TRABAJO FIN DE GRADO Título Reivindicación de la mujer. De Olympe de Gouges a Flora Tristán Autor/es Eduardo Cereceda Guía Director/es José Miguel Delgado Idarreta Facultad Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales Titulación Grado en Trabajo Social Departamento Curso Académico 2014-2015 Reivindicación de la mujer. De Olympe de Gouges a Flora Tristán, trabajo fin de grado de Eduardo Cereceda Guía, dirigido por José Miguel Delgado Idarreta (publicado por la Universidad de La Rioja), se difunde bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported. Permisos que vayan más allá de lo cubierto por esta licencia pueden solicitarse a los titulares del copyright. © © El autor Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, 2015 publicaciones.unirioja.es E-mail: publicaciones@unirioja.es TRABAJO DE FIN DE GRADO LA REIVINDICACIÓN DE LA MUJER. DE OLYMPE DE GOUGES A FLORA TRISTÁN. EDUARDO CERECEDA GUÍA TUTOR JOSÉ MIGUEL DELGADO IDARRETA FIRMADO GRADO EN TRABAJO SOCIAL FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES AÑO ACADÉMICO 2014-2015 0 RESUMEN: El presente trabajo tiene por objeto de estudio conocer de que modo y por qué brotó en Europa el germen del feminismo. Para ello realizaremos un recorrido histórico por algunos de los acontecimientos más relevantes de la época en este ámbito. Comenzaremos por la segunda mitad del siglo XVIII que es cuando surgió la primera fase, también denominada como feminismo e ilustración, es en este momento cuando ocurrieron una serie de acontecimientos feministas muy ligados a la Revolución francesa de 1789, ya que fueron muchas mujeres las que entendieron que el triunfo de la revolución fue solamente el de los hombres burgueses, y no el de las mujeres, las cuales continuaban viendo oprimidos sus derechos, pese a que muchas de ellas tuvieron un papel muy activo durante los acontecimientos revolucionarios. Continuaremos con la primera mitad del siglo XIX momento en el cual surgió la llamada segunda fase o primera ola, fue una época muy relacionada con la opresión del proletariado y sobre todo con la mujer proletaria, por un lado a manos del empresario capitalista y por otro a manos de sus maridos. PALABRAS CLAVE : mujer, feminismo, igualdad, derechos, opresión. ABSTRACT: This project aims to study how and why the seeds of feminism sprouted in Europe. To do this we will take a historical tour around some of the most important events of all time in this area. We begin with the second half of the eighteenth century, when the first phase takes place, also known as feminism and illustration. During this period a large number of feminist events occurred, they were closely linked to the French Revolution of 1789, as there were a lot of women who understood that the triumph of the revolution belonged only to bourgeois men, and not to women, who continued to see oppressed their rights, even though many of them had a very active role during the revolutionary events. We will continue with the first half of the nineteenth century when the so-called second phase or first wave arose, it was totally related to the oppression of the proletariat and especially with the proletarian woman, first at the hands of the capitalist entrepreneur and secondly at the hands of their husbands. KEY WORDS: women, feminism, equality, rights, oppression. 1 ÍNDICE 1. Estado de la cuestión 3 2. Fuentes 4 3. Hipótesis y objetivos del trabajo 5 4. Metodología 6 5. La mujer en la segunda mitad del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX 7 5.1. De Olympe de Gouges hasta la finalización de la Revolución Francesa (1748-1799) 7 5.1.1. La “mujer” en La Enciclopedia 8 5.1.2. Posición de inferioridad de la mujer 11 5.1.3. Petición de modificaciones legislativas 14 5.1.4. La mujer durante la Revolución Francesa 18 5.1.4.1 Declaración de Los derechos de la mujer y la ciudadana (1791) 19 5.1.4.2. Asociaciones feministas 22 5.1.4.3. Cuadernos de quejas 25 5.1.5. Prensa femenina 28 5.2. De Flora Tristán a la formación de la I Internacional (1803-1864) 30 5.2.1. Relación de opresión indisoluble entre mujer y proletariado 31 5.2.2. Exigencias para lograr la igualdad 34 5.2.3. Influencia de Mary Wollstonecraft y de Charles Fourier en Flora Tristán 35 5.2.4. Unión obrera (1843) 37 5.2.5. Seneca Falls (1848) 40 5.2.6. Ascendiente de Flora Tristán en Karl Marx y Friedrich Engels 42 5.2.7. Prensa femenina 44 6. Conclusiones y resultados 47 7. Bibliografía 49 2 1. ESTADO DE LA CUESTIÓN Actualmente la discriminación sexista que sufren las mujeres es un problema muy grave que padecen incluso las sociedades occidentales más desarrolladas todavía en pleno siglo XXI. Sin embargo, por fortuna existen muchas asociaciones que luchan porque esa igualdad de género pueda hacerse efectiva en un espacio de tiempo no muy grande. Es importante saber que el feminismo no es un tema que haya aparecido durante los últimos años o las últimas décadas de forma espontánea, es un asunto que fue surgiendo de forma paulatina desde hace varios siglos atrás. Muchos de los logros conseguidos por el feminismo durante los últimos tiempos no podrían haberse obtenido de no haber sido por el esfuerzo y la lucha de una serie de pioneras como fueron Olympe de Gouges o Flora Tristán, es precisamente sobre estas dos autoras francesas sobre quienes principalmente trata el presente trabajo. Aunque fue ya durante la Edad Media cuando surgieron las primeras polémicas a raíz de la desigualdad entre hombres y mujeres, no fue hasta el siglo XVIII durante el periodo conocido como la Ilustración cuando verdaderamente comenzaron a realizarse las primeras reivindicaciones de derechos y críticas de las estructuras sociales. Es justamente durante este contexto histórico, en plena Revolución Francesa de 1789, cuando surgió la figura de Olympe de Gouges, autora de la Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana en 1791. Esta autora fue principalmente una gran defensora de la igualdad entre el hombre y la mujer en todos los aspectos de la vida tanto privada como pública, pese a que en aquel momento el ámbito público estaba completamente restringido para las mujeres, salvo en contadas excepciones, porque la presión social les obligaba a dedicarse exclusivamente al ámbito doméstico y al cuidado de su familia. Durante el siguiente siglo XIX, una de las mujeres feministas más influyentes fue Flora Tristán, autora de Unión obrera en 1843, quien además de preocuparse por la causa feminista en sentido estricto, también luchaba por los derechos del proletariado durante la Primera Revolución Industrial, pensaba que la única forma de que pudieran mejorar sus condiciones era haciendo una unión que acogiese a todos los obreros, independientemente de su oficio, por ello es considerada como una persona que influyó notablemente en la posterior formación de la I Internacional de 1864. Sobre todo se preocupó por la defensa de las mujeres obreras, que además de sufrir el maltrato de sus maridos, o padres si eran solteras, también tenían que soportar las largas e infrahumanas condiciones laborales a las que eran sometidas por parte del empresario. 3 2. FUENTES Para la realización de este trabajo me he basado principalmente en el estudio de varios libros, algunos artículos extraídos fundamentalmente de la base de datos Dialnet y la búsqueda de las fechas exactas de acontecimientos históricos las he obtenido a través de diversas páginas Web de contenidos históricos. Los tres principales libros que he utilizado han sido: La ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII de Olympe de Gouges, en edición de Alicia H. Puleo, esta obra es una recopilación de textos de autores de la época que guardan algún tipo de relación con la defensa de la causa feminista, como Madame Lambert, Mademoiselle Jodin, Jean le Rond D’Alembert, Nicolas de Condoncert o la propia Olympe de Gouges. El segundo ejemplar es Feminismo y utopía, Unión obrera de Flora Tristán, en edición de Yolanda Marco. Y finalmente Feminismo y socialismo de Flora Tristán, en edición de Ana de Miguel y Rosalía de Romero, esta última publicación es una antología de una serie de textos de algunas de las obras más importantes de Flora Tristán además de la ya mencionada anteriormente Unión obrera de 1843, también están recogidas, Peregrinaciones de una paria de 1838 y Paseos en Londres de 1840. También he usado otros libros de forma más puntual, entre los que quiero destacar, ya que solamente me interesaban algunos aspectos concretos, como Voltaire de Carlos Pujol, Regulación del divorcio en el derecho francés de María Ángeles Félix Ballesta, La Declaración de la Independencia. La Declaración de Seneca Falls (Texto bilingüe) de Juan José Coy o La Sagrada Familia de Karl Marx y Friedrich Engels con Prólogo de Franz Mehring. Además he empleado una serie de trabajos más específicos como pueden ser La mujer en la Revolución Francesa de 1789 de Jesús Cantera Ortiz de Urbina, La aproximación teórica al concepto de prensa femenina de María Isabel Menéndez Menéndez, La mujer en la prensa femenina del XIX de Blasina Cantizano Márquez, o el artículo titulado “Mary Wollstonecraft: un caso de feminismo ilustrado” de Rosa Cobo Bedia. 4 3. HIPÓTESIS Y OBJETIVOS DEL TRABAJO Hipótesis: El concepto de feminismo no es un término nuevo que se ha empezado a utilizar solamente durante las últimas décadas del siglo XX, sino que el movimiento parte desde hace varios siglos atrás. Actualmente y a lo largo de la historia no solamente las mujeres han luchado para lograr la igualdad de derechos, también muchos hombres han apoyado la causa femenina. En las últimas décadas se ha conseguido avanzar mucho más en esta problemática que cuando se empezó. En los diversos acontecimientos que han marcado el rumbo de la historia, como por ejemplo la Revolución Francesa de 1789 o la lucha obrera, las mujeres tuvieron un papel mucho más activo y relevante de lo que se quiere hacer creer desde algunos sectores más conservadores. Por último, el ámbito doméstico era el único al que las mujeres tenían acceso, teniendo totalmente restringido el ámbito público, hasta bien entrado el siglo XX. Objetivos: El objetivo general de este trabajo es poder averiguar cuando y por qué surgió el concepto de feminismo. Los objetivos específicos son los cuatro siguientes, descubrir que medios y posibilidades reales tenían las mujeres para luchar por sus derechos desde siglos atrás; conocer mejor a las mujeres y hombres que apoyaron la igualdad a lo largo de la historia; estudiar diversos acontecimientos históricos desde el punto de vista de la igualdad de género; y averiguar cual era la opinión que tenía la sociedad de la época en general sobre el asunto de la mujer. 5 4. METODOLOGÍA La manera que he tenido de trabajar ha sido en un primer lugar la de buscar bibliografía sobre el tema en cuestión, con ayuda de mi tutor de trabajo de fin de grado, fundamentalmente a través de bibliotecas, buscadores y bases de datos en Internet, como Dialnet mencionada anteriormente en el apartado fuentes. Después he seleccionado toda esa información, ya fuese en forma de libros o artículos en formato papel o virtual, haciendo una primera criba, considerando que información me sería de mayor utilidad a raíz del estudio del índice y la posterior lectura de los libros, y de los artículos. El siguiente paso ha sido la lectura y estudio de todos esas publicaciones que he considerado en un primer momento que eran importantes para la realización de este trabajo. A raíz de esta lectura comprensiva, he realizado otra clasificación con la información que he considerado que me sería de utilidad y he descartado la que no, con la finalidad de seguir reduciendo la información para quedarme solamente con la más beneficiosa en relación a esta temática. A continuación he determinado cuáles iban a ser las hipótesis iniciales y los objetivos que quería conseguir realizándolo, mediante la división en un objetivo general y varios específicos. Posteriormente he procedido a realizar el trabajo teórico en sí, apartado cinco, con la ayuda de toda la información bibliográfica que he ido clasificando a medida que la iba estudiando, poniendo especialmente interés en el momento de citar correctamente la bibliografía correspondiente. Durante la realización de esta parte han sido fundamentales las diversas reuniones que he realizado con mi tutor de trabajo de fin de grado, en las cuales siempre me ha orientado, ha resuelto mis dudas y me ha planteado aspectos del proyecto que podría encaminarlos de otra manera que resultase más adecuada a lo que quería conseguir. 6 5. LA MUJER EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII Y PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX En estos años de la segunda mitad del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX la mujer vivía en una posición de inferioridad total respecto del hombre, incluso al desamparo de las propias leyes, fue cuando brotó el primer germen del feminismo, durante la denominada primera fase o feminismo e ilustración. En el siglo XVIII aparecen dos importantes feministas como son Olympe de Gouges1 y Théroigne de Mericourt2, las cuales participaron de una forma muy activa durante la Revolución Francesa. Ambas durante este periodo tuvieron muchos problemas con la sociedad, incluso la muerte. De Gouges fue ejecutada en la guillotina y a de Mericourt una humillante paliza pública le propició sufrir una demencia de la que nunca se recuperaría. Posteriormente en el siglo XIX surgen otras mujeres que defenderán sus propios derechos como fue Flora Tristán. Durante una época caracterizada por la lucha del proletariado, que para muchos autores estaba ligada a la lucha feminista porque tenía ideas, objetivos y aspiraciones comunes, o al menos muy similares. 5.1. DE OLYMPE DE GOUGES HASTA LA FINALIZACIÓN DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA (1748-1799) Este apartado se inicia precisamente en el año de nacimiento de Olympe de Gouges porque creo que fue una de las mujeres más influyentes de todo el siglo XVIII, principalmente porque tuvo un papel muy importante durante la Revolución Francesa, entre otros motivos por ser la autora de Los Derechos de la mujer y la ciudadana. También he considerado oportuno, finalizar este bloque con la fecha en la que oficialmente se dio por terminado el proceso revolucionario francés. Haremos un recorrido histórico durante la segunda mitad del siglo XVIII, tratando algunos de los temas de mayor interés para el análisis de la mujer durante este periodo de tiempo tan convulso: la definición del concepto de “mujer” en La Enciclopedia o Diccionario razonado de las Ciencias, las Artes y los Oficios Olympe de Gouges, (Moutauban, 1748 – París, 1793). Escritora, dramaturga y política francesa. Théroigne de Méricourt, (Marcourt -Lieja-, 1762 – París, 1817). Su verdadero nombre era Anne-Joséphe Théoigne fue una política y feminista de gran importancia durante la Revolución Francesa. 1 2 7 (L’Encyclopédie, ou Dictionnaire raisonné des Sciences, des Arts et des Métiers)3 editada por Denis Diderot4 con discurso preliminar de D’Alembert5; cómo era esa posición de inferioridad de la mujer; qué peticiones de modificaciones legislativas pedían las propias mujeres y algunos hombres que luchaban por la igualdad; qué papel tuvo la mujer durante la Revolución francesa; y finalmente cómo se trataba en esta época el feminismo en la prensa. 5.1.1. La “mujer” en La Enciclopedia La Enciclopedia fue una obra editada por Diderot, entre 1751 y 1772 gracias entre otros al apoyo de Madame de Pompadour6. Su finalidad era la de ordenar y resumir los conocimientos que se habían alcanzado hasta ese momento. La obra se publicó pese a los numerosos intentos por parte de jesuitas y jansenistas para que ésta no llegase a ser impresa. “Cuando las autoridades suspendieron La Enciclopedia (lo cual, como es sabido, no impidió que la obra siguiera publicándose bajo mano) jesuitas y jansenistas por una vez estuvieron de acuerdo de aplaudir tal decisión; unos y otros habían hecho todo lo posible por desacreditar la empresa de Diderot y D’Alembert”.7 Esta obra abarca múltiples y diversos ámbitos como por ejemplo: la filosofía, la ciencia, la religión, las artes, la política… pero en este trabajo nos centraremos en los artículos que hacen referencia al tema de “la mujer”. La recopilación de textos que aparece recogida en esta obra acerca de este ámbito, es una continua contradicción debido a que, en algunos de ellos existe un talante claramente feminista, en otros se justifica la superioridad del hombre sobre la mujer. La Enciclopedia o Diccionario razonado de las Ciencias, las Artes y los Oficios (L’Encyclopédie, ou Dictionnaire raisonné des Sciences, des Arts et des Métiers). En adelante se citará solamente como La Enciclopedia, como es habitualmente conocida. 4 Denis Diderot (Langres, 1713 - París, 1784). Editor de La Enciclopedia. Filósofo francés, además de autor de novelas, ensayos, obras de teatro y crítica artística y literaria. 5 Jean le Rond d'Alembert (París, 1717 - París, 1783). Matemático, filosófico y enciclopedista francés. Creador junto con Diderot de La Enciclopedia. 6 Jeanne-Antoinette Poisson, Madame de Pompadour (París, 1721 - Versalles, 1764). Importante cortesana de la Francia del siglo XVIII, además de una de las principales promotoras de la cultura durante el reinado de Luis XV. 7 Pujol, C. (1999) Voltaire, Madrid, Ediciones Palabra, p. 181. 3 8 El primero de los textos se titula “Mujer (derecho natural)”, que habla acerca de la posibilidad de que determinadas mujeres conserven autoridad respecto a su cónyuge, una vez realizado el contrato matrimonial. El segundo “Mujer (antropología)”, pretende desmentir los prejuicios que existen sobre las mujeres, desde que las teorías anatómicas, basadas en los estudios de Hipócrates8 y Galeno9, que afirmaban que los órganos sexuales femeninos eran en realidad órganos sexuales masculinos que no habían llegado a desarrollarse completamente durante el proceso de gestación. Finalmente en el último de los artículos “Mujer (moral)”, se puede apreciar la gran contradicción existente en La Enciclopedia, al defender el ideal de mujer doméstica de Rousseau, en su obra Emilio o La Educación, concretamente en el “Libro V”, en el cual hace alusión a los temas de, adultez, matrimonio, familia y educación de las mujeres.10 En el artículo titulado “Mujer (derecho natural)”, y escrito por el Señor Caballero de Jaucourt11, se afirma que no es justo que en el matrimonio si el hombre y la mujer tienen depositados los mismos intereses, el derecho positivo de las naciones civilizadas de Europa le otorgue al marido la autoridad sobre su mujer y sus hijos de forma unánime, debido a que se encuentre dotado de una mayor fuerza física e intelectual. El autor afirma que es cierto que en la mayoría de casos el hombre se encuentra más capacitado que la mujer para dirigir correctamente los asuntos particulares. Aunque también alega que existen casos en los cuales, la mujer se encuentra tan o incluso más capacitada que su marido para ejercer el gobierno de la familia. Para defender su argumentación pone el ejemplo de que en las naciones más civilizadas de Europa a lo largo de la historia, se han visto algunos matrimonios reales en los cuales los hombres han sido sometidos a la autoridad de sus mujeres: Felipe II y María, reina de Inglaterra, los de María, reina de Escocia, y los de Fernando e Isabel para gobernar en común los reinos de Castilla y Aragón. Hipócrates de Cos (Cos, 460 a. C. – Tesalia, 370 d. C.) Médico griego, considerado por muchos autores como “el padre de la medicina”. Realizador de una gran ordenación en el estudio sistemático de la medicina clínica y de prácticas médicas de gran importancia histórica, como El juramento hipocrático. 9 Galeno de Pérgamo (Pérgamo, 130 – Roma 200/216). Médico griego, reunió y coordinó todo el conocimiento médico acumulado por sus predecesores, añadió sus propias observaciones y creó un sistema que ejerció una profunda influencia en el campo de la medicina durante los siglos posteriores. 10 Puleo, A. (1993) “Los artículos “mujer” en La Enciclopedia de Diderot” La ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII, Madrid, Anthropos y Comunidad de Madrid, p. 36. 11 Caballero Louis de Jaucourt (París, 1704 - Compiègne, 1779). Médico, filósofo y escritor francés. Colaborador de gran importancia en La Enciclopedia. 8 9 “Mujer (antropología)”, en este texto el Abate Mallet12 afirma que los anatomistas opinaban que las mujeres en realidad eran hombres que no habían conseguido desarrollar completamente sus órganos, y de ahí procede el carácter débil que poseen. Además de los anatomistas, algunos filósofos platónicos también tuvieron ideas similares acerca del desarrollo y de las características inferiores de la mujer, según Ficino13: “la virtud generativa en cada animal se esfuerza por producir un macho en tanto éste es lo más perfecto en su género, pero que la naturaleza universal quiere a veces una hembra, para que la propagación debida al concurso de ambos sexos perfeccione el universo. Ver tomo II de las obras de Marsilio Ficino”.14 Según las ideas que tenían determinados filósofos de la época, el cometido de la mujer en el mundo era únicamente el de la procreación, para que pudiese seguir naciendo más hombres, que son seres mucho más perfectos. Por fortuna no todas las opiniones filosóficas iban encaminadas en la misma dirección, en un extremo opuesto, estaba situada la figura de Platón, en su quinto diálogo sobre La República pedía que tanto las mujeres como los niños debían de ser comunes en la república, y además, ellas debían de tener las mismas ocupaciones que los hombres.15 Mallet también hace referencia al aspecto de que, pese a lo descuidado de la educación que reciben las mujeres, a lo largo de la historia en todos los lugares civilizados de Europa, siempre ha habido mujeres inteligentes. Poniendo los ejemplos de Safo de Lesbos16 y de lo admirados que han sido siempre a lo largo del tiempo los 12 Abate Edme-François Mallet (1713 - 1755). Teólogo y escritor francés. Participó en la creación de La Enciclopedia, para la cual escribió numerosos artículos, centrados principalmente en la teología, la historia y la literatura. 13 Marsilio Ficinio (Figline, 1433 - Florencia, 1499). Sacerdote católico, filólogo, médico y filósofo italiano. Artífice del renacimiento del neoplatonismo y de la creación de la Academia Platónica Florentina. 14 Abate Mallet (1993) “Mujer (antropología)” en “los artículos mujeres” en La Enciclopedia de Diderot en La ilustración olvidada. La polémica de sexos en el siglo XVIII, en edición de Alicia H. Puleo, Madrid, Anthropos y Comunidad de Madrid, p. 41. 15 Abate Mallet (1993) “Mujer (antropología)” en “los artículos mujeres” en La Enciclopedia de Diderot, op. cit., p. 42. 16 Safo de Mitilene o de Lesbos (Lesbos, 650/610 a. C. - ¿Léucade?, 580 a. C.) Poetisa griega. 10 hermosos poemas que escribió; de Hiparquía17, una de las primeras mujeres filósofas de la historia; o de Hipatia18, gran filósofa, astrónoma y matemática. En el último de los textos “Mujer (moral)”, el autor afirma que ambos sexos tienen ventajas casi iguales. Los hombres gozan de más fuerza, coraje y razón; mientras que las mujeres poseen una mayor belleza, fineza y sentimiento. En el artículo, M. Desmahis19, pone el ejemplo de cómo es la moral de una chica perteneciente a una clase social elevada, y por las distintas fases por las que atraviesa. El primer periodo, es el de ser una jovencita ingenua que “está más preocupada por mostrarse, que por ver”; en el segundo hace que los desengaños vividos por culpa de los hombres, la convierten en una mujer que “antes pertenecía al amor, ahora pertenece al placer”; y finalmente en el último periodo de su vida, es capaz de fingir sentimientos con el objetivo de beneficiarse. 5.1.2. Posición de inferioridad de la mujer “Cartas de una turca en París” es una publicación anónima en la cual una mujer de origen turco residente en París le cuenta a su hermana que se encuentra en Turquía, y le describe como es allí la vida de las mujeres. Sirve como complemento a la obra de 1731 de Montesquieu20, Cartas persas. Es una lectura de la cual no se tiene un conocimiento exacto, aunque a juzgar por lo que quiere transmitir el texto, se considera que fue escrita por una mujer. Lo que no se puede saber es si la mujer que supuestamente realizó está publicación era en realidad una mujer de origen turco que residía en París, o por el contrario era una mujer francesa que pretendía denunciar con ello el trato degradante que sufría la mujer en su país concretamente y en Europa en general. Lo que sí que está bastante aceptado es que la persona que escribió la obra, pretendía realizar una versión distinta de lo que en su momento publicó Montesquieu en sus Cartas Persas, aquí la presunta autora muestra un relato seguramente mucho más real de cómo era la relación en el París del siglo XVIII entre hombres y mujeres. Hiparquía (Maronea de Tracia, Península de los Balcanes, ca. 346 a. C. – ca. 300 a C.). Una de las primeras mujeres filósofas, compartió la particular forma de viva de la escuela cínica. 18 Hipatia (Alejandría, 370 – Alejandría, 415). Filósofa y maestra neoplatónica griega, natural de Egipto, destacó en los campos de las matemáticas y la astronomía. 19 Joseph-François-Édouard de Corsembleu Sieur de Desmahis (Sully-sur-Loire, 1723 - París, 1761). Escritor dramaturgo francés. Colaborador de La Enciclopedia. 20 Charles-Louis de Montesquieu (Chateâu de la Brède, 1689 - París, 1755). Escritor y jurista francés, conocido fundamentalmente por su teoría de la separación de poderes, que a lo largo de la historia ha sido utilizada como base de la mayoría de las constituciones democráticas en todo el mundo. 17 11 “¿No encuentras que sus maneras se parecen mucho a las costumbres desapegadas y humillantes que tienen los turcos para con nuestro sexo? Incluso más bárbaros todavía. Un turco compra a una mujer. Ella no es dueña de no pertenecerle. Él no contrae ningún compromiso con su posesión. La encierra en un harem al cual nada le obliga a ir cuando no lo desea. Pero en Francia, una mujer es libre: ella podría decidirse por cualquier otro distinto al amante a quien ha entregado su corazón. Él la seduce y, en cuanto la conquistó, en cuanto la encerró, por así decir, en la idea seductora de ser amada por él, ya sólo la ve de pasada. Esto es una ingratitud. El turco sólo es inconstante en sus amores. El francés es ingrato”. 21 Esta publicación, critica el trato que proporcionan los hombres a las mujeres en Francia, llegando incluso a afirmar que es más vejatorio que el que reciben las turcas cuando son compradas para formar parte de un harem, para satisfacer las necesidades de su amo. Porque dice que la mujer turca, no tiene la opción de no pertenecer al hombre que ha pagado por ella, pero en cambio la mujer francesa en realidad debería de poder ser libre para elegir a otro hombre, si el trato que recibe de él no es el más adecuado. Anne de Lambert22, en su obra de 1727 Nuevas reflexiones sobre las mujeres, realiza también una crítica sobre el maltrato que reciben las mujeres. Por un lado el recibido por las escritoras de parte de algunos hombres, que por el hecho de serlo, no dudan en menospreciarla y difamarla. Por otro lado, el recibido desde que son niñas, cuando los hombres en general se niegan a que obtengan una formación académica, cuando en realidad una mujer posee la misma capacidad intelectual y aptitudes que un hombre. Según Lambert, muchas mujeres en vez de luchar con más fuerza todavía, lo que hacen es aceptarlo y dedicarse a la vida que les proponen los hombres que las infravaloran, es decir al margen de los libros y de los estudios. Por eso en su obra Consejos de una amiga, no se dirige a la mayoría de las mujeres resignadas, si no solamente a quienes no están de acuerdo con lo que les propone la sociedad. “La mayor parte de las mujeres sólo están hechas para beber, comer, dormir, dar a luz hijos, jugar, engañar a sus amantes, a sus maridos, a sus directores y criticar a sus Anónimo (1993) “Cartas de una turca en París, escritas a su hermana en el harem para servir de complemento a las cartas persas (1731)” en “La mirada crítica del otro: Montesquieu y una réplica anónima” en La Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., 64. 22 Anne-Thérèse de Marguenat de Courcelles, también conocida como Madame de Lambert (1647 1733). Fue una escritora francesa muy involucrada en denunciar el trato discriminatorio recibido por las mujeres. 21 12 semejantes, estas máximas no les sirven. No les indico ningún respecto. Pero las quieran o puedan oír lo que digo en esta obra, extraerán el partido que les convenga…”23 También había algunos hombres que estaban muy en desacuerdo con el trato que la sociedad en general dispensaba a la mujer, como Jean le Rond D’Alembert codirector de La Enciclopedia. En el año 1759 escribió una carta dirigida a Jean Jacques Rousseau, en la que le instaba a que recapacitase en su opinión acerca de las mujeres, a las cuales las consideraban menos aptas a nivel intelectual que los hombres, y por ello la única instrucción que debían de recibir en su vida era la relacionada con aprender a satisfacer las necesidades de sus: maridos, hijos, padres… D’Alembert, contradice a Rousseau en su modo de pensar con una serie de argumentaciones, relacionadas con la nula educación que les proporciona la sociedad y con su aptitud para entender la filosofía: “La educación funesta, yo diría casi homicida, que les prescribimos, sin permitirles tener otra; educación en la que aprenden casi únicamente a fingir sin cesar, a ahogar todos los sentimientos, a ocultar todas sus opiniones y disfrazar todos sus pensamientos”. “Descartes las juzgaba más aptas que nosotros para la filosofía y una princesa desdichada fue su mejor discípulo.”24 Sin embargo esta carta, no hizo que Rousseau cambiase su forma de pensar, debido a que años después de recibirla concretamente en el año 1762, publicó en el “Libro V” del Emilio o De la educación: “Toda la educación de las mujeres debe estar referida a los hombres. Agradarles, serles útiles, hacerse amar y honrar por ellos, criarles de pequeños, cuidarles cuando sean mayores, aconsejarles, consolarles, hacerles la vida agradable y dulce: éstos son los deberes de las mujeres de todos los tiempos y lo que ha de enseñárseles desde la infancia”. 25 De Lambert, A. (1993) “Consejos de una amiga” en “El racionalismo ético de Madame Lambert” en La Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., p. 71. 24 D’Alembert (1993) “Carta de D’Alembert a Jean-Jacques Rousseau” en “D’Alembert polemiza con Rousseau” en La Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., pp. 74-75. 25 D’Alembert (1993) “Carta de D’Alembert a Jean-Jacques Rousseau” op. cit., pp. 73. 23 13 Madame Louise D’ Epinay26 en su Carta al Abate Galliani27 escrita en París el 14 de marzo de 1772, realiza una crítica del Ensayo sobre el carácter, costumbres e intelecto de las mujeres publicado ese mismo año por Antoine Léonard Thomas.28 En ella muestra su disconformidad con la publicación, debido a que el académico Thomas recurre de manera constante a un gran número de tópicos, que nunca pueden ser generalizables, sobre la belleza, la amistad, la sensibilidad… de las mujeres. Tampoco se muestra a favor en cuanto al tema de que tienen menos constancia, persistencia y coraje que los hombres, ya que según D’Epinay: “Pero ¿acaso el coraje es algo distinto en los hombres? Lo que nos mueve con fuerza es la opinión o la ambición. Poned en las instituciones y en la educación de las mujeres el mismo prejuicio de valor y habrá tantas mujeres valerosas como hombres, puesto que hay cobardes entre ellos a pesar de lo que comúnmente se piensa y que el número de mujeres valerosas es tan grande como el de hombres cobardes”. 29 5.1.3. Peticiones de modificaciones legislativas Durante la segunda mitad del siglo XVIII fueron muy habituales las peticiones de modificaciones legislativas realizadas a los gobernantes de los países desarrollados de Europa. Principalmente este fue un movimiento muy activo en Francia. Algunos de las personas que solicitaban la introducción de estas medidas para una equiparación de derechos entre hombres y mujeres, y que estudiaremos en este apartado fueron: Paul Henri Thiry d'Holbach30, Nicolás de Cordoncet31 y Marie Madeleine Jodin. 32 Louise Florence Pétronille Tardieu d'Esclavelles d'Épinay (Valenciennes, 1726 – París, 1783). Fue una escritora francesa, trabajó muy activamente en promover la igualdad entre hombres y mujeres, principalmente por medio de sus publicaciones. 27 Ferdinando Galliani, también llamado Abate Galliani (Chieti, 1728 - Nápoles, 1787). Fue un economista italiano. Se estableció unos años en París, y allí comenzó a frecuentar salones literarios, donde conoció a personajes como: Louise D’Épinay y Denis Diderot, ya mencionados anteriormente. 28 Antoine Léonard Thomas (Clermont-Ferrand, 1732 - Oullins, 1785). Profesor, escritor y poeta francés, además de miembro de la Academia francesa. 29 De Epinay, L. (1993) “Carta de Madame D’Epinay al Abate Galliani” en “La construcción social del sujeto femenino: el barón D’Holbach y Madame D’Epinay” en La Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., p. 84. 30 Paul Henri Thiry d'Holbach (Edesheim, 1723 – París, 1789). Fue un escritor, filósofo, defensor del ateísmo y enciclopedista franco-alemán. 31 Marie-Jean-Antoine Nicolas de Caritat, Marqués de Condorcet (Ribemont, 1743 – Bur-la-Reine, 1794). Filósofo, científico, matemático, político y politólogo francés. Luchó a favor de los derechos de las mujeres, las personas de raza negra y los protestantes. 32 Marie-Madeleine Jodin (París, 1741 – París, 1791). Actriz, filósofa y feminista francesa. Su padre fue, Jean Rodin, famoso relojero en el París de la época, y colaborador de La Enciclopedia a petición de 26 14 Las demandas más habituales eran, en relación a la equiparación en la educación recibida entre hombres y mujeres, que desde la infancia, las niñas recibían un tipo de enseñanza distinta a la de los niños. Tampoco se les permitía acudir a la universidad, solamente se les preparaba para que fuesen buenas madres y esposas, según los ideales de la época. También había personas que reclamaban el derecho de ciudadanía para la mujer, ya que durante esa época, eran consideradas ciudadanas de “segunda categoría”, y gozaban de muchos menos derechos que los hombres. Existían peticiones para que pudiesen ser elegidas para ocupar cargos públicos. Finalmente, había quién realizó peticiones más ambiciosas, como la creación de un tribunal especial, compuesto solamente por mujeres, que tratase los asuntos que afecten a la mujer y hubiese algún tipo de conflicto entre las partes, por ejemplo en asuntos de separaciones, matrimonios, toma de hábitos, entre otras cuestiones. El Barón de D’Holbach, colaborador en la creación de La Enciclopedia, realiza en su obra Sistema Social una dura crítica a la sociedad de su época en general, y a los gobernantes en particular, sobre la situación de las mujeres. Afirma que las mujeres al no recibir una buena educación, no pueden ni desarrollarse como personas, ni poder aspirar a nada importante en su vida. “Al negarles una educación más sensata, al alimentarlas sólo con cumplidos y bagatelas, al no permitirles ocuparse más que de juguetes, modas, adornos, al inspirarles sólo el gusto por los talentos frívolos, ¿no les mostramos un desprecio muy real disfrazado bajo las apariencias de la deferencia y el respeto?”33 Otras consecuencias de no recibir educación son que en muchas ocasiones, los padres obligan a sus hijas a casarse con hombres horribles a quienes ni siquiera han visto ni una sola vez, que les proporcionan matrimonios tortuosos sin ningún tipo de felicidad. Incluso en algunos casos mujeres jóvenes de clase media, se ven obligadas a prostituirse para poder tener algún tipo de sustento económico. El Marqués de Condorcet, en su época de diputado de la Asamblea Legislativa entre 1791 y 1793, que surgió a raíz de los movimientos revolucionarios, se posicionó Diderot. Debido a la temprana muerte de Jean Rodin, fue el propio Diderot, quien se ocupó en cierto modo de su hija Marie-Madeleine. 33 De Holbach, P. (1993) “Sobre las mujeres” de Sistema Social en “La construcción social del sujeto femenino: el barón D’Holbach y madame D’Epinay” en La Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., p. 79. 15 claramente en contra de la discriminación que sufrían las mujeres, las personas de raza negra y los protestantes. En su publicación de 1787 Cartas de un burgués de Newhaven a un ciudadano de Virginia, realiza una crítica tanto a los hombres como a las constituciones supuestamente libres de la época, que no otorgaban a las mujeres el derecho de ciudadanía: “¿Acaso los hombres no tienen derechos en calidad de seres sensibles capaces de razón, poseedores de ideas morales? Las mujeres deben, pues, tener absolutamente los mismos y, sin embargo, jamás en ninguna constitución llamada libre ejercieron las mujeres el derecho de ciudadanos (…) Los hechos han probado que los hombres tenían o creían tener intereses muy diferentes de los de las mujeres, puesto que en todas partes han hecho contra ellas leyes opresivas o, al menos, establecido entres los dos sexos una gran desigualdad”. 34 En otra de sus obras, Acerca de la instrucción pública de 1790, hace una petición para que se equipare la enseñanza pública entre hombres y mujeres, desde la infancia. Pide que acudan juntos ambos sexos a una misma escuela, en la cual se impartan los mismos conocimientos sin ningún tipo de distinción. Cordoncet, utiliza el ejempo de Italia, en el cual la mayor parte de personas que imparten clase a los niños y a las niñas del país, son maestras. En sus universidades hay muchas profesoras e incluso catedráticas, sin que ello signifique ningún tipo de problema para la sociedad ni el alumnado. Pese a que no es un país que se caracterice por la falta de prejuicios y estigmas hacia las mujeres. En España cabe destacar la figura de Rosario Cepeda,35 colaboradora en la prensa gaditana de la época, además de ser socia honorífica y secretaria entre 1797 y 1808 de la junta de damas de la Real Sociedad Económica Matritense.36 Durante un periodo histórico en que era muy difícil que una mujer destacase intelectualmente, debido a las grandes limitaciones educativas a las que estaban sometidas, Cepeda alcanzó una gran notoriedad. Condorcet, N. (1993) “Cartas de un burgués de Newhaven a un ciudadano de Virginia (1787)” en “Feminismo y progreso de la humanidad en Condorcet” en La Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., p. 95. 35 María del Rosario Cepeda y Mayo, (Cádiz, 1756 – Madrid, 1816). Importante escritora y poetisa española, con obras como Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres (1790). 36 Institución filantrópica creada en 1775 por el Rey de España Carlos III en Madrid. 34 16 Finalmente Nicolás de Condorcet en su trabajo de 3 de julio de 1790, Sobre la admisión de las mujeres al derecho de ciudadanía, es una crítica a la negativa por parte del Estado a concederles a las mujeres el derecho de ciudadanía, y por lo tanto también a negarles la posibilidad de ejercer cargos que representen funciones públicas. “¿No han violado todos el principio de igualdad de los derechos al privar tranquilamente a la mitad del género humano del derecho de concurrir a la formación de las leyes, al excluir a las mujeres del derecho de ciudadanía? ¿Hay acaso prueba más contundente del poder del hábito, incluso en los hombres ilustrados, que la de ver cómo se invoca el principio de la igualdad de los derechos en favor de trescientos o cuatrocientos hombres a los que un prejuicio absurdo había discriminado y olvidar ese mismo principio con respecto a doce millones de mujeres?” 37 En el resto de la obra, contradice con argumentos, las razones por las cuales los dirigentes de la época consideraban que las mujeres no eran dignas de merecer estar en posesión del derecho de ciudadanía. Por ejemplo, alegaban que las mujeres intelectualmente son inferiores a los hombres, porque nunca han hecho ningún descubrimiento importante en ningún tipo de disciplina académica, a lo cual Cordoncet alegaba: “Agregan que ninguna mujer tiene la misma fuerza de la razón que ciertos hombres, pero ¿qué resulta de esto?, que excepto una clase poco numerosa de hombres muy esclarecidos, la igualdad es completa entre las mujeres y el resto de los hombres. Si esta pequeña clase es puesta aparte, la inferioridad y la superioridad se hallan igualmente compartidas por ambos sexos. Ahora bien, puesto que sería completamente absurdo limitar a esta clase superior el derecho de ciudadanía y la capacidad de ejercer funciones públicas, ¿por qué se excluiría preferentemente a las mujeres y no a los hombres que son inferiores a un gran número de mujeres?” 38 Mademoiselle Jodin, realizó en 1790 su Proyecto de legislación para las mujeres dirigidos a la Asamblea Nacional al mismo momento que la Asamblea Constituyente (1789-1781) preparaba la reforma judicial. Condorcet, N. (1993) “Sobre la admisión de las mujeres al derecho de ciudadanía (3 de julio de 1790)” en “Feminismo y progreso de la humanidad en Condorcet” en La Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., p. 101. 38 Condorcet, N. (1993) “Sobre la admisión de las mujeres al derecho de ciudadanía (3 de julio de 1790)”, op. cit., p. 102. 37 17 Su obra comienza bajo el título de: “A mi sexo, y nosotras también somos ciudadanas”. En esta primera parte, realiza la petición del derecho de ciudadanía para las mujeres, ya que alega que ellas son la mitad del imperio. También afirma que si ellas tienen los mismos deberes y obligaciones que los hombres, deberían tener también los mismos derechos: Su proyecto propiamente dicho, establece el reglamento y las competencias que debería tener su Tribunal, presidido únicamente por mujeres, y que solamente tratase asuntos que concerniesen al sexo femenino. Los asuntos que se tratarían serían: “Los motivos de una separación voluntaria de los maridos y las mujeres; las quejas relativas por parte de las viudas sobre la conducta de sus hijas, sin perjuicio de que las señoritas se declaren inocentes con respecto a las quejas presentadas contra ellas; las jóvenes que vayan a entrar en un monasterio con el voto de consagrarse sin haber prestado antes declaración sobre la libertad de su elección; los hermanos y hermanas, primos y primas no podrán llevar pleitos a la justicia regular sin haber presentado antes sus motivos en el Tribunal; todas las discusiones entabladas entre los dos sexos serán sometidas al Tribunal; Las promesas de matrimonio hechas antes de la mayoría de edad que comprometieran el decoro del joven o de sus familia serían anuladas en el Tribunal en caso de que la seducción provenga con evidencia de la joven.” 39 5.1.4. La mujer durante la Revolución Francesa (1789 – 1799) La mujer tuvo un papel protagonista durante los procesos revolucionarios iniciados en París durante 1789. Existen muchos nombres conocidos como, Olympe de Gouges, autora de La Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana, o Théroigne de Méricourt, fundadora de l’club des Amies de la Loi, club formado exclusivamente por mujeres que participó activamente en el derrocamiento de la monarquía de Luis XVI40 y por la instauración de la república, hecho que finalmente sucedió el 21 de Septiembre de 1792. Jodin, M. M. (1993) “Proyectos de legislación para las mujeres dirigidos a la Asamblea Nacional (1790)” en “Mademoiselle Jodin y la discriminación para la igualdad” en La Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., pp. 145-147. 40 Luis XVI de Francia (Versalles, 1754 – París, 1793). Rey de Francia entre 1774 y 1789, y tras la Revolución Francesa, Rey de los franceses entre 1789 y 1792. 39 18 Sin embargo también lucharon por la libertad, la igualdad y la libertad41 miles de mujeres de forma anónima durante este periodo, cada una del modo que mejor sabía o podía. Algunas participaron desde el mismo inicio del proceso elaborando su propio Cuaderno de quejas, en la mayoría de los casos aparecían sin firmar, y en contadas excepciones con unas simples iniciales. Otras tantas formaron parte de las decenas de clubs que se fundaron por todo el país respaldando la revolución. Millares de ellas salieron a las calles como ocurrió durante los días 5 y 6 de octubre en la marcha sobre Versalles. Este acontecimiento lo originaron las mujeres que estaban intentado conseguir alimentos en los mercados de París durante la mañana del 5 de octubre, desesperadas ante el alto precio de los alimentos y ante la escasez de muchos de ellos decidieron valientemente organizarse en un pelotón todas las mujeres de cado uno de los distintos mercados para ir hasta el palacio de Versalles y conseguir imponer sus exigencias al rey, de camino se les unieron muchas otras y también hombres de diferentes estratos de la población. 5.1.4.1. Declaración de Los derechos de la mujer y la ciudadana (1791) Olympe de Gouges, publicó en 1791 su obra más importante, La Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, con el objetivo de que fuese decretado por la Asamblea Nacional Constituyente francesa42. Es una adaptación que realiza una crítica a La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente el 26 de agosto de 1789. La autora consideraba que no era justo que el proceso revolucionario iniciado un par de años atrás, dejase fuera de él a la mitad de la sociedad. La Declaración comienza con un preámbulo, que tiene la intención de ajustar La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. En este apartado la autora, no le limita a añadir el término “mujer” como hace en el articulado, que veremos a continuación, sino que lo sustituye por la palabra “hombre”. 41 La Libertad, igualdad y fraternidad (Liberté, égalité, fraternité). Lema oficial de la República francesa, surgido durante la Revolución de 1789. Ozouf, M. “Liberté, égalité, fraternité” en Nora, P. (1992) Les lieux de mémoire, París, Gallinard, t. III, pp. 583-629. 42 La Asamblea Nacional Constituyente francesa (Assemblée Nationale Constituante). Fue formada en el inicio de la Revolución Francesa (1789). Durante el periodo que estuvo activa tomó innumerables medidas que cambiaron la situación política y social del país. Su andadura terminó en 1791, cuando fue sustituida por la Asamblea Legislativa, una vez que finalizó el proceso de redacción de la nueva constitución aceptada por Luis XVI. 19 “Las madres, hijas, hermanas, representantes de la nación, piden que se las constituya en asamblea nacional. Por considerar que la ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos de la mujer son las únicas causas de los males públicos y de la corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer en una declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados de la mujer a fin de que esta declaración, constantemente presente para todos los miembros del cuerpo social les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes, a fin de que los actos del poder de las mujeres y los del poder de los hombres puedan ser, en todo instante, comparados con el objetivo de toda institución política y sean más respetados por ella, a fin de que las reclamaciones de las ciudadanas, fundadas a partir de ahora en principios simples e indiscutibles, se dirijan siempre al mantenimiento de la constitución, de las buenas costumbres y de la felicidad de todos.”43 En la parte final de este preámbulo, llama la atención que no pretende igualar el sexo femenino al masculino, en vez de eso lo que hace es ubicarlo claramente por encima. “En consecuencia, el sexo superior, tanto en belleza como en valor -como demuestran los sufrimientos maternales- reconoce y declara, en presencia y bajo los auspicios del Ser Supremo, los siguientes Derechos de la Mujer y de la Ciudadana.”44 No obstante, es justo recordar que en la redacción original de 1789 habla de “los derechos del hombre y del ciudadano” y omite deliberadamente citar los derechos de la mujer y la ciudadana. “En consecuencia, la Asamblea nacional reconoce y declara, en presencia del Ser Supremo y bajo sus auspicios, los siguientes derechos del hombre y del ciudadano.”45 En cuanto a la parte del articulado, como hemos dicho anteriormente, la Asamblea Nacional Constituyente, no menciona en ninguno de ellos ni a la mujer, ni a la ciudadana. Dan a entender que el proceso revolucionario no sirvió para que las mujeres gozasen de los mismos derechos que los hombres, y por lo tanto no se les hizo partícipes de ello. En este sentido en todos y cada uno de los artículos lo que hizo De 43 De Gouges, O. (1789). Los Derechos de La Mujer y de la Ciudadana. Preámbulo. De Gouges, O. (1789). Los Derechos de La Mujer y de la Ciudadana. Preámbulo. 45 Asamblea Nacional francesa. (1789). Los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Preámbulo. 44 20 Gouges, fue añadir las palabras “mujer” o “ciudadana”, según correspondiese en cada artículo, y adaptarlos para que hubiese una igualdad real de derechos y de obligaciones entre las personas de ambos sexos, sin ningún tipo de distinción ante la ley. Como ejemplo representativo de ello véanse los artículos primeros de ambas declaraciones de derechos: Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789): “Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en cuanto a sus derechos. Las distinciones civiles sólo podrán fundarse en la utilidad pública.”46 Declaración de Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791): “La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden estar fundadas en la utilidad común.”47 En la parte final de La Declaración, concretamente en el epílogo, la autora hace un llamamiento a las mujeres, les pide que “despierten” y que defiendan los derechos que los hombres les han arrebatado injustamente. También les recuerda que la revolución no ha servido de nada para ellas, porque su situación no ha cambiado en absoluto. Las únicas personas que se han visto beneficiados han sido los hombres, quiénes necesitaron la ayuda de las mujeres durante el proceso, y después no han permitido que tuviesen los mismo derechos que ellos. “Mujer, despierta; el rebato de la razón se hace oír en todo el universo; reconoce tus derechos. El potente imperio de la naturaleza ha dejado de estar rodeado de prejuicios, fanatismo, superstición y mentiras. La antorcha de la verdad ha disipado todas las nubes de la necedad y la usurpación. El hombre esclavo ha redoblado sus fuerzas y ha necesitado apelar a las tuyas para romper sus cadenas. Pero una vez en libertad, ha sido injusto con su compañera. ¡Oh, mujeres! ¡Mujeres! ¿Cuando dejaréis de estar ciegas? ¿Qué ventajas habéis obtenido de la revolución? Un desprecio más marcado, un desdén más visible. [...] Cualesquiera sean los obstáculos que os opongan, podéis superarlos; os basta con desearlo.”48 46 Asamblea Nacional francesa. (1789). Los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Artículo 1º. De Gouges, O. (1789). Los Derechos de La Mujer y de la Ciudadana. Artículo 1º. 48 De Gouges, O. (1789). Los Derechos de La Mujer y de la Ciudadana. Epílogo. 47 21 De Gouges con la realización de esta declaración no obtuvo el éxito que ella pretendía conseguir: igualdad, libertad, derechos políticos, educación, sufragio universal, divorcio, reconocimiento de los niños nacidos fuera del matrimonio, protección de la infancia… Tras su encarcelamiento y posterior ejecución en 1793 por defender la libertad, y una vez terminada la Revolución Francesa en 1799, llegó al poder Napoleón Bonaparte49 en 1804, durante este periodo entró en vigor El Código Civil francés de 1804 también denominado como Código Napoleónico. En el cual se recogieron los principales avances sociales que se produjeron durante la revolución, derechos que solamente afectaban a los hombres, puesto que a las mujeres les fueron negados. En dicho código, también aparecían recogidas una serie de leyes discriminatorias para las mujeres, leyes que restringían el ámbito de actuación de las personas de sexo femenino, concretamente al ámbito doméstico, y por lo tanto se les impedía que desarrollasen una vida pública, como lo podían hacer sus maridos. 5.1.4.2. Asociaciones feministas Durante la Revolución francesa se constituyeron una serie de clubs formados exclusivamente por hombres, dos de los más famosos fueron, los Jacobinos50 y los Cordeliers51. Sin embargo, hubo otra serie de clubes, formados exclusivamente por mujeres, que han gozado de una menor notoriedad a lo largo de la historia, pero que durante los procesos revolucionarios de Francia, tuvieron también una notable importancia. Algunos de estos ejemplos fueron los club des Républicaines révolutionnaires, club des Amazones nationales, club des Dames patriotiques, club des Dames citoyennes, club des Dames de la Frantertiné, Société Patriotique de la Décence et des Amies de la Vérité, Société des Amies de la Consolation y club des Amies de la Loi, este último fue posiblemente de todos ellos, el club femenino más importante de la Napoleón I Bonaparte (Ajaccio, 1769 – Santa Elena, 1821). Militar y gobernante francés, fue emperador desde 1804 hasta 1815. Es considerado como uno de los mejores estrategas miliares de la historia, durante una década mediante una serie de conquistas y de alianzas, obtuvo el poder de casi toda Europa Occidental y Central. Hasta que en 1815 fue decisivamente derrotado en la batalla de Walterloo en el actual territorio de Bélgica, y desterrado por los británicos a la isla de Santa Elena (territorio británico de ultramar, situado en el Atlántico Sur, entre África y Sudamérica) donde seis años más tarde fallecería. 50 “Club de los Jacobinos”. Republicanos, defensores de la soberanía popular, sufragistas, defensores del estado centralizado. 51 “Club de los Cordeliers”. Eliminación de la monarquía, instauración de una república y del sufragio universal. Mayor radicalización que “Los Jacobinos”, representaban al pueblo más humilde, los sansculottes. 49 22 época, por ello estudiaremos más en profundad, tanto al club como a su fundadora, la cual siempre se ha visto envuelta en un halo de misterio, tanto por sus ideas, como por la forma de vestir, ya que las crónicas de la época narran que iba vestida con un atuendo de amazona. Théroigne de Méricourt, fundó en 1790 el club des Amies de la Loi, que se fusionó con el mencionado anteriormente club de hombres Cordeliers. Un año antes a de Méricourt se le atribuyó una participación activa en los acontecimiento del 5 y 6 de octubre, en los cuales varios centenares de mujeres emprendieron una marcha desde París, con tanto éxito que durante la noche se les unieron los hombres de La Fayette y la guardia nacional parisina, hasta irrumpir violentamente el Palacio de Versalles imponiendo sus exigencias al rey Luis XVI. Después de las críticas sufridas por estos actos, decide volver a Bélgica, su país natal, donde es arrestada por el intento de asesinato de la reina María Antonieta52. Tras una serie de gestiones llevadas a cabo por ella misma es liberada y puede volver a Francia. Una vez en París, se mostró contraria al rumbo radical que decidieron tomar algunos Jacobinos como Robespierre53 o Hébert54, por lo que es acusada de apoyar a Brissot55, hecho que propició que fuese apaleada y humillada durante horas por un grupo de mujeres jacobinas, hasta que el propio líder jacobino Marat56, ordenó que cesase la paliza. Esta humillación pública y su opinión de que la revolución no había conseguido todo lo que debiera, condujeron a de Méricourt hacia la demencia, lo cual propició que pasase los últimos años de su vida en Salpétriére57. El 25 de marzo de 1792, pronunció un famoso discurso dirigido a las mujeres francesas. El cual en realidad es una arenga en la que les pedía que se armasen para luchar por sus derechos, ya que ellas no eran inferiores a sus maridos, también les pedía que estuvieran preparadas para soportar los duros ataques que iban a recibir: María Antonieta de Austria (Viena, 1755 – París, 1793). Mujer de Luis XVI y archiduquesa de Austria. Maximilien Robespierre (Arras, 1758 – París, 1794). Abogado, escritor, orador y político francés. Miembro perteneciente a la facción más radical jacobina y miembro del Comité de Salvación Pública, que gobernó Francia durante el periodo revolucionario conocido como “El Terror”. 54 Jacques-René Hébert (Alençon, 1757 – París, 1794). Editor del periódico radical Le Pére Duchesne durante la Revolución francesa. Miembro de Los Cordeliers. 55 Jacques Pierre Brissot (Chartres, 1754 – París, 1793). Escritor y dirigente político francés. Líder de Los Girondinos durante la revolución. 56 Jean-Paul Marat (Boudry, 1743 – Paris, 1793). Científico, medico, activista, periodista y político durante la Revolución Francesa. Líder de los jacobinos, fue también miembro del Club de los Cordeliers. 57 Hospital de la Pitié-Salpêtrière. Hospital para enfermos mentales de París, construido en el siglo XVII. 52 53 23 “Ya es hora de que las mujeres salgan de la vergonzosa nulidad en que las tienen sumidas la ignorancia, el orgullo y la injusticia de los hombres desde hace tanto tiempo; volvamos a los tiempos en que nuestras madres, las Galas y las orgullosas Germanas deliberaban en las Asambleas públicas, combatían junto a sus Esposos para hacer batir en retirada a los enemigos de la Libertad. […] Recobremos nuestra energía; ya que si deseamos conservar nuestra Libertad, debemos prepararnos para realizar los actos más sublimes.”58 La Convención Nacional59 decidió, casi por unanimidad, clausurar todos los clubes de mujeres, debido a la radicalización y agitación de la mayoría de ellos, porque según la Convención: “su crispada agitación estaba acarreando muy funestas consecuencias para la joven república”60. Es cierto que muchos de estos clubes actuaban con una excesiva violencia, por lo que a los diputados no les faltaban razones para posicionarse en contra de ellos. Sin embargo no hay que obviar que la mayoría de miembros de la Convención tenían un marcado carácter antifeminista. Esta medida parece que no fue aceptada de muy buen grado por los grupos feministas a raíz de lo ocurrido durante las jornadas del 20 al 23 de mayo de 1795. En las cuales los “sans-culottes”, apoyados por grupos organizados de mujeres, entraron armados durante la Convención, y asesinaron al diputado Féraud, creando una gran conmoción en París. Después de estos acontecimientos, la Convención decidió ser todavía más dura con las mujeres y con los grupos feministas. Se les prohibió la entrada a las tribunas, además de: “Teniendo en cuenta que las mujeres abusan de la consideración que se les tiene por la debilidad de su sexo, en adelante las que sean encontradas presentes en cualquier motín deberán ser dispersadas sin contemplación por la fuerza de las armas y de dictará contra ellas orden de arresto”61 De Méricourt, T. (1993) “Discurso pronunciado en la sociedad fraternal de los Mínimos (25 de marzo de 1792; fragmentos)” en “Théroigne de Méricourt, amazona de la Revolución francesa” en La Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., p. 151. Algunas palabras iniciadas en mayúscula, que no deberían, han sido respetadas del texto original. 59 Convención Nacional. Institución principal de la Primera República francesa. Concentró los poderes ejecutivo y legislativo desde 1792 hasta 1795, año en el que se delegó en el Comité de Salvación Pública. 60 Cantera, J. (1994). La mujer en la Revolución francesa de 1789. Universidad Complutense Madrid. p. 222. 61 Cantera, J. (1994). La mujer en la Revolución francesa de 1789. op. cit., p. 222. 58 24 5.1.4.3. Cuadernos de quejas Durante el año 1788 Francia se ve azotada por una fuerte crisis económica cuyo origen está en la destrucción durante ese mismo año de una gran parte de la cosecha debido a unas desfavorables condiciones climáticas. Por otro lado, los nobles se oponen a que el Rey Luis XVI lleve a cabo cualquier tipo de medida que consista en rebajar los abusivos impuestos que versan sobre el pueblo. El Rey se ve abrumado por los acontecimientos y decide convocar los Estados Generales, que es una reunión de los tres estados: nobleza, clero y pueblo llano. Él piensa que durante esta asamblea lo único reseñable que podría ocurrir es que se firmase un nuevo acuerdo para el pago de los impuestos tras llegar a algún tipo de alianza con los nobles y el clero, aunque el pueblo llano no quedase satisfecho. Lo que no esperaba, es que desde los tres Estados, le iban a llegar propuestas reformistas con las que no estaba para nada conforme. Los tres estamentos elaboraron sus propios cuadernos de quejas, de acuerdo a sus propios intereses. Mientras que los nobles querían tener una mayor independencia y el clero que paralizase los proyectos de reforma de la iglesia, el pueblo llano, formado por burguesía y campesinado era el más ambicioso de los tres, querían entre otras cosas: la supresión de privilegios, igualdad de derechos, disminución de impuestos, limitación de determinados derechos señoriales… Las mujeres también crearon su propio Cuaderno de quejas en 1889, para hacer una serie de reivindicaciones: instauración del divorcio, capacidad de participación en asuntos públicos, poder acceder a estudios superiores de forma igualitaria… El 1 de enero de 1789, se realiza de forma anónima la Petición de las mujeres del tercer estado. Es un texto muy sorprendente en el cual la persona que lo escribe, está pidiendo a Luis XVI, que proteja los oficios de costura, típicos de las mujeres. Además de ello, le pide recibir una educación gratuita para poder optar posteriormente a un empleo digno, y con ello no estar condenada a una vida de indigencia. Se puede apreciar claramente la posición tan inferior en la cual se encontraban estas mujeres, y lo asumido que lo tenían. Lo único que piden es que se les de una educación, se les enseñe un oficio relacionado con la costura ya que nunca van a atreverse a optar a tener otro tipo de trabajo. 25 “Para evitar tantos males, Señor, pedimos que los hombres no puedan, bajo ningún pretexto, ejercer los oficios que son atributo de las mujeres como el de costurera, bordadora, vendedora de sombreros, etc., etc.; que se nos deje al menos la aguja y el huso; nos comprometemos a no manejar nunca ni el compás ni la escuadra. Pedimos, Señor, que vuestra bondad nos provea de los medios para hacer valer los talentos con que la naturaleza nos ha provisto a pesar de las trabas que no dejan de ponernos en nuestra educación”.62 El Cuaderno de quejas de Madame B. de B.63 (Caux, Normandía, 1789) es un escrito mucho más ambicioso que el anterior, que pedía solamente que se protegieran los oficios de costurera para las mujeres. En éste, la autora de forma anónima, pide tanto al Rey Luis XVI como a los diputados de la nación, que sean justos con las mujeres porque deberían de tener los mismos derechos que ellos. Pide igualdad de derechos tanto en la educación, como en la posibilidad de desarrollar un posterior empleo. Según ella, las mujeres tienen las mismas capacidades que los hombres para llevar a cabo cualquier tipo de trabajo, porque es algo que ha quedado patente a lo largo de la historia: “Añadiré que, a pesar de las carencias de nuestra educación, podemos citar varias mujeres que han dado al público producciones útiles y brillantes. Finalmente, ¿no se ha visto a algunas llevar las riendas del gobierno con tanta prudencia y previsión como majestad? ¿Qué más necesitamos para probar que tenemos derecho a quejarnos de la educación que se nos da, el prejuicio que nos hace esclavas y de la injusticia con la que se nos despoja al nacer, al menos en ciertas provincias, del bien que la naturaleza y la equidad parecen deber asegurarnos.”64 La petición de las damas a la asamblea nacional (Cuaderno de quejas apócrifo, 1789), es una manipulación de un posible texto real según Alicia H. Puleo en su obra La ilustración olvidada: Anónimo (1993) “Petición de las mujeres del tercer estado” en “Cuaderno de quejas del periodo revolucionario” en La Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., p. 113. 63 Madame B. de B. Mujer anónima que firmó de esta manera El Cuaderno de quejas. Se considera que fue una burguesa ilustrada, que utilizó este texto para pedir una mayor igualdad entre ambos sexos. 64 Anónimo (1993) “Cuaderno de quejas de madame B. de B.” en “Cuaderno de quejas del periodo revolucionario” en La Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., pp. 115116. 62 26 “El cuaderno apócrifo, incluido en ocasiones por error en antologías de textos de mujeres auténticos, es una muestra de la polémica feminista de la época y de las reacciones que se suscitaban. Probablemente se trate de un cuaderno de quejas de mujeres auténtico que fue manipulado, sobre todo en su decálogo, por la pluma de un demócrata de talante similar al de Sylvain Meréchal65, para lograr el descrédito y el ridículo de las reivindicaciones feministas.”66 La idea sostenida de una manipulación en este Cuaderno de quejas apócrifo por Alicia H. Puleo, sobre todo en la parte del “Proyecto de decreto” en la cual se desarrollan diez peticiones de igualdad entre ambos sexos, me parece un pensamiento muy acertado, por varios motivos: El primero de ellos, por lo recargado del texto, con innumerables metáforas que no aportan demasiado a las ideas finales que se quiere transmitir. El segundo, el hecho de querer ubicar al sexo femenino en un escalafón superior al sexo masculino: “El que excluye de los puestos, de las dignidades, de los honores y, sobre todo del derecho a ocupar un escaño en medio de vosotros, a la mitad más bella y más atractiva de los habitantes de este vasto reino”67. Finalmente el tercero, en su decálogo, hay varias peticiones que aunque no dejan de ser reclamaciones totalmente legitimas, en mi opinión no creo que apareciesen en un texto serio de no haber sido manipulado previamente. Como ocurre con la petición número cinco: “Los pantalones ya no serán de uso exclusivo del sexo masculino, sino que ambos sexos tendrán derecho a llevarlos”68. El último de los escritos que estudiaremos en este apartado es el de Quejas y denuncias de las mujeres malcasadas de 179069. Este texto es una petición para que se apruebe el derecho al divorcio en Francia, porque hay muchas mujeres que forman parte de matrimonios en los cuales no son felices, ni ellas ni sus maridos. Sylvain Maréchal (París, 1750 – Montrouge, 1803). Ensayista, poeta, ateo y activista político de la Revolución Francesa. 66 Puleo, A. (1993) “Cuaderno de quejas del periodo revolucionario” en La Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., p. 110. 67 Anónimo (1993) “Petición de las damas a la asamblea nacional (cuaderno de quejas apócrifo, 1789)” en “Cuaderno de quejas del periodo revolucionario” en La Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII”, op. cit., p. 121. 68 Anónimo (1993) “Petición de las damas a la asamblea nacional (cuaderno de quejas apócrifo, 1789)”, op. cit., p. 126. 69 Conviene recordar que en el año en el que fue redactado este texto, el divorcio no estaba todavía instaurado en Francia, no fue hasta dos años más tarde concretamente hasta 1792 cuando fue aprobada la ley que lo regulaba, estuvo vigente hasta el año 1816 en que fue derogada. 65 27 “Unidos por un lazo respetable para amarse, pasan su vida maldiciéndose. Enemigos tanto más peligrosos uno para el otro cuanto que la eterna cohabitación a la que están condenados renueva cada día los motivos de odio y hace que continuamente fermente el veneno en sus corazones”70. La autora también hace alusión a la tremenda injusticia que existe una vez más entre hombres y mujeres. Los hombres pueden tranquilamente serles infieles a sus esposas de forma pública ante los ojos de todo el mundo, sin ningún tipo de castigo. Por el contrario, las mujeres que practiquen el adulterio sí que tienen un castigo predeterminado, ser encerradas en una cárcel para el resto de su vida. “El adulterio de la mujer, esto es, una debilidad a menudo única, aún hoy implica la muerte civil. La culpable es rapada, condenada a reclusión en prisión a perpetuidad, pierde su viudedad y su dote pasa a manos del marido. Éste, por el contrario, puede impunemente librarse al libertinaje, al desenfreno, bajo los mismos ojos de su mujer, en su casa; si lo desea, mantiene allí a su concubina; vive en un adulterio público y escandaloso, la mujer no tiene derecho a quejarse, la ley no le permite deferir su causa a un tribunal. Ella sólo puede ser acusada, jamás denunciante.”71 5.1.5. Prensa femenina Después de los sucesos revolucionarios de 1789 el contenido de la prensa dirigida a un público femenino cambió radicalmente. Anteriormente a esa fecha estas publicaciones se dedicaban casi de forma exclusiva a tratar los temas relacionados con la moda. Es a partir de este momento cuando en este tipo de redacciones surgen nuevos temas políticos y sociales de especial interés para las mujeres. Nos centraremos en el estudio de dos de los periódicos más importantes de la sociedad francesa de la época, Etrennes Nationales des Dames (Regalos Nacionales de las Damas) y Le Courrier de l’Hymen, (El Correo del Himen) que era el único diario dirigido por hombres destinado a un público femenino. En España en el año 1777 se fundó un periódico llamado La pensatriz salmantina, cuya temática iba dirigida a las mujeres españolas. Anónimo (1993) “Quejas y denuncias de las mujeres malcasadas (1790)” en “Cuaderno de quejas del periodo revolucionario”, op. cit., p. 128. 71 Anónimo (1993) “Quejas y denuncias de las mujeres malcasadas (1790)” op. cit., p. 128. 70 28 El primer número de Etrennes Nationales des Dames, salió a la calle el 30 de noviembre de 1789. En él la periodista, llamada a sí misma anónimamente Madame la M. de M…, hace saber a su público cuales van a ser las líneas a seguir por la redacción en sucesivas publicaciones. Siempre con un muy marcado carácter feminista, realiza peticiones de igualdad ante los hombres, la posibilidad de que las mujeres ocupen cargos públicos y el derecho al divorcio. “Estoy tan convencida de la justicia de nuestra causa que si os dignáis asistirme con la seducción de vuestros encantos el poder de vuestro intelecto, dictaremos a nuestros adversarios, los hombres, la capitulación más honorable para nuestro sexo […]. Confesaréis, mis queridas conciudadanas, que si hubiera hermanas nuestras en los Distritos, en la Comuna, incluso en la Asamblea Nacional, habría menos desacuerdo y menos aristocracia en los grandes y pequeños cuerpos […]. […] En materia de separación o de divorcio, haréis justicia a vuestras Conciudadanas; y en el hogar mismo probaréis a los infieles y a los ingratos que la mujer es igual al hombre en derechos y también igual al hombre en placeres”.72 El domingo 24 de abril de 1791, Le Courrier de l’Hymen publicó en sus páginas la denominada por el propio periódico “Primera carta de una mujer sobre la educación de su sexo”. En ella, también una persona anónima llamada Madame L…, pedía la igualdad de las mujeres ante el derecho a la educación, porque incluso son más aptas que los hombres para la adquisición de conocimientos. “Creo, Señor, que en general, las mujeres son más aptas para aprender que los hombres por ser menos turbulentas, menos distraídas en su infancia y, por lo tanto, mas predispuestas a la reflexión. En realidad, se necesita toda la fuerza de una mala educación para reprimir en ellas el gusto que naturalmente tienen por instruirse”.73 Anónimo (1993) “Carta de Madame la M. de M...” en “El feminismo en la prensa femenina” en La ilustración olvidada. La polémica de los sexos en el siglo XVIII, op. cit, pp. 136-138. Algunas palabras iniciadas en mayúscula, que no deberían, han sido respetadas de la obra original. 73 Anónimo (1993) “Primera carta de una mujer sobre la educación de su sexo” en “El feminismo en la prensa femenina”, op. cit, p. 140. 72 29 5.2. DE FLORA TRISTÁN A LA FORMACIÓN DE LA I INTERNACIONAL (18031864) Este bloque teórico se inicia con el año de nacimiento de Flora Tristán74, una de las mujeres más importantes de todo el siglo XIX. Fue una gran defensora de los derechos de las personas de raza negra, mendigos, presos, menores…, pero sobre todo de las mujeres y del proletariado, porque consideraba que eran las dos clases más oprimidas. Históricamente se le denomina como socialista por su modo de pensar, forma parte de ese grupo de primeros socialistas utópicos75: Robert Owen76, Henri de Saint-Simon77, Charles Fourier78 o Étienne Cabet.79 Es considerada como una de las primeras reporteras de la miseria, denunciando los abusos que sufrían las mujeres, los esclavos y el proletariado, realizando innumerables viajes para poder corroborar ella misma en primera persona lo que estaba sucediendo. El bloque termina con la referencia de la formación de la I Internacional en 1864, la primera gran unión de trabajadores de la historia, en la cual Flora Tristán no tuvo una participación directa ya que fue después de su muerte, aunque muchos autores consideran que su obra y pensamiento socialista influyó en su creación. En este trabajo no nos detendremos en su estudio por motivos de espacio debido a su gran amplitud, pese a ser un estudio muy interesante. Realizaremos un recorrido histórico por algunos de los temas más trascendentales de la primera mitad del siglo XIX en materia de lucha del feminismo: la relación de opresión indisoluble que existía entre mujer y proletariado, las exigencias para lograr la igualdad entre hombres y mujeres, la influencia de Mary Wollstonecraft80 y de Charles Fourier en Flora Tristán, la Unión Obrera de 1843, de la convención de Seneca Falls en 1848, del ascendente de Flora Tristán en Karl Marx y finalmente de la situación de la prensa femenina durante la primera mitad del XIX. Flora Tristán, (París, 1803 – Burdeos, 1848). Escritora, pensadora socialista y feminista francesa, de ascendencia peruana. 75 Socialismo utópico, primer socialismo o socialismo premarxista. Bajo estos términos se engloban a los pensadores socialistas anteriores al marxismo, que pasaron a denominarse socialistas científicos. Ver Engels, F. (2012) Estudio introductorio de Fernando Lizárraga, Del socialismo utópico al socialismo científico, Buenos Aires, Ediciones Luxemburg. 76 Robert Owen, (Montgomeryshire, Gales 1771 – Newton, Gales 1858). Empresario y socialista utópico británico. Gran impulsor y líder del movimiento obrero. 77 Henri de Saint-Simon, (París, 1760 – París, 1825). Filósofo, teórico social francés y socialista utópico. 78 Charles Fourier (Besanzón, 1772 – París, 1837). Socialista francés. Gran defensor del cooperativismo y adversario del capitalismo. 79 Étienne Cabet (Dijon, Francia 1788 – Sant Louis, Missouri 1856). Filósofo, socialista utópico y teórico político francés. 80 Mary Wollstonecraft (Londres, 1759 – 1797). Filósofa y escritora inglesa. Esta considerada como una de las precursoras del feminismo. 74 30 5.2.1. Relación de opresión indisoluble entre mujer y proletariado Para Flora Tristán la relación de opresión que existía entre la mujer y el proletariado era innegable. Primero los opresores fueron los nobles como hemos visto en el apartado anterior, durante el siglo XVIII y después fue la burguesía como veremos a continuación, durante el siglo XIX. Existía un enemigo común tanto para unos como para otros, el empresario capitalista, quien abusaba impunemente de todos, ya fuera hombres, mujeres o niños. La autora cuenta su experiencia de uno de sus varios viajes a Inglaterra: “[…] Los industriales, al ver a las obreras trabajar más aprisa y a mitad de precio, despiden cada día a los obreros de sus talleres y los remplazan por obreras… Una vez se entra en este camino, se despide a las mujeres para reemplazarlas por niños de doce años… Finalmente se llega a no ocupar más que niños de siete u ocho años. Dejad pasar una injusticia, pero estad seguros de que engendrará miles de ellas”.81 Se trabajaba en las fábricas durante largas jornadas diarias que normalmente no eran inferiores de doce o treces horas, en unas condiciones de higiene y salubridad pésimas, a cambio de un salario mínimo. Durante las pocas horas de descanso que tenían al cabo del día, los trabajadores apenas se alimentaban. En primer lugar porque no tenían demasiados alimentos, y en segundo lugar porque ese poco tiempo lo empleaban en dormir donde podían, en el suelo, encima de un poco de paja, o de un saco… Con ese ritmo de vida resultaba imposible que al poco tiempo no cayesen enfermos de forma continua, incluso muriendo a corto plazo, porque la esperanza de vida en aquella época era inferior a los treinta años. “La mayor parte de los obreros carecen de vestidos, de cama, de muebles; de fuego, de alimentos sanos y a menudos incluso de papas. Son encerrados de doce a catorce horas por día en salas bajas, donde se aspira con un aire viciado, las hebras de algodón, de lana, de lino; las partículas de cobre, de plomo, de fierro, etc., y pasan frecuentemente de una alimentación insuficiente al exceso de bebida. Casi todos aquellos infelices son 81 Marco, Y. (1977) Feminismo y utopía, Barcelona, Fontamara, p. 25 en introducción a Flora Tristán (1843) Unión obrera. 31 endebles, raquíticos, lacerados; tienen el cuerpo flaco, hundido, los miembros débiles, el semblante pálido, los ojos muertos; se les creería a todos afectados del pecho”.82 Para la autora, el proletariado tenía unas condiciones de vida todavía mucho peores si cabe que las que tenían en aquel mismo momento los esclavos en Francia o en Inglaterra. Por ejemplo, si el esclavo cae enfermo, su amo le proporciona cuidados y pan; en cambio si es el obrero quien sucumbe ante la enfermedad, el industrial no le ayuda con ningún tipo de cuidado. También considera mucho peor el contexto laboral y social en el que se desarrolla el proletariado inglés respecto del francés. Las fábricas son en general mucho más grandes y más deshumanizadas, y los lugares de descanso son bastante peores que en Francia, espacios más pequeños, sucios, fríos, con una mayor humedad… “Pregunté al capataz dónde iban a reposar aquellos hombres bañados en sudor. “Van a arrojarse sobre una cama que está bajo ese cobertizo –me respondió fríamente–, y luego de un par de horas recomenzarán a trabajar.” Este cobertizo, abierto a todos los vientos, no garantiza sino de la lluvia, hace allí un frío glacial. Una especie de colchón, que no se distingue del carbón que lo rodea, está colocado en una de las esquinas; vi a los fogoneros extenderse sobre el colchón duro como la piedra. Estaban cubiertos de un saco muy sucio, penetrado de sudor y de polvo de carbón, a tal punto que no se podía adivinar el color. “He allí –me dijo el capataz– cómo los hombres llegan a ser afectados del pecho; es pasando sin ninguna precaución de lo caliente a lo frío”. Esta última observación del capataz produjo sobre mí tal efecto, que salí de la fábrica en un estado de exasperación.”83 Después en sus propios hogares, la convivencia entre los miembros de las familias obreras no era mucho más esperanzadora. Aparte de un más que evidente problema de recursos económicos que sufrían, que se traducía en una vivienda de pésima calidad, malas vestimentas, escasez de alimentos, enfermedades, esperanza de vida muy baja… Había que sumarle a todo esto, otro tipo de problemas en la convivencia entre los miembros. Por parte de los padres y madres hacia sus propios Tristán, F. (2003) “Los obreros de las fábricas”, en Paseos en Londres, 1840, en edición de Ana de Miguel y Rosalía Romero, Feminismo y socialismo antología, Madrid, Catarata, p. 71. 83 Tristán, F. (2003), “Los obreros de las fábricas”, en Paseos en Londres, 1840 op. cit., pp. 78-79. 82 32 hijos, falta de afecto, palizas, dificultades para que reciban una educación –sobre todo en el caso de las niñas–, problemas para darles una buena educación –no solo académica, sino también en valores– debido a sus propias limitaciones… También los había entre los propios cónyuges, continuas discusiones, malos tratos por parte del marido, problemas de alcoholismo para intentar huir de los continuados problemas diarios… “[…] Añadid a todo esto la irritación permanente causada por cuatro o cinco chillones, revoltosos, fastidiosos que están dando vueltas alrededor de la madre, y esto es la pequeña habitación del obrero, donde no hay lugar para moverse. ¡Oh!, haría falta ser un ángel bajado a la tierra para no irritarse, no convertirse en brutal y malvada en semejante situación. Y entretanto, en tal ambiente familiar, ¿qué es de los niños? No ven a su padre más que por la noche y el domingo. Este padre, siempre irritado o borracho, no les habla más que enfurecido, y no reciben de él más que injurias y golpes; oyendo a su madre lamentarse continuamente, le cogen odio, desprecio. En cuanto a su madre, la temen, la obedecen, pero no la aman; pues el hombre está hecho así, no puede amar a los que le maltratan”.84 En 1842 la Cámara de los Comunes de Inglaterra inició una comisión parlamentaria de investigación acerca de las condiciones laborales a las que estaban sometidos los obreros en general y en particular las mujeres y niños. A una de esas sesiones parlamentarias fue invitada para que contase su experiencia una mujer minera llamada Betty Harris. Narró con gran detalle ante los miembros de la comisión como eran esas largas e infrahumanas jornadas de trabajo a las que estaban sometidas. “Trabajo para Andrew Knowles de Little Bolton (Lancashire) y llevo a casa algunas veces 7 chelines a la semana, algunas veces menos. Arrastro vagonetas de carbón y trabajo seis horas por la mañana y seis al medio día. Paro casi una hora al mediodía para comer, un poco de pan y un poco de mantequilla, sin nada para beber. Tengo dos niños pero aún son demasiado pequeños para trabajar. He tirado de las vagonetas incluso estando embarazada. Conozco a una mujer que volvió a casa, se lavó, parió y volvió a hacer el mismo trabajo en menos de una semana. Tristán, F. (1843) “Por qué menciono a las mujeres”, Unión Obrera, París, Edition pupulaire, Prévot el Rouanet, libraires p. 70. 84 33 […] Una prima mía se ocupa de los niños durante el día. No consigo hacer nada cuando vuelvo a casa por la noche, y a veces me duermo antes de lavarme. He arrastrado vagonetas hasta arrancarme la piel. Y es mucho peor cuando se espera un hijo. Mi capataz me ha pegado algunas veces porque no estaba dispuesta. Al principio no conseguía acostumbrarme y él tenía poca paciencia. He visto a más de un hombre pegar a su vagoneta.”85 5.2.2. Exigencias para lograr la igualdad A principios del siglo XIX en Francia los derechos de las mujeres se habían visto claramente limitados tras la llegada al trono de Napoleón Bonaparte y la aprobación del Código Civil de 1804, el cual impone “la eterna minoría de edad para la mujer casada”, por la cual la mujer necesitaba el permiso de su marido prácticamente para todo. El aquel momento existe el derecho de divorcio, aunque con diversos matices.86 En un momento de gran represión para la mujer, durante la Restauración borbónica en Francia,87 Flora Tristán consideraba que había cuatro exigencias imprescindibles para que se hiciese efectiva la igualdad entre hombres y mujeres: igualdad en la educación, libertad a la hora de elegir compañero para casarse, derecho al divorcio e igualdad ante la ley para las madres solteras. “1. Derecho a la igualdad en la educación y en la formación profesional. Reivindicación necesaria para que las mujeres puedan ser independientes económicamente de los hombres, y puedan exigir igualdad de salario por igual trabajo. 2. Derecho a la libre elección del compañero, sin que pueda haber injerencia paterna en las decisiones sobre el matrimonio. 3. Derecho al divorcio, a cambiar de compañero por tanto. 85 Fragmento del testimonio de Betty Harris delante de una Comisión parlamentaria de investigación, Cámara de los Comunes, 1842. 86 El Código Civil de 1804, también denominado Código Napoleónico, otorgaba el derecho al divorcio, pero con una serie de limitaciones para la mujer, por ejemplo ésta no podía defenderse ante un tribunal sin la autorización por parte del marido. En 1816 el divorcio volvió a ser prohibido tras la aprobación de una ley surgida durante la restauración de la monarquía con Luis XVIII. No fue hasta varios años después, concretamente en 1884, durante la Tercera República, con la aprobación de la Ley Naquet de 27 de julio de ese mismo año, cuando volvió a permitirse el divorcio. 87 Restauración borbónica en Francia (1814-1830). Fue un periodo histórico surgido tras la expulsión de Napoleón Bonaparte y la subida al trono de Luis XVIII y la posterior de Carlos X (1824-1830). Se caracterizó por el restablecimiento de la iglesia Católica como poder político y por una vuelta al conservadorismo. 34 4. Derecho de las madres solteras al respeto e igualdad frente a la ley. Derechos de los hijos ilegítimos a una parte de la herencia paterna.”88 Tristán sabía que en su trabajo por conseguir la igualdad era fundamental convencer a los hombres de que la lucha de las mujeres también debería de ser su lucha y que por lo tanto deberían involucrarse en ello. Porque las mujeres, no solo eran mujeres, sino que del mismo modo eran sus esposas, novias, amigas, compañeras, madres, hijas…, y si ellas se encontraban bien y eran felices, ese estado repercutiría positivamente en ellos. Les quiere hacer ver que la igualdad real de derechos sería algo bueno para toda la sociedad en su conjunto, por ello la autora trata de convencerles argumentando tres motivos fundamentales: “1. Que, desde el instante en que ya no se temiera a las consecuencias peligrosas que conlleva necesariamente, en su actual estado de servidumbre, el desarrollo moral y físico de las facultades de la mujer, se la instruiría con mucho cuidado, con el fin de sacar el mejor partido posible de su inteligencia y de su trabajo. 2. Que vosotros, hombres del pueblo, tendríais por madres obreras hábiles, ganando buenos jornales, instruidas, bien educadas y muy capacitadas para instruirlos, para educaros bien, a vosotros, obreros, como conviene a hombres libres. 3. Que tendríais por hermanas, por amantes, por esposas, por amigas, mujeres instruidas, bien educadas, y cuyo trato diario sería para vosotros de lo más agradable: por que nada es más grato, más suave para el corazón del hombre, que la conversación con las mujeres cuando son instruidas, buenas, y charlan con discernimiento y benevolencia.”89 5.2.3. Influencia de Mary Wollstonecraft y de Charles Fourier en Flora Tristán Mary Wollstonecraft y Charles Fourier fueron dos de los autores que más influyeron en el pensamiento y en la obra de Flora Tristán. La escritora inglesa Wollstonecraft influyó en Tristán sobre todo a través de su publicación de 1792 A Vindication of the Rights of Woman (Defensa de los Derechos de la Mujer). En dicha obra contradice la generalizada opinión pública de la época y defiende que las mujeres en realidad no son inferiores intelectualmente a los hombres, 88 89 Marco, Y. (1977) Feminismo y utopía, op. cit., p. 27. Tristán, F. (1843) “Por qué menciono a las mujeres”, Unión Obrera op. cit, p. 74. 35 en todo caso solamente lo parecen porque no reciben la misma educación desde la infancia, además si existiera esa igualdad educativa, podrían ayudar a construir entre todos una sociedad mejor y mucho más justa. También defiende que si a las mujeres, se les encomienda la labor de educar a sus propios hijos, al no haber recibido ellas una buena educación, no podrán educarlos de una manera adecuada. “Reclamando por los derechos de la mujer, mi principal argumento, para demostrar su utilidad, está fundado sobre aquella razón bien simple, que, si la educación no prepara a la mujer para convertirse en compañera del hombre, ella detendrá el progreso; porque si los conocimientos humanos son derecho exclusivo del hombre, su influencia no tendrá eficacia sobre la marcha de la sociedad”.90 Tristán en su obra de 1840 Paseos por Londres, concretamente en el apartado acerca de “Las mujeres inglesas” comenta la obra de Wollstonecraft, y deja perfectamente constancia de lo de acuerdo que estaba con lo que publicó casi medio siglo antes: “Su crítica es admirable; ella hace resaltar en todas sus verdades que los males provienen de la organización actual de la familia; y la fuerza de su lógica deja a los contradictores sin réplica. Ella denuncia atrevidamente la cantidad de prejuicios de los que la gente está rodeada; quiere para los dos sexos, la igualdad de derechos civiles y políticos, su igual admisión en los empleos, la educación profesional para todos, y el divorcio a voluntad de las partes. Fuera de estas bases –dice ella– toda organización social que prometiera la felicidad pública, mentiría a sus promesas. ¡El libro de Mary Wollstonecraft es una obra imperecedera!”91 Charles Fourier también fue otra persona que influyó de un modo innegable en Flora Tristán, fue uno de los pensadores masculinos que más se preocupó por la temática de la mujer. Fourier incluso se posicionaba en un escalón superior a favor de la mujer en el tema de la igualdad, estaba convencido de que las mujeres poseen una serie de cualidades innatas como pueden ser la modestia, la circunspección, o la dignidad… que las hacen intelectualmente ser superiores al hombre. Tristán en ese sentido no Tristán, F. (2003) “Las mujeres inglesas”, en Paseos en Londres, 1840 en edición de Ana de Miguel y Rosalía Romero, Feminismo y socialismo antología, Madrid, Catarata, p. 118. 91 Tristán, F. (2003) “Las mujeres inglesas”, en Paseos en Londres, op. cit., p. 121. 90 36 estaba de acuerdo, porque para ella tanto el hombre como la mujer eran iguales a nivel intelectual, no situaba a uno por encima del otro, aunque sí que compartían otra serie de ideales, como el de que la mujer se encontraba degradada por la sociedad, independientemente de la clase social a la que perteneciese: “La de clase social elevada se ve obligada a venderse al mejor postor; la obrera, sin educación, sin trabajo o trabajando en condiciones terribles, termina o vendida a un solo hombre o prostituyéndose con varios; estas condiciones impiden que la mujer desarrolle sus virtudes”.92 5.2.4. Unión Obrera (1843) Flora Tristán en 1843, un año antes de su muerte, terminó la redacción de su manifiesto Unión Obrera. Con esta publicación la autora pretendía conseguir por un lado, la igualdad de derechos del hombre y la mujer como único medio de construir la unidad humana; y por otro lado, quería que se respetase el derecho al trabajo y el derecho a la organización del mismo. Para conseguir estos importantes objetivos se dirige tanto a los hombres como a las mujeres, porque es consciente de que la única manera de lograrlos es mediante la unión de las fuerzas de todos ellos, indistintamente de su sexo. A continuación haremos un breve recorrido por cada uno de los diferentes apartados en los cuales se divide la obra, destacando los aspectos más importantes de cada uno de ellos: La obra se inicia con el prólogo titulado “A los obreros y a las obreras”. Este capítulo es un llamamiento dirigido a todos los obreros y obreras, que se encuentran en una situación de completa vulneración de sus derechos básicos. Si caen enfermos, no tienen derecho a la hospitalización, ni siquiera a la mendicidad, porque esta prohibida por las leyes. Les pide que no continúen con la pasividad de los últimos años, que no confíen en los gobernantes ya que no se preocupan por ellos, y que se unan creando la clase obrera, porque según Tristán “La unión hace la fuerza”. “Obreros, dejad pues de esperar por más tiempo la intervención que se pide en vuestro favor desde hace veinticinco años. La experiencia y los hechos os dicen suficientemente que el Gobierno no puede o no quiere ocuparse de vuestra suerte cuando se trata de 92 Marco, Y. (1977) Feminismo y utopía, op. cit., p. 28. 37 mejorarla. De vosotros solos depende, si lo deseáis firmemente, salir del laberinto de miserias, dolores y degradación en el que os consumís. ¿Queréis asegurar a vuestros hijos el beneficio de una buena educación industrial, y a vosotros mismos la certeza del descanso en vuestra vejez? Podéis hacerlo”.93 En el primer capítulo del manifiesto “De la insuficiencia de las sociedades de socorro, compañerismo, etc.”, la autora justifica la formación de una unión general de trabajadores que abarque todos los ámbitos laborales, en vez de pequeñas asociaciones divididas por gremios, de clara estructura medieval, como habían pedido algunos obreros en una serie de folletos. No duda de que esas pequeñas formaciones, pudiesen aliviar problemas concretos y puntuales, pero no resolverían en ningún caso el grave problema a nivel global que sufre la clase obrera. “No sé cómo explicarme por qué los tres obreros-escritores, que han dado pruebas de tanta inteligencia cuando se trata de señalar pequeñas reformas particulares, no han pensado en proponer un plan de unión general, cuya finalidad sería situar a la clase obrera en una posición social que la pusiera en condiciones de reclamar su derecho al trabajo, su derecho a la instrucción, y su derecho a la representación frente al país; porque es muy claro que de esto se desprenden naturalmente las demás mejoras. El mismo olvido, tan importante, en los tres escritos mencionados, hizo en mí una profunda impresión, y entonces mi espíritu se iluminó con este grande y hermoso ideal: LA UNIÓN UNIVERSAL DE LOS OBREROS Y OBRERAS”.94 Flora Tristán continúa en “De los medios para constituir la clase obrera”, argumentando a favor de su idea de que las pequeñas asociaciones de obreros como las asociaciones de compañerismo o socorros mutuos están muy bien para poder paliar problemas concretos, como enfermedades, accidentes, largos paros…, aunque ello no resulta suficiente para poder acabar con la miseria tan grande que sufren los trabajadores. Según ella, el mayor mal que sufren los obreros es la división existente que se podría resolver creando la ansiada Unión Obrera. Argumenta que en la Constitución de 1830 de Francia, los legisladores constitucionales cometieron un error Tristán, F. (1843) “A los obreros y obreras”, Unión Obrera, París, Edition pupulaire, Prévot el Rouanet, libraires p. 19. 94 Tristán, F. (1843) “De la insuficiencia de las sociedades de socorro, compañerismo, etc.”, Unión Obrera, París, Edition pupulaire, Prévot el Rouanet, libraires, p. 27. Se ha respetado la letra cursiva y mayúscula como está en el texto original. 93 38 muy grave omitiendo el derecho a vivir, y por consiguiente para el obrero el derecho a vivir se traduce en el derecho al trabajo, y a la propia organización del mismo. Utiliza el ejemplo de lo que ocurrió tras la revolución de 1789, a partir de la cual a la clase burguesa se le reconocieron sus derechos porque fueron capaces de luchar juntos. Finalmente argumenta cuales en su opinión debieran ser los objetivos de la Unión Obrera: “1º CONSTRUIR LA UNIDAD compacta, indisoluble, de la CLASE OBRERA; 2º Convertir LA UNIÓN OBRERA en propietaria de un enorme capital mediante la cotización voluntaria de cada obrero; 3º Adquirir, por medio de este capital, un poder real, el del dinero; 4º Prevenir, por medio de este poder, la miseria y extirpar el mal en su raíz, dando a los niños de las clase obrera una sólida educación95, racional, capaz de hacer de ellos hombres y mujeres instruidos, razonables, inteligentes y hábiles en su profesión; 5º Recompensar el trabajo tal y como debe serlo, con largueza y dignamente”.96 Luego en “Por qué menciono a las mujeres”, es sin lugar a dudas uno de los más importante dentro del estudio realizado en este trabajo. En él, la autora explica a los hombres porque siempre hace la distinción entre hombres y mujeres a lo largo de toda su obra, designándolas en algunos casos como obreras y en otros como todas. La razón es que nunca se ha contado con ellas a lo largo de la historia en ningún tipo de ámbito, religioso, filosófico, político, legislativo… siempre ha sido tratada como una “verdadera paria”, y considera que ya es el momento de que la situación cambie. Por ello pide a los hombres que comprendan el motivo de su distinción y lo apoyen, porque según ella la discriminación que han sufrido y sufren las mujeres es el origen de todos los males existentes. Además quiere convencer a los hombres de que este cambio no solamente sería positivo para las mujeres, sino que también ellos mismos resultarían beneficiados por una serie de motivos: 95 Robert Owen en su obra de 1815, Observaciones sobre el efecto del sistema de las manufacturas. Hablaba de la falta de educación recibida por parte de los obreros y sobre todo de las obreras “[…] el vacío total de sus mentes. Tal sistema de aprendizaje no se puede esperar que produzca más que una población débil en sus facultades, físicas y mentales, con hábitos generalmente destructores de su propio bienestar de quienes viven a su alrededor y que matemáticamente destruyen todas las convivencias sociales”. 96 Tristán, F. (1843) “De los medios para constituir la clase obrera.”, Unión Obrera, op. cit., p. 27. Se ha respetado la letra mayúscula como está en el texto original. 39 “1º Que, desde el instante en que ya no se temiera a las consecuencias peligrosas que conlleva necesariamente, en su actual estado de servidumbre, el desarrollo moral y físico de las facultades de la mujer, se la instruiría con mucho cuidado, con el fin de sacar el mejor partido posible de su inteligencia y de su trabajo; 2º Que vosotros, hombres del pueblo, tendríais por madres obreras hábiles, ganando buenos jornales, instruidas, bien educadas y muy capacitadas para instruiros, para educaros bien, a vosotros, obreros, como conviene a hombres libres; 3º Que tendríais por hermanas, por amantes, por esposas, por amigas, mujeres instruidas, bien educadas y cuyo trato diario sería para vosotros de lo más agradable: porque nada es más grato, más suave para el corazón del hombre, que la conversación con las mujeres cuando son instruidas, buenas, y charlan con discernimiento y benevolencia.”97 Finalmente en el último de los capítulos “Plan de la unión universal de los obreros y obreras”, la autora realiza un itinerario de las bases de la unión, deja constancia de que no es un guión definitivo sino que es algo meramente orientativo porque es consciente de que a medida que se vaya realizando habrá que ir introduciendo modificaciones. Considero que según el objeto de estudio de este trabajo, esta parte del manifiesto no aporta demasiado al mismo, así que solamente mencionaremos los distintos apartados en los cuales se subdivide: cómo deben de actuar los obreros para constituir la Unión Obrera; cómo debe proceder la Unión Obrera desde el punto de vista material e intelectual; sobre el empleo de los fondos; construcción de residencias para obreros jubilados; condiciones de admisión en los palacios para los ancianos, los heridos y los niños; organización del trabajo en los palacios; educación moral, intelectual y profesional a dar a los niños; resultados que necesariamente deberá tener esta educación. 5.2.5. Seneca Falls (1848) Durante los días 19 y 20 de julio de 1848 en el pueblo Seneca Falls, perteneciente al estado de Nueva York, se llevó a cabo la primera convención o el primer congreso feminista en los Estados Unidos, es considerado como el origen del movimiento feminista de Norteamérica. El acto fue organizado por cinco mujeres, Elizabeth Stanton fue quien tuvo la idea de realizarlo e inmediatamente inició Tristán, F. (1843) “De los medios para constituir la clase obrera.”, Unión Obrera, op. cit., p. 74. Se ha respetado la letra cursiva y los signos de puntuación como está en el texto original. 97 40 conversaciones con su colega Lucrecia Mott,98 las otras tres colaboradoras fueron, Martha Wright, Jane Hunt y Amary Ann McClintock.99 Estas cinco mujeres redactaron la Declaración de sentimientos (Declaration of sentiments)100 y a su vez fue firmada en total por sesenta y ocho mujeres y treinta y dos hombres. El texto es una exposición de reivindicaciones a imitación de la Declaración de Independencia norteamericana del 4 de julio de 1776, con la cual no estaban de acuerdo. Del mismo modo que en aquel momento los Estados Unidos querían independizarse de la corona británica, mediante esta declaración se pretendía que las mujeres dejasen de depender de los hombres y pudiesen gozar de los mismos derechos que ellos. No entendían por qué, si según los “Padres fundadores” en el texto de independencia, en el cual se afirmaba: “Todos los hombres son creados iguales, y dotados por su Creador de los mismos derechos inalienables”101, las mujeres no son creadas iguales y no poseen los mismos derechos, puesto que no se les nombra a ellas, por ello el comienzo de la Declaración de sentimientos dice así: “Sostenemos como certeza manifiesta que todos los hombres y mujeres son creados iguales, que su Creador los ha dotado de ciertos derechos inalienables, que entre ellos se encuentran la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.”102 Esta declaración se divide en dos partes, primero se reclaman una serie de derechos para poder conseguir la igualdad entre hombres y mujeres, y finalmente se establecen una serie de resoluciones coincidentes con sus sentimientos. En cuanto a las peticiones de derechos se encontraban algunas como: sufragio universal, participación pública, posibilidad de custodia de los hijos en casos de divorcio 103, propiedad privada, trabajo y la apertura de posibilidades en los campos económicos y educativos. 98 Elizabeth Cady Stanton (Nueva York, 1815- Nueva York, 1902) y Lucretia Mott (Massachusetts, 1793 – Pennsylvania (1880). Activistas, abolicionistas y figuras clave en el inicio del feminismo en Norteamérica. Fueron las personas que iniciaron los trámites para que se llevase a cabo el primer congreso feminista de Estados Unidos en Seneca Falls (Nueva York) en 1848. 99 Martha Coffin Wrigth (1806-1875), Jane Hunt (Filadelfia, 1812- Chicago, 1889) y Amary Ann McClintock (1800 – 1884). Feministas y abolicionistas norteamericanas. Tuvieron una gran importancia en la colaboración de la Conveción de Seneca Falls de 1848. 100 Stanton, E., Mott, L., Wright, M., Hunt, J., McClintock, A. (1848) Declaración de sentimientos. 101 Jefferson, T., Franklin, B., Adams, J. (1776) Declaración de Independencia de los Estados Unidos, p. 1. 102 Vide cita nº 100, p. 1. 103 En aquel momento estaba aprobado el derecho al divorcio en Estados Unidos, pero en el caso de que la pareja tuviese hijos, por ley el juez automáticamente otorgaba la custodia de forma íntegra al padre. 41 La convención puede considerarse que resultó exitosa porque a ella le siguieron otras de similares características durante los años sucesivos, en Rochester también durante 1848; y en 1851 en Akron y Worcester. Es importante recordar que el contexto social que vivía la mujer en los Estados Unidos de la época, incluso las pertenecientes a familias adineradas, estaba completamente restringido a la vida doméstica y nunca al ámbito público. Destacaron importantes autoras en este periodo de tiempo, debido principalmente a que escribir no suponía ningún problema, porque podían hacerlo en el interior de sus hogares. Algunas de ellas fueron Catharine Sedgwick, Lydia Child, Ann Stephens o Margaret Fuller, 104 que en 1846 publicó su obra Woman in the Nineteenth Century, la cual es una declaración feminista realizada dos años antes de la convención de Seneca Falls, en ella Fuller muestra su total convencimiento de que los hombres acabarán aceptando a la mujer en igualdad de condiciones. Esta adaptación de la Declaración de Independencia, recuerda en cierto modo a lo que hizo en 1791 Olympe de Gouges cuando realizó su Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana, modificando la versión original aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente francesa en 1789 denominada como Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, durante la Revolución francesa, que omitía completamente a la mujer y por consiguiente sus derechos.105 5.2.6. Ascendiente de Flora Tristán en Karl Marx y Friedrich Engels La influencia de Flora Tristán en el pensamiento y en la obra de Karl Marx106 y de Friedrich Engels107 resulta muy evidente, porque algunas ideas sobre el derecho y la organización del trabajo conectan perfectamente entre sí. A Flora Tristán según el contexto histórico en el cual le tocó vivir y por los presupuestos idealistas de los que partía, es considerada por la mayoría de los autores Catharine Sedgwick (Massachusetts, 1789 – Massachusetts, 1867), Lydia Maria Child (Massachusetts, 1802 – Massachusetts, 1880), Ann Sophia Stephens (Connecticut, 1810 – Rhode Island, 1886) y Margaret Fuller (Massachusetts, 1810 – Nueva York, 1850). Importantes escritoras norteamericanas de mitad del siglo XIX, además de abolicionistas y grandes defensoras de los derechos de las mujeres. 105 Este tema ya fue tratado anteriormente durante este trabajo en el punto 5.1.4.1. 106 Karl Marx (Prusia, 1818 – Londres, 1883). Filósofo, intelectual y militante comunista alemán de origen judío. Es junto a Engels el fundador del socialismo científico, del comunismo moderno, del marxismo y del materialismo histórico. 107 Friedrich Engels (Prusia, 1820 – Londres, 1895). Filósofo, pensador, comunista y sindicalista alemán. Dirigente político de la primera y la segunda internacional. Amigo personal y colaborador de Karl Marx en obras fundamentales para la fundación de los movimientos socialista, comunista y sindical. 104 42 como una socialista utópica, al igual que muchos pensadores coetáneos suyos como fueron los ya mencionados anteriormente, Owen, Saint-Simon, Fourier o Cabet. Sin embargo, otros autores consideraban que debido a las conclusiones que obtiene al analizar la realidad de una forma tan objetiva y precisa, su modo de actuar estaría más cercano al socialismo científico que al utópico, como se había considerado siempre históricamente. Aunque según ellos, los aportes de Flora Tristán no se pueden considerar todavía como sistemáticos, porque carecen del método científico que desarrollaron años más tarde Karl Marx y Friedrich Engels.108 Flora Tristán fue la primera persona que habló de proletariado como clase social oprimida, quienes solamente poseían su fuerza de trabajo, en relación al empresario capitalista y a los factores de producción. También se refirió a la clase social opresora, con el nombre de burguesía, como a la dueña de esos medios de producción. En su obra de 1848 Unión Obrera, consideraba que el único modo que tenía la clase social oprimida de poder luchar por sus derechos y tener un futuro mejor era mediante la unión de todos los trabajadores independientemente de su oficio, para poder preservar su derecho al trabajo y a la organización del mismo, y luchar por sus derechos. En el libro La sagrada familia obra publicada por Marx y Engels en 1848, en su capítulo IV “La crítica crítica [sic] en tanto que tranquilidad del conocimiento, o la crítica crítica bajo los rasgos del señor Edgar”, es un apartado escrito íntegramente por Friedrich Engels que hace una mención directa dentro del primer subapartado a la obra de Flora Tristán Unión Obrera publicada en 1843. Engels hace una defensa del modo de pensar de Flora Tristán, en su petición de la organización del trabajo y en los derechos que debería de tener el obrero al ser parte importante del sistema productivo y que el industrial se los niega: “La propia afirmación de la crítica —si tomamos esta afirmación en el único sentido que ella pueda tener—, reclama, pues, la organización del trabajo. Flora Tristán —en la discusión de las ideas de Flora Tristán es donde encontramos por primera vez esta afirmación—, pide la misma cosa, y esta insolencia de haberse atrevido a adelantarse a la crítica crítica le vale el ser tratada en canaille. El obrero no crea nada: esta afirmación es, además, absolutamente idiota, abstracción hecha de que el obrero aislado no produce nada íntegramente, lo que es una tautología. La crítica crítica no crea nada; el obrero crea todo, y a tal punto que, por las creaciones de su espíritu, avergüenza a toda la 108 Marco, Y. (1977) Feminismo y utopía, op. cit., pp. 31-32. 43 crítica: los obreros ingleses y franceses pueden testimoniarlo. El obrero hasta crea al hombre. La crítica será siempre un monstruo con la satisfacción, es cierto, de ser un crítico crítico. Flora Tristán nos da un ejemplo de ese dogmatismo femenino que quiere tener una fórmula, y se la forma con las categorías de lo que existe.”109 No se sabe a ciencia cierta si alguna vez Karl Marx y Friedrich Engels llegaron a conocer personalmente a Flora Tristán, aunque sí que tuvieron un amigo común como fue el filósofo Arnold Ruge110 gran colaborador de Marx en la revista Anales FrancoAlemanes. Resulta innegable que su pensamiento y su obra influyó en ellos. Muchas de sus ideas socialistas influyeron en el modo de pensar de Marx y Engels como podemos ver a través de su obra Manifiesto del Partido Comunista de 1848 y la posterior formación de la I Internacional 1864, la cual puede considerarse como la culminación de la mayor aspiración de la autora, la creación de una gran unión de trabajadores que podía luchar de forma conjunta por la defensa de sus derechos. 5.2.7. Prensa femenina Durante el siglo XIX aparecen las primeras revistas femeninas ilustradas como las conocemos actualmente. Su temática variaba considerablemente dependiendo el tipo de publicación de que se tratase. Las había más conservadoras, muy parecidas a la mayoría de las que existieron durante el siglo anterior, centradas casi exclusivamente en la “instrucción femenina”, es decir enseñaban a las mujeres a ser buenas esposas, madres, cuidadoras del hogar, de la familia… pero en ellas no había espacio para otro tipo de ámbitos de carácter más público, solamente para uno doméstico. Afortunadamente también fueron surgiendo nuevas publicaciones más liberales, las cuales se preocupaban por defender los derechos de la mujer, por pedir una educación igualitaria y promover su emancipación, en el presente trabajo trataremos el estudio de este tipo de publicaciones. Este desarrollo en la prensa femenina en Europa se produce en parte al desarrollo de la imprenta como producción industrial, algo que durante el siglo anterior todavía no estaba demasiado generalizado y también debido a la aparición Marx, C., Engels, F. (1971) “La crítica crítica en tanto que tranquilidad del conocimiento, o la crítica crítica bajo los rasgos del señor Edgar”, La sagrada familia o crítica de la crítica crítica, Buenos Aires, Editorial Claridad, pp. 32-33. 110 Arnold Ruge (Rugüen-Alemania, 1802 – Brighton-Inglaterra, 1880). Filósofo y escritor alemán, colaborador de Karl Marx 109 44 de nuevos gobiernos de un claro carácter mucho más liberales que los existentes durante el siglo anterior. En Francia a comienzos de siglo, concretamente en 1808, se fundó el periódico L’Athêne des Dames, el cual tenía un claro carácter feminista. En él escribían algunas de las mujeres más influyentes de la alta burguesía francesa de la época como, Sophie de Reneville111 o Anne Marie de Beaufort.112 Varios años después, en 1836 Eugénie Niboyet113 creó la publicación feminista La Gazette des femmes, la cual se preocupaba fundamentalmente de luchar por los derechos políticos y civiles que les eran negados a las mujeres. En 1848, la misma Eugénie Niboyet fundó el periódico, La Voix des Femmes, el cual se erigió como el verdadero impulsor del movimiento feminista en Francia, pidiendo de una forma muy activa el derecho al voto para las mujeres. Finalmente durante este recorrido por la prensa femenina en Francia durante la primera mitad del siglo XIX, es importante destacar la publicación surgida en la ciudad de Lyon en 1865 L’Union des Bas-Bleus, el cual se convirtió también en un símbolo de la causa feminista. En España durante la primera mitad de este siglo existían una serie de publicaciones dirigidas a un público femenino, pero que no podían definirse feministas como tal. Hasta entonces en una sociedad claramente marcada por una superioridad moral y material del hombre sobre la mujer, aparecen algunas publicaciones como fueron, en 1821 El Bello Sexo, en 1822 El Periódico de las Damas, en 1841 La Iris del Bello Sexo, en 1852 Correo de la Moda y Álbum de Señoritas, o ya en 1866 El Ángel del Hogar. Todas estas publicaciones citadas ofrecían pocos datos objetivos sobre las condiciones de vida reales de las mujeres españolas de la época. Como se puede intuir a través de sus títulos, como por ejemplo en El Ángel del Hogar, lo que hacían era limitarse a trasmitir los estigmas y esteriotipos injustos que se habían ido consolidando sobre las mujeres desde la antigüedad, que limitaban el campo de actuación de la mujer al ámbito domestico y restringía completamente el público. La mayoría de estos diarios estaban editados y redactados por hombres que querían que la desigualdad continuase como estaba, o por mujeres conformistas. En La Rioja durante esta época, se propuso la Sophie de Renneville (Caen, 1772 – París, 1822). Escritora feminista y periodista francesa. Editora del periodico feminista L’Athêne des Dames, el cual se enfrentó a las ideas machistas de la sociedad de su tiempo. 112 Anne-Marie de Beaufort d'Hautpoul (París, 1763 – Ibídem, 1837). Escritora francesa. Importante colaboradora de la publicación femenina L’Athêne des Dames. 113 Eugénie Niboyet (1796 – 1883). Escritora y periodista feminista francesa. Fundadora de los periodicos feministas La Gazette des femmes y La Voix des Femmes. 111 45 edición de una publicación dirigida a un público femenino llamada El Fanal de la Mujer, sin embargo finalmente el proyecto no consiguió llevarse a cabo.114 No será hasta la segunda mitad de este siglo cuando surgió la verdadera prensa femenina, la cual se preocupaba de la situación real y objetiva de la sociedad de aquel momento. Este tipo de publicaciones también son denominadas como emancipistas debido a su carácter inconformista que reivindicaba la posibilidad de que la mujer participase en los distintos campos de la vida pública y no solo en el doméstico al cuidado del hogar y de la familia. Algunos de estos títulos feministas fueron, La Mujer y Ellas, gaceta del Bello Sexo de 1851, o el Pensil de Iberia de 1857. Todas estas últimas publicaciones citadas contaban con conocidas escritoras de la época dedicadas a la defensa de los derechos de la mujer como, Ángela Grassi,115 Carolina Coronado116 o Gertudris Gómez de Avellaneda117. El estilo de todas ellas era crítico y su finalidad era la de concienciar a las mujeres de que luchen en vez de conformarse con lo que la sociedad les obligaba a aceptar, como podemos ver en estos fragmentos de los periódicos La mujer y Ellas, Gaceta del Bello Sexo: “Desde que hay sabios en el mundo pocos han sido los que se han ocupado de los derechos e instrucción de la infeliz mujer, y la voz de estos pocos, aunque grande y portentosa, parece que se ha perdido en el espacio como se pierden los ayes de un náufrago en la inmensidad de los mares”118 “Ya es tiempo, volvemos a repetir por fin, que las mujeres recobren en la sociedad el puesto que las corresponde como la mitad más preciosa del género humano,...”119 Martínez Latre, Mª. P., (1986) “El Zurrón del pobre (1851-52)”, en Berceo, 110, pp. 33-62. Ángela Grassi (Italia, 1823 – España, 1883). Importante novelista italiana afincada en la España del siglo XIX. 116 Carolina Coronado (Almendralejo, Extremadura, 1820 – 1911 Lisboa). Novelista española, el género en el cual más se prodigó fue el romanticismo. 117 Gertrudis Gómez de Avellaneda (Camagüey, Cuba, 1814 – Madrid, 1873). Escritora y poetisa del romanticismo hispanoamericano, además de ser considerada como una de las precursoras del feminismo en España. 118 Editorial de La Mujer, domingo 20 de junio de 1852, p. 2. 119 “Del aprecio que se ha hecho a las mugeres (sic) en diferentes pueblos, y en particular de España” Ellas. Gaceta del Bello Sexo. 15 de octubre de 1851, 25-28, p. 27. 114 115 46 6. CONCLUSIONES Y RESULTADOS Tras la realización de este trabajo de fin de grado he llegado a una serie de conclusiones y resultados, previo análisis de las hipótesis iniciales, sobre cual ha sido la evolución de las reivindicaciones de los derechos de la mujer desde los siglos XVIII y XIX realizando una comparativa con lo que sucede en la actualidad. La desigualdad entre hombres y mujeres no es algo que haya comenzado durante las últimas décadas, sino que es algo que viene dándose desde siempre a lo largo de la historia en la mayoría de culturas. Muchos de los logros igualitarios conseguidos durante los últimos tiempos, se han conseguido gracias a la lucha que empezaron hace varios siglos mujeres como las francesas, Olympe de Gouges, Théroigne de Méricourt, Flora Tristán, la inglesa Mary Wollstonecraft, o las norteamericanas Elizabeth Stanton y Lucrecia Mott (Seneca Falls). Derecho a la educación igualitaria, divorcio, custodia de hijos, sufragio universal… A lo largo de la historia no todos los hombres se han opuesto a la igualdad como es el caso de Jean Jacques Rousseau, algunos como Charles Fourier, Henri de Saint Simon, o los treinta y dos hombres que firmaron la Declaración de Sentimientos durante la Convención de Seneca Falls en 1848, se esforzaron por promover la igualdad entre hombres y mujeres. Si en las últimas décadas se han logrado conseguir muchos más objetivos de igualdad que durante los primeros años de la lucha feminista es porque en general los hombres son mucho más abiertos que en aquella época, aunque por desgracia continúa habiendo excepciones. Por lo tanto, conseguir la igualdad no solamente es tarea de las mujeres, los hombres también deben involucrase en ello. Pese a que durante las últimas décadas y años se ha avanzado mucho en materia de igualdad, todavía faltan muchos obstáculos por superar. En siglos atrás el ámbito público estaba completamente restringido para las mujeres, actualmente esta restricción está muy superada. Sin embargo continúa habiendo muchas barreras hacia las mujeres incluso en las sociedades más desarrolladas, como pueden ser los ejemplos de que con el mismo puesto de trabajo y teniendo la misma formación académica, muchas mujeres cobran todavía menos que los hombres; o el denominado como “techo de cristal”, por el cual la mayoría de órganos directivos de empresas privadas e incluso públicas suelen estar ocupados mayoritariamente por hombres. 47 Acontecimientos históricos muy importantes como el triunfo del pueblo durante la Revolución Francesa de 1789 o el reconocimiento de los derechos de los trabajadores con la posibilidad de que pudiesen formar sindicatos, no hubiese sido posible conseguirlos sin la participación activa de muchas mujeres en dichos procesos. 48 7. 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