El Itinerarium de San Buenaventura y la Suma - E

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CONGRESSO TOMISTA INTERNAZIONALE
L’UMANESIMO CRISTIANO NEL III MILLENNIO:
PROSPETTIVA DI TOMMASO D’AQUINO
ROMA, 21-25 settembre 2003
Pontificia Accademia di San Tommaso
–
Società Internazionale Tommaso d’Aquino
El Itinerarium de San Buenaventura y
la Suma Teológica de Santo Tomás de
Aquino
Dos nominaciones distintas de Dios en una mutua iluminación
Teresa María Saravia
Buenos Aires (Argentina)
Saint Bonaventure, in the Itinerarium Mentis in Deum, chooses “Good” as the first name for God. On the other hand,
Saint Thomas of Aquinas, in the Summa Theologica , chooses “Being” as the most proper Divine name. The purpose of
this work is to see their mutual interdependence.
To name God as “Good” implies a way of contemplating reality from the end, contemplation in causando. To name God
as “Being” implies a way of contemplating God starting from the creatures, taking from them the first perfection, root
and origin of all the rest, and first also in the knowledge of themselves, that is to say, a contemplation of God in causata.
They are different but complementary points of view, from which the unique and simple nature of God is considered.
The first one: a philosophy that starts in God and is closely related to Theology, emphasizing the affirmative way of
eminence, and the second one: an ascendant philosophy emphasizing the negative way.
The Dionysian notions of “divine unions and discretions” best explain the natural knowledge of God. Saint
Bonaventure, in his doctrine of illumination emphasizes unions, while Saint Thomas, in his doctrine of the abstraction,
emphasizes discretions. In the Dionysian “lamp lights” the mutual dependency of each perspective chosen is founded.
En el Itinerarium Mentis in Deum de San Buenaventura el primer nombre
de Dios es el de Bien. En los grados del ascenso a Dios, San Buenaventura pone
la contemplación acerca de la Santísima Trinidad en su nombre primario, que es
el Bien como última etapa del camino antes del reposo en la unión mística,
dándole, así, el lugar de máxima jerarquía dentro de los nombres divinos.
Por su parte, Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica afirma que “El
que es es el nombre más propio de Dios.”1
El propósito de estas líneas es ver el significado que tiene nombrar a Dios
como Bien o como Ser en San Buenaventura y en Santo Tomás de Aquino.
Luego, intentaremos ver en qué se fundamenta la elección de uno otro nombre.
Tomás de Aquino, Suma Teológica, I, q. 13, a. 11: “Hoc nomen: Qui est, triplice
ratione est maxime proprium nomen Dei.”
1
© Copyright 2003 INSTITUTO UNIVERSITARIO VIRTUAL SANTO TOMÁS
Fundación Balmesiana – Universitat Abat Oliba CEU
T.M. SARAVIA, El Itinerarium de San Buenaventura y la Suma Teológica de Sto. Tomás de Aquino
Y por último, veremos si el afirmar uno u otro como primer nombre de Dios
implica una oposición entre los dos doctores o más bien, resaltar aspectos
distintos en una mutua complementación.
Dios como Ser y Dios como Bien
Los nombres de Ser y Bien significan la sustancia divina, pero no son
sinónimos, difieren por sus razones diversas. Ser y Bien expresan diversos
conceptos de una sola y misma cosa.2
Ser significa algo que está en acto, y como el acto se dice en relación a la
potencia, Ser se dice en relación a lo que simplemente está en potencia. El ser es
el primer acto por el cual algo se distingue de lo que está sólo en potencia, y
este es el ser substancial. 3
Lo bueno hace referencia a la voluntad, se dice del ser en cuanto
apetecible. El bien se define clásicamente a través de los efectos de su
comunicación. Aristóteles dice que el bien es el fin que todos apetecen. En
efecto, las cosas son apetecibles en la medida que son perfectas, y tanto son más
perfectas cuanto más en acto están, por lo tanto el grado de bondad depende
del grado de actualidad – es decir, de Ser – de todas las cosas.
Bien, entonces, se dice en relación a los actos sobrevenidos al primero
sustancial, es decir, referido al acto último de una cosa cuando adquiere su
última perfección.
El Bien es la causa de las causas, y tiene razón de causa final porque el
agente obra por un fin, y un agente ha de unir materia y forma.4 Por lo tanto, el
Bien, en cuanto causa, es anterior al Ser.5
Tomás de Aquino, S.Th., I, q. 13, a. 4: “Nomina Deo attributa, licet significent unam
rem, eam sub rationibus multis et diversis, non sunt synonyma.” Cf. Ibid., q. 5, a. 1
3 Tomás de Aquino, S.Th., I, q. 5, a. 1
4 Tomás de Aquino, S.Th., I, q. 5, a. 2, ad 1: “Bonum autem, cum habeat rationem
appetibilis, importat habitudinem causae finalis, cuius causalitas prima est, quia agens
non agit nisi propter finem, et ab agente materia movetur ad formam: unde dicitur quo
finis est causa causarum.”
5 Tomás de Aquino, S.Th., I, q. 5, a. 2, ad 1: “In causando, bonum est prius quam ens,
sicut finis quam forma: et hac ratione, inter nomina significantia causalitatem divinam,
prius ponitur bonum quam ens.”
2
p. 2
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En resumen, ser se dice de algo en virtud de su primera actualidad y bien
en virtud de su última actualidad. El bien incluye la noción de lo perfecto, y
además, de apetecible, cosa que no tiene el ser.
Nombrar a Dios con uno u otro nombre implica distintos puntos de vista
desde los cuales se considera la realidad única y simple de Dios.
Santo Tomás en la Suma Teológica afirma que el Ser es el primer nombre
de Dios porque a partir de las creaturas, que es como conocemos a Dios
naturalmente, lo primero que podemos decir de Dios es el Ser.
El doctor angélico da tres razones para afirmar “El que es” como primer
nombre de Dios:6
1. por su significado, porque los seres se denominan por su forma o
esencia, y el Ser de Dios es su misma esencia, lo cual conviene exclusivamente a
Dios;
2. por su universalidad, ya que los otros nombres de Dios son menos
comunes, y por lo tanto, con menos propiedad se los aplicamos a Dios;
3. y por lo que incluye su significado, pues significa el ser en presente, y
esto es lo que con máxima propiedad se puede decir de Dios.
En el orden de los conceptos es primero lo que primero concibe el
entendimiento, y en este sentido, el ser es antes que el bien. En efecto,
concebimos en el entendimiento el ser antes que el bien,7 ya que una cosa es
cognoscible en tanto está en acto, y el ser es el primer acto por el que una cosa
es.
Tomás de Aquino, S.Th., I, q. 13, a. 11: “Hoc nomen: Qui est, triplice ratione est
maxime proprium nomen Dei. Primo quidem, propter sui significationem. Non enim
significat formam aliquem, sed ipsum esse. Unde, cum esse Dei sit ipsa eius essentia, et
hoc nulli alii conveniat, ut supra ostensum est, manifestum est quod inter alia nomina
hoc maxime proprie nominat Deum: unumquodque enim denominatur a sua forma.
Secundo, propter eius universalitatem. Omnia enim alia nomina vel sunt minus
communia. ... Tertio vero, ex eius consignificatione. Significat enim esse in praesenti: et
hoc maxime proprie de Deo dicitur.”
7 Tomás de Aquino, S.Th., I, q. 5, a. 2: “Ens secundum rationem est prius quam
bonum. Ratio enim significata per nomen, est id quod cocipit intellectus de re, et
significat illud per vocem: illud ergo est prius secundum rationem, quod prius cadit in
conceptione intellectus. Primus autem in conceptione intellectus cadit ens: quia
secundum hoc unumquodque cognsoscibile est, inquantum est actu. Unde ens est
proprium obiectum intellectus: et sic est primum intelligibile.”
6
p. 3
T.M. SARAVIA, El Itinerarium de San Buenaventura y la Suma Teológica de Sto. Tomás de Aquino
Lo que es primeramente perceptible al entendimiento, es también
primero en su estructura inteligible. El Ser, primera perfección de Dios en el
orden gnoseológico, es aquella de la cual fluyen lógicamente todas las demás.
El ser es la primera perfección divina, también, en el orden ontológico.
Aquella perfección que primeramente constituye a Dios en su ser propio y
específico, aquella por la cual se constituye como distinto de todas las creaturas,
aquella perfección que es raíz y origen de todas las otras perfecciones divinas,
es el Ser. Eso es lo que se intenta afirmar al hablar de la esencia metafísica de
Dios. “Sólo Dios tiene como modo propio de ser el de que es su mismo ser
subsistente.” 8 Lo explica también en el De Ente et Essentia: “Hay en las
sustancias un triple modo de poseer la esencia: en primer lugar, hay una
sustancia, como es Dios, cuya esencia es su mismo ser; lo cual mueve a ciertos
filósofos a afirmar que Dios no tiene quiddidad o esencia porque su esencia no
es otra cosa que su ser.”9
Santo Tomás no excluye, sin embargo, la posibilidad de afirmar el Bien
como primer nombre de Dios. Afirma:
“El nombre “El que es” es el más propio en cuanto a aquello de donde se toma para
significar (pues se toma del ser) y en cuanto al modo de significar, (porque connota
tiempo presente) pero en cuanto a lo que se quiere significar: la naturaleza divina, es
más propio el nombre: Dios, y más propio todavía: Tetraggamaton, impuesto para
significar la sustancia de Dios incomunicable o, por decirlo así, singular”.10
Más aún, si consideramos el orden en que se desarrollan los atributos en
la Suma Teológica, notamos que es desde la perspectiva del Bien que se entiende
adecuadamente la noción de Ser.
En el comentario al De Divinis Nominibus, Santo Tomás había puesto al
Bien como primer nombre de Dios. Explica luego en su Suma Teológica qué
Tomás de Aquino, S.Th., I, q. 12, a. 4: “Solius autem Dei proprius modus essendi
est, ut sit suum esse subsistens.”
9 Tomás de Aquino, De ente et esentia, cap. VI: “Invenitur autem triplex modus
habendi essentiam in substantiis. Aliquid enim est, sicut Deus, cuius essentia est ipsum
suum esse; et ideo inveniuntur aliqui philosophi dicentes quod Deus non habet
quidditatem vel essentiam, quia essentia sua non est aliud quam esse suum…”
10 Tomás de Aquino, S.Th., q. 13, a. 11, ad 1: “Hoc nomen: Qui est, est magis
proprium nomen Dei quam hoc nomen: Deus, quantum ad id a quo imponitur, scilicet
ab esse, et quantum ad modum significandi et consignificandi, ut dictum est. Sed
quantum ad id ad quod imponitur nomen ad signficandum, est magis proprium hoc
nomen Deus, quod imponitur ad significandum naturam divinam. Et adhuc magis
proprium nomen est Tetragrammaton, quod est impositum ad significandam ipsam
Dei substantiam incommunicabilem, et, ut sic liceat loqui, singularem.”
8
p. 4
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significa esto: Dios es bueno porque todas las cosas creadas fluyen de Él como
de primera causa.11
En resumen, el Bien es el principal nombre de Dios en cuanto es causa,
pero no en absoluto, pues en absoluto concebimos el ser antes que la causa.
Por su parte, en el capítulo VI San Buenaventura trata acerca de la
especulación de Dios en su nombre primario, que es el Bien. “Así como el Ser es el
principio radical de la visión de esas cosas esenciales y nombre por el que las
demás se denotan, así el Bien mismo es el principalísimo fundamento de la
contemplación de las emanaciones (en Dios).”12
En este capítulo sexto se retoma la definición de Bien atribuida a Dionisio
areopagita: “Bonum est diffussivum sui.”13 Más que explicar la naturaleza del
Bien, lo define por sus efectos.
El Itinerarium de San Buenaventura manifiesta una visión de la realidad
como efecto de un Bien, y un conocimiento de Dios como aquello hacia lo cual se
tiende.
Nombrar a Dios como Bien, entonces, implica en San Buenaventura un
modo de contemplar desde el fin, ya que en cuanto causa, Dios es el Bien.
Además, manifiesta una filosofía intrínsecamente unida a una visión teológica,
donde el Amor (que según Dionisio, es un aspecto del Bien) es el primer nombre
que se puede dar.
Sin embargo Buenaventura asume en otros momentos la perspectiva
tomista y dice que el Ser es el primer nombre de Dios. Lo hace en el mismo
Itinerarium, en el capítulo V, donde se especula acerca de la unidad divina por su
nombre primario que es el Ser.14 Más aún, si bien en el Itinerarium se orienta todo a
Tomás de Aquino, S.Th., I, q. 5, a. 2, ad 1: “Quod Dionysius determinat de divinis
nominibus (qui inter alia nomina Dei, prius ponit bonum quam ens) secundum quod
important circa Deum habitudinem causae: nominamus enim Deum, ut ipse dicit, ex
creaturis, sicut causam ex effectibus.”
12 Buenaventura, Itinerarium Mentis in Deum, VI, n. 1: “Sicut autem visionis
essentialium ipsum esse est principium radicale et nomen, per quod cetera innotescunt;
sic contemplationis emanationum ipsum bonum est principalissimum fundamentum.”
13 Buenaventura, Itinerarium Mentis in Deum, VI, n. 2: "Nam bonum dicitur
diffusivum sui (Dionys. Coelest. Hier. c. 4, 1; De Divin. Nomin. c. 4, 1); summum igitur
bonum summe diffusivum est sui."
14 Buenaventura, Itinerarium Mentis in Deum, V: "De speculatione divinae unitatis per
eius nomen primarium, quod est esse."
11
p. 5
T.M. SARAVIA, El Itinerarium de San Buenaventura y la Suma Teológica de Sto. Tomás de Aquino
considerar el nombre de Bien, en este quinto grado San Buenaventura pareciera
darle más importancia al Ser que Santo Tomás, en cuanto dice que el Ser es
nombre primario de Dios, mientras que Santo Tomás sólo dice que es nombre
propio, es decir, exclusivo, sólo de El. Además, por la particular concepción
bonaventuriana del camino de ascenso a Dios, donde cada grado tiene en sí
mismo su propia perfección, y por eso alcanza cada uno para llegar a Dios, se
resalta aún más la importancia dada por el doctor seráfico al nombre divino de
Ser.
En el Hexäemeron, Buenaventura vuelve a afirmar el Ser como primer
nombre de Dios: “El primer nombre de Dios es el Ser, el cual es manifestísimo y
perfectísimo, por lo tanto primero; ... éste (el Ser) es el nombre de Dios
propiamente suyo.”15
Vemos, entonces, dos perspectivas distintas, pero no excluyentes.
Designando directamente a Dios decimos de El que es Bien, designándolo a
partir de las creaturas, decimos que es Ser.
La priorización de uno u otro nombre para referirse a Dios responde,
entonces, a caminos distintos que se toman para acceder a la realidad de Dios.
En la filosofía del Doctor común, Dios es el término de un arduo camino
ascendente de especulación metafísica.16 En la filosofía del Doctor seráfico, Dios
es el comienzo de un progresivo camino de interiorización que conduce a la
sabiduría mística.17
La priorización de uno u otro nombre para referirse a Dios responde
también a suposiciones distintas.
El Bien es anterior al Ser en cuanto supone la plenitud de perfección. En
efecto, Bueno, dicho de modo eminente, supone a Dios como plenitud de
perfección y fuente de toda la realidad. En este sentido, como unión perfecta, es
mayor que el Ser, en cuanto supone aquel aspecto de Dios por el cual se
distingue de la nada. Y esto es lo que supone Buenaventura cuando dice que el
Bien es el primer nombre de Dios.
Buenaventura, Collationes in Hexäemeron X, n. 10: “Primum nomen Dei est esse,
quod est manifestissimum et perfectissimum, ideo primum ... hoc est proprie proprium
nomen Dei.”
16 Clavell, Luis, El nombre propio de Dios en Santo Tomás de Aquino, EUNSA, Pamplona,
1980, p. 13
17 Gilson, La philosophie de Saint Bonaventure, Vrin, Paris, 1943
15
p. 6
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El Ser es anterior al Bien cuando supone la primera perfección sobre la
que se asientan todas las demás. En efecto, bueno, dicho de modo elemental,
supone aquello a lo que tiende la voluntad, y de un modo más elemental aún,
aquello a lo que tiende cualquier apetito natural. El bien, así entendido, se
funda sobre el ser, y por eso el Ser es antes que el Bien ontológicamente. Esto es
lo que supone Santo Tomás cuando dice que el Ser es el primer nombre de Dios.
En este sentido, en cuanto supone la primera perfección por la cual Dios se
distingue de todas las creaturas, el Ser es mayor que el Bien.
Lo que quiere afirmar Buenaventura al decir que Dios es el Bien porque
es la máxima perfección, lo dice Santo Tomás al decir que Dios es el Ser porque
en El existen las perfecciones de todas las cosas, que no son perfectas sino en
razón del ser recibido.18 Siendo El el ser subsistente por sí, nada puede faltarle
de la perfección del ser.19
Vemos dos suposiciones distintas que fundamentan la elección de uno u
otro nombre.
Riqueza de contenido del nombre divino de Ser en el Itinerarium y en la Suma:
El enriquecimiento de la noción de ente tiene el carácter de un desarrollo
interior de un concepto, más que el agregado de perfecciones a esa noción
primera como si fuera vaga y vacía, ya que él las comprende todas.
Ayuda en este punto atender a la fuente común de ambos: Dionisio
Areopagita, en quien se fundamenta la doctrina clásica de los tres modos de
acercarse a la realidad de Dios: afirmación, negación, y sobreeminencia
(duplicación de la negación).20
Para referirse a Dios, en la Suma Teológica Santo Tomás procede por vía
negativa, excluyendo de Dios toda imperfección de las creaturas. El resalta la
eminencia de Dios con el nombre de Ser, contemplando su distinción con
respecto a las creaturas. En el Ser se incluyen todas las perfecciones creadas,
pero en un grado y un modo que no existe en las creaturas. El ser divino tiene
Tomás de Aquino, S.Th., I, q. 4, a. 1, ad 1: “Transumitur hoc nomen perfectum , ad
significandum omne illud cui non deest esse in actu”
19 Tomás de Aquino, S.Th., I, q. 4, a. 2: “Cum Deus sit ipsum esse subsistens, nihil de
perfectione essendi potest ei desse.”
20 Dionisio, Mystica Theologia , c. 1, n. 2 [1000 B]
18
p. 7
T.M. SARAVIA, El Itinerarium de San Buenaventura y la Suma Teológica de Sto. Tomás de Aquino
toda la plenitud del Ser, mientras que el ente creado es por participación.21 Por
lo tanto, excluye de Dios sucesivamente los distintos tipos de participación.
Excluye de Dios la participación por composición, y así desarrolla la
simplicidad divina (S.Th., I, q. 3), y todos los tipos de participación por
limitación. Al excluir de Dios la limitación formal predica de El su infinita
perfección (q. 4) y bondad (qq. 5 et 6), excluyendo de Dios, en definitiva, todo
límite llega a su infinitud (q. 7). Luego excluye de Dios la limitación material,
que puede darse por razón del espacio, y predica en consecuencia su
inmensidad (q. 8); excluye después la que puede darse por razón del
movimiento, dando lugar a su inmutabilidad (q. 9); la que viene del tiempo,
llegando a su eternidad (q. 10), y la que viene de la división concluyendo en su
unidad (q. 11). En resumen, todos los atributos divinos concluyen en afirmar de
Dios el ser trascendente, el plenamente otro, y la plenitud de todo cuanto
podemos apetecer. Luego desarrolla Santo Tomás los atributos de su operar: su
ciencia y su amor.
San Buenaventura, en el capítulo V del Itinerarium, para referirse a Dios,
procede por vía afirmativa, uniendo en Dios aspectos que en las creaturas se dan
opuestos, y provocando así la admiración. San Buenaventura resalta así la
eminencia de Dios contemplando en la noción de Ser el aspecto de unión. “Tienes
que considerar lo que lleva con vehemencia el ojo de nuestra mente al estupor de
la admiración ... es que se distinguen y son esencialmente uno.”22 Esta admiración
se prolongará en el Cielo en la Unión plena. “…y por esto, la admiración ha lugar
no sólo en estado de vía, mas también en la patria.”23
Esta priorización de una u otra vía, no es excluyente, a riesgo de caer en
un ontologismo o nihilismo, de los cuales ambos doctores están bien lejos.
En el Itinerarium de San Buenaventura prima el uso de la vía afirmativa,
de tal modo que su filosofía es claramente ejemplarista, sin embargo, en cuanto
se refiere al conocimiento natural de Dios, es bien explícita la superioridad que
el doctor seráfico le atribuye a la vía negativa por sobre la afirmativa. “Viniendo
ahora a la segunda manera de contemplar, que es por vía de negación, se ha de
Tomás de Aquino, S.Th., I, q. 3, a. 4: “Oportet ergo quod illud cuius esse est aliud
ab essentia sua, habeat esse causatum ab alio. Hoc autem non potest dici de Deo: quia
Deum dicimus esse primam causam efficientem. Impossibile est ergo quod in Deo sit
aliud esse, et aliud eius essentia.”
22 Buenaventura, Itinerarium Mentis in Deum, VI, n.3: “Habes considerare quod
vehementer in stuporem admirationis inducit oculum mentis nostrae. ... quod
distinguuntur proprietatibus, et sunt essentialiter unum.
23 Buenaventura, Scientia Christi q. 6, conclusio: “Et pro hac causa admiratio non
tantum habet locum in via, verum etiam in patria…”
21
p. 8
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decir que resulta más subida y excelente, pues como dice san Dionisio: las
afirmaciones son inexactas, y las negaciones, verdaderas.”24
En la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino prima el uso de la vía
negativa, de tal modo que su filosofía es claramente analógica, de corte
negativo, donde se resalta más los límites de las creaturas y del conocimiento
humano para acceder a Dios que la semejanza divina. Y sin embargo vemos
también el uso de la vía afirmativa al mencionar los vestigios trinitarios en la
creación.25
El desarrollo lógico de los atributos del Ser en la Suma Teológica de Santo
Tomás: simple, perfecto, bueno, infinito, omnipresente, inmutable, eterno,
uno,26 responde a una lógica natural, a un proceso silogístico bien determinado.
No es la única lógica posible, ya que, por la inmensidad del Ser, éste puede ser
abordado por distintos caminos, nunca agotando la infinitud de su perfección.
La clara distinción que hay en Santo Tomás entre teología y filosofía no
significa independencia de la perspectiva teológica, contra la cual no se puede
ir, a riesgo de perder el sentido esencial de los términos. La lógica natural se
distingue claramente, aunque no se opone sino que va incluida dentro de la
perspectiva última teológica que caracteriza a la Suma. Esto explica que mismo
en el análisis lógico de la naturaleza de Dios Santo Tomás va combinando
atributos negativos y positivos en el movimiento helicoidal propio de las obras
místicas.
Por otra parte, el desarrollo lógico de los atributos del Ser divino en el
capítulo V del Itinerarium de San Buenaventura: “primero y novísimo, eterno y
presentísimo, simplísimo y máximo, actualísimo e inmutabilísimo, perfectísimo
e inmenso, sumamente uno y omnímodo”,27 por otra parte, sigue un
movimiento místico, helicoidal. Si bien las realidades de las que habla pueden
entenderse naturalmente, y es lo que intentamos hacer en el capítulo anterior,
sin embargo, el modo de proceder es sobrenatural. Este pensamiento, más que
un razonar, es fruto de un corazón extasiado que describe su experiencia, y
Buenaventura, De Triplici Via , III, 13: “Sed alia est eminentior, scilicet secundum
viam negationis, quoniam, ut dicit Dionysius: affirmaciones incompactae sunt, negationes
verae, (De caelesti Hierarch., c. 2, n. 3) licet enim minus vedeantur dicere, plus dicunt.”
25 Tomás de Aquino, S.Th., I, q. 45, a. 7
26 Tomás de Aquino, S.Th., I, qq. 3-11
27 Buenaventura, Itinerarium Mentis in Deum, V, n.7: “Ipsum esse est primum et
novissimum, est aeternum et praesentissimum, est simplicissimum et maximum, est
actualissimum et immutabilissimum, est perfectissimum et immensum, est summe
unum et tamen omnimodum.”
24
p. 9
T.M. SARAVIA, El Itinerarium de San Buenaventura y la Suma Teológica de Sto. Tomás de Aquino
pareciera buscar en el lector, como dice Oromí, más “el éxtasis del afecto que el
reposo del orden intelectual”28 que busca Santo Tomás en sus alumnos.
Siendo distintos los propósitos de ambos en las dos obras analizadas,
sería injusto aislar el Itinerarium y la Suma Teológica del conjunto de obras de
cada autor e identificar cada texto con la persona entera de sus autores.
Santo Tomás considera la eminencia del Ser separando de Dios todas las
limitaciones que se encuentran en las creaturas. San Buenaventura considera la
eminencia del Ser mostrando que en Dios se dan unidos aspectos que en las
creaturas se dan de modo opuesto.
Como vimos, no son puntos de vista excluyentes, sino dos aspectos de la
misma realidad infinita del Ser como nombre de Dios. Esto se ve claro al
considerar la obra en conjunto de cada autor. En efecto, el punto de vista
bonaventuriano lo asume Santo Tomás en su Suma Teológica al considerar el
atributo divino de la simplicidad. “En Dios existen, sin detrimento de la
simplicidad divina, cosas que en las creaturas se dan diversas y opuestas en sí
mismas.”29 Y el punto de vista tomista lo asume San Buenaventura en el Primer
libro de su Comentario a las Sentencias, donde va pasando de un atributo al otro
excluyendo de Dios las imperfecciones de las creaturas. Y así va desarrollando, en
combinación de teología y filosofía, los atributos de la verdad, inconmutabilidad,
simplicidad divinas, y luego los atributos de la ciencia, providencia, eternidad,
ubicuidad, omnipotencia y voluntad divinas.
Cabe todavía ahondar más en Dionisio Areopagita, fuente común de San
Buenaventura y Santo Tomás, y atender a las uniones y discreciones divinas.
Con estas nociones Dionisio supera la limitación del binomio acto-potencial para
referirse a Dios: “Creo que debemos ahondar más en la explicación del modo
perfectísimo de la unidad y distinción en la Deidad.”30
Es clásica la imagen de las luces de lámparas31 con que Dionisio se refiere a
las uniones y discreciones divinas.
de Oromí, fr. Miguel, Introducción a las obras de San Buenaventura, BAC, Tomo I,
Tomás de Aquino, S.Th., I, q. 4, a. 2, ad 1: “Quae sunt diversa et opposita in seipsis,
in Deo praeexistunt ut unum, absque detrimento simplicitas ipsius.”
30 Dionisio, De Divinis Nominibus II, n. 4: “Oportet autem, ut arbitror, magis
resumentes, nos perfectum divinae unitiones (ενωσεωζ ) et discretionis (διακρισεωζ )
exponere modus.”
31 Dionisio, De Divinis Nominibus, II, 44: “Quemadmodum lumina luminarium, ut
sensibilibus et propriis utar exemplis, existentia in domo una et tota en se invicem totis
sunt, et diligentem habent ad se invicem discretionem proprie subsistentem, unita
discretione et unitione discreta. 45. Et quidem videmus, in domo multis existentibus
28
29
p. 10
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Como explica Andereggen, “las uniones son las perfecciones divinas de
las que a su vez procede su mutuo estar presentes unas a otras. No son los
atributos divinos, frutos de un proceso racional de abstracción, sino la misma
realidad de la Bondad, la Divinidad, la Vida, el Ser.”32 Las uniones son las
perfecciones inteligibles, garantizando así la riqueza particular de cada nombre
de Dios.
Las discreciones en Dionisio no son las Personas Divinas, sino el
fundamento divino de la determinación e inconfundibilidad de las creaturas.
Las discreciones son un modo de distinción en Dios que explica la
determinación de las cosas creadas. Las discreciones divinas hacen que la
creación sea algo positivo.
Dionisio nos explicará que Dios es “la Unión”, en el cual se hallan uniones
y discreciones, fundamento a su vez de las uniones y discreciones creadas. “En
las realidades divinas las uniones sobre-dominan y preceden a las discreciones,
y no son menos unidas aún después de la discresión inegresable y unitiva del
Uno.”33
Conocimiento de Dios en San Buenaventura y en Santo Tomás
Haremos ahora una breve reflexión acerca del modo de funcionar el
intelecto en San Buenaventura y en Santo Tomás para alcanzar el nombre
divino.
Afirma San Buenaventura que para conocer a Dios el intelecto humano
hace un juicio en el sentido de la resolución en las razones eternas, que están en
la memoria, que para San Buenaventura corresponde al intelecto agente. La
luminaribus, ad unum quoddam lumen unita omnium lumina et una claritate
indiscreta resplendentia et nullus, ut aarbitror, posset huius luminaris lumen ab aliis ex
aëre omnia lumina continenti discernere et videre unum sine altero, totis in totis sine
mixtione concretis. 46. Sed etiam si unum aliquis luminarium educat a domo.
Coegredietur et proprium universum lumen, nihil aliorum luminum coavellens in
seipso aut sui ipsius aliis derelinquens. Erat enim ipsorum, quod dixi totorum ad tota
perfecta unitio, non mixta universaliter et nulla parte confusa.”
32 Andereggen, I.E.M., La metafísica de Santo Tomás en la Exposición al De Divinis
Nominibus de Dionisio Areopagita, EDUCA, Bs. As., 1989, p. 39
33 Dionisio, De Divinis Nominibus, II, 2; cf. Tomás de Aquino, De Divinis Nominibus,
2,6 PG 3 652 A Pera 76 (cita. Andereggen, La Metafísica de Sto. Tomás en la Exposición…,
p. 51)
p. 11
T.M. SARAVIA, El Itinerarium de San Buenaventura y la Suma Teológica de Sto. Tomás de Aquino
primer razón eterna que se nos participa en cada conocimiento es el Ser. “El ser
es lo primero que entiende el entendimiento, y ese Ser es lo que es Acto Puro.”34
Nos mostraba así el doctor seráfico que el ser es la puerta de entrada a todas las
perfecciones por el juicio, porque en el juicio yo le añado al ser las demás
perfecciones.
Por su parte, afirma Santo Tomás que para conocer a Dios el intelecto
agente abstrae a partir de la imagen sensible la naturaleza universal de lo
material, permaneciendo este conocimiento en un nivel abstracto, que es lo que
entiende el intelecto posible cuando capta el ser común. La primera perfección
creada que capta el intelecto a partir de la realidad exterior es el ser.
El conocimiento de Dios en el capítulo V del Itinerarium de San
Buenaventura es fruto de un acto de contemplación. La cointuición
bonaventuriana35 es la contemplación a la cual se refiere Aristóteles en la
Metafísica y a la cual se refiere Dionisio en el De Divinis Nominibus.36 El Doctor
Seráfico descubre los atributos divinos en su unión.
El conocimiento de Dios en las cuestiones elegidas de la Suma Teológica
de Santo Tomás es fruto de un razonamiento. El descubre los atributos divinos
en su distinción. Al conocer los atributos divinos por separado se está
conociendo a las creaturas. En otros lugares, el Doctor Angélico los descubre en
su unión, por ejemplo, al captar el intelecto la presencia de Dios en todo acto de
conocimiento y de voluntad; allí se está conociendo a Dios. 37
Vemos dos funciones distintas del intelecto agente en San Buenaventura
y en Santo Tomás. Uno procede principalmente a partir de lo superior, y el otro
procede principalmente a partir de lo inferior. Consiguientemente, uno
procederá de manera más contemplativa, y el otro de manera más silogística.
Sin embargo, en los dos doctores se afirma, junto con el conocimiento
silogístico, un conocimiento natural por connaturalidad.
Buenaventura, Itinerarium Mentis in Deum, V, n. 3: “Esse igitur est quod primo
cadit in intellectu, et illud esse est quod est purus actus.”
35 Buenaventura, Itinerarium Mentis in Deum, VI, n. 1: “Post considerationem
essentialium elevandus est oculus intelligentiae ad contuitionem beatissimae
Trinitatis.”
36 Dionisio, De Divinis Nominibus, II, n. 7-8
37 Tomás de Aquino, De Veritate, q. 22, a. 2, ad 1: “Omnia cognoscentia cognoscunt
implicite Deum, in quolibet cognito. Sicut enim nihil habet rationem appetibilis nisi per
similitudinem primae bonitatis…”
34
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Congresso Tomista Internazionale
En el hombre, el intelecto agente abstrae la naturaleza universal a partir
de la imagen sensible elaborando la especie inteligible expresa, y naturalmente
entiende cuando el intelecto posible es actualizado por la especie inteligible
impresa. Cuando el objeto de conocimiento es Dios, no hay especie inteligible
expresa, ya que no hay concepto creado de Dios. El único concepto de Dios es el
Hijo de Dios, el Verbo Eterno. 38
Sin embargo, podríamos hablar de especie inteligible impresa en la
visión beatífica, cuando el mismo Dios actualiza nuestro entendimiento posible
constituyéndose especie inteligible de nuestro entendimiento. Pero en esta vida,
durante nuestra peregrinación en esta tierra, no hay especie inteligible impresa
de Dios, pues esto sería comprender a Dios, cosa que aquí no se da. Sin
embargo, hay una especie inteligible impresa por Dios en la memoria
bonaventuriana – en la que se reciben las especies innatas –, que no brinda un
conocimiento exhaustivo de Dios, pero que permite un conocimiento verdadero
y cierto no sólo de su existencia, sino también de su naturaleza. A esto se refiere
el término bonaventuriano de cointuición. Por su parte, en las razones eternas
participadas por el intelecto agente – que Santo Tomás reconoce necesarias en
todo conocimiento –, recibimos un conocimiento cierto de Dios como aquello
distinto a todo lo que conocemos, a lo que se refiere el término tomista de
conocimiento implícito de Dios. Los atributos positivos de su naturaleza los
deducimos por razonamiento.
Para este problema del conocimiento de Dios, nos ayuda nuevamente
recurrir a Dionisio, maestro reconocido de ambos doctores. Dionisio afirma que
hay un conocimiento que procede por abstracción a partir de lo inferior y otro
que procede por participación a partir de lo superior. A través de éste último es
como conocemos a Dios. “La verdad es que las realidades divinas nos llegan
por conocimiento indirecto, por vía de participación.” 39
Para conocer a Dios, no podemos usar el conocimiento por abstracción,
porque queda siempre del lado de las creaturas. Lo que conocemos, con este
conocimiento abstractivo, es lo más profundo de las creaturas. Para conocer a
Dios, entonces, debemos usar el conocimiento por participación. El problema
del conocimiento de Dios, entonces, está en determinar cómo es que se da esta
participación.
Tomás de Aquino, S.Th., I, q. 14, a. 4: “In Deo intellectus, et id quod intelligitur, et
species intelligibilis, et ipsum intelligere, sunt omnino unum et idem.”; Idem I, q. 34, a.
2: “Verbum proprie dictum in divinis personaliter accipitur, et est proprium nomen
personae Filii.”; cf: In Joannis Evangelium, I, 1: “Hoc autem verbum non est humanum
verbum”
39 Dionisio, Divinis Nominibus, II, (645 A)
38
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T.M. SARAVIA, El Itinerarium de San Buenaventura y la Suma Teológica de Sto. Tomás de Aquino
Esta participación por la cual conocemos a Dios es misteriosa, aún a nivel
natural. La participación puede entenderse en un sentido metafísico, como
ocurre al referirlo a la relación acto-potencial que se da entre las creaturas y el
Creador. En este sentido, participación significa “tomar parte de”. Entendido
así, lo que se conoce no es Dios. Pues la potencia reduce el acto, y se opone a él.
Para entender correctamente el término en el sentido gnoseológico, para
explicar cómo se da esta participación de las razones eternas en la mente
humana que conoce a Dios, hay que recurrir a las nociones de uniones y
discreciones divinas. Las razones eternas se participan no como uniones
divinas, pues esto sería ver a Dios como lo ven los bienaventurados, cosa que
ambos doctores se cuidaron muy bien de negar para el hombre en el estado de
vía. Las razones eternas, entonces, se participan en el sentido de las discreciones
divinas. Las discreciones no se oponen a Dios. Ellas son distintos aspectos que
están en Dios mismo y que se identifican con El. Ellas no dan la visión
omnicomprensiva que otorga la visión beatífica de Dios, y sin embargo, ellas
son Dios. De este modo, al conocer a Dios se toma contacto con ellas, que son
distintas que Dios, pero lo que se alcanza es al mismo Dios. El sentido preciso
de esta participación, que las nociones de acto y potencia no alcanzan a explicar,
lo resuelven las nociones dionisianas de unión y discresión divina.
Como ya vimos, Buenaventura destacará más el conocimiento por
eminencia, y Santo Tomás, el conocimiento por negación. Sin embargo, tanto el
conocimiento negativo, como el de eminencia, se explican por esta
participación, que no procede según la potencia y el acto, sino según las
uniones y discreciones divinas.
El Ser común en San Buenaventura y Santo Tomás
Para ahondar más en el diálogo entre San Buenaventura y Santo Tomás
con respecto a la noción del nombre divino de Ser, haremos una breve
referencia a la noción de “ser común” que cada uno elabora.
El ser común es lo primero que el hombre conoce, afirman ambos. Sin
embargo, cabe aún preguntarse si es algo que pertenece a Dios o que pertenece
a las creaturas.
La noción de ser común, afirman ambos doctores, pertenece a las
creaturas. A partir de ella se elevan ambos para conocer a Dios. La exacta
captación de esta noción supone una recta comprensión de las uniones y
discreciones divinas. En efecto, sin el adecuado conocimiento de unas y otras, se
desconoce la realidad creada, y en consecuencia, la realidad divina. El
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desconocimiento de las uniones conduce a la visión platónica de las creaturas
como puro no-ser y limitación. El desconocimiento de las discreciones conduce
al panteísmo.
Para San Buenaventura, el ser común es la primer razón divina
participada por Dios a las creaturas racionales, la primer razón eterna que se
nos participa en el conocimiento de cualquier realidad. En cuanto conocida por
el hombre, no se puede identificar con Dios, sin embargo, es una participación
de Dios, en el sentido de la iluminación agustiniense.
El ser común en San Buenaventura supone la visión de la creación como
unión en dos aspectos. En su significado, puesto que supone haber captado de
algún modo el significado del nombre divino de Bien, que significa la unión de
causalidad con la divinidad, ya que el Bien es la causa de las causas. Y en su
captación por parte del intelecto, puesto que significa una razón eterna que se
participa al espíritu humano.
Sin embargo este Ser, en el el cual se entiende todo lo que es entendido,
no puede ser Dios, sede de las razones eternas que nos son participadas en cada
acto de conocimiento, porque si no, veríamos a Dios cada vez que conocemos.
Este ser, como ya vimos, es la primera razón eterna que se nos participa en cada
conocimiento. Pero el significado que Buenaventura le atribuye al ser común
incluye también la discresión, puesto que significa una perfección a la cual, por
el juicio, se le agregan las demás las perfecciones divinas, perfectamente
distinguidas y delimitadas entre sí.
Santo Tomás dirá que el ser común es lo primero que Dios crea. “Puesto
que Dios es el ser por esencia, el ser de lo creado necesariamente ha de ser su
efecto propio, lo mismo que encender es el efecto propio del fuego.”40
El ser común es lo más perfecto dentro de las creaturas. Si bien no tiene
existencia en sí mismo, es algo real, es aquello por lo que toda realidad existe, es
el objeto de estudio de la Metafísica. El ser común es lo primero que el hombre
conoce en el proceso de abstracción a partir de las realidades sensibles. “Tanto
en el sensitivo como en el intelectivo, el conocimiento de lo más común es
anterior al de lo menos común.”41
Tomás de Aquino, S.Th., I, q. 8, a. 1: “Cum autem Deus sit ipsum esse per suam
essentiam, oportet quod esse creatum sit proprius effectus eius, sicut ignire est
proprius effectus ignis.”
41 Tomás de Aquino, S.Th. I, q. 85, a. 3: “Tam secundum sensum quam secundum
intellectum cognitio magis communis est prior quam cognitio minus communis.”
40
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T.M. SARAVIA, El Itinerarium de San Buenaventura y la Suma Teológica de Sto. Tomás de Aquino
El ser común en Santo Tomás supone la visión de la creación como
discresión, puesto que se distingue así del Acto Puro que es Dios, distinto de
toda creatura, que tiene siempre algo potencial. Supuesta la limitación creatural,
el ser común implica la trascendencia divina. El ser común implica que el ser le
pertenece a las creaturas y que a Dios le corresponde un “super ser” que no
conocemos.
Sin embargo, en su significado, como afirma Andereggen, “la captación
tomista del “ser común” conduce, o alcanza, a la captación dionisiana del ser
como “unión”, aunque la atención específica del pensamiento tomista conduzca
ulteriormente su intelección del ser a subrayar otros aspectos metafísicos, como
la actualidad respecto de la potencia.”42 En Dionisio el ser es la primera de las
uniones divinas. El ser común en Santo Tomás significa la perfección que
comparten todas las creaturas, y aquella por la cual las creaturas participan la
semejanza divina.
Analizando la concepción gnoseológica de San Buenaventura: la
iluminación en las razones eternas, vemos también el mismo punto de contacto
con Santo Tomás. La doctrina bonaventuriana de la iluminación implica la
unión, en cuanto nos son participadas las mismas ideas divinas. Sin embargo,
esta iluminación se apoya en la discresión en cuanto se realiza el juicio. El juicio
que realiza el intelecto cuando conoce a Dios como Ser es el reflejo en la mente
creada de las discreciones divinas.
Analizando la concepción gnoseológica de Santo Tomás: la abstracción,
encontramos una actitud coincidente que permite el encuentro. La doctrina
tomista de la abstracción implica la discresión, en cuanto a partir de las
realidades sensibles conocidas primero voy descartando las imperfecciones en
un camino negativo hasta llegar a la perfección del ser. Sin embargo, la
abstracción tomista se apoya en el conocimiento por iluminación de las razones
eternas. El conocimiento por participación que realiza el intelecto posible
cuando conoce a Dios como Ser es el reflejo en la mente creada de las uniones
divinas.
La originalidad de la concepción bonaventuriana está en resaltar más la
unión, y su punto de contacto con Santo Tomás está en la consideración de la
discresión divina. La originalidad de la concepción tomista de ser común está
en resaltar más la discresión, y su punto de contacto con San Buenaventura está
en la consideración de la unión divina. Cada uno destaca, de manera coherente
con toda su filosofía, un aspecto de las luces de lámpara de Dionisio, pero se
apoya asimismo en el aspecto menos resaltado, entendiendo que sin uno no se
entiende correctamente lo otro.
42
Andereggen, La metafísica de Santo Tomás en la Exposición al De Div. Nom…, p. 224
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Quisiera terminar invocando a la Santísima Virgen María. Ella, como
madre del Dios que nos aventuramos a conocer con la razón natural, ha sido
llamada por los santos monjes de la antigüedad cristiana como “mesa
intelectual de la fe.”43 En efecto, la Santísima Virgen María es la imagen perfecta
de la verdadera filosofía. Juan Pablo II al comienzo del año santo Jubilar 1999,
nos recordaba que “al igual que María, en el consentimiento dado al anuncio de
Gabriel, nada perdió de su verdadera humanidad y libertad, así el pensamiento
filosófico, cuando acoge el requerimiento que procede de la verdad del
Evangelio, nada pierde de su autonomía, sino que siente cómo su búsqueda es
impulsada hacia su más alta realización.”44
Estas breves reflexiones acerca del conocimiento natural de Dios en San
Buenaventura y Santo Tomás de Aquino nos muestran un ejemplo vivo y
acabado de este philosophari in María al que nos exhortara el papa Juan Pablo II
al comienzo del tercer milenio.
Pseudo Epifanio, Homilía en honor de Santa María Madre de Dios, PG 43, 493: “’e
noerà tes tràpeza”
44 Juan Pablo II, Fides et ratio, nº108
43
p. 17
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