EDGAR ALLAN POE Y LA NOVELA POLICIACA

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Prof. José Antonio García Fernández
jagarcia@avempace.com
DPTO. LENGUA Y LITERATURA- IES Avempace
C/ Islas Canarias, 5 - 50015 ZARAGOZA - Telf.: 976 5186 66 - Fax: 976 73 01 69
EDGAR ALLAN POE Y LA NOVELA POLICIACA
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A Poe (1809-1849) se le considera el iniciador y maestro de lo misterioso y macabro. Su obra ha servido de
inspiración a muchos escritores. Su poema The Raven, El cuervo, de 1845, le dio gran popularidad en su
país y también en el extranjero, y es quizás su creación más conocida. Por su vida y el tiempo que le tocó
vivir, era un romántico de sensibilidad exquisita; por su personalidad, un ser neurótico, temperamental,
amante de lo macabro y lo sobrenatural.
1. “Los crímenes de la calle Morgue”
Poe es también uno de los primeros
autores que escribe narraciones policiacas. Por
ejemplo, The Murders of the Rue Morgue (Los
crímenes de la calle Morgue, 1841) es uno de
los primeros relatos de detectives; en él
aparece Auguste Dupin, enfrentado a un
crimen en principio irresoluble, en una
atmósfera de terror casi sobrenatural, un
crimen que el inteligente detective (más bien,
aficionado a lo detectivesco, como Sherlock
Holmes) consigue resolver a base de su
infalible método analítico, basado en la
observación y la inferencia. Dupin, enamorado
de la lógica y del desciframiento de misterios,
demostrará que “La verdad no está siempre en
el fondo de un pozo” (“Truth is not always at
the bottom of a well”). El relato apareció en el
Graham’s Lady and Gentelmen’s Magazine y
conoció pronto cierta popularidad. Los
protagonistas son el narrador, identificable
con el propio Poe, y el citado Dupin. Ambos
forman un dúo que remite a la personalidad
escindida de su creador: el creador de
sensibilidad impresionable y el analista frío,
incapaz de engañarse sobre la realidad de la
vida; y reflejan a un Poe que estaba al borde de
la esquizofrenia y la locura cuando escribía
estas líneas.
El texto íntegro de Los crímenes de la calle Morgue puede leerse en el siguiente enlace:
http://www.avempace.com/file_download/2594/Poe-Los+cr%C3%ADmenes+de+la+calle+Morgue.pdf.
Antes de esta obra, ya había publicado un trabajo crítico extenso en el Southern Literary
Messenger, el ensayo El jugador de ajedrez de Maelzel, en donde desarrolla por primera vez su sistema
de investigación analítico-deductivo. El objetivo de la investigación era el autómata de ajedrez construido
por el barón Von Kempelen, que después vendió al músico vienés Maelzel para que lo exhibiera
públicamente. El ingenio fue expuesto en París, San Petersburgo y Londres. Llegó a América en 1827 y fue
exhibido un tiempo en Baltimore. Poe lo vio, o supo de él por lo mucho que se escribió de aquella
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máquina, que algunos consideraron una superchería, pero que era en realidad un mecanismo complejo de
tuercas, poleas, ejes y tornillos. Poe se plantea la diferencia entre una máquina hecha para ganar y un
humano jugador de ajedrez que no puede evitar el error, plantea principios y saca conclusiones
anticipando así el método de su detective Dupin y su teoría del arte, que le llevará a afirmar, con
posterioridad a este ensayo, que una poesía o una novela se desarrolla con la estricta lógica de un
problema matemático. De manera que la explicación es la consecuencia de un estricto análisis, una
reacción puramente intelectual al problema planteado.
Esta tesis, desarrollada más o menos en el ensayo que acabamos de citar, es la que leemos al
principio de Los crímenes de la calle Morgue:
«Los rasgos de la inteligencia que suelen calificarse de analíticos son en sí mismos poco susceptibles
de análisis. Los apreciamos únicamente a través de sus resultados. De ellos sabernos entre otras cosas, que,
para aquel que los posee en alto grado, son fuente de los más vivos goces. Así como el hombre robusto se
complace en su habilidad física y se deleita con aquellos ejercicios que exigen la acción de sus músculos, del
mismo modo el analista encuentra placer en esa actividad del espíritu que consiste en desentrañar. Igual da
que se trate de las ocupaciones más triviales; gozará de ellas siempre que pongan en juego su talento. Le
apasionan los enigmas, los acertijos, los jeroglíficos, que soluciona con un grado de perspicacia que al común
de las mentes parece sobrenatural. Fruto esencialmente del método, sus resultados tienen, no obstante,
toda la apariencia de una intuición.»
El protagonista de Los crímenes de la calle Morgue, el detective aficionado Auguste Dupin,
inauguraba sin saberlo con su método analítico, la ciencia criminológica. Poe dedica en el relato casi cinco
páginas a la introducción, a explicar detenidamente lo que podríamos llamar su «laboratorio» narrativo
antes de contar la historia, hasta que, al final de su exposición teórica, afirma:
«El relato siguiente representará para el lector algo así como un comentario de las afirmaciones que
anteceden.»
El escritor buscaba en el análisis una salvación para sí mismo y su esquizofrenia, su caída
desenfrenada hacia el alcohol y el opio, su peligroso bordeo de la locura, su inclinación hacia la nada. El
escritor se conocía perfectamente a sí mismo, poseía un conocimiento personal de los irreconciliables
elementos de su interior: el miedo a sí mismo y la esperanza de la autosalvación cifrada en la fuerza
superior del análisis. La invención de la novela policíaca le sirvió como terapia, como tabla de salvación.
Las tres etapas más claras en ese admirable círculo en busca del método secreto que lo redimiera de su
propio yo son:
 el ensayo sobre el jugador de ajedrez de Maelzel,
 el grupo de historias de detectives relacionadas con la narración criptográfica El escarabajo de oro
(Los crímenes de la calle Morgue, El misterio de Marie Rogêt y La carta robada) y
 dos ensayos teórico-artísticos.
Las aventuras policiacas de Dupin, las indagaciones criptográficas de El escarabajo de oro,
pertenecen a lo que podemos llamar “tales of ratiocination” de Poe. Su indagación psicológica profunda lo
enlaza con otros grandes escritores que bucearon en el alma humana, como Balzac, Gérard de Nerval,
Baudelaire, Novalis, Kleist, Hoffmann, Gogol, Dostoyevski… Julio Cortázar, traductor de Poe al español,
llama a estos cuentos “analíticos”.
Pero Poe también intentó profundizar en el conocimiento del alma de asesinos y delincuentes,
indagó también en el lado oscuro del ser humano; por ejemplo, en El gato negro, en El corazón delator o
en El demonio de la perversidad, narración en la que alguien que ha cometido un crimen perfecto no
soporta que nadie sepa nada de su obra maestra y cae en la paradójica necesidad de hablar de aquello que
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de otra forma nadie habría sabido. Son verdaderos paseos por el infierno del miedo y la locura, ofrecidos
en una lengua de impecables frases sonoras y en una prosa de gran musicalidad.
“¿Qué enfermedad se puede comparar con el alcohol?”, dice en un pasaje significativo de El gato
negro.
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Poe también se sumergió en estos abismos, y de tales tinieblas del espíritu extrajo la condición que
él mismo ponía al artista: mantener siempre una actitud de crítica que controlase su actividad. Esa actitud
que puede identificarse con el espíritu analítico de Auguste Dupin.
2. “El escarabajo de oro”
El señor William Legrand es capaz de encontrar el fabuloso tesoro del capitán Kidd, terrible pirata, gracias
a que descifra un complejo criptograma.
Legrand tiene mucho de Poe (autobiografía): es muy inteligente, pero los demás lo toman por
loco; sueña con recuperar la posición perdida, se ha alejado de su ciudad natal…
“…en otro tiempo había sido rico, pero una serie de infortunios lo habían llevado a la ruina. Para
escapar de la consiguiente humillación derivada de sus desdichas, había abandonado Nueva Orleans, la
ciudad de sus antepasados, y fijado su residencia en la isla de Sullivan, cerca de Charleston, en Carolina del
Sur”.
El fragmento donde explica al narrador cómo descifró el criptograma es una de las mejores
muestras del talento para las ciencias físicas y matemáticas de Edgar Allan Poe y también de su teoría del
arte, según la cual el desarrollo narrativo semeja el método de resolución de un problema matemático:
“Entonces Legrand, tras volver a recalentar el pergamino, me lo dio para que lo inspeccionara. Los
caracteres siguientes aparecían burdamente trazados, en tinta roja, entre la calavera y la figura de la cabra:
-Pero -le dije mientras le devolvía el trozo-sigo tan a ciegas como antes. Aunque la solución de este
enigma me deparase todas las joyas de Golconda, estoy seguro de que sería incapaz de ganarlas.
-Y, sin embargo -dijo Legrand-, la solución no es de ninguna manera tan difícil como te puedes
imaginar después de una primera inspección apresurada de los caracteres. Estos signos, como rápidamente
se puede suponer, forman un mensaje cifrado, o dicho de otro modo, esconden un significado; pero por lo
que se sabe de Kidd, no puedo suponerle capaz de concebir un criptograma de los más abstrusos, por lo que
me convencí con facilidad de que sería de un tipo bastante sencillo, de uno que para el tosco intelecto del
marino parecería como absolutamente imposible de resolver sin conocer la clave.
-¿Y realmente lo resolviste?
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-Por supuesto, he resuelto otros de una complejidad diez mil veces mayor. Las circunstancias, y una
cierta predisposición mental, me han llevado a interesarme por este tipo de enigmas, y, ciertamente, se
puede poner en duda si el ingenio humano es capaz de crear un enigma que el propio ingenio humano no
sea capaz de resolver si se pone a ello. De hecho, una vez que tengo determinada una serie de caracteres
legibles, apenas tengo que molestarme en pensar para desentrañar su significado.
En el caso que nos ocupa, y por supuesto en todos los casos de escritura secreta, la primera cuestión
a considerar es la relativa al lenguaje del mensaje; pues las reglas para descifrarlo, especialmente en lo que a
los más sencillos se refiere, dependen de, y cambian con, el carácter de cada idioma en particular. En general
no hay más alternativa que probar (guiado por las probabilidades) con aquellos idiomas que conoce la
persona que intenta descifrarlo, hasta dar con el que se ha empleado. Pero en el caso del mensaje que nos
1
ocupa esa dificultad fue allanada por la firma, ya que el juego de palabras en torno a la palabra kidd sólo es
posible en inglés. De no haber sido por esto habría comenzado mis tanteos con el español y el francés, al ser
las lenguas en que un pirata de los mares españoles habría tenido naturalmente que escribir un secreto de
esta naturaleza. Por tanto, supuse que el criptograma estaba en inglés.
Observarás que no hay espacios entre las palabras. De haberlos habido la tarea habría sido
significativamente más fácil. En tal caso hubiese comenzado por recopilar y analizar las palabras más cortas,
y de haber encontrado una palabra de una sola letra, lo que es sumamente probable, por ejemplo a [un] o I
[yo], habría garantizado encontrar la respuesta. Pero al no haber espacios, mi primer paso fue averiguar
cuáles eran las letras que predominaban, así como las que eran menos frecuentes. Las conté todas e hice
una tabla como ésta:
Del carácter
8
hay 33
Del carácter
;
hay 26
Del carácter
4
hay 19
De los caracteres ≠ y ) hay 16
Del carácter
*
hay 13
Del carácter
5
hay 12
Del carácter
6
hay 11
De los caracteres + y 1 hay 8
Del carácter
O
hay 6
De los caracteres 9 y 2 hay 5
De los caracteres : y 3
hay 4
Del carácter
?
hay 3
Del carácter
¶
hay 2
De los caracteres – y .
hay 1
Ahora bien, en inglés la letra que más frecuentemente aparece es la e. El resto de las letras le siguen en este
orden: a, o, i, d, h, n, r, s, t, u, y, c, f, g, I, m, w, b, k, p, q, x, z. La e predomina de tal forma que es difícil encontrar una
frase, sea cual sea su longitud, en la que no sea el carácter predominante.
Tenemos aquí, por tanto, justo al principio, la base de algo que es más que una mera conjetura. El uso que
cabe hacer de esta tabla es evidente, pero en este mensaje cifrado en concreto sólo la emplearemos parcialmente.
Como el carácter predominante es el 8, comenzaremos por suponer que se corresponde con la e del alfabeto. Para
verificar esta suposición, comprobemos si el 8 aparece en parejas, pues la e doble es muy frecuente en inglés, en
palabras tales como, por ejemplo, meet [encontrar], fleet [flota], been [sido], agree [acordar], etc. En nuestro
ejemplo, a pesar de que el criptograma es breve, observamos cinco duplicaciones.
Asumamos, pues, que el 8 corresponde a la letra e. Como entre todas las palabras del idioma the es la más
empleada, veamos, por tanto, si hay repeticiones de tres caracteres cualesquiera colocados en el mismo orden y
siendo el último de ellos el 8. Si descubrimos grupos de tres signos con tales características, estarán representando
con toda probabilidad a la palabra the. Tras verificarlo, encontramos siete de estos grupos, que están compuestos por
los caracteres ;48. Podemos, por tanto, asumir que ; representa a la t, que el 4 representa a la h y que el 8 hace lo
propio con la e, lo que confirma lo que habíamos supuesto inicialmente. Con ello hemos dado ya un paso enorme.
Pero una vez descifrada una sola palabra somos capaces de establecer un hecho de gran importancia: los
comienzos y terminaciones de muchas otras palabras. Fijémonos, por ejemplo, en la penúltima ocasión en que
aparece la combinación ;48, que no está lejos del final del mensaje. Sabemos que el carácter; inmediatamente
posterior es el comienzo de una palabra, y de los seis caracteres que siguen a este the conocemos el significado de
1
Se refiere Poe al escarabajo de oro, sobre el que aparece una calavera, que en cierta forma también parece un kid, o
cabritillo, jugando con el apellido del pirata Kidd.
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cinco. Escribamos entonces dichos caracteres empleando las letras que ya sabemos que ellos representan, y dejando
un hueco para el que desconocemos:
t eeth
Ahora estamos en condiciones de descartar de forma inmediata a la th como parte integrante de la palabra
que comienza con la primera t, pues tanteando todas las letras del alfabeto en el hueco que nos falta por rellenar nos
damos cuenta de que no se forma ninguna palabra en la que esta th tenga cabida. Esto nos limita a un:
t ee
y probando con el alfabeto, si fuera necesario, igual que antes, llegamos a la palabra tree [árbol] como la
única lectura posible. Ganamos así otra letra, la r, representada por (, con las palabras the tree por añadidura.
Si miramos un poco más allá, apenas unos pocos caracteres después, encontramos de nuevo la combinación
;48 y la consideraremos la terminación de los que le preceden. Nos encontramos con el siguiente grupo:
the tree ;4(≠?34 the
que, sustituyendo las letras que conocemos, se lee como sigue:
the tree thr≠?3h the
Ahora, dejando en blanco los signos desconocidos, o sustituyéndolos por puntos, leemos:
the tree thr...h the
donde la palabra through [a través] aparece enseguida como evidente. Pero este descubrimiento nos
proporciona tres nuevas letras: o, u, y g, representadas por f, ? y 3 respectivamente.
Buscando ahora minuciosamente combinaciones de los caracteres ya descifrados, encontramos, no lejos del
comienzo, este grupo:
83(88
egree
que es claramente la terminación de la palabra degree [grado], y que nos proporciona una nueva letra, la d,
representada por +.
Cuatro letras después de la palabra degree, nos fijamos en la combinación:
;46(;88
Sustituyendo los caracteres ya conocidos, y representando los demás con puntos, leemos:
th.rtee.
una combinación que sugiere inmediatamente la palabra thirteen [trece], y que de nuevo nos facilita dos
signos más, i y n, representados por 6 y *.
Si acudimos ahora al comienzo del mensaje, encontramos la combinación:
53≠≠+
Procediendo igual que antes, obtenemos:
. good
lo que nos confirma que la primera letra es una A, y que las dos primeras palabras son A good [Un buen].
Es ya hora de que, para evitar confusiones, presentemos nuestros hallazgos en forma de tabla. Queda de la
siguiente manera:
5
representa
a
+
"
d
8
"
e
3
"
g
4
"
h
6
"
i
*
“
n
≠
"
o
C
"
r
;
“
t
Tenemos ya, por tanto, descifradas diez de las letras más importantes, y es innecesario continuar con más
detalles de la solución. Creo que ya he explicado lo bastante como para convencerte de que los códigos de esta clase
son fáciles de descifrar, y como para darte una idea de cuáles son los fundamentos de su resolución. Pero ten en
cuenta que el ejemplo que tenemos delante pertenece a la categoría más sencilla de la criptografía. Ahora sólo queda
por dar la traducción completa de los caracteres del pergamino, una vez descifrado. Es ésta:
A good glass in the bishop 's hostel in the devil's seat forty-one degrees and thirteen minutes northeast and
by north main branch seventh limb east side shoot from the left eye of the death 's-head a bee line from the tree
through the shot fifty feet out.
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[Un buen vidrio en la posada del obispo en la silla del diablo cuarenta y un grados y trece minutos noreste
cuarta norte tronco principal séptima rama del lado este disparar desde el ojo izquierdo de la calavera trazar una
línea a cordel entre el árbol y el punto de caída y prolongarla cincuenta pies. ] (pp. 96-107)
3. Bibliografía y webgrafía
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
Edgar Allan Poe, Los crímenes de la calle Morgue, The Murders of the Rue Morgue, trad. Julio
Cortázar, Madrid, Milenio, 2000 (Basic Bilingual Library).
Edgar Allan Poe, El escarabajo de oro, trad. Carlos Olalla Linares y Jesús Fernández Diez, Tres Cantos,
Nivola libros y ediciones, 2007.
Google, voz “Los crímenes de la calle Morgue”.
Lenning, Walter, Edgar Allan Poe, trad. Juan Conesa Sánchez, Barcelona, Salvat, 1985.
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