierra. dad a conocer entre los pueblos sus obras. * 2 Haces nacer la hierba para los animaCantadle y entonadle salmos, | celeles, | y el heno para el servicio del hom- brad sus maravillas. 3 bre, | para sacar de la tierra el pan. Gloriaos en su santo nombre; | alé15 Y el vino que alegra el corazón del grese el corazón de los que buscan a Yavé. 4 hombre, | y el aceite que hace lucir su Buscad a Yavé y su poder, | buscad rostro, | y el pan que sustenta la vida del siempre su rostro. 5 hombre. Recordad las maravillas que ha obra16 Sacias también a los altos árboles, I a do, | sus prodigios y las sentencias de su los17cedros del Líbano que plantó. boca. En los cuales anidan las aves; | y los * Vosotros, descendencia de Abraham, abetos, domicilio de la cigüeña; su7siervo; | hijos de Jacob, su elegido. 18 Los altos montes para las gamuzas, I El es Yavé, nuestro Dios, | y sus juilas19peñas para madrigueras del damán. * cios prevalecen en toda la tierra. 8 Hizo la luna para medir los tiempos, | Fielmente guardó siempre su alianza I y que el sol su ocaso conociese. y la promesa hecha por miles de genera20 Tú tiendes las tinieblas y se hace no- ciones. 9 che, | y en ella corretean todas las bestias El pacto hecho con Abraham | y su salvajes. juramento a Isaac. 21 Rugen los Ieoncillos por la presa, I i" Y confirmó a Jacob como ley firme | y pidiendo así a Dios su alimento. a 11 Israel como alianza eterna. 22 Sale el sol, y todos se retiran | y se Diciendo: «Yo te daré la tierra de acurrucan en sus cuevas. Cañan | como porción de vuestra here23 Sale el hombre a sus labores, I a sus dad». 12 haciendas, hasta la tarde. Aunque fueran pocos en número, I 24 ¡Cuántas son tus obras, oh Yavé, | casi como nada, y extranjeros en ella. 13 y cuan sabiamente ordenadas! I Está llena Pasaron de una a otra nación | y de un la tierra de tus beneficios. reino a otro pueblo. 23 14 Este es el mar, grande, inmenso; | No dejó que nadie los oprimiese I y allí, reptiles sin número, | animales peque- castigó por ellos a reyes. 5 ños y grandes. i «No toquéis a mis ungidos, I no ha26 Allí, las naves se pasean, | y ese Le- gáis mal a mis profetas». 16 viatán que hiciste por que allí retozase. Llamó el hambre sobre aquella tie27 Todos esperan de ti | que les des el rra, | hizo'que faltara todo mantenimiento. Í7 alimento a su tiempo. Y mandó delante de ellos a un va28 Tú se lo das y ellos lo toman; | abres rón, | a José, vendido como esclavo. tu mano y sácianse de todo bien. 18 Fueron puestos en el cepo sus pies I 29 Si tú escondes tu rostro, se contur- y fue encadenado con hierros. 19 ban; | si les quitas el espíritu, mueren y Hasta que se realizó su presagio, | y vuelven al polvo. le acreditó la palabra de Dios. 20 30 Si m a n d a s tu espíritu, se recrían, | Mandó el rey que lo soltasen; | el doy así renuevas la faz de la tierra. minador de pueblos le dejó en libertad. 21 3i Sea eterna la gloria de Yavé | y góceY le hizo señor de su casa | y prínse Yavé en sus obras. cipe de todo su dominio, 32 22 Mira a la tierra, y tiembla; I toca a Para que con su ejemplo enseñase a los33montes, y humean. los príncipes I y enseñase sabiduría a los Yo cantaré toda mi vida a Yavé, | ancianos. 23 entonaré salmos a mi Dios mientras viva. Y vino Israel a Egipto, | habitó Jacob 34 Séale grato mi canto, | y yo me goza- en la tierra de Cam. 24 ré en Yavé. Y multiplicó grandemente su pue33 Desaparezcan de la tierra los peca- blo | e hizo que fuesen demasiado fuertes dores | y dejen de ser los impíos. | ¡Bendi- para sus enemigos. 25 ce, alma mía, a Yavé! ¡Aleluya! Que se volviese el ánimo de éstos para odiar a su pueblo I y para vejar dolosamente a sus siervos. *8 El damán es un animalejo semejante al conejo, abundante en Palestina, y que, al sentir el peligro, corre a refugiarse bajo las peñas. n C 4 Salmo histórico. La suma fidelidad de Dios a su alianza con Israel, mostrada sobre todo la liberación de la servidumbre egipcia y en darle la tierra prometida, debe ser motivo 1parav vque ensu pueblo incesantemente le alabe y le bendiga. 653 SALMOS 105-106 2* Mandó a Moisés, su siervo, | y a Arón, su elegido. 27 E hizo por medio de ellos sus prodigios, | y sus portentos en la tierra de Cam. 23 Mandó a las tinieblas, y las tinieblas vinieron; | pero todavía se resistían a sus órdenes. 29 Convirtió en sangre sus aguas, I y mató sus peces. 3 0 Hormigueó de ranas la tierra, | aun dentro de la casa de sus reyes. 31 Mandó, y vinieron los tábanos | y los mosquitos a todas sus regiones. 32 Les mandó granizo en vez de lluvia | y llamas de fuego sobre su tierra. 33 Y abatió sus viñas y sus higueras I y destrozó los árboles de su territorio. 34 A una señal suya vino la langosta I y el 35pulgón en gran número. Que royó toda la hierba de su tierra36| y devoró todos los frutos del campo. E hirió a todos los primogénitos en su tierra, | las primicias genitales de su robustez. 37 Y sacólos con plata y oro | y no había3 8 entre sus tribus un enfermo. Alegróse Egipto de su partida, I porque se había apoderado de él su terror. 39 Les tendió como cubierta una nube | y un fuego para alumbrarlos en la noche. 40 A su petición hizo venir las codornicer, | y los sació de pan del cielo. 4 i Hendió la roca y brotaron las aguas, | que corrieron como un río por el desierto. 42 Porque se acordó de su santa promesa | y de Abraham, su siervo. 43 Así sacó a su pueblo gozoso | y a sus elegidos llenos de alegría. 44 Y les asignó las tierras de las gentes I y se posesionaron de las haciendas de los pueblos. 45 Para que cumpliesen sus preceptos | y guardasen sus leyes. ¡Aleluya! de tu gente, | y me regocije con tu heredad. 6 Hemos pecado, como nuestros padres; | hemos sido malos y perversos. 7 Nuestros padres en Egipto | no quisieron entender tus maravillas, | no pusieron mente en la muchedumbre de tus favores I y se rebelaron contra el Altísimo junto al mar Rojo. 8 Con todo, los salvó, por el honor de su nombre, | para hacer muestra de su poder. 9 Gritó al mar Rojo, y éste se secó, I y los hizo pasar entre las olas como por tierra seca. 10 Los salvó de las manos de los que los aborrecían I y los substrajo al poder del enemigo. n Y las aguas sumergieron a sus enemigos, | no escapando ni uno solo. 12 Entonces dieron fe a sus palabras I y cantaron sus alabanzas; 13 Pero bien pronto se olvidaron de sus obras, I no confiaron en sus designios. 14 Dejáronse llevar de su concupiscencia en el desierto | y tentaron a Dios en la soledad. i ' Y los dio lo que deseaban, | pero mandó lu podredumbre a sus entrañas. 16 Envidiaron a Moisés en el campamento I y a Arón, el santo de Yavé. 17 Y se abrió la tierra y se tragó a Datan I y cubrió a los secuaces de Abirón. i 8 Y el fuego devoró a los rebeldes | y las 9llamas consumieron a los impíos. 1 Se hicieron un becerro en Horeb I y adoraron un simulacro fundido. 20 Y trocaron su gloria | por la imagen de2 iun buey que come hierba. Se olvidaron de Dios, su salvador, I que tan grandes cosas habla hecho en Egipto. 22 Maravillas en la tierra de Cam, | portentos junto al mar Rojo. 23 Y ya hubiera decretado exterminarro6 (V. ios) los I si Moisés, su elegido, I no se hubiese Confesión de las rebeldías de Israel puesto en la brecha | para desviar su indignación del exterminio. 24 i ¡Aleluya! | Dad gracias a Yavé, porque Despreciaron una tierra deleitable, I es bueno, | porque es eterna su misericor- no tuvieron confianza en sus palabras. 23 dia. * Y murmuraron en sus tiendas | y 2 ¿Quién podrá contar las obras del po- desobedecieron la voz de Yavé. 26 der de Yavé, I darle toda la alabanza Por eso alzó su mano contra ellos, I que merece? jurando que los postraría en el desierto, 3 27 Bienaventurados los que guardan su Y arrojaría a sus descendientes entre Ley, | los que siempre obran la justicia. las gentes, | y los dispersaría por las tie4 Acuérdate de mí, ¡oh Yavé!, en tu be- rras. 28 nevolencia hacia tu pueblo; I visítame con Aun se dieron al culto de Baalfogor, | tu 5 socorro. y comieron los sacrificios de dioses muerPara que pueda ver la buena suerte tos, de tus elegidos, | y me alegre en el gozo | 29 Y le provocaron a ira con sus obras, I 1 f\C W 1 Salmo también histórico. Las continuas rebeldías del pueblo contra su Dios, humildemente confesadas, han de ser para el pueblo motivo de alabarle y bendecirle por su gran misericordia para con él. 654 655 y se desarrolló entre ellos u n a mortandad. que El redimió de m a n o del enemigo, 30 3 Levantóse Finés e hizo justicia, I y la Y los que reunió de entre las tierras | plaga cesó. del oriente y del occidente, del aquilón y 31 Y le fue contado esto a justicia, I de del austro. 4 generación en generación para siempre. A n d a b a n errantes p o r el desierto so32 Le irritaron también en las aguas de litario, I n o hallaban camino para ciudad Meribá, | y fue castigado Moisés p o r cul- habitada. 3 pa de ellos. Hambrientos y sedientos, I desfalle33 Porque turbaron su espíritu | y p r o - cía la fuerza d e su a l m a ; firió con sus labios palabras imprudentes. * Y clamaron a Yavé en su peligro, | y 34 N o destruyeron a los pueblos, | c o m o los libró d e sus angustias. 7 se lo había m a n d a d o Yavé. Y los llevó p o r camino derecho | para 35 Antes se mezclaron con las gentes | que pudieran llegar a la ciudad habitada. 8 y adoptaron sus costumbres. D e n gracias a Yavé p o r su piedad | y 36 Y dieron culto a sus ídolos, | que p o r los maravillosos favores q u e hace a fueron para ellos un lazo. los hijos d e los hombres. 37 9 Sacrificaron los propios hijos I y las P o r q u e sació al hambriento, | y al fapropias hijas a los demonios; mélico le llenó d e sus bienes. 38 10 D e r r a m a r o n sangre inocente, I la sanEstaban sentados en tinieblas y en gre de sus hijos y sus hijas, I sacrificándo- sombras d e muerte, | eautivos en miseria los a los ídolos de Canán. I Y quedó la y hierros. 11 tierra contaminada p o r la sangre. Porque se habían rebelado contra 39 Contamináronse así con sus obras I y los mandamientos de Dios | y habían desse prostituyeron con sus acciones. preciado los consejos del Altísimo. 40 Y se encendió la ira de Yavé contra 12 Su corazón estaba abatido p o r el insu pueblo | y a b o m i n ó de su heredad. fortunio; I estaban deprimidos, sin tener 41 Y los entregó en poder de las gentes I y quien los socorriese; quedaron sometidos a los que los odiaban, 1 3 Y clamaron a Yavé en su peligro, | y 42 Y fueron vejados p o r sus enemigos I los libró d e sus angustias. 14 y doblegados bajo su m a n o . Y los sacó d e las tinieblas y de las 43 Muchas veces los libraba, I pero ellos sombras d e la muerte, | y rompió sus case obstinaban en sus rebeliones, | y eran denas. humillados p o r sus iniquidades. !5 D e n gracias a Yavé p o r su piedad | y 44 M a s El vio sus tribulaciones I y o y ó p o r los maravillosos favores q u e hace a sus lamentos. los hijos de los hombres. 16 45 P o r haber r o t o puertas d e bronce | y Y se acordó de su alianza con ellos, I y su mucha misericordia le inclinó a la haber desmenuzado barras de hierro. 7 1 Dolientes, p o r su mala conducta I y piedad. •w Y los hizo objeto d e sus piedades | en p o r sus maldades estaban enfermos. 18 presencia de cuantos los tenían en cauT o d a comida les producía náuseas | tiverio. y estaban ya a las puertas de la m u e r t e ; 19 47 Y clamaron a Yavé en su peligro, | y ¡Sálvanos, Yavé, D i o s nuestro, y reúnenos de entre las gentes, I para que p o - los libró d e sus angustias. 20 damos cantar tu santo n o m b r e | y gloM a n d ó su palabra y los sanó | y riarnos en tus alabanzas! los sacó de la perdición. 21 D e n gracias a Yavé p o r su piedad | y p o r los maravillosos favores q u e hace D o x o l o g í a final d e l l i b r o 48 hijos d e los hombres. Bendito sea Yavé, D i o s de Israel, de a 2los 2 Y ofrézcanle sacrificios d e alabaneternidades en eternidades. I Y diga todo za, I y llenos de júbilo publiquen sus el p u e b l o : Amén. ¡Aleluya! obras. 23 Los q u e surcan el m a r en las n a L I B R O Q U I N T O ves I para hacer su negocio en la inmensidad d e las aguas; (107-150) 24 También éstos vieron las obras d e Yavé I y sus maravillas en el piélago. 107 (V. 106) 25 El dijo al huracán que soplara | y B e n i g n i d a d d e l a p r o v i d e n c i a d i v i n a levantó las olas del m a r . 26 Subían hasta los cielos y bajaban 1 «¡Alabad a Yavé, p o r q u e es bueno, | hasta los abismos; I su alma fluctuaba enporque es eterna su misericordia!» * 2 Digan así los rescatados de Yavé, | los tre angustias. 27 SAUHIIg r.^ lim-IIJ/ 1 Este salmo, que nos describe ya pasado el cautiverio babilónico, termina pintándonos " • la restauración con colores claramente mesiánicos, cosa frecuente en los profetas que deaIarrollan el mismo tema (Jer 31-33: Ez 34). R o d a b a n y vacilaban como ebrios, | y toda su pericia n o servía de nada. 28 Y clamaron a Yavé en su peligro, | y los libró de sus angustias. 29 T o r n ó el huracán en céfiro, | y las olas se calmaron. 30 Alegráronse porque se habían encalmado, I y los guió al deseado puerto. 31 D e n gracias a Yavé p o r su piedad | y por los maravillosos favores que hace a los hijos de los hombres. 32 Y alábenle en la asamblea del pueblo I y glorifíquenle en el consejo de los ancianos. 33 El torna en desiertos los ríos, | las fuentes de aguas en tierra árida. 34 Hace de la tierra fértil un salobral | p o r la maldad d e sus habitantes. 35 T o r n a el desierto en lago | y la tierra seca en manantiales de aguas. 36 Hace habitar allí a los hambrientos I y fundan allí ciudad de morada. 37 Siembran campos y plantan viñas | que d a n frutos abundantes. 38 L o s bendice y se multiplican, | y sus ganados n o disminuyen. 39 Y si vienen a ser pocos y oprimidos, I p o r el peso del infortunio y las fatigas, 40 El, que puede arrojar el oprobio sobre los príncipes | y los hace errar fuera de camino, 41 Salva a los pobres d e la miseria | y multiplica como rebaños sus familias. 42 Ven esto los justos y se regocijan, | y los malvados tienen que cerrar su boca. 43 ¿Quién es sabio que considere esto I y ponga atención en los favores de Yavé? 108 (V. 107) P e t i c i ó n d e l auxilio divino c o n t r a los enemigos 1 Cántico. Salmo de David. * Pronto está mi corazón, ¡oh Dios! P r o n t o está mi corazón; | quiero cantar y entonar salmos. 3 Despierta, alma m í a ; despertad, salterio y cítara, | y despertaré a la aurora. 4 Quiero alabarte entre los pueblos, ¡oh Yavé!, I y cantarte salmos entre las n a ciones. 5 Cantar que es m á s grande que los cielos tu misericordia | y que llega hasta las estrellas tu fidelidad. I 2 SALMOS 107-log 6 Álzate sobre los cielos, ¡oh D i o s ! 1 resplandezca en toda la tierra t u gi 0 'J V 7 Para que sean libertados t u s am dos, I danos el auxilio de t u diestra 8 " óyenos. V 8 Habló Dios p o r su s a n t i d a d : | « y triunfaré, dividiré a Siquem y mediré *í el valle de Sucot. 9 M í o es Galad, mío M a n a s e s ; | F,frn. es el yelmo de mi cabeza, | Jurjfl Jjí cetro; "' i° M o a b la bacía para l a v a r m e ; 1 bre E d o m pondré mi cabeza; | d e ' l a f.'¡" listea triunfaré». 11 ¿Quién me guiará a la c i u d a d for tificada, | quién m e llevará h a s t a l a J,J " mea? i 2 ¿No eres p o r ventura tú, ¡ o h D i o s ' que nos h a s rechazado, I y n o sales y a ' ¡oh Dios!, con nuestros ejércitos? * 13 D a n o s tu auxilio contra el enemigo I porque vana es la salud que viene del hombre. 1 4 C o n Dios haremos proezas, | El quebrantará a nuestros enemigos. 109 (V. 108) Oración imprecativa el e n e m i g o contra 1 Al maestro del coro. Salmo d e David. Dios, alabanza mía, no calles, * Porque la boca del impío y del d o loso se abren contra mi. I M e hablan con lengua engañosa, 3 R o d e a n m e de palabras d e odio | y me combaten sin causa. 4 E n pago de mi a m o r me maltratan, I y yo no hago m á s q u e orar. 5 M e vuelven mal p o r bien, | y odio p o r amor. * P o n contra él a u n impío | y esté a su diestra el acusador. 7 C u a n d o se le juzgue, salga condenado I y sea ineficaz su ruego. 8 Sean cortos sus días | y sucédale otro en su ministerio. 9 Sean huérfanos sus hijos, I y su m u jer viuda. 10 Vaquen errantes sus hijos y mendiguen, I sean arrojados de sus devastadas casas. 11 Arrebátele el acreedor cuanto tiene I y róbenle extraños c u a n t o adquirió c o n su trabajo. 2 1 Invoca el salmista la fidelidad de Dios en el cumplimiento de sus promesas para pedirle que libre al pueblo de sus enemigos. Los vv.8-14 son igualmente los 8-14 del salmo "O, y los w.2-7, los 8-12 del 57. 1 "A ^Q 1 O Q 1 ^e todos los salmos imprecatorios, os quizá éste el que con más extensión y vene0*?*** I U 3 c ¡ a c x p r e s a ¡ o s sentimientos del salmista contra sus enemigos. Las palabras no pued menos de chocar con nuestra mentalidad cristiana. Si el salmista puede considerarse como tipo Siervo paciente de Yavé, es en cuanto paciente, no en el modo de padecer y sufrir, ni *^ n .í ) , j en cuanto a los frutos de la pasión del Siervo de Yavé, que servirá para hacer triunfar la fadellu del Señor a sus promesas (véase en la Introducción a los Salmos, n.8). SALMOS 1 0 9 - 1 1 1 656 12 No tenga nadie que le favorezca I ni juzgan | y serán cubiertos como de un quien tenga compasión de sus huérfa- palio por la vergüenza. 30 nos. Yo ensalzaré grandemente a Yavé 13 Sea dada su posteridad al extermi- con mi boca | y le alabaré en medio de nio, | bórrese su nombre en una genera- la muchedumbre. 31 ción. Porque se pone a la derecha del 14 Venga en memoria ante Ya vé la cul- pobre | y le salva de los que le sentencian pa de los padres | y no sean olvidados los a muerte. * pecados de su madre. 15 n o (V. 109) Estén siempre presentes a Yavé | y extirpe de la tierra la memoria de ellos. El Mesías, rey y sacerdote eterno 16 Porque no se acordó de hacer misegún el orden d e Melquisedec sericordia, | sino que persiguió al misero Salmo de David. y al desvalido I y al afligido de alma 1 Oráculo de Yavé a mi Señor: | «Siénpara llevarle a la muerte. 1? Amó la maldición, venga sobre él; | tate a mi diestra I en tanto que pongo a no quiso la bendición, apártese de él. tus2 enemigos | por escabel a tus pies». * Extenderá Yavé desde Sión tu pode18 Vístase de maldición como de vestido suyo, | penetre como agua en sus entra- roso cetro: | «Domina en medio de tus enemigos». ñas | y como aceite en sus huesos. 3 19 «Tu pueblo se te ofrecerá espontáneaSea ella el vestido que le cubra | y el mente el día de tu esfuerzo. Sobre los cinto con que siempre se cifla. 20 Esta sea de parte de Yavé la merced montes sagrados serán para ti como rode los que me persiguen | y de los que cío4 del seno de la aurora». Ha jurado Yavé y no se arrepentirá: | imprecan males contra mi alma. 21 Pero tú, ¡oh Yavé!, Dios, protége- «Tú eres sacerdote eterno según el orde Melquisedec». * me por el honor de tu nombre, | defién- den 5 Yavé estará a tu diestra | quebrandeme tú según la bondad de tu miseritando reyes el día de su ira. cordia. 6 22 Juzgará a las naciones, llenando la Pues soy un misero desvalido | y mi región de cadáveres; I aplastará cabezas corazón está herido en mi pecho. 23 Voy desapareciendo como sombra en7 vasto campo. En el camino beberá del torrente, I y que se alarga, I soy sacudido como la con eso erguirá la cabeza. langosta; 24 Mis rodillas están debilitadas por el n i (V. 110) ayuno, | y mi carne, enflaquecida, desfallece. G r a n d e z a d e las obras d e Dios 25 Soy el oprobio de ellos, | me miran 1 lAleluya! y mueven la cabeza. 26 Alef: Quiero alabar a Yavé con todo Ven en mi socorro, Yavé, Dios mío; | mi corazón, I Bet: en la congregación, sálvame por tu piedad. 27 Conozcan que está en esto tu ma- en2 la gran asamblea de los santos. * Guímel: Grandes son las obras de no, | que eres tú, Yavé, quien lo ha heYavé, I Dálet: muy dignas de meditarse cho. 28 Maldicen ellos, pero tú bendecirás; | por3 todos cuantos en ellas se deleitan. He: Su obra es gloria y magnificenellos se yerguen contra mí, pero serán cia, I Vau: y su justicia permanece por confundidos, | y tu siervo se alegrará. 29 Se vestirán de ignominia los que me I los siglos. 31 L a liturgia aplica este salmo y otros semejantes a Jesucristo paciente. E n efecto, el justo que aqui habla puede considerarse como tipo del Siervo d e Yavé, paciente. 1 Este salmo tiene cierta semejanza con el 2. L a primera p a r t e de él es obscura; pero el fin n o lo es menos. Ya los judíos lo entendían del Mesías, y la objeción q u e Cristo nuestro Señor presenta a los judíos en su controversia con ellos n o tiende a contradecir esta creencia, sino a mostrar q u e el Mesías es algo más que hijo de David ( M t 22,42 ss.). Los apóstoles citan varias veces los versos 1 y 4 para mostrar la exaltación de Jesucristo y su sacerdocio (1 Cor 15,25; H e b 1,13; 5,6; 7,17; 10,13). L o s textos griego y hebreo difieren m u c h o en el verso 3. Según el griego, la escena del principio tendría lugar en el cielo, entre los esplendores d e la corte celestial; según el texto hebreo, en Jerusalén, donde Dios reina en su templo, y su ungido al lado de El. El pueblo le recibe con gusto y se pone a sus órdenes para emprender la guerra contra los adversarios, q u e quedan deshechos. T a l vez se inspira en D a n 7,13 s. 4 Según la antigua costumbre de todos los pueblos, el rey, como cabeza del pueblo, era el representante de éste ante la divinidad, y asi era el sumo sacerdote de la nación. T a l era Melquisedec, sacerdote y rey a la vez, y tal será el Mesías. N o así el sumo sacerdote, hijo de Leví ( H e b 6,19-7,28). 1 1* (\^ 1 1• 11 i Se celebran los portentos hechos por Yavé en favor de su pueblo, q u e han d e ser conatantemente recordados y agradecidos por sus fieles. 657 4 SALMOS 111-115 Zain: Hizo memorables sus maravillas; I Jet: Yavé es misericordioso y clemente. 5 Tet: Dio a comer a los que le temen, | Yod: acordándose siempre de su alianza. 6 Caf: Mostró a su pueblo el poderío de sus obras, | Lamed: dándole la posesión de las gentes. 7 Mem: Fidelidad y justicia son las obras de sus manos; | Num: son firmes todos sus preceptos. 8 Sámec: establecidos por los siglos, por la eternidad, | Ayin: obra de fidelidad y rectitud. ' P e : Rescató a su pueblo, | Sade: ratificó por eternidad su alianza; I Qof: su 10nombre es santo y terrible. Res: El principio de la sabiduría es temer a Yavé. | Sin: Los que esto hacen tienen buen entendimiento; | Tau: su alabanza permanece por los siglos. 1° Res: Verá esto el impío y se llenará de despecho, | Sin: rechinará los dientes y se repudrirá. | Tau: Los deseos del impío se frustrarán. 113 (V. 112) Benignidad d e Dios con los humildes 1 ¡Aleluya! Alabad, siervos de Yavé, | alabad el nombre de Yavé. * 2 Sea bendito el nombre de Yavé | ahora y por los siglos eternos. 3 Desde donde sale el sol hasta donde se pone I sea alabado el nombre de Yavé. 4 Excelso sobre todas las gentes es Yavé, I su gloria es más alta que los cielos. 5 ¿Quién semejante a Yavé, nuestro Dios, I que tan alto se sienta, 6 Que mira de arriba abajo | en los cielos y en la tierra? 7 Que levanta del polvo al pobre | y 112 (V. n i ) alza del estiércol al desvalido. 8 Bienandanzas del justo Dándole asiento entre los príncipes, | 1 entre los príncipes de su pueblo. ¡Aleluya! 9 Que hace habitar a la estéril en casa, Alef: Bienaventurado el varón que temadre gozosa de hijos. me a Yavé, | Bet: y se deleita en gran manera en sus mandamientos. * 2 114, 115 (V. 113) Guímel: Su descendencia será poderosa sobre la tierra, | Dálet: y la gene- El Señor es el Dios único, protector ración de los rectos será bendecida. de Israel 3 1 He: Habrá en su casa hacienda y ¡Aleluya! riquezas, I Vau: y su justicia permaneAl salir Israel de Egipto, | la casa cerá por los siglos. 4 del pueblo extranjero, * Zain: En las tinieblas resplandece co- de2 José de Judá su santuario, | de Ismo la luz para los rectos; I Jet: es mise- rael Hizo su imperio. ricordioso, clemente y justo. 3 5 Viole el mar y huyó, | el Jordán se Tet: Le va bien al varón que da y para atrás. presta, | Yod: mantiene su estado por echó 4 Saltaron los montes como carneros, I la justicia. 6 collados como corderos. Caf: Ciertamente no caerá para y 5los ¿Qué tienes, ¡oh mar!, que huyes; | tú, siempre, I Lamed: el justo será en eter- Jordán, que te echas atrás? na7 memoria. 6 ¿Vosotros, montes, que saltáis como Mem: No temerá la mala nueva; | carneros; | vosotros, collados, como corNum: su corazón estará firme, confiado deros? en Yavé. 7 8 A la venida de Yavé tiembla, ¡oh Sámec: Constante será su corazón, | a la venida del Dios de Jacob. impávido, I Ayin: en tanto que ve la tierra!, 8 Que hace de la piedra lago de aguas, suerte de sus enemigos. 9 Pe: Da y distribuye a los pobres, | de la roca fuente de aguas. Sade: su justicia permanece por los si1 glos, I Qof: su poder se exaltará glorioNo por nosotros, ¡oh Yavé!, no por samente. nosotros; | hazlo por la gloria de tu 1 1 ¿ ' Canta el poeta la bienaventuranza del justo y la benigna providencia d e Dios sobre él. j j 1 * Este salmo es el primero de los del grupo de Hallel (113-118), q u e se cantaban durante * ' ** las solemnidades anuales en el templo, y en las casas después del banquete pascual, como acción de gracias. Exalta la grandeza d e Dios, que se da a conocer sobre todo por su misericordia hacia los humildes. 1 •I •! A "I "1 ^ Estos dos salmos, bien distintos por el tema, en el texto griego y en la Vul' ' *j V **a*a f ° r m a n u n o solo. El primero canta los prodigios de Yavé al sacar a los israelitas d e Egipto. El segundo contrapone al Dios invisible de Israel, que mora en los cielos, los ídolos insensibles e impotentes, y termina pidiendo a Dios la bendición para su pueblo. 658 SALMOS 1)5-118 nombre, I por tu misericordia y tu fidelidad. 2 ¿Por qué h a n de decir las gentes: | «Dónde está su Dios»? 3 Está nuestro Dios en los cielos | y puede hacer cuanto quiere. 4 Sus ídolos son plata y oro, I obra de la m a n o de los hombres. 5 Tienen boca y no hablan, I ojos y no ven. 6 Orejas y n o oyen; | tienen narices y no huelen, 7 Sus m a n o s no palpan, sus pies no andan, | no sale de su garganta un murmullo. 8 Semejantes a ellos sean los que los hacen | y todos los que en ellos confían. 9 La casa de Israel confía en Yavé, | que es su protector y su defensor. 10 L a casa de Arón confía en Yavé, | que es su protector y su defensor. 11 Los que temen a Yavé confían en Yavé, | que es su protector y su defensor. 12 Acuérdase Yavé de nosotros | y nos bendecirá; | bendecirá a la casa de Israel, | bendecirá a la casa de A r ó n . 13 Bendecirá a los que temen a Yavé, | pequeños y grandes. 14 Acrézcaos Yavé a vosotros, I a vosotros y a vuestros hijos. 15 Benditos seáis de Yavé, | que hizo el cielo y la tierra. 16 Los cielos son cielos p a r a Yavé. | La tierra se la dio a los hijos de los hombres. 17 N o son los muertos los que pueden alabar a Yavé, | ni cuantos bajaron al seol. is Pero nosotros, sí, alabaremos a Yavé | ahora y p o r t o d a la eternidad. n 6 (V. 114, 115) Acción de gracias p o r h a b e r p r e s e r v a d o d e la m u e r t e 4 E invoqué el n o m b r e de Yavé: | «Salva, ¡oh Yavé!, mi alma». 5 Yavé es misericordioso y justo; | sí, nuestro Dios es piadoso. 6 Protege Yavé a los desvalidos: | yo era un mísero y El m e socorrió. 7 Vuelve, alma mía, a tu quietud, | porque Yavé fue generoso contigo. 8 Porque libró mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, | mis pies de la vacilación; 9 Y andaré en la presencia de Yavé, | en la tierra de los vivientes. 1° Lleno estaba de confianza, aun cuando decía: | «Estoy en demasía afligido». 11 H a b í a m e dicho en mi abatimiento: | «Todos los hombres son engañosos». 12 ¿Qué podré yo dar a Yavé I p o r todos los beneficios que me ha hecho? 3 1 T o m a r é el cáliz de la salud | e invocaré el n o m b r e de Yavé. 1 4 Cumpliré los votos que he hecho a Yavé I en la presencia de todo su pueblo. 15 Es cosa preciosa a los ojos de Yavé I la muerte de sus justos. 16 ¡Oh Yavé! Siervo tuyo soy, | siervo tuyo e hijo de u n a esclava tuya. I T ú rompiste mis cadenas. 1 7 T e ofreceré sacrificio de alabanza | e invocaré el n o m b r e de Yavé. 18 Cumpliré mis votos hechos a Dios | en la presencia de t o d o su pueblo. 9 1 En los atrios de la casa de Yavé, | en medio de ti, ¡Jerusalén! 117 (V. 116) I n v i t a c i ó n a las g e n t e s p a r a q u e a l a b e n al S e ñ o r 1 ¡Aleluya! Alabad a Yavé las gentes todas, | alabadle todos los pueblos. * 2 P o r q u e claramente se h a manifestado sobre nosotros su piedad; | y su fidelis i d o dad permanece p o r siempre. 118 (V. 117) ¡Aleluya! C a n t o triunfal Le a m o , p o r q u e oye Yavé | la voz de 1 ¡Aleluya! mis súplicas, * 2 Porque inclinó a mí sus oídos | en los Alabad a Yavé, porque es bueno, | pordías en que le invoqué. que es eterna su misericordia. * 3 2 Prendido me habían los lazos de la Diga la casa de Israel: | que es eterna muerte, I habíanme sorprendido las an- su misericordia. 3 siedades del sepulcro, | todo era angusDiga la casa de A r ó n : | que es etertia y afán p a r a mí, na su misericordia. 1 l Este salmo se halla, sin razón, dividido en dos en las versiones griega y latina. Da gracías a Dios el salmista por haberle librado de un próximo peligro de muerte. De aquí proviene otra vez la discordancia en la enumeración hebrea y latina, que continúa hasta el fin. -| "7 1 Este breve salmo es mesiánico, en cuanto invita a las naciones todas a alabar a Yavé • ' por la clara manifestación de su piedad y fidelidad, cumpliendo las promesas mesiánicas (Rom 15,11). 40 1 El poeta, librado por Dios de graves peligros, celebra el poder y la misericordia de Dioa I O para con él y muestra firme confianza en su protección. 1 -fI C** 1 1 659 4 Digan los que temen a Y a v é : | que es eterna su misericordia. 5 En la angustia invoqué a Yavé, | y me oyó Yavé, poniéndome en salvo. 6 Está p o r mí Yavé. ¿Que puedo temer, I qué podrá hacerme el hombre? 7 Está Yavé p o r mí como socorro m í o ; | despreciaré, pues, a todos los que m e odian. 8 Mejor es confiar en Yavé | que confiar en los hombres. 9 Mejor acogerse a Yavé I que fiar en los príncipes. 10 Todas las gentes m e cercaban, | y, confiado en el n o m b r e de Yavé, luego las derrotaba. 11 M e rodeaban p o r todas partes, | y, confiado en el n o m b r e de Yavé, las derrotaba. 12 M e rodeaban p o r todas partes, | quem a b a n como el fuego las espinas, | y, confiado en el n o m b r e de Yavé, las derrotaba. 13 Fui fuertemente empujado p a r a que cayera, | pero fue Yavé m i auxilio. 14 Yavé es mi fortaleza y a El le canto salmos; | El estuvo conmigo p a r a d a r m e la victoria. 15 Voces d e júbilo y d e victoria | resuen a n en las tiendas de los justos; | la diestra de Yavé ha hecho proezas. 1S L a diestra de Yavé m e ensalzó, | la diestra de Yavé h a hecho proezas. 7 1 N o moriré, viviré | p a r a poder cantar las obras de Yavé. is Castigóme, castigóme Yavé, | pero no m e dejó morir. 19 Abridme las puertas de la justicia, I y entraré p o r ellas p a r a dar gracias a Yavé. 20 Esta es la puerta de Yavé, | entran p o r ella los justos. 21 T e doy gracias, ¡oh Yavé!, porque m e oíste | y estuviste p o r mí p a r a Ta victoria. 22 La piedra que rechazaron los constructores I h a sido puesta p o r piedra angular. 23 Obra de Yavé es ésta, | admirable a nuestros ojos. 24 Este es el día que hizo Y a v é ; | alegrémonos y jubilemos en él. 25 ¡Oh Yavé!, danos, danos victorias; I danos, ¡oh Yavé!, prosperidades. 26 Bendito quien viene en el n o m b r e de Yavé; | nosotros os bendecimos desde la casa de Yavé. 27 Yavé es Dios, El nos m a n d ó su luz. I Enguirnaldad de frondas las víc- SALMOS 118-119 timas y traedlas a los cuernos del altar. 28 Tú eres mi Dios, yo te alabaré; I mi Dios, yo te ensalzaré. 29 Alabad a Yavé, porque es bueno, | p o r q u e es eterna su misericordia. 119 (V. 118) E x c e l e n c i a s d e la l e y d e D i o s 1 Bienaventurados aquellos que andan en camino inmaculado, | que caminan en la ley de Yavé. * 2 Bienaventurados los que guardan sus m a n d a t o s | y con t o d o su corazón le buscan. 3 Los que no cometieron iniquidad alguna I y marchan p o r sus caminos. 4 T ú mandaste que tus mandamientos | diligentemente se cumplieran. 5 Ojalá sean firmes mis caminos | en la guarda de tus preceptos. 6 Entonces no seré confundido | cuando atiendan a todos tus mandamientos. 7 T e confesaré con rectitud de corazón, I acostumbrándome a tus justísimos decretos. 8 G u a r d a r é tus mandamientos. | N o m e dejes jamás. 9 ¿Cómo mantendrá el joven la limpieza de sus caminos? | G u a r d a n d o tus palabras. 10 Y o te he buscado con t o d o el coraz ó n ; I no permitas que m e aparte de tus preceptos. 11 H e escondido en m i corazón tus palabras I para no pecar nunca contra ti. 12 ¡Bendito seas, oh Yavé! | Enséñam e tus preceptos. 13 C o n mis labios he pregonado | todos los decretos de tu boca. 14 M e he alegrado p o r el camino de tus amonestaciones I m á s que por todas las riquezas. 15 Quiero meditar tus preceptos, | considerar atentamente tus caminos. 16 M e deleitaré en tus estatutos, | no m e olvidaré de tu palabra. GUÍMEL Concede a tu siervo vivir I y que guarde tus preceptos. 18 Abre mis ojos | para que pueda ver las maravillas de tu ley. 9 1 Soy peregrino en la tierra, | no me encubras tus mandamientos. 17 1 Este salmo, el más largo de todo el Salterio, canta las excelencias de la divina ley. Es alfabético, y cada estrofa consta de ocho versos, que comienzan con la letra que a cada una corresponde según el orden alfabético hebreo. En cada uno de los ocho versos de la estrofa se menciona la ley divina, designada con una palabra distinta: ley, mandamientos, juicios, estatutos, etc. Tal vez en su origen el orden de todos estos distintos nombres fuera el mismo en todas las estrofas; pero hoy no sucede asi, seguramente por los inevitables descuidos de los copistas. 1 1 QJ 660 661 Que guarde siempre tu ley | por todos los siglos. 45 Que marche en holgura, | porque he buscado tus preceptos. 46 De tus mandamientos hablaré aun ante los reyes, | no me avergonzaré. 47 Me deleitaré en tus mandamientos, | que es lo que amo. 48 Alzaré mis manos a tus mandamientos | y meditaré en tus decretos. 71 SALMOS 1 1 9 >" Consúmese mi alma I por el deseo constante de tus decretos. 21 Tú increpas a los soberbios | y son malditos cuantos se desvían de tus mandamientos. 22 Aparta de mí el oprobio y el desprecio, | pues he guardado tus mandamientos. 23 Aunque se sienten los príncipes en consejo y hablen contra mí, | tu siervo meditará tus estatutos. 24 También tus amonestaciones son mis delicias, | mis consejeros tus estatutos. DÁLET 2 5 Pegada al polvo está mi a l m a : conserva m i vida según tu palabra. | 26 Te expuse mis necesidades y me escuchaste; | enséñame tus preceptos. 27 Haz que entienda los caminos de tus mandamientos I y pueda meditar sobre tus28 maravillas. Va mi alma encorvada por la tristeza;29 [ levántame tú según tu palabra. Apártame del camino de la mentira | y dame, clemente, tus enseñanzas. 30 Elegí el camino de la verdad, | hice míos tus decretos. 31 Estoy adherido a tus mandamientos; | ¡oh Yavél, no permitas que sea confundido. 32 Correré por el camino de tus mandamientos | cuando tú ensanchares mi corazón. HE 33 44 ZAIN 49 Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, | en la cual me hiciste esperar. 50 Este es mi consuelo en mi aflicción: | que tu palabra me da la vida. 51 Mucho se empeñan los petulantes en descarriarme, | pero yo no me aparto de tu ley. 52 Me acuerdo de tus juicios de tiempo antiguo, | ¡oh Yavé!, y me consuelo. 53 Ardo al ver que los impíos I se apartan 4 de tu ley. « Fueron mis cantos tus estatutos I en la 55casa de mi peregrinación. De noche me acuerdo de tu nombre, ¡oh Yavé!, | y guardo tu ley. 56 Esta ha sido mi suerte: 1 guardar tus preceptos. JET " Mi porción, ¡oh Yavé!, dije, | es guardar tu palabra. 58 Te pido y te ruego con todo el corazón | que me seas propicio según tu palabra. 59 Miro y remiro mis caminos I y hago que marchen mis pies por tus mandamientos. Instruyeme, ¡oh Ya vé!, en el camino de tus mandatos, | pararquédel todo los cumpla. 60 M e apresuro y n o vacilo | en guar34 Dame entendimientp para que guar- dar tus m a n d a t o s . 61 de tu ley | y la cumpla con todo el coraLas redes de los impíos me estrezón. charon, | pero yo no me olvidé de tu ley. 35 Haz que vaya por la senda de tus 62 M e levanto a medianoche | p a r a darmandamientos, | que son mi deleite. te gracias p o r tus justos juicios. 3 63 6 Inclina mi corazón a tus consejos, | Soy amigo de cuantos te temen | y no a la avaricia. guardan tus mandamientos. 37 6 4 Aparta mis ojos de la vista de la vaLa tierra está llena, ¡oh Yavé!, de tus nidad | y dame la vida de tus caminos. piedades; | enséñame tus mandatos. 3 8 Cumple a tu siervo tu palabra, | la que a quienes te temen prometiste. VAU ti Venga, pues, sobre mí tu piedad, ¡oh Ya42vé!; I tu salud según tu palabra; Para que a quienes me increpan pueda responderles I que he esperado en tu palabra. 43 No quites jamás de mi boca las palabras de verdad I que espero en tus decretos. guardar los decretos de tu justicia. GAF 81 Deshácese mi alma por el deseo de tu 82ayuda; [ espero tu promesa. Consúmense mis ojos por el deseo de tu palabra, | diciendo: «¿Cuándo me consolarás?» 83 Porque estoy como odre puesto al humo, | pero no olvido tus estatutos. 84 ¿Cuántos serán los días de tu siervo? | ¿Cuándo harás justicia con los que me85persiguen? Cavaron los soberbios hoyas para mí, | los que no son según tu ley. 86 Todos tus mandamientos son verdad, | pero pérfidamente me persiguen. ¡Socórreme! 87 Casi me han echado por tierra, | pero yo88no he abandonado tus preceptos. Vivifícame según tu misericordia I para que guarde las palabras de tu boca. LAMED 89 TET 39 65 Aparta de mí el oprobio que temo, | Obraste benignamente con tu sierporque tus decretos son para bien. vo, | ¡oh Yavé!, según tu palabra. 40 Mira que he anhelado tus preceptos, | 66 Enséñame y dame la dicha de saber y guarda mi vida en tu justicia. y conocer, I pues que creo en t u s m a n - damientos. 67 Antes de ser humillado estuve descarriado, | pero ahora guardo tu ley. 68 T ú eres bueno y bienhechor; | enséñ a m e tus estatutos. 69 Sugeríanme falsedades los soberbios, | pero yo guardo con todo corazón tus preceptos. 70 Craso está como sebo su corazón, I pero yo tengo en tu ley todas mis delicias. SALMOS 1 1 9 Bien me ha estado ser humillado | paMEM ra 72aprender tus mandamientos. 97 ¡Cuánto amo tu ley! | Es mi asidua Mi mayor bien es la ley de tu boca, | meditación. mejor que millones de oro y de plata. 4,8 Tu ley me hace más sabio que mis enemigos, | porque de cierto está conmigo YOD eternamente. 73 99 Tus manos me hicieron y me formaMe hace más prudente que cuantos ron ; | dame entendimiento para saber tus me enseñan | si son tus mandamientos mi mandamientos. meditación. 74 Los que te temen me ven y se ale100 s 0 y m á s entendido que los anciagran | porque he esperado en tu palabra. nos | si guardo tus preceptos. 75 101 Conozco, ¡oh Yavé!, que son justíRetraje mis pies de todo mal camisimos tus juicios | y que con razón me no | para guardar tu palabra. 2 afligiste. i° No me he apartado de tus manda76 Consuéleme tu piedad, | según tu pa- tos, | porque con ellos me enseñaste. labra a tu siervo. i° 3 ¡Cuan dulces son a mi paladar tus 77 Venga a mí tu misericordia y revivi- preceptos, | más que la miel para mi boca! ré,78| porque tu ley es mi delicia. 104 D e tus preceptos saco inteligencia; | Confundidos sean los soberbios que p o r eso detesto toda falsa senda. sin razón me afligen, | pero yo meditaré en tus amonestaciones. NUM 79 Vengan a mí los que te temen, | los 105 Xu palabra es p a r a mis pies una lámque conocen tus mandatos. 80 Sea íntegro mi corazón en tus esta- para,6 | la luz de mis pasos. i" H e jurado, y quiero cumplirlo, | tutos, | no sea confundido. Tu palabra, ¡oh Yavé!, es eterna, | persiste tanto como el cielo. 90 Es por generaciones y generaciones tu 91verdad; I formaste la tierra y perdura. A tu decreto obedecen el día y la noche, | pues todo te sirve. 92 Si tu ley no fuera mi delicia, I ya antes93habría perecido en mi aflicción. No me olvidaré jamás de tus preceptos, | pues con ellos me has dado la vida. 94 Tuyo soy; sálvame, | pues busco tus preceptos. 95 Esperan los impíos perderme, | pero yo96pongo mi atención en tus avisos. A todo lo perfecto veo un límite, | pero tus mandamientos son amplísimos. 107 Estoy sobremanera afligido. | ¡Oh Yavé!, vivifícame según tu palabra. !0S Acepta benignamente, ¡oh Yavé!, las oblaciones de mi boca | y enséñame tus decretos. 109 Mi vida está en constante peligro, | pero no he dado al olvido tu ley. n° Me pusieron los impíos una trampa, I pero no me desvié de tus preceptos. n i Son mi heredad para siempre tus palabras, I son ciertamente el gozo de mi corazón. n 2 Inclino mi corazón a cumplir tus mandamientos, | desde ahora para la eternidad. SÁMEC 113 Detesto la doblez del corazón | y amo4 tu ley. 11 Tú eres mi defensa y mi escudo, | y espero en tus palabras. H5 Aprended de mí los impíos | y dejadme guardar los mandamientos de mi Dios. 116 Sosténme según tu palabra, y viviré, I y no permitas que vea frustrada mi esperanza. 117 Susténtame para que sea salvo | y me convierta siempre a tus preceptos. u s Tú aborreces a cuantos se apartan de tus mandamientos, | porque sus pensamientos son pérfidos. 119 Escorias son para ti todos los impíos de la tierra; I por eso yo amo tus preceptos. 120 Se estremece mi carne por temor a ti I y temo tus juicios. 662 SALVO* 119 AYIN 121 H e hecho justicia y derecho; ] n o me dejes en manos de mis opresores. I M Responde p o r tu siervo para bien, | no m e o p r i m a n los soberbios. J 23 Consúmense mis ojos por el deseo de t u socorro I y del edicto de tu justicia. 124 H a z con tu siervo según tu piedad | y enséñame tus decretos. 125 Siervo tuyo soy; dame entendimiento | para conocer tus mandamientos. 126 Tiempo es de obrar por Yavé, | pues quieren destruir tu ley. 127 P o r eso yo a m o tus mandamientos I más que el oro, que el o r o purísimo. 128 H e procedido rectamente conforme a todos tus preceptos | y he odiado t o d o camino falso. PE 129 Son admirables tus testimonios; | p o r eso los guarda m i alma. 130 L a explicación de tus palabras I ilumina y da inteligencia a los rudos. 131 A b r o mi b o c a y suspiro | p o r el deseo de tus mandamientos. 132 Vuélvete a mí y séme propicio, I co- mo haces con los que aman tu nombre. 133 Dirige mis pasos con tus palabras | y n o dejes que m e domine iniquidad alguna. 134 Líbrame de la opresión de los h o m bres | para que pueda guardar tus preceptos. 135 Muestra tu serena faz a tu siervo | y enséñame tus preceptos. 136 Arroyos de aguas caen de mis ojos, | p o r q u e no guardaron t u ley. 148 Se anticipan a las vigilias mis ojos | para meditar tus palabras. !4í> Oye mi voz según tu misericordia, ¡oh Yavé!, | y h a z que viva según tus decretos. 150 Acercáronse los que malignamente m e persiguen, | los que se apartaron de tu ley; 151 Pero cercano estás tú, ¡oh Yavé!, | y todos tus mandamientos son fidelísimos. 152 M u c h o h a que entendí que tus m a n damientos | los fundaste p a r a el tiempo de la eternidad. RES 153 Ve mi aflicción y sácame de ella, | pues n o he olvidado tu ley. 154 Defiende mi causa y protégeme; | según t u palabra, d a m e vida. 155 M u y lejos está de los impíos la salvación, | porque n o buscan tus mandatos. 156 M u y abundantes son tus misericordias, | ¡oh Yavé!; haz que viva según tus decretos. !57 M u c h o s son mis enemigos y perseguidores, | pero n o m e a p a r t o de tus m a n damientos. 15 » V e o a los rebeldes y m e recomo, 1 p o r q u e n o guardan tus preceptos. 15» M i r a que a m o tu ley, | ¡oh Yavé!; consérvame según t u piedad. 160 L a suma de tu palabra es la verdad, | y todos los decretos de t u boca son p a r a la eternidad. SIN 161 Persiguiéronme sin causa los prínSADE cipes, | pero mi corazón temía tus pala137 Justo eres, ¡oh Yavél, | y justos son bras. tus juicios. 138 Mandaste tus mandamientos c o n justicia | y con suma benignidad. 139 El celo m e consume, | p o r q u e d a n al olvido tus palabras mis enemigos. 140 Acendrada del t o d o es tu palabra, | y tu siervo la ama. 141 Pequeño y despreciable soy, | pero no m e olvido de tus preceptos. 142 T u justicia es eterna I y tu doctrina es firmísima verdad. 143 L a angustia y la aflicción se apoderaron de m í ; I tus mandamientos serán mis delicias. !44 Justa n o r m a son por la eternidad tus preceptos; | haz i[ue los entienda y viva. 162 Tan contento estoy con tus palabras | c o m o quien halla a b u n d a n t e presa. 163 o d i o y a b o m i n o la falsedad | y a m o tu doctrina. 164 Siete veces te alabo en el día | p o r los decretos de tu justicia. 165 M u c h a paz tienen los que a m a n tu ley; | n o hay p a r a ellos tropiezo. 166 H e esperado de ti m i salvación, ¡oh Yavé!, | y he cumplido tus mandamientos. 167 H a guardado mi alma tus enseñanzas | y las a m o en extremo. 168 G u a r d o tus preceptos y tus enseñanzas, | p o r g u e t o d o s mis caminos están a tus ojos. TAÜ QOF 169 Llegue mi súplica a t u presencia, ¡oh 145 Clamo con todo mi corazón, óye- Yavé!, | y según tu palabra, dame intelime, | ¡oh Yavé!; haz que guarde tus pre- gencia. 170 Venga mi deprecación a ti | y, según ceptos. 146 Clamo a ti, socórreme, | p a r a que tu palabra, sálvame. 171 Mis labios te cantarán alabanzas I si guarde tus mandamientos. 147 M u y de m a ñ a n a vengo yo a implo- me enseñas tu ley. i'2 C a n t a r á mi lengua t u palabra, I p o i rar tu auxilie | y espero tu palabra. 663 SALMOS 119-124 que justísimos son todos tus mandamientos.? i 3 Sea conmigo tu mano para ayudarme, | pues he elegido tus preceptos. 122 (V. 121) Salutación a Jerusalén 1 Cántico gradual. D e David. 174 Deseo tu salud, ¡oh Yavé!, | pues tu Alégreme de lo que me decía: | «Valey es mi deleite. m o s a la casa de Yavé». * 2 175 v i v a mi alma p a r a alabarte | y denY a están nuestros pies | en tus puerme ayuda tus decretos. tas, ¡oh Jerusalén! 176 s i errare como oveja perdida, busca 3 Jerusalén, edificada como ciudad | a tu siervo, [ pues no m e he olvidado de bien unida y compacta. 4 tus mandamientos. A d o n d e suben las tribus, | las tribus de Yavé, según el rito de Israel, | para ce120 (V. i19) lebrar el n o m b r e de Yavé. 5 Allí se alzaron las sillas del juicio, | las Quejas contra los perturbadores sillas de la casa de David. de la paz 6 R o g a d por la paz de Jerusalén. | Vi1 Cántico gradual. van en seguridad los que te aman. 7 En la angustia clamé a Yavé, | y El m e Reine la seguridad dentro de tus murespondió. * ros, I la tranquilidad en tus palacios. 2 8 Libra, ¡oh Yavé!, mi alma del labio Por a m o r de mis h e r m a n o s y compamendaz, | de la lengua fraudulenta. ñeros, I te deseo la paz. 9 3 ¿Qué se te dará y qué se te añadirá, | Por a m o r de la casa de Yavé, nuesoh lengua dolosa? tro Dios, I te deseo t o d o bien. 4 Saetas agudas de u n fuerte | c o n carbones de retama. 123 (V. 122) 5 ¡Ay de mí, peregrino en Mesec, ] que habito en las tiendas de Cedar! Ferviente petición del auxilio divino 6 D e m a s i a d o se lia prolongado mi des1 Cántico gradual. tierro I entre estos enemigos de la paz. A ti alzo mis ojos, | a ti que habitas en 7 Y o soy todo paz, pero así que les h a los cielos. * blo, I ya está la guerra. 2 C o m o están atentos los ojos del siervo a las m a n o s de su señor, | como están 121 (V. 120) atentos los ojos de la esclava I a la m a n o Seguridad del protegido p o r Dios de su señora, | así se alzan nuestros ojos a Yavé, nuestro Dios, | hasta que tenga 1 Cántico gradual. misericordia de nosotros. 3 Alzo mis ojos a los montes, | de donTen misericordia, ¡oh Yavé!, ten mide m e h a de venir el socorro. * sericordia de nosotros, | porque estamos 2 Mi socorro ha de venirme de Yavé, | del todo hartos de menosprecios. el H a c e d o r de los cielos y de la tierra. 4 M u y h a r t a está nuestra alma | del es3 N o consentiré que resbalen tus pies, | carnio de los ricos | y de los desprecios no dormirá tu custodio. de los soberbios. 4 N o dormirá, no dormitará | el que guarda a Israel. 5 124 (V. 123) Yavé es tu custodio, | Yavé es tu p r o tector a tu derecha. Acción de gracias por el auxilio 6 P o r el día no te molestará el sol, | ni recibido por la noche la luna. 7 Yavé te guardará de t o d o mal, | guar1 Cántico gradual. D e David. d a r á tu vida; A no haber estado Yavé por nosotros, | 8 G u a r d a r á Yavé tus salidas y tus en- diga Israel, * 2 tradas I ahora y p o r la eternidad. A no haber estado Yavé p o r nosotros | 1 primero de los llamados salmos graduales (de las ascensiones), que terminan con 120 el Es134,elgrupo de cantos que cantaban los que de todas partes subían a Jerusalén para celebrar las varias festividades del año. Se lamenta el salmista de su prolongado destierro entre gentes enemigas de la paz. 121 122 123 124 1 1 Canta el poeta la firme seguridad de Israel, a quien protege su Dios. El poeta, lleno de entusiasmo al contemplar la Jerusalén restaurada, pide para ella toda suerte de bendiciones. 1 Amargado por los oprobios de que el pueblo es objeto por parte de los gentiles, pide el salmista a Dios que los haga cesar. 1 El salmista da gracias a Dios por haber librado a su pueblo cuando parecía que no había ya salvación para él. SALMOS 124-129 anuido se alzaron contra nosotros los hombres, 3 Vivos nos habrían tragado entonces. | Cuando ardía su ira contra nosotros. 4 Ya entonces nos habrían sumergido las aguas; I hubiera pasado sobre nuestra alma un torrente; 5 Y nos habrían ahogado las bullentes aguas. 6 Bendito sea Yavé, | que no nos dio por7 presa de sus dientes. Escapó nuestra alma como una avecilla al lazo del cazador; | rompióse el lazo y fuimos librados. 8 Nuestro auxilio es el nombre de Yavé, | que hizo los cielos y la tierra. 664 6 Van tristes, llorando, | los que llevaban la semilla para arrojarla. | ¡Vendrán alegres, jubilosos, | cargados de sus haces! 127 (V. 126) Todo éxito depende de la divina protección 1 Cántico gradual. De Salomón. Si Yavé no edifica la casa, | en vano trabajan los que la construyen. | Si no guarda Yavé la ciudad, | en vano vigilan sus centinelas. * 2 Vano os será madrugar, acostaros tarde I y que comáis el pan del dolor; | es Yavé el que a sus elegidos da el pan en sueños. 3 Don de Yavé son los hijos; | es merced suya el fruto del vientre. 4 Lo que las saetas en la mano del guerrero, I eso son los hijos de la flor de los años. 5 Bienaventurados los que de ellos tienen llena su aljaba; I no serán confundidos I cuando hayan de litigar en la puerta con su adversario. 125 (V. 124) Invocación del auxilio divino sobre Israel 1 Cántico gradual. Los que confían en Yavé son como el monte de Sión, | que es inconmovible y permanece por siempre. * 2 Está Jerusalén rodeada de montes, | y así rodea Yavé a su pueblo | ahora y por la eternidad. 3 De cierto no permanecerá el cetro de 128 (V. 127) los impíos I sobre la suerte de los justos, I Felicidad del justo para que no tiendan los justos sus manos a la iniquidad. 1 Cántico gradual. 4 Bienaventurado tú si temes a Yavé | y Haz, ¡oh Yavé!, bien a los buenos, | a andas por sus caminos. * los5 rectos de corazón; 2 Mas a los que van por caminos torComiendo lo ganado con el trabajo de tuosos, I remuévalos Yavé juntamente tus3 manos, | serás feliz y bienaventurado. con los impíos. | ¡Paz sobre Israel! Tu mujer será como fructífera parra | en el interior de tu casa. | Tus hijos, como 126 (V. 125) renuevos de olivo ) en derredor de tu mesa. 4 Así ciertamente será bendecido el vaPetición de la plena restauración rón I que teme a Yavé. 1 5 Cántico gradual. Bendígate Yavé desde Sión | y veas Cuando restauró Yavé la suerte de próspera a Jerusalén todos los días de tu Sión, I estábamos como quien sueña. * vida; 2 6 Llenóse entonces de risas nuestra boY veas los hijos de tus hijos, | la paz ca I y de alegres cantares nuestra lengua. | sobre Israel. Decían entonces las gentes: | «¡Magní129 (V. 128) ficamente ha obrado con éstos Yavé!» 3 Magníficamente, en verdad, obró YaOración contra los enemigos vé4con nosotros, | y nos llenamos de gozo. del pueblo Restaura, ¡oh Yavé!, nuestra suerte, | 1 como los arroyos del Mediodía. Cántico gradual. 5 Los que en llanto siembran, | en júbilo «Mucho me han atribulado desde mi cosechan. juventud»; | dice Israel:* •í O Jí * La seguridad de los que en Dios confían es tan grande como la de Jerusalén, fuerte • ¿ « ^ por su posición y más aún por la protección de Yavé. l O f i 1 Con grande admiración de Israel, la restauración de Sión está comenzada; el salmista • ^ ^ pide la consumación de la misma. 127 1 Sin Dios nada hay seguro; con El, todo lo está. 128 1 Felicidad del justo bendecido del Señor con las bendiciones que la Ley promete. •1 O Q l El nombre de Israel declara el salmista haber sufrido mucho de los enemigos del pueblo; * £*** pero Dios, justo, lo libró de los malvados. 665 SALMOS 129-133 2 «Mucho me han atribulado desde mi adolescencia, I pero no prevalecieron contra3 mí». Aradores araron sobre mis espaldas, I hicieron largos surcos. 4 Pero es justo Yavé, | y rompió las coyundas de los impíos. 5 Sean confundidos y vuélvanse atrás \ todos los que aborrecen a Sión. 6 Sea como la hierba de los tejados, | que se seca antes de ser arrancada; 7 De que no llena su mano el segador | ni su seno el que recoge las gavillas; 8 Ni dicen de ella los transeúntes: I «La bendición de Yavé sobre vosotros; I os bendecimos en el nombre de Yavé». 133 (V. 131) Canto para la dedicación del templo de Salomón 1 Cántico gradual. Acuérdate, ¡oh Yavé!, de David | y de su gran solicitud. * 2 Cómo juró a Yavé I e hizo voto al Poderoso de Jacob. 3 «No entraré en la morada de mi casa | ni 4subiré al lecho de mi estrado; No daré a mis ojos el sueño, | ni el dormir a mis párpados; 5 Mientras no halle estancia para Yavé | y habitación para el Poderoso de Jacob». 6 He aqui lo que hemos oído en Efrata, | lo que hemos hallado en los campos de 130 (V. 129) Jaar: Imploración de la divina '«Vamos a su habitación, | adoremos ante el escabel de sus pies». misericordia 8 1 Levántate, Yavé, y ven a tu morada, | Cántico gradual. De lo profundo te invoco, ¡oh Yavé! * tú 9y el arca de tu majestad. 2 Vístanse tus sacerdotes de justicia I y Oye, Yavé, mi voz; | estén atentos jubilen alegremente tus santos. tus3 oídos I a la voz de mis súplicas. 10 Por amor de David, tu siervo, | no Si guardas, ¡oh Yavé!, la memoria de apartes de tu ungido. los delitos, I ¿quién, ¡oh Señor!, podrá sub- te 11 Juró Yavé a David esta verdad y no sistir? 4 Pero eres indulgente, | para que seas se apartará de ella: | «Del fruto de tus entrañas pondré sobre tu trono. reverenciado con temor. 5 12 Si guardan tus hijos mi alianza I y Yo espero en Yavé, | mi alma espera las enseñanzas que yo les daré, I también sus promesas. 6 Espera mi alma a Yavé I más que el sus hijos por siempre se sentarán sobre alba los centinelas nocturnos. | Más que tu 13trono». Ciertamente eligió Yavé a Sión, I le el alba los centinelas nocturnos 7 espera adoptó por morada suya. Israel a Yavé. 14 «Esta será por siempre mi mansión; | Porque de El viene la misericordia y aquí habitaré, porque la he elegido. generosa redención. 15 8 Daré mi bendición a sus provisiones | El, pues, redimirá a Israel 1 de todas y saciaré de pan a sus pobres. sus iniquidades. 16 Revestiré de salud a sus sacerdotes | y sus santos se alegrarán jubilosos. 131 (V. 130) 17 Aqui haré crecer el poder de David | Confesión de humildad y prepararé la lámpara a mi ungido. 1 18 Cántico gradual. De David. A sus enemigos los cubriré de ignoNo se ensoberbece, ¡oh Yavé!, mi co- minia I y brillará sobre él mi diadema». razón I ni son altaneros mis ojos, I no corro detrás de grandezas | ni tras de 133 (V. 132) cosas demasiado altas para mí.* 2 Antes he reprimido mis deseos, | como Deleitosa comunión la de los santos niño destetado en los brazos de la madre, | 1 Cántico gradual. De David. como niño destetado está mi alma. 3 Ved cuan bueno y deleitoso es | habiEspera, ¡oh Israel!, en Yavé | ahora y tar en uno los hermanos. * para siempre. 130 131 132 1 De lo profundo de su tribulación clama el salmista a Dios, seguro de alcanzar la misericordia de Yavé. 1 1 Humillado ante Dios, el salmista confía en El e invita a Israel a la misma confianza. Recuerda el salmista la piedad de David al trasladar el arca a Jerusalén, su propósito de levantar un templo, la promesa que Dios, en pago, le hizo de perpetuar su dinastía y la elección de Sión para morada de Dios. El mesianismo de este salmo es claro, atendiendo a que el tema en él desarrollado es la promesa de Dios a David. Este sentido mesiánico resalta más claramente en los versículos finales. 0 O * 1 Qué grata es la sociedad de los que están hermanados por la piedad y el temor de 0 0 DiosI 1 SALMOS 666 133-135 2 en la tierra, | en el m a r y en t o d o s los abismos. 7 El trae las nubes desde los confines de la tierra, | El hace los relámpagos para la lluvia, I saca el viento de sus escondrijos. 8 El hirió a los primogénitos de los egipcios, lo mismo hombres que ganados. 9 M a n d ó señales y portentos sobre ti, Egipto; I sobre el F a r a ó n y sobre todos 134 (V. 133) sus subditos. A c c i ó n d e gracias para la t a r d e 10 El hirió a numerosas gentes | y m a t ó 1 a poderosos reyes. Cántico gradual. 11 A Seón, rey de los amorreos, I y a Mirad, bendecid a Yavé vosotros todos los siervos de Yavé, | los q u e de noche Og, rey d e Basan, | y a todos los reinos de Canán; permanecéis en la casa de Yavé. Es como finísimo óleo sobre la cabeza, | q u e desciende sobre la barba, la barba de Arón, | y baja hasta la orla del vestido. 3 C o m o el rocío del H e r m ó n , | que desciende sobre los montes de Sión, I pues allí envía Yavé su bendición y vida eterna. Semitas cautivos tocando la cítara 12 Y d i o sus tierras en heredad, | en 1 Alzad vuestras m a n o s al santuario | heredad a Israel, su siervo. y bendecid a Yavé. 3 3 1 ¡Oh Yavé!, t u n o m b r e es eterno. | YaDesde Sión bendígate Yavé, | Hacevé, tu memoria perdura de generación en dor de cielos y tierra. generación. 14 Porque protege Yavé a su pueblo | y 135 (V. 134) se muestra propicio a sus siervos. Canto de acción d e gracias ! ' Los simulacros d e las gentes son o r o 1 y plata, I obra de las m a n o s de los h o m ¡Aleluya! Alabad el n o m b r e de Yavé, alabadlo, bres. 16 Tienen b o c a y n o hablan, | tienen siervos de Yavé. * 2 y n o ven, Que estáis en la casa de Yavé, I en ojos 17 Tienen orejas y n o oyen, | n o h a y los atrios de la casa de nuestro Dios. 3 en su boca. Alabad a Yavé, porque es b u e n o ; | aliento 18 Semejantes a ellos son los q u e los cantad salmos a su nombre, p o r q u e es hacen | y cuantos en ellos confían. benigno; 4 19 Casa d e Israel, bendecid a Y a v é ; | Porque eligió Yavé para sí a Jacob, | casa de Arón, bendecid a Yavé. a Israel p o r posesión suya. 20 5 Casa de Leví, bendecid a Yavé; I los Ciertamente sé q u e Yavé es grande, | que nuestro Señor está p o r encima de que teméis a Yavé, bendecid a Yavé. 21 Bendito sea Yavé desde Sión, | el todos los dioses. 6 Yavé hace cuanto quiere en los cielos, que habita en Jerusalén. I ^*OJ* 1 ^0 "ti 1 Es este salmo una invitación a los sacerdotes y levitas q u e pernoctan en el templo para q u e bendigan al Señor. í Alabanza a Yavé por las graneles obras q u e ha realizado, sobre todo en favor d e su pueblo. Ante El, los ídolos son nada. 667 SALMOS 136-138 136 (V. 135) C a n t o d e a c c i ó n d e gracias 1 ¡Aleluya! Alabad a Yavé, porque es bueno, | R. porque es eterna su misericordia. * 2 Alabad al Dios de los dioses, I R. 3 Alabad al Señor d e los señores, | R. 4 Al q u e es el único en hacer grandes maravillas, | R . 5 Al que hizo sabiamente los cielos, | R. 6 Al q u e afirmó la tierra sobre las aguas, I R. 7 Al que hizo los grandes luminares, | R . 8 El sol, p a r a dominar de día, | R . 9 L a luna, para dominar la noche, [ R . 10 Al que hirió a los primogénitos de Egipto, I R . 11 Y sacó a Israel d e en medio de ellos, I R . 12 Con m a n o fuerte y brazo tendido, [ R . 13 Al que dividió en partes á m a r R o jo, I R . 4 1 Y llevó a Israel por en medio de él, | R . 15 Y sumergió al F a r a ó n y a su ejército en el m a r Rojo, | R . 16 Al q u e condujo a su pueblo p o r el desierto, l R . 1 7 Que hirió a grandes reyes, I R . 18 Y m a t ó a reyes poderosos, | R . 19 A Seón, rey de los amorreos, I R. 20 Y a Og, rey de Basan, | R . 21 Cuyas tierras dio en heredad, I R. 22 En heredad a Israel, su siervo, | R. 23 Q u e en nuestra humillación se acordó de nosotros, I R . 24 Y nos libró de nuestros enemigos, | R . 25 Que da p a n a toda carne, | R . 2 « Alabad al Dios del cielo. I R . 3 Allí los q u e n o s tenían cautivos n o s pedían que cantásemos; | los q u e n o s habían llevado atados, que nos alegrásemos : i «Cantadnos alguno de los cánticos de Sión». 4 ¿Cómo cantar en tierra extranjera | los cánticos de Yavé? 5 Si yo m e olvidare d e ti, Jerusalén, | sea echada en olvido mi diestra; 6 Pegúese mi lengua al paladar si yo no m e acordase de ti, | si no pusiera a Jerusalén p o r encima de toda alegría. 7 Recuerda, ¡oh Yavé!, a los edomitas el día de Jerusalén, | los que decían: «Arrasadla, arrasadla hasta los cimientos». 8 Hija de Babel, devastadora, | bienaventurado quien te dará lo que tú n o s diste a nosotros. 9 ¡Bienaventurado quien cogerá a tus niños I y los estrellará contra las piedras! 138 ( V . 137) C a n t o d e acción d e gracias 1 D e David. Quiero alabarte, ¡oh Yavé!, con todo mi corazón, | porque escuchaste las palabras de m i boca. Te cantaré salmos ante los ángeles, * 2 M e prosternaré ante tu santo templo, | y cantaré tu nombre | por tu misericordia y tu fidelidad, pues has magnificado sobre todas las cosas | tu n o m b r e y tu promesa. 3 Y cuando te invoqué m e oíste, I y fortaleciste grandemente mi alma. 4 Te alabarán, ¡oh Yavé!, todos los reyes de la tierra | cuando oigan todas las palabras de tu boca. 5 Celebrarán los caminos de Yavé; | «¡Grande es, ciertamente, la gloria de 137 (V. 136) E l a m o r d e l o s c a u t i v o s p o r S i ó r Yavé!» 6 Excelso es Yavé, y atiende al humil1 J u n t o a los ríos de Babilonia, allí de, I pero al soberbio le mira desde lejos. 7 nos sentábamos | y llorábamos acordánC u a n d o estoy en medio de la tribuladonos de Sión. * ción, preservas mi vida, | extiendes tu 2 D e los sauces de sus orillas | colgába- m a n o contra la ira de mis enemigos | y tu mos nuestras cítaras. diestra m e salva. 1 1 0£ Este salmo es una verdadera letanía. E n ella, u n coro cantaba el verso primero y el ' ^ ^ pueblo respondía: «Porque es eterna su misericordia», frase q u e muchas veces hallamos en las Sagradas Escrituras puesta en boca de los q u e alaban al Señor en el templo. L a misericordia es el atributo divino q u e más de relieve se pone en el Antiguo Testamento, a pesar de lo cual los fariseos lo entendieron t a n poco, q u e fue necesario q u e el Señor les propusiese la parábola del hijo pródigo (Le 15) y les recordase aquellas palabras: Misericordia quiero, que no sacrificios ( M t 9,13). 1 1 0 7 Otro salmo imprecatorio, compuesto, sin duda, en Babilonia durante el cautiverio, o, 1 ^ ' por lo menos, bajo la impresión producida p o r el cautiverio. El salmista expresa maravillosamente su entrañable amor a Jerusalén. Recuerda, como lo hacen también algunos profetas, la alegría con q u e los hijos de Edom vieron la ruina de Jerusalén y su templo, y pide para ellos el castigo divino; pero, sobre todo, su ánimo se vuelve contra Babilonia, la ciudad devastadora, q u e , según los vaticinios de los profetas, está a su vez destinada a la ruina y a la devastación, tanto q u e hasta sus niños serán cogidos p o r los pies y estrellados contra las rocas. La justicia de Dios para con las naciones es a veces, en el Antiguo Testamento, sin misericordia: ésta se reserva sólo para Israel. 1 Q Q l Habiendo recibido de Dios un gran beneficio, el salmista le da gracias en el templo. 1 \ J O g s t e beneficio es t a n singular, que todos los reyes de la tierra alabarán a Yavé cuando oigan la palabra de su boca. Esto sólo tuvo realización en el Mesías, cuya resurrección fue la salud del m u n d o entero. SALMOS 138-140 668 20 Que impíamente se rebelan contra * Cumpla Yavé en mí su obra. | Eterna es, ¡ob Ya vé!, tu misericordia; I no de- ti, I y vanamente tus adversarios se atreven! jes sin acabar la obra de tus manos. 21 ¿Cómo no odiar, ¡oh Yavé!, a los que te odian? | ¿Cómo no aborrecer a los 139 (V. 138) que se levantan contra ti? 22 L a omnisciencia y omnipresencia ¡Sí, los odio con el más completo odio I y los tengo por enemigos míos! divina 23 Escudríñame, ¡oh Dios!, y examina 1 Al maestro del coro. Salmo de David. mi corazón; | pruébame y examina mis ;Oh Yavé!, tú me has examinado y me pensamientos; 24 conoces, | no se te oculta nada de mi ser. * Y mira si hay en mi camino cosa 2 Que me siente o me levante, tú lo sa- viciosa I y llévame por las sendas de la bes, i y de lejos te das cuenta de todos mis eternidad. pensamientos. 3 Que camine o me acueste, tú lo ad140 (V. 139) viertes; I tú conoces todos mis caminos, 4 O r a c i ó n contra los enemigos Pues aún no está la palabra en mi maldicientes lengua, | y ya tú, Yavé, lo sabes todo. 1 5 Por detrás y por delante me ciñes | Al maestro del coro. Salmo de Day pones sobre mí tu mano. vid.* 6 2 Sobremanera admirable es para mi Líbrame, ¡oh Yavé!, del hombre matanta ciencia, | sublime e incomprensible lo, I presérvame del hombre malvado; 3 para mí. De los que maquinan el mal en su 7 ¿Dónde podría alejarme de tu espíri- corazón | y todo el día excitan contu? I ¿Adonde huir de tu presencia? tiendas. 8 4 Si subiere a los cielos, allí estás tú; I De los que afilan su lengua como sersi bajare a los abismos, allí estás pre- pientes, I tienen bajo sus labios el veneno sente. de5 la víbora. (Sela.) 9 Si, robando las plumas a la aurora, | Defiéndeme, Yavé, de las manos del quisiera habitar al extremo del mar, impío, I protégeme de los hombres vio1° También allí me cogería tu mano | lentos, ¡ que ponen tropiezos a mi paso. 6 y me tendría tu diestra. Los soberbios, que me ponen ocultos u Si dijere: «Las tinieblas me oculta- lazos, I tienden sus redes junto al camirán, I será la noche mi luz en torno mío», no I y ponen cepos para mí. (Sela.) 12 7 Tampoco las tinieblas son densas para Pero yo digo a Yavé: «Tú eres mi ti, I y la noche luciría como el día, | pues Dios». I Escucha, ¡oh Yavé!, la voz de mis tinieblas y luz son iguales para ti. súplicas. 13 8 Porque tú formaste mis entrañas, I Yavé, Señor, protector y salvador tú me tejiste en el seno de mi madre. mío, I tú protegerás mi cabeza el día del 14 Te alabaré por el maravilloso modo combate. 9 en que me hiciste. | ¡Qué admirables son No permitas, Yavé, lo que desea el tus obras! impío; I no permitas que se logren sus dolosos consejos. (Sela.) Del todo conoces tú mi alma. 15 No se te ocultaban mis huesos | cuan- i° Alzan su cabeza los que me cercan, I do secretamente era formado | y en el la 11malicia de sus labios los aplaste. Lluevan sobre ellos brasas encendimisterio era plasmado; 16 Ya vieron tus ojos mis obras, | escri- das, I caigan en el abismo para no levantarse más. tas están todas en tu libro, | y mis días, i 2 El hombre lenguaraz no será estable aun antes de ser el primero de ellos. 17 ¡Cuan admirables son para mi tus sobre la tierra; I el hombre malvado será del infortunio que le derribará. consejos, oh Dios; | qué ingente el nú- presa 13 Pero yo sé que Yavé saldrá en demero de ellos! s i Si quisiera contarlos, son más que fensa del desvalido, I en defensa del polas arenas; I si llegara hasta el fin, aún bre.4 1 Sólo los justos alabarán tu nombre, | estaría contigo. 19 ¡Oh Dios!, si exterminaras a los im- y los rectos habitarán en tu presencia. píos, I si alejaras de mí a los hombres sanguinarios. 139 1 M• "A 1 El tema de este salmo es la omnisciencia de Dios, a quien nada se oculta, ni los pensamientos más recónditos de los hombres. 1 El salmista se siente acosado por enemigos, de los cuales pide a Dios que le libre y vuelva sobre ellos los males con que le amenazan. 669 SALMOS 141-144 141 (V. 140) Oración en u n mortal peligro 1 Salmo de David. ¡Oh Yavé, te invoco, apresúrate a socorrerme! I ¡Oye la voz del que a ti clama! * 2 Séate mi oración como el incienso, | y el alzar a ti mis manos, como oblación vespertina. 3 Pon, ¡oh Yavé!, guarda a mi boca, | centinelas a la puerta de mis labios. 4 No dejes que se incline al mal mi corazón, | a hacer impías maldades; | con los hombres que cometen iniquidad j no tenga yo parte en sus suntuosos banquetes. 5 Que me castigue el justo es un favor, | que me reprenda es óleo sobre mi cabeza, i que mi cabeza no rehusa; | incesantemente rogaré yo por ellos en sus aflicciones. 6 Fueron precipitados sus jefes desde la roca, | y pudieron oir mis palabras, que eran blandas. 7 Como se hiende y ara la tierra, [ están esparcidos sus huesos a la boca del sepulcro. 8 Pero mis ojos miran a ti, ¡oh Yavé! | A ti me acojo, | no permitas que se derrame9 mi alma. Guárdame para que no caiga en el lazo de los que me dan caza, | en los armadijos de los que obran el mal. 10 Caerán los impíos en sus mismas redes, | mientras que yo escaparé de ellas. 142 (V. 141) Oración en u n mortal peligro 1 Masquil de David cuando estaba en la 2caverna. Oración. * Clamo con mi voz a Yavé, I a Yavé ruego con mi voz fuerte. 3 Derramo ante El mi querella, | expongo ante El mi angustia. 4 Ciertamente en mí se acongoja mi alma, | pero tú conoces todos mis caminos I y que en la senda por donde voy I me han escondido una trampa. 5 Si miro a la derecha, veo | que no hay quien me mire con benevolencia, | no tengo escape, | no hay quien vuelva por mi vida. 6 A ti clamo, ¡oh Yavé! | Digo: Tú eres mi refugio, | mi parte en la tierra de los vivientes. 7 Atiende a mis lamentos, | pues estoy sobremanera necesitado; | líbrame de los que me persiguen, | pues son ellos los más fuertes. 8 ¡Oh!, saca mi alma de la cárcel I para que pueda alabar tu nombre. | Me rodearán los justos I si benignamente me fueres propicio. 143 (V. 142) H u m i l d e oración en u n peligro 1 Salmo de David. Oye, Yavé, mi oración | y escucha mi plegaria según tu fidelidad; | óyeme en tu 2 justicia. * No entres en juicio con tu siervo, | pues ante ti no hay nadie justo. 3 Persigue el enemigo a mi alma; I ya ha postrado en tierra mi vida | y me ha puesto en las tinieblas, como a los muertos de mucho ha. 4 Por eso está mi alma acongojada | y desfallece mi corazón. s Me acuerdo de los tiempos antiguos, | medito en todas tus obras, I considero lo hecho por ti; 6 Y alzo a ti mis manos | y mi alma, como tierra sedienta de ti. (Sela.) 7 Apresúrate a oirme, ¡oh Yavé!, | que ya desmaya mi alma. I No me ocultes tu rostro; | sería semejante a los caídos en la fosa. 8 Haz que conozca pronto tu favor, | pues en ti espero. | Dame a saber el camino por donde ir, | porque a ti alzo mi9 alma. Líbrame de mis enemigos, ¡oh Yavé!, | porque a ti recurro. 10 Enséñame a hacer tu voluntad, | pues eres mi Dios. Tu espíritu es bueno, | llévame por camino llano. 11 Por el honor de tu nombre preserva mi vida I y en tu justicia saca mi alma del12 peligro de muerte. Haz con tu piedad que cierren su boca mis enemigos | y que perezcan cuantos persiguen mi alma, | pues soy siervo tuyo. 144 (V. 143) Acción de gracias p o r la victoria 1 De David. Bendito sea Yavé, mi roca, | que adiestra mis manos a la guerra, | mis dedos al combate. * 141 1 " • 1 * n v o c a a Yavé el salmista, que no quiere nada con los impíos. Estos serán arrojados al seol, mientras él tiene puesta en Dios su confianza. 142 1 Puesto en grave congoja, el salmista recurre a Yavé en demanda de socorro. •J1Q * En un grande aprieto acude el salmista al Señor y le pide que le libre de sus enemigos 1 lr\* y i e conduzca por los caminos del bien (cf. Sal 16,11). 1 4-4- 1 ^ S u n c a n . t o ^ e v * c t o "a obtenida con la ayuda de Dios contra los extranjeros, llenos de 1 **** f a i s í as . E s digno de notarse el versículo final, que contrapone la posesión de muchos bienes materiales con tener a Yavé por Dios. 670 SALMOS 144-146 2 Es del t o d o piadoso conmigo, mi fortaleza, | mi asilo y mi refugio, | mi escudo; en El confío, | El m e somete los pueblos. 3 ¡Oh Yavé! ¿Qué es el h o m b r e para que de él te cuides? | ¿Qué el hijo del h o m b r e para que pienses en él? 4 Es el h o m b r e semejante a u n soplo, I sus días son c o m o sombra que pasa. 5 ¡Oh Yavé! Abaja tus cielos y desciende, | toca los montes y h u m e a r á n ; 6 Haz brillar tus rayos y dispérsalos; | lanza tus saetas y contúrbalos. 7 Tiende tus m a n o s desde lo alto, | y líbrame de la muchedumbre de las a g u a s ; | de m a n o de los alienígenas. 8 Cuya boca promete mentirosamente | y cuya diestra es diestra de perfidia. 9 Quiero, ¡oh Dios!, cantarte u n cántico nuevo, | entonarte un salmo con el arpa de diez cuerdas. 10 A ti, que das la victoria a los reyes, | que libraste a David, tu siervo. 11 D e la espada maligna líbrame, I y sálvame de la m a n o de los alienígenas, [ cuya boca promete mentirosamente | y cuya diestra es diestra de perfidia. 12 Que sean nuestros hijos c o m o plantas, | que crecen mucho en su juventud, | y nuestras hijas como cotomiias angulares, | esculpidas como las de un templo. 13 Estén nuestros graneros provistos de todo fruto, | sean nuestras ovejas mil veces fecundas; | a millares multiplicadas en nuestros campos. 14 Vengan bien cargados nuestros bueyes, | no haya brecha en las murallas, ni destierro, | ni clamores en nuestras plazas. 15 Bienaventurado el pueblo que tiene esto; | bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Yavé. 145 (V. 144) Majestad y b o n d a d de 146 (V. 145) I 4" O Sólo e n D i o s d e b e p o n e r s e la confianza Dios 1 Laudes. D e David. Alef: Quiero ensalzarte, D i o s mío, Rey, | y alabar tu n o m b r e por los siglos. 2 Bet: Quiero cantarte t o d o el día I y alabar tu n o m b r e por los siglos. 3 Guímel: Es grande Yavé y digno de toda alabanza, | su grandeza es inconcebible. 4 Dálet: U n a generación anuncia tus obras a otra generación I y alaba las proezas de tu poder. 5 H e : Ellas ensalzan la hermosura de la gloria de tu majestad, | tus maravillosos hechos la predican. 6 Vau: Cuentan el vigor de tus estupen1 4- *\ ' ^"^ dos prodigios | y n a r r a n tus grandezas. 7 Z a i n : Reproducen la memoria de tus inmensas bondades | y se gozan en tu beneficencia. 8 J e t : Clemente y misericordioso es Yavé, | lento a la ira y de muy gran piedad. 9 T e t : Es benigno Yavé p a r a con t o dos, | y su misericordia se extiende a t o das sus criaturas. 10 Y o d : Alábente, ¡oh Yavé!, todas tus obras, I bendígante tus santos. 11 Caf: Exalten la gloria de tu reino | y digan de tu fortaleza. 12 L a m e d : Para hacer conocer a los hijos de los hombres tus hazañas | y la magnificencia de la gloria de tu reino 13 M e m : T u reino es reino por los siglos de los siglos, I y tu señorío p o r generaciones y generaciones. N u m : Es fiel Yavé en todas sus palabras I y piadoso en todas sus obras. 14 Sámec: Sostiene Yavé a los que caen | y levanta a los humillados. 15 Ayin: T o d o s los ojos miran expectantes a ti, I y tú les das el alimento conveniente a su tiempo. 16 P e : Abres tu m a n o , | y das a t o d o viviente la grata saciedad. " S a ó e : E s justo Ya-fé e n t o d o s s\rs caminos | y misericordioso en todas sus obras. 18 Qof: Está Yavé cerca de cuantos le invocan, | de cuantos le invocan de veras. 19 R e s : Satisface los deseos de los que le temen, | oye sus clamores y los salva. 20 Sin: G u a r d a Yavé a cuantos le a m a n | y destruye a los impíos. 21 T a u : Cante mi boca las alabanzas de Yavé I y bendiga toda carne su santo n o m b r e p o r los siglos de los siglos. 1 ¡Aleluya! Alaba, alma mía, a Yavé. * Alabe yo a Yavé toda m i vida, | cante yo a mi D i o s mientras exista. 3 N o confiéis en los príncipes, | en los hijos del hombre, que no salvan. 4 Vuela su alma y t o r n a al polvo, | y en ese día perecen todos sus designios. 5 Bienaventurado aquel cuyo auxilio es el Dios de Jacob, I cuya esperanza es Yavé, su Dios, 6 Hacedor de cielos y tierra, | del mar y de cuanto en ellos h a y ; | que guarda fe por la eternidad. 2 1 ^ salmista alaba a! Señor, admirable »r su grandeza, misericordia, omnipotencia, verdad, providencia y justicia. 1 Sólo Dios es amparo seguro y sólo en El se debe poner la confianza. 671 SALMOS 146-149 7 Que da refugio a los afligidos I y da pan a los hambrientos. Yavé libra a los presos; 8 Yavé devuelve la vista a los ciegos; I Yavé yergue a los encorvados; I Yavé a m a a los justos; 9 Yavé protege a los peregrinos, I sustenta al huérfano y a la viuda, | pero destruye el camino de los impíos. 10 Reina Yavé por la eternidad; | tu Dios, ¡oh Sión!, por generaciones y generaciones. ¡Aleluya! 147 (V. 146, 147) A l a b a n z a s a D i o s p o r la r e s t a u r a c i ó n d e Sión 17 El hace caer su hielo como mendrugos, I ante su frío se congelan las aguas. 18 Pero m a n d a su palabra y se liquidan, I hace soplar su viento y corren las aguas. 19 El promulgó su ley a Jacob, I sus estatutos y decretos a Israel. 20 N o hizo tal a gente alguna, I y a ninguna otra manifestó sus juicios. | ¡Aleluya! 148 G l o r i a d e D i o s e n los cielos y e n la t i e r r a 1 ¡Aleluya! Alabad a Yavé en los cielos, | alabadle en lo alto. * 2 Alabadle vosotros, sus ángeles t o d o s ; | alabadle vosotras, todas sus milicias. 3 Alabadle, sol y luna; I alabadle todas, lucientes estrellas. 4 Alabadle, cielos de los cielos ] y las aguas de sobre los cielos; 5 Alaben el n o m b r e de Yavé, | porque díjolo El, y fueron hechos. 6 E hizo que persistan por los siglos, | púsoles ley, y no la traspasarán. 7 Alabad a Yavé desde la tierra I los cetáceos y todos los m a r e s ; 8 El fuego, el granizo, la nieve, la niebla, I el viento tempestuoso, que ejecutan sus m a n d a t o s ; 9 Los montes y todos los collados, | los árboles frutales y los cedros todos; 10 Las fieras y todos los ganados, I los reptiles y las aladas aves; 11 Los reyes de la tierra y los pueblos t o d o s ; I los príncipes y todos los jueces de la tierra; 12 Los mancebos y las doncellas, I los viejos y los niños. 13 Alaben el n o m b r e de Yavé, | porque sólo su n o m b r e es sublime; I su gloria sobrepasa la tierra y los cielos; 14 El h a elevado su pueblo a grande poderío. | Alábele toda la comunidad de sus santos, I los hijos de Israel, el pueblo que está allegado a sí. ¡Aleluya! 1 ¡Aleluya! Alabad a Yavé, porque es b u e n o ; | cantad salmos a nuestro Dios, p o r q u e es a m a b l e ; | a El conviene la alabanza. * 2 Reedifica Yavé a Jerusalén | y reúne a los dispersos de Israel. 3 El sana a los de quebrantado corazón | y cura sus llagas. 4 El cuenta el número de las estrellas I y. Ua-ma. a. c a d a u n a por s u n o m b r e . 5 Es grande Yavé, grande su poderío, | y su inteligencia es inenarrable. 6 Sostiene Yavé a los mansos | y h u milla a los impíos hasta tierra. 7 C a n t a d a Yavé y alabadle, | entonad salmos a nuestro Dios con la citara. 8 El es el que cubre el cielo de nubes, | el que prepara la lluvia p a r a la tierra, El que hace que broten hierba los montes I para pasto de los que sirven al hombre. 9 El que da al ganado su pasto | y a los polluelos del cuervo que claman. 1° N o se agrada de la fortaleza del caballo, | no se complace en las piernas del h o m b r e . " Le complacen los que le temen, | los que esperan en su misericordia. i 2 Alaba, Jerusalén, a Yavé; | alaba, Sión, a tu Dios, 13 Por haber hecho firmes las cerraduras de tus puertas | y haber bendecido 149 en ti a tus hijos. 14 El dio la paz a tu territorio, | te sació C a n t o a D i o s y a s u p u e b l o , e j e c u t o r de la flor del trigo. d e sus d e s i g n i o s 15 El m a n d a su decreto a la tierra, | y 1 su palabra corre veloz. ¡Aleluya! 6 i El da la nieve como lana | y esparce Cantad a Yavé un cántico n u e v o ; | como ceniza la escarcha. alabadle en la asamblea de los santos, * 1 4 7 1 El objeto del salmo aparece en v.2, y de él resulta que el salmista mira a la restauración ' ^ después de la cautividad. Pero no solo en esto; en toda la naturaleza se revela el Señor digno de alabanza. 148 1 AQ ^ *^ 1 Siendo todas las cosas obra de Dios, todas deben formar coro para alabarle. * Son los santos en quienes resplandece más la bondad de Dios; deben ser ellos quienes principalmente le alaben. 672 PROVERBIOS 2 Alégrese Israel en su Hacedor, | alégrense en su Rey los hijos de Sión. 3 Canten su nombre entre danzas, | canten4 salmos con los tímpanos y la cítara. Porque se complace Yavé en su pueblo | y da su salvación a los humildes. 5 Regocíjense los piadosos por su gloria,6 | cántenle aun en sus lechos. Tengan siempre en su boca las glorias de Dios, | y en sus manos la espada de dos filos, 7 Para tomar venganza de las gentes I y castigar a los pueblos; 8 Para poner en cepo a sus reyes | y encadenar con hierros a sus príncipes, 9 Ejecutando en ellos el juicio escrito. Gloria es ésta para todos sus santos. ¡Aleluya! 15» Doxología final del salterio. Canto de alabanza 1 ¡Aleluya! Alabad a Dios en su santuario, I alabadle en el firmamento de su majestad. * 2 Alabadle por sus hazañas, I alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza. 3 Alabadle al son de las trompetas, I alabadle con el salterio y la cítara. 4 Alabadle con tímpanos y danzas, I alabadle con las cuerdas y la flauta. 5 Alabadle con címbalos resonantes, I alabadle con címbalos de júbilo. 6 Todo cuanto respira alabe a Yavé. ¡Aleluya! 1 El objeto de este Balmo, como el de los precedentes, que por muchos siglos formaron el último en el oficio de laudes y que parecen, en efecto, constituir uno solo, es la invitación dirigida a todas las cosas a alabar a Dios. 1 *E(\J " R O E R B O 1. Ciencia popular se llama a la encerrada en los proverbios. Era el Oriente muy fecundo en esta ciencia, y no es de extrañar que abundase también entre los hebreos. De Salomón se dice, en ponderación de su sabiduría, que pronunció 3.000 parábolas. Son estas parábolas los proverbios, expresados, como es frecuente, en forma figurada o mediante una comparación, v.gr., «quien a buen árbol se arrima...», etc. 2. El libro de los Proverbios encierra una rica colección de sentencias expresadas en verso; muy frecuentemente en dísticos antitéticos, a fin de poner más de relieve, con el contraste, las dos ideas de la máxima. Los nueve primeros capítulos sirven de introducción al libro y contienen una apremiante invitación a escuchar la sabiduría y el elogio de ésta. Se destaca entre estos capítulos el octavo, que habla de la sabiduría de Dios, cooperadora suya en la creación del mundo, por la que se derramó en las criaturas todas, de donde los hombres la pueden sacar, aparte de la especial comunicación y familiaridad que dice tener con ellos. Sigue luego una larga serie de proverbios, que abarca los capítulos 10-22, atribuidos a Salomón. Después, otra serie más corta, que lleva el título «Sentencias de los sabios». Otra serie de proverbios de Salomón, recogida por los sabios de Ezequías, llena los cinco capítulos siguientes. Lo que resta puede considerarse como apéndice: las palabras de Agur, hijo de Jaqué; la exhortación de la madre de Lemuel y el elogio del ama israelita, que es un hermoso poema alfabético. El libro se atribuye a Salomón, aunque ya se ve que no es todo del Rey Sabio, como se atribuye a David el Salterio, por ser el principal de los salmistas. También, como la del Salterio, la compilación de los proverbios, puesto que contiene bastantes cosas posteriores a Salomón, debe de ser posterior a él, acaso de la época de Ezequías. Título y argumento (1,1-7).—PRIMERA PARTE: Exhortación al estudio de la sabiduría (1,8-9,18).—SEGUNDA P A R T E : Parábolas de Salomón (10,1-22,16).—TERCERA P A R T E : Sentencias SUMARIO 673 PROVERBIOS 1-2 de los sabios (22,17-24,34).—CUARTA P A R T E : Parábolas de Salomón recogidas por los sabios de Ezequías (25,1-29,27).—QUINTA P A R T E : Sentencias de varios (30-31). 18 Con ello acechan a la propia vida | y traman su propio daño. 19 Ahí acaba siempre la rapacidad. | Es 1 Sentencias de Salomón, hijo de Da- un vicio que acaba por matar al que lo vid, rey de Israel:* tiene. 2 Para aprender sabiduría y honestidad, I para entender sensatos dichos, Exhortación de la sabiduría 3 20 Alcanzar disciplina y discreción, | jusLa sabiduría está clamando fuera, I ticia, probidad y rectitud; su voz en las plazas. * 4 21 Para dar prudencia a los inexpertos, | alza Clama encima de los muros, | en las perspicacia y circunspección a los jóvenes. entradas de las puertas de la ciudad, y va 5 Oyéndolos, el sabio crecerá en doc- diciendo: 22 trina I y el entendido adquirirá destreza. ¿Hasta cuándo, simples, amaréis la 6 Para entender las sentencias y los simpleza, | y petulantes, os complaceréis dichos agudos, | las palabras de los sa- en la petulancia, | y aborreceréis, necios, bios y sus enigmas. la disciplina? 7 23 El principio de la sabiduría es el teVolveos a mis requerimientos. | Yo mor de Yavé, | y son necios los que des- derramaré sobre vosotros mi espíritu | y os precian la sabiduría y la disciplina. * daré a saber mis palabras; 24 Pues os he llamado y no habéis escuchado, I tendí mis brazos y nadie se dio P R I M E R A P A R T E por entendido; 25 Antes desechasteis todos mis conseEXHORTACIÓN AL ESTUDIO DE LA jos26I y no accedisteis a mis requerimientos. SABIDURÍA También yo me reiré de vuestra ruina | (1,8-9,18) y me burlaré cuando venga sobre vosotros el terror; 27 Las malas compañías Cuando sobrevenga como huracán el 8 Escucha, hijo mío, las amonestaciones espanto | y como torbellino os sorprenda de tu padre | y no desdeñes las enseñan- la ruina, | cuando sobrevenga la adversidad y la angustia; zas de tu madre; 28 9 Entonces me llamarán, y yo no resPorque serán corona de gloria en tu ponderé; I me buscarán, pero no me hacabeza I y collar en tu cuello. 10 Hijo mío, si los malos pretenden se- llarán. 29 Por haber despreciado la sabiduría I ducirte, I no consientas; si te dicen: 11 haber seguido el temor de Yavé, «Ven con nosotros, | pongamos ase- y no 30 Y no haberse agradado de mis conchanzas a la vida ajena, | tendamos a plasejos I y haber menospreciado mis requecer12lazos contra el justo. * Traguémoslos vivos, como el seol; I rimientos. 31 Comerán el fruto de sus obras | y se enteros, como los que bajan al sepulcro. 13 de sus consejos; Tendremos toda suerte de riquezas, I hartarán 32 Porque ese desvío llevará a los simhenchiremos nuestras casas de despojos; 14 Tendrás tu parte como todos nos- ples a la muerte | y la prosperidad de los los perderá. otros, I no habrá más que una bolsa para necios 33 Pero quien me escuche vivirá trantodos». 15 No te vayas con ellos, hijo mío; | ten quilo, I seguro y sin temor de mal. tus pies muy lejos de sus sendas; Excelencias de la sabiduría !* Porque corren sus pies al mal | y se 1 apresuran a derramar sangre. Hijo mío, si recibes mis palabras | 17 Pues en vano se tiende la red | a los y guardas dentro de ti mis mandaojos de las aladas aves. mientos, Título y a r g u m e n t o (1,1-7) I 2 1 Según indicamos en la Introducción, los Proverbios se dicen de Salomón por ser el principal autor, como su padre lo fue de los Salmos. El temor de Dios es el principio de la sabiduría, que nos encamina hacia Dios, como disposición subjetiva que prepara el ánimo para escuchar, entender y aceptar las enseñanzas de la sabiduría. Consideremos el orgulloso, que desprecia a Dios y sus enseñanzas, y veremos cuan mal dispuesto está para entender esta ciencia moral, que exige para su inteligencia la pureza del ánimo. 1J Desde la primera página se nos ofrece la lucha entre el malvado y el justo, que tanto aparece en el2 0 Salterio. Hermosa prosopopeya de la Sabiduría llamando a todos a si. •I • 7 Náocw-Co lunga •B¿ 674 PROVERflIOl 2-3 2 Dundo atento oído a la iibldurlu I e Inclinando tu corazón a la prudencia; •' Si invocas a la inteligencia | y a voces llamas a la prudencia; 4 Si la buscas como se busca la plata, | cual si excavaras un tesoro, 5 Entonces tendrás el temor de Yavé [ y hallarás el conocimiento de Dios. 6 Porque Yavé da la sabiduría I y de su boca derrama ciencia e inteligencia. 7 Da salud a los justos | y se hace escudo de los que proceden rectamente. 8 Defiende el camino de la rectitud | y protege las sendas de sus santos. 9 Entenderás entonces justicia y juicio I y equidad; en suma, buen camino. L a sabiduría aparta de las malas compañías 10 Cuando entre en tu corazón la sabiduría | y sea dulce a tu alma la ciencia, 11 Te guardará el consejo I y te preservará la inteligencia 12 Para librarte de los caminos de los malos, | de los hombres de perversos razonamientos ; 13 Que, dejado todo buen camino, I van por sendas tenebrosas, 14 Se gozan en hacer el mal ! y se huelgan en la perversidad del vicio, 15 Siguen caminos tortuosos | y se extravían en sus andanzas. 16 Te preservará de la mujer ajena, I de la 17extraña que halaga con sus palabras, * Que deja al compañero de su mocedad | y se olvida de la alianza jurada por su 18Dios. Su casa lleva a la muerte, | y sus caminos a la región de las sombras. 19 Cuantos entran no vuelven más, [ ni toman las veredas de la vida. 2 " Así seguirás la recta senda | e irás por el 21camino de los justos; Pues los justos habitarán la tierra | y los22rectos permanecerán en ella; Mas los impíos serán arrancados de la tierra ! y los prevaricadores serán desarraigados. 3 3 Que no te abandonen jamás la bondad y la fidelidad; | átatelas al cuello, escríbelas en tu corazón, 4 Y hallarás favor y buena opinión 1 ante Dios y ante los hombres. 5 Confía en Yavé de todo corazón | y no te 6apoyes en tu prudencia. En todos tus caminos piensa en El, | y El allanará todas tus sendas. 7 No te tengas por sabio; | teme a Dios y evita el mal. 8 Que será sanidad para tu carne | y refrigerio para tus huesos. 9 Honra a Dios de tu hacienda, | de las primicias de todos tus frutos, 10 Y estarán llenas tus trojes I y rebosará de mosto tu lagar. Excelencias de la sabiduría No desdeñes, hijo mío, las lecciones de tu Dios; | no te enoje que te corrija, 12 Porque al que Yavé ama le corrige, | y aflige al hijo que le es más caro. 13 Bienaventurado el que alcanza la sabiduría | y adquiere inteligencia; 14 Porque es su adquisición mejor que la de la plata | y es de más provecho que el 15 oro. Es más preciosa que las perlas I y no hay tesoro que la iguale; 16 Lleva en su diestra la longevidad | y en su siniestra la riqueza y los honores. I De su boca brota la justicia | y lleva en la lengua la ley y la misericordia (LXX). * 17 Sus caminos son caminos deleitosos | y son paz todas sus sendas. 18 Es árbol de vida para quien la consigue; | quien la abraza es bienaventurado. 19 Con la sabiduría fundó Yavé la tierra, | con la inteligencia consolidó los cielos. 20 Con su ciencia hizo brotar las fuentes | y por ella los cielos destilan el rocío. 11 Felicidad del justo Hijo mío, no la pierdas nunca de vista ; | guarda siempre la prudencia y el consejo, 22 Que serán vida para tu alma | y graFrutos de la honestidad cia23para tu cuello. Entonces irás confiado tu camino | y 1 Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas, i conserva mis preceptos no24tropezará tu pie. Cuando te acostares no sentirás teen2 tu corazón; ; | te acostarás y dormirás dulce sueño. Porque te darán vida larga, | largos mor 25 No tendrás temor de repentinos pavodías de vida y prosperidad. 21 i« A b u n d a n en los Proverbios sentencias como ésta, que pone en m u y mal lugar la honestidad de las mujeres hebreas. Lo natural es suponer que en Israel, como en todas partes, lo ordinario fuese que la mujer se viera solicitada por el hombre y cayera en el pecado dejándose llevar de tales solicitaciones. Con esto, el hombre siempre resultará el principal culpable. Si hubiera sido la mujer la creadora del ambiente social o el autor de los Proverbios, hubiera mirado a adoctrinar a las mujeres; sin duda que nos hubiera mostrado el reverso de la medalla. 2 3 l« La sabiduría, que implica la honradez, la prudencia, la inteligencia en la administración de la casa y de la hacienda, reporta todos estos frutos de que aquí nos habla el autor. 675 PROVERBIOS 3-5 res | ni de la ruina de los impíos cuando t 2 Así, cuando anduvieres no se enredavenga. rán tus pasos, | y aun corriendo no trope26 Porque Yavé será tu confianza | y pre- zarás. servará tu pie de quedar preso. 13 Retén firmemente la disciplina, no la dejes; I guárdala, mira que es tu vida. 14 Atenciones debidas al prójimo No te metas por las sendas del impío, I no vayas por el camino de los malos. 27 No niegues un beneficio al que lo !5 Esquívale, no pases por él; | tente necesita, | siempre que en tu poder esté apartado de él, pasa de lejos. 16 el 28 hacérselo; Esos no duermen tranquilos si no han No le digas al prójimo: «Vete y vuel- hecho el mal; | huye de ellos el sueño si no ve, | mañana te lo daré», si es que lo tienes han hecho alguna maldad. a mano. 17 Comen el pan de la maldad I y beben 29 No trames mal alguno contra tu pró- el vino de la violencia. 18 jimo | mientras él confía en ti. Mas la senda de los justos es como 30 No pleitees con nadie sin razón | si luz de aurora, | que va en aumento hasta no3 te ha hecho agravio. ser pleno día. 19 > No envidies al injusto | ni sigas sus Al contrario, el camino del impío y caminos, la tiniebla, | y no ven dónde tropiezan. 32 20 Porque el perverso es abominado de Hijo mío, atiende a mis palabras, I Yavé, | que sólo tiene sus intimidades para inclina tu oído a mis razones. el justo. 21 No se aparten nunca de tus ojos, I 33 En la casa del impío está la maldi- guárdalas dentro de tu corazón. 22 ción de Yavé, I que bendice la morada del Que son vida para quien las acoge I justo. y sanidad para su carne. 34 23 Escarnece a los escarnecedores | y da Guárdalas en tu corazón con toda su 35gracia a los humildes; cautela, ] porque son manantial de vida. 24 Da honra a los sabios | y reserva la inLejos de ti toda falsía de la boca | y famia para los necios. aparta de ti toda iniquidad de los labios. Lección paternal Oíd, hijos míos, la doctrina de un padre | y atended bien para aprender2 prudencia, Porque la doctrina que os enseño es buena; | no desdeñéis, pues, mis enseñanzas. 3 También fui yo hijo pequeñito de mi padre, | unigénito bajo la mirada de mi madre; 4 Y él me enseñaba, diciéndome: I «Pon atención a mis palabras, | pon por obra mis5 mandatos y vivirás. Sabiduría ante todo; adquiere la sabiduría; | no la olvides, no te apartes de los dichos de mi boca. 6 No la abandones y te guardará; | ámala 7y ella te custodiará». He aquí el principio de la sabiduría,: adquirir la sabiduría, I a toda costa adquirir8 la prudencia. Tenia en gran estima, y ella te ensalzará | y te honrará si la abrazas. 9 Pondrá en tu cabeza corona de gracia, | te ceñirá espléndida diadema. 4 1 25 Mira siempre de frente con tus ojos, I vayan tus párpados derechos ante ti. 26 Mira bien dónde pones el pie | y sean rectos todos tus caminos. 27 No te desvíes a la derecha ni a la izquierda | y aparta del mal todos tus pasos. H u y e de las malas mujeres Hijo mío, atiende a la sabiduría, | da oídos a la inteligencia, 2 Para guardar el consejo | y mantener en3 tus labios la ciencia. Miel destilan los labios de la mujer extraña | y es su boca más suave que el aceite. 4 Pero su fin es más amargo que el ajenjo, I punzante como espada de dos filos. * 5 Van sus pies derechos a la muerte, | llevan sus pasos al sepulcro. 6 No va por el camino de la vida, [ va errando por el camino sin saber adonde. 7 Óyeme, pues, hijo mío, | y no te apartes8 de las razones de mi boca. Tente siempre lejos de su camino | y no te acerques a la puerta de su casa, 9 Para no dar tu honor a los extraños I y tus años a un cruel; L a recta senda 10 Para que no disfruten extraños de tu 10 Oye, hijo mío, y recibe mis palabras, | hacienda | y vayan tus trabajos a casa de y se multiplicarán los años de tu vida. un11extraño, 11 Que te enseño el camino de la sabiduY al fin tengas que llorar | cuando ría | y te encamino por el recto sendero. | veas consumidos tu carne y tu cuerpo, 5 1 4 La ley condenaba a muerte a los adúlteros, y sin duda que, como ocurre hoy en las tribus del desierto arábigo, esta ley no dejaría de cumplirse en muchos casos con todo rigor. 676 PROVERBIOS 5-6 12 Y hayas de exclamar: |Ay de mi, que odié la disciplina | y no di oídos a los que3 me adoctrinaban! 1 No escuché la voz de los que me educaban | y no di oídos a los que me enseñaban. 14 Por poco no he llegado al extremo de mis males, I en medio del consejo de la asamblea. 15 Bebe el agua de tu cisterna, | los raudales de tu pozo. 16 ¿Quieres derramar fuera tus fuentes, | por las plazas las aguas de tu río? 17 Tenias para ti solo, | no para que contigo las beban los extraños. 18 Bendita tu fuente, I y gózate en la compañera de tu mocedad, 19 Cierva carísima y graciosa gacela; | embriagúeme siempre sus amores | y recréente siempre sus caricias. 20 ¿Para qué andar loco, hijo mío, tras la extraña [ y abrazar en tu seno a una extranjera? 21 Los caminos del hombre están a los ojos de Yavé. | El ve todos sus pasos. 22 El impío queda preso en su propia iniquidad | y cogido en el lazo de su culpa. 23 Morirá por falta de disciplina | y su gran necedad le perderá. Evitar los e m p e ñ o s 1 Hijo mío, si saliste fiador por tu prójimo, | si has estrechado la mano del extraño; 2 Si te has ligado con tu palabra | y te has3 dejado coger por tu boca, Haz esto, hijo mío, para librarte, I ya que has caído en manos de tu prójimo: | Ve sin tardanza y asegúrate de tu amigo. 4 No des sueño a tus ojos, | no des reposo a tus párpados. 5 Ponte a salvo como de la mano del cazador el corzo, | como el pájaro del lazo del parancero. 6 La pereza Ve, ¡oh perezoso!, a la hormiga; | mira sus caminos y hazte sabio. 7 No tiene capitán, | ni rey, ni señor. 8 Y se prepara en el verano su mantenimiento, | reúne su comida al tiempo de la mies. | O ve a la abeja y aprende cómo trabaja | y produce rica labor, | que reyes y vasallos buscan para sí | y todos apetecen, | y siendo como es pequeña y flaca, ! es por su sabiduría tenida en mucha estima. * 9 ¿Hasta cuándo, perezoso, dormirás; | cuándo despertarás de tu sueño? 10 Un poco dormitar, un poco adorme6 cerse, | un poco mano sobre mano descansando, 11 Y sobreviene como correo la miseria | y como ladrón la indigencia. El malo Cosas odiosas a Dios Seis cosas aborrece Yavé | y aun siete abomina su alma: 17 Ojos altaneros, lengua mantirosa, I manos que derraman sangre inocente. !8 Corazón que trama iniquidades, | pies que corren presurosos al mal, 19 Testigo falso, que difunde calumnias | y enciende rencores entre hermanos. 16 H u y e de la mujer disoluta Guarda, hijo mío, los mandatos de tu padre I y no des de lado las enseñanzas2 de tu madre. i Ten siempre ligado a ellos tu corazón, | enlázalos a tu cuello. 22 Te servirán de guía en tu camino | y velarán por ti cuando durmieres, | y cuando te despiertes te hablarán; 23 Porque antorcha es el mandamiento, y luz la disciplina, | y camino de vida la corrección del que te enseña. 24 Para que te guarden de la mala mujer, | de los halagos de la mujer ajena. * 25 No codicies su hermosura en tu corazón, ! no te dejes seducir por sus miradas; 26 Porque si la prostituta busca un pedazo de pan, I la casada va a la caza de una vida preciosa. 27 ¿Puede alguno llevar fuego en su regazo | sin quemarse los vestidos? 28 ¿Quién andará sobre brasas | sin que se 29le abrasen los pies? Así el que se acerca a la mujer ajena, | no saldrá indemne quien la toca. 30 ¿No es tenido en poco el ladrón cuando roba | para saciar su hambre, si la tiene? 31 Y si es cogido tendrá que pagar el séptuplo | de toda la hacienda de su casa. 32 Pero el adúltero es un mentecato; | sólo quien quiere arruinarse a sí mismo hace tal cosa. 20 8 C Lo que se dice de la abeja no se lee en el texto hebreo; está tomado de los LXX. 24 ^ Es la segunda vez que se habla del mismo tema. Indicio de un estado moral poco lisonjero. Y eso a pesar de las duras sanciones de la Ley. PROVERBIOS 6-8 33 en la red, | sin saber que le va en ello la vida. 24 Óyeme, pues, hijo mío, | y atiende a las palabras de mi boca. 25 No dejes ir tu corazón por sus caminos, | no yerres por sus sendas. 26 Porque a muchos ha hecho caer traspasados | y son muchos los muertos por ella. 27 Su casa es el camino del sepulcro, | que baja a las profundidades de la muerte. Se hallará con palos e ignominia | y su34afrenta no se borrará nunca. Porque los celos del marido le ponen furioso | y no perdona el día de la venganza. 35 No se contentará con una indemnización | y no aceptará dones por grandes que sean. 12 El hombre malo es digno de desprecio, | anda en mendacidad de boca, 13 Hace guiños con los ojos, refriega los pies, | habla con los dedos, 14 Tiene el corazón lleno de maldad | y siembra siempre la discordia. 15 Por eso vendrá sobre él de improviso la ruina | y será quebrantado súbitamente y sin remedio. 677 Los halagos seductores i Hijo mío, atiende a mis palabras | y pon dentro de ti mis enseñanzas. Invitación de la sabiduría 2 1 Guarda mis preceptos y vivirás, | sea ¿No está ahí clamando la sabidu3 mi ley como la niña de tus ojos. 1 Átatería | y dando voces la inteligencia? 2 los al dedo, | escríbelos en la tabla de tu En los altos cabezos, junto a los cacorazón. minos, | en los cruces de las veredas se 4 Di a la sabiduría: «Tú eres mi her- para; 3 mana», | y llama a la inteligencia tu paEn las puertas, en las entradas de la riente, ciudad, 5 Para que te preserven de la mujer voces: | en los umbrales de las casas da 4 ajena, | de la extraña de lúbricas palabras. A vosotros, mortales, clamo, | y me 6 Estaba yo un día en mi casa a la ven- dirijo a los hijos de los hombres. 5 tana | mirando a través de las celosías, Entended, ¡oh simples!, la cordura, | 7 Y vi entre los simples un joven, | en- y vosotros, necios, entrad en la discreción. tre8 los mancebos un falto de juicio, 6 Escuchad, que voy a deciros nobles Que pasaba por la calle junto a la es- palabras | y abriré mi boca a sentencias quina | e iba camino de su casa. 9 Era el atardecer, cuando ya obscu- de7 rectitud. Si; mi boca dice la verdad, | pues recía, | al hacerse de noche, en la tiniebla. los labios inicuos. 10 Y he aquí que le sale al encuentro aborrezco 8 Todos mis dichos son conforme a la una mujer | con atavío de ramera y astu- justicia; | nada hay en ellos de tortuoso y to corazón. 11 Era parlanchína y procaz | y sus pies perverso. 9 Todos son rectos para la persona inno12sabían estarse en casa; | y razonables para el que tiene Ahora en la calle, ahora en la plaza, | teligente la 10sabiduría. acechando por todas las esquinas. 13 mi enseñanza, mejor que la Cogióle y le abrazó, | y le dijo con plata,Recibid | y la ciencia, mejor que el oro fino, toda desvergüenza: 14 ii Pues la sabiduría vale más que las «Tenía que ofrecer un sacrificio, | y piedras preciosas, I y cuanto hay de cohoy he cumplido ya mis votos; 15 diciable no puede comparársele. Por eso te he salido al encuentro; | iba16 en busca de ti y ahora te hallo. Excelencia de la sabiduría He ataviado mi lecho con tapices, | i 2 Yo, la sabiduría, tengo conmigo la con telas de hilo recamado de Egipto; 17 He perfumado mi cámara | con mirra, discreción; | poseo la ciencia y la cordura. áloe y cinamomo. 18 Ven, embriaguémonos de amores has13 Temer a Dios es aborrecer el mal; | ta 19la mañana, | hartémonos de caricias. la soberbia, la arrogancia, el mal camiPues mi marido no está en casa, | ha no, 4I la boca perversa, las detesto. salido para un largo viaje; 1 Mío es el consejo y la habilidad; | mía 20 Se ha llevado la bolsa [ y no volverá la 15inteligencia, mía la fuerza. hasta el plenilunio». Por mí reinan los reyes | y los jueces 21 Con la suavidad de sus palabras le administran la justicia. * rindió | y con sus halagos le sedujo; 16 Por mí mandan los príncipes | y go22 los soberanos de la tierra. Y se fue tras ella entontecido, | como biernan 17 Amo a los que me aman, | y el que buey que se lleva al matadero, | como me busca me hallará. ciervo cogido en el lazo, 23 18 Llevo conmigo el bienestar y la honHasta que una flecha le atraviesa el flanco, | o como pájaro que se precipita ra, I sólidas riquezas y justicia. 'l 8 8 15 Esto puede entenderse d e dos m a n e r a s : q u e de la Sabiduría les viene el poder de reinar y administrar justicia o q u e por ella tienen aquellas disposiciones de ánimo q u e son necesarias para gobernar y administrar justicia. Con frecuencia se entiende en el primer sentido, confundiendo la Sabiduría con la ley eterna y natural; pero más bien se debe entender en el segundo sentido, según lo q u e se dice en el v.14. PROVERBIOS 8-10 678 19 Mi fruto es mejor que el o r o p u r o ; | E l b a n q u e t e d e la s a b i d u r í a mi ganancia, mejor que la plata acriso1 La sabiduría se ha edificado su calada. sa, | labró sus siete columnas. * 20 Voy p o r las sendas de la justicia, | 2 M a t ó sus víctimas y mezcló su vino, | por los senderos de la equidad, aderezó su mesa. 21 Para heredar ricamente a los que me 3 M a n d ó sus doncellas a invitar | desde a m a n | y henchir sus tesoros. lo m á s alto de la ciudad. 4 El que es simple, venga acá; | al que L a s a b i d u r í a e n la c r e a c i ó n n o tiene sentido hablo. 5 22 Venid y comed mi pan | y bebed mi D i o m e Yavé el ser en el principio de que para vosotros he mezclado. sus caminos, I antes de sus obras anti- vino, 6 Dejaos de simplezas, y vivid, | y anguas. * 23 Desde la eternidad fui yo ungida; | dad p o r la senda de la inteligencia. desde los orígenes, antes que la tierra Consejos fuese. 7 24 El que corrige al petulante se acarrea Antes que los abismos, fui engendrada y o ; I antes que fuesen las fuentes de afrenta, | y el que reprende al impío, ultraje. abundantes aguas; 8 25 N o reprendas al petulante, que te Antes que los montes fuesen ciment a d o s ; I antes que los collados, fui yo aborrecerá; | reprende al sabio, y te lo agradecerá. concebida. 9 26 D a consejos al sabio, y se h a r á más Antes que hiciese la tierra, ni los sabio todavía; | enseña al justo, y acrecampos, I ni el polvo primero de la tierra. 27 cerá su saber. C u a n d o fundó los cielos, allí estaba io El principio de la sabiduría es el tey o ; I cuando puso una bóveda sobre la m o r de Yavé; I conocer al Santo, eso es faz del abismo. 28 Cuando daba consistencia al cielo en inteligencia. 11 P o r q u e p o r mí se aumentarán tus lo alto, I cuando d a b a fuerza a las fuentes dias | y se te añadirán años de vida. del abismo. 12 29 Si eres sabio, p a r a ti lo serás; | si C u a n d o fijó sus términos al m a r | para que las aguas no traspasasen sus lin- eres petulante, tú lo pagarás. deros. I C u a n d o echó los cimientos de la La necedad tierra, 13 30 Señora necedad es alborotadora, | es Estaba yo con El como arquitecto, | no sabe n a d a . siendo siempre su delicia, | solazándome ignorante, 14 Se sienta a la puerta de su casa | o ante El en todo t i e m p o ; 31 Recreándome en el orbe de la tie- en 15u n a silla, en lo más alto de la ciudad, Para invitar a los que pasan | y van rra, I siendo mis delicias los hijos de los su camino. hombres. 16 32 El que es simple venga acá; | al que Oídme, pues, hijos m í o s ; | bienavenno tiene sentido hablo. turado el que sigue mis caminos. 1 7 33 Son dulces las aguas hurtadas, | y el Atended al consejo y sed sabios, | y p a n de tapadillo, el más sabroso. no lo menospreciéis. 18 34 Y no se dan cuenta de que allí está Bienaventurado quien m e escucha, | y vela a mi puerta cada día, | y es asiduo la muerte | y de que sus invitados van a lo profundo del averno. en el umbral de mis entradas, 35 Porque el que me halla a mí, halla P A R T E la vida | y alcanzará el favor de Yavé. S E G U N D A 36 Y al contrario, el que me pierde, a sí PARÁBOLAS DE S A L O M Ó N mismo se daña, | y el que m e odia, ama (10,1-22,l6) la muerte. •j A i El hijo sabio es la gloria de su • l " p a d r e ; | el hijo necio, la tristeza de su madre. 9 22 Este hermoso trozo nos explica los orígenes de la Sabiduría. Ella existió con Dios antes de todas las cosas, es decir, que es eterna como Dios (22-26); tomó parte en la creación de las cosas como arquitecto de Dios (27-30), por cuanto Dios, que todo lo hizo con sabiduría, se guiaba de ésta. Ella se recrea en contemplar sus obras y, sobre todo, en comunicarse a los hijos de los hombres, a fin de hacerlos sabios e inteligentes. El prólogo de San Juan y otros pasajes paralelos de San Pablo son explicaciones plenas de este texto al hablarnos del Verbo, por quien todo fue creado y todo subsiste (Jn 1,3; Col 1,15 ss.). 1 El banquete, tantas veces empleado en la Escritura como comparación del reino del cielo, aquí lo es de la comunicación de la sabiduría, que en substancia no está lejos de coincidir con aquél. 9 PROVERBIOS 10-11 679 2 N o aprovechan las riquezas mal adquiridas, I mas la justicia salva de la muerte. 3 Yavé no dejará hambrear al justo, I pero dejará insaciados los apetitos del malvado. 4 La m a n o perezosa empobrece; | la diligente, enriquece. 5 El que en estío recoge es h o m b r e inteligente; I el que duerme al tiempo de siega, se deshonra. 6 Bendiciones sobre la cabeza del just o ; I pero la lengua del impío encubre violencias. 7 La memoria del justo será bendecid a ; I el n o m b r e del impío será maldito. 8 El h o m b r e sensato acepta el m a n d a miento, I pero el lenguaraz lo resiste. 9 El que anda en rectitud va seguro; I el que va p o r sendas tortuosas va a la ruina. 10 El que guiña los ojos acarrea malaventura ; I el que mira francamente, sana. * E l h a b l a r del justo 11 Fuente de vida es la boca del justo, | pero la boca del malvado encubre la violencia. 12 El odio enciende las contiendas, | mientras que el a m o r encubre las faltas. 13 En los labios del prudente se halla la sabiduría; | para las espaldas del insensato es la vara. 14 El sabio esconde su ciencia, | la boca del necio anuncia la ruina. 13 L a hacienda del rico es su fortaleza, I la indigencia del p o b r e es su desaliento. 16 La ganancia del justo es para vida, | la del impío, en vicios se le va. 17 Va p o r senda de vida el que acepta la corrección, | el que no la acepta va p o r camino falso. 18 El de labios mendaces encubre el odio, I el que esparce la difamación es un necio. 19 En el m u c h o charlar no falta el pecado, I el que refrena sus labios es sabio. 20 Plata acrisolada es la boca del justo, I el corazón del implo n o vale nada. 21 Los labios del justo nutren a m u chos, I el necio muere p o r falta de entendimiento. de juego, | y lo es para el sensato ser sabio. 24 Sobre el impío vendrá lo que él se teme, | mas el justo verá colmados sus deseos. 25 C o m o pasa el huracán, deja de ser el impío, I mas el justo permanece para siempre. 26 C o m o el vinagre a los dientes y el h u m o a los ojos, | así es el haragán para quien le m a n d a . 27 El temor de Yavé alarga la vida, | m a s los años del impío serán abreviados. 28 Se cumplirá la esperanza del justo, | pero se desvanecerá la del impío. 29 El camino de Yavé es la fortaleza del perfecto, | pero es el terror de los malhechores. 30 El justo no vacilará jamás, I pero el impío no durará sobre la tierra. 31 En la boca del justo florece la sabiduría, I pero la lengua del impío será cortada. 32 Los labios del justo están llenos de gracia; | la boca del impío, de perversidad. 1 La balanza falsa a Dios, I m a s la 11 agrada. es abominable pesa cabal le 2 Detrás de la soberbia viene la desh o n r a , I con la modestia va la sabiduría. 3 La integridad guía al recto, | la propia malicia es la ruina del pérfido. 4 D e nada sirven las riquezas el día de la ira, | pero la justicia libra de la muerte. 5 La justicia del justo le allana el camino, I el malvado cae p o r su misma malicia. * La justicia del justo le salva, I los fraudulentos son cogidos en su mismo pecado. 7 A la muerte del impío perece su esperanza, I y la confianza del malvado queda burlada. 8 El justo es librado de la tribulación, | pero el impío entra en ella en vez de aquél. El bien público 9 El impío con su boca arruina al prójimo, I el justo con su sabiduría le salva. 10 La prosperidad del justo alegra a la ciudad, I y cuando perece el impío hace fiesta. 11 La bendición del justo engrandece a la ciudad, I la boca del impío la abate. L a dicha del virtuoso 12 El insensato desprecia al prójimo, | 22 La bendición de Dios es lo que enri- p e r o el prudente se calla. 13 quece, I nuestro afán no le añade nada. * El chismoso descubre los secretos, | 23 Hacer el mal es para el necio cosa el h o m b r e fiel lo encubre todo. •f A 10 El guiñar el ojo significa la doblez de ánimo, opuesta a la franca sinceridad, que siem' "2 2 pre gana los ánimos de los contendientes y los reduce más fácilmente a la concordia (cf. 16,30). No habrá de tomarse esta sentencia como una invitación a esperarlo todo de Dios, quedándose mano sobre mano, sino como una expresión de la inutilidad de nuestros esfuerzos, si Dios no ios bendice. «A Dios rogando y con el mazo dando», según reza nuestro refrán. PROVERBIOS 11-13 14 680 de ser, | pero la casa del justo queda en pie. 8 C a d a u n o es alabado según su sabiduría, | pero el de perverso corazón es menospreciado. 9 Mejor está el h o m b r e obscuro que tiene qué comer | que el presuntuoso que carece de pan. 1° El justo provee a las necesidades de sus bestias, I pero el corazón del impío es despiadado. 11 El que labra su campo tendrá p a n a saciedad, I pero el que se va tras los vagabundos es u n insensato. Beneficencia 12 El deseo del impío es una red de m a 17 El misericordioso se hace bien a sí les, | la raíz del justo es fructífera. mismo; I el de corazón duro, a sí mismo La lengua se perjudica. 18 El impío hace ganancias vanas; | el 13 El malvado se enreda en pecados de que siembra justicia, ése de verdad gana. lengua, | el justo se libra de ellos. 19 14 El que sigue la justicia va a la vida, | D e los frutos de su boca se sacia el el que va tras el mal corre a la muerte. h o m b r e , | y según él trata, así será tra20 Los de corazón malo son abomina- t a d o . bles a Yavé, | los de perfectos caminos !5 Al necio le parece derecho su camile son gratos. n o , | el sabio atiende a los consejos de los 21 M á s p r o n t o o más tarde no quedará sabios. impune el malvado, | pero la prole del 16 El necio luego al p u n t o descubre su justo escapará. cólera, 1 el sensato sabe disimular u n a 22 Anillo de oro en jeta de puerco | es afrenta. 17 la mujer bella, pero sin seso. El que habla verdad declara lo jus23 El deseo del justo se logra, | pero el t o , | pero el testigo falso lo disfraza. 1 8 impío no puede esperar más que ira. H a y quien al hablar da tantas esto24 Hay quien derrama y siempre tiene cadas c o m o palabras, i pero la lengua más, | otro que ahorra m á s de lo justo del sabio cura las heridas. 19 y empobrece. El labio veraz mantiene siempre la 25 Él benéfico se sacia, | y quien larga- palabra; | la lengua mentirosa, sólo por mente da, largamente tendrá. un m o m e n t o . 26 20 Al que acapara el trigo le maldice El corazón del que maquina el mal el pueblo, | sobre la cabeza del que lo es fraudulento, | alegre el corazón de los vende caen bendiciones. de buenos consejos. 27 El que hace prontamente el bien, bie21 Sobre el justo n o vendrá la adversines se atrae; | al que busca el mal le ven- dad, | m a s p a r a los impíos t o d o serán drá el mal. males. 28 22 El que en sus riquezas confía, caeLos labios mentirosos los aborrece r á ; | los justos reverdecerán c o m o follaje. Y a v é ; I se agrada de los que proceden 29 El que perturba su casa cogerá vien- sinceramente. 23 to, | y el necio será siervo del sensato. El cuerdo encubre su sabiduría; | el 30 Él fruto del justo es árbol de vida, | corazón del necio pregona su necedad. y el sabio roba los corazones. 31 Laboriosidad Si el justo tiene en la tierra su paga, | 24 cuánto más el impío y el pecador. La m a n o laboriosa señorea; | la perezosa se hace tributaria. 25 | O i El que ama la corrección ama la La angustia del corazón deprime al A« sabiduría, I el que odia la correc- h o m b r e , | y u n a palabra buena le conción se embrutece. forta. 2 26 El bueno alcanza el favor de Yavé, | El justo aventaja a su prójimo; I el que condena al de mala vida. camino del impío le lleva a la ruina. 3 27 N o se afirma el h o m b r e por la impieEl indolente no asa su pieza, | pero dad ; | la raíz del justo no será arrancada. el diligente tiene copiosa abundancia. 4 28 La mujer fuerte es la corona del maEn el camino de la justicia está la rido, | la mala es carcoma de sus huesos. vida; I el camino tortuoso lleva a la 5 Los pensamientos del justo son rec- muerte. titud ; | los consejos del impío, fraude. 6 Las palabras del impío son para ace- •j O ' E l hijo sabio ama la corrección, | char la sangre, | la boca del justo la salva. 1 "5 pero el petulante n o escucha la re7 Son trastornados los impíos y dejan prensión. D o n d e no hay gobierno va el pueblo a la ruina, | en la abundancia del consejo está la salvación. 15 A n d a r á en ansiedad el que sale fiador de otro, | el que rehuye la fianza vivirá tranquilo. 16 La mujer prudente es gloria de su marido; | trono de deshonra es la mujer que aborrece la justicia. | Los perezosos carecen de bienes, | pero los laboriosos adquieren riquezas. 681 PROVERBIOS 13-14 2 D e l fruto de su rectitud gozará el h o m b r e ; | el deseo de los desleales es la prepotencia. 3 El que guarda su boca, guarda su vida; | el que mucho abre sus labios, busca su ruina. 4 Desea el haragán, pero n a d a logra; I mas el alma del diligente se saciará. 5 Odia el justo t o d a palabra mentirosa; | pero el impío se deshonra y cubre de vergüenza. 6 La justicia conserva íntegro al h o m bre, | el pecado subvierte al pecador. Pobreza y riqueza 7 H a y quien se las da de rico y n o tiene n a d a , | y quien teniendo mucho se hace el pobre. 8 El rico, con sus riquezas, puede rescat a r la vida; | pero el pobre no tiene con qué rescatarse. 9 La luz del justo brilla espléndidament e ; | pero la lámpara del impío se extinguirá. 1° La soberbia sólo contiendas ocasion a ; | pero es sabio quien toma consejo. 11 Riqueza hecha de prisa, se va; | el q u e p o c o a p o c o allega, | crece. 2 1 Esperanza que se dilata, aflige el cor a z ó n ; | deseo satisfecho es árbol de vida. Docilidad 13 El que menosprecia el m a n d a t o perecerá p o r ello; | el que lo respeta tendrá su recompensa. 1 4 La enseñanza del sabio es fuente de vida I p a r a huir los lazos de la muerte. * 1 5 La cortesía concilia gracia; | los m o dos de los soberbios son ásperos. l" El cuerdo todo lo hace con conocimiento; I el necio va derramando su necedad. 17 U n mal mensajero precipita en la desgracia; I el mensajero fiel es remedio saludable. 18 Miseria y vergüenza p a r a el que desdeña la corrección; | m a s el que la guarda será h o n r a d o . 1 9 El deseo cumplido es deleite del alm a ; I pero apartarse del mal es abominación p a r a el necio. 20 Ve con los sabios y te harás sabio; | al que a necios se allega le alcanzará la desdicha. E l p r e m i o d e los j u s t o s 21 Al pecador le persigue la desventura, I pero el justo será bien retribuido. 22 El h o m b r e de bien será heredado por los hijos de sus hijos; | la hacienda del pecador está reservada para el justo. 23 Lo que rotura el pobre da pan en abundancia; | mas por la impiedad se disipa la hacienda. 24 Odia a su hijo el que da paz a la vara; | el que le ama se apresura a corregirle. 25 El justo tiene p a n a saciedad; | pero el vientre del impío hambreará. H l La mujer prudente edifica la cas a ; I la necia, con sus manos la destruye. 2 El que a n d a en rectitud teme a Yavé; I el que va por sendas tortuosas le desprecia. 3 En la boca del necio está la vara de la soberbia; | m a s los labios del sabio son su guarda. 4 Sin bueyes, el granero está vacío; | por la fuerza del buey hay pan en abundancia. 5 El testigo fiel no miente; I el testigo falso profiere mentiras. * Busca el petulante la sabiduría, pero n a d a ; | mas para el prudente es fácil alcanzarla. 7 Apártate del necio, | en quien no hallarás labios de ciencia. 8 La ciencia del cuerdo está en conocer su c a m i n o ; | al necio le engaña su necedad. 9 El necio desprecia la expiación; | entre los justos habita la benevolencia. 1° El corazón conoce sus amarguras, | pero en sus alegrías no tiene parte el extraño. 11 La casa del malvado será asolada; | la tienda del justo florecerá. 12 H a y caminos que nos parecen derechos, I pero al fin acaban en la muerte. 13 A u n en la risa hay aflicción de corazón, I y a la alegría sucede la congoja. 1 4 El insensato tendrá el fruto de sus obras | y de él gozará también el hombre bueno. Prudencia 1 5 El simple todo lo cree; | el prudente pone atención a sus respuestas. 16 El sabio es cauto y se aparta del m a l ; [ el necio se deja llevar a él fácilmente. 1 7 El que presto se enoja hará locur a s ; I pero el h o m b r e reflexivo no se impacienta. 1 8 El necio a su necedad se atiene, | mientras que el sabio se corona de sabiduría. 1 9 Los malos se inclinarán delante de los buenos, I y los impíos, ante la puerta del justo. Vida vale tanto como felicidad, y lo contrario significa la muerte. PRovr.Hmos 14-15 ÍO Aun a los parientes es odioso el pobre; | pero el rico tiene muchos amigos. 2 1 El que desprecia a su prójimo, peca; | bienaventurado el que tiene misericordia de los pobres. 22 ¿No yerra el que maquina el mal? | Pero el que obra el bien tendrá misericordia y fidelidad. 23 En toda labor hay fruto; | pero la charlatanería empobrece. 24 La cordura del sabio es su corona25; | la necedad es el collar de los necios. Salva las vidas el testigo veraz; | pero el que profiere mentiras es un asesino. Religión y Estado 26 El temor de Yavé es la confianza del fuerte, | y sus hijos en él hallarán refugio. 27 El temor de Yavé es fuente de vida I que aleja de los lazos de la muerte. 28 El pueblo numeroso es el orgullo del rey; | en la falta de pueblo está la ruina del príncipe. 29 Es tardo a la ira el prudente; | el pronto a la ira hará muchas locuras. 3 « Corazón apacible es vida del cuerpo, | y la envidia es la caries de los huesos. 31 El que maltrata al pobre injuria a su Hacedor; | el que tiene piedad del pobre le honra. 32 El impío es arrastrado en su maldad; | el justo hallará refugio en su inocencia. 33 En el corazón del cuerdo reposa la sabiduría, I que se hace sentir aun entre necios. 34 La justicia engrandece a las naciones; | el pecado es la decadencia de los pueblos. 35 Al ministro inteligente da el rey su favor; I al inepto, su desprecio. 682 683 32 duría, | no así el corazón del necio. 8 Yavé abomina el sacrificio del impío9 | y se agrada de la oración del justo. Aborrece Yavé el camino del impío; | pero ama al que sigue la justicia. 10 Molesta la corrección al que va por mal camino, | pero el que aborrece la corrección morirá. 11 Están delante de Yavé el seol y el averno, I cuánto más los corazones de los12hombres. El petulante no quiere que le corrijan, | por eso no va con los sabios. L a felicidad 13 La mansedumbre Corazón alegre hace buena cara, | pero la pena del corazón abate el alma. 14 El corazón prudente busca la sabiduría, | pero la boca del necio se complace en la necedad. 15 Los días del pobre todos son tristes, | pero la alegría del corazón es un perenne banquete. 16 Mejor es poco con el temor de Yavé |7que muchos tesoros con la turbación. 1 Mejor comer legumbres donde hay amor | que comer buey cebado donde hay odio. 18 El iracundo promueve contiendas, | el 19 que tarde se enoja aplaca las rencillas. El camino del perezoso es seto de espinas, I el sendero de los rectos es llano. 20 El hijo sabio es la gloria de su padre; | el 21necio, la vergüenza de su madre. Al falto de sentido le agrada la necedad, I pero el hombre prudente endereza sus22caminos. Frústranse los planes donde no hay consejo, | pero se logran por el consejo de muchos. 23 Gusta saber qué responder, | y la palabra dicha a tiempo, ¡cuánto bien hace! 24 El inteligente va hacia arriba por el camino de la vida, | para apartarse del sepulcro abajo. 1 C ' Una respuesta blanda calma la * 3 ira; | una palabra áspera enciende la 2cólera. La lengua del sabio hace estimable la doctrina; | la boca del necio no dice más que sandeces. 3 Los ojos de Yavé están en todas partes | observando a los malos y a los buenos. 4 La lengua blanda es árbol de vida; | la 5áspera hiere el corazón. El insensato desprecia la corrección paterna, | obra prudentemente el que la atiende. 6 En la casa del justo reina la abundancia; | en las rentas del impío, la turbación. 7 Los labios del sabio derraman sabi- Odiosos y caros a Dios Asóla Yavé la casa del soberbio | y afirma los linderos de la viuda. 26 Son abominables a Yavé los pensamientos del malo | y le son gratas las palabras limpias. 27 Perturba su casa el codicioso, | pero el que aborrece las dádivas vivirá. 28 El corazón del justo medita la respuesta, I pero la boca del impío echa fuera su29maldad. Lejos de los impíos está Yavé, I mas oye la oración del justo. 30 Rostro radiante alegra corazones, | y una buena nueva conforta los huesos. 31 Oreja que escucha la corrección saludable I tendrá su puesto entre los sabios. 25 El que tiene en poco la corrección menosprecia su alma, I el que la escucha adquiere entendimiento. 33 El temor de Yavé es enseñanza de sabiduría, I y a la honra precede la sumisión. L a providencia PROVERBIOS 1 5 - 1 7 21 El sabio de corazón es tenido por sensato, ¡ y la blandura de los labios hace eficaz la doctrina. 22 Fuente de vida es la sabiduría para el que la tiene, | y es castigo del necio la necedad. El d o n de la palabra El corazón del sabio hace disertar su boca I y con sus labios avalora la doctrina. 24 Panal de miel son sus suaves sentencias, I dulzura del alma y medicina de los huesos. 25 Hay caminos que al hombre le parecen derechos, | pero a su fin son caminos de26muerte. El que trabaja, para si trabaja, | y su boca le estimula. 27 El impío se cava la fosa I y hay en sus2 8 labios como llama de fuego. El perverso excita contiendas | y el chismoso aparta a los amigos. 29 El hombre malo lisonjea a su prójimo30 I y le lleva por caminos no buenos. El que hace guiños con los ojos maquina engaños, I y el que aprieta los labios ha hecho ya el mal. 31 Gloriosa corona es la canicie, | se halla32en el camino de la justicia. Mejor que el fuerte es el paciente, I y el que sabe dominarse vale más que el El rey que expugna una ciudad. 10 33 Un oráculo son los labios del rey; | no En el seno se echan las suertes, | pero falle, pues, el juicio de su boca. es Yavé quien da la decisión. 11 Peso justo y balanza justa son de Yavé I y obra suya son las pesas de la B o n d a d con el prójimo bolsa. 12 1 Abominable es que los reyes hagan Mejor es un pedazo de pan seco impiedad, ¡ pues por la justicia se afirman en paz | que la casa llena de carne los13tronos. de víctimas y de contiendas. 2 Agradan al rey los labios veraces | y El siervo inteligente se impondrá al ama al que habla rectamente. hijo deshonroso | y heredará con los her14 La cólera del rey es heraldo de la manos. 3 muerte, | el hombre sabio la evitará. El crisol para la plata, la hornaza para 15 En la alegría del rostro del rey está el oro, I mas los corazones los prueba la vida, | su favor es como nube preñada Yavé. 4 de lluvia primaveral. El malo escucha al maldiciente | y el mentiroso da oídos a la lengua mordaz. 5 El que insulta al pobre insulta a su Sabiduría y modestia Hacedor I y el que se goza del mal aje16 Mejor adquirir sabiduría que adqui- no no quedará impune. 6 rir oro, I tener inteligencia vale más que Corona del anciano son los hijos y los tener plata. nietos, I y los hijos, honra de los padres. 17 7 El camino derecho es apartarse del No está bien al necio la grandilocuenmal, I guarda su alma el que guarda su cia, I cuánto menos al príncipe la mencamino. tira. 18 8 La soberbia es heraldo de la ruina, | Piedra de encanto es el cohecho para y la altivez de corazón, de la caída. el que lo recibe; | adondequiera que se 19 Mejor es humillar el corazón con los vuelva, cree tener buen suceso. 9 humildes | que partir con los soberbios los El que quiere amistad encubre las faldespojos. tas, I el que las descubre se enajena el 20 El que pone atención a la palabra ha- amigo. 10 llará el bien, | y quien confía en Yavé es Más efecto le hace al sensato un rebienaventurado. proche I que cien azotes al necio. 1 R ' *"*e' h ° m r , r e es preparar la men•*• *» te, I pero es Yavé quien da la respuesta de la lengua. 2 Al hombre le parecen buenos todos sus caminos, | pero es Yavé quien pesa las almas. 3 Encomienda a Yavé todos tus afanes | y se te lograrán tus pensamientos. 4 Todo lo ha hecho Yavé para sus fines, I aun al impio para el día malo. 5 Aborrece Yavé al de altivo corazón, | pronto o tarde no quedará sin castigo. 6 Con misericordia y verdad se repara el pecado, I con el temor de Yavé se aparta el hombre del mal. 7 Cuando los caminos del hombre son gratos a Yavé, | aun a los enemigos se concilia. 8 Mejor es poco en justicia | que muchas rentas en injusticia. 9 Traza el corazón del hombre sus caminos, I pero es Yavé quien dirige sus pasos. 23 n 684 PROVEIIIIIOS 1 7 - 1 9 " Rl malvado no busca más que hacer mal, I mas recibirá un cruel mensaje. 12 Mejor es dar con una osa a quien h a n arrebatado la cría | que con un necio en el frenesí de su necedad. 13 El que devuelve mal por bien | no verá alejarse la desventura de su casa. i" Comenzar un pleito es dar suelta a las aguas; | deja la porfía antes que se encrespen. L a justicia 15 Quien absuelve al reo y quien condena al inocente, | a m b o s son abominables a Yavé. 16 ¿De qué sirve el o r o en m a n o s del necio? | ¿Podrá comprar la sabiduría? N o tiene sentido. " E l amigo ama en t o d o t i e m p o ; | es un hermano para el día de la desventura. 18 Es necio el que estrecha la m a n o | empeñándose por otro. 19 A m a el delito quien ama las riñas; I el que abre demasiado la puerta de su casa busca su ruina. 2I > El de perverso corazón no hallará bien, [ y la lengua mendaz incurrirá en el mal. 2 ' El que engendra a un necio, p a r a su mal lo engendra; | el padre del necio no gozará de alegría. 22 Corazón alegre hace buen cuerpo; I la tristeza seca los huesos. 23 El inicuo acepta dádivas | para torcer el derecho. 24> El cuerdo tiene ante los ojos la sabiduría ; | los ojos del necio se van hasta los confines de la tierra. 25 El hijo necio es el tormento de su padre | y la amargura de la que le engendró. 26 N o está bien multar al que tiene la razón, I pero menos aún castigar a gente h o n r a d a contra justicia. Hablar necio 6 Los labios del necio mueven contiendas, | y su boca litigios. 7 La boca del necio es su ruina, | y sus labios, lazo para su vida. 8 Las palabras del chismoso parecen dulces | y llegan hasta lo m á s h o n d o de las entrañas. 9 El que es negligente en su labor | es h e r m a n o del derrochador. 1° Torre fuerte es el n o m b r e de Yavé; I a ella se acogerá el justo y estará seguro. 11 La riqueza es para el rico fuerte ciudadela; I le parece una alta muralla. 12 Antes de la caída se exalta el corazón del hombre, | y a la gloria precede la humillación. 13 El que antes de haber escuchado responde, | es tenido p o r fatuo para oprobio suyo. 14 El ánimo del h o m b r e le sostiene en su aflicción; I pero ¿quién sostendrá el ánimo abatido? 15 El corazón del sensato adquiere sabiduría, | y la oreja del sabio busca la enseñanza. Tribunales y pleitos 16 Las dádivas abren camino al h o m bre | y le dan entrada a los grandes. i ' Parece tener razón el que primero expone su causa; | pero viene su adversario y le descubre. 18 La suerte pone fin a los pleitos | y decide entre los grandes. i* H e r m a n o ofendido es u n a ciudad fuerte, | y sus litigios son cerrojos de fortaleza. 20 C a d a u n o llena el vientre de los frutos de su boca | y se sacia del fruto de sus labios. 21 La muerte y la vida están en poder de la lengua; | cual sea el uso que de ella bagas, tal será el fruto. Sabiduría práctica 22 El que halla una buena mujer halla 27 Es parco en palabras quien tiene la un tesoro, I ha recibido un gran favor de sabiduría | y el h o m b r e sensato es de san- Yavé. 23 gre fría. El pobre habla suplicante, I el rico 28 A u n el necio, si calla, pasará p o r sa- responde duramente. bio, | y p o r prudente si cierra sus labios. < O l Busca pretextos el que se des•1 *» vía, | y p o r cualquier cosa se enfurece. 2 Al necio no le agrada la prudencia, | sino sólo propalar sus necedades. 3 Con la impiedad viene la deshonra; | con la deshonra, la vergüenza. 4 Aguas profundas son las palabras del h o m b r e ; | arroyo desbordado fuente de la sabiduría. 5 N o está bien tener aceptación del rostro del impío | p a r a perjudicar al justo en la sentencia. El verdadero a m i g o 24 H a y amigos que sólo son p a r a ruina, | pero los hay más afectos que un hermano. | A 1 Mejor es el pobre que anda en * •» sencillez de corazón [ que el de labios perversos y fatuo. 2 Y a el carecer de reflexión no es cosa buena, I pero el que además es precipitado en su obrar, la yerra. 3 La necedad del h o m b r e tuerce sus caminos | y luego le echa la culpa a Yavé. 685 PROVERBIOS 1 9 - 2 0 4 La riqueza allega muchos amigos, | do el necio, | reprende al sensato y ganará pero al pobre sus amigos le abandonan. en saber. 26 5 El que maltrata a su padre y ahuyenTestigo falso no quedará sin castigo, | y el que esparce la mentira no escapará. ta a su m a d r e | es u n hijo infame y deshon6 Al dadivoso le hacen muchos la rue- roso. 27 N o des oídos, hijo mío, al resentida, | todos son amigos del munífico. 7 Al pobre aun sus hermanos le aborre- miento, I que te desviarías de los dictámenes de la prudencia. cen, | ¡cuánto más le dejarán los amigos! 28 El testigo falso se burla de la justiEl que cultiva demasiadas amistades, lo pagará, I como el que corre tras lo que cia, I la boca del impío se traga la iniquidad. no está a su alcance. 29 Los castigos son para los petulantes, ¡ y los azotes para las espaldas de los necios. El prudente y el necio 8 El que adquiere inteligencia se hace bien a sí m i s m o ; | el que guarda el entendimiento hallará bien. 9 El que en falso atestigua n o quedará impune, | y el que esparce la mentira perecerá. 1° N o están bien al necio los deleites, | cuánto menos a u n esclavo m a n d a r a los príncipes. 11 L a cordura del h o m b r e detiene su cólera, | y es honroso disimular u n a ofensa. i 2 Rugido de león es la ira del rey; | su favor, c o m o rocío sobre la hierba. 13 El hijo necio es el tormento de su padre, | y gotera continua la mujer quisquillosa. 1 4 Casa y hacienda, herencia son de los p a d r e s ; | pero una mujer prudente es d o n de Yavé. 15 L a pereza trae el sueño | y el h a r a g á n hambreará. El temor de D i o s 16 O ft 1 El vino es petulante, y los licores, £ " alborotadores; | el que p o r ellos va haciendo eses no h a r á cosa buena. 2 La cólera del rey es el rugido de un cachorro de león; | el que la provoca peca contra su vida. 3 Es h o n o r p a r a el h o m b r e esquivar las contiendas; | el insensato se mete en ellas. 4 El perezoso n o ara en invierno; | va luego en busca de la cosecha, y nada halla. 5 Aguas profundas son los pensamientos del hombre, | pero el cuerdo sabe sacarlas fuera. 6 Muchos son los que a porfía se dan p o r amigos, I pero ¿quién hallará el amigo fiel? Rectitud 7 El justo a n d a p o r caminos derechos; I bienaventurados sus hijos después de él. 8 El rey sentado en su tribunal | con su mirar disipa el mal. 9 ¿Quién puede decir: H e limpiado mi corazón, | estoy limpio de pecado? 1° Peso falso y falsa medida | son abominables a Yavé. H A u n el niño da a conocer por sus acciones | si su obra será luego recta y justa. i 2 El oído que oye y el ojo que ve | son a m b o s obra de Yavé. 13 N o ames el sueño por que no te empobrezcas, I abre el ojo y tendrás pan en abundancia. 1 4 «Malo, malo», dice el que compra, I mas en apartándose se alaba. 1 5 H a y oro, hay piedras preciosas; | los labios del sabio son vaso precioso. El que guarda la Ley, a sí mismo se guarda; | el que menosprecia sus caminos morirá. 17 A Yavé presta el que da al pobre, | El le dará su recompensa. is Castiga a tu hijo, que siempre hay esperanza; I pero n o te excites hasta destruirle. 19 El que mucho se aira pagará la pena, ! y más a ú n si guarda rencor. 20 Escucha el consejo y acoge la corrección, I para hacerte así sabio en lo futuro. 2 i M u c h o s proyectos hay en la mente del h o m b r e , | pero es el consejo de Yavé el que permanece. 22 La misericordia es al h o m b r e provechosa, I y mejor es ser pobre que mentiBuenas y malas adquisiciones roso. 23 16 El temor de Yavé lleva a la vida, | el Quítale la r o p a al que salió fiador que de El está lleno no será visitado p o r p o r u n extraño, [ retén la prenda del que a extraños fio. la desventura. 1 7 Es sabroso al h o m b r e el p a n mal adquirido, I pero después se halla la boca C o r r e c c i ó n y holgazanería llena de cascajo. 24 18 Mete el perezoso su m a n o en el seAsegura tus designios con el consen o , I ni para llevársela a la boca la sacará. jo I y haz la guerra con mucha reflexión. 25 Castiga al petulante y se h a r á cuer1 9 El chismoso no guarda los secretos; I PROVUIIIIIOS 20-22 686 no le entrometas con el suelto de lengua. -i' El que maldice a su padre o a su madre | verá extinguirse su lámpara en obscuridad tenebrosa. 21 Lo p r o n t o y aprisa adquirido | no será después bendecido. 22 N o digas: «Devolveré mal por mal»; I confía en Yavé, que El te salvará. 23 Peso falso es abominable a Yavé, | y falsa balanza no está bien. 24 D e Yavé son los pasos del h o m b r e . I ¿Qué puede saber el h o m b r e de sus propios destinos? 25 Lazo es al h o m b r e decir luego: «Consagrado», [ para a n d a r después pesquisando sobre el voto. C a r i d a d y justicia 1 3 El que cierra sus oídos al clamor del pobre, I tampoco cuando él clame hallará respuesta. 14 El presente en secreto aplaca el furor, I y el don en el seno la fuerte ira. 1 5 Alegra al justo que se haga justicia, | pero al malhechor le aterra. 16 El que se aparta del camino de la sabiduría I vendrá a p a r a r en la compañía de los muertos. 1? Vendrá a p a r a r en la miseria el que ama los deleites, | y el que a m a el vino y los perfumes no se enriquecerá. 18 El rescate del justo es el impío; I el de los rectos, el prevaricador. 1 9 Mejor es vivir en u n desierto I que Rey y gobierno con mujer rencillosa e iracunda. 26 El rey sabio disipa a los impíos | y 20 Codiciable y pingüe tesoro hay en la hace tornar sobre ellos la maldad. casa del justo, | pero el necio lo disipa. 27 2 Candela de Yavé es el espíritu del i El que hace justicia y misericordia I h o m b r e I que escudriña los escondrijos de hallará vida y honor. 22 las entrañas. El sabio expugna la ciudad fuerte | y 28 Bondad y fidelidad guardan al rey, | y destruye la fuerza en que se apoya. 23 la clemencia sostiene los tronos. El que guarda su boca y su lengua I 29 La fortaleza es la gloria de los jóve- se preserva de la angustia. nes ; | el ornamento de los ancianos, la ca24 Soberbio y presuntuoso | es el que nicie. obra con orgullosa saña. 30 2 Las señales del azote son medicina 5 Los deseos m a t a n al haragán, | porcontra el mal I y sus llagas llegan a lo que sus m a n o s no quieren trabajar. 26 más h o n d o del corazón. H a y quien está siempre codiciando, I pero el justo da con largueza. 27 Oí * Arroyo de agua es el corazón del Abominable es el sacrificio del im* * rey en m a n o de Yavé, | que El di- pío, I sobre todo si lo ofrece con mala inrige a donde le place. tención. 2 28 Al h o m b r e siempre le parecen buenos El testigo falso perecerá, | el h o m b r e sus caminos, I pero es Yavé quien pesa verdadero mantiene su palabra. los corazones. 29 El impío hace cara dura, | pero el jus3 H a z justicia y juicio, | que eso es más to conoce los caminos de aquél. grato a Yavé que el sacrificio. 4 Ojos altivos, corazón soberbio, | luz El poder de Dios de los impíos, son pecado. 5 30 Los designios del diligente prospeN o hay sabiduría, no hay cordura, I ran, | mas para el precipitado todo son no hay consejo contra Yavé. 31 pérdidas. Apréstate el caballo p a r a el día del combate, | pero la victoria es de Yavé. Malicia inútil 6 Allegar tesoros con lengua mentirosa | es desatentada vanidad y lazo mortal. 7 La rapiña del impío será su destrucción | p o r no haber querido hacer justicia. 8 El camino del perverso es tortuoso y desviado, | pero el del justo es derecho. 9 Mejor es vivir en un rincón del desván | que en c ó m o d a casa con mujer quisquillosa. i° El alma del impío desea hacer el mal, | no perdona ni a su amigo. 11 Por el castigo de! petulante aprende el inexperto; | el sabio, de la corrección saca ciencia. 12 El justo ve la caída del impío | y cóm o son trastornados p o r la desventura. 0 0 1 M á s que las riquezas vale el buen « ^ n o m b r e ; | más que la plata y el oro, la buena gracia. 2 El rico y el pobre se encuentran, | pero al u n o y al otro los hizo Yavé. 3 El cuerdo ve el peligro y se esconde, | pero el necio sigue adelante y la paga. 4 Riquezas, honra y vida I son premio de la humildad y del temor de Yavé. 3 Espinas y lazos hay en el camino del i m p í o ; I el que guarda su alma se aleja de él. 6 Instruye al niño en su camino, | que aun de viejo no se apartará de él. 7 El rico señorea sobre el pobre | y el que toma prestado es siervo del que le presta. 687 PROVERBIOS 22-23 8 El que siembra iniquidad cosecha desventura I y todos sus afanes son vanos. 9 El hombre generoso es bendecido, ¡ p o r q u e da al pobre de su pan. 1° Arroja al petulante y se acabará la contienda, | y cesará el pleito y la afrenta. 11 A m a Yavé a los de puro corazón, | y agrada al rey la gracia en el decir. i 2 Los ojos de Yavé protegen al justo | y trastorna los planes del perverso. 1 3 Dice el perezoso: Fuera hay un león | que me mataría en medio del camino. 1 4 Sima profunda es la boca de la ext r a ñ a ; I aquel que es odioso a Yavé cae en ella. 1 5 La necedad se esconde en el corazón del niño, | la vara de la corrección la hace salir de él. 16 Oprimir al pobre es para provecho suyo, I dar al rico es tirarlo. TERCERA PARTE S E N T E N C I A S D E LOS SABIOS (22,17-24,34) 1 7 D a oído y escucha las palabras del sabio, I y aplica tu corazón para entenderlas. * i 8 Pues te será dulce conservarla en tu pecho I y tenerla pronta en tus labios. 1 9 Para que pongas en Yavé tu confianza, [ te señalo yo hoy sus caminos. 20 ¿No te he escrito ya treinta sentencias p a r a darte consejo y enseñanzas? 2 i ¿Palabras sinceras para enseñarte la verdad, | p a r a que sepas responder a quien te pregunte? 22 N o robes al pobre, porque es pobre, | ni quebrantes en las puertas al desvalido. 23 Porque Yavé defenderá su causa | y despojará a los que le despojan. 24 N o te acompañes del iracundo | ni te vayas con el colérico, 25 Para que no aprendas sus maneras | y no pongas lazos a tu vida. 26 N o seas de los que dan la m a n o | y salen fiadores de un deudor; 27 D e otro m o d o , si no tienes con qué pagar, | te quitarán de debajo de ti la cama. 28 N o traslades los linderos antiguos | que pusieron tus padres. 29 ¿Has visto a u n o solicito en sus cosas? I Pues ante los reyes estará, no quedará entre la gente obscura. A la m e s a OO ! C u a n d o te sientes .a la mesa de « « un señor, | mira bien a quién tienes delante. 2 Y pon un cuchillo a tu garganta | si sientes mucho apetito. 3 N o codicies sus manjares delicados, I porque es pan engañoso. 4 N o te empeñes en hacerte rico, I pon coto a tu ambición. 5 Pones en ello tus ojos y desaparece luego, I pues luego toma el vuelo y se remonta al cielo. 6 N o comas con el avaro | ni codicies sus manjares. 7 Porque él n o piensa m á s que en sí. «Come y bebe», te dirá, | pero su corazón n o está contigo. 8 Y vomitarás el bocado que comiste | y habrás perdido tus blandas palabras. 9 N o hables a oídos del necio, | que despreciará tus sensatas razones. i" N o traslades los antiguos linderos | ni te metas en la heredad de los huérfanos. 11 P o r q u e su defensor es fuerte, I que sentenciará p o r ellos contra ti. Docilidad i 2 Aplica tu corazón a la enseñanza, | y tus oídos a las palabras de los sabios. 1 3 N o ahorres a tu hijo la corrección, | que porque le castigues con la vara, no morirá. 1 4 Hiriéndole con la vara | librarás su alm a del sepulcro. 1 5 Hijo mío, si eres sabio, | se alegrará mi corazón, 16 Y se alegrarán mis entrañas | si tus labios hablan cosas rectas. 7 1 N o envidies a los pecadores, | antes persevera siempre en el temor de Yavé; 1 8 Porque ciertamente tendrás un porvenir, I no verás defraudada tu esperanza. 1 9 Óyeme, hijo mío, y sé sabio | y endereza tu corazón p o r buen camino. 20 N o te vayas con los bebedores de vino I ni con los comedores de carne. 2 i P o r q u e el bebedor y el comilón empobrecerán I y el sueño hará vestir vestidos rotos. 22 Escucha a tu padre, al que te engendró, I y cuando envejeciere tu madre no la desprecies. 23 C o m p r a verdad y no la vendas, | sabiduría, enseñanza e inteligencia. 24 M u c h o se alegrará el padre del justo | y el que engendró a un sabio se gozará en él. 25 Alégrense, pues, tu padre y tu madre I y gócese la que te engendró. 26 D a m e , hijo mío, tu corazón | y pon tus ojos en mis caminos. 27 Sima profunda es la ramera, | y pozo estrecho la extraña. 17 Este epígrafe pertenece al texto y encabeza esta segunda sección de proverbios (22,1724,22). PK1IVKIIIIHIM 23-24 688 28 También ella, c o m o el ladrón, está venir | y tu esperanza n o quedará inal ucecho | y multiplica entre los hombres cumplida. 15 los prevaricadores. N o aceches, ¡oh impío!, la m o r a d a del justo, | no saquees su casa. 1 6 El borracho Porque el justo, siete veces cae y se 29 ¿A quién los ayes, a quién los la- levanta; | pero el impío sucumbirá en mentos, | a quién las contiendas, a quién la 1 7desventura. N o te goces en la ruina de tu enelas quejas, I a quién los palos por n a d a , a migo, | n o se alegre tu corazón al verle quién los ojos hinchados? 30 sucumbir. A quien se p a r a m u c h o ante el vino, | 18 N o lo vea Dios y le desagrade | y a los que se van en busca de la mixtura. aparte de sobre él su ira. 31 N o mires mucho al vino c u a n d o ro19 N o te entrometas con los perversos, I jea | y c u a n d o espuma en el vaso; 32 Entrase suavemente, pero al fin muer- n o2 0tengas envidia del impío. P o r q u e el impío n o tendrá buen fin, | de c o m o sierpe | y pica c o m o áspid. 33 Y tus ojos verán cosas extrañas | y y 2la1 lámpara del malvado será apagada. Teme, hijo mío, a Yavé y al rey, | y hablarás sin concierto; 34 Te parecerá estar acostado en medio no2 2te unas a los veleidosos; Porque de improviso viene sobre ellos del mar | y estar durmiendo en la copa la perdición, | y el disfavor de entrambos, de u n árbol. 35 «Me h a n pegado y no m e h a dolido, | ¿quién lo conoce? me han pisoteado y no lo he sentido; | cuando m e despierte volveré a buscarlo». N u e v o s p r o v e r b i o s l d e los sabios • 23 También éstas son sentencias de los sabios. | N o está bien tener acepción de personas en el juicio. 24 Al que dice al culpable: «Tú tienes la razón», | le detesta el pueblo y le maldicen las gentes; 25 Pero al que rectamente juzga, t o d o le va bien | y sobre él desciende fausta bendición. 26 D a un beso en los labios | quien da una buena respuesta. 27 Dispon tu obra de fuera y prepáratela en el c a m p o ; | luego la meterás en casa. 28 N o testifiques de ligero contra el prójimo; ] ¿quieres acaso engañar con tus labios? 29 N o digas: « C o m o m e h a t r a t a d o a mí le trataré yo a él | y le daré lo que se merece». O A N o tengas envidia del malvado, | ^ • ni desees ponerte en su lugar; 2 Porque su corazón maquina la ruina | y sus labios no hablan m á s que p a r a dañar. 3 Con la sabiduría se edifica la casa | y con la prudencia se afirma. 4 Con la ciencia se hinchen tus graneros I de t o d o lo m á s preciado y deleitoso. 5 Hace m á s el sabio que el valiente, | el h o m b r e de ciencia m á s que el fuerte; 6 P o r q u e con estratagemas se hace la guerra, | y la victoria está en la muchedumbre de los consejeros. 7 Demasiado sublime es para el necio la sabiduría; ¡ n o abrirá su boca en las puertas. 8 El que maquina el mal | será llamado h o m b r e de malos pensamientos. 9 El pensamiento del necio es el pecado, | y es abominable a los hombres el petulante. El perezoso 10 Si eres flojo en el tiempo bueno, | 30 Pasé junto al c a m p o del perezoso I y ¿qué fuerza tendrás el día de la desvenjunto a la viña del insensato, tura? 31 Y t o d o eran cardos y ortigas que habían cubierto su haz, 1 y su albarrada D e b e r e s p a r a c o n el p r ó j i m o estaba destruida. 32 11 A su vista m e puse a reflexionar; | Libra al que es llevado a la m u e r t e ; | fue para mí una lección. al que está en peligro de muerte, sálvale. aquello 33 12 U n poco dormir, un poco cabecear, | Que si luego dijeres: « N o lo sabía», | o t r o poco m a n o sobre m a n o , descan¿no lo sabrá el que pesa los corazones? | Bien lo sabe el que vela por tu vida y sando. 34 Y sobreviene como correo la miseria | d a r á a cada u n o según su merecido. 13 Come miel, hijo mío, que es buena, | y como ladrón la indigencia. y el panal es muy dulce al paladar. 14 Así es, sábelo, la sabiduría p a r a tu a l m a ; | si la adquieres, tendrás buen por23 Una sección más (23-34) que se atribuye a los sabios. PROVERBIOS 25-26 689 C U A R T A P A R T E PARÁBOLAS DE S A L O M Ó N RECOGIDAS POR L O S SABIOS D E E Z E Q U Í A S * (25,1-29,27) Nuevos proverbios de Salomón O r 1 También éstas son sentencias de « « * Salomón, el rey, | coleccionadas p o r los varones de Ezequías, rey de Judá. 2 Gloria de Dios es encubrir las cosas I y h o n r a del rey escudriñarlas. 3 C o m o la altura del cielo y la p r o fundidad de la tierra, | así es insondable el corazón del rey. 4 Despoja de escorias la plata, I y el platero p o d r á hacer su obra. 5 A p a r t a al inicuo del lado del rey, | y con la justicia se afirmará su t r o n o . 6 N o te alabes en presencia del rey | y no te sientes en la silla de los grandes. 7 Pues mejor es que te digan: «Sube acá», I que tener que ceder tu puesto a o t r o más grande. Los litigios 8 Lo que h a n visto tus ojos | n o lo hagas en seguida objeto de litigio, | pues ¿qué harás luego, | c u a n d o venga t u adversario y te ponga en evidencia? 9 Defiende t u pleito contra t u adversario, I pero n o descubras el secreto de otro, 10 p o r que no pueda infamarte quien te escucha, | sin que tenga remedio tu deshonra. 11 F r u t o de o r o en plato de plata | es la palabra dicha a tiempo. i 2 Zarcillo de o r o y collar de plata | es u n sabio amonestador p a r a el oído dócil. 13 Frío de nieve en el calor de la siega | es el mensajero fiel p a r a quien le manda, I que refresca el ánimo de su señor. i 4 N u b e y viento sin lluvia | es el h o m bre que se jacta de vana liberalidad. 15 C o n longanimidad se aplaca el príncipe, I y la lengua blanda ablanda los huesos. Moderación 1 9 C o m o diente quebrado y pie que resbala | es la confianza del impío al tiempo de la angustia | y como el qne se quita la r o p a en día de frío. 2 <> Echar vinagre sobre el natrón | es cantar canciones al corazón afligido. 2 1 Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; I si tiene sed, dale de beber. * 22 Pues así echas ascuas sobre su cabeza; I Yavé te lo pagará. 23 El viento n o r t e ahuyenta la lluvia; I el rostro airado, la lengua detractora. 24 Mejor es estar en u n rincón del desván I que con mujer rencillosa en casa espaciosa. 2 ' Agua fresca en la boca del sediento I es la buena nueva que viene de lejanas tierras. 2 * Fuente turbia y manantial infecto I es el justo que cede ante el impío. 27 N o hace bien comer demasiada miel I y n o es h o n r o s o buscar la propia gloria. 28 Ciudad desmantelada y sin murallas I es el que no tiene dominio de sí mismo. OR ' ^-omo nieve en el verano y Uu«<»» via en la siega, | así conviene al necio la honra. 2 C o m o pájaro vago y como golondrina que vuela | es la imprecación sin m o tivo; n o se cumple. 3 Para el caballo el látigo, la cabezada p a r a el asno, | la vara para las espaldas del necio. 4 N o respondas al necio según su necedad, I p a r a no hacerte c o m o él. 5 Responde al necio como merece su necedad, | p a r a que no se tenga por sabio. 6 Sus pies se corta y daños sufre [ el que envía un mensaje por m a n o de u n necio. 7 C o m o cojean las piernas del cojo, | así el proverbio en la boca del necio. 8 C o m o quien liga la piedra en la h o n da, I así es el que hace h o n o r al necio. 9 C o m o rama de espino en m a n o de un borracho, | así es el proverbio en la boca del necio. 10 C o m o saeta que hiere a cualquiera que pasa, | así el que asalaria al necio y al borracho. 11 C o m o perro que vuelve a su vómito | es el necio que repite sus necedades. 12 ¿Has visto a u n o que se cree sabio? | M á s puedes esperar del necio que de él. 16 Si encuentras miel, come lo suficient e ; I n o te hartes y tengas que vomitarla. 1 7 Pon rara vez tu pie en la casa del vecino, I no se harte de ti y te aborrezca. El perezoso 18 Maza, espada y aguda saeta | es el 13 Dice el perezoso: «En el camino hay h o m b r e que en falso testifica contra su una fiera, | un león en la plaza». prójimo. 1 Estas palabras pueden ser razonable fundamento de que estos varones de Ezequías fueron los compiladores del libro de los Proverbios. 21 Sentencia que preludia la doctrina del Evangelio sobre el perdón de los enemÍBos. San Pablo la cita en Rom 12,20. 25 PROVERBIOS 26-28 690 691 4 1 Las puertas giran en sus quicios, | A m i g o s y vecinos i el perezoso en su lecho. 10 15 N o dejes al amigo ni al amigo de t u El perezoso mete la m a n o en el seno, I y se cansa aun p a r a llevársela a la boca. padre, | y no tendrás que ir a casa de tu 16 El perezoso se cree prudente | más h e r m a n o el día de la desventura. | Mejor es vecino cercano I que h e r m a n o lejano. que siete que sepan responder. 11 Sé sabio, hijo mío, y compláceme, | p a r a que pueda yo responder a quien me E l litigio moteja. 12 17 Coger a un perro por las orejas I es Él prudente ve el peligro y se esconentrometerte en u n pleito que no te im- de, I el simple sigue adelante y la paga. 13 porta. Cógele el vestido p o r haber salido 18 C o m o el loco que lanza llamas I y fiador de otro, | y retén la prenda al que saetas mortíferas, fio a u n extraño. 19 Tal es el h o m b r e que d a ñ a a su 1 4 Al que a voces saluda al vecino de i-migo I y dice después: «Lo hice p o r m a d r u g a d a , I p o r maldición se le cuenta. 15 broma». Gotera incesante en día de lluvia | y 20 Por falta de leña se apaga el fuego, I y mujer rencillosa, allá se van. 1 6 donde no hay chismoso cesa la contienda. Quien quiere contenerla pretende pa21 C o m o el carbón para las brasas y rar el viento | o coger el aire con su la leña p a r a el fuego, I así es el chismoso diestra. 17 para encender contiendas. El hierro con el hierro se aguza, ] y 22 Las palabras del chismoso son bo- el h o m b r e aguza a su prójimo. 8 cado suave I que baja hasta el fondo de las i El que guarda la higuera comerá entrañas. su fruto, I y el que atiende a su señor 23 Baño de plata sobre vasija de barro | recibirá de él honores. 19 es la palabra lisonjera p a r a el corazón C o m o se parece un agua a otra agua, 1 del malvado. así el corazón de u n h o m b r e al de o t r o . 24 20 El que aborrece se enmascara con El seol y el averno no se llenan n u n los labios, I pero dentro lleva la traición. ca, I y así el ojo del h o m b r e n o se sacia 25 C u a n d o te habla amigablemente no jamás. 21 le creas, | porque siente abominaciones C o m o el crisol p a r a la plata y la que lleva dentro del corazón. h o r n a z a para el oro, I así es p a r a el h o m 26 Con doblez esconde su rencor, I pero bre la boca que le alaba. 22 su malicia será descubierta en la asamblea. A u n q u e majes al necio en el mortero, | 27 El que cava la fosa cae dentro de n o le sacarás su necedad. ella, I y al que rueda una piedra se le viene encima. C u i d a d o d e la g r e y 28 La lengua mentirosa produce mu23 Cuida bien de tu grey | y p o n atenchos males I y la boca lisonjera hace ción a tus rebaños. resbalar. 24 P o r q u e no dura siempre la riqueza, | n *J > N o te jactes del día de m a ñ a n a , | ni la corona va de generación en genera*< ' pues no sabes lo que d a r á de sí. ción. 2 25 Que te alabe el extraño, no tu b o c a ; | Sale el heno, aparece la verdura, | el ajeno, no tus labios. siéganse las hierbas de los m o n t e s ; 3 26 Pesada es la piedra, pesada la arena; I Y los corderos te proporcionan vespero la ira del necio es más pesada que tidos, I y los cabritos el precio de las ambas cosas. labores; 4 27 Cruel es la ira, furiosa la cólera; | Las cabras, leche a b u n d a n t e para tu pero ¿quién podrá parar ante la envidia? comida, I p a r a el mantenimiento de tu 5 Mejor es u n a abierta reprensión | que casa I y p a r a el sustento de tus criados. un a m o r encubierto. 6 Leales son las heridas hechas p o r O Q 1 H u y e el malvado sin que nadie quien ama, I pero los besos del que abo- « O le persiga, I m a s el justo va seguro rrece son engañosos. como cachorro de león. 7 2 El h a r t o pisotea la miel, ] pero al P o r los delitos de una tierra son m u hambriento le es dulce lo amargo. chos sus gobernantes, I pero con uno in8 C o m o pajarillo fuera de su nido | es teligente y prudente dura largo tiempo. * 3 el h o m b r e fuera de su patria. El perverso que oprime a los pobres | 9 El perfume y el incienso alegran el es u n t o r b e l l i n o h u r a c a n a d o q u e n o corazón, 1 y el consejo y la ciencia son la da pan. delicia del alma. OO ~^ 2 Asi los LXX. El texto masorético: «El arrebato de los iracundos enciende las disputas. I pero el hombre discreto las apaga». PROVERBIOS 28-29 O b s e r v a n c i a d e la L e y 4 Los que a b a n d o n a n la Ley alaban al impío, I los que la guardan le hacen la guerra. 5 Los malvados no conocen la justicia, | pero el que busca a Yavé lo sabe t o d o . * Mejor es el pobre que anda en integridad I que el rico de perversos caminos. 7 El que guarda la Ley es hijo prudente, I el que se a c o m p a ñ a de glotones es vergüenza de su padre. 8 El que con usura y crecido interés aumenta sus caudales, | para el que se apiada de los pobres lo allega. * 9 Es abominable la oración | d e aquel que se aparta de la Ley. 10 El que a los rectos extravia de la buena senda | caerá en su propia sima, | pero los perfectos heredarán el bien. 11 El rico es sabio a sus propios ojos, I pero el pobre inteligente sabe sondearle. 12 C u a n d o prevalecen l o s justos hay gran gloria, I pero c u a n d o se alzan los impíos se esconden los hombres. 13 El que oculta sus pecados n o prosperará, I el que los confiesa y se enmienda alcanzará misericordia. 14 Bienaventurado el h o m b r e que persevera en el temor, | pero el d e d u r o corazón caerá en la desventura. 15 León rugiente y oso h a m b r i e n t o I es u n mal príncipe a la cabeza de su pueblo. '6 U n príncipe insensato multiplica las extorsiones, ¡ pero el que aborrece la rapiña alarga la vida. 17 El h o m b r e que derrama sangre | corre al sepulcro sin que nadie le socorra. 18 El que a n d a en integridad será salvo; I el que va por senderos tortuosos, en algun o caerá. 19 El que labra la tierra tendrá pan a b u n d a n t e , ( el que se va c o n los ociosos se h a r t a r á de pobreza. B o n d a d y equidad 20 El h o m b r e fiel será muy bendecido, I el que de prisa se enriquece no lo hará sin culpa. 21 N o es bueno tener acepción de personas I y se peca por un pedazo de pan. 22 El malo se apresura a hacerse rico I y no ve que le vendrá la pobreza. 23 El que reprende hallará después mayor gracia | que aquel que lisonjea con la lengua. 24 El que roba a su padre o a su m a d r e y dice que no es malo | es digno compañero de bandidos. 25 El h o m b r e codicioso suscita litigios, ] el que en D i o s confía se sacia. 26 El que en sí mismo confía es un necio, I el que a n d a en sabiduría será salvo. 27 El que da al pobre no tendrá pobreza, I el que a p a r t a de él sus ojos tendrá muchas maldiciones. 28 C u a n d o están en auge los impíos se esconde el h o m b r e , | m a s cuando son destruidos se multiplican los justos. O Q i El que reprendido endurece su ¿tv cerviz, I de repente será quebrantado sin remedio. Buen gobierno 2 Bajo el gobierno de los justos está contento el pueblo; | c u a n d o m a n d a n los impíos el pueblo suspira. 3 El que ama la sabiduría alegra a su padre, I el que frecuenta rameras pierde su hacienda. 4 El rey con la justicia mantiene el Estado, I pero el venal lo lleva a la ruina. 5 El que adula a su prójimo | tiende un lazo a los pies de éste. 6 Bajo los pies del malvado hay una trampa, I pero el justo canta alegremente. 7 El justo reconoce el derecho de los humildes, | pero al impío no se le da n a d a de él. 8 Los petulantes sublevan la ciudad, ¡ los sabios calman la ira. 9 Si un sabio disputa con un necio, | que se enoje, que se ría, n o tendrá reposo. 10 Los hombres sanguinarios odian al justo, I pero a los justos n o se les da cuidado. 11 El necio desfoga toda su ira, | pero el sabio acaba por calmarla. 12 El príncipe que da oídos a la mentira | tendrá ministros todos malos. 13 El pobre y el usurero se encuentran, | y es Yavé quien hace brillar los ojos de entrambos. 14 El rey que hace justicia a los humildes I hace firme su trono p a r a siempre. Educación 15 La vara y el castigo dan sabiduría; | el muchacho consentido es la vergüenza de su m a d r e . 16 Con el crecer de los malos crece la iniquidad, | pero los justos verán su caída. 17 Corrige a tu hijo y te d a r á contento I y hará las delicias de tu alma. 18 Sin profecía el pueblo va desenfrenad o , I pero el que guarda la Ley, dichoso él. 19 N o con solas palabras se corrige el esclavo, I porque entiende bien, pero de obedecer, nada. 8 No es que sea ésta su intención, sino que Dios, por ocultos caminos, hace que, privada de herederos el avaro, vaya su hacienda a parar a ir ianos de los pobres. 692 PIIOVKIIIIIDM 2 9 - 3 0 211 ¿Has visto a u n h o m b r e precipitado en el hablar? | M á s esperanzas que en él hay en el necio. 21 El que acaricia a su siervo c o m o a un niflo, | al fin tendrá que arrepentirse. Suavidad y humildad zas. I D a m e aquello de que he menester, 9 N o sea que h a r t o te desprecie I y diga: I «¿Quién es Yavé?», | o que, necesitado, robe I y blasfeme del n o m b r e de mi Dios. 10 N o acuses al siervo ante su a m o ; I si no, te maldecirá y tendrás que oirle. 22 El iracundo levanta contiendas | y el furioso muchas veces peca. 23 La soberbia trae al h o m b r e la humillación, | pero el de humilde corazón es ensalzado. 24 El encubridor del ladrón a sí mismo se odia, | oye el conjuro y n o lo denuncia. 25 El temor del h o m b r e es u n lazo, | pero el que teme a Yavé está seguro. 26 M u c h o s son los que buscan el favor del príncipe, | pero el juicio de cada cual viene de Yavé. 27 El inicuo es horror p a r a el justo, I y horror p a r a el malvado es el que o b r a rectamente. L o p e o r d e lo p e o r 11 H a y quien maldice a su padre | y n o bendice a su madre. 12 H a y quien se cree limpio | y no ha limpiado su inmundicia. 13 H a y quien mira con altanería | y cuyos párpados son altivos. 14 H a y gentes cuyos dientes son espadas, I y cuchillos sus molares, 1 p a r a devorar a los pobres de la tierra | y raer de entre los hombres a los menesterosos. L o s insaciables 15 D o s hijos tiene la sanguijuela: D a m e , dame. Tres cosas hay que n o se h a r t a n ] Q U I N T A P A R T E y cuatro que nunca dicen: «Basta»: * 16 El seol, la matriz estéril, | la tierra, S E N T E N C I A S D E VARIOS que n o se h a r t a d e agua, | y el fuego, que nunca dice «Basta». (30-31) 17 Al que escarnece a su padre I y PROVERBIOS DE AGUR pisotea el respeto de su madre, | cuervos del valle le saquen los ojos | y devórenle O f\ 1 Dichos de Agur, hijo de Jaqué, aguiluchos. «* » de Masa. * Dijo aquel v a r ó n : M u c h o m e h e fatiC u a t r o maravillas gado, ¡oh Dios!; I m u c h o m e he fatigado, 18 Tres cosas m e son estupendas I y ¡oh Dios!, y he perdido la esperanza. 2 P o r q u e soy u n ignorante y m e n o s u n1a9 cuarta no llego a entenderla: El rastro del águila en los aires, | el que h o m b r e | y no tengo inteligencia de rastro de la serpiente sobre la roca, | hombre. 3 el rastro de la nave en medio del m a r | y Pero Dios me enseñó, | y conocí la el rastro del h o m b r e en la doncella. ciencia de los santos. 2 0 4 Este es el obrar de la mujer adúlte¿Quién subió a los cielos y bajó? | ¿Quién encerró los vientos en su p u ñ o ? i r a : I Después de haber comido se limpia la ¿Quién ató las aguas en su m a n t o ? I boca I y dice: « N a d a de mal he hecho». ¿Quién fijó confines a la tierra? I ¿Cómo Los insoportables se llama? ¿Y c ó m o se llama su hijo?* 5 T o d a la palabra de Dios es acrisolada, I es el escudo de quien en El confía. 6 N o añadas n a d a a sus elogios, | p o r que no te reprenda y seas hallado mentiroso. 21 Tres cosas hay que sublevan a la tierra | y una cuarta que n o puede sufrirse : 22 Siervo que llegue a dominar, | necio que se ve h a r t o de pan, 23 Aborrecida que llegue a encontrar marido 1 y esclava que herede a su señora. La áurea mediocridad Cosas p e q u e ñ a s , p e r o sabias L a divina palabra 7 24 D o s cosas te pido, | no me las nieC u a t r o cosas hay pequeñas en la gues antes de que m u e r a : tierra | que son, sin embargo, más sa8 Tenme lejos de la mentira y del en- bias que los sabios: 25 gaño I y no m e des ni pobreza ni riqueLa hormiga, pueblo n a d a fuerte, I Ofi 1 El nombre de Agur es desconocido. O \J 4 El hombre que tiene un hijo puede ser llamado, por el nombre propio o por el de su hijo, padre de fulano. Un argumento del honor de la paternidad. 15 Semejante expresión se lee en los textos de Ras-Samra: «Hay dos sacrificios que aborrece Baal, y un tercero que aborrece el que cabalga en las nubes». 693 PROVERBIOS 30-31 pero que se prepara su provisión en el verano; 26 El d a m á n , pueblo n a d a esforzado, | que se hace su cubil en las rocas; * 27 La langosta, que no tiene rey, I y, sin embargo, avanza en escuadrones; 28 El lagarto, que se coge con la m a n o , | y, sin embargo, habita en los palacios de los reyes. 29 Tres cosas hay de buen a n d a r I y a u n cuatro que muy bien se pasean: 30 E I león, el más fuerte de todos los animales, | que no retrocede ante nadie; el gallo, que m a r c h a gallardo entre sus gallinas; 31 El m a c h o cabrío, que va delante de su m a n a d a ; I y el rey, que va a la cabeza de su ejército. 32 Si te alabaste sin darte cuenta I o a sabiendas, m a n o a la b o c a ; 33 Q u e batiendo la leche se hace la manteca, I y oprimiendo la nariz se saca sangre, | y oprimiendo la ira se excita la riña. PROVERBIOS DE LEMUEL 0 1 ' Sentencias de Lemuel, rey de M a « * sá, I sentencias que le enseñó su madre: * El buen príncipe 2 ¡Qué, hijo mío! ¡Qué, Lemuel! | ¡Mi primogénito!, ¿qué he de decirte? | ¡Qué, hijo de mis entrañas! | ¡Qué, hijo de mi alma! 3 N o des a las mujeres tu vigor | ni tus caminos a las que destruyen a los reyes. 4 N o está bien, ¡oh Lemuel!, I n o está bien a los reyes beber vino, | ni para quien gobierna sorber licores. 5 Si no, bebe y se olvida de las leyes | y pervierte el derecho de los afligidos. 6 El licor dadlo a los miserables, | y el vino a los afligidos. 7 Q u e bebiendo olviden su miseria | y n o se acuerden más de sus afanes. 8 Abre tu boca p o r el m u d o | y defiende al desvalido; 9 Abre tu boca a la sentencia justa | y h a z justicia al pobre y al miserable. Elogio d e la m u j e r fuerte 10 Alef: La mujer fuerte, ¿quién la h a llará? I Vale mucho m á s que las perlas. * 11 Bet: E n ella confía el corazón de su marido | y no tiene nunca falta de nada. 12 Guímel: Dale siempre gusto, nunca disgustos, I t o d o el tiempo de su vida. 13 D á l e t : Ella se procura lana y lino | y hace las labores con sus manos. 4 ' H e : Es c o m o nave de mercader, | que desde lejos se trae su pan. 15 V a u : Todavía de noche se levanta | y prepara a su familia la comida | y la tarea de sus criadas. 16 Z a í n : Ve u n c a m p o y lo compra, I y con el fruto de sus m a n o s planta una viña. 17 Jet: Se ciñe de fortaleza I y esfuerza sus brazos. 18 Tet: Ve alegre que su tráfico va bien | y ni de noche apaga su lámpara. 19 Y o d : Coge la rueca en sus manos | y hace bailar el huso. 20 Caf: Tiende su m a n o al miserable | y alarga la m a n o al menesteroso. 21 L a m e d : N o teme su familia el frío de la nieve, | porque todos en su casa tienen vestidos dobles. 22 M e m : Ella se hace tapices, | y sus vestidos son de lino y púrpura. 23 N u m : Celebrado es en las puertas su marido | cuando se sienta entre los ancianos del lugar. 24 Sámec: H a c e una hermosa tela y la vende, | y vende al mercader un ceñidor. 25 Ayin: Se reviste de fortaleza y de gracia | y sonríe ante el porvenir. 26 P e : La sabiduría abre su boca I y en su lengua está la ley de la bondad. 27 Tsade: Vigila a toda su familia | y no come su pan de balde. 28 Qof: Alzanse sus hijos y la aclaman bienaventurada, I y su marido la ensalza. 29 R e s : «Muchas hijas han hecho proezas, I pero tú a todas sobrepasas». 30 Sin: Engañosa es la gracia, fugaz la belleza; | la mujer que teme a Dios, ésa es de alabar. 31 T a u : D a d l e los frutos del trabajo de sus manos ! y alábenla sus hechos en las puertas. * 26 El damdn, que la Vulgata traduce por conejo, es un animal de la fauna de Palestina que no tiene nombre correspondiente en nuestra lengua. 0-| * Hemos de decir lo mismo que de Agur: no sabemos quién sea este rey de Masa. " 1 10 Este canto a «la mujer fuerte» es ei canto a la matrona, al ama israelita, reina de su casa y gloria de su marido y de sus hijos. 31 Las puertas de las ciudades eran el lugar de reunión del pueblo. ECLESUSTÉS 1-2 695 E C L E S I A S T E S i. Eclesiastés, en hebreo Cohelet, vale tanto como predicador que habla a una asamblea. Una tradición judía transmitida por San Jerónimo atribuye este libro a Salomón, que lo habría escrito al fin de su vida, cuando, hastiado de los placeres y convencido de su vanidad, pronunció su famoso «vanidad de vanidades y todo vanidad*. El mismo libro parece confirmar esta sentencia cuando en boca del autor pone estas palabras: «Yo, Cohelet, fui rey de Israel en Jerusalén» (1,12). A pesar de todo, los expositores modernos tienen por cosa averiguada que el autor de este libro no es Salomón ni ninguno de su época, sino un sabio israelita que vivió después de la cautividad, acaso al fin del judaismo, cuando no se hablaba ya la lengua hebrea o, por el gran contacto con los extranjeros, se había llenado de palabras exóticas. 2. Este punto del autor, en un libro como éste, viene a ser, después de todo, poco menos que indiferente. Más importante es precisar el argumento que en su libro desarrolla. Y esto no es cosa fácil de lograr. Veamos de intentarlo. Nuestros moralistas asientan su ciencia de las costumbres sobre el principio supremo del fin del hombre. Como sea el fin que el hombre se señala, así serán las normas de su vida. Los antiguos hebreos no se detenían a precisar ese supremo principio, pero insistían sobre otro a él inmediato: que toda la vida humana está sometida al juicio de Dios, que da a cada uno según sus obras. Este principio se repite frecuentemente en la Escritura del Antiguo Testamento. Pero ¿cuándo y cómo se realiza esta sanción del juicio divino? La Ley apenas nos habla más que de premios y castigos temporales. De aquí que para algunos sea en la presente vida donde se realizarán las sanciones divinas y el hombre conseguirá su fin, que es su felicidad. 3. Mas aunque la experiencia ofrezca algunos argumentos favorables a esta tesis, también ofrece otros muchos en contra de ella. El caso del malvado que prospera y triunfa y el del justo que es maltratado y perseguido no es infrecuente, y produce en quienes lo contemplan gran impresión. El libro de Job no tiene otro fin que discutir este problema. Los amigos del patriarca le acusan de impiedad, no por otra causa sino porque le ven caído de su antigua prosperidad en el fondo de la miseria. El patriarca protesta contra tal argumentación, y el Señor, que al fin se aparece para poner término al debate, lo hace ponderando la sabiduría de Dios, que el hombre no es capaz de escudriñar, pero sin aclarar el misterio. En algunos salmos se medita también sobre este mismo tema, y tales meditaciones ponen de relieve la grandeza de la fe de los salmistas, que parecen repetir las palabras de Job: «Aunque me mate, esperaré en Dios». 4. La fe en la supervivencia e inmortalidad del alma y la confianza en la justicia divina son comúnmente enseñadas en los libros del Antiguo Testamento, aunque en ellos aparezca a veces reflejada la opinión contraria, que no comparten los autores sagrados. Mas cómo había de ser la vida de ultratumba y cuál la manera de realizarse la justicia divina eran puntos obscurísimos, que poco a poco fue el Señor revelando. Ya en algunos salmos se nos deja entrever una esperanza de vida dichosa cerca de Dios. Mas son la Sabiduría, Daniel y el 2 de los Macabeos los que nos hablan claramente de la vida inmortal y dichosa junto al Señor y aun de la resurrección de los cuerpos. Esta doctrina fue aclarada y afianzada por Nuestro Señor y los apóstoles en el Nuevo Testamento. 5. En aquella obscuridad anterior vivía el Cohelet, que estudia el problema del fin del hombre con fe en la justicia suprema de Dios, pero sin la luz sobre los celestiales horizontes que las revelaciones posteriores nos descubren. Nada dispuesto a dejarse convencer por los argumentos de quienes aceptaban la doctrina de que Dios da en la presente vida a cada uno según sus obras, se apoya, para contradecirla, en la experiencia, y de sus argumentos deduce esta conclusión: disfrutemos de los bienes de Dios, pero sin olvidarnos de su justicia. A la luz de este principio, y teniendo presente cuan envuelta en tinieblas se hallaba la doctrina del fin supremo del hombre, nos podremos dar cuenta de las palabras del Cohelet, que algunos, sin suficiente fundamento, interpretan en sentido pesimista y materialista. En substancia es esta obra una crítica de la solución que daban los sabios de Israel al problema antedicho. De aquí su carácter un tanto escéptico sobre las opiniones corrientes. 6. La lectura de este libro despierta en las almas el deseo de otras luces más consoladoras, como son las que nos ofrecen los libros antes citados y más todavía el Nuevo Testamento. San Pablo, queriendo calificar la miseria de los gentiles, dice que viven sin esperanza. Al contrario, a los cristianos la esperanza que tienen en Jesús les hace dulces las tributaciones y la muerte misma: «Mi vivir es Cristo, y la muerte es para mí una ganancia». QTTMAPTO Prólogo (1,1-11). suiviiiruu logo Cuerpo de la obra (1,12-12,8). (l2t9.I4h PROLOGO CUERPO Vanidad de las cosas h u m a n a s 1 Razonamientos de Cohelet, hijo de David, rey de Jerusalén: 2 Vanidad de vanidades, dijo el Cohelet; vanidad de vanidades; todo es vanidad. 3 ¿Qué provecho saca el hombre de todo por cuanto se afana debajo del sol? No hay nada bueno 4 Pasa una generación y viene otra, pero la tierra es siempre la misma. 5 Sale el sol, pónese el sol y corre con el afán de llegar a su lugar, de donde vuelve a nacer. 6 j i r a el viento al mediodía, gira al norte, va siempre dando vueltas y retorna a sus giros. 7 Los ríos van todos al mar, y la mar no se llena; allá de donde vinieron tornan de nuevo, para volver a correr. 8 Todo trabaja más de cuanto el hombre puede ponderar, y no se sacia el ojo de ver ni el oído de oir. ' Lo que fue, eso será. Lo que ya se hizo, eso es lo que se hará; no se hace nada nuevo bajo el sol. 10 Una cosa de la que dicen: «Mira esto, esto es nuevo», aun ésa fue ya en los siglos anteriores a nosotros; n no hay memoria de lo que precedió, ni de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después. * DE LA OBRA (1,12-12,8) (1,1-n) I Epí- Vanidad de la ciencia Yo, el Cohelet, he sido rey de Israel, en Jerusalén, * 13 y me propuse en el corazón hacer sabiamente investigaciones y pesquisas sobre todo cuanto hay bajo los cielos. Es una dura labor dada por Dios a los hijos de los hombres para que en ella se ocupen. 14 Miré todo cuanto se hace bajo el sol, y vi que todo era vanidad y apacentarse de viento. 15 Lo tuerto no puede enderezarse, y lo falto no puede completarse. 16 Y dije para mí: «Heme aquí engrandecido y crecido en sabiduría, más que cuantos antes de mí fueron en Jerusalén, y hay en mi mente mucha ciencia y sabiduría». 17 Di, pues, mi mente a conocer la sabiduría y a entender la locura y los desvarios, y vi que18 también esto es apacentarse de viento, porque donde hay mucha ciencia hay mucha molestia, y creciendo el saber crece el dolor,* 12 Vanidad de los placeres Dije en mi corazón: «Ea, probemos la alegría, a gozar los placeres». Pero también esto es vanidad. 2 Dije de la risa: «Es locura», y de la alegría: «¿De qué sirve?» 3 Me propuse regalar mi carne con el vino, mientras daba mi mente a la sabiduría, y me di a la locura, hasta llegar a 2 1 •1 H El curso constante y uniforme de la naturaleza contrasta con el de la vida humana, agiI tada y que declina siempre hacia sufin.Esto es triste para el hombre cuando en lo alto no 'brilla la estrella de una esperanza eterna. 12 La literatura seudoepigráfica abundaba entre los judíos, y a Salomón, fuera de este libro se le18atribuyó también el de la Sabiduría y mis tarde los Sainos d« Salomón no canónicos. ' No sólo la fatiga de adquirir la ci«aci«, sino el dolor qut produce una ciencia siempre imperfecta, que ofrece más diñeultades angustiosas que solucioftos tranquilizadoras, es molesta para el hombre. 696 ECLES1ASTÉS 2-3 saber qué fuese para el hombre lo mejor I lo que me costó estudio y fatiga debajo 20 Y de cuanto acá abajo se hace durante los del sol. También esto es vanidad. desesperé en mi corazón de todo 21el tracontados días de su vida. 4 bajo que he hecho debajo del sol, porEmprendí grandes obras, me construí palacios, me planté viñas, 5 me hice huer- que quien trabajó con conocimiento, con tos y jardines y planté6 en ellos toda suer- pericia y buen suceso, tiene después que te de árboles frutales. Me hice estanques dejárselo todo a quien nada hizo en ello; también esto es vanidad y mal grande. para regar de ellos el bosque donde los 22 Pues ¿qué le queda al hombre de todo árboles crecían. 7 Compré siervos y siercon que debajo vas y tuve muchos nacidos en mi casa; su afanarse y fatigarse del sol se afanó? 23 Todos sus días son tuve mucho ganado, vacas y ovejas, más dolor y todo su trabajar fatiga, y ni aun que cuantos antes de mí hubo en Jerusalén. 8 Amontoné plata y oro, tesoros de de noche descansa su corazón. También reyes y provincias. Híceme con cantores esto es vanidad. * 24 y cantoras y con cuanto es 9deleite del No hay para el hombre cosa mejor hombre, princesas sin número. Fui gran- que comer y beber y gozar de su trabajo, de, más que cuantos antes de mí fueron y vi que esto es don de Dios. 2S Porque en Jerusalén, conservando mi ciencia. ¿quién puede comer y beber sino gracias 10 Y de cuanto mis ojos me pedían, nada a El? 2<> Porque al que le es grato le da les negué. No privé a mi corazón de sabiduría, ciencia y gozo, pero al pecagoce alguno, y mi corazón gozaba de dor le da el trabajo de allegar y amontotoda mi labor, siendo éste el premio de nar para dejárselo después a quien Dios mis afanes. u Entonces miré todo cuan- quiera. También esto es vanidad y apato habían hecho mis manos y todos los centarse de viento. * afanes que al hacerlo tuve, y vi que todo era vanidad y apacentarse de viento y Todo a su tiempo que no hay provecho alguno debajo del 1 sol. Todo tiene su tiempo y todo cuanto se hace debajo del sol tiene su Vanidad de la sabiduría hora. * 2 Hay tiempo de nacer y tiempo 12 Me volví a mirar a la sabiduría, a de morir; tiempo de plantar y tiempo la estulticia, a la necedad, porque ¿qué de arrancar lo plantado; 3 tiempo de hehará el hombre que viene en pos del rir y tiempo de curar; tiempo de destruir rey? Lo que ya se ha hecho. 13 Y vi que y tiempo de edificar; 4 tiempo de llorar la sabiduría sobrepuja a la ignorancia y tiempo de reír; tiempo de lamentarse cuanto la luz a las tinieblas. 14 El sabio tie- y tiempo de danzar; 5 tiempo de esparcir ne ojos en la frente y el necio anda en las piedras y tiempo de amontonarlas; tinieblas. Vi también que una misma es tiempo de abrazarse y tiempo de separarla suerte de ambos. se; 6 tiempo de ganar y tiempo de per15 Y dije en mi corazón: «También yo der ; tiempo de guardar y tiempo de titendré la misma suerte del necio; ¿por rar ; 7 tiempo de rasgar y tiempo de coqué, pues, hacerme sabio, qué provecho ser; tiempo de callar y tiempo de hablar; sacaré de ello?» Y vi que también esto 8 tiempo de amar y tiempo de aborrecer; es vanidad, 16 porque del sabio, como del tiempo de guerra y tiempo de paz. necio, no se hará eterna memoria, sino que todo, pasado algún tiempo, pronto I n c e r t i d u m b r e de lo por venir se olvida. Muere, pues, el sabio igual 9 que el necio. ¿Qué provecho saca el que se afana 10 17 Por eso aborrecí la vida, al ver que de aquello que hace? Yo he mirado el cuanto debajo del sol se hace, todo es va- trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que en él se ocupen. nidad y apacentarse de viento, ' 8 y aborre- 11 Todo lo hace El apropiado a su tiemcí todo cuanto había hecho bajo el sol, porque todo tendré que dejarlo a quien po, y ha puesto además en el alma la vendrá después de mí. »» ¿Y quién sabe idea de la perduración, sin que pueda el Dios desde si ése será sabio o será necio? Y con hombre descubrir la obra de 2 todo, dispondrá de todo mi trabajo, de el principio hasta el fin. l Conocí que 3 23 El sabio hace ventaja al necio e ignorante (v.13 s.); pero, después de todo, cuanto se afana en la vida no le da la felicidad, y al fin viene a morir igual que los otros, sin dejar en pos de sí otra memoria que los demás mortales. 26 En este supuesto, la conclusión final es que lo práctico será disfrutar de los bienes de la vida, que son don de Dios. En esta última frase, el Cohelet se levanta por encima del vulgar materialista. Con todo, esto no sacia el corazón ni basta para nacerlo feliz. 2J ^ ' E l pensamiento de este trozo (1-15) parece ser el mismo de antes. Todo marcha igual, y en ello el hombre no encuentra la felicidad. No queda, pues, otra cosa sino gozar los bienes y «hacer el bien». 697 no hay para él otro bien que gozarse y procurarse el bienestar en su vida, '3 pues el que uno coma, beba y 14se goce de su trabajo, don es de Dios. Conocí que cuanto hace Dios es permanente y nada se le puede añadir, nada15 quitar, y hace así Dios que se le tema. Lo que es, eso fue ya, y lo que fue, eso será, y Dios vuelve a traer lo que ya pasó. Desórdenes sociales Otra cosa he visto debajo del sol: que en el puesto de la justicia está la injusticia, y en el lugar del derecho, la iniquidad. * 17 Por eso me dije: Dios juzgará al justo y al injusto, porque hay un tiempo destinado para todo y para toda obra. 18 Dijeme también acerca del hombre: Dios quiere hacerles ver y conocer que de sí son como las bestias;* 19 porque una misma es la suerte de los hijos de los hombres y la suerte de las bestias, y la muerte del uno es la muerte de las otras, y no hay más que un hálito para todos, y no tiene el hombre ventaja sobre la bestia, pues todo es vanidad. 2t > Unos y otras van al mismo lugar; todos han salido del mismo polvo; y al polvo vuelven todos. 21 ¿Quién sabe si el hálito del hombre sube arriba y el de la bestia baja abajo, a la tierra? 22 Y vi que no hay para el hombre nada mejor que gozar de su trabajo, pues ésa es su parte; ¿y quién le dará a conocer lo que ha de venir después de él? ECLESIASTÉS 3-5 5 El necio se cruza de manos y se come su carne. 6 MaS vale una sola mano llena en reposo que las dos llenas en trabajo y en vanos afanes. 7 Volvíme de nuevo y vi otra vanidad debajo del sol: 8 un hombre solo que no tiene sucesor, que no tiene hijo ni hermano y no cesa nunca de trabajar ni se hartan sus ojos de riquezas. ¿Para quién trabajo yo y me someto a privaciones? También esto es vanidad y duro trabajo. * 16 Ventajas de la compañía Más valen dos que uno solo, porque logran mejor fruto de su trabajo. 10 Si uno cae, el otro le levanta; pero ¡ay del solo, que si cae, no tiene quien le levante! 11 También si duermen dos juntos, uno a otro se calientan; 12pero el solo, ¿cómo podrá calentarse? Si uno es agredido, serán dos a defenderse, y la cuerda de tres hilos no es fácil de romper. *3 Más vale mozo pobre y sabio que rey viejo y necio, que no sabe escuchar los consejos. 14 Aquél, aun de la cárcel podrá salir para subir al trono, aunque en su reino haya nacido pobre, is Vi que todos los que andan y viven debajo del sol se iban con aquél,16con el mozo que le quitó su puesto. * No tenía fin la muchedumbre del pueblo que lo seguía; sin embargo, los que vengan detrás tampoco estarán contentos de él, porque también esto es vanidad y apacentarse de viento. 9 Deberes para con Dios Pon atención a tus pasos al acercar1 Tórneme y vi las violencias que se te a la casa de Dios; llegarse dócilmente hacen debajo del sol, y las lágrimas vale más que el sacrificio de los insensade los oprimidos sin tener quien los con- tos, que no saben hacer más que el mal. suele, y la fuerza en mano de los opresores sin tener aquéllos consolador. 2 Y 1 No seas precipitado en tus palabras y que tu corazón no se apresure a proclamé dichosos a los muertos que se proferir una palabra delante de Dios, fueron más dichosos que los vivos que 3 viven todavía y más dichosos aún a los que en los cielos está Dios y tú en la que nunca vivieron y no vieron lo malo 2tierra; sean, pues, pocas tus palabras. Porque de la muchedumbre de las ocuque debajo del sol se hace. * 4 Vi también que todo trabajo y cuan- paciones nacen los sueños, y de la muchedumbre de las palabras, los desproto de bueno se hace mueve la envidia del hombre contra su prójimo. También pósitos. 3 Si haces voto a Dios, no tardes en esto es vanidad y apacentarse de viento. 17 4 5 16 En el trono, que debe ser asiento de la justicia, se ven con frecuencia sentadas la tiranía y la1 8injusticia. Esto exige la intervención de Dios como Juez supremo, y el Cohelet la espera. Para entender este punto obscuro, en que algunos quieren ver el materialismo del Cohelet, es preciso colocarse en el mismo punto de vista del autor. En la incertidumbre de cómoDios dará a cada uno según sus obras, y miradas las cosas conforme aparecen, no se ve diferencia entre el fin del hombre y el de la bestia: ambos acaban en el sepulcro y para ambos acaba el mundo. Por eso concluye como atrás, que no le queda al hombre más que gozar de su trabajo (v.23). 3 Esta sentencia del Cohelet ante las miserias que añigen al hombre encesta vida son la generalización de las expresiones de Jeremías y Job cuando se sentían oprimidos de dolor. 8 Hermosa sentencia. Es, en efecto, una gran miseria la del avaro, que se afana en allegar riquezas, las cuales ni él ni sus hijos han de gozar. 15 ¿Nació el joven con derecho al trono, pero se vio privado de él por ser pobre, o nació pobre, pero sabio y predestinado al trono? En ambos casos vale más que el rey necio. 4 698 KXEHASTÍ8 5-7 cumplirlo, que n o hallan favor los negligentes; lo que prometes, cúmplelo. * M e j o r es no prometer qae dejar de cumplir lo prometido. 5 N o consientas que t u boca te haga culpable, y n o digas luego ante el sacerdote que fue inadvertencia, pues se irritaría Dios contra tu palabra y destruiría las obras de tus man o s ; 6 pues de la muchedumbre de los cuidados nacen los sueños, y de la muchedumbre de las palabras, los despropósitos. Teme, pues, a Dios. que se afana el h o m b r e debajo del sol los contados días que Dios le concede, pues ésta es su p a r t e ; * i s y el haber recibido de Dios riquezas y hacienda y facultad de gozar de ellas, alegrándose con su parte en medio de sus afanes, es también don de D i o s ; 1 9 n o tendrá mucho en qué pensar en los días de su vida, p o r q u e D i o s le llenó d e alegría el corazón. Deseos insaciados 1 H a y u n mal que yo vi debajo del Injusticias sol y que pesa muy gravemente so7 Si ves en la región la opresión del bre el nombre. 2 U n o a quien D i o s pobre y la violación de la justicia y del dio riquezas, hacienda y h o n r a , y a quien derecho, no te sorprendas, porque por nada le falta de cuanto su deseo puede encima del grande hay otro más grande desear, pero a quien D i o s no le deja que vela, y encima de ambos, o t r o m a - I gozar de todo eso, sino que lo gozan yor. * los extraños. Esto es vanidad y mal tra8 El fruto del c a m p o es para todos, y bajo. 3 A u n q u e tenga cien hijos y viva aun el rey es para el campo. muchos años, si no se h a r t ó su alma del 9 El que a m a el dinero no se ve h a r t o bien y ni siquiera halla sepultura, 4 digo de él, y el que ama los tesoros n o saca que mejor que él es el abortivo, que si de ellos provecho alguno; también esto en vano vino y obscuramente se va y es vanidad. cubren su n o m b r e las tinieblas, 5 y n i 10 Con la mucha hacienda, muchos son vio el sol ni supo nada, todavía m á s los que la comen; y ¿qué saca de ella quietud goza que aquél, 6 y aunque dos el a m o , más que verla con sus ojos?* veces mil años viviese sin gustar el bien, H Dulce es el sueño del trabajador, coma ¿no irían todos esos años p o r el mismo poco, coma m u c h o ; pero la h a r t u r a n o camino? 7 deja dormir al rico. T o d o el trabajo del h o m b r e es p a r a su boca, y nunca se h a r t a su alma. 8 Afanes inútiles ¿Cuál es la ventaja del sabio sobre el l 2 H a y un trabajoso afán que h e visto necio? ¿Cuál la del pobre que sabe ir su debajo del sol: riquezas guardadas para camino? 9 Mejor es prever que perderse el mal de su dueño. 13 Piérdense esas ri- en deseos, y también esto es vanidad y quezas en un mal negocio, y a los hijos apacentarse de viento. 10 El que es, ya tiene nombre, y ya se que engendra no les queda nada en la m a n o . 1 4 C o m o desnudo salió del seno sabe que es un h o m b r e y que no podrá de su madre, desnudo se tornará, yéndo- contender con quien es m á s fuerte que se como vino, y nada podrá t o m a r de él. u Cierto, muchas palabras aumensus fatigas para llevárselo consigo. 1 5 T a m - tan la vanidad, pero ¿qué provecho hay bién esto es un triste mal, que c o m o vino, en eso para el h o m b r e 12 y quién sabe así haya de volverse y nada pueda lle- qué es lo mejor para él en los días de varse en la m a n o de cuanto trabajó; 16 y la vida de su vanidad, que pasa como sobre esto, comer todos los días de su sombra? ¿Quién dará a saber al h o m b r e vida en tinieblas, en afán, dolor y mi- lo que después de él sucederá debajo del sol? seria. L o mejor El bien 1 17 Mejor es el buen n o m b r e que el H e aquí lo que yo he hallado de oloroso ungüento, y mejor el día de bien: que es bueno comer, beber y disfrutar, en medio de tantos afanes con la muerte que el del nacimiento. * 6 7 IT 7 Esta opresión del pobre y esta conculcación de la justicia era ya en la antigüedad, y lo es ^ todavía para las almas de poca fe, una prueba torturadora. El Eclesiastés no se sorprende de ella, porque está seguro de que por encima de los hombres hay uno que hará justicia. 10 He aquí una hermosa observación sobre las ventajas del que tiene mucho: que puede alimentar a muchos y gozarse en el placer de ellos. Así dice una sentencia, atribuida al Señor, que «es mejor dar que recibir» (Act 20,35). 17 En medio de la obscuridad en que vive sobre su felicidad futura, la mejor parte del hombre en esta vida, en medio de los afanes de ella, es aprovecharse de los bienes que Dios le otorgó y disfrutarlos el tiempo que Dios mismo le conceda. Esta idea responde a la antigua de que Dios remunera la virtud con abundancia de bendiciones en la vida presente (Lev 26,3-13; Dt 28,1-14). I ' Consideradas las miserias y vanidades de la vida, mejor es la salida de ella que la entrada. 699 2 Mejor ir a casa en luto que ir a casa en fiesta, porque aquél es el fin de todo hombre, y el que vive reflexiona. 3 Mejor es la tristeza que la risa, porque la tristeza del rostro es buena para el corazón. 4 El corazón del sabio está en la casa en luto, el corazón del necio está en la casa en placer. 5 Mejor es oir el reproche de u n sabio que escuchar las cantilenas de los necios, s porque cual el chisporrotear del fuego bajo la caldera, tal es el aplauso de los necios, y también esto es vanidad. 7 Porque la opresión puede hacer enloquecer al sabio y las dádivas corrompen el corazón. 8 Mejor es el fin de u n a cosa que su principio, y mejor es el de ánimo calmo que el irascible. 9 N o te apresures a enojarte, porque la ira es propia de necios. 10 N u n c a digas: ¿Por qué es que los tiempos pasados fueron mejores?, porque nunca preguntarás esto sabiamente. * u Buena es la ciencia con hacienda, y es una ventaja para los que ven el sol. l 2 Porque escudo es la ciencia y escudo es la riqueza, pero excede la sabiduría, que da la vida al que la tiene. 13 Contempla la obra de Dios, porque ¿quién podrá enderezar lo que El torció? 1 4 En el día del bien goza del bien, y en el día del mal reflexiona que lo u n o y lo otro lo h a dispuesto Dios, de m o d o que el hombre nada sepa de lo por venir. 15 D e todo he visto en mis fugaces días: justo que muere en toda su justicia e impío que con todas sus iniquidades campa largo tiempo. 16 N o quieras ser demasiado justo ni demasiado sabio: ¿para qué quieres destruirte?* 17 N o hagas mucho mal ni seas insensato: ¿por qué has de querer morir antes de tiempo? 18 Bien te estará esto sin dejar aquello, que el que teme a Dios saldrá con todo. ECLESIASTÉS 7-8 21 T a m p o c o apliques tu corazón a todo lo que se dice, para no tener que oir a tu siervo decir mal de ti. 22 Sabe muy bien tu conciencia que tú muchas veces has hablado mal de otros. 23 T o d o esto he querido buscarlo en la sabiduría, y dije: Quiero hacerme sabio; pero la sabiduría está lejos de mi. 24 Lejos se queda lo que estaba lejos, y profundo lo profundo. ¿Quién lo alcanzará? La mujer 25 He rodeado con mi corazón por saber e inquirir la sabiduría y la razón y por conocer la maldad de la insensatez y los desvarios del error. 26 Y hallé que es la mujer más amarga que la muerte y lazo para el corazón, y sus manos, ataduras. El que agrada a Dios escapará de ella, m a s el pecador en ella quedará preso. 21 Ésto hallé, dice el Cohelet, pesando las cosas una por una para hallar la razón. 28 Lo que busca mi alma y no lo halla: entre mil hallé un hombre, mas mujer entre todas, ni una hallé. * 2 9 Lo que hallé fue sólo esto: que Dios hizo recto al hombre, mas ellos se buscaron muchas perversiones. El h o m b r e de bien 1 ¿Quién como el sabio? ¿Quién com o el que sabe explicar las cosas? La sabiduría del h o m b r e alegra el rostro y templa su aspereza. 2 G u a r d a el m a n d a t o del rey como el juramento hecho a Dios. 3 N o te apresures a alejarte de su presencia ni persistas en cosas que le desagraden, porque puede hacer cuanto quiere, 4 pues la palabra del rey es eficaz, y ¿quién podrá decirle: Qué es lo que haces? 5 El que guarda los mandamientos no tendrá mal, y la mente sabia conoce el tiempo y el juicio; 6 que para toda cosa V a l o r d e la s a b i d u r í a hay tiempo y juicio y es mucho afán el 7 1 9 La sabiduría da al sabio una fuerza que pesa sobre el hombre, porque no superior a la de diez potentes que gobier- sabe lo que vendrá después, ¿y quién8 podrá decirle cuándo ha de suceder? N o nan la ciudad. 20 Cierto, no hay justo en la tierra que tiene poder el hombre sobre el espíritu para detenerle ni tiene poder sobre el haga sólo el bien y no peque. * 8 10 Dijo también nuestro poeta que «cualquier tiempo pasado fue mejor»; pero esto para el que sufre16las calamidades del presente y no ve del pasado sino los bienes. Bajo una expresión dura es preciso buscar un pensamiento verdadero y que esté en armonía con la doctrina del Cohelet. Supuesto que este consejo va dirigido al justo, le inculca que evite la excesiva preocupación, el escrúpulo por la observancia de la Ley, que no deja de dañar al espíritu. Al revés, el versículo siguiente se dirige al que lleva una vida despreocupada. A éste le advierte atender a las consecuencias de la vida disoluta, siquiera por amor de la vida misma. 20 Esta sentencia concuerda con aquella de San Juan: «Si alguno dice que no tiene pecado, miente y a sí mismo se engaña» (1 Jn 1,8). Por esto Jesucristo nos pone en los labios esta petición: «Perdónanos nuestras deudas», etc. 28 En los Proverbios (7,4-23) hallam»» repetidos esos juicios desfavorables de la mujer. Ya se deja entender que tales juiciw no tañían, «n la »n«nt« dal autor sagrado la universalidad que sus expresiones aparentan. Seguramente que el Cohelet no incluía a su madre ni a la madre de sus hijos en tales juicios pesimistas. ECLESIASTÉS 8-9 700 día de la muerte; no hay armas para tal que corren el justo y el impío, el bueno guerra ni podrá la iniquidad salvar al y el malo, el puro y el impuro, el que sacrifica y el que no ofrece sacrificios; com" reo de ella. el hombre de bien, el malhechor; como el L a virtud, desconocida que jura, el que aborrece el juramento. 9 Esto he visto poniendo atención a La muerte cuanto sucede bajo el sol, en tiempos 3 Este mal hay en todo cuanto existe en que el hombre10domina sobre el hombre para su mal. Vi a impíos recorda- bajo el sol: que sea una misma la suerte dos, mientras que los que habían hecho de todos y que el corazón de los hijos de el bien se iban del lugar santo y eran los hombres esté lleno de mal y de enloolvidados en la ciudad; también esto es quecimiento durante su vida y luego la ¿Y quién es exceptuado? vanidad:* n Que la sentencia contra el muerte. 4 Mientras uno vive hay esperanza, que mat no se ejecute prontamente, y por esto el corazón de los hijos de los hom- 5mejor es perro vivo que león muerto; bres se llena de deseos de hacer el mal; pues los vivos saben que han de morir, 12 que hace el pecador cien veces el mal mas el muerto nada sabe y ya no espera y pervive; con todo, yo sé que los que recompensa, habiéndose perdido ya su temen a Dios tendrán el bien, los que memoria. 6 Amor, odio, envidia, para ellos ya temen ante su presencia, 13 mientras que el impío no tendrá bien ni prolongará todo se acabó; no toman ya parte algusus días, que serán como sombras por no na7 en lo que sucede bajo el sol. Ve, come alegremente tu pan y bebe temer a Dios. 14 se Sin embargo, tal vanidad se da so- tu vino con alegre corazón, pues que bre la tierra, que son tratados justos co- agrada Dios en tus buenas obras. 8 Vísmo conviene a los malvados, y malvados tete en todo tiempo de blancas vestiduras como conviene a los justos. Y 5me digo y9 no falte el ungüento sobre tu cabeza. también que esto es vanidad. 1 Por eso Goza de la vida con tu amada compaalabo la alegría, que el hombre no tiene ñera todos los días de la fugaz vida que bien bajo el sol sino comer, beber y ale- Dios te da bajo el sol, porque ésa es tu trabajos que grarse, y esto es lo que le queda de sus parte en esta vida entre los trabajos en los días de vida que le da padeces debajo del sol. 10 Cuanto bien puedas hacer, hazlo alegremente, porque Dios bajo el sol. * no hay en el sepulcro, adonde vas, ni obra, I n c e r t i d u m b r e del destino ni industria, ni ciencia, ni sabiduría. 16 Di, pues, mi corazón a conocer la saI n c e r t i d u m b r e de la fortuna biduría y a examinar el trabajo que se n Tórneme y vi debajo del sol que no hace sobre la tierra, porque hay quien ni de día ni de noche ve cerrarse sus ojos es de los ágiles el correr, ni de los valienpor el sueño. 17 Examiné también la obra tes el vencer, ni aun de los sabios el pan, de Dios, que no puede el hombre cono- ni de los entendidos la riqueza, ni aun de cer cuanto se hace bajo el sol, y por mu- los cuerdos el favor, sino que el tiempo y cho que en buscar se fatigue, nada llega a el acaso en todo se entremezclan 12 y qu e descubrir; y aun cuando dijere el sabio ni aun su hora conoce el hombre. Como pez que es cogido en una mala red y como que sabe, nada llega a saber. * pájaro que se enreda en el lazo, así se 1 Poniendo en mi corazón todo esto, enredan los hijos de los hombres en el tiempo cuando de improviso los coge. vi bien que el justo y el sabio y sus mal 13 obras están en las manos de Dios, y ni Otra cosa he visto debajo del sol siquiera sabe el hombre si es objeto de que fue para mí una gran lección: 14 hal amor o de odio; todo está encubierto ber una ciudad pequeña con poca gente ante él. * 2 Todo a todos sucede de la dentro, contra la cual vino un gran rey misma manera; una misma es la suerte y la asedió, levantando contra ella gran- 9 1° Este versículo expresa un hecho que Job repite con frecuencia y que en los Salmos poní a prueba la fe de los justos. Los versículos siguientes parecen una solución a la dificultad J 3 sentencia divina llegará, sin duda, aunque parezca a veces tardar. ' 15 La consecuencia expuesta en este verso ya la hemos visto atrás. En estas sentencias, al p a re cer 1epicúreas, siempre brilla el pensamiento de Dios. " 7 No es escepticismo, sino expresión un tanto extremosa de lo limitada que es la ciencia hum na cuando se trata de los grandes problemas que tocan al gobierno de la vida. ¡Pobres de n o s or ot "s si no tuviéramos la antorcha de la revelación evangélica! 8 1 Todo está en las manos de Dios; pero no es fácil por la sola cotidiana experiencia inf e •r,r las leyes- del gobierno divino. Es esto una tentación para los justos y- causa de n*~.Y' , r de extravío extravío nará hombres de poca fe. Señales de amor o de odio serían los bienes o males que le han de• su A suceder según la interpretación corriente de la máxima «Dios da a cada uno según sus obras», cedo. ft 701 ECLESIASTÉS 9-12 des fortificaciones;15 y haber un hombrecillo, pobre, pero sabio, que con su sabiduría salvó la ciudad. Y, sin embargo, de aquel hombre pobre nadie se acordaba. i 6 Entonces me dije: Más vale la sabiduría que la fuerza; pero la sabiduría del pobre es despreciada y sus palabras no son escuchadas. tiempo para refección, mas no para beber! 18 Por la negligencia se cae la techumbre y por la pereza se dan goteras en la casa. 19 Se hacen para alegrarse los banquetes, y el vino alegra la vida y el dinero sirve para todo. 20 No digas mal del rey ni aun con el pensamiento; ni digas mal del rico ni en El sabio tu alcoba, porque los pájaros llevan la ,7 Las calmas palabras del sabio se ha- noticia y un alado hará saber tus palacen oir mejor que los gritos del que manda bras. a necios. líf Más vale la sabiduría que las 1 armas de guerra, y un yerro destruye muEcha tu pan en las aguas, que descho bien. pués de mucho tiempo lo hallarás. 2 Da de lo tuyo a siete y aun a ocho, que •I A ! Una mosca muerta en él estropea no sabes el mal que podrá venir sobre la * " el ungüento del perfumista, y un tierra. 3 poco de locura puede pesar más que la La nube preñada de lluvia la derrasabiduría y la honra. mará sobre la tierra, y si el árbol cae al 2 mediodía o al norte, allí quedará: Dirige el sabio su mente a la derecha, 3 4 y a la izquierda el necio. Por cualquier El que al viento mira no sembrará, que mira a las nubes no segará. camino que el necio vaya es siempre ne- y el 5 Como no sabes por qué camino encio, y todos dicen: «Es un loco». 4 Cuando un poderoso se enfurezca con- tra el espíritu en los huesos, dentro del tra ti no le repliques, porque la manse- seno de la mujer encinta, así no conoces la obra de Dios, que es quien todo lo dumbre impide grandes males. hace. £1 mal gobierno '' Siembra bien de mañana tu simiente 5 Un mal que he visto debajo del sol y a IÍI tarde no dejes reposar tu mano, que no sabes qué es mejor, si esto o lo es 6el mal que nace del soberano. Es puesto el inepto en muchos pues- otro o si ambas cosas son igualmente tos elevados y los aptos se sientan abajo. buenas. 7 7 Dulce es la vida y agradable a los He visto al siervo a caballo y a los prínojos ver el sol. 8 Mas si el hombre viviecipes andar a pie como siervos. 8 El que cava una fosa, dentro de ella re muchos años y en todos ellos gozase cae, y el que deshace una pared es mor- de alegría, piense en los días de tinieblas, dido de la sierpe. 9 El que rueda una pie- que serán muchos, y que cuanto sucede dra se hace mal con eúa, y el que parte es 9vanidad. Alégrate, mozo, en tu mocedad, y aléla 10leña corre peligro de herirse con ella. Si el filo se embota y no se aguza, grese tu corazón en los días de tu juventud; sigue los impulsos de tu corazón y hay que poner más esfuerzo; pero la salos atractivos de tus ojos, pero ten presenbiduría da el remedio. 11 que de todo esto te pedirá cuenta Dios. * Si muerde una serpiente no encanta- te 10 Echa la tristeza fuera de tu corazón y da, de nada valen los conjuros. 12 Las palabras de la boca del sabio son gra- tente lejos del dolor, porque mocedad y ciosas; pero al necio sus labios le causan juventud son vanidad. su ruina. 13 El comienzo de su hablar es L a vejez necedad y su fin es loco desvarío. 14 El ne•I O 1 En los días de la juventud acuarcio se deshace en palabras. No sabe el hombre lo que será y lo i o date de tu Hacedor; antes de que que sucederá nadie se lo da a saber. 15 El vengan los días malos y lleguen los 2años trabajo al necio le fatiga, pues no sabe en que dirás: No tengo ya contento; antes que se obscurezcan el sol, la luna y las ni por dónde ir a la ciudad. estrellan3 y vengan las nubes después de la lluvia; cuando temblarán los guardiaT e m p l a n z a y prudencia !* ¡Ay de ti, tierra, que tienes por rey nes de la casa, y se encorvarán los fuera un niño y cuyos17gobernantes banque- tes, y cesarán de trabajar las muelas porlos que tean de mañana! ¡Bienaventurada tú, que son pocas, y se obscurecerán 4 tierra, que tienes por rey a un hombre miran por las ventanas, y se cerrarán las puertas de fuera, y se debilitará el ruinoble y cuyos gobernantes comen a su H •§ •• 9 En pocos pasajes a éste paralelos se expresa con más claridad el pensamiento del Cohelet: • * goza de la vida, pero no olvides que Dios te pedirá cuenta del uso que haces de los bienes que te entregó. 702 CANTAR DE LOS CANTARES do del molino, y se agudizará la voz del ave y debilitarán la suya todas las hijas del canto, 5 y habrá temores en lo alto y tropezones en el camino y florecerá el almendro, y se pondrá pesada la langosta, y se caerá la alcaparra, porque se va el hombre a su eterna morada y andan las plañideras en torno de la plaza; 6 antes que se rompa el cordón de plata, y se quiebre el platillo de oro, y se haga pedazos el cántaro junto a la fuente, y se caiga al fondo del pozo la polea, 7 y se torne el polvo a la tierra que antes era, y retorne a Dios el espíritu que El le dio. * 8 Vanidad de vanidades, dijo el Cohelet, y todo vanidad. 1 O^ EPILOGO (12,9-14) 9 El Cohelet, además de ser sabio, enseñó al pueblo la sabiduría. Estudió, investigó y compuso muchas sentencias. 10 Procuró el Cohelet decir cosas agradables y escribir rectamente palabras de verdad. * 11 Las palabras del sabio son como aguijones y como clavos hincados de que cuelgan provisiones, y todas son dadas por un solo pastor. 1 2 N o busques, hijo mío, más de esto, que el componer libros es cosa sin fin y el demasiado estudio fatiga al hombre. 13 El resumen del discurso, después de oirlo todo, es éste: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque eso es el hombre todo. * 14 Porque Dios ha de juzgarlo todo, aun lo oculto, y toda acción, sea buena, sea mala. 7 Hermosa, aunque obscura alegoría de la vejez. La falta de vigor ya no permite pensar mucho en Dios; por eso hay que hacerlo en la juventud, como edad más vigorosa para todo. Estos versículos parecen indicar que no han sido escritos por el Cohelet, sino por un discípulo, que acaso haya sido quien recogió las sentencias del maestro. 13 A la luz de estas máximas se han de entender las sentencias precedentes. Los horizontes celestiales que nos abren los últimos libros del Antiguo Testamento, y sobre todo la firme esperanza de la resurrección que nos da la de Jesucristo, transforman totalmente el concepto de la vida humana. El Cohelet hubiera sentido saciadas sus ansias de luz en oir hablar al Apóstol de los luminosos horizontes que nos abre la resurrección del Señor. 10 CANTAR DE LOS CANTARES 1. El título del libro no es del autor, sino de los amanuenses, que lo añadieron. En hebreo es Sir hassirim, que los LXX traducen literalmente aisma a i s m a t o n : el cantar de los cantares o el cantar por excelencia. Figura siempre entre los libros sapienciales del Antiguo Testamento, y esto nos indica el camino para inquirir la naturaleza del mismo. La sabiduría tiene entre los hebreos un sentido muy amplio ( I n t r o d u c c i ó n a los libros sapienciales). Particularmente viene a nuestro propósito lo que de los oficios del sabio dice el Eclesiástico: «Que aplica su mente y se da a estudiar la ley del Altísimo, busca la sabiduría de todos los antiguos y consagra sus ocios a las profecías, guarda en la memoria los relatos de los hombres célebres y penetra en lo intrincado de las sentencias sutiles, investiga el sentido oculto de las parábolas y se aplica a inquirir las sentencias enigmáticas» (39,1-3). Ya Salomón el mismo autor le alaba de este modo: «¡Cuan sabio eres desde tu juventud, desbordando tu inteligencia como un río! Tu espíritu cubrió la tierra y la llenaste de sentencias profundas. Tus cánticos, tus proverbios, tus parábolas y tus respuestas hicieron la admiración del mundo» (47, 14-17). Y de los antiguos padres dice que fueron ilustres, entre otras cosas, porque cultivaban el arte de las melodías y pusieron por escrito las narraciones proféticas (44,3)Sabiduría equivale, pues, entre otras cosas, a ingenio agudo y perspicaz para entender el sentido de las sentencias enigmáticas, de las parábolas y de los discursos proféticos. Sobre esto incluye el talento literario, la inspiración del poeta asociada a la del músico o cantor, el ingenio del prosista en aquellas manifestaciones que revelan más agudeza y que parecen más aptas para cautivar la atención de los lectores CANTAR DE LOS CANTARES 704 y oyentes. En este sentido, el Cántico es una composición sapiencial, porque es una obra poética de profundo sentido y forma refinada. 2. Los profetas expresaron bajo diferentes formas las relaciones entre Dios y su pueblo. Son frecuentes las imágenes del pastor y del rey; pero la del matrimonio es la más usual, sobre todo en los profetas Oseas y Ezequiel, en los cuales Yavé es el esposo de Israel y éste la esposa de su Dios; esposa infiel, la cual, olvidándose de quien la amó y escogió, se deja arrastrar por amores adúlteros hacia los dioses extraños. Según la tradición judía, tal es el tema del Cántico: los amores de Yavé y de su pueblo. A esta sentencia fundamental nos debemos atener. Pero admitido este principio, una duda salta a la vista. Los historiadores sagrados y los profetas están concordes en pintarnos a Israel como infiel a su esposo y manchada de infinitos adulterios, lo cual no está conforme con el Cántico, donde la esposa aparece siempre enamorada de su esposo y, además, toda hermosa y pura. La solución a esta dificultad nos la ofrecen los mismos profetas cuando al Israel histórico oponen el Israel de la época mesiánica, purificado de sus pecados y vuelto de todo corazón a su Dios (Jer 31,31-34; Ez 36,26-30). Las relaciones rotas por el pecado de idolatría se reanudan para siempre. Es preciso, pues, decir que el Cántico celebra los amores de Yavé y de Israel en la edad mesiánica, objeto de las ansias de los profetas y justos del Antiguo Testamento. En torno a esta imagen del matrimonio reúne el sabio todas las promesas contenidas en ios escritos proféticos. 3. Este pensamiento lo confirman y desarrollan los Santos Padres, que desde antiguo han visto y celebrado en el Cántico el amor de Jesucristo y de su Iglesia. La imagen de las bodas se halla en las parábolas evangélicas, en las epístolas de San Pablo y en el Apocalipsis de San Juan. Bastará en confirmación de lo dicho citar las hermosas palabras del Apóstol a los Efesios: «Maridos, amad a vuestras esposas como Cristo amó a su Iglesia y se entregó por ella a fin de santificarla, habiéndola lavado en el lavatorio del agua por la palabra, para hacerla parecer delante de sí una Iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino santa e inmaculada... Por esto dejará el varón a su padre y a su madre y se juntará a su mujer, y serán dos en una carne. Este misterio es grande, pero yo lo digo mirando a Cristo y a la Iglesia» (5,25-32) • 4. Mas en este amor de Cristo por la Iglesia va incluido el amor del Salvador por cada una de las almas que forman la misma Iglesia, las cuales son todas esposas de Cristo (2 Cor 11,2), por cuya salud El se sacrificó y en quienes vive por la gracia, la fe y la caridad. Y como este vínculo no es el mismo en todas las almas, antes en cada una se diferencia en proporción con la eficacia que posee, sigúese que esta condición de esposas de Cristo no convendrá a todas por igual, sino a cada una tanto más perfectamente cuanto mayor sea la perfección de esta gracia y de este amor. De manera que a los santos, por la perfección de su santidad, convendrá más plenamente el título de esposas de Cristo, y sobre todo los santos convendrá a la que fue llamada por el ángel «Llena de gracia». Tal es el sentido pleno del Cántico, según la Escritura y la tradición exegética de los Padres. 5. Las almas místicas gustan mucho del Cántico, pero la exégesis que a veces hacen de él ha contribuido no poco a desacreditarlo entre los que aspiran a una exégesis científica. Sin embargo, el fundamento de aquella exégesis es sólido, puesto que el Cántico tiene por argumento las relaciones de amor entre Jesucristo y las almas santas. Pero las amplificaciones que hacen alegorizando hasta el extremo las imágenes del libro, no pasan de una exégesis acomodada. La substancia de su pensamiento tiene un gran valor como explicación de los misterios de amor que Dios realiza en las almas. Las imágenes del Cántico son el cañamazo sobre el cual bordan con hilo de oro la descripción de esos misterios. 6. Según hemos dicho, el autor del Cántico tomó de los profetas la imagen del matrimonio y el pensamiento mesiánico que ella encierra. De ellos tomó también otras imágenes con que los profetas celebran las bendiciones divinas de la época mesiánica. Pero, además, tenía ante sus ojos la misma fuente donde los profetas habían bebido su forma literaria, ya que el pensamiento les venía de lo alto. Esta fuente era la vida de Israel, el amor conyugal y las solemnidades nupciales con que este mismo amor se 705 CANTAR DE LOS CANTARES 1 manifestaba en su pueblo. Y no hay que dudar que acudiría a esta fuente en busca de elementos materiales para desarrollar el tema que se había propuesto tratar. Por donde no nos parece desacertada la conducta de aquellos autores que estudian el amor y la solemnidad de las bodas en Israel y en los pueblos vecinos para explicar el carácter literario del Cántico y el sentido de su simbólico lenguaje. Pero esto no ha de ocupar el primer plano en la explicación del canto sagrado, que en cuanto a su sentido reconoce inspiración más alta. 7. En suma, que el Cántico es un idilio en que se celebran los amores del Mesías con el Israel de Dios (Gal 6,16), tomando la forma literaria de las costumbres hebreas, y el pensamiento de los vaticinios proféticos. La acción dramática es en el Cántico muy escasa. El valor significativo de las imágenes, aunque no siempre, es muchas veces alegórico, si bien difícil de definir. 8. Es difícil hacer la división de una obra compuesta con gran libertad literaria. Hay quien cree que se debe admitir la división en siete partes, fundada primeramente en la duración de las bodas entre los hebreos, que era de siete días, como aparece por el Gen 29,37; Jtte 14,12 y Tob 8,23. El texto mismo hace muy razonable la siguiente división: tfi, 1,1-2,7; 2. a , 2,8-17; 3*> 3.*S; -*•", 3.6-5,i; 5-*> 5.2-6,o; 6. a , 6,10-8,4, y 7.*, 8,5-14. 9. La tradición judía atribuía este libro a Salomón, y de ello da testimonio el epígrafe mismo del libro. Los Santos Padres recibieron esta sentencia y la retuvieron como tradición histórica más bien que como punto de fe. En los últimos tiempos los críticos se inclinaron a atribuir el libro a una época más reciente. Las razones son: primero, la forma del libro, que es más arti/iciosa de lo que parece corresponder a la época primitiva de la literatura hebrea; luego, el lenguaje, que es en muchos casos aramaizante, cosa que no puede convenir a la época de Salomón y sí ala época posterior a la cautividad; tercero, el mismo tema del libro, que, siendo profético y siendo el autor un sabio y no un profeta, parece suponer que el libro haya sido escrito después de los profetas. La fecha precisa no puede fijarse con certeza y menos aún el nombre del autor. STTIVf A T Í T O Canto primero (1,1-2,7). Canto segundo (2,8-17). Cantotercero (3,1-5). Canto cuarto (3,6-5,1). Canto quinto (5,2-6,9). Canto sexto (6,10-8,4). Canto séptimo (8,5-14). CANTO PRIMERO (i.1-2, 7) 1 Cantar de los Cantares, de Salomón. I El anhelo de la esposa ¡Béseme con besos de su boca! | Son tus amores más suaves que el vino, 3 Son tus ungüentos suaves al sentido. | Es tu nombre ungüento derramado; | por eso te aman las doncellas. 2 La esposa Soy morena, pero hermosa, hijas de Jerusalén, | como las tiendas de Cedar, como los pabellones de Salomón. 6 No miréis que soy morena; | es que me ha quemado el sol. I Los hijos de mi madre, airados contra mí, | me pusieron a guardar viñas; | no era mi vifta la que guardaba. * 7 Dime tú, amado de mi alma, | dónde pastoreas, dónde sesteas al mediodía, | no venga yo a extraviarme tras de los rebaños de tus compañeros. 5 El coro El esposo Llévanos tras de ti, corramos. | Intro8 dúcenos, rey, en tus cámaras, ! y nos goSi no lo sabes, ¡oh la más hermosa de zaremos y regocijaremos contigo, | y can- las mujeres!, | sigue las huellas del rebataremos tus amores, más suaves que el ño I y apacienta tus cabritos cabe las majavino. I Con razón eres amado. * das de los pastores. 4 •• 4 El coro de doncellas, que forma en las solemnidades nupciales la corte de la novia, que aquí • representa a las naciones, pide tener parte en el amor de la Esposa por el Esposo, como en Is 2,2 ss.; Zac 8,20 ss., y expresa sus deseos de participar en las bendiciones mesiánicas. 6 Habla de las aflicciones y trabajos sufridos en la época anterior, sobre todo en la cautividad, en que hubo de servir y trabajar para los caldeos, sus hermanos, pues de Caldea había venido Abraham (cf. Dt 28,1,5 ss.; Sal 78; Is 62,8 s.). Nácar-Colunga 28 706 CANTAR DE LOS CANTARES 1-2 707 Al tiro del carro del Faraón I te comEl esposo 7 paro, amada mía. * Os conjuro, hijas de Jerusalén, | por 10 ¡Cuan hermosas están tus mejillas en- las gacelas y las cabras monteses, I que tre las guedejas, | tu cuello con los co- no despertéis ni inquietéis a la amada | llares! hasta que ella quiera. 11 Te haremos collares de oro | con sartas de plata. CANTO L a esposa SEGUNDO (3,8-17) 12 Mientras reposa el rey en su lecho | La esposa exhala mi nardo su aroma. 13 8 ¡La voz de mi amado! Vedle que lleEs mi amado para mí bolsita de miga, | saltando por los montes, | triscando rra ] que descansa entre mis pechos. 14 Es mi amado para mí racimito de al- por9 los collados. * Es mi amado como la gacela o el cerheña | de la viñas de Engadí. vatillo. | Vedle que está ya detrás de nuestros muros, | mirando por las ventanas, | El esposo atisbando por entre las celosías. 10 15 Oíd que me dice: [Qué hermosa eres, amada mía, | qué hermosa eres! Tus ojos son palomas. El esposo Levántate ya, amada mía, | hermosa L a esposa mía, y ven; * 16 ¡Qué hermoso eres, amado mío, qué n Que ya se ha pasado el invierno | y agraciado! | Nuestro pabellón verdeguea han cesado las lluvias. 12 ya; Ya han brotado en la tierra las flores, I 17 Las vigas de nuestra casa son de ce- ya es llegado el tiempo de la poda I y se dro ; | nuestros artesonados, de ciprés. * deja oir en nuestra tierra el arrullo de la tórtola. 1 13 Yo soy un narciso de Sarón, | una Ya ha echado la higuera sus brotes, azucena de los valles. ya las viñas en flor esparcen su aroma, j Levántate, amada mía, hermosa mía, y El e s p o s o ven. 14 Ven, paloma mía, que anidas en las 2 Como lirio entre los cardos | es mi hendiduras de las rocas, I en las grietas de amada entre las doncellas. las escarpadas peñas. j| Dame a ver tu rostro, dame a oir tu voz, | que tu voz es suaLa esposa ve, y es amable tu rostro. 3 Como manzano entre los árboles silL a esposa vestres | es mi amado entre los mancebos. '5 ¡Ah! Cazadnos las raposas, | las raA su sombra anhelo sentarme | y su posinas pequeñitas, | que destrozan las vifruto es dulce a mi paladar. 4 Me ha llevado a la sala del festín | y la ñas, | nuestras viñas en flor. 16 Mi amado es para mí y yo soy para bandera que contra mí alzó es bandera de él. I Pastorea entre azucenas. * amor. 17 5 Antes de que refresque el día y se exConfortadme con pasas, | recreadme con manzanas, | que desfallezco de amor. tiendan las sombras | ven, amado mío, 6 semejante a la gacela, | semejante al cerReposa su izquierda bajo mi cabeza I vatillo, | por los montes de Beter. y con su diestra me abraza amoroso. 2 9 Parecerá extraño esta manera de ponderar las gracias de la Esposa; pero los beduinos del desierto toman la camella como término de comparación para describir la hermosura de la novia. 17 Este versículo alude probablemente al templo, en que Dios moraba y se comunicaba a su pueblo y donde se comunicaría, sobre todo, en la época mesiánica (cf. Sal 41-42). 8 La esposa se halla en su propia casa con el pensamiento puesto en el Esposo; de repente le siente venir, y acercarse a la casa, y atisbar hacia adentro, buscando, sin duda, a la Esposa. 10 Este discurso del Esposo contiene una hermosa descripción de la primavera, que en la Palestina sucede a las lluvias invernales y que en Siria era el tiempo en que solían celebrarse las bodas. Invita a la Esposa a gozar de los encantos que la naturaleza ofrece. Todo ello expresa muy al vivo la alegría de los tiempos mesiánicos, después de las miserias y tristezas de la cautividad. No las expresiones poéticas, pero sí el entusiasmo que domina al autor, parecen bien inspirados en la segunda parte de Isaías, cuando anuncia la llegada de la salud mesiánica. 16 Esta sentencia, expresiva del mutuo amor de los esposos, responde a aquella tan repetida en el Antiguo Testamento, sobre todo en los profetas, cuando hablan de los tiempos mesiánicos: «Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo» (Lev 26,12; Jer 7,23; Ez 11,20; Ap 21,3). 2 CANTAR RE LOS CANTARES 3-4 CANTO 9 TERCERO (3,1-5) La esposa 1 En el lecho, entre sueños, por la noche, | busqué al amado de mi alma, busquéle y no le hallé. * 2 Me levanté y recorrí la ciudad, | las calles y las plazas, | buscando al amado de mi alma. 3 Busquéle y no le hallé. | Encontráronme los guardias | que hacen la ronda en la ciudad: I ¿Habéis visto al amado de mi alma? 4 En cuanto de ellos me aparté, I hallé al amado de mi alma. I Le así, ya no le soltaré I hasta entrarle en la casa de mi madre, I en la alcoba de la que me engendró. 3 El e s p o s o Os conjuro, hijas de Jerusalén, | por las gacelas y las cabras monteses, | que no despertéis ni inquietéis a mi amada | hasta que a ella le plazca. 5 CANTO CUARTO (3,6-5.1) Coro 6 ¿Qué es aquello que sube del desierto, | como columna de humo, | como humo de mirra e incienso | y de todos los perfumes exquisitos? * 7 Ved; la litera de Salomón, | sesenta valientes la rodean | de entre los valientes de Israel. 8 Todos esgrimen la espada, | todos son diestros para el combate. | Todos llevan la espada ceñida I contra los peligros de la noche. 9 Hízose el rey Salomón | una litera de cedro del Líbano. 10 Hizo de plata sus columnas, I de oro su respaldo; I su asiento de púrpura recamado, I obra de las hijas de Jerusalén. 11 Salid, hijas de Sión, | a ver al rey Sa- lomón I con la corona de que le coronó su madre I el día de sus bodas, | el día de la alegría de su corazón. * El esposo ¡Qué hermosa eres, amada mfa, | qué hermosa eres! | Son palomas tus ojos vistos a través de tu velo. * 2 Son tus cabellos rebañito de cabras | que ondulantes van por los montes de Galad. | Son tus dientes cual rebaño de ovejas de esquila I que suben del lavadero, I todas con sus crías mellizas, | sin que haya entre ellas estériles. 3 Cintillo de grana son tus labios, | y tu hablar es suave. | Son tus mejillas mitades de granada I a través de tu velo. 4 Es tu cuello cual la torre de David, | rodeada de trofeos, I de la que penden mil escudos, I todos escudos de valientes. 5 Tus dos pechos son dos mellizos de gacela que triscan entre azucenas. * 6 Antes de que refresque el día y se extiendan las sombras, | iréme al monte de la mirra, I al collado del incienso. 7 Eres del lodo hermosa, amada mía, | no hay lucha en ti. 8 Ven del Líbano, esposa; | ven del Líbano, llega, I ven de la cumbre del Amana, I de las cimas del Sanir y del Hermón, | de las guaridas de los leones, I de los montes de las panteras. 9 Prendiste mi corazón, hermana, esposa; I prendiste mi corazón en una de tus miradas, | en una de las perlas de tu collar. 10 ¡Qué dulces son tus caricias, hermana mía, esposa! Dulces más que el vino son tus amores, | y el olor de tus ungüentos es más suave que el de todos los bálsamos. 11 Miel virgen destilan tus labios, esposa mía; | leche y miel bañan tu lengua, I y es el olor de tus vestidos el perfume del incienso. * 12 Eres jardín cercado, hermana mía, esposa; | eres jardín cercado, fuente sellada. * 4 1 1 Con esto se comienza otra escena. La Esposa empieza contando lo que había sentido en sueños, para terminar con el estribillo de 2,7; 5,8 y 8,4: «Os conjuro, hijas de Jerusalén», etc. El cambio de escena es evidente. El coro ve a lo lejos subir del desierto una nube, que no es de polvo, sino de aromas: luego descubre la figura del Amado, que describe bajo la figura de Salomón, el que recibió primero las promesas hechas a su padre, con la suntuosidad y aparato que la historia describe. 11 Es la entrada solemne del rey en Jerusalén, inspirada en la ceremonia de la entronización de Salomón, que se narra en 1 Re 1,11 ss. La corona tal vez se toma de la solemnidad de las bodas, según Is 61,10. Todo ello significa la entrada triunfal en su ciudad. 3 6 1 Toda esta descripción que sigue expresa los sentimientos del Esposo al contemplar la hermosura de su Esposa. Las comparaciones, por mucho que desdigan de nuestro temperamento literario, se acomodan muy bien al de los hijos del Oriente. 5 Símbolo de la fecundidad (cf. Ez 16,7) y signo de la bendición divina que acompañará la edad mesiánica, según Dt 7,13 ss.; Sal 112,g; Is 54,1 ss. 1 * Recuérdese la expresión con que se describe la riqueza de Canán, «la tierra que mana leche y miel» (Ex 3,8; Núm 13,28). 12 Los frutos que luego describe se hallan protegidos contra las incursiones de las bestias. Lo contrario se dice en Is 5,5 s-, de la viña que representa Israel rebelde a su Dios. Algunos autores quieren corregir el texto y leer fuente en vez de jardín. Fuente Sellada, y, por tanto, que guarda sus 4 708 CAfiTAH DE LOS CANTARES 4-6 13 habia ido, había desaparecido. | Le busqué, mas no le hallé. | Le llamé, mas no me respondió. 7 Encontráronme los guardias que rondan la ciudad; | me golpearon, me hirieron, | me quitaron el velo | los centinelas de las murallas. 8 Os conjuro, hijas de Jerusalén, | que si encontráis a mi amado, | le digáis que desfallezco de amor. Es tu plantel un bosquecillo | de granados y frutales los más exquisitos; I de alheñas y de nardos. 14 De nardos y azafrán, de canela y cinamomo, I de todos los árboles de incienso ; I de mirra y áloe, | y de todos los más selectos balsámicos. 15 Eres fuente que mana a borbotones, | fuente de aguas vivas, I que desciende del Líbano. * L a esposa Coro 16 Levántate, cierzo; ven también tú, 9 ¿Y en qué se distingue tu amado, | oh austro. I Oread mi jardín, que exhale sus aromas; I viene a mi huerto el amado, | la más hermosa de las mujeres? | ¿En qué a comer de sus frutos exquisitos. se distingue tu amado, I tú, que asi nos conjuras? El esposo L a esposa 1 Voy, voy a mi jardín, hermana 10 Mi amado es fresco y colorado, | se mía, esposa, [ a coger de mi mirra y entre millares. * de mi bálsamo; | a comer la miel virgen distingue 11 Su cabeza es oro puro, | sus rizos son del panal, | a beber de mi vino y de mi leche. I Venid, amigos míos, y bebed | y em- racimos de dátiles, | negros como el cuervo. briagaos, carísimos. 12 Sus ojos son palomas | posadas al borde de las aguas, I que se han bañado CANTO QUINTO en leche | y descansan a la orilla del (5,2-6,12) arroyo. 13 Sus mejillas son jardín de balsameL a esposa ras, | teso de plantas aromáticas; | sus 2 Yo duermo, pero mi corazón vela. | labios son dos lirios | y destilan exquisiEs la voz del amado que me llama: ta 14mirra. Sus dedos son todo anillos de oro | El esposo con rubíes engastados; | su pecho es marÁbreme, hermana mía, esposa mía, pa- fil | cuajado de zafiros. 15 loma mía, inmaculada mía. | Que está mi Sus piernas son columnas de márcabeza cubierta de rocío, | y mis cabellos mol | asentadas sobre basas de oro puro. | de3 la escarcha de la noche. Esbelto como el Líbano, | gallardo como Ya me he quitado la túnica. | ¿Cómo el cedro. 16 volver a vestirme? | Ya me he lavado los Su garganta es toda suavidad, | todo pies. I ¿Cómo volver a ensuciármelos? él un encanto. | Ese es mi amado, ése mi 4 Mi amado mete la mano por el agu- esposo, | hijas de Jerusalén. jero de la llave. | Mis entrañas se estremecen todas. I Mi alma desfalleció al oirle. * Coro 5 Me levanté para abrir a mi amado, | 1 ¿Y adonde fue tu amado, | oh tú, mis manos destilaban mirra | y mis dedos la más hermosa de las mujeres? | se impregnaron de exquisita mirra | en el ¿Adonde fue tu amado, | que le busquepestillo de la cerradura. 6 mos contigo? * Abrí a mi amado, | pero mi amado se 5 6 aguas puras y frescas. Los encantos del agua corriente son grandes en Palestina por la misma escasez de ellas; donde brota una fuente, allí se forma u n pequeño oasis. El poeta se complace en describirnos el jardín lleno de árboles y plantas aromáticas que producen estas aguas de la fuente. Semejante imagen es muy usual en los Sapienciales para describir los frutos de la sabiduría, y el profeta Isaías junta estas dos imágenes para pintar la riqueza y la dicha de Israel en la edad mesiánica (58,11; Eclo 24,17 ss.). 15 Son los canales derivados de la fuente para distribuir el agua por el jardín y regar los árboles frutales y aromáticos, q u e significan la justicia, la santidad y la gracia d e Israel en la edad mesiánica (cf. Ecl 2,4 ss.; Is 5,1 ss.; Jer 2,21; Ez 17,22 ss.; 20,41; Eclo 24,23 ss.). Imagen tomada acaso d é l a fuente del Jordán, q u e brota al pie del H e r m ó n y es expresión de la vida, como en Is 12,3; Jer 2,13; Jn 4,14C 4 Mete la m a n o por el agujero d e la cerradura para abrir; al ruido despierta la Esposa, asustada ^ por la presencia del Esposo, de que ya se da mejor cuenta. 1 ° Esta descripción concuerda bastante con la q u e nos hace Jeremías en L a m 4,7 de los príncipes de Judá. l £ Esta pregunta d e las compañeras de la Esposa expresa la simpatía q u e éstas sienten por ella, ^ la simpatía de las naciones por Israel cuando la ven hecha objeto de las bendiciones de su Dios Is 2,2 ss.; Zac 8,23). 709 CANTAR DE LOS CANTARES 6-7 12 Sin saber cómo, | vime sentada en los L a esposa 2 carros del noble pueblo. * Bajó mi amado a su jardín, I a los macizos de balsameras, | para recrearse Coro entre las flores y coger azucenas. 3 1 Yo soy para mi amado y mi amado ¡Torna, torna, Sulamíta; | torna, para mí, | el que se recrea entre azucena. torna, que te admiremos! El esposo L a esposa 4 Eres, amada mía, hermosa como Tir¿Qué queréis admirar en la Sulamita, I sa, I bella como Jerusalén, | terrible cual ordenadas en dos coros? escuadrón ordenado en batalla. * 5 Aparta ya de mí tus ojos, | que me maCoro tan de amor. | Es tu cabellera rebañito de cabras I que ondulan al subir por el mon- 2 ¡Qué bellos son tus pies con las sante 6de Galad. dalias, I hija del noble pueblo! | El contorTus dientes, cual rebaño de ovejas de no de tus caderas es una joya, | obra de esquila I que suben del lavadero, | todas manos de orfebre. 3 con crías gemelas, I sin que entre ellas Tu seno es ánfora preciosa | en que haya estéril. no falta el vino mezclado. | Tu vientre, 7 Son mitades de granada tus mejillas | acervo de trigo | rodeado de azucenas. 4 a través de tu velo. Tus pechos, dos 'cervatillos | mellizos 8 Sesenta son las reinas, | ochenta las de gacela. 5 concubinas, | y las doncellas son sin núTu cuello, torre de marfil; | tus ojos, mero. * dos piscinas de Hesebón, | junto a la puer9 Pero es única mi paloma, mi perfecta; I ta de Bat-Rabim. | Tu nariz, como la toes la única hija de su madre, I la predi- rre del Líbano | que mira frente a Dalecta de quien la engendró. | Viéronla las masco. doncellas y la aclamaron, | y las reinas y * Tu cabeza, como el Carmelo, | y tus las concubinas la loaron. cabellos son púrpura real I entretejida en trenzas. El esposo CANTO SEXTO 7 (6,10-8,4) ¡Qué hermosa eres, qué hechicera, qué8 deliciosa, amada mía! Coro Esbelto es tu talle como la palmera I 10 tus senos sus racimos. ¿Quién es esta que se alza como au- y son 9 Yo me dije: Voy a subir a la palmera | rora, I hermosa cual la luna, | espléndida como el sol, | terrible como escuadrones a coger sus racimos. | Sí, sean tus pechos racimos para mí. | El aliento de tu boca ordenados? * es 10aroma de manzanas; L a esposa Tu boca es vino generoso, | que se u Bajé a la nozaleda | para ver cómo entra suavemente por mi paladar | y suaverdea el valle, | a ver si brotaba ya la vi- vemente se desliza entre labios y dientes. ña I y si florecían los granados. 7 4 Aquí aparece de nuevo el Esposo como atraído por las declaraciones q u e la Esposa acaba de hacer. L a descripción que sigue, en p a r t e tomada de las precedentes, expresa la belleza divina d e la Esposa, esto es, d e Israel, purificado por Dios mediante las tribulaciones de la cautividad y hermoseado con la santidad y la justicia d e su Dios, según q u e los profetas anunciaban para la época mesiánica (Os 2,14-24). 8 Este detalle singular d e la descripción está tomado de lo q u e era u n harén real en Persia, por ejemplo, y lo que era el del mismo Salomón, según 1 Re 11,4. El pensamiento del poeta es q u e la Esposa es entre muchas mujeres la favorita, la q u e aventaja a todas en belleza y la q u e triunfa del corazón del rey, su Esposo. Pero esto no pertenece más q u e a la figura, pues ei autor sagrado nos describe las bellezas del Israel d e Dios en comparación d e las demás naciones, que serán admitidas a participar de los amores del Mesías. El salmo 45,10 ss. había ya hecho uso d e esta misma imagen. 1 ° El coro, al ver acercarse a los Esposos, p r o r r u m p e en expresiones de admiración a la belleza de la Esposa; ella les responde con algo q u e parece referirse a la inauguración del reino mesiánico; vuelve el coro a tomar la palabra para entonar un canto a la belleza d e la Esposa; al coro sigue el Esposo con otro canto y termina con u n éxtasis d e amor d e la Esposa. 12 Este versículo es sumamente obscuro por la incorrección del texto, por lo singular de la imagen y por lo difícil q u e es establecer la conexión d e este versículo con los q u e preceden y siguen. Estas palabras son corregidas y traducidas d e m u y diversa manera por los expositores; no nos detendremos a justificar la traducción, pero sí el sentido, que comparamos con Is 43,5 ss.; 49,22 s.; 60,8 s.; 66,18 ss. y con Bar 4,37 ss. Se habla de la vuelta de Israel de su cautiverio, ayudado de los mismos gentiles, que lo tienen a gran honor, maravillados como están de ver las grandezas de Yavé sobre su pueblo y deseosos de tener parte en ellas. 710 CANTAS 01 LOS CANTARES 7-8 L a esposa " Y o soy para mi a m a d o | y a mf tienden todos sus anhelos. 12 Ven, a m a d o mió, vamonos al camp o ; I haremos noche en las aldeas. 13 Madrugaremos para ir a las viñas, | veremos si brota ya la vid, | si se entreabren las flores, I si florecen los granados, | y allí te daré mis amores. * 14 Y a dan su aroma las mandragoras | y a b u n d a en nuestras huertas t o d a suerte de frutos exquisitos. | Los nuevos, los añejos, que guardo, a m a d o mío, p a r a ti. 6 P o n m e como sello sobre tu corazón, | p o n m e en tu brazo como sello. I Que es fuerte el amor como la muerte | y son como el sepulcro duros los celos. I Son sus dardos saetas encendidas, | son llam a s de Yavé. 7 N o pueden aguas copiosas extinguirlo | ni arrastrarlo los ríos. | Si uno ofreciera por el a m o r toda su hacienda, I sería despreciado. Los hermanos 8 Nuestra h e r m a n a es pequeñita, no tiene pechos todavía. | ¿Qué haremos a nuestra hermana | cuando u n día se trate de su boda? 9 Si m u r o , I edificaremos sobre ella almenas de plata. | Si puerta, | le haremos batientes de cedro. 1 ¡Quién me diera que fueses herman o mío, a m a m a n t a d o a los pechos de mi madre, | para que al encontrarte te besara I sin que nadie se burlase de mí! * 2 Y o te llamaría, y te entraría en la casa L a esposa de mi madre, | en la alcoba de la que 10 Sí, m u r o soy, | y torres son mis peme engendró, | y te daría a beber vino chos. | Pero he venido a ser a sus ojos | a d o b a d o | y mosto de granados. 3 Su izquierda descansa bajo mi cabe- c o m o quien halla la paz. za, | y su diestra me abraza cariñosa. Los hermanos El esposo n U n a viña tenía Salomón en Bal4 Os conjuro, hijas de Jerusalén, I por H a m ó n , | la entregó a sus guardas, I que las gacelas y las cabras monteses, | que habían de traerle p o r sus frutos | mil sino despertéis ni inquietéis a mi a m a d a I d o s de plata. * hasta que a ella le plazca. L a esposa 12 M i viña la tengo ante mis ojos. I Para CANTO SÉPTIMO ti, Salomón, esos mil siclos, | y doscientos más para los que la guardan. (8,5-14) 8 Coro El esposo 13 5 ¿Quién es esta que sube del desier¡Oh tú, que habitas en jardines I —los amigos lo esperan—, i hazme oir tu voz! * to | apoyada sobre su amado? L a esposa El esposo 14 Y o te suscitaré debajo del manzano, | Corre, a m a d o mío, | corre como la allí donde murió tu madre, donde pereció gacela o el cervatillo | sobre los montes de las balmaseras. * la que te engendró. * ^ 1 3 La Esposa invita al Esposo a salir y ver el campo. El sentido alegórico de estos versículos ' no puede ser más claro. Es la invitación a ver los frutos propios de la edad mesiánica, los frutos de ía justicia y de la santidad, tantas veces representados por el jardín, los árboles, etc. 1 Extraño deseo el de la Esposa, y, sin embargo, parece ser éste el punto culminante del mesianismo del poema: ver al Esposo, a quien sabe tan infinitamente superior a ella, hecho hombre 5y participando de su misma naturaleza. La última sección comienza como la anterior; el coro se dirige a la Esposa, maravillada por su dicha; sigue luego un diálogo entre los Esposos; entran los hermanos de la Esposa y acaban, por fin, los dos Esposos. 11 Esta es [a viña de que habla Is 5,1 ss.; 27,2; Sal 79,9 ss.; Jer 2,21; 12,10; Ez 15,1 ss., plantada13por Dios en medio de la multitud de los pueblos. El Esposo es el que habla. Las palabras parecen que no están en el orden debido; pero el sentido no se muda. La Esposa es invitada a cantar para complacer al Esposo y a los compañeros de éste, que por segunda vez aparecen aquí (1,7). El sentido no parece ser otro que la simpatía por la Esposa, que hace graciosas todas sus cosas. 14 Es el cántico de la Esposa invitando al Esposo a llegar ya al monte de los bálsamos, que debe ser el templo de Jerusalén, donde se ofrecen a Dios las oblaciones de los perfumes. Con esto concluye el libro de una manera semejante a la conclusión del Apocalipsis, 22,20, con una súplica por la venida del Mesías. Era la súplica de los justos en Israel (Mt 13,17; Le 2,25 ss.), 8 S A B I D V R I A 1. En la Biblia griega lleva este libro el título «Sabiduría de Salomón», pero en W Vulgata no tiene más título que «Sabiduría», sin la atribución a Salomón. Y ésta es la sentencia de los Padres San Jerónimo y San Agustín y de todos los intérpretes modernos, a pesar de que en el capítulo 9 el autor se nos presenta como si fuese el Rey Sabio. El libro fue escrito en griego, y su argumento es la sabiduría, que cuenta sus frutos, su origen, su naturaleza y su acción en la historia antigua. En el fondo, la doctrina coincide con la de los otros libros sapienciales, pero la forma es griega, y griego también el ambiente intelectual en el que el autor vive y se mueve. Se divide el libro en dos partes: la primera (1-9) es teórica y nos habla de la sabiduría de Dios, que conduce a la inmortalidad cerca del Señor, muy distinta de la otra sabiduría del mundo, verdadera necedad, que conduce a la muerte. Aquí vemos ya levantado en gran parte el velo que en el Antiguo Testamento cubre por lo general el misterio de los destinos humanos, revelándonos la vida del alma unida a Dios después de la muerte. La verdadera sabiduría es don de Dios, y por eso el autor, bajo el nombre de Salomón, se la pide al Señor (9). La segunda parte (10-19) nos muestra cómo la historia del pueblo hebreo se desarrolla bajo la acción de la sabiduría divina, mientras que la historia de Sodoma, Egipto y Canán se desenvuelve en tinieblas, sin el influjo de esta sabiduría. 3. Desconocemos quién sea el autor del libro que tomó el nombre de Salomón. Lo que podemos afirmar es que era judío helenista, que conocía muy bien el Egipto y que allí debió de escribir su obra al fin de la edad antigua, sin que podamos precisar sifué en el siglo I o II antes de la era cristiana. El libro está destinado a los judíos de la dispersión. No es admitido en el canon judío, sin duda por haber sido escrito en lengua griega, pues aquél no contiene sino los libros escritos en hebreo. En la historia del canon cristiano este libro figura entre los deuterocanónicos. QTTM \ T?TO JUmn.M\LKJ P R I M E R A P A R T E : La sabiduría, fuente de felicidad e inmortalidad (i-9).~SEGUNDA P A R T E : La sabiduría en Israel (10-19). P R I M E R A P A R T E pensamientos insensatos, | y al sobrevenir la iniquidad se aleja. * 6 Porque la sabiduría es un espíritu L A SABIDURÍA, FUENTE DE FELICIDAD a m a d o r del hombre, | y no dejará imE INMORTALIDAD pune al de blasfemos labios; | que Dios (1-9) es testigo de sus pensamientos, | y veraz observador de su corazón, | y oidor de N a t u r a l e z a d e la s a b i d u r í a sus palabras; 1 7 Amad la justicia los que gobernáis Porque el Espíritu del Señor llena la la tierra; | pensad rectamente del Se- tierra, | y El, que todo lo abarca, tiene ñor I y buscadle con sencillez de corazón. la ciencia de todo. 2 8 Porque se deja hallar de los que no le Por esto nadie que hable impiedades tientan, I se manifiesta a los que no des- quedará oculto, | ni pasará de largo ante confían de El. él la justicia vengadora; 3 9 Los pensamientos perversos apartan Porque los pensamientos del impío sede Dios, I la virtud p r o b a d a corrige a los rán examinados; I y hasta al Señor llegaimprudentes; rá el sonido de sus palabras, para castigo 4 Porque en alma maliciosa no entrará de sus iniquidades; 10 la sabiduría | ni morará en cuerpo esclavo Que su celoso oído lo oye todo, | y del pecado; el r u m o r de las murmuraciones no que5 Porque el Santo Espíritu de la disci- dará oculto. 11 plina huye del engaño I y se aleja de los G u a r d a o s , pues, de murmuraciones I 5 El Santo Espíritu de la disciplina es el Espíritu de Dios, que, infundido en el alma, induce a observar la disciplina. 712 SABIDURÍA 1-2 713 SABIDURÍA 3-4 8 inútiles, I preservaos de la lengua mal haCoronémonos de rosas antes de que blada, | porque la lengua mentirosa no se marchiten; | no haya prado que no quedará impune, | y la boca embustera huelle nuestra voluptuosidad. 9 da muerte al alma. Ninguno de nosotros falte a nuestras orgías, | quede por doquier rastro de nuestras liviandades, | porque ésta es nuestra Destino del h o m b r e porción y nuestra suerte. 12 10 No corráis tras la muerte con los exOprimamos al justo desvalido, | no travíos de vuestra vida, | ni os atraigáis la perdonemos a la viuda I ni respetemos las ruina con las obras de vuestras manos; canas del anciano provecto. 13 11 Que Dios no hizo la muerte; | ni se Sea nuestra fuerza norma de la jusgoza en la pérdida de los vivientes. * ticia, | pues la debilidad bien se ve que 14 Pues El creó todas las cosas para la no sirve para nada. 12 existencia | e hizo saludables a todas sus Pongamos garlitos al justo, que nos criaturas, | y no hay en ellas principio de fastidia | y se opone a nuestro modo de muerte | ni el reino del ades impera sobre obrar, | y nos echa en cara las infracciola tierra. nes de la Ley, | y nos reprocha nuestros 15 Porque la justicia no está sometida extravíos. * 13 a la muerte. Pretende tener la ciencia de Dios | y 16 Pero los impíos la llaman con sus llamarse hijo del Señor; 14 obras y palabras; | mirándola como amiEs censor de nuestra conducta; I hasga, se desviven por ella; | con ella hacen ta el verle nos es insoportable. 15 pacto, | y por autores de ella merecen ser Porque su vida en nada se parece a tenidos. la de los otros, | y sus sendas son muy distintas de las nuestras, 1 16 Pues neciamente se dijeron a sí misNos tiene por escorias, | y se aparta mos los que no razonan: | «Corta y de nuestras sendas como de impurezas; | triste es nuestra vida, | y no hay remedio ensalza el fin de los justos | y se gloría de cuando llega el fin del hombre, | ni se tener a Dios por padre. 17 sabe que nadie haya escapado del ades. * Veremos si sus palabras son verda2 Por acaso hemos venido a la exis- deras, | y probaremos cuál es su fin; 18 tencia, | y después de esta vida seremos Porque si el justo es hijo de Dios, El como si no hubiéramos sido; | porque le acogerá I y le librará de las manos de humo es nuestro aliento, | y el pensamien- sus enemigos. 19 to una centella del latido de nuestro coProbémosle con ultrajes y tormenrazón. tos, | y veamos su resignación, | y probe3 Extinguido éste, el cuerpo se vuelve mos su paciencia, 20 ceniza | y el espíritu se disipa como tenue Condenémosle a muerte afrentosa, | aire. pues, según dice, Dios le protegerá». * 4 21 Nuestro nombre caerá en el olvido Estos son sus pensamientos, pero se con el tiempo, | y nadie tendrá memoria equivocan, | porque los ciega su maldad. 22 de nuestras obras; | y pasará nuestra vida Y desconocen los misteriosos juicios como rastro de nube, | y se disipará como de Dios, | y no esperan la recompensa de niebla | herida por los rayos del sol, | que la justicia | ni estiman el glorioso premio a su calor se desvanece; de23las almas puras. 5 Pues el paso de una sombra es nuesPorque Dios creó al hombre para la tra vida, | y sin retorno es nuestro fin, | inmortalidad | y le hizo a imagen de su porque se pone el sello y ya no hay quien naturaleza; 24 Mas por envidia del diablo entró la 6 Venid, pues, y gocemos de los bienes muerte en el mundo, | y la experimentan presentes, j démonos prisa a disfrutar de los que le pertenecen. todos en nuestra juventud. 7 Hartémonos de ricos, generosos vinos, | y no se nos escape ninguna flor primaveral. Vida y m u e r t e de los justos y de los sabiduría y la disciplina; ! su esperanza es vana, sus trabajos infructuosos, | e inimpíos útiles sus obras. l 12 Las almas de los justos están en las Sus mujeres son insensatas, | y permanos de Dios, | y el tormento no versos sus hijos, y su posteridad maldita. 13 los2 alcanzará. * Pero, aunque estéril, dichosa es la inA los ojos de los necios parecen ha- contaminada, I que no conoció el lecho ber muerto, | y su partida es reputada por pecaminoso; ¡ tendrá parte en el premio de las almas santas. desdicha. 3 14 Su salida de entre nosotros, por aniDichoso también aun el eunuco, que quilamiento; I pero gozan de paz. no ha obrado la maldad con sus ma4 Pues aunque a los ojos de los hom- nos I ni ha concebido malos pensamienbres fueran atormentados, | su esperanza tos contra el Señor, | porque le será otorgado un especial galardón por su fideliestá llena de inmortalidad. 5 Después de un ligero castigo serán col- dad I y un muy deseable puesto en el mados de bendiciones, | porque Dios los templo del Señor. * 15 probó [ y los halló dignos de sí. Porque glorioso es el fruto de los tra- 3 2 13 El autor insiste mucho en esta idea de que Dios, creador de la vida, no hizo la muerte; ésta fue obra del diablo y lo es de los hombres que siguen las sugestiones de éste (Gen 3,4 s.). 1 Todas estas reflexiones expresan los sentimientos de los epicúreos, tanto teóricos como prácticos, que abundaban en la sociedad helenística conocida del autor en Egipto. 12 Este justo de que aquí se había no debe ser otro que el israelita, que con su moral, más austera, era un continuo reproche para los gentiles corrompidos. 20 Este es uno de los varios pasajes del Antiguo Testamento en que parece como si el Espíritu Santo, que inspiraba al autor sagrado, moviese su mano para llevarle a señalar al Justo por antonomasia. Tan fuertes son los trazos con que le describe (cf. Sal 22). 2 Conviie grit « Como el oro en el crisol los probó, | y le fueron aceptos como sacrificio de holocausto. 7 Al tiempo de su recompensa brillarán I y discurrirán como centellas en cañaveral;* 8 Juzgarán a las naciones y dominarán sobre los pueblos, | y su Señor reinará por los siglos. 9 Los que confían en El conocerán la verdad, | y los fieles a su amor permanecerán con El, I porque la gracia y la misericordia son la parte de sus elegidos. 10 Pero los impíos, conforme a sus pensamientos, tendrán su castigo, | pues despreciaron al justo y se apartaron del Señor. 11 Porque desdichado el que desecha la bajos honrosos, | y la raíz de la sabiduría es 16imperecedera. Pero los hijos de las adúlteras no lograrán madurez, | la descendencia del lecho criminal desaparecerá; 17 Y aun si alcanzan larga vida, serán tenidos en nada, | y su ancianidad será al fin deshonrosa. 18 Y si muriesen prematuramente, no tendrán esperanza I ni consuelo en el día del juicio. I El fin del injusto linaje es nefasto. 1 Mejor es la esterilidad con virtud, | pues su memoria es inmortal, | porque es conocida de Dios y de los hombres :* 2 Presente, imitadla; I ausente, desead- 4 O J Tales eran las esperanzas de aquellos jóvenes Macabeos y de todos los que como ellos pe"* 7 recieron en la persecución de Antioco (2 Mac 7). Daniel dice que los justos brillarán como las estrellas en el firmamento (10,3). La imagen de la Sabiduría parece estar tomada de las estrellas fugaces. 14 Isaías (56,4) promete al eunuco observante de la voluntad divina, excluido por la Ley de la asamblea de Israel (Dt 23,1), un nombre glorioso en el reino mesiánico. A ^ 1 Se ve claro que el autor mira ya la vida, asi la de los malvados como la de los justos, a la luz que derrama sobre la historia humana la esperanza de la inmortalidad. 714 SABIDURÍA 4-5 20 la; I en el siglo venidero triunfará coronaVerán llenos de espanto sus pecada, I después de haber reportado la victo- dos, | y sus crímenes se levantarán contra ellos, acusándolos. ria3 en combates inmaculados. Pero la numerosa prole de los impíos U l t i m o fin de los justos es sin provecho, I y los troncos bastardos 1 Entonces estará el justo en gran seno echarán hondas raíces ni tendrán sueguridad, | en presencia de quienes lo 4seguro; Pues aunque sus ramas verdeen por le persiguieron | y menospreciaron sus * un tiempo, | no estando fuertemente fijas, obras. 2 Al verlo se turbarán con terrible esserán sacudidas por el viento | y por la violencia del vendaval arrancadas de panto, | y quedarán fuera de sí ante lo inesperado de aquella salud. cuajo. 3 5 Arrepentidos, se dirán, | gimiendo por Las ramas serán quebradas antes de su desarrollo, I su fruto será inútil, no la angustia de su espíritu: «Este es el que algún tiempo tomamos a risa | y fue obmadurará, | de nada servirá. 6 de nuestro escarnio. Porque los hijos nacidos de uniones jeto 4 Nosotros, insensatos, tuvimos su vida ilegítimas I serán testigos contra sus vipor locura | y su fin por deshonra. ciosos padres al ser interrogados. 7 Pero el justo, si muriese prematura5 ¡Cómo son contados entre los hijos mente, | estará en la paz; de Dios, | y tienen su heredad entre los 8 Que la honrada vejez no es la de los santos! 6 muchos años, I ni se mide por el número Luego erramos el camino de la verde9 dias. dad, | y la luz de la justicia no nos alumLa prudencia es la verdadera canicie bró, | y el sol no salió para nosotros. 7 del hombre, | y la verdadera ancianidad Nos cansamos de andar por sendas es una vida inmaculada. de iniquidad y de perdición, | y caminamos 10 El que se hizo grato a Dios fue ama- por desiertos solitarios, | y el camino del no lo atinamos. do de El, | y viviendo entre los pecadores, Señor 8 ¡,Qué nos aprovechó nuestra soberfue11 trasladado.* Fue arrebatado por que la maldad no bia, | qué ventaja nos trajeron la riqueza jactancia? pervirtiese su inteligencia | y el engaflo y la 9 Pasó como una sombra todo aquello, | no extraviase su alma; 12 correo que va por la posta, Que la fascinación del vicio corrom- y como 10 Como nave que atraviesa las agitadas pe el bien, | el vértigo de la pasión peraguas, | sin dejar rastro de su paso | ni vierte la mente sana. 13 Llegado en poco tiempo a la perfec- del camino de su quilla por las olas; u O como ave que vuela por los aires, I ción, | vivió una larga vida. 14 Pues su alma era grata al Señor; | por sin dejar señal de su vuelo; | pues si bate esto se dio prisa a sacarle de en medio el aire con sus alas | y lo corta con la violencia de su ímpetu, I y se abre camino de15la maldad. Los pueblos lo vieron, pero no lo en- con el movimiento de las alas, | después tendieron | ni sobre ello reflexionaron, | ya12no se halla señal de su paso; O como flecha que se tira al blanco, ! que la gracia y la misericordia es para los elegidos, | y la visitación para los santos. que aunque hienda el aire, luego éste vuel>* El justo muerto condena a los im- ve a cerrarse, | y no se conoce por donde píos vivos, [ y la juventud pronto acaba- pasó. 13 Así también nosotros, en naciendo da 7condena los muchos años del impío. 1 Verán el fin del sabio, | sin entender morimos; | sin dar muestra alguna de los designios del Señor sobre él, | ni por nuestra virtud, | nos extinguimos en nuestra14 maldad». qué8 le puso en seguridad. Sí, la esperanza del impio es como i Verán y se burlarán, | pero el Señor polvo arrebatado por el viento, | como se 19reirá de ellos. Y después de esto caerán sin honra, | ligera espuma deshecha por el huracán, | y serán entre los muertos en el oprobio como humo que en el aire se disipa, | cual sempiterno; | porque los quebrantará, re- recuerdo del huésped de un día que pasó duciéndolos al silencio, I y los sacudirá de15largo. en sus cimientos | y serán del todo desolaPero los justos viven para siempre, ] dos, | y serán sumergidos en el dolor, | y y su recompensa está en el Señor I y el perecerá su memoria. cuidado de ellos en el Altísimo. 5 10 Alude a Henoc, de quien se habla en Gen ;,24, 5 el cual, en comparación de los otros patriarcas, tuvo corta vida, pero aventajada en perfección. K i El autor nos presenta aquí el juicio final,que será el día de los desengaños, porque en él ** aparecerá clara la razón del gobierno divino seibre ios hombres (cf. Mt n.io; 25,31-46; Le 7,35). 715 SABIDURÍA 5-7 " Por esto recibirán un glorioso reino, I una hermosa corona de mano del Señor, | que con su diestra los protege | y los17 defiende con su brazo. Se armará de su celo como de armadura, I y armará a las criaturas todas para rechazar a sus enemigos; 18 Vestirá por coraza la justicia | y se pondrá por yelmo el sincero juicio. 19 Embrazará por escudo impenetrable la 20santidad. Y afilará su fuerte cólera cual espada, I y todo el universo luchará con El contra los insensatos. 21 Los dardos de los rayos partirán bien dirigidos, I y volarán de las nubes al blanco como de arco. 22 Y la ira, como lanzada por una catapulta, arrojará violentas granizadas; | y el agua del mar se enfurecerá contra ellos, I y los ríos se precipitarán con furia23sobre ellos. Un soplo poderoso los embestirá I y los aventará como torbellino. | La iniquidad desolará toda la tierra I y la maldad derribará los tronos de los poderosos. L a sabiduría y los reyes Oíd, pues, reyes, y entended. I Aprended los que domináis los confines de la tierra. 2 Aplicad el oído los que imperáis sobre las muchedumbres I y los que os engreís sobre la multitud de las naciones. * 3 Porque el poder os fue dado por el Señor, I y la soberanía por el Altísimo, | que examinará vuestras obras y escudriñará vuestros pensamientos; 4 Porque siendo ministros de su reino no juzgasteis rectamente I y no guardasteis la Ley, I ni según la voluntad de Dios caminasteis. 5 Terrible y repentina vendrá sobre vosotros, I porque de los que mandan se ha de6 hacer severo juicio; Pues el pequeño hallará misericordia, | pero los poderosos serán poderosamente 7atormentados; Que el Señor de todos no teme de nadie | ni respetará la grandeza de ninguno ; I porque El ha hecho al pequeño y al 8grande, I e igualmente cuida de todos; Pero a los poderosos amenaza poderosa inquisición. 9 A vosotros, pues, reyes, se dirigen mis palabras, I para que aprendáis la sabiduría y no pequéis. 6 1 10 Pues los que guardan santamente las cosas santas serán santificados, | y quienes hubieren aprendido sabrán cómo responder. 11 Ansiad, pues, mis palabras, | deseadlas12 e instruios. * Resplandece sin jamás obscurecerse la sabiduría, I fácilmente se deja ver de los que la aman | y es hallada de los que la 13buscan. Y aun se anticipa a darse a conocer a los que la desean. 14 El que temprano la busca no tendrá que fatigarse, | pues a su puerta la hallará sentada; 15 Pues pensar en ella es ya prudencia consumada, I y el que vela por ella pronto se verá sin afanes. 16 Porque ella misma busca por todas partes a los dignos, I y en los caminos se les muestra benigna, I y en todos sus pensamientos les sale al encuentro. 17 Pues su principio es el deseo sincerísimo de la instrucción, | y procurar la disciplina es ya amarla. 18 Este amor es la guarda de sus preceptos; I la observancia de las leyes asegura la incorrupción, 19 Y la incorrupción nos acerca a Dios. 2 " Por tanto, el deseo de la sabiduría nos conduce al reino. 21 Si os complacéis, pues, en los tronos y en los cetros, reyes de los pueblos, | estimad la sabiduría, para que reinéis por siempre. Salomón, e n a m o r a d o de la sabiduría 22 Yo os contaré qué es la sabiduría y cuál es su origen; | y no os ocultaré sus misterios, I sino que me remontaré hasta el comienzo de la creación, I y pondré en claro su conocimiento, I y nada omitiré de23la verdad. No iré con el que de envidia se consume, I porque la envidia no tiene nada que ver con la sabiduría. 24 Los muchos sabios son la salud del mundo, | y un rey prudente la prosperidad de su pueblo. " A s í , pues, aprended mis palabras y os serán de provecho. 1 Yo soy hombre mortal, semejante a todos, ! nacido del que primero fue formado de la tierra, | y en el seno de mi madre se formó mi carne.* 7 ¿i 2 El origen divino del poder era una idea muy impresa en el ánimo de los antiguos, pero defor** mada para exaltación de los príncipes, que se creían dioses. Aquí se inculca la idea verdadera con 11su consecuencia: la cuenta que Dios pedirá a los reyes del ejercicio del poder. La sabiduría, como en Prov 1,20 ss.; 8,1 ss., llama a todos y se ofrece a enriquecerlos con sus tesoros para hacerlos dichosos. "f > Como en el capítulo precedente empezó hablando a los reyes, ahora introduce aquí a un rey * glorioso, dando una lección de prudencia a los demás reyes para que aprendan a mirarse »ti SABIDURÍA 7-8 716 717 SABIDURÍA 8-9 Consolidándose por unos diez meses | w El ciclo de los años y la posición de la semilla de un hombre y el placer del las estrellas; 20 sueno. La naturaleza de los animales y los 3 Y nacido, respiré el aire común | y caí instintos de las fieras; | la fuerza de los en la misma tierra que todos, | y lloré vientos y los razonamientos de los homigual que los otros, bres ; | las diferencias de las plantas y las 4 Y fui criado entre pañales y con cui- virtudes de las raíces. 21 dados; Todo lo que me estaba oculto lo co5 Porque no hay rey que tenga otro mo- nocí a las claras, | porque la sabiduría, do6 de venir a ser; artífice de todo, me lo enseñó. Una es la entrada de todos en la vida, Propiedades de la sabiduría e igual la salida. 7 22 Por esto oré y me fue dada la pruPues en ella hay un espíritu intelidencia. | Invoqué al Señor y vino sobre gente, santo, | único y múltiple, sutil, | mí8 el espíritu de la sabiduría, ágil, penetrante, inmaculado, | cierto, imY la preferí a los cetros y a los tro- pasible, benévolo, agudo, libre, bienhenos, | y en comparación con ella tuve en chor, * 23 nada la riqueza. Amante de los hombres, estable, se9 No la comparé a las piedras preciosas, | guro, tranquilo, | todopoderoso, omnisporque todo el oro ante ella es un grano ciente, | que penetra en todos los espíride arena, | y como el lodo es la plata ante tus | inteligentes, puros, sutiles. 24 ella. Porque la sabiduría es más ágil que 10 La amé más que a la salud y la her- todo cuanto se mueve, | se difunde su pumosura | y antepuse a la luz su posesión, I reza y lo penetra todo; 25 porque el resplandor que de ella brota es Porque es un hálito del poder diviinextinguible. no | y una emanación pura de la gloria 11 Todos los bienes me vinieron junta- de Dios omnipotente, I por lo cual nada mente con ella, | y en sus manos me trajo manchado hay en ella. 26 una riqueza incalculable. Es el resplandor de la luz eterna, | el 12 Yo me gocé en todos estos bienes | espejo sin mancha del actuar de Dios, | porque es la sabiduría quien los trae, I imagen de su bondad. * 27 pero ignoraba que fuese ella la madre de Y siendo una, todo lo puede, | y pertodos. maneciendo la misma, todo lo renueva, | 13 Sin engaño la aprendí y sin envidia y a través de las edades se derrama en las la comunico, I y a nadie escondo sus ri- almas santas, | haciendo amigos de Dios quezas. y 28 profetas; 14 Es para los hombres tesoro inagotaQue Dios a nadie ama sino al que ble, | y los que de él se aprovechan se ha- mora con la sabiduría. 29 cen participantes de la amistad de Dios, | Es más hermosa que el sol, | supera recomendados a El por los dones adqui- a todo el conjunto de las estrellas, | y ridos con la disciplina. comparada con la luz, queda vencedora. 15 30 Déme Dios hablar según deseo y penPorque a la luz sucede la noche, I pero sar dignamente de los dones recibidos, | la maldad no triunfa de la sabiduría. porque El es el guía de la sabiduría | y el Riquezas q u e reparte la sabiduría que corrige a los sabios. 16 1 Porque en sus manos estamos nosSe extiende poderosa del uno al otros y nuestras palabras | y toda la otro extremo | y lo gobierna 'todo prudencia y la pericia de nuestras obras; con suavidad. 17 2 Porque El nos da la ciencia verdadera La amé y la busqué desde mi juvende las cosas, | y el conocer la constitución tud, | procuré desposarme con ella | enadel18universo y la fuerza de los elementos; morado de su belleza. 3 El principio, el fin y el medio de los Se manifiesta su excelsa nobleza por tiempos; | el curso regular de los astros su convivencia con Dios, | y el Señor de y los cambios de las estaciones; todas las cosas la ama. * 4 era parte de la prudencia conocer de quién es don, | me dirigí al Señor y le supliqué, I diciéndole de lo íntimo de mi corazón: 2 8 según lo que son de verdad y no según las fantasías creadas por su propio orgullo y por la adulación de sus cortesanos. 22 El códice alejandrino dice así: «Es ella un espíritus, etc. El texto aceptado implica un matiz que no parece indiferente. San Pablo, en i Cor 12,4 ss., nos habla de las múltiples manifestaciones del Espíritu Santo, que parece una explicación de estos versos 22-24. 26 Estos dos versos son la revelación más alta de la Sabiduría de Dios. Aquí ya no se trata de sus relaciones con el mundo creado, sino con Dios mismo, de quien es reflejo, esplendor, imagen. Aquí parece haberse inspirado San Pablo en Col 1,5 ss. y Heb 1,2 s. Q 0 3 Para comprender este versículo, recordemos la doctrina sobre la sabiduría difundida por la creación entera y comunicada a los hombres para guiarlos por las sendas de la ley divina (Eclo 1,10; 24,1-47). Porque está en los secretos de la ciencia5 de Dios I y es directora de sus obras. Si la riqueza es un bien codiciable en la vida, | ¿qué cosa más rica que la sabiduría, que todo lo obra? 6 Si la inteligencia es activa, | ¿quién más activo que ella, artífice de cuanto existe? 7 Y si amas la justicia, I los frutos de la sabiduría son las virtudes, | porque ella enseña la templanza y la prudencia, | la justicia y la fortaleza, | las virtudes más provechosas para los hombres en la vida. 8 Y si deseas una rica experiencia, | ella conoce lo pasado y entrevé lo venidero; | conoce las falacias de los discursos y las soluciones de los enigmas; I interpreta los signos y los prodigios, I la sucesión de las estaciones y los tiempos. 9 Resolví, pues, tomarla para que conviviera conmigo, I sabiendo que me sería buena consejera | y consuelo en mis cuidados y afanes. 10 Y por ella alcanzaré gloria ante las muchedumbres, | y joven aún, honor entre11los ancianos. En los juicios me mostraré agudo, I y 12 seré admirado ante los poderosos. Cuando yo calis esperarán, y si hablo, me prestarán atención, | y si prolongo13mis discursos, pondrán mano a la boca. Por ella gozaré de la inmortalidad | y dejaré a mi descendencia una memoria eterna. 14 Gobernaré los pueblos, y las naciones me15 estarán sometidas; Oyendo hablar de mí temerán los terribles tiranos, | y me mostraré entre la muchedumbre bueno, y en la guerra valeroso. 16 Entrando en mi casa, descansaré en ella, I porque no es amarga su conversación I ni dolorosa su convivencia, | sino alegría y gozo. 17 Pensando esto conmigo mismo | y meditando en mi corazón I que la inmortalidad está en la compañía de la sabiduría, 18 Y que su amistad es noble deleite, I y los trabajos de sus manos riqueza inagotable, I y pericia el trato de su conversación, [ y fama participar en sus discursos, I corrí de una parte a otra buscando tomarla conmigo. 19 Era yo un niño de buen natural, I que recibió en suerte un alma buena. 20 Porque era bueno, vine a un cuerpo sin21 mancilla;* Pero conociendo que no podía ser templado si Dios no me lo daba | y que Oración de Salomón para alcanzar la sabiduría ! Dios de los padres y Señor de la misericordia, I que con tu palabra hiciste todas las cosas* 2 Y en tu sabiduría formaste al hombre I para que dominase sobre tus criaturas, I 3 y para regir el mundo con santidad y justicia, | y para administrar justicia con rectitud de corazón: 4 Dame la sabiduría asistente de tu trono I y no me excluyas del número de tus siervos. 5 Porque siervo tuyo soy; hijo de tu sierva, | hombre débil y de pocos años, | demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes. * Pues aunque uno sea perfecto entre los hijos de los hombres, | sin la sabiduría, que procede de ti, será estimado en nada. 7 Tú me elegiste para rey de tu pueblo | y juo/ de tus hijos y tus hijas. 8 Tú me dijiste que edificase un templo en tu monte santo | y un altar en la ciudad de tu morada, | según el modelo del santo tabernáculo que al principio habías preparado. 9 Contigo está la sabiduría, conocedora de tus obras, | que te asistió cuando hacías el mundo, | y que sabe lo que es grato a tus ojos | y lo que es recto según tus preceptos. 10 Mándala de tus santos cielos, I y de tu trono de gloria envíala, | para que me asista en mis trabajos | y venga yo a saber11 lo que te es grato. Porque ella conoce y entiende todas las cosas, I y me guiará prudentemente en mis obras | y me guardará en su esplendor; 12 Y mis obras te serán aceptas, I y regiré tu pueblo con justicia, | y seré digno del13trono de mi padre. Pues ¿qué hombre podrá conocer el consejo de Dios | y quién podrá atinar con14 lo que quiere el Señor? Porque inseguros son los pensamientos de los mortales, | y nuestros cálculos muy aventurados; 15 Pues el cuerpo corruptible agrava el alma, | y la morada terrestre oprime la mente pensativa; 16 Pues si apenas adivinamos lo que en la tierra sucede | y con trabajo hallamos 9 20 Quiere decir que gozaba desde su nacimiento de aquella gracia que los antiguos expresaban con la sentencia flmens sana in corpore sano». 1 Q El autor se inspira para esta oración, que pone en boca de Salomón, en 1 Re 3,5 ss., donde ** se cuenta la visión divina y la petición que Salomón hizo de la sabiduría. 718 SABIDURÍA 9-11 11 719 SABIDURÍA 11-12 22 Porque el realizar cosas grandes siempre está en tu mano, | y al poder de tu brazo, ¿quién puede resistir? 23 Pues todo el mundo es delante de ti como un grano de arena en la balanza ! y como una gota de rocío de la mañana que cae sobre la tierra. 24 Pero tienes piedad de todos, porque todo lo puedes, | y disimulas los pecados de los hombres para traerlos a penitencia; 25 Pues amas todo cuanto existe | y nada aborreces de lo que has hecho, | que no por odio hiciste cosa alguna. 26 ¿Y cómo podría subsistir nada si tú no quisieras I o cómo podría conservarse 27sin ti? Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amador de las almas. Le asistió contra la avaricia de quien le 12oprimía | y le enriqueció. Le preservó de sus enemigos | y le protegió contra los que le acechaban, | y le dio el premio de un rudo combate, | para que aprendiera que la piedad es más fuerte que todo. 13 No abandonó al justo vendido | y le salvó del pecado; I descendió con él al calabozo. 14 Y no le abandonó en la prisión | SEGUNDA PARTE hasta entregarle los poderes del reino | y el poder sobre sus opresores. I DescuLA SABIDURÍA EN ISRAEL brió la mentira de sus acusadores | y le (10-20) dio una gloria eterna. L a sabiduría, guía de los patriarcas Moisés e Israel, guiados por la •i A ' Ella fue la que guardó al primer sabiduría * " hombre, | al que primeramente formaste para ser padre del mundo, | y le 15 Libró de la nación opresora al puesalvó en su caída, * blo santo, I al pueblo puro, a la descen2 Y le dio poder para dominar sobre dencia irreprochable. todas las cosas. i* Entró en el alma del servidor de 3 Por haberse apartado de ella en su Dios I e hizo frente a reyes temibles con cólera, I el injusto se perdió por su furor prodigios y señales.* 17 fratricida. Dio a los santos la recompensa de 4 Inundó luego la tierra el furor de és- sus trabajos, | guiándolos por un camino te, I y de nuevo la salvó la sabiduría, | ri- de prodigios, | y fue para ellos sombra giendo al justo en lefio deleznable. por18 el día | y luz de astros por la noche. 5 Cuando las naciones en una concorLes hizo atravesar el mar Rojo | y dia inicua fueron confundidas, | conoció los condujo a través de las muchas aguas. 19 al justo y le conservó irreprochable ante Sumergió a sus enemigos, I y del Dios I y le mantuvo fuerte contra la ter- profundo abismo arrojó a la playa sus nura paternal por su hijo. cadáveres. 20 « Ella salvó de la ruina de los impíos Por esto los justos despojaron a los al justo ! en su huida del fuego que impíos, ! celebraron, Señor, tu santo nomdescendía sobre Pentápolis; bre I y a una alabaron tu diestra vence7 Y en testimonio de la maldad | con- dora. 21 tinúa la tierra desolada, humeante, | y Porque la sabiduría abrió la boca sus árboles dan frutos que no madu- de los mudos | e hizo elocuentes las lenran, I y una estatua de sal quedó cual guas de los niños. monumento de un alma desobediente. 8 Pues los que despreciaron la sabidu| 1 Hizo prosperar sus obras por maría, I no sólo sufrieron el daño de no co* no de un profeta santo; 2 nocer el bien, | sino que dejaron a los Atravesaron el desierto inhabitable | vivientes un monumento de su insensa- y fijaron sus tiendas en lugares desiertos; 3 tez, I para que no cayesen en olvido sus Resistieron a los enemigos y se venpecados. garon de sus adversarios. 9 4 Pero la sabiduría libró de las penas Tuvieron sed y te invocaron, I y les a los que la servían. fue dada agua de la dura roca, I y para 10 Libró al justo que huía de la ira saciar su sed, de la áspera piedra. fraterna, I le condujo por caminos rectos, I le mostró el reino de Dios | y le dio a conocer las cosas santas. | Le prosperó en sus fatigas I y multiplicó el fruto de sus trabajos; Castigo de los egipcios ' Pues por donde fueron castigados sus enemigos, * 6 Por ahi fueron socorridos los indigentes. 7 En vez de las aguas perennes del rio, I se vieron aquéllos turbados con sangre podrida, 8 En castigo del decreto infanticida. | Dísteles a ellos, contra toda esperanza, aguas abundantes, 9 Y mostraste por aquella sed I el castigo infligido a los adversarios, | juzgados con ira. 10 Porque aquéllos, probados y corregidos con misericordia, | conocieron cómo eran atormentados los impíos con ira. 11 Pues a unos, como padre que amonesta, los probaste; I pero a los otros, como rey severo que condena, los castigaste. 12 Pues ausentes y presentes eran igualmente atormentados 3 1 Y heridos por un doble pesar. | Gimieron por la memoria de lo pasado, 14 Porque, oyendo que sus propios tormentos I beneficiaban a los otros, conocieron al Señor. !5 Pues aquel que ellos arrojaron y despreciaron I le admiraron al fin de los sucesos, I cuando sintieron una sed muy diferente de la de los justos. 16 En castigo de los pensamientos insensatos y estúpidos | con que, extraviados, adoraban a reptiles miserables y viles brutos, | les enviaste en castigo muchedumbre de animales irracionales, 17 Para que conocieran que por donde uno peca, I por ahí es atormentado. 18 Pues no era difícil a tu mano omnipotente, I que creó el mundo de la materia informe, I enviarles muchedumbre de osos o feroces leones, 19 O fieras desconocidas llenas de furor, creadas nuevamente, | que respirasen un aliento inflamado, exhalando un olor infecto, | o que de sus ojos lanzasen terribles centellas, 20 Que no sólo hiriéndolos les causaran la muerte, | sino que ya sólo con su vista espantable los mataran; 21 Pero aun sin esto, por un simple soplo podrían perecer | perseguidos por la justicia | y disipados por tu soplo poderoso; I pero todo lo dispusiste con medida, número y peso. 1n • Es la sabiduría el plan de la creación, existente en la mente divina y actualizado luego en el ' ^ mundo por la palabra omnipotente de Dios. Abarca.dos cosas: la naturaleza de los seres y su gobierno; sobre todo se fija el autor en el gobierno del hombre. En los capítulos que vienen nos habla de esa sabiduría que dirigió a los principales personajes bíblicos, los cuales, a su vez, se sometieron con docilidad a ese gobierno, cooperando con esto a los planes de Dios sobre ellos. No señala las personas por su nombre, pero ya se dejan bien conocer por las obras que les atribuye. "> Se alude aquí a Moisés, guiado por la Sabiduría. En esto el autor se extiende en contarnos los juicios de Dios sobre los egipcios y sus misericordias con Israel, el pueblo santo, por ser pueblo elegido de Dios más que por su conducta indócil, que el autor no toma en cuenta eo este lugar. •f Hj 5 El autor contrapone aquí la misericordia usada por Dios con los hebreos y la justicia ejer' ' cida con los egipcios, justicia que todavía fue acompañada de misericordia, porque Dios ama cuanto existe y nada aborrece de cuanto creó, como la misericordia hacia Israel no careció de justicia. Son muy dignos de notar los últimos versículos de este capitulo. lo que está en nuestras manos, | ¿quién rastreará lo que sucede en el cielo? 17 ¿Quién conoció tu consejo si tú no le diste la sabiduría | y enviaste de lo alto tu espíritu santo? ' 8 Así es como se han enderezado los caminos de los que moran sobre la tierra, | y los hombres supieron lo que te es grato, | y por la sabiduría fueron salvos. 1 Castigo de los cananeos •f o 1 Porque en todas las cosas está • l2« tu espíritu incorruptible. Y por eso corriges con blandura a los que caen, I y a los que pecan los amonestas, despertando la memoria de su pecado, | para que, libres de su maldad, crean. Señor, en ti. ' Y porque aborrecías a los antiguos habitantes de tu tierra santa, 4 Que practicaban obras detestables de magia, ritos impíos, 5 Y eran crueles asesinos de sus hijos, I que se daban banquetes con la carne y sangre humanas, | y con la sangre se iniciaban en infames orgías. 6 A esos padres, asesinos de seres inocentes, I determinaste perderlos por mano de nuestros padres, * 7 Para que recibiese una digna colonia de hijos de Dios | esta tierra, ante ti la más estimada de todas. 8 Pero a éstos, como a hombres, los perdonaste, | y enviaste tábanos como precursores de tu ejército, | para que poco a 9poco los exterminaran. * No porque fueras impotente para someter por las armas los impíos a los justos I o para de una vez destruirlos por fieras feroces o por una palabra dura; 10 Pero castigándolos poco a poco les diste lugar a penitencia, | no ignorando que era el suyo un origen perverso, | y que era ingénita su maldad, I y que jamás se mudaría su pensamiento. I O 6 Los hebreos recibieron del Señor la orden de exterminar a los cananeos, como ministro! ' "•8 de la justicia de Dios, que debía vengar tales crímenes. _ La misma conducta misericordiosa que usó Dios con los egipcios usó con los cananeos, y por la misma razón, porque es misericordioso. SABIDURÍA 12-13 n Que era semilla maldita desde su origen | y no por temor de nadie dilataste el castigo de sus pecados. * 12 Pues ¿quién te dirá: Por qué haces esto, ! o quién se opondrá a tu juicio, I o quién te llamará a juicio por la pérdida de naciones que tú hiciste, I o quién vendrá a abogar contra ti por hombres impíos? 13 Q u e n o hay m á s Dios que tú, que de t o d o cuidas, I para mostrar que n o juzgas injustamente. 1 4 Y n o hay rey ni tirano que te pueda pedir cuentas de tus castigos. 15 Siendo justo, todo lo dispones con justicia | y no condenas al que no merece ser castigado, | pues lo tienes por indign ó de tu poder. 16 Porque tu poder es el principio de la justicia | y tu poder soberano te autoriza para perdonar a todos. i ' Sólo si no eres creído perfecto en poder haces alarde de tu fuerza, I confundes la audacia de los que d u d a n de ella. 18 Pero tú, Señor de la fuerza, juzgas con benignidad | y con mucha indulgencia nos gobiernas, | pues cuando quieres tienes el poder en la m a n o . 720 25 Y por esto, como a niños sin juicio, I les enviaste un castigo de b u r l a ; 26 Y los que n o se corrigieron con a m o nestaciones de burla | sufrieron u n castigo digno de Dios, 27 Pues fueron castigados por medio de aquellos mismos | que tenían p o r dioses y p o r ellos mismos azotados | al ver que aquel que antes se negaron a reconocer por Dios era el D i o s verdadero, | que echó sobre ellos la suprema condenación. N e c e d a d d e l o s q u e a d o r a n las criaturas 1 l O Vanos son p o r naturaleza t o d o s •l«* los hombres que carecen del conocimiento de Dios, | y p o r los bienes que disfrutan n o alcanzan a conocer al que es la fuente de ellos, | y p o r la consideración de las obras n o conocieron al artífice, * 2 Sino que al fuego, al viento, al aire ligero, ] o al círculo de los astros, o al agua impetuosa, | o a las lumbreras del cielo t o m a r o n p o r dioses rectores del universo. 3 Pues si seducidos p o r su hermosura los tuvieron p o r dioses, | debieron conocer cuánto mejor es el Señor de ellos, | pues es el autor de la belleza quien hizo todas estas cosas. 4 Y si se admiraron del poder y de la fuerza, | debieron deducir de aquí cuánto m á s poderoso es su creador; 5 Pues de la grandeza y hermosura de las criaturas, I por razonamientos, se llega a conocer al Hacedor de éstas. 6 Pero sobre éstos n o cae tan gran reproche, | pues p o r ventura yerran | buscando realmente a D i o s y queriendo h a llarle; 7 Y, ocupados en la investigación de sus obras, | a la vista de ellas se persuaden de la hermosura de lo que ven, 8 aunque n o son excusables. 9 Porque si pueden alcanzar tanta ciencia I y son capaces de investigar el universo, [ ¿cómo no conocen más fácilmente al Señor de él? L e c c i o n e s q u e d e l o d i c h o se i n f i e r e n i ' Por tales obras enseñaste a tu pueplo | que el justo debe ser bueno, | y diste a tus hijos buenas esperanzas | de que das tiempo de penitencia de los pecados. 20 Porque si a los enemigos de tus hijos y reos de muerte I los castigaste con tantos miramientos e indulgencia, | dándoles tiempo y espacio para arrepentirse de su maldad, * 21 ¿Con qué circunspección juzgarás a tus hijos, I cuyos padres recibieron de ti juramentos y alianza de buenas promesas? 22 Pues, corrigiéndonos a nosotros, azotas mil veces más a nuestros enemigos, I para que, cuando nosotros juzgamos, pensemos en tu b o n d a d | y, al ser juzgados, esperemos misericordia. 23 Pues a los injustos, que pasan la vida en la insensatez, I los atormentaste El culto de los ídolos por tus propias abominaciones, 24 Cuando muchos más se extraviaron io Desdichados los que h a n puesto sus por los caminos del error, | teniendo p o r esperanzas en muertos, | cuantos llaman dioses los más viles animales, | engañados dioses a las obras de sus manos, | o r o a manera de niños insensatos. y plata, obras de artífice, | e imágenes de n2 0 Alude el texto a la maldición de Gañán en Gen g,25 ss. La sentencia dada contra los cananeos no se cumplió sino lentamente, para dar lugar al arrepentimiento, lo que significa la bondad de Dios con aquellos reos de muerte. ¡Cuánto más los hijos de Dios, los israelitas, tendrán derecho a esperar mayor misericordia! •j O [ Es de sumo interés este capítulo, por cuanto afirma la necedad culpable de los filósofos ' ** gentiles, los cuales, habiendo alcanzado tan amplio conocimiento de las cosas creadas, no supieron elevarse al Hacedor de las mismas. San Pablo parece haberse inspirado en esta doctrina al escribir el capitulo primero de su epístola a los Romanos (1,18-32). Y a la verdad es de maravillar la pobreza de la teodicea de Platón y Aristóteles. '' < -• SABIDURÍA 13-14 721 animales, | o piedra inútil, obra de m a n o antigua. * 11 Corta experto leñador un tronco m a nejable, | lo descorteza diestramente | y, haciendo uso de su destreza y arte, I fabrica u n mueble útil p a r a las necesidades de la vida; i 2 Y los despojos de la obra | los consume en preparar su comida y satisfacer su necesidad; 1 3 Pero el último resto, que para n a d a sirve, | un leño torcido y lleno de nudos, | lo toma y lo labra en sus ratos de ocio, | y con su arte le da una figura, semejanza de hombre, 1 4 O dándole la semejanza de un vi] animal y pintándole de minio, le da u n color rojo | y cubre de pintura todas las manchas que hay en él, 1 5 Y, preparándole u n a m o r a d a digna, | le coloca en el m u r o , asegurándole con clavos, I cuidando bien que no caiga, l* Pues sabe que n o puede sostenerse a sí mismo, | siendo u n a imagen que necesita de ayuda. 1 7 Y luego, al dirigirle oraciones por su hacienda, por sus mujeres y sus hijos, I no se avergüenza de hablar con quien carece de alma, 1 8 D e invocar al impotente pidiéndole la salud, | y ruega al muerto por la vida, | y suplica la ayuda de quien es lo más inútil. 1 9 Y pide un feliz viaje al que no puede usar de sus pies, I y ganancias y empresas y el éxito de sus obras | y energía al más incapaz de hacer n a d a con sus manos. •i A 1 Pongamos otro caso. U n o se pro*• ™ pone navegar, | se dispone a atravesar por las furiosas ondas, | e invoca a un leño m á s frágil que la nave que le lleva. 2 Pues ésta fue inventada por la codicia del lucro | y fabricada con sabiduría por un artífice. 3 Pero tu providencia, Padre, la gobierna, I porque tú preparaste un camino en el mar, | y en las ondas senda segura. 4 M o s t r a n d o que puedes salvar del peligro, I p a r a que cualquiera, aun sin el conocimiento del arte, pueda embarcarse. 5 N o quieres que las obras de tu sabiduría estén ociosas. | Por esto los h o m bres confían sus vidas a un frágil leño, | y, atravesando las ondas en u n a balsa, llegan a salvo. 6 Y habiendo perecido al principio los orgullosos gigantes, | la esperanza del m u n d o escapó al peligro en u n a balsa, I que, gobernada p o r tus m a n o s , dejó al m u n d o semilla de posteridad. 7 Bendito sea, pues, el leño de que se hace recto uso. * 8 Pero el ídolo, obra del h o m b r e , es maldito él y quien lo hace. I Este porque lo hizo; aquél porque, siendo corruptible, es llamado dios. 9 Igualmente son a D i o s aborrecibles el impío y su impiedad. 1° Y así serán castigados la o b r a y el que la hace. u Por esto serán visitados los ídolos de las naciones; ! porque las criaturas de Dios se convirtieron en abominación, | en escándalo para las almas de los hombres I y en lazo para los pies de los insensatos. * 12 Pues el principio de la fornicación es la invención de los ídolos, | y su invención es la corrupción de la vida. 1 3 N o existieron desde el principio | ni existirán para siempre; 1 4 Fue la vanagloria de los hombres la que los introdujo en el mundo, | y por esto está decidido su próximo fin. L a apoteosis h u m a n a U n padre, presa de acerbo dolor, | hace la imagen del hijo que acaba de serle arrebatado, | y al h o m b r e entonces muerto le honra ahora como a dios, I estableciendo entre sus siervos misterios e iniciaciones. * i 6 Luego, con el tiempo, se consolida esta costumbre impía y es guardada c o m o ley, I y p o r los decretos de los príncipes son veneradas las estatuas. 1 7 Y a quienes los hombres no pueden de presente h o n r a r por estar lejos, I de lejos se imaginan su semblante | y hacen la imagen visible de un rey venerado, | p a r a adular al ausente con igual diligencia que si estuviera presente. * 18 Y, progresando la superstición, tam15 I ° En estilo irónico, como es usual en otros autores sagrados, el autor empieza a tratar aquí de la idolatría y sus orígenes. Conviene tener presente esta observación para juzgar las palabras del autor sagrado, que a veces pudieran parecer exageradas (Bar 6). 4 7 Se trata aquí del barco o arca de Noé, hecha de madera, propuesta por Dios para salvar » de la catástrofe del diluvio la semilla de la humanidad e imitada después por los hombres para sus negocios. II Los ídolos, fabricados de madera, piedra o metales, es decir, de la materia creada por Dios, han sido ocasión de idolatría y luego de la degradación moral consiguiente a la idolatría, según lo declara el Apóstol en su epístola a los Romanos (1,25 ss.). 15 El amor paterno es la causa de la divinización del hijo muy amado. Cicerón quiso levantar a su1 7hija Tuiía un sepulcro en forma de templo y se empeñaba en verla colocada entre los dioses. El culto de los príncipes era muy antiguo en Egipto y perduró hasta la época romana. Los em- 1 722 SABIDURÍA 14-15 bien a los ignorantes los indujo el deseo de honrar al artista. 19 En efecto, éste, queriendo congraciarse con el soberano, I extremó el arte para superar la semejanza, 20 Y la muchedumbre, seducida por la perfección de la obra, | al que hasta entonces h o n r a b a como a hombre, le miró como cosa sagrada. 21 Y esto se convirtió en lazo para los hombres, | porque los hombres, queriendo servir a la fortuna o a la tiranía, | atribuyeron a la piedra y a los leños el nombre incomunicable. C o n s e c u e n c i a s d e la i d o l a t r í a 22 Y como si no bastara errar sobre el conocimiento de Dios, I los hombres, viviendo en violenta guerra de ignorancia, | llamaron paz a tan grandes males; * 23 Pues celebran iniciaciones infanticidas, o misterios ocultos, | o desenfrenadas orgías de ritos extraños; 2 4 y ya no guardan la pureza de su vida ni la del lecho conyugal, I pues unos a otros se matan con asechanzas o con el adulterio se infaman. 25 Y en todo domina la sangre y el homicidio, el robo y el engaño, | la corrupción y la infidelidad, la rebelión y el perjurio; 26 La vejación de los buenos, el olvido de los beneficios, | la contaminación de las almas, los crímenes contra naturaleza, | la perturbación de los matrimonios, el adulterio y la lascivia; 27 Pues el culto de los abominables ídolos | es principio, causa y fin de todo mal, 28 Pues en sus regocijos son locos, y en sus profecías embusteros; | viven en la injusticia y de ligero perjuran, 29 Pues poniendo su confianza en ídolos sin alma, | juran falsamente sin temer ningún daño. 30 Pero u n doble castigo vendrá sobre ellos, | porque sintieron mal de Dios adorando a los ídolos y juraron falsamente, con menosprecio de la santidad. 31 Pues no es el poder de los ídolos por quienes juran, sino la venganza sobre los pecadores, | lo que siempre sigue a la prevaricación de los injustos. D i c h a d e los a m i g o s d e D i o s 1 C ' Pero tú, Dios nuestro, bondadoso *• •* y veraz, | paciente y que todo lo gobiernas con misericordia;* 2 Pues si pecamos, tuyos somos, reconocemos tu poder, | mas no queremos pecar sabiendo que somos contados tuyos; 3 Pues el conocerte es la justicia perfecta, I y conocer t u poder es raíz de inmortalidad. 4 N o nos extravió la invención artificiosa de los hombres | ni el trabajo estéril de la pintura, I la imagen emborronada con varios colores. 5 Cuya vista atrae el oprobio sobre los insensatos | que se enamoran de la figura inanimada de u n a imagen muerta. 6 Amadores de la maldad, dignos de tales esperanzas, | son tanto los que los hacen como los que los a m a n y los que los veneran. N e c e d a d d e los idólatras 7 Pues el alfarero, que amasa fatigosamente el barro, | fabrica t o d o género de vasos p a r a nuestro uso. | del mismo barro modela | vasos útiles para los servicios limpios ¡ y otros para usos contrarios; I pero sobre cuál h a de ser el destino de cada uno | es juez el alfarero. * 8 Y con un trabajo inútil modela de la misma masa un dios vano, | que, salido poco antes de la tierra, I vuelve poco después a aquella de donde fué tomado I al exigírsele la deuda de una vida prestada. 9 Pero no le dan cuidado sus fatigas | ni de que su vida es corta. I Rivaliza con los orífices y los plateros | e imita a los bronceros, | y tiene por gloria el hacer figuras engañosas. 10 Su corazón es ceniza, y su esperanza más vil que la tierra; | su vida es de menos estima que el b a r r o , 11 Porque desconoce a quien le hizo, | al que le infundió su semejanza con un alma activa | y al que le dio espíritu vital. 12 M a s para los hombres nuestra existencia es un pasatiempo, | y la vida, una feria en que hacer ganancias; 13 Pues dicen que es preciso ganar aun peradores eran adorados como dioses, a los cuales se levantaban templos servidos por sacerdotes, para2 2expresar la devoción y lealtad de los pueblos hacia Roma y sus cesares (Ap 2,13). La historia de Israel, siempre tan inclinado a la idolatría, y más aún la historia del paganismo, nos demuestra cuan nefasta ha sido siempre la influencia de los errores religiosos en la vida moral del hombre. La divinización de la naturaleza creada llevaba en pos de sí la divinización de la naturaleza corrompida del hombre mismo (Rom 1,24 ss.). 1 *^C l Como en pasajes anteriores, el autor pondera aquí la dicha de Israel por la revelación de que era depositario, pero sin hacer referencia al honor que el pueblo haya hecho a la Ley con su observancia (Dt 4,6; Rom 9,3-5). 7 Vuelve otra vez al tema de la fabricación de los ídolos, para poner en ridiculo a sus adoradores (cf. 13,10 ss.). Parece que el orden del texto se halla un poco alterado. 723 p o r malos medios, | y éste sabe que peca más que todos, I pues de la misma tierra fabrica vasos frágiles y estatuas de ídolos. 14 Son en sumo grado insensatos y desdichados, m á s que el alma de u n niño, | los enemigos de tu pueblo que dominan sobre él. 15 Porque tuvieron p o r dioses a todos los ídolos de las naciones, | que n o pueden ver con sus ojos, | ni pueden respirar el aire p o r sus narices, | ni oir con sus oídos, I ni tocar con los dedos de sus SABIDURÍA 15-16 hay bellas cualidades, | y hasta fueron excluidos de la a p r o b a c i ó n y de la bendición de Dios. Castigo d e este pecado 1 fi ' P o r e s t o ' m e d ¡ a n t e ellos fueron *• ™ dignamente castigados por semejantes criaturas I y p o r muchedumbre de bestias fueron atormentados. 2 En vez de este castigo, colmaste de beneficios a tu pueblo, | y para satisfacción de su apetito le diste un manjar exquisito | y le preparaste las codornices p a r a alimento. 3 D e suerte q u e aquéllos, ansiosos de alimento, | p o r asco d e los animales enviados contra ellos | sintieron aversión al alimento necesario; | mientras que éstos, pasada u n a breve privación, | gustaron u n manjar maravilloso. 4 Pues convenía que los opresores sintiesen u n a necesidad insaciable | y a éstos sólo se les diese a conocer el t o r m e n t o de los enemigos; 5 Mas c u a n d o sobre éstos vino la terrible furia de las bestias I y perecían p o r las mordeduras de las tortuosas serpientes, I tu cólera n o d u r ó hasta el fin; <> Para su corrección fueron p o r un p o c o t u r b a d o s : | tuvieron u n a señal de salud | para traerles a la memoria los preceptos de la Ley, 7 Pues el que se volvía a mirarla n o era curado por lo que veía, | sino por ti, Salvador de todos. s Y con esto mostraste a nuestros enemigos I que tú eres el que salvas de t o d o mal; 9 Pues a ellos los m a t a r o n la voraciMomias de gatos consagrados a los dioses egipciosdad de las langostas y las picaduras de las moscas, I sin encontrar remedio p a r a manos, I ni a n d a r con sus inmóviles pies, su mal, I porque merecían ser p o r tales 16 medios castigados; Pues es el h o m b r e quien los hace y los to Pero sobre tus hijos n o vencieron m o d e l a ; | sólo de prestado recibieron aliento de vida, | pues no hay h o m b r e los dientes de las venenosas serpientes, | capaz de modelar u n dios semejante a sí. p o r q u e t u misericordia los socorrió y los 17 Siendo mortal, fabrica con sus m a - sanó. 11 P a r a memoria de tus palabras eran n o s impías u n m u e r t o ; | él es mejor que los objetos que venera, | pues él goza picados, I aunque p r o n t o fueran curados, I para que no las echasen en olvid e vida, y aquéllos, n o . do I y quedasen excluidos de tus beneficios. L a zoolatría 12 Pues ni hierba ni emplasto los cu>• A d o r a n a los animales m á s odiosos, I ró, I sino tu palabra, Señor, que t o d o que, comparados con los otros, son los lo sana. 13 m á s repugnantes; * Que tú tienes el poder de la vida 19 N a d a hay en ellos que los haga es- y de la muerte | y llevas a los fuertes al timables c o m o los otros animales en que ades y sacas de é l . * 18 Esta forma de religión, la más abyecta, dominaba en el pueblo egipcio, que empezaba por representar a sus dioses con cabezas de animales,-y por cierto de muchos animales que para los hebreos eran inmundos según la Ley: el milano, el ibis, el gato, el cocodrilo, etc. 1 fi 13 Nuestro autor; hablando en griego, traduce por ades el seol hebreo. El latín traduce am• " bos vocablos por infierno, la morada de los muertos, no precisamente la morada de los condenados, si el contexto no lo indica. 724 SABIDURÍA 16-17 14 Por su maldad puede el hombre dar la muerte, | pero no hacer que torne el espíritu que se fue, | ni hacer volver al alma ya encerrada en el ades. 15 Imposible es huir de tu mano, 16 Y los impíos que negaron conocerte, | por el poder de tu brazo fueron castigados, | perseguidos con extraordinarias lluvias, con granizadas y aguaceros inevitables | y por el fuego abrasador. 17 Y lo más maravilloso era que en medio del agua, que todo lo extingue, | el fuego se mostraba más activo, I porque la naturaleza combate por los justos. 18 Pues unas veces la llama se aplacaba | para que no fuesen consumidos los animales enviados contra los impíos, | para que, viéndolo, entendiesen que eran empujados por el juicio de Dios; 19 Otras veces el fuego se encendía, contra su naturaleza, en medio del agua I para destruir los productos de una tierra impía. 20 En lugar de esto proveíste a tu pueblo de alimento de ángeles, | y sin trabajo les enviaste del cielo pan preparado, | que, teniendo en sí todo sabor, se amoldaba a todos los gustos; 21 Y ese alimento tuyo mostraba tu dulzura hacia tus hijos, I ajustándose al deseo de quien lo cogía, | y se acomodaba al 22gusto que cada uno quería. La nieve y el hielo soportaban el fuego sin derretirse, | para que conociesen que los frutos de los enemigos | los destruía el fuego encendido por la tempestad | y que fulguraba en medio de la lluvia. 23 Y para que de nuevo se alimentasen los justos, ¡ se olvidaba de su propia naturaleza. 24 Pues la creación, sirviéndote a ti, que la hiciste, I despliega su energía para atormentar a los malos | y la mitiga para hacer bien a los que en ti confían. 25 Por esto, amoldándose a todo, I servía a tu generosidad universal, nodriza de todos, | según la voluntad de los necesitados. 26 Para que aprendan, Señor, tus amados hijos | que no tanto la producción de los frutos alimenta al hombre | cuanto tu palabra, que conserva a los que creen en27ti. Pues lo que resistía a la acción del fuego, | al punto se derretía calentado por un28tenue rayo de sol; Para que a todos sea manifiesto que es preciso anticiparse al sol para darte gracias | y salirte al encuentro a la aparición de la luz. 29 Pues la esperanza del ingrato se derrite como el hielo I y se derrama como agua inútil. Las tinieblas de Egipto y la columna d e fuego 1 Grandes e inescrutables son tus juicios, | y por esto las almas en tinieblas se extraviaron.* 2 Pues suponiendo los inicuos que podían dominar sobre la nación santa, | quedaron presos de las tinieblas y encadenados por una larga noche, | encerrados bajo tus techos, excluidos de tu eterna providencia. 3 Imaginándose poder ocultar sus pecados secretos | bajo el obscuro velo del olvido, | fueron dispersados, sobrecogidos de terrible espanto I y turbados por espectros. 4 Pues ni el escondrijo que los protegía los preservaba del terror, | y rumores aterradores les infundían espanto, | y espectros tristes y de rostros tétricos se les aparecían; 5 Y ninguna fuerza de fuego era capaz de darles luz, | ni la llama brillante de los astros | podía iluminar aquella horrenda noche. 6 Sólo les aparecía un fuego repentino y temeroso; | y espantados de la visión, cuya causa no veían, | juzgaban más terrible lo que estaba a su vista. 7 Las ilusiones del arte mágica quedaban por los suelos, I afrentosa corrección para los que presumían de sabiduría. * 8 Pues los que prometían expulsar los miedos y las turbaciones del alma enferma, | esos mismos padecían de un miedo ridículo; 9 Pues aunque nada hubiese que les pudiera infundir espanto, | aterrados por el paso de los animales y el silbido de las serpientes, se morían de miedo, | y ni querían mirar lo que por ninguna vía podían evitar. io Que la maldad es cobarde y da testimonio contra sí misma, | y siempre sospecha lo más grave, perturbada por su conciencia; n Pues la causa del temor no es otra que la renuncia a los auxilios que proceden2 de la reflexión. i Porque cuanto menor ayuda se recibe del fondo del alma, | tanto mayor se cree lo desconocido que atormenta. 13 Ellos, en medio de una noche real- 17 •| "7 1 En estos dos capítulos (17-18) prosigue el autor el mismo tema, recargando aún los colores I ' en la pintura de las tinieblas que sufrieron los egipcios, según Ex 10,21-23, y en la claridad de que gozaron los hebreos durante los días de la contienda de Moisés con el Faraón y luego en el camino del desierto. 7 Los egipcios gozaban de gran fama de sabios y magos o encantadores; toda esta fama se disipó como humo ante los prodigios verdaderos hechos por Dios en favor de su pueblo (Ex 8,18). 725 SABIDURÍA 17-18 mente impenetrable, 1 salía del fondo del insondable ades, | durmieron el mismo sueño. 14 Unos, agitados por prodigiosos fantasmas; I otros, desfallecidos por el abatimiento del ánimo, I sorprendidos por un15repentino e inesperado terror. Luego, si alguno caía rendido, I quedaba como encerrado en una cárcel sin cadenas. ]6 E1 labrador o el pastor, I el obrero ocupado en los trabajos del campo, I sorprendidos, soportaban lo inevitable. 17 Ligados todos por una misma cadena de tinieblas. | Fuera el viento que silba, I o el canto suave de los pájaros entre la espesa enramada, | o el rumor de las aguas que se precipitan con violencia, 18 O el estrépito horrísono de piedras que se despeñan, | o la carrera invisible de animales que retozan, | o el rugido de fieras que espantosamente rugen, | o el eco que resuena en los hondos valles, | todo los aterraba y los helaba de espanto. 19 Mientras todo el universo era iluminado por una brillante luz | y libremente se 20entregaban todos a sus trabajos. Sólo sobre aquéllos se extendía una densa noche, imagen de las tinieblas que a poco les aguardaban, | pero ellos se eran para sí mismos más graves que las tinieblas. biendo con certidumbre a qué juramento habían dado fe, tuvieron más ánimo. 7 Y fue esperada por tu pueblo | la salud de los justos y la perdición de los enemigos. 8 Pues con lo mismo que castigaste a los enemigos, | con eso nos fortificaste llamándonos a ti. 9 En secreto hicieron sus sacrificios los hijos santos de los buenos, | y de común acuerdo hicieron este pacto divino, | de que los santos participasen igualmente I de los mismos bienes y peligros, | cantando antes las alabanzas de sus padres. 1° Entre tanto resonaba el grito discordante de los enemigos | y se oía el triste llanto por los hijos muertos; u Y con igual pena fue castigado el siervo que el amo, | y la plebe padecía lo mismo que el rey. 12 Y todos a una, con un solo género de muerte, | tenían muertos innumerables, I y no bastaban los vivos para sepultarlos, I pues en un instante sus más nobles nacidos fueron muertos. 13 A causa de sus magias no habían creído todos los castigos pasados, | pero con la muerte de los primogénitos confesaron que el pueblo era hijo de Dios. 14 Un profundo silencio lo envolvía todo, I y en el preciso momento de la medianoche, 15 Tu palabra omnipotente de los cie1 Q > Mientras que para tus santos bri- los, de tu trono real, | cual invencible *• O liaba una espléndida luz, I aquéllos, guerrero, se lanzó en medio de la tierra oyendo sus voces sin ver a las personas, | destinada a la ruina. * las proclamaban felices aunque hubieran 1* Llevando por aguda espada tu desufrido. creto irrevocable; e irguiéndose, todo lo 2 Y aunque maltratados injustamente, llenó de muerte, I y caminando por la no se habían vengado, antes daban gra- tierra, tocaba el cielo. 17 cias I y pedían perdón de ser tenidos por Al instante visiones de sueños | terrienemigos. blemente los turbaron, | cayendo sobre 3 Y en lugar de las tinieblas encendiste ellos temores inesperados; 18 una columna, | que les diste para su caY arrojados por tierra aquí y allí. I mino, guía desconocido, I un sol inofensi- manifestaban la causa por que morían. 19 vo4 para una gloriosa peregrinación. Las visiones que los turbaron les haPues dignos eran de ser privados de bían advertido, | para que al morir no luz y encerrados en tinieblas | los que ignorasen por qué sufrían aquellos males. 20 guardaban en prisión a tus hijos, | por La prueba de la muerte alcanzó tamquienes había de ser dada al mundo la luz bién a los justos, I y en el desierto se proincorruptible de la Ley. dujo una mortandad en la muchedumbre; | 5 Y a los que habían resuelto dar muer- pero la cólera no duró mucho tiempo. * 2 te a los hijos de tus santos, | uno de los i Porque un varón irreprensible se aprecuales fue expuesto y salvado para cas- suró a combatir por el pueblo | con las tigo de ellos, | les quitaste la muchedum- armas de su propio ministerio, | la orabre de sus hijos | y a una los ahogaste en ción y la expiación del incienso, | y resistió las6 impetuosas aguas. a la cólera y puso fin al azote, | mostranAquella noche fue de antemano co- do22que era tu siervo. nocida por nuestros padres; | porque saY venció a la muchedumbre, I no con 15 La palabra de Dios, o sea el decreto irrevocable que ordenaba la muerte de los primogénitos, es aquí personificada y comparada a un guerrero que se lanza a la lucha armado de todas sus armas. 20 También a los hebreos alcanzó el castigo en el desierto; pero éstos contaban con él valimiento de su caudillo ante Dios, y la plaga cesaba pronto (Ex 32,11-14). 1 Q 726 SABIDURÍA 18-19 el poder del cuerpo ni con la fuerza de las armas, | sino que con la palabra sujetó al que los castigaba, | recordando los juramentos y la alianza de los padres. 23 Y caídos los muertos a montones unos sobre otros, | levantándose en medio, aplacó la cólera | y le cortó el camino hacia los vivos. 24 Pues sobre sus vestiduras llevaba grabado a todo el pueblo, [ los nombres gloriosos de los padres, grabados en las cuatro series de piedras, | y tu gloria sobre la 25diadema de su cabeza. A la vista de esto retrocedió con temor el exterminador | y dio por suficiente la manifestación de la cólera divina. Israel y los egipcios ante el m a r Rojo 1 Q ' Pero sobre los impíos llegó hasta ^ •» el colmo la cólera sin misericordia, | porque Dios sabía de antemano lo que iba a sucederles; * 2 Que habiéndose permitido partir | y dándoles prisa para que partiesen, | luego, arrepentidos, los persiguieron. 3 Aún no habían terminado el luto y aún | lloraban sobre los sepulcros de los muertos, | cuando se lanzaron a nuevos planes insensatos, I y a los que suplicantes habían arrojado los persiguieron como a fugitivos. 4 Una merecida necesidad los arrastraba a este fin, | haciéndoles olvidar los precedentes sucesos | para que recibiesen el pleno castigo que faltaba a sus tormentos. 5 Y mientras que tu pueblo hacía una maravillosa travesía, | encontraron ellos una extraña muerte; 6 Porque toda la creación, en su propia naturaleza, | recibió de lo alto una forma nueva, | sirviendo a tus mandatos, | para que tus hijos fuesen guardados incólumes. 7 La nube daba sombra al campamento; de las aguas que antes la invadían se vio emerger la tierra seca, | y en el mar Rojo un camino sin tropiezos; I y las ondas impetuosas dieron lugar a un verde campo, 8 Por donde atravesaron en masa los que por tu mano eran cubiertos, | después de haber contemplado prodigios estupendos. 9 Pues como potros en sus pastos | y como corderos retozones | te alababan a ti, Señor, que los libraste; 10 Y se acordaban de que aún en su destierro, I en vez de producir otros animales, produjo la tierra mosquitos, | y en vez de peces produjo el río multitud de ranas. 11 Al fin vieron una nueva producción de aves | cuando, llevados del apetito, pidieron los placeres de la comida. 12 Y para su satisfacción subieron del mar las codornices. El castigo de los sodomitas Mientras que sobre los pecadores cayeron los castigos, I de que fueron indicios los violentos rayos, | pues justamente 13padecían por sus maldades, Los que habían practicado tan detestable inhospitalidad. | Porque unos no quisieron recibir a desconocidos que llegaban I y otros pretendieron esclavizar a los extranjeros, sus bienhechores, * 14 Y sobre el castigo entonces recibido tendrán otro al fin | por haber acogido con tan mala voluntad a los extranjeros. 15 Los egipcios recibieron con festivas manifestaciones I a los que fueron partícipes en sus beneficios, | mas luego los afligieron imponiéndoles crueles faenas. 16 También fueron heridos de ceguera, I como los que a las puertas del justo, | envueltos en densa tiniebla, | buscaban la entrada de la puerta. 17 Y para ejercer en ellos la justicia se pusieron de acuerdo los elementos, | como en el salterio se acuerdan los sonidos | en una inalterable armonía, | como claramente puede verse por los sucesos. 18 Pues los animales terrestres se mudan en acuáticos, I y los que nadan caminan sobre la tierra. * 19 El fuego supera con el agua su propia virtud, I y el agua se olvida de su propiedad de extinguirlo. 20 Al contrario, las llamas no atacaron las carnes | de los ligeros animales que caminan por todas partes, | ni derritieron aquel alimento celestial fusible como el rocío; I pues en todas las cosas, Señor, engrandeces a tu pueblo y le glorificas, | y no le has despreciado, antes le asististe en todo tiempo y lugar. 1 Q * Prosigue el mismo tema de los capítulos precedentes. Quiere decir que las criaturas todas, • ^ sometidas a la acción de Dios para servir a los planes divinos sobre los hebreos, obraban de modo diverso de lo que pedia su naturaleza. En esto estaba el prodigio. 13 Al fin vienen los sodomitas, que pertenecen a la historia del Génesis, castigados por la mala acogida que dieron a los mensajeros del cielo (19,1-14). 18 Para ejercer la justicia divina, los elementos formaron como un salterio, combinando armónicamente su condición. Estos animales acuáticos han de ser las ranas, que invaden la tierra de Egipto (Ex 8,1-15); el fuego son los rayos, que, destruyendo los ganados, perdonan a las ranas, como el sol derrite el maná, que, por otra parte, era cocido al fuego. Todo sucede para glorificación de Israel (16,17). E C L E S I Á S T I C O El Eclesiástico es un libro semejante a los Proverbios y fue escrito en hebreo. Un nieto del autor, que lo tradujo al griego, antepuso a su versión un prólogo, en que nos habla de su abuelo, Jesús, hijo de Sirac, que, habiéndose dado mucho al estudio de las divinas Escrituras, de la Ley, de los Profetas y los otros libros, quiso, para utilidad de todos, escribir éste, en que da a conocer los frutos de su trabajo. Sólo con alguna aproximación podemos colegir la fecha de la composición del libro, por el elogio que en él se hace del pontífice Simón, hijo de Onías f5o,i-2oJ. La fecha de la versión es posterior al año 38 de Tolomeo Evergetes. Aunque hay dos de ese mismo nombre, Tolomeo III, que reinó de 246 a 221, y Tolomeo VII, llagado Fiscón, que reinó de 1 yo a 116, sólo este último puede ser, pues el primero no reinó más que veinticinco años. La fecha señalada por el traductor sería, pues, el año 136. Divídese el libro en dos partes. La primera tiene gran parecido con los Proverbios. Canta las excelencias de la sabiduría y nos ofrece reglas de conducta en forma de sentencias. Se diferencia de los Proverbios en que mientras en éstos las sentencias son, por lo general, sueltas y sin conexión de unas con otras, en el Eclesiástico van ligadas, desarrollando un tema. La segunda parte tiene más parecido con la Sabiduría. En ella se hace el elogio de los antepasados ilustres de Israel, a quienes precisamente la sabiduría rigió, y por eso adquirieron un nombre eterno. Para la numeración de los versículos seguimos de ordinario a Vigouroux en su Biblia Poliglota, que, por ajustarse a la Vulgata, es de mayor comodidad para el uso, si bien difiere de la que traen ios nuevos editores de los textos hebreo y griego y los traductores modernos que hemos podido consultar. Los versos cuyos números van entre paréntesis ( ) no se hallan en el texto griego de los LXX. CJTTMA'RTn auwmniu PRÓLOGO DEL TRADUCTOR.—PRIMERA P A R T E : Naturakza y preceptos de ¡a san ; duT{a (uI-42,i4).—SEGUNDA PARTE: La sabiduría en la naturaleza y en la historia de Israel EPILOGO (50,27-51,38). Prólogo del traductor griego Grandes y ricos tesoros de instrucción y sabiduría nos han sido transmitidos en la Ley, en los Profetas y en los otros libros que les siguieron, por los cuales merece Israel grandes alabanzas. Pues no solamente los que pueden leerlos en la lengua original vendrán a ser doctos; pero aun los extraños, deseosos de aprender, saldrán aprovechados para hablar o escribir. Mi abuelo Jesús, habiéndose dado mucho a la lección de la Ley, de los Profetas y de los otros libros patrios, y habiendo adquirido en ellos gran competencia, se propuso escribir alguna cosa de instrucción y doctrina para quienes desearan aprenderla, y siguiéndola, aprovechar mucho más, llevando una vida ajustada a la Ley. Os exhorto, pues, a leer esto con benevolencia y aplicación y a tener indulgencia por aquello en que, a pesar del esfuerzo puesto en la traducción, no hemos logrado dar la debida expresión a las palabras, pues las cosas dichas en hebreo no tienen la misma fuerza cuando se traducen a otra lengua. 1 (42,15-50,26). No sólo este libro, sino aun la misma Ley y los Profetas y los restantes libros traducidos, difieren no poco comparados con el original. Llegado a Egipto el año treinta y ocho del reinado de Evergetes, y habiendo permanecido allí mucho tiempo, hallé una diferencia no pequeña en la doctrina. Y así juzgué necesario poner alguna diligencia y trabajo en traducir este libro. En este intervalo de tiempo trabajé y velé mucho y puse toda mi suficiencia en llevar a buen término la traducción de este libro para utilidad de los que en el destierro quieran aprender y estén dispuestos a ajustar a la Ley sus costumbres. PRIMERA PARTE NATURALEZA Y PRECEPTOS DE LA SABIDURÍA (1,1-42,14) I 2 Elogio de la sabiduría 1 Toda sabiduría viene del Señor | y con El está siempre. * Las arenas del mar, las gotas de la Este versículo nos declara la naturaleza d : la sabiduría, que nace de Dios y está con Dios, Sentencia análoga a la de San Juan: «Al pr icipio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios». Sólo falta el tercer miembro: «El Verbo era Dio • ( I , I - 5 ) . I ECLESIÁSTICO 1-2 728 22 lluvia | y los días del pasado, ¿quién poEl temor del Señor es la corona de drá contarlos? la sabiduría | y hace florecer la paz y la 3 La altura de los cielos, la anchura de la tierra, | la profundidad del abismo, ¿quién podrá medirlos? 4 Antes que todo fue creada la sabiduría, | y la luz de la inteligencia existe desde la 5eternidad. * La fuente de la sabiduría es la palabra de Dios en las alturas, I y sus caminos, los6 mandatos eternos. * ¿A quién fue dada a conocer la raíz de la sabiduría | y quién conoció sus secretos? 7 ¿A quién le fue manifestada la ciencia de la sabiduría | y quién entendió sus planes? 8 Sólo uno es el sabio y el grandemente 9terrible, I que se sienta sobre su trono. Es el Señor quien la creó | y la vio y la distribuyó. 10 La derramó sobre todas sus obras | y sobre toda carne, según la medida de su liberalidad, | y la otorgó a los que le aman. * salud. 23 La una y la otra son don de Dios | y el Señor las ve y las distribuye. 24 Como lluvia derrama El la ciencia, el conocimiento y la inteligencia, I y levanta la gloria de los que la poseen. 25 La raíz de la sabiduría es temer al Señor; | y sus ramas, la longevidad. (26) * 27 El temor del Señor aleja el pecado, | y quien con él persevera evita la cólera. 28 El violento arrebato no tiene disculpa,29 | la cólera furiosa lleva a la ruina. El hombre magnánimo espera su tiempo, | pero al fin triunfa. 30 Retiene la palabra hasta que llega su tiempo, | y los labios de los fieles celebran su prudencia. 31 En los tesoros de la sabiduría hay sabias sentencias, | pero la piedad para con Dios es execrable al pecador. (32)* 33 ¿Deseas la sabiduría? Guarda los mandamientos | y el Señor te la otorgará; 34 Pues la sabiduría y la disciplina son el temor de Dios, | y su complacencia, la fe y la mansedumbre. (35) 36 No seas rebelde al temor de Dios, | y 37 no te llegues a El con corazón doble. No seas hipócrita delante de los hombres | y pon atención a tus palabras. 38 No te engrías, pues caerías | y echarías sobre ti la infamia; 39 Y el Señor descubriría tus secretos | y 40 te derribaría en medio de la asamblea, Por no haberte dado al temor del Señor | y estar tu corazón lleno de engaño. El temor de Dios, principio de la sabiduría 11 El temor del Señor es gloria y honor, | prudencia y corona de gozo. 12 El temor del Señor regocija el corazón, | da prudencia, alegría y longevidad. 13 Al que teme al Señor le irá bien en sus postrimerías, | y el día de su fin hallará 14gracia. El temor del Señor es honra y gloria y 15 corona de exaltación. El principio de la sabiduría es temer a Dios, | y se les comunica a los fieles ya en el seno materno. * 16 Perseverancia en medio de la Hizo de los hombres su morada para tentación siempre | y será siempre fiel a la proge1 nie humana. Hijo mío, si te das al servicio de (17, 18, 19) * 20 La plenitud de la sabiduDios, | prepara tu ánimo a la tenría es temer al Señor; | embriaga con sus tación. * 2 frutos a quien la tiene. Ten recto corazón y soporta con pa21 Llena sus casas de bienes, | y de sus ciencia | y no te impacientes al tiempo frutos hinche sus graneros. del infortunio. 2 4 La expresión «fue creada la sabiduría» no puede significar venir a la existencia por creación, sino simplemente existir desde la eternidad, pues se trata de la sabiduría de Dios. Es la idea que Prov 8,22 expresa diciendo: «El Señor me poseyó antes de todas las cosas, es decir, desde la eternidad». 5 La palabra creadora de Dios es la fuente de la sabiduría derramada en la creación. 10 Dios derrama su sabiduría sobre el universo, particularmente sobre el hombre racional, y más especialmente por la gracia sobre los que le aman. 15 Como disposición del alma para recibir la sabiduría, el temor del Señor es el principio de ella. 17 Los w . 17-19, que no existen en la versión griega, se leen así en la Vulgata: « 17 El temor del Señor es la santificación19 de la ciencia. 18 Esta santificación guarda el corazón y lo hace justo, lo llena de alegría y gozo. El que teme al Señor será feliz y bendecido en la hora de su muerte». 26 En la Vulgata dice así el versículo 26: «La inteligencia y la santificación de la ciencia se hallan 3en los tesoros de la sabiduría, pero la sabiduría es una execración para el pecador». 2 En la Vulgata, v.32: «El culto de Dios es una execración para el pecador». O ' A pesar del principio general de que Dios da a cada uno según sus obras, según el cual el •• justo debía esperar bienes, el autor recuerda a Job y Tobías, y con esto previene al justo para la tentación. 729 3 Adhiérete a El y no te separes, | para que tengas buen éxito en tus postrimerías. 4 Recibe todo cuanto El manda sobre ti I y ten buen ánimo en las vicisitudes de la prueba. 5 Pues el oro se prueba en el fuego, I y los hombres gratos a Dios, en el crisol de la tribulación. « Confíate a El y te acogerá, I endereza tus caminos y espera en El. Confianza en el Señor ' L o s que teméis al Señor esperad en su misericordia | y no os descarriéis, pues vendríais a caer. 8 Los que teméis al Señor confiad en El I y no quedaréis defraudados de vuestra recompensa. 9 Los que teméis al Señor esperad la dicha, I el gozo eterno y la misericordia. (10) * 11 Considerad las generaciones antiguas y ved: | ¿Quién confió en el Señor que fuese confundido, 12 O quién persevera en su temor y fue abandonado, | o quién le invocó y se sintió13 defraudado? Porque piadoso y compasivo es el Señor, | perdona los pecados y salva en el tiempo de la tribulación. ECLESIÁSTICO 2-3 3 Pues Dios honra al padre en los hijos | y confirma en ellos el juicio de la madre. 4 El que honra al padre expía sus pecados. 5 Y como el que atesora es el que honra a su madre. 6 El que honra a su padre se regocijará en sus hijos | y será escuchado en el día de7 su oración. . El que honra a su padre tendrá larga vida, 8 Y el que obedece al Señor es consuelo de su madre. El que teme al Señor honra a su padre | y sirve como a señores a los que le engendraron. 9 De obra y de palabra honra a tu padre, 10 Para que venga sobre ti su bendición; 11 Porque bendición de padre afianza la casa del hijo, | y maldición de madre la destruye desde sus cimientos. 12 No te glories con la deshonra de tu padre, I que no es gloria tuya su deshonra; 13 Porque la gloria del hombre procede de la honra de su padre, | y es infamia de los14hijos la madre deshonrada. Hijo, acoge a tu padre en su ancianidad I y no le des pesares en su vida. 15 Si llega a perder la razón, muéstrate con él indulgente | y no le afrentes porque estés tú en la plenitud de tu fuerza: | que la piedad con el padre no será echada en olvido. * 11 Y en vez del castigo por los pecados tendrás prosperidad. 17 En el día de la tribulación, ei Señor se acordará de ti, | y como se derrite el hielo en día templado, así se derretirán tus 8 pecados. i Como un blasfemo es quien abandona a su padre, | y será maldito del Señor quien irrita a su madre. j A y de los cobardes! ¡Ay de los corazones tímidos y de las manos flojas, | y del pecador que va por doble camino! 15 ¡Ay del corazón cobarde! Porque no tiene fe, | por eso no hallará defensa. 16 ¡Ay de vosotros, los impacientes! 17 Pues ¿qué haréis cuando el Señor os visite? 18 Los que teméis al Señor no desconfiéis de sus palabras; | los que le amáis seguid sus caminos. 19 Los que teméis al Señor procurad Modestia y misericordia agradarle; | los que le amáis, complaceos 19 Hijo mío, pórtate con modestia, | y en20su Ley. Los que teméis al Señor preparad el serás amado más que el dadivoso. 20 C u a n t o más grande seas, humíllate corazón | y humillaos ante El. (21) * 22 Caigamos en las manos del Se- más, I y hallarás gracia ante el Señor; 21 Porque grande es el poder del Señor I y no en las manos de los hombres, 23 I y es glorificado en los humildes. Pues cuanta es su grandeza, | tanta ñor, 22 Lo que está sobre ti no lo busques, I es su misericordia. y lo que está sobre tus fuerzas no lo D e b e r e s para con los padres procures. 23 2 Atente a lo que está a tus alcances | (i) * Escuchad, hijos míos, que soy vuestro padre, | y obrad de modo que y no te inquietes por lo que no puedes conocer. alcancéis la salud. 14 3 10 En la Vulgata, v.lo, se lee: «Los que teméis al Señor, amadle, y vuestros corazones serán iluminados». 21 La Vulgata: «Los que temen al Señor guardan sus mandamientos y aguardarán hasta que ponga sobre ellos sus ojos». í O La Vulgata: «Los hijos de la sabiduría forman la congregación de los justos, e hijos suyos ^* son la obediencia y el amor». 15 Tal vez no hable aquí de la demencia, sino de la chochez en que con frecuencia incurren los ancianos, haciéndose pesados e impertinentes a los demás. ECLESIÁSTICO 3-5 24 N o te obstines en hacer lo que n o puedes, 25 Pues m u c h o es ya lo que ante ti esta que podrás entender. 26 A muchos extravió su temeridad, | y la presunción pervirtió su pensamiento. 27 El que a m a el peligro caerá en él, | y el corazón d u r o parará al fin en la desgracia. (28) * 29 El corazón duro se verá aplanado, | y el obstinado añadirá pecados a. pecados. 30 La desgracia del soberbio no tiene remedio, | porque arraigó en él la maldad. 3 1 El corazón del discreto medita sentencias | y da oído atento a la doctrina del sabio. (32) * 33 E I a g u a a p a g a i a ardiente llama, I y la limosna expía los pecados. 34 El que agradece los beneficios se prepara otros nuevos | y en el día de la caída hallará apoyo. D e b e r e s p a r a c o n los p o b r e s 1 Hijo mío, no arrebates al pobre su sostén, | n o vuelvas tus ojos ante el necesitado. * 2 D a al hambriento | y satisfaz al h o m bre en su necesidad. 3 N o irrites al corazón ya irritado I y no difieras socorrer al menesteroso. 4 N o desdeñes al suplicante atribulado | y no vuelvas el rostro al pobre. 5 N o apartes los ojos del necesitado | y no des al h o m b r e ocasión de maldecirte : 6 Pues si te maldice en la amargura de su alma, | su Hacedor escuchará su oración. 7 Muéstrate afable con la congregación | y humilla tu cabeza al potentado. 8 Inclina al pobre tu oído I y con mansedumbre respóndele palabras amables. 9 Arranca al oprimido del poder de su opresor | y no te acobardes al hacer justicia. 10 Muéstrate padre para los huérfanos, | cual marido para la madre de éstos. ii Y serás como hijo del Altísimo | y el hijo más a m a d o de tu madre. 4 L a s ventajas d e la s a b i d u r í a La sabiduría exalta a sus hijos | y acoge a los que la buscan. 13 El que la ama, a m a la vida, | y los que madrugan para salir a su encuentro, serán llenos de alegría. 730 4 1 El que la abraza heredará la gloria, | y en su casa entrará la bendición del Señor. 1 5 Los que la sirven, sirven al Santo, | y el Señor a m a a los que la aman. 16 El que la escucha juzgará a las naciones, I y el que se allega a ella habitará confiado. 17 Si te confías a ella, la tendrás p o r heredad, | y tus descendientes la poseerán; 18 Porque en la tentación caminará con él I y le elegirá entre los primeros; i ' Traerá sobre él el miedo y el temor, | en su infancia le azotará | hasta que se le confíe | y le pruebe en sus preceptos. 20 p e r o de nuevo se volverá a él | y le alegrará. 21 Y le revelará sus secretos. 22 Mas si se extraviase, le a b a n d o n a r á | y le entregará a la ruina. L a b u e n a y la m a l a Espera tu tiempo y guárdate del mal. 24 Y n o tendrás que avergonzarte de ti mismo. 25 Pues hay una confusión que es fruto del pecado, | y u n a confusión que trae consigo gloria y gracia. 2 s N o tengas respetos que sean en perjuicio de tu alma. 27 Y n o te avergüences para ruina tuya. 28 N o retengas la palabra salvadora | y no ocultes tu sabiduría; 29 Pues en el hablar se d a a conocer la sabiduría, | y la doctrina en las palabras de la lengua. 30 N o hagas contradicción a la verdad | y no te avergüences de tu falta de doctrina. 31 N o te avergüences de confesar tus pecados, 32 Y n o nades contra la corriente. | N o te sometas al h o m b r e necio I y n o tengas acepción p o r la persona del poderoso. 33 Lucha por la verdad hasta la muerte, I y el Señor Dios combatirá por ti. 34 N o seas duro en tus palabras | ni perezoso ni remiso en tus obras. 55 N o seas como león en tu casa | ni te muestres caprichoso con tus servidores. 36 N o sea tu m a n o abierta p a r a recibir | y cerrada para dar. 12 5 2 seguridad 1 N o te apoyes sobre las riquezas | y no digas: « M e basto a mí mismo». N o te apoyes en ti mismo y en tu 28 La Vulgata: «El corazón que sigue dos caminos no tendrá éxito, y el corazón depravado tropezará en ellos». 2 > La Vulgata: «El corazón sabio e inteligente se abstendrá del pecado, y en las obras de justicia tendrá feliz éxito». A ^ * El primer miembro puede equivaler al precepto de la Ley: «No niegues al jornalero su jornal» (Lev 19,13). ECLESIÁSTICO 6-6 fuerza | para vivir según los deseos de t u corazón. 3 N o digas; «¿Quién me dominará?» | Porque sin d u d a te castigará el Señor. 4 N o digas: «He pecado, ¿y qué m e h a sucedido?» I Porque el Señor es paciente. 5 A u n del pecado expiado no vivas sin temor, | y no añadas pecados a pecados. * 6 Y no digas; «Grande es su misericordia, I El perdonará mis muchos pecados», 7 Porque aunque es misericordioso, también castiga, I y su furor caerá sobre los pecadores. 8 N o difieras convertirte al Señor | y n o lo dejes de u n día para o t r o ; 9 Porque de repente se desfoga su ira, | y en el día de la venganza perecerás. 1° N o te apoyes en las riquezas mal adquiridas, | porque n a d a te aprovechar á n en el día de la ira. confusión 23 L a falsa 781 M o d e r a c i ó n d e la l e n g u a H N o te dejes llevar de todo viento 1 y n o camines por una senda cualquiera, | que así es como obra el pecador de doble corazón. >2 Sé firme en tus juicios I y n o tengas más que una palabra. 13 Sé p r o n t o p a r a oir | y lento p a r a responder. 1 4 Si tienes que responder, responde; | si n o , p o n la m a n o a la boca. u En el hablar está la gloria o la desh o n r a , I y la lengua del h o m b r e es su ruina. i 6 Que nadie te llame chismoso, I y no f'endas lazos con tu lengua; 17 P o r q u e sobre el ladrón vendrá la confusión, ] y la condenación sobre el de corazón doble. i 8 N o ofendas a nadie, ni en mucho ni en poco. 6 1 Y no te hagas enemigo al amigo; | pues sobre el malo vendrá la confusión y el oprobio, I y lo mismo sobre el pecador de doble corazón. El orgullo 2 N o te engrías en tus pensamientos, | no seas destrozado como un toro. 3 Si destrozas las hojas, echas a perder los frutos I y te quedarás como árbol seco. 4 El alma perversa se pierde a sí misma | y será el ludibrio de sus enemigos. 5 La palabra suave multiplica los amigos, I la lengua bien hablada es rica en afabilidad. Los amigos 6 Si tuvieres m u c h o s amigos, | u n o entre mil sea tu consejero. 7 Si tienes u n amigo, ponle a prueba | y no te confíes a él tan fácilmente; 8 Porque hay amigos, de ocasión, | que no son fieles en el día de la tribulación. 9 H a y amigo que se torna en enemigo | y que descubrirá, p a r a vergüenza tuya, tus defectos. 10 H a y amigos que sólo son companeros de mesa, | y no te serán fieles en el día de la tribulación. 11 E n tus días felices será otro tú | y hablará afablemente de los t u y o s ; i 2 Pero si te viere humillado, se volverá contra ti | y te ocultará su rostro. 1 3 Apártate de tus enemigos | y guárdate de tus amigos. 1 4 U n amigo fiel es poderoso protector ; I el que le encuentra halla un tesoro. 1 5 N a d a vale tanto como un amigo fiel; | su precio es incalculable. 1 6 U n amigo fiel es remedio saludable; | los que temen al Señor lo encontrarán. 17 El que teme al Señor es fiel a la amistad, | y c o m o fiel es él, así lo será su amigo. V e n t a j a s d e la s a b i d u r í a i 8 Hijo mió, desde tu mocedad date a la doctrina, I y hasta tu ancianidad hallará sabiduría. 19 Allégate a ella c o m o ara y siembra el labrador, | y espera buenos frutos; 20 Porque el trabajo te fatigará un p o co, I pero pronto comerás de sus frutos. 2 i Es muy d u r o p a r a los indisciplinados, I y el insensato no permanecerá en él; 22 Pesará sobre él c o m o pesada piedra de prueba, | y no tardará en arrojarla de sí; 23 Porque la sabiduría es fiel a su n o m bre I y es discreta en revelarse. 24 Escucha, hijo mío, y recibe mis avisos I y no rehuyas mis consejos. 25 D a tus pies a sus cepos, I y tu cuello a su argolla; 26 Dale tu h o m b r o | y n o te molesten sus ataduras. 27 Allégate a ella con toda tu alma, I y con todas tus fuerzas sigue sus caminos. 28 Sigue su rastro, búscala, y se te descubrirá, I y una vez cogida no la sueltes; 29 Porque al fin hallarás en ella tu descanso y tu gozo. 30 Y serán p a r a ti sus cepos defensa poderosa, | y su argolla túnica de gloria. 31 Su yugo es ornamento de oro, | y sus ataduras son cordón de jacinto. R 5 Del pecado por el que hubieras ofrecido los sacrificios expiatorios acostumbrados no vivas v sin temor, que tal vez Dios no se da por s¡itisfecho y quiere exigirte una expiación más perEonal, v.gr., una enfermedad. ECLESIÁSTICO 6-7 32 T e la vestirás c o m o túnica de gloria | y te la ceñirás como corona de exaltación. 33 Si quieres, hijo mío, adquirirás la doctrina, | y si te entregas a ella, serás avisado. 34 Si con gusto la oyes, la tendrás; | si inclinas a ella tu oído, serás sabio. 35 Busca la compañía de los ancianos, I y si hallas algún sabio, allégate a él. | T o d a conversación acerca de Dios escúchala con gusto I y no rehuyas las sentencias de la sabiduría. 36 Si ves h o m b r e discreto, apresúrate a unirte a él | y frecuenten tus pies la escalera de su puerta. 37 Medita en los preceptos del Señor | y ejercítate siempre en sus m a n d a t o s ; | El confirmará tu corazón | y te dará sabiduría a tu deseo. S e n t e n c i a s varias N o hagas el mal y no te cogerá. 2 Apártate del injusto y se alejará de ti. 3 Hijo, n o siembres en surcos de injusticia I y no la cosecharás al séptuplo. 4 N o pidas al Señor un puesto de gobierno, I ni al rey una silla de honor. 5 N o te justifiques ante el Señor | y n o alardees de sabio ante el rey. 6 N o busques ser hecho juez, | n o sea que no tengas fuerzas para reprimir la iniquidad, | no sea que te acobardes en presencia del poderoso | y tropiece en él tu rectitud. 7 N o ofendas a la muchedumbre | y n o te arrojes en medio de ella. 8 N o te ates dos veces con el pecado, | porque ya de la primera vez no saldrás impune. 9 N o seas impaciente en tu oración * 10 Ni tardo en hacer la limosna. 11 N o digas: «Dios mirará mis muchas ofrendas, | y cuando yo ofrezca sacrificios al D i o s altísimo, El los aceptará». 12 N o te burles del afligido, | porque hay u n o que humilla y ensalza. 13 N o levantes falso testimonio a tu hermano, | ni lo hagas tampoco a tu amigo. 14 G u á r d a t e de mentir y de añadir mentiras a mentiras, | que eso no acaba en bien. 15 N o seas hablador en asamblea de ancianos I n i multipliques en t u oración las palabras. 16 N o aborrezcas la labor p o r trabajosa I ni la agricultura, que es cosa del Altísimo. * 1 7 'j * 9 732 1 7 N o te juntes con pecadores. 18 Acuérdate d e que la cólera n o tarda. 19 Humilla mucho tu alma, | p o r q u e el castigo del impío será el fuego y el gusano. L a vida familiar 20 N o cambies un amigo por dinero, | ni un h e r m a n o querido p o r el oro de Ofir. 21 N o te apartes de la mujer discreta y buena, | porque vale su gracia m á s que el oro. * 22 N o maltrates al siervo que trabaja lealmente | ni al jornalero que te entrega su esfuerzo. 23 A m a al siervo inteligente, | n o le niegues la libertad. 24 ¿Tienes rebaños? Cuida de ellos. | Pues te son útiles, guárdalos. 25 ¿Tienes hijos? Instruyelos, | doblega desde la juventud su cuello. 2 6 ¿Tienes hijas? Vela p o r su h o n r a | y n o les muestres u n rostro demasiado jovial. * 27 Casa a tu hija y habrás hecho u n gran bien | dándola un marido sensato. 28 ¿Tienes mujer según tu corazón? N o la repudies | dándote a u n a odiosa rival. 29 D e t o d o corazón h o n r a a tu padre | y n o te olvides de los dolores de tu madre. 30 Acuérdate de que les debes la vida. | ¿Cómo podrás pagarles lo que h a n hecho p o r ti? H o n o r al s a c e r d o t e 3 i C o n t o d a tu alma h o n r a al Señor | y reverencia a los sacerdotes. 32 C o n todas tus fuerzas a m a a tu H a cedor | y no abandones a sus ministros. 33 Teme al Señor y h o n r a al sacerdote. 34 Y dale la porción que te está m a n d a d a ; | las primicias y la ofrenda p o r el pecado, 35 L a espalda reservada, | el sacrificio expiatorio | y las primicias consagradas. 3 * Alarga al pobre t u m a n o , | p a r a que seas cumplidamente bendecido. 37 Agradece el beneficio ante todos, | y al muerto n o le niegues tus piedades. 38 N o te alejes del que llora, | llora con quien llora. 39 N o seas perezoso en visitar a los enfermos, | p o r q u e p o r ello serás a m a d o . 4 0 E n todas tus obras acuérdate de tus postrimerías I y n o pecarás jamás. Dios quiere que oremos con fe en su bondad, pero no consiente que le señalemos el tiempo de obrar. El es siempre el Señor (Jdt 8,12 ss.). 16 Dios puso a Adán en el paraíso para que lo trabajase y guardase. Semejante trabajo no sería, como después (Gen 3,17-20), pena del pecado, sino placentera ocupación. 21 No repudies a la mujer discreta, que vale más que el oro. San Pablo dirá después, en nombre 26del Señor, que en ningún caso la repudie (1 Cor 7,10-11). La disciplina sobre la educación de la mujer es en los Sapienciales muy severa, correspondiente al concepto que de la mujer tienen. 733 ECLESIÁSTICO 8-10 N o r m a s de buena sociedad 1 N o disputes c o n poderosos, I n o vayas a caer en sus m a n o s . 2 N o contiendas con ricos, | n o echen sobre ti t o d o su peso; 3 Que el o r o puede mucho I y pervierte el corazón de los reyes. 4 N o disputes con h o m b r e lenguaraz, | que sería amontonar leña sobre el fuego. 5 N o bromees con indisciplinado, | n o maldiga a tus progenitores. 6 N o ultrajes a quien se aparta del p e c a d o ; | ten en cuenta que todos somos reos de castigo. 7 N o faltes al respeto al anciano, I que también ellos fueron jóvenes. 8 N o te alegres de la muerte de u n o ; | acuérdate de que todos moriremos. 9 N o desprecies los discursos de los sabios I y sigue sus máximas. i° Porque de ellos aprenderás la doctrina I y a servir bien a los grandes. 11 N o desprecies las sentencias de los ancianos, I que de sus antepasados las aprendieron ellos; 12 P o r q u e asi aprenderás doctrina | y sabrás responder al tiempo oportuno. 3 1 N o atices el fuego del pecado, I no te abrasen sus llamas. 1 4 N o te enfrentes con el insolente, | n o sea que se ponga en acecho p a r a cogerte p o r la boca. i 5 N o prestes a quien puede m á s que tú, I y si le prestas, dalo p o r perdido. 16 N o prestes fianzas sobre tus facultades, I y si diste fianza, piensa cómo pagar. 1 7 N o tengas litigios con el juez, | porque p o r su dignidad juzgará a favor suyo. i 8 N o vayas de camino con el temerario, I n o pesen sus temeridades sobre ti, | pues él h a r á según su capricho, y p o r su imprudencia perecerías con él. 1 9 N o te pelees con el iracundo I y n o atravieses con él el desierto, | porque n a d a es la sangre a sus ojos | y te derrib a r á donde no tengas quien te socorra. 20 C o n el necio n o tengas consejo, | p o r q u e no podrá callar lo que hayas dicho. 2 1 A n t e un extraño no hagas cosa que quieras secreta, | porque n o sabes lo que d a r á de sí. 22 N o descubras a cualquiera tu corazón, I n o te arrebate tu bien. 8 E l trato c o n las N o seas celoso de la vayas a maliciar 2 N o te dejes dominar no se alce sobre ti. 9 1 mujeres t u mujer, | no en d a ñ o tuyo. de t u mujer, | 3 H u y e de la cortesana, | n o caigas en sus lazos. 4 N o te entretengas con cantadora, I n o te coja en sus redes. 5 N o fijes tu atención en doncella, | n o vayas a incurrir en castigo por su m e noscabo. 6 N o te entregues a meretrices, | n o vengas a perder tu hacienda. 7 N o pasees tus ojos p o r las calles de la ciudad | ni andes r o d a n d o p o r sitios solitarios. 8 A p a r t a tus ojos de mujer muy compuesta I y n o fijes la vista en la hermosura ajena. 9 P o r la hermosura de la mujer muchos se extraviaron, | y con eso se enciende c o m o fuego la pasión. (io> 11) * 12 N o te sientes nunca junto a mujer casada I ni te recuestes con ella a la mesa. 1 3 Ni bebas con ella vino en los banquetes, I n o se incline hacia ella t u corazón 1 y seas arrastrado a la perdición. E l trato c o n l o s h o m b r e s 1 4 N o abandones al amigo antiguo, | que el nuevo n o valdrá lo que él. 15 Vino nuevo el amigo n u e v o ; | cuando envejece es cuando se bebe con placer. 16 N o envidies la gloria del pecador, | porque no sabes cuál será su suerte. 17 N o te complazcas en el aplauso de los impíos; | acuérdate que ya antes det ades no quedarán impunes. i 8 Aléjate del h o m b r e que tiene poder para matar, | y n o tendrás que temer la muerte. 1 9 Si te acercas a él, n o cometas falta alguna, I n o vaya a quitarte la vida. 20 Considera que caminas en medio de lazos I y que te paseas en medio de redes. 21 T r a t a de conocer a tus prójimos cuanto te sea posible I y aconséjate de los sabios. 22 Los justos sean tus comensales I y n o te gloríes sino en el temor del Señor. 23 Sea con discretos tu trato, | y tu conversación toda según la Ley del Altísimo. 24 La m a n o del artífice se alaba p o r su obra, I y la sabiduría del príncipe del pueblo por su palabra. 25 Terrible es en la ciudad el h o m b r e lenguaraz, | y el precipitado en hablar se h a r á aborrecer. Los gobernantes 4 A 1 El juez sabio instruye a su pue* " blo, I y el gobierno del discreto es ordenado. Q 10 La Vulgata: «10 Toda prostituta es com 1 basura en el camino, que es pisada de cuantos ^ pasan. 11 Muchos, alucinados por la belleza de una mujer extraña, se hicieron reprobos; pero su conversación es como fuego que quema». 734 ECLESIÁSTICO 10-11 2 Según el juez del pueblo, así son sus ministros, | y según el regidor de la ciudad, así sus moradores. 3 El rey ignorante pierde a su pueblo, | y la ciudad prospera por la sensatez de los príncipes. 4 En manos del Señor está el gobierno de la tierra, | y en cada tiempo pone sobre ella a quien le place. 5 En la mano del Señor está la fortuna del hombre; | es El quien hace brillar el rostro del escriba. El orgullo No vuelvas a tu prójimo mal por mal, cualquiera que sea el que él te haga, j ni 7te dejes llevar de la soberbia. La soberbia es odiosa al Señor y a los hombres, | y contra ambos peca quien comete injusticia. 8 El imperio pasa de unas naciones a otras | por las injusticias, la ambición y la 9avaricia. ¿De qué te ensoberbeces, polvo y ceniza? | Ya en vida vomitas las entrañas. ioNada tan odioso como el avaro; ] él 11es capaz de vender hasta su alma. Una ligera enfermedad, el médico sonríe;* 12 Pero hoy rey, mañana muerto. 13 Al morir el hombre, | su herencia serán las sabandijas, las fieras y los gusanos. 14 El principio de la soberbia es apartarse de Dios I y alejar de su Hacedor su corazón. * 15 Porque el pecado es el principio de la soberbia, | y la fuente que le alimenta mana maldades. 16 Por esto el Señor manda tremendos castigos I y los extermina de raíz. 17 Los tronos de los príncipes derriba el Señor, ] y en lugar suyo asienta a los mansos. 18 El Señor arranca de raíz a los soberbios,9 I y planta en su lugar a los humildes. 1 Las tierras de las naciones destruye el Señor \ y las arrasa hasta los cimientos. 20 Ya ha destruido y desarraigado algunas ! y borró de la tierra su memoria. (21)* 22 No e s propio de hombres la soberbia, | ni la cólera furiosa de los nacidos de mujer. 6 humana. I ¿Cuál es la progenie infame? La24de los que quebrantan los preceptos. Entre sus hermanos es honrado el jefe, I pero los que temen al Señor son más que él. 25 Rico, noble o pobre, | su gloria estará en26el temor del Señor. No es justo afrentar al discreto | ni conviene honrar al hombre prepotente. 27 El grande, el juez y el poderoso son honrados, I pero ninguno mejor que el que tema al Señor. 28 Al siervo sabio le servirán los libres, | y el varón docto no se queja. 29 No alardees de sabio al hacer tus obras | y no te gloríes al tiempo de la angustia. 30 Mejor es quien trabaja y abunda en bienes | que el pretencioso que carece de pan. 31 Hijo mío, honra tu alma con la modestia I y dale el honor de que es digna. 32 ¿Quién justificará al que peca contra su alma | y quién honrará al que a sí mismo se deshonra? 33 Hay pobres que son honrados por su prudencia | y hay quien sólo es honrado por su riqueza. 34 Y quien es honrado en la pobreza, ¡cuánto más lo será en la riqueza! | Y el que es deshonrado en la riqueza, ¡cuánto más lo será en la pobreza! •I •! 1 La sabiduría yergue la cabeza del *• *• humilde | y le da asiento en medio de los magnates. El juicio según la apariencia No alabes al hermoso por su hermosura I ni afrentes al feo por su fealdad. 3 Pequeña entre los volátiles es la abeja,4 I pero el fruto de su labor es riquísimo. No escarnezcas al pobre por sus harapos I ni afrentes al que pasa un día amargo, | porque las obras del Señor son inescrutables | y secretas sus obras con los hombres. 5 Muchos príncipes acabaron por sentarse en el suelo, | y quien menos se pensaba se ciñó la corona. 6 Muchos potentados fueron humillados I y su gloria pasó a poder de otros. 7 Antes de informarte no reprendas; I explora primero y luego corrige. L a gloria verdadera 23 Antes de oir no respondas, | y no ¿Cuál es la progenie honrada? La progenie humana. | ¿Cuál es la progenie interrumpas el discurso ajeno. honradí ? La de los que temen al Señor. | 1 ¿Cuál es la progenie infame? La progenie I 1' El médico sonríe viendo q u e la enfermedad es ligera y no te da cuidado; sin embargo, el que hoy es rey, mañana es u n cadáver (Is 14,11; Job 17,14)Adán comenzó por desear ser como Dios; de aquí provino su desobediencia y todos los males q u e de ella nacieron. Tal sucede con frecuencia con los pecados d e los poderosos. 21 L a Vulgata; «Dios aniquiló la memoria d e los soberbios y conservó la memoria d e los h u mildes de corazón». I A " 2 14 ECLESIÁSTICO 11-12 735 Moderación en los negocios No te metas en lo que no te importa | ni 9te mezcles en contiendas de arrogantes. Hijo mío, no te metas en muchos negocios, | que el que mucho abarca, poco aprieta. 1° Si persiguieres muchas cosas, no cogerás ninguna, | y por mucho que corras no llegarás. 11 Hay quien trabaja, se fatiga y se apresura, | y con todo es siempre el mismo. i 2 Hay quien es débil y pobre, | pobre en fuerzas y sobrado en flaqueza; 13 Pero el Señor le mira con bondad | y le levanta de su abatimiento, | y yergue su cabeza I con admiración de todos. 8 D e Dios viene la riqueza y la pobreza 14 Los bienes y los males, la vida y la muerte, | la pobreza y la riqueza, vienen del15 Señor. Del Señor vienen la sabiduría, la ciencia y el conocimiento de la Ley; | el amor y los caminos del bien obrar vienen6 de El. i El error y las tinieblas son obras de los pecadores; | los que en el mal se complacen, en el mal envejecen. 17 El don de Dios a los piadosos es permanente, | y su benevolencia asegura para siempre su prosperidad. 18 Hay quien se enriquece a fuerza de afán y de ahorro, | y con esto ya se cree recompensado; 19 Y se dice: «Hallé el reposo, | ahora voy a comerme lo mío». 20 Pero no sabe qué tiempo le queda | y si 2morirá dejando a otros lo suyo. i Sé constante en tu oficio y vive en él I y envejece en tu profesión. 22 No envidies el buen suceso del pecador; I confía en el Señor y persevera en tu 23trabajo. Porque fácil cosa es al Señor ] enriquecer al pobre en un instante. 24 La bendición del Señor es la recompensa del justo; | en un momento hace que florezca su bendición. 25 No digas: ¿Qué necesito | y qué necesidad tengo yo de nada? 26 Ni digas: Tengo bastante, | y ¿qué calamidad podrá venir sobre mí? 27 La dicha presente hace olvidar la desdicha, I y la presente desventura hace olvidar la ventura. 28 Pero es fácil al Señor dar a cada uno lo que merece | y retribuirle según sus caminos. 29 La aflicción de una hora hace olvidar el placer, | y el fin del hombre descubre lo que él es. 30 Antes de la muerte no alabes a nadie, I que sólo al fin se conoce quién es cada uno. * L a hospitalidad No admitas a cualquiera en tu casa, | que son muchas las asechanzas de la astucia. 32 Como reclamo de perdiz en su jaula I es el corazón del soberbio, | y como lobo que acecha la presa; 33 Pues pagando el bien con mal, pone asechanzas, | y a las cosas mejores los pone tacha. 34 Una chispa enciende las brasas I y el malvado acecha la sangre. 35 Guárdate del astuto que maquina maldades, | no sea que te eche una mancha imborrable. 36 Mete en tu casa al extranjero | y te la revolverá I y te enajenará el ánimo de los tuyos. 31 Beneficencia hacia el b u e n o •f O 1 Si al bueno le haces mal, ¿a quién •»« harás bien | y quién tendrá que agradecerte un beneficio? 2 Haz bien al justo y tendrás tu correspondencia ; I si no de él, a lo menos del Altísimo. * 3 No será dichoso el que alienta al impío, I y no hace con ello cosa buena. 4 Da al justo y no acojas al pecador. 5 Haz bien al humilde y no favorezcas al soberbio. 6 Porque el Altísimo aborrece a los pecadores, | y a los impíos les hará experimentar su venganza. 1 No des armas al impío, no te haga con ellas la guerra; | hallarás al tiempo de tu necesidad males duplicados | por los bienes que le hubieres hecho. Desconfianza del enemigo No es en la prosperidad cuando se conoce al amigo, | ni en la desgracia cuanto se oculta el enemigo. 9 En la dicha, hasta el enemigo es ami8 •I *| 3 0 Como el marino no puede hablar de la felicidad d e un viaje hasta llegar al puerto, así * • no puede juzgarse de la prosperidad de la vida de u n h o m b r e hasta q u e Dios no descubra con su juicio qué aprecio hace d e ella. 2 1 1 L a beneficencia, de q u e en este y en los siguientes versículos se habla, es considerada * *• por el autor como efecto d e la familiaridad y simpatía hacia la persona beneficiada, siendo en el primer caso simpatía hacia el justo y su justicia, y en el segundo hacia el malvado y hacia su maldad. E n otro caso, la doctrina de este pasaje estaría en contradicción con la d e 29,1 ss., en que se recomienda la misericordia con el prójimo sin mirar a su condición. 736 ECLESIÁSTICO 12-13 go; I en la desgracia, hasta el amigo se retira. 1° No te fíes jamás de tu enemigo, | pues como el ácido que destruye el hierro, así es su maldad. n Aunque a ti acuda y se te muestre obsequioso, I ponte sobre aviso y guárdate de él. | Haz con él como quien limpia un espejo, | y verás que está del todo oxidado. i 2 No le pongas junto a ti, | no te derribe y ocupe tu puesto. I No le sientes a tu derecha, | no sea que te quite tu silla | y al fin reconozcas la verdad de mis palabras | y te compunjas al recordar mis advertencias. 13 ¿Quién se compadecerá del encantador a quien muerde la serpiente | y del que anda con fieras? I Así del que busca la compañía del pecador | y se mezcla en sus pecados. 14 Mientras tú estés en pie no se descubrirá, | pero en cayendo tú te abandonará. U El enemigo te acariciará con sus labios, | pero en su corazón medita cómo echarte en la fosa. i* Derramarán lágrimas sus ojos, | pero si hallare oportunidad, no se hartará de sangre. 17 Si la desgracia te alcanza, le tendrás frente a ti, 18 Y fingiendo socorrerte, te echará la zancadilla. 19 Moverá la cabeza | y batirá palmas, I y murmurando mudará muchas veces el semblante. Elección de las amistades * «J i El que con pez anda se mancha, I y 1 « el que trata con soberbios se hace semejante a ellos. 2 No tomes sobre ti peso superior a tus fuerzas | ni trates con los que son más poderosos y ricos que tú. 3 ¿Qué le dará el caldero a la olla? I Chocar con ella y quebrarla. 4 El rico hace injusticias y se gloría de ello; ! el pobre recibe una injusticia y pide excusa. 5 Mientras le seas útil se servirá de ti; | cuando no valgas nada te abandonará. 6 Si tienes bienes, vivirá contigo, | pero te 7empobrecerá sin dolerse. Si le eres necesario, te adulará, I te sonreirá y te dará esperanzas, I te hablará bellas palabras y te dirá: «¿Qué quieres?» I **O 9 lf 8 Te confundirá con sus halagos; ! pero hasta dos y tres veces te despojará, i y al fin se burlará de ti. | Después de esto te verá y se te hará el desconocido | y te insultará, moviendo la cabeza. (9) * 10 Mira no te engañe | y te derribe tu necedad. (11) * 12 Si un poderoso te llama a sí, estáte quieto, I y con mayor instancia te llamará. 13 No te acerques tú, no seas rechazado; | pero no te estés demasiado lejos, para no14ser olvidado. No te aventures a intimar con él y no des fe a sus muchas palabras, | porque con su mucha charla te pondrá a prueba,15| y sonriendo te sonsacará. Es un infame quien falta a su palabra | y sin miramientos forja enredos. 16 Estáte atento y guárdate mucho,! porque la desgracia te ronda. (17,18) 19 Todo animal ama a su semejante, | y el hombre a su prójimo. 20 Toda carne se une a los de su especie, | y el hombre a su semejante. 21 ¿Para qué unir el lobo con el cordero? | Pues lo mismo es unir al impío con el 22justo. ¿Qué paz puede haber entre hiena y perro? | Pues así entre el rico y el pobre. * 23 El asno salvaje es presa del león en el desierto; I asi también los pobres son pasto 24de los ricos. Abominable es para el soberbio la humildad, | lo mismo que el pobre para el rico. 25 El rico, si vacila, es sostenido por los amigos: | pero el pobre, si cae, es- rechazado26aun por los amigos. Si el rico habla, todos le aplauden; | aunque diga necedades le dan la razón. 27 Pero sí el pobre habla, le insultarán; | hablará con discreción y nadie lo reconocerá. 28 Habla el rico y todos callan | y ponen por las nubes su discreción. 29 Pero habla el pobre y dicen: «¿Quién es éste?» | Y si se propasa, todos se le echan encima. U s o de la riqueza 30 Buena es la riqueza sin pecado, | y mala la pobreza, castigo de la soberbia. * 31 El corazón del hombre se refleja en su rostro, | ya para bien, ya para mal. 32 Rostro alegre es señal de corazón sa- La Vulgata: «Humíllate ante Dios y espera el socorro de su mano». La Vulgata: «No te abatas en tu sabiduría, no sea que, abatido, te induzcan a hacer cosas de necio». Gomo es un vicio el orgullo, también lo es el apocamiento, que no es lo mismo que la humildad. 22 No a lo que debe ser según los planes de la divina Providencia, que distribuye diversamente sus bienes a los hombres, sino según la experiencia, que nos muestra a los ricos poderosos explotando a los pobres y enriqueciéndose a costa de ellos. 30 Entiende la riqueza fruto de la avaricia y del fraude, y la pobreza resultado de la disolución. 737 ECLESIÁSTICO 13-15 tisfecho; | rostro triste, de preocupación y afán. Ventajas de la sabiduría (21) 22 Dichoso el hombre que medita la sabiduría | y atiende a la inteligencia. 23 Que estudia en su corazón sus caminos I e investiga sus secretos. | Sal en pos de ella como siguiéndole los pasos I y ponte al acecho en su camino; 24 Mira por sus ventanas | y escucha a sus25 puertas; Vigila cerca de su casa, | y en sus muros fija las cuerdas de su tienda; [ planta su tabernáculo junto a ella I y habita en su buena morada; 26 Pone sus hijuelos entre su follaje | y mora bajo sus ramas; 27 Se protege allí, a su sombra, del calor I y descansa en sus habitaciones. l Dichoso el varón que no peca con su boca I y no siente el remordimiento del pecado. 2 Dichoso aquel a quien no condena su corazón; | no verá defraudada su esperanza. 3 El hombre tacaño, ¿para qué quiere la riqueza?, I y al avaro, ¿de qué le sirve el oro?* 4 El que se impone privaciones amontona para otros, | y con sus bienes otros se darán buena vida. 5 El que para sí mismo es malo, ¿para quién será bueno? | Ni él disfruta de sus tesoros. 6 Nadie más necio que el que para sí mismo es tacaño, | y lleva ya en eso su cas- 1 C ' Así hará quien teme al Señor, | y tigo. *• •* quien se adhiere a la Ley lograra 7 Si hace algún bien, es sin darse cuen- la 2sabiduría. ta, | y al fin viene a descubrir su maldad. Como madre le saldrá al encuentro | esposa virginal le acogerá. 8 Es malo quien mira con envidia, I el y como 3 que vuelve su rostro y mira con desdén. Le alimentará con el pan de la inteli9 El ojo del codicioso no se sacia con su gencia I y le dará a beber el agua de la saparte; | y mientras busca lo del prójimo biduría. 4 pierde lo suyo. En ella se apoyará y no vacilará, I y a 10 El ojo envidioso mira con envidia el ella5 se adherirá y no será confundido. pan que otro come, I y a su propia mesa Le levantará por encima de sus compasiempre hay alborotos. ñeros, I en la asamblea le abrirá la boca. 6 11 Hallará en ella gozo y corona de aleHijo mío, según tus facultades, hazte bien a ti mismo | y ofrece al Señor ofren- gría, I recibirá en herencia nombre eterno. 7 das dignas. * Los insensatos no la logran, | ni la ve12 Acuérdate de que en el ades ya no rán8 los soberbios. hay goce, | de que la muerte no tarda y no Se aleja de la soberbia, | y los mendasabes cuándo vendrá. ces9 no se acuerdan de ella. 13 No puede alabarla el malvado, | porAntes de tu muerte haz bien a tu prójimo, | y según tus posibles ábrele tu mano que Dios no le dio parte en ella; 10 y dale. Porque la alabanza ha de estar en la 14 No te prives del bien del día | y no boca del sabio, | y el que la posee será dejes pasar la parte de goce que te toca. maestro en ella. 15 Mira que tienes que dejar lo tuyo El pecado n o viene de Dios para otros | y tu hacienda se la distribui11 rán tus herederos. No digas: «Mi pecado viene de Dios», I que no hace El lo que detesta. '* Da y toma y satisface tus deseos, 12 17 No digas que El te empujó al pecaQue en el ades no hay que buscar do,13 I pues no necesita de gente mala. * placer. 18 El Señor aborrece toda abominaComo vestido se envejece toda carne, I porque ésta es la ley desde el prin- ción I y evita que en ella incurran ios cipio : que has de morir. que le temen. 19 Como las hojas verdes de un árbol 14 Dios hizo al hombre desde el princifrondoso, | que unas caen y otras bro- pio I y le dejó en manos de su albedrío. tan, I así es la generación de la carne y ( 15 ) 16 Si tú quieres, puedes guardar sus de la sangre: I unos mueren y otros nacen. mandamientos, | y es de sabios hacer su 20 Toda obra humana se carcome, al voluntad. 17 fin se acaba, | y tras ella se va el que la Ante ti puso el fuego y el agua; | a lo hizo. que tú quieras tenderás la mano. H 3 1 í Los bienes deben ser administrados de modo que aprovechen al que los posee y a los ' ^1 1 demás, siendo en uno y otro caso instrumentos de la virtud. Las ofrendas sean dignas de Dios, que sólo acepta las que son efecto de la devoción y van adornadas por la justicia. Estas, al mismo tiempo que son a Dios gratas, son beneficiosas al que las ejerce, por cuanto le merecen las bendiciones del Señor. 15 12 Santiago completa esta doctrina sobre el origen del pecado (1,13-18). Ndear-Colunga ¿t 738 ECLESIÁSTICO 15-17 18 Ante el hombre están la vida y la muerte; | lo que cada uno quiere le será dado. 19 P o r q u e grande es la sabiduría del Señ o r ; | es fuerte, poderoso y t o d o lo ve. 20 Sus ojos se posan sobre los q u e le temen | y conoce todas las o b r a s del hombre. 21 A ninguno manda obras impíamente, | a ninguno da permiso para pecar. Dios es justo •I n 1 N o te agrades de tener muchos * O hijos inútiles p a r a el bien, | n i te complazcas en hijos malvados. | P o r muchos que tengas, n o te alegres d e ello, | si n o i,cnen el temor del Señor. 2 N o confíes en ellos | n i tengas esperanza en su posteridad; 3 Porque m á s vale u n o bueno q u e mil malos. 4 Y m á s morir sin hijos que tenerlos impíos. 5 P o r q u e p o r u n solo sensato prospera u n a ciudad, I y u n a tribu d e inicuos la devasta. 6 M u c h o d e esto h e visto con mis ojos | y aun cosas m á s graves oyeron mis oídos. 7 E n la asamblea d e los pecadores se encenderá el fuego | y en la nación rebelde se inflama la ira. 8 N o perdonó a los antiguos gigantes, | que, confiados en su fuerza, se rebelaron; 9 N i perdonó a los convecinos de Lot, | que se atrajeron la cólera p o r sus abominaciones. 10 N o se compadeció del pueblo destin a d o a la ruina, | d e los que p o r sus pecados fueron exterminados. 11 N i de los seiscientos mil infantes | que se dejaron llevar d e su corazón rebelde. U n o solo que endurezca su cerviz, | será maravilla si queda i m p u n e ; 12 Porque hay en El misericordia y c ó lera; ¡ aguanta y perdona, | m a s sobre los impíos derrama su ira. 13 C o m o es grande su misericordia, así es severo su castigo, | juzgará al h o m b r e según sus obras. 14 N o escapará el pecador con sus rapiñas, | n i se frustrará la esperanza del justo. 15 Recompensa a todos los misericordiosos, | y cada u n o recibirá según sus obras. D e Dios nadie se esconde 16 N o digas: « M e esconderé del Señor; | allá en las alturas, ¿quién se acordará de mí?» 17 Entre tantos pasaré inadvertido; | ¿qué soy yo en medio de todos?» 18 M i r a : el cielo y los cielos de los cielos, I el abismo y la tierra, tiemblan en s u presencia. 19 Igualmente los montes y los cimientos de la tierra | se estremecen c u a n d o los mira El. 20 Y te dices: «¿Va a mirarme a mí, 2 1 A conocer todos mis caminos? | Si peco, ¿me verán sus ojo"? 22 Si miento a escondidas, ¿lo sabrá? | ¿Conocerá también mis obras de justicia? | ¿Qué puedo esperar p o r vivir a t a d o p o r la ley?» 23 Asi piensa el insensato. Dios, creador de todo Óyeme, hijo mío, y aprende sabiduría, I y pon dentro de tu corazón mis palabras. 2 5 Expondré c o n sensatez mis pensamientos, I ponderadamente m i doctrina. 26 C u a n d o el Señor desde el principio hizo sus obras, | desde el principio las distinguió. 27 Las ordenó p a r a siempre y les asign ó su oficio I según su naturaleza. N o pasan hambre n i se fatigan | y n o interrumpen su trabajo. 28 N i n g u n o molesta al o t r o . 29 Y jamás desobedecerán sus m a n d a tos. 30 Después de esto miró el Señor a l a tierra | y la llenó d e sus bienes. 31 Cubrió la superficie de la tierra de animales de toda especie, ¡ que a ella han de volver. 24 Dios, creador del h o m b r e i El Señor formó al hombre de la tierra. 2 Y de nuevo le h a r á volver a ella. 3 L e señaló u n n ú m e r o contado d e días I y le dio el dominio sobre ella. | Lo vistió de la fortaleza a él conveniente | y le hizo según su propia imagen. 4 Infundió el temor de él en t o d a carne I y sometió a su imperio las bestias y las aves. * 5 Diole lengua, ojos y oídos | y u n corazón inteligente; 6 Llenóle de ciencia e inteligencia I y le dio a conocer el bien y el mal. n <|C l e Los impíos querrían persuadirse de qi : Dios estaba muy alto y no ve las cosas de aquí * " abajo (Job 22,13 ss.); pero los profetas h ;isten en la omnisciencia de Dios, a la que nada se escapa (Sal 139,8-16). 17 4 Muy hermosamente declara Dios esta idea en Gen 9,3. 739 ECLESIÁSTICO 17-18 31 El sol preside al ejército de los altos L e dio ojos | para q u e viera la grancielos, I pero el h o m b r e es polvo y ceniza. deza de sus obras, * 8 Para que alabara su n o m b r e santo | y pregonara la grandeza de sus obras. •J Q 1 El que vive eternamente crió jun9 Y añadióle ciencia, | dándole en pose- * O tamente todas las cosas. | Sólo el sión una Ley de vida. Señor es justo. * 10 2 Nadie puede dignamente d a r a conoEstableció con ellos u n pacto etercer sus obras. n o I y les enseñó sus juicios. 3 11 ¿Quién investigará sus grandezas? Contemplaron sus ojos la grandeza 4 El poder de su majestad, ¿quién lo de su gloria, | y sus oídos oyeron su m a jestuosa voz, I y les dijo: « G u a r d a o s de cantará, I y quién p o d r á enumerar sus misericordias? t o d a iniquidad». 12 s N a d a hay q u e quitar a su obra, nada Y les dio m a n d a t o s acerca d e su p r ó que añadir, | y nadie es capaz de investijimo. 13 El mira siempre sus caminos | y n a d a gar las maravillas del Señor. 6 C u a n d o el h o m b r e cree acabar, ense esconde a sus ojos. 14 tonces comienza, | y c u a n d o se detiene D i o a cada nación u n jefe, * 5 se ve perplejo. 1 Pero Israel es la porción del Señor. 7 16 ¿Qué es el h o m b r e y de qué sirve? I Todas sus obras están ante El como ¿Qué tiene de bueno y q u é de malo? está el sol, | y sus ojos están de continuo 8 sobre sus caminos. El n ú m e r o de los días del hombre, a 17 Sus injusticias no se le ocultan, | y más tirar, son cien a ñ o s ; ¡como u n a gota todos sus pecados están delante del Se- de agua en el mar, [ c o m o u n grano de arena, así son sus pocos años a la luz del ñor. 18 La misericordia del h o m b r e es como día de la eternidad. 9 Por eso el Señor es magnánimo con sello ante El, | y tiene cuenta del beneficio hecho al h o m b r e como d e la propia pu- ellos I y derrama sobre ellos su misericordia. pila. 19 10 Vo y conoce q u e su fin es desventuLuego se alzará para darle su recompensa, I y echará sobre la cabeza de cada rado, 11 u n o el pago de sus obras. I Y por eso muliiplíca sus piedades. 12 20 L a misericordia del hombre es para Sin embargo, perdona a los q u e se arrepienten | y consuela a los que pierden con su prójimo; | la del Señor, para con toda carne. la esperanza. 13 Arguye, instruye y enseña, I y redu21 Vuélvete al Señor y deja los pecados; 22 ce como pastor a su rebaño. Suplícale y enmienda las ofensas. 14 23 Tiene piedad de quien recibe su enConviértete al Altísimo y apártate de la iniquidad, | y aborrece de corazón todo señanza, I de quien es diligente en cumlo abominable. | En el ades, ¿quién alaba- plir sus preceptos. rá al Altísimo La buena conversación (24) 25 p o r i o s vivos que le tributan alabanzas? 15 Hijo mío, tus beneficios no los acom26 El muerto, como el que n o existe, ya pañes de reproches, | ni tus obsequios de no alaba; * palabras amargas. 27 i" El rocío refresca los ardores del sol, I El vivo y el sano, ése alabará al Señor. y así la buena palabra es mejor que el don. 17 28 U n a buena palabra es mejor q u e u n ¡Cuan grande es la misericordia del Señor I y su piedad para los que se vuel- obsequio, | pero el h o m b r e benéfico une ven a El! la u n a al otro. 29 1 8 El necio hace groseros reproches, | Pues n o es del t o d o perfecto el h o m bre ! ni es inmortal el hijo del hombre. y el don del envidioso hace mal a Jos ojos. 19 30 Antes de hablar, aprende, | y antes ¿Qué más refulgente que el sol? | Y aun él se eclipsa. [ ¿Cuánto más el h o m - de la enfermedad, cuídate. 20 bre, cuya fuerza es carne y sangre? Antes del juicio examínate a ti mis7 7 Los ojos del entendimiento, que Dios nos ha dado, en esto principalmente deben ejercitarse: en contemplar la belleza de las obras de Dios y conocer por ellas a su Hacedor. 14 La divina Providencia, que todo lo hace con orden, dio a cada nación su autoridad que la gobernase: pero se reservó para sí el gobierno de Israel y el darle las leyes apropiadas a sus destinos mesiánicos. 26 El Eclesiástico, desconocedor de la manera de vivir en el seol, invita a que se aprovechen los días de esta vida en alabar a Dios. •f Q 1 En este texto pretendía apoyar San Agustín su concepción de que Dios habla creado * ^ todas las cosas a la vez y que los seis días tenían solamente un valor literario. Lo más seguro es que el autor sagrado sigue la letra del Génesis y que no pretende excluir los días de la creación, sino decir que Dios creó todas las cosas, sin exceptuar ninguna. 740 ECLESIÁSTICO 18-19 mo, | y en la hora de la visitación hallarás21 piedad. Antes de enfermar, humíllate, I y si pecas, conviértete. 22 No dejes de cumplir a su tiempo tus votos, | no aguardes a la muerte para ello. 23 Antes de hacer un voto, míralo bien, | no2 4seas como quien tienta al Señor. * Acuérdate de la cólera del día postrero, ¡ del día de la venganza, cuando Dios aparta su rostro. 2 5 Al tiempo de la abundancia acuérdate del hambre, | de la pobreza y de la necesidad en los días de la riqueza. 2 6 C o m o cambia el tiempo desde el amanecer hasta la tarde, | así todo pasa rápidamente ante el Señor. 27 El hombre sabio está siempre alerta, | y en el día de la tentación se guarda del28 pecado. Del sensato es aprender sabiduría | y alabar a quien la halla. 29 Los que escuchan sabias sentencias se hacen sabios, | y derraman como lluvia los proverbios oportunos. 7 No esparzas la maledicencia, | y así nadie te afrentará. 8 No descubras tu corazón ni al amigo ni al enemigo, | si puedes hacerlo sin incurrir9 en pecado, * Porque quien te oyere, se pondrá en guardia contra ti, | y llegada la ocasión se te 10 mostrará enemigo. ¿Has oído algo? Pues quede sepultado en ti, ! y no temas, que no te hará reventar. 11 Al necio eso le aflige, | como la criatura a la parturienta. 12 Como flecha clavada en el muslo, | así es una de esas cosas en el seno del necio. 13 Habla a tu prójimo, no sea que no lo haya hecho, | y si lo hizo, que no lo repita. 14 Habla a tu amigo, no sea que no lo haya dicho, | y si lo dijo, que no vuelva a decirlo. 15 Habla a tu amigo, que muchas veces se 16calumnia. Y no creas de ligero cualquier cosa, | que muchas veces se desliza uno, pero sin intención. 17 Porque ¿quién es el que no peca con su lengua? | Amonesta al prójimo antes de reñirle, Y da lugar a la Ley del Altísimo. Moderación No te dejes llevar de tus codicias | y cohíbete tus deseos. 31 Si das a tu alma la satisfacción de tus apetitos, [ te harás la burla de tus eneL a sabiduría verdadera y la falsa migos. 32 18 No te des a la buena vida | ni te enToda sabiduría consiste en el temor tregues al placer. de Dios | y está en el cumplimiento de 33 No te des a comer y beber con dine- la Ley. ro prestado, | cuando nada te queda en 19 No es sabiduría la ciencia de la malla bolsa. dad | y no hay prudencia en los consejos de20los pecadores. •j Q i El dado a la embriaguez jamás se Hay una sabiduría que es execrable, | •!• ** hace rico; | el que desprecia lo po- y hay necios que ni siquiera saben hacer co, poco a poco se precipitará. el mal. 2 El vino y las mujeres extravían a los 21 Mejor es con poca inteligencia temer sensatos. a Dios | que con mucha traspasar la Ley. 3 22 El que frecuenta las meretrices se hará Hay una sutileza verdadera, pero que un desvergonzado, I la corrupción y los traspasa la justicia. 23 gusanos serán su herencia, | y el procaz Y que pervierte el derecho para mosva4 a la ruina. trar el ingenio. | Hay quien va encorvado El que es fácil en creer de ligero | y en y enlutado, | pero en su interior está lleno esto peca, a sí mismo se perjudica. de engaño. 24 Lleva la cabeza baja I y se hace el Discreción en creer y en hablar sordo, | pero cuando menos lo piensas se (5) * 6 El que se goza en el mal será te 25echa encima. Y aunque no tenga fuerzas para ello, | condenado, | y el que lleva y trae chisen cuanto tenga ocasión te hará el mal. mes y cuentos está falto de sentido. 30 23 Este versículo admite ser interpretado en dos sentidos. Primero, el que damos en el texto: antes de hacer un voto mira cómo lo puedes cumplir, y no tientes a Dios con tu incumplimiento. El otro es el que nos da la Vulgata: «Antes de orar prepara tu alma», sentido más espiritual y muy querido de nuestros maestros espirituales. Q 5 El v.5 se lee en el códice alejandrino y en la Vulgata: «Quien se complace en la iniquidad ** quedará infamado; quien odia la corrección acorta su vida; quien aborrece la locuacidad extingue la maldad». 8 Los antiguos decían que las cosas de los amigos son comunes, sin excluir, claro es, las más íntimas; pero esto tiene sus límites, y hay cosas que sólo comunica uno con Dios y ahora con el confesor, que hace sus veces. 1 741 ECLESIÁSTICO 19-21 22 L a palabra del necio no es bien re26 Por su aspecto se descubre el h o m bre, | y p o r su semblante el prudente. cibida, I porque la dice fuera de tiempo. 27 El vestir, el reir y el andar | denunSentencias varias cian lo que hay en él. 23 Hay quien de pobre no puede ni pe28 H a y quien reprende importunamenI y no es perturbado en su reposo. te | y hay quien calla, m o s t r a n d o su pru- car, 24 Hay quien por respetos humanos dencia. pierde su alma, I y se da por perdido L a discreción en hablar ante la mirada de un necio. nn l Mejor es reprender que guardar 25 Hay quien por respeto humano pro4 U rencor. | Quien confiesa su culpa mete al amigo | y por una nonada se le se ahorrará el daño. hace enemigo. 26 Es infamia en el hombre la menti2 Como eunuco que pretende desflorar ra, I que se halla siempre en los labios a una doncella 3 Es el que a la fuerza hace la justicia. de27los insensatos. 4 Es preferible el ladrón al mentiroBueno es que el corregido manifieste arrepentimiento; I así huirá del pecado so; I uno y otro tendrán por heredad la perdición. voluntario. 5 28 Hay quien callando se muestra saEl fin del embustero es la deshonbio | y quien se hace odioso por su mu- ra, I y lleva siempre encima su deshonor. cho hablar. Parábolas 6 Hay quien calla porque no tiene qué 29 responder | y hay quien calla esperando El sabio en palabras crecerá en digsu7 vez. nidad, I y el hombre prudente agradará a El sabio se calla hasta el momento los magnates. 30 oportuno; | el necio no sabe aguardar El que cultiva la tierra aumentará sus su tiempo. parvas, | y el que agrada a los grandes, de 8 El que mucho habla molesta, I y el tuerto hará derecho. 31 que en hablar no guarda medida se hace Regalos y dones ciegan los ojos de odioso. los sabios I y son como bozal en la boca 9 Hay éxitos que para el hombre se con- para la reprensión. 32 vierten en mal | y hallazgos que le traen Sabiduría oculta y tesoro escondidaño. do,33 I ¿de qué sirven la una y el otro? io Hay dones que de nada sirven | y Mejor hombre el que esconde su nehay otros cuyo provecho es doble. cedad I que el que oculta su sabiduría. ii A veces la prosperidad origina la huLa huida del pecado millación, | y la humillación hace erguir O í 1 Hijo, ¿has pecado? No vuelvas la cabeza. 12 Hay quien compra muchas cosas por ^ A a pecar más | y ora por los pecados anteriores. poco | y hay quien las paga siete veces. 13 El discreto en hablar se hace ama- 2 Como de la serpiente, huye del pecable, | pero las gracias del necio se des- do,3 I porque si te acercas, te morderá. precian. Dientes de león son los suyos, | que i 4 ü o n de necio no te aprovechará, | dan muerte a los hombres. 4 porque en vez de un ojo tiene siete. Toda iniquidad es como espada de 15 Da poco y echa en cara mucho, | y dos filos; I no hay medicina para su llaga. 5 lo pregona a boca llena. Violencia y soberbia aniquilan la ha16 Hoy presta y mañana exigirá; | seme- cienda, I y será asolada la casa del orgujante hombre es aborrecible. lloso. 17 Dice el necio: «Yo no tengo amigos, | 6 La queja del pobre va de su boca al no18hay gratitud para mis buenas obras. oído de Dios, | y el juicio viene prestaLos que comen mi pan son malas mente contra el opresor. 7 lenguas». | ¡Cuántos y cuántas veces se El que aborrece la reprensión va por burlarán de él! los pasos del pecador; | el que teme al (19) * 20 Mejor es caer en el suelo que Señor se convierte de corazón. 8 caer por la lengua. | La caída de los maDesde lejos se conoce al lenguaraz en los llega apresuradamente. el 9hablar; | el discreto encubre las faltas. 21 Es bocado sin sal gracia dicha a desEl que levanta con bienes ajenos su tiempo; I está siempre en la boca de los casa I es como el que amontona piedras insensatos. para su sepultura. * Oí) ^ ^ 19 La Vulgata: «No sabe distribuir ni lo que debía reservar ni lo que debía gastar». Que gasta sin tino ni discreción. 21 9 Eso son los bienes mal adquiridos, que el poseedor no se apropió en justicia, llevando sobre quien así los adquirió La responsabilidad del pecado. 742 ECLESIÁSTICO 21-22 2 Se parece a una bola de estiércol, I 1° Montón de estopa es banda de imquien la coge se sacude las manos. píos; | la llama del fuego será su fin. 11 El camino de los pecadores está enE l hijo m a l educado losado, | pero su fin es la sima del ades. 3 Es deshonra del padre haber engendrado un hijo indisciplinado; | una hija Sabiduría y necedad asi4 le nace para su daño. 12 El que guarda la Ley es dueño de sí. La hija prudente es un tesoro para 13 Y el fin del temor de Dios es la sabi- su marido; | la desvergonzada será fuente duría. de5 disgustos para el que la crio. 14 No es educado el que no es prudente; La hija necia confunde a su padre y a 15 Pero hay una prudencia que acarrea su marido, | y por ambos será despreciada. 6 mucha amargura. La música en el duelo es cuento fuera 16 La ciencia del sabio crece como una de tiempo, | pero los castigos y la disciinundación, | y su consejo es como una plina son siempre oportunos. * fuente de vida. 17 El corazón del necio es como un vaso E l necio 7 roto, | no retiene la sabiduría. Como quien compone un cacharro 18 El hombre sabio oirá una palabra dis- roto es el que enseña a un necio; 8 creta, | la alabará y le añadirá algo más; | Es despertar a un dormilón que duerpero la oye el descontentadizo, y mostrara me profundo sueño. 9 su 19desagrado | y se la echa a las espaldas. Es hablar con un dormido el hablar La conversación del necio es como con un necio, | que al fin acabará por decarga en el camino, | pero en los labios cir: «¿Qué pasa?» del20 prudente se halla complacencia. 10 Llora al muerto, pues se extinguió su El parecer del prudente es requerido luz, | y llora al necio, pues se extinguió en la asamblea, | y a lo que dijere pon- su inteligencia. drán mucha atención. n No llores demasiado por un muer21 Como casa en ruina es la sabidu- to, pues ha logrado el reposo; ría para el necio; I y la ciencia, para el i 2 La vida del necio es peor que la insensato, es palabra ininteligible. muerte. 22 13 Grillos en los pies es la disciplina para El duelo por un muerto dura siete el insensato, | y como esposas en su mano días, | pero el duelo del necio y del imderecha. pío,4 todos los días de su vida. * 23 El necio, cuando ríe, ríe estrepitosa1 Con el necio no hables demasiado, | mente, | el discreto apenas sonríe por lo ni vayas con el insensato. bajo. 15 Guárdate de él si quieres evitar el 24 Como joya de oro es para el pruden- fastidio, I y no te manchará con su conte la disciplina, | como brazalete en su tacto. brazo derecho. i* Apártate de él y tendrás descanso, | 25 Los pies del necio son ligeros para y no tendrás que sufrir de su necedad. entrar en las casas, | pero el varón dis17 Que es más pesado que el plomo; I creto se recela de entrar. y ¿cómo llamarle sino necio? 26 El necio desde la puerta curiosea, | el i 8 Carga de arena, de sal, de hierro, I prudente se detiene fuera. son más fáciles de sobrellevar que un 27 Es una grosería escuchar a las puer- necio. tas; | el prudente se avergüenza de haL a fortaleza cerlo. 28 19 El maderamen bien ensamblado de Los labios de los necios dicen necedades, | las palabras del prudente pesan un edificio | no lo desencaja un terremoto, I así el corazón afirmado en consejo en29la balanza. maduro. En la boca del necio está su corazón; | bien 20 No vacila en tiempo alguno. | Coy en la boca del sabio el suyo. 30 razón que se apoya en pensamiento saCuando el impío maldice a su enebio I es como revoque mezclado con aremigo, | se maldice a sí mismo. 31 Mancha su alma el murmurador | y na2 en muro liso. i Empalizada que no se hinca bien | es aborrecido en la vecindad. no22se sostiene contra la fuerza del viento; Así el corazón tímido, apoyado en n n i Se asemeja el perezoso a una pe« « Ha de barro, | todos silban sobre necios pensamientos, | no resiste al temor. su infamia. 6 Los griegos empleaban la música en las manifestaciones de duelo; pero no los hebreos, que no concebían la música sino como expresión o excitante de alegría. 13 Esta debía de ser la ley ordinaria, porque en casos extraordinarios se prolongaba hasta un mes, como se lee de Arón (Núm 20,20) y de Moisés (Dt 34,8). 22 743 L a amistad (23) 24 Q u i e n los ojos s e frota saca lágrimas, I y el que se punza el corazón descubre sus sentimientos. 25 Quien tira una piedra a los pájaros los espanta; I el que afrenta al amigo rompe la amistad. 26 Si desenvainaste la espada contra el enemigo, | no desesperes, todavía hay remedio. 27 Si hiciste reproches al amigo, | no temas, que hay lugar a la reconciliación. I Pero ultrajar, revelar secreto, traicionar, I son cosas que espantan a todo amigo. 28 Sé fiel al amigo en su pobreza, | para que así goces de sus bienes en la prosperidad. 29 Permanece a su lado en el tiempo de la tribulación, | para que tengas parte 30de su ventura. Antes del fuego sale por la chimenea el humo, | así a la sangre preceden los insultos. 31 No me avergonzaré de defender a mi amigo | ni me ocultaré de él, | que si algún mal me sucede por él, 32 A él le echarán todos la culpa. O r a c i ó n pidiendo preservación del m a l 33 ¡Quién pusiera un guarda a mi boca I y un sello de circunstancias a mis labios I para que por ellos no caiga | y no me pierda mi lengua! ECLESIÁSTICO 22-23 8 Que por los labios es cogido el pecador I y vienen a caer el maldiciente y el 9soberbio. No te habitúes a proferir juramentos.* i°Ni a pronunciar el nombre del Santo; 11 Pues como el esclavo puesto de continuo a la tortura I no está libre de cardenales, I así el que siempre jura y profiere el nombre de Dios | no se verá limpio2 de pecados. i Hombre que mucho jura se llenará de iniquidades | y el azote no se apartará de su casa. 13 Si uno peca, el pecado pesará sobre él, I y si no tiene cuenta, pecará doblemente. 14 El que jura en vano no está exento de culpa, | y su casa estará llena de penas. 15 Hay modos de hablar que llevan a la muerte; I lejos estén de la descendencia de Jacob. 16 pues todo esto debe estar muy lejos del varón piadoso, | y así no se verá enredado en el pecado. 17 No habitúes tu lengua a libertina disciplina, | que va acompañada del hablar pecaminoso. 18 Acuérdate de tu padre y de tu madre I cuando te sientes en medio de los 9grandes; * 1 No sea que, olvidándote de ellos en su presencia, I vengas a hacer el necio, y querrías entonces no haber nacido. 2 <> Hombre de hablar vituperable | no llegará en su vida a la sabiduría. n o ! Señor, Padre, Soberano de mi £tO v j(j a> 1 no permitas que por ellos caiga. El adulterio 2 ¡Quién me diera que manejases el 2 azote contra mis pensamientos, | y con1 Dos suertes de hombres multiplican tra mi corazón la disciplina de la sabi- los pecados I y una tercera atrae la códuría, I sin compasión a mis faltas, | para lera: 22 que no incurra en pecados de lengua, El que se abrasa en el fuego de sus 3 Para que no se multipliquen mis ye- apetitos, I que no se apaga hasta que del rros y se acrecienten mis pecados, | y todo le consume; 23 venga a caer ante el enemigo | y éste El hombre impúdico consigo misse 4regocije al verlo! mo, I que no cesará hasta que su fuego Señor, Padre y Dios de mi vida, | no se extinga; 24 me5 abandones a sus sugestiones. El hombre fornicario, a quien todo No me haga altivo de ojos; | apar- pan le es dulce, | que no se cansará ta de mí toda mala inclinación; mientras no muera; 6 No se adueñen de mí los placeres del 25 El hombre infiel al propio lecho convientre y de la sensualidad | y no me yugal, I que dice para sí: «¿Quién me ve? 26 entregues al deseo lascivo. La obscuridad me cerca y las paredes me ocultan, | nadie me ve, ¿qué Disciplina de la lengua tengo que temer? | El Altísimo no se da 7 Escuchad, hijos míos, la disciplina de cuenta de mis pecados». 27 la lengua, | que el que la guarda no será Sólo teme los ojos de los hombres. 28 cogido en falta. Y no sabe que los ojos del Señor | O í f La doctrina de este pasaje sobre el juramento supone una costumbre muy extendida de " • ^1 8 jurar y justificar el precepto del Señor en Mt 5,33-37, repetido por Santiago (5,12). Supone el texto que se trata de nacimiento humilde, para que no se engría considerando sólo la compañía y pretendiendo igualarse con ella. 744 ECLESIÁSTICO 23-24 son mil veces m á s ciatos que el sol I y q u e ven t o d o s los caminos de los h o m bres | y penetran hasta los lugares m á s escondidos. 29 Antes que fueran creadas todas las cosas, ya las conocía El, I y lo mismo las conoce después de acabadas. 30 Será aquél castigado en las plazas de la ciudad, | y donde menos lo sospec h a será cogido. (3t) 32 Así también la mujer q u e engaña a su marido | y de un extraño le da un heredero; 33 P o r q u e en primer lugar desobedeció a la Ley del Altísimo, I y además pecó contra su m a r i d o ; I y en tercer lugar cometió adulterio, I dándole hijos de var ó n extraño. 34 Esta será llevada ante la asamblea I y recaerá sobre sus hijos la d u d a ; * 35 Sus hijos n o echarán raíces I ni sus r a m a s d a r á n fruto. 3 * Dejará u n a memoria de maldición, | y su deshonra n o se borrará. 37 Y los supervivientes conocerán que n a d a hay mejor que el t e m o r del Señ o r | y nada más dulce que atenerse a sus mandamientos. E l o g i o d e la sabiduría l n i L a sabiduría se alaba a sí mis« » m a | y se gloría en medio de su pueblo; 2 En la asamblea del Altísimo abre su boca | y en presencia de su majestad se gloría. * ( 3 ,4) * 5 Y o salí de la boca del Altísimo, 6 Y como nube cubrí t o d a l a tierra. 7 Y o habité en las alturas I y m i t r o n o fue columna de nube. 8 Sola recorrí el círculo de los cielos I y me paseé por las profundidades del abismo. 9 Por las ondas del m a r y p o r toda la tierra. lOEn t o d o pueblo y nación imperé; u E n t o d o s busqué descansar | p a r a establecer en ellos mi morada. 12 Entonces el Criador de todas las co- sas m e ordenó, | m i Hacedor fijó el lugar de mi habitación.* 13 Y me dijo: Habita en Jacob | y establece tu tienda en Israel. M o r a e n Israel Desde el principio y antes de los siglos m e creó I y hasta el fin n o dejaré de ser. | E n el tabernáculo santo, delante de él ministré,* 15 Y así tuve en Sión m o r a d a fija y estable, I reposé en la ciudad de El a m a da, I y en Jerusalén tuve la sede de mi imperio. 16 Eché raíces en el pueblo glorioso, I en la porción del Señor, en su heredad. 14 S u s gracias i ' C o m o cedro del L í b a n o crecí, | como ciprés de los m o n t e s del H e r m ó n . is Crecí c o m o palma de Engadi, I como rosal de Jericó. 19 C o m o hermoso olivo en la llanura, I c o m o plátano junto a las aguas. 20 C o m o la canela y el bálsamo a r o m á tico exhalé mi a r o m a | y c o m o la mirra escogida di suave olor. 2 i C o m o gálbano, estacte y alabastrin o vaso de perfume, | c o m o n u b e de incienso en el tabernáculo. 22 C o m o el terebinto extendí mis r a mas, | ramas magníficas y graciosas. 23 C o m o vid eché hermosos sarmientos | y mis flores dieron sabrosos y ricos frutos. 24 Y o soy la m a d r e del a m o r , | del temor, de la ciencia y de la santa esperanza. (25) * 26 Venid a mí cuantos m e deseáis | y saciaos de mis frutos. 27 P o r q u e recordarme es m á s dulce que la miel, | y poseerme, m á s rico que el panal de miel. (28) * 29 Los que m e coman quedarán con h a m b r e de mí, I y los que m e beban quedarán de mí sedientos. 30 El que m e escucha jamás será confundido, | y los que m e sirven no pecarán. 34 La mujer adúltera debia ser apedreada por el pueblo (Dt 22,22-24), y este pecado ponía en duda la legitimidad de sus hijos, induciendo a sospechar si serían también hijos de pecado. O A, 2 La asamblea del Altísimo era la reunión del pueblo que concurría a las fiestas anuales en ~ *4 el templo (Sal3 22,23). La Vulgata: « En medio de su pueblo será ensalzada y admirada en la congregación plena de los santos; 4 Recibirá alabanzas de la muchedumbre de los escogidos y será bendecida entre los benditos». 12 La Sabiduría divina se halla difundida sobre todas las obras de Dios, y los pueblos todos pueden conocerla, y por ella a Dios; pero en Israel esa misma Sabiduría se halla en la Ley, y por ella puede conocer mejor al Señor. Esta es la sabiduría y la gloria de Israel, que le distingue de todos los pueblos (Dt 4,6). 14 La expresión «antes de los siglos», «antes de ia creación del mundo» y otras tales significan desde la eternidad. Sobre la creación de la sabiduría véase lo dicho en la nota a 1,4. 25 La Vulgata: «En mí está toda ia gracia del camino y de la verdad, en mí toda esperanza de la vida y de la virtud». 28 \ La Vulgata: «Perdurará mi memoria en la serie de los siglos». 745 E s t á e n la L e y (31) * 32 El libro de la alianza de Dios Altísimo es todo esto, I la Ley que nos dio Moisés en heredad a la casa de Jacob. (33,34) * 35 Llena de sabiduría como de agua el Pisón, | como el Tigris en días primaverales; 36 Llena de inteligencia c o m o de agua el Eufrates | y c o m o el J o r d á n en los días de la mies. 37 Rebosa como de agua rebosa el Nilo | y c o m o el G e ó n en los días de la vendimia. * 38 El primero no acabó de conocerla I ni el último la agotará; 39 Porque su pensamiento es m á s profundo que el m a r | y su consejo más profundo que el gran abismo. (40)4] C o m o canal derivado del río, | c o m o acueducto que entra en un jardín. 42 D í j e m e : Y o regaré mi jardín | e inundaré mis bancales; 43 Y mi bancal se hizo u n río, I y mi río se hizo un mar. 44 Más que la aurora quiero que brille la doctrina, | y la haré resplandecer hasta muy lejos. (45) * 46 Quiero derramar mi doctrina c o m o profecía | y legarla a las generaciones remotas. 47 Ved que n o laboro sólo para mí, | sino p a r a todos los que buscan la sabiduría. T r e s c o s a s gratas ECLESIÁSTICO 24-25 6 ¡Cuan bien sienta a los cabellos blancos el juicio, I y a los ancianos el consejo! 7 ¡Qué bien dice la sabiduría a los ancianos, I y la inteligencia y el consejo a los nobles. 8 La corona de los ancianos es su rica experiencia, | y el temor del Señor, su gloria. Cosas laudables 9 Nueve cosas a l a b o en mi corazón | y la décima la diré con mi lengua: 1° El varón superviviente en sus hijos, j el que en vida ve la ruina de sus enemigos, * u Quien convive con mujer discreta, I quien n o peca con su lengua, quien no sirve a u n o inferior a él, 12 Quien halló u n b u e n amigo | y quien habla a oídos que le escuchan. 1 3 ¡Cuan grande es el sabio!, pero nadie aventaja al que teme al Señor. 1 4 A t o d o sobrepuja el temor del Señor. 15 El que lo tiene, ¿a quién compararle? (ló, 17) * 18 prefiero cualquier llaga a llaga del corazón. 19 Y cualquier maldad, a la maldad de la mujer. 20 Cualquiera miseria, a la miseria de los que se aborrecen. 2X Y cualquier venganza, a venganza de enemigo. 22 N o hay veneno sobre el veneno de la serpiente I y n o h a y cólera sobre la cólera de la mujer. 23 Prefiero m o r a r con un león o un dragón | a habitar con u n a mujer maligna. La mujer mala *%C ' E n tres cosas se complace mi « « * alma, | hermosas ante el Señor y ante los h o m b r e s : 2 L a c o n c o r d i a e n t r e h e r m a n o s , la amistad entre los prójimos I y la armonía entre mujer y marido. 3 24 Aborrece mi alma tres suertes de genL a maldad de la mujer demuda su tes, I cuya vida m e da en rostro: rostro I y hace su semblante c o m o de 4 P o b r e soberbio, rico embustero | y o s o ; I su marido, sentado entre amianciano adúltero y necio. gos, [ sin quererlo, solloza amargamente. (25) 26 Ligera es toda maldad comparaL a c o r o n a d e la a n c i a n i d a d da con la maldad de la mujer;!caiga 5 Si n o cosechaste en la juventud, | sobre ella la suerte de los pecadores. 27 ¿cómo lo hallarás en la vejez? L o que u n a cuesta arenosa para los 31 33 La Vulgata: «Los que me honran obtendrán la vida eterna». La Vulgata: « 33 Dio a Moisés una ley formulada en preceptos justos, la herencia de la casa de Jacob y las promesas de Israel; 3 4 Prometió a David, su siervo, que de él nacerla un rey tortísimo, que se sentaría en su trono para siempre». 37 Geón igual al Nilo, con el cual identifica el autor el Guijón del paraíso (Gen 2,13). 45 La Vulgata: «Penetraré en las partes más profundas de la tierra, el seol; echaré una mirada sobre todos los dormidos, los muertos, e iluminaré a los que esperan en el Señor». p K 1Q No ofrece dificultad el que se considere dichoso al varón que muere lleno de días y de^ ^ jando una larga posteridad, pues ésa es una de las bendiciones que Dios prometía a los justos. Para hacerse cargo de la segunda parte conviene recordar cómo los Salmos nos presentan el mundo dividido en dos bandos: el de los justos, que representaban la causa de Dios, y el de los impíos, que le son contrarios. Los enemigos de que el autor habla son los del justo, y, por tanto, los que Dios en su justicia humilla para hacer brillar esa justicia y fortalecer el ánimo de los justos. 16 Según el códice alejandrino y la Vulgata: o16 El temor de Dios es el principio de su amor, y la fe el principio de la adhesión a El. 1 7 La tristeza del corazón es una llaga completa, y una suma malicia la malignidad de la mujer». 746 ECLESIÁSTICO 25-27 pies del anciano I es la mujer deslenguada para un marido comedido. 28 N o te dejes seducir por la hermosura de29una mujer | ni la desees. Esclavitud, ignominia y vergüenza 30 Es la mujer que domina al marido. 31 Abatimiento del ánimo, tristeza del rostro I y llaga del corazón es la mujer32malvada. Manos flacas y rodillas débiles ! tiene el marido a quien su mujer no hace dichoso. 33 Por la mujer tuvo principio el pecado34 | y por ella morimos todos. No dejes que se te escape el agua | ni 35des autoridad a la mujer mala. Si no va de tu mano, | sepárala de ti. L a mujer mala y la virtuosa o /» i Dichoso el marido de una mu« " jer buena; I el número de sus días será doblado. 2 La mujer de valer alegra a su marido, | cuyos arios llegarán en paz a la plenitud. 3 La mujer de valer es una fortuna, | los4 que temen al Señor la tendrán. Y sea rico, sea pobre, | su corazón será feliz y en todo tiempo mostrará rostro alegre. 3 De tres cosas tiene miedo mi corazón | y de una cuarta temo mucho: 6 La maledicencia en la ciudad, motín de7 la muchedumbre Y la calumnia; todas tres son peores que la muerte. 8 Dolor de corazón y duelo es la mujer9 celosa de otra Y un azote de lengua para cuantos viven con ella. 10 Yunta de bueyes inquietos es la mujer mala; | tocarla es como coger un escorpión. J1 Del todo enojosa es la mujer borracha, | que no ocultará su vergüenza. 12 La liviandad de la mujer se muestra en el descaro de su mirada | y en el pestañear de sus ojos. 13 Sobre la hija indócil redobla tu vigilancia, | no sea que hallando ocasión la 14aproveche. Vigila sin cesar a la descarada | y no15te maravilles si te la pega. Cual viajero sediento que abre la boca | a toda agua que encuentra, I así ella se sienta en cualquier parte | y abre su 16carcaj a cualquier flecha. La gracia de la mujer es el gozo de su 7marido. 1 Su saber le vigoriza los huesos. 18 Un don de Dios es la mujer callada,19 I y no tiene precio la discreta. Gracia sobre gracia es la mujer honesta. 20 Y no tiene precio la mujer casta. 21 Como resplandece el sol en los cielos, I así la belleza de la mujer buena en22su casa. Como lámpara sobre el candelera santo I es el rostro atrayende en un cuerpo23robusto. Columnas de oro sobre basas de plata I son las piernas sobre firmes talones en la mujer bella. (24) * 25 Hijo mío, guarda sana tu sangre juvenil I y no entregues a extrañas tu 26vigor. Teniendo tú un fértil campo, | conténtate con sembrar en él;* 27 Así tus retoños serán tuyos | y no derramarás tu simiente por doquier. 28 La mujer mercenaria es el desecho, | la casada es torre de muerte para quien se29le acerca. La mujer impía es el castigo del indigno; I la piadosa, el premio del que teme al Señor. 30 La mujer desvergonzada desconoce la vergüenza; | la honesta tiene vergüenza aun de su marido. 31 La desvergonzada debe ser tratada como un perro; | la que tiene vergüenza teme al Señor. 32 La mujer que honra a su marido es de todos tenida por sabia; | la que le desprecia es por todos conocida por impía. 33 El disputar de la mujer es pasajero, | es 34una fiebre ligera. La mujer regañona y ligera de lengua ! es como clarín de enemigo que incita a la respuesta. I Pero si el marido es como ella, regañón, | toda su vida se la pasarán en guerras. T r e s cosas tristes Dos cosas entristecen mi corazón | y una tercera excita mí cólera: 36 Rico reducido a la miseria, | varón famoso despreciado I y varón prudente que es menospreciado. 37 El que de la justicia cae en pecado, I a quien destina el Señor a la espada. 35 Peligro en los negocios ' Difícilmente se libra de culpa el mercader, I y el tendero no será sin pecado. 3 tyj 1 Por amor del dinero muchos in« » curren en pecado, I que el que busca enriquecerse cierra los ojos. 2 ( ¡ ! 4 La Vulgata: «Cimiwtos sólidos sobre roca finne son los mandamientos de Dios en el " "26 corazón de la mujer santa». Los w.26-34 están tomados del códice alejandriao y no se hallan en la Vulgata. 747 ECLESIÁSTICO 27-28 2 En huecos de piedras se fija el poste, I y entre el comprar y el vender se hinca el pecado. ( 3 ) 4 Si no te ases fuertemente al temor de Dios, I pronto será derribada tu casa. 5 Zarandeando la criba, quedan las granzas ; I así los defectos del nombre cuando se le remueve. Discreción en el hablar El horno prueba los vasos del alfarero, I la prueba del hombre es su conversación. 7 El árbol bien cultivado se conoce por sus frutos, I y el corazón del hombre por8 la expresión de sus pensamientos. Antes de oírle hablar no alabes a nadie, | porque la palabra es la prueba del9 hombre. Si persigues la justicia, la alcanzarás,10 I y te la vestirás como rica túnica. Las aves se aparean con sus semejantes, I y la lealtad viene al encuentro de11los leales. El león acecha la presa; | lo mismo el 12pecado a los que hacen injusticia. La conversación del piadoso es siempre con sabios; | el necio muda como la luna. 11 Este aguarda la ocasión para irse con insensatos, I aquél permanece siempre14 con los reflexivos. La conversación de los necios es detestable, I y su risa resuena en orgias licenciosas. 15 El lenguaje del blasfemo pone los pelos de punta, I y cuando riñe hay que taparse los oídos. 16 La riña entre soberbios trae sangre, | y 17 sus altercados no pueden oirse. El que revela secretos pierde la confianza I y no encontrará a un amigo. 18 Ama a tu amigo y muéstrate fiel con él; 19 Si descubres sus secretos, no vayas tras él. 20 Como hombre que dilapida su hacienda I es el que pierde la amistad de su prójimo. 21 Y como quien deja escapar el ave de su mano, | así el que deja escapar al amigo, que no volverá a verle. 22 No le sigas, que está lejos | y huye como gacela escapada del lazo. 23 Se venda una herida y una injuria se repara, 24 Pero revelar un secreto no tiene remedio. El engaño 23 El que hace guiños de ojos urde males | y quien lo ve se aleja de él. 6 26 Delante de ti endulzará las palabras de su boca, I hará que se admira de las tuyas, I pero acabará por mudar del todo I y hallará tachas en tus palabras. 27 Muchas cosas aborrezco, pero nada tanto como a éste. | El Señor le aborrece28también y le maldice. El que tire la piedra a lo alto se expone a que le caiga en la cabeza, | y el golpe a traición hiere al traidor. 29 El que cava una hoya caerá en ella | y el que tiende una red quedará en ella cogido. 30 El que hace el mal en él caerá, | sin31 que sepa de dónde le viene. Sarcasmos y ultrajes son patrimonio de soberbios, | pero la venganza los acecha como león. 32 Serán cogidos en el lazo los que se alegran de la caída del justo, I y el dolor33 los consumirá antes de la muerte. El rencor y la cólera son detestables, I el hombre pecador los guarda en el corazón. Moderación de la ira OJ> ' E l que se venga será víctima de « O i a venganza del Señor, | que le pedirá exacta cuenta de sus pecados. 2 Perdona a tu prójimo la injuria, | y tus pecados, a tus ruegos, te serán perdonados. 3 ¿Guarda el hombre rencor contra el hombre | e irá a pedir perdón al Señor? 4 ¿No tiene misericordia de su semejante I y va a suplicar por sus pecados? 5 Siendo carne, guarda rencor. | ¿Quién va6 a tener piedad de sus delitos?* Acuérdate de tus postrimerías y no tengas odio. 7 Y guárdate de la corrupción y de la muerte y cumple los mandamientos. 8 Acuérdate de la alianza del Altísimo. 9 Y no aborrezcas a tu prójimo y perdona las ofensas. 10 Aléjate de contiendas y aminorarás los11 pecados. Porque el hombre iracundo enciende las contiendas. El hombre pecador siembra la turbación entre amigos | y en medio de los que en paz están arroja la calumnia. 12 A tenor del combustible se enciende y se alimenta el fuego, | y según el poder del hombre, así es su ira; | según su riqueza crece su cólera, | y se enciende según la violencia de la disputa. 13 Pez y resina avivan el fuego, | y una riña violenta hace correr la sangre. 14 Si soplas sobre brasas, las encien- 2 Son muy dignas de notar estas máximas, que nos traen a la memoria la doctrina evangélica, consignada en el padrenuestro y en muchos pasajes del Evangelio. ECLESIÁSTICO 28-29 des, | y si escupes sobre ellas, las apagas; | y ambas cosas proceden de tu boca. La maledicencia 15 Maldice al murmurador y al de lengua doble, I porque han sido la perdición de muchos que vivían en paz. 16 La lengua maldiciente ha desterrado a muchos | y los arrojó de pueblo en pueblo. i? Destruye las ciudades fuertes | y derriba los palacios de los grandes. (18) * 19 La lengua calumniadora echa de casa a la mujer fuerte | y la priva del fruto de su trabajo. 20 El que le da oídos no hallará reposo2 I ni tendrá paz en su casa. i El golpe del azote hace cardenales, | el golpe de la lengua quebranta los huesos. 22 Muchos caen al filo de la espada, | pero muchos más cayeron por la lengua. 23 Feliz el que está a cubierto de ella, | no es víctima de su rabia | y no tiene que soportar su yugo | ni se ve preso en sus cadenas. 24 Porque su yugo es yugo de hierro | y sus cadenas son cadenas de bronce. 25 Muerte espantosa es la muerte que da, I y el ades es preferible a ella; 26 Pero no tendrá imperio sobre los piadosos I y éstos no arderán en sus llamas. 27 Los que abandonan al Señor caerán en ella | y los abrasará sin extinguirse. I Sobre ellos se arrojará como león | y como leopardo los destrozará. 28 Mira de poner a tu heredad cerca de29espinos Y guarda bien tu plata y tu oro. Haz para tus palabras balanza y pesas, I y para tu boca puerta y cerrojo. 30 Atiende a no ser cogido en ella, | y no caerás ante quien te acecha. L a misericordia O O ' EEll misericordioso presta a su própro¿ I » jimo, iimo. !! yv el el que aue le le sostiene sostiene con con su «,, mano guarda los preceptos. 2 Presta a tu prójimo al tiempo de su necesidad | y devuélvele a su tiempo lo prestado. 3 Manten tu palabra, sé con él leal, | y hallarás en todo tiempo lo que necesites. 4 Para muchos el préstamo es un hallazgo, I fastidian a quien los socorrió. 5 Hasta recibir, besan la mano del prójimo I y con voz humilde le ponderan sus riquezas. 748 6 Pero al momento de la devolución da largas, I da vanas excusas y echa la culpa al 7tiempo. Si paga, apenas pagará la mitad, | y tendrás que darlo por hallazgo. 8 Y si no paga, te quedarás sin tu dinero, | y te habrás hecho, sin buscarlo, un enemigo. 9 Te pagará con maldiciones e injurias, | y en vez de honor devolverá ultrajes. 10 Muchos por esto se niegan a prestar, | pues temen ser robados en tonto. 11 Sin embargo, sé generoso con el desgraciado | y no le hagas esperar la limosna. 12 Por amor de la Ley acoge al pobre | y en13su necesidad no le despidas de vacío. Por amor del hermano y del amigo consiente en perder tu dinero, | no dejes que se te enmohezca bajo una piedra. 14 Hazte un tesoro según los preceptos del Altísimo, | y te aprovechará más que el 15 oro. Encierra la limosna en tus arcas, | y te librará de toda miseria. * (16,17) 18 Más que un fuerte escudo y una lanza poderosa I combatirá por ti contra el enemigo. L a fianza El varón bondadoso fía a su prójimo, | pero el que ha perdido la vergüenza le 20deja en la estacada. No olvides el beneficio de tu fiador, | pues se empeñó por ti. (21)* 22 Él malvado derrocha los bienes de su fiador, | y el ingrato deja en el brete a quien le salvó. (23) 24 La fianza ha perdido a muchos que estaban bien | y los sacudió como mar tormentoso. 25 Sacó de su casa a hombres ricos | y los26 hizo peregrinar por tierras extrañas. El pecador, al fiar, se verá burlado, | y persiguiendo ganancias, se enredará en pleitos. 27 ^8** tu poder, socorre a tu prójim °> I P e r o m u " a P ° r O, no caigas en necesidad. L a hospitalidad 28 Necesarios para la vida son el agua y el pan; | el vestido y la casa, para abrigo de la desnudez. 29 Más vale vivir pobre bajo un techo de tablas | que banquetear en casa extraña. 30 Conténtate con lo poco o con lo mucho, | y no tendrás que oir que te reprochan por forastero. 19 18 La Vulgata: «Destruyó loa ejércitos de las naciones y aniquiló gentes valerosas». O Q7 1 5 Este versículo no puede entenderse en el sentido propio, sino en el metafórico, en con" • formidad con el precedente, donde se habla de atesorar según los preceptos del Altísimo acerca de la limosna. 11 La Vulgata: «El pecador y el impuro huyen de su fiador». 749 51 Triste es tener que andar de casa en casa; ] donde habites como extraño no osarás abrir la boca. 32 Habrás dado hospedaje y habrás dado de beber sin que te sea agradecido, | y a pesar de esto habrás de oir palabras amargas. Mira si hay qué 33 «Entra, forastero; preparad la mesa; | mirad si hay a mano qué comer. 34 Sal, forastero; haz lugar a otro más honrado que tú; | tengo que recibir a mis hermanos y necesito la casa». 35 Duras palabras son éstas para un hombre sentido: | la increpación del amo de la casa y la injuria del usurero. L a corrección de los hijos O A 1 El que ama a su hijo tiene siemO U pre dispuesto el azote | para que al fin pueda complacerse en él. 2 El que educa bien a su hijo se gozará en él I y podrá gloriarse en medio de sus conocidos. 3 El que enseña a su hijo será envidiado de su enemigo | y ante sus amigos se regocijará en él. 4 Si muere su padre, como si no hubiera muerto, | pues deja en pos de sí uno igual a él. 5 Durante su vida le ve y se alegra, | y al 6morir no siente pena. Frente a sus enemigos deja un vengador, I y a sus amigos quien le pague con gratitud. 7 El que mima a su hijo tendrá luego que vendarle las heridas, | y a cada grito suyo sentirá que se le conmueven las entrañas. 8 Caballo no domado se hace indócil, I y el hijo abandonado a sí mismo, testarudo. 9 Halaga a tu hijo y te hará temblar; | juega con él y te hará llorar. i° No te rías con él, no te haga sufrir | y al fin rechines los dientes. 11 En su juventud no le des largas | y no disimules sus faltas. i 2 Doblega su cuello en la juventud | y tunde sus espaldas mientras es niño, | no se te3 vuelva terco y desobediente. 1 Educa a tu hijo y aplícale al trabajo, I no vengas a tropezar por su torpeza. Sobre la salud 14 Mejor es pobre sano y fuerte que rico5 enfermo y débil. 1 La salud y el bienestar valen más que el oro, I y un cuerpo robusto, más que una fortuna. 16 No hay riqueza que valga lo que la salud del cuerpo, ! y no hay bien como el gozo del corazón. "Preferible es la muerte a una vida ECLESIÁSTICO 29-31 amarga, | y el eterno reposo a un dolor permanente. 18 Manjares exquisitos puestos en una boca cerrada I son las ofrendas a los ídolos. 19 ¿Qué le aprovecha al ídolo la ofrenda,20 I pues no lo come ni lo huele? Así es el rico que no puede disfrutar de2 su riqueza; i La ve con sus ojos y suspira, I como eunuco que abraza a una doncella. 22 No te abandones a la tristeza, | no te 23atormentes con cavilaciones. La vida del hombre es el gozo del corazón, | y la alegría del varón es su longevidad. 24 Anímate y alegra tu corazón | y echa lejos de ti la tristeza; 25 Porque a muchos mató la tristeza | y no26hay utilidad en ella. La envidia y la cólera abrevian los días, I y los cuidados traen vejez prematura. 27 El sueño de un corazón contento es mejor que los más deliciosos manjares, | y cuanto come le aprovecha. L a riqueza Oí 1 El desvelarse por la riqueza conO 1 sume, I y la preocupación por ella aloja el sueño. 2 Los cuidados de la vida quitan el sueño, I y más que una enfermedad impiden dormir. 3 El rico se fatiga por acumular riquezas, I y si descansa, es para saciar sus ansias de placer. 4 Fatígase el pobre por sus necesidades, | y si descansa, es para verse en la indigencia. 5 El que ama el oro no vivirá en justicia, I y el que se va tras el dinero pecará por6 conseguirlo. Muchos dieron en la ruina por amor del7 oro, | y cayeron en la desgracia. Es el oro un garlito para el negocio, I y el insensato tropieza en él. 8 Venturoso el varón irreprensible | que no9 corre tras el oro. ¿Quién es éste que le alabemos | porque hizo maravillas en su pueblo? 1° ¿Quién es el que en esto fue probado y quedó sin mancha? | Ello redundará en su gloria. ¿Quién pudo prevaricar y no prevaricó, I hacer el mal y no lo hizo? 11 Su dicha se consolidará, I y la asamblea pregonará sus alabanzas. Los banquetes i 2 Hijo mío, ¿estás sentado a la mesa de un grande? | No abras tu boca. 143 Y no digas: «¡Cuántos manjares!» 1 Acuérdate de que es malo el ojo codicioso. ECLESIÁSTICO 31-32 750 15 ¿Qué hay peor que el ojo codicioso? (39)* 40 L a embriaguez excita la razón Codicia cuanto ve. y hace tropezar, | quita las fuerzas y añade l* No tiendas la mano a cuanto veas, heridas. 41 ' 7 No tropieces con tu vecino en el plaEn una reunión de bebedores no reto. | Ten con tu vecino las atenciones que proches a nadie I y no trates con desdén para ti deseas. a 42 uno mientras está ebrio. 18 Piensa del prójimo por ti mismo | y No le ultrajes | ni le apremies con repon reflexión en cuanto hagas. clamaciones. 19 Come decentemente lo que te sirvan | y no comas vorazmente e incurras en des- O O • Si te hacen presidente de un conprecio. **£* vite, no te engrías; | pórtate entre 20 Sé el primero en dejar de comer, por los convidados como uno de tantos. 2 cortesía, | y no te muestres insaciable, Cuida primero de ellos y luego siénpara que no te desprecien. tate; | cumplido tu oficio, recuéstate, 21 3 Si te sientas en medio de muchos, | no Para alegrarte con los otros | y ser extiendas el primero tu mano. alabado por tus buenas disposiciones. 22 4 Con poco le basta al hombre bien Si eres anciano, habla como a tu edad criado, | y así no se siente molesto en su conviene, 5 lecho. Con discreción, y no impidas el canto. 23 6 Sueño tranquilo es el del estómago Mientras tocan y cantan no charles | no cargado; I se levantará por la mañana y no hagas alarde de sabio a destiempo. 7 dueño de sí. Como anillo de oro con rubí engas24 Dolor, insomnio, fatiga y retortijón I tado ] es la música en el banquete. 8 son la parte del intemperante. Como anillo de oro con esmeralda en25 Si te viste obligado a comer dema- gastada, | la melodía de la música en el siado, | levántate, pasea, y te sentirás ali- festín. viado. (9)* 10 si eres joven, no hables, si no 26 Escúchame, hijo mío, y no me des- te vieres obligado; | sólo cuando por dos oigas, | y al fin verás confirmadas mis pa- o tres veces fueres preguntado. labras. (11) * 12 Abrevia el discurso diciendo 27 Sé moderado en todas tus obras | y no mucho en pocas palabras | y sé como quien, sabiendo, sabe callar. vendrá sobre ti la enfermedad. 28 13 En medio de los grandes no te pavoMuchos serán los que alaben al es| entre los ancianos no parlotees. pléndido anfitrión | y darán testinonio de nees, 14 Como al trueno precede el relámpasu generosidad; 29 Pero murmurarán en la ciudad del go,15 | así a la modestia precede la gracia. Levántate a tiempo y no lo demoruin con los invitados | y darán testimores,16 | vete a tu casa y ocúpate en lo tuyo. nio de su tacañería. Si quieres, diviértete alli y obra a tu 30 N o te hagas el valiente con el vino, | placer, | sin faltar a nadie con lenguaje p o r q u e a muchos perdió la bebida. 31 La fragua templa la obra del herre- insolente. 17 ro, | y el vino, el corazón de los arroganY después bendice a tu Hacedor, | ya tes pendencieros. que te regaló con sus bienes. 3 2 El vino fortalece | si se bebe con m o deración. 33 ¿Qué vida es la de los que del todo carecen de vino? * (34) 35 Fue creado para alegría de los hombres. 36 Alegría del corazón y bienestar del alma | es el vino bebido a tiempo y con sobriedad. (37) * 38 Dolor de cabeza, amargura e ignominia | es el vino bebido con exceso | en la excitación de una disputa. I La Ley is El que busca al Señor acepta la disciplina, | y el que a El acude es escuchado. i* El que busca la Ley obrará conforme a ella, | pero el hipócrita en ella tropezará. 20 Quien teme al Señor conocerá sus juicios, I y sus sentencias le serán antorcha luminosa. 2 i El pecador rehuye la corrección | y busca en la Ley su capricho. 33 La Palestina es país rico en vino, y en la Escritura se habla de él con frecuencia de varios modos, según el uso que de él se haga. Aquí se había del vino que, tomado con moderación, alegra el corazón del hombre, y cuya falta en ciertas ocasiones solemnes trae consigo tristeza. Por algo el Señor lo multiplicó en las bodas de Cana (Jn 2,1 ss.). 37 La Vulgata: «La sobriedad es la salud del cuerpo y del alma». 39 La Vulgata: «El vino bebido en exceso es la amargura del alma». 31 9 11 La Vulgata: «Escucha en silencio y tu actitud te ganará la estimación». La Vulgata: «Si dos veces fueras preguntado, sea tu cabeza quien responda». O sea, responde con breves palabras o con un movimiento de cabeza. 32 751 ECLESIÁSTICO 32-33 22 134 Como el barro en manos del alfarero, El sabio no oculta su sabiduría, | el 1 Que le señala el destino según su juisoberbio y el burlón no tienen guarda de cio, I así son los hombres en las manos de su23lengua. No hagas nada sin consejo, | y des- su Hacedor, | que hace de ellos según su pués de hecho no tendrás que arrepen- voluntad. 15 Enfrente del mal está el bien, | y entirte. 24 No vayas por camino en que hay tro- frente de la muerte, la vida; | así, enfrente piezos I y no tropieces dos veces en la mis- del justo, el pecador. Considera de este modo todas las obras ma25 piedra. No te aventures en camino descono- del Altísimo, [ de dos en dos, una enfrencido I y ten cuidado con lo que pueda su- te de la otra. ceder. Epílogo del autor (2t>) 27 En todas tus obras guarda tu al16 Yo he llegado el último de todos, I ma, I pues en esto está la observancia de como quien anda al rebusco después de los28 preceptos. * Quien atiende a la Ley guarda su la vendimia. 17 Mas por la bendición del Señor me alma, | y quien confía en el Señor no suaventajé a otros | y llené, como los vendifrirá menoscabo. miadores, mi lagar. 18 Ved que no trabajé para mí solo, | O O ! Al que teme al Señor no le sobre** ** vendrá la desgracia, | y si es puesto sino para todos los que buscan la sabiduría. a prueba, el Señor le librará. 19 2 Oídme, pues, los grandes del pueNo es sabio quien no observa la Ley, | blo; I los que presidís la asamblea, presy será agitado como nave en la tormenta. 3 El hombre sensato confía en la Ley, | tadme atención. y la Ley es para él fidedigna como la resD e n o ceder los bienes hasta la puesta de los urim. muerte 20 El necio Ni a tu hijo, ni a tu mujer, ni a tu 4 Reflexiona antes de responder y se- hermano, ni a tu amigo | des poder sobre rás escuchado; | recoge tus pensamientos ti en toda tu vida, | ni entregues a otro tus bienes, I no sea que luego tengas que y responde. 5 a ellos. Rueda de carro es el corazón del ne- pedirles 21 Mientras en ti hay aliento de vida, I cio, I y como eje que gira, su razonaa 22 nadie dejes tu puesto; miento. 6 Porque mejor es que te nieguen tus El amigo burlón es como caballo sehijos I que no verte a merced de ellos. mental: I relincha cualquiera que sea 23 En todo lo que haces sé el dueño. quien le monte. 24 No eches mancha en tu honor. | Al Diversas condiciones de los h o m b r e s fin de los días de tu vida, I al tiempo de 7 ¿Por qué un día es distinto de otro la muerte, distribuye tu heredad. día, I mientras la luz todo el año procede El siervo del sol? 25 8 El forraje, el palo y la carga, para el Es la sabiduría del Señor la que los asno; | el pan, la corrección y el trabajo, diferencia, 9 el siervo. Y muda los tiempos y trae las fiestas. para 26 Haz trabajar a tu siervo y tendrás 1° A unos los distinguió y los santificó, | a otros los puso en el número de los días descanso; | dale mano suelta y buscará comunes. | Todo hombre viene del pol- la 27libertad.* Como el yugo y las coyundas hacen vo, I y de la tierra fue creado Adán. el cuello, 11 Pero con su gran sabiduría los dis- doblar 28 Así al siervo malévolo el azote y la tinguió el Señor | y les fijó diferentes destortura; | hazle trabajar y no le dejes tinos. 12 A unos los bendijo y ensalzó, | los ocioso, 29 Que la ociosidad enseña muchas malsantificó y allegó a sí; | a otros los maldijo y los humilló | y los derribó de su dades. 30 Impónle el trabajo conveniente, | y lugar. OO 16 Estos versículos, que parece deben mirarse como epílogo de la obra, nos dicen cómo el ^ ^ autor se consideraba el último que viene al rebusco en la abundante recolección de la sabiduría. 26 La Ley declara libres a todos los hebreos, los cuales, si por motivo de deudas tuvieran que entregarse a sus acreedores, sólo era por siete años, al cabo de los cuales se extinguía la deuda (Dt 15, 12-18). Pero, en cambio, no se prohibía tener verdaderos esclavos gentiles, y nuestro autor, que vivía en la época griega, nos muestra el estado a que una buena porción de la sociedad antigua vivía reducida. Hay que tratarlos con severidad para que no se vuelvan haraganes y rebeldes. 752 ECLESIÁSTICO 33-35 si n o obedeciere, métele en el cepo. | N o te excedas con nadie I y no hagas n a d a sin discreción. 31 Si tienes u n siervo, trátale c o m o a ti m i s m o ; | es p a r a ti tan necesario c o m o tú mismo. | ¿ N o tienes m á s que un siervo? Trátale c o m o a ti mismo, | no te enfurezcas contra tu propia sangre. * 32 Si le maltratas y maldiciéndote huye, I ¿por qué caminos le buscarás? i ' Porque su esperanza se apoya en quien salva. 16 El que teme al Señor, de n a d a teme | y n o se desalienta, p o r q u e El es su esperanza. 17 Dichosa el alma que teme al Señor. 18 ¿En quién se apoya y quién es su sostén? 19 Los ojos del Señor están puestos sobre los que le a m a n . | Es su fuerte escudo, su apoyo poderoso, | abrigo conV a c i e d a d d e los s u e ñ o s t r a el solano, c o n t r a el a r d o r del mediodía. 20 G u a r d a contra el tropiezo, auxilio 'i A 1 Vanas y engañosas son las especontra la caída; | eleva el alma y alum"™ ranzas del insensato, | y los suebra los ojos, | da la salud, la vida y la ños exaltan a los necios. * bendición. 2 C o m o quien quiere coger la sombra o perseguir al viento, | así es el que se a p o El culto grato a D i o s ya en sueños. 3 21 El que sueña es c o m o quien se pone El que sacrifica de lo mal adquirido enfrente de sí, | frente a su rostro tiene la hace una oblación irrisoria, | y n o son imagen del espejo. gratas las oblaciones inicuas. 4 ¿De fuente impura puede salir cosa (22)* 23 N o se complace el Altísimo en pura | y de la mentira puede salir verdad? las ofrendas de los impíos | ni p o r la 5 Cosa vana son la adivinación, los muchedumbre d e los sacrificios perdona agüeros y los sueños; | lo que esperas, eso los pecados. 24 es lo que sueñas. C o m o quien inmola al hijo a la vista 6 A no ser que los m a n d e el Altísimo de sus padres, | así el que ofrece sacria visitarte, 1 n o hagas caso de sueños. ficios de lo r o b a d o a los pobres. 7 25 A muchos extraviaron los sueños, ] y Su escasez es la vida de los indigenquedaron defraudados los que les die- tes, | y quien se la quita es u n asesino. 26 ron fe. M a t a al prójimo quien le priva de 8 Cumple la Ley sin regateos, ¡ que la la subsistencia, 27 sabiduría perfecta está en la boca fiel. Y derrama sangre el que retiene el salario al jornalero. 28 L a experiencia Si u n o edifica y o t r o destruye, | ¿qué provecho sacan a m b o s si n o es la fa9 El h o m b r e instruido sabe muchas cotiga? sas | y el muy experimentado puede en29 Si u n o ora y o t r o maldice, | ¿a cuál señar. de los dos va a escuchar el S e ñ o r ? * 10 El que no ha sido p r o b a d o sabe muy 30 Si u n o se lava p o r un muerto y poco | y el que h a corrido mucho es vuelve a tocarlo, | ¿qué le aprovecha su rico en experiencia. ( i i ) * 12 Y o he visto mucho en mis co- lavatorio? 31 C o m o si u n o ayuna p o r sus pecados | rrerías \ y sé m u c h o m á s d e lo q u e digo. 13 C o n frecuencia estuve en peligro de y luego vuelve a cometerlos, ¿quién oirá muerte, | pero m e salvé gracias a mi su oración y qué le aprovechará el h a b e r ayunado? experiencia. D i o s , p r o t e c t o r d e los q u e l e t e m e n I Q C ' Quien observa la Ley, | ése es el *» «* que ofrece ricas ofrendas. * 2 El sacrificio saludable es guardar los preceptos. 31 Este verso, que mira el caso de un solo esclavo.nos muestra otro espíritu, que no es el de la sociedad pagana, aunque todavía no es la voz de San Pablo a Filemón (8-20), a los Coiosenses (4,1) o a los Füipenses (6,5-9). 1 La superstición antigua daba mucha importancia a ios sueños y basaba en ellos multitud de supersticiones. Dios se comunicaba también a los suyos a veces en sueños (cf. Núm 12,6). De ahí la salvedad que hace el autor al resaltar la vanidad de los sueños. 11 La Vulgata: «El que no ha sido tentado, ¿qué puede saber? Pero el que una vez fue engañado se hará cauteloso». 22 La Vulgata: «Sólo el Señor basta a los que esperan en El el camino de la verdad y de la justicia». 29 Por el contexto parece claro que los dos obran unidos, como los del versículo precedente, y más los de los versículos siguientes. 34 35 1 Es interesante esta sección por el concepto espiritual que nos da del culto divino, muy en armonía con el salmo 50,8-15. 753 (3) * 4 Ser agradecido a D i o s es ofrecer flor de harina, | y practicar la limosna es ofrecer sacrificio de alabanza. 5 Se complace al Señor apartándose del mal I y se obtiene el perdón apartándose de la injusticia. 6 N o te presentes ante el Señor con las m a n o s vacías, * 7 Porque así te está m a n d a d o . 8 L a ofrenda del justo hace pingüe el altar, | y su buen olor llega ante el Altísimo. 9 El sacrificio del justo es acepto | y su memoria de recordación n o será olvidada. 10 H o n r a al Señor con corazón generoso I y no disminuyas las primicias de tus manos. 11 Ofrece todos tus dones con rostro alegre | y con alegría consagra los diezmos. i 2 D a al Altísimo según lo que El te d a I y da con ánimo generoso lo que puedas. 1 3 Que el Señor es generoso en recompensar I y te pagará al séptuplo. W N o pienses en sobornar al Señor, p o r q u e no recibirá tus d o n e s ; 1 5 Y n o confíes en sacrificios injustos, | p o r q u e justo es el Señor | y n o hay en El acepción de personas. 16 N o toma partido contra el pobre | y escucha la oración del oprimido. 17 Jamás desdeña la súplica del huérfano I ni la de la viuda si ante El derrama sus quejas. 18 ¿ N o corren las lágrimas de la viuda p o r sus mejillas | y su clamor n o se dirige contra el que las hace correr? (19) * 20 E] q u e sirve a l Señor devotamente halla acogida | y su oración subir á hasta las nubes. Castigo d e los opresores d e Israel 21 L a oración del pobre traspasa las nubes I y no descansa hasta llegar a Dios, I ni se retira hasta que el Altísimo fija en ella su mirada, | y el justo juez le hace justicia. 22 N o se hará esperar, | y sin misericordia, I hasta aplastar a los opresores. 23 Y hará venganza en las gentes | hasta aniquilar al ejército de los prepotentes I y romper el cetro de los inicuos; 24 Hasta dar al h o m b r e según sus obras | ECLESIÁSTICO 35-36 y remunerarle conforme a sus intenciones; 25 H a s t a defender la causa de su pueblo I y alegrarlos con su misericordia. 2 * H e r m o s a es la misericordia en el tiempo de la tribulación, | como las nubes cargadas de agua en tiempo de sequía. O r a c i ó n p o r la r e s t a u r a c i ó n d e Israel OC > T e n piedad de nosotros, Señor, O O Dios del universo, y míranos; 2 Infunde tu temor en todas las naciones; 3 Levanta t u m a n o sobre los pueblos extraños | y haz que sientan tu poder. 4 C o m o a su vista te santificaste en nosotros, I así a vista nuestra santifícate en ellos, * 5 P a r a que te conozcan c o m o nosotros te conocemos | y sepan que n o hay Dios, Señor, fuera de ti. 6 Renueva los antiguos prodigios y repite los portentos; 7 Glorifica tu m a n o y tu brazo derecho; 8 Despierta tu ira y derrama tu cólera; 9 Destruye al adversario y aplasta al enemigo; 1° Apresura el tiempo y acuérdate de tus promesas I y sean celebradas tus hazañas. n Sea devorado el que intenta escapar al fuego de tu cólera | y caigan en ruina los que maltratan a tu pueblo. * 2 Aplasta las cabezas de los príncipes enemigos, | que dicen: « N o hay nadie fuera de nosotros». 13 Congrega a todas las tribus de Jacob I y dales su heredad como de antiguo. i 4 T e n piedad, Señor, del pueblo que lleva t u n o m b r e , | de Israel, a quien hiciste tu primogénito. 15 Compadécete de tu ciudad santa, | de Jerusalén, la ciudad de tu morada. 16 Llena a Sión de tu majestad, | y el templo de t u gloria. 17 D a testimonio a los que te hiciste desde el principio | y cumple las promesas hechas en tu nombre. 18 D a su recompensa a los que esperan en ti I y sean hallados verdaderos tus profetas. | Escucha, Señor, la plegaria de los que te invocan, 3 La Vulgata: «Es ofrecer un sacriñcio por las injusticias y orar por los pecados ei apartarse de la6 injusticia». Este concepto lo hallamos a la letra en Ex 23,15. 19 La Vulgata: «De sus mejillas suben hasta el cielo, y el Señor que las oye no se complacerá en ellas». 4 'iC Es un pensamiento frecuente en los profetas. El Señor, castigando a Israel y mandándolo **** al cautiverio, salió por su honor ultrajado a la faz de las naciones; ahora pide que ejerza su justicia en éstas para que Israel se dé cuenta de ello. ECLESIÁSTICO 36-37 754 1'Según la bendición de Arón sobre no», | y se te opongan luego, causando tu pueblo, | y conozcan todos los mora- tu desgracia. u N o te aconsejes de quien te envidia | dores de la tierra | que tú, Señor, eres ni descubras tus planes a tu émulo. Dios por los siglos. * Elección d e mujer 20 El estómago recibe todos los manjares, | pero hay unos manjares mejores q u e otros. 21 El paladar distingue los manjares desabridos, | y el corazón discreto, las palabras mentirosas. 22 El corazón perverso causa dolor, | pero el h o m b r e muy p r o b a d o lo calma. 23 La mujer acepta el marido que le dan, I y hay entre ellas unas mejores que otras. 24 La belleza de la mujer alegra el rostro al marido | y aumenta en el h o m b r e el deseo de poseerla. 25 Si tiene palabras amables y suaves, | su marido es dichoso. 26 El que tiene mujer tiene un gran bien, | ayuda a él conveniente y columna en que apoyarse. * 27 D o n d e n o hay valla es depredada la hacienda, I y d o n d e n o hay mujer a n d a el h o m b r e gimiendo y errante. 28 ¿Quién se fía de banda a r m a d a [ que corre de ciudad en ciudad? | Así tampoco del hombre que no tiene hogar | y duerm e donde le coge la noche. 12 C o n mujer n o trates de su rival, | ni de guerra con el tímido, | ni del cambio con el comerciante, j ni de venta con el comprador, | ni de agradecimiento con el desagradecido, 13 N i de misericordia con el de d u r o corazón, | ni de obra alguna con el perezoso, 1 4 Ni del producto cosechado con el ajustado por a ñ o , | ni de tarea con el siervo perezoso, I ni te apoyes en ningun o de ellos para resolver. 15 Trata más bien con u n varón piadoso, I de quien sabes que guarda los preceptos; i 6 Cuyo corazón es semejante al tuyo | y que te compadecerá si te ve caído; 1 7 Y permanece firme en lo que resuelvas, I porque ninguno será p a r a ti más fiel que él. 18 El alma del hombre anuncia esas cosas I mejor que siete centinelas puestos en atalaya. " Y e n todas ellas ora el Altísimo | para que te dirija por la senda de la verdad. La verdadera y la falsa sabiduría El verdadero y el falso amigo 20 El fundamento de toda obra es la o i y i Todo amigo dice: «Soy tu amiO I go»; | pero hay muchos que no resolución; | a toda empresa preceda el consejo. lo son más que de nombre. 2 ¿No es una pena mortal I hacerse enemigo al amigo? 3 ¡Ay del mal amigo! ¿Para qué ha sido creado? | Para llenar la tierra de engaños. 4 Al tiempo de la alegría es amigo; | pero al tiempo de la tribulación se vuelve. 5 El buen amigo lucha al lado de su amigo | y embraza el escudo contra el enemigo. 6 No eches en olvido al amigo en la lucha | y no le des de lado al tomar el botín. Los buenos y los malos consejeros 7 El consejero mantiene su consejo, | pero hay quien aconseja en interés propio. 8 N o te fíes de consejeros; | mira antes de qué necesitan, | n o te aconsejen en provecho s u y o ; 9 N o te echen un lazo io Y te digan: «Este es el buen cami- 21 La raíz de los consejos es el corazón I y de él proceden cuatro r a m a s : I el bien y el mal, la vida y la muerte; j y entre ellas decide siempre la lengua. 22 H a y varón prudente, maestro de otros, I pero inútil para sí mismo. 23 Y hay sabio que con sus palabras se hace odioso | y es excluido de todo festín, 24 P o r q u e n o recibió del Señor la gracia, I ha sido privado de toda sabiduría. 25 H a y quien es sabio para si mismo, | y su sabiduría es en provecho de su cuerpo. 26 El varón sabio instruye a su pueblo, | y los frutos de su inteligencia a ellos aprovechan. 27 El varón sabio es colmado de bendiciones, I todos cuantos le ven le bendicen. 28 L a vida del h o m b r e dura pocos días, I pero los días de Israel son innumerables. 29 El varón sabio heredará en su pueblo el honor | y su n o m b r e vivirá p o r los siglos. 19 La bendición de Arón no puede ser otra sino la que leemos en Núm 6,22-27, donde se ordena al sacerdote bendecir al pueblo con esta fórmula: «Que el Señor os bendiga y os conserve: que haga brillar sobre vosotros la luz de su rostro y tenga piedad de vosotros; que él vuelva a vosotros su rostro y os dé la paz». Hermosa bendición. " El nombre recibió a la mujer como una ayuda para su vida (Gen 2,20-24). 755 ECLESIÁSTICO 37-38 . L a templanza 30 Hijo, sobre tu vida consúltate a ti m i s m o ; | mira lo que te es dañoso y n o te lo des; 31 P o r q u e n o t o d o conviene a todos, I ni a todos les gusta todo. 32 N o seas insaciable en festín suntuoso I y n o te eches sobre los manjares exquisitos; 33 P o r q u e en los m u c h o s manjares anida la- enfermedad | y la intemperancia lleva hasta el vómito. 34 A muchos acarreó la muerte su intemperancia, I y el que se abstiene prolonga su vida. El m é d i c o O O ' Atiende al médico antes que lo *»»» necesites, | que también él es hijo del Señor. 2 Pues el Altísimo tiene la ciencia de curar | y el rey le hace mercedes. 3 La ciencia del médico le hace andar erguido | y es admirado de los príncipes. 4 El Señor hace brotar de la tierra los remedios | y el varón prudente n o los desecha. s ¿ N o endulzó el agua amarga con el leño I para dar a conocer su poder? 6 EÍ dio a los hombres la ciencia | p a r a mostrarse glorioso en sus maravillas. 7 C o n los remedios el médico da la salud y calma el dolor, | el boticario hace sus mezclas I para que la criatura de D i o s n o perezca, * 8 Y por él se difunde y se conserva la salud entre los hombres. 9 Hijo mío, si caes enfermo, n o te impacientes; I ruega al Señor y él te sanará; 10 H u y e del pecado y la parcialidad | y purifica tu corazón de toda culpa. u Ofrece el incienso y la oblación de flor de harina; | inmola víctimas pingües, las mejores que puedas. 12 Y llama al médico, porque el Señ o r le creó, | y n o le alejes de ti, pues te es necesario. 13 H a y ocasiones en que logra acertar, 14 P o r q u e también él oró al Señor j p a r a que le dirigiera en procurar el alivio I y la salud para prolongar la vida del enfermo. El culto de los m u e r t o s ifi Hijo mío, llora sobre el muerto, | haz luto y canta lamentaciones, I amortájale según su condición | y no dejes de darle sepultura. 1 7 Llora a m a r g o llanto, suspira ardientemente; 18 Y según la condición del muerto h a z su duelo, I un día o dos para n o ser puest o en lenguas, | y luego consuélale y da fin a tu tristeza; 19 P o r q u e la tristeza origina la muerte | y la tristeza del corazón consume el vigor. 20 Con la sepultura del muerto debe cesar la tristeza, | pues la vida afligida hace mal. * 21 N o te acuerdes ya más de él, | aléjale de la memoria y piensa en lo p o r venir. 22 N o pienses más en él, pues no hay retorno, | que al m u e r t o n o le aprovecha y a ti te daña. * 23 Piensa en su destino, pues el suyo será el tuyo, | el suyo ayer, m a ñ a n a el tuyo. 24 Con el descanso del muerto descanse su memoria, | y consuélate de su partida. El escriba y el artesano 25 La sabiduría del escriba se acrecienta con el bienestar, | pues el que n o tiene otros quehaceres puede llegar a ser sabio. * 26 ¿Cómo puede ser sabio el que tiene que manejar el a r a d o | y pone su gloria en esgrimir la aguijada, I aguijoneando a los bueyes y ocupándose de sus trabajos | y siendo su trato con los hijos de los toros? 27 Pone todo su empeño en trazar surcos derechos, | y su desvelo en procurar forraje para los novillos. 28 Lo mismo digamos del carpintero o del albañil que trabaja día y n o c h e ; | de los que graban los sellos | y se aplican a inventar variadas figuras, | y ponen toda su atención en reproducir el dibujo, I y se desvelan p o r ejecutarlo fielmente. 29 Lo mismo del herrero, que junto al yunque considera el hierro bruto, | a quien el calor del fuego tuesta las carnes, I y que resiste perseverante el ardor de la fragua. 3° El ruido del martillo ensordece sus 5 1 El que peca contra su Hacedor ] oídos, I y sus ojos están puestos en la caerá en manos del médico. obra; 7 Tanto la ciencia del médico como la del boticario son un don de Dios en beneficio de la humanidad, sujeta a muchas miserias. Los orientales son muy extremosos en sus manifestaciones de duelo: v.gr., Moisés fue llorado por espacio de treinta dfas (Dt 34,8). Y así otros. 22 Se entiende para lamentarse, llorarle, pues la memoria de los justos corresponde a la piedad. 25 Es éste un tema tratado por ios escribas egipcios. Encierra una doctrina muy verdadera, pero muy olvidada, al parecer, por aquellos fariseos, que despreciaban al pueblo, declarándolo maldito de Dios porque ignoraba la Ley (Jn 7,49). 3 Q ^ ° 20 756 ECLESIÁSTICO 38-39 31 Su pensamiento está en acabarla bien, I y su desvelo en sacarla con perfección. 32 L o mismo también del alfarero, que, sentado a su tarea, | da vueltas al torno con los pies, | tiene siempre la preocupación de su obra y d e cumplir la tarea fijada; 33 C o n sus m a n o s modela la arcilla | y con sus pies ablanda su dureza. 34 P o n e su atención en acabar el vidriado, | y su diligencia en calentar el horno. 35 T o d o s éstos tienen su vida fiada a sus manos, I y cada u n o es sabio en su arte. 3« Sin ellos no podrá edificarse una ciudad; 37 Pero ni viajan p o r países extraños, | ni se pasean p o r las plazas, I ni se levantan en las asambleas sobre los o t r o s ; 38 N i se sientan en la silla del juez, | porque n o entienden las ordenanzas d e las leyes; | ni son capaces de interpretar la justicia y el derecho, | ni se cuentan entre los que inventan parábolas. 39 Son, sí, expertos en sus labores m a teriales, | y su pensamiento mira a las obras de su arte. | M u y de otro m o d o que el que aplica su espíritu a meditar en la Ley del Altísimo. O Q i Este investiga la sabiduría de t o «5»' dos los antiguos | y dedica sus ocios a la lectura d e los profetas. * 2 G u a r d a en la mente las historias de los hombres famosos; | penetra en lo intrincado de las parábolas. 3 Investiga el sentido recóndito de los enigmas | y se ocupa en descifrar las sentencias obscuras. 4 Sirve en medio de los grandes, | se presenta ante el príncipe; 5 Recorre tierras extrañas I p a r a conocer lo bueno y lo malo de los hombres. 6 Madruga de mañana para dirigir su corazón | al Señor que le creó, l para orar en presencia del Altísimo. 7 Abre su boca en la oración y ruega por sus pecados; s Y si le place al Señor soberano, | le llenará el espíritu de inteligencia. 9 C o m o lluvia derrama palabras de sabiduría [ y en la oración alaba al Señor. 10 Dirige su voluntad y su inteligencia | a meditar los misterios de Dios. ti Publica las enseñanzas de su doctrina | y se gloriará en conocer la Ley y la divina alianza. 12 D e muchos será alabada su inteligencia I y jamás será echado en olvido. 13 N o se borrará su memoria, | y su 1 30 n o m b r e vivirá d e generación en generación. 1 4 Los pueblos cantarán su sabiduría, | y la asamblea pregonará sus alabanzas. 1 5 Mientras viva, su n o m b r e será ilustre entre mil, | y c u a n d o descanse crecerá m á s su gloría. Bondad de las obras de D i o s 16 Después d e haber meditado, quiero exponer mis reflexiones, | pues, c o m o luna llena, estoy lleno de sabiduría. " Oídme, hijos piadosos, y floreceréis \ c o m o rosal que crece junto al arroyo. 18 Derramad suave aroma como incienso, 19 Y floreced c o m o el lirio, | exhalad perfume suave y entonad cánticos de alabanza. Bendecid al Señor en todas sus obras, 20 Ensalzad su n o m b r e | y unios en la confesión de sus alabanzas, en cantar con vuestros labios y las arpas. Alabadle así con alta v o z : 21 Las obras del Señor son todas buenas; I cuanto El quiere es a su tiempo. | No ha lugar a decir: «Es peor esto que aquello», | porque a su tiempo todo es conveniente. 22 A u n a palabra suya se a m o n t o n a r o n las aguas, | y a u n a orden de su boca se ^formaron los depósitos de las aguas. 23 A un m a n d a t o suyo se realiza t o d o lo que El quiere | y n o h a y quien impida su obra de salud. 24 Las obras de todos los hombres están delante d e El | y n a d a se oculta a sus ojos. 25 De un cabo al otro cabo del mundo se extiende su mirada, | y nada hay admirable para El. 26 N o h a lugar a decir: «¿Qué es esto, para qué esto?» | Todas las cosas fueron creadas para sus fines. 27 S u bendición es c o m o Nilo desbordado, 28 Y como el Eufrates riega la tierra seca, I del mismo m o d o derrama su ira sobre las naciones. 29 Y torna las aguas en salinas. | Sus caminos p a r a los justos son rectos, I para los inicuos son tropiezos. 30 Las cosas buenas fueron creadas desde el principio p a r a los buenos, | así c o m o las malas p a r a los pecadores. * 31 S o n cosas de t o d a necesidad p a r a la vida del h o m b r e | el agua, el fuego, el hierro, la sal, | el trigo, la miel y la leche, I el vino, el aceite y el vestido. 32 Todas estas cosas son buenas para Esta sección nos describe las ocupaciones del sabio y las ventajas de su carrera. Dios creó buenas todas ias cosas y para bien del hombre. Los justos se atienen a esta norma divina, mientras que los malos, usando de ellas mal, las hacen malas para sí mismos. 39 757 los piadosos, I m a s p a r a los pecadores se convierten en malas. 33 H a y vientos destinados a la venganz a ; I descargan c o n furia sus azotes, 3 4 El día de la ira despliegan su poder | y aplacan la cólera del q u e los hizo. 35 El fuego y el granizo, el hambre y la mortandad, | todos son instrumentos de venganza. 36 Las fieras, los escorpiones, las víboras I y la espada vengadora son p a r a exterminio d e los impíos. * 3 7 E n cumplir los m a n d a t o s de Dios se gozan I y se hallan p r o n t o s e n l a tieira p a r a su ministerio; | c u a n d o llega el día n o traspasan el m a n d a t o . 38 P o r esto desde el principio m e confirmé en este juicio | y lo medité y lo consigné p o r escrito. 39 Las obras del Señor todas son buenas, I y llegada la hora, todas cumplen su destino. 40 Y n o h a y que decir: «Esto es peor que aquello», | porque a su tiempo todas las cosas cumplirán su fin. 41 Y ahora de todo corazón cantad con vuestra boca | y bendecid el nombre del Señor. Miseria de la vida humana Afl 1 Una penosa tarea se impuso a * " todo hombre | y un pesado yugo oprime a los hijos de Adán | desde el día en que salen del seno de su madre I hasta el día en que vuelven a la tierra, madre de todos: * 2 Los pensamientos y los temores de su corazón I y la continua espera del día de la muerte, 3 Desde el q u e glorioso se sienta en el t r o n o I hasta el humillado en la tierra y el p o l v o ; 4 Desde el que lleva púrpura y corona | hasta el que viste groseras pieles; | la cólera, la envidia, la turbación, el temor, | la ansiedad de la muerte, la ira y las querellas I turban en sueños nocturnos su corazón. 5 Y al tiempo del descanso en el lecho, | los sueños de la noche alteran su mente. 6 Apenas descansa un poco, casi nada, | y luego se queda dormitando como en día de guardia. 7 Se siente t u r b a d o c o n las visiones de su corazón, | c o m o fugitivo que huye del enemigo. | C u a n d o despierta y se ve a salvo, I se admira de sus terrores. 8 E n t o d a carne, desde el h o m b r e hasta ECLESIÁSTICO 39-40 la bestia, | se d a esto; pero siete veces más a los pecadores | se les a ñ a d e : 9 Peste y sangre, fiebre y espada, I devastación, ruina y h a m b r e y plagas. 10 Todas estas cosas fueron creadas para los inicuos, I y por ellos vino el diluvio. Los bienes de los impíos T o d o lo que viene d e la tierra, a la tierra vuelve, | y lo q u e viene de las aguas va al mar. * 12 El soborno y la injusticia serán b o rrados, I pero la honradez permanece para siempre. 13 L a s riquezas d e los malvados se secarán como torrente, | y como arroyo caudaloso en el fragor de la tormenta. 14 Crecido arrastra peñascos; | pero pronto se seca, le viene su fin. 15 L a posteridad de los impíos n o echará brotes, | pues las raíces malvadas están sobre roca escarpada. 16 Como berro que nace a la orilla de las aguas, | es arrancado antes que toda otra hierba. 11 Lo mejor '7 La beneficencia no es nunca conmovida, I y la limosna perdura por siempre. J8 La vida con vino y licor es dulce; | pero mejor que con estas dos cosas, con hallar un tesoro. 1 9 L a educación d e los hijos y la construcción de u n a ciudad d a n fama duradera, I m á s todavía tener mujer sabia. 20 El vino y la música alegran el corazón, I pero sobre ambas cosas está el amor de la sabiduría. 21 L a flauta y el arpa hacen agradable el canto, | pero sobre ambas cosas está la lengua blanda. 22 L a gracia y la belleza son delicia de los ojos, I pero sobre a m b a s cosas está el verdor del campo. 23 El amigo y el camarada son útiles a su tiempo, 1 pero sobre ambos está la mujer prudente para el marido. 24 Los hermanos y parientes, para el tiempo d e la tribulación; | pero m á s que unos y otros es salvadora la limosna. 25 El o r o y la plata son pie firme, | pero sobre ambas cosas es estimado el consejo. 26 Las riquezas y la fuerza levantan el corazón, | pero sobre ambas cosas está el temor de Dios. 27 N o hay penuria para el que teme al Señor, | con El n o h a y necesidad de buscar apoyos. 36 Sabido es cuánta fuerza daban los antiguos maniqueos a la existencia de los animales dañinos como argumento contra la providencia de Dios y la creación del mundo por el Dios bueno. 1 Todas las miserias que enumera esta sección son consecuencia del pecado. De todas estaba exento Adán en el paraíso. ]i La caducidad de la dicha de los impíos era una de las soluciones que daban los sabios a la objeción que nacía de la prosperidad del malvado, y que al Eclesiastés no le satisfacía plenamente. Afi *"" 758 ECLESIÁSTICO 40-42 2 14 El cuerpo del hombre es vanidad; | > El temor del Señor es como un paraíso de bendiciones | y como balda- el 15 buen nombre no será borrado. quino sobremanera glorioso. Ten cuidado de tu nombre, que permanece, | más que de millares de tesoros. 16 L a mendicidad Los días de vida feliz son contados, | 29 Hijo mío, no mendigues; | mejor es pero los del buen nombre son innumemorir que mendigar. * rables. 17 30 Observad, hijos mios, la disciplina y El hombre que mira con ansias a la mesa ajena | vive una vida que no debe el pudor; | sabiduría escondida y tesoro oculto, | ¿qué aprovechan una y otro? tenerse por vida; | mancha su alma con 18 Mejor es quien oculta su necedad | manjares extraños, 31 Que son tormento para el varón sabio que quien oculta su sabiduría. e inteligente. 32 Para el mendigo es dulce la mendi- L a verdadera y la faisa vergüenza cidad, I pero es fuego que abrasa las en19 Sed pudorosos conforme a mis palatrañas. bras. * La muerte 2» Pero no es laudable avergonzarse de A A ! ¡Oh muerte, cuan amarga es tu todo, | ni todo pudor merece aprobación. ™ *• memoria I para el hombre que se 21 Avergonzaos de la fornicación ante vuestros padres; siente satisfecho con sus riquezas; * 22 2 De la mentira ante el juez y el prínPara el hombre a quien todo le sonríe y en todo prospera | y que aún puede cipe; | del fraude ante el amo y el ama, ! y de la traición ante la asamblea y ante el disfrutar de los placeres! 3 ¡Oh muerte, bueno es tu fallo | para pueblo; 23 De la injusticia ante el compañero y el 4 indigente y agotado de fuerzas; amigo; Para el cargado de años y de cuida- el 24 Del robo ante tus convecinos; | de dos, I quebrantado de ánimo y sin espehaber quebrantado un juramento y un ranza! 5 No temas el fallo de la muerte; | pacto; | de apoyar a la mesa el codo acuérdate de los que te precedieron y de sobre el pan, I y del vituperio por las que haya que dar; los que te seguirán | y que éste es el juicio cuentas 25 De no responder a un saludo, | de del Señor sobre toda carne. 6 fijar la mirada sobre mujer ajena; ¿Por qué rebelarte contra el fallo del 26 De volver el rostro a un pariente; | Altísimo? I Que vivas diez, cien o mil de27apropiarse dones y obsequios; años, 7 De fijar los ojos en mujer que tiene En el ades no hay disputas sobre la marido, | de indiscreciones con la sierva duración de la vida. de28éste I y de apoyarte en el lecho de ella; La descendencia de los impíos De las palabras de ultraje a los ami8 Descendencia abominable es la de los gos | y de reprocharles después de haberles dado algo; pecadores, I y generación de necios la que mora en la casa del impío. 9 La herencia de los hijos de los peca- \ t \ ' D e divulgar lo que has oído y de dores se arruinará, I y lo que quedará a T » « revelar secretos. I De estas cosas has de avergonzarte con razón, | y hallasu 10linaje es el oprobio. Al padre impío le ultrajan sus hijos, I rás gracia ante todos los hombres I Pero que a causa de él viven ellos en oprobio. he aquí de qué no has de avergonzarte | 11 ¡Ay de vosotros, hombres impíos, I ni 2tener temor de hacerlo: De la Ley del Altísimo y de su alianque12 abandonáis la Ley de Dios Altísimo! Si tenéis prole, será para vuestro da- za; I de la condenación pronunciada conño, I y si engendráis, será para tener que tra el impío; 3 De arreglar las cuentas con el amo y lamentarlo. 13 Cuanto viene de la tierra, a la tierra con el compañero | y de la partición de herencia o de una propiedad; ha de volver; | así los impíos van de la una 4 De la justeza en la balanza y en los maldición a la ruina. 29 La mendicidad es una de las penas con que Dios amenaza a los infractores de su Ley (Lev 26, 16; Dt 15,4). Y, a la verdad, es una gran miseria, aunque haya quien en ella encuentre sus ventajas y por ellas la explote. M¿1 ' La muerte es siempre amarga, porque es la separación del alma y del cuerpo y el abandono ^ " de la vida presente, a la que tantos lazos nos ligan; pero es tolerable y hasta consoladora para quienes la consideran como el tránsito a la eternidad dichosa. Pero estos horizontes no estaban aún plenamente abiertos antes de Jesucristo. 19 Hermosa pintura de la verdadera y falsa vergüenza, que nos trae a la memoria las palabras de Jesús en Mt 10,32 s. 759 ECLESIÁSTICO 42-43 pesos, I ni de comprobar el peso y la medida; 5 Ni de comprar poco o mucho; | ni de ajustar el precio con el vendedor; | ni de corregir con frecuencia a los hijos; | ni de azotar hasta la sangre al siervo rebelde; 6 Ni de sellar la puerta de la casa donde hay una mala mujer; | ni de echar la llave donde hay muchas manos; 7 De marcar lo que deposites; ! de anotar en libro con cuidado lo que des o recibas; 8 Ni de reprender al insensato y al necio, I y aun al anciano sospechoso de liviandad. | Así serás verdaderamente honrado de todos I y tendrás la aprobación de todos los vivientes. Los cuidados p o r la hija Una hija es para el padre un tesoro que hay que guardar, | un cuidado que quita el sueño, | por que en su juventud no sea violada I y no sea aborrecida después de casada: 10 En su doncellez no sea deshonrada | y se vea encinta en la casa de su padre; I que no sea infiel al marido, | y bien casada sea estéril. 11 Hijo mío, sobre la hija atrevida refuerza la vigilancia, I no te haga escarnio de tus enemigos, I fábula de la ciudad, objeto de burla entre el pueblo, | y te avergüenze en medio de la muchedumbre. I Que su habitación no tenga ventana, I ni en la alcoba donde por la noche duerme haya entrada que dé a ella. 12 Que no muestre su belleza a ninguno, 3 I ni tenga trato íntimo con mujeres. 1 Porque de los vestidos sale la polilla, I y de la mujer la maldad femenil. 14 Mejor es la rudeza del varón que la zalamería de la mujer, | y la hija deshonrada es el oprobio de los padres. 9 SEGUNDA P A R T E L A SABIDURÍA EN LA NATURALEZA Y EN LA HISTORIA DE ISRAEL (42,15-50,26) Las obras de Dios 15 Voy a traer a la memoria las obras del Señor I y a pregonar lo que he visto. I Por la palabra del Señor existe todo, I todo cumple su voluntad según su ordenación : * 16 El sol sale y lo alumbra todo, | y la gloria del Señor se refleja en todas sus obras. 17 No pueden los santos enumerar suAO ficientemente | ni contar todas sus maravillas. I El Señor fortaleció a todos sus ejércitos angélicos | para asistir delante de su gloria. 18 Investiga el abismo y el corazón del hombre | y penetra todas sus reconditeces. 19 Conoce lo pasado y lo venidero, | aun lo más oculto. 20 No hay pensamiento que se le escape I ni palabra oculta para El. 21 El ordenó la grandeza de su sabiduría, I es uno y el mismo desde la eternidad; 22 Nada tuvo que añadir ni quitar | y no necesitó consejo de nadie. 23 ¡Cuan deleitables son todas sus obras! ¡Y eso que es sólo como una chispa lo que de ellas podemos conocer! 24 Todo vive y permanece para siempre I y en todo momento le obedece. 25 Difieren todas las cosas unas de otras I y no hay nada inútil. 26 Uno contribuye al bien del otro; | ¿quién se saciará de admirar su belleza? El sol I O ' Magnífico es en las alturas del " < * firmamento | y es bellísimo el aspecto de los cielos. 2 Sale el sol e irradia su calor, | criatura admirable, obra del Altísimo. 3 Al mediodía abrasa la tierra, I ¿y quién puede resistir sus ardores? 4 Necesita el artesano soplar el horno para las obras que requieren fuego, | pero tres veces más abrasa el sol los montes. | Sus rayos abrasan el orbe, | sus5 resplandores deslumhran los ojos. Grande es el Señor, que le hizo; | por su virtud acelera él su carrera. L a luna y las estrellas También la luna brilla siempre a sus tiempos, I para señalar perpetuamente su sucesión. 7 Por la luna conocemos los días de fiesta, I y mengua cuando ha llegado a su plenitud. 8 En la luna nueva, según su nombre, se renueva, | y en sus varios cambios crece maravillosamente. 9 Es faro de los campamentos en las alturas | que alumbra el ejército desde los cielos. 10 Hermosura del cielo es el resplandor de las estrellas, I brillante adorno de las alturas del Señor. 11 Por la palabra del Santo guardan su ordenanza | y no se cansan de hacer la centinela. 6 ls Estos w.15-26 son la introducción del capitulo siguiente, que termina con un epllogo (29-37) digno de la introducción. ECLESIÁSTICO 43-44 Los fenómenos meteorológicos iz Pon la vista en el arco iris y bendice al que lo hizo. | ¡Qué hermoso es por su esplendor! 13 Con su círculo luminoso abarca el cielo; | le tendieron las manos del Altísimo. 14 El poder de Dios dirige al rayo | y hace volar sus saetas justicieras. 15 Para este fin abre el almacén de sus tesoros | y hace volar como aves las nubes. 16 Con su poder las condensa | y desmenuza las pedrezuelas del granizo. 17 A la voz de su trueno retiembla la tierra, 18 Se estremecen los montes. | A su orden sopla el viento solano, | el aquilón y el torbellino. 19 Como turbiones de aves hace volar la nieve, | que se posa en la tierra como la 20langosta. Y con su blancura deslumhra los ojos, | y de verla caer, el corazón se extasía. 21 Derrama como sal la escarcha, | que se 22endurece como puntas de espino. Hace soplar el viento frío del norte, | y el agua se enfurece y se convierte en cristal. | Se forma en los estanques una costra, | que los cubre como coraza. 23 Devora los montes y abrasa el desierto | y como fuego quema todo verdor. 24 Remedio pronto de estos males es una niebla, | el rocío para empapar la tierra seca. 25 Con su decisión hundió el océano | y plantó las islas en el abismo. 26 Los que navegan por el mar cuentan de su inmensidad, | y al oírlos nos pasmamos. 27 Se ven allí obras de las más maravillosas y espantables, | mil géneros de animales y monstruos marinos. 28 El Señor da a los navegantes buen suceso | y por su palabra tiene éxito el viaje. | Todo lo ordena su voluntad. Las obras de Dios superan toda alabanza 29 Mucho más diría y no acabaría, | y el resumen de nuestro discurso será: «El lo es todo». 30 Si quisiéramos dignamente alabarle, jamás llegaríamos, I porque es mucho más grande que todas sus obras. 31 Es terrible el Señor, muy grande, | y 32 su poder sobre toda admiración. Cuando alabáis al Sefior, alzad la 760 voz | cuanto podáis, que está muy por encima de vuestras alabanzas. (33) 34 L o s q u e j e ensalzáis, cobrad nuevas fuerzas; | no os rindáis, que nunca llegaréis al cabo. 35 ¿Quién le vio y puede darle a conocer, | y quién puede engrandecerlo tanto como El es? 36 Lo escondido de El es mucho más que todo esto, | pues lo que vemos de sus37 obras es muy poco. El Señor ha creado todas las cosas, | y El dio la sabiduría a los justos. '.* Elogio de los patriarcas A A • Alabemos a los varones glorio™ ™ sos, I nuestros padres, que vivieron en2 el curso de las edades; * Grande gloria les confirió el Señor, | y 3magnificencia desde el principio. Ejercieron en sus reinos el señorío | y fueron famosos por su valor. | Consejeros de gran prudencia, | que todo lo veían en visiones proféticas. 4 Con sus consejos guiaron al pueblo | y 5por su sabiduría fueron sus príncipes. Sabios escritores I y autores de sentencias llenas de doctrina; | inventores de melodías musicales | y compositores de6 poemas y proverbios; Ricos, llenos de gran poder, | que en sus moradas gozaron pacíficamente de sus bienes. 7 Fueron honrados entre sus coetáneos | e ilustres en sus días. 8 Muchos de ellos dejaron gran nombre9 | para que se canten sus alabanzas. También hubo otros de ellos de quienes no hay memoria, | que pasaron como si jamás hubieran sido ¡ y vinieron a ser como si no hubieran nacido, | y lo mismo sus10 hijos en pos de ellos. Mas los primeros fueron hombres piadosos, | cuya justicia no cayó en el olvido. 11 La dicha perdura con su linaje, 12 Y su heredad pasó a los hijos de sus hijos; su linaje se mantiene fiel a la alianza. 13 Y sus hijos lo fueron por amor de ellos. | Por siempre permanecerá su descendencia | y no se borrará su gloria. 14 Sus cuerpos fueron sepultados en paz, | y su nombre vive de generación en generación. 15 Los pueblos se hacen lenguas de su sabiduría I y la asamblea pregona sus alabanzas. >,., A A 1 Los w . 1 - 1 5 son asimismo la introducción al elogio que hace de los patriarcas. En ella recoge ^ ^ y une los rasgos más salientes que se leen en la Escritura acerca de ellos (cf. Sab 10.1-14; H e b 11,1-30,16; Gen 5,24 y 6-9). 761 ECLESIÁSTICO 44-45 Henoc y Noé 16 Henoc fue grato a Dios y trasladado, [ ejemplo de piedad para las generaciones venideras. 17 Noé fue hallado enteramente justo, I y en el tiempo de la cólera fue ministro de reconciliación. 18 Por él se conservó un resto en la tierra ! cuando ocurrió el diluvio; 19 Y mediante una señal eterna, Dios hizo con él alianza | de no borrar con diluvio la humanidad. Abraham, Isaac y Jacob 20 A b r a h a m fue p a d r e de multitud de naciones, | y no hay semejante a él en la gloria; I que guardó la Ley del Altísimo | y mediante u n pacto vino a unirse con El. 2 i En su carne llevó la señal del pacto | y en la prueba fue hallado fiel. 22 Por eso le confirmó con juramento | que los pueblos serían bendecidos en su descendencia | y que le multiplicaría como23el polvo de la tierra. Y como los astros sería levantado su linaje I y que los heredaría desde un mar al otro mar | y desde el río hasta el cabo de2 4la tierra. También a Isaac le confirmó, | por Abraham, su padre. 25 El pacto y la bendición de todos los hombres, | que El hizo descender sobre la cabeza de Israel. 26 En su bendición le prefirió | y le asignó la herencia de la tierra, | que dividió en porciones I y repartió entre las27doce tribus. E hizo descender de él un varón piadoso I que halló gracia ante todos los hombres. Moisés A C l Amado de Dios y de los homT»«» bres, I Moisés, cuya memoria vive en bendición, | le hizo en la gloria semejante a los santos, I y le engrandeció, haciéndole espanto de los enemigos. 2 Con su palabra hizo cesar los vanos prodigios I y le honró en presencia de reyes. 3 Le dio preceptos para su pueblo | y le 4dio a ver su gloria. Por su fe y su mansedumbre | le escogió de entre toda carne. 5 Le hizo oír su voz | y le introdujo en la 6nube. Cara a cara le dio sus preceptos, I la Ley de vida y de sabiduría, | para enseñar a Jacob su alianza, y sus juicios a Israel. AK *<* Arón Elevó a Arón haciéndole santo, semejante a sí, I hermano de Moisés, de la 8tribu de Leví; Y estableció con él una alianza eterna I y le dio el sacerdocio del pueblo. I Le9 honró con ricos ornamentos, Y le ciñó una espléndida túnica; le vistió con suntuosa magnificencia I y le destinó vestidos honrosos, 10 Los calzones, la túnica y el efod; I le rodeó de granadas de oro | y de muchas campanillas en torno, 11 Para que sonasen cuando él andaba I y se oyera su sonido en el santuario | para avisar a los hijos de su pueblo. i 2 Le vistió con vestidos santos, tejidos de oro, púrpura y jacinto, I de púrpura roja, obra primorosa, | el pectoral del juicio, con los urim y los tummim, * 13 Hecho de hilo de púrpura escarlata, obra plumaria de hábil artista; | de piedras diversas talladas como los sellos, I engastadas en oro, obra de joyero, | para memoria por la escritura tallada, | según el 14 número de las tribus de Israel. Le puso una corona de oro sobre la tiara, I y una diadema con esta inscripción grabada: «Santidad»; | insignia de honor, obra magnífica, | placer de los ojos, obra de acabada belleza. 15 Antes de Arón nadie se vistió jamás ni 16se vestirá como él, Ningún extraño la vestirá, sino sólo sus hijos I y los que descienden de ellos por7 siempre. 1 Sus sacrificios serán ofrecidos | dos veces cada día perpetuamente. 18 Moisés le llenó las manos | y le ungió con el óleo santo. 19 Y fue esta consagración un pacto eterno, para él | y para su descendencia por los dias del cielo, | para servir al Señor en el ejercicio del sacerdocio I y bendecir en nombre del Señor a su pueblo. 20 Entre todos los vivientes le escogió el Señor | para presentarle las ofrendas, I los perfumes y el buen olor para memoria I y hacer la expiación de su pueblo. 2 i Y le dio sus preceptos ! y poder para decidir sobre la Ley y el derecho, | para enseñar sus mandamientos a Jacob | e instruir en su Ley a Israel. 22 Se levantaron contra él extraños, I que en el desierto le envidiaron, | los partidarios de Datan y Abirón, | y la banda de Coré con furia y cólera. 23 Violo el Señor y se desagradó de ellos, I y en el ardor de su cólera los exterminó; 7 i2 Los urim y los tummim eran el oráculo empleado por el sumo sacerdote para consultar a Dios (Ex 28,15 ss.). 762 ECLESIÁSTICO 45-47 24 Hizo contra ellos prodigios | y los consumió con u n fuego abrasador; 25 Y aumentó la gloria de Arón | asignándole u n a heredad; | y le dio en porción las primicias de los frutos de la tierra, 26 Y comer los sacrificios del Señor; | y los panes d e la proposición son su porción, | que le dio a él y a su descendencia. 27 Sólo en la tierra n o los heredó, | n o tuvieron parte en medio del pueblo, I p o r q u e «El será tu porción y tu heredad». 28 Fines, hijo de Eleazar, fue el tercero en la dignidad, I por haber mostrado celo por el Dios del universo * 29 Y por haber resistido en la defección del pueblo | con la fortaleza de su corazón generoso, | haciendo así la expiación de Israel. 10 Por eso le fue confirmada p o r decreto | u n a alianza perpetua para servir en el santuario, I a fin de q u e él y su descendencia | tengan el sumo sacerdocio p a r a siempre. 31 También hizo Dios alianza con D a vid, hijo de Jesé, de la tribu de J u d á ; I su trono lo hereda su hijo ante Dios, i c o m o la heredad de A r ó n pertenece a él y a su descendencia. I Bendecid, pues, al Seflor, porque es bueno | y os h a cor o n a d o de gloria; | que derrama la sabiduría en vuestros corazones I para juzgar a su pueblo con justicia, | a fin de que no desaparezca su bienestar | ni su gloria de generación en generación. Josué 8 Para q u e las naciones conociesen su anatema, | y q u e era contra Dios la guerra q u e hacían, | y q u e él obedecía las órdenes del Todopoderoso. 9 En los días d e Moisés mostró su misericordia | con Caleb, hijo de Jefoné, | impidiendo la defección del pueblo | y reprimiendo la murmuración d e los sediciosos. * 10 Sólo estos d o s fueron reservados | de los seiscientos mil infantes | para ser introducidos en la heredad, | en la tierra que m a n a leche y miel. 11 Y el Señor dio a Caleb vigor, | q u e conservó hasta la vejez, ¡ para q u e subiese a lo alto de la tierra, | y su descendencia obtuvo la heredad, 12 A fin de q u e viesen todos los hijos de Israel | q u e es bueno caminar en p o s del Señor. 13 Los jueces, cada u n o p o r su n o m bre, | los que n o pervirtieron su corazón | y n o se apartaron del Seflor. 14 Sea bendita su memoria, | florezcan sus huesos en la sepultura. 15 Y en sus hijos se renueve su nombre. Samuel 16 Samuel, a m a d o del Señor | y su p r o feta, estableció la monarquía | y ungió a los príncipes sobre su pueblo. 1 7 E n la Ley del Señor juzgó a l a n a ción, I y visitó el Señor a J a c o b . i® Por su fidelidad fue interrogado c o m o vidente I y reconocido p o r su fidelidad c o m o vidente fiel. 19 E invocó al Señor todopoderoso, I cuando los enemigos le acosaban p o r t o das partes, | con la ofrenda d e u n cordero primal. 20 Y t r o n ó del cielo el Señor | e hizo oir su voz por medio de gran estampido. 21 Y aplastó a los príncipes enemigos, | a todos los príncipes d e los filisteos ; 22 Y antes de la hora del sueño eterno | pidió testimonio ante el Señor y su ungido : I «Bienes, ni siquiera unas sandalias | de nadie h e recibido». I Y nadie p u d o acusarle. 23 Y después de su muerte profetizó y anunció al rey su fin, | ebizo oir saliendo de la tierra su voz profética | para borrar la iniquidad del pueblo. 1 A(\ F u e r t e e n l a s batallas fue Josué, " * * hijo de N u n , | sucesor de Moisés en la dignidad profética; | q u e fue, según su nombre, 2 G r a n d e en la salud de los elegidos del Señor | para ejercer la venganza contra los enemigos que se le opusieron, | para poner a Israel en posesión de su heredad. 3 ¿Qué gloria n o alcanzó cuando alzó sus m a n o s I y extendió su espada contra la ciudad? 4 ¿Quién le resistió? | Porque combatió las batallas del Seflor. 5 ¿No se detuvo el sol al tender su m a n o , | y u n solo día fue igual a d o s ? * 6 Invocó al Altísimo Soberano | mientras acosaba p o r todas partes a los eneDavid migos, | y le respondió el Señor grande | 1 Luego se levantó N a t á n , | q u e con piedras de granizo de gran potencia, A rj 7 Que arrojó contra el pueblo enemigo, [ ^»2 • profetizó en los días de David. C o m o se separa el sebo de la carne y en la bajada aniquiló a los adversarios; 28 Núm 25,7; 1 Mac 2,54. 763 de la hostia pacífica, | así fue separado David de los hijos de Israel. 3 Jugó con leonas como con cabritos | y con osos como con corderos. 4 ¿No m a t ó en su juventud al gigante, | haciendo cesar el oprobio de Israel? 5 Al levantar la m a n o con la piedra en la h o n d a | abatió la soberbia de Goliat. 6 Porque invocó al Señor Altísimo, | y éste dio fuerza a su diestra | para derribar al poderoso en la guerra | y ensalzar el cuerno de su pueblo. 7 Por lo cual le cantaron las doncellas y le aclamaion con «Diez mil». | C u a n d o se ciñó la corona emprendió la guerra, 8 Y sujetó a los enemigos en derredor; | puso guarniciones entre los filisteos | y hasta el día de h o y quebrantó su poder. 9 E n todas sus empresas dio gracias | al D i o s Altísimo con himnos de alabanza. * 10 C o n todo su corazón a m ó a su H a cedor I y cada día le alabó con salmos. 11 Estableció los instrumentos que habían de tocarse al cantar ante el altar | y ordenó el canto de los salmos acompañado de arpas. 12 D i o gran esplendor a las fiestas I y solemnizó las fiestas de todo el a ñ o , | alab a n d o el santo n o m b r e d e D i o s | desde el alba, haciendo resonar el santuario. 13 El Señor le perdonó sus pecados I y ensalzó para siempre su poder, | le aseguró la sucesión en el reino | y puso su trono sobre Israel. * Salomón Después de él se levantó un hijo sabio, I que por su padre gozó de prosperidad. 15 Salomón, q u e reinó en días de paz, | D i o s le dio descanso d e todas partes | p a r a q u e levantase la casa a su n o m b r e | y preparase u n santuario eterno. 16 ¡Cuan sabio fuiste en tu juventud! ¡Como río fuiste Heno de inteligencia! | C o n tu inteligencia abarcaste la tierra, 17 Y la llenaste d e proverbios y enigmas. I Llegó tu n o m b r e hasta las remotas islas I y fuiste a m a d o a causa de la paz. 18 Por los cánticos, proverbios y parábolas I y por las respuestas fuiste la admiración de las naciones. 1 9 En el nombre del Señor Dios, | q u e es el Dios de Israel, 2 " Amontonaste o r o como hierro, | y c o m o plomo amontonaste p l a t a ; * 14 A"7 ™ *2 0 ' 1 Par 25. 13 2 Sam 12,13. 1 Re 10,27. 23 1 Re X2,i6. 2 » 1 Re 12,18. Aü ' 1 Re 17.1. * ° 3 1 Re 18; 2 Re 1. 5 1 Re 17,22. » 2 Re 2,11. ECLESIÁSTICO 47-43 21 Pero *e diste al a m o r de las mujeres | y les diste poder sobre tu cuerpo; 22 Y pusiste mácula en tu gloria, | deshonraste tu e s t r a d o ; | y trajiste la cólera sobre tus hijos | y lamentos sobre t u linaje; 23 C u a n d o el pueblo se dividió en dos, | y de Efraim tuvo origen un reino rebelde. * 24 Pero el Señor n o abrogó su promesa misericordiosa, | ni dejó de cumplir ninguna de las palabras, I ni b o r r ó la descendencia d e su elegido, | ni extirpó el linaje del q u e fue su a m a d o ; 25 Y dio u n resto a Jacob, | y a David u n renuevo salido de él. 26 M u r i ó Salomón ya anciano. 27 Y dejó en p o s d e sí u n hijo soberbio, 28 Rico en necedad, pobre de inteligencia: I R o b o a m , q u e con su resolución incitó al pueblo a la rebeldía. 29 J e r o b o a m , hijo de N a b a t , pervirtió a Israel | y p u s o a Efraim en camino de pecado; | y se multiplicaron mucho sus maldades, * 30 Hasta ser expulsado de su tierra. 31 Y se precipitaron en todo género de maldades, | hasta que vino sobre ellos la vengan/a. Elias y Elíseo AQ 1 Como un fuego se levantó Elias; | "*» su palabra era ardiente como antorcha;* 2 Y trajo sobre ellos el hambre, | y en su celo los redujo a pocos. 3 Con la palabra del Señor cerró los cielos ! y por tres veces hizo bajar fuego. * 4 ¡Cuan glorioso fuiste, Elias, con tus prodigios! I ¿Quién podrá gloriarse de parecerse a ti? 5 T ú q u e levantaste u n muerto del sepulcro, I y del ades p o r la palabra del Altísimo; * 6 Q u e precipitaste a reyes en la ruina, y a ilustres de su e s t r a d o ; 7 Que oíste en el Sinaí las amenazas de Dios, I y en el H o r e b los juicios vengadores; 8 Q u e ungiste a reyes ejecutores de los castigos, I y a profetas que te sucedieron; 9 Que fuiste arrebatado en u n torbellin o de fuego, | en u n carro tirado p o r caballos í g n e o s ; * 10 Adscrito y preparado p a r a los tiemp o s venideros | p a r a aplacar la cólera an- ECLESIÁSTICO 4 8 - 4 9 tes del día del Señor, | para reducir los corazones de los padres a los hijos | y restablecer las tribus de Jacob. * 11 Dichosos los que mueran después de haberte visto, I pero más feliz tú, que por siempre vivirás. 12 Cuando Elias desapareció de la vista en el torbellino, | Elíseo fue lleno de su espíritu; | duplicó sus prodigios, | y todas las13palabras de su boca eran un milagro. En sus días no tembló ante los príncipes, | ni mortal ninguno le subyugó. 14 Nada fue para él imposible, | y en el sepulcro su cadáver profetizó. 15 Vivo hizo prodigios, I y aun muerto realizó maravillas. 16 Con todo eso, no se arrepintió el pue. blo | ni se apartó de sus pecados | hasta que fue arrojado de su tierra | y dispersado entre las naciones. Ezequías Pero quedó Judá, aunque reducido a poco, | y príncipes de la casa de David; 18 Algunos de ellos hicieron lo que es grato a Dios, | pero otros se llenaron de iniquidad. 19 Ezequías fortificó su ciudad | e introdujo las aguas de Geón dentro de ella. | Con el hierro excavó la roca | y edificó estanques para las aguas. 20 En sus días subió Senaquerib | y envió a Rabsaces, | que levantó su mano contra Sión, | y en su soberbia blasfemó contra Dios. * 21 Se estremecieron entonces sus corazones | y sintieron dolores como de parto, 22 E invocaron al Señor misericordioso | y tendieron hacia él sus manos; | y al instante los oyó el Santo desde el cielo, 23 Y los libró por mano de Isaías. 24 Hirió el ángel del Señor el campo de los asidos, | y su derrota se tornó en desordenada huida, * 25 Porque hizo Ezequías lo que es grato al Señor | y siguió los pasos de David, su padre; | los preceptos que le dio Isaías, profeta, | grande y verídico en sus oráculos. 26 En sus días hizo retroceder el sol | y prolongó la vida del rey. * 27 Con grande inspiración vio los tiempos últimos | y consoló a los que lloraban en Sión; | hasta el fin de los tiempos anun17 764 ció lo futuro I y las cosas ocultas antes de que sucedieran. Josías A Q 1 El nombre de Josías es como per™ •» fume oloroso | preparado por perfumista. * 2 Su memoria es dulce como la miel a la 3boca I y como música en banquete; Pues afligido por los extravíos del pueblo, I quitó de en medio las abominaciones de la iniquidad. 4 Fue perfecto ante el Señor su corazón I y en los días de la iniquidad afirmó la 5piedad. Fuera de David, Ezequías y Josías, | todos los restantes incurrieron en pecado de6 negligencia. Porque no siguieron la Ley del Altísimo I los reyes de Judá, hasta el último. 7 Y así Dios los entregó en poder de otros, I y su gloria la dio a un pueblo necio8 y extraño, Y dieron al fuego la ciudad santa | y convirtieron en desierto los caminos que a ella llevaban. * Los profetas 9 Según los vaticinios de Jeremías, a quien maltrataron, I siendo el profeta consagrado desde el seno de su madre | para arrancar, destruir y arruinar, | para edificar, plantar y reforzar. 10 Ezequiel vio en visión la gloria, | que el Señor le mostró sobre el carro de los querubes. * 11 E hizo mención de Job, el profeta, | que perseveró fiel en los caminos de la justicia. 12 También los doce profetas; florezcan sus huesos en sus sepulturas, j porque curaron a Jacob | y le confortaron con una segunda esperanza. Zorobabel 13 ¿Cómo engrandecer a Zorobabel, | que era como sello en la mano derecha? * 14 Y lo mismo a Jesús, hijo de Josedec. | En sus días reedificaron el altar ] y erigieron el templo santo, | destinado a una gloria eterna. * 15 También Nehemías, cuya memoria sea gloriosa, | que levantó nuestras ruinas, I reedificó nuestras casas arruinadas, puso puertas y cerrojos. * io M a l 4,620 2 Re 18,13. 2 Re 19,35; Is 37.36. " 2 Re 20,11; IS38.3. 4 0 1 2 Re 22,1. * -* 8 2 Re 25,910 Ez 1,4. 1 3 1 Par 3,19; Esd 3,2; Ag 1,12; 2,24. 1" Z a c 4 , i . 1 5 Es de maravillar q u e al lado de Nehemías, el restaurador de Jerusalén, no se haga mención d e Esdras, «el escriba docto en la Ley d e Dios» y la ñgura más saliente y más venerada del rabinismo. 24 765 16 Pocos en la tierra como Henoc, | que fue 7trasladado de la tierra; 1 Y no hubo ningún nacido como José, que fue señor de sus hermanos, sustentador de su pueblo, ls Cuyos huesos fueron cuidadosamente traídos. 19 También Sem, Set y Enós son celebrados, I y sobre todos cuantos han vivido es la gloria de Adán. Simón C A 1 Príncipe de sus hermanos y gloO " ria de su pueblo | fue Simón, hijo de Onías, sumo sacerdote. | En su vida fue restaurada la casa | y en sus días fue consolidado el templo. * 2 En sus días fue edificado el muro | y torres de refuerzo como en palacio real. 3 En su época fue cavado el estanque, | depósito semejante al mar por la cantidad de sus aguas. 4 Protegió a su pueblo contra los ladrones I y aseguró su ciudad contra los enemigos. 5 ¡Qué majestuoso cuando salfa del santuario, I cuando se adelantaba de detrás de 6la cortina! Como la estrella de la mañana entre nubes, | como la luna llena en los días de plenilunio; 7 Como el sol radiante sobre el templo del8 Altísimo, Como el arco iris, que se aparece en las nubes; I como flor entre el ramaje en días primaverales, | como azucena junto a la corriente de las aguas, | como las flores9 del Líbano en días de verano; Como el incienso que arde sobre la ofrenda, I como vaso de oro finamente trabajado 10 Y enriquecido con piedras preciosas; 11 Como verde olivo cargado de fruto, | como ciprés que se alza hasta las nubes, | cuando se ponía los ornamentos de su gloria I y se vestía con las ropas suntuosas; i 2 Cuando subía al altar majestuoso [ y hacía resplandecer los ámbitos del santuario ; 13 Cuando recibía de sus hermanos las porciones de la víctima | y estaba en pie junto al fuego, | rodeado de una corona de hijos, I como renuevos de cedro en el monte Líbano. 14 Como sauces le rodeaban en su majestad todos los hijos de Arón; ECLESIÁSTICO 49-50 15 Teniendo en sus manos las ofrendas del Señor, | ante toda la congregación de Israel, | hasta acabar el servicio del altar | y acabar el sacrificio al Altísimo. 16 Tendía su mano a la libación | y ofrecía 7la sangre de la vid. 1 Y derramaba al pie del altar la sangre I de olor agradable al Soberano Altísimo. i 8 Tocaban entonces los hijos de Arón | las trompetas de metal laminado | y levantaban un fuerte sonido | para avisar que9 se hallaban ante el Altísimo. 1 Entonces todo el pueblo a una se apresuraba | a caer rostro a tierra | para adorar al Señor Altísimo, | al Santo de Israel. 20 Y los cantores hacían oir su voz | y en el vasto templo resonaba la dulce melodía. 21 Y clamaba todo el pueblo de la tierra I orando ante el Misericordioso | hasta acabarse el servicio del altar | y terminar22 el culto prescrito. Entonces Simón, bajando, levantaba sus manos | sobre la congregación de los hijos de Israel I para dar con sus labios la bendición de parte de Dios | y gloriarse en23su nombre. De nuevo se postraban en tierra | para recibir de él la bendición. 24 Ahora bendecid al Señor, Dios de Israel, I que hace maravillas en toda la tierra, I que forma al hombre en el seno materno I y le hace según su voluntad. 25 Concédanos El la sabiduría del corazón I y haga reinar la paz en nuestros días. 26 Que su misericordia permanezca con Simón I y mantenga firme el pacto de Fines. I Que no sea roto el pacto con él ¡ ni con su descendencia por los días del cielo». EPILOGO (50,27-51,38) Razas odiosas Dos pueblos me son odiosos | y un tercero que ni siquiera es pueblo: * 28 Los que moran en la montaña de Seir y los filisteos | y el pueblo necio que habita en Siquem. 27 Epílogo Doctrina sabia y sentencias prudentes I consignó en este libro | Jesús, hijo 29 e n 1 Onías, padre d e Simón, es, sin duda, el mencionado en 1 M a c 12,7. Conocemos dos pon*•''-' tífices del mismo nombre y apellido, ambos del siglo II a. C . : el primero es Onías, padre d e Simón, llamado el Justo, el segundo se distinguió por haberse opuesto a la pretensión de Tolomeo Filopator (222-205) de entrar en el santuario. 27 Son bien conocidos los motivos d e estas poco amistosas relaciones de los judíos con los idumeos y los samaritanos. ECLESIÁSTICO 50-51 766 de Sirac, de Jerusalén, | que d e r r a m ó en Letanía él la sabiduría de su corazón. * Alabad al Seflor, p o r q u e es bueno, I 30 Dichoso el h o m b r e que la medita; y porque es eterna su misericordia. el que la guarda en su corazón será sabio, Alabad al Seflor de las alabanzas, | por31 Pues el que así haga triunfará en to- que es eterna su misericordia. do, | porque el temor del Señor es su caAlabad al Señor, escudo de Israel, | mino. p o r q u e es eterna su misericordia. Alabad al Criador del universo, | porOración de Jesús, hijo de Sirac P1 i T e doy gracias, Seflor y Rey que es eterna su misericordia. Alabad al libertador de Israel, | p o r q u e •"• m í o ; | te alabaré, Dios de mi es eterna su misericordia. salud, * Alabad al que reúne los dispersos de 2 Y confesaré tu nombre, | porque has Israel, | p o r q u e es eterna su misericordia. sido m i protector y mi socorro Alabad al edificador de su ciudad y su 3 Y libraste mi cuerpo de la muerte, | y santuario, I porque es eterna su miserimi pie del poder del sepulcro. | M e librascordia. te de la maledicencia pública, [ del azote Alabad al que hizo brotar el cuerno de de la lengua calumniosa, | y contra mis la casa de David, | p o r q u e es eterna su miadversarios I fuiste mi socorro. sericordia. 4 M e libraste, según tu misericordia, | Alabad al que eligió a los hijos de Sadel rechinamiento de los preparados a dedoc para el sacerdocio, | porque es eterna vorarme, su misericordia. 5 Del poder de los que atentaban conAlabad al escudo de Abraham, | portra m i vida, I de las m u c h a s tribulaciones que es eterna su misericordia. que me acosaban, Alabad a la roca de Isaac, | p o r q u e es 6 D e la asfixia de las llamas que me eneterna su misericordia. volvían, | y en medio del fuego no m e Alabad al Fuerte de Jacob, | p o r q u e es quemé. eterna su misericordia. 7 Del profundo seno del sepulcro, | d e Alabad al que eligió a Sión 1 porque es la lengua malvada, de los discursos em- eterna su misericordia. busteros, | de las saetas de la lengua menAlabad al Rey de los reyes grandes, | tirosa. porque es eterna su misericordia | y exaltó 8 Estaba mi alma al b o r d e de la muerte, el cuerno de su pueblo | p a r a gloria de t o 9 Y mi vida próxima al profundo sepul- dos sus fieles, | los hijos de Israel, el puecro. blo que a El se llega. | ¡Aleluya! * io Me volví a todas partes y no hallaba ayuda; | miré buscando socorro humano, mas en vano. 11 Pero m e acordé, Seflor, de tu misericordia, | de tu antigua conducta, 12 D e que salvas a los que en ti esperan [ y los libras de t o d o mal, 13 Y alcé entonces mi voz | y te rogué a las mismas puertas del sepulcro. 14 Y clamé ante el Seflor Altísimo: | «Seflor, tú eres mi padre, el campeón de mi salud; | no me abandones en el día de la tribulación, | en el día de la ruina y la devastación. 1 5 Alabaré continuamente tu n o m b r e | y en mi acción de gracias te cantaré». | Escuchó el Seflor mi oración, i 6 M e salvó de la ruina | y m e sacó de todo mal. 1 7 Por esto te daré gracias y te alabaré I y bendeciré el n o m b r e del Señor. * Celo del autor por la sabiduría 18 Siendo yo joven y antes que m e extraviase, I m e di a buscar sinceramente la sabiduría. * 19 En mi oración la pedí | y hasta el fin la b u s q u é : 20 Floreció, m a d u r ó c o m o racimo, | y se regocijó en ella mi corazón, | y camin ó mi pie por senda llana I y desde mi juventud me abracé a la sabiduría. 21 Apliqué a ella m i oído y la recibí, 22 Y hallé para mí m u c h a ciencia | e hice en ella grandes progresos. 2 3 M e mostré reconocido al que m e enseñó la sabiduría 24 Y me propuse obrar según ella; m e esforcé p o r seguir el bien, y n o m e avergoncé de ello. 2 5 Mi alma se aficionó a ella | y nunca le volveré el rostro. 29 Estos versículos (20-31) son el epílogo de la obra. El autor nos hace la presentación de su persona, que ya conocemos por el prólogo del traductor. El ! En este postrer capítulo distinguimos los w.1-17, que tienen parecido con el salmo 18 de ** ' 1 7 David. El autor da gracias al Señor por los muchos males de que le libró. Esta letanía, que llega hasta el v.18, está tomada del texto hebreo y se halla inspirada en los salmos 117,1-4 y 136. 18 En la última sección de este capítulo (18-38) el autor nos cuenta sus esfuerzos por adquirir la sabiduría y los frutos logrados, que él ofrece a todos los amantes de ella. 767 26 Extendí mis m a n o s a lo alto | y la hallé en toda su pureza. 27 Jamás p o r la eternidad m e apartaré de ella. 28 Desde el principio adquirí por ella la inteligencia, I y p o r eso no la abandonaré jamás. 29 Mis entrañas se encendían contemplándola, I y p o r eso la adquirí y la tuve p o r bella adquisición. 30 El Señor me dio en recompensa el d o n de la palabra, | y con ella le alabaré. 31 Acercaos a mí los que carecéis de instrucción | y frecuentad m i escuela. 32 ¿Hasta cuándo habréis de carecer de este bien | y vuestras almas h a n de tener sed de ella? LIBROS PHOFÉTICOS 33 Y o a b r o mi boca y hablo | para comunicaros de balde la sabiduría. 34 Inclinad a su yugo vuestro cuello | y reciba vuestra alma la instrucción. | Cerca está de quien la desea, | y el que se entrega a ella la hallará. 35 Ved con vuestros ojos cuan poco me he fatigado yo | y c ó m o hallé en ella gran descanso. 36 Oíd mis instrucciones cuanto más podáis, I y la adquiriréis sin oro ni plata. 37 Alégrese de mi enseñanza vuestra alma, I y no tendréis que avergonzaros al oír mi canto. 38 Haced vuestra obra a tiempo, I y en su día el Señor os d a r á la recompensa.