Pág. 18 ÓPERA PEQUEÑA HISTORIA DE LA ÓPERA (7) angelmoreno@gmail.com Seguimos con el bel canto, completando el trío de maestros bel cantistas. Gaetano Donizetti (1797-1848) A los 19 años escribe su primera ópera, Il Pigmalione. Se estrena en 1960 en Bérgamo, su ciudad natal, más de un siglo después de su muerte y no porque se hubiera perdido. Es simplemente una prueba de que Donizetti es un autor desigual como pocos, probablemente debido a la personalidad inestable de un genio, ciertamente también castigado por la vida, capaz de alumbrar obras que van desde lo aburrido e insustancial a lo más impresionante e inspirado. Y la razón no era que dedicara más o menos tiempo a la elaboración de sus obras, puesto que fue proverbial su capacidad para escribir sus óperas en muy poco tiempo, un par de semanas si era preciso. Gaetano Donizetti era así. En su relativamente corta vida se dedicó por completo a la música, componiendo 70 óperas, 13 sinfonías, numerosas obras religiosas y más de dos centenares de canciones. De la parte no operística apenas si existen grabaciones, prácticamente una veintena de canciones y su réquiem. De las óperas hay registros en audio de casi todas y en vídeo de 20 de ellas, de las que una decena forman parte del repertorio actual. Sus diez primeras óperas no tuvieron éxito. Fue a partir de 1824 cuando, con Zoraida de Granada y L’aio nell’imbarazzo, se convierte en un músico aclamado y popular, representándose enseguida por toda Europa. En 1830 estrena Ana Bolena, una de las tres óperas que escribe con argumento sobre la saga Tudor y que apunta su evolución hacia el romanticismo en que desembocará su estilo en unos años. Poco después le siguen EL’elisir d’amore, Lucrezia Borgia y María Stuarda. En 1836 estrena en Nápoles Lucia de Lammermoor, un drama serio con libreto de Salvatore Cammarano basado en una novela de Walter Scott, uno de sus mayores logros y un modelo romántico. Tres años más tarde se estrena en París una nueva versión, ampliada y con texto en francés, que raramente se representa hoy día. Son muchos los pasajes a destacar en Lucía pero, si a quien esto suscribe le preguntan, señalaría el aria final de Edgardo, “Tu che a Dio spiegasti l’ali”, si es posible cantada por Alfredo Kraus. De reclinatorio. Tras el estreno de esta obra las desgracias se cebaron en Donizetti. En poco menos de dos años murieron sus padres, su mujer y la única hija que le quedada de las tres que tuvo. Pasó temporadas en París, donde estrenó La fille du regiment y La favorita, ambas en 1840, además de numerosas canciones para espectáculos populares. En 1943 se representó en el Teatro Italiano de París la que había de ser su última creación, Don Pasquale, una ópera muy divertida y obra maestra del género bufo. Enfermo y demente, trasunto de la locura de su Lucía, pasó sus últimos años internado primero en un centro para enfermos mentales en París y después en su Bérgamo natal, donde murió en 1848 quien será recordado siempre por una furtiva lagrima che negli occhi suoi spuntò. Las imperdibles de Donizetti: Don Pasquale, La favorita, L’elisir d’amore, Lucia de Lammermoor. Las imperdibles de Rossini: El barbero de Sevilla, La cenerentola, Semiramide. ÓPERA Pág. 19 Vincenzo Bellini (1801-1835) Hijo y nieto de músicos, se dedicó casi exclusivamente a la composición de óperas, escribiendo y estrenando once en su corta vida. Al contrario que Donizetti, Bellini era lento, meticuloso, perfeccionista en su trabajo, repasando y modificando hasta que todo quedaba a su gusto. Los éxitos juveniles de su primera ópera, Adelson y Salvini, y alguna cantata religiosa, le permitieron trabajar por encargo para los teatros de ópera más importantes de Italia. Su primer gran éxito fue Il pirata, una ópera vibrante como pocas estrenada en La Scala de Milán en 1826. La que supuso su consagración definitiva fue I Capuleti e i Montecchi en La Fenice de Venecia en 1830, que era la séptima ópera que estrenaba. Pero lo mejor de su corta vida estaba aún por llegar. En marzo de 1931 estrena La sonnambula, una comedia romántica muy entretenida de final feliz, y, en diciembre del mismo año, Norma, ópera considerada el máximo exponente del belcanto. Norma es una ópera seria, dramática, con libreto de Felice Romani, basado en una tragedia francesa de L.A. Soumet titulada Norma ou l’infanticide. El papel de la protagonista, una soprano de coloratura, es tan exigente que las cantantes capaces de abordarlo con soltura son rara avis. Desde 1950 a la fecha y sin reservas, media docena: María Callas (la revitalizadora del género en los 50), Joan Sutherland, Monserrat Caballé, Renata Scotto, Edita Gruberova y Dimitra Theodossiou. El contrapunto a la protagonista de Norma es también una mujer, Adalgisa, papel para mezzosoprano o contralto. Ambas interpretan en esta obra uno de los más célebres dúos para estas voces, el Mira o Norma. Una característica de la música de Norma es la de poseer una sencillez melódica que transmite una enorme serenidad y tranquilidad, un estado de ánimo compatible con el terrible drama que subyace y que, al decir de los expertos, ha influido notablemente no sólo en Donizetti y Verdi, sino también en alguien con tan diferente estilo como Wagner. A su siguiente obra, Beatrice di Tenda, dedica dos años de trabajo y la estrena en La Fenice de Venecia en 1833 con más pena que gloria, lo que desanima de tal modo a D. Vincenzo que decide marcharse a París. Pasa brevemente por Londres, donde se están representando varias de sus obras y, una vez en París, contacta con Rossini, que ya ha dejado de escribir música y es, entre otras cosas, empresario teatral. De la mano de Rossini se representan en París un par de sus anteriores obras y éste le encarga una nueva, I puritani, un drama amoroso con final amable en plena guerra civil entre puritanos y realistas, que se estrena en enero de 1835 en el parisino Teatro Italiano y que, desde entonces y junto con La sonnambula y Norma, conforma el trío de óperas de Bellini más representadas. A finales del verano, poco antes de cumplir 34 años, una rápida infección termina en unos días con la vida del más grande bel cantista. Su cuerpo reposa hoy en la catedral de Catania, su ciudad natal. Su música, en nosotros. Las imperdibles de Bellini: I puritani, La sonnambula, Norma. Nota del autor.-De ahora en adelante seguiremos incluyendo las imperdibles de los autores que tratemos, entendiendo por tales óperas exactamente eso, las que quienes gustan del género no deben perderse, asumiendo que siempre será cuestión opinable. Por otra parte, quien firma esta pequeña historia de la ópera lo hace con un correo electrónico en el que será bienvenida cualquier sugerencia que nos ayude a mejorar. En las imágenes: Monumento a Donizetti en Bérgamo Montserrat Caballé Tumba inicial de Bellini en el cementerio de París.