TÍTULO DE LA COMUNICACIÓN: Crecimiento, productividad y especialización en la economía española. El papel de la innovación en el crecimiento a largo plazo. AUTOR 1: Alicia Llorca Ponce Email: alllopon@omp.upv.es AUTOR 2: Laura Fernández Durán Email: lauferdu@omp.upv.es DEPARTAMENTO: Organización de Empresas UNIVERSIDAD: Universidad Politécnica de Valencia ÁREA TEMÁTICA: Especialización, productividad y competitividad regional RESUMEN: El comportamiento de la productividad y la especialización productiva de la última expansión económica en nuestro país, que comenzó en la segunda mitad de la década de los 90, se caracterizó, sobre todo, por un aumento en el uso del factor trabajo y no por los incrementos en la productividad. Esta característica de la economía española es bastante inusual, si la comparamos con otros países desarrollados. El trabajo que presentamos, explora cuáles han sido las características más relevantes del modelo de crecimiento económico en nuestro país, observando diferencias sustanciales respecto a otras economías avanzadas en cuanto al crecimiento de la productividad, especialización productiva y evolución de la competitividad. También se exponen cuáles son las principales limitaciones del modelo de crecimiento seguido y se determinan y analizan los principales retos y cambios que deberán abordarse para que la economía española entre en una senda de crecimiento a largo plazo. El trabajo destaca el papel de la innovación y el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación en el crecimiento a largo plazo. PALABRAS CLAVE: productividad, especialización, crecimiento, innovación, TIC’S 1 1. Introducción El objetivo básico de esta comunicación es identificar cuáles son las transformaciones clave que deberá abordar la economía española para poder mantener un crecimiento en la renta per capita a largo plazo ante el nuevo contexto internacional. Es frecuente escuchar, en los medios de comunicación, que el modelo productivo español está agotado, que necesitamos un cambio en el modelo de producción. Pero estas afirmaciones o deseos están lejos de definir con claridad, cómo la economía española debe abordar los cambios necesarios. Nuestras investigaciones nos llevan a concluir que la economía española debe realizar importantes transformaciones si quiere conseguir aumentos en la renta per capita a largo plazo. Sin embargo, consideramos que la vía para el cambio va más allá de la mera aplicación de medidas dirigidas a promover unos sectores, considerados más de futuro, sobre otros. Los cambios deberán producirse a un nivel de la base económica y en última instancia deberán orientarse hacia el aumento en la cualificación de los recursos humanos. Para comenzar, veremos algunos aspectos clave que han caracterizado el crecimiento económico español y que proporcionan el diagnóstico de partida sobre el que se deberán abordar las transformaciones. 2. Crecimiento y agotamiento en el modelo económico español Robert Solow (1956) determinó, a partir de sus estudios empíricos, que los aumentos en la eficiencia o en la productividad explicaban el 80% del crecimiento per cápita de los Estados Unidos y la acumulación del capital tan solo el 20% restante. Después de la constatación de este hecho, se comprobará que, para otros países desarrollados, sólo una modesta parte del crecimiento era atribuible a la creciente asignación de factores productivos. El incremento de la productividad de los inputs, subsumido en el cambio tecnológico, tenía un peso más importante en el crecimiento que el uso más intensivo de los factores. En el caso de la economía española la situación es opuesta, durante la última expansión económica que comenzó en la segunda mitad de la década de los 90, el crecimiento en la renta per capita se debió especialmente al aumento en el uso del factor trabajo y no al incremento de la productividad. Esta característica de la economía española, inusual si la comparamos con otros países desarrollados, ya había llamado la atención años atrás. Como ejemplo, Recio y Banyuls 2 (2001) hacen referencia a la “paradoja del mercado de trabajo español” como una situación en la que se logran importantes crecimientos en el empleo sin incorporaciones significativas de tecnología, poniendo en cuestión la sostenibilidad de esta forma de crecer a largo plazo. Como señala Martínez, A. (2005) el crecimiento económico observado en el último periodo expansivo se ha caracterizado por unas tasas de crecimiento claramente superiores a la Eurozona, con una notable capacidad de generación de empleo. Un proceso que ha favorecido la convergencia en la renta per cápita. La paridad del poder de compra ha pasado de representar el 80% de la media de la UE-15 a principios de la década de los 90 a superar el 90% a finales del 2005. Frente a estos resultados positivos es necesario resaltar que este proceso de crecimiento se ha caracterizado por un cambio de comportamiento de la productividad en cuanto a su aportación al PIB. Como puede observarse en la Gráfica 1 el crecimiento de la productividad se ha reducido mucho. Mientras que en el pasado, la fuente principal de crecimiento de la economía española fue la acumulación de capital y las mejoras de productividad con una contribución de la creación de empleo negativa; en los últimos diez años la contribución del empleo ha pasado a ser la fuente más importante de crecimiento. Crecimiento del PIB y de la productividad en España 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1 0 -1 -2 -3 -4 -5 12 20 10 20 08 20 06 20 04 20 02 20 00 20 98 19 96 19 94 19 92 19 90 19 88 19 86 19 84 19 82 19 80 19 78 19 76 19 74 19 72 19 70 19 Crecimiento del PIB real Crecimiento de la productividad Fuente: OCDE (2010) Gráfica 1. La evolución de la producción per cápita y la productividad en la economía española La gráfica 1 nos permite comparar la evolución de la tasa de crecimiento del PIB y de la productividad en España desde la década de los setenta. En el periodo comprendido entre 1970 y 1985 el crecimiento de la producción se sustenta en el 3 incremento de la productividad, que en esta época crece a ritmos superiores al resto de países de su entorno, mejorando la convergencia respecto los países de la entonces Comunidad Europea. Los incrementos en la productividad superan el crecimiento del PIB y se explican por los bajos niveles de partida unidos a un importante aumento en el capital físico incorporado, a través de la inversión extranjera y de las importaciones de maquinaría y otra tecnología. España basaba su ventaja competitiva en los menores costes de producción. Pero en la expansión de la segunda mitad de la década de los 80 el modelo de crecimiento cambia, los incrementos en la productividad son inferiores al crecimiento del PIB. Este comportamiento lejos de ser coyuntural se afianza y vuelve a reaparecer en último periodo expansivo que se inicia en el segundo lustro de los 90, en el que la tasa de crecimiento de la productividad ha llegado a presentar tasas negativas. En el periodo (1995-2005) el ritmo de crecimiento medio del PIB fue del 3,2%. En este periodo los factores ligados a la capitalización y al progreso técnico aportaron un 0,8% al crecimiento anual mientras que la creación de empleo representó un 2,5%, es decir, las tres cuartas partes del total. En cuanto a la contribución de la productividad (0,8%), se debió en una misma proporción (0,4%) a la productividad de los factores y a la intensificación de la relación capital-trabajo, Martínez, A. (2005) Este comportamiento de la productividad en España no es coincidente con otros países de su entorno. Si observamos lo que pasa en este mismo periodo en la Unión Europea o en Estados Unidos, encontramos que en estas economías no solamente el crecimiento de la productividad no se ha debilitado sino que ha repuntado. Por tanto, como señala Pérez García (2005), las preguntas que debemos hacernos son: ¿por qué España no responde a estos estándares?, ¿por qué nuestra productividad alcanza un nivel bajo y por qué mejora poco en los últimos años? La gráfica 2 permite comparar la evolución de la productividad española respecto a otras economías. Hoy parece estar claro que el comportamiento de la productividad en nuestra economía es consecuencia de la especialización productiva. La reducción en el crecimiento de la productividad se debe al aumento de la importancia o peso sobre el PIB de sectores con bajos niveles de productividad y más intensivos en trabajo, Pérez García (2005). 4 Tasa de crecimiento de la productividad 9 8 7 6 5 4 3 2 1 0 09 20 07 20 05 20 03 20 01 20 99 19 97 19 España 95 19 93 19 91 19 G7 89 19 87 19 85 19 83 19 81 19 79 19 77 19 75 19 73 19 71 19 -1 UE-15 Fuente: OCDE (2010) Gráfica 2. La tasa de crecimiento de la productividad, comparación entre la economía española y otras economías desarrolladas Crecimiento del coste laboral unitario 11 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1 0 1991 1993 1995 1997 1999 España 2001 G7 2003 2005 2007 2009 UE-15 Fuente: OCDE (2010) Gráfica 3. Evolución del coste laboral unitario, comparación entre la economía española y otras economías desarrolladas En relación a la evolución de la productividad Catany y Xifré (2009) señalan: «las manufacturas, que representan aproximadamente el 25% del valor añadido, son el sector con mayor tasa de crecimiento de la productividad, mientras que los servicios (60% del valor añadido) crecen a un ritmo inferior al de las manufacturas y en muchos casos al total de la economía». Centrándonos en los servicios, diversos estudios destacan que el negativo comportamiento de la productividad del sector servicios se debe a que crecen más las actividades con baja productividad, algo que contrasta con 5 otros países como Estados Unidos o la UE-15 donde mejoran la participación actividades como servicios avanzados a empresas, de contenido tecnológico alto; Ruesca (2007), Maroto (2009), Visitin et al (2008) y Cuadrado y Gonzalez (2009). 1987-1995 To ta l io s rv ic Se C ua ,g as , Ag M on st ru el ec . cc ió n .. ur as an uf ac t in er ía M Ag ric u ltu ra 10 8 6 4 2 0 -2 al To t Ag C ua ,g on s Se tru ,e as uf M an rv ic io s cc ió n ct ri. le ac tu er ía M in ra tu ul Ag ric ra s 1996-2000 10 8 6 4 2 0 -2 España Alemania UE To ta l os ci Se rv i C on st ru cc ió n ga s, el ec tri . Ag ua , M an uf ac tu ra s Ag ric ul tu ra M in er ía 2001-2003 10 8 6 4 2 0 -2 -4 EEUU Fuente: Elaboración propia a partir de datos en Castany y Xifré (2009) Gráfica 4. Tasa de crecimiento de la productividad del trabajo por sectores. España, Alemania, UE-15 y EEUU Así pues, varios trabajos concluyen que el crecimiento del último periodo expansivo se ha caracterizado por una mayor participación en el Valor Añadido de actividades con baja productividad, o con otras palabras, España tiene un bajo ritmo de 6 crecimiento de la productividad agregada, porque tiene un bajo ritmo de generación de mejoras de productividad dentro de las actividades en las que está especializada. Pérez García, F. (2005) afirma: «La economía española está concentrada, en nuestra producción industrial, mayoritariamente en actividades maduras, de escaso contenido tecnológico, que utilizan con poca intensidad las nuevas tecnologías. Como consecuencia de ello, el crecimiento de la productividad conjunta de los factores, o de la productividad total de los factores (PTF) es baja y eso está siendo una muestra de la dificultad con la que transitamos hacia otro tipo de especialización, pues nos enfrentamos a la competencia de algunos países con los cuales nuestras diferencias de coste no son del cinco, el diez o el veinte por ciento, sino que tienen niveles salariales que son la décima parte o la veinteava parte de los nuestros. Esta debilidad competitiva se advierte en casi todas las direcciones en las que miremos, sea en los productos que en el comercio mundial están en expansión y también los que están en retroceso. En general nuestras posiciones en lo que se llama la ventaja comparativa revelada son desfavorables.». Matesanz y Rubiera (2007) señalan que la especialización productiva de nuestra industria y servicios está depositada en sectores maduros, de demanda media o débil e intensidad tecnológica baja. Miro y Gandoy (2007) y González Díaz (2004) afirman que la industria de nuestro país se ha especializado claramente en lo que podemos llamar actividades tradicionales. En el 2005 el 61,2% del VAB industrial español está concentrado en sectores de baja tecnología y demanda débil, como el agroalimentario, textil o artes gráficas, entre otros. Las industrias intermedias como el transporte, maquinaría o equipo mecánico suponen el 32,5% de la producción industrial nacional. Los sectores de tecnología más avanzada vinculados a la informática, electrónica o material de precisión sólo significan el 5,8% de la industria en el 2005, mientras que en el conjunto de la UE-25 ese mismo año representa el 11,6% de VAB industrial. Si nos centramos en la balanza comercial se puede comprobar que las ventajas competitivas de la economía española se basan más en sectores intensivos en escala, de complejidad tecnológica media, manteniéndose en una posición inferior los sectores de mayor nivel tecnológico. Como señala Molero (2007, p.117), los ingresos procedentes de exportaciones tecnológicas en España son diez veces menores a lo que obtienen las economías más ricas de la Unión Europea. Matesanz y Rubieira (2007 p.71) añaden que como los productos avanzados son generalmente de mayor valor añadido y además presentan una demanda creciente en las economías desarrolladas, es indudable que la 7 especialización productiva industrial de nuestro país está agravando el tradicional déficit comercial de la economía española, España Actividades 1995 UE-25 2005 1995 2005 Industrias avanzadas Demanda y contenido tecnológico altos Industrias intermedias Demanda y contenido tecnológico medios Industrias tradicionales Demanda y contenido tecnológico bajos 7,4 5,8 11,5 11,6 31,5 32,5 35,5 37,6 61,2 61,7 53,0 50,8 TOTAL 100 100 100 100 Fuente: Tomado de Myro y Gandoy (2007) Tabla 1. Participación de las actividades industriales en el valor añadido según su contenido tecnológico Hasta ahora hemos querido poner de relevancia que si bien la economía española desde la segunda mitad de los 90 experimentó una prolongada etapa de crecimiento con tasas por encima de la media europea, dicho crecimiento ha estado exento de progreso técnico y mejoras en la productividad, lo que ha llevado a aumentar la brecha con otros países desarrollados. Como señala Myro (2007, p.60): «con el gradual desarrollo de la economía española, la posibilidad de incorporación de conocimientos foráneos se ha ido reduciendo, desvelando la limitada capacidad que posee España para la innovación, lo que explica el lento avance del progreso tecnológico registrado por la economía española desde 1995». En la misma línea Molero, J. (2007, p. 112) afirma que «el desarrollo económico en España ha estado marcado por la incapacidad para crear los inputs tecnológicos que el sistema ha necesitado a lo largo del proceso de industrialización». Así pues, el crecimiento español a primera vista presenta dos problemas: en primer lugar, se ha basado en un uso extensivo del factor trabajo y no en incrementos en la productividad. En segundo lugar, el modelo no conduce a un crecimiento con mayores salarios reales ya que, a largo plazo, están directamente relacionados con el crecimiento en la productividad. A menudo escuchamos que el modelo productivo español está agotado y parece ser que hay varias razones que apuntan a ello: por un 8 lado, la demanda interna ya no puede ser el motor del crecimiento, un rasgo de la etapa expansiva anterior nada común en otras economías desarrolladas; por otro lado, desde la oferta, los sectores que han sido más dinámicos no pueden jugar de nuevo ese papel dinamizador (a su vez dependiente de la demanda interna). Si a todo esto añadimos los efectos de la globalización de los que ahora nos ocuparemos llegamos a la conclusión de que la única vía para poder crecer a largo plazo y conseguir aumentar los salarios reales será el incremento en la productividad, que sólo podrá alcanzarse con mayores niveles de innovación. 3. El papel de la productividad y la innovación en el actual contexto internacional. La economía española se enfrenta a un mundo más globalizado con un importantísimo flujo de intercambios de bienes y servicios, trabajo, y capital entre países. Las razones de este incremento en los flujos internacionales, más fuerte en las dos últimas décadas, han sido fundamentalmente tres. Una, la mayor libertad en los intercambios económicos, que a partir de la segunda mitad del siglo XX ha tenido un carácter más institucional con la creación de organizaciones como el GATT y más tarde la OMC. La segunda razón, ha sido el progreso técnico que conduce a una disminución en los costes de transporte, de información y comunicación, lo que reduce distancias tanto entre consumidores como entre productores. Y, en tercer lugar, la entrada en escena de nuevos países en desarrollo o países emergentes. Estos tres hechos interaccionan entre sí, configurando un nuevo marco económico que condicionará el éxito competitivo de la economía española y su crecimiento a largo plazo. Veamos cuáles son las características más relevantes de dicho marco económico internacional que nos ayudarán a comprender el importante papel de la innovación y la productividad en el crecimiento económico. La liberalización de los mercados ha provocado un aumento en la competencia y en el tamaño de los mercados, que permite, en mayor medida, que cada territorio se especialice en aquellas producciones en las que puede alcanzar ventajas competitivas en la terminología de Porter (1990). Con el tiempo el incremento de la competencia internacional está llevando, y llevará aún más en el futuro, a que las economías se especialicen en aquellas actividades en las que alcancen ventaja comparativa a nivel internacional. Es necesario destacar que la especialización adoptada por las economías 9 marcará el nivel de salario real que puedan alcanzar, y que además, en un contexto globalizado, las posibilidades de alcanzar ventajas comparativas para un país dependerán, en gran medida, de las decisiones tomadas por otros países. Otro efecto derivado de la globalización y el progreso técnico ha sido la mayor movilidad del capital que está permitiendo a las empresas organizar su producción a escala internacional, dividiéndola en fases y realizando, algunas o cada una ellas en diferentes países, en función de las características de la producción en cuanto a las necesidades de cualificación y a los costes de la mano de obra. Es decir, la liberalización de los mercados y los avances tecnológicos han estimulado la desintegración del proceso productivo, las empresas, cada vez en mayor medida organizan su producción pensando en un mercado global. Cada vez más encuentran beneficioso deslocalizar volúmenes crecientes del proceso productivo en otros lugares de acuerdo a las ventajas comparativas, Feenstra (1998) y, hay países que se especializan en distintas fases de la cadena de valor, Hummels et al. (1997). La globalización ha estimulado el cambio de los llamados modelos de producción fordista en los que se tendía a integrar verticalmente la producción en factorías de gran tamaño, a un esquema organizativo basado en la descentralización de la actividad en subunidades productivas localizadas en diferentes países, en función de las expectativas de rentabilidad de las distintas localizaciones. Varios economistas nos señalan este cambio, Krugman (1996), Leamer (1996) y Antweiler et al (1997). Cada vez más empresas se irán relocalizando hacia aquellos territorios que contando con un nivel de cualificación inicial requerido tengan menos costes de producción. Otro de los hechos que marcan el contexto internacional es la entrada en escena de los países emergentes. La tendencia hacia una mayor división del trabajo a escala mundial, hace pensar que la inversión productiva hacia estos países será cada vez mayor. Los bajos costes laborales en relación a la productividad serán un atractivo para muchas actividades, especialmente aquellas -como es el caso de las manufacturas-, donde muchas fases del proceso de producción no requieren de forma intensiva un capital humano altamente cualificado. Al igual que ocurrió en España en el periodo de industrialización iniciado tras El Plan de Estabilización, hoy, los países emergentes a través de la importación de tecnología y el proceso de difusión del conocimiento que ello conlleva, incrementan su productividad y su renta. Es previsible que, en no 10 demasiado tiempo, estas economías, mejoren su capital humano. En el futuro, a medida que estos países se desarrollen previsiblemente aumentarán los salarios reales, diluyéndose las ventajas iniciales que les permitieron conseguir el aumento en su renta per cápita. En los países desarrollados, las actividades que son intensivas en mano de obra no cualificada están amenazadas por la producción de muchos países emergentes, que son capaces de producir estos bienes a menores costes. En muchos casos, los menores costes provienen de la inexistencia de protección social para los trabajadores, algunos argumentan que en muchas actividades los países emergentes son más competitivos porque sus empleados trabajan en unas condiciones laborales insanas y sin ningún tipo de protección social, lo que se conoce como dumping social. Pero, muchas veces, la alternativa para estos países les llevaría a mayores niveles de pobreza. En todo caso, las malas condiciones laborales en procesos de industrialización no son nada nuevo, en la revolución industrial inglesa y los inicios de la industrialización en Europa y Estados Unidos también se dieron unas duras condiciones laborales para los trabajadores. En resumen, en este contexto de libre movilidad de los capitales, la entrada en escena de los países emergentes, supone una importante competencia como países atractores de inversión extranjera. La economía española se enfrenta a un entorno de creciente competencia con países desarrollados que como veremos son más innovadores y tienen más capacidad para ofrecer productos de contenido tecnológico más avanzado y generadores de mayor productividad. Junto a estos también compiten los países emergentes que atraerán la inversión en producciones con medio y bajo contenido tecnológico partiendo de costes laborales bastante menores. Para mantener la competitividad, dados nuestros costes actuales, deberemos especializarnos en actividades que tengan buenos niveles de productividad. Pero, a diferencia de lo ocurrido en épocas anteriores, la economía española no puede basar su competitividad en los incrementos de productividad derivados de la captación de la inversión extranjera, ni tampoco en la importación de tecnología, pues también, otros países con menores costes laborales atraen dicha inversión, y tienen capacidad de importar tecnología. La vía para incrementar la productividad debe ser la generación de innovación que permita elevar la productividad y generar productos de mayor contenido tecnológico y valor añadido. En caso contrario, podrían cumplirse los escenarios más pesimistas en cuanto al crecimiento económico español, como señaló hace algo más de 11 un año, el último premio Nobel 1 , al pronosticar que en España la situación puede ser “aterradora” si no se eleva la productividad, pues muchos sectores tendrán que bajar los salarios a largo plazo. Ante esta situación la economía española necesita incrementar su innovación y mejorar la productividad como única salida para ser competitiva y mantener un crecimiento en el PIB per cápita. Por lo tanto hay que valorar la calidad, la innovación, el diseño, la marca consolidada y el contenido tecnológico de las actividades. 4. Innovación y productividad en la economía española. Se ha contrastado que en el conjunto de países desarrollados el nivel de renta per capita a largo plazo está directamente relacionado con el esfuerzo en innovación, educación y formación. Los países que alcanzan mayores niveles de renta per cápita son los que realizan un mayor esfuerzo en I+D+i y más recursos destinan a la producción de actividades de alto contenido tecnológico. Estas economías no basan su competitividad en los bajos costes de producir sino en el alto valor añadido que generan. Fue a partir del descubrimiento de Solow (1956) al comprobar empíricamente que el crecimiento en la renta per cápita a largo plazo se debía sobre todo al incremento en la productividad de los inputs, subsumidos en el cambio tecnológico, cuando se comenzó a estudiar de forma sistemática la innovación. Comenzaron a cobrar importancia, en las explicaciones del crecimiento, aspectos tales como la incorporación de los avances tecnológicos y la formación y educación del input trabajo. En este contexto cobran relevancia los modelos de crecimiento endógeno de Romer (1990) y Grossman y Helpman, (1991) que enfatizan el rol de la existencia de un sector de investigación y desarrollo en la economía como fuente del proceso de innovación, destacando la importancia de dicho sector en la creación de nuevos conocimientos o diseños, aspectos que permitirán el crecimiento. El stock de conocimientos crece por un aumento en la productividad del capital humano, o por un incremento de ese factor, considerado como una variable exógena. La innovación resulta crucial para el crecimiento económico a largo plazo de un país, ya que estimula la productividad y por tanto la competitividad de las empresas, 1 Recogidos en los distintos medios de prensa, 16 de marzo de 2009. 12 bien por reducir los costes permitiendo una disminución de los precios de los bienes y servicios finales ofrecidos por estas (Wilson, 2003), o bien generando bienes y servicios con mayor valor añadido. Estos efectos positivos aumentarán el empleo y posiblemente la renta per capita a largo plazo. Una de las definiciones de innovación más comúnmente utilizadas es la propuesta por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en su Manual de Oslo (1996) que define la innovación como la implementación con éxito de un producto o proceso nuevo -innovación radical- o significativamente mejorado -innovación incremental- en el mercado o en la empresa. En el 2005, se incluye en la definición de innovación la implementación de cambios organizativos o de marketing en la empresa. Los cambios organizativos están relacionados con la organización del lugar de trabajo o a las relaciones externas. Por otro lado, la innovación a través del marketing hace referencia a cuestiones relativas al diseño o empaquetado del producto, su estrategia de precios, cambios en su forma de promoción o sus canales de venta, Zozaya (2005). Como demuestran los resultados que arrojan distintos indicadores, la economía española es menos innovadora que la UE-15, y está lejos de países como Japón y Estados Unidos. La innovación se refleja en patentes, también en copyrights, los registros de diseño y las marcas comerciales, también puede utilizarse como indicador las publicaciones científicas. La gráfica 4 muestra la posición de España respecto a otros países en base al número de patentes por millón de habitantes. Aunque no puede considerarse que las patentes son la única evidencia de innovación, la posición ocupada por España no deja lugar a dudas sobre su baja capacidad innovadora. Si atendemos a la posición que ha alcanzado en muchos indicadores de tecnología en las clasificaciones económicas internacionales, España presenta un retraso tecnológico con relación a la UE-15 y otras economías desarrolladas de los países de la OCDE. El informe de la Comisión sobre la investigación en Europa publicado en el año 2005 afirma que España no parece converger con la UE en la creación y desarrollo de una economía basada en el conocimiento. Molero (2007, 2009) advierte que España se sitúa entre las economías que presentan una posición más desfavorable en el ámbito de la innovación, y Myro (2007, p.61) añade que «España necesita urgentemente reforzar su capacidad de innovación, como mecanismo de incremento de la productividad del trabajo». 13 Patentes por cada millón de habitantes, año 2005 Li t Buuan lg ia Po ari lo a Es Es nia t lo on va ia Cr qu o ia Re Le aci pú t a bl G oni ica re a C ci Po he a r ca Hu tug n al Chgría ip M re Es alt Es p a lo aña ve Irl nia Caand a Re nad in It a o al U ia Is nid la o Es Nor ndia u ta do U ega s EUn 27 Fr ido an s Zo Bél cia na gic e a Ja uro Di Au pón na st m ria Lu Ho arc xe la a m nd Fi bur a nl g an o S d Al ue ia em ci a Li ec Sani ht u a en iz st a ei n 800 700 600 500 400 300 200 100 0 Fuente: Eurostat (2009) y elaboración propia Gráfica 4. Patentes por cada millón de habitantes, registros de la Oficina Europea de Patentes El informe de la Comisión Europea (2004): European Innovation Scoreboard que analiza la evolución en el ámbito de la innovación considera que EE UU, Japón y los países escandinavos forman el grupo de países líderes. Francia, Reino Unido, los Países Bajos e Italia, pertenecen al grupo de desempeño medio. La mayoría de países de Europa del este, con desempeños menores a la media de la Unión Europea, se distribuyen entre dos tipos de países: los que muestran avances, llamados “catching up”, y los que proporcionan muestras de quedarse atrás llamados “losing ground”. El informe del 2004, colocaba a España en el grupo de países “catching up”. Pero como apunta Zozaya (2005) ese año, a causa del crecimiento negativo del conjunto de indicadores, España se sitúa en el grupo de países “losing ground”. Según el Networked Readiness Index, construido a partir de indicadores sobre innovación, España se sitúa en año 2004 en el puesto 29 de este ranking, World Economic Forum (2005). Basándonos en la Comisión Europea los inputs que determinan la innovación se pueden agrupar en varios factores: el capital humano, el esfuerzo en I+D, el grado de implantación y desarrollo de las TIC, el espíritu empresarial, el acceso de las empresas a la financiación especialmente a las innovadoras, los incentivos y beneficios fiscales a la innovación, la flexibilidad del marco regulatorio y administrativo, la transferencia y difusión del conocimiento, y el desarrollo sostenible. Veamos como se comportan algunos de dichos inputs en la economía española. 14 En el año 1995 el esfuerzo de España en I+D representaba el 0,81% del PIB y en el año 2008 el valor de dicho indicador ha sido de 1,35 %, frente a la UE-27 que alcanzó un valor de 1,9 % según Eurostat. El menor esfuerzo en I+D que realiza España resulta más evidente si se compara con el esfuerzo realizado por algunos países del Norte de Europa donde el gasto en I+D llega a superar el 3,5 % del PIB. Aunque hemos hablado en primer lugar del gasto en I+D, en la capacidad de innovación juega un papel clave el capital humano. Si bien es cierto que el porcentaje de gasto en I+D es inferior al otros países similares en nivel de desarrollo, este no explica el tan bajo nivel de innovación, desde el punto de vista de la creación de patentes. Gasto en I+D en porcentaje sobre el PIB, año 2007 Es l ov a Bu qu lg ía G aria r Po eci l a Le oni a Tu toni rq a C uí ro a Li ac tu iá H an u n ia Es grí a Po ton rtu ia Es ga pa l R ep E Irla ña ú b sl n d li ov a Lu ca C en xe h ia m ec N bur a or go R Ho ueg e i la a no n U da n EU ido Bé 2 7 Fr lgic a a A n D lem cia in a am ni Es a a ta do Au rca s st U r ia n Is ido Fi lan s nl dia an Su dia ec ia 4 3,5 3 2,5 2 1,5 1 0,5 0 Fuente: Eurostat (2009) y elaboración propia Gráfica 5. Esfuerzo en I+D, varios países. El capital humano es otro aspecto clave de la capacidad de innovación. Como ya hemos dicho, en términos de largo plazo el crecimiento de la productividad determinará el crecimiento de la renta per cápita. El nivel de productividad depende evidentemente de la cualificación de los trabajadores y de la incorporación de capital físico. Más allá de las mejoras en productividad que se alcanzan por la utilización de tecnología incorporada cada vez más avanzada también son muy importantes las mejoras de carácter organizativo y de gestión. Las mejoras en el capital humano que permitan incrementar la productividad a través de la innovación pasan, en nuestro caso, por mejorar la educación y la formación, como fuentes del crecimiento del capital humano. En el informe PISA 2 (Programme for 2 Está concebido como un recurso para ofrecer información abundante y detallada a los países miembros, para que adopten las decisiones y políticas públicas encaminadas a mejorar los niveles educativos. 15 International Student Assessment) España aparece como país con diferencia estadísticamente significativa por debajo de la media de la OCDE en varias áreas de conocimiento (Pisa pp. 64-308 y 328). Quizás este tipo de informes en los que se refleja que el nivel de educación en España es mejorable nos pueden llevar a pensar que la baja capacidad de innovación es consecuencia, en cierto grado de un mejorable nivel educativo. Sin embargo, la capacidad de innovación envuelve aspectos que van mucho más allá de las capacidades que adquirimos a través de la educación en las aulas, también depende de aspectos de carácter social, institucional y político o cultural. El gasto español en tecnologías de la información respecto del PIB está a la cola de Europa, siendo superado incluso por Italia o Portugal, lo que dificulta la reducción de la brecha tecnológica que nos separa de los líderes. En el Innovation Scoreboard 2005 de la UE, las actuales fortalezas relativas de España radican en el elevado peso relativo de las marcas comunitarias registradas y en el elevado porcentaje de la población que cuenta con estudios La mayor debilidad española actual se encuentra en el escaso número de patentes registradas. Otra debilidad resaltada en el informe es la escasa cooperación entre las PYME y otros agentes, la insuficiente implicación del sector empresarial en la inversión de I+D, los insuficientemente desarrollados sistemas de capital riesgo y el escaso porcentaje de exportaciones de productos de alta tecnología. Manufacturas TIC sobre el valor añadido del sector manufacturero, en %, año 2006 S Au pai n s Po tra rtu lia g G al re 1 Be cia lg 1 E s i ca lo 1 v H enia ol an da Ita C li a an N ad o R D ru a ep in e úb am ga lic a a rca C he Fr ca an ci Al Aus a e m tr a ia M nia ex 1 ic o R ei Es 3 no to m U nia Es edi nido ta a O 4 do C s D U E n Su ido ec s ia Irl 4 an H da un Ja gría p Fi ón nl 2 an Is día ra C el 5 or ea 1 25 20 15 10 5 0 Fuente: Eurostat (2009) y elaboración propia Gráfica 6. Las manufacturas relacionadas con las TIC, varios países 16 Contribución al crecimiento del PIB It De aly nm ar k Ja pa n Fr an c Be e lg iu Sw m ed en Fi nl an Po d Un rtu ite ga d Ki ng l do Ne m th er la nd s Sp Un ai ite n d St at es Ire la nd G er m an y 1,00 0,80 0,60 0,40 0,20 0,00 -0,20 empleados capital-TIC Capital-no TIC Productividad multifactor Fuente: OECD (2009) y elaboración propia Gráfica 7. Factores de productividad, aportación al crecimiento del PIB En resumen, las empresas españolas innovan bastante menos que sus vecinas europeas. Hay varias razones que explican este comportamiento. Por un lado, el menor tamaño de las empresas españolas junto a una especialización en sectores maduros de menos carácter innovador. Por otro lado, la insuficiente cultura innovadora dificulta la generación y absorción de ideas. Es destacable, en España el bajo esfuerzo dedicado a la I+D especialmente en el caso del sector privado. Respecto al Capital Humano existe una falta de cualificación del personal junto a un escaso espíritu emprendedor. Zozaya (2005) afirma que «las barreras administrativas y financieras dificultan el correcto funcionamiento y puesta en marcha de empresas innovadoras. El mayor problema parece radicar en la escasa capacidad de transferencia de conocimiento del sistema. Todo esto se ve agravado por carencias en el aprovechamiento de las TIC». 5. La Política económica para la innovación y retos futuros Como hemos ido exponiendo en apartados precedentes, el comportamiento de la productividad es el aspecto que determina el nivel de competitividad y el nivel de renta per capita que una economía puede alcanzar a largo plazo. La causa de la reducción observada en el crecimiento de la productividad en España, se ha debido a una especialización productiva caracterizada por una creciente importancia del valor añadido generado por sectores de baja productividad. La mejora de la productividad es, hoy por hoy, uno de los aspectos fundamentales que guía la política económica y dicha 17 mejora requiere un cambio en la especialización productiva en la que se intensifique el peso de las actividades que proporcionan mayor productividad y valor añadido, lo que, en el entorno internacional actual, requerirá un aumento en la innovación. Para Espinosa de los Monteros y Boceta (2005), de cara al futuro es preciso seguir acelerando el cambio desde actividades industriales de contenido tecnológico bajo o intermedio hacia los de contenido más elevado, destacando que la producción española sigue basada en sectores muy vulnerables a la competencia internacional en precios, y por tanto, muy afectados por los procesos de deslocalización. La concienciación del importante papel de la productividad en el crecimiento a largo plazo y la puesta en marcha de La Agenda de Lisboa están otorgando un papel importante a la política industrial y al fomento a la I+D+i en los últimos años. En primer lugar, las actividades industriales suelen presentar más productividad que las actividades relacionadas con otros sectores como el primario o los servicios; en segundo lugar, durante la última década, ha disminuido la participación de la industria en la economía, algo que también ha ocurrido en otros países europeos, aunque quizás en menor medida. En esta línea, la Comisión Europea (2005) sitúa de nuevo a la industria como el sector crucial para la recuperación de la competitividad europea. Actualmente el punto débil de la competitividad de muchas economías europeas y entre ellas España, esta relacionada con la baja intensidad del esfuerzo empresarial en I+D+i, y hacia ello se reorientan las políticas públicas. Los objetivos marcados por la Estrategia de Lisboa: hacer de la UE en el 2010 una “economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica del mundo, capaz de crecer económicamente de manera sostenible con más y mejores empleos y con mayor cohesión social”, dan un papel prioritario al esfuerzo innovador. Realizar una descripción de las diferentes medidas e instituciones que participan en las políticas de fomento a la innovación es una tarea que excede el objetivo de este trabajo. No solo por la cantidad de alternativas y medidas que pueden existir sino debido a la complejidad en las estructuras administrativas que participan, dado el nivel de descentralización existente. «En el caso de la política de innovación se podría hablar de un “modelo multinivel” en cuya elaboración y gestión intervienen profusamente, además de los actores institucionales tradicionales (nacionales y europeos), agentes y autoridades regionales, las actuaciones de promoción de la innovación llegan a las 18 empresas a través de un sistema escalonado complejo, en el que las regiones, como administraciones más cercanas al tejido empresarial, suelen actuar como gestoras e implementadotas, no sólo de sus propios programas, sino también de los de administraciones supranacionales (en virtud del principio de subsidiariedad) y también de algunas acciones de carácter estatal», Fernandez de Lucio et al (2007). La Figura 1 muestra dicha complejidad. Fuente Fernández de Lucio et al (2007) Figura La política de innovación es España España es, junto con Bélgica, el país en el que las medidas de apoyo a las empresas de carácter subnacional tienen mayor peso, representan el 70,9% y el 75,3% respectivamente. En el extremo opuesto estaría Francia, donde el 98% de las acciones de apoyo a las empresas se adoptan desde la Administración Central, Fernandez de Lucio et al (2007) Teniendo en consideración la gran diversidad de medidas de fomento a la innovación existentes en los planes de las diferentes comunidades autónomas, centrémonos en cuales han sido las principales medidas tomadas a nivel nacional. En el año 2005, y en consonancia con la Agenda de Lisboa, y el apoyo del Fondo de Cohesión, el gobierno español lanzó el programa INGENIO 2010, con el objetivo de 19 ayudar a reducir la brecha o retraso existente en el esfuerzo en I+D+i respecto a otros países europeos. En este programa el gobierno se estableció como meta, alcanzar un gasto en I+D+i del 2% del PIB en 2010 y que la contribución empresarial a dicho gasto alcanzase un 55% de dicha inversión. El plan INGENIO 2010 engloba actuaciones que también pueden considerarse como parte de la política industrial, en particular los proyectos consorciados CENIT, que reúnen en grandes proyectos comunes a empresas y centros de investigación. Otra medida que también podemos incluir en esta línea de fomento a la innovación es el programa Avanza, que pretende mejorar la utilización de las TIC’s por las empresas pequeñas. Por último, en este breve repaso destacan las medidas de apoyo a la innovación de pequeñas y medianas empresas como son, el apoyo a los Centros tecnológicos, el programa Innoempresa, cuyo objetivo es impulsar la innovación y modernización en tecnologías y gestión, y las Agrupaciones Empresariales Innovadoras (AEI o clusters innovadores). Como última medida destinada a la mejora de la competitividad de las empresas españolas y la búsqueda de una mejora en la productividad destacamos el reciente Plan Integral de Política Industrial 2020 (PIN 2020). Aunque es pronto para juzgar la efectividad de las medidas de reciente aplicación, pues la mejora de la competitividad de las empresas mediante aumentos en la innovación no es algo que se consiga a corto plazo, también es cierto que las políticas de innovación, con las ayudas a la I+D+i llevan aplicándose en España desde mediados de los 80, por lo que sí podemos realizar ciertas valoraciones sobre la efectividad de estas medidas. El esfuerzo en I+D+i en España se encuentra aún a una distancia considerable del principal objetivo fijado en la Estrategia de Lisboa: alcanzar en 2010 una inversión media europea en I+D+i del 3% del PIB, después fijado en un 2%. En el 2008 la inversión española se sitúa en el 1,35% del PIB, constituyendo la inversión privada el 55% de la misma, cuando el objetivo europeo es que esta partida alcance dos tercios del total. Mientras que el gasto en I+D se ha ido aproximando o convergiendo a la medida europea no ha ocurrido lo mismo con la innovación. Es decir, parece ser que el problema de la economía española es la transformación del esfuerzo investigador en innovaciones reales. Además si observamos el esfuerzo en I+D vemos que este ha 20 convergido por el mayor gasto procedente del sector público no por la inversión privada. (Ver gráficas 8,9 y 10). Este comportamiento es un reflejo del bajo esfuerzo innovador de las empresas españolas si la comparamos con otros países europeos, pasemos a analizar posibles causas de este comportamiento. Gato I+D, procentaje sobre el PIB 4,5 4,0 3,5 3,0 2,5 2,0 1,5 1,0 0,5 0,0 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 UE27 Dinamarca Alemania España Italia Portugal Suecia Reino Unido Francia Fuente: Eurostat (2010) Gráfica 8. Evolución del Gasto en I+D en varios países europeos gasto en I+D por parte de las empresas, porcentaje sobre el PIB 3,5 3,0 2,5 2,0 1,5 1,0 0,5 0,0 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 UE27 Dinamarca Alemania España Italia Portugal Suecia Reino Unido 2007 2008 2009 Francia Fuente. Eurostat (2010) Gráfica 9. Evolución del gasto en I+D de las empresas, varios países europeos 21 gasto en I+D año 2008 3,00 2,50 2,00 1,50 1,00 0,50 0,00 UE 27 Ita lia Di Ja Es Fr Re Al Po Es na em an pó ta pa rtu in m d n o c an ña ga os ia a U rc ia l ni Un a do id os gasto de las empresas Resto Su ec i a Fuente: Eurostat (2010) Gráfica 10. Participación de las empresas y otras entidades en el gasto en I+D Un reciente estudio del Banco de España 3 proporciona posibles claves sobre el origen de la reducida inversión privada en I+D en España, afirmando que puede deberse no solo a la menor producción de innovaciones, sino también al hecho de que las empresas que no realizan actividades propias de I + D tienen mayores dificultades para entender, asimilar y sacar provecho de la investigación realizada por otros agentes, singularmente por el sector público. Con otras palabras, las empresas que no realizan actividades propias de I+D tiene dificultades para absorber e incorporar a su proceso productivo el conocimiento generado. En este sentido, parte del esfuerzo inversor realizado por el sector público español durante los últimos años podría estar teniendo un impacto menor de lo esperado La capacidad de absorción se define como la capacidad para entender, asimilar y aprovechar, la generación ajena de conocimiento incorporándola a su propio proceso productivo, Cohen y Levinthal (1989). Esta capacidad podría estar relacionada con factores vinculados con el capital humano, como el nivel educativo del personal, la formación dentro de la empresa o la temporalidad del empleo, aspectos en los que las empresas españolas presentan, en general, brechas negativas respecto a sus competidoras europeas. 3 Banco de España (2010): La innovación en España: el papel de la difusión tecnológica y la capacidad de absorción de las empresas. 22 El fundamento teórico que explica la relación entre la calidad del capital humano y la capacidad de absorción se basa en que el conocimiento generado en una empresa descansa en la experiencia técnica y en el know-how de sus empleados, de forma que es esa cualificación del personal la que determina la capacidad de la misma para comprender e incorporar el conocimiento generado por otros 4 . La estabilidad en el empleo además de los aspectos relativos a la cualificación, también se ha revelado como determinante del comportamiento innovador. Michie y Sheehan (2003) han encontrado que la persistencia de una elevada temporalidad se ha demostrado perjudicial para la innovación Los resultados obtenidos, de cara a mejorar la efectividad de las políticas de estimulo a la innovación, sugieren que las medidas destinadas al fomento de la investigación y creación de conocimiento deben complementarse con políticas que mejoren la cualificación de la fuerza laboral. 5 . Por otra parte, estos resultados apuntan a que las medidas que fomenten la estabilidad del empleo en las empresas y que incentiven su inversión en la formación de los trabajadores contribuirán a incrementar la probabilidad de que estas empresas realicen actividades innovadoras que generen nuevos productos y empleos y contribuyan a modificar el patrón de crecimiento de la economía española. 6. Conclusiones Durante la última expansión económica el crecimiento económico español, se ha basado sobre todo en aumentos en el empleo y no en la productividad. Esta situación contrasta con la de muchos otros países desarrollados donde, tradicionalmente, los incrementos en la renta per capita se explican por aumentos en la productividad. El crecimiento en la renta sin mejoras en la productividad, o en algunos casos incluso con disminuciones, es una característica específica de la economía española de los últimos diez años. El lento e incluso inexistente crecimiento de la productividad en los últimos años, es el reflejo de una especialización productiva en la que han aumentado en 4 5 Banco de España (2010), Bartel y Lichtenberg (1987), Vinding (2006) Banco de España (2010) 23 participación sobre el PIB actividades con baja productividad. Si comparamos la economía española con otras economías desarrolladas, España se ha centrado, en mayor medida, en actividades con poca productividad y baja incorporación de tecnología como comercio, turismo y construcción. El actual entorno económico mundial se caracteriza por un creciente proceso de liberalización en los intercambios de bienes, servicios, capitales y factores, unido a los importantes avances tecnológicos y a la entrada de nuevos países en el escenario económico internacional. En este contexto, se incrementa la competencia que adquiere una escala global, aparece una división del trabajo a escala internacional y una tendencia hacia la especialización productiva. Los países desarrollados incrementan su especialización en servicios, y las manufacturas se desplazan hacia los nuevos países emergentes. El modelo de crecimiento que ha caracterizado a la economía española en los últimos años está agotado. Por un lado, no podemos seguir basando el crecimiento en la demanda interna, y por otro, los sectores que más han crecido en el último periodo expansivo no pueden seguir jugando el papel de motores del crecimiento. En un contexto caracterizado por la liberalización de los intercambios, progreso técnico y entrada en escena de países con costes laborales muy inferiores, España no puede basar su crecimiento en mayores incorporaciones de factor trabajo, para crecer a largo plazo debe mejorar su competitividad, lo que pasa por conseguir incrementos en la productividad. En el actual panorama mundial, el crecimiento de la producción per capita en España, a largo plazo, tiene una única vía posible: incrementar la innovación. Con otras palabras, sin aumentos en la innovación no será posible mantener un crecimiento sostenido en los salarios reales. Por un lado, la economía española se enfrenta a la creciente competencia de países más desarrollados que son más innovadores y tienen más capacidad de producir bienes y servicios de contenido tecnológico alto. Por otro, la aparición de los países emergentes supone un incremento en la competencia de aquellos bienes y servicios con un contenido tecnológico medio o bajo que no requieren importantes niveles de cualificación de la mano de obra. Los menores costes laborales y de producción en estas economías, nos impiden competir. Así pues, la economía española se encuentra 24 Los distintos indicadores consultados sobre la capacidad tecnológica e innovadora de la economía española, la sitúan en una posición de retraso tecnológico respecto a la media de UE-15 y lejos de países como EEUU, Japón o los países escandinavos. La economía española debe realizar un serio esfuerzo para mejorar su capacidad de innovación. Para ello deberá mejorar entre otros aspectos, la inversión empresarial en I+D y aumentar el espíritu innovador, mejorar la penetración de las TIC en la sociedad y la cualificación del Capital Humano. Por último, cabe destacar, que el gasto en I+D y la generación de innovaciones por parte de las empresas españolas es significativamente menor a la de muchos países europeos, brecha que se amplía si comparamos nuestra economía con países como Estados Unidos y Japón. La baja capacidad innovadora de las empresas españolas parece estar relacionada con una deficiente capacidad de absorción y difusión del conocimiento. Esta menor capacidad tiene que ver con la existencia de gran cantidad de empresas que no realizan ninguna I+D, además en muchos casos la insuficiente cualificación del capital humano, así como aspectos relacionados con la estabilidad en el empleo, limitan el aprovechamiento del conocimiento que se crea y se difunde. Esta cuestión nos parece relevante en lo referente al diseño de las políticas de I+D, cuyo éxito requerirá la existencia de un capital humano cualificado, que sea capaz de absorber y aprovechar la generación de conocimiento que proviene de la I+D pública. Si comparamos algunos indicadores que se considera pueden afectar a la capacidad de absorción de la investigación y el conocimiento, se destaca que existe una importante brecha negativa en la formación de las empresas españolas en comparación con otras economías europeas. 25 7. Referencias ANTWEILER,W. y TREFLER, D. (2000), «Increasing returns and all that: A view from trade». NBER Working Paper Nº 7941. BANCO DE ESPAÑA (2010): «La innovación en España: el papel de la difusión tecnológica y la capacidad de absorción de las empresas». BARTEL, A.P. y LICHTENBERG, F.R. (1987): «The comparative advantage of educated workers in implementing new technology». The Review of Economics and Statistics, vol. 69, nº1. CASTANY, L. y XIFRÉ, R. (2009), «Productividad, competitividad e innovación en España: Comparación internacional por sectores». Fundación Cotec para la innovación tecnológica. COMMISSION OF THE EUROPEAN COMMUNITIES (2004), «European Innovation Scoreboard 2004. 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