Tema 7. Guerra colonial y la crisis del 98

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Apuntes de Historia de España
tema 7. La crisis del 98
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Tema 7. Guerra colonial y la crisis del 98
Introducción
A finales de siglo XIX España se encontraba aislada internacionalmente. No había conseguido
entrar en ninguno de los sistemas biksmarckianos ni en el reparto de África. La derrota militar
y la pérdida de las últimas colonias en 1898, en pleno auge del imperialismo europeo,
confirman que España ha bajado al estatus de potencia de segundo orden. Esta pérdida se
querrá compensar posteriormente con la aventura africana, fuente de innumerables problemas.
A nivel interno los conflictos coloniales, además de provocar sendas guerras (Cuba, Filipinas y
más tarde en Marruecos), contribuyeron a radicalizar el ambiente político y social, ya de por sí
bastante inestable.
La pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas provocó en España tal crisis que se le denominó el
"desastre del 98" o la crisis del 98: significó una depresión moral y anímica colectiva. Se instala
entonces la idea de la necesidad de regeneración. Este “regeneracionismo”, que quería librar a
España de sus males políticos, alentó el auge de las fuerzas ajenas a la Restauración y significó
el comienzo de la crisis de este sistema. Es el inicio de la crisis de la Restauración.
1. La caída del impe rio colonial
1.1. Antecedentes y causas
En el último cuarto del s. XIX se ponen de manifiesto los intereses opuestos de cubanos y
peninsulares, en lo político y en lo económico. Cuba carecía de derechos políticos y seguía
gobernada por un capitán general con poder absoluto. Los intereses económicos de España en
Cuba están relacionados con las plantaciones de caña de azúcar y tabaco, trabajadas por esclavos
negros. A ellas se les vendía el trigo castellano y los textiles catalanes. El monopolio comercial
español y los aranceles limitaban su actividad comercial, que, sin embargo, tenía en Estados
Unidos el principal mercado para su producción agraria. La burguesía de las islas reclamaba
libertad de comercio para vender y comprar sus productos en un mercado más moderno y
dinámico (EE.UU.) y no el español, como intentaba imponer el arancel proteccionista.
El partido autonomista cubano representaba ese sentir: pretendía representación política en las
Cortes, participación en el gobierno de la isla (cierta autonomía frente al gobierno entonces en
manos de un capitán general), reforma de los aranceles y de las cargas fiscales en beneficio de
los productores cubanos (libertad de comercio), abolición de la esclavitud. Por estos motivos se
desató la 1ª Guerra de Cuba (Guerra de los 10 años). Martínez Campos firmó la paz de Zanjón
(1878) con los insurrectos cubanos, bajo la promesa de reformas políticas y administrativas
Sin embargo, solo se concedió la abolición de la esclavitud (1880) y eso con una prolongación
de la servidumbre -patronato- durante 8 años interrumpida realmente en 1886, mientras que las
Cortes españolas impidieron en 1893 la aprobación de un estatuto colonial, tal como quería
Sagasta, por la oposición de los intereses económicos españoles en la isla, contrarios a cualquier
concesión.
El incumplimiento de las promesas de reformas sociales y políticas y el endurecimiento de la
política proteccionista (en 1891 se elevaron las tarifas arancelarias para productos que no
vinieran de España: "arancel Cánovas"), perjudicial para la economía cubana y para los intereses
estadounidenses, favorecieron el desarrollo de nuevas acciones independentistas: la llamada
“Gue rra Chiquita de 1879-80” y las insurrecciones de 1883 y 1885. El problema de fondo era
básicamente la continua negativa de España a conceder una mayor autonomía a la isla. El efecto
fue que el independentismo ganó terreno frente al autonomismo: José Martí funda el partido
Revolucionario Cubano en 1893.
En este tirante marco de relaciones entre España y Cuba aparece Estados Unidos, potencia que a
lo largo del siglo XIX había realizado sucesivos intentos fallidos por comprar la isla a España.
El emergente gigante estadounidense es el principal comprador del tabaco y azúcar cubanos y el
emplazamiento de la isla resulta especialmente interesante para el control estratégico del Caribe.
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Al mismo tiempo, en Filipinas estalló una rebelión en 1896, promovida por independentistas
tagalos, aunque se acusó de haber sido su instigador al intelectual autonomista filipino, José
Rizal, por lo que sería ejecutado a finales de ese mismo año.
En suma, las causas de la guerra hay que buscarlas en la confrontación de intereses políticos y
económicos de:
 la oligarquía española (por prestigio y negocios se oponen a concesiones reformistas),
 la oligarquía cubana (deseosa de independencia política y económica), y de
 EEUU (persigue su expansión por el Caribe y el Pacífico y mejorar las condiciones de
las importaciones de caña de azúcar).
1.2. El desarrollo del conflicto en Cuba (1895-1898)
José Martí, líder del Partido Revolucionario Cubano, defensor de la construcción de una
república independiente y democrática, promueve desde el exilio la sublevación separatista
simultánea de 35 localidades de la parte oriental de la isla (Grito de Baire o Grito de Oriente, 24
de febrero de 1895), la región más antiespañola y cuya principal ciudad es Santiago de Cuba,
donde muere en combate ese mismo año. Cuenta con apoyo estadounidense. Desde allí la
rebelión armada se extendió hacia la zona occidental de la isla, donde se encuentra La Habana.
Jefes militares de la rebelión son Antonio Maceo y Máximo Góme z.
Cánovas intenta primero recurrir a los acuerdos: envía a Martínez Campos, artífice de la paz de
Zanjón, como gobernador de la isla y al frente de un numeroso ejército para que combine la
negociación con la guerra (1895).
Al no conseguirlo, opta por la "guerra total": retira a Martínez Campos y envía al general
Valeriano Weyler (1896-97), que impuso su línea dura y represiva: dividió en tres el territorio
de la isla por medio de "trochas", o líneas fortificadas, para impedir que los rebeldes se
extendieran hacia occidente y llegaran a La Habana. Concentró a la población campesina en
poblados vigilados por el ejército para evitar su contacto con los combatientes. Se calcula que
murieron unos cien mil cubanos en dichos campos de concentración debido al hambre y las
enfermedades. Sin embargo, la táctica de guerrilla seguida por los insurrectos impedía a las
tropas españolas dominar la situación pese a tener un ejército más numeroso.
La dureza de la guerra se refleja en las elevadas bajas -entre 40 y 50 mil militares españolesdebidas especialmente a las enfermedades tropicales (fiebre amarilla, cólera, paludismo) que
ocasionaron mayor número de muertos y heridos que los combates. Mal alimentados y
pertrechados, sin ropa de muda ni la menor higiene, sometidos a marchas de 50 km diarios bajo
el calor húmedo y sofocante del trópico, resistían en una guerra estancada y en la que ninguna de
las partes tendría fácil la victoria.
Esta dureza y crueldad aumentó los deseos de independencia y alentó una campaña internacio nal
de desprestigio contra España, dirigida por la prensa de EEUU. El interés de EEUU por la isla se
fundaba en motivos económicos y estratégicos, por lo que el presidente americano, McKinley,
intentó comprar la isla por 300 millones de dólares, a lo que el gobierno español se negó.
Muerto Cánovas (1897), Sagasta, consciente del fracaso de la vía represiva, concede autonomía
a la isla, releva a Weyler, sustituido por el general Blanco, y declara el fin de las hostilidades,
pero ya era tarde para una solución dialogada: los independentistas, contando con el apoyo
norteamericano, no lo aceptan.
Para comienzos de 1898 el ejército español apenas controlaba las principales ciudades costeras,
los cubanos ganaban cada vez más y más terreno y el gobierno colonial no contaba ya con los
recursos necesarios para seguir costeando la guerra.
1.3. Rebelión de las Filipinas
Al mismo tiempo se producía el levantamiento de Filipinas (1896-97) donde había menor
presencia española -reducida a misioneros, funcionarios y representantes de las compañías
comerciales- y cuyo interés económico residía en ser punto comercial con China. La burguesía
mestiza había reclamado la independencia de España desde 1896 liderada por el médico José
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Rizal, fundador de la Liga Filipina. El general García Polavieja llevó a cabo una dura represión
y el líder independentista, José Rizal, fue ejecutado en 1896. En 1897, el gobierno de Sagasta
desarrolla una política de negociación que supuso la pacificación momentánea del archipiélago.
1.4. La guerra contra los Estados Unidos (1898)
EEUU venía apoyando a los independentistas cubanos, a los que envía armas. Aprovecha la
explosión y hundimiento del Maine (febrero 1898), acorazado de la armada estadounidense
atracado en el puerto de La Habana (274 muertos), para responsabilizar a España y mandarle un
ultimátum que era una declaración de guerra (abril 1898). Las fuerzas eran desiguales: a la
pujanza económica y militar americana, España solo le oponía un viejo y mal dotado ejército.
Eso sí, en España, fomentado por la prensa y la burguesía catalana, estalló una gran campaña y
ola de patriotismo.
La guerra se desarrolló en dos frentes: en el Pacífico, donde la intervención americana propicia
un nuevo alzamiento antiespañol, y en el Caribe. Las victorias americanas de Cavite (Filipinas) y
Santiago de Cuba donde el almirante Cervera, obedeciendo órdenes, sacrificó la flota saliendo
del puerto a pesar de estar bloqueado por la marina estadounidense (3 de julio de 1898). Tras
otros combates en tierra, las tropas americanas se apoderaron fácilmente de las islas. La
desigualdad de fuerzas, por su número y nivel tecnológico, explican la brevedad de la bata lla y
la contundencia de la derrota que apenas supuso bajas para EEUU, mientras que murieron unos
600 españoles y todos los supervivientes fueron hechos prisioneros. Unas semanas después los
norteamericanos desembarcaban en Puerto Rico.
Por la Paz de París (diciembre, 1898) España pierde sus últimas colonias: Cuba, Puerto Rico y
Filipinas, que pasaron a ser protectorado americano.
2. La crisis del 98
2.1. Consecuencias políticas y económicas del “desastre”
La liquidación del Imperio Colonial Español es conocida como el “desastre del 98”, el cual
llevaría implícitas una serie de repercusiones:
1. Destrucción del mito del “imperio español”: España pasa definitivamente a ser una potencia
de segundo orden (después se intentaría compensar este fracaso con la entrada en Marruecos,
dentro del reajuste colonial internacional que se estaba produciendo).
2. Desde el punto de vista político, a partir de esa fecha, comienza la crisis del sistema de la
Restauración, que vivirá crisis sucesivas que conducirán a su fin con la Dictadura de Primo de
Rivera.
3. Entre los militares creció el malestar de verse responsabilizados del desastre por buena parte
de la sociedad, mientras que ellos achacan a la corrupción e ineficacia política lo sucedido y
reclaman mayor participación en la vida política. Este resentimiento es clave para explicar la
vuelta a la injerencia de los militares en la vida política española durante el siglo XX.
4. Asistimos, por otro lado, a un notable crecimiento del antimilitarismo popular por el tema del
reclutamiento para la guerra, que podía evitarse pagando una suma en metálico en concepto
de redención o retribuyendo a un sustituto, lo que implicaba necesariamente que a la
contienda acudieron las clases más desfavorecidas. Precisamente el conflicto cubano será
clave para que Canalejas aprobase en 1911 el servicio militar obligatorio, suprimiendo la
sustitución o redención, aunque los tres años de "mili", podían reducirse a 6 0 12 meses
pagando ciertas cantidades .
5. Las pérdidas económicas fueron inicialmente muy importantes, al desaparecer para España
los ingresos que proporcionaba la exportación de azúcar, café o tabaco, además de perder el
mercado colonial para las manufacturas españolas; pero se compensaron con la repatriación
de capitales hacia la Península.
6. La gran consecuencia fue moral e ideológica. La derrota de la escuadra española casi sin
combate, la superioridad norteamericana y la rapidez con que se cedió el resto del imperio al
enemigo causaron una gran impresión en España en todos los sectores sociales. Cuando
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EEUU emitió el ultimátum, en España se había producido una explosión de patriotismo,
potenciado por la prensa. Tras la rápida derrota en muchos grupos populares surge la
sensación de haber sido traicionados y engañados por no saben quién. Algunos sectores de la
clase media, pensadores y políticos se plantean por qué ha ocurrido la desgracia. Se trata de
una crisis de conciencia nacional -sobre la que tanto escribieron los intelectuales de la
generación del 98-, manifestada en críticas a políticos y militares como causantes del
desastre y en el deseo de "regenerar" la vida nacional y acabar con los males del sistema,
especialmente el caciquismo y la corrupción. Este regeneracionismo se opone al sistema de la
Restauración, al que se considera una lacra para el progreso de España a la que conduce a su
decadencia moral y espiritual.
Un clima de desánimo colectivo se instaló en España: conciencia de ser una nación
insignificante en el orden internacional, pobre y atrasada económicamente, y políticamente
dominada por el caciquismo interior. Esos eran los verdaderos males de España y había que
regenerarla. En esta línea, el líder del partido conservador, Silvela, publicó en "El Tiempo" un
artículo significativamente titulado “Sin pulso” (16 agosto 1898) que concentra la pesadumbre
ante la pérdida.
2.2. El problema de España y el regeneracionismo
a) Los problemas de España
El problema de España que la crisis del 98 pone de manifiesto era múltiple:
 Un problema socioeconómico ligado a la estructura de la propiedad de la tierra
(latifundismo-jornaleros/minifundismo-baja productividad) y al modelo mediterráneo en la
industrialización del país (escasa y concentrada en pocas regiones).
 Un problema político derivado del divorcio entre la España oficial del sistema canovista y
una España real que no tenía cabida en él (avances de los nacionalismos, republicanismo y
socialismo). La crisis del 98 supone la crisis del sistema de la Restauración: rechazo al
modelo de caciquismo y corrupción del sistema, radicalización del movimiento obrero y del
republicanismo.
 Un problema regional, que era también el de la estructura de España o el modelo de Estado,
tras el surgimiento de los nacionalismos y regionalismos.
 Un problema religioso-cultural, relacionado con la contraposición de una tendencia que
considera a la tradición católica una seña de identidad de España y otra que pretendía un
Estado laico que permitiera la modernización del país. Una gran parte de la izquierda
española consideró a la Iglesia católica la culpable de que España estuviera atrasada y un
obstáculo para su modernización. A partir de este momento, el anticlericalismo, que se
había manifestado tímidamente en las guerras carlistas o en la Gloriosa, va a ser una
constante en la historia de España, hasta el triunfo del general Franco en la guerra civil
española.
 Un problema militar: reaparece el militarismo en la vida política nacional, esta vez desde
posiciones tradicionalistas, conservadoras, católicas y centralistas: el ejército se considera
garante de la unidad nacional frente a los nacionalismos y de la paz social frente al
movimiento obrero. Muchos políticos y escritores atacaban al ejército, al que consideraban
un gasto inútil. Los oficiales, indignados, se alejaron del sistema parlamentario.
b) El regeneracionismo intelectual
El regeneracionismo como movimiento intelectual culpa a la Restauración de todos los males de
España y propugna la necesidad de una modernización política, económica y social
(europeizar España).
Podríamos considerar que tiene sus precedentes en los arbitristas del siglo XVII y los ilustrados
del siglo XVIII. Como ellos, se basa en un análisis pesimista y crítico de la situación de España
y afirma la necesidad de un cambio, de una regeneración.
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El movimiento regeneracionista fue liderado por una serie de intelectuales entre los que destacan
Lucas Mallada, Macías Picavea, y, sobre todo, Joaquín Costa, e instituciones como la Institución
Libre de Enseñanza, fundada por Francisco Giner de los Ríos en 1876, que acogió a los
profesores que abandonan la Universidad por la privación de la libertad de cátedra. Muchos
intelectuales formados en ella consideran que ni la política (sistema restauración), ni el dominio
de la oligarquía agraria, ni el excesivo peso de la iglesia católica sobre la sociedad, permitían la
modernización de la cultura y de la ciencia: era necesario regenerar España.
El regeneracionismo propugnaba:
 sustituir el régimen de la Restauración –ligado al caciquismo y fraude electoral-, al servicio
de la oligarquía, por otro que favoreciera a las clases medias;
 mejorar la situación de la educación (escuela) y del campo español (despensa);
 en definitiva, modernizar España y olvidar las glorias del pasado (Joaquín Costa: "escuela,
despensa y cien llaves al sepulcro del Cid").
Desde el punto de vista literario, se va a formar un grupo influenciado por el desastre del 98 y el
regeneracionismo. Es la generación del 98. Unamuno, Machado, Azorín, Baroja, Maeztu,
Ganivet, etc., a los que les une su "común dolor" por España y su decadencia. Su preocupación
giró en torno al "problema de España": su definición como nación, la búsqueda de unas señas de
identidad nacional, el alejamiento entre la España real y la oficial, y su atraso con relación a
Europa, tal vez la verdadera causa del desastre.
c) El regeneracionismo político
A este regeneracionismo intelectual le iba a suceder otro más práctico: el de los políticos, pero
con muchas variantes ideológicas. Podemos establecer una doble división; uno surgido dentro
del mismo régimen que va a ser partidario de la revolución desde arriba (el de los partidos
dinásticos) y otro, partidario de la revolución desde abajo, defendido por los republicanos y los
socialistas.
 Partidos dinásticos: Silvela, Maura (ambos conservadores) y Canalejas (liberal) son
prototipos de políticos regeneracionistas que intentan "la revolución desde arriba", contra el
caciquismo. Pero las políticas reformistas de tono regeneracionista no afrontan las reformas
profundas que se requieren y fracasan. (Maura quedó desacreditado por la crisis de 1909; el
intento regeneracionista de Canalejas lo frustró su asesinato en 1912).
 Nacionalismos periféricos : achacan al estado liberal centralista los males que asolaban
España. Los catalanes especialmente, y en menor medida los vascos, ven la autonomía como
parte de la regeneración de España. Los nacionalistas catalanes formarán parte de los gobiernos
centrales para regenerarla, como hizo Cambó.
 Republicanos: Achacan todos los males a la monarquía y sus estructuras y defienden la
república como forma de gobierno que posibilitaría la modernización.
 Movimiento obrero: culpan a la monarquía y a los partidos dinásticos de las pésimas
condiciones de vida de los trabajadores. Reclaman un nuevo sistema de gobierno más acorde
con los intereses de la clase trabajadora.
 Ejército: El divorcio ejército-sociedad se gestó a raíz del 98. En su conjunto, se derechizó,
inclinándose hacia posiciones conservadoras. Achacan a los políticos la responsabilidad del
desastre, al sistema parlamentario la culpa de todos los males de la nación y ven a las clases
populares como una amenaza para el orden social.
La crisis del 98, en el plano político, tendría su continuación en la Semana Trágica de 1909, en
la triple crisis de 1917 (militar, política, social), y en el desastre de Annual (1921),
desembocando en la dictadura de Primo de Rivera (1923): la respuesta militar a la crisis.
Todo ello lleva a la crisis del sistema de la Restauración en el primer cuarto del s. XX: los
nacionalismos se extienden, el movimiento obrero y el republicanismo se radicalizan, renace la
presencia del militarismo y las críticas al sistema canovista se generalizan.
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