Descansando de la Culpa Lucas 15:11-24 OBJETIVO: Que cada hermano de la barca pueda llevar sus pecados delante de Dios y arrepentirse de ellos. No podemos seguir llevando la carga de la culpa durante toda nuestra vida. INTRODUCCIÓN: Dos historias parecidas, pero con un final distinto: 1) En la primavera de 1959 un comandante de la Fuerza Aérea Norteamericana ingreso por segunda vez en un hospital para enfermos mentales en Texas. Había tratado de suicidarse en dos ocasiones, había tenido un matrimonio perfecto hasta entonces. Hubo un hecho que marco su vida: había sido piloto del avión guía que voló sobre Hiroshima cuando fue arrojada la primera bomba atómica. Poco después comenzó a ver multitudes de hombres, mujeres y niños japoneses persiguiéndole en sueños y su propia vida comenzó a derrumbarse. El complejo de culpa estaba destruyendo su vida. 2) Jesús relato la historia del hijo prodigo. Era un muchacho joven no demasiado diferente que la mayoría de nuestros jóvenes de hoy que están “a la moda”. Vivía con su padre. Allí tenia de todo lo que quería. Pero un buen día este muchacho se dedicó a andar por la vida y terminó hecho pedazos. Le pidió a su padre la herencia anticipadamente, la cobró, y luego fue a gastarla con chicas y con todo lo que se le viniera al paso. Antes que se diera cuenta, se le habían terminado los fondos. Como resultado, le vino un periodo de intensa depresión. De todos los lugares en los que podría haber terminado, cayó finalmente nada menos que en un chiquero cuidando cerdos, sin un centavo en el bolsillo. Sin embargo, en esa condición, se nos cuenta que él, volvió en sí y dijo: “Regresaré a la casa de mi padre, aunque soy indigno de ser llamado su hijo”. Cuando el hijo prodigo volvió a su hogar, el padre le recibió con alegría, y le perdonó lo malo que había hecho, aun sin que él lo mereciera. Cabe en este punto hacernos un par de preguntas antes de continuar. Es imperativo contrastar ambas historias: ¿Qué tienen en común? ¿Qué las diferencia? Comenten con libertad. DESARROLLO Todos nos equivocamos en la vida, cometemos muchos errores (Leer Lc 15:11-16). A veces dañamos a otros, o a nosotros mismos. Debemos tomar conciencia de nuestros errores (15:17). El pasaje dice “volviendo en sí”. Ese es el primer paso: darnos cuenta de nuestra equivocación; de que lo que hemos hecho ha estado muy mal. Reconocer que hemos lastimado a Dios. El segundo paso es el arrepentimiento (15:18-21). No basta con sentirnos mal por aquello que hemos hecho, es necesario confesar el pecado y apartarnos de el. Es distinto el remordimiento al arrepentimiento. Dios siempre nos espera con los brazos abiertos (15:22-24). No importa cuán malo sea lo que hayamos hecho, si nos arrepentimos y regresamos al Señor, Él nos abrazará y perdonará (Léase Jn 6:37). Un vivido ejemplo de alguien que se equivocó pero que no vivió toda su vida atormentado por la culpa es el rey David, a quien le perseguía la culpabilidad por el embarazo de Betsabé y el asesinato de su esposo Urías. Leer Salmo 32:3-4 “Mientras callé envejecieron mis huesos”. Sin embargo confesó a Dios su pecado y se arrepintió (leer Salmo 51:1-10). La culpabilidad sola atormenta el alma, el arrepentimiento la libera. Contrástese las vidas de dos discípulos en las horas siguientes a la captura del Señor Jesucristo. Pedro, lo negó por tres ocasiones y lloró amargamente al reconocer su pecado. Su culpa lo condujo a un sincero arrepentimiento. Por otra parte, Judas mostró un ejemplo negativo de la culpa, pues no pudo soportar vivir con la carga de haber entregado a Jesús y termino suicidándose. Judas solo mostró remordimientos y culpabilidad, no confió jamás en la infinita misericordia de Dios. Léase Salmo 36:5, 7. APLICACIÓN: ¿Cómo está su alma esta noche? La culpa puede haber sido su compañera durante mucho tiempo, pero no debe ser más así. Cristo vino a romper las cadenas de la culpa y de la amargura que esta conlleva. Hay Gracia y Misericordia para quienes se acercan al Trono. ¿Está dispuesto en dejar su culpabilidad a Cristo? Confíe en esta promesa y tome la decisión: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mt 11:28-30)