Memorias del Atlántico Advertencia Este texto fue escrito en el contexto de la situación francesa. Resulta evidente que se puede modificarlo y enriquecerlo con análisis específicas de las regiones del litoral iberoatlántico. Hay que reemplazar los términos en negrilla por elementos equivalentes relativos a la situación de esas regiones. En el contorno mediterráneo, varios arsenales históricos se juntaron para crear un programa europeo llamado Navigation du savoir (Navegación del saber). Por otro lado, en paralelo de estas reuniones, una red de museos marítimos se aplica a definir temas comunes de investigación, cuyos resultados se comparten durante coloquios. Lo mismo ocurre en Europa del Norte donde once museos se agruparon para formar el North Sea Maritime Network. Nada como eso en el arco atlántico, que se extiende desde Cádiz hasta el Norte de Escocia, incluyendo el Oeste del canal de la Mancha, pero también el mar de Irlanda y sus islas, el litoral Oeste de Gran Bretaña, e Irlanda. Tal falta de estructura comuna es tanto más preocupante cuanto que la costa Atlántica europea tiende a la marginación por el desplazamiento de los grandes ejes económicos y culturales hacia el Este y el Sur del continente. Ya es hora de reaccionar para mejor sacar provecho de la rica herencia marítima, que representa hoy una de las potencialidades de dicho litoral. Por cierto, lo que designamos aquí como la Memoria del Atlántico ya está preservada en parte en varios puertos de ese espacio costero. Con toda evidencia, estos últimos necesitan un mayor apoyo para que sean reconocidos sus recursos patrimoniales y que los responsables se movilicen en su favor. No obstante, a pesar de las dificultades políticas y financieras, la indiferencia, hasta la hostilidad, de algunas elites envidiosas de su monopolio intelectual, aquellos puertos ya han sacado resultados: investigaciones que dan lugar a la publicación de libros de consulta; restauración o reconstrucción al idéntico de algunos equipamientos; colecta de objetos y documentos en relación con el modo de vida de las sociedades litorales y portuarias; salvamento de barcos antiguos y construcción de réplicas, conservación del savoir faire en construcción naval, marinería, velería, navegación; fundación de museos marítimos generales, temáticos, de museos ecológicos, y de centros de formación… Sin embargo, la tarea está lejos de ser terminada. La Memoria del Atlántico se presenta bajo varias formas. La memoria material se constituye del patrimonio inmobiliario: puertos, dock, diques secos, muelles, astilleros, material de manutención, fábricas, pescaderías, balizas, marcas, capillas, fortificaciones, pesquerías… Se añade el material flotante: barcos y buques antiguos, barcos faros, boyas, residuos emergidos (cementerios de barcos), enterrados o sumergidos. El patrimonio mobiliario también es de preservar, que sean testimonios gráficos (planos, mapas, cuadros, fotografías), documentos escritos (archivos, libros), u objetos (modelos, medio cascos, herramientas, materiales de pesca, prendas, arcas, instrumentos de navegación…) El patrimonio natural (litoral, ríos, zonas húmedas, flora, fauna) también forma parte de la herencia material que tenemos que preservar. En Francia, las costas Atlánticas ya están muy urbanizadas (más del 60 %), en consecuencia, el litoral virgen que sobrevive es particularmente precioso. Resulta también muy amenazado por la presión de algunos políticos locales y por los reducidos recursos del Conservatoire du littoral (Conservatorio del litoral). Evoluciones perjudiciales aparecen en algunos países como Irlanda, mientras que en Gran Bretaña, supieron cuidar su herencia gracias a la institución del National Trust. Por último, el patrimonio inmaterial también tiene que ser preservado : para empezar, la memoria oral, que permite volver a encontrar las técnicas náuticas, el vocabulario vernáculo, la toponimia y la ictionomia locales, conocer la vida cotidiana de la gente del mar, las creencias, las costumbres, las prácticas religiosas y festivas, las relaciones sociales. La palabra, también es la literatura oral: cantos, cuentos, refranes, fórmulas. Es también, y tal vez sobre todo, todos los savoir faire en relación con las actividades marítimas, desde la confección de materiales de pesca hasta la cocina. Este patrimonio inmaterial es el objeto de la etnología marítima, que se dedica a recoger, analizar y transmitir todo lo que no compete al ámbito de lo escrito en las sociedades litorales antiguas y actuales. Predominan algunas prioridades: En la galaxia de la Memoria Atlántica, varias prioridades de acción se imponen. y Intensificar la colecta oral de la memoria de la gente del mar del siglo XX. En efecto, gran parte de las actividades marítimas tradicionales no dejó huellas escritas. El inventario y el estudio de los patrimonios archivísticos (especialmente los manuscritos privados), indispensables documentaciones de la historia, competen a la misma necesidad. y Desarrollar en las universidades del litoral carreras de historia, etnología y arqueología marítimas y crear bibliotecas especializadas. y Llamar la atención de los poderes públicos y mecenas sobre la necesidad de preservar construcciones litorales de interés patrimonial, a ejemplo de los faros en alta mar amenazados de abandono desde la marcha de los torreros. y Preservar los savoir faire de la construcción naval (remache de los cascos metálicos, carpintería de ribera). Desde hace veinte años, numerosos astilleros que hacen barcos de madera y trabajaban para la pesca o la navegación de recreo han cerrado. Un inventario de los astilleros aún en actividad o recién creados actuará por el reconocimiento de su carácter cultural, de tal manera que puedan beneficiar de una legislación más favorable (desgravaciones fiscales por ejemplo). y Crear polos especializados en la investigación, la construcción y la experimentación de réplicas de barcos históricos, que trabajarían en relación directa con los arqueólogos, los etnólogos y los historiadores. y Sostener los organismos responsables de los barcos del patrimonio. En efecto, estos últimos son sometidos a numerosas vicisitudes dado el carácter oneroso de su conservación y su restauración. Proteger los principales monumentos del patrimonio flotante. Barcos de gran valor histórico, salvados a costa de esfuerzos voluntarios considerables, luego fueron abandonados, especialmente en el País Vasco, en Rosellón, en Bretaña… Entre los barcos restaurados y las réplicas, algunos están en una precaria situación económica por una legislación apremiante que penaliza su utilización y no hace caso de su carácter cultural. Habrá que elaborar un estatuto especial para ellos. y Salvaguardar los residuos, que entrañan numerosos datos arqueológicos, de los cuales a veces son los únicos testigos. Los cementerios de barcos deben ser objeto de estudios y de medidas conservatorias. Se realizará un inventario de los residuos de la costa arenosa baja actual o antigua (salinas, zonas colmadas), gracias a la puesta a punto de métodos de localización y de excavación adaptados. y Desarrollar la arqueología submarina en el poniente, a ejemplo de las excavaciones realizadas en los sitios de l’Aber-Wrac’h, de La Natière, de Port-Berteau o de La Hougue 1 . La explotación museológica y la conservación del mobiliario descubierto tienen que ser aseguradas. y Valorizar la historia de las pescas, del transporte marítimo, de la guerra de corso y de las exploraciones que salieron de los puertos del Atlántico, por publicaciones y exposiciones temporales o permanentes. En efecto, sólo las marinas de Estado son bien representadas en los grandes museos marítimos nacionales y sus delegaciones locales. Para garantizar aquel amplio programa, los puertos del litoral atlántico necesitan juntarse obligatoriamente, para enriquecerse de sus conocimientos mutuos y constituir una fuerza suficiente frente al muro de la indiferencia contra el que se chocan muy a menudo. ¡Qué potencia tendría, en Francia, una estructura que agruparía, por ejemplo, a los actores culturales marítimos de Dunkerque, Etaples, Fécamp, Le Havre, Honfleur, Saint-Vaast-La-Hougue, Cherbourg, Granville, Saint-Malo, Brest, Douarnenez, Concarneau, Lorient, Nantes, Saint-Nazaire, La Rochelle, Rochefort y Saint-Jean-de-Luz 2 ! Por supuesto, esta lista no es nada exhaustiva y tiene que ser completada por las listas de los organismos idénticos de todo el arco Atlántico para adquirir un verdadero peso frente a las instituciones de la comunidad europea. Un coloquio y un gran concurso europeo para motivar a los indecisos. Para iniciar el movimiento e incitar a los indecisos para que se comprometan, la revista Le Chasse-Marée proyecta patrocinar un encuentro de los principales actores de la Memoria del Atlántico durante las Fiestas de Brest 2008. Aquel coloquio podría sentar las bases de un gran concurso europeo que se dirigiría a los puertos ya en posesión de: una red de “personas-recursos” sin las cuales nada de positivo se podrá realizar, instalaciones portuarias patrimoniales restauradas y cuidadas, astilleros de construcción tradicional aún en actividad, un museo marítimo o un centro de experimentación, un equipo organizador de una fiesta regular de buen nivel cultural. En opción, o a falta de uno de los criterios precedentes, los puertos candidatos podrán comprometerse en la reconstrucción de un barco antiguo representativo de su flota pasada, o dirigir una investigación dando lugar a una publicación y una exposición permanente que presentara un aspecto inédito o poco conocido de su historia marítima. Al final del concurso, los puertos elegidos recibirían un label europeo de “Puerto patrimonial vivo” y volverían miembros activos del European Maritime Heritage. Se podrá también imaginar un proceso simplificado para las comunidades más pequeñas. Contactos: Jean-René Donguy Bernard Cadoret 1 2 Reemplazar por lugares o puertos iberoatlánticos (véase la advertencia). Reemplazar por lugares o puertos iberoatlánticos (véase la advertencia).