Ñ ti. 4 ejército REVISTAILUSTRADADE LAS ARMASY SERVICIOS NÚM. 81 • OCTUBRE 1946 SUMARIO Posible evolución substancial de la guerra del porvenir. Gene ral López Valencia.—Estacionamiento en montaña. Construc ción de chózas y refugios improvisados. Comandante Fernán dez Trapiella.—El famoso caballero D. Hugo de Moncada. General Bermúdez de Castro.—El Servicio de Arbitraje. Gene ral Barraeco.—Divisiones de Artillería en la pasada Gran Guerra. Capitán Colorado.—Natación. Comandante Cervera.— Más sobre la Natación. Capitán Grijelmo.—La Artillería en la defensa de costas. Asentamientos de las baterías. Comandante Martínez Lorenzo.—Nuevas técnicas en la construcción de ar mamento. Comandante Salvador.—El insecticida español “666”. Comandante Moreno Martmn.—Informacjón e Ideas y Refle xiones: Teleférico de circunstancias. Comandante Navarro.—Algunos aspectos militares de la Geografía. Almirante Castex.—Mapas para una guerra moderna. General de Brigada A. B. Clough.—Informe del Ge neral Eisenhower sobre lás operaciones desde el día “D” hasta el día “VE”. Teniente General H. J. Martín.—Caballos y mulas transpor tados por aire. Coronel Ralph W. Mohri.—La campaña de El Alamein desde el punto de vista higiénico. Teniente Coronel Dr. H. S. Gear.;1] s ideas contenidas en los trabajos de esta Revista represntan únicament opinión del respectivo firmante y no Ja doctrina de lós organismos oficiale5 .‘i lacción y Administración: Alcalá, 18, 3.° - MADRID - Teléf. 25254 - Apartado de Correos 31; MINISTERIODELEJERCITO jrcito rc’niIu iIoIriiiIu 414k 111/uriiiiii iicriirio, DIRECTOR: ALFONSO FERNÁNDEZ, JEPE Coronel de E. M. DE REDACCIÓN: Coronel de E. M. Excmo. Sr. D. José Díaz de Villegas, Director General de Marruecos y Colonias. REDACTORES: General de E. M. Excmo. Sr. D. Rafael Alvarez Serrano, Profesor de la Escuela Superior del Ej&cito. Coranel de Artillería D. José Fernández Ferrer, de la Escuela Superior del Ejército. Coronel de Infantería D. Vicente Morales Morales, del Estado Mayor Central. Coronel de Infantería D. Emilio Alamán, del Estado Mayor Central. Coronel de E. M. D. Miguel Martín Naranjo, Director del Servicio Histórico del Ejército. Coronel de E. M. D. Gregorio López Muñiz, de la Escuela Superior del Ejército. Coronel de E. M. D. Juan Priego, del Servicio Histórico del Ejército. Teniente Coronel de Caballería D. Santiago Mateo Marcos, del Estado Mayor Central. Teniente Coronel de Ingenieros D. Manuel Arias Paz, Director de la Escuela de Automovilismo. Comandante del C. 1. A. C. D. Pedro Salvador Elizondo, de la Dirección General de Industria. Comisario de Guerra D. José Bercial, de la Intervención de la 1. Región. Comandante de Intendencia D. José Rey de Pablo, del Patronato de casas militares. PUBLICACIÓN Redacción y Teléfono Administración: 25254 • MENSUAL MADRID, Correspondencia, Apartado Alcalá, 18, 3.° de Correos 317 PRECIOS DE ADQUISICIÓN ejar Para militares, en suscripción colectiva por intermedio del Cuerpo. 4.50 Para militares. en suscripción directa (por trimestres adelantados). 5.00 Para el público en general (por semestres adelantados)6.00 Número suelto7.00 Extranjero8,00 Correspondencia 2 Correspondencia para colaboración, al Director. para suscripciones, al Administrador, D. Francisco de Mata Díez, Coman dante de Infantería. Pob!q voluc ion subsfancial dc ¡a urra dzl porvqnir General LOPEZ VALENCIA, Profesor de la Escuela Superior del Ejército. PROFECIAS DE GUERRA Es fácil profetizar la guerra, que—según el eufemismo clásico—no es más que la continua ción de la política con otros medios. Cuando fracasan los sistemas de seguridad que se montan para conciliar intereses en pugna (códigos inter nacionales, Sociedades de Naciones, Tribunales de paz, tratados...), la continuidad de la vida del mundo exige, indefectiblemente, la violencia. La profecía de guerra no se basa únicamente en la apreciación de los hechos contemporáneos, en el examen de las direcciones en que actúan las fuerzas internacionales en cada ciclo histórico, ni en los determinismos geográficos. La verda dera determinante de la guerra es la contextura de la naturaleza humana. En el porvenir habrá guerra, como la ha ha bido en el pasado. Pero si es fácil vaticinar el hecho de la guerra, no lo es, en cambio, prede çir su forma, sus métodos y su sentido. El es fuerzo por desvelar este enigma puede llevarnos a un concepto fantasmal, utópico. Porque fácil mente los espíritus impresionables y novelescos caen en la tentación de fabricar una utopía “a lo Wells”, a base de energía atómica, radar y super aviones, manejados por hombres, de un tipo su perior al contemporáneo, lucubraciones que no responden a un sereno raciocinio ni a la seriedad que requiere el estudio de un problema humano tan terrible como la guerra. La realidad es, por sí sola, de un apasionante interés, sin que sobre ella se edifiquen futurismos fáciles, olvidando que “el sueño de la razón produce monstruos”. Nuestro difícil empeño es aventurar la pre visión de la forma y sentido de la guerra futura, sin soberbia de profeta ni fantasía de novelista; pero también sin sujeción superticiosa a lo tra dicional. Si se considera lo porvenir como una proyección de lo presente, tal vez se puedan seguir lasdíneas de proyección hasta el momento en que empiecen a dibujarse sobre la neblina Enviado pará el concurso de esta Revista, de 1946. del tiempo futuro las figuras deformadas de los objetos actuales. La previsión no es otra cosa que representar en la mente de los hombres los hechos futuros en función de los presentes. Los estados sucesi vos de la vida física y psíquica del individuo y de la vida social de sus organismos no son im provisaciones, porque la Providencia respeta el tremendo privilegio del libre albedrío humano. Esos estados son consecuencia y hechura de sus predecesores, y esto da a nuestros actos un va lór trascendental. Tratar de encontrar la fórmu la de esta evolución es un sistema racional para intentar descorrer el velo, al parecer impenetra ble, del porvenir. El peligro de este enfoque de la cuestión está, conviene repetirlo, en el apego a lo tradicional, que puede llevarnos a presentar una proyección recta que reproduzca exactamente la figura proyectada, y no su lógica deformación, causada por el medio a través del cual se proyecta y por la misma evolución intrínseca de la cosa actual. Sólo evitando esta propensión conservadora se puede admitir que la apreciación de la guerra de mañana se base en una evolución de las formas y sentidos de la guerra de ayer. - EVOLUCION HUMANA Sin competencia para intentar colegir la evo lución de los caracteres somáticos del hombre hasta el momento de la guerra futura, los su pondremos constantes, al menos en el inmediato período histórico. El hombre de mañana tendrá, poco más o menos, las aptitudes, reacciones, reservas y defensas fisiológicas que tiene hoy. Cuesta trabajo admitir que dentro de unos años puedan existir unos seres ultradotados que afron ten sin protección mecánica los riesgos de la navegación por las regiones estratosféricas o por los bajos fondos marinos, o resistan las veloci dades de traslación interplanetaria. 3 Tampoco es de presumir que los caracteres psíquicos evolucionen para formar una raza de superhombres, de rectitud moral congénita o de inteligencia media notablemente superior a la del tipo medio actual. Física, moral e intelectualmente, el soldado de la guerra del porvenir será aproximadamente igual al que terminó la guerra de 1945, aunque en los países de adelantada técnica (a la que no se considera aquí como sinónimo de civilización) podrán confiarse a mayor número de hombres misiones que requieran, en más o menos grado, instrucción, cultura, iniciativa o habilidad. Pero lo que más interesa en la evolución hu mana son los caracteres volitivos, la orientación de los espíritus, la formación de los ideales de vida. Estos ideales se polarizan hoy en grandes masas humanas hacia la solución de los proble mas relacionados con el llamado “nivel de vida”. Aumentarlo, superar siempre los límites actua les, desarrollar programas de vida fácil, cómoda y atractiva, son las aspiraciones supremas y casi únicas de muchos millones de seres huma nos y llenan la mayor parte de los programas políticos de los Gobiernos. Forzoso es reconocer el fundamento esencialmente materialista de estas aspiraciones. Pero hay también grandes espacios en el pla neta donde viven razas y pueblos de vida atra sada que ya aspiran, o que pronto aspirarán, a conquistar el nivel mínimo de vida que exigen la justicia y la dignidad de la persona humana. Esta ideología, complicada y aprovechada por otras fuerzas (anhelos de independencia polí tica, irredentismo, lucha de clases) tiene también mucho de materialista, pero da origen a senti mientos más elevados y es motor más poderoso de los impulsos. Lo mismo unos que otros, los que quieren conservar y mejorar su nivel de vida, que los que se agitan para ocupar un puesto al sol, en trarán en la guerra del porvenir convencidos por sus minorías dirigentes de que ella es el único medio de lograr sus aspiraciones, en una contien da a la que, como siempre, se dará el nombre de “la última de las guerras”, antes de llegar al soñado paraíso de la solidaridad internacional. En esta guerra del porvenir cabe presagiar las ventajas de los pueblos o grupos de pueblos de 4 elevado censo de población, porque la guerra futura será también guerra de masas. Habrá, pues, que seguir la política demográfica, como parte esencial de la formación del potencial de guerra de una nación, prever desde ahora la pugna entre los intereses demográficos y los egoísmos de la política del “nivel de vida” y se ñalar el peligro de los pueblos que llamamos de elevada cultura o superindustrializados, ante los que, con mayor fuerza vital, se consideran atrasados política o industrialmente. PANORAMA ECONOMICO Como, a pesar de la civilización materialista, el mundo no puede anular sus inquietudes espi rituales, hay que rechazar que la causa econó mica sea determinante única de las guerras, que hoy y mañana podrán ser guerras de reivindica ciones, de defensa de la independencia patria, de expansión política o de liberación espiritual. Pero sí es cierto que a todo fin de guerra de esta clase se acopla un propósito económico paralelo. Y como, por otra parte, las guerras no se hacen siempre or la Economía, pero sí con la Econo mía, es útil, para precisar la forma y dimensio nes del futuro escenario bélico, intuir la evo lución económica de la Humanidad por encima de las contingencias singulares de la coyuntura. Las aspiraciones de elevar el nivel de vida al ritmo de los adelantos de la investigación y de la técnica de transformación, obligarán en lo futuro a intensificar la explotación de los recur sos de la Tierra. Simultáneamente, el aumento del número de las primeras materias necesarias para lograr aquel propósito excluirá cada vez más las pretensiones autárquicas. La autarquía se concibe sólo, en el porvenir, como un penoso sacrificio, como una limitación del nivel de vida a aquello que a duras penas puedan cubrir los recursos nacionales, sacrificio cada vez más improbable. Por eso, la economía futura, forzosamente dirigida y estatificada, será de carácter univer sal y complicará, en consecuencia, las relacio nes internacionales, porque el juego político a que se entregan y entregarán las naciones será el de situarse en sectores económicos en los que puedan hallar compensación a sus insuficiencias de paz y de guerra. El equilibrio económico entre grupos humanos se derivará de las relaciones entre los países que po sean la técnica y los me dios de transformación y los que sean meros posee dores de depósitos de pri meras materias. Las naciones poderosas deberán acotar con sus influencias zonas de las que puedan extraer esos elementos, que son tam bién sustanciales de su potencia militar y que a la vez aseguren la salida de los productos manufacturados. Otro grupo de pueblos, débiles en su economía, aunque maduros en su personalidad política, habrán de esforzarse en cotizar sus ventajas natu rales, geográficas o estratégicas, a cambio de las ayudas técnicas y materiales que calculen como precisas para salvaguardar su vida y su independencia. Finalmente, otros países y comarcas, en su infancia política o atrasados en su cohesión nacional, deberán acometer, bajo indeclinable tutela, el difícil problema de su formación nacional, de su equipo e industriali zación. Del grado de patriotismo, fervor y con sistencia nacionales dependerá la conservación de la libertad y de la soberanía, tan amenazadas en las contiendas económicas. GUERRA MECANI ZADA Este podrá ser el esce nario de los grandes he chos humanos del futuro. Resta ahora examinar la evolución posible del apa rato bélico, comprendien do en él el valor especí fico de los medios mate riales de guerra y su uti lización por el ingenio del hombre. Al terminar la última guerra, han dejado de ser sorpresas técnicas gran parte de los progresos mecánicos en el arma mento y en los medios de guerra de toda clase. El motor, como factor básico de la maniobra ofensiva; el carro de combate, como poderoso medio de penetración; la aviación, con la uni versalidad de sus misiones; la radiodetección —último grado de la seguridad y de la preci sión—; la autopropulsión, que aligera al Arma aérea de su pesada servidumbre superficial..., todo esto está ya incorporado al variado arse nal de los medios con que los hombres se exter minan. Quedan algunas zonas de misterio, como la utilización de la energía atómica, que los que entienden los procesos de la evolución científica vaticinan que serán pronto desveladas. Con estos medios, sin necesidad de inventar otros más mortíferos, pero suponiéndolos lógica AFINIDADES GEOPOLITICAS mente mejorados, podremos dotar los parques El encauzamiento de todas estas acciones com de la futura guerra, porque, a su vez, todos ellos plejas es la causa de las afinidades geopolíticas. aparecían ya, más o menos esbozados, en la No pueden ya existir los aislamientos, más o me guerra penúltima. La materia, al fin y al cabo nos “espléndidos” o “monroicos”. Esas afinidades esclava del hombre, nos permite aplicar el cri económicas, políticas y, a veces, ideológicas, de terio del evolucionismo con más facilidad que las terminarán el sentido de la política internacional fuerzas inmateriales. y engendrarán otras, inevitables, imperativas, Hay que descontar una mayor potencia y pre de carácter estratégico, que, en los períodos de cisión de las armas, mayor velocidad de mani tensión, están llamadas a sobreponerse a las pri obra y mayor poder explosivo, pero será difícil meras. La tarea principal de los directores de la “condensar” este mayor poder reduciendo, por política será la de conocer en todo su valor cuáles ejemplo, el número de bocas de fuego, o inten sean esos valores estratégicos que mejor puedan tar obtener armas adaptables a misiones tác cotizarse en el conjunto del grupo o bloque po ticas universales. Cuanto más perfectos y com lítico afín, para avalorarlos y robustecerlos, plicados seai los mecanismos, más necesaria 5 será la intervención del hombre, construyendo, dirigiendo, moviendo, reparando los ingenios de guerra. Porque es un fenómeio comprobado que la mecanización de la guerra, en lugar de reducir el número de combatientes, lo amplía én tanto mayor grado cuanto más perfecta sea. La movilización total humana será también característica de la guerra de mañana. Cono cido es el ejemplo del gran número de hombres que necesita el servicio de una fortaleza volante de las empleadas en la última guerra. De igual modo, los aparatos volantes del futuro, aunque lleguen a carecer de piloto, las piezas de largo alcance y precisión, los sistemas de seguridad radar, etc., necesitarán de equipos numerosos formados en gran parte por lo que llamamos especialistas, y que lo serán cada vez menos, por la generalización de la guerra mecanizada y la elevación del nivel medio cultural. La guerra será mecanizada, pero conviene en tender bien este concepto. No puede abarcar otra cosa que el hecho de que la guerra se hará con medios que, correspondiendo a la época del supermaquinismo y de la captación y dominio de nuevas fuerzas lograrán una eficacia de efec tos, que se considerará máxima, pero no supri mirán el esfuerzo cerebral, cordial y muscular de los combatientes. poder destructor guerra. de los futuros ingenios de Esta doctrina es falsa. La maniobra no sólo no puede desaparecer, sino que es acelerada y vigorizada por los perfeccionamientos técnicos. Más aún: estos perfeccionamientos son una de sus causas determinantes. La guerra mecani zada supone una inmensa base nacional, centro vital sobre el que hay que dar el golpe para lograr la decisión. Y como las formas defensivas se adaptan a esta estructura central y adquie ren gran profundidad, será preciso penetrar hondamente en ella, con marcha sólida y pose soria, no sólo con una lluvia de proyectiles, que serán siempre más o menos ciegos, a pesar de sus espoletas radioeléctricas. Así como en 1944 los anglosajones penetra ban en el corazón de su enemigo perforando su cesivamente el “muro del Atlántico” y la “línea Sigfrido”, y lo hacían después de que Alemania llevaba ya dos años sometida al tremendo mar tilleo de la aviación de gran bombardeo, en la guerra del porvenir, enormes Ejércitos terres tres y aéreos se lanzarán a fondo sobre los paí ses enemigos pará realizar ataques penetrantes muy poderosos, á. fin de neutralizar en su base la guerra ultramecánica. El orden paralelo es estéril, pues conduce a una situación de equi librio, y no bastarán los profesores de Física UTOPI AS para dirigir y conducir las guerras. Será preciso Es, en efecto, corriente entre los utopistas el fecundo orden oblicuo, la maniobra, la guerra humana, los combatientes de ideología, estilo hablar de la revolución de los modos de guerrear, a base de energía atómica, radioseguridad y y moral militar, y con ello nada se innovará, pues así ha sucedido desde que el hombre em trayectorias estratégicas, y suponer que la de cisión de la guerra vendrá en función de estos pezó a modificar y mejorar sus medios de agre vuelos mortíferos, sin más condición que la de sión y de defensa. La mecanización afectará a aquello que puede poder instalar enormes bases de partida, situadas a miles de kilómetros del enemigo. Se volvería mecanizarse, es decir, a la materia. Los funda así a un inmenso “orden paralelo”—si se nos mentos anímicos del combate perduran, y por eso, la ofensiva será siempre movimiento y lan permite utilizar el viejo concepto clásico—, zamiento de masas humanas, y la defensa mejor como cuando las huestes de la antigüedad clá será la activa, la que conduce, a su vez, a buscar sica se desplegaban frente a frente, en macizas formaciones, y se acribillaban con armas arro e inutilizar el centro vital de donde vienen los jadizas, con la diferencia de que entonces, al ataques. período de lanzamiento de dardos y piedras se PARTICULARISMOS guía otro de maniobra, cuando los combatien Entre los tradicionalistas y los utopistas se tes se acometían al arma blanca. Los utopistas sitúan los particularistas que pretenden que la suprimen esta última fase, pues dan valor deci sivo a la fase de lanzamiento, fundándose en el decisión de la guerra futura ha de basarse en 6 la preponderancia o en la acción única de determinadas armas o medios, después de arrinconar en los Museos a to dos los demás. La tendencia más característica en este sen tido es la de los que se basan en el progreso de la aviación y vaticinan la desaparición de la guerra de superficie. Su tesis es que esta guerra de superficie, lenta y premiosa en este siglo de las velocida des, ha perdurado por la necesidad de encade nar los aparatos voladores al suelo y jalonar la línea de operaciones con una cadena de bases intermedias, a causa de los pequeños radios de acción, y que desde el momento en que un Ejército aéreo puede despegar para combatir en el cielo de cualquier continente y regresar a sus bases nacionales, la guerra de superficie habrá desaparecido y la decisión se logrará en el aire. Hay que confesar que es muy difícil darse cuenta de la enorinidad física, técnica y humana de esos aeródromos base, de una babélica infra estructura al servicio de la cual habría que poner de modo permanente todas las energías y me dios nacionales, convirtiendo la vida de los hombres en un infierno industrial y prescindien do de las actividades pacíficas del vivir social y económico. Pero, aun suponiendo que los Estados ultrapotentes poseyeran todas las pri meras materias precisas y el equipo de laborato rio y fábricas necesario para este despliegue, un frío razonamiento va a permitir clasificar a es tos particularistas en el bando de los utopistas fantásticos. Para que la guerra exclusivamente aérea lle gue a la decisión, se hace preciso que el enemigo de ese gran país aéreo esté organizado de modo semejante. Naciones o grupos de naciones que, careciendo de una organización industrial avan zada, no tengan su vida ligada a los órganos que desde el aire se puedan destruir, serán práctica mente invulnerables a esta clase de guerra. Y en la última contienda han aparecido atisbos de esta verdad. E.1 dominio del aire y la superiori dad de medios de guerra mecánica del Japón no le sirvieron para aniquilar a la inmensa y atrasada China; y la supremacía aérea inicial de Alemania sobre Rusia tam poco permitió que alcanzara a su enemigo en centros ínti mamente vitales, que no eran, en ese caso, la faja de zonas industriales de la U. R. S. S., a la que pudieron llegar los ataques aéreos. Paradójica mente, los países más pode rosos serán los más vulnera bles en estas guerras exclusivamente aéréas. Esa guerra podría admitirse entre fuerzas equilibradas de países enemigos total y densa mente industrializados. Nuevamente se produ ciría, con el equilibrio, el orden paralelo, y la suprema resolución habría que buscarla en la guerra superficial, sobre esa tierra a la que el hombre está atado por la ley de la gravedad. Porque es siempre actual el mito de Prometeo: los hombres no pueden pretender luchar entre sí con los rayos de Júpiter. Ante los particularismos, sólo cabe afrontar la guerra futura como guerra de conjunto, y la decisión en superficie no se logra sin la unión de las fuerzas aéreas., terrestres y navales. MECANICA HUMANA DE LA GUERRA Las trayectorias, por largas que sean, y los aviones, aunque alcancen autonomía planetaria, no son, pues, los protagonistas de la guerra. Para la del porvenir será también necesario lle gar a la fase vibrante y anímica del contacto, carácter esencial de las luchas humanas en este período histórico. La guerra no es un problema de laboratorios, sino de cerebros y de corazones, y, por tanto, nos repele, por antihumana, una lucha monstruosa de sabios y de técnicos, gue rra de “lanzamientos” y de “horarios”. El hom bre es un ser sociable, aun en sus odios, y necesi ta franquear con sus Ejércitos las zonas inter medias entre las bases y los objetivos. Pero, además, como la guerra es el campo del azar y de lo contingente, no se puede renunciar a ha cer pesar en la contienda valores geniales o es peculativos en los directores: voluntad, racioci nio, arte; y reacciones cordiales en las masas en 7 lucha: valor, acometividad, sacrificio, inicia tiva, para fundar en ellos el “impulso” bélico y para acoplarlos al ritmo cambiante y oportu nista de los hechos. Porque el alma humana tiene más poder energético que la bomba ató mica, y el raciocinio ofrece mayor seguridad que la radiodetección. Por eso parece previsible que la guerra futura sea guerra de maniobra en tierra, mar y aire. Y como la Ciencia se orienta hoy para entrar en los escondrijos más recónditos de la energía, para conseguir las mayores velocidades de tras lación, la Técnica del porvenir, al servicio de la Guerra, tenderá a acentuar la rapidez y pro fundidad de las maniobras ofensivas. El trans porte aéreo tal vez llegue a ser preponderante en los períodos de concentración, despliegue y explotación, mientras el elemento de choque y de ruptura desarrollará ingentes cantidades de energía. De todo ello se deduce, por causas me cánicas, la misma consecuencia que se ha dedu cido de razones psíquicas, económicas y estra tégicas: la aceleración y envergadura de la maniobra y la extensión geográfica de los teatros de operaciones. Pero toda esta energía requerirá su período de almacenaje: la fase larga de la preparación, cuya duración está en proporción directa de la fuerza que la ofensiva desarrolla e inversa del tiempo que medie entre el despliegue y la deci sión. Si las grandes ofensivas de esta guerra úl tima han necesitado meses de preparación, las futuras requerirán años. Porque esta prepara ción comprende lo orgánico y lo doctrinal, la economía y los transportes, la industria y el me canismo nada somero del propio despliégue. Y porque a medida que el ataque pueda equiparse más poderosamente, tendrá que enfrentarse con una defensa más dura y extensa. Es fenómeno histórico que abarca el ciclo temporal presente que al aumento y perfección de los medios ofensivos o de agresión corres ponde siempre la evolución recíproca de los medios defensivos o de protección. En los in tervalos de las guerras, la investigación y la técnica desarrollan un vasto programa: conso lidar los tipos de material o armamento consa grados en la última contienda, asegurar los mo delos definitivos en consonancia con las indus 8 trias nacionales, preparar las “contraarmas”, mejorarlas si ya existen, y extender las investi gaciones sobre los elementos que aún constitu yan sorpresas o que no han sido experimenta dos ampliamente en la guerra. Esta actitud lógica y la eficacia de los moder nos sistemas de investigación descartan la posi bilidad de que países dueños de secretos técni cos se aseguren su exclusiva explotación para el futuro, mantiene viva la competencia secular entre armas y medios antitéticos y corrobora la polaridad de las acciones en la guerra. A propósito de esta preparación de los medios de guerra futuros, suelen cometerse errores de previsión, uno de los cuales es suponer que to dos los actuales van a seguir una normal evolu ción y a generalizarse en el porvenir. La guerra química fué considerada durante muchos años como supremo factor de decisión. Sin embargo, la caja de Pandora que almacenaba los gases ha estado cerrada durante la última contienda. No es, pues, admisible la especulación sobre la gue rra científica, ni siempre los prototipos están llamados a desarrollarse y generalizarse. Según esto, la defensa, en lo porvenir, deberá tener en cuenta la enorme fuerza penetrante de la amplia maniobra ofensiva, pero también la evolución lógica, tanto de los medios de agre sión, como de los de protección, y, sobre todo, que el aforismo de que “las cosas se curan con sus semejantes” en ninguna parte tiene tanta fuerza axiomática como en la guerra, donde los medios defensivos son en gran parte los mismos ofensivos. Ante el ataque amplio y penetrante hacia el interior o base nacional, la defensa adaptará sus formas a esa maniobra. Será la época de la gran defensiva extensa, por imperativo de segu ridad, descentralizada ante la profunda penetra ción, y superficial, para ofrecer al enemigo super ficies de desgaste; será la defensa móvil, activa, a la que se ofrecerán más largos períodos de des arrollo, a causa de las pausas forzadas de la ma niobra agresora, exigidas por su lento montaje. NUEVOS MODOS, VIEJOS PRINCIPIOS Esta visión de la mecánica de los medios y de los hombres del porvenir nos lleva a la necesi dad d aceptar—aunque sólo en la medida justa—la influencia de los materiales sobre las doctrinas, sobre todo sobre las doctrinas tác ticas. Se hace preciso emprender, en este sentido, la preparación doctriiial, prescindiendo de tra dicionalismos y sin aflorar los viejos esquemas. Las ideas deben evolucionar como los materia les, para que el espíritu pueda ser siempre el domador de la materia. Pero también hemos visto cómo la perfección material de los medios de guerra avalora en de finitiva los principios fundamentales, filosófi cos, del arte de la Guerra. Uno de ellos es el en lace entre el combatiente y el terreno. Muestra la experiencia que todavía no pueden construirse ingenios de guerra que, en la fecha futura a que abarca nuestro análisis, puedan lla marse de “todo terreno”, y que casi siempre la eficacia plena de las armas requiere una situa ción determinada, una feliz conjunción de cir cunstancias. Cuando esto se consigue, los efec tos son fulminantes y devastadores; pero se consigue muy pocas veces. Servidumbres de todo género entorpecen y ahogan a las maravi llosas máquinas, tanto más cuanto más perfec tas son. En la guerra futura, el terreno adquirirá por eso un valor todavía superior al que hasta ahora tuvo. La protección mejor contra el carro y el avión la dará siempre el terreno. Las mejores fortificaciones no son las de hormigón, sino las construídas hace miles de años por las fuerzas geológicas. Y si, como es de prever, la super ficie total del planeta podrá cuadricularse en teatros de operaciones posibles, el concepto espacial de la guerra y, por lo tanto, el te rreno ocuparán el primer plano. Esto podrá ser com pensación providencial para aquellas naciones de escasos recursos económi cos o de penuria indus trial, pero bien dotadas por Dios de una rica y va riada morfología. Será algo así como la vuelta a la Naturaleza, el castigo de la civilización materia lista y una honda llama- da al buen sentido, a la entrañable unión del hombre con la tierra, la cual volverá a ser pre ferentemente nutricia y protectora, no solamen te explotada. El orden lineal, el concepto del frente conti nuo y el de las barreras de hormigón suponían un aprovechamiento del terreno limitado y cir cunstancial. El orden profundo, la defensa ac tiva y descentralizada, la amplitud de las mani obras y su velocidad, realzan al terreno hasta lo permanente. Con el tiempo podrá decirse, con mayor ra zón que antes, que la montaña es un don del Cielo. Las cimas azules y violetas de nuestro paisaje, las pendientes boscosas, las hoces y gargantas tajadas en la roca viva, los valles suaves que parecen serpentear inteligentemente con orientaciones estratégicas, los altos collados que clasifican direcciones de marcha...: he ahí una maravillosa organización del terreno que supera, desde hace centenares de siglos, a esas supercreaciones técnicas, a esas máquinas que se llaman de “todo terreno”, a esas trayectorias esclavas de leyes matemáticas y a esos aviones que dicen que lo ven todo. De lo complicado y lo artificial surge, a la postre, lo natural y lo sencillo. Que es en este caso la fórmula hombre-terreno. Entre los arma mentos y los hombres que los manejan hay sólo la relación del usuario con el objeto, relación que no pasa de los límites de un hábito, una costumbre, una mayor o menor comodidad de empleo. Pero entre el hombre y el terreno de su Patria hay un nexo entrañable, casi sagrado. Es el supremo medio, que se utiliza con amor y gratitud y que muchas veces no se abandona sino con la vida. TERMINO DE LA EVO LUCION ¿Cuáles serán, en resu men, los caracteres sus tanciales de esa guerra del porvenir? Conviene epigrafiarlos. Ideales de guerra.—Los hombres de mañana, físi 9 ca y espiritualmente muy semejantes a los de hoy, se verán sorprendidos por la moviliza ción general y obligados a volver a la guerra, al menos para defender su alto nivel de vida. Irán a la guerra económi ca. Otras masas humanas que están naciendo o que nacerán a la civilización se lanzarán a una guerra constitucional, movidas por su fuerza de cohesión de nación o de raza. Pueblos insatisfechos en sus ambiciones im perialistas buscarán en esa guerra, que será de conquista, una continuidad a su expansión. Otros, en fin, reproducirán sus gloriosas gue rras antiguas: guerras de independencia. La integración de estas guerras constituirá la Guerra Mundial número tres. Guerra total.—Los Ejércitos del porvenir es tarán formados por grandes masas humanas: Porque la guerra será total, intensa y extensa al mismo tiempo, y porque la variedad y perfectibilidad de los medios de guerra necesita más hombres que los construyan, transporten y manej en, del mismo modo que el maquinismo industrial, en lugar de reducir el número de trabajado res, ha creado las grandes masas proletarias. Guerra de grupos.—La interdependencia ideo lógica, política, económica y estratégica lleva a las naciones al sistema de las afinidades de gue rra, y permite prever la existencia de bloques o anfictionías de opuesto interés, que, a falta de una solidaridad humana, que solamente puede basarse en la justicia y en la moral cristiana, se verá forzada a recurrir a la guerra. Guerra de material.—Las formas elementales de la guerra evolucionan con los materiales. El equipo bélico aumentará en calidad, variedad y potencia, y a ello hay que acomodar las doctri nas tácticas y operativas. Pero los materialés no pueden eliminar sus servidumbres intrínse cas ni anular los valores básicos en la guerra: los intelectuales y los morales. Guerra de inaniobra.—La maniobra, que no — — lo fué suprimida por la guerra estática, no lo será, como es lógico, por la guerra dinámica, por la guerra atómica, radioeléctrica y de autopro pulsión. La tendencia al equilibrio de medios entre los pueblos de civilización industrial obli gará a buscar el desequilibrio en la maniobra, abriendo campo a la conducción especulativa de la guerra. Los términos en que está planteada la evolu ción de la técnica moderna nos llevan a conside rar la maniobra futura ofensiva como muy am plia, veloz, penetrante y precisa, y a la contramaniobra como muy profunda, fuerte y descen tralizada. Guerra de superficie.—La fuerza de la grave dad encadena al hombre en la superficie del planeta. Las condiciones esenciales de la mani obra excluyen la guerra de “lanzamiento”, la existencia de terrenos de nadie y la reducción de los despliegues a las bases naciónales. Toda la superficie será campo de batalla. Puede pre verse en el futuro el empleo •conjunto de ele mentos combatientes de tierra, mar y aire, como fórmula úniça para poder romper el equilibrio de los contendientes, es decir, para decidir la guerra. Paradoja de la guerra ultramecánica.—Los progresos de la mecánica, de la siderurgia, de los explosivos, de los motores, de la navegación aérea y de la radio, conducen a un tipo de civi lización supermecánico y a la dictadura de la Técnica. Pero en las grandes crisis, de las cuales la guerra será siempre la más aguda, se produ cirá, como reacción, la vuelta a la Naturaleza. Los hombres deberán explotar al máximo sus reservas espirituales. La Tierra madre será, más que nunca, ayuda, protección y fuerza para el combatiente. La inteligencia y el valor segui rán ocupando el primer lugar entre los medios de guerra. La fórmula terreno-hombre, de rai gambre secular, representativa de un nexo in destructible, se opondrá—en la era de lo mecá nico—a la Técnica, al parecer omnipotente. Comandante de Infantería F. J. FERNÁN. DEZ TRAPIELLA, Jefe del Batallón de ms trucción de la Escuela Militar de Montaña. ESTfl(IOflIMIE nro M0IITÑNP CONS TR UCCION DE Y REFUGIOS IMPRO CHOZAS VISADOS T ODASla tropas de montaña deben estar im cesita para alcanzar la sorpresa sobre el enemigo, buídas de un gran espíritu maniobrero que evitando la propia. les permita alcanzar el máximo de movilidad; pero Esta autonomía se consigue, entre otras cosas, de manera excepcional deben poseer dicha carac por una escrupulosa instrucción, que ponga al sol terística los especialistas esquiadores-escaladores, dado y a la patrulla de tres hombres en posesión en tal grado que, para ellos, no sea problema mo- de una técnica depurada, capaz de permitirle uti verse y estacionarse en cualquier zona montañosa, lizar en beneficio propio los variados recursos na en las más variadas y adversas circunstancias de turales de la montaña. Cualquier tropa, por pe hora o estación del año. queña que sea, debe estar en condiciones de actuar MOVILIDAD Y AUTONOMIA darán a estas uni aisladamente y poder vivir, moverse y estacionar dades sus características maniobreras, constitu durante tres jornadas, sin necesidad de apoyo o yendo la fuerza rápida y audaz que el Mando ile auxilio alguno. 11 Fig. i.a_Trazado de la base del iglú. Obsérvense las dos circunferencias concén tricas çon 40 a 50 centímetros de diferencia de radio. La cuerda, atada al pie del pa quete central, lleva dos nudos, correspon dientes al extremo de los radios de ambas circunferencias. Uno de los problemas más duros en montaña es el de estacionar en condiciones aceptables, cuando la temperatura es baja o cuando se está sometido a los terribles temporales de nieve; parece que estas circunstancias son absolutamente negativas para conservar la vida o la salud, y, sin embargo, una tropa instruida y preparada física y técnicamente conserva, aun en estas circunstancias, su salud y todo su valor combativo. Para ello tiene que saber guarecerse rápidamen te, construyéndose, en el menor tiempo posible, un refugio adecuado a su entidad. La unidad mínima que se constituirá en mon taña es la patrulla de tres hombres, a fin de que, aun sorprendida por un temporal o desorientada por la niebla, puedan sus hombres encontrar apo yo mutuo. Pues bien; aun en invierno, en medio LIti Fig. 2. a_Manerade cortar los bloques utilizando los esquís. que resolver rápidamente la cuestión de estacio nar, levantando un refugio sólido y que ofrezca re lativa comodidad. La tienda de patrulla es rapidí sima de montar; pero a veces no es suficiente refu gio en invierno. Es preciso, pues, apelar a la nieve misma como elemento de construcción, bien sola o en unión de la tienda, lonas, ramaje, etc., lo que permite una serie variadísima de soluciones para la construcción de uno o varios alojamientos impro visados. Nos vamos a ocupar por ahora de la construc ción de la choza de nieve tipo iglú, de origen es- Fig. 3.a_Corte de los bloques por medio de una pala desmontable que se acopla a la piocha. de bajas temperaturas, soportando una fuerte ne vada o ventisca, perdidos en medio de la niebla o alcanzados por la noche, una tropa educada, y por ello en posesión de una buena técnica, no pier de su moral y subsiste con todo su valor de trabajo y de combate. Se comprende que en estas circunstancias hay 12 Fig. 4. a_Corte de los bloques por medio de un serrucho y una plantilla de madera, de dimensiones y forma apropia das al espesor del muro y tamai’io del iglú. quimal y de forma semiesférica, por ser este mo delo prácticamente desconocido y poco empleado, pese a su solidez, comodidad relativa, perfectibi lidad, duración, enmascaramiento facilísimo y gran valor táctico, ya que se presta a ser utilizado en las más variadas misiones y con los más diversos fines, tales como alojamiento, observatorio, puesto de es cucha, transmisiones, combate, depósito, letrinas, etcétera. CONSTRUCCION DEL IGLU Elegido el lugar de estacionamiento, si es posible con todas las características ya conocidas y que hemos enumerado detalladamente en un trabajo anterior, se procede a pisar la nieve en el sitio que se vaya a elevar el iglú. Se fija a continuación en la nieve un palo, estaca o machete, y con otro se trazan dos circunferencias concéntricas, cuya corona tenga 40 6 50 centíme tros de radio diferencial entre ellas. Dicha corona se pisa más fuerte, a fin de darle solidez, pues sobre ella se asentará el muro de la pared del iglú. La cuerda de alud que ha servido para este pri mer trazado se dejará atada al pie de la estaquilla central y se le harán dos nudos, que coincidan con los extremos de los radios de ambas circunferencias, pues ellos nos servirán de referencia, como después veremos, para mantener la cúpula esférica, así como para conservar el grosor del muro de la cons trucción. CORTE DE LOS BLOQUES Para la construcción del muro es preciso cortar bloques de nieve endurecida o hielo; se comprende que, a mayor dureza, más resistencia tendrá el iglú; pero aun con nieve blanda se puede construir per fectamente, con la sola condición de pisar fuerte mente la zona donde se vayan a sacar, a fin de dar les consistencia. Para cortar estos bloques se pueden utilizar los mismos esquís, con cuya cola se golpeará hasta clavarla unos 50 centímetros, grueso que antes hemos indicado para el espesor del muro. Si el estacionamiento y construcción del iglú ha sido previsto antes de la partida, se deben llevar elementos para facilitar la rapidez del trabajo. Tales son la pala desmontable y el serrucho para hielo o nieve muy dura, que pueden verse en las figuras correspondientes. Como complemento y para acelerar la construcción, se puede llevar una plantilla de madera de forma trapezoidal, adecuada al grosor del muro y dimensiones del iglú, con lo ua1 basta cortar con el serrucho los bloques que después se colocan sin necesidad de más tallado. Si es preciso, después de cortados, los bloques se Foto aúm. 1: Tallado de los bloques utilizando el zapapico de mango corto.—Foio núsn. a: Transporte de los blo ques utilizando los esquís como vía—Foto núm. : Construcción del iglú. tallarán ligeramente, dándoles la forma convenien te, utilizando para ello el útil de mango corto o el machete. TRANSPORTEDE LOSBLOQUES Una vez cortados los bloques, se trasladan al lu gar donde se construye el iglú; cosa que a veces hay que realizar a cierta distancia, por causas diversas, tales como enmascaramiento, mejor consistencia de la nieve, etc. Para realizar este traslado con ra pidez y sin trabajo, se disponen los esquís a manera de carril, con los estribos clavados en la nieve, la superficie deslizante hacia arriba y las espátulas en la dirección de donde vienen los bloques, que deslizarán por sí mismos, si el terreno tiene un pe queño declive. CONSTRUCCIO1”I DEL MURO Se pueden seguir dos procedimientos: 1.0 En espiral helicoidal. Semejante a la estruc tura de la concha de los caracoles terrestres y ma rinos. Es sumamente resistente, pero de lenta cons trucción; se puede utilizar este sistema cuando no sea urgente la utilización del iglú y el estaciona miento vaya a ser duradero. 2.0 En anillos paralelos superpuestos. Es más rápido, si bien menos resistente, para lo cual en cada anillo se colocarán varios bloques verticales, que hacen soldadura entre dos hiladas consecu tivas. Al poner cada bloque se igualará por dentro y lateralmente introduciendo nieve suelta en las uniones con los adyacentes, así como por la parte superior del bloque, para que peguen perfecta mente todos entre sí, constituyendo un solo cuerpo. Especialmente la pared interior debe ser cuida dosamente alisada desde el principio, a fin de evi tar el goteo que se producirá con el calor interior, caso d ser irregular la indicada pared. Al colocar cada bloque, es preciso comprobar la esfericidad de la construcción por medio de la cuerda, evitando así la deformación del iglú; asi mismo es indispensable mantener idéntico grosor de paredes, detalle que se apreciará con los nudos he chos sobre la cuerda. Las últimas hiladas son las más difíciles de po ner, pues en la mayoría de los casos es preciso subir por las paredes exteriores del iglú. En particular, la clave requiere gran cuidado en su corte y colocación, a fin d.c que ajuste exacta mente. Una vez terminado el iglú, es preciso enlucirlo interior y exteriormente, y perfeccionar sus deta lles, construyendo la cubierta de la puerta, el ves tíbulo, si hay tiempo para ello, y el pasillo en zig .Foto aZn1. : Una vez terminado el iglú, se perfila el vestíbulo por fuera y se construyen las ventanas.— Foto siúrn. 5 Penetrando en el iglú, después del servicio de patrulla.—Foto ,,úm. 6: Una vista de la ciudad de iglús. zag, a fin de cortar el viento, aislando el in terior en todo lo posible. La puerta y ventanas merecen atención especial, a fin de cerrar perfectamente toda abertura que pueda robar calor. La puerta se hará con un bloque de nieve atravesado con un bastón, con objeto de poder manio brar sobre él desde el interior, abriendo o ce rrando, según convenga. En cuanto a las ventanas, se puede se guir el mismo procedimiento que con la puerta; pero teniendo en cuenta que en el interior del iglú siempre hay bastante clanFig. 5. a_Transporte de los bloques al lugar de la construcción del iglú. ramaje, caso de existir en las inmediaciones, con lo cual se formará una capa de unos diez centímetros, que aisla perfectamente del suelo; éste debe ser la misma nieve bien endurecida, sin llegar a la tierra, para evitar el barro. Caso de no disponer de ra maje, se colocarán en el suelo todos los esquís con la super ficie deslizante hacia arriba, con lo que se constituye una Fig. 6. a Colocación de la primera fila de bloques por el sistema de especie de tarima, sobre la espiral helicoidal. cual se dispondrán los sacos de dormir, lonas, mantas, etc., dad, debido a la transparencia de la nieve o hielo, que puedan llevarse sobre sí. La temperatura del será suficiente adelgazar las paredes del iglú en iglú se puede elevar facilisimamente, pues basta los sitios oportunos para tener luz conveniente. Cuando la tempera tura es muy baja, se pueden impro — Fig. 7.a_La superficie interior debe ser cuidadosamente alisada para evitar el goteo del agua, que puede fundirse con el calor interno. visar cristales, dejando helar agua en una lata o tapa de caja de muni ciones, colocándolo después sobre el hueco de la ventana. El suelo del iglú se cubrirá con Fig. 8 a_Comprobación de la esfericidad de la construcción y grosor del muro. 15 Fig. 9.a_Construcción del iglú por el sistema de bloques clave. -c- Fig. 10.—Conjunto de iglús con comunicación interior. -o- Fig. ix.—Colocación de la clave de la bóveda. Fig. 9.a —-/ c (1 6 Fig. ro :. Fig.II con permanecer varios hombres en su interior para que suba a unos cinco o seis grados. El in fernillo de patrulla, encendido a ratos, basta tam bién para elevar mucho la temperatura cuando sea preciso; sin embargo, se debe huir de ello, man teniendo un calor no superior a los cuatro o cinco grados, a fin de evitar la fusión de la capa inte rior del iglú. Acondicionado interiormene, es necesario ter minar el refugio enmascarándolo, tarea facilísima utilizando la nieve blanda superficial de los alre dedores, que se amontonará rodeando el iglú y cu briendo todo su relieve hasta conseguir tenga el as pecto de una irregularidad del terreno. UTILIZACION DEL IGLU Ya hemos dicho al principio los diversos servi cios o misiones que pueden llenar este tipo de re- fugio improvisado, desde el alojamiento de perso nal hasta la línea de puestos de combate. Sólo precisa variar ligeramente sus elementos ac cesorios de entrada, ventanas y dimensiones, deta lles que en cada caso sugerirá la situación concreta. Si tenemos en cuenta que, desde la patrulla de tres hombres hasta el pelotón, puede construirse en tres o cuatro horas un iglú de dimensiones apropiadas al número de hombres (por término medio, de tres horas—hombre de trabajo por plaza de capacidad); si unimos a esto la abundancia de material de obra, la facilidad de enmascaramiento y la relativa co modidad de este tipo de choza, nos convenceremos de la utilidad de instruir a nuestras tropas en su construcción. Con ello aumentaremos a límites insospechados su autonomía y podrán resolverse muchas situacio nes tácticas que se antojarían imposibles de solu cionar. 12.—Planta del iglú con vestíbulo y pasillo de entrada. -o- Fig. 13.—Corte vertical del iglú sin vestíbulo con el bloque que sirve de puerta. -o- Fig. 14.—Corte vertical transversal para apreciar las ventanas. En el suelo se ve el ramaje para aislar. Fig. 7 tlfcirnosoccibcillero IXlluqodelloricudu General BERMUDEZ DE CASTRO. A noser por la puntualidad y esmero del Licen ciado en Salamanca, Magistrado de la Audien cia de Granada, don Gaspar Baeza, la vida y hechos de don Hugo de Moncada continuarían espar cidos por varias crónicas y relaciones de la época de Fernando el Católico y de Carlos Y. La prolijidad del Licenciado produjo una obra demasiado extensa y de tallista, como dedicada a los descendientes del admi rable soldado, y con algunas equivocaciones como la de que una escuadra española, durante furiosa tem pestad, desde las costas de Africa fuese a parar a Suiza; descontando aquello que parece inverosímil o exage rado, la figura queda retratada y es tan gallarda que merece el recuerdo que en las cultas páginas de la revista EJERCITO vamos a dedicarle. Nunca fué caso raro que un marino acabase siendo soldado de tierra: son varios los que desde un navío saltaron sobre los lomos de un caballo para guerrear; lo contrario hizo don Hugs de Moncada, que, siendo magnífico soldado de Caballería y estupendo jinete; se arrojó a las aventuras marítimas, dando fin a su vida con heroica muerte a bordo de un bajel. El mozo despuntaba ya a los catorce años de edad, sabiendo domar un potro, romper una lanza y blandir una espada con toda la soltura de un verdadero Capi tán de caballos. Su padre envióle como doncel a la corte del Rey Fernando el Católico, donde otro her mano suyo se educaba. Aquí se viene a los puntos de la pluma algo que no dice Baeza acerca de los Donceles, especie de Acade mia General Militar, porque de Palacio, donde se criaban a la vista de los Reyes desde muy pequeñitos, salían de Capitanes de Infantería y Caballería a las Milicias Feudales o Concejiles, en cumpliendo cierta edad y los exámenes consiguientes de destreza en las cosas militares En tiempos de Alfonso XI de Castilla se llamaban Doncellos, a semejanza de las damas sol teras que servían a la Reina; los muchachos hacían servicio de pajes cerca del Rey, de quien uno de ellos llevaba el caballo de refresco y otros la lanza y la ro dela para cntregárselos en mano cuando se los pidiese el Monarca. Habían de observar costumbres puras, ser hijosdalgo notorios o huérfanos de caballeros, y formaban un Escuadrón cuyo Jefe y Maestro llamá base Alcaide de los Donceles, cargo que estaba vincu lado en la familia de los Fernández de Córdoba por un privilegio cuyo origen se ignora, pues no figura en la crónica del onceno Alfonso, por la cual se sabe que aquellos chicos adolescentes pelearon con brío en la campaña de Algeciras. Puede, pues, afirmarse que la primera Escuela Militar que hubo en el mundo estuvo en España. Tenía el Doncel Hugo de Moncada diecisiete años cuando, habiendo el Rey Católico hecho las paces con el Rey Luis XI de Francia, mediante promesa de éste de devolver la ciudad de Perpiñán, tomada por el fran cés, como se cambiaran obsequios entre ambos Sobe ranos, envió el de España a París al Doncel Moncada, cuya apuesta figura y gentileza e ingenio natural ha cían honor a la tierra española. De tal visita resultó que el nuevo Rey de Francia, Carlos VIII, se prendara de las cualidades del joven y le propusiera quedar a su servicio, él y el lucido séquito de españoles que le acompañaba; previa autorización del taimado arago 17 nés, que, dado el talento y la perspicacia de Moncada, quizá proyectaba un atisbo de espionaje, el caso fué que le petit espagnol y los dos caballeros don Carlos de Arellano y don Juan Cerbellón, que les servían de continos o ayudantes, quedáronse en la Corte francesa y con su Monarca fueron en el Ejército francés y entraron en Roma, donde el Papa Alejandro y su hijo César Borja (en italiano Borgia) recibieron a los tres muchachos espléndidamente, porque, siendo el Papa y su hijo españoles y valencianos como Moncada (natural de Chiva) y aun algo parientes, establecióse cierta intimidad entre todos, Por sport, como se dice ahora, Moncada tomó parte con el Ejército francés en varias operaciones y combates contra los florentinos, empezando ya a llamar la atención por su arrojo y buen juicio en operaciones y combates, hasta que, conociendo que la intención del Rey francés era dañosa para España, despidióse de él con muchas muestras de sentimiento por parte del Monarca, que lamentaba mucho desprenderse de un caballero de tanta cuenta. Los españoles de Nápoles supieron por noticias enviadas por Moncada, los proyectos de los franceses y tuvieron tiempo de pre. pararse. El Papa Alejandro VI, como español, avisó al Embajador don Antonio de Fonseca—Capitán de Infantería tan ducho en la guerra como en los ardides de la diplomacia—para que exigiese del Rey de Francia que no entrase en territorio de Nápoles, cuyo Reino era protegido por el Rey de España, y su Soberano, pariente íntimo del Rey Católico.Las Presentóse Fonseca en el campo francés en momento en que se hallaban reunidos en consejo el Rey y los principales Cabos de su Ejército; expuso el Embajador español sus advertencias y, antes de que acabase de hablar, los caballeros franceses interrumpiéronle diciendo, sin que su Rey lo estorbase, que ies importaba poco la guerra con los españoles y aun la deseaban, porque los hombres de armas franceses no eran pobres moros de Granada, sino fieros soldados que haría morder el polvo a los del Rey de España. A estas desaforadas palabras, Fonseca, muy tranquilo, sacó de la escarcela el pliego firmado de las manos del Rey Católico y del Rey Carlos, en que se estipulaba la paz; hízolo cincuenta pedazos, que arrojó a la cara de los franceses y salió de la estancia con paso mesurado, mirando al rostro a los presentes, que, con la mano en el puño de las espadas, no se atrevían ni sabían qué actitud tomar, Tampoco el Rey de Francia, porque esperase refuerzos o se entretuviese en hacer política con los Príncipes italianos, se mostraba muy activo, y este interregno lo aprovechó César Borgia, como General en Jefe del Ejército Pontificio, para ir reconquistando los Estados que habían sido sustraídos al poder tem. poral; don Hugo le acompañó en aquella campaña como su segundo o Jefe de Estado Mayor, distinguiéndose en los rebatos, sorpresas, asalto de ciudades, batallas de campo y demás menesteres de una guerra formal. Pero notó don Hugo que su amigo Borgia se 18 inclinaba a los franceses, pues habíanle ganado con promesa de grandes títulos, señorías pingües y boda principesca, que al fin cumplieron, pero ya no había cuando esto sucedió ni un solo español en la hueste del hijo del Papa Alejandro, pues todos, desde don Hugo hasta el último de los mil soldados que militaban, se incorporaron a las filas del Gran Capitán, bien nece sitado de gente como la que se le allegó. Recibió a Moncada el excelsoGran Capitán con los brazos abiertos, así como a los que le acompañaban, entre los cuales el antiguo amigo y subordinado suyo don Diego de Quiñones, que había sido uno de los once caballeros españoles que pelearon en liza cerrada con once caballeros franceses, y dióles importantes ofi cios con los que asistieron a la magnífica jornada del Garellano, en la que don Hugo se distinguió notable mente por su valor y esfuerzo y por su atuendo bien visible porque, montando un hermoso caballo y vistiendo unas armas doradas cubiertas de cruces blancas, que eran su mote, rompió contra los franceses y dió en ellos tan recio, que les hizo repasar el puente de barcas que habían hecho para envolver a las tropas espa. flolas; el incidente fué terrible: los enemigos, apreta dos, caían de la puente abajo, al paso que les atropella ban los que venían a socorrerles. En la Vida del Gran Capitán, escrita por Paulo Jovio, se relata este episo dio con mucho elogio para don Hugo, el cual dijo siempre que, de todas las campañas a que había asis tido, nunca estuvo en mayor peligro de muerte. consecuencias de esta victoria española fueron quedar por Don Fernando todo el Reino de Nápoles y sosegada Italia algún tiempo; pero no así don Hugo, porque, sabedor el Rey de las condiciones militares de su antiguo Doncel, dióle el mando de una flotilla encargada de limpiar el Mediterráneo de piratas argeli nos, consiguiéndolo de modo tan eficaz, que el Papa premió los servicios del reciente Almirante concedién dole el ingreso en la Orden de San Juan, cuya profe Sión consistía en perseguir sin tregua a los enemigos de la fe cristiana. Aunque nunca había navegado, se adaptó pronto a la vida del mar y realizó tan victorio samente sus empresas, que fueron muchos los cárabos apresados y los cautivos que libertó, infundiendo salu dable temor en los infieles. Agradecido ci Pontífice León X, concedióle el cargo de Bailío de Santa Eufe mia, que era una riquísima encomienda en el Abruzzo; el retrato que ilustra estas páginas muestra al pecho la Cruz de San Juan, bajo la cadena de Comendador. Luego de la muerte del Rey Católico, el Regente de España, insigne Cardenal Cisneros, distinguió también al agraciado reforzando la Escuadra que mandaba, y era ya Rey Carlos 1 y Emperador de Alemania cuando la fama de Moncada le daba uno de los primeros puestos entre los soldados de mar y tierra, decidiendo al Emperador a confiarle el encargo de batir al corsario’ Barbarroja, que, habiéndose apoderado de Argel, se proclamó Rey de aquel africano territorio y tenía muy apretado al presidio del Peñón, guarnecido por espa ñoles. Este pirata, que unos historiadores dicen era hijo de un cristiano griego y otros afirman que h4bía naci do español y, cautivado por moros, renegó de la fe cristia na, tenía amedrentadas las costas de España e Italia. La expedición no pudo ser más desgraciada, no por mala suerte de las armas, sino por una de las tempestades que siempre acompañaron a las aventuras marítimas; don Hu go embarcó en 80 galeras 5.000 españoles soldados viejos que se habían concentrado en Sici lia para reprimir una suble vación de los naturales; acom pañábanles 300 caballos lige ros y alguna artillería. Copio a la letra la relación de la ba talla según un testigo presen cial: “Don Hugo, habiendo des embarcado su gente, púsola cerrada en Ordenanza y co menzó a caminar con gran ánimo hacia los moros de Ar gel, y, viendo que su caba llería era poca respecto a la de los alárabes llamados en socorro de los argelinos, pú sola en ciertos espacios dentro de la infantería; esperáb ale Barbarroja con infinita gente, y los caballeros de ambos bandos comenzaron a escara muzar; hicieron algunos bue nos hechos don Manuel de Benavides y Rui Díaz de Rojas, siendo por ello alaba dos de don Hugo; no se veía en el campo cosa que no es tuviese ordenada conforme a disciplina, porque don Hugo, con su ejemplo, in citaba a todos al deber y, para mostrar mayor áni mo no consentía en su campo se hiciese foso ni trinchera; a curena rasa (como dicen) peleaba esforza damente y muy señalado por sus nianos, armas y penachos, siempre delante en las partes más peligro sas, porque, verdaderamente, en prudencia, sagacidad consejo y valor, ninguno, de los excelentes Capitanes de nuestro tiempo puede ser antepuesto a don Hugo. Tenía don Hugo consigo a un caballero alárabe que, viniendo de la corte del Emperador, se había tornado cristiano y dicho al Emperador que él haría que vi niese gran caballería de alarbes en socorro de don Hugo. Esperaba don Hugo que viniesen, porque sin ellos era temeridad intentar combatir Argel ni aun pelear con Barbarroja, que en gente, lugar y comodi dad de todas cosas le tenía gran ventaja; y visto que no venían y que había ganado alta honra en haber es tado diez días peleando con tan grande gente, sin foso ni reparo, delante de los muros de Argel, hizo tocar alarma y, puesta su gente en Ordenanza, mandó ir la tierra adentro, y a buen espacio de Argel halláronse un largo foso, tan hondo y ancho, que era imposible pasarlo ni llegar a batir los muros; lo cual, visto por don, Hugo, parecióle que no había que esperar victoria de cosa tan desigual, y que retirarse sin daño es tenido de los hombres prudentes por poco menos que vencer. Y habiendo hecho con grandísimo valor cara a los mo ros diez días, causándoles mucho estrago, embarcó toda su gente y artillería, el día de San Bartolomé, en la noche, para navegar a la segunda vela. Pero la for tuna, queriendo vencer a quien por la fuerza de tantos 19 turcos, alárabes y moros no había podido ser vencido, levantó una tempestad tan horrible, con tanta fuerza de los vientos y altísimas olas del mar airado, que nuestras naos, haciéndose unas a otras pedazos, daban al través e iban al hondo. Oíanse voces y gemidos de los que, muriendo, imploraban la misericordia de Dios, y los españoles que estaban en el Peñón tenían gran lástima de que don Hugo, caballero tan señalado, pere ciese sin remedio entre las ondas del mar. Amanecía cuando Barbarroja, vista la ruina de los nuestros, salió a su seguro con copia de gente y, llegando a la marina mataba crudelísimamente a los que medio muertos salían a la ribera, donde los barcos se partían en pe dazos; entre ellos fueron don Manuel de Benavides, el Capitán Gavilanes, el Capitán Herrera el Viejo, a los cuales los turcos enterraron en la arena hasta la cin tura, vivos, y los jugaron al arcabuz. Don Hugo, aunque pudiera salvarse en el Peñón, como luego diremos, estuvo intrépido contra los males de la fortuna. En esto, andando la nao de don Hugo peleando con las superbas olas del mar, llegaron treinta mancebos valerosos del Peñón y suplicáronle de parte del Alcaide que le llevarían por una parte más sosegada al abrigo de las olas y que quisiese sal var su vida y no perecer en aquella tempestad, a los cuales don Hugo, con rostro severo, dijo: “Nunca quisiera Dios que donde tanto caballero se ha perdido escape yo vivo y sano”, y con esto los despidió. A esta obra, bien entrado el día, y como Dios tiene particular cuidado de los varones insignes, levantóse un viento de tierra, y las naos que quedaban salieron de la playa de Argel; perdióse en esta tempestad mu cha gente y Armada. Luego de reponer la Escuadra y dar al cuerpo algún descanso, salió don Hugo a la mar con los ocho barcos que habían quedado, cruzando por las costas de Ita liá, España, Córcega, Cerdeña y Baleares, y, habién dose el Emperador congratulado no poco de que no muriese en la jornada de Argel, le llamó a Barcelona para tratar de la expedición a los Gelves, donde hacía poco había muerto bravamente don García de To ledo (mejor soldado que Capitán). En la conversación, díjole el Emperador: “Hanme dicho, don Hugo, que sois desgraciado”, y el respondió: “Os han dicho, se ñor, la verdad, y harto lo soy, pues habiendo servido a vuestro abuelo y a vos tantos años, hoy no poseo un mísero ducado de renta que de vos me venga, pues lo que tengo se lo debo al Papa.” Sonrió Don Carlos y, poniéndole una mano sobre el hombro, dióle unas palmaditas por toda contestación, pero confióle el mando de la expedición a los Gelves, para la que ha bía dispuesto 10.000 soldados españoles. Cerca de Cerdeña encontró una armada turquesca con la que, peleando, la destrozó completamente, a costa de perder él dos galeras y recibir un flechazo en el rostro debajo de un ojo, que en nada estuvo de per derlo. Al llegar a Sicilia, de donde había de partir la expe dición y estaban concentrados los expedicionarios, 20 encontróse con la sorpresa de que el Emperador le había nombrado Virrey de aquella hermosa isla, cargo de mucha importancia y autoridad; vista la merced que su Príncipe le hacía y la nueva obligación de ser virle, apresuró los preparativos de marcha y embarcó 3.000 soldados viejos españoles, 500 alemanes y 1.000 caballos entre hombres de armas y ligeros, partiendo con rumbo hacia Faviana, en el continente italiano, donde se le incorporó el veterano y muy práctico en la guerra don Diego de Vera, que acababa de llegar de España con los referidos 10.000 infantes de aquellos Tercios, cuyo solo aspecto hacía temblar a los enemi gos; este don Diego de Vera fué también uno de los once españoles que envió el Gran Capitán a la pelea con otros tantos franceses. Maravilláronse los moros al ver aproximarse cien velas, y mucho más contemplando el desembarco de hueste tan lucida y numerosa, mas no se acobardaron; iba la infantería bien compacta en escuadrones, los hombres de armas a la mano siniestra y los caballos a la derecha; don Hugo delante, armado de punta en blanco, sobre poderoso caballo rufio, cubiertos jinete y cabalgadura de rica tela carmesí sembrada de blan cas cruces. Entráronse tierra adentro, hasta que de unos palmares salieron infinitos caballos moros. “Ea, señores—gritó el caudillo—; de ruin a ruin, el que da primero da dos veces; de caballero a caballero, debe dar cuatro. ¡Santiago y España!”. Cerró tan fuerte con los enemigos, que éstos volvieron las espaldas, y, ejecutando la victoria, se apercibió de que mucbísimos más moros que habían cerrado contra el ala izquierda no la dejaban avanzar, con lo que hubo de dejar la persecución y acudir al sitio de ataque, e hízose tan esforzadamente, que se rechazó la embestida; más los moros parecían brotar de la tierra, y a cada instan te eran más numerosos, y fuéronse a cercar a los es pañoles que todavía estaban desembarcando para formar la segunda linea, sin que don Hugo, con la polvareda y el humo de las armas de fuego, pudiese divisar dónde se hallaba este resto del ejército; enton ces, el Alférez Luis Valenciano, de la Compañía del Capitán Mercado, ofrecióse a romper por los moros e ir en busca de los compañeros, lo cual consiguió a fuerza de combatir y correr sin que lograran alcanzar le los ágiles caballos árabes; halló a don Diego de Vera, que mandaba aquella gente, y que, habiéndola com batido con victoria, venía a reunirse a don Hugo. Reunido todo el Ejército, ya no hubo interrupción en la marcha, llevándose por delante a la morisma con tal carnicería, que el Jeque enarboló bandera blanca y solicitó la paz, concediéndosela don Hugo a cuenta de que se declarara vasallo y tributario perpetuamente del Emperador. Entregáronse mutuos rehenes, yendo por los españoles el Capitán Herrera el mozo y el Alférez Hernán Pérez Holguín y de los moros dos caballeros muy principales. Hugo comió con el Jeque en su casa, y como a mi tad de la comida oyese tiros e infernal gritería, des envainó la espada y fué a salir aunque se hallaba com pletamente solo, pero dispue5to a morir peleando; su huésped le convenció de que aquella algarabía y los disparos era fiesta que los moros celebraban en su honor. Moro y español hiciéronse grandes amigos; juntos y de la mano marcharon a la playa a presenciar el embarque del Ejército. Los moros principales y sus gentes despidieron a los españoles corriendo la pól vora y con mucha reverencia. De vuelta a Sicilia encontró don Hugo la isla algo revuelta y pronta a una rebelión, cuyo jefe era el Conde de Camerata; descubierta la trama y el propó sito de asesinar a todos los españoles que en la isla habían quedado, el promotor perdió la cabeza en el patíbulo y se aquietó la población. Tenía don Hugo las dotes suficientes de buen gobernante: Consejo para trazar, prudencia para proveer, genio para entender y valor para ejecutar; sin embargo, los nobles sicilianos no le perdonaban la justicia hecha en uno de ellos y fuéronseen comisión a Flandes a quejarse al Empera dor, acusando a Moncada de ser muy lujurioso y des ordenado en seguir a las mujeres, y que pretendía al zarse por Rey de Sicilia. Indudablemente, el Virrey, que era de arrogante figura, rostro hermosamente varonil, carácter alegre, vivo talento y muy galante, además de soltero, debía tener gran partido con las mujeres, pero no tan exageradamente quizá como afirmaban sus acusadores. Tantos y tales capítulos expuso la Comisión de nobles al Emperador, que éste llamó a don Hugo para que respondiese a sólo dos de los cargos que se le ha cían; una vez en presencia de su Soberano, “Señor —dijo don Hugo—, acúsanme de que quiero hacerme Rey; vea Vuestra Majestad si merece servirle un hom bre que tiene ánimos de Rey y no piensa siquiera en serlo. A lo segundo que dicen que he corrompido a mil y quinientas doncellas, pluguiera a Dios que yo tuviese tanta fortaleza de cuerpo como de ánimo”. Rió mucho el Emperador las dos respuestas y, dán dole por libre, don Hugo se volvió a Sicilia muy hon rado, dejando afrentados a sus enemigos. Seguía la guerra con Francia; don Hugo tomó el mando de la Escuadra que había de enfrentarse con la muy superior de Andrea Doria, mucho más marino que soldado, así como Mon cada era mucho más soldado que marino. Caminaba el Emperador con su Ejército para invadir a Francia y poner sitio a Marsella, y don Hugo navegaba a su altu ra para mantener las comunicaciones del Ejército de tierra; al llegar a la desem bocadura del río Varo tropezaron las dos Escuadras, aproximándose a la costa la española, vista su inferioridad y la con veniencia de no exponerla a pérdidas, pero dos galeras quedaron rezagadas y, encontrándolas Doria, apoderóse de ellas llevándolas a remolque; acudieron los sol dados españoles, metiéndose en el agua hasta la cintura, y mientras unos arcabuceaban a la tripulación, otros cortaron las maromas del remolque, batiéndose como ellos sabían hacerlo; Doria no se atrevió a echar al agua sus botes y su gente, y en sus mismas narices la infantería española recuperó las dos naves ante el aplauso y vítores del Ejército que desde la orilla había presenciado tan atrevida hazaña. Un acto de arrojo completamente impropio de un Almirante costó a Hugo caer prisionero de los france ses; bordeando la costa, recibió la confidencia de ha llarse en el puertecillo de Baregio dos Compañías ene migas muy alejadas de su núcleo principal; sin medir las consecuencias, don Hugo metió gente de la Escua dra en algunos botes y, de noche y por sorpresa, atacó el pueblo, mas en io recio de la lucha se levantó de pronto fuerte viento que empujaba los barcos de la Escuadra, quedando sin apoyo el Almirante y los 100 hombres que habían desembarcado; luego de por tarse como quienes eran, con más de la mitad muer tos y heridos, entre ellos el temerario Almirante, hu bieron de rendirse habiendo hecho cosas muy señala das y maldiciendo su mala fortuna. Cuando el Jefe enemigo se enteró de quién fuese su prisionero, hízole finos acatamientos y le acompañó a presencia del Rey Francisco 1, que recibióle con intenso placer, dándole en Francia prisión y asistencia de Príncipe. Muchos españoles condenaron ásperamente la aven tura de don Hugo, porque un Capitán de Mar jamás debe dejar sus barcos; la envidia que acompaña siem pre a los grandes hombres se desató, pero sin lograr otro resultado que el Emperador admirase la trave sura, disculpándola, porque decía que sólo con varones dispuestos siempre a tales hechos y del temple de Mon cada se podía alcanzar la gloria de un Imperio. Prisionero el Rey de Francia tras su derrota en Pa vía, ordenó a los franceses que soltasen a don Hugo para que viniese a España y suplicara al Emperador le soltasen a él. Tanta complacencia sintió el Emperador al volver a ver a su fiel Capitán, que, inmediatamente de soltar a Francisco 1, envió a don Hugo a Italia a hacer la guerra al Papa, que traía revuelta toda Italia; incor 21 poróse en seguida, compartiendo con el ínclito Anto nio de Leiva las victorias y trabajos de las batallas. Don Hugo, al frente de las tropas, entró en Roma, cercó el castillo de Sant Angelo, donde el Papa Cle mente se había refugiado, abandonando su palacio, que fué enteramente saqueado por e1 pueblo, que le aborrecía. El Papa, abandonado de todos, se rindió a don Hugo, a condición de que saliera de Roma y gestionase le fueran devueltas las riquezas robadas; no consiguió el Capitán español más que recuperar una tiara cuajada de perlas y un báculo de oro esmaltado de piedras finas; pero accedió a salir de la ciudad papal, con grandes muestras de respeto y veneración al Pontí fice. No obraba de buena fe el Papa, pues apenas libre de soldados españoles armó otra guerra, motivando el enojo del Emperador, que ordenó fuese otra vez to mada Roma, y así ocurrió el asalto en que perdió la vida el Condestable de Borbón. Ninguno de los Capi tanes, incluso don Hugo, a quien adoraban sus solda dos, pudo evitar los horrores del saqueo, que ha pa sado a la historia con todas las negruras atroces de aquel espantoso episodio. Poco tiempo después, empeoró la situación de los españoles en Italia, siendo Nápoles cercada de fran ceses y de italianos traicioneros a sus tratados y al Emperador; en Nápoles reinaba el hambre, y sólo podía mejorar la situación saliendo la Escuadra de don Hugo a despejar el bloqueo que la Escuadra geno vesa del Conde Filipin Doria (sobrino de Andrea) te nía puesto con 20 galeras genovesas; los barcos espa ñoles eran seis. El Virrey de Nápoles, que ya lo era don Hugo, siempre arrojado y confiado en el valor de los españoles, metió los que pudo en las naves y, con ellos, el heroico Ascanio Colonna y el Gran Condesta ble del Reino napolitano, valerosísimo Marqués del Basto. Cerca del cabo del Oso encontráronse las dos Escua 22 dras; el combate fué durísimo, tomábanse y perdíanse las naves y se volvían a recobrar, dejando las cubier tas anegadas .en sangre y derribados los aparejos. La Gua, que era capitana de don Hugo y en la que iban Ascanio y Del Basto, se vió rodeada de cuatro galeras. Don Hugo, en cuyo ánimo nunca entrara el miedo, con la espada tendida y el escudo al brazo, esperaba el abordaje; pero el enemigo no lo intentaba siquiera porque, con sus numerosos cañones, falconetes, arca buces y ballestas, tenía bastante para acabar con la tripulación y los soldados de la capitana española, in capaz de moverse, pues hacía agua por todas partes por el suelo estaban ya el Marqués del Basto, herido de bala en la cabeza, abollado el yelmo a tiros y pe dradas, y sin sentido; Ascanio se hallaba inerte, desan grándose por un pie y un brazo; muertos estaban los Capitanes de Infantería Machín Daga, Barredo, Zam brón, Vizcaína, y 700 hombres entre marinos y solda dos. A don Hugo asestóle una pelota de arcabuz en el brazo diestro, otra de falconete en el muslo izquierdo y una bala de cañón en los pechos que le dejó muerto. De este modo, el soldado indomable cayó, volando su alma á más bienaventurada vida, que en el reino de Dios se acoge a quienes alcanzan la gloria de morir por su Patria y su Bandera. El cuerpo de don Hugo fué sepultado en la iglesia de San Andrés, de la ciudad de Amalfi, de donde des pués lo trajeron a Valencia del Cid, enterrándole en el templo de Nuestra Señora del Remedio; había muerto al cumplir los 50 años de edad. Tenía don Hugo de Moncada los ojos leonados, era blanco de color, más que de mediana estatuta, muy proporcionados los miembros, airoso en el andar, na turalmente facundo, elocuente en el habla, ingenioso en el decir, cortés con los hombres, gracioso y galante con las damas, inmenso de corazón, espléndido en gastar y admirable por su valor. Arquetipo de los sol dados españoles de su época, vivió y murió como los héroes más preclaros. ELSEPVI(IO DEflBITflJE General BARRUECO, Seeretario del ConsejoSupremo de 3. OBJETO, IMPORTANCIAY NECESIDAD El servicio de arbitraje tiene por objeto observar el desarrollo de los ejercicios y maniobras de carácter tác tico y hacer cumplir a los cuadros de mando y unidades que en ellos intervienen los preceptos reglamentarios y las instrucciones del Mando, habida cuenta de los propó sitos de éste, las variantes que impondría la realidad del combate y la influencia que ejerce el terreno. La finalidad de este servicio, desde que los menciona dos ejercicios y maniobras han perdido el carácter espec tacular y de parada, es esencialmente educativa o de ense ñanza, para lograr que los indicados cuadros y tropas dentro de un ambiente lo más semejante posible a dicha realidad, actúen de un modo juicioso y racional. Su importancia se comprende al observar que los ejer cicios y maniobras son el complemento ineludible de la instrucción profesional, porque son tan varias y comple jas las misiones que en la lucha moderna han de cumplir las Armas y Servicios de los tres Ejércitos, tanto aislada mente como en íntima cooperación y enlace, que no basta aquella instrucción, sino que se impone la práctica en mayor o menor escala, de las operaciones de guerra, inspeccionando y comprobando sus resultados con un ar bitraje adecuado. Sólo al proceder así se adquirirá la confianza de que llegue el día (próximo o lejano) sin que se vea el honor nacional sometido a dolorosas sorpresas e inexperiencias. La importancia se justifica plenamente al observar que la índole peculiar de los ejercicios y maniobras, imitación más o menos imperfecta de la guerra, faltos del peligro, perturbador de la moral y del juicio, y del fuego enemigo, sanción inexorable de faltas y errores, exige una eficaz intervención que sitúe a los ejecutantes con posible vero similitud. Esta ausencia del peligro es la causa principal de que al áctuar no se adopten las debidas precauciones, y, en con secuencia, persisten en la visión de cuantos hemos asis tido a operaciones de paz y de guerra, entre otros, los si guientes hechos observados: — Despliegue de unidades dentro de la zona batida efi cazmente por el fuego enemigo. — Imperfecto conocimiento del armamento moderno y carencia de estudio analítico de sus características y posibilidades. — Defectuosa elección de los lugares de detención en Enviado para el Concurso de esta Revista, 5946. M. las fases y tiempos de la maniobra y de los itinerarios más adecuados para la progresión, con desprecio ab soluto de las vistas aéreas y terrestres del enemigo. — Defectuoso estudio del terreno y de su representación en cartas y planos, que se traduce en mala utilización de las ventajas que su naturaleza ofrece, desconoci miento de la conpartimentación que presenta y de la servidumbres a que obliga. — Falta de coordinación y de enlace íntimo entre las Armas, especialmente las de Infantería, Artillería y Aviación, con resultado de que, al lanzarse la primera al asalto, no consiga su objetivo, perdiéndose las ven tajas de la preparación encomendada a las otras dos. — Mala dosificación de las fuerzas y medios disponibles en función de la misión, zona de acción asignada y de la compartimentación y naturaleza del terreno que comprende. — Avañce de las unidades acorazadas, como si no exis tiesen el armamento, y los obstáculos contra carros ni los observatorios enemigos. — Poca atención al enmascaramiento y disimulación de puestos de mando, observatorios, asentamientos de armas, trabajos de fortificación, etc. — Existencia de órdenes, carentes de claridad, preci Sión y concisión, que no concuerdan con la idea de maniobra y propósitos del Mando. — Mal empleo de la artillería y cambios de posición de SUS unidades no debidamente justificados. — Defectuosa composición y situación de las reservas. — Falta de previsión al fijar el plan de enlace, con grave perjuicio para la dirección del combate. Todas estas faltas e inexactitudes, y otras que pudieran señalarse, hijas unas veces de deficiente cultura profesio nal y otras de celo exagerado y entusiasmo irreflexivo, falsean la preparación para la guerra y crean con frecuen cia situaciones anómalas y embarazosas que sólo puede cortar un arbitraje imparcial investido de la autoridad ne cesaria y dotado de un sólido prestigio profesional. Los vigentes reglamentos, con su prosa, exenta de no velería, son, en general, de lectura poco atractiva y ade cuada para despertar la imaginación de los Oficiales jó venes y desdeñada por los saturados de su experiencia, y por ello, unos y otros necesitan un estimulante para su estudio, que no puede ser otro que la resolución de temas 23 tácticos en presencia de un arbitraje que les incite previa mente a consultar ios artículos pertinentes de los citados reglamentos, ante el temor de dejar en su actuación o en sus escritos ante aquél, una prueba tangible de su igno rancia. Las constantes innovaciones,consecuencia de la evo lución de medios y procedimientos, y la imposibilidad de mantener en filas permanentemente los efectivos de movilización, obligan a la realización de ejercicios y ma niobras periódicos que hagan conocer aquéllas y propor cionen la práctica necesaria a un núcleo considerable de cuadros y tropas, siendo aquéllos desarrollados también en presencia de un arbitraje idóneo. ORGANIZACIONDELSERVJCIO Hicimos ya constar que el carácter del arbitraje es esen cialmente didáctico y educativo, y que forzosamente se falseaba la instrucción por la carencia del fuego enemigo, por lo que no es raro se haya tratado de materializar sus efectos y de solucionar los problemas siguientes: Señalar los orígenes o puntos de partida de los tiros enemigos. Localizar en forma visible las zonas o espacios batidos por dichos tiros. Dar a los ejecutantes una idea aproximada de las bajas probables ocasionadas por el fuego enemigo. — — — La organización de que tratamos ha de afectar: — — — Al personal necesario, en relación con la amplitud del servicio. A los medios de transmisión. Al personal y material preciso para la simulación del fuego enemigo. Personal.—Sujeto primordial de la organización, debe concederse a su elección y preparación la correspondiente importancia y atención, en función de las siguientes con diciones que ha de cumplir: — Mucha actividad y, en consecuencia, aptitud física. — Sólida cultura y experiencia profesional. — Mucha iniciativa y tacto. Agilidad mental para juzgar rápidamente una situa ción táctica, tomar una decisión acorde con ella y ex poner, si precisa, las razones que la justifiquen, en re lación con la enseñanza. — Espíritu de observación y analítico para discernir lo que debe hacer notar al director del ejercicio o ma niobra, con fin educativo. La preparación de este personal es también de suma importancia y complernenta su elección, y por ello no debe incurrirse en el error, muy español, de improvisarlo o designarlo con unos días de antelación a su actuación. En consecuencia, creemos que ha de tener carácter de permanencia (especialmente el que ha de intervenir en grandes maniobras) y asistir a cursos de información ade cuados, que deberían tener lugar, siempre que fuese nece sario, en la Escuela de E. M. o en la Superior del Ejército, para los árbitros de grandes Unidades y los de grandes maniobras combinadas de dos o de los tres Ejércitos, y en las de Aplicación y Tiro, el de las menores. El servicio de arbitraje, conforme al vigente Regla mento, comprende el personal siguiente: — Un Jefe del servicio de arbitraje. — Arbitros en sus diversas clases (de bando, de unidades y especiales). 24 — Auxiliares para enlace, trasmisiones, mulación de fuegos, etc. transporte, si El árbitro sup remo ha de ser siempre el director de las maniobras; pero como éste ha de atender a otros cometi dos y no puede estar en todas partes, necesita del concurso de auxiliares que, con pleno conocimiento de la finalidad de los ejercicios y disposiciones tomadas por ambos ban dos, se distribuyan por todo el terreno en acción, acudien do preferentemente a los lugares donde lógicamente pue dan desarrollarse episodios interesantes del ejercicio, y por ello estimamos (contrariamente al reglamento) que generalmente deberá haber un Jefe de servicio de arbitra je, subordinado al director dicho, y sólo excepcionalmente, cuando se trate de ejercicios elementales a cargo de meno res unidades, el director de ellos será también el Jefe de arbitraje. Las misiones más importantes del personal de arbitraje, en cuyo detalle no entramos por estar suficientemente fi jadas en el Reglamento e Instrucción E-3r del E. M. C., son las siguientes: Proporcionar a los ejecutantes todos los datos posibles sobre los probables efectos del fuego enemigo. — Dar únicamente a las unidades los elementos de jui cio que sobre su situación poseerían en la realidad, absteniéndose de darles otros que pueden proporcio narse por sus propios medios. — Observar atentamente cómo actúan dichas unidades para cumplir su misión. — Anotar cuidadosamente los resultados obtenidos por los ejecutantes que permitan al Director del ejercicio deducir las debidas enseñanzas del desarrollo de la maniobra. En ningún caso deben los árbitros obligar a los ejecu tantes a orientar su actuación en un sentido determinado, disminuyendo o exagerando los efectos del fuego propio o enemigo, con menosprecio de las disposiciones tomadas o de las maniobras previstas; pues si así lo hiciesen, deja rían los indicados ejecutantes de interesarse en el pro blema, para esperar pasivamente la decisión del árbitro respectivo. Los árbitros deben también evitar diseminar a los eje cutantes con frecuentes intervenciones, absteniéndose rigurosamente de críticas, consejos y de dar órdenes para el empleo de las unidades. Precisa, en consecuencia, que se les considere más como instructores que suministran in — formes yfacilitan la maniobra que como jueces que la obstacu lizan y sancionan. Servirá de base para la actuación de los árbitros los preceptos de los diversos reglamentos y las instrucciones que dicte el director de los ejercicios, dedicando su má xima atención al desarrollo de la maniobra y a la utiliza ción del terreno. Finalmente, el arbitraje no debe ser un conjunto de personas que actúen rígidamente, con un caneuas o plan tillaje a modo de un cuadriculado, integrado por los ar tículos reglamentarios, para encajarlo en las situaciones y disposiciones de los ejecutantes, y, por el contrario, ha de saber conciliar aquéllos con el ambiente y fisonomía popular de cada momento, decidiendo con la imparciali dad, serenidad de juicio y flexibilidad que la realidad del combate (nunca sujeta a reglas fijas, esquemas ni prejui cios) impone. FUNCIONAMIENTO DEL SERVICIO Siendo variables la importancia y extensión de los ejer cicios en tiempo de paz, correspondientes a las distintas unidades orgánicas que integran los Ejércitos, es lógico también lo sean las del arbitraje que ha de actuar en los mismos, y por ello precisa distinguir el de los ejercicios La importancia de las misiones encomendadas al ser vicio de arbitraje exigirán medios importantes en perso nal y material a disposición del Director de las maniobras, que no siempre serán posibles; pero si así sucediera, la organización de aquel servicio, aun reducida, debe siem pre ser concordante con la situación táctica planteada y la finalidad de las maniobras. El personal de arbitraje a que de un modo general hi cimos referencia, cuando se trata de grandes maniobras, debe ser: — Jefe de arbitraje: un Oficial general auxiliado por un E. M. — Arbitros: Oficiales generales y Jefes (Coroneles, a ser posible). — Agentes de enlace. — Personal auxiliar (estafetas, conductores, motoristas, etcétera. — Medios de transmisión. El E. M. del Jefe de arbitraje puede componerse de un Jefe y cuatro o cinco Oficiales del Cuerpo o servicio (si es posible, de Arma de procedencia distinta), siendo de la competencia del primero la repartición del trabajo entre los segundos. En este caso, parece conveniente no cons tituir secciones diferentes en el E. M. Por, lo que se refiere a los árbitros, si se trata, sobre todo, de maniobras de importancia y amplitud, será difí cil sacar de las unidades los necesarios, en cantidad y ca lidad, por lo que habrá de designarse a otros que por sus destinos y competencia profesional garanticen su ulterior actuación (Alto E. M., E. M. C., Escuela Superior del Ejército, Escuela de E. M., Escuelas de Aplicación, Aca demias, etc.). El Director de las maniobras informa, con la mayor antelación posible, al Jefe del servicio de arbitraje sobre la zona en que aquéllas se vayan a desarrollar y finalidad de las mismas. Asimismo le dará conocimiento del lema general, cómo concibe su desarrollo, y le orienta sobre sus propósitos. Tomadas por el referido Director todas las disposicio nes (plan, personal, medios materiales, etc.), da a conocer — De la elección de un terreno, más o menos apto, para a las tropas las prescripciones para la simulación de fue gos, representación de bajas, diferenciación de aviones de el ataque de infantería. — De faltas cometidas conscientemente en el despliegue ambos bandos, y los informes y partes que han de din girse al servicio de arbitraje. enemigo figurado, con el fin de favorecer la infiltración. El Jefe del servicio de arbitraje En estos ejercicios, y siempre que sea posible y necesario, —. Reconoce el terreno en unión del Director, con el fin deben participar Oficiales de las Armas distintas de la de fijar un plan sumario de arbitraje, destinado al co ejecutante, para que proporcionen datos en relación con nocimiento del personal y medios de transmisión ne los efectos del fuego y posibilidades de la maniobra, de su cesarios, plan que sucesivamente será precisado por el E. M. de dicho Jefe. Arma respectiva, en el tema planteado. Arbitraje en las GrandesUnidades.—Lasgrandes ma — Precisa con varias semanas de anticipación, al co niobras tienen como finalidad esencial la instrucción de los mienzo de las maniobras, la organización general del mandos, en sus diversos escalones, y la de los Estados arbitraje, medios a disposición de éste, misiones en geMayores, sin que deba por ello perderse de vista la de la • neral, y durante el desarrollo de los ejercicios, partes tropa. e informes que debe dar, y, por último, instrucciones El Director de ellas, por medio de las instrucciones que sobre la simulación de fuegos. dicte para el servicio de arbitraje, dirige el desarrollo de — Informa en todo momento al Director de las manio los ejercicios en el sentido que desee para: bras sobre la situación de las unidades, modo como se — Provocar la intervención de ciertas unidades. desarrollan aquéllas, incidencias que se presenten y Orientar la maniobra en una zona más favorable, o hechos que encierren enseñanzas. — Hacer que los Jefes de las Grandes Unidades subordi — Proporciona a los árbitros los elementos necesarios nadas dicten sus respectivas decisiones. para su trabajo y les fija el marco dentro del cual de El arbitraje, por su parte, dará a los ejecutantes infor ben actuar, a cuyo fin los reunirá al principio de cada mes sobre los efectos del fuego y sobre la importancia de período de los ejercicios para orientanlos durante él. las reacciones enemigas; informes que pondrán al Mando Da a conocer a los árbitros el despliegue de ambos y cuadros en presencia de situaciones de guerra que exigi bandos, las órdenes que haya recibido, las instruccio rán órdenes, partes, maniobra y coordinación de las nes para su repartición y los enlaces que deben man diferentes Armas. tener. (x) Ver “Un ejercicio de combate de sección’ (número 47 Prepara y asegura con anticipación la tirada y repro de esta Revista). ducción de documentos para enviar a los Jefes de elementales, correspondientes a lás menores unidades y el de las grandes maniobras o de grandes unidades. Arbitraje en las menores unidades.—Enlos ejercicios que éstas realizan, el arbitraje tiene su aspecto más ele mental, y en ellos las funciones de director y las de árbi tro coinciden en la misma persona, como dijimos; pero si son necesarios uno o más árbitros, quedarán subordina dos a aquél, y de él recibirán las oportunas órdenes (i). En este caso, es más fácil que, si se trata de grandes unidades, la constitución del personal de arbitraje, ya que dentro del Regimiento, por ejemplo, pueden llevarse a cabo ejercicios, desde Pelotón a Batallón inclusive, que dando personal sobrante, que puede efectuarse en número suficiente, al arbitraje y simulación del fuego, y nada im pide, además, que pueda ser debidamente seleccionado y preparado para su especial cometido. El modo más eficaz de actuar el servicio es el siguiente: Repartido el terreno en zonas, se asigna a cada una de ellas un árbitro, el cual, dentro de la misma y personal mente, sitúa las unidades y las diversas armas (especial mente las automáticas), con lo que cada uno conocerá per fectamente las posibilidades del figurado enemigo y los efectos de su fuego. Hecho esto, da a los ejecutantes las noticias que éstos obtendrían en la realidad (orígenes probables del fuego enemigo, zonas batidas, bajas, etc.). Para materializar aquellos efectos, pueden emplearse ban das de tela de colores o mejor banderines. Los efectos del fuego que el armamento del figurado enemigo ocasione en una zona de arbitraje pueden sentirse también en la contigua, especialmente de ametralladoras u otras armas, en tiros de enfilada, y en estos casos, el ár bitro de dicha zona informa a su vecino, por medio de un croquis de arbitraje, que remite también a la dirección del ejercicio. El despliegue del figurado enemigo, estudiado minu ciosamente, debe admitir ciertas faltas, sin las cuales el éxito educativo de la maniobra sería difícil y tampoco tendería a desaparecer el espíritu agresivo del atacante. Por otra parte, estas faltas existen siempre en la realidad, y al cometerlas a sabiendas, se crean callejones o pasillos careotes de fuegos, que resultan: 25 — grupo cte arbitraje los extractos más importantes de las órdenes de operaciones y los planes de fuegos pre vistos. Finalmente, debe tener presente que elfuncionamiento del arbitraje ha de basarse en una amplia descentraliza ción y en una gran iniciativa. LOS ARBITROS Ponen su máximo interés en lograr que los ejecutantes actúen en el ambiente del combate y vivan la realidad que se presentaría en la guerra, y a tal fin les dan, especial mente a los de primera línea, los informes más completos posibles sobre su situación y efecto del fuego enemigo, y todos los que realmente recibirían por conducto de la in formación regimental y segundas secciones del E. M. Igualmente darán a la artillería reservas, estados mayo res y servicios los datos determinantes de su actividad. En cuanto afecta a los fuegos de infantería, dado que generalmente uno de los bandos se hallará a la defensiva, es fácil para los árbitros conocer el plan de fuegos de la defensa, en el sector de su respectiva actuación, y, conse cuentemente, las dificultades que el ataque va a encon trar en su progresión. Los informes y datos sobre el efecto de estos fuegos se comunicarán, en primer lugar, a los Comandantes de Sección y de Compañía, y seguidamente, a los Jefes de Batallón. En relación con los de artillería que interesan al arbi traje, pueden agruparse en cuatro categorías: — Tiros de acción lejana. — Idem preparados (detención, contrapreparacióri...). — Idem a petición de infantería por orden del Mando o por iniciativa de los Jefes de Grupo o de Batería. — Idem de contrabatería. Los tiros anteriores (primero y cuarto) escapan de la esfera de acción de los árbitros de infantería. Los tiros preparados es muy difícil darlos a conocer en tiempo oportuno a los árbitros de infantería, por ser muy corto el que media entre el momento en que son pedidos y el en que son desencadenados, por lo que precisa que di chos árbitros tengan conocimiento previo del plan de empleo de la artillería y que puedan hacer ejecutar tales tiros por propia iniciativa, en el curso del ejercicio, si las circunstancias lo justifican. Los tiros del grupo tercero, tan pronto sean decididos, deben ser difundidas sus características por los árbitros de artillería, utilizando para ello mensajes transmitidos por el medio más rápido. El ideal sería que cada Jefe de grupo de arbitraje pudiese recibir directamente de los árbitros de artillería todos los datos de los tiros de ésta que interesan a su zona. Los del cuarto grupo serán conocidos por los Jefes de grupo de arbitraje de artillería, que a su vez los comuni carán a los árbitros destacados cerca de las unidades so metidas al fuego contrario. Distribuci5n de los árbtros.—Sedistribuyen por grupos, y cada uno se afecta a una Gran Unidad, a una zona de terminada o a una fracción determinada, cuya actuación sea interesante seguir, con el fin instructivo. El arbitraje de unidad está indicado durante las marchas y cuando el bando enemigo se supone a la defensiva, y el de zona, en los demás casos. La organización de esta distribución que parece ser más eficaz es: Arbitraje de la línea de combate de la retaguar dia, de artillería y Oficiales de enlace cerca de las Grandes Unidades. De la línea avanzada o de infantería.—Es el más impor tante, y para constituirlo se divide el frente en sectores por el Jefe de arbitraje, siendo los límites de aquéllos in variables para cada día o para cada.período de maniobras. 26 A cada sector se le asigna un grupo de arbitraje, cuyo Jefe se mantiene, por medio de sus Oficiales, en íntima relación con las unidades que actúen en su sector. En cada uno de éstos habrá una gran iniciativa, dentro de las ins trucciones dadas por el Jefe del servicio de arbitraje. Arbitraje de artillería.—Estará constituído por un gru po, por cada bando a las órdenes de un General o Coronel. Este repartirá sus subordinados entre las diferentes agrupaciones, debiendo ser el número de aquéllos sufi ciente para arbitrar hasta el grupo. Arbitraje de retaguardia.—Para lograr éste se puede: Constituir un grupo especial, limitando a rooo ó 1.500 metros la profundidad de la zona de arbitraje de infantería de primera línea. — Reforzar el personal de cada grupo de vanguardia y prolongar su acción hacia retaguardia. En este caso, los árbitros de esta última toman contacto con las uni dades de segunda línea y las acompañan hasta que en tran en la zona de arbitraje avanzada. El primer procedimiento está indicado en la marcha de aproximación hacia un enemigo en posición, y el segundo, cuando las tropas que progresen estén a cubierto de los tiros de artillería corregidos por observación terrestre y no sean de temer los corregidos por la aérea a los bombar deos de aviación. Oficiales de enlace cerca de las grandes unidades.— Es muy conveniente que Oficiales de categoría y presti gio, auxiliados por uno o dos adjuntos, se destaquen cerca de los Jefes de bando y de los Comandantes de grandes unidades. Su misión será: — Tener a la dirección del arbitraje al corriente de los propósitos de los Jefes de bando y Comandantes de grandes unidades. — Remitir con la mayor brevedad a dicha dirección las órdenes dadas por estos Jefes y Comandantes. Comprobar en los escalones superiores la transmisión y ejecución de las órdenes. ARBITRAJE DE TRANSMISIONES — — Esta modalidad del arbitraje tiene por objeto: Comprobar la organización, la utilización desde ej punto de vista táctico y las condiciones técnicas de empleo de las transmisiones. Promover todas las incidencias (reales o supuestas) para obligar a los ejecutantes a tener en cuenta, en re lación con las transmisiones, los efectos del fuego y demás dificultades peculiares de la guerra. Organización.—Estearbitraje comprende: — — — Un Jefe de arbitraje de transmisiones, auxiliado por Oficiales de E. M. y Oficiales especialistas de transmi siones, afectos todos al Jefe del arbitraje del ejercicio. Arbitros (Oficiales de E. M. y de transmisiones) afec tos a la Gran Unidad que realice el ejercicio. Un cierto número, no grande, de personal especialista, material especial de escucha y medios de transporte en número variable. Funcionamiento.—El director de tos ejercicios, en el período preparatorio de ellos, en forma que pueda inter venir en tiempo oportuno y con conocimiento de la com petencia profesional del personal designado para este ser vicio, se informa del estado de adelanto de la organiza ción (preparación de conjunto y en las unidades subordi nadas). Antes de comenzar los ejercicios, el personal de arbi traje será puesto al corriente de la organización detallada de las transmisiones y de los medios que en relación con éstas puedan contar. Asimismo se enterarán de las órdenes para las transmisiones dictadas en los distintos escalones. Durante eldesarrollo de los ejercicios, dicho personal se fijará: — — — x.° Organización general de las transmisiones: Dotación y repartición de medios. Reunión de dichos medios, fijación de previsiones, planes y orden. Realización práctica de dichas previsiones, estableci miento de las diversas redes. Las principales enseñanzas serán objeto del correspon diente parte al terminar el ejercicio para ser tenidas en cuenta al hacerse el juicio crítico. CASO CONCRETO Hemos expuesto, sin entrar en detalles, que darían de masiada extensión a este trabajo y más propios además del correspondiente reglamento, las ideas más esenciales que estimamos deben presidir el servicio del arbitraje, y vamos a continuación, como complemento, a hacer apli cación de aquéllas a un caso concreto, dentro del marco regimcn tal. 2.° Funcionamiento: Establecimiento y utilización táctica en los diversos escalones para: — El enlace de mando y transmisiones de órdenes, par ORGANIZACION tes, noticias, etc. — El enlace entre unidades contiguas, con artillería, La dirección del ejercicio estará a cargo del Coronel del aviación, carros, etc. Regimiento. Condiciones técnicas de empleo: Tomarán parte en el mismo: — Por el personal especialista (instalación y funciona — Un Batallón (ejecutante) con sus efectivos reforzados. miento de centros, puestos, aparatos, reglas de servi cio, etc.). — Un Batallón figurado. — Por los diferentes escalones del mando (redacción de — El bando enemigo y servicio de arbitraje. telegramas, cifrado, lenguaje condensado, etc.). Los cometidos del Jefe de arbitraje de transmisiones son: Batallón ejecutante y elementos afectos.—El Batallón — Examina las órdenes para transmisiones dadas por los estará compuesto por una Compañía de fusileros de cada escalones subordinados, y solicita, si es preciso, la uno de los Batallones del Regimiento, o sea por tres oportuna intervención del director de las maniobras o Compañías, con efectivos similares a los de guerra, y una ejercicios para rectificar decisiones perjudiciales a la Compañía de ametralladoras y morteros. buena marcha de aquéllos (repartición defectuosa El mando del Batallón lo ejercerá el Comandante.., con de longitudes de onda, errores en los códigos, etc.). su plana mayor de mando y transmisiones. Previo acuerdo de los primeros Jefes respectivos, se — Durante el ejercicio sigue el empleo de las transmisio afectarán al Batallón un grupo de artillería de apoyo di nes en los diferentes escalones, inspeccionando opor recto, una Compañía de carros medis, y se le notificará tunamente los puestos de mando y los centros de trans el apoyo que pueda recibir de la aviación. misiones. — Comprueba la utilización juiciosa de los diversos me Batallón figurado.—Independienternente del Batallón dios de transmisión y la adaptación de los despachos ejecutante y del bando enemigo, habrá un Batallón figu a las características de aquéllos. rado con la misión de ocupar la base de partida hasta ser — Inspecciona el empelo del cifrado y de los códigos de relevado por el primero. A su Jefe, Comandante..., se le agregarán un Capitán, dos subalternos y los elementos señales, comprobando por medio de puestos de escu precisos para ocupar la citada base. cha la disciplina en la utilización de la radiotelegrafía y de la telefonía. Bandoenemigo figurado.—Para constituirlo, cada Ba — Hace presente al director del arbitraje los errores, omi tallón del Regimiento dará dos Secciones de fusiles, una siones de cifrado, indiscreciones y demás faltas que en de ametralladoras, y el Regimiento, una de cañones de la realidad proporcionarían información al enemigo. infantería, una de cañones coritracarros y un Pelotón de — Podrá suprimir como enseñanza y temporalmente la destrucciones. El mando lo ejercerá el Comandante..., quien al propio tiempo será el Jefe del servicio de arbi comunicación telefónica para obligar a los ejecutan tes a recurrir a otros medios de transmisión. Puede traje. también, durante el ejercicio, cortar las líneas telefó Dirección.—Al Coronel director del ejercicio se le agre nicas o impedir su construcción en una zona deter garán el Teniente coronel jefe de instrucción y dos Capi.. minada. tanes. — Se asegura que las previsiones han sido fijadas oportu El Oficial de transmisiones regimental organizará el namente para permitir que el ejercicio tenga la orienta puesto de mando del Coronel y las transmisiones correspon ción y desarrollo armónicos con el propósito del direc dienses. tor del ejercicio. Preparación..—El ejercicio será preparado el día ante — Sigue el itinerario de los telegramas importantes; en rior a su realización por los cuadros de la dirección del su curso sucesivo comprueba los plazos para la trans Batallón figurado y los del bando enemigo y servicio de misión, las variaciones del texto y las posibilidades de arbitraje. llegada a su destino y consecuente explotación. Las zonas batidas por fuegos de infantería y por los de Los Oficiales especialistas fijan su atención en el cum artillería, así como las de acceso prohibido, serán figura plimiento de las reglas técnicas y en la instrucción del per das por banderines de diferente color, reservando el blanco sonal. para representar las alambradas y las defensas accesorias. El día del ejercicio, los tambores del Regimiento, diri Para que el arbitraje de las transmisiones obtenga re gidos por un Oficial, representarán en los asentamientos sultados útiles desde el punto de vista instructivo, pre respectivos los tiros enemigos, con una cadencia que regu cisa que el director del ejercicio, al terminar éste o du lará el Jefe de arbitraje. rante sus interrupciones, dé conocimiento de los princi El ejercicio comprenderá lo siguiente: pales errores cometidos, para corregirlos y evitar su repe tición. — Colocación del Batallón ejecutante sobre la base de 27 Cro 9uÁr ØO7 ¿iñeapropió’an... Li»ea ene/n,pa - Un/te de zona e/eaecM/t---—. [Je o& Y/teccM» 0 100 500 1000 [quidistancia 7Ou — — — partida, aprovechando para ello el alto que siga a una marcha de unos 12 kilómetros. Enlace con el puesto del mando regimental, grupo de artillería y carros. Ataque a la salida de las bases de partida, mediante la oportuna orden del Jefe de Batallón. El Comandante.., jefe del bando enemigo y del arbi traje recibirá una “Instrucción especial”. TEMA Objeto.—Ataque al salir de una base de partida (núme ros 357 a 413, 512 a 545 y 700 a 718 del Reglamento Tác tico de Infantería, tomo II). 28 1.—Situación general. Un bando norte (N.), azul, ha atacado, los días 15 y i6 de febrero, a otro sur (5.), rojo, llevando durante este último día su frente sobre la línea: Puente del ferrocarril, linde sudoeste (SO.) del bosque. (Ver croquis núm. i.) El enemigo ocupa el frente: Localidades E y C, gran jas P y F. Se halla en contacto inmediato y escalonado en profundidad. Ha iniciado la organización de una se gunda posición. (Ver boletín de información.) El ataque continuará por ambas orillas del río el día diecisiete (i7), a la hora H (fijada ulteriormente). Para este ataque, la a División de Infantería relevará a la n.a, actualmente establecida entre el río citado y la localidad al este (E.) de G (fuera del plano). 11.—Extracto de la orden particular. Relevo.—El Regimiento de Infantería número 6 rele vará con dos (2) Batallones los elementos actualmente en línea, situados entre el recodo del río (1.200 metros sud oeste, SO., de H) y el camino desde 1 a la iglesia. Puesto de mando del Batallón.—Linde norte (N.) del bosque A (próximo al origen del camino que conduce al cementerio). El despliegue que adopte el Batallón que releva no debe, necesariamente, coincidir con el que tengan las uni dades relevadas, pues debe hacerse con miras al ataque a llevar a cabo. Zona de acción del Batallón.—Límite este (E.): Línea que va desde 1 por la meseta K a la iglesia. Límite oeste (O.): Saliente noroeste (NO.) del bosque A, cruce de caminos y río. Eje de dirección: Ver croquis. Acimut de esta dirección: 540 milésimas. Objetivos: Primero.—Cresta de la cota 381. Segundo.—Parte noroeste (NO.) del bosque próximo a L y Q hasta la carretera de L a M. Tercero.—Linde oeste (O.) de la localidad existente al sur (S.) de la iglesia (fuera del plano). El primero será mantenido sólidamente durante la pro gresión y hasta la ocupación del segundo. Hora H. — Trece horas cuarenta y cinco minutos (x3 h. 45’). El Batallón, dispuesto desde las trece horas quince minutos (13 h. ‘5’). Unidades contiguas.—A la derecha, un Batallón del 6.° Regimiento, que atacará en dirección C-O. Puesto de mando en C. A la izquierda, un Batallón del Regimiento 38, que atacará en dirección A-P-Q, puesto de mando. (Ver cro quis.) Puesto de mando del Regimiento.—Al sur (S.) de H, próximo a la carretera, desde esta localidad a M. (Ver croquis.) Observatorio en la cota 324. Elementos regimentales afectos al Batallón ejecutante: — Una Sección de cañones contracarro. — Una ídem de cañones de infantería. — Un Pelotón de la Sección de destrucciones. (Disponibles en el puesto de mando del Batallón desde las doce horas treinta minutos, 12 h. 30’.) Artilleria.—Un Grupo de 7,5 centímetros, de apoyo di recto. Situado en batería, en la región noroeste (NO.) de H. Carros.—Una Compañía. Modalidad de ataque.—A la hora H, el Batallón des embocará por sorpresa de la base de partida, con el apoyo de la Compañía de carros. El Grupo de artillería, a la misma hora, abrirá el fuego sobre la posición enemiga en la cresta de la cota 381, con centrando sus tiros sobre los puntos localizados como ocupados (ver boletín de información) o sobre los que in dique infantería. La duración de fuego de cinco (5) mi tos, continuando después intermitenteniente o a petición de infantería. Entre el Grupo de artillería y la infantería será conve nida una señal especial, que indique el momento en que la segunda se lance al asalto de la cresta de la cora 381 (la artillería efectuará tiro durante los tres minutos que precedan a dicho momento). Al efectuarse el asalto, la artillería transportará el tiro sobre la linde nordeste (NE.) del bosque existente entre L y Q, en la semizona (SE.) de acción del Batallón, obje tivo ya batido por la artillería de acción de conjunto. Este tiro cesará a petición de infantería y se transportará sobre el saliente noroeste (NO.) de la iglesia (en coopera ción con la acción de conjunto). Jalonamiento.—Por paineles individuales sobre el pri mer objetivo. 111.—Instruccionesrecibidaspor el Jefe de arbitrajepara materialización de los efectos del fuego enemigo. De carácter general. El ataque tendrá un desarrollo lógico, previsto en lí neas generales por el Coronel; pero con un amplio mar gen, de plena eficacia, para las decisiones del Jefe del Batallón ejecutante (idea de maniobra, despliegue ade cuado, utilización del terreno y de fuego, etc.) y las corres pondientes al arbitraje. Este desarrollo se ha concebido en función del terreno y medios puestos en acción por la defensa, y, finalmente, se traduce en uno o varios pasillos sin fuegos enemigos, o con ellos, de poca eficacia, en los que la progresión será admitida, claro es que por propia voluntad e iniciativa del atacante. En consecuencia, la anterior directiva, aplicada a la maniobra, es susceptible de ser aténuada, o más bien mo dificada, en función del modo como emplee sus medios el ataque; pero frecuentemente será lo más probable que se mantenga en su orientación general y constituya un marco establecido a priori. El Jefe de arbitraje y los árbitros actúan conforme a esta directiva, teniendo en cuenta circunstancias eventua les y según su propio juicio e iniciativa. Los árbitros que han organizado la defensa en una zona o sector son los que ejercen, como ya dijimos, el arbitraje en ella, por lo que conocen de antemano los efectos del fuego de dicha de fensa, elemento muy importante de sus decisiones. No neutralizarán, en el sitio que ocupe, a ninguna unidad, más que en caso de absoluta necesidad, y si ella no ha te nido en cuenta los informes que se le hayan facilitado. El silencio de los árbitros significa ausencia o insignifican cia de bajas por el fuego, y, por tanto, vía libre por pasillo utilizable (siempre a condición de emplear medios norma les y corrientes). La sucesiva neutralización de os medios de fuego del bando enemigo depende del plan general de desarrollo y empleo de sus medios por el ataque. Será prescrita por el Jefe de arbitraje, debidamente informado por sus árbi tros y según las indicaciones del Coronel director del ejer cicio. En general, los tiros lejanos intermitentes, los efectua dos sobre zonas, los de prohibición (arillería o ametralla doras), no se consideran como interruptores de un pasillo de acceso, sino simplemente como perturbadores o que re trasan la progresión (pueden ser materializados, como di jimos, por tambores). De carácter particular. En el caso considerado existe, como hemos visto, un pasillo admitido (ver croquis núm. 2), situado fuera de la meseta K, ya que ésta está batida por fuego rasante de ametralladoras en tiro directo y por artillería de apoyo directo, bien informada por observatorios próximos. Este pasillo está constituído por terreno medianamente acci dentado, situado en el origen del barranco, sin llegar al fondo del mismo, que se supone prohibido para la pro gresión. En realidad, el repetido pasillo está batido por tiros lejanos de artillería pesada y de ametralladoras, pero sin que impidan la progresión (párrafo último de las ins trucciones generales). De acuerdo con lo anterior, y para las ametralladoras en tiro directo, se admite previamente que el Pelotón X puede ser neutralizado o destruído rápidamente si se em plean contra él carros o armas de acompañamiento. En todo caso, y aunque no lo sea tan rápidamente, no subsistirá mucho tiempo después de haber detenido mo mentáneamente el ala izquierda del ataque. 29 ¿Ieaprop/q /7’ eneft7,a 11JJJ1 Or /tCOfl iC Pe/oto»o&dmetra //oob,-a.s Zoila u’ aCCe.S’O prohiZvdo. j’ • Zonat,9,c4’r ti)-oó/ños ¿st’ TI» oc 9g0f0/n/f” Ti’-oo’earti//sa-Ls flç/f’t’ Dto/ra /f’,zrogiew& Contraatarue 05001000 Lo establecido para el Pelotón X regirá también para Observación. el Pelotón Y. Se supone que el enemigo ocupa el terreno frente al ata El Pelotón T, una vez localizado y si se emplea bien que, manteniendo en primer escalón cuatro Secciones de contra él la artillería de apoyo, será destruido en tiempo fusiles y dos Secciones de ametralladoras, agrupadas por útil, en el desarrollo previsto para el ejercicio. De cual-. Pelotones de dos armas, con misiones correspondientes a quier modo, y más o menos rápidamente, precisará neu cada uno de aquéllos (croquis núm. 3). tralizarlo y no suponer destruidos el carro o carros que se Una agrupación de ametralladoras (figurada) actuará dirijan contra él. en tiro indirecto, instalada en la izqnierda del río, actua ción que será estudiada por los cuadros en el asentamiento El aniquilamiento del Pelotón Z deberá ser precisa mente por los medios propios del Batallón (suponer, en de dicha agrupación. caso necesario, la probabilidad que las armas contracarros IV.—lnstruccjonesde detalle dadasporel Jefe de arbitraje destruyen tres o cuatro carros). Aun cuando este Pelotón para ejecución de las órdenes que ha recibijo. no sea localizado, neutralizado o destruido por la actua ción del mando del Batallón, su situación no le permitirá DESARROLLOPREVISTOPARA LA MAN1O3RA detener la progresión, prevista para la derecha del Bata llón, ni impedir la ocupación de la cota 381. En cambio: (Ver croquis núms. 2 y 3.) — Detendrá la izquierda del ataque (misión principal). Primera fase. — Antes de iniciarse el contraataque enemigo (ver cro Las incidencias deben producirse en el orden siguiente: quis) contribuirá a fijar por el fuego al atacante sobre 1.0 El Pelotón de ametralladoras X no se revelará la posición alcanzada (misión eventual). hasta la hora H, y la progresión de la izquierda del Bata En resumen, resultará de la iniciativa dejada a la llón ejecutante será detenida por su actuación. Si la de maniobra y al arbitraje que el éxito del ataque, en la recha de éste alcanza el pasillo libre de fuegos, progresará forma prevista, sobre el primer objetivo, podrá realizarse rápidamente. 2.° El Pelotón X es neutralizado. La progresión de la más o menos pronto, con bastante margen de tiempo y más o menos decisivamente. Además, este éxito podrá izquierda dicha podrá continuar. 30 El Pelotón Y no se revelará hasta el momento ser más o menos precario y aun dudoso (según decida el oportuno y previsto, hallándose sus dos armas desenfila Coronel), lo que influirá en el desarrollo ulterior del ejer das, enmascaradas y en abrigos a prueba. cicio. 40 Los Pelotones de ametralladoras Y y T detienen Falta cometida a sabiendas por el enemigo.—El avance la progresión de la izquierda del ataque. de la derecha del Batallón ejecutante hubiera sido dete 5.° El Pelotón Y es destruido o neutralizado (por nido desde su iniciación por un Pelotón de ametralladoras armas de acompafíamiento o carros). situado, bien cubierto en S, actuando en tiro de enfilada ó.° El punto de apoyo próximo y el oeste (O.) de la en dirección nordeste (NE.), y cuya instalación se ha omi cota 381 es destruido por la artillería. El pelotón T es tido conscientemente. destruído. 30 El Pelotón Z no será anulado hasta que el Batallón ejecutante lo logre con sus propios medios de fuego (hasta que llegue este momento, la progresión de su izquierda estará detenida). 7.0 Segundafase. Ocupación del primer objetivo. Ataque del bosque Q y del reducto R (carros) .—Dos piezas contracarros están asentadas con la desenfilada del material entre los pun tos de apoyo R y D. Se supone que dos o tres carros han sido inmovilizados por aquéllas durante el tiempo com prendido entre el principio del ejercicio y la ocupación del primer objetivo (mediante indicación dada por el Jefe de arbitraje). Velocidad de pro gresión.—La más favorable, corres pondiente a la derecha del Batallón ejecutante, será de los roo metros en cuatro minutos. Las detenciones loca les serán decididas por el Coronel o a petición del Jefe de arbitraje, empleando toques de corneta convenidos. Representación de los fuegos del enemigo. Las ametralladoras en acción de la posición enemiga efectuarán el tiro con cartuchos de salvas. Las zonas batidas por estas armas serán fijadas por los árbitros. Las ráfagas de tiros lejanos de ametralladoras y los tiros intermitentes de artillería serán figurados por redo bles de tambores, situados dentro de los límites de las zo nas batidas por ellos. Misión de los árbitros. El Jefe del arbitraje lo es al mismo tiempo de la de fensa enemiga. Cada jefe de zona (Capitán) manda los elementos que en ella actúan y es el árbitro en la misma. En cada obra defensiva, un Oficial da al Jefe de la uni dad en ella establecida (fusileros, ametralladoras, contracarro...) indicaciones sobre la dirección del fuego (apertu ra, pausas, cese...). Cuando la línea de resistencia de la posición avanzada sea ocupada por el enemigo: — En la primera zona, el Teniente L se dirigirá al Pelo tón de ametraildoras Y, pero evitando que su presencia permita descubrirlo y localizarlo. — En la segunda zona, el Teniente G se dirigirá a las zons batidas por fuegos fijos de artillería y ametralla doras y ordenará el redoble de los tambores en ellas situados, bien simultánea o bien alternativamente. La duración de estos redobles simuladores de las ráfa gas será de uno a dos minutos, y el intervalo entre dos consecutivos, de cinco minutos. El director del ejercicio podrá modificar esta frecuencia, notificándolo al Oficial antes citado. Este se encargará también de notificar la zona de acceso prohibido. Cuando el Batallón ejecutante ocupe la línea de resis tencia de la posición avanzada, las unidades enemigas que la defiendan permanecerán en los lugares que ocupen y representarán desde aquel momento las fuerzas de ocu pación dejadas por el mencionado Batallón (notificarlo así a su Jefe). Cuando el Pelotón de ametralladoras Y sea anulado y su asentamiento ocupado, el Teniente ya citado de la primera zona se pondrá a las órdenes del Capitán de la misma. Las ametralladoras no se revelarán sino sucesivamente y a medida que los primeros elementos del Batallón de ataque entren en la zona correspondiente a las misiones principales o secundarias de aquéllas. Los Capitanes jefes de zona- siguen paso a paso los ele mentos del primer escalón del Batallón que actúen en la suya respectiva y serán auxiliados por Oficiales montados (en relación con el número de secciones desplegadas en aquel escalón por dicho Batallón). Se recuerda que la intervención de los árbitros se hará empleando solamente indicaciones semejantes a las si guientes: — “Estáis bajo el fuego de ametralladoras situadas en tal región.” — “Sufrís ráfagas de artillería procedentes de tal sitio y de tal calibre.” En consecuencia, se abstendrán de dar órdenes pareci das a estas: — “Deteneos, progresar en esta dirección, cambiar de formación”, etc. Si se comete una gran falta de carácter inverosímil, el elemento que la corneta será neutralizado en el lugar que ocupe, dando cuenta inmediata al Jefe del arbitraje o al Comandante de la zona. En general, la velocidad máxima de progresión, aun en elcaso más favorable, será de ioo metros en cuatro minutos, especialmente en el pasillo a que antes nos he nos referido. La neutralización sucesiva de las ametralladoras X, Y, T, .Z y y será ordenada por el Jefe del arbitraje. El contraataque será lanzado bien hacia Z o bien hacia T, según la actuación del Batallón ejecutante. El Capitán... será el encargado de organizarlo, según ins trucciones del Jefe de arbitraje. BOLETIN DE INFORMACION(ANEXO 1 AL «TEMA>) (Croquis núm. 2.) Sobre la cresta inmediata y al sur (S.) del bosque A existen tres obras de tierra sin alambradas. Esta línea está organizada, al parecer, como de vigilancia de la po sición avanzada y ocupada por elementos bastante lige ros, con algunas armas automiticas. BANDO ENEMIGO / 2Zona CóoItcwz. / 1!Zca& / / Cro çui z°3 31 Próximos a la cota 381, dos puntos de apoyo, también con obras de tierra sin alambradas. A retaguardia y en la linde del bosque Q, un punto de apoyo a modo de reducto, con alambradas. La artillería enemiga de apoyo parece hallarse sobre la o:illa izquierda del río, aunque algunos cañones aislados de infantería pudieran estar asentados cerca de la cota 381. Enseñanzas que puedendeducirse del ejercicio. a los tres, especialmente al personal de éste, que ha de poseer solvencia profesional y visión exacta de la magnitud de los actuales conflictos guerreros, si ha de actuar con acierto en las operaciones combinadas por tierra, mar y aire, que los caracterizan. Sinceramente debemos confesar que carecemos de la práctica y experiencia necesarias para llevar a cabo el arbitraje con la extensión que acabamos de indicar, ya que aquéllas exigen la realización periódica de ejercicios y grandes maniobras en los que se compruebe la eficacia del servicio. Para justificar lo anterior, basta recordar lo ocurrido en los años 1933 y 5934, con ocasión de las grandes ma niobras del Segre y de los montes de León; las primeras sólo se anunciaron, sin llegar a realizarse, y en las segun das, el servicio de arbitraje resultó influenciado, con per juicio de su utilidad, por las causas siguientes: — Publicación reciente del Reglamento (aún vigente), y por ello, poco conocimiento del mismo por los encar gados de practicarlo, que obligó a la dirección de las maniobras a dictar unas “Instrucciones” para su apli cación. — Como consecuencia de lo anterior, falta de tiempo para la preparación del personal mediante el minu cioso estudio de los citados reglamentos e instruc ciones. — Falta de organización y de preparación del servicio (retraso en la incorporación del personal a la zona de maniobras, defectuoso estudio de ésta sobre el plano y el terreno, y carencia de ejecución previa y como ensayo sobre el terreno del plan de simulación de fue gos, para adaptarlo a su topografía y vialidad y al fac tor tiempo). — Dotación incompleta, al servicio de arbitraje, de ma terial de transmisiones, de transporte y de simulación de fuegos. Estas enseñanzas deben solamente afectar a táctica e instrucción, objeto primordial de los ejercicios con tro pas, y guardan estrecha relación: lo Con la finalidad prevista y que se propuso el di rector del ejercicio al plantear el “tema” correspondien te, y 2.° Con el modo de proceder o actuar los ejecutantes durante el desarrollo de dicho ejercicio. En el primer aspecto y caso concreto estudiado, las men cionadas ensefianzas se refieren: — A las dificultades de salida de las unidades, y especial mente de los carros, de la base de partida, a corta dis tancia del enemigo, para atacarle. Al enlace entre los carros y las unidades del primer escalón. — A la dirección de las unidades y su enlace con las con tiguas. — Al empleo de las ametralladoras, armas de acompa ñamiento y contracarro. — A la utilización del terreno para el fuego y para la progresión. Aparte de las anteriores, otra cuestión interesante a considerar es la materialización de los efectos del fuego por el procedimiento seguido y su influencia sobre la fiso nomía del combate, instrucción de los cuadros y especial mente sobre la utilización, por éstos, de los pasillos aptos para la progresión. En el segundo aspecto, las enseñanzas se derivarían de la actuación de los ejecutantes, particularmente de las En resumen, en la eficacia del servicio influyen no sólo faltas y errores por ellos cometidos, lo que precisaría lle la práctica y experiencia, sino también la organización, var a la práctica el ejercicio, esto es, desarrollarlo con arre por lo que, si se quiere implantarlo con la amplitud que la glo al “tema” planteado y en el terreno elegido; pues pre impone, deben practicarse constantemente de cisamente en aquéllas, que todos cometemos, desde que actualidad un modo racional y progresivo, desde lo simple a lo com ponemos las manos en la masa, encuentra el director del puesto, ejercicios de menores y grandes unidades, dentro ejercicio, alejado del hamo de la acción, y que conserva de cada Ejército, y, por último, operaciones combinadas más fácilmente las impresiones recibidas, la fuente de las de dos y de los tres, porque si así no se efectúan, se pro más útiles enseñanzas. ducirán forzosamente confusiones, rozamientos y conse Observaremos también que en ejercicios como el que cuencias perniciosas y desagradables. nos ocupa existe una dificultad para su director, nacida Complemento indispensable de los ejercicios y manio del hecho de que, como dirige también por mediación bras con servicio de arbitraje es el juicio crítico, a cargo del arbitraje al enemigo, ha de desempeñar simultánea del director de los mismos, de gran importancia y trascen mente los doscometidos, de árbitro supremo y enemigo, dencia, porque de nada servirá un ejercicio, por impor dificultad que se puede pasar en ejercicios de poca am tante que sea su desarrollo, si el citado director no expone plitud; no sucede así cuando se trata de grandes ma de un modo claro y concreto su concepto, que es funda niobras, con intervención de grandes unidades. mental para crear y mantener la unidad de doctrina. Finalmente, el ejercicio planteado presenta la ventaja Tanto el arbitraje como el juicio crítico son actos mili de que aun cuando la unidad realmente ejecutante ha tares, y, por tanto, deben en ellos ponerse de relieve las sido un Batallón, éste ha sido integrado por efectivos de virtudes militares, singularmente la disciplina, compa todo el Regimiento, o sea que con las posibilidades que ñerismo, amor al servicio y noble afán de mostrar y au éste tiene, pueden realizarse ejercicios varios e interesan mentar la instrucción profesional, sin que los árbitros se tes, de los que deduzcan útiles enseñanzas. crean infalibles y con el poder de los dioses, y los eje cutantes, desposeídos de exagerado amor propio, acaten sin resistencia y de buen grado las decisiones arbitrales. CONCLUSIONES Si todos nos comportamos dentro del más íntimo com pañerismo, consideramos que la finalidad es la enseñanza En cuanto hemos expuesto nos hemos referido sola y unidad de doctrina, y que las cuestiones tácticas care mente al arbitraje terrestre, parte integrante del total, cen de rigidez y precisión matemáricas, se podrá garanti que afecta a los tres Ejércitos, y fácilmente se comprende zar la eficacia del servicio de arbitraje en el desarrollo de la importancia que para la guerra moderna tiene la orga temas tácticos. nización y funcionamiento en tiempo de paz de este ser Finalmente, que todos, al actuar, no olviden y tengan vicio, con la amplitud y visión totalitaria que aquélla tie siempre presente la frase del filósofo: “Sólo sé que no sé ne; por ello no bastan los arbitrajes peculiares de cada nada”, que en táctica, más que en cualquiera otra disci Ejército, sino que precisa organizar y preparar el común plina, tiene exacta y adecuada aplicación. 32 DIVISIOtIES DEARTILLEQIA an la pasada &anucrra Capitán de Artillería L. COLORAIO Y GUITIÁN Profesor de la Academia de Segovia. L Acampaña alemana en el frente del Este se ofrece a la de toda clase ha amparado esta actitud y contribuido a ella, observación en un doble aspecto: un primer período of en y en Alemania, a la duración de la guerra. Pero, no obstante sivo, de poco más de un año de duración, desde la ruptura de este hecho indiscutible, aún conserva la Infantería la pala las hostilidades hasta el otoño de 1942, y otro segundo, bra final en la decisión, cosa que seguramente continuará ininterrumpido hasta el término de la guerra. siendo cierta en el futuro, ya que el terreho se ocupa y con El somero estudio que aquí va a hacerse se refiere, en su serva sólo si el infante se mantiene en él, aun cuando ya an mayor parte, a la acción defensiva, por considerarla más tes haya sido desalojado el enemigo. interesante para nosotros y porque Alemania, cuya artille En aquellos casos en que la Artillería constituía el factor ría es el objeto principal de estas ligeras consideraciones, se principal de la potencia atacante enemiga, contrabatir fué encontró en esta situación en la mayor parte de sus frentes. la misión principal de la Artillería germana. Muchas veces, A partir de la batalla de Stalingrado, ya se anuncia por el con la neutralización de la Artillería contraria se consiguió Mando que Alemania se coloca a la defensiva, y desde este impedir la ejecución de ataques preparados, y en otras, den momento las operaciones se convierten en gigantescas bata sas barreras redujeron tanto la intensidad del ataque, que llas de material. En esta época la situación de las fuerzas se hizo posible rechazarlo fácilmente por la Infanteria, aca alemanas ya es tal, que hay que reconocer que su arma aérea bando los rusos por deducir que no debían atacar en ningún no tiene la potencia suficiente para resultar un factor deci punto en que la Artillería alemana fuese fuerte. El no po sivo, aun cuando la rusa sea más débil. Tampoco las fuerzas der cumplir ésta aquellas misiones en su totalidad, por la acorazadas alemanas tienen capacidad suficiente para equi gran cantidad de municiones que para ello se requerían, y librar la potencia en todos los puntos amenazados del frente de que se carecía, fué causa principal de la derrota alemana. oriental, no obstante no haber dominado todavía los rusos Pero, además, esta Artillería no era suficientemente móvil la táctica de carros y haber fracasado en obtener la máxima para desplazarase, constituyendo un como centro de resis eficacia de las armas acorazadas. tencia artillero con la rapidez necesaria. A pesar de que la Luftwaffe siempre fué superior a la avia ción rusa, nunca pudo actuar ininterrumpidamente, ejer Artillerías divisionarias y de refuerzo. ciendo, de modo decisivo, su influjo sobre las operaciones terrestres, pues las condiciones meteorológicas se bastaban Una de las lecciones más importantes de la última gran para impedirlo, circunstancia que igualmente se daba respecto guerra, es que el refuerzo artillero debe mantenerse tan mó a las fuerzas acorazadas, cuyo papel sólo es decisivo cuando vil como sea posible, resultando evidente que sólo podrá intervienen en acciones de movimiento, las bases de cuya si considerarse como tal una artillería capaz de moverse en todo tuación han de procurarlas otras fuerzas. Por tanto, casi terreno. Para aumentar su movilidad tales unidades, deben siempre el peso de la batalla defensiva lo soportaron la ln eliminar de su equipo todo peso superfluo o, al menos, todo fantería y la Artillería, que la apoyó. aquel que, sin debilitar esencialmente sus órganos, permita La prolongación durante varias semanas a veces de las obtener la máxima potencia de fuego con mínimo de peso y grandes batallas defensivas origina en la Infantería alemana volumen. una pérdida continua en su potencia combativa, por causa La diferencia entre Artillería divisionaria y Artillería de de las sangrientas pérdidas e ininterrumpida y máxima ten refuerzo se deriva principalmente de su distinta misión o de sión nerviosa. Con ello la defensa recayó más y más sobre la su posición en la batalla, ya que mientras aquélla se encuen Artillería, que en muchos casos fué preponderante. tra luchando en un área pequeña y a menudo independien Esta guerra pasada ha probado en casi todos sus frentes temente, por lo que sus Grupos, y en la mayoría de las que el fuego de la Infantería ya no es decisivo, como lo fué misiones también las Baterías, deben estar armados y en muchas batallas de la primera gran guerra. Como expli equipados de modo que tengan a su disposición cuanto cación a la menor eficacia de la Infanteria, se da la de que necesiten para la ejecución de una misión independiente; la el infante ve en las máquinas, a cuya altura procura man de refuerzo combate sólo como parte de una mayor Unidad. tenerse, una ayuda que desea utilizar para evitarse el esfuer Respecto a las misiones asignadas a la Artillería, en las ac zo culminante: el combate cuerpo a cuerpo. La propaganda ciones defensivas contra Rusia, podemos agruparlas del si- 33 guiente modo: 1.0, batir la artillería, como factor principal hasta 200 piezas en un sector de un kilómetro tan sólo, aunque esto no fuera frecuente. Además, generalmente la del poder de ataque enemigo; 2.°, deshacer las concentra ciones de personal y carros en las posiciones de partida ant es Artillería rusa era superior en número, y muchas veces en de lanzarse al ataque, y 3.0, detener y rechazar la infantería calibre, a la alemana, en una proporción de 2/1, que si en lanzada al asalto. En colaboración con las fuerzas aéreas se condiciones atmosféricas favorables era capaz de equilibrar cumplía la misión de desarticular el sistema de abastecimiento y aun superar la Luftwafe, cuando eran desfavorables, y transporte, así como la perturbación de su acción de mando concedía a los rusos una ventaja decisiva. La función de mando artillera se realiza de arriba abajo mediante concentraciones sobre vias férreas, carreteras, ca a través de sus Jefes y Oficiales, y no por intermedio de los minos, cuarteles generales y puestos de mando. Como la Artillería divisionaria no disponía más que de un Comandantes de las Unidades de Infantería; pero esta ca Grupo medio y tres ligeros, le era imposible cumplir su misión dena se halla más definida en el Ejército ruso que en el en aquellas Divisiones de Infantería que cubrían el amplio alemán. El Comandante de Artillería de la División responde sector tan generalmente asignado en el frente oriental. sólo ante el de la de Cuerpo de Ejército, y no ante el Coman dante de la División de infantería; sobre esta base se cons En tales situaciones y en otras operaciones se agregaban, como artillería de refuerzo, Grupos de la Reserva General, truye una jerarquía absoluta. Otro detalle notable es la con cañones de 103 milímetros, obuses de 150 milímetros, imposibilidad de determinar los sectores de las Unidades de 210 milímetros y mayores, colocados bajo el mando de la de Infantería por la concentración de los fuegos de apoyo, Artillería divisionaria sólo en el caso de que no hubiera nin ya que raramente corresponden los sectores de las Artillerías gún ARKO (Artillerie Kommandeur), calificativo aplicado a con los de las Unidades apoyadas. También es costumbre de un grupo limitado de Coroneles y Generales de Artillería, y los rusos dar más peso a las decisiones tácticas del Comandan que no corresponde necesariamente al de Comandante de te de Artillería en aquellas situaciones en que su Arma ha de desarrollar la acción principal, igualmente que los Gene Artillería. Cada Jefe de esta clase, designado abreviadamente rales de Infantería o de carros la tienen, si es su Arma la que con las iniciales de ambos términos, toma permanentemente ha de oportar el mayor peso de la acción. Es más: en mu un número comprendido entre 1 y 200, que conserva donde quiera que se halle destinado. En situaciones de una mayor chas grandes Unidades de Infantería el segundo jefe es un amplitud se encargó del mando directo de los Grupos de artillero; tal es la importancia que tiene en un Ejército mo derno la Artillería. La función de mando es el punto fuerte refuerzo a unas Planas Mayores Regimentales independien de la Artillería rusa, habiéndose probado el éxito de este sis tes; pero tanto en unas situaciones como en otras se encon traban siempre bajo el mando del Comandante de Artillería. tema más allá de toda duda en las últimas ofensivas del Ahora, en el reparto de misiones entre ambas clases de frente oriental. Consecuencia de este mando es que la Artillería rusa siem Artillería, la divisionaria asumió, sin restricción alguna, el apoyo directo, mientras se encomendaban a la de refuerzo pre fué más móvil que la alemana; pues si tuvo más unida des de tracción hipomóvil, también redujo el peso, no im todos los objetivos de la acción de conjunto y la contraba prescindible, hasta el límite máximo tolerable. Experimen tena. Este reparto era sólo norma general, ya que frecuente taron toda clase de transporte, tratando de lograr la re mente en algunas situaciones defesivas no existía esta sepa ración, y a las órdenes de un mismo ARKO se empeñaron ducción del tiempo y llegando en ocasiones, en un esfuerzo máximo, a transportar infantería en posiciones forzadas en las mismas misiones. sobre camiones, sin adecuada disposición de su caja para el No obstante su necesidad, el empleo de Unidades de la Arti transporte de hombres, y en otras obligaron a tumbarse llería de refuerzo se vió condicionado por el terreno, las situa en dos filas al personal, unos sobre otros, aun cuando hasta ciones tácticas y las posibilidades de municionamiento. Ocurrió así, por ejemplo, en los combates del lago Ladoga, el 1 por 100 de los hombres causaran baj a por ello. donde los alemanes emplearon tal cantidad de artilleria, que el terreno utilizable se saturó, haciendo imposible la inter La 18 División de Artillería alemana. vención de una cantidad mayor, aunque la hubiera dispo nible. En aquel terreno pantanoso, toda posible posición Este esfuerzo por lograr la superioridad sobre el enemigo había sido ocupada, encontrándose el municionamiento tan en todo terreno y lo cruento de las batallas exigían la busca forzado, que no podía tolerarse una pieza más. de vías y medios que redujeran las pérdidas de potencial hu Ello obligaba a que, para lograr un aumento de la efica mano a un límite soportable y reemplazable. Esta cuestión cia artillera sin aumentar el número de bocas de fuego, el se hizo cada vez más urgente para Alemania que para Ru Mando adquiriera una mayor flexibilidad en su acción. sia, ya que aquélla no estaba, y ésta sí, en condiciones de re En cierto aspecto, allí no existían, para la artillería, límites poner casi indefinidamente sus pérdidas de personal. de sector de División, de Cuerpo de Ejército o de Ejército, La multiplicidad de las misiones de Artillería y la caren ya que, sin tener en cuenta tales límites, cada pieza había cia de potencial humano para ellas exigieron no sólo una de tirar donde su eficacia fuese mayor, para obtener, tan acción de mando muy flexible, sino también una unidad de frecuentemente como fuera posible, la superioridad de fuego igual flexibilidad. Sólo si la Unidad puede ejecutar órdenes en el mayor número de puntos. Esto es lo que constituye la y transportes de fuego rápidamente podrá el jefe de la misma, esencia de la moderna acción de mando. conducirla hasta lograr el máximo de eficacia. Sin embargo, las Planas Mayores independientes de que yahemos hecho mención anteriormente, que iban de un frente a otro, siem Algunas diferencias de las Artifierías alemana y rusa. pre se encontraron, para actuar, con Grupos extraños de la La característica del mando artillero ruso que se aprecia Reserva General bajo su mando. Respecto a estos Grupos, el paso frecuente de un mando bajo otro suponía aprender exteriormente más acusada es la acción de masa. Casi cual los procedimientos y conocer la idiosincrasia de la nueva quier ataque está iniciado por una corta pero extraordina Píana Mayor, bajo cuyo mando se encontrase con el consi riamente intensa preparación artillera, no habiendo exa guiente trastorno en su funcionamiento. geración en los informes que aseguran haber empleado 34 Es obvio que una organización con enlace inmediato, con un procedimiento de operar constante, aunque flexible, y cuyos componentes conozcan cada uno las posibilidades de los otros, cumplirá mejor determinadas misiones que los Grupos independientes de la Reserva General. Sobre la base de estas conclusiones y del conocimiento de que sólo una masa de artillería puede causar un efecto decisivo, se orga nizó, dentro del Ejército alemán, la primera División de Ar tillería, ya que para entonces los rusos tenían un gran nú mero de Divisiones de este tipo con un armamento funda mental, oscilando entre obuses de 150 milímetros y cañones de 190 milímetros, agrupando a veces dos o más de estas límetros fué sustituido por otro de 170 milímetros. Las Uni dades se agruparon en dos Regimientos, uno más ligero, integrado por cuatro Grupos de obuses de 105 milímetros y dos Grupos de obuses de 150 milímetros, y el otro, por un Grupo de obuses de 170 milímetros y dos Grupos de obuses de 210 milímetros. Todos los Grupos de dos Bate rías, y cada Batería, de seis piezas. De este cúmulo de piezas y hombres a su servicio tenía que extraer la División una potencia de fuego máxima, y todo ello sin carecer de la acción unificada y flexible del mando. Siendo el todo de esta División la dirección de su fuego, y descansando ésta como sobre un trípode en la observación, CUADRO DEORANiZACIONEFECTIVA DELA IB DIVJSiOJDEARTILLERIA Divisiones con uno o más Regimientos de lanzacohetes, bajo mando único, y desarrollando una potencia de fuego casi insoportable. La creación dé esta División se basó sobre la necesidad de emplearla como centro de resistencia, tanto en el ataque como en la defensa; por tanto, tenía que ser completamente motorizada y capaz de moverse en todo terreno, de modo que pudiera ser transportada a grandes distancias en cual quier momento y circunstancias. Es más: habría de ser armada y equipada para que pudiera enfrentarse con la si tuación que fuere sin ayuda extraña. En el cuadro sinóptico adjunto se presenta el esquema de su organización, no la ideal, sino la que efectivamente tuvo. En la elección de su armamento fundamental se consideró solamente aquel que fuera adaptable, tanto al combate ar tillero como al de infantería; esto es, obuses de 150 y de 210 milímetros. El que la 18 División de Artillería estuviese armada esencialmente con obuses de 105 milímetros sólo fué debido a insuficiencia industrial, ya que al tiempo de su organización, la producción y entrega de obuses de 150 milímetros se vió interrumpida por el bombardeo de las fábricas, y por la misma razón un Grupo de obuses de 210 mi- el cálculo de datos y en su transmisión, es lógico suponer se dió especial importancia a estas tres funciones. Sus comu nicaciones se basan en un equipo tal, que todos los enlaces necesitados puedan efectuarse por teléfono o por radio. Su Grupo de Transmisiones tenía un personal y equipo equi valente al del un Grupo de Transmisiones de un Cuerpo de Ejército de Infantería. Al objeto de lograr una observación buena y rápida, dis ponía de un Grupo de observación, además de un destaca mento de observación acorazado, compuesto por cuatro a seis carros de tipo medio. El objeto de esta dotación fué dis poner de observadores avanzados que se moviesen sobre el campo de batalla con relativas facilidad y seguridad. Un ob servador avanzado, afecto a un Batallón o Regimiento de Infantería en ataque, está encargado, con su equipo,de una misión superior a sus fuerzas, si tiene que llevar una emi sora receptora, prismáticos, plano o plancheta de tiro, arma corta, herramienta de zapa, etc., y si al mismo tiempo debe observar el terreno, moverse en él y protegerse a sí mismo de las armas de la infantería contraria. En cada carro de este destacamento o sección acorazada iba un observador con radio, para en todo momento poder comunicar con los Gru 35 pos o el puesto de mando de la División, que con frecuencia se encontró en un lugar, desenfilado de los carros, entre las posiciones de las Baterías y la línea principal del frente de defensa o ataque. Los observadores avanzados acorazados eran los únicos medios de observación del fuego de la artilleria no acorazada en apoyo de ataque acorazado, y los mejores para la obser vación del fuego en apoyo de infanteria en ataque. Para la protección inmediata de los movimientos de estos observadores avanzados disponía la División de una Com pañía o un Batallón de cañones de asalto de Infantería. Si aparecía un objetivo importante a cualquiera de los obser vadores avanzados, un mensaje radiado, designándolo como objetivo para la División y dando la situación, bastaba para que, caso de aprobarlo el Comandante de la División, en sólo cuatro minutos cayera sobre él el fuego de las 148 pie zas. La premisa para tan rápida y flexible dirección de fuego era la “Feuerleitbatterie”, o Batería de dirección de fuego, que se encontraba bajo el mando directo del Jefe o segundo Jefe de la División. Esta Batería hizo su aparición con la División y fué equipada con el primer “Koppelungsgeraet’, o aparato automático de cálculo y transmisión que, mane jado en unión de un plano o plancheta de tiro, calcula las distancias y deriva para cada Batería y transmite los datos por medio de radio o fonoteietipo Sólo una persona de termina el objetivo; ninguna mano interviene en el cálculo; ninguna voz en la transmisión de datos; por tanto, el único error posible está en la determinación. Este aparato es in vento alemán, y el creador de la División encontró al inven tor en la Sección de Artillería del Alto Mando del Ejército en septiembre de 1943, y después de una breve demostra ción se llevó el primer aparato con él a la nueva División, siendo también a él a quien se debe su introducción en el equipo de los Volk Artillerie Korps, Cuerpos de Ejército de Artillería de las Milicias Populares, en noviembre de 1944, en la preparación de la ofensiva de las Ardenas. Así, pues, el observador avanzado en el tanque, acompa ñado de varios cañones de asalto, trae consigo no sólo la po tencia de fuego de la artilleria de la División, sino también la de estas piezas auxiliares, que tienen una potencia sor prendente y peculiar. Ya puede comprenderse que el observador avanzado no puede ser un simple Alférez o Teniente, como es el caso frecuente en Grupos y Regimientos, sino un Jefe experimen tado. Como su tarea consiste en observar todos los objetivos artilleros en el sector asignado e indicar aquellos que sean apropiados como objetivos de División, necesita tener un conocimiento preciso de la situación de todas las tropas del sector, no sólo propias, sino, a ser posible, enemigas, de las posibilidades y límites de su propia unidad, mantener el enlace con los Jefes de la Infantería y de los carros y cono cer las tácticas de estas armas apoyadas. Esta responsabi lidad era y es muy grande para quien no sea un jefe expe rimentado en el combate. Ordinariamente, estos observa dores operaban por parejas o por tríos, intercomunicándose por radio; así, si alguno podía infiltrarse más adelante en el ataque o si se rezagaba en la defensa, podía ayudar a los otros a fijar y estimar el valor de sus objetivos con su obser vación de flanco o retaguardia. El arma apoyada con la utilización de estos observadores resaltó siempre su labor como eficacísima. Existía también en la División un Centro de Información artillera que estaba encargado de recoger y valorar todos los informes de reconocimientos, ya fueran de las Baterías en acción, de la observación aérea o del Grupo de Obser 36 vación. Disponía para su misión de una Batería de localiza ción por el Sonido y por la Vista, una Batería Topográfica y Tropas de Exploración. Un Grupo de Artillería antiaérea estaba encargado de esta defensa, ya que había que contar con un ataque aéreo cada vez que entrase la División en acción, porque los rusos la consideraron siempre como primer obj etivo de ametralla miento y bombardeo. Además disponía de un Batallón de fusiles con misión de defensa inmediata de todas las situaciones de peligro, el cual, en el curso de los combates en que actuó la División, salvó a ésta del aniquilamiento en tres ocasiones, y en numerosas, de su destrucción parcial. La instrucción en acciones de reta guardia del Batallón fué muy intensa, a fin de que se en contrara en condiciones de hacer frente a cualquier infiltra ción ligera. Para hacer frente a un ataque de carros se intro dujo en su organización una Compañía de piezas c. c. Para ser independiente en todos los problemas de abaste cimiento, utilizaba la División sus propios medios, entre los que se comprendían siete trenes de ferrocarril completos, que circulaban entre las zonas de comunicaciones y de combate. Asimismo disponía de municionamiento propio, material, talleres de reparación de motores, Intendencia y unidades de depósito. Aunque en principio se supuso que la División dispondría de helicópteros para atender a su observación aérea, nunca le fueron entregados, y sólo dispuso de esta clase de obser vación en aquellas ocasiones en que logró le prestaran apa ratos. También se incluyó en su organización un Grupo o un Regimiento de lanzadores de proyectiles-cohete, las fa mosas “vacas mugidoras”, como arma cuyo fuego habría de cubrir una zona; pero eran tan necesarios en todas partes, que no llegaron a serle suministrados. Las unidades de abastecimiento eran motorizadas, como el resto de la División, con lo que un desplazamiento de las Baterías de 100 kilómetros en veinticuatro horas no causaba interrupción alguna en la continuidad del abastecimiento. La movilidad de la División de Artillería fué en todos res pectos igual a la de una División acorazada, por lo que pudo, en ocasiones, trasladarse de una posición a otra distante 150 kilómetros y cumplir una misión en veinticuatro horas. Esta División, que se llamó 18 División de Artillería, fué la única en su clase empleada permanenteniente por el Ejér cito alemán en la última gran guerra. Su cuadro de organiza ción fué diseñado en septiembre de 1943; se organizó en oc tubre de 1943 con restos de unidades de la Reserva General “Heeres Artillerie”, y retirada en agosto de 1944, no porque fracasara en el cumplimiento de su misión o la destrozasen las bajas, sino porque su fuerza se disipó por el destacamento de sus Grupos a otras unidades. Constaba de 148 piezas, in cluidas las de asalto de Infantería y las de los carros, y unos 11.000 hombres. Por último, se ha de consignar el hecho de que ya en el año 1944, y en el frente occidental, quisieron emplear los ale manes no ya Divisiones, sino Cuerpos de Ejército de Artille ría de las Milicias Populares; pero la escasez de combustible y de municiones obligó a que, de los siete Cuerpos de Ejército de Artillería de que disponían, sólo cuatro intervinieron en la ruptura del frente de las Ardenas, y aun éstos por la mis ma razón antedicha, fueron imposibilitados de continuar la operación, una vez .que la línea principal del frente hubo re basado los jo kilómetros, y entonces, violando los principios de empleo de las grandes Unidades de Artillería, se dedica ron las Unidades menores, que conservaban aún movilidad y municiones, al refuerzo de las artillerías divisionarias. Comandante CERVERA CENCIO, de la A. E. de T. de Villaverde. Profesor de E. F. MRTP(I SEArquímedes trata ordinariamente de de asociar la granpero figura a los orígenes la natación; igualde mente que Arístides no tuvo que esperar para ser justo a que Sócrates definiese lo que era la justicia, aquellos hombres ribereños primitivos, cuyos horizontes fueron los cursos fluviales, tas ciudades lacustres y las anchuras marinas, es de presumir que tuvieron una clara sensación de la idea de flotabilidad, experimentada en su propio ser, mucho antes que el sabio de Siracusa formulase su cono cido principio, creando con este hecho ese oscuro período precientífico que nos ha conducido a los conocimientos ordenados que hoy se tienen sobre la materia. Al educando de natación hay que llevarle primeramente al convencimiento teórico de las falsas ideas que sobre la surnersión tienen los atemorizados principiantes. La flotabilidad, primera condición para actuar en un medio líquido, es tan sólo una cuestión de densidades. Un individuo sumergido en un estanque de mercurio sobrenadaría con toda comodidad, al par que se hundi ría irremisiblemente al agitarse en un líquido tan incon sistente para el caso como es el alcohol. El hombre, tal como está constituído, sin el lastre que pudiera adosársele como resultado de un accidente o bien adquirido por voluntad, se podrá ahogar, pero no hundir. ¿Por qué nos ahogamos entonces? Porque el temor nos hace alterar el equilibrio entre medio y cuerpo, y es, por tanto, el primer enemigo de la natación. He aquí por qué la primera lección debe ir encaminada al convencimiento del ánimo, que ha de revestirse en principio, de la serenidad que nace de las siguientes con sideraciones teóricas: La densidad media de las aguas-marina y dulce—es de x,oi, algo superior la de mar por su salinidad, y la del hombre es ligeramente inferior: oscila entre 0,94 y i; y esta pequeña diferencia se compensa con el magnífico f lo. tador de los pulmones siempre que la respiración se ejer cite normalmente, y todavía se mejora con aumento en la intensidad del ciclo respiratorio, como forzosamente ocu rre al compaginarlo con el ejercicio muscular que exige el movimiento propulsor de la natación, y el músculo, a su vez, reclama una mayor presencia de oxígeno. La densidad del hombre se entiende en reposo; pero al acentuar la amplitud respiratoria, viene en consecuencia un aumento de volumen, lo que lleva consigo una dismi nución de la densidad, ya que ésta representa una cons tante entre el peso y el volumen, y el primero permanece inalterable. La alteración del ánimo, producida por el temor, entrecorta la respiración o, por el contrario, produce un gasto fatal de combustible de difícil compensación, al exhalar gritos instintivos, pero innecesarios, de terror o de so corro. El cuerpo se densifica más y más en cada aspaviento desesperado; aumenta su solidez por la ingestión de agua, hasta que llega un momento en que el líquido se niega a sostener un cuerpo lastrado que perdió su maravillosa cualidad flotadora. Al cabo de los días sobreviene la hinchazón por la des- 37 composición de gases, a lo que contribuye la saturación de líquido, y es entonces cuando este aumento de volu men para un peso sensiblemente igual nos emerge como una boya, ya consumada la desgracia. Existe la creencia equivocada de que el perro, el caba llo y otros animales saben nadar. No es así. Estos cua drúpedos se mueven en el medio acuático exactamente igual que lo hacen en tierra. Con gran contento por su parte, ellos aprecian que idéntico mecanismo les facilita el avance sin hundirse, aunque esta última propiedad provenga del aludido equilibrio de densidades. Lo anormal en el perro, lo que haría presumir en él la presencia de una inteligencia superior, es si, al nadar, tuviese que variar de posición, lo que equivaldría a una elaboración mental de adaptación muy por encima del instinto. Su punto físico de gravedad está felizmente centrado para la sustentación en el agua, sin alterar por ello su habitual posición cuadrúpeda, lo que no ocurre en el hombre, que si bien flota en la vertical, su avance en esta posición no guarda relación con el esfuerzo, y por ello, basculando sobre su centro grave—aproximada mente, las primeras vértebras lumbares—, se tiende, de cuya colocación anormal nace la dificultad del apren dizaje. Con estas consideraciones no pretendemos enseñar la práctica de la natación, como no se puede ser un buen jinete leyendo tan sólo un tratado de hipología; pero es útil que el ánimo descanse y se apoye en una certeza que es precisamente de orden práctico. De nada le sirven las teorías al pusilánime. Sin em bargo, el conocimiento concreto se puede adquirir instan táneamente. De varios modos. Por ejemplo: obligando a un alumno, a quien le cubra el agua hasta el pecho, a coger una piedra situada en el fondo, junto a sus pies. No obstante las calidades estéticas que lucen dos finos esgrimidores del guante al encerrarse en un cuadrilátero, es, sin embargo, el peso fuerte, como resumen de potencia de las subdivisiones inferiores del boxeo, quien atrae, aca so inconscientemente, nuestra máxima atención. Habladle a un niño de Ramón y Cajal, y se encogerá de hombros; pero mentadle a Tarzán, y veréis cómo le brillan los ojos, por donde se asoma ese anhelo ancestral que constituye la primera envidia del hombre: la poten cia física. Es superior a nosotros mismos la atracción que nos em puja a los modernos estadios. El hombre equilibrado y se sudo, lo mismo que el tarado impotente, acuden a él no sólo conducidos por la curiosidad y el “snobismo”, sino por algo somático y profundo que no acertamos a com prender. La Humanidad se infantiliza al aglutinarse uná nimemente en este sentimiento, que en el fondo no es más que el deseo de verse reflejada en los propios gladia dores, cuya pujanza y destreza tanto admiramos. La civilización actual, con su sentido de alta caridad, y atajando, con el avance de la Medicina, los fallos por donde trata de escaparse nuestra vida, ha conseguido que se perpetúé hasta los índices medios de mortalidad un producto de vitalidad mediocre e inmunidad prestada, que en países exigentes, cual la antigua Esparta, caren tes de ordenación cristiana, hubieran sido lanzados al muladar. Uno y otro alternan en el mismo frente de vanguardia de la dura lucha por la vida, agitándose en ambos esa in confesable atracción por el hombre de las cavernas. Si en el boxeo nuestra flecha admirativa se dirige al 38 peso fuerte, en las carreras, es el velocista puro, es el “sprinter” quien, como un imán, atrae nuestros sentidos. En las actuales competiciones de velocidad, cuyo tipo está fijado en los ioo metros, se aprecian hasta décimas de segundo. Claramente se comprenderá que el más leve error habrá de pagarse con la derrota en una final donde se alínean hombres de méritos parejos y excepcionales. De aquí nace la preocupación por una técnica en trance continuo de depuración y de retoque indispensable para obtener re sultados continuamente progresivos. El velocista, pues, resume toda la emoción y belleza de las carreras terres tres y acuáticas, cualidades que son difícilmente ponde rables en el maratoniano o en el corredor de medio fondo, para los que guardamos una admiración lejana, sostenida y sin sobresaltos. Este asombro ante el velocista no es, empero, arbitrario, ya que, por ser esta prueba la más técnica de cuantas existen en carrera, sus destacados ejecutantes son los guías en que se apoyan los corredores de otras distancias, ajustándose, naturalmente, a la medición del esfuerzo, variantes de estilo y de táctica, zancada y economía de tren respiratorio; pero ciñéndose en todo caso a lo funda mental del velocista. Así vemos cómo, en lo terrestre, se aplica hoy técnica idéntica en una distancia doble de la inicial: 200 metros, y aun pugna por mantenerse en la de Soo metros, que, como es sabido, hoy se cubre en un tiempo bastante infe rior a los dos minutos. En natación es aún más patente el hecho, ya que en todas las distancias acuáticas, por mucho que se anun cien que son de estilo libre, si previamente no sé ha im puesto otro determinado, se practica indefectiblemente el “crawl”, es decir, el sistema de normas que impuso el velocista puro. La historia del velocista acuático escribe su primera página en la Olimpíada de Atenas (1896). El húngaro Hache fijó en la impresionante marca de 1’ 22” 2/lO, para lo que, andando el tiempo, debiera constituir la prueba clásica de los ioo metros. En aquellos tiempos aún permanecía adormecida la atención que posteriormente se ha concedido a las extre midades abdominales. Hache condensó todo su esfuerzo mecánico en los bra zos, sin noción clara de una técnica definida respecto a las piernas, y así pudo marcar, practicando el doble “Ower”, el tiempo victorioso anteriormente aludido. En París (1900) se silenció esta prueba, ignorándose las causas, y toda la natación se con densó en la distancia del kilómetro, para en la olimpíada de San Luis (1904) resurgir de nuevo, ondeando por segunda vez en el mástil de Hungría la bandera del triunfo, destacándose el nada dor De Halmay, que estableció la ioo yardas en 1’ 2” 8/lo, equivalente en los xoo metros a una traslación de tiempo de i’ 8”, lo que supone una considerable rebaja de la plus marca. Los brazos se agitaron sin la sincronización de piernas tan ansiosamente buscada. Para nada contaron como medio propulsor; pero quedó sentado para siempre la teoría del suave deslizamiento de las extemidades in feriores, que De Halmay presintió, pero que de ningún modo debiera considerarse como una fuerza inerte, como pretendía, ya que era restar inmensas posibilidades al cuerpo humano, ya en posesión del secreto que unánime mente debiera proclamar a la natación como el más com pleto de los deportes. El norteamericano Daniels—Londres, 1908—dió un golpe de muerte a la hegemonía inglesa. Atleta intuitivo, atisbó un mundo de recursos inspirán dose en la incipiente técnica olvidadiza de De Halmay, al prescindir de la acción liberadora de las piernas. Mezclando sistemas conocidos trudgeon y crawl, consi gue rebajar los ioo metros a x’ 5” 6/zo. Pero le estaba re servado al hawaiano Kahanamoku (Estocolmo, 1912) la gloria de establecer la prueba en 1’ 3” 4/lO, practicando un crawl imperfecto, aunque esperanzador. Se puede considerar a Kahanamoku como el precursor del preciosista crawl de nuestros días, ya que, junto a obli gadas imperfecciones de estilo en fase de evolución, sentó modalidades que permanecen inmutables, tales como la respiración de costado por cada doble brazada y el movi miento de piernas a partir de las caderas, notable ade lanto sobre el método australiano, que utilizaba exclusi vamente las piernas, jugando sólo la articulación de las rodillas, y que en general se venía utilizando hasta el advenimiento del famoso hawaiano. iQuién iba a sospechar por entonces que, andando el tiempo, un español, Francisco Sabater, había de rebajar esta marca, estableciéndola en 1’ 2” 2,/lO, que constituye actualmente el mejor tiempo español absoluto en los roo metros libres! En Amberes—192o——,Kahanamoku repite su hazaña, pero no mejora su tiempo. Entre tanto, un mocetón desconocido de Chicago, a la sazón un niño, observaba atentamente la evolución de los estilos. Del mismo modo que La Fontaine, cuando, al escuchar la oda de Maiherbe a Enrique IV, exclamó: “Yo también soy poeta!”, Weismuller presintió que estaba llamado a ser el padre de la actual generación de nadadores. Y así fué. En París, 1924, Weismuller, eclipsando a la maravilla sueca Ame Dorg, marca en el frontis del Esta dio Olímpico un tiempo de 59”, que fué inatacable en un período de cuatro años. Las portentosas facultades físicas de Weismuller, su intuición deportiva y su constancia; aquella velocidad sin prisa; aquel potente e imperceptible batir de piernas; el recorrido largo, exacto y sincronizado de sus brazos, todo ello, de consuno, consiguieron el milagro. De sobra ha sido vulgarizada por la pantalla cinemato gráfica la colosal figura del atleta norteamericano, rele vándonos de insistir en su impecable estilo de seis tiempos y en sus asombrosas cualidades. En la olimpíada de Amsterdam, 1928, Weismuller mismo rebaja su marca, dejándola establecida en 58” 3/5. Entre tanto, una raza tenaz, que vive en medio de las aguas, luchando contra un atavismo racial que le resta enormes posibilidades, se prepara a fondo para mostrar al mundo las facultades que encierra un cuerpo menudo, pero educado hasta la exageración en el detalle técnico. Sus esfuerzos no fueron vanos. En Los Angeles, 1932, un numeroso plantel de nadadores japoneses, con figura de “chavalillos” grácilmente conformados, sin apenas re lieve muscular, intentan asaltar la marca mundial del velocista, y al fin lo consigue Yasuji Moyazaki, estam pando en el “palmarés” olímpico la deslumbrante cifra de 58”, estableciendo así la plusmarca que resume el me jor tiempo olímpico. Un compatriota de Miyasaki, el japonés Shoji Taguchi, en la última de las olímpiadas (Berlín, 1936), doblándose lateralmente, hundiendo el hombro en el agua, buscando una profundidad que dé mayor recorrido a su brazo, per fila un crawl, contrarrestando el handicap que supone la constitución brevilínea de su raza y supera el esfuerzo realizado por Miyazaki en 1932, rebajando la marca a 57” 5/lo. ¿Es ésta la mejor marca mundial? No. Es la mejor olímpica. Al margen de los juegos cuatrienales, el mismo Wei smuller estableció anteriormente (Miami, 1924) una cifra homologada, de 57” 2/5, aventajando en una décima al tiempo que estableció Taguchi doce años después (Ber lín, 1936). Y, por fin, el norteamericano Peter Fick, también fuera de las olimpíadas, establece, a base de potencia, en un estilo personalísimo, diametralmente opuesto a la sou plese de Weismuller, una marca homologada en New Haven (febrero 1936), que constituye el record del mundo absoluto, imbatido hasta la fecha, 6” 4,/ro!, cifra eolo fonal, la mayor cota natatoria, que brindo a los practi cantes de este deporte que tengan algunas aspiraciones. Peter Fick, al batir, en potencia, la marca mundial de Weismuller, dejó flotando tras de sus pies una angustiosa interrogante en el mundillo natatorio. ¿Son los músculos? ¿Son los pulmones? (1). A nosotros, que sólo un noble estímulo emocional nos lleva a ponderar la marca obtenida, forzando al límite del agotamiento las posibilidades humanas, no nos con funden. Es sencillamente el hombre, todo, único, con su poder sinérgico de adaptación funcional, quien trata de robar al pez su maravilloso y natural deslizamiento con más éxito que cuando emprendió su lucha contra el ave, ya que con ésta competimos deslealmente valiéndonos de medios ajenos a nuestra propulsión motora. Nos hemos propuesto en este artículo sentar principios y no dictar reglas, que guardamos en el tintero por sobra damente conocidas. En el aspecto aplicativo de la natación hay quien no ve más que un recurso contra una posible desgracia; mas ello - -5--———— A (i)Después de escrito este articulo, la exactitud nos obliga a añadir que la marca de Peter Fick fué superada el año 1904 por Alan R. Ford, joven norteamericano formado en la Universidad de Yale, el cual, mezclando potencia y flexibilidad—eclecticismo entresacado de las esencias natatorias que encarnaron Weismuller y Fick—, rebajó el tiempo de los soo metros libres a “ ç jo, cifra que constituye la plusmarca mundial absoluta, imbatida, que nosotros sepamos, hasta la fecha.—(Nota del autor.) 39 no es la principal consecuencia que nosotros buscamos al ejercitar la natación. Existe una gran diferencia entre la natación que se en cuadra en el apacible rectángulo de una piscina y el deba. tir con las olas embravecidas y aun con las ondulaciones de un mar ligeramente rizado. Es muy otra la técnica de la respiración y es mayor la serenidad y resistencia moral que se necesita en circuns tancias que nada se asemejan a las emocionantes, pero poco peligrosas, competiciones deportivas. Es en el mar donde suelen ocurrir los accidentes, y esta ley se cumple precisamente en los nadadores, cuya habi lidad no suele ser respetada por las ondas. Tanta diferencia va de un medio a otro como la de intentar calmar la fuerza de un potro sin doma, de la Pampa, por haberse ejercitado anteriormente en un dócil y manso corcel. El boxeador es, por su belleza estética, la morfología deportiva más interesante; pero aún la supera el nadador, que lo definimos como a un púgil a quien las aguas se han complacido en limar las asperezas de su brusco relieve muscular. Nos interesa grandemente la natación, especialmente la braza de pecho, con respiración normal fuera de la su perficie, imitando los movimientos contráctiles de la rana, porque en esta modalidad, al margen de los honores olím picos, casi inaccesibles, se condensa una lección completa y magnífica, donde, por breve que sea la sesión, están representados todos los subgrupos fundamentales de gim nasia educativa. En este caso no cabe la discriminación, por lo que tanto luchan los estilistas, de si es el músculo o es el pulmón quien ha de pasear su hegemonía sobre las aguas. Esta es, realmente, la parte utilitaria que buscamos en este deporte completo y placentero. Sería estrechar los horizontes del beneficio que pueda reportamos si continuamos afirmando, con insistencia proterva, que la natación tan sólo sirve para evitar que nos ahoguemos, lo que, por otra parte, no siempre se con sigue, ni aun por los más expertos. ?77a SoL5Pe la flflTfl(IOfl A natación es un deporte probablemente tan antiguo como el hombre mismo. Los griegos, que tuvieron en gran estima el desarrollo físico, lo consideraron nece sario, no sólo como deporte, sino aplicándolo a las necesi dades de la guerra, para lo que organizaban unidades formadas por soldados buenos nadadores, que se encarga ban de la destrucción de las obras de defensa de los puer tos; desempeñaban una misión semejante a la que actual mente han realizado en esta guerra esos grupos especiales de nadadores que han empleado ambos bandos, dotados de trajes especiales de caucho y medios de respiración, cuya misión era la de efectuar destrucciones en los puertos, cabezas de desembarco, destrucción de puen tes, etc. La utilidad de la natación es en extremo evidente. Considerada desde el punto de vista deportivo, resulta un ejercicio completo y un medio extraordinario para el desarrollo físico del cuerpo humano; con su práctica se obtiene un mejoramiento de las condiciones mecánicas, estéticas y fisiológicas del organismo; es un ejercicio espi —‘.-j- c 40 Capitán de Artillería, Profesor de E. F. G. GRIJELMO CARCIA, del Regimiento 41. ratono por excelencia, al mismo tiempo que crea sanos. hábitos de higiene. Desde el punto de vista práctico egoís ta en el propio salvamento y altruísta para ayuda a otro que se encuentra en peligro, la utilidad es innegable. La natación presta tan elevados servicios, que debe for mar parte imprescindible de la educación. Se debería en señar a nadar a los niños inmediatamente después de ha ber aprendido a andar, dotándoles así desde la infancia de un eficaz medio de defensa personal. En la natación hay que distinguir dos cosas esenciales: la flotación y la propulsión. La flotación está sujeta a la ley de Arquímedes; la relación de los pesos específicos del cuerpo humano y del líquido son los únicos que la deter minan, siendo su diferencia tan pequeña, que basta una profunda inspiración para lograr la flotabilidad. Los pul mones obran como la vejiga natatoria de los peces, y por eso su papel es esencial en la natación. Abandonándose suavemente en el agua en posición vertical, sin rigidez, con los brazos separados algo del cuerpo, la cabeza incliñada hacia atrás y los pulmones bien —-- llenos de aire, “en estas condiciones, todas las personas flotarán con seguridad absoluta”. (Véase figura H.) La propulsión se logra por medio de una serie repetida de movimientos ordenados, con los que se ha de obtener el mayor rendimiento y la menor fatiga. El conjunto de movimientos elegidos constituyen los estilos de natación. Vamos a reseñar únicamente los tres estilos más inte resantes que se practican en todas las piscinas del mundo, a base de los cuales se preparan todos los festivales y com peticiones: la braza de pecho, el crawl y el crawl de espaldas, quizá el más interesante. BRAZA DE PECHO No es éste un estilo veloz, pero sí de inigualable belleza y elegancia de movimientos. Es el estilo más recomenda ble para los que comienzan a aprender a nadar, por su sen cillez y por la gran confianza que daal principiante. Es el estilo más utilitario que existe. Posición inicial.—El nadador va tendido en el agua cara al fondo con las rodillas en flexión y muy separadas, los pies extendidos con los talones unidos y las puntas hacia afuera. Los brazos, en la forma ritual de oración, con los codos próximos al cuerpo, antebrazos flexionados de forma que las manos se toquen por los dedos índice y pulgar, con las palmas hacia abajo, cerca de la cara y a una altura aproximada a la de las clavículas. El tronco, lo más horizontal posible y arqueado, la cabeza elevada lo suficiente para poder respirar. (Véase fig. A.) Primer movimiento.—Deben extenderse las extremida des sin ninguna sacudida brusca; los brazos, rectos y ade lante con las manos unidas y las palmas hacia abajo; las piernas, hacia atrás, manteniéndolas abiertas, las pun tas de los pies hacia afuera (fig. B); la cabeza se sumer ge hasta la altura de los ojos; el tronco, completamente estirado, pero sin rigidez. La espiración se efectúa bajo el agua, facilitando la deslizada. En seguida deben juntarse las piernas, siempreestiradas, uniendo las puntas de los pies por medio de una extensión de éstos. Este movi miento hay que hacerlo de una manera vigorosa y dán dole toda la potencia posible, ya que es el propulsor. Segundo movimiento.—Abrir los brazos en cruz con las palmas de la mano hacia afuera, normales al sentido de progresión. (Fig. C.) Tercer movimiento.—Vol ver suavemente inicial inspirando por la boca. (Fig. D.) a la posición Adiestramíento.—.-Respiración.---.En seco: Colocado el alumno de manera que su vientre descanse sobre un ta burete, aprenderá a hacer inspiraciones por la boca y espi raciones por la nariz. Aprendida la mecánica de la respiración en seco, se realizará en el agua. Para ello, y en un lugar apropiado donde el agua llegue a la altura de los hombros, se inspi rará por la boca y, sumergiéndose inmediatamente, se echará por la nariz, sacando seguidamente la cabeza e inspirando de nuevo. Movimiento de piernas y brazos.—En seco: Practicar las tres posiciones de piernas (flexión, extensión abierta y unión) hasta la perfección y conseguir que se realicen de una manera mecánica. Hacer lo mismo con los movi mientos de brazos y, una vez conseguido, coordinar am bos movimientos. En el agua: Con una cuerda atada a un cinturón de baño, de modo que quede suspendido- el educando en el agua y con las manos apoyadas en la mediacaña de des agüe de la piscina, se practicarán los movimientos de piernas y se repetirán hasta conseguir realizarlos de una manera instintiva. Cuando estos movimientos se realizan correctamente, se practicarán, ya desatado, utilizando una tabla o flotador, de manera que el pecho descanse sobre el mismo. De esta forma se realizarán los movimien tos de piernas hasta conseguir trasladarse de un punto a otro. Conforme se va adquiriendo dominio y confianza en el medio, se irá apoyando la tabla cada vez en una parte más alta del pecho, hasta terminar apoyándose única mente en las manos con los brazos estirados. Una vez conseguido que los movimientos salgan per fectamente, se irá empezando a soltar una mano y luego la otra hasta lograr soltar las dos a la vez, dar una bra zada y coger otra vez la tabla. (Si fuera necesario, para mayor confianza, se puede usar en estos momentos un cinturón de corcho.) EL “CRAWL”.—Es el más veloz de los estilos, de fácil aprendizaje, por no exigir coordinación entre brazos y piernas. Este estilo es originario de las Islas Hawai; cono cido en 1910, rápidamente conquistó la preferencia entre los demás, y actualmente es el único que se emplea en las carreras de velocidad. Es el estilo más científico y racional; cumple a la per fección las condiciones de relajación, equilibrio y hori zontalidad. La posición del nadador es completamente tendido en el agua, casi en su superficie, con la cabeza levantada hasta sacar los ojos fuera del agua. El tronco debe per manecer quieto, sin oscilar a un lado y a otro, ni hundir en el agua una cadera más que la otra. En estas condicio nes, las extremidades procuran la propulsión. (Fig. E.) Movimiento de los brazos.—El trabajo de los brazos es el siguiente: Se hunden alternativamente de modo que haya siempre uno trabajando bajo el agua. El brazo que avanza debe incidir en el agua a unos 30 centímetros de lante de la cabeza, ligeramente flexionado por el codo en ángulo obtuso, y extendiéndose suavemente a medida que desciende bajo la superficie; la mano debe entrar con los dedos juntos. Cuando la mano ha llegado al plano 41 vertical de los hombros, el codo tiene que estar un poco doblado; la mano empuja hacia atrás enérgicamente al tiempo que sube, y brazo y mano salen del agua cuando la mano está a la altura de la cadera; en este momento el brazo contrario toma contacto con el agua para traba jar su turno. Cuando la mano ha salido ya del agua, va en línea recta hacia delante, flexionándose el codo y man teniéndose alto, arrastrando la mano, rozando la super ficie; la palma hacia abajo, los dedos delante, sin avanzar el hombro. Este movimiento debe hacerse con gran soltura, para descansar el brazo de su trabajo dentro del agua. (Fig. F.) Movimiento de los pies.—El secreto del crawl está en los pies; deben estar en un plano vertical y separados de unos 30 a 45 centímetros, subiendo y bajando alternati vamente con una cadencia que depende del estilo del na dador y la distancia a recorrer. La cadencia que hoy más se emplea suele ser de seis batidas por cada brazada, aunque se ha llegado hasta diez. Las piernas deben seguir este movimiento sin rigidez, con los pies vueltos hacia den tro y conservando las rodillas un poco de juego. Este mo vimiento hay que hacerlo correctamente, pues hacerlo mal supone un aumento de la fatiga y pérdida de ve locidad. Como curiosidad, haremos notar que los brazos dan del 75 al 90 por ioo de la propulsión, y los pies el resto. Respiracidn.—A cada brazada (revolución completa del brazo) y mientras la mano está fuera del agua, se ladeará la cabeza un instante, y la boca, abierta, debe inspirar rápidamente una bocanada de aire. La espiración debe hacerse inmediatamente y poco a poco por la nariz, den tro del agua. (Fig. G.) Este que hemos descrito es el crawl americano. Otra modalidad de este estilo es el de la escuela japonesa, que la reseñamos también para que el que desee aprender este estilo adapte a su modo de ser las características de los dos que más se le acomoden. Esta tiende a no erguir la cabeza (torso arqueado), sino a sumergir la cabeza dentro del agua (torso horizontal) y rodar el cuerpo sobre el brazo que se hunda en el agua y se desdobla completamente, dando la brazada más po tente. Como consecuencia de esta posición del cuerpo, en la escuela americana apenas se sacan los pies del agua, mientras que en la japonesa se hace lo contrario. En la americana se ladea la cabeza para sacar la boca fuera del agua e inspirar el aire; en la japonesa se inspira el aire cuando el cuerpo, en su giro, permite que, naturalmente, la cabeza salga del agua. Adiestramiento.—En seco:Se empezará, como ante riormente hemos dicho, sobre una banqueta para apren der el movimiento de pies. Conseguido esto, se hace lo mismo con los brazos, continuando hasta conseguir coor dinar este movimiento con la respiración. Estos movi mientos pueden hacerse delante de un espejo, con objeto de poder corregir las posiciones defectuosas. En el agua: Se empezará primeramente a practicar el movimiento de los pies sujetándose con las manos a la mediacaña de desagüe de la piscina y atado con una cuerda al cinturón de baño (caso de no saber nadar). Realizados estos movimientos, correctamente se puede ya hacer uso de la tabla o flotador, que se pondrá, como ya hemos indicado, primeramente apoyando la parte in ferior del pecho, y progresivamente se irá subiendo hasta apoyar solamente las manos, conforme se van notando los avances que se realizan en la ejecución de estos movi mientos. Conseguido correctamente el movimiento de pies, se empezará a efectuar el de brazos, para lo cual se volverá a atar la cuerda al cinturón de baño y se soltará la tabla, intentando dar un par de brazadas hasta alcanzarla de nuevo. Una vez hecho esto, ya no queda más que seguir practicando con tesón y entusiasmo hasta llegar a un do minio perfecto de este estilo. “CRAWL” DE ESPALDAS. Es el tercero de los estilos que hemos indicado, y que ha sido aceptado en todas las competiciones por los resul tados tan extraordinarios que con él se han conseguido. Es el mismo estilo de crawl que el de pecho, sólo que nadando de espalda, cara al cielo. En esta posición, los pies no sufren ninguna modificación; los brazos deben girar en sentido contrario. La cabeza no debe moverse para respirar, puesto que nadando en esta posición, la boca puede abrirse para respirar sin dificultad y no obliga a hacer ningún des equilibrio. Adiestramiento.—Para el aprendizaje del crawl de es paldas basta realizar las mismas operaciones que en el de pecho, sólo que vuelto de espaldas. )1——— _1 42 Comandante de Artillería, del Servicio de E. M., Y. MARTINEZ LORENZO Una posiciónartillerabien elegida aumenta notablemente el rendimiento del Arme. C05tANDANT5 CARMONA. E LReglamento Táctico de Artillería, en las consideracio nes generales sobre su empleo, establece que, para cum plir su misión en el combate, la Artillería debe ejecutar, desde asentamientos adecuados y en el momento oportuno, tiros de la mayor eficacia posible sobre los objetivos más convenientes. Los objetivos normales de las Baterías de costa son los buques en todas sus clases y categorías, y los más convenien tes para cada Batería, son aquellos buques que respondan en protección, velocidad, artillería, etc., al material que la artille. Dado que la acción artillera se realiza con sus proyectiíes, la eficacia de esta acción depende de la que se obtenga con aquéllos, lo que requiere que sean lanzados en número ne cesario, en el tiempo más corto posible y con el mayor grado de precisión, consecuencia de lo cual son los dos principios fundamentales de empleo de la artillería: potencia de fuego y aplicación correcta. La potencia de fuego, en su más amplia acepción, se condensa en el principio de Percy Scott: Dar primero, dar duro y seguir dando, lo que los marinos españoles definen más bre vemente diciendo: Prioridad y eficacia; todo lo cual lleva implícitamente en su idea la aplicación correcta, precisión, que si en la artillería naval influye en la organización, distri bución y clasificación de las piezas a bordo, en la artillería de costa, asentada sobre tierra firme, sin la preocupación de las dimensiones y desplazamientos, requiere el análisis de las condicipnes de los asentamientos, pues dicho queda que éstos han de ser adecuados. Este es nuestro objeto en estas líneas: analizar las condi ciones que deben reunir los asentamientos de las Baterías de costa, para que respondan a la misión que tienen que cum plir en el combate, en el caso que corresponde al duelo arti llero entre la tierra y el mar, con acción ofensiva por parte de los buques y defensiva por la de las Baterías. No cabe duda de que en la defensa del litoral el papel de las fuerzas terrestres, como de la denominación se deriva, es puramente defensivo, y por ello el despliegue de la arti llería de costa, aun con las peculiaridades que le son propias, por sus materiales y por la movilidad de los blancos, ha de gozar en parte de las condiciones generales que afectan a un despliegue defensfvo; entre las que sobresale, por la general escasez de medios disponibles, el que toda la artillería concu rra a la defensa, concurrencia que requiere una apropiada repartición de misiones y adecuados asentamientos. 43 La accion enemiga, cualquiera que sea su modalidad, ha brá de ejercerse de mar a tierra: desde el bombardeo lejano por las piezas de mayor calibre de los buques de línea, en los casos en que esta hipótesis sea factible, hasta el fuego con armamento portátil realizado por las fuerzas contrarias que intenten o alcancen poner pie en la orilla. Es una acción de fuego en profundidad, a la que hay que oponer una reacción de fuego también en profundidad, lo que lleva consigo un escalonamiento de esta reacción, considerada en si misma, que no implica ni excluye el escalonamiento de los órganos que han de realizar dicha reacción. El escalonamiento de los elementos de acción enemiga, en relación con la costa, viene de fuera hacia adentro, por razón del movimiento de aproximación y por razón del dife rente alcance y potencia de la artillería naval, y como estos elementos de acción son los objetivos de la defensa artillera o puntos de aplicación de sus fuegos, éstos han de estar es calonados de igual modo, de fuera hacia adentro. Pero los elementos de reacción carecen, en general, de movimiento, por lo que el escalonamiento ha de conseguirse, bien escalo nando los orígenes a base de análogas trayectorias o bien escalonando las trayectorias que partan de orígenes análo gos, y en particular asignando a cada orden de artillería de costa una misión adecuada a su alcance y potencia, pues es fundamental que el cometido táctico sea el más conve niente a cada clase de material, y de este modo se obten dría realmente un escalonamiento de trayectorias. Surge ya una primera cuestión a aclarar en lo que afecta a los asentamientos de las Baterías de costa. En la hipótesis de una posible observación del mar, bien desde las piezas o desde otros puestos, admitiendo igualmente la necesidad de diferentes calibres, dentro de cada orden de artillería, ¿es preferible escalonar los asentamientos o situar éstos lo más adelantados posible? Aunque esta cuestión está afectada por otras consideraciones que más adelante indicaremos, no cabe duda de que si la zona normal de acción de las pie zas es sobre el mar, cuanto mayor sea esta zona, mayor será el rendimiento que puede obtenerse de las Baterías, y dicha zona será de gran amplitud si los orígenes de fuegos se sitúan en las proximidades de la orilla. En estas condiciones, el sec tor batido podrá cubrir toda la zona de agua que corres ponda al alcance del material, de costa a costa en ambos flancos, y así sería, si otras razones no obligasen a modificar tan simple consecuencia, pues, a pesar de lo dicho, la orilla no reúne siempre las condiciones necesarias para un asenta miento adecuczdo. Decíamos antes que la concurrencia de toda la artillería a la defensa requiere una apropiada repartición de misiones, lo cual supone que en la artillería de costa existen, para la, diferentes Baterías o grupos que artillen un frente ma rítimo, diferentes misiones, según la clase y calibre de las piezas. Efectivamente, así es en realidad, y aunque no encaja en el objeto que perseguimos estudiar estas misiones, es necesario indicar, aunque sea ligeramente, su concepto. Está admitido que la artillería de costa (aparte de la anti aérea o de campaña, instalada en la costa) necesita tres ór denes de calibres: el primario, superior a 305 milímetros; el secundario, comprendido entre 150 y 210 milímetros, y el intermedio, entre los límites anteriores. (Los calibres infe riores a 150 milímetros se consideran de pequeño calibre, y su empleo está perfectamente limitado a zonas próximas a la orilla.) A cada uno de los órdenes artilleros corresponde una cierta potencia de proyectil y un límite de alcance eficaz, en concordancia con la artillería que montan los distintos 44 tipos de buques de guerra, quedando así indirectamente de terminados los objetivos navales que conviene a cada uno de los calibres, que son realmente los buques con los que puede sostenerse un duelo de cañón en similares condiciones de alcance y potencia, y, por ende, las misiones de cada material serán las que se opongan a la misión ofensiva que desempeñan los distintos tipos de buques en su ataque a la costa. Es decir, que sin entrar en la definición de las misio nes tácticas de las Baterías de costa, el concepto de su em pleo es, en principio, el de que cada material ha de comba tir contra unidades navales que monten artillería de.igual o inferior calibre, y de las misiones que corresponden a las diferentes unidades navales en sus acciones contra el litoral, surgen las que deben desempeñar las Baterías que han de combatirlos. Claro es que en este dueío al cañón hay que tener presente que el buque, por su construcción, ofrece siempre un blindaje más o menos resistente a los proyectiles costeros, por lo que si la lucha ha de sostenerse en similares condiciones, sería necesario proteger a las Baterías de costa con blindajes de igual modo más o menos resistentes a los proyectiles navales. Esta consecuencia sencilía no puede admitirse con fuerza axiomática, pues tal equivaíencia de blindaje sólo sería fac tibie en el caso de que ambos elementos, buque y Batería, fuesen proyectados en la misma hipótesis y para el mismo fin, lo que no ocurre exactamente; el primero se proyecta para la batalla naval, siendo el ataque a ía costa una acción eventual. Por ello en la concepción del barco influyen prin cipalmente factores de velocidad, protección, artillería, autonomía, etc.; pero sin olvidar de que por su esencia tiene la cualidad maniobrera propia de su movimiento flo tante sobre el agua, lo que le permite unas posibiíidades tácticas y balísticas de las que carece la Batería de costa, proyectada para la lucha entre tierra y mar; pero ligada a su asentamiento, anclada al terreno, sin aptitud maniobrera, salvo la que pueda poseer por la maniobra de sus trayec torias, que hay que facilitar en grado máximo, evitando todo lo que pueda restarle facilidad de giro, y en este sentido, el aumento de peso por el blindaje, si éste es portado, o la limitación del sector de tiro, si el blindaje es externo al mon taje, perjudican a la amplia maniobra de sus trayectorias. Vemos, por tanto, que del blindaje de la artillería na val no podemos ir directamente al blindaje análogo de la artillería de costa, y realmente, ios costeros, al indicar las condiciones para el material o sus asentamientos, no indi can sea indispensable la cúpula acorazada ni introducir las piezas en nidos o cavernas, que si algún día fueron norma de instalación, era la época de ía artillería de giro adelantado, de los navíos que asomaban sus bocas de fuego por las tro neras y cañoneras de los puentes, período anterior al aco razado; pues éste, desde su aparición, subió la artillería a la cubierta, para aprovechar el mayor arco posible de los 360 grados horizontales que permiten los montajes, sen tando con fuerza de ley que en el buque de guerra “el cañón que no pueda tirar por ambas bandas, es peso muerto’. Los montajes de la artillería de costa moderna permiten también el giro de 360 grados; por ello podemos aplicar a esta artillería el entrecomillado final del párrafo anterior y evitar pesos muertos en los despliegues artiíleros de los fren tes marítimos, y si bien es verdad que, salvo en islas reduci das, el sector de mar no necesitará nunca los 360 grados, tam bién es verdad que no está muy lejano el caso de Singapur, tomado por la gola, sector que estaba sin bátir por la po tente artillería de costa de dicha base, porque el enemigo se aprovechará de todas las debilidades de la defensa. (Recordemos que en la guerra de 11914-18, cuando el ata que de los buques alemanes a Eartlepool, el 16 de diciem bre de 1914, el acorazado Blüclier se aprovechó del ángulo muerto que producía el faro, para estacionarsey batir fácil mente el puerto, la plaza y las Baterías.) No debemos, por tanto, restar posibilidad de utilizar al máximo los sectores de fuegode las Baterías de costa, con dición prevista en todos los reglamentos artilleros, al indi car campo de tiro amplio comorequisito de los asentamientos. Ahora bien; si las Baterías de costa no han de ser prote gidas por blindaje artificial o natural, ¿es que se renuncia a su protección? Podemos afirmar que no; hay que prote geilas, pero analizando bien contra qué hay que defender las, para no mermarles la posibilidad de cumplir amplia mente su cometido táctico. Dejando para más adelante los efectos de la acción aérea, nos limitamos por ahora al ene migo de superficie; pero piense quien esto lea que no nos olvidamos del aire, del que no hay manera de olvidarse en el año en que vivimos,después de la última guerra; por ello, posteriormente veremos las modificacionesque el agresor aéreo obligue a introducir en las consecuenciasdeducidas para los asentamientos costeroscomo resultado de conside rar solamente el enemigo de superficie. Este enemigo, el buque, nos ataca con artillería, busca su éxito en la eficacia de sus proyectiles; pues evitemos que éstos sean eficaces. Para la eficaciadel tiro naval, como de todos los tiros arti lleros, es indispensable la precisión de las descargas, lo que supone una buena observación,ya que sin ella no hay la corrección previa que conducirá al período de eficacia. Si los asentamientos pudieran tener delante y detrás ondu laciones de terreno de relativa amplitud, se dificultaría no tablemente la observación directa de los puntos de caída. Bien que esto no sea suficiente; hoy dfa se ha llegado a una buena coordinaciónentre avión y buque, y se puede hacer la observación del tiro desde el aire. Por otra parte, la posición de las Baterías de costa no puede estar secreta mucho tiempo, y los servicios de información llegarán •pronto a localizarlas;por lo que los buques, aun en el caso de difícilobservación,podrían utilizar tiro de varias alzas o tiro de zonaspara sembrar de proyectilesla franja de terreno en que sabe la existencia de las Baterías; pero estos tiros son caros, la vida de las piezas es muy limitada y no hay Escuadra que pueda permitirse el lujo de gastarla alegre mente en un tiro que requiereun gran consumode municio nes y de eficacia dudosa, máxime que contra esto tenemos la ventaja de que en tierra no hay eslora ni manga, ni esta mos sujetos a las limitacionesde espacioy a otras exigen cias que dominan a los proyectistas navales. La extensióna ocupar por una Batería de costa es, en gene ral, de cierta amplitud, y se pueden separar las piezas entre silo suficientepara que un impacto afortunado sea de efica cia muy limitada; separación que en cada caso debe deter minarse en función de las necesidadesde direccióndel tiro propio, de las facilidadesque ofrezca el terreno, las zonas del 50 por 100 del material adversario prevjsto, etc., y de este modo obtendremos una amplia superficie-blanco, en la cual la proporción de superficie sensible sea pequeña, lo que hará disminuir el tanto por ciento de impactos eficaces. Vemos, por lo tanto, que nos convienen ondulacionesdel terreno delante y detrás de los dsentamientosde las piezasy extensas zonas de posición, condicionesque generalmente no se lograrán en las proximidades de la orilla y será nece sario retrasar los asentamientos para encontrarlas, siempre y cuando este retraso no perjudiquea la amplitud del sector de mar batido. Lo que acabamos de indicar puede comprobarse fácil mehte con sencilloscálculos. Supongamos una Batería de 152,4 milímetros, en que las piezas formando rombo tengan una separación entre ejes de unos 100 metros, en lucha con tra calibre similar a una distancia de unos 18.000metros. Las zonas del 50 por 100, longitudinal y lateral a esa dis tancia y para las dimensionesdichas, dan un tanto por ciento de impactos igual aproximadamente a 20; es decir, que de cada cien disparos, caerán veinte en la superficie-blanco. Ahora bien; suponiendo que la superficie sensible de cada pieza sea de 400 metros cuadrados, la de las cuatro piezas representa el 12 por 100 del total de la Batería; por lo tanto, de cada cien disparos, sólo 2,4 pueden caer en la superficie sensible, y para eso, en el caso de tener el tiro centrado, lo cual supone una buena correcciónprevia, no siempre,fac tible por la dificultad de medios propios para dificultarla. Con lo hasta aquí expuesto quedan ya indicadas algunas condiciones fundamentales que han de satisfacer los asen tamientos de las Baterías de costa, y que podemosresumir en las siguientes: permitir el cumplimiento de su cometido táctico, depen diente éste de la clase de material que la artille; campo de tiro amplio para poder batir con eficacia la mayor zona posible, presentando el mínimo espacio ofrecer — — muerto; lo más adelantada posible en relación con las facilidades que ofrezca el terreno para conseguir: ondulaciones delantey detrás (y, a ser posible,a los flancos, que dificulten la corrección del tiro enemigo y poder disponer de espacio suficiente para la debida separaciónentre piezas, procurando que el conjunto se proyecte sobre alturas de mayor cola, y evitando que presente grandes relieves fácilmenteidentifi cables desde el mar o puntos próximos que permitan su rápida localización. Algunas de estas condiciones imponen implícitamente otras; así, por ejemplo, si el espacicimuerto ha de ser mí nimo, la desenfiladaha de ser reducida o nula, y, en cambio, otras se oponen entre sí, pues si se han de evitar los relieves acusados próximos, no será fácil disponer de ondulaciones pronunciadas. Por ello, en cada caso será necesarioponde rar exactamente la importancia que ha de darse a cada una de ellas, teniendo siempre por norma el conseguir que el asentamiento elegido permita fundamentalmente el cum plimiento del cometido táctico, cometido que, repetimos, ha de ser fijado de acuerdo con las posibilidadsdel material. Pero las condicionesindicadasno son las únicas. Es nece sario considerar esta cuestión con más detalle, recordando que un asentamiento de Batería no es sólo el terreno ocu pado por las piezas. La Batería se define como conjunto de piezas iguales,con los elementosnecesariospara la prepara ción y correcciónde su fuego, el municionamientoy enlace, el personal preciso para el servicio de dichas piezas y ele mentos, y cuyo mando es ejercido por una sola persona. En consecuencia, el asentamiento comprende: las piezas, el puesto de mando, los puestos de observación,los repues tos de municionesy las transmisiones. En lo que se refiere a los repuestos de municiones y las 45 transmisiones, no es necesario que se haga ahora ninguna consideración particular, diferente a las clue convienen a cualquier otro asentamiento artillero no costero; pero no sucede lo mismo en lo que se refiere a los puestos de obser vación, comprendiendo en esta denominación todos los que, teniendo su zona de acción sobre el sector batido por la Batería, permiten la preparación y dirección de su fuego. Estos requieren un pequeño análisis. Si se tratase solamente de la vigilancia del mar, se busca ría que el observatorio cubriese la mayor zona posible, sin limitación alguna; pero en las Baterías de costa, los puestos de observación han de servir a aquéllas, ya alertándolas de la presencia de los buques enemigos, ya determinando las leyes de movimiento de éstos para la preparación de los da tos de tiro, o bien observando la calda de los disparos para la correcta conducción del fuego; es decir, toda la función de los puestos de observación, en la generalización indicada, está al servicio de la Batería; por ello, la zona principal de observación es derivada de la zona de acción de la Batería, pero admitiéndola en la mayor amplitud posible que sea compatible con su seguridad y eficacia. Es indispensable que el horizonte visible supere al alcance del material, a fin de disponer de tiempo suficiente desde que se descubre al enemigo para preparar y ejecutar el fuego en el momento en que aquél entre en el sector batido. Esto supone un limite mínimo en la altura de los puestos de observación, límite que, a su vez, es impuesto por la clase de aparatos de que dispongan, ya que los telémetros de base vertical exigen alturas de loo metros en adelante para dis tancias a partir de 15.000 metros. Igual puede decirse de la cota de la Batería, pues si bien ésta, en la mayoría de los casos, ejecutará el tiro según los datos determinados por el sistema director de tiro de que esté dotada, hay que preca ver la posibilidad de un fallo en las transmisiones, bien por éstas en sí mismas, bien como resultado del fuego enemigo, por lo que es preciso que desde la posición de las piezas se disponga de un horizonte visible igual a su alcance, condi ción que da también un límite mínimo para la cota de la Batería, sin que ello afecte en nada sensible a la rasancia de las trayectorias, punto éste que interesa aclarar. Se dice muchas veces que la defensa exige trayectorias rasantes y que por ello en las Baterías de costa hay que apro vechar la rasancia de las trayectorias, y se juega con el vo cablo rasancia con una fuerza dialéctica que no está con forme con el concepto que prácticamente expresa. En lo que afecta a la artillería de costa, ¿qué se entiende por trayec toria rasante?; pues lo que importa tener en cuenta, más que los datos de salida del proyectíl, son los de caída o inci dencia sobre el blanco, ya que, como al principio decimos, la eficacia de la acción artillera depende de la que se obtenga con sus proyectiles, y éstos actúan a su llegada y no en la boca de la pieza, y para éstos, ¿qué influencia puede tener el que la cota de la Batería sea de 50 ó loo metros más o menos? Hagamos unos números y veamos lo que nos dicen. Para la pieza de 150 milímetros T. r. L/45 Munaiz ArgUe lles, por ejempio, con proyectil de 44 kilogramos y alcance de 12.500 metros, nos dan las tablas de tiro un ángulo de elevación de 13° 16’, una ordenada máxima de 1.010 metros y un ángulo de caída de 24° 20’, suponiéndola al nivel del mar (expresémonos así para más fácil comprensión). Si se eleva la pieza a la cota 73, el ángulo de elevación es de 12° 54’ (22’ de diferencia en menos); por lo tanto, la trayec toria es más tendida; la ordenada máxima es de 1.036,4 me tros (26 de diferencia en más), lo que no hace variar la cla sificación de la trayectoria en relación con su rasancia; el 46 ángulo de inclinación final es de 24° 35’ (15’ de diferencia en más), casi igual al que tenía en cota cero. A la vista de los resultados anteriores, que pueden com probarse en las páginas 114 y 118 deArtillería de Costa (Edi ciones EJERCITO), ¿puede afirmarse que la cota 73 hace variar las posibilidades de la pieza indicada? Realmente, el rígido lenguaje de los números es mucho más elocuente que extensos razonamientos y ahorra muchas palabras para de jar sentado que las condiciones de la trayectoria no tienen razón para influir en la cota de la hatería, y que esta cota tiene como límite mínimo la necesidad de disponer de un horizonte visible igual, por lo menos, al alcance del material. Hablamos de limite mínimo y se presenta el interrogante de si existe límite máximo, cuestión ésta que también ad mite un razonado análisis. El ángulo de depresión que permi te el montaje nos da la menor trayectoria de la pieza, la cual señala el espacio muerto propio del material; en virtud de él puede determinarse el que corresponde a diversas alturas. Para un ángulo de depresión de 5°, el valor del espacio muerto se obtiene aproximadamente multiplicando la cota por 11,43, y así se halla que para 25 metros de cota, el espa cio muerto es de 286 metros; para 50 metros, es de 571, y así sucesivamente. Conocidas las características del material con el que se va a artillar, se pueden determinar los espacios muertos, que corresponen a diferentes alturas, y a su vista, deducir la cota que interesa no sobrepasar, en función de la zona de mar, próxima a la orilla, que convenga tener batida. Por otra parte, conocida es la forma parabólica de la tra yectoria y el crecimiento de la inclinación en la rama des cendente de la misma, por la mayor curvatura de dicha rama, que tiende hacia la vertical, a causa de la mayor influencia de la acción de la gravedad. Esta mayor inclinación necesita una gran magnitud en el valor de la cota para que adquiera apreciable diferencia en relación con la inclinación en la horizontal de la boca de la pieza, según hemos visto antes en el caso de la pieza Munaiz ArgUelles; por ello, aunque con viene no dejarlo olvidado, a los efectos de la incidencia del proyectil en las planchas de blindaje, horizontales y verti cales, no ejerciendo notable influencia en la cota del asen tamiento. Pero aún podemos iniciar otro camino de análisis. El ene migo naval de superficie se mantiene constantemente en la cota cero, y aunque para la observación de sus tiros utiliza las máximas alturas de que dispone a bordo, en previsión de la falta de observación aérea, no cabe duda de que estas alturas, aun tratándose de buques de línea, no tienen un valor grande en relación con el alcance de las piezas que montan; de aquí que el horizonte visible sea relativamente reducido y que por ello pareciera natural que los asentamien tos de las Baterías fuesen bajos, para liberarse de la obser vación directa desde los buques, y, sin embargo, antes hemos visto que existe un límite mínimo, por la necesidad de un horizonte igual, por lo menos, al alcance, y esto se refuerza, porque vamos a ver que la altura de la Batería favorece su protección. Salvo casos excepcionales, las cotas elevadas próximas al litoral no son accidentes aislados que surjan individual mente en una zona llana; cuando esto sucede, las elevacio nes son de poca altura, con calda pronunciada en casi todas sus vertientes, destacándose con fuerza el relieve de la altura y ofreciendo poca súperficie en su cima. Lo más general es que las alturas del litoral sean la terminación de un cordón montañoso, que si no pertenece a regiones muy antiguas, en las que la erosión ha suavizado sus líneas, presenta per files agudos sucesivos, originando grandes ondulaciones, fuertes vaguadas; en una palabra, terreno favorable para la difícil observación de los disparos desde el mar. En estas condiciones, las alturas de la zona, si no presentan acusadas mesetas o planicies, favorecen la instalación de asentamien tos artilleros. No hay que olvidar que, si bien es verdad que en el com bate se trata de evitar que el enemigo nos descubra, cuando este combate es entre la artillería de costa y los buques, no podrá evitarse que el adversario conozca la zona de asenta mientos; ya antes dijimos que los artillados permanentes no pueden estar mucho tiempo ocultos a los servicios de información, por lo cual no hemos de preocuparnos mucho porque noa vean; lo que procuraremos es que no puedan co rregir y precisar su tiro, y esto se conseguirá mejor en las alturas que en los llanos. Las cotas elevadas, con ondula ciones en sus costados y frentes, dificultan -notablemente la observación, y, en consecuencia, favorecen la protección de los asentamientos, sobre todo si se proyectan sobre otras mayores; por eso se preconizan desde hace mucho tiempo las posiciones altas, aprovechándolas donde las hay, espe cialmente si de grandes calibres se trata. Esto no quiere decir que haya que renunciar a la instalación de estos calibres si no hubiese alturas; en cada caso se aprovecha el terreno al máximo, y así, en las costas bajas de Flandes se instalaron grandes calibres en pequeña cota, pero es que no las había mayores. Tenemos ya elementos para concretar que la cota de las Baterías de costa tiene un límite mínimo—función del al cance del material—, y un límite máximo—función del es pacio muerto que corresponde al ángulo de depresión del montaje—, y que entre ambos límites ha de tenderse hacia el superior, buscando que el terreno dificulte la observaci6n y corrección del tiro enemigo. De esto se deduce un escalo namiento en altura para los asentamientos de las Baterías de costa, según el calibre del material; el armamento prima rio ocupará las mayores cotas; el secundario e intermedio, cotas inferiores, y las de pequeño calibre, cotas bajas. Hemos analizado ya las principales condiciones para los asentamientos de artillería de costa; pero las dichas no limi tan la cuestión. Un sector de artillera de costa no es sólo una Batería, sino un conjunto de - ellas reunidas en grupos o agrupaciones, para desempeñar las distintas misiones pre vistas en el plan de defensa para todas las hipótesis. En este aspecto, las Baterías hay que considerarlas no sólo por sí mismas,- sino también como parte de un conjunto que ha de actuar en perfecta coordinación, verdadera expresión del concepto táctico, y en tal aspecto interesa: — — Como Bateria aislada: Que el terreno favorezca su disi mulación de las vistas de superficie y aéreas. Que per mita garantizar su seguridad facilitando su defensa pró xima o inmediata, sin estar dominada por puntos que, ocupados por pequeños núcleos enemigos, impidan el cumplimiento de su cometido. Que facilite el enlace y el establecimiento de las transmisiones por todoslos medios normales, así como su conservación. Que no sea batida de revés o enfilada desde el mar, y que permita la insta lación del personal y los servicios. Como parte del sector de costa: Permitir su cooperación con las restantes Baterías, facilitando la concentración de fuegos de las zonas de mar más importantes y el flanqueo mutuo que debe existir en todo el sector entre unas y otras Baterías para la solidez del conjunto de fensivo. Consecuencia de todo lo hasta aquí dicho, vamos a enu merar las condiciones a tener en cuenta para la elección de asentamientos de las Baterías de costa, sin que el orden en que se exponen suponga una prelación por su importancia, ya que, como antes dijimos, en cada caso es necesario pon derar debidamente la conveniencia mayor o menor de unas y otras, y la importancia que ha de dárseles en función de la misión a desempeñar. Insistimos en que estas condiciones fueron deducidas por la consideración principal del enemigo de superficie; más adelante veremos las modificaciones que sufren por la presencia del enemigo aéreo. Las condiciones son: 1 a Permitir el cumplimiento del cometido táctico asig nado a la Bateria. 2. Ofrecer campo de tiro de la máxima amplitud. 3a Tener un espacio muerto reducido. 4. Lo más adelantado posible. 5. Con ondulaciones de terreno delante y detrás, y, a ser posible, en los costados de las piezas o secciones. 6.a Extensión suficiente para la debida separación entre piezas y secciones. 7a Que se proyecte sobre alturas de mayor cota. 3.a Que no presente grandes relieves destacables desde el mar. 9. Separado de puntos fácilmente identificables. 10. Desenfilada reducida o nula, para aprovechar la de presión que permita el montaje. 11. Que el terreno permita buena instalación del puesto de mando, puestos de observación y puestos del sistema di rector de tiro. 12. Cota mínima que dé un horioznte visible igual, por lo menos, al alcance del material. 13. Cota máxima dependiente del espacio muerto que corresponde al ángulo de depresión que permita el montaje. 14. Que el terreno favorezca la disimulación de las vistas. 15. Que sea fácil atender a la defensa próxima de la Ba tería. 16. Que no esté dominada por puntos próximos. 17. Facilidad para establecer el enlace por todos los me dios entre los elementos de la Batería y los restantes del sector. 18. Que no pueda ser batida impunemente de revés o de enfilada desde el mar. 19. Que sea posible la instalación, con seguridad, del personal y los servicios propios de la Batería. 20. Permitir la concentración de fuegos sobre las zonas de mar vitales para la defensa. 21. Que se flanqueen sus fuegos con los de las demás baterías. 22. Que sea factible el trazado de una magistral quebrada o instalación de las piezas en cuadrilátero, situando a mayor altura las piezas retrasadas. Consideremos ahora la presencia del enemigo aéreo. Este puede provenir de aeródromos cuya distancia al objetivo sea menor que el radio de acción de los modernos aviones o bien despegar de portaaviones que en gran cantidad forman parte de las Escuadras. En cualquier caso, las acciones aéreas contra las Baterías de costa pueden ser: acciones puramente 47 aéreas o acciones combinadas con las de las fuerzas navales. En el primer caso se tratará de bombardeos (en horizontal o en picado) o ametrallamientos, y en el segundo, las mismas anteriores, aumentadas con lanzamiento de bombas fumi genas para cegamiento. No consideramos la cooperación para la observación del tiro naval por la propia servidumbre del avión al buque; tampoco consideramos el lanzamiento de tropas paracaidistas, bien para acciones de sabotaje, bien para constituir núcleos organizados que cooperen a un des embarco, porque no actuarán directamente sobre las Bate rias de costa, sino en zonas más o menos alejadas de las po siciones guarnecidas. Por lo que se refiere a los bombardeos en horizontal, hay que partir de la base de que no puede admitirse la existen cia de ninguna instalación militar activa sin la consiguiente defensa antiaérea, siendo la potencialidad de esta defensa (cantidad y calidad) dependiente de la importancia del obje tivo a defender, aparte de la aviación propia. Por ello no hay que pensar en el bombardeo tranquilo de entrenamiento, sino en el de gran altura las más de las veces, y cuya eficacia sólo es apreciable contra objetivos de grandes dimensiones. Una Batería de costa ocupa, en verdad, una gran superfi cie; pero de ella las partes sensibles representan un pequeño porcentaje; de aquí la conveniencia de separar las piezas y demás elementos de forma que un impacto afortunado tenga muy limitada su eficacia (condición 6.a), siéndole asimismo de aplicación lo establecido en las condiciones 5.S, 44 y 19, sin que ninguna de las restantes requiera modificación. Los bombardeos en picado (contra el material y personal) y los metralIamientos (contra el personal) son de mucha mayor precisión y más peligrosos, y contra éstos hay que disponer una reacción antiaérea suficiente, a base de caño nes atomáticos y ametralladoras, por lo que se refiere a la defensa activa. En cuanto a las condiciones del asentamiento, dada la potencia de las bombas modernas y el poder perfo rador de los proyectiles, no hay que pensar en dotar al mate rial de costa de un blindaje suficiente contra estos agresi vos, pues si quá ello fuese factible en los grandes calibres, resultaría antieconómico en los demás órdenes de artillería. Sin embargo, tampoco es lógico pensar en dejar al personal de dotación de las piezas de costa expuesto a la acción de los fragmentos de las bombas ni a los impactos de las armas aéreas, y para ello sólo hay dos soluciones: la protección na tural (piezas en caverna) o la artificial externa (casamata). La caverna se opone a la obtención de la máxima ampli tud en el campo de tiro, pues éste queda muy limitado, y esta reducción necesitaría compensarse con una mayor can tidad de Baterías, para que, solapándose los sectores de tiro, cubran con la densidad necesaria la zona de mar que hay que batir para el fin que se persigue con la instalación del artillado; y esto es un lujo que sólo pueden permitirse las naciones industriales o que tienen litoral reducido, pero que está vedado a las que carecen de tal potencial económico o cuyas fronteras marítimas son dilatadas. 48 La casamata permite una mayor amplitud en el sector de tiro, si bien esta amplitud depende del espesor que se quiera dar a la protección. Las longitudes de las piezas de costa (45 y 50 calibres) y los grandes ángulos de elevación que permiten sus montajes para lograr los alcances actuales, obligarían a unas dimensiones considerables en la obra de la casamata, por lo que debe limitarse su empleo. En algu nos frentes marítimos, bien porque su importancia sea se cundaria, bien porque el terreno facilite las seguridads de los asentamientos, haciendo muy difícil el impacto directo, no deben utilizarse las casamatas; precisamente en dichos frentes secundarios el artillado no será ni muy cuantioso ni muy potente, y no parece lógico que en estas condiciones se limiten las posibilidades de empleo. Por otra parte, es mucho más barato el dotar de medios a la defensa activa que dar a las obras espesores enormes. En aquellos frentes principales que protegen bases nava les u otros objetivos vitales no hay que aplicar un equivo cado concepto de economía, pues ello puede perjudicar a la eficacia de la defensa, y en estos casos es cuando puede pen sarse en las casamatas e incluso en las cavernas (excepcio nalmente), pero compensando en la cantidad de artillería la disminución de aptitudes de tales instalaciones. Vemos, por lo tanto, que la condición 2. antes indicada, “ofrecer un campo de tiro de la máxima amplitud”, debe sufrir una modificación en el sentido de que tal amplitud sea compatible con la seguridad de las piezas contra los ata ques aéreos y en relación con las facilidades que preste el terreno y la importancia del frente o de la misión a realizar por la Batería. Estos condicionales no eliminan el que siem pre se procure obtener para cada asentamiento la máxima amplitud de campo de tiro; por lo tanto, continúan en todo su valor las condiciones mencionadas, las que en todo mo mento deben recordarse, cuando de la elección de asenta mientos se trate, valuando el pro y el contra que cada uno de los posibles ofrezca, pues la deficiencia en la elecciónsuele pagarse cara. Antes de terminar estas líneas, consideramos de interés hacer presente que el material de costa, sus elementos di rectores de tiro y los demás servicios anexos son instalacio nes costosas que consumen su vida, por lo general, en ejer cicios de instrucción, y que por su papel defensivo pueden incluso no entrar en acción n el transcurso de un conflicto, quedando anticuados sin llegar al bautismo de fuego; pero si la ocasión se presentase, o bien el adversario ha de atacar con considerable lujo de medios o bien la actuación costera ha de ser muy breve; pero es indispensable que en ese corto tiempo su eficacia sea máxima, cumpliendo la misión que le ha sido asignada. Por ello ha de cuidarse mucho su ins talación, la elección del asentamiento y todo lo que contri buya a valorarlo, pues además de la idea que prologa estas lineas, hay que tener por lema que MIENTRAS EXISTA UNA PIEZA, UN PROYECTIL Y UN ARTILLERO, LA BATERIA DEBE HACER FUEGO. Flucvas1ccnicciç cnla (OFISTRUCCIOI1 DE nrnnm NT O Comandante Ingeniero del Armamento P. SALVADOR ELIZOINDO, de la Dirección General de Industria. fri’escindisnos de dilucidar si es el progreso de la te’cnica constructiva el que im pone e impulsa las nuevas modalidades de armamento y, con él, las lácticas, o si, or el contrario, son las nuevas concepciones tdctica las que demandan a la técnica nuevos medios combativos que superen a los existentes, en un alarde de sagacidad de los mandos combatientes. Lo que si podemos decir es que tanto el E. Ji!. táctico como el técnico se enfrentan con problemas cada día más arduos, y si el primero exige cada vez un mayor número de armas y un mayor automatismo en las mismas, el segundo, como buen colaborador, no cejcz en. sus intentos de exigir cada vez más a la mecánica y ciencias naturales, cumpliendo hasta la fecha a satisfacción su co metido. P OR el interés encierra unaamericana informaciónAnierá apa recida en la que revista técnica can Mac/ijnjst (II-V-1944) sobre nuevos métodos empleados para acelerar la fabricación del subfusil ametrallador M3, reglamentario en el Ejército de los Estados Unidos, la recogemos a continuación, completándola con una reseña de las características y funcionamiento de esta arma (i), que, desarro llada por el departamento de Industria Militar (Ordnance Department) de dicho país, viene a cons tituir la réplica norteamericana a la británica Sten y a la Schmeisser 38 del Ejército alemán. Añadimos detallada reseña de nuevos métodos utilizados en su fabricación, y con ello presentamos un ejemplo (r)Página i8z de “A Basic of Military W. H. B. Smith. Small Arms”, de lo que puede llegar a ser la contribución del Es tado Mayor Técnico de un Ejército a la producción “masiva” de una determinada clase de armamen to, con las subsiguientes ventajas de atender a las crecientes demandas con el mismo coste y sin me noscabo de las exigencias tácticas (ya que no las absolutamente técnicas) del mismo. CARA CTERISTICAS DEL SUBFUSIL AMETRALLADOR M3 DE 11,43 MM. La idea perseguida en la construcción de este arma fué el obtener a bajo coste, y por un sencillo procedi miento de fabricación, un subfusil ametrallador que, aunque tosco, fuese extraordinariamente seguro, incorporándole las más valiosas características de Fis. i.—Subfu sil ametrallador norte a ni e r icano, modelo M3. 49 2.a_Subtusil ametrallador aus traliano, modelo Owen. Lnventada por un joven ingeniero australiano, este arma pesa 4,53 kilogramos, uti liza munición de 9 milímetros y dis para con una cadencia de fuego de 750 disparos or minuto. Cada car gador puede contener 33 cartuchos, aunque normalmente contiene 28, con objeto de evitar el encasquillado y no sobrecargar excesivamente el muelle del cargador. Lleva una emuñadu ya en la parte anterior, el cargador se adosa en la Parte superior y la puntería se e/edila con los dos ojos abiertos. Se ha diseílado de tal manera que, al dejarla caer a tierra, siempre lo hace por uno de sus costados, permaneciendo sus mecanismos libres de polvo y barro. Tanto la aguja ter cutora como el extractor se encuentran sólidamente fijados al cierre, y el mecanismo del disparo, revestido de grasa, es imper nzeable al oivo y al agua. Fabricado de metal impregnado de aceite (imetal sinterizado?), el cierre no requiere ninguna atención. Disponiendo de un culatin desmontable, dicha arma puede también utilizarse a la manera de una Pistola ametralla dora. Finalmente, aunque no tiene igual potencia en el combate próximo que la bala de 11,43 milímetros, su empleo ha sido extre madamente popular en la lucha en la jungla, debido a su extraordinaria ligereza. En una de las fotografías que constituyen esta figura puede obseroarse la forma de empleo del arma, en la cual se renueva el cargador con un simple juego de mulieca, que provoca el desprendimiento del gastado, colocdndose de nuevo otro repleto en escasos segundos. En la otra foto se ve el despiece fundamental del arma, cuyas distintas partes se acoplan, en su mayoría, or un sencillo enchufe de bayoneta. El precio de coste de dicho .sub/usil ametrallador es de unos 30 dólares. Fui análoga clase de armamento, así como una serie de rasgos especiales no encontrados en otras armas hasta la fecha. Como decimos, su apariencia no deja de ser tosca, por su coste extremadamente bajo, que no llega a alcanzar el de una buena pistola automá tica; no obstante lo cual, puede resistir con ventaja la comparación con cualquier otra pistola ametra lladora. Calibre: Es de 11.43 mm., utilizando el cartucho M 1911 con bala corriente y trazadora. Cargador: En forma de caja, colocado debajo del cajón de mecanismos y con capacidad para 30 cartuchos. Velocidad inicial: Unos 8o m/s. Longitud del canón: 20,32 cm. Peso: 2,720 Kg. Aparato de puntería: Muesca y punto de mira. Alcance: El corriente para esta clase de armas y cartucho empleado: unos 270 metros. Sistema de automatismo: Cañón fijo, y funciona por la acción ejercida por los gases contra la parte interior del culote del cartucho. Sistema de cierre: De movimiento simple sin bloqueo. Lo pe sado del cierre, unido a la fuerza del muelle recuperador, retardan la apertura de la recámara hasta que la bala no haya abandonado el ánima. Otro factor interesante en este arma es un percutor fijo al cierre, el cual está construído de tal forma que el exceso de energía, en su movimiento hacia adelante, se consume simultáneamente con la com bustión de la pólvora. Esta característica aumenta notable mente su precisión, debido a que amortigua el “empinado” del cañón cuando se efectúa un tiro rápido. Refrigeración: El cierre permanece abierto entre dos ráfagas de disparos, permitiendo de esta manera que el aire pueda circular a través de la recámara y ánima. Posición del cerrojo: Un brazo de balancín, situado sobre el lado derecho del arma e inmediatamente detrás del aloja miento del cargador, sirve para montarla, bastando para ello tirar del balancín hacia atrás, en cuyo movimiento se arrastrará también el cierre. Característica especial: Este brazo de balancín, empujado hacia adelante mientras el cierre está atrás, permanece en esta posición durante la ejecución del fuego. En la mayo ría de las pistolas ametralladoras, la palanca de armar se mueve alternativamente hacia atrás y adelante con cada 50 movimiento del cierre, lo cual suele constituir frecuente mente un motivo de perturbación. Modalidades de fuego: Dispara solamente en fuego ametra llador. Cadencia de fuego: 450 disparos por minuto, lo cual se apro xima mucho a la cadencia de tiro ideal para los subfusiles ametralladores utilizados en tiro de ametrallador. En el caso de que tratamos, dicha cadencia fué rebajada delibe radamente con objeto, entre otras causas, de prolongar la vida del arma. Trampilla del cierre: Otra característica especial de este arma es una tapa de la ventana de expulsión montada a char nela, la cual se abre por la acción de un resorte cuando el brazo de balancín se arrastra hacia atrás para montar el cierre. Esta cubierta proporciona una protección adicional a los mecanismos del cierre, preservándolos de la suciedad. También, como se explicara más adelante, constituye una especie de seguro. Culatín: Va equipada con armazón de culatín, constituido a base de una fuerte varilla, que se desliza por el interior de unos tubos situados a los lados del cajón de mecanismos del arma, permaneciendo introducido en los mismos cuan do no se precise su utilización. En posición replegada, cons tituye un conjunto excepcionalmente compacto, utilizán dose entonces el arma como pistola ametralladora. Sacando hacia afuera este fuerte armazón y fijándolo, suministra un perfecto culatín, que transforma el arma en un subfusil ametrallador. Funcionamiento del arma. Se introduce primeramente un cargador repleto dentro de la boquilla que le sirve de alojamiento hasta que quede enganchado, y después se tira hacia atrás del brazo del balancín hasta el final de su re corrido. Dicho balancín arrastra consigo al cierre, que a su vez comprimirá el muelle recuperador, en caj ándose el fiador del disparador en el cierre, que quedará retenido en su posición posterior. Al mismo tiempo se abre hacia arriba la trampilla del cierre, situada sobre la ventana de expulsión. En esta po sición, al ejercer presión sobre el gatillo, se zafará el fiador del disparador, y el cierre, libre, avanzará hacia adelante, forzando a entrar en la recámara al primer cartucho del cargador, haciendo deslizar al extractor sobre la pestaña del culote del cartucho y disparando, finalmente, a este último. La misma inercia del movimiento hacia adelante hace que la recámara permanezca cerrada hasta que la bala haya abandonado el ánima, en cuyo momento los gases de la pólvora impulsan hacia atrás al pesado cierre, en movimiento rectilíneo; el extractor arrastra al cartucho vacío, que al trope zar con el expulsor es arrojado a través de la ven tana de expulsión, mientras el cierre prosigue su movimiento rectilíneo hasta el fondo, comprimiendo el muelle recuperador. En este momento, si el ga tillo ha sido soltado, el fiador se enganchará de nue vo en el cierre, que permanecerá retenido en su po sición posterior. Si, por el contrario, el gatillo se mantiene apretado, el cierre volverá hacia adelante, impulsado por el muelle, repitiéndose sucesivamen te el mencionado ciclo en tanto el gatillo permanezca apretado y existan cartuchos en el cargador. Nota esecial.—La trampilla o tapa de la ventana de expulsión constituye, como habíamos dicho, una especie de seguro; pues estando montada a charnela libre, si se cierra hasta que agarre en su posición de seguro, mientras el cierre se encuentra montado, retendrá a este último un poco retrasado, haciendo que permanezcan ineficaces el fiador del disparador y el gatillo. También puede utilizarse, para asegu rar el cierre en su posición más avanzada, impidien do un disparo casual y actuando además como una cubierta contra el polvo, hojas y demás suciedades, protegiéndole contra cualquier daño. Excepto las pistolas ametralladoras australianas Owen y Austen, es la única arma de esta clase que permite una sencilla sustitución del cañón, pues en el extremo posterior de éste lleva una robusta brida de embrague que permite sea desatornillado del ca jón de mecanismos. Esta circunstancia, juntamente con la facilidad con que puede ser desmontado, le permite ser rápidamente adaptado (por la mera inserción de cierre y cañón apropiados), para poder utilizar el cartucho de 9 milímetros Parahellum, de uso tan extendido en Europa por los Ejércitos ale mán, ruso e italiano, así como también por las pis tolas ametralladoras británicas marcas Sten y Lan chester. que nos eran familiares, con sus intrincadas opera ciones posteriores de mecanizado. También se han suprimido la mayor parte de otra serie de procesos de fabricación de lenta secuencia, que en otra época eran considerados como una parte esencial en la ela boración de cañones. Pero, no obstante todo esto, el producto obtenido no es ni un juguete ni un producto de calidad des deñable, sino un arma eficaz y segura de inaprecia ble valor en las manos del combatiente. Su trans formación de una mera idea a una patente realidad acreditó a los proyectistas, ingenieros de herramen tal y obreros que intervinieron en su fabricación, pues la pistola ametralladora M3 marca un nuevo avance en la aplicación del acero estampado de pre cisión. Como ya hemos dicho, el cargador de este arma contiene 30 cartuchos, que dispara a una cadencia de 400 a 450 disparos por minuto, Los proyectistas del arma hacen resaltar que su intención era mante ner la cadencia de fuego por debajo de ciertos lími tes, en los cuales un combatiente experimentado pueda disparar tiro a tiro; con lo cual podrá obser varse el efecto de los impactos sobre un blanco con trolado, mientras a una cadencia mayor se vaciará el cargador antes de que el tirador pueda dirigir la ráfaga de proyectiles contra el blanco que desee. Cuando el cargador se encuentra ya sin cartuchos, la simple presión del pulgar sobre su fiador de rete nida hará que éste caiga al suelo, siendo reemplaza NUEVOS METODOSUTILIZADOS EN LA FABIRI CACLONDE LAS PISTOLASAMETRALLADORAS Si se le dijera a un veterano armero, acostumbrado a las antiguas técnicas, que un arma puede hacerse de piezas estampadas, unas pocas partes roscadas y un pedazo de tubo como cañón, probablemente refunfuñaría que se trataba de algo adquirido en los almacenes de “Todo a 65”, sin que por ello se le pu diera reprochar nada, pues la descripción que sigue se asemeja más a la de un juguete para niños que a la de un “serio” material militar. Bien es verdad que los actuales ingenieros de ar mamento han abierto una profunda brecha en el re cinto de la tradición industrial militar con el diseño de la pistola ametralladora M3, de 11,43 milímetros. En efecto, en su fabricación se han suprimido com pletamente las antiguas piezas de acero forjado, Fics. 3.’—OeYac2ón del rayado del dnima del ca ñós valiéndose de un estirado con estampado sobre un mandril previamente tallado que se ha introducido en el interior del tubo destinado a for mar el cañón del arma, /orzdndolos a tasar a través de una matriz circular. 51 do por un nuevo cargador repleto, que se introducirá en el correspondiente aloja miento, asegurándose en el mismo por intermedio de un pequeño resbalón. En cuanto a los métodos de produc ción por la Guide Lamp Division de la General Motors Corporation, son tan e volucionarios como el propio diseño del arma. Veamos de examinar dichos mé todos en detalle. Elaboración del cañón. El material empleado para la confec ción del cañón está constituído por tubo de acero comercial de 21,43 milímetros (27/32 de pulgada), de diámetro exte rior, por ii,ii milímetros (7/16 de pul gada), de diámetro interior; el acero del mismo se ajusta a las especificaciones WD 8630 del Departamento de Indus tria Militar de los Estados Unidos. Es tos tubos se reciben con una longitud de 1,05 metros, sacándose cinco cañones de cada uno después de serrado. La primera operación a que se some ten los tubos es la del enderezado en FIG. 4.a_Ol5eracio’n de separar el mandril del cañón después de estampar una prensa de husillo Greenerd. Una el rayado. El material del cañón es distendido en una mdquina lamina. vez efectuado esto, se desbarban y acha dora sin centros, siendo después empujado hacia afuera el mandril. flanan los dos extremos en una taladra dora sensitiva Allen Para efectuar esta operación se mantiene verticalmente de bajo del husillo de la máquina, valiéndose de una una alimentación en pralcio, y de esta manera cada pinza de sujeción. una tornea la mitad de la longitud de la pieza. Los tubos, en su primitiva longitud, son repasa Por otra parte, esta operación de torneado se ven dos verticalmente en máquinas alisadoras Baush fica con herramientas de aristas redondeadas, las de 12 husillos portaútiles, con lo cual, en realidad, cuales no proporcionan un buen acabado. De hecho lo que se hace es alisar 6o cañones en cada máquina. se utiliza una alimentación de 0,794 milímetros Estas máquinas alisadoras tienen un movimiento (1/32 de pulgada) aproximadamente para dar a la de alimentación de los tubos hacia arriba, donde se siperficie exterior de la pieza el aspecto de un file encuentra la herramienta giratoria. Cada husillo teado muy superficial. El objeto de estas marcas del. prtaherramientas es controlado independientemen torneado es el de utilizarlas para retener el lubri te por un pulsador de contacto que, al ser accionado, cante durante la subsecuente operación de estirado. hace comenzar un ciclo de mecanizado, que se de Después de torneadas se achaflanan las piezas al tendrá automáticamente cuando haya terminado, diámetro exterior por uno de sus extremos solamente. en cuyo momento se podrá colocar otra nueva pie Con esto se facilita su entrada en la matriz de esti za. Dos de tales máquinas efectúan sucesivamente rado, utilizada en la siguiente operación. un alisado de desbaste y otro de acabado, ensan La fase inmediata de elaborai3n reprsenta un chando el diámetro interior de los tubos, que queda abandono radical de las prácticas utilizadas hasta rán a una dimensión de ii,68 milímetros. ahora para efectuar el rayado o trazado de las ra Los tubos alisados son cortados en cinco partes yas del ánima del cañón. Esta operación de rayado iguales al mismo tiempo, en aserradoras mecánicas ha constituido siempre un penoso proceso, a causa múltiples standard. La piezas cortadas pasan a de la necesidad de mantener estrechas tolerancias unas taladradoras Delta de dos árboles, donde sus y un acabado extremadamente fino, si se desea que extremos son refrentados y achaflanados sobre su el cañón cumpla su función de una manera correcta. diámetro interior; durante esta operación se utilizan La herramienta de corte, en forma de gancho, utili unos pilotos con objeto de asegurar que el achafla zada durante mucho tiempo y que todavía encuen nado permanece concéntrico con el perímetro inte tra hoy aplicación, ejecuta un buen trabajo cuando rior del tubo. se la emplea con cuidado; pero existe siempre la po Después pasan las piezas a un torno automático sibilidad de tallar las rayas de una manera impre “Imp” Seneca Falls, de doble herramienta, donde se cisa o con un acabado grosero. Por consecuen tornean a un diámetro exterior de 20,66-20,79 milí cia, deberá emplearse siempre un mecánico experi metros. Las herramientas del torno están dispues mentado para manejar una máquina de tallar rayas tas de tal manera que se dividen el corte durante que utilice esta clase de herramienta de corte. 52 En la actualidad se ha hecho más popular el cese1 cañón verticalmente debajo del émbolo de una método de brochado de las rayas, obteniéndose con prensa hidráulica Fox de 15 toneladas, forzándole a él un considerable ahorro de tiempo. Las máquinas comprimirse a través del agujero de una matriz ci utilizadas en este proceso poseen un mayor automa líndrica, con lo cual se redace su diámetro exte tismo y requieren un personal menos adiestrado. rior a 19,55 milímetros, experimentando un alar En cuanto a la Guide Lamp Division, ha prescin gamiento de unos 25,4 milímetros aproximadamen dido completamente de las operaciones de mecani te. Como elemento lubricante se emplea una mez zado en el rayado, utilizando para reemplazarlas cla compuesta de lubricante Sturaco para a’ta una operación de estirado, por medio de la cual a presión y aceite de parafina. El cañón es intro pieza que ha de constituir el cañón sufre una com ducido completamente a través de la matriz, sa lien do por la base de la prensa. ____________________ Separación del cañón del mandril. Pero lo que llevamos explicado hasta ahora de esta operación es la mitad del proceso de estampado. El mandril se encuentra en este momento fuerte mente comprimido por el cañón, hallándose ambos acuñados el uno al otro por medio de las rayas que se habrán conforma do en el último por efecto de la presión ejercida por los campos existentes en el primero. Será, pues, pre ciso efectuar la separa ción del mandril, sacán dole fuera del cañón. Para ello se utiliza una laminadora especialmente diseñada para este objeto. Dicha máquina de lami nar, que fué construida en el taller de herramientas de la Guicle Lamp, consis te en dos anchos rodillos FIG. •5•a Operación del tallado de las cuatro rayas, de superficie convexa, sobre el mandril estampa, valiéndose de una rectificadora. La precisión de la operación se consigue por me y otro pequeño que sirve dio de un dispositivo copiador especialmente diseítado para este obfeto. de soporte. Los dos rodi llos anchos son movidos por un motor, encontrán presión a un diámetro más pequeño sobre un man dose engranados uno al otro por medio de una ca dril, en cuya superficie externa se encuentra tallada dena con su correspondiente multiplicación, que hace que uno gire a una velocidad aproximadamente la estampa inversa de las rayas. Por medio de este proceso se labran cuatro rayas el doble que el otro. El pequeño rodillo soporte, de o,ioi milímetros de profundidad y 2,895 milí como su nombré indica, solamente sirve para sos metros de anchura, con un paso de la hélice, que tener la plieza que se maneja. El cañón es introdu sirve de trazado, de 381 milímetros. Las rayas debe cido en la máquina por medio de una guía en rán mantenerse dentro de unas tolerancias, en más de tal modo que los rodillos la apresan con un pe o en menos, de 0,038 milímetros, debiéndose tener la queño ángulo de ataque y a una distancia de 0,79 mi precaución de limpiar cuidadosamente las piezas límetros por debajo de la línea de centros de los mis antes de comenzar la operación. mos, que le imprimen un impulso hacia adelante. La operación de estirado se verifica de la manera El principio operatorio es análogo al de una má siguiente: Se inserta dentro del cañón un mandril que quina rectificadora sin centros. El efecto es disten tenga un reborde en uno de sus extremos, con ob der el metal ligeramente, haciendo que se dilate el jeto de facilitar su colocación. El juego o vano que cañón. Cuando la pieza tratada sale por ci otro ex quede entre la superficie externa del mandril y la tremo de la máquina, el mandril se encontrará suel to en el interior del cañón. Se coloca entonces este interna del cañón habrá de ser de unos 0,254 milímetros, por lo cual la operación de introducir el último en una ranura de forma de V, con un ex mandril podrá hacerse con facilidad. Se coloca enton tremo bloqueado desalojando el mandril. 33 Fi&. 6.a_Operación de enbcelme y soldadura de las dos piezas estampa das que constituyen las nzitades del caón de me canismos d e 1 subtusil ametrallador M3, valién dose de una mesa gira toria on tres bastidorc.s de trabajo. Fis. 7.a_ Operación de ajustar ezactamente la boquilla del cargador en el cajón de mecanismos por medio de un macho impulsado or una prensa hidrdulica American Broach de 12 toneladas. la prensa. La otra operaria que recibe los caño nes que salen de la laminadora es la que los colo ca en el dispositivo separador de los mandriles. Por lo demás, no se exige destreza especial para ninguna de las operaciones del proceso. Como acabamos de ver, la calidad del rayado dependrá de la precisión con que se haya labra do la estampa o cajeado del contraperfil de las rayas en los mandriles. Estos mandriles son fabri cados a base de acero templado al aceite, indefor mable, tipo Ketos de la Crucible Steel Company (carbono, o,o; cromo, o,5o; manganeso, i,i5; tungsteno, 0,50). Después de templados, los man driles son rectificados en desbaste a 11,58 milíme tros, y después en afino a 11,417 milímetros de diámetro exterior. Entonces son colocados en una rectificadora Cincinnati, equipada con un disposi tivo especial para formar el acanalado helicoidal. Dicho dispositivo consiste en un sencillo husillo copiador de precisión, al cual se engarza la pieza a trabajar, valiéndose para ello de una placa provis ta de cuatro agujeros pasantes, que sirven para su ministrar una correcta referencia de los cuatro cam pos a labrar sobre el mandril. Este dispositivo ase gura la utilización de la misma porción del husillo copiador para el tallado de cada raya, de tal ma nera que los pasos de las mismas serán idénticos. Montado el mandril entre centros, con un soporte central para preservarlo de cualquier curvado, se coloca la muela de rectificar de manera que forme correcto ángulo de la hélice. Inmediatamente en El conjunto de operaciones que constituyen el el cima de la rueda se monta un diamante sobre un proceso de elaboración del rayado, es decir, el tra brazo radial, con una longitud equivalente al radio bajo de estirado, laminado y separación del man del mandril, en el arranque de los campos. Debemos dril, es efectuado por un equipo de tres operarias. recordar que ésta muela está encargada de confor La laminadora y el expulsor del mandril se encuen mar la superficie convexa que se extiende entre los tran dispuestas de tal manera que la operaria que campos, de manera que será necesario que la super recoge los mandriles que salen por la base de la ficie frontal de la rueda sea cóncava. En dicha má prensa de estampación por estirado y los introdu quina, la superficie entre los campos se rebaja hasta ce entre los rodillos de la laminadora, podrá 11,214 ± 0,005 milímetros. Para asegurarse antes también recoger los mandriles expulsados de los de la operación de rectificado que el radio y lados de cañones y devolverlos de nuevo a la operaria de la rueda se encuentran perfectamente centrados, se - 54 Entonces se taladra y escaria el manguito en una utilizará un calibre especial. Después del rectificado taladradora Avey, para enchavetarlo al cañón. se limpia e inspecciona y se envía al departamento Ahora bien; puesto que el taladro a efectuar es de de cañones para ser utilizado en los ulteriores pro mediacaña, se utilizará un dispositivo especial para cesos de fabricación. Por otra parte, puesto que el mandril se desgasta guiar la broca. El trabajo se inicia con una broca realmente poco en la operación del estampado de de punta plana, con objeto de establecer un las rayas del cañón, uno solo de ellos nos servirá asiento plano sobre la superficie angular del man para un gran número de veces. De hecho, antes de guito; después se utiliza una broca salomónica has ta acabar el taladro a lo largo de la junta del man tener que desechar un mandril como inútil, se ha brán elaborado, por lo general, con el mismo más de guito con el cañón, para terminar pasando el esca riador. El enchavetado del manguito con el cañón 10.000 cañones. Después de la operación de lami nado, el mandril se habrá separado algo más de una se efectuará por medio de un pasador, que se intro centésima de milímetro de la superficie interna del duce en el taladro valiéndose de un pequeño ataca cañón, encontrándose suelto dentro del mismo. dor sujeto al dispositivo alimentador de la taladra Bastará entonces que se le haga girar media vuelta, dora. Colocado dicho pasador, se retunden sus ex tremos por medio de un dispositivo de doble acción operación que no ofrece dificultad, para que el man dril se deslice a lo largo de las rayas practicadas en simultánea movido a mano, para evitar que éste pueda desprenderse. Después se calibra la parte del el cañón saliendo de su interior. ánima destinada a recibir la bala, así como el cono Si el mandril se encuentra demasiado “apretado” al cañón cuando se le intenta separar del mismo, de unión a la recámara, valiéndose para ello de un puede rozar, dañándolas, las rayas estampadas en calibre de varilla con cabeza avellanada, mientras el cañón; por el contrario, si se encuentra demasiado él resto del ánima se someterá simplemente a una inspección ocular. Finalmente, el cañón es remitido suelto, entonces podremos perder el control del ta a los inspectores del Departamento de Industria Mili maño de las mencionadas rayas. La práctica conse guida con la laminadora ha permitido obtener, sin tar para que éstos efectúen la adecuada verificación. Los cañones destinados a la inspección son intro embargo, el mencionado huelgo de 0,012 milíme tros, de una manera corriente, durante la operación. ducidos en grupos de 14, con sus extremos obtura dos con tapones de caucho, en unos cestones espe ciales de alambre, donde son limpiados con un di Itecortado de los extremos derectuosos del cañón. del petróleo, enjuagándose después con Los cañones provenientes de la operación del es solvente agua caliente y recubriéndolos, finalmente, por me tampado de rayas son inspeccionados en cuanto a dio del proceso Parker Lubrite (Parquerizado). dimensiones y enderezado. Después se avellanan proceso, cuya ejecución dura unos quince mi sus extremidades y se colocan en un torno Imp, Este nutos, procura a los cañones un recubrimiento pro donde son de nuevo torneados con dos herramien tector de color negro, que evita su corrosión e im tas, dejando su diámetro exterior entre 19,55-19,68 pide la reflexión sobre el mismo de los rayos solares. milímetros. Entonces pasan a un torno Diehi, don A continuación de este tratamiento, los cañones de se cortan y avellanan sus extremos. son comprobados por medio de un calibre especial El recortado de los extremos del cañón ase de varilla para verificar el rayado, el cual consiste gura un estampado mucho más uniforme de sus ra yas, a causa del “resalto” de ajuste que se verifica simplemente en un calibre de precisión que lleva su superficie exterior unos relieves idénticos a los a la entrada y salida del cañón en la matriz, donde en salientes de los campos tallados sobre el mandril se verifica el estirado. Además, la operación del es que sirvió para confeccionar el rayado del cañón. tirado forma un cono sobre uno de los extremos del Dicho calibre se pasa a lo largo del ánima de cada cañón, mientras que en el otro forma una especie cañón, comprobando de esta manera que el rayado de copa, defectos que son eliminados al cortar di se ajusta a las dimensiones y paso estipulado. chos extremos. Después de la inspección final por el personal del Los cañones pasan entonces a dos rectificadoras Departamento de Industria Militar, dichas piezas sin centros, donde se rectifican en desbaste y en se transportan a los almacenes generales. acabado, respectivamente, el diámetro exterior de los mismos. En esta operación se mantendrán unas Elaboración de las piezas de acero estampado. tolerancias de 0,012 milímetros en sus dimensiones, La fabricación de las piezas de acero estampado las cuales se comprobarán en un calibrador óptico de la pistola ametralladora M3 se efectúa siguiendo (de sombras) Sheffield. El manguito que efectúa la unión del cañón al la práctica corriente, con ligeras variaciones, al ob cajón de mecanismos se ajusta al cañón con una jeto de obtener un grado de precisión que no es fre prensa hidráulica de io toneladas de la American cuente en las operaciones relacionadas con este Broach Company, para lo cual dicho manguito se método de fabricación, pues deben mantenerse unas coloca en un cojinete, manteniendo el cañón’ por tolerancias del orden de 0,076 a 0,127 milímetros. encima, mientras el émbolo de la prensa se dirige Para conseguir este grado de precisión es necesario hacia abajo con una presión de ajuste de o,oo8 efectuar un mayor número de operaciones de pren a 0,037 milímetros. Aunque este ligero forzamiento sado que las llevadas a cabo durante el procedi miento corriente. Después de conformadas las piezas, puede compximir algo el cañón, esto no tiene impor son reestampadas, repasadas (frecuentemente con tancia, pues la próxima operación es el recamarado del extremo del mismo, lo cual se verifica en una dos operaciones de repasado) y reenderezadas, con máquina Diehl número 2, de roscar a mano. objeto de eliminar la distorsión y alabeo. 55 Por otra parte, puesto que en las ulteriores ope raciones de soldadura, bien por resistencia o al arco, utilizadas para la unión de los distintos elementos constitutivos de los organismos de las pistolas ame tralladoras, dichos elementos son sometidos a los efectos del calor; habrá que prevenir los mismos por medio de dispositivos adecuados en los equipos de soldadura, o bien corregirlos por subsiguientes ope raciones de prensado o fresado. Una de las piezas estampadas más importantes de la pistola ametralladora M es el cajón de mecanis mos, pues constituye el principal cuerpo del arma, al mismo tiempo que sirve de alojamiento al cierre y forma la culata de la misma. Dicho cajón de me canismos está constituído por dos chapas de acero estampado convenientemente soldadas y numero sas piezas estampadas de pequeñas dimensiones, las cuales se encuentran soldadas por puntos a las su perficies exteriores de las mismas. En el extremo anterior del cajón de mecanismos se encuentra sol dado al arco eléctrico un collar roscado interiormen te para recibir las roscas externas practicadas sobré el manguito que anteriormente había sido enchave tado al extremo posterior del cañón. El cajón de mecanismos está fabricado de fleje enrollado de acero, laminado en frío, de un espesor de 1,57 milímetros. Los flejes brutos son estampa dos desde el rollo, sometiéndoles entonces a la pri mera operación de estirado, que se verifica en una prensa excéntrica. A continuación se graba rá el moleteado de la empuñadura, valiéndose de una prensa de cigüeñal. Se conforman en acaba do las dos mitades, ajustándose la una a la otra valiéndose para ello de una brida colocada rodeando la parte exterior, siendo finalmente soldada a las mismas durante la operación de soldado y formando el nervio de dicho cajón de mecanismos. Sobre la mencionada brida y en cada una de las dos mitades se dejará un resalte, que vendrá a constituir el pun to de mira. Otras operaciones de prensa consisten en horadar cinco agujeros, ajustar el extremo anterior y el alo jamiento del cargador, así como horadar la ventana de expulsión (en una de las mitades solamente). Después de estas operaciones de prensa se afectúan los correspondientes desbarbados, quedando enton ces listas las piezas para la soldadura. Entonces se coloca sobre la mitad del cajón de mecanismos un pequeño casquillo de acero, sujetándolo por medio de un dispositivo especial y soldándo lo con soldadura rápida de plata a la llama de gas natural. Este casquillo servirá después de alojamiento al fiador del disparo. Las varillas que constituyen los laterales del culatín resbalan a lo largo de unas guías de chapa de acero, con una canal, adosadas a los lados del cajón de mecanismos. Para efec tuar la fijación de dichas guías se colocan en un dispositivo especial conjuntamente con la correspondiente pieza estampada, que consti tuye el cajón de mecanismos, mantdniéndolas en posición correcta por medio de unas pinzas acodadas. En esta posición, una máquina Taylor Winfield, de soldadura por puntos, efectúa la unión de las guías al mencionado 56 9._El Fin. fresado de los flancos del pun to de mira se eJectua colocando el cajón de mecanismos en un dispositivo, con un ín gulo determinado por el indicador de cua drante relacionado con el alza de puntería. cajón de mecanismos. Primeramente efectúa la sol dadura de una de las guías, y después, dando una vuelta a la pieza, suelda la otra. Dichas guías ten drán que colocarse con gran precisión, valiéndose de unas varillas que tiene el dispositivo de sujeción, a la máquina de soldar pues posteriormente habrán Fis. Sa_Una mdquina proveniente de un torno transformado sirve para hacer girar el cajón de mecanismos, mientras se le suelda anto;nçtticamenje al arco eléctrico un collar va liéndose de un cabezal de soldar sistema Una. de servir de referencia durante el acabado del con junto del cajón de mecanismos. Sobre el cajón de mecanismos hay que hacer dos series de operaciones de prensado, una sobre cada mitad del mismo. En general, la mayor parte de las operaciones serán las mismas, consistiendo la dife: rencia principal la ventana rectangular para la ex pulsión de vainas, que hay que practicar en la mi tad de la derecha. Dichas dos mitades se colocan conjuntamente en un dispositivo de sujeción de tres posiciones, que consiste en una mesa giratoria, en la cual se colocan las mitades de que se trata por medio de los agujeros pasantes, previamente punzonados y con un taco que se ajusta dentro del extremo anterior. Las citadas mitades se ajustan en posición por medio de pinzas y se sueldan en un número suficiente de puntos para mantener una unión rígida. El conjunto se envía entonces al ta ller de soldadura principal, donde se suelda en acabado. Cada pieza es manipulada por un obrero, que hace deslizar un eje dentro del conjunto, atenazán dde fijamente dentro del dispositivo de soldar, que se mantiene sobre un soporte universal. Cada so porte tiene un apoyo guía para la mano del operario, de manera que éste pueda conducir el soplete de una manera más segura. También tiene un freno para impedir que gire el dispositivo de sujeción, excepto cuando se suelta por medio de un pedal. Durante la operación de soldar, las bridas pues tas sobre las dos piezas estampadas se unen a las mismas sin necesidad de metal de aportación. Sin embargo, las partes que resulten con juntas defectuosas se enviarán a un banco de repasado, donde se utilizarán varillas de soldar para aportar metal donde sea necesario. Después de efectuadas las soldaduras en el con junto del cajón de mecanismos, éste pasa a una se rie de operaciones de acabado y dimensionado. Por ejemplo, el agujero redondo practicado en el extremo anterior se ajusta a sus dimensiones defi nitivas, embutiendo en su interior un punzón por medio de una prensa hidráulica American Broach de 12 -toneladas. Para lograr el acabado del aloja miento del cargador se efectúa una operación simi lar. Entonces se coloca el cajón de mecanismos so bre un eje, que actúa como matriz, mientras se punzonan las dos canales de los extremos. Estas ca nales servirán de soportes a las varillas, sobre las cuales corre el cierre del arma. Entonces se mantiene el cajón de mecanismos en unos cepos en V, sujeto por medio de una brida, mientras se horada el extremo, valiéndose de una broca Avey. Se inserta un collar dentro del agujero horadado, introduciéndolo en la verdadera posición que debe adquirir, por medio de un martillo de co bre. Se suelda entonces el collar a la chapa, valién dose del arco eléctrico, después de colocar el con junto en un torno transformado, el cual hace girar a la pieza lentamente, mientras se va haciendo la soldadura con un cabezal de soldar Una, de alimen tación automática. Los collares utilizados son pie zas torneadas automáticamente y adquiridas a in termediarios. Después de soldado, se efectúa el ros cado en el interior del collar, utilizando para ello un macho de rosca a mano. A continuación se taladran los agujeros pasantes, cojinetes del fiador del dispa rador, valiéndose de un dispositivo que mantiene el cajón de mecanismos por las guías del culatín, por uno de sus extremos, y la rosca del collar, por el otro. Una serie de operaciones de fresado efectúan el acabado o afinado del extremo del cargador, prac ticando las mortajas para instalar el muelle del trin quete, el agujero del gatillo y el rebajo para la lá mina qué sirve de pestillo al cargador. La ranura para el guardamonte se practica en una fresadora Rigidmil; otra operación de fresado es hacer la ra nura o muesca del punto de mira en una fresadora manual Kent-Owens. Se monta entonces el cajón de mecanismos en un dispositivo especial, colocándose el alza en su co rrecta posición sobre la cresta del mismo. El men cionado dispositivo es alimentado hacia adelante por medio de una cadena transportadora hasta co locarlo debajo de una campana, donde trabajan los soldadores. Cada soldador atiende a las dos lí neas de la cadena transportadora, de manera que se monte uno de los dispositivos mientras está tra bajando sobre el otro. Debajo de la dicha campana efectúa la soldadura del alza en su correcta posición. En este momento el alza permanece “ciega”, es de cir, que no se ha horadado ningún agujero sobre ella todavía. La operación inmediata es fresar los laterales del punto de mira, para lo cual se monta el cajón de mecanismos sobre un dispositivo de fijación, con un ángulo determinado por un indicador de cua drante en contacto con el alza. Otra operación de prensa conforma de nuevo el alojamiento del cargador. Esto se efectúa valiéndose de un punzón conformado a las dimensiones correc tas, que le suministra un enderezado adicional, de manera que éste pueda recibir el cargador libre mente. Durante esta operación se coloca una ma triz que quede holgada sobre la parte exterior ci líndrica del cajón de mecanismos, con objeto de im pedir que éste pueda abrirse por la acción de la prensa. Después se fresa la ranura situada enfrente del gatillo, valiéndose de una fresadora Kent-Owens y manteniendo el cajón de mecanismos en un dispo sitivo operado por una excéntrica, Entonces se suel da a puntos la bisagra de la tapa de la ventana de expulsión. El armado de la pistola ametralladora M3 se efec túa trabajando a la cadena y con operarios en su mayor parte femeninos. Las distintas partes de la misma se extraen de los almacenes o parques del Ejército, colocándose sobre una cadena transporta dora, a cuyos lados se encuentran sendos bancos de trabajo. Las operarias toman las distintas piezas de la cadena, volviéndolas a colocar sobre la misma después de haber efectuado la operación encomen dada. Al final del armado de la misma, un determi nado número de inspectores efectúan un ensayo preliminar de funcionamiento del arma, con ob jeto de asegurarse de que las partes móviles respon den correctamente al funcionamiento manual de la misma. Después de esto, las pistolas ametralladoras se colocan en un transportador vertical de cadena, el cual las eleva y transporta a la galería de tiro, en - 57 io.-—Los ensa’os de funcionamiento y pruebas de lio se llevan”acabc en’una serie de cabinas, a las cuale, son transpor tadas las armas completamente montadas por medio de un transportador. En la foto gral la del dngulo se muestra la cera ción do colocar un arma dentro de fa caja blindada, desde donde efectda los disparos. FIG. donde se las somete a nuevos ensayos de funciona miento y pruebas de tiro. El procedimiento seguido para estos ensayos con siste en colocarlas en una caj a blindada de gruesa chapa de acero, disparando primeramente con una carga de ensayo que contiene un 25 por ioo más de pólvora que la normal en las municiones de guerra. Dicha caja viene a hacer las veces de una cámara de seguridad, estando dispuesta de tal manera que el arma no puede ser disparada hasta que no se ha asegurado el cierre de la misma. A continuación de esto se efectúan las pruebas de funcionamiento que describimos seguidamente. Pruebas do íuncionamiento del arma. Inmediatamente después de la prueba de sobrepresión se coloca un cargador repleto en el arma, situada en la misma caja blindada que acabamos de mencionar, y se disparan en fuego ametrallador sus 30 cartuchos, comprobando que el arma no sufre ningún desperfecto. Al principio de poner en prác tica esta prueba de funcionamiento se disparaban 120 cartuchos, descubriéndose tan pequeñas irre gularidades, que se decidió reducir, sin perjudicar la garantía, el número de disparos a efectuar. Caso de observar algún defecto de funcionamiento, se de volverá el arma para su inspección y corrección del defecto observado. A continuación se efectúa la prueba de precisión del arma, prueba que se aprovecha al mismo tiempo para practicar el orificio de puntería del resalte del alza, que conjuntamente con el punto de mira nos servirá para materializar la línea de mira. Para efectuar dicha prueba se hacen dos disparos pre vios que calienten el cañón, y a continuación se hacen cinco disparos, que deberán quedar compren didos dentro de un círculo de 76,2 milímetros de diámetro, sobre un blanco situado a 30,5 metros de 58 distancia. Una vez comprobado que el arma satis face a este requisito, se monta un anteojo telescó pico sobre la supuesta línea de mira. Entonces, actuando sobre tres tornillos de ajuste que perma necen en contacto con el alza y un contacto fijo sobre el punto de mira, se lleva la cruz reticular del anteojo sobre el centro del agrupamiento de los cin co disparos. Por otra parte, el soporte del mencio nado anteojo está provisto de una guía husillo de portabroca, la cual se utiliza para guiar la broca que ha de hacer el taladro del orificio de que se trata (en el resalte del alza), cuando la citada cruz reticu lar, y por consiguiente la guía, se encuentran en la correcta posición. Este método de taladrar el orifi cio del alza sitúa la línea de mira del arma en di rección de la trayectoria media que determina la precisión del arma. Otra de las pruebas efectuadas es la de la inter cambiabilidad de sus piezas. Para dicha prueba se agrupan las armas en lotes de 500. De cada lote se separan 20 de ellas, desarmándolas y entremez clando sus piezas. Armadas de-nuevo “otras” 20 ar mas, eligiendo al azar las piezas entre las mezcladas, se sometenn a las mencionadas pruebas de funcio namiento y precisión. Satisfechas estas pruebas, se toman dos de estas 20 armas y se reemplazan la ma yoría de sus piezas por otras de respeto tomadas de los almacenes generales. Si el resultado obtenido es satisfactorio, se dará por definitivamente aceptado el lote de las 500 armas. Y para terminar, pongamos una vez más de mani fiesto la imprescindible necesidad de llevar a cabo este proceso de fabricación con arreglo a las más estrictas normas de precisión, para asegurar que cada arma es completamente intercambiable, no solamente con las elaboradas en el mismo lote, sino también con las piezas de respeto que jamás fueron montadas sobre ninguna otra arma. EL U1SECTKIDfl ESPnflOL “666” Comandante Farmacéutico F. MORENO MART[N, dci Laboratorio Central. INTRODUCCION Dos magníficos artículos hemos leído en esta Re vista que se han ocupado de insecticidas: uno, debido al Coronel farmacéutico Sr. Santa Cruz (4), y el otro, al Comandante médico Sr. Allué (2). Ambos han di vulgado las excelencias del moderno D. D. T. en la lucha contra los insectos perjudicialespara el hombre. El primero de dichos trabajos estudia este producto con extensión,junto a otros insecticidas,y el segundo se dedica a él por entero, dando noticias muy útiles sobre su modo de empleo en el Ejército. En el primer artículo citado figura ya el “666”, mái moderno que el D. D. T., y objeto de intensivos o in cesantes estudios por parte de la ciencia española, que desde el primer momento comprendió poseía cualida des que le hacían superior al D. D. T. en la lucha con tra los insectos. Las investigaciones nacionales e inglesas sobre el nuevo producto vienen demostrando este extremo tan cumplidamente, que creemos llegado el momento de romper una lanza en favor del “666”, que ya tiene mé ritos para enfrentarse al D. D. T., dueño de casi todo el campo en la lucha insecticida moderna. El tema nos es simpático en extremo por ser descu brimiento español, aunque los ingleses puedan decir también, y con sobrada razón, que es suyo. Una cues tión de fechas ha dado lugar a esta paridad, de la que tenemos muchos ejemplosen la historia de la ciencia. Son varios loshechos descubiertosindependientemente por dos hombres, y la historia los conserva con sus dos nombres, como si fueran dos apellidos de uno mismo: la ley de Boyle y Mariotte es un ejemplo. La dificultad de comunicaciónentre los pueblos, en tiempos pasados, favoreció el que esto ocurriera más de una vez, a pesar de que no estan sencillo descubrir. Precisamente aho ra, con motivo de la pasada guerra universal, se ha re petido el caso: los pueblos se incomunicaron,laboraron con independenciay llegaron al mismositio. La misma semilla, caída en terrenos abonados, acaba por dar fru to más pronto o más tarde; ingleses y españolescono cieron la actividad del D. D. T., compuesto dorado COfl núcleo bencénico,y ambos, independientemente, bus caron si había otro, también dorado, que se le pare ciera. Por eso consideramosque este sobresalientedes cubrimiento es nuestro, sin negar que también lo sea inglés. Nosotros estábamos convencidosde que la adquisi ción era española desde antes de la publicación del artículo del Sr. Gomeza (3); mas, para el que no esté en antecedentes, recomendamos la lectura de aquel trabajo, con la seguridad de que llegará al mismo con vencimiento y sentirá la natural satisfacción.En pro de esto, precisamente, queremos hoy tomar la pluma para defensa y divulgaciónde nuestro excelenteinsec ticida, pues de los estudios que sobre él venimos ha ciendo, hace más de un año, en comparación con el maravilloso D. D. T., tenemos ya la convicciónde que el “666”le supera en aspectos tan interesantes como el económico, poder insecticida, persistencia y menor toxicidad. Todos estos factores son tan importantes, que contrapesan el inconveniente de cierto olor que el “666” tiene, no agradable, pero que, siendo lo pri mero que percibe el que lo emplea, se siente impulsado a despreciarloy añorar el D. D. T., que no tiene olor. Aunque pretendemos hacer una exposición algo completa del nuevo producto, consideraremoscon de tenimiento su cualidad olorosa, con la ilusión de llevar a nuestros lectores el convencimiento que tenemos de que tal propiedad, más que un inconveniente,pudiera ser una ventaja. La razón de que entendamos de estos insecticidas, puramente práctica, es la siguiente: Al llegar a España la noticia del D. D. T. y tenerse conocimiento de los extraordinarios servicios que ha bía prestado a los Ejércitos aliados, nuestro Mando ordena al Laboratorio Central el estudio de tan inte resante producto, en el sentido de intentar su síntesis e informarle de las posibilidades de su preparación. La dirección del Centro encarga a su Secciónde Inves tigación realice los trabajos pertinentes a tal fin, y nosotros hubimos de abordar el problema. La síntesis fué lograda en todos sus aspectos, y, como era obligado, aparte de los ensayosquímicospara 59 caracterizar el producto obtenido, hicimos pruebas biológicas sobre los insectos a nuestro alcance (moscas, mosquitos, hormigas, chinches y cucarachas), conven ciéndonos entonces de su gran agresividad para estos seres, los cuales morían con los síntomas ya divulga dos y en el tiempo que también se consigna en traba jos anteriores. Tales ensayos fueron realizados con una dilución al 5 por 100 del D. D. T., preparado por nosotros, en talco, y, en comparacióncon fórmulas comercialesque ya circulaban por el mercado, no encontramos nada que anotar ni en pro ni en contra del obtenido por nosotros. Terminada nuestra labor, informamos a la Superio ridad de lo hecho y observado,y además hicimosunas instrucciones sobre el D. D. T., que se imprimierony repartieron por las dependencias de Farmacia Militar, para informaciónde nuestros técnicos.Mas,por enton ces, llegó a nosotros la nóticia de que otro insecticida, de más efectoaún que el D. D. T., se estaba estudiando en España. Supimos que probablemente se trataba de exaclorocicloexano, y tan verosímil nos pareció la no ticia, que, sin pérdida de tiempo, nos dispusimos a es tudi arlo. Ya estaba hecho el producto, identificadoy ensayado en nuestros animales de experimentación con magní ficos resultados, cuando recibimos una muestra del mismo insecticida, fabricado por un laboratorio indus trial español. El olor del paquete, bien conocidoya por nosotros, identificaba el contenido con el exaclorocicloexanoque. habíamos preparado y ensayado. Nuestrosprimerosin formes fueron ciertos, y ahora se descubría el autor de tan importante adquisición. No reclamamos para nosotros nada que se relacione con este descubrimiento:nos basta con saber que es de España; pero sí nos interesa consignar que nuestro Mando posee un informe nuestro, con fecha 23 de agos to de 1945, resumen de nuestro estudio, antes de reci bir muestra alguna, en el que concluimosque el exa clorocicloexano era preferible al D. D. T., por varios conceptos, como insecticida utilizable por nuestro Ejército. Nuestra impresiónfué muy grata cuando leí mos en el D. O. del Ministeriodel Ejército, número235, del 20 de octubre de 1945,una orden considerando de utilidad para el Ejército el producto de que nos veni mos ocupando, fabricado por la industria particular española. Hemos hecho esta pequeña introducción para justi ficar el que nos atrevamos a escribir en la divulgación de este producto. thews (4) estudia las formas alfa y beta del hexacloro benzol y da nuevo método de preparación y separa ción de ambos isómeros. Van der Linden, en 4912 (5), publica los resultados de sus investigacionessobre el mismo producto, preparado por el método de Mat thews, en el que encuentra cuatro isómeros: alfa, beta, gamma y delta. Los cuatro son aislados por él y estudiados desde un punto de vista puramente quí mico. Actualmente no se conoce más, que nosotros sepa mos, de la química de estas especies;en este estado las recoge la ciencia actual, que estudia casi exclusiva mente sus propiedades biológicas,descubriendoen ellas un agente que supera al D. D. T. como insecticida. La primera noticia que tenemos, de origen inglés, en tal sentido, aparece en el año ‘1945, por una confe rencia del Sr. Roland Slade (6), en la que declara que el “666”fué ensayado en 1943contra pulgones, en sus titución del derris, al que aventajaba, y desde enton ces se sucedieron los ensayos contra plagas del campo principalmente, mostrando sus excepcionalescualida des insecticidas. Por parte española, los primeros ensayos sistemati zados contra las plagas del campo se realizaron en el Instituto Central de Fitopatología Agrícola en febre ro de 4944. El Sr. Benlloch(7), en Agricultura, expone los resultados de sus experiencias.Desde entonces los ensayos se han multiplicado por ambas partes, y el “666” aparece hoy como un excelente insecticida, como atestigua la ya copiosa literatura que sobre él se ha heçho. Actualmente, su nombre correcto es exaclorociclo exano, y el anagrama “666”, que le representa, resulta de eliminar en su fórmula empírica (C6H6C16) los símbolos de los elementos constituyentes. Su fórmula, desarrollada en un plano, explica cómo pueden existir nueve isómeros,según la teoría admite. al igual que en la inosita (de la que el exaclorociclo.. EL COMPUESTOQUIMICO exano sería su ester clorhídrico),en la que ya se cono cen cinco de esos isómeros,aunque la fórmula estérica de algunos no esté determinada exactamente. En la exposición que se inauguró en Londres el 5 de junio de este año,.con objeto de mostrar las más im portantes adquisicionesde los investigadoresquímicos Historia.—El producto que nos ocupa tiene por fór mula empírica C6HGCIG, y su conocimientodata del año 4825, en que Faraday lo descubrey le da el nom bre de hexacloruro de benceno. En el 1894, Mat 60 CI CI H durante la guerra, en su sección “La química y las en fermedades”, aparece el “666” junto a las sulfamidas, penicilina y paludrina (el mejor antipalúdico y más reciente). Entre otros pormenores, se exponen mode OH OH OH fi 2 OH los moleculares de los cuatro isómeros conocidos del exaclorocicloexano. También se le llama gammaexano,por ser el isómero gamma el de mayor actividad insecticida, aunque su proporción en la mezcla de isómeroses bastante baja. Preparación.—Por la accióndirecta del gas cloro so bre el benzol, catalizada de diversas maneras, se ob tiene el producto de adición que estudiamos. Cada mo lécula de benzolllega a tomar seis átomos de cloro y... nada más. Lo decimos así porque prácticamente la pre paración es tan sencilla, que, por ejemplo, por el mé todo de Matthews, basta pasar una corriente de cloro por benzol superpuesto a una solución de sosa al ‘1 por loo para que, ya en frío, el cloro se fije en el ben zol. Este se va haciendocada vez más amarillo y denso, hasta que lo es más que la sosa y cae al fondo del reci piente. El benzol dorado no tarda en cuajarse en masa cristalina, que puede darse como producto bruto para muchas formas de empleo y cuya purificación puede realizarse por diversos medios, todos sencillosy econó micos. Sencillos y económicosson también los procedimien c i%z 3 tos que catalizan la unión del cloro al benzol con el empleo de la luz. Los rendimientos llegan a ser del 95 por ‘loo respecto al cloro y al benzol, que son las únicas materias primas que se emplean. El costo de producción del “666”, en cualquier cir cunstancia, vendría a ser ‘1/5aproximadamente del que tuviera el D. D. T. La síntesis de éste es también muy sencilla: se forma condensando el cloral con monoclo robenzol, en presencia de un deshidratante enérgico, como el ácido sulfúrico concentrado. Pero, por sencilla que sea esta preparación, aun el más profano compren de que no tiene comparacióncon la del “666”; y el téc nico que observe la intervención del cloral en aquélla y conozca las condiciones antieconómicas en que su industria se desarrolla hoy, de antemano concibe que huelgan los razonamientos para defender al “666” con tra el D. D. T. en el aspecto económico,cosa que la práctica confirma. El D. D. T. nacional se ofrece a un precio que, en números redondos, oscila entre ‘100y 300 pesetas kilo, según su pureza, y el “666”, a 60 pese tas kilo. Sin competencia. Propiedades.—El “666” se presenta como producto sólido, pulverulento, blanco, formado por una mezcla de cristales de los isómerosque lo constituyen. Repeti ñios que los aislados han sido designadospor las letras , 3, y y & El alfa es el más abundante en el producto comercial: cristaliza en prismas monoclínicosy funde a ‘157°; el beta cristaliza en formas cúbicas, funde de ‘197° a 309°y forma con el alfa un eutéctico con punto de fusión en 155,5°;el gamma forma cristales acicula res cuando se separa del ácido acético,rómbicoscuando lo hacen del éter, y funde a ‘11O°-113°;del delta se dice que aún no ha sido obtenido con la suficiente pureza, pero se da como punto de fusión la temperatura de 129-132°. El producto es-insoluble en el agua, pues todos los isómeros lo son. En los disolventes orgánicos no tiene una solubilidad determinada por tratarse de una mez cla de especies de solubilidad bien distintas. Precisa mente esta diferente conducta ha permitido el aisla miento de los isómerosconocidos,empleandola crista lización en unos cuantos disolventes bien elegidos, El beta, isómero el menos soluble, se logra aislar por cristalización en tetracloruro de carbono y en benzol; el alfa se separa cristalizando en acético al 70 por ‘100; el gamma se purifica cristalizándoloen éter, y el delta, el más soluble, se separa empleando alcohol como di solvente y medio de cristalización. El isómero alfa puede separarse también de los de más por destilación en corriente de vapor de agua, pues mientras él pasa, los restantes quedan en el ma traz. No obstane, este método es lento, ya que inclusoel alfa es difícilmente arrastrable por el vapor a la pre Sión ordinaria. El producto es sublimado sin descomposición,y ya a 100° da abundantes vapores, qu pueden recogerse en bellos cristales sedosos.Puesto sobre lámina metá lica calentada a unos 400°, rápidamente se volatiliza sin dejar residuo, produciendo abundante humo blan co, que pronto se difunde en la atmósfera, se deposita en las paredes del recinto y en ellas se puede reconocer al “666”. Esta propiedad no la posee el D. D. T., y de ella se ha de derivar un modo de empleo de la máxima eficacia, economíay comodidad. Calentado a temperatura más elevada, arde con llama fuliginosa, a la que comunica un tinte azulado 61 y, como es natural, se descompone,quedandoinactivo. Esverdad que las primeras vecesque se huele se per A los agentes atmosféricoses tan resistente, que su cibe la impresiónde humedad; pero no lo es menosque persistencia prácticamente depende de su volatilidad, pronto nos habituamos y, o bien no lo percibimos, o muy escasa a la temperatura ordinaria. Ni el oxígeno acabamos por no saber a lo que huele. Al fin, alguien del aire ni el agua, ya líquida, ya vapor, actúan sobre dice: huele como a yodoformo, huele a botica. Este él; y en cuanto a los ácidos, baste saber que resiste la olor, al menos para los boticarios, es muy agradable. acción del nítrico y sulfúrico fumantes calentados Porconsiguiente, para los que trabajamos con él, a 1000.En cambio, es sensible a los álcalis, que le qui- no es, ni mucho menos, insoportable. Los que estamos tan cloro; mas la acción no es tan sencilla, rápida ni impregnadosde este aroma somospronto descubiertos completa, siendoprecisorecurrir a la potasa alcohólic2 por el olfato de los demás; pero no con gesto de desen caliente,para conseguirquitarle tres átomosde clor agrado,sino de extrañeza por el olor particular. En de los seis que lleva. Unicamente el potasio en alcohol definitiva, declaramos que el olor es extraño; pero absoluto, y en caliente, consigue desligar de la mo- pronto se crea el hábito que le hace muy tolerable. lécula los seis átomos de cloro. Experienciasrealizadas Eldiscutido aroma no ha sido hasta hoy impedi por nosotros, sustituyendo el potasio por el sodio, en mento para el empleo de este insecticida en sus múlti igualdad de las demás condiciones, han demostrado pies usos fuera de casa; pero es aquí, en la higieneper que este metal sólo le quita tres cloros, como hace l sonal, donde ha de entrar desplazando al D. D. T., potasa alcoholica. principalmente por ser éste mucho más tóxico para En medio acuoso, incluso los álcalis fuertes quedan nosotros. La literatura inglesa cita ya casos de intoxi sin acción en frío, como lógicamentepodría presumirse cacionesgraves con el D. D. T., por la ingestión equi de su insolubilidad en agua. del vocada producto, que puede confundirse con haEl amoníacoylos jabones grasosy resinososno reac- rina. Probablemente, si el D.D.T. tuviese un percep cionan con él, aun manteniendo un prolongado con- tibie aroma, y más bien no agradable, tales casos no tacto con el producto dispersado en finísima emulsión. se hubieran producido, y no por ello la Humanidad Por consiguiente,el “666”tiene una resistencia a los hubiera dejado de emplearlo con la profusión que ya agentes, con los que ordinariamente pueda enfren- lo viene haciendo. El “666” es menos tóxico que el tarse, que prácticamente se ha de calificar de invulne- D. D. T., pero la diferencia es cuestión de dosis: irije rabie. pudiera ser rido, mortal; mas su olor particular avisa El D. D. T. también es resistente a estas mismas ac al más inocente, impidiendo toda confusión. ciones (menos a los álcalis, que le quitan un cloro, y Otra ventaja le vemos al olor del.”666”, que, natu ello basta para que el resto sea inactivo); pero la ex ralmene, se traduce en inconvenientepara el D. D. T., periencia demuestra que su persistencia en el lugar y es que, mientras el olor persiste en el lugar tratado, tratado es menor que la del “666”. el producto existe, con todas sus consecuenciaspara Y, finalmente,por lo que respecta a propiedades, no los insectos que le visiten. El D. D. T., como práctica hemos de silenciar una cualidad organoléptica del mente no huele, nada indica cuándo se debe repetir el “666”, que le distingue de todo otro producto químico: tratamiento. En cambio, allí donde huele el “666”, su olor. Comparado con el D. D. T., que no huele, o huele a desinsectante y podemos convivir tranquilos cuando más, deja percibir un ligero aroma frutáceo, con quienes lo emplean. sale malparado el insecticida español con su olor a Además, el que adquiere D. D. T. puede ser fácil moho. Además,ese olor es de una persistencia tal, que mente defraudado, hasta el extremo de comprar algo delata por mucho tiempo la estancia donde se en que carezca del producto activo, como, sin duda, ha cuentra. ocurrido ya con aquellos preparados que han despres Atendiendo a esta sola condicióñ y en igualdad de tigiado a descubrimiento tan trascendente. Con el las demás cualidades, el “666” no tendría posibilidad “666” no cabe fraude tan burdo. de conseguir empleo en el uso doméstico y personal. Noquisiéramos caer en la exageración de asegurar Mas no es éste el caso: el “666” superatanto al D. D. T. que el carácter inodoro del D. D. T. le hace inadecuado en otros aspectos, que nos creemos obligadosa meditai como insecticida; lo importante es el efecto, maravi un poco sobre su olor, a fin de esclarecersi es tan grave lioso en tal producto, y el olor, muy accesorio. inconveniente como para privarnos de su uso, o si, Mas¿no es cierto que cuando en un coche del Metro por el contrario, pudiera relegarse a segundo término se lee el certificadode desinsectación,nos entra la duda o aun representar otra ventaja más que animara a ge- sobresi el cochese habrá insectado de nuevo?Creoque, neralizarlo, en bien de la higiene humana. para más confianza,preferiríamos que oliera a cresoles Locura sería el pretender demostrar que tal propie- (zotal, creolina, etc.), y nadie pretenderá que el olor dad es agradable; pero creemos que no lo es intentar es agradable: si nos dan a elegir entre “666” y creolina, convencer de que no es una cosa tan desagradable; preferimosel primero, y eso que toleramostan de grado que no se trata de un pestilente hedor, insoportable, a la segunda por la limpieza e higiene a que huele. y de que incluso, lejos de ser un inconveniente, es en Para nosotros, el “666” ya no huele a húmedo, sino a ciertos aspectos una ventaja. limpieza también: todo es cuestión de hábito. 62 Por eso no creemos que el olor del “666” sea obs táculo serio para introducir en todos los usos al insec ticida nacional, que por tantos conceptos supera al D.D.T. Tan convencidosestamos de que así será, que con sideramos de poca utilidad nuestras adquisiciones prácticas sobre la desodorizacióndel “666”, preparado por el método de Matthews. Es decir, que si bien la eliminación del olor a moho puede conseguirsesin que el producto pierda mucha actividad, será conveniente dejarle algo, al menos, del olorque le imprimesellotan específico. Es más: en nuestras tentativas de prepara ción de este insecticida hemos encontrado un método, por el que se obtiene con un aroma canforáceodébil y totalmente desprovisto del olor a húmedo. Pero consi deramos que tal método deberá su importancia al he cho de que suministra un “666” muy rico en el isómero gamma (el más insecticida), y no a que resulte sin olor a humedad. Aunque estos trabajos siguen su curso, ya podemos anticipar que nuestro Ejército podrá disponer de este insecticida sin el discutido olor, si ello se considerara necesario, en contra de nuestro modo de ver;, pues, aun pecando de tozudez, insistimos en que un insec ticida debe tener alguna propiedad que avise su pre sencia, y no encontramos otra más apropiada que un olor, particularísimo, tolerable, aunque no sea agra dable. Toxicidad.—El “666” es poco tóxico para los anima les de sangre caliente; así lo evidencian los resultados que poseemos de la experimentación biológica prac ticada por investigadores ingleses y españoles. Del lado inglés, el Dr. H. Taylor estudia la toxicidad de cada uno de los isómeros aisladamente, y conside rando como dosis tóxica la que, administrada por in gestión, produce en siete días la muerte del 50 por 400 de las ratas de experimentación, obtuvo las cifras si guientes: Isómero alfa1,7 betaNo gamma0,19 delta1 — — — gramos por kilo/rata. es tóxico. gramos por kilo/rata. idem íd. mufles, por vía oral, respiratoria, ocular y cutánea, deduce la gran tolerancia de estos animales para el gamma-exano, por cualquiera de ellas. Sobre la piel humana, incluso en las regiones más delicadas, no encontró efecto irritativo. El Dr. Lozano (9) encuentrala dosis de 6 gramos por kilo como la mortal para conejos comunes. La consideración de estos resultados españoles ya autoriza para calificar al “666” como de muy poco agresivo para los animales de experimentación.Extra polando los nümeros hasta el hombre, se deduce que uno de 70 kilos tendría ue injerir una media de 420 gramos en una sola vez para poner en peligro su vida. Aunque creamos que la realidad puede apar tarse mucho de este cálculo, se comprendeque la do sis tolerable ha de ser tan grande, que en la práctica resultará este producto poco menos que inofensivo. El futuro tiene la palabra en su acciónsobre la espe cie humana; pero las pruebas acumuladas hasta hoy garantizan que el “666” es más inofensivo para nos otros que el D. D. T. Este ya dió lugar a la muerte de un niño en Inglaterra, con una dosis aproximada de 0,45 gramos por kilo. Muchose exagerósu innocuidad para el hombre, y en un principio se manejó con ex cesiva confianza, que hoy le ha sido retirada, sin duda por los accidentes que se hayan registrado entre los que lo manipularon o usaron. Lo cierto es que se dan normas en Norteamérica para su aplicación, entre las que va incluidas ciertas precauciones, encaminadas a evitar, en lo posible, el contacto con la piel de quienes lo manejan, y se señalan los antídotos más apropiados para los casos de intoxicación. Además, Telford (10) ha comprobado que la leche de las cabras que habían injerido D. D. T. intoxicó a ratas que la bebieron, provocando incluso la muerte de estos animales, y que la toxicidad de este alimento persiste aproximadamente durante una semana. Asi mismo demuestra que la mantequilla extraída de esa leche es más tóxica que ésta, cosa natural sabido el carácter liposolubledel D. D. T. Estos resultados evidencian cómo este producto puede atravesar el organismo de un animal, pese a la potencia bioquímica del medio, probablemente aco razado por sus lipoides, concentrándose en una secre ción que, de alimento, pasa a ser veneno. De aquí de ducimos que cada día se acumulan más pruebas que aconsejan una mayor precaución en el manejo de este insecticida. Del “666” sabemos hoy que se elabora en cantidad en España y que obreros que trabajan, ya más de un año, en su molienda, no han sufrido accidentes impu tables a él, como declara el Sr. Gomeza en su artículo. Por nuestra parte, damos testimonio de no haber notado molestia alguna después de un año de trabajo con este insecticida, manejado sin precaución de nin guna especie. El producto bruto, es decir, el gamma-exanocomer cial, que lleva un 40-12 por ‘100del isómero gamma, resultó con una toxicidad de 1,25 gramos por kilo/rata. De fuente española tomamos los siguientes datos: El Comandante médico G. Piédrola (8), en un sobre saliente artículo, en el que resume su labor personal sobre la acción del “666” en diversos animales, en cuentra que una dosis de hasta 04 gramo, adminis trada por vía oral a ratones blancos de 25 gramos de peso, no produjo síntoma alguno de anormalidad du rante treinta días de observación, y añade que esta dosis era superior a la de D. D. T., que soportan los mismos animales. Toxicidad para los insectos.—Contrastacon la gran Ampliadas estas experiencias a cavias y conejos co- tolerancia que tienen los animales superiores para 63 el “666” la extrema sensibilidad que ofrecenlos insec tos. Puede decirse que basta que toquen el producto para que ya no puedan librarse de la muerte, y ello su cede con cantidades inverosímiles. A este propósito, reseñamos un resultado de nuestras experiencias, que sorprenderá al que lo lea, como sorprendió a los que lo presenciamos. Para hacernos idea de la actividad insecticida del producto que preparábamos, encerramos unas cuan tas moscas bajo grandes campanas de cristal, cuyas pa redes habían sido ligeramente impregnadas con una dilución al 5 por loo de talco. Comolote testigo pusi mos, bajo otra campana igual, otras cuantas moscas, y espolvoreamoscon los dedos unos granitos de azú car bajo la campana. El azúcar fué probada por las moscas, y con asombro observamos que fueron presa de los mismos síntomas que las moscas de ensayo, y que morían al mismo tiempo que ellas. No imaginamos otra posibilidad de contaminación con el producto que la insignificante cantidad que habría podido to mar el azúcar de nuestros dedos, que olían a gamma exano. Si ello fué así, no cabe más exageración de eficacia. Los datos que ya se poseen sobre la lucha contra los insectos que tanto molestan y que tan gravemente nos pueden dañar, indican claramente que el “666” tiene una acciónsemejante a la del D. D. T. en cuanto a su mecapismoy.efectos; su acción no es inmediata y la muerte se hade esperar, más o menos, según la es pecie, después del mismo cuadro de parálisis que pro duce el D. D. T. Pero las experiencias sobre algunos animales han demostrado que su actividad es mayor, y también lo es su persistencia,como correspondea su escasa tensión de vapor en las condicionesordinarias, y a su mayor resistencia química. A propósito de la actividad sobre los insectos, son muy ilustrativas las experiencias de Gersdorfy McGo vran (41). Estudian comparativamente la acción del “666” (isómerogamma), del D. D. T. y de un extracto de pelitre con una riqueza del 55 por 400 en principio activo (piretrina). El animal de experimentación fué la mosca doméstica. La conclusión principal es: Para conseguiruna mortalidad del 50 por 400 de las moscas en ensayo, se precisó una dosis de piretrina dieciocho veces superior a la de “666”; es decir, que éste es dieciocho veces más tóxico para las moscas. En relación con el D. D. T., el “666” resultó unas diez veces más activOque el primero. Considerando que casi toda la actividad del “666” está vinculada al isómero gamma y que éste se en cuentra en el producto corriente en sólo un 40-12 por 100, resulta que el producto bruto tiene una acti vidad para las moscas igual a la del D. D. T. Un buen paso, en el sentido económico,se dará el día que la unión del cloro al benzol pueda polarizarse en el sentido de obtener sólo el isómerogamma. Hasta hoy, nosotros hemosllegado, en nuestras experiencias de cloración directa, a obtener un producto del que separamos un 33 por 100 de dicho estéreo-isómero. Diluído al 0,5 por 400, se ha mostrado tan activo como el D. D. T. al 5 por 100, de acuerdocon los resul tados de los últimos investigadores citados. Formas de empleo.—Admite las mismas que el D. D. T, Actualmente se emplean formas sólidas y líquidas, cuyas variantes son parecidas a las que se conocen del D. D. T., así como el modo de utilizarlas. Por lo que hace a los líquidos,el preparador tropieza con más dificultadesque en el D. D. T. Este es más so luble en todos los disolventes;pero siemprelos hay que reúnen condiciones para elaborar con “666” una so lución de concentración más que suficiente. (1) (2) (3) (4) (5) (6) (7) (8) (9) BIBLIOGRAFIA EJÉRCITO,núm. 69, pág. 17; octubre, 1945. IDEM, núm. 75, pág. 17; abril, 1946. lón, núm. 53, pág. 745; diciembre, 1945. Soc., tomo 59, pág. 165; 1891. Ber., tomo 45, pág. 231; 1912. The Chemisi and Druggist, vol. VI, 1945. Agricultura, núm. 14, pág. 511; 1945. Medicina y Cirugía de Guerra, núm. 5, 247; 1945. Revista de Sanidad e Higiene Pública, núm. 6, pá gina 19; (10) (11) 1945. Soap, núm. 21, pág. 12; 1945. Idem, núm. 21, pág. 117;1945. SERVICIOGEOGRAFICO DEL EJERCITO Relación de obras y libros que se hallan a la venta en el Almacén correspondiente de este Servicio (Prim, u.° 21): Pesetas Libro Balances e Inventarios8,10 Id. Caja8,80 Id. Diario9,45 Id. Mayor20,25 Contabilidad interior de los Cuerpos4,05 Libreta de Caudales1,35 Talonarios de Abonarás3,05 Libretas de Metálico2,45 Cartografía Militar (anexo II)9,45 Al hacer su pedido al citado Servicio Geográfico, le rogamos haga referencia al número y fecha del giro postal por el total de impuesto al Capitán Pagador del Servicio Geográfico del Ejército. 64 811 importe, — o YI?S, 7(f/(/7ff(f Teleféricos de circunstancias Comandante de Ingenieros Bajo este nombre se pueden catalogar todos los tipos en cuya construcción se emplean, en parte, medios de fortuna, y que, por consiguiente, guardan con los tipos de teleféricos reglamentarios la misma relación que los puentes de circunstancias con sus análogos reglamen tarios. Están, pues, constituidos por instalaciones simples con armazón de madera, realizada a pie de obra, y lo único que no se improvisa, claro está, es el material mecánico, tal como cable, poleas, etc. Su empleo está reservado, en general, a instalaciones de menor importancia, y tam bién con objeto de comple tar las instalaciones existen tes reglamentarias, sobre todo en posiciones de alta monta ña, en donde pueden rendir grandes servicios para la dis tribución de material, lle gado por otros teleféricos de mayor importancia. También pueden serúti les, igualmente, como insta laciones provisionales auxiliares, para la construcción de instalaciones de mayor importancia en zonas poco acce sibles. A continuación paso a describir una serie de tipos de fácil improvisación en su parte estructural. Teleférico concableportadorúnicoy fijo. Este tipo normalmente no presentará gran aplicación durante la guerra sino en el caso en que sólo interese transportar en el descenso (véanse figs. i y ). Está, pues, reservada exclusivamente esta ins talación a condiciones especiales, o sea: dirección única de transporte, pendiente no excesiva y material ligero, y que no sufra trastorno por el inevitable choque de descarga en la estación de llegada. Como se ve en las figuras, se compone, en resumen, de un cable de acero tendido entre dos puntos a diferente nivel, con objeto de tener cierta pendiente; sobre este cable ruedan pequeños carrillos, constituidos por una polea de fun FRANCISCO NAVARRO, de la E. de Aplicación. dición, con un estribo terminado en su parte inferior en un gancho para suspender la carga. En el caso de mayores pendientes (25 a 30 por loo), se puede ventajosamente reemplazar la polea por un patín de fundición (con una garganta que puede ir reves tida de madera dura), con objeto de disminuir, merced al rozamiento, la velocidad de descenso. En la estación de llegada la carga viene a chocar con Figura i. un obstáculo de parada, o bien se puede en primer lugar obligarla a abandonar el cable y caer a tierra mediante un simple dispositivo que provoque el descarrilamiento. Es evidente que los carrillos deben ser remontados a la estación de partida por medios ordinarios. No es conve niente emplear cargas superiores a los cien kilogramos, y la longitud admisible depende de las condiciones lo cales. Sus aparejos mecánicos se reducen a un cable metálico de 8 a 12 mm. de diámetro, según la longitud y la carga, y unas mordazas de retención del cable a los anclajes. Para la construcción de. la armazón se necesita apro Figura 2. 6 ixrnadamente vazón. 1 m3 de madera y unos 30 Kg. de cla Teleféricoconcableúnicocontinuo(portador y trac tor). (Vean figs. 3 y 4.) Este tipo no tiene los inconvenientes principales del modelo anterior, y puede ser utilizado tanto para el as censo como el descenso. Su empleo queda reservado tarr tener en cuenta que al aumentar la carga aumenta la ten Sión del cable, y, por consiguiente, su frotamiento y el movimiento a mano resulta fatigoso e incluso puede re sultar imposible. El material mecánico necesario para este tipo se re duce a: Cable metálico de pequefío diámetro (alrededor de 8 milímetros), flexible. Torno de mando (estación motriz) del cable, compren diendo una polea de garganta de unos 6oo mm. de diá metro, con dispositivo de freno con trinquete. Figura 3. bién para pecueñas distancias y cargas no excesivas, y con vanos, sin apoyos intermedios. El carrillo (fig. ) está constituído por unas mordazas con pernos de apriete a mano, con objeto de sujetarse al Figura Figura 4. cable, y lleva además un gancho articulado para la sus pensión de la carga. Convienen cargas no superiores a ioo Kg. y longitudes inferiores a los 250 m., debiendo / Figura 66 6. 5. Un par de engranajes cónicos (relación 1/2), cojinetes de soporte y manivelas. Dos rodillos guías del cable. Un reenvíoen la otra estación, correspondiendo una polea de garganta de un diámetro igual a la anterior y otros dos rodillos guías. Cuatro contravientos con tensor para el anclaje de las estaciones. En caso necesario se puede poner dispositivo de movi miento a mano en ambas estaciones. Cada estación necesita, aproximadamente, alrededor de un metro cúbico de madera y unos 30 Kg. de clavazón. Teleféricos con dos cables.—O sea un cable portador y otro tractor. El cable tractor puede ser continuo (con reenvíos en las estaciones mediante poleas) (véanse figu ras 6 y 7), o bien simples, y entonces se desarrolla en la Figura 7. / estación-motora sobre un tambor (véanse figs. 9 y ro). En este último caso, es preciso que la línea tenga una pendiente suficiente (alrededor de un 15 por roo), para garantizar el descenso por su peso de las vagonetas a la estación inferior. En ambos casos se pueden colocar apo yos intermedios, los cuales se pueden improvisar como indica la figura 8. La instalación, como se ve, funciona por el procedimiento de ida y vuelta de la vagoneta. El movimiento es normal; pero en caso preciso se le puede acoplar un motor. Es un modelo sencillo y de simple construcción, así como de manejo y gran seguridad, y es susceptible de emplearse para cargas que oscilan entre límites bastante extensos. El material mecánico necesario para el tipo de poleas de reenvío está compuesto por: Un cable portador de diámetro 12 a i6 mm. con mor- millas con heridos, etc.;es del sistema de ida y vuelta, como se ve en las figuras II, 12 y 13, y consta de dos cables portadores y un cable de tracción continuo me diante poleas de reenvío. La parte mecánica está compuesta por lo siguiente: Dos cables portadores (diámetro aproximado, ro a 13 milímetros, según la carga). Un cable tractor de diámetro 6 a 8 mm. y de una lon gitud igual a la suma de los precedentes. Un sistema de movimiento a mano, compuesto por una polea motora de garganta (diámetro, 700 a 750 mm.), la cual lleva un pequeño freno del tipo de cinta. Unos rodillos guías. Un juego de engranajes cónicos análogos a los de los modelos precedentes. En la otra estación, una polea de reenvío y los rodillos guías; los apoyos intermedios sé ven en la figura 13. pl rl /-V/7/J/ r’ ! Figura 9. Figura 8. Aproximadamente se necesita 2,5 a 3,5 metros cúbicos dazas de retención y zapatas de apoyo en las estaciones. de madera para las estaciones y los anclajes y 75 a loo Un cable tractor de 6 a 8 mm. de diámetro. Una polea motriz de unos óoo mm. de diámetro, con kilogramos de clavazón, y o,5 metros cúbicos y 20 Kg. de clavazón para cada apoyo intermedio de 6 m. de alto. eje, apoyos y manivela. Se puede improvisar también teleféricos de circunstan Un freno (que puede ser de los corrientes de cinta em pleados en los cabrestantes)1 aplicado sobre el eje de la polea anterior. Una polea de reenvío del mismo diámetro que la mo tora. iii Cuatro rodillos de desviación del cable motor, de 400 a 500 mm. de diámetro. Un carrillo de dos ruedas con una mordaza de fijación al cable tractor (este carrillo es fácilmente improvisable con sólo tener las ruedas). Cada apoyo intermedio (fig. 8) necesita un gancho sus pendido para el cable portador con estribo de unión y dos rodillos guías para el cable tractor y cuatro vientos. Para el tipo de tambor la parte mecánica comprende: Un cable portador diámetro 12 a i6 mm. Un cable tractor diámetro 6 a 8 mm. (de longitud aná loga al portador). Un tambor de un diámetro comprendido entre 300 y 400 mm., que puede ser de palastro con cabezas de fun dición, e incluso de madera. IJI ---L’s—1 L Cada estación necesita aproximadamente para su cons V4 LJi{i trucción un metro cúbico y 50 Kg. de clavazón y los so portes intermedios, suponiendo una altura de 6 metros, 0,35 m3 de madera y 15 Kg. de clavazón. Finalmente vamos a describir ligeramente un telefé rico tricable de construcción bastante simple, y el cual puede ser muy útil para el transporte de planchas y ma Figura lo. deras de construcción de forma alargada, así como ca- 1 ir 67 : Figura If 72. HA Figura u. cias tricables para cargas más pesadas, pero es evidente que en estos casos Conviene emplear el material regla mentario que tenga el Ejército (actualmente creo que en estudio en el nuestro), no tan sólo en’el aspecto técnico de seguridad de funcionamiento como también desde el punto de vista económico de ahorro de material, así como del tiempo necesario para la instalación. En resumen: salvo casos excepcionales presupuestos por condiciones de fuerza mayor (como se verifica al co mienzo de una guerra, cuando las peticiones de mate riales sobrepasan las existencias del material reglamen tario), se pueden fijar como límites máximos de aplica ción de estas instalaciones de circunstancias distancias de 500 a óoo m. y cargas hasta 150 Kg., y en caso de uti lizarlos para mayores, conviene emplear el accionamiento mediante motor. Algunos aspectos militares de la Geografía Almirante CASTEX.—De la Revue de Défense Nationale.—Traducción LA GEOGRAFIA Y LAS FUERZAS En la oscilación periódica de las ideas la estimación de la geografía ha conducido en ciertas épocas, y parti cularmente en la nuestra, a exagerar su influencia. Todo se carga en su cuenta, en este caso hasta el punto de lle gar casi a tribuirle la victoria por adelantado, sin tener en cuenta ninguna otra consideración. Esta manera de juzgar es, verdaderamente, excesiva. Se ve esto clara mente, por ejemplo, con ocasión de las hostilidades angloalemanas en el mar del Norte durante la guerra de 1914-1918, donde, a pesar de la situación extraordi nariamente ventajosa que disfrutaban los ingleses, hu bieran ocurrido, sin duda, las cosas de otra manera si la superioridad naval hubiera estado de parte de los ale manes; viéndose, pues, que, al lado del cuadro físico, tienen gran importancia las fuerzas, que son las que dan vida a esta decoración inmóvil y estática. Pueden citarse abundantes casos del mismo género, hipotéticos o reales. Se dijo frecuentemente, en los años que siguieron a 1918, que la geografía confería a los ita lianos, en materia aeronaval, el total dominio del Medi terráneo central, ante una coalición anglofrancesa. Acor dando, por definición, la superioridad aérea de Italia, 68 del Comandante Wilhelmi. se trazaban desde Spezzia, desde Cagliani, Trapani, Trí poli, Tobruk, etc..., como centros y con radio igual al de acción de los aviones de bombardeo de la época, unos círculos impresionantes, en cuyo interior no sería posible la subsistencia de las bases navales del adversario y en donde sus navíos, al menos sus grandes navíos, no podrían dejarse ver. En el área considerada no podría mantener este adversario más que flotillas ligeras, y la superiori dad naval de Italia resultaría potente e irresistible: apor tación de la geografía a la acción aérea. Pero si, sin alterar en nada la disposición del mar ni de las tierras, invertimos el razonamiento precedente, suponiendo ahora que la superioridad aérea esté de parte de los anglofranceses, se llegará a resultados totalmente distintos. Se podrán trazar otros círculos, análogos a los precedentes, pero con centro esta vez en Tolón, Ajaccio Bizerta, Malta, la frontera egipcia, etc... El efecto de la aviación anglofrancesa se ejercerá con preponderancia en la nueva región por estos círculos delimitada, contrarres tanto el que se ejercía en el interior de los italianos. La preeminencia naval cambiará de campo. Dicha prepon derancia será incluso mayor que era la de los italianos, pues en este caso dispondrán los anglofranceses de gran des recursos a uno y otro lado del Mediterráneo, en tanto que Italia no posee una tan extensa zona de retaguardia. Se ve así que la situación ha cambiado por completo, al pasar de uno a otro caso, a despecho de la inmutabilidad del cuadro geográfico, porque el balance de las fuerzas aéreas se ha invertido. Esta simple hipótesis revela el verdadero valor de los factores en juego, colocándolos en su debido lugar. Podrían formularse parecidas observaciones respecto a la posición de Alemania frente a Inglaterra en julio de 1940. La situación geográfica, después de comenzada la guerra, y en lo que a una ofensiva contra las islas bri tánicas se refiere, fué considerablemente modificada en beneficio de Alemania. En tanto que esta última no po seía con anterioridad más que un pequeño trozo de costa en el mar del Norte, una reducida zona entre Dinamarca y Holanda, llegó a poner sus manos, después de las con quistas escandinavas y la puesta fuera de combate de Francia, sobre una inmensa zona litoral que se extendía desde el extremo norte de Noruega al Bidasoa y que po día constituir un magnífico trampolín para el asalto de finitivo al Reino Unido. Era aún mejor que la zona que dominaba Napoleón con análogas intenciones, zona que, después de todo, sólo se extendía de Lübeck a España, sin dominio alguno sobre Escandinavia. Pero si se mira el panorama desde otros puntos de vista, la ventaja pro vinente de la geografía se reduce un tanto. Alemania conservaba a este respecto su gran superioridad; pero, para ponerla en práctica, tenía siempre necesidad de ha cer franquear el mar a su Escuadra, de una u otra forma. La situación marítima había evolucionado, cierta mente, pero en una medida menor de lo que se hubiera podido esperar. El ataque a las comunicaciones británi cas se podía realizar más fácilmente. Los barcos de su perficie alemanes podían utilizar bases mejor situadas. Las de la Mancha permitían utilizar con fruto pequeñas unidades contra las comunicaciones litorales inglesas, como lanchas rápidas, torpederos de pequeñas dimensio nes, “torpedos monoplazas”, etc... Los puertos del Atlán tico ofrecían a los barcos encargados de la guerra corsa ria, de gran radio de acción, ventajas innegables, muy superiores a las de los puertos de Noruega. Sin embargo, los corsarios germanos habían de adoptar en sus operacio nes una circunspección casi análoga, en vista de la gran superioridad de la Flota enemiga. Por otra parte, Ingla terra, con tanta inquietud por su cara Sur copio por su cara Este, disponía, a pesar de todo, de considerables posibilidades de desenvolvimiento en el Norte y Oeste, quedando bastante al azar, para el asaltante, las accio nes dirigidas contra sus comunicaciones por los medios de superficie. Los submarinos alemanes sacaron de la nueva situación beneficios parecidos en materia de ba ses. Si bien esta ventaja se dejaba sentir poco para los submarinos de grande o mediano desplazamiento, a cau sa de su considerable radio de acción, permitía, sin em bargo, la utilización de otros de pequeño o muy pequeño tonelaje, que se podían construir a un ritmo muy supe rior. Las comunicaciones alemanas se aprovechaban, finalmente, de esta larga ventana abierta sobre el Océano, que había constituído durante largo tiempo el sueño de los submarinos de allende el Rin. Aquello que las costas noruegas, utilizadas, desde luego, en todo tiempo por ellos, no podían dar, lo dió el litoral francés del Atlántico. Pero esta salida hacia el exterior oceánico era precaria, expuesta como estaba a los ataques británicos, siempre amenazantes sobre el flanco de las nuevas rutas, apenas menos vulnerables que las antiguas. El ataque al territorio británico se había simplificado, desde luego. La base principal de partida, constituída por la costa de la Mancha y el litoral belga, se había apro ximado al objetivo. E incluso las otras partes del in menso frente marítimo ocupado por los alemanes, aun que más distantes, eran utilizadas para el mismo objeto, en las grandes acciones de revés, con fines de diversión, operando, por ejemplo, desde Noruega hacia Escocia, o desde el golfo de Gascuña hacia Irlanda. La distancia a recorrer era mayor; pero las posiciones de partida se descubrirían peor, precisamente por más alejadas. Sin embargo, si bien para el asalto final no habría tal vez que temer una intervención a tiempo por el sistema de blo queo a distancia mantenido por la Flota enemiga, aun n el supuesto de que estuviese alejada de las primeras alarmas, no por eso se manifestaría menos gravemente contra los obligados transportes ulteriores concernientes a los refuerzos, material y aprovisionamiento. Por esta parte, la situación seguía constituyendo una preocupa ción y no estaba de manera alguna asegurada. Sobre todo esto que precede, de caracteres terrestres y maríti mos, había de influir, ciertamente, la situación aérea. Bajo este aspecto, el poder disponer libremente del te rritorio francés daba a Alemania unas posibilidades muy acrecentadas; si bien partiendo incluso de su territorio nacional, los aviadores alemanes podían bombardear cualquier parte de Inglaterra. La guerra aérea, en sus nuevas condiciones, podía emplear toda clase de apara tos, incluso los de menor radio de acción. La caza podía acompañar siempre y proteger los bombarderos. El em pleo de los desembarcos aéreos y de los paracaidistas había aumentado considerablemente sus posibilidades, así como otros ingenios especiales como las llamadas “bombas volantes”. Sin embargo, todo esto tenía su contrapartida. Ello era que la defensa (costa inglesa) estaba igualmente me jor situada para responder por los mismos medios, si no contra la misma Alemania, al menos contra las bases navales y aéreas instaladas sobre el suelo francés o veci nos, y que, además, nada le impedía el aspirar al dominio del aire. ¿Podría conseguirlo? Todo debía depender de la relación de sus fuerzas aéreas. El balance, pues, de las fuerzas terrestres, marítimas y aéreas, así como la forma en que estas fuerzas fueran conducidas, debería influir grandemente sobre la excepcional situación geo gráfica. Así, se puede comprobar que, si bien la situación geográfica había cambiado en favor de Alemania en pro porciones considerables, la verdadera situación no ha bía seguido, ni con mucho, ese mismo ritmo, sino que se estaba muy lejos de ello. Las fuerzas, que aquí, como siempre, son las que vivifican el campo físico, tenían que decir aún su última palabra, y esto no se hizo esperar. El problema se había demorado, simplemente, porque en su parte esencial no era otra cosa que un problema de relación de fuerzas. Y, finalmente, no fueron los alema nes, pese a su ventajosa situación geográfica, los que in vadieron la isla, posición avanzada del sistema anglo sajón, sino que, antes bien, fueron los anglosajones los que invadieron el Continente, dominado por los alemanes. Estos cuantos ejemplos típicos demuestran cuán exa gerado es el cargar todo en la cuenta de la geografía. Dicho esto, reconozcamos de buen grado que si el ele mento fuerza interviene con frecuencia y de una manera decisiva para alterar una relación de posibilidades, esta blecida solamente por razones geográficas, no puede, por otra parte, superar un handicap, debido a la geografía, francamente desfavorable. Es así cómo, en los años pos teriores a 1918, se pidió algunas veces a la Marina fran cesa, siendo enemigas Alemania e Italia y malintencio nada la Rusia neutral, que abasteciera por mar a la Pequeña Entente y a Polonia. Esto, a la vista de la geo grafía, venía a ser una edición moderna de la cuadratura del círculo. La combinación Francia-Pequeña Entente, fuera política o militar, venía ya lesionada por una tara congénita de naturaleza geográfica. Era muy difícil, ya en tiempos de paz, ejercer una política de influencia sobre Estados situados a gran distancia y cuando exis tían por medio otros países más cercanos y mejor situa dos, que podían interponer sus acciones y estaban en mejores condiciones para hacerse temer o amar. Esto era 69 como establecer una apuesta. En tiempo de guerra, se empeoraba aún más. La Rusia de 1936-1938 apeló a crear dificultades para hacer sentir su acción en España. En este caso extremo, la geografía fué tan contraria a los rusos, que decidió la contienda, fuera de toda considera ción de fuerzas. Y esta situación no se modificó más que después de la ocupación, por parte de los anglosajones, del Africa del Norte, de Sicilia, de Cerdeña, etc.... Gracias a la conquista de estas posiciones y, sobre todo, del domi nio del mar, detentado por los aliados, obtuvo Rusia, para desarrollar su influencia en el JVlediterráneo occi dental, facilidades que antes le habían sido negadas. Esto fué para ella un retorno a los días de 1805-1807, en que la alianza inglesa le abrió las puertas del Me dite rráneo, aportándole el apoyo del dominio naval y permi-. tiéndole su establecimiento en las islas Jónicas. LA SUPERFICIE La superficie es un elemento particular de la geogra fía de guerra, de la que poco o nada se habla. No aparece de una manera ostensible y brillante en la conducción de las operaciones como las fuerzas, los frentes, las dis tancias, los avituallamientos, etc....; pero interviene allí frecuentemente de una manera insidiosa, pesada, exte nuante, cambiando las previsiones, creando cargas im previstas, minando silenciosamente el campo estraté gico y alterando profundamente su aparente fisonomía. Es sobre todo en su relación con los medios como hace sentir su influencia la superficie, creando necesidades que aquéllos son impotentes para satisfacer. El que se obs tina en remediar este desequilibrio, en luchar contra este handicap, es cogido en un engranaje fatal del que no llega a soltarse y que lleva consigo el desperdigamiento, el desgaste y la dislocación de sus fuerzas. La superficie es, en efecto, la más fuerte. Como el pulpo, encierra y ahoga al imprudente que la ataca de frente y que no sabe evitarla. El dominio en el que manifiesta su acción con mayor evidencia es en el de la guerra terrestre. Se po drían citar numerosos ejemplos de esta clase. Uno de los más elocuentes es la situación en que se encontró la po tencia militar francesa en el curso de la guerra de España del Primer Imperio. Napoleón, que de ordinario no con taba más que con los Ejércitos adversarios, hubo de ha bérselas allí, además y por primera vez, con una insu rrección nacional, con el levantamiento de un pueblo entero. Resultó de ello para los franceses, que tenían que guardar su retaguardia tanto como su frente de vanguar dia, y a este efecto habían de ocupar toda la superficie del país conquistado para poderlo dominar. De aquí un espantoso problema de retaguardia y una servidumbre creciente. La mitad de las fuerzas, y a veces más, tenía que ser empleada en esta tarea. Y cuanto más se adentra ba el Ejército francés en la Península, tanto mayor era la superficie a guardar, tanto más se acrecentaba la frac ción de medios destinados a este fin en detrimento del resto y tanto más precaria se volvía la situación al avan zar. La superficie se comía todo, absorbía todo. En enero de i8xo, el Ejército de José y Soult debía conquistar la España del Sur y revolverse en seguida contra Portugal, para dar la mano a Massena. En realidad, no pudo aban donar Andalucía y la provincia de Granada, después de haberse amparado en ella, y esto bajo la pena de perder las de todas maneras. Dicho Ejército quedó allí donde estaba, prisionero de su conquista, prisionero de la su perficie, pegado a ella y fijado por ella. No se tiene idea de la cantidad de fuerzas que se nece sitan para cubrir y dominar la superficie, incluso cuando no se trata más que de una simple “ocupación”, que no necesita de operaciones de importancia o en absoluto de operaciones. Cuando, hacia el fin de la guerra de 19141918, después de los tratados de Brest-Litowsk y Buca 70 rest, los Imperios Centrales tuvieron que ocupar, además de Rumania, la parte de Rusia que se extendía hasta la línea Narva-Mohilev-- Kharkov-Azov, esta combinación les condujo a consagrar a este terreno numerosas fuerzas, que alcanzaron, en marzo de 1918, un total de 86 Divi siones. Si bien es verdad que no se trataba, evidentemen te, más que de unidades de segundo orden, y que, ade más, sus efectivos descendieron en mayo a 8 Divisiones y en julio a 53, en razón de las necesidades del frente occi dental, había allí, cuando menos, una inmovilización de fuerzas de las más importantes. Era solamente el efecto de la superficie que se estaba obligado a cubrir, pues el enemigo de la víspera, y la propia Rusia, en plena descom posición, no podían ofrecer y no ofrecían ninguna resis tencia seria. En este orden de ideas, se puede tomar aún como término de comparación a Francia. No se ocuparía un distrito de nuestro país sin destinarle, por lo menos, un Regimiento de a tres Batallones, que estaría incluso demasiado diluído en ese espacio. En esta proporción, la ocupación sería una frágil tela de araña que estallaría al menor incidente serio. Muchas villas y aldeas alejadas no verían, durante años, la figura de un soldado extran jero. Esto haría, sin embargo, alrededor de una División por departamento. Por consiguiente, para ocupar un país del tamaño de Francia se necesitarían de 8o a 85 Divisiones. Y esto en el supuesto de que no haya inquie tudes y que el país esté en calma. Este simple cálculo muestra lo que la superficie es capaz de absorber. La guerra de China de 1937-1944 ha hecho aparecer esta misma noción a los ojos de los japoneses. Indepen dientemente de lo que tenían que asignar a sus diferentes frentes, estaban obligados, como los franceses en la gue rra de España, a mantener inmovilizado un considerable contingente para la protección de su retaguardia, amena zada por los guerrilleros chinos. Los alemanes de 1944 y 1945 se perdieron a causa de la ocupación de extensos territorios que habían conquis tado en Rusia, en Francia, en los Países Bajos, en Escan dinavia, en los Balcanes, en Grecia, etc.... Esta ocupación de territorios entrañó para ellos una considerable inmo vilización de fuerzas, que habían de restar a los frentes de combate terrestres y marítimos (costas), de suerte que estos medios considerables hubieron de quedar rete nidos lejos de los teatros de operaciones, donde pudieron haber cambiado la suerte de las armas. La Wehrmacht se inmoló así, sin comprenderlo, a este Moloch devorador que es la superficie, de la que se encontró prisionera. Los aliados de 1945 hicieron la misma experiencia con la ocupación de Alemania y del Japón, y se quedaron sor prendidos al ver que ese asunto que presumían se podría llevar a cabo con poco gasto consumía todo un mundo de efectivos, sin que en realidad se pudiera hablar de operaciones de guerra propiamente dichas. En el mar, sin que se pueda apenas hablar de “ocupa ción”, vuelve a encontrarse el mismo problema. Se mani fiesta a propósito del sistema llamado de “patrullas”, que cuenta aún con partidarios. Se sabe en qué consiste. Se establecen estas patrullas en una determinada super ficie del mar para que, recorriéndola en todos sentidos, la proteja contra una eventual incursión del enemigo En este juego se fijan, se inmovilizan y, lo que es peor, se pierden una cantidad de fuerzas que serían mejor em pleadas en otros sitios. Se llega a una dispersión de me dios a la que ninguna Marina podría satisfacer. El resul tado es el mismo si se recurre a montar la guardia apro vechando los diferentes accidentes geográficos, cabos, estrechos, etc...., lo que se hizo bien frecuentemente con los submarinos. Es análogo esto también a lo sucedido en 1914-1918 con las “rutas patrulladas”, de triste me moria. Pero en aquel caso sólo se tenía que atender a una sola dimensión: la longitud. La patrulla integral ha de atender a una superficie, y está batida de antemano en este duelo desiguaL. isla. La aviación continental, partiendo de bases suficier. temente próximas, no sólo ha tenido bajo su dominio a todo el territorio.inglés, tanto tiempo inmune, sino que ha podido intervenir muy eficazmente contra las comu nicaciones marítimas británicas, comprometiéndolas gra vemente. Los submarinos disponían de parecidas facili dades. Ciertos barcos de superficie, como pequeños tor pederos, lanchas rápidas, etc., pudieron ser utilizados eficazmente y comprometer gravemente el tráfico meri dional de las islas británicas. Los medios de que disponían las fuerzas de desembarco, así como las acciones aéreas, dieron como resultado el que Inglaterra no siguiera ya disfrutando de su apacible insularidad de antaño. La dis tancia que la separaba del foco del ataque continental se había hecho demasiado insignificante frente a las po sibilidades enemigas. La situación de la Gran Bretaña, en el siglo XX, no era apenas mejor, desde este punto de vista, que la que tuvieron otras veces Sicilia, las islas zelandesas o las de Frisia, o que la de las islas anglonor mandas, cuando fué suficiente, bajo Luis XVI, el equipo de un Nassau-Singen o de un Barón de Rullacourt para poner a Jersey en peligro. La relación de distancias, en ambos casos, indica bien el cambio que se había produ cido para Inglaterra, pese a la inmovilidad del campo de operaciones geográfico. (El punto débil de los dispositi vos insulares es y ha sido siempre, en efecto, la excesiva proximidad de un continente dominado por un adversa rio superior en tierra.) El solo remedio de que se puede hacer uso en parecidas circunstancias, para recobrar la insularidad de antaño, es el acrecentar las distancias, ponerlas a la altura de las posibilidades de movimiento que ofrecen los ingenios asaltantes, ampliándolas en la misma proporción. Es pre ciso interponer alguna cosa como el océano entre la ame naza continental y uno mismo, para restaurar la protsc ción física y la seguridad de otras veces. De esta manera es como el Imperio británico considerado en conjunto, y no la Gran Bretaña aisladamente considerada, se bene ficia en el presente de la insularidad de que gozaba, en el pasado, el núcleo metropolitano de origen. Si se amplía este término, en su sentido militar, y si se considera que una comarca es insular cuando es muy difícil o imposible para el enemigo el alcanzarla más que a costa de una operación de desembarco de gran envergadura y bajo un dominio absoluto del mar, entonces el Canadá, las Indias, Africa del Sur, Australia y la mayor parte de las colonias inglesas eran, en efecto, insulares en el conflicto que en frentó a Inglaterra con sus enemigos durante los años 1940 y siguientes, estando protegidos estos países, hasta la entrada en guerra del Japón, poco más o menos como lo estaba la metrópoli en tiempos de Cromwell o de Nel son. De este sistema casi insular es del que se ha valido Inglaterra para recuperar sus ventajas anteriores, exten diendo su retaguardia hasta la extremidades del Globo, hasta regiones absolutamente inatacables (en tanto Ja LA INSULARIDAD pón permanecía al margen del conflicto), y gracias a una superioridad naval de superficie absoluta. Con esta combinación, el Imperio británico sustituyó a las islas Las transformaciones introducidas por el progreso téc nico en las posibilidades de movimiento de los ingenios británicas. Estas últimas no eran más que una posición del sistema, una porción de frente que había de guerra, que influyen sobre su velocidad, su radio de avanzada acción o su independencia, afectan aún a otro factor geo-. de abastecerse lo estrictamente indispensable para el sos tenimiento de la lucha y del cual había que evacuar gráfico: la famosa “insularidad”. Esta trae consigo, ade todas las cosas inútiles o preciosas. La caída de esta posi más, importantes consecuencias estratégicas que no sub ción no hubiera constituído un peligro mortal para el sisten ya más que cuando se realizan nuevas condiciones resto, que era capaz de una duración indefinida. El ene de espacio muy diferentes de las antiguas. Hasta nuestra migo se encontraba en presencia de un problema ofen época, Inglaterra gozaba de este privilegio de la insula ridad. Esta condición le confería, a reserva del dominio sivo tan insoluble como aquel con el que se encontró Napoleón, dada la situación geográfica y los medios de del mar, que siempre se supo asegurar, una inmunidad su tiempo. No le bastaba a este enemigo el conquistar casi absoluta contra los ataques exteriores dirigidos con tra su territorio. Este era hasta ahora el caso insular Londres, como bajo el Primer Imperio, sino que necesi taba también apoderarse de Otawa, del Cabo, de Calcuta, tipo, con todas sus consecuencias militares. Esta situa de Melbourne y de otros numerosos lugares. ción se modificó de una manera notable ante un adver Posteriormente, la incorporación de los Estados Uni sario establecido en tierra firme, en las costas frente a la La superficie interviene de manera análoga en la gue rra aérea. El rendimiento de los bombardeos aéreos ha de contar con ella. En 1940-1941, Londres estuvo atacado constantemente, durante meses y meses, por la Aviación alemana, que arrojó sobre esta capital cantidades enor mes de explosivos, a veces uno o dos millares de tonela das a la vez, sin contar las bombas incendiarias. Al cabo de un cierto tiempo de este régimen, no debería haber quedado nada de esta ciudad. Sin embargo, bien pro bado está que aún subsiste. Se comprenderá mejor esta singularidad, si se hace notar que la aglomeración londi nense cubre un rectángulo de 20 ó 25 kilómetros de lado, y cuya superficie es, por tanto, de unos 500 kilómetros cuadrados, o 50.000 hectáreas. Si se observa que algunos impactos se superpondrían, y si se hacen además inter venir los espacios vacíos, se tendrá una idea de la capa cidad de digestión en explosivos que posee esta superfi cie, cuya saturación no pudo realizar el asaltante. Lo mismo sucedió en Berlín. Se ha dicho que Berlín ha sido pulverizado; pero si se tiene en cuenta que Berlín, geo gráficamente considerado, es tanto el centro como los barrios extremos, entonces se verá que no había tal des trucción total. Y éste ha sido el caso también de todas las grandes ciudades. Si se considera ahora no una ciudad aislada, sino todo el territorio de un país, se llega a las mismas conclusio nes. Se tiende, naturalmente, a atimentar el radio de ac ción de la aviación de bombardeo, para que los objetivos más alejados no escapen a su acción, pero sería paradó jico dejar sin batir los más cercanos; de manera que lo que resulta es que la aviación ha de cubrir una superficie que corresponde a su radio de acción máximo. Esto es absolutamente necesario, puesto que el adversario uti lizará la dispersión de objetivos y el escalonamiento, para defenderse, lo cual no es, en el fondo, sino la explotación de la superficie con fines defensivos. Pero esta superficie, como las posibilidades del defensor y, por consiguiente, el trabajo impues4o a la aviación asaltante, crecen con el cuadrado del radio de acción de la misma. No sólo beneficios trae, pues, consigo su aumento; también aca rrea pesadas cargas, inevitables, pues no se pueden dejar subsistir bases aisladas de utilización. La superficie se revela, de esta manera como el mayor enemigo de la avia ción, que la obliga a esfuerzos considerables. Para esta clase de fuerzas, como para las otras, representa la misma sima insaciable. En resumen, la superficie se presenta como la gran devoradora de hombres, de efectivos, de material, de medios de toda clase, si se tropieza con ella y si se maniobra de tal suerte que se caiga en sus garras. El apetito de este ogro es inconcebible. Evitad, en las combinaciones de base geográfica, el tenerlo en contra. Este ogro os devoraría. 71 dos al dispositivo completó y alargó sus bases y su poten cia defensiva. Sólo las comarcas como los Estados Uni dos eran, en efecto, en este caso los herederos y los de tentadores de la verdadera insularidad, frente al adversa rio continental europeo. Es allí donde se refugió dicha insularidad. (Muchos observadores dijeron ya, ante el avance alemán de 1940, que Londres estaba demasiado cercano y Nueva York demasiado seguro.) La “Isla”, la “pequeña isla brumosa” de otro tiempo, pesadilla de la estrategia napoleónica, se había convertido ahora en el Continente americano entero. Cuando se dice, como en el curso de esta guerra, que el polo del mundo anglosajón se ha desplazado de Londres a Wáshington, no se hace otra cosa que expresar la repercusión política de los fac tores de potencial material, pero también del hecho nue vo surgido en materia de insularidad, elemento geográ fico de guerra, bajo el efecto de la profunda transforma ción sufrida por la técnica. Todo esto se reduce, en definitiva, a maniobrar en otras longitudes, en una escala más vasta, para crear de nuevo Mapas la insularidad, para resucitarla, a pesar de las novedades técnicas puestas en juego. El adversario alemán había penetrado desde el principio en las intenciones inglesas. Y por el pacto tripartito de 1940 logró, a fines de 1941, movilizar el Japón contra el Imperio británico, para arrui nar en lo posible la insularidad reconquistada, y esto por la entrada en escena de una fuerza naval de superficie fresca, potente y “al pie de obra”. Este adversario se ad hirió a la nueva escala también. Se produjo allí como una “carrera a la escala”, si se puede decir, entre ambas par tes; la una para recobrar la insularidad, y la otra para su primirla, viendo cada una de ellas a la geografía bajo el ángulo de la novedad técnica, acortando las dimensiones lineales. De esta manera, la insularidad, como todo fac tor geográfico en general, tiene algo de relativo, de mo mentáneo, de revocable, de variable, que fluctúa con las transformaciones del armamento y que depende de ellas. No se sabe incluso si la insularidad de la Luna respecto a la Tierra no será puesta en entredicho algún día por cualquier descubrimiento sensacional. para una guerra moderna General de Brigada A. B. CLOUGH.—De la revista inglesa Army Quaterly.-_-Traducción del Comandante de Intendencia M. Arechederreta. En este trabajo voy a tratar exclusivamente del tea de una sola tinta, es preciso meter el papel en la prensa tro de guerra del noroeste de Europa, y, para hacerlo cinco veces, cambiar la plancha impresora, limpiar los más breve, prescindiré de estadísticas y de detalles pu rodillos alimentadores y cambiar también el color de la ramente técnicos. Tengo la esperanza de que el lector, tinta para cada operación. Debe notarse que, para la que puede ser uno de quienes, durante la guerra, en oca debida exactitud en el resultado, el papel debe ser in siones han soltado tacos contra los mapas de que se ser troducido cada vez en la máquina, con una precisión ab vían o contra quienes los hicieron, se dé cuenta de que soluta, y que tanto el dibujo original a mano como la en su preparación hay más labor y dificultades de las que plancha impresora correspondiente, deben ser iguales parecen y que el Servicio Geográfico tenía un solo propó para las distintas tintas. Pero el papel es, por desgracia, sito: el de proporcionar oportunamente a los combatien muy sensible a los cambios de la humedad atmosférica, tes los mejores mapas posibles dentro de los medios, insufi y se dilata y contrae durante la impresión para desespe cientes e inadecuados a veces, con que contaba. ración del impresor; de aquí las inexactitudes ocasiona - Es inevitable, sin embargo, ayudar de entrada al lec das en algunos mapas, en que, por ejemplo, el trazo rojo tor a apreciar de un modo realista el problema con unos de una carretera se aparte de su verdadera posición. cuantos datos y detalles técnicos que, omitidos, podrían Muchos de los mapas que se requieren para uso de deformar su visión del problema, los Ejércitos de Tierra y Aire se imprimen en gran número Empezaré con unas palabras sobre los principios bási de colores, especialmente los que representan el relieve cos de la reproducción litográfica. Los mapas existentes del terreno con tonalidades diferentes. En ocasiones, son de los países extranjeros pueden reproducirse en facsímil necesarias hasta ocho y diez pasadas con tintas diferen mediante copias fotográficas, y esto es, a veces, conve tes, y es fácil imaginarse el tiempo que se necesita para niente y aun necesario cuando el tiempo escasea. En tér imprimir, por ejemplo, 50.000 ejemplares. minos generales, es preferible para los requerimientos mi El número de ejemplares de una hoja que puede nece litares británicos el producir ediciones completamente sitarse varía con la clase de mapa, la región que abarque, nuevas, lo que implica una gran labor de análisis del la situación táctica y las fuerzas que probablemente ha material de que se dispone, recopilación del detalle y una yan de operar en tal región. Como base para el cálculo gran cantidad de dibujo a mano de alta calidad. Algunos de aquél se necesita, pues, una “escala de edición” que mapas se hacen exclusivamente con tinta negra, lo que indique el número de copias de cada clase que cada tipo simplifica los preparativos iniciales y la impresión; pero, de Unidad de las Fuerzas Armadas requerirá. Antes de normalmente, tales mapas son de lectura difícil, pues los iniciar un programa de impresión, y para evitar cambios distintos detalles topográficos se preciben con más difi y gastos inútiles, es necesario predecir la probable mar cultad: un caso típico de esta clase es el mapa nacional cha de las operaciones, el volumen de fuerzas que ope alemán de i : 100.000. Aunque supone un trabajo mucho rará en cada área y durante cuánto tiempo durarán las mayor, el mapa en colores es, generalmente, más ade operaciones. Por ejemplo, en el caso del asalto a Norman cuado para las Fuerzas Armadas británicas: cada color día se sabía con certeza que todas las fuerzas de asalto que debe aparecer en el mapa requiere una plancha de y las de explotación requerirían repuestos de un número impresión distinta, y la impresión supone una sucesión relativamente pequeño de mapas en varias escalas, que de operaciones distintas. Así, por ejemplo, un mapa de deberían cubrir el área de una cabeza de puente en las berá ofrecer los nombres, ferrocarriles y otros detalles inmediaciones de la playa. La rotura subsiguiente y las básicos en negro, los ríos en azul, los bosques en verde, las operaciones que originase darían por resultado una irra carreteras en rojo y los relieves en marrón; ello significa diación y dispersión de las fuerzas sobre un frente que se cinco dibujos a mano originales con los que se preparan iría dilatando, lo cual exigiría, a su vez, un número de cinco planchas de imprimir por el sistema fotolitográfico. mapas distintos cada vez mayor, aunque la cantidad de Para imprimir un mapa de esta clase con una máquina copias de cada hoja que se requeriría sería probablemente 72 menor. Había que prever también el aumento progresivo de fuerzas conforme la operación se fuese desarrollando. Sólo la preparación de la operación de asalto a Nor mandía exigió, hasta julio de 1944, la impresión por el Ministerio del Ejército de unos 170 millones de mapas. El desarrollo de las operaciones siguientes que conduje ron a los avances finales en Alemania y Austria desde el Oeste y desde el Sur, mantuvieron a todos los talleres cartográficos del Reino Unido y de Ultramar a una pre Sión continua. Entre junio de 1944 y junio de i45, el Ministerio del Ejército produjo 150 millones de mapas. También se imprimieron grandes repuestos de mapas europeos en los Estados Unidos para las fuerzas norte americanas. Ante tan enorme programa de producción, es fácil darse cuenta de que el Gabinete directivo tiene que mante nerse en íntimo contacto con la marcha de las operaciones y estar siempre dispuesto a una rápida redistribución de medios para hacer frente a cualquier emergencia que pueda ocurrir. Antes de abordar los aspectos más generales del asunto y de referirme a muchas de las series de mapas que se publicaron para su uso por las fuerzas aliadas, haré una última cita estadística. Refiriéndome a las series de ma pas más corrientes, se hicieron las siguientes hojas distin tas de Francia, Bélgica, Holanda, Dinamarca y Alemania: Escala 1 : 250.000.—40 hojas confeccionadas de nuevo y 70 copiadas. Escala 1 : IOo.000.—420 hojas confeccionadas de nue vo y roo copiadas. Escala i : 5o.000.—77o hojas confeccionadas de nuevo y 750 copiadas. Escala 1 : 25.000.—I.o30 hojas confeccionadas de nue vo y 4.300 copiadas. Las editadas de nuevo lo fueron previa compilación de datos y dibujo en colores, y las copiadas lo fueron de mapas extranjeros. Lo anterior se refiere exclusivamente al teatro de ope raciones del noroeste de Europa y no incluye ninguno de los muchos mapas que, en distintas escalas, se hicieron para usos aéreos o de otra índole especial, tanto por el Ministerio del Ejército como por las Unidades del Ser vicio Cartográfico expedicionarias en Ultramar. El lec tor juzgará la envergadura del problema que suponía el atender también al servicio cartográfico de los demás teatros de operaciones en presencia o en potencia, tales como Africa, Italia, los Balcanes, Noruega, España, el Cer cano Oriente, India, Burma, Malaya y el Lejano Oriente. Las conferencias sobre producción de mapas que quin cenalmente tuvieron lugar en el Ministerio durante todo el conflicto, ofrecían en verdad una instrucción geográ fica tan extraordinaria, que no podía ser obtenida en nin gún centro de enseñanza. Cuando el Ejército expedicionario británico fué a Francia, al comienzo de la primera guerra mundial, en agosto de 1914, el personal del Servicio Cartográfico que acompañaba a las fuerzas británicas constaba solamente de un Oficial y un delineante para el Cuartel General, otro Oficial y otro delineante para las líneas de comuni caciones y una Compañía de Impresores. Este personal aumentó rápidamente, y los Gabinetes y Unidades del Servicio se multiplicaron, aumentando la esfera de acción de aquél. Ello fué debido, en gran parte, a los progresos en la técnica artillera, tales como el control planimétrico de grandes masas de cañones, predicción del tiro de bom bardeo, barreras de fuego artillero, localización del obje tivo por el sonido y el fogonazo, etc. Ya para 1918, el Servicio Cartográfico se había conver tido en una parte tan esencial de la técnica artillera, que, al terminar la guerra, se decidió que los mismos artille ros deberían estar en condiciones de llevar a cabo con su propio personal todas aquellas operaciones cartográficas que fuesen inherentes a su funcionamiento interno. Por consiguiente, se formaron Unidades artillerás de carto grafía para hacerse cargo, de manos de los Zapadores, de funciones tales como coordinación de los Regimientos y las baterías a la red principal de triangulación (que se dejaba a cargo de Ingenieros), localización por el sonido y evaluación de distancias por el fogonazo. Se decidió que Ingenieros tuviese a cargo la organización y funcio namiento del Servicio Cartográfico, que actuaría en caso de movilización de fuerzas, y cuyos cometidos principa les serían la producción y provisión de mapas para ellas y la ejecución de todo el trabajo topográfico en campaña que no fuese el reservado para los artilleros. Al ser transmitidas a Artillería muchas de las funcio nes del Servicio Cartográfico, fué natural que la plantilla de éste sufriese gran reducción al terminar la guerra. Pero, desgraciadamente, no sólo fué reducido, sino que casi desapareció del Ejército británico, ya que sólo unos pocos Oficiales de Ingenieros quedaron retenidos en la Sección Geográfica del Ministerio del Ejército y otros pocos Oficiales y Clases continuaron en el Servicio Car tográfico de Artillería. No se conservó ningún Gabinete cartográfico ni Unidad de esta clase para su funciona miento e instrucción en el Ejército en tiempo de paz. Por ello, cuando se movilizó un Servicio Topográfico que había de acompañar a las fuerzas expedicionarias que fueron a Francia en septiembre de 1939, resultó que no había existido una instrucción anterior conjunta de di chos Servicio y fuerzas. Preparación parala guerra. La preparación de mapas para atender a las necesida des de una fuerza militar en cualquier teatro de operacio nes probable o posible requiere una cantidad de tiempo y organización muy considerables, cosa que se olvida muy frecuentemente por muchos que debieran tenerlo en cuenta. Es esencial que los consejeros del Cuartel General en esta materia estén informados de la marcha del plan de operaciones, para poder planear y llevar a cabo oportu namente los programas cartográficos necesarios, de tal modo que los mapas sean suministrados y distribuídos a tiempo a las fuerzas que los necesiten. Hubo un tiempo, durante la ascensión de Hítler al Po der, en que la guerra pareció ser inevitable y que, cuando surgiese, la Gran Bretaña se vería envuelta en ella. La Sección Geográfica del Ministerio del Ejército, que tra bajaba bajo el control del Director de Información y Operaciones Militares, fué informada para que pudiese planear al detalle un programa cartográfico. Se le indicó el área de operaciones más probable, y se fijó la fecha aproximada para la cual el programa debía estar terminado. • Era completamente seguro que cuando la guerra esta llase, si estallaba, la Gran Bretaña y Francia interven drían como aliadas, por lo que se fijaron conferencias de sus Estados Mayores. Entre esas conferencias, las Sec ciones Geográficas militares francesa y británica se reunie ron y acordaron ciertos intercambios de información y de datos cartográficos. Aunque era obvio que las otras naciones de la Europa occidental se verían también en vueltas en la guerra, ellas decidieron mantener una polí tica de estricta neutralidad y no tomaron parte en estas discusiones preliminares, lo que fué muy lamentable desde el punto de vista cartográfico. Uno de los deberes del Servicio Cartográfico en tiempo de paz había sido el de coleccionar ejemplares de tantos mapas extranjeros como se pudiesen obtener. De tal modo llegó a formar un archivo que abarcaba la mayor parte de la Europa occidental, aunque existían algunas lagu nas en él, especialmente en las escalas mayores. Enmu chos casos, los mapas obtenidos eran de edición muy anti gua, por no haberla revisado el país interesado desde hacía muchos años. Y como nuestro dilatado Imperio, respon sabilidades y peligros en potencia lo exigían, nuestro ar 73 chivo era de’ alcance mundial, como luego demostraron los acontecimientos que tenía que ser. Durante el período 1939-1945, el Ministerio del Ejército debió estar dispuesto a producir mapas de cualquier parte del mundo. Algunos de los mapas del archivo del Ministerio del Ejército que cubrían el área de operaciones probable de la Europa del Oeste eran de tal naturaleza y calidad, que servían para hacer copias facsímiles mediante los proce dimientos fotolitográficos de reproducción. En otros ca sos, especialmente cuando el estilo o calidad del dibujo del mapa extranjero no era considerado conveniente para su uso por las fuerzas británicas, era necesario ini ciar los dibujos, usando los mapas extranjeros como material básico y adoptando el estilo de dibujo y signos convencionales que se consideraban más apropiados para los fines militares. Por acuerdo con los franceses se decidió que todos los mapas de los aliados que se habrían de usar llevarían el cuadriculado militar francés. Ello fué una herencia de la guerra anterior, pues en 1918 el cuadriculado “Nord de Guerre” había sido declarado reglamentario para el uso futuro de todos los aliados, no llegándose a poner en tonces en práctica el acuerdo por la cesación de la guerra. Para el verano de 1939, el programa británico de re arme cartográfico estaba próximo a ser terminado. El criterio seguido para la selección de escalas fué el siguiente: Escala pequeña (r 250.000) .—Para planeamiento es tratégico y movimientos por carretera. Escala media (i : 50.000).—Para uso táctico. Escala grande (i : 25.000).—Principalmente para uso rtiilero. Las series de escala pequeña fueron dibujadas de nuevo, y representaban todo el norte de Francia y Bélgica. La escala media fué también dibujada de nuevo en gran par te; pero cuando se disponía de las hojas modernas fran cesas de i : 50.000, el detalle de éstas se incorporó tal como estaba en las series inglesas, mediante su reproduc ción exacta. Estas series cubrían toda Bélgica y la parte noreste de Francia situada al norte de París y que ocu paba el espacio comprendido entre la frontera belga y el Paso de Calais; otra área del norte de Francia, que des de este Paso se extiende hacia el Oeste, adentrándose en Normandía, se representó aumentando el mapa del Estado Mayor francés de i : 8o.ooo a la escala i : 50.000 y cuadriculándolo. Las series de escala grande eran repro ducciones exactas de los mapas franceses y belgas de 1 : 20.000 reducidos a la escala de i : 25.000; cubrían toda Bélgica y casi la misma área del noreste de Francia que las de i : 50.000. Durante el período crítico de unos pocos meses que pre cedió a septiembre de 5939, el programa de impresión de’ mapas continuó a toda presión, entregándose a los Man dos metropolitanos repuestos de los mapas de pequeña escala para que fueran distribuidos entre las Unidades del Ejército expedicionario en el caso de que se ordenase la movilización. El grueso de los repuestos restantes se almacenó en un puerto meridional, en espera de los acon tecimientos y de su embarque eventual. Aparte de la preparación de repuestos de mapas, era también necesario revisar los sistemas de triangulación existentes en los países occidentales de Europa: fueron preparadas relaciones de los puntos de triangulación de los varios sistemas nacionales, porque habían de ser necesarios en relación con las acotaciones artilieras aija das, con la puntería por medio del sonido y con los de más adelantos técnicos modernos. Operacionesen Franciay en é!gica. A las ir,oo horas del sábado 3 de septiembre de 1939, la Gran Bretaña y Alemania se encontraban en guerra. Al día siguiente, un destacamento avanzado del E. M. G. 74 británico desembarcó en Cherburgo y siguió hasta Le Mans, localidad en la que el E. M. G. debía permanecer, en tanto el Ejército expedicionario británico (E. E. B.) se concentraba por los alrededores. Durante las cinco ser manas siguientes 500 toneladas de mapas empacados en cajas de madera inundaron la estación ferroviaria de Le Mans: se trataba del grueso de los repuestos que, pofin, había abandonado su puerto de espera. El lote con tenía las escalas media y pequeña, pero no la escala gran de, pues aún no se habían impreso los mapas de x : 25.000, para los cuales se adoptó el criterio de que las Compa ñías del Servicio Topográfico llevasen películas negati vas a razón de una por cada C. E., de tal modo que pu disen preparar las planchas impresoras e imprimir los repuestos en el campo de operaciones como y cuando fueran requeridos. Para ello fueron equipadas con unos talleres sobre ruedas para la impresión y reproducción de mapas, que, como más tarde se verá, lograron impri mirlos y distribuirlos cuando, en circunstancias críticas, las fuerzas británicas se retiraban desde Bélgica a Dun querque sin que hubiese posibilidad de obtenerlos de sus bases. A principios de octubre, el E. E. B. se desplazó para ocupar el sector que le había sido señalado en la frontera francobelga, empezando así aquellos siete meses de es pera expectante que se emplearon en trabajos de instruc ción y fortificación y que se aprovecharon para la revi sión y puesta al día de los mapas del sector británico me diante la fotografía aérea y la comprobación directa en el terreno. Se completaron también por medio de la tri angulación las acotaciones necesarias para que la artille ría se adaptase al cuadriculado de los mapas, compro bándose al mismo tiempo la exactitud de las relaciones trigonométricas ya preparadas. Por último, se llevó tam bién a cabo mucha labor de investigación y de nueva computación de las redes de triangulación de Francia, Bélgica, Holanda y Alemania con referencia especial mente a las áreas internacionales fronterizas, en las que se encontraron grandes diferencias entre los distintos sis temas nacionales. El Alto Mando francés, bajo cuyo control estratégico operaba el E. E. 3., había estudiado planes para contra rrestar la ofensiva alemana que se preveía, y el que se adoptó finalmente implicaba el avance de las fuerzas aijadas por el centro de Bélgica tan pronto como los ale manes iniciasen su ofensiva. Las fuerzas británicas de bían ocupar la línea del río Dyle, entre Lovaina y Wavre, unos pocos kilómetros al este de Bruselas. Tan pronto como se conocieron estos planes se dió prioridad a la revisión de los mapas que parecía más pro bable se iban a precisar en las operaciones del centro y este, de Bélgica. La neutralidad de este país impedía aún, las discusiones de los EE. MM. y también la iniciación pública de cualquier programa de fotografía aérea, que se requeriría para la revisión de los mapas y otros propósi tos. Sin embargo, se ábtuvieron fotografías de la zona del Dyle y de otrasáreas críticas, mediante vuelos a gran altura, y se procuró obtener información por varios con ductos sobre las carreteras existentes y su clasificación, a fin de preparar los mapas’ del tráfico. Con la valiosa ayuda del Servicio Geográfico francés, que disponía en París de una taller de la especialidad, se reprodujo en relieve la zona del Dyle. En la esperanza de que, después del contacto incial, el enemigo sería rechazado en Bélgica y empujado dentro de Alemania, se prestó mucha atención al estudio del sis tema defensivo alemán a lo largo de la Línea Sigfrido. Después de numerosas misiones de fotografía aérea, cu yos resultados eran interpretados por el Servicio de In formación, se consiguieron superponibles con las defen sas alemanas, que se unieron a las reproducciones de los mapas alemanes de 1 : 25.000. La situación de los depósitos cartográficos británicos cuando comenzó la ofensiva alemana era la siguiente: alemán y posteriormente se perdieron. El material de las Depósito-Base, con el grueso de los repuestos, en Rennes, Compañías del Servicio Cartográfico fué destruído deli beradamente en las afueras de Dunquerque antes de la y un gran Depósito Avanzado en la aldea de Beauques nes, cerca de Doublons. Las fuerzas que penetraron en evacuación y cuando ya todo trabajo de su especialidad era inútil e imposible. Una de estas Compañías actuó en Bélgica fueron dotadas de una colección muy completa de mapas que cubría la zona de su avance, la del río las últimas horas de su permanencia en Francia como Unidad de Infantería y ayudó a diferir la ocupación ale Dyle y la del área de operaciones probable; y en previ mana de Newport. Llevando consigo cuanto pudieron de sión de un avance posterior hacia el Este, dentro de Ale mania, y para hacer frente a los requerimientos de las sus teodolitos y demás material topográfico menudo, las Compañías del Servicio embarcaron en las playas y vol líneas de comunicación en el oeste de Bélgica, se monta ron sobre ruedas repuestos que, simultáneamente con la vieron a Inglaterra. entrada de las fuerzas en Bélgica, fueron despachados para el Depósito que se constituyó en Lierde-St. Martin, al oeste de Bruselas. La defensadela GranBretaña. Las Compañías de Ingenieros del Servicio Cartográ fico avanzaron con sus CC. EE. respectivos y, al llegar Gran Bretaña es el país mejor trabajado cartográficaal Dyle, sus Secciones topográficas, en colaboración con mente del mundo, y aunque lo era también cuando el los Regimientos del Servicio topográfico artillero, com E. E. B. volvió a Inglaterra, en junio de 1940, y hubie probaron la triangulación y mediante observaciones so ron de ser tomadas medidas defensivas contra una posi bre el terreno establecieron una red de puntos más densa, ble invasión, la necesidad de un urgente programa carto para permitir a los artilleros el ajustar su cartografía al gráfico se hizo sentir inmediatamente. La labor principal, cuadriculado de los mapas. También señalaron la posi aparte de la impresión de mapas en gran escala, era la ción de los puntos más destacados de la orilla oriental preparación de la serie de hojas de 1 : 25.000 de todo el del río, que habrían de ser más tarde, con toda probabi país, pues el Servicio Cartográfico no había preparado lidad, blancos enemigos. Entre tanto, las Secciones de en tiempo de paz los mapas de esta escala. Como no ha reproducción, con su equipo impresor móvil imprimían bía tiempo para empezar mapas nuevos, se unieron los repuestos de los mapas de escala grande. existentes en la escala aproximada de x : io.ooo, y se Los acontecimientos que siguieron son ya históricos y reprodujeron fotolitográficamente reducidos a la de causaron muchos dolores de cabeza a los rectores del 1 : 25.000, añadiéndoles un cuadriculado, con los que los Servicio Cartográfico. En lugar de un combate ofensivo así obtenidos se convirtieron en los normales de escala hacia Alemania, como se había previsto, hubo una por grande para uso de la Artillería. El mapa de una pul fiada lucha defensiva en retirada a través de Bélgica, con gada, tan conocido por los automovilistas y excursionis una brecha que cada día separaba más a las fuerzas bri tas británicos de los tiempos de paz (especie de Michelin tánicas de las francesas, situadas al Sur. Los rápidos avan en escala mayor), aunque disponible en lo que se refiere ces de las Divisiones blindadas alemanas hacia los puer sur de la Gran Bretaña, estaba muy anticuado en las tos del Canal separaron a las fuerzas británicas de su al hojas que representaban el resto del país, y requería una Depósito cartográfico avanzado de Beauquesnes y de su revisión intensiva. No obstante, fué cuadriculado y sir Base de Rennes; el pequeño Depósito de vanguardia cer vió de mapa táctico militar. cano a Bruselas fué desbordado rápidamente por los ale El Ministerio del Ejército delegó la preparación e im manes, aunque pudo salvarse parte del repuesto de ma presión de todos estos mapas en el Servicio Cartográfico pas del área de retaguardia. En el Depósito de Beauques de Artillería, que tenía a su disposición grandes recursos, nes, grandes repuestos que cubrían el área de Boulogne, entre los cuales podían contarse algunas imprentas civi Calais y Dunquerque fueron cargados en el ferrocarril, les, que durante los años de guerra posteriores continua en la esperanza de poder enviarlos hacia el Norte, espe ron prestando su eficiente ayuda de un modo admirable. ranza fallida puesto que para entonces los ferrocarriles A principios de verano de 1940 se estableció una orga estaban completamente embotellados con material ro nización cartográfica militar, con un Gabinete Director, dante de todas clases; se pudo, sin embargo, sacar de en el Gran Cuartel General de las Fuerzas Metropolita Doublons unos cuantos camiones de mapas por carretera nas y una pequeña oficina cartográfica en el C. G. de cada momentos antes de la entrada de los alemanes. Mando Regional. Esta organización se ocupó de la ob Así fué que cuando el E. E. B. se retiraba hacia Dun tención, conservación y suministro de mapas para las querque disponía apenas de los mapas precisos de fuerzas terrestres y aéreas, y, en colaboración con los Re 1 : 5o.ooo de las regiones que atravesaba. Afortunada gimientos cartográficos artilleros, llevó a cabo acotacio mente, como ya se ha indicado, las Compañías del Ser nes para la fijación de las baterías de la defensa costera y vicio Cartográfico afectas a cada C. E. pudieron, con sus para las antiaéreas y de artillería de campaña. Cuando negativos de los mapas de 1 : 25.000 y mediante un tra las baterías pesadas alemanas empezaron a actuar sobre bajo intensivo en cada alto, producir los mapas suficien el Paso de Calais y hubo que contrarrestar su acción con tes para abastecer limitadamente a su Gran Unidad. los cañones pesados británicos, fueron precisos trabajos Para obtener repuestos del Depósito-Fase de Rennes topográficos especiales para obtener una triangulación de costa a costa que permitiese fijar la posición de los se hizo un último esfuerzo: Como las comunicaciones te rrestres estaban cortadas, se envió a un Oficial con una cañones enemigos en relación con los nuestros. Por entonces, los métodos de radiolocalización (radar) lancha motora de Boulogne a St. Malo, y desde allí a Rennes, para que obtuviese un cargamento de mapas y se estaban perfeccionando rápidamente, y ello suponía un gran programa de trabajos topográficos para la exacta lo hiciese llegar a Dunquerque por mar, cosa que se con siguió, pero ya tarde, y además sólo se trataba de un fijación de las estaciones de radar y la determinación de repuesto pequeño. Si hubiese habido entonces las mismas resultados exactos de las mismas, programa que fué lle facilidades para el transporte aéreo que existieron más vado a cabo por las Compañías Topográficas de Ingenie ros afectas a los distintos Mandos regionales. tarde, en ‘944-45, la situación hubiera sido muy dife El proceso de formación e instrucción del Ejército bri rente. Durante el período de espera que desembocó en la tanico y el rápido crecimiento de las fuerzas aéreas exi gieron cada vez más mapas especiales, aparte, claro está, blizkrieg, se había montado en París una voluminosa instalación para imprimir mapas y un pequeño taller fijo de los repuestos necesarios de los mapas ordinarios para la defensa e instrucción. en Arrás, que atendía principalmente los requerimientos Cuando los japoneses atacaron en PearlHarbour y los especiales del C. G. Ambos fueron aislados por el avance 75 Estados Unidos entraron en la guerra, se llegó a una si tuación en que fué posible cambiar los proyectos defen sivos por otros ofensivos, y, a medida que la probabilidad de una invasión enemiga de la Gran Bretaña comenzaba a desdibujarse, los proyectos y planes para una vuelta al Continente empezaban a tomar cuerpo. Durante 1942 la preparación de un asalto a la costa europea obtuvo prioridad en la producción de mapas so bre la defensa metropolitana. En el mismo período, y aun antes de él, existió también una actividad continua y febril en relación con las operaciones en muchos teatros ultramarinos en que deberían actuar las fuerzas británi cas; con sólo pensar unos momentos en algunos de dichos teatros se dará el lector una idea de la envergadura del empeño y de la cantidad de trabajo que exigía. A conti nuación vinieron las campañas de Egipto, Libia, Cire naica, Creta y Grecia, con sus compromisos laterales de Palestina, Siria, Irak y Persia. Las operaciones en Abisi nia se llevaron a cabo sobre inmensas extensiones de te rritorio pobre en mapas y exigieron mucha inteligencia y duro trabajo por parte de la organización del Servicio que acompañaba a las fuerzas. Madagascar, Malaya y las Indias Orientales extendieron aún más el siempre cre ciente campo de actividad cartográfica. En este punto surgieron los preparativos para el gran asalto aliado del norte de Africa y las operaciones consi guientes que culminaron en la victoria de Túnez. Para ello se precisaron no sólo los mapas de todo el Norte de Africa, sino también los del Oeste y parte del centro de este Continente. Y mientras la campaña norteafricana tenía lugar, era necesario preparar la etapa siguiente, pla neando y ejecutando un inmenso programa cartográfico que debía cubrir las inminentes operaciones de Sicilia e Italia. Además de todo lo anterior, era esencial precaverse contra cualquier posible movimiento de Hítler con el que pudiese amenazar las comunicaciones aliadas vitales. Así, por ejemplo, existía la posibilidad casi probable de un movimiento alemán a través de España, para apDde rarse de Gibraltar, movimiento que podría implicar la entrada de fuerzas aliadas en la Península Ibérica y origi naría la necesidad de producir mapas de ese país. La vida de un cartógrafo militar era, sin duda, de mucha activi dad y exigía el más estrecho contacto con las Secciones de Operaciones, Información y demás sobre las que re caía la responsabilidad del planeamiento y ejecución de las operaciones. Una intuición inteligente, una gran pre visión y dotes adivinatorias eran facultades muy necesa rias para quienes habían de planear y coordinar tan ex tensos programas cartográficos. Tan pronto como América entró en la guerra se hicie ron preparativos para unas conferencias cartográficas en Wáshington, con objeto de fijar la política y la división de la responsabilidad cartográfica del mundo entero con vistas a posibles operaciones en cualquier parte de él. Tal iniciativa fué necesaria para conseguir una razona ble uniformidad en el dibujo, para impedir repeticiones y despilfarro en la producción y para asegurar el uso más económico de los recursos disponibles en ambos países. Preparativospara la operación “Overlord”: Asalto de la costa francesa. Durante el verano de 1942, el E. M. G. de las Fuerzas metropolitanas fué invitado a estudiar y presentar pro yectos para una operación de asalto de la costa en Euro pa. Este fué el comienzo de un período de planeamiento que terminó con el desencadenamiento de la operación “Overlord”, el 6 de junio de 1944. Las primeras inves tigaciones del E. M. encargado del planeamiento señala ron ciertos límites geográficos dentro de los cuales se con sideraba factible un desembarco en la costa francesa, bos quejando también el probable desarrollo de las opera- 76 ciones que seguirían a un desembarco afortunado. Esta información era lo suficientemente precisa para permi tir un programa cartográfico y su iniciación; por otra parte, el conocimiento de los efectivos aproximados y el ritmo de organización de la fuerza asaltante indicaba poco más o menos la fecha en que el programa debería ‘;erminarse. En las discusiones de los Estados Mayores, en Wásh ington se había convenido que el Ministerio del Ejército británico respondería del planeamiento, dibujo y produc ción inicial de los mapas que las fuerzas terrestres y aéreas aliadas habrían de usar en los teatros de guerra europeo y africano. Ante la perspectiva de un Mando Unico, era indiscutiblemente necesario que las fuerzas aliadas usa sen los mismos mapas, el mismo cuadriculado y los mis mos signos convencionales, etc. Desde el principio de la producción, se mantuvo, por tanto, un contacto muy estrecho entre los Servicios Cartográficos británico y americano. El Ministerio del Ejército de lOS Estados Uni dos envió, en 1942, a la Gran Bretaña un técnico cartó grafo que asistió hasta el final de la guerra a las confe rencias quincenales que tuvieron lugar en el Ministerio del Ejército británico. Los primeros pronósticos relativos al planeamiento de las operaciones pusieron en claro que serían precisos, no sólo los mismos mapas usados en Francia en 1939-40, sino otros que cubriesen las zonas inmediatas occidenta les y meridionales. Por otra parte, la experiencia había demostrado que los mapas usados en las operaciones de aquel período requerían una revisión y mejora conside rables. En vista de ello, el programa cartográfico conti nental que se empezó en 1942 incluía los puntos si guientes: a) La revisión y reedición de los mapas existentes de toda clase de escalas del noreste de Francia y de Bélgica que se habían impreso para 1939. b) La producción de una nueva serie de 1 : 250.oco que cubriese todo el resto de Francia, con prioridad para Normandía y Bretaña. El material básico para elIo sería el mapa francés de i : 200.000, y la nueva serie se dibu jaría enteramente de nuevo. Se convino que para las operaciones de apoyo aéreo a las fuerzas terrestres, la aviación usaría los mismos mapas que el Ejército, para lo cual se incorporarían en éstos ciertos detalles para hacerlos adecuados para ambos; aparte de la tonaliza ción de alturas en varias tintas, la acentuación del azul de la costa y de los nos y la selección de los colores de impresión, de tal modo que fueran fácilmente legibles aun con la iluminación especial de los aeroplanos. c) La producción de una nueva serie de escala media (i : 50.000) que cubriese el norte de Francia y el litoral atlántico occidental que, en unión de la serie existente del noreste de Francia y de Bélgica, proporcionaría los ma pas de toda el área de operaciones más probable desde el lugar del desembarco hasta la frontera alemana. El único material cartográfico básico disponible era el mapa del E. M. francés de r : 8o.ooo, que instituyó Napoleón, y que, naturalmente, estaba muy anticuado en grandes extensiones; se trataba de un mapa exclusivamente en negro en el que el relieve estaba representado por medio de trazos en sardineta que interferían con el resto de los detalles y lo hacían de lectura muy dificultosa en las zo nas montañosas. Una reproducción en facsímil aumentada a la escala i : 5o.ooo hubiera sido inaceptable para usos militares británicos, y era, por tanto, necesario el volver a dibujar el mapa para su reproducción a cuatro tintas, siendo además precisa una cuidadosa revisión para poner al día las carreteras, ferrocarriles y demás detalles, que sólo podía hacerse mediante la fotografía aérea, pues no se disponía de ningún otro medio para llevarla a cabo. d) La producción de una nueva serie de r : 100.000. Esta se requería, principalmente, para las fuerzas blin dadas, pues se preveía que, dada su velocidad, la serie de 1 : 50.000 sería una escala demasiado grande y en trañaría el transporte de demasiadas hojas. Ya en 1914-18 se había publicado una serie en esta escala, de cuyas planchas, que cubrían el nordeste de Francia y Bélgica, se disponía; sus hojas fueron revisadas y se les añadió la coloración de alturas y, para cubrir el resto de la pro bable área de operaciones en sus zonas occidentales y meridionales, se decidió reproducirlas de los mismos dibujos que estaban en preparación para la nueva se rie de. 1 50.000. e) La producción de una nueva serie de i : 25.000 ex tendiendo la zona ya editada para 1939-40 al Sur y al Oeste. Para ello no se disponía de ningún material cartográfico básico, pues los franceses no habían publicado ningún mapa de escala grande del área en litigio. En el otoño de 1942 se decidió, por lo tanto, empezar el trabajo con un programa de fotografía aérea y dando prioridad a la zona que se extiende desde la península de Cherburgo al Paso de Calais, donde se ligaría con las hojas ya exis tentes. Lo primero que se requería era el obtener una fo tografía aérea completa conforme a los requerimientos del trabajo cartográfico: en vista de ello, se encargó de obtenerla al 140 Escuadrón de la R. A. F., que desem peñó su misión con pleno éxito, lo mismo que cuantas misiones análogas se le confiaron. Los vuelos debieron realizarse en las más difíciles condiciones tácticas y sobre terreno enemigo muy defendido con caza y artillería an tiaérea. Al principio se usaron Spitfire sin armamento; pero resultaron ser técnicamente inadecuados para esta clase de trabajo, por lo que fueron sustituidos por Mos quitos, que dieron mejor resultado. Para convertir las fotografías en mapas se forma un Grupo Aéreo Cartográfico, consistente en seis de las re cientemente constituídas secciones de Cartografía Gene ral. Las referencias básicas para la situación del detalle eran un cierto número de puntos trigonométricos fran ceses (iglesias, cúspides, etc.), identificables en las foto grafías, y cuyas coordenadas con referencia al cuadricu lado del mapa eran conocidas. El cometido del Grupo Aéreo Cartográfico era el llevar a cabo el trabajo prelimi nar de extender la identificación a un gran número de puntos auxiliares. En el curso de este trabajo se desarro llaron varios métodos de técnica cartográfica aérea, y sus resultados fueron enviados a las Compañías Topográfi cas de Ingenieros afectas a los distintos Mandos Regio nales metropolitanos que hicieran la recopilación final del detalle y la reproducción de las hojas terminadas. Poco después de iniciarse el programa llegó al Reino Unido un Batallón Topográfico de Ingenieros del Ejér cito norteamericano, que fué instalado cerca de Londres; su personal había sido instruido intensivamente en el trabajo cartográfico mediante la fotografía aérea, y su material para llevarlo a cabo era de la más alta calidad. En consecuencia, se le adjudicó el trabajo de confección de unas cuantas hojas. del área con prioridad, y más tarde se dedicaron a la producción de mapas similares de toda la península bretona y de otras áreas importantes Debido a la cerrada vegetación del país, especialmente en el distrito boscoso de Normandía (Bocáge), en el que los campos son pequeños y hay mucho detalle que deli near, el rendimiento fué menor que el que se esperaba; sin embargo, pudo acabarse la labor en la fecha prevista, aunque a duras penas, lo que permitió el uso intensivo de estos mapas en las operaciones que siguieron al asalto, no sólo por la artillería, que dió fe de su exactitud, sino también por la infantería, que encontró el abundante detalle representado en aquéllos de una gran utilidad en la lucha de cerca a cerca, que tan continuamente acu saban los partes de guerra de Normandía. f) La producción de un mapa de carreteras de Francia, Bélgica y Holanda, que fué una reproducción del mapa Michelin de carreteras de i : 200.000. g) La extensión de los mapas de todas las escalas co- rrientes a Holanda y Dinamarca. Pues aunqúe se dispo nía de una serie de 1 : 50.000, referente a Holanda, esta ba anticuada, y como escaseaba el tiempo y la mano de obra, se juzgó lo más conveniente el concentrar el esfuerzo en la revisión de la serie de i : soo.ooo. En realidad, cuando el avance llegó a Holanda, se capturó y repro dujo en el terreno una edición bastante moderna alemana, de la serie i : 50.000. h) La producción de mapas de Alemania. Se podía predecir sin gran riesgo que el avance ruso desde el Este sería simultáneo con el nuestro desde el Oeste, y que, por tanto, desde el punto de vista táctico no tendríamos requerimientos urgentes de hojas de la Alemania orien tal. Pero en la guerra se deben hacer previsiones para el caso peor, por lo cual se planeó un programa que abar caba todo el país, empezando, naturalmente, de oeste a este. Se adoptaron las siguientes escalas: 1. Escala pequeña (i : 250.000). El material básico para ella fué el mapa topográfico alemán en colores, de 1 : 300.000, que tal como estaba editado ofrecía una cali dad bastante buena, y como urgía, se decidió copiarlo por el método de separación de colores, en lugar de dibu jarlo de nuevo. Como es inevitable cuando se copian fotográficamente originales en colores, hubo que vencer muchas dificultades técnicas; pero la gran experiencia obtenida durante los años de guerra en esta clase de trabajo proporcionó varios métodos de enfocar acepta blemente el problema. 2. Escala media (i ioo.ooo). Disponíamos del mapa nacional alemán de i : ioo.ooo, impreso en negro, que cubría todo el territorio alemán, pero que, por ser de difícil lectura en terreno montañoso, no era conveniente para nuestro uso militar. El trabajo se dividió entre las autoridades cartográficas británicas y americanas, y se tomó como base el mapa alemán, revisándolo mediante la fotografía aérea y el detalle deducido de otros mapas alemanes más modernos, de escalas mayores, de que dis poníamos. Cuando se inició este programa, la presión del trabajo era tan grande que se previó que el mapa de esta escala tendría que servir como el normal para usos tácti cos, en lugar del ordinario de 1 : 50.000. Más tarde, sin embargo, se hizo posible la producción del de i : 50.000, como explicaremos más adelante. 3. Escala grande (r: 25.000). Este mapa produjo a nuestras autoridades cartográficas muchos y muy fuer tes quebraderos de cabeza. En los primeros días de su historia cartográfica, los alemanes habían realizado los trabajos de esta escala separadamente en cada uno de sus Estados, basado cada uno en sistemas diferentes en cuanto a la situación geográfica y a la orientación y en las triangulaciones de cada Estado en lo relativo a los detalles, por lo que se producían discrepancias en las zonas limítrofes. Bien es verdad que cuando los nazis su bieron al Poder trataron de revisar y unificar todos los sistemas; pero el trabajo no estaba terminado, y los Ser vicios Cartográficos aliados hubieron de enfrentarse con la tarea de completarlo lo suficiente para atender los requerimientos operativos. Provisionalmente, se publicó una primera edición, que debía usarse sólo en caso de necesidad, mediante la copia de las hojas alemanas tal como estaban, pero más tarde hubo tiempo de revisarlas con fotografías aéreas, lo que permitió atenuar las dis crepancias e incluir otras mejoras. 4. Escala media (i : 50.000). Como ya se ha indicado, esta serie se empezó más tarde que las otras. Es induda ble que las fuerzas aliadas, y más especialmente las bri tánicas, habían llegado a considerar el 1 : 50.000 como la mejor escala táctica, y que se disponía del mapa de esta clase de la Francia septentrional y de Bélgica hasta la frontera alemana. No existía, en general, la serie alemana correspondiente, y era necesario producirla. Se hizo re copilando datos de las copias revisadas de las hojas del 77 mapa alemán de 1 : 25.000, dándose prioridad a las occi dentales. 5. Mapa decarreteras. Las fuerzas americanas tenían predilección por el tipo más sintético de mapas de carre teras en que se expresan los números de las carreteras nacionales, cuyo uso es muy general en los Estados ¡inidos, y que, en lo referente a Francia y Bélgica, había sido reproducido de las Guías Michelín. En cuanto a Alemania, primeramente se produjo en color el de 1 : 5oo.ooo, y más tarde, cuando se adquirió información idónea, se vertió en un mapa mejor y de escala mayor. El sumario precedente nos da una idea de las series de mapas principales que se pusieron en producción durante el período de planeamiento, a lo que hay que afiadir, por supuesto, otras innumerables actividades cartográficas emprendidas simultáneamente. Todas las Secciones de los EE. MM. y Gabinetes encargados del planeamiento producían un caudal de partes, resúmenes informativos, apreciaciones técnicas, proyectos de aeródromos y demás; era raro que éstos no requirieran normalmente ser ilus trados con mapas especiales, diagramas o superponibles. . La consideración primordial era siempre el secreto, en relación especialmente con el lugar y el momento del asalto. Comoquiera que un gran número de los mapas es peciales que se habían producido daban indicaciones cada vez más concretas sobre esos extremos, era cada vez más vital, conforme se afirmaban los planes, que no hu biese “fugas” en la organización cartográfica. Teniendo en cuenta el muy crecido número de técnicos empleados en este trabajo, la absoluta reserva demostrada habla muy alto en su favor. Entre los factores más importantes que influían en la elección del lugar del asalto figuraba la aptitud de las playas para la descarga en ellas, desde las lanchas de desembarco del personal, de vehículos y repuestos. Aparte de su naturaleza física, la pendiente de las playas era muy importante, y se requería una información muy exacta sobre este extremo. Los mapas y cartas geográficas exis tentes indicaban con bastante seguridad que trozos de la costa entre Holanda y la península bretona debían ser descartados a causa de su rocosidad o acantilamiento; hecha esta eliminación, quedaron una serie de playas posibles que fueron catalogadas y numeradas. Como era imposible medir su pendiente con los métodos normales de sondeo, a causa de la ocupación enemiga, se pidió al Servicio Cartográfico que investigase la posibilidad de determinar las pendientes por medio de métodos carto gráficos de fotografía aérea. El método usado primeramente fué llamado del “nivel del agua”. Se hicieron vuelos a lo largo de las playas ele gidas, de acuerdo con un programa horario cuidadosa mente estudiado. Las horas en que aquéllos se hacían eran las de pleamar, bajamar y otras en que el nivel de la marea estaba en puntos intermedios entre ambos; con ayuda de las tablas de mareas y el conocimiento de su flujo y reflujo, fué posible, dibujando el nivel del agua en momentos conocidos de la marea, relacionar el movi miento vertical del agua con su movimiento horizontal. Un pequefio grupo de personal cartográfico de Ingenie ros (Sección de Enlace Cartográfico Aéreo) vivió y tra bajó en el mismo aeródromo que el 140 Escuadrón de la R. A. F., que nuevamente se dedicaba, con su acostum brado celo y eficiencia, a la fotografía cartográfica. El Oficial de Ingenieros preparaba los pronósticos sobre la marea y facilitaba los programas de actuación para los pilotos informándoles sobre los detalles técnicocartográ ficos del trabajo que diariamente habían de realizar; las fotografías eran examinadas por los topógrafos, que mar caban los niveles del agua y llevaban a cabo las medicio nes necesarias, siendo pasados después los resultados de su trabajo a la Sección Hidrográfica del Almirantazgo, que preparaba los mosaicos fotográficos de cada playa, sn los que se representaban secciones verticales en pun 78 tos elegidos a lo largo de la playa que indicaban las pen dientes. Más tarde se empleó un nuevo método denomi nado de “velocidad de las olas”, que operaba así: Diver sos aviones fotografiaban la misma playa desde el mismo punto de vista y en momentos distintos prefijados de antemano; en sus fotografías, que se tiraban precisa mente en días de oleaje, se hacían las mediciones necesa rias que permitían precisar la velocidad de una ola determinada, y mediante una fórmula que se consiguió, la velocidad de las olas se relacionó con la profundidad del agua. De esta manera era factible el dibujar las sec ciones verticales en puntos determinados de las playas y de este modo averiguar las pendientes. Otro factor que habría de tener una influencia impor tantísima en la conducción de las operaciones que segui rían inmediatamente a un asalto victorioso era la pronta habilitación de lugares de aterrizaje, pues la distancia desde la cabeza de puente a la Gran Bretaña restringiría mucho la capacidad operativa de los cazas sobre el campo de batalla. Sería, pues, preciso el construir aeródromos y lugares de aterrizaje lo antes posible para que aquéllos pudiesen aterrizar y repostarse de esencia sobre el terreno en lugar de tener que volver a sus bases. Tan pronto como quedó fijada el área de asalto, se hicieron estudios preliminares, primero en los mapas existentes y después en la fotografía de reconocimiento aéreo, para elegir los lugares que parecían más convenientes; esta conveniencia dependía de muchos factores, tales como su pendiente, naturaleza de la superficie, existencia de cercas, muros, trincheras, árboles y demás obstáculos. Lo esencial era el poder seleccionar de atemano los lugares que con el mínimo trabajo ingenieril pudiesen ser utilizados como aeródromos, y a este fin se requería un plano de cada aeródromo potencial, en escala grande, que mostrase su perímetro y todo el detalle interesante. Al ser requerido para ayudar en la investigación, el Servicio decidió em plear sus métodos de cartografía aérea y localizó más de xoo lugares adecuados dentro de la cabeza de puente de Normandía; se requirió a la R. A. F. para que se ob tuviesen fotografías a unos 3.000 metros, y se dedicaron para hacer los planos a óóo hombres del Batallón Topo gráfico de Ingenieros norteamericano, que llevaron a cabo su investigación fotográfica con su equipo carto gráfico Multipiex, con el que obtuvieron planos de es cala i : ioooo y curvas de nivel de una equidistancia de 1,50 metros, que, cuando se aplicaron sobre el terreno después de la invasión, resultaron ser muy prácticos y exactos. Desde 1942, en que el Cuartel General de las Fuerzas metropolitanas inició las investigaciones preliminares, hubo varios cambios en las autoridades encargadas del planeamiento de las operaciones: de dicho Cuartel General la dirección paso al del XXI Grupo de Ejércitos, de nueva creación. Después, con la organización de grandes fuerzas americanas en Inglaterra, vino la formación de un E. M. mixto británico y americano, puesto provisionalmente bajo el mando de un Jefe del mismo (C. O. S. 5. A. C.), en tanto no se determinaba quién había de ser el Gene ral en Jefe. Había, por supuesto, un Cuartel General unifi cado diferente para la campaña norteafricana, que más tarde funcionó en el Norte de Africa como un Alto Mando mixto. Para la operación “Overlord” hubo de crearse, en la primavera de 1944, el Cuartel General Supremo (SHAEF). En cada uno de esos Cuarteles Generales hubo un Director del Servicio Cartográfico, con su pequeño Gabinete, que era el que tenía a su cargo seguir todas las fases del planeamiento y proveer para que el día “D” hubiese en los lugares oportunos el número adecuado de los mapas precisos para las fuerzas aliadas que desem barcasen en las playas enemigas y hacer llegar hasta ellas los necesarios para las operaciones siguientes en cualquier dirección que se desarrollaran; también tenía que satis facer los requerimientos cartográficos de los EF. MM. para sus planeamientos, suministrar los repuestos de ma pas para la instrucción de las fuerzas y dirigir las activi dades de investigación antes aludidas en cuanto a las pla yas y aeródromos y cuantas otras de índole cartográfica pudieran surgir. También requerían preparativos especia les (que de ordinario implicaban la preparación de mapas topográficos de escala grande deducidos de las fotogra fías aéreas) las operaciones preliminares, tales como la de Dieppe, por ejemplo. En estrecha colaboración con el Director del Servicio, el Ministerio del Ejército asumió la responsabilidad de producir las principales series de ma pas; pero, sin embargo, las Unidades Topográficas bri tánicas y americanas afectas a los Ejércitos de operacio nes llevaron también a cabo una gran cantidad de tra bajo, y es grato recordar la feliz, amistosa y completa co laboración de las dos Organizaciones aliadas. Durante la primavera de 1944 tuvieron lugar frecuen tes vuelos sobre la costa enemiga para la obtención de fotografías para el estudio de las defensas alemanas, y la fotografía cartográfica continuó siendo una actividad principal de las fuerzas aéreas aliadas. De las fotografías de reconocimiento deducía el Servicio de Información los obstáculos existentes en las playas y en el interior, las alambradas, nidos de cañones y de ametralladoras, forti ficaciones de campaña, bunkers y demás estructuras de fensivas, y las señaló en los mapas de escala grande que se habían preparado para la fotografía cartográfica. Así señalados, servían de base para la preparación de plan chas que permitieron superponer este importante deta lle en los repuestos de los mismos mapas. Como el detalle de las fortificaciones variaba constantemente debido al desarrollo de aquéllas, se originaba continuamente la ne cesidad de nuevas ediciones de estos superponibles, pero las finales, de escalas i : 25.000 y 1 : 12.500 fueron termi nadas a tiempo para su distribución con la orden para el día “D”. Un equipo mixto británicoamericano de moldeadores produjo grandes cantidades de modelos en relieve de la línea costera y de áreas interiores seleccionadas, que fue ron usados para los planeamientos, investigaciones de radar y para preparar las órdenes. No son ciertas, sin em bargo, las fantásticas cifras de producción que en algunos casos hicieron públicas determinados informadores super optimistas. No me propongo detallar el programa que la prepara ción de las relaciones trigonométricas y demás detalles topográficos necesarios a las fuerzas de Artillería e Inge nieros requería. Los datos franceses disponibles eran in adecuados y poco satisfactorios, puesto que el sistema de triangulación moderno francés no había alcanzado a Normandía. La situación, en lo que se refería al noreste de Francia y Bélgica, era satisfactoria, pero sólo había datos muy antiguos respecto a todo el resto de Francia Aunque el espionaje proporcionó algunas listas de coor denadas más modernas, su garantía era muy incierta y se sabía que probablemente contenían errores y discrepan cias. Finalmente, de todos los datos expuestos se recopi laron e imprimieron listas trigonométricas cuyos valores habían sido reducidos al sistema de cuadriculado adoptado. Se convino por los aliados que la impresión de los ma pas de 1 : 25.000 sería hecha en el campo de batalla por las Unidades topográficas, para lo que se las dotó de repues tos de negativos de todas las hojas. En cuanto a las esca las más pequeñas, se decidió que, normalmente, los re puestos principales se imprimirían en el Reino Unido y se enviarían por mar a las fuerzas británicas; las america nas los recibirían de sus propias Bases cartográficas de la Gran Bretaña o de los Estados Unidos. Pero como no se podía garantizar, sin embargo, que este método fun cionase bien en los momentos de urgencia, se dotó a los Equipos cartográficos de las Grandes Unidades Supe riores de negativos de todas las principales series de mapas. Para asegurar la coordinación y uniformidad en la ac tuación de las fuerzas aliadas, el SHAEF publicó, durante el período de planeamiento, una serie de Instrucciones sobre el Método Operativo; de ellas, dos se refirieron a Cartografía: una, referente a Sistemas de Coordenadas, y la otra, estableciendo los Métodos Topográficos de Arti llería e Ingenieros en Campaña. Los requerimientos especiales de las fuerzas aereas y aerotransportadas aliadas y las actividades cartograficas y topográficas concernientes al asalto y operaciones sub siguientes que condujeron a la capitulación de Alemania serán tratados en otra ocasión. La distribución de mapas para las formaciones de asal to y para las de explotación fué una tarea de una magni tud y complejidad formidables. El secreto en cuanto al lugar y momento del asalto era vital. A cada serie de ma pas y a cada hoja de estas series se les dió una letra o grupo de letras de referencia de determinado código. Tan pronto como los mapas fueron impresos, se les enrolló y precintó, marcándolos al exterior con la referencia sola mente, y los repuestos se almacenaron en cuatro grandes depósitos dispersos por razones de seguridad contra la acción aérea enemiga. Estos depósitos estuvieron en prin cipio a cargo del Ministerio del Ejército británico, pero más tarde dos de ellos fueron pasados a cargo de las fuerzas americanas. Tan pronto como se hicieron los preparativos de deta lle relativos al agrupamiento, concentración y áreas de embarque, se establecieron cierto número de almacenes de mapas en dichas áreas, destinado cada uno a determi nada Unidad, que contenían los adecuados para cada una y para la misión que tenía asignada en el asalto. Cada C. E. debía retirar el total del repuesto que necesitaba para sus Divisiones y tenía a su cargo la distribución de aquél en los medios de transporte y la distribución pos terior en condiciones de seguridad a los Comandantes de Unidad para que los mapas no fuesen abiertos hasta después de zarpar. Las órdenes de operaciones de las fuerzas británicas se distribuyeron acompañadas de una serie especial de mapas que llevaban adjuntos superponibles de los dispo sitivos de defensa enemigos (obras, obstáculos, etc.), pero con nombres ficticios y otras precauciones de segu ridad, de tal modo, que aun en el último momento el lugar del ataque no era conocido. Además de los mapas necesa rios para el desembarco mismo, las Divisiones de asalto y las de explotación retiraron también repuestos de ma pas que cubrían el área probable de combate de los pri meros días hasta que los almacenes cartográficos pudie ran ser establecidos en la cabeza de puente. Estos repues tos fueron entregados a las Divisiones sobre camiones con tracción de cadena para que pudiesen desplazarse con aquéllas de una parte a otra. Se convino que, hasta tanto no se estableciesen ‘líneas de comunicación directas entre Francia y los Estados Uni los, las fuerzas americanas extraerían sus repuestos de mapas principales de los dos Depósitos que les habían sido cedidos por el Ministerio del Ejército británico, de los cuales extrajeron también las hojas para el asalto y los repuestos para la prinera fase que transportaron a su ca beza de puente. Unidades cartográficas británicas y americanas con material ligero acompañaron a sus respectivas GG. UU. en el asalto, y posteriormente recibieron sus imprentas y demás material pesado. La mayor parte de los repues tos que llevó el II Ejército británico fueron cargados so bre camión de antemano, lo que facilitó grandemente su circulación en las playas. Los repuestos americanos fue ron, en su mayor parte, enviados como carga normal, por lo que tuvieron que luchar con grandes dificultades en su paso por las playas; ello afectó adversamente la cons titución de repuestos en •e. cabeza de puente, teniendc 79 que hacerse envíos de emergencia desde el Reino Unido que aliviaron la situación, pero hasta que llegaron, las fuerzas americanas pasaron unas semanas críticas, y la falta de mapas fué causa de ansiedad. Tan pronto como las circunstancias lo permitieron, el XXI Grupo de Ejércitos empezó a trasladar sus repues tos de mapas desde Inglaterra a su Depósito-Base del Continente, que primeramente se situó tierra adentro, a poca distancia de la playa, y que más tarde fué trasla dado a Caen, ciudad que, a su debido tiempo, fué habi litada como puerto de abastecimiento, cosa que facilitó el transporte directo por cargamentos completos. Más tar de, este Depósito pudo ser trasladado más al este, cuando otros puertos fueron capturados y abiertos al tráfico; ya veremos después que, bajo la presión de los desplazamien tos rápidos, se hizo preciso adoptar nedidas especiales para hacer frente a algunas situaciones críticas que fueron surgiendo. Los mapas de escala media del norte de Francia cu brieron los requerimientos operativos, si bien en algunas áreas, donde no se había dispuesto, al hacerse los mapas, de fotografía aérea en cantidad suficiente, la revisión de carreteras y de otros detalles no era muy completa. La importancia de una representación correcta de las comu nicaciones, perímetros, bosques y relieve del terreno, no puede ser nunca debidamente encarecida. El mapa de Normandía de i : 25.000, que había sido tomado ente ramente de fotografías aéreas, había sido proyectado es pecialmente para la Artillería, y su exactitud y adecua ción para este objeto quedó completamente confirmada; lo inesperado fué, sin embargo, el éxito que, en determi nadas circunstancias tuvo entre la infantería, especial mente en el bocage normando. Como con arreglo a lo previsto los mapas de escala grande debían ser impresos en el teatro de operaciones, las imprentas móviles de las Compañías Cartográficas tuvieron que trabajar a toda presión, durante las 24 horas del día, en. las primeras se manas de la lucha en la cabeza de puente. La primera labor de las Secciones Topográficas fué el comprobar los datos de la triangulación francesa me diante la observación sobre el terreno para corregir, cuando era necesario, las listas trigonométricas que se habían preparado, y el prever las nuevas acotaciones que pudieran ser precisas para la Artillería. Cuando la cabeza de puente fué ensanchada y extendida, los trabajos topo gráficos fueron llevados a vanguardia, para colaborar en la batalla, actuación que continuó durante las operacio nes siguientes, excepto cuando la velocidad del avance, al producir una situación insegura, obligaba a suspender la, si bien entonces los topógrafos continuaban en van guardia, en espera de que su trabajo pudiese ser reanudado. No había transcurrido mucho tiempo cuando los pri meros mapas alemanes fueron capturados, y una adqui sición interesante fué la copia facsímil de uno de los ma pas británicos de 1 : 25.000, que tan recientemente ha bíamos producido mediante la fotografía aérea; evidente mente, los alemanes habían capturado uno de éstos, y a las pocas horas lo habían reproducido y, una vez puesto su cuadriculado, lo habían distribuído entre sus fuerzas. Mientras los británicos se mantenían firmes en el ex-. tremo oriental de la cabeza de puente y presionaban en el sector central, el 1 Ejército americano despejaba la península de Cherburgo. El General Patton desencadenó después, en agosto, con su III Ejército, la serie de sus impresionantes avances, que tan malos ratos habían de proporciofiar a sus Servicios de abastecimiento, incluído el cartográfico: Irrumpiendo desde Avranches hasta Rennes, aisló la península bretona y condujo a su a Di visión blindada hasta Nantes, cubriendo en un día 140 kilómetros; seguidamente, volviendo hacia el Este, avan zó como una exhalación a lo largo del valle del Loira y, desbordando París, cruzó el Sena. Si volvemos otra vez al período de planeamiento, ha- 80 remos notar que, con vistas al suministro eventual directo desde los Estados Unidos, se habían enviado al Ministerio del Ejército norteamericano negativos de todas las series de mapas del teatro de operaciones de Europa occidental, tan pronto como las hojas se iban publicando. Unas se manas antes del día “D” se pasaron los pedidos globales de las fuerzas americanas, para que los correspondientes repuestos pudiesen ser embarcados a tiempo para llegar a Europa en la fecha aproximada en que se calculaba que Cherburgo u otro puerto francés estaría ya abierto al tráfico aliado. El primero de estos cargamentos llegó a aguas europeas cuando el General Patton estaba en la mitad de su avan ce hacia el este y en ocasión en que la situación cartográ ficade los americanos no era muy brillante, pues algu nos de los envíos desde la Gran Bretaña habían sido hun didos, otros estaban esperando turno antelas playas por no disponerse de medios suficientes de desembarco y, fi nalmente, siete barcos repletos de los mapas más necesa rios esperaban su turno dispersos ante la costa inglesa y escocesa. Corno por ese tiempo el Ministerio del Ejército británico estaba trabajando a toda presión en sus pro gramas cartográficos correspondientes, no sólo a sus fuerzas del teatro de operaciones europeo, sino de todos los demás, le era muy difícil el aceptar nuevos encargos urgentes. Aunque Cherburgo había sido capturado, esestaba aún impracticable debido a las demoliciones ale manas y a las minas marítimas; gran número de buques estaban al pairo delante del puerto y de las playas de desembarco esperando sus turnos de descarga, muchos de ellos con cargamentos de alta prioridad. Esta fué una de las ocasiones en que los mapas tenían un valor esen cial, pues el General Patton había llegado a una situa ción en que sus fuerzas dependían casi exclusivamente de los atlas que podían encontrar en las escuelas de los pueblos que atravesaban. La situación fué reconocida, y el Mando Supremo ordenó que los barcos fuesen lleva dos a Cherburgo y descargados inmediatamente para, desde allí, ser llevados a toda prisa en avión o por carre tera al III Ejército, que, finalmente, había tenido que detenerse, falto de petróleo, frente a los fuertes de Metz. Tan pronto como se entró en París se estableció con tacto con el General Hurault, Director del Servicio Car tográfico francés, que había sido un auxiliar valiosísimo del Ministerio del Ejército británico y del E. E. B., al principio de la guerra, y que durante la ocupación ale mana había logrado seguir trabajando con su organiza ción, enmascarándola, en lo posible, como una actividad civil. Sus vitales archivos de valor militar fueron oculta dos, y algunos de sus Oficiales prestaron servicio en el movimiento clandestino de resistencia. El General Hu rault puso inmediatamente todos sus recursos a disposi ción de los aliados, y como París estaba en la zona con trolada por los Estados Unidos, aquéllos fueron entrega dos a los norteamericanos, quienes pronto organizaron un extenso programa de impresiones. Entre tanto, la Sección Cartográfica británica tenía también sus problemas: Había concentrado repuestos su ficientes en Caen, y los Ejércitos disponían en sus pro pios almacenes de cantidades adecuadas en previsión de una ruptura del frente en la cabeza de puente y del avan ce consiguiente. Se pensaba que el Alto Mando alemán defendería el Sena y el Somme y que establecería también otras líneas de resistencia sucesivas más al este, en Fran cia y Bélgica, para proteger sus bases de lanzamiento de las bombas volantes “y”, del Paso de Calais, el mayor tiempo posible. No ocurrió así, y la retirada enemiga des pués de la batalla de La Falaise, se convirtió en una rota, con lo que el avance inglés se transformó en una larga y rapidísima caza en dirección a la frontera holandesa. El sistema normal de abastecimiento y distribución de mapas no era, pues, adecuado; afortunadamente, y como resultado principalmente de la experiencia ganada en las campañas norteafricanas, la política de distribución de mapas vigente al principio de la guerra había sido recti ficada. Anteriormente, el Servicio Cartográfico, aunque tenía a cargo la producción y entrega de los mapas y planos, no era el encargado de su distribución a las Uni dades, correspondiendo a los CC. EE. y Divisiones el de cidir lo que querían y enviar al Depósito de mapas los medios de transporte para retirarlo; pero en el norte de Africa, y debido a la longitud de las líneas de comunica ciones, este sistema se encontró impracticable. En la nue va organización se afectó a cada C. G. de C. E. y de Divi Sión Ufl camión especial para el transporte de mapas, pro veyéndoles con ello de una reserva móvil que el Servicio Cartográfico extraía del Almacén Cartográfico de Ejér cito. Se crearon también unos Oficiales cartógrafos de enlace, uno por C. E., cuya misión era la de consejero del E. M. de dicha G. U., que apreciaba las necesidades y se ocupaba de que fuesen atendidas oportunamente. Pero ni aun esta organización podía hacer frente ade cuadamente a las circunstancias que surgieron en las úl timas fases del rápido avance. La distancia a Caen se alargaba rápidamente; los medios de transporte para si tuar el grueso de los repuestos más adelante y establecer así un depósito más avanzado no llegaban; la mayor parte de los puentes del camino estaban desti-uídos, y se pre veía que pasaría algún etimpo antes de que pudiera con tarse con el transporte marítimo desde Inglaterra a un puerto continental más oriental. Lo que salvó la situa ción hasta que se constituyeron unos depósitos generales en Bruselas fué un servicio aéreo diario directo desde los Depósitos a cargo del Ministerio del Ejército al C. G. del II Ejército. Durante este difícil período, en muchos ca sos en que los repuestos se agotaron, se hicieron transfe rencias entre los Servicios Cartográficos británico y ame ricano previa la oportuna petición de auxilio de uno a otro. Aún se lucbaba en la cabeza de puente, y ya se hacían con toda anticipación los preparativos cartográficos en la creencia de que el enemigo disputaría tesoneramente el paso del Sena. Obtenida del E. M. la información sobre cuáles serían los puntos de paso más probables, se prepa raron, mediante la fotografía aérea, los planos correspon dientes de escala muy grande con superponibles de sus defensas, encargándose también al equipo angloameri cano de moldeadores (que aún seguía trabajando en un centro de la R. A. F. del Reino Unido) modelos en relieve. Tan pronto, sin embargo, como se vió que el avance ha cia la frontera alemana iba a ser rápido, hubo de alte rarse todo el programa cartográfico; cesó el trabajo rela tivo a varias zonas de Francia y Bélgica que estaban ya rebasándose, y todos los recursos se concentraron en los mapas de la Alemania occidental, iniciándose la revisión de las series alemanas de i : 25.000, labor que se preveía iba a requerir un tiempo considerable. Dará una idea de ésta el saber que desde la frontera occidental germana hasta aproximadamente el meridiano de Berlín había más de 3.000 hojas. Como lo más esencial era la fotogra fía aérea, para obtenerla empezó una vez más la lucha contra el mal tiempo y contra otras misiones con priori dad. La situación cartográfica de cualquier Ejército será poco satisfactoria si no se reconoce que los programas cartográficos de fotografía aérea tienen una importancia digna de una alta prioridad y que debe asignárseles Uni dades aéreas fijas debidamente equipadas e instruídas para su misión, evitándose así la constante interferencia de otras necesidades. Los efectivos de las fuerzas aliadas crecían por aquel entonces rápidamente. El XXI Grupo de Ejércitos, que operaba en el norte, continuaba formado por el II Ejér cito británico y el 1 canadiense. Al sur de aquél se ex tendía el XII Grupo americano, constituído por el 1, III y V Ejércitos. Después del afortunado desembarco en el sur de Francia, el VII Ejército de los Estados Unidos avanzó rápidamente hacia el norte, para situarse, unido al 1 francés, en la parte meridional del dispositivo aliado, constituyendo ambos el VI Grupo de Ejércitos americano. Metz, con sus fuertes, demostró ser un hueso muy duro de roer. Las Unidades cartográficas americanas prove yeron a sus EE. MM. de modelos en relieve con mucho detalle, de fotomosaicos y de planos de escala grande, que permitieron planear las operaciones para reducirlos. Los canadienses estaban más al norte, empeñados en tres grandes operaciones: la limpieza del área del norte de Amberes, ciudad que había caído intacta en sus manos, al avance por Beveland meridional y la captura de Wal-. cheren, con vistas estas dos últimas a liberar la boca del Escalda. Las tres requirieron un grandísirno número de nuevos mapas especiales de x : 5.ooo y i : 50.000 de las áreas respectivas, confeccionados mediante la fotogra fía aérea por las Compañías Cartográficas y con los inevi tables superponibles de la defensa. La histórica tentativa del II Ejército británico, en con junción con fuerzas aerotransportadas, para irrumpir en Alemania por Arnhem antes de que entrase el invierno, no tuvo éxito. La labor cartográfica para las fuerzas aero transportadas en esta y otras operaciones similares será descrita en otro artículo. En noviembre, el mal tiempo y un endurecimiento de la defensa alemana frenaron considerablemente el pro greso aliado, lo que permitió aprovechar el tiempo para constituir grandes repuestos en los diversos almacenes cartográficos y activar otros trabajos que serían impor tantes cuando se entrase en Alemania. La producción se concentró en las hojas que serían necesarias para acer carse y cruzar el Rin, que se preveía sería una operación difícil y de gran envergadura. El Ministerio del Ejército preparó una serie de 1 : 12.500 que cubría el Rin desde la frontera suiza hasta Arnhem, que era una ampliación del mapa ordinario de 1 : 25.000, e incluía una revisión muy cuidadosa por la fotografía aérea e indicación de los edificios más importantes de las orillas. Se reparó también una serie similar de toda el área industrial del Ruhr, cuya revisión y anotación in cluía todas las denominaciones y acentuación de todas las más importantes instalaciones industriales, dentro de los límites en que ello fué posible para el Servicio de In formación. Los planes para el control administrativo de Alemania después de la ocupación se basaron geográficamente en la admisión de que las áreas administrativas existentes serían respetadas, editándose en varias escalas superponi bles de las de Estado o Provincia para abajo. En Lon dres se había llegado a un acuerdo relativo a las fronte ras de las zonas de ocupación que se proyectaban y que serían ratificadas más tarde. Estas fronteras fueron di bujadas a mano cuidadosamente en copias de las hojas pertinentes de la serie 1 : 25.000, comprobadas y conf ir madas en Londres, preparándose después por el Gabinete Directivo Cartográfico del SHAEF las planchas de im presión y material de reproducción dispuesto para su con signación a los Grupos de Ejército en el momento oportuno. La contraofensiva alemana de diciembre en las Arde nas originó delicados problemas de abastecimiento car tográfico: En primer lugar, el 1 Ejército americano per dió su almacén, que fué rebasado desde los primeros mo mentos del avance enemigo. Afortunadamente, se acos tumbraba a instalar un Depósito cartográfico avanzado en la retaguardia de cada Ejército, por lo que aquél se rehizo prontamente de esa pérdida. Más tarde, se recu peró el almacén casi intacto. Para establecer la situa ción, el III Ejército americano, situado al sur de la bolsa, avanzó lateral y rápidamente hacia el norte, y la parte del 1 que quedó al norte del entrante fué puesta tempo ralmente bajo el mando del XXI Grupo de Ejércitos, efectuándose movimientos de fuerzas británicas hacia el sur. Todos estos movimientos suponían distribuciones 81 urgentes de mapas a fuerzas considerables que cubrían cartográfico que se requería más urgentemente fué en zonas en las que estas últimas no se suponía fueran a ope viado por aire a París, donde se imprimieron los repues rar; es de notar que el abastecimiento de mapas no es tos necesarios. como el de artículos o el de otro material militar, pues En cuanto a Dinamarca, se disponía de la serie de un bidón de gasolina o una lata de conserva pueden ser x : 100.000; pero cuando pareció que el enemigo podría vir en cualquier parte del frente, pero los mapas son dis continuar resistiendo allí, se decidió producir la de tintos para cada sector o para cada movimiento en una 1 : 25.000 mediante la reproducción directa de las hojas dirección determinada, lo cual complica considerable danesas. La gran sorpresa fué, sin embargo, Noruega. Durante algunos meses se había planeado la ocupación mente la situación y distribución de los repuestos. Para fines de enero, el saliente de las Ardenas había de pequeñas áreas vitales de este país por reducidos con sido ya reducido, y el enemigo se encontraba nueva tingentes propios en el caso probable de una rendición mente a la defensiva en todo el frente. Durante el mes alemana, operación que había sido preparada por el de febrero, los canadienses atacaron en dirección sureste, C. G. del Mando Regional Escocés, basándose en esta pro entre el Rin y el Maas, y el IX Ejército americano cruzó bable rendición. En abril, sin embargo, parecía que, aun el Roer y atacó hacia el noreste para converger con los que cesase la resistencia en la misma Alemania, la guar canadienses y despejar de enemigo la zona correspondien nición de Noruega continuaría resistiendo para conservar te de la orilla izquierda del Rin. Entre tanto, los otros las bases de los submarinos, lo cual hizo urgentemente Ejércitos americanos situados más al sur reanudaron su posible una ofensiva en gran escala, montada con toda ofensiva contra la línea Sigfrido, en Eifel, y atacaron probabilidad desde Dinamarca. Con esa posibilidad a la fuertemente hacia Bonn y Coblenza, con lo que llegó el vista se hizo repentinamente preciso el proveer la car turno a la preparación cartográfica del paso del Rin, que tografía de toda Noruega y partes de Suecia; puestas mantuvo en plena actividad a todas las Unidades del Ser manos a la obra después de un corto período de preocu vicio con una multitud de mapas especiales, fotomosai pación sobre la posibilidad de terminarla a tiempo, la cos, diagramas de inundaciones y demás trabajos vitales guarnición alemana de Noruega se rindió y el trabajo fué para llevar a cabo la operación. cancelado. El mes de marzo presenció el paso del Rin en todo el Antes del día “D”, y durante todo el período de opera frente aliado y un rápido y profundo avance en Alemania: ciones, se mantuvo en actividad un programa continuo el primero precisó mucho reconocimiento cartográfico en de “Planos de Ciudades”, publicándose folletos que con relación con el tendido de los permanentes y con el em tenían planos de escala media de todas las poblaciones plazamiento de la artillería que había de proteger el paso; más importantes del teatro de operaciones, cosa que, pero el avance creó un problema más difícil. Los nuevos sin embargo, no era bastante. Cuando se disponía de comapas de x : 5o.ooo llegaron justamente a tiempo para -pias se reprodujeron planos de escala grande, y así se las operaciones que condujeron hasta el Rin y para el lograron los de algunos cientos de ciudades, muchos de paso dé éste; pero no pudieron ser entregadas a tiempo ellos en colores, y cuando no se disponía de ellas, los pla las hojas de las zonas más a vanguardia, lo cual no tuvo nos de esta escala se obtuvieron mediante la fotografía mucha importancia, porque cuanto más rápido es el aérea. Estos planos resultaron ser muy valiosos, especial avance menos se necesitan los mapas de escala grande. mente para fines administrativos. Una cosa precida ocurrió con las hojas de 1 : 25.000 que Cuando la total rendición llegó, terminó la necesidad se estaban revisando y publicando en colores en lugar del y urgencia de la producción y abastecimiento de mapas; dibujo original en negro; puede decirse, como en el caso quedaba, sin embargo, todavía una gran cantidad de anterior, que su producción cubrió las necesidades en el otro trabajo que el Servicio debería hacer en relación con la ocupación y administración de Alemania. período en que eran verdaderamente necesarios. Hacia estas fechas hubo indicios de que los dirigentes Al terminar las hostilidades en Europa, las fuerzas nazis tratarían de efectuar gradualmente una retirada y expedicionarias aliadas contaban con unos 550 Oficiales concentración de los restos de sus fuerzas hacia el área y 10.000 Clases y soldados en sus Servicios Cartográficos. meridional, que había sido bautizada con el nombre de Es de justicia rendir tributo al gran espíritu que animó a “Reducto”. Originalmente se había pensado que las fuer todos en su misión, ya que la ejecución de ésta en los zas aijadas de Italia tendrían a su cargo la reducción de teatros de operaciones requiere una absoluta compenetra Austria y su posterior ocupación, pero ahora se veía bien ción de todos los componentes del Servicio, y ésta se lo claro que las fuerzas de Eisenhower serían las que prime gró de todos sin excepción, así como la máxima eficacia. En un próximo artículo final trataremos de algunos ramente llegarían al norte de Austria, siendo, pues, nece sario dotarles de mapas del país, por lo que, de acuerdo aspectos relativos al trabajo cartográfico para las fuer con el C. G. de las Fuerzas Aliadas de Italia, el material zas aéreas y las fuerzas aerotransportadas. Informe del General Eisenhower sobre las ope raciones desde el día “D” hasta el día “VE” Teniente General H. J. MARTIN.— Del Daily Telegraph de 24 de junio de 1946.— Traducción del Capitán Jaime Fernández de Córdoba, del Alto Estado Mayor. El informe del General Eisenhower a los Jefes de Es tado Mayor Combinados durante las operaciones de Eu ropa de la fuerza expedicionaria aijada desde el 6 de julio de 1944 al 8 de mayo de 1945, servirá para convencer a aquellas personas que trataron de desvirtuar la campaña en el Noroeste de Europa y de dividir la alianza de ingle ses y norteamericanos. 82 El informe está admirablemente expresado en el pá rrafo siguiente: “Los Estados Unidos de América y Gran Bretaña no solamente han trabajado como aliados, sino como un solo país, uniendo sus recursos de hombres y de material en una lucha contra las fuerzas del mal, creados por la Ale mania de Hítler. Las fuerzas expedicionarias que he te- nido el honor de mandar, tanto en el teatro mediterráneo como en el Noroeste de Europa, llevaron a cabo un expe rimento aliado imprecedente en la historia del mundo, cuyos resultados han sido decisivos.” Como este reportaje llega a tener 149 páginas, es Casi imposible el poder presentar todos los detalles, y, por lo tanto, seleccionamos lo más importante del informe del General Eisenhower. El enemigo concentró aquí toda su fuerza, mientraS que el primer Ejército de los Estados Unidos combatió para la captura de la península de Cherburgo y su puerto, consolidando su posición hacia el Sur, para poder rom per el frente decisivamente hacia el final de junio. La base del Sena comoobjetivovital.—Desplazamientos de las bombas-cohetes. El enemigo, cuya principal preocupación era evitar la captura de Caen y el ampliar nuestra cabeza de puente hacia el este, contribuyó grandemente a que pudiése Vizconde Montgomery, en su cargo de Jefe de línea de mos llevar a cabo nuestro plan inicial, tal como era la combate del Ejército del General Eisenhower en la ba captura de Cherburgo, y a partir del día “D”, más 6, la talla de Normandía, llevó a cabo el plan trazado? batalla se desarrolló como se esperaba. Sí. El plan original “Cosaco” de ataque revisado por Desde luego era vital para los alemanes la base del Montgomery y aprobado finalmente por el propio Eisen Sena; por un lado, porque era la última barrera natural hower, comprendía, en el día “D”, un asalto en una ex que defendía los emplazamientos del V-x y V-2, y por tensión de frente de cinco divisiones de la cabeza de otro, necesitaban el río para traer refuerzos y abasteci mientos a las Divisiones de Norman día. Temían un le puente entre Quistreham y Varreuville, y como objetivo inmediato el establecer una cabeza de puente para poder vantamiento en París, con lo cual hubiesen sido corta desembarcar las fuerzas que los precedían. El objetivo das todas sus fuerzas del Oeste; también se imaginó una inicial de este ataque incluía la toma de Caen, Payeux, amenaza a El Havre, base naval importantísima, muy Isigny y Caretan y los aeródromos de la vecindad y el cerca de la lucha, y quería evitar una posibilidad de con puerto de Cherburgo. Una vez conseguido el objetivo, tacto entre las fuerzas aliadas que habían desembar las fuerzas debían avanzar por Bretaña para capturar cado y aquellas otras fuerzas que podían desembarcar los puertos al sur de Nantes. A continuación extenderse en el paso de Calais. al este de la línea del Loire, en la dirección general de Por las reacciones alemanas, se debieron’creerque París y atravesar el Sena por el norte, con el objeto de íbamos a dar un golpe duro en el este para poder con destruir el máximo de fuerzas alemanas en este área del tener la fuerza principal del enemigo, mientras que con oeste. solidábamos nuestra posición en el oeste. De modo que este forcejeo alrededor de Caen, que costó tanta sangre Objetivo del Ejército de los EstadosUnidos.—Latoma para muy poca ganancia de terreno, influyó grandemente en nuestros resultados ulteriores. de Cherburgo. Para demostrar la tenacidad que se llevó a cabo en la “Como se había decidido abastecer a las fuerzas de los defensa tenemos la siguiente prueba: Como les dije a Estados Unidos en Europa, directamente de los puertos los corresponsales de la Prensa al final de agosto, cual americanos, estas fuerzas fueron asignadas al flanco de quier pie de terreno que cediésemos al enemigo en la recho de la operación. Tenían por objetivo la captura de zona de Caen, era como perder diez millas en cualquier Cherburgo y los puertos de Bretaña como bases de abas otra parte. El 28 de junio, el VIII Cuerpo británico es tecimiento, mientras que los ingleses, extendiéndose ha tableció una cabeza de puente en unas 4.000 yardas de cia el este, y al norte de la costa, tenían que capturar ancho y i.ooo de profundidad, más allá del río Odon y los puertos del Canal, incluído Amberes, siendo abaste cerca de Moncrainvirre. La mayor parte de las ocho Di cidas directamente desde Inglaterra.” visiones blindadas del enemigo entraron en la batalla, En el día “D”, más noventa, el frente aliado debía cu pero no pudieron contener el avance ni tampoco cortar brir desde el Sena, a partir del Havre, hasta París por el el pasillo aliado al norte del río. norte, y desde el Loire hasta Nantes a Orleáns, Fontai nebleau y París por el sur y este. Desde el principio, la intención de Eisenhower y Mont Parte de lvlontgomery.—Presión del II Ejército. gomery era que el primer Ejército norteamericano debía La presión incesante del II Ejército para contener la iniciar el ataque desde la cabeza de puente del ala dere cha aliada. Esto es lo que se hizo. Los aliados cruzaron fuerza enemiga fué continuada por el Mariscal Montgo el Sena por primera vez en el día “D” más 65, o sea quince mery, manejando la táctica como un verdadero maestro. Pero, sin embargo, el 13 de agosto el sector de Caen días antes de lo previsto. fué la parte más sensible del norte del frente y el pro Batalla de Caen-Falaise.—La teoríarespecto a la lentitud greso aliado muy lento y pagado muy caro contra una defensa, la más fuerte que hasta entonces habíamos combativa. tenido en esta campaña. Por fin, el 17 de agosto pudi Pregunta número 2. ¿Fué de suma lentitud el progreso mos tomar Falaise. Desde que desembarcamos en el mes de juilio, hasta ese día (debido a la enorme resistencia del grupo del 21 Ejércitos en la batalla de Caen-Falaise? enemiga), perdimos más vidas aijadas que en cualquier No. Durante los días siguientes del día “D”, en la ex parte de la campaña. plotación del éxito de ese día la tercera división británica Todos esos avances espectaculares hechos por las tro y la tercera canadiense empujaron hacia el Sur, a pesar pas aijadas nunca se hubieran podido llevar a cabo, sin los de las grandes bajas sufridas, y el día 7 de junio alcan grandes sacrificios hechos por los Ejércitos anglocana zaron una línea unas dos o tres millas al norte y al nor dienses, primero en Caen y después en Faiaise. oeste de la ciudad de Caen. El enemigo, dándose cuenta del peligro de este sector, empleó los carros de las Divisio nes 21 Panzer y de la 12 S. S. Panzer, contraatacando Batalla de Normandía.—Elmotivo del fracasode los ale en un terreno ideal para éstos. manes. Más adelante se vió que la defensa de la ciudad era la Pregunta número 3. ¿Cuáles fueron las causas bási llave de la estrategia enemiga, y durante el forcejeo de cas dei desastre alemán en la batalla de Normandía? la semana siguiente, los alemanes combatieron desespe La causa principal fué las pérdidas que tuvo la Luft radamente, para evitar la toma de Caen y al mismo tiempo evitar nuestro avance desde el Orne hacia el Sena. waffe’s en la batalla del aire. El planiniciaL—Llevado a caboconéxito. Pregunta número z. ¿En general, el Mariscal de Campo 83 Durante el mes de enero de 1944 empezaron los bom bardeos sobre los centros de producción de aviones, y consecuencia de estos ataques fué que las fuerzas aéreas alemanas perdieron casi toda su capacidad de produc ción y también las reservas necesarias para poder tener fuerza en el frente de batalla. Si no hubiésemos tenido una superioridad tan grande en el día “D”, hubiese sido casi imposible el ataque al continente. En el día “D” las fuerzas estratégicas aéreas y las fuer zas tácticas aéreas, operando en conjunto, tuvieron un enorme éxito en su misión, destrozando las comunicacio nes enemigas, dejándolas sin locomotoras y camiones, sin reservas de carbón, y los setenta y cuatro puentes y todos los túneles que conducían al campo de combate quedaron inutilizados. El caos producido al enemigo por la falta de comunicaciones les dejó en la imposibilidad de poder reforzar a sus tropas después que habíamos desembarcado. El ataque contra la industria alemana de carburantes empezó en el mes de abril y continuó sin interrupción hasta el final de las operaciones; por lo tanto, la escasez de combustible Contribuyó al hundimiento total de la fuerza alemana de bombardeo y fué decisiva para la guerra submarina. Esta escasez inmovilizó al Ejército alemán y pudimos capturar millones de soldados alemanes y destruir sus vehículos. La falta de gasolina y las comunicaciones des trozadas por bombarderos aéreos retardó la llegada de nuevas Divisiones que venía a reforzar el frente de Nor man día en el mes de junio. En el mes de diciembre, cuan do las fuerzas de Von Rundstedt atacaron en la batalla de Las Ardenas, muchas de las unidades llegaron al frente con la gasolina racionada. El XV Ejército alemán, que debía haber combatido en la batalla durante el mes de junio o julio, nos podría haber derrotado solamente con sus efectivos; pero este Ejército no operó durante la parte más crítica de la campaña. Los fallos continuos del enemigo para crear una reserva blindada constituyen la fase más relevante de la campaña durante los meses de junio y julio, y gracias a esto pudi mos establecer nuestra zona. Cada vez que poníamos en línea más armamento y una nueva División de Infan tería, tardaban mucho tiempo en lanzarse al ataque. Mientras que continuaba la presión y la amenaza ha cia el Fas de Calais, éste resultaba efectivo, no dejando a los alemanes mover sus refuerzos de infantería a tra vés del Sena, y, por lo tanto, no tenían más alternativa que estar a la defensiva y ver cómo su VII Ejército y su Grupo Panzer del oeste se desangraba. El primer movimiento del Ejército XV hacia el oeste del Sena coincidió con el ataque del 1 Ejército de los Estados Unidos el día 25 de julio.” La defensade la playa.—El errorde Rommel. Lo definitivo fué la concepción desastrosa de Rommel respecto a la defensa de una playa. “El raid que hicimos sobre Dieppe en el año 1942, covenció al enemigo de que todo intento de invasión sería o debía ser destruído en las playas, y las defensas subsiguientes construídas, ba sadas sobre estos principios, careclan de profundidad. Cuando tomó el mando en Francia el Mariscal Rom mel, durante el invierno de 1943-44, se dedicó a intensi ficar el trabajo defensivo que había ya empezado, y con tinuó este trabajo día tras día, después de nuestro des embarco. La confianza ilimitada que tenía Rommel respecto a las minas y el hormigón produjo unos resultados desas Sorpresatáctica.—Lainteligencia enemigasobrepasada. trosos para el Ejército alemán. Cuando forzamos la playa y el enemigo empezó a perder la iniciativa, nunca la pudo “Ahora voy a exponer nuestra sorpresa táctica: El ene recobrar. migo había decidido que toda la expedición para cruzar A las dos o tres semanas de haber empezado la cam el Canal sería imposible mientras que las mareas estu paña de Europa, Von Rundstedt trató de remediar los viesen altas; pero como sus instalaciones de radar habían errores de Rommel, creando una reserva móvil blindada; sido destrozadas por los ataques aéreos, esto contribuyó pero ya era demasiado tarde.” grandemente a que no estuviese preparado para las difi cultades que podía experimentar. También estaba seguro que nunca llevaríamos a cabo Tres ocasiones en las cualesEisenhower opinabade dis esta operación sin tener una luna nueva y una marea tinta manera. alta, y que el sitio a escoger por nosotros sería en la ve cindad de un buen puerto y de evitar riscos y aguas va Los mandos de Grupo del Ejército: La campaña de 1945 deables y peligrosas. y el avance del Ruhr. Respecto a esto, atacamos después de una marea baja Pregunta número 4. ¿Cuando el avance desde el Sena, y con la luna llena; lejos de buenos puertos, debajo de que empezó el x de septiembre de 1944, por qué Eisen riscos, y las aguas que atravesamos eran corrientes fuer hower dió el mando único a un Comandante de línea de tes y en el que los expertos navales alemanes habían combate directamente responsable a él para todo el informado al mando la imposibilidad del enemigo para frente, en vez de dejarlo a dos o más Comandantes de utilizar unidades de desembarco. Grupo de Eércitos? Por lo tanto, llevamos a cabo una sorpresa táctica, El General Eisenhower nos da la explicación: que nunca nos pudimos imaginar. “Hacía falta un cambio en el armazón de mando, de Esta sorpresa táctica fué en gran parte ayudada por bido a las líneas divergentes de operaciones y la necesi nuestra decepción estratégica en el Fas de Calais: Nos dad de tener un Comandante en los principales frentes, otros creímos que el Alto Mando alemán se habría ima capaz de manejar (con cierta independencia) las opera ginado que el asalto sobre el Fas de Calais hubiese sido ciones diarias de cada sector. Estas operaciones estarían la operación lógica a emprender por los aliados. Creyén por directrices emanadas de mi Cuartel General. donos que esto era el pensamiento alemán, hicimos todo reguladas En el mando de fuerzas de tierra influyen grandemente lo posible para confirmárselo.” sus posibilidades, terreno y supervisión del frente de ba talla. Está escalonado y va de la División, Cuerpo de Ejército, Ejército a Grupos de Ejército. El Comandante Falta de lnfantería.—EIXV Ejércitosinoperar. de grupos de Ejército es la máxima autoridad en tierra y su misión es completamente distinta a la de Coman “La falta de Infantería fué la principal causa de la dante de teatro de operaciones, dedicándose por com derrota enemiga en Normandía, y ésta se debió, princi pleto a la batalla y dejando a un lado los problemas de palmente, al éxito de la amenaza aliada del Fas de Calais. alta estrategia, logística y civil. Sobre él está el Coman- 84 dante supremo o de teatro de operaciones, que controla la alta estrategia, manda las fuerzas aéreas y navales y es el único que puede meter fuerzas adicionales en la batalla para que repercuta en la acción. Cuando el terreno del frente es tal que su configura ción y extensión permita una supervisión cercana de la batalla por un Comandante de Grupo, entonces es cuando este Jefe será el Comandante Jefe de tierra de todas las fuerzas. Pero cuando hay más de un Comandante de Grupo en un Ejército, en un teatro único de operaciones, lógicamente no puede haber un Jefe máximo “Coman dante de Tierra” que no dependa directamente del Co mandante supremo o de teatro de Operaciones.” el heroísmo de las fuerzas terrestres, navales y aéreas que intervinieron en la operación. Hubo que limpiar el Sched, y los primeros barcos fue ron descargados en Amberes el 26 de noviembre de 1944. Campaña1945.—Puntosde vista distintos. Pregunta número 7.—Es que el general Eisenhower y los Jefes de Estado Mayor Combinado tuvieron un aná lisis divergente sobre el plan de campaña de 1945? Sí. Los Jefes de Estado Mayor británico hubiesen pre ferido un golpe poderoso en el norte de Alemania, no im porta cuál hubiese sido el esfuerzo. El punto de vista del General Eisenhower era el si El avance sobreel Sena.—Necesidadll de cabeza de puente. guiente: “Como primer objetivo, deshacer al enemigo al Pregunta número 5. ¿Por qué durante el avance, a oeste del Rin, reduciendo de esta manera al mínimo posi partir del Sena, metió toda la carne en el asador en los ble las fuerzas que tuviesen para oponerse al avance y Grupos del XXI Ejército, que iban operando hacia el cruce del río. Una vez que hubiésemos cruzado el Rin, tendríamos noroeste, a expensas del III Ejército de los Estados Uni dos avenidas principalmente para avanzar dentro del co dos, que iba hacia el este? razón de Alemania. Lo razona de la siguiente manera: Las primeras debían partir del bajo Rin, al norte del “Era nuestro plan el atacar el noroeste con la máxima fuerza posible. Esta dirección la habíamos escogido por Ruhr, y avanzar dentro del llano de Alemania del Norte; las segundas, desde el área Mainz-Karlsruhe y en direc muchas razones: Primera. La masa más grande del Ejército alemán ción noroeste, a través de Francfort hacia Kassel. El primer eje de avances era la manera más rápida de había sido localizada allí. quitar a los alemanes sus industrias vitales del Ruhr, y Segunda. Teníamos gran interés en capturar los em un avance en el eje Sur, desde Mainz hacia Kassel, tam plazamientos de la bomba volante, bién nos aseguraría una zona industrial, dándonos una Tercera. Nuestro ataque hacia el noroeste era indis oportunidad para destrozar considerablemente las fuer pensable para la captura del puerto de Amberes, que lo zas enemigas. gísticamente necesitábamos. Una vez llegados a Kassel, los aliados podían empujar Cuarta. Queríamos apoderarnos de los aeródromos hacia el norte y completar, por lo tanto, el cerco del de Bélgica. Ruhr, o también dirigirse por el noroeste hacia Berlín, o Y, por último, pensé que a final de verano y principios de otofio era la época indicada para operar, ya que el hacia el este, con dirección a Leipzig. bajo Rin nos daba la entrada del corazón de Alemania, y parecía probable que con rapidez y con explotación Dos penetraciones.—Dudas del Jefede EstadoMayor. de éxito la línea Sigfrido y el río Rin podría ser atrave sado y establecer cabezas de puente antes que el ene “Cuando el Jefe de Estado Mayor de los Ejércitos Com migo se pudiera recobrar y organizar una defensa en el binados expresó sus dudas respecto a la habilidad de man sector de Arnhem.” tener dos penetraciones, una al norte del Ruhr y la otra También este argumento nos parece definitivo, a pe en el área Mainz-Francfort,, con las fuerzas puestas a mi sar de que la operación de Arnhem no salió tal y como disposición, le Contesté que tenía razón, que había que esperábamos, dando, por lo tanto, tiempo a los alema llevar a cabo una operación para limpiar al enemigo del nes para consolidarse en la defensa de la línea Sigfrido.” Rin antes de empezar otra ofensiva al este del río. Pregunta número 6. Las operaciones del XXI Grupo Sin embargo, debido a nuestra situación podíamos es de Ejército para limpiar el estuario de Scholdt, ¿se retra perar sin temor respecto a la seguridad de nuestros flan saron indebidamente o se retrasaron contrariamente al cos. Yo tenía confianza sobre nuestra habilidad para lle deseo del Comandante supremo? var a cabo los planes trazados, metiendo nuestra fuerza Desde luego que no. El hacer uso lo antes posible del principal en la penetración del norte, al mismo tiempo puerto de Amberes era fundamental en el plan original que empujábamos hacia el sur y teniendo flexibilidad su de Montomery. El General Eisenhower nos lo explica: ficiente para poder desplazarnos con el grueso a donde “Mi decisión para concentrar nuestros esfuerzos en la situación lo hubiese requerido. operación de Arnhem y para penetrar en el corazón de ia Los Jefes de Estado Mayor de los Ejércitos Combina Alemania antes que el enemigo pudiera consolidar sus dos sugerían que debía concentrar todas mis fuerzas en defensas a lo largo del Rin, resultó ser un compás de es la parte norte, y los Jefes de Estado Mayor inglés, que pera para poder abrir el puerto de Amberes y para hacer se debía nombrar un Comandante único de Tierra para este puerto nuestra base principal de abastecimientos. todo el frente norte de Luxemburgo, y que éste debía En esto asumí toda responsabilidad, y creo firmemente tener (bajo mi mando) un control de operaciones y la que los resultados me compensaron el peligro que corrí.” coordinación de todas las fuerzas terrestres que tomasen Si nuestras fuerzas no hubiesen empujado de norte a parte en la ofensiva que nos llevase al otro lado del Rin. este para alcanzar la línea del Maas y del Waal, bien al Esta opinión estaba basada en que el resto del frente norte de Amberes, este puerto hubiese estado en peligro estaría a la defensiva, contrariamente a lo que yo había constante, no solamente por un golpe posiblemente sin planeado. Entonces yo les hice ver que en estos planes el cronizado con el último de Eifel, pero estaría sujeto tam Ruhr marcaba la división lógica de las zonas de los Co bién a ataques independientes y de muy corta distancia mandantes, y que el Mariscal Montgomery se haría cargo desde Holanda. — de todas las fuerzas: el Ejército canadiense, el Ejército Después de grandes combates y en circunstancias muy británico y el IX Ejército de los Estados Unidos, que difíciles, el XXI Grupo de Ejército limpió Beveland del eran los encargados de tomar parte en la ofensiva del sur y Walcheren, durante los últimos días de octubre norte para la captura del Ruhr. y los primeros de noviembre.” Pregunta número 8. ¿La operación para envolver el Ruhr, A continuación, el General Eisenhower nos habla sobre hecha por iniciativa de los Comandantes del 1 Ejército 85 de los Estados Unidos y el IX Ejército, fué una inicia tiva que llegó más allá de lo debido, o salió contraria mente a las intenciones de Eisenhower y Montgomery? Desde luego que no. El General Eisenhower nos lo de muestra: “Antes que operar para entrar profundamente en el corazón de Alemania, los aliados habían atravesado el Ruhr y habían completado la operación de cerco de éste. Teníamos toda la armería alemana en nuestras manos; los rusos controlaban Silesia, y todo el poder alemán para continuar la guerra hubiera sido destruído aunque sus Ejércitos estuviesen intactos. Entonces decidí que, antes de llevar a cabo otra of en siva en dirección este dentro de Alemania, debía conti nuar con mi plan de cercar el Ruhr por unas penetracio nes convergentes desde las dos cabezas de puente de Wesw y Francfort. Di la orden de que el XXI Grupo de Ejército y el XII Grupo de Ejército debían concentrarse para llevar a cabo una unión en el área de Kassel-Taderborn. El x de abril, los dos Ejércitos (1 y IX Ejércitos de los Estados Unidos), y después el XXI Grupo de Ejér cito, hicieron contacto cerca de Nippstadt. Esta operación fué el doble envolvimiento más grande hecho en la Historia. El i8 de abril, la bolsa había sido limpiada. Los prisioneros que hicimos fué la enorme ci fra de 325.000, incluídos 30 Generales.” En este caso vemos que los directamente responsables de esta operación fueron los Generales Eisenhower y Montgomery. la única posibilidad que tenía el enemigo para prolongar su resistencia era retroceder a lo que se llama “Reducto Nacional”, en los Alpes, donde, debido a sus grandes de fensas naturales, podrían haber resistido nuestros ata ques durante mucho tiempo. Al mismo tiempo, probablemente podía haber conti nuado su resistencia en la fortaleza del Oeste de Francia y en Dunquerque (que aún continuaba resistiendo), en las islas del Canal, en las islas Frisias, en Noruega y de trás de las inundaciones de Holanda. Después del cerco del Ruhr, el General Eisenhower de cidió: Que una ofensiva primero en el centro sería lo más efectivo. Con Alemania dividida por la mitad (enlazando por un lado con el Ejército rojo), el enemigo que quedase defendiéndose en cada porción del terreno sería eliminado económicamente. Una vez que había cubierto su obje tivo la penetración central, la tarea principal sería avan zar por el Báltico y limpiar toda el área del Norte, desde Kiel y Lübeck, hacia el oeste, por el XXI Grupo de Ejércitos. “Una vez llevadas a cabo las operaciones del Norte, podíamos dirigir al VI Grupo de Ejércitos, ayudados también posiblemente por el III Ejército, hacia el valle del Danubio, y después avanzar dentro del Reducto. Entonces informé al Mariscal Stalin sobre mi plan gene ral: el golpear primero en el centro y luego el agrupar mis fuerzas en el área de Rengensburg-Linz, con vistas a neutralizar el Reducto.” Penetración central.—Contianzabritánica. Toma de contacto conlos rusos.—Alemania divididaen dos. El 25 de abril, las patrullas del Regimiento 273, que habían progresado al este de Murde, establecieron con tacto con la 58 División de la Guardia Rusa, en el área de Torgao, sobre el Elba. Este contacto entre el frente del Este y del Oeste había servido para dividir Alemania en dos partes. “Antes del avance aliado a través de la Alemania Cen tral, habíamos recibido noticias de que el Gobierno iba a evacuar Berlín y inoverse hacia el sur, seguramente a Berchtesgaden, en el “Reducto Nacional”. Habíamos es tablecido una barrera imposible de atravesar a través del país, de modo que no hubiesen podido llegar. Dán dose cuenta de esto, Hítler y sus íntimos permanecieron en Berlín. En una extensión de 240 millas de largo y 8o de pro fundidad, el “Reducto” abarca la mitad oeste de Austria, con unos pequeños territorios de Alemania, al norte, y de la Italia, al sur. Toda esta área era sumamente mon tañosa y, por lo tanto, poco adecuada para operaciones en gran escala de paracaidistas, mientras que a las carre teras seguían unos valles estrechos fácilmente defendibles. La situación estática en el centro (después de la unión con el Ejército rojo en el Elba) nos permitió utilizar el III Ejército para esta operación (para llevar a cabo otro contacto con los rusos en el valle del Danubio), mientras que el VI Grupo de Ejércitos dedicaba toda su atención al “Reducto” en el Sur y Oeste. A pesar de que la ofensiva en el Danubio había subdi vidido las fuerzas enemigas delSur, todavía había la posibilidad de que el “Reducto” se defendiese, y entonces dimos instrucciones ai III Ejército (aparte de su penetra ción principal) para que se apoderase de Salzburgo, mien tras que el VII Ejército, a cargo del V Grupo de Ejérci tos, debía avanzarsobre el ej e,Würzburg-Munich,pene trar en la montaña y, por consiguiente, ocupar el área d& la’ fortaleza.” El “RecluctoNacional”.—Laúnicaposibilidaddel enemigo Hstaque no enlazaronelVEjército deIlos Estados Unidos, que venía de Italia, con el VII Ejército de los Pregunta número io. ¿Es que el “Reducto Nacional” Estados Unidos, el4demayo, enVilipeno (después de era’algo más que una ficciónd& guerra en la imginación la derrota de lasfuerzas,enemigasen Italia), el peligro de los corresponsales? de que el!enemigo resistiese en el “Reducto” no había sido Era mucho más. Después de cruzar los aliados el Rin, eliminado, Pregunta número 9. ¿Es que los Jefes de Estado Ma yor británicos y el General Eisenhower tenían distintos puntos de vista sobre el plan de operaciones futuras des pués de cercar el Ruhr? Desde luego, podemos decir que sí. “La decisión para realizar primero una mayor penetra ción en el centro originó una discusión en la cual expresa ron los ingleses sus dudas sobre esta operación. El deseo de acabar con la guerra submarina y poder abrir una línea de abastecimiento a través de los puertos alemanes del Norte, adquirir barcos suecos para poder aliviar a los holandeses, ocupar Dinamarca y Noruega, y los efec tos políticos y psicológicos de una entrada anticipada en Berlín, fué la razón por la cual se adelantaron las opera ciones del sector del XXI Grupo de Ejércitos. Nuestra contestación fué que no nos habíamosolvi dado de la gran cantidad de ventajas que adquirimos por la conquista del Norte de Alemania. La única cues tión importante que había que resolver era la de calcular el tiempo que necesitábamos. Nuestro plan de avance en el centro era facilitar una conquista que podíamos llevar a cabo una vez que Alemania hubiese estado dividida en dos pedazos. Era vital para nosotros concentrar nuestros esfuerzos en cada operación antes de llevar a cabo demasiados pro yectos a la vez. Yo estaba convencido de que Berlín ya no representaba un objetivo militar de la máxima im portancia.” Esta es la tercera ocasión en que el General Eisenho wer prefirió su opinión particular antes que la de los Je fes de Estado Mayor británicos. En la guerra, las diver gencias de opinión son inevitables. Hay muchas maneras de resolver un problema de operaciones en las cuales to das las soluciones pueden ser perfectas. 86 Caballos y mulas transportados por aire RALPH W. MOHRI, y. C. Coronel.—De la revista colombiana Memorial del Estado Mayor. Sin lugar a duda, en ningún teatro de operaciones se ha utilizado la aviación para transportar caballos y mu las en tan gran número como sucedió en el teatro indobirmano. Ordinariamente, los camiones, los ferrocarriles y los barcos constituían los medios comunes de trans porte de esos animales. Nunca hasta la preente guerra se había usado la aviación para este objeto, pero puede preguntarse cuántos son los que conocen este hecho. Este artículo describe el embarque de 2.682 animales, en el teatro de operaciones mencionado, que requirió más de 6oo vuelos para su cumplimiento. Los embarques tu vieron el más notable éxito, sobre todo si se tiene en cuenta que el personal destinado para este proyecto no había tenido ninguna práctica al respecto. Durante las campañas de Burma, en 1943, 44 y 45, las fuerzas norteamericanas, británicas y chinas emplearon extensamente caballos y mulas de carga; esto no se debió a carencia de motores, sino a que la ciencia no ha pro du cido todavía un vehículo automotor capaz de atravesar el terreno selvático, pantanoso y montañoso peculiar al norte y centro de Burma. Hasta el famoso jeep encon tró allí un enemigo invencible. Por esto, las fuerzas com batientes se vieron forzadas a transportar a lomo abaste cimientos y equipo por los montañosos senderos enma rañados y pantanosos. Las autoridades tácticas tuvie ron que admitir libremente que sin los animales de carga los éxitos alcanzados por los aliados en las campañas en Burma hubieran sido retardados y casi imposibles de ob tener. Es prematuro descubrir el número de caballos y mulas que se utilizaron, pero puedo asegurar que éste fué muy considerable. Las fuerzas chinas que combatieron al oeste y al cen tro de su país también tuvieron que servirse de los ani males de carga, tanto por la falta de caminos como por la escasez de vehículos automotores y de combustible. En los últimos meses de 1944, las fuerzas japonesas del este de la China iniciaron una avance hacia el oeste, amenazando las instalaciones norteamericanas y chinas de la China central, que prometía anular la efectividad de una serie de bases aéreas que habían venido siendo utilizadas por las fuerzas aéreas norteamericanas. La si tuación en China había llegado a un punto tan crítico, que requería esfuerzos con urgencia si se deseaba dete ner el avance japonés hacia el oeste. Se decidió retirar de las operaciones de Burina varias organizaciones chinas bien entrenadas, a fin de oponerse a tal avance, ya que la situación de Burma se consideraba favorable. Sin embargo, la carretera de Burma no podía utilizarse para trasladar tropas al frente chino, y hacer las marchar por los senderos de la montaña se consideraba fuera de discusión. La única solución práctica era llevar por aire las tropas y su equipo a la zona de acción. En la China no era posible conseguir los animales de carga necesarios para el transporte del equipo y los abas tecimientos, y si quería mantenerse!la movilidad y la efectividad combativa de esas tropas, tales animales eran esenciales. En consecuencia, se resolvió transportar tam bién por aire al frente chino los que tales organizaciones habían estado empleando en Burma. Hasta esta fecha no se había empleado la aviación en el teatro de operaciones indobirmano para el transporte de caballos y mulas, aunque nuestra fuerza aérea había ayudado a transportar varios centenares de animales de la India a Burma, para ser usados por la expedición británica de Wingate. Tal expedición fué un proyecto de penetración a larga distancia que voló hacia Burina Central, usando aviones y planeadores, en la primavera de 1944; la U. S. A. A. F. y la R. A. F. participaron en el transporte de las tropas y su equipo. Desgraciada mente, carecíamos de información detallada en cuanto al embarque del ganado, ya que éste fué llevado a cabo por los británicos. Nuestras tripulaciones aéreas simple mente tripularon los aviones cargados. Por tanto, el embarque de caballos y mulas en un avión era algo nue vo para nosotros, y no había tiempo para ensayos de ninguna clase. Comprendimos que los animales no podían ser alma cenados tranquilamente en las bodegas de los aviones, como si se tratara de los sacos del correo. Primero que todo, tendrían que volar cientos de millas sobre la “joroba” de Burma, en las condiciones de vuelo más peligro sas del mundo. La “joroba”, objeto de amplia publicidad por la Prensa americana, que ha descrito vívidamente sus peligros, no necesita presentación. Significaba que los aviones tendrían que volar algunas veces a alturas superiores a los 6.ooo metros para sobrepasar los picos o para colocarse sobre las tormentas características du rante casi todo el año. Significaba que estarían sujetos a violentas desviaciones hacia arriba y hacia abajo, sa cudidos por los ciclones. Significaba también, por último, que los campos de aterrizaje estaban lejos, a menudo demasiado lejos, para un avión averiado. Además, los caballos y las mulas no serían peso muerto que estaría seguro en su puesto, sino cuerpos vivos de 300 a 500 kilos de peso que, si se excitaban, serían capaces de dañar seriamente los aviones, poniendo en peligro la vida de los tripulantes. Había también otros factores. ¿Qué pasaría en el caso de que los aviones se vieran forzados a llegar a las grandes alturas, donde el aire es tan escaso que obliga a los pasa jeros y tripulantes a usar las máscaras de oxígeno? En caso de reducirse el oxígeno, ¿los animales permanecerían tranquilos o patearían furiosamente? No conocíamos las respuestas, si bien creíamos que los animales no mori rían. ¿Sería mejor narcotizarlos antes de cargar los avio nes? ¿Cuál era el mejor método para sujetar los anima les dentro del avión? Estos y otros más no mencionados eran factores dignos de tenerse en cuenta. En diciembre de 1944 empezaron los embarques de la primera serie. Se llamó al Servicio Veterinario del teatro de operaciones para que supervisara el proyecto e hiciera todos los arreglos necesarios para cargar y sujetar los animales dentro de los aviones. Se consiguieron aviones Douglas C-47 para ello, y se vió que era fácil adaptarlos para transportar cuatro o seis animales, igual número de palafreneros y el equipo personal de éstos. Asimismo se podían llevar raciones para cinco días, tanto para los hombres como para el ga nado; el número, sin embargo, dependía del peso. Los pilotos querían llevar hasta 3.000 kilos, lo que equivalía a poder embarcar cuatro animales de oo kilos término medio, o seis de 300 -a 350 kilos. Después de la expedición Wingate se descubrió que la orina había pasado a través del piso de los aviones, corro yendo los cables de control que pasan por debajo, y que fué necesario hacer una revisión detallada y completa 87 para evitar la posibilidad de que esa corrosión hubiera afectado su resistencia. Esta costosa revisión hubiera sido innecesaria si el piso hubiera sido protegido conve nientemente. Para cumplir con este requisito se tendieron a todo lo largo de los compartimientos de carga encerados imper meables; sobre éstos, gruesas esteras de coco y, por último, para asegurar la pisada de los animales, se tendió una capa de serrín. A consecuencia de las coces, algunos pisos de los avio nes resultaron dañados; por esto, más tarde se colocaron gruesas alfombras de hojas de madera prensada para re forzar el piso, antes de tender los encerados. Se construyeron establos o pesebres individuales a base de bambú verde, de la siguiente manera: x.° Se quitaron los asientos del avión, y se colocó una vara de bambú, de ro metros de largo, a cada lado y a 40 centímetros sobre el piso. Las varas se amarraron fir memente con alambre a las argollas que se usan normal mente para sujetar los cinturones de seguridad. 2.° Otras varas de bambú se colocaron a los lados, paralelas a las anteriores y 5o centímetros más arriba. Estas se seguraron a las argollas que hay inmediatamente encima de las ventanillas. 3•0 Medio metro detrás del compartimiento de radio se construyó el frente del primer juego de pesebres, ama rrando otras varas en sentido contrario perpendicular a las anteriores. 40 Para dividir los pesebres se amarraron a las cru cetas mencionadas en el número anterior otras varas de un metro de largo. Luego se colocaron dos animales en el primer juego de establos, y se completaron éstos ama rrando otras dos crucetas bien cerca del tercio posterior de los caballos. 5•0 Cuarenta y cinco centímetros hacia atrás del pri mer juego de establos, se construyó el segundo, en la misma forma descrita. En el caso de ser seis en vez de cuatro los animales cargados, se construía un tercer juego, a igual distancia del segundo. El espacio de 45 centíme tros servía para dar cabida a la cabeza y cuello de los ani males, pues la cruceta anterior quedaba contra el pecho. También daba espacio para los palafreneros que debían sujetar los caballos tomándolos por la cabezada. Los animales se embarcaban con las sillas de carga o de montar y con todo su correaje. Los más pesados se co locaban en los pesebres de delante, para conservar el cen tro de la carga tan anterior como fuera posible. Se sujetaron como sigue: i. Los ronzales se pasaban sobre la cruceta delantera superior y se ataban a una argolla de cinturón de seguri dad al lado de la nave. 2. Una punta de un cable de manila, de 4,5 metros de largo por 6 centímetros de diámetro, se ataba a una de estas argollas, equidistante de la cola y de la cabeza, pasaba por el centro de las sillas de la pareja de anima les y se aseguraba en otra argolla, al lado opuesto del avión. Esos cables no quedaban tirantes; al contrario, lo suficientemente flojos para permitir pequeños movimien tos y lo suficientemente apretados para impedir que los animales pudieran ser lanzados contra el techo en caso de un “vacío” repentino. A la vez impedían relativamente que los caballos chocaran contra los costados del avión. El equipo personal y las raciones se colocaban cerca del último juego de establos. Cuando se cargaban más de cuatro animales, los pilotos preferían colocar estos ele mentos delante para quitar peso de la cola. El embarque se hacía por medio de rampas o de ca miones. Sin embargo, el método de las rampas fué des cartado muy pronto, porque resultaba muy difícil hacer subir al ganado la fuerte pendiente y lograr que entrara al oscuro interior del avión. Prácticamente, todos los avio nes fueron cargados haciendo acercar lo camiones de 88 zaga hasta la puerta; en esta forma se podía conducir al ganado por un piso al mismo nivel. Había muy pocos camiones de 2,5 toneladas 6 x 6, equipados con carrocería de laterales altos; pero los de más, con carrocería común, prestaron el mismo servicio. Solamente fué necesario sacrificar un caballo, a conse cuencia de las graves heridas que recibió tratando de saltar al suelo. El embarque en el camión se hacía muy cerca del sitio donde estaba el aeroplano. Durante la primera serie de embarques aéreos fueron transportados a China, a través de la “joroba”, 1.582 caballos y mulas; el embarque requirió 14 días, con un término medio de 113 animales diarios. El Mayor Rails back, encargado de todo lo relacionado con la operación, fué asistido por 25 soldados de Veterinaria, que trabaja ron en grupos de tres, para cargar los camiones, y de dos para cargar los aeroplanos. En las operaciones de embar que se utilizaron ocho camiones de 2,5 toneladas 6 x 6. En esta forma se podían cargar completamente de 25 a 28 aviones en una y media o dos horas. Todos los animales se sometieron a un cuidadoso exa men físico, y los que se encontraban enfermos o en malas condiciones de servicio, así como los que daban señales de no dejarse manejar fácilmente para la seguridad del vuelo, fueron eliminados. Todos se herraron de nuevo antes de ser embarcados, porque tenían que ser utilizados tan pronto como llegasen a su destino. Las tripulaciones recibieron instrucciones precisas sobre la manera de sacrificarlos con una pistola de dotación, en caso de que se produjeran cualquier moles tia peligrosa para el vuelo, y solamente fué necesario sacrificar un caballo porque se excitó en forma incontro lable cuando el avión estaba en el aire y trató de averiarlo seriamente. En febrero de 1945 se llevó a cabo la segunda serie de embarques, en la cual fueron transportados de Burma a la China i.xoo animales. En algunos de los últimos em barques, los establos se construyeron con madera pren sada en vez de varas de bambú, y, si bien es cierto que se tardaba más tiempo en su construcción, protegían mejor los costados de los aviones. Las estadísticas demostraron que sólo un avión tuvo que hacer un aterrizaje forzoso porque uno de los anima les logró romper el establo, pero no causó daños de con sideración. Las tripulaciones que volaron con los animales sobre la “joroba” hicieron las siguientes observaciones: 1a Los caballos y mulas permanecieron tranquilos durante y después del vuelo. 2a De 4.000 a 6.ooo metros de altura los animales parecían adormilados, pero no se excitaban al alcanzar alturas mayores. a Cuando se encontraron corrientes que desviaban los aviones hacia arriba o hacia abajo, a veces hasta 6oo metros por minuto, los animales se portaron mejor de lo que se esperaba. a Cuando los aviones perdían altura, los caballos presionaban hacia delante los establos. 5a Sólo se dió parte de ligeros daños en los aviones durante toda la operación. Los grupos que cargaron los aviones hicieron los si guientes comentarios: 1.0 El método del camión es mucho más rápido para cargar que cualquier otro; pero deben usarse conductores muy hábiles para no dañar a los aviones al acercarse a la puerta de zaga. 2.° Es muy importante no desestimar el peso de los animales que deben embarcarse; un error al juzgarlo puede causar la pérdida de vidas y equipo. 3.° Después de alguna práctica, se puede cargar un avión en ro 6 20 minutos. 4•0 Los aviones deben despegar tan pronto hayan sido cargados, y descargados tan pronto aterricen. Si los ani males se dejan quietos en los aviones por un tiempo más o menos largo, tienen la tendencia de ponerse nerviosos y pueden causar daño con sus coces. La mayoría de los aviones llegaban a su destino 2,5 horas después de despe gar, y eran descargados inmediatamente. 5.° El embarque puede hacerse con éxito también du rante la noche. El autor no está en condiciones de aventurar sobre la posibilidad de embarques aéreos de ganado en la post- guerra. Es difícil concebir que la aviación pueda suplan tar al ferrocarril como el medio más común para trans portar el ganado vivo al mercado. Sin embargo, cree que las experiencias del teatro de operaciones indoburmano han probado satisfactoriamente que se pueden transpor tar por avión caballos y mulas sin mayor dificultad, aun a grandes alturas y en medio de las inclemencias atmos féricas. Además, los aviones de carga pueden transfor marse fácilmente para transportar ganado, sin necesi dad de grandes modificaciones. LacampañadeElAlameindesdeelpuntodevistahigiénico Dr. H. S. GEAR, Teniente Coronel del Cuerpo de Sanidad Sudafricano, Director del Servicio de Higiene del Ejército del Oriente Medio.—De la publicación argentina Revista de la Sanidad Militar. La historia higiénica de la victoria de El Alamein tiene su comienzo lógico en las desventuras sufridas durante la retirada del VIII Ejército, desde Gazala, en junio de 1942. Aun cuando esta retirada se hizo siempre bajo control, creó una serie de circunstancias desdichadas para el Servicio de Higiene del Ejército. En primer término, fa inevitable confusión reinante entre, las formaciones y Unidades que retrocedían hacia la línea de El Alamein dió como resultado una disminución en la vigilancia de los Oficiales y de las Secciones de Higiene y una laxitud comprensible en cuanto a higiene y saneamiento, tanto del personal como de las Unidades. Las Unidades mar chaban dispersas; no había tiempo para elegir los sitios de campamento; se perdía el equipo; se relajaba la disci plina sanitaria y quedaba contaminado mucho terreno. En segundo término, además de las perturbaciones cau sadas por la retirada en la organización sanitaria, un nuevo problema surgía: el de mantener alejadas las hor das de los beduínos nativos y otros, a fin de que no se agregaran, en forma de multitud incontrolable, a la re taguardia de la línea de El Alamein. Estos aborígenes, que carecían normalmente de toda clase de instintos sa nitarios superiores, constituyeron una amenaza seria para el Ejército, y fué necesario aplicarles eventualmente medidas drásticas para retirarlos a regiones más a reta guardia, donde no pudieran dañar. En tercer lugar, agra vando el problema en las vísperas y durante la batalla de El Alamein, se produjo la incorporación al VIII Ejér cito de tropas francesas procedentes de Ultramar, que carecían de ese respeto absoluto por las cuestiones de higiene propias de las regiones tropicales, cuyo conoci miento se adquiere sólo por experiencia en los climas tó rridos. Los “novatos” sufrían más que los soldados acli matados los síntomas propios de las afecciones del país (fiebre papataci y otras). En cuarto término, la retirada, el período de preparación y la batalla misma se extendie ron durante el final del verano y el otoño, épocas en que la salud sufre más en tierras egipcias. Las moscas eran una plaga que necesitó medidas especiales de lucha. Las moscas de arena (papataci) llevaron sus ataques a va rios campamentos, añadiéndose a esto, particularmente para las tropas recién llegadas, la irritación producida por el calor y el polvo. Este extenso problema higiénico fué encarado metódi camente desde el momento en que se hizo alto en El Ala mein hasta el avance, a fines de octubre de 1942. Se estu dió la organización higiénica y se introdujeron varias mo dificaciones importantes; se hizo frente a la plaga de moscas con sus peligros de propagación de las enferme dades de origen excrementicio, creando una Unidad es pecial; se estudiaron los problemas nuevos, especiales a los vehículos de combate blindados, y se examinó nue vamente el muy importante de la alimentación del Ejér cito, ideándose nuevas raciones y nuevos métodos de preparación culinaria. Se tomaron medidas para el trata miento de los prisioneros de guerra, que seguramente eran piojosos, y para el saneamiento de las posiciones y ciuda des enemigas que se tomaran. Una vez emprendidas las operaciones activas, poco de interés hubo en lo referente a la higiene, hasta que el ene migo cedió, al principio de noviembre. Entonces se pre sentaron, en el territorio capturado al enemigo, los pro blemas que se habían previsto: saneamiento de los terre nos contaminados, purificación de las fuentes de agua, despiojamiento de los prisioneros de guerra y avance de los aparatos necesarios para asegurar el aseo de nuestras tropas. Esto último era necesario, porque había que tener presente la posibilidad de que se presentara el tifus en nuestras tropas si se contaminaban con piojos.. Se incor poraron Oficiales del Servicio de Higiene a cada una de las nuevas zonas administrativas, los cuales tomaron las medidas necesarias sin dilación. A continuación vamos a reseñar en detalle los distin tos aspectos de la obra emprendida durante las fases pre liminares y durante las operaciones a que dió lugar la batalla de El Alamein. ORGANIZACION HIGIENICA La experiencia previa en el desierto occidental nos ha bía demostrado que la vieja organización del Servicio de Higiene era muy rígida. Las Secciones de Higiene de cam paña estaban adscritas a las Divisiones y a las líneas de comunicación. Con la movilidad de la guerra en el de sierto, estas Secciones no podían hacer frente a la aten ción requerida, dada la dispersión y el cambio de consti tución de las formaciones, y los grupos menores carecían con frecuencia de Servicio higiénico. También salieron a luz los viejos defectos del reclutamiento y empleo del per sonal de las Unidades de provisión de agua y de sanea miento. A fin de remediar estas deficiencias y para po nerse a tono con la movilidad y las condiciones caleidos cópicas de la guerra del desierto, tal como lo hacía su poner lo que anticipaba el VIII Ejército en su proyectado avance, se llevó a cabo cierta reorganización improvi 89 sada de las Secciones de Higiene. El principio básico de esta reorganización consistía en que las Secciones de Hi giene no habían de adherirse rígidamente a las Divisiones a que pertenecían, sino que serían mantenidas en equi pos en los Cuerpos de Ejército y los Ejércitos para em plearlos según las necesidades de la situación. Su aplica ción en el VIII Ejército, mientras duró la batalla, se hizo de acuerdo con el plan consistente en que el Cuerpo que llevaba a cabo el asalto no proseguiría la acción en caso de éxito, sino que dejaba el sitio a otra G. U. encargada de la persecución. Se formaron grupos de tres Secciones de Higiene en campaña. En el Cuerpo de persecución, los Oficiales comandantes y las Secciones de Higiene eran adscritas a las Brigadas. Este plan produjo resultados excelentes: los soldados del Servicio higiénico se hallaron donde sus servicios eran necesarios, y los talleres producían una corriente cons tante de aparatos para proveer a las tropas que ocupaban nuevas regiones. Fué posible enviar equipos de higiene con material y aparatos a regiones capturadas, tales como Marsamatruk y Capuzzo, mucho antes de que se pu diera disponer de Unidades permanentes. Una dificultad a la que fué necesario hacer frente consistió en que, de bido a los rápidos cambios en la composición de las for maciones, algunos soldados de Sanidad se hallaron com pletamente separados de las Unidades a que pertenecían. El personal de las Unidades se mejoró insistiendo en que se pusiera el mayor cuidado en la selección y haciendo responsables a los Oficiales con mando y a los de Sanidad, a fin de que no se enviara al servicio de saneamiento y de agua personal reclutado entre los inútiles de la Unidad. Con el avance fué necesario disponer el saneamiento de todas las zonas capturadas que hubieron de usarse como líneas de comunicación o bases. Una Sección de Higiene en campaña fué sumamente útil, llevando material de higiene a esas zonas. Al establecerse subzonas, se desti naron tres Secciones de Higiene de campaña, a fin de vigilar su higiene y llevar a cabo el saneamiento. Dos de estas Secciones fueron destinadas a Tobruk y Derna, y una Sección de Higiene de campaña, a Bengasi. Cada nueva subzona tenía también un director ayu dante del Servicio de Higiene y al mismo tiempo se pro curaba un estrecho enlace con las autoridades médicas administrativas de los territorios ocupados, responsables del servicio médico en la Cireanica. Las malas condiciones sanitarias de El Alamein de que se ha hecho mención dió lugar a una plaga aterradora de moscas. Esta circunstancia estaba completamente fuera de la capacidad de la organización higiénica ordi naria, de suerte que se organizó un Cuerpo especial para la lucha contra las moscas. Esta Unidad constaba de cinco Oficiales, con unos 200 a 300 hombres de tropa británicos y zapadores africanos, con varios Suboficia les ingleses, que actuaban como personal de vigilancia. Se les dió un curso rápido de lucha contra las moscas, y se les envió a limpiar la región de El Alamein de todos 1os criaderos. Su trabajo se hizo a conciencia y con eficacia, extendiéndose hasta la “tierra de nadie”, donde los cadá veres y otras materias orgánicas eran uno de los peores focos. Con la cooperación de las Unidades de Higiene de campaña, se trasladaron de zona en zona eliminando ba suras, desperdicios, cadáveres de las líneas ocupadas por las tropas. SANEAMIENTO 1 Ya se ha mencionado cuán seria era la situación sani taria desde julio a septiembre. Sus causas residían en particular en la contaminación de toda la línea de El Ala mein y de las zonas adyacentes. La actuación vigorosa de las Secciones de Higiene de campaña impidió que se produjera un estallido epidémico. 90 La experiencia demostró que el enterramiento de los residuos de las Unidades en la línea se hacía, habitual mente, de manera poco eficiente, y contribuía a formar criaderos de moscas. Eventualmente se aceptó que la incineración constituía el método más simple y más prác tico de tratamiento de los residuos. Se empleaba, general mente, un incinerador hecho simplemente con latas de petróleo, fácil de improvisar en campaña... El tarro de conserva, elemento dominante en la ración en el desierto, constituía una amenaza. Raras veces era vaciado comple tamente, y así, además de aumentar los residuos cuando se tiraba, se convirtió en un problema molesto y engorro so de eliminación. Se dictaron instrucciones categóricas y una educación persistente para mejorar los métodos usados en las Unidades. Las letrinas no dieron tanto trabajo como pudiera creerse. En muchos sitios, las tropas acampadas de ma nera más o menos estable podían cavar pozos de letrina profundos, aun cuando la naturaleza rocosa del suelo so lía hacer esto imposible. En estos casos, la letrina hecha con latas de nafta resultaba eficaz. La incineración dia ria reducía las deyecciones a una masa inofensiva. Se fabricaron unas superestructuras para una letrina de dos sujetos en cuclillas, para proveer a las tropas de algún elemento para la construcción de letrinas en campaña. Aunque de fácil transporte, pues no pesaban más de 6o libras (libra = 454 gramos), resultaron un fracaso; la falta de transportes en el desierto impedía su conducción. Las aguas residuales no ocasionaban ninguna dificul tad en el desierto, en parte porque la ración de agua era tan escasa, que no podían producirse grandes acumula ciones de ella, y también porque la capacidad de absor ción y de evaporación del desierto es muy grande. El saneamiento de las zonas capturadas constituyó una tarea inmensa, porque el enemigo dejó en estado de su ciedad indescriptible sus fortalezas, campamentos y puer tos. El conocimiento previo que se poseía de los métodos de higiene y saneamiento del enemigo, nos había con vencido de cuán inferiores eran. LAS RACIONES Y EL PROBLEMA ALIMENTICIO Algunas operaciones militares previas en el desierto causaban cierta ansiedad entre los médicos respecto a la posibilidad de mantener por largo período a las tropas con las raciones de previsión, compuestas sólo para una semana. El empleo prolongado innecesariamente de las raciones de previsión era imposible de evitar cuando las tropas quedaban aisladas o cuando las líneas de comu nicación se veían interrumpidas. Es, sin embargo, de deplorar que, en las primeras campañas, algunos Mandos subaltemos no comprendieran el peligro que entrañan las raciones secas y de pocas calorías. Se hizo un ensayo para El Alamein, de idear una ración de previsión que no tuviera una duración limitada de siete a diez días únicamente. Esta ración, cuyo valor en calo rías llegada a 3.600 y que contenía cantidades adecuadas de vitaminas A y B y de la serie C, compuesta de elemen tos indispensables en el Medio Oriente, y de preparación no muy difícil en ausencia de agua y de comodidades para cocinar, fué rechazada porque excedía de los límites de peso permitidos por el transporte disponible. Eventual mente se proyectó una ración de previsión nueva, de 3.500 calorías aproxidamente por hombre y día, que no debía ser utilizada más de diez días. Constituía un gran pro greso respecto a la vieja ración por su variedad (contenía elementos tales como salchichas, queso, dulce, cebollas y conservas de pescado). La preocupación de los médicos de que la ración no fuera empleada más de diez días fué tenida muy en cuenta por el Mando. Se observó que du rante los meses de octubre y noviembre las raciones de previsión se emplearon sólo en ocasiones especiales—po cas tropas se vieron en la precisión de usarlas, y eso sólo por pocos días—, lo que atestigua la eficiencia de los Servicios de abastecimiento del VIII Ejército. Durante el avance, el VIII Ejército se aumentó con la ración de campaña habitual, con la sustitución de ele mentos frescos por conservados o secos, es decir, verdu ras en conserva, en lugar de verduras frescas; galletas en vez de harina, etc. Para preparar las comidas con los ele mentos de esta ración, basta sólo disponer de agua ca liente. Este tipo se proyectó de acuerdo con las limita ciones del Medio Oriente: la disponibilidad de productos locales y la cantidad de agua suministrada en el desierto para cocinar. A pesar de todos los inconvenientes, la dieta proyectada tenía una valor de 3.200 calorí s y vita minas A, B1, B2 y C. A pesar de los problemas enormemente difíciles de re solver por el rápido avance, no fué necesario alimentar al Ejército con este tipo de “ración de hierro” por mu cho tiempo. Poco tiempo después de la recuperación de Tobruk y Bengasi funcionaban panaderías que proveían de pan fresco a las formaciones de avanzadas al paso que entraban a estos puertos cargamentos de carnes congela das. Cuando las circunstancias lo permitían, las tropas eran abastecidas de verduras frescas y naranjas., La composición y abastecimiento de un tipo de ración es sólo una parte del proceso de alimentación de un Ejér cito. Como lo ha demostrado la campaña del Medio Orien te, por muy satisfactoriamente que del Servicio salgan las raciones puede ocurrir que se destruya su valor antes de que lleguen a ser consumidas por la tropa. Aparte del tiempo necesario para enseñar a los cocineros en un nu meroso Ejército procedente del medio civil, la dispersión de las Unidades daba como resultado la desaparición de las cocinas de Compañía. El resultado fué que grupos pe queños, generalmente los viajeros de cada vehículo, se preocuparan de preparar sus comidas aisladamente. El procedimiento no dió resultado. Las comidas bien coci nadas, a intervalos regulares, fueron reemplazadas por la alimentación en cualquier momento con el contenido de una lata. Este problema se presentó sobre todo en las fuerzas blindadas. Peleando todo el día, confinados den tro de sitios absolutamente obscuros durante la noche, demasiado cansados para preocuparse de sí mismos, la tripulación de los tanques y de los carros blindados se hallaban con frecuencia imposibilitados para tomar algo más que un bocado de galleta. Para hacer frente a esta situación tan poco satisfactoria, se volvió a poner en práctica la cocina por Compañía y, salvo en los casos de gran movilidad, exigida por las operaciones, se puso en práctica en casi todas las Unidades. A las Unidades blindadas se les proveyó de una cocina de petróleo, adaptada a un camión de tres toneladas. Este simple vehículo improvisado llevaba domidas calien tes hasta las formaciones avanzadas en combate, y prestó servicios sumamente valiosos. Otro problema referente a la ración que fué objeto de atención especial fué la “ración empaquetada” para las fuerzas blindadas. Los tanques y los carros blindados tie nen en ocasiones que operar aislados durante cierto tiem po. Deben estar habilitados para hacer frente por sí mis mos a todas las circunstancias, y la provisión de alimentos que tuvieran líquidos dió lugar a experiencias con reci pientes capaces para dos y tres hombres durante un día. Además, la mayoría de los carros blindados estaban pro vistos de termos de medio galón (2.250 gramos aproxi madamente) para llevar líquidos calientes. Esta medida dió resultados muy provechosos. Sin embargo, la expe riencia recogida en las operaciones en el desierto parece probar que las “raciones empaquetadas” son de escasa utilidad para las fuerzas blindadas. Generalmente, las operaciones demostraron que es ne cesaria una enseñanza continua y una gran propaganda para conseguir que todas las Unidades cuenten con coci neros buenos y elementos de cocina adecuados para las Compañías, y un conocimiento profundo de la higiene de la cocina y de la preparación de los alimentos. Esta tarea emprendida por el Departamento de Asesores de Alimentación del Ejército ha hecho mucho camino ya, al fin de conseguir a ese respecto los mayores progresos en el menor tiempo posible. ABASTECIMIENTO DE AGUA Durante el período de las operaciones iniciales, el abas tecimiento de agua dependía de puntos situados en sis temas de cañerías, cuyo origen se hallaba en Alejandría. Este sistema reticular, que se ramificaba en el desierto, equipado con bombas auxiliares y que llevaba agua hasta una distancia de o millas (más de 8 kilómetros) hasta pocos kilómetros de la línea de fuego, constituyó un triunfo de los Ingenieros del Servicio de aguas del Ejér cito. Llevaba agua dorada a las Unidades avanzadas, y se proveía a cada soldado diariamente, como mínimo, un galón (4.500 gramos), durante los meses de septiem bre y octubre. El avance requería inspecciones repetidas y, por lo general, la reparación de las instalaciones y el saneamiento de las aguas en los sitios capturados. El personal de las formaciones de higiene ayudó a los Ingenieros en esta tarea. La mayoría de las fuentes y pozos habían sido dañados y contaminados por el enemigo. El procedi miento empleado a este efecto es el ya conocido por otras campañas en el- -desierto——introducción de aceite Diesel, aceite de huesos, cadáveres e inmundicias de toda clase Esta destrucción y contaminación raras veces detenían por mucho tiempo a nuestras Unidades. Se arreglaban o reponían las bombas, y los pozos se baldeaban vigorosa mente hasta que dieran agua clara, agregando cuando fuera necesario un compuesto para esterilizar el agua, a fin de neutralizar la contaminación. El personal de la Sección de Higiene hacía el análisis del agua, vigilaba su purificación, usando el hipoclorito y quitándole el gustó con el thiosulfonato de sodio. El avance llevó a puntos sumamente distantes de los sitios de agua, y el transporte de ésta se tomó difícil. Esto dió como resultado la reducción de la ración diaria de agua a medio galón (dos litros y cuarto más o menos) por algún tiempo. Con este objeto se usaron una variedad grande de recipientes, siendo el más general una lata de dos galones de capacidad, de las cuales se llenaban docenas de miles que eran llevadas a la Sección de abas tecimientos. El vaso más popular era metálico grueso, uno de dos galones de capacidad, tomado al enemigo, provisto de una tapa bien atornillada. La mayoría de las Unidades pronto se proveyeron de ellos. La geología del desierto hasta Agheila, en el golfo de Sirte, era bien co nocida, de modo que lo salobre de las aguas de pozo no constituyó un problema nuevo. Fué necesario usar algu nos de estos pozos; en algunos, con salobrez de 300 por xo.ooo, el agua fué bien tolerada por la tropa, sin serios inconvenientes. La eficiencia del abastecimiento de agua fué demostrada por la ausencia de enfermedades de ori gen hídrico durante los meses del ataque y del avance. 91