T08// ciencia TENDENCIAS | LATERCERA | Sábado 5 de abril de 2014 En busca del diluvio universal El relato de Noé, que llegó este jueves al cine, no sólo está presente en la Biblia, sino que en varios otros textos con miles de años de antigüedad. Científicos también han hallado pistas de una gran inundación y de los diseños de la famosa arca. POR: Marcelo Córdova N OÉ, la nueva superproducción de US$ 130 millones protagonizada por el actor Russell Crowe, se estrenó hace unos días en Estados Unidos con la siguiente advertencia: “Si bien se han tomado licencias artísticas, creemos que este filme es fiel a la esencia, valores e integridad de una historia que es la piedra angular de la fe de millones de personas”. El aviso buscaba aplacar la ira de los grupos cristianos más conservadores, que criticaron la adaptación de esta historia bíblica: en lugar de un benevolente hombre de barba blanca que intenta salvar a los animales del diluvio divino, la cinta presenta un hombre bastante taciturno que sueña con mares infestados de cadáveres y que vive rodeado de humanos que matan y destruyen todo a su paso. La controversia no se limitó sólo al mundo cristiano y el filme, que debutó este jueves en Chile, incluso fue prohibido en países como Indonesia y Qatar. ¿La razón? Para los musulmanes, Noé es un profeta y sus normas prohíben la representación de esas figuras religiosas. Aunque puede parecer nueva, lo cierto es que la polémica en torno a la historia de Noé se remonta al siglo XIX, cuando empezaron a aparecer indicios de relatos muy similares... pero en reliquias que poco tenían que ver con el mundo cristiano. En 1872, el investigador del Museo Británico George Smith asombró al mundo con uno de los hallazgos más impresionantes en la historia de la arqueología. Al analizar tablillas de arcilla cubiertas con escritura cuneiforme y que habían sido traídas desde la ciudad de Níneve, fundada en el 6000 a.C. en el actual Irak, descubrió un relato que incluía una gran inundación desatada por Enki (el dios local de la creación y la malicia), un barco atrapado en una montaña y un pájaro enviado en busca de tierra firme. Los paralelos con la historia bíblica eran evidentes e incluían detalles como la presencia de un personaje muy similar a Noé que se llamaba Utnapishtim. Lo que Smith había hallado era el Poema de Gilgamesh, un relato épico de 4.000 años que no sólo representaba la primera confirmación independiente de un vasto diluvio en la zona de la antigua Mesopotamia, sino que también mostró ser uno de los trabajos literarios más antiguos del mundo. David Owen, profesor de Estudios del Medio Oriente Antiguo en la Universidad de Cornell (Estados Unidos), explica que el hallazgo dejó en claro que la historia del diluvio se repite en otras culturas y, de paso, el mar Negro. Ballard descartó de plano que el barco fuera la famosa arca, de la cual no hay indicios concretos (aunque según el Poema de Gilgamesh el navío habría encallado en el monte Nisir, en Irak). Sin embargo, el explorador sí aseguró a The Telegraph que cuando el agua llegó al mar Negro “inundó el lugar de forma violenta y casi 150.000 kilómetros cuadrados de tierra quedaron bajo el agua”. Las caras de Noé “Esta historia es casi universal y ha sido documentada en lugares tan diferentes como Mesopotamia, Grecia, Siria, Europa, India y Australia.” IRVING FINKEL, curador de las 130.000 tablillas de arcilla que almacena el Museo Británico. activó el interés por encontrar nuevas pistas sobre el diluvio. “El relato bíblico de Noé es sólo eso, una historia. Se basa en un mito mesopotámico de la inundación que representa uno de los puntos más altos de la literatura de ese pueblo. Los israelitas tomaron prestada la historia tal como lo hicieron otros pueblos”, afirma. Una opinión similar tiene Irving Finkel, curador de las 130.000 tablillas de arcilla del Museo Británico y autor del nuevo libro El arca antes de Noé: decodificando la historia del diluvio. “Esta historia en la que todas las criaturas son salvadas por un héroe en un bote es casi universal y ha sido documentada en lugares tan diferentes como Mesopotamia, India y Australia”, dice en su libro. Un detalle que merece atención, agrega Finkel, es que el diluvio suele ser descrito como un castigo para el hombre. La explicación sería que Mesopotamia estaba entre los ríos Tigris y Éufrates y la gente vivía aterrorizada todo el tiempo debido a las posibles inundaciones: si los caprichosos dioses se enfu- recían, la gente estaba condenada. Tras la pista de la inundación Por décadas, los investigadores buscaron pistas concretas del diluvio. En 1928, el arqueólogo inglés sir Charles Leonard Woolley descubrió evidencias de una antigua inundación al excavar en la ciudad mesopotámica de Ur, fundada en el 3800 a.C. en el moderno Irak. En un cementerio se encontraron más de tres metros de lodo que cubrían un asentamiento aún más antiguo y en Kish, al sur de Irak, se efectuó un hallazgo similar. Hace dos años, una expedición liderada por Robert Ballard, el mismo explorador que encontró el Titanic, halló evidencias más concretas en un área cubierta por el mar Negro. A 91 metros de profundidad y a 19 kilómetros de la actual costa turca, se descubrieron herramientas de piedra, vigas de madera, cerámica y un navío del 5000 a.C. Según los investigadores, hace unos 7.000 años los grandes glaciares europeos se derritieron y el agua resultante habría desbordado el mar Mediterráneo y finalmente terminó creando Además de la historia de Utnapishtim, Finkel explica en su libro que las tablillas mesopotámicas incluyen otros personajes similares a Noé. Uno se llama Ziusudra y el otro es Atrahasis, un rey que también enfrenta la furia del dios Enki. Este último relato fue identificado por el experto del Museo Británico en una tableta de arcilla del tamaño de un celular y que fue tallada durante el 1900 a.C, en pleno apogeo de la antigua Babilonia. A diferencia del dios bíblico que desata el diluvio para castigar el mal del hombre, Enki lo hace por una razón más mundana: el ruido incesante de los hombres lo privaba de dormir. Pero eso no es lo único interesante, ya que Enki dice: “¡Atrahasis!, Presta atención para que vivas para siempre. ¡Destruye tu casa, construye un bote, deshazte de tus posesiones y salva tu vida! Fabrica el bote con un diseño circular”. Tal como señala el texto, el arca habría sido circular, tenía 60 metros de diámetro, paredes de seis metros de altura y áreas para distintos animales. Aunque no alcanzan tamaños tan grandes, estos botes llamados coracles aún se usan en las ciénagas de Irak y la India para transportar comida, ya que al ser circulares son muy difíciles de hundir. “El arca siempre ha sido representada como una nave para recorrer el océano, con un espolón y una popa para capear las olas. Pero el arca no debía ir a ningún lado; sólo tenía que flotar y las instrucciones son para una nave que esta gente conocía muy bien”, escribe Finkel en su libro. Ante estos antecedentes, Steven D. Greydanus, crítico de cine y estudioso de la Biblia en la arquidiócesis de Newark (EE.UU.), señaló a NBCnews que la película del director Darren Aronofsky debería ser considerada sólo como una versión más de esta historia. “Creo que Aronofksy ve el relato como una piedra angular de la literatura mundial y la reflexión moral. Algunas de sus decisiones dramáticas pueden parecer exageradas, pero hay que distinguir entre una película que tal vez no todos los cristianos querrán ver y un filme que no tiene ningún respeto por el relato”.T