cbta pedagogia social 16 23/3/09 13:19 Página 1 16 16 Universidad Autónoma de Barcelona tercera época marzo 2009 Universitat de Barcelona TEMAS MONOGRÁFICOS DE LA REVISTA INTERUNIVERSITARIA DE PEDAGOGÍA SOCIAL (1986-2008) Primera Época Año Números Tema monográfico Universidad de Castilla–La Mancha 1986 1 Pedagogía Social 1986 2 Menores Universidad da Coruña 1988 3 Homenaje al Doctor Sanvisens Universidad de Granada 1989 4 Concepto, método y curriculum en P. Social 1990 5 Educación para la Paz 1991 6 Educación y Trabajo Social 1992 7 Educación y Desarrollo Comunitario 1993 8 Servicios Sociales y Educación 1994 9 Educación de Adultos 10 Educación Cívica 1995 11 Educación Social y Adm. Públicas UNED Madrid Universidad de Málaga Universidad Mayor (Chile) Universidad de Oviedo Universidad Pablo de Olavide Universidad del País Vasco Universidad de Salamanca Universidad de Santiago de Compostela Universidad de Sevilla Universitat de València Universidad de Vigo Pedagogía Social 1995 1995-96 12 y 13 Tercera Edad revista interuniversitaria 1996 14 Los Derechos del niño 1997 15-16 Género y Educación Social Segunda Época Pedagogía Social Universidad de Murcia Año Competencias y Profesionalización Tema monográfico 1 Educación Social y drogodependencias 1998 2 Educación Ambiental, desarrollo y cambio social 1999 3y4 2000 5 2000-01 monográfico Números 1998 6y7 Educación intercultural Educación Social y medios de comunicación Exclusión Social 2001 8 Educación Social y Políticas Culturales 2002 9 Entre el profesionalismo y el voluntariado 2003 10 La pedagogía social a examen 2004 11 Recordando a Constancio Mínguez Álvarez. De la Pedagogía Social a la Educación Social 2005-06 Marzo 2009 Universitat de Les Illes Balears revista interuniversitaria Universidad Complutense de Madrid 12-13 Educación para la salud Tercera Época Año Números Tema monográfico 2007 14 Pedagogía Social y Convergencia Europea 2008 15 Educación social en la escuela 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 1 15 16 tercera época marzo 2009 Pedagogía Social REVISTA INTERUNIVERSITARIA 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 2 DIRECTORA Gloria Pérez Serrano. Catedrática Universidad Nacional de Educación a Distancia SUBDIRECTOR José Vicente Merino Fernández. Catedrático Universidad Complutense SECRETARIA DE REDACCIÓN Mª Victoria Pérez de Guzmán Puya. Universidad Pablo de Olavide CONSEJO EDITOR José Antonio Caride Gómez. Universidad de Santiago de Compostela Martí March i Cerdá. Universidad de las Islas Baleares Rita Gradaílle Pernas. Universidad de Santiago de Compostela Xavier Úcar Martínez. Universidad Autónoma de Barcelona Paulo Ferreira Delgado. Universidade do Minho José García Molina. Universidad de Castilla-La Mancha Miguel López Bachero. Universidad de Murcia Pedro Antonio Luque Domínguez. Universidad de Sevilla Jesús Vilar Martín. Universidad Ramón Llull CONSEJO DE REDACCIÓN Encarnación Bas Peña. Universidad de Murcia Fernando López Noguero. Universidad Pablo de Olavide Rosa María Ytarte. Universidad de Castilla-La Mancha Antonio Víctor Martín García. Universidad de Salamanca Rocío Cárdenas Rodríguez. Universidad Pablo de Olavide Maria Luisa Sarrate Capdevila. Universidad Nacional de Educación a Distancia COMITÉ CIENTÍFICO Jorge Arroteia. Universidade de Aveiro (Portugal) Joaquim Azevedo. Universidade Católica (Portugal) Winfried Böhm. Universidad de Würzburg (Alemania) Wilfred Carr. Universidad de Sheffield (Reino Unido) Juha Hämäläinen. Universidad de Kuopio (Finlandia) Marlens Höffer-Mehlmer. Universidad de Mainz (Alemania) Peter Jarvis. Universidad de Surrey (Inglaterra) Walter Leirman. Universidad de Lovaina (Bélgica) André Lemieux. Universidad de Montreal (Canadá) Ronald Mannheimer. Universidad de Carolina del Norte (EE UU) Horacio Marín García. Universidad Mayor (Chile) Jack Mezirow. Universidad de Columbia (EE UU) Américo Nunes Peres. Universidade de Tras-os-Montes e Alto Douro (Portugal). Paolo Orefice. Universidad de Nápoles (Italia) Carmen Orte Socias. Universidad de las Islas Baleares (España) José Ortega Estevan. Universidad de Salamanca (España) Jose María Quintana Cabanas. Universidad Nacional de Educación a Distancia (España) Juan Sáez Carreras. Universidad de Murcia (España) Carmen Stadolhoffen. Universidad de Ülm (Alemania) Cristine Alaine Sleeter. (EE UU) © Sociedad Iberoamericana de Pedagogía Social (SIPS). www.sips.es - sips@usc.es Redacción y dirección de intercambios Universidad Pablo de Olavide. Facultad de Ciencias Sociales. Dpto. Ciencias Sociales Mª Victoria Pérez de Guzmán Puya Ctra. de Utrera, km. 1, Edif. 11, 2ª Pta. 41013 Sevilla (España) Tfno. 954 97 80 09. Fax 954 34 91 99. revistapedagogiasocial@upo.es www.uned.es/revistapedagogiasocial Revista “Pedagogía Social” está indexada en Bases de Datos: resh (Revistas Españolas de CC SS y HH), compludoc, sumaris cbuc (Consorci de Biblioteques Universitaries de Catalunya), redalyc (Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe), ulrich’s Periodical Directory, rebiun (Red de Bibliotecas Universitarias), dice, cirbic, scirus for scientific information only, isoc (csic), latindex (Iberoamericana), irisie (México), banco de datos sobre ed. iberoamericana, redined, dialnet, miar, recolecta. Diseño y producción: Calamar Edición & Diseño ISSN: 1139-1723. Depósito legal: V-4110-1998 Impreso en España - Printed in Spain Periodicidad: Anual La dirección de la revista no se responsabiliza de las opiniones vertidas por cada autor en su texto. 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 3 Sumario Revista Interuniversitaria de Pedagogía Social Nº 16. Marzo de 2009 Presentación • Juan Sáez Carreras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 MONOGRÁFICO: Competencias y Profesionalización El enfoque por competencias en la formación de los educadores sociales: una mirada a su caja de herramientas • Juan Sáez Carreras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 ¿Qué es una competencia? • Paul Attewell. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 Enfoque por competencias, ¿una respuesta al fracaso escolar? • Philippe Perrenoud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45 Las competencias profesionales y la formación universitaria: posibilidades y riesgos • Juan M. Escudero Muñoz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 INVESTIGACIÓN Violencia de género en el ámbito universitario. Medidas para su superación • Consol Aguilar Ródenas, María José Alonso Olea, Patricia Melgar Alcantud y Silvia Molina Roldán 85 La implicación de las profesoras en la gestión universitaria • Marina Tomás, María del Mar Durán y Cristina Guillamón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 Empleabilidad y formación de inmigrantes • Félix Etxeberria, Elisabet Arrieta, José Garmendia y José Ignacio Imaz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 4 MISCELÁNEA Educación ciudadana y convivencia democrática • Pedro Gallardo Vázquez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119 Dos caras de la carrera docente: satisfacción y desmotivación • Encarnación Sánchez Lissen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135 Los jóvenes internados en prisiones andaluzas. Sus actitudes ante los procesos de reeducación • Víctor Manuel Martín Solbes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149 INFORMACIONES Reseñas bibliográficas Resumen de tesis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177 Colaboran en este número . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181 Normas para la redacción y presentación de originales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 5 Presentación Juan Sáez Carreras Universidad de Murcia L a Universidad española se halla enredada, entre otras cuestiones, en las competencias, uno de los temas relevantes a los que el Espacio Europeo de Educación Superior le dedica una especial atención. Desde que tuvieron lugar las reuniones en París, Bolonia, Praga, Berlín y otras que se han venido celebrado periódicamente, las competencias han sido objeto de atención recurrente, a diferente nivel y grado de interés, en las diversas universidades españolas. La documentación producida ha sido amplia en sus distintas variantes (documentos de propuesta, artículos, libros, comunicaciones…) y las oportunidades de abordarla y discutirla en numerosos foros (jornadas, seminarios, reuniones de diferente índole, congresos…) no han sido menores. La revisión de gran parte de lo que ha quedado escrito guarda, en alguna medida, una cierta característica común: su carácter prescriptito y normativo, su dimensión tecnocrática, reflejo de la falta de reflexión a fondo que necesita la propuesta europea, y su acomodación a la letra más que al espíritu de la filosofía que está impulsando el tema de las competencias. Da la impresión de que se ha aceptado, sin apenas cuestionamiento y análisis a fondo, lo que ha ido emanando de los variados frentes institucionales y la única tarea y esfuerzo que cabe hacer es ejecutar o llevar a cabo la adaptación de normativas y recetas a cada situación particular, a cada campo de conocimiento específico. Y predominantemente, en este contexto, la traducción positivista de lo que es una competencia identificándola con algo objetivo, técnico, existiendo independientemente de las personas. Este predominio de un enfoque como el citado, en el territorio de las ciencias sociales y pedagógicas, vuelve a ubicar a la educación y asuntos colaterales bajo los supuestos conductistas. Sin apenas percatarnos hemos retornado a épocas que creíamos superadas o acaso, bajo discursos políticamente correctos, no nos hemos percatado de que habíamos avanzado mucho menos de lo creíamos: por mucho que se crezca cuantitativamente poco se progresa cualitativamente si los discursos que se construyen en un campo de saberes no son potentes, coherentes, sólidos e impregnan todas las áreas y variables asociadas al mismo. La enfatización de las formas y la protocolización de los procesos acaba ahogando la profundización de los campos de conocimiento teóricos y, a su vez, condiciona la mirada sobre los campos profesionales de los que tratan de dar razón de ser. Los artículos que conforman este monográfico se mueven en una atmósfera diferente. Apuestan más por pensar y hacer pensar las competencias antes que organizarlas en recetas y, sin más, adjudicarlas como propias de un campo profesional. El trabajo de Attewell da entrada al monográfico con un análisis minucioso sobre cuatro escuelas o enfoques que se han preocupado, explícita e implícitamente, de explicar y hacer comprender lo que es una competencia: el positivismo, la etnometodología, el neoweberianismo y el marxismo han tratado de explicarla y, al hacerlo, ha tenido que ser conpresentación (Pág. 5-6) [ 5 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 6 gruentes con los puntos de partida de cada tendencia o plataforma. El análisis de Attewell pone en cuestión cualquier intento de monopolizar una explicación definitiva, de lo que es una competencia, desde una sola perspectiva y, desde luego, pone entre las cuerdas los intentos absolutizadores de los defensores del enfoque conductista/positivista. En adición, merece la pena señalar la cantidad enorme de sugerencias que surgen de la lectura de un texto como el de Attewell, sostenido y articulado con un apoyo teórico y empírico muy amplio y riguroso. El texto de Perrenoud entra directamente en territorio pedagógico. Si el de Attewell se ubicaba en el campo del mercado, el trabajo y el empleo, Perrenoud se mueve mejor en áreas pedagógicas tratando de no psicologizar, a pesar de su formación psicológica, las cuestiones educativas. Habiéndose convertido casi en un icono en Latinoamérica por sus excelentes análisis sobre la escuela, el fracaso educativo, el currículo y otros problemas de naturaleza pedagógica, Perrenoud ha dedicado varios textos al tema de la competencia. Hemos elegido el que, a nuestro juicio, a pesar de su extensión desarrolla sus argumentos con más contundencia acerca de la oportunidad de introducir en la formación el enfoque por competencias como complemento a esa pedagogía tradicional de los saberes, de los conocimientos que siguen hegemónicos en las aulas, sea cual sea el nivel en que se esté llevando a cabo la enseñanza. Pero también, Perrenoud argumenta acerca de las limitaciones y peligros que entraña la adopción de este enfoque en una sociedad mercantil y competitiva. Un texto fino y sutil de quien conoce muy bien los tránsitos que recorren los centros educativos y las distancias existentes en muchos casos, entre los discursos y las prácticas educativas. El artículo de Juan Manuel Escudero sitúa su análisis de las competencias en el escenario universitario, tratando de analizar las posibilidades y riesgos que corre la institución universitaria en el caso de adoptarlas. Como es frecuente encontrar en sus trabajos, la colaboración del profesor Juan Manuel Escudero analiza rigurosamente los procesos de la Universidades en el tema de las competencias y la adopción de este enfoque en la enseñanza que ha de materializarse en sus aulas. Así, dedica una especial atención a las diversas traducciones que se le da a concepto buscando aumentar nuestra comprensión de la naturaleza de las competencias, ya sea utilizando referencias conceptuales que prestan proyectos como el de DeSeCo o ya ofreciéndonos él mismo su propio mapa conceptual en el que poder entender las distintas versiones de una competencia y el papel que juegan en la actividad humana, así como, también, vertiendo reflexiones dedicadas a los dos modelos de diseño (basado en competencias o con competencias) plagadas de sugerencias y de ideas para seguir profundizando en este tema impregnado de confusiones, paradojas y contradicciones permanentes. La contribución de Juan Manuel Escudero a este monográfico sobre competencias es tan imprescindible como relevante: se percata quizás como nadie en este país, de la potencialidad pedagógica que encierra el espíritu del Espacio Europeo de Educación y el juego que éste ofrece a las facultades de Educación y a sus profesores e investigadores académicos si trataran, más allá de la lógica de las representaciones y las formas, de fortalecer esa ciencia social, o mejor dicho ese campo de conocimiento teórico que llamamos Pedagogía. [ 6 ] • Juan Sáez Carreras sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 7 MONOGRÁFICO Competencias y Profesionalización El enfoque por competencias en la formación de los educadores sociales: una mirada a su caja de herramientas • Juan Sáez Carreras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 ¿Qué es una competencia? • Paul Attewell. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 Enfoque por competencias, ¿una respuesta al fracaso escolar? • Philippe Perrenoud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45 Las competencias profesionales y la formación universitaria: posibilidades y riesgos • Juan M. Escudero Muñoz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 8 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 9 El enfoque por competencias en la formación de los educadores sociales: una mirada a su caja de herramientas Juan Sáez Carreras Universidad de Murcia Resumen El debate sobre las competencias no puede plantearse exclusivamente como si fuera una cuestión sólo técnica. Para acceder a una comprensión más amplia de esta noción es necesario enmarcar el diálogo dentro del contraste de las dos lógicas que se encuentran involucradas: la lógica disciplinar y la lógica profesional, de las que aquí sólo se esbozan algunas de sus respectivas características más relevantes. palabras clave: lógica disciplinar, lógica profesional, competencias, profesores y académicos, educadores sociales, modelos de formación… Summary The debate on skills can not be explained exclusively as if it was only a technical matter. To access a wider comprehension on this notion it is necessary to frame the dialog within the contrast of both logics involved: the disciplinary logic and the professional logic, of which we draft here only some of the most relevant features. key words: disciplinary logic, professional logic, skills, teachers and academicians, social educators, training models... 1. Contexto y metas. ¿Cuál es la nueva caja de herramientas que nos propone el enfoque por competencias? El discurso sobre las competencias está siendo objeto de reflexión continua en los contextos universitarios hoy sumergidos, a propósito de los intentos europeos de crear un espacio homologable para la Educación Superior, en la revisión de las titulaciones que las diferentes universidades ofrecen a la ciudadanía y, por lo tanto, en el tipo de oferta que se le puede hacer ahora. Esta filosofía tiene como supuesto de partida una consideración de la Universidad como aquella agencia que debe responder a los nuevos retos que le exigen el Mercado y la Sociedad. Si la Universidad forma profesionales, éstos deben estar lo suficientemente preparados para responder a los nuevos desafíos, y es nuestra institución la que debe capacitarlos para llevar a cabo la tarea que en el Mercado, en general, y en los empleos, en particular, se les va a encomendar. Este discurso no es tan elemental como parece y merece un detenido análisis. No ya el enfoque por competencias en la formación de los educadores sociales... (Pág. 9-20) [ 9 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 10 sólo porque parece estar cuestionando, en gran medida, los fines y las metas, los procesos y estrategias que está llevando a cabo, actualmente, la Universidad, el modelo, en suma, que actualmente impera, sino también porque ha entrado a jugar un nuevo modelo de cuyos supuestos y efectos apenas tenemos conocimiento más allá o más acá de los discursos y los tópicos, todavía insuficientemente pensados, que desde plataformas institucionales emanan para lectura y escaso debate de los actores principales: el gobierno de la Universidad, los profesores, los alumnos y otros protagonistas que colaboran al funcionamiento de la institución (Sáez, 2007). Si centramos la reflexión, lo que se nos está proponiendo, al fin y al cabo, es una diferente concepción de lo que debe ser el profesional de la formación. Una manera de conducir el debate, que aquí no puede abordarse en profundidad, es tratar de comprender los conceptos que se manejan y las realidades que se sienten convocadas en torno a ellos. En realidad se trata de saber qué nueva caja de herramientas conceptuales nos están proponiendo para los que estamos llevando a cabo, en la institución universitaria, el diseño de nuestros programas formativos, su implementación y la evaluación de los mismos. Esta tarea exige una revisión detenida y una puesta al día de lo que estamos haciendo en nuestras aulas y de lo que, a través del enfoque por competencias, podemos hacer, en contraste y complementación con el modelo actualmente imperante. Sin este autodiagnóstico y la necesaria identificación de lo que estamos haciendo mal cosa cada vez más difícil en los tiempos políticamente correctos imperantes aplicando el escalpelo serio de la crítica, de nada va a servir la propuesta europea: acabará haciéndose lo mismo bajo la cobertura y legitimación de nuevos lenguajes que producirán la ilusión del cambio anunciado. Ahora bien, en esta colaboración nuestros objetivos son más humildes y prudentes. Si se revisa la literatura que en el campo de la Pedagogía Social se está produciendo da la impresión de que, quizás por las urgencias políticas y administrativas o por las razones más diversas que no viene al caso enumerar en estas páginas, no se han llegado a incorporar las ideas más básicas y fundamentales que deben tenerse en cuenta para poder entender qué dirección nos está proponiendo el enfoque por competencias, a dónde nos pide que dirijamos nuestros proyectos de formación de los futuros profesionales de la educación social. Desearíamos centrar las metas que perseguimos en tan sólo esto: aclarar algunas de las cuestiones fundamentales que están a la base de cualquier reflexión avanzada sobre las competencias y su uso en la formación de profesionales que han de laborar en contextos educativos, en o más allá de la escuela. 2. ¿Lógica disciplinar versus lógica profesional? Algunas caracterizaciones Cabe, así, abordar algunos temas que deben tenerse muy claros para pensar las competencias y el papel que pueden desempeñar en los proyectos de formación de educadores sociales en las aulas universitarias. Si bien son varios los que aparecen en el escenario actual, y aún muchos más los que quedan convocados a poco que se tantee las relaciones de unos temas con otros, lo cierto es que sólo trataremos, y no a fondo, aquellos que creemos imprescindibles para la ubicación y entendimiento de la cuestión de las competencias. La más global de nuestras cuestiones, aquella que subsume y explica otras más particulares, es la llamada lógica disciplinar y, en tanto que nos va a servir de contraste con la profesional, donde se ubican las competencias, vamos a tratar de caracterizarla en las próximas páginas (Becher, 1999; 2001). [ 10 ] • Juan Sáez Carreras sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 11 Esta lógica está conformada y dirigida por toda una serie de elementos y variables que la condicionan, promoviendo determinados tipos de efectos más vinculados a la certificación y formalización de los estudios realizados que a la profesionalización de los profesionales que dice preparar (Becher, 1987, 2001). Las facultades de educación, en general, no capacitan profesionales sino que más bien los acreditan. Perrenoud ha planteado bastante bien estas cuestiones, pero quien realizó un trabajo certero a este respecto, en La sociedad credencialista (1989), fue Randall Collins. Se certifica la superación de disciplinas que conforman los planes de estudio vinculados a una titulación. Pero los datos empíricos muestran que en muchos de nuestros centros la mayoría de los saberes aprendidos a través de las materias, normalmente inarticuladas entre ellas y orientadas al mismo conocimiento que se transmite y no a la acción profesional, apenas les sirve para actuar posteriormente en las situaciones laborales. Esa conexión causal que se establece entre la formación que se imparte y la supuesta capacitación profesional que se adquiere para actuar en el escenario laboral es solo una ficción mental o una retórica discursiva al uso (Perrenoud, 1999). Esta lógica disciplinar arrastra enfermedades que, a pesar de haber sido auscultadas hace tiempo, siguen permanentes en la estructura formativa universitaria: destacan entre ellas, el definicionismo y la especulación metafísica. Es difícil entender, para un estudiante de nuestro tiempo, las numerosas definiciones de educación o de educación social, apoyadas por la autoridad de este o aquel autor, que está obligado a memorizar o saber, para demostrar su dominio de la materia. Este ejemplo puede multiplicarse. ¿Para qué?, se preguntan; ¿para aprobar el examen?; y ¿sirven para profesionalizarme? ¡No es difícil hoy esbozar una respuesta! Ni aun aceptando que algunas pocas definiciones de educación social podrían ser mo- tivo para trabajar en grupo y fomentar oportunidades para pensar las prácticas educativas, es fácil desprenderse de ese viejo esencialismo que atraviesa muchas de las áreas pedagógicas: la obsesión por definir va vinculada a la necesidad de identificar lo que es, logrando que existan entidades, términos y conceptos, que no remiten a nada, que forman parte de un juego verbal banal cuando no vacío y caricaturesco (Sáez, 2007). Desde una ontología del presente foucaultiana se zanjaría la cuestión argumentando que lo importante no es preguntarse ¿qué es la pedagogía social o la educación social? sino quienes, investigadores y docentes, construyen el discurso y para qué. La especulación metafísica es, con frecuencia, de tal grado que no remite a ninguna situación educativa ni permite pensar la educación en sus elementos más reales. La caja de herramientas que utilizamos para preparar a los futuros profesionales de la educación, a diferencia de otro tipo de profesionales como médicos, biólogos, físicos…, es demasiado imperativa –reflejo del pasado tanto como del carácter normativo que va asociado a la pedagogía– y abstracta, resultado en buena medida de los modelos metafísicos –y el tecnológico se encuentra entre ellos– que han dominado en el discurso pedagógico y educativo (Sáez, 2004). Esta lógica disciplinar, que dice sustentarse ficcionalmente sobre los resultados de la investigación educativa, no da razón de ser de los criterios que se utilizan para elaborar los planes de estudio, aunque de todos es sabido la vehemencia que surge en las comisiones que los elaboran al proponer sus miembros sus respectivas disciplinas acudiendo al “porque sí”como único argumento, porque son imprescindibles para la formación de los profesionales de la educación. Pero tampoco de la falta de articulación entre las materias que los conforman, de la superposición, muchas veces grosera, de los temas que se proponen en los distintos programas de las el enfoque por competencias en la formación de los educadores sociales... (Pág. 9-20) [ 11 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 12 mismas, de la sumisión al manual como referente casi exclusivo, todavía hoy el símbolo más representativo de esta lógica de la formación que se oferta a los futuros educadores con la intención de preparar buenos profesionales, o al Power Point –aún todavía quedan residuos del empacho de apuntes, difíciles de digerir, al que han sido proclives un buen número de profesores– como sustancia tecnológica imprescindible en la tarea de transmitir que conlleva toda formación. Desde la lógica profesional no son las definiciones ni las especulaciones las que interesan destacar sino las acciones de lo que acaece en las aulas, en los espacios donde tiene lugar la relación educativa. Por tanto, prima preguntarse por lo que acontece en ese espacio entre el educador social y los destinatarios de su enseñanza antes que responder a cuestiones sobre ¿quiénes son los educadores sociales? o ¿quiénes los receptores del aprendizaje? ¿Qué hacen los educadores sociales?, ésta es la verdadera cuestión a pensar y, sobre todo, ¿qué es lo que pasa en la relación educativa que se crea entre los profesionales y sus estudiantes? Estas preguntas convocan una caja de herramientas conceptual que tiene que ver con la contingencia y la situación y no con el imperativo, la prescripción o la ficción metafísica, tan propia de los discursos moralizadores. El dominio y la utilización de esta caja de herramientas por parte de los futuros profesionales de la educación social conlleva, al menos, transitar de una formación basada en las disciplinas (lo que no significa negarlas sino sólo tomarlas como un medio, jamás un fin en sí mismas) a una formación relacionada con la acción de los profesionales en las situaciones educativas (en este caso, el prácticum adquiere una relevancia que no ha tenido hasta ahora), tal y como apuntábamos en su día (Sáez y García, 2006; Sáez y García, 2008). Este tránsito, que no niega sino que asume su pasado, supone un pasar, un ir de una concepción… 1. Del profesor explicador (el que dice cómo deben hacerse las cosas, el que dice cómo los estudiantes deben pensar, hacer, diseñar, evaluar), al profesor facilitador y mediador de procesos que promueven el trabajo y el pensar del grupo de estudiantes. 2. Del alumno individual (término administrativo antes que docente), a los estudiantes (significante que remite a la profesión de estudiar que responsablemente tienen que profesar los alumnos), grupo de trabajo encarnado de relaciones, palabras y experiencias. 3. Del temario de clase (absolutizado como la quintaesencia de lo que un profesional debe saber) a los procedimientos para pensar, debatir, nombrar y colaborar en la construcción de prácticas. 4. De la explicación y prescripción de saberes e informaciones de índole manualística cuyo valor es impuesto normalmente, a la construcción colectiva de conocimientos en el aula (creación de un espacio en el que se puedan pensar alternativas) utilizando los recursos que se crean necesarios. 5. Del fervor metodológico y tecnicista que trabaja con la idea de que la educación se resuelve sin ninguna duda en el método y en las técnicas (tecnificación del proceso) a tomas de posición: la educación no es sólo cuestión de método y técnicas sino sobre todo de “deseo” y “decisión”: la ética de la transmisión tiene que ver con la responsabilidad de los educadores ante las nuevas generaciones de pasarles el legado que ellos recibieron un día y, hoy, consideran valioso. 6. De teologías finalísticas (la educación en busca del hombre integral, completo, emancipado… y acaba con el paro, la exclusión, la desigualdad, la drogodependencia, mejora el medio ambiente…, a metas contingentes, [ 12 ] • Juan Sáez Carreras sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 13 inmanentes, micro y moleculares, obtenidas en el proceso: trabajar con personas o sujetos de la educación propicia el que cada cual de los participantes, en el desarrollo de la relación educativa, vayan obteniendo las metas (motivarse, contagiarse por el saber, apasionarse por la profesión, dominar una técnica..) más contingentes que se materializan en el proceso. 7. Del excesivo énfasis en el diseño de programas y proyectos que acaban convirtiéndose, por sobredimensionamiento, en el núcleo central de la formación, al abordaje de prácticas y promoción de experiencias que los estudiantes podrían vivenciar en el aula y fuera de ella. 8. De la utilización de categorías como fundamento de los programas de formación (edad, discapacitados, marginados, excluidos, género…) que no captan la continuidad de la vida… sino que más bien la fragmentan, la erosionan y la dualizan, a programas que parten de las situaciones reales, contingentes y relacionales que asumen la continuidad de la vida, entendida ésta como lugar de incertidumbres y riesgos. La caracterización de la lógica disciplinar como de la lógica profesional puede ser más extensa y detenida pero basten estos rasgos para servir a nuestros objetivos aclaratorios. 3. Las competencias propuestas por los educadores sociales Como ya puso de manifiesto Perkin (1989), las profesiones son entendidas en el siglo XX como aquellas formas históricas con las que se han ido construyendo las estructuras básicas de las sociedades de siglo anterior y del que llevamos, desempeñando un importante papel en las transformaciones producidas en ellas. Analizar los efectos de las acciones profesionales supondría situarse en una plataforma ética y moral, que no es el objetivo de este trabajo y que, por otra parte, están llevando a cabo investigadores rigurosos al estudiar la confianza/desconfianza en las profesiones, y de buena parte de los profesionales de las mismas, en la sociedad contemporánea: estudios en el que figuras antes “intocables”, como médicos, jueces, abogados arquitectos, políticos, profesores y educadores, psicólogos…, están siendo puestos en cuestión en los grandes medios de comunicación. Pero sea cual sea la dirección de las transformaciones a las que alude Perkin y las causas e intereses que las provocaron, lo cierto es que… - en primer lugar, en ese intento de profesionalizarse controlando sus propias condiciones de trabajo, las profesiones van construyendo históricamente su propia perspectiva, tal y como ha ido sucediendo en el caso de la Educación Social (Sáez y García, 2006, Sáez, 2007), al tiempo que han ido mostrando su capacidad para atender y reformular la experiencia cotidiana y resignificar la realidad social: toda profesión es consciente de que su supervivencia como ocupación depende, en buena medida, de la destreza que muestre en hacer surgir y mantener la creencia pública en que las competencias ofrecidas les son necesarias a la población; - en segundo lugar, y en relación con lo anteriormente argumentado, son los profesionales de la Educación Social, en el caso que nos ocupa, los que definen, construyen, sostienen y legitiman las competencias que es preciso mostrar para promover esta creencia pública en la necesidad y pertinencia profesional de los educadores sociales. Larson (1990) ya trabajó ampliamente sobre esta cuestión. Y son las universidades las que deben ir hacia el mundo profesional para obtener información y conocimiento sobre la el enfoque por competencias en la formación de los educadores sociales... (Pág. 9-20) [ 13 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 14 tabla 1. competencias de los educadores sociales propuestas por asedes FUNCIÓN COMPETENCIA Transmisión, formación, desarrollo y promoción de la cultura. - Saber reconocer los bienes culturales de valor social. - Dominio de las metodologías educativas y de formación. - Dominio de las metodologías de asesoramiento y orientación. - Capacidad para particularizar las formas de transmisión cultural a la singularidad de los sujetos de la educación. - Dominio de las metodologías de dinamización social y cultural. - Capacidad para la difusión y la gestión participativa de la cultura Generación de redes sociales, contextos, procesos y recursos educativos y sociales. - Pericia para identificar los diversos lugares que generan y posibilitan un desarrollo de la sociabilidad, la circulación social y la promoción social y cultural. - Conocimiento y destreza para crear y promover redes entre individuos, colectivos e instituciones. - Capacidad para potenciar las relaciones interpersonales y de los grupos sociales. - Capacidad de crear y establecer marcos posibilitadotes de relación educativa particularizados. - Saber construir herramientas e instrumentos para enriquecer y mejorar los procesos educativos. - Destreza para la puesta en marcha de procesos de dinamización social y cultural. Mediación social, cultural y educativa. - Conocimientos teóricos y metodológicos sobre mediación en sus diferentes acepciones. - Destreza para reconocer los contenidos culturales, lugares, individuos o grupos a poner en relación. - Dar a conocer los pasos o herramientas de los procesos en la propia práctica. - Saber poner en relación los contenidos, individuos, colectivos e instituciones. Conocimiento, análisis e investigación de los contextos sociales y educativos - Capacidad para detectar las necesidades educativas de un contexto determinado. - Dominio de los planes de desarrollo de la comunidad y desarrollo local. - Dominio de métodos, estrategias y técnicas de análisis de contextos socioeducativos. - Pericia para discriminar las posibles respuestas educativas a necesidades, diferenciándolas de otros tipos de respuestas posibles (asistenciales, sanitarias, terapéuticas, etc.). - Conocimiento y aplicación de los diversos marcos legislativos que posibilitan, orientan y legitiman las acciones del Educador y la Educadora Social. - Capacidad de análisis y evaluación del medio social y educativo (análisis de la realidad). - Conocimiento de las diferentes políticas sociales, educativas y culturales. Diseño, implementación y evaluación de programas y proyectos en cualquier contexto educativo. - Capacidad para formalizar los documentos básicos que regulan la acción socioeducativa: proyecto de centro, reglamento de régimen interno, plan de trabajo, proyecto educativo individualizado y otros informes socioeducativos. - Capacidad de poner en marcha planes, programas, proyectos educativos y acciones docentes. - Conocimiento de las diversas técnicas/métodos de evaluación. Gestión, dirección, coordinación y organización de instituciones y recursos educativos. - Dominar los distintos modelos, técnicas y estrategias de dirección de programas, equipamientos y recursos humanos. - Destreza en gestión de proyectos, programas, centros y recursos educativos. - Capacidad para la organización y gestión educativa de entidades e instituciones de carácter social y/o educativo. - Capacidad de supervisar el servicio ofrecido respecto a los objetivos marcados. - Dominio en técnicas y estrategias de difusión de los proyectos. profesión y lo que hacen sus profesionales, y no al revés. De ahí que, cuando hemos hecho referencia a la frágil caja de herramientas que ofertamos a los futuros educadores sociales a través de nuestra formación, bue- nas razones que apoyaban nuestra afirmación se encontraban en este hecho: la Universidad apenas ha estudiado el mundo profesional y, desde luego, las menos investigadas han sido las profesiones sociales [ 14 ] • Juan Sáez Carreras sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 15 (Freidson, 1986; 2001). Se ha operado, a la hora de diseñar los programas de formación, bajo la batuta de imperativos (“se debe hacer esto o lo otro”), prescripciones (“esto es lo mejor para ellos”), metas que supuestamente se conseguirían al poner en marcha estas prácticas y no otras (el sujeto integral, ahora también ciudadano, antes moral…) como si pudiera establecerse una conexión lógica y casual entre lo que se pone en marcha y lo que resulta de esas acciones…, dando lugar a una terminología poco consistente, a discursos metafísicos que Colom denominó en su día, acertadamente, “de baja densidad”, a conceptos y teorías a cual de ellas más simplificadora y reduccionista… Los educadores sociales, decíamos, son los que definen, construyen, proponen, sostienen y legitiman, en su combate con otras profesiones y en su abordaje de las cuestiones educativas, aquellas competencias consideradas propias y específicas de la profesión, las necesidades para las que la profesión emergió y fue haciéndose presente en el escenario social, cultural, económico y político en el que se mueven. Para la respuesta a determinadas necesidades educativas, de ayer y de hoy, los educadores sociales dicen poseer las siguientes competencias propuestas por ASEDES, la Asociación Española de Educadores Sociales (Tabla 1), que asumió ampliamente1 el trabajo que, durante un periodo detenido de tiempo, realizó y compartió la Comisión delegada para realizar el catálogo que finalmente se elaboró. No es el momento de entrar a pensar y reflexionar sobre cada una de ellas, entre otras razones porque el análisis más coherente provendría de observar cómo se materializan en la acción, cómo se movilizan en las diferentes situaciones y contingencias existenciales. Conflictuar por si tienen que ser más o menos el número de competencias, si ha de aceptarse una clasificación u otra,… es una pérdida de tiempo. 4. Las competencias existentes en la acción y se movilizan en las situaciones En cualquier caso, son sobre estas competencias (Sáez, 2003, 2007) sobre los que, inicialmente, hay que ir construyendo los planes o programas de formación de los educadores sociales en la Universidad. Recordando que ateniéndonos al espíritu y la letra de la lógica profesional, los puntos de partida para que los estudiantes vayan construyendo una caja de herramientas sólida con la que trabajar, competentemente, en la práctica profesional, han de sostenerse sobre los elementos que brevemente hemos tematizado, más o menos organizadamente, en las consideraciones anteriores: programas que parten de las situaciones, no de categorías universales; tratando de abordar prácticas y experiencias antes que detenerse en la sobredimensionalización de proyectos; utilizando procedimientos y recursos variados que faciliten el pensar y el debatir, tareas mucho más fecundas en el proceso de profesionalización que seguir la supuesta continuidad de un temario de clase; accediendo a objetivos y metas que van asociadas al propio proceso formativo más que esperando que, a largo plazo, se logren fines demasiado abstractos cuando no grandilocuentes; proponiendo métodos y técnicas que se adapten a lo que se desea hacer en cada momento sin ánimo de que primen o se impongan sobre deseos y motivaciones de los que se involucran en la interacción humana; tratando a los estudiantes como sujetos personales y colectivos que encarnan las relaciones y trabajan en grupo en la construcción de conocimientos; accediendo, en suma, a ser un facilitador y promotor de procesos que reniega del perfil de explicador omnisciente que dice a los estudiantes todo lo que hay que hacer y cómo hacerlo. Pero el formador que orienta su formación, no hacia la disciplina y su dominio (mostrado en la evaluación -¿?- ) sino hacia la acción y, por tanto, a la movilización el enfoque por competencias en la formación de los educadores sociales... (Pág. 9-20) [ 15 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 16 de competencias en ella, tiene que asumir una concepción de la misma muy alejada de las definiciones que nos están transmitiendo ciertos esforzados técnicos o expertos en destrezas y habilidades (Schön, 1992). Así, a nuestro juicio, reorganizando la lectura revisada y pensada, creemos que la formación en competencias de los educadores sociales tiene que apoyarse en una concepción más situacional, más relacional y existencial, de la misma. De este modo, para elaborar un plan de formación acorde a la titulación y a la profesión que se pretende capacitar, es coherente tener presente, desde los inicios, que para acceder a la comprensión de una competencia profesional y, sobre todo, cómo hay que trabajar en ella, son varios los aspectos a tener en cuenta. Una competencia… 1. Integra, moviliza u orquesta recursos que se van adquiriendo por formación y experiencia o que pueden surgir, novedosamente, como resultado de abordar y afrontar las diferentes situaciones educativas. 2. Dicha movilización es, pues, pertinente con las situaciones, con los escenarios existenciales donde acontece la relación educativa y se promueve el encuentro entre los diferentes actores, profesionales y estudiantes o educandos, que participan en él. 3. Supone operaciones mentales para determinar acciones pertinentes a las situaciones y, por tanto, las competencias no pueden “dar la espalda a los saberes”, en feliz expresión de Perrenoud (2008). De ahí, que no quepa hablar o formular competencias independientemente de los saberes, y es aquí donde cabe contemplar el papel de las disciplinas contempladas, eso sí, como recursos o medios no como fines. 4. Se construye, como afirma Escudero (2008), tanto en la formación inicial como en el propio ejercicio profesional. Si la competencia se apoya en el conocimiento, no se reduce –sin embargo– a él. Como “gramática generadora de prácticas”, más que un saber dado, integra u orquesta determinados recursos, que son pertinentes en una determinada situación singular, y se construye tanto en la formación como en la navegación cotidiana de la práctica. Lo que quiere decir que no se puede establecer una conexión determinística, causal, entre determinados saberes de una disciplina y la movilización de una competencia. El éxito de este movilizar recursos se encuentra en cómo integrarlos en la relación educativa. 5. La competencia, por tanto, “sólo existe en el acto”, en la acción. No existen, como pretenden los tecnócratas enamorados de este supuesto “instrumento neutral”, independientemente de las personas que las movilizan en las situaciones (Sáez, 2007). Así pues, si tratamos de resumir lo que hemos venido argumentando en las páginas anteriores, cabe afirmar que una competencia se caracteriza por la capacidad de los educadores por movilizar recursos (saberes, destrezas, informaciones, etc.) para actuar con pertinencia y coherencia en un conjunto de situaciones. Se pone de manifiesto actuando en una actividad compleja con un determinado grado de maestría. Más específicamente, pues, el concepto de competencia tendría en educación dos denotaciones: a) desde una perspectiva teórica, la competencia es concebida como una estructura cognitiva que facilita conductas específicas; b) desde una perspectiva operativa, las competencias parecen cubrir un amplio espectro de habilidades para funcionar en situaciones complejas, lo que supone conocimiento, actitudes, pensamiento metacognitivo y estratégico… Las competencias [ 16 ] • Juan Sáez Carreras sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 17 Esta denotación de la competencia es educación nos permite introducir, entre los variados temas a debatir, el problema de la evaluación de competencias. En una sociedad evaluadora que ha hecho de este instrumento una práctica controladora, que supuestamente asegura el logro de objetivos y la eficacia de los proyectos emprendidos, la evaluación se ha introducido en el tejido social, cultural, político y económico y, prácticamente, en todas las instituciones sociales. La Universidad lleva utilizando esta práctica social (de educativa tiene poco, salvo excepciones) desde hace tiempo para medir o establecer un juicio sobre la capacidad de los alumnos en el dominio de las materias o disciplinas. No es este el lugar para teorizar sobre la evaluación, modelos, rasgos, procesos, técnicas para realizar la tarea, metas…Sin embargo, no puede soslayarse la tendencia última de la Universidad a crear organismos o a servirse de los existentes para evaluar la calidad y la mejora de los productos que construyen sus investigadores y docentes en busca de la eficiencia de la institución. De los procedimientos que se utilizan para alcanzar estas supuestas metas y de los resultados obtenidos habría que remitirse a un profundo debate que en estos periodos de docilidad, asepsias e inercias varias, está aún por hacer. Pero si he introducido este tema es porque conviene abrir una reflexión sobre lo que llega. Si el Espacio Europeo de Educación Superior apuesta por evaluar las competencias del formador para probar su capacidad docente así como, también, las competencias alcanzadas por el alumno tras esta formación ¿cómo llevar a cabo esta tarea con mo- tabla 2. estructura de competencia Competencia orientada por demanda Ejemplo: Habilidad para cooperar a Estructura interna de una competencia conocimiento habilidades cognitivas habilidades prácticas actitudes emociones valores y ética motivación Relativo a la cooperación tienen, pues, un componente cognitivo y otro conductual que se ponen de manifiesto, unificadamente, al mismo tiempo, en las acciones que realizan los profesionales de la educación social. CONTEXTO delos de evaluación empresariales?; ¿qué tipo de evaluación se va a utilizar para evaluar competencias cuando la competencia sólo existe en acto o cuando la movilización de recursos supone operaciones mentales tanto como poner en juego emociones, sentimientos, percepciones…?; ¿cómo evaluar esto?; ¿de qué manera emitir juicios sobre una competencia cuando ésta va vinculada tan ineluctablemente a las personas sin correr el riesgo de humillarlas o promover frustración?; ¿qué instrumentos poseemos para realizar con justicia la tarea? Confirmemos le pertinencia de nuestras interrogaciones sirviéndonos del trabajo de DeSeCo sobre las competencias en el campo de la educación de adultos. Fijémonos en la estructura de una competencia. Atendiendo a esta estructura (Tabla 2), que compartimos claramente, y en función de que la competencia sólo existe en acto ¿van a evaluar los formadores universitarios las competencias que, supuestamente, habrán adquirido tras la formación?; ¿cómo lo van a hacer y cuándo?... Al parecer estas cuestiones no son susceptibles de reflexión dada la escasa atención que se está prestando al tema (Lévy-Levoyer, 2003). Sin embargo, serán las cuestiones las que van a convertirse en verdaderos problemas que condicionarán el éxito o el fracaso de la relación educativa en el aula universitaria. Y el incumplimiento de la promesa pondrá, aún más si cabe, a la institución en una situación muy crítica. el enfoque por competencias en la formación de los educadores sociales... (Pág. 9-20) [ 17 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 18 5. Los formadores académicos, los educadores sociales y las competencias: ¿serán capaces de salvar las distancias? ¿Están los formadores capacitados para formar en competencias? ¿Se puede ser un buen formador en competencias si no se es competente para la formación? Difícil tesitura que sólo en el tiempo y con potente formación para superar obstáculos, dificultades y carencias, podrá trascenderse si se cumplen determinadas condiciones. Un tipo de formación que puede ser acorde al espíritu de la lógica profesional, y su concepción o versión de la competencia como movilización de recursos en las situaciones más o menos complejas, puede ser el enfoque o modelo propuesto por Becher y Barnett. Y aparece como congruente y creíble este modelo de formación de profesionales de la educación social porque el criterio que articula la teoría y la práctica, la formación y la experiencia, es la práctica profesional. Un criterio potente que comparten teóricos de las profesiones tan relevantes como Schön, Evetts, Abbots o Friedson… Pero también porque este modelo persigue un objetivo fundamental, que en esta colaboración creemos imprescindible en el proceso de profesionalización de los educadores sociales, que es el de reducir la distancia social entre los formadores y los profesionales. Objetivo que, a nuestro juicio, se convierte en una “conditio sino qua non” para que este programa formativo logre el objetivo a que aspira el Espacio Europeo de Educación Superior. Si estos dos colectivos no se acercan, la propuesta convergente será pura retórica, un discurso vacío de contenido en tanto que, por una parte, seguirá formulándose la necesidad de una formación basada en competencias y, por otra, permanecerá hegemónica la lógica disciplinar o la formación basada en materias (Becher, 1987; 2001). Esta reducción de la distancia social entre los formadores universitarios y los edu- cadores sociales debe orientarse al logro de metas contingentes, logradas en el proceso y no ubicadas en un futuro lejano (la consecución del hombre integral, perfecto, emancipado…), tal y como se espera que la formación cubra y cumpla en el proceso de profesionalización. Estos objetivos o metas concretas, nucleares para que un profesional movilice competencias, son: 1. Promover el aprendizaje analítico de los educadores sociales sobre su propia práctica en las situaciones laborales que han de vivenciar. 2. Disposición de los educadores sociales a contribuir a la formación de otros educadores sociales como son los estudiantes que actualmente, o en el futuro, deciden acceder a ser un profesional de la Educación Social. Ésta será una manera rotunda de colaborar con la Universidad en esta difícil y compleja tarea de formar. 3. Fomentar con más frecuencia, por diversos caminos y veredas, hasta hacerlas más estables, las relaciones entre los educadores sociales y los formadores universitarios (Barnett,1999). Esta relación frecuente, permanente y constante, puede ser el inicio de una ruptura real, más que formal, de la lógica disciplinar tan instalada en nuestra cultura universitaria. El paradigma tradicional que ha alentado esta lógica es difícil de fracturar, sobre todo si se piensa en la capacidad de enraizamiento que tiene la tradición y la fuerza que despliega promoviendo voluntades a su favor. Sólo en los últimos tiempos se ha ido asumiendo que este acercamiento es tan posible como necesario y comienzan a ser formuladas, no tan reconocidas, políticas flexibles de promoción docentes que impulsan, todavía muy levemente, actividades favorables a que esta relación, universidad y mundo profesional, sea [ 18 ] • Juan Sáez Carreras sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 19 plausible. La confianza de unos y otros debe crearse de tal manera que fluya la buena voluntad en dobles direcciones. Para ello, Becher y Barnett proponen una serie de estrategias que nosotros resumimos de la siguiente manera, en la medida que son fundamentales para lograr los objetivos perseguidos a través de acciones más concretas: 1. La formación de los profesionales de la Educación Social debe centrarse como mínimo en algunos elementos interrelacionados entre sí: a. el desarrollo inicial de las destrezas o competencias prácticas; b. la habilidad de analizar y de reflexionar sobre tales destrezas o competencias; c. y, por ende, la habilidad de continuar aprendiendo a lo largo de toda la carrera profesional. 2. La teoría debe ser un cuerpo de conocimientos directamente relacionado con la práctica para ilustrarla, comprenderla y mejorarla. 3. Si bien la práctica es un objetivo fundamental no debe olvidarse que no se podría mejorar sin la adecuada actividad metapráctica (reflexión y análisis) que fundamente la formación orientada a la preparación de profesionales. 4. Los académicos tienen la necesidad de dirigirse a los problemas prácticos y de familiarizarse con las realidades profesionales. 5. Los educadores sociales, si tienen sentido colectivo de la profesión y son fieles a ella, deben tomar parte activa en las tareas que conlleva la formación de otros profesionales como ellos (Sáez, 2007). Veremos lo que acontece y lo que realmente hacen los diferentes protagonistas por materializar lo que sería un proyecto coherente, sólido y necesario para la profesionalización de dos colectivos profesionales. Pero de los dos colectivos depende que el enfoque por competencias contribuya a que la caja de herramientas utilizada por los profesores universitarios en la formación y, por extensión, la de sus estudiantes futuros educadores sociales, sea sólida y congruente, oportuna y relacional con las situaciones que profesionalmente habrán de afrontar. Referencias bibliográficas Abbott, A. (1988): The System of Professions. An Essay on the Division of Expert Labour, Chicago: University of Chicago Press. Barnett, R. (1999): Los límites de la competencia. Barcelona: Gedisa. Becher, (1987): “Disciplinary Discourse”, Studies in Higher Education, 12 (3), 261-274. –(2001): Tribus y territorios académicos. La indagación intelectual y las culturas de las disciplinas. Barcelona: Gedisa. Ceri (2002): Definition and Selection of Competences (DeSeCo): Theoretical and Conceptual Foundations. Strategi Paper Collins, R. (1979): The credential Society: an historical Sociology of Education and Stratification, New York: Academic Press; –(1989): La Sociedad Credencialista. Madrid: Akal. –(1990): “Changing conceptions in the sociology of the professions”, en M. Burrage y R. Torstendahl (eds.): The formation of professions: knowledge, state and strategy. Londres: Sage, 11-23. Escudero, J.M. (2008): “Las competencias profesionales y la formación universitaria: posibilidades y riesgos”, Revista de Docencia Universitaria, nº mongráfico II, Formación Centrada en Competencias. Freidson, E. (1986): Profesional Powers: A study of the Institutionalization of Formal Knowledge. Chicago: University of Chicago Press. –(1994): Professionalism Reborn: Theory, Prophecy and Policy. Chicago: University of Chicago Press. el enfoque por competencias en la formación de los educadores sociales... (Pág. 9-20) [ 19 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 20 –(2001): Professionalism. The third logic. Cambridge: Polity Press. Larson, M. S. (1990): “In the Matter of Experts and Professionals, or How Impossible it is to Leave Nothing Unsaid”, en R. Torstendahl y M. Burrage: The formation of professions. Londres: Sage Publications. –(2005): “La profesionalización de los educadores sociales: construcción de un modelo teórico para su estudio”, en Revista de Educación, nº 336, pp. 129-139. –(2007): Pedagogía Social y Educación Social. Historia, profesión y competencias. Madrid: Pearson. Lévy-Levoyer, C. (2003): Gestión de las competencias. Barcelona: Ed. Gestión 2000. Sáez, J. Y García Molina, J. (2006): Pedagogía Social. La Educación Social como profesión. Madrid: Alianza Editorial. Perkin, H. (1989): The rise of Professional Society. England since 1880, London and New York: Routledge. –(2008): “Educación Social: ¿Qué formación para qué profesional?”. Cataluña: Revista de Educadores Sociales. Perrenoud, PH. (1999): Dix nouvelles compétences pour enseigner. Invitation au voyage. París: ESF. Schön, D. (1992): La formación de los profesionales reflexivos. Barcelona: Paidós. –(2008): “Construir las competencias, ¿es darle la espalda a los saberes, Revista de Docencia Universitaria, nº mongráfico II, Formación Centrada en Competencias. –(1998): El Profesional reflexivo. Barcelona: Paidós. Sáez, J.(1998b): “El educador social: formación y profesión”, en Escarbajal, A.: La Educación Social en marcha. Valencia: Nau Llibres. DIRECCIÓN DEL AUTOR: Juan Sáez Carreras. Universidad de Murcia. Facultad de Educación. Campus Universitario de Espinardo. Apartado de correos 4021. 30071 Murcia (España) Correo electrónico: juansaez@um.es –(2003): La profesionalización de los educadores sociales. En busca de la competencia educativa cualificadora. Madrid: Dykinson. –(2004): Proyecto Docente de Pedagogía Social. Universidad de Murcia. Fecha de recepción del artículo: 07.IX.2008 Fecha de aceptación definitiva: 15.X.2008 [ 20 ] • Juan Sáez Carreras sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 21 ¿Qué es una competencia?1 Paul Attewell Universidad de la ciudad de New York Resumen El concepto de competencia desempeña un papel importante dentro de la investigación sociológica, desde estudios en torno al proceso laboral a debates sobre trabajo equitativo. Este artículo aporta un análisis teórico sobre las ambigüedades y dificultades presentes en las concepciones sociológicas actuales de competencia, contrastando cuatro enfoques diferentes de competencia: positivista, etnometodológica, weberiana y marxista. Se podría decir que algunos de los conflictos de la sociología industrial provienen del hecho de que tradiciones opuestas están empleando nociones de competencia muy distintas o de que ignoran sus propias preconcepciones respecto a la competencia. El artículo expone las implicaciones de esta noción en la investigación empírica. palabras clave: competencias, enfoques o escuelas, mercado, empleo, profesiones, credencialismo, atribución, formación… Summary The concept of skill plays an important role in sociological research, from studies of the labor process to debates over equal worth. This article provides a theoretical analysis of the ambiguities and difficulties involved in current sociological conceptions of skill, contrasting four distinct approaches to skill: positivist, ethnomethodological, Weberian and Marxist. Some of the impasses in industrial sociology arguably stem from the fact that opposed traditions are using very different notions of skill or are blind to their own preconceptions regarding skill. The article draws out the implications of this for empirical research. key words: skills, approaches or schools, market, employment/job, occupation, credentialism, attribution, training. 1. Introducción. La complejidad del concepto de competencia El concepto de competencia es importante en muchas áreas sociológicas, desde estudios sobre la desigualdad salarial a debates sobre si el capitalismo está descualificando el trabajo en temas de equidad laboral. Bajo todos estos temas se encuentra la idea aparentemente sencilla de “competencia”. Pero como muchos conceptos lógicos, la competencia, bien pensada, resulta ser una idea compleja y ambigua. Algunos de los conflictos de la ¿qué es una competencia? (Pág. 21-44) [ 21 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 22 sociología industrial provienen del hecho de que teorías opuestas están empleando nociones de competencia muy distintas o de que ignoran sus propias preconcepciones en lo que a competencia se refiere. El propósito de este artículo es el de investigar algunos de los problemas epistemológicos y conceptuales que se plantean alrededor de la noción de competencia y mostrar cómo estos problemas influyen en los estudios sociales. Se trazan (y se desarrollan) aquí cuatro nociones sociológicas distintas de competencia: la positivista, la etnometodológica, la weberiana y la marxista. Estas tradiciones divergentes producen distintas imágenes acerca de la competencia, y la yuxtaposición de las cuatro subraya las ambigüedades y problemas de cada enfoque. La Sociología no es la única disciplina cuyos intereses fundamentales demandan una comprensión de la competencia. El concepto es importante en Economía, Psicología, Educación, Inteligencia Artificial Informática, y en el área conocida como Recursos Humanos o Ergonomía. Este artículo menciona estas disciplinas en la medida en que ellas arrojan luz sobre los aspectos conceptuales y epistemológicos que hacen frente a la sociología de la competencia. tuvieron que restablecer términos arcaicos como “astuto”, “diestro”, “don”, y “hábil”, por ejemplo, que subrayan la complejidad de la noción. Una razón para enfatizar este dualismo mental/físico de la competencia es que gran parte del discurso sociológico tiende a subrayar el aspecto erudito del mismo, mientras que mengua importancia el lado físico de la competencia o al menos lo relega a la oscuridad conceptual. Como veremos, esto tiene consecuencias teóricas desafortunadas. El análisis etimológico pone de relieve una ambigüedad adicional. Competencia es la habilidad para hacer algo, pero la palabra competencia también connota una dimensión de habilidad creciente. De este modo, mientras que competencia es sinónimo de destreza, también evoca imágenes de domino, pericia, maestría, habilidad y excelencia2. En resumen, es ambiguo decidir si el término indica simple o superior capacidad, si extraordinaria o menor habilidad. Ésta no es sólo una cuestión de curiosidad etimológica: distinguir entre competencia como logro y destreza como virtuosismo puede darnos una comprensión teórica de los mecanismos que están detrás de actividades especializadas o cualificadas. No diferenciar estos significados de la palabra puede conducir a una confusión conceptual. 2. Cuestiones etimológicas 3. Cuatro escuelas Las definiciones de competencia que se encuentran en el diccionario ponen de manifiesto la complejidad del concepto. En el núcleo de todas estas definiciones está la idea de competencia o habilidad como capacidad de hacer algo bien. La palabra abarca tanto la habilidad mental como la física (esto es, competencia implica comprensión o conocimiento), pero además también connota destreza o habilidad física. Las ideas y pensamientos del Siglo de las Luces han vuelto nuestro lenguaje bastante inarticulado respeto al dominio físico de la capacidad; así se 3.1. El Positivismo Emplearé el término positivista para referirme a aquellos que tratan la competencia como un atributo susceptible de medición cuantitativa y que creen que este atributo o cualidad tiene un carácter objetivo independiente del observador. Dados estos supuestos, los positivistas se enfrentan desde el principio con dos cuestiones: primera, ¿debería tratarse la competencia como un atributo mensurable de personas o de tra- [ 22 ] • Paul Attewell sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 23 bajos/tareas (Spenner, 1983)? Segundo, ¿cómo deberían las competencias, aparentemente diversas o cualitativamente diferentes, hacerse proporcionales, y, por tanto, mensurables? ¿Existe un criterio común que subyazca a algunas competencias? Crear un criterio común resulta ser un problema muy difícil, el talón de Aquiles de los estudios positivistas sobre la competencia. Por un lado, los positivistas buscan medidas cuantitativas de las competencias que se ajusten a sus rigurosas normas metodológicas con respecto a la fiabilidad y validez exigida. Por otra parte, estas medidas deben representar de un modo significativo la variedad de las cualitativamente diversas tareas o competencias halladas en el mundo laboral. Esta tensión se encuentra en todos los análisis positivistas de la competencia. El positivista puede elegir operativizar la competencia de modo que permita al investigador obtener una medida cuantitativa precisa, pero a menudo esto da lugar a una medida tan reduccionista que los críticos la atacarán por ser excesivamente simplista y, por tanto, se fracasa al presentar las competencias en realidades complejas. La separación entre la concepción teórica de competencia y su operativización se ha hecho demasiado amplia. O bien, también el positivista puede buscar unir una amplia gama de competencias muy variadas bajo una medida u operativización uniforme. Para hacer esto, la medida llega a hacerse, con frecuencia, muy abstracta. Grandes niveles de abstracción no conducen necesariamente a mediciones rigurosas y, por ello, la fiabilidad y validez suelen resentirse. Quizá entonces los críticos sostengan que lo que parecen ser medidas rigurosas de competencia acarrean juicios poco fiables o arbitrarios. Estas tensiones se ven representadas en distintos estudios de competencia en diferentes disciplinas académicas. Los psicólogos cuyo paradigma acentúa el control ex- perimental, han tendido a elegir tareas que son lo bastante estables y restringidas como para que, en escenarios experimentales, el grado de competencia pueda ser medido meticulosamente en términos de recuento de errores, tiempo para completar la tarea, etc... A través de la manipulación experimental, estos psicólogos estudian cuestiones importantes: ¿las competencias son capacidades generales o específicas de la tarea en cuestión? ¿Cómo se transfiere una competencia desde una tarea, o un escenario, a otro? ¿Cuáles son los procesos o fases implicados en el aprendizaje de una competencia? (Singley & Anderson, 1989). De todos modos, este enfoque experimental de la competencia ha sido objeto de crítica, especialmente por parte de la escuela psicológica conocida como “aprendizaje situado3”(Rogoff & Lave, 1984). Una parte de su crítica se basa en que las tareas normalmente empleadas en estudios de laboratorio se han simplificado tanto y hecho tan abstractas que guardan poco parecido con aquellas competencias reales que se supone se representan en el estudio. Una de las más famosas series de estudios de transferencia sobre competencias, por ejemplo, supone la “destreza” de identificar y tachar las letras “e” y “s” en las líneas de un texto. Otros requieren tareas de una lógica excesivamente formalizada. Quizás la evidencia más significativa de que tal operativización de la competencia es irreal sea el descubrimiento de que los individuos que obtienen pobres resultados en las pruebas de ciertas destrezas en el laboratorio han resultado emplear con éxito las mismas destrezas en ambientes naturales (Rogoff, 1984; p. 2). Un aspecto epistemológico afín, enarbolado por la escuela “del aprendizaje situado” es la idea de que las competencias están sumamente enmarcadas o situadas en los contextos específicos en los que se emplean, una perspectiva que hace del típico estudio de laboratorio una iniciativa cuestionable. Los tér¿qué es una competencia? (Pág. 21-44) [ 23 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 24 minos situado y enmarcado suponen que los rasgos del contexto en el que la tarea se realiza tienen un papel muy importante en explicar cómo se hace el trabajo; tan importante es esta traducción que no tiene sentido hablar de una competencia particular aislada de las situaciones y prácticas en donde se emplea. Es por eso que los trabajadores de los productos lácteos, por ejemplo, desarrollan varios métodos de cálculo y algoritmos de decisión que están ligados a la existencia de cajones, cantidades y otros objetos y procedimientos específicos de su lugar de trabajo. No emplean las soluciones lógicamente óptimas del tipo de la que un lógico podría utilizar de un modo abstracto, independientemente del contexto (Scribner, 1984). Si las competencias están tan especificadas por el campo de acción y tan atadas a los rasgos situacionales, entonces la abstracción experimental de este contexto destruye los rasgos cruciales de lo que se supone que va a ser medido (Rogoff & Lave, 1984, pp. 1-3; Singley & Anderson, 1989, pp. 2-29, 234-239). En algunas formulaciones, las “competencias” se creen tan ancladas a sus contextos de uso que dejan de ser propiedad de cualquier trabajador individual (que no podría “llevarse” la destreza) pero es cierto que, en su lugar, residen en el trabajo interactivo del grupo al desplegarse en un escenario particular. Desde tal perspectiva, la competencia se distribuye a través de los co-trabajadores y sólo surge efecto por medio de la interacción: es quintaesencialmente social (Brown & Duguid, 1990). Lo que sin duda nos conduce muy lejos del paradigma positivista. Por contra, los economistas tratan generalmente la competencia como un atributo de las personas, ser competente. Con todo, su metodología positivista nos dirige a problemas semejantes. La noción ampliamente aceptada de “capital humano” de Becker (1975) ejemplifica este enfoque. El término capital humano abarca un fondo de conocimiento y competencias in- dividuales obtenidas por medio de la educación, la formación y la experiencia en el trabajo. Dentro de la economía neoclásica, el capital humano puede ser considerado de dos formas: bien como una inversión monetaria en formación o como destrezas laborales que producen valor en el lugar de trabajo. En cualquier caso, los salarios están relacionados directamente con el capital humano. Los salarios son vistos, por una parte, como una remuneración de la inversión individual en el capital humano o, por otra, como determinados por la utilidad sectorial de la competencia lograda. Matices teóricos a un lado, el concepto se simplifica drásticamente cuando se operativiza. El capital humano se mide como la suma de años de educación profesional o formal más los años de experiencia laboral4. Concebir los salarios como una función de la competencia, y abordar la competencia como algo proporcional a los años de educación y de experiencia laboral tiene el mérito de proporcionar fácilmente variables medibles y de generar una política clara en conclusiones5. Sin embargo, esto da por buenas una serie de distintas cuestiones que son problemáticas para los teóricos de la sociología: ¿hasta qué punto está relacionada la duración de la educación/formación con la adquisición de competencia y con la realización del trabajo, y cómo afecta esto sucesivamente a la obtención de ingresos? De otro modo, (a) se separa de fenómenos tales como el credencialismo (ofrezcan, realmente, los títulos superiores competencias laborales o funcionen como un mecanismo de racionamiento); (b) el impacto de los monopolios ocupacionales (sindicatos y certificación profesional y estatal); (c) la relación entre género de las ocupaciones con las competencias percibidas; y (d) los efectos del continuo exceso de ciertas competencias y la insuficiencia de otras en la valoración social y monetaria de las mismas. Desde un punto de vista sociológico, por consiguiente, el capital humano representa un atajo en los es- [ 24 ] • Paul Attewell sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 25 tudios sobre competencia y obtención de ingresos al asumir una equivalencia bastante directa entre educación, destreza, y gratificación, donde puede que un análisis de sus vínculos resulte más provechoso (confróntese Collins, 1979). Incluso para los criterios de medida puramente positivistas, el uso de los años de educación como una operativización de la competencia resulta sospechoso, también para competencias básicas en el lugar de trabajo como la lectura, la escritura, y la aritmética que son el núcleo del currículum escolar. La investigación educativa reciente indica una discontinuidad impactante en América, entre la duración de la educación (o nivel) y la obtención de competencias básicas de escritura y comprensión que se supondrían asociadas a un nivel educativo determinado. La investigación también documenta una amplia diferencia en la competencia entre estudiantes en el mismo nivel educativo en los colegios. En una muestra representativa nacional de estudiantes de educación secundaria de 17 años (excepto los que dejan los estudios), menos del 5% podía entender un escrito de un párrafo de complejidad media, sólo el 6% podía resolver un problema aritmético para calcular el 12% de $850, y sólo el 3% podía escribir una carta de 3 párrafos con un argumento sencillo (Appleby, Langer & Mullis, 1989). Mientras que, ciertamente, no se ha examinado la teoría del capital humano, tales resultados sugieren, como mínimo, serios problemas de error de medición y de construcción de validez utilizando los años de educación como un indicador de, o un sustituto para, la competencia laboral. Ello sugiere que los economistas positivistas han permitido que la separación entre la operativización de la competencia y el concepto teórico, se haya hecho demasiado grande. Los sociólogos que siguen un planteamiento positivista han tendido a abordar la competencia como un atributo de los trabajos antes que de las personas y, en particular, a evaluar la complejidad. El esfuerzo más significativo en esta línea es el Dictionary of Occupational Titles (DOT) [Diccionario de Títulos Profesionales] del Ministerio de Trabajo norteamericano, de 1965. Las medidas del DOT están suministradas por la Encuesta Social General del Consejo Nacional de Investigación de Opinión, siendo equiparadas a las clasificaciones minuciosas de los censos ocupacionales y empleadas en muchos estudios sociológicos. El DOT está basado en el criterio de inspectores que visitan los lugares de trabajo y observan a los trabajadores en sus trabajos. Miles de empleos están “valorados con docenas de atributos”. No obstante, muchos investigadores sociológicos se concentran en tres medidas principales del DOT (complejidad de los datos, de las personas y del equipamiento), o combinan estas tres en una única medida, llamada de “complejidad global del trabajo” (Kohn & Schooler, 1983). El DOT ha sido examinado por sociólogos que encontraron que adolecía de serias imperfecciones como consideraron los positivistas: los procedimientos de muestreo para la selección de los lugares de empleo y los trabajos son clasificaciones de competencia poco sistemáticas ya que muchos trabajos están basados en juicios de tan sólo uno o dos observadores y la fiabilidad de las escalas decisivas (por ejemplo, la del equipamiento) es tan baja como la validez de constructo de otras es sospechosa (Miller, Treiman, Cain & Roos, 1980). Sin embargo, Miller y otros (1980) concluyeron: “A pesar de las deficiencias en la cuarta edición... continúan siendo el grupo de características ocupacionales más completo disponible en la actualidad. Como tal, su uso debería fomentarse” (p. 195). La solución positivista es, por tanto, utilizar las actuales medidas del DOT mientras se ejerce presión para el empleo de mejores prácticas psicométricas en ediciones futuras. Sin embargo, el problema puede ser inextricable, requiriendo más que una matización ¿qué es una competencia? (Pág. 21-44) [ 25 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 26 metodológica. No es asunto fácil hacer miles de tareas laborales cualitativamente diferentes conmensurables en términos de dimensiones comunes. Las categorías de codificación del DOT (y, podría decirse, cualquier categoría) se vuelven sumamente abstractas si intentan extenderse sobre muchas tareas laborales muy diversas. Por ejemplo,“comparar” es un valor particular en una escala de complejidad llamada datos. Cualquier tipo de tarea de comparación es, por definición, presentada como igual en complejidad de datos, y estas tareas de comparación se vuelven, por definición, menos complejas que la siguiente categoría de complejidad de datos, la tarea de “copiar”. Estas categorías (copiar y comparar) son tan amplias que la variación en la complejidad real de las tareas agrupadas en una de estas categorías puede ser mayor que las diferencias entre categorías. Y la base para tratar una categoría como más compleja que otra es poco sólida. ¿Está alguien que compara una estampa litográfica, contrastándola con el original para determinar su calidad, demostrablemente menos cualificado que alguien que copia los pedidos de un agente de ventas en un ordenador? El DOT insiste en que sí que lo está, al clasificar cualquier tarea de comparación como menos compleja que aquella que supone imitación. Las variables de complejidad del DOT, además de (o quizás debido a) ser tan extensas y abstractas, son susceptibles a las opiniones sociales filtrándose en lo que en apariencia son medidas objetivas de complejidad de las tareas. La opinión social puede entrar de dos maneras bastante diferentes. La primera implica prejuicios culturalmente generados por parte de los trabajadores del DOT que clasifican los trabajos. En tal caso, el problema está en los procedimientos de clasificación (o en los clasificadores), no en las mismas categorías del DOT. Un segundo sesgo, potencialmente más serio, sucede si las categorías del DOT reflejan ese prejuicio, incluso cuando los clasificadores las aplican de un modo completamente neutral. La primera clase de filtración de valoración social vía actitud de los clasificadores se ha mostrado más concluyente para los trabajos de segregación sexual según el sexo, en la tercera edición del DOT. Howe (1977) fue de los primeros en indicar que según las medidas de complejidad del DOT publicadas con datos/personas/equipamientos, la profesión de enfermería/comadrona quedaba clasificada por debajo de la de recepcionista de hotel, el/la asistente para el cuidado infantil al mismo nivel que el guardacoches, y un profesor de escuela infantil por debajo de un domesticador que “hace señales a mamíferos marinos entrenados” (pp. 236-240)6. Estos juicios respecto a la complejidad procedían de una práctica arraigada y muy difundida entre los inspectores del DOT de clasificar muchos “trabajos de mujeres” como no poseedores de “relación significativa alguna” (el menor nivel de complejidad) con personas, datos o equipamientos. Estos criterios fueron aceptados y convertidos en evaluaciones del DOT de la complejidad de ocupaciones enteras. Así Miller y Otros (1980) encontraron que el trabajo de mecanógrafa/o era clasificado como no poseedor de relación significativa con la situación u objetos (¿la máquina de escribir?) y el trabajo de educador de escuela infantil no tenía ninguna relación importante con la gente (p. 188). Una vez descubierto, al sesgo de género del DOT se le respondió con la eliminación de la categoría “ninguna relación significativa” de las variables de complejidad de la clasificación –datos, personas y equipamientos–, obligando de este modo a una revaloración de aquellos trabajos con clasificación cero. El resultado, mostrado en la cuarta edición del DOT, es que los niveles medios de complejidad en trabajos dominantemente masculinos y femeninos son [ 26 ] • Paul Attewell sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 27 ahora muy similares, indicando quizás que el trabajo que hacen las mujeres ya no está infravalorado en el DOT. Este ascenso de las ocupaciones dominantemente femeninas, por autorización administrativa, presenta problemas con aquellos que quieran utilizar ediciones sucesivas del DOT para trazar cambios en las competencias laborales. La segunda fuente potencial de prejuicios en el DOT supone la introducción de valores sociales sobre la competencia en las escalas mismas del DOT. Incluso ignorando el género, juicios culturales de “sentido común” sobre la importancia social o el prestigio de varias tareas parecen haber sido incorporados al ranking de la complejidad de tareas del DOT. (Este problema no ha sido señalado por las distintas evaluaciones positivistas del DOT). Concretamente, cualquier actividad que implique autoridad de alguien sobre otros se clasifica como compleja. Por ejemplo, las tareas de planificación (para otros) son definidas como una tarea de datos más complejas que la de fabricar un objeto a partir de un plano. Esto parece un menosprecio increíble de las destrezas intelectuales de ciertos operarios manuales y una exaltación insostenible de la complejidad de los administradores/gerentes (aquellos que deciden sobre los planes de trabajo de otros). De modo similar, a los asesores que hacen uso de principios profesionales se les codifica con tareas personales más complejas que la enseñanza, que, en cambio, es más compleja que la de persuadir. Seguir instrucciones escritas u órdenes orales es clasificado como considerablemente menos complicado que emitirlas. Cada uno de estos ejemplos no tiene que ver con la percepción de un clasificador de un trabajo individual sino con las definiciones del DOT que clasifican las tareas en abstracto, algo que todos los clasificadores están obligados a seguir en la valoración de trabajos específicos. Si estas definiciones tienen prejuicios, éstos afectan a la totalidad de la iniciativa DOT. El peligro aquí es el de cosificación: que las relaciones definidas en el DOT vía la filtración de ideas sobre el prestigio social y la autoridad en las clasificaciones de la complejidad de tareas se “descubrirá” después como hallazgos empíricos y atributos del “mundo real” antes que reconocerse como un artefacto de medida. De este modo los análisis de los elementos de las escalas DOT demuestran que “hay una estrecha relación en el DOT entre la complejidad sustantiva de las ocupaciones y las responsabilidades directivas o gerenciales” (Miller y otros, 1980, pp. 177-185). Cualquier trabajo que implique autoridad sobre otros o autonomía sobre el trabajo de uno mismo se transforma, a través de un proceso de valoración en apariencia de valor neutral, en la presentación de complejidad de la tarea. Un aspecto igualmente problemático del empleo del DOT por los sociólogos es que cuando las medidas de la complejidad de la tarea se reúnen en una única medida por propósitos analíticos, la complejidad cognitiva tiende a ser dominante. Por ejemplo, la muy conocida escala de Kohn-Schooler de “complejidad global del trabajo” (1983, p. 325), está basada en el DOT y es en su esencia una medida de resolución de problemas. Los trabajos que no requieren cálculo o planificación son definidos como simples, mientras que las tareas que implican el análisis de muchas variables son definidas como las más complejas. Esto agrava los problemas anteriores añadiendo otro nivel de valoración social, disfrazado en la suma de las tres dimensiones aparentemente objetivas de las competencias (los datos, las personas, y el equipamiento o las circunstancias). Dadas estas críticas, es difícil estar de acuerdo con la conclusión de Miller y otros (1980) de que los investigadores deberían ser animados a emplear el DOT, mientras se promocionan mejores prácticas en los años siguientes. Para su reconocimiento, los positivistas han promulgado advertencias sobre el uso del DOT ¿qué es una competencia? (Pág. 21-44) [ 27 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 28 (Cain y Treiman, 1981; Miller y otros, 1980), pero éstas se han reducido a aspectos tales como el peligro de combinar datos de ediciones éxitosas del DOT. No han recomendado evitar del todo el DOT. 3.2. La etnometodología La etnometodología ofrece una perspectiva de la actividad humana, y por tanto de la competencia, que no concuerda con los supuestos acerca de la complejidad, la rutina y el análisis consciente de los positivistas. En el núcleo de esta perspectiva está la idea de que toda actividad humana, incluso la más trivial, es bastante complicada o compleja. Cosas que todo el mundo hace –tales como andar, cruzar la calle, y mantener una conversación- son logros extraordinarios que requieren una compleja coordinación de agudeza, movimiento, y decisión, una miríada de elecciones, y múltiples destrezas. Una gran parte de la investigación etnometodológica se ha dedicado a mostrar la sutil textura, los muchos pasos e imprevistos, de actividades que normalmente se piensa que son sencillas (Garfinkel, 1969). Debido a que estas actividades mundanas son extraordinariamente complicadas, los humanos no pueden prestarles atención de una forma consciente. Las pocas ocasiones en que llegamos a ser conscientes de los detalles minuciosos de nuestro trabajo interactivo, se muestran tan distrayentes que titubeamos o balbuceamos porque somos temporalmente incapaces de dedicar temporalmente toda nuestra atención a aquellas tareas que requieren reflexión consciente. Kusterer (1978) describió cómo los bancarios cuentan dinero más correctamente cuando están hablando o no poniendo atención: “sólo cuando se paran a pensar en ello se equivocan o pierden el hilo de por dónde van” (pp. 83, 87). En cierto modo, a causa de este problema de sobrecarga, las actividades mundanas llegan a darse por supuestas (Schutz, 1970). Se hacen socialmente invisibles tanto a los que las realizan como a los observadores familiarizados con ellas. No les prestamos atención. Las competencias que se requieren para llevar a cabo estas actividades también se hacen invisibles: se ocultan detrás de sus practicantes –o bien psicológicamente en forma de costumbre y de procesamiento de la información no consciente o somáticamente en músculos y neuronas (maña, habilidad y astucia). Es por eso que muchas capacidades humanas no son sólo una cuestión de razón, intelecto, o conocimiento sino que son inconscientes y materialmente asumidas. Sólo llegamos a ser conscientes de este tesoro de conocimiento y destrezas mundanas en ocasiones inusuales donde nuestras propias capacidades o las de otros son interrumpidas: cuando vemos un niño esforzándose por caminar y nos damos cuenta de cómo el cerebro y los músculos deben trabajar conjuntamente, o vemos a un afectado de apoplejía aprender de nuevo el lenguaje, o intentamos arreglárnoslas en un país extranjero. En circunstancias normales, nuestra facilidad en una actividad mundana, nuestro virtuosismo en la realización diaria, nos permite despreocuparnos de este nivel de la realidad. Desde esta perspectiva resulta que una actividad parece “no especializada” si se puede hacer fácilmente y bien (porque la destreza “desaparece”). Pero una actividad parece enormemente especializada (o cualificada) si es desconocida, si nunca se ha hecho o nunca parece haberse hecho antes (pensemos en nuestros sentimientos antes y después de aprender a montar en bicicleta). La perspectiva etnometodológica causa algunos problemas epistemológicos algo difíciles para aquellos que medirían la competencia de un modo objetivo positivista. En primer lugar, solicitar autoinformes de los trabajadores sobre sus destrezas es forzosamente incompleto. Ya que la gente da por supuesto buena parte de lo que son capaces de hacer, se obtendría una relación sumamente truncada [ 28 ] • Paul Attewell sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 29 que seguramente se fijaría en aquellas cosas que el trabajador cree que el interrogador va a juzgar como cualificadas o en aquellas que el trabajador piensa que el interrogador entenderá como tales. Si se adoptase el procedimiento de Garfinkel (1969) y se interrogara a un empleado sobre su propio trabajo, respondiendo a cada respuesta suya con “¿pero cómo hiciste exactamente eso?”, obtendríamos un listado cada vez más elaborado de cosas que el empleado sabe y hace. Existe un enorme problema de regresión: cuanto más profundo se busca, más conocimiento y destreza se encuentra. Esto está particularmente claro en el trabajo de Kusterer (1978), quien documentó las destrezas importantes y el conocimiento detallado de las labores que trabajadores aparentemente no cualificados necesitan y emplean en su trabajo diario (ver Garson, 1975; Harper, 1987). Kusterer (1978) dijo en una entrevista con un operador “no cualificado”: “No sé por qué quiere entrevistarme. Usted no tiene que saber nada para hacer mi trabajo”. Tres horas después, demasiado agotado para continuar escribiendo todo lo que sabía, concluí la entrevista. Cuando me estaba preparando para salir, me dijo algo completamente diferente, y también característico. “Fue realmente interesante. Normalmente no te paras y piensas sobre cosas como ésta... Realmente te hace pensar, todas las cosas que hacemos y de las que ni siquiera nos damos cuenta” (p. 187). En segundo lugar, la etnometodología sugiere que el punto de referencia del observador es importante en cualquier evaluación de la competencia. Las tareas que el observador puede hacer probablemente aparezcan como relativamente no cualificadas, porque éstas serán dadas por supuestas. Actividades con las que el observador no está familiarizado pueden parecer más complicadas de lo que en realidad serían para los trabajadores. Así compe- tencias generalmente compartidas tienden a llegar a ser devaluadas perceptiblemente, mientras que las actividades esotéricas parecen complejas. En tercer lugar, el énfasis en la resolución de problemas y en el análisis cognitivo auto-consciente como la tarea más complicada, en contraste con las tareas no reflexivas o somatizadas, a un etnometodologista le parecería arbitrario y puede que incluso invertido. Por ejemplo, la categoría más inferior de Kohn y Schooler (1983) “En absoluto compleja. Del todo rutinaria y no requiere pensar demasiado” (p. 325) es una incongruencia para un fenomenólogo. Uno domina una destreza o tarea compleja cuando se somatiza; la necesidad de pensar en ella indica un desconocimiento o formación incompleta. Un médico interno necesita hacer un chequeo mental de síntomas, un maestro en diagnóstico reconoce una enfermedad, un virtuoso del violín no piensa sobre la digitación de las notas, y un buen piloto de caza reacciona “instintivamente” ante una amenaza. Aquí vemos dos epistemologías o teorías del conocimiento: la positivista, que refleja la división cartesiana de intelecto y cuerpo y considera al primero como superior; y la fenomenológica, que ve en la reflexión consciente una muestra de aprendizaje (inacabado) en vez de conocimiento (consumado). La fenomenología no otorga primacía a la consciencia, las tareas que requieren reflexión consciente no son necesariamente más complejas. El contraste puede llegar a ser más claro si se considera a dos teorías como modelos opuestos de aprendizaje. El modelo positivista, que está tan generalizado como para parecer de “sentido común”, observa el aprendizaje como un proceso en el cuál se empieza con la experiencia de hechos o situaciones específicas pero que carecen de reglas o conocimiento generalizables. Desde esta perspectiva, el proceso de aprendizaje consiste en llegar a ser consciente de las relaciones trans¿qué es una competencia? (Pág. 21-44) [ 29 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 30 contextuales y articularlas como reglas. El conocimiento se consigue cuando se han evitado las particularidades del contexto y se pueden articular principios generales o abstractos que vinculan variables. Para los positivistas, producir esta clase de conocimiento abstracto es difícil; la creación de conocimiento es por tanto una tarea quintaesencialmente especializada. Así Kohn y Schooler (1983) tomaron como su categoría superior de complejidad de la tarea, “el establecimiento de un sistema complejo de análisis y/o síntesis en el que poco se fija con antelación, muchas variables están implicadas, sus relaciones son complejas, y los resultados son difíciles de predecir” (p. 325). Para los etnometodólogos, esta cita es tanto un modelo pobre de conocimiento (por explicarlo brevemente) y una forma divertida de etnocentrismo ocupacional. Los sociólogos están familiarizados con un fenómeno por el que los que responden una encuesta, dada una lista de grupos étnicos para clasificar según prestigio, siempre colocan el suyo en la primera posición de la lista. Kohn y Schooler hicieron algo similar respecto a la complejidad de la tarea. Su definición de la forma superior de competencia coincide exactamente con la clase de análisis sociológico multivariado que tan a menudo se realiza. Basándose en la observación del aprendizaje mundano, un fenomenólogo daría un retrato muy diferente del aprendizaje y de la destreza, uno que situara la creación de reglas abstractas a un nivel mucho más bajo de competencia (Dreyfus & Dreyfus, 1986). Según este modelo, el principiante está al principio confrontado con una serie de situaciones o experiencias desconcertantes y únicas. Para manejar esto, el aprendiz genera (o se le enseñan) reglas independientes del contexto para usarlas más adelante en el proceso de aprendizaje. De este modo el jugador de ajedrez, al principio, aprende a utilizar ecuaciones tales como “un caballo es igual a tres peones que son iguales a un alfil” como base para canjear piezas. El estudiante de medicina aprende una lista de síntomas para identificar una enfermedad. Al estudiante del carnét de conducir se le dice que cambie “a tercera” a 45 kilómetros por hora. Pero conforme se desarrolla la experiencia, estas reglas independientes del contexto, son abandonadas y sustituidas por una forma de conocimiento que es conducida y dirigida por el contexto. El maestro en diagnóstico no utiliza una lista sino que “ve” la enfermedad, reconociéndola como algo familiar. El maestro de ajedrez puede reconocer una combinación particular del tablero al ser cercana a una de las miles jugadas reconocidas previamente. El conductor de automóvil cambia de velocidad basándose en su experiencia previa y el conocimiento del coche. Éste es un modelo muy diferente de aprendizaje y de conocimiento en el que los principiantes se apartan de las reglas abstractas hacia un conocimiento dirigido por el contexto (maestría) y no (como nuestra formación académica nos ha enseñado) lo contrario. Contrasta la clase de reflexión lógico-deductiva que los positivistas consideran la más alta competencia de los humanos con un sentido intuitivo de “reconocimiento” que difícilmente tiene que ver con la consciencia. Para los fenomenólogos las competencias y el conocimiento que apenas requieren pensamiento consciente (destrezas somatizadas) no son por tanto de segunda clase y no deberían ser relegadas a una categoría residual y sin importancia, como la de “destrezas manuales”. El punto hasta donde divergen el positivismo y la etnometodología está subrayado por su tratamiento de la certeza y la rutina. Los positivistas equiparan la certeza con una falta de competencia en el resultado, a menudo indicada por la rutinización del proceso de trabajo. A la inversa, la incertidumbre se equipara con la resolución de problemas, una falta de rutina [ 30 ] • Paul Attewell sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 31 y, por tanto, con la competencia. En la formulación de Perrow (1986), el trabajo complejo tiene lugar donde hay muchas excepciones a las reglas o rutinas. No obstante, desde un punto de vista etnometodológico, existen objeciones. Cada acción social produce un sentimiento de estructura fuera de la incertidumbre. Es como si la mayoría de acontecimientos automáticamente se ajustasen a una regla, mientras que sólo unos pocos necesiten competencias relacionadas con la resolución de problemas. Todos los sucesos son casos únicos; las destrezas humanas se componen de la traducción sin esfuerzo de cada ejemplo único a un ejemplo de rutina, como cayendo bajo una regla (Cicourel, 1974). Suchman (1987), por ejemplo, examinó atentamente el trabajo de oficina e indicó que los casos aparentemente rutinarios se convierten en rutina sólo por un proceso de interpretación que los identifica como sometidos a una regla. La competencia es inherente a la habilidad para hacer esto o aquello sin pensarlo, a la identificación de algo nuevo como algo viejo, a la “ceguera” conseguida o adiestrada ante la incertidumbre y unicidad. Mientras que las excepciones y la resolución consciente de problemas son la esencia de la competencia en la formulación positivista, para la etnometodología un virtuoso reconoce menos excepciones que un aprendiz: el maestro ha estado allí antes y tiene más rutinas (no conscientes) que emplear. A la inversa, es el principiante no cualificado quien es expuesto constantemente a los casos únicos, se confronta con una gran incertidumbre, y con la falta de rutinas disponibles. Este sentido diferente de la incertidumbre, la rutina y la destreza lleva a los fenomenólogos a cuestionarse si el trabajo que es socialmente etiquetado como especializado es realmente más complejo que la rutina de la vida diaria. Puede que sea sólo esotérico y, por tanto, poco familiar para el observador. Consideremos dos ejemplos del campo de la inteligencia artificial (AI). Los llamados sistemas expertos son programas de ordenador que simulan el conocimiento de los expertos humanos. Dados ciertos síntomas, por ejemplo, un programa de sistema experto ofrecerá un diagnóstico médico; provisto de datos geológicos, otro podrá predecir la probabilidad de encontrar petróleo en una localización concreta. Un tipo bastante diferente de programa de inteligencia artificial (AI) intenta dar instrucciones a una figura para que encuentre su camino en el entorno de un paisaje lleno de figuras geométricas y responda a órdenes como “ve por la izquierda del cono azul, retrocede cerca de la esfera roja, a la izquierda del cubo verde, y vuelve al punto de partida”. Programas de este último tipo se conocen a veces como “micromundos”. Para nuestros propósitos, el programa del micromundo procura la realización mundana de una tarea no cualificada, mientras que los sistemas expertos intentan tareas que están normalmente consideradas (por ejemplo, socialmente) cualificadas o especializadas. Cuando se programan estas tareas, los expertos en inteligencia artificial descubren la paradoja etnometodológica. Los sistemas expertos no requieren mayor complejidad, en términos de líneas de código o números de nodos de decisión, que el micromundo con su actividad mundana. Si acaso, al contrario. El programa de diagnóstico toma como información de entrada la de los síntomas de un paciente proporcionados por un médico. El programa deja estas partes “no especializadas” a los humanos, ya que la diagnosis se supone que es la parte difícil de la tarea: es un problema de optimización de una probabilidad multivariable. Dada esta delegación de responsabilidad, el diagnóstico por ordenador (y los sistemas expertos en general) resultan no ser tareas insuperables. Por otra parte, en el intento de animar una figura en un micromundo (aunque sea un mundo muy sencillo), los investigadores de inteligencia artificial tra¿qué es una competencia? (Pág. 21-44) [ 31 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 32 tan de incrustar en el programa todo el conocimiento requerido para la realización mundana de un paseo dirigido y el reconocimiento de objetos. Esto requiere un programa computacionalmente muy complejo. En resumen, para los etnometodólogos, lo que los actores consideran un trabajo especializado puede ser un grano sobre una montaña sumergida de hazañas diarias. Un fenomenólogo no negaría la posibilidad de que un grano sea más grande (más competencia / más conocimiento) que otro pero sería bastante escéptico con los intentos positivistas actuales de diferenciar “objetivamente” entre los dos. Las evaluaciones de la competencia ocupacional basadas en observaciones de trabajo a corto plazo (por los sociólogos o los clasificadores del DOT) no parecen ir a dar un cálculo objetivo de la complejidad ya que descartan la montaña y porque variarán según lo que el observador de por sentado. La mayoría de las competencias permanecerán invisibles a los profanos, y las entrevistas breves con los trabajadores no revelarán la mayoría de destreza oculta, como Kusterer (1978) descubrió. Las opiniones de los profanos en cuanto a la incertidumbre y la rutina en las tareas laborales residen de modo similar en el ojo del observador. Si se adopta la perspectiva etnometodológica en la competencia, uno se vuelve escéptico respecto a la validez de los actuales enfoques positivistas con que obtener medidas cuantitativas de la misma. Surgen dos estrategias alternativas. La primera supone una investigación observacional en la que los sociólogos están totalmente inmersos en los minuciosos detalles del trabajo diario mientras que se oponen a la “actitud natural” de los trabajadores de permitir que el conocimiento y la competencia se hagan invisibles y dados por supuestos. Nos ocupará mucho más que entrevistas convencionales o visitas al DOT. Kusterer (1978) y Harper (1987) proporcionan modelos de tal trabajo. La segunda estrategia modifica las preguntas planteadas sobre la competencia. Para muchos etnometodologos, se deberían estudiar las prácticas de los miembros de una ocupación para otorgarle el título de “trabajo cualificado” antes que aceptar la creencia lógica (y la de los positivistas) de que competencia es igual a complejidad. 3.3. La escuela Neo-Weberiana o del Construccionismo Social. En cierto modo, esto es lo que el enfoque neo-weberiano o socio construccionista hace: intenta comprender las condiciones bajo las cuales las ocupaciones son socialmente delimitadas como especializadas y los procesos mediante los que algunos trabajos llegan a merecer un estatus más alto que otros. En las obras de Weber (1971), las ocupaciones7 pueden actuar como “grupos de estatus que se disputan poder y prestigio”. El método más directo de realzar el poder de una ocupación es alejándose ella misma (o sus miembros) de la competición del mercado, un proceso que Weber y sus seguidores llamaron “clausura social” (Parkin, 1979, pp. 44-116). Desde los gremios medievales al credencialismo moderno, las ocupaciones han buscado diversos poderes de monopolio del Estado: la capacidad para limitar la entrada a la profesión, el derecho a restringir la rivalidad entre los practicantes cualificados, la autoridad legal para disciplinar a miembros errantes de la ocupación, etc. (Collins, 1976, 1979). Incluso cuando los monopolios legales no pueden obtenerse del Estado, la clausura social puede ser en parte alcanzable a través de la insistencia de los sindicatos sobre el cierre de los mercados y el control sobre el aprendizaje (Jackson, 1984; Turner, 1962) a través del credencialismo educativo otorgado de manera no legal. Una vez conseguidos, los poderes monopolísticos capacitan a una ocupación a restringir su tamaño y, por lo tanto, a forzar [ 32 ] • Paul Attewell sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 33 un aumento en el precio de sus servicios. Sin embargo, restringiendo la entrada a una ocupación no sólo se consiguen recompensas económicas para los practicantes de la misma sino también se responde a las peticiones de esa ocupación de elevar la competencia y, de ese modo, elevar el estatus (Collins, 1976). Demandando largos períodos de aprendizaje o formación y moderando (o desalentando) la entrada de nuevos practicantes a la profesión se contribuye a construir una percepción pública de que el trabajo requiere conocimiento y una preparación excepcionales. El secretismo no está estrechamente relacionado con la mistificación al producir la impresión de competencia: las prácticas ocupacionales “entre bastidores” se mantienen escondidas, especialmente aquellas que demuestran la incertidumbre o confusión de los practicantes o la naturaleza rutinaria de algún trabajo, mientras que las manifestaciones públicamente visibles son gobernadas y representadas en escenarios como muy complejas8. De este modo los oficios (o misterios, como una vez se les conoció) desarrollan jergas con las que impresionar a sus clientes. Los médicos prefieren describir los síntomas en latín; los mecánicos de coches emplean “tecnologismos”. Muchas ocupaciones también buscan dignificar sus actividades mediante el “alejamiento lingüístico” del tumulto de la disputa y del idioma del taller del trabajo, sustituyendo por un vocabulario diferente la descripción de su propio trabajo. El DOT refleja estas convenciones lingüísticas o etiquetas sociales en su categorización y clasificación de las tareas laborales: uno “consulta” al médico o a un abogado o busca su consejo y no paga al primero para cortar y vendar o al último por redactar documentos o presentar un pleito en los tribunales. Fundamentalmente, el DOT acepta la propia definición de las profesiones sobre sus particulares actividades laborales (las de cada profesión). Para sostener una imagen pública de trabajo especializado (o cualificado), es importante evitar que las ocupaciones con ingresos y prestigio social más bajos lleven a cabo la citada labor cualificada. Por lo tanto las ocupaciones están implicadas en su propia jurisdicción laboral, rechazando incluso, a veces, el permitir que sus tareas menos cualificadas las realicen intrusos. Los sindicatos británicos se han declarado en huelga contra “la disolución” de la profesión, un no miembro nunca llevará a cabo tareas del oficio (por ejemplo, los médicos están en pugna con las comadronas). Mantener incluso las actividades más mundanas dentro de una jurisdicción ocupacional representa un problema para los practicantes que preferirían elevarse por encima de estas aburridas y, a veces, desagradables tareas. Históricamente, el dilema se ha resuelto bien teniendo aprendices/internos que hacen el “trabajo sucio” (estratificación por edad), o mediante la creación de jerarquías internas (por ejemplo, la medicina general y la especialidad), o mediante el camino más arriesgado de delegar tareas a ocupaciones subordinadas cuyo trabajo puede ser inspeccionado o supervisado por la ocupación dominante (por ejemplo, los enfermeros y los paraletrados). En contraste, las ocupaciones que no pueden restringir la entrada a menudo experimentan una avalancha de recién llegados que reducen ingresos y solicitan la exclusividad social y devalúan la importancia de las competencias de la ocupación. Ésta es la triste historia de los oficinistas, cuyo estatus decayó en el siglo XIX al traer la alfabetización torrentes de jóvenes reclutas a sus filas y arruinar sus peticiones de trabajo especializado (Attewell, 1989; Horlick, 1975). Para resumir, la teoría weberiana acentúa ambas causas de posición ocupacional: la basada en el mercado –oferta y demanda– y la ideológica. Los elementos ideológicos que reclaman y alientan la importancia social y la destreza observada de la ocupación, son nor¿qué es una competencia? (Pág. 21-44) [ 33 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 34 malmente entendidos como dependientes de la capacidad previa de la ocupación para protegerse a sí misma de la competición del mercado y controlar la formación y la socialización en la ocupación. Entonces surge la pregunta importante sobre si el estatus elevado y las reclamaciones de competencias por algunas ocupaciones son un asunto puramente de construcción social y de oferta/demanda o si descansan en destrezas técnicas reales, o sobre la complejidad de la tarea (siendo por tanto exageradas con propósitos de auto engrandecimiento ocupacional). Esto ha provocado un debate considerable entre los sociólogos y los historiadores del trabajo, quienes contraponen ejemplos. Algunos citan las ocupaciones como los hilanderos de algodón británicos del siglo XIX. La solidaridad del trabajador y la localización estratégica de la ocupación en un proceso laboral más amplio permitía a esta ocupación permanecer bien remunerada y considerada como “cualificada” hasta mucho después de que la tecnología simplificara el trabajo (White, 1978; ver también Lazonick, 1979). Otros, como More (1982) y Penn (1982), discutieron si el estatus de especializadas para tales ocupaciones de hoy día (por ejemplo, los maquinistas cualificados, conocidos en Inglaterra como “ingenieros”) está basado en competencias reales (complejidad de la tarea) o en el poder sindical. En vez de una resolución teórica de este aspecto, encontramos un espectro de opiniones (Littler, 1982 pp. 9-11) con algunos eruditos sosteniendo una versión “firme” de la determinación social de la competencia, en la que el poder de la ocupación y la clausura social producen un estatus especializado incluso con ausencia de complejidad en la tarea (Turner, 1962), mientras otros anticipan un “débil” determinismo social, en el que cierta destreza real (o complejidad laboral) es una base necesaria pero no suficiente para que una ocupación logre sus peticiones de tener un estatus especializado o cualificado (More, 1980, pp. 163-165; Penn, 1982, 1983; Penn & Scattergood, 1985). Aún, una tercera posición sugiere que la “falsa” destreza socialmente determinada puede transformarse de hecho con el tiempo en destreza “real” de complejidad de la tarea conforme los poderosos sindicatos reasignan el proceso laboral para incrementar la competencia y las dificultades del trabajo (Sabel, 1982; Turner, 1962). En estos ejemplos, algunos teóricos sostienen que consiguiendo la clausura social y, por tanto, disponiendo de trabajadores especializados, el estatus depende únicamente, o en su mayor parte, del poder de la ocupación, mientras que otros enfatizan la maestría real del trabajador sobre las tareas laborales complicadas. Sin embargo, otra orientación en la tradición weberiana ofrece un tercer factor, extraído de teorías que tratan de ir desentrañando qué distingue a las profesiones de otras ocupaciones. Para Collins (1976), hay algo característico en el tipo de trabajo realizado por las profesiones que las diferencia de otras ocupaciones. Por una parte, las profesiones clásicas se ocupaban de los servicios que tienen que ver con los intereses centrales del cliente: libertad y propiedad (derecho), salud (medicina), y la salvación (la iglesia). Estos intereses proporcionan gran fuerza en el aumento del estatus de las profesiones dada la importancia capital de un resultado exitoso para las vidas de sus clientes – teniendo una cirugía chapucera mayores consecuencias que una comida chapucera. Pero Collins, además, señaló que estas ocupaciones implicaban intervenciones cuyos resultados eran inciertos: un paciente puede reponerse o morir y un cliente ser encarcelado o quedar libre. Esta incertidumbre de los resultados es un recurso importante para la declaración de competencia de la ocupación en conjunto: si todo el mundo se curase siempre, los médicos perderían su estatus especial. [ 34 ] • Paul Attewell sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 35 La incertidumbre en el resultado también considera particularmente importante la competencia en nuestro segundo sentido: el virtuosismo. El paciente quiere un doctor bueno o excepcional o un abogado excepcional antes que un practicante cualquiera, ya que esto puede influir en la probabilidad de un resultado exitoso. La incertidumbre en el resultado también implica que un método eficaz y reproducible –todavía no se ha inventado una rutina para tratar el problema particular (o al menos, tal método no se comparte por toda la ocupación; el virtuosismo ha dependido a menudo del monopolio de una persona de una técnica secreta). Esto, sucesivamente, afecta a la enseñanza dentro de la ocupación: la incertidumbre da paso a situaciones donde lo que importa es bajo qué virtuoso se estudia, y a enseñar métodos notables por su falta de énfasis en conocimiento sustantivo o por una gran discontinuidad entre lo que se enseña y lo que se practica9. Así el maestro Zen no responderá a las preguntas de los estudiantes sino que en lugar de eso formulará acertijos, y el profesor de Derecho empleará el método socrático, insistiendo en que el objetivo es hacer pensar a los estudiantes como un abogado, no enseñar hechos legales. Este aspecto de la incertidumbre del trabajo profesional puede ser aplicado más extensamente al concepto de competencia en todo el abanico de ocupaciones. Cuando se considera la competencia, según este criterio de la incertidumbre, se hace paradójica. Depende de la ausencia de una técnica eficaz o de la tecnología con la que producir el resultado deseado. Una ocupación cualificada es aquella que no puede hacer de forma fidedigna lo que le corresponde hacer. El trabajo que no se puede realizar eficazmente se convierte cada vez más en un recurso en torno al cual aquellos que están empleados en la labor construyen su reivindicación de trabajador cualificado. Collins (1976) advirtió que algunas ocupaciones que trabajan en ambientes suma- mente inciertos podrían, de hecho, no tener competencias: sus tomas de decisiones o sus logros podrían no ser más que resultado de una posibilidad fortuita, y aun así podrían continuar reivindicando una gran destreza. En muchos casos, los profanos no tendrían modo de decir si esta competencia reivindicada era válida o no. Los éxitos podrían pasar por deberse a la destreza del practicante; a los fallos de la incertidumbre o a la dificultad de la tarea. Los sacerdotes y los abogados procesales podrían entrar en esta categoría. Esto nos aleja de la idea positivista acerca de que la destreza iguala a la tarea en complejidad, de la implicación de que las ocupaciones cualificadas (o especializadas) han logrado el dominio sobre las tareas complejas. En su lugar, la complejidad de la tarea se hace importante en tanto que causa incertidumbre respecto a si la tarea pueda ser lograda y cómo. Entonces, ello se transforma en el núcleo alrededor del cuál los prácticos construyen sus declaraciones de competencia, aunque su conocimiento y técnicas sean modestos. 3.4. Marxismo y destreza El asunto de la competencia se introduce en la teoría marxista en tres áreas: en la teoría laboral de valor; en las discusiones respecto a la “aristocracia laboral”; y en la teoría de la alienación y el cambio tecnológico. No obstante, podría causar confusión sugerir que el marxismo clásico tiene una teoría bien articulada de la competencia como tal. Las obras de Marx y Engels ofrecen pistas teóricas, y algunos neomarxistas las tomaron como punto de partida. Pero muchos marxistas contemporáneos abordan la competencia como una categoría de “sentido común” que no requiere explicación, mientras que el tratamiento de la competencia de otros neomarxistas con frecuencia se degrada entre el pensamiento positivista o el social-construccionista. La teoría laboral del valor se preocupa, principalmente, en demostrar que el valor ¿qué es una competencia? (Pág. 21-44) [ 35 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 36 se crea en el proceso de producción capitalista, y no en el mercado de cambio, y en mostrar que la competición capitalista origina una tendencia a que la proporción de beneficio caiga, conforme el capital (en este caso, la maquinaria), va sustituyendo el trabajo humano progresivamente. Tener que distinguir entre trabajo cualificado y no cualificado en esta gran empresa teórica es una distracción, por eso ya en El Capital, Marx (1987, pp. 51-52, 192) anunció que trataría cada tipo de trabajo como “trabajo sencillo no cualificado”. Esto plantea la interesante pregunta (aún sin resolver) de si esto era sólo una práctica simplificación teórica o si Marx creyó que los procesos sociales reales estaban, en esencia, reduciendo la importancia de las destrezas especializadas (Bottomore, 1983, pp. 1-2). Esta simplificación significó, desafortunadamente, que el tema de la competencia era bastante secundario para Marx. Marx (1887) reconsideró el trabajo cualificado versus el no cualificado en su discusión, en El Capital, sobre el valor del poder del trabajo (pp. 167-169). En ella, argumentó que el valor del poder del trabajo (esto es, un salario) es básicamente el coste de reproducir y mantener a los trabajadores, que es un asunto en su mayor parte de subsistencia, modificado por un “elemento histórico y moral”, a saber, el estándar de vivir por encima de la mera subsistencia que es la norma hoy en día. El trabajo cualificado exige un salario superior ya que las competencias requieren una “educación o formación especial” que vale lo equivalente en materias primas (p. 168). El salario superior del trabajo especializado refleja el pago por los costes de la creación de tales competencias. Este fragmento de análisis sugiere que Marx empleó una noción clara y directa de competencia como conjunto de habilidades superiores creadas mediante una formación especial, y que se anticipó a la teoría del capital humano en ciertos aspectos. Marx en- tendía la competencia como antítesis de la especialización, describiendo la situación de un obrero de San Francisco que realizaba trabajos de tipógrafo, fontanero y pizarrero como ejemplo de “individuo completamente desarrollado” (p. 458). Sin embargo, estas referencias son lo suficientemente incompletas como para ser de uso limitado. Una consideración bastante diferente y más completa de competencia se encuentra en el ya viejo debate marxista sobre la aristocracia laboral. En las obras de Marx, Engels y Lenin, la relativa prosperidad de un estrato cualificado de la clase obrera británica se utilizó como explicación parcial de la orientación políticamente reformista (en oposición a la revolucionaria) de algunos trabajadores cualificados (Bottomore, 1983, p. 265). Posteriormente este debate se extendió a una investigación más general sobre el estatus y comportamiento de los trabajadores especializados en el siglo XIX: ¿fueron cultural y socialmente diferentes de otros proletarios?, ¿cómo y por qué se diferenciaba su nivel de vida y sus oportunidades vitales de los trabajadores no cualificados? ¿Cuáles fueron sus políticas? (véase Hobsbawm, 1964, 1973, pp. 121-129, 1984a, 1984b). Lo que es sorprendente en esta documentación es la frecuencia y centralidad del aspecto construccionista social de la competencia dentro del marxismo, la idea de que la posición social y la competencia percibida de una ocupación proceden en gran medida del poder de aquellos trabajadores antes que de la complejidad intrínseca del trabajo mismo. Por ejemplo, Hobsbawm (1984a, 1984b), que se consideraba a sí mismo marxista tradicional (1984a, p. 220), identificó una serie de factores por los que los aristócratas laborales podían mantener su estatus especializado: (a) el control sobre el proceso de trabajo; (b) “competencia en el sentido de cualificación para el trabajo que podía adquirirse solamente a través de una larga formación”; (c) demanda y oferta de trabajo; y (d) solidaridad pactada [ 36 ] • Paul Attewell sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 37 y fuerza. Cada uno de estos factores influyeron en la habilidad de una ocupación para afirmar con éxito las reivindicaciones de competencia (y salarios más altos), pero cada uno podía actuar, en distintas maneras, de manera independiente. Hobsbawm (1984b) examinó varios estudios históricos de ocupaciones particulares y concluyó que La competencia... era a buen seguro el mejor modo de demostrar y de reforzar la escasez en el mercado en el siglo diecinueve... No era forzosamente la única. El análisis fue para excluir, no importa cómo. (p. 234). Otros autores han hablado de “aristócratas artificiales/fingidos” y de procesos de “rearistocratización” de ciertas ocupaciones: indicaciones ambas de la opinión de que el sueldo, la posición social, y la habilidad observada de diversos trabajos son consecuencia de las luchas antes que del claro reflejo de la complejidad de la tarea o de la destreza intrínseca. Algunos comentaristas weberianos, notablemente Parkin (1979), consideraron estos argumentos socio-construccionistas, dentro de la teoría marxista contemporánea, incongruentes: El hecho de que estos conceptos, normalmente extraños, de relaciones de autoridad, oportunidades vitales y recompensa del mercado, hayan sido absorbidos holgadamente por la teoría marxista coetánea es un tributo generoso, no reconocido, a las virtudes de la sociología burguesa. Dentro de cada neo-marxista parece haber un weberiano luchando por salir. (p. 25). Ingenio y polémica aparte, hay muchos neomarxistas que se ofenderían con los comentarios de Parkin y evitarían cualquier atención en la construcción o percepción de la “competencia” como categoría social. Entre ellos destacan los investigadores descualificadores que adoptan toda, o a parte, de la perspectiva en torno a la competencia de Braverman (1974). El libro de Braverman presenta una oleada de estudios que dan cuenta de la descualificación en los lugares de trabajo contemporáneos (por ejemplo, Zimbalist, 1979). También provocó una tormenta de críticas, tanto en el terreno teórico como en el empírico (Attewell, 1987; Form, 1980; Littler, 1982; More, 1980; Stark, 1978; Wood, 1982). Estas discrepancias no han sido solventadas. Sin embargo, para el propósito de este artículo, lo que es importante no es la validez de la degradación de la competencia sino el concepto de competencia que subyace en esta teoría. Braverman (1974) proporciona una “nota final sobre la competencia” en la que delinea su posición frente a la de otros (pp. 442-447). Fue especialmente crítico con cualquier imputación de niveles de destreza basados en clasificaciones ocupacionales, observando que la caracterización de distintos trabajos con maquinaria como semicualificados (o semi-especializados) era una decisión fundamentalmente administrativa más que una motivada empíricamente motivada. Señaló que diversos trabajos agrupados en las (incondicionalmente no cualificadas) categorías de jornalero y agrícola contienen muchos trabajadores especializados y que los trabajos de cuello blanco no deberían asumirse como superiores en destreza frente a los manuales. También arguye que la consecución educativa nos dicen bien poco sobre las demandas de destreza del trabajo del titular. Luego Braverman construye su propia definición de competencia, que creo es bastante compatible con la de Marx en la caracterización del trabajo artesano: Para el trabajador, el concepto de competencia está tradicional y estrechamente vinculado con la maestría artesana –es decir, la combinación de conocimiento, de materiales y procesos con las destrezas adiestradas requeridas para llevar a cabo una rama específica de la producción. La desarticulación de destrezas artesanas ¿qué es una competencia? (Pág. 21-44) [ 37 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 38 y la reconstrucción de la producción como un proceso colectivo o social ha destruido el tradicional concepto de competencia... Lo que le ha quedado a los trabajadores es un concepto reinterpretado y lamentablemente inadecuado: una habilidad específica, una operación limitada y repetitiva, monótona…” (p. 443). El uso del artesano por parte de Braverman y de Marx como una referencia para juzgar la competencia es teóricamente consecuente debido a que añade un elemento distintivo al concepto marxista de competencia: el control. Para Marx y Braverman, un artesano decide cómo realizar un trabajo específico, elige las herramientas y los procedimientos adecuados, y se auto-dirige en el trabajo. Esto contrasta con el operario, al que se le dice qué hacer, se le dan instrucciones, herramientas, o procedimientos de cómo hacerlo, y es supervisado por la gerencia. Esta transición histórica desde el trabajo que está bajo el propio control del trabajador al trabajo que es dirigido por una administración es un rasgo central de la teoría de la alienación de Marx. Bajo el capitalismo, los proletarios no sólo pierden control sobre los productos del trabajo sino que pierden control sobre cómo y cuándo son hechos los productos. La última fase, que Marx llamó la subordinación real del trabajo al capital, supone una importante pérdida de libertad, el paso a la progresiva alienación del trabajo. Conceptualmente hablando, esta subordinación fusiona la histórica relación de pérdida de competencias formulado por Marx con su relato de la alienación. El lenguaje de la alienación (pérdida de control) se entrelaza con, y últimamente equivale a, el lenguaje de la descualificación. De ahí que un trabajador que es “un apéndice de la maquina” es ipso facto descualifado; un trabajador especializado o alguien que lleva a cabo una rutina establecida por otros es un no cualificado. La descripción de Braverman (1974) del trabajo de oficina ilustra lo siguiente: Mecanógrafos/as... secretarias... y oficinistas están sujetos a rutinas, más o menos mecanizadas según las posibilidades actuales, que los despojan de su antiguo control de una cantidad limitada de información del puesto, los despojan de la necesidad de entender y decidir, y hacen de ellos ojos, dedos y voces mecánicos cuyo funcionamiento está, en la medida de lo posible, predeterminado por las reglas y la maquinaria. (p. 340). Esta conexión de la competencia con la libertad desde el control da una forma característica a las concepciones neo-marxistas de lo que la destreza supone. Muchos neo-marxistas siguen la conceptualización positivista en tanto que dan prioridad a la competencias del intelecto sobre la manual y desacreditan la pérdida de contenido conceptual en el trabajo. Pero se apartan de la formulación positivista al caracterizar la competencia en términos de control sobre el propio proceso laboral y también por la complejidad del trabajo. Sin duda, competencia y autonomía a menudo van empíricamente juntas, pero hacer del control, la autodirección y la competencia equivalentes lógicos puede llevar a distorsiones. Crompton y Jones (1984) lo expresan así: Consideramos “el control” como indispensable para la existencia de “la destreza”... podría decirse que el 91% [de los oficinistas] no ejerce ningún control –y por tanto, sostendríamos, muy poca competencia– respecto a su propio trabajo. (p. 59). Para estos autores y para otros neo-marxistas, si los trabajadores no deciden qué herramientas o métodos emplear para efectuar una tarea y si no pueden programar que hacer y cuando, carecen no sólo de control sino de competencia. Llegan a esta conclusión mediante lo que un etnometodologista con- [ 38 ] • Paul Attewell sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 39 sideraría como un sentido muy exagerado de lo que las reglas proporcionan en el lugar de trabajo. El trabajo gobernado por normas, para estos neo-marxistas, implica que el trabajo es completamente previsible y , por tanto, de “status”en destreza: “Estos trabajadores sólo requieren la capacidad de leer y escribir, y la habilidad de seguir instrucciones” (Crompton & Jones, 1984, p. 61). Para el etnometodologista, leer y escribir son verdaderas competencias que requieren años de formación; las reglas –no obstante autoritarias y detalladas– ofrecen poco más que un esquema para el trabajo, una guía en la que los empleados introducen sus habilidades de clasificación, elección, interacción, persuasión, etc. El peligro de oponer la competencia a las reglas y la rutina es que los investigadores empíricos pueden utilizar la existencia de la rutina como motivo para una visión de conjunto más superficial del proceso laboral, seguros de que si hay reglas o rutinas, las destrezas han desaparecido. Si los fenomenólogos están en lo cierto en que cuanto más cerca se mira el proceso de trabajo mayores son el conocimiento y las competencias identificadas, entonces la conceptualización neomarxista garantizará el descubrimiento de que los trabajadores gobernados por reglas no están especializados, lo que está a un breve paso de concluir que se han vuelto descualificados. Aquí existe una ironía. Esta conceptualización de la competencia no sólo reproduce construcciones sociales dominantes sobre lo que es o no es una competencia, y de este modo rechaza a los proletarios cualquiera que sea la (minusvalorada) destreza que posean, pero pone un umbral, incluso más alto, para reconocer competencias que la sociedad demanda en general. El ideal del artesano concibiendo un objeto, eligiendo las herramientas y los procesos libre de reglas externas o rutinas y fabricando el objeto desde el primer al último paso, no concuerda con la realidad del trabajo moderno que hoy en día, a todo el mundo, desde los directivos hacia abajo, le parece descualificado. En términos más generales, igualar el control o la autonomía con la competencia apunta a los peligros de incluir fenómenos analíticamente diferentes en la noción multidimensional de competencia. Indudablemente, los trabajos que acarrean dar órdenes a otros tienen un mayor sueldo y mayor grado de prestigio que aquellos que implican acatar órdenes. De un modo parecido, los trabajos que implican responsabilidad, donde el descuido puede llevar a importantes pérdidas, gozan de privilegios no sólo económicos. Pero tratar éstos como aspectos de la competencia es cosificar las reclamaciones ocupacionales al estatus vía competencia. Sería preferible medir el regreso a la autoridad, la autonomía y la responsabilidad, sin la competencia (o complejidad de la tarea) antes que insistir en que estos fenómenos definen o son componentes de la competencia (compárese en Adler & Borys, 1987). 4. Conclusión Las escuelas de pensamiento perfiladas aquí tienen gran peso en los argumentos sociológicos que requieren comparaciones de competencia “objetivas” en las ocupaciones. Pero además ofrecen antídotos contra la cosificación y distorsión sociológica y sugieren nuevas cuestiones, para preguntar sobre la competencia, que propondrían nuevas direcciones teóricas. La etnometodología nos dice que existe una textura mucho más delicada en lo que la gente hace en realidad en los lugares de trabajo de lo que generalmente apreciamos. La mayoría de las competencias y conocimiento se dan por sentado, especialmente aquellas que el observador comparte con el observado. También sugiere que ponemos un énfasis injustificado en la toma de decisión analítica ¿qué es una competencia? (Pág. 21-44) [ 39 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 40 consciente, especialmente cuantitativa, cuando la investigación sugiere que es una pequeña parte de cualquier actuación cualificada. Esta forma de conocimiento se puede decir que es la que menos se encuentra entre aquellos que están especialmente cualificados en una tarea dada. Estas críticas fenomenológicas no significan que la medición positivista de los niveles de competencia sea una imposibilidad categórica, sino que implican la necesidad de un estudio detallado de los trabajadores antes de categorizar sus habilidades y conocimiento, un nivel de análisis que rebase los actuales breves encuentros con los investigadores de encuestas o los clasificadores de trabajos. Kusterer (1978) mostró que un enfoque fenomenológico puede ser práctica y teóricamente constructivo. Fue, por ejemplo, capaz de mostrar por qué los trabajadores “no especializados” fracasan, al demostrar la alienación total que se espera de ellos por la teoría marxista, mediante su arqueología de las habilidades ocultas y las oportunidades de maestría que estos trabajadores, oficialmente no especializados, poseen. Considerando el futuro, la visión etnometodológica de las competencias laborales parece haber sorteado los límites disciplinarios y está formando una literatura en vías de expansión en psicología (la escuela del aprendizaje situado) que considera la miríada de destrezas en el lugar de trabajo en términos de su adquisición y transmisión. La perspectiva del estructuralismo social o weberiano nos conciencia del hecho de que las competencias y el prestigio percibidos de diversos trabajos son productos de la manipulación social por aquellos que llenan las ocupaciones. Además, la oferta y demanda del mercado y los titulares sociales de una ocupación pueden influir drásticamente en la valoración social de las competencias involucradas. Esto es una carga para aquellos que buscan una valoración objetiva de la complejidad de la tarea, al tener que salvar sus pro- pios prejuicios socialmente aprendidos así como la mala información dada por la ocupación misma. Esta perspectiva también sugiere, paradójicamente, que la mayoría de las competencias y la honra percibidas son para tareas que no están siendo bien realizadas, donde la incertidumbre de los resultados es alta debido a la escasez de rutinas seguras y conocimiento transmisible. Especialmente, los estructuralistas sociales nos han hecho conscientes de la importancia de la exclusión en la creación social de competencia, la comprensión de que la competencia no es sólo un rasgo de la misma tarea, sino que muchas personas están excluidos de ciertas tareas u ocupaciones. Esto representa un profundo dilema metodológico: para los positivistas, la medición de la competencia parece ser indicación de la intrínseca complejidad de una tarea (un atributo de la propia tarea). Pero la teoría weberiana sugiere que una parte crucial del concepto social de competencia es la relación con los que no hacen esa tarea. Para estos últimos –para los weberianos–, la competencia es, por tanto, un fenómeno relacional; depende de la relación entre (a) un tipo de tarea y otro, (b) la oferta y la demanda para que las personas realicen las tareas, y (c) los titulares del puesto de trabajo y los que están excluidos. Esta naturaleza relacional de la destreza ha sido introducida a escondidas en las medidas positivistas, como en las diferentes escalas de competencia para dar versus aceptar órdenes, escalas de consejo profesional versus enseñanza, y trabajos para hombres versus para mujeres, o la devaluación del alfabetismo en un ámbito laboral alfabetizado. Si la competencia es intrínsecamente un concepto relacional que depende del número y tipo de personas que pueden o no hacer una tarea dada (antes que la complejidad de la propia tarea), entonces las valoraciones sociales que se filtran en las medidas objetivas de la complejidad de la tarea no son prejuicios aberrantes que puedan ser fácilmente [ 40 ] • Paul Attewell sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 41 eliminados sino aspectos críticos del fenómeno mismo. La visión socio estructuralista de la competencia empuja a sus partidarios hacia los estudios históricos, a menudo de sólo una ocupación, en vez de a la investigación de medición y a los análisis de regresión. Pero esto no ha disminuido su alcance teórico. More (1980), en el que quizás es el trabajo más impresionante en el género, señaló la cuestión más amplia de si había existido un descenso secular de la competencia, como también critica las versiones más extremas del determinismo social en el trabajo histórico comparativo. Una dirección futura de la perspectiva socio determinista es reunir los muchos casos de estudios históricos para desarrollar una teoría general causal del ascenso y caída de las ocupaciones en el tiempo. El aspecto relacional es también un problema para las nociones marxistas de competencia pero en un sentido diferente. Si el punto de referencia para valorar las competencias actuales es estar en un papel laboral precapitalista (y teóricos como Burawoy, 1979, han argumentado que tales contrastes son epistemológicamente necesarios), entonces la comparación puede llegar a ser tan extrema que la mayoría de las ocupaciones del capitalismo aparecerán como no cualificadas, por definición. Si se va más allá y se equiparan reglas y rutinas con una falta de competencia, no se pueden apreciar las habilidades que los empleados subordinados utilizan en sus lugares de trabajo. La alternativa, sin embargo, es difícil de absorber dentro de un marco marxista, ya que requiere analizar los escenarios de libertad, auto-expresión, y competencia dentro del proceso de trabajo capitalista, para tratarlos como fenómenos importantes por derecho propio antes que como reflexiones residuales o vagas de un pasado menos alienado. Este orden alternativo puede verse en el trabajo de Burawoy y otros, donde la idea de “juegos” dentro del lugar de trabajo y el énfasis en diferentes regímenes políticos en los lugares de trabajo, ha facilitado estudios comparativos de consentimiento y conflicto en el trabajo. Se han descrito análisis sociológicos de la competencia repartidos en cuatro escuelas teóricas separadas, cada una con una concepción diferente de competencia y consecuentemente, con prioridades diferentes para la investigación. Aunque estas diferencias podrían leerse como una separación destructiva de energías, poniendo en peligro el progreso en la sociología del trabajo, esta no es mi valoración. Esa separación ha sostenido los debates intelectuales y las controversias de los años 70 y 80 para aumentar la conciencia teórica y la sofisticación de muchos sociólogos del trabajo sobre conceptos fundamentales como competencia, que anteriormente tendían a emplear de un modo irreflexivo. Esto es progreso teórico, y espero que en los próximos años se refleje en un trabajo empírico innovador. Referencias bibliográficas Adler, P; & Borys, B. (1987). Bringing technology back in: Automation and the machinist’s skill. Stanford Institute for Manufacturing and Automation, Stanford University. 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Cuando una operacionalización es muy simplificada, los resultados empíricos pueden no significar lo que parecen. 4 Por ejemplo, el análisis de Thurow (1969) de la pobreza negra: “Blacks who have less [human] capital than whites earn less” (p. 85) (“Las personas de color con menos capital humano que los blancos ganan menos dinero”). 5 6 Las afirmaciones de Howe están reforzadas por una evaluación del DOT de Cain y Treiman (1981). En todo el texto cuando hablamos de ocupaciones, (occupations) podría también ser traducido por: empleo, oficio, profesión. 7 Crozier (1964) describió mecanismos que destruían anteproyectos de máquinas, de modo que nadie más podía valorar cómo de compleja (o de fácil) sería una reparación determinada. Millman (1977) describió las (malas) prácticas médicas entre bastidores. 8 9 Zussman (1985) documentó, en el caso de los ingenieros, los pocos vínculos convincentes entre el conocimiento obtenido mediante la educación y las destrezas del práctico. Zimbalist, A. (ed.). (1979). Case studies on the labor process. New York: Monthly Review Press. Zussman, R. (1985). Mechanics of the middle class. Berkeley: Univerity of California Press. Notas Artículo traducido con permiso del autor del título original “What is skill?” y publicado en 1990 en la revista Work and Ocupations, vol. 17, nº4, pp. 422-488. DIRECCIÓN DEL AUTOR: Paul Attewell. Deputy Executive Officer. PDH Program in Sociology. Cuny Graduate Center. 365 5th Avenue. Nueva York. NY 10016 212-817-8778 Correo electrónico: pattewell@yc.cuny.soc 1 Fecha de recepción del artículo: 17.X.2008 Fecha de aceptación definitiva: 24.XI.2008 ¿qué es una competencia? (Pág. 21-44) [ 43 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 44 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 45 Enfoque por competencias ¿una respuesta al fracaso escolar?1 Philippe Perrenoud Universidad de Genève Resumen Son tiempos de reflexión sobre las competencias. Queda mucho por investigar acerca de sus posibilidades pero es cierto que, desde el punto de vista teórico, el enfoque por competencias se presenta como potente al complementar una pedagogía que, tradicionalmente, se ha centrado en las disciplinas y en los saberes. Pero también este enfoque aparece fuerte en el campo de la formación en la medida en que viene vinculado a las prácticas sociales y educativas, al trabajo pedagógico de los problemas educativos en las diferentes situaciones, a los proyectos que los educadores desean materializar en sus lugares de trabajo. Están por demostrar las expectativas puestas en el enfoque por competencias y este texto trata de pensar toda una serie de cuestiones relacionadas con su puesta en marcha en los contextos formativos. Palabras clave: competencias, formación, fracaso educativo, elitismo, pedagogía de los saberes, democratización, socialización familiar y escolar… Summary These are times for reflection on skills. There is much left to investigate on their possibilities but it is true that, from the theoretical point of view, the skill approach appears to be power- ful by complementing a pedagogy which, tradicionally, has focused on the knowledge and disciplines. But this approach appears strongly in the training field as it is linked to the social and educational practices, to the pedagogic work on educative problems, to the different situations, to the project that teachers wish to materialize in the labor places. Still to be demonstrated are the expectations on the skills approach, and this text tries to think on a series of matters related with its set in motion in the learning contexts. Key words: skills, training, scholastic failure, elitism, knowledge pedagogy, democratizing, educative and familiar socialization... 1. Introducción ¿Por qué cambiar los programas de formación si no es para que un mayor número de jóvenes construyan competencias y saberes más amplios, pertinentes, duraderos y movilizables en la vida y en el trabajo? Evidentemente, in abstracto y en la esfera de las buenas intenciones, queda por probar que un enfoque por competencias no será, paradójicamente, más elitista que una pedagogía centrada en los saberes, que dará más sentido al oficio de estudiante y que ayudará a los alumnos que se encuentren con dificultades, o hayan fracasado, a reconciliarse con la institu- enfoque por competencias ¿una respuesta al fracaso escolar? (Pág. 45-64) [ 45 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 46 ción educativa. Al decantarnos por esta opción, es importante mostrar que, lejos de dar la espalda a los saberes, el enfoque por competencias les da una fuerza nueva, vinculándolos a las prácticas sociales, a las situaciones complejas, a los problemas, a los proyectos. Desde esta perspectiva, puede, sin abordar todas las causas del fracaso educativo, pretenderse, al menos, tratar de manera decidida la cuestión de la relación de este enfoque con el saber y el sentido del trabajo educativo. Pero ello no es suficiente sin interrogarse antes por la relación de los docentes con los saberes y el significado de su propio trabajo. Las reformas de los sistemas educativos pretenden: - unas, modernizar las metas de la enseñanza, para ajustarlas mejor a las supuestas necesidades de las personas y de la sociedad; - otras, alcanzar más éxitosamente los objetivos formativos dados e instruir más extensa y eficazmente a las generaciones escolarizadas. A menudo, estas dos finalidades se encuentran mezcladas, porque las dimensiones de una implican la otra. La búsqueda de una educación más eficaz puede guiar la realización de los planes de formación en vigor. De modo inverso, una transformación radical de los programas exige nuevos métodos de enseñanza, cuya eficacia queda por demostrar. ¿Cómo situar el enfoque por competencias? Abiertamente, como una tentativa de modernizar los planes de formación, de potenciarlos, de tener en cuenta, además de los saberes, la capacidad de transferirlos y movilizarlos. Los textos oficiales no son siempre muy explícitos a este respecto; no parece dudarse de que es políticamente más correcto pretender ocuparse, a la vez, de modernizar los programas así como de mejorar la eficacia de las instituciones educativas. Las intenciones y su formulación difieren tanto de un sistema educativo a otro como el de un tipo de enseñanza a otra. Sin embargo, parece bastante evidente que el motor principal de una reforma tal es la voluntad de hacer evolucionar las finalidades de la universidad, para adaptarlas mejor a la realidad contemporánea, en el ámbito del trabajo, de la ciudadanía o de la vida cotidiana. Si esto es cierto, podríamos tener la impresión de que las cuestiones relacionadas con las desigualdades y el fracaso educativo no han sido planteadas por el enfoque por competencias, limitándonos a sustituir los programas anteriores por los nuevos, sin que sean afectadas ni la equidad ni la eficacia del sistema educativo, ni para bien, ni para mal. Este punto de vista es, sin embargo, algo ingenuo. Las desigualdades sociales en las instituciones educativas no son independientes de los contenidos de la formación, de las formas y normas de excelencia educativas. Cada programa nuevo es susceptible de transformar la distancia que separa las diversas culturas familiares de la norma escolar. Puede incrementarla para ciertas clases sociales, y debilitarla para otras. Dicho de otra forma, aunque el enfoque por competencias no se presenta como una reforma elitista, no podemos excluir a priori la hipótesis de que podría agravar las desigualdades sociales en la escuela. Por otra parte, no podemos desestimar sin más, sin examen, la hipótesis inversa según la cual el enfoque por competencias favorecería los aprendizajes y el éxito escolar de los alumnos actualmente más desprovistos o desfavorecidos. Para abordar o articular estas hipótesis contradictorias, es preciso, evidentemente, analizar de la manera más precisa la naturaleza del cambio curricular introducido. 1.- En un primer momento, se tratará pues de identificar aquello que cambia o se supone que va a cambiar en las metas y con- [ 46 ] • Philippe Perrenoud sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 47 tenidos de las instituciones educativas una vez se adopta el enfoque por competencias. 2.- En un segundo instante, se examinarán las implicaciones posibles de este cambio de enfoque sobre la distancia entre la cultura educativa/escolar y las diversas culturas familiares de los alumnos, y por ello también del sentido de la escuela, de la longitud del camino a recorrer y de los obstáculos que lo atraviesan. 3.- Se mostrará, al mismo tiempo, que el programa de formación prescrito no tiene efectos más que a través de la representación que se hacen de él los profesores y de la traducción pragmática que ellos dan en la clase, en el momento de enseñar pero, aún más, a través de sus exigencias en el momento de evaluar. Los mismos programas son, a menudo, más compatibles con una interpretación democratizadora que con una selectiva y elitista. 4.- Por último, se recordará que una interpretación semejante del currículum formal, el programa de formación real que cada alumno experimenta, dependiendo del grado y modo de individualizar el recorrido de formación y, por tanto, de las estructuras y las prácticas, permiten, o no, una pedagogía diferenciadora. Se verá que el enfoque por competencias modifica notablemente las bases y los datos fundamentales del problema. 2. Desarrollar competencias en la formación general Que la formación profesional tiene vocación de desarrollar competencias, no cabe la menor duda. Se puede disentir sobre el nivel de valoración pretendido, sobre el cuadro referencial de competencias y el desarrollo de la formación, pero nadie pretende que se pueda ejercer un oficio provisto solamente de conocimientos, por muy extendidos que estén ellos. Son también necesarias competencias y capacidades que conviertan los saberes en transferibles y movilizables en las distintas situaciones profesionales. Aparece, también, cada vez más nítidamente, para desarrollar competencias profesionales, la necesidad de no confiarse a las simples virtudes de una inmersión en la práctica. Si son necesarias prácticas y experiencias, también hacen falta dispositivos especializados de alternancia y de articulación teórico-práctica. En la formación general, no se preocupan apenas de las competencias. Incluso cuando pensamos desarrollarlas, se pretende con mayor frecuencia el desarrollo de las capacidades intelectuales básicas sin referencia a las situaciones y a las prácticas sociales. Y, sobre todo, se dispensan altas dosis de conocimiento. El enfoque por competencias afirma que esto no es suficiente, que sin darle la espalda a los saberes (Perrenoud, 1999c), sin negar que hay otras razones para saber y para saber hacer (Perrenoud, 1999b), es importante relacionar los saberes con las situaciones en las que se propician que actúen, más allá de la escuela, más allá de las instituciones educativas. Actuar, obrar, aquí supone afrontar las situaciones complejas y, por lo tanto, pensar, analizar, interpretar, anticipar, decidir, regular y negociar. Tal acción no se satisface con habilidades motrices, perceptivas o verbales. Exige saberes, pero éstos no son pertinentes más que cuando están disponibles y movilizables con pleno conocimiento y en el momento oportuno: La competencia no es un estado o un conocimiento poseído. No se reduce ni a un saber ni a un saber-hacer. No es asimilable por adquisición-formación. Poseer conocimientos o capacidades no significa ser competente. Podemos conocer las técnicas o las reglas de gestión de contabilidad y sin embargo no saber aplicarlas enfoque por competencias ¿una respuesta al fracaso escolar? (Pág. 45-64) [ 47 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 48 en el momento oportuno. Podemos dominar el derecho comercial y redactar mal los contratos. Cada día, la experiencia demuestra que las personas que se hallan en posesión de conocimientos o de capacidades no saben movilizarlos de manera oportuna en el momento preciso, en una situación laboral. La actualización de aquello que sabemos en un contexto singular (marcado por las relaciones laborales, una cultura institucional, los azares, las limitaciones temporales, los recursos…) es reveladora del paso, del “pasaje” a la competencia. Ella se realiza y encarna en el proceso de acción. Ella, la competencia, no preexiste a la acción (…) No hay más competencia que competencia en acto/acción. La competencia no puede funcionar “en vacío”, fuera de todo acto que sólo se limite a expresarla sin que la haga existir (Le Boterf, 1994, p.16). Se atribuye a menudo “la irresistible ascensión” de las competencias en el campo educativo (Romainville, 1996) a su fama en el mundo de la economía y el trabajo. He debatido en otros lugares (Perrenoud, 1998, 2000b) esa supuesta dependencia, recordada por mediación de otros (Le Boterf, 1994; 2000; Jobert, 1998), que la fascinación del mundo económico por las competencias, no está exclusivamente del lado de lo negativo de las cualificaciones y de sus corolarios, la desregularización, la precariedad y flexibilidad de los empleos. Existe en el mundo de la empresa, ya sea por necesidad o compromiso más que por humanismo virtuoso, una forma de reconocimiento del trabajo real y de su distancia con el trabajo prescrito, una toma de conciencia del hecho de que si los operadores menos cualificados no manifiestan inteligencia en el trabajo, creatividad o autonomía, la producción estará comprometida. Si las empresas se preocupan de “los recursos humanos” y descubren tesoros escondidos en su seno, es sin duda porque es un imperativo para sobrevivir en la concurrencia y competencia mundial. Ello no autoriza a diabolizar o frivolizar la competencia, o a reducirla a un slogan del neoliberalismo triunfante. También he tratado de mostrar que el enfoque por competencias se revitalizaba y renovaba al hilo de una muy antigua preocupación de la escuela y la educación, aquella relacionada con la transferencia de conocimiento. Desde que hay pedagogos para examinar el sentido de las prácticas educativas y escolares, es cuando se plantea la cuestión de la transferencia de conocimientos. Un coloquio reciente lo ha puesto al día (Meirieu, Develay, Durand y Mariani, 1996), del mismo modo que una obra de síntesis (Tardif, 1999) ha contribuido a ello. A nadie se le escapa: no basta con emplear largos años en asimilar saberes escolares y académicos para ser, ipso facto, capaz de hacer de ellos algo útil fuera de la escuela. Los docentes lo saben o lo presienten: evaluar la movilización de los saberes en ámbitos diferentes del contexto de aprendizaje, supone prepararse para bellos y rotundos fracasos. ¿Por qué? Porque se hace caer en el fracaso a todos aquellos que no dominan, fundamentalmente, los saberes pero que llegan a mostrar “ilusión” por el trabajo, la memorización, el estudio rápido y atropellado, el conformismo, la imitación y la astucia, incluso las trampas. Como resultado se pone en marcha un círculo vicioso: no se evalúa el transfer o la transmisión para no perder la ilusión totalmente durante la escolaridad de modo que, tras los estudios, se mantenga la sorpresa ante las tareas más complejas. Desde hace ya algunos años, el debate en torno a la transmisión de conocimientos retoma importancia, a veces en oposición, otras en relación con la problemática de las competencias y de la movilización de los recursos cognitivos (Le Boterf, 1994). Desde mi punto de vista, transferencia y movilización [ 48 ] • Philippe Perrenoud sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 49 son dos metáforas diferentes (Perrenoud, 2000a) con las que esbozar el mismo problema, aquel de la reinversión y reutilización de los conocimientos en situaciones diferentes a las situaciones de formación. La metáfora de la transmisión me parece más pobre. Parte de un aprendizaje y se cuestiona si puede reinventirse/aplicarse en otros contextos, más tarde. Ello empuja a crear “situaciones de transmisión” para verificar o favorecer dicha aplicación. La metáfora de la “movilización de los recursos cognitivos” es para mí más amplia, exacta y fecunda, porque remite, frente a una situación compleja, a los recursos que ésta aporta en sinergia, volviendo a esbozar ex post las condiciones de su constitución y conformación y, por lo tanto, de su organización orquestada. Se promueve justicia, entonces, en el hecho de que una acción compleja movilice siempre numerosos recursos nacidos de distintos contextos y momentos. Si la metáfora de referencia tiene fuertes implicaciones en la manera de plantear los problemas, es importante saber reconocer que la cuestión conceptual no es, hoy, el punto inicial de divergencia en el ámbito educativo. El debate se apoya más bien en la existencia y la importancia misma del problema, por tanto en la posibilidad, o en la misma necesidad, de abordarlo. Para unos, la transmisión se da “por añadido”, se produce espontáneamente. No hay, por lo tanto, mucho que se pueda hacer por promoverla, salvo el ofrecer a cada uno la ocasión de construir los saberes lo más completa y sólidamente posible. Esta tesis no es absurda para sus defensores: unida a una importante capacidad de razonamiento y de abstracción, el dominio total de un campo de saberes permite movilizarlos sin que sea necesario trabajar su transmisión como tal. Como Jean-Pierre Astolfi, admito que un saber perfectamente integrado se convierte en operativo cuando de alguna forma incluye su propia aptitud a ser transferido o movi- lizado. Siguiendo este razonamiento, antes de cargarse y confundirse con las nociones de transferencia o de competencia, se debería desear el acceso de todos a "verdaderos saberes", integrados y operativos. Por consiguiente, el problema de la transferencia no se plantearía más, ya que los alumnos alcanzarían un nivel general de formación y una capacidad reflexiva que les proporcionaría un entrenamiento específico en la movilización de recursos. El papel de la academia se limitaría a transmitir el máximo de conocimientos, con un nivel elevado de razonamiento y reflexión. Se puede temer que, desgraciadamente, las instituciones educativas sean condenadas durante un largo periodo de tiempo a tan sólo proporcionar el dominio de los saberes enseñados a sólo un reducido porcentaje de cada generación. Incluso admitiendo que aquellos que hicieron amplios estudios desarrollan “espontáneamente” capacidades de movilización y de transmisión de los conocimientos adquiridos, queda por preguntarse que ocurre con aquellos jóvenes que abandonan la escuela antes de haber alcanzado una habilidad tal. Más aún cuando la tesis según la cual la transferencia se daría por añadidura es, en adelante, difícil de defender (Mendelsohn, 1996, 1998; Tardif, 1999). La transferencia se aprende, se trabaja. Otros profesores, sin afirmar que la transferencia sea espontánea, consideran que la formación general no tiene que ocuparse de ella. Para ellos, el papel de la enseñanza es el de forjar conocimientos y capacidades básicas. Trabajar la transmisión depende de la formación profesional o de la vida misma. Cuando no es una simple estrategia de negación del problema, este punto de vista manifiesta una visión simplificadora de la transferencia. Develay afirmaba a modo de conclusión en el coloquio de Lyon: Tengo el sentimiento de que los didácticos descubren que la transferencia no cons- enfoque por competencias ¿una respuesta al fracaso escolar? (Pág. 45-64) [ 49 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 50 tituye simplemente la fase última del aprendizaje, sino que está presente a lo largo de todo el proceso. Para aprender, formarse, es conveniente estar en constante transferencia. Toda actividad intelectual está capacitada para unir dos contextos con la finalidad de apreciar en ellos las similitudes y las diferencias. Los razonamientos inductivos, deductivos y analógicos, la disposición para crear una habilidad, vincular esta habilidad a otros capacitados, y la posibilidad de encontrar sentido a una situación, provienen de la capacidad de transferencia. Existe transferencia en el transcurso del aprendizaje desde la expresión de sus representaciones por parte de los alumnos hasta la reutilización de una habilidad adquirida en un contexto distinto (Develay, 1996, p.20). Reenviar la transferencia al final de la formación básica no sólo es poco realista sino doblemente elitista, porque ello privilegia a los alumnos que: - alcanzan éxitosamente el final del camino; los demás son como “casas inacabadas”, -- son capaces, durante años, de asimilar conocimientos descontextualizados, sin referencia a las prácticas sociales en las que se supone son, finalmente, abordados. Por el contrario, trabajar desde el comienzo de la escolaridad la transferencia y movilización de conocimientos escolares puede favorecer la democratización de los estudios. Dicha posición: - tiene en cuenta a todos aquellos que no seguirán la vía real de los estudios largos y saldrán del sistema educativo con una formación de nivel intermedio; - no supone valoraciones sobre el rendimiento del saber, permitiendo aceptar la idea de los conocimientos gratuitos, y tolerar un desfase importante entre el mo- mento en que los adquirimos y aquel en que llegan a comprenderse para qué sirven. Con el fin de que el enfoque por competencias sea democratizador, es preciso, sin embargo, que tengan lugar y coincidan varias improbables condiciones. Tratemos de esbozar el inventario. 3. Para que el enfoque por competencias sea democratizador Conviene distinguir dos problemas: - El primero tiene que ver con la apropiación de los saberes. En la medida en que el enfoque por competencias los trata como recursos a movilizar y los relaciona rápidamente a situaciones y prácticas sociales, ello le confiere más sentido a los ojos de los que aprenden con menos éxito en la asimilación de los conocimientos por sí mismos. Pero, al mismo tiempo, exige un rendimiento más personal a los saberes y priva, a un sector de los alumnos más flojos, de las actividades escolares más tradicionales así como del relativo bienestar que supone el oficio de estudiante, aquel que les permite "distanciarse" o abstraerse sin comprender de verdad. - El segundo problema atañe a la emergencia de los nuevos objetivos de formación: las competencias. Si se aspira a la construcción de competencias, se crean nuevas exigencias, nuevas formas y normas de excelencia educativa con respecto a las cuales una nueva forma de desigualdad puede surgir. Examinemos estos dos aspectos por separado. 3. 1. Saberes movilizables Fuera de la escuela, la mayor parte de los saberes son utilizados en prácticas sociales [ 50 ] • Philippe Perrenoud sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 51 complejas que extraen sus recursos de más de un campo disciplinar. Podemos, por lo tanto, trabajar la transferencia o la movilización como un cruce de numerosos saberes dentro de proyectos multidisciplinares. Pero también se puede interesar uno en las prácticas propiamente disciplinares que son la investigación, la enseñanza y el debate científico. Esos dos modos de preparación a la movilización no chocan ni se encuentran con los mismos obstáculos. 3.2. Saberes invertidos en la resolución de problemas complejos “Nada es tan práctico como una buena teoría”, decía Kurt Lewin. Si los problemas prácticos son aquellos que se plantean en la vida extraescolar, las soluciones son siempre en parte teóricas y se refieren a los saberes, no solamente a las habilidades. El enfoque por competencias transforma una parte de los saberes disciplinares en recursos con que resolver problemas, realizar proyectos y tomar decisiones. Éste podría ofrecer una entrada privilegiada al universo de los saberes: más que asimilar sin tregua y descanso los conocimientos aceptando la creencia de que ellos “comprenderán más tarde para qué sirven”, los alumnos verían inmediatamente los conocimientos ya sea como bases conceptuales y teóricas de una acción compleja, ya como saberes procedimentales (métodos y técnicas) guiando esta acción. Cada uno tendría, entonces, en principio, mejores oportunidades de relacionar los conocimientos a las prácticas sociales y, por lo tanto, comprender su alcance y su sentido. Lo que sería especialmente relevante para los alumnos que no encuentran en su cultura familiar el rendimiento y la potencialidad de saber particular, que lo valoriza, independientemente de sus usos y origen, como un valor en sí. Este tratamiento gra- tuito, casi “estético”, del saber no es, en efecto, familiar, más que para los niños cuyos padres han hecho estudios extensos y valoran la erudición tanto en su vida privada como en el trabajo. Si los hijos de docentes salen con soltura adelante en el colegio es, sin duda, porque sus padres conocen las reglas del juego escolar, en clase, antes de la evaluación y en el momento de la orientación; pero también se debe a que los niños viven en un medio en el que el saber es igualmente importante –¡algunos dirían que especialmente importante!– incluso cuando no es utilizado en una práctica utilitaria. Evocamos ese proyecto de Daumier (1848) en el que el profesor dice a sus alumnos boquiabiertos: “Mañana, trataremos Saturno… y, lo que es más, os invito a prestar gran atención a este planeta que muy probablemente no hayáis tenido la oportunidad de ver en vuestra vida!...”. O ese otro proyecto donde el mismo profesor reprende a un alumno que no responde a su pregunta: “¿Cómo?, gracioso, ¿no sabes el nombre de los tres hijos de Dagobert?… pero, entonces, no sabes nada de nada… pero ¡quieres ser toda tu vida un ser inútil para la sociedad!...”. Se puede esperar que el promover la relación de los saberes con las prácticas sociales permitirá a los alumnos, que no han adoptado ese sentido de la cultura por la cultura, encontrar otras claves con las que aportar sentido a los saberes enseñados; claves de las que se les priva cruelmente en los sistemas educativos centrados en los saberes disciplinares (Charlot, Bautier et Rochex, 1992; Rochex, 1995). Será suficiente, sin embargo, con matizar –y llenar los cursos tradicionales de ejemplos por muy claros y elegidos que estén– los usos sociales que pueden tener los saberes enseñados. Es mejor que enseñar saberes puramente abstractos. Para hacer comprender que los saberes son útiles, instrumentos indispensables, hace falta partir no de una ilustración sino de un pro- enfoque por competencias ¿una respuesta al fracaso escolar? (Pág. 45-64) [ 51 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 52 blema. Es eso lo que se hace en las escuelas alternativas centradas en los métodos activos y en la gestión de los proyectos y, más recientemente, en algunas de las facultades de medicina, de las bussiness schools o en el marco de otras formaciones profesionales de nivel superior. Evidentemente no es sencillo, porque requiere preparar el currículo de modo coherente y, consecuentemente, construirlo deliberadamente de manera que reúna ese ideal proclamado por Dewey: “Toda lección es una respuesta”. En formación general, todo esto supone una ruptura con las lógicas curriculares y disciplinares dominantes, que prevalecen incluso en los sistemas educativos que han adoptado el enfoque por competencias. Tomemos un ejemplo: para optimizar la alimentación de un atleta de alto nivel antes, durante, y tras la competición, se requiere conocimientos de física, química, biopsicología y dietética. Separados los unos de los otros, estos conocimientos son sólo saberes escolares,“ni teóricos ni prácticos” (Astolfi, 1992). En física, aprenderemos a medir la energía y las leyes de entropía. En química, aprenderemos el proceso de transformación y absorción de energía; en biopsicología, cómo tales esfuerzos consumen calorías y a qué ritmo éstas se reconstituyen; en dietética, estudiaremos los alimentos y sus efectos en el metabolismo. Estos conocimientos no son todos impartidos en la formación general. Cuando se lleva a cabo, lo son en momentos relacionados con la agenda propia de cada disciplina, por profesores diferentes que no cambian sus estrategias particulares, a veces sin ninguna referencia a ejemplos concretos, y sin ninguna referencia común a los gastos energéticos de un atleta. Tomemos un segundo ejemplo: crear un diario o periódico escolar supone conocimientos en la lengua materna, en derecho, gestión, grafismo y construcción de páginas, comunicación, relaciones públicas, publicidad, informática y en publicación asistida por ordenador. Aún aquí, de nuevo, todos los conocimientos requeridos no se enseñarán en nivel escolar considerado; algunos aparecerán más adelante en la formación general o no aparecerán más que en ciertas formaciones profesionales. Tercer ejemplo: para construir una película de doce minutos que explique a los adultos por qué nos exponemos a graves quemaduras en la retina cuando, durante un eclipse, miramos al sol directamente, sin lentes negras, hacen falta conocimientos de física, biopsicología, pero también de ciencias audiovisuales, de didáctica y de psicología, enseñados todos hoy de modo inarticulado. En los tres casos, el proyecto hace referencia a conocimientos disciplinarios de alto nivel, normalmente ubicados en estudios universitarios rigurosos. Tampoco se trata de aprender a clavar clavos, talar un arbusto o rellenar la declaración de impuestos, prácticas que reducimos a voluntarias en el enfoque por competencias. El problema no es ese, es otro. En dichos proyectos, que movilizan saberes que no se imparten o no son enseñados en el momento adecuado o al nivel requerido, para convertirse en recursos complementarios: - observaremos, en casi todos los casos, un déficit dramático de derecho, economía, ciencias sociales y humanidades, mientras que dichos conocimientos son recursos en la mayoría de proyectos y de actividades humanas complejas; - de la misma manera, en los dominios cubiertos potencialmente por las disciplinas escolares tradicionales es poco probable que los saberes requeridos para un proyecto hayan sido enseñados previamente. Hay que reconocer, desde hace mucho tiempo, que en tanto cada disciplina desarrolla su programa según su propia lógica, y sin referencia a un enfoque por problemas, las virtudes de una orientación hacia las [ 52 ] • Philippe Perrenoud sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 53 competencias se han visto limitadas. Si el sistema educativo mantiene la separación de las disciplinas y no aporta a las competencias un “derecho de gerencia” en torno a los conocimientos, según la expresión de Gillet (1987) repetida por Tardif (1996), es poco probable que se presenten problemas y proyectos susceptibles de movilizar regularmente los conocimientos anteriores. Los profesores más convencidos pueden, desde luego, superar en parte los obstáculos ofreciendo un abordaje apropiado poniendo a disposición de los alumnos los conocimientos que no se han adquirido aún, pero esa buena voluntad choca rápidamente con sus límites en unos estudios universitarios donde la programación de los saberes disciplinares no es de ninguna manera concebida para promover su movilización en proyectos interdisciplinares. 3.3. Saberes verdaderamente teóricos Si se retrocede ante la reorganización curricular que la estrategia precedente implica, no queda más que apostar por las competencias puramente disciplinares que movilizan las capacidades y conocimientos entendidos como esenciales a la misma disciplina. Parece muy sencillo, pero es cuestión de movilizar auténticos “saberes teóricos”. Ahora bien, Astolfi afirma que los saberes académicos y escolares no son “ni teóricos ni prácticos”: 1.- Los saberes que transmite la escuela no son realmente teóricos, porque no disponen de la plasticidad inherente a lo teórico. Tampoco son saberes realmente prácticos. 2.- Se trata sobre todo de saberes proposicionales que, a falta de un estatus mejor, resumen la sabiduría bajo la forma de secuencia de proposiciones lógicamente conectadas entre ellas, pero distintas entre sí. 3.- Se contentan así con enunciar los conte- nidos, lo que está lejos de responder a las exigencias de una teoría digna de tal nombre. 4.- En ciertos aspectos, se revelan en efecto como más cercanos a los saberes prácticos, ya que su función se encuentra limitada a situaciones particulares: las propias de la didáctica académica, regidas por el juego de la costumbre. 5.- A los saberes académicos les encantaría jactarse de las virtudes de lo teórico al conferirles la legitimidad buscada. Si fracasan en ello es por falta del desarrollo de un verdadero trabajo de práctica teórica que sólo hará posible el uso en cada disciplina de conceptos fundamentadores, sólidos y vivos (Astolfi, 1992, p.45). Trabajar la movilización de los saberes que constituyen el marco de una disciplina, de modo distinto al de los ejercicios convencionales, es hacer aquello que Astolfi llama “un auténtico trabajo de práctica teórica”. La práctica social de referencia es, por tanto, inherente a la disciplina, hecha de experimentación, de observación, de dilucidación, de formulación de hipótesis y debates contradictorios. Tratar los saberes enseñados como verdaderos saberes teóricos debería incrementar su sentido, potencialmente, puesto que volvemos a su motor inicial, la voluntad de reflejar el mundo inteligible. Es generoso y lícito pretender dicha curiosidad, fundamental para todo ser humano. En casi todos los niños puede encontrarse esta característica. Posteriormente, la socialización familiar predomina e impone, a menudo, un enfoque más pragmático, o más dogmático, del mundo. El desarrollo de una auténtica práctica teórica en el aula podría, por lo tanto, al menos en un primer momento, alejar aún más todavía los saberes escolares de los alumnos, provenientes de las clases po- enfoque por competencias ¿una respuesta al fracaso escolar? (Pág. 45-64) [ 53 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 54 pulares y de una parte de clases medias, en las que la experimentación, la investigación, la conceptualización y el debate teórico no significan nada. Plateemos por un momento, la hipótesis optimista de que una auténtica práctica teórica, conducida en clase con pasión y continuidad, pudiera, incluso si no se corresponde con ningún valor o práctica familiar, aportar diversos sentidos favorables a los saberes disciplinares. Haría falta todavía dar, al menos, ese paso, es decir, instituir la clase como verdadero lugar de investigación y debate teórico. Aquí, el obstáculo no se halla en el recorte de planes de estudios y disciplinas, sino en la estructuración del programa en cada uno de sus capítulos así como recrearlos en el aula. Para adoptar un enfoque reflexivo de los saberes teóricos es preciso, evidentemente, que los alumnos pasen del estado de consumidores al de productores de conocimientos. No es posible ni necesario que todos los conocimientos disciplinares sean reconstruidos por estrategias investigadoras. Ello conllevaría un tiempo desmesurado. Además, una formación científica y cierto nivel de dominio teórico permiten asimilar los nuevos saberes sin haberlos concebido y verificado por sí mismos, por confianza en el método y la ética de los compañeros. Esto es lo que permite aceptar los resultados de la investigación y las conclusiones teóricas de otros investigadores y, por lo tanto, una división del trabajo en el seno de la comunidad científica. Queda, en cambio, como objetivo indispensable que los alumnos “descubran” por ellos mismos ciertos saberes disciplinares básicos, con una estrategia paciente y laboriosa próxima a la investigación y el debate. Resulta importante que accedan de la misma manera a cuestiones fundamentadoras que constituyen “la matriz disciplinar” (Develay, 1992). Es probable que la física de Pascal y Newton sean más fácilmente reconstruidas en clase que la de Einstein o Heisenberg. La idea no es recorrer durante la escolaridad, aceleradamente, bajo el modelo único de la investigación y la controversia, la totalidad de la historia de la ciencia y de otras disciplinas. Basta con abarcar una parte de ese recorrido bajo la modalidad del descubrimiento verdadero, apuntalado, enmarcado, simplificado, y didactizado, pero sin embargo muy distante de la pedagogía instructiva. Los alumnos se apoderarán de esta manera de una posición científica y experimental. De este modo, los saberes teóricos les parecerán tan significativos que reconocerán aquellas cuestiones científicas y filosóficas a las que pretenden responder. Así, la primera competencia disciplinar es la de cuestionar lo real en el seno de una acción concreta y a partir de conocimientos que se van adoptando progresivamente adecuándose a ciertos métodos. Para desarrollar tal competencia, se necesita: - por una parte, aligerar los programas a fin de encontrar el tiempo de construir ciertos conocimientos sujetos a estrategias vinculadas a la investigación; - por otra parte, modificar la manera de enseñar, trabajar mediante enigmas, debates, situaciones-problemas, pequeños proyectos de investigación, observación, experimentación, etc. Ya no es tan original proponer tal evolución, preconizada desde hace mucho tiempo por los movimientos de la nueva escuela y, posteriormente, por la didáctica de las ciencias. Queda pasar a los hechos. 3.4. ¿Una nueva forma de excelencia educativa? En el mundo del trabajo, es banal ser evaluado según competencias. Este hecho no está ausente en el mundo educativo. Y no lo está más porque un examen, una prueba escrita o una cuestión oral son situaciones [ 54 ] • Philippe Perrenoud sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 55 que exigen, para salir airosamente, no sólo saberes, sino saberes movilizables, de buen juicio, en el momento apropiado, en las formas requeridas y con cierta asunción de riesgos, exige, en fin, una capacidad de reconstruir, o incluso inventar aquello que no sabemos. Aparte de la situaciones de evaluación, las instituciones educativas desarrollan y exigen sobretodo capacidades, algunas transversales –por ejemplo investigar una información, plantear claramente “buenas preguntas” o participar activamente en un debate–, y otras disciplinares, como por ejemplo construir una maqueta, realizar una medida correctamente o dar cuenta de una observación. El acuerdo en este punto es difícil, puesto que el sentido de estas palabras no es aún muy estable. Algunos no distinguen entre capacidades y competencias. Otros sí, pero denominan “competencia” a aquello que yo aquí denomino “capacidad”. Ya que es necesario tomar partido, he propuesto (Perrenoud, 2000c) hablar de capacidades cuando designamos operaciones que no se ocupan del conjunto de una situación y que, por tanto, son relativamente independientes de los contextos; y hablar de competencias cuando designamos las disposiciones y habilidades que sostienen la gestión global de una situación compleja. Voy a tratar de atenerme a esta convención. Si se admite, al menos provisionalmente, estaremos de acuerdo, sin duda en decir que en educación se trabajan las capacidades más que las competencias. Es más fácil, desde un punto de vista pedagógico, ejercer operaciones sin contexto preciso, como por ejemplo resumir o traducir un texto, hacer un corte en biología, resolver una ecuación, dibujar un plano, analizar una sustancia... Las capacidades ejercitadas en las instituciones educativas son, en gran medida, disciplinares. Y se van añadiendo, en buena medida a partir de este momento, “competencias transversales” sobre las que Rey (1996) ha discutido y cues- tionado su existencia misma, y sobre las que yo comentaría que son ante todo capacidades movilizables en diversos campos disciplinares y prácticos: saber cooperar, observar, analizar, etc. Lo que llamamos “enfoque por competencias” se limita a menudo, en las medidas curriculares actuales, a enfatizar las capacidades, disciplinares o transversales. Por lo tanto, no hay desarrollo de auténticas competencias, en el sentido en que las he definido. Restan como saber-hacer de alto nivel, pertinentes en diversos contextos, lo que a veces llamamos "elementos de las competencias", lo que prefiero llamar con Le Boterf (1994), recursos cognitivos. En efecto, enfatizar las capacidades modifica las reglas del juego educativo, pero ello no es una revolución. Por otra parte, el peso respectivo de los conocimientos y capacidades varía según las disciplinas y la concepción que prevalezca en cada una de ellas. Los alumnos están acostumbrados a ser evaluados por su saber-hacer. Este saber-hacer es, por otra parte, ejercitado a través de ejercicios académicos clásicos. Exigir y evaluar el tratamiento global de una situación compleja, en todas sus facetas, representa una nueva demanda y expectativa que pasa por un trabajo de integración, de puesta en sinergia, de orquestación de los conocimientos y capacidades que, en general, son abordadas y evaluadas de forma independiente. Si se contemplan verdaderamente las competencias, en el sentido aquí planteado, es preciso evaluarlas de manera formativa y acreditativa, única manera de considerarlas creíbles. Como resultado, se crea una exigencia suplementaria, al menos si atendemos a los alumnos y estudiantes que manifiestan un grado suficiente de dominio de las situaciones globales, tanto en actuaciones visibles (decisiones, soluciones, realizaciones) como manteniendo una conversación metacognitiva. enfoque por competencias ¿una respuesta al fracaso escolar? (Pág. 45-64) [ 55 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 56 Esta forma de excelencia, ineludible en la formación de las profesiones, no es habitual en la formación general. Los alumnos están en su mayoría acostumbrados a retener y repetir saberes sin contextualizarlos, a ejercer y a enseñar o mostrar unas capacidades funcionando en el vacío (Astolfi, 1992; Perrenoud, 1995, 1996). Podría ser que, tomada en serio, la exigencia de competencias constituya un hándicap más para los alumnos en dificultad. Ello por dos razones bien distintas: - No puede haber competencia si los recursos requeridos (capacidades y conocimientos) no están disponibles; los alumnos que presentan graves lagunas a ese nivel estarán por tanto, de entrada, desfavorecidos; salvo, eso sí, si nos obligamos a verificar previamente el dominio de los recursos requeridos y se disocia su utilización y certificación de aquella competencia que los moviliza; - Una vez disponibles los recursos, su movilización y transferencia pasan por procesos mentales de alto nivel, que son difíciles de materializar plenamente en la educación ya que son del tipo de la síntesis, la anticipación, la estrategia, la planificación, pensamiento sistémico...; en todos los dominios puede ocurrir que la socialización familiar sea, en un medio favorecido, más eficaz que la acción educativa de la escuela, de las instituciones educativas… Existen, por tanto, numerosas razones por las que creer que la valorización de las competencias no resolverá ipso facto las cuestiones de desigualdad social en la institución educativa y se corre el riesgo, incluso, de agravarlas. Tal enfoque podría dificultar la situación de los alumnos que no sobreviven en la competición educativa más que vinculándose a los aspectos más rituales del oficio de alumno (Perrenoud, 1996). Tal enfoque desfavorecería a aquellos que les angustia la idea de hacer una investigación, de resolver un problema, de resolver una hipótesis, de debatir; a aquellos que necesitan un modelo, un camino a seguir, un rail; a aquellos que necesitan saber si "es verdadero o falso” y no soportando la incertidumbre o las contradicciones no pueden más que tener miedo del enfoque por competencias. Dar una importancia real a la transferencia y movilización de recursos, es, como se ha visto: - construir los saberes a partir de los problemas antes que desarrollar o centrarse en el texto del saber; - enfrentar a los alumnos a situaciones inéditas y evaluar su capacidad de pensar de manera independiente, asumiendo riesgos. Ello supone, pues, al menos en un primer momento, aumentar las desigualdades. En todo caso las desigualdades visibles. Tal es el caso cada vez que se desplazan los objetivos de formación y las exigencias hacia más altos niveles taxonómicos. En términos absolutos, esto parece razonable: ¿por qué ocultar las desigualdades reales? Nos engañamos sobre el sentido de la escolarización si, una vez que los individuos enfrentados a las situaciones vitales o simplemente a otros contextos de estudio, no reinvierten apenas los saberes adquiridos; no porque no los posean, sino porque no han aprendido a descontextualizarlos, a integrarlos en campos conceptuales y a movilizarlos en nuevos contextos. Mejor sería, entonces, afrontar el problema de raíz. En un sentido más sociológico, quizá más cínico, podemos preguntarnos si la educación puede permitirse acrecentar las desigualdades visibles. ¿No se arriesga a debilitar aún más a los alumnos en dificultad, a desanimarlos, a empujarlos más rápidamente al abandono? Paradójicamente, la ilusión de cierto dominio –ligado a la ausencia de evaluación de transferencia– favorece la autoestima, aporta esperanza y puede evi- [ 56 ] • Philippe Perrenoud sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 57 tar la deserción. Sabiendo que, una vez fuera del sistema educativo, el alumno se convierte en inaccesible, nos podemos preguntar si es siempre bueno decir la “verdad” sobre las desigualdades. Para no plantear y decidir o resolver este dilema en lo abstracto, es importante preguntarse si los sistemas educativos que adoptan, en este momento, el enfoque por competencias tienen los medios para controlar sus desviaciones elitistas. Lo más irrazonable sería, en efecto, el que se pretendiera desarrollar las competencias sin que se tengan los medios pedagógicos. Uno de esos medios tiene que ver con la formación de los profesores, de su adhesión al enfoque por competencias, y también al modelo socio-constructivista del aprendizaje (Bassis, 1998; De Vecchi y Carmona-Magnaldi, 1996; Groupe Français d´Education Nouvelle, 1996; Jonnaert y Vander Borght, 1999; Vellas, 1996, 1999, 2000). 4. La relación con el saber de los profesores Se aborda aquí un tema muy delicado, en particular cuando nos centramos en la enseñanza secundaria y, más aún, en la enseñanza preuniversitaria. Se admite con bastante facilidad que los educadores de primaria no poseen todas las competencias específicas para cada disciplina de las que deben enseñar, especialmente en matemáticas y ciencias. Se puede, por tanto, dudar de su capacidad para desarrollar en sus alumnos una relación activa con el saber, para iniciarlos en una búsqueda epistemológica, en una curiosidad fundamental, puesto que ellos mismos manifiestan una relación educativa poco crítica y autónoma respecto a los conocimientos que les inculcan. Es diferente para los profesores de secundaria, especialmente cuando éstos han recibido una formación universitaria completa, en una o varias disciplinas. Por lo tanto, se supone que están formados en la investigación y que, entonces, son capaces de iniciar en ella a sus propios alumnos. Sería mejor, en cualquier caso, desistir de la ilusión de que basta con ser un investigador para poner a los alumnos en situación de investigación. Y de esa otra ficción que convertiría a todos los universitarios en investigadores. En la universidad de masas, hacia la que nos dirigimos hoy en día, los estudiantes no se forman en la investigación hasta finales del segundo ciclo. Por ello es todavía necesario que no sólo tengan un dominio de los conocimientos teóricos y metodológicos, sino también que se sientan atraídos por la investigación y que, desde los inicios de sus estudios universitarios, no hayan abandonado, por realismo o falta de interés, la carrera investigadora. Incluso cuando proponen una formación sustancial en las metodologías de investigación, las universidades no se sienten seguras de desarrollar el espíritu investigador en sus estudiantes, particularmente en aquellos que realizan estudios para obtener una formación profesional o alcanzar cierto nivel del diploma. Estos estudiantes se mantienen relativamente indiferentes a los contenidos disciplinares y, en todo caso, a las estrategias de investigación, así como a la historia dinámica de los saberes que se exigen en el examen. Asimilar los saberes como productos finitos, memorizar para quedar bien ante la evaluación, no prepara de ninguna manera, a los alumnos de once o diecisiete años, a descubrir con pasión. Las universidades no son apenas más capaces que los colegios e institutos, por razones parcialmente parecidas, de desarrollar las competencias, a no ser que durante largo tiempo, los estudiantes se encuentren implicados en los estudios de casos, en las encuestas, trámites clínicos, proyectos, trabajos de laboratorios, o cualquier otra práctica hasta finales del 2º ciclo de la titulación. Una vez convertidos en educadores o profeso- enfoque por competencias ¿una respuesta al fracaso escolar? (Pág. 45-64) [ 57 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 58 res de secundaria, estos estudiantes reproducen con espontaneidad, en sus actuales cursos, la relación con el saber que han interiorizado en los suyos de entonces. Para ellos, el desarrollo de competencias no ha llegado a ser una segunda naturaleza. La ruptura de ese círculo vicioso no se da por sí sola. Pasa por un ejercicio de lucidez incómoda y un compromiso en la búsqueda de saber teórico, combinado con un interés por la historia y la epistemología de las ciencias y de una curiosidad viva e intensa por las prácticas sociales en las cuales acaban impregnando los saberes disciplinares. Durante el largo tiempo que estas condiciones no se han realizado, se puede temer que los currículos más innovadores se reduzcan a prácticas corrientes. Ahora bien, a la inversa de lo que se cree necesario: profesores capaces de ir más allá de los textos, de reinventar el enfoque por competencias inspirándose en su propia experiencia investigadora, pero también en su conocimiento de ciertas prácticas sociales en las que su misma disciplina se ve confirmada. Podríamos soñar con un profesor de química que se interesara apasionadamente, por ejemplo, de la agricultura, peluquería, productos de belleza, alimentación y pintura. Sabría suficiente sobre estas prácticas como para mostrar la manera en las que éstas se sirven de la química. Lo peor sería que el enfoque por competencias no estuviera presente más que en los textos, los profesores no lo incorporaran a sus métodos y vuelvan rápidamente a las prácticas de enseñanza y de evaluación más tradicionales. De resultas, las reglas del juego educativo serían aún más difíciles de descifrar por los alumnos, divididos entre los objetivos y el espíritu del programa, por una parte, y por otra entre el enfoque de las competencias y el saber empleado en las clases. Es por eso que no se pueden juzgar los aspectos democratizadores o elitistas de los nuevos currículos bajo la única base de sus intenciones y contenidos. Aquello que marca la diferencia es el currículo real. En los escenarios más optimistas, los profesores emplearán toda su inventiva pedagógica en construir de manera activa los saberes y en desarrollar competencias. En los más pesimistas, siendo escépticos y cínicos, harán el mínimo esfuerzo por parecer “estar al día” pero el espíritu de la reforma no les habrá atravesado. Lo mejor sería que hicieran con convicción aquello en lo que creyesen en vez de cantar esa copla conocida por todos los burócratas: “Yo hago lo que me dicen pero no creo en ello; no me hagan responsable; no soy más que un peón de esta organización”. Para evitar el escenario catastrófico, haría falta sin duda, a medio plazo, actuar sobre la formación inicial de los profesores, no solamente en su formación pedagógica y didáctica, sino también en su formación científica, filosófica y epistemológica. Desde ese punto de vista, la separación estricta de estudios académicos y formación pedagógica y didáctica es bastante desafortunada. En formación continua, sería fecundo trabajar la historia de las disciplinas y su conexión con las prácticas sociales, su relación con el saber y las competencias. Es inútil preguntarse cómo formar y evaluar las competencias durante tanto tiempo mientras que los profesores no entiendan por qué habrían de cambiar. Lo urgente no es ya tanto el instrumentalizarlos como el de aportar o darles razones para adherirse a la reforma curricular. Por ello, la única vía eficaz es interrogarles por su propia relación con el saber y por la “dulce esquizofrenia” en la que numerosos docentes de secundaria se han instalado: su propia experiencia de la formación y la vida desmienten y desdicen el valor absoluto que le otorgan a los “valores puros”, pero no se dan cuenta de que profesan una ideología del saber que no ponen en práctica. Es una posición o apuesta formativa al fin y al cabo. [ 58 ] • Philippe Perrenoud sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 59 5. Enfoque por competencias y pedagogía diferenciadora. Supongamos que los nuevos programas estén bien concebidos, fundamentados y sean practicables. Supongamos, más aún, que los profesores estén convencidos y sean competentes. Entonces, las prácticas de formación serían consistentes y de calidad, y habría coherencia entre las intenciones y su puesta en práctica. Ahora bien, la cuestión de las desigualdades sociales en las instituciones educativas permanecería y pediría una respuesta que no pasa por los programas sino por la toma consciente de las diferencias en lo cotidiano y la colocación de dispositivos permitiendo poner a cada alumno, tan a menudo como sea posible, en situaciones educativas a su medida, susceptibles de hacerlos progresar hacia objetivos comunes. La lucha contra el fracaso escolar pasa por, al menos, cinco estrategias conjugadas y articuladas: 1. Crear situaciones educativas portadoras de sentido y aprendizaje. 2. Diferenciarlas para que cada alumno se desenvuelva en su zona de desarrollo próximo. 3. Desarrollar una observación formativa y una regulación interactiva de la situación, trabajando en los objetivos-obstáculos. 4. Dominar los efectos de las relaciones intersubjetivas y la distancia cultural en la comunicación pedagógica. 5. Individualizar los recorridos de formación en el marco de los ciclos de aprendizaje plurianuales. En cada uno de estos registros, el enfoque por competencias renueva y aminora el pro- blema pero no lo soluciona mágicamente. Yo he explorado esas huellas durante más tiempo, en otro lugar (Perrenoud, 1997). No lo retomo aquí más que en el contexto específico del enfoque por competencias. 5.1. Situaciones educativas portadoras de significado y aprendizaje Idealmente, el enfoque por competencias ofrece mayores oportunidades de crear situaciones portadoras de sentido, por el simple hecho de que relaciona los saberes con las prácticas sociales, desde las más filosóficas a las más realistas. Falta construir tales situaciones en lo cotidiano y convertirlas en productoras de aprendizajes. Conviene por, lo tanto, no reducirlas a un papel de motivación o sensibilización, sino servirse de ellas para favorecer los aprendizajes fundamentales. El enfoque por competencias es una baza con que aportar sentido al trabajo educativo, pero se enfrenta a dificultades añadidas en la concepción y análisis de las tareas propuestas a los alumnos. Ya no basta, en efecto, con proponer ejercicios interesantes y bien concebidos; es preciso colocar a los alumnos en verdaderas situaciones, en estrategias de proyectos, en problemas abiertos. Surge entonces una tensión entre la lógica de producción y la de formación, con esta paradoja: cuanto más sentido tiene una situación que moviliza e implica tanto más difícil resulta regular los aprendizajes sin romper la dinámica puesta en marcha y separar a los individuos del grupo. 5.2. Ubicar a cada alumno en su zona de desarrollo próximo Diferenciar es organizar las actividades y las interacciones de tal manera que cada alumno esté constantemente, o al menos bastante frecuentemente, enfrentado a situaciones pedagógicas lo más fecundas posibles para él. Para ello, es preciso vincularlo enfoque por competencias ¿una respuesta al fracaso escolar? (Pág. 45-64) [ 59 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 60 a una zona que aporte una progresión a la vez necesaria y posible. Necesaria, en aquello contra lo que él no puede abordar a fondo sirviéndose simplemente de lo que ya conoce. Debe aprender para triunfar o aprobar y para comprender. Aprender de nuevo o como mínimo afinar, consolidar y completar sus adquisiciones, o enraizar y practicar su transmisión y movilización. Es necesario también que pueda aprender: si el desafío es desmesurado, la misión llega a ser imposible, el alumno abandona o finge que trabaja; en ambos casos, no aprende nada. Una pedagogía diferenciadora busca constantemente la distancia óptima entre dos registros: - el del desarrollo intelectual: el concepto de zona de desarrollo próximo propuesto por Vygotski convierte al desarrollo operatorio en condición indispensable del aprendizaje; las situaciones educativas pueden generar un desarrollo intelectual o acelerarlo; pero es evidente que es necesario que esté “al alcance de la mano”, accesible; - el de los conocimientos, competencias y actitudes disponibles; el alumno aborda siempre una situación con un capital cultural que, si a menudo es pobre o desfasado, no le permite adentrarse en la tarea, de comprender el problema y las metas, de participar en una estrategia colectiva. El enfoque por competencias complica y simplifica al mismo tiempo este problema. Lo complica porque las situaciones de aprendizaje no son ejercicios escolares individuales, sino tareas abiertas y a menudo colectivas, inscritas en una estrategia de proyecto o en una conducta de reinvestigación. Al mismo tiempo, dicha inscripción simplifica el ajuste de las situaciones de aprendizaje a las posibilidades e intereses de cada uno, en la medida en que se opera una división del trabajo, espontánea o ne- gociada, que propone a cada uno una tarea a su medida y gusto. Claro que el riesgo es grande en la puesta en escena de este espectáculo, de limitar o confinar al tartamudo al manejo del proyector o de dar el trabajo de ejecución al miembro menos cualificado del equipo que trabaja en una situación-problema. Todas las estrategias de proyecto o investigación deberían tener en cuenta esta desviación. Pueden, en contra, aprovechar y disfrutar plenamente de una regulación del trabajo a hacer, o del enigma a resolver, antes que asignarle a cada uno, por parte del profesor, tareas muy calibradas y precisas. 5.3. Desarrollar una regulación interactiva articulada con los objetivos-obstáculos Se sabe ahora, que es inútil esperar optimizar el “tratamiento pedagógico” de un alumno acumulando bajo este propósito todas las informaciones disponibles, sobre su perfil psicológico, su capacidad intelectual, su manera de aprender, su estilo cognitivo, sus experiencias, etc. Sin duda no es nunca inútil conocer a los alumnos, pero hace falta desprenderse del fantasma de poder decidir con antelación, sin pararse a pensar, en lo que les conviene. Una pedagogía diferenciadora evita proponer tareas absurdas, por ser muy fáciles o demasiado difíciles, pero invierte y se implica una vez promovida la situación, en una regulación constante de la tarea colectiva y de la que corresponde a cada uno. Dicho de otro modo, jugando con la implementación, la ayuda metodológica, la división del trabajo, la estructuración del problema en sub-problemas a tratar separadamente, el profesor hace evolucionar la tarea, la ajusta y toma decisiones certeras y decisivas: - por una parte, los obstáculos cognitivos (teóricos o metodológicos) que decide eliminar porque son insalvables para los alumnos o cuya superación no es prio- [ 60 ] • Philippe Perrenoud sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 61 ritaria: en estos casos el docente renuncia al aprendizaje correspondiente y ayuda lúcidamente a los alumnos a esquivar el obstáculo, por ejemplo, encargándose él mismo de ciertas operaciones que no están todavía al alcance de los alumnos; - por otra, los obstáculos que no deben ser esquivados porque se encuentran en el núcleo o en el corazón del proyecto de formación; de repente, se convierten en objetivos-obstáculos (Astolfi, 1997, 1998; Martinand, 1986, 1989), en ocasiones para construir nuevos conocimientos o ampliar sus competencias; el rol del profesor no es entonces el de sustituir o facilitar, sino el de forzar la confrontación con el obstáculo, con lo que se resiste, planificándolo de manera óptima. 5.4. Dominar las relaciones intersubjetivas y la distancia cultural El enfoque por competencias supone una estrategia y una gestión a menudo cooperativa, que sitúa al docente, sino en igualdad con sus alumnos, como mínimo en posición de actor solidario de la empresa común: producir un texto, sacar adelante una experiencia, construir una encuesta, etc. Como resultado, la relación pedagógica se encuentra cambiada, las personas se revelan y manifiestan en el trabajo; relación que es en este caso de doble dimensión: - hasta cierto punto, permite escapar del cara-cara alumno-profesor, al juego del gato y el ratón, a los mecanismos de control y defensa, a la desconfianza y la astucia, de una parte y , - al mismo tiempo, el trabajo es el escenario de las relaciones de poder, de conflictos y de exclusión. Una educación “funcional”, centrada en las verdaderas situaciones que llaman a conocimientos operativos, modifica las reglas del juego educativo, bajo el riesgo de marginar a ciertos alumnos, más acomodados en las actividades académicas tradicionales, cerradas, individuales. 5.5. Individualizar el recorrido de la formación y trabajar en ciclos En la primaria y la secundaria obligatoria, es frecuente que el enfoque por competencias se asocie a la introducción de ciclos de aprendizaje plurianuales. No es una coincidencia: cuanto más se busca formar competencias, más falta hace espaciar los plazos, disponer el tiempo con el que construir los conocimientos por estrategias de investigación y proyecto, poco compatibles con la tendencia clásica del año académico. Nos podemos preguntar por qué, en la enseñanza post-obligatoria, en particular la enseñanza superior, nos mantenemos atados a años de programa aún cuando las condiciones para trabajar en ciclos plurianuales y en unidades capitalizables son más fáciles de realizar, sobre todo si se piensa en la autonomía de los alumnos y de sus capacidades de orientación y autorregulación. Trabajar en ciclo no erradica mágicamente las desigualdades y el fracaso educativo. Los ciclos mal concebidos y mal gestionados pueden también agrandar las distancias. Pero alternativamente, el enfoque por competencias controla los espacios-tiempos de formación más amplios, más propicios a la individualización del recorrido de formación. 6. Conclusión Mal concebido o puesto mediocremente en marcha, el enfoque por competencias puede agravar la desigualdad en la educación. Incluso bien concebido y realizado magníficamente no puede pretender acabar con el único sesgo del currículo. Sea cual sea el pro- enfoque por competencias ¿una respuesta al fracaso escolar? (Pág. 45-64) [ 61 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 62 grama, la pedagogía diferenciadora y la individualización de los recorridos de formación permanecen de actualidad. Respecto a este último punto, el combate compromete, contra la ideología del éxito, las expectativas elitistas de una parte de los consumidores de educación, las políticas blandengues de numerosos sistemas educativos más rápidas en reclamarse parte de una pedagogía diferenciadora que a sostenerse por los actos, los medios, las formaciones y los acompañamientos. Los obstáculos son grandes, pero el enfoque por competencias, si los renueva no los crea totalmente nuevos. A mismo tiempo, la ambigüedad y el carácter precipitado e inacabado de las reformas curriculares son más inquietantes. ¿Están los sistemas educativos preparados para aceptar el declive del dominio de las disciplinas?; ¿están dispuestas a invertir masivamente en otra práctica de enseñanzaaprendizaje?; ¿listas para afrontar la resistencia de los alumnos que siguen adelante y de sus familias?; ¿preparadas para decepcionar a numerosos profesores adheridos al statu quo, al mismo tiempo que ideológicamente los confirma en su relación con el saber y sus prácticas pedagógicas? Podemos dudarlo. Ahora bien, si el enfoque por competencias se queda en “una media reforma” que no renuncia a nada ni obliga a nadie, es poco probable que haga progresar la lucha contra el fracaso educativo. Si nada cambia salvo las palabras, si hacemos con las competencias aquello que ayer hacíamos con los conocimientos, ¿por qué habríamos de esperar menos fracaso escolar? Podríamos de igual manera temer lo contrario. Un enfoque por competencias no existente más que en los textos ministeriales, al que muchos docentes no se adhiriesen, dejaría las reglas del juego educativo aún más opacas y las exigencias de los profesores aún más dispersas, unos jugando indolentemente el juego de la reforma, otros enseñando y evaluando a su manera. Como suele ser, frecuentemente, el problema principal señala el equilibrio necesario entre la coherencia de las reformas y el carácter negociado de su origen y puesta en práctica. En vista de las evoluciones paralelas en muchos países desarrollados, podemos temer que los ministerios apresuren a hacer lo que mejor saben –textos, programas– y abandonen la puesta en práctica de la reforma, a la suerte, de las opciones individuales y los proyectos de las instituciones… Jerome Bruner decía recientemente en una conversación concedida al Mundo: Desde mi punto de vista, el fin de la educación no es formar el espíritu de los alumnos inculcándoles conocimientos especializados de los que no comprenden la razón de ser y el sentido. Es necesario que los alumnos se adueñen de una cultura, integren conocimientos a partir de preguntas que se planteen. Para ello, hace falta discutir los programas existentes. Debemos cuestionarlos, discutirlos, explorar el mundo. Es así como nos abastecemos de cultura, como uno se vuelve miembro activo de una sociedad. Si la reforma curricular olvida esta idea principal, no hará más que sustituir los textos por otros textos. Ahora bien, el reto es el de cambiar las prácticas… [ 62 ] • Philippe Perrenoud sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 63 Referencias bibliográficas Astolfi, J.-P. (1992) L’école pour apprendre, París, ESF. Astolfi, J.-P. (1997) L’erreur, un outil pour enseigner, París, ESF. Astolfi, J.-P. (1998) Lo relevante es el obstáculo en Astolfi. J.-P. y Pantanella, R. (dir.) Apprendre, Cahiers pédagogiques, n° fuera de serie, pp. 33-36. Astolfi, J.-P., Darot, É, Ginsburger-Vogel, Y. y Toussaint, J. (1997) Mots-clés de la didactique des sciences. Repères, définitions, bibliographies, Bruxelles, De Boeck. Bassis, O. (1998) Se construire dans le savoir, à l’école, en formation d’adultes, París, ESF. Charlot, B., Bautier, É. y Rochex, J.-Y. (1992) École et savoir dans les banlieues… et ailleurs, París, Armand Colin. De Vecchi, G. y Carmona-Magnaldi, N. 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Una determinada concepción de las competencias puede tener implicaciones para el diseño de las titulaciones. En el artículo se aboga por el modelo de proceso, pues permite integrar mejor que el modelo de objetivos los contenidos, las capacidades, las metodologías y la evaluación de los aprendizajes. Palabras clave: competencias profesionales; controversias teóricas y prácticas sobre competencias; dimensiones de la estructura interna de la competencia; diseño curricular en base a competencia (modelo de objetivos); diseño con competencias (modelo de proceso). Summary The professional competencias are related to epistemological, sociological, political and practical issues that should be worked from a multidimensional and integral learning perspective. Understanding, interpreting and contextual applying of different cognitive, personal, social and ethical resources represent the internal structure of the competence, so as the learning to learn abilities for the competences change and improvement could be developed over time. The competencies theoretical framework adopted could have practical implications for the career design at the university. This article claims for a process design model as it offers a more balanced and integrated approach than the objective model for dealing the contents, the competencies, the teaching and learning strategies and the evaluation in a interactive way. Key words: professional competencies, theoretical and practical issues; competencies internal dimensions; competencies based curricular design (objectives model), curriculum design with competences (process model). 1. Introducción La utilización de enunciados que describen el aprendizaje de los estudiantes en términos de objetivos, competencias, o estándares en el contexto anglosajón, no es una no- las competencias profesionales y la formación universitaria... (Pág. 65-82) [ 65 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 66 vedad. No lo es, en efecto, en las políticas de regulación y administración de la educación, tampoco en la historia de la teoría del currículo y la enseñanza ni en la elaboración de diseños, planificaciones o proyectos por los centros y el profesorado. Aunque la referencia explícita al aprendizaje de los estudiantes representa algo más y algo potencialmente más provechoso que limitarse a escribir programas de contenidos, áreas o asignaturas, siempre ha sido un tema de debate y de discusión teórica de qué manera pueden ser descritos los aprendizajes pretendidos y cuáles han sido o pueden ser algunos de sus efectos colaterales. También se ha investigado y evaluado el valor y la incidencia que los llamados modelos de diseño por objetivos tienen sobre las prácticas, así como el grado en que ese enfoque del diseño resulta provechoso para el trabajo cotidiano del profesorado con sus estudiantes. Una buena parte del debate histórico y actual permitiría afirmar que el modelo de objetivos, a pesar de su expansión e influencia desde la primera mitad del siglo pasado, no ha quedado bien parado. Ha recibido críticas teóricas severas, así como también constataciones de que no cuadra tanto con la naturaleza y el desarrollo de la enseñanza y el aprendizaje en la práctica como con las necesidades administrativas de regular, precisar y supuestamente controlar qué se hace, cuándo, cómo y de qué forma se puede evaluar. Las competencias profesionales de las que ahora se está hablando tienen un indudable parentesco, al menos en las formas, con el modelo de objetivos: describen qué es lo que se espera que lleguen a aprender los estudiantes de una titulación, son el estandarte del cacareado giro que ha de darse desde el foco en la enseñanza al foco en el aprendizaje desde un esquema medios-fines, con un riesgo claro de minimizar los contenidos o entenderlos como algo instrumental. Hay indicios, además, de que se están desplegando como un dispositivo de regu- lación y control administrativo, por no decir burocrático, de las titulaciones, guías, procesos de enseñanza y aprendizaje. Cabe plantear, no obstante, la duda de si, apariencias aparte, las competencias quieren resucitar los viejos objetivos aunque con un lenguaje que los camufla, o son de nuevo cuño y, entonces, a pesar de las apariencias y de que ciertamente ponen el énfasis en enunciar aprendizajes deseables, son algo diferente y algo con lo que operar de acuerdo con criterios, principios y prácticas sustantivamente distintas a las del modelo de diseño en base a objetivos precisos, conductuales, jerárquicos y fácilmente evaluables, según los cuales los contenidos educativos o son desdeñables o tienen tan sólo un valor instrumental. En el trasfondo de las competencias, por lo demás, no sólo está el problema que se acaba de referir. El énfasis que ahora se está poniendo en ellas no se podría entender a menos que nos remitamos al contexto social, cultural, económico y político en el que surgieron y bajo cuya presión se vienen desarrollando. También la historia del currículo y de las reformas educativas ofrece un buen escenario de fondo para apuntar tan sólo a algunas claves. En efecto, las reformas basadas en competencias –reformas basadas en estándares sería la expresión más genuina y originaria tal como surgió, una vez más en EEUU, es quizás la ola reformista más actual. Fue precedida por otras desplegadas sucesivamente en los países más desarrollados en los que, sobre todo desde mediados del siglo pasado, el reformismo ha sido una constante, con focos cambiantes. Al énfasis en el diseño del currículo fuertemente centralizado, le siguió la preocupación por la dignificación y la formación del profesorado. Poco después, al filo de los ochenta, surgió con fuerza la descentralización y la autonomía dando lugar al denominado movimiento por la reestructuración de los sistemas educativos. Al reconocer el [ 66 ] • Juan M. Escudero Muñoz sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 67 hecho de que decretar reformas desde arriba tiene un poder muy limitado para estimular cambios, así como por la presión hacia nuevas formas de gobierno en la política, se centró el foco en potenciar espacios delegados de reconstrucción, gestión y responsabilidad hacia abajo. Al filo de los noventa, sin embargo, los efluvios de la descentralización entraron en crisis y empezaron a surgir nuevos vientos recentralizadotes, lo que terminó por convertirse en una nueva ola reformista, dentro de la que se sitúan las reformas basadas en estándares o competencias. La urgencia por los resultados, la elevación niveles, la evaluación y el control de la educación por parte de los Estados en el contexto de la globalización competitiva y la primacía de las demandas del mercado son, desde luego, factores influyentes en el despliegue actual de las competencias. Como quiera que los sistemas educativos y las políticas reformistas son permeables a los cambios ambientales, ninguno de los movimientos citados ha sido ajeno a tensiones, problemas, urgencias o prioridades de las políticas sociales y económicas dominantes. La ola que ahora está inundando las costas de los sistemas educativos tiene dos lógicas bien diferentes. Una de ellas discurre por un mayor reconocimiento del papel y el valor de la educación en la sociedad del conocimiento y buscar reconstruir los sistemas educativos de forma radical, con el objetivo de garantizar a todas las personas una educación de mayor calidad, más justa y equitativa al mismo tiempo. La otra, en la que también se reconoce el valor estratégico de la educación en la economía del conocimiento, lo que se busca es la excelencia, el sometimiento de la formación a los imperativos de la globalización económica y la demandas del mercado, la innovación y la competitividad mercantil, la racionalización, eficiencia y eficacia de los sistemas escolares en todos sus niveles, el aprendizaje a lo largo de toda la vida, pero insistiendo más en el trabajo (empleabilidad) y en la individualización de las necesidades que en la vida y la cohesión social. Aunque pueda sonar extraña una introducción como ésta a un texto sobre competencias, creo que no lo es en absoluto. Como uno de los elementos, quizás central, de los cambios en perspectiva, el modo con el que las pensemos y las políticas que las desarrollen van a estar sometidas a esa doble tensión: representar un recurso al lado de otros para una educación mejor, más democrática y equitativa, o ser una estrategia abierta o sutil para ajustar la educación, en particular la universitaria, a la globalización neoliberal, a los imperativos del mercado depredador, al establecimiento de criterios de excelencia y distinción, a la separación entre quienes saben y están destinados a empleos, salarios y una vida digna y los que no saben y están casi condenados a la precariedad laboral, personal y ciudadana (Brine, 2006). 2. La entrada inicial de las competencias en la enseñanza universitaria Las competencias han aparecido de golpe en la universidad a través de los Libros Blancos realizados por las diversas Comisiones creadas por ANECA con el propósito de establecer inicialmente las líneas directrices de la reforma de las titulaciones. Una determinada concepción de las competencias como la sostenida por el Proyecto Tuning (http://unideusto.org/tuning/) ha sido la que ha determinado e influido no sólo sobre aquellos primeros documentos, sino también en otras muchas actuaciones como las experiencias piloto o el diseño de diferentes guías de cursos y materias. Y, al menos en algunos casos, parece que ésas serán las coordenadas conceptuales y operativas con las que deberá afrontarse esta última etapa del diseño generalizado de titulaciones y de la ense- las competencias profesionales y la formación universitaria... (Pág. 65-82) [ 67 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 68 ñanza, en la que ahora habrá de implicarse todo el profesorado, no sólo unos cuantos voluntarios. A la cultura y tradición universitaria le ha caído, así, una tarea bastante novedosa y con muchas urgencias, como parte de los cambios del EEES. De entrada, es bastante ajena a aquello que más se ha valorado e incentivado dentro de esta institución, así como a muchos de los supuestos y prácticas sostenidos en relación con la docencia y el aprendizaje de los estudiantes. Entre las inquietudes que todos los cambios provocan –también la convergencia– las competencias seguramente no figuran en el primer plano. Hay otros más estructurales e inciertos respecto a una nueva recomposición de fuerzas y equilibrios, prioridades y formas de gobierno, así como aquellos que todavía no están despejados sobre el profesorado, las condiciones de trabajo y los recursos y, desde luego, acerca del tipo de universidad que se quiere construir, como empieza a denunciar, ya de forma mas visible, algún colectivo como el agrupado bajo el lema de la Plataforma Universidad por el Conocimiento (http://firgoa.usc.es/drupal/node/38098) Llama la atención, con todo, que las competencias, llamadas a representar uno de los buques insignias de la renovación pedagógica perseguida, no estén recibiendo quizás la atención y reflexión que merecen. Parecería que, una vez adoptado el modelo Tuning en las alturas, se asume que no hay nada más que discutir ni que aclarar. Lo cierto es, sin embargo, que al lado del uso práctico que ya se ha hecho de las competencias, han surgido también algunas voces críticas, tanto sobre la convergencia en su conjunto como sobre este aspecto en particular (Martínez Bonafé, 2005; Escudero, 2007; Escudero y otros, 2007; Bolívar, en prensa). De momento, estos análisis son menos populares que otros más posibilistas, e incluso pueden ser valorados en ocasiones como resistencias diletantes, poco justifica- das. Además de adhesiones y algunas críticas, una parte considerable se mantiene entre el escepticismo o la mofa fácil. Casi siempre ocurre algo parecido con las reformas. Como ha circulado estos días por la lista de mi universidad, también alguna presentación recuerda aquellas reacciones de las que fue objeto la jerga de la LOGSE y que, por lo visto, ahora le tocan a la convergencia. La plataforma por el conocimiento, antes citada, representa no ya una resistencia diletante, sino un ejemplo de controversias, denuncias y conflictos a los que hay que prestar atención. Las competencias se están aplicando, pero, como decía, poco sabemos acerca de sus significados, usos e implicaciones. Hay algún estudio sobre metodologías (Comisión para la Renovación de las Metodologías Educativas en la Universidad, 2006) y propuestas interesantes sobre algunas metodologías que habrían de desplegarse de acuerdo con el nuevo modelo de enseñanza (De Miguel, 2006), pero, además de relacionar estrategias de enseñanza y competencias, se da por bueno el marco oficial sobre las mismas, eludiendo un tratamiento específico acerca de sus diferentes sentidos y posibles implicaciones. Coincido en que las competencias son tan sólo un árbol que tiene que ser visto dentro del bosque, relacionándolas con todos los demás elementos de las titulaciones (concepción de las profesiones, contenidos de la formación, metodologías, evaluación, etc.). Y, abriendo bien el angular, no pueden desgajarse de ese telón de fondo al que se hizo mención más arriba. Desde mi punto de vista, reclaman algo más de atención teórica que la que se les está prestando. Por lo que tienen detrás y porque, en caso de plantearlas como un mero embalaje o procesos sin sustancia, reducirlas a decisiones administrativas o a prácticas de copiar y pegar desde la lista oficial, sería una provocación a una “institución inteligente” como la universidad. Es inexcusable, por el contrario, explorar el sig- [ 68 ] • Juan M. Escudero Muñoz sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 69 nificado y las contribuciones potenciales de las competencias no sólo en relación con cómo y cuáles hay que formular, sino discutiendo el marco teórico preciso para clarificar su naturaleza y sus relaciones con los demás componentes de una titulación. Y lo primero que hay que asumir es que el término competencia es un concepto difuso, de usos diferentes y, por lo tanto, controvertido. Todavía carece de marcos teóricos de referencia que puedan servir para orientarnos, particularmente en el ámbito de la formación especializada universitaria. La discusión existente ya permite, no obstante, formular algunos interrogantes que son pertinentes y pueden servir a modo de pistas para ir explorando el terreno. Aquí me voy a centrar en estos tres: ¿Cuál es la naturaleza de las competencias? ¿Es pertinente un enfoque del diseño en base a competencias o podría ser adecuado uno de diseño con competencias? ¿Requieren las competencias del aprendizaje de los estudiantes otras competencias institucionales y docentes complementarias? 3. ¿Cuál es la naturaleza de las competencias? Si quisiéramos sacarle algún provecho a la incorporación de competencias en el diseño de las titulaciones y el desarrollo de la enseñanza, no podemos eludir este interrogante. Omitirlo o cerrarlo por los pelos suponiendo certezas donde hay incertidumbres, podría llevar a cercenar algunas posibilidades que podrían llegar a tener bajo ciertas condiciones y presupuestos favorables. Además de ese telón de fondo al que me referí más arriba, el diseño y la formación en base a competencias viene de una historia reciente que ha sido testigo de su aplicación en el ámbito de la formación profesional (Hyland, 1993) o la formación de adultos (Appleby y Bathmaker, 2006), en los que se ha constatado y cuestionado su de- riva hacia el criterio tan en boga de empleabilidad que, incluso en esos ámbitos, puede reducir los contenidos y propósitos de la formación. Y, desde luego, tiene plena actualidad en otros niveles educativos de la práctica totalidad de países y reformas en curso, como es una muestra de ello el currículo de la educación obligatoria legislado en la vigente LOE (2006). A partir de Bolonia (1999) se urgió su presencia necesaria en la formación universitaria, principalmente ligada al concepto de economía del conocimiento, la innovación tecnológica y las demandas del mercado, cuyos desafíos y prioridades se encargó de proponer uno de los escasos textos más teóricos de la Comisión Europea (COM, 2003). Para un análisis bien documentado y crítico, puede verse Brine (2006). Desvela algunos de los presupuestos con los que se está operando al establecer una división entre sociedad del conocimiento y conocimientos y habilidades básicas, y economía del conocimiento y conocimientos y habilidades superiores, donde trató de situarse Bolonia (1999). Desde análisis más globales y otros más específicos, puede extraerse la conclusión de que el concepto de competencia se refiere a un fenómeno que tiene múltiples dimensiones. En una revisión reciente de una parte de la literatura especializada (Escudero y otros, 2007) pudimos constatar que quizás por eso no existe una teoría integradora por el momento y que, por lo tanto, son todavía más pertinentes los interrogantes que las fáciles decisiones. En ello abundan diversas contribuciones como la de Weinert (1999), Barnett (2001), Eraut (1998; 2006); DeLamare y Winterton (2005). Cabría destacar ciertas dimensiones que dan pie a formular algunos interrogantes. Epistemológica (¿qué relaciones establecen las competencias entre la teoría y la práctica, entre el conocimiento y la acción, qué consideración permiten de los contenidos y en las competencias profesionales y la formación universitaria... (Pág. 65-82) [ 69 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 70 qué grado valora y privilegia ciertos conocimientos y capacidades y margina otras?). Ontológica (¿cuál es su estructura interna, sus elementos y relaciones, así como qué tipo de evidencias externas pueden valorarse como pruebas de su dominio?). Sociológica (si las competencias se refieren a la capacidad de resolver problemas y situaciones complejas en contexto, ¿en qué sentido y con qué criterios seleccionarlas y valorar si representan adecuadamente los ámbitos del desempeño profesional?). Político (¿quiénes y con qué tipo de criterios han de determinarlas, velar por que se realicen y acreditarlas?). Si, además de explorar su naturaleza, se quiere relacionarlas con los posibles modelos disponibles para el diseño del currículo (titulaciones), podrían añadirse un par de aspectos y cuestiones también relevantes: Modelo de diseño: ¿podrían pensarse que, teniendo en cuenta los modelos de diseño más conocidos, una determinada concepción de las competencias cuadraría mejor con unos que con otros? Modelo de desarrollo: ¿cuáles podrían ser las condiciones y dinámicas requeridas para que un determinado modelo de diseño contribuyera a impulsar la renovación pedagógica deseable en la enseñanza y titulaciones universitarias? 4. Las competencias de ahora son de nuevo cuño Aunque un abanico de interrogantes y dimensiones como el sugerido abre, quizás, demasiados frentes y, desde luego, muchos más que los que aquí se pueden tratar, sirve qui- zás para dos propósitos. Uno, para reiterar que estamos tratando un asunto que tiene muchas caras y que, por lo tanto, debiera disuadir cualquier salida fácil, aunque tuviera la apariencia de ser práctica y operativa. Dos, que, tomando en consideración algunas de las claves teóricas con las que se está intentando comprender el tema escurridizo de las competencias, no lleva demasiado lejos una postura que lleve a demonizarlas sin más como herederas del clásico y denostado enfoque de objetivos. Tampoco procedería hacer otro tanto por la sospecha de que pudieran ser el caballo de Troya a través del cual se va a inundar la universidad con la ideología del operacionalismo (hagamos profesionales que sepan resolver problemas y no le demos tantas vueltas a su formación académica, obsoleta y abstracta), lo que llevaría a vaciar la formación universitaria del rigor sustantivo y científico al que no debiera renunciar. Barnett (2001) ha escrito argumentos bien fundamentados que alertan de este segundo riesgo y no debieran pasarse por alto, así como el hecho de que, aunque sean de nuevo respecto a los antiguos objetivos conductuales, la filosofía y presupuestos menos aceptables de ellos pudieran estar larvados bajo el ropaje diferente de las competencias. Aprecio otros problemas de naturaleza algo diferente sobre los que me gustaría centrar la atención. Uno se refiere a si podemos contar con algún marco teórico del que extraer referentes bien fundamentados para acotar un significado aceptable del concepto polivalente de competencia. Dos, si, en caso de que lo hubiere, ofrece orientaciones suficientes y razonables para transitar desde la teoría al diseño del currículo, en nuestro caso, de las titulaciones. 5. Un par de referencias conceptuales Así como el modelo de competencias promovido por el Proyecto Tuning ha recibido [ 70 ] • Juan M. Escudero Muñoz sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 71 críticas diversas, en concreto por su déficit teórico y por el abuso de una metodología empirista según la cual las opiniones de los “clientes” se erigen en el criterio que valida las que se han propuesto y su clasificación, el marco teórico y las propuestas del Proyecto DeSeCo (www.deseco.admin.ch/) han tenido una mejor acogida. Se trata de un proyecto que ha venido desarrollándose en el último lustro y, tanto por la metodología seguida como por los fundamentos teóricos de la propuesta realizada, ha tenido un eco notable en las políticas relacionadas con la evaluación del aprendizajes a ciertas edades, caso de Pisa, y también en nuevos diseños del currículo, como puede verse, además de en otros países europeos, en la actual LOE (2006). En ella aparecen las competencias básicas por primera vez en nuestra legislación curricular y son propuestas con la idea de que representan un norte de referencia común para el desarrollo de los aprendizajes escolares que debieran lograr los alumnos en la educación obligatoria. Está fuera de mi intención hacer aquí una descripción del marco teórico y la propuesta de competencias de la ciudadanía que propone el Proyecto DeSeCo. Puede consultarse la página propia, donde se encuentra una amplia documentación, así como alguna publicación en castellano (Rychen y Hersh Salganik, 2006, con una buena introducción de Bolívar y Pereyra, 2006) o una exposición clarificadora sobre el particular por parte de Pérez Gómez (2007)1. Aunque dicho proyecto no está pensado para la enseñanza universitaria, su concepción de la estructura interna de las competencias es interesante, así como otra acotación, prácticamente coincidente, que se ha hecho pensando específicamente en la formación universitaria. En el Proyecto DeSeCo se define la competencia como: “un bagaje transferible y multifuncional de conocimiento, habilidades y actitudes que todos los individuos necesitan para un desarrollo personal satisfactorio, la inclusión y el empleo que debería lograrse al final de la educación obligatoria y constituir una base sólida para el aprendizaje a lo largo de la vida” (CERI DeSeCo, 2002:4). Tomando como referencia el excelente trabajo que hace unos años escribió Weinert (1999), uno de los teóricos del proyecto anterior, se ha propuesto otra definición como ésta: “La habilidad de manejar de una forma apropiada los desafíos que situaciones y problemas complejos les plantean a los individuos que, para actuar de manera responsable y adecuada en un contexto, tienen que integrar conocimientos complejos, habilidades y actitudes”. Schneckerberg y Wildt (2005:30). Estas dos referencias permiten subrayar que: a) la estructura interna de una competencia está compuesta por el conjunto de recursos cognitivos (saber, saber hacer, aprender a aprender…) y actitudes que contribuyan a que un individuo realice actuaciones adecuadas y responsables; b) las competencias operan y se relacionan en relación con y para resolver situaciones o problemas complejos; c) su desempeño en determinados contextos ha de satisfacer un conjunto de criterios o estándares establecidos, lo que determina, como dice Eraut (1998) que las competencias estén socialmente establecidas y construidas. En suma, las competencias serían descripciones de los aprendizajes de los estudiantes incluyendo múltiples ingredientes (recursos cognitivos de diversa naturaleza, personales, sociales, valores), implican la capacidad de movilizarlos e integrarlos, en orden a definir y responder adecuadamente a situaciones o problemas complejos en contextos relativamente bien definidos, to- las competencias profesionales y la formación universitaria... (Pág. 65-82) [ 71 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:27 Página 72 mando en consideración criterios sociales y éticos establecidos. Si se consideran los tres dominios en que el Proyecto DeSeCo organiza las competencias para la vida –usar herramientas y recursos interactivamente (capacidad de uso del lenguaje, la información y recursos del entorno simbólico, cultural y físico, competencia informativa y comunicativa y uso interactivo y reflexivo de las tecnologías), capacidad de interaccionar con otros en grupos heterogéneos (relacionarse con los demás, cooperar y resolver conflictos), y capacidad de actuar autónomamente (actuar con visiones de conjunto, elaboración y desarrollo de proyectos personales, capacidad de hacer valer los propios derechos e intereses teniendo en cuenta los de los demás)– parece claro que, desde luego, no se está hablando de las competencias como objetivos conductuales, así como tampoco de una concepción de las mismas que las constriñe a la ideología operacional. La cuidada elaboración de este enfoque, a pesar de que posiblemente es el más sólido desde un punto de vista teórico y conceptual, no resuelve todas las dimensiones que propusimos más arriba. Mientras que es un buen punto de partida al proponer una estructura interna (dimensión ontológica) que reclama la integración de múltiples recursos intelectuales y de otro tipo, y alude a relacionarlas con problemas complejos en contexto (con lo que apunta hacia la cara sociológica), pasa por alto la dimensión política (tema éste sobre el que, como dijimos, no están ausentes las polémicas, Brine (2006), y se limitan a reconocer, pero nada más, el lugar y la contribución de los contenidos (dimensión epistemológica). Expresamente se afirma que un individuo competente ha de interaccionar con el lenguaje y diversos recursos simbólicos y cognitivos de forma que esté capacitado para “darle sentido” a la realidad, no sólo para actuar con o sobre la misma. Ello significa, a fin de cuentas, que entre un determinado marco conceptual de carácter genérico sobre las competencias y el diseño del currículo hay un salto considerable que no es posible realizar sólo con una consideración de las mismas. Aunque algún teórico de las competencias como Perrenoud (2000) afirma claramente que las competencias no pueden dar la espalda a los contenidos, el marco DeSeCo y las competencias básicas del currículo de la educación obligatoria, que es el nivel de la formación para el que la propuesta en cuestión fue pensada, no facilitan las cosas como para resolver la cuestión de en qué sentido y cómo han de relacionarse recíprocamente contenidos y competencias2. Si no se cuenta con un marco teórico equivalente para la enseñanza universitaria, podemos pensar que ese problema de fondo plantea interrogantes relevantes acerca de cómo se establecen y precisan las relaciones entre las competencias profesionales de los titulados que se quieren preparar y los contenidos científicos que hay que seleccionar y organizar para dotarles de una sólida y rigurosa formación intelectual, personal, social, ética. En el contexto de la enseñanza universitaria, pensar en el desarrollo y aprendizaje de competencias entendidas como se está diciendo puede abrir vías de posibilidad, pero sólo a condición de ir más allá del discurso y los análisis propiamente centrados en las competencias. En ningún caso, las competencias nos pueden llevar a desconocer y ni siquiera minimizar las cuestiones perennes que hay que despejar al diseñar una titulación, en particular, los contenidos. Ya que, como se reconoce, las competencias no pueden dejar de lado los contenidos, pero no resuelven la inexcusable selección y organización de los mismos, es preciso contar con otros referentes que, por principio, permitan trabajar de forma simultánea e interactiva con las competencias, los contenidos, las metodologías y la evaluación de los apren- [ 72 ] • Juan M. Escudero Muñoz sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:28 Página 73 dizajes. Tratar estos elementos de cualquier diseño curricular de forma simultánea, llevaría a cuestionar el uso ampuloso de ciertas competencias transversales y formalistas (competencias de análisis, competencias sistémicas, por citar algunos ejemplos de Tuning). La capacidad de análisis que se requiere de un cocinero para interpretar una receta de cocina es sustantiva y formalmente diferente de la que se refiere, ejemplo de un docente, para analizar e interpretar el contexto social, cultural y personal de sus estudiantes en orden a planificar adecuadamente la enseñanza. A su vez, las competencias sistémicas, con las que se alude a la capacidad de elaborar visiones globales de la realidad, no serían una categoría de competencias singulares, sino una característica esencial de cualquier aprendizaje que merezca el calificativo de competencias, procurando integrar, a su vez, el desarrollo de capacidades personales, sociales y éticas. Con ese propósito elaboramos un mapa (Escudero y otros, 2007:13) como el que se presenta a continuación. figura 1 Competencia cognitiva especializada Competencia personal Meta-competencias Capacidad de realizar actuaciones inteligentes ante problemas complejos en contexto Competencia social Competencia ética Veamos cómo se pueden entender cada uno de los elementos identificados y trataremos, en el punto siguiente, la cuestión relativa al posible modelo de diseño que pudiera ser más idóneo. a) En el centro de la figura se alude al núcleo central de una competencia como “capacidad de realizar actuaciones inteligentes ante problemas complejos en contextos”. En línea con la naturaleza de las competencias antes comentada, se supone que el conjunto de las grandes capacidades a través de las cuales se represente adecuadamente una idea global de los profesionales universitarios ha de ir persiguiendo “acciones inteligentes”, esto es, definición y juicio de los problemas en contexto y elaboración de respuestas aceptables a los mismos. En la competencia como acción inteligente, no hay, como dice Barnett (2001), una situación a la que se responde aplicando una o varias habilidades, sino una situación que es definida y juzgada por el sujeto, de forma tal que el juicio es una parte sustancial de la habilidad competente. En ausencia de conocimiento y compresión, la acción sería azarosa, mecánica, rutinaria, irreflexiva. En relación con problemas complejos, la interpretación y el juicio son elementos tan involucrados en un posible desempeño competente que, en alguna medida, lo preceden, acompañan su realización y tanto el juicio como la actuación son susceptibles de irse confirmando, afinando o modificando en la práctica y después de la misma, sometida a análisis, reflexión y crítica. De alguna manera, a ese juego, relación e interacción de componentes es a lo que D. Schon (1983) hizo referencia al caracterizar la estructura y las dinámicas del quehacer de los profesionales reflexivos. Si se tienen en cuenta el carácter multidimensional de una competencia, la integración de los diversos elementos que la constituyen y el sentido de globalidad, la serie de las que hayan de identificarse para representar una profesión en un determinado las competencias profesionales y la formación universitaria... (Pág. 65-82) [ 73 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:28 Página 74 ámbito y en relación con problemas complejos, no podría consistir en algo así como en listas telefónicas. Las tareas y aprendizajes complejos se resisten a ser atomizados de ese modo, la fragmentación atenta contra el carácter holístico de las competencias. Ir por esa dirección no sólo puede representar un estorbo para conectar el diseño de una titulación con la integración de los contenidos, metodologías y evaluación, sino para que los planes no lleguen a conectar coherentemente con los procesos de enseñanza y aprendizaje. En el texto citado (Escudero y otros, 2007) se presentan algunos ejemplos de titulaciones diseñadas con competencias (título de maestros organizados alrededor de cinco grandes capacidades, o de trabajo social, en siete). El número es por sí irrelevante, pero en esos casos se puede apreciar bien la idea de globalidad e integración a la que se está aludiendo. b) Alrededor del círculo central se representa otro que lo rodea, aludiendo a meta-competencias. Este término se refiere al desarrollo de capacidades meta cognitivas, ampliamente reconocidas en la teoría sobre el aprendizaje humano como un aspecto esencial en los procesos de autorregulación y modificación del aprendizaje autónomo por parte de los individuos (Brandsfor y otros, 1999; 2005). De ese modo se estipula el carácter evolutivo y cambiante de las competencias, la importancia que la capacidad de ampliar y enriquecer los repertorios de pensamiento y acción a partir de la reflexión y evaluación de la práctica, del ejercicio profesional, han de tener en la formación. c) En la parte superior izquierda de la figura se habla de competencia cognitiva especializada. Es la ventana por la que, como hace Weinert (1999), entra en el esquema la formación científica especializada, los contenidos sustantivos, los procedimientos de trabajo y de construcción del conocimiento de cada ámbito del saber y las diferentes dis- ciplinas que lo constituyen, así como las zonas y aportaciones interdisciplinar es. Las competencias profesionales, y todavía menos si se las tomara en sentido restringido y fragmentario, no nos ofrecen pautas decisivas para la selección de los contenidos. Para acometer esta tarea hay que disponer criterios derivados y validados a partir de las mejores, más actualizadas y relevantes tradiciones y contribuciones de las disciplinas como espacios epistemológicos de construcción del saber. Será difícil encontrar un modelo de competencias que pueda ser autosuficiente en esta materia. Y, desde luego, los profesionales que se formen en la universidad serán más o menos capaces de interpretar, enjuiciar y resolver satisfactoriamente los desafíos de sus respectivas tareas y situaciones, cuanto más rigurosos y mejor fundados sean los contenidos que se seleccionan, cuanto más poder tengan de ampliar las capacidades de entender, apreciar y cuestionar la realidad desde claves científicas, sociales, culturales, políticas y humanas. Los contenidos de la formación no pueden ser marginados; y no sería aceptable una perspectiva desde la que fueran tan sólo seleccionados en razón de su contribución instrumental al desarrollo de ciertas competencias. Hay contenidos relevantes que no tienen por qué ser filtrados bajo criterios pragmáticos de utilidad, y menos todavía bajo los que pudieran apelar a su “rentabilidad” en razón de las demandas del mundo del trabajo. Otra cosa diferente y tampoco aceptable sería si, en lugar del pragmatismo, el criterio que se aplique para decidir qué contenidos han de nutrir la formación no fuera otro que el academicismo corporativista o la inercia histórica del peso de unas u otras disciplinas. Valorar los contenidos en sí y no sólo por su carácter instrumental, y relacionarlos con competencias razonables y bien justificadas, será algo potencialmente más provechoso que separar, del modo que fuere, aspectos de la for- [ 74 ] • Juan M. Escudero Muñoz sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:28 Página 75 mación que han de quedar estrechamente unidos, recíprocamente determinados. La consideración simultánea de contenidos y competencias puede ser el contenido de un diálogo necesario entre el rigor y la relevancia del conocimiento y el desarrollo del pensamiento (comprensión, juicio e interpretación, argumentación, comparación, creatividad, solución de problemas complejos y bien contextualizados. La formación de los profesionales no será buena formulando no sé cuántas competencias como algo pegado y yuxtapuesto. Pero tampoco lo será si, tal como los contenidos son seleccionados, organizados y trabajados, lo más que pueden desarrollar en los estudiantes es la capacidad de memorización sin comprensión, la erudición fragmentaria, la acumulación de datos y términos sin orden ni estructura. En la enseñanza universitaria también hay que atender al principio ilustrado de formar cabezas bien amuebladas en lugar de llenarlas de contenidos sin sentido. Bien entendidas y trabajadas, las competencias y los contenidos yendo de la mano, pueden ser una vía de posibilidad en esa dirección. d) En el caso de tener resolver aceptablemente esos criterios, puede sacársele algún provecho a la propuesta del Proyecto DeSeCo, aunque adaptándolo al ámbito universitario. Por ejemplo, en las sugerencias que hace sobre el desarrollo de competencias comunicativas e informativas, así como en lo que se refiere al uso interactivo y reflexivo de recursos, no sólo nuevas tecnologías, que hay que desarrollar en cualquier ámbito profesional. Con un sentido parecido, pueden ser útiles las propuestas que hace respecto al desarrollo de la autonomía personal y el trabajo con otros, que es a lo que nos estamos refiriendo al recoger en la figura anterior las competencias personales y sociales. Sin poder entrar con más detalle en el tema, baste decir que el hecho de considerarlas expresamente significa, de un lado, tomar nota de que también a la formación universitaria, no sólo le compete preparar profesionales competentes para una acción inteligente, sino también profesionales humanos. No sólo profesionales solitarios, sino miembros conscientes, dispuestos y capaces de pertenecer a comunidades en cuyo seno ejercen su trabajo discutiendo y compartiendo propósitos, coordinando actuaciones, dialogando y experimentando, desarrollando el sentido de pertenencia y los compromisos deontológicos que definen a colectivos profesionales responsables. e) Y, desde luego, nos parece que la competencia ética, tal como se incluye en la parte inferior derecha de la figura anterior, tiene que ser tomada en consideración, es decir, ser sometida a discusión, reflexión y argumentación al diseñar las titulaciones. Siguiendo con la misma línea de razonamiento precedente, no sólo habría que preparar profesionales intelectualmente competentes, humanos y capaces de idear y hacerse responsables con otros de proyectos comunes, sino también profesionales pertrechados de conciencia ética, prestos a someter sus valores y actuaciones a criterios éticos defendibles. Se han escrito cosas interesantes sobre la ética profesional (Cortina, 2005; Martínez Navarro, 2006) y entiendo que este tipo de conocimiento también ha de presidir las tareas que tenemos por delante. La propuesta que se acaba de describir permite precisar algunos aspectos sobre la naturaleza y la red de las competencias, pero, por supuesto, tan sólo abre un camino e incita, quizás, a fundamentar mejor las mismas coordenadas sugeridas. Si volvemos a la serie de interrogantes planteados en su momento, lo que hemos indicado incide más en las facetas epistemológica y ontológica, pero nada se concreta acerca de la sociológica (¿qué situaciones o problemas complejos seleccionar para la formación y con qué tipo de criterios validarlos?), ni tampoco la política las competencias profesionales y la formación universitaria... (Pág. 65-82) [ 75 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:28 Página 76 (¿quiénes y de qué manera han de participar en la determinación de las competencias, en su validación, en la aplicación de criterios de evaluación a efectos de acreditación de titulaciones, qué papel se ha de reconocer a las agencias de calidad y cómo debiera desempeñarse?) Son otras tantas cuestiones abiertas que habrá que seguir explorando. 6. ¿Un modelo de diseño “basado” en competencias, o un modelo de diseño “con” competencias? Aunque haya de ser ya de manera más resumida, no me gustaría terminar sin aludir al tema planteado en este epígrafe. La pregunta planteada establece una disyuntiva entre un modelo de diseño basado en competencias u otro con competencias. Exige, pues, alguna reflexión acerca de si, tal como hemos descrito las competencias, el modelo de diseño por objetivo sería el más adecuado o, tal vez, lo sería el modelo de proceso. En otra ocasión me he referido a ello (Escudero, 2007a), argumentando que el diseño de las titulaciones dentro de la convergencia no debiera desconocer, o plantear las cosas como si no hubiera existido una ya larga historia del currículo en la que se ha generado y debatido un amplio cuerpo de conocimiento, propuestas y experiencias en la materia. Algunas referencias como Grundy (1987), Guarro (1999), Moreno (1999), Smith (2000), Zabalza (2003), entre otras muchas que pueden encontrarse en la literatura especializada, han descrito y valorado diversos modelos en lo que al menos destacan tres: el modelo producto o por objetivos, el modelo proceso, el modelo praxis. No pretendo complicar el panorama con nuevas jergas pedagógicas, pero sí hacer algunas consideraciones elementales, pues son muy pertinentes al tema que nos ocupa. Suelo utilizar una metáfora para explicarles a mis alumnos los marcos teóricos disponibles para encarar el diseño de proyectos: en el modelo de objetivos, a lo que más atención se presta es al “destino de un viaje” y lo que se diseña es el currículo como un producto; en el de proceso, es el viaje y determinados principios de procedimiento lo que constituye el eje del diseño y sus relaciones con la práctica de la enseñanza y aprendizaje como un trayecto bastante abierto, interactivo y reflexivo; en la tercera opción, que es muy similar a la segunda, se confiere mucha importancia, además del viaje y el modo de hacerlo, a un conjunto de valores y criterios éticos que han de ser discutidos y validados en tanto que contribuciones a conectar las prácticas con proyectos sociales, políticos y culturales de transformación, de emancipación humana y social. Grundy (1987) ha descrito de forma sencilla los presupuestos e implicaciones teóricas y prácticas de cada uno de esos modelos que, a la postre, representan opciones alternativas a la hora de racionalizar la acción. En los tres modelos se asume que al diseñar hay que justificar y tomar decisiones sobre las cuestiones esenciales del currículo y de la enseñanza: valoración y análisis de contextos sociales, políticos, culturales, económicos, y organizativos, así como de los sujetos de la formación, finalidades, contenidos, metodologías, materiales y relaciones pedagógicas, evaluación. Pero cada uno de ellos representa diferentes racionalidades según las cuales entender su naturaleza de todos esos componentes, establecer relaciones entre los mismos y articular el diseño en cuestión. Aunque de forma esquemática, podemos contemplar algunas consideraciones. El modelo de objetivos propone una racionalidad según la cual las decisiones del diseño han de adoptarse siguiendo un esquema medios-fines, jerárquico, lineal, con una secuencia que va desde ciertos referentes teóricos y el análisis de necesidades a la formulación de objetivos (es habitual descender a especificaciones muy detalladas de conductas, de habilidades diseccionadas), [ 76 ] • Juan M. Escudero Muñoz sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:28 Página 77 desde ahí se decide la selección y organización de los contenidos, las experiencias de aprendizaje y, en su momento, la evaluación. Desde un punto de vista teórico, este esquema ha sido ampliamente cuestionado porque se apoya en un modelo de racionalidad instrumental de los medios (contenidos y metodologías) al servicio de los fines convertidos en objetivos, porque separa medios de fines y desconoce sus influencias recíprocas, porque asume presupuestos que llevan a dar por sentados ciertos contextos, valores y fines (están fuera de la racionalidad instrumental), lo que lleva a conferir al diseño un carácter eminentemente gerencial, de racionalización técnica, optimización y control. Desde un punto de vista práctico y en alguna medida político, las mayores críticas se han centrado en denunciar que se trata, en esencia, de un modelo gerencial, obsesionado con la regulación y el control del currículo y la enseñanza, y de ahí su tendencia a la adopción de esquemas o formatos que pretenden dejarlo todo atado y bien atado, su afición a fragmentar las tareas y separar cada uno de los elementos desconociendo sus relaciones recíprocas. Al mismo tiempo, un modelo en base a objetivos presupone que, una vez establecido el diseño, a las prácticas y prácticos lo que les toca es aplicarlo, determinar el valor de lo que se haga en razón de su contribución al logro de destinos predeterminados (objetivos, competencias). De ese modo, no sólo son entendidos como algo instrumental los contenidos y las metodologías, también se piensa bajo esa misma perspectiva a los prácticos (docentes) y las prácticas (procesos e interacciones didácticas). La concepción de la práctica y los prácticos como un terreno y unos actores donde haya lugar a la interpretación personal y contextual, a la reflexión y la crítica, es algo ajeno. Las resistencias o los conflictos no es algo que reciba buena acogida; son un inconveniente, una forma de protección de intereses de quienes no quieren moverse, ni siquiera cuando se le trata de con- vencer de la bondad de las buenas propuestas que desde arriba se les ofrecen. Al poner el énfasis preferente en la determinación del destino del viaje (objetivos, competencias), y al presumir que los demás elementos (contenidos y metodologías) han de alinearse con ello y buscar la eficacia, al modelo de objetivos se le ha tachado de lineal, jerárquico, fragmentario, con querencias mal disimuladas por afanes de ordenar, regular, clasificar, ponerlo todo bajo unas y otras taxonomías. En aras del posibilismo y las urgencias de la acción, desconsidera los marcos teóricos, ideológicos y contextuales de la acción práctica, así como también la historia y las regularidades según las cuales las cosas han sido pensadas y hechas. Da más importancia al diseño de planes que a la realidad y las condiciones en las que los prácticos deciden y realizan la enseñanza y el aprendizaje; más valor a la alta especificación de lo que hay que lograr que al grado en que tales especificaciones representen adecuadamente el trabajo pedagógico con temas y contenidos abiertos y conflictivos, las operaciones y aprendizajes intelectualmente complejos, personalmente significativos y socialmente relevantes que, en efecto, habría que estimular. De hecho, una buena parte de la investigación didáctica sobre la enseñanza, en particular la que se llevó a cabo desde los setenta en relación con las dinámicas de pensamiento y acción que impregnan el quehacer docente, puso de manifiesto que el modelo de objetivos en cuestión no cuadra bien con los pivotes sobre los que los docentes, incluso los de otros niveles educativos diferentes al universitario, asientan su enseñanza. Aunque utilicen el modelo de objetivos al planificar, parece que lo hacen por imperativos administrativos y no tanto para organizarse sus actuaciones pedagógicas, que siguen otros esquemas diferentes (Clark y Peterson, 1986). Para deshacer algunos equívocos posibles, estas valoraciones críticas del modelo las competencias profesionales y la formación universitaria... (Pág. 65-82) [ 77 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:28 Página 78 de objetivos no suponen defender que el currículo y la enseñanza sean prácticas insensibles a los objetivos del aprendizaje, o que no haya que buscar alguna forma de eficiencia y eficacia al pensar, diseñar y realizar formación en diversos contextos. Donde se concentran las aportaciones alternativas es en el modo de entender la naturaleza de cada uno de los elementos del currículo (titulaciones), la forma de articular sus relaciones interactivas y recíprocas, las concepciones sostenidas sobre las relaciones entre los planes diseñados y su proyección sobre los procesos de enseñanza y aprendizaje, así como la imposibilidad de separar el pensamiento y la acción, los medios de los fines, el diseño del currículo y el conjunto valores, opciones ideológicas y políticas que, por ser generalmente conflictivas y problemáticas, no puedan darse por sentadas. El modelo de proceso, siempre presente en teorías y prácticas que entendieron la educación como una actividad humana, reflexiva y no técnica, cultural y no tanto gerencial, abierta y experiencial en lugar de cerrada, previsible o estandarizada, ligada a ideales de transformación social en lugar de a funciones de reproducción socioeconómica, no desapareció ni siquiera con la fiebre del culto a la eficiencia social. Más tarde, al filo de los setenta, tuvo uno de sus mejores exponentes en las contribuciones al currículo de L. Stenhouse (1983). Desde entonces, su consideración en la teoría curricular ha sido obligatoria y su proyección sobre el modo de entender la educación, diseñar y desarrollar proyectos formativos ha sido visible, aunque menos oficial que el anterior. Retomando el símil del viaje, este modelo interpreta que lo decisivo es contar con una imagen global del trayecto que ha de realizarse y prestarle una consideración propia a cada uno de los elementos que han de ser pensados y decididos a partir de perspectivas que busquen la integración, las influencias recíprocas y la coherencia. Es evidente que hay que reflexionar y decidir acerca de los aprendizajes. Pero eso no puede ocurrir como una tarea independiente o superpuesta a los contenidos. Sin sustancia cultural relevante y rigurosa, las competencias sólo serán procesos vacíos; sin condiciones, tareas y actividades –metodologías y relaciones pedagógicas– enunciados administrativos sin consecuencias pedagógicas. No procede entonces un esquema de pensamiento lineal, sino otro que ha de ser interactivo y lo más integral posible. No es conveniente separar medios de fines, pues unos y otros se crean y constituyen recíprocamente, tanto en la imagen que se tenga de lo que podrían ser los contextos de trabajo, de enseñanza y aprendizaje entre docentes y alumnos, como en la adecuada selección de los contenidos (rigurosos, pertinentes, profundos y relacionados, significativos y comprensibles) y el modo de trabajarlos (comprensión, capacidad de establecer relaciones, argumentación, resolución de problemas, creatividad, etc.). Un currículo (titulación) no debiera verse, entonces, como un programa producto que hay que pautar y aplicar, sino como un encuentro intelectual y personalmente valioso entre determinados contenidos culturales, los estudiantes y los profesores. Al diseñarlos, será conveniente tomar buena nota de contextos marco y situaciones locales y personales que hay que conocer e interpretar, estudiar y echar mano de la reflexión para integrar el conocimiento y la experiencia disponible, procurando respetar un criterio de unidad e integración. No secuencias lineales y encadenadas entre objetivos o competencias desglosadas, sino búsqueda de interacciones entre contenidos bien seleccionados y organizados y la realización de experiencias y actividades que permitan entenderlos con profundidad, cultivar operaciones cognitivas superiores y construir sentido sobre lo que se aprende y sus conexiones con la vida, con situaciones y problemas complejos. De los actores implicados, docentes y estudiantes, no se espera tanto un [ 78 ] • Juan M. Escudero Muñoz sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:28 Página 79 seguimiento fiel, sino una disposición y actividad reflexiva. No operaciones sobre piezas sin conexión clara, sino un trabajo de diálogo y conversación sobre unidades más amplias e integradoras. No existe obsesión con el control y la evaluación de aprendizajes predeterminados y su consecución en tiempos rígidos, sino seguimiento reflexivo de procesos y resultados, flexibilidad suficiente para atender e interpretar el desarrollo de los acontecimientos, apertura a temas y necesidades emergentes. El modelo de proceso presume que los contenidos, metodologías y aprendizajes quedan mejor comprendidos desde esquemas de pensamiento recursivos y abiertos. Han de traducirse, por lo tanto, en modos de hacer las cosas consecuentes. Si una imagen arbórea en la que prevalece la verticalidad permite visualizar el esquema de pensamiento y acción basado en objetivos, una imagen de pradera compuesta por múltiples raíces, tejida por conexiones entre las mismas y derivaciones múltiples, y por lo tanto horizontal, es la más apropiada al modelo de proceso. Por eso se habla de un modelo de diseño “con competencias” como alternativa a un modelo “basado en competencias”.3 El modelo de proceso, en suma, invita a prestarle mucha atención a la justificación del currículo (titulaciones), la elaboración de diseños alrededor de unidades globales e interactivas de contenidos, competencias y metodologías, operando con principios de procedimiento que orienten el viaje. Asume, asimismo, que la enseñanza y el aprendizaje basado en la reflexión, el diálogo y la conversación entre los sujetos y buscando el rigor intelectual y el desarrollo del pensamiento, son condiciones ineludibles en la buena formación universitaria. Si los contenidos seleccionados y organizados, las competencias trabajadas y las experiencias a través de las que se procure desarrollarlas consideran criterios éticos y referentes sociales y políticos que incluyan valores de cambio y transformación social y cultural (democracia, justicia, equidad…) el modelo de proceso puede darse la mano con el modelo praxis (Grundy, 1987). 7. ¿Es preciso reclamar también competencias institucionales y docentes complementarias? La sugerencia que acaba de hacerse a favor de un modelo de proceso precisa, al menos, un par de consideraciones adicionales. En primer lugar, no quiere darse a entender que cualesquiera otra práctica con el modelo de objetivos sea del todo improcedente en no importa qué ámbitos; tampoco se presume que cualquier práctica del diseño con ese esquema pudiera carecer de provecho para los docentes y estudiantes implicados. Cualquier propuesta teórica de diseño no sólo depende de la misma en sí, sino de una serie imprevisible de contextos y acciones por parte de los agentes implicados. Por ello, el mensaje de este texto es que, por principio, sería deseable tomar en cuenta que existen diversos esquemas posibles y alternativos para el diseño y el desarrollo de las titulaciones y que, por lo tanto, ello debiera disuadir de adoptar e imponer oficialmente alguno de ellos. Parece más razonable establecer requerimientos de carácter más general y mucho menos, incurrir en un exceso de reglamentaciones que no sólo transmiten un halo de burocracia estandarizada, sino que, por lo que sabemos, resulta poco práctica y menos acorde con las mejores intenciones de los cambios en perspectiva. Un esquema de planificación de titulaciones y asignaturas en las que las competencias van por un lado y con su lógica y los contenidos por los suyos, no ayudará a mejorar la formación. En realidad, lo que puede apreciarse en algunos esquemas que se están proponiendo como marcos de referencia es que, de un lado, se cumple con el trámite de enunciar competencias más o menos numerosas las competencias profesionales y la formación universitaria... (Pág. 65-82) [ 79 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:28 Página 80 y, de otro, se organizan módulos temáticos adosados tras cuyas formulaciones lo único que se ve es un reparto más o menos equitativo de áreas, departamentos y asignaturas existentes. No es necesario tener que echar mano de muchos argumentos para anticipar la lógica que, bajo esas condiciones, presidirá el diseño de las nuevas titulaciones y, luego, el su desarrollo en la práctica. Aunque con muchos flecos que recoger y ampliar, la sugerencia planteada en la figura que hemos comentado más arriba y la apelación a un modelo de proceso podría, tal vez, dar lugar a otras dinámicas. En concreto, pensar y concertar a fondo el modelo de profesional correspondiente a cada titulación, esbozar grandes competencias nucleares y relacionarlas con los contenidos científicos que mejor puedan contribuir a precisarlas y desarrollarlas en la formación. Aprovechar las competencias en cuestión como un resorte para relacionar, vertebrar y coordinar mucho mejor que hasta la fecha las aportaciones de diferentes materias, así como para ser más coherentes en lo que se refiere a metodologías, criterios y procedimientos de evaluación, podría ser un trayecto a ir explorando reflexiva y críticamente, y no tanto para copiar y pegar competencias mientras las áreas o departamentos se pelean por la parte de la tarta que les va a tocar en los nuevos planes de estudio. En segundo lugar, la pregunta que preside este último apartado es, como puede verse, bastante retórica. Está planteada en términos que, a fin de cuentas, sólo permiten una respuesta afirmativa. La cuestión menos obvia es la que se refiere a qué tipo de competencias y con qué contenidos han de nutrirse. Tan sólo, por lo tanto, alguna consideración para finalizar. En otros momentos (Escudero, 2006; 2007a y 2007b) he insistido en que, procurando aprender de algunos conocimientos sobre los contenidos y dinámicas de los cambios en educación, no podemos suponer que con tener aceptablemente bien dispuestos los aperos del viaje (cosa que no siempre se puede dar por supuesta), el trayecto irá por sí mismo y los viandantes lo harán expeditivamente. Nada más incierto. Los cambios, incluso cuando son legítimos, están bien armados y gozan de condiciones aceptables, no pueden hacerse sin las instituciones y sujetos que los piensen, dialoguen con ellos, los asuman reflexivamente y exploren nuevos territorios de sentido y acción con sus propuestas. En suma, sin competencias (por seguir con el término) institucionales y docentes, no será posible trabajar sacándoles provecho a las competencias, a sus relaciones con los contenidos y las metodologías, a lo que está siendo y podría llegar a ser la formación de los estudiantes universitarios. Una formación docente bien centrada en contenidos y procesos (no sólo en actividades acerca de cómo hacer las cosas), una consideración del liderazgo en los centros y las titulaciones, la creación de climas y contextos de deliberación adecuados y concertados para no hacer más de lo mismo, o la ampliación de la mirada hasta el punto de no presumir que, una vez que se hayan diseñado las titulaciones, estará cubierta la mayor parte del camino, son algunas de las diversas facetas relacionadas con competencias, disposiciones y compromisos institucionales y docentes con los cambios en perspectiva. Posiblemente, los avances o retrocesos en este ámbito van a influir poderosamente sobre avances o retrocesos en la materia del diseño y la realización de la formación que se vaya ofreciendo. [ 80 ] • Juan M. Escudero Muñoz sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 01 MONOGRAFICO 1-82 18/3/09 11:28 Página 81 Referencias bibliográficas Appleby, Y y Bathmaker, A.M (2006) “The new skills agenda: increased lifelong learning or new sites of inequality?” Bristish Educational Research Journal, 32(5) 703-717. Barnett, R. (2001) Los límites de las competencias. Barcelona: Gedisa. Bolíva, A y Pereyra, M. A (2006) “El Proyecto DeSeCo sobre la definición y selección de competencias clave”. Introducción a la edición española, en Rychen, D.S. y Hersh salganik, L (comp.) (2006) Las competencias clave para el bienestar personal, social y económico. Málaga: Ediciones Aljibe. Bolívar, A (en prensa) “La planificación por competencias en la reforma de Bolonia de la educación superior. Un análisis crítico”, Rev. Educaçao Temática Digital. Diciembre 2007. Bransford, J y otros (1999) How People Learn. Washington: National Academic Press. 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Es de suponer que la integración de esos dos elementos habrá de ser llevada a cabo por los centros y el profesorado al diseñar el currículo y la enseñanza. 2 La imagen del diseño como pradera, que remite al concepto de rizoma de Deleuze y Guattari y ha sido tomado por Goodley (2007) para analizar la construcción teórica y práctica de la discapacidad, es muy sugerente también para imaginar un modelo de diseño y desarrollo de la enseñanza abierto, interactivo, emergente, conectado. Parece mucho más adecuado que el modelo lineal por objetivos para el desarrollo de competencias complejas, así como para aprovechar posibilidades que ahora más que nunca pueden permitir las nuevas tecnologías bien utilizadas por el profesorado y alumnado. 3 Notas A pesar de que desde un punto de vista teórico y metodológico el Proyecto DeSeCo merece una consideración positiva, deja de merecer debates y críticas como las de Brine (2006), así como el hecho de que, además de que no ofrece criterios para la determinación de los contenidos, parece asumir una concepción individualista de las competencias y una visión de los individuos como sujetos que han de hacerse a sí mismos, pasando por alto las condiciones y responsabilidades sociales (Escudero y otros, 2007). 1 DIRECCIÓN DEL AUTOR: Juan M. Escudero Muñoz. Universidad de Murcia. Facultad de Educación. Campus Universitario de Espinardo. Apartado de correos 4021. 30071 Murcia (España). Correo electrónico: jumaes@una.es Fecha de recepción del artículo: 10.X.2008 Fecha de aceptación definitiva: 12.XI.2008 [ 82 ] • Juan M. Escudero Muñoz sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 83 INVESTIGACIÓN Violencia de género en el ámbito universitario. Medidas para su superación • Consol Aguilar, Mª José Alonso, Patricia Melgar y Silvia Molina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85 La implicación de las profesoras en la gestión universitaria • Marina Tomás, María del Mar Durán y Cristina Guillamón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 Empleabilidad y formación de inmigrantes • Félix Etxeberria, Elisabet Arrieta, José Garmendia y José Ignacio Imaz . . . . . . . . . . . . . . 105 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 84 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 85 Violencia de género en el ámbito universitario. Medidas para su superación Consol Aguilar Ródenas Universidad Jaume I María José Alonso Olea Universidad del País Vasco Patricia Melgar Alcatud y Silvia Molina Roldán Universitat de Barcelona Resumen Este artículo expone parte de los resultados de la primera investigación sobre violencia de género en las universidades españolas1. A partir de la revisión de investigaciones internacionales, mostramos que la violencia de género tiene una presencia importante en las universidades. Posteriormente, identificamos medidas para la prevención y superación de la violencia de género que ya se están desarrollando en algunas de las universidades de más prestigio internacional. Ambos aspectos son el punto de partida para el estudio de la violencia de género en las universidades españolas y para el diseño de medidas que contribuyan a su superación. Palabras clave: universidad, violencia de género, agresión sexual, acoso, investigación, medidas, prevención. Summary This article contains some of the results from the first research on gender violence in Spanish universities. Based on a review of international research, we demonstrate that gen- der violence is prevalent in universities. Subsequently, we identify measures to prevent and overcome gender violence which are already being developed in some of the most prestigious international universities. Both of these aspects are the starting off point to study gender violence in Spanish universities and to design measures which contribute towards overcoming it. Keywords: university, gender violence, sexual assault, harassment, research, measures, prevention. 1. Introducción La violencia de género es una problemática social que afecta a mujeres de diferentes edades, clases sociales, culturas o niveles académicos y que supera estereotipos existentes respecto a quiénes la sufren, por qué y dónde se produce. Como parte de esta realidad, los datos de diversas investigaciones internacionales indican que también es un fenómeno que se da en el ámbito universitario y, como consecuencia, existen ya numerosas iniciativas y experiencias en diversas universidades violencia de género en el ámbito universitario. medidas para su superación (Pág. 85-94) [ 85 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 86 del mundo que implementan medidas para prevenir situaciones de violencia de género en el contexto universitario. Esta investigación parte de esta realidad, así como de la idea de que en las universidades españolas la violencia de género se manifiesta en diferentes formas, de la misma manera que lo hace en otros ámbitos sociales. Se trata de una realidad que muchas personas conocemos pero sobre la que apenas se ha roto el silencio para sacarla a la luz pública y, por lo tanto, no se están desarrollando acciones que contribuyan a erradicarla. En este artículo presentamos parte de los resultados obtenidos en el proyecto I+D+I Violencia de género en las universidades españolas financiado por el Instituto de la Mujer, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (2006-2008)2. El objetivo de este proyecto ha sido estudiar la presencia de violencia de género en el contexto universitario español e identificar medidas que puedan contribuir a superarla. Este artículo se centra en los resultados obtenidos acerca de la implementación de medidas contra la violencia de género en el contexto universitario. Esta investigación parte también del trabajo previo realizado por diferentes investigadoras e investigadores de CREA, Centro Especial de Investigación en Teorías y Prácticas Superadoras de Desigualdades de la Universidad de Barcelona, en el ámbito del género, la socialización preventiva de la violencia de género, los trabajos iniciados por Jesús Gómez sobre modelos de atracción (2004) y de los debates científicos que ha impulsado el Grupo de Mujeres de CREA Safo. Este trabajo ha sido el segundo que se desarrolla en nuestro país centrada en estudiar la violencia de género específicamente en el contexto universitario. La primera investigación fue realizada en año 2006, (Valls y otros, 2005-2006) pero únicamente abarcaba las universidades catalanas. Ambas investigaciones han sido dirigidas por la Dra. Rosa Valls Carol. 2. Metodología La investigación se ha basado en una metodología de orientación comunicativa crítica (Gómez y otros, 2006). Esta metodología se propone generar conocimiento a través de la creación de un diálogo intersubjetivo y pone énfasis tanto en los componentes que suponen mecanismos de desigualdad, como en los componentes transformadores que favorecen la superación de las desigualdades. En nuestra investigación, este enfoque se ha llevado a cabo combinando técnicas cuantitativas y cualitativas. La orientación comunicativa se ha concretado en la inclusión de personas vinculadas a la temática trabajada en el proyecto y la población objeto de estudio y el diálogo con ellas en diferentes momentos del estudio. El estudio se ha realizado durante tres años. En su desarrollo, y en lo que respecta a los resultados que discutimos en este artículo, se han llevado a cabo los siguientes análisis. - Análisis de las investigaciones que, a nivel internacional, se están realizando sobre violencia de género en las universidades. Este análisis ha permitido identificar medidas, políticas universitarias o propuestas implementadas en otras universidades que están contribuyendo a su prevención y superación. Asimismo, en este análisis se han identificando los indicadores más utilizados en el estudio de la violencia de género, que han servido como base para la implementación de una encuesta sobre violencia de género en diferentes universidades españolas con el objetivo de analizar su presencia en el contexto universitario español. La revisión bibliográfica y documental se ha llevado a cabo partiendo de criterios de exhaustividad y cientificidad, recurriendo a las bases de datos de más reconocimiento internacional en Ciencias Sociales y Educativas (ERIC, SOCIOFILE), a las publicaciones periódicas inter- [ 86 ] • Consol Aguilar, Mª José Alonso, Patricia Melgar y Silvia Molina sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 87 nacionales de mayor impacto científico (Journal Citation Reports. Social Science Edition/ISI) y a los proyectos I+D desarrollados en España. - Elaboración de un inventario de medidas y recursos que existen en diferentes universidades contra la violencia de género y el posterior análisis de buenas prácticas bajo dimensiones como la solidaridad entre mujeres, el apoyo a la víctima y la implicación de la comunidad educativa. Además, a través de la realización de relatos comunicativos de vida cotidiana con estudiantado y entrevistas con profesorado y personal de servicios y administración, hemos conocido la acogida que tendrían estas propuestas en nuestras universidades así como su utilidad y viabilidad a la hora de aplicarlas. 3. Análisis e interpretación de los resultados 3.1 Evidencias acerca de la violencia de género en las universidades. Estado de la cuestión Las investigaciones que a nivel internacional describen la presencia de la violencia de género en las universidades nos permiten dibujar este fenómeno a partir de algunas características como las que describimos a continuación: 3.1.1 La presencia de violencia de género en las universidades La mayoría de investigaciones sobre la temática estudiada han sido desarrolladas en Norteamérica. Asimismo, son estos países los que cuentan en la mayoría de sus universidades con medidas de atención a las victimas y de prevención de la violencia de género. En el contexto europeo encontramos pocas investigaciones al respecto; no obstante, algunas universidades, tal y como veremos en el siguiente apartado, implementan medidas en este sentido. En España, la investigación que presentamos en este artículo es la segunda que se realiza, y la primera que se dirige a analizar la problemática de la violencia de género en las universidades en el conjunto de España. Las medidas de atención y prevención son prácticamente inexistentes en la mayoría de nuestras universidades. En el contexto norteamericano, según Fonow (1992), de las violaciones que suceden en los campus universitarios en los EE UU, el 54% suceden en las citas; además, el 35% de los chicos universitarios afirman que cometerían una violación si pudiesen. En este mismo contexto, un estudio que analizó 140 encuestas a mujeres universitarias pertenecientes a una hermandad femenina concluyó que el 51% habían sufrido al menos un acto de agresión sexual desde que tenían 14 años; de estas mujeres, el 83% había sufrido al menos una de esas situaciones mientras estaba en la universidad. Un 95% de las mujeres que habían sufrido esta situación conocían a su agresor, que era su novio, amigo o conocido. En un 38% de los casos lo habían conocido el mismo día o durante la noche de la agresión. En un 41% de los casos la violación o intento de agresión tuvo lugar en las casas de hermandades (Copenhaver y otros, 1991). Más recientemente, el estudio de Gross (Gross y otros, 2006) destaca que, desde su matriculación en la universidad, el 27% de las 903 mujeres universitarias que participaron en su estudio habían sufrido algún tipo de abuso o situación no deseada, desde besos y caricias hasta relaciones sexuales. En el contexto de Cataluña, la investigación llevada a cabo (Valls y otros, 2005-2006) ha mostrado que un 58% de las 368 chicas universitarias que respondieron a la encuesta afirmaban haber sufrido o conocer alguna de las situaciones de violencia de género en la universidad sobre las que se les preguntaba. violencia de género en el ámbito universitario. medidas para su superación (Pág. 85-94) [ 87 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 88 3.1.2 Las víctimas no identifican situaciones de violencia de género como tales Un dato sobre el que hay que estar alerta es que muchas mujeres que sufren este tipo de situaciones no las consideran agresiones sexuales, aun habiendo sido forzadas a tener relaciones sexuales no deseadas, como una violación (Copenhaver y otros, 1991; Kalof, 1993). A esta falta de reconocimiento de la violencia frecuentemente se une la falta de denuncia. La investigación llevada a cabo por Gross es muy significativa en este sentido: de las 246 mujeres entrevistadas que habían sufrido alguna situación de violencia de género, únicamente 4 explicaron el suceso a la policía (Gross y otros, 2006). Este estudio explicita también la existencia de una visión estereotipada de la violación, cuyas consecuencias son, entre otras, la asunción por parte de la víctima de un grado de responsabilidad en la provocación de la situación. La investigación de Bondurant (2001) destaca que las víctimas que sufren elevados niveles de violencia durante la agresión identifican en mayor medida la situación como una violación. Asimismo, añade otro elemento relevante: en los grupos de amigas en los que se habla abiertamente sobre este tipo de situaciones, las mujeres están más predispuestas a reconocerlas como agresiones sexuales o violaciones. Así, es de gran importancia señalar cómo el diálogo y las interacciones entre iguales pueden ser un factor clave a la hora de identificar situaciones de violencia de género y, por lo tanto, de prevenirlas. Este aspecto será también fundamental tenerlo en cuenta a la hora de profundizar en el análisis de medidas y actuaciones para la prevención de la violencia de género en las universidades. 3.1.3 Culpabilización de las víctimas Un elemento que contribuye a la no identificación de la violencia de género ni al apoyo a las víctimas, es la culpabilización de las mismas. Cowan (2000), analizando las creencias que culpabilizan a las mujeres de la violación y que exculpan a los hombres, encontró en su estudio respuestas que apuntaban ideas como que las “víctimas” son las que provocaron la situación y, por lo tanto, las responsables de que se produjera, que las violaciones sólo son perpetradas por hombres con patologías mentales, o que son situaciones que los hombres que las llevan a cabo no pueden evitar por sus necesidades sexuales. Cowan identifica que este rechazo, insolidaridad y desconfianza entre las propias chicas no son actitudes aisladas, sino que deben analizarse en el contexto de una serie de creencias sociales producto de la socialización que toleran y permiten la violencia y acoso sexuales, contribuyendo a crear un ambiente de hostilidad hacia las mujeres. 3.1.4 Modelos de relación que favorecen la violencia de género Existen investigaciones dirigidas a estudiar las dinámicas asociadas a las relaciones en las que se produce violencia en las citas entre universitarios y universitarias. Charkow y Nelson (2000) analizaron una población de 178 mujeres estudiantes universitarias e identificaron que las relaciones en las que se producía violencia o coacción sexual en las citas respondían a esquemas de relaciones caracterizados por aspectos de dependencia y aceptación del abuso confundiéndolo con amor o con ideales tradicionales románticos. Estos autores destacaron que la intervención con programas de prevención de la violencia en las citas tendría que dirigirse a trabajar los elementos que caracterizan este tipo de relaciones no saludables. Otra línea de investigación se ha centrado en la relación entre las actitudes de apoyo a las relaciones sexuales forzadas que se da en las fraternidades y la violencia se- [ 88 ] • Consol Aguilar, Mª José Alonso, Patricia Melgar y Silvia Molina sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 89 xual (Yancey, 1989; Copenhaver, 1991; Fonow, 1992; Boeringer, 1999; Boswell y Spade, 1996). Kalof (1993) encontró en su estudio que, en comparación con otras mujeres universitarias, las miembros de hermandades manifestaban actitudes más estereotipadas sobre la aceptación de la violencia interpersonal y la aceptación de mitos sobre la violación, tales como “a las mujeres les gusta que las fuercen para mantener relaciones sexuales”, “las chicas agradables no son violadas”, o “las víctimas de violación son promiscuas o tienen mala reputación”. 3.1.5. La universidad como contexto hostil para las mujeres Otras investigaciones no se han centrado en identificar situaciones concretas de violencia de género en las universidades sino en analizar la universidad como una institución donde se genera un ambiente adverso hacia las mujeres. Un trabajo canadiense (Osborne, 1995) destaca cómo las universidades son un contexto mucho más desfavorable para las mujeres que para los hombres, partiendo de diferentes contribuciones de estudios previos en los que se analiza cómo el contexto universitario devalúa y margina a la mujer. Así, se considera que el acoso sexual y la misoginia también son formas de violencia contra las mujeres y que pueden manifestarse con normalidad en los currículos académicos, en las discusiones y debates en las aulas universitarias, siendo un mecanismo de subordinación y opresión hacia las mujeres que se vive en el día a día universitario. También se destaca que hay pocos estudios que hayan identificado este tipo de actitudes, comportamientos y prácticas como formas de violencia o que hayan analizado la conexión entre formas de violencia y otros mecanismos de subordinación de las mujeres. Otro aspecto fundamental, que nos concierne especialmente, es que se denuncia una realidad muy próxima a situaciones que se están viviendo en la actualidad en las universidades españolas: la situación adversa en que encuentran las mujeres que se han atrevido a romper el silencio, denunciando y haciendo públicas las situaciones de violencia de género (Puigvert, 2008; Valls y otros, 2008). Centrándose en el acoso sexual por parte de profesorado universitario al estudiantado, Kalof, Eby, Matheson y Kroska (2001) obtienen como resultado el destacable dato de que, de las 525 personas encuestadas, el 40% de las mujeres y el 28,7% de los hombres habían sido acosadas y acosados por profesorado de la universidad. Algunas investigaciones ponen de manifiesto que entre las causas por las que muchas de las mujeres que sufren situaciones de violencia de género, incluso agresiones sexuales y violaciones no denuncian, se encuentra el sentimiento de que la institución universitaria no las tomará en serio o no las apoyará (Hensley, 2003). Por otro lado, las estudios también han mostrado que los y las estudiantes creen que los sistemas de gobierno en las universidades no abordan de manera adecuada la violencia de género en el campus y los comportamientos que la potencian, lo que lleva a la apatía entre el alumnado y a que no se informe de incidentes de violencia que han sucedido en el contexto universitario. Es por tanto necesario que las universidades empiecen a cambiar este ambiente potenciando la no tolerancia hacia cualquier tipo de violencia (Bryant y Spencer, 2003). 3.2 Medidas de prevención y atención de la violencia de género La necesidad identificada a través de las investigaciones de implementar medidas de prevención y atención se ve reflejada en la existencia de las mismas contra la violencia de género en las universidades de más prestigio internacional. A través de la revisión de las actuaciones desarrolladas en las violencia de género en el ámbito universitario. medidas para su superación (Pág. 85-94) [ 89 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 90 universidades a nivel internacional hemos podido recoger diferentes tipos de acciones que se deben tomar en cuenta a la hora de desarrollar planes de actuación contra la violencia de género en nuestro contexto, donde este campo aún no está desarrollado. En el presente apartado presentamos una categorización de ejemplos de medidas que actualmente se están aplicando en diferentes universidades. 3.2.1 Medidas de identificación de las situaciones de violencia de género Encontramos estas informaciones, en primer lugar, en las páginas web de las universidades (California Institute of Technology, Massachusetts Institute of Technology, Duke University, University College London), donde se dedica algún apartado específico a proporcionar información sobre qué es la violencia de género, a identificar diferentes tipos de violencia y a poner ejemplos que permitan su detección. Asimismo encontramos trípticos o guías con información en los que se define qué es violencia de género, acoso, agresión y abuso sexual, con ejemplos sobre situaciones concretas, para facilitar su identificación, información sobre servicios a los que acudir si se sufre una de ellas y el posicionamiento como institución en contra de la violencia de género, el acoso y abuso sexual (Princeton University, Harvard University, University of Pennsylvania, University of Manchester, Dartmouth College, University of Cambridge). Por otro lado, se organizan también conferencias o grupos de discusión para que los alumnos sepan qué es la violencia de género y proporcionarles herramientas para detectarla (Columbia University). 3.2.2 Servicios de atención y asesoramiento En este grupo de medidas encontramos, en primer lugar, el asesoramiento por parte de asociaciones de estudiantes, donde se pueden encontrar actividades como cursos de formación sobre diferentes temáticas, entre ellas la prevención de la violencia de género (Campus-wide Education, Princeton University), información y asesoramiento sobre el abuso de drogas, las enfermedades de transmisión sexual, el acoso y la agresión sexual, así como información sobre los servicios a los que pueden acudir (Health Educators, Yale University), asesoramiento a estudiantado con problemas de stress y que sufren acoso o abusos sexuales (Walden – Anonymous and confidential peer counseling, Yale University), y sensibilización, prevención y apoyo a toda la comunidad universitaria para concienciar sobre el problema de la violencia de género y proponer acciones para acabar con ella (Stop our silence, Massachusetts Institute of Technology Institute Technology). En segundo lugar, encontramos las oficinas de atención y prevención del acoso y agresión sexual en las universidades. Suelen ser oficinas creadas en las universidades que coordinan los diferentes programas de prevención y atención de las agresiones sexuales y del acoso sexual. Algunos ejemplos son la Office of Sexual Assault Prevention and Response (Harvard University), donde podemos encontrar información y apoyo a los estudiantes que han sufrido cualquier tipo de abuso sexual o relación violenta, acompañamiento para la presentación de informes o para recibir atención médica, información y apoyo a los familiares y amistades de las víctimas, talleres educativos sobre la violencia sexual y otros temas relacionados; el Sexual Violence Advisory Board (Stanford University), comisión formada por estudiantado, profesorado y personal de administración y servicios que tiene como finalidad coordinar medidas de prevención y atención a la violencia sexual en la universidad; y la OMBUDS Office, creada para ofrecer a los miembros de la universidad asistencia confidencial e informal para resolver [ 90 ] • Consol Aguilar, Mª José Alonso, Patricia Melgar y Silvia Molina sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 91 conflictos dentro del campus (California Institute of Technology). En tercer lugar, encontramos otros servicios de atención a las víctimas de violencia de género en la universidad, como teléfono de urgencias, para asesorar a la persona que ha sufrido una agresión sexual sobre cómo contactar con la policía, el servicio sanitario o el hospital de la universidad (Yale University); teléfonos de asesoramiento con la finalidad, entre otras cosas, de dar información sobre qué hacer en caso de haber sufrido acoso sexual o agresión sexual (Yale University); centros de atención médica (Harvard University), incluso con una sección específica para atender a las víctimas de agresiones sexuales (Massachusetts Institute of Technology MIT); o la comisaría de policía en el campus, (Harvard University, Massachusetts Institute of Technology), algunas de las cuales tienen servicios específicos que atienden los casos de agresión sexual (California Institute of Technology). También existen tutores y tutoras que se pueden asignar a los y las estudiantes que denuncien casos de violencia o abusos para que les informen sobre los recursos que ofrece la universidad y le asesoren en los procesos de denuncia (University of Cambridge), así como servicios gratuitos de terapia psicológica grupal e individual para víctimas de acoso y agresión sexual (Dartmouth College). 3.2.3 Medidas para facilitar la denuncia y romper el silencio Se trata de universidades que disponen de oficinas, grupos y foros de denuncia que sirven para esta finalidad. Existen oficinas donde poder denunciar casos de abuso, que suelen depender de alguna asociación o institución de la universidad (Universidad de Columbia). Los grupos tienen como objetivo concienciar sobre el problema de la violencia de género y explicar en qué consiste; acostumbran a ser grupos de debate, for- mados habitualmente por estudiantado, aunque también los hay dirigidos al profesorado y al personal de administración y servicios (Duke University). Con una finalidad similar, los foros en Internet se utilizan –principalmente en universidades británicas– para que el estudiantado pueda explicar sus experiencias, consultar dudas o discutir sobre temas de género (University College London, University of Manchester). 3.2.4 Información sobre servicios y lugares donde acudir para buscar asesoramiento Esta información va dirigida tanto a víctimas de situaciones de violencia de género como a entidades que quieran organizar actividades de prevención, formación o similares. En el primer caso, encontramos la guía que se da al estudiantado cuando se matricula en la universidad, donde se ofrece información sobre los servicios a los cuales se puede acudir. En esta guía también se encuentra el posicionamiento de la universidad de “Tolerancia Cero” hacia el acoso y cualquier otro tipo de violencia de género (University of Cambridge). En el segundo caso, encontramos centros dirigidos a las organizaciones universitarias que tratan la violencia de género, cuyo objetivo es reducir los delitos contra las mujeres y mejorar los servicios a las víctimas en la universidad, aplicando programas de educación y prevención y desarrollando la investigación de estrategias que prevengan la violencia de género (University of Pennsylvania, Drexler University, University of the Sciences in Philadelphia). 3.2.5 Medidas que contribuyen a crear ambientes no hostiles hacia las mujeres, de “Tolerancia Cero” hacia la violencia de género y de solidaridad hacia la víctima Encontramos, en primer lugar, oficinas que se dedican a la resolución de conflictos re- violencia de género en el ámbito universitario. medidas para su superación (Pág. 85-94) [ 91 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 92 lacionados con la violencia de género. Normalmente son oficinas que también recogen denuncias y una vez estudiadas ponen en marcha servicios de mediación entre la víctima y el agresor, entrevistan a las partes, valoran posibles sanciones, etc. También se encargan de identificar problemas sobre la violencia de género y proponer políticas a la universidad para que las lleve a cabo, analizan los programas realizados por la universidad, investigan estrategias que prevengan la violencia de género y mejoran los servicios prestados por la universidad (California Institute of Technology, University of Manchester). En segundo lugar, encontramos los grupos de apoyo, que analizan cuestiones de género, analizan acciones para acabar con la violencia de género, atienden las necesidades de las mujeres que acuden a los grupos y ofrecen información y recursos (University of Wisconsin, Dartmouth College). 3.2.6 Actividades de prevención y formación Encontramos centros de mujeres (Women’s Center) donde se desarrollan una serie de actividades y servicios como asesoramiento confidencial, charlas, talleres para evitar, disuadir y resistir la violencia física y verbal, grupos de apoyo, y eventos culturales como proyecciones de películas y tertulias que analizan una serie de cuestiones relacionadas con la mujer y el género (California Institute of Technology). En este marco hallamos también cursos de autodefensa, habitualmente organizados por los departamentos de policía de las universidades, como el Rape Aggression Defense (Universidad de Dartmouth). Existen, asimismo, talleres de prevención, a través de los cuales se trabajan diversos temas relacionados con la violencia de género, y se proporciona información sobre qué hacer en el caso de sufrir una situación de acoso, abuso o agresión sexual. Por otro lado, toda la comunidad universitaria puede disponer de materiales diversos para trabajar la prevención de la violencia de género como películas, libros y guías (Princeton University, Yale University). Existen actuaciones dirigidas a los hombres. Por ejemplo, el National Organization of Men’s Outreach for Rape Education (NO MORE) es un grupo de hombres que trabajan para la formación y la educación de los hombres sobre acoso sexual (Yale University), y Men Against Violence es un grupo dedicado a acabar con la violencia de los hombres contra las mujeres, los niños, las niñas u otros hombres, promover espacios de cambio y explorar la diversidad de masculinidades que se dan en la universidad (Columbia University). 3.2.7 Posicionamiento público como institución universitaria contra las diferentes formas de violencia de género y acoso en el ámbito universitario El posicionamiento de las universidades toma forma a través de diferentes acciones. En primer lugar, existen actos de reivindicación contra la violencia de género, que están contenidos en un calendario sobre este tipo de eventos (Harvard University). En segundo lugar, se promueve el rechazo de toda forma de violencia o abuso mediante las políticas de la universidad, que también permiten sancionar este tipo de sucesos (University of Pennsylvania, University College London, University of Manchester, University of Oxford, London School of Economics). En tercer lugar, existen casos en que la universidad o alguna de sus organizaciones condena la violencia de género mediante declaraciones en sus páginas web, en las guías que ofrecen al estudiantado, o a través de otros medios (California Institute of Technology, Duke University, Dartmouth College). 3.2.8 Publicaciones e informes Finalmente, algunas universidades hacen publicaciones e informes sobre acoso sexual [ 92 ] • Consol Aguilar, Mª José Alonso, Patricia Melgar y Silvia Molina sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 93 en la universidad (Harvard University, Dartmouth Collage, Duke University). 4. Conclusiones Nuestra socialización sigue alimentando valores desiguales que desde la infancia crean caminos diferentes y excluyentes para las niñas y los niños, como desde hace ya muchos años denuncia el movimiento feminista. Es cierto que se han realizado avances, especialmente desde los sistemas educativos, pero aún quedan muchas cosas que cambiar porque la socialización no se produce sólo a través de los currículos educativos sino que inciden muchos aspectos, como las formas de relación que vivimos en el entorno familiar, las relaciones con los amigos y las amigas, los medios de comunicación, las películas, los libros y las constantes interacciones en las que tomamos parte (Froufe, 1997; Oliver y Valls, 2004; Valls y otras, 2008). Esta investigación muestra que esta socialización se refleja también en el contexto universitario y que es necesario implementar medidas para su superación. La existencia de medidas en las universidades contribuye a construir un ambiente donde las agresiones son más fácilmente identificables, se favorece su denuncia y se abre el camino hacia su erradicación. A través de ellas, nuestras universidades pueden crear ambientes de tolerancia cero ante la violencia de género –en general y en concreto la que se da en la institución universitaria– contribuyendo a una socialización preventiva de la violencia de género y rompiendo el silencio en las instituciones universitarias, como ya se ha hecho en otros países y como está haciendo en España la sociedad en general gracias, principalmente, al trabajo de los grupos de mujeres y otros movimientos sociales y de las investigaciones. Cuando las instituciones pongan las medidas para que las mujeres perdamos el miedo a denunciar la violencia de género que sufrimos y cuando no dé miedo hacer investigación sobre estos temas tendremos unas universidades no sólo menos sexistas sino también más científicas y humanas. Referencias bibliográficas Boeringer, S. B. (1999): “Research note: Associations of rape-supportive attitudes with fraternal and athletic participation”. Violence Against Women, 5, pp. 81-89. 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Plan Nacional I+D+I. 20052008. 1 2 El equipo de investigación del proyecto está integrado por los siguientes miembros: Rosa Valls, María José Alonso Olea, Consol Aguilar Ródenas, Luis Torrego Egido, Pilar Colas Bravo, Lola Frutos, Jesús Gómez, Montse Fisas, María Padrós, Ainhoa Flecha, Miguel Ángel Pulido, Laura Ruiz, Patricia Melgar, Laura López y Silvia Molina. DIRECCIÓN DE LAS AUTORAS: Consol Aguilar Ródenas. Universidad Jaume I. Facultad de Ciencias Humanas y Sociales. Av. De Vicent Sos Baynat, s/n. 12071 Castelló de la Plana. Correo electrónico: aguilar@edu.uji.es. Fecha de recepción del artículo: 21.X.2008 Fecha de aceptación definitiva: 08.I.2009 [ 94 ] • Consol Aguilar, Mª José Alonso, Patricia Melgar y Silvia Molina sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 95 La implicación de las profesoras en la gestión universitaria Marina Tomás1 María del Mar Durán Cristina Guillamón Universitat Autónoma de Barcelona Resumen En este artículo se exponen los principales resultados obtenidos al investigar cómo ejercen la participación las mujeres en los órganos de gobierno de la universidad. Partiendo de la aplicación de dos estrategias metodológicas, la observación sistemática categorial y la entrevista grupal, se concluye que existen ciertas diferencias de comportamiento entre géneros en las reuniones de toma de decisiones. Además, se constatan otros aspectos relacionados con la calidad de la decisión, con el llamado “estilo femenino” de participación y con otros factores, además del género, que parecen influir en la forma de gestionar de las profesoras universitarias. Palabras clave: toma de decisiones, universidad, estilos de participación, género, ejercicio del poder. Summary This article highlights the main results obtained from research into the manner in which women participate in the university’s governing bodies. Starting from the applica- tion of two methodological strategies, systematic categoric observation and group-based interview, the article concludes that there are certain behavioural differences between genders in meetings of a decision-taking nature. Furthermore, other aspects are emphasised, relating to decision quality, to the socalled “feminine mode” of participation as well as to other factors –in addition to gender– which appear to influence women university teachers’ style of management. Keywords: decision-taking, university, mode of participation, gender, power. 1. Introducción Las cifras demuestran que la presencia de las profesoras universitarias en los cargos de gestión universitaria es más bien escasa. Preocupadas por ello, el equipo de investigación se planteó indagar los posibles motivos de esta realidad dando respuesta a varias preguntas: ¿qué tipo de interacciones y dinámicas se dan dentro de los órganos de gobierno de la universidad?, ¿cómo actúan las profesoras dentro de dichos órganos?, ¿el comportamiento de las profesoras difiere del de sus compañeros?, ¿están satisfechas las la implicación de las profesoras en la gestión universitaria (Pág. 95-104) [ 95 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 96 profesoras sobre su participación en la toma de decisiones?, etc. Para dar respuesta a dichas cuestiones se realizaron ocho observaciones sistemáticas categoriales en varias reuniones de órganos de gestión de diferente tipología y universidades y se llevaron a cabo dos grupos de discusión con hombres y mujeres que han tenido o tienen algún cargo de gestión en la actualidad. Se presentan en este artículo los instrumentos utilizados, así como los resultados obtenidos, pudiéndose concluir que se aprecian ciertas diferencias en el comportamiento de profesoras y profesores cuando participan en los órganos de gobierno de las universidades, comportamientos que están influidos por varias variables como, por ejemplo, el tamaño del grupo o el sexo de la persona que dirige la reunión. 2. La mujer en los cargos de gestión universitarios en cifras Las mujeres han recorrido un camino lleno de dificultades e impedimentos que las han alejado de la educación y la cultura a lo largo de la historia. La incorporación de la mujer española en la universidad como estudiante no comenzó, al igual que en otros países europeos, hasta la segunda mitad del siglo XIX, y, de la misma forma que en los otros países, fue un proceso lento, teniendo que luchar, presionar e incluso engañar para demostrar una capacidad que se les negaba, como fue el caso de Concepción Arenal. Actualmente, a inicios de siglo XXI, las cifras demuestran que las estudiantes son mayoría en las aulas. Las mujeres representan, según datos del curso 2005-06 el 54,09% del estudiantado universitario en España y obtienen el 60,65% de los títulos académicos (INE, 2007). En segundo lugar, se debe estudiar la incorporación de la mujer como personal do- cente e investigador. En este sentido, para el mismo curso, las profesoras representaban un 35,14%, siendo el porcentaje menor a medida que se asciende de categoría profesional, tal como han estudiado Izquierdo et al. (2004) o como se mencionó en el Seminario interuniversitario sobre Políticas universitarias de género celebrado en la UAB en junio de 2006. Finalmente, cabe hablar de la mujer en relación a los cargos de gestión. En este sentido, se puede afirmar que las diferencias respecto a sus compañeros aún son más notorias. Tanto es así que durante el curso 2005-06 sólo 4 de las 73 universidades del territorio español estaban dirigidas por una Rectora (Universidades de Girona, Málaga, Oberta de Catalunya y Ramon Llull), una cifra poco satisfactoria si tomamos en consideración que hace 25 años que Elisa Pérez Vera fue nombrada Rectora, convirtiéndose en la primera Rectora española. En la tabla n. 1 se presenta el número de profesoras y profesores que ocupaban ciertos cargos de gestión (rectorado, vicerrectorado, decanato, dirección de escuela universitaria y de departamento) en las Universidades Autónoma de Barcelona, de Barcelona, Pompeu Fabra y Ramon Llull para el curso 2005-06. Los datos que se extraen de esta tabla son muy ilustrativos. Tan sólo, como ya se indicó, una de las cuatro universidades está presidida por una Rectora, quien ha decidido formar un equipo rectoral paritario. También se puede extraer de las cifras que los rectores suelen conformar equipos eminentemente masculinos (porcentaje de vicerrectores próximo al 80%), exceptuando la UAB, que ha formado un equipo de gobierno paritario. Si se toman en consideración los decanatos, se puede afirmar que este cargo está altamente masculinizado en todas las universidades que formaron parte del estudio y lo mismo se puede decir de la dirección de las escuelas universitarias, a excepción de la [ 96 ] • Marina Tomás, Mª del Mar Durán y Cristina Guillamón sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 97 tabla 1. el desarrollo de cargos de gestión según cargo, universidad y sexo Universidad UAB Cargo M Rector/a % UB H M 0 1 0 100 UPF URL H M H M H 0 1 0 1 1 0 0 100 0 100 100 0 Vicerrector/a 6 4 2 7 2 8 1 2 % 60 40 22,22 77,78 20 80 25 75 Decano/a % Director/a Escuela % Director/a Departamento % 3 8 5 13 1 8 0 8 27,27 72,73 27,77 72,73 11,11 88,89 0 100 1 2 2 0 1 3 3 7 33,33 66,67 100 0 25 75 30 70 12 42 26 77 1 8 22,22 77,78 25,24 74,76 11,11 88,89 (sin datos) Curso 2005-06 (Guillamón, 2006). M significa “mujer” y H “hombre”. UB, donde las dos escuelas están dirigidas por una directora. Finalmente, se ha estudiado el sexo de la persona que ocupa la dirección de los departamentos. En este caso también se observa una predominancia del sexo masculino, siendo la UB la universidad con más directoras de departamento, seguida de la UAB y la UPF. Para concluir este apartado, mencionar que las cifras recogidas demuestran que a pesar que cada vez más mujeres acceden a la universidad, éstas representan una minoría dentro del colectivo de personal docente e investigador (sobre todo en los niveles más altos de la carrera académica) y aún están menos presentes en los cargos de gestión de la universidad, que continúan siendo ejercidos en gran mayoría por profesores. 3. Metodología En vistas a la necesidad de indagar en los motivos de la falta de presencia femenina en las instancias de poder en las universidades, el grupo de investigación se planteó una serie de objetivos. 1. Describir y comprender el tipo de interacción y las dinámicas en los órganos de gobierno de las universidades. 2. Describir el comportamiento de las profesoras en función del tipo de interacciones. 3. Captar el grado de satisfacción de las profesoras con relación a su participación en la toma de decisiones en los órganos de gobierno colegiados. 4. Estudiar las dinámicas existentes en los órganos de gobierno con relación a la posible influencia que ejerza el género. La fundamentación teórica de la investigación se basa en estudios sobre pautas de interacción en los grupos y sobre el género en relación con dichas pautas de interacción. Se escogieron tres aportaciones que parecieron relevantes y de interés para guiar el proceso. Siguiendo un orden cronológico, la primera de ellas es la realizada por Robert F. Bales en los años cincuenta (Vendrell, 1999). Es el autor más emblemático de la llamada orientación interaccional, puesto que ideó un sistema de categorías para el análisis del la implicación de las profesoras en la gestión universitaria (Pág. 95-104) [ 97 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 98 proceso de interacción en el pequeño grupo. Para los autores de esta orientación, los grupos son sistemas de individuos que interactúan y la interacción se considera como una secuencia de actos comunicativos. Así, cada acto de un miembro del grupo puede ser comprendido por los demás y traducido a una frase sencilla, siendo el acto de tipo verbal o no verbal. Bales configuró un sistema de doce categorías que permitía clasificar el tipo de actos emitidos por cada miembro. Cada categoría comprendía una serie de conductas observables: seis relacionadas con la parte instrumental del grupo (aquello que el grupo hace) y seis relacionadas con la parte socioafectiva (la relación interpersonal que acompaña a aquello que el grupo hace). La teoría de Bales considera que cada acto que se da en un grupo tiene cabida en una de las doce categorías. A través de la observación sistemática se pueden identificar las distintas categorías que se dan en el proceso de interacción de un pequeño grupo y, una vez identificadas éstas, poseemos un mapa de la dinámica del proceso de interacción que nos ayuda a comprender fenómenos y a analizar el proceso grupal. La segunda aportación teórica ha sido la de Maria Lluisa Fabra. La autora estableció una serie de modificaciones en las categorías propuestas por Bales a fin de adaptar el modelo a su objeto de estudio: detectar la incidencia del género en la interacción en las aulas de educación secundaria (Moreno y otros, 1992). Por proximidad teórica y concordancia con los objetivos de investigación, ha sido la aportación de Fabra la que más ha influido en nuestro diseño, llegando la propia autora a colaborar en el mismo. Así, se parte de una definición de roles y scripts, a modo de categorías de observación, propuestos por la autora, que se adaptaron al objeto de estudio y que fueron modificados después de una prueba piloto. Finalmente, cabe mencionar el estudio de Hawkins y Power (1999), en el cual, partiendo también de una adaptación de las categorías de Bales, se analizaba la interacción en 18 grupos pequeños de toma de decisiones a fin de descubrir si existían diferencias de género en cuanto al número y al contenido de las preguntas realizadas en el seno del grupo. En el estudio realizado se definieron en un principio 10 categorías, que finalmente fueron reducidas a 8, de las cuales seis se consideran roles y cuatro, scripts. Se entiende por rol de equipo, el tipo de intervención que emite cada persona del grupo a lo largo de una reunión y por scripts, lo que serían las formas de responder al ejercicio de la influencia o de ejercer dicha influencia, manifestadas, sobre todo, en la comunicación no verbal. Así, a una misma interacción le corresponderían dos categorías: un rol y un script. A continuación se sintetiza la descripción de cada una de las categorías definidas. Los seis roles iniciales fueron: - Rol iniciador: persona que plantea un nuevo tema, una cuestión o manifiesta una opinión que es comentada por el resto del grupo. - Rol co-iniciador: persona que añade algún aspecto relevante al comentario de la iniciadora o que introduce alguna variación respecto al tema propuesto por ésta. - Rol opositor: persona que muestra intención de dar un giro a la discusión, por discrepancias relacionadas con el contenido o por la no aceptación de quien ejerce el liderazgo en ese momento. - Rol seguidor: persona que asiente ante las aportaciones de las demás sin añadir argumentos “de propia cosecha”. Repite lo dicho por otros en sus intervenciones. Los cuatro scripts a observar fueron: - Script asertivo: persona que utiliza un tono razonable, decidido y amable. - Script no asertivo: persona que duda cuando interviene, habla en voz baja y uti- [ 98 ] • Marina Tomás, Mª del Mar Durán y Cristina Guillamón sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 99 liza preferentemente el condicional y no el presente (“yo diría”, “si quisieran”… etc. - Script agresivo: persona que habla desde una postura de superioridad o con desprecio hacia los demás. Interrumpe, desvaloriza, etc. - Script “de huida”: persona que sale de la sala a media discusión, o bien habla con la persona que tiene al lado, etc. Una vez definidas las categorías teóricas, se estaba en disposición de iniciar el estudio de campo. La metodología adecuada a los objetivos relativos a describir y comprender los tipos de interacciones en los órganos de gobierno y las conductas asociadas a éstos, no podía ser otra que la observación y partiendo de la definición teórica de categorías, el sistema de observación más adecuado era, sin duda, el sistemático-categorial. Para la recogida de datos en el campo, elaboramos una pauta de observación “a medida” de nuestro objeto de estudio, que modificamos una vez llevada a cabo la prueba piloto. Reproducimos en la tabla n. 2 la versión definitiva de dicha pauta. Para intentar alcanzar el objetivo de captar el grado de satisfacción de las profesoras participantes en los órganos de gobierno, pareció que los grupos de discusión eran la metodología que mejores resultados ofrecería. Autores como Krueger (1991) y Morgan (1991) ponen de manifiesto que los grupos de discusión o “focus groups” son una herramienta que permite recoger los diferentes tópicos en torno a un tema de discusión, estudiar percepciones, sentimientos y actitudes a los que sería difícil acceder mediante otras metodologías, puesto que la situación grupal favorece las confesiones individuales y permite conocer los tópicos más ampliamente compartidos entre los miembros del grupo. Las cuestiones que orientaron la facilitación de los grupos de discusión por parte de la persona moderadora fueron las siguientes: - Diferencias en las intervenciones (contenido) que se hacen en las reuniones en las que se toman decisiones, en función del género. - Diferencias en el comportamiento (forma de comunicarse) en las reuniones (grado de asertividad, etc.). - Decisión de calidad. ¿Cuál es vuestra percepción sobre la calidad en la toma de decisiones? - Grado de satisfacción en la participación. ¿Quién queda más satisfecho de la participación en las reuniones y de los resultados obtenidos en las decisiones? Sensación subjetiva de haber conseguido los objetivos propios y los del grupo. tabla 2. pauta de observación de órganos de gobierno de la universidad Fecha de la observación: Órgano observado: Persona observadora: Núm. personas que forman la reunión Hombres: Mujeres: Total: Núm. personas que han participado Hombres: Mujeres: Total núm. Participantes: Script/Roles Persona iniciadora Persona Co-iniciadora Persona Opositora Persona seguidora Asertiva No-asertiva Agresiva De huida m Mujer u Hombre Nota: Hay que introducir las intervenciones para cada tema diferente, por lo tanto pueden haber más intervenciones que personas componen la reunión. la implicación de las profesoras en la gestión universitaria (Pág. 95-104) [ 99 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 100 4. Análisis e interpretación de los resultados En este apartado se hace referencia a los resultados obtenidos a través de las observaciones y las entrevistas grupales o focus group realizados. 4.1. Las observaciones cias respecto al sexo. Sólo en el caso de intervenciones con script agresivo, que las ejercen los varones (gráfico n. 1). Con respecto a los roles (gráfico n. 2) se observa una tendencia a que el sexo masculino sea más iniciador y juegue un rol de opositor con mayor frecuencia. Por otra parte, quedan más representados por el sexo femenino los roles de coiniciador y seguidor. El grupo de investigación ha realizado un total de ocho observaciones a diferentes órganos de gobierno de dos universidades, la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y la Universidad de Barcelona (UB). Los órganos de gobierno observados han sido: Comisión de investigación, Consejos de departamento (de diferentes áreas de conocimiento), Junta permanente y Comisión académica. Tres de ellas fueron dirigidas por mujeres y cinco por hombres. Mientras que las profesoras han dirigido un grupo pequeño, uno mediano y uno grande, en el caso de sus compañeros, cuatro han dirigido un grupo de tamaño mediano y uno, un grupo de tamaño grande. En el total de las observaciones que se han realizado han participado 199 personas, de las cuales 97 mujeres y 102 hombres. Respeto al número de intervenciones clasificadas en scripts, no se aprecian diferen- Los grupos de discusión celebrados fueron dos. En el primero participaron siete personas, cinco mujeres y dos hombres. La diferencia en el número entre unas y otros fue debida a la no asistencia de algunos de los hombres convocados. En el segundo grupo de discusión los participantes fueron cinco personas: cuatro señoras y un señor. Mientras que sólo una profesora faltó a la cita, fueron siete profesores convocados los que no acudieron, habiéndose comprometido a hacerlo. Una de las primeras cuestiones que inevitablemente ocupan el debate dentro de los focus group respecto las relaciones entre órganos de gobierno en la universidad y género es la falta de presencia de mujeres en los cargos de gestión, especialmente en los de más alto nivel. gráfico 1. comparación de los scripts en función del sexo en el total de observaciones gráfico 2. comparación de los roles en función del sexo en el total de observaciones 450 4.2. Los grupos de discusión o focus group 180 394 393 400 160 350 157 145 143 140 272 300 120 253 250 100 200 80 150 60 100 40 128 106 94 25 25 17 50 3 4 2 20 0 0 6 0 Asertividad No Asertividad Hombres Agresividad Mujeres Huida Iniciador Co-Iniciador Hombres Opositor Seguidor Espectador Mujeres [ 100 ] • Marina Tomás, Mª del Mar Durán y Cristina Guillamón sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 101 Los participantes constatan que, aparte de la creciente incorporación de la mujer a la educación universitaria e, incluso, la feminización de determinadas áreas de conocimiento, la representación femenina en los órganos de gobierno universitarios sigue siendo sensiblemente inferior en comparación con la población masculina. En la universidad, como afirmaba una de las participantes, “los cargos de poder están en manos de los hombres (...) y esto si que es un desequilibrio, independientemente de que haya hombres con un estilo femenino”. Y las mujeres que finalmente acceden, suelen reunir una serie de características sociodemográficas determinadas como tener una edad avanzada: “En los equipos de gobierno las mujeres que hay no son extremadamente jóvenes, son mujeres mayores, con hijos ya grandes, con una educación diferente. (...) Las mujeres tienen una media de edad más alta que los hombres”. Se constata, pues, como punto de partida que la gestión en la universidad sigue siendo un asunto mayoritariamente masculino, y que “sin un impulso parece que esto no deba cambiar”. La presencia de las mujeres en los órganos de gestión se justifica, en cualquier caso, tanto por cuestiones de justicia e igualdad social como por motivos de eficiencia y calidad en la toma de decisiones, como se argumentará más adelante. De hecho, una de las premisas de la investigación, y en torno la cual los participantes de los focus group se ubicaron en términos mayoritariamente favorables, es que el género introduce diferentes sensibilidades en la toma de decisiones, las cuales deben estar presentes para garantizar la calidad en el proceso y en los resultados. Así lo explicaba la coordinadora del grupo de investigación: “Hay diferentes sensibilidades en la toma de decisiones de calidad. Hay diferentes maneras de ver la gestión de la universidad, la manera de funcionar de la uni- versidad... Hay diferentes sensibilidades entre los hombres y las mujeres. Ésta es la hipótesis de la cual partimos”. El género no puede convertirse en una categoría absoluta para la explicación de todas las diferencias en las maneras y estilos de participación. Pese a que la influencia del género es incuestionable, esta no agota las posibles explicaciones a la variabilidad entre individuos ni ejerce un efecto homogeneizador en las conductas de grupo. Teniendo en cuenta la importancia que en su definición tienen los factores contextuales y de grupo, los argumentos debatidos en los focus group establecen una caracterización de lo que podríamos denominar una “forma femenina” de participación en la toma de decisiones que se sintetizan a continuación. En primer lugar, por exhibir un estilo directo y conciso en cuanto a la participación, es decir, las mujeres tienden a realizar menos intervenciones públicas, y éstas, cuanto se realizan, suelen tener un carácter más concreto y resolutivo, en el sentido que suelen estar más orientadas a la resolución del problema que se discute y estar fundamentadas en razonamientos consistentes: “los hombres tienden a hablar y a echar un discurso, sentar los principios..., y el resto a escuchar. Las mujeres, todo lo contrario, no hablamos. En ese ambiente las mujeres no participan. Hacemos intervenciones más concretas, más centradas, menos largas”. “Otro elemento es el sentirse representante de opiniones. Esto es más masculino que femenino. Cuando intervengo, intervengo representando, mientras que en general el estilo femenino es más de decir: desde mi opinión, perspectiva...” De acuerdo con el sentir de una participante, este atributo femenino guarda relación con la tendencia de las mujeres a apoyarse en terceras personas como expresión de una acti- la implicación de las profesoras en la gestión universitaria (Pág. 95-104) [ 101 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 102 tud más democrática y como una maniobra indirecta para la consecución de las propias finalidades, producto de un aprendizaje social en virtud del cual “una mujer no se considera autorizada a expresar deseos en público y a hacer por conseguirlos”. Otra característica de este estilo femenino de participación se relaciona con el mayor pragmatismo que las mujeres suelen mostrar en sus intervenciones. Forma parte de esta sensibilidad femenina una atención a los aspectos relativos al proceso y a ocupar, como decía uno de los participantes,“el espacio fronterizo”. Esta atención al proceso se relaciona, por un lado, con una preocupación por el desarrollo de la reunión y de la dinámica del grupo, aunque también tiene relación con una concepción más amplia sobre el trabajo en grupo y los elementos que pueden optimizar su funcionamiento. Las causas que explican las diferencias se podrían agrupar según se ponga el énfasis en la participación e implicación de las mujeres en los órganos de gobierno, en el interés por acceder a los órganos de gobierno, o las atribuibles al grado de satisfacción en la toma de decisiones en éstos. Las diversas causas que pueden contribuir a explicar las diferencias en la participación de las mujeres en los órganos de gobierno, según se desprende de las entrevistas grupales, pueden ser: 1. Tipología de contexto: reuniones a nivel de departamento, facultad, rectorado... 2. Composición del grupo: tamaño, género... 3. Características personales: categoría profesional, estatus, estado civil... Otro de los tópicos que se pretendía que abordaran los participantes de los focus group era la posible influencia del género en la calidad de las decisiones que se toman. La calidad de una decisión tiene relación con el grado en que esta contribuye a la consecución de los objetivos del grupo (un órgano de gobierno, una comisión, o la institución en su conjunto). Atendiendo a factores de proceso, la calidad de una decisión también tiene relación con la calidad del proceso mismo de participación, si el sistema es democrático, a través del cual se establece la toma de decisiones. En este sentido se diferencian dos condiciones que el proceso de toma de decisiones debe tener en cuenta para garantizar la calidad: por un lado, debe asegurarse que en el grupo encargado de la toma de decisiones están presentes los diferentes intereses y sensibilidades que se encuentran en la comunidad a la cual representa. El género, en la medida que pueda asociarse como constitutivo de una sensibilidad o manera de hacer diferenciada, debe encontrar una representación adecuada en el foro en el que se tomen decisiones para favorecer que estas representen a la comunidad universitaria en su diversidad. Se debe garantizar que durante el proceso de toma de decisiones se reúnan aquellas condiciones que permitan que todas las visiones representadas puedan participar y sean igualmente tenidas en cuenta. La cuestión de la representatividad introduce entre los participantes preguntas sobre la eficacia y el interés de las políticas de paridad en los órganos de gobierno. Incluso, partiendo de la premisa que adelantaban algunos participantes que “si hay mujeres, seguro que es mejor porque las decisiones tienen más información” y que “mitad y mitad enriquece el grupo”, parece ser que existe un cierto consenso en que la paridad, por sí misma, no garantiza la calidad. 5. Conclusiones Por último se sintetizan las principales conclusiones obtenidas en el estudio. [ 102 ] • Marina Tomás, Mª del Mar Durán y Cristina Guillamón sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 103 En relación con la gestión universitaria en general: - La incorporación de la mujer a la gestión universitaria debe justificarse tanto por razones de justicia e igualdad social como por motivos de eficiencia y calidad en la toma de decisiones. - La universidad no es pionera en la asunción y representación de cargos de gestión por parte de las mujeres. Pese a la creciente presencia de la mujer en los órganos de gobierno universitarios, la visualización de la mujer sigue siendo menor que la del hombre. En el sector productivo, la representación de mujeres tiende a ser mayor que en el ámbito universitario. - Los motivos que pueden explicar esta menor presencia de la mujer en la gestión universitaria son múltiples y se relacionan tanto con factores estructurales como culturales. La categoría profesional y la edad, la experiencia en gestión, las responsabilidades familiares o atención a terceras personas son algunas de las causas que explican la menor participación de las mujeres en los órganos de gobierno. En relación con la participación en la toma de decisiones en la universidad: - Las intervenciones de los participantes son casi siempre constructivas, positivas y en la misma dirección que marca quien coordina la reunión. Encontramos poquísimas intervenciones de las denominadas “opositoras”. Y, cuando están, las interpretan los hombres. Esto puede tener varias explicaciones: o bien que no hay miembros en los órganos que representen posiciones contrarias a las marcadas por los equipos de gobierno territoriales y centrales, que no consideran que valga la pena intervenir oponiéndose o que las propuestas de los responsables de estos órganos son tan acertadas y están tan bien preparadas que no dan lugar a la crítica. - El tono de las intervenciones es poquí- simas veces agresivo y en las pocas ocasiones en que así se puede considerar se trata de intervenciones hechas por hombres. - Aunque la influencia del género en las formas y estilos de participación resulta incuestionable, éste no puede convertirse en la única explicación de las diferencias de comportamiento perceptibles en los procesos de toma de decisiones. - Es posible identificar factores que modulan la forma en que el género se manifiesta. Así, la tipología y composición del grupo, la experiencia profesional, la categoría profesional de los participantes, etc. influyen en la manera de tomar decisiones. La cantidad de personas que componen una reunión parece ser una variable muy influyente en la calidad de la participación, pudiendo decir que cuando el grupo es pequeño o mediano existe más participación, proporcionalmente hablando, que cuando el tamaño es muy grande. - El estilo de liderazgo de la persona que coordina es otro factor que parece condicionar el tipo de intervención. De las ocho reuniones observadas sólo tres han sido coordinadas por mujeres, lo cual quizá favorece que el rol iniciador sea más representado por los hombres que por las mujeres. Aun así, de acuerdo con las observaciones realizadas, en las reuniones coordinadas por mujeres parece que hay mayor participación de las mujeres ejerciendo el rol de coiniciadoras y seguidoras. En general podríamos decir que cuando la reunión es dirigida por una mujer hay más participación y ésta es más homogénea (entre hombres y mujeres, de todos los roles y todos los scripts...). Por lo tanto, podríamos decir que en el caso que dirigiese la reunión una mujer, aumentaría la calidad de la toma de decisiones si se entiende que ésta se ve incrementada por la mayor y mejor distribución de la participación. la implicación de las profesoras en la gestión universitaria (Pág. 95-104) [ 103 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 104 - Además del género de quien coordina una reunión, parece que influye decisivamente en la calidad de la participación y de la toma de decisiones el estilo de coordinación y/o tipo de liderazgo de quien dirige la reunión. A grandes rasgos, y con la debida cautela, es posible caracterizar un “estilo femenino”de participación. Vendría definido por el uso de intervenciones directas y concisas, la búsqueda del diálogo y el consenso, la articulación de planteamientos más pragmáticos y la preocupación por los aspectos relacionados con el proceso y no sólo con el contenido de la toma de decisiones, hecho que afecta positivamente en la participación. En relación con la calidad en la toma de decisiones en la universidad: - La calidad en la toma de decisiones depende tanto del grado en qué la decisión adoptada contribuye a la consecución de los objetivos del grupo, como del proceso mismo de participación a través de como se toma la decisión. Entre los factores procesuales, revisten especial importancia la representación de los diferentes intereses implicados y la participación en términos de igualdad. - El género, como aspecto constitutivo de las relaciones interpersonales, a veces está presente de manera tácita en las dinámicas que se generan en el interior de los órganos de gobierno, lo cual invita a reconsiderar cualquier definición de calidad en la toma de decisiones en términos puramente técnicos. Referencias bibliográficas Fabra, M.Ll. (1992). “La interacción en las aulas de enseñanza secundaria: incidencia del género en Ministerio de Asuntos Sociales” (1992). Del silencio a la palabra. Madrid: Instituto de la Mujer Guillamón, C. (2006). El desenvolupament professional, l’assumpció de càrrecs i l’estil de lideratge de les directores de departament a la universitat catalana. Trabajo de doctorado inédito. Departamento de Pedagogía aplicada. Universitat Autònoma de Barcelona. Hawkins, K. & Power, C.B. (1999): “Gender differences in questions asked during small decisiónmaking group discussions”. Small Group Research, 30 (2), 235-256. Izquierdo, M. J. (Dir.) (2004). El sexisme a la UAB. Propostes d’actuació i dades per a un diagnòstic. Bellaterra: Edicions de la UAB. Krueger, R.A. (1991). El Grupo de discusión. Guía práctica para la investigación aplicada. Madrid: Ediciones pirámide. Morgan, D. (1991). Focus Group as Qualitative Research. Califòrnia: Sage. Polítiques universitàries de gènere. Seminari Interuniversitari. Juny de 2006. Disponible en: www.uab.cat/observatori-igualtat Vendrell, E; Ayer, J.C. y Molist, E. (1999) “L’orientació de la interacció en Vendrell”, E. (coord) Dinàmica de grups i psicología dels grups. Barcelona: UB. Web del Instituto Nacional de Estadística: www.ine.es Notas La presente comunicación se elabora a partir de L’Estudi de les dinàmiques en el sí dels òrgans de govern de le universitats des de la perspectiva del gènere” financiado por la Agència de Gestió d’Ajunts Universitaris i de Recerca (AGAUR), del Departament d’Innovació, Universitats i Empresa (DIUE) de la Generalitat de Catalunya (convocatoria 2005 RDG 10.003). 1 DIRECCIÓN DE LA AUTORA: Marina Tomàs. Universitat Autònoma de Barcelona. Facultad Ciencias de la educación (Edificio G6). Departamento de Pedagogía aplicada. 08193. Beellaterra (Cerdanyola del Vallès), Barcelona. Correo electrónico: marina.tomas@uab.cat Fecha de recepción del artículo: 06.II.2007 Fecha de aceptación definitiva: 16.IV.2008 [ 104 ] • Marina Tomás, Mª del Mar Durán y Cristina Guillamón sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 105 Empleabilidad y formación de inmigrantes1 Félix Etxeberria, Elisabet Arrieta, José Garmendia y José Ignacio Imaz Universidad del País Vasco Resumen El siguiente texto resume una investigación que se ha realizado durante los cursos 2006/7 y 2007/8 para analizar la empleabilidad de los inmigrantes en la Unión Europea. Para ello, se han llevado a cabo estudios en España, Francia y Países Bajos. El primer objetivo de la investigación ha sido descubrir las claves que permiten explicar mejor las circunstancias que favorecen un mayor acceso al empleo de los inmigrantes y una mayor continuidad en el mismo. El segundo objetivo, ha consistido en elaborar una serie de recomendaciones para fomentar la empleabilidad de los inmigrantes y una mayor y mejor integración en la sociedad europea. Nuestro artículo anticipa los resultados del equipo de investigación español. Palabras clave: inmigración, inserción laboral, empleabilidad, formación, Unión Europea, España, País Vasco. Summary This text brings together the results of research undertaken during 2006/7 and 2007/8 in order to analyse the employability of immigrants in the European Union. To this end, studies were carried out in Spain, France and the Netherlands. The first goal of the research was to discover a better description of the circumstances favouring access to the labour market for immigrants and their continuity in employment. The second aim was to draw up a series of recommendations to boost employability amongst immigrants as well as greater and better integration into European society. Our article here deals with the results of the Spanish research team. Key words: immigration, entering the labour market, employability, vocational training, the European Union, Spain, the Basque Country. 1. Introducción La Unión Europea busca en estos últimos años una política común en materia de inmigración, siendo uno de los objetivos de esta política la integración de los inmigrantes. En este sentido, es evidente que una de las claves más importantes para la integración pasa por el empleo. El siguiente texto es parte de una investigación más amplia que investiga el tema de “la empleabilidad de los inmigrantes en la Unión Europea”. empleabilidad y formación de inmigrantes (Pág. 105-115) [ 105 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 106 Se ha analizado la situación respecto al empleo de los inmigrantes, con el objetivo de definir indicadores de empleabilidad (factores que pueden favorecer el acceso a un empleo y su posterior mantenimiento), como parte del proceso de formación que puede facilitar en un futuro la integración de las personas inmigrantes. Nuestro estudio se ha realizado en Donostia-San Sebastián, ciudad que cuenta en el 2008 con un porcentaje de población extranjera del 5%, muy por debajo todavía de otras ciudades españolas que superan la tasa del 10% e incluso del 15%. De todas formas, habría que señalar también que la llegada de inmigrantes a partir del año 2000 está siendo constante e importante, por lo las perspectivas a medio plazo apuntan hacia un crecimiento continuado de la inmigración, que podría situarse en torno al 7% de la población en el año 2010 (en una población de 200.000 habitantes en la ciudad, y de 400.000 en la comarca o en el “área metropolitana”). Para la ciudad de San Sebastián, el primer nivel que condiciona su política en materia de inmigración2 es la Comunidad Autónoma del País Vasco (CAPV). El I Plan Vasco de Inmigración fue aprobado en el 2003 y ha sido el texto que ha regido la política de inmigración en la CAPV durante el período 2003-2005. El Plan ha impulsado la creación de diversas estructuras y recursos, como el Observatorio Vasco de Inmigración (Ikuspegi3), el Foro para la integración y participación social de los ciudadanos y ciudadanas inmigrantes, el programa de atención socio-jurídica a personas inmigrantes (Heldu), la Red de Acogida de Base Municipal y el Centro Coordinador de Iniciativas de Educación y Mediación Intercultural (Biltzen). El actual plan, el II Plan Vasco de Inmigración (2007-2009), promueve la inserción de los trabajadores no nacionales en el mercado laboral para conseguir su “plena integración en la sociedad”. Los críticos con estos dos planes del Gobierno Vasco resaltan el hecho de que presentan grandes intenciones (se habla de ciudadanía inclusiva, ciudadanía europea y otros aspectos interesantes), pero que luego hay un salto entre esas intenciones y la capacidad de concretarlas, de acercarlas a la realidad de todos los días. El siguiente nivel marco es el del Estado Español, y en este caso nos parece también importante referirnos al marco legal que se impone para los inmigrantes. Actualmente, la Ley de Extranjería (R.D. 2393/2004) define básicamente tres formas de acceso a la regularidad, a los permisos de trabajo y residencia: el régimen general, el arraigo laboral y el arraigo social. 1.- El régimen general: el elemento novedoso que aporta el nuevo Reglamento se sitúa en el inicio del trámite, en la fase en la que el empresario tiene que acudir al Instituto Nacional de Empleo, INEM, para saber si el puesto que le ofrece al trabajador extranjero está “libre”, es decir, si no hay trabajadores de nacionalidad española en paro que puedan ocuparlo. 2.- El arraigo laboral: es un sistema nuevo. Para poder regularizarse por ese sistema se requiere demostrar que se lleva en el país como mínimo dos años en situación irregular y que se ha trabajado como mínimo un año, habitualmente en la economía sumergida. Con este sistema se pretende combatir la inmigración clandestina, pero para poder acceder a él hay que demostrar que se llevan dos años como mínimo en situación clandestina. 3.- El arraigo social: es un sistema parcialmente nuevo. Se requiere demostrar una estancia previa de tres años, tener un contrato de trabajo de un año de duración y tener familiares de primer grado con permiso de residencia en vigor o, en su defecto, disponer [ 106 ] • Félix Etxeberria. Elisabet Arrieta, José Garmendia y José Ignacio Imaz sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 107 de un informe hecho por el ayuntamiento, sobre el grado de inserción social en la ciudad. Evidentemente, estas tres vías no favorecen un tránsito rápido y sencillo de la irregularidad a la regularidad. Más bien constituyen un sistema diseñado como una carrera de obstáculos que dura 7-8 años, similar a un sistema de existencia provisional prolongada que tiene, a su vez, una incidencia directa en materia de vivienda. Paradójicamente, en esta carrera de obstáculos, es la propia Administración la que organiza esos itinerarios que combinan lo regular y lo irregular.4 En este contexto demográfico y jurídico, los objetivos de nuestra investigación han sido: (1) descubrir las claves que permiten explicar mejor las circunstancias que favorecen un mayor acceso al empleo de los inmigrantes y una mayor continuidad en el mismo, y (2) elaborar una serie de recomendaciones para fomentar la empleabilidad de los inmigrantes y una mayor integración en la sociedad vasca. 2- Metodología Una de las mayores dificultades a la que se enfrenta un estudio europeo de este tipo es la de coordinar diferentes formas de entender la investigación. Por eso, las primeras reuniones celebradas en el verano del 2006 se dedicaron a coordinar los objetivos, la metodología y el cronograma. Se decidió estudiar el tema a nivel de ciudad-área metropolitana, por lo que en nuestro caso eso suponía acotar el marco geográfico de la investigación a San Sebastián. El siguiente paso fue construir una batería de posibles indicadores que condicionan la empleabilidad de los inmigrantes. Una vez construida la batería, nos reunimos en otoño del 2006 con agentes sociales que trabajan con el tema para validar la misma (técnicos municipales, trabajadores de ONG, técnicos del INEM, Colegio Oficial de Educadores Sociales…) (Tabla 1). Con el listado de posibles indicadores más importantes en la mano, elaboramos un cuestionario en el que se debería responder el grado de importancia que tuviera cada indicador para el entrevistado (desde “nada importante” a “muy importante”). El listado final incluía 30 indicadores, agrupados en “Indicadores Generales” (formación general, conocimiento del idioma, iniciativa-motivación…), “Indicadores para medir las habilidades en la búsqueda de empleo” (saber manejarse en un proceso de selección de personal o en un primer contacto con el empleador, conocer el mercado y sus oportunidades…), e “Indicadores relacionados con el empleo” (formación laboral, responsabilidad-compromiso…). Además, el cuestionario incluía algunas preguntas abiertas: por ejemplo, en el caso de los empleadores se incluían preguntas como: “A la hora de contratar inmigrantes, ¿qué es lo que más valora esta empresa?”, o “En general, ¿cómo crees que vienen preparados los inmigrantes?”. La pregunta abierta que se incluía en todos los cuestionarios era: “¿Qué necesita una persona inmigrante para conseguir un empleo en el País Vasco?”. A la hora de preparar la muestra se intentó abarcar todos los sectores relacionados con el empleo y la inmigración. Desde junio a diciembre del 2007 se pasó el cuestionario a inmigrantes, empleadores, sindicalistas, representantes de instituciones, asociaciones, expertos y formadores. Se recibieron 373 respuestas, de las cuales 212 (el 57%) provenía de inmigrantes. De estos 212 el 45% provenía de Latinoamérica, el 31% del norte de África (Marruecos, Argelia, Túnez…) y el 11% de Europa del Este. Entre los no-inmigrantes, el 16% de los que han contestado han sido “Empleadores”, el 11% formadores, el 11% sindicalistas... También se han realizado entrevistas en profundidad con informadores empleabilidad y formación de inmigrantes (Pág. 105-115) [ 107 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 108 tabla 1. batería de indicadores Indicadores generales plazos previstos, saber concentrarse en el trabajo, cumplir 1. Formación general: saber leer, escribir, conocimientos horarios, ser constantes, disponibilidad… matemáticos básicos, cultura general… 19. Responsabilidad-compromiso: aceptar responsabilida- 2. Conocimiento del idioma (castellano, euskera). des, actitud de compromiso. 3. Iniciativa-motivación: tener un proyecto vocacional realis- 20. Saber trabajar en equipo: tener una actitud de colabo- ta, perseverancia en lograr los objetivos, capacidad de ini- ración, saber compartir espacios y materiales, saber resol- ciativa, motivación, saber tomar decisiones, capacidad de ver conflictos con los compañeros… resolver problemas… 21. Saber trabajar de forma autónoma. 4. Personalidad-equilibrio emocional: control de los impul- 22. Salvaguardar la salud laboral y respetar las normas en sos, resistencia a la frustración, estado de ánimo… el trabajo. 5. Salud en general: hábitos de limpieza, alimentación… 23. Motivación-saber mantener la energía en el logro de un 6. Relaciones familiares en general: clima afectivo en la objetivo: identificar logros intermedios; saber motivarse; familia, situación económica de la familia… realizar esfuerzos para vencer los obstáculos y problemas 7. Habilidades sociales: normas básicas de educación, que dificultan alcanzar un objetivo; desarrollar la capacidad tener cortesía (saludo, agradecimiento…). para tolerar la frustración. Indicadores para la búsqueda de empleo 24. Buscar la calidad, el trabajo bien hecho. 8. Saber en qué se quiere trabajar de manera realista. 25. Saber tomar decisiones, tener iniciativa, saber identifi- 9. Grado de dedicación a la búsqueda de empleo y segui- car y solucionar problemas. miento de sus gestiones. 26. Interés por aprender-formación continua: tener interés 10. Tener prioridades. en su crecimiento profesional, identificar los conocimientos 11. Conocer el mercado y sus oportunidades. y las habilidades que se necesitan para actualizarse o mejo- 12. Saber obtener información acerca de posibles empleos: rarse, destinar lugares y momentos para aprender y desa- conocer métodos-sistemas (acciones-estrategias) y lugares rrollar nuevas habilidades. para la búsqueda de empleo. 27. Saber enfrentarse a nuevas situaciones flexiblemente: 13. Tener relaciones personales en el mercado. interpretar los hechos de forma flexible; manejar exigencia 14. Ser capaz de redactar un currículum. múltiples y prioridades cambiantes; adaptarse a los cam- 15. Saber manejarse en un proceso de selección de perso- bios. nal o en un primer contacto con un empleador (saber auto- 28. Actuar creativamente: utilizar fuentes diversas para presentarse, saber actuar en las entrevistas, tener suficien- generar nuevas ideas; identificar oportunidades; aportar te autoestima…). ideas innovadoras; encontrar formas nuevas y eficaces de 16. Tener actitudes favorecedoras (iniciativa, autonomía, hacer las cosas. persistencia, polivalencia, disposición a la actualización…). 29. Saber traducir ideas en acciones: buscar apoyo y recur- Indicadores relacionados con el empleo sos para el desarrollo de una idea; desarrollar un plan de 17. Formación laboral: conocimientos básicos de un oficio acción para concretar una idea. específico, habilidad para la utilización de herramientas, 30. Saber gestionar el desarrollo de la propia carrera: iden- aparatos, tecnologías, tener experiencia laboral… tificar las principales áreas de interés personal; definir obje- 18. Ser capaz de planificar su trabajo: tener un ritmo ade- tivos y metas personales; determinar un plan de desarrollo cuado de trabajo, saber gestionar el tiempo, cumplir los de carrera; evaluar los avances del desarrollo de carrera. que el equipo investigador consideraba “especialmente importantes”. Entre enero y marzo del 2008 hemos analizado los cuestionarios (la parte cuantitativa del estudio a través del programa informático de estadística SPSS) y las entrevistas, y tras el análisis se ha vuelto a hacer una reunión con los expertos que trabajan con este tema para contrastar los resultados. En la primavera y verano del 2008 se han realizado las últimas reuniones entre los diferentes equipos de investigación (San Sebastián, Burdeos, Ámsterdam y Aviñón) para discutir las conclusiones conjuntas y las recomendaciones finales. [ 108 ] • Félix Etxeberria. Elisabet Arrieta, José Garmendia y José Ignacio Imaz sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 109 tabla 2. lista de los indicadores más importantes para encontrar y mantener un empleo Indicador Puntuación media (1-nada importante, 6-importancia máxima) 1.-Tener los papeles en regla 5,04 2.-Tener ganas de trabajar, motivación 4,96 3.-Ser buena persona 4,85 4.-Saber presentarse entrevista 4,74 5.-Ser constante, insistir 4,67 6.-Tener buenas cualidades personales 4,63 7.-Saber castellano 4,60 8.-Saber conseguir información para buscar empleo 4,47 9.- Relacionarte con gente que te pueda ayudar 4,40 10.-Tener buena formación académica, escolarización 4,21 11.-Tener buena formación profesional 4,19 12.-Saber redactar el currículum 4,18 13.-Tener experiencia en el trabajo 4,18 14.-Saber cuál es el tipo de trabajo deseado 4,13 15.-Saber lograr información para crear una empresa 3,81 16.-Saber manejar internet 3,55 17.-Tener carné de conducir 3,48 18.-Saber vasco 3,15 En cuanto a las dificultades que nos hemos encontrado durante nuestra investigación, habría que destacar las siguientes: encontrar las personas adecuadas para el estudio, tanto en número como en los colectivos que necesitamos estén representados; afinar más en la tabla con los indicadores; conseguir una comprensión adecuada, principalmente en el caso de los inmigrantes, de los conceptos vertidos en la tabla de indicadores; obtener en las entrevistas una información rica y detallada, que en algunos casos se presenta de modo escueto y extremadamente simple y categorizar la información vertida en las entrevistas, tanto grabadas como escritas, para poder extraer una información representativa. 3. Resultados Una vez analizadas las respuestas a los cuestionarios, ésta es la lista que resume la importancia de los indicadores según los encuestados (Tabla 2). Un análisis más detallado de las respuestas cuantitativas y cualitativas nos permite clasificar las mismas con arreglo a las siguientes categorías: 3.1 Cualidades representadas con amplio nivel de importancia Por las respuestas que se han obtenido con alto índice podemos afirmar que lo principal es “tener los papeles en regla y estar legalmente en el país de acogida”: En primer lugar, una de los grandes impedimentos que tiene un inmigrante es no tener la tarjeta de residencia por lo cual para acceder a un empleo es muy difícil (cuestionario num. 171, hombre, 30 años, procedencia: Chile). Es decir, antes de pensar cualquier situación de formación profesional e inserción laboral, lógicamente lo que se necesita es un mínimo de estabilidad legal, cosa que es especialmente difícil para los inmigrantes. Ya hemos hecho referencia en la introducción empleabilidad y formación de inmigrantes (Pág. 105-115) [ 109 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 110 al discurso crítico sobre la legislación española y europea. Pero viendo ahora los resultados, habría que volver a resaltar esta idea. En las reuniones con los expertos por ejemplo se ha hablado de la “picaresca de los contratos”, porque hay inmigrantes que consiguen “contratos ficticios” pagándose a sí mismos, para poder conseguir de esta forma “papeles”. El discurso crítico viene insistiendo en los últimos años en la discriminación que supone para los inmigrantes la legislación española (“la igualdad de oportunidades sólo es un principio recogido en la Constitución, en la realidad los inmigrantes lo tienen especialmente difícil por el mero hecho de ser inmigrantes”), a lo que ahora habría que añadir los primeros intentos de la UE para definir una política común en esta materia, política común que parece situarse también en la línea restrictiva y discriminatoria. Respecto a la característica “ganas de trabajar y motivación” que hay que tener para encontrar un empleo, que aparece en segundo lugar de importancia en el total de las respuestas, podemos decir que para los inmigrantes este tema ocupa el tercer lugar, 4,94 puntos de media, mientras que para los autóctonos es el primero de los indicadores, con 4,97 puntos. Dentro del colectivo inmigrante, las mujeres puntúan este aspecto en segundo lugar, con 5,03 puntos y los hombres en cuarto nivel, con 4,88. Finalmente, los latinos dan más valor que el resto de los inmigrantes a las ganas de trabajar. La motivación, las aspiraciones. Tener ganas de trabajar para mejorar (cuestionario num. 35, Formador CIP). Estar dispuesto a trabajar en empleos que los vascos y españoles no quieren (cuestionario num. 28, mujer, 24 años, procedencia: Brasil). Los aspectos relacionados con las cualidades personales, con la manera de ser o la personalidad ocupan muchas de las opciones en las respuestas de los inmigrantes. Por lo tanto, hay “una manera de ser”,, representada por un alto porcentaje de respuestas entre 4,60 y 5,00 puntos de media que define al inmigrante con cualidades para conseguir un empleo. Debe ser “buena persona”, tener buena presencia y modales, simpatía, responsabilidad y no desanimarse: Buena presencia (cuestionario num. 202, mujer, 23 años, procedencia: Argelia). Tener simpatía, buena presencia y responsabilidad (cuestionario num. 28, mujer, 24 años, procedencia: Brasil). Ser responsable y serio (cuestionario num. 193, hombre, 45 años, procedencia: Colombia). Sobre todo para los propios inmigrantes, “ser buena persona” aparece por lo tanto como un indicador-competencia muy importante para conseguir y mantener un empleo. Hay que tener en cuenta que según los datos del Observatorio Vasco de Inmigración, la inmigración extranjera despierta en la sociedad vasca sentimientos encontrados y opiniones contradictorias. Por un lado, se reconoce que su llegada genera enriquecimiento cultural y económico. Otra cosa, es llevar ese reconocimiento teórico a la realidad cotidiana. De cerca, la opinión de los vascos revela, que existe un “preocupante” índice de opiniones y sentimientos de rechazo hacia los extranjeros. Por ejemplo, a la hora de valorar “el grado de simpatía hacia los inmigrantes, según su procedencia”, en una escala del 0 al 10 (siendo 0-ninguna simpatía y 10-mucha simpatía), los vascos han dado una puntuación media de 3,92 al colectivo de “marroquíes”. Tampoco llegan al cinco los “inmigrantes del África Negra”, situándose en la parte alta de la escala los inmigrantes de la Unión Europea, con una puntuación media de 6,425 (Observatorio Vasco de Inmigración, 2006). No es extraño por lo tanto que en las reuniones con la gente que trabaja en este campo se haya reforzado esta idea con el ejemplo de que los inmigrantes solicitan a veces a los técnicos del Servicio [ 110 ] • Félix Etxeberria. Elisabet Arrieta, José Garmendia y José Ignacio Imaz sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 111 Público de Empleo-INEM que llamen a las empresas para explicar que el candidato es una “buena persona”. Lo que vienen a demostrar esta clase de ejemplos es que a pesar de los discursos políticamente correctos, la sociedad vasca (como el resto de sociedades europeas) presenta todavía un alto grado de “desconfianza y rechazo” hacia los inmigrantes, y que lógicamente los propios inmigrantes son conscientes de esa desconfianza, por lo que necesitan demostrar (por encima y antes de su formación y experiencia profesional previa), que son “buenas personas”. En relación con lo anterior, “saber presentarse” es la siguiente característica más valorada por los encuestados. También en este caso los expertos han corroborado la importancia de este indicador-competencia, porque en los puestos de trabajo que vienen ocupando los inmigrantes, esta primera presentación suele ser más importante que el currículum. Así, a veces los inmigrantes han sido contratados tras presentarse directamente ante el empleador. Por eso, la relación con la gente, lo que los Técnicos Municipales llaman “crear la red” es muy importante en este y en otros temas. El “boca a boca” funciona todavía mejor que cualquier otro sistema para buscar trabajo, casa… Es necesario consultar periódicos, internet, etc., pero los técnicos que están trabajando en este tema aconsejan también el contacto directo, el hablar con otros inmigrantes, el ir directamente a las empresas, insistir y mostrar interés… En relación con lo que estamos explicando,“ser constante, insistir en la búsqueda da empleo” y “tener buenas cualidades personales, simpatía, amabilidad, buena presencia, etc.” son también indicadores o competencias que han sido valorados como muy importantes por los inmigrantes. “Saber castellano” es una competencia que deben dominar quienes quieren conseguir un empleo, pero las valoraciones sobre este aspecto difieren mucho según quién es la persona que responde. Para los inmigrantes en su conjunto es un conocimiento que ocupa el sexto lugar, con 4,71 puntos, mientras que para los autóctonos se sitúa en octavo puesto (4,47) dentro del colectivo de inmigrantes, las puntuaciones de los hombres y mujeres no difieren apenas, pero el origen de la persona inmigrante tiene una significación importante en esta respuesta. Como era de esperar, los latinos conceden menor importancia al dominio de la lengua castellana, al tiempo que los demás inmigrantes le dan una puntuación muy alta, de 5 puntos, colocándola en segundo lugar. Hablar castellano correctamente, tanto para expresarse como para comprender órdenes (128, INEM-SPEE). 3.2 Cualidades representadas con un porcentaje medio de importancia “Saber conseguir información”. Indicador o competencia que ha sido valorada sin grandes variaciones entre los distintos grupos. Importancia del papel facilitador de la red informal en la búsqueda de empleo (familias contactos, amigos…) (cuestionario num. 41, Técnico del Ayuntamiento de Azkoitia). Contactos con gente que trabaje en algún organismo (cuestionario num. 202, mujer, 48 años, procedencia: Colombia). “Tener relaciones con gente que te puede ayudar a conseguir un empleo” puntúa de manera diferente según los colectivos y grupos analizados. Para los inmigrantes parece ser más importante que para los autóctonos. Por otra parte, dentro del colectivo inmigrante son los hombres quienes más valoran esta cualidad. Entre los inmigrantes, los latinos son quienes le dan la puntuación más alta a esta competencia analizada. “Formación y experiencia”. Una buena formación profesional es altamente valorada por los inmigrantes, mientras que los autóctonos le dan menos importancia. Las mu- empleabilidad y formación de inmigrantes (Pág. 105-115) [ 111 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 112 jeres y los hombres valoran de modo similar y los no latinos puntúan por encima de los latinos. “Redactar el currículo y saber lo que se quiere”. Saber redactar el currículo está valorado con 4,18 por la muestra total analizada, pero sube hasta el 4,40 en el caso de los inmigrantes y solamente alcanza un 3,90 cuando quien responde es una persona no inmigrante. Dentro del colectivo inmigrante, las respuestas no difieren en gran medida entre hombres y mujeres y entre latinos y no latinos. “Tener experiencia en el trabajo” es valorado en mayor medida por los inmigrantes sobre los autónomos. Hombres y mujeres puntúan casi igual. Los no latinos valoran esta característica por encima de los latinos. “Saber el tipo de trabajo que se quiere conseguir” tiene una mayor valoración entre los inmigrantes que entre los autóctonos encuestados. Dentro del colectivo inmigrante, apenas hay diferencias significativas entre los grupos de hombres y mujeres, o entre latinos y no latinos. Por otra parte, el “saber conseguir información para crear su propia empresa” ocupa el último lugar de este bloque intermedio (3,81). Saber conseguir información para crear su propia empresa tiene mucha menos importancia para los autóctonos que para los inmigrantes. Hombres y mujeres, así como latinos y no latinos valoran de modo similar este aspecto. 3.3 Cualidades representadas con un bajo porcentaje de importancia En este último bloque encontramos las cualidades que menor valoración han recibido. “Tener el permiso de conducir” está mucho más valorado entre los inmigrantes (3,93) que entre los autóctonos (2,89). Dentro del colectivo inmigrante, son las mujeres quienes le dan mayor importancia que los hombres, y los no latinos que los latinos. De igual modo, el “manejo de las nuevas tecnologías” con una media de 3,55 refleja una relativamente menor importancia por parte de los encuestados. “Saber manejar Internet” es una competencia que valoran mucho más los inmigrantes (3,92) que los autóctonos (3,06). Dentro del colectivo inmigrante, los hombres aprecian más esta cualidad que las mujeres, mientras que los latinos y no latinos puntúan de modo similar. “Saber vasco o euskera” es una competencia que valoran mucho más las personas inmigrantes (3,44) que las autóctonas (2,79). Dentro del colectivo inmigrante, los hombres aprecian más esta característica que las mujeres y finalmente, son los latinos quienes le asignan una puntuación más alta que los no latinos. Ocupa el último lugar en la lista de prioridades a la hora de valorar la importancia de las cualidades y competencias de las personas inmigrantes a la hora de conseguir un empleo. Una de las conclusiones del estudio cuantitativo es que todos los indicadores o competencias han sido valorados como más importantes por los inmigrantes que por los autóctonos. Lo que plantea una posible hipótesis a analizar en futuras investigaciones: “los nacidos en el País Vasco creen que no es tan importante que los inmigrantes tengan un buen currículum, que tengan experiencia previa, que conozcan idiomas, etc., porque consciente o inconscientemente los queremos dirigir a los peores empleos, a los que nosotros no queremos, a los que quedan libres. Por eso, no nos importa que no tengan tanta formación. Incluso puede que esto sea bueno (para “nosotros”), porque a nadie le gusta que “le muevan la silla”, y si a eso añadimos el miedo o la desconfianza al diferente…”. 3.4 Otras respuestas abiertas “Condiciones de acogida”. Destacamos que una de las condiciones de acogida iniciales [ 112 ] • Félix Etxeberria. Elisabet Arrieta, José Garmendia y José Ignacio Imaz sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 113 es poder contar con la ayuda y asesoramiento para integrarse y obtener ayudas básicas. Además, según destacan diversos responsables sindicales y agentes sociales, es necesaria cierta dosis de “solidaridad”. Hace falta también que las empresas aprendan a confiar en los inmigrantes. En muchos casos, lo que piden los inmigrantes es simplemente una oportunidad para poder demostrar que saben y quieren trabajar. También se destaca como importante el poder disponer de unas condiciones de habitabilidad óptimas. “Sensibilizar a la sociedad”. Por las respuestas obtenidas, los encuestados valoran que la sociedad en su conjunto debe tomar conciencia de la nueva realidad y sensibilizarse para dar nuevas respuestas que permitan una mejor integración de los inmigrantes. Por lo tanto, empresas, formadores, agentes sociales y ciudadanos en general debieran adaptarse a los nuevos tiempos. Además de los aspectos laborales y profesionales, existen otras facetas de la vida de los inmigrantes que es necesario tener en cuenta: “Respetar sus culturas. No meterse con su personalidad” (cuestionario num. 43, hombre, 25 años, procedencia: Argelia). 4. Conclusiones Teniendo en cuenta los resultados de nuestro estudio, podríamos decir que existen dos grandes bloques de conclusiones: en primer lugar, las medidas o iniciativas que deben ser tenidas en cuenta como requisitos previos o condiciones básicas que deben existir para que los inmigrantes puedan acceder a un empleo y en segundo lugar, aquellos aspectos que pueden ser directamente desarrollados en cursos de formación para personas inmigrantes. 4.1 Condiciones básicas y requisitos previos “Reformas legales”. En contra de lo que habitualmente parece ocurrir, no es solamente el colectivo inmigrante quien tiene que adaptarse a las demandas que la sociedad de acogida tiene respecto a las materias relacionadas con el empleo. También la sociedad vasca debe cambiar en algunos aspectos y facilitar la acogida y la integración de los inmigrantes. En esta investigación constatamos que, tal y como previamente habíamos mostrado en la primera parte del estudio, existen una serie de impedimentos legales que deben ser superados para poder establecer con cierta normalidad un campo de actuación en el terreno de la consecución del empleo. “Mejorar las condiciones de acogida”. Estas condiciones básicas hacen referencia a diversos campos de actuación: contar con algún tipo de ayuda y asesoramiento para que los inmigrantes tengan una más fácil llegada al país de acogida; es necesaria también cierta dosis de solidaridad y confianza con los inmigrantes; en algunos casos, lo que piden los inmigrantes es simplemente una oportunidad; finalmente, una condición indispensable es una vivienda. “Sensibilizar a la sociedad”. Por las respuestas recibidas, muchas de las personas encuestadas subrayan que es la sociedad en su conjunto quien debe tomar conciencia de la nueva realidad y sensibilizarse para dar nuevas respuestas que permitan una mejor integración de los inmigrantes. Por lo tanto, hay que insistir en la necesidad de que empresas, formadores, agentes sociales y sociedad en general deben adaptarse a los nuevos tiempos. “Respetar la identidad de los inmigrantes”. Finalmente, los inmigrantes reclaman ser considerados como personas con una cultura y lengua propia y que sean tenidas en cuenta y no se les considere únicamente como mano de obra dispuesta incondicionalmente al trabajo. empleabilidad y formación de inmigrantes (Pág. 105-115) [ 113 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 114 4.2. Aspectos relacionados con la formación “Aspectos relacionados con la motivación”. En este terreno, son aspectos fundamentales los siguientes: tener en cuenta las posibles actividades que pueda desarrollar y a tener una visión clara de cuáles son las oportunidades más frecuentes; definir con la mayor claridad posible el tipo de trabajo que se quiere hacer; orientar hacia empleos que pueden encajar mejor con sus cualidades y su formación. “Cualidades de tipo personal y cultural”. Desarrollar habilidades sociales, cuidar aspectos personales como la responsabilidad, autoestima, resistencia al desánimo, etc. debieran formar parte de la formación que deben recibir quienes buscan un empleo en nuestra sociedad. Por ejemplo, cuando hablamos de responsabilidad, nos referimos a que los inmigrantes deben conocer la cultura general y laboral de nuestra sociedad (ritmo de trabajo, puntualidad…). Pero en este punto hay que tener en cuenta que también hay competencias culturales que se deben trabajar también entre los que han nacido en el País Vasco: la lucha contra las diferencias de género, el conocimiento y respeto de la diversidad cultural, etc. (por ejemplo, si los latinoamericanos en general son “más suaves en las formas y más diplomáticos” que los vascos, también éstos deberían hacer un esfuerzo para no resultar “demasiado directos o bruscos” en sus relaciones profesionales con este colectivo). “Competencias instrumentales”. Competencia en lengua castellana y vasca, competencias de búsqueda y relación, competencia en redactar el currículo y saber presentarse… “Competencias profesionales” (formación y experiencia). Los cursos de formación deben cuidar, obviamente, aquellos aspectos más relacionados con la adquisición de conocimientos y preparación para los empleos a los que se va a dirigir la persona inmigrante. Por lo tanto, estos cursos deberán de- sarrollar entre estas personas una buena formación general, una adecuada cualificación profesional específica para los empleos y además deberán facilitar las prácticas o experiencias que permitan adquirir destrezas en el trabajo específico que se trate. “Competencias complementarias”. Dentro del capítulo de las competencias de tipo profesional, existen dos aspectos que, aunque en menor grado de importancia, pueden tener eco en los programas de formación: la obtención del tener carné de conducir, que puede facilitar la consecución de determinados empleos, y el conocimiento y manejo de las nuevas tecnologías, que son necesarias cada vez en mayor medida en determinados trabajos. En este sentido, un ejemplo puede ser la necesidad de aprender a manejarse en una sociedad burocrática como la nuestra: si se necesita ir al médico y por lo tanto se van a perder algunas horas de trabajo hay que pedir permiso; si se tienen problemas laborales se puede pedir ayuda en los sindicatos… Son cuestiones evidentes para los que hemos nacido en nuestras sociedades industriales-capitalistas, pero no tanto para inmigrantes provenientes de otras sociedades y culturas. En este sentido, los expertos del ámbito de los servicios sociales han comentado en este estudio el interés de una posible figura de “acompañamiento-asesor-tutor”, sobre todo (lógicamente) en los primeros momentos de la llegada al país de acogida. [ 114 ] • Félix Etxeberria. Elisabet Arrieta, José Garmendia y José Ignacio Imaz sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 115 Para una visión crítica de la legislación española y europea en materia de inmigración nos parece especialmente interesante en el caso guipuzcoano la labor de la ONG “Sos Racismo” (Sos Arrazakeria en vasco): www.sosracismo.org 4 Referencias bibliográficas Adam Muñoz M. D. y Jiménez Sánchez G. (2006): La educación y la formación profesional de los inmigrantes. Córdoba: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba. Álvarez I. (2000): Integración en la sociedad: ¿quién tiene que cambiar más? Donostia-San Sebastián: SOS Racismo de Guipúzcoa. Comisión de Ayuda al Refugiado en Euskadi (2006): Inmigración y Empresa. Vitoria: Gobierno Vasco. Izquierdo A. (2003): “Mercado laboral e inmigración”, en Garrido V. (coord.): Sociedad civil e inmigración. Barcelona: Ariel. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Secretaría de Estado de Inmigración y Emigración. Dirección General de Integración de los Inmigrantes (2007): Plan Estratégico de Ciudadanía e Integración 2007-2010 (http://extranjeros.mtas.es) Observatorio Vasco de Inmigración (2006): Percepciones, valores y actitudes de la población vasca hacia la inmigración extranjera (www.ikuspegi.org) Solé C. (2001): El impacto de la inmigración en la economía y en la sociedad receptora. Barcelona: Anthropos. Solé C. (2006): Inmigración comunitaria: ¿discriminación inversa? Barcelona: Anthropos. Notas Investigación financiada en el marco del programa comunitario SÓCRATES, acción GRUNTVIG 2 (convenio financiero 07-ESP01-GR04-00155-2, 20062008). Han participado la Universidad del País Vasco, la Hogeschool van Amsterdam, la asociación AIFRISS de Burdeos (”Association Internationale de Formation et de Recherche en Instruction Spécialisée, Santé et Social”) y la Asociación CRIDF PACA, de Aviñón, Francia. En este texto presentamos la investigación realizada en el País Vasco. Con respecto a la relación entre diferentes colectivos de inmigrantes y el mercado laboral, de las reuniones con expertos podríamos extraer el siguiente esquema: cuando los magrebíes vienen con algún tipo de formación previa, ésta suele generalmente ser lo que en España denominaríamos “Formación Profesional” (FP), por lo que podrían encontrar empleos en sectores como el de la construcción. Pero como ya hemos indicado, en este colectivo tiene mucha importancia el estereotipo previo, la imagen (negativa) socialmente construida, muchas veces relacionada con la diferencia cultural y especialmente la diferencia religiosa (cristianismo-islam). Los expertos han definido al colectivo de inmigrantes latinoamericanos como un colectivo “menos formado, poco entregado al trabajo (según los empleadores) pero con mayor cercanía cultural”. Por último, otro numeroso grupo de inmigrantes sería el de los “europeos del este”, “muy formados (lo que a veces crea sospechas: ‘¿es posible que todos sean médicos o ingenieros?”) y los más cercanos a nuestra cultura laboral”. 5 DIRECCIÓN DE LOS AUTORES: Félix Etxeberria. Universidad del País Vasco. Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación, Departamento de Teoría e Historia de la Educación. Avenida de Tolosa, 70. 20018 Donostia. Correo electrónico: fetxeberria@ehu.es 1 Fecha de recepción del artículo: 01.II.2008 Fecha de aceptación definitiva: 06.V.2008 San Sebastián cuenta desde el año 2005 con su propio Plan Municipal de Inmigración, “Donostia Elkarrekin” (“Juntos San Sebastián”) 3 www.ikuspegi.org 2 empleabilidad y formación de inmigrantes (Pág. 105-115) [ 115 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 02 INVESTIGACION 83-116 18/3/09 11:29 Página 116 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 117 MISCELÁNEA Educación ciudadana y convivencia democrática • Pedro Gallardo Vázquez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119 Dos caras de la carrera docente: satisfacción y desmotivación • Encarnación Sánchez Lissen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135 Los jóvenes internados en prisiones andaluzas. Sus actitudes ante los procesos de reeducación • Víctor Manuel Martín Solbes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 118 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 119 Educación ciudadana y convivencia democrática Pedro Gallardo Vázquez Universidad de Sevilla Resumen A lo largo del presente artículo abordaremos el tema de la educación ciudadana para la convivencia democrática. Tras hacer una referencia al concepto de ciudadanía y describir alguna de las dimensiones de los conceptos de ciudadanía más significativos que se ofrecen desde diversas disciplinas, hablaremos del valor de la educación ciudadana como “herramienta esencial” para aprender a convivir juntos en una sociedad cada vez más abierta, compleja y global, destacando la importancia de la educación para la tolerancia y la educación para la solidaridad como vía para la consecución de una verdadera convivencia social. Palabras clave: ciudadanía, educación ciudadana, convivencia democrática, tolerancia, solidaridad. Summary Throughout this article we will deal with the topic of the citizen education for the democratic co-existence. After mentioning the concept of citizenship describing it in relation to different subjects, we will follow talking about the value of the citizen education as an essential tool to learn how to live together in a more and more open-minded, complex and global society. We will remark the importance of education to get tolerance and solidarity as well as a way of achieving a real social co-existence. Key words: citizenship, citizen education, democratic co-existence, tolerance, solidarity. 1. Introducción En el mundo globalizado e interdependiente en el que vivimos, la solidaridad entre los pueblos aparece a menudo como un suplemento, en el mejor de los casos, una actividad que se ejerce ocasionalmente y que queda en manos de organizaciones especializadas en el campo de la ayuda humanitaria, pero no está integrada en la vida diaria de las personas. Pensamos que, en esta época caracterizada por la globalización, la ciudadanía tiene que integrar la relación Norte-Sur no sólo en el terreno moral, sino en la acción social, en los problemas que, allí y aquí, hay que resolver para construir un mundo habitable donde la dignidad humana sea patrimonio de todos los hombres y mujeres que compartimos el planeta. Pero para la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas europeos la relación con el Sur está ausente o deformada educación ciudadana y convivencia democrática (Pág. 119-133) [ 119 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 120 y sólo aparece vinculada a aspectos “añadidos” o “complementarios” (caridad, compasión, altruismo, asistencia..., cuando no interés económico o de “seguridad”...). Esta situación tiene efectos muy negativos porque debilita la acción ciudadana en su fundamental componente solidaria y, particularmente, la presión y movilización social que es necesaria para cambiar las relaciones Norte-Sur, reducir la brecha entre los países ricos y pobres, para construir una sociedad en la que no existan las actuales situaciones de injusticia, pobreza, desigualdad, marginación y exclusión social. La solidaridad no consiste sólo en dar porque tenemos o porque nos sobra, aunque eso tenga buena intención; la solidaridad es un modo de vida, una actitud que debemos asumir no sólo en caso de emergencias originadas por situaciones de guerra, hambre, sequía, inundaciones, terremotos, ‘tsunamis’, huracanes, etc., sino también ante los diferentes problemas que afectan a otras personas: los próximos a nosotros, los de nuestra calle, barrio o ciudad, y también muchos otros que no conocemos, pero que necesitan nuestra ayuda, ayudándoles en la medida de nuestras posibilidades a solucionarlos. La educación es el medio más adecuado para formar ciudadanos libres, democráticos, responsables y críticos, que contribuyan a la construcción de una sociedad más justa, igualitaria y equitativa, donde exista la convivencia democrática y el respeto a las diferencias individuales, promoviendo valores, tales como: respeto, tolerancia, solidaridad, justicia, igualdad, ayuda, cooperación y cultura de paz, potenciando actitudes de respeto hacia la diversidad cultural, ideológica, política y de costumbres, y la no discriminación por razones sociales, de raza, religión o sexo, y fomentando la adquisición de normas sociales que posibiliten la convivencia de todas las personas en una sociedad libre, democrática, abierta, multicultural, plural y globalizada. La tolerancia, entendida como respeto y consideración hacia la diferencia, como una disposición a admitir en los demás una forma de ser y de actuar diferente a la propia, o como una actitud de aceptación del legítimo pluralismo, es un valor de enorme importancia para la convivencia pacífica, plural y libre entre todas las personas en una sociedad cada vez más diversa tanto cultural como religiosamente, compuesta por hombres y mujeres de distintas nacionalidades, ideologías políticas, confesiones religiosas, etcétera. La necesidad de una educación para la tolerancia deriva de un hecho fundamental de nuestro tiempo: la convivencia de diversas y aun opuestas concepciones del hombre, de la moral y de la política en el seno de las sociedades democráticas. Educar para la tolerancia es fomentar sentimientos de confianza y respeto basados en el conocimiento. Aprender a ser tolerante es aprender a confiar y a respetar a quien es diferente porque su aspecto externo es distinto del nuestro o porque no piensa y actúa igual que nosotros, sobre todo si se encuentra en una posición de inferioridad o debilidad. Sólo se puede tener respeto y confianza en alguien a quien se conoce. Conocemos a los demás dándoles la ocasión de darse a conocer y escuchándolos, y también aproximándonos a su realidad e intentando comprenderla. La solidaridad es una característica que define a las personas que se preocupan por las necesidades y los problemas de los demás y procuran ayudarlos en la medida de sus posibilidades, un valor universal que refleja la grandeza de las personas y también la grandeza de los pueblos ante las catástrofes naturales y las situaciones de emergencia que requieren la colaboración de los ciudadanos, organizaciones humanitarias y gobiernos de distintos países para ayudar a las poblaciones afectadas por los conflictos armados, graves inundaciones, etc. [ 120 ] • Pedro Gallardo Vázquez sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 121 La educación en y para la solidaridad persigue la implicación de todos los sectores sociales en la construcción de una sociedad multicultural, justa, tolerante, solidaria y equitativa, donde se respeten los Derechos Humanos y de ciudadanía de todas las personas que forman parte de ella. Está orientada hacia el compromiso y la acción transformadora y posee un fuerte componente autocrítico hacia las propias posiciones, hábitos y valores. Educar en valores es ante todo educar para la libertad, la igualdad, la convivencia, la tolerancia, la solidaridad, la justicia y la paz. 2. Concepto de ciudadanía El debate actual sobre ciudadanía indica que este concepto está siendo cuestionado por las nuevas realidades políticas, económicas, sociales y culturales producidas por la globalización, que ha traído como consecuencia una serie de cambios, dentro de los cuales cabe destacar los siguientes: nuevas formas de organización social, una nueva concepción de la producción económica y de las relaciones laborales, la aparición de entidades que gestionan la economía global, como es el caso de la Organización Mundial del Comercio (OMC), la existencia de estructuras supranacionales que hacen imposible la total independencia de las naciones y sus políticas y la expansión de las redes de información y comunicación a nivel mundial. Estos cambios han contribuido a la aparición de numerosos interrogantes en torno al Estado, tales como: ¿qué lugar ocupa en una sociedad supranacional y globalizada? ¿Cómo afecta la pérdida de soberanía al ejercicio de sus funciones tradicionales? ¿Qué nuevo papel está llamado a ejercer el Estado en este tiempo de cambios tan notables? La respuesta a estas preguntas no hace más que evidenciar la necesidad de reflexionar sobre el papel del Estado en la sociedad actual, caracterizada por un conjunto de profundas y rápidas transformaciones económicas, sociales, políticas, culturales, científico-tecnológicas, que impactan en casi todas las esferas y condiciones de vida de los individuos y los grupos de todos los países. Indica Cortina (1998: 22) que en las sociedades postindustriales el concepto de ciudadanía parece deberse a la necesidad de generar entre sus miembros un tipo de identidad en que se reconozcan y que les haga sentirse pertenecientes a ellas, porque este tipo de sociedades adolece de un déficit de adhesión por parte de los ciudadanos al conjunto de la comunidad, y sin esa vinculación resulta imposible responder conjuntamente a los desafíos que a todos se presentan. Como señala Cabrera (2002: 82-83), el concepto tradicional de ciudadanía, originariamente definida para “hombres”, “blancos”, “sanos” y además adscritos a un determinado territorio, donde mantienen una relación política con la comunidad de la que forman parte, es a todas luces inapropiado a las exigencias del ciudadano que hoy requiere la realidad local, nacional y transnacional. Nuevos conceptos de ciudadanía aparecen como punto de partida para abordar la pluralidad cultural que caracteriza a la actual sociedad de la información y del conocimiento, la exclusión social que amenaza la cohesión social y fragmenta nuestro sistema de relaciones, la participación y la responsabilidad social que exige la toma de conciencia de un desarrollo humano integral solidario. En este sentido, indican Rodríguez Lajo y Sabariego Puig (2003) que la ciudadanía que precisamos en la actualidad es aquella que tiene una dimensión activa, responsable, crítica, intercultural y desarrollada en múltiples ámbitos: local, autonómico, estatal, internacional, en suma, con una percepción global. Seguidamente se recogen algunas de las definiciones de ciudadanía más significati- educación ciudadana y convivencia democrática (Pág. 119-133) [ 121 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 122 vas que nos señalan componentes o dimensiones que constituyen centros de interés asociados a la ciudadanía y que, a nuestro juicio, deben atenderse desde una educación para la ciudadanía, citadas por Cabrera (2002: 83-85): Ciudadanía cosmopolita. Término que hace referencia a una concepción de la ciudadanía que trasciende los marcos de la ciudadanía nacional y la transnacional y se fundamenta en el reconocimiento de los derechos humanos o fundamentales a todas las personas, independientemente del país en el que vivan o de su nacionalidad. Ciudadanía global. Esta concepción de la ciudadanía se sitúa dentro de una educación global que tiende a promover actitudes y valores como la solidaridad, la paz, el respeto por la diversidad, la tolerancia, la justicia, la defensa del medio ambiente, el consumo responsable, la participación, la corresponsabilidad y el compromiso en la construcción de un mundo más libre, justo, equitativo, diverso, sostenible y pacífico. En este sentido, el respeto no es igual a tolerancia, aunque ésta lo presuponga, como indica Vinuesa (2000: 208-209) “cuando el sujeto ético respetuoso aprecia en el sujeto cuyos actos habría que tolerar una actitud inaceptable, no tiene por qué disimularla o mostrarse indiferente; especialmente si su respeto es auténtico”. Ciudadanía responsable. Concepto que engloba aspectos relacionados con el compromiso social y la responsabilidad social que implica ser ciudadano: participación en la vida pública, compromiso en la construcción de un proyecto común y en la transformación de la realidad social, etc. Para alcanzar una ciudadanía responsable, indica Ayllón Vega (2003: 241) nada mejor que favorecer la construcción y participación de un proyecto común en el que todos se sientan iden- tificados, cultivando de esta forma una intrínseca y fuerte interdependencia entre todos. Ciudadanía activa. Expresión que se emplea principalmente para referirse al compromiso civico y a la participación activa, creativa y responsable de los ciudadanos en los asuntos públicos. Para conseguir esta ciudadanía activa Sartori (2001) propone la consecución de tres grandes retos sociales que, en su mayoría, ya son proyectos en construcción: la sociedad intercultural, la cohesión social y la educación inclusiva. Ciudadanía crítica. Término que se utiliza fundamentalmente para hacer mención a la participación activa de los ciudadanos en los asuntos que afectan a la comunidad y a su implicación en la construcción de una sociedad mejor, un mundo mejor, en el que cada persona por el simple hecho de nacer tenga los mismos derechos y las mismas oportunidades. En este sentido, Maalouf (2001: 116-117) indica que “todo lo que atañe a los derechos fundamentales de las personas –el derecho a residir como ciudadanos de pleno derecho en la tierra de sus padres sin sufrir persecución ni discriminación alguna; el derecho a vivir con dignidad allí donde se encuentren; el derecho a elegir libremente su vida, sus amores, sus creencias, respetando la libertad del prójimo; el derecho a acceder sin obstáculos al saber, a la salud, a una vida digna y honorable– todo esto, y la lista no es restricitiva, no se le puede negar a nadie con el pretexto de preservar una fe, una práctica ancestral o una tradición. En este ámbito hemos de tender hacia la universalización e incluso, si es necesario, hacia la uniformidad, porque la humanidad, aun siendo múltiple, es, en primer lugar, una”. Ciudadanía social responsable. Concepto que incluye diferentes clases de ciudadanía en función de la responsabilidad y com- [ 122 ] • Pedro Gallardo Vázquez sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 123 promiso social de los ciudadanos, tales como: a) Democrática y social que asegura la participación activa de todos y todas en la vida social, a todos los niveles, y que lucha contra la exclusión social. b) Intercultural que crea un marco de cohesión entre las culturas y respeto a los derechos de los distintos colectivos étnicos, culturales y religiosos. c) Ambiental que trabaja por la conservación, protección y mejora del medio ambiente. d) Paritaria que exige superar los prejuicios de grupos, con especial referencia al género. Ciudadanía multicultural. Concepto que se fundamenta en el reconocimiento y el apoyo por parte de los Estados a la identidad cultural de las minorías étcnicas y nacionales presentes en su ámbito territorial. Desde una perspectiva educativa, hay que destacar que para soñar con una democracia estable a largo plazo en un Estado multinacional, pluriétnico y multicultural, es necesario desarrollar en primera instancia: un sentimiento de solidaridad, porque la ciudadanía debería ser un foro en el que la gente supere las diferencias y piense en el bien común de todos los ciudadanos; una sociedad de justicia compartida que una a las sociedades modernas; y la identidad compartida, la cual deriva de la historia, de la lengua y, tal vez, de la religión común. De este modo, la ciudadanía multicultural debe basarse en el respeto y la tolerancia y en la construcción de experiencias en contextos significativos que permitan elaborar nuevas ideologías alternativas a aquellas que recogen los estereotipos causantes de prejuicios y por ende de intolerancia. Mediante estas nuevas experiencias pueden surgir en las personas sentimientos de confianza, de respeto, de aceptación, basados en el conocimiento mutuo, porque, como se- ñalan Luque, Molina y Navarro (2000: 16) “sólo se puede tener respeto y confianza en alguien a quien se conoce. Conocemos a los demás dándoles ocasión de darse a conocer y escuchándoles. O aproximándonos a su realidad e intentando comprenderla”. Ciudadanía intercultural. Concepto que se fundamenta en la defensa de la igualdad, el respeto a la diferencia, el reconocimiento de las distintas identidades culturales y la valoración de la cultura propia y de otras culturas como vehículos fundamentales de la realización del ser humano con otros. En este sentido, Soriano Ayala (2001: 151) señala que la persona que se instala en un modelo de ciudadanía intercultural “tiene un compromiso intelectual y emocional hacia la unión de todas las personas, pero a la vez acepta y aprecia las diferencias que encuentra en las gentes de diferentes culturas. Tiene un compromiso por combatir el racismo y todas las formas de prejuicio y discriminación, por el desarrollo de un apropiado conocimiento, de actitudes y de habilidades de acción social”. Ciudadanía diferenciada. Noción que tiene en cuenta la cultura, identidades y derechos de los diferentes grupos culturales de la sociedad, y se sustenta en la defensa de las “minorías nacionales” en Estados “multinacionales” y “grupos étnicos” en Estados “poliétnicos”. Ciudadanía económica. Concepto que se emplea para hacer referencia a la “empresa ciudadana” como uno de los espacios importantes desde donde hacer ciudadanía y formar en ciudadanía. En la cuenta de resultados de las empresas están apareciendo los bienes intangibles que pueden ser de muy diverso tipo, desde un clima organizacional armonioso y solidario hasta asumir la responsabilidad social por el entorno. educación ciudadana y convivencia democrática (Pág. 119-133) [ 123 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 124 Terminaremos este apartado sobre el concepto de ciudadanía aportando nuestra propia definición que se basa en las concepciones históricas del término ciudadanía que entendían éste con una visión muy tradicional vinculada al territorio y con un carácter muy homogeneizador y, por otra parte, también se basa en las nuevas concepciones actuales del término que abarcan una dimensión más internacional del concepto y le otorgan al mismo la categoría de conciencia viva de pertenencia a una comunidad, aspecto éste que se trabaja actualmente con intensidad en Europa. Teniendo en cuenta la dimensión teórica, ideológica o incluso política del término podemos indicar que en la actualidad la noción de ciudadanía está muy centrada en la forma en la que la persona se siente y forma parte de un colectivo común con el que interactúa corresponsablemente a través de su propia autonomía personal. El actual concepto de ciudadanía pretende construir ciudadanos y ciudadanas capaces de debatir, argumentar y llegar a consensos de forma colectiva, desarrollando una conciencia personal y autónoma implicada en la participación de un proceso de construcción colectiva de normas y valores de convivencia. Por tanto, sintetizando podríamos definir la ciudadanía como un conjunto de derechos, deberes y libertades plasmados en las constituciones o leyes orgánicas de los diversos países que hace posible la participación activa de los ciudadanos y ciudadanas, tanto a nivel individual como colectivo, en la vida pública y política de la sociedad de la que forman parte. 3. Educación y ciudadanía Los orígenes del concepto de ciudadanía se remontan a la democracia ateniense. Aristóteles definía al ciudadano como alguien que participa en asuntos públicos. El hombre era por naturaleza un “homo politicus” ya que encontraba su identidad a través de la actividad política. Los ciudadanos se consideraban a sí mismos, no como individuos, sino como miembros de una sociedad, cumpliendo y obedeciendo las leyes establecidas. Con el paso del tiempo, la aplicación del concepto fue variando, evolucionando hacia planteamientos en los que el eje central pasa de la sociedad a los individuos, entendidos como sujetos de derecho y deberes. Aplicado en el momento actual a las sociedades democráticas, la idea de ciudadano ya no se vincula a la formación de súbditos (concepto que excluye al de ciudadano) sino a la formación de ciudadanos libres, amparados por una serie de derechos y de deberes consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos (Naciones Unidas, 1948), el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Naciones Unidas, 1966), el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Naciones Unidas, 1966), la Declaración sobre Derechos y Libertades Fundamentales (Parlamento Europeo, 1989) y otros instrumentos internacionales de derechos humanos. Podemos decir que la idea principal de la educación para la ciudadanía toma como eje central la universalidad de la dignidad humana. Este cambio en el concepto de ciudadanía tiene importantes implicaciones para el diseño e implementación de una política educativa que garantice una educación integral y de calidad para todos, basada en la ética, los valores, la democracia y los derechos humanos. En una sociedad democrática, la formación del ciudadano requiere prepararle para participar en el desarrollo de la comunidad, a la vez que potenciar las estructuras participativas en las que pueda implicarse. Debemos tener conciencia de que el ser humano no nace ciudadano, sino que tiene que formarse en el tiempo y en diferentes espacios. Ser ciudadano implica formar parte de la “Civis” (ciudad) con una serie de derechos y de deberes. [ 124 ] • Pedro Gallardo Vázquez sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 125 Ser ciudadano en la sociedad actual no es una tarea sencilla, sino que representa una serie de exigencias, pues nadie nace ciudadano, sino que tiene que hacerse, ir formándose a lo largo de la vida. Pero de lo que nadie duda es que la consolidación de los Derechos Humanos dependerá de esta formación para la ciudadanía. Tarea nada fácil, ya que exige, entre otras muchas cosas, informarse, opinar, asociarse y participar activamente en los asuntos públicos. 3.1. La educación para la convivencia democrática La Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI, estableció que los cuatro pilares básicos sobre los que la educación debe estructurarse giran en torno a cuatro aprendizajes fundamentales: aprender a conocer, es decir, adquirir los instrumentos de comprensión; aprender a hacer, para poder influir sobre el propio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas, y, por último, aprender a ser, un proceso fundamental que recoge elementos de los tres anteriores. Por supuesto, estas cuatro vías del saber convergen en una sola, ya que hay entre ellas múltiples puntos de contacto, coincidencia e intercambio. Aprender a vivir juntos es aprender a vivir con los demás, fomentando el descubrimiento gradual del otro, la percepción de las formas de interdependencia y participación, a través de proyectos comunes que ayudan a las personas a prepararse para tratar y solucionar conflictos respetando los valores de pluralismo, comprensión mutua y paz. “Aprender a vivir juntos, aprender a vivir con los demás” constituye un importante reto educativo. Supone alcanzar una doble misión: enseñar la diversidad de la especie humana y contribuir, al mismo tiempo, a una toma de conciencia de las semejanzas, las diferencias y la interdependencia entre todos los seres humanos (Delors, 1997: 104). Los fundamentos morales de esta acción educativa han sido puestos de manifiesto por Escámez: la dignidad de la persona, que es el valor fundamental, los valores que están en la base de los derechos humanos, y que se explicitan en la libertad, la justicia, la igualdad, el pluralismo político o democracia, que exige la tolerancia y la participación, la paz y la responsabilidad de llevar a cabo o realizar, en la vida social, tales valores, todos ellos, constituyen la ética de las sociedades más avanzadas (Escámez, 1997: 136). La educación para la convivencia debe ajustarse al hecho de que las sociedades son cada vez más diversas, ya que en la actualidad conviven gentes de distintas razas y diferentes culturas. Esta situación se ve incrementada de forma progresiva debido a las tendencias migratorias que se van produciendo en el mundo, especialmente el flujo hacia los países desarrollados. En Europa, y especialmente en España, está adquiriendo tintes dramáticos por las consecuencias que trae consigo. Efectivamente, a través de los medios de comunicación vamos a continuar siendo testigos de hechos especialmente dramáticos: inmigrantes muertos por asfixia en el interior de camiones de transporte, otros ahogados en el Mediterráneo en su intento de llegar al continente europeo, barcos repletos de inmigrantes a los que no se les permite atracar en ningún puerto... En definitiva, intentos desesperados de dejar atrás la pobreza y el subdesarrollo para alcanzar el supuesto “paraíso” europeo; lo que reavivará el debate sobre la inmigración en todos los círculos políticos y sociales. Lo cierto es que este mosaico pluricultural se está convirtiendo en una realidad innegable que obliga a plantearse seriamente las necesidades educativas de una sociedad pluralista y multiétnica. Algunos autores, como Held, destacan que en este nuevo milenio habrá que poner en marcha un proyecto cosmopolita. Todo ciudadano de un Estado deberá educación ciudadana y convivencia democrática (Pág. 119-133) [ 125 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 126 aprender también a ser un “ciudadano cosmopolita” (Held, 2000: 8), es decir, una persona capaz de mediar entre las tradiciones nacionales, las comunidades de destino y los estilos de vida alternativos. Como señala dicho autor, ser ciudadano de un sistema político democrático en el futuro exigirá una función mediadora cada vez mayor, función que comprende un diálogo con las tradiciones y discursos de los demás con el fin de expandir los horizontes del propio marco referencial de significados y aumentar el alcance del entendimiento mutuo. Formar ciudadanos críticos se convierte en el objetivo fundamental de la educación para la convivencia democrática. Ciudadanos sensibles a los problemas sociales existentes dentro y fuera de la comunidad en la que viven y que puedan colaborar, en la medida de lo posible, en la resolución de los mismos. En este sentido, la formación ciudadana tiene que ver mucho con la formación en la responsabilidad social. Un ciudadano responsable es un ciudadano activo y comprometido con su entorno social. La capacidad de compromiso podría fijarse a través de un continuum que podría abarcar distintos niveles de actuación o responsabilidad. Así, siguiendo el análisis de Jordán, se pueden establecer categorías de mínimos y de máximos (Jordán, 1995: 910). Si pensamos en categorías de mínimos, nos encontramos con conceptualizaciones de ciudadanía de “baja densidad”. Esto sucedería con aquel ciudadano que se limita a cumplir con lo establecido, ejerce su derecho al voto, obedece las leyes y paga los impuestos. Es decir, no sale de su esfera personal o familiar. Este ciudadano mantendría unas relaciones comunitarias reducidas, con escasa implicación en la acción política. En el otro extremo del continuum situaríamos una perspectiva de máximos, es decir, una imagen de ciudadanía de elevadas aspiraciones. En este extremo se ubicaría un tipo de ciudadano que se identificase como miembro activo de la comunidad, con una conciencia nítida de sus derechos pero también de sus responsabilidades para con la comunidad. Como indica Jordán (1995: 10), dicho ciudadano viviría su ciudadanía desde el horizonte más amplio de unos principios universales, implicándose activamente para ponerlos en práctica en la vida cotidiana, siendo muy crítico y realista en este sentido, al constatar que, aunque en el plano formal se reconocen tales principios, en aquel otro real son frecuentemente quebrantados, aun cuando estén consignados en convenios e instrumentos internacionales de protección de los derechos humanos y en los discursos institucionales de los gobiernos. Convivir, según Mayor, Dios e Iglesias (2007), significa compartir vivencias juntos; convivir es, por lo tanto, encontrarse y conversar, “dar vueltas juntos” (cum-versare) en diálogo amistoso. Si conversamos en la escuela, estamos construyendo la convivencia escolar; si lo hacemos en la sociedad, en la ciudad, estamos construyendo la ciudadanía, la convivencia democrática. Aprender a convivir es una finalidad básica de la educación. Se trata, por consiguiente, de sumar esfuerzos para dar respuestas favorables, conscientes de que la educación para la convivencia democrática y la ciudadanía, para la igualdad entre hombres y mujeres, la educación intercultural, en definitiva, la educación para una cultura de paz, son retos que la escuela no puede obviar si quiere, realmente, encontrar alternativas, positivas y constructivas, a los problemas escolares y sociales del siglo XXI. Jacques Delors lo expresaba muy bien en su libro La educación encierra un tesoro cuando insistía en la necesidad de aprender a ser y de aprender a vivir juntos. Es cierto que la escuela, en cuanto que comunidad educativa, no tiene todas las respuestas, pero sí que tiene algunas, y necesita otras del entorno. Estamos hablando de una colaboración estable e interinstitucional, de [ 126 ] • Pedro Gallardo Vázquez sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 127 unas respuestas compartidas con el resto de los agentes sociales, especialmente de aquellos que están más directamente involucrados con la denominada violencia escolar, es decir, la salud, justicia e interior, bienestar social, sin olvidar obviamente a los ayuntamientos, partidos políticos, sindicatos y otras organizaciones de la sociedad civil. Hoy, más que nunca, aprender a convivir debe formar parte del quehacer explícito de la educación y de los educadores, de las escuelas y de la sociedad en su conjunto; uno de los principales desafíos de los sistemas educativos actuales que persiguen que las sociedades sean más modernas, justas y democráticas, más igualitarias, cohesionadas y pacíficas, es formar ciudadanos libres, responsables, críticos, solidarios, dialogantes y tolerantes, que sean capaces de vivir con responsabilidad y armonía gracias a su participación activa en la vida política, económica, social y cultural de la sociedad en la que viven. 3.2 Los valores de la convivencia: la tolerancia y la solidaridad La tolerancia, la solidaridad y el respeto son fundamentales para lograr una convivencia democrática. Ser tolerante implica que cada persona sea capaz de admitir y respetar las opiniones, creencias, pensamientos, ideas, prácticas o costumbres de los demás, aunque no se compartan o se esté en desacuerdo con ellas. Ser solidario no significa simplemente dar una ayuda, sino comprometerse con otras personas o grupos, compartiendo sus intereses y sus necesidades. Un acto solidario implica tres pasos fundamentales: ver al otro, conmoverse con él y como consecuencia de ello, actuar. 3.2.1 Educar para la tolerancia Tolerancia, del latín tolerare –soportar, sufrir, sostener, llevar–, es un término cuyo sig- nificado ha evolucionado a lo largo de la historia. Pérez (1997: 46) ha descrito los distintos momentos evolutivos de su significado: a) Desde el punto de vista etimológico, es la capacidad de aguante y resignación. b) En el transcurso del tiempo ha evolucionado y se ha entendido como estar dispuesto a no reprimir las convicciones de los otros, especialmente las religiosas. c) En la actualidad se ha fomentado la actitud de respeto hacia las opiniones diferentes de las propias y hacia los grupos que las mantienen, en armonía con lo diverso. d) El reto que hoy tenemos planteado en relación con la tolerancia no se limita sólo al respeto del otro. Aspira a aceptarlo, a valorarlo. Este último significado de la tolerancia se encuentra recogido de manera muy clara en la definición que nos ofrecen Sacristán y Murga (1994: 119): no sólo como virtud que permite soportar y aguantar aquello que podría no soportarse, sino como la virtud activa que anima el esfuerzo por conocer, comprender y valorar al otro y respetar su diferencia. Según Ibáñez-Martín (1984: 98-99) las características esenciales que deben darse para poder hablar de tolerancia, son las siguientes: a) Que un determinado fenómeno me afecte negativamente. Si me afecta de forma positiva no se puede hablar de tolerancia. Pero significa también que aquello que tolero debe afectarme. b) Que yo tenga poder para eliminarlo, de un modo socialmente legítimo, como para evitar la existencia de aquello que me afecta negativamente. c) Que yo me decida a permitir tal fenómeno, sin aprobarlo expresamente e incluso que pueda llegar a respetarlo, aunque personalmente me repugne. educación ciudadana y convivencia democrática (Pág. 119-133) [ 127 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 128 Este autor señala que la raíz más sólida de la tolerancia se encuentra en la manifestación real de respeto a la dignidad de la naturaleza humana, Quintana (1996: 38), nos llama la atención sobre los límites de la tolerancia. Hay que ser tolerantes, pero sólo hasta un cierto punto. La tolerancia oscila entre dos tendencias contrarias entre sí, de ahí la tensión que genera. Por ello es conveniente, según el citado autor, fijar la justa medida que debe tener la tolerancia. Supone establecer un término medio entre la libertad y la coacción, solucionar una comprometida antinomia entre las pretensiones espontáneas del sujeto y la objetividad impositiva de los principios y la ley. Para Díez (2002: 53-54), ejercer la tolerancia es ejercer una libertad esencial que no consiste en plegarse y aceptar sin más el enfoque o las afirmaciones de los otros, sean éstos amigos muy queridos, desconocidos o contrarios a uno. Por el contrario, se requiere poseer y ejercer un espíritu solidario, de cooperación sin cortapisas, cargado de amor limpio, es decir, siempre tolerantes ante quienes piensan o creen de un modo distinto a nosotros mismos. La mayoría de las veces, la tolerancia se parece mucho a “poner la otra mejilla”, sin ira, tras recibir un duro golpe en lo más sensible de los propios sentimientos y frente a las propias convicciones religiosas, filosóficas, pedagógicas, éticas, morales, políticas y culturales más profundas. Ser tolerante, por tanto, no puede ser entendido, como doblegarse ante los demás, ni sonreír a cualquier asunto con el desentendimiento propio del relativismo moral. Al revés, se trata más bien de reafirmar con delicadeza y redoblada firmeza fraterna los convencimientos propios, la experiencia vivida, las convicciones y la fe ejercidas en comportamientos coherentes y consecuentes, escuchando y dialogando en pos de un enriquecimiento mutuo. En definitiva, es una modalidad de la solidaridad ejercida desde la compasión y la cooperación. Hay una vieja línea de pensamiento en la que se encuentran, con distintos matices, autores como Maquiavelo, Hobbes y, más recientemente, Sartre, según la cual entre el “otro” y “yo” sólo media rivalidad. De esta manera la convivencia sólo se traduce en la capacidad de dominar u oprimir a los demás. Las consecuencias de esta ideología nos han dejado bastantes ejemplos perniciosos, ya que si sólo hay competidores se niega toda posibilidad de diálogo, amistad o compañerismo. Esta tendencia de cualquier ser humano a buscar a sus semejantes para hacer amistad con ellos, para encontrar ayuda en ellos y ofrecer también la suya, para convivir y desarrollarse para y con los otros, es lo que confiere sentido humano, liberador a la persona (Luque, 2001: 35). La Declaración de Principios sobre la Tolerancia (UNESCO, 1995) hace mención al significado de la tolerancia en los siguientes términos: “La tolerancia consiste en el respeto, la aceptación y el aprecio de la rica diversidad de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser humanos…” (art.1.1). Educar para la tolerancia es contribuir a la causa de la paz y de la promoción de los derechos humanos. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura dedicó el año 1995 a reflexionar sobre la tolerancia como fundamento de la paz. La importancia de la educación para la tolerancia se ha puesto de manifiesto en muchos documentos. Desde los emanados de conferencias mundiales de diferentes organismos internacionales, tales como: la Organización de las Naciones Unidas, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico o el Consejo de Europa, hasta, ya en nuestro país, declaraciones recogidas en nuestro texto constitucional. En la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) se recogen las líneas maestras de lo que debe ser una educación para la convivencia fundada en el ejercicio [ 128 ] • Pedro Gallardo Vázquez sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 129 de la tolerancia: “La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos; y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz” (art. 26.2). El 16 de noviembre de 1995 los Estados Miembros de la UNESCO aprobaron una Declaración de Principios sobre la Tolerancia en la que se afirma que “la educación es el medio más eficaz de prevenir la intolerancia…” (art. 4.1). Asimismo, establece que el principal objetivo de la educación para la tolerancia debe ser “contrarrestar las influencias que conducen al temor y la exclusión de los demás, y ha de ayudar a los jóvenes a desarrollar sus capacidades de juicio independiente, pensamiento crítico y razonamiento ético” (art. 4.3). En la citada Declaración se incluye el compromiso de los Estados miembros a apoyar y ejecutar programas de investigación sobre ciencias sociales y de educación para la tolerancia, los derechos humanos y la no violencia, prestando especial atención al mejoramiento de la formación del personal docente, los planes de estudio, el contenido de los manuales y de los cursos y de otros materiales pedagógicos, como las nuevas tecnologías de la educación, a fin de formar ciudadanos atentos a los demás y responsables, abiertos a otras culturas, capaces de apreciar el valor de la libertad, respetuosos de la dignidad y las diferencias de los seres humanos y capaces de evitar los conflictos o de resolverlos por medios no violentos (art. 4.4). Como muchas actitudes irracionales, la intolerancia a menudo se arraiga en el miedo: miedo de lo desconocido, de lo diferente, del otro... Esos miedos nacen de la ignorancia y la falta de educación. Una educación de calidad es el medio más eficaz para impedir la intolerancia. Es particularmente importante, como señala Koïchiro Matsuura (2006), Director General de la UNESCO, que los niños aprendan la tolerancia para que entiendan por qué el respeto de los derechos humanos, de la dignidad humana y de la diversidad humana son indisociables. Pero debemos cerciorarnos de que la propia educación no esté contaminada por el virus de la intolerancia. La educación debe enseñar a las personas qué derechos y libertades comparten para que éstos puedan ser respetados y disfrutados por todos los ciudadanos. 3.2.2 Educar para la solidaridad Desde hace décadas la sociedad está inserta en una cultura de lo desechable: todo pasa, lo que es hoy importante, ayer no lo era y mañana dejará de serlo. El cambio se ha vuelto permanente, afectando con ello también a los valores sociales que predominaron por mucho tiempo en la humanidad. La economía globalizada con todos sus efectos a escala planetaria y la hegemonía de una postura sociopolítica de organización social, también contribuyen a la promoción de un pensamiento único, donde prima el individualismo, la competencia y el consumo. Un pensamiento que se encuentra presente en todo el mundo a través de la globalización y se caracteriza por la aceptación del neoliberalismo como única alternativa y por considerar al mercado como único pilar del funcionamiento de la economía a pesar de las discriminaciones que se producen, tanto entre los países ricos y los países pobres, como también dentro de los mismos países ricos. La cultura que vivimos no está especialmente diseñada para la solidaridad y el amor desinteresado hacia los demás; al contrario, parece que en muchos ambientes se impone el individualismo, el afán de dinero, éxito y poder, a como dé lugar; el triunfo de los poderosos. Los criterios del capitalismo salvaje parecen imponerse sobre los de una sociedad educación ciudadana y convivencia democrática (Pág. 119-133) [ 129 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 130 más humana, justa y solidaria. Pero no son estos los criterios dominantes en toda la gente; felizmente existen grupos de personas, de cualquier clase y condición, que sí se rigen por aquellos valores que tienden a hacer más humana nuestra vida. Son hombres y mujeres, jóvenes, adultos y mayores, que viven por y para la solidaridad. La educación para la solidaridad es posible; instituciones civiles, políticas, religiosas y aconfesionales, se organizan en Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y grupos informales para promover valores que tienden a la defensa de la ecología, el medio ambiente, el desarrollo sostenible, la participación y el alivio de la pobreza. Una forma de mostrarse solidario en nuestra sociedad es participar del voluntariado. Los voluntarios o voluntarias ofrecen su trabajo o parte de él a la comunidad de manera totalmente desinteresada, es decir, sin recibir recompensa económica. Son personas que quieren mejorar la realidad que los envuelve, ya sea, como señalan Aran, Güel, Marías y Muñoz (2007: 148), por motivos ideológicos o por cuestiones personales, y dedican su tiempo y energía, o parte de ellos, a realizar una acción concreta para esta mejora. La única satisfacción que reciben es saber que su labor va destinada a personas, familias, grupos y comunidades que realmente lo necesitan. Por este motivo, el voluntariado reconoce la solidaridad como una forma de equilibrar las desigualdades que existen en nuestro mundo. Para llevar a cabo su labor voluntaria, se organiza dentro de una entidad u ONG, en la cual su trabajo es mucho más eficaz, aunque, naturalmente, no va en detrimento de que una persona pueda realizar acciones voluntarias individualmente. Se dan los siguientes tipos de voluntariado: social (destinado por ejemplo a personas mayores, discapacitadas o enfermas, mujeres maltratadas, personas enfermas, pobres…), ambiental (trabajo en el entorno natural), comunitario (participación en muchos tipos de entidades, de tiempo libre, educativas, deportivas, etc.), de cooperación internacional (sobre todo de ayuda a países del tercer mundo y asistencia humanitaria a las víctimas de conflictos armados y de desastres naturales: epidemias, hambrunas, terremotos, inundaciones, tornados, tifones, ciclones, aludes, huracanes, erupciones volcánicas, sequías e incendios), y también cultural (colabora en la defensa y promoción del patrimonio cultural, la difusión de tradiciones, etc.). Los seres humanos necesitamos de los demás para sobrevivir, tanto de las personas más cercanas como de aquellas que son de nuestro entorno pero por las cuales también nos preocupamos. Tal anhelo por el bien de los demás se denomina solidaridad y es un valor ético en la actualidad. Los medios de comunicación nos informan de lo que ocurre en todos los lugares del mundo, de los problemas económicos, sociales y políticos de los países subdesarrollados, de la dramática situación en la que se encuentran los pobres en nuestro tiempo…, y esta información provoca en nosotros el sentimiento de solidaridad hacia los países, los grupos sociales y las personas más pobres del planeta. La preocupación solidaria está en el mismo ser humano que se define y autocomprende como un ser solidario. La dimensión educativa de la solidaridad hace referencia directa a las situaciones de justicia/ injusticia que se producen y a la capacidad de repuesta personal ante ese problema. También supone avanzar hacia un modelo de sociedad capaz de generar energías de solidaridad y justicia que quiebren los recelos de un mundo egoísta y a la defensiva. Ese tipo de sociedad no sería posible sin el desarrollo de una moral creciente de las personas que la componen, sin lo que Cortina (2001: 157) denominó una ética aplicada. Algunos autores definen la solidaridad como la zona de confluencia de cuatro grandes tradiciones culturales: el sentimiento compasivo, la actitud racional del reconoci- [ 130 ] • Pedro Gallardo Vázquez sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 131 miento, el imperativo moral de la universalización y la implicación responsable. Sólo cuando se dan las cuatro simultáneamente se puede hablar de verdadera solidaridad. a) El sentimiento compasivo. Ser compasivo significa “padecer con”, padecer con los que padecen, con los demás, es, por tanto mucho más que un simple sentimiento lacrimógeno o lastimero. Se trata del arte de dejarse afectar por lo que vemos día a día, el arte de pasar por la vida con los ojos y con el corazón abiertos. Si alguien no se manifiesta sensible ante el dolor está de entrada incapacitado para la solidaridad. El sentimiento compasivo es, por así decirlo, el primer escalón de la solidaridad, su raíz primera, condición necesaria pero no suficiente. Si no se ponen en juego los sentimientos no podemos hablar de solidaridad. b) La actitud racional del reconocimiento. Va más allá del simple sentimiento compasivo. No se trata de ver al otro o los otros como simples víctimas, sino como personas y, como tales, poseen la máxima dignidad que se puede tener, la de ser persona. El ejercicio de la solidaridad implica la necesidad de reconocer en el otro y en los otros esa dignidad. En este sentido, el trabajo solidario no puede limitarse sólo a atender sus carencias y limitaciones, sino que ha de preocuparse también por sus capacidades y potencialidades, en definitiva, por sus valores humanos. La actitud del reconocimiento es el ejercicio de la reciprocidad, el otro no es inferior ni puede depender de nuestra ayuda; si nuestra compasión lo somete y lo ata a su propia situación de marginación, de dolor, nuestra compasión no está siendo solidaria, ya que no lo reconoce. c) El valor de la universalización. Es el paso del otro con minúscula al Otro con mayús- cula; la solidaridad implica también este paso, el descubrir que los bienes humanos sólo son humanos si son universalizables, es decir, si son o pueden ser para todos. La solidaridad destaca la naturaleza social del ser humano, se basa en la igual dignidad de todas las personas. El conjunto de los seres humanos conforma una sola realidad más allá de las fronteras naturales o artificiales. Estamos en la órbita de los derechos humanos, en donde lo importante no es atender las carencias puntuales de los ciudadanos (sanidad, educación, vivienda, trabajo, etc.), sino el derecho de todos los ciudadanos a la salud, a la educación, a la vivienda, al trabajo, etc. d) La implicación responsable. El sentido de la solidaridad está íntimamente unido al de la responsabilidad ya que vivimos en un mundo que es de todos y que nos exige compartir los recursos y la riqueza de nuestro planeta. Esta responsabilidad compartida de todos los individuos y de todos los estamentos sociales permitirá una realización plena del proyecto humano. El valor de la solidaridad apela al desarrollo de la sociedad civil. Una sociedad que no se mueve por intereses particularistas sino que desde la familia, el vecindario, los grupos religiosos, las asociaciones y los movimientos sociales actúa por intereses universalistas. Sin embargo, recuperar el papel de la sociedad civil no quiere decir exonerar a los Estados del cumplimiento de sus obligaciones, ni suplantarles en sus responsabilidades. La solidaridad ciudadana, a la que se apela desde el Tercer Sistema –Third System–, ha de ir acompañada de una voluntad política y económica (los otros poderes democráticos) de asumir responsabilidades para aplicar los criterios de justicia social, sin los cuales las acciones ciudadanas quedarían muy limitadas en sus efectos. Por ello autores como Camps (2003: 32) prefieren hablar de justicia solidaria. El discurso en pro de la solidaridad no debe ser entendido educación ciudadana y convivencia democrática (Pág. 119-133) [ 131 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 132 como la sustitución del deber de justicia por la educación en la solidaridad. Se trata de valores complementarios. La justicia y la solidaridad son dos de los valores que deben estar presentes en la sociedad y, por tanto, en la vida escolar y en el aula; es necesario formar personas que colaboren en la mejora o implantación de estructuras sociales justas a todos los niveles (familia, escuela, empresa, municipio, región, Estado, etc.) y se solidaricen con las causas y movimientos justos . Referencias bibliográficas Aran, J. M.ª; Güel, M.; Marías, I.; Muñoz, J. (2007): Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos. Barcelona: Octaedro. Ayllón Vega, J.R. (2003): Filosofía mínima. Madrid: Ariel. Cabrera, F. A. (2002): “Hacia una nueva concepción de la ciudadanía en una sociedad multicultural”, en Bartolomé, M. (Coord.): Identidad y ciudadanía. Un reto a la educación intercultural. Madrid: Narcea, 2002, pp. 79-104. Camps, V. (2003): Virtudes públicas. Madrid: Espasa Calpe. Cortina, A. (1999): Ciudadanos del mundo. Hacia una teoría de la ciudadanía. Madrid: Alianza Editorial. Cortina, A. 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Fecha de recepción del artículo: 26.v.2008 Fecha de aceptación del artículo: 15.I.2009 educación ciudadana y convivencia democrática (Pág. 119-133) [ 133 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 134 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 135 Dos caras de la carrera docente: satisfacción y desmotivación Encarnación Sánchez Lissen Universidad de Sevilla Resumen La enseñanza es una profesión que suscita posiciones controvertidas entre sus profesionales, entre los que la ejercen y en el conjunto de la sociedad. Esta pluralidad nos ha llevado a analizar en este artículo algunos factores que sobresalen e identifican a los aspirantes en su acceso a la carrera docente y posteriormente, en el ejercicio de la misma. En ambos confluyen momentos de satisfacción y de desmotivación. Pensando en esta dualidad, analizamos factores como la vocación, la motivación, el salario o las vacaciones del profesorado, entre otras, que provocan una consideración antinómica sobre la enseñanza. Palabras clave: enseñanza, carrera docente, motivación, satisfacción, vocación, salario. Summary The teaching profession is regarded from different perspectives, even sometimes controversial, among those who belong to its own professional body, as well as in the whole society. This rich variety brings us to analyse in our paper some outstanding factors that identify the candidates in their access to the teaching career, and after that in their teaching practice. Both moments can show examples of satisfaction and non-motivation. Thinking of such duality, we analyse factors such as vocation, motivation, salary or even the teachers’ holidays, which can provoke an antinomic consideration around the education. Keywords: teaching, educational career, motivation, satisfaction, vocation, salary. 1. A modo de introducción Hemos titulado este artículo pensando que la enseñanza es una profesión con dos caras, una de satisfacción, que encarna la cara más amable y que hace grande a esta carrera y otra, la desmotivación, que es la más amarga y que suele estar representada por los problemas y los aspectos negativos que la envuelven. Si afortunadamente prevalece la pasión en el día a día de los enseñantes, también es preciso reconocer que las circunstancias de violencia, de crispación y de injusticia que existen actualmente en este entorno, están intimidando sobremanera la tarea apasionante de la función docente; con todo ello, desgraciadamente también se hace hueco la desmotivación. Es- dos caras de la carrera docente: satisfacción y desmotivación (Pág. 135-148) [ 135 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 136 tos incidentes no sólo afectan a los que afrontan día a día su profesión, también desconcierta a los estudiantes que aspiran a la enseñanza, a los que están por llegar a la carrera docente. Compartirán con nosotros que no es el propio trabajo lo que hace desvanecer a los profesionales de la enseñanza y ni siquiera, la diversidad y amplitud de aspectos que deben atender o la multiplicación de deberes; realmente, las dificultades externas que le envuelven son, desde nuestro punto de vista, lo que más desgasta al profesional y también lo que más entorpece su desarrollo y disponibilidad, provocando buena parte de esa desmotivación. En general, todos los conflictos inherentes al trabajo pero externos al ejercicio del mismo, interfieren el interés y la vocación por el mismo; de manera particular, también sucede esto en la enseñanza. Con tristeza diría que estamos llegando a un cierto límite, porque es tanta la violencia que vemos día a día en los medios de comunicación y en la calle, y tanta la que se refleja en el entorno escolar, que nos hemos inmunizado. Muy a nuestro pesar, ese panorama está enturbiando incluso las expectativas de los nuevos y futuros estudiantes. En todo ello, la motivación ocupa un lugar muy destacado; no será en ningún caso la panacea, pero sí puede mejorar la eficacia del trabajo que se desempeña. Ante la desmotivación se genera desaliento, además de confusión, negatividad, incertidumbre o estrés, provocando entre otras cosas el ya conocido “malestar docente” (Esteve, 1987, 2003). Aunque se trata de una de las reacciones más notoria entre los profesionales de la enseñanza, la desmotivación también convive en los momentos iniciales de la misma como es el acceso a la carrera docente, a la que llegan muchos estudiantes “de rebote” y en algunos casos, por no contar con la nota de corte necesaria para acceder y cursar otros estudios. Pero aun más, la desmotivación también está en el “ambiente social”, una circunstancia que presiona directamente sobre el ejercicio profesional de este colectivo a los que embauca y contagia su labor. Sarramona (2000) al referirse al malestar docente especifica como una de sus causas la “baja consideración social de esta profesión”, una circunstancia que genera en algunos casos una cierta insatisfacción personal hacia la profesión. Con este indicador el autor explica que, un amplio número de docentes, acceden a esta profesión por la falta de posibilidades para hacerlo en otras carreras y profesiones de mayor prestigio social, un elemento que llega a ser el detonante de “un permanente estado de frustración personal” (Sarramona: 2000, 103). Está claro que la pasión y la desmotivación colman esta profesión. Pues bien, para argumentar lo primero bastará con sentirla y con vivir la enseñanza desde el interior, desde la motivación interna. Desde ella se obtiene una recompensa personal y profesional, que será a la vez, un logro para la propia profesión. Para reconocer lo segundo sólo hace falta echar un vistazo a todos esos factores que interfieren negativamente en el desarrollo de la actividad docente. Entre ellos sobresalen factores relacionados con aspectos externos e internos de la profesión, con los procesos educativos y con los agentes implicados en la acción. Entre lo que apasiona al profesor, Bazarra, Casanova y García Ugarte (2004, 58) señalan entre otros, el emprender nuevos caminos, los obstáculos como retos, el percibir y sentir que aprenden, las respuestas de los niños o sus miradas y sus sonrisas; y entre lo que les desmotiva, Torres (2006, 32-118)1 expone un extenso balance de los principales factores que inciden en dicha desmotivación. Inquietos por esta dualidad, advertimos que existen dos momentos trascendentales en la vida del docente en los que se entremezcla la satisfacción y la desmotivación; éstos son por un lado, la etapa previa a la elección de los estudios de Magisterio en la que sobresale el factor más pasional y por otro, la etapa de desarrollo profesional propiamente dicha en la [ 136 ] • Encarnación Sánchez Lissen sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 137 que prevalecen factores negativos y decadentes. Ambas etapas van a determinar en buena medida una dimensión holística del sentir y del logro de satisfacción que lleguen a disfrutar estos profesionales. Siguiendo esta máxima, exponemos a continuación algunos factores que sobresalen en cada una de esas dos etapas mencionadas y gracias a los cuales, se logra inclinar la balanza bien hacia la satisfacción o bien hacia la desmotivación. Desde nuestra experiencia personal y desde el tratamiento científico de este tópico, nos ocupamos del carácter dispar pero paralelo que caracteriza a la vida académica y profesional del docente. 2. Primera etapa. El acceso a los estudios de maestro: un desencuentro de intereses Es bastante desigual el entusiasmo que manifiestan los estudiantes al acceder a la universidad. Para unos, seguir estudiando es una simple rutina y pasan del bachillerato a la enseñanza superior sin reparar en ningún tipo de interés ya personal o profesional; para otros, es una cuestión de prestigio social y el acceso a la universidad marca su propio futuro. También en otros casos la universidad es un referente, a ella llegan eufóricos y especialmente motivados para estudiar determinadas carreras; se lo plantean como un objetivo a medio plazo. Es una suma de decisiones. En cada momento, la motivación tiene un papel muy distinto. Si para algunos la elección de una carrera es una etapa más o menos larga de toma de decisiones, para otros, es producto del azar; lo que Rivas (1990) denomina: “fortuismo situacional”. Aunque parezca algo frívolo, no pocos estudiantes eligen su carrera casi “a pie de ventanilla”, es decir, tan sólo unos segundos antes de entregar la prescripción en una facultad, en una universidad determinada. En estos casos podemos pensar que los aspirantes muestran inseguridad en la elección de la carrera y que el azar ocupa un lugar destacado. En cualquier caso, es justo reconocer que la mayoría de estudiantes han elegido la carrera plenamente decididos y con un deseo claro por su elección, tras una maduración de la misma. En relación a estos datos, la Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía analizó en el curso 1998-1999 la opcionalidad de los estudiantes universitarios y comprobó que más del 75% accedían en primera opción a la carrera deseada. Asimismo, una investigación sobre los factores que inciden en los estudiantes de Magisterio para elegir su carrera señala que algo más del 60% han elegido el Magisterio en primera opción; porcentajes que nos hacen valorar la sintonía entre la aspiración y la acción, así como el interés que demuestran los jóvenes por esta profesión (Sánchez Lissen: 2002, 98-99). En esta misma línea, un estudio reciente elaborado por el Círculo Formación (2008)2, asegura que el 44% de los estudiantes de bachillerato eligen su carrera por vocación. Esta cifra se aleja un poco de las dos anteriores, aunque sigue ofreciendo ciertas expectativas de interés para casi la mitad de los aspirantes. En términos absolutos es bien significativo que algo más de la mitad de los jóvenes accede a unos estudios hacia los que, en principio, se sienten poco o nada motivados. Esta circunstancia es lo suficientemente de peso como para analizarla a fondo, reconocer en qué proporción se produce y finalmente, señalar algunas claves para su mejora. La motivación se define como un factor mental que nos induce a la acción en todas y cada una de las situaciones y los ámbitos de la vida humana (García Sanchidrián: 2007, 19). Esto nos lleva a pensar, que llegar motivado a la carrera va a ser un factor de peso en el proceso de formación que desarrolla el estudiante. Sin duda, a lo largo de la misma se suscitarán otros elementos, también trascendentales, que influirán en la satisfacción y en el deseo por ejercer la profesión. Sin ser un valor absoluto, sin embargo, sí condiciona dos caras de la carrera docente: satisfacción y desmotivación (Pág. 135-148) [ 137 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 138 aunque sea relativamente los procesos ulteriores. Cabe preguntarse ante estos datos, ¿qué factores condicionan el acceso a la carrera de magisterio? En este sentido, diver- sos estudios realizados entre los años sesenta y noventa nos ofrecen resultados de enorme interés y que pasamos a interpretar. Algunos de ellos se exponen en la tabla 1. tabla 1. Motivos en la elección de la carrera de magisterio Motivos en la elección de la carrera de Magisterio Especialidades/ Muestra En estos momentos, el Entre los motivos propuestos, se establece el siguiente - Conocimiento de los título de maestro no orden de preferencia para los hombres y las mujeres: estratos sociales de contemplaba la formaHOMBRES: MUJERES: donde se reclutan los ción por especialidades 1º.... carrera corta.... 1º candidatos al magiste4º.... carrera fácil ....8º rio, así como su medio Muestra: 1.355 alum2º. asequible económicamente. .2º Bernardo de la de origen. 7º.... fácil colocación ....9º ROSA ACOSTA3 - Conocer el peso de las nos de diversas 5º.. amplias vacaciones ....4º circunstancias socioeco- Escuelas de Formación del Profesorado de 3º.... empleo estable ....3º nómicas en la elección España. 9º. proximidad del centro .6º de estos estudios. 6º.... independencia ....5º 8º. tener alguna carrera ...7º Autores Objetivos Conocer las principales Alfredo GÓMEZ motivaciones que tuvieBARNUSELL4 ron los maestros en la elección de la carrera. Félix ORTEGA y Julia VARELA5 Los cuestionarios fue- 1. Continuidad: 39,9% ron realizados por 2. Origen social: 38,7% maestros en ejercicio. 3. Influencia familiar: 21,3% Muestra: 432 maestros nacionales. Analizar los procesos de socialización, innovación y adaptación de los estudiantes de las EU. de Profesorado de EGB. Especialidades de: Ciencias, Filología y Humanas. Muestra: 998 sujetos; 11,5% del Universo. 1. Porque me gusta tratar con niños: 37,9% 2. Porque tengo vocación: 35,5% 3. Porque es una carrera corta (mayoritariamente hombres) a través de la cual puede mejorarse la sociedad: 15,5% Analizar el profesorado del entorno rural y el perfil profesional de los enseñantes. No se especifican las especialidades. A. Motivos circunstanciales: 1. Falta de recursos económicos: 46,4% 2. No había otros estudios en la provincia: 32,8% 3. Mi familia quería que fuera maestro: 22,7% B. Motivos más intrínsecos: 1. Me gustaba tratar con niños: 45,9% 2. Tenía vocación: 42,5% 3. Profesión a través de la cual mejorar la sociedad: 15,2% C. Motivos más extrínsecos: 1. Era una carrera fácil: 14,3% 2. Base segura para una promoción ulterior: 7,3% 3. Profesión socialmente bien considerada: 2,5% - Conocer el origen social de los estudiantes de magisterio; - Indagar las causas y factores que condicionan su elección - Conocer las circunstancias económicas y la tendencia vocacional de los aspirantes. Participan alumnos de tercer curso de magisterio (todas las especialidades). Muestra: 2.162 maestros rurales. Félix ORTEGA y Agustín VELASCO6 Rafael GARCÍA ORTIZ 7 Con relación a los hombres, los factores que han influido en la elección son: 1º Es una carrera corta 2º Asequible a su nivel económico 3º La estima bastante independiente Muestra: 250 alumnos. Y en relación a las mujeres, los factores que han influido en la elección son: 1º La estima bastante independiente 2º Es una carrera corta 3º Asequible a su nivel económico [ 138 ] • Encarnación Sánchez Lissen sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 139 tabla 1. Motivos en la elección de la carrera de magisterio (Continuación) - Conocer y examinar las razones que han llevado a elegir la carrera de Magisterio. Mercedes GONZÁLEZ SANMAMED8 - Valorar la función docente y su consideración social y profesional. Participan estudiantes A. Motivos idealistas: de tercer curso de 1. Trabajo con niños y adolescentes: 4,13% magisterio. 2. Oportunidad de ayudar a otros: 3,87% Especialidades de: 3. La importancia de la actividad de la enseñanza para Filología, Experimental, la sociedad: 3,58% Humanas y Preescolar. B. Motivos extrínsecos: 1. Duración de la carrera: 2,38% Muestra: 650 alumnos 2. Proximidad al lugar de residencia: 1,94% 3. Nivel de dificultad: 1,94% C. Motivos socio-culturales: 1. La oportunidad de incrementar el nivel cultural: 3,69% 2. Servir de trampolín para otros estudios: 2,57% 3. Posibilidad de ser funcionario: 2,56% D. Motivos académicos: 1. Diversidad de asignaturas que componen el currículum de la carrera: 1,93% 2. Número de asignaturas de la carrera: 1,27% Conocer las motivaciones personales y las sentidas por los compañeros, en torno a la elección de la carrera. No se especifican las especialidades. Analizar los procesos de socialización anticipatoria y su influencia en posteriores comportamientos. Accedieron diversas especialidades (sin determinar). Muestra: 562 profesores estatales de EGB. Antonio GUERRERO SERÓN9 Antonio GUERRERO SERÓN10 Muestra: 430 diplomados en Magisterio. En estas tablas se exponen algunas de las investigaciones más destacadas sobre el reclutamiento y el acceso de los estudiantes al magisterio, que se han realizado en nuestro país en las cuatro últimas décadas del siglo XX. A la vista de estos datos, advertimos que el acceso a una carrera no está vinculado a un único factor, sino que son varios los motivos que rodean en cada caso la elección. En ello ha influido también el momento histórico, ya que algunos de los indicadores que fueron relevantes en los años setenta, no tienen en la actualidad la misma trascendencia A. Motivaciones personales generales: 1. Trato con niños: 51,3% 2. Continuidad: 41,4% 3. Fácil acceso: 30,7% B. Motivaciones personales de las profesoras: 1. Trato con niños: 57,7% 2. Continuidad: 43,1% 3. Recomendación familiar: 30,7% C. Motivaciones personales de los profesores: 1. Falta de recursos: 39,6% 2. Trato con niños: 37,9% 3. Continuidad: 37,9% 1. Motivos vocacionales e intrínsecos: 2/3 de la muestra. - Trato con niños; 46,2% - Vocación: 19,9% - Deseo familiar: 0,3% 2. Motivos sociales o extrínsecos: 1/3 de la muestra. - Carencia de recursos: 11,2% - Carrera fácil: 6,2% - Buena remuneración: 3,1% e incluso, se han ido desvaneciendo de una investigación a otra. Concretamente, uno de ellos es el factor económico, un indicador categórico y motivador en aquel momento pero que en la actualidad ocupa un lugar secundario. De igual forma, hoy existen otros elementos que inciden con fuerza en la elección, mientras que hace algunos años pasaban desapercibidos. Por ejemplo, en estos momentos, el acceso de estos profesionales al mundo laboral se encuentra bastante más restringido que hace algunos años; circunstancia que no pasa desapercibida para los as- dos caras de la carrera docente: satisfacción y desmotivación (Pág. 135-148) [ 139 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 140 pirantes, y por lo demás, las actuales notas de corte condicionan buena parte de los deseos más personales o profesionales de cualquier candidato. Ciertamente, las diferencias sin ser excesivas, se agudizan en las distintas especialidades. Revisando las consideraciones expuestas en cada investigación, advertimos una serie de factores internos y otros externos al propio individuo que contribuyen básicamente en la elección de la carrera de magisterio y que provocan en los candidatos aspectos positivos y negativos; son factores que les desmotivan y factores que logran apasionar a los profesionales que forman. Entre los principales valores externos se encuentran, por una parte, las cualidades de la propia carrera, es decir: por ser “una carrera corta”, o por tener acceso a “una promoción ulterior”; y por otra, se señalan cualidades que están relacionadas con el propio sujeto como son: los recursos económicos y también los académicos (tener la nota necesaria). Entre los valores internos prevalecen aquellos que están relacionados con las actitudes humanas y muy especialmente con las actitudes afines a la carrera. Es decir, está en relación con la inclinación o el “gusto” por la tarea docente, el trato con los niños y también, con el deseo de colaborar desde este trabajo en la sociedad. Con esta suma de fuerzas podemos reconocer que, hasta este momento, la balanza se inclina más hacia la satisfacción. Álvaro Marchesi (2008, 47) considera que “tradicionalmente el acceso a los estudios de Magisterio atrae a alumnos con menor preparación o con más dificultades para dedicarse a carreras de mayor duración”. Pues bien, en el proceso de elección se entremezclan dos sensaciones distintas y contrapuestas: las ilusiones con las incertidumbres. En torno a cada una de ellas les puede llegar a “dominar” un deseo, también los sueños personales, e incluso las ambiciones más íntimas; todos ellos son factores que inter- ceden en sus decisiones. Frecuentemente, en el ámbito de la enseñanza superior, encontramos estudiantes que no acceden a la carrera por propio convencimiento sino por influencia generacional; en otros, sin embargo, esta misma realidad ha desplegado sobre el sujeto el efecto contrario, desencadenando un rechazo hacia la profesión ejercida por padres y/o abuelos. Pero, y la vocación, ¿qué valor tiene en este proceso? 2.1 La vocación: un valor intermedio. Es de sobra conocido el lugar que ocupa la vocación en el ámbito de la enseñanza y la importancia que tiene la elección vocacional (Gervilla: 1998). Tradicionalmente, la vocación ha estado vinculada con un sentimiento religioso o con la inspiración a algún estado concreto; si bien, al margen de este contenido, el término vocación también hace referencia a la inclinación que el individuo manifiesta hacia una profesión o por una carrera concreta. Realmente, no consideramos que los términos vocación y profesión sean excluyentes, sino más bien complementarios y de hecho, la práctica docente gozará de mayores éxitos si se combinan ambos de una manera equilibrada. Ciertamente, no parece fácil medir cuantitativamente la vocación de cada uno, ya que se trata de un término ante el que no cabe tan sólo la posibilidad de responder sí o no; la vocación es un concepto que necesita analizarse a través de distintos indicadores, de valorar su intensidad desde su proximidad con otros elementos o desde la racionalidad versus idealización del mismo. Desde el ámbito de la psicología, lo vocacional es para el profesor Rivas (1990, 26): “Un proceso psicológico cognitivo-comportamental gradual que lleva al individuo a la socialización de la vida adulta plena, realizable a través del empleo del tiempo útil o productivo, y desarrollado a lo largo de la vida en el mundo laboral u ocupacional”. [ 140 ] • Encarnación Sánchez Lissen sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 141 Desde otra perspectiva, los profesores González Blasco y González Anleo (1993, 75) han verificado el valor que tiene la vocación en las tareas docentes y el lugar que ocupa, al considerarla: “el motivo más importante para dedicarse a la enseñanza, junto a otras razones como el humanismo de la profesión o la facilidad y conveniencia de la carrera de profesor”. Asimismo, la elección vocacional es una dimensión íntimamente vinculada a la elección profesional. Esta tarea está asociada a distintos momentos de nuestra vida, así como a distintas edades. En cada caso, las razones que la determinan son muy diversas y están supeditadas a circunstancias sociales, personales, culturales y económicas, entre otras, que influyen en dicha decisión. Ante ello, el “concepto” que tiene cada uno de sí mismo es un factor significativo en el proceso de elección y realmente, muchas de las “indecisiones vocacionales” que se originan se han suscitado por la falta de confianza en uno mismo, o bien, por mostrarse incompetente para asumir una serie de roles de cara a su familia o a la sociedad. En cualquier caso, entendemos que la orientación vocacional es prioritaria en ésta y en otras carreras y de hecho, será fundamental que dicha orientación pueda estar coordinada con cada sujeto, adecuándose a ellos, a sus condiciones y también a su propio sistema de valores que ayude a optimizar sus propias señas de identidad. Durante la juventud, la toma de decisiones va a reorientar buena parte de su futura actividad profesional y precisamente, la elección de la carrera, es uno de esos momentos. En principio, aunque sin hacer de ello una estrategia absoluta, el formar parte de una determinada clase social ha marcado las pautas de participación de los individuos en un entorno determinado. Pues bien, esta “herencia”, como la califican Varela y Ortega (1984), tiene su influencia en ámbitos del ser humano como puede ser el éxito escolar o, en la proyección de su futura práctica profesional docente, entre otros. De hecho, para Carlos Alonso (1986), las situaciones que influyen en la elección de la carrera son principalmente dos: la clase social y lo que él llama la “cultura de poderes”, en torno a la cual se han creado una serie de necesidades, de ilusiones e incluso de frustraciones, que han originado entre otros, una escala de prestigio en las carreras y profesiones. En otro orden de cosas, la elección de una carrera ha sido catalogada por determinados autores en función de las tareas previas que la determinan. Así, Adams y Garrett (1974) especifican que dicha actividad comprende fundamentalmente tres etapas: la primera consiste en reunir información acerca de las posibilidades ocupacionales que son de especial interés para el joven; la segunda, llegar a una apreciación realista de las propias aptitudes, intereses y habilidades; y la tercera, elegir una carrera cuyas exigencias sean razonablemente compatibles con sus propias capacidades e intereses. Actualmente no descartamos su influencia y su valor en la toma de decisiones, aunque parece evidente que estos tres requisitos no tienen para los jóvenes de hoy la misma intensidad. En la mayoría de los casos otras circunstancias frenan e influyen en la propia elección. Siguiendo en esta misma línea, para J. Carlos Tedesco (1997), la elección de la carrera (de Magisterio), es la primera etapa de una secuencia concreta a través de la cual se construye un docente. Los dos restantes que conforman este proceso de construcción son: la formación inicial y el desempeño profesional. Si tenemos en cuenta todas estas circunstancias, podemos llegar a comprender que la trayectoria académica de un alumno junto a su expediente académico y a su clase social (Varela y Ortega: 1984), tienen un importante papel a la hora de elegir la carrera dos caras de la carrera docente: satisfacción y desmotivación (Pág. 135-148) [ 141 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 142 de Magisterio. Así, si para los de una clase social alta, esta circunstancia puede originar un descenso en cuanto a su satisfacción personal, por el contrario, aquellos que pertenecen a una clase inferior pueden obtener a cambio un sentimiento de promoción importante. Motivos como éste nos hacen pensar en los aspectos limitadores con los que tienen que enfrentarse aquellas personas que desean acceder al Magisterio. Pero tampoco son triviales los indicadores sociales-culturales, políticos, económicos y educativos; todos ellos también condicionan la elección de esta carrera. 2.2 La motivación: un camino hacia la vocación Todas estas causas han llevado a establecer, por parte de diversos autores, una clasificación concreta para diferenciar los tipos de factores que han influido en su elección y en qué medida lo han hecho. Tras repasar distintos estudios, nos permitimos agrupar en dos, los tipos de factores influyentes en la elección; por una parte, aquellos que se advierten como limitadores de este acceso y por otro, los motivacionales. Realmente, no siempre es fácil mantener un equilibrio entre ellos; con lo cual, si el peso de las limitaciones es alto, necesitamos contrarrestarla desde la dimensión motivacional. En un tipo de decisión como ésta, difícilmente vamos a encontrar un modelo de motivación puro, sino otro en el que converjan ambos. Fácilmente podemos reconocer a la motivación como un factor inductor en cualquier inclinación vocacional; un concepto que define el propio Madariaga (1996) como un conjunto de procesos que están implicados en la activación, la dirección y el mantenimiento de la conducta. De una manera genérica apuntamos hacia dos modelos de motivación: uno externo y otro interno. Ambos tienen en este campo un valor incontrovertible ya que están muy ligados a los procesos de toma de decisiones que prevalecen en un individuo, así como a las preferencias y las satisfacciones personales. En este proceso motivacional entendemos que es fundamental la confianza que demuestre el sujeto en sí mismo y también, si es un buen conocedor de sus posibilidades y de sus carencias, ya que de esta forma se adecuará mejor a sus propias necesidades. Buena parte de todas esas motivaciones externas están vinculadas a los agentes externos y a los factores particulares de cada contexto sociocultural. En estos casos, la decisión se puede encontrar amparada por motivos íntimamente ligados a un sistema de valores, en el que prevalece la ayuda y el interés por los demás. Precisamente, esta expresión nos puede ayudar a entender la cita del profesor Beltrán (1998), cuando indica que la motivación está en el estudiante y no está en la tarea. Sin embargo, ello no nos impide pensar que la tarea llega a ser, en muchos casos, un medio más o menos motivador para alcanzar el fin deseado. En esta misma línea podemos pensar que entre un buen número de estudiantes, lo vocacional es sencillamente, la causa principal de la elección. En relación a muchos de estos indicios a los que nos hemos referido: motivaciones, intereses personales, actitudes hacia la carrera, etc., entendemos que sería realmente triste reducir, hoy por hoy, la elección de la carrera a dos criterios: la oferta de plazas que lanza cada universidad y la referencia numérica que se recoge en el expediente académico del alumno. Realmente, todos los requisitos mencionados son un cúmulo de factores con los que hay que contar para obtener en el ámbito académico la mayor satisfacción posible y posteriormente, también en el profesional. En cualquier caso, entendemos que el acceso a una carrera va a estar condicionado por una parte, por la elección individual, y por otra, por la selección institucional. Aun con todo ello, la mayoría [ 142 ] • Encarnación Sánchez Lissen sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 143 de las investigaciones consultadas nos demuestran que han primado los gustos personales para la elección. Verdaderamente, la etapa de acceso a la carrera docente vive envuelta en grandes momentos de satisfacción para sus aspirantes. 3. Segunda etapa. El desarrollo de la profesión docente: pasión versus desmotivación Si durante los años de formación el estudiante de magisterio crece profesional y personalmente, cuando se acerca al ámbito laboral, comienza una nueva etapa de afianzamiento y de consolidación de lo aprendido y experimentado anteriormente. En algunos casos se clarifican los sentimientos y en otros se diversifican. La profesión docente está cargada de matices, unos despiertan la pasión por la enseñanza pero otros desmotivan a sus actores. Algunos están relacionados con factores externos y otros con factores internos y más personales. En unos influyen los ideales y en otras la realidad. Sin despreciar aquellos valores más intrínsecos como la vocación, en la enseñanza existen múltiples factores que motivan a este colectivo. Varios estudios han demostrado la importancia e influencia que han tenido y siguen teniendo muchos de ellos; entre otros: el salario, las vacaciones, el trato con los niños, los horarios laborales, etc. De estos factores nos centramos en los dos primeros para este artículo; y lo hacemos, no porque sean los más importantes pero sí porque son dos factores controvertibles tanto en cuanto, cuestiona a este colectivo y pone en entredicho su propia profesionalidad. A pesar de ser factores que provocan satisfacción o desmotivación entre los docentes en activo, son también de los que turban al joven e indeciso estudiante; como decía antes, influyen no sólo sobre los que están, sino en los que están por llegar. 3. 1 El salario del profesorado ¿Se ha preguntado alguna vez si la enseñanza es una profesión bien pagada? En principio nos surgen respuestas en ambas direcciones, así que intentaremos valorar cada una de ellas en su justa medida. Para comenzar, revelaremos el nivel salarial que disfrutan los docentes de otros países, haciendo buena la expresión utilizada por Goethe en la obra del Tasso: “si quieres conocerte a ti mismo, compárate con los demás”. Sin ser una frase demasiado afortunada para algunos, sin embargo, podemos obtener desde un análisis particular, la manera de mejorar y arbitrar correctamente este indicador y asimismo, valorar los entresijos de este factor en los distintos países analizados. Los datos de la OCDE confirman una parte de la respuesta a este argumento. En la siguiente tabla se ofrece el salario del profesorado según el informe de la OCDE del año 200411. En ella se muestra el salario (en dólares) correspondiente a la media lograda una vez que el docente lleva como mínimo 15 años de experiencia, dado que se trata de un montante variable dependiendo del número de años que lleve ejerciendo la profesión. En algunos países como Grecia o Portugal, e incluso en el caso español, este dato varía considerablemente ya que durante el primer periodo laboral el sueldo no alcanza el nivel de los últimos años de vida profesional y sin embargo, se logra uno de los mayores salarios en sus últimos años de profesión (Campuzano: 2005, 2). En cualquier caso, podemos observar que en España, el salario es superior a la media de los países de la OCDE y de la Unión Europea. Esto, sin embargo, no parece percibirse en la población, especialmente entre la población afectada que, por lo general, valora negativamente la dotación recibida. Quizá sea una percepción tomada desde dentro, desde el día a día de la actividad y del conjunto de tareas conexas que giran en dos caras de la carrera docente: satisfacción y desmotivación (Pág. 135-148) [ 143 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 144 torno a ella, lo que la convierte en una profesión que desarrolla una gran actividad fuera del horario meramente “formal” y que desborda a la propia realidad. Posiblemente son tareas que no se computan, que no están visibles, pero que afectan al conjunto de la actividad que desarrollan los docentes. Acaso haya que entender estas condiciones tabla 2. el salario del profesorado País Educación Primaria Educación Secundaria Alemania 46.935 48.167 Australia 43.991 44.139 Austria 33.644 36.000 Bélgica (Fl.) 39.050 39.463 Bélgica (Fr.) 33.643 37.471 Corea 48.875 48.754 Dinamarca 37.925 37.925 Escocia 45.616 45.616 España 36.342 40.663 Estados Unidos 39.740 40.088 Finlandia 32.541 38.318 Francia 31.090 33.548 Grecia 28.646 28.646 Países Bajos 40.588 44.669 Hungría 14.512 14.512 Irlanda 44.185 44.185 Islandia 22.396 22.396 Italia 28.731 31.291 Japón 45.753 45.753 Luxemburgo 63.769 83.390 México 16.669 21.192 Noruega 35.420 35.420 Nueva Zelanda 36.063 36.063 Polonia 10.263 10.263 Portugal 31.635 31.635 Reino Unido 42.046 42.046 República Checa 19.994 19.994 Suecia 29.522 30.420 Suiza 51.956 55.115 Turquía 18.416 -- OCDE 35.099 37.488 UE-19 34.684 36.911 (OCDE, 2004) para comprender los valores numéricos que le atañen. En cualquier caso, los datos en cifras se reflejan en la tabla 2. Para los dos niveles educativos, el sueldo de los españoles se encuentra por encima de la media, por lo que podríamos confirmar que nuestros profesionales se encuentran bien pagados, aunque para ello nos limitemos a contemplar simplemente los datos numéricos y dejemos en un segundo plano las tareas vinculadas a la misma. Si analizamos los datos de una manera comparativa, se observa que Luxemburgo destaca entre todos los países europeos y en todos los casos. Asimismo, despuntan los países de Alemania, Dinamarca, Finlandia, Países Bajos, e Irlanda, en los cuales, el salario del profesorado novato es superior a la media europea en un 20%; España, como decíamos antes, también está en este grupo. En general, un profesional bien pagado es un valor añadido para la calidad de su actividad y en este caso, tampoco es en balde, aunque esto no lo dice todo. En realidad, esta variable tomada en sentido estricto no es representativa por sí sola, más bien adquiere un verdadero significado si se analiza junto a otros indicadores; por ejemplo, el número de horas de clase que tienen asignado los docentes de los distintos niveles educativos de cada uno de los países. Adentrándonos en estos valores, aunque sin intención de sobrecargar excesivamente de cifras este artículo, cabe reconocer según el Informe de la OCDE (2004) que, excepto en la enseñanza primaria en el que los docentes cumplen un total de 880 horas de clase al año, cifra algo superior a la media de la OCDE que se sitúa en 805, el resto de etapas educativas queda por debajo de la media. En la ESO el número de horas es de 581 y en la secundaria postobligatoria la suma total es de 564 horas. En ambos casos la media de la OCDE es de 704 y 663, respectivamente. Pues bien, aunque la relación lógica sería que a mayor número de horas, mayor salario, sin embargo en este caso, no se trata de una correla- [ 144 ] • Encarnación Sánchez Lissen sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 145 tabla 3. las vacaciones del profesorado Verano Otoño Navidad Invierno/ Carnaval Primavera/ S. Santa 3º Trimestre Días festivos ALEMANIA 6 semanas 4-12 días 7-13 días 0-12 días 4-12 días 0-11 días 10 días DINAMARCA 7 semanas 7 días 12 días 7 días 7 días - 5 días ESPAÑA 11-12 semanas - 14 días 2-3 días 7 días - 7 días FINLANDIA 10-11 semanas 2-7 días 7-14 días 7 días 3-4 días - 4 días FRANCIA 9 semanas 10 días 14 días 14 días 14 días - 4 días INGLATERRA Y GALES 6 semanas 7 días 14 días 7 días 14 días 7 días 1 día IRLANDA 9-13 semanas 7 días 14 días 2-7 días 7 días - 2 días ITALIA 13-14 semanas - 14 días 1-4 días 4-7 días - 5 días 9 semanas - 14 días 3 días 10 días - 8 días PORTUGAL (EURYDICE, 2006) ción directa. En cualquier caso se trata de un motivo de peso a considerar. La Fundación Bofill ha publicado en el año 2008, un estudio en torno al profesorado catalán y dirigido por Francesc Pedró. En él se extraen datos sobre la mayor o menor satisfacción que muestra este colectivo por su profesión y de manera especial por algunos de los indicadores que más le caracterizan. En general, la opinión que se extrae es positiva ya que algo más de la mitad de los maestros dice sentirse “satisfechos” o “muy satisfechos” con su salario. Sin embargo, se extrapola una visión negativa al referirse a la inexistencia de una carrera profesional que les impide aumentar gradualmente el sueldo. No nos gustaría finalizar este apartado con la sensación de que lo económico es un valor de primer orden e incuestionable, tanto para los aspirantes a la enseñanza como para los que están en el ejercicio de la misma; es importante, qué duda cabe, pero no es absoluto. Más bien convendrán con nosotros que, afortunadamente, la pasión en la enseñanza la marcan otros grandes valores, el valor de educar. 3.2 Las vacaciones de los profesores Menudo atractivo tiene para cualquier persona las vacaciones que tienen –o parecen tener– los docentes. Es un asunto espinoso e incluso algo equívoco, donde la realidad supera, también en esta ocasión, a la ficción. De entrada, el periodo de vacaciones que tienen los alumnos de cualquier país, no coinciden en tiempo ni espacio con la que disfrutan los profesores. En este capítulo muchos profesionales se justifican señalando la cantidad de trabajo que se realiza al margen del trabajo directo con los niños y el tiempo que todo ello requiere. No les falta razón. En la tabla 3 se exponen numéricamente las cifras relacionadas con las vacaciones en algunos de los países más destacados de la Unión Europea, según el Informe de Organización del Tiempo Escolar elaborado por la Comisión Europea en el curso 2005/2006 (EURYDICE:2006). Aunque a priori las cifras nos parezcan muy semejantes, sin embargo, hay que reconocer que la diferencia radica fundamentalmente en la distribución del tiempo por dos caras de la carrera docente: satisfacción y desmotivación (Pág. 135-148) [ 145 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 146 trimestres; es decir, las mayores diferencias inciden más en el reparto de las mismas que en el número total de días de los que disfrutan en cada caso. Tal como se aprecia en la tabla anterior, se apuntan en diversos periodos intervalos abiertos que demuestran la diversidad que, a su vez, se puede hallar en cada país. No son cantidades fijas o inmóviles sino cambiantes según la etapa escolar, el curso académico o las regiones, comunidades autónomas, provincias o lánders en los que se divide el país. Para España, las vacaciones disfrutadas oscilan aproximadamente entre 107-115 días distribuidos en cinco periodos. Alemania tiene un intervalo bastante amplio ya que, según demuestran las cifras, las vacaciones están repartidas en siete periodos concretos pero difieren notablemente de un Lánder a otro; concretamente pueden bascular entre 70 y 110 días. Finlandia, país que se encuentra hoy a la vanguardia en materia de educación gracias a los resultados publicados en todos los Informes Pisa (2000, 2003, 2006) nos muestra las vacaciones algo más distribuidas en el tiempo que en España, aunque el número total sea bastante semejante; concretamente se computa un total de 93-113 días. Pues bien, a la vista de los datos, el factor vacacional es un valor muy significativo de esta profesión, tanto, que se puede convertir en un atractivo especial para los aspirantes a maestro o ser un elemento motivador para la elección de esta carrera, primero y en el transcurso de su profesión, después. En principio se revela como un factor irrefutable que incide más en la satisfacción que en la desmotivación, aunque se trate de un factor recurrente para muchos e insinuante para otros. En general, las vacaciones son un factor externo en el proceso de motivación y hay que entenderlo como tal. Aunque no sería justo por lo que representa la tarea de enseñar, cabe reconocer la influencia que tienen el factor vacacional como un elemento motivador en el ejercicio de la misma, aunque las vacaciones, por sí solas, no tienen el mérito suficiente para identificarlas como tal. 4. A modo de conclusión Buena parte de los factores mencionados a lo largo de este artículo como son los factores externos: el salario, las vacaciones, el horario, etc., tienen un valor inconmensurable, pero otros como son los relacionados con los aspectos más íntimos de estos profesionales: la vocación, ilusiones o satisfacción personal, tampoco son despreciables. A modo de conclusión y volviendo al objeto de este artículo cabe reconocer en la enseñanza, tanto en su formación como en su práctica, momentos dulces pero también otros amargos que incomodan el día a día de la profesión. En cada caso, en cada una de las etapas por las que camina el docente se perciben factores de uno y otro calibre, unos muy próximos a la pasión y otros más cercanos a la desmotivación. Realmente, durante el periodo inicial y de acceso a la formación definidos en la primera etapa, los matices externos a la propia profesión pueden llegar a marcar el gusto e interés por la propia carrera; sin embargo, predominan finalmente los valores más intrínsecos a la misma, tal como hemos podido comprobar por las investigaciones consultadas. En la segunda etapa, durante el periodo profesional, se juzga al docente en función de los diversos factores endógenos y exógenos que alberga su propia práctica, lo cual desencadena para algunos un trabajo pasional, pero algo desmotivador para otros. Desde nuestra propia experiencia, en la mayoría de los casos, los valores intrínsecos son los verdaderamente influyentes en el grado de aceptación, de entusiasmo y satisfacción de la profesión, mientras que los extrínsecos suelen desencadenar en mayor medida situaciones de [ 146 ] • Encarnación Sánchez Lissen sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 147 desmotivación entre los profesionales. Sin ser un valor absoluto, ciertamente ocurre que “un sentimiento de desánimo y de impotencia lleva a la rápida conclusión de que no hay nada que hacer” (Camps: 2008, 205), pero en la enseñanza además de creer en la educación, tal como argumenta con solidez la profesora Camps, se trata también de creer cada uno en sí mismo; desde esa perspectiva, se podrá lograr una mayor satisfacción en el conjunto del ejercicio docente. González Blasco, P. y González-Anleo, J. (1993): El profesorado en la España actual. Informe sociológico sobre el profesorado no universitario. Madrid: S.M. Madariaga Orbea, J. Mª (1996): “La motivación”, en Goñi, A. (Ed.): Psicología de la educación sociopersonal. Madrid: Fundamentos, pp. 73-87. Marchesi, A. (2008): Sobre el bienestar de los docentes: competencias, emociones y valores. Madrid: Alianza. Pedró, F. (2006): “Un diagnóstico de la situación del profesorado en España desde una perspectiva comparativa”. 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Notas El profesor Jurjo Torres en su libro: La desmotivación del profesorado (2006) expone las razones de dicha desmotivación asociada a 18 factores; éstos son: incomprensión de las finalidades de los sistemas educativos, formación inicial muy deficitaria, pobreza de las políticas de actualización del profesorado, concepción tecnocrática del trabajo docentes, un currículo obligatorio sobrecargado de contenidos, una Administración del Sistema Educativo burocratizante, falta de servicios de apoyo y de una inspección escolar, ausencia de una cultura democrática en los centros escolares, problemas de comunicación con el alumnado, dificultades para relacionarse con las familias, el profesorado como único responsable de la calidad de la educación, ambiente social de escepticismo y banalización, políticas de mercantiliza- 1 dos caras de la carrera docente: satisfacción y desmotivación (Pág. 135-148) [ 147 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 148 ción y privatización, falta de incentivos al profesorado más innovador, una continua ampliación de las funciones encomendadas a la educación y finalmente, mayor visibilidad de los efectos del trabajo del profesorado. Se trata de un estudio elaborado por la Consultora Círculo Formación a partir de los datos de una encuesta realizada a los asistentes a la Feria de Universidades UNITOUR, celebrada entre noviembre de 2007 y febrero de 2008 en diversas provincias españolas. Puede encontrar una información más detallada con los resultados de la encuesta en la siguiente dirección: http://lavozdeasturias.mynewsonline.com/pdf/index.php?screen=preview&ref=PAS20080401G008 &idioma=PER [consultado 20 de abril de 2008] 2 Puede consultar ampliamente los datos de esta investigación en: ROSA ACOSTA, Bernardo de la (1968): La influencia del factor socioeconómico en la elección de la carrera de magisterio. Valencia, Biblioteca de la Universidad de Valencia. Se trató de una investigación a escala nacional. 3 Puede consultar esta investigación en: GÓMEZ BARNUSELL, Alfredo (1972): El magisterio como profesión. Estudio sociológico del magisterio nacional en las Islas Baleares. Barcelona, Ariel. a cabo en las Escuelas de Magisterio de Galicia (Coruña, Lugo, Pontevedra, Santiago y Orense). El siguiente texto expone ampliamente los datos de esta investigación: GUERRERO SERÓN, Antonio (1993): Maestras y maestros. Autonomía, práctica docente y sindicación en una profesión subordinada. Un estudio sociológico. Madrid, Univ. Complutense de Madrid. 9 En el siguiente artículo se recogen parcialmente los datos de la investigación: GUERRERO SERÓN, Antonio (1995): “La construcción social del magisterio: orígenes sociales, trayectoria educativa y motivaciones profesionales”. En Revista de Educación. 306; pp. 127-151. Esta investigación se llevó a cabo en diferentes Escuelas de Magisterio de toda España. 10 OCDE (2004): Education at a glance 2004. París: OCDE. Puede consultar un resumen en español de los indicadores educativos en la dirección: http://www.oecd.org/dataoecd/33/24/33713498.pdf [consultado 7 de junio de 2006]. 11 4 Para una información más detallada puede consultar: ORTEGA, Félix y VARELA, Julia (1985): El aprendiz de maestro. Madrid, CIDE. Se trata de una investigación vinculada a las escuelas estatales dependientes de la Universidad Autónoma y Complutense de Madrid. 5 6 Puede consultar ampliamente esta investigación en: ORTEGA Félix y VELASCO, Agustín (1991): La profesión de maestro. Madrid, CIDE. Es una investigación llevada a cabo en Madrid, Castilla-La Mancha. DIRECCIÓN DE LA AUTORA: Encarnación Sánchez Lissen. Universidad de Sevilla. Facultad de Ciencias de la Educación. Departamento de Teoría e Historia de la Educación y Pedagogía Social. C/ Camilo José Cela s/n. 41018. Sevilla. Correo electrónico: eslissen@us.es Fecha de recepción del artículo: 29.IX.2008 Fecha de aceptación definitiva: 25.I.2009 Puede ampliar estos datos consultando la tesis doctoral del profesor: GARCÍA ORTIZ, Rafael (1983): La elección de la carrera de profesor de EGB. Importancia del factor socioeconómico-familiar. Sevilla, Facultad de Ciencias de la Educación, Tesis inédita. Esta investigación se llevó a cabo en la Escuela Universitaria del Profesorado de EGB de Sevilla. 7 Puede consultar en la siguiente revista, otros datos de esta investigación: GONZÁLEZ SANMAMED, Mercedes (1995): “Motivos para estudiar magisterio: entre el idealismo y la profesionalización”. En Adaxe, 11; pp. 65-75. Esta investigación se llevó 8 [ 148 ] • Encarnación Sánchez Lissen sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 15 - marzo 2008 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 149 Los jóvenes internados en prisiones andaluzas. Sus actitudes ante los procesos de reeducación Víctor Manuel Martín Solbes Universidad de Málaga Resumen 1. Introducción Los procesos de reeducación constituyen una de las finalidades de la Institución Penitenciaria. Pero estos procesos proporcionados por la Institución deben ser recibidos por las personas internadas en prisión de manera eficaz y activa, por lo que es necesario que estas personas mantengan una actitud adecuada. Ante esta situación, parece oportuno conocer las actitudes de las personas presas ante los procesos de reeducación. Con este artículo tratamos de sintetizar una investigación con la que pretendíamos conocer las actitudes de los jóvenes menores de veintiún años internados en los centros penitenciarios andaluces, ante la función reeducadora de la Institución Penitenciaria. Para llegar a este conocimiento, nos marcamos los siguientes objetivos: - Conocer las actitudes mantenidas por los jóvenes ante los procesos de reeducación. - Valorar la importancia de la educación y de la formación para evitar procesos delincuenciales. - Valorar el trabajo preventivo en el ámbito social para evitar ingresos en prisión. - Valorar la importancia del tiempo de ocio en prisión para evitar deterioros. - Reconocer la importancia de la educación social en el ámbito penitenciario. Palabras clave: reeducación, actitud, prisión, jóvenes. Summary The reeducation processes constitute one of de purposes of de Penitentiary Institution. But these processes provided by the Institution must be received by the people inmate in prison of effective way and activates, reason why it is necessary that these people maintain an attitude suitable. Before this situation, it seems opportune to know the attitudes the imprisoned people before the reeducation processes. Key word: reeducation, attitude, prison, young people. Debemos comenzar diciendo que las Instituciones Penitenciarias son instituciones problemáticas dentro de nuestra sociedad, más aún si consideramos estos lugares tradicionalmente de encierro, castigo y aislamiento social, como lugares donde se pre- los jóvenes internados en prisiones andaluzas. sus actitudes... (Pág. 149-157) [ 149 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 150 tenden acometer procesos de reeducación y reinserción social, tal y como se indica en nuestra legislación. Así, el artículo 25.2 de la Constitución Española establece que las penas privativas de libertad deben orientarse hacia la reeducación y la reinserción social. Pero estos procesos de reeducación y de reinserción social se desarrollan dentro de un marco institucional y arquitectónico que los condicionan. Así, podemos citar como condicionantes, los siguientes: - La gran importancia que en el marco de la política general penitenciaria tienen los aspectos regimentales de orden, seguridad y disciplina, frente a las posibles intervenciones educativas. - El medio penitenciario, como medio institucional cerrado y voraz que dificulta la participación educativa y cultural. - El nivel educativo y cultural de los internados, que es bastante precario. - Las escasas ofertas educativas y socioculturales. - La movilidad de la población internada, ya que sea por motivos de libertad o por motivos de traslado a otros centros penitenciarios, lo cierto es que la población es poco estable. - La carencia de recursos económicos, técnicos y humanos. - La gran pobreza en la que se mueven la gran mayoría de los internados. - La evidente falta de libertad, que es la característica fundamental del medio penitenciario. Además de estos condicionantes, a la hora de abordar acciones reeducadoras en el medio penitenciario, debemos tener en cuenta una serie de variables, como son: - Variables ambientales, ya que todo se circunscribe a unas estructuras arquitectónicas orientadas a la vigilancia y a la seguridad, no a lo educativo. - Variables regimentales, ya que el propio régimen de vida de los internos, los ho- rarios, las visitas del exterior, los traslados, las sanciones disciplinarias, suelen influir en el estado emocional de los internos de manera negativa. - Variables psicosociales, ya que a menudo, los internados en centros penitenciarios mantienen hábitos de drogodependencias que les producen deterioros físicos y psíquicos. A lo que hay que añadir los cambios anímicos, la impotencia por no poder resolver problemas familiares desde el encierro, enfermedades, la falta de valores sociales normalizados. - Variables personales, ya que desde el encierro, sólo pretenden, en la mayoría de los casos, acceder lo antes posible a la vida en libertad, lo que produce estados de inquietud y ansiedad que suelen dificultar la acción educativa. Nos hemos centrado en los jóvenes menores de veintiún años internados en centros penitenciarios, basándonos en cinco criterios: - Penitenciarios, ya que deseamos estudiar a los jóvenes en prisión, y el artículo 173 del vigente Reglamento Penitenciario Español, aprobado por Real Decreto 190/1.996 de 9 de febrero, expresa en su punto 1: “El régimen de vida de los departamentos para jóvenes se caracterizará por una acción educativa intensa. Se consideran jóvenes a los internos menores de veintiún años”. - Criminológicos, porque la etapa que va desde la infancia o preadolescencia hasta los veintiún años, corresponde a la franja más activa en la carrera delictiva de un sujeto. Es en esta etapa donde se producen más conductas antisociales, se cometen más delitos, donde el grado de reincidencia es mayor y donde se refleja un riesgo más elevado en lo que se refiere a la peligrosidad social de sus actos (Kaiser, 1988). [ 150 ] • Víctor Manuel Martín Solbes sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 151 - Madurativos, porque al tratarse de delincuentes jóvenes, ellos son los que van a nutrir el sistema penitenciario en los próximos años, si siguen teniendo pautas delincuenciales (Beristain, 1985). - Pedagógicos, ya que se trata de una etapa en la que la educación puede realizar una labor reeducadora fundamental, evitando así futuros ingresos en prisión. - Psicosociales, porque a estas edades es posible la inserción, tanto social como laboral, sin romper los esquemas de la comunidad. Ésta es una etapa de construcción de la identidad en el contexto social (García y Sancha, 1986). Por lo tanto, no es un hecho casual el que nos centremos en esta etapa. Se trata de una cuestión de eficacia pedagógica y de rentabilidad humana de los esfuerzos sociales. Por otra parte, tratamos de estudiar la actitud, que podemos entender como la predisposición comportamental hacia una situación dada, en nuestro caso, los procesos de reeducación. Esta predisposición comportamental está relacionada con tres componentes: - El afectivo, relacionada con el sentir. - El cognitivo, relacionada con el saber. - El conativo, relacionada con el actuar. Consistiendo estos tres componentes en evaluaciones que realizamos de la situación. Así, las percepciones pueden ser favorables o desfavorables. Los sentimientos, positivos o negativos. La conducta de apoyo u hostil. Creemos que la tarea reeducadora y de reinserción social no tendrá los frutos deseados si las personas a las que se dirige este esfuerzo reeducador no mantienen la actitud adecuada. Siempre, teniendo en cuenta que las actitudes predisponen a una respuesta valorativa que se manifiesta a través de los componentes afectivos, cognitivos o conativos, generando a su vez respuestas afectivas, cognitivas o comportamentales (Bolívar, 1995). Por otro lado, con la reeducación pretendemos que las personas cambien su carácter, reconozcan y hagan suyos recursos y habilidades que propicien el bien de los demás, que no les permitan cometer delitos, ya que estos causan mal a otras personas y desprestigian la propia imagen. Podemos afirmar que estos procesos de reeducación tienen éxito, si el joven internado comienza a comportarse de manera prosocial, lo que dignificará su propia vida y la de los de su alrededor. Esto es, a través de la reeducación, se convierte en una persona socialmente competente, ya que dispondrá de recursos y habilidades de relación social, lo que le llevará a una comunicación beneficiosa con su entorno y al desarrollo de la autonomía, la solidaridad, la responsabilidad, los conocimientos, entrando así de lleno en el terreno educativo. La reeducación, en definitiva, debe perseguir, educar para vivir de forma personalmente satisfactoria, enriqueciéndose del contacto con los demás. Partiendo de estos conceptos de actitud y reeducación, abordamos el estudio de las actitudes ante la reeducación de los jóvenes menores de veintiún años internados en los centros penitenciarios andaluces. 2. Metodología y análisis Para llevar a cabo la investigación nos hemos centrado en los internos jóvenes de los centros penitenciarios de Sevilla, Algeciras, Málaga y Granada. Y lo hemos hecho así porque en el momento de realizar la investigación, la población internada menor de veintiún años en los centros penitenciarios andaluces, era de 334 internos, de los que 311 habitaban en los centros penitenciarios los jóvenes internados en prisiones andaluzas. sus actitudes... (Pág. 149-157) [ 151 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 152 tabla 1. centros penitenciarios visitados, número y porcentajes de internos N español % N extranj. % N total % SEVILLA 64 22,4 19 6,7 83 29,1 ALGECIRAS 49 17,3 27 9,4 76 26,7 MALAGA 42 14,6 23 8,2 65 22,8 GRANADA 46 16,1 15 5,3 61 21,4 Total español 201 70,4 84 29,6 285 100 Total extranj. TOTAL 2.1. Escala de sinceridad La exponemos en primer lugar porque esto facilita el posterior desarrollo de la exposición de la investigación. Introducimos esta escala por necesidad metodológica, para así evitar que nuestra investigación se desvirtúe por respuestas poco sinceras. Utilizamos la escala propuesta por Pinillos (1990) (Figura 1). Esta escala está constituida por una serie de ítems referidos a cuestiones relativas a pequeñas faltas morales o sociales frecuentes, pero cuya confesión pública puede ser embarazosa. Una vez recogidas las respuestas de los cuestionarios, abordamos el análisis de los figura 1. distribución de puntuaciones en sinceridad 12 10 % de sujetos antes citados. Proponemos a estos 311 jóvenes participar en la investigación, aceptando la propuesta 285 internos que se distribuían de la manera que se expresa en la tabla 1. Para llevar a cabo la investigación nos hemos valido de los siguientes instrumentos: - Un cuestionario de variables socioeducativas, que consideramos que pueden tener relación con los procesos de reeducación. - Un cuestionario de actitudes. - Una escala de sinceridad. A continuación analizamos cada uno de estos instrumentos. 8 6 4 2 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 Puntuaciones en sinceridad mismos con el programa estadístico SPSS (Statistiakal Package for Social Sciences), versión 11.5. Con objeto de establecer un punto de corte que permita distinguir a los jóvenes que son más sinceros de los que lo son menos, se ha obtenido el percentil 25, cuyo valor nos da una puntuación de 10; el percentil 50, cuyo valor es 13 y el percentil 75, cuyo valor es 16. A partir de estos valores procedemos a eliminar los casos que se encuentran por debajo del percentil 25, por considerar que estos jóvenes han sido poco sinceros en sus respuestas, quedando el número de casos reducido a 206 sujetos, que podemos considerar que han sido más sinceros en sus respuestas. Observamos que el 27,7% de los jóvenes han sido poco sinceros en sus respuestas. [ 152 ] • Víctor Manuel Martín Solbes sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 153 figura 2. distribución de puntuaciones en actitud De estos 206 sujetos, 196 son hombres y 10 son mujeres. Son españoles el 70,5%, estableciéndose la edad media en 19 años. 2.2. Variables socioeducativas Hemos seleccionado 42 variables que consideramos que de alguna manera pueden estar relacionadas con la reeducación y con ellas pretendemos conocer tanto las singularidades de los jóvenes como las características del grupo. Estas variables socioeducativas las agrupamos en cuatro ámbitos de estudio: - Nivel escolar y cualificación profesional, donde se recogen datos relativos a la edad, nivel académico, formación y experiencia laboral, etc. - Relaciones familiares, donde se recoge información sobre los estudios de los padres y madres, las profesiones paternas y maternas, si existen o no antecedentes familiares en prisión, etc. - Contactos con la marginalidad, recogiendo datos relativos a consumos de drogas, primeros consumos, tipos de drogas consumidas, primer delito cometido, delitos posteriores, influencias recibidas para delinquir, ingresos en centros de menores, etc. - Vida en prisión, con la que pretendemos conocer su itinerario en el interior del centro penitenciario, recogiendo datos relativos a la situación penal, si están en situación de penados o de preventivos, a la espera de juicio; situación penitenciaria, si son primarios o reincidentes, con más de un ingreso en prisión; actividad que realiza en prisión, si estudia, trabaja, en qué ocupa el tiempo libre, etc. 2.3 Cuestionario de actitudes Elaboramos un cuestionario de tipo Likert en el que los jóvenes debían posicionarse “muy de acuerdo”,“de acuerdo”,“indiferente”, % de sujetos 20 15 10 5 0 1 4 7 10 13 16 19 22 25 28 31 Puntuaciones en actitud “en desacuerdo”, “muy en desacuerdo” con lo expresado en cada uno de los 18 ítems que componen el cuestionario. Una vez obtenidos los datos, realizamos un análisis de componentes principales, y una depuración en tres fases, llegando a un análisis factorial en el que algunos ítems tienen una saturación inferior a 0,30 en un factor o saturan en más de un factor. Procedemos a eliminar estos ítems y obtenemos una solución en un factor que explica el 34,6% de la varianza. De los 18 ítems de los que partíamos, seleccionamos 9 ítems que constituyen el cuestionario definitivo y que muestran las actitudes de los jóvenes menores de 21 años de las prisiones andaluzas ante los procesos de reeducación. Esta escala es sometida a un análisis de fiabilidad, presentando homogeneidad y coherencia. Existen ítems formulados de manera favorable y otros de manera desfavorable, para evitar el sesgo de aquiescencia. Consideramos que a mayor puntuación obtenida en esta escala corresponde mejor actitud ante la reeducación. La puntuación mínima es de 9, la máxima es de 32, estableciéndose la media en 14,85. Consideramos que la población situada por debajo de la media tiene actitud baja. En este caso, 127 sujetos que se corresponden con el 62% del total. Las puntuaciones, frecuencias y porcentajes obtenidos se presentan en la tabla 2, así como en la figura 2. los jóvenes internados en prisiones andaluzas. sus actitudes... (Pág. 149-157) [ 153 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 154 tabla 2. puntuaciones, porcentajes y frecuencias del cuestionario de actitudes Puntuaciones Frecuencia Porcentaje (%) 9 30 14,6 10 16 7,8 11 19 9,2 12 10 4,9 13 30 14,6 14 13 6,3 15 9 4,4 16 13 6,3 17 12 5,8 18 9 4,4 19 9 4,4 20 6 2,9 21 8 3,9 22 6 2,9 23 3 1,5 24 3 1,5 25 1 0,5 26 2 1 27 1 0,5 29 1 0,5 30 2 1 31 1 0,5 32 2 1 N 206 100 % Por lo tanto, podemos considerar que el 38% de los jóvenes estudiados mantienen una actitud alta ante los procesos de reeducación, o al menos, se sitúan por encima de la media. Una vez establecido este dato, nos interesaba conocer qué variables socioeducativas se encuentran relacionadas con la actitud, para lo que procedemos a estudiar las relaciones existentes a través de un estudio del chi-cuadrado. Así, podemos observar que las variables socioeducativas que de alguna manera se relacionan con la actitud son: - El nivel académico de los padres. - Ingresos en centros de menores. - La situación penitenciaria, es decir, ser primario, con un solo ingreso en prisión, o ser reincidente, con más de un ingreso. - Participación en Talleres Ocupacionales. - Participación en Talleres Productivos. - Participación en Cursos Formativos. - Sentirse valorado por la actividad que realizan en prisión. - Influencias para delinquir del entorno social. - Motivo del primer delito. Estas variables las podemos agrupar en cuatro núcleos de estudio: - Ámbito familiar: Nivel de estudios del padre. - Ámbito de lo emocional: Sentirse valorado por la actividad que realiza en prisión. - Ámbito de la prevención delictiva: Situación penitenciaria: primarios. Influencias para delinquir del entorno social. Motivos del primer delito: comprar drogas. Haber estado ingresado en centros de menores. - Ámbito de lo formativo: Participar en talleres ocupacionales. Participar en talleres productivos. Participar en cursos formativos. [ 154 ] • Víctor Manuel Martín Solbes sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 155 3. Interpretación y conclusiones De este modo, para que sea probable predecir una evolución de una actitud baja a una actitud alta en el ámbito de la reeducación en los centros penitenciarios andaluces, es necesario trabajar los ámbitos de lo familiar, de lo emocional, de la prevención delictiva y de lo formativo. Así, trabajando estos ámbitos de manera adecuada podemos llegar a tener un cambio de actitudes en los jóvenes que se encuentran en nuestros centros penitenciarios. En definitiva, observamos que los jóvenes internados en prisión menores de veintiún años, mantienen una actitud alta ante los procesos de reeducación si su situación penitenciaria es de primario, delinquió por influencias del entorno social, cometió su primer delito para comprar drogas, no ha estado ingresado en centros de menores, participa en talleres ocupacionales, participa en talleres productivos, participa en cursos formativos, se siente valorado por la actividad que realiza, siendo el nivel académico de los padres de bachiller o universitario. Algunas de estas variables no son controlables desde la Institución Penitenciaria, como pueden ser la situación de primario, cometer el delito por influencias de la sociedad, cometer el primer delito para comprar drogas, no haber estado ingresado en centros de menores o el nivel académico de los padres. Pero desde las prisiones, y concretamente desde el puesto de educador, si está en nuestras manos trabajar para que los jóvenes internados en prisión participen en talleres ocupacionales, talleres productivos, cursos formativos y se sientan valorados por la actividad que realizan en prisión, porque estas variables sí parecen fundamentales para que los jóvenes internados tengan una actitud alta ante los procesos de reeducación. Asimismo, desde los centros penitenciarios debemos trabajar para conseguir que lo académico, la ocupación del tiempo de ocio con actividades deportivas o el trabajo, a todas luces variables importantísimas para la vida de los jóvenes en prisión, adquieran la importancia debida, para que propicien una actitud adecuada hacia la reeducación. En cualquier caso, los ámbitos de lo familiar, lo formativo, lo emocional y lo preventivo, constituyen aspectos a trabajar tanto para que se consigan actitudes positivas hacia la reeducación, como para conseguir mejoras en las actitudes ante la reeducación en el ámbito penitenciario. Una vez establecidas las relaciones entre las variables socioeducativas y la actitud, tratamos de averiguar qué variables socioeducativas influyen sobre la actitud ante la reeducación. Para ello realizamos un análisis de regresión logística univariante y un análisis de regresión logística multivariante, interpretando odds ratio, entendidas como la razón entre la posibilidad de que ocurra un suceso y la posibilidad de que no ocurra, es decir, se trata de un número que expresa cuánto más probable es que se produzca un hecho, frente a que no se produzca (Silva y Barroso: 2004, 13). En nuestro caso, cuanto más probable es que se produzca actitud alta cuando esté presente alguna de las variables socioeducativas con las que hemos trabajado. El número de referencia es la unidad y cuanto más nos alejamos de ella positivamente, aumentará la probabilidad de que se produzca el hecho. Si el número se encuentra por debajo de la unidad, tomamos la variable socioeducativa en sentido contrario. Las variables que han resultado ser estadísticamente significativas, p < 0,05, en los análisis de regresión logística univariante, las utilizamos para construir un modelo de regresión logística multivariante, considerando como variable dependiente la actitud baja/alta. En los análisis de regresión logística univariante y multivariante utilizamos el test de bondad del ajuste basado en el estadístico ratio de verosimilitud chi-cuadrado, por tratarse de muestras de tamaño pequeño (Kleinbaum: 1994, 135). los jóvenes internados en prisiones andaluzas. sus actitudes... (Pág. 149-157) [ 155 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 156 tabla 3. variables que forman parte del modelo de rlm Variables B ET WALD GI p OR – 0,745 0,395 5,070 1 0,02 0,47 1,122 0,344 10,626 1 0,00 3,07 – 1,549 0,395 6,419 1 0,01 5,44 Participa en taller productivo 1,262 0,652 3,747 1 0,05 3,53 Constante 0,427 0,351 14,992 1 0,00 0,32 Ingresos en centros de menores Sentirse valorado en prisión Primer delito para comprar drogas Como decíamos, a partir de las variables socioeducativas seleccionadas realizamos un análisis de regresión logística multivariante con la finalidad de determinar las variables socioeducativas que simultáneamente predicen una actitud alta ante la reeducación. Estas variables son: - No haber estado ingresado en centros de menores. - Sentirse valorado por la actividad que realiza en prisión. - Cometió el primer delito para comprar drogas. - Durante su estancia en prisión, participa en talleres productivos. Por lo tanto, podemos decir que los valores de las odds ratio indican que tener actitud alta ante la reeducación es más probable en los jóvenes internados en prisiones andaluzas que no han estado con anterioridad ingresados en centros de menores, que se sienten valorados por la actividad que realizan en prisión, que cometieron el primer delito para comprar drogas y que durante su estancia en prisión participan en talleres productivos. 4. A modo de reflexión final En definitiva, los internos mayoritariamente perciben de manera negativa los ítems que prestigian la función reeducadora de la Institución Penitenciaria. Asimismo, perciben de forma negativa su propia actitud ante los procesos de reeducación. Mientras que valoran de manera positiva la realización de actividades durante su estancia en prisión, aunque consideran que no les ayudan en su reeducación, ni que la organización de los centros penitenciarios permita realizarlas adecuadamente. Del mismo modo, perciben mayoritariamente que la prisión no mejorará su futuro ni los prepara para la vida en libertad. En cualquier caso, debemos cuestionarnos la viabilidad de los centros penitenciarios como lugares de reeducación, porque parece evidente que para reeducar, educar, en definitiva, es necesario un ambiente de libertad, y desde el encierro de un centro penitenciario parece improbable acometer procesos de reeducación. Parece improbable acometer procesos de reinserción social, inserción social, inclusión, separando con un muro, segregando a la población que pretendemos reinsertar, ya que para reinsertar, insertar, necesitamos del contacto de la sociedad con las personas aisladas. Estos procesos desde un centro penitenciario parecen de difícil ejecución. Creemos, sin embargo, en el componente pedagógico y educativo que debe presidir las actuaciones en los centros penitenciarios, y que deben llevar aparejada la consecución de la normalización de la conducta de los internados, a través de los valores morales y éticos de una sociedad democrática. Así, y aun considerando simplista la explicación de que los problemas de margina- [ 156 ] • Víctor Manuel Martín Solbes sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 157 ción, exclusión social, inadaptación y delincuencia, son únicamente debidos a déficits educativos, pensamos que desde la pedagogía social y con un enfoque educativo, sí se pueden aportar soluciones que palien estos estados carenciales. Parece necesario la intervención desde la pedagogía social, y desde este ámbito debemos estudiar y diseñar intervenciones que favorezcan formas de convivencia más justas, solidarias y libres, y menos violentas, excluyentes e insolidarias, no por mera solidaridad, sino por motivos de justicia social. No cabe duda que estos planteamientos quedan lejos de las condiciones de vida de un centro penitenciario, pero no por ello debemos renunciar a su implantación, porque el discurso pedagógico tiene que ser, por naturaleza, potencialmente utópico, ya que, como nos indica el profesor Sáez (2003), esto nos permite cargar de valores e ideales nuestras intervenciones. Optamos por la conversión de la Institución Penitenciaria en una institución educativa donde se implante un modelo pedagógico con una intervención más humana. Consideramos que el ingreso en prisión de personas, es el último argumento al que debemos recurrir para resolver nuestros problemas sociales, ya que como nos indica Javier Urra (1997), con el ingreso en prisión se evita el mal, pero no se proporciona el bien. Creemos que debemos intervenir con actuaciones pedagógicas encaminadas a la prevención de la reincidencia, respetando escrupulosamente los derechos humanos de los internados, a través de una educación en la ciudadanía y en los valores democráticos, con intervenciones pedagógicas hacia la reeducación. Referencias bibliográficas Amorós, P. y Ayerbe, P. (Eds.) (2000): Intervención educativa en inadaptación social. Madrid: Síntesis. Beristain, A. (1985): Ciencia penal y criminología. Madrid: Tecnos. Bolívar, A. (1995): La evaluación de valores y actitudes. Madrid: Anaya. Constitución Española de 31 de octubre de 1978. (B.O.E. nº. 311, de 29 de diciembre). Escámez, J. y Ortega, P. (1986): La enseñanza de actitudes y valores. Valencia: Nau Llibres. Foucault, M. (1976): Vigilar y castigar. México: Siglo XXI. García, J. y Sancha, V. (1986): Psicología penitenciaria. Áreas de intervención terapéutica. Madrid: UNED. Hair, J; Anderson, R.; Tatham, R. y Black, W. (1999): Análisis multivariante. Madrid: Prentice Hall Iberia. Kaiser, G. (1988): Introducción a la criminología. Madrid: Dykinson. Kleinbaum, D.G. (1994): Logistic Regresion. New York: Springer Verlag. Martín Solbes, V.M. (2006): Actitudes de los internados en prisión, menores de veintiún años, ante la función reeducadora del medio penitenciario en el ámbito andaluz. Málaga: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Málaga Martínez, R. (1999): El análisis multivariante en la investigación científica. Salamanca: Hespérides. Sáez, J. (2003): La profesionalización de los educadores sociales. En busca de la competencia educativa cualificadora. Madrid: Dykinson. Silva, L.C. y Barroso, I.Mª. (2004): Regresión Logística. Cuadernos de Estadística, nº 27. Salamanca: Hespérides. Urra, J. (1997): Violencia. Memoria amarga. Madrid: Siglo XXI. DIRECCIÓN DEL AUTOR: Víctor Manuel Martín Solbes. Facultad de Ciencias de la Educación. Departamento de Teoría e Historia de la Educación. Universidad de Málaga Campus de Teatinos, s/n. 29071. Málaga. Correo electrónico: victorsolbes@uma.es Fecha de recepción del artículo: 23.VII.2008 Fecha de aceptación del artículo: 3.XII.2008 los jóvenes internados en prisiones andaluzas. sus actitudes... (Pág. 149-157) [ 157 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 03 MISCELANEA 117-158 18/3/09 11:30 Página 158 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 159 INFORMACIONES Reseñas bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161 Resumen de tesis .................................................................... 177 Colaboran en este número . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181 Normas para la redacción y presentación de originales 185 ............................ 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 160 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 161 Reseñas bibliográficas La Universidad (y el proceso de Bolonia: EEES) López Herrerías, J.Á. 2008. Huelva. Hergué L a nueva orientación que se está dando a los estudios universitarios, con todo lo que ello implica en cambio de planes de estudios y de metodología docente y discente, está conmoviendo nuestra institución de Enseñanza Superior y, con ello, sembrando dudas e infundiendo sospechas sobre lo positivo o negativo de esa magna innovación educacional. En la Universidad Complutense de Madrid hay un grupo de profesores que, desde hace unos años, se han mostrado especialmente críticos con esa reforma, por creer que quitaba a la Universidad aquel carácter humanista formativo que, por tradición y misión específica, le correspondía. Decimos esto porque también el autor del presente estudio forma parte del cuerpo docente de dicha Universidad, aunque aquí no se identifica con el referido grupo; reflexiona desde su punto de vista personal y, a nuestro entender, con una visión muy ponderada del tema. Respecto al mismo caben dos planteamientos extremos: uno positivo, en que la reforma es saludada como un salto cualitativo hacia lo que debe ser la Universidad en los tiempos presentes y futuros; y otro negativo, en que se ve la Declaración de Bolonia como la muerte de la Universidad en cuanto institución “formativa”. Pero cabe también una posición intermedia, y ésta es precisamente la adoptada por el autor: admite y aplaude el hecho de que las reformas propuestas quieren adaptar la institución universitaria a las necesidades del mundo actual, pero lamenta que lo hagan con cortedad de miras, esto es, atendiendo únicamente a las necesidades económicas y profesionales, por no decir a las conveniencias del mundo empresarial. Esto es un peligro, y en su opinión,“los acantilados a que nos pueden arrastrar las olas de lo dominante en nuestro mundo actual globalizado, economizado, mercantilizado, unilateralizado, tiene que ver con que nos podemos olvidar de que hemos nacido para buscar la verdad, la belleza, el bien, y el amplio afán de la espiritualidad. De que aprender no es tasarnos las horas que reseñas bibliográficas (Pág. 161-176) [ 161 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 162 hemos de dedicar a cada actividad para conseguir ciertas competencias cognitivas para y porque estamos en la llamada sociedad del conocimiento” (p. 19). El estudio de López Herrerías está basado en un análisis de la evolución semántica de los documentos (Declaraciones de la Sorbona, Bolonia, de Praga, de Berlín, de Bergen, de Londres) que han creado el Espacio Europea de Educación Superior. La visión sucesiva de los mismos permite ver cómo se pasa de la concepción de una Universidad clásica a una Universidad emprendedora, de Universidad a “estudios superiores”, y todo ello sintetizado en estos seis objetivos: empleabilidad y competitividad internacional, distinción de un ciclo de “grado” y otro –posterior– de “postgrado”, nuevo sistema de créditos (para favorecer la movilidad de los estudiantes), promoción de la movilidad de estudiantes y profesionales, logro de una calidad de la formación (consistente en la adquisición de unas “competencias”) y promoción europea de la enseñanza superior con programas integrados de estudio, formación e investigación. Ante este magno proyecto, las reflexiones críticas de López Herrerías discurren por los siguientes puntos. 1) No parece evidente que la finalidad del hombre sea la de “producir”; el ser personas humanas, cooperativas, comprometidas y responsables constituye también, sin duda, un ideal de formación. 2) La Universidad pretendió formar ciudadanos libres; ahora, todo lo que pretende es generar, en los estudiantes, unos “créditos” (los ECTS; sistema con que se computa la carga de trabajo del estudiante a tiempo completo durante un curso académico). 3) La nueva concepción de los estudios superiores sirve para promover una “cuarta revolución industrial”, basada en el capitalismo y sus verdades rotundas: que el tiempo es oro, que hay que producir/consumir, y que sólo seremos valiosos para el mundo si somos competentes para ser competitivos. Opina López Herrerías que esto último es quedarse en algo muy viejo y desfasado, pues siempre que el hombre se ha limitado a seguir sus instintos animales egoístas se ha sujetado a ese programa. Y en cuanto al sistema de créditos, si se los entiende en plan mecanicista, revelan que, en Europa, la idea de una educación personal como espacio de libertad creador y liberador ha sido desplazada por la cultura del mundo anglosajón, estandarte de la economía competitiva y productiva. Ante toda esa concepción tan pragmática, el autor del libro se muestra bastante reticente, pues no le gusta que una anterior Universidad que buscaba “educar” sea ahora sustituida por una “enseñanza superior” que únicamente pretende “profesionalizar”. Y esto último es insuficiente, por el hecho de que –dice López Herrerías, p. 147– “el trabajo emana de un sentido, valor y significación de la existencia. Y esto es lo que aquí falta. O queda reducido y volcado hacia lo económico, que nunca puede ser el todo de la conciencia humana. Y que si se pretende que lo sea, manifiesta un claro desajuste y desequilibrio”. Ya se ha visto cuál es la postura concreta del autor con respecto al proyecto del EEES. Podría resumirse diciendo que defiende la idea tradicional de Universidad pero contando con que ésta asuma un compromiso completo y decidido con la sociedad a la cual pertenece y ha de servir. En este sentido, debe verse la Universidad como “ayuntamiento” de personas que se educan, atentas a adquirir competencias profesionales pero también a “expandir el espíritu”; en ella el factor humano más crítico no es el profesorado, ni los gestores, sino que lo son los alumnos y una sociedad entusiasmada por crecer y potenciarse, y por animar otra cultura, con un nuevo paradigma. Y, en cuanto a metodología del aprendizaje, no se tiene temor a hacer sugerencias como la siguiente (tan denostada, hoy día, por muchos): “El alumno aprende ¿dónde mejor que en el [ 162 ] reseñas bibliográficas (Pág. 161-176) sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 163 ejemplo magisterial de una buena clase, de una buena lectio?” (...) En esta clase el profesor, cual obra de arte, magnífica realidad que a diario se da en tantas universidades del mundo, presenta a los alumnos la argumentación clara y precisa, articulada y nutrida de contendo de algún ámbito de conocimiento. Y esa experiencia de escuchar con atención, de seguir el hilo argumental, de convivir en un mundo de lenguaje rico y estructurado, es una de las mejores experiencias de aprendizaje que los alumnos pueden vivir como proceso educativo” (p. 177). En conjunto, esta obra representa un juicio sereno, ponderado y competente sobre el asunto tratado, de por sí muy difícil, ya que se cruzan en él componentes muy diversas y comprometidas. Con ello, su autor suma uno más a los muchos méritos pedagógicos a que se ha hecho acreedor, aparte del estilo brillante y muy sugerente a que nos tiene acostumbrados, y que hacen agradable la lectura de sus libros. La edición de presente está muy cuidada; el tamaño corto y dinámico de los diversos apartados o capítulos facilitan y estimulan la lectura. José María Quintana Cabanas UNED Universidade e construción da sociedade civil en Galicia Santos Rego, M. A. y Lorenzo Moledo, M. 2007. Vigo. Edicións Xerais. L as Universidades son un territorio pedagógico y social del que cabe esperar un especial compromiso con valores e iniciativas que agranden la condición ciudadana; o, al menos, con todas aquellas virtudes, actitudes, prácticas, etc. que enfaticen su caracterización como una institución atenta a las necesidades reales de su entorno, explícitamente preocupada porque las misiones que le han sido atribuidas históricamente –en la docencia, la investigación y la extensión cultural– puedan contribuir al logro de una sociedad más libre, armónica y cohesionada. En este sentido, hace años que la reivindicación de una mayor autonomía en su gobierno y gestión, incrementando los cauces de participación e implicación de la comunidad universitaria en sus tareas cotidianas, trata de compatibilizarse con una mayor apertura de sus realizaciones hacia nuevas formas de activar sus responsabilidades sociales. De un lado, e inevitablemente, procurando que sus aportaciones a la creación, transmisión y aplicación del conocimiento deparen respuestas inteligentes y fundadas a las necesi- dades del desarrollo humano, con los criterios de calidad y autenticidad más estimables. De otro, promoviendo una lectura crítica del mundo y de sus realidades, que movilice la sensibilidad de los universitarios hacia la cooperación solidaria, a favor de la equidad y la justicia social. Y, acaso con ello, hacia el descubrimiento y la afirmación de nuestra “común humanidad”; una expresión a la que la ironía liberal Richard Rorty no observaba como el mejor modo de plasmar la esencia de lo humano, sino como una forma de insistir en las diferencias (de género, religión, creencias, edad) sin renunciar al nosotros que nos contiene a todos. Abundan las declaraciones que haciendo gala del privilegiado protagonismo que suelen otorgar la política, la ciencia e, incluso, los dispositivos institucionales y legales, recurren a estos argumentos para poner de manifiesto el nuevo papel que han de asumir las Universidades en la sociedad del conocimiento, ya sea ésta o cualquier otra de sus denominaciones alternativas (red, globalizada, postmoderna, postindustrial, etc.) la que adoptereseñas bibliográficas (Pág. 161-176) [ 163 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 164 mos. Y que, al paso del tiempo, se han ido proyectando en modelos, reformas, planes estratégicos, etc. que acentúan la identidad socialmente “responsable” y ecológicamente “sustentable” de las Universidades apelando a la convivencia, la diversidad cultural, la paz, el diálogo, la preservación del medio ambiente, a igualdad de oportunidades o la cooperación entre los pueblos; valores, todos ellos, sobre los que además de generar opinión debe ser un ejemplo para su entorno. Son pocos, sin embargo, los testimonios que muestran el modo en qué esto se está haciendo. Y, menos aún, las que reflejan cuánto y cómo se están alcanzando tan sugerentes propósitos. No porque falten informes o memorias que difundan la “responsabilidad social” de las Universidades (todavía pocas) a la sociedad, como un esfuerzo de transparencia y compromiso traducido en datos, reflexiones, actuaciones o desafíos. Sino, y sobre todo, porque sigue prevaleciendo su visión transmisiva, auditora, descendente y, sustantivamente, institucionalizadora. Está bien y resulta saludable, pero no llega; porque aunque satisface ciertas necesidades relacionadas con la rendición de cuentas que ha de prestar todo servicio público, obvia otras que podrían darle mayor congruencia y legitimidad cívica: la voz de sus actores y agentes, la perspectiva de sus opiniones y hechos. Es precisamente en esta perspectiva, como opción metodológica y temática, donde creemos que la obra de los profesores Miguel Anxo Santos Rego y Mar Lorenzo Moledo, desvela sus mejores potencialidades. Y, con ellas, la verdadera naturaleza educadora y educante de las Universidades como escenarios proclives –y, en ocasiones, hostiles– al aprendizaje cívico, a la interacción social, a las competencias comunicativas, a la toma de conciencia, o al ejercicio del voluntariado. En definitiva, como se señala en su presentación editorial a todo aquello que en el mundo actual, debe suponer “un enorme potencial en cuanto a la disposición de recursos humanos con un grado de preparación alto para diseñar y llevar adelante una amplia gama de proyectos, dentro y fuera de los campus, y mismo de los países”. El libro tiene una primera finalidad, emanada del estudio empírico: diagnosticar el desarrollo de las competencias cívicas en la Universidad –en realidad las Universidades de A Coruña, Santiago de Compostela y Vigo– y su relación con la inserción laboral, a la que enmarca en su primera parte un enunciado que transita entre la reflexión sobre “el compromiso cívico desde la Universidad y la construcción de la sociedad civil” y los programas de Voluntariado en las Universidades gallegas. Para en un segundo momento, conformando el referencial empírico y, a la postre, la parte más amplia y novedosa del informe realizado, dar cuenta de la importancia que conceden los alumnos de estas Universidades a las competencias transversales (liderazgo, toma de decisiones, resolución de problemas, trabajo cooperativo, comunicación intercultural, etc.) en el contexto universitario gallego, evaluando su conciencia cívica, la responsabilidad de las instituciones universitarias en el desarrollo de tales competencias, así como de las actitudes y competencias cívicosociales de sus protagonistas. Complementa el estudio una aproximación a la tarea del voluntariado universitario y al impacto de los programas que se vienen implementando en los últimos años, a partir de una lectura sobre las respuestas dadas a un cuestionario sobre las actividades en las que participan. Aspectos sobre los que se informa e interpreta con detalle dando cuenta, como se pretendía, de las relaciones entre el voluntariado, el aprendizaje cívico y las competencias transversales en las Universidades de Galicia, “trazando perspectivas de mejora acordes con el desarrollo del país y de la necesaria proyección de sus recursos humanos en una coyuntura de internacionalización”. Posiblemente sea en este punto donde lo local sale al encuentro de lo global, recla- [ 164 ] reseñas bibliográficas (Pág. 161-176) sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 165 mando una renovada paideia universitaria; y con ella, seguramente, otras formas de hacer pedagogía, de estar en la Universidad y de ser universitarios. Lo invocan los autores de este texto aludiendo al Espacio Europeo de la Educación Superior. Lo podremos compartir todos, atribuyendo buena parte de esa renovación al quehacer de la Pedagogía Social, desde hace décadas empeñada en iluminar los trayectos de lo cívico y del civismo con pro- puestas que amplíen las contribuciones de la educación a la defensa del bien común, de lo que ya conocemos en términos de educación para la ciudadanía y que desearíamos que también fuese educación con la ciudadanía. José Antonio Caride UNIVERSIDAD DE SANTIAGO DE COMPOSTELA Educación y género. El conocimiento invisible Jiménez Fernández, C. y Pérez Serrano, G. (coord.) 2008. Valencia. Tirant Lo Blanch. C oordinan este libro las catedráticas de la UNED Dras. Jiménez Fernández y Pérez Serrano, profesoras ambas que, aun habiendo ejercido su magisterio en otras Universidades, Complutense de Madrid y Universidad de Sevilla, respectivamente, están cumpliendo en aquella institución los más granados años de sus trayectorias. La primera, ocupó durante años el cargo de Decana de la Facultad de Educación; la segunda, se encuentra actualmente comprometida dirigiendo la creación y articulación de la UNED SENIOR, una iniciativa pensada para atender a la formación permanente de los adultos mayores. En esta ocasión suman su experiencia y capacidad de convocatoria para coronar un proyecto coral, en el que participan un nutrido número de profesoras universitarias de los más altos niveles profesionales y académicos. Nos encontramos ante una obra cuya intención manifiesta, como se puede leer en la presentación, es “contribuir a crear una conciencia de género” o, como también se afirma, ser una llamada “a la paridad y la equidad entre los géneros”. Lo hace a través de la mirada de diecisiete mujeres en la cima de la carrera académica; una mirada intencionadamente profesional pero, también, que analiza la educación y el género desde la particular óptica, por otro lado plural y llena de matices, de unas personas que forman parte del estamento de catedráticas de Universidad, próximas en número al cincuenta por ciento de su grupo de referencia. Académicas especialistas en los distintos ámbitos de la Pedagogía y la educación, de doce diferentes universidades. El libro aparece articulado en dos partes. La primera de ellas se ofrece como un marco general y está integrada por cinco capítulos. Los restantes diez componen la segunda parte, bajo la denominación de estudios específicos. Todos ellos resultan contribuciones complementarias para la comprensión de la compleja problemática que se ocupan de analizar. Un primer capítulo, escrito por la profesora Dra. Carmen Jiménez, sitúa las coordenadas iniciales cuando, tras esbozar el macro marco de la obra con la perspectiva internacional y de la Unión Europea, desciende al micronivel de España para ofrecer datos documentados de las diferencias entre mujeres y varones en algunos parámetros representativos de nuestra realidad, como son: niveles y tipos de educación, trabajo, renta, poder y toma de decisiones, y derechos y deberes. Los siguientes cuatro capítulos abordan temas también con un amplio enfoque. En primer reseñas bibliográficas (Pág. 161-176) [ 165 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 166 lugar, desde la perspectiva antropológica, la socialización simbólica de la asimetría, capítulo que se centra en el análisis del origen cultural de las diferencias que hacen posible la distribución social asimétrica de nuestra sociedad, y que son, en palabras de su autora, la Dra. Pérez Alonso-Geta,“un lastre para el desarrollo de la sociedad civil”. Desde la Universidad de La Laguna, la catedrática Santana Vega defiende “la valoración por igual del papel del hombre y de la mujer en la sociedad, con todo lo que ello comporta”, afirma en su texto. La autora apela al deseo y al sentimiento “cada vez más común, de que los hombres y las mujeres compartamos la experiencia humana”. Y añade, “para que esto sea factible hombres y mujeres habremos de estar representados en las distintas esferas del quehacer socioeconómico, político, cultural, laboral, etc. sin hacer concesiones a los estereotipos sociales que encasillan y empobrecen por igual a las dos mitades de la humanidad” (p. 75). A continuación, la Dra. Leonor Buendía, en su correspondiente capítulo, reflexiona sobre “la importancia que tiene enseñar valores en la escuela y sobre el modelo de persona que perseguimos para que viva esos valores, en una sociedad plural y democrática” (p. 99). Anuncia y justifica la importancia que en el contexto de los estudios de género tiene la investigación biográfica-narrativa, una modalidad especialmente adecuada para conocer e interpretar el mundo subjetivo, prioridad central de las mujeres. El análisis de los roles de género en la sociedad posmoderna, de Cardona Moltó y Martínez Ruiz, cierra esta primera parte de la obra con un doble logro: facilita la comprensión del estatus de la mujer en la educación, y permite vislumbrar el alcance de su presencia profesional en la enseñanza, la investigación y la gestión de la Universidad. Concluyen mirando hacia el futuro e invitando a la reflexión y al análisis de los objetivos y acciones a emprender para ayudar a la construcción de una identidad flexible del género. En la segunda parte del libro los capítulos sucesivos van completando la panorámica del estado de la cuestión, con nuevas miradas y todo un plantel de preocupaciones que se articulan en diez grandes núcleos temáticos: la formación de mujeres y hombres en competencias para una sociedad de la información en igualdad (Estebaranz García); género y ciencia (líneas y metodologías de investigación) (Colás Bravo); estudios universitarios y ejercicio profesional de las mujeres en el franquismo (Sanchidrián Blanco); profesoras e investigadoras en el ámbito de la tecnología educativa: una tendencia ascendente (Sancho Gil); tecnologías y medios de comunicación en la didáctica desde una perspectiva de género (Sevillano García); las diferencias de género en los enfoques de aprendizaje (Hernández Pina); la mujer en la dirección de las organizaciones educativas (MartínMoreno Cerrillo); el espacio y el género en los centros educativos (Cantón Mayo); mujeres y acoso laboral (García Fernández); mujer y educación física (Noguera Arrom). Cada uno de los temas incluye, a su vez, cuestiones de hondo calado que se analizan no sólo desde la asunción de nuevos valores, sino, sobre todo, con una nueva mirada. De esta forma, el paradigma de la modernidad, claramente antropocéntrico y promotor del dominio, sobre el mundo femenino, de lo masculino (en términos de poder, conocimientos, valores) queda opacado. Con las páginas del libro resulta patente que no todo está por hacer; y ese reconocimiento de lo ya conseguido supone un acicate para continuar hacia nuevas metas. Inevitablemente, por la variedad de los temas, autoras y enfoques, la lectura nos exige a veces un esfuerzo adicional para no dispersar la atención e ir completando la visión global, de conjunto. Es un riesgo, ciertamente, pero también lleva consigo la oportunidad de dibujar un amplio horizonte, que permita [ 166 ] reseñas bibliográficas (Pág. 161-176) sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 167 apreciar la complejidad de la problemática y abordar el reto que para el pensamiento inteligente supone integrar la riqueza de los distintos matices y perspectivas hasta lograr una interpretación consistente de la realidad. Sumado a su interés académico, el libro en su conjunto es una iniciativa con valor testimonial. Porque la intención de las promotoras de la obra, profesoras Pérez Serrano y Jiménez Fernández, no se agota con su publicación. Como ellas mismas anuncian en la presentación, pretenden “contribuir a instaurar una forma de pensar y construir el mundo y sus instituciones desde la mirada visible de los hombres y de las mujeres, o de las mujeres y los hombres. Tanto monta”. Y ésta es una meta que exige aún un largo camino; parece, a veces, un sueño inasequible. Sea bienvenido cada pequeño grano, cada gota de agua. Mª Ángeles Murga UNED Pedagogía Social y Educación Social. Historia, profesión y competencias Sáez Carreras, Juan. (Coord.) 2007. Madrid, Editorial Pearson C uál es la situación actual del campo de conocimiento que llamamos Pedagogía Social? ¿Cómo se ubica en el conjunto de las profesiones esa profesión que llamamos Educación Social? Quizá no es lo propio empezar una reseña con un interrogante. Sin embargo, en este libro colectivo, coordinado por el profesor Juan Sáez, parece lo más apropiado. Si tenemos a veces la sensación de que iniciamos una lectura para encontrar respuestas sobre aquellos temas que nos ocupan y en los que trabajamos, en este libro más bien se trata de iniciar una lectura para plantearnos de nuevo las preguntas o para encontrar otras distintas de aquellas que forman lo común de nuestros campos de conocimiento. Así que aviso al lector: éste es un libro incómodo. Incómodo porque aquellos que inicien su lectura no pueden esperar de su recorrido la satisfacción con los lugares comunes o los itinerarios ya conocidos de nuestro campo de conocimiento, incómodo porque el qué y el cómo de todos los temas que los autores plantean suponen cuanto menos un toque de atención al riesgo de la complacencia intelectual, e incómodo finalmente porque es este un libro escrito para la argumentación y el debate… Y es al mismo tiempo un libro de afirmación de la Pedagogía Social y la Educación Social, un libro que celebra, aunque en ningún caso ingenuamente, los recorridos y trayectorias, en condiciones no siempre favorables, de un campo de conocimiento, la Pedagogía Social, y de una profesión, la Educación Social, que viven en la actualidad uno de sus momentos de mayor reconocimiento. El libro es también una advertencia y un reto. Una advertencia sobre todas aquellas confusiones teóricas que aún nos colocan en una posición de fragilidad científica y de desprofesionalización, o de aquellas otras que nos urge clarificar en nuestros recorridos académicos en tanto que investigadores de la Pedagogía Social. Y un reto porque el libro lanza hacia el lector los posibles itinerarios que tanto la Pedagogía social como la Educación Social tendrán que transitar en un futuro próximo si quieren consolidar su proyección y su status académico y social. Riesgos y posibilidades de un campo de conocimiento y de una profesión que necesariamente han de encontrarse, aunque sin confundirse, en la búsqueda de objetivos comunes en un momento de cambios cruciales, tanto para la universidad como para la proyección de la educación social. La obra está organizada en tres partes: la primera y segunda parte nos relatan la historeseñas bibliográficas (Pág. 161-176) [ 167 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 168 ria de cada uno de los campos que configuran el universo de la Pedagogía Social y la Educación Social: el campo del conocimiento científico de la Pedagogía Social y el campo profesional de la educación social. Es decir, se centra en los universos teóricos y científicos de la Pedagogía Social y en el campo profesional de la Educación Social. Se aproxima también a la historia de ambas (a través de los eventos que han ido marcando su visibilidad y reconocimiento) y en cómo se han ido configurando y construyendo como campo científico y profesional respectivamente. En la tercera y última parte, los autores definen y analizan las competencias actuales del educador social: las tareas, funciones y responsabilidades profesionales que éste debe asumir para desempeñar su trabajo. Es decir, analizan el lugar donde los dos campos convergen. Para ello plantean dos preguntas clave que nos indican, ya desde el inicio, cuáles son los propósitos y los objetivos del libro: • ¿Quiénes reflexionan sobre la pedagogía social? ¿Quién investiga sobre su objeto de estudio? • ¿Cómo se construye el conocimiento que habrá de formar al futuro profesional de la educación social? En la Primera Parte, “El campo de conocimiento científico”, el libro aborda la confusión del lugar de producción de la Pedagogía Social, que es definida en numerosas ocasiones e indistintamente como ciencia, disciplina, materia y/o práctica profesional. Encontramos aquí una primera clarificación conceptual que constituye el punto de partida del desarrollo del libro: definir la PS como campo de conocimiento científico y la ES como campo profesional. Esta primera visión nos plantea la idea de que hasta la fecha hemos hablado de una y otra de forma confusa e indistinta, o no hemos abordado con suficiente claridad las lagunas, rupturas y momentos difíciles que las han atravesado. Los autores concluyen que ambas presentan trayectorias diferenciadas que no siempre se han encontrado y apuestan por ese “cruce” en la actualidad. En este sentido, una de las tareas urgentes que competen tanto a la PS como a la ES sería la de consolidar una colaboración continua entre la universidad (práctica investigadora y docente) y los profesionales (práctica educativa y profesional) que favoreciera el desarrollo de unos objetivos comunes a largo plazo. Una primera idea, por tanto, que conviene resaltar: la Pedagogía Social no es un campo profesional sino un campo de conocimiento. Desde esta perspectiva el libro plantea que la Pedagogía Social es la matriz disciplinar que integra y reconstruye en un marco interdisciplinar los saberes de diversas disciplinas y materias académicas para la formación inicial y permanente de los educadores sociales. Su función y tarea sería la de la investigación y la reflexión científica con el objetivo de producir modelos teóricos, modelos metodológicos y técnicas educativas, orientadas hacia el desarrollo de una reflexión pedagógica en torno a cuestiones sociales y culturales y hacia la socialización en sentido amplio. Una segunda idea nos dice que tanto la Pedagogía Social como la Educación Social necesitan, además, de clarificación conceptual, de un abordaje histórico delimitado geográfica, temporal y conceptualmente que de cuenta de los itinerarios diferenciados de ambos campos antes de la instauración en las Universidades de la Diplomatura de Educación Social. Uno de los cometidos de esa historia sería la de establecer una periodización que permitiera reconocer los hitos y eventos importantes de sus respectivas trayectorias. Por ello, los autores realizan en esta primera parte un recorrido histórico por los inicios de la Pedagogía Social en Alemania e Italia y por las diversas corrientes teóricas que emergieron en ambos países a finales del siglo XIX. Una de las principales características de esa mirada a los inicios de la Pedagogía Social es la de recuperar para la actualidad aquellas aportaciones teóricas más significativas, así como la de “traducirlas” a las cuestiones y retos que la [ 168 ] reseñas bibliográficas (Pág. 161-176) sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 169 Pedagogía Social tiene planteados en el presente. Desde ese proyecto, el libro nos conduce también por los acontecimientos históricos más relevantes de la Pedagogía Social en nuestro país, a partir del reconocimiento del trabajo de todos aquellos investigadores y docentes que desde la Universidad han contribuido anteriormente a esta tarea. Sin embargo, los autores del libro nos plantean que este trabajo, aun siendo importante, es aún insuficiente y que es necesario no sólo continuarlo sino también abordarlo desde una perspectiva autocrítica. Una perspectiva que por otro lado, nos permitiría pensar como colectivo el marco conceptual común y compartido desde el que emprender la futura investigación en Pedagogía Social. La segunda parte, el campo de conocimiento profesional, analiza, al igual que en la primera parte y partiendo de una estructura similar, la práctica profesional de la Educación Social, su emergencia, desarrollo y consolidación como profesión educativa. A partir de las Teorías de las Profesiones los autores plantean la genealogía de la educación social desde las tres figuras que confluyeron en la configuración de la profesión. En esta segunda parte nos proponen también los autores numerosas preguntas e interrogantes… pero no cabe duda que todas ellas constituyen una reivindicación de la unidad de la educación social y del reconocimiento de la figura profesional de los educadores y educadoras sociales más allá de las ocupaciones que la constituyeron en sus inicios. Para esa reivindicación, el libro esboza el recorrido histórico de los antiguos educadores especializados, educadores de adultos y animadores socioculturales, analizando no sólo cuáles fueron sus trayectorias, sino también trayéndolas a su realidad actual y a las situaciones que enfrentan como campos de trabajo de la educación social en el presente. En sus diferentes capítulos se exploran las especificidades de cada una de ellas, pero también las confluencias y rasgos compartidos desde sus inicios. Cada una de las anteriores ocupaciones tendría un recorrido profesionalizador más o menos largo que la llevó a agruparse en la educación social. A modo de síntesis del objetivo que guía esta segunda parte y en palabras de los propios autores: La profesionalización va asociada a una sola figura profesional. Analizando la Educación Social como profesión y su trayectoria de los últimos cuarenta años, el libro destaca la labor de Asociaciones, Federaciones y Colegios profesionales en el progresivo reconocimiento y visibilidad social de esta figura profesional. Así, en sus páginas, se hace especial resonancia del esfuerzo de esos colectivos por definir sus funciones y competencias y acotar sus espacios profesionales. Quizá, una de los análisis más interesantes que el libro realiza a propósito de la profesionalización de los educadores sociales, es advertirnos del riesgo de que éstos sean visualizados exclusivamente como unos profesionales que se ocupan de la solución de los problemas de exclusión social. De nuevo las preguntas nos invitan a la reflexión. En palabras de los propios autores: ¿Qué tienen que ver los educadores con la exclusión social? ¿Cómo se les ha atribuido esta competencia? ¿Cómo la han interiorizado? En este sentido, una de las cuestiones principales que se plantea en este apartado es si es posible poner en marcha discursos y prácticas educativas que, sin perder como marco de pensamiento una consciencia política y social, construyan al mismo tiempo su propia especificidad pedagógica. Sin embargo nos advierten de nuevo de que una parte de la literatura especializada dedica sus análisis a la exclusión social y de que corremos el riesgo de caer en una categorización de los grupos y colectivos que “deben” ser atendidos por los educadores sociales, olvidando el marco social amplio y la ciudadanía en su conjunto como objetivo básico de la educación social. El peligro de la precarización del trabajo pasaría entonces por una imagen del educador como parcheador de situaciones sociales que no le compete resolver. Para los reseñas bibliográficas (Pág. 161-176) [ 169 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 170 autores, la exclusión no puede ser abordada por una sola profesión y en ella deben concurrir diversas profesiones que desde sus diferentes competencias trabajen por mejorar la calidad de vida del conjunto de ciudadanos. En la última parte del libro, las competencias desde la lógica profesional, los autores realizan un extenso y profundo análisis de la profesión de educador social y de las competencias que le son propias, a partir de la idea de que ese es el espacio de convergencia de los distintos campos estudiados a lo largo de toda la obra. La universidad y la profesión son convocadas como los actores principales a los que corresponde construir y definir las competencias y habilidades, no sólo de los profesionales, sino también de los responsables de su formación. Comenzando con un exhaustivo análisis de aquello que constituye una profesión desde el marco de competencias que éstas desarrollan, esta tercera parte propone un modelo desde el que pensar la necesaria relación entre aquello que investigamos y enseñamos y aquello que los educadores realizan en sus lugares de trabajo. En esa línea, el libro define desde la lógica profesional las competencias y funciones de los educadores sociales en el Grado de Educación Social. Sin poder entrar en cada una de las referencias, propuestas y aportaciones del libro, cabe decir que esa mirada global a la Pedagogía y a la Educación Social implica una serie de interrogantes que cuanto menos abren espacios para la reflexión y el debate, pero que inciden especialmente en definir y concretar las posibles áreas de investigación y análisis que se le abren a la Pedagogía Social en un futuro inmediato. Baste como muestra la larga lista de interrogantes que desde sus páginas nos interpelan a revisar nuestros anclajes teóricos y a pensar que es lo que nos queda aún por conocer y sobre qué cuestiones es urgente reflexionar. Podríamos decir que tanto la primera como la segunda parte del libro, constituyen una llamada a enfrentar los retos (y también los peligros) que para los autores tiene aún hoy planteados la Pedagogía y la Educación Social. Así, una de las constantes del libro es la reivindicación de lo pedagógico. Para los autores pensar pedagógicamente significa no caer ni el sociologismo ni en el psicologismo y articular una Pedagogía Social que promueva la profesionalización de los educadores sociales. Trabajar por el consenso conceptual y contra la fragmentación de los discursos (que no significa contra la pluralidad de sus prácticas) que impiden abordar de forma crítica el propio campo científico y promover nuevos objetivos para su desarrollo. Así, podríamos decir que el libro intenta aportar elementos de reflexión para modificar la trayectoria científica de una Pedagogía Social poco reconocida históricamente. De ahí su reivindicación de la necesidad de un área de conocimiento específica y de la redefinición de los campos profesionales a la luz de las transformaciones sociales actuales. Como bien nos recuerda desde sus páginas, citando a Marín Ibáñez, la Pedagogía Social es un campo en expansión pero de fronteras inciertas. De la misma manera, la Pedagogía Social en tanto que materia universitaria (código disciplinar) constituiría una formación pedagógica con vocación profesionalizadora en permanente contacto con el campo científico. Todo ello viene a demostrar para los autores la actualidad de la Pedagogía Social, ya que dispone de una posición estratégica para dar una respuesta educativa a las nuevas necesidades y demandas de las sociedades actuales. El libro finaliza con una invitación al encuentro entre esos tres mundos que han transitado el libro: el campo de conocimiento de la Pedagogía Social, el Código Disciplinar y el campo profesional. Un encuentro necesario entre investigadores, responsables de la formación de los educadores, así como de los propios profesionales. Sin duda, una lectura que nos reta y nos invita a la reflexión. Rosa Mari Ytarte UNIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA [ 170 ] reseñas bibliográficas (Pág. 161-176) sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 171 Escenarios de Innovación e investigación educativa Murga Menoyo, Mª A. 2009. Madrid. Universitas. L a coordinadora de la obra, Dra. Murga Menoyo, Directora del Dptº de Teoría de la Educación y Pedagogía Social de la UNED, es especialista en innovación educativa. Cuenta con diversas investigaciones y publicaciones de gran calidad en este campo. El valor de esta publicación, que coordina y, acaba de ver la luz, hace referencia a la necesidad de la innovación en las distintas esferas de la educación. La innovación es todo cambio o actuación planificada introducida en un sistema para el logro de una mayor eficiencia. Se contrapone a aquello que simplemente sucede, se ha “rutinizado” o se ha transformado en algo asumido e integrado en un sistema. Las estrategias de innovación a desarrollar se concretan en un plan de acción dirigido a que se produzca el cambio deseado. En este marco de cambio, en el que está inmerso el Sistema Educativo Europeo, es el que se ha elaborado esta publicación. La próxima Conferencia Mundial sobre Educación Superior, va a tener lugar, en julio de 2009 en París. La UNESCO, se propone conocer las transformaciones realizadas en la década precedente (I Conferencia, 1998) y renovar el compromiso por una educación superior que facilite el desarrollo de las Naciones, al mismo tiempo que satisfaga las aspiraciones personales de los individuos. En la Declaración Final de 1998, se reconocían, entre las funciones de la educación superior, el inculcar los valores en que reposa la ciudadanía democrática, proporcionar perspectivas críticas y objetivas que fortaleciesen los enfoques humanistas, promover la educación a lo largo de toda la vida, entre otras. Igualmente, la Conferencia, llamaba la atención sobre el papel de las tecnologías de la información y la comunicación en la elaboración, adquisición y transmisión de los co- nocimientos, haciendo hincapié en sus virtualidades para renovar el contenido de los cursos y los métodos pedagógicos, y para ampliar el acceso a la educación superior. “Las problemáticas enumeradas son, pues, desde hace años, –según reza en la Presentación del libro– foco de interés preferente de los Organismos internacionales de educación; pero también de la investigación pedagógica y la innovación educativa. Lo son, sin duda alguna, de los autores del libro que presentamos, todos ellos profesores universitarios y, en su mayoría, con una dilatada trayectoria profesional. A partir de su experiencia docente e investigadora ofrecen una obra coral que, desde perspectivas complementarias, aborda el análisis de cinco de aquellas temáticas, claramente significativas de la Teoría de la Educación y la Pedagogía Social”. El libro presenta cinco escenarios de innovación e investigación educativa: Educar para la calidad de vida: medio ambiente, salud y desarrollo sostenible, es el primero de ellos que se ocupa del bienestar humano –sobre todo cualitativo– como meta social en el marco del desarrollo sostenible. En el segundo, la investigación sobre el ser humano y los valores en el ámbito educativo desde una perspectiva teórico-filosófica, el texto anuncia la relevancia práctica, que las propuestas normativas derivadas de este enfoque, tienen para la actividad profesional de los educadores. La cohesión, equidad y promoción social es el eje central de tercer escenario, en cuyo contexto el educador tiene, en la comunicación interpersonal, un instrumento básico de la vida asociativa, imprescindible para su función de promover el desarrollo personal, grupal y comunitario. El cuarto escenario pone el énfasis en la educación permanente, dirigida sobre todo a las personas adultas: la educación a lo largo de la vida, exigencia insoslayable del reseñas bibliográficas (Pág. 161-176) [ 171 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 172 desarrollo económico, social y comunitario. Hace hincapié en la formación continua, ocupacional, la que se lleva a cabo en las propias empresas y organizaciones. Sin olvidar la necesidad de afianzar y hacer más sólida la sociedad civil, con valores y principios éticos que permitan avanzar hacia una profundización progresiva de la vida democrática. Finalmente, se destaca un quinto escenario, la educación a distancia y la formación virtual, atendiendo a las claves específicas de esta modalidad educativa, sus elementos centrales y las tendencias más innovadoras: folksonomías, m-learning, e-portfolios, etc. Estos cinco escenarios, han sido elegidos, desde la perspectiva educativa, por la actualidad de las preocupaciones que suscitan, y su relación directa con la mejora de la realidad social. El uso del término “escenarios” tiene como objetivo ayudar al lector a preguntarse, más que a dar respuestas, a cuestionarse sobre los futuros posibles para poder actuar sobre ellos. Exige formular preguntas pertinentes, interrogarse sobre la problemática planteada, ponerse en la situación con conocimiento y profundidad. Durante épocas de cambio rápido y complejidad, las formas existentes de pensa- miento, generalmente se basan en razonamientos que ya no son válidos, u observaciones limitadas que no permiten captar las nuevas relaciones. Las barreras psicológicas también afectan a la capacidad de pensar claramente y con previsión. En esta obra, los autores se proponen la metodología de los escenarios, porque introducen posibilidades hipotéticas que estimulan la comprensión del mundo exterior y de cómo el mundo interior interactúa con éste. Un escenario es un conjunto formado por la descripción de una situación y la trayectoria de eventos, que permiten pasar de una situación “origen” a una situación “futura”. Los escenarios son medios de enseñanza, instrumentos de análisis y aprendizaje para quien lo diseña, ya que el diseñador de escenarios tiene que interiorizar el fenómeno y la realidad que pretende presentar. Por todas estas razones recomendamos –sin ninguna duda– una lectura comprensiva de este libro lo que ofrecerá al lector posibilidades de aplicación a su contexto. Carmen Sáinz Hernández UNIVERSIDAD DE CANTABRIA Educação e Desenvolvimento Comunitário Local Perspectivas pedagógicas e sociais da sustentabilidade Caride, José, Freitas, Orlando & Vargas, Germán 2007. Porto. Profedições A prender a reflectir, (n)o presente, tendo em conta o futuro, é um princípio que nos coloca face à importância da prática educativa e da necessidade de mudança, em direcção a um desenvolvimento sustentável e mais justo. A obra que temos o privilégio de apresentar, e que foi o resultado do trabalho desenvolvido por dois professores da Universidade de Santiago de Compostela (José António Caride, professor Catedrático e Germán Vargas, Pro- fessor Adjunto) e de um docente da Universidade de Trás-os-Montes e Alto Douro (Orlando Freitas, Professor dos 2º e 3º Ciclos do Ensino Básico e Docente colaborador da UTAD), adopta este princípio e coloca-nos no centro da reflexão sobre o desenvolvimento comunitário local, numa perspectiva pedagógica e social. A obra pretende reflectir sobre um conjunto articulado de temas, nomeadamente analisar a evolução teórica do conceito de de- [ 172 ] reseñas bibliográficas (Pág. 161-176) sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 173 senvolvimento, confrontando perspectivas que marcaram distintos eventos internacionais, em particular a Reunião de Tóquio e a Conferência do Rio de Janeiro; abordar o conceito de “Desenvolvimento Comunitário” e caracterizar os processos metodológicos que lhe estão associados, enquanto promotores da participação e da responsabilidade dos cidadãos na mudança das realidades educativas, económicas, ambientais e sociais de cada comunidade; rever o conceito de educação, e a forma como esta se projecta no processo de desenvolvimento, pelas implicações que transporta para a formação da consciência humana, para a satisfação das necessidades básicas e para os processos de criação e transmissão do conhecimento; e reconhecer o contributo das práticas escolares no desenvolvimento das comunidades locais. O extenso trabalho, de grande qualidade científica, propõe inicialmente ao leitor uma reflexão sobre o conceito de desenvolvimento, os diferentes modelos que foi assumindo, desde uma abordagem convencional a perspectivas contemporâneas, pondo em relevo, paralelamente, a relação com a realidade do subdesenvolvimento. A etapa primeira da obra termina com a apresentação das metas para o desenvolvimento ocidental, alicerçadas num crescimento equitativo, ecológico e racional, promotor da justiça social, do emprego e da independência, num contexto participativo e de reconhecimento efectivo dos Direitos Humanos. Esta concretização do desenvolvimento implica uma maneira de organizar, de gerir os recursos e de satisfazer as necessidades que nos remete para o contexto local e comunitário. O Desenvolvimento Comunitário é precisamente o objecto do segundo capítulo, que aborda os antecedentes históricos, as diversas perspectivas teóricas e metodológicas do conceito, sublinhando os autores o papel da Educação Social neste processo de (re)construção da democracia e da cidadania. No pressuposto de que a mudança requer a participação vo- luntária e responsável, no respeito pelos Direitos Humanos e pelo meio ambiente. O terceiro capítulo é o corolário lógico do percurso até aqui realizado e coloca-nos face ao tema essencial deste livro, e que convoca a interacção entre os conceitos anteriormente desenvolvidos: “a relação entre educação e desenvolvimento e o seu significado para a formação da consciência humana, a satisfação das necessidades fundamentais e a construção social de um determinado modelo de vida”, a que reportamos no parágrafo anterior. O compromisso entre as escolas e as comunidades na concretização de um projecto comum é o tema do penúltimo capítulo, isto é, a integração dos serviços escolares no desenvolvimento comunitário e da acção educativa na dinâmica local. Ainda há tempo e espaço para, numa última parte, no epílogo, se recapitular o percurso realizado e se proporem algumas reflexões, num tempo de viragem que parece confirmar algumas das interrogações que constam desta obra oportuna e original. Em suma, com este livro, os seus autores dão um importante contributo para actualizar o debate acerca das tendências predominantes no campo da educação, do desenvolvimento e da comunidade, atendendo à proclamação da Década das Nações Unidas da Educação para o Desenvolvimento Sustentável (2005-2014), e das questões por esta suscitadas. Neste cenário,“a educação assume, decididamente, o papel que lhe corresponde como uma prática social criadora e impulsionadora de novos enfoques e estratégias no diálogo sociedade-ambiente, activando valores e competências que derivem de comportamentos congruentes com a ética ecológica necessária para participar na construção de um Desenvolvimento Humano Sustentável, tal como é postulado pela Educação Ambiental”. Paulo Delgado INSTITUTO DE ESTUDIOS DA CRIANÇA DA UNIVERSIDADE DO MINHO reseñas bibliográficas (Pág. 161-176) [ 173 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 174 Violencia de género. Investigaciones sobre quiénes, por qué y cómo superarla Oliver, E., Valls, R. 2004. Barcelona. El Roure E n el marco de un contexto social a nivel mundial consciente del alcance y gravedad que representa la violencia de género, una realidad que reclama soluciones urgentes, Oliver y Valls nos ofrecen un trabajo de gran calidad científica e utilidad para todas aquellas personas que trabajamos en el ámbito de la pedagogía social. Cabe destacar que se trata de un estudio realizado con gran rigurosidad, demostrada en las continuas referencias a trabajos científicos nacionales e internacionales, muchos de ellos publicados en revistas de impacto. En los primeros capítulos del libro nos presentan una descripción general de la problemática a nivel internacional. A través del análisis de investigaciones desarrolladas en diferentes países como Francia, Finlandia, Canadá, Estados Unidos..., nos proporcionan una aproximación exhaustiva a cómo se aborda desde la investigación mundial esta problemática, destacando la implicación de diferentes instituciones, como institutos de la mujer o la Comisión Europea, en la creación de programas específicos para la financiación de las investigaciones en esta temática. Asimismo, los trabajos aquí descritos nos aportan una gran cantidad de datos sobre la situación de la violencia de género en los diferentes países y en diferentes ámbitos: universitario, laboral, familiar, etc. Datos, como por ejemplo, los extraídos de la Enquête Sociale Genérale (2002), realizada en Canadá en la cual se destaca que un 25% de las mujeres entrevistadas habían sufrido violencia física y sexual a lo largo de su vida desde los 16 años (Oliver & Valls, 2004). Finalmente en esta primera parte del libro, se describen los recursos disponibles para el trabajo de la violencia de género: los recursos sociales, sanitarios o las campañas de sensi- bilización, y los Planes contra la Violencia Doméstica desarrollados por el Instituto de la Mujer en España. Estas contribuciones se orientan a proporcionar elementos para superar el silenciamiento e invisibilización a la que tradicionalmente la violencia de género ha quedado relegada. En la segunda parte del libro, una vez establecida esta amplia revisión de la literatura académica nacional e internacional, las autoras desarrollan su aportación científica a la superación de la violencia de género. Esta aportación se centra en el análisis y reflexión educativa, aportándonos orientaciones para llevar a cabo un trabajo preventivo y de erradicación de la violencia de género. Para ello se sustentan en los trabajos previos desarrollados por los movimientos feministas en pro de los derechos de las mujeres, mostrándonos claramente que la transformación en las relaciones de género necesaria para contribuir a erradicar la violencia contra las mujeres inició su andadura hace algunas décadas. Estas orientaciones también son de gran utilidad para diferentes agentes sociales de la comunidad, pues están dirigidas tanto a aquellas personas que trabajamos en el ámbito educativo, como a movimientos sociales de cualquier índole. Son orientaciones que, por ejemplo, hacen referencia al papel que podemos desempeñar como familiares, periodistas, vecinos o vecinas... Un antecedente clave en el análisis que realizan las autoras es la línea de investigación iniciada por Jesús Gómez (2004) sobre las teorías del amor. Las autoras destacan sus aportaciones centradas en el análisis de la construcción social de los modelos de atractivo, y cómo existe una socialización en la cual se vincula la atracción a un modelo de masculinidad hegemónico. La vinculación entre [ 174 ] reseñas bibliográficas (Pág. 161-176) sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 175 la atracción y estos modelos hegemónicos de masculinidad pueden desencadenar en unas relaciones afectivo-sexuales desiguales y violentas. A su vez, las autoras añaden diferentes propuestas que nos pueden conducir a la transformación de dichas relaciones. En definitiva, este libro proporciona elementos que responden a demandas sociales e institucionales actuales que reclaman una actuación integral contra la violencia de género. El conjunto del libro ofrece una gran riqueza de informaciones, recursos y perspectivas en el análisis de la violencia de género y nos aporta líneas de trabajo para desarrollar una socialización preventiva de la violencia de género. Se aporta, pues, una línea novedosa que representa una importante contribución, pues nos abre y guía el camino para llevar a cabo actuaciones preventivas que vislumbren un futuro libre de violencia contra las mujeres. Patricia Melgar Alcantud. UNIVERSIDAD DE BARCELONA La acción socioeducativa en medio abierto. Fundamentos para la reflexión y elementos para la práctica Llena Berñe, A. y Parcerisa, A. (Coords.) 2008. Barcelona. Graó. A sun Llena y Artur Parcerisa, como coordinadores de este séptimo libro de la colección “acción comunitaria” perteneciente a la editorial Graó, nos ofrecen una visión del trabajo educativo en medio abierto en clave comunitaria, valiéndose de un interesante diálogo entre teoría y práctica. Se le ofrecen al lector o lectora reflexiones teóricas que giran en torno a los diferentes tópicos que conlleva educar en el medio abierto, así como un conjunto de experiencias prácticas que dan muestra del trabajo de los profesionales de la educación social que desempeñan su labor en este ámbito. El medio abierto, un concepto polivalente, interpretado desde diferentes disciplinas, se extiende en la década de los sesenta a raíz de la irrupción de nuevas concepciones de la intervención socioeducativa y el surgimiento de iniciativas, que frente a la institucionalización de las personas consideradas “molestas” para la sociedad, promueven el desarrollo de procesos educativos enclavados en su propio medio. En este marco, en los inicios de la década de los setenta se ponen en marcha en España las primeras experiencias guiadas por educadores y educadoras de calle, constitu- yendo su consigna básica la actuación con las personas en su propio contexto. Desde los orígenes, los autores nos trasladan a una conceptualización actual del medio abierto entendido como espacio de interrelación e intercambio, siendo distinguida la acción educativa por su carácter procesual y su significativa flexibilidad, al tiempo que la adaptación a los ritmos y necesidades de las personas con las que interactúan se convierte en una exigencia ineludible para los educadores y educadoras sociales. A lo largo de tres fases esenciales (inicial, de desarrollo y de cierre) se lleva a cabo una acción pedagógico-social encaminada a “formar ciudadanas y ciudadanos críticos, conscientes de su realidad y de su tiempo”. Sin embargo, con frecuencia, dicha acción se ve limitada a causa de las escasas posibilidades ofrecidas por los marcos institucionales que promueven y “encargan” la puesta en marcha de acciones educativas localizadas en comunidades específicas, posicionando a los educadores y educadoras sociales en “tierra de nadie”, al tener que afrontar múltiples contradicciones derivadas de la discordancia entre las exigencias institucionales y los principios reseñas bibliográficas (Pág. 161-176) [ 175 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 176 y características inherentes a una acción educativa entendida desde la mirada de la Pedagogía/ Educación Social. Las experiencias relatadas ilustran nítidamente al lector o lectora los fundamentos teóricos expuestos a lo largo del libro, mostrando el desarrollo de la acción educativa en medio abierto desde una triple perspectiva: individual, grupal y comunitaria. En este sentido, pueden resultar de gran utilidad, tanto para el profesorado universitario como para los educadores y educadoras sociales, la batería de preguntas que se plantea al final de cada uno de los casos expuestos, dada su claridad y pertinencia para la reflexión y el análisis de las diversas experiencias. Finalmente, en la segunda y última parte del libro, se incide especialmente en la dimensión comunitaria de la acción socioeducativa en medio abierto, entendiendo que el trabajo con las personas se ha de realizar desde una perspectiva integral e integradora, teniendo en cuenta los contextos en los que cada persona participa como ciudadano o ciudadana. Dicha actuación exige la asunción por parte del educador o educadora de un papel de mediador, de facilitador, considerando los diferentes elementos que entran en juego. Desde esta perspectiva, los autores del libro, aluden a la investigación-acción, como espiral autorreflexiva, que resulta propicia para que los educadores y educadoras sociales que trabajan en el medio abierto se conviertan en investigadores e investigadoras de su propia práctica. La investigación participativa, estrechamente vinculada con la primera, enfatiza la relevancia de la construcción del conocimiento colectivo. En este marco, los autores realizan una sistematización de diferentes técnicas que pueden ser de utilidad para la recogida de información en el contexto indicado. En definitiva, esta obra centrada en el resurgimiento de la acción socioeducativa en medio abierto, presenta una atrayente sistematización y exposición de los elementos que se tejen en torno a esta temática, poniendo en valor una concepción de la educación social que se concretiza en los contextos y comunidades en los participan las personas, y relegando a un segundo término los espacios “amurallados” de los profesionales. Por ello, y por su propuesta de participación e implicación de agentes diversos, también agradará a lectores y lectoras heterogéneos. Laura Varela Crespo UNIVERSIDAD DE SANTIAGO DE COMPOSTELA [ 176 ] reseñas bibliográficas (Pág. 161-176) sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 177 Resumen de tesis Análisis de competencias emprendedoras del alumnado de las Escuelas Taller y Casas de Oficios en Andalucía. Primera fase del diseño de programas educativos para el desarrollo de la cultura emprendedora entre los jóvenes Martínez-Rodríguez, F. M. 2008. Universidad de Granada C on nuestra tesis queremos mostrar que los jóvenes andaluces usuarios de los programas formativos de las Escuelas Taller y Casas de Oficios son susceptibles de convertirse en agentes emprendedores. Por este motivo, llevamos a cabo un análisis de competencias emprendedoras para identificar el grado de presencia de las mismas en esta población, con objeto de diseñar posteriores programas educativos que mejoren las aptitudes emprendedoras como parte, a su vez, de un proyecto más amplio consistente en el desarrollo de la cultura emprendedora. La tesis está vertebrada en cuatro partes, que conforman un todo por la relación lógica y estructural que las une. A su vez, cada una de estas partes se subdivide en capítulos o apartados. En la primera parte, abordamos los tres primeros capítulos. En el primero de ellos, que denominamos “Evolución socio-histórica de la actividad emprendedora”, identificamos las variables que han estado detrás de las iniciativas empresariales desde un punto de vista histórico; así como las características, personales y contextuales, y las funciones empresariales que presentaban estos primeros “emprendedores”. En un segundo apartado, que lleva por título “En torno a la noción de cultura emprendedora”, justificamos la necesidad de promover la cultura emprendedora como “alternativa” de desarrollo y progreso no sólo referido a lo laboral, sino también en el plano social y medioambiental. Esto implica alejarse de un modelo de crecimiento basado en principios neoliberales, y adoptar una nueva actitud, nuevos valores, conocimientos y creencias, con los que asumir la creación de empresas y el espíritu empresarial como “proyecto social integrado”. Un nuevo modelo orientado a alcanzar un equilibrio entre crecimiento económico, justicia social y respeto a la naturaleza. En el tercer capítulo, exponemos las principales “Políticas y acciones para el desarrollo de la cultura emprendedora en Europa”. Llevamos a cabo un análisis de las políticas y propuestas de acción concretas que para el desarrollo de la cultura emprendedora ha iniciado la Unión Europea. Nos remontamos resumen de tesis (Pág. 177-179) [ 177 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 178 al origen de dichas políticas, y mostramos las acciones y aportaciones más destacadas que en esta materia se han ido desarrollando en el marco Europeo hasta nuestros días. La segunda parte de la tesis engloba los capítulos cuarto y quinto. En el capítulo cuarto, que responde al título “Educación y actividad emprendedora como cualidad de la persona. Educación social y desarrollo de la cultura emprendedora”, presentamos la educación como pieza clave con la que consolidar este nuevo proyecto social y económico integrado. La educación persigue la mejora de la sociedad, por lo que, desde esta perspectiva, defendemos la importancia de fomentar las competencias emprendedoras para configurar un modelo de persona integral y autónoma capaz de consolidar la cultura emprendedora con objeto de alcanzar un desarrollo social y económico sostenible. El quinto apartado, lo hemos denominado “Las competencias profesionales. Competencias para el desarrollo de la cultura emprendedora”. En él indagamos sobre el concepto de competencias, los diferentes enfoques teóricos utilizados para describirlas, así como las características y tipología de las mismas, hasta llegar al concepto de competencias emprendedoras que están en la base de nuestro modelo de cultura emprendedora, concebido éste último desde una triple perspectiva: crecimiento económico, desarrollo social y medioambiental. En la tercera parte se agrupan los capítulos sexto y séptimo. El capítulo sexto, hace referencia al “Contexto de la investigación y marco normativo regulador del Programa de Escuelas Taller y Casas de Oficios en Andalucía”. Describimos brevemente en qué consisten estos programas que compaginan formación profesional ocupacional con práctica profesional. Asimismo, presentamos los objetivos, destinatarios, entidades promotoras y el marco normativo regulador de estos programas. El séptimo apartado lo hemos denominado “Marco metodológico de nuestra investigación”. En este capítulo –estudio empírico– se detallan la investigación y el procedimiento metodológico, el desarrollo de la investigación, los resultados, las conclusiones y las futuras investigaciones. La investigación tiene como finalidad obtener la información necesaria y suficiente sobre el grado de presencia de las competencias emprendedoras de la población joven entre los 16 y 25 años usuarios de formación profesional ocupacional en las Escuelas Taller y Casas de Oficios en Andalucía, a fin de diseñar un programa educativo para el desarrollo de la cultura emprendedora entre los jóvenes. La metodología empleada es cuantitativa, centrada en la perspectiva empíricoanalítica. Optamos por la metodología no experimental o ex – post – facto. El método seguido es el descriptivo. Se ha utilizado el programa SPSS para el tratamiento de los datos obtenidos tras aplicar nuestros cuestionarios, construidos ad hoc, a la población objeto de estudio: alumnado y expertos (directores y profesorado). En cuanto a los resultados y conclusiones podemos destacar que: los jóvenes usuarios de las Escuelas Taller y Casas de Oficios en Andalucía prefieren, mayoritariamente, el trabajo por cuenta propia, antes que trabajar para una empresa. Les parece atractiva la idea de crear su propia empresa. No obstante, tanto expertos como el propio alumnado coinciden en señalar que estos últimos no “tienen los conocimientos necesarios para desarrollar un proyecto empresarial por sí solos”, a pesar de haber declarado tener cierto nivel de desarrollo en determinadas competencias emprendedoras. A tenor de estos resultados, queda justificada la promoción de acciones educativas orientadas al fomento de las competencias emprendedoras entre estos jóvenes, ya que presentan deficiencias formativas en este [ 178 ] resumen de tesis (Pág. 177-179) sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 179 sentido. El análisis de los expertos y nuestra propia experiencia práctica sobre el terreno, nos indican que se debe seguir trabajando en esta dirección si queremos que estos jóvenes adquieran un elevado nivel de competencia para emprender con éxito un proyecto empresarial. Por último, en la cuarta parte, formada por el octavo capítulo que lleva por título “Diseño de nuestro programa educativo para el desarrollo de la cultura emprendedora entre los jóvenes”, exponemos las líneas generales que deben guiar los futuros programas educativos orientados al desarrollo de las competencias emprendedoras analizadas en nuestra investigación, con objeto de fo- mentar la cultura emprendedora entre los jóvenes andaluces. En el programa educativo, se proponen tres posibles vías de actuación: intervenir con los docentes y demás expertos con la finalidad de mejorar su formación en aspectos directamente relacionados con el fomento de competencias para emprender. Por otro lado, y en paralelo, debemos actuar directamente con el alumnado, con el propósito de generar espacios y situaciones en donde éstos deban poner en juego las competencias emprendedoras en que van siendo educados. Por último, la tercera vía propone actuar en el entorno próximo para que la comunidad visualice a estos jóvenes como futuros emprendedores. resumen de tesis (Pág. 177-179) [ 179 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 180 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 181 Colaboran en este número Consol Aguilar Ródenas Elisabet Arrieta Aranguren Catedrática de Escuela Universitaria del área de conocimiento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Forma parte de la Fundación Isonomia y del Grupo de Investigación FRAC de la UB. Su línea de investigación se incluye en la didáctica de la lengua y la literatura y la opción crítica, el aprendizaje dialógico y el género y la formación de identidades. Ha formado parte del equipo investigador del proyecto I+D "Actos comunicativos y superación de las desigualdades sociales en las relaciones de género" (2006-2008). Titulada en Sociología y doctora en Sociología por la UPV-EHU. Desde 1984 a 2000 profesora de la Escuela Universitaria de Trabajo Social de Donostia-San Sebastián, se incorpora a la UPV-EHU en septiembre de 2000, llevando a cabo en la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación su actividad docente así como la tutorización del Practicum, siendo en la actualidad Vicedecana del centro. La actividad investigadora, así como las publicaciones se desarrollan fundamentalmente en materia de Inmigración y Participación Ciudadana. Miembro del Equipo de Investigación de la UPV-EHU, Parte Hartuz. María José Alonso Olea Titular de Escuela Universitaria en el Departamento de Didáctica y Organización. Doctora en Pedagogía y Licenciada en Psicología. Miembro del Grupo 90 (Universidad y Educación de Personas Adultas) y del equipo de Euskadi de Comunidades de Aprendizaje. Su línea de investigación se incluye en la formación de profesionales de la educación, la educación de personas adultas y comunidades de Aprendizaje, con especial atención a la metodología y la evaluación comunicativa crítica. Ha formado parte del equipo investigador de 10 proyectos I+D y RTD del CREA, como Lectura dialógica e igualdad de género en las interacciones en el aula (2003-2005). Paul Attewell Professor of Sociology anda Deputy Executive Officer, vinculado en los años setenta la University College (Londres) y a finales de esta década a la University Of California (San Diego). Es investigador de temas tan actuales como los impactos sociales de los cambios tecnológicos, y las áreas de conocimiento por las que demuestra un particular dominio e interés son la sociología de la educación, la sociología del trabajo y la sociología de las organizaciones. Algunos de sus textos, publicados en inglés, son Technology Difusión and Organizacional Learning (1992), Media Use in a Global Corporation (1997) o, por citar alguno más, colaboran en este número (Pág. 181-184) [ 181 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 182 Home Computers and Academia Performance (1999). María del Mar Durán Benlloch Doctora en Pedagogía, actualmente profesora lectora en el Departamento de Pedagogía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, imparte docencia de asignaturas relacionadas con la Dinámica de Grupos aplicada a contextos educativos en el ámbito de la Organización Escolar. Participa en proyectos de investigación competitivos relacionados con el tema del género y la gestión universitaria. Colabora en convenios con la Administración pública y algunas empresas. Estudia la creación de estrategias de enseñanza-aprendizaje con el fin de desarrollar competencias personales para trabajar en equipo. Juan Manuel Escudero Catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Murcia. Sus intereses investigadores, muy amplios, van asociados a temas tan urgentes en el sistema educativo y en la sociedad española como son la formación de profesorado, el currículum y la innovación educativa. Bajo estos tres tópicos investigadores la producción del profesor Escudero es rica, fecunda y extensa. Y las publicaciones en torno a estas cuestiones muy numerosas. Merece la pena destacar por el impacto que ha tenido La reforma de la reforma publicado en Ariel. Sus últimas colaboraciones inciden en problemas tan estimulantes como la cuestión de las competencias y las comunidades de aprendizaje. Félix Etxeberria Balerdi Doctor en Pedagogía, Diplomado en Psicología Clínica. Catedrático de Ciencias de la Educación en la Universidad del País Vasco y Catedrático Jean Monnet en “Educación y construcción europea” Ha sido profesor y director de Enseñanza Primaria durante 8 años y en la actualidad es profesor de Universidad desde hace 27 años. Director de los posgrados “Educación e inmigración” y “Europa, educación y sociedad”. Ha realizado numerosas investigaciones y publicaciones sobre Bilingüismo y Educación Intercultural. Pedro Gallardo Vázquez Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Profesor Asociado del Departamento de Teoría e Historia de la Educación y Pedagogía Social, Universidad de Sevilla. Profesor-Tutor del Máster Universitario en Educación Social y Animación Sociocultural. Joxe Garmendia Larrañaga Profesor en la Universidad del País Vasco, en el Departamento de Teoría e Historia de la Educación. Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación, ha publicado diversos libros relacionados con la educación en el País Vasco (Azkoitiko bailaretako eskolak 1824-1977 y La enseñanza rural en Gipuzkoa, entre otros). También ha participado en proyectos de investigación tanto nacionales como internacionales. Cristina Guillamón Es pedagoga y actualmente realiza su tesis doctoral sobre la carrera investigadora de las profesoras universitarias. Entre sus temas de investigación se encuentran los estudios de género en educación superior, la formación del profesorado universitario –metodologías de aprendizaje activo, cooperativo, calidad docente...– o las tutorías en la universidad. Trabajó como profesora asociada del Departamento de Pedagogía aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, así como asesora pedagógica en la Universidad Pompeu Fabra y en la Universidad Politécnica de Catalunya, donde actualmente colabora como formadora. José Ignacio Imaz Bengoechea Licenciado y doctor en sociología. Profesor de la Universidad del País Vasco-UPV (Departamento [ 182 ] colaboran en este número (Pág. 181-184) sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 183 Teoría e Historia de la Educación, Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación, Campus de San Sebastián). Su primera área de investigación fue la sociología del trabajo (ha publicado artículos en la Revista de la Asociación Vasca de Sociología, en la Revista de la Escuela de Relaciones Laborales de la UPV y en la Revista Española de Sociología). Actualmente trabaja en el ámbito de la sociología de la educación (está acabando una investigación sobre el tema “Videojuegos y educación”). rías y Prácticas Superadoras de Desigualdades– de la Universidad de Barcelona, y miembro del grupo de mujeres SAFO, del mismo centro. Su línea de investigación se centra en la educación inclusiva. Asimismo, ha sido miembro del equipo de los proyectos de investigación de ámbito autonómico "Violències de gènere en l'àmbit universitari. Realitats, formes i superació" (2006-2007) y "Educació en valors per la prevenció de la violència de gènere als Instituts d'Educació Secundaria" (2004-2005). Víctor Manuel Martín Solbes Phillipe Perrenoud Doctor en Pedagogía por la Universidad de Málaga, Educador Social en el Centro Penitenciario de esta ciudad y Profesor Asociado al Departamento de Teoría e Historia de la Educación de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Málaga, donde desarrolla su tarea docente y de investigaciones que giran alrededor del mundo penitenciario, las drogodependencias, la exclusión social, la marginalidad y la interculturalidad. Estas investigaciones se desarrollan desde perspectivas pedagógicas y desde la educación social, originando diversas publicaciones, contribuciones a congresos y conferencias. Profesor en la Faculté de Psychologie et des Sciences de l’Éducation de la ciudad de Ginebra (Suiza). Sus intereses investigadores se vinculan con cuestiones muy preocupantes para la sociedad europea como son el fracaso educativo de la escuela y otros niveles de enseñanza, la cuestión de la autonomía profesional en los centros educativos y, en última instancia, la preocupación por las competencias como el instrumento ideal, si se comprende qué son y cómo pueden utilizarse, para afrontar mucho de los problemas que tienen hoy las instituciones educativas. Sus publicaciones más recientes en lengua española son El oficio de alumno y el sentido del trabajo escolar y Desarrollar la práctica reflexiva en el oficio de enseñar: profesionalización y razón pedagógica. Patricia Melgar Alcantud Becaria FI-Generalitat de Cataluña, del Departamento de Teoría e Historia de la Educación de la Universidad de Barcelona. Miembro del Centro de Investigación en Teorías y Prácticas Superadoras de Desigualdades (CREA) de la Universidad de Barcelona, y miembro del Grupo de Mujeres de CREA: Safo. Su línea de investigación se centra en violencia de género y socialización preventiva. Es coautora del articulo Valls, Rosa, et al. “¿Violencia de género también en las universidades? Investigaciones al respecto”. Revista de Investigación Educativa, 2007, vol. 25, núm. 1. Silvia Molina Roldán Profesora tutora de la UNED, investigadora de CREA –Centro Especial de Investigación en Teo- Juan Sáez Carreras Es Catedrático de Pedagogía Social en la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia. Sus intereses investigadores se han centrado en los últimos tiempos en estudiar a fondo el estatuto del corpus de conocimiento que constituye la disciplina que imparte, así como también ha profundizado el tema de las profesiones sociales, en general y, en particular, la Educación Social. En relación con temas tan apasionantes ha abordado ámbitos como la ética profesional y la relación educativa así como la cuestión de las competencias. Paralelamente sigue mostrando una particular atracción por la “educación a través de las artes” (en especial, el cine y la literatura) y otras áreas externas a la Pecolaboran en este número (Pág. 181-184) [ 183 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 184 dagogía para tratar de dar explicaciones más rigurosas sobre el fenómeno que estudia; la educación (social). Sus últimas publicaciones son Pedagogía Social. Pensar la educación social (en colaboración con José García Molina), Alianza (2006) y Pedagogía Social y Educación Social. Historia, profesión y competencias, Pearson (2007). Encarnación Sánchez Lissen Doctora en Pedagogía y profesora Contratada Doctora adscrita al Dpto. de Teoría e Historia de la Educación y Pedagogía Social de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla. Es miembro del Grupo de Investigación de Educación Comparada de Sevilla (GIECSE) y vocal del Comité Autonómico de UNICEF-Andalucía. Su actividad docente está vinculada a las materias de Pedagogía Laboral y Educación Comparada. Su ámbito de investigación así como las publicacio- nes versan principalmente sobre la formación inicial del profesorado, los valores, actitudes, la consideración social de este colectivo y también, sobre los factores que influyen en el acceso a la carrera docente. Marina Tomàs Folch Es profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona y doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación (1991). Autora de diez libros sobre organización y gestión educativa y de una treintena de artículos sobre temas de cultura organizativa, liderazgo, innovación y gestión educativa en las instituciones educativas. Las principales áreas de investigación en la actualidad son: “Cambio de la cultura en la universidad contemporánea”, “Estudios sobre la cultura innovadora en la Universidad” y “Liderazgo de las profesoras en la Universidad”. [ 184 ] colaboran en este número (Pág. 181-184) sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 185 Revista Interuniversitaria de Pedagogía Social. Normas para la redacción y presentación de originales La Revista Interuniversitaria de Pedagogía Social (RIPS), órgano de expresión científica de la Sociedad Iberoamericana de Pedagogía Social (SIPS), es una publicación plural y abierta a la reflexión y al debate sobre la pedagogía social y la educación social. Comprende las dimensiones teórica, metodológica, teleológica y práctica. Los objetivos que se pretenden a través de esta publicación son: producir conocimiento, impulsar la creación de redes en las que participen tanto los profesionales de la Universidad como los de la acción social, y fomentar la inserción profesional. Se dirige a profesionales del ámbito social, así como a profesores de diferentes niveles educativos. Presenta distintos apartados: monográfico, investigación, miscelánea e información de interés. Aquellas personas que deseen colaborar en la Revista deberán enviar sus trabajos al Consejo de Redacción, cuya coordinación se encuentra en Madrid (Facultad de Educación de la UNED), ajustándose a las siguientes normas: 5. Todos los artículos serán evaluados mediante el sistema “ciego” de revisión por “referees”, por lo que es necesario que, junto a la copia en papel y soporte informático con todos los datos, se envíe otra copia sin datos personales. 1. Los trabajos enviados deben ser originales e inéditos y no se presentarán simultáneamente en ninguna otra publicación. La aceptación de la publicación del artículo implica que el autor o autores transfieren los derechos de copyright al editor de la Revista. El Consejo de Redacción entiende que las opiniones vertidas por los autores son de su exclusiva responsabilidad. 9. Los artículos que se envíen para el apartado de investigación deberán presentar la siguiente estructura general: introducción (justificación del estudio y objetivos), metodología, análisis e interpretación de los resultados, conclusiones y referencias bibliográficas. 2. La periodicidad de la Revista es anual. 3. El plazo de presentación de originales es del 1 de marzo al 30 de agosto. Aquellos originales que se recepcionen fuera del plazo indicado pasarán al número siguiente. 4. Los idiomas en los que se publicarán los originales serán español y portugués. 6. Para la selección de los originales para la publicación se emplea un sistema de evaluación por expertos externos a la UNED. El sistema es doble ciego. Es decir, para la valoración de cada manuscrito es preceptivo el informe de dos expertos. En caso de discrepancia se enviará a un tercero. 7. Los evaluadores son externos a la Entidad Editora y al Consejo de Redacción. 8. Los artículos para el monográfico y miscelánea tendrán una extensión máxima de 20 folios; los del apartado de investigaciones, de 15 (en ambos casos incluida bibliografía). Las reseñas de libros tendrán una extensión aproximada de 50 líneas. 10. Tendrán prioridad de publicación las investigaciones que hayan obtenido subvención externa. El autor incluirá el número de referencia de la investigación. 11. Las reseñas sobre algún libro publicado recientemente deberán presentar el siguiente formato: apellidos del autor, iniciales (año de publicación). Título del libro. Ciudad de publicación: Editorial, número de páginas del libro. Extensión aproximada: unas 50 líneas. la pedagogía social ante el proceso de convergencia europea... (Pág. 185-187) [ 185 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 186 12. Los resúmenes de tesis doctorales deberán presentar el siguiente formato: apellidos del autor, iniciales (año): título de la tesis doctoral. Universidad. Extensión aproximada: unas 50 líneas. 13. Una vez evaluados los artículos por los expertos, el Consejo de Redacción comunicará a los autores la decisión adoptada. Se devolverán los artículos que no se ajusten a las normas. 14. Los trabajos se enviaran en formato papel y soporte informático, debiendo respetarse las siguientes normas de presentación (según normas APA): - Procesador de texto Word para Windows, formato A4. Impresos por una sola cara, a espacio interlineal de 1,5 y con 3 cm de márgenes (superior, inferior, izquierdo y derecho). Tipo de letra: Times New Roman; tamaño: 12. - En cada artículo deberá aparecer, en su primera página: el título, nombre y apellidos del autor/es, centro de trabajo, teléfono, dirección de correo electrónico y dirección postal de contacto, así como la sección a la que se presenta. - Tras el título y el nombre del autor/a o autores debe figurar un resumen (máximo 100 palabras) y unos descriptores o palabras-clave (7 u 8). Tanto el resumen como los descriptores se redactarán en español o portugués e inglés. A continuación se expondrá el texto y, al final del mismo, las notas, si existieran, numeradas consecutivamente. - Sólo se acompañarán ilustraciones (gráficos, cuadros, figuras, etc.) cuando resulten imprescindibles y, aunque vayan incluidas en el texto, conviene presentarlas en archivo independiente, indicando el lugar exacto donde deben reproducirse. - Dentro del texto, las referencias a artículos o libros figurarán entre paréntesis, indicando el apellido/s del autor/es y el año, separados por una coma. En caso de incluir una cita textual, irá entrecomillada y, entre paréntesis, aparecerá el apellido/s del autor/es, dos puntos, año, coma y página. - Los epígrafes del artículo irán numerados del siguiente modo: 1…………….. 1.1……………… 1.1.1……………. - El texto deberá escribirse sin cortes de palabras, tabulaciones ni saltos de página. - Al final del trabajo se incluirá la lista de referencia bibliográficas, por orden alfabético, que deberán adoptar el siguiente formato: a. Libros: apellidos del autor/es, inicial/es. (Año): título del libro. Lugar de publicación: editorial. Ejemplo: Gómez Lorenzo, M., y otros (1995): El sistema educativo en la universidad española: un análisis histórico. Madrid: Centro de Publicaciones del Ministerio de Educación y Ciencia. b. Revistas: apellido/s del autor/es, inicial/es. (Año). Título del artículo entrecomillado. Nombre de la revista, número o volumen y páginas que comprende el artículo dentro de la revista. Ejemplo: García Romero, A., y Fernández Alado, C. (1996): “El sistema educativo en la nueva reforma”. Revista de Educación, 309, pp. 498-789. c. Capítulo o artículo en libro: apellido/s del autor/es, inicial/es. (Año): título del artículo o capítulo entrecomillado, en apellido/s del autor/es, iniciales, (editor o coordinador del libro): título del libro. Ciudad: editorial, páginas que comprende el artículo o capítulo dentro del libro. Ejemplo: Sanchiz Ruiz, Mª. L. (2000): “Investigación etnográfica sobre un club de ocio para personas con deficiencia mental”, en Pérez Serrano, G. (coord.): Modelos de investigación cualitativa en Educación Social y Animación Sociocultural. Madrid: Narcea, pp. 165-192. d. Referencias de formatos electrónicos: - Documentos: autor/es (fecha de publicación): título (tipo de medio). Lugar de publicación: editor. Disponible en: especifique URL (fecha de acceso). Ejemplo: [ 186 ] normas para la redacción y presentación de originales (Pág. 185-187) sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época 04 INFORMACIONES 159-188 18/3/09 11:31 Página 187 Calderón, C., y Servén, L., (2004): The Effects of Infrastucture Development on Growth and Income Distribution. Working Paper WPS3400. Word Bank. Disponible en: http://www-wds.worldbank.org/servlet/ WDS_Ibank_Servlet.pcont=details&eid=00001200 9_20040921105044 (fecha de acceso: septiembre 2004). biblio/documento/revista_n_3172.pdf (fecha de acceso: marzo de 2006). - Artículos en publicaciones periódicas electrónicas: autor (fecha mostrada en la publicación): Título del artículo. Nombre de la publicación (tipo de soporte), volumen y/o número, páginas o localización del artículo. Disponible en: especificar URL (fecha de acceso). Ejemplo: A/a Dra. Mª Victoria Pérez de Guzmán Puya Universidad Pablo de Olavide Facultad de Ciencias Sociales Ctra. de Utrera, km 1, Edif. 11, 2ª Pta. 41013 Sevilla (España) Morales, C. (2005): “El desafío de mejorar entre todos”. Revista de Educación de Chile, nº 317, pp. 6-9. Disponible en: http://www.mineduc.cl/ 15. No se devolverán los originales enviados. 16. Los autores dirigirán sus trabajos al Consejo de Redacción (en papel y soporte informático), a la siguiente dirección: 17. Transcurrido un plazo, se notificará al autor la aceptación o no del trabajo y, si procede, el número en que se publicará. normas para la redacción y presentación de originales (Pág. 185-187) [ 187 ] sips - revista interuniversitaria de pedagogía social (issn-1139-1723) nº 16 - marzo 2009 • tercera época cbta pedagogia social 16 23/3/09 13:19 Página 1 16 16 Universidad Autónoma de Barcelona tercera época marzo 2009 Universitat de Barcelona TEMAS MONOGRÁFICOS DE LA REVISTA INTERUNIVERSITARIA DE PEDAGOGÍA SOCIAL (1986-2008) Primera Época Año Números Tema monográfico Universidad de Castilla–La Mancha 1986 1 Pedagogía Social 1986 2 Menores Universidad da Coruña 1988 3 Homenaje al Doctor Sanvisens Universidad de Granada 1989 4 Concepto, método y curriculum en P. Social 1990 5 Educación para la Paz 1991 6 Educación y Trabajo Social 1992 7 Educación y Desarrollo Comunitario 1993 8 Servicios Sociales y Educación 1994 9 Educación de Adultos 10 Educación Cívica 1995 11 Educación Social y Adm. Públicas UNED Madrid Universidad de Málaga Universidad Mayor (Chile) Universidad de Oviedo Universidad Pablo de Olavide Universidad del País Vasco Universidad de Salamanca Universidad de Santiago de Compostela Universidad de Sevilla Universitat de València Universidad de Vigo Pedagogía Social 1995 1995-96 12 y 13 Tercera Edad revista interuniversitaria 1996 14 Los Derechos del niño 1997 15-16 Género y Educación Social Segunda Época Pedagogía Social Universidad de Murcia Año Competencias y Profesionalización Tema monográfico 1 Educación Social y drogodependencias 1998 2 Educación Ambiental, desarrollo y cambio social 1999 3y4 2000 5 2000-01 monográfico Números 1998 6y7 Educación intercultural Educación Social y medios de comunicación Exclusión Social 2001 8 Educación Social y Políticas Culturales 2002 9 Entre el profesionalismo y el voluntariado 2003 10 La pedagogía social a examen 2004 11 Recordando a Constancio Mínguez Álvarez. De la Pedagogía Social a la Educación Social 2005-06 Marzo 2009 Universitat de Les Illes Balears revista interuniversitaria Universidad Complutense de Madrid 12-13 Educación para la salud Tercera Época Año Números Tema monográfico 2007 14 Pedagogía Social y Convergencia Europea 2008 15 Educación social en la escuela