tos com etidos por sus propios ele­ mentos, exaltados por la agresiva propaganda fascista o ficial u oficiosa, el régimen recuerda la existencia de una ju risd icció n ordinaria, cuya efica­ cia nosotros, lejos de poner en duda, siem pre hemos defendido, por ejem ­ plo al atacar la existencia de pseudotribunales como el TOP o, sum ándo­ nos a los criterios del Consejo de la Abogacía española, al propugnar la desaparición de los tribunales m ili­ tares especializados en la represión de la ETA. CHUZ IBERICA N- 1 ■ T T 4 ftu>Cia*«, mmmm me a t ia vmmcMA a l mmrttMmm mm rmmm w w . MACa M r ( • * LA i m c i M rim a r A mm u ü i» m mmmmmmm mm imm. m ía . mm « i w r a M mmmmmm r mea». rmmm m i m , t e r a wam mmm u u m r c r t A A nm i t mmm l a m cvA mm m m vA ÍA. mmmm m e r mmrm- A LAS JUVENTUDES OB ESPAÑA in jm g u a b u re n u » * Los cuatro atracadores de „Cruz Ib é rica “ serán juzgados por un trib u ­ nal o rdinario de justicia. Pero esta muestra más de la famosa „Ley del Em budo“ , a la que podemos reducir toda la legislación franquista, revierte, (muy a pesar de las inten­ ciones del régimen, que no puede perm itirse el dejar com parecer ante sus tribunales represivos a su propia gente), en una honrosa distinción entre los perseguidos por el régimen y los encartados por el forzoso res­ peto a los más elementales principios de la justicia, que ni siquiera el régimen aparente y aparatosam ente puede saltarse a la torera. Pues es bien sabido que ante la jurisdicción ordinaria solam ente com parecen los delincuentes comunes. En un país como España, de rica y profunda tradición jurídica, fuente incluso de Derecho digna de im itar por otros países, seguim os luchando por la desaparición de los engendros jud icia les del régimen franquista. Pero m ientras que exista el actual sis­ tema y los elem entos que lo susten­ tan, com parecer ante el Tribunal de Orden Público o un Consejo de Guerra es una garantía de que el acusado es un honrado ciudadano, cuyo único „d e lito “ es luchar por las libertades dem ocráticas. Menos mal que el régimen, por lo menos, respeta todavía esta esencial distinción. Manuel Moral 12 LA VOLADURA DEL MADRID 80 kilos de dinamita para un funeral El pasado 24 de abril fue vo­ lado el edificio del vespertino MADRID. Con 80 kilos de dinamita, los dirigentes del régimen ponían definitiva­ mente fin a un periódico que, como uno de los primeros en España, había osado pensar y escribir de otra forma que la prescrita en el ministerio franquista de información. El vacio e dificio en la m adrileña calle del General Pardiñas tenía que resul­ tar desagradable m unición para un gobierno que no tolera la crítica pública. Las paralizadas rotativas eran una muda acusación de lo mal que una dictadura digiere la libertad de prensa. El periódico MADRID fue fundado al co ncluir la guerra civil española en 1939. En mayo de 1969, el actual pro­ pietario „e x -p ro p ia d o “ , el profesor Calvo Serer, había asumido el control del diario. Calvo Serer, que es tam ­ bién m iem bro del Opus Dei, preten­ día hacer del periódico una voz liberal. Aun dentro de su moderada critica dentro del sistema, en el silencioso bosque de la prensa amordazada en España, esta voz pronto se oyó más alto de lo que convenía al gobierno de Franco-Carrero Blanco. Calvo Serer, m onárquico conservador, partidario de que pusiera fin a la etapa de ex­ cepción del „C a u d illa je “ la restaura­ ción de una monarquía liberal con el Conde de Barcelona, el eterno exiliado, don Juan, pensaba ir convírtiendo MADRID en un periódico de corte europeo, que, anclado en el conservadurism o liberal, rom piese los moldes uniform es de la inform ación política y social en España, e incitase al lector a un pensam iento indepen­ diente sobre la realidad sociopolítíca en su país y en el mundo. Evidentemente, este prurito de incid ir en un proceso de form ación de o pi­ nión pública contradecía a la concep­ ción de un régimen como el español que se arroga el derecho de decidir por sí mismo qué es lo que tienen que saber y pensar los ciudadanos, y que, no sin fundam ento, teme a una auténtica opinión pública más que al mismísimo diablo. Después de haber fracasado varios intentos por parte del gobierno de apoderarse del MADRID, como an­ teriorm ente hiciera con el díscolo NUEVO DIARIO, (que hoy es portavoz oficial del com plejo Opus Dei-Falange conform ista), sustituyendo al redac­ tor-jefe y lim itando drásticam ente la influencia del propietario, Calvo Serer, en la línea del periódico, el gobierno decidió pro hib ir el periódi­ co, recurriendo a un truco técnicojurídico. El 25 de noviem bre se publicaba el últim o número. Calvo Serer tuvo que abandonar precipitadam ente el país. En artículos publicados en LE MONDE, de París, Calvo Serer había acusado a Carrero Blanco de ser el principal peligro para España, directam ente responsable del „ase sin a to “ com etido con el MADRID. Con un „A d io s M ad rid “ , form ulado en los más diversos tonos, los perió d i­ cos españoles se despidieron de su colega m adrileño, al tiem po que se despedían de muchas esperanzas abrigadas respecto a una prom etida am pliación del margen de libertad de inform ación y mayor diversidad de opiniones, y, con el miedo bailán­ doles en el cuerpo, más de un d ire c­ tor de periódico volvía a replegarse en la autocensura como norma de autoconservación. Las explosiones de aquel martes de abril en M adrid habrán sido también escuchadas por el profesor Calvo Serer en su exilio de París. Calvo Serer, que de regresar a España podría verse condenado a una pena máxima de 12 años de prisión „p o r haber perjudicado el crédito del Es­ ta d o “ , habrá tenido una vez más ocasión de recapitular qué eficientes son sus antiguos amigos cuando se trata de perseguir e incluso aniquilar a los disidentes. El espectacular „e n tie rro “ del diario MADRID era también una adverten­ cia del régimen dirigida a todos los periódicos españoles, entre ellos, p rincipalm ente INFORMACIONES, de las graves consecuencias de querer entender el periodism o, no como el brazo prolongado de la propaganda o ficial (com o la Radio y la Televisión), sino como instrum ento de crítica, además de inform ación libre y obje­ tiva, y, por lo tanto, como eficaz vehículo de form ación de una opinión pública española. Manuel Moral EXPRES E S P A Ñ O L /Ju nio 1973