EXPUESTO EXPUESTO El regreso del heptantropo Viladrich Primitivo y perdurable MUSEU D'ART JAUME MORERA LLEIDA Ámbito 1: C/Major, 31 Edifici Casino, 1ª planta Ámbito 2: Avda. Blondel, 40 bajos Tf. 973-70-04-19 Hasta el 28 de octubre PAU ECHAUZ Ramón Gómez de la Serna hubiera querido que se acercara algo más por la tertulia del Café Pombo pero sabía que “no puede porque vive allá lejos, en Fraga”. El escritor fue uno de los primeros que se fijó en aquel joven “de larga, larguísima melena, como la que tiene Alberto Durero en su autorretrato”. La descripción se completaba así: “Rubio, enjuto de rostro, de parado y altivo mirar, llegaba a parecerse totalmente a Durero”. El joven artista es Miquel Viladrich, un pintor en los inicios de su carrera y que se mueve entre Madrid y Lleida. Son tiempos de bohemia, de privaciones y dificultades, pero también de intensa actividad artística y social. Gómez de la Serna evoca los inicios artísticos de su amigo el año 1924, cuando Viladrich se 18 01 encuentra en pleno apogeo artístico y pasa largas temporadas fuera de España en París, Roma, Florencia, Buenos Aires o Nueva York. Se le considera uno de los pintores fundamentales de la corriente simbolista española de principios del siglo XX, formada entre otros por Julio Romero de Torres y Anselmo Miguel Nieto y sin embargo todavía es un gran desconocido, valorado sólo entre expertos y estudiosos del arte. Después de la Guerra Civil, con Viladrich Sorprendente Viladrich JOSEP SEGÚ Narcís Gironell La galería barcelonesa María José Castellví (Consell de Cent, 278) presenta ‘Supergirl’, pinturas de Narcís Gironell. Son obras en las que el artista utiliza materiales no convencionales y que se inspiran en la publicidad o el cómic, mientras celebran las heroínas anónimas, mujeres fuertes y vitales. Hasta el 20 de octubre exiliado en Argentina, su nombre y su obra prácticamente desaparecen. De la iniciativa del ayuntamiento de Fraga en colaboración con el de Lleida, los gobiernos aragonés y catalán, e Ibercaja, nació la exposición Miquel Viladrich. Primitivo y perdurable, que puede visitarse en el Museu d'Art Jaume Morera de Lleida hasta el próximo 28 de octubre. Se trata de una gran antológica que Hay en su obra una influencia del Renacimiento italiano, estilo prerrafaelita y temática costumbrista Culturas La Vanguardia Miércoles, 26 septiembre 2007 Miquel Viladrich Una gran exposición antológica muestra por primera vez en España toda la obra creada en el primer tercio del siglo XX por el artista, figura fundamental de la corriente simbolista en nuestro país y sin embargo hasta ahora poco conocida El punto de partida de la mayoría de composiciones del pintor Viladrich arranca de un cuadro de Paolo Uccello, propiedad del Louvre, titulado ‘Cinco bustos masculinos’. Los cinco personajes cortados a la altura del pecho, con el nombre de cada uno de ellos en la parte inferior, son Giotto, el pintor de la luz y principio del arte, Brunelleschi, maestro en arquitectura, Donatello, genio de la escultura, él mismo, hábil conocedor de la perspectiva y los animales y su amigo Giovanni Manetti excelente matemático. De este modo lo documenta Vasari en sus ‘Vite’. Viladrich repite esta composición en ‘Las seis herederas de Fraga’, ‘Los seis herederos de Almatret’ y en sus bodegones horizontales titulados ‘Frutos de Fraga’. Este enfoque frontal y el análisis exhaustivo e individualizado de cada sujeto retratado persisten en la esencia de su arte y lo alejan y redimen de un costumbrismo sin sustancia. Viladrich a pesar de ser un artista del s. XX decide actuar como un pintor del XV, melena a lo Durero incluida. En sus años de juventud se relaciona con los intelectuales del café Pombo y comparte taller con el mexicano Diego Rivera y Julio Antonio, el escultor de Tortosa. Ignora deliberadamente cualquier solución óptica: ni cristal, ni espejo ni cámara fotográfica; Freud y Pearlstein actúan hoy de la misma manera. El pintor de Torrelameu centra los referentes en Uccello, Piero de la Francesca, Botticelli y los prerrafaelitas ingleses Edward Burne-Jones y Dante G. Rossetti. ‘Las herméticas’, ‘Dafne transformada en laurel’ y ‘Mis funerales’, consecuencia de la ruptura con su ciudad después de serle retirada la beca de estudios que le había concedido la Diputación de Lleida, son los cuadros más destacados de esta época. El cuerpo central de su producción tiene un fuerte carácter realista con paralelismos ‘noucentistes’ y simbolistas. ‘Catalans d'Almatret’ subsistirá como su obra paradigmática. Al pintar como un primitivo sus resultados chirrían a la vista del espectador actual acostumbrado a percibir la imagen figurativa a través de la fotografía, el cine o la televisión. La primera vez que contemplé su mural del ayuntamiento de Barcelona me pareció rudimentario, al igual que el ‘Alcalde d'Almatret’, en la reciente exposición sobre Anglada-Camarasa. Pero al observar el conjunto de sus composiciones, la distorsión de las imágenes y los esplendorosos colores, rojos, azules, verdes y violetas saturados, transmiten una potencia y 02 unapersonalidad inusuales a estos cuadros y lo convierten en un artista muy original. Dentro del panorama del arte español de principios de 1900, algunos artistas como Sorolla y Benlliure, decidieron aplicar la tecnología óptica en su proceso creativo, otros, por el contrario la rechazaron en aras de una verdad más profunda que sólo el espíritu humano podía captar, las vanguardias. Los primeros se beneficiaron de un éxito popular, económico e institucional sin precedentes mientras que los segundos rozaron la marginalidad. Otros aún buscaron esa verdad en los arquetipos populares menos corrompidos por la civilización. Picasso indagó en Gosol y Horta de Sant Joan. Zuloaga pintó lugareños del País Vasco y de la España profunda, con una contundencia y sinceridad apabullantes. Romero de Torres se dejó fascinar por la belleza de la mujer andaluza. Anglada-Camarasa investigó en Valencia, Andalucía y acabó en su paraíso mallorquín. Viladrich y su amigo del alma, Julio Antonio, recorrían los pueblos de España con el afán de encontrar personajes puros, sin trampa ni cartón, como modelos de un ideal que compartían. Al fin se le apareció la esencia del catalán primigenio en Aragón, en Fraga, en cuyo castillo vivió y pintó largas temporadas. Julio Antonio murió muy joven y en la más absoluta miseria. A Viladrich se le fue agriando el carácter y acabo reñido