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VI Congreso Internacional Educación Católica para el Siglo XXI: “Fe y Educación”
Universidad Católica de Valencia (España), 2013
EL CONCEPTO ACTUAL DE INTELIGENCIA: UNA APROXIMACION A LA
INTELIGENCIA EMOCIONAL
Enrique José Sáiz Vicente
Departamento de Educación
Universidad Católica de Valencia”San Vicente Mártir”
RESUMEN
En este artículo llevamos a cabo una revisión histórica de cómo ha evolucionado el concepto de
inteligencia emocional desde los inicios de la Psicología como disciplina científica, con el objetivo de
investigar los componentes esenciales que comprende la inteligencia emocional para lo cual realizamos
una revisión de la literatura más reciente al respecto. Nuestras conclusiones se dirigen a la comprensión
de por qué desde una perspectiva psicométrica, biologicista e innatista hemos llegado en la actualidad a
una conceptualización de la inteligencia emocional, más concretamente a los modelos de Gardner (1983),
Salovey y Mayer (1990), Goleman (1996) y Bar-On (1997).
PALABRAS CLAVE
Inteligencia, Inteligencia Emocional, Cociente Intelectual, Cociente Emocional.
ABSTRACT
In this article carry out a historical review of how it has evolved the emotional intelligence concept from
the beginnings of the Psychology as discipline cientific, with the objective of investigating the essential
components that understands the emotional intelligence for something which we accomplish a review of
the most recent literature in this regard. Our conclusions are directed the comprehension of why from a
perspective psicometric, biologists and innatist we have arrived at present to a conceptualization of the
emotional intelligence, more specifically to the models of Gardner (1983), Salovey and Mayer (1990),
Goleman (1996) and Bar-On (1997).
KEY-WORDS
Intelligence, Emotional Intelligence, Intellectual Quotient, Emotional Quotient.
INTRODUCCION
El constructo de inteligencia ha tenido a lo largo del siglo XX un extraordinario énfasis en los aspectos
cognitivos (Molero, Sáiz y Esteban, 1998). Hoy en día, en cambio, se enfatizan los aspectos emocionales
de la inteligencia, y se abordan las principales aportaciones de Gardner, Salovey y Mayer, Goleman y
Bar-On. Conviene resaltar los trabajos de estos autores en relación a las aportaciones y perspectivas que
consideran el contexto ecológico como parte importante del constructo de inteligencia. La consideración
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y aplicación de estas perspectivas, desarrolladas desde la década de los 90, nos va a permitir, en adelante,
desarrollar ámbitos de intervención de la inteligencia emocional (IE) en campos tan diversos como la
aplicación de programas de instrucción de la IE aplicados al ámbito de la psicología militar o en entornos
de la educación formal aplicados al ámbito de la educación vial, en las etapas educativas de infantil o
primaria.
La IE de tanto en cuanto está relacionada con la inteligencia social incluye en sus diversas
definiciones valores que es necesario educar y conviene desarrollar, tales como la pulcritud, la fidelidad,
la empatía, la sociabilidad, la prudencia, la solidaridad, la bondad, la comprensión, la lealtad, el perdón, la
perseverancia, la valentía, la honestidad, la autenticidad, el respeto y la tolerancia, la gratitud, la
generosidad, la confianza, la sinceridad, el compromiso, la libertad, la sencillez, la serenidad, la voluntad,
la laboriosidad, la superación, el liderazgo, la sobriedad, la magnanimidad, el orden, la flexibilidad, el
sacrificio, el autodominio, la coherencia, el desprendimiento, la decencia, el esfuerzo, etc. El elenco de
valores es ingente, pero aunque en este momento sólo vamos a describir las diferentes aportaciones
teóricas a la IE, en futuras aportaciones prácticas vamos a analizar qué valores y cuáles de ellos se pueden
encontrar en las diversas definiciones de IE, y máxime si nuestro futuro objetivo será construir un
cuestionario o diseñar un programa de intervención que incluya los diversos factores o variables de la IE
y el máximo posible que valores que estén relacionados con la IE.
HACIA UNA FORMULACIÓN DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
1. LA PERSPECTIVA DE GARDNER
En el año 1983, Gardner escribe Frames of Mind, libro donde expuso su teoría acerca de la inteligencia
humana. En él pretende lograr un enfoque del pensamiento humano más amplio y completo que el que se
venía sosteniendo hasta el momento, tomando como referencia y punto de partida los estudios cognitivos
y psicométricos. Gardner plantea un concepto de “inteligencias múltiples” y defiende dejar de hablar de
un concepto único de inteligencia. Lo argumenta sobre la base de que el devenir de las
conceptualizaciones sobre inteligencia han pivotado sobre tres tópicos esenciales: los ámbitos de
conocimiento, que permiten la transmisión social de la cultura; los valores e idiosincrasias propias de la
cultura, y por último, el sistema educativo que instruye y fomenta las diversas competencias y habilidades
humanas. Su aportación se dirige hacia una conceptualización de un constructo de inteligencia que
abarque todas las culturas (Gardner, Kornhaber y Krechevsky, 1993). De este modo, plantea una noción
de inteligencia que dirija sus esfuerzos, no tanto a la conceptualización de una inteligencia menos
compleja, y el desmesurado afán de construir cuestionarios que pretendan medirla, sino a la explicación
de las diversas manifestaciones de la inteligencia dentro y a través de cada cultura.
Con la publicación de Frames of Mind Gardner emplea el término plural “inteligencias”, para
mostrar que estas capacidades humanas son tan fundamentales, como las medidas tradicionalmente
mediante pruebas de evaluación del cociente intelectual o CI. Además, enfatiza el concepto de
“múltiples” con el objetivo de resaltar el número desconocido de capacidades humanas, que no han sido
consideradas hasta ese momento en el estudio clásico y tradicional de la inteligencia, como son desde la
inteligencia musical hasta la inteligencia aplicada en el conocimiento de uno mismo. Su
conceptualización muestra que la inteligencia no es lo que miden los tests de inteligencia, sino sólo una
parte de esa misma inteligencia. En este libro Gardner (1983) defiende la existencia de varios tipos de
inteligencia, y más concretamente, las agrupa en siete tipos básicos; que engloba desde las tradicionales
capacidades verbal y lógico-matemática, hasta la capacidad espacial, la capacidad cinestésica, el talento
musical, la inteligencia interpersonal y, por último, la inteligencia intrapsíquica. Cada una de estas siete
inteligencias tiene el mismo grado de importancia, aunque Gardner plantea que nuestra sociedad pone un
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excesivo énfasis en las inteligencias lingüísticas y lógico-matemáticas, y soslaya las demás capacidades
intelectuales.
Una década después, en 1993, Gardner et al. en Abordar el concepto de Inteligencia plantea el
descontento general sobre el concepto de Cociente Intelectual y las visiones unitarias de la inteligencia.
Planteando una nueva perspectiva, por una parte, insiste en la pluralidad del intelecto y, por otra, permite
agrupar bajo el término de inteligencia tanto la cognición impersonal -referida al pensamiento que trata
con el mundo físico, el tiempo, movimiento y espacio-, como la cognición interpersonal -referida a la
faceta del pensamiento y la percepción, que permite a un individuo hacer inferencias con respecto a otros,
ponerse en su lugar, comprender las percepciones de esos otros con respecto a uno mismo y comprender
los fenómenos sociales, políticos, económicos y legales-, tal como planteaban Spivack, Platt y Shure
(1976) y Temoshok (1978). Gardner critica que desde siempre los investigadores han estudiado las
relaciones entre la cognición impersonal e interpersonal desde un punto de vista exclusivamente
cognitivo, y utilizando el término inteligencia para referirse a la cognición impersonal y, el de habilidades
cognitivo-sociales, para referirse a la cognición interpersonal. La novedosa y principal aportación de
Gardner en este momento está en considerar que ambos tipos de cogniciones pueden ser consideradas
“inteligencias”. Por esta razón, Gardner afirma: “Creo que deberíamos abandonar tanto los tests como las
correlaciones entre los test, y, en lugar de eso, deberíamos observar fuentes de información más naturales,
acerca de cómo la gente en todo el mundo desarrolla capacidades que son importantes para su modo de
vida”.
De los tipos de inteligencia propuestos por Gardner (1983) destacamos las dos formas de
inteligencia personal. Más concretamente, la inteligencia interpersonal, definida como la capacidad para
comprender a las otras personas: qué les motiva, cómo trabajan, cómo trabajar con ellos de forma
cooperativa etc., y, la inteligencia intrapersonal, definida y orientada hacia el interior de uno mismo y que
permite desenvolverse eficazmente al ser humano en la vida. Más adelante, Gardner y Hatch (1989)
plantean que la inteligencia interpersonal supone reconocer y responder de manera apropiada a los
estados de ánimo, las motivaciones, emociones y deseos de los demás; mientras que la inteligencia
intrapersonal representa el autoconocimiento, el acceso a los propios sentimientos, su discriminación y
selección para orientar la propia vida. El motivo por el que resaltamos estos dos tipos de inteligencia es
porque ambos han contribuido de forma muy importante a un nuevo concepto dentro del marco teórico
general acerca de la inteligencia, que en el año 1990 fue denominado por Mayer y Salovey como
Inteligencia Emocional y que analizamos en el siguiente epígrafe.
2. LA PERSPECTIVA DE SALOVEY Y MAYER, Y GOLEMAN
El concepto de Inteligencia Emocional acuñado por Salovey y Mayer en 1990 fue definido como un tipo
de inteligencia social, que engloba la habilidad de controlar nuestras propias emociones y las de los
demás, así como permite discriminar entre ellas y utilizar la información que nos proporcionan para guiar
nuestro pensamiento y nuestras acciones. Es decir, es la capacidad para comprender nuestras propias
emociones y las de los demás, que permita expresarlas de forma que resulten beneficiosas para uno
mismo y la cultura a la que pertenece. En una nueva y ampliada conceptualización (Mayer y Salovey,
1993), incluyen la evaluación verbal y no verbal, la expresión emocional, la regulación de la emoción en
uno mismo y en los otros, y la utilización del contenido emocional en la solución de problemas. En su
primera formulación de 1990 Salovey y Mayer recogen las inteligencias personales propuestas por
Gardner (1983) y en su definición básica de inteligencia emocional postulan cinco dominios principales:
1. Conocer las propias emociones. Para los actuales investigadores en el ámbito de la inteligencia
emocional, el conocimiento de uno mismo y de nuestros propios sentimientos es la piedra angular
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de la inteligencia emocional. El reconocimiento de nuestros sentimientos permite un mayor
control sobre nuestras vidas; por el contrario, la incapacidad para reconocerlos, nos deja en
situación de descontrol o desamparo emocional.
2. El manejo de las emociones. El autoconocimiento de nuestras emociones no es una habilidad
única y esencial en la inteligencia emocional, sino que tiene que estar imbricada y relacionada
con la capacidad humana de afrontarlas y manejarlas de forma apropiada, evitándose así
sentimientos de ansiedad, irritabilidad, nerviosismo, etc. en la persona.
3. El motivarse a uno mismo. También engloba la habilidad de automotivarse, de modo que la
persona regule sus emociones al servicio de una meta propositiva o fin teleológico, que le permita
dominar una dificultad y regular su creatividad para afrontar las dificultades.
4. El reconocer las emociones en los demás. Aquí se hace referencia a la empatía, como habilidad
relacional más importante, ya que se relaciona con el altruismo y la conducta prosocial, y abarca
la capacidad de comprender y sintonizar con los deseos y las necesidades de los demás. Y
finalmente,
5. La capacidad para relacionarse con los demás, entendida como la habilidad para la competencia
social, y el desarrollo de habilidades sociales, que obviamente implica el manejo de las
emociones de las personas con los que se interactúa socialmente en el día a día.
Quizá pudiera pensarse que el interés de la ciencia psicológica por nuestra vida afectiva y por el ámbito
de las relaciones interpersonales, es un tema candente, dado que los psicólogos han incorporado
recientemente las emociones dentro del ámbito de la inteligencia. Pero nada más lejos de la realidad, pues
en 1920 Thorndike acuña el término de Inteligencia Social en su artículo La inteligencia y sus usos, y la
define como la habilidad de entender y controlar a hombres y mujeres; en otras palabras, es la capacidad
de actuar sabiamente en las relaciones humanas (Thorndike, 1920).
En 1996 Goleman plantea que a pesar del inusitado interés que despertó el tema de la inteligencia
social desde las distintas tradiciones psicológicas, en los últimos años del siglo XX fue la tradición
cognitiva el modelo del que han partido la mayoría de las investigaciones, por este motivo los estudios
dentro del campo psicológico, y en especial dentro del campo de la inteligencia han estado sesgados hacia
perspectivas cognitivas. Goleman plantea que la inteligencia emocional puede resultar tan decisiva, y en
ocasiones mucho más, que el cociente intelectual de la persona, para predecir la satisfacción personal y
adaptación a lo largo de la vida. En la Tabla 1 se esquematiza la conceptualización de la Inteligencia
Emocional según Goleman.
Tabla 1. Las características de la inteligencia emocional según Goleman
1.
2.
3.
4.
5.
Conocimiento de las propias emociones
Capacidad de controlar las emociones
Capacidad de motivarse a uno mismo
Reconocimiento de las emociones ajenas
Control de las relaciones interpersonales
En la década de los noventa los investigadores se dan cuenta de que la teoría cognitiva no lo
explica todo y comienzan a adentrarse en el ámbito emocional, destacando y enfatizando la importancia
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de las emociones en el desarrollo y la adaptación social de la persona. Tanto es así, que autores como
Greenberg (1996) sugieren que el proceso psicológico de las emociones y su análisis, y no el cociente
intelectual, podría ser la verdadera medida de la inteligencia humana.
Los resultados de los estudios más recientes de Herrnstein y Murray (1994), y Gardner (1995)
(cit. en Goleman, 1996), ponen de manifiesto que el CI sólo predice en un 20% el éxito relativo en la
vida. En la actualidad, los investigadores dirigen sus esfuerzos al estudio de los factores de los que
depende predecir el otro 80% de varianza que explicaría el éxito en la vida de una persona. La respuesta a
esta cuestión está dirigiendo la mayor parte de las investigaciones actuales dentro del ámbito de la
inteligencia. Para Goleman (1996) el concepto de inteligencia emocional surge como un intento de
responder a esta cuestión, es decir, sobre el papel que tienen las emociones en nuestra vida intelectual y
nuestra adaptación social y equilibrio personal. Para Goleman el concepto de inteligencia emocional es
importante porque, entre otras cosas, constituye el vínculo entre los sentimientos, el carácter y los
impulsos morales.
Si desde la perspectiva cognitiva se define la inteligencia como la capacidad de recibir información,
procesarla y producir respuestas eficaces, entonces se restringe la inteligencia a una serie de operaciones
de cómputo de información cometiendo una reducción injustificable y simplista, dado que ante todo,
como señala Marina (1993) es la aptitud para organizar los comportamientos, descubrir valores, inventar
proyectos, esforzarse en mantenerlos a lo largo del tiempo, ser capaz de liberarse del determinismo de la
situación, solucionar problemas y ante todo, plantear respuestas ante las cuestiones básicas y esenciales
de la vida humana.
3. LA PERSPECTIVA DE BAR-ON
En la misma línea que los autores anteriormente señalados, para el Dr. Reuven Bar-On, la inteligencia
emocional se ocupa de los aspectos emotivos, personales y sociales de la inteligencia. Dichos aspectos
son, a menudo, más importantes para el funcionamiento humano diario que los aspectos cognitivos más
tradicionales de la inteligencia. La inteligencia emocional implica comprensión de uno mismo y de los
demás, cómo relacionarse con las personas y cómo adaptarse al ambiente inmediato para tener más éxito
al afrontar las exigencias del ambiente (Bar-On, 1997).
Para Bar-On la persona inteligente emocionalmente tendrá éxito porque le permite anticipar la
adversidad y su impacto —personal, profesional y relacional— así como anticipará la posible reacción de
los demás ante la adversidad. Estas habilidades le permitirán elaborar respuestas adecuadas ante la
adversidad (Sewell, 2011).
Bar-On en su modelo, que se muestra en el Tabla 2, define las competencias de la inteligencia
emocional en cinco aspectos claves con 15 subescalas.
1. Dominio intrapersonal. El dominio intrapersonal, hace referencia al “yo interior”, cuán consciente
está de sus sentimientos, y cuán bien se siente de uno mismo y de lo que está logrando en su vida
personal. Dominar esta habilidad implica ser capaz de expresar sus sentimientos, vivir y trabajar
independientemente y sentirse seguro de uno mismo cuando expresa sus ideas, valores y
creencias. Este dominio presenta cinco subescalas que incluyen el conocimiento de uno mismo,
capacidad de resolución, independencia, autoestima y autoactualización. Supone conocer los
puntos fuertes, debilidades, oportunidades y amenazas, al modo de un análisis DAFO.
2. Dominio interpersonal. Este dominio hace referencia al ámbito social de la persona. Implica darse
cuenta de los problemas en la interacción con los demás y cómo actuar eficazmente para
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superarlas. Este dominio presenta tres subescalas —empatía, responsabilidad social y relaciones
interpersonales— que tratan las competencias sociales de la persona.
3. Dominio de la adaptabilidad. Aquí se incluye la habilidad de ser flexible y resolver los problemas
y dificultades. Presenta tres subescalas -pruebas de la realidad, flexibilidad y resolución de
problemas- relacionadas con la capacidad de identificar y afrontar los problemas y eventos
inesperados.
4. Dominio de control del estrés. Este dominio está relacionado con la capacidad de tolerancia del
estrés de la persona y el control de sus impulsos. Está formada por dos subescalas: la primera,
tolerancia al estrés, se refiere a la capacidad personal de resistir eventos adversos y situaciones
estresantes sin mostrar síntomas físicos o emocionales. La segunda, control de los impulsos, es la
capacidad de demorar la actuación personal, y está relacionada con el acierto en la toma de
decisiones en la resolución de problemas.
5. Dominio del estado de ánimo general. Este dominio está modulado con el desempeño en los otros
dominios. Hace referencia a las perspectivas vitales de la persona en la vida, su capacidad de
disfrute y de los demás, y los sentimientos de satisfacción. Se engloba en dos subescalas:
optimismo y felicidad, que engloban las ventajas de tener una actitud positiva ante la vida.
Bar-On construyó el Inventario Cociente Emocional EQ-i (por sus siglas en inglés) que evalúa el nivel de
inteligencia emocional de una persona.
Tabla 2. Las características de la inteligencia emocional según Bar-On
Intrapersonal
Interpersonal
Adaptabilidad
Control del
Estrés
Estado de
Ánimo General
Conocimiento
de sí mismo a
nivel emotivo
Empatía
Pruebas de la
realidad
Tolerancia al
estrés
Optimismo
Resolución de
problemas
Control del
impulso
Felicidad
Resolución
Independencia
Responsabilidad
social
Relación
interpersonal
Flexibilidad
Autoestima
Autorrealización
CONCLUSIONES
El zeitgeist de una época modula la investigación teórica y práctica; y como defiende Gardner (1993)
todas las definiciones de inteligencia llevan la marca de la época, del lugar y de la cultura en las que se
han desarrollado. La idea que tenemos de inteligencia es importante porque da lugar al concepto que
tenemos sobre nosotros mismos. Si seguimos de cerca la evolución del término inteligencia vemos el
énfasis de primeros de siglo XX en su medición y en la idea de su innatismo. Esta idea causó verdaderos
estragos, tales como el racismo y la eugenesia, es decir, la búsqueda de una raza pura; pero también ayudó
a responder a una serie de necesidades tanto de la misma Psicología -su confirmación como ciencia
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práctica-, como de la sociedad -la necesidad de establecer un criterio- en función del cual poder organizar
y clasificar a las personas.
Algunos modelos teóricos sólo pueden aparecer en determinados contextos sociales, y no resulta
extraño pues que en una sociedad como en la que vivimos actualmente, que se encuentra en plena crisis
emocional colectiva y de valores, la ciencia decida comenzar a centrarse en las habilidades emocionales y
en el estudio de nuestra conciencia y nuestra vida afectiva. Las necesidades sociales actuales,
consecuencia del automatismo hacia el cual parece que nos dirigimos, hacen que los psicólogos seamos
conscientes de la necesidad de reivindicar nuestra propia humanidad y comenzar a entender el estudio de
la inteligencia como el estudio del potencial humano y de su realización personal. Aunque los
investigadores han reconocido durante mucho tiempo que la cognición impersonal no lo era todo, y por
este motivo desarrollaron el concepto de cognición interpersonal, es en la actualidad cuando parece que se
ha puesto de relieve la importancia de resaltar los aspectos afectivos y emocionales propios del ser
humano, que es inteligente por naturaleza. Ya en el siglo XVII Blaise Pascal (1623-1662) nos avisaba de
que lo esencial en los seres humanos no era la razón natural, sino el corazón, para Pascal la esencia
“secreta” de lo humano se encontraba en el sentimiento, antes que en el intelecto y afirmaba que: “Era
menester que la razón se apoyara sobre los conocimientos del corazón, y que fundamentara en ellos todo
su discurso” (cit. en Marina, 1996).
Actualmente los investigadores apuntan a que capacidades tales como motivación personal y
persistencia ante las dificultades, el control del impulso y la demora de la gratificación, la empatía, la
capacidad de mantener la esperanza y la habilidad en mantener un buen control emocional, podrían
explicar gran parte de este 80% de varianza restante, que no pueden explicar los test de inteligencia o el
llamado cociente intelectual. Estas capacidades forman parte de lo que denominan inteligencia emocional
(Goleman, 1996). Para él, las emociones son inteligentes porque cada una de ellas desempeña un papel
único en predisponer al cuerpo a un tipo diferente de respuesta para su adaptación y supervivencia. El
objetivo de Goleman es intentar comprender e investigar cómo la mente procesa los sentimientos con el
objetivo de delimitar o definir qué es lo que significa ser inteligente.
Hoy día, y desde los distintos campos, los investigadores reclaman un acercamiento a la
comprensión y conocimiento de nuestro mundo emocional, al darse cuenta de cómo éste domina nuestra
vida. Diariamente las noticias globales acerca de muertes y agresiones violentas van cada vez más en
aumento, lo que hace evidente que existe una creciente pérdida de control sobre las emociones que tiene
lugar en nuestras vidas y en las vidas de quienes nos rodean. Tanto es así que desde el campo social se
habla de un cierto “malestar emocional” o “crisis emocional colectiva” (Goleman, 1996). Desde la
perspectiva clínica, Greenberg (1996) afirma que nos pasamos gran parte de nuestra vida intentando
justificar nuestras emociones y desde la educación, los pedagogos comienzan a conocer la importancia de
las emociones al darse cuenta de que los estudiantes irritados o enfadados, así como los niños con
problemas de aceptación entre sus compañeros, tienen de dos a ocho veces más probabilidades de
abandonar sus estudios.
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