Reforma del CPPN: comunicado de la AAPDPP

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El paso de un sistema mixto al sistema acusatorio, propuesto por el
proyecto de reforma del Código Procesal Penal federal, importa la
adecuación normativa a los expresos mandatos constitucionales vinculados
al juicio penal (art. 10 de la Declaración Universal de Derechos Humanos;
en el art. 14.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; en el
art. XXVI de la Declaración Americana de los derechos y Deberes del
Hombre; en el art. 8.1 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, art. 18 de la Constitución Nacional y art. 13 de la Constitución
de la CABA), y la instalación plena de la “cultura de la oralidad” que
impone a los fiscales, defensores o jueces la adopción de la expresión oral
como modo de ejercer sus funciones.
La importancia de modificar la interacción de los sujetos del proceso para
comenzar a generar un proceso cultural diferente es reconocida a través
de los mandatos legislativos. De allí entonces que uno de los desafíos más
importantes que plantea el proyecto en debate se halla en el cambio del
significado fundamental del acto de juzgar.
Así, vale recordar que en un sistema acusatorio como el que se propone,
forma parte esencial del modelo teórico la rígida separación entre el juez y
la acusación, la igualdad entre acusación y defensa, la centralidad,
publicidad y oralidad del juicio; mientras que son típicamente
característicos del sistema inquisitivo que actualmente rige en el ámbito
federal, la iniciativa del juez en el aspecto probatorio, la desigualdad de
poder entre la acusación y la defensa, el carácter escrito y secreto de la
instrucción.
Señala Luigi Ferrajolii que la dicotomía “acusatorio/inquisitivo” es útil para
designar una doble alternativa: ante todo, la que se da entre dos modelos
opuestos de organización judicial y, en consecuencia, entre dos figuras de
juez; y, en segundo lugar, la que existe entre dos métodos de averiguación
judicial igualmente contrapuestos y, por tanto, entre dos tipos de juicio.
Precisamente, el proyecto de CPPN concibe al juez como un sujeto pasivo
rígidamente separado de las partes, y al juicio como una contienda entre
iguales iniciada por la acusación, a la que compete la carga de la prueba,
enfrentada a la defensa en un debate contradictorio, oral y público y
resuelta por el juez según la sana crítica racional. Estos postulados, que
podemos sintetizar en el derecho a un “juicio justo”, que a su vez se haya
constituido por una amalgama de garantías, son los que se propone
positivar con la reforma presentada.
El proyecto de Código Procesal Penal de la Nación se presenta como un
verdadero esfuerzo democratizador y moderno, y un instrumento eficaz
para desterrar viejas prácticas procesales arraigadas en nuestra cultura
jurídica. Ello se advierte en el despliegue de un arsenal de nuevos
conceptos, vinculados al contenido de los roles de los sujetos procesales, la
desformalización de la instrucción penal preparatoria como forma de
coadyuvar a la oralidad, la transparencia en las decisiones judiciales, el
control público sobre la actividad de los jueces y de los fiscales, la amplia
participación de la víctima, los criterios de oportunidad para el ejercicio de
la acción pública, la inclusión de distintas soluciones alternativas de los
conflictos entre otras propuestas. Por otra parte, es necesario que la ley de
implementación del futuro ordenamiento procesal federal coadyuve a
profundizar el cambio cultural que éste impone. Asimismo, la reforma
propuesta hará imprescindible el dictado de una nueva ley de ministerio
Público Fiscal que determine con claridad el modo en que debe organizarse
la acusación pública.
Sin perjuicio del análisis crítico particularizado de su articulado, esta
Asociación celebra el reconocimiento a los lineamientos constitucionales y
convencionales que deben respetarse en todo proceso penal, que se refleja
en el proyecto de reforma que se ha enviado al Honorable Congreso de la
Nación.
i
“Derecho y Razón. Teoría del garantismo penal” Ed. Trotta, pag. 564.
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