J USTICIA Y LITERATURA Gentes de la Justicia en el Quijote (y II) Por JULIÁN CABALLERO AGUADO PROCURADOR Continúa nuestra humilde aportación a la conmemoración del IV centenario de la publicación de El Quijote con la transcripción de citas y fragmentos de tan celebrada obra sobre los operadores jurídicos, antaño denominados “curiales”. PROCURADORES Primera parte, cap. XXII, De la libertad que dio don Quijote a muchos desdichados que mal de su grado los llevaban donde no quisieran ir: (…) –Eso me parece –respondió el galeote– como quien tiene dineros en mitad del golfo y se está muriendo de hambre, sin tener adonde comprar lo que ha menester. Dígolo porque si a su tiempo tuviera yo esos veinte ducados que vuestra merced ahora me ofrece, hubiera untado con ellos la péndola del escribano y avivado el ingenio del procurador, de manera que hoy me viera en mitad de la plaza de Zocodover, de Toledo, y no en este camino, atraillado como galgo; pero Dios es grande: paciencia y basta. Primera parte, cap. XLVII, Del estraño modo con que fue encantado don Quijote de la Mancha (…) –Ahora, señores, quiéranme bien o quiéranme mal por lo que dijere, el caso de ello es que así va encantado mi señor don Quijote como mi madre; él tiene su entero juicio, él come y bebe y hace sus necesidades como los demás hombres, y como las hacía ayer, antes que le enjaulasen. Siendo esto ansí, ¿cómo quieren hacerme a mí entender que va encantado? Pues yo he oído decir a muchas personas que los encantados ni comen, ni duermen, ni hablan, y mi amo, si no le van a la mano, hablará más que treinta procuradores. ABOGADOS “…untado con ellos la péndola del escribano y avivado el ingenio del procurador…” (1ª parte, cap. XXII, Don Quijote con los galeotes). 44 / PROCURADORES • Agosto 2005 Primera parte, cap. XXXVIII, que trata del discurso que hizo don Quijote de las armas y las letras (…) Todo esto es al revés en los letrados; porque, de faldas, que no quiero decir de mangas, todos tienen en qué entretenerse. Así que, aunque es mayor el trabajo del soldado, es mucho menor el premio. Pero a esto se puede responder que es más fácil premiar a dos mil letrados que a treinta mil soldados, porque a aquéllos se premian con darles oficios, que por fuerza se han de dar a los de su profesión, y a éstos no se pueden premiar sino con la mesma hacienda del señor a quien sirven; y esta imposibilidad fortifica más la razón que tengo. Pero dejemos esto aparte, que es laberinto de muy dificultosa salida, sino volvamos a la preeminencia de las armas contra las letras, materia que hasta ahora está por averiguar, según son las razones que cada una de su parte alega. Y, entre las que he dicho, dicen las letras que sin ellas no se podrían sustentar Don Quijote en el discurso de las armas y las letras (1ª parte, cap. XXXVIII), Manuel García “Hispaleto”, Museo del Prado, Madrid. Sancho “vestido a lo letrado”, grabado de Gustavo Doré. las armas, porque la guerra también tiene sus leyes y está sujeta a ellas, y que las leyes caen debajo de lo que son letras y letrados. A esto responden las armas que las leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de corsarios; y, finalmente, si por ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y a la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de sus previlegios y de sus fuerzas. Y es razón averiguada que aquello que más cuesta se estima y debe de estimar en más. (…) Primera parte, cap. L, De las discretas alteraciones que don Quijote y el canónigo tuvieron (…) –Eso creo yo muy bien –dijo el cura–, que ya yo sé de esperiencia que los montes crían letrados y las cabañas de los pastores encierran filósofos. (…) Segunda parte, cap. XXXII, De la respuesta que dio don Quijote a su reprehensor (…) que ya por muchas experiencias sabemos que no es menester ni mucha habilidad ni muchas letras para ser uno gobernador, pues hay por ahí ciento que apenas saber leer, y gobiernan como unos girifaltes; el toque está en que tengan buena intención y deseen acertar en toAgosto 2005 • PROCURADORES / 45 do; que nunca les faltará quien les aconseje y encamine en lo que han de hacer, como los gobernadores caballeros y no letrados, que sentencian con asesor. Aconsejaríale yo que ni tome cohecho, ni pierda derecho, y otras cosillas que me quedan en el estómago, que saldrán a su tiempo, para utilidad de Sancho y provecho de la ínsula que gobernare. (…) Segunda parte, Don Quijote haciendo una petición ante el escribano (2ª parte, cap. LXXII), cromo Chocolates Amatller, año 1920. cap. XXXVI, Donde se cuenta la entrañable y jamás imaginada aventura de la dueña do, con una montera de lo mesmo, Segunda parte, cap. XIX, Dolorida, alias de la condesa sobre un macho a la jineta (…) Donde se cuenta la aventura Trifaldi del pastor enamorado (…) que los extraordinariamen- ESCRIBANOS (…) Finalmente, el licenciado le te afligidos y desconsolados, en cacontó a estocadas todos los botones Primera parte, cap. XXV, sos grandes y en desdichas inormes de una media sotanilla que traía vesQue trata de las estrañas cosas no van a buscar su remedio a las catida, haciéndole tiras los faldamenque en Sierra Morena sucedieron sas de los letrados (…) tos, como colas de pulpo; derribóle al valiente caballero de la Mancha Segunda parte, cap. XLII, (…) y tú tendrás cuidado de ha- el sombrero dos veces, y cansóle de De los consejos que dio don Quijote cerla trasladar en papel, de buena le- manera que de despecho, cólera y a Sancho Panza antes de que fuese tra, en el primer lugar que hallares, rabia asió la espada por la empuñaa gobernar la ínsula donde haya maestro de escuela de dura, y arrojóla por el aire con tan(…) –Así es verdad –dijo el du- muchachos, o si no, cualquiera sa- ta fuerza, que uno de los labradores que–, pero los trajes se han de aco- cristán te la trasladará; y no se la des asistentes, que era escribano, que modar con el oficio o dignidad que a trasladar a ningún escribano, que fue por ella, dio después por testise profesa, que no sería bien que un hacen letra procesada, que no la en- monio que la alongó de sí casi tres cuartos de legua; el cual testimonio jurisperito se vistiese como soldado, tenderá Satanás (…) sirve y ha servido para que se coni un soldado como un sacerdote. Segunda parte, cap. XVIII, nozca y vea con toda verdad cómo la Vos, Sancho, iréis vestido parte de le- De lo que sucedió a don Quijote fuerza es vencida del arte (…) trado y parte de capitán, porque en en el castillo del Caballero Verde la ínsula que os doy tanto son me(…) Aquí dieron fin a su plática, Segunda parte, cap. XLIX, nester las armas como las letras, y las porque los llamaron a comer. Pre- De lo que sucedió a Sancho Panza letras como las armas. (…) guntó don Diego a su hijo qué ha- rondando su ínsula Segunda parte, cap. XLIV, (…) Llegó la noche, y cenó el bía sacado en limpio del ingenio del De cómo Sancho Panza fue llevado gobernador, con licencia del señor huésped. A lo que él respondió: al gobierno –No le sacarán del borrador de doctor Recio. Aderezáronse de ron(…) Salió, en fin, Sancho, acom- su locura cuantos médicos y buenos da; salió con el mayordomo, secrepañado de mucha gente, vestido a escribanos tiene el mundo: él es un tario y maestresala, y el coronista lo letrado, y encima un gabán muy entreverado loco, lleno de lúcidos que tenía cuidado de poner en ancho de chamelote de aguas leona- intervalos (…). memoria sus hechos, y alguaciles y 46 / PROCURADORES • Agosto 2005 escribanos, tantos que podían formar un mediano escuadrón. Iba Sancho en medio, con su vara, que no había más que ver, y pocas calles andadas del lugar, sintieron ruido de cuchilladas; acudieron allá, y hallaron que eran dos solos hombres los que reñían, los cuales, viendo venir a la justicia, se estuvieron quedos (…) Segunda parte, cap. LXXII, De cómo don Quijote y Sancho llegaron a su aldea (…) Llegóse en esto la hora de comer; comieron juntos don Quijote y don Álvaro. Entró acaso el alcalde del pueblo en el mesón, con un escribano, ante el cual alcalde pidió don Quijote, por una petición, de que a su derecho convenía de que don Álvaro Tarfe, aquel caballero que allí estaba presente, declarase ante su merced como no conocía a don Quijote de la Mancha, que asi- mismo estaba allí presente, y que no era aquél que andaba impreso en una historia intitulada: Segunda parte de don Quijote de la Mancha, compuesta por un tal de Avellaneda, natural de Tordesillas. Finalmente, el alcalde proveyó jurídicamente; la declaración se hizo con todas las fuerzas que en tales casos debían hacerse, con lo que quedaron don Quijote y Sancho muy alegres, como si les importara mucho semejante declaración y no mostrara claro la diferencia de los dos don Quijotes y la de los dos Sanchos sus obras y sus palabras. (…) Segunda parte, cap. LXXIV, De cómo don Quijote cayó malo, y del testamento que hizo (…) Yo, señores, siento que me voy muriendo a toda priesa; déjense burlas aparte, y tráiganme un confesor que me confiese y un escribano que haga mi testamento, que en tales trances como éste no se ha de burlar el hombre con el alma; y así, suplico que, en tanto que el señor cura me confiesa, vayan por el escribano (…) (…) El bachiller fue por el escribano, y de allí a poco volvió con él y con Sancho Panza; el cual Sancho,que ya sabía por nuevas del bachiller en qué estado estaba su señor, hallando a la ama y a la sobrina llorosas,comenzó a hacer pucheros y a derramar lágrimas (…) (…) Entró el escribano con los demás, y, después de haber hecho la Don Quijote testando ante un escribano (2ª parte, cap. LXXIV), grabado de la ed. G. Gorchs, Barcelona 1892. cabeza del testa- mento y ordenado su alma don Quijote, con todas aquellas circunstancias cristianas que se requieren, llegando a las mandas, dijo: –Ítem, es mi voluntad que de ciertos dineros que Sancho Panza, a quien en mi locura hice mi escudero, tiene, que, porque ha habido entre él y mí ciertas cuentas, y dares y tomares, quiero que no se le haga cargo dellos, ni se le pida cuenta alguna, sino que si sobrare alguno, después de haberse pagado de lo que le debo, el restante sea suyo, que será bien poco, y buen provecho le haga; y, si como estando yo loco fui parte para darle el gobierno de la ínsula, pudiera agora, estando cuerdo, darle el de un reino, se le diera, porque la sencillez de su condición y fidelidad de su trato lo merece (…) (…) –Señores –dijo don Quijote–, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño: yo fui loco, y ya soy cuerdo; fui don Quijote de la Mancha, y soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno. Pueda con vuestras mercedes mi arrepentimiento y mi verdad volverme a la estimación que de mí se tenía, y prosiga adelante el señor escribano. »Ítem, mando toda mi hacienda, a puerta cerrada, a Antonia Quijana, mi sobrina, que está presente, habiendo sacado primero de lo más bien parado della lo que fuere menester para cumplir las mandas que dejo hechas; y la primera satisfación que se haga quiero que sea pagar el salario que debo del tiempo que mi ama me ha servido, y más veinte ducados para un vestido. Dejo por mis albaceas al señor cura y al señor bachiller Sansón Carrasco, que están presentes (…) (…) En fin, llegó el último de don Quijote, después de recebidos todos los sacramentos, y después de haber abominado con muchas y eficaces razones de los libros de caballerías. Hallóse el escribano presente, y dijo que nunca había leído en ningún liAgosto 2005 • PROCURADORES / 47 bro de caballerías que algún caballero andante hubiese muerto en su lecho tan sosegadamente y tan cristiano como don Quijote; el cual, entre compasiones y lágrimas de los que allí se hallaron, dio su espíritu: quiero decir que se murió. Viendo lo cual el cura, pidió al escribano le diese por testimonio como Alonso Quijano el Bueno, llamado comúnmente don Quijote de la Mancha, había pasado desta presente vida y muerto naturalmente; y que el tal testimonio pedía para quitar la ocasión de algún otro autor que Cide Hamete Benengeli le resucitase falsamente, y hiciese inacabables historias de sus hazañas (…) Sancho Panza acompañado de alguaciles y ministros de la justicia (2ª parte, cap. LII), cromo Chocolates Amatller, año 1920. ALGUACILES Segunda parte, cap. XXXVIII, Donde se cuenta la que dio de su mala andanza la dueña Dolorida (…) Hiciéronse las diligencias, vio el vicario la cédula, tomó el tal vicario la confesión a la señora, confesó de plano, mandóla depositar en casa de un alguacil de corte muy honrado…» A esta sazón, dijo Sancho: –También en Candaya hay alguaciles de corte, poetas y seguidillas, por lo que puedo jurar que imagino que todo el mundo es uno. Pero dése vuesa merced priesa, señora Trifaldi, que es tarde y ya me muero por saber el fin desta tan larga historia. (…) Segunda parte, cap. XLVIII, De lo que le sucedió a don Quijote con doña Rodríguez, la dueña de la duquesa, con otros acontecimientos dignos de escritura y de memoria eterna (…) Al entrar de la calle de Santiago, en Madrid, que es algo estrecha, venía a salir por ella un alcalde de corte con dos alguaciles delante (…) 48 / PROCURADORES • Agosto 2005 Segunda parte, cap. LI, Las constituciones del gran gobernador Sancho Panza (…) Hizo y creó un alguacil de pobres, no para que los persiguiese, sino para que los examinase si lo eran, porque a la sombra de la manquedad fingida y de la llaga falsa andan los brazos ladrones y la salud borracha. En resolución: él ordenó cosas tan buenas que hasta hoy se guardan en aquel lugar, y se nombran (…) MINISTROS Segunda parte, cap. LXIX, Del más raro y más nuevo suceso que en todo el discurso desta grande historia avino a don Quijote (…) ¡Ea, digo, ministros, cumplid mi mandamiento; si no, por la fe de hombre de bien, que habéis de ver para lo que nacistes! (…) (…) y entonces llegó el ministro de la justicia que me trujo ante vuestras mercedes, adonde, por mala y antojadiza, me veo avergonzada ante tanta gente (…) JUSTICIAS Segunda parte, cap. XLIX, De lo que sucedió a Sancho Panza rondando su ínsula –¿Por qué huías, hombre? –preguntó Sancho. A lo que el mozo respondió: –Señor, por escusar de responder a las muchas preguntas que las justicias hacen. FISCALES Segunda parte, Cap. XIX, Donde se cuenta la aventura del pastor enamorado –¡Oh! Pues si no me entienden –respondió Sancho–, no es maravilla que mis sentencias sean tenidas por disparates. Pero no importa: yo me entiendo, y sé que no he dicho muchas necedades en lo que he dicho; sino que vuesa merced, señor mío, siempre es friscal de mis dichos, y aun de mis hechos. –Fiscal has de decir –dijo don Quijote–, que no friscal, prevaricador del buen lenguaje, que Dios te confunda.