oda elemental a pablo neruda.

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ALFREDO ROBERT
ODA ELEMENTAL
A PABLO NERUDA.
-ICuando naciste,
llamaste a la luna
por su nombre.
Tu madre, no te cantó
canciones de cuna,
porque estaba muerta.
A los veinte años,
cuando tus ojos eran ciegos,
una voz presagiaba a tu alma,
un gótico destino.
…Y la poesía,
tu juventud buscaba.
Desde una calle te llamó.
Desde las ramas de la noche,
la poesía te tocó las manos.
Y tú, la hiciste tu novia.
1
Ella fundó en tu corazón,
la rosa de un pueblo flagrante,
y el beso incitante
de la primavera marina.
Y a esa edad…
sembraste
semillas de letras,
y esperaste paciente,
a que naciera, esparcida,
en tu sangre,
la palabra.
Yo te celebro y te canto.
Abuelo de los poetas.
Arquitecto de corales.
Constructor de marionetas.
Vate elemental de los elementos,
señor de piedras y loas.
Proclamas recuerdos y cosas,
hilas caracolas y conchas.
Almirante de la barcarola.
Panadero de harina,
amasas serranías
y navegas sobre odas.
2
Ballenero de las ideas,
cartógrafo de firmamentos,
coleccionista de cielos pardos,
director de las auroras.
Mensajero de marinos,
comerciante de quimeras,
jardinero de mentiras,
médico de las mariposas.
Rinoceronte de la poesía.
Boticario de ironías.
Adulador de lo ínfimo,
ordenador de lo magnánimo.
Cocinero de las viudas,
esposo de damas solas,
domador de alegres musas,
sátiro de medusas y olas.
Curador de amoríos torvos,
consejero de los novios,
escandalizador de beatas,
restaurador de amores rotos.
Cómplice de los amorosos,
abogado de las flores,
explorador en los placeres,
defensor de amantes locos.
3
Padre de una nación entera,
presidente de todas las cosas,
comandante de las abejas
y de las alcachofas guerreras.
Tu poesía une hemisferios,
saluda continentes
y regula los océanos.
Es cobijo en patios de asilos,
y un tónico para los ancianos.
Trae esperanza a los pueblos
y alegría a los desheredados.
Albañil de las letras.
Construyes versos
como casas,
con ladrillos,
palabras y yesos.
Desde abajo vienes,
rey de Reyes poetas.
Desde el sur asciende tu canto,
desde el polo inferior del planeta.
Desde el coxis de América,
como una gran araucaria,
se alza y ensancha
tu voz.
4
-IITu patria es vertical y oceánica.
Alargada como un pan,
esbelta como una espiga,
metálica y recta como una espada
encendida.
Mástil de la Antártica,
espina de los vientos,
pilar del continente.
Báculo del mar.
Lejana codillera,
nevada Araucanía.
Anclas en los médanos
de la melancolía.
Flauta del céfiro.
Solitaria llama
de la Tierra del Fuego.
Lápiz del poeta austral.
5
Señor de la
R
e
p
ú
b
l
i
c
a
V
e
r
t
i
c
a
l.
¿Qué astros se colisionaron
la fecha de tu nacimiento?
A qué capitán le robaste
su bajel de versos?
¿Dónde encontraste
tus palabras?
¿Dónde tu voz?
6
¿Quién te legó
este abecedario de arcilla?
No fueron oraciones en aymará,
ni las armadas rimas
de don Alonso de Ercilla.
Te lo concedieron,
olas antárticas
y glaciares de nieves andinas.
La orografía de tu escritura
es arcillosa y amarilla.
¿Quién te contó
los cuentos míticos
de tesoros submarinos
custodiados por dioses nativos?
¿Quién te leyó
las leyendas
de los reyes indios?
¿Qué nana te llevó al circo?
¿Dónde quedó la trapecista
que se columpió en tus ojos
y te hizo escribir
los más tristes versos?
7
¿Qué mujeres
te endulzaron los brazos?.
¿Qué muchachas
te llevaron al cine?
y te extraviaron la corbata.
¿Qué niña te rasguñó
con una rosa?.
¿Quién te dijo: - ¡Vive!?
Y tú aceptaste vivir.
¿Qué minero
escritor de coplas,
te guió hasta las entrañas
de la tierra?
¿En qué galería encontraste
el esqueleto de tus estrofas?
¿Qué carpintero
te hizo esa escalera?,
¿y esa ventana?
que da a un mar
sin otra orilla.
¿Qué amigo, en la tertulia,
reveló el signo oculto,
que iluminó tu noche,
y tu cosmogonía?
8
¿Quién te regaló ese lápiz
que escribe hechizado?.
¿Qué cohete te arrojó
a esa vieja constelación del cielo?
¿En qué puerto azul?
tu corazón quedó
estupefacto.
¿En qué mercado?
detuviste tus pasos.
y dijiste: - ¡Basta!.
Ya no quiero peregrinar.
Entonces,
en el bosque…
de tus zapatos
salieron raíces
y te convertiste en árbol,
para no quejarte nunca más.
9
-IIISentado; aún,
en el acantilado de la isla,
pediste ser mineral,
piedra ovalada de río,
roca enorme de playa,
lapislázuli, cuarzo, metal,
o planeta vagabundo.
Te concedieron:
las piedras del cielo
y ser, tan solo, poeta.
Pescador de estrellas de mar,
en un universo de espuma.
Te persignas ante la Cruz del Sur,
cuando un clamor de voces
recorre la tierra.
Vencedor de las cordilleras,
adalid de los insectos,
geólogo del pan y la sal.
Ésta es tu residencia.
Gobernador de una ínsula,
ministro de los caracoles,
astrónomo de minerales.
Gaviero de un mar de signos.
10
Catedrático de los crustáceos.
Guardafaros de Isla Negra.
Conserje de los arrecifes,
confesor de los cetáceos.
Patriarca de caupolicanos,
primo hermano de España,
vencedor de los erizos,
amigo de los mexicanos.
Artífice ferroviario,
verdugo de militares.
Encantador de serpientes,
comerciante de astrolabios.
Psiquiatra de historiadores,
capitán de los justos,
denunciante de villanos,
hermano de los moluscos.
Faro de poetas pasajeros,
Filatelista de barcos, de lunas,
anclas, brújulas y recuerdos.
Navegante de mil y un versos.
En la bóveda de tu cráneo,
Se encienden y giran,
constelaciones tutelares,
y las olas corroen tus sueños.
11
Tu poesía levanta faldas.
Hace sonreír a los reos,
bailar a los enfermos,
y orar a los mineros.
Entra en la sangre
como una vacuna.
Remueve los glóbulos,
vaga en las moléculas,
hilvana tejidos,
y organiza células clandestinas.
Anida en el páncreas,
canta en el hígado,
bebe en el vaso,
y alquila
una habitación
palpitante en el corazón.
Sale
por los ojos
y regresa
nuevamente,
por el
tímpano
y
el
caracol.
12
Jamás dudas
Pablo Neruda.
Siempre
aciertas
tu disparo
en el blanco,
de una espiral
en movimiento
perpetuo.
La eternidad es tu aliada.
Tus versos dormitan
en los muelles tristes de la tarde,
y en las bodegas de los buques
que zarparon ayer.
Y la ola que llega hasta tu ojo
proclama tu existencia de viajero.
13
-IVDe niño fuiste asombro,
de joven fuiste viejo.
Melancólico y ausente,
con porte y capa
de poeta negro.
Quisiste llevar
a tu amada
a la soledad
de tu archipiélago,
en vez
de mimar
sus juegos
y silencios.
Perdiste tu amor,
y un rayo de dolor,
sin anestesia
fulminó tu corazón
amarillo.
14
Te convertiste
en el joven instructor
de la tristeza.
Paladín de pálidos
muchachos despechados,
que curan sus cuitas
de amor con el bálsamo
de tu nobleza.
Entonces,
para salir
del marasmo
de tu melancolía,
Invocaste
los besos celestes,
y nuevas novias
submarinas.
Medusas ansiosas
y mujeres caracolas.
Las piernas
que se abren,
se tornaron
en tus libros privados,
de anhelos vehementes
y vértigos jadeantes.
Hiciste del amor tu filosofía.
15
Te arreglaste la dentadura
para morder muslos y brazos,
vientres claros y oscuros,
en vez de duraznos carnosos.
Sacerdote de ritos sin aurora.
Campeón de juegos jugosos.
Compositor de sonatas de suspiros.
Doctor de ciencias sabrosas.
Explorador de cavidades.
Espeleólogo de ombligos.
Devorador de bocas, dedos,
pies, uñas y demás extremidades.
Ladrón
de señoras,
que lames,
recorres
y frotas,
hasta penetrar
sus sueños
y callados
nombres.
Esperando que sus desatinos,
las hagan caer en las redes
de tus leyes pescadoras,
o en el anzuelo de tu destino.
16
Tus versos las adormecen,
tus metáforas las atan,
y sin pensar en los adioses,
ni en futuras cicatrices
…Con tu nariz de elefante
las acaricias; más risas,
carcajadas, hilaridades y besos.
Hasta que los amantes se olvidan
de Dios y de la economía.
Partitura de quejidos
en la nación del delirio,
en el resuello de la noche,
en el interior de un grito.
Si tuvieras, Neruda,
tus manos ocupadas,
ya no pensarías en tales cosas.
Poeta.
Siempre viste
a la naturaleza como
una muchacha.
17
Te dejaron perplejos:
la pasión en la penumbra,
la suavidad de un seno,
el amor en los muslos enlazado,
Los cuerpos paralelos en el lecho.
Las contracciones, las amapolas,
los rasguños y rugidos.
Acechaste al amor como un tigre.
La misma religión de los animales,
las mismas costumbres de las fieras.
Lenguas
que en su recorrido
encuentran
pelos.
Dientes
que rompen
labios,
manos
que descubren
lagos.
Ojos que enmudecen
…ante
su reflejo.
Los espejos rotos,
y los ríos
de densas esencias.
18
En las provincias de la piel,
agitado agrónomo.
Todo lo observas:
nalgas, axilas, vientres,
espaldas, pezones, culos.
Como un geólogo,
como un minero,
como un buzo enloquecido.
Reinos
explorados
e inexplorados
por los sentidos.
Exudaciones territoriales
y otra vez,
la sal del mar.
Y otra vez,
las gemas
en los ojos:
zafiros,
turquesas,
esmeraldas,
pupilas
y obsidianas.
Las flores
en las sábanas,
la luna en la ventana,
y la habitación que zarpa
iluminada por velas inflamadas.
19
En el aire los aromas.
En la cama las palabras
de los dichosos náufragos,
se entrecortan en suspiros:
- Quiéreme, lléname, ansíame,
- mi luna, mi vida, mi mar, mi aaa…
Y así,
para ti…
Don Juan austral.
Las horas fueron niñas,
los muchachas días,
los años señoras,
la enfermedades viejas brujas.
Y la vejez el recuerdo
de todas ellas:
Rosita y Josefina en la lejanía…
Se pierden como risueñas
y rizadas olas niñas.
Ana, Azucena, Blanca, Selena,
Piedrafina, Esmeralda, Gema,
Linda, Brisa, Marina, y Pura.
A veces, también te quisieron.
De Aldonza, Angélica, Concepción,
Dolores, Martirio, Linda, Angustias,
Prudencia, Petra y Proserpina
…Ni te acuerdas.
20
La ausencia
de Josie, y Albertina
es una llama
que no se ha extinguido.
Pero en cambio,
Delia,
María Antonieta,
y Matilde,
son el sentido y la razón
de tu paso, por aquí.
En la tierra.
21
-VTe celebramos y cantamos,
abuelo de los poetas.
Espíritu en la nieve
de la cordillera.
Vigía del Aconcagua.
Herrero de recia frente.
Domador de la distancia.
Sastre de capas teutónicas.
Peluquero de los dioses.
Socio del pez espada
y de costureras estoicas.
Tu palabra
provoca terremotos,
incendia volcanes,
y los libertadores
la memorizan y cantan.
Como una ventisca,
llega a saladas costas
y entra en las casas viejas,
como soplo de ballena
y de maderas musicales.
22
Es un plato de papas
humeantes,
en la mesa de los marineros.
Sacerdote araucano.
El eco de tu canto peregrino
ha irrigado esta tierra,
como río que serpentea,
desde los Andes, hasta
los desiertos de Sonora.
Se alza tu voz, con la niebla
a las alturas del Machu Picchu,
despierta de su sueño
a los reyes incas.
Mapuches,
tiahunacos,
mayas, mayos,
lakotas, apaches.
Las tribus indias
reconocen tus pasos.
cuando recorres
sus rutas sempiternas;
Te gritan: -¡Pablo¡
y tú, los saludas
con tu bufanda.
23
La maquinaria de tu poesía,
se eleva como el albatros,
y desde lo alto inicia un vuelo
ceremonial de la nieve al río,
y de los campos a la selva.
Desde los campanarios,
la saludan pueblos pobres
y ciudades siempre inconclusas.
Altiplanos, sierras, llanuras,
y los afluentes del Amazonas
centellantes como peces.
Pasa y se queda…
Le dan la bienvenida
efímeros discursos
y bandas musicales.
Cruza las Guyanas, Maracaibo,
Cartagena, El Darién y Copán.
Tikal
como
una brújula,
le señala el norte.
Tus versos de sal
inundan el mar de las Antillas,
y como un vendaval arriban al corazón
del continente.
24
Topa con migraciones de aves
que huyen del norte frío.
Entonces
de tu poema
la proa
se bifurca.
Divide su ruta
hacia
la alta California
y la Florida.
Y así, prosigue sobre
los océanos
a oriente y a occidente.
La geografía de tu canto alcanza
los mares de Ceilán y de China,
villas y viñedos de Europa.
Pasean
tus coplas
por jardines
en la Alhambra.
25
Arriban a Paris
una tarde gris.
Y las cantan
los enamorados
nocturnos
en los canales
de Venecia,
cuando
los astros
tiritan, azules,
a lo lejos.
Producen cosquillas
en los cuellos de las vírgenes
y resuellos a las divorciadas.
Las celebran las uvas,
las critican las lilas,
y las auscultan las palomas.
Las llevan entre sus patas,
manadas de cuadrúpedos,
y en sus picos,
parvadas de plumíferos.
26
Te celebran y te cantan.
Embajador de los poetas.
Tu verso es un cóndor gigante
que sobrevuela el mundo,
vigilante.
Y bajo esta combustión de estrellas,
¡Todo lo cantas tú, todo lo cantas!
27
-VISol glaciar,
gallo juglar.
Poesía lunar,
coreógrafa
de las mareas.
Elefante marino,
cachalote chileno,
constructor de carabelas.
Tapir con boina gris.
Pingüino aristotélico.
Patriarca de los carteros.
No dejes de mirar el mundo,
porque se apaga.
Tu que ves la eternidad
dentro de una botella.
Dinos cómo se construyen
esos versos de madera.
¿O acaso, se escriben solos?
como niños sonámbulos
que flotan solitarios,
traspasados de misterios.
28
¿Qué loro, musa o deidad
te presta su voz
para que cantes?.
¿La blanca yegua nocturna,
te visita en sueños y te llama ?
¿Qué huracanes, visiones,
volcanes, o relámpagos
guían tus escribanos dedos?.
¿Quien te dicta esas odas?
Cantor a todas las cosas.
¿Un ángel malo,
una amada ausente?
¿una secretaria,
o un demonio desertor?
Dile,
que
a mí
también,
me susurre
una loa
al amor
vencedor,
o una canción desesperada.
29
Poeta joven:
Si quieres ser Neruda,
mira las nervaduras
del firmamento.
Delinea
los jeroglíficos tallados
en piedras iridiscentes.
Lee y escucha
lenguas vivas
y muertas.
No
malgastes
un tono,
no olvides
un signo.
No pierdas
pormenor,
de arrecife,
piedra
o nación.
30
Mira
con dilación
cada
grano
de arena,
cada vasija,
y cada avión.
Guarda
en una valija
la música
de todos
los lenguajes,
para que erijas
una oda
magnificente
a lo más
insignificante.
No descuides
detalle
de lo ínfimo.
No te distraiga
lo omnicircundante.
Mira las estaciones pasar
en el tablero de los días
y de las noches.
Labra un libro de barro,
que retumbe en los oídos.
31
Que
golpee
como
un
tambor.
Y
nos
haga
danzar
toda
la
noche.
Como
esas
tribus
que
celebran
con
el
fuego
la
grandeza
de
su
dios.
32
Poeta joven, si quieres ser Neruda,
sigue las huellas de las gaviotas
en la playa.
Mira en una naranja el sol,
En una cebolla un planeta.
En un gallo la aurora,
Y corre a la tristeza de tu casa.
33
-VIIGeneral de un ejército intangible,
tus huestes son frases,
tus vocablos, soldados,
y tus armas son de arcilla de Chillán.
Tu poesía es de uranio y cobre,
no la quiebra la infamia,
no se enferma de tifo.
No la exterminan los jueces,
no la rompen los niños.
No la maltratan los coches,
ni la asfixian los políticos.
Tu canto mineral trae
alivio a las enfermeras,
silencio a los engreídos,
vitalidad a los inválidos,
y el triunfo a los desposeídos.
La cantan
Los negros
de Curazao
de la Martinica
y “el Harlem”.
34
Santificados zapateros.
Físicos necios.
Ingenieros petroleros.
Acróbatas ciegos
y albañiles legionarios,
blanqueados de cal.
Suaviza la garganta
de los españoles,
es bálsamo en el Caribe,
devuelve su gloria al inca,
su dignidad al maya,
y la ecuanimidad a los argentinos.
Aduanero
de fronteras invisibles.
Tu escritorio
es una fábrica de versos.
Tu canto,
el canto general
a todas las cosas:
a las gemas,
a los trenes,
a los coleópteros,
a los mamíferos
a naciones mal heridas,
a pueblos no nacidos,
a los frutos terrestres,
y a las cosmogonías de tu gente.
35
Sigue cantando
con tu sonsonete.
Pelícano inmortal,
manatí de aguas dulces.
Diplomático de playas.
Deportista de tu nombre.
Búfalo del sur.
Indómito jabalí.
Poeta cósmico,
poeta cómico,
poeta amargo,
poeta agrario,
poeta industrial,
poeta sapo.
Senador por las provincias
del alma.
Cónsul del sol, en la representación
del viento.
Embajador de repúblicas que nacerán
al alba.
36
Arrecife
de odas.
Querido
gordo
amigo.
Sonoro
andador
andino.
Araucano,
americano,
universal,
inprudencial.
mortal
y puro…
como una manzana.
Cantas lo que quieres decir,
dices lo que quieres cantar,
y callas lo que llevaremos
a la muerte.
37
-VIIIEscarabajo militante
Cirujano de las rosas
Protector de las langostas
Enemigo de las moscas.
Bolchevique
bailarín
de cuecas y tangos
Cosaco
de las estepas cuyanas.
Estalinista
por convicción,
Marxista
por lo concreto.
Cuando en tu buró político,
dejaste acostada tu pluma...
Soñaste: utopías proletarias,
Gobiernos de obreros poetas,
y la santidad de la máquina.
Los ejércitos de la unidad,
las sociedades soberanas.
La igualdad de clases
y razas sin castas.
38
La fundación de naciones
saludadas por cosechas,
que danzan y representan
el progreso y el mañana.
Desde la ventanilla
de un avión
comunista,
viste,
a jornaleros
sin sueño,
construir
carreteras
como ríos,
y atronadoras
hidroeléctricas.
Ferrocarriles aderezados
con banderas rojas,
que silbaban
operísticos
antes de partir y convertirse
en horizonte.
Desfiles de tractores
aclamados por cipreses.
Arando en la tierra
constelaciones
de blanquísimas cebollas.
39
Escuelas sonrientes,
aulas cantarinas.
Hospitales donde la vida
cantaba su canción
a la esperanza.
El triunfo proletario en marcha,
que aplasta a los tiranos
y devuelve la fe a las muchachas.
Tu alma se inundó
de un himno al devenir,
mecido por la victoria
y la certeza de los camaradas.
No lo sabías...
No lo presentiste siquiera.
Los gobiernos populares,
también se extraviarían.
Obedientes
a la condición humana
indolente,
que transforma el poder
en infamia.
Aquella realidad que cambió,
resultó un cuento cruento.
Un desvencijado vestigio.
40
La fraternidad de los hombres
se desmoronó ante tus ojos.
Se hizo humo, polvo, horror,
y desesperanza en el recuerdo.
En el
colofón
de ese
melodrama,
el capitalismo
voraz,
ganó la batalla
y se adueñó
del mundo.
Y a ti, te tiraron
todas
tus estatuas.
41
-IXEn 1973,
cuando moriste.
Cassals
viajó al cielo
en el estuche de su chelo,
y Picasso
fue a buscar
minotauros a otros
laberintos.
Entonces el mundo
se quedó
sin Pablos.
Cuando tu vida se apagaba
habían secuestrado tu patria.
El oprobio se pavoneaba
vencedor de la democracia.
Llegó grande la guerra,
Llegó echando fuego.
Derribando muros
puertas y ventanas.
42
Otra vez,
como en España
la sangre
por las calles
derramada.
El deshonor
de ese tiempo,
tocaba tu frente
con dedos quemados.
Washington, el incansable
exterminador de pueblos indios,
esta vez, derramaba la
sangre de los andinos.
Chile,
por
ser
vertical,
recto,
social,
y justo,
recibió
su
merecido.
43
Los tanques
aplastaron
sus guitarras,
y los bombardeos
apagaron los radios,
los besos y los versos.
Y tú,
armadillo blindado
contra la ignominia,
también quisiste detenerlos,
y les arrojaste una alcachofa
que quería ser granada.
El poeta,
herido de muerte
en su alma nacional,
agonizaba de rabia.
No te dejaron
morir cantando,
como un cisne.
México te esperaba
para curarte las heridas
…pero ya no llegaste.
¿Y la libertad?, allende, allá,
para otros tiempos postergada …
44
Ya no lo supiste.
Nadie en tu tumba,
te lo dijo.
Finalmente los hijos de puta
recibieron su merecido.
Y tú,
“Pueblo Neruda”,
fuiste, juez de militares,
vengador de ruines,
vencedor de sanguinarios,
verdugo de asesinos viles.
A tu patria
retornó la justicia,
radiante y bella,
sin oropeles.
Limpia,
recién bañada,
y con la balanza
muy bien ajustada.
A Chile regresó
la grandeza
de siempre.
Volvió el cantó,
la poesía
la dignidad,
el trabajo.
45
y
tú,
poeta.
Pablo,
te quedaste
a barrer plazas
fantasmales,
a perseguir
el eco
en los abismos.
A ser…
Cielo perforado.
Sombra de la nada.
Silencio de la nieve.
Vacío en las estancias.
Viento
desatado,
que sopla
ardiente,
entre
tu gente.
46
-XApagado grito.
Poeta yerto.
Neruda muerto.
Enterrado,
descarnado,
en espera del invierno.
Ahora
que tu pecho
y tu garganta
son cenizas inertes,
déjame decirte:
Tus versos crecen
como niños.
Tus cantos
siguen
rodando,
como
las piedras
redondas
que lleva
el río.
47
Ascienden como savia
por venas de madera,
y ramifican en silencio
los follajes que agita
el ventisquero.
Tu poesía es AÚN:
una catedral
ventilada
por la brisa,
y una nave
siempre
a punto de zarpar.
Una casa de huéspedes,
con sábanas blancas
como velas,
y un cuarto de planchar.
Un museo
donde los retratos
de los héroes
han resucitado.
Un aeropuerto
donde arriban y parten
volátiles versos.
48
Un estadio
donde los atletas
conspiran y sueñan.
Un armario
todo lleno de mar.
Una maleta
que resguarda
el secreto de una raza.
Y el traje
de un continente entero.
El estandarte
de la primavera,
que proclama
una eternidad.
Las sílabas de tus frases
se recargan
una en la otra,
para mantenerse unidas
e inseparables.
El fuego amarillo,
y las espadas de la lluvia
han acabado
con algunos volúmenes.
49
Pero tu obra,
resignada a la inmortalidad,
se mantiene en pie…
firme,
sólida,
inoxidable,
insondable,
incorruptible,
estoica,
y actual.
50
-XISi con la primavera
vuelves a nacer
Pablo Neruda,
ven con manos inteligentes,
dominadoras de un oficio.
Tus manos de día,
ahora fabricarán
escobas y sillas.
Con la destreza
de un maestro,
manejarás los martillos,
las pinzas y los clavos.
Y ya no te sentirás culpable.
Nunca más.
Si vuelves a nacer…
apacigua tus caballos,
regala tu telescopio.
Quema tu cordón franciscano.
No vayas a Valparaíso
a medir el tiempo de su relojes.
A recorrer sus calles,
a olfatear sus peluquerías.
Ni a escudriñar las redes
filosóficas de sus pescadores.
51
Deja ya…
apóstol de los objetos,
de construir casas,
de comprar puertas,
de predecir naufragios,
de llevar tu volcán a cuestas.
Si naces otra vez,
no escribas tu nombre
en las espaldas
de las mujeres.
No uses seudónimo,
no juegues con antónimos.
Si vuelves a nacer,
deja ya de importunar señoras,
de devorar el mundo,
de desgastarlo con la sal
de tus ojos,
de inundarlo de poemas.
No guardes ningún
rencor en tus bolsillos,
no traigas tu batallón de abejas.
Perdónanos a todos,
y encuentra otra manera
de vencer a los codiciosos.
52
No subas más,
a los torreones salitrosos,
a tañer el metal de sus campanas.
Quédate sosiego,
vete en un taxi
a jugar con los niños.
Que te escondan,
que te lleven a la feria.
Vuelve al sur con tu paraguas.
Regresa a tu insula Barataria,
y piensa si vas a repetir
las mismas cosas.
Si otra vez nacieras,
no vuelvas a Italia,
ni busques catedrales
por callejones de Europa.
Siéntate a descansar
sobre el acantilado,
donde allende
se ven las islas,
como tortugas congeladas,
o delfines suspendidos
en la cámara
fotográfica del tiempo.
53
Húndete en el regazo de la noche,
Arroja tu corazón al mar,
y que te amamanten las estrellas.
Sube a la cima del arrecife,
y ahí toma el tranvía,
que va a la bóveda del cielo.
¡Vuela poeta de sal!
poeta huérfano.
Confiesa que has vivido
y despídete del mundo.
Aquí, las manos transparentes
de la eternidad te cerrarán los ojos.
Vete a cambiar
la geometría de los planetas.
Encamina tus pasos
hacia el firmamento
y ahí, componle versos
a las galaxias
y odas a los universos.
54
-XIICruzarás:
soles
áuricos,
agonizantes
o recién nacidos.
Nacarados satélites
y planetas triangulares.
Galaxias
de diamante,
asteroides
cristalizados,
y cometas
de cuarzo
congelado.
Descubrirás,
ágatas fugaces,
fosfóricos luceros
y turquesas gigantes.
- “Ahí va Pablo Neruda”Dirá algún astro suave.
- “Con los bolsillos de su saco
repletos de piedrecillas y poemas,
a llorar por las ballenas”.
55
- “Ahí va Neruda, con su boina;
su nariz de papa subterránea,
y sus ojitos”.
Tú, como cónsul poeta,
los saludarás con tu corbata.
No los escuches
pasajero.
Tú,
sigue
las elípticas rutas
que te señalan las esferas.
Atravesarás
los prismas
transparentes,
envinados rubíes,
y esmeraldas planetarias.
No temas
a la vastedad
de tu jornada...
A lo lejos,
alguien canta.
56
Si en tu travesía,
cruzan ante tus ojos
caprichosas diosas griegas,
no quieras bailar con ellas,
ni desvestirlas con la tersura
de tus metáforas.
Cierra bien los párpados.
No mires su inmortal belleza.
No revuelvas las cosas del cielo.
No quieras agregar al zodiaco
nuevas constelaciones:
la de la Panadería,
la de la Pera,
la de las Tijeras,
ni la de los Zapatos Rotos.
Las galaxias no son caracolas.
No intentes recogerlas.
Este es el océano
sin agua,
sin fin,
sin espuma,
y sin música.
57
Si ves el alumbramiento
de algún sol colosal.
Déjalo solo, como a un dios,
que viaje y gire en su existencia
solitaria y monumental.
Si tienes la suerte
de ver la colisión
de dos espirales lechosas;
no implores compasión
por toda esa cristalería
despedazada.
Son las encarnizadas
batallas del cielo.
Los blancos ejércitos
de estrellas,
estrellándose
consigo mismas,
para invadir de luz
la noche imperecedera.
Así son las leyes
despiadadas y matemáticas
del cosmos.
En esta épica no hay perdón,
ni motivo, ni gloria,
ni un humilde cementerio
para todas esas estrellas guerreras.
58
Es sólo, un molino industrial
que pulveriza lámparas,
y titánicas rocas esféricas,
para surtir de arena
otros océanos,
y otras playas
de muy remotas riberas.
¡Sigue viajero.
Sigue radiante¡
Que te alumbren
soles maduros
como frutos
amarillos.
Te reconocerán
constelaciones
de zafiros
y amatistas,
lunas y topacios,
como ojos del cielo
o espejos del tiempo.
Querrás
quedarte
a habitarlas,
y a esperar
que te concedan
alguna
Eva.
59
Pero la nada y la luz,
son ahora,
tus únicas compañeras.
¡Éste es el espacio sideral!
No quieras conocer sus límites,
ni imaginar su forma;
de huevo, pirámide o cubo.
Ni anotar en un calendario
cuánto tiempo ha acontecido,
desde que dejaste
tu isla.
Vagas por el anchuroso cosmos,
como aquellos veleros
que nunca alcanzaban
la otra orilla.
Sujétate al cordel
de algún cometa.
Entrégate a tu viaje,
como lo hacías
desterrado
allá….
en la tierra.
60
No busques el resplandor de
Inti,
ni a Faetón,
ni a los herreros del cielo.
No desfallezcas.
Continúa
ingrávido
poeta.
Sigue
anhelante.
No has
llegado
todavía.
Calcedonias,
malaquitas,
acerinas
y humildes guijarros
Son
las puertas
que
buscas.
Ábrelas. Y déjate llevar
hacia
el inconmensurable
archipiélago constelado.
61
Hasta arribar al litoral de la inmensa
isla.
Corazón del firmamento.
Ahí, te recibirán todos
los que habías querido
y que se habían ido.
Abrazarás por fin a tu madre.
Y tus amigos poetas
organizarán una gran fiesta.
Una velada de amor hermano,
que poblará de risas
y música sin fin,
al cansado,
viejo
y solitario
universo.
62
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