La Misa del Domingo

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DÍA DEL SEÑOR 21 C
CANTO
Qué bien todos unidos,
mano con mano en el luchar,
qué bien todos hermanos,
en el sufrir y en el gozar.
Nosotros queremos, Señor,
amarte amando la tierra:
queremos dejar tras nosotros,
un mundo mejor, una vida más bella.
Nosotros queremos, Señor,
correr con la antorcha encendida;
queremos dejar al relevo,
un fuego mejor, una llama más viva.
Oración
Nos reunimos, Padre, para escuchar tu Palabra,
que no es pura palabrería como puede ser la nuestra.
Tu Palabra es Jesús, que nos amó hasta el extremo.
Transforma, Señor, nuestras palabras en obras de misericordia.
Dios anuncia el retorno universal de todos los hijos pródigos,
a quienes Dios espera con amor.
Los pueblos irán acercándose a la justicia, a la libertad, a la paz.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 66, 18-21
ESTO dice el Señor:
"Yo, conociendo sus obras y sus pensamientos,
vendré para reunir las naciones de toda lengua;
vendrán para ver mi gloria.
Les daré una señal, y de entre ellos enviaré supervivientes a las naciones:
a Tarsis, Libia y Lidia (tiradores de arco), Túbal y Grecia,
a las costas lejanas que nunca oyeron mi fama ni vieron mi gloria:
Ellos anunciarán mi gloria a las naciones.
Y de todas las naciones, como ofrenda al Señor,
traerán a todos vuestros hermanos
a caballo y en carros y en literas, en mulos y dromedarios,
hasta mi santa montaña de Jerusalén -dice el Señor-,
así como los hijos de Israel traen ofrendas,
en vasos purificados, al templo del Señor.
También de entre ellos escogeré sacerdotes y levitas -dice el Señor-".
Palabra de Dios
Salmo responsorial Sal 116, 1, 2 (A)
Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos.
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Dios siempre se comporta como Padre.
Las contrariedades de la vida no deben hacer nacer dudas sobre el amor de Dios.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 12, 5-7, 11-13
HERMANOS:
Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron:
"Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, ni te desanimes por su represión; porque el Señor
reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos".
Soportáis la prueba para vuestra corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues ¿qué padre no
corrige a sus hijos?
Ninguna corrección resulta agradable, en el momento, sino que duele; pero luego produce fruto
apacible de justicia a los ejercitados en ella.
Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda
llana: así el pie cojo, no se retuerce, sino que se cura.
Palabra de Dios
La palabra de Dios hoy se hace carne en ti, en nosotros
Aleluya, aleluya, aleluya. Jn 14, 6bc
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida -dice el Señor-;
nadie va al Padre, sino por mí.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas
13, 22-30
EN aquel tiempo, Jesús pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén.
Uno le preguntó: "Señor, ¿son pocos los que se salvan?".
Él les dijo: "Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no
podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta
diciendo:
"Señor, ábrenos";
pero él os dirá: "No sé quienes sois".
Entonces comenzaréis a decir:
"Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas".
Pero él os dirá:
"No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad".
Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas
en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del
sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos".
Palabra del Señor
"A la tarde te examinarán en el amor"
S. Juan de la Cruz.
Hay últimos que serán primeros,
y primeros que serán últimos.
Hay frases de Jesús que es imposible escuchar con sinceridad sin sentirse incómodo. Frases que le despiertan a
uno de su inconsciencia y le obligan a dudar de su propia seguridad.
Sin apenas darnos cuenta de ello, somos muchos los cristianos que vivimos dentro de la Iglesia, prácticamente
convencidos de que éste es el camino ancho que lleva a la salvación, sin tener conciencia de la necesidad que
tenemos de entrar por la puerta estrecha de la conversión personal.
Y, sin embargo, la Iglesia, el Bautismo oficial, la práctica de unas obligaciones religiosas—, si no expresan
una adhesión auténtica al evangelio y a la persona de Jesús y no se traducen en una fe viva y responsable en la
vida de cada día, no son el salvoconducto seguro que nos conducirá a la salvación.
Por eso nos debe hacer pensar la frase de Jesús: "Hay últimos que serán primeros y primeros que serán
últimos."
Hay teólogos que son los primeros en hablar de Dios y en atreverse, con audacia a veces ingenua, a hacer toda
clase de afirmaciones sobre sus admirables designios, sin detenerse apenas nunca a comunicarse con él y
abrirse a sus llamadas. Y hay creyentes sencillos, que no saben hablar de Dios, pero saben hablarle y gritarle
desde el fondo del corazón con la confianza de hijos que creen en un Padre. Estos serán los primeros en
experimentar la bondad del Creador.
Hay moralistas y predicadores que son los primeros en precisar las obligaciones éticas y en exigir con rigor el
cumplimiento de los deberes cristianos al pueblo fiel, aunque luego no sean tan radicales a la hora de vivir
personalmente el seguimiento a Jesús. Y hay hombres y mujeres sencillos, de una honradez interior total, que
no sabrían dar muchas explicaciones, pero que saben escuchar con responsabilidad la llamada de su
conciencia. Estos serán los primeros en encontrarse con Dios.
Hay cristianos que son los primeros en confesar su "ortodoxia" y su fe católica, apostólica y romana, aunque
luego se desentienden de las exigencias del evangelio de Jesús. Y hay cristianos que no saben formular su fe
con precisión dogmática, pero son de "corazón ortodoxo" y serán los primeros en encontrarse con la Verdad de
Dios.
Hay creyentes revolucionarios que son los primeros en lanzar consignas de justicia y solidaridad para crear
una sociedad más humana, sin que se les vea en su vida personal un esfuerzo serio por ser más humanos y
estar más cerca de los necesitados. Y hay hombres que no gritan demasiado, pero que viven comprometidos en
una vida de servicio a los más pobres. Estos serán los primeros en disfrutar del reino definitivo de la justicia.
J. A. Pagola
ORACIÓN DE LOS FIELES
Oremos al Señor, que nos congrega bajo su amor.
REÚNENOS EN LA MESA DE TU REINO.
-Por la iglesia, para que no tenga reparo en reconocer gozosamente todos los signos del Reino de Dios que
están fuera de sus fronteras.
-Para que abandonemos toda postura orgullosa frente a los no creyentes.
-Para que quienes reclaman justicia y libertad encuentren en los cristianos unos aliados firmes y
comprometidos.
-Por nuestra comunidad, para que sea un hogar acogedor en el que todos se encuentren a gusto.
-Por nosotros que comemos sentados a la mesa del Señor, para que, esforzándonos en entrar por la puerta
estrecha, seamos admitidos en el banquete del reino glorioso.
Señor, te pedimos poder compartir, con todos los profetas, la mesa de tu Reino. P. J. N. S.
"Si no os hacéis como niños
no entraréis en el Reino de los cielos" (Mt. 18, 3)
Unamuno oraba así:
"Agranda la puerta, Padre,
porque no puedo pasar,
la hiciste para los niños,
yo he crecido a mi pesar.
Si no me agrandas la puerta,
achícame, por piedad..."
Esta debería ser nuestra oración. El problema, como decía Santa Teresa
del Niño Jesús, no es lo que nos falta, sino lo que nos sobra para ser santos.
CANTO OFERTORIO
"El mirar de Dios es amar,
el mirar de Dios es amar,
el mirar de Dios es amar.".
"Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura,
y, yéndolos mirando con sola su figura,
vestidos los dejó de su hermosura."
Oración
Que no nos baste, Padre,
la ofrenda de este pan y vino
con el que celebramos la memoria de Jesús resucitado,
sino que vaya acompañada
de frutos de verdad, justicia y solidaridad.
CANTO DE COMUNIÓN
Nada te turbe, nada te espante,
quien a Dios tiene, nada le falta.
Nada te turbe, nada te espante.
Sólo Dios basta.
Aspira a lo celeste,
que siempre dura,
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
A Jesucristo sigue,
con pecho grande,
y venga lo que venga,
nada te espante.
Ámala cual merece,
bondad inmensa,
pero no hay amor más fino,
sin la paciencia.
¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana,
nada tiene de estable,
todo se pasa.
Confianza y fe viva,
mantenga el alma,
que quien cree y espera,
todo lo alcanza.
ORACIÓN
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme, el ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, al fin, tu amor de tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara;
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero, te quisiera.
CANTO FINAL
Virgen sencilla y humilde que viviste en Nazaret. ¡Madre!
Casa de los hijos pobres, que abren sus manos a ti. ¡Madre!
Dios te ensalzó y te hizo grande, en tu misma pequeñez;
haznos niños a nosotros para dejarnos en El. ¡Madre! ¡Madre!
Tú nos miras desde el cielo nos hablas al corazón,
con un abrazo de madre nos envuelves en tu amor.
La, la, la, la—
Madre de los hijos pobres, de los que buscan a Dios. ¡Madre!
Danos tu fe y confianza, danos tu entrega y tu amor. ¡Madre!
En tu silencio interior escuchaste la Palabra,
con el corazón abierto viviste sólo por El. ¡Madre! ¡Madre!
Paseo María Agustín, 8. Zaragoza
www.parroquiadelcarmen.es
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