LA ANTORCHA. N.° 9 . Santiago, i O de febrero de 1 8 SOCIEDAD PATRIÓTICA. La lojia o club que se lia bautizado con el pomposo nombre de Sociedad patriótica, estiende su círculo de acción a algunas otras cosas mas que a trabajar por el acierto en las elecciones. D. Joaquin Campino, su digno intérprete, como autor de la Noticia, hace en ella varias indicaciones, que deben considerarse como otras tantas reformas que meditan para ponerlas en planta, luego que tenga efecto el soñado trastorno que ahora los ocupa. Entre ellas figura particularmente la de la milicia cívica, a l a cual prodigan toscos insultos, hijos del despecho con que miran en esta institución una garantía de la libertad, del orden y de la tranquilidad pública. La reforma concebida consiste en estos tres imajinarios fundamentos. Primero , en que su réjimen está calculado para servir de instrumento a un gobierno despótico; segundo, en que los oficiales son nombrados por el gobierno, y tercero, en que gozan los milicianos de los privilejios del fuero de guerra. Tal es el patrótico modo de pensar del intérprete de la titulada Sociedad patriótica, y tal debe ser, para que esté en consonancia con la inspirada cabeza de D. Bernardo Toro, y con la desorganizadora pertinacia de los demás coaspirant.es nue reúne X í en su casa. Tiempo hace a que los cívicos ocupan a estos pretendidos patriotas; conocen mui bien que están decididos por la estabilidad de las leyes, del orden y de la libertad, pues que saben apreciar estas ventajas sociales en su verdadero valor. No ignoran que emplearán en su defensa las armas que les ha confiado la Nación, y que al hacer uso de su sufrajio, no lo prestarán en favor de los que va tantas veces se han declarado enemigos de su patria, y han sido el azote de sus conciudadanos. ¡Bien a costa suya lian tocado ya los anarquistas este merecido desengaño! Un real. La milicia cívica está destinada en todos los países donde existe, a formar una valla impenetrable contra los avances (¡ue tienden a perturbar el orden legalmente establecido. Nuestra Constitución, en su artículo ciento cincuenta y seis, dió a los pueblos esta inestimable garantía de sus derechos, al mismo tiempo que quiso que fiasen en ella su seguridad, y que sirviese para formar un justo equilibrio del poder. Nadie ignora ni puede ignorar el objeto de esta institución ; y el mismo D. Joaquin Campino, que en su mal redactada Noticia, se lia propuesto deprimir todo lo bueno que puede tener un pais para su perfecta administración, se vé obligado a convenir con nosotros sobre ese objeto ; pero como él y su lojia han tomado sobre sí el patriótico propósito de desmoralizar a los pueblos, haciéndoles entender que la verdadera libertad es la licencia, y que el desenfreno y desencadenamiento de todos los vicios y pasiones son el principio fundamental de que depende el bienestar de los hombres en sociedad, no desconocemos que tiene sobrada razón para expresarse como lo hace contra nuestra milicia cívica. Pero, guiados nosotros por mejores principios, pensamos de distinto modo. Creemos que seria aquella inútil, si no se procurase aleccionarla en el manejo de las armas (¡ue se han puesto en sus manos; y que seria perjudicial,si por medio de leyes particulares nq estuviese sometida a una autoridad exclusiva y adecuada. Mediante esto, el celodelos jefes respectivos, V el entusiasmo de los soldados, nuestra milicia cívica ha llegado a ser uno de los mejores ornamentos de nuestra República, lo que incomoda sobremanera a la Sociedad patrótica v a su torpe pregonero; y aunque ya hemos dado la razón, proseguiremos. Chile es mal gobernado,dice el tal D. Joaquín, porque la guardia cívica se halla montada bajo el pié de la tropa de línea; los oficiales son de nombramiento del gobierno, debiendo ser elejidos por los soldados; se sujeta a éstos al fuero privilejiado del ejército v a todo el rigor de las leyes penales, y, lo <pie es peor (por ser contra la práctica de los Estados Unidos), se les hace concurrir cada oclio días a los ejercicios doctrinales y se les exijen otros servicios, haciendo que la República parezca un cuartel jeneral. Si no son otros los defectos que nota la sociedad antipatriótica en nuestra milicia cívica, confesamos con ella que son insoportables, y que si no se remedian, la seguridad y tranquilidad pública se perpetuarán de tal manera, que jamas se podrán ver realizadas sus esperanzas. No importa que la brillante guardia cívica chilena se anide, que ni se conozca que la liai, con tal que de ello resulte nuestro provecho. ¡Qué tal patriotismo! Por un efecto natural de esle mismo patriotismo, es igualmente necesario convenir en que no debe permitirse que la República establezca por sí misma mejora alguna. Para la regularidad y buen servicio de la guardia cívica debemos tomar por modelo a los E. U., y para los trabajos electorales, lo que se observa en Inglaterra, sin atender a la diferencia de paises, ni a la influencia de diversas circunstancias en la aplicación de las prácticas que se recomiendan, sino a los intereses privados de los individuos que han formado la sociedad antipatrótica. Nada importa, repetimos, el que defraudemos así los trabajos de nuestros conciudadanos , cuando podemos traer del extranjero instituciones mas favorables a nuestras miras. No liemos viajado por los Estados Unidos, pero podemos asegurar que a efecto del mal arreglo de las milicias de este pais y de la gran dificultad de realizarlo sobre otras bases mas adecuadas, viene a ser allí casi inútil semejante institución, y por esto su gobierno se ha visto en la necesidad de aumentar la tropa veterana, para poder así llenar el servicio militar que demanda su seguridad. Sabemos asimismo que varios particulares y empleados norte americanos lian admirado los progresos y disciplina de nuestra guardia cívica, y expresado su deseo de que en su pais se viese la milicia en igual grado de perfección. Los gobiernos, mientras vayan de acuer- do con los intereses del pueblo, 110 pueden, aunque quieran, emplear la fuerza cívica para arrebatarle su libertad. De su mal arreglo, de su insubordinación a la autoridad, y de su defectuosa disciplina puede sí esperarse el que obre en razón inversa de su verdadero objeto; y de estas dos verdades tenemos a la vista indubitables ejemplos. La Francia debió en un tiempo a su guardia nacional grandes progresos en su libertad civil; mas luego que el poder de la corona, se vió bastante afianzado por las otras potencias,fué disuelta porque formaba un poderoso obstáculo a los pasos de la arbitrariedad. La Nación francesa pudo al cabo sacudir el yugo de la tiranía de su gobierno; elijió otro nuevo mas acorde con sus libertades, y lo primero que se hizo fué restablecer la guardia nacional bajo las leyes mas estrictas en órden a la disciplina. Luis Felipe dió en esto una célebre prueba de su popularidad, y la nación armada desde su advenimiento al trono, lo conserva en él en medio de los embales revolucionarios, y de las asechanzas de los asesinos. Este era el ejemplo que debia citarnos D. Joaquín Campillo. Ya en otro tiempo nos habló en un congreso de una jurisprudencia revolucionaria; y ahora nos propone un réjimen revolucionario pava la guavdia cívica, porque de otro modo no se alterará la paz pública a impulso de las tramas de la sociedad a que pertenece. Bien se infiere por lo que dice en la Noticia, que 110 quiere que tenga un centro de acción, v que el gobierno de quien debe depender la seguridad pública, debe estara merced de las facciones armadas que obedezcvi a sus respectivos caudillos. ¿Y podrá haber así libertad ? Fijemos nuestra vista sobre el triste cuadro que nos presenta la desgraciada Polonia, que tuvo su milicia montada en este pié. La Pospolita polaca, sin órden, sin disciplina, sin subordinación ni experiencia, dividida en facciones dispuestas a pro tejer los partidos que constantemente ajítaban la República, nunca sirvió para favorecer las libertades públicas que la nación procuraba conservar, y que era lo que formaba su mayor orgullo. La libertad de Polonia fué de dia en dia en decadencia, y exaló por fin el último aliento con la paz de la Europa, y los polacos lian quedado reducidos a la mas espantosa esclavitudDos poderosos imperios se distribuyeron sus despojos; y en el dia muchos de aquellos, privados hasta de su nombre, pueblan Jos helados desiertos de la Siberia. En vano afean, pues, los titulados patriotas el servicio de nuestros cívicos. La buena voluntad y entusiasmo con que se han prestado a arrostrar los peligros del combate, siempre que algún caudillo de conspiradores lia tomado una actitud hostil contra las leyes o contraía libertad de los ciudadanos, es uno de sus timbres mas brillantes. Si rindieron a un enemigo de la libertad en Coquimbo, y si en el Barón los coronó una esplendida victoria conLra el mas alevoso traidor, lejos de insultarlos, tributémosles la gratitud debida a servicios tan señalados. D. Diego Benavente, toda su lojia, y el redactor de sus despropósitos, D. Joaquin Campillo, ceben su encono contra la guardia cívica hasta donde alcance la rabia que los devora, que ella despreciará sus impotentes denuestos. SOCIEDAD PATRIÓTICA POR A N T I F R A S I S . Para no omitir cosa alguna , daremos principio al presente artículo por el nombre que se ha querido dar a esta junta inspirada. Llámasele reunión pa trófica, y nosotros creemos con fundamento que no puede convenir tan precioso atributo a un cuerpo disforme en que nada vemos que se parezca al patriotismo. A este, como es claro, pertenecen aquellas obras cuyo objeto exclusivo es el bien de la patria: no pued§ de modo alguno encontrarse en una reunión que al nacer principia sembrando las semillas de la discordia y de la mala intelijencia, y que en su cuna deja ya ver los planes desorganizadores y liberticidas que medita. Mucho menos podemos formar idea alguna de bien, cuando observamos que los primeros ataques se dirijen con impudencia contra la verdad. Hemos dicho que la junta o reunión ha nacido sembrando las semillas de la discordia, y la verdad de esta proposicion no necesita otros comprobantes que la lectura déla Noticia. ¿Qué puede esperarse de los que se juntan bajo el pretexto de hacer que las elecciones recaigan en sujetos dignos, a maldecir de todas las operaciones de una adC.VRA.CTF.R Y OBJETO I)E LA ministración, en cuyo fav or está el espíritu público según ellos mismos confiesan? j\o puede haber espíritu público en favor de un gobierno, sin que sus actos sean del todo conformes con la opinion sana de los gobernados,- y, d'gase l o q u e se quiera, la opinion que no se gana momentáneamente ni por ilusiones, es un medio infalible casi siempre para juzgar con acierto sobre los abusos o arreglado ejercicio del poder. Ahora bien, los intentos de derrocar esta opinion, los pasos dirijidos a conseguir tal fin, ¿pueden darse sin introducir la discordia en el pueblo? ¿Pueden tener lugar sin desfigurar los hechos, sin verter la ponzoña que debe abundar en el corazon que abriga proyectos tan criminales ? Si de todo esto no ha de seguirse por necesidad la desunión entre los ciudadanos, el fomento de innobles pasiones; si no lia de ser el oríjende suposiciones falsas, intelijencias erradas, pretensiones siniestras; sí no ha de abrir el campo a los malos, esto es, a los que no tienen el espíritu público, ni la opinion jeneral; si, diremos en fin, no es esto lo que tiende a causar los trastornos mas perjudiciales; no sabemos que otra cosa pueda tener influjo mas ominoso sobre la tranquili-. dad de la República, sobre esa paz interior, fuente fecundísima de tantos bienes. Digamos, pues, que por eonfesion del mismo autor de la Noticia, la reunión, como opuesta al gobierno que tiene en su favor el espíritu público, es el manantial mas abundante de males imponderables. La acusamos de antipatriótica por sus ataques conocidos a la verdad : ya se atienda a lo que por la Noticia se sabe, que se habló en la primera sesión, ya a lo que el noticioso ha agregado. Con solo recordar los sucesos que tuvieron lugar a fines del ano veinte y nueve y principios del treinta, tenemos lo bastante para desmentir cuanto se ha supuesto respecto a los principios del nuevo orden de cosas que nació en aquellos tiempos de la opinion mas justiíicada, mas pronunciada y la mas jeneral; de la opinion que tuvo su primer oríjen en los males que sufríamos en su último término; de la opinion que se propuso por fin los bienes de que gozamos en el dia, y que no pueden negarse porque saltan a la vista. La época a que nos referimos no es tan lejana : habla inos a los mismo:; que vivieron en ella, v <[ue tomaron parte en unos acontecimientos que pura ningún ciudadano pueden ser indiferentes. Todos vieron entonces la lucha sostenida de la fuerza moral contra ciertos hombres que pusieron la República al borde de su ruina. Todos presenciaron los procedimientos de esos hombres en las cámaras lejislativas,cuya historia se conservará siempre para su oprobio ; todos tocaron el desprecio con que fué bollada por ellos mismos la Constitución del año veinte y oclio ; y esa misma Constitución será eternamente un documento por el que se pruebe, que bajo su imperio, la Nación debió llegar precisamente al término a que se vió reducida. Todos supieron el año de veinte y nueve que el mismo Presidente de la República echó en cara públicamente a los desorganizadores, las infracciones que habian cometido, y las nulidades de que adolecia su reunión en el congreso. ¿Fueron estos males de poco momento? ¿Pudo hacerse mas, no ya para aflojar, sino para romper todos los resortes de la administración, y echar a tierra el edificio social? ¿Pudo tener un principio mas glorioso el gobierno que felizmente ha rejido la República desde entonces, que la restitución del órden, y el sacarla de las manos de conocidos e incontenibles perturbadores? ¿No fué este el voto unánime de todos los habitantes de Chile, a excepción de unos pocos demagogos? ¿Cómo, pues, ala vista de la misma nación , se quiere del modo mas impudente atribuir ese feliz cambio a principios innobles, a la violencia y a la suerte? ¿ No es esto faltar a la buena fé del modo mas escandaloso?¿Se puede llamar- reunión patrótica la que , impugnando de tal suerte la verdad, da principio a sus trabajos? ¿Pueden ellos prometer al estado la apariencia sola de un bien ? (Continuará) La Respuesta de D. Joaquín Campino a lo que dijimos en el número anterior, escrita en la misma jerigonza que la Noticia, ha corroborado todo lo que hemos dicho sobre el espíritu de patriotismo que le anima, y sobre el objeto de la lojia que se reúne en e-asa del bendito inspirado D. Bernardo Toro. Queriendo contradecirnos, 110 lia hecho mas (pie empeorar su pésima causa, quedando su papel reducido solo al encabezamiento. Dando pues, por concedido todo lo que no ha negado, vamos a ocuparnos de lo que ha dicho con esta intención. Para desahogar su despecho principia por llamar insultos soeces, calumnias y chismes malignos las verdades mas reconocidas y los hechos que todos lian presenciado,a excepción de los cuatro necios barbilindos que lo rodean, y a los cuales tiene embaucados, porque no lo conocen. Si quisiéramos insultarlo, diríamos que su torpe pluma se halla vendida (aunque al fiado) a ciertos conspiradores que demasiado conoce , y contra quienes lia estado en guerra abierta, como se verá mas adelante. Niega D. Joaquín el beclio de haber dicho de D. Diego José Benavente que habia recibido cuarenta mil patacones de los empresarios del estanco, porque dice, 110 lo sabia, y porque no acostumbra decir sino lo que sabe. ¡Que rectitud! Este miserable efujio es propio solo de quien lo emplea, que en ninguna cosa puede dar paso sin cojear. Ahora nosotros le preguntaremos, ¿ por qué siti saber nada ejercitaba su mordacidad contra un hombre que estaba libre de un cobecho tan vergonzoso como horrible? Y si no lo ha asegurado así, ¿ por qué ha estado en entredicho con él por el espacio de trece años ? ¿ Qué motivo le impele ahora para dar una satisfacción tan tardía ¿Será el patriotismo? ¡Qué patriotismo! No liai cosa que obre mayores prodijios! Desde aliora sabemos que D. Joaquín Campino se posee de tal furor patriótico al tiempo de las elecciones, que lo hace sacrificar su honradez y sinceridad, reuniéndose con un hombre que por espacio de trece años ha tenido por el mayor criminal, y adhiriéndose a la causa de los pipíalos, de quienes él mismo decia que eran mas criminales cpie los presidarios de Juan Fernandez. (Sus mismas expresiones.) Estamos seguros de que también nos negará esto, como lo de los cuarenta mil patacones ; pero nosotros le citaremos testigos, y le presentaremos las pruebas mas irrefragables para convencerlo. Conocemos a D. Joaquín Campizio desde que figura én Chile ; y aseguramos que no hemos dicho ni diremos de él cosa alguna que no podamos comprobar, ¡ sidc-ncia, a la cual aspiró para poder mejor i encadenarlo, v al salir de ella, como cansa¡ ito de que hubiese existido por demasiado ü e m p o , forjó una conspiración para pedir que se disolviese, y presentó una mocion al electo. Al sostenerla dejó oir el discurso mas escandaloso que puede oírse en la tribuna de un congreso. En él dijo estas notables palabras que resuenan aun en Sos oídos de los que asistieron a esta célebre sesión. YO POR 311 PARTE HARE TODO LO P O S I - En su malhadada Respuesta nos atribuye haber empleado un artificio para alarmar a las jentes relijiosas, respecto a lo que observamos sobre el despojo que se hizo de los bienes de los regulares, a título de reforma, en el tiempo que tuvo ascendiente en el Gobierno. Nosotros diremos que el -artificio está de su parte, en querer encubrir o disfrazar lo que dijo en la Noticia ; pero es un artificio usado con tan poco arte, que por mas que se empeñe no hace sino confirmar lo que dijimos de los principios irrelijiosos de que hace alarde. Pretende haber solo recordado un hecho notorio y una medida aprobada por el Congreso mas independiente que ha tenido la República , y tratando de evadirse de la cuestión,sobre la justicia de tal medida, descarga su saña impotente contra los institutos regulares, vertiendo contra ellos las mas atroces invectivas ; pero este es un efecto necesario del despecho con que ve progresar estos institutos, y frustradas las miras irrelijiosás de una reforma pecuniaria que lé produjo algunos patacones, mas reales y efectivos quizá, que los que aseguraba recibió D. Diego Benavente por la fundación del Estanco. Nos cita D. Joaquín como una autoridad irrefragable al congreso de 1 8 2 4 , llamándolo el mas independiente; Pero, ¿ ubinam sumus? ¿No estamos en la capital que fué el teatro de todas las anomalías políticas én aquel tiempo ? ¿ Y tiene D. Joaquin Campino la impavidez necesaria para llam a r independiente y el mas independiente este congreso ? El que esto escribe perteneció a él, y cada dia se avergüenza mas de que haya pesado sobre Chile el yugo ferreo del despotismo de Campino, Benavente, y de otros que despues nos darán materia para nuestras investigaciones políticas. El congreso de 1 8 2 4 puede llamarse el oprobio de los congresos, y debe principalmente a D. Joaquin Campino este dictado. Instalado en 2 2 de noviembre de 1 8 2 4 , por los entorpecimientos y embarazos que ponia aquel a su marcha, no pudo acordar su Reglamento interior hasta el 2 3 de ene- ; ro siguiente. Pasó un mes mas, bajo su pre- < BLE PARA QUE SE DISUELVA , Y EX CASO QUE NO SE CONSIGA POR LA RESISTENCIA DE LOS DIPUTADOS , IRE Y ACONSEJASE AL G O B I E R N O OLE EN EL ULTIMO EXTREMO A BAYONETAZOS No se disolvió, no porque fuesen impotentes las bayonetas para estos atentados en aquel tiempo, sino por que D. Joaquin Campino no se atrevió a dar este consejo. En fin, despues de inútiles trabajos por romper las trabas que Campino y otros como él, le ponían, consiguieron por sus intrigas que se verificase lo que tanto deseaban. * Estos hechos bastarán para probar que la mentira y el engaño reinan en las obras de D. Joaquin Canqjino , y que su decantado patriotismo solo consiste en sus aspiraciones. ¡Creámosle sobre su palabra y seremos víctimas de su perfidia! DISUELVA EL CONGRESO. En este Congreso el mas independiente que l n tenido la República según él , encuentra lejitimada la medida de quitar a los regulares la administración de sus bienes; medida ciertamente mui oportuna y de ningún modo estéril ; pues viniendo a sus manos la administración de estas temporalidades , logró un sueldo de tres mil pesos anuales por mucho tiempo. Grande es el descrédito en que han caído las instituciones monacales entré nosotros, dice D. Joaquin Campino ; y para probarlo, observa, aunque de paso, que a ninguna persona apreciable se le ocurre meterse fraile , y nos cita los ejemplos de D. Rafael Valdivieso votros. ¡Quétal lójica! ¡De hechos aislados se sacan consecuencias jeneralesí Mucho pudiéramos decir nosotros a este respecto , si nuestras columnas tuviesen mas extensión. Por esto nos limitáremos á observar, también de paso, que si D. Jaoquin Campino tuviese influencia, como la tuvo én otro tiempo, no solo estarían desacredita- das las órdenes reiijiosas, sino que se baila- ; rían enteramente anuladas . pues a esto lo J conducirla siempre la maniática aversión ] que profesa a estas corporaciones. 1 Para citar hechos particulares en órden ! a las personas apreciables que pretenden seguir la carrera monacal, elejirémos al mismo D. Joaquín, que en otro tiempo, no mui distante, pretendió hacerse relijioso en la Recoleta dominica, y que lo hubiera logrado, si la prudencia y virtud del digno prelado, Fuenzalida, no lo hubieran sometido a una prueba a que no pudo resistir. ¡ Quiza nace de aquí el odio mortal que profesa a los regulares! ¿ Seguiremos examinando las inconsecuencias y nulidades de D. Joaquín Campino? La respuesta nos dará materia en otra ocasion. • Pueblos! Este es el corifeo de la oposicion al Gobierno; este el que, asociado a un astuto intrigante , igual a él, pretende participar del poder para sumiros en las desgracias que en otro tiempo habéis sufrido. El patriotismo con que disfraza sus ambiciosas miras está muí distante y jamás se ha acercado a su corazon, devorado por la mas torpe ambición. Conocedle No os dejeis seducir por sn perfidia si quereis gozar de un modo permanente de la quietud y prosperidad que habéis adquirido a fuerza de tantos sacrificios. (Continuará.) Cuatro Palabras AL 15 i AISLO P O L I T I C O . Para no ser descorteses contestaremos a las que nos lia derijido en su número veinte y seis, mucho mas cuando debemos estarle agradecidos, pues le somos deudores del título de licenciados que a otros cuesla muchos años de estudio y de desvelos. Hétenos aquí , del dia a la noche, licenciados hechos y derechos, merced al poder del Diablo. Esta nueva condecoracion con que nos ha favorecido,hará que nos esforcemos doblemente por no irnos tan pronto al panteón como lo desea, en bien nuestro sin duda para que nos convirtamos en diosa. ¡ Bello proyecto ! S I N EMBARGO, roa AHORA (vuelta a revolver mostruosameníe lo que la gramática del Diablo separa : esto es escribir peor que Borques, Zamora,etc.; juntar advervios con preposiciones, ¡ donde se ha visto ! Que baya entre ellos o no algún signo ortográfico, poco importa para el Diablo : él lo suprime y adelante. Que llame preposiciones lo que se le antoja, tampoco vale nada : es preciso que en todo sea orijinal). Sin embargo, por ahora, decíamos, no queremos consentir en la metamorfosis, sino estarnos tiesos que tiesos con la pluma en la mano ; pues aunque no se nos ha puesto en la cabeza contemplarnos Cicerones, ni creemos que nuestros escritos valgan algo, nos reputamos bastante capaces para luchar con el pobre Diablo, y con otros pobres de su ralea, los lojianos, v. g. Esto 110 debe darles cuidado , porque es insignificante tenérselas con 1111 enemigo que ha perdido el sentido común , tonto ( ¡ qué lenguaje tan digno!) , estólido, idiota, que escribe como una berrulera, etc., etc. TODO ESTO SON LOS EDITORES DE LA ANTOF.CHA. Ya ve, Sr. Diablo, que reimprimimos sus producciones, que nos interesamos en darles la posible publicidad. Mas queremos hacer por correspondencia, y es darle un buen consejo : sien su número 2 6 nos ha dicho cinco desvergüenzas en veinte renglones, en el siguiente díganos cuarenta de marca mayor en cinco líneas. Así manifestará su fecundía, acabará de desacreditar a la persona a quien V. se dirija, y a nosotros nos dará que reír y material para el num. próximo de la fúnebre Antorcha. Impr. v Lit. del Estado.