Retrato último de una flor - Pontificia Universidad Javeriana

Anuncio
Retrato último de una flor
Marcela López Rodríguez
- Retrato último de una flor Marcela López Rodríguez
Asesor: Alfonso Álvarez
Pontificia Universidad Javeriana
Carrera de Artes Visuales
Proyecto de grado
2009
Agradecimientos
Alfonso Álvarez por su inmensa paciencia y amor al grabado.
Más que asesor es maestro y amigo.
María Margarita Sánchez por sus buenos consejos.
Cesar Torres por su paciencia y compañía.
Marcela López por amar tanto este proyecto.
Y a mi familia por el apoyo incondicional.
Índice
Introducción
Antecedentes
Marco teórico
Capítulo I: Extinción, huella de un pasado
Miradas en torno a la naturaleza
La extinción
Colombia, la flor y la extinción
“Estas son las últimas cosas. Desaparecen una a una y no vuelven nunca más. Puedo
hablarte de las que yo he visto desaparecer y ya no existen, pero dudo que haya tiempo
para ello. Ahora todo ocurre tan rápidamente, que no puedo seguir el ritmo”.
Capítulo II: Colombia, identidad rota
La orquídea: un patrimonio en vía de extinción
La nación fragmentada
El museo como testimonio de la memoria de una nación
Capítulo III: Retrato último de una flor
Retrato último
Construcción de retrato último, el proceso
Retrato de….
Paul Auster, El país de las últimas cosas1 .
Bibliografía
Anexos
1 Auster, Paul. El país de las últimas cosas (trad. María Eugenia Ciocchini), Ed. Anagrama, Barcelona, España, 2000.
Introducción
Llevo dibujando y grabando flores hace varios años y me interesa el detalle, el trazo y la finura
con que quedan las imágenes finales. Pero más allá de la técnica, me interesa la reflexión acerca
del problema de la extinción de uno de los emblemas nacionales de Colombia: La orquídea.
Colombia es un país con una gran riqueza natural, característica que lo ha hecho ser reconocido
como uno de los que más biodiversidad ostenta. El problema radica cuando estas riquezas se ven
violentadas por el hombre para generar la recolección excesiva con fines lucrativos, comerciales
y ornamentales, lo que conduce al tráfico ilegal y con esto, a la extinción de una basta cantidad
de especies tanto de flora, como de fauna.
Mi trabajo se centra en la extinción de las orquídeas, flores con una basta gama de especies en
Colombia (más de 3.500 especies) y patrimonio natural de muchos países latinoamericanos, entre
ellos, el nuestro. Éstas, como emblemas extintos, generan una problemática de identidad nacional al poder ser contempladas sólo en imágenes.
Retrato último de una flor es entonces, el último retrato de una serie de orquídeas extintas que,
contenidas en un relicario y puestas como exposición museográfica, generan un rechazo al olvido y evocan su recuerdo a través de su colección, manteniendo viva la imágen de algo bello que
se va a morir y cuestionando, al mismo tiempo, la identidad colombiana.
Dicho esto, quiero aclarar que mi propuesta no es pesimista, no es una mirada que refleja que el
mundo se va a acabar, es una reflexión en la que, si bien trato de ser lo más fiel a este proceso y
a la realidad del país, planteo la posibilidad de la esperanza, de un futuro que está dispuesto para
que lo conservemos entre todos a partir de la memoria colectiva.
Finalmente, y ante esta problemática, surge Retrato últimos de una flor. Las imágenes representan, a partir de un punto de vista personal, un país que, desafortunadamente, no tiene noción de
identidad porque la ha destruido y ha dejado sólo rastros y huellas de lo que algún día tuvo y que
como último intento de conservación, ha resguardado su memoria en el museo. Con este trabajo
busco pues, denunciar y generar una reflexión en torno al problema ambiental colombiano de la
extinción de las orquídeas.
Entonces, frente a esta discusión, abro las preguntas, ¿Qué sucede si la flor nacional de Colombia
se extingue?, ¿Qué implicaciones tiene esta problemática a nivel de Colombia y qué pasa si sólo
quedan estas orquídeas como un recuerdo en nuestros museos?
-6-
Antecedentes
Flor monotipos
Lo que me interesa de este trabajo en monotipo es el espacio vació en el que están suspendidas
las flores, lo que evidencia más su forma y su unicidad, y, por otro lado, la fragilidad de la línea y
la suavidad en el dibujo que se convierten en el comienzo de todo un proceso con el detalle en la
imágen y con la profesión misma, pues sentarme frente a una hoja en blanco y dibujar con total
aprecio esas formas armoniosas, es para mí mostrar el respeto que tengo hacia la naturaleza.
Flor viento. Dibujo sobre linóleo 2007
Las flores son seres que siempre me han llamado la atención por su belleza, por ese micromundo que se esconde dentro de ellas y por su capacidad para evocar y convertirse en instrumentos
poéticos.
Desde hace cuatro años, la flor ha estado como tema constante en mi trabajo, el cual he desarrollado a partir de dos puntos de vista. El primero, la flor como elemento de contemplación que
seduce al encuentro con el otro y genera reflexiones en torno a ella. Y el segundo, la flor como
estructura, pues a partir de sus formas, pliegues, volúmenes y manchas, puedo crear analogías
con otras formas como las del cuerpo humano. Esos pistilos y estambres que se asoman descarados sedientos de placer, o esas hojas extravagantes y suntuosas, se disfrazan de falos y vulvas.
Este gusto por la temática botánica lo empecé a descubrir al mismo tiempo que descubrí el gusto
por el detalle. Al tratar de representar una flor y todo lo que ella implica para mí (delicadeza, belleza, fragilidad), exploré con diferentes técnicas como el dibujo y el grabado: monotipo, linóleo,
punta seca y aguafuerte, y me di cuenta que me gustaba encontrar las formas que este ser maravilloso me presentaba y de manera casi admirable y dedicada hablar de ello mediante mis trazos.
Miradas, Punta seca, 2008
Luego, a partir de ese interés formal me centre más en la mirada. Mirar y contemplar las formas
de la naturaleza es descubrir el micromundo que se encuentra escondido ante nuestros ojos, ese
lugar que nos revela ciertas características de quiénes son estos seres y de cómo sobreviven. Las
flores son organismos que tienen ciertas características fisiológicas, que permiten reconocer que
también respiran, sudan y que su función primordial consiste en asegurar la perpetuación de la
especie mediante unos órganos provistos para ello. A partir de una mirada más cercana, estos
órganos comenzaron a aludir otras formas. Mediante planos cerrados y composiciones alargadas, nacían otras lecturas de la misma flor, sus estambres prolongados y manchas comenzaban
a parecer otras cosas.
La selección de la flor como modelo de mis trabajos comenzó por un gusto meramente formal
con el que veía a las flores como elementos decorativos que, a partir de su apariencia, podían
generar parecidos con otros seres u objetos, como comida, aves o arañas.
-8-
-9-
Miradas, Punta seca, 2008
Estambre, Aguafuerte, 2008
Cercanías, Aguafuerte, 2008
Al principio lo que quería era representar esas flores que me seducían a manera de homenaje
hacia la naturaleza. Pero luego empecé a descubrir las maravillosas formas que ella suscitaba y me
interesó generar juegos de mirada, en las que se producía un extrañamiento de la flor y una doble
lectura. Para esto, intervine los estambres y pistilos alargándolos y acercándome más a ellos, hasta el punto que se confundieran con formas corporales y se volviera una flor más abstracta pero
sin perder su identidad, siendo siempre una flor pero desde otra mirada.
A partir de este proceso, aclaré que mi interés era el de hablar del erotismo a través de las orquídeas, modelos que escogí para el proyecto, Diario íntimo de una flor, libreta en la cual estaría
representada la sensualidad de este atrayente ser, desde planos muy cercanos para exaltar sus
formas.
Bocetos para Diario intimo de una flor
Cercanías, Aguafuerte, 2008
Estos trabajos son importantes para mí porque son el comienzo del discurso que quiero llevar
a cabo en la tesis que, aunque se aleja del tema del erotismo que venía manejando, enriquecen
mi trabajo y responden a mi interés por las flores. Lo que comenzó como un interés decorativo
por las formas, es hoy una reflexión acerca de la belleza en la naturaleza y cómo ésta llega a ser
condenada por el hombre y extinta. Al igual que lo comenzó como unas líneas un poco duras, es
hoy unos trazos orgánicos y sensibles como la misma flor.
A partir de este cambio de percepciones ante estos organismos, descubrí el mundo de las orquídeas. Lo que me llevó a ellas fue su carácter sexual marcado, puesto que ellas tienen un labelo
(pétalo adaptado) que es el encargado de seducir al insecto para que las polinice y por ello, éste
tiene variedad de formas extrañas y llamativas.
Con el trabajo de Cercanías, hay una intensión más puntual por hacer coincidir lo botánico con
lo humano, desde un punto de vista sexual. Pues hay más claridad en las formas casi esculturales
y en la decisión de abstracción de dichas formas.
Con esta obra el detalle en las imágenes comenzó a cobrar vida y me empecé a acercar a lo que
plásticamente quería que fuese mi trabajo. La sensibilidad de la línea y los volúmenes creados con
pequeños trazos (gracias a que el aguafuerte me permite crear una línea más fina y sensible) se
hacían más notables, el preciosismo y el sensualismo de la flor se revelaban mediante la obra.
-10-
-11-
Miradas en torno a la naturaleza
Marco Teórico
Capítulo I: Extinción
Huella de un pasado
“La Naturaleza ha de ser acosada en sus vagabundeos... sometida y obligada a servir... esclavizada y torturada hasta arrancarle sus secretos1”.
Sir Francis Bacon, filósofo y científico inglés. s. XVIII
La noción de naturaleza se construye socialmente a partir de la relación hombre-naturaleza y
refleja la ideología de una época determinada. En la prehistoria esta relación era desinteresada, el
hombre primitivo cazaba y domesticaba animales y plantas para su supervivencia, pero creía en
la madre tierra como su cosmogonía y así, no estaba en oposición con la naturaleza sino que se
sentía cobijado bajo su manto. Luego, cuando se formaron las primeras concentraciones de población, el medio ambiente comenzó a sufrir los primeros daños de consideración. Sin embargo,
de nuevo las creencias de las civilizaciones que vincularon la naturaleza con la religión, cuidaron
del lugar sagrado en el que se encontraban al entender que la tierra era un lugar bendecido por
dioses y que cada elemento natural correspondía a un dios, al cual venerar.
Pero la necesidad de conocerlo todo generó que la razón se impusiera y que se dejara de creer en
este vínculo divino. Así, con la llegada del cristianismo, la naturaleza dejó de ser adorada, ahora
se entendía como la creación y representación maravillosa de un poder superior y divino: Dios,
quien en su inmensa bondad, ha creado todas las cosas para uso y beneficio del hombre. Con
esto, una nueva relación entre hombre y naturaleza surge para reemplazar el culto a la naturaleza por el culto a Dios, él no es organizador o regulador del mundo, es su creador, es el todo
con forma humana y la naturaleza es parte de ese todo. El hombre ahora tiene la idea de que la
naturaleza le sirve, deja de ser piadoso espectador de las maravillas de Dios para convertirse en
un elemento activo, que desea hacerse dueño del mundo mediante el poder que le da su conocimiento.
Hasta el siglo XV, en varias culturas, la naturaleza se seguía viendo como algo vivo y lleno de
misterios. Pero, la visión que tenía el hombre de ella cambio drásticamente porque la necesidad
simbólica fue sepultada ¿qué pasó para que la mirada en torno a la naturaleza cambiara y se la
empezara a explotar? “Mientras se pensó en la tierra como algo vivo y sensible, podía considerarse como un mal comportamiento el llevar a cabo actos destructivos contra ella… No es fácil
matar a la propia madre, hurgar en sus entrañas en busca de oro o mutilar su cuerpo1”. Mientras
el hombre vinculó a la naturaleza con la divinidad, la cuido, sin que este cuidado fuera un deber
moral, sino algo que fluía naturalmente. El problema ambiental surgió luego, como una crisis
de percepción, con la que el ser humano empezó a ver el entorno de una manera diferente a
como lo venía viendo, produciéndose así, una ruptura en la relación armónica entre hombrenaturaleza.
El hombre entonces ya no creía en la naturaleza como su aliada, ahora ¿en qué creía? En su
afán de control y conocimiento, la razón y la ciencia comenzaron a hacer su nueva religión. Los
experimentos y descubrimientos del momento dieron paso a que se pensara que el mundo era
como una gran máquina y por ende, que todas las cosas vivas o no vivas que habitaban en él,
funcionaban como tal y se podrían controlar y predecir a partir del conocimiento de su funcio-
1 Villegas Mora, Jorge Enrique. Francis Bacon en los inicios de la filosofía moderna, Ed. Universidad del Valle, Departamento de Filosofía, Santiago de Calí, 2002. Pág. 31.
1 Merchant, Carolyn. Ecological Revolutions: Nature, Gender and Science in New England, Ed. University of Carolina
Press, Chapell Hill, Londres, 1991.
-13-
La extinción
namiento2 .
Se dio así en Europa el distanciamiento, cada vez más grande, con la naturaleza. El querer manejarla y controlarla, hizo que cada vez se la comprendiera menos y que se viviera cada vez más
en contra de ella. Con esto llegó la Revolución Industrial en el siglo XVIII, en la que se construyeron grandes máquinas de vapor, enormes minas que perforaban la tierra a gran profundidad o
que derribaban montañas con explosivos, fábricas que arrojaban a los ríos basuras, entre otras.
Debido al pensamiento científico que la naturaleza era una especie de máquina, los árboles, ríos,
montañas, flores y animales, se convirtieron en recursos naturales, objetos necesarios para el
hombre, que más que ser para su supervivencia y su economía, eran para su ocio.
La idea de que cualquier persona podía enriquecerse más y más, surgió cuando se empezaron
a acumular enormes fortunas procedentes de los países colonizados y de las fábricas europeas.
Con tantas riquezas se llegó a pensar que los recursos naturales no se acabarían nunca, que la
explotación no tenía límites, y que se podía expandir infinitamente el consumo humano, lo cual
generaría felicidad. No había conciencia de destrucción, sino de progreso.
La extinción (del Latín extintus, destruido), es un fenómeno biológico que consiste en la desaparición completa de una determinada especie animal o vegetal, debido a factores climáticos o ambientales. Pero actualmente, el problema de desaparición de ciertas especies animales y vegetales
es consecuencia de la explotación humana directa.
El termino extinción, fue acuñado en 1796, tras una extensa investigación de fósiles vertebrados que daban cuenta de la desaparición de especies animales. George Cuvier (1769 – 1832),
naturalista y biólogo francés señaló, mediante una comparación de fósiles entre animales, que
esos seres reconstruidos pertenecían a especies desaparecidas por completo, es decir, especies
extintas que evidenciaban la existencia de un mundo anterior al nuestro, destruido por algún tipo
de catástrofe.
Ésta surgió en el cambio de relación del hombre antiguo con la naturaleza. Con el afán de superioridad y control sobre el medio ambiente, el hombre inició un proceso de destrucción que,
hasta ahora, no ha hecho más que crecer. Ahora la naturaleza está condenada a perecer, toda la
belleza y perfección que ella condensa tiene un ser y un dejar de ser, una presencia que deviene
en ausencia y un tiempo que devora inevitablemente aquel esplendor.
En consecuencia el ambiente fue deteriorado. Se pasó de ser un mundo que vivía sometido a la
naturaleza, a ser un hombre que controlaba todo lo que le rodeaba como si tuviera una cualidad
de dios. La batalla entre naturaleza y revolución, fue ganada por la industria. El despliegue de
tecnología dio al hombre la capacidad para modificar el medio de manera radical y con esto, se
generó una conciencia individualista y consumista en el ser humano. El hombre en contra de la
naturaleza y la naturaleza al servicio del hombre y sus necesidades.
Un joven poeta, amigo de Freud, que admiraba la belleza de la naturaleza, se preocupaba por la
idea de que ésta estuviese destinada a desvanecer. Que en el invierno venidero habría desaparecido y con ella, todo lo bello y noble que el hombre había creado y pudiera crear. Según él, cuando
algo moría perdía su belleza e inmediatamente caducaba su valor, puesto que era doloroso que
todo aquello que se amase y se admirase estuviera destinado a morir. Ante esta mirada pesimista
Freud manifestó su inconformidad. Argumentó que el valor no decaía porque la belleza acabara
con la muerte, sino al contrario, que las cosas valían más cuando su goce era limitado, debido a
que la cualidad de perecedero comprendía un valor de rareza en el tiempo y las limitadas posibilidades de gozarlo lo tornaban aún más precioso. Las cosas obtienen un mayor valor cuando
sabemos que las podemos contemplar por poco tiempo y no cuando tenemos la plena seguridad
de que duraran por siempre. Además, concluyó Freud, que la belleza de la naturaleza era eterna,
tras cada destrucción invernal volvería a nacer, y con este renacimiento se podría considerar
eterna en comparación con el plazo de nuestra propia vida1.
Ante esta reflexión en torno a la naturaleza y su valor, me pregunto, ¿Qué pasaría si tras el invierno llegase la nada, el vacío, la sequía? ¿Qué, si todo aquello que debía renacer ya no existiera
y sólo quedaran las pocas cenizas de lo que fue?
Lo efímero tiene un carácter temporal en el que la muerte llega consigo después de un proceso
natural de vida, desarrollo y envejecimiento, pero cuando ese ciclo vital es intervenido abruptamente, la muerte se convierte en algo impuesto, así, lo efímero deja de ser un proceso natural
para convertirse en lo extinto, un proceso interrumpido.
Cone esto se evidencia un problema no de uso sino de abuso de la naturaleza. La pregunta que
me surge aquí, es ¿qué noción de naturaleza se construye entonces ésta época? La naturaleza hoy
en día es una mercancía con fines monetarios. Al creer ya que cualquier persona puede manipularla, también se cree que cualquiera puede entonces tener acceso al dinero mediante la compra
y/o venta de la misma y así, la naturaleza es una forma de capital que se comienza a extinguir.
2. René Descartes, fiel a esta visión de la naturaleza, concebía a los animales como ingenios mecánicos diferentes tan
sólo en un grado de sofisticación de lo autómatas hechos por los seres humanos (como los relojes). Tal sería el grado
de esta ideología que se cuenta que un seguidor de Descartes, llamado Nicolás de Malebranche, iba caminando con
algunos de sus pupilos y una perra preñada se les acercó meneando la cola. El Padre Malebranche se arrodilló para
acariciarla. Luego, asegurándose de que sus amigos lo mirasen, se incorporó, se recogió la sotana y asestó al pobre
animal una fuerte patada en el vientre. Los compañeros de Malebranche lanzaron exclamaciones de horror. Pero
Malebranche endureció la voz y comentó: “¡Vergüenza debería daros! Tranquilizaos. Esa perra es sólo una máquina.
Si la tocáis aquí, se rasca. Si silbáis, acude. Si la pateáis, aúlla y echa a correr. Hay un botón y un mecanismo para cada
uno de sus actos”. Watson, R. Descartes (trad. C. Gardini), Ed. Vergara, Barcelona, España, 2003. Pág. 17.
1. Freud, Sigmund. Ensayo: Lo perecedero, 1915-1916. Consultado el 24 de Marzo de 2009. Disponible en Internet:
http://www.scribd.com/doc/6979712/Freud-Lo-Perecedero.
-14-
-15-
Pienso con esto que todo tiene un tiempo de ser y existir y cuando éste se culmina hay que dar
paso a cosas nuevas para no entorpecer el orden natural y la evolución, pero en la extinción hay
un impedimento que detiene esta dinámica, el hombre. Quien ahora tiene una relación parásita
con la naturaleza, como señala Michel Serres en El contrato natural, “El parásito se apropia de
las cosas, diríase que las roba, una tras otra: las habita y las devora2”.
El parásito se apropia de todo y no da nada, contrario al anfitrión, quien da todo y no toma nada.
El derecho de dominación y de propiedad se reduce al parasitismo. Sin embargo, dice Serres, está
relación del hombre debería ser reciproca, el hombre debe devolver a la naturaleza tanto como
recibe de ella y verla como un sujeto de derecho. Así, el contrato natural sugerido por Serres, parte de esa relación reciproca con la naturaleza que, por supuesto, no se trata de un acuerdo verbal
ni de un acto de habla, sino de la existencia de ciertos lazos entre el hombre y la naturaleza, lazos
que aluden al compromiso moral y de respeto con el otro, con los que existe una clara conciencia de que tanto humanidad como naturaleza, se pueden afectar recíprocamente. Por lo tanto,
no se trata de firmar un contrato sino de reconocer que nos encontramos en él y que nuestros
actos alteran ese macrosistema y amenazan con acabarlo no sólo a él, sino a nosotros mismos
porque dependemos de él. ¿Si empezamos por unos cuántos animales y flores, que va a pasar
luego con nosotros? El abuso del poder lleva a la destrucción y no a la construcción. Seguimos
destruyendo los bosques para urbanizarnos, vaciando de peces los océanos para hacer dinero
y explotando los recursos naturales para nuestras necesidades, amenazando con esto, a reducir
parte de la naturaleza sólo a imágenes. Y todo, por nuestra obsesión por hacer dinero a cualquier
costo. Estamos dispuestos a que la naturaleza sufra, pero no estamos preparados para disminuir
el ritmo del crecimiento del dinero.
Modelo Tara Moss
también se han promulgado, por parte de gobiernos que ven a la pérdida de especies nativas
como un daño a su ecoturismo, leyes que sancionan el comercio o la caza de estas especies.
Sin embrago, y es lo que me interesa resaltar en este trabajo, es que sigue siendo una realidad que
el primer causante de la extinción de especies es el hombre porque ve a la naturaleza como un
instrumento de infinitos recursos y como un lujo, un adorno, un accesorio para comercializar,
para usar y para ostentar.
Giorgio Armani. Chaqueta de piel de conejo
Vestido de 3.500 pétalos de rosas rojas
Para evitarlo, algunos gobiernos, organizaciones internacionales y ambientales, tomaron medidas
protectoras para la ayuda y conservación de especies en peligro de extinción. Con el objetivo de
proveer un hábitat continuo y establecer a las especies que ya no encontramos en estados salvajes
o naturales, se han dispuesto zoológicos, reservas naturales u otros ambientes artificiales; como
2. Serres, Michel. El Contrato Natural (trad. J. Vásquez, U. Larraceleta), Ed. Pre-textos, Valencia, España, 1991.
-16-
-17-
Colombia, la flor y la extinción
iglesias, dejaron el testimonio de las flores en las tallas de los altares de madera y aprovecharon,
tanto su saber ornamental, como el de sus antiguos mitos: las plantas como una protección de
las amenazas externas.
Colombia nos es ajena a esta problemática. Este país es reconocido como uno de los más ricos
en flora y fauna de todo el mundo (actualmente se conoce que en su extensión de 0.7 % del
total de la superficie terrestre, coexisten no menos del 10 % de todas las especies vivientes del
planeta1). No obstante, es por su abundante riqueza que se da un mayor aprovechamiento de los
recursos naturales y una mayor explotación de los mismos, generando que la extinción sea un
hecho real. Pero este problema no ha estado siempre presente, hace varios años las cosas aún no
eran así. Una de las mayores sorpresas de los conquistadores españoles cuando llegaron al Nuevo
Reino de Granada (s. XV), fue descubrir el estrecho contacto de los nativos con la naturaleza y
especialmente con las flores, las cuales tenían un gran significado y eran utilizadas en sus vidas
cotidianas.
El primer conocimiento científico que tenemos en Colombia de nuestras flores se debe gracias
al botánico y médico español José Celestino Mutis, enviado a La Real Expedición Botánica del
Nuevo Reino de Granada (1783) por la corona española, con el interés de explorar científicamente la flora americana y en particular, sus posibles usos medicinales, a través de métodos de
clasificación y ordenamiento de la naturaleza. Esta necesidad de catalogar, está relacionada con
los procesos de conquista y expansión imperial, con los que se buscó dominar y apropiarse de lo
desconocido mediante estrategias que incorporen lo ajeno a lo familiar. Nombrar y describir lo
extraño fue una tarea ardua en la que se debe reconocer los conocimientos y tradiciones antiguas.
Más que descubrimientos europeos, la exploración científica de América fue la traducción de
saberes locales.
El Jardín Botánico de Madrid recibió el tesoro (1817) y se convirtió durante el siglo XVII, junto
con otros jardines y museos de Historia Natural que recibieron otras expediciones, en importante símbolo de poder imperial y prosperidad, que acumuló y se apropió de objetos naturales. Los
logros de las expediciones fueron vistos como testimonio de soberanía, control y dominio. Los
jardines botánicos y los museos fueron galerías públicas donde los imperios podían mostrar su
riqueza y poder.
La vida de los europeos se influenció al conocer la flora americana. La medicina de las plantas,
la botánica, los jardines, las comidas, la vida misma, cambiaron a medida que el material vegetal
y las flores enviadas desde América llegaban a sus manos.
Durante varios siglos, los indígenas colombianos organizaron su vida alrededor del cuidado de
jardines con una gran variedad de plantas y desde pequeños eran inculcados en la necesidad de
cultivarlas y propagarlas. Dotados de un enorme sentido de la ornamentación, los nativos tenían
en los techos, puertas y ventanas de sus casas, flores que colgaban en forma de guirnaldas para
que con sus colores y fragancias, según sus leyendas, se defendieran de la presencia de extraños
y no entraran los malos espíritus2.
Las flores también eran utilizadas para rodear los caminos que conducían a sus casas, como comida alimenticia, como aromatizantes, para combatir enfermedades, como afrodisíaco para sus
animales domésticos, como veneno para untar sus lanzas y flechas, en sus ceremonias religiosas,
y bailes y fiestas en los que el personaje más importante aparecía cargado de ellas.
Esta mirada de la naturaleza construyó un respeto hacia ella. Aunque los indígenas instauraron
la naturaleza en su cotidianidad como objeto ornamental, la veían como una aliada para obtener
protección de cualquier cosa que no conocieran, por eso no tuvieron la idea de apoderarse de
ella o dominarla hasta tal punto de acabarla, porque dependían vital y espiritualmente de ella y no
tenían esa necesidad económica de ostentar riquezas materiales que existe hoy en día.
Los descubrimientos logrados mediante esta expedición en suelos colombianos, aportaron enormemente a la ciencia, la medicina y a la misma estética, como es el caso de las orquídeas y flores
llevadas por los viajeros a Europa causando verdadero asombro desde entonces.
Muchos años después, Colombia empezaría a exportar flores hermosas, originarias de América,
que mejoradas científicamente en el extranjero y traídas de vuelta a Colombia, inundarían con su
belleza los mercados internacionales. La flor fue entonces, un recurso valioso para la economía
y una imagen positiva de Colombia ante el mundo.
Pero el problema empezó a surgir cuando toda esa riqueza fue descubierta. Miles de cazadores
capturaban plantas y animales para su estudio y su colección. Con esto los bosques empezaron
a estar destruidos y muchos seres vivos que habitaban en ello, morirían. Ahora, el inventario
biológico del país muestra que las principales causas de extinción son la deforestación, el envenenando las tierras con fertilizantes químicos, la contaminación, la caza excesiva y el tráfico ilegal y
que, desde el siglo XX se ha incrementado la desaparición de diversas especies como mamíferos,
aves, peces y plantas, siendo éstas últimas las más cazadas por su facilidad para capturar y por su
valor ornamental y comercial. Se estima que hay más de 40 mil especies de plantas en Colombia,
de las cuales sólo se han estudiado unas pocas. Actualmente hay más de 230 especies totalmente
agotadas, 641 especies de plantas que se encuentran en peligro de extinción y la mitad de ellas
Sin embargo, bajo la imposición del catolicismo por parte de los misioneros españoles, los indígenas no pudieron más, que aceptar e incorporar a sus creencias domésticas las nuevas ofertas
ideológicas. Para esto, los colonizadores, para quienes era una forma de paganismo la adoración
de los nativos ante las fuerzas naturales, al ver su devoción por las flores relegaron las actividades
manuales, como la limpieza y la ornamentación de iglesias y altares, a los indígenas. Aunque la
visión del mundo había cambiado para los nativos, las flores seguían dominando su panorama estético y cuando sus descendientes, resultado del mestizaje, participaron en la decoración de las
1. Halffter, Gonzalo Comp. La diversidad biológica Iberoamericana, Ed. CYTED, México, 1998, Pág. 41-43.
2. Hoy en día, los indígenas Cunas, de la zona de Darién al noroeste de Colombia, mantienen sobre la fachada de sus
viviendas flores de cuipo, que con el viento emanan una fragancia tranquilizadora. También, los indígenas de la zona
del Putumayo y el Caquetá usaban flores y plantas olorosas como la vainilla, en forma de guirnaldas, que colocaban
a la entrada de las casas y se las colgaban del cuello.
-18-
-19-
en peligro inminente3.
El problema real de Colombia, más allá de que se estén extinguiendo las flores por el comercio
ilegal es, que según la lista elaborada por el Instituto Humboldt, las familias con mayor número
de especies amenazadas son las orquídeas, seguidas de las palmas. ¿Qué importancia tiene esto?
Que aún más grave, es que esa necesidad de la naturaleza como lujo para unos cuantos y la extinción con fines económicos, está acabando con una de las flores más bellas quizás del mundo, la
orquídea y que ésta, precisamente por ser bella, representa a Colombia como símbolo patrio.
Serie Expedición Extinción. Lápiz y clorofila sobre papel. 70 x 52 x 5cm. 2009.
Frente a esta problemática el arte también se ha manifestado. Me parece importante citar la obra
Expedición Extinción del artista colombiano Edwin Monsalve, porque parte de un lenguaje
plástico y científico para hablar de la extinción de la flora en Colombia.
Las imágenes son construidas a partir del dibujo y de la clorofila (pigmento natural de las plantas que no posee estabilidad pigmentaria), con esto el artista hace una propuesta efímera en la
que, con un periodo determinado de tiempo (15 años aproximadamente), la obra, al igual que la
planta, desaparece.
Mediante la reproducción de las especie botánicas colombianas en vía de extinción que fueron
descubiertas por Mutis, el proyecto alude a la metáfora de la vida: la creación, al momento en que
la esencia de la planta (la clorofila) se convierte en imagen; el devenir de la vida, en el trayecto
de pérdida de densidad y desvanecimiento de la misma; y la muerte, en la separación de todo
recurso vital de la imagen y su contenedor, para permitirnos al final la visualización del fósil, de
la huella, del rastro, caracterizado en el dibujo como testigo y soporte último4.
El hecho de que ésta sea una obra no duradera creada a partir de pigmentos florales, genera que
se entienda como un organismo vivo que el espectador o el poseedor, cuide como si fuera una
planta real, si su interés, claro está, es el de conservarla un instante más de vida.
Me interesa de ella, el hecho de ser el último retrato de una flor que, una vez consumado el
tiempo estimado, ya no existirá nunca más, sólo el soporte en el que un día estuvo impresa. Con
esto se transmite una inmutable sensación de la desmaterialización del mundo y se hace visible
el desequilibrio y vulnerabilidad de la naturaleza actual. Al igual que los retratos de las orquídeas
extintas, que aunque su imagen si quedarán por lo menos algunos años vivas, aluden a un ser ya
muerto, extinto y a una discusión que se centra en Colombia.
3 Calderón Sáenz, Eduardo (ed.). Libro Rojo de plantas de Colombia. Vol. 6. Orquídeas primera parte, Instituto Alexander
von Humboldt – Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, Bogotá, Colombia, 2007.
4 Palabras citadas del artista Edwin Alexander Monsalve en su reseña Expedición Extinción, 2009.
-20-
-21-
Capítulo II: Colombia,
-22-
identidad rota
La orquídea
Un patrimonio en vía de extinción
De esta manera se abastece el mercado internacional y se consigue, a partir de sus saqueos y estudios, híbridos espectaculares que participan en concursos para saber cuál es la más bella y así
ganar millones de dólares. La colecta y el tráfico ilegal de orquídeas ponen en peligro y acaban
con miles estas especies3, una de ellas la Cattleya trianae, también conocida como Flor de Mayo,
flor designada como patrimonio nacional de Colombia en 1936.
En Colombia cada año se trafican ilegalmente más de 1 millón de orquídeas. En el viaje a escondidas, sobreviven menos del 30% de orquídeas, algunas son capturadas por entidades gubernamentales y ambiéntales y son entregadas a jardines botánicos (como el Jardín José Celestino
Mutis en Bogotá) para su cuidado y conservación.
Este problema no es actual, ha estado presente desde hace varias épocas. En el siglo XIX, en el
que el delirio romántico por las orquídeas se extendió por los círculos de la alta sociedad inglesa
y europea, donde se volvió el pasatiempo de la gente adinerada y de hombres aventureros, como
también el símbolo de estatus y poder por excelencia.
Con la sensualidad y el erotismo subliminal de estas flores, el hombre cayó ante sus encantos y
perfeccionó los conocimientos de cultivos, popularizando así, la afición por las orquídeas, en especial por aquellos géneros más vistosos. Esta intensa demanda creó las figuras de los cazadores
de orquídeas, quienes financiados por las grandes fortunas de coleccionistas europeos, vinieron
a Colombia a finales del siglo XIX para enviar grandes cantidades de orquídeas a Europa, donde
era una moda de fin de siglo, y también para encontrar la reina de todas las orquídeas, aquella que
fuera la más bella, grande, exótica y desconocida. Con estas travesías muchas fueron las víctimas.
Selvas y bosques enteros fueron devastados por el hacha de estas comisiones obsesionadas por
llevarse todos los ejemplares, ya fuera por beneficio propio o para evitar que la competencia
tuviera algún ejemplar y, a pesar de las técnicas relativamente desarrolladas, con los largos viajes
interoceánicos, pocas plantas sobrevivieron.
Esto es claramente preocupante. Los emblemas nacionales crean la identidad de un país, son
signos que suponen la representación de una nación y que le pertenecen a la misma. Pero, citando a Antonio Cauca, “en la medida en que los pueblos van olvidando el respeto y el afecto
por sus símbolos patrios están perdiendo uno de los más caros sentimientos, cual es el sentimiento nacional4”. Es difícil establecer si la extinción de un emblema nacional se da por la falta
de identidad, o si la falta de identidad genera el problema de la extinción del símbolo patrio, en
todo caso, lo que sí está claro es que ambas se relacionan mutuamente, casi que podría decirse
que se contienen la una a la otra. Cuando olvidamos de dónde provenimos y lo que tenemos, se
da una perdida de identidad cultural, siendo ésta el conjunto de valores, tradiciones, símbolos,
creencias y modos de comportamiento que funcionan como elemento unificador dentro de un
grupo social y que actúan como base para que los individuos que lo forman puedan establecer su
sentimiento de pertenencia. Entonces, ¿qué identidad tiene Colombia si su emblema esta siendo
violentado?
La crítica se genera no sólo en cuanto a que una flor está siendo traficada y extinta, sino que
contiene una problemática más grande y es la de la ruptura y la extinción de la propia identidad
que se construye a partir de la noción de nación, en éste caso, una nación fragmentada.
Actualmente, esta obsesión continúa y pone bajo amenaza a miles de especies. Existen organizaciones1 que prohíben la recolección y el comercio ilimitado de orquídeas, logrando que el
coleccionismo sea legal siempre y cuando esté respaldado por tecnologías masivas de reproducción artificial (híbridos cultivados a partir de semillas en invernaderos). Y entes2 encargados de la
conservación y recuperación de la flora silvestre. Sin embargo y lastimosamente, en los últimos
años en Colombia la principal amenaza para la conservación son los cultivos ilícitos, que han
destruido y siguen destruyendo cientos de hectáreas de ecosistemas vírgenes y silvestres y la
erradicación de éstos por parte del Estado, para eliminar el tráfico y los cultivos narcóticos. Así
como la destrucción de los hábitats por expansión de la frontera agrícola y pecuaria en las selvas,
y, por una basta necesidad de urbanización.
Pero el problema principal para las especies nativas, en este caso las orquídeas es el del valor ornamental impuesto en ellas. Por su autentica belleza llaman la atención y se convierten en símbolos de decoración y poder. Esto genera la colecta excesiva de orquídeas en sus hábitats naturales,
por parte de manos inescrupulosas, que han descubierto el buen negocio de su rapto, vendiendo
a coleccionistas que pagan millones por ellas y que obtienen un raro y valioso trofeo.
1 Ver anexos. (Entidades que ayudan a la conservación y el comercio legal de la flora en Colombia)
2 Ver anexos. (Entidades que ayudan a la conservación y el comercio legal de la flora en Colombia)
3 Ver anexos (Listado roja de orquídeas en Colombia)
4 Cauca Prada, Antonio. Los símbolos patrios, Ed. Guadalupe Ltda., Bogotá, Colombia, 1999. Pág. 10.
-24-
-25-
La nación fragmentada
no haya preocupación del entorno colombiano y mucho menos, que exista una conciencia frente
al problema del vacío de identidad. Con esto, la idea de nación es invisible, el símbolo como
voz de un pueblo ha sido silenciado y la identidad de Colombia frente al mundo es inestable, el
territorio es visto desde afuera como frágil, vulnerable y fragmentado.
Frente a este discurso la nación se ve fragmentada, no hay símbolos patrios, no hay identidad, no
hay nación. ¿Qué nos queda entonces?
Como última instancia la idea de nación se sitúa sobre las bases sólidas de un lugar específico
que pertenece a un territorio limitado y que se convierten en metáforas de la identidad de una
nación al resguardar su memoria y sus fósiles: El museo.
Bernardo Salcedo, Primera lección, serigrafía, 1970
Bajo esta presencia de la no identidad, es pertinente mencionar la obra Primera Lección del artista
Bernardo Salcedo, en la que se plantea la deconstrucción lenta del símbolo y la noción de patria
al carecer de los elementos fundamentales que la constituyen, como los son, los cóndores (símbolo patrio), la libertad, y el escudo. Así, como el símbolo nacional de la orquídea se destruye
anulando la identidad de Colombia, el escudo, en esta obra, desaparece por los problemas socio
políticos que enfrenta el país y surge una nación fragmentada en la que no hay un carácter unificador.
La idea de nación surge en el siglo XVIII pero de una manera confusa debido a que la nación
está relacionada con un territorio que encierra toda una sociedad, y en un comienzo Colombia
no estaba geográficamente delimitada, así que la nación podía considerarse, como el conjunto
de dominios españoles en América, el imperio o el Nuevo Reino de Granada. Desde el siglo
XIX el concepto de nación se relaciona con la necesidad de un mismo territorio por tener una
identidad común, en la que se incluye a la sociedad y sus finalidades, con el desarrollo de una
cultura común y la realización personal de los habitantes dentro de la sociedad. Esto implica que
exista un bien colectivo y una serie de elementos representativos ante el mundo, como lo son los
símbolos patrios.
Al construirse la noción de nación a partir de símbolos que contienen y exaltan un territorio, emblemas que no son cambiantes, son sólidos cimientos imperturbables e intocables que identifican
un país, que pertenece a un pueblo y que, por lo tanto, deben seguir perteneciéndole evitando
su desaparición o pérdida para el disfrute de las generaciones futuras. Pero cuando ese símbolo
es violentado comienza a carecer la identidad nacional, siendo ésta uno de los principales problemas sociopolíticos de los colombianos. El individualismo no permite el desarrollo de algún
sentimiento nacionalista porque produce irrespeto frente a su propio territorio y esto genera que
-26-
-27-
El museo como testimonio de la memoria de una nación
El Museo guarda los fósiles que representan una nación, elementos últimos que perduran allí,
es valido entonces guardar estos retratos últimos de orquídeas extintas que también representan
una nación. El problema que surge es que si el museo guarda estos fósiles que representan lo
vivo de la identidad, estas orquídeas representan esa identidad muerta e inexistente en Colombia. ¿Qué pasa entonces si las orquídeas son emblemas extintos que, se supone, representan una
identidad nacional?
El museo existe en función de la nación. Es el lugar donde la identidad se consolida y se resguarda para generaciones futuras.
La palabra museo proviene del latín museum y a su vez del griego mouseion, lugar de contemplación. A lo largo de la historia ha tenido diferentes aplicaciones y significaciones, como la de
los romanos, quienes utilizaron el término, para describir un lugar de discusión filosófica. Sin
embargo, no fue sino hasta Grecia, donde se sentaron las bases de lo que hoy conocemos como
museo. Esta civilización, que convirtió casi todo en obsesión sagrada, reunió y conservó en
los templos y otros edificios, variados productos de la creación humana, especialmente objetos
artísticos y de valores y significados diversos. Desde aquellos antiguos mouseion griegos hasta
los museos de nuestro tiempo, parte de la historia de la humanidad ha quedado salvaguardada y
resumida por estas instituciones.
Su acceso público antes era restringido. Si lo entendemos como un lugar en el que se resguardan
los objetos preciados por el hombre, antes, las iglesias y palacios guardaban celosamente casi
todo el patrimonio histórico y artístico de la humanidad. Ahora, éste es una institución pública
al servicio de la sociedad en el que podemos encontrar los vestigios de nuestro pasado y de lo
que somos como nación.
El museo que hoy en día conocemos es un invento nacido bajo el entusiasmo y la visión de las
elites ilustradas del siglo XVIII, en el que se convirtió, a finales de siglo, en una institución pública con tres funciones primordiales: conservar, comunicar y educar.
En el siglo XIX se da lugar a una sacralización del pasado. No se constituye una memoria nacional sobre la base de simples datos históricos, es necesaria una simbolización de lo ocurrido.
Así, se construye el museo, como un espacio público de conservación y de salvación en el que se
deposita la memoria nacional que contiene la identidad.
En el museo nos reconocemos como parte de la historia y de la cultura, es un instituto cultural
y patrimonial que colecciona la historia de lo que somos, es el certificado de antigüedad de los
países, testimonio de la existencia del inconsciente colectivo de un pueblo a lo largo de su historia. Es un lugar, que con la ideología nacionalista, se convierte en privilegio de exhibición de
patrimonio como legitimación simbólica de “ser nacional”.
Me interesa esta noción de museo que archiva el pasado y contiene la memoria viva de una nación. El patrimonio intangible e inmaterial en el que, a través de la colección de piezas físicas,
agrupa recuerdos y testimonios, que hacen referencia a costumbres, creencias y modos de vida
de una sociedad y todo lo que ella comprende. El museo rescata los restos y los suspende, los
transforma en huellas. “El museo elabora una memoria al instituir como traza, como huella,
aquello que nos parece resto1”.
1 Rubio Angulo, Jaime. El museo: memoria y virtualidad, Ed. Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Artes,
Bogotá, Colombia, 2005. Pág. 5.
-28-
-29-
Retrato último
El retrato ha estado presente desde hace muchos siglos atrás y se desarrolló básicamente en
pintura, dibujo, escultura, grabado y sobre todo en fotografía desde el siglo XIX. Esta idea de
representación nació como una necesidad para eternizar la presencia, considerando la imágen
real y no apariencia, con la que se podía volver a poner en vida al sujeto y prolongar su presencia
e inmortalizarlo. Luego, apareció la noción del retrato como objeto de recuerdo que pretende
mantener viva la memoria del ausente.
Capítulo III: Retrato
último de una flor
La última vez que miremos algo, será la primera vez que en verdad lo contemplemos.
La orquídea – Marcela López
Johann Adamek. Retrato miniatura de muerte,
Retrato- relicario de señora fallecida y su pelo. 1870
Siglo XVIII
El retrato es testimonio visible de la existencia del modelo y se convierte en huella imborrable en
la memoria de los demás, permitiendo mirar el pasado. Así pues, las orquídeas, seres casi extintos
en Colombia, buscan ser retratados para guardar su huella, su última imagen. Con esto, mi obra
intenta suspender en el tiempo un instante de una flor muerta y dejarlo grabado en un soporte
para así, tratar de perdurar su existencia.
Los retratos últimos contienen la muerte, esas orquídeas ya nunca más volverán a se vistas por
ninguna persona. Es un momento único en el tiempo, es retratar lo que se está convirtiendo en
invisible. Así, como la serie de flores muertas de Edward Steichen (Luxemburgo 1879-1973,) que
refleja la fragilidad de la vida y representan la muerte de una manera bella y poética.
Más allá de su apariencia, de la melancolía con que estas flores marchitas y flácidas dejan notar
la llegada de la ausencia, las flores de Steichen son el reflejo de una sociedad en la que llegó la
muerte y acabó con una generación, con sus esperanzas y ambiciones.
Su obra Heavy roses es el retrato de unas rosas voluptuosas que simbolizan una edad dorada de
riqueza y ocio en América y Europa, que tocó violentamente su fin al estallar la Primera Guerra
Mundial (1914).
-31-
madre, ya que les faltaba el original, porque en su imagen conservaban el amor a sus virtudes2”.
Por esto, los cuadros pasaron a formar parte de la sala capitular del convento y las copias de ellos,
las conservaron familiares o allegados de las religiosas y todas aquellas personas que, conmovidas
y admiradas con sus vidas, las veneraban devotamente. Así mismo, la intención de los retratos de
flores es que queden resguardados en un museo para guardar una representación de orquídeas
extintas y poderlas contemplar en él, ya que afuera se están volviendo invisibles.
Heavy roses 1914
Sunflower 1920
Aging Sunflower 1920
Estas rosas totalmente abiertas estaban de moda a principios del siglo XX y su propio exceso
representa el consumo y el hedonismo de la época, pero también, la idea premonitoria de la
muerte. Al igual que las rosas, los girasoles agonizantes son el retrato de de la guerra que destruyó miles de vidas.
Las flores muertas de Steichen son elementos metafóricos de una situación dramática que se vivía en la época, al igual que la que ahora estamos viviendo, porque toda guerra comienza desde la
violencia hacia lo más pequeño, por más insignificante que se crea que es. Estas flores, individuos
sensuales están fragmentadas en un espacio vacío en el que las protagonistas son ellas mismas
como reflejo de un entorno muerto. Son capturadas para ser inmortal su último aliento de vida.
Son flores que siguen conservando su belleza pero que están marcadas, inconfundiblemente, con
las imperfecciones que presagia la descomposición y la muerte. Y Retrato último de una flor hace
relación a estas imperfecciones, en las que los hermosos pétalos ahora tienen la piel arrugada y
muerta, y sus cuerpos tendidos, marchitos y chupados transmiten una fragilidad y su silenciosa
agonía. Estados con los que encuentro relación con los retratos de monjas muertas del Convento de la Inmaculada Concepción de Bogotá, atribuidos a Victorino García Romero (Bogotá,
1791-1870). “En sus rostros no se omitía ni la lividez, ni el rictus final de la muerte, de no ser sus
símbolos tan hermosos, podrían ser calificados de representaciones macabras1”.
Retrato de monja, anónimo
María Josefa de la Concepción
Luisa Manuela del Sacramento
La extinción de un cuerpo que busca ser retratado también me recuerda el libro El sentido de la
vista 3 de John Berger (artista y escritor londinense, 1926-1972), en el que él narra de una manera
personal la anécdota de cómo dibujar a su padre trajo consigo la permanencia de su presencia
en la imagen. El capítulo llamado Dibujado para ese momento cuenta cómo, cuando su padre murió,
hizo varios dibujos de su cara en el ataúd. “… el dibujo funciona para mí porque de ser un lugar
de partida se ha convertido en un lugar de llegada. Cada día vuelve un poco más de la vida de
mi padre al dibujo que tengo frente a mí4”. Es igual que con las orquídeas, se trata de traer ese
momento último de sus vidas y tratar de que perdure en la memoria colectiva. “El dibujo había
dejado de estar abandonado y pasado a estar habitado. En cada forma, entre las marcas del lápiz
y el papel blanco en el que estaban inscritas, había ahora una puerta a través de la cual podían entrar momentos de su vida; en lugar de ser simplemente un objeto de percepción, con una cara, el
dibujo había avanzado hasta tener dos caras, y funcionaba como un filtro: desde atrás extraía mis
recuerdos del pasado, al tiempo que proyectaba una imágen hacia adelante que, al permanecer
inalterable, me iba resultando cada vez más familiar. Mi padre había vuelto para dar a la imágen
de su mascara mortuoria una suerte de vida5”. Las orquídeas van a permanecer sólo en la imagen.
Sus cuerpos no son más que un registro de su vida y su retrato contiene entonces, al igual que los
dibujos de Berger, la despedida, el lugar del encuentro simbólico.
La muerte, en los conventos religiosos, significaba el rencuentro con Cristo, el momento más
importante de sus vidas religiosas y así, se las retrataba como esposas de Cristo y como mártires en su lucha contra los pecados. Si para el siglo XIX las monjas vieron la necesidad de hacer
retratos fúnebres para exaltar la labor de aquellas que tuvieron vidas ejemplares y salieron libres
de las vanidades del mundo. Ahora, yo ceo en la necesidad de hacer retratos de estas flores hermosas que son mártires de la violencia contra la naturaleza y pisoteadas como emblemas de una
nación destruida, pues cada día miles de orquídeas desaparecen y la única manera que hay para
conservarlas es retratarlas. Al igual que lo hacían las monjas, “…el deseo de una copia viva de su
2 Ibíd., Pág. 44.
3 Berger, John. El sentido de la vista (trad. Pilar Vázquez Álvarez), Ed. Alianza, Madrid, España, 1997.
4 Ibíd., Pág.146.
5 Ibíd., Pág.143.
1 Jaramillo de Zuleta, Pila. En olor de santidad: aspectos del convento colonial 1680-1830, Ed. Colcultura, Bogotá, Colombia, Pág. 46, 1992. Pág. 43.
-32-
-33-
Construcción de retrato último, el proceso
Las flores para mi no son un familiar, no puedo hacer ningún punto de comparación entre una
flor y un ser querido porque son simplemente relaciones diferentes. Sin embargo, me siento apegada a ellas porque son esos seres que viven al lado de nuestras casas, en nuestros jardines, son
esos vecinos silenciosos que nos alegran la vida cuando nos despertamos y salimos a caminar.
Ahora, las orquídeas, una de las flores más bellas de Colombia, me interesan y me preocupan
porque son hermosas, y es precisamente por ese motivo que su destrucción se da y marca un
quiebre en la identidad colombiana. Así, como Berger a partir de una imágen creada por un lazo
emotivo, como lo es el hijo que retrata a su padre muerto, generó la presencia del ausente. Yo
busco hacer lo mismos con los retratos de orquídeas, capturar un aspecto de sus vidas a través
de un diálogo entre lo vivo y lo muerto, el vivo (yo) y el muerto (ellas).
Ella hasta ahí, abandonada sobre la mesa pidiendo con su último aliento un poco de atención.
Su piel arrugada como la de una vieja dejaba entrever su proximidad a la muerte. Enferma, agonizante pero hermosa….
He tomado entonces, tres referentes en los que el retrato último se vuelve símbolo de inmortalidad y devuelve el pasado al presente. La imágen de las monjas muertas, las flores de Steichen y
el dibujo de Berger, tres espacios diferentes en los que la muerte es retratada y evidencia la fragilidad de la vida. El retrato como sinónimo de recuerdo que inmoviliza el tiempo y lo contiene
para no permitir que desaparezca y llegue el olvido, pues lo único que nos queda del ausente
es su última imágen, el simulacro de su presencia. Es, todo esto, una idea simbólica en la que se
busca prolongar la existencia a partir de una imagen, pues la memoria al ser limitada necesita del
retrato, el cual tiene un carácter de vida eterna o por lo menos, mucho más perdurable que la
memoria y la vida de un ser humano.
Bocetos para Retrato último de una flor
Hoy ya casi son cerca de tres años desde que empecé con lo que hoy es Retrato último de una
flor, surgiendo, como generalmente surgen las ideas, de experiencias, pero sobre todo a partir
de la necesidad de plasmar la última imagen de una flor muerta, una flor bella símbolo de todas
aquellas que están siendo extinguidas y desaparecidas.
Después de los trabajos con las orquídeas y en busca de flores de esta especie que fueran llamativas para exaltar su lado erótico, me di cuenta que ellas estaban cargadas de melancolía porque
por su belleza estaban condenadas a morir. En la investigación me enteré que muchas orquídeas
estaban en peligro de extinción o ya extintas por culpa del hombre, quien ve la naturaleza como
lujo. Quede asombrada y mi tema dio un giro de 180 grados. Me seguía interesando el erotismo,
pero me di cuenta que yo era una de esas personas que violentaba a la naturaleza por poseer algo
bello de ella sabiendo que las podía contemplar en su propio hábitat sin necesidad de arrancarlas.
Claro, no digo que yo hiciera eso con las orquídeas ya que es muy difícil ver una en cualquier parte, pero si lo hacia con otras que me atraían. Así que decidí replantear mi trabajo y centrarme en
una problemática social y cultural de nuestro país y muchos otros latinoamericanos: La extinción
de la orquídea, patrimonio natural de Colombia.
Mi hermano había llegado de un matrimonio de ciertos personajes adinerados, con un ramo
gigante de flores muy hermosas. Cuando me acerqué a ver cuales eran, me di cuenta que habían cinco especies diferentes de orquídeas, tres de cada una, más otras flores que no conocía.
¿Cuánto puede durar una flor en cautiverio? Estas podrán ser quizás, híbridos que venden para
fomentar el comercio de estas flores y no acabar con ellas, eso no lo sabía y nunca lo supe; lo
-34-
-35-
único que se es que ya habían llegado más muertas que vivas.
Prueba de estado Retrato último de una flor, aguafuerte
Comencé a hacer sus retratos en grabado ya que éste es una técnica más perdurable que el dibujo
y me gustó el resultado porque el aguafuerte me permitía tener trazos más sensibles y un detalle
casi preciosista, como los retratos en miniatura que si se los miraba con una lupa, se iban a ver
las pequeñas pinceladas y líneas que conformaban el todo de la figura.
Bocetos para Retrato último de una flor
A los pocos días terminaron por morir. Hasta muertas y marchitas eran hermosas; pasaron de
tener colores vivos como el fucsia y morado a anaranjado y luego a un amarillo pálido.
Prueba de estado Retrato último de una flor, aguafuerte.
Junto con estas flores comencé entonces la serie de retratos, luego fui al jardín botánico y fotografié y dibuje otras tantas para poder trabajar en casa. Algunas personas que tenían orquídeas
muertas me llamaron para regalármelas o tomarles fotos para retratarlas.
Para estos primeros bocetos empecé a retratar orquídeas muertas que conseguí fácilmente, pero
mi interés se centra en retratar una serie de las verdaderas orquídeas extintas en Colombia, tratando de conservar ese instante antes de volverse trizas; un estado seco y marchito en el que después de podrirse se estancan por un tiempo quedando tiesas, rígidas y muertas pero aún bellas.
Prueba de estado Retrato último de una flor, aguafuerte
Estar al frente de algo bello y muerto fue darme cuenta de una realidad que todos los días condena a la belleza, nacer bello es ser castigado. Frágiles, sus estambres fueron cayendo y arrugándose, y sus fluidos secándose. Para que nadie las votara por su olor, pues mi mamá estaba loca por
ese olor a fétido, decidí guardarlas en una cajita y coleccionarlas. Yo coleccionaba la muerte, al
igual que un museo colecciona el fósil. Cada día las bocetaba en varios papeles en blanco pero yo
quería que su imagen perdurara en la materia misma, y un dibujo con el tiempo se iría acabando,
velandose, cambiando de color y muriendo al igual que ellas.
-36-
-37-
Su tamaño reducido se debe a la forma en las que yo la miraba, así como yo me tomé el tiempo
de descubrirlas y plasmarlas en mis grabados, yo quiero que la gente también se tome un momento de sus transcurridas vidas y las observe, que detengan la mirada sobre un ser bello que
está muriendo por nuestras manos y contemplen esa última imagen.
Retrato de…
Hablar a través de la muerte, de un hecho real e ineludible, abstraerla en un proceso de representación y hacer que perdure en la memoria ese último instante de belleza del cadáver de una
orquídea. Eso es Retrato último de una flor.
Las últimas imágenes de una serie de orquídeas que, cargadas de simbolismo, representan a toda
una especie violentada y amenazada por el hombre para uso comercial. Problemática que para
Colombia genera la no identidad puesto que, la Catlleya trianae como flor nacional y patrimonio
cultural, está siendo extinta.
Ella contenida en un relicario, objeto que guarda y protege la memoria y genera la contemplación
de lo amado. El por qué de un relicario surge debido a la noción que se tiene de éste. En el siglo
XIX se usaba para resguardar el recuerdo de un ser querido fallecido, a partir de un retrato, una
gota de perfume, uñas, pelos, dientes, entre otros.
Mi interés es el del relicario como un contenedor de sentimientos que, cargado con un valor
simbólico, representa y conserva la huella de ese ser que se ha ido. El relicario es un objeto de
devoción que resguarda y venera lo que se considera sagrado y su función principal es permitir
recordar; cuando ese otro se ha ido para siempre y surge la ausencia y la necesidad de su recuerdo. Las orquídeas al extinguirse y comprender un emblema nacional, generan la necesidad del
recuerdo y éste se da en la medida en que las imágenes y los objetos amados son conservados
y contemplados. El recuerdo es una forma de resistencia a la muerte puesto que ella es el lugar
en que las cosas ocurren por segunda vez , y el poder del relicario es precisamente perdurar esa
presencia y hacer sagrado todo lo que allí se guarde.
Lo que busco con esta obra es en primer lugar denunciar esta realidad, sensibilizar y hacer caer
en la cuenta que existe y que no podemos ser ciegos y pensar que la naturaleza es ilimitada. Y
en segundo lugar, es tratar, simbólicamente, de conservar las orquídeas mediante el retrato de su
último aliento puesto en un museo, lugar, que como ya dije antes, conserva objetos que aluden a
la memoria de una identidad nacional.
Mirar es descubrir y recibir. Cada línea, cada trazo hacía visible a aquella flor. La experiencia de
mirar es cuestionar sin prisa la apariencia de un suceso, contemplar implica tomarse el tiempo de
descubrir. Cada vez que observaba la flor retratada, recogía una pequeña prueba de lo que era y
al final, lo que tenía, era la reunión de las pruebas de bastantes miradas. En cada espacio entre
tonos, mientras esperaba que saliera del ácido la plancha, la flor se reconstruía paso por paso, así
como se hace invisible en el transcurso del tiempo y se extingue, se hacía visible en mis matrices
de cobre y revivía.
Me pregunté miles de veces por qué el grabado, si era simplemente porque me parecía que daría
un resultado estéticamente agradable. Pero mediante el proceso me di cuenta que no era algo
meramente formal, era el hecho de dibujar mediante incisiones una plancha, era cavar sobre una
superficie delicada y pacientemente la figura, herir y violentar algo para que lo obtenido fuera
delicado, detallado, sensible y casi preciosista; luego, era atacar aquellas partes del metal que se
dejaban descubiertas, desprovistas de protección, para darle vida y permanencia a aquella huella
sepultada en la matriz, mediante la estampación de la imagen.
El grabado, según Gabriel Giraldo , es el resultado de una estampa bella a partir de una herida,
de violentar el cobre. Retrato último de una flor es, a partir de una herida, de la violencia contra la
orquídea, generar una estampa bella. A partir de esas incisiones que se extinguen, yo hago otras
para que persista en la memoria colectiva. Proceso lento que advertía la experiencia de la contemplación. Además que gracias a que el grabado es una técnica de reproducción serial, puedo
reproducir varias veces estas imágenes para que no se extingan en la memoria.
La orquídea como símbolo patrio es parte de la identidad de Colombia, puesto que recalca sus
riquezas naturales, al igual que se exporta y genera riquezas materiales y reconocimiento a nivel
internacional. La idea de montar los retratos como una muestra museográfica surge porque en
los museos se resguarda la memoria de una nación, se contiene la memoria cultural y se preserva
lo extinto para recordar el fruto de una historia. Como espacio público, el museo es un lugar
colectivo en el que el pueblo puede contemplar algo que construye su identidad, su nación, un
resto de ella. Un objeto que a través del tiempo hace que surja la presencia, en donde lo singular
se encierra en un círculo mágico en que permanece y se crea la ilusión de que el pasado continúa
en el presente.
Así, el museo es el espacio idóneo para coleccionar los símbolos de una identidad pero, en este
caso, una perdida y violentada. Como la orquídea, flor nacional de Colombia y muchos países, se
está extinguiendo, la noción de símbolo va a quedar sólo en el museo, éste será el único que tenga
esa última imagen porque fuera de él ya no es tangible, ni visible, en Colombia está desapareciendo y la idea romántica de museo como un lugar que conserva los restos de una nación es la que
me interesa utilizar. Ella muerta e inmaterial está sólo presente en su retrato en el museo.
En definitiva y concluyendo la investigación, el problema principal que se encierra en Retrato
último de una flor es la preservación del retrato último de la extinción de una patrimonio nacional
a través del museo.
La vida de estas orquídeas es tan finita, como el óvalo de papel en que las estoy imprimiendo.
La imágen es el escenario inmediato del recuerdo de estas flores, es, un reto a la desaparición, es
detenerse en el tiempo y tratar de abarcar un instante de él.
-38-
-39-
Giraldo, Jaramillo Gabriel. La miniatura, la pintura y el grabado en Colombia. Ed. Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá, Colombia, 1980.
Jaramillo de Zuleta, Pila. En olor de santidad: aspectos del convento colonial 1680-1830, Ed. Colcultura,
Bogotá, Colombia, 1992.
Bibliografía
Ángel Maya, Augusto. Ecosistema y cultura. Segunda parte: la fragilidad historia de la cultura- historia y
medio ambiente, 1990.
Auster, Paul. Ausencia, memoria, escritura. Artículo publicado en la revista La vereda de enfrente.
No. 8, Buenos Aires, Argentina, mayo 1997.
Azara, Pedro. El ojo y la sombra. Una mirada al retrato en occidente. Ed. Gustavo Gili, Barcelona, España, 2002.
Benke, Britta. Georgia O’Keeffe, Flores en el desierto, traducción de Carmen Izaguirre, Ed. Taschen,
Koln, Alemania, 1995.
Berger, John. El sentido de la vista (trad. Pilar Vázquez Álvarez), Ed. Alianza Madrid, España,
1997.
Biblioteca virtual Luis Ángel Arango: http://www.lablaa.org/
Calderón Sáenz, Eduardo (ed.). Libro Rojo de plantas de Colombia. Vol. 6. Orquídeas primera parte,
Instituto Alexander von Humboldt – Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial,
Bogotá, Colombia, 2007
Cauca Prada, Antonio. Los símbolos patrios. Ed. Guadalupe Ltda., Bogotá, Colombia, 1999.
Díaz Balerdi, Ignacio. La memoria fragmentada. El museo y sus paradojas, Ed. Ediciones Trea, España,
2008.
Jardín Botánico José Celestino Mutis, Bogotá.
Fernández, Luis Alfonso. Museología y museografía, Ed. Del Serbal, Barcelona, España, 2001.
Freud, Sigmund. Ensayo: Lo perecedero, 1915-1916. Consultado el 24 de Marzo de 2009. Disponible en Internet: http://www.scribd.com/doc/6979712/Freud-Lo-Perecedero.
Male, Emile. El arte religioso del siglo XII al siglo XVIII, Ed. Fondo de Cultura Económica, México,
1966.
Misas Urreta, Guillermo. Orquídeas de la Serranía del Baudó, Choco-Colombia, Ed. ConConcreto,
Medellín, Colombia. 2005.
Museo Nacional. Catálogo de miniaturas. Bogotá. Ed. Colcultura. Bogotá, Colombia, 1993.
Nieto Olarte, Mauricio. Historia natural y política: Conocimientos y representaciones de la naturaleza americana. Ed. Banco de la República, Red de Bibliotecas y Unidad de Artes y otras Colecciones,
Bogotá, Colombia. 2008.
Olivares, Rosa. El Retrato como Medio de Conocimiento. Cara y Cruz. Lápiz, Revista Internacional de
Arte. No. 127, Madrid, España, 1996.
Olivares, Rosa. Exit, imagen y cultura Flores. No.28. Ed. Olivares y asociados, Madrid, España.
2008.
Olivares, Rosa. Exit, imagen y cultura Naturaleza muerta. No.18. Ed. Olivares y asociados, Madrid,
España. 2005.
Orleans, Susan. El ladrón de orquídeas: una historia verdadera de belleza y obsesión. (trad. Cecilia Ceriani
y Txaro Santoro), Ed. Anagrama. Barcelona, España, 2001.
Revista Geomundo, Públicaciones Continentales México, Vol. 8 No. 1-4, México, 1997.
Simposio Internacional, Santa fe de Bogotá. Museo, memoria y nación, Misión de los museos nacionales
para los ciudadanos del futuro, Ed. Ministerio de Cultura, Bogotá, Colombia, 2000.
Rubio Angulo, Jaime. El museo: memoria y virtualidad, Ed. Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Artes, Bogotá, Colombia, 2005.
Steichen, Edward. Una vida dedicada a la fotografía (trad. Alfredo Crespo), Ed. Plaza & Janés, Barcelona, España, 1967.
Villegas, Benjamin. Colombia tierra de flores. Ed. Villegas editores, Bogotá, Colombia. 1990.
Von Der Walde, Erna. Cuadernos de Nación. Miradas anglosajonas al debate sobre la nación. Ed.
Ministerio de Cultura, Bogotá, Colombia, 2002.
Wayne, David. Edward Steichen. Ed. Kultur International Films, West Long Branch, New Jersey,
1969.
Anexos
Lista roja de orquídeas en Colombia1
Especies
(6) Especies en peligro crítico:
Comparettia ignea (Antioquia)
Masdevallia apparitio (Antioquia)
Masdevallia ignea (Boyacá y Norte de Santander)
Masdevallia niesseniae (Valle)
Restrepia aspasicensis (Norte de Santander)
Restrepia pandurata (Cundinamarca)
(64) Especies en peligro:
Anguloa brevilabris (Cundinamarca)
Anguloa cliftonii (Antioquia, Chocó, Valle y Risaralda)
Anguloa clowesii (Antioquia, Cundinamarca, Norte de Santander y Tolima)
Anguloa hohenlohii (Norte de Santander)
Cattleya mendelii (Norte de Santander y Santander)
Cattleya quadricolor (Chocó, Quindío, Risaralda y Valle)
Cattleya trianae (Cundinamarca, Huila y Tolima)
Cycnoches brachydactylon (Nariño)
Dracula alcithoë (Putumayo)
Dracula bellerophon (Antioquia y Valle)
Dracula carcinopsis (Valle)
Dracula cochliops (Putumayo)
Dracula lemurella (Antioquia)
Dracula levii (Nariño)
1 Listado sacado de: Calderón Sáenz, Eduardo (ed.). Libro Rojo de plantas de Colombia. Vol. 6. Orquídeas primera
parte, Instituto Alexander von Humboldt – Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, Bogotá,
Colombia, 2007. Pág. 22 – 34.
-43-
Dracula Nosferatu (Antioquia)
Dracula nycteriana (Antioquia)
Dracula octavioi (Putumayo)
Dracula ochioceps (Cauca)
Dracula robledorum (Antioquia)
Dracula severa (Antioquia)
Dracula sibundoyensis (Putumayo)
Masdevallia alismifolia (Nariño, Putumayo)
Masdevallia anisomorpha (Antioquia)
Masdevallia arangoi (Antioquia)
Masdevallia buccinator (Norte de Santander, Santander)
Masdevallia cacodes (Antioquia)
Masdevallia caudata (Cundinamarca, Norte de Santander y Quindío)
Masdevallia cerastes (Putumayo)
Masdevallia coccinea (Boyacá, Cundinamarca, Norte de Santander y Santander)
Masdevallia elephanticeps (Norte de Santander y Santander)
Masdevallia falcago (Norte de Santander y Santander)
Masdevallia fascista (Antioquia)
Masdevallia foetens (Antioquia)
Masdevallia fragrans (Norte de Santander)
Masdevallia gilbertoi (Caldas y Risaralda)
Masdevallia hieroglyphica (Norte de Santander y Santander)
Masdevallia hyelodes (Cauca)
Masdevallia leontoglossa (Norte de Santander)
Masdevallia macrura (Antioquia y Chocó)
Masdevallia medusa (Boyacá)
Masdevallia mejiana (Antioquia)
Masdevallia misaii (Santander)
Masdevallia mooreana (Norte de Santander y Santander)
Masdevallia pachysepala (Norte de Santander)
Masdevallia pescadoënsis (Antioquia)
Masdevallia pterygiophora (Antioquia)
Masdevallia racemosa (Cauca)
Masdevallia schmidt – mummii (Boyacá y Santander)
Masdevallia scobina (Antioquia)
Masdevallia seguarae (Antioquia)
Masdevallia stenorrhynchos (Antioquia)
Masdevallia urceolaris (Norte de Santander)
Masdevallia valenciae (Norte de Santander)
Masdevallia velifera (Antioquia y Norte de Santander)
Masdevallia ventricularia (Antioquia)
Masdevallia zapatae (Antioquia)
Odontoglossum arispum (Boyacá, Caquetá, Cundinamarca, Cauca, Meta, Nariño, Putumayo,
Quindío y Santander)
Odontoglossum harryahum (Antioquia)
Odontoglossum nevadense (Magdalena)
Odontoglossum rhynchanthum (Antioquia)
Restrepia cuprea (Antioquia)
Restrepia falkenbergii (Antioquia)
Restrepia nittiorhyncha (Norte de Santander)
Restrepia tsubotae (Antioquia)
(137) Especies vulnerables:
Anguloa eburnea (Putumayo, Quindío)
Anguloa virginales (Cauca, Nariño, Norte de Santander y Valle)
Catlleya dowiana (Antioquia, Chocó, Córdoba y Risaralda)
Catlleya patinii (Antioquia)
Catlleya schroederae (Arauca, Boyacá, Caquetá, Casanare, Meta y Norte de Santander)
Catlleya warscewiczii (Antioquia, Bolívar, Boyacá, Caldas, Córdoba, Cundinamarca, Risaralda,
Santander y Sucre)
Coryanthes flava (Chocó)
Coryanthes toulemondiana (Putumayo)
Coryanthes villegasiana (Antioquia)
Cychoches barthiorum (Cauca)
Cychoches densiflorom (Antioquia, Caldas y Santander)
Cychoches herrenhusanum (Nariño)
Dracula amaliae (Cauca y Valle)
Dracula andreetae (Antioquia, Nariño y Valle)
Dracula aphrodes (Valle)
Dracula bella (Antioquia, Chocó y Risaralda)
Dracula benedictti (Antioquia, Quindío, Risaralda y Valle)
Dracula berthae (Boyacá)
Dracula chiroptera (Nariño)
Dracula citrina (Antioquia)
Dracula cutis-bufonis (Antioquia y Caldas)
Dracula decussata (Chocó y Valle)
Dracula diabola (Boyacá)
Dracula diana (Valle)
Dracula exasperata (Putumayo)
Dracula gigas (Valle)
Dracula gorgona (Caldas, Chocó y Risaralda)
-44-
-45-
Dracula gorgonella (Antioquia)
Dracula insolita (Valle)
Dracula lehmanniana (Cauca)
Dracula ligiae (Antioquia)
Dracula minax (Antioquia)
Dracula orientalis (Norte de Santander)
Dracula ortiziana (Valle)
Dracula pholeodytes (Boyacá)
Dracula posadarum (Antioquia)
Dracula psittlacina (Antioquia y Cundinamarca)
Dracula roezlii (Antioquia y Risaralda)
Dracula segioi (Antioquia)
Dracula syndactyla (Nariño)
Dracula velutina (Antioquia)
Dracula verticulosa (Valle)
Dracula villegasii (Antioquia)
Dracula vinacea (Boyacá)
Dracula vlad-tepes (Santander)
Embreea rodigasiana (Antioquia, Cauca, Chocó, Risaralda y Valle)
Lycaste campbellii (Antioquia y Chocó)
Lycaste macrobulbon (Boyacá, Cundinamarca, Magdalena y Norte de Santander)
Lycaste schilleriana (Risaralda y Valle)
Lycaste xytriophora (Chocó y Risaralda)
Masdevallia angulifera (Antioquia y Caldas)
Masdevallia assurgens (Cauca, Huila, Quindío y Tolima)
Masdevallia caesia (Cauca, Risaralda y Valle)
Masdevallia clandestina (Norte de Santander)
Masdevallia crescentiicola (Chocó)
Masdevallia discolor (Boyacá y Cundinamarca)
Masdevallia dryada (Antioquia)
Masdevallia encephala (Boyacá, Santander)
Masdevallia expanda (Norte de Santander y Santander)
Masdevallia heteroptera (Antioquia y Chocó)
Masdevallia hians (Boyacá, Norte de Santander y Santander)
Masdevallia hortensis (Antioquia)
Masdevallia indecora (Antioquia)
Masdevallia ludibunda (Norte de Santander)
Masdevallia mandarina (Antioquia y Cesar)
Masdevallia marthae (Antioquia y Risaralda)
Masdevallia mastodon (Norte de Santander y Santander)
Masdevallia melanoxantha (Boyacá, Norte de Santander y Santander)
Masdevallia meleagris (Cauca y Cundinamarca)
Masdevallia mutica (Chocó y Valle)
Masdevallia navicularis (Norte de Santander)
Masdevallia nivea (Santander)
Masdevallia odontocera (Norte de Santander)
Masdevallia oscarii (Chocó)
Masdevallia os-draconis Antioquia y Risaralda)
Masdevallia pachyantha (Cauca y Nariño)
Masdevallia pardina (Nariño y Putumayo)
Masdevallia pastinaca (Cundinamarca y Risaralda)
Masdevallia pterogllossa (Antioquia y Valle)
Masdevallia purpurilla (Boyacá y Santander)
Masdevallia renzii (Cundinamarca)
Masdevallia rhinophora (Norte de Santander)
Masdevallia saltatriz (Antioquia)
Masdevallia sanctae-rosae (Antioquia)
Masdevallia schizantha (Norte de Santander)
Masdevallia schlimii (Norte de Santander y Santander)
Masdevallia sernae (Antioquia y Putumayo)
Masdevallia siphonantha (Antioquia y Risaralda)
Masdevallia strumosa (Valle)
Masdevallia sumapazensis (Cundinamarca)
Masdevallia trochilus (Antioquia, Cauca y Valle)
Masdevallia velilla (Antioquia)
Masdevallia vieirana (Antioquia)
Masdevallia virgo-cuencae (Huila)
Masdevallia wuellneri (Tolima)
Masdevallia xanthina (Antioquia, Cauca y Nariño)
Miltoniopsis phalaenopsis (Boyacá, Cundinamarca y Santander)
Miltoniopsis vexillaria (Antioquia, Caldas, Cauca, Nariño, Quindío, Risaralda y Valle)
Odontoglossum Alberti (Boyacá)
Odontoglossum alvarezii (Cundinamarca)
Odontoglossum aspidorhinum (Antioquia, Cauca y Nariño)
Odontoglossum auriculatum (Magdalena y Norte de Santander)
Odontoglossum bachmannii (Putumayo)
Odontoglossum blandum (Norte de Santander y Santander)
Odontoglossum crinitum (Antioquia, Caldas, Cauca, Cundinamarca, Putumayo y Nariño)
Odontoglossum dipterum (Antioquia, Caldas, Quindío y Tolima)
Odontoglossum gloriosum (Boyacá, Cundinamarca, Norte de Santander y Santander)
Odontoglossum ioplocon (Cundinamarca)
Odontoglossum ixioides (Boyacá, Cundinamarca)
-46-
-47-
Odontoglossum leucopterum (Cundinamarca, Magdalena)
Odontoglossum mirandum(Antioquia)
Odontoglossum naevium (Guajira, Magdalena)
Odontoglossum nobile (Norte de Santander y Santander)
Odontoglossum portmannii ssp. cohrsie (Cauca)
Odontoglossum povedanum (Santander)
Odontoglossum praenitens (Antioquia)
Odontoglossum reversum (Antioquia, Cauca y Putumayo)
Odontoglossum revolutum (Cauca y Norte de Santander)
Odontoglossum subuligerum (Nariño)
Odontoglossum tripudian (Boyacá, Norte de Santander y Santander)
Odontoglossum wallisii Antioquia y Cundinamarca)
Odontoglossum weirii (Cundinamarca)
Odontoglossum arminii (Antioquia)
Restrepia aristulifera (Norte de Santander)
Restrepia chameleon (Norte de Santander)
Restrepia chocoensis (Antioquia y Chocó)
Restrepia chrysoglossa (Valle)
Restrepia echinata (Norte de Santander)
Restrepia echo (Antioquia)
Restrepia escobariana (Risaralda)
Restrepia limbata (Risaralda)
Restrepia metae (Meta)
Restrepia purpurea (Nariño)
Restrepia sanguinea (Antioquia y Cundinamarca)
Restrepia seketti (Magdalena)
Restrepia tabeae (Norte de Santander)
(56) Especies casi amenazadas:
Coeliopsis hyacinthosma (Antioquia, Cauca y Chocó)
Coeliopsis bruchmuelleri (Caquetá, Casanare y Norte de Santander)
Coeliopsis elegantium (Chocó, Nariño y Valle)
Coeliopsis leucocorys (Caquetá, Nariño y Norte de Santander)
Coeliopsis macrantha (Boyacá y Meta)
Coeliopsis misasii (Antioquia)
Coeliopsis panamensis (Antioquia)
Coeliopsis senghasiana (Vaupés)
Coeliopsis vieirae (Guaviare)
Dracula chestertonii (Antioquia, Chocó, Risaralda y Valle)
Dracula dodsonii (Nariño y Valle)
Dracula felix (Nariño)
Dracula hirtzii (Nariño)
Dracula houtteana (Antioquia, Chocó, Cundinamarca, Risaralda y Tolima)
Dracula inaequalis (Antioquia, Chocó y Valle)
Dracula iricolor (Antioquia, Cauca, Risaralda y Valle)
Dracula mantissa (Nariño)
Dracula platycrater (Antioquia, Caldas, Chocó, Quindío, Risaralda y Valle)
Lycaste macrophylla (Chocó, Magdalena, Meta y Valle)
Lycaste powellii (Chocó)
Masdevallia aenigma (Boyacá, Cundinamarca, Norte de Santander y Santander)
Masdevallia angulata (Nariño)
Masdevallia arminii (Boyacá, Cundinamarca, Norte de Santander y Santander)
Masdevallia caudivolvula (Antioquia, Caldas, Cundinamarca, Risaralda y Valle)
Masdevallia corniculata (Boyacá y Santander)
Masdevallia filaria (Antioquia, Cauca y Valle)
Masdevallia geminiflora (Antioquia y Valle)
Masdevallia hoeijeri (Antioquia y Valle)
Masdevallia impostor (Antioquia y Cauca)
Masdevallia klabochirrum (Antioquia, Boyacá, Cauca y Nariño)
Masdevallia livingstoneana (Chocó)
Masdevallia macrogenia (Antioquia y Chocó)
Masdevallia macroglossa (Norte de Santander y Santander)
Masdevallia molossus (Risaralda y Valle)
Masdevallia planadensis (Nariño)
Masdevallia pumilla (Cundinamarca, Huila y Putumayo)
Masdevallia rosea ssp. echinata (Nariño y Putumayo)
Masdevallia sanctae-fidei (Casanare, Cundinamarca, Meta y Norte de Santander)
Masdevallia schizopetala (Risaralda y Valle)
Masdevallia thienii (Antioquia, Caldas y Chocó)
Masdevallia trigonopelata (Putumayo)
Masdevallia uncifera (Cauca, Nariño, Putumayo y Valle)
Masdevallia vargasii (Putumayo y Vaupés)
Masdevallia vittatula (Nariño)
Miltoniopsis warscewiczii (Antioquia, Chocó y Risaralda)
Odontoglossum cirrhosum (Nariño)
Odontoglossum epidendroides (Putumayo)
Odontoglossum luteopurpureum (Boyacá, Cundinamarca y Putumayo)
Odontoglossum pardinum (Nariño)
Odontoglossum spectatissiimum (Boyacá, Cundinamarca, Santander, norte de Santander y Quindío)
Phragmipedium schlimii (Antioquia, Putumayo, Norte de Santander, Santander y Valle)
Psychopsis krameriana (Antioquia, Chocó y Valle)
Restrepia flosculata (Valle)
Restrepia pelix (Antioquia y Santander)
-48-
-49-
Odontoglossum auropurpureum (Boyacá, Cundinamarca y Norte de Santander)
Odontoglossum compactum (Cauca, Nariño y Valle)
Odontoglossum cristatellum (Antioquia, Cauca, Quindío, Nariño, Putumayo y Valle)
Odontoglossum lindenii (Boyacá, Cundinamarca, Norte de Santander y Santander)
Odontoglossum lindleyanum (Antioquia, Cundinamarca, Norte de Santander y Santander)
Odontoglossum ramosissimum (Antioquia, Boyacá, Caldas, Cauca, Cundinamarca, Magdalena,
Nariño, Norte de Santander, putumayo, Quindío y Tolima)
Odontoglossum ramulosum (Cundinamarca, Boyacá, Norte de Santander y Santander)
Odontoglossum sceptrum (Antioquia, Caldas, cauca, Norte de Santander y Santander)
Odontoglossum spathaceum (Antioquia, Cauca, Quindío, Risaralda y Tolima)
Otoglossum coronarium (Antioquia, Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Quindío, Risaralda y Valle)
Phragmipedium lindenii (Antioquia, Boyacá, Norte de Santander, Santander, Putumayo y Valle)
Phragmipedium longifolium (Cauca, Chocó, Nariño y Valle)
Restrepia antennifera (Antioquia, Cauca, Nariño y Norte de Santander)
Restrepia brachypus (Antioquia, Caldas, Cundinamarca, Huila y Valle)
Restrepia cuntura (Antioquia, Cauca, Chocó, Cundinamarca, Norte de Santander, Santander, Valle)
Restrepia gutlulata (Cauca y Santander)
Restrepia muscifera (Antioquia y Chocó)
Restrepia trichoglossa (Antioquia, Risaralda y Valle)
Rodriguezia batemanii (? Región amazónica)
Rodriguezia granadensis (Antioquia, Boyacá, Cundinamarca, Magdalena, Norte de Santander,
Nariño, Santander y Valle)
Rodriguezia lanceolata (Antioquia, Boyacá, Cauca, Chocó, Cundinamarca, Magdalena, Norte de
Santander, Quindío, Risaralda, Santander y Valle)
Rodriguezia refracta (Antioquia y Magdalena)
Rodriguezia venusta (Caquetá, Meta y Putumayo)
Rodriguezia lehmami (Antioquia y Valle)
Selenipedium chica (Cauca, Chocó, Nariño y Valle)
(56) Especies de preocupación menor:
Cattleya violacea (Amazonas, Arauca, Caquetá, Casanare, Guainía, Guaviare, Meta, Putumayo,
Vaupés y Vichada)
Comparettia falcata (Antioquia, Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Nariño, Norte de Santander,
Quindío, Risaralda, Santander y Valle)
Comparettia macroplectron (Boyacá, Casanare, Cundinamarca y Meta)
Coryanthes mastersiana (Antioquia, Chocó, Quindío, Risaralda y Valle)
Cycnoches chlorochilon (Antioquia, Caldas, Casanare, Cauca, Quindío, Risaralda y Valle)
Cycnoches haagii (?)
Dracula chimaera (Antioquia, Cauca, Chocó, Nariño, Risaralda y Valle)
Dracula radiosa (Antioquia y Nariño)
Dracula vespertillio (Antioquia, Caldas, Cauca, Chocó, Nariño Y Risaralda)
Dracula wallisii (Antioquia, Cauca, Chocó)
Masdevallia amanda (Antioquia, Boyacá, Cauca, Caquetá, Chocó, Cundinamarca y Nariño)
Masdevallia anachaete (Antioquia, Cauca, Risaralda, Putumayo y Santander)
Masdevallia bicolor (Antioquia, Caldas, Cauca, Quindío y Valle)
Masdevallia campyloglossa (Antioquia, Caldas, Cauca, Cundinamarca, Santander, Putumayo, Valle)
Masdevallia coriacea (Boyacá, Cundinamarca, Norte de Santander, Putumayo y Santander)
Masdevallia cucullata (Antioquia, Caldas, Cauca, Cundinamarca, Nariño, Putumayo y Tolima)
Masdevallia erinacea (Antioquia, Chocó y Valle)
Masdevallia estradae (Antioquia, Boyacá y Cundinamarca)
Masdevallia herradurae (Antioquia y Risaralda)
Masdevallia laevis (Arauca, Cauca, Nariño, Norte de Santander, Putumayo y Tolima)
Masdevallia nidifica (Antioquia, Cauca, Nariño, Norte de Santander y Valle)
Masdevallia notae (Amazonas)
Masdevallia peristeria (Antioquia, Risaralda y Nariño)
Masdevallia picturata (Antioquia, Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Nariño, Norte de Santander,
Risaralda, Santander, Tolima y Valle)
Masdevallia platyglossa (Boyacá, Caldas, Cundinamarca, Santander, Tolima y Valle)
Masdevallia pygmaea (Antioquia y Valle)
Masdevallia sceptrum (Norte de Santander y Santander)
Masdevallia strumifera (Cauca, Cundinamarca, Santander y Tolima)
Masdevallia tubulosa (Antioquia, Cauca, Norte de Santander y Santander)
Masdevallia wendlandiana (Cauca y Vaupés)
Masdevallia zahlbruckneri (Antioquia, Nariño y Valle)
Miltoniopsis roezlii (Antioquia, Chocó, Risaralda y Valle)
Odontoglossum angustatum (Cauca y Nariño)
-50-
-51-
Entidades que ayudan a la conservación y el comercio legal de la flora en
Colombia
Existen entidades ambientales en cada departamento y municipio de Colombia que se encargan
de regular el tráfico de Orquídeas. En Medellín por ejemplo, son el Área Metropolitana y el ICA
(Instituto Colombiano Agropecuario), en Bogotá el DAMA (Departamento Técnico Administrativo del Medio Ambiente)y el ICA, entre otros.
También existen operativos de control ambiental realizados por la CAR, las unidades de comando de la policía ambiental y la SIJIN.
De su recuperación se han encargado el Jardín Botánico de Bogotá, donde se mantiene la producción in vitro de orquídeas, la Fundación Orquídeas del Tolima, que protege 150 especies ya
extintas en su hábitat natural y otras que están en vía de extinción como la Cattleya Trianae, la
Asociación Colombiana de Orquideología que se encuentra situada en Medellín, que promueve
el estudio, cultivo, conservación e hibridación de las orquídeas, además de gestionar ante organismos del gobierno acciones para conservar y recuperar los ecosistemas en los que se desarrollan
estas especies, y el Instituto Alexander Von Humboldt, el cual, a través de eventos, publicaciones,
investigaciones y ejecución de proyectos contribuye al conocimiento, la conservación y el uso
sostenible de la biodiversidad
Así mismo, existen organizaciones internacionales que sobresalen por sus esfuerzos para la conservación de la flora como el World Wildlife Found, WWF, que opera en el Complejo Ecorregional Andes del Norte, la Cuenca del Orinoco y el Complejo Ecorregional Chocó Biogeográfico.
Entre sus tareas está buscar áreas protegidas para especies, conservación de bosques y ecosistemas.
-52-
-53-
Descargar