Raza vencida : tragedia en dos actos

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MAX GRILLO
Raza Vencida
Tragedia
eu dos aclos
PREFACIO DEL AUTOR
_. -.~.+.--
BOGOTA
I.IBRERÍA DE J(JUO & M AX GRILLO
1\14-Calle 12-100
MCMV
RAZA VENCIDA
,
MAX GRILLO
Raza Vencida
Tragedia en dos ' actos
PUEto'ACIO DEL AUTOR
,
•
•••
BOGOTA
LIBRERíA DE JULIO & MAX GRILLO
lM-Ca.lle 12-196
HCMV
\
Es pl"opiedad del autor.
11l1·Rl!:NTA. VE ll" Luz.-nOGOTA.
Puente de San Francisco
,
•
} QUIEN V}1}1 LEER
literariamente los pueblos americanos, dependen aún de la metrópoli y, llámense
Colombia ó México, Venezuda ó Argentina,_ ~on ­
CONSIDERADOS
tinúan siendo provincias españolas. Si se alejan
unos de otros por los desiertos y los montes, por
la mezcla de razas, por la diversidad de aspiraciones, por la:;; influencias que reciban de los extraños,
por cambios en las costumbres; los une, los unirá
siempre un lazo, el más fuerte vínculo) el más sim-
pático: el idionlil. El idioma es el alma de las naciones. Mientras hablemos uno 11lismo en la AnlérIca colombina seremos un luismo cuerpo, un
,nismo pueblo. Obra grande fue la realizada por
los conquistadores al imponer en el Continente la
lengua de Castilla sin permitir la germinación de
dialectos, ora porque fuesen de . índole domeña- (
ble las tribus y fácilmente vencida su alma autóctona, ora porque prevaleciesen en las heroicas em-
presas los soldados castellanos, unificando fuera
de la Península lo que allá nunca se ha conseguido. Fecunda obra cuyos resultados serán en lo fu turo la solidez de la nacionalidad panhíspánica.
•
•
VI ·
Á QUIEN VA Á LEER
Seria tarea casi imposible crear una literatura genuinamente americana Ó criolla. Sea dicho,
aunque de paso, que á los habitadores de estas
tierras nos corresponde enriquecer la lengua con
las voces y giros que, bien naeidos, invente núestro pueblo para su uso, así como nos toca explotar
en lo posible bs tradiciones, la historia y la vida
americana para que á lo. menos en la elección de
los asuntos aparezcamos haciendo literatura indí gena, y no cual modestos arrendajos ré'pitiendo en
minúsculas proporciones la novela, el poema, la
crítica, el arte de pueblos extraordinarios. Es cierto
que las manifestaciones de la 'belleza son universales y que es propin de poetas é imaginativos de
toda especie alejarse del solar nativo en busca de
paisajes, costuml;lres, héroes y dioses exóticos, po¡Ser ley humana que no satisfaga el bien poseído y
se anhele el goce del ajeno. Suele obsen'arse que
las vocaciones literarias se determinan por la lectu-
ra y rara vez por la contemplación de la naturaleza
y la vida interior. De aquí las floraciones de arte
francés Ó griego en medio de la selvática incuria
de nuestras labranzas tropicales. Pobre de originalidad será la existencia que nos ha tocado, mas debemos vivirla con la intensidad de que seamos capaces. Si no alcanzamos á dar á las cosas familiares interés digno de atraer á los compatriotas, menos lograremos conquistar á las gentes forasteras,
al rimar Ó exprimir Jos temas que para ellos
son de doméstico trato. La ley de la división del
trabajo también debe aplicarse en el terreno del
arte. Los franceses, los alemanes, no exigen de nosotros que les descubramos SlIS paisajes hermosos
Á QUIEN VA Á LEER
VIl
ni las reconditeces de sus almas; vastos y poderosos ingenios lo han hecho en aquellos países. Lo,;
extranjeros nos piden cuadros de nuestra vida
tormentosa de pueblos en ebullición, pinturas de
los paisajes andinos, psicología de nuestras almas
veleidosas y ardientes.
U n espíritu de ruda cepa castiza, de originalidad indómita, Miguel de Unamuno, ha dicho que
los intelectuales americanos deben al!lericanizarse;
y Díaz Rodrígucz, novelista encantado'!:"'y ágil, que
analiza el alma criolla en Idolos rolos y Saug,'e patricia, llama á su falange al campo del americanismo. Un poeta de estro elocuente, desvirtuado en
veces por la filigrana del concepto, José Santos
Chocan o, realiza en poemas resonantes el Alma
-
de A m,érica.
Ignoro si mi vena lírica ha si(~..o impubada hacia lo indígena porque tenga)'o sangre de conquistadores Ó dc vencidos. Séame permití do solamente
anotar que desde mis comienzos literarios he buscado la fuente cas!iza, 13. cual se .resume para mí
en el amor á la estirpe nacional, al cielo de la patria, á sus paisales, á sus "'m onumentos, á sus tradi.
ciones y glorias. Jamás me fue indiferente su destino; luché por ella en todas las palestras, inquirí
su historia é hice la profesión de mi ensueño bajo
el cimborio de sus tempestades.
Considero necesario poner algunas notas marginales á la tragedia Ó poema trágico que titulo
Raza vencida. El uso de mitos de la fábula chibcha me obliga á ello por tener en cuenta que aun
entre nosotros son poco conocidos.
La historia de los ITIuiscas, cuyo reino conquistó Gonzalo Jiménez de Quesarla, carece del interés
Vlll
Á QUIEN VA Á LEER
que tiene la de aztecas y peruanos. Sus leyendas fueron apenas recogidas por los cronistas,
quienes, ó carecían de instrucción suficiente para
dar valor á los monumentos y tradiciones indígenas, ó por celo religioso los destruían como
obras diabólicas. Tal era el proceder de los letrados. Es de suponer cuál sería el de los hombres de
armas, en general ignorantes.
"El Arzobispo Fray Cristóbal de Torres, dice
Acosta, hizo cortar dos h er:nosas palmas que daban sombra á los estanques del Zipa, en Tabio,
porque los indígenas las miraban todavía co~
cierta veneración después de un siglo del descubrimiento, como que les recordaban los tiempos
de su independencia. y nótese que este respetable
prelado, cuya memoria es grata por haber fundado
el Colegio del Rq.sario, fue de los españoles más
ilustrados." Así en la Edad Media los obispos
destruyeron las Rocas del deslillo, consagradas, según se cree, {¡ la Luna y á la Serpiente, y San Bo.
nifacio derribó la el/cil/a del DOllar. (l)
El autor del libro Los Cltibchas al/les de la
conqnisla espaiiola, estudio de los más meditados
que existen acerca del asunto, disculpa á los demoledores con razones que no del todo hago mías:
"Si el celo de los misioneros los llevó á quemar
por centenares informes y grotescos ídolos de ma! dera, nada perdió el arte con esto .... "
La faIta absoluta de toda clase de escritura
chibcha ha hecho imposible el esclarecimiento de
(1) V(:ansc CompcHdiu histórico del descubrimiento y coloni--
zaM.6n de la .Nueva Granada en el flfalo.décimoscxto, por el CorODol .JoaQuín Acosta.. 18-18, y Nuestro Tiempo, entrega de Ju·
nio. 1005 .
•
Á QUIEN VA Á LEER
IX
su vida histórica. Con todo, he creido suf}cienfes
los datos que nos traen los cronistas, aumentados
por escritores modernos, tales como Zerda, en El
Dorado, los dos Restrepos (D. Vicente y D. Ernesto), para fundar los detalles de la tragedia que
verán los lectores.
Para mí la mitología chibcha nada tiene de
despreciable; por el contrario, sus ingenuos mi-
tos suelen presentar la ele\'ación de los símbolos
de la naturaleza.
La religión chibcha era una mezcla de sabeísmo é idolatría. De las prácticas fetichistas ,¡'habían levantarlo los indígenas á la aclaración de los
astros, á consagrar las lagunas, los ríos y las selvas
á sus númenes supremos. El Sol (ZGHÉ) era la deidad excelsa, y CHÍA (la Luna), s-u compañera celeste, diosa melancólica, temida por los hombres.
CHIMINIGAGU~crtenece á otro orden religioso: no era una deidad antropomorfa. Era un dios
-
-
sin culto, cspiritt!.al, algo como el Uno, el creador
de la luz, Ó sea del Todo.
BOCHICA parece haber sido '122. profeta, tal vez
un viajero huda que les enseñó á hilar el algodón,
á tejer los vestidos y á hacer otras cosas útiles que,
probablemente, olvidaron las tribus nómades. Opino que Bochica y Xcnquethe\'a designan ull~mis·
ma deidad.
CHIBCHACÚ»l era el p¿:otectgr especial de los
ml1lscas.
CUCHABJBA, escrito frecuentemente por los historiadores, Cuchavira, á pesar de que carecía de
las letras r, d y 1, el alfabeto muisca, según opinión de quienes estudian su dialecto. Cuchabiba
•
x
Á Q~IEN VA Á LEER
era aire resplandeciente, el arco iris, que había
servido á Bochica para sostenerse en el ciclo mientras forma ha el Tequcndama.
BACH {J E era la madre de los c1}i behas, protectora de las hnrtalizas.
CHAQI'I~N, dios Término de su mitología, presidía las carreras y los juegos atléticos.
TOMAGATA, dice el Sr. Restrepo Tirado, era
"monstruo de cllatro oreja" y un solo ojo en la
frente, tenia una cola semejante :i la del tigre. Todas las noches hacía diez viajes de Tunja :i Sngamoso, deteniéndosc en los adoratorios. ¡Pobre de
quien le enojara! Tomagata le cOI",ertía en culebra, lagarto ú otro animal." Su nombre significaba
masa que hierve.
Como la tradición era oral, nada de raro tiene
que los nombres de las deidades mismas fuesen
desvirtuados ai ser trasmitidos de unos pueblos á
otros. La oscnridad que rodea los mitos abre campo al misterio y sugiere la concepcic">n poética. El
numen es una luz imprecisa quc sc complace en
alumbrar lo incierto. La imaginación borda en la
tela de nombres y hechos vagos un poema que,
dados los gustos modernos, dehe aparecer lírico y
épico á la vez.
Predecesores ilustres he tenido: Luis Vargas
Tejada, ingenio de cultura extraordinaria para Su
época, espíritu intranquilo, repúblico de ardientp.s
convicciones, compuso una tragedia, SlIgamllxi, en
versos inspirados por sus lecturas de clásicos franceses y españoles del siglo XVIII. De Fernández Madrid correcto versificador d, principios de la República, se conserva un poema, Aq/timeHzaq/te, que
no tengo presente.
•
.
A QUIEX VA A LEER
XI
No doy á la estampa Raza "C1lcida (que debiera ser un poema musical) con la pretensión de habe:' escrito un drama de enr~do. Sus cuadros y sus
personajes son apenas formas animadas por un
ente misterIoso y oscuro, el HadQ. La unidad de
mi obra no se halla en la urdim bre ,del asunto, se
encuentra en el pensa>TIiento silencioso y trág,ico.
Bogotá, Agosto de J905
•
DRAMATlS PERSON.di:
SVAMÓS. Sumo Sacerdote[del templo de Iraca.
TO:-'fAGATA. Encarllación~diabólica.
lSORA. \'irgen consagrada á Chía.
ZAQl'EZA"¡" Jeque ilustre.
NEUSA. Pitonisa del templo de Tundama.
GO"ZALO J,,"c.NEZ DE QUESAD .•. Conquistador del reino de los Chibchas.
EL CACIQVE DE TU"DAMA.
ANTÓN DE OLA YA. Capitán de las fuerzas españolas.
HERALDOS.
U" OFICIAL.
Jcqlus Ó sacerdotes encargados de las cer~tnonias reI.giosas.-Cllltqlles ó agoreros.- Vestales del templo del
Sol.-Soldados delíCacique y soldados cas/ella"os .
•
•
Suamós. Anciano Je
cabe ll o~ lacios. Visle
luniea bl<mc;{
y ll eva manto de ai!;odón e~cnl'iata; adorna su rabeza medialuna de oro con c.~mel'ald<1s; de la medialuna surge un penacho de plumas de ;uacamayo, roj¿ls y ycrdes; calza sandalias,
yen la mano trile la nln.l de oro que usó Bochica.
1'omagata. Alto, fornido. YislC túnicol gris, (lile imita el
coJor de la corteza de los árboles; de sus e!'>palda::. pende una
piel de jaguar. La tradición decía que tenía un ojo en la fl'enle y cuatro orcjas.
¡ sol'a . Viste lÚllica blanca, yen los hombros lleva manlo Ó
liqaira de algodón ,Izu l; adornan sus brazos desnudos, b¡'azalclcs de oro, y en la cabeza ostenta medialuna con pefHtcho
tic plumas blancas.
Zaquecamin. Joven y hermoso, Viste túnica roja J luce
medialuna con c'lbezas de loros y lagar los.
•
ACTO 1
EL SACRIFICIO
PórlicocxLcrior drllCrllp lo de Ir'aca: :H'qu iLcctul'a maeiza; columnas cónicas sin cilpilcJes; la cubierta deltcmplo es de hojas de palma. Gr:l(\('ri,1 de arenisca amarilla . .\ la izquierda,
Uf} bo~u(' de ~·I·;llld('., ;írboles. A
la derecha, colinas cuyas
ondulaciones terminan en la c.5calill:tla del templo. Es de uo('he. Los fulgo1'f's del cielo anuncian la pl'óxima sa lida de
13 luna.
ESCE)\A 1
TOAIAGATA
Se pasca n;tilndv cntre el bosque y las primeras
columnas del peristilo.
Será I1n~ sombra al despertar e l día
El santuario de Iracd. Vengativo
Mi numen es. Celebre mi alegría
Trillnfo tan estupendo ....
De ldacanzas
Voy á vengarme. Con ligero paso
Salí de H unza al cumenzar su ocaso
El odiado Zuhé.
Mi sombra errante
Aquí será advertida.
Kada augura
Que sobre el templo de oro revestido
El mayor infortunio se apresura,
y que empieza el momento de "u olvido.
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4
RAZA VENCIDA
¿Qllién arrancó su cetro á Tomagata?
Quién? Deidad implacable! vencedora
No serás en la lucha; te arrebata
Otro dios tu dominio; soy su nuncio;
La \'enganza presiento; mas es vana
Mi cólera, Zuhé, dios de:itronado
Que en abismos sin luz irás mañana
Como pobre vencido ....
La ironía
Digna es de mí. Los dioses de mi estirpe
No increpan el fantasma del pasado
Con acentos inútiles .. ..
Querría
Suavizar la tristeza de tu muerte,
Grande enemigo mío, dios austero,
Que te juzgab,cs poderoso y fuerte
y te desplomas ya ....
Sciiala con dureza In únngen resplandeciente de
Bochica I que se alza á la entrada del templo.
ESCENA II
ISORA y
NEUSA
Sale¡¡ del interior del templo. Marcha ¡sora con
lentitud y revela sobresalto. Tomagala, sin ser visto, se
desliza cutre los árboles.
ISORA.
Todo duerme en la selva . .. '
Respira todo placidez. En tanto
Se conmueve mi pecho.
Noble Neusa,
Sublime Pitonisa de Tundama
Que el porvenir revelas á los hombres,
Descúbreme el secreto de mi suerte.
f
RAZA VENCIDA
5
NEUSA
A morir de la diosa en los altares,
Eras tú destinada. Los severos
N úmenes de la tierra . . ..
j
d
ISORA
't
.' ~
t.,
4
t
f
~
Amor extraño,
Dulce y fatal amor! en mis oídos
Vertió palabras de pasión funesta
Que embriagaron mi alma y mis sentidos.
NEUSA
_, ]
a;
ti
Doncella infortunada,
Fuego fatal alumbra en tus pupilas
y se extingue su luz inmacnlada.
Todo amor entristece. De los dioses
La cólera no busques. Son celosos,
y en vez de la alegría, la tortu rá
De la vestal y el lIIoja les compbce,
-
y devoran su núbil hermosura.
ISOR.A.
¿Y qué será de mí cuando el clemente
Sacerdote de Iraca, mi perjurio
Maldiga airado con su voz ardiente?
Cuando en medio del bosque los augures
Enciendan las hogueras,
y nuestros Corazones calcinados
Sientan aún los gritos espantosos
De los dioses burlados?
NEUSA
Horror, horror! Si á las deidades amas
Se apagará tu vida en la clausura
Sin conocer el goce y la amargura
Del amor que en la saogre se difunde;
Raza '['enciela.
2
,
I
\
6
RAZA YENel DA
Sin saber cuánta dicha en un momento
Es capaz de sentir el alma débil;
Sin padecer en un odiado instante
Todo el dolor y tocio el desaliento.
y si toca la flor de tu belleza
El labio ele un mortal, siempre en tu casa
Verás la sombra fría ele los dioses
Urdir en el hogar para tus sienes
Los hilos cle la red de la tristeza.
IsonA
Vé, cOllsúlta los signos celestiales,
El vuelo ele las a\'es ....
}JEUSA
Siempre rIngo á las almas inexpertas
Anticipar las horas de la "ida,
Más dolorosas mientras más inciertas!
) ¿Por qué saborear dolor lejano?
~ Baste al presente su inquietud;
Aspira
I
De la noche el aroma.
Yo te libro
De asechanza3 y pérfidos amagos j
Tu sombra seguiré. Sacerdotisa,
El oráculo excelso de Tundama
Por ti consultaré. De los peligros
Qlle te reserva la celeste llama
He de salvarte audaz, aunque los lares
•
/
Del templo me persigan en la noche
y sean más dolientes mis pesares!
ISORA
De mí Ee vengará la blanca diosa!
De Iguaque vagaré por el abismo
RAZA
VE~CIDA
7
Sin encontrar sosiego,
Como la cervatilla á quien acosa
Un enjambre de tábanos!
¿ Del fuego
De la deidad silente me preca\-es?
NEliSA
Qué no intentara yo por tu ventura!
ISORA
•
I
Cómo me regocija tu carino,
Maternal es tu afecto.
NEUS.!.
(Ella lo dice!)
Siempre estuve á tu lado, blanda niña,
Furtivamente vigilé tu sueño;
Te vi daru,ar graciosa en la campii"ía
En sJgrado cortejo de vestales,
y te besé en el bosque soledoso
>
)
Donde nadie quebró mi suave encanto_
Cuántas veces, dormida, en tus cabellos
Los ósculos dejé de mi alma triste,
Unidos á las gotas ele mi llanto ....
ISORA.
Ah tus caricias!
Sí, desde ]a cuna
'.
'Mis pasos signes y en mi dicha encuentras
El placer que te uiega la foduna;
Amiga, dulce amiga!
\
~JEUSA.
(Solo amiga!)
\ Las vestales murmuran. Les sorprende
I
( Mi cariño por ti. .. _
8
RAZA VENCIDA
JSORA
Son envidiosas!
¿Nuestra amistad acaso les ofende?
¿Qué dicen las vestales?
NEUSA
Tántas cosas:
Que tu madre soy yo. ~rll madre, Isora!
ISORA
Ah! si lo fuera,_ Nunca de
SlIS
labios
Caricias recibí. Jamás sus besos
Calor me dieron en la noche helada.
A la tuya imagino semejante
Su bondad ignorada.
NEUSA
(Cdosa estoy de ser yo misma!)
Amante
Es tu sencillo corazón de cierva,
¡Q1lé cult0 tan hermo~o y t:1n ingenuo!
ISQHA
Así me quieres? Mi:; mandatos cumples?
XEL'Sr\
Tu esclan soy. _ .. (Su veleidad subyuga!)
•
ISOIU
Vé, interróga el secreto de los hados,
Haz que \·¡bren las VOCes encendidas
De lo:; dioses terrib:es y adorados.
XEl"SA
Yoy si te empeñas en llamar IdS sombras
De los supremos númencs. Espéra.
Se dirige al templo por ia pllala lit' la derecha
(No comprende mi angustia!)
Sale.
RAZA VENCIDA
9
ESCENA 11I
ISORA, TOMAGATA
desde el bosque.
rSORA
Cuán imprudente he sido! torno al ara
Donde el fuego dejé sin los perfumes,
y á Chaquén una ofrenda se prepara.
•
TOMAGATA
Flor que sobre carbones te consumes,
Mécete al soplo azul de la campiña.
ISORA.
Que me perdone la celeste dea,
Aún no soy impura;
Aplacarla el espíritu desea.
TO:-'IAGATA
Zaquezamín te aguarda en la espesura ....
ISORA
El se olvidó de Isora; ¿tan voltario
Es amor en los dioses y en los hombres?
TOMAGATA
1a. ja, ja, ja, ja.
ISORA
se detiene azorada
Se estremecen los árboles sagrados.
Es él, .... Zaque7.amín! no me responde.
Le llamaré otra vez, una tan sólo.
Están los pebeteros apagados
y la diosa es colérica j
Zaquezamín, adiós. Es mi destino
Encender moque en el altar de Chía,
Muera tu amor, ante el amor divino,
Adiós!
Se dirige al interior de/templo.
•
JO
RAZA VEXCIDA
ESCENA IV
ZAQUEZAMÍN, que aparece en el bosque,
TO~IAGATA,
ISOH:A~
siempre oculto.
ZAQGEZA;\1 í~
bOfa mía!
No te alejes de mí, virgen sagrada,
Suave como las brisas de Yatoba
y las flores de luz de Furatena;
Escúchame benigna la aventura
Que al llegar me sucede: de tu pena
Causa no soy. La pérfida criatura
Que enlaza de l~ males la cadena
y se complace 1 el dolor ' ..
¡SORA
Entiendo r
Ah! Tomagata.
ZAQL' EZA~1 íN
Sí, sombra maldit;:¡!
1fe extravió por la selva. Vi su cola
De jaguar extenderse en mi sendero
y con astucia me burló. Medita
Un diabólico crimen.
¡SORA
•
Dioses! sola
y tan cerca del monstruo yo esperaba,
y sentí Sll atracción cllando el pamperl1
La copa de los árboles cimbraba!
ZAQCEZA:\IÍ'S
Odia el amor y la ,-irtud ....
TO:\IAG.-'\TA
imitando el sonido de las hOJas.
Mentira!
RAZA VENCIDA
IX
ISORA.
y es censor de Zuhé .. ..
TO?\lAGATA
.] ustO.
,.
ZAQUEZA~l1:'\
Persigue
En el claustro dellemplo á las doocellas.
TO}.{AGATA,
sieJ/lpre oculto.
Oh! para qué? ~!i corazón profundo
... A todos loa amores es rehacio.
La selva se con/llueve.!
ZAQC"EZA?lrÍ~
Entre los bosques intrincados gira;
Al que le estorba lo convierte en rana.
TO;\IAGATA
] a, ja, ja.
Las palabras dc TOlllagata 110 SOIl oídas por los amantes. Para éstos las palabras diabólicas. se collfzwdeu con
los 1'lW10rc$ del bosque.
ZAQUEZA?l1 ÍN
Zuhé le mutiló durante el sueI1o.
Nunca padre será.
ISORA.
Cuán espantosa
Acción indigna de los altos dioses.
¿Qué pretendía con tan cruel empeño?
ZAQU EZAMÍN
Zuhé. dios irascible, dios airado,
Se parece á los hombres.
12
RAZA VENCIDA
¡SaRA
Es sublime,
y fecundo en grandeza.
ZAQUEZAMÍN
Mas todo dios es una forma oscura ...•
No hablemos de Zuhé. La dicha es breve
y los dioses SOn tristes Ó iracundos;
Olvida á Tomagata. En la espesura
Se sumergió del bosque. La alegría
Basta de nuestro amor, para los mundos
Llenar de regocijo. Este silencio,
En la paz de la noche, nos convida
A ser felices. Me figuro, Isora,
Que oculta en ti su manantial la vida.
¡SaRA.
Quiero tu amor sin ofender la diosa,
Una pasión serena.
ZAQUEZAMÍN
Es imposible. Mi deseo es loco
y más ardiente cada vez. Radiosa
Me envuelve tu caricia. Soy torrente
Que desatado de la cima corre
Sin que nadie detenga su corriente.
¡SOR A
¿Ni el temor de los dioses?
ZAQUEZA~1IN
Es ya tarde.
Cuando el Sumo pontífice de Iraca
Me confió tu belleza, fui cobarde,
y rindióse el deber ante el instinto.
HAZA \'EXCIDA
•
'3
Id, me ordenó con religioso acento,
Condúcela segura por la senda
Que recorrió Bochica. Los misterios
Del buen Enviado á la vestal enséña.
No comprendió Suamós que ya en mi espíritu
Una llama sacrílega surgía,
y que olvidado de los graves ritos,
En ve/, del homenaje á Nenquetheva
Mis encendidos labios te dirían
Tiernos cantos ele amor, y que las Aores
Del Tihitó y elel FUl1z<1, no las grutas
Ornarían de Bachue, más tus rizos
Rutilantes y negros cl'fal la noche
En que Chiminigagua ele la altura
Hizo \'olar los cuervos luminosos.
Prendí la llama del amor humano
En tu inexperto corazón de cierva,
y conmoví tus vírgenes sentidos
Que parecían aves sonnolentas
Temerosas del vuelo. Mis palahras
•
Igneas cual de 2uhé los resplandores
Férvidas penetraron en tu sangre.
Te coroné con diminutas rosas
y mirtos de habl1co¡ te di piedras
Del color de las ranas, y cual aire
De una luz trasparente y misteriosa,
Oro de Zenufana; rojas plumas
De las aves divinas; conchas tenues
Del Caribe lejano; de las palmas
Del Chimilá los deliciosos frutos,
Redondos cual tus senos; <lzabaches
Del negro brillador ele tu mirada,
y pIeles de jaguar tendí en el tálamo ....
y te besé los labios!
J
RAZA YENCIDA
ISOR;\
Cálla. cálla!
~1e profanó tu boca. Cuchavira
Eclipsó su diadema de luz pnra,
y rodó de mis hombros la ¡¡quira.
En la mitad de la celeste altura
Nuestro padre 2uhé vibró su llama
y maldijo mi pálida hermosura;
y te maldijo á ti. Del Tequendama
Quise salvar la carcomida roca
Porque mi vida la deidad reclama!
ZAQUEZAMÍN< irónicalllente.
y te detuvo el dios ....
ISORA
I
,
Cual una loca
A la piedra llegué! Medí el vacío,
y aún sentía el beso de fu boca!
Al estrellarse el desquiciado río
En las OScuras simas, se convierte
En humo de un altar. Grato rocío
Sobre mt descendió. Tú, de la muerte
Me salvaste atrevido!
ZAQUEZAi\rÍ N
eOll fuerza.
De mi lado
No podría arrancarte el dios más fuerte.
lS0RA COTl
gran fervor.
y miré b visión de lo pasado:
Entre las nubes que impelía el viento
Vi á Nenquetheva aparecer. ...
ZAQUEZAMÍN
Airado?
..
RAZ.\
ISORA fOil
15
\'E~CIDA
crccú:Jlfe fen)or.
Sobre el FlIozé y el TibitÓ. con leoto
y majestuoso tr.l~O descendía
y en su faz reflejábase el contento.
Se detuvo en la libre serranía,
y con su vara de oro, del basalto
La vena hirió: con hosca algarabía
Se lanzaron las aguas PQr el salto
•
~ I ientras de nuestros padres la plegaria
Buscó á Zuhé del cielo en 10 más alto,
y as¡;endió cual una ave solitaria!
ZAQCEz,ntÍ:-i
Semeps el augur. Tu acento invoca
Espíritus que yacen en la tierra.
Eres sacerdotisa.
ISORA
En mi alma siento
Moverse un dios; un hálito divino
Agib sin ces;)r mi pen!'amiento
y mi sellado cora;,ón aterra.
No adores ú ln~ dil)ses insondables,
~larchitar:111 en bre\'e tu hermosura;
El amor de los hombres es fecundo.
ISORJ..
Más fecundo es Zuhé.
l.\.QL'EZA:\IÍ:S- COIl
brote de cólera.
Fuera en mi mano
El apagar su llama, y la extinguiera
Aunque rodase entre la sombra el m un do
•
16
RAZA VENCIOA
¡SORA.
Tu corazón bl"sfema. De tu pecho
Ascienden las pasiones tumultuosas.
Miedo me infunde una pasión tan grande;
Es amar demasiado.
ZAQUEZAMÍN
Es mi destino
Engrandecer las almas y las cosas!
¡SORA.
y de inquietudes riegas mi camino.
ZAQUEZAMÍN
No más vacilaciones' tu alma sienta:
Del templo huyamos. Bachue a!ilo brinda
En fresca gruta azul á los amantes.
¿Me amas, Isora?-DÍ, tú me prefieres
A Chía?-No respondes!
lSORA
vacilante.
Es horrible!
Mi corazón es débil é indeciso,
•
No tengo voluntad. Soy una sombra
Entre los dioses y tu amor. Preciso
Es que nos separemos para siempre .
H úye tú, solo. Aeáha el sortilegio
y déjame extinguir en los altares
A ]a manera de una flor OSCura ....
ZAQUE7.AMÍN
Jamás! Nunca jamás. Los tutelares
Espíritus del bosque nos invitan
A gozar de su ~roma y su frescura.
·
"
V eo,
ven.
,
La toma de las lIta1!OS y trata de llevarla hacia el
bosque.
•
RAZA VE;\'CIDA
17
ISOR.o\.
No, por Chía, tu loco sacrilegio
Hará que nuestras almas el reposo
!\'o consigan jamás cuando descienrlan
Al abismo de Iguaque. j Los dragones
Sacarán de los cuerpos insepultos
K uestros enamorados corazones!
ZAQUEZAMí~
Vén. Las deidades aman al que ama,
Son benignas quizás.
ISORA
Oh! no perdonan
Al que ofende el candor de sus vestales.
ZAQUEZAMÍ:-J
\'én! desprecio los dioses; los maldigo.
ISORA
Suéltame! si pareces Tomagata
En tu empeilO diabólico!
Se agita la selva. Caen sobre [sora y su amante
hOjas y ./fores.
ZAQl'EZ-\~lí~
Sigueme, Isara, luz de mis pupilas.
Observa las }tores que caell.
L:1S húmedas deidades de la noche
Xos coronan dt flores. Son propicias!
ISOHA COlll11o'l!ida dl/lcc/JIclllJ.
Yo le amaré en ::;ilencio. Grandes males
E \'ltare mas . ...
18
RAZA VENC IDA
ZAQUEZ.o\JIlÍN
Vén, tú eres mía! mía!-forcejealldoA los dioses vencí. Los reto.
LQ lleva hasta el prillCIPio del bosque. EII ese 1110mento la ltttw empieza tÍ mostrar su disco de ulla blancura de plata. Se eleva el astro por cillla de la selva.
ISOHA
Chía!
Cne aterrorizada. Zaquezam¡1l se absorbe Gl/te la
belleza de la vestal. Las voces del coro sueJ/au en el inte.
rior del tClIlplo.
CORO
Oh! padre cle Iclacanzas,
Sol glorioso y fecunclo
Que tus fulgores lanz,ls
Sobre el santo Suamós!
ESCENA V
\
Se abre la puerta del telllplo. AParece el SIIIItO sa-
/
cerdote de fraea seguúlo de jeq/tes, augures y vestales.
Avanzall 1l1l0S pasos en el pÓ1'tico, pero S~1t que observen
La presencia, cu las gradas, de ZaqufZamtll é !sora.
SUAMÓS
se dirige al primer jeque.
Hallaste la vestal?
JEQUE J.
o
Mis !?bios tiemblan ... ,
No aparece la virgen en el templo.
Abandonó el altar, y ....
SUM.JÓS
Sola?
JEQUE 1.0
Zaquezamín la concitó al delito;
De los dioses se burla.
RAZA \'E:\CrDA
'9
SUAMÓS
Qué infortunio!
De crimen semejante nunca ejemplo
Iraca tuvo. Por mi frente mustia
Siento helado sudor, cual si maldito
Fuera yo de Zuhé. ~Ii cabellera
Aún debífl. emblanquecel' de espantoj
Jamás pensé que mi dolor pudiera
Llegar á dolor tinto!
JEQUE 1.°
Buscaremos, señ(,r, á los perjuros.
JEQL"E 2.°
En la seh'a quizá . ...
3°
Sí, los amantes
Son inexpertos al huír. Prefieren
Ser sorprendidos á mermar su gozo.
JEQUE
JEQUE 4.°
Desciende parle de la escalinata y descubre á Zaq1lezamílt é Isora. Es/a yace eH tierra, Zaquczalllíll agltarda
á los jeques en actit/ld alfiz'a é il/difere1lte.
Hélos aquí. Son ellos, los impuros.
ZAQU EZAillÍN
Ella es inmaculada, su inocencia
Es más limpia que el aire ele los bosques;
No la toquéis'
JEQUE 2.°
Al Sumo sacerdote.
Señor, vuestra presencia
Deje sus corazones aterrados;
Miradlos, gran pontífice, son ellos!
Los jeques, augures y vestales avanzau hasta lIGar
cerco á los all/alltes. SuaJJlós los c011templa desde. e.l atrio
del tem.plo. S" aclilud es sublime y ai1"ada.
20
RAZA VENC IDA
SUAMÓS
Sacrílegos! los dioses profanados
Por vuestra ingratitud, piden venganza:
Indignos sois de recibir los dones
De Zuhé prepotente. Vuestro crimen
La execración de la deidad atrae
Sobre todos nosotros. En carbones
Debiera convertirse el orgulloso
Templo de I raca. Por la selva gimen
Los manes protectores del santuario
Que elevó la piedad á Nenquethel'a.
-Corred hijos del Sol por las llanuras
Del Tundama y del Zaque. Dad la nueva:
Llegó la maldición de las deidades,
y han de llorar amargas desventuras
Hasta las desoladas soledades ....
t;~
AUGVR
Oh! Callad! Las palabras son di,'inas
De Suamós en los labios augustos,
y podéis concitar las tempestades
Sobre el santuario espléndido de ¡raca!
SUA'¡ÓS
•
Malditos de Zuhé! Vnestros impíos
Deleites arderán sobre la pira;
Su propio fuego á la deidad aplac<lj
El dios se calmar;, si de sus rayos
El resplandor supremo los consume.
-Id, preparad la hoguera. Dios benigno
Su sangre recibid como perfl1me . ...
TO'-fAGATA.
Pasa su sOlllbra por el bosque.
Qué s<igracla ironía
A sus acentos da.
Yo también soy divino,
Soy eterno.
Ji,
ja.
RAZA VE:\'CID.A
21
ESCEl\fA VI
Algunos jeques y augures se dirigell al i"fcriar del
templo. Los demás rodean á los ama1ztes.
ZAQCEZA1\IÍ~
Acabaste, Suamós?
SUA~[ÓS
Ya la sentencia
Que merecen tus culpas he dictado.
En mí alientan los dioses justicieros.
ZAQt.:EZA1\IÍX
Mas, si eres s:lcerdote á quien las Cosas
Obedecen al punto, de la selva
Cúlma el fumar, y nos darás gloriosas
Señales del poder de tus palabras;
Apacigua los vientos.
SUA:\IÓS
Los insultos
Agregas al cielito; tu malicia
Parece en lo sutil de Tomagata.
Se agita la selva . Zaquezamín sonríe i r ónicalllente.
Suamós se /l/ues/ra i1l/rallquilo.
\"ARIOS JEQUES
Muera el impío! ~1uera! La jus(¡cia
De Zubé lo reclama.
SU.BIÓS
L1evadlos al instante.
Al sacrificio
Ore/ella: los jequcs 10111011 por los brazos d Zaquczamín.
Los augurcs /ralal1 de Ict'all/ar el cuerpo de /sara.
Ra:;a 1.'cl1cida.
3
RAZA VENCIDA.
22
ZAQUEZHIÍ'¡
Oh! crueles pancheg, ¿compasión de Isora
No tendrán vuestros fríos corazones?
-Veclla! p:1)'ecc sonreír. Tranqllibs
Son ele su b;anco sueño las \"isiones,
Ello ej puro.
SUAMÓS
Llevadloc,!
ZAQUEZAMíN
Inocente.
SL'A;\IÓS
Gralo será su sacrificio á Chía,
ZAQUEZAl\!Í~
Es más
lil!l pia
que el agua de la fuente
De las mnn tañas ....
EL CORO DE VESTALES
Muera por impía!
ZAQUEZAMí,¡
Oh! no la despertéis. Es tan hermosa!
Los augures agitan el cuerpo yaceule de la vestal.
Esta se iucorpora COIl lenlitud, Sus ojos revelan el extra·
vio místico. Los ama lites son conducidos hasta el airio del
templo.
lSORA
let'(l11Iál1dose.
Oh! tierna claridad, ósculo suave,
Huy taca silenciosa, flor del cielo,
A quien los hombres llaman homicida.
Perrníte, oh diosa! que tll luz alabe
y me envuelva en tu blanca. vestidura;
Esposa de Zuhé, lirio del lago
•
RAZA VENCIDA
23
Que dominas las aguas y las selvas;
Antorcha cineraria de la noche
No me sumerjas en el negro fondo
De Igu;}que pavoroso, 'ni e l estrago
Conozca yo del vórtice maldito
Donde habita el drag,j n. Tu luz sonríe,
Eres piadosa, eres benigna; bailas
,
Con tu lumbre sutil los corazones
y al penetrar furtiva en la ~ cabañas
Retozas en la cuna de los nirios ;
Tú no eres implacable; tú perdonas
El beso de las almas en los lab io, .. . .
. . . . . ..... o. o.. ..... ... ........ .. .
,
.. , ....... ...... ... ........ . .
~
Mas, qué miro? .. . SlIamós y los augures;
Todos aquí! .. . Mi sueño se disipa!
Rralidad espantosa! qué me traes
En las alas de buho soporoso?
SUAMÓS
Ella mis ma al su plici o se condena.
ESCENA \'11
JEQUE.
Sale del te/l/plo.
Arde la pira entre aromado moque.
ZAQUEZAMíN,
que obsenw la angustia de [sara.
Vas á morir, oh flor de Furatena,
Nenúfar de la CÓnC3\'a laguna
Donde se mece el resplandor incierto
De la deidad ¡alídie•. Fui loco,
Fui cruel cuando tu \'ida y tu destino
Enlacé Con mi pálida fortuna.
Perdón, perdón, Isora; el infortlln io
Sólo mi corazón herir debiera,
•
RAlA VENCIDA
•
y nunca el tuyo, Isora. Nuestra suerte
La señaló fatalidad divina;
Entre unos mismos leños en la hoguera,
Enlazados los cuerpos y las almas
Consagrará nuestra pasión la muerte!
ISORA
Morir! . . oh! qué palabra tan profunda.
El fuego miro que mi sangre quema,
Un helado sudor mi frente inunda ....
Mitigará el amor el cruel tormento?
SCJ.MÓS
Vas á morir, mas en diversas piras,
Qtle vuestro amor impllro, de los dioses
4.ún levantará bs turbias ira s.
ESCE:-<A VlII
JEQUE.
S,de de/tel/lplo.
Arde la hoguera en el altar de Chía.
SUA),!ÓS
L1evac11os.
ISOR ..
Oh! dolor.
,
.
T{lllta her:nOSllra
No conmueve sus
pccho~
de granill)o
Los jeques cOllCluCCH á J05 olllalllcs haua el wterioy
del salllu3-rlo. I~ora, parcce. IchncJa tÍ scgwrlos. Zaquezamtll mare/la CIl apariellCia con gusto.
ISORA
Dolor inmenso! Tlistc lin de Isora!
RAZA VEXCIDA
ZAQUEZAMÍN
Será tu nombre mi postrer palabra ....
ISORA
Tu pasión es fatal!
ZAQUEZAMÍ:-J
Era mi vida . ...
Era toda mi vida! ...
AI/raspasar la pllerta del/elllplo se ""e/ve á S"alllós,
Bah! maldito!
Silellcio profundo durante algunos minutos. Entran
lodos a/Ielllplo.
ESCENA IX
EL CORO E:-J EL
I~TERIOR
DEL TE:\tPLO
Oh padre de Idacanzas,
Sol fecundo y glorioso
Que tus fulgores lanzas
Sobre el santo Suamós,
Protége á los ochíes
Tus hijos predilectos,
Tú, que suave sonríes,
Tú, prepotente dios.
Tu cabellera es de oro;
Te obedece la tierra
Al enviarle el tesoro
De tu luz matinal.
Con sublime sosiego
Vas hollando esmeraldas;
Son tus ojos de fuego,
Tus plantas de cristal.
26
RAZA VENCIDA
Fecundiza los campos
Que diste á Nenqlleth eva,
y sána con tus lampos
Del enfermo el dolor.
A los mancebos dales
El arrojo del tigre,
Astucia de chacales
y el el oso el valor.
Del IlIoja el sacrifi cio
Calmará tus ardores,
Si su sangre propic io
Aceptas, oh ' Zu hé.
y las aves sagradas
Te llevarán los votos
De las tribus amadas
y de Suamós la fe.
El Zaque te proclama
Deidad inmarcesible;
Sus ofrendas Tundama
Entre aromas te da;
y en el va ll e fl orido
Del FlIl1zé perezoso
Te respeta el temiel')
Señor de Bacatit.
ACTO II
OUADRO 1
E L INCEN D IO DE L T E MP L O
hz/crior de/te/JIplo de /raea. SUGmós aparfce ell 1Iua
silla de madera guar11ecida de esmera/das, colocada el1 el
ccHtro del reclulo sagrado. A derecha é izquierda del POIl-
Jifia se c.rliclIllcl1 tllcrarlas de jeques)' de vestales. Los.
braseros ardeH alimentados eDil maderas aromáticas de
las cllales sllrgen l/mllas azules. Los 1IlUr05 del templo
están cubiertos á trechos de láminas de oro bruiiido, de/ -
gadas)' 1I/1lsicalcs. Sobre Irípodes sellcillos resPlalldecen
las aves Iricrtílicas,
eOH
sus plumajes verdes, azules)' rojos.
Es la hora del c/'eplÍsC/llo. Por las pl/crlas la/erales
cntrall fturpúreosfulgores del cielo enccndido por la ago1Iía dc la tarde.
ESCE~A
1
Sacerdoli$a de Tll1ulallla, l/ega por
puertas laterales y se dirige {í SllOIl1ÓS.
t\EUSA,
1/1la
de las
Profundo es el oráculo, Pontífice de Iraca,
Sus recónditas voces queman el cor;¡zón;
Zuhé con sangre virgen sus cóleras no aplaca . ...
'Sl'AMÓS
Hablad!
NEUSA
Tem ed ! los dioses inescrutables son !
•
RAZA VENCIDA
SUAMÓS
Mas oyen de sus bijas el amoroso ruego.
Decidnos las palabras profundas ....
NEUS.!.
Oh, profundas! ...
EL CORO DE JEQUES Y VESTALES
Zuhé! Zuhé!
NEUSA
Severas . ...
ti
AGAY QUANDOLA lU 1"
Sorpresa en el COlIcurso.
•
Vi las aves divinas, como flechas de fuego
Pasar ensangrentadas!
EL CORO
Agay quandola iu!
SUAMÓS
y los buhos? las sombras de las nubes errantes?
~EUSA
Los buhos extasiados declinaban el vuelo
Hacia el bosque. Sus ojos de amarillo fulgor
y sus trémulas alas predecían el duelo;
Las nubes eran monstruos de H,'idos semblantes.
CORO DE VESTALES
Agay, agay, horror!
SUAMÓS
Consultaré yo mismo de las aves divinas
El sentido mechoso. Por mí la tempestad
En lluvia se convierte. Los montes y colinas
De Nompanim esclavos, siguen mi voluntad.
RAZA
VE~CIDA
Desataré las nubes sobre 10s c:l.Inpos yermos;
Las fuentes extinguidas tornarán á bullir¡
Oye Zuhé mis votos. Sallar~ los enfermos;
Hago brotar las Aores; descubro el por\"enir.
CORO DE JEQUES
Es el ungido, el santo!
SUAMÓS
Se levan/a majestuoso y se eucnmilla hacia el braseo
ro que desPide chispas azules. Los mancebos, que mdean
los braseros, /e preselltan la urna que couLiene resiHas
aromáticas. El P01llíficc con /tila espátula de oro loma el
MOQUE y lo arroja en el fllego acompailando su acción de
~iglloS mi~/eriosos. E,,/re la s esPirales blaucas del humo
se inician cabezas de lagar/os de reflejos metálicos.
La se/va se agila COII violfl1cia y la sombra de TOMAGATA pasa por el bosqlle "ecillo altelllplo.
TO~IAGATA
Tristes dioses vencidos
Por la fatalidad.
5eiiala hacia H ullza de donde ha venido su sombra
erra u/e y ligera.
Otro dios inhumano
Tras vosotros vendrá.
Las palabras se elJlre'i'ercw COIl el ruido de las hojas
que (aell. Hay momentos en que la figura de Tomagala se
confunde C01l los Iroll cos y simula un vegetal viviente, t.l1a
mandrágora animada.
Se oyen truenos lejauos. Se diría que son detona elones
de rm combal~. Todos expresan inquietud. Algunos jeques
tralan de exPlicarse lo que sucede mirando por las PUC1'.
las laterales. El espacIo perlllal/ece tral/qlúlo. El sol C1/YO-
•
3°
RAZA
VE~CJDA
jeeido $C ocltlta p01J1posamelllc. La tempestad que (.,1eell
oír los ochícs es ¡/fusiLada: HO se advierten/os relámpagos.
La fiesta religiosa continúa .
•
SUAMÓS
COlllllovido.
Padre Sol! que tu, rayos fecundicen la tierra
De Idacanzas gloriosa. Suenen himn os de paz
En los liberas campos, y por siempre la guerra
Encadenada (¡guarde, cual oso montaraz.
Las aves que las galas tienen ele Cuchabiba
T e llevarán los VOt03 ele nuestra ardiente fe.
Los augures dan Ires {.fo/pes ell los trípodes de los gua -
camayos. Uno de éstos call1a:
Znhé, lUí: \,¡ va,
Zuhé, 2uhé'
Los jeques toman el ave qlle ha deseado ser porLadora
del 11IcIlsnjc celestial y la dcjaH escapar libremellte hacia
el espacio domle ahora desciende el astro-dios.
La ceremouia ha sido feliz. Las deidades se IIl1tcsfraH
propicias á los ehibcllas. Resuella 1111a lIIúsica selvtÍltca y
sencilla. TO!\IAGATA desaparece. Las vestales coronadas
de rosas de l ú,bllCO y lirios acuáticos, dallzaJl al rededor
de las trípodes el1 que se hallall las m'es.
UIlO de los mallcebos que rodea los braseros ofrece á
Sualllós /tna cafia de maíz CO Il el frulo abierto. El POlltí·
{ice IfI illciensa
COIl
el turíbulo.
SUAMÓS
Chaquén amable diono tu perfumada espiga,
Tus senos rebosantes de leche virginal,
Cuando su estirpe huyendo de la raza enemiga
Llegó vencida y débil al valle maternal.
Las vestales loman del ara vasos rebosantes de esme·
mIdas.
RAZA
VE~CIDA
3'
EL CORO DE YESTALES
Son luz del bosque verde. Son almas de las hojas
De un árbol misterioso labrado por Chaquén.
CORO DE AUGURES
Recíbelas bañadas en sangre de los //lojas.
ESCEKA II
Los mislllos y UH HERALDO. EsLe aparece cilla floresta
que Pyilu.:1Pia eH la cscalitza!a del templo. Es 1111 chibcha
qlle avallZL~ I//Icia el rcci/lfo sagrado. riclle jadea1lte COIllO
si hubiera recorrido una larga dista1lcia. Trae arco y
(arcaj COIl cendales bll1flcoSy los Hluestra desde el vesfíbu·
lo al COl/Cl/rso religioso.
Palabras eOIl/usas se escapan de lodos los labios .
l,;:\JEQUE
•
Un heraldo!
TODOS
U n heraldo!
SUA1JÓS.
Sie/JIpre allgusto.
1\f ens~jero
de quién?
El hernldo COIl la 'l'isla baja hace: IlIlIIzilde reverellcia
al Pontífice y aguarda 1/11 sigilo de éste para conJes/ar.
Sl.:AM.)S
Hablad~
...
EL HERALDO
Pontífice de Iraca! Por áspero camino
Los dioses me trajeron á cumplir mi destino.
El gran Quimunchatecha su mensaje te envía:
El Zaque á Suamós dice:
Por la selva bravía
32
RAZA VENCIDA
Han surgido unos hombres de países lejanos.
Como Bochica rubios, cual p;lIlches inhumanos.
No vierten de sus labios, cllal vertió Nenqlletheva
Las enseñanzas puras y la palabra nueva.
Conducen en sus armas los rayos de la muerte
y rigen unos monstruos q~e aterran al más fuerte.
El pueblo los admira cual seres inmortales,
Mas son criaturas débiles á merced de los males
Que á todos nos asedian. Es su brazo pujante
Al herir con la punta de una caña vibrante.
El asombro aumenta en Suamós y sus compaiieros.
En sus pechos rebotan nuestros dardos de piedra,
y nada les conmueve, ni nadie les arredra .
•
Es su deidad el oro. Combaten ellos mismos
Entre sí por amarlo; bajarían abi!:imos
y al fondo de la tierra donde en su tumba clama
El que tajó las rocas del fiero Tequelldama.
Opúsúle sus huestes en Bllsongote el Zipa
Thisquesusa. Cual humo fue deshecho Zajipa¡
y al fulgor de sus rayos en oscura jornada
El Bacatá fue muerto, La n,lción consternada
Implora á sus deidades .... y Ins dioses ceñudos
Se ocultan en los cielos
y permanecen mudos.
El cetro ensangrentado gue llevó Thisquesusa
Recogiólo Zajipa, mas el puebln rthusa
Obediencia á las órdenes del uz_que guerrero ....
Despareció el zipazgo clla; flor de algodonero.
Despareció la patria del digno Nemeguene¡
Es un oso cobarde que ya ni fuerza tiene.
RAZA \'EXCI DA
33
HueHan nuestros santuarios con su planta extranjera,
y el dios, celeste llama, prosigue su carrera.
Que aplaques con tus ruegos la cólera de Chía,
Así dice el mensaje que mi señor te envía.
EL CORO
Oh gr," dolor!
SUAMÓS
Fatalidad suprema!
Oh! sál\'allOs Zuhé. Danos tll fuego
Que con sus rayos las entrañas quema
Del que osa profal"rte en el sosiego
Del Santuario de 1raca I
La 1I1l/.."lI sl ,n crece por mome1l/os ell el concurso.
ESCEl\A III
airo HERALDO que llega apresuradam e1lte.
EL CORO
Otro heraldo ....
SUA~IÓS
Que nue\'os infortunios pregona.
Decid .... la suerte adversa los males amontona?
HERALDO .2. 0
Los hombres fabulo.os de los suaves cabellos,
Que lanzall con sus mallos de Zuhé los destellos . ..
SL\:\!ÓS
Abre\'iad. Ya conozco los hombres iracundos
Que bajan á las tumbas cual los topos inmundos.
34
R.-\ZA VE>lCIDA
HERALDO 2. °
Los duros invasores al poderoso Zaque
Vilmente despojaron. Sus monstruos al ataque
Del Tundama se aprestan .. ..
Los esperó el anciano
Quimunchatecha, grave, cua l digno soberano,
P orque confió en lo noble de l ene migo fiero,
y hoy muere de tristeza, si n glori a, prisionero.
Se oyen cerca detonaciones de arcabuccs. Las prj.
meras sDIJIIH"as de la lloche caell sobre la lrcrraj pero alÍn
las 1wbes incendiadas emJÍlw sob re el templo resPlandores
purpurillos.
HERALDO 2.°
Son ellos!
EL CORO
En Iraca!
LOS JEQUES
Sucumbió su gra ndeza!
EL H EHALDU
Han "encielo al Tunelama ....
U>I JEQ UE
Sus lIondas todavía
Lanzan dardo3 vibrantes . ...
SUA:\IÓS
cí losjeqllcs que tomall los vasos rebosalltes
de esmeraldas:
Huíd !
RAZA VENCIDA
35
NElJSA
Oh! la belleza
Del crepúsculo es digna del más trágico día!
SliAMÓS
Ya vienen h:lcia el templo. Cerrad la<;¡ duras puertas,
Que siquier los tiranos no bs hallen abiertas.
ESCEI-:A IV
Por los !'Cf)dtr.· S de las colinas aparcccJI rúpidalJlcnle,
ell dcsordell, los silldados illlligellas. TUXDAMA dice 01 el
alno:
'1 01"11. ,. . . . O l1, no' .... \'I\'lr es necesano
.
Por la patria y los dieses .... Quizá la estirpe mía ....
J'
Desaparece ell el bosqlle.
ESCENA V
Los so/dados espaíioles; al ¡reule de ellos JIi\I I~~ EZ DE
QUESADA. Pasan 20 Ó 30 la11ceros por el a'/~o eu perse.
cucióu de los luudamas. EH el bosque se oye el cO lI/bale .
•
:fiméllrz de Quesada y ANTÓ~ DE OLAVA deliéllellSe á
admirar el e.rlerior de 1raca.
GO~ZALO JBIÉN'EZ
Feliz fue la jornada. De Suamós el Santuario
Esplendoroso, es éste; lo cons;Jgro á María,
Al Señor Jesucristo y á su madre gloriosa.
RAZA VENCIDA
ESCENA VI
Los 1I11smos. UN SOLDADO que sale por una de las
puertas laterales del Santuario. Su c:rpresjón es de aS01n.
byo. Se dirige al Ade/alllado.
Señor, los perros viles, incendiaron su templo,
Mas lIna lección dadles ele que no exista ejemplo.
GOXZALO JIM~:NEl:
Se consumió el teso re elel templo ele Bochica!
Las llamas aSOll1al1 por las pucrlns al quemarse el
esparlo de 105 lapices.
U~
OFICIAL PIADOSO
El Dios ele los Ejércitos la tierra purifica!
Las so,;¡bras de la I/oche se cOl/del/sal/. Se hall exlillguido los fltlgores de la larde. Sólo la II/z del II/Cclldio
ilulllilla el escenario.
,
•
••
,
OUADRO JI
FIN DE UNA RAZA
ESCENA 1
El escellario es e:rtclIsa Planicie de un negro profundo. La selva de los cuadros al/leriores. Las columnas poderosas del tel1lplo )'Qccn cn trozos encendidos en
Jos extremos. La luz ele estos gralldcs carbolles deb~ ser
la del esceJlario.
KEUSA
Sale del bosque. Se reclina cn ulla colu/Jlna volcada .
•
Todo es desolación en torno mío!
La patria ya no existe! Negras ruinas
Quedan del templo. Un dios rojo y sombrío
En la cruz torturado, con espinas
Sobre las sienes pálidas, impera
Donde Bochica levantó sus aras.
La muerte, en vano mi dolor espera.
En vano buscaré entre las ignaras
Cenizas del Santuario los despojos
De mi Isora infeliz!
\
Se levanta y recorre desesperadamente un. trecho de
la planicie, buscalldo algo cutre las ruinas.
Mis turbios ojos
Tan sólo ven-la sombra de la tierra
Caer sobre la sombra ele las cosas
Cual1iguira doliente de la guerra.
Ah! si nunca yolviesen los fulgores
Raza vencida.
4
RAZA VE:-IClDA
De Zuhé á d"ramar SIlS alegrías
Sohre tántas visiones espantosas;
y si nunca br0tasen más las flores,
Ni tornasen las horas y los días.
Oh sacrificio inútil! Sólo es santo
En el alma el amor. A las deidades
Sólo e l amor agrada; mas los hombres
Su propia sangre beben. En espanto
y en tristeza de foscas soledades
Convierten los santuarios, y los nombres
Persiguen de los dioses. Vengativa
Llama tenaz encienden, y en la lucha
Un dios jO"ell al viejo dios derriba!
y sólo el grito de dolor se escucha ....
Permallece sumida en PrvflllZdo abatimiento.
ESCENA 11
•
Del bosque sale una llieoría de jeq14es. De las colinas
desciende Ulla tllearía de vestales.
LOS JEQUES
Padre Sol de Idacanzas
Que sobre el mundo eovías
La gracia de tu lu z,
El extranjero impuro con sus manos impías
Incendió tu santuario.
Agay quandola iu!
LAS VESTALES
Oh flor de los celajes,
Oh madre poderosa
De nuestro cielo azul!
Tu culto te arrebata
Una ignorada diosa.
Agay quandola iu!
39
RAZA YENCIDA
UNA. VESTAL
Las columnas del templo sobre la tierra hollada
Humean cual antorchas de una loca deidad.
Despa,!-ció la piedra de Ncnijlletheva. Nada
Nos conservó el impío . ...
NEUSA.
Levanlándo;e presa de la locura.
Ah, la Fatalidad!
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I
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CORRIGENDA
El verso 17 de la página
20
debe ser corregido así:
En los labios augustos del Profeta
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