sesión regional “europa, mediterráneo, norte de áfrica y cáucaso”

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SESIÓN REGIONAL “EUROPA, MEDITERRÁNEO, NORTE DE
ÁFRICA Y CÁUCASO”
Sevilla, 15 mayo 2007, martes, 16:00 – 19:00
Evaluación regional. Conclusiones y Recomendaciones
Evaluación de la situación de incendios forestales y de las capacidades para
defensa contra el fuego
1.
Introducción
Los incendios en la Cuenca Mediterránea no sólo son consecuencia de largos períodos
de sequía, sino que pueden considerarse como un indicador de las diferencias
socioeconómicas entre las distintas zonas de la misma y su grado de desarrollo. Los
países mediterráneos al norte de la Cuenca (Europa) son los que registran el mayor
número de incendios y las más extensas superficies quemadas. Esta tendencia parece
que empieza a contagiarse desde el noroeste hacia el este.
Los cambios socioeconómicos de las últimas décadas influyen en el riesgo de incendios
al incrementar la combustibilidad de los ecosistemas. Los cambios de mayor
repercusión son los siguientes:
a)
La despoblación de las áreas rurales da lugar a un proceso acelerado de abandono
de tierras, que son invadidas por la vegetación espontánea con un alto grado de
combustibilidad. Además el envejecimiento de la población restante incrementa el
riesgo, debido a las quemas tradicionales realizadas por agricultores y pastores
para manejar la vegetación
b)
La concentración de la población en las zonas urbanas va ampliando la interfaz
urbano/forestal. Las nuevas residencias, permanentes o secundarias, se ven
amenazadas por la espesura creciente en las zonas circundantes.
c)
El cambio en las prioridades de la política forestal, que anteriormente se centraban
en la producción de madera y otras materias primas, y que actualmente son la
conservación de la Naturaleza, el paisaje, y el recreo. La disminución en las
extracciones de madera y leña en algunas zonas incrementa las acumulaciones de
biomasa en el monte, con alta combustibilidad.
La reducida frecuencia de incendios en los países del sur y del este de la Cuenca, en los
que no se han producido dichos cambios, contrasta fuertemente con el alto riesgo en los
países europeos de la misma.
Para hacer frente a dicho riesgo, durante las dos últimas décadas, los países del “club
del fuego” (Portugal, España, Francia, Italia, Grecia) han mejorado intensamente sus
recursos de extinción con un alto coste económico y resultados aparentemente
aceptables. Sin embargo, las posibilidades de seguir realizando grandes inversiones para
hacer frente al continuo agravamiento del problema parecen casi agotadas. Por ello la
defensa contra incendios forestales precisa nuevos enfoques para mejorar las estrategias
de prevención y extinción.
2.
Factores condicionantes de la situación
2.1
Factores ecológicos
La meteorología y su modificación por el cambio climático no hacen prever la
reducción de los largos períodos de sequía (3 – 6 meses) en los que la inflamabilidad de
la vegetación es muy elevada. Además se observa un incremento de la frecuencia de
tormentas secas en dichos periodos que, al coincidir con extensas acumulaciones de
combustibles ligeros en los campos por el abandono rural, pueden iniciar fuegos de gran
intensidad en varias zonas simultáneamente.
2.2
Factores económicos
Las zonas forestales de clima mediterráneo tienen una renta económica muy reducida en
comparación con cualquier otro sector, debido al lento crecimiento de las especies que
las pueblan y a la escasa demanda de los productos que pueden obtenerse, con la
excepción del corcho. El escaso valor económico directo disuade las inversiones que
podrían mejorar su productividad. En España el Sector forestal supone solamente el 5%
del mercado ambiental.
El riesgo de incendios forestales es además otro factor negativo para la economía. Hasta
ahora no ha sido posible establecer y mucho menos consolidar un sistema de seguros
contra incendios que faciliten la obtención de créditos y, por tanto, las inversiones.
Lamentablemente los valores ambientales de las áreas forestales no logran atraer
capitales en busca de rentabilidad.
2.3
Factores demográficos
La Cuenca Mediterránea es una región del Mundo con población en crecimiento. En
1950 llegaba a 225 millones de personas, que pasaron a 450 millones en el año 2000 y
que previsiblemente llegarán a 600 millones en 2050. Sin embargo esa población se va
concentrando en las zonas costeras y en algunas aglomeraciones urbanas del interior.
Debido a ello la población urbana para el conjunto de la Cuenca alcanzaba el 60% del
total en 1970 y es ya del 70% en 2000. En los países del norte de la Cuenca esa
proporción está ya en el 90%. Es decir las áreas rurales comienzan a estar vacías y, en
particular, las forestales de montaña pueden calificarse como desiertas.
Los intensos movimientos migratorios actuales no modifican esta situación, ya que los
inmigrantes se concentran en las áreas urbanas y en las zonas agrícolas de alta
productividad, es decir, donde hay más oportunidades de empleo.
La desertización de las zonas rurales produce en plazo corto el abandono de tierras y su
recuperación por la vegetación espontánea que durante muchos años presentará una
combustibilidad alta. La escasez de población se traduce además en la falta de mano de
obra para realizar los trabajos forestales en general y los de defensa contra incendios en
particular.
2.4
Factores políticos
Lo indicado en los puntos anteriores no describe un panorama muy atractivo para que
haya interés político en proteger los montes. Sin embargo la demanda de protección
ambiental por la población urbana (la que vota) ha contribuido al establecimiento de
programas permanentes de protección como uno más de los servicios que presta el
Estado del Bienestar Estos servicios, sin embargo, adolecen de los defectos típicos de
dicho enfoque. En primer lugar, se atiende lo urgente (la extinción) y apenas quedan
recursos para lo importante (la prevención)
En segundo lugar, el intervencionismo de las Administraciones genera, por una parte,
pasividad de la población y, por otra, exigencia de resultados imposibles en condiciones
extremas de peligro no .bien comprendidas por la población.
3.
Los resultados del trabajo de extinción
Como se ha dicho, la mayor parte de los recursos se concentra en los trabajos de
extinción, con el criterio general de que todos los fuegos deben apagarse. La política
norteamericana de dejar quemar en algunas zonas (fuego prescrito natural) no es
considerada como posible en ningún caso.
La gran concentración de bienes a proteger en las zonas urbanas, acompañada por el
desarrollo de servicios contra incendios en ellas, ha producido en muchos casos la
transferencia de las responsabilidades en extinción a dichos servicios, disociándolos de
las actividades forestales.
Esa transferencia, al no ir acompañada de una especialización en técnicas forestales, ha
dado lugar a períodos más o menos largos de descoordinación y deficientes resultados.
Poco a poco, sin embargo, los conceptos de comportamiento del fuego forestal y las
técnicas específicas de ataque se van generalizando, junto a una mayor coordinación
entre servicios contra incendios y servicios de gestión forestal.
El principio de extinción integral y, afortunadamente, la disponibilidad de recursos
económicos han permitido mejoras importantes en la formación y equipamiento del
personal, así como la generalización en el empleo de medios aéreos. Cada verano cerca
de 400 aeronaves intervienen en la extinción de los incendios forestales en los países
mediterráneos europeos.
Ese principio significa que se acumulan todos los medios disponibles sobre el fuego con
el único objetivo de minimizar los daños a cualquier coste, incluso si es superior a
aquéllos.
4.
Presupuestos destinados a defensa contra incendios forestales
No existe un banco de datos que permita conocer las inversiones en defensa contra
incendios forestales. Puede estimarse, sin embargo, que los cinco países mediterráneos
de la UE invierten más de 2.500 millones de euros anualmente en prevención y
extinción, de los cuales el 60% se destina a equipo, personal y operaciones de extinción
y el resto a trabajos preventivos.
5.
Nuevos y viejos problemas
Las bases de datos de incendios forestales muestran que los incendios forestales son un
problema permanente de naturaleza estacional en la región mediterránea. A pesar de la
despoblación rural, la mayoría de los incendios siguen teniendo su origen en las
prácticas tradicionales de quema con finalidades agropecuarias (quemas de restos
agrícolas, quemas de pastos secos). Los fuegos de invierno en las zonas montañosas
(Cantábrico, Pirineos, Alpes) recorren a veces extensas superficies y están obligando a
modificar la estrategia de los servicios contra incendios, focalizados en la época de
verano, y a disponer de medios movilizables también en invierno.
Las acumulaciones de combustibles, que el abandono de tierras produce en grandes
extensiones, favorecen los grandes incendios. Además una causa menor hasta hace
algunas décadas, como el rayo, puede incrementar sobre esas grandes extensiones la
ocurrencia de grandes incendios. Las trágicas temporadas de 1994 en España y de 2003
en Portugal y Francia fueron causadas principalmente por la conjunción de rayos y
acumulaciones extensas de combustibles en los montes.
Intensos efectos erosivos aparecen tras los grandes incendios como era previsible. Es un
ejemplo de problema crónico agravado en los últimos tiempos.
Un problema nuevo, cuya presencia se hace más patente en cada nueva época de verano,
es el riesgo de incendio en la interfaz urbano/forestal. Este problema, que era
considerado como específico de otras regiones del Mundo (California, Australia), está
creando gran preocupación al irse extendiendo las edificaciones por las zonas forestales
como residencias tanto permanentes como secundarias, bien en las costas, bien en las
montañas con influencia de las grandes ciudades. Los accidentes con destrucción de
casas y víctimas humanas entre residentes se hacen más frecuentes. Los servicios contra
incendios se ven obligados a concentrarse, por ello, en la protección de las viviendas y
abandonar la defensa de la vegetación. La legislación preventiva de este problema no
existe o es claramente insuficiente, por lo que es previsible que este problema llegue a
alcanzar gravedad catastrófica.
6.
Coordinación internacional
Constitucionalmente la Unión Europea carece de una política forestal, ya que no fue
considerada en el Tratado de Roma. Sin embargo, en la última década ha habido
algunos movimientos para llenar esta laguna, como la aprobación de una Estrategia
forestal por el Parlamento Europeo y la aprobación del Programa de reforestación de
tierras agrarias marginales. Además, desde 1985 hasta 2001 ha funcionado una serie de
Reglamentos para la prevención de incendios forestales, dotados con fondos muy
reducidos. Estos Reglamentos han permitido crear una base de datos europea sobre
incendios forestales (EFFIS) y apoyar solo testimonialmente algunas acciones
preventivas.
En 2003 se aprobó un nuevo Reglamento (Forest Focus 2003) con fondos también
reducidos para cubrir la Red de seguimiento del estado de los bosques, la base de datos
de incendios forestales y algunas medidas preventivas. Este Reglamento concluyó en
2006.
Es preciso señalar que no hay ninguna contribución comunitaria para las operaciones de
extinción. En cambio, existe una larga solidaridad entre países vecinos mediante
acuerdos bilaterales de ayuda mutua. En los últimos años, la disponibilidad de medios
aéreos ha hecho más frecuentes dichas operaciones, lo que ha mostrado la necesidad de
regularlas, actualizando acuerdos y tratando de establecer reglas homogéneas de
coordinación, es decir un Sistema de Manejo de Emergencias (SME) regional. El
Comité FAO/Silva Mediterránea está impulsando la elaboración de dichas reglas.
7.
Perspectivas
Los problemas identificados y los factores que condicionan la situación no tienen base
forestal. El Sector forestal simplemente los sufre y se manifiestan en él con el signo del
fuego.
El desarrollo global para el Sector forestal tiene muchas ventajas, pero, a la vez, un gran
inconveniente: la mayor frecuencia de incendios devastadores.
Europa cuenta con una potente infraestructura de extinción y una base de datos
aceptable, pero que necesita mejoras importantes en algunos países. Asimismo hay un
pequeño grupo de investigadores dedicado a los incendios forestales, aunque la
repercusión de sus trabajos en los Servicios operativos es reducida.
La selvicultura preventiva es claramente deficitaria, como lo son los programas de
educación ambiental, tanto los dirigidos a la población urbana como a la rural.
Los nuevos problemas en la interfaz urbano/forestal pueden influir para que la sociedad
demande mayor atención a la prevención, con acciones efectivas y no solo
declaraciones retóricas.
En ello puede influir también la saturación alcanzada con los medios de extinción y su
coste, que continúa creciendo. Durante los años 90 los medios aéreos se desarrollaron
aprovechando el bajo coste de las aeronaves restringidas de origen militar, tanto de
América como de países del Este.
Las nuevas normativas sobre seguridad de aeronaves están obligando a introducir
mejoras tecnológicas que favorecen tanto la seguridad como la eficacia, pero que
originan costes suplementarios importantes. Ello limitará las posibilidades de ulterior
expansión de las flotas de medios aéreos.
Las posibilidades más evidentes de mejorar el sistema sólo pueden encontrarse en una
conjunción de acciones preventivas que reduzcan la frecuencia de incendios y limiten la
intensidad de los fuegos mediante selvicultura que actúe sobre las acumulaciones de
biomasa.
En estas condiciones la mejora de la calidad de los servios de extinción, con personal
bien equipado, bien entrenado y bien dirigido, que aplique técnicas específicas de
combate del fuego forestal permitirá mantener o mejorar los resultados señalados.
Para esa mejora de los servicios es fundamental mantener un nivel alto de seguridad
personal a lo que contribuirá un sistema generalizado de homologación y certificación
de personal, que facilitará además las operaciones de ayuda multilateral entre países que,
en el ambiente actual de globalización, es previsible que sean cada vez más frecuentes.
Conclusiones y recomendaciones
1.-
La protección del medio ambiente en Europa, la Cuenca Mediterránea y el
Cáucaso no puede ser efectiva sin una Estrategia Regional para el Manejo del
Fuego diseñada de acuerdo con la distribución y la intensidad del peligro y
desarrollada en cooperación on los interesados públicos y privados del Sector
Forestal
2.-
El abandono rural y el declive de la economía forestal en la Cuenca Mediterránea,
junto con las perspectivas de cambio climático, pueden agravar las condiciones
naturales que producen el riesgo de incendios.
3.-
Se debe prestar atención especial a los incendios en zonas contaminadas por
radioactividad, así como en territorios en los que hay conflictos no resueltos o
riesgos postbélicos como presencia de minas o proyectiles sin explotar, que
pueden afectar a la seguridad humana y a la paz.
4.-
Se debe dar prioridad a la prevención de incendios originados como consecuencia
de cambios socioeconómicos en zonas rurales, favoreciendo la participación de la
población local en dicha prevención.
5.-
En esta Estrategia Regional se deben incluir, entre otras, las siguientes acciones:
-
Mantenimiento, mejora y ampliación del Sistema Europeo de Información
sobre Incendios Forestales (EFFIS) con procedimientos normalizados para
recogida de datos y utilización de teledetección para evaluación rápida del
impacto de los grandes incendios, como herramienta para identificar las
zonas de alto riesgo
-
Establecimiento por EFFIS de una red de predicción del peligro que cubra
toda Europa, la Cuenca Mediterránea y el Cáucaso.
-
Definición de zonas de riesgo teniendo en cuenta la frecuencia de incendios,
los combustibles forestales, el valor de las áreas forestales, las zonas
protegidas, la interfaz urbano-forestal y la propiedad de los montes.
-
Análisis de las emisiones producidas por los incendios y de sus impactos en
la salud humana.
-
Estudios sobre el estado selvícola de las áreas forestales, incluyendo mapas
de combustibles y biomasa, elaborados en coordinación con los Inventarios
Forestales Nacionales.
-
Análisis de los impactos socioeconómicos de los incendios
-
Estudios sobre causas de incendios, incluyendo el uso del fuego en las áreas
rurales y las posibles acciones preventivas en cooperación con la población
local.
-
Programas de investigación científica sobre las consecuencias de los
cambios en el clima, en el uso de la tierra y en la cubierta vegetal, así como
de la evolución socioeconómica, sobre los regímenes de fuego y sobre el
medio ambiente y la sociedad.
-
Creación y distribución de material de sensibilización en varios idiomas.
-
Programas de infraestructuras preventivas: Selvicultura preventiva, caminos,
puestos de vigilancia, puntos de agua.
-
Acciones conjuntas en las zonas fronterizas, cuando sea necesario, tales
como redes de observación y seguimiento con sistemas compatibles de
comunicación (considerando idiomas).
-
Promoción de acuerdos bilaterales y multilaterales, cuando sea necesario,
para cooperación en extinción, incluyendo procedimientos normalizados
para integración de recursos según el Sistema de Manejo de Emergencias
(SME)
-
Cursos internacionales de formación.
-
Programas para restauración de zonas incendiadas, dando prioridad a las
afectadas por grandes fuegos, cuyo impacto ambiental es mayor.
6.-
Estas Recomendaciones para una Estrategia Regional deben ser incluidas en las
Conclusiones de la Conferencia y presentadas a los organismos internacionales
competentes en la Región, como contribución a una Estrategia Regional de
Cooperación en Defensa contra Incendios Forestales.
7.-
Se recomienda a las Administraciones y Organizaciones relacionadas con la
defensa contra incendios forestales que participen en la Alianza para Acciones de
Manejo del fuego con el fin de apoyar la adopción de las Directrices Voluntarias.
8.-
Se recomienda que se organice una Consulta Regional sobre Cambio Global e
Incendios Forestales en el plazo de dos años para la preparación de la 5ª
Conferencia Internacional sobre Incendios Forestales.
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