Literarias Siglo XXI REVISTA LITERARIA Y CULTURAL, Agosto de 2006, Miami. Director. Juan Alborná, Escritor y Periodista Identidad hispanoamericana en Isabel Allende1 Por Andrea Tutor Hace unos meses una revista digital me solicitó un artículo sobre identidad nacional, prometí que lo pensaría a pesar de estar muy alejada de esos temas en la actualidad. Tema sobre el que he reflexionado durante, y tras, la lectura reciente de dos libros de Isabel Allende, Retrato en Sepia e Hija de la Fortuna, que con La casa de los Espíritus conforman una trilogía monumental de la hispanidad del otro lado del Océano Atlántico, de una hispanidad a prueba de un proceso de transculturación en contacto con varias culturas y, en particular, con la precolombina, aunque no solo. En el caso de la Obra Literaria de Isabel Allende, se remarca la presencia, nunca unión, de la cultura indoamericana en el Chile, que le sirve de escenario. En otros países, como Cuba por ejemplo, se podría sustituir a los indoamericanos por los esclavos africanos, devenidos en hombres libres y participantes de un proceso de mestizaje paulatino y creciente. No obstante, se percibe en sus libros, que algunos componentes de la cultura autóctona del país han hecho permeable, a muy 1 Hasta hoy este pequeño ensayo literario no había sido dado para su divulgación, porque lo sometí a la Sra. Isabel Allende y de forma unilateral me comprometí a esperar por su aprobación. Acostumbro, por fidelidad para con mis amigos o con personas, a las que les tengo en muy alta estima, someterles los artículos, en que los menciono o tomo a manera de tema central alguno de sus libros. Ha pasado más de un año, y como “el que calla, otorga”, me siento liberada de dicho compromiso, por lo que he decidido ejercer el derecho, que corresponde a todo autor de decidir sobre su obra y todo lo escrito por él. pequeña escala, la coraza de defensa a ultranza de la hispanidad por parte de los descendientes de españoles, en primer término, a través de las niñeras indígenas. Este pequeño ensayo hubiese sido más justo titularlo “Isabel Allende vs. Vulgaridad”, que en definitiva ha sido la base de la conformación de la cultura y ese modo de ser, actuar y pensar al que se denomina identidad nacional latinoamericana o hispanoamericana, que se ha conformado como patrón a seguir. No obstante, el primer término incluye al Brasil, que escapa a la hispanidad en gran medida, aunque ha recibido una fuerte influencia de ella en el contexto americano. Cuando leemos estos tres libros de la autora, pero no solo éstos, los que utilizo como referencia, ya que en ellos viene dada la historia de la conformación de la identidad en el Chile del siglo XIX y XX, lo que más llama la atención en Isabel es cómo utiliza el término chileno, con el que solamente denomina a los descendientes de españoles y nunca a los indoamericanos; no obstante, muestra la presencia de cierto grado de mestizaje, el cual se lleva con dolor y no con orgullo o como cuestión natural por el contacto de dos pueblos, que coexisten en un mismo territorio y están en alguna medida integrados en una misma sociedad. Mas al hablar de identidad nacional se suelen utilizar diversos enfoques, muchos de ellos tendenciosos, que reflejan más una intención política y una necesidad desde el poder que la realidad de un proceso sociológico. Por ello, en primer lugar, se señalará, que la identidad tiene, en muy primer término y como base firme, un carácter genético, étnico y cultural, en ese orden. No se pretende sentar cátedra ni nuevos conceptos sobre identidad nacional, pero sí se estima necesario lanzar la luz de la verdad sobre un proceso histórico-sociológico, que por diferentes motivos, se trata de difuminar a ambos lados del Océano. Constituye un hecho innegable e histórico, que España y la Hispanidad han crecido en ambas orillas. El hecho que más llama la atención se centra, precisamente, en el lenguaje y la conciencia de pertenencia a una nación, y el término nación es usado en el presente texto en su sentido más amplio y nunca en los estrechos límites de los estados nacionales surgidos con posterioridad. En cuanto a la Lengua Castellana, que el modo más correcto de denominarla es Lengua Española. Tomando como base el Castellano, esta lengua ha asimilado las diversas formas de decir de todas las regiones y mezclas étnicas, que conforman a España, así como ha integrado algunos usos de América, que en muchísimos casos constituyen formas del Castellano, que se han conservado allende los mares y que en España, por el ascenso vertiginoso de las masas populares, se han ido perdiendo, a lo que se debe añadir la pobreza territorial en el uso de las diversas formas de denominar una acción, cualidad u objeto; el desconocimiento casi generalizado de muchos sinónimos y palabras que conforman el léxico español, y las deformaciones locales de palabras castellanas producto de la incultura y el aislamiento, y/o conservación de formas antiquísimas, ya superadas por el desarrollo de la Lengua y una mayor cultura general. Incluso, es muy llamativo el hecho de que la integración de la Lengua Española tuvo lugar en América y no en la Península, si bien se puede encontrar un alto nivel de integración en Canarias. Tal vez por ello, hablen de manera tan parecida los pueblos cubano y canario. Muchos españoles llegaban a América sin conocimiento del Castellano y lo aprendieron del otro lado, dejando de ser parte de un terruño para convertirse en parte de un todo; dejando de ser unos lugareños para convertirse en ciudadanos de una nación poderosa, en ciudadanos del mundo. Es conveniente detenerse en la Obra de Isabel Allende, como en la de otros autores hispanoamericanos, tales como Alejo Carpentier, José Lezama Lima, José Martí, Gabriel García Márquez, por sólo mencionar algunos de los más destacados, para disfrutar del dominio y riqueza de la Lengua Española. En algunos de estos autores, el exceso de ilustración se convierte en pedantería, en la cual se recrean y no sus lectores. Precisamente, he tomado como referencia la Obra de Isabel Allende, y se escribe la palabra “obra” con mayúscula con toda intención, por estar exenta de pedantería, llena de sabiduría, humor finísimo y con un excelente idioma; escrita en el mejor Español de nuestros días. Por tanto, a la hora de analizar la identidad nacional hispanoamericana, aunque para mi gusto diría solo hispana, por ser la cultura dominante en el proceso de transculturación y porque se ha dado con el nivel de refinamiento e instrucción más elevado dentro de la Hispanidad, invito a los lectores a asomarse inteligentemente en la obra de Doña Isabel Allende, quien les ofrece una historia microsociológica novelada de la sociedad chilena y del proceso de conformación de nuevas nacionalidades, que son hijas adultas de la Madre Patria. Santander, 11 de enero de 2005 © 2006, María Caridad Torres Vila (Cary) Torres Vila, alias Andrea Tutor Fernández