El Imperio Medio finaliza con una nueva época de inestabilidad, que se extiende durante 3 siglos (hasta aproximadamente el 1550 a. C.), en lo que se conoce como Segundo Periodo Intermedio. Se suceden las dinastías XIII a XVII, aunque no existe un poder unificado como tal y diversos faraones son coetáneos. Este periodo es también conocido como época hicsa, por la aparición de gran cantidad de gentes que proceden de Próximo Oriente a los que se denominó hicsos (heqa jasewet, “reyes extranjeros”, en egipcio). Según el historiador del s. II a. C. Manetón procederían de Anatolia. En la tradición egipcia quedaron como un pueblo invasor, de gentes oscuras que arrasaron las ciudades y usurparon el poder. Habrían llegado hacia el s. XVII a. C., aunque en el Delta del Nilo ya había asentadas gentes proximoorientales con anterioridad. Tradicionalmente se les asigna las dinastías XV y XVI, y el rey más conocido es Apofis I (s. XVI a. C.). Jarra con el cartucho de Apofis I localizado en Almuñécar Aunque las crónicas egipcias describían a los hicsos como un pueblo guerrero que había conquistado el país de forma violenta, lo cierto es que su poderío parece más comercial y económico. Encontramos restos de sus intercambios comerciales en el mundo griego (Cnosos, en Creta), entre los hititas (Hatusa), en Mesopotamia e incluso en el sur de la Península Ibérica. A comienzos del s. XVII a. C. gobernaba en Tebas un grupo familiar que ha pasado a la historia como la Dinastía XVII. Entre ellos destacan personajes como Taa I, Taa II, Kamose y Amosis, quienes fueron enfrentándose militarmente a los gobernantes hicsos, a lo largo de mucho tiempo. Finalmente, hacia el 1550 a. C. Amosis lograría expulsarlos de suelo egipcio, siendo considerado por lo tanto como refundador del país: con él se inicia la poderosa dinastía XVIII y el Imperio Nuevo. Tras la expulsión de los hicsos consiguió avances en el extranjero, llegando a controlar territorios en Nubia, al sur, y en Canaán, al noreste. Impuso en todo el país el culto a Amón, dios principal de Tebas, su ciudad de origen. En sus últimos años dedicó grandes recursos (se cita un 10% anual) a la reconstrucción y edificación de templos dedicados a los dioses tradicionales. Tras su reinado Tebas, en el Alto Egipto (actual Luxor), se consolidó como capital del país (antes lo había sido Menfis, en el Bajo Egipto). Mandó construir una pirámide en Abidos, la antigua necrópolis del Alto Egipto, última de estas construcciones que se hizo en Egipto. Hecha según el sistema de relleno arenoso y de escombros recubierto de caliza, hoy apenas es un montículo de unos 10 metros de alto. Se cree que pudo tener unos 50 metros de base por 40 de alto. Su sucesor fue Amenofis I (también llamado Amenhotep), cuyo reinado finaliza hacia 1504 a. C. Se le considera precursor de la necrópolis del Valle de los Reyes, aunque no se ha encontrado allí su tumba (si bien sí su momia, en el famoso escondrijo TT320). Le sucedió Tutmosis I, de quien conservamos un obelisco en Karnak, el gran complejo templario de la ciudad de Tebas. Es el primer rey cuya tumba ha podido ser localizada en el Valle de los Reyes, por lo que se cree que es el fundador de esta necrópolis real. Tutmosis II, su hijo, le sucedió, aunque por breve tiempo. Sabemos que se casó con su hermanastra, Hatsepsut, hija primogénita de Tutmosis I, probablemente para legitimar su posición, ya que sería hijo de una esposa “secundaria”. Fue verdaderamente Hatsepsut quien, tras la temprana muerte de su marido, asumió el poder, ante la minoría de edad del hijo de Tutmosis II con una concubina, que fue elegido “nominalmente” como Tutmosis III, siendo destinado a casarse con la princesa real Neferura, única hija de Tutmosis II y Hatsepsut. Logró ser nombrada faraón de las Dos Tierras con el apoyo de la clase sacerdotal, lo que aceptó el joven Tutmosis III, que no contaba con apoyos de peso. A cambio, dedicó gran parte de sus esfuerzos a la restauración y ampliación de templos y capillas por todo Egipto, principalmente en Tebas. En Deir-el-Bahari, en la orilla occidental del Nilo, mandó construir un gran edificio, el “Templo de los millones de años”, encargándoselo a su arquitecto Senenmut. El gran templo de Hatsepsut se inserta en un gran conjunto religioso construido en la orilla occidental de Tebas, si bien es el de mayor magnificencia por su atrevimiento y originalidad. Se conservan además otras construcciones de Amenofis I o Ramsés II. Senenmut alineó el templo con la entrada del templo de Amón en la orilla oriental, y niveló el terreno, jugando con las terrazas naturales para integrar el edificio con el entorno rocoso. Una serie de patios superpuestos, sostenidos por columnatas, se unen por rampas de acceso. En origen, estas terrazas se hallaban cubiertas de vegetación que incluía árboles de incienso. Una gran avenida de esfinges, hoy desaparecida, unía este templo con el embarcadero del Nilo. Tutmosis III consiguió acceder al poder real tras la muerte de su madrastra Hatsepsut, y en su largo reinado en solitario realizó numerosas campañas militares en Asia y Nubia, llegando incluso al Éufrates. Contribuyó a la construcción del gran templo del dios Amón en Karnak, dejando testimonio de sus victorias militares, donde mandó erigir siete obeliscos, hoy repartidos entre las ciudades de Roma, Estambul, Londres y Nueva York. Tras una serie de faraones que mantuvieron el poderío egipcio, con notables construcciones y campañas militares en el exterior, encontramos uno de los episodios más extraños de la historia de Egipto: el reinado de Amenofis IV o Ajenatón (1353-1336 a. C.) En su no muy largo reinado decidió cambiar la capital de Tebas a un nuevo asentamiento, llamado Ajetatón (“Horizonte de Atón”) y decretó un culto religioso único al dios Atón, frente al panteón múltiple encabezado por Amón. Impulsó además una nueva estética, “feísta”, con representaciones extrañas y desproporcionadas de él y sus familiares. Estuvo casado con la famosa y bella Nefertiti, cuyo retrato policromado se conserva en Berlín. La intención última del cambio religioso parece estar relacionada con la reducción del poder de la fuerte clase sacerdotal de Amón, con el faraón como único intermediario entre el pueblo y el dios solar Atón, bajo el culto del sol de la tarde. La nueva capital, Ajetatón, se halla en el-Amarna, a medio camino entre las antiguas capitales de Menfis y Tebas. Contaba con un templo a Atón, el palacio real, archivos y viviendas para los nobles, pero su duración fue breve. Poco después de la muerte de Ajenatón fue abandonada, y en los años siguientes sus construcciones desmanteladas para nuevos edificios en zonas vecinas. Templo de Atón Tablilla cuneiforme Tras el breve reinado del enigmático Semenejkara (unos dos años), quien al parecer pudo ser corregente durante los últimos años de Ajenatón (su hermano, la propia Nefertiti que asumiría el poder????), asume el trono el jovencísimo Tutankamón, quien reinó apenas nueve años, hasta 1327 a. C. Aparece citado en sus primeros años como Tutanjatón, durante el periodo “revolucionario” del culto a Atón, aunque finalmente adopta el nombre “tradicional”. Su reinado no es especialmente importante, debido a su brevedad y a su escasa edad, que le impidió realizar grandes hechos, si bien es el faraón más famoso de Egipto a causa de que su tumba en el Valle de los Reyes es la única que ha llegado (casi ) intacta hasta nuestros días. Es la famosa KV 62, localizada por Carter y Carnarvon en noviembre de 1922, que acogía, junto al cuerpo momificado del joven rey, unos 5.000 objetos de ajuar funerario que fueron extraídos y clasificados a lo largo de ocho años. Entre ellos hay cuatro carros desmontados, tres camas, numerosas prendas de ropa, calzado, joyas, ofrendas alimenticias y florales, arcos, bastones, estatuillas, cuatro capillas funerarias superpuestas y cuatro ataúdes, uno de piedra, dos de madera dorada y uno de oro macizo de más de 110 kg de peso. La momia se hallaba cubierta en su parte superior por la increíble máscara de oro con lapislázuli que se ha convertido en la pieza más famosa del Museo de El Cairo. Código A B C D E F Estancia Dimensiones m Escalera 4,7 x 1,6 Corredor 7,6 x 1,7 Antecámara 3,6 x 8,0 Anexo 2,6 x 4,3 Cámara funeraria 6,4 x 4,0 Cámara Tesoro 3,8 x 4,7 Superficie Total = algo más de 100 m² Área m² 7,5 12,9 28,8 11,2 25,6 17,9 A Tutankamón sucedió durante breve tiempo Ay, un alto dignatario cercano a la familia real, de edad avanzada, que desposó a la viuda de Tutankamón para legitimar su posición en el poder. Horemheb, su sucesor, fue el último faraón de la dinastía XVIII. Debió de tomar el poder tras la muerte de Ay, aprovechando su alta posición en la corte, pero no pertenecía a la familia reinante. Era un célebre líder militar que retornó con fuerza al viejo culto politeísta centrado en Amón. Al parecer no tuvo descendencia masculina y fue sucedido por su chaty Paramesu, que tomó el nombre de Ramsés I, fundando una nueva Dinastía, la XIX. El reinado de Ramsés I fue muy breve, apenas año y medio, y le sucedió su hijo Seti I, de carrera militar como su padre, que gobernó el país durante unos quince años, hasta el 1279 a. C. Persiguió el culto de Atón y procedió a demoler la ciudad de Ajetatón, borrando toda memoria visible de ese periodo, emprendiendo grandes obras que retomó y concluyó su hijo Ramsés II, ya que por el corto reinado de sus antecesores habían quedado inconclusas. Pese a la intensa tarea de construcciones llevada a cabo por Ramsés II, lo cierto es que parte de las obras que se le atribuyen habían sido ya empezadas. Ramsés II subió al trono relativamente joven, aunque ya había sido asociado al poder por su padre, y reinó durante 66 años, hasta el 1224 a. C. Es uno de los faraones más conocidos por la enorme cantidad de edificios y estatuas que nos han llegado, y pasó a la historia como uno de los reyes de Egipto más poderosos. Fue atacado al poco de empezar su reinado por los hititas, enfrentándose en el quinto año de su reinado a un fuerte ejército en la Batalla de Qadesh (norte de Siria), que acabó sin una victoria clara (pese a que Ramsés se atribuye grandes hazañas personales durante ese combate en diversos textos). La temprana muerte del rey hitita, Muwatallis II, y la lucha sucesoria que se desencadenó en el reino anatolio, le permitieron controlar mejor la zona, hasta la firma definitiva de la paz unos años después. Emprendió una política constructiva sin precedentes en el Imperio egipcio, aunque también recurrió a apropiarse de construcciones previas mediante inscripciones y plasmación de escenas con su imagen en las paredes. Amplió el templo de Osiris en Abidos, el Osireion. Agrandó notablemente el templo de Amón en Tebas Terminó la sala hipóstila del templo de Amón en Karnak Construyó un templo funerario junto al Valle de los Reyes, el Rameseum Construyó los grandes templos de Abu Simbel, en Nubia, de los cuales el mayor está dedicado a los grandes dioses Amón, Ra y Ptah y él mismo es adorado como divinidad. El templo pequeño está dedicado a la diosa Hathor. Finalmente, trasladó la capital de Tebas a la zona donde se levantaba la antigua capital de los hicsos, Avaris, en el Delta (muy al norte de Tebas). Probablemente en sus obras trabajaron obreros hebreos procedentes de campañas militares en Canaán. Conocemos su aspecto con fidelidad, ya que todas sus estatuas muestran un notable parecido entre sí, aunque le representan en un momento de plenitud adulta, pese a haber llegado casi a centenario. El templo de Amón en Tebas fue iniciado por Amenofis III. El conjunto fue creciendo a lo largo de los años, con numerosas salas, capillas y edificios anexos, hasta formar un enorme complejo religioso de proporciones majestuosas. Tras un periodo de abandono durante los años “heréticos” de Ajenatón, se retomaron las obras en tiempos de Tutankamón, aunque fue Ramsés II quien más contribuyó a su magnificencia, añadiendo el pilono (entrada monumental), dos obeliscos, seis estatuas suyas colosales (dos sentados y cuatro de pie), así como un gran patio con pórticos. El nuevo patio se alinea hacia el gran complejo de Karnak, por lo que no mantiene el eje general del templo, aunque esto está hábilmente disimulado. En los últimos años del reino de Egipto (dinastías XXV y XXX) se añadieron nuevas construcciones (el muro del recinto, un nuevo ante-patio), así como la avenida de esfinges que lo unía a Karnak. En época romana fue convertido en fortaleza, por lo que los sacerdotes escondieron algunas estatuas enterrándolas, para protegerlas. En las inmediaciones de Tebas se encuentra el gran complejo religioso de Karnak, comenzado a construir por Sesostris I en el Imperio Medio y con añadidos continuos hasta época Tolemaica, poco antes de la conquista romana. Se unían en este recinto capillas, templos, pilonos y edificios varios dedicados a distintos dioses, aunque el culto principal se dirigía a la Triada Tebana: Amón, su esposa Mut y su vástago Jonsu. Es el recinto religioso más grande del Mundo Antiguo, y comprende cuatro partes principales: los Santuarios de Amon, de Mut, de Montu y el templo de Amenofis IV, que se desmanteló poco después de su construcción, así como otros recintos menores. Una avenida de esfinges con cabeza de carnero une esta zona con el templo de Luxor. Hasta 30 faraones contribuyeron a las construcciones. Presenta elementos que no son originales, pero su tamaño y número son únicos. La Sala Hipóstila cubre un área de 5000 metros cuadrados, con 134 columnas dispuestas en 16 filas; de ellas, 122 miden 10 metros de alto, y otras 12 se levantan hasta los 21 metros, con más de 3 de diámetro. Los arquitrabes pueden pesar hasta 70 toneladas; se cree que se emplearon enormes rampas para arrastralos hasta su posición. Se ha comprobado que las columnas se montaban “en bruto” y el trabajo final de talla y pulido se realizaba una vez construido el edificio, para evitar daños durante el transporte. El Santuario de Amón-Ra, deidad suprema de la Triada Tebana, es el principal del complejo y también el de mayor tamaño. La caliza usada para la construcción procede de unos 150 km al sur, y era traída en barco por el Nilo. Es el único que se visita actualmente. Mide unas 25 hectáreas y presenta dos ejes principales; todo él está en un recinto amurallado, con hasta diez pilonos (puertas monumentales) que franquean el acceso desde el oeste y desde el sur. Incluye la Gran sala Hipóstila, varios templos y patios e incluso un lago sagrado. Segundo pilono Octavo pilono Lago sagrado y Noveno y décimo pilonos en restauración Columna de la Gran Sala Hipóstila Tutmosis III luchando contra los enemigos asíaticos (Séptimo pilono) El Santuario de Mut está situado al sur del de Amón; la diosa Mut era adorada como esposa de Amón. Poseía su propio lado sagrado, en forma de creciente. Los restos que quedan del templo de Mut son escasos, pues fue desmantelado en época antigua para aprovechar el material constructivo. Se recuperaron unas 600 estatuas de granito negro en el patio adyacente al templo. Una avenida de esfinges unía este Santuario con el de Amón. El Santuario de Montu estaba dedicado al dios de la guerra, su tamaño era mucho menor que el de los otros dos y no está abierto al público. La estructura más visible es una puerta monumental de época tolemaica. Ajenatón mandó construir un templo en honor del dios Atón al este del Santuario de Amón, aunque su construcción apresurada facilitó el posterior desmantelamiento sistemático una vez finalizado el periodo “herético”. Al parecer carecía de tejado (para recibir los rayos del sol) y era de grandes dimensiones (130 x 216 m), pero su destrucción fue tan total que es difícil observar su trazado. Se emplearon miles de bloques de piedra de tamaño estándar, llamados talalats (1 codo por medio codo por medio codo), que ahora pueden encontrarse reaprovechados en zonas como la Gran Sala Hipóstila o el Segundo Pilono. Algunos de los talalats que presentaban escenas pintadas o en relieve han podido ser remontados por los arqueólogos. Probablemente la construcción más famosa que ordenó ejecutar Ramsés II son los templos excavados en la roca de Abu Simbel, al sur de Egipto (casi en la frontera con Sudán). El argumento es conmemorar la batalla de Qadesh frente a los hititas e impresionar a los habitantes de la zona con el poderío egipcio. En los años 60, a causa de la construcción de la presa de Asuán, su destino era quedar sumergidos por el embalse, por lo que un impresionante proyecto internacional los desmontó piedra a piedra y los volvió a montar en una colina artificial situada unos 200 metros más retirada y 65 metros más alta con respecto al agua. La construcción duró unos 20 años, entre aproximadamente el 1264 y el 1244 a. C. Con el paso del tiempo la arena fue cubriendo la zona, y hacia el s. VI a. C. llegaba a las rodillas de las estatuas. A comienzos del s. XIX fueron redescubiertos por los primeros viajeros europeos, que ni siquiera pudieron entrar por la gran cantidad de arena que los cubría. En 1817 Belzoni, uno de los principales pioneros, logró retirar arena suficiente como para entrar , llevándose los objetos que halló. El Gran Templo está dedicado a los dioses Amon, Ra y Ptah, así como a Ramsés divinizado. En la fachada, de 35 metros de anchura, se alinean cuatro estatuas del faraón sentado, con la doble corona, que miden unos 20 metros de altura. Una de ellas fue afectada por un terremoto y sus restos se hallan a sus pies. Todo el complejo se excavó en la roca, no hay sillares o fragmentos añadidos. Las estatuas que están junto a las piernas de Ramsés representan a su esposa principal Nefertari, a su madre y a ocho de sus hijos. Sobre la entrada aparece el propio Ramsés representado en dos ocasiones, adorando al dios Ra, de cabeza de halcón. Sobre ellos, una fila de 22 babuinos, con sus brazos alzados, supuestamente adorando al sol naciente. En la fachada además se grabó una estela que narra el matrimonio de Ramsés II con una hija del rey hitita Hattusili II. En planta es complejo, con un desarrollo hacia el interior en cámara sucesivas, cada vez de menor tamaño, con algunos pasillos ciegos hacia los lados. La primera sala, hipóstila, mide unos 18 metros de fondo por casi 17 de anchura, está sostenida por ocho pilares que representan a Ramsés como Osiris, dios del Inframundo. Los bajorrelieves muestran escenas militares, especialmente de la batalla de Qadesh. Desde ahí se accede a una segunda sala, ésta con cuatro pilares decorados con escenas de ofrendas a los dioses por parte de Ramsés y Nefertari. Al fondo, la entrada al santuario, donde sobre un muro negro se excavaron cuatro estatuas de figuras sentadas: Ra, Ramsés, Amon y Ptah (los dioses eran las principales divinidades de Heliópolis, Tebas y Menfis, respectivamente). El eje del templo se orientó para que, cada 21 de octubre y cada 21 de febrero (61 días antes y 61 días después del Solsticio de Invierno), el sol entrase hasta el fondo del santuario, iluminando tres de las estatuas: Ptah, dios relacionado con el Inframundo, quedaba en penumbra. Se cree que debido al cambio en la ubicación del templo, el fenómeno se ha desplazado un día, hasta el 22 de cada mes. El Templo Pequeño está dedicado a Hator y Nefertari, y se construyó unos 100 metros al noreste del Gran Templo. La fachada muestra dos grupos de estatuas colosales, de unos 10 metros de alto, separadas por la puerta de entrada. Las estatuas representan a Ramsés y Nefertari (cuatro y dos). Es excepcional que ambos sean del mismo tamaño, habitualmente las reinas eran representadas mucho más pequeñas que el faraón. Las estatuas pequeñas entre las mayores representan a algunos de los hijos de Ramsés. En planta es similar al Gran Templo, aunque simplificado: la sala hipóstila sólo tiene seis pilares, decorados con escenas que representan a la reina acompañada de diversos dioses. Los relieves de las paredes muestran escenas glorificando a Ramsés. En el santuario interior, una representación de la diosa Hator representada como una vaca parece salir de un nicho en la montaña.