. . . La lenteja Carla . Para Leire y Gabriela Edita Departamento De publicaciones DIPUTACIÓN DE BADAJOZ Texto ANA OLIVERA Ilustraciones MAITE GAZTELUMENDI Diseño y preimpresión XXI Estudio Gráfico, Puebla de la Calzada (Badajoz) Impresión Imprenta Parejo, Villanueva de la Serena (Badajoz) Depósito Legal BA-661-2001 ISBN 84-7796-101-8 . La lenteja Carla (Historia de una lenteja en el País de los Garbanzos) Texto ANA OLIVERA Ilustraciones MAITE GAZTELUMENDI III Edición Modalidad Infantil Accésit DIPUTACIÓN DE BADAJOZ Departamento De publicaciones 2001 . . U na mañana de primavera la lenteja Carla sintió deseos de viajar, guardó todas sus cosas en su maleta roja y se marchó al País de los Garbanzos. . L os garbanzos le parecieron unos tipos… estupendos, guapos, atléticos… . A l principio Carla se encontraba muy bien allí, pero un día decidió que quería ser “igual” que ellos. Y es que los garbanzos sabían: . Saltar vallas altísimas. Correr cien metros lisos en un minuto a la pata coja. . Tirarse del trampolín de cabeza haciendo el triple salto mortal. Cruzar la piscina nadando a mariposa. . C arla tuvo una idea genial: se disfrazaría de garbanzo para hacerse pasar por uno de ellos. Entró en un tienda y compró un magnífico disfraz (una ganga). M irándose al espejo, pensó que le quedaba perfecto: nadie notaría que no era realmente un garbanzo. . P ero al empezar a correr, se tropezó con el traje y “se tragó” la primera valla; los garbanzos se partían de risa porque pensaban que estaba ridícula con aquel disfraz tan enorme. . . E n la carrera de cien metros lisos quedó la última y sólo fue la campeona “en caídas”. Además, tuvo que aguantar los comentarios de los garbanzos que le gritaban: ¡Patosa, más que patosa! . A quella noche soñó que cuando estaba tirándose del trampolín, la piscina se llenaba de cocodrilos deseosos de saciar su apetito. Fue una pesadilla horrible. . N o obstante, al día siguiente salió de casa muy decidida a tirarse del trampolín, aunque, al mirar hacia abajo y verse a tal altura, los dientes empezaron a rechinarle, las piernas le temblaban, y los garbanzos… bueno, los garbanzos no podían contener la risa. A l final se tiró fatal y como encima no sabía nadar por poco se ahoga. Menos mal que el garbanzo Markel, al darse cuenta de que estaba en apuros, la salvó. . C arla estaba realmente disgustada, por lo que Markel la invitó a su casa y, mientras ella se secaba, le preparó una sopa calentita y pastel de chocolate. . – Ahora dime, ¿por qué quieres ser garbanzo? -preguntó Markel. – Porque hacéis cosas mejores –contestó Carla. – No son cosas mejores, Carla, sólo son cosas diferentes. A ver, ¿qué sabéis hacer las lentejas? C arla se puso a pensar y pensar y de repente exclamó: – ¡Muchas cosas! ¡Cantar canciones, hacer el pino, contar historias, dar volteretas y hasta dibujar con los dedos del pie! . . – Si en lugar de querer hacer lo mismo que nosotros –dijo Markel– te dedicas a hacer las cosas que sabes hacer tú, seguro que pensarán que eres maravillosa y todos querrán ser tus amigos. . . A l día siguiente Carla llegó a la piscina y toda colorada se puso a cantar una canción muy dulce que cantaban siempre las lentejas. Los garbanzos se preguntaron muy extrañados: ¿De dónde viene esa música tan preciosa? Entonces vieron a Carla, y se quedaron extasiados por la belleza de su voz. Al acabar aplaudieron muchísimo, gritando: ¡Bravo!, ¡Bravo!, ¡Otra!, ¡Otra! . . C uando Carla anunció que iba a contar un cuento, todos se sentaron sobre la hierba y escucharon fascinados la historia de Garbancito y el lobo. . . L uego, Carla mandó traer un lienzo especial para dibujar con el pie, y pintó un mar lleno de peces de colores, y nunca los garbanzos habían visto unos peces tan hermosos ni un mar tan azul. . . A l terminar, todos los garbanzos querían ser sus amigos. – ¿Por qué no nos ponemos boca abajo? Así, ¡mirad! –propuso Carla e hizo el pino con gran agilidad. P ero los garbanzos no podían con su peso, se caían enseguida, e intentándolo una y otra vez, pasaron una tarde muy divertida. . Y a partir de aquel día, Carla vivió feliz en el País de los Garbanzos siendo simplemente lo que era: “¡Una lenteja!”. . . Este cuento, La lenteja Carla, o historia de una lenteja en el País de los Garbanzos, escrito por Ana Olivera e ilustrado por Maite Gaztelumendi, ha sido editado por el Departamento de Publicaciones de la Excelentísima Diputación Provincial de Badajoz, al haberle sido otorgado el accésit en la tercera edición del Concurso de Cuentos Ilustrados, modalidad infantil. El diseño, la maquetación y la preimpresión se hicieron en XXI Estudio Gráfico, de Puebla de la Calzada (Badajoz), y la impresión y encuadernación en Imprenta Parejo, de Villanueva de la Serena (Badajoz), dándose por terminado el miércoles día diez de diciembre del año dos mil uno, celebración del día mundial de los derechos humanos.