Modernismo y Generación del 98 EL MODERNISMO Y LA GENERACIÓN DEL 98 INTRODUCCIÓN Los términos ‘Modernismo’ y ‘Generación del 98’ Los términos Modernismo y Generación del 98 han sido utilizados tanto como para designar al mismo grupo de escritores como a grupos distintos y casi contrarios. El término “modernista” alude a una actitud estética e ideológica que se da en ciertos autores de principios del siglo XX; es, por tanto un concepto general. El término “Generación del 98” fue inventado por el escritor Azorín como marbete para un grupo de escritores españoles que, en su opinión, compartían una serie de preferencias temáticas y rasgos de estilo. Se trata de dos corrientes literarias que parten de un mismo contexto de crisis ideológica y estética, aunque dan respuestas algo distintas. Contexto histórico: la crisis de fin de siglo Debido a diversos factores derivados de las trasformaciones sociales, políticas, filosóficas e incluso científicas, la sociedad occidental desde finales del siglo XIX hasta los primeros años del siglo XX sufre un período de crisis en la que se cuestionan principios que hasta ese momento habían permanecido intactos. De esta crisis nace un sentimiento de malestar, heredero del movimiento romántico. En la Europa occidental entran en crisis los valores de la sociedad burguesa decimonónica: -Se quiebra la fe en el progreso al comprobar los desequilibrios sociales, por ejemplo en el hacinamiento del proletariado industrial en zonas urbanas o el urbanismo descontrolado. Surgen conflictos entre el poder establecido y movimientos marxistas o anarquistas. -Se cuestionan los principios filosóficos, morales y religiosos por la sensación de que el mundo es un caos regido por una voluntad ciega que deja indefenso al ser humano. Se desarrollan corrientes de pensamiento como el existencialismo o el irracionalismo de Nietzsche. En España, además, esta crisis se ve agudizada por diversos motivos: -Se agota la Monarquía parlamentaria fruto de la Restauración con su sistema de alternancia en el poder entre conservadores y liberales. -Los Regeneracionistas de Joaquín Costa denuncian la oligarquía y el caciquismo como formas corruptas de gobierno. -A partir del Desastre del 98 (pérdida de colonias tras una absurda guerra con los Estados Unidos), los intelectuales plantean el problema del atraso de España, aunque con escaso eco popular. Ante esta conciencia de crisis, los artistas en general adoptan algunos rasgos comunes: a. Misma actitud de insatisfacción ante la realidad. b. Mismo lenguaje: rechazo del prosaísmo y renovación del lenguaje de tendencia simbolista. Contexto artístico Ante esta crisis social, política y de valores de las sociedades occidentales, acentuada en España por su atraso económico, surge por toda Europa un grupo de jóvenes artistas que se rebelan contra los valores que han sustentado esta situación –como el positivismo o el utilitarismo– así como contra el arte que lo había reflejado –el Realismo y el Naturalismo. Frente a estos valores tan materialistas y a esta estética tan ramplona, nuevos intelectuales y artistas buscan otros caminos en una actitud de rebeldía de clara raíz romántica: -Exaltación del irracionalismo o del esoterismo. -Preferencia por formas de vida antisocial: la vida bohemia, las drogas, el alcohol... -Defensa de la creación artística como una actividad despreocupada y sin sentido utilitario, que persigue la belleza en sí misma. Surgen, por tanto, una serie de movimientos artísticos que conectan con esta actitud de rechazo: a. El Prerrafaelismo: buscan en la pintura italiana anterior a Rafael una belleza ingenua y sensual así como ponen de moda el estilo neogótico en arquitectura o tópicos medievales. b. Parnasianismo: frente al sentimentalismo romántico, este movimiento selecciona y describe obras de arte, objetos, personajes o escenas histórica... por su belleza externa sin entrar en la intimidad. Se trata del «arte por el arte». Modernismo y Generación del 98 c. El Decadentismo: se exalta lo que hay en la sociedad de perverso e irracional de manera que el artista adopta una aristocrática actitud de desdén al mismo tiempo que bucea en los placeres socialmente prohibidos como la sexualidad depravada o las drogas. d. El Simbolismo: se trata de la corriente literaria más importante. Su precursor fue el poeta francés Charles Baudelaire, quien en su poema «Correspondance» (incluido en su libro Las flores del mal), escribe: La natura es un tempo cuyos vivos pilares dejan tal vez salir unas voces confusas; el hombre lo atraviesa entre bosques de símbolos que lo obsevan con una miradas familiares. Para los simbolistas las palabras encierran una serie de connotaciones y sugerencias que van más allá de su significado lógico. Estas resonancias permiten establecer asociaciones irracionales (esto es, correspondencias) entre los distintos campos de la realidad. El poema no vale por lo que dice sino por lo que sugiere. e. El Impresionismo: en este caso se trata de una técnica pictórica que consiste en, eliminando las líneas, basar la pintura en manchas de colores y en la influencia de la luz.. Estas manchas, al tomar distancia, van adquiriendo una imagen (es decir, producen una determinada impresión) en el ojo del que mira la pintura. Del impresionismo la literatura toma la tendencia a no ofrecer un retrato completo y detallado de la realidad sino a presentar elementos inconexos con los que la mente del lector conforma una imagen o una escena. El panorama literario español En España todos estos nuevos caminos artísticos penetran por una doble vía: por la influencia de escritores hispanoamericanos, especialmente Rubén Darío, y por los contactos con artistas parisinos. En el mundo hispánico este nuevo impulso recibe el nombre general de Modernismo. En él confluyen corrientes de pensamiento como el esoterismo junto a movimientos artísticos como el simbolismo o el parnasianismo. Algunos críticos presentan al Modernismo como una corriente exclusivamente artística que incorpora innovaciones métricas y tópicos, en todo caso aparte de la llamada Generación del 98, al que presentan como un movimiento genuinamente español caracterizado por cuestiones filosóficas y sociales. Pero otros críticos, con más acierto, ven en el Modernismo un concepto de época que designa a la cultura que se crea en los últimos años del siglo XIX y en los primeros del XX. Su renovación no es solo formal sino que también ideológico, por lo que tanto el Regeneracionismo como la llamada Gen. del 98 serían las variantes españolas de ese amplio movimiento hacia la libertad y la belleza. Entre los escritores hispánicos –españoles e hispanoamericanos- que podemos incluir dentro del Modernismo, se pueden citar a los ensayistas Ángel Ganivel y Miguel de Unamuno, a los novelistas como Baroja, Azorín y ValleInclán, a dramaturgos como Jacinto Benavente y a poetas como Manuel y Antonio Machado, el primer Juan Ramón Jiménez, los escritores americanos Leopoldo Lugones o José Martí. Y todo ellos congregados en torno a la figura de Rubén Darío. El olímpico cisne de nieve con el ágata rosa del pico lustra el ala eucarística y breve que abre al sol como un casto abanico Rubén Darío, “Blasón” Lo fatal Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo, y más la piedra dura porque esa ya no siente, pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, ni mayor pesadumbre que la vida consciente. Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, y el temor de haber sido y un futuro terror... Y el espanto seguro de estar mañana muerto, y sufrir por la vida y por la sombra y por lo que no conocemos y apenas sospechamos, y la carne que tienta con sus frescos racimos, y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos, ¡y no saber adónde vamos, ni de dónde venimos!... Rubén Darío, Cantos de vida y esperanza Modernismo y Generación del 98 No obstante, se sigue manteniendo la distinción entre la Generación del 98 y el Modernismo basada en peculiaridades estilísticas que no son más que formas de expresar una misma insatisfacción ante la realidad, como trata de reflejar el siguiente cuadro. ACTITUD MODERNISTA Escapismo Búsqueda de la belleza Arte aristocrático y cosmopolita Ante un mismo contexto CRISIS DE FIN DE SIGLO El artista desorientado ante un mundo caótico reacciona de la misma manera INSATISFACCIÓN-RECHAZO DEL PROSAÍSO ACTITUD GEN. 98 Pesimismo Preocupaciones existenciales Preocupación por España EL MODERNISMO En sus orígenes el término modernista fue usado para llamar despectivamente a los jóvenes artista que con su actitud rebelde y su tipo de vida bohemio se mostraban inconformista con el tipo de vida burgués (al que, por cierto, pertenecían). Con el tiempo el Modernismo se emplea para designar un movimiento de renovación estética y del lenguaje poético que busca la belleza absoluta. Sus datos esenciales son los siguientes: a. Influencias de origen francés: parnasianismo (el arte por el arte) y simbolismo (importancia de música, sensaciones) b. Origen hispanoamericano: el máximo representante del modernismo poético es el poeta nicaragüense Rubén Darío que con libros como Prosas profanas (1986) representa el modernismo más refinado. Su otra obra poética más destacada es Cantos de vida y esperanza, donde trata temas existenciales. Destaca también el poeta cubano José Martí que participa en la independencia de Cuba. c. Poetas modernistas españoles: en líneas generales, el modernismo en España adopta una línea intimista. Poetas plenamente modernistas son Francisco Villaespesa y Eduardo Marquina, aunque también reciben influencias Antonio y Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez o la prosa de las Sonatas de Ramón María del Valle-Inclán. d. Características: 1. Evasión de la realidad Pasado legendario: lo medieval, la Francia versallesca del siglo XVIII. Exotismo: el lejano oriente. Cosmopolitismo: gusto por las grandes urbes como París. 2. Idealización de la realidad Arte aristocrático y antiburgués Preferencia por ambientes refinados y de lujo. Mitología amable y despreocupada 3. Dos vertientes Modernismo superficial: búsqueda de la belleza formal por medio del lenguaje. Modernismo profundo: indagación en la intimidad (simbolismo). 4. Renovación del lenguaje poético Enriquecimiento del lenguaje con arcaísmos, americanismo, cultismos… Uso de elementos sensoriales: sinestesia, cromatismos, aliteraciones... Uso de símbolos característicos: el cisne, el crepúsculo, el parque solitario... Empleo de una métrica distinta: Recuperación de metros y estrofas arcaicos (versos eneasílabos, alejandrinos) y uso de los pies acentuales: dáctilo (óoo), anfíbraco (oóo), anapesto (ooó) Modernismo y Generación del 98 GENERACIÓN 98 Se trata de un nombre muy controvertido. Fue propuesto por Azorín en unos artículos de 1913 para referirse a un grupo de escritores españoles (Azorín, Baroja, Maeztu, Valle-Inclán y Antonio Machado) con un común espíritu de protesta y un profundo amor al arte. Sin embargo, es discutible que estos escritores cumplan todos los requisitos para ser considerados generación. Es verdad que sí cumplen algunos requisitos como el nacimiento en pocos años distantes, la participación en actos colectivos (protesta contra el premio Nobel para Echegaray, homenaje a Larra), un acontecimiento generacional como fue la pérdida de las colonias; pero no tanto otros como una formación intelectual semejante (son autodidactas) o un lenguaje generacional común (cada uno sigue un estilo personal). En cualquier caso, esta Generación del 98 o Grupo del 98 comparte algunas características: a. Tienen una ideología progresista, al menos, en la juventud. b. Preocupación por los problemas de España. c. Visión subjetiva de la realidad. Abordan temas semejantes: 1. Preocupación por los problemas de España: tras el Desastre del 98, cunde en todo el país la conciencia de crisis y decadencia general. Junto a los Regeneracionistas de Joaquín Costa (“Despensa y escuela”), los escritores denuncian el atraso, el analfabetismo, el caciquismo, pero ofrecen soluciones con buenas intención aunque poco prácticas (“europeizar España”). Por otro lado, este grupo de escritores también se esfuerza por encontrar la esencia del pueblo español. Usan el paisaje castellano, la historia, la literatura (la épica, la picaresca, el Quijote) para bucear en el alma de una España, caracterizada por su sobriedad y su espiritualidad, aunque también por su pereza intelectual. 2. Las preocupaciones existenciales y los conflictos religiosos constituyen el segundo gran asunto tratado por todos los escritores de esta generación. El paso del tiempo que lleva a la muerte, las preguntas sobre el sentido de la existencia humana o la presencia de Dios son algunos temas literarios frecuentes. También en el estilo podemos encontrar algunos rasgos comunes: a. Rechazo del barroquismo y retoricismo. b. Tendencia al lirismo. c. Tendencia al lenguaje sobrio, preciso y claro. d. Recuperación de localismos y arcaísmos e. Innovaciones en cuanto a los géneros literarios: las “nivolas” de Unamuno o los esperpentos de Valle-Inclán. LA GENERACIÓN DEL 98 POR GÉNEROS Los escritores que integran la llamada Generación del 98 no solo abordaron la mayor parte de los géneros sino que innovaron en muchos de ellos, abriendo caminos a nuevas fórmulas. POESÍA El poeta más reconocible de este grupo es, sin duda, Antonio Machado y junto a él Miguel de Unamuno. Son anecdóticos los libros de poesía típicamente modernista de Valle-Inclán como La pipa de kif (1919). Antonio Machado (recuérdese que constituye un tema aparte) se puede destacar su trayectoria poética que se inicia con un libro modernista-simbolista como es Soledades (1903, refundido en 1907con el título Soledades, galerías y otros poemas) en el que trata de expresar su intimidad personal (la melancolía, el paso del tiempo) por medio de símbolos como la tarde, el agua, los parques solitarios o el otoño. Con Campos de Castilla (1912) Machado se abre al paisaje castellano, también para ahondar no solo en su propia intimidad sino en la esencia, la historia y los problemas Modernismo y Generación del 98 actuales de de España. En este libro se percibe una mayor brevedad formal. Poco a poco la poesía de Machado va adoptando un tono más sentencioso y filosófico con Nuevas canciones (1924). Miguel de Unamuno refleja en sus poemas las mismas ideas y obsesiones (influidas por el existencialismo alemán) que expresará en sus novelas o ensayos, esto es, problemas filosóficos, angustias existenciales, dudas religiosas, preocupación por España, el ansia de inmortalidad. Métricamente, opta por formas tradicionales como el soneto o el romance así por la asonancia. De su obra poética destaca El Cristo de Velázquez (1920), Romancero del destierro (1927) o Cancionero (publicado póstumamente en 1953). Este buitre voraz de ceño torvo que me devora las entrañas fiero y es mi único constante compañero labra mis penas con su pico corvo. El día en que le toque el postrer sorbo apurar de mi negra sangre, quiero que me dejéis con él solo y señero un momento, sin nadie como estorbo. Pues quiero, triunfo haciendo mi agonía mientras él mi último despojo traga, sorprender en sus ojos la sombría mirada al ver la suerte que le amaga sin esta presa en que satisfacía el hambre atroz que nunca se le apaga. Miguel de Unamuno. Rosario de sonetos líricos NOVELA El género narrativo es uno de los más fecundos entre los escritores del 98, que comparten tanto un lenguaje sobrio como un deseo de renovación del género narrativo que superara el prosaísmo de la novela realista y naturalista. Si las “nivolas” de Unamuno pretender ahondar en la interioridad de los personajes, Baroja adopta una concepción abierta de la novela y Azorín centre el interés no en la acción sino en la descripción. En cuanto a los temas, encontramos desde la crítica social, la descripción de los paisajes, la visión crítica de la Historia de España, el sentido de la existencia, o la exaltación de la tradición literaria española (el romancero, la mística, el Quijote, Larra). En este sentido, es emblemática la fecha de 1902 porque se publican cuatro novelas que vienen a renovar el género: Amor y pedagogía de Unamuno, Camino de perfección de Baroja, La voluntad de Azorín y la Sonata de Otoño de Valle-Inclán. La novela de Miguel de Unamuno persigue expresar, como en otros géneros, sus preocupaciones filosóficas. Este propósito lleva a que en sus novelas se conceda más importancia a las ideas trasmitidas que a la acción propiamente dicha o a la descripción de personajes o lugares. Además de una primera novela realista, Paz en la guerra (1897), Unamuno empieza escribiendo una novela de ideas, Amor y pedagogía, en la que muestra un experimento mediante el cual un padre trata de educar a su hijo mediante un método científico para convertirlo en un genio; naturalmente la vida se impone a la razón y el pobre chico acaba siendo un desgraciado. Niebla (1914) aborda los problemas existenciales y de identidad de su protagonista, Augusto Pérez, que, como personaje de ficción, decide a matar al propio Unamuno que también aparece como personaje real. Además de La tía Tula (1921) sobre el sentimiento de maternidad, destaca San Manuel Bueno, mártir (1931) en la que afronta el problema de la incertidumbre de la fe a través de la historia de un sacerdote de pueblo que carece de fe pero finge tenerla en aras de la felicidad de su pueblo. Las novelas de Azorín se caracterizan por el escaso peso de la acción frente a la importancia de las descripciones de ambientes y personajes, en los que sigue un técnica impresionista. Escribió novelas con un fuerte carácter autobiográfico como La voluntad o La confesiones de un pequeño filósofo, pero también novelas donde revisa mitos clásicos, Don Juan (1922) y Doña Inés (1925). Modernismo y Generación del 98 Como narrador, Valle-Inclán aborda distintos estilos. Empieza por escribir una prosa modernista con sus cuatro Sonatas en las que cuenta las andanzas amorosas de su protagonista, el Marqués de Bradomín, en medio de un ambiente aristocrático y decadente. Más tarde su estilo se vuelve más desgarrado, como se aprecia en las trilogías Comedias bárbaras (a medio camino entre la narración y el teatro) o La guerra carlista. Con una técnica cercana al esperpento escribe Tirano Banderas (1926) en la que ridiculiza la figura de un dictador sudamericano. Por último, su estilo se hace aún más ácido en una trilogía basada en la corte de Isabel II, El ruedo ibérico. Pero sin duda el novelista más importante es Pío Baroja y también el más innovador: si la novela tradicional perseguía reflejar la realidad con exactitud, Baroja tiene una concepción de la novela mucho más abierta y proteica: caben narraciones, descripciones o reflexiones bajo el denominador común de una visión subjetiva del mundo por parte de un protagonista inadaptado. De esta concepción tan abierta se deriva la tendencia a la fragmentación tan característica de las novelas barojianas. Por otro lado, sus narraciones se caracterizan por su pesimismo en la concepción de la vida y el hombre. Baroja mismo solía agrupar sus novelas en trilogías, entre las que destacan La tierra vasca (con novelas como Zalacaín, el aventurero de 1909), La lucha por la vida (con La busca de 1904) o La raza, donde se incluye El árbol de la ciencia (1911). A partir de 1931 Baroja escribe una serie de novelas centradas en un antepasado suyo, cuyo título genérico es Memorias de un hombre de acción. EL TEATRO Tratar sobre el teatro de la Generación del 98 es hablar de Valle-Inclán. Aparte de algunos intentos de renovar la escena por parte de Unamuno o Azorín, la obra dramática de Valle-Inclán se encuentra entre las mejores del siglo XX en castellano. Podemos decir que su producción se inicia con las Comedias bárbaras (consideradas, en parte, también narrativas). Algunas de sus piezas parten del teatro de marionetas, pero llena de ácida crítica, como son la Farsa infantil de la cabeza del dragón o la Farsa y licencia de la reina castiza. Destaca, además, Divinas palabras, un drama rural centrado en una Galicia tan mágica como corrupta, donde la acción gira en torno a un ser deforme al que otros personajes quieren explotar de feria en feria. Pero lo más decisivo de su producción son sus esperpento, un género creado por el propio Valle, en el que utiliza una técnica de deformación de personajes y mitos que, al mismo tiempo rebaja a la categoría de animal o monigote al ser humano, deja una visión desolada de la vida española de su tiempo. La época de los esperpentos de Valle se inicia con Luces de Bohemia (1920) y sigue con una trilogía titulada Martes de Carnaval. EL ENSAYO Tanto por su capacidad para la trasmisión de ideas y valores como por su marcado subjetivismo, el ensayo se convirtió en uno de los moldes literarios preferidos por los escritores de su generación. En el ensayo vemos plasmadas gran parte de sus ideas y obsesiones. Además de multitud de artículos periodísticos y algunos ensayos sobre distintos asuntos políticos (Hacia otra España), Ramiro de Maeztu escribió el ensayo literario Don Quijote, don Juan y la Celestina, en el que plantea al caballero manchego como héroe de una España decadente, al seductor sevillano como símbolo del vacío espiritual y a la alcahueta de Rojas como ejemplo de degradación moral. Por su parte, Ángel Ganivet expone sus ideas sobre España en Ideárium español. Unamuno vuelca sus preocupaciones filosóficas y religiosas en obras como La agonía del Cristianismo o Del sentimiento trágico de la vida (en los que plantea la vida del hombre como un combate entre la fe esperanzada en una vida más allá de la muerte y la razón que la niega). Su preocupación por España y la búsqueda del sus valores eternos se plasman en ensayos como En torno al casticismo y Por tierras de Portugal y España. Los ensayos de Azorín se dedican a la contemplación del paisaje castellano (Alma castellana) y a la indagación sobre la literatura española clásica (Ruta de don Quijote, Clásicos y modernos). En un tono mucho más conciso, coloquial y sentencioso Antonio Machado dejó sus reflexiones sobre la vida y el hombre en Juan de Mairena, centrado en los breves pero enjundiosos pensamientos de un viejo profesor.