26 El agua El agua, además de hidrógeno y oxígeno, contiene otras muchas sustancias en su composición. No todas las aguas se parecen ni convienen a todos por igual. El agua es indispensable para la vida y cada día debemos ingerirla en una cantidad mínima de 2,5 litros, de los que una parte puede llegar a través de los alimentos y la otra ha de ser proporcionada por los líquidos. Cuando hablamos de agua, conviene hacer una primera distinción fundamental entre el agua de la red pública o de distribución, es decir, la que sale del grifo, y las aguas embotelladas, que se pueden comprar en el supermercado. El agua de distribución El agua del grifo es responsabilidad de la Administración, que debe ocuparse de su transporte, acondicionamiento y canalización hacia los consumidores (particulares, industrias...), así como de la posterior depuración de las aguas residuales, que una vez limpias se reincorporan a los cauces de donde inicialmente se tomaron. En España, un tercio del agua de distribución procede de los acuíferos subterráneos y los dos tercios restantes de las aguas superficiales (ríos, pantanos), más expuestas a la contaminación y al deterioro. Lo normal es que el agua no sea potable cuando se recoge, pues contiene microorganismos e impurezas que podrían perjudicar al hombre. Para sanearla, se usan diversos procedimientos: – En primer lugar las aguas se liberan de las partículas sólidas que contienen mediante cribas y filtrados. – En segundo lugar, se desinfectan para eliminar la presencia de microorganismos: lo más barato y usual es que se utilicen el cloro y sus compuestos, salvo que el agua tratada contenga demasiadas sustancias orgánicas capaces de reaccionar con el cloro y originar olores y sabores desagradables o compuestos tóxicos. En tal caso, se emplean tratamientos de "ozonización" o de exposición a rayos ultravioleta, complementados con un clorado suave. – Para ablandar las aguas "duras", ricas en partículas de calcio y magnesio, pueden utilizarse técnicas de precipitación OCU y adsorción. Un agua dura se reconoce fácilmente porque cuece peor los alimentos y hace poca espuma al lavar. El agua embotellada Las aguas envasadas deben ajustarse a los mismos requisitos de salubridad que el agua del grifo, referidos, entre otras cosas a su olor, color y sabor, y a la presencia eventual de amoníaco, metales pesados, etc. en su composición. La OCU considera que algunos de los límites impuestos a estas sustancias son muy permisivos: por ejemplo, los nitritos y los nitratos admitidos en España pueden quintuplicar los valores recomendados por la OMS. Las aguas envasadas se distinguen por la cantidad y el tipo de minerales que contienen. Los más frecuentes son el cloro, los sulfatos, los bicarbonatos, los fluoruros, el sodio, el magnesio, el hierro, el calcio y el dióxido de carbono. Etiquetado El etiquetado de las aguas envasadas tiene algunos puntos débiles que pueden confundir al consumidor: • No hace falta expresar la composición mineral mediante los nombres comunes de los minerales (calcio, sodio, etc), sino que puede indicarse mediante fórmulas químicas (Ca++, Mg++...), ininteligibles para la mayoría de los usuarios. • La ley establece una lista de menciones que pueden colocarse en la etiqueta en función del contenido mineral del agua: por ejemplo, un agua con menos de 20 mg/l de sodio puede anunciarse como "indicada para dietas pobres en sodio". Sin embargo, hay tres menciones que pueden ponerse sin que se les haya adjudicado una composición mineral determinada, por lo que en realidad cualquier agua puede usarlas: "puede tener efectos laxantes", "puede ser diurética" y, lo que es peor, "indicada para la preparación de alimentos infantiles" (como veremos, no todas las aguas convienen a los bebés). Saber comprar Si consume habitualmente agua mineral, fíjese en la composición de su extracto seco (es decir, en las sustancias que deja el agua una vez evaporada), y en su grado de mineralización (muy débil, débil, media o fuerte). De estos factores, depende que el agua sea más o menos indicada para algunas personas en concreto: • Para preparar biberones y papillas infantiles están indicadas las aguas de mineralización débil o muy débil, pobres en sodio (que podría sobrecargar los riñones inmaduros del niño) y en sulfatos (tienen efectos laxantes). Además, los niños no deben tomar habitualmente aguas fluoradas, ya que su organismo asimila el flúor con facilidad y puede acumular el exceso en los huesos, lo que alteraría su crecimiento normal. OCU • Al riñón de los ancianos tampoco le convienen las aguas muy mineralizadas. • Quienes tengan necesidad de aumentar su ingesta de calcio encontrarán útiles las aguas cálcicas. • Las personas con problemas renales deben prescindir de las aguas ricas en sales minerales (sodio, cloro, etc.) y los hipertensos, de las aguas ricas en sodio. • Las personas con problemas gástricos no deben tomar aguas carbonatadas sin recomendación médica, ya que influyen en la acidez del estómago (a veces, son recomendables); todos los enfermos deben tener presente que las aguas con más de 1 g/l de sulfatos pueden tener efectos laxantes. • Los adultos sanos pueden consumir las aguas que prefieran. En cuanto al agua del grifo, si le interesa informarse acerca de la calidad que tiene en su zona concreta de abastecimiento, diríjase a los Servicios de Aguas Municipales. Por otra parte, no se fíe de las aguas que usted pueda sacar de pozos y manantiales; si tiene algún interés especial en consumirla, lleve una muestra a analizar a un laboratorio oficial o privado (le costará dinero). Recuerde: no basta con hervir el agua para que sea potable. Cómo conservar GRADO DE MINERALIZACIÓN DEL AGUA SEGÚN SU CANTIDAD DE EXTRACTO SECO Fuerte (más de 1.500 mg/l) Media (de 500 a 1.500 mg/l) Débil (de 100 a 500 mg/l) Muy débil (menos de 50 mg/l) El agua con más de... ...500 mg/l de residuo seco no conviene a: personas con problemas renales, ancianos, bebés ...20 mg/l de sodio o Na+ personas con problemas renales, ancianos, bebés ...1 mg/l de fluoruros o F niños ...10 mg/l de nitratos o NO 3 bebés y embarazadas Algunas personas no deben consumir habitualmente ciertas aguas (no pasa nada por tomarlas de vez en cuando). Para descartarlas, léase la etiqueta. El agua debe mantenerse en un lugar fresco, seco y alejado de la luz del sol, aunque las botellas de agua mineral empezadas es mejor meterlas en el frigorífico. Si guarda agua del grifo, tápela para que no tome olores extraños. – Si vive en una casa con cañerías OCU antiguas o lleva un tiempo fuera de casa, no beba el primer agua que salga del grifo (aprovéchela para regar, fregar...). – Si el agua del grifo sale turbia o amarronada es mejor que no se la tome. La presencia de tierra puede deberse a obras en las canalizaciones o a riadas que hayan afectado al agua de captación. Si el problema persiste, contacte con la empresa distribuidora o con el Ayuntamiento. Si el agua apenas está turbia y no le queda más remedio que bebérsela, déjela reposar para que se sedimente la suciedad y échele unas gotas de lejía apta para uso alimentario. – Si el agua huele o sabe a cloro, déjela unas horas destapada en el frigorífico para que el cloro se volatilice o añádale unas gotas de limón. – Casi todos los olores que ocasionalmente emanan del agua del grifo están tipificados y se conocen los compuestos que los generan: olor a pepino, flores o geranio (algas), a patata (mohos), a pescado, hierba y hongos (vegetación pútrida), etc. Cuando estos olores se detectan, se conoce rápidamente el origen del problema y puede dársele una solución más eficaz. Qué riesgos En el apartado "Saber comprar", le explicamos las contraindicaciones de ciertas aguas envasadas. En cuanto al agua del grifo, sus riesgos vienen de la degradación de las aguas subterráneas y superficiales originales, por culpa de las fugas de aguas residuales de los centros de población, los restos de tratamientos agrícolas (fertilizantes, pesticidas...), la filtración de excrementos animales de las explotaciones ganaderas, los escapes y vertidos industriales, la intrusión de aguas marinas en los acuíferos sobreexplotados (el agua dulce retrocede y los lechos se salinizan)... – Esto explica que el agua contenga nitratos y residuos pesticidas (vea las fichas nº 3 y nº 14). – Los residuos industriales de la minería del uranio pueden elevar la presencia de radionucleidos en el agua, al igual que las centrales nucleares. También puede existir radiación natural en el agua que discurre por los lechos ricos en uranio. Por eso, es necesario realizar controles periódicos en las zonas de riesgo, de forma que se pueda cortar el suministro de agua si se detecta una contaminación anómala (vea la ficha nº 6). – El cloro que se emplea como desinfectante puede reaccionar con algunas sustancias presentes en el agua y, en el peor de los casos, generar trihalometanos, como el cloroformo; estas sustancias han demostrado tener propiedades mutagénicas en animales de laboratorio. Para evitarlas, se intenta reducir la presencia de materia orgánica en la planta potabilizadora y se ajusta la concentración de cloro; cuando se estima que el riesgo es mayor, se escoge otro sistema de desinfección. Información elaborada por el equipo de OCU