IX CONGRESO DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA

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IX CONGRESO DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA ECONÓMICA
SESIÓN SIMULTÁNEA 11: «Cooperativas y redes de asociacionismo en Europa y en
América Latina: un análisis comparado, siglos XIX y XX».
Coordinadores: Cándido Román Cervantes (Universidad de La Laguna)
y Ana María Mateu (Conicet y Universidad Nacional de Cuyo).
«Cooperativismo,
estrategias
asociativas
y
comercialización
en la agricultura intensiva almeriense»
El desmantelamiento de la intervención franquista en agricultura a finales de los años
70 coincidió con el despegue de un nuevo modelo agrícola en el Sureste español, cuyo
desarrollo posterior terminaría por transformar radical y espectacularmente la estructura
económica de la provincia de Almería. Desaparecido el Sindicato de Frutos y Productos
Hortícolas, las cooperativas de comercialización de hortalizas extra tempranas y la iniciativa
privada protagonizaron el devenir del sector exportador almeriense. En este sentido, a partir
de 1977 destacó la actividad de la Asociación Provincial de Empresarios CosecherosExportadores de Hortalizas de Almería (Coexphal).
La comunicación se divide en dos bloques. En la primera parte, analizamos el
significado de la agricultura comercial para la economía almeriense durante el siglo XX y
repasamos los antecedentes asociativos al fenómeno que nos interesa, que no es otro que el
de la exportación hortofrutícola a partir de los años 70. A continuación analizamos el
desarrollo de las entidades asociativas agrarias relacionadas con la horticultura intensiva bajo
plástico, y su papel como canalizadoras del desarrollo económico de los últimos cuarenta años
en Almería.
Bienvenido Marzo López
Universidad de Almería
Dpto. de Economía Aplicada
04120 Almería
bmarzo@ual.es
Cooperativismo, estrategias asociativas y comercialización
en la agricultura intensiva almeriense
Bienvenido Marzo López
Universidad de Almería
1. La agricultura de exportación almeriense en perspectiva histórica
La agricultura de exportación comparte con la actividad minera un lugar de
privilegio en la historia económica contemporánea de la provincia de Almería. La
especialización en este tipo de agricultura comercial ha sido una constante en buena
parte del litoral mediterráneo español, pero la particularidad del caso almeriense
radica en que la existencia de régimen pluviométrico especialmente duro y la pobreza
de la mayoría de los suelos agrícolas de la provincia impidieron que la actividad
hortofrutícola alcanzara el desarrollo logrado en otras zonas del levante peninsular. No
es de extrañar, por tanto, que algunos de los productos que a lo largo de los dos
últimos siglos han alcanzado cierta relevancia en el capítulo almeriense de
exportaciones hayan sido los propios de espacios áridos.1
Sin embargo, las prácticas culturales de las familias campesinas consiguieron,
en algunas zonas concretas de la provincia, adaptar algunas variedades de regadío
ocasional a la severidad de las condiciones ambientales y edáficas del territorio. El
ejemplo paradigmático de esta excepción histórica lo constituye el parral. La
exportación de uva de mesa para su consumo en fresco conectó una provincia aislada
de sus vecinos más próximos con el mercado frutero internacional desde mediados del
siglo XIX hasta los años 70 del XX, encabezando durante décadas ese segmento de las
exportaciones españolas. En una escala mucho menor, la remisión de naranjas
almerienses al extranjero adquirió también una cierta relevancia durante el
1
Como, por ejemplo, la barrilla o el esparto en rama para su transformación industrial. Vid. Sánchez
Picón (1992).
2
franquismo, pero sin alcanzar nunca volúmenes siquiera parecidos a los del comercio
exterior valenciano.
Sin embargo, y a pesar de la relevancia que para la economía provincial
tuvieron estas producciones en su momento, el episodio exportador más significativo
de los últimos dos siglos se ha desarrollado de la mano de la actual horticultura bajo
plástico, que ha liderado el desarrollo económico reciente de la provincia desde finales
de los años sesenta.2
Históricamente, la horticultura almeriense se ciñó a las vegas de los ríos y al
autoconsumo local, al margen de algunas exportaciones puntuales de tomates o
cebollas por los puertos de la capital y de Adra. Una escasez de lluvias de tintes
semiáridos, la reducida presencia de cursos de agua superficiales y el escaso desarrollo
de la tecnología para el alumbramiento de pozos que impidieron el avance del parral
más allá de las 6.500 hectáreas que ocupó durante el primer tercio del siglo XX. Al
mismo tiempo, estos condicionantes bloquearon también la intensificación de los
cultivos tradicionales de huerta, a pesar de las potencialidades de un clima idóneo para
la obtención de cosechas notables durante buena parte del año.
En los años 60, conforme la actividad uvera iba perdiendo dinamismo3,
comenzaba a insinuarse en el litoral una nueva especialización agrícola. Los nuevos
regadíos, impulsados por el Instituto Nacional de Colonización, y la aplicación a gran
escala de la técnica del enarenado, tradicional en la zona, consiguieron romper el
bloqueo tecnológico que con anterioridad había impedido el aprovechamiento
intensivo de las condiciones climáticas de la comarca.4 A esto se sumo el uso de
cubiertas de plástico para el adelantamiento de los cultivos. En resumidas cuentas,
puede decirse que el éxito de la agricultura almeriense ha descansado en el ejercicio
de un triple control sobre los recursos disponibles en el entorno: del sustrato de
plantación (enarenando las parcelas), de la fertirrigación (a través del riego por goteo)
2
Para un análisis en detalle del proceso de convergencia que ha vivido la economía almeriense en los
últimos 40 años, así como del sistema productivo local que se ha generado alrededor de la agricultura
intensiva, véase la comunicación que los profesores Aznar y Sánchez Picón, también de la Universidad
de Almería, presentan a este mismo Congreso, dentro de la sesión plenaria sobre «Empresas y distritos
industriales en el mercado mundial».
3
Marzo López (2005).
4
Rivera Menéndez (2000).
3
y de las condiciones ambientales (con la generalización de invernaderos de plástico
sobre las estructuras metálicas tradicionales del parral).5 Frente a la secular imagen
estática del campo, un proceso continuo de innovación y transformación durante más
de 40 años ha terminado por dar forma a uno de los sectores líderes de la economía
andaluza. Además, en unas condiciones de expansión de la oferta y de la demanda, las
empresas comercializadoras han alcanzado los primeros puestos en el ranking tanto de
los operadores del mercado interior como de los exportadores, y compitiendo a nivel
global con las producciones holandesas, que cuentan con una tradición y unos niveles
de organización mucho mayores.
Además de por su volumen y por su relevancia económica, con efectos de
arrastre sobre la demografía y el resto de sectores económicos de la provincia,6 la
horticultura protegida de Almería presenta una diferencia fundamental con el
tradicional negocio uvero, que la precedió en el tiempo. En apenas cuarenta años de
historia, la comercialización hortofrutícola ha evolucionado de una manera mucho más
dinámica que los ciclos exportadores precedentes. Si en los primeros años sesenta, la
mayor parte de la producción hortícola almeriense llegaba al mercado nacional a
través de operadores comerciales ajenos a la región que compraban al agricultor «a
pie de campo», pronto comenzaron a surgir estructuras en origen para la venta
centralizada de la producción (las alhóndigas). Una década más tarde se comenzó a
exportar directamente desde Almería a gran escala, de la mano de una serie de
cooperativas, sociedades agrarias de transformación y sociedades mercantiles locales.
La exportación ha ido ocupando cada vez un espacio cada vez mayor en la
agricultura almeriense (ver Gráficos 1 y 2), y se ha visto obligada a crecer y a
evolucionar adaptándose a una doble y férrea intervención administrativa: la española
y la europea. Por otro lado, el progresivo aumento, desde finales de los años setenta,
de la ratio de exportaciones con respecto a la producción total ha ido transformando
paulatinamente la estructura inicial de los canales de comercialización, consolidándose
finalmente un modelo dual (en origen y en destino). Al mismo tiempo, se ha
desarrollado un notable movimiento asociativo que, a pesar de arrastrar todavía
5
6
Jaén y Ruiz (2002).
Al respecto véase Sánchez Picón (2005) y, en general, Molina, dir. (2005).
4
muchas de las inercias y de los problemas de gestión originarios, lidera actualmente la
economía social de la región y es una de los más destacados de España.
Gráfico 1: Producción y exportación de hortalizas en Almería (1980-2003). En kilos
3.000.000
2.500.000
2.000.000
1.500.000
1.000.000
500.000
0
1980 1982 1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002
Producción
Exportación
Fuente: Consejería de Agricultura y Dirección General de Aduanas. Elaboración propia.
Gráfico 2: Porcentaje de exportación sobre producción en Almería (1980-2003)
70
60
50
40
30
20
10
0
1980 1982 1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002
Fuente: Gráfico 1.
5
En esta comunicación se aborda el estudio de las estrategias colectivas de
comercialización en la exportación hortofrutícola almeriense, analizando sus
antecedentes y su proceso conformación y evolución. Para ello se parte, en primer
lugar, de la constatación de los eximios antecedentes históricos del movimiento
cooperativo en la agricultura local, para pasar a describir la contradicción recurrente
entre el dinamismo y la versatilidad (entendida como capacidad de adaptación al
mercado) del sector exportador, y la rigidez de un marco normativo pensado para
mantener difíciles equilibrios entre productores, productos y territorios, tanto a nivel
nacional como europeo. La idea, en suma, es describir, aunque sea grosso modo, el
entorno institucional en el que se ha desarrollado el asociacionismo agrícola para la
comercialización en Almería, hasta llegar a convertirse en la punta de lanza de la actual
agricultura de primor.
Precisamente en este punto radica la novedad del actual negocio hortícola con
respecto a sus antecedentes más directos: en la manera en cómo una parte
significativa de la oferta ha respondido a los retos de la comercialización conjugando la
primera persona del plural, con una gestión colectiva de las ventas en un entorno
fuertemente competitivo. Así como también en el hecho de que la actividad de las
entidades asociativas agrarias impulsó una transformación en la manera de vender
(teniendo en cuenta la situación anterior a escala local), a fuerza de avanzar posiciones
en la filière. Su labor, en resumen, ha favorecido el desarrollo del sector, permitiéndole
aprovechar las oportunidades de un largo proceso de integración en Europa.
2. La intervención durante el franquismo y el cooperativismo inducido
Terminada la Guerra, el Gobierno franquista designó a un delegado de los
Ministerios de Agricultura e Industria y Comercio al frente de la Cámara Oficial Uvera,
el órgano corporativo que desde 1924 se había encargado de la regulación del negocio
uvero provincial, y que había sobrevivido a la confrontación por la importancia
6
estratégica del cultivo de exportación almeriense.7 Hasta que dicha entidad fue
absorbida por la Delegación Provincial en Almería del Sindicato de la Vid, Cervezas y
Bebidas el 2 de septiembre de 1941 (justo al inicio de la campaña uvera). 8 Dos años
después, en noviembre de 1943, las funciones interventoras sobre el negocio uvero
pasaron a depender definitivamente y hasta 1977 del recién creado Sindicato de
Frutos y Productos Hortícolas.9
Con la puesta en funcionamiento de estas nuevas entidades administrativas se
vio cortado de raíz el incipiente proceso de organización de la oferta uvera almeriense
bajo fórmulas cooperativas, por muy politizadas que éstas estuvieran, ya que a la
altura de 1942 todas éstas habían desaparecido o estaban inactivas (al menos según la
escasa documentación conservada). No obstante, fueron las propias autoridades
franquistas las que, desde fechas muy tempranas, recomendaron la creación de una
«cooperativa de producción y venta» a la que se incorporaran todos los productores
de Almería y de las vecinas provincias de Murcia, Granada y Málaga, desde la que
comercializar el fruto de forma centralizada y ordenada.10
Sin embargo, nunca llegó a organizarse nada parecido, y a partir de los años 40
desapareció la tradicional «libertad de acción» del exportador almeriense. El control
de las divisas que generaba la exportación uvera y el hecho de ser la principal actividad
económica provincial de la época hizo si cabe más intensa la vigilancia de las
autoridades
franquistas sobre
el negocio.
De hecho, las estructuras de
comercialización se transformaron radicalmente, y en un doble sentido. Por un lado,
ante la imposibilidad de exportar a los tradicionales mercados europeos durante la
7
Sobre la Cámara Oficial Uvera de Almería pueden consultarse Sánchez Picón (1992) y Marzo López
(2006).
8
Delegación Provincial del Sindicato de la Vid, Cervezas y Bebidas (1943), p. 3.
9
Memoria Anual de la Delegación en Almería del Sindicato de Frutos y Productos Hortícolas (1943). A
nivel nacional, este sindicato había sido creado por Decreto de 1 de agosto de 1941. En él se integraron,
en virtud de la Orden Ministerial de 25 de marzo de 1942, el anterior Sindicato Nacional de la Naranja,
de la Almendra y el resto de organismos encargados de la intervención sobre la producción
hortofrutícola, desapareciendo oficialmente.
10
Sindicato Nacional de la Vid, Cervezas y Bebidas. Delegación de Almería. Informe sobre la labor
desarrollada por este Sindicato durante la Campaña Uvera de 1942 (aunque a primera vista no lo
parezca, se trata de un documento diferente al citado en la nota anterior). Vid. también Archivo
Histórico Provincial (en adelante AHPAL), AISS G-221: «Ligeras consideraciones para una organización
sindical de la producción uvera de Almería. 31 de mayo de 1940». Sobre el caos de la comercialización
uvera en los primeros años del franquismo y los comportamientos especulativos que se generalizaron,
cfr. AGRICULTURA (1940).
7
Segunda Guerra Mundial y la posguerra europea, irrumpió el mercado nacional, cuya
significación en los años anteriores no había llegado a superar el 1% anual.11 Y por el
otro, a lo largo de todo el franquismo el Sindicato de Frutos controló la salida de la uva
al extranjero mediante el sistema de cupos o licencias de exportación. De hecho, y
aunque apenas se conserva documentación de la época, podemos sospechar, con el
aval de las fuentes orales, que el sistema de licencias de exportación y el mercadeo con
las divisas obtenidas enturbió notablemente el negocio uvero almeriense.12 Asimismo,
el sistema de comercialización que funcionó durante el franquismo incentivó los que
algunos autores han denominado «colonización» por parte de agentes de otras
provincias.13 Buena parte de los parraleros almerienses dejaron de exportar por su
cuenta, y pasaron a vender «a pie de parra» a comerciantes levantinos que, tras la
manipulación del fruto en origen o en sus propios almacenes, reexpedían la uva al
exterior desde sus lugares de origen.14
Gráfico 3: Ventas de uva almerienses con destino Murcia (1941-1976). En toneladas
45.000
40.000
35.000
30.000
25.000
20.000
15.000
10.000
5.000
0
1941 1944 1947 1950 1957 1960 1963 1966 1969 1972 1975
Ventas con destino Murcia
Ventas al mercado nacional
Exportación
11
Bosque Maurel (1960).
«Durante la etapa autárquica posterior a la Guerra Civil y tras el desbloqueo a la economía española,
las exportaciones de uva volvieron a vivir una fase de esplendor, si bien, ésta fue debida más a
actividades especulativas vinculadas al comercio exterior existente en esa época, que a la propia
comercialización de la uva. Así, durante los años cincuenta, los exportadores de uvas buscaban más
obtener “derechos de importación”, de los múltiples bienes que escaseaban en nuestro país, que cuidar
la imagen de su producto en los mercados». Molina (1991), p. 33.
13
La expresión en Sáenz Lorite (1977).
14
Marzo López y Sánchez Picón (2006).
12
8
Gráfico 4: Precio de la uva percibido por el agricultor (1942-1976). En pesetas corrientes/kilo
25
20
15
10
5
Mercado Nacional
1976
1974
1972
1970
1968
1966
1964
1962
1960
1958
1956
1954
1950
1948
1946
1944
1942
0
Exportación
Fuente: Memorias del Sindicato de Frutos y Productos Hortícolas (varios años). Elaboración propia.
Las entidades cooperativas no recuperaron un cierto protagonismo en el
negocio uvero almeriense hasta los años 60, una vez que se recuperó la posibilidad de
exportar con cierta normalidad, y tras la entrada en juego de una nueva institución: la
Unión Territorial de Cooperativas del Campo en Almería. La Uteco-Amería se
constituyó oficialmente el 16 de junio de 1958, al amparo de la Ley de Cooperativas de
1942 (15 años después, por ejemplo, de que se hubiese constituido la Uteco-Valencia,
por ejemplo, en marzo de 1943).15 Uteco-Almería, respaldada por el carácter
obligatorio de su afiliación, se encargó de prestar servicios de asesoría contable y
jurídica a las cooperativas que lo solicitasen, «y sobre todo a aquéllas que sus medios
económicos no les permiten sostenerlos».
En esta tarea destacó el denominado «Servicio de Embarque» de la entidad,
destinado a gestionar los trámites burocráticos que tenían que cumplimentar las
cooperativas tanto en el puerto como en la estación de ferrocarril de la capital,
15
Los Estatutos de Uteco-Almería, así como algunas memorias y documentación suelta, pueden
consultarse en el archivo de la Delegación en Almería de la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa
de la Junta de Andalucía (carpeta «Unión Territorial de Cooperativas del Campo»; sin catalogar). Todas
las referencias a la Uteco se hacen en este trabajo provienen de la información extraída de dicha
carpeta, por lo que se omiten notas al pie repetitivas.
9
abaratando los costes y evitando desplazamientos de los agricultores desde sus
pueblos de origen. Como extensión del anterior, en 1967 surgió en el seno de la Uteco
el «Servicio Comercial» o «Central Común de Ventas», para colaborar con las
cooperativas en la organización de sus envíos al extranjero. En los primeros años
realizó una actividad subsidiaria en el comercio de uvas y naranjas: cuando una
cooperativa no encontraba un mejor comprador acudía al Servicio para exportar, que
se encargaba de «colocarlas» en el extranjero. El Servicio Comercial se encontró con la
oposición de algunas entidades, no contentas con la organización del mismo.
Contrarias a la actividad reguladora de la Uteco, buscaban compradores alternativos
por su cuenta, recurriendo al servicio como elemento burocrático de presión ante el
impago de los compradores.
En cuanto a la comercialización hortícola en común, apenas desarrollada
todavía en ese momento, la Uteco trató de utilizar el entramado administrativo
franquista para reclamar, a través de la Junta Nacional de Cooperativas Hortofrutícolas
de la Unión Nacional de Cooperativas, un cupo suficiente para poder vender hortalizas
tempranas en el mercado nacional desde Almería. De hecho, en julio de 1969 se
constituyó en el seno de la UTECO la Junta Provincial de Cooperativas Hortofrutícolas,
asociada a la Junta nacional homónima, «para una comercialización subsidiaria de los
productos tradicionales de exportación [uva y naranja] y completa de los hortícolas
que no se exporten». Por la documentación conservada se sabe que dicha Junta
comenzó, a partir de la campaña de 1969, pedir al Sindicato Nacional de Frutos la
inclusión de Almería en el reparto nacional de cupos de exportación de tomate de
invierno, especialmente protegido en cuanto que interfería con las exportaciones
canarias.16
El cambio en las perspectivas del mercado exterior (donde el diferencial de
precios era considerable, como muestra el Gráfico 4), el aumento de la producción
debido a la normalización del suministro de los insumos fitosanitarios y la actividad de
la Uteco produjeron la reactivación del movimiento cooperativo en torno a la uva. En
este sentido, no hay que olvidar tampoco la labor divulgadora y asesora de las agencias
comarcales de Extensión Agraria que comenzaron a abrirse en la provincia y, a un nivel
16
Cortes (1989).
10
menos pragmático, de los cursos de difusión cooperativista de la Obra Sindical de
Cooperación a partir de finales de los años 60. A esas alturas eran una docena las
cooperativas uveras que funcionaban con relativa normalidad en la comarca
productora tradicional, en la cabecera del río Andarax (donde aproximadamente el
60% de la producción se comercializaba en común), así como en el Campo de Dalías, la
zona donde ya había comenzado a experimentarse con los cultivos enarenados y las
cubiertas de polietileno que darían origen, en la década siguiente, al «milagro» del
«mar de plástico».17
3. El asociacionismo en la agricultura intensiva
A pesar de la relativa reactivación de las cooperativas uveras, en realidad éstas
no dejaban de ser entidades de pequeña dimensión, que a menudo competían entre
sí. La comarca de Canjáyar ofrece un ejemplo paradigmático de lo anterior: a finales de
los 60 funcionaban nueve cooperativas (tres de ellas en el municipio homónimo), que
agrupaban a poco más de 500 socios.18 Además, durante los años 70 el negocio uvero
comenzó a dar síntomas de un claro agotamiento, perdiendo paulatinamente la
variedad almeriense su competitividad en los mercados internacionales, y siendo cada
vez menos rentable la actividad parralera.19
A partir de ese momento, fueron las entidades asociativas surgidas en torno a
la nueva agricultura intensiva las que desempeñaron el papel predominante,
encabezando en la actualidad el sector exportador. Su aparición y posterior desarrollo
ha de entenderse como la respuesta de la oferta hortofrutícola almeriense a dos
factores fundamentales: el boom de la agricultura intensiva y el marco regulatorio del
mercado de frutas y hortalizas (a nivel nacional y europeo), que ha incentivado la
formación de estas asociaciones de agricultores para la comercialización. La actividad
17
Palomar Oviedo (1970).
Ídem. En aquellos momentos, la comarca (7 municipios) tenía una población de unos 15.600
habitantes, y la principal actividad económica seguía siendo el cultivo del parral. Aznar Sánchez (2000).
19
Fueron varias las campañas en las que intervino el FORPPA, subvencionando la producción en origen
en un intento de mantener coyunturalmente la rentabilidad del negocio. Alonso López et alii (2006).
18
11
de las entidades asociativas agrarias, en su doble vertiente de cooperativas y
sociedades agrarias de transformación, ha ido configurando un modelo dual de
comercialización en función del grado de participación del agricultor, individual o
asociado, en el canal de ventas. De esta manera, hay que distinguir entre
comercialización en origen, protagonizada fundamentalmente por las alhóndigas, y
comercialización en destino, donde las cooperativas y las SATs han tenido un papel
preponderante hasta hace poco, junto con algunas empresas de índole privado.
En las páginas que siguen, el análisis de la evolución del movimiento asociativo
en la agricultura intensiva almeriense se ha estructurado en cuatro apartados. En
primer lugar, se presenta el origen de la comercialización hortofrutícola provincial,
desde las primeras lonjas de concentración en origen hasta la creación de
Mercoalmería, como proyecto de ordenación de la comercialización impulsado desde
la administración. A continuación se analiza el desarrollo de las formas asociativas y su
labor como impulsoras de la actividad exportadora. Finalmente, se estudia el papel de
la Asociación Provincial de Cosecheros Exportadores de Frutas y Hortalizas de Almería,
como elemento fundamental en la ordenación de las exportaciones almerienses y en el
fomento del movimiento asociativo en el campo.
3.1. Las alhóndigas y los inicios de la comercialización hortofrutícola
La actividad del Instituto Nacional de Colonización fue fundamental para que, a
partir de los años 60, comenzara a desarrollarse la agricultura intensiva en la comarca
almeriense del Campo de Dalías. La apertura de pozos, promovida por el INC, rompió
el bloqueo tecnológico que hasta entonces había impedido la expansión del regadío a
zonas con unas condiciones climáticas idóneas para la práctica de la horticultura
intensiva. Además, la extensión de la práctica del enarenado, primero, y del uso de
cubiertas de plástico, después, ambas impulsadas también por el INC, permitieron el
incremento exponencial de las producciones extra tempranas en muy pocos años.
Pero la estructura familiar de la inmensa mayoría de las explotaciones y la
ausencia de estructuras comerciales propias en la comarca determinaron que las
12
primeras formas de comercializar lo producido no distasen demasiado de los
mecanismos empleados en el negocio uvero. Los primeros agricultores hortícolas
vendieron su producción de manera individual a compradores, por lo general,
foráneos. Eran los comerciantes tradicionales del levante español (valencianos,
alicantinos y murcianos) los que iban visitando diferentes parcelas con objeto de
completar sus camiones con la producción de varios agricultores, para luego ir a
venderla a los mercados mayoristas, tanto españoles como extranjeros. Para el
agricultor, por su parte, esta forma de comercialización dificultaba la obtención de
información sobre precios y tendencias del mercado hortofrutícola, así como no poca
inseguridad a la hora del cobro.20
Estas ineficiencias, tanto desde el lado de la oferta como del de la demanda, así
como el progresivo incremento de la producción, propiciaron que a partir de los años
60 fueran proliferando a lo largo de la costa granadina y almeriense almacenes de
compra venta de hortalizas (las denominadas alhóndigas), donde los agricultores
pudieran llevar su cosecha y los compradores encontrasen volúmenes suficientes de
producción, que se ponía a la venta mediante el método de la subasta a la baja para
garantizar que no se quedase género sin vender. El propietario del almacén, por su
parte, cobraba un porcentaje fijo sobre las ventas a los productores. Éstos fueron los
originarios mercados en origen de la producción hortofrutícola almeriense.
La multiplicación de estas alhóndigas, instituciones tradicionales en la costa
mediterránea andaluza, suplió la carencia de estructuras comerciales alternativas en la
comarca, y promovió la concentración de una oferta hortofrutícola que se encontraba
muy dispersa. A principios de los 70, había 88 lonjas de contratación a lo largo de la
costa del Poniente almeriense, localizadas fundamentalmente en los municipios de
Dalías (del que se segregaría El Ejido en los primeros años 80) y Roquetas. Estos
centros facilitaron la salida de la producción de una zona alejada geográficamente de
los principales núcleos consumidores, y aislada de ellos por la escasez de
infraestructuras de comunicación.21
20
21
Molina (1991), p. 43.
Unciti (1973).
13
Figura 1: La comercialización hortofrutícola en Almería (c. 1965-1975)
Agricultores
Alhóndigas
Intermediarios en origen
Transportistas
Mercado nacional
Fuente: Elaboración propia a partir de las Memorias del Sindicato de Frutos y de Molina (1991).
Asimismo, las alhóndigas, además de ofrecer una garantía de cobro al
agricultor, cubrieron en los primeros años una función financiera fundamental (ante la
escasez de instituciones de crédito formales en la provincia), al adelantar dinero o
inputs al agricultor, o avalarlo en sus préstamos, con la garantía de disponer
posteriormente de su producción para venderla en su local. Vemos aquí algunos
elementos similares al modelo de comercialización tradicional de la uva de embarque:
venta en subasta a través de un intermediario a comisión, con escaso con un nulo
poder de negociación por parte del agricultor; actividad financiera del intermediario;
dispersión de la oferta frente a una mayor concentración de la demanda; y,
finalmente, consolidación de un mercado asimétrico.22
3.2. El papel de la intervención pública
Si las alhóndigas proliferaron en un primer momento de una manera
relativamente espontánea, la actividad reguladora del Estado en el mercado agrario de
los últimos años del franquismo terminó manifestándose en la incipiente agricultura
intensiva del Campo de Dalías. Con el objetivo de regular y organizar más
22
Sobre los mecanismos de comercialización de la uva almeriense en el primer tercio del siglo XX, véase
Sánchez Picón (1997).
14
eficientemente los mercados agrarios locales en las zonas productoras y mejorar el
poder de negociación de los agricultores frente a los compradores, en 1970 se crearon
los «mercados en origen» de titularidad semipública, gestionados por la Empresa
Nacional Mercorsa.23 Si bien en un principio la constitución de los mercados en origen
locales quedó abierta a la iniciativa privada, fue esta empresa, participada por los
Ministerios de Agricultura y el de Industria y Comercio, la encarga de ponerlos en
funcionamiento, atendiendo a las peculiaridades propias de cada región. En el capital
de las nuevas sociedades participaron también entidades de crédito, organismos de la
administración local y organizaciones de agricultores locales.24
La misión de los nuevos mercados en origen (que ya eran 15 a mediados de los
70) se centraba en la búsqueda de nuevos mercados; la información sobre precios en
origen y en destino; la supervisión de los contratos de compraventa y el aseguramiento
de los cobros; el control de la calidad; la normalización en origen; la organización del
transporte y, en definitiva, el asesoramiento técnico, jurídico y contable a los
agricultores y a las empresas comercializadoras. Asimismo, se ofrecía la posibilidad al
agricultor de participar en las denominadas «ventas socializadas», mediante el
agrupamiento voluntario de la producción de varios oferentes para su comercialización
en común (un mecanismo que tendría bastante aceptación en Almería).
En la provincia, Mercoalmería se constituyó como filial de Mercorsa el 9 de
febrero de 1973, como encargada de la construcción y gestión del centro de
contratación semipúblico en el litoral, así como de las operaciones de manipulación,
tipificación y comercialización de la producción. Además de Mercorsa, en el capital
social participaron la Diputación Provincial, la Caja de Ahorros y la Caja Rural de
Almería, así como diferentes cooperativas y empresarios individuales. En sus dos
primeras campañas comercializó una media de 21.000 toneladas de hortalizas, que en
1983 eran ya 36.500 (el 9% del total de Mercos a nivel nacional, y el 55% de las
exportaciones, siendo el más rentable de todos ellos).25
23
Decretos 2916/1970, de 12 de septiembre, sobre ordenación de mercados en origen de productos
agrarios, y 3178/1970, de 15 de octubre, por el que se autoriza la constitución de la Sociedad
«Mercados en Origen de Productos Agrarios, SA» (MERCORSA).
24
OPTIONS MÉDITÉRRANÉES (1976).
25
Vid. Tabla 1, más adelante.
15
Aunque, según su normativa regulatoria, el Merco no podía participar
activamente en la comercialización, y debía limitarse a poner en contacto a oferentes y
demandantes bajo unas normas de transparencia y reciprocidad, en realidad
Mercoalmería funcionó en parte como una cooperativa más, fomentando la
normalización de los lotes en venta, comercializándolos y liquidando al agricultor en
función de los resultados. Se trataba de una adaptación del espíritu de la ley a la
realidad del negocio en Almería, constituyendo un modelo mixto entre las lonjas de
contratación tradicionales y la actividad de las cooperativas y SATs que ya funcionaban
en la provincia.26 De hecho, Mercoalmería, al igual que la Uteco, mantuvo unas
relaciones estrechas de colaboración con algunas de las cooperativas más destacadas
de la época, cediéndole sus instalaciones y ofreciéndoles asesoramiento y formación
en un tipo de actividad comercial y en un mercado hasta entonces desconocido para el
agricultor. Puede decirse, en consecuencia, que la actividad del Merco sirvió de
estímulo y apoyo a las cooperativas que comenzaban a organizarse a finales de los
años setenta en Almería.27
3.3. El asociacionismo en la agricultura intensiva almeriense
Las primeras cooperativas hortofrutícolas en torno a la nueva agricultura
intensiva almeriense comenzaron a organizarse a partir de finales de los años 60,
cuando algunos agricultores empezaron a concentrar volúmenes suficientes de oferta
como para ir a vender su producción a los grandes centros consumidores del país sin
tener que recurrir a los intermediarios locales ni a los mayoristas en origen de las
alhóndigas. Éste fue el caso, por ejemplo, de las pioneras Cabasc (1964) o Camposol
26
Sobre esta peculiaridad en el funcionamiento de Mercoalmería, vid. «Resolución adoptada por la
Comisión Mixta para la Relaciones con el Tribunal de Cuentas sobre la fiscalización efectuada por ese
Alto Tribunal a la Sociedad Mercados en Origen de Productos Agrarios de Almería, SA (MERCOALMERÍA),
ejercicios 1981 a 1983, así como el informe correspondiente»; en Boletín Oficial de las Cortes Generales.
Congreso de los Diputados. III Legislatura (17), 19 de enero de 1987; pp. 476-481.
27
Molina (1991).
16
(1968), que tendrán un papel relevante en los veinte años posteriores de la historia del
negocio.28
Como se ha dicho anteriormente, las cooperativas uveras habían adquirido
cierta presencia a raíz de la recuperación de las exportaciones que siguió al período
autárquico. Sin embargo, el modelo asociativo de los parraleros del Valle del Río
Andarax y del Campo de Dalías no constituyó, en los primeros momentos del
cooperativismo hortofrutícola, un referente ineludible. Antes al contrario, la cultura
asociativa y comercial de ambas agriculturas iba a divergir definitivamente conforme
avanzase la década de los 70, por mucho que algunas de las entidades hortofrutícolas
más destacadas de los años siguientes, como San Isidro (1970), hubieran sido fundadas
en su momento por grupos de parraleros.29 La actividad uvera representaba la vieja
agricultura, controlada por elites locales e intermediarios foráneos, un negocio maduro
y un mundo cerrado sin mayores perspectivas; en la costa, por su parte, acaba de
comenzar el boom de los invernaderos, impulsado de la mano de jóvenes agricultores
y familias campesinas que habían emigrado al litoral almeriense desde las comarcas de
interior más cercanas.
En este período inicial, la aparición de entidades asociativas agrarias, que no
necesariamente adoptaron una naturaleza jurídica estrictamente cooperativa30, se vio
28
Pérez Mesa (2005), p. 109. Mención aparte merece, como pionera del movimiento cooperativo
hortofrutícola provincial, la Cooperativa Agrícola San Isidro (Casi), que se nació en la vega de Almería en
1944, y que en un principio se dedicó a comercializar la producción de sus socios en el mercado central
de la capital (patatas y productos de huerta). En los años 70 Casi empezó a exportar frutas y hortalizas,
siendo actualmente una de las principales empresas del sector a nivel nacional. Cabe destacar también
la singularidad de que el suministro de los agricultores a la entidad se realice mediante el método de
subasta a la baja, imitando el modelo de las alhóndigas. Actualmente, con unos 1.400 socios de pleno
derecho, es la cooperativa almeriense con un cuerpo social más amplio. Archivo de la Delegación en
Almería de la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía (carpeta
«Cooperativa Agrícola San Isidro»; sin catalogar).
29
Vid. «Historia de una cooperativa agraria: San Isidro»; en Poniente Hortofrutícola (374), octubre de
1995. Los socios de la cooperativa, radicada en El Ejido, asumieron que la pérdida de competitividad de
la uva en los mercados exteriores era irreversible, y optaron por dedicarse a las hortalizas extra
tempranas, aprovechando su renta de situación en el epicentro de la nueva agricultura.
30
La figura de los grupos sindicales de colonización (antecedentes de las actuales sociedades agrarias de
transformación), que estaba siendo fundamental en la perforación de nuevos pozos de iniciativa privada
en la comarca, fue también utilizada de forma significativa para la comercialización en común de
hortalizas. Al igual que ocurre con el cooperativismo, la proliferación de estas entidades en torno a la
agricultura intensiva no es privativa del caso almeriense, pero sí algo más tardía que en otras regiones.
Román (2005), refiriéndose al ámbito canario, indica que las SATs constituyen «un modelo de gestión
colectiva más dinámica, versátil y volcada al mercado» que la cooperativa tradicional. En el caso
almeriense, sin embargo, la experiencia de más de 30 años de evolución conjunta apunta a que, en
17
incentivada por una serie de circunstancias. En las alhóndigas, que dominaban la
mayor parte del mercado en origen, las ventas se realizaban a granel, sin tipificación ni
diferenciación del producto, lo que perjudicaba al agricultor más preocupado por la
calidad de sus producciones, que no veía recompensado su esfuerzo vía precio. Del
mismo modo, hay que subrayar la posición subordinada del productor que acudía a las
lonjas con respecto a los compradores (a pesar de las ventajas que suponía en
comparación a la venta directa en el campo), o que concertaba la venta directamente
con un mayorista, así como el incremento continuado de la oferta y, en consecuencia,
de la competencia entre los pequeños agricultores. Todos estos elementos influyeron
en la creación de asociaciones para la comercialización en destino, como mecanismo
de apropiación del valor añadido que suponía la manipulación, tipificación y transporte
del género desde Almería por cuenta propia. Así, el agricultor asociado sacaba partido
de las ventajas competitivas de una producción extra temprana única no sólo en buena
parte del territorio nacional sino, sobre todo, en el entorno europeo más próximo,
donde las cotizaciones de su producción resultaban notablemente más altas, por lo
escaso de la oferta hortofrutícola en según que épocas del año.
La actividad de las entidades asociativas agrarias, en su doble vertiente de
cooperativas y grupos sindicales de colonización, rompieron la unidireccionalidad de la
comercialización hortofrutícola almeriense, generándose desde entonces un modelo
dual de comercialización que aún perdura, y que se define en función del grado de
participación del agricultor, individual o asociado, en el canal de ventas. De esta modo,
hay que distinguir entre comercialización en origen, protagonizada fundamentalmente
por las alhóndigas y otros intermediarios, y comercialización en destino, donde las
cooperativas y las SATs mantuvieron un papel hegemónico en los años 80 y
mayoritario desde entonces, a pesar de la posterior creación de secciones de
exportación en las alhóndigas.
general y a falta de investigaciones más profundas, las diferencias de funcionamiento no son demasiado
acusadas, más allá del número de socios que participan en la gestión de la entidad.
18
Figura 2: La comercialización hortofrutícola en Almería (c. 1975-1985)
Agricultores
Entidades asociativas
Alhóndigas
Intermediarios
en origen
Transportistas
Saint Charles
Mercado europeo
Mercado nacional
Fuente: Elaboración propia a partir de Price Waterhouse (1988), Molina (1991) y De Pablo Valenciano y
Pérez Mesa (2006).
A mediados de los 70 las cooperativas almerienses inician su actividad
exportadora, con el mercado francés de Saint Charles (en Perpignan) como referencia
directa,31 y con los tomates, los melones, las judías y los calabacines integrando su
cartera de productos. La cooperativa más relevante del momento fue Ejidomar (1975),
uno de los líderes de la exportación provincial y nacional durante los años 80.
Igualmente, hay que citar a otras entidades relevantes que surgen en este momento,
como Hortamar (1977), Campovícar (1979) y Vicasol (1979).32 Desde un primer
momento, las nuevas cooperativas almerienses recibieron, como recibían también las
uveras, el asesoramiento técnico y comercial de la Uteco, y el apoyo financiero de la
Caja Rural provincial, dos de las instituciones clave en el desarrollo inicial de la
economía social de la agricultura intensiva almeriense (sin olvidar al Mercoalmería).
Algunas de estas empresas de comercialización, como después se verá, tendrán un
papel clave en la constitución de la Asociación Provincial de Cosecheros Exportadores
en 1977. Algo después, algunas de las cooperativas tradicionales de parraleros (como
31
Sobre las relaciones históricas entre el Mercado de Saint Charles y las exportaciones españolas, vid.
Mañes Fortich (1981), y «Saint Charles cumple 25 años»; en Poniente Hortofrutícola (1995:369); pp. 1824.
32
Pérez Mesa (2005), p. 109.
19
Frusol o Camposol) se vieron obligadas a iniciar su reconversión hacia las hortalizas,
toda vez que el declive definitivo del negocio uvero era ya evidente.33 Algunas de
ellas, como Frusol, también ocuparon en los 80 un lugar destacado en la exportación
hortofrutícola.
Prueba del dinamismo de las entidades asociativas almerienses fue su pronta
calificación como Agrupaciones de Productores, sobre todo teniendo en cuenta lo
reciente de la creación de algunas de ellas.34 A principios de 1978, ya estaban
reconocidas como APAs por el Ministerio de Agricultura Ejidomar (desde julio de
1976), Cabasc (desde diciembre de 1976) y Hortamar. Lo anterior incide que en,
además de la iniciativa privada, el marco normativo de la época, los incentivos y las
subvenciones administrativas también ayudaron a la puesta en funcionamiento y
consolidación de este tipo de entidades.35
A principios de los años 80, las entidades asociativas apenas si comercializaban
el 20% de la producción que salía de los invernaderos almerienses. Con el paso del
tiempo, las cantidades comercializadas en origen y en destino se han ido igualando,
llegando en la actualidad a una situación de relativo equilibrio. En ese proceso de
internacionalización de la agricultura almeriense han sido fundamentales las
asociaciones para la comercialización, que en pocos años se situaron entre las mayores
empresas exportadoras del sector a nivel nacional.
33
Marzo López (2005).
La Ley 29/1972, de 22 de julio, de Agrupaciones de Productores Agrarios (BOE 176 de 24 de julio),
perseguía incentivar la concentración de la oferta y la venta en común de productos tipificados,
siguiendo el modelo de la OCM comunitaria de frutas y hortalizas y de sus organizaciones de
productores. Vid. Álvarez Gómez (1984).
35
La Voz de Almería, 2 de febrero de 1978.
34
20
Gráfico 5: Destino de la producción hortofrutícola almeriense (en porcentaje)
60
50
40
30
20
10
0
1985
Alhóndigas
1988
1994
Empresas asociativas
1998
Otras comercializadoras
Fuente: García Sola (1986); Price Waterhouse (1988); Montoya Lázaro (1998) y Montoya Lázaro et alii
(2002). Elaboración propia.
Tabla 1: Posición relativa de las empresas almerienses en el ranking
de exportadores hortícolas de España durante los años 8036
Mercoalmería
Cooperativa Frusol
Ejidomar
Panda Export SA
Uteco-Almería
SAT Domar
SAT Acrena
Cooperativa Agrícola de Berja
SAT Ramiflor
1981
34
1982
9
27
12
53
33
1984
8
19
27
1985
3
8
10
16
25
15
52
39
1986
9
3
13
26
1987
12
25
18
50
12
15
43
18
24
Fuente: Información Comercial Española (varios años).
36
Hace referencia tan sólo al capítulo 7 del arancel: «Legumbres, plantas, raíces y tubérculos
alimenticios».
21
Desde finales de los años 80 apenas si ha variado en lo fundamental la
estructura de los canales de comercialización; únicamente se han alterado los
porcentajes atribuibles a cada agente en cuanto a volumen comercializado en cada
escalón de la filière, siendo actualmente el de la gran distribución minorista el que
presenta un ritmo de crecimiento mayor, acompañado de un proceso de
concentración empresarial que le otorga un cada vez mayor poder de negociación y de
imposición de condiciones a los proveedores.
Figura 3: La comercialización hortofrutícola en Almería desde finales de los años 80
Agricultor
Individual
Asociado
Alhóndigas
Cooperativas
SATs
Sociedades anónimas
Intermediarios
Compradores en origen
Intermediarios
Agentes de mercado en destino
Mercado mayorista
Grandes superficies
Cadenas de alimentación
Detallistas
Consumidor
Fuente: Molina (1991). Elaboración propia.
22
3.4. La representación del sector exportador: Coexphal
En los inicios de la exportación hortofrutícola almeriense, las empresas
comercializadoras se encontraron con las trabas que imponía la legislación comercial
nacional y la Política Agraria Común para poder colocar ciertas producciones en los
mercados de la Comunidad Económica Europea, el que fue y sigue siendo destino
fundamental de las exportaciones españolas de frutas y hortalizas. En cuanto a la
normativa europea, las teóricas ventajas del Acuerdo Preferencial de 1970 quedaron
supeditadas a la OCM de frutas y hortalizas vigente desde 1972.37 Ésta establecía una
serie de barreras arancelarias y limitaciones cuantitativas a la importación de países
terceros. Los mecanismos de protección de las producciones comunitarias y de las
rentas de sus agricultores descansaban fundamentalmente sobre los calendarios de
exportación, los precios de referencia (o «de umbral») y las tasas compensatorias,
aplicables al exportador cuando el volumen de oferta presente en los mercados
europeos hacía bajar las cotizaciones por debajo de unos límites previamente
establecidos. Se trataba, en definitiva, de evitar que la presencia en el mercado
hortofrutícola de la Comunidad de producciones mediterráneas, especialmente las
más tempranas y competitivas, hiciera caer notablemente los precios de ciertos
productos.38
Para contrarrestar estas medidas, la administración comercial española
también había desarrollado sus propios mecanismos de autorregulación de la oferta.
En algunas variedades concretas, como era el caso del pepino holandés y,
fundamentalmente, del tomate de invierno, la exportación estaba organizada según un
sistema de cupos provinciales, repartidos en función del «peso histórico» de cada
provincia en los intercambios, y diseñados con el objetivo de mantener un cierto nivel
de precios en destino, evitando situaciones de sobreabastecimiento de los mercados,
de represalias comerciales por parte de la CEE (tasas compensatorias a la exportación)
37
Reglamento Comunitario 1035/72, de 18 de mayo de 1972, por el que se establece la organización
común de mercados de frutas y hortalizas.
38
Cft. el número 535 de la revista Agricultura (1976), dedicado al comercio español de exportación
agraria.
23
y de competencia entre las distintas producciones nacionales.39 En este sistema de
cupos Canarias había tenido tradicionalmente un tratamiento especial desde los años
60, en tanto que Alicante y Murcia habían ido paulatinamente ocupando un espacio
creciente. A la altura de 1975, la producción almeriense, que durante años había sido
exportada a través de operadores de otras provincias, no tenía personalidad propia en
el comercio exterior hortofrutícola.
Las repetidas peticiones que desde 1969 había llevado a cabo la Junta
Provincial de Cooperativas Hortofrutícolas (integrada en la Uteco), en cuanto a la
obtención de un cupo almeriense de tomate de invierno para el mercado europeo, no
tuvieron respuesta hasta finales de la década de los 70. En ese momento convergieron
tres factores: la renovación de la política comercial española, la desaparición de la
organización sindical franquista y la aparición de las asociaciones provinciales de
cosecheros-exportadores, que en cierta medida vinieron a relevar, que no a sustiuir, a
las extintas delegaciones provinciales del Sindicato de Frutos en la ordenación de la
oferta agrícola.
Por iniciativa de las APAs almerienses, de Mercoalmería y de algunas empresas
y exportadores individuales, y al amparo de la recién estrenada libertad sindical,40 el 1
de junio de 1977 se constituyó oficialmente la Asociación Provincial de Empresarios
Cosecheros-Exportadores de Productos Hortícolas de Almería (en adelante Coexphal).
El objetivo fundamental de la nueva asociación era la representación de las empresas
exportadoras locales ante la administración comercial española y la consecución de un
espacio propio para las hortalizas almerienses en el mercado exterior.41 Uno
de
los
primeros logros de Coexphal fue la apertura, en febrero de 1978, de una
Subdelegación del Ministerio de Comercio en Almería, en virtud de la cual los
exportadores almerienses dejaron de depender del Servicio Comercial de la Asociación
de Cosecheros Exportadores de Murcia.42 Asimismo, además de esta función
39
Para el caso concreto del tomate, vid. Cortes (1989).
Ley 19/1977, de 1 abril, sobre Regulación del Derecho de Libertad Sindical.
41 Toda la información relativa a Coexphal que se ha utilizado en esta comunicación ha sido extraída de
las memorias anuales de la entidad, cedidas por la misma.
42
Orden del Ministerio de Comercio y Turismo de 11 de febrero de 1978, sobre establecimiento de una
Subdelegación Regional de Comercio en Almería (BOE 60, de 11 de marzo): «Durante los últimos años la
exportación de los distintos productos perecederos almerienses se ha venido incrementando y
40
24
corporativa-representativa, los estatutos de Coexphal recogían la intención de prestar
todo tipo de servicios demandados por sus asociados.
La constitución de Coexphal no fue un fenómeno aislado en el sector
hortofrutícola español. Una vez disuelto el Sindicato de Frutos franquista, en la
totalidad de las provincias exportadoras se fueron creando asociaciones de
exportadores, cuya principal actividad durante estos primeros años fue mantener un
contacto directo con la administración y la pelea por su cuota de mercado en el
conjunto de las exportaciones españolas. En este sentido, hay que mencionar a la
Asociación de Productores-Exportadores de Frutas y Hortalizas de la Región de Murcia
(Proexport)
43
; la Federación Provincial de Empresarios Cosecheros Exportadores de
Frutas y Productos Hortícolas de Alicante (Fexphal)44; La Asociación Provincial de
Cosecheros Exportadores de Tomate de Tenerife (Aceto); y, finalmente, la Federación
Provincial de Asociaciones de Exportadores de Productos Hortofrutícolas de Las Palmas
(Fedex)45.
Dicha representación cobraría especial relevancia a partir del verano de 1978,
cuando el Ministerio de Comercio creó la Comisión Consultiva Sectorial de Exportación
de Tomate Fresco de Invierno, por un lado, y la de Pepino Fresco de Invierno, por el
otro.46 A partir de ese momento, dichos organismos serían los encargados de regular la
oferta hortofrutícola española con destino a la CEE, negociándose en su seno las
cantidades de productos regulados por la OCM (los «cupos») que cada provincia
diversificando de tal modo que hace necesario se establezcan en Almería los imprescindibles servicios
de Comercio Exterior que puedan resolver "in situ" los crecientes problemas comerciales derivados de
dicha exportación».
43
Proexport constituye un caso singular. Si el resto de organizaciones provinciales surgieron entre el
verano y el otoño de 1977, la asociación murciana llevaba funcionando desde 1975, bajo la
denominación de Asociación Empresarial de Cosecheros Exportadores de Murcia.
44
Fexphal se subdivide en otras tres organizaciones: la Asociación de Exportadores de Tomate, la de
Alcachofas y otras Hortalizas, y la de Exportadores de Uva de Mesa.
45
Integrada por la Asociación de Cosecheros-Exportadores de Tomates de Las Palmas, la de Plátanos, la
de Pepinos y la de Hortalizas y Frutos Varios. Dichas asociaciones no son las únicas que surgieron en
aquel momento, pero sí sin duda las más representativas y las que tuvieron un papel más representativo
en el despegue de las exportaciones hortofrutícolas españolas. Algunos años más tarde, en 1983, se
creó la Asociación Onubense de Productores y Exportadores de Fresas (Freshuelva), y en 1978 se
constituyó la Asociación de Profesionales de Frutas y Hortalizas de Lleida (Asofruit), por citar algunas de
las más representativas a nivel nacional.
46
Las Órdenes Ministeriales de creación de ambas comisiones consultivas (6 de julio de 1978) se
encuentran en el BOE número 162, de 8 de julio de 1978.
25
podría comercializar durante los años ochenta. Las comisiones, integradas por las
asociaciones empresariales de las provincias exportadoras antes citadas, negociaban
semanalmente el reparto de las cantidades a exportar, con objeto de evitar la
competencia interna, la caída de los precios y las represalias comerciales de la CEE.
Durante los años 80, hasta la plena integración de España en la Comunidad y en el
Mercado Único, estas comisiones funcionaron como un verdadero cártel de
exportadores al amparo del Ministerio de Comercio.
Coexphal había sido impulsada por 24 empresas, entre las que figuraban
sociedades anónimas, limitadas, cooperativas y SATs, estando la mayoría de ellas
especializadas en el comercio de los dos productos regulados (tomate y pepino). Como
puede observarse, la asociación no se constituyó como una federación de cooperativas
(que en Almería no surge hasta finales de los años 80), sino como una organización en
la que primó la vertiente comercial y empresarial sobre la orgánica, siendo el nexo de
unión de sus integrantes la voluntad de exportar y la necesidad de una representación
fuerte ante la administración. De hecho, su asamblea general nunca ha funcionado
bajo el principio cooperativo de un socio un voto, sino que ha recurrido al sufragio
ponderado en función del volumen de comercialización de cada entidad. Una vez roto
el aislamiento inicial, la actividad de Coexphal durante los años 80 giró en torno al
reparto de cupos de exportación, haciendo uso de su exclusividad en la representación
corporativa del sector en una provincia que en los primeros años 80 ya se había
colocado a la cabeza de la exportación nacional (recuérdese la Tabla 1).
26
Gráfico 6: Composición interna de Coexphal (en porcentaje)
45
40
35
30
25
20
15
10
5
0
1985/1986
1989/1990
EXPORTADORES
1995/1996
2000/2001
COOPERATIVAS
SAT
SA
2005/2006
SL
Fuente: Memorias anuales de Coexphal. Elaboración propia.
Gráfico 7: Evolución de los asociados a Coexphal (en números absolutos)47
25
100
90
20
80
15
60
50
10
40
30
5
Total de Asociados
Altas / Bajas
70
20
10
0
Altas
Bajas
2005/06
2003/04
2001/02
1999/00
1997/98
1995/96
1993/94
1991/92
1989/90
1987/88
1985/86
1983/84
1981/82
1979/80
1977/78
0
Total
Fuente: Memorias anuales de Coexphal. Elaboración propia.
47
A partir de estos dos últimos gráficos puede reconstruirse la evolución del sector exportador
almeriense, cuestión que será objeto de futuros trabajos.
27
Con la integración efectiva de España en la Comunidad Económica Europea en
1986, se produjo un cambio fundamental (aunque progresivo) en la regulación de las
exportaciones hortofrutícolas con destino a los países europeos, y cambiaron las
prioridades en la representación del sector. Coexphal intervino entonces, junto con el
resto de asociaciones antes citadas y el Instituto Nacional de Fomento a las
Exportaciones (INFE), en la fundación de la Federación Española de Asociaciones de
Productores Exportadores de Frutas y Hortalizas (Fepex), que se culminó en 1987. El
principal objetivo de la nueva entidad consistía en dar respuesta a las nuevas
necesidades planteadas por la incorporación de España a la Comunidad Económica
Europea, actuando como órgano de representación del sector ante los órganos
comunitarios, ante la propia administración española y ante los organismos
homologables de otros países. Una vez superada la fase de competencia
interprovincial por el reparto de cupos de exportación, que había impedido la
conformación de una federación similar con anterioridad, se trataba de trabajar en el
camino de la adaptación al nuevo marco regulatorio. Se tomó conciencia de que las
decisiones importantes ya no se iban a tomar en Madrid, sino que vendrían impuestas
desde Bruselas.
Coexphal contó con el monopolio de la representación corporativa de la
agricultura intensiva almeriense durante una década, entre 1977 y 1987,48 que
coincidió con la etapa de despegue definitivo del sector a nivel provincial y con la
consolidación de los canales de distribución de hortalizas almerienses. 49 A partir de ese
momento se vio obligada a convivir en el espacio asociativo de la agricultura con otras
dos entidades, representantes a su vez de dos modelos de organización y
comercialización en parte alternativos al de Coexphal.
A lo largo de esta comunicación se ha repetido en varias ocasiones que la
irrupción de las entidades asociativas agrarias en la agricultura intensiva almeriense
propició la aparición de un modelo dual de comercialización: las ventas en origen
(representadas por las alhóndigas) y las ventas en destino (representadas por las
cooperativas y las SATs, fundamentalmente). Coexphal se constituyó en 1977 como
48
Si no tenemos en cuenta a las organizaciones profesionales agrarias, que escapan del ámbito de
estudio de esta comunicación.
49
Instituto de Estudios de Cajamar (2004), p. 10.
28
órgano de apoyo y representación de los intereses exportadores, lo que no fue
obstáculo para que un número considerable de alhóndigas se integrasen en la
asociación, interesadas en obtener también cupos de exportación. Esa tensión interna,
que durante años permaneció soterrada por el objetivo común de ganar cuota de
mercado, terminó por resolverse entre finales de los 80 y principios de los noventa,
cuando el cuadro de representación de la horticultura almeriense tomó casi su
configuración actual.
La primera escisión se produjo en 1988, protagonizada precisamente por
algunas cooperativas. A principios de 1988 se constituyó la Asociación Provincial de
Agrupaciones Agrarias de Almería (APAL), de la mano de empresas que habían
permanecido en Coexphal desde su fundación en 1977, y que abandonaban la
asociación cuando el problema de los cupos había dejado de tener la trascendencia de
entonces. APAL se constituyó al margen de Coexphal por entender que las
cooperativas de comercialización tenían intereses propios y diferenciados de los del
resto de empresas exportadoras que formaban. Esta nueva asociación, que tuvo cierta
relevancia durante los años 90, terminó desapareciendo a comienzos de la década
siguiente.
En cuanto a las alhóndigas, éstas formaron en febrero de 1986 la Asociación
Profesional de Empresarios Alhondiguistas de la Provincia de Almería en el seno de
Coexphal. 7 años después, en 1993, con la integración definitiva en el Mercado Único,
la Asociación de Alhondiguistas cambió su nombre por el de Asociación de Empresarios
Comercializadores de Productos Hortícolas de la Provincia de Almería (Ecohal), y las 15
empresas que la integraban abandonaron la entidad matriz. Coexphal pasó entonces
de contar con 82 empresas asociadas a sólo 67, el volumen más bajo desde 1979.
No obstante, Coexphal sigue siendo quizá el principal referente de la agricultura
intensiva almeriense, agrupando actualmente al 80% de la exportación provincial. Lo
que convierte a su vez a la asociación agraria más antigua de Andalucía en una de las
más importantes de la región en cuanto a volumen de negocio. Al haber quedado sin
sentido su principal objetivo fundacional, Coexphal ha vivido durante los últimos
quince años un proceso de reconversión identitaria: sin dejar de tener como referente
29
último la actividad exportadora, ha pasado de ser una entidad eminentemente
reivindicativa a una empresa de prestación de servicios para sus asociados. En la
actualidad, Coexphal ha de ser entendida como un conglomerado de diferentes
organizaciones sectoriales en torno a la actividad hortofrutícola de vanguardia.50
Además de ser el principal representante de las empresas exportadoras de la provincia
(sea cual sea su naturaleza jurídica), Coexphal ostenta la representación en Almería de
Faeca (Federación Andaluza de Empresas Cooperativas Agrarias). Del mismo modo, a
iniciativa de Coexphal se han constituido dos sociedades casi homónimas, pero con
objetivos diferentes: la Asociación de Organizaciones de Productores de Frutas y
Hortalizas de Andalucía (Aproa), entidad que representa a medio centenar de OPFHs
en Andalucía (más de la mitad almerienses); y PROA, una organización profesional
agraria de la que forman parte algunos de los agricultores de las empresas asociadas a
Coexphal (actualmente cuenta con unos 1.000 afiliados).
4. Conclusiones
A lo largo de estas páginas he pretendido transmitir tres ideas básicas. En
primer lugar que, del mismo modo que en el desarrollo inicial de la agricultura
intensiva almeriense fue decisiva la actuación conjunta del Instituto Nacional de
Colonización y de la iniciativa privada, la Uteco y el Mercoalmería realizaron una labor
de asesoramiento y apoyo a las primeras cooperativas hortícolas almerienses, sin la
que probablemente no hubieran alcanzado un desarrollo tan rápido como el que
conocieron entre 1975 y 1985, equiparable al del incremento de las producciones que
comercializaban. En segundo lugar que, partiendo de una escasa y pobre tradición
cooperativista, las empresas asociativas almerienses consiguieron acceder a los
mercados europeos y romper el aislamiento comercial en el que vivía la provincia en
comparación con otras zonas productoras como Canarias, Alicante o Murcia. Y, por
último, que la iniciativa de dichas entidades transformó radicalmente la forma de
vender que había tenido el agricultor en la primera fase del desarrollo hortícola,
configurándose a partir de entonces un modelo dual de comercialización que se
50
Colomina y Pérez Mesa (2007); pp. 322-323.
30
mantiene actualmente, y que viene definido por la oposición ventas en origen / ventas
en destino. En resumen, estas empresas exportadoras, reunidas en su mayoría en
torno a Coexphal, protagonizaron una ruptura con la tradición agrícola y corporativa
anterior, dando lugar a una cultura asociativa y empresarial propia, que hoy día sigue
actuando como referente en el sector hortícola en la provincia.
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