Declaraciones de Caddy Adzuba, Premio Príncipe de Asturias de la Concordia “Deseo que la política internacional deje de utilizar a África como su piano” Casa África: ¿Qué es la asociación de mujeres periodistas? Caddy Adzuba: La asociación de mujeres periodistas es una herramienta, una asociación creada para dar voz a los sin voz, es decir, a personas oprimidas, víctimas de diferentes atrocidades y que no tienen la oportunidad de expresarse. Así que AFEM se creó como herramienta para tratar de ayudar a estas mujeres, hablar por ellas, convertirnos en sus mensajeras, llevar su mensaje muy alto para que el mundo entero, para que su propio país pueda escuchar su voz. Por lo que AFEM se ha constituido como embajador de estas mujeres que no tienen derechos ni voz. Del mismo modo, AFEM intenta dar voz a las mujeres creando un vivero de mujeres periodistas, porque debe ser formada para defender sus derechos, para denunciar, para estar en todos los sectores de la vida política, social e informativa. Así que formamos mujeres para que lleguen a ser verdaderas periodistas y conseguir medios sensibles con el conflicto, con la paz, con la cuestión de género y de los derechos humanos. C. Af.: ¿Qué es Radio Okapi? C.Ad: Radio Okapi, donde yo trabajo, es también una herramienta, creada por las Naciones Unidas. Su programa de paz es una experiencia específica y especial de NNUU. Es la primera radio de la historia de NNUU que ha conseguido su objetivo. Dondequiera que NNUU ha implantado este programa, crea la radio para acompañar la paz, aunque a menudo no consigue tener impacto. Pero hoy en día NNUU ha triunfado con esta herramienta que es Radio Okapi, una radio muy, muy importante en la RDC que se escucha en todo el país. Es una radio que aporta paz, que da su lugar a la mujer. Es como una iglesia en mitad del pueblo, es decir, que da la oportunidad a la población de comunicarse con sus dirigentes en una estructura de paz y yo soy muy afortunada y estoy muy orgullosa de trabajar en esta radio que de hecho me da la oportunidad de expresar todo lo que siento, todo lo que quiero hacer en esta dinámica de pacificación y ser una ayuda en la denuncia hablando de la situación de la mujer. C.Af.: ¿Qué ha supuesto para usted el Premio Príncipe de Asturias? C.Ad.: Ha sido como un maná caído del cielo. El dinero del Premio Príncipe de Asturias, de hecho, ha realmente cambiado vidas. Ha devuelto la sonrisa a algunas mujeres que participan en nuestro proyecto porque hemos creado microcréditos dentro de nuestra organización, AFIDEP, Alianza de Mujeres por el Desarrollo, creada porque a estas mujeres las formábamos pero me planteaban siempre la misma cuestión: vale, estamos formadas, estamos de acuerdo en aceptar los cambios pero ¿a qué nos vamos a dedicar? No tenemos trabajo. Nuestros hijos están ahí. No estudian. No tenemos casa. No llegamos a pagar el alquiler. Y esa situación continúa manteniendo a la mujer en su situación de víctima. Evidentemente ella acepta participar en su propia terapia pero si no tiene qué comer, si no puede pagar los estudios de sus hijos, se hunde de nuevo. Así que era urgente para mí encontrar mecanismos para ayudar a estas mujeres, para hacerlas autónomas, y este premio ha caído muy bien porque me ha dado medios. A día de hoy hay 150 mujeres que participan en este proyecto. Algunas mujeres han abierto pequeños comercios, otras eligen la ganadería, otras las actividades artesanales, y se van reconstituyendo poco a poco. Es poco. Esto necesita más medios. Más refuerzo, pero las pocas que lo han conseguido muestran que la autonomía de la mujer es realmente importante para liberarse, para ser independientes. C.Af.: La última vez que hablamos, usted nos comentó que temía por su vida a diario, que vivía con miedo ¿Sigue igual o la situación ha cambiado? C.Ad.: De hecho la situación ha evolucionado. Podemos decir que hace algunos años era difícil, la guerra estaba presente, pero hoy la cuestión de la seguridad en el ámbito de conflicto armado ha evolucionado porque se hacen no pocos esfuerzos desde el gobierno congoleño por la pacificación junto a sus socios y hoy podemos decir que hay cierta calma. Esto no quiere decir que no existan ciertos puestos de resistencia de grupos armados, la inseguridad sigue. Hace algunos días salió un informe de una organización en RDC que decía que la parte este, la ciudad en la que vivo, era la parte más peligrosa. Que la inseguridad se mantenía. Pero al mismo tiempo, nuestra forma de ver las cosas ha evolucionado. Es cierto que yo siempre tenía miedo. Uno no sabía si al día siguiente iba a llegar a casa. Daba gracias a Dios cada vez que acababa el día y legaba a casa. Dormía sin saber si al día siguiente me iba a despertar. Esta angustia continúa, pero es mi forma de ver las cosas lo que ha evolucionado. Ya no tengo miedo. La angustia persiste, lo que te exige estar siempre alerta y prestar atención a tu propia seguridad, pero yo, en el plano psicológico, ya no tengo esa angustia. Estoy en la cama, duermo y lo que pase no me inquieta como antes. Yo estaba realmente muy inquieta. Tenía mucho miedo, pero ahora ya no tengo miedo ¿Por qué? No lo sé. Puede ser porque estoy todos los días con esas mujeres que me dan el coraje, que esperan un poco más de mí, que me levante y esté con ellas, y no tengo derecho a pensar que me van a pegar un tiro en la cabeza. Vivo día a día. Con la esperanza de que el día siguiente siempre sea mejor. La esperanza te hace vivir, así que como tengo esperanza voy a vivir y vivo para que mañana pueda ver cambiar las cosas en mi país. C.Af.: ¿Puede darnos su opinión sobre la ley puesta en marcha para el control de los recursos naturales de la RDC? C.Ad.: Según supe por algunos parlamentarios europeos que estuvieron en misión en Kivu Sur hace unos meses, esta ley surge por diversas peticiones e investigaciones del sector pero también por la presión de la sociedad civil congoleña, los activistas congoleños, y por diversos informes de las NNUU y otras organizaciones internacionales como Human Right Wacht que han informado sobre la explotación ilegal de recursos, fuente de conflictos en la RDC. Hay una ley propuesta por los parlamentarios europeos que han trabajado con los congoleños en esta cuestión. La ley ha sido votada hace unos meses y controla esos minerales que vienen de la RDC. Pedimos a todas las empresas multinacionales que compren los minerales legalmente, es decir, los minerales que son controlados por el gobierno congoleño y que siguen el camino legal a nivel internacional. Realmente es algo bueno porque incluso a nivel local vemos los efectos. Hay dinámicas que se hacen para regularizar las cosas y tener estructuras, laboratorios, que identifiquen los minerales congoleños. Hace unos días se implantó un laboratorio para analizar el ADN de minerales congoleños, es decir, cuando los minerales llegan al mercado mundial, por ejemplo, a un país extranjero, si ese mineral es sospechoso de ser ilegal, hay que analizarlo para saber de dónde viene. Si viene de la RDC, los estados que explotan serán perseguidos. Son auténticos avances y también el gobierno congoleño intenta poner en marcha mecanismos de protección, de control. Todo ello se basa en dinámicas internacionales que se están creando para resolver este problema de los conflictos, porque, francamente, la guerra persiste porque existen estos minerales en la RDC codiciados por no pocas multinacionales y Estados extranjeros, así que es un avance para nosotros como activistas por los DDHH. Queremos ver esta ley ejecutada en acciones concretas. De hecho eso es lo que falta. Es buena para nosotros. Es un avance significativo porque sin ley no podemos actuar, así que esta ley nos va a permitir tener una base, un texto legal sobre el cual podemos continuar nuestra lucha. Podemos vivir en paz y compartir nuestros recursos con todo el mundo. C.Af.: Y para terminar, algunas preguntas cortas…¿un disco? C.Ad.: (ríe) En Congo tenemos mucha riqueza musical. La más impresionante de África. Tenemos esa riqueza musical de la que estamos orgullosos: la rumba congolesa, que ha hecho que Congo sea conocido en el mundo música, así que me gusta mucho la rumba congolesa. C.Af.: ¿Y un libro? C.Ad.: Bueno, lo que más he leído es novela policíaca e investigaciones jurídicas C.Af.: ¿Un lugar que visitar? C.Ad.: El este de la RDC, evidentemente, allí donde vivo. Es una parte ansiada desde hace años por el capitalismo imperialista. Es una parte de la RDC que siempre está en conflicto. Siempre han querido ‘balcanizar’ el este de la RDC, es decir, ocuparlo y apartarlo de la RDC. Con respecto a su belleza no voy a hablar aquí de la riqueza de su suelo, sino de su flora y fauna. Es una parte del país muy bonita, con lagos. Imaginaos, en una sola provincia, tenemos dos de los lagos más importantes de África. Tenemos un río, el más importante de África Central, fuente del Nilo. También tenemos reservas naturales impresionantes. Gorilas. Montañas muy bonitas. Esto hace que todo el que llega allí se enamore de la naturaleza del este de la RDC. El clima también, porque el clima del este es my distinto al del oeste. En el oeste hace calor, el este es templado. Se vive bien allí. Los que están implicados en el conflicto del Congo querrían dividirlo en dos, apartarlo de la RDC, y los que vivimos al este comprendemos por qué quieren separarlo, porque es realmente un paraíso en la Tierra. C.Af.: ¿Un deseo? C.Ad.: Por África. El deseo es ver África libre al fin. Independiente. Deseo que la política internacional deje de utilizar a África como su piano. Porque el pianista es el que elije las notas y la música a tocar. Deseo que África deje de comportarse como un piano que sólo espera ser tocado. Los africanos, África tiene que desarrollarse, hacerse cargo, respetar su cultura, su autonomía, porque aparentemente los dirigentes africanos no respetan esa autonomía, esa independencia que adquirimos a un precio tan caro y pediría a todos los africanos tomar consciencia de su grandeza. Porque África es grande pero el africano sigue siendo pequeño.