La pérdida de la intelligentsia como causa de nuestro

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Date : 2008.07.28 13:33:18
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La pérdida de la intelligentsia como causa de nuestro atraso
económico y social
Juan Antonio Cabezos Martínez
Profesor de Geografía e Historia
IES Infante D. Juan Manuel de Murcia
Una de las consecuencias de la guerra civil española fue la pérdida de la
intellingtsia, es decir inteligencia social, que ha sido una de las causas de
nuestro atraso económico, en estos momentos relativo, y social respecto a las
demás naciones europeas.
Quizás sea extraño en una sociedad dominada por la estadística, que
me refiera a la pérdida de intellingtsia como causa más importante que la
pobreza, el hambre, y el pesimismo de la sociedad española de posguerra y no
mencione como causa fundamental la destrucción económica de España en el
período de 1936-39.
Comparando las cifras, debemos decir que las pérdidas económicas que
sufrió España a causa de la Guerra Civil Española fueron inferiores a las que
sufrió Francia durante la Segunda Guerra Mundial y no digamos las pérdidas
económicas de Alemania, una nación prácticamente destruida en la segunda
guerra mundial, así la pérdida de nuestra renta nacional fue del 25%(1)
mientras que la francesa fue del 50%, y no digamos que la pérdida alemana
alcanzó casi el 100%.
La pregunta que debemos hacer ¿Cómo es posible que Francia sea más
rica en la actualidad que España, si perdió más y además financió las guerras
coloniales en Indochina y Argelia?
La historiografía nos da distintas explicaciones una la diferencia de
sistema político de posguerra (pero no explica por que siendo menor la
conflictividad social y mayor la estabilidad política en la España franquista el
crecimiento económico fuese mayor en la Francia democrática que tenía mayor
conflictividad social y salarios más altos que los españoles); otra explicación
que han dado los historiadores ha sido la ayuda económica americana, el
llamado Plan Marshall pero los mismos historiadores se olvidan de los
acuerdos bilaterales entre EEUU y España, por los que recibíamos ayuda
económica.
En el fondo las explicaciones economicistas y/o políticas se olvidan de
un dato fundamental que reside en la calidad de las personas, no en la faceta
humana sino profesional, es lo que los americanos llaman en la actualidad
“excelencia” pero nosotros aplicamos el término de inteligencia social o
intelligentsia porque el término “excelencia” se aplica más al individuo mientras
que la intelligentsia es un término que se aplica más al grupo.
En definitiva una vivienda, una carretera, una vía del tren es fácilmente
reparable: así, una vivienda puede tardar 24 meses en ser construida pero un
licenciado en matemáticas, o un empresario, tarda en formarse 25 años. Lo
cual supone que la inversión en tiempo de un licenciado equivale a la
construcción de 25 casas si construimos una por año.
Fue el conde Saint Simón (1), aristócrata que votó a favor de guillotinar
al Rey francés Luis XVI, quién en su famosa parábola escribió, por primera vez,
sobre la intelligentsia social, pero sin acuñar dicho término.
“Supongamos, nos dice el conde de Saint Simón, que Francia perdiera
imprevisiblemente sus cincuenta primeros físicos, sus cincuenta químicos, sus
cincuenta primeros fisiológicos, sus cincuenta primeros matemáticos, sus
cincuenta primeros poetas, sus cincuenta primeros banqueros, sus cincuenta
primeros empresarios... como esos hombres son los franceses más
esencialmente productivos, quienes aportan los trabajos más importantes, los
que dirigen los más útiles trabajos de la nación y son los mas productivos en
las ciencias, en las artes… son en realidad la flor y la nata de la sociedad
francesa... entonces la nación devendría un cuerpo sin alma en el instante en
que los perdiera. Se encontraría inmediatamente en un estado de inferioridad
frente a las naciones de las que hoy es rival y permanecería como una nación
subalterna mientras no consiguiera reparar u tan graves pérdidas y reponer la
cabeza de la nación. Francia necesitaría al menor una generación para reparar
esa desgracia, pues los hombres que se distinguen en sus trabajos por la
utilidad positiva son verdaderas anomalías de la naturaleza y la Naturaleza no
es precisamente pródiga en anormal, sobre todo de esa especia”.
Más adelante Saint Simón continúa de la siguiente forma “hagamos
ahora otra suposición. Admitamos que Francia conserve a todos los hombre de
genio que posee en las ciencias, en las bellas artes... pero que tenga al mismo
tiempo la desgracia de perder en un mismo día al Señor hermano del Rey, a
Monseñor el Duque de Angulema, A Monseñor el Duque de Borbón, a la
Señora Duquesa de Berry, a la Señorea Duquesa de Orleáns, a la Señora
Duquesa de Borbón y la Señorita de Condé.
Y que al mismo tiempo perdiera también a todos los grandes oficiales del
la Corona, a todos los ministros del Estado, a todos los consejeros del Estado,
a todos los mariscales, a todos los cardenales, arzobispos o obispos... ese
accidente afligiría indiscutiblemente a los franceses, puesto que los franceses
son muy sentimentales y porque no contemplarían con indiferencia la súbita
desaparición de tantos de sus compatriotas. Pero la desaparición de los 30.000
individuos reputados como las más importantes del Estado, no causaría más
que un impacto puramente sentimental p puesto que ello no resultaría más que
un mal político para el Estado. Por otra parte, tampoco provocaría grave
problema, puesto que todos ellos serían fáciles de reemplazar. Existe un gran
número de franceses en condiciones de ejercer las funciones del hermano del
Rey tan bien como lo hace él mismo. Muchos serían capaces de ocupar los
lugares de los príncipes y los nobles...
(1)Tuñon de Lara: La guerra civil cincuenta años después. Editorial Labor.
Isabel del Cabo: Los socialistas utópicos. Ariel 1987, páginas 26-64.
1
En este texto el conde de Saint Simón aporta la idea de la inteligencia social,
sin embargo el término intelligentsia fue acuñado en la década de 1860 y
empleado, originariamente, para indicar al conjunto de intelectuales que eran
partidarios de reformas económicas y sociales en la Rusia zarista del siglo XIX,
rechazando la autocracia zarista. Estos intelectuales, muchos de ellos nobles
con una conciencia social, rechazaron la posibilidad de hacer carreras
profesionales en la administración; posteriormente Juan Marichal (2), historiador
especialista en la obra política de D. Manuel Azaña, ha ampliado este término a
“conjunto de intelectuales”.
Sin embargo la utilización de dicho término se difundió a consecuencia
de las dictaduras socialistas que surgieron después de la Segunda Guerra
Mundial porque dicho término se utilizó durante la guerra fría para designar a
las clases dirigentes de los regímenes políticos que estaban dentro de la órbita
soviética.
Frente al concepto restringido que emplea Marichal, conjunto de
intelectuales, yo empleo el concepto amplio que elaboró el conde de Saint
Simón y que se difundió durante la época de la guerra fría.
Podemos, por tanto, equiparar el término inteligencia social con
intelligentsia en el sentido que pertenecen a la misma clase política, un
conjunto de individuos que dirigen las sociedades, y por ello el término engloba
a tanto a los políticos como a los dirigentes sociales, religiosos, intelectuales,
económicos y sociales de las mismas.
Complementario del término intelligentsia, en sentido restringido,
apareció el término “fuga de cerebros, que significa el empobrecimiento
científico y técnico de una sociedad que no es capaz de retener a sus
científicos y técnicos, a pesar de que había costeado su formación, y que es
aprovechado por otra nación.
Tanto si empleamos el término excelencia (referido a un solo individuo)
como fuga de cerebros (la pérdida de científicos y técnicos de una país a favor
de otro), como intelligentsia en sentido restringido (conjunto de intelectuales)
como en su sentido amplio (entendida como sinónimo de clase dirigente) viene
a significar lo mismo porque es la pérdida de la inteligencia social entendida
como inteligencia cultivada, formada por un país.
En el caso de España hemos tenido, históricamente, tres grandes
pérdidas de intellingtsia, la primera fue la expulsión de los judíos que constituyó
una “fuga de cerebros” porque los Reyes Católicos privaron a la nación de
buenos profesionales, quizás, por ello, es España el país de las chapuzas; la
pérdida estuvo acentuada por la decisión de Felipe II de impedir que los
españoles pudieran formarse en universidad extranjeras. Estas dos medidas
explican la queja realizada por el Conde-duque de Olivares en pleno siglo XVII
de la “falta de cabezas para dirigir España” (3).
2
Marichal, Juan: “36 años de exilio. Las fases políticas del destierro español (1939-1975).”
Historia 16, nº 19, páginas 35-42.
3
Elliot, John. EL Condeduque de Olivares. Ariel
El siglo XVIII con la entronización de una nueva dinastía supuso la
recuperación de la intelligentsia española que se reflejó con la creación de las
Academias (de Historia, de la Lengua etc.) Que hizo posible las reformas
durante el reinado de Carlos III, dicho de otro modo el gran reinado de Carlos
III no hubiera sido posible sin la participación de la intelligentsia española, en
estos momentos ilustrada, en las tareas de Gobierno.
Dicha recuperación se truncó durante la guerra de independencia que
fracturó las fuerzas progresistas entre afrancesados y liberales, con sus exilios
correspondientes; el resultado de la segunda gran pérdida de la intelligentsia
nacional fue un siglo XIX desastroso con pérdida del imperio colonial, con
limitada revolución industrial, sin reforma agraria, donde hubo tres guerras
civiles y con gran inestabilidad política donde España aportó el
pronunciamiento militar como elemento de expresión política y no los partidos
políticos.
La recuperación de la intelligentsia española comenzó en el último tercio
del siglo XIX con la fundación de la Institución Libre de Enseñanza, la creación
de la Residencia de Estudiantes y la Junta de Ampliación de Estudios (que
facilitó la posibilidad de los estudiantes españoles de completar su formación
en las universidades extranjeras).
Esta amplia recuperación de la intelligentsia nacional dio sus frutos en la
generación del 98, la generación del 27, en la denominada edad de plata de la
cultura española.
La guerra civil truncó, de nuevo, y por tercera vez en la Historia de
España, el florecimiento de la intelligentsia española.
La pérdida de intelligentsia durante la guerra civil fue paralela con la
represión efectuada en ambas zonas, aunque cambia el destino final de la
represión: en la zona republicana se ejecuta a personas de creencias católicas
y a las profesiones liberales, técnicas y empresariales; ser abogado, o técnico o
autónomo o empresario o sacerdote o propietario o militar es llevar escrito la
fecha de ejecución en la zona republicana, e incluso intelectuales como la
ejecución Ramiro de Maeztu o del escritor Pedro Muñoz Seca, en Paracuellos
del Jarama son los casos más representativos de lo estamos escribiendo,
“varios centenares de artistas, intelectuales, profesores, abogados, maestros,
periodistas y religiosos de ideología católica, monárquica y conservadora
fueron detenidos en las primeras semanas del pronunciamiento miliar del 18
de julio de 1936 y enviados a las terribles checas repartidas por toda la
geografía valenciana, donde fueron interrogados, torturados y en algunos
casos asesinados sin mandamiento judicial ni la oportunidad de defenderse
ante un tribunal”.( 4). En el caso de Murcia, una vez depurado mediante la
utilización de la informática La Causa General, el número de victimas, según la
profesora Carmen González Martínez (5), fue de 740.
4
Agramunt Lacruz, F.: “La memoria oscura de las checas”. Historia 16 nº 313, páginas 70-83.
González Martínez, C.: La guerra civil en Murcia. Universidad de Murcia, Servicio de
publicaciones.
5
La denominada zona nacional no fue atrás en la represión de la
intelligentsia e incluso hubo enfrentamientos dialécticos entre dos actitudes
frente a la intelligentsia bien distintas así que se hizo famosa la expresión
¡Muera la Inteligencia! Pronunciada el 12 de Octubre de 1936 por Millán
Astray, aunque en el mismo acto tuvo una brillante réplica realizada por D.
Miguel de Unamuno, que llegó a exclamar Venceréis, pero no convenceréis.
Para salvar esta oposición entre enemigos de la inteligencia y amigos de
la misma, José María Pemán, en el mismo acto, llego a exclamar “Mueran los
malos intelectuales”.
Esta frase resume la actitud de la España Nacional frente a los
intelectuales por ello la represión se centró en los docentes, o personas con
ideas liberales. Así entendemos que García Lorca fuera ejecutado, sin previo
juicio, al igual que Ramiro de Maeztu, en la zona republicana, junto a un
maestro nacional.
Jurídicamente la represión contra los docentes comenzó con el decreto
66 de la junta Técnica de Estado( ante la ausencia de un gobierno se creó la
Junta Técnica de Estado, por tanto fue el antecedente administrativo del futuro
gobierno de Burgos y como tal actuó), de fecha 11 de noviembre de 1936 creó
las Comisiones Depuradoras del personal docente y administrativo para darnos
idea del alcance de dicha represión “a comienzos de septiembre de 1936
habían sido destituidos en León 101 maestros, mas otros 298, según el BOP
del 16 de Octubre, de manera que en noviembre de 1936 los sublevados
leoneses hubieron de hacer una convocatoria para proveer 526 plazas
vacantes de maestro” ; en caso de falta de maestros, en caso que una escuela
estuviese sin maestro “debía hacerse cargo el cura párroco. Más tarde, se
destinaron también a este menester los oficiales del ejército”. (6).
El caso de nuestra guerra civil es único porque a la muerte física de las
personas que representaban la intelligentsia en un sentido amplio hay que
añadir la fuga de cerebros, es decir, hay que añadir los españoles que se
marcharon de España, bien durante la guerra (los que pertenecen a la Tercera
España) o bien después. Ambos forman parte del exilio.
Sobre el exilio debemos decir que “fue el exilio contemporáneo de más
larga duración (si exceptuamos al ruso), pero sobre todo, el exilio español fue
un exilio largo y perseverante: el exilio ruso, en cambio, ha dejado de serlo por
su misma extensión cronológica y por su carencia de un continuo norte
político”. (7)
6
Santos Juliá, VV.AA.: Víctimas de la guerra civil. Temas de hoy- colección historia.
Marichal, Juan.: “36 años de exilio. Las fases políticas del destierro español (1939-1975)”.
Historia 16, número 19, páginas 35-42.
7
Sobre el exilio existen buenos estudios(8) pero lo más importante del exilio no
fue la pérdida cuantitativa, en torno a los 170.000 como cifra menor, sino la
pérdida cualitativa.
En el exilio España perdió una parte importante de su intelligentsia
nacional porque los exiliados en la mayoría de los casos murieron fuera de
España.
Y los españoles exiliados crearon sus propias instituciones en el ámbito
cultural y científico, así tenemos la Unión de Profesores Universitarios
Españoles en el Extranjero cuyo presidente fue el eminente médico D. Gustavo
Pitaluga, el Colegio Madrid, el Instituto Luis Vives, la Academia Hispano
Mejicana, el Ateneo Español en Méjico, la Junta de Cultura Española que
editaba la revista “España Peregrina”, esto solamente citando la instituciones.
Respecto a las personas físicas, las que hacen posible la fundación de
instituciones, la creación literaria y la investigación científica la intelligentsia
pérdida es impresionante.
Empezamos diciendo que
dos de los cuatro premios nobeles
concedidos a los españoles durante el siglo XX fueron a exiliados así se
concedió el Premio Nobel de Literatura a Don Juan Ramón Jiménez y el de
Medicina en 1959 a Don Severo Ochoa por sus trabajos sobre la síntesis de
polímeros biológicos.
En la rama de medicina tenemos al traumatólogo Don José Trueta, al
farmacólogo D. Rafael Méndez, y cuanto a la física al investigador sobre rayos
cósmicos D. Arturo Duperier.
En otros ámbitos la intelligentsia española en el exilio destacaron D.
Luis Buñuel en el cine, D. Pablo Casals como concertista, o el compositor
Manuel de Falla.
Es de destacar la gran aportación de Humanistas así tenemos a los
novelistas Don Ramón Sender, Don Max Aub, Don Arturo Barea, Don Benjamín
Jarnes, a los poetas don Juan Ramón Jiménez ya citado, Don Pedro Salinas,
Don León Felipe, Don Jorge Guillén, Don Luis Cernuda, Don Rafael Alberti, a
los dramaturgos Don Alejandro Casona, Don Jacinto Grau, a los historiadores
Don Claudio Sánchez Albornoz, Don Américo Castro ( ambos historiadores, en
Argentina, fundaron Escuelas de Investigación Histórica de la Edad Media
Española , Don Bosch Gimperá, a los juristas don Felipe Sánchez Román, Don
Luis Jiménez de Asúa, y Don Niceto Alcalá Zamora y Castillo, al pintor Don
Pablo Picasso y un largo etc. Los citados en este artículo son figuras de primer
orden que han sobresalido en sus distintas profesiones, lo que los americanos
llaman la “excelencia”, frente a ellos tenemos a multitud de españoles tomando
un ejemplo de esa multitud tenemos el de Antonio Marcos Botella que en su
libro “Analoj de la movado laborista esperantista en Hispanio”( 9) escribió “ al
8
Abellán, José Luis: El exilio español de 1939. Editorial Taurus.
Marcos Botella, Antonio.: Analoj de la movado laborista esperantista en Hispanio. Zaragoza.
Obra escrita en el idioma esperanto, no existe traducción al español.
9
finalizar la guerra logré alcanzar la costa de África que estaba bajo el dominio
de Francia, me internaron en un campo de concentración. Allí empecé a dar
clases de la lengua internacional Esperanto a otros españoles internados en el
campo de concentración. Los franceses hicieron dos grupos: en uno estaban
los que tenían cultura, los que eran profesores o ejercían una profesión liberal o
tenían formación técnica, y en el otro grupo los que no tenían formación alguna,
muchos ni sabían leer ni escribir; como yo daba clases de Esperanto me
pusieron con el primer grupo. Este grupo se quedó en el África francesa, el otro
grupo los franceses lo devolvieron a Franco”.
Los franceses eran conscientes del valor de la intelligentsia se quedaron
con lo bueno y devolvieron lo menos valioso.
¿Cómo fue posible que los españoles en el exilio crearan tantas
instituciones? Para José Luis Abellán la respuesta es bien sencilla “lo
fundamental de todas ellas es la nueva conciencia intelectual de los valores
españoles y de nuestra cultura alcanzada por algunos de nuestros exiliados.
Esta nueva conciencia intelectual se produce en función de dos hechos
básicos. El primero es el alto nivel cultural alcanzado durante la Segunda
República y, más todavía, durante el período de guerra, que coincide con una
popularización de la cultura que pocas veces alcanzado en nuestro país. El
segundo hecho es consecuencia de esa emigración masiva a América a la que
ha hecho alusión: el encuentro con el hecho americano, les va a dar conciencia
de la dimensión universal de esos valores culturales que sentían en su pecho”
(10).
Debemos preguntarnos ¿Cuál fue el costo de la pérdida de intellingtsia
nacional?
Cuando los historiadores estudian el franquismo hablan de una etapa
muy diferenciada la de 1939-59, y la definen utilizando un criterio económico, la
autarquía, o bien con un criterio político “el primer franquismo”. No es baladí tal
división porque la España del primer franquismo es la España de la pobreza y
de la incultura, del cierre de escuelas o de institutos por falta de maestros y
profesores; sin embargo en la década de los años cincuenta una nueva
generación de españoles accedió al poder, españoles que no habían
participado directamente en la guerra, pero si que habían sufrido sus
consecuencias y que se habían formado intelectualmente. Estos españoles, la
nueva élite, la nueva intelligentsia, realizaron el plan de estabilización, la
apertura a Europa y la recuperación económica de la sociedad española. De no
haber habido la represión que hubo en las dos zonas ni exilio la recuperación
española no se habría producido durante los años sesenta sino al finalizar la
Segunda Guerra Mundial como es el caso de Francia o Alemania, y ello explica
que naciones que tuvieron mayor pérdida en cuanto a población y riqueza que
España sean en la actualidad más ricas que nosotros, a pesar que en el caso
francés , después de la liberación se realizó una represión de la misma
10
Abellán, José Luis.: “El éxodo republicano. Una nueva conciencia española.” Historia 16,
número 19, páginas16-24.
proporción que la española, como ha puesto de manifiesto Lottman en su obra
“ La depuración” ( 11). Pero ellos no sufrieron el exilio.
Establecido el primer costo, como el retraso respecto a nuestros
competidores europeos, debemos acercarnos al costo económico.
Un estudiante universitario que en el curso 2001-2002 esté terminando
el último curso de su licenciatura en la Comunidad de Murcia, habrá costado
por cada año de estudios no universitarios 483.735 pesetas que por doce años
(seis en primaria, cuatro en secundaria y dos en bachillerato) 5.804.820
pesetas o lo que es lo mismo 347.876,7 euros.
A esto debemos añadir el coste de su enseñanza universitaria que en el
caso de Murcia es de 750.000 pesetas por año. Una vez que ha finalizado sus
estudios universitarios es posible que realice un master para profundizar sus
conocimientos. Sin contar el gasto del master el costo ha sido de 25.000
millones de pesetas. Y este costo es solamente de mantenimiento de la
inversión, no se incluye el gasto por inversión en capital inmovilizado.
Por ello no es de extrañar que la década de los años sesenta fueran los
años del desarrollo español, denominado por los propagandistas de entonces
como “milagro económico español”, porque a las condiciones exteriores
europeas como la necesidad de mano de obra, las vacaciones pagadas, se
añadieron la finalización de inversión en la formación de la nueva intelligentsia
nacional de postguerra, que empezó a ser productiva en los felices años
sesenta; si a estos fenómenos añadimos que 1967 el gobierno español terminó
de pagar los préstamos italianos que financiaron la guerra civil podemos
entender que desde esa década España se haya transformado en un país
receptor de ayuda a donar y que durante los últimos tanto los gobiernos
socialistas como los populares hayan pretendido que España pertenezca al
club de los países más ricos del planeta el G-7.
Pero no debemos olvidar la lección de la Historia, la recuperación
económica se inició en la década de los años sesenta, y no en los cincuenta, la
entrada en la Unión Europea se realizó en 1986 y no durante la década de los
años cincuenta o setenta como el resto de los países europeos, el mayor
protagonismo en la esfera internacional ha comenzado a realizarse en la
década de los años noventa. Todo ello se habría dado con varios años de
antelación si las fuerzas políticas de la guerra civil no se hubiesen empeñado
en eliminar la intelligentsia nacional y sobre todo si no hubiese existido exilio.
Por último una pregunta nos debemos de hacer ¿es que acaso no hubo
en España mentes lúcidas que se mantuvieron al margen de tanto horror y que
levantaran puentes de entendimiento?
Si los hubo pero fue una minoría. Los fundadores de la Agrupación al
Servicio de la República el filósofo Ortega Y Gasset, el médico Gregorio
11
Lottman, Herbert.: La depuración.
Marañón, el literato Pérez de Ayala, salieron huyendo de la zona republicana
cuando pudieron, pero no se integraron en la zona nacional.
Una vez acabada la guerra los intelectuales falangistas promovieron la
Revista Escorial. “Sentimientos de concordia fueron también los que movieron
a algunos intelectuales del bando vencedor en la guerra a intentar el que
llamaban restablecimiento de una comunidad intelectual. Ese fue el propósito
de la revista Escorial, dirigida por Pedro Laín Entralgo y Dionisio Ridruejo. Se
invitaba a colaborar con ella a todos los pensadores, investigadores, poetas y
eruditos de España, advirtiendo que no iba a solicitar de ellos apologías líricas
del régimen, porque no iba a ser una revista de propaganda. La misma
participación de Ramón Menéndez Pidal (que había regresado a España no
hacía mucho) mostraba que en sus directores había una sincera voluntad de
rehacer la comunidad intelectual española, porque Menéndez Pidal había sido
el fundador y director del Centro de Estudios Históricos, institución que había
sido clausurado por el régimen caudillista. Puede así decirse que Laín Entralgo
y Ridruejo facilitaron considerablemente el establecimiento de una zona de
comunicación entre los intelectuales de los dos Españas”. (12)
Mientras los intentos de paz y de reconciliación política fracasaron
durante la guerra civil, recordemos que ya en el mismo día 17 de julio de 1936
Martínez Barrios presidente interino del gobierno republicano intentó la paz y la
reconciliación ofreciendo carteras ministeriales a los generales del
pronunciamiento siendo rechazadas, y que hubo otros intentos para finalizar la
guerra civil como los protagonizados por Besteiro, Azaña y Negrín, lo cierto es
que tales intentos de paz y reconciliación política fracasaron, ahí la enorme
importancia de la revista Escorial, que en plena postguerra con miles de
españoles prisioneros en las cárceles y campos franquistas intentó la
reconstrucción de la comunidad intelectual.
El primer número de la revista apareció en noviembre de 1940, es decir
16 años antes que el Partido Comunista de España abandonase la vía de
insurrección por la reconciliación nacional, una minoría (lamentablemente
exigua) del bando vencedor levantó puentes para la comunicación y
recuperación de la intelligentsia nacional, primer paso para la reconciliación
entre españoles.
Si el intento de recuperación de la comunidad intelectual hubiese estado
acompañada por una actitud política de reconciliación se hubiese evitado
mucho sufrimiento a la nación o al menos paliado, como el hambre, la pobreza,
la emigración porque la recuperación económica no hubiese tardado veinte
años y las décadas de los años cuarenta y cincuenta no hubiesen sido estériles
y, quizás, nuestra entrada en la actualmente denominada “Unión Europea” se
habría producido antes.
12
Marichal, Juan VV.AA. La guerra de España. Taurus páginas 483-509.
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