REVISTA ELECTRÓNICA DE PSIQUIATRÍA Vol. 3, No. 3, Septiembre 1999 ISSN 1137-3148 Psicopatología y abuso de cocaína. E. Sánchez Hervás Unidad de Conductas Adictivas de Catarroja. Área 9. Conselleria de Sanitat. Generalitat Valenciana. Valencia (España). ARTÍCULO ESPECIAL [Resumen] [Abstract] Planteamiento del tema. Desarrollo del tema. Discusión. Correspondencia: C/. Dr. Fleming, 73-15. 46470 Albal, Valencia (España). Tel.: +34 961272542. Planteamiento del tema. La cocaína es un fármaco euforizante, provoca a dosis moderadas efectos activadores a nivel cerebral. Esta acción se traduce en una elevación del humor, de energía y del estado de alerta. Estos efectos son inmediatos tras el consumo y, perfectamente objetivables tras dosis de 100 miligramos de cocaína intranasal. El consumo de cocaína y, de los psicoestimulantes en general, avivan el tono general, aumentan la interacción con el entorno y agilizan el entendimiento, por lo que pueden ser buenos instrumentos para aumentar el rendimientos mental y, posiblemente, para aliviar la depresión1. También aumentan la confianza y la seguridad en uno mismo, por lo que facilitan las relaciones interpersonales. En general podría decirse que el uso moderado de cocaína produce bienestar. Otros efectos del consumo de cocaína además de los producidos sobre las emociones incluyen una estimulación motora generalizada y una activación del sistema cardiovascular, que se percibe como un aumento del pulso y que también incluye una vasoconstricción sanguínea y un aumento de la presión arterial. Además los psicoestimulantes como la cocaína, disminuyen la sensación subjetiva de fatiga, pueden aumentar la rapidez de reacción del individuo y, inhibir el apetito. La cocaína estimula el sistema nervioso central aumentando la actividad normal de determinados neurotransmisores cerebrales. Fundamentalmente excitan la actuación de la noradrenalina, la serotonina y la dopamina (tres de los principales neurotransmisores implicados en los sistemas cerebrales que regulan la conducta emocional). Basicamente la acción de la cocaína se centra en dos procesos2: a) promueve una mayor cantidad de neurotransmisores endógenos y, b) bloquea la recaptación fisiológica de estos neurotransmisores, impidiendo su reabsorción al interior de la neurona. Los efectos psicológicos y de comportamiento inducidos por el uso de cocaína dependen de varios factores: la vía de administración, la cronicidad de su empleo, la salud del usuario, el consumo pasado y presente de otras drogas y alcohol y, el entorno donde se consume la sustancia. Cuanto más pura sea la sustancia, mayores serán los efectos específicos neurobiológicos y de comportamiento. La cocaína se adultera normalmente con otras sustancias como el manitol, la lactosa o la glucosa para añadir peso y, con cafeína, lidocaína, anfetaminas, quinina o incluso heroína, para añadir sabor y proporcionar efectos estimulantes adicionales al sistema nervioso central4. Tanto la concentración de cocaína como los adulterantes afectan la respuesta del sujeto al uso de la sustancia. Además de los efectos esperados por los consumidores tras el uso de cocaína, pueden aparecer diversos síntomas y trastornos relacionados con el uso/abuso de la sustancia. El DSM-IV4 distingue diversos trastornos relacionados con el uso de cocaína (tabla 1) Tabla 1 Trastornos relacionados con cocaína (DSM-IV)4 Trastornos por consumo de cocaína Dependencia de cocaína Abuso de cocaína Trastornos inducidos por cocaína Intoxicación por cocaína Intoxicación por cocaína, con alteraciones perceptivas Abstinencia por cocaína Delírium por intoxicación por cocaína Trastorno psicótico inducido por cocaína, con ideas delirantes Trastorno psicótico inducido por cocaína, con alucinaciones Trastorno del estado de ánimo inducido por cocaína Trastorno de ansiedad inducido por cocaína Trastorno sexual inducido por cocaína Trastorno del sueño inducido por cocaína Trastorno relacionado con cocaína no especificado Desarrollo del tema. Desde que en el año 1885 Freud estableciera las primeras consideraciones acerca de los efectos producidos por el uso de cocaína, basándose en su experiencia tras autoadministrarse la sustancia, aparecen en la bibliografía diversos informes en los que se da cuenta de distintos hallazgos incluyendo la aparición de síntomas psicopatológicos. En la tabla 2 se muestran algunos de los primeros estudios realizados con cocaína en humanos. Tabla 2 Primeros estudios de cocaína en humanos Modificado de Spitz y Rosecan (1991) Cocaína: dosis Hallazgos y vía psicopatológicos administración Referencia N Sujetos Freud, 1885 ? Autoadministración 50-100 mg. Insomnio, anorexia Insomnio, alucionaciones, "manía persecutoria" Freud, 1887 ? Observación clínica Hasta 1000 mg/día Hammond, 1887 1 Autoadministración 65-1170 mg/día Alteración curso del pensamiento 0,5-0,7 gr/día masticada Enlentecimiento del pensamiento, amnesia, psicosis paranoide, alucinaciones Bose, 1920 10 Adictos a cocaína Gordon, 1908 15 Intoxicación aguda ? Delirios, estupor, alucinaciones, demencia, ansiedad, depresión Owens, 1912 23 Obvservación clínica ? Alucinaciones, delirio paranoide ? Alucinaciones, delirio paranoide, parestesias Chopra y Chopra, 1958 200 Observación clínica Novick5, señala como complicaciones psiquiátricas más frecuentes producidas por el abuso de cocaína las siguientes: psicosis, depresión, cambios de personalidad, ansiedad y alucinaciones (en especial de parasitosis). A continuación revisaremos las distintas categorías diagnósticas en las que aparecen trastornos que según la bibliografía, se asocian más frecuentemente al uso de cocaína. Trastornos del estado de ánimo. Estudios con personas que siguen tratamiento por adicción a cocaína revelan que la mitad de la población de pacientes cumple criterios diagnósticos de trastorno del estado de ánimo6. El 20 % de los consumidores de cocaína experimentan trastornos del estado de ánimo cíclicos como trastornos bipolares y trastornos ciclotímicos (frente a una incidencia del 1% en adictos a opiáceos). Para Gold7, este dato apunta a que las personas con trastorno de estado de ánimo preferirían estimulantes antes que otras drogas. En una revisión de estudios epidemiológicos realizados en Estados Unidos, Sorel8 establece la existencia de una asociación entre el uso de cocaína y la presencia de trastornos depresivos y aumento de homicidios entre los conumidores. La presencia de trastornos afectivos en los adictos a cocaína se asociaría a un mal pronóstico en la evolución de ambos trastornos9. Varios autores han ideado la hipótesis sobre la relación neurobiológica entre abuso de cocaína y trastornos afectivos. Kleber y Gawin10, explican que la hiperregulación de los receptores adrenérgicos beta ha sido propuesta como modelo de la depresión, mientras que la eficacia de los antidepresivos tricíclicos como la desimipramina se atribuye a su capacidad de hiporregular los receptores adrenérgicos. Los autores presentan pruebas de que la cocaína hipermodula los beta-receptores y presentan este hecho como base teórica para el tratamiento del abuso de la cocaína con desimipramina. Implícita en este razonamiento se halla la hipótesis que propone una tendencia hacia la hiperregulación patológica de los beta-receptores como un factor común de vulnerabilidad en ambos trastornos: depresión y abuso de cocaína. Nunes y col.11 encuentran que algunos pacientes que abusan de la cocaína presentan un tipo de depresión unipolar denominada depresión atípica. La depresión atípica consitiría en un humor deprimido caracterizado por hipersomnia, bulimia, letargia severa y sensibilidad patológica al rechazo. La fase de "crash" tras un período intenso de abuso de cocaína incluye también los síntomas propios de la depresión atípica. Es probable que los pacientes que acuden a tratamiento por abuso de cocaína describan un estado disfórico durante la entrevista inicial. El estado de ánimo puede contribir a la búsqueda de tratamiento por parte del paciente. El humor depresivo puede no significa un trastorno del humor primario. Trastornos de ansiedad. En muchas de las intoxicaciones por cocaína los efectos deseados se acompañan frecuentemente de una mezcla de irritabilidad y ansiedad. Pueden desencadenarse crisis de ansiedad (tipo ataques de pánico) en las que los individuos sufren diversas molestias físicas como sensación de falta de aire, palpitaciones y hormigueos en las manos. Algunos investigaciones apuntan la importancia en la frecuencia de los ataques de pánico inducidos por cocaína12. Los ataques de pánico podrían emerger coincidiendo con largos períodos de consumo de cocaína de forma intermitente. Posteriormente los ataques de pánico podrían presentarse espontáneamente sin consumo de cocaína13. Algunos estudios indican que un pequeño porcentaje de pacientes con abuso de cocaína presentan un déficit de atención residual6, 14. En un estudio de Levin et al.15, los autores estudian una muestra de 281 sujetos que abusan de la cocaína y utilizando la entrevista estructurada para trastornos mentales (SCID), encuentran que el 12% de la muestra presenta un diagnóstico de déficit de atención por hiperactividad. Añaden los autores que los pacientes con este diagnóstico son un grupo de más difícil tratamiento entre los abusadores de cocaína. Se ha propuesto el tratamiento con metilfenidato en estos pacientes16. Nunes et al.11 encuentran algunos casos de sujetos que presentan abuso de cocaína y fobia social. En los últimos años se han utilizado diversos fármacos para el tratamiento de la ansiedad provocada por la abstinencia a cocaína. Un fármaco antiparkinsoniano, agonista receptor de la dopamina, la bromocriptina, se ha utilizado con cierta eficacia en la desintoxicación de cocaína17, disminuyendo la ansiedad provocada por la abstinencia. Un fármaco anticonvulsivo, la carbamezapina se utilizó con una muestra de 16 fumadores de crack y, los resultados se asociaron a una respuesta efectiva de abstinencia18, aunque no se dispone de ensayos clínicos controlados que puedan demostrar la efectividad de esta sustancia. El neuroleptico "sulpiride", ha sido utilizado con adictos a cocaína y, parece bloquear los efectos eufóricos producidos por el uso de la sustancia19. Meert y Janssen20, encontraron que la "ritanserina" (un antagonista serotoninérgico) disminuía el consumo de cocaína en ratas. Este hallazgo supuso la consideración de la importancia de la serotonina, además de la dopamina, en la adicción a la cocaína. Trastornos de personalidad. Las personas con trastorno de personalidad pueden tomar drogas para alterar su estado de ánimo. En concreto la cocaína puede inducir sentimientos de placer. Las personas con trastorno de personalidad antisocial o trastorno de personalidad bordeline que utilizan cocaína corren el riesgo de aumentar comportamientos violentos7. Marlowe21, realiza un estudio con 144 cocainómanos en el que el autor utiliza el SCID– II y el Millon Clinical Multiaxial Inventory (MCMI-II). No se obtienen resultados significativos y además se concluye que ambas pruebas presentan poca varianza común. Fielman22, evalúa con el SCID-II a 42 adictos a la heroína y 47 a la cocaína en desintoxicación. El autor halló un número similar de T.P. en los dos grupos, aunque en el grupo de cocainómanos había mayor heterogeneidad de trastornos de personalidad y en los heroinómanos destacaba el trastorno antisocial, observando además que en este subgrupo había mayor "desviación social ". También relacionó la presencia de un trastorno de personalidad con una baja autoestima, una evaluación negativa aumentada y una mayor duración de consumo. Yates et al.23, llevan a cabo un estudio con 59 adictos a la cocaína y los comparan con un grupo de no adictos. Los autores concluyen que el grupo de adictos presenta más rasgos de personalidad narcisista que los sujetos del grupo control. Esquizofrenia y otros trastornos psicóticos. El abuso de cocaína puede producir alucinaciones y delirios. En ocasiones estos síntomas se disipan en algunos días. En otros casos pueden persistir hasta un año24. En las intoxicaciones graves por abuso de cocaína pueden aparecer cuadros psicóticos denominados psicosis tóxicas. Estas psicosis consisten en episodios delirantes parecidos a los que sufren algunos pacientes esquizofrénicos. Antes de llegar a la psicosis los consumidores se muestran vagamente suspicaces, una actitud que va progresivamente haciéndose más notoria hasta llegar a la ideación delirante1. En algunos casos se producen comportamientos violentos. En la psicosis por cocaína se da un tipo singular de alucinación, que es más infrecuente en la esquizofrenia y otros cuadros psicóticos: la alucinación táctil. Comienza por un picor que obliga a los individuos a frotarse para encontrar alivio y, en casos extremos algunos consumidores piensan que tienen animales y gusanos debajo de la piel. La preferencia en el uso de cocaína en relación a otras sustancias psicotrópicas en pacientes esquizofrénicos era del 25% en un estudio realizado por Catton et al.25. En otro estudio similar, Miller (1990) obtiene resultados parecidos con un 15% de pacientes con diagnostico de esquizofrenia que preferían cocaína a otras sustancias. Havassy y Harns26, realizan un estudio con 160 sujetos hospitalizados por trastorno mental, en el que se estudia la relación entre el abuso de sustancias, el funcionamiento social y los desórdenes mentales. Los autores encuentran que 78 sujetos de la muestra presentaban abuso de sustancias, incluyendo cocaína y, que estos sujetos presentaban más diagnósticos de trastorno psicótico no especificcado, trastorno bipolar y depresión mayor. Otros trastornos. En un estudio con pacientes anoréxicas y bulímicas27, se encontró que las mujeres con trastornos de la ingesta eran más propensas a la adicción a psicoestimulantes que a otras drogas. Discusión. La prevalencia de trastornos psiquiátricos entre los adictos a cocaína se ha puesto de manifiesto en distintos estudios. La mayor parte de ellos adolecen de muestras que incluyan un amplio número de sujetos. Se han encontrado prevalencias altas de trastornos afectivos unipolares y bipolares entre los sujetos que abusan de la cocaína. La mayoría de los trastornos unipolares son en su mayoría distímias o depresiones atípicas, mientras los trastornos bipolares son, mayoritariamente ciclotímias. Tambien existen pequeños porcentajes de casos de trastornos por déficit de atención tipo residual en el adulto y fobia social. El problema de estos estudios es que la cocaína causa depresión durante la fase de abstinencia y tambien causa un efecto parecido a la hipomanía en la fase alta de consumo. En la práctica sería difícil distinguir si un trastorno afectivo es primario o secundario. La experiencia clínica sugiere que la mayoría de la psicopatología inducida por la cocaína es de curso agudo. La euforia, la agitación y la paranoia remiten rápidamente con un período de abstinencia. La depresión por la abstinencia y la letargia normalmente desaparecen en los primeros días o a la semana. Algunos pacientes relatan sentirse "diferentes" durante los seis primeros meses de abstinencia y describen un deseo ansioso durante semanas tras el cese de consumo, este deseo intenso de consumo se dispararía por contingencias relacionales antiguas, aparecidas durante el período de consumo. En el caso de que en los consumidores de cocaína exista patología preexistente, aparecería un grave problema con importantes implicaciones en el tratamiento. En cuanto a la posible relación entre personalidad y abuso de cocaína, al igual que en los estudios realizados con alcohólicos y adictos a heroína, no se han encontrado rasgos característicos de personalidad en los pacientes que abusan de la cocaína. La mayoría de clínicos e investigadores coinciden en la importancia del diagnóstico de la psicopatología asociada al abuso de sustancias químicas, no obstante no existe el mismo grado de acuerdo en lo que al procedimiento diagnóstico se refiere. Para Meyer28, una de las mayores dificultades en el diagnóstico psicopatológico radica en el hecho de que los síntomas del abuso crónico de sustancias a menudo son similares a los síntomas del trastorno afectivo. Esta situación ha provocado el uso de entrevistas psiquiátricas estandarizadas para el diagnóstico psicopatológico en drogodependencias. Una de las entrevistas más utilizadas ha sido el Diagnosis Interview Schedule (DIS)29, cuya versión actualizada es el SCID (Standardized Clinical Interview)30. Aunque la utilidad de estas entrevistas como instrumentos de screening es muy válida, parece necesaria la utilización de entrevistas clínicas en las que se determine la situación de intoxicación o abstinencia que presenta el paciente y, si la psicopatología hallada en el momento de la entrevista corresponde a un trastorno psiquiátrico preexistente o, si por el contrario los síntomas son inducidos por el consumo de la sustancia. En la figura 1 se presenta un esquema orientativo que puede ser de utilidad en el momento de la evaluación. REFERENCIAS 1. Camí J. Psicoestimulantes. Madrid: Aguilar; 1996. 2. Snyder S. Drogas y cerebro. Barcelona: Prensa Científica; 1992. 3. Bastos M, Hoffman B. Detection and identification of cocaine, its metabolites and its derivatives. En: Mule S, ed. Cocaine: chemical, biological, clinical, social and treatment aspects. Cleveland: CRC; 1976. 4. Asociación Psiquiátrica Americana (APA). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, DSM-IV. 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Psiquiatria.com [revista electrónica] 1999 Septiembre [citado 1 Oct 1999];3(3):[19 pantallas]. Disponible en: URL: http://www.psiquiatria.com/psiquiatria/vol3num3/art_8.htm NOTA: la fecha de la cita [citado...] será la del día que se haya visualizado este artículo. info@psiquiatria.com Sumario Principio de página Página principal © INTERSALUD, 1999. Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida sin la autorización por escrito del titular del copyright.