GASTRONOMIA, MANTENIMIENTO Y MEDIO AMBIENTE - PARA EL TURISMO Tengo una pasión que se llama Bolivia, la quiero, la disfruto y la sufro como solo se puede sentir con algo tan propio. Quiero compartirla con Ustedes. Mi tierra es el Tawantinsuyo, es el Alto Perú, es Bolivia. Sus Andes, su Altiplano, sus valles y sus selvas son llenas de hermosura, fuerza y cultura. Cuando nuestros primeros antepasados reinaban en los Andes construyeron grandes ciudades de avanzada tecnología y de depurado gusto arquitectónico, como Tiwanaku. En estos Altiplanos no existían mucho productos dulces, solo las ocas, ya que a esta altura hasta la quinua y el tarwi son amargos, debiendo pasar por un proceso de lavado para poder aprovechar las grandes proporciones de proteína que contienen. La carne de cuy (conejo Andino) y la llama era usada esporádicamente y secada para hacer chalona o charque (carne seca o deshidratada), al igual que las papas que deshidrataban, convirtiéndolas en chuño o tunta. Estos productos se guardaban en grandes silios de piedra y eran repartidos al pueblo durante el año. Para variar y complementar la dieta llegaban de los valles chirimoyas, paltas, ajíes de las selvas piñas, achachairus y nísperos, de los ríos y de los mares pescados y mariscos. Así la dieta de está región fue siempre variada, deliciosa y picante para darle sabor cuando faltaba la carne. El Altiplano es austero, pero por ello mismo , hermoso, Aprendí a respetar las creencias indígenas enroscadas con los santos cristianos, aprendí a gozar del idioma del silencio, aprendí a gustar de la humeante jakonta y del thimpu. La comida se basaba en sabroso corderos , quinua y toda variedad de papa, sazonada con el infaltable ají: seco o fresco. Por la cría del ganado, teníamos siempre a la mano queso en abundancia, leche fresca y espumosa, y deliciosa y espesas natas. Como dice Mariano Valderrama: Sobre las costumbres alimentarias de los Incas cuenta Garcilazo que la comida de la corte era abundantísima, por que se adereza para todos los incas parientes que quisieran comer con el Rey y para los criados de la casa real, que eran muchos . La hora de la comida principal de los incas y de toda la gente común era por la mañana, de las ocho a las nueve, a la noche cenaban con luz del día livianamente y no hacían más comidas que estas dos “ Añade Garcilazo que las vasijas de todo el servicio de la casa real eran de oro y, cuando menos de plata, así de la mesa como de la botillería y cocina. Cada región boliviana tiene una importancia fundamental, y en cada una de ellas hay familias que han conservado las tradicionales básicas de nuestra vida. Así como el arte es lo que sobrevive, ya sea de una época, de un país o de un modo de vida, la cocina – que es también un Arte- ha pasado de mano en mano, de madre a hija, creando un lazo viviente con el pasado. La chicha no ha perdido su popularidad, y se toma está bebida refrescante, de bajo contenido alcohólico ( no mayor a la cerveza) casi a diario en los valles. Alegres banderitas blancas que sobresalen de una puerta o ventana, indican la venta de esta bebida, que con frecuencia se toma con aderezo de fruta como frutillas o piña, para hacerla aún más apetitosa. Lo mismo ha sucedido con la carne de llama, aunque durante largo tiempo fue relegada a consumo campesino, sin dejar nunca de ser consumida. Hoy, con grandes criaderos comerciales, esta carne de textura parecida a la de la ternera, está disfrutando de un “boom” gastronómico por su delicado sabor su suave textura y su bajísimo contenido de colesterol. También pertenece viviente la afición a la papa, pero con la sofisticación y exigencias de quienes la crearon y la produjeron, en cientos de variedades. En estas tierras, no se dice “ papa” a secas si no papa “pureja” ( harinosa y suave para el “Plato Paceño”), o papa “runa” ( (de textura más firme) para la ensalada o “chirimilla” ( que no se deshace fácilmente) para las sopas, o “jakoimilla” para los guisados, o papa “ k’ ati” (pequeña curvada y sabrosa) para el horno, Cuando uno ve en el mercado, apiladas en tonos marrones, ocres, rojos, violetas y amarillos, uno comprende por que fueron la base de la riqueza imperial del Tiwanacu y de los Incas. Decir “Alto Perú” no explica la magia de estas tierras pegadas al cielo. El Altiplano queda a gran altura, ( entre 3800 metros en las cercanías del Titikaka hasta los 4200 en Potosi), pero eso no es todo. Es una enorme zona de planicies y suaves colinas, extendida entre dos imponentes cordilleras nevadas. La luz del Altiplano es cristalina y brillante; el aire un poco enrarecido- es limpio y vigorizante; las montañas cambian constantemente sus tonos de ocre a violeta, sin jamás repetir los matices. La gente es humilde y reservada, pero generosa y amable. Con el Illimani al fondo que guarda sus secretos en la nieve eterm¡na, podemos ver con los ojos de la memoria a los Tiwanacota con sus chillamis de quinua que sabe a los Andes y sus keros de chicha sabor a Valles, construyendo sus pirámides y templos, sus acueductos y silios; formando una de las civilizaciones más avanzadas del continente. También podemos vera, sus descendientes, los Incas, orgullosamente retornando a estas tierras del kollasuyos, y en especial al lago Titikaka, que era el centro sagrado de su cosmos. Ese mundo precolombino, del cual queda apenas los registros por los cronistas, ha seducido la imaginación de antropólogos, científicos, historiadores y novelistas, quienes buscan, cada cual a su manera, la forma de recrear los misterios del pasado. Fue un mundo avanzado, también en lo referente alimentación y la gastronomía, como han demostrado los arqueólogos al examinar tumbas y restos domésticos. Apunta Alcides Parejas “En el mundo de hoy, perviven algunas de esas costumbres antiguas, junto con la variedad aportada por el mestizaje. Una de las características más notables del territorio boliviano es su enorme diversidad étnica y cultural en medio de un paisaje enormemente diverso: desde las estremecedoras alturas andina al inmenso altiplano, pasando por los ricos valles interandinos para derramarse en verdes llanuras surcadas de interminables ríos y pobladas de bosques húmedos y secos. En esta inmensa geografía- en la que las tierras bajas constituyen más del 60 % del territorio nacional- se ha producido, como el resto del continente americano un fecundo y rico proceso de aculturación que ha dado como resultado una vigorosa cultura mestiza. El proceso de creación de la cultura mestiza en Bolivia se inicia con la llegada de los conquistadores hispanos. En poco tiempo el conquistador se convirtió en poblador vertical, clavado al suelo, y a partir de ese momento el conquistador fue conquistado por la tierra y se convierte en americano, en charquino…Para poder sobrevivir en un medio tan diferente al que había dejado en Europa tuvo necesariamente que tomar elementos de las culturas indígenas. Como se trataba de sobrevivir, los primeros elementos culturales que se mestizarón fueron la lengua ( pues había necesidad de nombrar cosas hasta entonces desconocidas y comunicarse con los conquistados) y la comida.” Hay quienes, visitando por primera vez las alturas donde se desarrolló el imperio de Tihuanaco, se preguntan al ver lo que parece a simple vista un paraje difícil y desértico, como se pudo llegar a ese nivel de desarrollo y esplendor. Una de la respuestas claves es la quinua. Este grano, más precioso que el oro para las culturas andinas, fue uno de los elementos que ayudó al surgimiento y florecimiento de grandes culturas americanas, entre ellas Tiwanacu y el Imperio de los Incas. Hasta hoy, los habitantes de los parajes andinos consideran a la quinua – fácil de transportar y de preparar – una parte esencial de su alimentación y de su vida. Aunque hoy muchas la consideran como un cereal, en realidad es la semilla de otra familia botánica, el Chenopodium o “ pata de ganso” en griego, por la forma de sus hojas. La planta entera es comestible, ya que sus hojas pueden utilizarse, como la espinaca, en ensaladas, sopas y otros platos. Tiene un alto contenido proteico del 12 al 18 por ciento – y se distingue de los cerealesincluso de los más ricos – por contener los ocho aminoácidos esenciales para la nutrición. Adicionalmente contiene calcio y hierro, vitamina E, varias de la vitaminas B y es excepcionalmente rica en lisina, cistina y metionina, los aminoácidos que típicamente faltan en otros granos, por lo cual se la considera una “proteína completa”. Tiene del seis al siete por ciento de contenido graso sin colesterol, es muy baja en sodio y proporciona valiosas fibras esenciales. Por su especial composición, tan rica en oligoelementos, hay centros europeos que la están utilizando, no solamente en la alimentación sino hasta para la curación de áridas y lesiones de la piel y nervios. Por supuesto, al no ser gramínea, no contiene gluten, por lo que es extremadamente valiosa para las personas con alergia a esta sustancia. La Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos la califica como el cereal más nutritivo del mundo. En fin, amigos, como verán, añadiendo las bondades de la papa y el tomate – esenciales en la nutrición del mundoa la quinua, y recordando que el ají es nacido en estas tierras, podemos decir que Bolivia fue, como lo es hasta hoy con sus maravillas naturales como el Lago Titikaka y el Salar de Uyuni, maravillosa, y generosa con el mundo.