el conde de trapani (ii)

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EL CONDE DE TRAPANI (II)
María Encarnación Cabello Díaz
- El conde, pretendiente al trono de España
Cuentan las crónicas, que en el mes de septiembre del año 1845,
la reina Victoria de Inglaterra y su esposo, acompañados de otros
personajes ilustres, fueron al castillo de Eu para visitar al rey Luis
Felipe. El motivo de la reunión era el de concertar, entre otros asuntos,
el matrimonio de la reina Isabel II de España, denominada, después
por la Historia como “la Reina de los tristes destinos”.
Reina Isabel II de España
La operación formaba parte de la trama conocida como “los
matrimonios españoles”, de la que formaron parte Inglaterra, Francia,
Austria y el reino de las Dos Sicilias, además de España. Es decir, un
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conjunto de países empeñados en casar a una reina a la que ni siquiera
habían preguntado su voluntad.
Y aquí es donde nuestro personaje entra en acción, puesto que
entre los candidatos a ser consortes del trono de España, figuraba,
entre otros pretendientes, el conde de Trapani quien, por entonces, era
un príncipe de 18 años que asistía a un colegio de jesuitas de Roma.
Era hermano de María Cristina, la madre de la reina Isabel, por
lo tanto, tío carnal de la novia, asunto que no parecía importarle
mucho a nadie, puesto que no era rara para la época esa promiscuidad
familiar, con otros ejemplos en varias dinastías, en concreto en la
española (la misma reina era hija de un enlace matrimonial entre tío y
sobrina).
Físicamente, el conde de Trapani no era muy agraciado. El
embajador francés en la Santa Sede lo describía “como feo, bajito y
flacucho, con expresión de poco inteligente. No puedo dejar de pensar
que en el aspecto físico deberíamos escoger algo mejor para ella”,
escribía.
Pero Austria no estaba de acuerdo con el matrimonio, puesto que
un príncipe napolitano en el trono de España, elevaría mucho el
prestigio de Nápoles ante los italianos y Austria consideraba a Italia
como un coto particular.
Sin embargo, Austria no tenía nada que hacer ante Inglaterra y
Francia, por lo que siguieron adelante las negociaciones.
Aunque la corte de Nápoles se había negado a reconocer durante
muchos años la ascensión de Isabel al trono de España, en aquellos
momentos no tuvo más remedio que asumir su reinado, y Trapani, “de
mala gana, y después de mucho llorar frente a la insistencia de su
hermano, de su madre y del embajador francés, dio su consentimiento”.
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Así que se envió una embajada a Madrid, desde Nápoles,
reconociendo tardíamente la toma de posesión de la reina y, al mismo
tiempo, pidiendo su mano.
Pero los españoles no querían al napolitano, puesto que lo veían
como un casamiento muy poco conveniente. No había buena relación
entre españoles y napolitanos, porque ya había demasiados miembros
de la familia de María Cristina en el país. Aunque lo peor era que se
decía que el conde de Trapani estaba totalmente dominado por los
jesuitas, que, entonces estaban desterrados de España: “Si se va a casar
con nuestra reina, será mejor que se quite la sotana y aprenda el oficio de
soldado”, decía el general Narváez.
También se sugirió la posibilidad de que se hiciera creer que el
muchacho se había escapado del colegio y se dijera que había jurado
no tener ninguna relación con los jesuitas.
Pero nadie le dio a Trapani una oportunidad. En las Cortes,
cuarenta diputados firmaron una moción oponiéndose al matrimonio y
la prensa insultaba al joven candidato.
En vista de los hechos y de la creciente hostilidad del público,
tuvo que desistirse de su candidatura, por lo que el conde de Trapani,
aliviado, “volvió a los brazos de los jesuitas”1.
- Juan Donoso Cortés, de quien partió la idea del matrimonio
Toda la historia que hemos relatado, se debió, parece ser, a la
idea de un político español conservador, filósofo y diplomático: Juan
Francisco María de la Salud Donoso Cortés y Fernández Canedo
(1809-1853).
1
Información extraída de: [En línea], <http://historia.mforos.com/681747/4665249isabel-ii-tribulaciones-prematrimoniales/>, [consulta 28-11-2009].
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Juan Donoso Cortés, R. Germán Hernández
En sus Obras Completas, dejó escrito lo siguiente:
“Reservando para la Historia el completo esclarecimiento de cuanto hace
relación al proyecto de matrimonio de Su Majestad la reina de España
con el conde de Trápani, creo de mi deber declarar aquí desde ahora (...)
que de la primera idea de este enlace es responsable únicamente el que
suscribe”2.
Según él mismo escribe, le vino esta idea en París, en el año 1842
y el motivo era: “aconsejar una combinación cuya ventaja especial
consistía en carecer de graves inconvenientes. Esta combinación fué la
del conde de Trápani”.
Dicha combinación tenía a su favor a Francia, porque el conde
era Borbón; a Inglaterra, porque siendo Borbón, no era hijo del rey de
2
DONOSO CORTÉS, J., Obras Completas, tomo 2º, Madrid, 1946. Agradecemos a
Alberto J. Palomo Cruz la facilitación de esta documentación.
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los franceses; a la reina madre María Cristina, porque era el conde de
Trapani era su hermano; al partido moderado, porque estaba del lado
de la reina madre; a Austria, porque no era un hijo de don Carlos.
Así que, guiado por estos principios, Donoso Cortés, hizo la
proposición a la reina madre María Cristina. Ella la aceptó, no como
madre porque “nunca miró la felicidad de su augusta hija” sino como
hermana del conde de Trapani.
Pero el hecho de que Donoso Cortés escribiera estas
declaraciones venía a confirmar que la idea del matrimonio de la reina
Isabel II con el italiano no fue de la reina madre, sino suya:
“Su ánimo al escribirlos ha sido solamente declarar con la mayor
solemnidad posible, y para que todos lo tengan entendido, que la primera
idea de este enlace fué enteramente suya, y que la augusta señora,
imprudentemente puesta a discusión en este asunto, ni inventó esta
combinación, ni la recibió a la ligera después de inventada, ni después de
recibida; si es que la recibió, la acogió con entusiasmo”.
- Finalmente
El conde de Trapani se casó con otra sobrina suya, María Isabel
de Toscana, hija de su hermana María Antonieta; y la reina Isabel II
de España contrajo matrimonio con un primo suyo, Francisco de Asís
de Borbón, duque de Cádiz, hombre apocado, de poco carácter y
homosexual, al que nunca quiso. Al conocer la noticia de la planificada
boda con su primo, la Reina lloró durante días.
María Encarnación Cabello Díaz
Noviembre 2009
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