ACTIVIDADES DE LITERATURA – BACHILLERATO

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ACTIVIDADES DE LITERATURA – BACHILLERATO – GENERACIÓN DEL 98
REGENERACIONISMO
En la base del pensamiento de Joaquín Costa está el profundo pesimismo que se apoderó de los políticos e intelectuales españoles tras el desastre
colonial del 98: Silvela publicaba su artículo “Sin pulso”, el general Polavieja entraba en el gobierno para acabar con el caciquismo, Maura y Canalejas
iniciaban sus reformas… Al final todos eran regeneracionistas, pero el sistema de la Restauración permaneció inalterado hasta el Golpe de Estado de Primo
de Rivera en 1923. El funcionamiento del sistema de la Restauración, y sus prácticas fraudulentas, motivaron algunos escritos de Joaquín Costa en los que
criticó el sistema político oligárquico que se había organizado tras la vuelta de los Borbones.
Ideas: Regeneracionismo desde fuera del sistema. Crítica al sistema político de la Restauración: oligarquía y caciquismo. Entiende que la falta de capacidad
del liberalismo español durante la segunda mitad del XIX para resolver los problemas socioeconómicos del país es el fracaso del régimen liberal. De nada
sirve escribir en las leyes que reconozcan libertades en la “Gaceta”, el BOE de la época, si no se aseguran una educación y un nivel de vida que permitan
ejercerla: “no se cuidaron de afianzarla dándole cuerpo y raíz en el cerebro y en el estómago” “Escuela y despensa” es el eslogan que caracterizó su
pensamiento, que fue mal acogido por los políticos del turno. La propuesta regeneracionista de Costa consistía en el fomento de la educación, que sacara a
España del atraso que vivía y la acercara a Europa: “el que no sabe es como el que no ve y tiene que ir conducido por un lazarillo adonde este quiera
llevarle”. Y en la propuesta de resolver los problemas económicos del país, particularmente el problema agrario, que afectaba a millones de campesinos sin
tierras: “convertir a los braceros en terratenientes”, porque el que “tiene el estómago dependiente de ajenas despensas no puede votar el día de las
elecciones lo que quiera”. Esta es su receta para que el régimen liberal sea real y no sólo un conjunto de palabras escritas en las leyes que no se cumplen. La
limitación del pensamiento regeneracionista es doble: sólo atrajo a las clases medias, que en España eran poco numerosas y muy débiles, no contó con las
clases populares ni los campesinos. La segunda limitación procede de la resistencia a organizar partidos políticos que les ayudaran a hacer propaganda de
sus ideas y a luchar por la toma del poder político, confiando las soluciones a un “cirujano de hierro” que acabara con la corrupción del sistema político.
RICARDO MACÍA PICAVEA
Uno de los principales representantes del Regeneracionismo fue Macías Picavea (1874-1899), quien pensaba que la
solución estaba en atajar y corregir los males de España: una agricultura atrasada, una educación deficiente, un clero
intransigente, una Constitución anticuada y un caciquismo omnipresente.
TEXTO 1
¿Posee España, la patria amada, alientos para seguir viviendo entre los pueblos vivos de la historia? ¿Es mortal, por
el contrario, su agonía, y al fin hemos tocado en la víspera de su desaparición como nación independiente, que cual Polonia y
Turquía, va a ser repartida y devorada en forma de despojos por sus poderosos vecinos? Y, si hemos de vivir, ¿a qué precio y
con cuáles remedios? Y, si no hemos de morir, ¿por qué hemos venido a dar en este trance de muerte? Todo español, puesto
en sobresalto por las terribles lecciones que le rodean y ante el espectáculo de pedazos de patria, de otros españoles,
víctimas ya en estos instantes de la implacable ley de la expatriación, siente planteado ante su conciencia, no sin alarma e
inquietud, este tremendo interrogatorio.
R. Macías Picavea (El problema nacional. Hechos. Causas. Remedios -1899).
1. Comenta el tono pesimista del fragmento (Texto 1).
TEXTO 2.
FRANCISCO SILVELA (Artículo: La España sin pulso, en El Tiempo. 16 de agosto 1898.)
En este famoso artículo, Silvela, compara a
España con un enfermo y da un diagnóstico; España está sin pulso ¿en qué contexto histórico hay que situar el texto?
Quisiéramos oír esas o parecidas palabras brotando de los labios del pueblo; pero no se oye nada: no se percibe
agitación en los espíritus, ni movimiento en las gentes. Los doctores de la política y los facultativos de cabecera estudiarán,
sin duda, el mal: discurrirán sobre sus orígenes, su clasificación y sus remedios; pero el más ajeno a la ciencia que preste
alguna atención a asuntos públicos observa este singular estado de España: dondequiera que se ponga el tacto, no se
encuentra el pulso. Monárquicos, republicanos, conservadores, liberales, todos los que tengan algún interés en que este
cuerpo nacional viva, es fuerza se alarmen y preocupen con tal suceso. Las turbulencias se encauzan; las rebeldías se
reprimen: hasta las locuras se reducen a la razón por la pena o por el acertado régimen: pero el corazón que cesa de latir y va
dejando frías e insensibles todas las regiones del cuerpo, anuncia la descomposición y la muerte al más lego. La guerra con
los ingratos hijos de Cuba no movió una sola fibra del sentimiento popular. Hablaban con elocuencia los oradores en las
cámaras de sacrificar la última peseta y derramar la postrer gota de sangre... de los demás; obsequiaban los Ayuntamientos a
los soldados, que saludaban y marchaban sumisos, trayendo a la memoria el Ave César de los gladiadores romanos: sonaba
la Marcha de Cádiz; aplaudía la prensa, y el país, inerte, dejaba hacer. […] Hay que dejar la mentira y desposarse con la
verdad; hay que abandonar las vanidades y sujetarse a la realidad, reconstituyendo todos los organismos de la vida nacional
sobre los cimientos, modestos, pero firmes, que nuestros medios nos consienten, no sobre las formas huecas de un
convencionalismo que, como a nadie engaña, a todos desalienta y burla. [...] El efecto inevitable del menosprecio de un país
respecto de su poder central es el mismo que en todos los cuerpos vivos produce la anemia y la decadencia de la fuerza
cerebral: primero, la atonía, y después, la disgregación y la muerte. [...] Si pronto no se cambia radicalmente de rumbo, el
riesgo es infinitamente mayor, por lo mismo que es más hondo, y, de remedio imposible, si se acude tarde; el riesgo es el
total quebranto de los vínculos nacionales y la condenación, por nosotros mismos, de nuestro destino como pueblo europeo
y tras de la propia condenación, claro es que no se hará esperar quien en su provecho y en nuestro daño la ejecute.
RAMIRO DE MAEZTU
Ramiro de Maeztu fue un gran ensayista de la Generación del 98 -Combativo, radical, anarquista- no hay que reformar la
sociedad, hay que destruirla y que otra surja de las cenizas (Renacimiento de España). Las ideas de Maeztu se vieron
progresivamente moderadas. Murió fusilado por los republicanos, y las palabras que pronunció momentos antes de morir
pasaron a la historia: “La diferencia entre yo y vosotros es que vosotros no sabéis por qué me matáis, yo sí sé por qué
muero. Muero para que vuestros hijos sean mejores que vosotros”.
A partir de la idea de Parálisis progresiva lanzada por un periódico de la época, el autor traza un cuadro desconsolador y
agridulce de la situación española de finales del s. XIX.
TEXTO 3
HACIA OTRA ESPAÑA (Ramiro de Maeztu)
”De parálisis progresiva califica El liberal la enfermedad que padece España, y presiente para el futuro una convulsión o una
parálisis definitiva.
“Parálisis…Nos complace la palabra. No de otra suerte puede calificarse ese amortiguamiento continuado de la vida colectiva
nacional, que ha disuelto virtualmente en veinte años los partidos políticos, haciendo de sus programas entretenido juego de
caciques.
Parálisis… Así se explica la espantosa indiferencia del país hacia los negocios públicos.., la abstención del cuerpo electoral…, el
desprecio de los lectores de periódicos hacia el artículo político…, la sola lectura del telegrama y de la gacetilla, como si roto
el cordón umbilical entre la nación y el ciudadano, cuantos fenómenos afecten a aquella no interesarán a éste de otro modo
que la ficticia trama de una comedia al público de un teatro.
Parálisis intelectual reflejada en las librerías atestadas de volúmenes sin salida, en la cátedras regentadas por ignaros
profesores interinos, en los periódicos vacíos de ideas y repletos de frases hechas, escritos por el hampa social que lanza al
arroyo la lucha por la vida, en los teatros, donde sólo las estulticias del géneros chico atraen a un público incapaz de
saborear la profundidad de un pensamiento… parálisis bien simbolizada por esa Biblioteca nacional en donde sólo encontré a
un anciano tomando notas de un libro de cocina de Ángel Muro.
Parálisis moral, evidenciada en esos abonos increíbles para las corridas de toros; parálisis moral que se inventa, en tanto se
extiende el hambre en las comarcas andaluzas y 200.000 hermanos nuestros mueren de anemia en los climas tropicales, los
cigarrillos del Khedive de dos, tres y cinco pesetas la cajetilla, para que encuentren modo de gastarse sus rentas los
accionistas de la Trasatlántica y del Banco.
Parálisis imaginativa que ha dado al traste con los entusiasmos y los ensueños de la raza.
Y, para esperanza de curación [evidentemente, es frase irónica que significa lo contrario: "por si fuera poco", "para colmo de
males" "y lo más trágico"], una juventud universitaria sin ideas, sin pena ni gloria, tan bien adaptada a este ambiente de
profunda depresión, que no parece sino que su alma está en el Limbo, ni siente ni padece. Pero no tema El Liberal que tan
penosa enfermedad se desenlace en terribles convulsiones. Son ya tan hondos sus progresos que se ha llevado, no tan solo la
esperanza, sino hasta el deseo de curar.
España prefiere su carrito de paralítico, llevado atrás y adelante por el vaivén de los sucesos ciegos, al rudo trabajo de
rehacer su voluntad y enderezarse.
Para serla agradable, no turbemos su egoísmo de enferma con vanos reproches y aunque la enfermedad acrezca…
¡silencio!...Ni una palabra. Dejémosla dormir; dejémosla morir. Cuando apunte otra España nueva, ¡enterremos alegremente
la que hoy agoniza!
¿Qué debo tener en cuenta de esta lectura? Analizaremos lo más relevante y característico (prestad especial atención a los términos y frases subrayadas en
el texto)
“El saber nos hace libres” Una España sumida en una parálisis intelectual, en la que es frecuente encontrar a “un anciano tomando notas de un
libro de cocina”. En el quinto párrafo vemos una crítica a esa sensibilidad embrutecida del español que llena las corridas de toros, un español “en
minoría de edad”, sumido ya no solo en una parálisis intelectual, sino también moral y ética. Hace alusión a la Guerra de Cuba (1898) “Hermanos
nuestros mueren de anemia en los climas tropicales”. En el sexto párrafo, breve en sí pero poderoso, Maeztu habla de una parálisis imaginativa,
la cual ha matado los ensueños y los entusiasmos de la raza, del “Don Quijote”. Ha muerto la utopía, reinando en España el realismo más atroz.
Maeztu cree en una resurrección de España, pero solo si esta es levantada de nuevo desde sus cenizas.
[…] ¿Qué es hoy Castilla? Recórrase en cualquier dirección. ¿Qué es hoy Castilla? Un páramo horrible poblado por gentes cuya cualidad
característica aparente es el odio al agua y al árbol: ¡las dos fuentes de futura riqueza!
El labriego castellano es pobre y cultiva sus tierras por el sistema de barbecho, cuando el barbecho sólo se concibe en regiones ricas de ganado y
ayunas de pasto. Se me dirá que faltan pastos. Cierto, pero Castilla los ha dado sin resistencias para las guerras.
El labriego castellano carece de aguas... y en lugar de canalizar el Duero talan montes...y se organizan rogativas.
El labriego castellano carece de de abonos animales y en lugar de fabricar abonos químicos, apenas si los usa en contadas comarcas.
El labriego castellano necesita asociarse para lograr introducir más prácticos procedimientos de cultivo. Lejos de hacerlo, malgasta su vida en
pleitear por lo más nimio, y en crear, dentro de cada pueblo, odios que se transmiten de padre a hijo y que le colocan bajo el dominio absoluto del
usurero, del abogado o del cacique.
El labriego castellano, rico o pobre, necesita aprender a cultivar su hacienda y, en lugar de educar a sus hijos en las granjas agrícolas, consume sus
ahorros en hacer de ellos abogados, médicos o sacerdotes, gentes que carecen del amor a la tierra y cuya educación les impulsará a abandonarla,
dejándola en manos de arrendatarios sin entusiasmo y sin ambición. ¡Y esto no puede seguir así!
Este fragmento también de su época noventaiochista, con un estilo elegante y armonioso respira el ardor que le caracterizó en su
juventud. Observa la estructuración anafórica de los párrafos que tiene unos determinados efectos.
JOAQUÍN COSTA
TEXTO 4
“Con esto llegamos como por la mano a determinar los factores que integran esta forma de gobierno y la posición que cada uno
ocupa respecto de los demás.
Esos componentes exteriores son tres: 1º, los oligarcas (los llamados primates, prohombres o notables de cada bando que forman su
“plana mayor", residentes ordinariamente en el centro); 2º, los caciques, de primero, segundo o ulterior grado, diseminados por el
territorio; 3º, el gobernador civil, que les sirve de órgano de comunicación y de instrumento. A esto se reduce fundamentalmente todo el
artificio bajo cuya pesadumbre gime rendida y postrada la Nación.
Oligarcas y caciques constituyen lo que solemos denominar clase directora o gobernante, distribuida o encasillada en “partidos". Pero
aunque se lo llamemos, no lo es; si lo fuese, formaría parte integrante de la Nación, sería orgánica representación de ella, y no es sino un
cuerpo extraño, como pudiera serlo una facción de extranjeros apoderados por la fuerza de Ministerios, Capitanías, telégrafos,
ferrocarriles, baterías y fortalezas para imponer tributos y cobrarlos. […] Si aquellos bandos o facciones hubiesen formado parte de la
Nación, habría gobernando para ella, no exclusivamente para sí;
[...] En las elecciones […] no es el pueblo, sino las clases conservadoras y gobernantes, quienes falsifican el sufragio y corrompen el sistema,
abusando de su posición, de su riqueza, de los resortes de la autoridad y del poder que para dirigir desde él a las masas les había sido
entregado. […].
No he de aconsejar yo que el pueblo de tal o cual provincia, de tal o cual reino, se alce un día como ángel exterminador,
cargando con todo el material explosivo de odio, rencores, injusticias, lágrimas y humillaciones de medio siglo, y recorra el país como en
una visión apocalíptica, aplicando la tea purificadora a todas las fortalezas del nuevo feudalismo civil en que aquel del siglo XV se ha
resuelto, diputaciones, ayuntamientos, alcaldías, delegaciones, agencias, tribunales, gobiernos civiles […] y ahuyente delante de sí a esas
docenas de miserables que le tienen secuestrado lo suyo, su libertad, su dignidad y su derecho, y restablezca en fiel la balanza de la ley,
prostituida por ellos; yo no he de aconsejar, repito, que tal cosa se haga; pero sí digo que mientras el pueblo, la nación, las masas neutras
no tengan gusto por este género de epopeya; que mientras no se hallen en voluntad y en disposición de escribirla y de ejecutarla con todo
cuanto sea preciso y llegando hasta donde sea preciso, todos nuestros esfuerzos serán inútiles, la regeneración del país, será imposible. La
hoces no deben emplearse nunca más que en segar mieses; pero es preciso que los que las manejan sepan que sirven también para segar
otras cosas, si además de segadores quieren ser ciudadanos; mientras lo ignoren, no formarán un pueblo; serán un rebaño a discreción de
un señor; de bota, de zapato o de alpargata, pero de un señor. No he de aconsejar yo que se ponga en acción el “colp de fals” de la canción
catalana, ahora tan en boga, tomando el ejemplo de la revolución francesa por donde mancha; pero sí he de decir que en España esa
revolución está todavía por hacer; que mientras no se extirpe el cacique, no se habrá hecho la revolución […]”.
(Oligarquía y caciquismo)
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- ----------------------------------------TEXTO 5
El pueblo gime en la misma servidumbre que antes, la libertad no ha penetrado en su hogar, su mísera suerte no ha cambiado en
lo más mínimo, como no sea para empeorar, [...] el régimen liberal ha hecho bancarrota. ¿Y sabéis por qué? Porque esa libertad no se
cuidaron más que de escribirla en la “Gaceta”, creyendo que a eso se reducía todo; porque no se cuidaron de afianzarla dándole cuerpo y
raíz en el cerebro y en el estómago; en el cerebro, mejorando y universalizando la instrucción, en el estómago, promoviendo una
transformación honda de la agricultura, que la haga producir doble que al presente y disminuya el precio de las subsistencias, y, mediante
la difusión de la propiedad territorial, elevando a los braceros a la condición de terratenientes. Se contentaron con la sombra, olvidando la
verdadera sustancia de la libertad y su verdadera garantía, que se hallan en la escuela y en la despensa; y el fracaso era inevitable. No
vieron que la libertad sin garbanzos no es libertad. No vieron que por encima de todas las Constituciones y de todos los derechos
individuales y de todas las urnas electorales, el que tiene la llave del estómago tiene la llave de la conciencia, y, por tanto, que el que tiene
el estómago dependiente de ajenas despensas no puede ir a donde quiere, no puede hacer lo que quiere, no puede pensar como quiere;
no puede el día de las elecciones votar a quien quiere; no reflexionaron que le que no sabe es como el que no ve, y que el que no ve tiene
que ir conducido por un lazarillo a donde el lazarillo quiere llevarle, que raras veces es a donde el ciego le conviene, que casi siempre es
donde le conviene al lazarillo […]. Esto lo vieron claramente los hombres de Estado de 1873, preocupándose tanto como de la reforma
política, de la reforma social cuando todavía podía ser razón de que fructificase pacífica y evolutivamente, sin los grandes trastornos y
conmoción que ahora nos amenazan y que empiezan a alarmar a todos los partidos […]
(La cuestión social y la tierra. 1902)
(Tema: Joaquín Costa propugna la necesidad de mejorar la situación de la agricultura y de elevar el nivel educativo y cultural de los españoles.)
ANGEL GANIVET (IDEARIUM ESPAÑOL) Tema: La educación es clave para la regeneración espiritual de España.
TEXTO 6
“Se habrá notado que el motivo céntrico de mis ideas es la restauración de la vida espiritual de España; pero falta
ahora precisar el concepto, porque están las palabras españolas tan estropeadas por el mal uso, que nada significan mientras
no se las comenta y se las aclara. Cuando yo hablo de restauración espiritual, no hablo como quien desea redondear un
párrafo, valiéndose de frases bellas o sonoras; hablo con la buena fe del maestro de escuela. No voy a proponer la creación
de nuevos centros docentes ni una nueva ley de instrucción pública: todas las leyes son ineficaces mientras no se destruyen
las malas prácticas, y para destruirlas, la ley es mucho menos útil que los esfuerzos individuales; y en cuanto a los centros
docentes, tal como hoy existen, aunque se suprimiera la mitad, no se perdería gran cosa. Yo he conocido de cerca más de dos
mil condiscípulos, y a excepción de tres o cuatro, ninguno estudiaba más que lo preciso para desempeñar, o mejor dicho,
para obtener un empleo retribuido. Nuestros centros docentes son edificios sin alma; dan a lo sumo el saber; pero no
infunden el amor al saber, la fuerza inicial que ha de hacer fecundo el estudio cuando la juventud queda libre de tutela.
Resumen: Debemos centrarnos en restaurar la vida espiritual en España, dotando la expresión de todo su significado real. Para ello no es necesario crear más
centros escolares ni aprobar una nueva Ley de Educación, sino destruir las malas prácticas y centrarnos en el esfuerzo individual. Debemos procurar infundir
el amor al conocimiento y no limitarnos a transmitir el saber.
AZORÍN
TEXTO 7
El escepticismo de Azorín
Durante una visita a Toledo, Antonio Azorín —el protagonista de La voluntad (1902), cuyo apellido tomaría como
pseudónimo José Martínez Ruiz, su autor— hace unas reflexiones sobre la religiosidad española. Junto al escepticismo del
autor y a su crítica del catolicismo de la época, nótese el respeto por la espiritualidad del Siglo de Oro.
Amplios de espíritu, flexibles, comprensivos, eran Fray Luis de Granada, Fray Luis de León, Melchor Cano. [...] El
catolicismo de ahora es cosa muy distinta, está en oposición abierta con esta tradición simpática, que ya se ha perdido por
completo entre las clases superiores. [...] ¡Las clases superiores!. No hay hoy en España ningún obispo inteligente; yo leo
desde hace años sus pastorales y puedo asegurar que no he repasado nunca escritos tan vulgares, torpes, desmañados y
antipáticos. ¡Son la ausencia total de arte y de fervor! [...] Azorín se levanta de la mesa. «El catolicismo en España es pleito
perdido: entre obispos cursis y clérigos patanes acabarán por matarlo en pocos años.» Azorín sale a la plaza de Zocodover y
da una vuelta por los clásicos soportales. La noche está templada. Los escaparates pintan sobre el suelo vivos cuadros de luz;
en el fondo de las tiendas, los viejos mercaderes -como en los cuadros de Marinus- cuentan sus monedas, repasan sus libros.
La plaza está desierta; de cuando en cuando pasa una sombra que se detiene un momento ante las vitrinas repletas de
mazapanes; luego continúa y desaparece por una callejuela. «Este es un pueblo feliz -piensa Azorín-; tiene muchos clérigos,
tiene muchos militares, van a misa, creen en el demonio, pagan sus contribuciones, se acuestan a las ocho... ¿Qué más
pueden desear? Tienen la felicidad de la Fe, y como son católicos y tienen horror al infierno, encuentran doble voluptuosidad
en los pecados que a los demás mortales, escépticos de las chamusquinas eternas, apenas nos enardecen.»
(Fragmento de La voluntad, 2.ª parte Cap. IV)
1. Escriba un breve resumen del texto.
2. Indique el tema y la organización de ideas en el texto.
3. Señale el significado en el texto de las siguientes palabras: voluptuosidad, escépticos, chamusquinas, enardecen.
4. Características de la prosa de Azorín presentes en el texto.
GENERACIÓN DEL 98
TEXTO 8
HIMNO A CASTILLA (UNAMUNO)
Tú me levantas, tierra de Castilla,
en la rugosa palma de tu mano,
al cielo que te enciende y te refresca,
al cielo, tu amo.
Tierra nervuda enjuta, despejada,
madre de corazones y de brazos,
toma el presente en ti viejos colores
del noble antaño.
tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro
y en ti santuario.
Es todo cima tu extensión redonda
y en ti me siento al cielo levantado,
aire de cumbre es el que se respira
aquí, en tus páramos.
¡Ara gigante, tierra castellana,
a ese tu aire soltaré mis cantos,
si te son dignos bajarán al mundo
desde lo alto!
Con la pradera cóncava del cielo
lindan en torno tus desnudos campos,
NARRATIVA
TEXTO 9
LA HISTORIA (La tradición eterna. Incluido en EN TORNO AL CASTICISMO)
[…] la tradición es la sustancia de la historia. Esta es la manera de concebirla en vivo, como la sustancia de la historia,
como su sedimento, como la revelación de lo intrahistórico, de lo inconsciente en la historia. [...] Las olas de la historia, con
su rumor y su espuma que reverbera al sol, ruedan sobre un mar continuo, hondo, inmensamente más hondo que la capa
que ondula sobre un mar silencioso y a cuyo último fondo no llega el sol. Todo lo que cuentan a diario los periódicos, la
historia toda del «presente momento histórico», no es sino la superficie del mar, una superficie que se hiela y cristaliza en los
libros y registros, y una vez cristalizada así, una capa dura, no mayor con respecto a la vida intrahistórica que esta pobre
corteza en que vivimos con relación al inmenso foco ardiente que lleva dentro. Los periódicos nada dicen de la vida silenciosa
de los millones de hombres sin historia que a todas horas del día y en todos los países del globo se levantan a una orden del
sol y van a sus campos a proseguir la oscura y silenciosa labor cotidiana y eterna...
[...] Sobre el silencio augusto, decía, se apoya y vive el sonido; sobre la inmensa humanidad silenciosa se levantan los
que meten bulla en la historia. Esa vida intrahistórica, silenciosa y continua como el fondo mismo del mar, es la sustancia del
progreso, la verdadera tradición, la tradición eterna, no la tradición mentira que suele ir a buscar al pasado enterrado en los
libros y papeles, y monumentos, y piedras.
1. Comenta la metáfora que utiliza Unamuno para explicar el concepto de Intrahistoria.
TEXTO 10
LA DESPEDIDA (AMOR Y PEDAGOGÍA)
«¡A descansar! ¡a descansar! ¡al eterno asueto! Soy un miserable; he cometido una infamia; todos se burlan de mí; no sirvo
para nada.
Ahora sabré a dónde vamos... ¡Cuánto antes, mejor! Aunque sólo fuese por curiosidad, por amor a saber, era cosa de
hacerlo. Así se sale antes de dudas respecto al problema pavoroso. ¿Y si no hay nada?»
Llaman a la puerta.
—¡Adelante!
—Por Dios, señorito, no se olvide...
—No tengas cuidado, Petra, todo se arreglará; vete ahora, déjame.
«Soy un miserable; he cometido una infamia. ¡Adiós, mi madre, mi fantasma! Te dejo en el mundo de las sombras, me voy al
de los bultos; puedas entre apariencias, en el seno de la única realidad perpetua dormiré... ¡Adiós, Clara, mi Clara, mi Oscura,
mi dulce desencanto! ¡Pudiste redimir de la pedagogía a un hombre, hacer un hombre de un candidato a genio... que hagas
hombres, hombres de carne y hueso; que con el compañero de tu vida los hagas, en amor, en amor, en amor y no en
pedagogía!
El genio nace y no se hace, y nace de un abrazo más íntimo, más amoroso, más hondo que los demás, nace de un puro
momento de amor, de amor puro, estoy de ello cierto
Llega la hora. Se encierra, sube a la mesa sobre la que pone un taburete y prepara el fuerte cordel pendiente del techo;
agárrase a él y de él se suspende para ver si le sostiene; hace el nudo corredizo y se lo echa al cuello, subido en el taburete.
Detiénele por un momento la idea de lo ridículo que puede resultar quedar colgado así, como una longaniza; pero al cabo se
dice: «¡es sublime!» y da un empellón al taburete con los pies. ¡Qué ahogo, oh, qué ahogo! Intenta coger con los pies el
taburete, con las manos la cuerda, pero se desvanece para siempre al punto.
Actividades:
¿Qué se dispone a hacer el personaje de Unamuno?
¿De quién se despide y a quién le exhorta?
¿Qué rasgos de las novelas de la generación del noventa y ocho (de 1902) aparecen en este texto?
TEXTO 11
NIEBLA (CAP.XVII- AUGUSTO HABLA CON SU AMIGO VÍCTOR GOTI, QUE ESTÁ ESCRIBIENDO UNA NOVELA)
––Pero ¿te has metido a escribir una novela?
––¿Y qué quieres que hiciese?
––¿Y cuál es su argumento, si se puede saber?
––Mi novela no tiene argumento, o mejor dicho, será el que vaya saliendo. El argumento se hace él solo.
––¿Y cómo es eso?
––Pues mira, un día de estos que no sabía bien qué pacer, pero sentía ansia de hacer algo, una comezón muy íntima, un
escarabajeo de la fantasía, me dije: voy a escribir una novela, pero voy a escribirla como se vive, sin saber lo que vendrá. Me
senté, cogí unas cuartillas y empecé lo primero que se me ocurrió, sin saber lo que seguiría, sin plan alguno. Mis personajes
se irán haciendo según obren y hablen, sobre todo según hablen; su carácter se irá formando poco a poco. Y a las veces su
carácter será el de no tenerlo.
––Sí, como el mío.
––No sé. Ello irá saliendo. Yo me dejo llevar.
––¿Y hay psicología?, ¿descripciones?
––Lo que hay es diálogo; sobre todo diálogo. La cosa es que los personajes hablen, que hablen mucho, aunque no digan
nada. […]
––Pues porque a la gente le gusta la conversación por la conversación misma, aunque no diga nada. Hay quien no resiste un
discurso de media hora y se está tres horas charlando en un café. Es el encanto de la conversación, de hablar por hablar, del
hablar roto a interrumpido.
––También a mí el tono de discurso me carga...
––Sí, es la complacencia del hombre en el habla, y en el habla viva... Y sobre todo que parezca que el autor no dice las cosas
por sí, no nos molesta con su personalidad, con su yo satánico. Aunque, por supuesto, todo lo que digan mis personajes lo
digo yo...
––Eso pasta cierto punto...
––¿Cómo hasta cierto punto?
––Sí, que empezarás creyendo que los llevas tú, de tu mano, y es fácil que acabes convenciéndote de que son ellos los que te
llevan. Es muy frecuente que un autor acabe por ser juguete de sus ficciones...
––Tal vez, pero el caso es que en esa novela pienso meter todo lo que se me ocurra, sea como fuere.
––Pues acabará no siendo novela.
––No, será... será... nivola.
––Y ¿qué es eso, qué es nivola?
––Pues le he oído contar a Manuel Machado, el poeta, el hermano de Antonio, que una vez le llevó a don Eduardo Benoit,
para leérselo, un soneto que estaba en alejandrinos o en no sé qué otra forma heterodoxa. Se lo leyó y don Eduardo le dijo:
«Pero ¡eso no es soneto! ...» «No, señor ––le contestó Machado––, no es soneto, es... sonite. » Pues así con mi novela, no va
a ser novela, sino... ¿cómo dije?, navilo... nebulo, no, no, nivola, eso es, ¡nivola! Así nadie tendrá derecho a decir que deroga
las leyes de su género... Invento el género, a inventar un género no es más que darle un nombre nuevo, y le doy las leyes que
me place. ¡Y mucho diálogo!
––¿Y cuando un personaje se queda solo?
––Entonces... un monólogo. Y para que parezca algo así como un diálogo invento un perro a quien el personaje se dirige.
––¿Sabes, Víctor, que se me antoja que me estás inventando?...
––¡Puede ser! […]
CUESTIONES
1. Define el concepto de “nivola”.
2. Analiza el empleo de los diálogos para el avance de la trama y para la exposición de los temas.
TEXTO 12
NIEBLA (M. UNAMUNO) Capítulo XXXI La originalidad de Niebla
El siguiente fragmento corresponde a uno de los últimos capítulos de Niebla. El protagonista, Augusto Pérez, ha decidido suicidarse al
considerar que él mismo era la fuente de sus desdichas propias, pero decide consultarlo con el autor del relato, don Miguel de Unamuno, a
quien acude a visitar a Salamanca.
Emprendió, pues, un viaje acá, a Salamanca, donde hace más de veinte años vivo, para visitarme. […]
Cuando me anunciaron su visita sonreí enigmáticamente y le mandé pasar a mi despacho-librería. Entró en él como un
fantasma, miró a un retrato mío al óleo que allí preside a los libros de mi librería, y a una seña mía se sentó, frente a mí.
Empezó hablándome de mis trabajos literarios y más o menos filosóficos, demostrando conocerlos bastante bien, lo que no
dejó, ¡claro está!, de halagarme, y en seguida empezó a contarme su vida y sus desdichas. Le atajé diciéndole que se ahorrase
aquel trabajo, pues de las vicisitudes de su vida sabía yo tanto como él, y se lo demostré citándole los más íntimos
pormenores y los que él creía más secretos. Me miró con ojos de verdadero terror y como quien mira a un ser increíble; creí
notar que se le alteraba el color y traza del semblante y que hasta temblaba. Le tenía yo fascinado.
–¡Parece mentira! –repetía–, ¡parece mentira! A no verlo no lo creería... No sé si estoy despierto o soñando...
–Ni despierto ni soñando –le contesté.
–No me lo explico... no me lo explico –añadió–; mas puesto que usted parece saber sobre mí tanto como sé yo mismo, acaso
adivine mi propósito...
*––Sí ––le dije––, tú ––y recalqué este tú con un tono autoritario––, tú, abrumado por tus desgracias, has concebido la
diabólica idea de suicidarte, y antes de hacerlo, movido por algo que has leído en uno de mis últimos ensayos, vienes a
consultármelo.[…]
––Es que tú no puedes suicidarte, aunque lo quieras.
––¿Cómo? ––exclamó al verse de tal modo negado y contradicho.
––Sí. Para que uno se pueda matar a sí mismo, ¿qué es menester? ––le pregunté.
––Que tenga valor para hacerlo ––me contestó.
––No ––le dije––, ¡que esté vivo!
––¡Desde luego!
––¡Y tú no estás vivo!
––¿Cómo que no estoy vivo?, ¿es que me he muerto? ––y empezó, sin darse clara cuenta de lo que hacía, a palparse a sí
mismo.
––¡No, hombre, no! ––le repliqué––. Te dije antes que no estabas ni despierto ni dormido, y ahora te digo que no estás ni
muerto ni vivo.
––¡Acabe usted de explicarse de una vez, por Dios!, ¡acabe de explicarse! ––me suplicó consternado––, porque son tales las
cosas que estoy viendo y oyendo esta tarde, que temo volverme loco.
––Pues bien; la verdad es, querido Augusto ––le dije con la más dulce de mis voces––, que no puedes matarte porque no
estás vivo, y que no estás vivo, ni tampoco muerto, porque no existes...
––¿Cómo que no existo? ––––exclamó.
––No, no existes más que como ente de ficción; no eres, pobre Augusto, más que un producto de mi fantasía y de las de
aquellos de mis lectores que lean el relato que de tus fingidas venturas y malandanzas he escrito yo; tú no eres más que un
personaje de novela, o de nivola, o como quieras llamarle. Ya sabes, pues, tu secreto.
Al oír esto quedóse el pobre hombre mirándome un rato con una de esas miradas perforadoras que parecen atravesar la
mira a ir más allá, miró luego un momento a mi retrato al óleo que preside a mis libros, le volvió el color y el aliento, fue
recobrándose, se hizo dueño de sí, apoyó los codos en mi camilla, a que estaba arrimado frente a mí y, la cara en las palmas
de las manos y mirándome con una sonrisa en los ojos, me dijo lentamente:
––Mire usted bien, don Miguel... no sea que esté usted equivocado y que ocurra precisamente todo lo contrario de lo que
usted se cree y me dice.
––Y ¿qué es lo contrario? ––le pregunté alarmado de verle recobrar vida propia.
––No sea, mi querido don Miguel ––añadió––, que sea usted y no yo el ente de ficción, el que no existe en realidad, ni vivo, ni
muerto... No sea que usted no pase de ser un pretexto para que mi historia llegue al mundo...
––¡Eso más faltaba! ––exclamé algo molesto.
––No se exalte usted así, señor de Unamuno ––me replicó––, tenga calma. Usted ha manifestado dudas sobre mi existencia...
––Dudas no ––le interrumpí––; certeza absoluta de que tú no existes fuera de mi producción novelesca.
––Bueno, pues no se incomode tanto si yo a mi vez dudo de la existencia de usted y no de la mía propia. Vamos a cuentas:
¿no ha sido usted el que no una sino varias veces ha dicho que don Quijote y Sancho son no ya tan reales, sino tan reales que
Cervantes?
––Puede ser. Pero te digo y te repito que tu no existes fuera de mí…
Actividades
1. Resume el texto.
2. ¿Quién es el narrador del fragmento de Niebla? ¿En qué persona narra? Indica qué es, además de narrador, y qué
sabe de Augusto.
3. Señala qué características generales de la lengua literaria de la Generación del 98 y particulares de la lengua literaria
de Unamuno observas en este texto.
4. ¿Cuál de los temas característicos de las novelas de Unamuno aparece en el texto? Explícalo.
5. ¿Qué rasgo de estilo propio de la producción del autor se refleja en el texto?
6. ¿En qué parte del texto reconocemos el subjetivismo propio de la generación del 98?
7. ¿Por qué es innovadora esta novela?
8. Unamuno rompe la estructura narrativa tradicional en esta novela adelantándose en varios años a la novela
posterior. ¿Observas en este fragmento alguna de esas características rompedoras? Señala qué rasgos del texto le
confieren la condición de nivola.
9. ¿Cuál es el problema existencial que está planteando Unamuno en este fragmento?
TEXTO 13
NIEBLA (La visita de Pérez)
—No hay Dios que valga. ¡Te morirás!
—Es que yo quiero vivir, don Miguel, quiero vivir, quiero
vivir…
—¿No pensabas matarte?
—¡Oh, si es por eso, yo le juro, señor de Unamuno, que no
me mataré, que no me quitaré esta vida que Dios o usted me
han dado; se lo juro… Ahora que usted quiere matarme, quiero
yo vivir, vivir, vivir…
—¡Vaya una vida! —exclamé.
—Sí, la que sea. Quiero vivir, aunque vuelva a ser burlado,
aunque otra Eugenia y otro Mauricio me desgarren el corazón.
Quiero vivir, vivir, vivir…
—No puede ser ya…, no puede ser…
—Quiero vivir, vivir…, y ser yo, yo, yo.
—Pero si tú no eres sino lo que yo quiera…
—¡Quiero ser yo, ser yo! ¡Quiero vivir! —y le lloraba la voz.
—No puede ser…, no puede ser…
—Mire usted, don Miguel, por sus hijos, por su mujer, por
lo que más quiera… Mire que usted no será usted…, que se
morirá…
Cayó a mis pies de hinojos, suplicante y exclamando:
—¡Don Miguel, por Dios, quiero vivir, quiero ser yo!
—¡No puede ser, pobre Augusto —le dije, cogiéndole una
mano y levantándole—, no puede ser! Lo tengo ya escrito y es
irrevocable; no puedes vivir más. No sé qué hacer ya de ti. Dios,
cuando no sabe qué hacer de nosotros, nos mata. Y no se me
olvida que pasó por tu mente la idea de matarme…
—Pero si yo, don Miguel…
—No importa; sé lo que me digo. Y me temo que, en efecto, si
no te mato pronto acabes por matarme tú.
—Pero, ¿no quedamos en que…?
—No puede ser, Augusto, no puede ser. Ha llegado tu hora. Está
ya escrito y no puedo volverme atrás. Te morirás. Para lo que ha
de valerte ya la vida…
—Pero, ¡por Dios!…
—No hay pero ni Dios que valga. ¡Vete!
—¿Conque no, eh? —me dijo—. ¿Conque no? No quiere usted
dejarme ser yo, salir de la niebla, vivir, vivir, vivir, verme, oírme,
tocarme, sentirme, dolerme, serme. ¿Conque no lo quiere?
¿Conque he de morir, ente de ficción? Pues bien, mi señor
creador don Miguel, también usted se morirá, también usted, y
se volverá a la nada de que salió… ¡Dios dejará de soñarle! Se
morirá usted, sí, se morirá, aunque no lo quiera; se morirá usted
y se morirán todos los que lean mi historia, todos, todos, sin
quedar uno! ¡Entes de ficción como yo; lo mismo que yo! Se
morirán todos, todos, todos. Os lo digo yo, Augusto Pérez, ente
ficticio como vosotros, nivolesco, lo mismo que vosotros. Porque
usted, mi creador, mi don Miguel, no es usted más que otro ente
nivolesco, y entes nivolescos sus lectores, lo mismo que yo, que
Augusto Pérez, que su víctima…
—¿Víctima? —exclamé.
—¡Víctima, sí! ¡Crearme para dejarme morir! ¡Usted también se
morirá! El que crea se crea y el que se crea se muere. ¡Morirá
usted, don Miguel; morirá usted y morirán todos los que me
piensen! ¡A morir, pues!
Este supremo esfuerzo de pasión de vida, de ansia de
inmortalidad, le dejó extenuado al pobre Augusto.
Y le empujé a la puerta, por la que salió cabizbajo. Luego se
tanteó, como si dudase ya de su propia existencia. Yo me
enjugué una lágrima furtiva.
Miguel DE UNAMUNO. Niebla. Espasa Calpe
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
¿Qué desea Augusto Pérez en este momento del
relato?
¿Cuál es la respuesta y qué argumentos emplea el
autor Miguel de Unamuno?
¿Qué le replica entonces Augusto Pérez a su creador?
Explica la analogía que emplean ambos personajes.
¿Qué modalidad textual predomina en la narración de
Unamuno? Relaciona tu respuesta con las
características de la novela de principios del siglo XX.
¿Qué innovación narrativa subyace en este fragmento
de Niebla?
Justifica la situación en que queda Unamuno,
encuadrándola en la problemática de este autor.
TEXTO 14
SAN MANUEL BUENO, MÁRTIR (UNAMUNO)
Y Lázaro, acaso para distraerle más, le propuso si no estaría bien que fundasen en la iglesia algo así como un
sindicato católico agrario.
-¿Sindicato? -respondió tristemente Don Manuel-. ¿Sindicato? ¿Y qué es eso? Yo no conozco más sindicato que la
Iglesia, y ya sabes aquello de «mi reino no es de este mundo». Nuestro reino, Lázaro, no es de este mundo...
-¿Y del otro?
Don Manuel bajó la cabeza:
-El otro, Lázaro, está aquí también, porque hay dos reinos en este mundo. O mejor, el otro mundo... Vamos, que no
sé lo que me digo. Y en cuanto a eso del sindicato, es en ti un resabio2 de tu época de progresismo. No, Lázaro, no; la religión
no es para resolver los conflictos económicos o políticos de este mundo que Dios entregó a las disputas de los hombres.
Piensen los hombres y obren los hombres como pensaren y como obraren, que se consuelen de haber nacido, que vivan lo
más contentos que puedan en la ilusión de que todo esto tiene una finalidad. Yo no he venido a someter los pobres a los
ricos, ni a predicar a estos que se sometan a aquellos. Resignación y caridad en todos y para todos. Porque también el rico
tiene que resignarse a su riqueza, y a la vida, y también el pobre tiene que tener caridad para con el rico. ¿Cuestión social?
Deja eso, eso no nos concierne. Que traen una nueva sociedad, en que no haya ya ricos ni pobres, en que esté justamente
repartida la riqueza, en que todo sea de todos, ¿y qué? ¿Y no crees que del bienestar general surgirá más fuerte el tedio a la
vida? Sí, ya sé que uno de esos caudillos de la que llaman la revolución social ha dicho que la religión es el opio del pueblo.
Opio... Opio... Opio, sí. Démosle opio, y que duerma y que sueñe. Yo mismo con esta mi loca actividad me estoy
administrando opio.
[…]
Y otra vez que me encontré con Don Manuel, le pregunté, mirándole derechamente a los ojos:
-¿Es que hay infierno, Don Manuel?
Y él, sin inmutarse:
-¿Para ti, hija? No.
-¿Para los otros, le hay?
-¿Y a ti qué te importa, si no has de ir a él?
-Me importa por los otros. ¿Le hay?
-Cree en el cielo, en el cielo que vemos. Míralo -y me lo mostraba sobre la montaña y abajo, reflejado en el lago.
-Pero hay que creer en el infierno, como en el cielo -le repliqué.
-Sí, hay que creer todo lo que cree y enseña a creer la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica, Romana. ¡Y basta! Leí no sé
qué honda tristeza en sus ojos, azules como las aguas del lago.
[…]
Nadie en el pueblo quiso creer en la muerte de Don Manuel; todos esperaban verle a diario, y acaso le veían, pasar a
lo largo del lago y espejado en él o teniendo por fondo las montañas; todos seguían oyendo su voz, y todos acudían a su
sepultura, en torno a la cual surgió todo un culto. Las endemoniadas venían ahora a tocar la cruz de nogal, hecha también
por sus manos y sacada del mismo árbol de donde sacó las seis tablas en que fue enterrado. Y los que menos queríamos
creer que se hubiese muerto éramos mi hermano y yo.
Él, Lázaro, continuaba la tradición del santo y empezó a redactar lo que le había oído, notas de que me he servido para esta
mi memoria.
-Él me hizo un hombre nuevo, un verdadero Lázaro, un resucitado -me decía-. Él me dio fe.
-¿Fe? -le interrumpía yo.
-Sí, fe, fe en el consuelo de la vida, fe en el contento de la vida. Él me curó de mi progresismo. Porque hay, Ángela, dos clases
de hombres peligrosos y nocivos: los que convencidos de la vida de ultratumba, de la resurrección de la carne, atormentan,
como inquisidores que son, a los demás para que, despreciando esta vida como transitoria, se ganen la otra, y los que no
creyendo más que en este...
-Como acaso tú... -le decía yo.
-Y sí, y como Don Manuel. Pero no creyendo más que en este mundo, esperan no sé qué sociedad futura, y se esfuerzan en
negarle al pueblo el consuelo de creer en otro...
-De modo que...
-De modo que hay que hacer que vivan de la ilusión.
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AZORÍN
TEXTO 15 (LA VOLUNTAD)
EL PUEBLO
Estos pueblos tétricos y católicos no pueden producir más que hombres que hacen cada hora del día la misma cosa, y
mujeres vestidas de negro y que no se lavan. Yo no podría vivir en un pueblo como éste, mi espíritu inquieto se ahogaría en
este ambiente de foscura, de uniformidad, de monotonía eterna… ¡Esto es estúpido! La austeridad castellana y católica
agobia a esta pobre raza paralítica.
Actividades
1. Escribe los defectos del pueblo castellano que señala el personaje del fragmento de La voluntad de Azorín.
2. ¿Qué rasgos de las novelas de la generación del noventa y ocho (de 1902) aparecen en este texto?
TEXTO 16 (fragmento de CASTILLA. Azorín)
SEQUEDAD Y DECREPITUD DE CASTILLA (Exaltación lírica de las tierras de Castilla-el paisaje de Castilla. El tema de España)
No puede ver el mar la solitaria y melancólica Castilla. Está muy lejos el mar de estas campiñas llanas, rasas, yermas,
polvorientas; de estos barrancales pedregosos; de estos terrazgos rojizos, en que los aluviones torrenciales han abierto
hondas mellas; mansos alcores y terreros, desde donde se divisa un caminito que va en zigzag hasta un riachuelo. Las auras
marinas no llegan hasta esos poblados pardos de casuchas deleznables, que tienen un bosquecillo de chopos junto al ejido.
Desde la ventana de este sobrado, en lo alto de la casa, no se ve la extensión azul y vagarosa; se columbra allá en una colina
con los cipreses rígidos, negros, a los lados, que destacan sobre el cielo límpido. A esta olmeda que se abre a la salida de la
vieja ciudad no llega el rumor rítmico y ronco del oleaje; llega en el silencio de la mañana, en la paz azul del mediodía, el
cacareo metálico, largo, de un gallo, el golpear sobre el yunque de una herrería. Estos labriegos secos, de faces polvorientas,
cetrinas, no contemplan el mar; ven la llanada de las mieses, miran sin verla la largura monótona de los surcos en los
bancales. Estas viejecitas de luto, con sus manos pajizas, sarmentosas, no encienden cuando llega el crepúsculo una luz ante
la imagen de una Virgen que vela por los que salen en las barcas; van por las callejas pinas y tortuosas a las novenas, miran al
cielo en los días borrascosos y piden, juntando sus manos, no que se aplaquen las olas, sino que las nubes no despidan
granizos asoladores.
TEXTO 17 Las NUBES (CASTILLA)
Calixto y Melibea se casaron —como sabrá el lector si ha leído La Celestina— a pocos días de ser descubiertas las rebozadas
entrevistas que tenían en el jardín. Se enamoró Calixto de la que después había de ser su mujer un día que entró en la huerta
de Melibea persiguiendo un halcón. Hace de esto dieciocho años. Veintitrés tenía entonces Calixto. Viven ahora marido y
mujer en la casa solariega de Melibea; una hija les nació, que lleva, como su abuela, el nombre de Alisa. Desde la ancha
solana que está a la puerta trasera de la casa se abarca toda la huerta en que Melibea y Calixto pasaban sus dulces coloquios
de amor. La casa es ancha y rica; labrada escalera de piedra arranca de la honda del zaguán. Luego, arriba, hay salones
vastos, apartadas y silenciosas camarillas, corredores penumbrosos con una puertecilla de cuarterones en el fondo, que,
como en Las Meninas de Velázquez, deja ver un pedazo de luminoso patio. Un tapiz de verdes ramas y piñas gualdas sobre un
fondo bermejo cubre el piso del salón principal; el salón, donde en cojines de seda puestos en tierra se sientan las damas.
Acá y allá destacan silloncitos de cadera guarnecidos de cuero rojo o sillas de tijera can embutidas mudéjares: un contador
con cajonería de pintada y estofada talla, guarda papeles y joyas; en el centro de la estancia, sobre la mesa de nogal, con las
patas y las chambranas talladas, con fiadores de forjado hierro, reposa un linda juego de ajedrez con embutidos de marfil,
nácar y plata; en el alinde de un ancho espejo refléjanse las figuras aguileñas sobre fondo de oro de una tabla colgada en la
pared frontal. Todo es paz y silencio en la casa. Melibea anda pasito por cámaras y corredores. Lo observa todo, ocurre a
todo. Los armarios están repletos de nítida y bienoliente ropa, aromada por gruesos membrillos. En la despensa, un rayo de
sal hace fulgir la ringla de panzudas y vidriadas orcitas talaveranas. En la cocina son espejos los artefactos y cacharros de
azófar que en la espetera cuelgan, y los cántaros y alcarrazas obrados por la mano de curioso alcaller en los alfares vecinos
muestran bien ordenados su vientre redondo limpio y rezumante. Todo lo previene y a todo ocurre la diligente Melibea; en
todo pone sus dulces ojos verdes. De tarde en tarde, en el silencio de la casa, se escucha el lánguido y melodioso son de un
clavicordio: es Alisa que tañe. Otras veces, por los viales de la huerta se ve escabullirse calladamente la figura alta y esbelta
de una moza: es Alisa que pasea entre los árboles. […]De pronto un halcón aparece, revolando rápida y violentamente por
entre los árboles. Tras él, persiguiéndole todo agitado y descompuesto, surge un mancebo. Al llegar frente Alisa se detiene
absorto, sonríe y comienza a hablarle. Calixto lo ve desde el carasol y adivina sus palabras. Unas nubes redondas, blancas,
pasan lentamente sobre el cielo azul en la lejanía.
1. Comenta este fragmento con lo que conoces de La Celestina. ¿Qué novedad introduce?
2. ¿Qué relación tiene con el concepto de Nietzsche del “eterno retorno”?
LA DESCRIPCIÓN EN AZORÍN
Azorín materializa un peculiar estilo en las pausas descriptivas, que está en consonancia con el carácter impresionista de sus novelas.
TEXTO 18 Fragmentos (I)
La campana tañe pausada. Los fieles llegan: por la empinada cuesta de una calleja, los trazos negros de las devotas
arrebujadas en sus flotadoras mantellinas, avanzan. Encorvado, vestido de amarillento gabán de burel recio, un labriego, en
el umbral, tira hacia sí de la puerta y desaparece penosamente en la negrura: la puerta torna a girar y rebota con fuerte
golpazo sobre el marco. Las manchas negras de los mantos y las pardas manchas de las capas rebullen, se arremolinan, se
confunden en el portal; poco a poco se disuelven; aparecen otras; desaparecen. Y la puerta golpea pertinazmente. El viento
impetuoso de marzo barre las calles; el sol ilumina a intervalos las fachadas blancas; pasan nubes redondas.
***
Lentamente la hora del bochorno va pasando. Las sombras se alargan; la vegetación se esponja voluptuosa; frescas
bocanadas orean los árboles. En la lejanía del horizonte el cielo se enciende gradualmente en imperceptible púrpura, en
intensos carmines, en deslumbradora escarlata, que inflama la llanura en vivo incendio y sonrosa en lo hondo, por encima de
las espaciadas pinceladas negras de una alameda joven, la silueta de la cordillera de Salinas…
***
El aire es vivo y transparente. En la lejanía el cielo cobra tonos de verde pálido. El mediodía llega. La mancha gris de los
olivos se esclarece; el verde oscuro de los sembrados se torna verde claro; suavemente se disgrega la niebla. Y la cúpula, en
la remota hondonada, irradia numerosa como un diamante… El campo está en silencio. De una casa oculta entre negros
olmos surge recta una columna de humo blanco. El minúsculo trazo negro de una yunta se mueve allá en lo hondo
lentamente. El sol espejea en las paredes blancas. De cuando en cuando un pájaro trina aleteando voluptuoso en la
atmósfera sosegada; cerca, una abeja revolotea en torno a un romero, zumbando leve, zumbando sonora, zumbando
persistente. Luego desaparece…
AZORÍN. La voluntad
TEXTO 19 Fragmentos (II) de ANTONIO AZORÍN
Entonces, cuando una débil claridad penetra por las rendijas de la ventana, se oye sobre la canal de latón, que pasa por
ella, un traqueteo sonoro, ruido de saltos, carreras precipitadas, idas y venidas afanosas. Y los trinos alegres se mezclan a
este estrépito y sacan a Azorín de su sueño. Todo está aún en silencio. La calle reposa. Y de pronto suena una campana dulce
y aguda: en el umbral de una puerta aparece una vieja vestida de negro con una sillita en la mano. El cielo está azul; en lo
hondo, las palmeras del huerto destacan sus ramas péndulas; detrás aparecen los senos redondos de la colina yerma.
Ya los pardillos han descendido del tejado hasta el patio. Desde la parra caen rápidos sobre las losas del piso y corren a
saltitos comiendo las migajas que Azorín ha esparcido por la noche.
Cacarea a lo lejos un gallo; suena el grito largo de un vendedor; se oye sobre la acera el rasear de una escoba. Y la
campana vuelve a llamar con golpes menuditos.
La ciudad ha despertado.
AZORÍN. Antonio Azorín
CUESTIONES:
1. Lee atentamente los fragmentos de La voluntad, de Antonio Azorín y explica por qué motivo puede hablarse de
dinamismo y cromatismo en las descripciones del autor.
2. Señala cómo se introduce al protagonista en el último fragmento.
3. Ejemplifica el empleo que hace Martínez Ruiz de las frases breves y del asíndeton.
4. ¿Qué efecto produce el uso del presente?
5. Reconoce en los fragmentos otros recursos estilísticos propios de la prosa azoriniana.
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PIO BAROJA
TEXTO 20
EL ÁRBOL DE LA CIENCIA (Descripción)
Lulú era una muchacha graciosa, pero no bonita; tenía los ojos verdes, oscuros, sombreados por ojeras negruzcas;
unos ojos que a Andrés le parecieron muy humanos; la distancia de la nariz a la boca y de la boca a la barba era en ella
demasiado grande, lo que le daba cierto aspecto simio; la frente pequeña, la boca, de labios finos, con una sonrisa entre
irónica y amarga; los dientes blancos, puntiagudos; la nariz un poco respingona, y la cara pálida, de mal color.
Lulú demostró a Hurtado que tenía gracia, picardía e ingenio de sobra; pero le faltaba el atractivo principal de una muchacha:
la ingenuidad, la frescura, la candidez. Era un producto marchito por el trabajo, por la miseria y por la inteligencia. Sus
dieciocho años no parecían juventud.
CUESTIONES
1. Indica qué se describe y qué tipos o aspectos se trata.
2. ¿Qué tipo de descripción es según la perspectiva del emisor?
2. Reconoce los recursos expresivos que aparecen en el fragmento.
TEXTO 21
EL ÁRBOL DE LA CIENCIA (El árbol de la vida).
—¿Y qué? —replicó Andrés—. Uno tiene la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con la vida, de no tener un plan,
de encontrarse perdido, sin brújula, sin luz a donde dirigirse. ¿Qué se hace con la vida? ¿Qué dirección se le da? Si la vida
fuera tan fuerte que le arrastrara a uno, el pensar sería una maravilla, algo como para el caminante detenerse y sentarse a la
sombra de un árbol, algo como penetrar en un oasis de paz; pero la vida es estúpida, sin emociones, sin accidentes, al menos
aquí, y creo que en todas partes, y el pensamiento se llena de terrores como compensación a la esterilidad emocional de la
existencia.
—Estás perdido —murmuró Iturrioz—. Ese intelectualismo no te puede llevar a nada bueno.
—Me llevará a saber, a conocer. ¿Hay placer más grande que éste? […]
Yo en el fondo estoy convencido de que la verdad en bloque es mala para la vida. Esa anomalía de la naturaleza que
se llama la vida necesita estar basada en el capricho, quizá en la mentira. […]
Tú habrás leído que en el centro del paraíso había dos árboles, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y
del mal. El árbol de la vida era inmenso, frondoso, y, según algunos santos padres, daba la inmortalidad. El árbol de la ciencia
no se dice cómo era; probablemente sería mezquino y triste. ¿Y tú sabes lo que le dijo Dios a Adán?
—No recuerdo; la verdad.
—Pues al tenerle a Adán delante, le dijo: Puedes comer todos los frutos del jardín; pero cuidado con el fruto del árbol de la
ciencia del bien y del mal, porque el día que tú comas su fruto morirás de muerte.
Actividades
1. ¿Qué solución propone Iturrioz para aliviar el sufrimiento de Andrés?
2. Explica a partir del texto la metáfora que aparece en el título de esta novela.
3. Relaciona el fragmento con los rasgos de la novela de Baroja.
TEXTO 22
EL ÁRBOL DE LA CIENCIA (Bromas de estudiantes)
La mayoría de los estudiantes ansiaban llegar a la sala de disección y hundir el escalpelo en los cadáveres, como si
les quedara un fondo atávico de crueldad primitiva. En todos ellos se producía un alarde de indiferencia y de jovialidad al
encontrarse frente a la muerte, como si fuera una cosa divertida y alegre destripar y cortar en pedazos los cuerpos de los
infelices que llegaban allá. Dentro de la clase de disección, los estudiantes gustaban de encontrar grotesca la muerte; a un
cadáver le ponían un cucurucho en la boca o un sombrero de papel. Se contaba de un estudiante de segundo año que había
embromado a un amigo suyo, que sabía era un poco aprensivo, de este modo: cogió el brazo de un muerto, se embozó en la
capa y se acercó a saludar a su amigo.
—¿Hola, qué tal? —le dijo sacando por debajo de la capa la mano del cadáver—. Bien y tú, contestó el otro. El amigo
estrechó la mano, se estremeció al notar su frialdad y quedó horrorizado al ver que por debajo de la capa salía el brazo de un
cadáver.
De otro caso sucedido por entonces, se habló mucho entre los alumnos. Uno de los médicos del hospital,
especialista en enfermedades nerviosas, había dado orden de que a un enfermo suyo, muerto en su sala, se le hiciera la
autopsia y se le extrajera el cerebro y se le llevara a su casa.
El interno extrajo el cerebro y lo envió con un mozo al domicilio del médico. La criada de la casa, al ver el paquete,
creyó que eran sesos de vaca, y los llevó a la cocina y los preparó y los sirvió a la familia.
Se contaban muchas historias como ésta, fueran verdad o no, con verdadera fruición. Existía entre los estudiantes de
Medicina una tendencia al espíritu de clase, consistente en un común desdén por la muerte; en cierto entusiasmo por la
brutalidad quirúrgica, y en un gran desprecio por la sensibilidad.
Andrés Hurtado no manifestaba más sensibilidad que los otros; no le hacía tampoco ninguna mella ver abrir, cortar y
descuartizar cadáveres.
Lo que sí le molestaba, era el procedimiento de sacar los muertos del carro en donde los traían del depósito del
hospital. Los mozos cogían estos cadáveres, uno por los brazos y otro por los pies, los aupaban y los echaban al suelo.
Eran casi siempre cuerpos esqueléticos, amarillos, como momias. Al dar en la piedra, hacían un ruido desagradable,
extraño, como de algo sin elasticidad, que se derrama; luego, los mozos iban cogiendo los muertos, uno a uno, por los pies y
arrastrándolos por el suelo; y al pasar unas escaleras que había para bajar a un patio donde estaba el depósito de la sala, las
cabezas iban dando lúgubremente en los escalones de piedra. La impresión era terrible; aquello parecía el final de una batalla
prehistórica, o de un combate de circo romano, en que los vencedores fueran arrastrando a los vencidos.
**************
TEXTO 23
El ÁRBOL DE LA CIENCIA
Los periódicos no decían más que necedades y bravuconadas; los yanquis no estaban preparados para la guerra; no
tenían ni uniformes para sus soldados. En el país de las máquinas de coser el hacer unos cuantos uniformes era un conflicto
enorme, según se decía en Madrid. Para colmo de ridiculez, hubo un mensaje de Castelar a los yanquis. Cierto que no tenía
las proporciones bufo-grandilocuentes del manifiesto de Víctor Hugo a los alemanes para que respetaran París; pero era
bastante para que los españoles de buen sentido pudieran sentir toda la vacuidad de sus grandes hombres. Andrés siguió los
preparativos de la guerra con una emoción intensa.
Los periódicos traían cálculos completamente falsos. Andrés llegó a creer que había alguna razón para los optimismos.
Días antes de la derrota encontró a Iturrioz en la calle.
—¿Qué le parece a usted esto? —le preguntó.
—Estamos perdidos.
—¿Pero si dicen que estamos preparados?
—Sí, preparados para la derrota. Sólo a ese chino, que los españoles consideramos como el colmo de la candidez, se le
pueden decir las cosas que nos están diciendo los periódicos.
—Hombre, yo no veo eso.
—Pues no hay más que tener ojos en la cara y comparar la fuerza de las escuadras. Tú, fíjate; nosotros tenemos en Santiago
de Cuba seis barcos viejos, malos y de poca velocidad; ellos tienen veintiuno, casi todos nuevos, bien acorazados y de mayor
velocidad.
Los seis nuestros, en conjunto, desplazan aproximadamente veintiocho mil toneladas; los seis primeros suyos sesenta mil.
Con dos de sus barcos pueden echar a pique toda nuestra escuadra; con veintiuno no van a tener sitio dónde apuntar.
—¿De manera que usted cree que vamos a la derrota?
—No a la derrota, a una cacería. Si alguno de nuestros barcos puede salvarse será una gran cosa.
Andrés pensó que Iturrioz podía engañarse; pero pronto los acontecimientos le dieron la razón. El desastre había sido como
decía él; una cacería, una cosa ridícula.
A Andrés le indignó la indiferencia de la gente al saber la noticia. Al menos él había creído que el español, inepto para la
ciencia y para la civilización, era un patriota exaltado y se encontraba que no; después del desastre de las dos pequeñas
escuadras españolas en Cuba y en Filipinas, todo el mundo iba al teatro y a los toros tan tranquilo; aquellas manifestaciones y
gritos habían sido espuma, humo de paja, nada.
CUESTIONES
1.
2.
Explique, en cuatro o cinco líneas, cómo evoluciona, según el texto, la idea que Andrés Hurtado tiene del conflicto hispanonorteamericano.
Observe la oración subrayada en el texto: «aquellas manifestaciones y gritos habían sido espuma, humo de paja, nada». Contesta
las siguientes cuestiones:
a. Explique el sentido del sintagma humo de paja en el contexto de la frase.
b. Cite el recurso retórico que se ha utilizado en el fragmento: «habían sido espuma, humo de paja, nada».
3.
Observa las siguientes oraciones subrayadas en el texto. Reescribe cada una de ellas explicitando todos los elementos elididos:
a. Los seis nuestros, en conjunto, desplazan aproximadamente veintiocho mil toneladas; los seis primeros suyos sesenta
mil.
b. No a la derrota, a una cacería.
4.
Señala que serie de palabras, de las cuatro que se proponen, es la única correcta para sustituir en el texto a la siguientes palabras
(ridiculez, candidez, cacería, indiferencia)
a. bufonada, ingenuidad, persecución, impasibilidad
b. extravagancia, simpleza, acoso, diligencia
c. necedad, malicia, caza, indolencia
d.
mamarrachada, vaciedad, hostigamiento, tibieza.
Una de las características de los autores del 98 es “el tema de España”. ¿Cómo aparece reflejado este tema en el fragmento que
hemos elegido? ¿Qué critica Andrés Hurtado de los españoles?
¿Qué rasgos de la lengua literaria encuentras en este fragmento? Señala la ironía del primer párrafo.
5.
6.
TEXTO 24
LA BUSCA. (PÍO BAROJA)
El siguiente fragmento corresponde al capítulo III de la Segunda Parte de La busca. Manuel va caminando por Madrid con su
amigo Roberto Hasting, quien ha ido a buscarlo a la zapatería donde trabaja.
Manuel y Roberto bajaron por el Paseo de los
Pontones y siguieron en dirección del puente de Toledo.
El viento sur, sofocante, echaba bocanadas de calor y de
arena; algunos relámpagos iluminaban las nubes; se oía el
sonar lejano de los truenos; el campo amarilleaba,
cubierto de polvo.
Por el puente de Toledo pasaba una procesión de
mendigos y mendigas, al cual más desastrados y sucios.
Salía gente, para formar aquella procesión del harapo, de
las Cambroneras y de las Injurias; llegaban al Paseo
Imperial y de los Ocho Hilos; y ya, en filas apretadas,
entraban por el puente de Toledo y seguían por el camino
alto de San Isidro a detenerse ante una casa roja.
—Esta debe ser la Doctrina1 —dijo Roberto a Manuel,
señalándole un edificio, que tenía un patio con una figura
de Cristo en medio.
Se acercaron los dos a la verja. Era aquello un
conclave de mendigos, un conciliábulo de Corte de los
Milagros. Las mujeres ocupaban casi todo el patio; en un
extremo, cerca de la capilla, se amontonaban los
hombres; no se veían más que caras hinchadas, de
estúpida apariencia; narices inflamadas y bocas torcidas;
viejas gordas y pesadas como ballenas, melancólicas;
viejezuelas esqueléticas, de boca hundida y nariz de ave
rapaz; mendigas vergonzantes con la barba verrugosa,
llena de pelos, y la mirada entre irónica y huraña; mujeres
jóvenes, flacas y extenuadas, desmelenadas y negras; y
todas, viejas y jóvenes, envueltas en trajes raídos,
remendados, zurcidos, vueltos a remendar hasta no dejar
una pulgada sin su remiendo. Los mantones, verdes, de
color de aceituna, y el traje triste ciudadano, alternaban
con los refajos de bayeta, amarillos y rojos, de las
campesinas.
Roberto paseó mirando con atención el interior del
patio. Manuel le seguía indiferente.
Entre los mendigos, un gran número lo formaban
los ciegos; había lisiados, cojos, mancos; unos hieráticos,
silenciosos y graves; otros movedizos. Se mezclaban las
anguarinas2 pardas con las americanas raídas y las blusas
sucias. Algunos andrajosos llevaban a la espalda sacos y
3
morrales negros; otros, enormes cachiporras en la mano;
un negrazo, con la cara tatuada a rayas profundas,
esclavo, sin duda, en otra época, envuelto en harapos, se
apoyaba en la pared con indiferencia digna; por entre
hombres y mujeres correteaban los chiquillos descalzos y
los perros escuálidos; y todo aquel montón de mendigos,
revuelto, agitado, palpitante, bullía como una gusanera.
como en los ricos no se advierte más que la solemnidad,
la gravedad, la pedantería. Es curioso, ¿verdad? Todos los
gatos tienen cara de gatos, todos los bueyes tienen cara
de bueyes; en cambio, la mayoría de los hombres no
tienen cara de hombres.
Salieron del patio Roberto y Manuel. Frente a la
Doctrina, al otro lado de la carretera, en unos desmontes
arenosos, se sentaron.
—A ti te chocarán —dijo Roberto— estas maniobras mías;
pero no te extrañarán cuando te diga que busco aquí a
dos mujeres: una, pobre, que puede hacerme rico: otra,
rica, que quizá me hiciera pobre.
Manuel contempló a Roberto con asombro. Tenía
siempre cierta sospecha de que la cabeza del estudiante
no andaba bien.
—No, no creas que es una tontería; voy corriendo detrás
de una fortuna, pero de una fortuna enorme; si tú me
ayudas, me acordaré de ti.
1.
—Vamos —dijo Roberto—, no está aquí ninguna de las
que busco. ¿Te has fijado? —añadió—. ¡Qué pocas caras
humanas hay entre los hombres! En estos miserables no
se lee más que la suspicacia, la ruindad, la mala intención,
2.
3.
4.
5.
la Doctrina: lugar donde se reunían los viernes muchos
mendigos,
que estaba en el camino alto de San Isidro; hacia allí conducía
Manuel a Roberto.
anguarina: gabán rústico de paño burdo y sin mangas.
morral: tipo de saco para llevar la caza, provisiones o ropa.
CUESTIONES:
1.
2.
3.
4.
5.
Resume el contenido de este fragmento de La busca.
Analiza en el texto los elementos correspondientes al nivel de la historia (personajes, acciones, tiempo, espacio).
Caracteriza al narrador y los movimientos narrativos del fragmento.
Reconoce en el texto de Pío Baroja estructuras características de los distintos movimientos narrativos.
Califica el estilo empleado por Pío Baroja atendiendo a la selección léxica y los tipos de oraciones empleados en el fragmento que
acabas de leer.
TEXTO 25
LA BUSCA (Segunda parte. Capítulo II). El Corralón o la casa del tío Rilo.
Daba el Corralón -éste era el nombre más familiar de la piltra del tío Rito- al paseo de las Acacias; pero no se hallaba
en la línea de este paseo, sino algo metida hacia atrás. La fachada de esta casa, baja, estrecha, enjalbegada de cal, no
indicaba su profundidad y tamaño; se abrían en esta fachada unos cuantos ventanucos y agujeros asimétricamente
combinados, y un arco sin puerta daba acceso a un callejón empedrado con cantos, el cual, ensanchado después, formaba un
patio, circunscrito por altas paredes negruzcas. […]
Era la Corrala un mundo en pequeño, agitado y febril, que bullía como una gusanera. Allí se trabajaba, se holgaba, se
bebía, se ayunaba, se moría de hambre; allí se construían muebles, se falsificaban antigüedades, se zurcían bordados
antiguos, se fabricaban buñuelos, se componían porcelanas rotas, se concertaban robos, se prostituían mujeres.
Era la Corrala un microcosmos; se decía que, puestos en hilera los vecinos, llegarían desde el arroyo de Embajadores
a la plaza del Progreso; allí había hombres que lo eran todo, y no eran nada: medio sabios, medio herreros, medio
carpinteros, medio albañiles, medio comerciantes, medio ladrones.
Era, en general, toda la gente que allí habitaba gente descentrada, que vivía en el continuo aplanamiento producido
por la eterna o irremediable miseria; muchos cambiaban de oficio, como un reptil de piel; otros no lo tenían; algunos peones
de carpintero, de albañil, a consecuencia de su falta de iniciativa, de comprensión y de habilidad, no podían pasar de peones,
había también gitanos, esquiladores de mulas y de perros, y no faltaban cargadores, barberos ambulantes y saltimbanquis.
Casi todos ellos, si se terciaba, robaban lo que podían; todos presentaban el mismo aspecto de miseria y de consunción.
Todos sentían una rabia constante, que se manifestaba en imprecaciones furiosas y en blasfemias.
Vivían como hundidos en las sombras de un sueño profundo, sin formarse idea clara de su vida, sin aspiraciones, ni
planes, ni proyectos, ni nada.
Había algunos a los cuales un par de vasos de vino les dejaba borrachos media semana; otros parecían estarlo, sin
beber, y reflejaban constantemente en su rostro el abatimiento más absoluto, del cual no salían más que en un momento de
ira o de indignación.
El dinero era para ellos, la mayoría de las veces, una desgracia. Comprendiendo instintivamente la debilidad de sus
fuerzas y de sus inclinaciones, se preparaban a hacer ánimos yendo a la taberna; allí se exaltaban, gritaban, discutían,
olvidaban las penas del momento, se sentían generosos, y cuando, después de soltar baladronadas, se creían dispuestos para
algo, se encontraban sin un céntimo y con las energías ficticias del alcohol que se iba disipando.
Las mujeres de la casa, por lo general, trabajaban más que los hombres, y reñían casi constantemente. De treinta
años para arriba tenían todas el mismo carácter y casi el mismo tipo: negras, desmelenadas, iracundas; gritaban y se
desesperaban por cualquier cosa.
CUESTIONES:
1. Indica la forma o el tipo de discurso al que pertenece el texto:
2. ¿En qué consiste el continuo aplanamiento en que viven los habitantes de la Corrala? Explica el significado de la
frase: “Era la corrala un microcosmos”
3. Explica por qué era el dinero, comúnmente, una desgracia para las gentes a las que se refiere el autor.
4. Baroja caracteriza en el fragmento a un grupo de personas. Fíjate en los aspectos en que apoya su descripción y
señala qué dice a propósito de cada uno de ellos. ¿Cómo son los vecinos de la corrala? ¿Qué rasgos los definen?
¿Qué frase del texto resume la forma o el sentido de la vida de estos personajes?
5. Analiza los símiles o comparaciones del texto. ¿Cómo refuerzan semánticamente los elementos a los que se
refieren? Localiza un ejemplo de gradación.
6. Pon algún ejemplo del texto en el que se manifieste el dinamismo propio del estilo de Baroja.
7. Deduce del fragmento la actitud del narrador frente a los seres que retrata.
8. ¿Crees que el texto contiene alguna crítica social? Razona tu respuesta.
___________________________________________________________________________________________
VALLE-INCLÁN
La PROSA MODERNISTA. LAS SONATAS. En ellas relata de forma autobiográfica los amores del Marqués de Bradomin (un “don Juan”
ochecentista, cínico y sensual). Las sonatas son novelas cortas, de lectura independiente pero relacionadas entre sí con remisiones
internas, lo que las hace obra unitaria. Más que el hilo narrativo son importantes las escenas, los fragmentos. Las cuatro estaciones sirven
como alegoría de la vida del hombre. Sonata de primavera: Bradomín en Italia, joven y atrevido. Sonata de estío: Bradomín en México: la
naturaleza tropical como marco de tempestuosas pasiones. Sonata de otoño: Bradomin en Galicia: amores en el paisaje otoñal y reflexivo.
Sonata de invierno: Bradomín en Navarra, el personaje se despide del amor. Es una prosa colorista donde sobresale el mundo de las
sensaciones y el paso del tiempo.
FRAGMENTOS
TEXTO 26
SONATA DE OTOÑO. (Modernismo-Descripción)
Yo recordaba nebulosamente aquel antiguo jardín donde los mirtos seculares dibujaban los cuatro escudos del fundador en torno
de una fuente abandonada. El jardín y el Palacio tenían esa vejez señorial y melancólica de los lugares por donde en otro tiempo pasó la
vida amable de la galantería y del amor. Bajo la fronda de aquel laberinto, sobre las terrazas y en los salones, habían florecido las risas y los
madrigales, cuando las manos blancas que en los viejos retratos sostienen apenas los pañolitos de encaje, iban deshojando las margaritas
que guardan el cándido secreto de los corazones. ¡Hermosos y lejanos recuerdos! Yo también los evoqué un día lejano, cuando la mañana
otoñal y dorada envolvía el jardín húmedo y reverdecido por la constante lluvia de la noche. Bajo el cielo límpido, de un azul heráldico, los
cipreses venerables parecían tener el ensueño de la vida monástica. La caricia de la luz temblaba sobre las flores como un pájaro de oro, y
la brisa trazaba en el terciopelo de la yerba, huellas ideales y quiméricas como si danzasen increíbles hadas.
SONATA DE INVIERNO. (Inicio: se observa la presencia del tiempo: el pasado desde la perspectiva actual, y el amor: La lucidez y la pasión de
antaño frente a la soledad del presente)
Como soy muy viejo, he visto morir a todas las mujeres por quienes en otro tiempo suspiré de amor: De una cerré los ojos, de
otra tuve una triste carta de despedida, y las demás murieron siendo abuelas, cuando ya me tenían en olvido. Hoy, después de haber
despertado amores muy grandes, vivo en la más triste y más adusta soledad del alma, y mis ojos se llenan de lágrimas cuando peino la
nieve de mis cabellos. ¡Ay, suspiro recordando que otras veces los halagaron manos principescas! Fué mi paso por la vida como potente
florecimiento de todas las pasiones: Uno a uno, mis días se caldeaban en la gran hoguera del amor: Las almas más blancas me dieron
entonces su ternura y lloraron mis crueldades y mis desvíos, mientras los dedos pálidos y ardientes deshojaban las margaritas que guardan
el secreto de los corazones. Por guardar eternamente un secreto, que yo temblaba de adivinar, buscó la muerte aquella niña a quien lloraré
todos los días de mi vejez. ¡Ya habían blanqueado mis cabellos cuando inspiré amor tan funesto!
La técnica novelística de Ramón M.ª del Valle-Inclán fue evolucionando hasta que se consolidó definitivamente su gran hallazgo: el
ESPERPENTO. Localiza en el libro de texto la teoría relacionada con el esperpento que se encuentra en las páginas 90, 91, 100 y 101 para
aplicarla a los siguientes fragmentos.
(Entrevista de Gregorio Martínez Sierra con Valle publicada en el periódico ABC, EL 7 DE DICIEMBRE DE 1928.)
“Comenzaré por decirle a usted que hay tres modos de ver el mundo artística o estéticamente: de rodillas, en pie o levantado en
el aire. Cuando se mira de rodillas se da a los personajes una condición superior a la condición humana. Así Homero atribuye a sus héroes
condiciones que en modo alguno tienen los hombres. Hay una segunda manera, que es mirar a los protagonistas novelescos, como de
nuestra propia naturaleza... Esta indudablemente es la manera que más prospera. Esto es Shakespeare... Y hay otra tercera manera, que es
mirar el mundo desde un plano superior y considerar a los personajes de la trama como seres inferiores al autor, con un punto de ironía.
Quevedo tiene esa manera, Cervantes también. A pesar de la grandeza de Don Quijote, Cervantes se cree más cabal y cuerdo que él...
(También es la manera de Goya.) Y esta consideración es la que me movió a dar un cambio en mi literatura y a escribir los esperpentos, el
género literario que yo bautizo con el nombre de esperpentos.”
CUESTIONES:
¿Qué tres modos hay, según Valle, de ver el mundo estéticamente?
TEXTO 27 TIRANO BANDERAS (NOVELA)
Valle conocía la América hispana desde su primer viaje en 1892 y posteriores, en 1911 a Argentina y en 1921 a
México, invitado por el presidente de la República; quizá este vieja le inspiró Tirano Banderas, publicada en 1926, y
considerada su mejor novela, síntesis del mundo americano, de muchos personajes y caudillos. La novela se desarrolla en una
imaginaria república (Santa Fe de Tierra Firme) sometida a la dictadura del general Santos Banderas. Esta obra significa un
antecedente del subgénero novelesco sobre las novelas de tiranos, sobre dictadores hispanoamericanos (El señor presidente
de Miguel Ángel Asturias, El otoño del patriarca de Gabriel García Márquez, Yo El supremo de Augusto Roa Bastos, La Fiesta
del Chivo de Vargas Llosa).
El Generalito acababa de llegar con algunos batallones de indios, después de haber fusilado a los insurrectos de Zamalpoa: Inmóvil y
taciturno, agaritado de perfil en una remota ventana, atento al relevo de guardias en la campa barcina del convento, parece una calavera
con antiparras negras y corbatín de clérigo. En el Perú había hecho la guerra a los españoles, y de aquellas campañas veníale la costumbre
de rumiar la coca, por donde en las comisuras de los labios tenía siempre una salivilla de verde veneno. Desde la remota ventana, agaritado
en una inmovilidad de corneja sagrada, está mirando las escuadras de indios, soturnos en la cruel indiferencia del dolor y de la muerte. A lo
largo de la formación chinitas y soldaderas haldeaban corretonas, huroneando entre las medallas y las migas del faltriquero, la pitada de
tabaco y los cobres para el coime. Un globo de colores se quemaba en la turquesa celeste, sobre la campa invadida por la sombra morada
del convento. Algunos soldados, indios comaltes de la selva, levantaban los ojos. Santa Fe celebraba sus famosas ferias de Santos y
Difuntos. Tirano Banderas, en la remota ventana, era siempre el garabato de un lechuzo.
Preguntas:
1. ¿Qué escenas contempla desde la ventana Tirano Tanderas?
2. ¿A qué crees que puede referirse la oración que empieza así: Un globo de colores se quemaba en la turquesa celeste…?
3. Define el esperpento desde la características teóricas (puedes consultar el cuadro de Emil Nolde “Máscaras de naturaleza
muerta”), compara qué tiene en común el cuadro con el fragmento de Valle Inclán.
4. La esperpentización abarca tanto a la descripción de los personajes como al vocabulario que utilizan y al ambiente en el que se
desenvuelven. El texto ofrece un retrato esperpéntico del Generalito. Fíjate en los elementos que conforman el retrato y explica
la razón por la que los ha elegido el autor. Señala los rasgos esperpentizadores que aparecen en este fragmento.
5. La imagen de Tirano banderas está presentada mediante procedimientos degradatorios. Identifica esos procedimientos y
comenta su funcionamiento.
6. Analiza la estructura del texto, indicando las partes que lo componen y cómo están relacionadas entre sí.
*****
¡Famosas aquellas ferias de Santos y Difuntos! La Plaza de Armas, Monotombo, Arquillo de Madres, eran zoco de boliches y pulperías,
ruletas y naipes. Corre la chusma a los anuncios de toro candil en los Portalitos de Penitentes. Corren las rondas de burlones apagando las
luminarias, al procuro de hacer más vistoso el candil del bulto toreado. Quiebra el oscuro en el vasto cielo, la luna chocarrera y cacareante.
Ahúman las candilejas de petróleo por las embocaduras de tutilimundis, tinglados y barracas. Los ciegos de guitarrón cantan en los corros
de pelados. El criollaje ranchero —poncho, facón, jarano— se estaciona al ruedo de las mesas con tableros de azares y suertes fulleras.
Circula en racimos la plebe cobriza, greñuda, descalza, y por las escalerillas de las iglesias, indios alfareros venden esquilones de barro con
círculos y palotes de pinturas estentóreas y dramáticas. Beatas y chamacos mercan los fúnebres barros, de tañido tan triste que recuerda la
tena y el caso del fraile peruano. A cada vuelta saltan risas y bravatas.
************
El sol de la mañana inundaba las siembras nacidas y las rojas parcelas recién aradas, espesuras de chaparros y prodigiosos maniguares con
los toros tendidos en el carrero de sombra, despidiendo vaho. La Laguna de Ticomaipú era, en su cerco de tolderías, un espejo de
encendidos haces. El patrón galopa en su alegre tordillo, por el borde de una acequia, y arrea detrás su cuartago el mayoral ranchero.
Repiques y cohetes alegran la cálida mañana. Una romería de canoas engalanadas con flámulas, ramajes y reposteros de flores, sube por
los canales, con fiesta de indios. Casi zozobraba la leve flotilla con tantos triunfos de músicas y bailes. Una tropa cimarrona —caretas de
cartón, bandas, picas, rodelas— ejecuta la danza de los matachines, bajo los palios de la canoa capitana. Un tambor y un figle pautan los
compases de piruetas y mudanzas. Aparece a lo lejos la casona del fundo. Sobre el verde de los oscuros naranjales promueven resplandores
de azulejos, terradillos y azoteas. Con la querencia del potrero, las monturas avivaban la galopada.
************
Las calles tenían un cromático dinamismo de pregones, guitarros, faroles, gallardetes. En el marasmo caliginoso, adormecido de músicas,
acohetaban repentes de gritos, súbitas espantadas y tumultos. El Cruzado esquivaba aquellos parajes de mitotes y pleitos. Ondulaba bajo
los faroles de colores la plebe cobriza, abierta de regueros, remansada frente a bochinches y pulperías. Las figuras se unificaban en una
síntesis expresiva y monótona, enervadas en la crueldad cromática de las baratijas fulleras. Los bailes, las músicas, las cuerdas de farolillos,
tenían una exasperación absurda, un enrabiamiento de quimera alucinante.
***********
El tumbo del mar batía la muralla, y el oboe de las olas cantaba el triunfo de la muerte. Los pájaros negros hacían círculos en el remoto azul,
y sobre el losado del patio se pintaba la sombra fugitiva del aleteo.
**********
La llama del sol encendía con destellos el arduo tenderete de azoteas, encastillado sobre la curva del Puerto. El vasto mar ecuatorial,
caliginoso de tormentas y calmas, se inmovilizaba en llanuras de luz, desde los muelles al confín remoto. Los muros de reductos y
hornabeques destacaban su ruda geometría castrense, como bulldogs trascendidos a expresión matemática. Una charanga, brillante y
ramplona, divertía al vulgo municipal en el quiosco de la Plaza de Armas. En la muda desolación del cielo, abismado en el martirio de la luz,
era como una injuria la metálica estridencia. La pelazón de indios ensabanados, arrendándose a las aceras y porches, o encumbrada por
escalerillas de iglesias y conventos, saludaba con una genuflexión el paso del Tirano.
CUESTIONES:
1. Localiza en los cuatro fragmentos de Tirano Banderas rasgos del esperpento.
2. Busca en el diccionario las palabras del texto cuyo significado desconozcas; presta especial atención a su origen.
3. Ejemplifica con tu respuesta anterior la koiné hispánica empleada por Valle en Tirano Banderas.
4. Establece diferencias entre esta prosa y la de las Sonatas.
TEXTO 28
MARTES DE CARNAVAL (TEATRO)
[Crítica sobre el estamento militar, Marte-dios de la Guerra, y Carnaval-grostesco]
(Al movimiento de la luz todo se desbarata. CHULETAS DE SARGENTO posa el quinqué en el tercer escalón, inclinándose sobre el busto
yacente, que vierte la sangre por un tajo profundo que tiene en el cuello. EL GENERAL, por detrás de la luz, está suspenso.)
EL CAPITÁN. —No parece que el asesino se haya ensañado mucho. Con el primer viaje ha tenido bastante para enfriar a este amigo
desventurado. ¡Y la cartera la tiene encima! Esto ha sido algún odio.
EL GENERAL. —Está intacto. No le falta ni el alfiler de la corbata.
EL CAPITÁN. —Pues será que le mataron por una venganza.
EL GENERAL. —Habrá que dar parte.
EL CAPITÁN. —Dar parte trae consigo la explotación del crimen por los periódicos... ¡Y en verano, con censura y cerrada la plazuela de las
Cortes!... Mi General, saldríamos todos en solfa.
EL GENERAL. —Es una aberración este régimen. ¡La prensa en todas partes respeta la vida privada, menos en España! ¡La honra de una
familia en la pluma de un grajo!
EL CAPITÁN. —Sería lo más atinente desprenderse del fiambre y borrar el rastro.
EL GENERAL . —¿Cómo?
EL CAPITÁN. —Facturándolo.
EL GENERAL. —¡Chuletas, no es ocasión de bromas!
EL CAPITÁN. —Mi General, propongo un expediente muy aceptado en Norteamérica.
EL GENERAL. —¿Y enterrarlo en el jardín?
EL CAPITÁN. —Saldrán todos los vecinos con luces. Para eso mandas imprimir esquelas.
EL GENERAL. —¿Y en el sótano?
EL CAPITÁN. —Mi General, para los gustos del finado nada mejor que tomarle un billete de turismo. Lo inmediato es bajarlo al sótano y
lavar la sangre. Vamos a encajonarle.
EL GENERAL. —¿Persistes en la machada de facturarlo?
EL CAPITÁN. —Aquí es un compromiso muy grande para todos, mi General. ¡Para todos!
EL GENERAL. —¡Qué marrajo eres, Chuletas! Vamos a bajar el cadáver al sótano. Ya se verá lo que se hace.
EL CAPITÁN. —El trámite más expedito es facturarlo, a estilo de Norteamérica.
EL GENERAL. —¡Y siempre en deuda con el extranjero!
EL CAPITÁN. —Si usted prefiere lo nacional, lo nacional es dárselo a la tropa en un rancho extraordinario, como hizo mi antiguo compañero
el capitán Sánchez.
CUESTIONES
1. ¿Sobre qué hablan los personajes? ¿Qué ideas se les ocurren?
2. ¿Qué instituciones u organismos son objeto de la crítica mordaz de Valle-Inclán en este fragmento de Martes de carnaval?
3. ¿Qué tipo de discurso (coloquial, jergal, culto…) se emplea?
4. Señala los momentos más cómicos y grotescos del pasaje.
5. ¿Por qué podemos incluir este fragmento dentro del esperpento?
TEXTO 29
LUCES DE BOHEMIA (TEATRO)
Obra publicada sobre 1920, se estrenó en España, en Sabadell, en febrero de 1968 y fue un éxito, se divide en quince escenas,
acompañadas de diversas acotaciones que aportan información sobre la escenografía, la ambientación, los personajes, la acción dramática
y las coordenadas especio-temporales. Su tema gira en torno a las relaciones entre el ciego, soñador y pobre escritor bohemio Max Estrella
y un amplio elenco de personajes, la mayoría miserables y marginales. De ellos destaca Latino de Hispalis, su alter ego, es quien le hace
poner los pies en tierra y le recuerda que deje las divagaciones pues lo está asustando con sus reflexiones, que al quedarse con un billete
de lotería premiado de Max, recién fallecido, provoca indirectamente la muerte de la familia de Max, desesperada por su miseria extrema.
El mismo Latino finalizará la obra diciendo que el mundo es “¡Un esperpento!”.
Luces de bohemia (1920) es la primera obra a la que Valle-Inclán da el nombre de "esperpento". Con esta palabra -cuyo
significado habitual era "persona o cosa extravagante, desatinada o absurda/ feo, ridículo o llamativo"- designaría en adelante el autor a
aquellas obras suyas en que se produce una deformación de la realidad, lo trágico y lo burlesco se mezclan, con una estética que quiere ser
"una superación del dolor y de la risa". En diversas ocasiones, explicó el autor el sentido de esta nueva estética, que, en cierto modo,
entronca con el expresionismo europeo (el cual recurría también a una deformación de la realidad para acentuar ciertos rasgos
significativos con una intención crítica). Pero es en esta escena XII de Luces de bohemia donde se halla la formulación más esclarecedora
de esta nueva tendencia.
[…] Rinconada en costanilla y una iglesia barroca por fondo. Sobre las campanas negras, la luna clara. DON LATINO y MAX ESTRELLA
filosofan sentados en el quicio de una puerta. A lo largo de su coloquio, se torna lívido el cielo. En el alero de la iglesia pían algunos pájaros.
Remotos albores de amanecida. Ya se han ido los serenos, pero aún están las puertas cerradas. Despiertan las porteras.
MAX: ¿Debe estar amaneciendo?
DON LATINO: Así es.
MAX: ¡Y qué frío!
DON LATINO: Vamos a dar unos pasos.
MAX: Ayúdame, que no puedo levantarme. ¡Estoy aterido!
DON LATINO: ¡Mira que haber empeñado la capa!
MAX: Préstame tu carrik, Latino.
DON LATINO: ¡Max, eres fantástico!
MAX: Ayúdame a ponerme en pie.
DON LATINO: ¡Arriba, carcunda!
MAX: ¡No me tengo!
DON LATINO: ¡Qué tuno eres!
MAX: ¡Idiota!
DON LATINO: ¡La verdad es que tienes una fisonomía algo rara!
MAX: ¡Don Latino de Hispalis, grotesco personaje, te inmortalizaré en una novela! DON LATINO: Una tragedia, Max.
MAX: La tragedia nuestra no es tragedia.
DON LATINO: ¡Pues algo será!
MAX: El Esperpento.
DON LATINO: No tuerzas la boca, Max.
MAX: ¡Me estoy helando!
DON LATINO: Levántate. Vamos a caminar.
MAX: No puedo.
DON LATINO: Deja esa farsa. Vamos a caminar.
MAX: Échame el aliento. ¿Adónde te has ido, Latino?
DON LATINO: Estoy a tu lado.
>MAX: Como te has convertido en buey, no podía reconocerte. Échame el aliento, ilustre buey del pesebre belenita. ¡Muge, Latino! Tú
eres el cabestro, y si muges vendrá el Buey Apis. Lo torearemos,
DON LATINO: Me estás asustando. Debías dejar esa broma.
MAX: Los ultraístas son unos farsantes. El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del
Gato.
DON LATINO: ¡Estás completamente curda!
MAX: Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con
una estética sistemáticamente deformada.
DON LATINO: ¡Miau! ¡Te estás contagiando! MAX: España es una deformación grotesca de la civilización europea.
DON LATINO: ¡Pudiera! Yo me inhibo.
MAX: Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas.
DON LATINO: Conforme. Pero a mí me divierte mirarme en los espejos de la calle del Gato.
MAX: Y a mí. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta, Mi estética actual es transformar con
matemática de espejo cóncavo las normas clásicas.
DON LATINO: ¿Y dónde está el espejo?
MAX: En el fondo del vaso.
DON LATINO: ¡Eres genial! ¡Me quito el cráneo!
MAX: Latino, deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España.
>DON LATINO: Nos mudaremos al callejón del Gato.
MAX: Vamos a ver qué palacio está desalquilado. Arrímame a la pared. ¡Sacúdeme!
DON LATINO: No tuerzas la boca.
MAX: Es nervioso. ¡Ni me entero!
DON LATINO: ¡Te traes una guasa!
MAX: Préstame tu carrik.
DON LATINO: ¡Mira cómo me he quedado de un aire!
MAX: No me siento las manos y me duelen las uñas. ¡Estoy muy malo!
DON LATINO: Quieres conmoverme, para luego tomarme la coleta.
MAX: Idiota, llévame a la puerta de mi casa y déjame morir en paz.
DON LATINO: La verdad sea dicha, no madrugan en nuestro barrio.
MAX: Llama.
DON LATINO DE HISPALIS, volviéndose de espaldas, comienza a cocear en la puerta. El eco de los golpes tolondrea por el ámbito lívido de la
costanilla, y como en respuesta a una provocación, el reloj de la iglesia da cinco campanadas bajo el gallo de la veleta.
MAX: ¡Latino!
DON LATINO: ¿Qué antojas? ¡Deja la mueca!
MAX: ¡Si Collet estuviese despierta!... Ponme en pie para darle una voz.
DON LATINO: No llega tu voz a ese quinto cielo.
MAX: ¡Collet! ¡Me estoy aburriendo!
DON LATINO: No olvides al compañero.
MAX: Latino, me parece que recobro la vista. ¿Pero cómo hemos venido a este entierro? ¡Esa apoteosis es de París! ¡Estamos en el entierro
de Víctor Hugo! ¿Oye, Latino, pero cómo vamos nosotros presidiendo?
DON LATINO: No te alucines, Max.
MAX: Es incomprensible cómo veo. DON LATINO: Ya sabes que has tenido esa misma ilusión otras veces.
MAX: ¿A quién enterramos, Latino?
DON LATINO: Es un secreto que debemos ignorar.
MAX: ¡Cómo brilla el sol en las carrozas!
DON LATINO: Max, si todo cuanto dices no fuese una broma, tendría una significación teosófica... En un entierro presidido por mí, yo debo
ser el muerto... Pero por esas coronas, me inclino a pensar que el muerto eres tú.
MAX: Voy a complacerte. Para quitarte el miedo del augurio, me acuesto a la espera. ¡Yo soy el muerto! ¿Qué dirá mañana esa canalla de
los periódicos?, se preguntaba el paria catalán.
MÁXIMO ESTRELLA se tiende en el umbral de su puerta. Cruza la costanilla un perro golfo que corre en zigzag. En el centro, encoge la pata
y se orina. El ojo legañoso, como un poeta, levantado al azul de la última estrella.
MAX: Latino, entona el gori-gori.
DON LATINO: Si continúas con esa broma macabra, te abandono.
MAX: Yo soy el que se va para siempre.
DON LATINO: Incorpórate, Max. Vamos a caminar.
MAX: Estoy muerto.
DON LATINO: ¡Que me estás asustando! Max, vamos a caminar. Incorpórate, ¡no tuerzas la boca, condenado! ¡Max! ¡Max! ¡Condenado,
responde!
MAX: Los muertos no hablan.
DON LATINO: Definitivamente, te dejo.
MAX: ¡Buenas noches!
DON LATINO DE HISPALIS se sopla los dedos arrecidos y camina unos pasos encorvándose bajo su carrik pingón, orlado de cascarrias. Con
una tos gruñona retorna al lado de MAX ESTRELLA. Procura incorporarle hablándole a la oreja.
DON LATINO: Max, estás completamente borracho y sería un crimen dejarte la cartera encima, para que te la roben. Max, me llevo tu
cartera y te la devolveré mañana.
CUESTIONES
1.
2.
3.
4.
5.
Resumen el argumento de la escena.
Busca en el diccionario la entrada esperpento y anota todas las acepciones que tenga.
Identifica las acotaciones. Toma nota en una lista de la riqueza de vocabulario a lo largo de la lectura.
Observa la viveza del diálogo e identifica las expresiones coloquiales y los toques grotescos.
(Ver el fragmento que va entre los dos nombres en negrita) En el fragmento que vamos a comentar, son seis las intervenciones de Max en las que
se explica la índole y la función del "esperpentismo". Subraya aquellas frases de Max en donde se expone la teoría del esperpento. Coméntalas,
destacando cómo esa estética va unida a una determinada visión de España. Relaciona esa visión con la que tienen los autores del noventa y
ocho.
CUESTIONES GENERALES
1. ¿Quién fue el primero en acuñar la denominación de Generación del 98? ¿En qué año?
2. ¿Qué hecho histórico une a los integrantes de dicha generación?
3. ¿Qué escritores integran su nómina?
4. Uno de sus principales temas es el denominado “tema o problema de España”. ¿En qué consiste? ¿Cómo se manifiesta?
5. La crisis de fin de siglo se refleja también en otros temas, ¿cuáles?
6. ¿Cuáles son los géneros literarios más cultivados?
7. ¿Qué características innovadoras presentan las novelas de Unamuno, Baroja, Valle-Inclán y Azorín publicadas en 1902?
8. Principales características del estilo noventayochista.
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