Libertad de expresión, partidos políticos y democracia (2008)

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LIBERTAD DE EXPRESIÓN, PARTIDOS
POLÍTICOS Y DEMOCRACIA
COMENTARIOS A LA SENTENCIA
SUP-JDC-393/2005 DEL TEPJF
Miguel Carbonell
Luis Octavio Vado Grajales
Nota introductoria a cargo
de Gustavo Avilés Jaimes
323.04
C133L
Carbonell, Miguel
Libertad de expresión, partidos políticos y democracia :
comentarios a la sentencia JDC-393/2005 del TEPJF / Miguel
Carbonell, Luis Octavio Vado Grajales; nota introductoria de
Gustavo Avilés Jaimes . -- México : Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación, 2008.
172 p.-- (Serie Comentarios a las Sentencias del Tribunal
Electoral; 7)
Contiene Sentencia SUP-JDC-393/2005
ISBN 978-607-7599-07-4
1. Derechos civiles. 2. Derechos político-electorales. 3. Límites
– Libertad de expresión. 4. Derecho de asociación. 5. Derecho
de afiliación. 6. Sentencias - TEPJF – México. I. El autor. II. Vado
Grajales, Luis Octavio. III. Avilés Jaimes, Gustavo. IV. Serie.
SERIE COMENTARIOS A LAS SENTENCIAS DEL TRIBUNAL ELECTORAL
PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN
DEL
D.R. 2008 © Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Carlota Armero No. 5000, Colonia CTM Culhuacán,
Delegación Coyoacán, México, D.F., C.P. 04480,
Tels. 5728-2300 y 5728-2400.
Coordinador de la serie: Lic. Rodolfo Terrazas Salgado,
Director del Centro de Capacitación Judicial Electoral.
Edición: Coordinación de Información, Documentación y Transparencia.
Los comentarios son responsabilidad exclusiva de los autores.
Impreso en México
ISBN 978-607-7599-07-4
DIRECTORIO
Sala Superior
Magistrada María del Carmen Alanis Figueroa
Presidenta
Magistrado Constancio Carrasco Daza
Magistrado Flavio Galván Rivera
Magistrado Manuel González Oropeza
Magistrado José Alejandro Luna Ramos
Magistrado Salvador Olimpo Nava Gomar
Magistrado Pedro Esteban Penagos López
Consejo Editorial
Comité Académico
Magistrado Manuel González Oropeza
Presidente
Magistrada María del Carmen
Alanis Figueroa
Presidenta
Magistrada María del Carmen
Alanis Figueroa
Magistrado Salvador O. Nava Gomar
Magistrado Manuel González Oropeza
Doctor Sergio García Ramírez
Doctora Karina Mariela
Ansolabehere Sesti
Doctor Lorenzo Córdova Vianello
Doctor Ruperto Patiño Manffer
Doctor Rafael Estrada Michel
Doctor Pedro Salazar Ugarte
Doctor Salvador Cárdenas Gutiérrez
Doctor Álvaro Arreola Ayala
Vocales
CONTENIDO
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Nota introductoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Sentencia JDC-393/2005 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
Libertad de expresión, partidos políticos y democracia
Comentarios a la sentencia JDC-393/2005
Miguel Carbonell . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
Comentarios a la sentencia JDC-393/2005
Luis Octavio Vado Grajales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
PRESENTACIÓN
Alexander Hamilton decía, con razón, que el poder del Poder Judicial era el poder de la razón en oposición a la razón del poder. En
efecto, los órganos jurisdiccionales, al carecer de legitimidad democrática directa obtenida de las urnas, adquieren su legitimidad
con la fuerza de los argumentos contenidos en sus sentencias.
Hoy, que nos adentramos a lo que algunos teóricos denominan “la
era del poder judicial”, por la creciente importancia de la función
judicial en la resolución de conflictos entre órganos del Estado, en
la protección de los derechos fundamentales y en el debate de los
grandes problemas de las democracias consolidadas y emergentes, es preciso que los órganos jurisdiccionales también tengan
controles, provenientes de la sociedad.
Se ha dicho que una forma de control de los órganos jurisdiccionales es la crítica que desde el foro y la academia se formula a
las resoluciones judiciales. Por ello, y en el ánimo de transparencia que se ha impulsado en la actual administración del Tribunal
Electoral, iniciamos la publicación de análisis doctrinales de las
sentencias del propio órgano jurisdiccional, conscientes de que
esta tarea puede constituirse en el insumo para una justicia de
calidad.
Por ello, se presentan las series de investigaciones que sin
duda resultarán de gran relevancia para la comunidad jurídica
vinculada con esta materia. En este caso, estamos en presencia
de la Serie Comentarios a las Sentencias del Tribunal Electoral
que, como se ha mencionado líneas arriba, compilará y comentará algunas de las sentencias más relevantes de la Sala Superior de este organismo jurisdiccional. La metodología empleada
es la siguiente: se presenta una nota introductoria al tema elaborada por el secretario que proyectó el asunto, para contextualizar
al lector del momento histórico en que se planteó el caso; posteriormente se incluye el texto íntegro de la sentencia y, en su
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a las sentencias
del TEPJF
caso, los votos particulares, y se finaliza con un comentario a la
sentencia formulado “desde la academia”, en el que se presentan, desde una perspectiva crítica, las opiniones de reconocidos
juristas que analizan el contenido de la resolución judicial y que
ejercen, de esta forma, la importante función de crítica al Derecho vigente, papel del juez y del jurista contemporáneo, según
nos enseñara Ferrajoli hace unos pocos años.
Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
PRÓLOGO
La sentencia SUP-JDC-393/2005 emitida por la Sala Superior del
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en agosto de
2005, es, a decir de los expertos que aquí la comentan, una sentencia paradigmática por el tratamiento y ponderación del derecho
fundamental de la libertad de expresión que se tutela a favor de un
militante de un partido político.
En efecto, el problema jurídico está vinculado a las declaraciones en medios de comunicación que emitió el presidente del Comité Directivo Municipal del Partido Acción Nacional en San
Cristóbal de las Casas, Chiapas, en el año de 2005. En dichas
declaraciones, el presidente de ese Comité Directivo anunció la
conformación de un grupo interno al interior del Comité Municipal
con la finalidad de analizar y estudiar los principios, doctrina, estatutos y reglamentos del partido. Sin embargo, esta conducta originó la sustanciación de un procedimiento disciplinario en contra de
este militante ante la Comisión de Orden del Consejo Nacional del
Partido Político, resolviendo en lo conducente, la suspensión por
tres años de sus derechos político-electorales como miembro activo del partido político. Contra esta determinación, el militante
promovió ante la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación, un Juicio para la Protección de los Derechos Político-Electorales del Ciudadano.
Ante esta solicitud de justicia electoral, la Sala Superior tuvo la
oportunidad de pronunciarse respecto a la libertad de expresión.
En la sentencia hace un estudio sustancial sobre el problema referido en vinculación con los derechos políticos que le son inherentes a los militantes de los partidos políticos y que éstos se deben
respetar en todo Estado Constitucional y democrático de derecho.
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación después
de realizar un ejercicio complejo de interpretación y argumentación jurídica restituye al quejoso en el goce del derecho político
11
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
violado, no sin antes efectuar consideraciones normativas en función de la Constitución Federal y los Tratados Internacionales muy
importantes que marcaron la definición del alcance de la libertad
de expresión en la democracia interna de los partidos políticos.
Los comentarios que formulan en esta sentencia el Doctor Miguel Carbonell Sánchez y el Maestro en Derecho Luis Octavio
Vado Grajales enriquecen el debate jurídico en torno a los derechos fundamentales, ya que analizan con diversos métodos de
interpretación el problema jurídico de fondo vertido en la resolución jurisdiccional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación, por lo que invito amablemente al lector a analizar, junto con nuestros autores, dicha sentencia y los agudos planteamientos que se ofrecen en el caso concreto.
Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
NOTA INTRODUCTORIA
Gustavo Avilés Jaimes*
I. ANTECEDENTES Y CONTEXTO
DE LA IMPUGNACIÓN
La génesis del juicio para la protección de los derechos políticoelectorales del ciudadano SUP-JDC-393/2005, estriba en el hecho
de que Armando Ovando Gallegos militante del Partido Acción
Nacional concedió tres entrevistas radiofónicas, que posteriormente
motivaron la imposición de una sanción, consistente en la suspensión de todos sus derechos como miembro activo del partido político por el término de tres años.
El contenido de las entrevistas, se puede sintetizar de la forma
siguiente:
a) El seis de febrero de dos mil cuatro, señaló que la dirigencia
del Partido Acción Nacional en el estado de Chiapas, lo destituyó como Presidente del Comité Directivo Municipal en
San Cristóbal de las Casas, de forma arbitraria e ilegal al
omitir agotar las instancias internas.
b) El veinticinco de enero de dos mil cinco, manifestó que formaba parte de un grupo llamado “Carlos Castillo Peraza”, y
que dicha agrupación no estaba “divorciada” del Comité
Municipal, pero trabajaba en otras áreas.
c) El veintiocho de febrero de dos mil cinco, declaró que varios
compañeros se estaban reuniendo para analizar los principios y estatutos del Partido Acción Nacional sobre cuestiones específicas que le resultan benéficas; que cuentan con
*
Secretario de tesis en la Coordinación de Jurisprudencia y Estadística Judicial del
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
13
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
una serie de actividades programadas para que el panismo
avance; que invitaban a todas las personas que quisieran
ingresar al citado instituto político a sumarse al grupo “Carlos Castillo Peraza”.
Con motivo de las citadas declaraciones, el Presidente y el
Secretario General del Comité Directivo Municipal del Partido Acción Nacional en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, remitieron
a la Comisión de Orden del Consejo Nacional del propio instituto
político, la solicitud de inicio del procedimiento de sanción en contra de Armando Ovando Gallegos por haber infringido la normatividad
partidaria.
La solicitud de inicio del procedimiento disciplinario, fue recibida el siete de febrero de dos mil cinco, y el dos de junio siguiente
se resolvió suspender de todos sus derechos como miembro activo del Partido Acción Nacional a Armando Ovando Gallegos por un
lapso de tres años, en atención a que se le encontró de los hechos
siguientes:
1. El seis de febrero de dos mil cuatro, realizó declaraciones
en una radiodifusora, mediante las que ventiló su destitución como presidente del Comité Directivo Municipal del
Partido Acción Nacional en San Cristóbal de las Casas,
Chiapas.
2. El veinticinco de enero y el veintiocho de febrero de dos mil
cinco, realizó declaraciones en una radiodifusora, en las que
reconoció pertenecer a un grupo disidente y avaló la existencia de esa agrupación y, con ello, según la responsable,
generó confusión en la ciudadanía.
Al respecto, Armando Ovando Gallegos promovió juicio para
la protección de los derechos político-electorales del ciudadano,
formulando en síntesis los motivos de agravio que se detallan a
continuación.
14
Comentarios
a las sentencias
II. PLANTEAMIENTO
DE LOS AGRAVIOS
del TEPJF
Se advierte que los agravios que determinaron el sentido del
fallo y el estudio de fondo, son los tres siguientes:
PRIMERO.- El órgano partidario responsable, pasó por alto que
carecía de facultades sancionadoras, respecto de los hechos derivados de la entrevista radiofónica del seis de febrero de dos mil
cuatro, toda vez que fueron señalados como contrarios a la
normatividad interna el siete de febrero de dos mil cinco, es decir,
dos días fuera del plazo a que hace referencia el artículo 14 de los
Estatutos del mencionado instituto, que establece que en ningún
caso se podrá solicitar la sanción después de transcurridos trescientos sesenta y cinco días naturales, contados a partir del día
en que ocurrió la falta o de que se tenga conocimiento de la misma, máxime que la supuesta infracción no guarda relación con las
entrevistas radiofónicas ocurridas el veinticinco de enero y el veintiocho de febrero de dos mil cinco.
SEGUNDO.- El órgano partidario responsable realiza apreciaciones subjetivas, respecto de las declaraciones vertidas ante
los medios de comunicación y sobrevalora la expresión “hacer
del conocimiento público asuntos internos del partido”, reflejando al exterior que en el Partido Acción Nacional está prohibido
ventilar en forma pública los asuntos que atañen a la vida democrática interna y, por ende, a la vida democrática del país,
en clara oposición a la garantía constitucional de libertad de
expresión.
TERCERO.- Es errónea la afirmación del órgano partidario, al
señalar que un grupo de militantes del partido es disidente y confunde a la sociedad, en atención al ejercicio del derecho que
tienen los miembros del mencionado instituto, para organizarse
en grupos homogéneos por razón de oficio, profesión, actividad,
edad u otra similar, contemplado en el artículo 11 de los Estatutos respectivos.
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
III. CONSIDERACIONES TORALES
DE LA SENTENCIA
Las razones que sustentan el sentido del fallo se presentan a
continuación:
En congruencia con el primer motivo de agravio, la Sala Superior consideró que no quedó demostrada la relación de continuidad
en la comisión de la falta consistente en ventilar, en un medio de
comunicación masivo, la destitución como Presidente del Comité
Directivo Municipal del Partido Acción Nacional en San Cristóbal
de las Casas, Chiapas, sino que ese hecho ocurrió, según lo considerado por el propio órgano partidario responsable, solamente en
una ocasión, motivo por el cual no se actualiza la excepción contenida en la parte final del párrafo cuarto del artículo 14 de sus
estatutos, conforme con la cual la figura de la caducidad no opera
cuando se trate de faltas continuadas o reiteradas.
En ese tenor, se consideró que en la especie se actualizó la
figura procesal denominada caducidad, en razón de que, la solicitud
de instauración del procedimiento sancionador se presentó después
de transcurridos los trescientos sesenta y cinco días naturales, contados a partir del día en que, presuntamente se cometió la falta. Lo
anterior es así, debido a que la solicitud de instauración del procedimiento disciplinario fue recibida el siete de febrero de dos mil cinco,
lo que implica que entre la comisión del acto (seis de febrero de dos
mil cuatro) y la citada recepción de la solicitud de inicio del procedimiento sancionador transcurrieron trescientos sesenta y siete días
naturales, en virtud de que dos mil cuatro fue un año bisiesto.1
1
16
Nótese que el órgano responsable argumentó que la solicitud de inicio del procedimiento
sancionador se entregó a una empresa privada de mensajería, el cuatro de febrero de dos
mil cinco, por lo que, en su opinión fue oportuna dicha presentación; sin embargo, el
principio de seguridad jurídica exige que lo relevante para determinar si se actualiza o no
la caducidad, sea la fecha en la que tal solicitud se recibe en las oficinas del órgano
partidario sancionador. En efecto, Sala Superior, en forma reiterada, ha sostenido el
criterio, incorporado en la tesis de jurisprudencia con el rubro:
MEDIO DE IMPUGNACIÓN PRESENTADO ANTE AUTORIDAD DISTINTA DE LA
RESPONSABLE, PROCEDE EL DESECHAMIENTO, conforme con el cual la presentación
de los medios de impugnación ante un órgano distinto del responsable no interrumpe el
plazo para interponer el recurso de que se trate, con mayor razón, la entrega de la
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
En lo tocante a los motivos de agravio segundo y tercero, se
consideró que, previo al estudio, resulta pertinente delinear lo que
la doctrina y los tribunales constitucionales, así como los organismos y comisiones de derechos humanos del orbe internacional
han entendido por libertad de expresión, incluyendo sus alcances
y límites en el contexto de la vida interna de los partidos políticos y
sus militantes en el ámbito nacional.
En primer lugar, se acotó que el derecho de libertad de expresión es una prerrogativa fundamental establecida en el artículo 6º
de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así
como en diversos instrumentos internacionales de derechos humanos suscritos y ratificados por México, como el Pacto Internacional de Derechos Políticos y Sociales (artículo 19, párrafo 2) y la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (artículo 13, párrafo 1), aplicables en términos de lo dispuesto en el artículo 133
de la Constitución federal.
En segundo término, se identificaron diversas posturas de derecho comparado, de las que se desprende que, la libertad de expresión, constituye uno de los fundamentos del orden político, por ser un
derecho vital para el mantenimiento y la consolidación de las instituciones democráticas, y uno de los fundamentos esenciales de la
sociedad a la que le resultan inherentes, entre otros aspectos, el
debate “desinhibido, vigoroso y completamente abierto” sobre los
asuntos políticos; sin perder de vista que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha establecido la importancia fundamental de la libertad de expresión en un régimen democrático, puesto que goza de una
vertiente pública e institucional que contribuye de manera esencial a
la formación y al mantenimiento de una “opinión pública libre y bien
informada, elemento imprescindible para el buen funcionamiento de
la democracia representativa”, ya que la expresión de opiniones permite a las personas votar inteligente y libremente, conociendo todas
las opciones y poseyendo toda la información relevante.
solicitud de sanción a un mensajero (sea un mensajero o una empresa mercantil que
presta servicios de mensajería), en modo alguno puede estimarse apta para interrumpir
el plazo de caducidad para ejercer esa potestad.
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
En cuanto a la libertad de expresión y su extensión en los partidos políticos, se precisó que merece la más vigorosa protección
constitucional, aun más cuando tiene lugar o recae sobre entidades de interés público, como lo son los partidos políticos, que,
dados sus fines constitucionalmente encomendados, al tener semejante status constitucional, han de soportar un mayor riesgo en
la afectación de algunos de sus derechos, aunado al hecho de que
constituye una condición democrática indispensable y propia de la
dinámica interna.2
Sentadas las premisas anteriores, se procedió a determinar si
la conducta de Armando Ovando Gallegos constituye una infracción que justifique la sanción impuesta en su carácter de militante
del Partido Acción Nacional o, por el contrario, se encuentre amparada en el derecho fundamental a la libertad de expresión, por lo
que para tal fin, se acudió al método de la ponderación.
En primer término, se estudió el hecho de que el actor forma
parte de un grupo denominado “Carlos Castillo Peraza”, el cual,
fue considerado por el órgano disciplinario responsable como disidente y contrario a la norma partidaria.
Al respecto se concluyó que, la formación de un grupo de afiliados al Partido Acción Nacional, en concreto, el grupo “Carlos Castillo Peraza”, no contraviene disposición estatutaria o reglamentaria
alguna, sino que es resultado del ejercicio de un derecho previsto
en el artículo 11 de los Estatutos Generales del Partido Acción
Nacional, toda vez que los miembros de dicho partido pueden organizarse en grupos homogéneos por razón de oficio, profesión,
actividad, edad u otra similar, lo que a su vez, tiene sustento constitucional en el artículo 35, fracción III, de la norma fundamental,
así como en el diverso artículo 9º constitucional, en razón de que
su tarea primordial es analizar los documentos básicos que rigen a
ese instituto político.
2
18
Nótese que, el derecho a la libertad de expresión en el ámbito político-electoral, ha de
interpretarse en forma amplia o extensiva a fin de potenciar su ejercicio, en conformidad
con la tesis jurisprudencial, cuyo rubro es: DERECHOS FUNDAMENTALES DE CARÁCTER
POLÍTICO-ELECTORAL. SU INTERPRETACIÓN Y CORRELATIVAAPLICACIÓN NO DEBE
SER RESTRICTIVA.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
En segundo lugar, se procedió al estudio de lo relativo a la
difusión en la radio de la existencia y actividades de dicho grupo,
debido a que el órgano partidario sancionador consideró que se
generó confusión en la sociedad, con lo que se afectó al partido y
se vulneró las disposiciones estatutarias.
En ese tenor, se analizó si la difusión de esos hechos se encuentran o no amparados por la libertad de expresión contemplada
en el artículo 6º constitucional, por lo que se procedió al análisis
del contenido de las entrevistas radiofónicas vertidas el veinticinco de enero y el veintiocho de febrero de dos mil cinco, así como
a la confrontación de las disposiciones estatutarias y reglamentarias en las que dicho órgano fundó la sanción aplicada al enjuiciante.
De las declaraciones vertidas por el actor en las entrevistas
radiofónicas de referencia, se observó que, a través de ese medio,
hizo del conocimiento público la existencia de un grupo de panistas
que no es antagónico del Comité Directivo Municipal, sino que
pretende realizar actividades específicas, tales como, el estudio
de los principios, estatutos y reglamentos que rigen al Partido Acción Nacional. Asimismo, se advirtió que el actor hizo una invitación a la ciudadanía en general a adherirse al Partido Acción Nacional
y a los militantes de ese partido político a participar en el mencionado grupo.
Sobre el particular, se estimó que los actos imputados están
bajo la protección del derecho fundamental a la libre expresión
establecido en el artículo 6º constitucional, toda vez que del análisis realizado al contenido de las expresiones proferidas en la
radiodifusora local (cuya síntesis obra en el apartado de antecedentes) permite advertir que, el impugnante dio a conocer la existencia y las actividades de un grupo o corriente de opinión en el
interior del partido político, conformado, en ejercicio de un derecho
estatutario.
Lo anterior, permite concluir que la manifestación de opiniones,
puntos de vista o convicciones políticas y partidarias, deben recibir la más eficaz protección, dada la posición eminente de la libertad de expresión en el entramado de las instituciones democráticas,
dado que el derecho a la libre manifestación de las ideas es una
19
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
condición de posibilidad de un debate abierto, libre, plural y tolerante de ideas que no sólo contribuye a asegurar una mayor democratización interna de los partidos políticos, sino también el
enriquecimiento de las iniciativas, propuestas y alternativas en
el seno de los mismos.
La protección del derecho de libertad de expresión debe extenderse no sólo a las opiniones o puntos de vista manifestados en el
interior de los partidos políticos, sino también aquellas otras expresiones que, como en el presente caso, se difunden en el exterior (a menos que se rebasen los límites de la cobertura
constitucional).3 En ese tenor, los partidos políticos no deben ser
entidades inmunes a la crítica o autocrítica.
El derecho a la libertad de expresión, como se anticipó, en
conformidad con los tratados internacionales de derechos humanos invocados, presenta una doble vertiente: Representa un derecho de cada individuo, pero implica también un derecho de la
colectividad a recibir información y a conocer la expresión del pensamiento de otros ciudadanos.
En la especie, las referidas entrevistas radiofónicas quedan
comprendidas dentro del ejercicio de libertad de expresión en su
doble vertiente, toda vez que, en el artículo 19, párrafo 2, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos se establece que
este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir
informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o
por cualquier otro procedimiento de su elección.
En el mismo sentido, en el artículo 13, párrafo 1, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos se establece que toda
persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión, y que este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y
3
20
Las limitaciones constitucionales de la libertad de expresión en el ámbito político electoral,
se encuentran autorizadas taxativamente en el texto del artículo 6º a saber: Los ataques
a “la moral”, los derechos de tercero, cuando se provoque algún delito o se perturbe “el
orden público”, sin perder de vista que hay otros límites a la libertad de expresión
derivados de lo dispuesto en los artículos 3º y 130 de la propia norma fundamental.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de
fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección.
Por tanto, en el caso que se presenta, el derecho a la libertad
de expresión no es derrotado por ningún otro derecho fundamental, en razón de que, ninguna de las limitaciones constitucionalmente permitidas es aplicable.
IV. RESOLUTIVOS
En mérito de las consideraciones expuestas, se revocó la resolución emitida por la Comisión de Orden del Consejo Nacional del
Partido Acción Nacional, el dos de junio de dos mil cinco, en la que
se suspendió a Armando Ovando Gallegos, de todos sus derechos
como miembro activo del partido de referencia, por el término de
tres años, restituyéndolo en el pleno goce de sus prerrogativas el
veinticuatro de agosto de dos mil cinco.4
V. GLOSARIO
DE TÉRMINOS JURÍDICOS
Caducidad
Es el medio de extinción de derechos, por el transcurso del
tiempo y la inactividad del titular, quien omite realizar cuantos actos o hechos jurídicos resultan indispensables para su ejercicio o
conservación.
Galván Rivera Flavio, Derecho Procesal Electoral Mexicano,
México, Porrúa, 2006, p. 488.
4
El Juicio para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano, fue
resuelto en un plazo inferior a tres meses por la conformación anterior de la Sala Superior,
integrada en ese entonces por los magistrados: Leonel Castillo González, José Alejandro
Luna Ramos, Alfonsina Berta Navarro Hidalgo, José Fernando Ojesto Martínez Porcayo,
José de Jesús Orozco Henríquez, Mauro Miguel Reyes Zapata, siendo Presidente el
magistrado Eloy Fuentes Cerda.
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Libertad de expresión
Consiste en la exteriorización del pensamiento y comprende,
además, el derecho de buscar, recibir y difundir informaciones e
ideas de toda índole, lo que se conoce como libertad de investigación y el derecho colectivo a recibir cualquier información y a conocer la expresión del pensamiento ajeno sin consideración de
fronteras, ya sea oralmente, por escrito, en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento.
Valencia Villa Hernando, “Reseña de la jurisprudencia del Sistema Interamericano de protección de los derechos humanos sobre
libertad de expresión”, en Estudios básicos de derechos humanos
X, San José, Fundación Ford e Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 2000, pp. 303-318).
Ponderación
Es una metodología para controlar la determinación del juzgador, de modo que una decisión del caso concreto que se alcance
mediante semejante juicio no sea arbitraria sino que esté racionalmente justificada y apegada a derecho.
Los pasos son:
1. Delimitación del universo de discurso.
2. Identificación de las normas y principios aplicables.
3. Consideración de casos paradigmáticos.
4. Establecimiento de las propiedades relevantes del universo
de discurso.
5. La formulación de las reglas que resuelven de modo unívoco
todos los casos del universo de discurso.
Moreso José Juan, Dos concepciones de la aplicación de las
normas de derechos fundamentales, en J. Betegón, F. J. Laporta,
J. R. de Páramo, L. Prieto (comps.): Constitución y derechos fundamentales, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2004, pp. 473-493.
22
Comentarios
a las sentencias
VI. DISPOSICIONES
NORMATIVAS
INTERPRETADAS Y APLICADAS
del TEPJF
• Artículo 6º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
• Artículo 133 de la Constitución federal, respecto de los
•
•
tratados internacionales.
Artículo 19, párrafo 2, del Pacto Internacional de Derechos Políticos y Sociales.
Artículo 13, párrafo 1, de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos.
23
JUICIO PARA LA PROTECCIÓN
DE LOS DERECHOS POLÍTICO
ELECTORALES DEL CIUDADANO
SENTENCIA: SUP-JDC-393/2005
MAGISTRADO PONENTE:
JOSÉ DE JESÚS OROZCO HENRÍQUEZ
SECRETARIOS DE ESTUDIO Y CUENTA:
GUSTAVO AVILÉS JAIMES
Y JAVIER ORTIZ FLORES
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
26
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
JUICIO PARA LA PROTECCIÓN
DE LOS DERECHOS POLÍTICO ELECTORALES
DEL CIUDADANO
EXPEDIENTE: SUP-JDC-393/2005
ACTOR: ARMANDO OVANDO GALLEGOS
RESPONSABLE: COMISIÓN DE ORDEN
DEL CONSEJO NACIONAL DEL PARTIDO
ACCIÓN NACIONAL
MAGISTRADO: JOSÉ DE JESÚS OROZCO
HENRÍQUEZ
SECRETARIOS: GUSTAVO AVILÉS JAIMES
Y JAVIER ORTIZ FLORES
México, Distrito Federal, a veinticuatro de agosto de dos mil cinco.
VISTOS para resolver los autos del expediente SUP-JDC-393/2005,
relativo al juicio para la protección de los derechos político-electorales
del ciudadano, promovido por Armando Ovando Gallegos, en contra
de la resolución de dos de junio de dos mil cinco, emitida por la Comisión de Orden del Consejo Nacional del Partido Acción Nacional, en el
expediente 05/2005, y
RESULTANDO
I. El siete de febrero de dos mil cinco, se recibió en la Comisión
de Orden del Consejo Nacional del Partido Acción Nacional solicitud de procedimiento de sanción en contra del ciudadano Armando
Ovando Gallegos por diversos actos que violan lo dispuesto en la
normativa partidaria, suscrita por el Presidente y el Secretario
General del Comité Directivo Municipal del citado instituto político
en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
II. El nueve de febrero de dos mil cinco, la Comisión de Orden
del Consejo Nacional del Partido Acción Nacional admitió la solicitud de procedimiento de sanción precisada en el resultando inmediato anterior, radicándola bajo el número de expediente 05/2005.
27
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
28
III. En la misma fecha, la Comisión de Orden del Consejo Nacional del multicitado instituto político informó al ciudadano Armando Ovando Gallegos, respecto de la admisión del procedimiento
precisado en el resultando I de esta sentencia, así como de la
audiencia de pruebas y alegatos, la cual se llevó a cabo el once de
marzo del presente año.
IV. El dos de junio de dos mil cinco, la Comisión de Orden del
Consejo Nacional del Partido Acción Nacional dictó resolución en el
expediente 05/2005, mediante la cual determinó suspender de todos
sus derechos como miembro activo del Partido Acción Nacional al
ciudadano Armando Ovando Gallegos por un lapso de tres años.
Dicha resolución fue notificada al ciudadano actor el treinta de
junio de dos mil cinco, tal y como consta en el anexo D del expediente en el que se actúa.
V. El cuatro de julio de dos mil cinco, el ciudadano Armando
Ovando Gallegos promovió ante el Comité Ejecutivo Nacional del
Partido Acción Nacional escrito de demanda de juicio para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano, en contra
de la resolución precisada en el resultando inmediato anterior.
VI. El once de julio de dos mil cinco, en la Oficialía de Partes de
esta Sala Superior, se recibió el escrito que suscribe el Presidente
de la Comisión de Orden del Consejo Nacional del Partido Acción
Nacional, por medio del cual, entre otros documentos, remitió: A) El
escrito de demanda de juicio para la protección de los derechos
político-electorales del ciudadano; B) Copia de la resolución impugnada; C) Diversas constancias relativas a la tramitación del medio
de impugnación, y D) Informe circunstanciado de ley.
VII. En la misma fecha, el Magistrado Presidente del Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación acordó integrar el expediente SUP-JDC-393/2005, así como turnarlo al Magistrado José
de Jesús Orozco Henríquez, para los efectos establecidos en el
artículo 19 de la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral.
VIII. El veintitrés de agosto de dos mil cinco, el magistrado
instructor, entre otros puntos de acuerdo, admitió la demanda de
referencia y, dado que el expediente se encontraba debidamente
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
integrado, cerró la instrucción, con lo que el asunto quedó en estado de resolución, y
CONSIDERANDO
PRIMERO. Esta Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación es competente para conocer y resolver
el presente medio de impugnación, con fundamento en lo dispuesto por los artículos 41, párrafo segundo, fracción IV, y 99, párrafo
cuarto, fracción V, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; 184; 186, fracción III, inciso c), y 189, fracción I,
inciso f), de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación,
así como 4o, 79 y 83, párrafo 1, inciso b), de la Ley General del
Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral, por tratarse de un juicio para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano en el que se hacen valer supuestas
violaciones al derecho político-electoral de asociación en su vertiente de afiliación política. Lo anterior, en aplicación de la tesis de
jurisprudencia con el rubro: “JUICIO PARA LA PROTECCIÓN DE
LOS DERECHOS POLÍTICO ELECTORALES DEL CIUDADANO.
PROCEDE CONTRA ACTOS DEFINITIVOS E IRREPARABLES
DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS”, la cual fue publicada en la Compilación Oficial de Jurisprudencia y Tesis Relevantes 1997-2005,
editada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, tomo de jurisprudencia, páginas 161-163.
SEGUNDO. Toda vez que en el presente juicio no se opuso
causa de improcedencia alguna ni esta Sala Superior advierte, de
oficio, que se actualice alguna de ellas, procede realizar el estudio
de fondo del asunto planteado.
De la lectura íntegra del escrito de demanda se advierte que el
actor, en lo medular, aduce que el órgano partidario responsable
incurrió en violación de sus derechos político-electorales, en
particular el de asociación, así como de su derecho de libertad de
expresión, en virtud de lo siguiente:
1. Según el punto de vista del enjuiciante, el órgano partidario
responsable violó el principio de seguridad jurídica, en virtud de
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
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que emitió la resolución impugnada fuera del plazo contemplado
en el artículo 16 de los Estatutos del Partido Acción Nacional, en
el que se establece, como plazo máximo para emitir la resolución,
un lapso de cuarenta días hábiles, contados a partir de que se
reciba la solicitud de sanción.
2. Asimismo, arguye el actor que el órgano partidario responsable no tuvo en cuenta que los hechos por los cuales se solicitó su
exclusión del Partido Acción Nacional ya habían prescrito, en virtud de que se encuentra acreditado que los mismos sucedieron el
seis de febrero de dos mil cuatro, en tanto que la solicitud de
sanción en su contra se presentó el siete de febrero del presente
año, agregando que en el artículo 14 de los Estatutos del mencionado instituto político se establece que en ningún caso se podrá
solicitar la sanción después de transcurridos trescientos sesenta
y cinco días naturales, contados a partir del día en que ocurrió la
falta o de que se tenga conocimiento de la misma.
Agrega el ciudadano inconforme que para desestimar la
extemporaneidad de la solicitud de sanción, el órgano responsable
se basó en una supuesta carta-factura, sin explicar por qué le dio
pleno valor probatorio a este documento para determinar que no
había transcurrido el término establecido para la presentación de
la mencionada solicitud, agregando el actor que, además de que
dicho documento no fue “presentado en término”, el órgano partidario responsable no fundamentó la “razón de su aceptación”, ni le
entregó al actor “copia de lo actuado ante ellos”, concluyendo en
que, aparentemente, dicho órgano pretende darle validez oficial a
una carta expedida por una empresa privada de mensajería.
3. Aduce el actor que el órgano partidario responsable hace apreciaciones subjetivas en cuanto al sentido de sus declaraciones y se
sobrevalora la expresión “hacer del conocimiento público asuntos
internos del partido”, haciendo parecer que el Partido Acción Nacional es una cofradía o sociedad secreta, en la cual está prohibido
ventilar en forma pública los asuntos que atañen a la vida democrática de los partidos políticos y, por ende, a la vida democrática del
país, en clara oposición a la garantía constitucional de libertad de
expresión. Sostiene, además, que es un derecho irrenunciable.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
4. Asimismo, el enjuiciante arguye que las consideraciones del
órgano partidario responsable adolecen de subjetividad y, además,
son difamatorias, en virtud de que, sin contar con medio de prueba
alguno, dicho órgano de justicia intrapartidario afirma que tanto el
actor como una diputada federal utilizan recursos públicos para fines e intereses personales.
En cuanto a la consideración del mencionado órgano en el sentido de que la aceptación pública (por el ahora actor) de la existencia de un grupo de panistas contraviene los principios y programas
del Partido Acción Nacional, el enjuiciante estima que dicha apreciación es infundada, en virtud de que la formación de ese grupo
constituye el ejercicio del derecho que tienen los miembros del
mencionado partido político para organizarse en grupos homogéneos por razón de oficio, profesión, actividad, edad u otra similar,
contemplado en el artículo 11 de los Estatutos respectivos.
5. Por otra parte, añade el enjuiciante que el órgano partidario se
pronunció en relación con hechos que no forman parte de la causa
petendi, porque el Comité Directivo Municipal de San Cristóbal de las
Casas, Chiapas, solicitó su exclusión del partido por haber formado
sin la autorización de ese comité un “grupo intermedio”, denominado
“Carlos Castillo Peraza”. Sin embargo, arguye el enjuiciante, el órgano partidario responsable cambió el sentido de la petición original,
pues estimó a dicho grupo como un “grupo paralelo” al Comité Directivo Municipal, sin que esta circunstancia se encuentre acreditada.
6. Finalmente, aduce el enjuiciante que el mencionado comité
nunca solicitó la suspensión de sus derechos por tres años y que
el órgano responsable no está facultado para cambiar o modificar
las supuestas infracciones cometidas por los miembros activos
del partido, sino sólo para determinar si las sanciones cuya aplicación se solicita, por los comités municipales, estatales o nacionales, son procedentes o no y nunca modificar el sentido de las
acusaciones.
El estudio de los motivos de inconformidad antes resumidos,
arroja los siguientes resultados.
I. Es inoperante el motivo de inconformidad contenido en el
apartado 1 del resumen de agravios.
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
En los artículos 14, párrafo cuarto, y 16 de los Estatutos Generales del Partido Acción Nacional, se establece:
ARTÍCULO 14.
(…)
La suspensión de uno o varios derechos, que no podrá exceder de tres años en ningún caso, así como la inhabilitación
para ser dirigente o candidato, que no podrá ser menor a tres
años ni exceder de doce, y la expulsión, serán acordadas por
las Comisiones de Orden de los Consejos de cada entidad
federativa, a solicitud del Comité Directivo Municipal o Estatal respectivo o del Comité Ejecutivo Nacional. En ningún
caso se podrá solicitar la sanción después de transcurridos
365 días naturales contados a partir del día en que ocurrió la
falta o de que se tenga conocimiento de la misma, a menos
que se tratara de faltas continuadas o reiteradas.
(…)
ARTÍCULO 16. Las Comisiones de Orden de los Consejos
Estatales y la Comisión de Orden del Consejo Nacional deberán emitir su resolución en un plazo de cuarenta días hábiles a partir de que se reciba la solicitud de sanción o el
recurso correspondiente. Las resoluciones de la Comisión
de Orden del Consejo Nacional son definitivas.
En la resolución dictada por esta Sala Superior en el juicio
identificado con la clave SUP-JDC-448/2004, se consideró que
la caducidad o decadencia es un medio previsto en las leyes
para la extinción de derechos que consisten generalmente en
facultades, potestades o poderes que tienen por objeto la realización de actos encaminados a la creación, modificación o
extinción de relaciones o situaciones jurídicas, referentes normalmente a cuestiones de orden público e interés social cuyo
contenido requiere de pronta certidumbre, cuando no se ejercen dentro del breve plazo de vida o vigencia previsto legalmente. Opera por el mero transcurso del tiempo impuesto
taxativamente; no es susceptible de suspensión o interrupción
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
por hecho alguno ni por actos o abstenciones del titular o de
terceros, sean gobernados o autoridades, salvo en casos excepcionales que prevea expresamente la ley positiva; no admite ser renunciada, ni antes ni después de consumada, y se
debe invocar de oficio por los tribunales, aunque no la hagan
valer los interesados.
Con base en estas y otras consideraciones, en la resolución
antes citada, así como en la emitida en el expediente SUP-JDC480/2004, se estimó que en los preceptos estatutarios antes
transcritos se contempla la figura de la caducidad.
Asimismo, en la segunda de las resoluciones antes invocadas
se consideró que, como se advierte de la lectura de ambos preceptos, en el párrafo cuarto del artículo 14 se dispone que en ningún caso se podrá solicitar la sanción después de transcurridos
trescientos sesenta y cinco días naturales, contados a partir del
día en que ocurrió la falta o de que se tenga conocimiento de la
misma, con excepción de los casos de faltas continuadas o reiteradas; sin embargo, no existe precepto intrapartidario alguno en el
que se establezca el lapso que debe transcurrir para que se actualice la caducidad del derecho para sancionar, prevista en el citado
artículo 16, por la falta de actuación del órgano competente, una
vez solicitado el inicio del procedimiento disciplinario, de modo
que, al tomar como base el plazo establecido en el citado artículo
14, el derecho para sancionar que asiste al órgano intrapartidario
competente también debe caducar cuando, durante trescientos
sesenta y cinco días naturales, no se lleve a cabo alguna diligencia sustancial tendente a emitir la resolución correspondiente.
En el caso, de autos se advierte que la solicitud de sanción fue
presentada por el Comité Directivo Municipal del Partido Acción
Nacional en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el siete de febrero de dos mil cinco, en tanto que la resolución respectiva se
emitió el dos de junio del presente año.
Lo anterior implica que, como lo sostiene al enjuiciante, la responsable no se ajustó al plazo previsto en el invocado artículo 16
para emitir su resolución en un plazo de cuarenta días hábiles a
partir de que se reciba la solicitud de sanción.
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
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Con independencia de cualquier tipo de responsabilidad partidaria en que haya incurrido la responsable, en conformidad con lo
dispuesto en el artículo 24 del Reglamento para la Imposición de
Sanciones, por esa falta, la dilación en la emisión de la resolución
constituye una irregularidad que —en el presente caso— no se
traduce, en sí misma, en una violación irreparable de los derechos
político-electorales del ciudadano ahora actor, como se pondrá de
manifiesto al examinar el resto de los agravios hechos valer.
Adicionalmente, cabe señalar que entre una y otra fecha mediaron ciento quince días naturales, motivo por el cual, en modo
alguno, puede estimarse que durante trescientos sesenta y cinco
días naturales no se llevó a cabo diligencia alguna sustancial tendente a emitir la resolución, contados a partir de la fecha en que se
presentó la solicitud. En consecuencia, en el presente asunto no
se actualiza la caducidad del derecho para sancionar, prevista en
el citado artículo 16 estatutario.
II. Es sustancialmente fundado el motivo de inconformidad
contenido en el apartado 2 del resumen de agravios.
Como ya quedó precisado, en el artículo 14, párrafo cuarto,
de los Estatutos del Partido Acción Nacional, se establece que
en ningún caso se podrá solicitar la sanción después de transcurridos 365 días naturales contados a partir del día en que
ocurrió la falta o de que se tenga conocimiento de la misma, a
menos que se trate de faltas continuadas o reiteradas.
En el presente asunto, el actor aduce que el órgano responsable debió haber declarado la caducidad de la facultad para
solicitar la aplicación de una sanción en su contra, mientras
que dicho órgano consideró que no era operante la referida caducidad, en virtud de que la falta imputada al acusado se había
cometido en forma reiterada.
En consecuencia, a efecto de determinar si, en la especie, se
actualizó o no la caducidad de la facultad para solicitar la aplicación de una sanción al actor, habrá que determinar, en primer lugar,
si entre la fecha en que ocurrió la falta o se tuvo conocimiento de
la misma y aquella otra en que se solicitó la aplicación de la respectiva sanción, transcurrieron más de trescientos sesenta y cin-
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
co días naturales y, en caso afirmativo, ulteriormente habrá que
precisar si tal conducta se realizó o no en forma reiterada.
En la parte de la resolución impugnada en la que se dictaminó
sobre la responsabilidad del acusado, el órgano responsable consideró que el Comité Directivo Municipal del Partido Acción Nacional en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, basó su acción en
contra del ahora actor en tres hechos fundamentales, que hizo
consistir en que:
1. El seis de febrero de dos mil cuatro, el ahora actor desacató
la orden de la Delegación Estatal en Chiapas del mencionado partido político, relativa a la entrega-recepción de los bienes del mencionado Comité Municipal, así como usurpó funciones como
Presidente del depuesto Comité;
2. Realizó declaraciones a los medios de comunicación en las
que el enjuiciante ventiló su destitución como presidente del citado Comité Municipal, y
3. El actor pertenece a un grupo disidente y realizó declaraciones ante los medios de comunicación (radio) en las que, además
de avalar dicha agrupación, creó confusión en la ciudadanía.
De lo anterior esta Sala Superior desprende lo siguiente:
a) En relación con los hechos señalados en el punto 1, el órgano partidario responsable no determinó responsabilidad alguna al ahora actor, ni se suscitó controversia alguna sobre
este particular en el juicio que ahora se resuelve;
b) En lo que toca al segundo de los hechos antes mencionados,
en lo medular, el órgano responsable consideró que el acusado (actor en el presente juicio) aceptó haber formulado las
declaraciones a un medio de comunicación en una entrevista
radiofónica que tuvo lugar el seis de febrero de dos mil cuatro,
lo cual, según consideró dicho órgano, quedó demostrado
con la prueba técnica consistente en el audiocasete en el que
se contiene la grabación de esa entrevista; que si bien el
acusado trató de matizar tales declaraciones, la responsable
estimó que con ello no desvirtuó la imputación en su contra,
en el sentido de haber hecho del conocimiento público asuntos internos del partido a través del mencionado medio de
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
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comunicación, que daña la imagen del instituto político, pues
hizo ver a la dirigencia estatal del partido como un instrumento de venta de candidaturas, amén de tacharlo de intolerante,
así como de haber incurrido en una ilegalidad por no haber
agotado las instancias internas, agregándose que esas supuestas irregularidades (en relación con la destitución del actor
como presidente del referido comité municipal) no las acreditó el actor en su defensa (ante el órgano partidario), y que
esta omisión le resta cualquier veracidad a su dicho.
c) Por lo que respecta al tercero de los hechos que se imputaron al actor, el órgano responsable estimó que con sendas
pruebas técnicas, consistentes en los audicasetes en los que
se contienen dos entrevistas radiofónicas ocurridas el veinticinco de enero y el veintiocho de febrero de dos mil cinco, se
encuentra acreditada la existencia de un grupo disidente del
Comité acusador, denominado “Carlos Castillo Peraza”, del cual
forma parte el ahora actor y lo difunde en los medios masivos
de comunicación; que dicho proceder violenta los objetivos y
los programas del partido encargados a las “ESTRUCTURAS”
que, en el caso, es el Comité que presentó la acusación; que
si bien el entonces acusado adujo en su defensa que no se
deben mal interpretar sus declaraciones y que tampoco
se debe confundir el sano fin del mencionado grupo, sus declaraciones son contundentes, pues dijo que el grupo se reúne para revisar los estatutos y reglamentos del partido; que,
en el supuesto de que esto fuera cierto, en sí mismo, no
sería sancionable; sin embargo, agregó el órgano responsable, no había necesidad de hacer un alarde publicitario, pues
los militantes deben presentar sus proyectos a las áreas encargadas de darle trámite institucional, sobre todo si no existía una buena relación (del enjuiciante) con las estructuras
municipal y estatal; que existen secretarios del Comité Ejecutivo Nacional y/o fundaciones del partido que se encargan,
institucionalmente, de estudiar los principios, la doctrina y la
normativa interna, y que, si no hubiese existido dolo en el
proceder del actor, hubiera utilizado el conducto de su hija
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
(quien ocupa el cargo de diputada federal) para entregar dichos estudios a la fracción del Partido Acción Nacional en el
Congreso de la Unión; que es inadmisible que un militante
públicamente se niegue a aceptar la autoridad de su Comité;
que la publicitación del grupo le generó confusión a la ciudadanía, pues es inadmisible, afirma la responsable, que el ahora
actor pretendiera acelerar afiliaciones al partido político, pues
ello se traduce en una práctica de corporativismo; que con su
proceder, el actor atacó los programas y objetivos del Comité
Municipal y con ello demuestra su desmedido interés personal, por encima del interés superior del partido; que la militancia
“añeja” del actor debe estimarse como agravante, en opinión
de la responsable, pues incluso ha ocupado cargos partidarios, lo que conlleva un conocimiento mayor de los principios,
programas, estatutos y reglamentos del partido y el deber de
respetarlos, lo cual no ocurrió así, pues, al contrario, los contravino y, además, desafió a la dirigencia partidaria; que lo
anterior torna la conducta del actor en grave y de trascendencia negativa para el instituto político, continúa la responsable, pues al hacer públicas sus declaraciones hace más notorio
el daño en la imagen del Partido Acción Nacional ante la sociedad, ya que la lectura de este asunto es de un partido
beligerante, antidemocrático y dividido, siendo que dicho instituto es un medio pacífico para dirimir controversias, y que
no pasa desapercibido para la propia responsable que, si bien
las declaraciones fueron pacíficas y respetuosas, conllevan
un ataque moral y político, que no requirió de violencia verbal
para que el hecho sea considerado como grave.
Lo considerado y resuelto por el órgano responsable conduce a
esta Sala Superior a la convicción de que dicho órgano encontró al
ahora actor como responsable de dos diversos hechos, ocurridos
en fechas distintas, consistentes en que:
1. El seis de febrero de dos mil cuatro realizó declaraciones en
una radiodifusora, mediante las cuales el enjuiciante ventiló su
destitución como presidente del Comité Directivo Municipal del
Partido Acción Nacional en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
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del TEPJF
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2. El veinticinco de enero y el veintiocho de febrero de dos mil
cinco hizo declaraciones en una radiodifusora, en las que el actor
reconoció pertenecer a un grupo disidente y avaló la existencia de
esa agrupación y, con ello, según la responsable, generó confusión en la ciudadanía.
Precisado lo anterior se procede a determinar si, como lo aduce el actor, en relación con el hecho ocurrido el seis de febrero de
dos mil cuatro caducó la facultad para solicitar la imposición de la
respectiva sanción.
La aducida ventilación de la destitución del actor como presidente del mencionado Comité Municipal en un medio de comunicación ocurrió, según estimó el órgano responsable, el seis de
febrero de dos mil cuatro, mientras que la solicitud de sanción fue
recibida en las oficinas de ese órgano el siete de febrero de dos
mil cinco, lo que implica que entre una y otra fecha transcurrieron
trescientos sesenta y siete días naturales, en virtud de que dos
mil cuatro fue un año bisiesto.
Por otra parte, esta Sala Superior considera que, contrariamente a lo estimado por el órgano responsable, en modo alguno se
encuentra demostrado en autos que el enjuiciante incurrió, en forma reiterada, en la conducta consistente en ventilar, en un medio
de comunicación masiva, su destitución como Presidente del Comité Directivo Municipal del Partido Acción Nacional en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, sino que ese hecho ocurrió, según lo
considerado por el propio órgano partidario responsable, solamente en una ocasión, motivo por el cual no se actualiza la excepción
contenida en la parte final del párrafo cuarto del citado artículo 14,
conforme con la cual la figura de la caducidad no opera cuando se
trate de faltas continuadas o reiteradas.
En consecuencia, en relación con el hecho que se analiza, operó
la institución de la caducidad, en razón de que, por un lado, la
solicitud de sanción se presentó después de transcurridos trescientos sesenta y cinco días naturales, contados a partir del día
en que, supuestamente, el actor ventiló de manera pública un conflicto interno del partido político, derivado de la destitución del
enjuiciante de un cargo partidario (sin que forme parte de la litis
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
que el órgano partidario denunciante no hubiese tenido conocimiento
de la falta sino con posterioridad a la fecha en que la misma supuestamente ocurrió) y, por otra parte, en autos no se encuentra
demostrado que tal conducta se cometió en forma reiterada.
No es óbice para concluir que la solicitud de sanción se presentó después de transcurrido el referido plazo de trescientos sesenta
y cinco días naturales, lo considerado por el órgano responsable
en el sentido de que el mencionado Comité Directivo Municipal
entregó el paquete que contenía la solicitud de sanción a una empresa privada de mensajería, el cuatro de febrero de dos mil cinco
—lo cual, de ser cierto, según el punto de vista del mencionado
órgano, tornaría en oportuna la presentación de dicha solicitud—,
toda vez que, independientemente del medio empleado para hacer
llegar la solicitud de sanción al órgano partidario responsable (ya
sea, por ejemplo, un propio, la vía postal o una empresa de
mensajería), el principio de seguridad jurídica exige que lo relevante para determinar si se actualiza o no la caducidad, sea la fecha
en la que tal solicitud se recibe en las oficinas del órgano partidario
y no aquella otra en la que real o supuestamente es recibida por el
mensajero encargado de presentarla ante el mencionado órgano.
Al respecto cabe tener en consideración que si esta Sala Superior, en forma reiterada, ha sostenido el criterio, incorporado en la
tesis de jurisprudencia visible en las páginas 176 y 177 del tomo
de jurisprudencia de la Compilación Oficial de Jurisprudencia y
Tesis Relevantes 1997-2005, bajo el rubro: MEDIO DE IMPUGNACIÓN PRESENTADO ANTE AUTORIDAD DISTINTA DE LA RESPONSABLE, PROCEDE EL DESECHAMIENTO, conforme con el
cual la presentación de los medios de impugnación ante un órgano
distinto del responsable no interrumpe el plazo para interponer el
recurso de que se trate, con mayor razón, la entrega de la solicitud
de sanción a un mensajero (sea un mensajero o una empresa
mercantil que presta servicios de mensajería), en modo alguno
puede estimarse apta para interrumpir el plazo de caducidad para
ejercer esa potestad.
Por consiguiente, procede revocar la parte conducente de la
resolución impugnada en la que se tuvo por acreditado que el aho-
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
ra actor, el seis de febrero de dos mil cuatro, acudió a una entrevista
radiofónica en la que supuestamente ventiló un conflicto interno
derivado de su destitución como Presidente del Comité Directivo
Municipal del Partido Acción Nacional en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en virtud de que, como ha quedado mostrado, la solicitud de sanción por lo que se refiere a ese hecho se presentó
después de transcurrido el plazo de trescientos sesenta y cinco
días naturales que se contempla en el párrafo cuarto del artículo 14
de los Estatutos Generales del Partido Acción Nacional, motivo por
el cual el órgano partidario responsable, en lugar de conocer y resolver sobre el referido hecho, debió haber declarado, incluso de oficio,
la caducidad de la facultad para solicitar la aplicación de la sanción.
III. Son sustancialmente fundados los motivos de inconformidad reseñados en los numerales 3 y 4 del resumen de agravios.
Como se anticipó, el órgano partidario responsable consideró
que el ahora actor incurrió en la conducta consistente en hacer del
conocimiento público la creación de un grupo denominado “Carlos
Castillo Peraza”, con lo cual, según estimó dicho órgano, se generó confusión en la ciudadanía y se dañó la imagen del Partido
Acción Nacional.
Asimismo, el órgano responsable resolvió que el actor violó
con su conducta lo dispuesto en los preceptos de la normativa del
citado instituto político que a continuación se transcriben:
Estatutos Generales
ARTICULO 10. Los miembros activos tienen los siguientes
derechos y obligaciones, en los términos de estos Estatutos y los reglamentos correspondientes.
(…)
II. Obligaciones:
a. Cumplir estos Estatutos, los reglamentos y las disposiciones dictadas por los órganos competentes del Partido;
b. Participar en forma permanente y disciplinada en la realización de los objetivos del Partido, y
(…)
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
ARTICULO 13. En los casos de indisciplina, incumplimiento
de sus cargos o infracción de estos Estatutos y de los reglamentos, los miembros activos del Partido podrán ser sancionados con amonestación, privación del cargo o comisión del
Partido que desempeñen, cancelación de la precandidatura o
candidatura, suspensión en sus derechos o expulsión del
Partido, conforme a las siguientes disposiciones:
(…)
IV. La suspensión de derechos será acordada por indisciplina, abandono continuo o lenidad en el cumplimiento de las
obligaciones cívico-políticas, o las de miembro activo del
Partido. La suspensión de derechos implica la separación
de las actividades del Partido;
(…)
Reglamento de Miembros de Acción Nacional
Artículo 21. Los miembros activos tienen los derechos,
obligaciones y garantías que les otorgan los Estatutos Generales y los reglamentos del Partido.
El afiliado está obligado a cumplir con las disposiciones vigentes, a aceptar las determinaciones y acuerdos emanados de
los órganos competentes y a participar en forma permanente y
disciplinada en la consecución de los objetivos del Partido.
Se considerará que un miembro activo tiene suspendidos
sus derechos cuando medie resolución de la comisión de
orden respectiva.
Se asumirá que un miembro activo no tiene derechos vigentes cuando el órgano directivo correspondiente certifique que
ha incumplido las obligaciones señaladas en el artículo 22 y
demás relativos de este Reglamento.
La suspensión de derechos implica que el miembro activo
no podrá ejercerlos durante el tiempo que dure la sanción,
pero no le exime del cumplimiento de las obligaciones establecidas en los incisos d) y e) del artículo 22 de este ordenamiento y en el caso de funcionarios públicos las cuotas a
que se refiere el Reglamento respectivo.
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Reglamento sobre Aplicación de Sanciones
ARTÍCULO 9. Se consideran actos de indisciplina:
a) Desacatar o desobedecer las disposiciones previstas en
los Estatutos, Reglamentos y acuerdos tomados por los
órganos directivos del partido.
b) Tratar de manera pública los asuntos confidenciales y
conflictos internos del partido, de manera que se dañe la
imagen de la institución.
c) Atacar, de hecho o de palabra, las decisiones y acuerdos
tomados por los órganos del partido.
d) Acudir a instancias públicas o privadas ajenas al partido,
para tratar asuntos internos del mismo o para intentar su
intromisión en los actos propios del partido (artículo 13 III y
IV E).
En contra de lo resuelto por el órgano partidario responsable, el
actor aduce, en lo medular, por un lado, que la consideración del
referido órgano en el sentido de que está prohibido ventilar en forma pública los asuntos que atañen a la vida democrática de los
partidos políticos, se encuentra en oposición a la garantía constitucional de libertad de expresión y, por otra parte, aduce el enjuiciante
que la formación del referido grupo constituye el ejercicio de un
derecho, contemplado en el artículo 11 de los Estatutos Generales
del Partido Acción Nacional.
A efecto de estar en condiciones de analizar puntualmente los
planteamientos formulados por el enjuiciante, deben hacerse las
siguientes consideraciones:
Derecho de libertad de expresión
El derecho de libertad de expresión es un derecho fundamental
establecido en el artículo 6º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como en diversos instrumentos internacionales de derechos humanos suscritos y ratificados por
México, como el Pacto Internacional de Derechos Políticos y So-
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
ciales (artículo 19, párrafo 2) y la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (artículo 13, párrafo 1), aplicables en términos
de lo dispuesto en el artículo 133 de la Constitución federal.
De acuerdo con el artículo 6º de la Constitución federal:
La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna
inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que
ataque a la moral, los derechos de tercero, provoque algún
delito o perturbe el orden público; el derecho a la información será garantizado por el Estado.
Si bien, según el tenor literal, la prohibición parece dirigirse únicamente a las autoridades judiciales y administrativas, lo cierto es
que también las autoridades legislativas deben respetar el derecho
de libertad de expresión (lo que se corrobora con el hecho de que
la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en el ámbito de sus
atribuciones, ha examinado la constitucionalidad de leyes a la luz
de lo dispuesto en el artículo 6º constitucional). Asimismo, los
partidos políticos deben respetar el derecho de libertad de expresión, como se mostrará más adelante.
La libre manifestación de las ideas no es una libertad más sino
constituye uno de los fundamentos del orden político. Es un derecho vital para el mantenimiento y la consolidación de las instituciones democráticas. Así, por ejemplo, la Constitución permite a
las personas que se expresen libremente para que otras puedan
votar. De ahí que diversos tribunales, por ejemplo la Suprema Corte de los Estados Unidos de América le atribuyan una “posición
preferente” (verbi gratia en Murdock v. Pennsylvania, 319 U.S. 105
115 (1943).
La Corte Europea de Derechos Humanos ha establecido que la
libertad de expresión constituye uno de los fundamentos esenciales de la sociedad democrática, una de las condiciones primordiales para su progreso y el desarrollo de todos los seres humanos
(Handyside v. United Kingdom).
La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha destacado la
importancia fundamental de la libertad de expresión en un régimen
43
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
democrático. La libertad de expresión goza de una vertiente pública e institucional que contribuye de manera esencial a la formación y al mantenimiento de una “opinión pública libre y bien
informada, elemento imprescindible para el buen funcionamiento
de la democracia representativa”. Así, la libertad de expresión protege decidida y enérgicamente el derecho del individuo a expresar
sus ideas en materia política. Los elementos anteriores se desprenden de la tesis —que resulta orientadora— establecida por
Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, tomo
XXI, enero de 2005, página 421, con el rubro y texto siguientes:
LIBERTAD DE EXPRESIÓN E IMPRENTA. LAS LIMITACIONES ESTABLECIDAS POR EL LEGISLADOR RELACIONADAS CON LA VERACIDAD Y CLARIDAD DE LA PUBLICIDAD
COMERCIAL SON CONSTITUCIONALES CUANDO INCIDAN EN SU DIMENSIÓN PURAMENTE INFORMATIVA. La
libertad de expresión e imprenta goza de una vertiente pública e institucional que contribuye de manera esencial a la
formación y al mantenimiento de una opinión pública
libre y bien informada, elemento imprescindible para el
buen funcionamiento de la democracia representativa.
Desde esta perspectiva, se entiende que las libertades de
expresión e imprenta protejan de manera especialmente
clara y enérgica el derecho del individuo a expresar sus
ideas en materia política, y que otro tipo de discursos expresivos, como el comercial, estén mucho más desconectados de la función que otorga a estos derechos su singular
posición dentro del esquema estructural de funcionamiento
de la democracia representativa. En este sentido, la publicidad puede, en ciertos casos y bajo ciertas circunstancias,
constituir una aportación al debate ciudadano sobre los asuntos públicos, y puede contribuir a difundir y a dar plasticidad a
ideas que pueden y deben legítimamente ingresar en el debate público. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el discurso comercial se reduce simplemente a un conjunto de
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a las sentencias
del TEPJF
mensajes que proponen a sus receptores la realización de
una transacción comercial y, en esa medida, su producción
puede ser regulada por el legislador dentro de límites mucho
más amplios que si tratara de un caso de ejercicio de la libertad de expresión en materia política. Si bien no puede afirmarse, ex ante y de manera absoluta, que el discurso
comercial esté totalmente fuera del ámbito de proyección de
la libertad de expresión, en la mayoría de ocasiones el mismo solamente complementa el libre ejercicio de una actividad empresarial, por lo que le son aplicables las limitaciones
legales y constitucionales que se proyectan sobre esta última. Esto es así cuando las limitaciones inciden en la dimensión puramente informativa de la publicidad y la relación de la
publicidad con el ejercicio de la libertad de imprenta no se da
en el caso concreto. El legislador, por tanto, al considerar la
publicidad en cuanto mensaje que da información sobre la
oferta empresarial puede someterla a los límites de veracidad y claridad exigibles en este ámbito. (Énfasis añadido.)
Otros tribunales constitucionales, como el Tribunal Constitucional español, han considerado que subyace al derecho a la libertad de expresión el “reconocimiento y la garantía de una institución
política fundamental, que es la opinión pública libre, ligada con el
pluralismo político que es un valor fundamental y un requisito del
funcionamiento del Estado democrático” (Sentencia del Tribunal
Constitucional 12/1982).
Una democracia constitucional requiere, entre otros aspectos, un
debate “desinhibido, vigoroso y completamente abierto” sobre los
asuntos políticos [en palabras del juez William J. Brennan de la Suprema Corte de los Estados Unidos de América (New York Times Co.
v. Sullivan, 376 U.S. 254 (1964)]. La libertad de expresión requiere
enriquecer el debate público. Como lo ha señalado Owen Fiss (Libertad de expresión y estructura social, México, Fontamara, página 23):
El propósito de la libertad de expresión no es la autorrealización
individual sino más bien la preservación de la democracia y
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
del derecho de un pueblo, en tanto pueblo, a decidir qué tipo
de vida quiere vivir. La autonomía es protegida, no por su
valor intrínseco, como podría insistir un kantiano, sino como
un medio o instrumento de autodeterminación colectiva. Permitimos a las personas que hablen para que otras puedan
votar. La expresión de opiniones permite a las personas votar
inteligente y libremente, conociendo todas las opciones y
poseyendo toda la información relevante.
En lo referente a la libertad de expresión, en conformidad con lo
establecido en el artículo 19, párrafo 2, del Pacto Internacional de
Derechos Políticos y Sociales, toda persona tiene derecho a la
libertad de expresión (que consiste en la exteriorización del pensamiento) y comprende, además, el derecho de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, lo que se conoce como
libertad de investigación y el derecho colectivo a recibir cualquier
información y a conocer la expresión del pensamiento ajeno sin
consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito, en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento (vid.,
Hernando Valencia Villa, “Reseña de la jurisprudencia del Sistema
Interamericano de protección de los derechos humanos sobre libertad de expresión”, en Estudios básicos de derechos humanos
X, San José, Fundación Ford e Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 2000, páginas 303-318). En términos similares,
se consagra la libertad de expresión en el artículo 13, párrafo 1, de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Limitaciones constitucionales a la libertad
de expresión
En la mayoría de las constituciones de las modernas democracias constitucionales (con la excepción notable de la Constitución
de los Estados Unidos de América) y en las normas del Derecho
Internacional de los derechos humanos se establecen en forma expresa límites a la libertad de expresión, ya sea mediante una cláusula general de limitaciones (como en la Carta Canadiense de
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a las sentencias
del TEPJF
Derechos y Libertades), que se ha convertido en un modelo dominante, o bien mediante una lista de límites o restricciones (como el
Convenio europeo para la protección de los derechos humanos y de
las libertades fundamentales). Esta diferencia produce un contraste
en la forma en que los tribunales, constitucionales o supranacionales,
resuelven los casos, toda vez que el segundo enfoque permite transparentar un balance del derecho de libertad de expresión con otros
derechos, bienes constitucionales y valores.
El derecho a la libertad de expresión (en el ámbito político
electoral) no es absoluto o ilimitado. Las limitaciones autorizadas —taxativamente— en el texto del artículo 6º son: Los ataques
a “la moral”, los derechos de tercero, cuando se provoque algún
delito o se perturbe “el orden público”. (Hay otros límites a la libertad de expresión derivados de lo dispuesto en los artículos 3º y
130 de la Constitución federal, pero no son relevantes para el presente asunto). Las expresiones usadas en el invocado artículo 6º
son notoriamente vagas, ambiguas e imprecisas, como lo han
puesto de relevancia diversos constitucionalistas (por ejemplo,
Miguel Carbonell, Los derechos fundamentales en México, México, Universidad Nacional Autónoma de México-Porrúa-Comisión
Nacional de Derechos Humanos, 2005, página 381). Ante ello, resulta necesario que el órgano jurisdiccional realice un examen sumamente cuidadoso de los derechos fundamentales, bienes
constitucionales y valores que confluyen en un determinado caso
concreto a fin de impedir la limitación injustificada y arbitraria de la
libertad de expresión. Para ello, en congruencia con los criterios
que reiteradamente ha sostenido este órgano jurisdiccional electoral federal, semejantes limitaciones han de interpretarse en forma
estricta, al mismo tiempo que los derechos fundamentales (en el
presente caso, el derecho a la libertad de expresión en el ámbito
político-electoral) han de interpretarse en forma amplia o extensiva a fin de potenciar su ejercicio, en conformidad con la tesis
jurisprudencial, invocada por el ciudadano ahora actor, que aparece publicada en la Compilación Oficial Jurisprudencia y Tesis Relevantes 1997-2005, tomo jurisprudencia, páginas 97-99, cuyo rubro
es: DERECHOS FUNDAMENTALES DE CARÁCTER POLÍTICO-
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a las sentencias
del TEPJF
ELECTORAL. SU INTERPRETACIÓN Y CORRELATIVA APLICACIÓN NO DEBE SER RESTRICTIVA.
Dado el principio de supremacía constitucional previsto en el
artículo 133 de la Constitución federal, se sigue la consecuencia de
que normas jurídicas de menor jerarquía normativa, como son leyes, reglamentos y resoluciones administrativas, no pueden imponer mayores límites a la libertad de expresión que los permitidos
constitucionalmente. Como se pondrá de manifiesto más adelante,
los estatutos partidarios, en tanto disposiciones jurídicas de menor
jerarquía que las normas de derechos fundamentales de rango constitucional, como el artículo 6º constitucional, no podrán imponer más
límites que los autorizados constitucionalmente.
La libertad de expresión y la libertad de información
En el artículo 6º de la Constitución federal se establecen dos
derechos fundamentales distintos: El derecho a la libertad de expresión (primera parte del artículo) y el derecho a la libertad de
información (segunda parte). Un rasgo distintivo entre tales derechos es que en el ámbito de la libertad de expresión se emiten
ideas, juicios, opiniones y creencias personales, sin pretensión de
sentar hechos o afirmar datos objetivos, en tanto que la libertad
de información incluye suministrar información sobre hechos que
se pretenden ciertos. Dado que algunas veces será imposible o
difícil separar en un mismo texto los elementos valorativos y los
elementos fácticos, habrá de atenderse al elemento dominante en
un caso concreto.
Acerca del vínculo entre la libertad de expresión y la libertad de
información, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha
establecido, en relación con lo dispuesto en el artículo 13, párrafo
1, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, conocida como “Pacto de San José de Costa Rica”, que consagra la
libertad de pensamiento y expresión, que, en cuanto al contenido
de este derecho, quienes están bajo la protección de la convención tienen no sólo el derecho y la libertad de expresar su propio
pensamiento sino también el derecho y la libertad de buscar, reci-
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a las sentencias
del TEPJF
bir y difundir informaciones e ideas de toda índole. De ahí que la
libertad de expresión tiene una dimensión individual y una dimensión social: La libertad de expresión requiere, por un lado, que
nadie sea arbitrariamente menoscabado o impedido de manifestar
su propio pensamiento y representa, por tanto, un derecho de cada
individuo; pero implica también, por otro lado, un derecho colectivo a recibir cualquier información y a conocer la expresión del
pensamiento ajeno [Caso “La última tentación de Cristo” (Olmedo
Bustos y otros vs. Chile)].
Sobre la primera dimensión del derecho (la individual) —según
la misma Corte Interamericana de Derechos Humanos—, la libertad de expresión implica, inseparablemente, el derecho a utilizar
cualquier medio apropiado para difundir el pensamiento y hacerlo
llegar al mayor número de destinatarios. En este sentido, la expresión y la difusión del pensamiento y de la información son
indivisibles, de modo que una restricción de las posibilidades de
divulgación representa directamente y, en la misma medida, un
límite al derecho de expresar libremente.
Acerca de la segunda dimensión del derecho (la social), la Corte Interamericana ha señalado que la libertad de expresión es un
medio para el intercambio de ideas e informaciones entre las personas; comprende su derecho a tratar de comunicar a otras sus
puntos de vista, pero implica también el derecho de todas a conocer opiniones, relatos y noticias. Ambas dimensiones —ha considerado la Corte— tienen igual importancia y deben ser garantizadas
en forma simultánea para dar efectividad total al derecho a la libertad de pensamiento y expresión en los términos previstos en el
artículo 13 de la invocada Convención.
La protección constitucional de la libertad de expresión (en el
sentido de la emisión de ideas, juicios, opiniones y creencias personales) incluye el derecho a expresar convicciones políticas,
morales, religiosas, filosóficas o de otro tipo y se ve aun más
fortalecida si involucra la libertad de pensamiento o de opiniones
en materia política [protegida constitucionalmente en los artículos
1º, 3º y 7º, en concordancia con los artículos 40 (forma democrática representativa de gobierno) y 41 (sistema constitucional elec-
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a las sentencias
del TEPJF
toral) de la Constitución federal, así como diversos instrumentos
internacionales de derechos humanos firmados y suscritos por el
Estado mexicano].
La libertad de expresión goza de un ámbito de acción delimitado sólo por los límites constitucionalmente permitidos y no abarca
la emisión, por ejemplo, de expresiones que constituyan indudablemente insultos (en tanto afectarían los derechos de terceros).
Una sólida doctrina judicial de la libertad de expresión debe
tener en cuenta los aspectos institucionales (como lo ha planteado verbi gratia, Frederick Schauer, “Towards an Institutional First
Amendment”, Minnesota Law Review, vol. 89, 2005), esto es, no
debe circunscribirse a considerar la naturaleza del discurso expresado o el carácter de las expresiones proferidas, sino, también,
por ejemplo, la identidad de quien se expresa o el entorno
institucional en que se producen las expresiones proferidas (empresas, sindicatos, universidades y demás). Esta Sala Superior
ha avanzado en esta dirección, toda vez que, por ejemplo, ha considerado los límites del derecho a la libertad de expresión en atención al sujeto (SUP-JDC-221/2003). En consecuencia, es necesario
tomar en cuenta que las expresiones proferidas tienen lugar en los
partidos políticos, ya sea en su interior, o bien hacia el exterior.
Libertad de expresión y partidos políticos
La libertad de manifestación de las ideas en el ámbito de lo
político, en general, y en el campo político-electoral, en particular,
incluido el sistema constitucional de partidos políticos, contribuye
a la consolidación de un debate público libre y bien informado. En
consecuencia, el derecho de libertad de expresión merece la más
vigorosa protección constitucional, aun más cuando tiene lugar o
recae sobre entidades de interés público, como lo son los partidos
políticos, que, dados sus fines constitucionalmente encomendados, al tener semejante status constitucional (a diferencia de lo
que ocurre cuando la libertad de expresión se refiere a conductas
privadas carentes de interés público), han de soportar un mayor
riesgo en la afectación de algunos de sus derechos (por ejemplo,
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
el derecho a la intimidad) que las personas privadas. Pero ello no
implica, en modo alguno, la supresión o el sacrificio ilimitado de
los derechos de las personas públicas.
Los partidos políticos están llamados a desempeñar un papel
fundamental en el Estado constitucional democrático de derecho.
Los partidos políticos tienen asignada constitucionalmente una
función preponderante como instrumentos fundamentales para la
participación política de los ciudadanos y el desarrollo de la vida
democrática.
Libertad autoorganizativa de los partidos políticos
Los partidos políticos tienen reconocida una libertad de organización, como ha sido sostenido reiteradamente por esta Sala Superior (verbi gratia, SUP-JDC-021/2002 y SUP-JDC-803/2002), en
tanto que sus afiliados tienen derecho a participar en la formación
de la voluntad partidaria.
En tal virtud, el derecho fundamental político-electoral de asociación comprende el derecho del socio, miembro o afiliado a permanecer en la asociación (partido o agrupación política) mientras no incurra
en causa o motivo (legal o estatutariamente) justificado alguno para
su expulsión, separación o suspensión, con las debidas garantías.
Esto es, el régimen disciplinario partidario debe tener un contenido
garantista.
Sobre el particular, cabe distinguir los aspectos procedimentales
y los aspectos sustantivos. En cuanto a los primeros, dado el carácter sancionador de la expulsión o suspensión y con el propósito
de impedir la indefensión del afiliado afectado, los órganos jurisdiccionales competentes deberán verificar si aquella decisión ha sido
adoptada por el órgano partidario competente y si la misma ha seguido el procedimiento previsto en los estatutos y, además, si dicho
procedimiento se ha llevado a cabo observando las garantías suficientes (en general, el debido proceso, legal o estatutario).
En lo referente a los aspectos sustantivos, si bien en virtud de
la libertad autoorganizativa de los partidos políticos, el órgano jurisdiccional competente pareciera que habría de limitarse a cons-
51
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a las sentencias
del TEPJF
tatar si, efectivamente, se han producido los hechos en que se
fundamenta la determinación de expulsión o suspensión y si dichas medidas no carecen de razonabilidad, es el caso que, dada
la posición de predominio de los partidos políticos, en aquellos
casos en que la decisión de la expulsión o suspensión implique la
vulneración de un derecho fundamental del afiliado (por ejemplo, el
derecho de asociación o incluso algún otro que no tuviera carácter
político-electoral), los órganos jurisdiccionales competentes deben llevar a cabo una calificación de los hechos independientemente de la realizada por los órganos partidarios a la luz de las
normas de derechos fundamentales.
Importancia del régimen disciplinario
La potestad disciplinaria de los partidos políticos tiene su razón
de ser en que la disciplina de un partido es importante, en cuanto
tiende a determinar reglas de conducta conforme al interés colectivo o razón de ser del grupo, además de que la indisciplina de algunos puede proyectar una mala imagen del partido.
Los partidos políticos son sujetos obligados de la libertad de
expresión.
Bajo la premisa de que los derechos fundamentales irradian a
todos los sectores del ordenamiento jurídico y no nada más a las
relaciones del individuo frente a los órganos del poder público (SUPJDC-805/2002 y SUP-JDC-807/2002), el derecho fundamental a la
libertad de expresión es exigible también frente a los partidos políticos, como se muestra a continuación.
Dada la situación de predominio de los partidos políticos, los
mismos se encuentran en aptitud de vulnerar los derechos fundamentales de sus afiliados o militantes.
Los partidos políticos tienen el status constitucional de entidades de interés público. El interés de la sociedad en los aspectos
relevantes de la vida de los partidos políticos, el cual se ejerce a
través del Estado, tiene por objeto asegurar la sujeción puntual y
efectiva de los partidos políticos nacionales al orden jurídico. De
conformidad con lo establecido en el artículo 38, párrafo 1, inciso a),
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales,
es obligación de los partidos políticos nacionales conducir sus actividades dentro de los cauces legales y ajustar su conducta y la de
sus militantes a los principios del Estado democrático. Esto es, los
partidos políticos —como todos y cada uno de los órganos del poder público— están vinculados a la Constitución y, en general, al
sistema jurídico nacional. Ello tiene su razón de ser en el papel que
los partidos políticos están llamados a realizar en un Estado constitucional democrático de derecho, es decir, en atención a las finalidades constitucionales que, como entidades de interés público,
tienen encomendadas. Esto es, están obligados a regir sus actividades por el principio de juridicidad y los principios del Estado democrático no sólo por mandato legal sino también por razones de
congruencia con el régimen político en el que son actores fundamentales de conformidad con su encuadre constitucional.
Una interpretación distinta implicaría prohijar la existencia de
feudos o zonas de inmunidad, cuya existencia o permanencia es
incompatible con un Estado constitucional democrático de derecho. Esto porque no puede haber democracia sin el sometimiento
pleno al derecho de todos los sujetos jurídicos, incluidos todos y
cada uno de los órganos del poder público y, en particular, los
partidos políticos, en tanto entidades de interés público.
Asimismo, la declaración de principios de todo partido político
nacional —declaración de principios a los que deben adecuarse el
programa de acción y los estatutos partidarios— deberá establecer
la obligación de observar la Constitución y de respetar las leyes e
instituciones que de ella emanen, de conformidad con lo dispuesto
en el artículo 25, párrafo 1, inciso a), de la ley electoral federal.
Como corolario de lo anterior, ningún estatuto de los partidos
políticos nacionales puede contradecir la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, en virtud del principio de supremacía constitucional establecido en el artículo 133 de la Constitución federal.
Por consiguiente, dado que una condición necesaria del Estado constitucional democrático de derecho es el sometimiento al
derecho y toda vez que los partidos políticos tienen que sujetar su
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a las sentencias
del TEPJF
conducta a los principios del Estado democrático, tal como se ha
establecido, entonces los partidos políticos tienen que sujetar necesariamente su actuación al principio de juridicidad y, en tal virtud, observar y respetar los derechos y libertades fundamentales
establecidas en la Constitución.
Democracia interna y la protección de los derechos
fundamentales de los asociados y afiliados
La exigencia de que los partidos políticos cuenten con una estructura y un funcionamiento democráticos no se traduce sólo en
un respeto en el plano formal sino en el logro de auténticas prácticas democráticas, que incluyen, entre otros aspectos, el pleno
respeto al pluralismo político y una vida interna en la que los afiliados ejerzan plenamente sus libertades y derechos fundamentales.
La existencia de verdaderas prácticas democráticas en el interior
de los partidos políticos redunda en el funcionamiento del sistema
democrático en su conjunto. No podría ser de otro modo, en virtud
de que los partidos políticos son actores fundamentales en el Estado constitucional democrático de derecho.
Ha sido un criterio reiterado de esta Sala Superior la necesidad
de que los partidos políticos tengan una estructura y un funcionamiento democráticos. La democracia interna constituye el instrumento más eficaz para que el ciudadano ejerza su derecho de
participación política cualitativamente más intenso que como simple elector, colaborando en la formación de los programas, principios e ideas que postulan (reconocidos constitucionalmente en el
artículo 41, párrafo segundo, fracción I, de la Constitución federal)
y en la selección de sus dirigentes y candidatos a puestos de
elección popular.
La exigencia de una organización democrática se traduce en
un conjunto de derechos subjetivos de los afiliados frente al partido político.
Ha de asegurarse a los afiliados el pleno goce de sus derechos
fundamentales en el interior de los partidos políticos, tal como lo ha
sostenido reiteradamente esta Sala Superior (por ejemplo, en el
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
considerando cuarto de la ejecutoria recaída en el expediente SUPJDC-807/2002). Lejos de debilitarse o atenuarse, los derechos fundamentales de los afiliados cobran plena vigencia en el interior de
los partidos políticos. Con la afiliación partidaria, tales derechos de
los asociados (como los derechos de petición y de libertad de expresión, información y reunión) se potencian al mayor grado. La
coraza protectora que constituyen los derechos fundamentales no
es removida cuando los ciudadanos ingresan a un partido político.
El sostener lo opuesto violentaría no sólo lo dispuesto en el
artículo 1º de la Constitución federal, de acuerdo con el cual en los
Estados Unidos Mexicanos todo individuo gozará de los derechos
fundamentales consagrados en la propia Constitución, los cuales
no podrán restringirse ni suspenderse sino en los casos y con las
condiciones que la misma establece, sino también diversos instrumentos internacionales protectores de derechos humanos suscritos y ratificados por el Estado mexicano, como el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como la Convención Americana sobre Derechos Humanos, que establecen [en
sus artículos 5, párrafo 1 y 29, inciso a), respectivamente] que
ninguna disposición de dichos instrumentos de derecho internacional público puede ser interpretada en el sentido de permitir a
alguno de los Estados Partes, grupos (en donde quedan comprendidos los partidos políticos) o persona, suprimir el goce y ejercicio de los derechos y libertades reconocidos en la convención
(verbi gratia, los derechos a la libertad de expresión e información
o los derechos fundamentales de carácter político-electoral) o
limitarlos en mayor medida que la prevista en ellos.
Por consiguiente, a los partidos políticos, qua grupos, en los
términos de las invocadas disposiciones de derecho internacional
de los derechos humanos, no les está autorizado suprimir el goce y
ejercicio de los derechos a la libertad de expresión e información.
Esta Sala Superior ha establecido por vía jurisprudencial los
elementos mínimos que deben tener los estatutos de los partidos
políticos para considerarlos democráticos, según la tesis
jurisprudencial, publicada en Jurisprudencia y Tesis Relevantes
1997-2005, Compilación Oficial, sección Jurisprudencia, páginas
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Comentarios
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del TEPJF
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120-122, cuyo rubro es: ESTATUTOS DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS. ELEMENTOS MÍNIMOS PARA CONSIDERARLOS DEMOCRÁTICOS. Entre otros elementos mínimos, destacan, en el
presente caso, los siguientes: La protección de los derechos fundamentales de los afiliados y el establecimiento de medios de
defensa intrapartidarios con motivo de procedimientos disciplinarios, con las garantías procesales mínimas.
La protección de los derechos fundamentales de los afiliados
debe permear en el interior de los partidos políticos, de manera
que el afiliado goce de una serie de derechos que permitan un
mayor grado de participación posible, cuyo respeto por los órganos directivos del partido es necesario para la existencia de democracia interna, porque garantizan que el afiliado pueda participar
en condiciones de igualdad dentro del partido.
Acorde con lo anterior, entre los principales derechos con que
cuentan los afiliados de un partido político destacan los siguientes:
i) La libertad de expresión, que constituye un elemento eficaz
para lograr el debate abierto de las ideas que dé lugar a diversas
iniciativas o alternativas en el interior del partido, que permitan el
dinamismo y la participación de los afiliados en los asuntos de
interés general. Sin la libre expresión es difícil que un partido pueda desarrollarse, crecer y hacer aportaciones a la sociedad.
La eficaz garantía de la libertad de expresión resulta conveniente para asegurar estándares democráticos aceptables en los
partidos políticos, toda vez que es una condición de posibilidad de
un debate abierto de ideas que puede permitir iniciativas, propuestas y alternativas al margen de las líneas consideradas “ortodoxas”
u “oficiales” del partido. Este derecho de libertad de expresión debe
extenderse no sólo a las opiniones o puntos de vista expresados
en el interior de los partidos políticos sino también aquellas otras
que se reproduzcan en el exterior, dentro de un compromiso con
las decisiones democráticamente tomadas por los órganos partidarios competentes.
Los afiliados, asociados o militantes tienen el derecho de gozar
del derecho a la libertad de expresión tanto dentro como fuera del
partido. De no garantizarse un efectivo ejercicio de este derecho,
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
las posibilidades de la democracia interna se reducirían
drásticamente, pues su ejercicio es un elemento necesario para
obtener el mayor grado de participación política de los afiliados. Sin
embargo, no cualquier tipo de expresión está amparada en el artículo 6º constitucional. En congruencia con los fines constitucionalmente asignados, los partidos políticos tienen un interés en rechazar
cualquier expresión proferida en su interior y, especialmente, hacia
el exterior que los desestabilice y ponga en serio riesgo su existencia o identidad partidaria o les impida la consecución de tales fines
constitucionalmente asignados.
En consecuencia, bajo ciertas condiciones, se puede generar
un conflicto entre los derechos del partido político y la libertad de
expresión del afiliado. Sin embargo, este aparente conflicto no podría
resolverse, sin más, prohibiendo, restringiendo o menoscabando
la libertad de expresión, así sea disidente, hacia el exterior en
todos los casos. Tampoco, es el caso que el derecho de libertad
de expresión sea inderrotable, ya que en un caso concreto puede
ser derrotado por otro derecho fundamental constitucionalmente
tutelado. De ahí que la resolución tenga que pasar por la ponderación en cada caso concreto entre la libertad de expresión de los
asociados y el derecho de autoorganización de los partidos políticos, que incluye, por una parte, su facultad autonormativa, esto
es, de establecer normas que impidan la comisión de hechos que,
por ejemplo, lesionen gravemente la estabilidad del partido político, pongan en riesgo su existencia o identidad partidaria o impidan
la consecución de sus fines constitucionalmente encomendados,
y, por otro, de ejercer la potestad disciplinaria.
ii) Aunada a lo anterior, la libertad de creación y organización
de corrientes o grupos dentro del partido, la cual no es sino una
manifestación del derecho de asociación intrapartidario (o también
del derecho de reunión intrapartidario), como una concreción del
derecho político-electoral de asociación establecido en el artículo
35, fracción III, constitucional (o del derecho de reunión en materia
político-electoral establecido en el artículo 9º constitucional). En
este sentido, debe garantizarse el derecho de todo afiliado a promover la formación de corrientes de opinión dentro del partido, así
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
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como el derecho a pertenecer a cualquiera de las que estén ya
constituidas o abandonar a aquella a la que se pertenecía. Lo anterior con la finalidad primordial de lograr la mejor articulación de
las demandas e intereses diversos que se presentan en los partidos políticos, teniendo como referente único los documentos básicos del partido político, ya que el reconocimiento del pluralismo
interno no debe implicar la disgregación o fractura del partido, ya
no se diga el exterminio del mismo.
iii) Libre acceso, permanencia y salida de los afiliados del partido, sin que sea válido condicionarlos por circunstancias de tipo
discriminatorio, como sexo, religión, situación socioeconómica,
etcétera.
En cambio, ha de reconocerse que la decisión para aceptar o
rechazar a un miembro, corresponde al partido, siempre y cuando
se establezcan un mínimo de garantías en favor del afiliado, como
la existencia de un procedimiento y la debida fundamentación y
motivación de la determinación respectiva.
En lo concerniente al establecimiento de procedimientos disciplinarios con las garantías procesales mínimas, si bien, como se
anticipó, la disciplina de un partido es importante, también lo es
que en dichos procedimientos debe evitarse la arbitrariedad, por lo
que la existencia de derechos de defensa resulta indispensable,
como son:
a) La existencia de un procedimiento previamente determinado.
La aplicación de sanciones debe tener como presupuesto la existencia de determinadas reglas y pasos conforme con los cuales habrá
de investigarse y determinar si la conducta que se atribuye a un afiliado efectivamente se ha cometido, si la misma se encuentra tipificada
como infractora y la sanción que, en su caso, se le debe imponer. En
dicho procedimiento se debe hacer saber al presunto infractor los
motivos de la acusación, así como los elementos que existen para
tener por acreditada la infracción, otorgándosele el derecho de acceder al expediente, escucharlo y permitirle aportar pruebas y que se
desahoguen las que en su descargo se presentan. Tratándose del
dictado de una medida precautoria o preventiva, consistente en la
suspensión provisional de los derechos de un militante, hasta en tan-
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
to el órgano de justicia partidario resuelva lo conducente, se hace
necesario que se cumpla con ciertas formalidades esenciales que
son similares a las exigidas para la imposición de una sanción, es
decir, que la decisión esté fundada y motivada y que se asuma con
base en elementos de prueba aportados por el solicitante de la media,
así como que el dictado de la medida resulte necesario por la gravedad de la falta y a fin de salvaguardar bienes jurídicos o derechos que
podrán verse afectados de no tomarse la medida;
b) Derecho de audiencia y de defensa. Es importante que el
afiliado sujeto a un procedimiento disciplinario conozca del mismo, porque es la condición necesaria para su defensa. Por ello,
deben existir los mecanismos necesarios que permitan al afiliado
asumir una postura determinada, garantizándole, al menos, la posibilidad de ser oído y de aportar pruebas;
c) La tipificación. Para seguridad de los afiliados, es importante
que las conductas sancionables se encuentren predeterminadas,
de una manera descriptiva. Además, se debe evitar la ambigüedad;
d) Sanciones proporcionales. Es preciso que se prevean una
variedad de sanciones de distinta intensidad, a efecto de que el
órgano aplicador de la norma se encuentre en posibilidades de
elegir aquella que resulte más adecuada al hecho cometido, según
las particularidades o circunstancias del caso concreto;
e) Fundamentación y motivación de la determinación o resolución respectiva. Resulta de suma importancia que el afiliado conozca las razones o motivos que determinaron al órgano a
imponerle una sanción, y
f) Competencia a órganos sancionadores, a quienes se asegure
independencia e imparcialidad. Debe existir un órgano previamente
establecido, en el cual recaiga la atribución de conocer de los asuntos disciplinarios, cuya independencia e imparcialidad puede garantizarse por el señalamiento de alguna temporalidad para su ejercicio,
y tener previstas expresamente sus atribuciones.
Sentadas las premisas anteriores, debe esclarecerse si la
conducta imputada al ciudadano ahora actor está subsumida
en la normativa partidaria invocada por la responsable para
imponerle la sanción consistente en la suspensión de todos
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
sus derechos como miembro activo del partido político por un
plazo de tres años o, por el contrario, como sostiene el ciudadano ahora actor, sus actos están amparados en el derecho
fundamental a la libertad de expresión o en otros derechos
partidarios previstos estatutariamente, como el derecho de
formar grupos en el interior del partido político.
Consideraciones metodológicas
Como lo ha hecho anteriormente la Sala Superior al resolver
diversos asuntos (verbi gratia, en la ejecutoria recaída en el expediente SUP-RAP-009-2004), es necesario realizar una ponderación
para resolver el presente caso individual. Debe seguirse una metodología para obtener el control racional de la ponderación de forma
que no sea arbitraria o injustificada (en la línea de José Juan Moreso,
“Dos concepciones de la aplicación de las normas de derechos
fundamentales”, en J. Betegón, F. J. Laporta, J. R. de Páramo, L.
Prieto (comps.): Constitución y derechos fundamentales, Madrid,
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2004, páginas
473-493). Los pasos son:
1. Delimitación del universo de discurso. Acciones y omisiones
de los afiliados o asociados reguladas en las normas estatutarias
y reglamentarias aplicables que regulan la aplicación de sanciones en los casos de indisciplina, esto es, los artículos 10, fracción
II, incisos a) y b), y 13, fracción IV, de los Estatutos del Partido
Acción Nacional; 21, párrafo primero, del Reglamento de Miembros de Acción Nacional, y 9º, incisos a), b), c) y d), del Reglamento sobre Aplicación de Sanciones.
2. Identificación de las normas, prima facie, aplicables al ámbito de acciones especificado, así como las que prevén las causas
de justificación, particularmente las que establecen el ejercicio de
un derecho. En esta etapa se identifican, además, los principios
constitucionales o las normas que establecen derechos fundamentales, como la libertad de información y la libertad de expresión.
3. Consideración de casos paradigmáticos. La consideración
de los denominados casos paradigmáticos tiene la función de aco-
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del TEPJF
tar el ámbito de las reconstrucciones admisibles, ya que sólo son
aceptables aquellas reconstrucciones que tratan adecuadamente
los casos paradigmáticos. Así, por ejemplo, en el caso hipotético
de que un afiliado o militante en un medio masivo de comunicación social (un canal de televisión en red nacional) dé a conocer
datos confidenciales de los afiliados, por ejemplo sus datos personales, sin su consentimiento, o profiere insultos o emplea un lenguaje de odio para denostar o denigrar a un amplio número de
asociados, incluidos dirigentes, con el consecuente daño a la imagen del partido político, pareciera que no habría dificultad en estimar que el afiliado cometió un acto de indisciplina sancionable no
amparado por el derecho fundamental a la libertad de expresión.
En otro caso hipotético, si un afiliado o militante en un medio
masivo de comunicación social da a conocer los procedimientos
para afiliarse a un determinado partido político, pareciera que no
habría dificultad en estimar que la conducta del asociado está
amparada en el ejercicio del derecho a la libertad de expresión.
4. Establecimiento de las propiedades relevantes del universo
de discurso. La especificación de las propiedades relevantes debe
permitir la determinación de las soluciones normativas. Son propiedades relevantes: La calidad de afiliado o militante, el status
constitucional de los partidos políticos como entidades de interés
público, el carácter o contenido de las expresiones proferidas, el
medio en que se dieron a conocer, el tipo de asuntos tratados (por
ejemplo, si fueron confidenciales o no), el tipo de conflictos tratados (por ejemplo, si fueron internos o no), el tipo de instancia a la
que se acudió (por ejemplo, si fue ajena o no al partido).
5. La formulación de las reglas que resuelven de modo unívoco
todos los casos del universo de discurso. El establecimiento de las
reglas debe ser controlado de acuerdo con su capacidad de dar
cuenta de los llamados casos paradigmáticos. La selección de las
propiedades relevantes debe revisarse y adecuarse en la medida
que este objetivo no sea alcanzado y, a partir de una nueva selección, debe procederse a la formulación de las reglas aplicables.
La finalidad principal de este método (que no es el único) es controlar el juicio de ponderación, de modo que una decisión del caso
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del TEPJF
concreto que se alcance mediante semejante juicio no sea arbitraria
sino que esté racionalmente justificada y apegada a derecho.
Sentado lo anterior, por razones metodológicas, en primer lugar, se analizará lo relativo a la formación del grupo denominado
“Carlos Castillo Peraza” y, en segundo lugar, se examinará lo
relativo a la difusión en la radio de la existencia y actividades de
dicho grupo.
Contrariamente a lo sostenido por el órgano partidario responsable, la formación de un grupo de afiliados al Partido Acción Nacional, el grupo “Carlos Castillo Peraza”, que se ha dado a la tarea de
analizar los documentos básicos que rigen a ese instituto político
no contraviene disposición estatutaria o reglamentaria alguna sino
que es resultado del ejercicio de un derecho previsto estatutariamente,
como se muestra a continuación:
En el artículo 11 de los Estatutos Generales del Partido Acción
Nacional se establece:
ARTÍCULO 11. Los miembros del Partido formarán parte
de la organización básica, que funcionará de acuerdo con
lo establecido en estos Estatutos y los reglamentos correspondientes.
Los miembros integrados en la organización básica también
podrán organizarse en grupos homogéneos por razón de oficio, profesión, actividad, edad u otra similar, de acuerdo con
los reglamentos correspondientes.
Los miembros que residan en el extranjero podrán organizase y formar parte de la estructura del partido de conformidad
con el reglamento respectivo.
Del precepto antes transcrito se advierte que los miembros del
Partido Acción Nacional pueden organizarse en grupos homogéneos por razón de oficio, profesión, actividad, edad u otra similar.
Este derecho partidario establecido estatutariamente tiene sustento
constitucional en el artículo 35, fracción III, constitucional (o en el
artículo 9º constitucional, dependiendo del carácter más o menos
permanente o transitorio del grupo).
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
De la resolución impugnada se advierte que el propio órgano
responsable consideró que la existencia de ese grupo, al que calificó de “disidente”, así como las actividades que viene realizando,
consistentes en revisar los estatutos y reglamentos del partido, en
sí mismas, no son sancionables; sin embargo, en opinión del mencionado órgano partidario responsable, no había necesidad de hacer un alarde publicitario de ello, pues los militantes deben presentar
sus proyectos a las áreas encargadas de darle trámite institucional,
arribando a la conclusión de que con la referida difusión se generó
confusión en la ciudadanía y se dañó la imagen del partido.
Una vez establecido que la existencia de un grupo de afiliados
al Partido Acción Nacional que se ha dado a la tarea de analizar
los documentos básicos que rigen a ese instituto político no contraviene, en sí mismo, tal como lo reconoció la responsable, disposición estatutaria o reglamentaria alguna, cabe ahora determinar
si la difusión de esos hechos (la existencia del grupo y las actividades que vienen realizando) se encuentra o no amparado por la
libertad de expresión, contemplada en el artículo 6º constitucional.
A efecto de determinar si las declaraciones realizadas por el
ciudadano ahora actor están protegidas o no por la libertad de expresión, es menester analizar el contenido de tales declaraciones
y, ulteriormente, confrontarlas con las disposiciones estatutarias y
reglamentarias en las que dicho órgano fundó la sanción aplicada
al enjuiciante.
Lo considerado y resuelto por el órgano partidario responsable
se sustentó en dos pruebas técnicas, consistentes en otros tantos audiocasetes que contienen sendas entrevistas radiofónicas
que se hicieron al actor el veinticinco de enero y el veintiocho de
febrero de dos mil cinco.
De la lectura de la transcripción de la entrevista radiofónica del
veinticinco de enero de dos mil cinco contenida en la resolución
impugnada, esta Sala Superior advierte que el ahora actor manifestó que en esa ocasión iba a estar con él (aunque finalmente no
estuvo presente) Armando Embriz, quien preside el grupo llamado
“Carlos Castillo Peraza”, y que en una próxima entrevista el referido Armando Embriz hablaría de lo que está haciendo dicho grupo,
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Comentarios
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del TEPJF
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aclarando que esta agrupación no estaba “divorciada” del Comité
Municipal y que iba a trabajar en otras áreas.
En lo tocante a la transcripción de la entrevista radiofónica del
veintiocho de febrero de dos mil cinco contenida en la resolución
impugnada, se advierte que el ahora actor declaró que varios compañeros se estaban reuniendo por las noches y estaban tratando
de analizar los principios y estatutos del partido, los cuales no son
muy conocidos y que ello se presta a confusión “de lo que somos
nosotros”; que el grupo viene trabajando sobre cuestiones específicas y estaban dispuestos a que “ellos nos digan qué vamos a
hacer”; que creen (los integrantes del grupo) que sus actividades
van a ser buenas para el Partido Acción Nacional en San Cristóbal; que no van “a estar a expensas de lo que [les] diga el
Comité Directivo Municipal”, ya que tienen una serie de actividades programadas para que el panismo avance; que el grupo es
una forma de apertura al partido; que hay gente que cree que la
forma de llevar el Comité Directivo Municipal es la mejor, lo cual
estiman como respetable; que ellos tienen otra forma de pensar,
como, por ejemplo, avanzar en el estudio de la doctrina, los estatutos
y los reglamentos; que invitaban a todas las personas que quisieran entrar al Partido Acción Nacional a que se sumaran; que asimismo invitaban a los panistas, tanto a los activos como a los
adherentes y a los simpatizantes, para que se acercaran al grupo
“Carlos Castillo Peraza”, donde con gusto platicarían y estarían
acelerando su “inclusión ya dentro del partido como miembros activos”.
De las declaraciones vertidas por el actor en las entrevistas
radiofónicas de referencia, se advierte que, a través de ese medio,
hizo del conocimiento público la existencia de un grupo de panistas
que no es antagónico del Comité Directivo Municipal, sino que
pretende realizar actividades específicas, por ejemplo, realizar el
estudio de los principios, estatutos y reglamentos que rigen al
Partido Acción Nacional y, dado que tienen diversas actividades
programadas, no estarían esperando a que el Comité Directivo
Municipal les dijera qué actividad realizar. Asimismo, se advierte
que el actor hizo una invitación a la ciudadanía en general a adhe-
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a las sentencias
del TEPJF
rirse al Partido Acción Nacional y a los militantes de ese partido
político a participar en el mencionado grupo, con el ofrecimiento
de que estarían acelerando su inclusión como miembros activos.
En los preceptos estatutarios y reglamentarios en los que el
órgano partidario responsable sustentó su resolución, se establece, en lo que interesa, lo siguiente:
a) Que es obligación de los miembros activos del Partido Acción Nacional cumplir los Estatutos, los reglamentos y las disposiciones dictadas por los órganos competentes del partido y participar
en forma permanente y disciplinada en la consecución de los objetivos del propio instituto;
b) Que, en los casos de indisciplina, los miembros activos del
partido podrán ser sancionados con la suspensión de sus derechos;
c) Que la suspensión de derechos será acordada en caso de
indisciplina, y
d) Que la suspensión de derechos implica la separación de las
actividades del partido político.
El órgano partidario responsable no precisó en cuál de los actos de indisciplina enumerados en el artículo 9º del Reglamento
sobre Aplicación de Sanciones encuadra la conducta atribuida al
actor, sino que la englobó, en general, en los diversos supuestos
previstos en el invocado precepto [incisos a), b), c) y d)]. A fin de
determinar si la conducta del ciudadano ahora actor es subsumible
en las disposiciones invocadas por la responsable, o bien, como
sostiene el impugnante, está cubierta por el derecho fundamental
a la libertad de expresión, se procede a analizar el encuadre realizado por la responsable.
En el inciso a) del citado artículo 9º se establece que se considera acto de indisciplina desacatar o desobedecer las disposiciones previstas en los estatutos, reglamentos y acuerdos tomados
por los órganos directivos del partido.
Al respecto, el órgano partidario responsable no invocó disposición estatutaria o reglamentaria alguna, en la que se prohíba hacer
del conocimiento público la existencia de una agrupación de panistas
que viene realizando el estudio de los principios, estatutos y reglamentos que rigen al mencionado instituto político, ni tampoco in-
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Comentarios
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del TEPJF
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vocó la existencia de acuerdo alguno en el que se contemple tal
prohibición.
El referido órgano partidario también se abstuvo de expresar en
su resolución el precepto o acuerdo intrapartidarios en los que se
prohíba que un integrante de ese partido político invite a la ciudadanía en general a afiliarse al mismo y a quienes ya forman parte
del partido a integrarse a un determinado grupo que se conforme
en el interior del mismo.
Por lo tanto, la conducta desplegada por el ahora actor no es
susceptible de ser tipificada en lo previsto en el inciso a) del citado
artículo 9º del Reglamento sobre Aplicación de Sanciones del Partido Acción Nacional.
En lo referente a lo establecido en el inciso b) del citado artículo 9º, en el que se contempla como acto de indisciplina tratar de
manera pública los asuntos confidenciales y conflictos internos del partido, de manera que se dañe la imagen del partido
político, el órgano partidario responsable no expresó razón alguna
por la que pudiera considerarse que el hecho de informar a través
de un medio masivo de comunicación sobre la existencia del mencionado grupo y de las actividades que viene realizando, debiera
estimarse, por sí mismo, como un asunto confidencial, de manera
que el actor se encontrara impedido para hacer tal difusión.
Independientemente de lo anterior, es difícil comprender de qué
manera la formación de un grupo pueda ser considerado un asunto
confidencial (como sí lo sería, por ejemplo, la difusión de los datos
personales de los afiliados), aun en el sentido usual del término, puesto
que la formación de grupos en el interior del partido político, tal como
ha quedado establecido, es un derecho previsto estatutariamente y
con encuadre constitucional.
Por otra parte, en el invocado inciso b) también se establece como
acto de indisciplina tratar de manera pública los conflictos internos
del partido, de manera que (como en el supuesto anterior) se dañe la
imagen de la institución. Sin embargo, en el caso concreto, esta Sala
Superior estima que no se tipifica esta causa de indisciplina, en virtud
de que el actor, mediante las entrevistas radiofónicas de referencia,
no hizo del conocimiento público la existencia de conflicto interno
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a las sentencias
del TEPJF
alguno, sino de un grupo o corriente de opinión, y la conformación de
éste, en sí mismo, no constituye un conflicto interno sino el ejercicio
de un derecho partidario, sin que de las consideraciones expresadas
por el órgano partidario responsable se aprecie la existencia de razonamiento alguno en el que se sostuviera que el hecho de darle difusión al mencionado grupo y a las actividades que viene realizando
constituya, por sí mismo, un conflicto intrapartidario.
De la misma manera, en la resolución impugnada tampoco se
observa consideración alguna con base en la cual se hubiera estimado que el hecho de invitar a la ciudadanía en general a que se
afilie al Partido Acción Nacional y a los integrantes de este partido a
que se incorporaran a la mencionada agrupación de panistas constituya un asunto confidencial o un conflicto interno del partido.
En consecuencia, la conducta realizada por el actor tampoco
encuadra en el inciso b) del artículo 9º del Reglamento sobre Aplicación de Sanciones.
Cabe señalar que en el citado inciso b) del artículo 9º, para que
se configure el acto de indisciplina, se requiere, como requisitos del
tipo, la concurrencia de los siguientes elementos:
i) Tratar de manera pública asuntos confidenciales o conflictos
internos del partido, y ii) Que se dañe la imagen del partido político.
En la especie, como ya quedó precisado, de la lectura de la resolución impugnada no se advierte consideración alguna con base en la
cual pudiera estimarse que se actualizó lo establecido en el inciso i),
razón por la cual resultaría innecesario establecer si concurrió o no el
elemento típico señalado en el inciso ii).
Independientemente de lo anterior, para determinar si en el presente caso hay una causa de justificación o licitud, consistente en
el ejercicio del derecho fundamental a la libertad de expresión,
deberá examinarse la cuestión relativa al supuesto daño a la imagen del partido político. Lo anterior es así, por lo siguiente:
En primer lugar, según el órgano partidario responsable, la difusión del grupo “disidente” “Carlos Castillo Peraza” generó confusión en la ciudadanía, toda vez que, desde su perspectiva, es
“inadmisible” que pretenda acelerar afiliaciones de ciudadanos al
partido en forma “masiva”, lo que se traduce en un “corporativismo
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puro”. El proceder del ciudadano ahora actor —al decir de la responsable— constituyó una conducta que dañó gravemente al partido, pues, al ser públicas las declaraciones, “hacen más notorio el
daño en la imagen del Partido Acción Nacional ante la propia sociedad”, ya que la impresión que deja es de un “partido beligerante,
antidemocrático [y] dividido”.
En segundo lugar, este órgano jurisdiccional federal electoral advierte que en el citado inciso b) se condiciona la libertad de expresión a que no se dañe la imagen del partido político, lo cual coincide
con una de las limitaciones previstas en el invocado artículo 6º
constitucional, consistente en que no se lesionen “derechos de terceros”, que, en el caso concreto, serían los del partido político —
como ulteriormente quedará precisado—, en la inteligencia de que,
en virtud de que el ejercicio de la potestad disciplinaria del partido
político se encuentra sujeta, invariablemente, al principio de legalidad electoral constitucionalmente previsto, cuando el órgano
intrapartidario competente estime que con la difusión pública de un
asunto confidencial o de un conflicto interno del partido se dañe la
imagen de la institución, dicho órgano estará obligado a expresar
las razones por las cuales estime que ello ocurrió así (es decir, el
válido ejercicio de esta potestad disciplinaria se encuentra condicionado a que se haga en forma fundada y motivada), lo que no acontece en el presente caso.
En lo concerniente al inciso c) del citado artículo 9º, según el
órgano partidario responsable, el ciudadano ahora actor “niega la
autoridad del Comité Directivo Municipal”, lo cual, al decir de la responsable, “no es admisible” y, menos aún, añade, que se haga de
manera pública. Asimismo, señala que el “clima de confusión” generado por la entrevista “se traduce en un ataque de hecho y de
palabra a los principios y programas del partido”. Las anteriores consideraciones de la responsable contrastan con sus afirmaciones
realizadas en la misma resolución impugnada en cuanto a que, por
un lado, el ciudadano ahora actor “reconoce la jurisdicción del Comité Directivo Municipal” del partido y, por otro, que, si bien las declaraciones del enjuiciante conllevan un ataque moral y político, fueron
“pacíficas y respetuosas”.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Con lo anterior —dejando de lado el carácter contradictorio de
las afirmaciones de la responsable—, la misma reconoce que el
ciudadano ahora actor no cuestionó la autoridad sino que reconoció
la jurisdicción del referido Comité Directivo Municipal y que las declaraciones del ciudadano ahora actor constituyen un “ataque” (de
palabra, no de hecho) “moral y político” a las decisiones y acuerdos
tomados por los órganos partidarios.
En consecuencia, cabe estimar que la conducta desplegada
por el actor sería subsumible prima facie en el referido inciso c).
Con todo, cabe destacar que el órgano partidario responsable
no invocó determinación o acuerdo alguno en el que se prohíba a
los militantes del partido difundir la existencia de agrupaciones de
panistas y las actividades que realizan, a invitar a la ciudadanía
en general a afiliarse al partido o invitar a los militantes del mismo
a que se afilien a determinada agrupación interna.
En todo caso, debe garantizarse que el afiliado conozca las
razones o motivos que determinaron al órgano a imponerle una
sanción, así como los preceptos jurídicos aplicables.
En el inciso d) del citado artículo 9º se considera que es acto
de indisciplina acudir a instancias públicas o privadas ajenas
al partido, para tratar asuntos internos del mismo o para intentar
su intromisión en los actos propios del partido.
En relación con lo dispuesto en el precepto antes invocado, de
la resolución impugnada se desprende que el órgano partidario responsable estimó que el ciudadano ahora actor, al hablar en una
estación radiodifusora, acudió a una instancia privada ajena al
partido (aunque no razona este aspecto), en la que trató asuntos
internos del mismo, consistentes en la existencia del grupo denominado “Carlos Castillo Peraza”, que viene realizando el estudio
de los principios, estatutos y reglamentos que rigen a dicho partido político y, además, invitó a los ciudadanos en general a que se
afilien a dicho instituto y a los afiliados a éste a que se incorporen
al mencionado grupo político, motivo por el cual prima facie se
actualizaría el acto de indisciplina contemplado en la primera parte
del inciso d) del artículo 9º del Reglamento de Aplicación de Sanciones, sin que se aprecie de la resolución impugnada considera-
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ción alguna mediante la cual el referido órgano partidario hubiere
considerado que el actor intentaba con la referida conducta la intromisión de la estación de radio en los actos propios del partido,
que se menciona en la segunda parte del referido precepto
estatutario.
Así, si bien el órgano partidario responsable estimó que lo expresado por el actor configuró los actos de indisciplina previstos
en los cuatro incisos del artículo 9º del Reglamento sobre Aplicación de Sanciones del Partido Acción Nacional, lo cierto es que,
como ha quedado establecido, la conducta atribuida al ciudadano
ahora actor únicamente sería subsumible, prima facie, en los supuestos previstos en los incisos c) y d) del invocado artículo 9º.
Sin embargo, considerados todos los elementos involucrados,
es decir, considerando todas las disposiciones aplicables al presente caso, incluidas las normas que establecen derechos fundamentales, y los elementos fácticos respectivos, tal como lo sostiene
el ciudadano ahora actor, sus actos están protegidos por el derecho
fundamental a la libertad de expresión establecido en el artículo 6º
constitucional. Esto es, por un lado, hay una causa de justificación o licitud consistente en el ejercicio del derecho de libertad de
expresión, habida cuenta que el régimen disciplinario de un partido
político no puede reputar antijurídica la realización de un derecho
conferido al ciudadano ahora actor en una norma de derecho fundamental y, por ende, de mayor jerarquía normativa, en conformidad con el principio de constitucionalidad y legalidad electoral,
previsto en los artículos 41, en relación con el 14 constitucional, y
el de jerarquía normativa establecido en el artículo 133 constitucional. Por otro lado, en el caso bajo resolución, hay una precedencia en favor del derecho de libertad de expresión en relación
con el derecho a la imagen del partido político.
En el presente asunto, como ya quedó precisado, de la transcripción de las declaraciones vertidas por el actor en las entrevistas radiofónicas en las que el órgano partidario responsable sustentó
su resolución, se advierte que, a través de ese medio, hizo del
conocimiento público la existencia de un grupo de panistas que no
es antagónico del Comité Directivo Municipal, sino que pretende
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a las sentencias
del TEPJF
realizar actividades específicas, por ejemplo, hacer el estudio de
los principios, estatutos y reglamentos que rigen al Partido Acción
Nacional. Asimismo, se aprecia que el actor hizo una invitación a
la ciudadanía en general a adherirse al Partido Acción Nacional y a
los militantes de ese partido político a participar en el mencionado
grupo, con el ofrecimiento de que estarían acelerando su inclusión
como miembros activos del partido.
En el presente caso individual, esta Sala Superior estima que
los actos imputados al ciudadano político ahora actor están bajo la
protección del derecho fundamental a la libre expresión establecido en el artículo 6º constitucional.
En efecto, el análisis del contenido de las expresiones proferidas por el enjuiciante en la radiodifusora local (cuya trascripción
obra en autos y que ha sido reseñada) permite advertir que, contrariamente a lo sostenido por la responsable, el impugnante dio a
conocer la existencia y las actividades de un grupo o corriente de
opinión en el interior del partido político, conformado, a su vez,
como se ha establecido, en ejercicio de un derecho estatutario.
Las expresiones utilizadas para difundir el funcionamiento de dicho grupo: No “vamos a estar a expensas de lo que nos diga el
Comité Directivo Municipal”, “tenemos una serie de actividades
programadas que creemos que son necesarias para que el panismo
avance”, el “grupo Carlos Castillo Peraza es una forma de apertura
al partido”, “tenemos otra forma [de llevar al Comité Directivo Municipal] por ejemplo pensamos en avanzar en el estudio de doctrina en el estudio de los estatutos, de reglamentos que no
conocemos”, constituye la manifestación de opiniones, puntos de
vista o convicciones políticas y partidarias del ciudadano ahora
actor, las cuales, como ha quedado establecido, deben recibir la
más eficaz protección de este órgano jurisdiccional, dada la posición eminente de la libertad de expresión en el entramado de las
instituciones democráticas (sin que ello implique que el derecho
de libertad de expresión sea inderrotable). El derecho a la libre
manifestación de las ideas es una condición de posibilidad de un
debate abierto, libre, plural y tolerante de ideas que no sólo contribuye a asegurar una mayor democratización interna de los parti-
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del TEPJF
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dos políticos sino también el enriquecimiento de las iniciativas,
propuestas y alternativas en el seno de los mismos.
En la especie, las expresiones del enjuiciante no significan ni
implican una negación de la autoridad del Comité Directivo Municipal, como sostiene la responsable, sino que muestran una actitud
proactiva de un militante, que toma la iniciativa —en ejercicio de un
derecho partidario— para formar un grupo de estudio de los documentos básicos del partido y hace una invitación pública a que se
acerquen al mismo para intercambiar ideas y agilizar su afiliación
como miembros activos del partido político. En sus palabras:
“[E]stamos invitando a todas las personas no solamente adherentes,
activos y simpatizantes a que se acerquen a las oficinas de este
grupo…donde platicaremos…acelerando inclusive su inclusión ya
dentro del partido como miembros activos”.
Es importante destacar que las expresiones del ciudadano ahora
actor, al ser difundidas por la radio, fueron hechas públicamente,
esto es, abiertamente y no en forma clandestina, lo que refuerza la
idea de que se trata de la expresión de convicciones políticas
profundas y conscientes.
La protección del derecho de libertad de expresión debe extenderse no sólo a las opiniones o puntos de vista manifestados en el
interior de los partidos políticos sino también aquellas otras expresiones que, como en el presente caso, se difunden en el exterior
(a menos que se rebasen los límites de la cobertura constitucional). La restricción o limitación de la libertad de expresión en mayor medida de los límites permitidos constitucionalmente no sólo
haría nugatorio el ejercicio de un derecho fundamental sino podría
activar las tendencias oligárquicas de los partidos políticos. Dado
el papel que tienen en la reproducción del Estado constitucional
democrático de derecho y su status constitucional de entidades
de interés público, los partidos políticos no deben ser entidades
inmunes a la crítica o autocrítica (a condición de que esté constitucionalmente cubierta, esto es, no se ataque la moral, los derechos de tercero, provoque algún delito o perturbe el orden público).
Si las expresiones proferidas tienden a la consecución de un
debate público, plural, libre y tolerante dentro de un partido político,
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así como al mantenimiento y consolidación de una cultura democrática en la sociedad, están protegidas constitucionalmente no sólo
las expresiones favorablemente recibidas o consideradas inocuas o
que produzcan indiferencia sino también las eventuales críticas negativas que puedan contenerse, aun aquellas que resultaren particularmente negativas, duras, intensas e impactantes, dado que no
basta la incomodidad, molestia o disgusto que generen en el o los
destinatarios, por considerarlas falsas, injustificadas o distintas de
su particular concepción, siempre y cuando no se violen, por ejemplo, los derechos del partido político porque se lesione gravemente
la estabilidad del partido político, su identidad partidaria o se impida
la consecución de sus fines constitucionalmente encomendados.
En tal virtud, la afirmación hecha por la responsable en el sentido de que las expresiones proferidas por el ciudadano ahora actor constituyen un “ataque moral y político” es una apreciación
sujetiva y carente de sustento, toda vez no obra en autos evidencia alguna en tal sentido, por lo que las expresiones del actor están protegidas por el derecho constitucional de libre manifestación
de las ideas, pues quien ejerce su derecho a nadie injuria. El objetivo del derecho fundamental de libertad de expresión es resguardar al ciudadano que discrepa del punto de vista de la mayoría o
del poder, aun cuando a aquélla o a éste no le agraden o le disgusten las expresiones proferidas.
Además, como lo reconoce la propia responsable, las expresiones proferidas se hicieron en forma respetuosa y pacífica. Esto
es, el impugnante para exponer sus convicciones y puntos de vista no utilizó calificativos o expresiones intrínsecamente vejatorias,
deshonrosas u oprobiosas que, apreciados en su significado usual
y el contexto en que se emitieron, no aportasen nada a la formación de una opinión pública libre, a la consolidación de su partido
político y al fomento de una auténtica cultura democrática entre
los afiliados y militantes, así como la ciudadanía en general.
En tal virtud, el contenido de las expresiones proferidas por el
ciudadano ahora actor no implicó la disminución o el demérito de
la imagen del partido político. No está acreditado ni se advierte
de qué manera (la responsable no lo razona en la resolución im-
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pugnada) las expresiones emitidas dañaron la imagen del instituto político ante la propia sociedad, presentándolo como un partido beligerante, antidemocrático y dividido.
Asimismo, una invitación pública a acercarse al grupo
intrapartidario para intercambiar ideas y agilizar la afiliación al partido no implica, en sí misma, una afiliación masiva (prohibida constitucionalmente en el artículo 41, párrafo segundo, fracción I, párrafo
segundo, de la Constitución federal). Contrariamente a lo sostenido
por el órgano responsable, el carácter público de la invitación no se
traduce en una afiliación masiva; en todo caso, deberán seguirse
los trámites regulares para la afiliación de nuevos miembros.
En cuanto a la afirmación de la responsable de que la divulgación del grupo generó confusión en la ciudadanía, cabe señalar que
si bien las manifestaciones proferidas por el ciudadano ahora actor
contienen ciertos elementos fácticos (la existencia y funcionamiento del grupo), lo cierto es que, como se ha mostrado, contienen
también, en forma preponderante, elementos valorativos (opiniones,
juicios, ideas, convicciones, puntos de vista) que no tienen la pretensión de ser ciertos. Al ser éste el caso, no se descarta la posibilidad de que ciertos individuos adquieran o se formen creencias no
justificadas a consecuencia de dichos actos de expresión. Ello es
compatible con la libertad de expresión si se trata sólo o en forma
preponderantemente de elementos valorativos. En el presente caso,
no está probado ni se advierte de qué manera las expresiones proferidas pudieron inducir a crear confusión en la ciudadanía.
El derecho a la libertad de expresión, como se anticipó, en
conformidad con los tratados internacionales de derechos humanos invocados, presenta una doble vertiente: Representa un derecho de cada individuo, pero implica también un derecho de la
colectividad a recibir información y a conocer la expresión del pensamiento de otros ciudadanos.
En la especie, lo expresado por el actor en las referidas entrevistas radiofónicas queda comprendido dentro del ejercicio de libertad de
expresión en la doble vertiente, toda vez que, como se razonó, en el
artículo 19, párrafo 2, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos se establece que este derecho comprende la libertad de
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buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin
consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma
impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección.
En el mismo sentido, en el artículo 13, párrafo 1, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos se establece que toda
persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión
y que este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de
fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección.
En la especie, el derecho a la libertad de expresión no es derrotado por ningún otro derecho fundamental. En efecto, ninguna de las
limitaciones constitucionalmente permitidas es aplicable en el presente caso. De las limitaciones constitucionalmente admisibles la
única que podría actualizarse sería la referente a los ataques de los
“derechos de tercero”, en tanto que, como lo sostiene la responsable en la resolución impugnada, con la conducta imputada al ciudadano ahora actor se afectaron o lesionaron los derechos del partido
político del cual es afiliado, concretamente el derecho a la “imagen
del PAN ante la propia sociedad”, derecho que les ha sido reconocido a los partidos políticos por este órgano jurisdiccional federal electoral (por ejemplo, en la ejecutoria recaída en el expediente
SUP-RAP-009/2004). Sin embargo, en autos no obra prueba alguna
que demuestre, así sea en forma indiciaria, que las expresiones
proferidas por el ciudadano ahora actor en una estación radiodifusora
hayan afectado la imagen del Partido Acción Nacional. La propia
responsable reconoce en la resolución impugnada que si bien las
expresiones del ciudadano ahora actor conllevan un ataque moral y
político fueron “pacíficas y respetuosas”. Independientemente de la
incoherencia que encierra dicha afirmación, en el caso bajo resolución, no se advierte de qué manera una expresión pacífica y respetuosa podría dañar la imagen de un partido político.
Además, como se ha mostrado, los actos relativos a la formación de una corriente en el interior del partido político están a resguardo en los términos del derecho previsto en el artículo 11 de los
Estatutos, el cual, como se anticipó, es una concreción del dere-
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cho político-electoral de asociación o de asociación político-electoral en el ámbito intrapartidario.
Por otra parte, en lo concerniente al motivo de inconformidad
reseñado en el primer párrafo del apartado 4 del resumen de agravios, esta Sala Superior advierte que, en relación con la entrevista radiofónica del veinticuatro de enero de dos mil cinco, el órgano
responsable consideró que, con la prueba técnica consistente en
el audiocasete identificado como audio II, se acreditó que el señor Armando Ovando Gallegos, actor en el presente juicio, aprovechó la posición de su hija la diputada federal Jannette Ovando
Realoza para hacer públicos asuntos internos y confidenciales
del Partido Acción Nacional, agregándose que, si bien por el
hecho consistente en el aprovechamiento de ese espacio, el
actor no fue sometido a procedimiento de sanción, sí es un
hecho reprobable que tanto la diputada federal y el señor Ovando
Gallegos utilicen recursos públicos para fines personales, pues
los espacios que se contratan para dar a conocer los trabajos y
gestiones de los representantes ciudadanos deben aprovecharse para ese propósito.
En consecuencia, si el actor no fue sancionado por el supuesto aprovechamiento de recursos públicos para fines personales, consistente en el indebido aprovechamiento de un espacio
radiofónico, carece de toda relevancia jurídica que esta Sala
Superior realice pronunciamiento alguno sobre este particular
en la presente resolución.
IV. En virtud de que es de revocarse la resolución impugnada con
base en lo considerado en los apartados II y III, carece de relevancia
jurídica hacer el estudio de los motivos de inconformidad contenidos
en los puntos 5 y 6 del resumen de agravios.
Por lo expuesto y con fundamento, además, en los artículos
1º, 184, 187, párrafo primero; 199, fracciones II, III y VIII, de la
Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, así como 1°; 6°;
26, párrafo 3; 27; 28, y 79 a 85 de la Ley General del Sistema de
Medios de Impugnación en Materia Electoral, se
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
RESUELVE
PRIMERO. Se revoca la resolución de dos de junio de dos mil
cinco, emitida por la Comisión de Orden del Consejo Nacional del
Partido Acción Nacional, en el expediente 05/2005.
SEGUNDO. En consecuencia, se restituye al ciudadano Armando Ovando Gallegos en el pleno goce de sus derechos como
militante del Partido Acción Nacional.
Notifíquese personalmente al ciudadano actor en el domicilio
señalado en autos; por oficio, acompañándole copia certificada
de la presente ejecutoria, a la Comisión de Orden del Consejo
Nacional del Partido Acción Nacional, y por estrados a los demás
interesados. Devuélvanse los documentos que correspondan y,
en su oportunidad, archívese el expediente como asunto total y
definitivamente concluido.
Así, por unanimidad de votos, lo resolvieron los Magistrados
que integran la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, ante el Secretario General de Acuerdos, quien
autoriza y da fe.
MAGISTRADO PRESIDENTE
ELOY FUENTES CERDA
MAGISTRADO LEONEL CASTILLO GONZÁLEZ
MAGISTRADO JOSÉ ALEJANDRO LUNA RAMOS
MAGISTRADA ALFONSINA BERTA NAVARRO HIDALGO
MAGISTRADO JOSÉ FERNANDO OJESTO
MARTÍNEZ PORCAYO
MAGISTRADO JOSÉ DE JESÚS OROZCO HENRÍQUEZ
MAGISTRADO MAURO MIGUEL REYES ZAPATA
SECRETARIO GENERAL DE ACUERDOS
FLAVIO GALVÁN RIVERA
77
COMENTARIOS A LA SENTENCIA
JDC-393/2005 DEL TEPJF
Miguel Carbonell
COMENTARIOS A LA SENTENCIA
JDC-393/2005 DEL TEPJF*
SERIE
Miguel Carbonell**
IIJ-UNAM
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
1. Introducción
En este breve ensayo se aborda una reflexión sobre el significado de la libertad de
expresión en el Estado constitucional, a partir
del análisis de una sentencia muy relevante
de la Sala Superior del TEPJF. Creemos que
el análisis de casos concretos es una tarea
que no se hace con frecuencia en el
constitucionalismo mexicano y que, sin embargo, es necesario dado que el razonamiento judicial es un excelente banco de pruebas
para las teorías jurídicas contemporáneas. En
particular para la teoría de los derechos fundamentales, puesto que tales derechos han
sido positivizados para incidir en la práctica,
para tener significados concretos los cuales
muchas veces se realizan a través del quehacer judicial. Para lograr tal objetivo, se atiende tanto a los hechos que dieron lugar al
*
**
81
Este texto fue redactado por solicitud del Tribunal Electoral
del Poder Judicial y la Federación y se reproduce con su
autorización. Agradezco el apoyo recibido de María del
Carmen Alanis, Enrique Ochoa Reza, Rodolfo Terrazas
Salgado y, sobre todo, de Santiago Nieto Castillo.
Investigador en el Instituto de Investigaciones Jurídicas
de la UNAM.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
pronunciamiento judicial, como a los razonamientos jurídicos que constan en la sentencia. Ambos elementos son analizados a partir de un
marco conceptual mínimo o básico que se construye para tal efecto.
El 2 de junio de 2005, la Comisión de Orden del Consejo Nacional del Partido Acción Nacional dictó una resolución por medio de
la cual suspendía de todos sus derechos como miembro activo
del partido a Armando Ovando Gallegos, por un lapso de 3 años.
El afectado interpuso demanda de juicio para la protección de
los derechos político-electorales del ciudadano, misma que fue
resuelta por la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (la Sala, en lo sucesivo) por medio de la
sentencia JDC-393/2005.
Se trata de una sentencia muy relevante entre otras por las
siguientes razones:
a) Por la calidad y brevedad de su contenido;
b) Por el tratamiento que hace de los derechos fundamentales
de asociación en materia política y de libertad de expresión;
c) Porque contiene una reflexión moderna sobre la forma en
que se establecen las relaciones jurídicas iusfundamentales,
al advertir con claridad que dichas relaciones obligan también a los particulares (incluyendo a esos particulares un
tanto sui géneris que son los partidos políticos) y no solamente a las autoridades, y
d) Por la utilización del derecho comparado que introduce el
ponente.
Además, es probable que la sentencia se constituya como un
precedente importante para el futuro, toda vez que los temas de la
libertad de asociación en materia política y de expresión dentro y
fuera de los partidos políticos seguirán requiriendo la atención y el
análisis de la jurisdicción electoral mexicana, tanto a nivel local
como federal.
2. El supuesto que da lugar al juicio
Para efecto de que el lector tenga claro el motivo a partir del
cual surge el litigio, y a reserva de que el propio lector revise por sí
82
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
mismo la detallada narración que figura en la sentencia, es importante señalar en este momento que el asunto comienza debido a
la suspensión de los derechos como militante de un miembro activo del Partido Acción Nacional. Dicha suspensión se produce por
efecto del procedimiento disciplinario que fue originalmente instado por el Comité Directivo Municipal del señalado partido en el
municipio de San Cristóbal de las Casas, en el Estado de Chiapas.
El motivo para que el Comité Directivo Municipal instara a la
Comisión de Orden del Consejo Nacional del PAN a que se abriera
en contra de la parte actora un procedimiento sancionador fue,
medularmente, una entrevista que Armando Ovando Gallegos dio
a una emisora radiofónica local del Estado de Chiapas en la que
vertía algunos conceptos relativos a la vida interna de su partido y
a la forma de discutir las distintas posturas dentro del instituto
político en el que militaba.
En dicha entrevista Ovando Gallegos hace una crítica al manejo que los entonces dirigentes del Comité Directivo Municipal realizaban de algunos asuntos partidistas, y se invita a la ciudadanía
a acercarse a una corriente interna del propio Comité, denominada
“Carlos Castillo Peraza”.
El órgano sancionador del PAN estima, en la resolución en que
se decreta la suspensión de los derechos que como militante tenía el actor, que sus declaraciones vulneraron diversas disposiciones de los Estatutos Generales del Partido y de su Reglamento de
Miembros.
Lo más interesante del caso y de la sentencia que emite la
Sala, sin embargo, no son los hechos que dan lugar al litigio, sino
el razonamiento jurisdiccional que desarrollan los magistrados, a
partir de la magnífica ponencia del entonces magistrado José de
Jesús Orozco Henríquez.
Respecto de los hechos cabe añadir, a lo que ya se ha señalado, que lo dicho por el actor en la citada entrevista no fueron
insultos a alguno de sus correligionarios, ni a la ciudadanía en
general, ni tampoco hizo del conocimiento público cuestiones
que pudieran afectar la estrategia política de su partido en algún
proceso electoral.
83
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Se trataba, simplemente, de declaraciones que podían constituir una cierta crítica a sus dirigentes municipales y una invitación
para discutir aspectos de la vida de su partido a través de un grupo
interno que, como ya se dijo, llevaba el nombre del conocido político panista Carlos Castillo Peraza.
3. Preguntas que el caso concreto suscita
La argumentación de la sentencia se va construyendo en diversas etapas, desplegando un razonamiento que va de lo más general a lo más particular y que guarda una destacable congruencia
interna. El primer punto que aborda la sentencia es el relativo al
alcance de la libertad de expresión dentro de los partidos políticos.
Su premisa general es impecable: “los partidos políticos deben
respetar el derecho de libertad de expresión”, afirma la Sala. Este
principio general puede suscitar diversas reflexiones, a partir entre
otras de las siguientes preguntas: ¿pueden los partidos políticos
violar la libertad de expresión, pese a no ser autoridades en el sentido tradicional del término (aunque tampoco son simples particulares)?, ¿los partidos tienen, respecto de la libertad de expresión, las
mismas obligaciones que las autoridades?, ¿se pueden extender
las razones que apoyan la obligación de respetar la libertad de expresión a otros derechos fundamentales que puedan desarrollarse
dentro de la vida y funcionamiento de los partidos políticos?, ¿qué
importancia tiene la libertad de expresión para un sistema democrático? Responder cada una de estas preguntas requiere más espacio
del que corresponde a un ensayo con las pretensiones del presente,
por lo que nos limitaremos en las siguientes páginas a realizar algunas breves consideraciones sobre las mismas, a la luz de la sentencia que estamos analizando.
Para contar con una base mínima de carácter conceptual quizá
sea oportuno justificar la importancia que tiene la libertad de expresión como derecho fundamental.1 O para decirlo de otra mane-
1
84
En general he examinado el tema en Carbonell, Miguel, Los derechos fundamentales en
México, 2ª edición, México, Porrúa, CNDH, UNAM, 2006, pp. 371-427.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
ra, lo que debemos hacer es explicar el fundamento del derecho a
la libre expresión de las ideas.
4. El fundamento filosófico de la libertad
de expresión
El razonamiento jurídico de la Sala Superior, en la sentencia
que estamos analizando, parte de reconocer que la libertad de
expresión ocupa un lugar importante dentro del Estado constitucional de derecho. Citando la jurisprudencia norteamericana sobre
el tema la Sala señala que “La libre manifestación de las ideas no
es una libertad más sino que constituye uno de los fundamentos
del orden político. Es un derecho vital para el mantenimiento y la
consolidación de las instituciones democráticas”, por lo cual se le
debe reconocer una “posición preferente” frente a otros derechos.
El “valor preferente” de la libertad de expresión frente a otros
derechos fundamentales ha sido reconocido por varios tribunales
constitucionales. Tal es el caso del Tribunal Constitucional español que entiende que la vinculación que la libertad de expresión
tiene con el pluralismo político le otorga “una valoración que trasciende a la que es común y propia de todos los derechos fundamentales” (Sentencia 104/1986).
En el mismo sentido de lo expresado por la Sala, Francisco J.
Laporta, recordando un argumento de Alexander Meiklejohn, escribe que “la libertad de expresión no es una libertad más que pueda
ponerse en la balanza al lado de otras libertades posibles para
pesarla y contrapesarla con ellas, prevaleciendo en unos casos y
quedando limitada en otros... No es una entre otras libertades,
sino el fundamento de todo el orden político”.2
El propio Laporta define a la “posición preferente” del derecho a
la información en materia de control de constitucionalidad como
“aquella tendencia jurisprudencial que afirma que cuando el derecho a informar libremente entra en conflicto con otros derechos,
2
“El derecho a la información y sus enemigos”, Claves de razón práctica, número 72,
Madrid, mayo de 1997, p. 14.
85
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
aunque sean derechos fundamentales, tiende a superponerse a
ellos. Esa posición es lo que explica que aspectos del derecho a
la intimidad y al honor de las personas públicas deban ceder ante
el interés de la información”.3 El Tribunal Constitucional español
se ha referido a la posición preferente de la libertad de expresión
frente a otros derechos fundamentales en los siguientes términos:
Dada su función institucional, cuando se produzca una colisión
de la libertad de información con el derecho a la intimidad y al honor
aquélla goza, en general, de una posición preferente y las restricciones que de dicho conflicto puedan derivarse a la libertad de información deben interpretarse de tal modo que el contenido fundamental
del derecho a la información no resulte, dada su jerarquía institucional,
desnaturalizado ni incorrectamente relativizado. Sentencias 106/1986
y 159/1986.
Si cuando se ejerce el derecho a transmitir información respecto de hechos o personas de relevancia pública adquiere preeminencia sobre el derecho a la intimidad y al honor con los que puede
entrar en colisión, resulta obligado concluir que en esa confrontación de derechos, el de la libertad de información, como regla general, debe prevalecer siempre que la información transmitida sea
veraz, y esté referida a asuntos públicos que son de interés general por las materias a que se refieren, por las personas que en ellas
intervienen, contribuyendo, en consecuencia, a la formación de la
opinión pública. En este caso el contenido del derecho de libre
información alcanza su máximo nivel de eficacia justificadora frente
al derecho al honor, el cual se debilita, proporcionalmente, como
límite externo de las libertades de expresión e información. Sentencia 107/1988.
Ahora bien, cabría preguntarse por qué razón el derecho a expresarnos con libertad debería tener esa posición preferente. ¿Acaso
por la importancia que tal derecho tiene para la conformación de
cualquier régimen democrático?4
3
4
86
Idem, p. 16.
Un análisis más amplio de este tema puede verse en Carbonell, Miguel, La libertad de
expresión en materia electoral, México, TEPJF, 2008.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
La democracia moderna supone y exige la participación democrática de todos los habitantes adultos del país de que se trate.
Para que esa participación no sea meramente testimonial sino efectiva y plena de contenidos, es necesario que exista libertad de
expresión, como requisito previo para la generación de un debate
público que sea “abierto, desinhibido y robusto”, retomando los
conceptos escritos por el juez William Brennan Jr. en la sentencia
New York Times versus Sullivan de la Suprema Corte de los Estados Unidos.5 Este tipo de argumentos es secundado, entre otros,
por los defensores de la democracia deliberativa, que entienden al
5
La bibliografía sobre este caso es abundante, ya que se ha constituido como el paradigma
de las decisiones que garantizan un amplia tutela de la libertad de expresión. Entre las
obras más significativas puede verse Lewis, Anthony, Ninguna ley. El caso Sullivan y la
Primera Enmienda, Miami, SIP, 2000.
Como se sabe, el caso se generó porque L.B. Sullivan había demandado al periódico
New York Times por publicar una inserción pagada en la que cuatro clérigos afroamericanos
del Estado de Alabama criticaban la actuación de las autoridades respecto a algunas
manifestaciones en favor de los derechos civiles, varias de ellas encabezadas por Martin
Luther King Jr. El señor Sullivan se sentía aludido por la inserción, ya que era el
responsable del cuerpo de policía al que se criticaba, y señalaba que varias de las
afirmaciones que se hacían eran falsas, como en efecto se demostró que lo eran en el
curso del juicio. Sullivan obtuvo de los tribunales de Alabama el derecho a una indemnización
por daños en su reputación, profesión, negocio u oficio, pero la Corte Suprema revocó
esas sentencias al declarar inconstitucional la ley en la que se basaban, ya que violaba
las enmiendas Primera y Decimocuarta y suponía una vulneración de la libertad de
expresión.
La sentencia de la Corte fue dictada el 9 de marzo de 1964 bajo la ponencia del
justice William Brennan y con una votación de 9 a 0.
En la opinión de Brennan, la protección que la Constitución ofrece a la libertad de
expresión no depende de la verdad, popularidad o utilidad social de las ideas y creencias
manifestadas. Es más, un cierto grado de abuso es inseparable del uso adecuado de esa
libertad, a partir de la cual el gobierno y los tribunales deben permitir que se desarrolle un
debate “desinhibido, robusto y abierto”, lo que puede incluir expresiones cáusticas, vehementes
y a veces ataques severos desagradables hacia el gobierno y los funcionarios públicos. Los
enunciados erróneos son inevitables en un debate libre, y deben ser protegidos para dejar a
la libertad de expresión aire para que pueda respirar y sobrevivir. Las normas deben impedir
que un funcionario público pueda demandar a un medio de comunicación o a un particular por
daños causados por una difamación falsa relativa a su comportamiento oficial, a menos que
se pruebe con claridad convincente que la expresión se hizo con malicia real, es decir, con
conocimiento de que era falsa o con indiferente desconsideración de si era o no falsa.
En la jurisprudencia posterior, la Corte se ha mostrado oscilante acerca de si la
doctrina del caso Sullivan podía extenderse a particulares, y concretamente a personajes
públicos como actores, atletas o personas que, sin ser funcionarios públicos, eran conocidos
por la opinión pública. Bajo ciertas circunstancias la Corte ha extendido a estos sujetos la
tesis de Sullivan (como por ejemplo en Curtis Publishing vs. Butts de 1972 o en Associated
Press vs. Walker de 1967), pero en otras no (como en Gertz vs. Robert Welch Inc. de
1974). El criterio de Sullivan fue retomado, en varias de sus partes, por el Tribunal Europeo
de Derechos Humanos en el caso Lingens de 1986.
87
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
debate público como un componente muy relevante del sistema
democrático.6
La libertad de expresión y su ejercicio permiten a los ciudadanos comprender los asuntos de relevancia política y participar ampliamente en la construcción de cualquier sistema
democrático.
La libertad de expresión es un requisito para desarrollar el esencial principio democrático de la rendición de cuentas, hacer visibles los actos del gobierno y discutir sobre las mejores alternativas
en materia de políticas públicas.
La libertad de expresión permite alimentar las campañas partidistas, confrontar las ideas de los candidatos, ejercer la crítica
contra los malos funcionarios, proponer modelos más funcionales
en la forma de ejercer el gobierno, etcétera.
Ahora bien, hay que reconocer que el argumento de la participación democrática no puede servir para dar fundamento, por sí sólo,
a la libertad de expresión. En efecto, hay ciertas modalidades expresivas que no guardan relación con la democracia y con la participación política, pero que se consideran igualmente merecedoras de
protección jurídica.
Es el caso de la protección que reciben los discursos artísticos, las novelas, la poesía, el material con contenidos sexualmente
explícitos o la publicidad comercial. Todo ello está protegido, con
independencia de que sea relevante para la participación democrática de los ciudadanos.
Incluso más: en democracia se protege también el discurso
que propugna por la abolición del propio régimen democrático y
de todas sus instituciones. La disidencia radical, la disidencia
antidemocrática, merece ser protegida y debe tener un lugar dentro del debate público contemporáneo. Sofocar ese tipo de discursos, aunque existan evidentes razones para demostrar su
falsedad o impertinencia, nos acercaría a un terreno que ninguna
democracia debe permitir, salvo casos excepcionales: el de la
6
88
Ver por ejemplo Elster, Jon (compilador), La democracia deliberativa, Barcelona, Gedisa,
2000.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
censura previa por razones de contenido del discurso. Bajo el
paraguas de la democracia deben caber todos los discursos y
todos los interlocutores, por equivocados que sean sus argumentos, y salvo los límites que se suelen establecer en los textos
constitucionales y en los tratados internacionales de derechos
humanos.
La libertad de expresión es lo que permite que las posturas
políticas que en algún momento son minoritarias puedan convertirse en mayoritarias. Esto es lo que da lugar, llevado al terreno de lo
partidista, a la alternancia en el gobierno, rasgo que es consustancial a la práctica del Estado democrático. Los partidos que hoy en
día son minoría pueden expresar su crítica al gobierno y ofrecer a
los ciudadanos las propuestas alternativas que consideren más
adecuadas. Los ciudadanos podrán valorar esas propuestas y darle a ese partido su respaldo a través del sufragio. De esa manera
la libertad de expresión contribuye significativa y concretamente
al desarrollo democrático.
Creo que, en buena medida, el mismo argumento se puede
aplicar a la vida interna de los partidos políticos, en la que deben
primar los valores del pluralismo, la competencia, la alternancia y
el debate abierto. Los partidos políticos tienen como su objetivo
fundamental el dar vitalidad y sustancia a la vida democrática de
la comunidad, por lo que ellos mismos deben constituirse como un
ejemplo de desarrollo democrático. ¿Puede hablarse de democracia dentro de una institución que no tolera la libertad de expresión
de sus miembros y que sanciona cualquier manifestación que no
sea del agrado de sus dirigentes? Las instituciones que actúan de
esa manera, como lo son algunas congregaciones religiosas (casi
todas), no son reconocidas como democráticas. Pero los partidos
políticos no pueden desempeñarse como las iglesias. El papel de
ambas instituciones es muy diferente dentro del Estado democrático. Ambas son un cauce para el ejercicio de derechos fundamentales, pero los partidos actúan en la vida pública del Estado y las
iglesias intervienen o tienen su lugar en la vida privada de las personas que profesan alguna fe religiosa.
89
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
5. Límites a la libertad de expresión
La Sala se detiene en su sentencia en el tema de los límites a
la libertad de expresión.7 Era inexcusable que se hiciera un abordaje del tema, ya que la sentencia tenía que definir si las expresiones pronunciadas por la parte actora estaban o no cubiertas por la
protección constitucional de la libertad de expresión. Si en efecto
el señor Ovando Gallegos había hecho uso de su libertad de expresión, entonces el partido en el que militaba no lo podía sancionar, en virtud de que dicha sanción anularía de hecho el disfrute de
un derecho fundamental al interior de la vida partidista, configurando de esa manera una suerte de ámbito inmune a los derechos
fundamentales, lo que sería contrario —entre otros— al principio
de supremacía constitucional.
Desde luego, si las expresiones del señor Ovando no estaban
cubiertas por el derecho a la libertad de expresión, entonces habría
elementos para considerar prima facie que la sanción no era inconstitucional (a reserva de que pudiera ser inválida por otras razones).
La Sala reconoce en alguna medida lo anterior cuando señala que si
las expresiones estaban protegidas por un derecho fundamental,
entonces existe una causa de justificación o licitud de las mismas,
las cuales no podrían ser objeto de sanción alguna “habida cuenta
que el régimen disciplinario de un partido político no puede reputar
antijurídica la realización de un derecho conferido al ciudadano ahora actor en una norma de derecho fundamental y, por ende, de mayor jerarquía normativa…”, de acuerdo a las palabras de la sentencia.
La Sala, nuevamente, establece con claridad la premisa de
su análisis cuando señala que “El derecho a la libertad de expresión (en el ámbito político electoral) no es absoluto o ilimitado”.
Después de anunciar esta premisa, la Sala menciona los límites
a la libertad de expresión reconocidos constitucionalmente en
los artículos 3, 6 y 130 de la Carta Magna, aunque apunta con
razón que solamente los señalados por el artículo 6 son relevantes para el caso que se está resolviendo.
7
90
Un análisis muy completo de este punto puede verse en Faúndez Ledesma, Héctor, Los
límites de la libertad de expresión, México, IIJ-UNAM, 2004.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
La Sala reconoce, sin embargo, que tales límites (que son los
ataques a la moral, los derechos de tercero, cuando se provoque
algún delito o cuando se perturbe el orden público), son notablemente
ambiguos y deben ser interpretados —como todos los límites a los
derechos fundamentales— de forma estricta, a fin de potenciar el
ejercicio de las libertades y derechos. De esta manera la Sala reitera
una posición sostenida en varias de sus más importantes tesis
jurisprudenciales.8 Creo que al utilizar este tipo de razonamientos la
Sala adopta una postura interpretativa moderna, inspirada en los postulados garantistas que durante años han guiado su actuación y hacia los cuales el magistrado ponente ha expresado su simpatía.9
La Sala reconoce que el perímetro de las expresiones constitucionalmente protegidas es limitado, si bien en materia política debe
reconocérsele gran amplitud. Pese a tal amplitud, la Sala es contundente al afirmar que la libertad de expresión no protege la emisión de
expresiones que indudablemente constituyan insultos, pues en ese
caso se afectarían los derechos de tercero. Con este razonamiento la
Sala se sitúa al lado de otros tribunales constitucionales y de la mejor
doctrina sobre la libertad de expresión, que tampoco reconocen la
existencia de un derecho fundamental al insulto, definido como los
juicios de valor formalmente injuriosos e innecesarios para la expresión de una idea, pensamiento u opinión, mismos que carecen de
protección constitucional.10
Es menester señalar que, en el caso concreto que se analiza, la
Sala no consideró que las expresiones del actor encuadrasen en la
8
9
10
Por ejemplo, en la tesis citada expresamente en la sentencia que estamos analizando,
publicada en la Compilación Oficial Jurisprudencia y tesis relevantes 1997-2005, tomo
Jurisprudencia, pp. 97-99, que lleva por rubro el siguiente: DERECHOS FUNDAMENTALES
DE CARÁCTER POLÍTICO ELECTORAL. SU INTERPRETACIÓN Y CORRELATIVA
APLICACIÓN NO DEBE SER RESTRICTIVA.
Ver Orozco Henríquez, José de Jesús, Justicia electoral y garantismo jurídico, México,
Porrúa, UNAM, 2006.
Sobre el insulto el Tribunal Constitucional español ha sostenido lo siguiente: “La emisión
de apelativos formalmente injuriosos en cualquier contexto, innecesarios para la labor
informativa o de formación de la opinión que se realice, supone un daño injustificado a la
dignidad de las personas o al prestigio de las instituciones, teniendo en cuenta que
la Constitución no reconoce un pretendido derecho al insulto, que sería por lo demás
incompatible con la dignidad de la persona...” (Sentencia 105/1990).
91
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
definición de insulto. Esto es importante porque permite colocar lo
expresado por el señor Ovando dentro del ámbito de la protección
constitucional, sin demérito de que pudiera considerarse que las
expresiones, aún estando constitucionalmente protegidas, chocan
con otro derecho fundamental. La sentencia es clara al señalar que:
“…el impugnante para exponer sus convicciones y puntos de vista
no utilizó calificativos o expresiones intrínsecamente vejatorias,
deshonrosas u oprobiosas que, apreciados en su significado usual
y el contexto en el que se emitieron, no aportasen nada a la formación de una opinión pública libre, a la consolidación de su partido
político y al fomento de una auténtica cultura democrática entre los
afiliados y militantes, así como la ciudadanía en general”.
Es decir, lo primero que había que hacer —en el tema de los
límites a la libertad de expresión— era dilucidar si las expresiones
del actor entraban o no en el perímetro de la protección constitucional. Una vez verificado este hecho había que confrontar el derecho de libertad de expresión con otros derechos de rango
constitucional para ver si existía una posible colisión de derechos,
situación que en el caso concreto no acontecía, como atinadamente
lo observa la Sala.
La parte demandada estimaba que las expresiones del señor
Ovando podían afectar la buena imagen del partido, o mejor dicho,
su derecho a la imagen. No queda muy claro si el partido político
hacía referencia al derecho a la propia imagen, que en algunos
países tiene cobertura constitucional y en otros ha sido reconocido con el carácter de derecho fundamental por algunos tribunales
constitucionales.11
En todo caso, cabe apuntar que el derecho a la propia imagen
no está reconocido expresamente en la Constitución mexicana y,
aún si lo estuviera, difícilmente podría derrotar a la libertad de
expresión cuando se trata de expresiones que tienen relevancia
política, sobre asuntos de interés general para todos los ciudada-
11
92
Sobre este derecho, Carbonell, Miguel, Los derechos fundamentales en México, cit., pp.
470 y 471, así como Azurmendi, Ana, El derecho a la propia imagen, 2ª edición, México,
Fundación Buendía, UIA, 1998.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
nos, como lo constituyen los temas relativos a los partidos políticos, incluyendo las referencias a su vida interna.
No debemos olvidar que los partidos políticos son, por mandato constitucional, entidades de interés público, cuya vida interna
está determinada en alguna medida por el financiamiento público
que reciben, proveniente del presupuesto de egresos —federal o
estatal— que se integra por los impuestos que pagan los ciudadanos. Por esas razones, y muchas otras que podrían citarse en el
mismo sentido, las expresiones relativas a los partidos políticos
deben ser objeto de una protección reforzada frente a otro tipo de
derechos. Al respecto la sentencia apunta que “El derecho a la
libre manifestación de las ideas es una condición de posibilidad de
un debate abierto, libre, plural y tolerante de ideas que no sólo
contribuye a asegurar una mayor democratización interna de los
partidos políticos sino también al enriquecimiento de las iniciativas, propuestas y alternativas en el seno de las mismas”.
La sentencia señala con claridad que las expresiones de militantes de un partido político que están protegidas constitucionalmente no son solamente las que se vierten en actos internos del
propio partido, sino también aquellas que son manifestadas hacia
el exterior, en la vida pública de la sociedad de que se trate.
Además, la Sala apunta una cuestión de la mayor relevancia
para lograr un régimen de partidos en verdad comprometido con
el desarrollo democrático de México: si no se permite ejercer la
libertad de expresión de los militantes, estaríamos ante la posibilidad de que se activen las tendencias oligárquicas de los partidos. En efecto, la tendencia oligárquica dentro de los partidos no
es nada remota ni desconocida. Fue señalada con mucha oportunidad en un texto clásico de Robert Michels12 a principios del
siglo XX y en México se ha llevado a la práctica con gran consistencia. Por eso es que la sentencia es acertada al señalar el
riesgo de que, eliminando la libertad de expresión, se sofoque el
debate al interior de los partidos y, de esa manera, se contribuya
12
Michels, Robert, Los partidos políticos. Un estudio sociológico de las tendencias
oligárquicas de la democracia moderna, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1972.
93
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
a una entronización indiscutida de los postulados defendidos por
las dirigencias partidistas.
El párrafo relevante de la sentencia en este punto es el siguiente: “La protección del derecho de libertad de expresión debe
extenderse no sólo a las opiniones o puntos de vista manifestados al interior de los partidos políticos sino también a aquellas
otras expresiones que, como en el presente caso, se difunden en
el exterior (a menos que se rebasen los límites de cobertura constitucional). La restricción o limitación de la libertad de expresión
en mayor medida de los límites permitidos constitucionalmente
no sólo haría nugatorio el ejercicio de un derecho fundamental
sino que podría activar las tendencias oligárquicas de los partidos políticos. Dado el papel que tienen en la reproducción del
Estado constitucional democrático de derecho y su status constitucional de entidades de interés público, los partidos políticos
no deben ser entidades inmunes a la crítica o autocrítica (a condición de que esté constitucionalmente cubierta, esto es, no se
ataque a la moral, los derechos de tercero, provoque algún delito
o perturbe el orden público)”.
6. Derechos de la militancia y alcances
del derecho de asociación
Hay otro aspecto en la sentencia que estamos comentando
que merece ser destacado. No guarda una estrecha relación con
el derecho fundamental de libertad de expresión, pero sí constituye un elemento central para su protección. Me refiero al reconocimiento que se hace en la sentencia a los derechos de los militantes
de los partidos, tanto en su vertiente sustantiva como en la adjetiva
o procesal. Se trata de derechos que derivan del derecho fundamental de asociación política y del derecho a la tutela judicial efectiva. En efecto, la Sala en muchos de sus pronunciamientos ha
ido construyendo una sólida base argumental por medio de la que
se pueden proteger derechos vinculados con el derecho de asociación política o con otros derechos fundamentales. Así, por ejemplo, el Tribunal ha entendido que los estatutos de los partidos deben
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Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
tener ciertos elementos mínimos para poder ser considerados democráticos,13 que la determinación de las candidaturas puede ser
objeto de impugnación,14 que el juicio para la protección de los
derechos políticos electorales procede contra actos definitivos e
irreparables de los partidos políticos,15 etcétera.
Lo que nos vienen a señalar estos criterios, y otros que podrían
citarse, es que el derecho de asociación en materia política que
establece el artículo 35, fracción III, de la Constitución federal no
se agota o se resume en el hecho de inscribirse a un partido político o a una agrupación política nacional, sino que de ese hecho
derivan una serie de prerrogativas que pueden aplicarse tanto hacia el exterior de la vida partidista como a su interior. Tales derechos, además, deben ser interpretados de forma no restrictiva,
como lo ha precisado la propia Sala en la siguiente tesis:
DERECHOS FUNDAMENTALES DE CARÁCTER POLÍTICO-ELECTORAL. SU INTERPRETACIÓN Y CORRELATIVA
APLICACIÓN NO DEBE SER RESTRICTIVA.—Interpretar
en forma restrictiva los derechos subjetivos públicos fundamentales de asociación en materia política y de afiliación
política electoral consagrados constitucionalmente, implicaría
desconocer los valores tutelados por las normas constitucionales que los consagran, así cabe hacer una interpretación con un criterio extensivo, toda vez que no se trata de
una excepción o de un privilegio, sino de derechos funda-
13
14
15
En la tesis que lleva por rubro “ESTATUTOS DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS. ELEMENTOS
MÍNIMOS QUE DEBEN CONTENER PARA CONSIDERARSE DEMOCRÁTICOS”, identificada
como tesis S3EL 008/2003. Debe mencionarse que esta tesis afirma que entre los
requisitos mínimos de los estatutos debe preverse la protección de los derechos
fundamentales de los afiliados, de tal forma que se garantice el mayor grado de participación
posible.
En la tesis que lleva por rubro “REGISTRO DE CANDIDATURAS. ES IMPUGNABLE
SOBRE LA BASE DE QUE LOS CANDIDATOS NO FUERON ELECTOS CONFORME A LOS
ESTATUTOS DEL PARTIDO POSTULANTE”, identificada como tesis S3ELJ 23/2001.
En la tesis que lleva por rubro “JUICIO PARA LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS
POLÍTICO-ELECTORALES DEL CIUDADANO. PROCEDE CONTRA ACTOS DEFINITIVOS
E IRREPARABLES DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS”, identificada como tesis S3ELJ 03/
2003.
95
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
96
mentales consagrados constitucionalmente, los cuales deben ser ampliados, no restringidos ni mucho menos suprimidos. En efecto, los derechos fundamentales de carácter
político-electoral consagrados constitucionalmente, como
los derechos de votar, ser votado, de asociación y de
afiliación, con todas las facultades inherentes a tales derechos, tienen como principal fundamento promover la democracia representativa, habida cuenta que, conforme con
lo dispuesto en el artículo 40 de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una república representativa y democrática. Lo anterior, en virtud de que las reglas
interpretativas que rigen la determinación del sentido y alcances jurídicos de una norma no permiten que se restrinja
o haga nugatorio el ejercicio de un derecho fundamental,
como lo son los de asociación política y de afiliación político-electoral; por el contrario, toda interpretación y la correlativa aplicación de una norma jurídica deben ampliar sus
alcances jurídicos para potenciar su ejercicio, siempre que
aquélla esté relacionada con un derecho fundamental. Lo
anterior, desde luego, no significa en forma alguna sostener
que los derechos fundamentales de carácter político sean
derechos absolutos o ilimitados. Tercera Época: Recurso
de apelación. SUP-RAP-020/2000.—Democracia Social,
Partido Político Nacional.—6 de junio de 2000.—Unanimidad de votos. Juicio para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano. SUP-JDC-117/2001.—José
Luis Amador Hurtado.—30 de enero de 2002.—Mayoría de
cinco votos.—Los Magistrados Eloy Fuentes Cerda y
Alfonsina Berta Navarro Hidalgo votaron porque se confirmara la resolución impugnada, al considerar que la parte
actora no comprobó el hecho fundatorio de sus pretensiones jurídicas, omitiendo, en consecuencia, pronunciarse
sobre la cuestión jurídica que aborda la presente tesis. Juicio para la protección de los derechos político-electorales
del ciudadano. SUP-JDC-127/2001.—Sandra Rosario Ortiz
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Noyola.—30 de enero de 2002.—Mayoría de cinco votos.—
Los Magistrados Eloy Fuentes Cerda y Alfonsina Berta Navarro Hidalgo votaron porque se confirmara la resolución
impugnada, al considerar que la parte actora no comprobó
el hecho fundatorio de sus pretensiones jurídicas, omitiendo, en consecuencia, pronunciarse sobre la cuestión jurídica que aborda la presente tesis. Revista Justicia Electoral
2003, suplemento 6, páginas 27-28, Sala Superior, tesis
S3ELJ 29/2002. Compilación Oficial de Jurisprudencia y
Tesis Relevantes 1997-2005, páginas 97-99.
De acuerdo con lo anterior podemos ver que el TEPJF ha ido
construyendo por vía jurisprudencial una muy atendible red de
criterios que dan base a los derechos de la militancia y cuya
finalidad última es imponer las reglas democráticas más elementales en la vida interna de los partidos.16 De esta forma el Tribunal se sitúa en la misma línea de otras jurisdiccionales electorales
que también han tomado decisiones que tutelan los derechos
fundamentales de los militantes en la vida interior de los partidos
políticos.17
En la sentencia que estamos analizando la Sala retoma posturas que habían sido anteriormente expuestas por el propio Tribunal
(por ejemplo, en las tesis que ya hemos mencionado) y afirma lo
siguiente a manera de planteamiento general: “La protección de
los derechos fundamentales de los afiliados debe permear en el
interior de los partidos políticos, de manera que el afiliado goce de
una serie de derechos que permitan un mayor grado de participación posible, cuyo respeto por los órganos directivos del partido es
necesario para la existencia de democracia interna, porque garan-
16
17
Ver al respecto la muy completa explicación de Castillo González, Leonel, Los derechos
de la militancia partidista y la jurisdicción, México, TEPJF, 2005, donde se incluye la
transcripción de las tesis jurisprudenciales más importantes en el tema. Son muy relevantes
también las consideraciones de González Oropeza, Manuel, “El control jurisdiccional de
los actos y resoluciones de los partidos políticos en México”, Lex. Difusión y análisis,
número 149, México, noviembre de 2007, pp. 10 y ss.
Ver el estudio comparado que hace Orozco Henríquez, Justicia electoral y garantismo
jurídico, cit., pp. 153-179.
97
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
tizan que el afiliado pueda participar en condiciones de igualdad
dentro del partido”.
Ahora bien, dando por hecho que en efecto los afiliados deben
tener derechos fundamentales que rigen en la vida interior de los
partidos: ¿cuáles son esos derechos? A nivel de texto constitucional tenemos, esencialmente, el derecho de sufragio en sus vertientes activa y pasiva, el derecho de asociación y el derecho a la
tutela judicial (en el artículo 35 los primeros y en los artículos 17 y
99 el último).
Obviamente, la legislación electoral prevé derechos que, siendo fundamentales o no, son necesarios para hacer efectivos los
anteriores; tal es el caso del derecho a estar inscrito en el padrón
electoral, el derecho a contar con credencial para votar con fotografía, el derecho a ser inscrito como candidato en el caso de que
un partido político haga la postulación,18 el derecho a que el nombre del candidato aparezca en las boletas electorales, el derecho a
que cada voto sea efectivamente contado a menos que se determine su nulidad, el derecho a recibir la constancia de que se ha
ganado una elección, el derecho a tomar posesión del cargo público electivo que se ha ganado, etcétera.19
Para determinar derechos adicionales a los que se acaban de
señalar debemos construir una argumentación jurídica que nos
permita desprenderlos de los mismos; es decir, hay que crearlos
por vía argumentativa, recurriendo a la conocida técnica hermenéutica de los “derechos implícitos”. Para que el reconocimiento
de un derecho por vía jurisprudencial sea legítimo es necesario
que el intérprete sea capaz de anudar lógica y sistemáticamente
un derecho implícito a un derecho explícito. Debe quedar claro que
no se trata de dar cauce a una creación judicial de derecho que no
18
19
98
Por razones de espacio y de tema no entraremos a analizar la viabilidad de las candidaturas
independientes en el sistema constitucional mexicano, ya que dicho estudio requiere de
un análisis muy profundo y detenido.
Un recuento más amplio y didáctico, en el que figura la mención de las correspondientes
normas jurídicas que dan fundamento a cada uno de los derechos señalados, puede
verse en Orozco Henríquez, José de Jesús, “Artículo 35”, Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos comentada y concordada, 19ª edición, México, Porrúa, UNAM,
2006, tomo II, pp. 120-122, 125 y 126.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
tenga sustento en el ordenamiento jurídico expresamente creado
por el legislador, ya sea a nivel constitucional o ya sea a nivel
legislativo.
La sentencia 393/2005 señala algunos derechos que forman
parte del derecho fundamental de asociación en materia política.
Algunos de ellos pueden desprenderse directamente de este derecho (forman parte del perímetro del mismo, por así decirlo), mientras que otros son derechos implícitos. La Sala en la sentencia
enumera tres derechos de los militantes: a) libertad de expresión;
b) libertad de creación y organización de corrientes o grupos dentro del partido, y c) el libre acceso, permanencia y salida de los
afiliados al partido.
Respecto de la libertad de expresión ya hemos mencionado las
cuestiones más importantes en las páginas precedentes. Vale la
pena apuntar, sin embargo, que en esta parte de la sentencia la
Sala reconoce la posibilidad de que la libertad de expresión pudiera entrar en conflicto (o en conflicto aparente) con otros derechos
o valores de rango constitucional y dibuja la ruta que debe seguir
en ese caso el intérprete. La parte medular de la sentencia, por lo
que ahora interesa, es la siguiente: “…se puede generar un conflicto entre los derechos del partido político y la libertad de expresión del afiliado. Sin embargo, este aparente conflicto no podría
resolverse, sin más, prohibiendo, restringiendo o menoscabando
la libertad de expresión, así sea disidente, hacia el exterior en
todos los casos. Tampoco es el caso que el derecho de libertad de
expresión sea inderrotable, ya que en un caso concreto puede ser
derrotado por otro derecho fundamental constitucionalmente tutelado.
De ahí que la resolución tenga que pasar por la ponderación en
cada caso concreto entre la libertad de expresión de los asociados
y el derecho de autoorganización de los partidos políticos, que
incluye, por una parte, su facultad autonormativa, esto es, de establecer normas que impidan la comisión de hechos que, por ejemplo, lesionen gravemente la estabilidad del partido político, pongan
en riesgo su existencia o identidad partidaria o impidan la consecución de sus fines constitucionalmente encomendados, y, por
otro, de ejercer la potestad disciplinaria”.
99
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Este párrafo es de la mayor relevancia no solamente porque
reafirma lo ya dicho por la misma sentencia en otras de sus partes
respecto del valor de la libertad de expresión al interior de los partidos, sino también porque subraya la posibilidad de que los derechos fundamentales puedan entrar en ruta de colisión con otros
bienes de relevancia constitucional (ya sean otros derechos fundamentales o bien valores o fines constitucionalmente tutelados).20
¿Qué debe hacer el intérprete en ese caso? La sentencia, adoptando un punto de vista moderno sobre la interpretación jurídica,
nos dice que se debe acudir al método de la ponderación,21 por
ejemplo en el caso de que puedan colisionar la libertad de expresión
de los afiliados y el derecho de autoorganizarse del partido político;
ahora bien, debe quedar claro que el derecho de autoorganizarse del
partido deberá respetar el contenido esencial de la libertad de expresión,22 porque de otra manera un fin constitucionalmente relevante (los partidos tienen reconocido constitucionalmente su
derecho a organizarse de tal manera que puedan ganar elecciones) podría fagocitar o terminar anulando un derecho fundamental,
en cuyo caso no se estaría dando una correcta ponderación desde
mi punto de vista.
Lo interesante de lo manifestado por la Sala es que se comienzan a adoptar estándares modernos de interpretación jurídica y se
expone un razonamiento judicial complejo, que es el apropiado
para el paradigma del Estado constitucional de derecho, pues permite al aplicador jurídico alejarse de las fórmulas simplistas del
Estado legislativo de derecho en el que primaba la subsunción en
vez de la ponderación.23
20
21
22
23
100
Ver, a manera de introducción general al tema, Cianciardo, Juan, El conflictivismo en los
derechos fundamentales, Universidad de Navarra, Navarra, 2000.
Sobre la ponderación es mucho lo que se ha escrito; puede verse, para un panorama
general del tema, Prieto Sanchís, Luis, “Ponderación (juicio de)” en Carbonell, Miguel
(coordinador), Diccionario de derecho constitucional, 2ª edición, México, Porrúa, UNAM,
2005, pp. 477 y ss., así como Prieto Sanchís, Luis, “Neoconstitucionalismo y ponderación
judicial” en Carbonell, Miguel (editor), Neoconstitucionalismo(s), 3ª edición, Madrid, Trotta,
2006, pp. 123 y ss.
Para un análisis de la noción de contenido esencial puede verse Prieto Sanchís, Luis,
“Contenido esencial (de los derechos fundamentales)” en Diccionario de derecho
constitucional, cit., pp. 105 y ss.
Prieto Sanchís, Luis, Constitucionalismo y positivismo, México, Fontamara, 1997.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Respecto del segundo derecho con que cuentan los afiliados a
un partido, consistente en la libertad de creación y organización de
corrientes o grupos dentro del partido, debe señalarse que es una
consecuencia directa e inmediata de la propia libertad de asociación, en relación con la libertad de expresión. En efecto, la libertad
de asociación consiste en afiliarse a una organización o persona
jurídico-colectiva en primera instancia, pero una vez que una persona física se integra en dicha persona jurídica el derecho de asociación puede replicarse en su interior, de forma que se constituyan
una suerte de miniasociaciones dentro de la asociación principal
(la sentencia se refiere, acertadamente, al “derecho de asociación
intrapartidario”). Es algo que se observa con frecuencia en el derecho privado a través de la existencia de sociedades anónimas que
controlan o participan accionarialmente en otras sociedades ejerciendo control jurídico sobre ellas. Lo mismo puede suceder en el
derecho público, desde mi punto de vista. Obviamente, la libertad
de crear corrientes o asociaciones dentro de un partido debe valorarse a la luz de los fines constitucionalmente protegidos del propio partido, de tal forma que el ejercicio de una libertad de asociación
al interior del partido no termine por dinamitar o devorar todos sus
objetivos o su vida interna.
En todo caso conviene considerar nuevamente el valor del pluralismo en la vida interna de los partidos políticos, al que ya se ha
aludido en páginas anteriores. Si algunos afiliados consideran que
la mejor forma de expresar ese pluralismo es a través de la formación de una corriente interna o de algún grupo, creo que están en
su derecho y no deben por tal motivo ser sancionados, a menos
que el ejercicio de ese derecho entre en colisión con alguna norma
constitucional, de acuerdo a lo que ya se ha señalado.
El tercer derecho con que cuentan los afiliados a un partido, de
acuerdo con la sentencia 393/2005, es el de libre acceso, permanencia y salida del partido. De hecho, se trata de distintas modalidades de ejercicio del derecho de asociación en general y del
derecho de asociación en materia política en particular. Debe quedar claro que el derecho de asociación es un derecho de libertad;
en esa virtud, sus titulares son libres de ejercerlo o no ejercerlo.
101
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
102
En la especie, cada ciudadano mexicano es libre de formar parte o
no de un partido político, es decir, de ejercer lo que la sentencia
denomina “libre acceso” a los partidos.
Cabría preguntarse si dicha libertad es oponible por completo a
un partido político en concreto; en otras palabras, ¿un partido está
obligado a recibir a cualquier persona que quiera inscribirse como
afiliado? La respuesta, desde mi punto de vista, es no, si bien es
cierto que los requisitos que el partido imponga deberán ser razonables y no discriminatorios. De acuerdo a lo anterior podemos
afirmar que el derecho de libre acceso a un partido por parte de
cualquier ciudadano está sujeto a controles de proporcionalidad en
virtud de que los partidos pueden imponer requisitos razonables y
no discriminatorios.
Desde luego, el derecho de permanencia dentro del partido, en
calidad de afiliado, también forma parte del ejercicio del derecho
de asociación. El derecho a la permanencia en una asociación de
cualquier tipo se plasma o materializa en la prohibición de que los
afiliados sean expulsados de forma arbitraria. Es decir, un afiliado
tiene derecho a formar parte de una asociación en tanto no existan
motivos que justifiquen su expulsión de la misma. Este derecho
da lugar a la obligación de las asociaciones en general y de los
partidos políticos en particular de darse unos estatutos en los que
se precisen las causales de expulsión y se determine el procedimiento para verificar si alguna de ellas se ha realizado en la práctica. Sobre los requisitos de este tipo de procedimientos y, más en
general, sobre las garantías que los partidos deben prever para el
funcionamiento de sus procedimientos disciplinarios nos detendremos en el siguiente apartado, ya que la sentencia que estamos
comentando hace una mención específica del tema.
También el derecho de salida de una asociación forma parte
esencial de su configuración como derecho de libertad; de la misma manera que no se puede obligar a una persona a formar parte
de una asociación, tampoco se le puede obligar a continuar formando parte en contra de su voluntad. Esto se conoce como “el
derecho a la puerta”, es decir, el derecho a abandonar una asociación por los motivos que el asociado considere oportunos.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Las tres vertientes del derecho de asociación que se aplican a
la vida interna de los partidos han sido corroboradas también por la
jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La
Corte afirma que la esfera de protección del derecho de asociación
derivada del artículo 9° constitucional puede operar en tres posibles direcciones:
“1° derecho de asociarse formando una organización o incorporándose a una ya existente; 2° derecho a permanecer
en la asociación o a renunciar a ella; y 3° derecho de no
asociarse. Correlativamente, la autoridad no podrá prohibir
que el particular se asocie; no podrá restringir su derecho a
permanecer en la asociación o a renunciar a ella, ni, tampoco,
podrá obligarlo a asociarse. Consecuentemente, el artículo
5° de la Ley de las Cámaras de Comercio y de las de Industria al imponer la obligación a los comerciantes e industriales a afiliarse a la Cámara correspondiente, viola la libertad
de asociación establecida por el artículo 9° constitucional”
(Semanario Judicial de la Federación, Novena Época, tomo
II, octubre de 1995, p. 5).
A la luz de este importante criterio jurisprudencial, vale la pena
repetir lo que ya se apuntaba: la libertad de asociación comporta la
facultad del sujeto para ingresar a una asociación, pero también supone la posibilidad de salir de ella cuando lo considere oportuno; es decir,
la libertad de asociación, para ser tal, nunca debe convertirse en algo
obligatorio, ni para efecto del ingreso ni para efecto de la salida de una
asociación (a menos que la obligación esté establecida directamente
por el texto constitucional, como sucede con los colegios profesionales en España, aunque en este caso lo que es obligatorio es el ingreso, pero no la permanencia, puesto que dichos colegios pueden
abandonarse en el momento que se quiera, con la consecuencia, sin
embargo, de que ya no se podrá ejercer la actividad profesional que
rigen los mismos colegios). La Declaración Universal de los Derechos
Humanos de 1948 lo establece con meridiana claridad en su artículo
20.2: “Nadie puede ser obligado a pertenecer a una asociación”.
103
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Las diferentes manifestaciones de la libertad de asociación han
sido muy bien reflejadas en el artículo 2 de la Ley Orgánica 1/2002
sobre derecho de asociación vigente en España; su contenido, en
los párrafos que ahora interesan, establece que:
2. El derecho de asociación comprende la libertad de asociarse
o crear asociaciones, sin necesidad de autorización previa.
3. Nadie puede ser obligado a constituir una asociación, a integrarse en ella o a permanecer en su seno, ni a declarar su pertenencia a una asociación legalmente constituida.
5. La organización interna y el funcionamiento de las asociaciones deben ser democráticos, con pleno respeto al pluralismo. Serán nulos de pleno derecho los pactos, disposiciones estatutarias
y acuerdos que desconozcan cualquiera de los aspectos del derecho fundamental de asociación.
6. Las entidades públicas podrán ejercitar el derecho de asociación
entre sí, o con particulares como medida de fomento y apoyo siempre
que lo hagan en igualdad de condiciones con éstos, al objeto de evitar
una posición de dominio en el funcionamiento de la asociación.
7. Las asociaciones que persiguen fines o utilicen medios
tipificados como delito son ilegales.
La doctrina española ha llamado la atención sobre las dificultades que en la práctica pueden surgir al momento de intentar ponderar hasta dónde puede llegar la autonomía de las asociaciones
frente al mandato de que su organización y funcionamiento interno
sean democráticos. Su Tribunal Constitucional ha señalado que
...La potestad de organización que comprende el derecho de
asociación se extiende con toda evidencia a regular en los
Estatutos las causas y procedimientos de la expulsión de los
socios. La asociación tiene como fundamento la libre voluntad de los socios de unirse y permanecer unidos para cumplir
los fines sociales, y quienes ingresan en ella se entiende que
conocen y aceptan en bloque las normas estatutarias a las
que quedan sometidos. Y en cuanto la asociación crea no
sólo un vínculo jurídico entre los socios, sino también una
solidaridad moral basada en la confianza recíproca y en la
104
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
adhesión a los fines asociativos, no puede descartarse que
los estatutos puedan establecer como causa de expulsión
una conducta que la propia asociación, cuya voluntad se expresa por los Acuerdos de sus órganos rectores, valore como
lesiva a los intereses sociales. Sentencia 218/1988.
Particularmente intensa puede ser esa tensión cuando la asociación de que se trata es un partido político, como lo ilustran
perfectamente los razonamientos vertidos por la Sala en la sentencia 393/2005. Conviene recordar que al respecto el Tribunal
Constitucional español ha señalado lo siguiente:
El precepto constitucional que consagra de modo genérico
el principio de democracia interna admite muy diversas concreciones, ya que los modelos de organización partidista
democrática que caben dentro del mencionado principio constitucional son muy diversos, tanto como dispares puede ser,
en contenido y en intensidad, los derechos, y en general, el
estatuto jurídico que puede atribuirse a los afiliados en orden a garantizar su participación democrática.... el legislador deberá respetar, además naturalmente del contenido
esencial del derecho de participación democrática, el contenido de otros derechos como los que éste guarda íntima
relación como son el derecho de libre creación y, muy especialmente, el derecho de autoorganización del partido, un
derecho, éste último, que tiende, precisamente, a preservar
la existencia de un ámbito libre de interferencias de los poderes públicos en la organización y funcionamiento interno
de los partidos. Sentencia 56/1995.24
En esa misma sentencia, el Tribunal entiende que la democracia interna exige “que los partidos rijan su organización y funcionamiento internos mediante reglas que permitan la participación de
24
Un análisis detallado de esta sentencia puede verse en Coderch, Pablo Salvador, Von
Münch, Ingo y Ferrer, Josep, Asociaciones, derechos fundamentales y autonomía privada,
Madrid, Civitas, 1997, pp. 74 y ss.
105
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
los afiliados en la gestión y control de los órganos de gobierno y,
en suma... mediante el reconocimiento de unos derechos y atribuciones a los afiliados en orden a conseguir esa participación en la
formación de la voluntad del partido”.
Para complementar el análisis que estamos realizando hay que
tener presente que existen algunas tesis jurisprudenciales del propio Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que deben ser tomadas en cuenta; entre ellas se pueden citar al menos
las siguientes:
DERECHO DE AFILIACIÓN EN MATERIA POLÍTICOELECTORAL. CONTENIDO Y ALCANCES. El derecho de
afiliación político-electoral establecido en el artículo 41,
fracción I, párrafo segundo, in fine, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en relación con lo
dispuesto en el artículo 5º, párrafos 1 y 3, del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, es un
derecho fundamental con un contenido normativo más específico que el derecho de asociación en materia política,
ya que se refiere expresamente a la prerrogativa de los ciudadanos mexicanos para asociarse libre e individualmente
a los partidos políticos y a las agrupaciones políticas, y si
bien el derecho de afiliación libre e individual a los partidos
podría considerarse como un simple desarrollo del derecho
de asociación en materia política, lo cierto es que el derecho de afiliación —en el contexto de un sistema constitucional de partidos como el establecido en el citado artículo
41 constitucional— se ha configurado como un derecho básico con caracteres propios y, por tanto, con mayor especificidad que el derecho de asociación y está garantizado
jurisdiccionalmente, mediante el sistema de medios de impugnación en materia electoral previsto en el artículo 41,
fracción IV, primer párrafo, in fine, en relación con lo dispuesto en el artículo 99, fracción V, de la Constitución Federal. Además, el derecho de afiliación comprende no sólo
la potestad de formar parte de los partidos políticos y de las
106
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
asociaciones políticas, sino también la prerrogativa de pertenecer a éstos con todos los derechos inherentes a tal pertenencia; en particular, el derecho fundamental de afiliación
político-electoral consagrado constitucionalmente faculta a
su titular para afiliarse o no libremente a un determinado
partido político, conservar o ratificar su afiliación o, incluso,
desafiliarse. Del mismo modo, la libertad de afiliación no es
un derecho absoluto, ya que su ejercicio está sujeto a una
condicionante consistente en que sólo los ciudadanos mexicanos podrán afiliarse libre e individualmente a los partidos
políticos. Igualmente, si el ejercicio de la libertad de afiliación se realiza a través de los institutos políticos, debe cumplirse con las formas específicas reguladas por el legislador
para permitir su intervención en el proceso electoral. Tercera Época: Juicio para la protección de los derechos políticoelectorales del ciudadano. SUP-JDC-117/2001.—José Luis
Amador Hurtado.—30 de enero de 2002.—Mayoría de cinco
votos.—Los Magistrados Eloy Fuentes Cerda y Alfonsina
Berta Navarro Hidalgo votaron porque se confirmara la resolución impugnada, al considerar que la parte actora no comprobó el hecho fundatorio de sus pretensiones jurídicas,
omitiendo, en consecuencia, pronunciarse sobre la cuestión jurídica que aborda la presente tesis.
Juicio para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano. SUP-JDC-127/2001.—Sandra Rosario
Ortiz Noyola.—30 de enero de 2002.—Mayoría de cinco votos.—Los Magistrados Eloy Fuentes Cerda y Alfonsina Berta
Navarro Hidalgo votaron porque se confirmara la resolución
impugnada, al considerar que la parte actora no comprobó
el hecho fundatorio de sus pretensiones jurídicas, omitiendo, en consecuencia, pronunciarse sobre la cuestión jurídica que aborda la presente tesis.
Juicio para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano. SUP-JDC-128/2001.—Dora Soledad
107
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Jácome Miranda.—30 de enero de 2002.—Mayoría de cinco
votos.—Los Magistrados Eloy Fuentes Cerda y Alfonsina
Berta Navarro Hidalgo votaron porque se confirmara la resolución impugnada, al considerar que la parte actora no comprobó el hecho fundatorio de sus pretensiones jurídicas,
omitiendo, en consecuencia, pronunciarse sobre la cuestión
jurídica que aborda la presente tesis. Sala Superior, tesis
S3ELJ 24/2002.
DERECHO DE ASOCIACIÓN EN MATERIA POLÍTICO-ELECTORAL. BASE DE LA FORMACIÓN DE LOS PARTIDOS
POLÍTICOS Y AGRUPACIONES POLÍTICAS. El derecho de
asociación en materia político-electoral es un derecho fundamental consagrado en el artículo 35, fracción III, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que propicia
el pluralismo político y la participación de la ciudadanía en la
formación del gobierno. La libertad de asociación, que subyace
a ese derecho, constituye una conditio sine qua non de todo
Estado constitucional democrático de derecho, pues, sin la
existencia de este derecho fundamental o la falta de garantías constitucionales que lo tutelen, no sólo se impediría la
formación de partidos políticos y de asociaciones de diversos signos ideológicos, sino que el mismo principio constitucional de sufragio universal, establecido en forma expresa en
el artículo 41, fracción I, párrafo segundo, de la Constitución
Federal, quedaría socavado; por lo tanto, el derecho de asociación en materia político-electoral está en la base de la formación de los partidos políticos y asociaciones políticas.
Sobre el particular, es necesario dejar establecido que todo
ciudadano mexicano tiene derecho a asociarse individual y
libremente para tomar parte en forma pacífica en los asuntos
políticos del país; específicamente, es derecho de los ciudadanos mexicanos constituir partidos políticos nacionales y
agrupaciones políticas, en conformidad con lo dispuesto en
los artículos 9º; 35, fracción III; 41, fracciones I, párrafo segundo in fine, y IV; y 99, fracción V, de la Constitución Fede-
108
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
ral, así como 5º, párrafo 1, del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales. Así, en ejercicio del derecho de asociación en materia político-electoral, los ciudadanos
pueden formar partidos políticos y agrupaciones políticas, cumpliendo con los requisitos que se establecen en la ley. El
ejercicio de la libertad de asociación en materia política prevista en el artículo 9º constitucional está sujeta a varias limitaciones y una condicionante: las primeras están dadas por
el hecho de que su ejercicio sea pacífico y con un objeto
lícito, mientras que la última circunscribe su realización a los
sujetos que tengan la calidad de ciudadanos mexicanos, lo
cual es acorde con lo previsto en el artículo 33 de la Constitución Federal. Asimismo, si el ejercicio de esa libertad política
se realiza a través de los partidos políticos, debe cumplirse
con las formas específicas que se regulen legalmente para
permitir su intervención en el proceso electoral. Tercera Época: Juicio para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano. SUP-JDC-117/2001.—José Luis Amador
Hurtado.—30 de enero de 2002.—Mayoría de cinco votos.—
Los Magistrados Eloy Fuentes Cerda y Alfonsina Berta Navarro Hidalgo votaron porque se confirmara la resolución
impugnada, al considerar que la parte actora no comprobó el
hecho fundatorio de sus pretensiones jurídicas, omitiendo,
en consecuencia, pronunciarse sobre la cuestión jurídica que
aborda la presente tesis. Juicio para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano. SUP-JDC-127/
2001.—Sandra Rosario Ortiz Noyola.—30 de enero de 2002.—
Mayoría de cinco votos.—Los Magistrados Eloy Fuentes
Cerda y Alfonsina Berta Navarro Hidalgo votaron porque se
confirmara la resolución impugnada, al considerar que la parte actora no comprobó el hecho fundatorio de sus pretensiones jurídicas, omitiendo, en consecuencia, pronunciarse sobre
la cuestión jurídica que aborda la presente tesis.
Juicio para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano. SUP-JDC-128/2001.—Dora Soledad
109
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a las sentencias
del TEPJF
Jácome Miranda.—30 de enero de 2002.—Mayoría de cinco
votos.—Los Magistrados Eloy Fuentes Cerda y Alfonsina
Berta Navarro Hidalgo votaron porque se confirmara la resolución impugnada, al considerar que la parte actora no comprobó el hecho fundatorio de sus pretensiones jurídicas,
omitiendo, en consecuencia, pronunciarse sobre la cuestión
jurídica que aborda la presente tesis. Sala Superior, tesis
S3ELJ 25/2002.
ESTATUTOS DE UN PARTIDO POLÍTICO O DE UNA COALICIÓN. HIPÓTESIS DE IMPUGNACIÓN. El control de la
constitucionalidad y legalidad de los estatutos de los partidos políticos o de las coaliciones se ejerce a través de la
impugnación de los actos de autoridad que se encuentren
vinculados con la regulación estatutaria, en cuanto a su reconocimiento y aplicación, mediante la formulación de los
agravios encaminados a la demostración de la ilegalidad o
inconstitucionalidad de los dispositivos de normatividad interna que se combatan, siempre y cuando tales procesos
se promuevan o interpongan por personas con interés jurídico respecto al acto o resolución concretos de que se trate.
De este modo, las hipótesis de impugnación de los estatutos de un partido político o de una coalición pueden ser las
siguientes: a) Que la inconstitucionalidad o ilegalidad pretendida, se encontrara en el texto original de los estatutos
que se presentaron ante el Instituto Federal Electoral para
su aprobación, y que no obstante eso, el Consejo General
de dicho instituto haya considerado, expresa o tácitamente,
que las normas estatutarias están apegadas a la legalidad y
constitucionalidad, y se haya otorgado, en consecuencia, el
registro como partido político nacional a la organización solicitante o a la coalición, en términos de los artículos 30 y 31
del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales. En esta hipótesis, quien tenga interés jurídico, especialmente los demás partidos políticos, en cuanto entes
legitimados para deducir acciones para la tutela de intereses
110
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difusos o colectivos, puede impugnar el otorgamiento del registro y plantear los vicios de ilegalidad o inconstitucionalidad de
los estatutos admitidos; b) Que los vicios de inconstitucionalidad
o ilegalidad atribuidos surjan por alguna modificación posterior
a los estatutos, y que al comunicarse al Instituto Federal
Electoral haya sido declarada su procedencia constitucional y legal, a que se refiere el artículo 38, apartado 1, inciso
l), del citado código, y c) Que la autoridad electoral emita un
acto o resolución electoral, cuyo contenido o sentido reconozca, como base fundamental de sustentación, a las normas estatutarias que se consideran inconstitucionales o
ilegales, o fueran efectos o consecuencias directas de ellas.
En estas situaciones, se puede presentar la impugnación
contra el primer acto de aplicación que afecte el interés jurídico del promovente, con el objeto de impedir la causación
de perjuicios en su interés o de ser restituido en los que se
le hayan ocasionado con el acto concreto de aplicación que
se reclame destacadamente, y allí se puede argumentar lo
conducente contra las normas estatutarias en que se funde
el acto o resolución, por lo cual estos razonamientos sólo
serán motivo de examen y pronunciamiento cuando puedan
constituir el medio idóneo para conceder al peticionario el
beneficio o derecho que defiende o evitarle el perjuicio del
que se quiere librar, y no cuando se advierta que, aunque el
órgano jurisdiccional analice dicha argumentación y la acoja,
por considerar inconstitucionales o ilegales los estatutos en
cuestión, esto es insuficiente para obsequiar al promovente
sus pretensiones, por existir otros motivos legales que se opongan a ello. Debe enfatizarse, desde luego, que en todos los
casos deben cumplirse los requisitos que fija la ley, en cuanto
a los presupuestos procesales, los requisitos de procedibilidad
y admisibilidad, especialmente de legitimación e interés jurídico. Tercera Época: Recurso de apelación. SUP-RAP-036/99.
—Miguel Ángel Garza Vázquez. —16 de febrero de 2000. —
Unanimidad de votos. Recurso de apelación. SUP-RAP-003/
2000 y acumulados. —Coalición Alianza por el Cambio. —16
111
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del TEPJF
de febrero de 2000. —Unanimidad de votos. Juicio para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano. SUPJDC-039/2000 y acumulado. —Ana Cristina Enríquez Mier. —17
de mayo de 2000. —Unanimidad de votos. Sala Superior, tesis
S3ELJ 55/2002.
Esta última tesis es muy importante ya que refrenda la idea
expuesta de que cierto tipo de asociaciones, por el papel de representación de algún interés público que puedan realizar, tienen una
serie de deberes añadidos a los que tienen el resto de asociaciones. Es el caso de los partidos políticos, que siendo instrumentos
esenciales para el funcionamiento del Estado democrático, deben
ellos mismos seguir una serie de pautas internas que permitan a
todos los interesados participar en sus trabajos y ejercer una serie
de derechos. En este contexto, es obvio que los estatutos de un
partido deben reunir una serie de requisitos y lo que hace la tesis
transcrita del Tribunal Electoral es corroborar la idea que si tales
requisitos no se cumplen, la jurisdicción electoral debe estar en
posibilidad de conocer de las impugnaciones correspondientes,
que pueden ser ejercidas por los interesados o incluso por la autoridad administrativa electoral (el Instituto Federal Electoral o los
institutos electorales locales, en su caso).
Antes de terminar este apartado, en el que se han realizado
consideraciones sobre el derecho de asociación y sus alcances,
quizá convenga añadir un par de párrafos sobre la importancia
genérica que tiene este derecho, sobre todo si se le considera
como parte integrante de cualquier régimen democrático.
Lo anterior es así en virtud de que la libertad de asociación
tiene un papel esencial en la conformación de las democracias
modernas, pues expresa la posibilidad de constituir agregados
interpersonales de intereses, que tengan reconocida una personalidad jurídica. Por medio de las asociaciones las personas añaden
un elemento importante a su convivencia y pueden expandir su
horizonte vital, participando con otras personas en la consecución
de ciertos fines. La participación asociativa incrementa el sentimiento cívico de los ciudadanos, les permite incidir de forma más
112
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a las sentencias
del TEPJF
directa en las decisiones importantes de su comunidad y refuerza
los vínculos amistosos e incluso familiares. La participación
asociativa es una de las formas más importantes de creación de
lo que se ha denominado el “capital social”.25
Tiene razón Peter Häberle cuando escribe que la libertad de
asociación es “un elemento irrenunciable de la democracia pluralista
o de la Constitución del pluralismo”,26 en el mismo sentido, pero
muchos años antes, Alexis de Tocqueville escribía en su libro La
democracia en América que “Después de la libertad de obrar solo,
la más natural al hombre es la de combinar sus esfuerzos con los
de sus semejantes y obrar en común. El derecho de asociación
me parece casi tan inalienable por su naturaleza como la libertad
individual. El legislador no puede querer destruirlo sin atacar a la
sociedad misma”.
Pasemos ahora a examinar otro aspecto importante de la sentencia 393/2005.
7. Características de los procedimientos
sancionatorios
La sentencia, por las características del caso concreto que la
motivaron y por los argumentos vertidos sobre todo por la parte
actora, tenía que hacerse cargo de precisar algunos señalamientos
sobre los requisitos que deben cumplir los procedimientos
sancionatorios al interior de los partidos. La Sala hizo bien en abordar
este tema ya que en parte es consecuencia directa de la senda
jurisprudencial que el propio TEPJF había abierto con sus criterios
sobre el contenido de los estatutos de los partidos y sobre el derecho de los militantes a impugnar las decisiones definitivas de los
partidos políticos que les pudieran causar agravio.
25
26
La caracterización sociológica del asociacionismo y su relación con el capital social
puede verse en el importante libro de Putnam, Robert, Solo en la bolera. Colapso y
resurgimiento de la comunidad norteamericana, Barcelona, Galaxia Gutemberg-Círculo
de Lectores, 2002.
Libertad, igualdad, fraternidad. 1789 como historia, actualidad y futuro del Estado
constitucional, Madrid, Trotta, 1998, p. 79 (cursivas del autor).
113
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del TEPJF
La sentencia es clara al señalar que los procedimientos disciplinarios que lleven a cabo los partidos deben evitar la arbitrariedad, razón por la que se deben establecer estatutariamente una
serie de “garantías procesales mínimas”. De esta manera la Sala
introduce al interior de la vida de los partidos el derecho al debido
proceso legal. ¿Cuáles son esos requisitos mínimos que deben
ser observados? En la sentencia la Sala no hace una exposición
amplia del concepto y los alcances del derecho al debido proceso,27 sino que se centra en la necesidad de que exista una adecuada tutela del derecho a la defensa, para lo cual resulta
indispensable que los partidos cumplan con seis requisitos (la enunciación que sigue corresponde al TEPJF, la explicación añadida
es del autor):
a) La existencia de un procedimiento previamente determinado.
Este requisito es esencial para preservar la seguridad jurídica de los
afiliados a un partido, pues de otra manera no tendrían forma de
defenderse y además se permitiría el diseño de procedimientos ex
post facto, lo cual sin duda atentaría contra el significado del párrafo
segundo del artículo 14 constitucional, que en alguna medida debe
aplicarse también a la vida interna de los partidos (la sentencia reconoce en este punto que el concepto de “formalidades esenciales
del procedimiento” utilizado por el artículo 14 es aplicable a los procedimientos sancionadores).
b) Derecho de audiencia y defensa. Este requisito forma parte
del anterior en cierta medida. La audiencia y la defensa forman
parte de las formalidades esenciales del procedimiento que deben
ser observadas por mandato del ya citado artículo 14 constitucional. Al respecto es importante tener en cuenta la siguiente tesis
jurisprudencial:
FORMALIDADES ESENCIALES DEL PROCEDIMIENTO.
SON LAS QUE GARANTIZAN UNA ADECUADA Y OPOR27
114
Un panorama del debido proceso, con visión internacional, puede encontrarse en García
Ramírez, Sergio, “Panorama del debido proceso (adjetivo) penal en la jurisprudencia de la
Corte Interamericana”, Anuario de derecho constitucional latinoamericano, número 12,
Montevideo, 2006, tomo II.
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del TEPJF
TUNA DEFENSA PREVIA AL ACTO PRIVATIVO. La garantía de audiencia establecida por el artículo 14 constitucional
consiste en otorgar al gobernado la oportunidad de defensa
previamente al acto privativo de la vida, libertad, propiedad,
posesiones o derechos, y su debido respeto impone a las
autoridades, entre otras obligaciones, la de que en el juicio
que se siga “se cumplan las formalidades esenciales del
procedimiento”. Estas son las que resultan necesarias para
garantizar la defensa adecuada antes del acto de privación
y que, de manera genérica, se traducen en los siguientes
requisitos: 1) La notificación del inicio del procedimiento y
sus consecuencias; 2) La oportunidad de ofrecer y desahogar las pruebas en que se finque la defensa; 3) La oportunidad de alegar; y 4) El dictado de una resolución que dirima
las cuestiones debatidas. De no respetarse estos requisitos, se dejaría de cumplir con el fin de la garantía de audiencia, que es evitar la indefensión del afectado. Novena Época,
Instancia: Pleno, Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, tomo: II, diciembre de 1995, Tesis: P./J.
47/95, p. 133.
Como puede apreciarse, la tesis de jurisprudencia transcrita
nos indica que la primera formalidad esencial de todo procedimiento es que la parte afectada sea llamada ante el órgano de autoridad a fin de que pueda defenderse correctamente; el ser llamado
no solamente comprende la posibilidad de que el particular sea
“avisado” de que se pretende ejecutar un acto privativo en su contra o de que existe un procedimiento que pudiera culminar con la
emisión de un acto privativo, sino que —de forma más amplia—
exige poner a su disposición todos los elementos que le permitan
tener una “noticia completa”, tanto de una demanda interpuesta en
su contra (incluyendo los documentos anexos) como en su caso
del acto privativo que pretende realizar la autoridad.28 Además de
28
Ovalle Favela, José, Garantías constitucionales del proceso, 2ª edición, México, Oxford
University Press, 2002, p. 117.
115
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ser llamado, el particular debe tener la oportunidad de ofrecer pruebas y de que esas pruebas sean desahogadas. En tercer lugar, el
particular debe tener el derecho de ofrecer alegatos y de que esos
alegatos sean tomados en cuenta por la autoridad; los alegatos,
nos indica Héctor Fix Zamudio, son “la exposición oral o escrita de
los argumentos de las partes sobre el fundamento de sus respectivas pretensiones una vez agotada la etapa probatoria y con anterioridad al dictado de la sentencia de fondo en las diversas
instancias del proceso”.29
En cuarto lugar, el derecho de audiencia comprende la obligación del órgano público de dictar una resolución en la que dirima
las cuestiones planteadas por las partes.
Hay abundante jurisprudencia relativa al contenido del derecho
de audiencia; entre las tesis más importantes para el objeto del
presente comentario se pueden citar al menos las tres siguientes:
AUDIENCIA, GARANTÍA DE. De entre las diversas garantías de seguridad jurídica que contiene el segundo párrafo del
artículo 14 constitucional destaca, por su primordial importancia, la de audiencia previa. Este mandamiento superior,
cuya esencia se traduce en una garantía de seguridad jurídica para los gobernados, impone la ineludible obligación a cargo de las autoridades para que, de manera previa al dictado
de un acto de privación, cumplan con una serie de formalidades esenciales, necesarias para oír en defensa de los afectados. Dichas formalidades y su observancia, a las que se unen,
además, las relativas a la garantía de legalidad contenida en
el texto del primer párrafo del artículo 16 constitucional, se
constituyen como elementos fundamentales útiles para demostrar a los afectados por un acto de autoridad, que la resolución que los agravia no se dicta de un modo arbitrario y
anárquico sino, por el contrario, en estricta observancia del
marco jurídico que la rige. Así, con arreglo en tales imperativos, todo procedimiento o juicio ha de estar supeditado a que
29
116
“Alegatos”, Enciclopedia Jurídica Mexicana, México, UNAM, Porrúa, 2002, tomo I, p. 215.
Comentarios
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en su desarrollo se observen, ineludiblemente, distintas etapas que configuran la garantía formal de audiencia en favor
de los gobernados, a saber, que el afectado tenga conocimiento de la iniciación del procedimiento, así como de la cuestión que habrá de ser objeto de debate y de las consecuencias
que se producirán con el resultado de dicho trámite, que se le
otorgue la posibilidad de presentar sus defensas a través de
la organización de un sistema de comprobación tal, que quien
sostenga una cosa la demuestre, y quien estime lo contrario
cuente a su vez con el derecho de demostrar sus afirmaciones; que cuando se agote dicha etapa probatoria se dé oportunidad de formular las alegaciones correspondientes y,
finalmente, que el procedimiento iniciado concluya con una
resolución que decida sobre las cuestiones debatidas, fijando con claridad el tiempo y forma de ser cumplidas. Octava
Época, Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito, Fuente:
Semanario Judicial de la Federación, tomo: VII, enero de 1991,
p. 153.
GARANTÍA DE AUDIENCIA. SE INTEGRA NO SÓLO CON
LA ADMISIÓN DE PRUEBAS SINO TAMBIÉN CON SU
ESTUDIO Y VALORACIÓN. La garantía de audiencia a que
se refiere el texto del artículo 14 constitucional se integra,
no sólo admitiendo pruebas de las partes sino, además, expresando las razones concretas por las cuales, en su caso,
dichas probanzas resultan ineficaces a juicio de la responsable. Por ello, si la resolución que puso fin a un procedimiento fue totalmente omisa en hacer referencia alguna a
las pruebas aportadas por la hoy quejosa, es claro que se
ha cometido una violación al precepto constitucional invocado, lo que da motivo a conceder el amparo solicitado,
independientemente de si el contenido de tales probanzas
habrá o no de influir en la resolución final por pronunciarse.
Tal criterio, que se armoniza con los principios jurídicos que
dan a la autoridad administrativa la facultad de otorgarle a
las pruebas el valor que crea prudente, es congruente, ade-
117
Comentarios
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del TEPJF
más, con la tendencia jurisprudencial que busca evitar la
sustitución material del órgano de control constitucional,
sobre las autoridades responsables, en una materia que
exclusivamente les corresponde como lo es, sin duda, la de
apreciación de las pruebas que les sean ofrecidas durante
la sustanciación del procedimiento. Novena Época, Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito, Fuente: Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, tomo: VIII, noviembre de 1998, Tesis: I.3o.A. J/29, página 442.
AUDIENCIA, GARANTÍA DE. PARA QUE SE RESPETE
EN LOS PROCEDIMIENTOS PRIVATIVOS DE DERECHOS, LA OPORTUNIDAD DE PRESENTAR PRUEBAS Y
ALEGATOS DEBE SER NO SÓLO FORMAL SINO MATERIAL. La Suprema Corte ha establecido que dentro de los
requisitos que deben satisfacer los ordenamientos que prevean procedimientos que puedan concluir con la privación
de derechos de los gobernados se encuentran los de ofrecer y desahogar pruebas y de alegar, con base en los elementos en que el posible afectado finque su defensa. En
las leyes procedimentales, tales instrumentos se traducen
en la existencia de instancias, recursos o medios de defensa que permitan a los gobernados ofrecer pruebas y expresar argumentos que tiendan a obtener una decisión favorable
a su interés. Ahora bien, para brindar las condiciones materiales necesarias que permitan ejercer los medios defensivos previstos en las leyes, en respeto de la garantía de
audiencia, resulta indispensable que el interesado pueda
conocer directamente todos los elementos de convicción
que aporten las demás partes que concurran al procedimiento, para que pueda imponerse de los hechos y medios de
acreditamiento que hayan sido aportados al procedimiento
de que se trate, con objeto de que se facilite la preparación de
su defensa, mediante la rendición de pruebas y alegatos
dentro de los plazos que la ley prevea para tal efecto. Novena Época, Instancia: Pleno, Fuente: Semanario Judicial de
118
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a las sentencias
del TEPJF
la Federación y su Gaceta, tomo: VII, abril de 1998, Tesis:
P. XXXV/98, página 21.
c) La tipificación. Este requisito significa que las conductas
sancionables dentro de la vida interna de un partido deben estar
claramente establecidas; la tipificación es muy conocida en el
ámbito del derecho penal y debe también ser observada en todo lo
relativo al derecho administrativo sancionador. Aunque los partidos políticos no son propiamente órganos administrativos, su posición privilegiada como entidades de interés público y el hecho de
que sean canales idóneos para ejercer el derecho de asociación
en materia política los obliga a observar ciertos requerimientos
que no en todos los casos tienen los simples particulares. Es el
caso de la necesidad de definir estatutariamente las conductas
sancionables y las sanciones concretas que cada una de ellas
amerita.
El requisito de la tipificación no se agota con la simple enunciación de las conductas sancionables, sino que es necesario que en
ella se utilice un lenguaje de una cierta calidad. Es decir, los partidos deben observar un requisito complementario a la tipificación,
que es la taxatividad. La taxatividad también ha sido desarrollada
en materia penal, pero es igualmente idónea para los procedimientos administrativos sancionadores.
La taxatividad es una especie del genérico principio de legalidad
en materia penal y tiene por objeto preservar la certeza jurídica (que
a su vez es una especie de la seguridad jurídica) y la imparcialidad
en la aplicación de la ley penal.30 Del principio de taxatividad penal
no puede desprenderse la cantidad de penalización que un ordenamiento puede imponer a ciertas conductas ni tampoco el número de
conductas que pueden caer bajo la consideración de las leyes penales o administrativas; lo que sí asegura la taxatividad es que toda
regulación sancionadora tenga cierta calidad, de forma que sea clara y pueda ser comprendida por sus destinatarios. La taxatividad,
30
Ferreres Comella, Víctor, El principio de taxatividad en materia penal y el valor normativo
de la jurisprudencia (Una perspectiva jurisprudencial), Madrid, Civitas, 2002, p. 21.
119
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como lo indica Ferreres, “no se refiere a la ‘cantidad’ de libertad,
sino a su ‘calidad’: garantiza que la libertad individual se pueda desplegar dentro de fronteras seguras”.31
El principio de taxatividad ha sido reconocido por distintos tribunales nacionales e internacionales. Así por ejemplo, el Tribunal
Constitucional español ha sostenido que “La norma punitiva aplicable ha de permitir predecir con suficiente grado de certeza las
conductas que constituyen infracciones y el tipo y el grado de
sanción del que puede hacerse merecedor quien la cometa”; el
Tribunal Europeo de Derechos Humanos considera que “Una norma no puede ser considerada ‘ley’ a menos que esté formulada
con suficiente precisión para permitir al ciudadano regular su conducta: debe ser capaz —con asesoramiento jurídico, si es necesario— de prever, en un grado razonable dadas las circunstancias,
las consecuencias que pueden derivarse de una determinada acción”. La Corte Suprema de los Estados Unidos de América ha
hecho valer la doctrina de la “nulidad por vaguedad” para asegurar
un estándar mínimo de calidad en la legislación penal, considerando que una norma vaga es contraria a la Constitución norteamericana; una norma es vaga según el criterio de la Corte cuando
“hombres de inteligencia común deben necesariamente aventurar
cuál es su significado y discrepar acerca de su aplicación”.32
¿Qué valor persigue preservar la taxatividad? Desde luego que a
través de la exigencia de taxatividad se intenta resguardar la seguridad jurídica. Pero también es un elemento para restringir la
arbitrariedad de quienes diseñan e imponen sanciones. Al suponer
una exigencia de claridad en el lenguaje empleado para la imposición de sanciones se evita la permanente tentación de que el
aplicador trabajó bajo sus estándares personales y no bajo lo que
dispone la norma general aplicable en materia sancionadora. ¿Hace
falta explicar lo importante que este requisito es para la limitación
de la arbitrariedad en la vida interna de los partidos?
31
32
120
Ferreres Comella, Víctor, El principio de taxatividad en materia penal..., op. cit., p. 45.
Los pronunciamientos citados se encuentran recogidos en Ferreres Comella, Víctor, op.
cit., pp. 22-25.
Comentarios
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d) Sanciones proporcionales. Este requisito está vinculado a la
seguridad jurídica, pero también a un propósito más general, que
es el de que las sanciones que impongan los partidos a sus militantes sean justas. No sería justa una sanción que castigue de la
misma forma dos conductas que afectan desigualmente a un partido o a uno o varios de sus militantes. Las sanciones deben estar
atentas al tipo de conductas a las que pretenden aplicarse.
Sobre el principio de proporcionalidad se ha escrito mucho, tanto en general33 como específicamente en sus aplicaciones al ámbito
sancionador.34
Recordemos de forma sumaria que el principio de proporcionalidad exige que cualquier determinación de una autoridad que restrinja los derechos fundamentales es aceptable en caso de que no
vulnere el contenido esencial del derecho de que se trate y siempre que sea proporcional. Para que se verifique la proporcionalidad
es necesario que se observen los subprincipios de idoneidad, necesidad y proporcionalidad en sentido estricto; es decir, existirá
proporcionalidad cuando: a) la regulación o limitación de un derecho fundamental sea adecuada para la obtención de un fin constitucionalmente legítimo; b) la medida adoptada sea la más benigna
posible respecto del derecho en cuestión, de entre todas las que
revistan la misma idoneidad para alcanzar el fin propuesto, y c) las
ventajas que se obtengan con la restricción deben compensar los
posibles sacrificios del derecho para su titular y para la sociedad
en general.35
La jurisprudencia mexicana no ha desarrollado los alcances del
principio de proporcionalidad como lo han hecho los tribunales de
otros países.36 Sin embargo, en los años recientes se han comenzado a emitir algunos criterios jurisprudenciales que, de forma algo
33
34
35
36
Bernal Pulido, Carlos, El principio de proporcionalidad y los derechos fundamentales,
Madrid, CEPC, 2003.
Lopera Mesa, Gloria P., Principio de proporcionalidad y ley penal, Madrid, CEPC, 2006.
Bernal Pulido, Carlos, El principio de proporcionalidad y los derechos fundamentales, cit.,
pp. 35 y 36.
Ver el minucioso y completo análisis de Sánchez Gil, Rubén, El principio de
proporcionalidad, México, IIJ-UNAM, 2007.
121
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
tímida todavía, ya exponen los elementos básicos de dicho principio; tal es el caso de las dos siguientes tesis:
IGUALDAD. CASOS EN LOS QUE EL JUEZ CONSTITUCIONAL DEBE HACER UN ESCRUTINIO ESTRICTO DE LAS
CLASIFICACIONES LEGISLATIVAS (INTERPRETACIÓN DEL
ARTÍCULO 1o. DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS
ESTADOS UNIDOS MEXICANOS). La igualdad es un principio y un derecho de carácter fundamentalmente adjetivo que
se predica siempre de algo, y este referente es relevante al
momento de realizar el control de constitucionalidad de las
leyes, porque la Norma Fundamental permite que en algunos
ámbitos el legislador tenga más amplitud para desarrollar su
labor normativa, mientras que en otros el Juez debe ser más
exigente a la hora de determinar si aquél ha respetado las exigencias del principio de igualdad. El artículo 1º de la Constitución Federal establece varios casos en los que procede dicho
escrutinio estricto. Así, su primer párrafo proclama que todo
individuo debe gozar de las garantías que ella otorga, las cuales no pueden restringirse ni suspenderse sino en los casos y
con las condiciones que la misma establece, lo que evidencia
la voluntad constitucional de asegurar en los más amplios términos el goce de los derechos fundamentales, y de que las
limitaciones a ellos sean concebidas restrictivamente, de conformidad con el carácter excepcional que la Constitución les
atribuye. Por ello, siempre que la acción clasificadora del legislador incida en los derechos fundamentales garantizados constitucionalmente, será necesario aplicar con especial intensidad
las exigencias derivadas del principio de igualdad y no discriminación. Por su parte, el párrafo tercero del citado precepto
constitucional muestra la voluntad de extender la garantía de
igualdad a ámbitos que trascienden el campo delimitado por el
respeto a los derechos fundamentales explícitamente otorgados por la Constitución, al prohibir al legislador que en el desarrollo general de su labor incurra en discriminación por una serie
de motivos enumerados (origen étnico o nacional, género, edad,
122
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
capacidades diferentes, condición social, condiciones de salud, religión, opiniones, preferencias, estado civil) o en cualquier otro que atente contra la dignidad humana y tenga por
objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las
personas. La intención constitucional es, por lo tanto, extender las garantías implícitas en el principio de igualdad al ámbito de las acciones legislativas que tienen un impacto
significativo en la libertad y la dignidad de las personas, así
como al de aquellas que se articulan en torno al uso de una
serie de criterios clasificatorios mencionados en el referido tercer párrafo, sin que ello implique que al legislador le esté vedado absolutamente el uso de dichas categorías en el desarrollo
de su labor normativa, sino que debe ser especialmente cuidadoso al hacerlo. En esos casos, el Juez constitucional deberá
someter la labor del legislador a un escrutinio especialmente
cuidadoso desde el punto de vista del respeto a la garantía de
igualdad. Clave: 1a., Núm.: CXXXIII/2004. Amparo directo en
revisión 988/2004. 29 de septiembre de 2004. Unanimidad de
cuatro votos. Ponente: José Ramón Cossío Díaz. Secretaria:
Rosalba Rodríguez Mireles.
IGUALDAD. CRITERIOS PARA DETERMINAR SI EL LEGISLADOR RESPETA ESE PRINCIPIO CONSTITUCIONAL. La
igualdad en nuestro texto constitucional constituye un principio complejo que no sólo otorga a las personas la garantía de
que serán iguales ante la ley (en su condición de destinatarios
de las normas y de usuarios del sistema de administración de
justicia), sino también en la ley (en relación con su contenido).
El principio de igualdad debe entenderse como la exigencia
constitucional de tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales, de ahí que en algunas ocasiones hacer distinciones
estará vedado, mientras que en otras estará permitido o, incluso, constitucionalmente exigido. En ese tenor, cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación conoce de un caso en el
cual la ley distingue entre dos o varios hechos, sucesos, personas o colectivos, debe analizar si dicha distinción descansa
123
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
124
en una base objetiva y razonable o si, por el contrario, constituye una discriminación constitucionalmente vedada. Para ello
es necesario determinar, en primer lugar, si la distinción legislativa obedece a una finalidad objetiva y constitucionalmente
válida: el legislador no puede introducir tratos desiguales de
manera arbitraria, sino que debe hacerlo con el fin de avanzar
en la consecución de objetivos admisibles dentro de los límites marcados por las previsiones constitucionales, o expresamente incluidos en ellas. En segundo lugar, es necesario
examinar la racionalidad o adecuación de la distinción hecha
por el legislador: es necesario que la introducción de una distinción constituya un medio apto para conducir al fin u objetivo
que el legislador quiere alcanzar, es decir, que exista una relación de instrumentalidad entre la medida clasificatoria y el fin
pretendido. En tercer lugar, debe cumplirse con el requisito de
la proporcionalidad: el legislador no puede tratar de alcanzar
objetivos constitucionalmente legítimos de un modo abiertamente desproporcional, de manera que el juzgador debe determinar si la distinción legislativa se encuentra dentro del abanico
de tratamientos que pueden considerarse proporcionales, habida cuenta de la situación de hecho, la finalidad de la ley y los
bienes y derechos constitucionales afectados por ella; la persecución de un objetivo constitucional no puede hacerse a costa
de una afectación innecesaria o desmedida de otros bienes y
derechos constitucionalmente protegidos. Por último, es de
gran importancia determinar en cada caso respecto de qué se
está predicando con la igualdad, porque esta última constituye
un principio y un derecho de carácter fundamentalmente adjetivo que se predica siempre de algo, y este referente es relevante al momento de realizar el control de constitucionalidad
de las leyes, porque la Norma Fundamental permite que en
algunos ámbitos el legislador tenga más amplitud para desarrollar su labor normativa, mientras que en otros insta al Juez a
ser especialmente exigente cuando deba determinar si el legislador ha respetado las exigencias derivadas del principio
mencionado. Clave: 1a., Núm.: CXXXII/2004. Amparo directo
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
en revisión 988/2004. 29 de septiembre de 2004. Unanimidad
de cuatro votos. Ponente: José Ramón Cossío Díaz. Secretaria: Rosalba Rodríguez Mireles.
e) Fundamentación y motivación de la determinación o resolución respectiva. Este requisito se debe observar en todos los actos de autoridad, de acuerdo con el artículo 16 constitucional, en
su párrafo primero. Pero también vincula a los partidos políticos
en virtud de que pueden llevar a cabo actos privativos (que es el
tipo de actos a los que se refiere precisamente el artículo 16 en su
párrafo primero).
La jurisprudencia ha definido la fundamentación y motivación
en los siguientes términos:
FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN. De acuerdo con el
artículo de la Constitución Federal, todo acto de autoridad debe estar adecuada y suficientemente fundado y
motivado, entendiéndose por lo primero que ha de expresarse con precisión el precepto legal aplicable al caso y,
por lo segundo, que también deben señalarse, con precisión, las circunstancias especiales, razones particulares
o causas inmediatas que se hayan tenido en consideración para la emisión del acto; siendo necesario, además,
que exista adecuación entre los motivos aducidos y las
normas aplicables, es decir, que en el caso concreto se
configuren las hipótesis normativas. Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-2000, tomo III, tesis
40, pp. 46-47.
La fundamentación y motivación se debe dar en todo tipo de actos
de autoridad, pues el artículo 16 no señala excepciones de ningún
tipo. Incluso debe darse cuando se trata de actos discrecionales,
es decir, de aquellos en los que la ley reconoce en favor de la
autoridad que los emite un espacio importante de apreciación sobre el momento en que deben ser emitidos y los alcances que
puedan tener. La motivación de un acto discrecional debe tener
125
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
por objeto: a) hacer del conocimiento de la persona afectada las
razones en las que se apoya el acto; dichas razones no deben
verse como un requisito puramente formal consistente en citar
algunos elementos fácticos aplicables a un caso concreto, sino
como una necesidad sustantiva consistente en la obligación del
órgano público de aportar “razones de calidad”, que resulten “consistentes con la realidad y sean obedientes, en todo caso, a las
reglas implacables de la lógica”,37 b) aportar la justificación fáctica
del acto en razón del objetivo para el cual la norma otorga la potestad que se ejerce en el caso concreto; c) permitir al afectado interponer los medios de defensa existentes, si lo considera oportuno.38
La exigencia de fundamentación y motivación de los actos de
autoridad ha sido desarrollada en México por la jurisprudencia. Así
por ejemplo, los tribunales mexicanos han sostenido que una correcta fundamentación se da cuando la autoridad cita no solamente el ordenamiento jurídico aplicable a un caso concreto, sino los
artículos, párrafos, incisos y subincisos de ese ordenamiento, tal
como puede apreciarse en la siguiente tesis:
FUNDAMENTACIÓN. CARACTERÍSTICAS DEL ACTO DE
AUTORIDAD CORRECTAMENTE FUNDADO. FORMALIDAD
ESENCIAL DEL ACTO ES EL CARÁCTER CON QUE LA
AUTORIDAD RESPECTIVA LO SUSCRIBE Y EL DISPOSITIVO, ACUERDO O DECRETO QUE LE OTORGUE TAL LEGITIMACIÓN. Para poder considerar un acto autoritario como
correctamente fundado, es necesario que en él se citen: A)
Los cuerpos legales y preceptos que se están aplicando al
caso concreto, es decir los supuestos normativos en que
encuadra la conducta del gobernado, que serán señalados
con toda exactitud, precisándose los incisos, subincisos y
fracciones. B) Los cuerpos legales y preceptos que otorgan
competencia o facultades a las autoridades, para emitir el
37
38
126
Fernández, Tomás Ramón, De la arbitrariedad del legislador, Madrid, Civitas, 1998, p. 97.
Fernández, Tomás Ramón, Arbitrariedad y discrecionalidad, Madrid, Civitas, 1994, pp. 81-85.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
acto en agravio del gobernado. Ahora bien, siguiendo una
secuencia lógica, este tribunal considera que la citación de
los artículos que otorgan competencia, debe realizarse también con toda exactitud, señalándose el inciso, subinciso y
fracción o fracciones que establezcan las facultades que en
el caso concreto, la autoridad está ejercitando al emitir el
acto de poder en perjuicio del gobernado. En efecto, la garantía de fundamentación consagrada en el artículo 16 constitucional lleva implícita la idea de exactitud y precisión en la
citación de los cuerpos legales, preceptos, incisos, subincisos
y fracciones de los mismos que se están aplicando al particular en el caso concreto, y no es posible abrigar en la garantía individual comentada, ninguna clase de ambigüedad, o
imprecisión, puesto que el objetivo de la misma primordialmente se constituye por una exacta individualización del acto
autoritario, de acuerdo a la conducta realizada por el particular, la aplicación de las leyes a la misma y desde luego, la
exacta citación de los preceptos competenciales, que permiten a las autoridades la emisión del acto de poder. TERCER
TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIAADMINISTRATIVA DEL
PRIMER CIRCUITO. Amparo directo 16/83. Jorge León Rodal
Flores. 12 de julio de 1983. Unanimidad de votos. Ponente:
Genaro David Góngora Pimentel. Secretario: Roberto Terrazas
Salgado. Séptima Época, Instancia: Tribunales Colegiados de
Circuito, Fuente: Semanario Judicial de la Federación, tomo:
175-180 Sexta Parte, página 98.
Además de las partes concretas del ordenamiento jurídico aplicable, la autoridad debe poner en el escrito que contiene su acto el
lugar y la fecha de emisión del mismo, pues según la Segunda
Sala de la Suprema Corte, “...es menester que la autoridad señale
con exactitud el lugar y la fecha de la expedición del acto administrativo, a fin de que el particular esté en posibilidad de conocer el
carácter de la autoridad que lo emitió, si actuó dentro de su circunscripción territorial y en condiciones de conocer los motivos
que originaron el acto... pues la falta de tales elementos en un
127
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
acto autoritario implica dejar al gobernado en estado de indefensión, ante el desconocimiento de los elementos destacados”.39
f) Competencia de órganos sancionadores, los cuales deben
tener independencia e imparcialidad. Este último requisito señalado por la Sala no es fácil de lograr en la vida interna de un partido
político. ¿Respecto de quién o de qué debe ser independiente e
imparcial el órgano sancionador? Desde mi punto de vista la imparcialidad debe predicarse de los sujetos involucrados en los procedimientos y respecto de las demás autoridades del propio partido,
de forma tal que quien tome la decisión sobre las sanciones lo
haga con pleno apego a la legalidad estatutaria y a las demás
normas aplicables.
La imparcialidad de los órganos sancionadores internos de los
partidos debe ser interpretada de forma semejante a lo que sucede
con los tribunales. En materia judicial se utilizan tanto el término
de imparcialidad como el de independencia para caracterizar la
posición institucional y la actuación del órgano competente para
resolver un juicio. Hay diversos mecanismos institucionales que
contribuyen a fortalecer la independencia del poder judicial y que,
por analogía, deben ser tomados en cuenta al momento de precisar la configuración de los órganos encargados de revisar los procedimientos sancionadores al interior de los partidos.
La independencia y autonomía de los órganos sancionadores
requiere de un sistema razonable de remuneraciones, de estabilidad o incluso de inamovilidad y mecanismos claros y objetivos de
responsabilidad de los encargados de los mismos. Con todos esos
elementos se puede construir un entramado institucional más o
menos autónomo, que permita dar cumplimiento a la exigencia
contenida en la sentencia que estamos analizando.
Como puede verse, los seis requisitos enunciados suponen una
red de seguridades que busca evitar la aplicación arbitraria de sanciones al interior de los partidos políticos, así como la preservación del efectivo disfrute del derecho de asociación en materia
política.
39
128
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, tomo XII, julio de 2000, p. 5.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
8. Perspectivas del criterio judicial
Para concluir, podemos afirmar que la sentencia 393/2005 es
relevante no solamente por lo que en ella se afirma, sino también
por la proyección que podría tener hacia delante, sobre todo teniendo en cuenta que las recientes reformas electorales a la Constitución y a diversas leyes tocan aspectos medulares de la libertad
de expresión y se refieren también a la intervención de los tribunales electorales en la vida interna de los partidos.
De este modo, considero que la sentencia citada debe ser tomada en cuenta para resolver futuros conflictos intrapartidistas y
además para hacerlo por medio de una técnica moderna de interpretación jurídica, basada en la ponderación, en la proporcionalidad, en los efectos horizontales de los derechos fundamentales,
etcétera.
Los criterios hermenéuticos de la sentencia que hemos comentado reafirmar la convicción del importante papel que están llamados a desempeñar los jueces en el paradigma del Estado
constitucional de derecho. Los jueces deben ser los defensores
de los derechos fundamentales frente a todo tipo de manifestaciones del poder, tanto público como privado. Los jueces son los
guardianes de esos derechos cuyo efectivo disfrute, a su vez,
supone la precondición para que se realice cualquier régimen democrático. Las democracias contemporáneas son democracias con
jueces.40 Por eso es que resulta muy alentador que existan pronunciamientos de tan elevada calidad como el que se contiene en
la sentencia 393/2005.
40
Son muy interesantes, al respecto, las consideraciones de Barak, Aharon, The judge in
a democracy, Princeton, Princeton University Press, 2006. Para el contexto mexicano,
Carbonell, Miguel, ¿El tercero ausente? Escritos sobre el poder judicial, México, Porrúa,
2008.
129
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
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132
COMENTARIOS A LA SENTENCIA
SUP-JDC-393/2005 DEL TEPJF
Luis Octavio Vado Grajales
COMENTARIOS A LA SENTENCIA
SUP-JDC-393/2005 DEL TEPJF
Luis Octavio Vado Grajales*
SERIE
“… cada vez que un tribunal decide
un caso de libertad de expresión o imprenta, está afectando no solamente
las pretensiones de las partes en el
litigio concreto, sino también el grado
al que en un país quedará asegurada
la libre circulación de noticias, ideas
y opiniones…”1
SUMARIO: I. Introducción; II. Descripción del asunto; III. El método; IV. La
libertad de expresión; V. Conclusiones.
I. INTRODUCCIÓN
Como lo expresa la frase que enmarca este
trabajo, la libertad de expresión es un tema
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
*
1
135
Maestro en Derecho constitucional y amparo por la
Universidad Autónoma de Querétaro, en la que estudia
actualmente el doctorado. Docente en la misma institución
en posgrado y licenciatura, así como del Instituto de
Especialización Judicial del Tribunal Superior de Justicia
de Querétaro.
Quiero agradecer la lectura del borrador y las
sugerencias formuladas a la Lic. Rebeca Pérez Martínez.
“Voto de minoría que formulan el Ministro José Ramón
Cossío Díaz y el Ministro Juan N. Silva Meza en el A.R.
2676/2003”, compilado en Libertad de expresión. Análisis
de casos judiciales, Vázquez Camacho, Santiago (comp.),
México, Porrúa, 2007, p. 93. En este volumen se encuentra
un trabajo de Javier Ortiz, denominado “La ponderación y
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
que al ser abordado por la judicatura, abandona los límites del
litigio concreto y manda un mensaje a la ciudadanía. Esto es
particularmente pertinente después de la reciente reforma electoral y de los cuestionamientos que ha generado en nuestro país
acerca de la libertad de expresión.
La sentencia SUP-JDC-393/2005 es una de las resoluciones judiciales cuya importancia, notoria al momento de su dictado, ha crecido con el tiempo y se ha sumado a una cadena de decisiones judiciales
que dejan historia por la trascendencia del camino marcado.2
Visto así, resulta de singular importancia la posibilidad de analizar la sentencia dictada en cuanto a su metodología, los supuestos
normativos de que parte, la valoración de las pruebas, la argumentación e interpretación vertidas en la misma, porque nos permite
debatir sobre temas como la libertad de expresión en el ámbito político y el derecho a la reputación, la ponderación y subsunción en
las resoluciones judiciales,m la competencia de la jurisdicción electoral en materia de decisiones internas de los partidos, etcétera.
A nadie escapa la importancia de los temas anteriores, por lo
que el análisis de la resolución que nos ocupa puede hacerse a
partir de diversas visiones y disciplinas. Desde trincheras como la
ciencia política, la sociología y el derecho se puede y se debe
realizar una disección de esta sentencia, a fin de obtener de ella
conclusiones relevantes para la actualidad política y jurídica.
En este trabajo me centraré exclusivamente en los siguientes
puntos:
• Argumentación e interpretación3 realizada por el juzgador.
2
3
136
la libertad de expresión”, en el que se estudia la ejecutoria objeto de este ensayo, así como
otras dictadas también por el Tribunal Federal Electoral relacionadas con el tema de libertad
de expresión.
Sin afán de ser exhaustivo, pueden encontrarse en dicho listado casos antiguos como el
amparo Morelos, o más recientemente, el amparo Aguascalientes, el caso Tabasco, o, en
materia de libertad de expresión, el caso de la bandera, del que se ha citado una porción
del voto de minoría.
Interpretar y argumentar, desde un punto de vista didáctico, no son la misma cosa. Sin
embargo, su diferencia práctica es, al menos, nebulosa. En todo caso, considero que la
interpretación judicial es dotar de sentido a un texto normativo respecto de un caso en
particular que debe ser resuelto mediante aquélla. Aquí me sirvo de las ideas de Eros
Grau, quien escribe “…la interpretación del derecho no sólo abarca la declaración del
sentido transmitido por el texto normativo, sino la constitución de la norma a partir del
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
• Apreciación del concepto de libertad de expresión en asuntos políticos.
Desde luego se puede analizar desde otras perspectivas la
sentencia en estudio. Por ejemplo, un análisis de las posturas
epistemológicas, una aproximación desde el marxismo jurídico o
desde el jusnaturalismo, etc. Desde luego, la aspiración de este
texto es contribuir al debate, no presentarlo como algo agotado.
Desde los puntos señalados, la ejecutoria SUP-JDC-393/2005
resulta relevante por estas razones:
Respecto de la argumentación e interpretación, no sólo se recurre a la ponderación, sino que se expone un modelo por el cual se
realiza, tratando de escapar así a las principales críticas sobre la
indeterminación y subjetividad de dicho método de interpretación.
En el caso de la libertad de expresión en materia política, esta
sentencia aborda el tema desde una perspectiva garantista del
tema, dejando a un lado la interpretación histórica o la aproximación exclusivamente a partir del derecho nacional. Además, se
recurre de forma determinante a los tratados internacionales firmados por nuestro país.
II. DESCRIPCIÓN DEL
ASUNTO
Armando Ovando Gallegos, militante panista, impugna mediante
el juicio para la protección de los derechos políticos electorales
del ciudadano la determinación de la Comisión de Orden de su
texto y de los hechos” Interpretación y aplicación del derecho, Madrid, Dykinson, s/f, p.
45. Argumentar es brindar las razones que sustentan la interpretación, argumentos que
desde luego pueden ser derrotables. Escribe al respecto Rolando Tamayo: “En la
argumentación el discurso (i.e. la forma en la que se expresan los argumentos) no busca
persuadir (disuadir) o convencer, la idea es proveer un argumento que no pueda ser
refutado, contra el cual no se pueda proporcionar un contraejemplo,” Razonamiento y
argumentación jurídica. El paradigma de la racionalidad y la ciencia del derecho, México,
UNAM, 2003, p. 196. Cfr. con Dehesa Ávila, Gerardo, Introducción a la retórica y la
argumentación, México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, segunda edición, 2005,
p. 9. Aunque en términos de orden se puede establecer que la interpretación antecede a
la argumentación, en la práctica no necesariamente es así.
137
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
partido que lo condena a la pérdida de sus derechos partidarios por
tres años. La narración sucinta de los hechos es la siguiente.4
1. En entrevista radiofónica realizada el 6 de febrero de 2004, el
actor ventiló su destitución como Presidente del Comité Directivo
Municipal del Partido Acción Nacional en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
2. En entrevistas radiofónicas los días 25 de enero y 28 de
febrero de 2004, el ciudadano Ovando Gallegos dio a conocer
que, junto con un grupo de panistas, había formado un grupo
interno denominado Carlos Castillo Peraza, cuya finalidad era
analizar y estudiar los principios, estatutos, doctrina y reglamentos de su partido, así como realizar diversas actividades. De
igual forma, invitó a la ciudadanía a inscribirse en dicho partido y
a los adherentes, simpatizantes y militantes a acercarse a dicho
grupo.
3. El 7 de febrero de 2005, la Comisión de Orden del Consejo
Nacional del Partido Acción Nacional (la responsable), recibió la solicitud de procedimiento de sanción en contra de Ovando Gallegos,
petición que fue signada por el Presidente y Secretario General del
Comité Directivo de dicho partido en San Cristóbal de las Casas.
4. Admitida la petición, notificado el inicio del procedimiento,
rendidas las pruebas y realizada la audiencia de pruebas y alegatos, el 2 de junio de 2005 la Comisión resolvió suspender los derechos del actor como miembro activo por tres años.
5. El 4 de julio de 2005 el actor interpuso el juicio para la protección de los derechos políticos electorales del ciudadano en contra
de la resolución de la responsable.
6. Admitido el juicio y desarrollado el procedimiento respectivo,
el 24 de agosto de 2005 se dictó resolución, determinando la revocación de la sanción impuesta al actor.
Expuestos los hechos, resulta relevante hacer referencia a los
argumentos que la responsable utilizó para sustentar su determi-
4
138
Para hacer más fácil la lectura, me referiré al C. Armando Ovando Gallegos como “el
actor” o “el impugnante”, y a la Comisión de Orden del Consejo Nacional del Partido
Acción Nacional como “la responsable”.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
nación, y los que el actor vertió a efecto de probar la procedencia
de su impugnación.5
Sucintamente, podemos expresar de la siguiente forma las causas y razones expresadas por la responsable:
Primero: El actor dio a conocer situaciones internas de la vida
del partido en un medio de comunicación general, mismas que
afectan la imagen del partido.
Segundo: El actor, con sus declaraciones, hizo aparecer a la
dirigencia estatal de su partido como intolerante e instrumento de
venta de candidaturas.
Tercero: Omitió el actor acudir a las instancias partidarias internas.
Cuarto: Conformó el actor un grupo disidente del Comité Directivo Municipal, dedicado supuestamente a la revisión de los estatutos y reglamentos internos.
Quinto: No sólo el actor conformó el grupo citado, sino que lo
hizo público y omitió presentar sus proyectos y estudios a las
instancias partidistas correspondientes.
Sexto: Resulta inadmisible que un militante partidario se niegue a cumplir las órdenes y determinaciones de los órganos superiores de su partido.
Séptimo: La publicidad del mencionado grupo afectó la imagen del partido porque confundió a la ciudadanía al anunciar el
actor que se agilizarían las inscripciones en el partido, lo que resulta una práctica corporativista.
Octavo: Debe considerarse como agravante el que el actor sea
un militante con antigüedad en el partido, y que además ha ocupado cargos de dirección, pues tiene conocimiento de las reglas internas de Acción Nacional.
Noveno: La imagen que con sus actos genera el actor sobre el
partido es que se trata de una agrupación beligerante, antidemocrática
y dividida.
Al respecto, la postura del actor se puede resumir de la siguiente forma.
5
Existe un asunto conexo que no será objeto de este estudio, vinculado a la
extemporaneidad del inicio del procedimiento de sanción, mismo que fue acogido.
139
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Primero: Considera que la interpretación que hace el órgano
partidario de la expresión “hacer del conocimiento público asuntos
internos del partido” fue sobrevalorada (exagerada), de forma que se
presenta como si fuese una sociedad secreta, vedando el derecho
a la libertad de expresión, que constituye un derecho irrenunciable.
Segundo: La formación de un grupo interno no contraviene
ninguna disposición normativa interna de su partido, ya que incluso es un derecho expresamente contemplado en la misma.
Como es de observarse, existe una serie de elementos del caso
que no fueron controvertidos, como la formación del grupo “Carlos
Castillo Peraza” y la existencia de declaraciones radiofónicas del
actor.
Los hechos imputados al C. Ovando Gallegos, consistentes en
las declaraciones a los medios de comunicación, se comprobaron
con las grabaciones correspondientes. Cabe señalar que, como
se desprende de la sentencia, no hubo alguna otra prueba sobre la
cual la responsable hubiera basado su determinación. No existe
referencia a ninguna otra prueba, tales como testimoniales, documentales, etcétera.
Desde luego, éste es un punto que resulta procesalmente relevante porque no hay una contradicción en cuanto a los hechos, sino sobre
el alcance de los mismos en dos sentidos: en un sentido jurídico respecto a la libertad de expresión,6 y en un sentido material en cuanto a
los daños causados con motivo de los hechos comprobados.
De esta forma, sobre el primer sentido nos encontramos en una
discusión puramente de derecho, en cuanto al alcance de la libertad
de expresión referida a los militantes de un partido. Sin embargo,
esta orientación no puede desprenderse de la necesidad de comprobar, para sostener exitosamente la sanción, la ilicitud de los hechos
y los efectos negativos de los mismos. O, en todo caso, de una
fuerte argumentación a favor de que las expresiones, por sí mismas, resultaban lesivas de algún derecho del partido o contradictorias con alguna norma partidaria.
6
140
En este caso, un tema tangencial al de la libertad de expresión es el de la libertad de
asociación interpartidaria y los alcances de la misma.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
III. EL MÉTODO
Al ser varios los métodos y criterios interpretativos, resulta
necesario justificar la elección de alguno en concreto.7 Debe admitirse que incluso la justificación de un método de interpretación
resulta objeto de control y crítica aun antes de la apreciación de
los efectos de dicho método.
En el caso de la resolución que nos ocupa, expresamente se
reconoce la necesidad de recurrir a la ponderación como método
interpretativo. Dice la sentencia:
En consecuencia, bajo ciertas condiciones, se puede generar un conflicto entre los derechos del partido político y la
libertad de expresión del afiliado. Sin embargo, este aparente
conflicto no podría resolverse, sin más, prohibiendo, restringiendo o menoscabando la libertad de expresión, así sea disidente, hacia el exterior en todos los casos. Tampoco, es el
caso que el derecho de libertad de expresión sea inderrotable,
ya que en un caso concreto puede ser derrotado por otro
derecho fundamental constitucionalmente tutelado. De ahí que
la resolución tenga que pasar por la ponderación en cada
caso concreto entre la libertad de expresión de los asociados
y el derecho de autoorganización de los partidos políticos.8
Tenemos así que el Tribunal reconoce, para efectos de este
caso, el posible choque entre dos derechos diversos, siendo al
menos uno de ellos parte de los llamados derechos fundamentales, lo cual justificaría el recurrir a la ponderación como método
para resolver el fondo del asunto.
7
8
Sobre las variedades de la interpretación constitucional positiva, de la que la interpretación
electoral es una rama, véase Sagües, Néstor Pedro, “Interpretación constitucional y
alquimia constitucional (El arsenal argumentativo de los Tribunales Superiores”, en Revista
Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional, número 1, México, 2004, pp. 151-170.
La resolución en comento puede ser localizada en la siguiente dirección electrónica:
http://www.trife.org.mx/siscon/gateway.dll?f=templates&fn=default.htm También aparece
publicada como anexo en el libro de Velázquez Camacho ya mencionado.
141
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Se desprenden así diversos elementos relevantes. Si se trata de
un asunto de derechos fundamentales, parece ser el razonamiento,
entonces hay que utilizar un método específico de interpretación,
que es el de la ponderación. Ahora bien, toda vez que en la sentencia que nos ocupa el método es fundamental para llegar a una conclusión, hay que iniciar por analizar la justificación del mismo.
El tema de los derechos fundamentales, desde luego, excede
el alcance de este comentario. Sin embargo, resulta útil la caracterización que hace de los mismos uno de sus más brillantes
propugnadores, Luigi Ferrajoli.9
Para el distinguido jurista italiano, los derechos fundamentales
son aquellos derechos subjetivos que se adscriben con un sentido
de generalidad a todas las personas que se encuentran en un determinado estatus, como personas, ciudadanos o personas con
capacidad de obrar. Ferrajoli encuadra dentro de los derechos fundamentales cuatro tipos, que son los siguientes.
1. Derechos humanos: otorgados en cuanto a la calidad de
persona.
2. Derechos públicos: derechos de los ciudadanos.
3. Derechos civiles: derechos otorgados a las personas con
capacidad de obrar.
4. Derechos políticos: derechos de los ciudadanos con capacidad de obrar y que se refieren a la autonomía política y son base de la democracia.
Los derechos políticos se otorgan en virtud de la calidad de ciudadano, pero con una finalidad concreta: la de participar de la vida
democrática. Por ejemplo, en México tenemos el derecho al voto
tanto activo como pasivo, el derecho de asociación y los derechos
de petición y libertad de expresión en materia política. El primero y
9
142
Amplia y variada la obra de Ferrajoli, nos serviremos para estas líneas de su exposición
denominada “Derechos fundamentales”, compilada en De Cabo, Antonio, y Pisarello,
Gerardo, Los fundamentos de los derechos fundamentales, Madrid, Trotta, 2005, pp. 1956. Para una discusión sobre dichos derechos y el diálogo establecido por Ferrajoli con
otros autores, resultan relevantes, además del texto citado, Carbonell, Miguel, Salazar
Pedro (editores), Garantismo. Estudios sobre el pensamiento jurídico de Luigi Ferrajoli,
Madrid, Trotta-UNAM, Madrid, 2005; y Ferrajoli, Luigi, Garantismo. Una discusión sobre
derecho y democracia, (traducción de Andrea Greppi), Madrid, Trotta, 2006.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
segundo pertenecen a los llamados derechos político-electorales, y
el tercero y cuarto a los derechos políticos en estricto sentido.
Los derechos fundamentales, siguiendo a Ferrajoli, tienen diversas características, como su carácter supranacional, su indisponibilidad
y la necesaria distinción entre derecho y garantía del derecho, por lo
cual un derecho existe aun cuando falte su garantía respectiva.
Toda vez que en la sentencia se ha establecido estar en presencia de un derecho fundamental, como es el de la libertad de
expresión en materia política, y que por tanto pertenece a los derechos políticos, entonces se llega a la conclusión de que es necesario seguir un determinado método interpretativo, propio de los
asuntos en que se encuentran dichos derechos.
Hay que recordar que, debido a su posición tradicionalmente
constitucional, la interpretación de los derechos fundamentales ha
sido encargada a jueces de constitucionalidad, y comparte algunos
elementos propios de la interpretación constitucional, como lo es la
preeminencia de dicha norma. Sin embargo, el tema de los derechos fundamentales ha rebasado el ámbito de lo nacional y entra en
el espacio de las reglas de derecho internacional, mismas que fijan
marcos interpretativos para los derechos consignados en ellas.
Es clara la posibilidad de un conflicto entre derechos fundamentales, al menos desde la perspectiva práctica. Suele usarse como ejemplo la tendencia contradictoria de derechos como libertad de expresión
y derecho al honor y a la dignidad. Siendo posibles dichos choques,
las reglas clásicas que encuadran los choques normativos en los
casos ley superior vs. ley inferior, ley anterior vs. ley posterior y ley
especial vs. ley general no resultan aplicables, dado que nos ocupamos de derechos que tienen el mismo nivel normativo.
Así, se ha desarrollado todo un método interpretativo del que
forma parte la ponderación. En palabras de Edgar Carpio Marcos:
“En un caso de colisión entre derechos fundamentales, habitualmente se parte por identificar los bienes o intereses en
conflicto (balancing actividad), se realiza la interpretación
de las disposiciones que los reconocen (interpretación), se
advierte las circunstancias del caso y, luego, se procede a
143
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
realizar el balanceamiento de los intereses a fin de brindar
una solución al caso (balancing producto)”.10
Lo anterior resulta aplicable a la sentencia en estudio si el juzgador electoral se encuentra en presencia de dos bienes jurídicamente tutelados a nivel constitucional. Es claro que, por un lado,
tenemos la libertad de expresión en materia política, pero, ¿qué
hay por el otro lado?
En primer lugar, tenemos el derecho de autoorganización partidaria, contemplado por el artículo 41 constitucional, lo que se reconoce en la ejecutoria al hacer referencia a dicho derecho reconocido
en otras sentencias.11 Se reconoce también que los partidos cuentan con el derecho a la imagen, derecho que incluso formaría parte
de las limitaciones constitucionales a la libertad de expresión en
tanto se contiene en la prohibición del artículo 6º de afectar derechos de tercero. Se expresa en la sentencia:
De las limitaciones constitucionalmente admisibles la única
que podría actualizarse sería la referente a los ataques de
los “derechos de tercero”, en tanto que, como lo sostiene la
responsable en la resolución impugnada, con la conducta
imputada al ciudadano ahora actor se afectaron o lesionaron los derechos del partido político del cual es afiliado, concretamente el derecho a la “imagen del PAN ante la propia
sociedad”, derecho que les ha sido reconocido a los partidos políticos por este órgano jurisdiccional federal electoral.
De esta forma, se encuadra el conflicto como una controversia
posible entre el derecho a la libertad de expresión política, los
límites constitucionales de la misma y el derecho constitucional a
la autoorganización de los partidos políticos. Así, se justifica la
afirmación judicial consistente en que necesariamente se debe
utilizar el método de la ponderación.
10
11
144
Carpio Marcos, Edgar, “La interpretación de los derechos fundamentales”, compilado en
Ferrer Mac-Gregor, Eduardo, Interpretación constitucional, México, Porrúa, 2005, T. I, p. 361.
Se citan las ejecutorias SUP-JDC-021/2002 y SUP-JDC-803/2002.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Además de ponderar, existen otros principios aplicables en
materia de interpretación de derechos fundamentales. Los encontramos por ejemplo en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, conocida comúnmente como Pacto de San José,
que dice:
Artículo 29. Normas de Interpretación
Ninguna disposición de la presente Convención puede ser
interpretada en el sentido de:
a) permitir a alguno de los Estados Partes, grupo o persona,
suprimir el goce y ejercicio de los derechos y libertades reconocidos en la Convención o limitarlos en mayor medida
que la prevista en ella;
b) limitar el goce y ejercicio de cualquier derecho o libertad
que pueda estar reconocido de acuerdo con las leyes de
cualquiera de los Estados Partes o de acuerdo con otra convención en que sea parte uno de dichos Estados;
c) excluir otros derechos y garantías que son inherentes al
ser humano o que se derivan de la forma democrática representativa de gobierno, y
d) excluir o limitar el efecto que puedan producir la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre y otros
actos internacionales de la misma naturaleza.
De la naturaleza de los derechos fundamentales y de los instrumentos internacionales que los contemplan, singularmente del
Pacto de San José, se derivan entonces los siguientes elementos
de interpretación, construidos también a partir de múltiple doctrina
en la materia:12
12
Como una propuesta concurrente, encontramos la que formulan Jaime Cárdenas Gracia,
Alan García Campos y Santiago Nieto Castillo en Estudios jurídicos en torno al Instituto
Federal Electoral, México, UNAM, 2000, p. 113, que básicamente establecen como
límites de la interpretación electoral los siguientes: límite de la jerarquía constitucional,
consistente en que la interpretación no ignore ni suplante a la Constitución; la aplicación
de los criterios de especialidad, jerarquía y temporalidad en cuanto conflictos entre
normas electorales secundarias pero con vista a los principios propios de la materia; y la
preferencia, en el caso de principios en conflicto, a aquel que fortalezca o se relacione
más directamente con la libertad de expresión, en aras de no poner en peligro el régimen
democrático. Respecto a la interpretación electoral en general, con una visión garantista,
véase Nieto Castillo, Santiago, Interpretación y argumentación jurídicas en materia electoral,
México, UNAM, 2003.
145
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Principio pro homine: Consistente en que se debe buscar
siempre la interpretación más amplia posible a favor del derecho
fundamental, lo que permite una extensa gama de argumentos.
Por el contrario, la limitación a un derecho fundamental debe
interpretarse de forma totalmente restrictiva. Incluso, en caso de
duda, se debe optar por lo más favorable para el derecho,
subprincipio llamado indubio pro libertate.
De la aplicación de este principio en la sentencia en comento da
cuenta prácticamente todo su texto. Sin embargo, destacan algunos puntos, como la exigencia de que los partidos deban fundar y
motivar sus determinaciones cuando afecten a sus militantes.13
Posición preferente de los derechos fundamentales: Este
principio reconoce la posición privilegiada de los derechos como
elementos básicos de la sociedad democrática. En virtud del mismo, las limitaciones a los derechos fundamentales deben considerarse desde una lógica restrictiva en la que el control de las
razones debe realizarse de forma sumamente estricta.
Se considera, siguiendo este principio, que debe atenerse también a la función que cumplen los derechos dentro de la sociedad
democrática. Este punto tendrá particular importancia cuando más
adelante se estudie el tema de las dimensiones del derecho de
libertad de expresión.
En la sentencia se reconoce a la libertad de expresión como un
derecho preferente. Se expresa:
La libre manifestación de las ideas no es una libertad más
sino constituye uno de los fundamentos del orden político.
Es un derecho vital para el mantenimiento y la consolidación
de las instituciones democráticas. Así, por ejemplo, la Constitución permite a las personas que se expresen libremente
para que otras puedan votar. De ahí que diversos tribunales,
por ejemplo la Suprema Corte de los Estados Unidos de
13
146
Se expresa, por ejemplo, que es requisito de los procedimientos disciplinarios la
fundamentación y motivación que permitan al sancionado conocer las razones de la
determinación, lo que se repite al menos en dos partes de la ejecutoria.
Comentarios
a las sentencias
América le atribuyan una “posición preferente” (verbi gratia en
Murdock v. Pennsylvania, 319 U.S. 105 115 (1943).
del TEPJF
En la sentencia es evidente la consideración de la libertad de
expresión como un derecho preferente. De esto se deriva el análisis
estricto que se hace de la resolución de la responsable, y la exigencia constante de una fundamentación y motivación adecuadas.
Esta exigencia puede resultar, a la luz de una formación jurídico-constitucional sustentada en el amparo, cuando menos extraña, pues es difícil considerar a los partidos políticos como autoridad
responsable. Sin embargo, el razonamiento de la sentencia consiste en que los partidos políticos son entidades de interés público,14 al tenor del artículo 41 de la Constitución federal; además,
debido a que sus decisiones pueden afectar derechos fundamentales de sus militantes, como el de libertad de expresión y el de
asociación, es necesario que sus determinaciones en tales materias sean fundamentadas y motivadas adecuadamente, de forma
que el sancionado pueda conocer:
1. Los hechos o abstenciones que originaron la sanción.
2. Las normas o determinaciones partidarias que dejó de
observar.
14
Escribe Jaime Cárdenas Gracia: “La Constitución mexicana, a diferencia de otras, otorga una
naturaleza especialísima a los partidos políticos, los reputa como entidades de interés
público, es decir, los partidos en México no son asociaciones privadas, como en el derecho
anglosajón, ni órganos del Estado, como alguna vez fueron considerados por la doctrina
jurídica alemana, sino que son asociaciones intermedias entre los ciudadanos y las instituciones.
No tienen carácter de personas morales de derecho público como los organismos
descentralizados, pero tampoco su estatuto es de derecho privado. La razón de ello, sin lugar
a dudas, se debe a los fines que desempeñan en las sociedades contemporáneas y a su
papel fundamental como correas de transmisión entre la sociedad y el Estado.” Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos comentada, México, UNAM-Porrúa, 1999,
decimocuarta edición, Tomo I, comentario al artículo 41, p. 499. El estatus jurídico de los
partidos es definido constitucionalmente, de forma similar a lo que sucede con las asociaciones
religiosas en el artículo 130; y surge de los fines que constitucionalmente se le encomiendan
a los partidos, como son promover la participación ciudadana en los asuntos públicos,
integrar la representación nacional y permitir el ejercicio del derecho de voto pasivo. Véase
Reyes Salas, Gonzalo, Sistemas políticos contemporáneos, México, Oxford, 2004, pp. 128
y 129. En particular, el carácter de los partidos políticos como única forma de tener acceso
a candidaturas políticas, tal como ha quedado plasmado en la reforma electoral de este año,
necesariamente exigirá un mayor cuidado en la regulación interna de los mismos, particularmente
en el tema que estamos abordando en este punto, esto es, la fundamentación y motivación
de sus determinaciones cuando afecten los derechos de sus militantes.
147
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
3. Las razones por las cuales se vincula su acción o abstención con la sanción.
4. Las razones que justifican la sanción concretamente
impuesta.
Para el juez electoral, la fundamentación y motivación le serán útiles para efectos de controlar la razonabilidad de la decisión partidaria.
De igual forma, no debe olvidarse que los partidos políticos
están sujetos al principio de legalidad contemplado en el mismo
artículo 41, situación que refuerza la necesidad de una adecuada
fundamentación y motivación.
Varias son las partes de la sentencia en la que se trasluce este
principio, pero la más clara es la siguiente:
Los partidos políticos tienen el status constitucional de entidades de interés público. El interés de la sociedad en los aspectos
relevantes de la vida de los partidos políticos, el cual se ejerce a
través del Estado, tiene por objeto asegurar la sujeción puntual
y efectiva de los partidos políticos nacionales al orden jurídico.
De conformidad con lo establecido en el artículo 38, párrafo 1,
inciso a), del Código Federal de Instituciones y Procedimientos
Electorales, es obligación de los partidos políticos nacionales
conducir sus actividades dentro de los cauces legales y ajustar
su conducta y la de sus militantes a los principios del Estado
democrático. Esto es, los partidos políticos —como todos y
cada uno de los órganos del poder público— están vinculados a
la Constitución y, en general, al sistema jurídico nacional. Ello
tiene su razón de ser en el papel que los partidos políticos están
llamados a realizar en un Estado constitucional democrático de
derecho, es decir, en atención a las finalidades constitucionales
que, como entidades de interés público, tienen encomendadas.
Esto es, están obligados a regir sus actividades por el principio
de juridicidad y los principios del Estado democrático no sólo por
mandato legal sino también por razones de congruencia con el
régimen político en el que son actores fundamentales de conformidad con su encuadre constitucional.15
15
148
El énfasis es mío.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Particularmente, la necesidad de un sistema disciplinario de
contenido proteccionista que exija una debida fundamentación y
motivación. Por ejemplo:
[…] el derecho fundamental político-electoral de asociación
comprende el derecho del socio, miembro o afiliado a permanecer en la asociación (partido o agrupación política) mientras no incurra en causa o motivo (legal o estatutariamente)
justificado alguno para su expulsión, separación o suspensión, con las debidas garantías. Esto es, el régimen disciplinario partidario debe tener un contenido garantista.
De igual forma, esta visión se trasluce en los diversos apartados
en los que se hace referencia a la falta de motivación adecuada de
la responsable al considerar como contrarios a la disciplina partidaria los actos del actor. Citaré una porción más de la ejecutoria:
[…] en virtud de que el ejercicio de la potestad disciplinaria
del partido político se encuentra sujeta, invariablemente, al
principio de legalidad electoral constitucionalmente previsto, cuando el órgano intrapartidario competente estime que
con la difusión pública de un asunto confidencial o de un
conflicto interno del partido se dañe la imagen de la institución, dicho órgano estará obligado a expresar las razones
por las cuales estime que ello ocurrió así.
Además, se considera en la resolución que la regulación interna de los partidos desde luego no puede ser contraria a la
normatividad nacional, bajo el principio de jerarquía. Esto encuentra su apoyo además en instrumentos internacionales, particularmente en el inciso a) ya citado del artículo 29 del Pacto
de San José.
Fuerza expansiva de los derechos fundamentales: Los
derechos fundamentales cuentan con una fuerza que irradia más
allá del texto en el que se encuentran, ya sea una constitución o
un tratado. De esta forma, la legislación secundaria y la interpretación de la misma deben estar informadas de dichos derechos.
¿Debemos considerar a las normas partidarias como obligadas
también a respetar la fuerza de los derechos fundamentales? Si estimáramos que los partidos son organizaciones de derecho privado y
149
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
habláramos de derechos civiles, podría generarse la duda. Pero estamos en presencia de instituciones de interés público, sujetas al principio de legalidad electoral contenido en el artículo 41 de la Constitución.
De esta forma, los partidos políticos están obligados también a
respetar la fuerza de los derechos fundamentales, dado que su
actividad incide en varios de los derechos políticos en sentido
amplio, entre ellos el de ser votado, afiliación, libertad de expresión política, entre otros; y es claro que la normatividad interna de
un partido puede ser, en la práctiva contraria a tales derechos.
En la ejecutoria se retoma esto con claridad. Por ejemplo, se
reconoce valor normativo a las disposiciones intrapartidarias:
Dado el principio de supremacía constitucional previsto en el
artículo 133 de la Constitución federal, se sigue la consecuencia de que normas jurídicas de menor jerarquía normativa, como
son leyes, reglamentos y resoluciones administrativas, no pueden imponer mayores límites a la libertad de expresión que los
permitidos constitucionalmente. Como se pondrá de manifiesto más adelante, los estatutos partidarios, en tanto disposiciones jurídicas de menor jerarquía que las normas de derechos
fundamentales de rango constitucional, como el artículo 6º
constitucional, no podrán imponer más límites que los autorizados constitucionalmente.
El derecho a la libertad de expresión se encuentra dentro de los
mandatos constitucionales, y por virtud de la jerarquía normativa
es deber de las reglas inferiores respetarlo. Más adelante se dice:
Bajo la premisa de que los derechos fundamentales irradian
a todos los sectores del ordenamiento jurídico y no nada
más a las relaciones del individuo frente a los órganos del
poder público (SUP-JDC-805/2002 y SUP-JDC-807/2002),
el derecho fundamental a la libertad de expresión es exigible también frente a los partidos políticos.
150
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Existe un debate sobre en qué medida irradian los derechos
fundamentales en las relaciones entre particulares,16 pero al estar
en presencia de órganos reconocidos con un estatus diferente, la
intensidad de los derechos fundamentales es clara cuando se trata de la relación partido-afiliado.
Debe reconocerse, sin embargo, el riesgo que entraña el tema
de la fuerza expansiva de los derechos humanos. La generalidad
con que se expresan en los tratados y las constituciones, misma
que exige del legislador y del juez una ardua tarea de interpretación y argumentación, puede ser vaciada de contenido o colmada
con un sentido que fundamentalice cualquier cosa, terminando por
hacer baladíes los derechos fundamentales.17
En otros modelos de interpretación, por ejemplo, cuando se
utilizan las formas clásicas de resolución de antinomias,18 no parece necesaria una prolija justificación del método a realizar, pues
se recurre a figuras ya existentes y comprobadas a lo largo de
siglos; pero, como dije al inicio de este apartado, al decantarse el
juez electoral por la ponderación y al haber justificado su utilización por la existencia de un derecho fundamental en juego, el riesgo sobre el contenido del mismo existe, por lo que debe haber un
máximo control sobre el método a utilizar.
La ejecutoria reconoce esta necesidad de control y expresamente
señala la forma en que la ponderación deberá darse, mediante la aplicación de un método específico, expresándose así dicha necesidad:
Debe seguirse una metodología para obtener el control racional de la ponderación de forma que no sea arbitraria o
16
17
18
Véase los textos mencionados en la nota 11.
“[…] los preceptos constitucionales que consagran derechos fundamentales son de
gran abstracción y generalidad, lo que implica un amplio margen para la acción del
intérprete. Este hecho, como pone de relieve Pérez Tremps, trae aparejados dos
riesgos, en primer lugar, que al determinar el contenido protegido por cada uno de los
derechos, el intérprete pretenda introducir en él todo tipo de pretensión […]. En
segundo lugar, puede suceder que el intérprete caiga en la tentación de ser él quien
defina los contenidos de los derechos sin otro criterio que su propia discrecionalidad”.
Carpio Marcos, ob. cit., p. 340.
Véase Bobbio, Norberto, Teoría general del derecho, Bogotá, Temis, cuarta reimpresión
de la segunda edición ( traducción de Jorge Guerrero R.), 2002, pp.184-205.
151
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
injustificada (en la línea de José Juan Moreso, ”Dos concepciones de la aplicación de las normas de derechos fundamentales”, en J. Betegón, F. J. Laporta, J. R. de Páramo,
L. Prieto (comps.): Constitución y derechos fundamentales,
Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales,
2004, pp., 473-493). Los pasos son: […]19
Los pasos a seguir, expresados en la sentencia, son los siguientes:
1. Delimitación del universo del discurso: en el caso concreto,
se refiere las acciones u omisiones de los miembros del partido y
su regulación en las normas partidarias internas.
2. Identificación de las normas prima facie aplicadas al ámbito
de acciones especificado: determinación de los derechos fundamentales que se encuentran tanto en la Constitución como en tratados internacionales. Normas secundarias legislativas y normas
secundarias intrapartidarias.
3. Consideración de casos paradigmáticos: construcción de
casos que puedan acotar la interpretación. En la sentencia se construyen específicamente dos.20
4. Establecimiento de las propiedades relevantes del discurso:
se definen como tales la calidad de militante, el estatuto constitucional de los partidos políticos, el contenido y medio en que las
declaraciones se dieron a conocer, el tipo de conflictos tratados y
la naturaleza ajena o no al partido del medio utilizado.
5. Formulación de reglas que resuelven unívocamente los casos del universo discursivo: reglas que puedan dar cuenta de los
casos paradigmáticos construidos.
Resulta importante la explícita fijación del método interpretativo y
sus partes, pues, ya justificada la necesidad de la ponderación pero
19
20
152
El paréntesis está en el original.
El primero, el caso de que un afiliado dé a conocer datos confidenciales de los miembros del
partido, sin su consentimiento y en un medio masivo, o que profiera insultos o utilice un
lenguaje de odio, caso en el que sin duda se considera que existe una indisciplina no
protegida en forma alguna por la libertad de expresión. El segundo es cuando un militante da
a conocer en un medio masivo de comunicación los procedimientos de afiliación, supuesto en
el cual no hay duda de que está protegido por la libertad de expresión. Vale la pena destacar
el parecido de este segundo caso con una de las imputaciones que la responsable hace al
actor, esto es, el haber invitado a los ciudadanos a afiliarse al PAN.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
consciente el tribunal de los riesgos de la interpretación de derechos
fundamentales, se hace expresa la metodología a seguir, de forma
que sea posible realizar un control de la misma, compararla con
otros métodos y, en su caso, hacer una crítica.
Considero que el método interpretativo fue sin duda el adecuado, que existió en el ánimo del juzgador una intención de que
su actuar pudiera ser racionalmente controlado y contrastado.
Puede parecer que, al exponer con precisión el método a seguir,
el juez se expone mucho más que si simplemente lo aplica sin
evidenciar sus supuestos, pero en un sistema como el nuestro,
en el cual el control democrático de la actividad jurisdiccional se
da mediante la crítica de sus sentencias, me parece que es necesario que el juez precise su método y la forma en que lo aplica.
Además, al tratarse de un asunto en el que se implica un derecho fundamental, que puede chocar con otros bienes constitucionalmente tutelados, considero que la ponderación resulta el método
adecuado de interpretación-argumentación, pues permite dar cuenta
del alcance del derecho fundamental en el caso particular, no sólo
mediante una indagación literal o histórica, sino mediante el ejercicio del derecho comparado y la interpretación doctrinal, elementos
que están presentes a todo lo largo de la sentencia.21
IV. LA
LIBERTAD DE EXPRESIÓN
El fondo del problema es considerar si las expresiones del actor, realizadas en un medio de comunicación masivo y en las cuales daba cuenta de la creación de un grupo interno en Acción
Nacional, así como las invitaciones a formar parte de dicho partido
y grupo interno, constituyen un ejercicio legítimo de la libertad de
expresión en materia política o si, como estimó su partido, se trata
de una cuestión de indisciplina.
21
Un método diverso de interpretación en materia de derechos fundamentales puede
observarse en la sentencia que resuelve el amparo en revisión 2676/2003 dictada por la
Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación el 5 de octubre de 2005, que
puede consultarse como anexo en el libro de Vázquez Camacho ya mencionado.
153
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
La libertad de expresión es un derecho político fundamental
tutelado tanto por la Constitución como por diversos tratados internacionales; en la sentencia se cita como instrumentos que lo protegen tanto la Convención Americana sobre Derechos Humanos
como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. De
igual forma, el artículo 38 del Código Federal de Instituciones y
Procedimientos Electorales obliga a los partidos políticos a diversos elementos relevantes para el caso:
1. Respetar la legalidad, lo que es una reiteración de lo dispuesto por el artículo 41 de la Constitución en cuanto al
principio de legalidad.
2. Ajustar su conducta a los principios del estado democrático, principios entre los cuales desde luego se cuenta el
respeto a los derechos fundamentales aún contra decisiones mayoritarias.
3. Respeto a los derechos ciudadanos.
A partir de la ejecutoria, resulta necesario hacer una reconstrucción de lo que el juez electoral entiende como libertad de expresión, como un elemento previo a considerar la bondad o
adecuación normativa de su concepto.
En este punto, la sentencia abunda en consideraciones acerca
del contenido, protección y limitantes de la libertad de expresión.
Sin embargo, no encuentro una definición canónica del mismo;
simplemente se entiende como la exteriorización del pensamiento. Se expresa en la sentencia:
En lo referente a la libertad de expresión, en conformidad
con lo establecido en el artículo 19, párrafo 2, del Pacto
Internacional de Derechos Políticos y Sociales, toda persona tiene derecho a la libertad de expresión (que consiste en
la exteriorización del pensamiento) y comprende, además,
el derecho de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas
de toda índole, lo que se conoce como libertad de investigación y el derecho colectivo a recibir cualquier información y
a conocer la expresión del pensamiento ajeno sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito, en forma
impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento.
154
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Ciertamente se profundiza en sus efectos, en su vertiente individual y social, en la diferencia entre libertad de expresión y libertad de información, pero a mi parecer, en la ejecutoria se recurre
más a una descripción que a una definición.22 Esto puede deberse, aventurando una explicación, a diversas circunstancias, como:
a) Considerar que el campo de las definiciones excede el
deber del juez al sentenciar, pues las definiciones vienen dadas de forma externa a la sentencia, ya sea por la
doctrina o por la misma norma.
b) Estimar que, al tratarse de un asunto de ponderación, no
se puede construir un concepto de libertad de expresión
que resulte aplicable en general.
c) Simplemente puede no haberse considerado necesario
en virtud de la descripción de elementos, límites y alcances que se hace de dicho concepto en la ejecutoria.
d) Reconocimiento de la dificultad de definir, plenamente y
sin discusión, la libertad de expresión, máxime en materia política.
Las definiciones que se encuentran tanto en la Constitución
como en tratados son de carácter descriptivo, a la vez que buscan
expresar los límites válidos. Tomemos dos ejemplos relevantes
para la sentencia en comento.
Señala el artículo 13 de la Convención Americana de los Derechos Humanos:
Artículo 13. Libertad de Pensamiento y de Expresión
1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento
y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole,
sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección.
2. El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente
no puede estar sujeto a previa censura sino a responsabili-
22
Tampoco he encontrado una definición clara de libertad de expresión en la sentencia
citada en la nota anterior ni en el voto particular formulado por Cossío Díaz y Silva Meza.
155
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
dades ulteriores, las que deben estar expresamente fijadas
por la ley y ser necesarias para asegurar:
a) El respeto a los derechos o a la reputación de los demás, o
b) La protección de la seguridad nacional, el orden público
o la salud o la moral públicas.
3. No se puede restringir el derecho de expresión por vías o
medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares de papel para periódicos, de frecuencias
radioeléctricas, o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por cualesquiera otros medios encaminados a impedir la comunicación y la circulación de ideas
y opiniones.
4. Los espectáculos públicos pueden ser sometidos por la
ley a censura previa con el exclusivo objeto de regular el
acceso a ellos para la protección moral de la infancia y la
adolescencia, sin perjuicio de lo establecido en el inciso 2.
5. Estará prohibida por la ley toda propaganda en favor de la
guerra y toda apología del odio nacional, racial o religioso
que constituyan incitaciones a la violencia o cualquier otra
acción ilegal similar contra cualquier persona o grupo de
personas, por ningún motivo, inclusive los de raza, color,
religión, idioma u origen nacional.
Por su parte, el sexto artículo de la Constitución nacional
establece:23
Artículo 6o. La manifestación de las ideas no será objeto
de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el
caso de que ataque a la moral, los derechos de tercero,
provoque algún delito, o perturbe el orden público; el derecho a la información será garantizado por el Estado.
En todo caso, lo que queda claro es que la libertad de expresión
implica la posibilidad de difundir ideas, propias o ajenas, por cual-
23
156
Desde luego me refiero a la redacción vigente al momento de los sucesos y el dictado de
la sentencia.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
quier medio que resulte idóneo, sin más limitación que la protección
a derechos de terceros (como la reputación), o a valores sociales
como la moral, la salud, la no discriminación24 o el orden público.
Se proscriben entonces mecanismos tales como la censura, el
control de los medios de difusión o de los elementos necesarios
para su operatividad, y se sujeta la libertad de expresarse a un
control posterior a su ejercicio.
Ahora bien, la libertad de expresión ha sido vista como un clásico derecho individual que se agota en el acto mismo de su ejercicio; de hecho, tal parece ser la visión que tiene el actor, como se
trasluce del resumen que de su posición se hace en la ejecutoria.
Sin embargo, la sentencia contempla a la libertad de expresión
como un derecho que tiene dos vertientes:
Individual: El derecho a ventilar públicamente ideas y opiniones.
Social: La libertad de expresión es vista como un derecho también del auditorio, que mediante la misma se entera de opciones
diversas y posiciones encontradas de forma que pueda informarse
para tomar decisiones.25
Esta doble visión se apoya en varios elementos normativos. En
materia de tratados, se recurre al ya transcrito artículo 13 del Pacto
de San José, que en su primer párrafo establece el derecho del auditorio a recibir las expresiones; de igual forma, se hace referencia al
párrafo segundo del artículo 19 del Pacto Internacional de Derechos
Políticos y Sociales.
24
25
“Toda persona tiene el derecho a buscar, recibir y difundir información y opiniones
libremente en los términos que estipula el artículo 13 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos. Todas las personas deben contar con igualdad de oportunidades
para recibir, buscar e impartir información por cualquier medio de comunicación sin
discriminación, por ningún motivo, inclusive los de raza, color, religión, sexo, idioma,
opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición social”. Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, Declaración de Principios Sobre Libertad de Expresión, en http://
www.cidh.oas.org/relatoria/showarticle.asp?artID=26&lID=2
Sobre esta visión preponderante del aspecto individual clásico sobre el colectivo, escribe
Héctor Fáundez Ledesma: “Efectivamente, la concepción clásica de la libertad de expresión
subraya precisamente este elemento, prestando escasa atención a la audiencia, en
cuanto ésta, aunque desde otra perspectiva, también es titular del mismo derecho” (Los
límites de la libertad de expresión), México, UNAM, 2004, p. 112.
157
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Pero lo que destaca en la ejecutoria es cómo esta doble característica de la libertad de expresión se apoya en precedentes judiciales, tanto nacionales como de cortes españolas y americanas, entre
ellas como de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
En el caso de la judicatura mexicana, se transcribe una jurisprudencia de la Primera Sala de la Suprema Corte de México,26 en
la que ya se destaca la vertiente institucional o pública de los
derechos humanos.
Por otro lado, respecto de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, se hace referencia explícita al muy conocido caso de
La última tentación de Cristo27 para sustentar también el derecho
de todos a recibir información.
26
27
158
LIBERTAD DE EXPRESIÓN E IMPRENTA. LAS LIMITACIONES ESTABLECIDAS POR EL
LEGISLADOR RELACIONADAS CON LA VERACIDAD Y CLARIDAD DE LA PUBLICIDAD
COMERCIAL SON CONSTITUCIONALES CUANDO INCIDAN EN SU DIMENSIÓN
PURAMENTE INFORMATIVA. La libertad de expresión e imprenta goza de una vertiente
pública e institucional que contribuye de manera esencial a la formación y al mantenimiento
de una opinión pública libre y bien informada, elemento imprescindible para el buen
funcionamiento de la democracia representativa. Desde esta perspectiva, se entiende
que las libertades de expresión e imprenta protejan de manera especialmente clara y
enérgica el derecho del individuo a expresar sus ideas en materia política, y que otro tipo
de discursos expresivos, como el comercial, estén mucho más desconectados de la
función que otorga a estos derechos su singular posición dentro del esquema estructural
de funcionamiento de la democracia representativa. En este sentido, la publicidad puede,
en ciertos casos y bajo ciertas circunstancias, constituir una aportación al debate
ciudadano sobre los asuntos públicos, y contribuir a difundir y a dar plasticidad a ideas
que pueden y deben legítimamente ingresar en el debate público. Sin embargo, en la
mayoría de los casos, el discurso comercial se reduce simplemente a un conjunto de
mensajes que proponen a sus receptores la realización de una transacción comercial y,
en esa medida, su producción puede ser regulada por el legislador dentro de límites
mucho más amplios que si tratara de un caso de ejercicio de la libertad de expresión en
materia política. Si bien no puede afirmarse, ex ante y de manera absoluta, que el
discurso comercial esté totalmente fuera del ámbito de proyección de la libertad de
expresión, en la mayoría de ocasiones el mismo solamente complementa el libre ejercicio
de una actividad empresarial, por lo que le son aplicables las limitaciones legales y
constitucionales que se proyectan sobre esta última. Esto es así cuando las limitaciones
inciden en la dimensión puramente informativa de la publicidad y la relación de la publicidad
con el ejercicio de la libertad de imprenta no se da en el caso concreto. El legislador, por
tanto, al considerar la publicidad en cuanto mensaje que da información sobre la oferta
empresarial, puede someterla a los límites de veracidad y claridad exigibles en este
ámbito. Las negritas están en la ejecutoria.
El caso Olmedo Bustos y otros vs. Chile puede consultarse en Carbonell, Miguel
(coordinador), Problemas contemporáneos de la libertad de expresión, México, Comisión
Nacional de los Derechos Humanos-Porrúa, 2004, pp. 433-472. Comentando en dicha
sentencia la vertiente institucional o social de la libertad de expresión que se contempla en
el multicitado artículo 13 del Pacto de San José, se expresa: “la libertad de expresión es
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
En el caso de la vertiente individual, la protección es hacia el
individuo en cuanto tal, como detentador de un derecho que le
permite hacer del conocimiento público sus ideas y reflexiones, e
incluso sus disensos respecto las ideologías dominantes, como
se reconoce en el siguiente párrafo de la sentencia:
La eficaz garantía de la libertad de expresión resulta conveniente para asegurar estándares democráticos aceptables
en los partidos políticos, toda vez que es una condición de
posibilidad de un debate abierto de ideas que puede permitir
iniciativas, propuestas y alternativas al margen de las líneas consideradas “ortodoxas” u “oficiales” del partido.
Sin embargo, ¿cuál es el sentido o el bien a proteger en el caso
de la vertiente institucional? Es el Estado Democrático por sí mismo. Esto requiere aclaración.
La participación política del ciudadano se da dentro de un marco de diversas opciones entre las cuales puede escoger. Estas
opciones no sólo se refieren a partidos políticos y sus programas,
sino también a opiniones que otros ciudadanos expresan. Así, la
libertad de expresión, en su vertiente política, permite al ciudadano informarse para decidir.
Este juego democrático en el que la expresión libre desempeña
un importante papel es reconocido en la ejecutoria:
El propósito de la libertad de expresión no es la autorrealización
individual, sino más bien la preservación de la democracia y
del derecho de un pueblo, en tanto pueblo, a decidir qué tipo
de vida quiere vivir. La autonomía es protegida, no por su
valor intrínseco, como podría insistir un kantiano, sino como
un medio o instrumento de autodeterminación colectiva. Per-
un medio para el intercambio de ideas e informaciones entre las personas; comprende su
derecho a tratar de comunicar a otras sus puntos de vista, pero implica también el derecho
de todas a conocer opiniones, relatos y noticias. Para el ciudadano tiene tanta importancia
el conocimiento de la opinión ajena o de la información de que disponen otros como el
derecho a difundir la propia” pp. 460-461. Las negritas son mías.
159
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
mitimos a las personas que hablen para que otras puedan
votar. La expresión de opiniones permite a las personas votar
inteligente y libremente, conociendo todas las opciones y
poseyendo toda la información relevante.28
Obviamente, la inexistencia de libertad de expresión lleva al
pensamiento único y a la concentración política, pues sólo mediante la discusión pública se puede formar la opinión justamente
llamada “pública”.
De esta forma, tutelar la libertad de expresión en materia política es proteger el derecho de la sociedad a informarse, presupuesto necesario para decidir y participar en la vida democrática. Impedir
la libertad de expresión no es únicamente agraviar a una persona,
sino afectar a toda la sociedad.
En gran medida sobre estos temas borda la sentencia. Se hace,
por ejemplo, una diferencia entre la libertad de expresión y la libertad de información:
En el artículo 6º de la Constitución federal se establecen dos
derechos fundamentales distintos: El derecho a la libertad de
expresión (primera parte del artículo) y el derecho a la libertad
de información (segunda parte). Un rasgo distintivo entre tales derechos es que en el ámbito de la libertad de expresión
se emiten ideas, juicios, opiniones y creencias personales,
sin pretensión de sentar hechos o afirmar datos objetivos, en
tanto que la libertad de información incluye suministrar información sobre hechos que se pretenden ciertos.
De esta forma, en materia de libertad de expresión podemos
decir que no son datos determinantes de la misma la veracidad o
el respaldo fáctico con que pueda contar, por que puede estar com-
28
160
“[…] ella [la libertad de expresión] se encuentra firmemente vinculada a la libertad política
y al proceso democrático, dotando al ciudadano de la facultad de investigar y criticar. Es
en esta esfera en donde ella adquiere una importancia destacada, convirtiéndose en un
instrumento de control y de participación política,” ob. cit. nota 26, p. 134.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
puesta simplemente por opiniones que, de entrada, deben
presumirse subjetivas.29
Ahora bien, la discusión se centra en determinar cómo puede
armonizarse dicha libertad con la necesaria disciplina interna de
los partidos. Desde luego, los partidos tienen la necesidad de mantener una coherencia interna, entendida tanto como unidad de acción como unidad ideológica.
Dado que asociarse libremente para fundar o formar parte de un
partido es también un derecho fundamental de contenido político,
podría estimarse también que el ciudadano vuelto militante tiene,
en virtud de la libertad con la que se afilió, el deber de obedecer la
reglamentación interna del partido al que se incorpora. De igual
manera, sería un derecho del partido mantener como asociado
(militante) a un ciudadano, o decidir su exclusión por no cumplir
los mandamientos y estatutos internos.
Sin embargo, castigar a la disidencia sin más con la expulsión
o la suspensión de derechos es agrupar en un mismo círculo a
quienes disienten de las ideas generales, o de un grupo en el poder, con quienes proclaman posturas incendiarias y totalmente
contrarias a la ideología del partido. La disciplina no puede ser
razón para excluir el debate.
También forma parte del análisis de fondo el derecho del partido a una imagen adecuada ante la sociedad, derecho reconocido en la sentencia por referencia a otra ejecutoria del mismo
tribunal.30 No es un asunto menor, pues si los partidos políticos
se mueven en el ámbito de lo público, y si en gran parte viven
de la confianza que pueden brindar a los ciudadanos, tendrán
particular interés en mantener su imagen lo más limpia posible.
29
30
“Si estamos en presencia de una opinión que es la expresión de ideas o juicios de valor, por
no ser susceptibles de ser probadas científicamente, no puede probarse su veracidad u
objetividad, lo que permite que la libertad de opinión pueda ejercerse en forma más amplia
y libre que la libertad de información, cuya veracidad puede ser demostrada o desmentida
por tratase de juicios de ser o hechos con cierto nivel de objetividad y contrastación”.
Nogueira Alcalá, Humberto, “Pautas teóricas y jurisprudenciales para superar las tensiones
entre los derechos a la libertad de opinión e información y los derechos a la honra y la vida
privada”, compilado en ob. cit., nota 29, p. 167. Sobre casos ejemplares y el criterio de
tribunales de diversos países, véase Fáundez Ledesma, ob. cit., pp. 461-470.
Concretamente, la SUP-RAP-009/2004.
161
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Y existe la posibilidad, desde luego, de que por acciones u omisiones de sus militantes, por ataques directos o críticas insultantes,
pueda afectarse la imagen social que se tiene del partido político en
cuestión, con merma de sus posibilidades electorales. Cabe preguntarse: si una persona no se encuentra a gusto como militante en
un partido político, en lugar de vituperarlo públicamente, ¿no debería renunciar a él?
Sin embargo, se ha aceptado por lo general que las personas
públicas, como los políticos, deben soportar una mayor exposición de sus actos y abstenciones, y en tal sentido, sin desaparecer el derecho a la imagen o a su honor, en todo caso su protección
es menor en comparación con las personas que se desenvuelven
en el ámbito de lo privado. Esta concepción se aplica en la sentencia, adecuadamente, a los partidos políticos, que en efecto son
personas jurídicas con actividad naturalmente pública.31
Los argumentos que en este punto central sigue la sentencia
radican en considerar que, si como ya he explicado, las normas y
decisiones de los partidos están sujetas al derecho, debe considerarse que esto incluye el derecho a la libertad de expresión, incluso
si ello redunda en una afectación a su imagen mayor que la que
cabría esperar en una persona privada. Lapidariamente, se dice:
[…] el derecho de libertad de expresión merece la más vigorosa protección constitucional, aun más cuando tiene lugar
o recae sobre entidades de interés público, como lo son los
partidos políticos, que, dados sus fines constitucionalmente encomendados, al tener semejante status constitucional
(a diferencia de lo que ocurre cuando la libertad de expre31
162
Nogueira Alcalá expresa varias razones por las cuales la crítica a las personas públicas
tiene un espacio mayor que la que puede dedicarse válidamente a las privadas, y creo
que sus razones son plenamente aplicables al caso de los partidos. Entre dichas razones
expresa que la crítica a las personas públicas es fundamental para las sociedades
democráticas, en contraposición a los regímenes autoritarios; las autoridades y funcionarios
(añado, los partidos) se han convertido voluntaria y conscientemente en sujetos de la
observación popular, relegando así a un menor espacio su privacidad y la protección de
su honor en relación a su actividad pública; y las personas públicas tienen amplias
facilidades de acudir a los medios de comunicación para rebatir las críticas que se les
hagan. ob. cit., p. 170.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
sión se refiere a conductas privadas carentes de interés
público), han de soportar un mayor riesgo en la afectación
de algunos de sus derechos (por ejemplo, el derecho a la
intimidad) que las personas privadas.
Ahora bien, si la libertad de expresión debe ser tutelada dentro
de los partidos políticos, esto no implica que sea absolutamente
inderrotable, situación que nunca se predica como parte de sus
características. Lo que significa es que sus restricciones deben
interpretarse de forma rigurosa, y de forma amplia el derecho, lo
que es congruente con los supuestos metodológicos de la sentencia ya analizados.
El primer paso puede ser considerar si la normatividad interna
de Acción Nacional es acorde o no con la amplitud que a la expresión otorgan tanto la Constitución nacional como los acuerdos internacionales ya citados.32 En este punto, la consideración del
juez electoral no encuentra, por sí, razones para considerar inadecuadas las normas internas del partido.
Como las normas internas no son contrarias a la libertad de
expresión, debe revisarse la forma en que las mismas se aplicaron. Es en este punto en donde se empieza a dibujar por qué pierde la responsable.
Recordemos que lo que se tiene probado por el juez electoral es
que el actor hizo declaraciones públicas en las que habló sobre la
existencia de un grupo interno en Acción Nacional dedicado al estudio de su doctrina y sus estatutos; dijo respetar a quienes seguían a
la directiva municipal de dicho partido pero señaló que “ellos tenían
32
Se hace especial referencia al artículo 11 de los Estatutos Generales de dicho partido,
que establecen el derecho de los miembros de formar grupos por razón de oficio,
profesión, actividad, edad u otra causa similar. También resulta relevante el artículo
noveno del Reglamento sobre Aplicación de Sanciones, que en sus incisos a), b), c) y d)
establecen como actos de indisciplina o supuestos de sanción el desacatar o desobedecer
las normas internas o acuerdos de los órganos directivos; el tratar asuntos confidenciales
y conflictos internos del partido de forma pública de forma que dañen la imagen del
mismo; atacar, de hecho o palabra, las decisiones y acuerdos de los órganos del partido
y acudir a instancias públicas o privadas ajenas al mismo para intentar su intromisión en
los actos propios del partido.
163
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
otras ideas”; e invitó a participar a los panistas en dicho grupo y a
los ciudadanos en general a afiliarse a dicho partido.
Ahora bien, ¿de qué fue encontrado culpable por la responsable? De formar un grupo disidente y de hacer alarde publicitario del
mismo, pues si bien sus actividades por sí mismas no son sancionables, no era necesario hacerlo del conocimiento público, en la
estimación de la responsable.
El problema, y la primera causa por la cual se empieza a vislumbrar en este caso la derrota del partido, es que su órgano sancionador no precisa en qué supuesto de su reglamentación interna
encuadra la conducta sancionada. Esto es, no hubo una adecuada fundamentación de la sanción, y como ya se dijo, el Tribunal
Electoral consideró que los partidos están obligados a fundamentar y motivar sus resoluciones.
Esta falta de fundamentación adecuada obligó a que en la sentencia se abordaran los diversos incisos del artículo 9 del Reglamento de sanciones, mismas que se descartaron por las siguientes
razones, vinculadas a cada inciso del artículo citado:
A) La responsable no precisó qué disposición interna impedía
al actor dar a conocer públicamente la existencia de una agrupación panista dedicada al estudio de su doctrina y estatutos.
B) No se hizo del conocimiento público asunto confidencial alguno o conflicto interno que lesionara la imagen del partido. Esto
en virtud de que la conformación del grupo interno denominado
Carlos Castillo Peraza está tutelada por los propios estatutos partidistas, sin que existieran argumentos de la responsable en virtud
de los cuales se pudiera considerar su conformación por sí misma
como un conflicto interno, como tampoco se considera un conflicto interno o situación confidencial el invitar a los panistas a incorporarse a dicho grupo y a los ciudadanos a afiliarse al PAN. Como
ni la conformación y publicidad del grupo ni la invitación a panistas
y ciudadanos son, por sí mismas, asuntos confidenciales o conflictos internos, tampoco se estimó cumplida la condicionante de
que se lesionara la imagen del partido.
Aquí debo recordar que la sentencia expresa con claridad la
falta de argumentación de la responsable. Pudo haberse construi-
164
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
do por parte de la Comisión de Orden del Consejo Nacional del
Partido Acción Nacional algún razonamiento tendiente a demostrar que la conformación del grupo interno tenía otros fines, como
resistir las directrices políticas del nuevo Comité Directivo Municipal, o que su conformación había sido producto de un disenso en
el seno del panismo sancristobalense; desde luego, en tales supuestos también se hubiese debido aportar los elementos de convicción pertinentes y adecuados. Aun así no se podía garantizar
una sentencia favorable, pero al menos hubieran existido razones
de mayor peso que forzaran a la Sala Superior del Tribunal Electoral a una revisión de tales argumentaciones.
Las razones esgrimidas por la responsable fueron que la publicidad de un grupo disidente que dice buscar acelerar las afiliaciones de los ciudadanos al partido en forma masiva generó confusión,
pues se trata de una práctica corporativista y se genera la idea en
la sociedad de un partido beligerante y antidemocrático. Sin embargo, el juez electoral no las encontró como argumentos que soportaran dicha conclusión.
La deficiencia argumentativa estribó en que de los hechos probados y reconocidos no se puede concluir, sin más razonamiento,
que se trataba de un grupo disidente, dado que su finalidad era
estudiar los fundamentos y reglas partidarias. Resulta muy difícil
sostener que dicha actividad sea propia de un grupo que altere el
orden interno de un partido. Por otro lado, ¿se puede concluir que
la invitación a afiliarse al partido, y la oferta de facilitar dichos
trámites, se traduzca en una incorporación masiva o corporativista?
Probablemente, si hubiera solicitado a agrupaciones como sindicatos, asociaciones civiles, de condóminos o de otro tipo el acercarse al grupo Castillo Peraza para afiliar a los miembros de aquéllas
al partido, entonces sí se hubiera podido configurar un intento
corporativista, pero debemos recordar que la invitación se formuló
a la ciudadanía en general, no a grupos.
C) La conducta que supone la sanción contemplada en el inciso
c) del artículo 9 del Reglamento de sanciones consiste en atacar, de
hecho o palabra, las determinaciones de los órganos partidarios.
Cabe recordar que el actor había sido removido de su cargo como
165
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Presidente del Comité Directivo Municipal del PAN en el municipio
de San Cristóbal; sin embargo, no hubo hecho alguno alegado respecto a dicha situación, pues el objeto del juicio del que se origina la
ejecutoria en comento no es la remoción del cargo ni declaraciones
en las cuales el actor haya cuestionado, atacado, ridiculizado o
resistido dicha remoción. Al efecto, la responsable considera que el
actor negó la autoridad del nuevo comité Directivo, pero no aportó
prueba alguna que lo acreditara, ni se desprendió de las declaraciones hechas en radio; de igual forma, no probó la existencia de determinación o acuerdo alguno que hubiera prohibido la creación del
grupo intrapartidario ya referido ni que prohibiera su difusión.33 Si se
afirma que el actor ataca las decisiones partidarias, se debe demostrar primero la existencia de dichas decisiones; además, la responsable reconoció que las declaraciones fueron hechas de forma
pacífica y respetuosa.
D) Este inciso establece como supuesto de la sanción acudir a
instancias públicas o privadas para tratar asuntos internos del partido o para intentar su intromisión en la vida del mismo. Me permito citar la porción de la ejecutoria que se ocupa sustancialmente
del tema:
En relación con lo dispuesto en el precepto antes invocado,
de la resolución impugnada se desprende que el órgano partidario responsable estimó que el ciudadano ahora actor, al
hablar en una estación radiodifusora, acudió a una instancia
privada ajena al partido (aunque no razona este aspecto),
en la que trató asuntos internos del mismo, consistentes en
la existencia del grupo denominado “Carlos Castillo Peraza”,
que viene realizando el estudio de los principios, estatutos
y reglamentos que rigen a dicho partido político y, además,
invitó a los ciudadanos en general a que se afilien a dicho
33
166
Si hubiera existido dicha prohibición, entonces desde luego se hubiera tenido que estudiar
en la sentencia su ajuste con el derecho a la libertad de expresión. Aun en este caso,
hubiera sido muy difícil argumentar que la existencia de un grupo interno con los fines ya
descritos constituiría una limitación válida que se encuadrara en los supuestos de la
Constitución y los acuerdos internacionales.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
instituto y a los afiliados a éste a que se incorporen al mencionado grupo político, motivo por el cual prima facie se
actualizaría el acto de indisciplina contemplado en la primera parte del inciso d) del artículo 9º del Reglamento de Aplicación de Sanciones, sin que se aprecie de la resolución
impugnada consideración alguna mediante la cual el referido órgano partidario hubiere considerado que el actor intentaba con la referida conducta la intromisión de la estación
de radio en los actos propios del partido, que se menciona
en la segunda parte del referido precepto estatutario.
Es necesario hacer una precisión. Por la forma en que está
redactado el citado inciso d), son dos las conductas prohibidas,
ambas vinculadas al hecho de acudir a una instancia externa: la
primera, cuando se hace con la finalidad de tratar asuntos internos
del partido; la segunda, para conseguir la intromisión de dicha instancia en los actos del mismo.
Como casos de la primera, podemos plantear que el actor hubiera acudido a otro partido político para informar de su descontento con la remoción de su cargo. Otro ejemplo sería que hubiera
ventilado públicamente su destitución en las entrevistas de radio,
situación que de hecho se presentó en el caso como se refiere en
la parte final de la sentencia, respecto a una entrevista el día 24 de
enero de 2005, misma por la cual el actor no fue sancionado.34
34
Se lee en la sentencia: “Por otra parte, en lo concerniente al motivo de inconformidad
reseñado en el primer párrafo del apartado 4 del resumen de agravios, esta Sala Superior
advierte que, en relación con la entrevista radiofónica del veinticuatro de enero de dos mil
cinco, el órgano responsable consideró que, con la prueba técnica consistente en el
audio casete identificado como audio II, se acreditó que el señor Armando Ovando
Gallegos, actor en el presente juicio, aprovechó la posición de su hija la diputada federal
Jannette Ovando Realoza para hacer públicos asuntos internos y confidenciales del
Partido Acción Nacional, agregándose que, si bien por el hecho consistente en el
aprovechamiento de ese espacio, el actor no fue sometido a procedimiento de sanción,
sí es un hecho reprobable que tanto la diputada federal y el señor Ovando Gallegos
utilicen recursos públicos para fines personales, pues los espacios que se contratan
para dar a conocer los trabajos y gestiones de los representantes ciudadanos deben
aprovecharse para ese propósito”. Párrafo muy interesante y que hace suponer válidamente
que por dichos hechos, si hubieran sido utilizados como base en la resolución de la
responsable y adecuadamente argumentados, hubiera procedido declarar la legalidad de
la sanción.
167
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Diverso es el supuesto consistente en que se acuda a la instancia externa para intentar su intromisión en la vida partidaria. Se
pueden plantear también varios ejemplos: por un lado, que el actor
hubiera acudido a una federación internacional de partidos de la
que forme parte el PAN para buscar que se modificara la resolución, o acudir a algún otro tipo de asociación que, fungiendo como
grupo de presión, buscara levantar la sanción impuesta. El segundo ejemplo es la interposición del propio juicio de defensa hecho
por el actor, pues implica la intromisión de un agente externo, como
lo es el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en
las decisiones internas de un partido.
En los dos primeros casos descritos, podría válidamente
cuestionarse si no tiene el partido un derecho a la defensa de sus
decisiones. En el segundo, si bien no podemos dudar de que es
una intromisión, está tutelada y protegida por el derecho y no podría en forma alguna cuestionarse su legalidad.35
Como se observa, son dos conductas independientes entre sí
las que contempla la norma partidaria interna: la primera referida
únicamente a acudir a una instancia externa para tratar asuntos
internos; y la segunda cuando se acude para buscar la intromisión
de tal instancia en la vida partidaria. Dejando a un lado la posible
redacción deficiente de la disposición, considero que en todo caso
no puede argumentarse, como supuesto de la sanción, que acudir
a una instancia externa haya tenido como finalidad buscar su intromisión en la vida partidaria, tal como parece desprenderse de la
ejecutoria que nos ocupa.
35
168
Aunque políticamente suele cuestionarse la competencia que tiene dicho Tribunal para
revocar las decisiones partidarias. Como se desprende del texto de la ejecutoria, los
partidos están obligados a vivir en su seno un ambiente democrático, y dado que puede
haber tendencias contrarias a dicho imperativo, es necesario contar con órganos del
Estado que le permitan al militante protegerse de las imposiciones antidemocráticas. Con
la reciente reforma constitucional en materia electoral se incluyó, dentro del artículo 41
párrafo primero, la frase siguiente: “Las autoridades electorales solamente podrán intervenir
en los asuntos internos de los partidos políticos en los términos que señalen esta
Constitución y la ley”, limitante que parece dejar fuera lo tutelado por los tratados
internacionales. Sin embargo, en aplicación del artículo 133 constitucional, los derechos
que se desprenden de dichos tratados podrán seguir siendo tutelados por los jueces
electorales. Esperemos que este nuevo párrafo de la Constitución no se convierta en
pretexto para convertir a los partidos en cajas cerradas.
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
Esto es así por que la redacción del referido inciso d) utiliza “o”
en lugar de “y”. Para efectos de mayor claridad, me permito
transcribirlo: d) Acudir a instancias públicas o privadas ajenas al
partido, para tratar asuntos internos del mismo o para intentar su
intromisión en los actos propios del partido.
Como se observa, se regulan dos conductas distintas, no la
segunda (búsqueda de la intromisión) como consecuencia de la
primera (acudir a una instancia externa). De esta forma, la responsable no estaba obligada a demostrar que el actor buscó la intromisión de la radiodifusora en asuntos internos del partido, en
términos de sus propios estatutos.
Lo que pudo haberse cuestionado aquí era la norma partidaria
misma. Esto es, si resulta acorde con la libertad de expresión o si
constituye, en alguno de sus supuestos o en los dos, una limitación ilegal a la misma. Por ejemplo, cuestionar si el simple hecho
de acudir a instancias ajenas al partido para tratar asuntos internos deba ser sancionable, lo que podría hacerse con la misma
metodología utilizada en la sentencia.
V. CONCLUSIONES
El ciudadano ganó el asunto y se le restituyeron sus derechos
partidarios. Tal fue el resultado de la sentencia; sin embargo, es
válido preguntar por su alcance más allá del caso particular que la
originó.
Es riesgoso hacer consideraciones generales y proyecciones
sobre los efectos de una sentencia más allá del asunto, porque los
procesos judiciales están construidos a partir del contradictorio y
dirigidos a resolver problemas individuales y concretos; sin embargo, como lo trasluce la frase con que se inicia este trabajo,
cuando se habla de temas como libertad de expresión el auditorio
es muy amplio. Con esta prevención, trataré de extraer algunas
conclusiones.
En primer lugar, se expresa de forma clara la obligación de los
partidos de fundar y motivar sus actos, particularmente los que
169
Comentarios
a las sentencias
del TEPJF
tengan que ver con su potestad disciplinaria. Esto como un reflejo
de dos elementos: por un lado, su carácter como instituciones de
interés público; y por otro, el reconocimiento de que en los mismos deben respetarse los derechos fundamentales. La motivación exige una argumentación suficiente y convincente, no basta
la simple reiteración del supuesto normativo, lo que queda en evidencia en la ejecutoria con las constantes referencias a la falta de
argumentos que sostuvieran la sanción.
Como segunda conclusión, encuentro obligación de los partidos
sujetarse al orden normativo nacional e internacional. Si bien es una
obligación que ya señala el Cofipe, su reiteración refleja, a mi parecer, la necesidad de que los partidos hagan suya dicha obligación y
la conviertan en realidad en sus estatutos y decisiones.
En tercer lugar, destaca el abordaje de la libertad de expresión
como un derecho con dos vertientes: una individual, en la que
resalta la afirmación de que los partidos deben respetar incluso las
expresiones disidentes de la posición mayoritaria; y otra socialinstitucional. Ésta es la que permea la sentencia, al vincularla con
los valores de la sociedad democrática y con el derecho de todos
a conocer distintas opiniones, con independencia de un juicio sobre su certeza o falsedad. Así, el derecho es visto no sólo desde
la perspectiva del individuo que lo considera violado, sino también
desde la comunidad silenciosa que tiene derecho a conocer.
Desde luego, no se presenta como inderrotable la libertad de
expresión, pero para que pueda ser limitada válidamente por los
partidos deben acreditar que su limitación esté de acuerdo con las
restricciones de la Constitución y los acuerdos en la materia.
Destaca la ejecutoría SUP-JDC-393/2005 en el aspecto
metodológico por presentar un procedimiento en el que la ponderación rechaza la subjetividad, principal crítica que se le ha lanzado.
Como se analizó en este trabajo, se aplican en la sentencia los
diversos criterios y principios de la interpretación de derechos fundamentales en un afán de conseguir su máxima amplitud.
Hay que señalar también que este análisis se centró en los
temas del método de interpretación-argumentación y en el tema
de la libertad de expresión, quedando fuera otros aspectos aborda-
170
Comentarios
a las sentencias
dos con mayor o menor profundidad en la ejecutoria, como la libertad de asociación intrapartidaria y el derecho a la imagen de los
partidos políticos.
La libertad de expresión en el interior de los partidos políticos es
un elemento fundamental para su vida democrática, en tanto éstas
son, como señala nuestra Constitución, instituciones de interés general, no asociaciones de derecho privado cuya actividad sólo importe a un pequeño grupo de personas. En una democracia
representativa como la nuestra, es necesario contar con partidos
auténticamente democráticos que respeten y promuevan los derechos fundamentales, porque ¿podríamos tener democracia en México
con partidos antidemocráticos? En el fondo, ésa es la pregunta.
del TEPJF
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Federación. Se imprimió en diciembre de 2008 en la
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Transparencia.
Carlota Armero 5000, Colonia CTM Culhuacán,
Delegación Coyoacán, México, D.F., C.P. 04480.
Su tiraje fue de 1,300 ejemplares
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