MAX GRILLO Raza Vencida Tragedia eu dos aclos PREFACIO DEL AUTOR _. -.~.+.-- BOGOTA I.IBRERÍA DE J(JUO & M AX GRILLO 1\14-Calle 12-100 MCMV RAZA VENCIDA , MAX GRILLO Raza Vencida Tragedia en dos ' actos PUEto'ACIO DEL AUTOR , • ••• BOGOTA LIBRERíA DE JULIO & MAX GRILLO lM-Ca.lle 12-196 HCMV \ Es pl"opiedad del autor. 11l1·Rl!:NTA. VE ll" Luz.-nOGOTA. Puente de San Francisco , • } QUIEN V}1}1 LEER literariamente los pueblos americanos, dependen aún de la metrópoli y, llámense Colombia ó México, Venezuda ó Argentina,_ ~on ­ CONSIDERADOS tinúan siendo provincias españolas. Si se alejan unos de otros por los desiertos y los montes, por la mezcla de razas, por la diversidad de aspiraciones, por la:;; influencias que reciban de los extraños, por cambios en las costumbres; los une, los unirá siempre un lazo, el más fuerte vínculo) el más sim- pático: el idionlil. El idioma es el alma de las naciones. Mientras hablemos uno 11lismo en la AnlérIca colombina seremos un luismo cuerpo, un ,nismo pueblo. Obra grande fue la realizada por los conquistadores al imponer en el Continente la lengua de Castilla sin permitir la germinación de dialectos, ora porque fuesen de . índole domeña- ( ble las tribus y fácilmente vencida su alma autóctona, ora porque prevaleciesen en las heroicas em- presas los soldados castellanos, unificando fuera de la Península lo que allá nunca se ha conseguido. Fecunda obra cuyos resultados serán en lo fu turo la solidez de la nacionalidad panhíspánica. • • VI · Á QUIEN VA Á LEER Seria tarea casi imposible crear una literatura genuinamente americana Ó criolla. Sea dicho, aunque de paso, que á los habitadores de estas tierras nos corresponde enriquecer la lengua con las voces y giros que, bien naeidos, invente núestro pueblo para su uso, así como nos toca explotar en lo posible bs tradiciones, la historia y la vida americana para que á lo. menos en la elección de los asuntos aparezcamos haciendo literatura indí gena, y no cual modestos arrendajos ré'pitiendo en minúsculas proporciones la novela, el poema, la crítica, el arte de pueblos extraordinarios. Es cierto que las manifestaciones de la 'belleza son universales y que es propin de poetas é imaginativos de toda especie alejarse del solar nativo en busca de paisajes, costuml;lres, héroes y dioses exóticos, po¡Ser ley humana que no satisfaga el bien poseído y se anhele el goce del ajeno. Suele obsen'arse que las vocaciones literarias se determinan por la lectu- ra y rara vez por la contemplación de la naturaleza y la vida interior. De aquí las floraciones de arte francés Ó griego en medio de la selvática incuria de nuestras labranzas tropicales. Pobre de originalidad será la existencia que nos ha tocado, mas debemos vivirla con la intensidad de que seamos capaces. Si no alcanzamos á dar á las cosas familiares interés digno de atraer á los compatriotas, menos lograremos conquistar á las gentes forasteras, al rimar Ó exprimir Jos temas que para ellos son de doméstico trato. La ley de la división del trabajo también debe aplicarse en el terreno del arte. Los franceses, los alemanes, no exigen de nosotros que les descubramos SlIS paisajes hermosos Á QUIEN VA Á LEER VIl ni las reconditeces de sus almas; vastos y poderosos ingenios lo han hecho en aquellos países. Lo,; extranjeros nos piden cuadros de nuestra vida tormentosa de pueblos en ebullición, pinturas de los paisajes andinos, psicología de nuestras almas veleidosas y ardientes. U n espíritu de ruda cepa castiza, de originalidad indómita, Miguel de Unamuno, ha dicho que los intelectuales americanos deben al!lericanizarse; y Díaz Rodrígucz, novelista encantado'!:"'y ágil, que analiza el alma criolla en Idolos rolos y Saug,'e patricia, llama á su falange al campo del americanismo. Un poeta de estro elocuente, desvirtuado en veces por la filigrana del concepto, José Santos Chocan o, realiza en poemas resonantes el Alma - de A m,érica. Ignoro si mi vena lírica ha si(~..o impubada hacia lo indígena porque tenga)'o sangre de conquistadores Ó dc vencidos. Séame permití do solamente anotar que desde mis comienzos literarios he buscado la fuente cas!iza, 13. cual se .resume para mí en el amor á la estirpe nacional, al cielo de la patria, á sus paisales, á sus "'m onumentos, á sus tradi. ciones y glorias. Jamás me fue indiferente su destino; luché por ella en todas las palestras, inquirí su historia é hice la profesión de mi ensueño bajo el cimborio de sus tempestades. Considero necesario poner algunas notas marginales á la tragedia Ó poema trágico que titulo Raza vencida. El uso de mitos de la fábula chibcha me obliga á ello por tener en cuenta que aun entre nosotros son poco conocidos. La historia de los ITIuiscas, cuyo reino conquistó Gonzalo Jiménez de Quesarla, carece del interés Vlll Á QUIEN VA Á LEER que tiene la de aztecas y peruanos. Sus leyendas fueron apenas recogidas por los cronistas, quienes, ó carecían de instrucción suficiente para dar valor á los monumentos y tradiciones indígenas, ó por celo religioso los destruían como obras diabólicas. Tal era el proceder de los letrados. Es de suponer cuál sería el de los hombres de armas, en general ignorantes. "El Arzobispo Fray Cristóbal de Torres, dice Acosta, hizo cortar dos h er:nosas palmas que daban sombra á los estanques del Zipa, en Tabio, porque los indígenas las miraban todavía co~ cierta veneración después de un siglo del descubrimiento, como que les recordaban los tiempos de su independencia. y nótese que este respetable prelado, cuya memoria es grata por haber fundado el Colegio del Rq.sario, fue de los españoles más ilustrados." Así en la Edad Media los obispos destruyeron las Rocas del deslillo, consagradas, según se cree, {¡ la Luna y á la Serpiente, y San Bo. nifacio derribó la el/cil/a del DOllar. (l) El autor del libro Los Cltibchas al/les de la conqnisla espaiiola, estudio de los más meditados que existen acerca del asunto, disculpa á los demoledores con razones que no del todo hago mías: "Si el celo de los misioneros los llevó á quemar por centenares informes y grotescos ídolos de ma! dera, nada perdió el arte con esto .... " La faIta absoluta de toda clase de escritura chibcha ha hecho imposible el esclarecimiento de (1) V(:ansc CompcHdiu histórico del descubrimiento y coloni-- zaM.6n de la .Nueva Granada en el flfalo.décimoscxto, por el CorODol .JoaQuín Acosta.. 18-18, y Nuestro Tiempo, entrega de Ju· nio. 1005 . • Á QUIEN VA Á LEER IX su vida histórica. Con todo, he creido suf}cienfes los datos que nos traen los cronistas, aumentados por escritores modernos, tales como Zerda, en El Dorado, los dos Restrepos (D. Vicente y D. Ernesto), para fundar los detalles de la tragedia que verán los lectores. Para mí la mitología chibcha nada tiene de despreciable; por el contrario, sus ingenuos mi- tos suelen presentar la ele\'ación de los símbolos de la naturaleza. La religión chibcha era una mezcla de sabeísmo é idolatría. De las prácticas fetichistas ,¡'habían levantarlo los indígenas á la aclaración de los astros, á consagrar las lagunas, los ríos y las selvas á sus númenes supremos. El Sol (ZGHÉ) era la deidad excelsa, y CHÍA (la Luna), s-u compañera celeste, diosa melancólica, temida por los hombres. CHIMINIGAGU~crtenece á otro orden religioso: no era una deidad antropomorfa. Era un dios - - sin culto, cspiritt!.al, algo como el Uno, el creador de la luz, Ó sea del Todo. BOCHICA parece haber sido '122. profeta, tal vez un viajero huda que les enseñó á hilar el algodón, á tejer los vestidos y á hacer otras cosas útiles que, probablemente, olvidaron las tribus nómades. Opino que Bochica y Xcnquethe\'a designan ull~mis· ma deidad. CHIBCHACÚ»l era el p¿:otectgr especial de los ml1lscas. CUCHABJBA, escrito frecuentemente por los historiadores, Cuchavira, á pesar de que carecía de las letras r, d y 1, el alfabeto muisca, según opinión de quienes estudian su dialecto. Cuchabiba • x Á Q~IEN VA Á LEER era aire resplandeciente, el arco iris, que había servido á Bochica para sostenerse en el ciclo mientras forma ha el Tequcndama. BACH {J E era la madre de los c1}i behas, protectora de las hnrtalizas. CHAQI'I~N, dios Término de su mitología, presidía las carreras y los juegos atléticos. TOMAGATA, dice el Sr. Restrepo Tirado, era "monstruo de cllatro oreja" y un solo ojo en la frente, tenia una cola semejante :i la del tigre. Todas las noches hacía diez viajes de Tunja :i Sngamoso, deteniéndosc en los adoratorios. ¡Pobre de quien le enojara! Tomagata le cOI",ertía en culebra, lagarto ú otro animal." Su nombre significaba masa que hierve. Como la tradición era oral, nada de raro tiene que los nombres de las deidades mismas fuesen desvirtuados ai ser trasmitidos de unos pueblos á otros. La oscnridad que rodea los mitos abre campo al misterio y sugiere la concepcic">n poética. El numen es una luz imprecisa quc sc complace en alumbrar lo incierto. La imaginación borda en la tela de nombres y hechos vagos un poema que, dados los gustos modernos, dehe aparecer lírico y épico á la vez. Predecesores ilustres he tenido: Luis Vargas Tejada, ingenio de cultura extraordinaria para Su época, espíritu intranquilo, repúblico de ardientp.s convicciones, compuso una tragedia, SlIgamllxi, en versos inspirados por sus lecturas de clásicos franceses y españoles del siglo XVIII. De Fernández Madrid correcto versificador d, principios de la República, se conserva un poema, Aq/timeHzaq/te, que no tengo presente. • . A QUIEX VA A LEER XI No doy á la estampa Raza "C1lcida (que debiera ser un poema musical) con la pretensión de habe:' escrito un drama de enr~do. Sus cuadros y sus personajes son apenas formas animadas por un ente misterIoso y oscuro, el HadQ. La unidad de mi obra no se halla en la urdim bre ,del asunto, se encuentra en el pensa>TIiento silencioso y trág,ico. Bogotá, Agosto de J905 • DRAMATlS PERSON.di: SVAMÓS. Sumo Sacerdote[del templo de Iraca. TO:-'fAGATA. Encarllación~diabólica. lSORA. \'irgen consagrada á Chía. ZAQl'EZA"¡" Jeque ilustre. NEUSA. Pitonisa del templo de Tundama. GO"ZALO J,,"c.NEZ DE QUESAD .•. Conquistador del reino de los Chibchas. EL CACIQVE DE TU"DAMA. ANTÓN DE OLA YA. Capitán de las fuerzas españolas. HERALDOS. U" OFICIAL. Jcqlus Ó sacerdotes encargados de las cer~tnonias reI.giosas.-Cllltqlles ó agoreros.- Vestales del templo del Sol.-Soldados delíCacique y soldados cas/ella"os . • • Suamós. Anciano Je cabe ll o~ lacios. Visle luniea bl<mc;{ y ll eva manto de ai!;odón e~cnl'iata; adorna su rabeza medialuna de oro con c.~mel'ald<1s; de la medialuna surge un penacho de plumas de ;uacamayo, roj¿ls y ycrdes; calza sandalias, yen la mano trile la nln.l de oro que usó Bochica. 1'omagata. Alto, fornido. YislC túnicol gris, (lile imita el coJor de la corteza de los árboles; de sus e!'>palda::. pende una piel de jaguar. La tradición decía que tenía un ojo en la fl'enle y cuatro orcjas. ¡ sol'a . Viste lÚllica blanca, yen los hombros lleva manlo Ó liqaira de algodón ,Izu l; adornan sus brazos desnudos, b¡'azalclcs de oro, y en la cabeza ostenta medialuna con pefHtcho tic plumas blancas. Zaquecamin. Joven y hermoso, Viste túnica roja J luce medialuna con c'lbezas de loros y lagar los. • ACTO 1 EL SACRIFICIO PórlicocxLcrior drllCrllp lo de Ir'aca: :H'qu iLcctul'a maeiza; columnas cónicas sin cilpilcJes; la cubierta deltcmplo es de hojas de palma. Gr:l(\('ri,1 de arenisca amarilla . .\ la izquierda, Uf} bo~u(' de ~·I·;llld('., ;írboles. A la derecha, colinas cuyas ondulaciones terminan en la c.5calill:tla del templo. Es de uo('he. Los fulgo1'f's del cielo anuncian la pl'óxima sa lida de 13 luna. ESCE)\A 1 TOAIAGATA Se pasca n;tilndv cntre el bosque y las primeras columnas del peristilo. Será I1n~ sombra al despertar e l día El santuario de Iracd. Vengativo Mi numen es. Celebre mi alegría Trillnfo tan estupendo .... De ldacanzas Voy á vengarme. Con ligero paso Salí de H unza al cumenzar su ocaso El odiado Zuhé. Mi sombra errante Aquí será advertida. Kada augura Que sobre el templo de oro revestido El mayor infortunio se apresura, y que empieza el momento de "u olvido. • 4 RAZA VENCIDA ¿Qllién arrancó su cetro á Tomagata? Quién? Deidad implacable! vencedora No serás en la lucha; te arrebata Otro dios tu dominio; soy su nuncio; La \'enganza presiento; mas es vana Mi cólera, Zuhé, dios de:itronado Que en abismos sin luz irás mañana Como pobre vencido .... La ironía Digna es de mí. Los dioses de mi estirpe No increpan el fantasma del pasado Con acentos inútiles .. .. Querría Suavizar la tristeza de tu muerte, Grande enemigo mío, dios austero, Que te juzgab,cs poderoso y fuerte y te desplomas ya .... Sciiala con dureza In únngen resplandeciente de Bochica I que se alza á la entrada del templo. ESCENA II ISORA y NEUSA Sale¡¡ del interior del templo. Marcha ¡sora con lentitud y revela sobresalto. Tomagala, sin ser visto, se desliza cutre los árboles. ISORA. Todo duerme en la selva . .. ' Respira todo placidez. En tanto Se conmueve mi pecho. Noble Neusa, Sublime Pitonisa de Tundama Que el porvenir revelas á los hombres, Descúbreme el secreto de mi suerte. f RAZA VENCIDA 5 NEUSA A morir de la diosa en los altares, Eras tú destinada. Los severos N úmenes de la tierra . . .. j d ISORA 't .' ~ t., 4 t f ~ Amor extraño, Dulce y fatal amor! en mis oídos Vertió palabras de pasión funesta Que embriagaron mi alma y mis sentidos. NEUSA _, ] a; ti Doncella infortunada, Fuego fatal alumbra en tus pupilas y se extingue su luz inmacnlada. Todo amor entristece. De los dioses La cólera no busques. Son celosos, y en vez de la alegría, la tortu rá De la vestal y el lIIoja les compbce, - y devoran su núbil hermosura. ISOR.A. ¿Y qué será de mí cuando el clemente Sacerdote de Iraca, mi perjurio Maldiga airado con su voz ardiente? Cuando en medio del bosque los augures Enciendan las hogueras, y nuestros Corazones calcinados Sientan aún los gritos espantosos De los dioses burlados? NEUSA Horror, horror! Si á las deidades amas Se apagará tu vida en la clausura Sin conocer el goce y la amargura Del amor que en la saogre se difunde; Raza '['enciela. 2 , I \ 6 RAZA YENel DA Sin saber cuánta dicha en un momento Es capaz de sentir el alma débil; Sin padecer en un odiado instante Todo el dolor y tocio el desaliento. y si toca la flor de tu belleza El labio ele un mortal, siempre en tu casa Verás la sombra fría ele los dioses Urdir en el hogar para tus sienes Los hilos cle la red de la tristeza. IsonA Vé, cOllsúlta los signos celestiales, El vuelo ele las a\'es .... }JEUSA Siempre rIngo á las almas inexpertas Anticipar las horas de la "ida, Más dolorosas mientras más inciertas! ) ¿Por qué saborear dolor lejano? ~ Baste al presente su inquietud; Aspira I De la noche el aroma. Yo te libro De asechanza3 y pérfidos amagos j Tu sombra seguiré. Sacerdotisa, El oráculo excelso de Tundama Por ti consultaré. De los peligros Qlle te reserva la celeste llama He de salvarte audaz, aunque los lares • / Del templo me persigan en la noche y sean más dolientes mis pesares! ISORA De mí Ee vengará la blanca diosa! De Iguaque vagaré por el abismo RAZA VE~CIDA 7 Sin encontrar sosiego, Como la cervatilla á quien acosa Un enjambre de tábanos! ¿ Del fuego De la deidad silente me preca\-es? NEliSA Qué no intentara yo por tu ventura! ISORA • I Cómo me regocija tu carino, Maternal es tu afecto. NEUS.!. (Ella lo dice!) Siempre estuve á tu lado, blanda niña, Furtivamente vigilé tu sueño; Te vi daru,ar graciosa en la campii"ía En sJgrado cortejo de vestales, y te besé en el bosque soledoso > ) Donde nadie quebró mi suave encanto_ Cuántas veces, dormida, en tus cabellos Los ósculos dejé de mi alma triste, Unidos á las gotas ele mi llanto .... ISORA. Ah tus caricias! Sí, desde ]a cuna '. 'Mis pasos signes y en mi dicha encuentras El placer que te uiega la foduna; Amiga, dulce amiga! \ ~JEUSA. (Solo amiga!) \ Las vestales murmuran. Les sorprende I ( Mi cariño por ti. .. _ 8 RAZA VENCIDA JSORA Son envidiosas! ¿Nuestra amistad acaso les ofende? ¿Qué dicen las vestales? NEUSA Tántas cosas: Que tu madre soy yo. ~rll madre, Isora! ISORA Ah! si lo fuera,_ Nunca de SlIS labios Caricias recibí. Jamás sus besos Calor me dieron en la noche helada. A la tuya imagino semejante Su bondad ignorada. NEUSA (Cdosa estoy de ser yo misma!) Amante Es tu sencillo corazón de cierva, ¡Q1lé cult0 tan hermo~o y t:1n ingenuo! ISQHA Así me quieres? Mi:; mandatos cumples? XEL'Sr\ Tu esclan soy. _ .. (Su veleidad subyuga!) • ISOIU Vé, interróga el secreto de los hados, Haz que \·¡bren las VOCes encendidas De lo:; dioses terrib:es y adorados. XEl"SA Yoy si te empeñas en llamar IdS sombras De los supremos númencs. Espéra. Se dirige al templo por ia pllala lit' la derecha (No comprende mi angustia!) Sale. RAZA VENCIDA 9 ESCENA 11I ISORA, TOMAGATA desde el bosque. rSORA Cuán imprudente he sido! torno al ara Donde el fuego dejé sin los perfumes, y á Chaquén una ofrenda se prepara. • TOMAGATA Flor que sobre carbones te consumes, Mécete al soplo azul de la campiña. ISORA. Que me perdone la celeste dea, Aún no soy impura; Aplacarla el espíritu desea. TO:-'IAGATA Zaquezamín te aguarda en la espesura .... ISORA El se olvidó de Isora; ¿tan voltario Es amor en los dioses y en los hombres? TOMAGATA 1a. ja, ja, ja, ja. ISORA se detiene azorada Se estremecen los árboles sagrados. Es él, .... Zaque7.amín! no me responde. Le llamaré otra vez, una tan sólo. Están los pebeteros apagados y la diosa es colérica j Zaquezamín, adiós. Es mi destino Encender moque en el altar de Chía, Muera tu amor, ante el amor divino, Adiós! Se dirige al interior de/templo. • JO RAZA VEXCIDA ESCENA IV ZAQUEZAMÍN, que aparece en el bosque, TO~IAGATA, ISOH:A~ siempre oculto. ZAQGEZA;\1 í~ bOfa mía! No te alejes de mí, virgen sagrada, Suave como las brisas de Yatoba y las flores de luz de Furatena; Escúchame benigna la aventura Que al llegar me sucede: de tu pena Causa no soy. La pérfida criatura Que enlaza de l~ males la cadena y se complace 1 el dolor ' .. ¡SORA Entiendo r Ah! Tomagata. ZAQL' EZA~1 íN Sí, sombra maldit;:¡! 1fe extravió por la selva. Vi su cola De jaguar extenderse en mi sendero y con astucia me burló. Medita Un diabólico crimen. ¡SORA • Dioses! sola y tan cerca del monstruo yo esperaba, y sentí Sll atracción cllando el pamperl1 La copa de los árboles cimbraba! ZAQCEZA:\IÍ'S Odia el amor y la ,-irtud .... TO:\IAG.-'\TA imitando el sonido de las hOJas. Mentira! RAZA VENCIDA IX ISORA. y es censor de Zuhé .. .. TO?\lAGATA .] ustO. ,. ZAQUEZA~l1:'\ Persigue En el claustro dellemplo á las doocellas. TO}.{AGATA, sieJ/lpre oculto. Oh! para qué? ~!i corazón profundo ... A todos loa amores es rehacio. La selva se con/llueve.! ZAQC"EZA?lrÍ~ Entre los bosques intrincados gira; Al que le estorba lo convierte en rana. TO;\IAGATA ] a, ja, ja. Las palabras dc TOlllagata 110 SOIl oídas por los amantes. Para éstos las palabras diabólicas. se collfzwdeu con los 1'lW10rc$ del bosque. ZAQUEZA?l1 ÍN Zuhé le mutiló durante el sueI1o. Nunca padre será. ISORA. Cuán espantosa Acción indigna de los altos dioses. ¿Qué pretendía con tan cruel empeño? ZAQU EZAMÍN Zuhé. dios irascible, dios airado, Se parece á los hombres. 12 RAZA VENCIDA ¡SaRA Es sublime, y fecundo en grandeza. ZAQUEZAMÍN Mas todo dios es una forma oscura ...• No hablemos de Zuhé. La dicha es breve y los dioses SOn tristes Ó iracundos; Olvida á Tomagata. En la espesura Se sumergió del bosque. La alegría Basta de nuestro amor, para los mundos Llenar de regocijo. Este silencio, En la paz de la noche, nos convida A ser felices. Me figuro, Isora, Que oculta en ti su manantial la vida. ¡SaRA. Quiero tu amor sin ofender la diosa, Una pasión serena. ZAQUEZAMÍN Es imposible. Mi deseo es loco y más ardiente cada vez. Radiosa Me envuelve tu caricia. Soy torrente Que desatado de la cima corre Sin que nadie detenga su corriente. ¡SOR A ¿Ni el temor de los dioses? ZAQUEZA~1IN Es ya tarde. Cuando el Sumo pontífice de Iraca Me confió tu belleza, fui cobarde, y rindióse el deber ante el instinto. HAZA \'EXCIDA • '3 Id, me ordenó con religioso acento, Condúcela segura por la senda Que recorrió Bochica. Los misterios Del buen Enviado á la vestal enséña. No comprendió Suamós que ya en mi espíritu Una llama sacrílega surgía, y que olvidado de los graves ritos, En ve/, del homenaje á Nenquetheva Mis encendidos labios te dirían Tiernos cantos ele amor, y que las Aores Del Tihitó y elel FUl1z<1, no las grutas Ornarían de Bachue, más tus rizos Rutilantes y negros cl'fal la noche En que Chiminigagua ele la altura Hizo \'olar los cuervos luminosos. Prendí la llama del amor humano En tu inexperto corazón de cierva, y conmoví tus vírgenes sentidos Que parecían aves sonnolentas Temerosas del vuelo. Mis palahras • Igneas cual de 2uhé los resplandores Férvidas penetraron en tu sangre. Te coroné con diminutas rosas y mirtos de habl1co¡ te di piedras Del color de las ranas, y cual aire De una luz trasparente y misteriosa, Oro de Zenufana; rojas plumas De las aves divinas; conchas tenues Del Caribe lejano; de las palmas Del Chimilá los deliciosos frutos, Redondos cual tus senos; <lzabaches Del negro brillador ele tu mirada, y pIeles de jaguar tendí en el tálamo .... y te besé los labios! J RAZA YENCIDA ISOR;\ Cálla. cálla! ~1e profanó tu boca. Cuchavira Eclipsó su diadema de luz pnra, y rodó de mis hombros la ¡¡quira. En la mitad de la celeste altura Nuestro padre 2uhé vibró su llama y maldijo mi pálida hermosura; y te maldijo á ti. Del Tequendama Quise salvar la carcomida roca Porque mi vida la deidad reclama! ZAQUEZAMÍN< irónicalllente. y te detuvo el dios .... ISORA I , Cual una loca A la piedra llegué! Medí el vacío, y aún sentía el beso de fu boca! Al estrellarse el desquiciado río En las OScuras simas, se convierte En humo de un altar. Grato rocío Sobre mt descendió. Tú, de la muerte Me salvaste atrevido! ZAQUEZAi\rÍ N eOll fuerza. De mi lado No podría arrancarte el dios más fuerte. lS0RA COTl gran fervor. y miré b visión de lo pasado: Entre las nubes que impelía el viento Vi á Nenquetheva aparecer. ... ZAQUEZAMÍN Airado? .. RAZ.\ ISORA fOil 15 \'E~CIDA crccú:Jlfe fen)or. Sobre el FlIozé y el TibitÓ. con leoto y majestuoso tr.l~O descendía y en su faz reflejábase el contento. Se detuvo en la libre serranía, y con su vara de oro, del basalto La vena hirió: con hosca algarabía Se lanzaron las aguas PQr el salto • ~ I ientras de nuestros padres la plegaria Buscó á Zuhé del cielo en 10 más alto, y as¡;endió cual una ave solitaria! ZAQCEz,ntÍ:-i Semeps el augur. Tu acento invoca Espíritus que yacen en la tierra. Eres sacerdotisa. ISORA En mi alma siento Moverse un dios; un hálito divino Agib sin ces;)r mi pen!'amiento y mi sellado cora;,ón aterra. No adores ú ln~ dil)ses insondables, ~larchitar:111 en bre\'e tu hermosura; El amor de los hombres es fecundo. ISORJ.. Más fecundo es Zuhé. l.\.QL'EZA:\IÍ:S- COIl brote de cólera. Fuera en mi mano El apagar su llama, y la extinguiera Aunque rodase entre la sombra el m un do • 16 RAZA VENCIOA ¡SORA. Tu corazón bl"sfema. De tu pecho Ascienden las pasiones tumultuosas. Miedo me infunde una pasión tan grande; Es amar demasiado. ZAQUEZAMÍN Es mi destino Engrandecer las almas y las cosas! ¡SORA. y de inquietudes riegas mi camino. ZAQUEZAMÍN No más vacilaciones' tu alma sienta: Del templo huyamos. Bachue a!ilo brinda En fresca gruta azul á los amantes. ¿Me amas, Isora?-DÍ, tú me prefieres A Chía?-No respondes! lSORA vacilante. Es horrible! Mi corazón es débil é indeciso, • No tengo voluntad. Soy una sombra Entre los dioses y tu amor. Preciso Es que nos separemos para siempre . H úye tú, solo. Aeáha el sortilegio y déjame extinguir en los altares A ]a manera de una flor OSCura .... ZAQUE7.AMÍN Jamás! Nunca jamás. Los tutelares Espíritus del bosque nos invitan A gozar de su ~roma y su frescura. · " V eo, ven. , La toma de las lIta1!OS y trata de llevarla hacia el bosque. • RAZA VE;\'CIDA 17 ISOR.o\. No, por Chía, tu loco sacrilegio Hará que nuestras almas el reposo !\'o consigan jamás cuando descienrlan Al abismo de Iguaque. j Los dragones Sacarán de los cuerpos insepultos K uestros enamorados corazones! ZAQUEZAMí~ Vén. Las deidades aman al que ama, Son benignas quizás. ISORA Oh! no perdonan Al que ofende el candor de sus vestales. ZAQUEZAMÍ:-J \'én! desprecio los dioses; los maldigo. ISORA Suéltame! si pareces Tomagata En tu empeilO diabólico! Se agita la selva. Caen sobre [sora y su amante hOjas y ./fores. ZAQl'EZ-\~lí~ Sigueme, Isara, luz de mis pupilas. Observa las }tores que caell. L:1S húmedas deidades de la noche Xos coronan dt flores. Son propicias! ISOHA COlll11o'l!ida dl/lcc/JIclllJ. Yo le amaré en ::;ilencio. Grandes males E \'ltare mas . ... 18 RAZA VENC IDA ZAQUEZ.o\JIlÍN Vén, tú eres mía! mía!-forcejealldoA los dioses vencí. Los reto. LQ lleva hasta el prillCIPio del bosque. EII ese 1110mento la ltttw empieza tÍ mostrar su disco de ulla blancura de plata. Se eleva el astro por cillla de la selva. ISOHA Chía! Cne aterrorizada. Zaquezam¡1l se absorbe Gl/te la belleza de la vestal. Las voces del coro sueJ/au en el inte. rior del tClIlplo. CORO Oh! padre cle Iclacanzas, Sol glorioso y fecunclo Que tus fulgores lanz,ls Sobre el santo Suamós! ESCENA V \ Se abre la puerta del telllplo. AParece el SIIIItO sa- / cerdote de fraea seguúlo de jeq/tes, augures y vestales. Avanzall 1l1l0S pasos en el pÓ1'tico, pero S~1t que observen La presencia, cu las gradas, de ZaqufZamtll é !sora. SUAMÓS se dirige al primer jeque. Hallaste la vestal? JEQUE J. o Mis !?bios tiemblan ... , No aparece la virgen en el templo. Abandonó el altar, y .... SUM.JÓS Sola? JEQUE 1.0 Zaquezamín la concitó al delito; De los dioses se burla. RAZA \'E:\CrDA '9 SUAMÓS Qué infortunio! De crimen semejante nunca ejemplo Iraca tuvo. Por mi frente mustia Siento helado sudor, cual si maldito Fuera yo de Zuhé. ~Ii cabellera Aún debífl. emblanquecel' de espantoj Jamás pensé que mi dolor pudiera Llegar á dolor tinto! JEQUE 1.° Buscaremos, señ(,r, á los perjuros. JEQL"E 2.° En la seh'a quizá . ... 3° Sí, los amantes Son inexpertos al huír. Prefieren Ser sorprendidos á mermar su gozo. JEQUE JEQUE 4.° Desciende parle de la escalinata y descubre á Zaq1lezamílt é Isora. Es/a yace eH tierra, Zaquczalllíll agltarda á los jeques en actit/ld alfiz'a é il/difere1lte. Hélos aquí. Son ellos, los impuros. ZAQU EZAillÍN Ella es inmaculada, su inocencia Es más limpia que el aire ele los bosques; No la toquéis' JEQUE 2.° Al Sumo sacerdote. Señor, vuestra presencia Deje sus corazones aterrados; Miradlos, gran pontífice, son ellos! Los jeques, augures y vestales avanzau hasta lIGar cerco á los all/alltes. SuaJJlós los c011templa desde. e.l atrio del tem.plo. S" aclilud es sublime y ai1"ada. 20 RAZA VENC IDA SUAMÓS Sacrílegos! los dioses profanados Por vuestra ingratitud, piden venganza: Indignos sois de recibir los dones De Zuhé prepotente. Vuestro crimen La execración de la deidad atrae Sobre todos nosotros. En carbones Debiera convertirse el orgulloso Templo de I raca. Por la selva gimen Los manes protectores del santuario Que elevó la piedad á Nenquethel'a. -Corred hijos del Sol por las llanuras Del Tundama y del Zaque. Dad la nueva: Llegó la maldición de las deidades, y han de llorar amargas desventuras Hasta las desoladas soledades .... t;~ AUGVR Oh! Callad! Las palabras son di,'inas De Suamós en los labios augustos, y podéis concitar las tempestades Sobre el santuario espléndido de ¡raca! SUA'¡ÓS • Malditos de Zuhé! Vnestros impíos Deleites arderán sobre la pira; Su propio fuego á la deidad aplac<lj El dios se calmar;, si de sus rayos El resplandor supremo los consume. -Id, preparad la hoguera. Dios benigno Su sangre recibid como perfl1me . ... TO'-fAGATA. Pasa su sOlllbra por el bosque. Qué s<igracla ironía A sus acentos da. Yo también soy divino, Soy eterno. Ji, ja. RAZA VE:\'CID.A 21 ESCEl\fA VI Algunos jeques y augures se dirigell al i"fcriar del templo. Los demás rodean á los ama1ztes. ZAQCEZA1\IÍ~ Acabaste, Suamós? SUA~[ÓS Ya la sentencia Que merecen tus culpas he dictado. En mí alientan los dioses justicieros. ZAQt.:EZA1\IÍX Mas, si eres s:lcerdote á quien las Cosas Obedecen al punto, de la selva Cúlma el fumar, y nos darás gloriosas Señales del poder de tus palabras; Apacigua los vientos. SUA:\IÓS Los insultos Agregas al cielito; tu malicia Parece en lo sutil de Tomagata. Se agita la selva . Zaquezamín sonríe i r ónicalllente. Suamós se /l/ues/ra i1l/rallquilo. \"ARIOS JEQUES Muera el impío! ~1uera! La jus(¡cia De Zubé lo reclama. SU.BIÓS L1evadlos al instante. Al sacrificio Ore/ella: los jequcs 10111011 por los brazos d Zaquczamín. Los augurcs /ralal1 de Ict'all/ar el cuerpo de /sara. Ra:;a 1.'cl1cida. 3 RAZA VENCIDA. 22 ZAQUEZHIÍ'¡ Oh! crueles pancheg, ¿compasión de Isora No tendrán vuestros fríos corazones? -Veclla! p:1)'ecc sonreír. Tranqllibs Son ele su b;anco sueño las \"isiones, Ello ej puro. SUAMÓS Llevadloc,! ZAQUEZAMíN Inocente. SL'A;\IÓS Gralo será su sacrificio á Chía, ZAQUEZAl\!Í~ Es más lil!l pia que el agua de la fuente De las mnn tañas .... EL CORO DE VESTALES Muera por impía! ZAQUEZAMí,¡ Oh! no la despertéis. Es tan hermosa! Los augures agitan el cuerpo yaceule de la vestal. Esta se iucorpora COIl lenlitud, Sus ojos revelan el extra· vio místico. Los ama lites son conducidos hasta el airio del templo. lSORA let'(l11Iál1dose. Oh! tierna claridad, ósculo suave, Huy taca silenciosa, flor del cielo, A quien los hombres llaman homicida. Perrníte, oh diosa! que tll luz alabe y me envuelva en tu blanca. vestidura; Esposa de Zuhé, lirio del lago • RAZA VENCIDA 23 Que dominas las aguas y las selvas; Antorcha cineraria de la noche No me sumerjas en el negro fondo De Igu;}que pavoroso, 'ni e l estrago Conozca yo del vórtice maldito Donde habita el drag,j n. Tu luz sonríe, Eres piadosa, eres benigna; bailas , Con tu lumbre sutil los corazones y al penetrar furtiva en la ~ cabañas Retozas en la cuna de los nirios ; Tú no eres implacable; tú perdonas El beso de las almas en los lab io, .. . . . . . . . ..... o. o.. ..... ... ........ .. . , .. , ....... ...... ... ........ . . ~ Mas, qué miro? .. . SlIamós y los augures; Todos aquí! .. . Mi sueño se disipa! Rralidad espantosa! qué me traes En las alas de buho soporoso? SUAMÓS Ella mis ma al su plici o se condena. ESCENA \'11 JEQUE. Sale del te/l/plo. Arde la pira entre aromado moque. ZAQUEZAMíN, que obsenw la angustia de [sara. Vas á morir, oh flor de Furatena, Nenúfar de la CÓnC3\'a laguna Donde se mece el resplandor incierto De la deidad ¡alídie•. Fui loco, Fui cruel cuando tu \'ida y tu destino Enlacé Con mi pálida fortuna. Perdón, perdón, Isora; el infortlln io Sólo mi corazón herir debiera, • RAlA VENCIDA • y nunca el tuyo, Isora. Nuestra suerte La señaló fatalidad divina; Entre unos mismos leños en la hoguera, Enlazados los cuerpos y las almas Consagrará nuestra pasión la muerte! ISORA Morir! . . oh! qué palabra tan profunda. El fuego miro que mi sangre quema, Un helado sudor mi frente inunda .... Mitigará el amor el cruel tormento? SCJ.MÓS Vas á morir, mas en diversas piras, Qtle vuestro amor impllro, de los dioses 4.ún levantará bs turbias ira s. ESCE:-<A VlII JEQUE. S,de de/tel/lplo. Arde la hoguera en el altar de Chía. SUA),!ÓS L1evac11os. ISOR .. Oh! dolor. , . T{lllta her:nOSllra No conmueve sus pccho~ de granill)o Los jeques cOllCluCCH á J05 olllalllcs haua el wterioy del salllu3-rlo. I~ora, parcce. IchncJa tÍ scgwrlos. Zaquezamtll mare/la CIl apariellCia con gusto. ISORA Dolor inmenso! Tlistc lin de Isora! RAZA VEXCIDA ZAQUEZAMÍN Será tu nombre mi postrer palabra .... ISORA Tu pasión es fatal! ZAQUEZAMÍ:-J Era mi vida . ... Era toda mi vida! ... AI/raspasar la pllerta del/elllplo se ""e/ve á S"alllós, Bah! maldito! Silellcio profundo durante algunos minutos. Entran lodos a/Ielllplo. ESCENA IX EL CORO E:-J EL I~TERIOR DEL TE:\tPLO Oh padre de Idacanzas, Sol fecundo y glorioso Que tus fulgores lanzas Sobre el santo Suamós, Protége á los ochíes Tus hijos predilectos, Tú, que suave sonríes, Tú, prepotente dios. Tu cabellera es de oro; Te obedece la tierra Al enviarle el tesoro De tu luz matinal. Con sublime sosiego Vas hollando esmeraldas; Son tus ojos de fuego, Tus plantas de cristal. 26 RAZA VENCIDA Fecundiza los campos Que diste á Nenqlleth eva, y sána con tus lampos Del enfermo el dolor. A los mancebos dales El arrojo del tigre, Astucia de chacales y el el oso el valor. Del IlIoja el sacrifi cio Calmará tus ardores, Si su sangre propic io Aceptas, oh ' Zu hé. y las aves sagradas Te llevarán los votos De las tribus amadas y de Suamós la fe. El Zaque te proclama Deidad inmarcesible; Sus ofrendas Tundama Entre aromas te da; y en el va ll e fl orido Del FlIl1zé perezoso Te respeta el temiel') Señor de Bacatit. ACTO II OUADRO 1 E L INCEN D IO DE L T E MP L O hz/crior de/te/JIplo de /raea. SUGmós aparfce ell 1Iua silla de madera guar11ecida de esmera/das, colocada el1 el ccHtro del reclulo sagrado. A derecha é izquierda del POIl- Jifia se c.rliclIllcl1 tllcrarlas de jeques)' de vestales. Los. braseros ardeH alimentados eDil maderas aromáticas de las cllales sllrgen l/mllas azules. Los 1IlUr05 del templo están cubiertos á trechos de láminas de oro bruiiido, de/ - gadas)' 1I/1lsicalcs. Sobre Irípodes sellcillos resPlalldecen las aves Iricrtílicas, eOH sus plumajes verdes, azules)' rojos. Es la hora del c/'eplÍsC/llo. Por las pl/crlas la/erales cntrall fturpúreosfulgores del cielo enccndido por la ago1Iía dc la tarde. ESCE~A 1 Sacerdoli$a de Tll1ulallla, l/ega por puertas laterales y se dirige {í SllOIl1ÓS. t\EUSA, 1/1la de las Profundo es el oráculo, Pontífice de Iraca, Sus recónditas voces queman el cor;¡zón; Zuhé con sangre virgen sus cóleras no aplaca . ... 'Sl'AMÓS Hablad! NEUSA Tem ed ! los dioses inescrutables son ! • RAZA VENCIDA SUAMÓS Mas oyen de sus bijas el amoroso ruego. Decidnos las palabras profundas .... NEUS.!. Oh, profundas! ... EL CORO DE JEQUES Y VESTALES Zuhé! Zuhé! NEUSA Severas . ... ti AGAY QUANDOLA lU 1" Sorpresa en el COlIcurso. • Vi las aves divinas, como flechas de fuego Pasar ensangrentadas! EL CORO Agay quandola iu! SUAMÓS y los buhos? las sombras de las nubes errantes? ~EUSA Los buhos extasiados declinaban el vuelo Hacia el bosque. Sus ojos de amarillo fulgor y sus trémulas alas predecían el duelo; Las nubes eran monstruos de H,'idos semblantes. CORO DE VESTALES Agay, agay, horror! SUAMÓS Consultaré yo mismo de las aves divinas El sentido mechoso. Por mí la tempestad En lluvia se convierte. Los montes y colinas De Nompanim esclavos, siguen mi voluntad. RAZA VE~CIDA Desataré las nubes sobre 10s c:l.Inpos yermos; Las fuentes extinguidas tornarán á bullir¡ Oye Zuhé mis votos. Sallar~ los enfermos; Hago brotar las Aores; descubro el por\"enir. CORO DE JEQUES Es el ungido, el santo! SUAMÓS Se levan/a majestuoso y se eucnmilla hacia el braseo ro que desPide chispas azules. Los mancebos, que mdean los braseros, /e preselltan la urna que couLiene resiHas aromáticas. El P01llíficc con /tila espátula de oro loma el MOQUE y lo arroja en el fllego acompailando su acción de ~iglloS mi~/eriosos. E,,/re la s esPirales blaucas del humo se inician cabezas de lagar/os de reflejos metálicos. La se/va se agila COII violfl1cia y la sombra de TOMAGATA pasa por el bosqlle "ecillo altelllplo. TO~IAGATA Tristes dioses vencidos Por la fatalidad. 5eiiala hacia H ullza de donde ha venido su sombra erra u/e y ligera. Otro dios inhumano Tras vosotros vendrá. Las palabras se elJlre'i'ercw COIl el ruido de las hojas que (aell. Hay momentos en que la figura de Tomagala se confunde C01l los Iroll cos y simula un vegetal viviente, t.l1a mandrágora animada. Se oyen truenos lejauos. Se diría que son detona elones de rm combal~. Todos expresan inquietud. Algunos jeques tralan de exPlicarse lo que sucede mirando por las PUC1'. las laterales. El espacIo perlllal/ece tral/qlúlo. El sol C1/YO- • 3° RAZA VE~CJDA jeeido $C ocltlta p01J1posamelllc. La tempestad que (.,1eell oír los ochícs es ¡/fusiLada: HO se advierten/os relámpagos. La fiesta religiosa continúa . • SUAMÓS COlllllovido. Padre Sol! que tu, rayos fecundicen la tierra De Idacanzas gloriosa. Suenen himn os de paz En los liberas campos, y por siempre la guerra Encadenada (¡guarde, cual oso montaraz. Las aves que las galas tienen ele Cuchabiba T e llevarán los VOt03 ele nuestra ardiente fe. Los augures dan Ires {.fo/pes ell los trípodes de los gua - camayos. Uno de éstos call1a: Znhé, lUí: \,¡ va, Zuhé, 2uhé' Los jeques toman el ave qlle ha deseado ser porLadora del 11IcIlsnjc celestial y la dcjaH escapar libremellte hacia el espacio domle ahora desciende el astro-dios. La ceremouia ha sido feliz. Las deidades se IIl1tcsfraH propicias á los ehibcllas. Resuella 1111a lIIúsica selvtÍltca y sencilla. TO!\IAGATA desaparece. Las vestales coronadas de rosas de l ú,bllCO y lirios acuáticos, dallzaJl al rededor de las trípodes el1 que se hallall las m'es. UIlO de los mallcebos que rodea los braseros ofrece á Sualllós /tna cafia de maíz CO Il el frulo abierto. El POlltí· {ice IfI illciensa COIl el turíbulo. SUAMÓS Chaquén amable diono tu perfumada espiga, Tus senos rebosantes de leche virginal, Cuando su estirpe huyendo de la raza enemiga Llegó vencida y débil al valle maternal. Las vestales loman del ara vasos rebosantes de esme· mIdas. RAZA VE~CIDA 3' EL CORO DE YESTALES Son luz del bosque verde. Son almas de las hojas De un árbol misterioso labrado por Chaquén. CORO DE AUGURES Recíbelas bañadas en sangre de los //lojas. ESCEKA II Los mislllos y UH HERALDO. EsLe aparece cilla floresta que Pyilu.:1Pia eH la cscalitza!a del templo. Es 1111 chibcha qlle avallZL~ I//Icia el rcci/lfo sagrado. riclle jadea1lte COIllO si hubiera recorrido una larga dista1lcia. Trae arco y (arcaj COIl cendales bll1flcoSy los Hluestra desde el vesfíbu· lo al COl/Cl/rso religioso. Palabras eOIl/usas se escapan de lodos los labios . l,;:\JEQUE • Un heraldo! TODOS U n heraldo! SUA1JÓS. Sie/JIpre allgusto. 1\f ens~jero de quién? El hernldo COIl la 'l'isla baja hace: IlIlIIzilde reverellcia al Pontífice y aguarda 1/11 sigilo de éste para conJes/ar. Sl.:AM.)S Hablad~ ... EL HERALDO Pontífice de Iraca! Por áspero camino Los dioses me trajeron á cumplir mi destino. El gran Quimunchatecha su mensaje te envía: El Zaque á Suamós dice: Por la selva bravía 32 RAZA VENCIDA Han surgido unos hombres de países lejanos. Como Bochica rubios, cual p;lIlches inhumanos. No vierten de sus labios, cllal vertió Nenqlletheva Las enseñanzas puras y la palabra nueva. Conducen en sus armas los rayos de la muerte y rigen unos monstruos q~e aterran al más fuerte. El pueblo los admira cual seres inmortales, Mas son criaturas débiles á merced de los males Que á todos nos asedian. Es su brazo pujante Al herir con la punta de una caña vibrante. El asombro aumenta en Suamós y sus compaiieros. En sus pechos rebotan nuestros dardos de piedra, y nada les conmueve, ni nadie les arredra . • Es su deidad el oro. Combaten ellos mismos Entre sí por amarlo; bajarían abi!:imos y al fondo de la tierra donde en su tumba clama El que tajó las rocas del fiero Tequelldama. Opúsúle sus huestes en Bllsongote el Zipa Thisquesusa. Cual humo fue deshecho Zajipa¡ y al fulgor de sus rayos en oscura jornada El Bacatá fue muerto, La n,lción consternada Implora á sus deidades .... y Ins dioses ceñudos Se ocultan en los cielos y permanecen mudos. El cetro ensangrentado gue llevó Thisquesusa Recogiólo Zajipa, mas el puebln rthusa Obediencia á las órdenes del uz_que guerrero .... Despareció el zipazgo clla; flor de algodonero. Despareció la patria del digno Nemeguene¡ Es un oso cobarde que ya ni fuerza tiene. RAZA \'EXCI DA 33 HueHan nuestros santuarios con su planta extranjera, y el dios, celeste llama, prosigue su carrera. Que aplaques con tus ruegos la cólera de Chía, Así dice el mensaje que mi señor te envía. EL CORO Oh gr," dolor! SUAMÓS Fatalidad suprema! Oh! sál\'allOs Zuhé. Danos tll fuego Que con sus rayos las entrañas quema Del que osa profal"rte en el sosiego Del Santuario de 1raca I La 1I1l/.."lI sl ,n crece por mome1l/os ell el concurso. ESCEl\A III airo HERALDO que llega apresuradam e1lte. EL CORO Otro heraldo .... SUA~IÓS Que nue\'os infortunios pregona. Decid .... la suerte adversa los males amontona? HERALDO .2. 0 Los hombres fabulo.os de los suaves cabellos, Que lanzall con sus mallos de Zuhé los destellos . .. SL\:\!ÓS Abre\'iad. Ya conozco los hombres iracundos Que bajan á las tumbas cual los topos inmundos. 34 R.-\ZA VE>lCIDA HERALDO 2. ° Los duros invasores al poderoso Zaque Vilmente despojaron. Sus monstruos al ataque Del Tundama se aprestan .. .. Los esperó el anciano Quimunchatecha, grave, cua l digno soberano, P orque confió en lo noble de l ene migo fiero, y hoy muere de tristeza, si n glori a, prisionero. Se oyen cerca detonaciones de arcabuccs. Las prj. meras sDIJIIH"as de la lloche caell sobre la lrcrraj pero alÍn las 1wbes incendiadas emJÍlw sob re el templo resPlandores purpurillos. HERALDO 2.° Son ellos! EL CORO En Iraca! LOS JEQUES Sucumbió su gra ndeza! EL H EHALDU Han "encielo al Tunelama .... U>I JEQ UE Sus lIondas todavía Lanzan dardo3 vibrantes . ... SUA:\IÓS cí losjeqllcs que tomall los vasos rebosalltes de esmeraldas: Huíd ! RAZA VENCIDA 35 NElJSA Oh! la belleza Del crepúsculo es digna del más trágico día! SliAMÓS Ya vienen h:lcia el templo. Cerrad la<;¡ duras puertas, Que siquier los tiranos no bs hallen abiertas. ESCEI-:A IV Por los !'Cf)dtr.· S de las colinas aparcccJI rúpidalJlcnle, ell dcsordell, los silldados illlligellas. TUXDAMA dice 01 el alno: '1 01"11. ,. . . . O l1, no' .... \'I\'lr es necesano . Por la patria y los dieses .... Quizá la estirpe mía .... J' Desaparece ell el bosqlle. ESCENA V Los so/dados espaíioles; al ¡reule de ellos JIi\I I~~ EZ DE QUESADA. Pasan 20 Ó 30 la11ceros por el a'/~o eu perse. cucióu de los luudamas. EH el bosque se oye el cO lI/bale . • :fiméllrz de Quesada y ANTÓ~ DE OLAVA deliéllellSe á admirar el e.rlerior de 1raca. GO~ZALO JBIÉN'EZ Feliz fue la jornada. De Suamós el Santuario Esplendoroso, es éste; lo cons;Jgro á María, Al Señor Jesucristo y á su madre gloriosa. RAZA VENCIDA ESCENA VI Los 1I11smos. UN SOLDADO que sale por una de las puertas laterales del Santuario. Su c:rpresjón es de aS01n. byo. Se dirige al Ade/alllado. Señor, los perros viles, incendiaron su templo, Mas lIna lección dadles ele que no exista ejemplo. GOXZALO JIM~:NEl: Se consumió el teso re elel templo ele Bochica! Las llamas aSOll1al1 por las pucrlns al quemarse el esparlo de 105 lapices. U~ OFICIAL PIADOSO El Dios ele los Ejércitos la tierra purifica! Las so,;¡bras de la I/oche se cOl/del/sal/. Se hall exlillguido los fltlgores de la larde. Sólo la II/z del II/Cclldio ilulllilla el escenario. , • •• , OUADRO JI FIN DE UNA RAZA ESCENA 1 El escellario es e:rtclIsa Planicie de un negro profundo. La selva de los cuadros al/leriores. Las columnas poderosas del tel1lplo )'Qccn cn trozos encendidos en Jos extremos. La luz ele estos gralldcs carbolles deb~ ser la del esceJlario. KEUSA Sale del bosque. Se reclina cn ulla colu/Jlna volcada . • Todo es desolación en torno mío! La patria ya no existe! Negras ruinas Quedan del templo. Un dios rojo y sombrío En la cruz torturado, con espinas Sobre las sienes pálidas, impera Donde Bochica levantó sus aras. La muerte, en vano mi dolor espera. En vano buscaré entre las ignaras Cenizas del Santuario los despojos De mi Isora infeliz! \ Se levanta y recorre desesperadamente un. trecho de la planicie, buscalldo algo cutre las ruinas. Mis turbios ojos Tan sólo ven-la sombra de la tierra Caer sobre la sombra ele las cosas Cual1iguira doliente de la guerra. Ah! si nunca yolviesen los fulgores Raza vencida. 4 RAZA VE:-IClDA De Zuhé á d"ramar SIlS alegrías Sohre tántas visiones espantosas; y si nunca br0tasen más las flores, Ni tornasen las horas y los días. Oh sacrificio inútil! Sólo es santo En el alma el amor. A las deidades Sólo e l amor agrada; mas los hombres Su propia sangre beben. En espanto y en tristeza de foscas soledades Convierten los santuarios, y los nombres Persiguen de los dioses. Vengativa Llama tenaz encienden, y en la lucha Un dios jO"ell al viejo dios derriba! y sólo el grito de dolor se escucha .... Permallece sumida en PrvflllZdo abatimiento. ESCENA 11 • Del bosque sale una llieoría de jeq14es. De las colinas desciende Ulla tllearía de vestales. LOS JEQUES Padre Sol de Idacanzas Que sobre el mundo eovías La gracia de tu lu z, El extranjero impuro con sus manos impías Incendió tu santuario. Agay quandola iu! LAS VESTALES Oh flor de los celajes, Oh madre poderosa De nuestro cielo azul! Tu culto te arrebata Una ignorada diosa. Agay quandola iu! 39 RAZA YENCIDA UNA. VESTAL Las columnas del templo sobre la tierra hollada Humean cual antorchas de una loca deidad. Despa,!-ció la piedra de Ncnijlletheva. Nada Nos conservó el impío . ... NEUSA. Levanlándo;e presa de la locura. Ah, la Fatalidad! - I • CORRIGENDA El verso 17 de la página 20 debe ser corregido así: En los labios augustos del Profeta •