Bajo sombras de espadas Al Qaeda y la amenaza terrorista en el Magreb FERNANDO REINARES H asta hace poco, Al Qaeda contaba en el Magreb con algunos grupos afiliados y cierto número de redes o células influenciadas. Pero desde inicios de 2007 dispone ya de su extensión regional en ese ámbito norteafricano, establecida a partir del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), anteriormente afiliado con Al Qaeda, cuya agenda inicialmente argelina se había ido internacionalizando hasta coincidir con la del movimiento de la yihad global en su conjunto. Después de que, el 11 de septiembre de 2006, Ayman al Zawahiri anunciase la unión del GSPC con Al Qaeda, los dirigentes de aquél decidieron, el 24 de enero del año siguiente, pasar a denominarse Al Qaeda en el Magreb Islámico (Qaida al Yihad fi Bilad al Maghrib al Islami), no sin la autorización expresa de Osama bin Laden. Apenas transcurrido un mes, éste último aparecería en un vídeo difundido por la nueva entidad yihadista panmagrebí diciendo, inmediatamente antes de que su emir instase a la implicación de los jóvenes musulmanes en lo que describía como la batalla definitiva contra los infieles, que la religión no se levanta sino “bajo sombras de espadas”. Y precisamente “sombras de espadas” es como, de manera sin lugar a dudas elocuente, se titula una serie de filmes que Al Qaeda en el Magreb Islámico viene difundiendo a través de internet y a modo de propaganda. Grabaciones que ponen de manifiesto la medida en que este terrorismo yihadista, inspirado en una lectura rigorista y belicosa del credo islámico, pretende incidir sobre las sociedades norteafricanas y quebrantar los regímenes existentes en la región para establecer un nuevo dominio yihadista sobre el conjunto de la misma. Eso sí, como contribución al objetivo último del califato panislámico que ambicionan Al Qaeda y el resto de los actores que constituyen la urdimbre del actual terrorismo global. Pero vayamos por partes. ¿Cómo ha surgido Al 16 Qaeda en el Magreb? ¿Qué explicaría la conversión del GSPC en extensión regional de Al Qaeda? ¿Qué cambios se observan en la yihad terrorista en el Norte de África? ¿Qué nuevos riesgos y amenazas introduce todo ello en el Mediterráneo occidental? ¿En qué medida es Al Qaeda en el Magreb un peligro para España? De la insurgencia en Argelia a una agenda global Con el cambio de nombre y su paulatina pero manifiesta conversión en cuerpo central de una extensión regional de Al Qaeda para los territorios del Magreb, culmina un proceso de internacionalización que ha llevado al GSPC desde la insurgencia armada en los confines de Argelia durante más de ocho años hasta la adopción de la misma agenda panislámica compartida por el movimiento de la yihad neosalafista global en su conjunto. El GSPC surgió hacia 1998, a partir de una escisión producida en el seno del Grupo Islámico Armado (GIA). Éste se había constituido seis años antes, en 1992, pero sus actividades de violencia, extraordinariamente atroces, que probablemente influenciadas por un ideario takfir ocasionaban por lo común innumerables víctimas entre la propia población argelina, lo habían privado para el final de aquella década del suficiente respaldo social y se encontraba ya organizativamente muy fragmentado. Los líderes de Al Qaeda, que en su día llegaron a colaborar con el GIA, modificaron entonces su posición en favor del emergente GSPC. En agosto de 2003, el fundador del GSPC, que con anterioridad había sido responsable de una de las zonas en que se desarrollaban las actividades del GIA, Hassan Hattab, fue depuesto como emir de esa organización y reemplazado por Nabil Saharaui, asimismo conocido por Abu Ibrahim Mustafa. A partir de entonces, los sucesivos líderes de la misma internacionalizaron progresivamente su discurso a través de comu- nicados difundidos en internet y que denotaban una decidida orientación hacia los postulados de Al Qaeda. Nabil Saharaui incluso hizo público el alineamiento del grupo con dicha estructura terrorista y su propio acatamiento a las órdenes de Osama bin Laden apenas transcurrido un mes desde que accediera al liderazgo del GSPC. Una línea continuada tras su muerte, durante un tiroteo con las fuerzas de seguridad ocurrido en el verano de 2004, por el nuevo emir, Abdelmalek Droukdal, quien precisamente anunciase a inicios de 2007 que la organización terrorista argelina pasaba a denominarse Al Qaeda en el Magreb Islámico, aduciendo que “era absolutamente necesario que el grupo cambiase de nombre para demostrar la veracidad del enlace de los muyahidín en Argelia con sus hermanos de Al Qaeda”. Y es que, para ese momento, la retórica del GSPC había dejado constancia de una decidida internacionalización, aunque en dicha narrativa continuasen teniendo especial relevancia una serie de asuntos relacionados con Argelia y se hicieran recurrentes las amenazas proferidas contra blancos relativos a instituciones y personas de ese país norteafricano. Amenazas sin embargo también dirigidas contra Francia, en tanto que nación estrechamente relacionada con los avatares argelinos desde la época de su dominación colonial y acusada ahora por los líderes locales del terrorismo yihadista de cooperar con las autoridades magrebíes y apoyar al presidente Abdelaziz Buteflika. Francia fue literalmente declarada principal enemigo del GSPC en un mensaje de su máximo dirigente hecho público en septiembre de 2005. En el mismo se urgía a practicar la yihad, en la acepción belicosa del término, en respuesta a lo que Abdelmalek Droukdal, también conocido por el sobrenombre de Abu Musab Abdelwadud, calificaba de represión contra musulmanes por parte del Gobierno argelino. Así, ambos temas, los relacionados con CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA Nº 175 ■ la insurgencia argelina y con la señalización de Francia como blanco, empezaron a entremezclarse en los pronunciamientos del GSPC. En octubre de 2004 los dirigentes habían instado a sus miembros al secuestro de cualquier persona de nacionalidad francesa que se encontrara en Argelia. Al año siguiente, en agosto de 2005, el grupo hizo un llamamiento a los mahometanos que habitan en Francia para que apoyasen la yihad en Argelia atentando contra funcionarios e intereses de este último país que se encontrasen en territorio de aquel otro. En el mensaje emitido por Abdelmalek Droukdal en septiembre de 2005 había también una advocación a “la yihad y el martirio por el Islam” contra Francia. Por otra parte, el quinto número de la revista de la organización terrorista, Al Jamaa, disponible en internet desde octubre de ese año, no estaba dedicado sino a la Carta para la ReconciliaNº 175 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA ■ ción Nacional, criticándola. A inicios de marzo de 2006, un nuevo comunicado de la organización terrorista insistía en que no ahorraría esfuerzos para “soltar musulmanes cautivos en Argelia o fuera”. Entre tanto, los pronunciamientos de Abu Musab Abdelwadud iban más allá de los asuntos estrictamente argelinos y de la hostilidad que de manera recurrente expresaban hacia Francia, para engarzar con cuestiones que son centrales para las redes del terrorismo global y para algunos de sus actores entonces más destacados. En junio de 2004, el GSPC acusaba a Estados Unidos de haber emprendido una guerra contra todos los musulmanes y declaraba su animadversión hacia cualquier persona de otras religiones que se encontrara en Argelia. En octubre de ese mismo año, el emir del grupo terrorista hizo pública una carta al entonces líder de la organización de Al Qaeda para la Guerra Santa en la Tierra de los Dos Ríos, Abu Musab al Zarqaui, en la que, tras elogiar el liderazgo de éste sobre dicho grupo y las acciones de sus militantes en Irak, le solicitaba el secuestro de ciudadanos franceses que se encontraran en ese país. En enero de 2005, el propio Zarqaui, de nuevo a través de internet, envió una salutación a los miembros del GSPC y su entonces relativamente reciente nuevo emir, Abdelmalek Droukal. Dos meses después, éste se refirió a aquel como “querido hermano y gran héroe”, en un mensaje que contenía también loas a Osama bin Laden, Ayman al Zawahiri y, por añadidura, los “leones que combaten en Chechenia”. En mayo de ese mismo año, Zarqaui volvió a comunicarse públicamente con Abdelmalek Droukdal, aprovechando esta ocasión para condenar el posicionamiento de quien en aquellos momentos era Presidente francés, Jacques Chi17 Bajo som bras de espadas rac, sobre el uso del hiyab o pañuelo con el que muchas mujeres musulmanas cubren sus cabezas. Mientras, en febrero de 2005, la organización terrorista argelina justificaba explícitamente, por primera vez según creo, los atentados suicidas, en sintonía no sólo con las actividades de Al Qaeda en Irak sino con las directrices de los estrategas de la yihad neosalafista global en su conjunto y con lo que se avecinaba. Más aún, en el segundo de los dos comunicados emitidos en marzo de 2006, el GSPC enviaba “felicitaciones a la nación islámica por la pasión que despliega en defensa de nuestro profeta” y llamaba a una guerra santa internacional contra “América y la Unión Europea”. Ahora bien, es con los mensajes subsiguientes a la fusión entre Al Qaeda y el GSPC cuando su discurso mejor evidencia un pleno alineamiento con los fines panislámicos, los blancos designados y la dinámica operativa del terrorismo global, sin obviar los orígenes argelinos del grupo armado. Así, a primeros de enero de 2007 se hizo público, a través de internet, otro extenso mensaje de Abdelmalek Droukdel, datado aproximadamente un mes antes de su emisión. En el mismo, además de criticar de nuevo a las autoridades de Argelia, apelaba tanto a nacionales de ese país como a foráneos para que se unieran al grupo, acusaba a Estados Unidos y la OTAN de apoyar tanto financiera como logísticamente a los países del Sahel para combatir al GSPC, y concluía con estas palabras dirigidas a Osama bin Laden: “estamos esperando tus instrucciones y recomendaciones para el siguiente estadio”. Cómo se explica la fusión entre el GSPC y Al Qaeda Ese siguiente estadio al que aludía Abu Musab Abdelwadud sugiere desde luego la posibilidad de eventuales cambios tanto en los escenarios como en los procedimientos y blancos del terrorismo yihadista con orígenes en el Magreb. Pero antes de entrar en el análisis de esas eventuales alteraciones resulta de interés detenerse algo más en la configuración misma de Al Qaeda en el Magreb y en las circunstancias que explican la unión del GSPC con Al Qaeda que hizo posible el surgimiento de una extensión regional norteafricana de esta última estructura terrorista a partir del primero. A este respecto, acaso convenga recordar que el progresivo alineamiento del GSPC con Al Qaeda y la internacionalización de su discurso denotan, en primer lugar, que en el seno de la organización terrorista argelina habían terminado por hacer plenamente suyas las actitudes y creencias propias del salafismo yihadista o neosalafismo. Es decir, habían terminado 18 por hacer plenamente suyas la doctrina compartida por el conjunto de actores individuales y colectivos insertos en el denominado movimiento de la yihad global. En realidad, aquellas mismas siglas, GSPC, adoptadas a finales de los noventa, prefiguraban en sí mismas esa nueva orientación ideológica, salafista pero a la vez belicosa, inoculada en el seno del GIA desde al menos mediada la década de los noventa por doctrinarios afines al aludido movimiento que estaban en relación con el grupo. En buena medida, por tanto, la evolución ideológica del GSPC en los últimos años, pese a la existencia de algunas desavenencias en su seno, está en consonancia con el influjo del neosalafismo o salafismo yihadista. Quizá no sea una casualidad que fuese Mustafa Setmarian, también conocido como Abu Musab al Suri, un individuo de origen sirio pero naturalizado español, fundador de la célula de Al Qaeda establecida en España a inicios de los noventa y destacado entre los miembros de esa estructura terrorista cercanos al núcleo decisorio de la misma en Afganistán, quien dejara Madrid a mediados de dicha década para hacerse cargo, desde Londres, de la revista del GIA, antes de establecerse de nuevo en el sur de Asia hasta ser detenido en Pakistán en 2005. Ahora bien, ¿qué otras circunstancias explicarían, en segundo lugar, esta vez en términos de conducta estratégica de las organizaciones, la incorporación del GSPC a Al Qaeda y su conversión en extensión regional de esta última para el Magreb? Es probable que la formación armada argelina buscase disponer de un mejor acceso a recursos materiales y humanos en el entorno norteafricano o fuera del mismo, derivado no sólo de la cobertura que le proporcione la entidad matriz liderada por Osama bin Laden, sino también del atractivo mismo que la nueva denominación adoptada por el grupo suscita en amplios sectores de su población de referencia en la zona y entre la diáspora en suelo europeo, es decir, un incremento de su legitimidad en sectores de la sociedad norteafricana favorables al movimiento de la yihad global. No en vano la captación de nuevos militantes por parte de Al Qaeda en el Magreb Islámico parece haberse visto favorecida por este cambio de nombre, que ha recabado y continúa recabando una atención especial de los medios de comunicación masiva, lo que implica una considerable notoriedad mundial. Además, el GSPC habría buscado también, uniéndose al núcleo fundacional de las actuales redes del terrorismo global, cimentar su presencia en otros países de la región así como en los de la franja del Sahel. Dado que Al Qaeda se encuentra asimismo presente en el Este de África, a los componentes de la hasta ahora organización armada argelina se les abren también allí otros posibles escenarios de implicación. Ahora bien, para cuando los dirigentes del GSPC optaron por unirse a Al Qaeda e incluso cambiarse de denominación, el grupo parecía estar atravesando dificultades, debilitado si se compara su situación con la de algunos años antes, pese a tratarse de la formación terrorista más y mejor desarrollada en el Norte de África. En parte esa situación obedecía a un evidente fracaso en su programa insurreccional y a las disputas internas que se produjeron; en parte, a la actuación del ejército o de las fuerzas de seguridad argelinas durante los años previos, especialmente en el nordeste y hacia el sur del país. Desde 2003, su capacidad operativa había quedado sustancialmente confinada a una zona montañosa al este y el sureste del país. Ese debilitamiento se fue acentuando luego como resultado de las numerosas detenciones de individuos relacionados con dicho grupo y el desmantelamiento de sus células, tanto en otros países norteafricanos como en Europa. El caso es que el GSPC inicia el proceso de internacionalización que concluye con su conversión en extensión regional de Al Qaeda para el Magreb cuando atravesaba una fase de debilitamiento organizativo tras haber fracasado en sus ambiciones argelinas y, en buena medida, como opción para superar ese estadio. Puede incluso que, más recientemente, los resultados del referéndum sobre medidas de amnistía para miembros de grupos armados islamistas que optaran por abandonar el uso de la violencia, promovido por el presidente Abdelaziz Buteflika en el contexto de su programa por la paz y la reconciliación nacional, hayan tenido cierto impacto sobre la cohesión interna del GSPC, ya para entonces afectada por desavenencias en su seno en la medida en que había un pequeño pero significativo número de miembros dispuestos aceptar la oferta oficial de perdón a cambio de abandonar la violencia. Según el informe Patterns of Global Terrorism que para el año 2006 ha elaborado recientemente el Departamento de Estado estadounidense, se estima que son unos 350 los militantes islamistas que finalmente optaron por acogerse a aquella oferta de amnistía. En todo caso, cuando se fusionó con Al Qaeda y cambió de denominación, el GSPC contaba con unos ochocientos miembros, según distintas fuentes, más radicales si cabe y por consiguiente menos vulnerables a la infiltración. Además, es posible que se hayan sumado a ellos una parte de los casi tres mil terroristas argelinos excarcelados ese año en el marco CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA Nº 175 ■ FERNANDO REINARES de la aludida Carta por la Paz y la Reconciliación nacional. Por su parte, Al Qaeda, en buena medida descentralizada e inmersa en un proceso de regionalización tras haber perdido su extenso santuario afgano a finales del 2001, adquiriría gracias a la transformación del GSPC en su extensión para el Magreb una plataforma para mejor introducirse en los países de esa región y penetrar asimismo en la contigua del Sahel, desde Mauritania hasta Níger. Es en esta última zona donde el GSPC había logrado ya establecer una significativa presencia y venía contando con cierta infraestructura para el adiestramiento en actividades de guerrilla o terrorismo, aunque a escala más bien reducida y con instalaciones móviles en lugar de campos fijos. Al Qaeda se beneficiaría además de los contactos que el GSPC venía manteniendo con otros grupos armados de la región, colectividades tribales que habitan la misma e incluso redes dedicadas al tráfico de armas. Asimismo, Al Qaeda dispondría, por último, de un ascendiente mucho más explícito sobre el conjunto de redes norteafricanas relacionadas con el terrorismo yihadista que se han extendido por distintos países europeos, especialmente en los ubicados a lo largo de la frontera mediterránea occidental del continente. Alteraciones de la yihad terrorista en el Magreb La progresiva internacionalización observada a lo largo de unos tres años en el discurso del GSPC tuvo limitadas consecuencias operativas antes de que finalmente se produjera su fusión con Al Qaeda, si bien el grupo desarrolló una importante actividad en la movilización de recursos humanos y materiales para la rama iraquí de esa estructura terrorista. Hasta aquel momento, sin embargo, los atentados perpetrados por la propia organización armada argelina tenían habitualmente lugar dentro de su país de origen, donde su propósito declarado era el de instaurar un severo régimen islamista, de manera que los blancos más frecuentes eran instituciones estatales o agencias de la seguridad nacional. Ocasionalmente dirigían su violencia contra algunas figuras religiosas y equipamientos colectivos tales como centros sanitarios o centrales eléctricas. Hubo algunas excepciones respecto al escenario y los blancos usuales de estas actividades, que presagiaban ulteriores derroteros. En la primavera de 2003, por ejemplo, se produjo un secuestro de treinta y dos turistas europeos al sur del país, en el Sáhara, acción decidida por el entonces considerado segundo en la jerarquía del GSPC y ejecutaNº 175 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA ■ da por activistas bajo su mando, primera llevada a cabo por dicha organización contra ciudadanos e intereses extranjeros. Algo más de dos años después, ya en junio de 2005, miembros del GSPC asaltaron la base militar de Lemgheity, en Mauritania, cercana a la frontera con Argelia. En el incidente perecieron cinco miembros de la organización armada argelina, de los posiblemente entre cien y ciento cincuenta implicados en los hechos, incluyendo una partida de colaboradores locales. A su vez, los atacantes ocasionaron veinte muertos y diecisiete heridos entre los soldados mauritanos. Este hecho puede interpretarse como una más de las iniciativas emprendidas desde el GSPC para presentarse ante Osama bin Laden y sus seguidores como una fuerza de alcance regional con capacidad para operar en el Magreb e incluso al sur del Sáhara. Tampoco serían ajenos a la nueva evolución ideológica y estratégica del GSPC atentados como los de abril de 2006 en Bumerdes, los de octubre de ese mismo año en Desgana y Reghaia o los de diciembre en Argel. En el primer caso, miembros de la organización terrorista argelina abrieron fuego contra la sede de una empresa canadiense, aunque sólo se registraron dos heridos. En el segundo, ocurrido al mes siguiente de anunciarse la alianza entre el GSPC y Al Qaeda, el estallido simultáneo de bombas adosadas a varios vehículos y colocadas en las cercanías de sendas sedes policiales reflejaba modificaciones en el modo de ejecutar los atentados que se aproximaban al estilo propio de esa estructura terrorista y de su rama iraquí. En el último caso, un autobús que transportaba a técnicos de una empresa estadounidense que desarrollaba una inversión conjunta con otra argelina, casi todos extranjeros, sufrió el impacto de una bomba colocada junto a la carretera e inmediatamente después disparos a cargo de miembros del GSPC. El conductor argelino del vehículo falleció y nueve pasajeros resultaron heridos. Se trató del primer atentado contra un blanco extranjero en mucho tiempo. Inmediatamente después de la conversión del GSPC en extensión regional de Al Qaeda para la región norteafricana, los cambios de modus operandi terrorista se hacieron mucho más evidentes. A mediados de febrero de 2007, Al Qaeda en el Magreb Islámico reclama por primera vez la autoría de un atentado, en este caso la detonación simultánea de seis vehículos bomba contra comisarías y cuarteles de la gendarmería en la Cabilia, región situada al este de Argel, que causaron ocho muertos y treinta heridos. Poco después, en marzo, miembros de la mencionada organización atentaron con- tra un autobús de una empresa rusa del sector energético mediante la explosión de una bomba colocada en un lateral de la carretera por la que transitaba, falleciendo un empleado de esa misma nacionalidad y otros tres trabajadores argelinos, pese a que un comunicado emitido por el comité informativo de Al Qaeda en el Magreb Islámico fechado dos días después del incidente, que por cierto fue filmado por miembros de esa organización y utilizado semanas más tarde como propaganda, señalaba que su blanco eran “infieles rusos”, antes de afirmar que “nosotros ofrecemos este humilde regalo a los hermanos musulmanes de Chechenia que sufren las desgracias, la violencia y las matanzas del gobierno criminal de Putin con el apoyo del pueblo ruso”. Pero el estilo propio de Al Qaeda se manifestará plenamente con los atentados concatenados entre sí y suicidas perpetrados en Argel el 11 de abril de 2007 por su extensión magrebí. Tres vehículos a los que se habían adosado artefactos explosivos, conducidos por terroristas dispuestos a perder la vida matando, estallaron junto al palacio del Gobierno, la cercana sede de Interpol y otras instalaciones policiales ubicadas al este de la capital. El GSPC no había llegado a ejecutar un atentado suicida en sus más de ocho años de campaña terrorista, pero tornado en Al Qaeda para el Magreb Islámico lo hizo apenas tres meses después de cambiarse el nombre, ocasionando una treintena de muertos y alrededor de doscientos heridos. Los atentados suicidas no formaban parte del repertorio habitual del terrorismo islamista en el país, pues sólo a mediados de los noventa se había registrado un incidente de esa modalidad. Pero en un vídeo divulgado a través de un canal qatarí de televisión el 8 de mayo, Abu Musab Abdewadud advertía de que ya no iban a tratarse hechos aislados: “hemos decidido adoptar el estilo de las operaciones de martirio en la confrontación con nuestros enemigos de ahora en adelante”. El siguiente 11 de julio, de hecho, un nuevo atentado suicida contra un cuartel en Lakhdaria, al sureste de Argel, causaba al menos diez muertos y casi cuarenta heridos. Cabe por tanto esperar una prolongada campaña de atentados suicidas por parte de Al Qaeda en el Magreb Islámico, tanto en Argelia como en otros países de la misma región, aunque también pueden llegar a producirse, probablemente con un carácter más incidental, en suelo europeo. Los atentados del 11 de abril en Argel constituyeron el mayor suceso terrorista en esa zona del mundo desde los de Casablanca en mayo de 2003. Pero algo similar hubiese acontecido otra vez en esta misma ciudad marro19 Bajo som bras de espadas quí de haber prosperado la tentativa de cometer ese mismo mes, quizá coincidiendo con los episodios ocurridos en la capital del país vecino, lo que hubiera sido un alarde de coordinación terrorista panmagrebí, una serie de atentados igualmente suicidas en instalaciones portuarias y contra establecimientos hoteleros, entre otros blancos. Un día antes de los atentados de Argel, tres terroristas marroquíes decidieron hacer estallar los explosivos que llevaban sujetos al cuerpo tras una redada policial en Casablanca y un cuarto fue abatido antes de que lo hiciera. Estaban relacionados con otro más que, también para evitar ser detenido, había decidido quitarse la vida tras un altercado en un cibercafé de barriada y otros dos que lo hicieron días después. La introducción de esta modalidad del terrorismo suicida es propensa a ocasionar numerosas víctimas civiles circunstantes, lo que podría incidir negativamente sobre la imagen pública de Al Qaeda en el Magreb Islámico y suscitar controversias entre su población de referencia. Esta organización viene insistiendo, por eso mismo, a través de proclamas difundidas en internet, en que los musulmanes no son su blanco: “habéis de saber que vuestros hermanos muyahidín hacen todo lo posible para evitar la sangre de los musulmanes y toman todo tipo de precauciones en sus ataques”, se lee en uno de esos comunicados, fechado el mismo día de abril en que ocurrieron los atentados de Argel. Casi un mes después, el emir de la extensión regional de Al Qaeda para el Magreb, también mediante una grabación audiovisual, imponía las condiciones que cumplir para evitar verse afectado por sus actos de violencia: “que los musulmanes no estén cerca ni de instituciones gubernativas ni en especial de las relacionadas con la seguridad, ya que podrán ser blanco de los muyahidín, y que no se mezclen con los apóstatas y responsables públicos, alejándose de los lugares en que haya extranjeros, ya sean diplomáticos, del ámbito de los negocios o del turismo”. Riesgos y amenazas para el Mediterráneo Occidental En otro vídeo grabado el 10 de junio de 2007 por el emir de Al Qaeda en el Magreb Islámico, pero difundido unos días después, Abu Musab Abdelwadud dice que esa organización “fue creada para ensalzar la palabra de Dios y el Estado del Corán y para liberar a los pueblos del Magreb del puño de corruptos, tiranos y traidores, reconstruyendo la sociedad en base a la justicia, la religión y la moralidad, lo que conducirá a la unidad espiritual, geográfica y política, acabando 20 con la división y las diferencias”. Y, tras ese enunciado de sus objetivos panmagrebíes, continuaba luego en estos términos: “la unidad de los muyahidín del Magreb Islámico junto con los de Oriente, bajo un mismo estandarte y un mismo emir, constituye una importante iniciativa histórica con la que los muyahidín han conseguido algo de gran interés estratégico que teme Occidente, y las consecuencias de ello pueden ser determinantes de cara al futuro del combate entre Occidente y el Islam”. Por tanto, la retórica de Al Qaeda en el Magreb Islámico subraya un programa de actuación de ámbito preferentemente regional, enmarcado en la estrategia de la yihad global liderada desde Al Qaeda. Ello implicaría, por una parte, que en su punto de mira están sobre todo los actuales regímenes norteafricanos, a cuyas figuras de mayor rango critica implacablemente, casos sobre todo de Buteflika y Mohamed VI. Por otra, que las sociedades de los países magrebíes constituyen su población de referencia. Ahora bien, en otro comunicado, ahora fechado el 25 de febrero de 2007, la propia organización terrorista señalaba como lo que denominan sus “verdaderos enemigos” a “la alianza del mal de los judíos, los cruzados y sus esclavos los apóstatas y quienes les ayudan”, recordando pues la impronta a la vez takfir y antioccidental de su ideario. Esta segunda faceta, con implicaciones para ciudadanos e intereses extranjeros, sobre todo estadounidenses y europeos, en torno al Mediterráneo Occidental. Eso sí, Al Qaeda en el Magreb Islámico ha heredado de su antecesor, el GSPC, una especial hostilidad hacia Francia. Pese a que Al Qaeda en el Magreb Islámico continúa focalizando las operaciones de violencia en instituciones argelinas, particularmente contra las agencias de seguridad y el ejército, la transformación del GSPC en extensión regional de Al Qaeda para la región norteafricana implica un incremento en la amenaza yihadista para el conjunto de países que la componen y para otros en Europa, no sólo en la medida en que el núcleo decisorio de la organización liderada por Osama bin Laden adquiera una mayor relevancia en la evolución de la yihad global alrededor del Mediterráneo Occidental, sino también en la medida en que la nueva organización panmagrebí absorba o aglutine en torno a sí a grupos y redes neosalafistas que también se desenvuelven en ese mismo ámbito. Capacidad para amalgamar ese conjunto heterogéneo de actores relacionados con el entramado norteafricano del terrorismo yihadista no parece faltarle a la actual Al Qaeda en el Magreb Islámico, ni respecto a otros grupos armados originarios de la zona ni a redes y células hasta ahora independientes o sin afiliación específica. Es muy posible, por consiguiente, que Al Qaeda en el Magreb Islámico constituya un polo de atracción para quienes hasta ahora venían integrando otros grupos terroristas originarios de la misma zona geográfica, pero con menor envergadura y consistencia organizativa de la que tenía el GSPC aunque igualmente adscritos al movimiento de la yihad global. El Grupo Islámico Combatiente Marroquí o su casi equivalente, el Grupo Islámico Combatiente Libio, constituyen dos de esos casos, prácticamente desaparecida la homóloga facción tunecina de ambos. Se estima que el primero, siempre menos consistente y más amorfo que el de los neosalafistas argelinos, carece en la actualidad de una sólida articulación organizativa, en buena medida como resultado de las sucesivas operaciones policiales llevadas a cabo en algunos países europeos y en Marruecos, sobre todo tras los atentados de Casablanca en 2003 y Madrid en 2004. El segundo, que en apariencia dirige expresamente su animadversión hacia el régimen de Gadafi y enfatiza su agenda libia, se encuentra sin embargo en una situación organizativa aún más precaria si cabe. Por otra parte, antes de fusionarse con Al Qaeda, el GSPC había favorecido el establecimiento de células y redes terroristas en prácticamente toda la región norteafricana. A partir de 2005 se había ocupado de adoctrinar y adiestrar, tanto en territorio argelino como en el Sahel, a numerosos individuos reclutados en los países de la zona y en otros europeos. Quienes allí acudían eran posteriormente enviados a Irak, se unían a células de la propia organización terrorista argelina o retornaban al lugar en que habían sido captados. El regreso de yihadistas entrenados en tácticas de terrorismo e incluso con experiencia en zonas de conflicto, es un foco sustancial de amenaza para los países afectados. A finales de 2006 hubo tiroteos entre las fuerzas de seguridad tunecinas y un colectivo multinacional de yihadistas norteafricanos relacionados con el GSPC que querían atentar contra diplomáticos y embajadas en Túnez. En Marruecos se desbarataron ese mismo año numerosas redes y grupúsculos que asimismo estaban en contacto con el GSPC. Los individuos de origen tanto argelino como marroquí, tunecino o libio que han sido detenidos en Argelia durante los últimos dos años revelan, en suma, el potencial de movilización extremista que existe en la región. Sólo durante el primer trimestre del año 2007, además del casi medio centenar de individuos detenidos en Argelia por sus relaciones con el antiguo GSPC y Al Qaeda en CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA Nº 175 ■ FERNANDO REINARES el Magreb Islámico, se registraron más de cien en Marruecos, al menos una quincena conocida en Túnez, donde las fuerzas de seguridad abatieron otros diez, y algunos más en Mauritania. Resulta más que verosímil, por consiguiente, que la nueva extensión regional de Al Qaeda para el Magreb esté amalgamando, cuando no absorbiendo, a partir de un cuerpo central que consiste básicamente en lo que otrora fue el GSPC, a grupos y entramados de terrorismo yihadista existentes en la región, muchos de los cuales estaban ligados con anterioridad a la organización armada argelina. Este desarrollo configuraría una urdimbre norteafricana de terrorismo internacional especialmente habilitadora para la preparación y ejecución de atentados relacionados con el movimiento de la yihad global en general y con Al Qaeda en particular. Sin olvidar que el nivel de amenaza terrorista en la zona es elevado y difícilmente va a dejar de serlo a corto y medio plazo, si bien afecta en especial a países como la propia Argelia y Marruecos, sin perder de vista Libia o Túnez, donde un atentado de Al Qaeda tuvo ya lugar en 2002, concretamente en la isla de Yerba. Está por ver, ciertamente, la medida en que el potencial de Al Qaeda en el Magreb Islámico para actuar como actor regional se hace o no efectivo en un futuro próximo. A su vez, es previsible que el redimensionamiento de las redes norteafricanas del terrorismo yihadista incremente la amenaza no sólo sobre ciudadanos e intereses europeos en los países de la región sino también en sus propios confines territoriales. A lo largo de los últimos años, en algunos países europeos se detectaron y fueron desmanteladas numerosas células ligadas con el GSPC y que ahora lo estarían con la nueva extensión norteafricana de Al Qaeda. Individuos relacionados con aquellas tramas han sido detenidos desde el inicio de 2007 en el sur de Europa en países como Francia, España e Italia. Llegados a este punto, es oportuno recordar que, en una grabación en vídeo realizada por Abu Musab Abdelwadud y fechada el 10 de mayo de 2007, el emir de Al Qaeda en el Magreb Islámico afirma lo siguiente: “nosotros vamos a incrementar nuestras acciones y a ampliar nuestro radio de acción geográfico, y para confirmar esta promesa, hemos decidido que de ahora en adelante emplearemos como estrategia el método de las operaciones suicidas”. Por si hubiese dudas de a qué se está refiriendo, en ese mismo comunicado añade como aviso a los extranjeros no musulmanes que se encuentran en la región norteafricana: “tened cuidado con vuestros Nº 175 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA ■ propios pueblos de origen pues serán un objetivo y se les perseguirá”. ¿Supone Al Qaeda en el Magreb un peligro para España? Entre el otoño de 2001, tras los atentados del 11 de septiembre en la costa este de Estados Unidos y la aparición, apenas iniciado el año 2007, de Al Qaeda en el Magreb Islámico, ingresaron en centros penitenciarios españoles 228 individuos que habían sido detenidos por su implicación en actividades relacionadas con el terrorismo yihadista. Pues bien, una muy amplia mayoría de ellos proceden precisamente del Magreb. En concreto, constituyen un 77.7% del total. Se trata, para ser más exactos, de 178 personas, únicamente dos de las cuales son mujeres. Sólo 20, es decir apenas un 11.4% de esos magrebíes presos en España a lo largo de aquellos seis años por sus relaciones con grupos, redes y células de terrorismo yihadista, tienen la nacionalidad que corresponde a este país europeo. Un 51.1% había nacido en Marruecos, el 40.4% en Argelia, un 7.9% en Ceuta y Melilla, ciudades norteafricanas de soberanía española, mientras que apenas el 0.6% del conjunto era natural de Túnez. No hay constancia de súbditos libios en el colectivo de internos en centros penitenciarios españoles por delitos de terrorismo. Los numerosos individuos de origen magrebí que a lo largo de los últimos seis años han sido detenidos en España y enviados a prisión por actividades de terrorismo yihadista estaban relacionados con distintos grupos y entramados inmersos de uno u otro modo en el movimiento de la yihad global que tiene en Al Qaeda su núcleo originario y matriz permanente de referencia. En unas ocasiones se trataba de células vinculadas con el propio núcleo decisorio de esa estructura terrorista. En otras, de organizaciones bien desarrolladas, como el GSPC, luego transformado en Al Qaeda en el Magreb Islámico, u otras que han ido perdiendo consistencia formal, como el anteriormente mencionado GICM, aunque personas relacionadas con el mismo intervinieran en la planificación y ejecución de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid. Además, no son pocos los individuos de entre aquellos que han mantenido vínculos múltiples con esas y otras entidades como los autodenominados Mátires por Marruecos, el presentado como Grupo de Protectores de la Corriente Salafista o, en un sentido ya más genérico, Salafia Yihadia. En algunos casos, los individuos y las células relacionados directa o indirectamente con el GSPC, el GICM y otras redes afines, que vienen desarrollado actividades terroris- tas en España, han estado implicados en la planificación de atentados en el territorio nacional, pero en los últimos dos o tres años se dedican especialmente a la captación de personas, la movilización de recursos económicos y la facilitación de operaciones emprendidas, tanto dentro como fuera del país, por elementos de aquellas entidades yihadistas o de otras relacionadas con las mismas, como Ansar al Islam o la rama iraquí de Al Qaeda. En los últimos cuatro años, docenas o quizá ya unos centenares de jóvenes a veces todavía adolescentes y de adultos aún no suficientemente entrados en años han sido reclutados dentro de las colectividades musulmanas establecidas en España, al igual que en otros países europeos. En algunos casos, para trasladarlos luego a perpetrar atentados en determinadas zonas de conflicto armado como Irak, Afganistán o Chechenia. Pero antes, por lo común, para enviarlos al interior de Argelia o al desierto del Sahel, lugares donde el GSPC ha venido disponiendo de campos móviles de adiestramiento en el uso de armas y explosivos. Estos datos básicos sobre individuos, grupos y entramados relacionados con el terrorismo internacional en España, así como la proximidad geográfica entre los países de la ribera sur mediterránea y la Península Ibérica, que en buena medida explica aquellas evidencias, son fundamentales para interpretar el previsible impacto que un redimensionamiento de las tramas yihadistas en el Magreb y la formación de una rama de Al Qaeda en esta región, puede tener sobre la seguridad interior de España, al igual que de Francia o Italia, sin olvidar otros casos, como por ejemplo Bélgica o Países Bajos. Es en esas naciones donde las redes norteafricanas del terrorismo global se extendieron con especial notoriedad en el pasado, sobre todo desde los años noventa. Buena parte de las recientes detenciones relacionadas con le terrorismo yihadista que se han practicado en España son reveladoras de la función amalgamadora que estaría desarrollando Al Qaeda en el Magreb islámico. Acontecimientos como los atentados en Argel en abril de 2007, los sucesos de Casablanca en aquel mismo mes y otros incidentes terroristas ocurridos tras el surgimiento de Al Qaeda en el Magreb Islámico, que revelan cambios en el modus operandi del terrorismo yihadista norteafricano, pueden también interpretarse como preludio de atentados que la extensión regional de dicha estructura terrorista planea llevar a cabo tanto en la ribera sur del Mediterráneo Occidental como en la norte, incluida España. En febrero de este mismo año, 2007, Ayman Al Zawahiri emitió un men21 Bajo som bras de espadas saje en el que, tras referirse a la evolución del movimiento de la yihad global en el Magreb y mostrar su respaldo a los “leones” que batallan en esos denominados márgenes occidentales del Islam, añadió: “pido a Alá que os conceda que mantengáis vuestros pies firmes para obedecerle y que os conceda su ayuda y su victoria, y así liberéis el Magreb islámico e izéis el estandarte de la yihad para que ondee victorioso sobre su tierra, y que Alá os conceda el favor de pisar pronto con vuestros pies puros sobre el usurpado Al Andalus”. Más aún, la idea de recuperar violentamente Al Andalus ha permeado ya el discurso de las redes norteafricanas del terrorismo yihadista. En un comunicado fechado el 9 de enero de 2007, a poco de anunciar el cambio en su denominación por la de Al Qaeda en el Magreb Islámico, el GSPC se pronunciaba así: “abrazamos la yihad para cumplir con un precepto divino ineludible que se nos impuso desde la caída de Al Andalus y la venta de Palestina, y desde que nos dividieron las fronteras que inventaron los invasores”. En el mismo comunicado mediante el cual Al Qaeda en el Magreb se atribuyó la autoría de los atentados suicidas del 11 de abril de 2007 en Argel, esta organización evoca casi literalmente el mensaje difundido por Ayman al Zawahiri en febrero con un texto en el que puede leerse: “no envainaremos nuestra espada y no tendremos una vida feliz hasta que liberemos cada palmo de tierra del Islam de todo cruzado, apóstata y colaboracionista y hasta que nuestros pies purificados pisen el Al Andalus usurpado y nuestro Jerusalén profanado”. La amenaza terrorista de Al Qaeda en el Magreb Islámico se cierne, en suma, sobre ciudadanos e intereses españoles, en tanto que europeos y occidentales, en países como Marruecos, Argelia o Túnez, también Mauritania o Senegal, por ejemplo. Pero se trata igualmente de una amenaza en los confines del propio territorio español, también respecto a lo que el propio Ayman al Zawahiri, en otro comunicado hecho público en diciembre de 2006, definía como la “ocupación española de Ceuta y Melilla”, comparándola a lo que el principal estratega del terrorismo global asimismo describía como ocupación rusa de Chechenia y ocupación israelí de Palestina. Diríase que con estas palabras estaba demarcando una nueva zona de conflicto y proporcionando más justificaciones con previsibles consecuencias terroristas. El emir de Al Qaeda en el Magreb Islámico, en un vídeo emitido a mediados de abril de 2007, critica al monarca marroquí con estas palabras: “lo que tenía que hacer este sinvergüenza es recuperar Ceuta y Melilla, lim22 piándolas de la impureza de los españoles”. El redimensionamiento de las redes neosalafistas en los países norteafricanos del Mediterráneo Occidental y el surgimiento de Al Qaeda en el Magreb Islámico obligan, en definitiva, a repensar la amenaza que el terrorismo global supone actualmente para España. Para concluir La conversión del GSPC en Al Qaeda en el Magreb Islámico está redimensionando el terrorismo yihadista en la ribera sur del Mediterráneo occidental al atraer hacia sí otros grupos menores y numerosas redes que con anterioridad sólo estaban influenciadas y carecían de afiliación específica. Se trata de una evolución propiciada, en primer lugar, por el fracaso insurreccional de la organización armada argelina y, en segundo lugar, por las intensas relaciones que sus dirigentes entablaron con la rama iraquí de la estructura liderada por Osama bin Laden. Estos desarrollos tienen implicaciones en términos de seguridad que afectan tanto a la estabilidad de los regímenes y la cohexión social en los países de esa zona del Norte de África como a otros de la ribera norte del Mediterráneo Occidental, aunque no sólo. La aparición de Al Qaeda en el Magreb Islámico y sus conexiones en distintas naciones europeas, donde estaría amalgamando tanto a tramas ya afines como a células autoconstituídas y sin ligámenes previos con otros actores colectivos de la urdimbre yihadista, obligan también a repensar el alcance de una amenaza que en España compartimos con algunos más países del entorno inmediato, aunque en nuestro caso adquiera algunas características diferenciales. Está por ver, ciertamente, la medida en que el potencial de Al Qaeda en el Magreb Islámico se hace o no efectivo, al igual que las consecuencias de su evolución para ciudadanos e intereses europeos. Hace tiempo que las redes yihadistas de raigambre magrebí constituyen la principal amenaza terrorista para la mayor parte de los países europeos, y los actuales indicadores de movilización extremista a uno u otro lado del Mediterráneo Occidental acrecientan la inquietud. Prevenir el terrorismo yihadista originario del Norte de África, reducir nuestras vulnerabilidades ante dicho fenómeno, requiere una aplicación convenientemente adaptada y a la vez proporcionada de los correspondientes instrumentos y agencias de que disponen las democracias europeas, haciéndose necesario el mantenimiento de unos estándares elevados de la cooperación entre ellas. Ampliarla a los países del Magreb, donde se ciernen “sombras de espadas”, es una necesidad no exenta de preocupaciones derivadas, por una parte, del insatisfactorio marco de colaboración antiterrorista que existe entre las autoridades de esa zona y, por otra, de dilemas inherentes al tratamiento de los problemas de seguridad en regímenes de naturaleza autoritaria como los que, si bien con variaciones significativas de unos casos a otros, son propios de aquella región norteafricana. n Bibliografía “Algeria’s New Jihad”. Jane’s Terrorism and Security Monitor, mayo, 2007, págs. 1-3. Echevarría, Carlos. “La amenaza del activismo terrorista del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) argelino”, Real Instituto Elcano, ARI núm. 20, Madrid, 2007. Hadad, Saïd. “Le jihadisme au Maghreb: vers la fin des exceptions algérienne et marocaine?”, págs. 215-239 en Jean L. Marret (ed.), Les fabriques du jihad, Presses Universitaires de France, París, 2005. 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Fernando Reinares es Director del Programa sobre Terrorismo Global en el Real Instituto Elcano y Catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos. CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA Nº 175 ■