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La Semana
Navarra
Entrevista
DIARIO DE NAVARRA
DOMINGO, 19 DE OCTUBRE DE 2014
JUAN
PEDRO
ARBIZU
LÓPEZ
PSICÓLOGO
CLÍNICO DEL
HOSPITAL
SAN JUAN
DE DIOS
“La educación que
damos a nuestros hijos
genera baja tolerancia
al dolor y la frustración”
Juan Pedro Arbizu, posa en uno de los balcones del Hospital San Juan de Dios, en beloso Alto, con el fondo de la catedral de Pamplona.
L
O suyo con la música viene de lejos. Detrás de este psicólogo que
pasea risueño en bata blanca
por las habitaciones del Hospital San Juan de Dios de Pamplona acompañando a pacientes, familiares y
cuidadores, hay un entusiasta de la melodía
que ya en los años ochenta pinchaba todas
las noches de los jueves a los cantautores y
bandas del momento en la radio pirata Iris.
Debe venir de familia pues su hermana, la
mezzo-soprano Carmen Arbizu, fue directora del Conservatorio Pablo Sarasate de Pamplona y su sobrina, Amaia Romero, encandiló con su voz infantil a medio país desde el
programa ‘El número 1’ de Antena 3, en 2012.
Juan Pedro Arbizu ha sido psicólogo de la
Asociación Española contra el Cáncer y del
Servicio de Oncología del Hospital de Navarra. Desde 2010 es el coordinador-responsable de la atención psicológica del Hospital
San Juan de Dios. Esta institución, junto a la
asociación Goizargi y Obra Social La Caixa,
celebrarán el próximo sábado, 25 de octubre, la I Jornada sobre Duelo bajo el título
‘Aprendiendo a Vivir’.
¿Sigue acudiendo Beethoven al pasillo de
cuidados paliativos de San Juan de Dios?
Beethoven y más autores. Hemos comprobado que esta es una actividad que los familiares, los pacientes e incluso los profesionales agradecen y viven con mucha intensidad. Y es posible gracias a músicos
que vienen de forma voluntaria e interpre-
tan piezas de todos los estilos: clásica, tango, coplas, canciones de autor, folclóricas...
¿Y todo ello es para entretener o hay una finalidad terapéutica?
Sí, a diferencia de una actividad puramente distractora esta tiene un objetivo terapéutico. De alguna manera es un canal de
comunicación más allá del verbal que da
oportunidad al paciente de compartir con
su familiar un momento que puede tener
mucho contenido emocional. La música
ayuda a revivir situaciones biográficas que
han enriquecido a la persona y que le han
podido dar momentos de mucha felicidad.
El concepto de historia musical personal
es muy importante.
Y quién levanta más el ánimo, ¿Vivaldi o los
Dire Straits?
Las vivencias son personales, depende del
gusto y de la historia personal de cada uno.
Sí que es cierto que intentamos traer una
música tranquila, sin mucha estridencia,
pues también hay que cuidar el respeto por
el espacio hospitalario.
¿Qué objetivos se marca a la hora de trabajar psicológicamente con un paciente terminal?
Más que terminal, a mí me gusta hablar del
final de la vida, incluyendo el concepto de
vida, porque nosotros queremos que la vida siga estando presente hasta el final. El
objetivo principal que nos planteamos es
potenciar el bienestar y la tranquilidad del
paciente. Tanto desde un punto de vista
médico, como social, espiritual y emocio-
nal. Trabajamos en equipo distintos profesionales y buscamos reducir el sufrimiento todo lo posible, pero teniendo en cuenta
que va a existir una parte de sufrimiento
inevitable. Buscamos, pues, acompañar en
ese final de la vida controlando los síntomas, tanto para el paciente como para la familia, para que ese trayecto se realice con
el mayor bienestar posible.
¿Qué dolor es más difícil de tratar? ¿El físico o el psíquico?
Hay un concepto que utilizamos que es el de
dolor total, que incluye todos los aspectos
del dolor. Es cierto que en ocasiones es muy
fácil separar el dolor físico del dolor emocional o espiritual, pero hay veces que están
muy relacionados. Y si para el dolor físico
hay recursos farmacológicos, aunque a veces pueda costar controlarlo, para el dolor
emocional hay que trabajar con los propios
recursos del paciente. Algo que he aprendido en todos estos años de profesional es que
la naturaleza humana tiene muchísima
más capacidad de la que pensamos.
En Bélgica se desató la polémica porque la
Justicia autorizó la eutanasia para un preso condenado por violación que aseguraba que ni el sufrimiento le dejaba vivir ni
veía capacidad para rehabilitarse. ¿Qué
opina? ¿Piensa que hay otro modo de vencer ese sufrimiento?
La eutanasia tiene varios puntos de análisis, hay aspectos humanos, éticos y legales. En Bélgica el régimen legal es diferente al nuestro. En cualquier caso, el trabajo
que nosotros realizamos va en la línea de
evitar esas situaciones. Acompañamos intentando que ese sufrimiento tan alto que
hace que una persona llegue a pedir la eutanasia no se produzca. Vamos en esa línea. Pero es cierto que hay veces en las que
una persona que ya ha solucionado sus temas pendientes, que incluso se ha despedido y se encuentra en una situación de esperar sólo el final, pueda pedirlo.
¿Y entonces?
Se puede trabajar que el paciente encuentre un sentido a ese tiempo de espera del final. Y es muy gratificante ver que a veces
ese sentido está muy en las pequeñas cosas.
Hablando de pequeñas cosas, ¿defiende el
uso del cannabis con fines terapéuticos?
Habría que planteárselo más a un especialista médico. Yo lo que suelo decir aquí es
que hay aspectos que son muy personales o
puntuales que pueden mantenerse si a uno
le ayudan. Es verdad que lo del cannabis
puede tener riesgos si no se administra de
una manera controlada desde el punto de
vista científico, para que sea justo y adecuado. La forma de consumo tiene muchos
riesgos, así que yo confiaría más en los expertos.
CUIDADORES Y DEPENDIENTES
Vivimos en una sociedad que envejece.
¿Cómo debe afrontarse desde las familias
el cuidado de mayores y dependientes?
“
DIARIO DE NAVARRA
DOMINGO, 19 DE OCTUBRE DE 2014
Cuando la enfermedad y el dolor ponen diques a las emociones, a veces hay que darles cauce por nuevas vías. Eso es lo
que intenta Juan Pedro Arbizu con los pacientes de cuidados
paliativos del Hospital San Juan de Dios, a quienes desde hace años les sorprende con músicos del Conservatorio que interpretan a Beethoven por los pasillos e incluso con sesiones
de lectura para la emoción. En esta entrevista no puede evitar también una mirada al ébola, el virus que ha matado a dos
misioneros de la orden para la que trabaja y que, como él, tenían el empeño de mejorar el bienestar de los pacientes.
TEXTO: ÍÑIGO SALVOCH
FOTOS: JOSÉ CARLOS CORDOVILLA
Es un tema que socialmente preocupa y en
el que se está trabajando mucho, también
desde los propios gestores sanitarios: cómo atender la cronicidad y las situaciones
de mucha dependencia. Últimamente me
he encontrado con muchas personas que
han asumido estos cuidados y, siendo sinceros, la sociedad actual se está manteniendo gracias a estos familiares y cuidadores, pero eso tiene muchos riesgos.
¿A qué riesgos se refiere?
A que hay cuidadores que están poco apoyados, de alguna manera sobre adaptados
y muy exigidos, lo que les puede acarrear
secuelas no sólo emocionales, sino también físicas. Piense que muchos de estos
cuidadores son también personas mayores, muchas veces mujeres que asumen el
papel de cuidadora de su marido o de su
padre. Además, esta situación puede generar a estas personas mucho aislamiento
social y otras dificultades.
Algunos dicen que la ley de Dependencia
es, salvo para el Tesoro Público, una de las
grandes herencias del Gobierno de Zapatero. ¿Cómo evalúa su aplicación y alcance?
En lo poco que conozco, porque no soy especialista en esta materia aunque sí hablo
con profesionales, es que verdaderamente
no se está cumpliendo como debería. Y esta es una situación que en el fondo tiene
mucho que ver con nuestro desarrollo como sociedad. Una sociedad avanzada debe
medirse por el modo en que atiende a las
personas necesitadas y la manera en que
atiende el final de la vida. Pero la sociedad,
y con ella sus gestores, a veces parece que
quieren apartar el sufrimiento. Sin embargo, el sufrimiento forma parte de la sociedad y hay que atenderlo. Una sociedad
que atiende bien a los pacientes que están
en la recta final de su vida es una sociedad
madura y muy humana.
¿Piensa también que somos una sociedad
que sobreprotege a sus hijos del sufrimiento?
Así es. Les queremos dar todo y que estén
lo mejor posible, pero desde muy pequeñitos les damos una educación que genera
muy baja tolerancia al la frustración y al
sufrimiento. Ojalá no sufriéramos nada
pero la realidad es que en la vida va a haber
situaciones que nos generen disconfort y
sufrimiento.
Pero, ¿No le parece natural querer evitar el
dolor?
Por supuesto, el sufrimiento cuanto menos,
mejor. Pero hay que integrarlo, normalizarlo y acompañarlo. Se ve muy claramente en
los procesos de duelo. Cuando se ha muerto
nuestro padre, enseguida los mensajes que
le damos a la madre es que salga con las
amigas, que vaya a Benidorm, que se vaya
de cena... A lo mejor es un mensaje que nos
viene bien a nosotros, porque queremos
ver a nuestra madre contenta, pero debemos tener en cuenta que ha muerto su marido, que ha tenido una pérdida muy grande
y que esa pérdida genera un dolor. Y ese dolor necesita un tiempo y un espacio, tiene
que fluir y debe ser acompañado. De lo contrario podemos generar una contención y
que ese dolor acaba complicándose.
Alumnos del Instituto Torre Basoko de
Pamplona visitan el Hospital en una experiencia piloto, ¿forma parte de esa educación en el dolor y la muerte?
Es un proyecto que tiene un sentido y un
objetivo, el de normalizar el final de la vida
y la muerte. Tratamos de hablar de estos
temas con chavales de diferentes niveles
de edad y con la idea de quitar los tabúes.
La idea es que cuando somos conscientes
de la muerte y somos conscientes de la vulnerabilidad que tenemos vamos a poder
llegar a ser más felices. Los pacientes me lo
han enseñado claramente. La felicidad tiene mucho que ver con ser muy conscientes
y vivir con mucha conciencia cada momento de nuestra vida. Estar muy presentes en
cada situación que estamos viviendo. Muchos pacientes lo aprenden a raíz de esta situación de sufrimiento. Lo importante de la
vida no es tanto lo que tienes, como lo que
eres. La felicidad tiene mucho que ver con
la gente con la que cuentas, con cuidar a la
gente y con esa capacidad de disfrutar de
las pequeñas cosas, incluso desde un punto
de vista espiritual, más allá de lo religioso.
Encontrar el sentido al tiempo que he vivido y al tiempo que tengo por vivir por delante.
¿Cambia mucho el modo de afrontar el final
de la vida si hay una idea religiosa a la que
aferrarse?
Es algo muy personal. Hay personas que
encuentran mucho sentido a la vida en las
creencias religiosas, en aspectos de trascendencia, y que se reconfortan con la oración. También hay personas a las que eso
no les ayuda demasiado. Igual que existen
personas que no tienen creencias y que
pueden encontrar el sentido más allá de lo
religioso, por ejemplo, en la vida que han tenido: la satisfacción que les ha dado, el contacto con la naturaleza, la música...
¿Cómo se debe acompañar desde las familias ese tramo final de la muerte de la vida
de un ser querido?
La recomendación que daría es que de alguna manera acompañen a su familiar con todo el amor posible. El amor es un concepto
que muchas veces no se utiliza, está poco de
moda en nuestro lenguaje cotidiano y, sin
embargo, es algo que observamos que se da
y además es una señal muy clara de felicidad. La de amar y sentirse amado. En cuanto a dudas y actuaciones concretas, es muy
importante que se pregunte al enfermo, a la
persona, qué necesidades tiene. Muchas veces hay familiares que me hacen esta misma pregunta en la consulta, a ver cómo deben actuar con su padre, y la respuesta que
les doy es que se lo pregunten a él con naturalidad, a ver qué necesitan. A los pacientes
hay que pedirles siempre que nos enseñen.
San Juan de Dios es una orden hospitalaria,
pero la idea de los hospitales aterra ala mayoría. ¿Cómo debe ser un hospital para que
en él haya hospitalidad?
El concepto de hospitalidad viene de antiguo, hay muchos valores como éste impregnados de la cristiandad, pero llevado al
día a día y a lo práctico esa hospitalidad tiene que ser real. Al final, un hospital es lo
que es, aunque nosotros esperamos ganar
mucho cuando nos traslademos al nuevo
hospital en breve. Vamos a ganar en cuanto
a espacios, más habitaciones individuales.
Pero eso se puede quedar en nada si la relación personal, si el trabajo de los profesionales no va en esa misma línea de escucha
al paciente, de atención y calidad.
Los centros concertados también sufren
los recortes de la crisis. ¿Se le llevan los
demonios cuando oye escándalos como el
de las tarjetas opacas de Caja Madrid?
Nosotros intentamos trabajar pensando en
el paciente y que no perciban estos aspectos
de la crisis. Y claro que se indigna uno con situaciones como la que comenta. Es bueno
que las emociones no se contengan y se busquen los canales adecuados para expresar
la indignación. Porque es indignante.
“La felicidad tiene que ver
mucho con ser muy
conscientes y vivir con
mucha consciencia cada
momento de nuestra vida”
“La sociedad actual se
está manteniendo gracias
a familiares y cuidadores
de dependientes, pero eso
tiene muchos riesgos”
“El cannabis con fines
terapéuticos puede ayudar
al paciente pero debe estar
muy controlada por un
médico su administración”
EL TEST
El cuaderno de Noah o La Dama de
Hierro
El aleluya de Haendel o El réquiem
de Mozart (“sin dudar”)
El Camino de Santiago o la GR13.
El mausoleo de Julián Gayarre o las
estelas discoidales del cementerio
de Burguete
Plan de pensiones o Seguro de Vida.
La berrea en Irati o el paso migratorio por Lindux
Leyre Pajín o Ana mato (“Me reservo la
opinión”).
DNI
■ Juan Pedro Arbizu. (Pamplona,
1966) Casado y padre de tres hijos de
19, 17 y 14 años. Estudió en Jesuitas y
psicología, en San Sebastián. Comenzó
a trabajar en Oncología en el Hospital
de Navarra y desde hace cuatro años
es el coordinador clínico del Hospital
San Juan de Dios de Pamplona, en Beloso Alto. Ha sido psicólogo de la Asociación Española contra el Cáncer y es
vicepresidente de la Sociedad Navarra
de Cuidados Paliativos. Se confiesa
apasionado de la lectura, la música y
las cosas “sencillas y pequeñas”.
La Semana
Navarra
Entrevista
3
“He vivido
con pena la
muerte de los
misioneros”
Los misioneros repatriados de Sierra Leona con ébola pertenecían a la orden hospitalaria de San Juan de Dios. ¿Cómo ha vivido esta situación?
De entrada, con pena por estos misioneros
que han realizado una labor tan excelente
y que hoy continúan otros misioneros, no
sólo de San Juan de Dios, además de muchos voluntarios. También he vivido con
mucha pena lo que ha ocurrido posteriormente, el contagio de la auxiliar de enfermería en Madrid, y espero que todo esto se
pueda resolver de la mejor manera posible.
¿Le pareció coherente la decisión de repatriar a España a los dos misioneros contagiados de ébola?
Más allá de las decisiones políticas y sanitarias, cuyo proceso desconozco, sé por experiencia que al final de la vida de alguna
manera las necesidades que se tienen son
muy comprensibles y es muy importante
responder a ellas desde un punto de vista
personal.
Fíjese, al final han fallecido ambos en la
soledad de una habitación, aislados, con la
única visita de unos sanitarios vestidos como astronautas. Una muerte muy alejada
del concepto de ‘bienestar’ que usted defiende...
En enfermedades en las que el proceso está previsto y todo apunta a un final sí se
puede trabajar, como hacemos nosotros,
el bienestar y el confort. Pero en el concepto de enfermedad del que hablamos se ha
luchado, por decirlo de algún modo, hasta
el final porque se podía esperar que hubiera una salida. Había que hacerlo así.
¿Le preocupa como ciudadano la propagación de la epidemia de ébola?
Creo que hay que estar preocupados. La
palabra puede parecer negativa, pero no
es tal, es ocuparse con previsión de las cosas. Quizás, sí, hay que ajustar la alarma
social. Es bueno que deseemos y confiemos en que las personas que tienen esta
responsabilidad hagan las cosas de manera adecuada. Estar preocupados sí, pero
sin alarma social.
¿Se ha planteado viajar a alguno de estos
países del sur y atender desde su experiencia profesional sus necesidades?
Sí. Es cierto que para ello hay que tener un
momento vital que lo pueda favorecer. Pero indudablemente es algo admirable y en
cierta manera también da un poco de envidia, sabiendo que genera mucho esfuerzo
pero también una gran satisfacción. Hoy
no me lo puedo plantear.
¿Quién ayuda al psicólogo? ¿Cómo no dejarse abatir por los problemas de los otros?
Tenemos nuestra capacidad para ello y
también nos toca asesorar a nuestros compañeros de Hospital, como equipo psicosocial, para afrontar estas situaciones. Yo
cuando estoy con un paciente quiero estar
cien por cien con ese paciente, pero si estoy con mi hijo viendo el fútbol hago lo mismo, estoy cien por cien con mi hijo.
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