Administracion provincial romana

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20/05/12
Administración provincial romana - Wikipedia, la enciclopedia libre
Administración provincial romana
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La Administración Provincial Romana surgió cuando la Primera Guerra Púnica trajo consigo la expansión del
territorio de Roma, básicamente a las islas mediterráneas.
Al principio los dos cónsules tenían la responsabilidad de la administración. Los Cuestores Itálicos eran
considerados auxiliares de los cónsules. En las islas (Cerdeña-Córcega y Sicilia) se establecieron Cuestores
particulares dependientes de los cónsules, pero el sistema no funcionó. Se hacía preciso buscar una nueva figura
jurídica que administrara los territorios provinciales.
El procónsul tenía un alto rango dentro de las magistraturas romanas, viniendo después del cónsul. Su rango era
equivalente al del pretor pero lo ejercía sobre un territorio determinado (la provincia), mientras que las funciones
del pretor abarcaban la totalidad del territorio de la República.
El procónsul era a la vez general, administrador y juez supremo en su provincia, y reunía en sus manos todas las
funciones que antiguamente habían tenido los cónsules y que ahora estaban repartidas entre los Cónsules, el Pretor,
el Censor, los Ediles Curules, los tres Viri Nocturni, los Tribunos del Pueblo y el Jefe de la Caballería. Únicamente
las cuestiones financieras de la provincia escapaban a su Imperium, ya que para llevarlas a cabo se creó la figura
del cuestor provincial o procuestor, que dependía directamente del Senado. A los procónsules se les exigía
sobriedad y probidad.
Entre los 3 de Hispania figuró Catón, que administró la provincia de Hispania Citerior con una probidad y un celo
ahorrativo excepcional, pero su ejemplo tuvo pocos imitadores. Catón viajaba por la provincia a pie con un solo
servidor. Cuando terminó su servicio vendió su caballo para no cargar al Estado con los gastos del transporte.
Como los procónsules eran verdaderos reyes de su provincia, su poder absoluto llevó a menudo a la corrupción;
exigían «donativos voluntarios» a las ciudades, y otras prácticas ilegales. Cuando viajaban podían solicitar
hospedaje gratuito y hacer algunas requisas, lo que dio lugar a abusos y exacciones. Por necesidades del servicio o
de sus gentes, o en caso de guerra, o también por necesidades de los soldados, podían exigir granos a precios
moderados. Esto se convirtió en una fuente de exacciones injustas. Finalmente los procónsules exigían recursos
para sufragar las fiestas populares romanas. El Senado estableció limitaciones en el 171 a. C., pero los magistrados
corruptos rara vez fueron juzgados.
Administración tras la conquista
Las ciudades que eran sometidas perdían su independencia para establecer tratados con otras ciudades o Estados
y para hacer la guerra o firmar la paz. Sus ciudadanos no podían adquirir territorios fuera de su ciudad, y
probablemente tampoco podrían casarse fuera de ella. Los ciudadanos no podían llevar armas salvo por orden
expresa del procónsul. La moneda romana no fue impuesta, pero tenía curso legal.
En cada ciudad sometida se tendió a favorecer el acceso al poder en los Consejos locales de la aristocracia. Roma
podía enviar a las ciudades a ciudadanos romanos o de los territorios sometidos, sin limitación.
El censo quinquenal, siguiendo el modelo romano, fue establecido para todas las ciudades. Cada ciudad tenía
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fijado un contingente que debía facilitar al Ejército regularmente.
Los impuestos establecidos eran el diezmo de las cosechas y productos de la tierra, y una veinteava parte del valor
de las mercancías que pasaban por el territorio en cuestión, tanto para entrar como para salir (postoria). Algunas
ciudades estaban exentas por lo cual no estaban sometidas a estos impuestos. A otras, junto a la inmunidad o
exención de impuestos se les concedió el rango de ciudades sin sufragio u otros niveles de derechos.
Junto a las ciudades sometidas en sus diversos grados, estaban las colonias romanas cuyos ciudadanos podían
disfrutar de la ciudadanía romana o latina (con restricciones) y las ciudades de rango municipal. La mayoría de las
colonias de derecho latino se fundaron en el norte de Italia, porque esta región, aunque era zona provincial, se
consideraba dentro del mismo ámbito geográfico italiano que Roma. Desde el 238 al 221 a. C. los establecimientos
y asentamientos romanos se dirigieron principalmente a esta zona. Después la Segunda Guerra Púnica interrumpió
el proceso, y llevó a los romanos a Hispania.
Los primeros procónsules de la Hispania Citerior tuvieron la misión de pacificar el país y actuaron más como jefes
militares que como jefes políticos.
La pertenencia a un territorio, en este caso una provincia, no constituía ninguna situación jurídica, pues la condición
de la persona en el derecho romano, no estaba ligada al territorio, sino a la ciudad. En efecto, el derecho romano
efectúa los “contratos” o pactos, con ciudades o bien con grupos asimilables a una ciudad (este contrato, conocido
por foedus, establecía la autonomía local y las prestaciones a las que estaba sometida la ciudad; cuando se trataba
de una ciudad colonial, se regía por la Lex Colonia, normalmente con derecho latino, aunque con tendencia a
asimilarse de pleno derecho, salvo en caso de rebelión en que su situación podía empeorar).
Se sabe que el establecimiento romano en provincias conllevó la creación de un ager publicus importante (hasta
entonces el ager público era solo una pequeña parte del territorio conquistado). Sobre este ager provincial se
establecerán más tarde las nuevas colonias. Algunos de estos terrenos eran arrendados para pastos o campos de
cultivo (el arrendatario debía pagar el 10% del producto). Cuando en el ager existían bosques, minas, puertos,
salinas, etc. su explotación era confiada a unos intermediarios (Publicani). Las minas de Hispania fueron arrendadas
aproximadamente a partir del 178 a. C.
Los habitantes de las provincias estaban exentos del servicio militar, aunque eran normalmente reclutados como
voluntarios. Los ciudadanos romanos de provincias no estaban sujetos a tributo individual.
En provincias los habitantes de las ciudades vencidas eran vendidos como esclavos o bien eran incluidos en los
dominios de Roma bajo la cobertura de ciudadanos de ciudades aliadas que conservaban una independencia
municipal y su libertad de impuestos.
En algunas provincias (África, Sicilia, Cerdeña-Córcega y las de Hispania) se recaudaban tasas e impuestos
siguiendo el sistema ya existente con los cartagineses cuando gobernaron estos territorios. En teoría la recaudación
era para satisfacer los gastos de la administración y la defensa de la provincia, pero el sistema se extendió más
tarde a las provincias de Iliria y Macedonia, donde Roma no asumió ni la defensa ni las administraciones
municipales.
Véase también
Lex provinciae
Hispania
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Municipium
Conquista de Hispania
Romanización de Hispania
Colonia romana
Organización política de Hispania
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Categoría: Administración territorial de la Antigua Roma
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